Sobre Verbos Irregulares
Sobre Verbos Irregulares
Sobre Verbos Irregulares
Noviembre de 2022
Profesor: Leonardo Rosso
Para llevar a cabo el presente trabajo sobre verbos irregulares, se desglosarán algunas obras (de
diversas épocas), con el fin de encontrar similitudes, diferencias y aportes relevantes. A lo largo de
estas páginas, podrán apreciarse posturas particulares y compartidas respecto a los tipos de verbos
irregulares, las anomalías de las formas no personales, los pretéritos fuertes, los participios, los verbos
defectivos, la multiplicidad de raíces, entre otras cuestiones. Con base en las consideraciones teóricas
de los autores, se propondrán oraciones y se tomarán otras de diversos textos, de manera que sea
posible ilustrar lo explicado y/o comparar verbos en pleno funcionamiento oracional, dándole una
especial consideración a aquellos de empleo inusitado.
A partir de la obra Gramática Castellana de la Lengua Española, de Andrés Bello, hay que aclarar,
antes que nada, que la regularidad o irregularidad de un verbo no depende de las letras, o —dicho de
otra manera— de las grafías, sino que los sonidos con que se pronuncia una palabra deben recibir
nuestra plena atención. Esto se debe a que las letras varían para no alterar los sonidos, como sucede al
conjugar aplacar (aplaque, aplaques, aplaquemos). Independientemente de la conjugación, este verbo
no deja de ser regular, empero el fonema oclusivo velar sordo, que se presenta en la forma infinitiva,
puede mantener la grafía <c> únicamente cuando se encuentra frente a las vocales /a/, /o/ y /u/ (como
en cantar, contar y curar). Esto se debe a que conserva un sonido fuerte. Sin embargo, cuando dicho
fonema aparece ante las vocales restantes (/i/ y /e/), se recurre a la grafía alternativa <qu>. Si en la
escritura de aplaque intentaramos emplear la grafía <c> en lugar de <qu>, obtendríamos como
resultado aplace, que corresponde al verbo aplazar, no a aplacar.
Tampoco es irregular pagar, a pesar de que tome una /u/ muda cuando la terminación es /e/ o principia
por /e/ (pague, paguemos), ya que esta vocal muda aparece antes de la /i/ y la /e/ para que no se pierda
el sonido de la oclusiva velar sonora (esto quiere decir que la /u/ no suena, como si lo hace en aguar).
Sucede lo mismo en verbos como tragar, abrigar y prolongar. Es indispensable asimilar que estos
cambios se dan en la escritura, y corresponden a algún ajuste destinado a evitar una alteración sonora
que, en ocasiones, también suscita un cambio de significado.
Por otra parte, existen accidentes en la conjugación regular, pero estos tampoco tienen que ver con
una irregularidad. Por ejemplo, la vocal /i/ se convierte en la consonante /ʎ/ (<y>) si se encuentra
entre vocales y carece de acento; esto quiere decir que caer se puede conjugar como caí o caía, que
constituyen formas estrictamente regulares, mientras que en cayera o cayeras la vocal no está
presente, sino que pasa a ser /ʎ/.
Muchas veces, la misma vocal, o sea la /i/, se suprime si sigue a la consonante /ʎ/ o /ñ/, algo que
ocurre en los verbos cuyo infinitivo es en -llir, -ñer, -ñir; al conjugar bullir, tañer y reñir, la vocal se
presenta cuando es aguda (bullía, tañía, reñía), pero dichos verbos no aceptan las terminaciones
regulares -io, -ieron, -iendo, pues, en esos casos, la /i/ no estaría acentuada (bullo, tañeron, riñendo en
lugar de *bullio, *tañieron, *riñiendo).
Primer orden
Segundo orden
★ Abarca la primera, segunda y tercera persona del singular, además de la tercera persona del plural de
los presentes de indicativo y subjuntivo y el singular del imperativo.
★ Comprende las formas en que la última vocal de la raíz se encuentra acentuada.
★ La vocal en que recae el acento sufre una alteración y se convierte en el diptongo /ié/.
★ Contender, cuya raíz es contend-, la muda en contiend, como se observa en contienda, contienden,
contiendo, verbos en los cuales el acento recae en la vocal /e/, última de la raíz.
★ Otras formas pertenecientes a este orden son: entender (entiendo, entiendes, entienden) y calentar
(caliento, calientes, calienten).
Tercer orden
Cuarto orden
Sexto orden
★ Abarca los futuros y pos-pretéritos de indicativo, cuya raíz es el infinitivo entero.
★ Caber muda su raíz en cabr- para todas las formas de este orden, por lo que no existe *caberé ni
*cabería, pero sí cabré y cabría.
★ Sucede lo mismo al conjugar salir, que muda su raíz en saldr- para estas formas afines. Obtenemos
saldré, saldría, no *saliré, *saliría.
En ocasiones, una forma puede integrar varios grupos, por lo que surge la duda de qué raíz irregular
concurrente debe tener preferencia. Para esto, Bello sugiere priorizar las raíces concurrentes por el
orden de la numeración abordada con anterioridad. Teniendo en cuenta la posibilidad de que un verbo
sea irregular en un orden o en varios, el autor aludido presenta una serie de clases en las que pueden
integrarse.
