Tema 5. Serialismo - Postserialismo
Tema 5. Serialismo - Postserialismo
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Sólo muy pocos entienden lo que es la música serial. A veces sucede que hasta
mis propios alumnos se sorprenden cuando les explico los procedimientos más
sencillos de la música serial. Cuando los musicólogos hablan hoy de la fase
«postserial», simplemente quieren decir que la música de los últimos cincuenta años
suena distinta a la de los años cincuenta, y puesto que no tienen otro concepto para
hablar de la música de los años cincuenta que el de «música serial», entonces aplican
el término «postserial» para la música actual. ¿No es esto terriblemente banal?
El que conoce el espíritu de la música serial sabe que este espíritu fue el que
aportó algo que no volverá ya nunca más, es decir, la equiparación de todos los
elementos de una composición, sin descuidar, sin embargo, la ley de las diferencias
naturales. Ha surgido una equivocación que conviene aclarar cuanto antes: la
composición con series de proporciones se emplea ya desde hace años no sólo aplicada
a los sonidos individuales y a propiedades individuales, sino también con grupos de
colectivos. Además, la composición en el sentido de una técnica serial cualitativa se ha
ido convirtiendo en un proceso de ordenamiento serial de cualidades y no sólo de
cantidades de percepción. Por eso muchos siguen sin reconocer, en obras que suenan
orgánicamente «libres» o a veces «caóticamente», que todo esto se origina dentro de
una concepción más amplia de formas de organización musical. Lo que una vez fue el
pensamiento jerárquico en todos los ámbitos de la música, se ha aplicado ahora al
pensamiento serial y será determinante durante muchos siglos…
Después de que la naturaleza de los ruidos y también los métodos para una
razonable integración del ruido parecen evidentes, es ahora posible igualmente
contemplar dentro de la composición las propiedades de los intervalos naturales. La
«tonalidad» en el sentido de la armonía y de la melodía funcional será siempre válida
como un caso especial, como el mecanismo clásico. Es decir, en todas las
composiciones del futuro se alcanzarán, de cuando en cuando, momentos en los que se
empleen proporciones muy simples y sencillas de las vibraciones sonoras. Pero la
nueva tarea consiste en relacionar estas vibraciones sonoras más sencillas y su función,
con todos aquellos grados de aparición no periódica. Esto quiere decir: relacionar
todos los sonidos con los ruidos elegidos para una composición; que se puedan
combinar y modular todos los elementos estilísticos y formas antiguas con los nuevos
estilos y formas descubiertas.
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Si por «Nueva Música» entendemos aquellos que tiene como contenido a un,
hombre nuevo más perfecto, es decir, una música que ayuda a ampliar la conciencia
del hombre actual y aclarar su horizonte espiritual a través de la experiencia de la
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música, que no podría conseguirlo de otra manera que por la música, entonces esta
«música nueva» podría muy bien ayudar a provocar cambios políticos y sociales. [ ... ]
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“Scambi no constituye tanto una pieza, cuanto un campo de posibilidades, una invitación a
escoger. Está construido por dieciséis secciones. Cada una de estas puede estar concatenada
a otras dos, sin que la continuidad lógica del devenir sonoro se comprometa: dos secciones,
en efecto, son introducidas por caracteres semejantes (a partir de los cuales se desarrolla
sucesivamente de manera divergente); otras dos secciones, en cambio, pueden conducir al
mismo punto. Puesto que se puede comenzar y terminar con cualquier sección, se hace
posible un gran número de resultados cronológicos. Por último, las dos secciones que
comienzan en un mismo punto pueden ser sincronizadas, dando así lugar a una polifonía
estructural más compleja.”
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…Mi búsqueda del éxito no era otra cosa que una compensación por mi falta de
posible felicidad en otras esferas de la vida…
…Un marxista es un luchador de clases; él hace lo que es necesario para la lucha de
clases; toda manifestación artística suya estará en relación con esto. El marxismo no
contiene un aliento hacia el anti-arte y tampoco un impulso hacia el anti-arte como
estrategia. En lugar de eso, contiene la exigencia de un esfuerzo profundo por el
significado radical del arte; en esto se halla precisamente su progresismo. Las
contradicciones no pueden ser superadas en esta sociedad a través del arte, pero se
pueden analizar y demostrar. Ahí se encuentra una parte de su importancia para la
lucha. Otra parte es esta: nos permite trabajar en contra de la deshumanización, con los
pocos medios que todavía le quedan al hombre, es decir con el arte, y no con el anti-
arte. Con el dadaísmo, con cualquier clase de hermetismo o con agresividad, que de
cualquier forma ya no son capaces de asustar a nadie, se consigue sólo algo inmanente
al sistema. El sistema alienta a sus anti-artistas.
