La Generación Del 98
La Generación Del 98
La Generación Del 98
Autores para la cuestión quinta: Antonio Machado (poesía) y Miguel de Unamuno (prosa).
Junto a los modernistas, florecen autores que se han encuadrado bajo la denominación de
GENERACIÓN O GRUPO DEL 98. Fue Azorín quien propuso tal denominación en un
estudio titulado: Clásicos y modernos en 1913. En este designa a un grupo de escritores,
denominado Grupo de los Tres, que compartían inquietudes y actitudes de protesta, además de
una profunda preocupación por España. Estos tres escritores, Azorín, Pío Baroja y Ramiro de
Maeztu, firmaron un manifiesto en 1901 denunciando esta situación (desean contribuir “a la
generación de un nuevo estado social en España”). Además se incluyeron en esta generación
intelectuales como Miguel de Unamuno, Antonio Machado y Valle-Inclán.
Esta denominación ha sido muy cuestionada por la crítica desde el momento de su
aparición, ya que incluso sus integrantes declinaba su pertenencia. Unamuno se mostró reticente,
y Baroja afirmó:”Yo no creo que haya habido ni que haya una generación de 1898. Si la hay, yo
no pertenezco a ella”. Sin embargo no deja de ser cierto que se pueden encontrar puntos en
común en algunas obras, por lo que la crítica literaria les ha englobado dentro del mismo grupo.
Pedro Salinas, en un ensayo de 1935, aplica al 98 el concepto de “generación literaria”
establecido por Petersen (los llamados requisitos generacionales) a este grupo de escritores:
nacimiento en años poco distantes, formación intelectual semejante, relaciones personales,
participación en actos colectivos propios, acontecimiento generacional, presencia de un guía,
lenguaje generacional, anquilosamiento de la generación anterior.
a) Intenso sentimiento patriótico que se manifiesta en una oposición pública de los autores del
98 a la "España oficial" del régimen de la Restauración borbónica, especialmente los
precursores del "Grupo de los tres": Azorín, Pío Baroja y Ramiro de Maeztu.
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b) La manifestación de un continuado pesimismo histórico que encuentra su mayor justificación
en 1898, con la humillante derrota de España frente a los Estados Unidos (se pierden las últimas
colonias: Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam). Los grandes avances económicos, científicos y
culturales de la España del comienzo del siglo XX no cambiarían su actitud crítica y su afán
regeneracionista.
d) La mayoría de los nuevos escritores tienen en común su actitud rebelde frente a los valores
burgueses, ante la que adoptan diferentes posturas estéticas e ideológicas (socialismo,
anarquismo, carlismo). La inutilidad de sus esfuerzos atenuará hasta la desaparición alguna de
estas posturas. Evolucionarán hacia un conservadurismo mayor.
e) Las relaciones de amistad de los autores del 98 durante sus vidas, superando las diferencias
que fueron desarrollando con la edad. Durante años se reunieron en los mismos cafés (Fornos,
Lyon d'Or, de Levante...), suscribiendo manifiestos, organizando homenajes conjuntamente (en
contra de personalidades, en defensa de amigos), escribiendo en revistas literarias (Don Quijote,
Germinal, Vida Nueva...), en tanto que los artistas exhibieron conjuntamente como grupo
(Asociación de artistas vascos...).
Por su voluntad antirretórica, y por el exigente cuidado estético, por el gusto por las
palabras tradicionales y terruñeras (Unamuno, acusado de utilizar algunas palabras
del pueblo que no aparecían en el diccionario, responde: “Ya las pondrán”.),
subjetivismo y lirismo, innovaciones en los géneros literarios (ensayo, novela y
teatro).
Se interesan por el mundo interior de los personajes, por eso escasean las
descripciones externas. El verdadero paisaje que interesa es el paisaje del alma.
Hay un cambio del narrador de la 3ª persona a la 1ª persona. El novelista se introduce
en la piel del protagonista y a través de él expresa sus ideas. Ahora se oirán varias voces
que expresarán los distintos puntos de vista.