Primera clase
La primera clase de verbos irregulares comprende aquellos que se encuentran únicamente en el primer
orden. Esta clase está compuesta por casi todos los verbos terminados en acer, ecer, ocer, como nacer,
florecer, conocer, los cuales tienen, además de las dos raíces regulares, una irregular, terminada en
azc, ezc, ozc. Esto se ve reflejado en formas como las siguientes: nazco, nazcan, florezcan, florezca,
conozco, conozcas.
Si no se afirma que todos los verbos que terminan en -acer, -ecer u -ocer pertenecen a esta clase, es
porque hay algunas excepciones. Hacer y cocer integran otra lista de irregulares; a modo de ejemplo,
se percibe con facilidad la gramaticalidad de una expresión como “Hago lo que quiero”, pero no de
*“hazco lo que quiero”.
Además, también componen esta clase verbos como lucir, el cual muda su raíz a luzc-, dando luzco,
luzca; y caer, que, al mudar su raíz, genera caigo y caiga, por ejemplo. Los compuestos de ambos
siguen dicho comportamiento, como se aprecia en los ejemplos de (1). Nótese que la oración de (1b)
se encuentra en la obra En busca de Sor Juana, de Georgina Sabat de Rivers.
Segunda clase
A esta clase pertenecen los verbos irregulares del segundo orden. La irregularidad se produce porque
la vocal acentuada de la raíz se altera, convirtiendo la /e/, y en ocasiones la /i/, en el diptongo /ié/,
además de la vocal /o/, y a veces la /u/, en el diptongo /ué/. Si acertar fuese regular, la primera
persona de singular del presente del indicativo debería ser acerto, pero en verdad es acierto, donde se
percibe claramente la secuencia vocálica. En el caso de adquirir, se produce el propio fenómeno; en
lugar de adquiro, se toma como válido adquiero. El diptongo /ué/ es apreciable al conjugar el verbo
jugar, del cual no sale jugo, sino juego (“yo juego al ajedrez”).
Es posible postular, entonces, que en estos verbos hay tres raíces: dos regulares y una anómala, en la
cual la vocal acentuada se convierte en diptongo.
Corresponde señalar que algunos verbos no comparten la irregularidad con sus compuestos, como
sucede en el caso de pensar; si bien presenta una anomalía ostensible en formas como pienso, piensan
o piensas (ya que la /e/ radical muda en /ié/), recompensar y compensar son regulares. Véase (2a) y
(2c):
A veces, el significado del verbo determina que este sea regular o irregular. Normalmente, tomamos
aterrar como un sinónimo de horrorizar o espantar (básicamente, con el significado de ‘causar
terror’), empero también puede significar ‘derribar algo’. En el primer caso, aterrar es regular, como
se percibe en (3a), pero, en el otro sentido, la irregularidad aflora debido a que la /i/ muda en /ié/
(véase el último ejemplo señalado debajo, extraído de Poesías, de Manuel Bretón de los Herreros).
Por otra parte, existen verbos que, si bien son fácilmente diferenciables en su forma infinitiva, llegan a
generar confusiones por compartir alguna conjugación irregular. Verter y su compuesto reverter son
irregulares, puesto que la /e/ radical muda en /ié/ (como se observa en vierte, vierten, revierte,
reviertes); sin embargo, la conjugación irregular de reverter, que es ‘rebosar’, se equipara a la de
revertir, que puede significar ‘volver al estado que tuvo antes’ o ‘volver algo a la propiedad del
individuo que lo tenía primero’. En (4a) se hace referencia a que el contenido de los baldes supera sus
límites si no se tiene cierto cuidado, mientras que en (4b), el verbo es revertir, y significa que los
muebles volverán a su dueño anterior (en este caso, a la esposa).
Tercera clase
En esta clase, únicamente se subsumen los verbos irregulares del tercer orden. La irregularidad se
produce ya que los verbos mudan la vocal /e/ de la última sílaba de la raíz en /i/, o la /o/ en /u/ (en
otras palabras, una vocal llena sustituye a una débil).
El ejemplo principal expuesto por Andrés Bello es concebir, que cambia la /e/ (ubicada en la sílaba
final de la raíz) por /i/. Esto sucede en varias formas simples de los distintos modos (indicativo,
subjuntivo e imperativo). Diremos, entonces, “No concibo semejante crueldad”, pero nunca *”No
concebo semejante crueldad”. Al pertenecer al tercer orden, el gerundio de dicho verbo también
comprende tal anomalía, como se puede discernir mediante los ejemplos de (5):
Competir también es irregular, pero tiene la particularidad de que su anomalía evita posibles
confusiones con el regular competer, que significa ‘corresponder o incumbir algo a alguien’. Para
procesar con mayor solidez esta idea, resulta apropiado plantear algunos ejemplos. En (6a) se
manifiesta la irregularidad de competir, que muda la /e/ radical en /i/, mientras que (6b) es agramatical
debido a que compete no pertenece al paradigma del mencionado verbo, sino al de competer (que es
enteramente regular, como se propuso con anterioridad). El referido verbo regular aparece en la última
oración, expresada gramaticalmente en (6c).
