Comunidad de Canto

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En el video, se documenta un impresionante ejemplo de “comunidad de canto”, la cual se define a

lo largo del texto como diferentes grupos sociales que le adjudican un valor y un contenido
propios al canto, al mismo tiempo que proponen una expresividad y una coordinación
determinadas a la hora de comunicar aquél sentimiento compartido. Además, se demuestra la
importancia que tienen dichas comunidades para reivindicar y al mismo tiempo reinventar la
música. Por lo tanto, se pueden establecer las siguientes similitudes: seguidores de Queen (grupo
social) reunidos en el Estadio de Wembley en los años 80 (contexto particular) con el motivo de
ver a la banda (repertorio conocido) y respondiendo de forma espontánea y simultánea a la
improvisación de Freddie (intencionalidad manifiesta). Pero, me gustaría destacar que lo que hace
a la comunidad es principalmente la fusión entre participación y énfasis que ofrecieron tanto
Freddie como el público. De hecho, no existe una distancia jerárquica entre ambos. El líder de
Queen podría haber sostenido la estructura de índole espectacular que critica Kenny Lamm acerca
de las comunidades de canto y las nuevas tecnologías, pues ya desde la disposición del espacio se
otorgan roles específicos a los individuos. El vocalista en el escenario, con un micrófono en la
mano y la banda equipada detrás, en oposición a miles de admiradores que están allí para
escucharlo. Sin embargo, no se impone sobre ellos como una figura dominante, sino que
humildemente, al poseer conocimientos instrumentales en torno a la voz, elige transmitirlos a
través del canto e invita a todos a seguir las melodías que improvisa, poniéndose a la misma altura
que la gente. Aquí es donde considero que se produce una ruptura de la paradoja sobre la que
reflexiona el texto y se confirma que el canto es una herramienta sumamente efectiva a la hora de
comunicar, ya que el público comprendió naturalmente la dinámica del juego de Freddie y
desarrolló sin notarlo habilidades tan cognitivas como afectuosas.

En el texto se menciona que la gran mayoría de los ingresantes a carreras musicales no consideran
al canto (un fenómeno incluso anterior al habla) como una de las formas principales de hacer
música. Mucho menos se consideran capaces de cantar. Sin embargo, fuera del ámbito académico,
cuando concurrimos a un recital a ver a nuestra banda favorita (como es el caso del video) o a la
cancha a ver a nuestro equipo de fútbol, somos parte de la producción y reproducción de un sinfín
de melodías en las que volcamos una pasión particular. Por lo que la auto-exclusión del ejercicio
del canto en las universidades o en los conservatorios se debe a los prejuicios que generan las
instituciones con respecto a los saberes, pues se construye una noción del conocimiento que se
centra en lo proposicional e ignora la experiencia que adquirimos cotidianamente en situaciones
como las que mencioné anteriormente. Por ende, el interés en la participación e interacción con
los otros se disuelve, dando lugar a la resignación y la individualización.

Pero Freddie Mercury en tan solo dos minutos le da una lección a las formas socialmente
habilitadas para cantar que sostienen los ámbitos académicos, generando una experiencia
totalmente enriquecedora junto a más de 90.000 personas, que podrán no saber leer un
pentagrama, pero en aquél momento y en comunidad con los demás construyeron nuevas formas
de hacer música y tal vez aprendieron más que en cualquier institución con visiones insuficientes y
excluyentes.

Es un momento muy hermoso porque recupera el aspecto más valioso de la comunidad de canto,
que es sumar nuestra voz individual a la voz colectiva. Solo así el objetivo que se persigue cobra
sentido.

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