Momentaneidad y fragmentarismo. La narración suele fragmentarse en estampas,
productos de las percepciones del protagonista. El autor selecciona los momentos más
significativos para él, por lo que serán frecuentes las pausas descriptivas y selectivas. La
acción es poco importante, de ahí que las obras se descompongan en escenas sueltas
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g) Los temas fundamentales son la preocupación por España, sus problemas, su historia,
sus tierras, su paisaje (en especial el de Castilla, en el que descubren el espíritu austero y sobrio
del hombre castellano), sus gentes...; la intrahistoria, término acuñado por Unamuno, que
piensa que los verdaderos protagonistas de la historia son los hombres y mujeres que trabajan
cada día conformando el entramado social; también en sus obras se encuentra una honda
preocupación existencial, influidos por las teorías de Nietzsche (vitalismo, el hombre de acción,
la voluntad frente a la abulia), Bergson (el tema del tiempo que pasa y la memoria), Kierkegaard
(visión angustiada de la existencia) y Schopenhauer (la voluntad y la calma espiritual ayudan a
alejar el sufrimiento
En 1902 aparecerán cuatro títulos que suponen una concepción novelística nueva: La voluntad,
de Azorín; Camino de perfección, de Pío Baroja; Sonata de otoño, de Valle-Inclán; y Amor y
pedagogía, de Unamuno. En todos ellos hay un interés por superar el Realismo del XIX.
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2.2 Antonio Machado
ANTONIO MACHADO nace en Sevilla en 1875. A los ocho años su familia se traslada a Madrid, donde
más tarde estudiará en la Institución Libre de Enseñanza y frecuentará los
ambientes modernistas. En 1889 viaja por primera vez a París y entra en contacto
con la vida literaria parisiense. Obtiene la cátedra de francés y se marcha al
Instituto de Soria, allí conocerá a Leonor Izquierdo, que por aquel entonces
tenía dieciséis años. Se casan, pero ella morirá tres años después dejando al poeta
sumido en una profunda pena que le lleva a trasladarse a Baeza (Jaén). En 1927 fue
elegido miembro de la Real Academia Española y un año más tarde conocerá a
Pilar Valderrama, con la que mantuvo amores y a la que poéticamente bautizó
como Guiomar. La Guerra Civil le sorprende en Madrid, toma partido por la causa
republicana y se marcha a un pequeño pueblo valenciano, después a Barcelona y,
finalmente, se exilia a Francia, muriendo el 22 de febrero de 1939 en Collioure.
Los rasgos más particulares de la obra poética de Antonio Machado son sus influencias
románticas, especialmente de Bécquer y Rosalía de Castro, su crítica ante el problema de España
y el uso de simbología en como reflejo personal de su forma de ver la vida (la fuente – anhelo e
ilusión, la tarde-melancolía nostalgia, el espejo- recuerdos, el mar- muerte, jardín- la intimidad).
Antonio Machado recurre a ciertos temas en su obra compartidos con otros poetas: el paso del
tiempo, el amor por Castilla, el interés por el paisaje fundido con reflexiones personales.
Además trata el tema del amor desde diferentes puntos de vista: como ausencia, como pérdida o
a través de la figura de Guiomar. Los sueños se convierten en una forma de conocimiento, y
aparece también la búsqueda de Dios que en muchas ocasiones es un sueño o un deseo.
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También incluye en este libro una nueva forma de concebir la poesía más breve, densa, más
unida a la canción popular: Proverbios y Cantares.
Tercera etapa (1917-1926): Nuevas canciones. En este libro expresa sus inquietudes
filosóficas y las evocaciones de sus recuerdos. Es un libro muy heterogéneo donde tienen
cabida el folclore y lo proverbial, junto a poemas metafísicos y amorosos.
Poesías de la guerra: destacan entre ellas el poema a la muerte de Lorca El crimen fue en
Granada y La muerte del niño herido, que expresa el dolor por las miles de víctimas
anónimas de la Guerra civil.