En su época, Bello consideraba que podrir y repodrir eran ejemplos de verbos que mudaban la /o/
radical en /u/, empero la norma culta actual ha extendido regularmente la presencia de la /u/ en todo el
paradigma verbal (pudrir, pudriendo, pudro, pudres, pudras, pudrieran, pudrían), a tal punto que el
participio podrido es el único que mantiene la vocal /o/.
Cuarta clase
En la cuarta clase se incluyen los verbos del cuarto orden. La anomalía correspondiente consiste en la
adición de la consonante /ʎ/ a la raíz general del verbo, siempre y cuando esta termine en vocal. Los
verbos que experimentan dicha irregularidad son aquellos que hacen el infinitivo en -uir, como
concluir o atribuir (se caracterizan por la sonoridad de la vocal /u/). Es preciso acotar que estos
verbos poseen tres raíces: dos regulares en u, uir, y la irregular en uy, que los caracteriza.
Quinta clase
Bello resalta que solo integran esta clase andar y desandar, dos verbos del quinto orden de formas
afines. La irregularidad se aprecia en la raíz anduv-, diferenciable de las regulares and- y andar-.
Entonces, diremos “Pedro anduvo en Grecia”, pero no *”Pedro andó en Grecia”. Lo mismo sucede
con desandar: “Desanduve varios kilómetros hasta retornar a la tienda”.
Sexta clase
En cuanto a esta clase, nos atañe conocer la inclusión de verbos que son irregulares en varios órdenes.
Concretamente, se habla de oír y sus compuestos, integrantes del primer y cuarto orden de formas
afines. Cuando una palabra integra distintos órdenes, el número de lexemas aumenta, como sucede en
el caso de oír, poseedor de la raíz general o-, la especial oír-, oig- para el primer orden y oy- para las
formas del cuarto no comprendidas en el orden anterior.
Bello destaca la transformación que sufre la /i/ de los diptongos en formas como oyó, oyeron y oyeran.
Dicha conversión se da puesto que la vocal, además de encontrarse entre otras dos vocales, carece de
acento. Con el propósito de demostrar la pertenencia del verbo a dos familias diferentes, se exponen
algunos ejemplos. Al constituir el primer orden, oír debe conjugarse como se muestra en (7a) y (7d) si
la vocal /a/ o la /o/ aparecen de manera posterior a la raíz. De este modo, oig- es utilizada por
encontrarse contigua a una de las vocales alegadas. Por otro lado, si una vocal llena sucede a la raíz,
como en (7c) y (7f), el verbo muda su lexema con una clara diferencia respecto a oig-, pues descolla
la presencia del fonema /ʎ/ mediante la grafía <y>. Este hecho es típico de las formas que componen
el cuarto orden.
Séptima clase
Esta agrupación comprende los verbos que son irregulares en el primer y quinto orden. Sobresalen las
formas terminadas en -ducir (por ejemplo, inducir), que en la primera familia mudan el duc (inducir)
radical en duzc (induzco), y en la quinta lo mudan en duj (induje); por ende, se conciben en ellos
cuatro raíces: la general en duc, la especial en ducir, la irregular en duzc, para el primer orden, y la
irregular duj para el quinto.
El verbo traer, al igual que sus compuestos, también integra esta clase. En la primera familia, mudan
la raíz radical tra- en traig- (traigo, retraigo, contraigo), mientras que en la quinta, la mudan en traj-
(traje, retraje, contraje). Por ende, estos verbos suman cuatro raíces: dos regulares y dos irregulares.
Existen algunas formas, como complazco o aplazco, que pertenecen a la primera clase de irregulares,
no a la séptima. Esto se explica porque terminan en -ecer (complacer, aplacer), no en -ducir. Otros
verbos que no se integran en la séptima clase son nacer, renacer y subyacer.
Octava clase
Confluyen en esta clase la anomalía del primer orden con la del sexto. Salir, además de la raíz general
sal-, tiene las irregulares salg- para la primera familia, y saldr- para la sexta. De esta manera,
obtenemos formas como salgo, salga, salgamos, saldré, saldrán y saldrían. No existe la forma
*salgue porque, como integrante del primer orden, su lexema puede ser seguido únicamente por /a/ u
/o/. Asimismo, la anomalía de la sexta familia se pone de manifiesto, pues la primera persona de
singular del futuro simple del indicativo de salir no es *saliré, sino saldré.
Otros verbos que se pueden incluir en esta clase son valer (valgo, valga, valdría, valdré), proponer
(propongo, propongas, propondrá), disponer (dispongo, dispondrán, dispondrían) y exponer
(expongas, expongan, expondrán, expondré).
Novena clase
La novena clase se compone por verbos que pertenecen al segundo y tercer orden. La anomalía del
segundo orden prevalece sobre la del tercero.