Hay una categoría de compositores que han escrito música serial y que por este
motivo ahora se encuentran en una fase postserial. Pero hay otra categoría de personas
que nunca han escrito música serial, y, por lo mismo, no pueden ser postseriales,
porque se encuentran fuera; como yo, por ejemplo, y otros que, como yo, recorren el
mismo camino y se sirven de métodos de composición que operan con todo el material
sonoro, con masas sonoras, con glisandos, lo cual se encuentra totalmente al margen
de la orientación serial. Consecuentemente, la Nueva Música prosigue su trayectoria
con la más diversa mezcla de estilos. Si se analizan las partituras de los jóvenes
compositores se puede observar esta mezcla de corrientes; pero, por desgracia, no hay
muchos. Siempre son pocos los que superan el tiempo y siguen despertando interés.
¿Nostalgia del sistema tonal? Pienso que en la esfera de la música no hay marcha
atrás. Es como en todas las cosas; hay quizás apariciones cíclicas o secuencias en
círculo, pero una marcha atrás, sin más: ¡nunca! Es imposible. Nunca se ha visto que
una música copie la música del pasado. A veces se ha inspirado en ella. Por lo que se
refiere a los nostálgicos, siempre los ha habido en todas las épocas.
¿Popularización de la nueva música? Esto es una cuestión de educación musical, una
educación que nunca se lleva a cabo. Es decir, la enseñanza de la música se sigue
pareciendo a la del siglo XIX. Además, la difusión de la música sigue estando, más o
menos, en manos de instituciones comerciales: la industria del disco y la de la radio
tienen seguidores, pero ni están educados ni están informados; lo cual bloquea el
conocimiento del desarrollo musical, y este bloqueo sólo puede ser superado, en mi
opinión y tal y como están las cosas, muy gradualmente. Ello ocurrirá sólo a través de
las generaciones futuras, que nos sustituirán. Es decir, la actual nueva música se
convertirá en una música clásica. Existe, por lo demás, sólo un desplazamiento que
cada vez se hace más pequeño; sin embargo se necesitarán fuerzas especiales para
conseguir esto; quizás habría que redefinir, de nuevo, el sentido de la música y de la
investigación.
La música, y el arte en general, es el medio ambiente que transforma a los hombres y
en consecuencia también a la sociedad humana y a la política. Pero utilizar el arte
como medio para el cambio, es una idea que siempre han utilizado toda clase de
formas de gobierno, y que, en mi opinión, no tiene sentido.
Una música politizada o comprometida puede ser muy buena música, si está hecha
con talento; la politización es una cosa complementaria, que lleva en la música lo que
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las ideas y la ideología aportan; la música en sí no puede ser política. Por otra parte,
una actividad en la esfera creadora de la música puede transformar profundamente al
hombre. Y este es precisamente el sentido de la música, que cambia al hombre aunque
este no quiera.
Hoy es demasiado tarde para hablar de una “fase postserial” de la Nueva Música, ya
que han pasado más de diez años desde que la serie (dodecafónica) encontró su punto
culminante y al mismo tiempo su declive como elemento generativo de la composición
musical. Y a pesar de todo, me sigue pareciendo superfluo seguir buscando etiquetas
para el cambio acelerado de características estilísticas, a fin de delimitar las tendencias
compositivas en época y periodos bien definidos. Un punto de partida esencial, hoy,
podría ser el eclecticismo (pero entonces no sería deseable hablar de una fase
panestilística o ecléctica).
Las palabras de moda son como misteriosas barreras. Normalmente se las usa
cuando un desarrollo claramente perceptible está concluyendo o su arranque está
demasiado alejado. Ya en 1963, en mis cuatro melodramas de la Phonophonie, que
tienen por tema el retrato de un cantante del siglo pasado en estado de decadencia de la
voz, me había ocupado sistemáticamente con ideas y nostalgias del pasado. En esto no
percibí de ningún modo una tendencia hacia la nostalgia, sino al contrario, la
conciencia de un siglo XIX que aún no había terminado.