Utiliza el seudónimo de Azorín, nombre del protagonista de sus primeras novelas. Es,
ante todo, un ensayista magistral. Aparte de sus muchos artículos de crítica
literaria, son inolvidables sus libros donde evoca las tierras y los pueblos de
España, con títulos como Castilla o Los pueblos.
Aunque escribió unas quince novelas, éstas casi no se diferencian de sus
ensayos, pues en ellas el argumento no tiene importancia, y no es más
que un pretexto para describir ambientes o tipos humanos, dándonos su
peculiar visión melancólica de la vida y de España. Destacan tres novelas
de carácter autobiográfico: La voluntad, (Antonio Azorín, su protagonista,
agobiado y pesimista, se marcha al campo en busca de una vida
contemplativa), Antonio Azorín (al protagonista le mueve el ideal literario) y Las confesiones
de un pequeño filósofo (1904), que está estructurada como libro de memorias.
Tanto en sus novelas como en sus ensayos, lo importante en Azorín es el estilo. Usa siempre
una frase breve y un vocabulario muy rico, y en sus descripciones da mucha importancia a los
pequeños detalles significativos. La suya es una prosa lírica.
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En Niebla se narra el enfrentamiento del protagonista, Augusto Pérez, y su creador, el propio novelista. Abandonado el día de su
boda, Augusto decide suicidarse. Va a Salamanca y consulta al escritor Unamuno, quien le recuerda que es solo un personaje de
ficción y no puede tomar tal decisión. Augusto le replica que él es también un ente de ficción, inventado por Dios. El escritor,
turbado por la posibilidad de morir, decide matar a Augusto.
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En las novelas de Azorín, se anula el movimiento y, sobre todo, el tiempo: la narración se
fragmenta en instantáneas que configuran cuadros o fotografías materializados en breves
capítulos deshilvanados, que producen la dispersión de la atención del lector.
Sus personajes preferidos son los inconformistas, los aventureros o típicos hombres de acción;
pero también están los abúlicos, los desengañados ante la vida, incapaces de enfrentarse al
mundo. Son seres inadaptados que suelen fracasar en su lucha vital.
Esta espontaneidad y naturalidad barojiana alcanza su máxima expresión en los diálogos, donde
el autor se muestra como un maestro insuperable.
Baroja fue un novelista prolífico, pues escribió más de 60 novelas. La mayoría se agrupan
en trilogías:
- Tierra vasca, trilogía en la que destaca Zalacaín el aventurero, prototipo del hombre de
acción.
- La vida fantástica, en la que destaca Camino de perfección, cuyo protagonista encarna la
angustia existencial y el deseo de hallar un sentido a la vida.
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- La lucha por la vida, con La busca2, una de las mejores obras de Baroja, donde traza un
conmovedor panorama de los barrios más míseros de Madrid.
- La raza, cuya obra El árbol de la ciencia es otra de las cumbres de la narrativa barojiana.
Es una novela con muchos componentes autobiográficos. El protagonista es un personaje
perdido en un mundo absurdo y en medio de circunstancias negativas, que trata de
encontrar un sentido a su vida. La novela refleja un gran pesimismo existencial.
- Las ciudades, con César o nada.
- El mar, con Las inquietudes de Shanti Andía, protagonizada por un marino vasco y donde
se recrea un vivísimo ambiente marinero.
Finalmente Baroja escribió una larga serie narrativa titulada Memorias de un hombre de
acción, compuesta por 22 novelas, cuyo protagonista es un aventurero personaje del siglo XIX,
antepasado del autor, Eugenio de Aviranteta.
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La busca. Manuel abandona su tierra natal, Soria para reunirse con su madre (sirvienta en una pensión madrileña) para buscar
una vida mejor. Su día a día se va degradando y se hunde sin remedio en las clases sociales más bajas, aunque con la firme
decisión de ser “de los que trabajan de sol a sol y no de los que buscan placer en la sombra”.
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El estilo esperpéntico combina sabiamente lo trágico con lo humorístico, acentúa lo deforme o
absurdo de la realidad y alcanza una gran fuerza crítica. Es una prosa genial.