Algunos verbos irregulares mudan la /e/ de la última sílaba radical en /ié/ (segundo orden) o en /i/
(tercer orden); otros mudan la /o/ radical en /ué/ o en /u/. dentro del segundo y tercer orden
respectivamente. En el caso de advertir, se puede apreciar el diptongo /ié/ en varias formas: advierte,
advierten, advierto, advierta. Es notorio que la /e/ radical sufrió la referida modificación, tal como
sucede en otros verbos: mentir (miente, mientes), diferir (difiero, difieren) y requerir (requieren,
requieres). Nótese que el gerundio de estos verbos muda la /e/ en /i/: mintiendo, difiriendo,
advirtiendo. Esto se debe a que pertenecen al tercer orden, el cual abarca dicha forma no personal.
Bello agrega que existen verbos irregulares que en el orden segundo mudan la /o/ radical en /ué/, o, de
lo contrario, en /u/ (algo que se da las formas del tercer orden que no concurren con la segunda). En
ellos se aprecian cuatro raíces: las dos regulares, la irregular en /ué/, y la irregular en /u/.
Según el referido autor, dormir y morir son los únicos que sufren esta irregularidad. En (8) se
proponen algunas oraciones que contienen formas irregulares de ambos:
Décima clase
Componen esta clase los que combinan la anomalía del primer orden con las del quinto y sexto. Por
ende, tienen cuatro raíces: la irregular para cada familia y la general para las formas restantes.
Pertenecen a esta clase caber (cuyas lexemas son cab, quep, cup y cabr), saber (sus raíces son sab,
sep, sup y sabr), hacer y sus compuestos (hag, hac, hic, har) y, por último, poner junto a sus
compuestos (de raíces pon, pong, pus, pondr).
A partir de saber, se expondrán las distintas anomalías características de la décima clase, además de
una irregularidad particular de este verbo.
Al pertenecer al primer orden, saber debe mudar su raíz (sab) cuando esta es seguida por las vocales
/a/ u /o/. Sin embargo, la variación que se produce no coincide con la de otros verbos en la primera
persona de singular del presente de indicativo. Más allá de que se evita una forma como *”(yo) sabo”,
obtenemos “(yo) sé”, que morfológicamente dista con notoriedad de otros verbos de la misma clase:
“(yo) hago”, “(yo) pongo”.
Sepa corresponde a la tercera persona de singular del presente de subjuntivo. Como se aprecia, esta
forma permite que la vocal /a/ suceda a la raíz (condición exigida para que un verbo sea uno de los
constituyentes del primer orden).
Teniendo en cuenta que saber también integra la quinta familia, la raíz sup es la que se ajusta a las
terminaciones correspondientes, dando, por ejemplo, supe, supo, supimos, supieron y supiste.
Además, es menester precisar que la primera y la tercera persona de singular del pretérito perfecto del
indicativo de este verbo (supe, supo) no son agudas, sino graves. Esto marca una indudable diferencia
con constituyentes de otras clases, como merecer (merecí, mereció) o establecer (establecí,
estableció).
La pertenencia al sexto orden nos confirma que no existe *saberé como futuro del indicativo, sino
sabré. La raíz debería ser el infinitivo entero (saber), pero, para todas las formas de este orden, la
muda en sabr. Asimismo, el pos-pretérito alberga formas como sabría, sabrían en lugar de *sabería,
*saberías.
Undécima clase
Los que componen la undécima clase combinan anomalías de la segunda familia de formas con las de
la quinta y la sexta. Bello manifiesta que estos verbos cuentan con cuatro raíces, por lo que se tomará
querer para ahondar en ellas, observando de qué modo surgen. En el caso del mencionado verbo, los
lexemas son quier, quis, querr y quer (general). Primeramente, corresponde acotar que, al pertenecer a
la segunda familia, querer posee la raíz quier en:
Mientras tanto, su correspondencia al quinto orden se refleja en la raíz quis, a partir de la cual se crean
formas como quiso, quise, quisimos, quisieron, quisiera y quisieran. Al igual que se vio
anteriormente, la primera y la tercera persona de singular del pretérito del indicativo de este verbo
(quise, quiso) son graves (veremos más adelante que otros autores postulan que tales pretéritos son
fuertes). En la sexta familia, la raíz es querr, que da, por ejemplo, querré. Los futuros y pos-pretéritos
de indicativo cuentan con el infinitivo entero como raíz, no obstante, cuando el verbo pertenece al
sexto orden, la raíz cambia. Por lo tanto, querré se opone a la forma virtual *quereré, que debería ser
viable si se siguiera el paradigma general (ganaré, perderé, miraré, tiraré) y, por ende, si las
irregularidades verbales no fuesen un hecho.
La raíz general es quer, que no presenta irregularidad alguna. Al conjugar el verbo, las terminaciones
varían dependiendo de la información gramatical de este: queremos, quería, queráis, queriendo.
Duodécima clase
La duodécima clase contiene verbos con irregularidades del primer, segundo, quinto y sexto orden.
Bello menciona que los integrantes de este grupo (tener, venir y sus respectivos compuestos) cuentan
con cinco raíces. En (9) se exponen diversas construcciones, en las cuales los lexemas de tener son
fácilmente reconocibles. La raíz general es ten-, como se destaca en (9a). La primera anomalía
—correspondiente al orden número uno— se distingue en (9b), donde la raíz muda en teng- para
ajustarse a la terminación.