El actual retorno parcial hacia la tonalidad no está necesariamente condicionado por
la nostalgia. Yo opinaba al final de los años cincuenta –en le punto álgido del culto a
Webern- que los jóvenes compositores, que seguirían a mi generación, compondrían
una nueva clase de música tonal, como reacción necesaria y para abrirse a un nuevo
material todavía por descubrir. Esto se ha confirmado en numerosos casos a motad de
los años sesenta, y paradójicamente muchos compositores de mi generación imitaron
esto.
Sin embargo el término “tonalidad” no es el más apropiado para designar una
armonía que no se basa en la equiparación de los doce sonidos sólo relacionados entre
sí. De modo parecido a como en la fase serial se emplearon preferentemente intervalos
de segundas mayores y menores, séptimas y novenas, hoy se emplean con preferencia
otras combinaciones interválicas, que podrían provocar la impresión de una pseudo
tonalidad, ya que las terceras, sextas y quintas aparecen con más frecuencia que antes.
Mi composición Abend (Tarde), para doble cuarteto vocal, quinteto de trombones,
órgano eléctrico y piano, escrita en 1971, podría representar un ejemplo plástico. El
punto de partida fue el siguiente: los llamados acordes errantes, que tanto tiempo
ocuparon a Schönberg (que fue el que encontró esta acertada designación) podían ser
desarrollados en un estado de total indeterminación tonal, si se empleaban sólo acordes
de séptima (doble cuarteto vocal), acordes de novena (quinteto de trombones), acordes
de onceava (órgano eléctrico) y acordes de treceava (piano).
Que este material armónico haya sido usurpado, en parte, por la música ligera, no me
molestaba lo más mínimo. Los castillos de ensueño del relajamiento, que utilizan tales
acordes, sucumben aquí a su propia ambigüedad. Por el empleo exclusivo de acordes
que están basados en terceras mayores y menores se omite todo punto de referencia a
una tonalidad estable. Nuestra idea de tonalidad necesita una continua revisión.
Compositores como Janacek, por ejemplo, que tenían una idea muy peculiar del papel
de las funciones armónicas y que desarrollaron así una tonalidad “en contra de la
tonalidad” permanecieron al margen de la conciencia histórico-musical tradicional.
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de izquierda. N. del t.] para discutir este tema. Tenemos que evitar llamar música de
compromiso sólo a aquella que hacen los grupos de canto popular y al revés. Tenemos
que superar la división del trabajo en categorías, que es una consecuencia de la
sociedad en que vivimos. En principio el encuentro tendría que basarse sobre el
fundamento ideal y práctico del intercambio de informaciones, resultados y
experiencias. Es decir, se trata de la integración de diversas clases de formación. Soy
de la opinión de que nosotros, si tomamos en consideración este problema, no
podemos comportamos de una manera exclusiva, debemos utilizar todos los medios
que tenemos a disposición, desde la más sencilla guitarra hasta los cantos populares,
incluyendo los grupos orquestales, los solistas y la música electrónica.
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zona industrial de Venecia), yo le he dado una cinta con material de fábrica, que
compuse y manipulé en el Estudio Electrónico de Milán. Él mismo me dijo que, puesto
que tenía que cantar sobre este material, tuvo que desarrollar otra forma distinta de
cantar. Yo creo que hay mucho trabajo por hacer en este campo.
Luigi Nono: Hoy existe la moda del collage en la llamada música seria o música de
vanguardia, es decir, música que mezcla diversas épocas y diversos autores. En mi
opinión, esto permanece en los límites de una actitud consumista y esteticista, ya que
no existe una relación musical nueva o conceptual con este material. Se trata de un
procedimiento típicamente neoclásico. Yo pienso, por el contrario, que deberíamos
tener más en cuenta que nuestro folclore es más internacional que nacional. Por
folclore entiendo no solo los cantos sino también determinados marcadores de
información, como los slogan y los cantos de las manifestaciones, incluso los ruidos
acústicos de las manifestaciones; sólo hay que pensar en las manifestaciones de los
trabajadores del metal, que utilizan materiales del taller en donde trabajan o
instrumentos de metal construidos por ellos mismos. Aquí tenemos una clase de
material acústico muy significativo, que, en mi opinión, representa una base para una
invención acústica en la lucha de los trabajadores.
[ ... ] Luca Lombardi: ¿Qué tendencias de la música actual te interesan, qué elementos
pueden ser útiles para una música avanzada polítlcamente?