ANEXO- EJERCICIOS-
1. La obra Campos de Castilla comienza con el poema Retrato. Léelo y contesta a las
preguntas
y escucho solamente, entre las voces, una.
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero; ¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla; mi verso, como deja el capitán su espada:
mi historia, algunos casos que recordar no quiero. famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—, Converso con el hombre que siempre va conmigo
más recibí la flecha que me asignó Cupido, —quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario. mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno; Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno. el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard; Y cuando llegue el día del último vïaje,
mas no amo los afeites de la actual cosmética, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar. me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
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A UN OLMO SECO Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
Al olmo viejo, hendido por el rayo te convierta en melena de campana,
y en su mitad podrido, lanza de carro o yugo de carreta;
con las lluvias de abril y el sol de mayo antes que rojo en el hogar, mañana,
algunas hojas verdes le han salido. ardas en alguna mísera caseta,
¡El olmo centenario en la colina al borde de un camino;
que lame el Duero! Un musgo amarillento antes que te descuaje un torbellino
le mancha la corteza blanquecina y tronche el soplo de las sierras blancas;
al tronco carcomido y polvoriento. antes que el río hasta la mar te empuje
No será, cual los álamos cantores por valles y barrancas,
que guardan el camino y la ribera, olmo, quiero anotar en mi cartera
habitado de pardos ruiseñores. la gracia de tu rama verdecida.
Ejército de hormigas en hilera Mi corazón espera
va trepando por él, y en sus entrañas también, hacia la luz y hacia la vida,
urden sus telas grises las arañas. otro milagro de la primavera.
1. Resume el contenido del poema y su estructura. Justifica las características del lenguaje
poético de Machado.
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TEXTOS EN PROSA DE UNAMUNO.
Niebla
Se empeña don Miguel de Unamuno en que ponga yo un prólogo a este su libro en que
se relata la tan lamentable historia de mi buen amigo Augusto Pérez y su misteriosa muerte, y yo
no puedo menos sino escribirlo, porque los deseos del señor Unamuno son para mí mandatos, en
la más genuina acepción de este vocablo. Sin haber yo llegado al extremo de escepticismo
hamletiano de mi pobre amigo Pérez, que llego hasta a dudar de su propia existencia, estoy por
lo menos firmemente persuadido de que carezco de eso que los psicólogos llaman libre albedrío,
aunque para mi consuelo creo también que tampoco goza don Miguel de él.
…………………………………………………………………………………………….
Decíase que había entrado en el Seminario para hacerse cura, con el fin de atender a los hijos de
una su hermana recién viuda, de servirles de padre; que en el Seminario se había distinguido por
su agudeza mental y su talento y que había rechazado ofertas de brillante carrera eclesiástica
porque él no quería ser sino de su Valverde de Lucerna, de su aldea perdida como un broche
entre el lago y la montaña que se mira en él.
¡Y cómo quería a los suyos! Su vida era arreglar matrimonios desavenidos, reducir a sus padres
hijos indómitos o reducir los padres a sus hijos, y sobre todo consolar a los amargados y
atediados, y ayudar a todos a bien morir.
Me acuerdo, entre otras cosas, de que al volver de la ciudad la desgraciada hija de la tía Rabona,
que se había perdido y volvió, soltera y desahuciada, trayendo un hijito consigo, Don Manuel no
paró hasta que hizo que se casase con ella su antiguo novio, Perote, y reconociese como suya a la
criaturita, diciéndole
:-Mira, da padre a este pobre crío que no le tiene más que en el cielo.
-¡Pero, Don Manuel, si no es mía la culpa...!-¡Quién lo sabe, hijo, quién lo sabe...!, y, sobre todo,
no se trata de culpa.
Y hoy el pobre Perote, inválido, paralítico, tiene como báculo y consuelo de su vida al hijo aquel
que, contagiado de la santidad de Don Manuel, reconoció por suyo no siéndolo.
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