Por otro lado, el ejemplo de (9c) cuenta con tener en tercera persona de singular del presente del
indicativo, y ha mudado su raíz en tien- ya que, como toda forma del segundo orden, posee el acento
en la última vocal de la raíz, que en este caso es la /e/.
En (9d) la raíz del verbo es tuv-, puesto que se ha ajustado por pertenecer al quinto orden. Al igual que
se vio de manera previa, la primera y la tercera persona de singular del pretérito de indicativo dejan de
ser agudas, por lo que tuve y tuvo no se acentúan en la última sílaba, sino en la penúltima.
Por último, partiendo del ejemplo de (9e), se debe agregar que el futuro del indicativo de tener es
tendré, no *teneré. Esta es la anomalía experimentada por los verbos del sexto orden, ya desarrollada
con antelación en el presente trabajo.
Décimatercia clase
Esta clase combina las anomalías de la primera, tercera, quinta y sexta familia de formas afines. La
integran únicamente decir y algunos compuestos. Además de la raíz general (dec), decir cuenta con
otras cuatro: dig (digo, diga), dic (dices, dicen), dij (dijiste, dije) y dir (dirá, diría). Mientras tanto, su
imperativo singular es di, que no coincide con el de ciertos compuestos como contradecir, desdecir,
bendecir y maldecir. Estos hacen el imperativo singular contradice, desdice, bendice, maldice, no
*contradí, *desdí*, *bendecí, *maldecí. Por ende, son formas regulares.
Bendecir y maldecir también se consideran regulares en las formas de la sexta familia (bendeciré,
maldeciré, bendeciría, maldeciría), por lo que se mantiene el infinitivo entero como raíz (bendecir-,
maldecir-).
Algunos verbos no se pueden enmarcar en las clases anteriores debido a que comprenden
irregularidades peculiares. Es lo que sucede con los copulativos estar y ser. Estar cuenta con la raíz
estuv- para las formas de la quinta familia, además de que Bello lo estima irregular en los presentes de
indicativo como estoy, estás, está, estamos; en los subjuntivos como esté, estemos, estén; y en el
singular del imperativo: está. Por su parte, ser presenta anomalías aún más notables, como sucede en
el pretérito (fue, fuiste, fuisteis, fueron) y en el presente (soy, eres). Ocurre algo similar con ir, cuyas
formas del presente son voy, vas, va, vamos, vais, van, y cuyo imperativo singular es ve (el infinitivo
dista por completo de estas formas conjugadas).
El autor considera también que ver, haber y dar son irregulares, añadiendo que algunos compuestos
como prever y rever imitan a ver.
A partir de lo expuesto por Marcos Marín, Satorre Grau y Viejo Sánchez en Gramática Española
(1999), se hará un breve repaso sobre los distintos verbos irregulares y sus diferencias.
Mientras que los regulares cuentan con un morfo léxico y una flexión coincidente con el paradigma de
amar, temer o partir (dependiendo de la conjugación), los irregulares no cumplen con estas
condiciones. Es importante mencionar que las irregularidades tratadas se abordan desde una
perspectiva sincrónica; de lo contrario, y a modo de ejemplo, es preciso denotar que las formas de
convertir con el diptongo /ie/ (convierto, convierten) se deberían considerar regulares
diacrónicamente, puesto que la diptongación de la /e/ breve tónica del latín comprende un cambio
regular en su evolución al castellano.
No todas las irregularidades se pueden emparentar, pues afectan distintos elementos que se encuentran
en las palabras. Las más usuales son aquellas que inciden en la raíz, ya sea generando que el verbo
cuente con diversos alomorfos de un mismo lexema (venir, viene, vino), o lexemas distintos (ser, eres,
fue). Los verbos que disponen de una variedad de lexemas se denominan polirrizos, y pueden
examinarse como los más irregulares ya que la conjugación no es predecible, es decir, no sigue un
patrón que hayamos incorporado previamente a partir del conocimiento de otros paradigmas.
En base a lo planteado por los autores, únicamente ser e ir se catalogan como polirrizos, pero son
numerosos los que presentan varios alomorfos de una misma raíz. Estos se pueden agrupar según el
tema, como veremos a continuación:
Ya que más adelante se volverá a hablar de los pretéritos fuertes, resulta indispensable
detenernos en ellos: se caracterizan por contener el acento prosódico en la raíz, no en la
desinencia, por lo cual no se debe colocar un tilde (o acento ortográfico) en la palabra, como
sí sucede, por ejemplo, en el pretérito perfecto simple de salir y valer: salí, valí. Estos últimos
son pretéritos débiles y no presentan irregularidad alguna.
Ciertos verbos poseen, además de una irregularidad en la raíz, alguna anomalía que afecta a la flexión,
como sucede en el caso de los pretéritos fuertes. Por ejemplo, mantener cuenta con pretéritos como
mantuvo y mantuve, no *mantenió ni *mantení.
En cuanto a las irregularidades desinenciales, son pocos los verbos que agregan una consonante /ʎ/ en
posición final: doy, estoy, voy, soy, hay.