Luigi Nono: Yo soy también de la opinión de que hay que seguir atentamente lo que
hoy sucede en el mundo, pues es posible emplear los medios que, el desarrollo técnico
pone a nuestra disposición de una forma distinta. Yo pienso, por ejemplo, que el
estudio de la música electrónica es muy importante, no sólo para la composición, sino
también para la comprensión del material acústico (yo hablo aquí realmente como
materialista), es, decir, para el conocimiento del material que luego es empleado en la
composición. Muchos emplean todavía el procedimiento idealista: partir de tal idea o
de una forma y luego rellenada. Hoy en día hay muchas composiciones que tienen una
determinada forma, una voluntad musical, pero que violentan los medios o el material
musical empleado. Un ejemplo clásico son los Himnos de Stockhauseno En este caso,
un compositor no emplea materiales musicales abstractos, sino materiales
significativos, es decir himnos nacionales, con lo que mezcla cantos fascistas con
himnos nacionalsocialistas y otros; así consigue una operación (qualunquistich) muy
ambigua. Se trata de la voluntad individual de alguien que manipula distintas clases de
material. Stockhausen, que sin duda representó en los primeros años un momento
interesante dentro de la música contemporánea -especialmente a causa de su
investigación del material- se manifiesta ahora, cada vez con más frecuencia, como
alguien que quiere imponer su voluntad individual.
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parece que estas posibilidades que nos presta el estudio electrónico no son
aprovechadas suficientemente. Esto también por la incapacidad de colocarse en la
situación actual, en una situación que permitiera, de algún modo, un total apoyo de las
instituciones oficiales, como les ocurre a la mayoría de los compositores actuales.
Yo pienso, por el contrario, en los músicos jóvenes que conozco (por ejemplo en la
Unión Soviética; la mayoría no viven en las capitales, sino en las repúblicas), cuya
música representa una unidad ideal y técnica. O pienso en algunos músicos jóvenes de
Latinoamérica, que están enraizados totalmente en un contexto social y de lucha en sus
países. Yo me limito a estos jóvenes músicos de la Unión Soviética y de Paraguay,
Argentina y sobre todo de Cuba, músicos que poseen una gran fuerza creativa y gran
fantasía, y que no sólo no están influidos por otra forma de sociedad, sino que se
realizan a sí mismos y consiguen crear otra clase de música más local. Si por una parte
la situación de la música occidental me parece que está totalmente bloqueada -se busca
el gadget, el sketch o el puro divertimento- por otra parte hay jóvenes músicos en otros
países (no son conocidos en la Europa Occidental, naturalmente) que son mucho más
progresistas en relación a una praxis más positiva, más creadora y más unida a una
función.
Luca Lombardi: En la Historia del Arte hay ejemplos de autores que, aunque parten de
posiciones ideológicamente retrógradas, hacen cosas que objetivamente van más allá
de su conciencia subjetiva. Está el caso clásico de Balzac, del que habla Engels, o en la
música el caso de Schonberg. ¿Ves tú algo semejante, es decir, que compositores
conservadores o retrógrados hagan cosas que, de hecho y contra su voluntad, se
equiparan a la crítica de un orden social históricamente superado?
Luca Lombardi: Aquí pasa exactamente lo contrario: en lugar de superar sus fronteras
ideológicas y de clases, los compositores parten de posiciones relativamente
progresistas, pero luego son influidos negativamente por la sociedad en la que viven.
Este es el caso también de Stockhausen, cuya ideología reaccionaria impregna cada
vez más su música, de modo que en sus. últimas composiciones «meditativas» ya no se
puede separar la dimensión ideológica de la puramente musical. .
Luigi Nono: Quisiera añadir todavía algo más. Me parece que la interpretación que
hace Lukács de Balzac, es correcta, pero nosotros nos encontramos actualmente en
otra situación muy distinta. Yo creo más en una participación consciente o
inconsciente, en una participación activa o pasiva en la lucha que se realiza hoy, que
no en un simple reflejo de nuestra época, después de 1917, creo más en una actuac1ón,
sea cualquiera la posición en la que uno esté. Pero también es posible, naturalmente,
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que algunos productores de cultura se vean enredados contra su voluntad en una forma
de organización de mercado, que es típica de una parte de la sociedad capitalista [ ... ]
[ ... ] Hanjo Kesting: Los Juegos venecianos, que surgieron algo más tarde, representan
una obra clave en su desarrollo, porque usted introdujo en ellos la aleatoriedad de
forma sistemática. La introducción del “azar” no equivale a la supresión de la
construcción y de la forma. ¿Cómo definiría Vd. en sus obras la relación entre
elementos libres, por decido así, y elementos fijos?
