2-Generación Del 98
2-Generación Del 98
2-Generación Del 98
El núcleo inicial de la generación, llamado “el grupo de los tres”, estuvo constituido por Pío Baroja,
Ramiro de Maeztu y Azorín. También se cita como precursor del movimiento a Ángel Ganivet. Es
interesante observar que todos los autores del 98 nacieron en la periferia: Machado, en Sevilla;
Azorín, en Monóvar (Alicante); Unamuno, en Bilbao; Maeztu, en Vitoria; Baroja, en Donostia; Valle-
Inclán, en Vilanova de Arousa; y desarrollaron su vida intelectual en Madrid. En cuanto a sus opciones
políticas, Azorín, Ramiro de Maeztu y Baroja partieron de posturas cercanas al anarquismo, para
desembocar en el conservadurismo (Azorín) e incluso en el tradicionalismo militante (Maeztu). Baroja
se recluyó en un radical escepticismo; Unamuno fue siempre un hombre de contradicciones y, por el
contrario, Machado y Valle-Inclán evolucionaron hacia posiciones progresistas.
La Generación del 98 fue un movimiento exclusivamente español, que convivió con el Modernismo.
Tanto uno como el otro tienen una misma raíz: parten de la crisis de din de siglo y expresan el
desacuerdo con la realidad en que viven y la estética del Realismo. El Modernismo y la Generación
del 98 tienen algo más en común: una intención dirme de renovar la literatura del siglo XX en todos
los géneros. La poesía va a estar más relacionada con los escritores modernistas y la novela y los
ensayos con los del 98. Además, la Generación del 98 huye del preciosismo formal para presentar
mayor hondura ideológica, así como un planteamiento regeneracionista, término que hace referencia
a una corriente intelectual de los últimos años del siglo XIX y comienzos del XX que propone la
renovación de España, y critica estructuras políticas y comportamientos sociales poco modernos,
inedicaces e inedicientes.
Adoptaron una actitud crítica ante la situación política y social del momento e iniciaron un camino
innovador, buscando la expresión de la realidad personal e interior, bajo la indluencia de la dilosodía
del irracionalismo europeo, de autores como Nietzsche, Schopenhauer o Kierkegaard. Desde el punto
de vista temático, se centran en EL TEMA DE ESPAÑA y las causas de su decadencia, enfocado desde una
visión subjetiva e individualista. El descubrimiento del alma de España se hace por medio del paisaje,
en especial del de Castilla; de la historia de gente anónima y su vida cotidiana (lo que Unamuno
denominó intrahistoria, “la vida callada de miles de hombres sin historia”), de la literatura, volviendo
a los autores medievales, y de la redlexión existencial, de la preocupación por el sentido de la vida.
Se dedicó PÍO BAROJA (1872-1956) casi exclusivamente a la novela, género en el que su huella ha sido
considerable en escritores posteriores como Camilo José Cela o Martín Santos. Para Baroja, la novela
es un "género abierto", de ahí que, con frecuencia, carezcan del planteamiento clásico de "exposición-
nudo-desenlace". Sus novelas son más de personaje que de acción, el contexto exterior, lo social,
queda supeditado siempre al protagonista. Ambienta sus obras tanto en el siglo XIX como en los inicios
del XX con el objetivo de realizar una interpretación de la historia vivida, pero siempre centrándose en
hechos cotidianos y en vidas corrientes. En cuanto al estilo, lo esencial en el idioma es la exactitud y
la claridad, escogiendo para ello siempre el párrafo corto y el diálogo. Además destaca la marcada
presencia del narrador a través de comentarios y redlexiones (lo que permite al propio Baroja
expresar sus ideas dilosódicas, literarias y políticas). Tiende a agrupar sus novelas en trilogías, y el
propio autor divide sus novelas en dos etapas: desde 1900 hasta la I Guerra Mundial, marcada por la
violencia y la nostalgia, en novelas como El árbol de la ciencia, Zalacaín el aventurero o Camino de
perfección; y desde 1914 en adelante, basada en el historicismo, la crítica y la ironía, en obras como
Memorias de un hombre de acción. En su gran obra, El árbol de la ciencia, desarrolla la vida de Andrés
Hurtado, personaje perdido en un mundo absurdo.
La novela de MIGUEL DE UNAMUNO (1864-1936) escapa de los postulados tradicionales del género: no
hay descripción ambiental, no hay autonomía en los personajes. Para estas novelas tan heterodoxas, el
autor acuñó el término nivolas, en las que habitualmente aparecen personajes que son su alter-ego y
en las que anticipa técnicas como el monólogo interior. Se sirvió de la novela, igual que hará con el
resto de los géneros literarios, para dejar testimonio de su intimidad agónica, para la expresión y
redlexión de las mismas ideas obsesivas sobre la religión, la vida, la muerte y la propia conciencia.
Para ello interviene en el relato, dialoga con sus personajes, los convierte en símbolos e interpela al
lector. En 1914 publica su mejor novela: Niebla. Lo que más sorprende es la utilización del conocido
juego vida-literatura: Augusto Pérez, el protagonista, se enfrenta con su creador, el propio Unamuno,
en un ambiente de confusión entre lo que es verdad y lo que es dicción. Unamuno también se sintió
atraído por el tema de la lucha entre hermanos, por la historia bíblica de Caín y Abel, motivo que sirve
de base a su novela Abel Sánchez (1917). Tras La tía Tula (1921) publica San Manuel Bueno, mártir
(1930), obra en la que aparecen todos los motivos que, recurrente e insistentemente, habían ido
apareciendo en sus novelas anteriores: la lucha agónica del individuo en este mundo, el creer y el
aparentar creer, la soledad, los problemas de la fe. Cuenta la historia de un cura de pueblo que ha
perdido la fe, pero que aparenta tenerla para que sus feligreses mantengan intactas sus creencias
religiosas.
Finalmente, JOSÉ MARTÍNEZ RUIZ “AZORÍN” (1873-1967) pretende que sus novelas sean un redlejo
delicado y lírico de lo esencial de la realidad. Es el escritor de lo minucioso, del detalle, que escribe de
forma simple y breve, con sensación de orden, pulcritud y calidad. La novedad de la novela de Azorín
consiste en que en sus obras se difumina la frontera entre novela y ensayo. Pierde importancia lo que
tradicionalmente había sido el eje de la novela: el argumento. Este es tan tenue que parece un pretexto
para hilvanar pinturas de tipos y ambientes, o para sustentar una galería de personajes sensibles,
dolientes, extraños o fracasados. Y en todo ello adlora su peculiar visión de la vida, esa típica desazón
existencial, su “dolorido sentir”, o su no menos característica visión de España. Su discurso
fragmentario, rasgo que debe relacionarse con el deseo azoriniano de anular el tiempo y la acción, le
lleva alpredominio de lo descriptivo. En sus obras, la narración se fragmenta en instantáneas que
congelan el tiempo y captan la impresión del instante. El mejor ejemplo de su novela impresionista es
La voluntad (1902), aunque no podemos olvidar títulos como Castilla, Antonio Azorín, o Doña Inés.
Aunque no es objeto de especial atención en este tema, debemos destacar también la producción
novelística de Ramón Mª del Valle-Inclán. Comenzó su carrera en el Modernismo, pero irá
evolucionando hacia su gran creación, el esperpento (más logrado en sus obras teatrales). Al
Modernismo se adscriben las Sonatas (de primavera, de estío, de otoño y de invierno) cuyo
protagonista es el Marqués de Bradomín, un donjuán “feo, católico y sentimental” y al esperpento
pertenecen Tirano Banderas o El ruedo ibérico.