Estar tiene la particularidad de acentuarse en el presente del modo subjuntivo: esté, estén, estéis. Para
contrastarlo con las formas del presente del subjuntivo de otros verbos, se presentarán algunas
oraciones que tengan un significado similar*:
(10) a. Quieren que esté presente en la clase.
b. Quieren que me mantenga en la clase
c. Quieren que concurra a la clase.
d. Quieren que me presente a la clase.
*No se trata de un contraste regularidad/irregularidad, sino que se busca exhibir la excepcional forma subjuntiva del verbo
estar.
Existen fenómenos que afectan a la grafía, como los cambios de acentuación gráfica o los de
representación consonántica. Es interesante poner el foco en estos últimos cambios, ya que se
relacionan con lo que se planteaba al inicio de este trabajo (a partir de la teoría de Bello): si bien
aterrizar cuenta con la grafía <z> en su infinitivo, al conjugarlo no es posible mantenerla en todas sus
formas, concretamente en el presente de subjuntivo (aterrice, aterricen, aterricemos) y en buena parte
del imperativo (¡aterricen!, ¡aterrice!, ¡aterricemos!). Lo que se aprecia, entonces, es la presencia de
la grafía <c> en lugar de la <z>, porque existe una regla ortográfica que no permite la aparición de tal
grafía junto a la /e/, salvo en casos excepcionales. Esto no quiere decir que el fonema consonántico
cambie; de hecho, en nuestra variante dialectal, podemos afirmar que se trata de una consonante
fricativa apicoalveolar sorda.
Los últimos verbos que los autores resaltan son los defectivos. Se caracterizan por no presentar un
paradigma de conjugación completo. Los que designan fenómenos atmosféricos (llover, tronar, nevar,
lloviznar) pueden resultar sumamente claros por ser impersonales, aunque existe la posibilidad de
emplearlos metafóricamente (en ese caso, el paradigma se ampliaría): llovían los goles en el Estadio
Centenario.
En cuanto al resto de verbos que carecen de formas flexivas, existen algunos que únicamente se
conjugan en tercera persona, como atañer o concernir: "el asunto me atañe a mí", "el incendio
concierne a los bomberos". También son defectivos aquellos que adolecen de tiempos perfectivos,
como soler. No existe *solí ni *he solido.
Algunos como balbucear y garantizar cuentan con un paradigma de conjugación completo, mas son
derivados de balbucir y garantir, verbos defectivos utilizados antiguamente. Por ejemplo, la forma
correspondiente a la primera persona de singular del presente de indicativo de balbucear es balbuceo
("yo balbuceo todo el tiempo"), pero tal flexión no se presentaba en el paradigma de balbucir (*"yo
balbucio todo el tiempo").
Gerardo Alcoba
[e/je + e/i]
[o/we + o/u]
A diferencia de otros autores, Alcoba hace hincapié en la extensión que posee una irregularidad, tanto
de manera externa como interna. Externamente, la irregularidad abarca un conjunto de verbos. Por
ejemplo, los terminados en -ecer —merecer, engrandecer, carecer— mudan su raíz cuando esta es
seguida por /a/ u /o/ en ciertas formas del indicativo y del subjuntivo (merezco, engrandezcan,
carezcas).
Respecto a la extensión interna de la irregularidad, se toma en cuenta el conjunto de las formas
flexivas de un verbo afectadas por ella. Existen irregularidades del tema de presente, del tema de
pretérito y del tema de futuro. En primer lugar, se deben abordar las irregularidades en el tema de
presente. Para ilustrar con ejemplos la extensión interna de algunas anomalías vocálicas (a) y
consonánticas (b), son expuestos dos cuadros, en los cuales se visualizan las formas que sufren
determinadas anomalías en los distintos modos. Los verbos elegidos fueron apostar, que sufre el
cambio o/we, y conducir, que en parte de su paradigma verbal presenta la adición de /k/.
a. Irregularidades vocálicas
Amplitud: tema Primera persona Segunda Tercera persona Primera persona Segunda Tercera persona
de presente del singular persona del del singular del plural persona del del plural
singular plural
Presente de ¡Apuesta!
imperativo
Queda en evidencia que las formas que sufren la anomalía son aquellas que poseen el acento en la
raíz. Otras como apostamos, apostéis lo llevan en la terminación, por eso no son visibles en el cuadro.
b. Irregularidades consonánticas
Amplitud: Primera Segunda Tercera Primera Segunda Tercera
tema de persona del persona del persona del persona del persona del persona del
presente singular singular singular plural plural plural
Presente de Conduzco
indicativo
A diferencia de las irregularidades vocálicas, las consonánticas no dependen del acento, pero sí se
puede notar que las afectadas en este caso son las formas terminadas en /a/ u /o/ (por eso, no
incluimos en el cuadro conduces, conduce, conducimos, etc).
Alcoba también distingue dos tipos de irregularidades entre las que afectan a formas del tema de
pretérito: la irregularidad de cierre vocálico (/e/, /o/ se convierten en /i/, /u/ respectivamente) y la de
pretérito fuerte. A continuación, se observan los cuadros correspondientes a estas anomalías, tomando
los paradigmas de servir y poner.