Witold Lutoslawski: Todo está fijado, es decir, todas las voces, todas las partes, están
escritas de un modo preciso y hay que tocarlas con mucha precisión. La única
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diferencia entre esta música y la música con compás y metro es que la distribución del
tiempo, la organización del tiempo no es la misma para todos los intérpretes. Cada uno
de los músicos toca, como si estuviera solo. También las alturas están organizadas de
forma fija, como la melodía y la armonía. Esto puede resultar extraño, pero sería tema
para un libro. Pero si con esta técnica se ha conseguido tal riqueza rítmica, es porque
se ha pagado un precio. Y el precio es cierto estatismo. La música permanece estática
porque armónicamente está organizada de tal modo que todo puede ser controlado.
Julia Makejeva: ¿Qué es para Vd. la música contemporánea? ¿Qué es lo que presta a
tina obra el carácter de «contemporánea»? ¿La utilización de ciertas formas y medios
nuevos de expresión o algo determinado en la postura del compositor?
No tendría sentido afirmar que una obra actual es buena y otra que está por
detrás de su época respecto del material, es mala. Cualquier prejuicio puede destruir el
pensamiento analítico, pues limita y conduce inmediatamente a un juicio tendencioso.
Si se renunciara absolutamente a cualquier valoración, entonces significaría con razón,
que el artista no tiene en cuenta la problemática del material. ¡Pero el material musical
no sólo exige, sino que pide también ser atendido! A uno le pide, para otro sólo está
disponible, y un tercero piensa evitar las complicaciones si lo ignora. De la decisión
adecuada del artista depende la actualidad de su reacción.
Julia Makejeva: La mejor confirmación de sus manifestaciones son sus propias obras,
en las cuales Vd. se preocupa de la actualización del material musical. Pero yo creo
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que en todas esas obras, a pesar de algunos rasgos generales, Vd. se ha planteado cada
vez un problema nuevo y lo ha resuelto.
Sofia Gubaidulina: Sí, yo me propongo para cada obra nueva una concepción nueva e
intento encontrar algo que no existía en el trabajo anterior. Y con frecuencia la nueva
obra supone una reacción, un complemento a la anterior. Así, por ejemplo, yo compuse
en 1983 Perception con un texto concreto de Francisco Tanzer: Stimmen. Verstummen
(Voces. Silencios). En esta obra yo, tenía constantemente la sensación de que este
tema no estaba agotado, de que había algo más a 10 que yo tenía que reaccionar. Así
surgió la siguiente obra, toda una sinfonía que lleva por título: Stimmen... Verstummen
... Este es ya un trabajo puramente instrumental, que responde de un modo totalmente
distinto a la pregunta: qué es lo que yo escucho y por qué estas voces han enmudecido.
A veces es sencillamente imposible agotar en una obra todas las virtualidades que se
nos presentan.
Julia Makejeva: ¿Puede Vd. nombrar entre los compositores actuales, a aquellos que le
son más allegados?
Sofia Gubaidulina: Por supuesto. Me gustan muchos compositores y obras del siglo
XX. Me son muy cercanos, por ejemplo, Luigi Nono, Gyorgy Kurtag, Helmut
Lachenmann, Peter Mucwell Davis, Arvo Part, Valentin Silvestrov: Alfred Schnitkke,
Edison Denisov, Serguei Slommsky. De los compositores más jóvenes me gustan
algunos como Knaifel, Firsova, Smirnov, Shut, Vustin, Tarnopolsky, Raskatov,
Korndorf. Tamblen prestan un buen trabajo los compositores armenios, lituanos y
georgianos.
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Los patrones de interferencias y flujos, con los que trabajé a finales de los 50 y
primeros de los 60, me condujeron inmediatamente después de su realización a
conceptos completamente distintos. Empecé a incorporar paulatinamente submodelos
rítmicos y melódicos en los planos iridiscentes. Ello me conduciría durante tres
décadas a composiciones con una polirritmia extremadamente intrincada, como es el
caso en mi Concierto para piano de la segunda mitad de los años 80.
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Actualmente no tengo ninguna idea fija de hacia donde va a tender todo esto; no tengo
ninguna visión definitiva del futuro, ningún plan general, sino que avanzo de obra en
obra palpando en distintas direcciones, como un ciego en un laberinto.
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