En lo que tiene que ver con el tema de futuro, hay que destacar que la irregularidad afecta a todo el futuro de
indicativo y a todo el condicional simple. El cuadro propuesto a continuación posee distintas formas del verbo
decir; sobre él, un autor trabajado con antelación (Andrés Bello) manifestaba que la raíz correspondiente a estas
formas es dir-, claramente diferenciable de dec-, que se considera la raíz general.
e. Irregularidad de futuro
Amplitud: tema Primera persona Segunda Tercera persona Primera persona Segunda Tercera persona
de futuro del singular persona del del singular del plural persona del del plural
singular plural
Es necesario resaltar que los verbos que se ajustan a las irregularidades aludidas también sufren otras
anomalías. Por ejemplo, decir no solo posee anomalías en el tema de futuro; de hecho, tiene raíz
tónica en el pretérito (pretérito fuerte), como se observa en Marcos dijo la verdad; Los niños dijeron
algo sorprendente; Dije lo que querían escuchar. También cuenta con irregularidades en el tema de
presente: Digo lo que quiero; Me gusta cuando dices lo que piensas; Dicen ser inocentes.
En un mismo ámbito de distribución, los verbos pueden contener dos irregularidades concurrentes. A
modo de ejemplo, se pondrá sobre la mesa una concurrencia dada en el tema de presente, para lo cual
se procederá a trabajar con retener (retener/retienes, de irregularidad vocálica que afecta a las formas
del tema presente de amplitud, y retener/retengo, de irregularidad consonántica del tema de presente
de amplitud). Según Alcoba, no debe existir una preferencia entre alteraciones, a diferencia de lo visto
previamente bajo la luz de Bello, sino que la irregularidad fonológica más compleja se impone a la
más débil. En este caso, la anomalía consonántica (retengo, retenga, retengas…) presenta una
imposición clara sobre la vocálica —las celdas resaltadas en verde evidencian su predominio,
abarcando incluso todo el presente del subjuntivo:
f. Concurrencia de irregularidades en presente
Amplitud: Primera persona Segunda Tercera persona Primera persona Segunda Tercera
irregularidades del singular persona del del singular del plural persona del persona del
vocálicas del tema de singular plural plural
presente +
irregularidades
consonánticas de dicho
tema
Respecto a las variaciones gráficas y fonológicas, el autor asegura que existen algunas que
responden a sucesos naturales, por lo que la regularidad reflejada no debe ser interpretada de otro
modo. En saca/saquen, elijo/elija, marco/marques, los segmentos fónicos tienen distinta
representación gráfica para que no se pierda el sonido, empero verdaderamente no cambian.
Según Alcoba, a veces sucede que la semivocal /j/ surge por diptongación irregular, como en hierro
(primera persona de herrar). Sin embargo, la consonantización en [ʎ] (hierro, yerro) puede darse en
este tipo de verbos, y es preciso destacar que no se considera una irregularidad.
Otra variación fonológica natural la experimentan verbos como actuar, desviar, interactuar, licuar. En
las formas tónicas (actúo, desvío, interactúo, licúo) el acento recae en la vocal alta (ya sea en la
anterior /i/, o en la posterior /u/, según corresponda). No obstante, las formas en que el segmento es
átono (actuemos, desviemos, interactuamos, licuamos) poseen diptongo, o sea que las vocales altas
pasan a ser semivocales /j, w/.
reír (río, ríes, ríe; rió, rieron, (e+í) Irregularidad vocálica del tema de
riera) + presente + irregularidad de cierre
vocálico (tema de pretérito)
(e+i)
exponer (expongo, exponga, adición de /g/ a la raíz (junto a Irregularidad consonántica (tema
expongas, exponga) la última consonante) de presente)
Para explicar la irregularidad de futuro, se presentan algunas oraciones tomando ciertos verbos
elegidos por el autor. En el caso de haber, se observa que no se utilizan una forma como *haberé, sino
que la vocal temática desaparece, dando habré.
Los verbos de las oraciones de (11b) y (11c) no son realmente equiparables en cuanto a la anomalía
sufrida, pero tienen ciertas semejanzas que pueden generar confusiones; hay que aclarar que poder ya
cuenta en su infinitivo con la consonante oclusiva dental sonora, por lo que el cambio que sufre es la
supresión de la vocal temática e. Mientras tanto, poner no posee tal consonante en su forma infinitiva,
lo que significa que, además de perder la vocal temática, se le añade la /d/ en el tema de futuro (al
igual que ocurre con verbos como venir/vendré, tener/tendré).
En cuanto al paradigma de hacer en el tema de futuro, vale mencionar que sus pérdidas son
consonánticas y vocálicas; como se visualiza en (11d), la forma correspondiente al futuro simple se ha
desprendido de /s/ (<c>) y /e/.
En la última oración, aparece decir, que, si bien tiene similitudes con los verbos anteriores, es el que
más varía. Además de perder la vocal temática /i/, la vocal /e/ de la raíz muda en /i/, mientras que la
consonante fricativa se elimina. Esto es notorio en todo el tema de futuro, lo que abarca el futuro
simple y el condicional: diré, dirás, dirá, diremos, diréis, dirán; diría, dirías, diría, diríamos, diríais,
dirían.
Participios irregulares
Los participios irregulares se utilizan en los tiempos compuestos, y, al igual que los pretéritos fuertes,
poseen el acento en la raíz, no en la terminación. Según Alcoba, estos participios heredados del latín
se explican diacrónicamente, es decir, a través del tiempo.
Lo que los diferencia de los participios regulares es que no se construyen con los sufijos -ado, -ido,
sino con otros como -cho, -to. Es interesante observar que ciertas representaciones gráficas (escrito,
dicho, hecho) pueden corresponder a la clase de sustantivos —como se ve en (12a), (12c) y (12e)—
pero también existe la posibilidad de que se trate de participios irregulares—véase (12b), (12d) y
(12f). Es sumamente importante considerar el contexto y el sentido de la oración para discernir entre
tales clases de palabras; además, como ya se mencionó, los participios integran formas compuestas,
por lo que no diremos *Pedro escrito una novela de suspenso o *Me dicho que llegaría a las cuatro.
Algunos verbos cuentan con una variante participial regular y otra irregular, o sea, tienen doble
participio. Es el caso de imprimir (impreso/imprimido), proveer (provisto/proveído) y freír
(frito/freído). Históricamente, ha sucedido que el participio regular desplaza al fuerte heredado
(Alcoba ejemplifica esta cuestión con el caso de dividido, que eliminó a diviso). También es factible
que el participio fuerte pase a funcionar plenamente como adjetivo, por lo que no se utiliza en los
tiempos compuestos o en perífrasis de voz pasiva. Bajo esta consideración —asemejada claramente a
la de Bosque sobre adjetivos perfectivos y participios— corresponde destacar que la forma irregular se
usa como categoría nominal, por lo que emplearemos suelto en oraciones como Tiene el pelo suelto,
pero convendrá recurrir a soltado para expresar Se ha soltado el pelo.
Más adelante, se retomará el abordaje de los participios irregulares, agregando las consideraciones
expuestas por la Real Academia Española en dos de sus obras: Esbozo de una nueva gramática de la
lengua española y Manual de la nueva gramática de la lengua española.
Verbos defectivos
Son verbos que no cuentan con un paradigma de conjugación completo. Pese a que los defectivos se
llegan a tomar como irregulares, Alcoba no cree que lo sean estrictamente (es decir, solo algunos
pueden recibir tal consideración).
La sintaxis y la semántica condicionan verbos como acontecer, ocurrir, atañer, de manera que no se
pueden predicar de agentes (*Ocurriste el 25 de noviembre; *Le ataño a mi familia). Se emplean
únicamente en tercera persona y se predican de sujetos inanimados o abstractos. Aquellos que refieren
a fenómenos atmosféricos no tienen sujeto y se usan en tercera persona del singular, salvo que se les
dé un sentido figurado: "Amanecí contento"; "Quiso el otro recobrarse, pero antes le llovieron encima
copas, botellas y taburetes" (El Ruedo Ibérico, de Ramón del Valle-Inclán); "Dulces muchachas
nievan, al sonreír, la aceitunada piel que ilumina sus divinos rostros" ("Carta del capitán Cook al
presidente de la Sociedad Geográfica de Londres", de Guillermo Díaz Plaja).
Por su parte, soler solo puede aparecer en presente (suelo jugar a la lotería), imperfecto (solía comer
en mi habitación) y en el perfecto compuesto, aunque este no constituye un uso corriente (véase la
siguiente oración extraída de El doncel de Don Enrique el Doliente, de Mariano José de Larra:
“Alguna vez le he solido sorprender hablándose solo a sí mismo”).
También es factible encontrar el verbo soler en perífrasis de infinitivo, actuando como auxiliar: “solía
escribir historias en las noches lluviosas”.
El autor considera, además, que algunos únicamente se han utilizado en infinitivo. Tal es el caso de
adir y usucapir (“Podemos asimismo usucapir por medio de nuestros siervos” [Derecho Romano, de
Andrés Bello]); o en la forma participial (aguerrido, arrecido, despavorido, desolado).
Para continuar enriqueciendo el trabajo, se tomarán dos famosas obras de la Real Academia Española:
Esbozo de una nueva gramática de la lengua española (1973) y NGLE (2009). Bajo la luz de la obra del
siglo XX, la irregularidad puede ser vocálica, consonántica o mixta. En cuanto a la primera, es posible
que la forma irregular de un verbo contenga una vocal más cerrada en su raíz. Por ejemplo, consentir
muda la /e/ en /i/ en consintió, consintieron, consintiera, etc. Lo mismo sucede con dormir, cuya vocal
radical /o/ pasa a ser /u/ en algunas de sus formas: durmió, durmamos, durmieramos. Esta
irregularidad emerge cuando la sílaba procedente a la raíz no tiene una /i/ silábica: de medir, tenemos
mido, miden, mida, midas, pero no se da el cambio en medimos, mediremos, medían, formas en las
que la /i/ es silábica ya que oficia como núcleo de su sílaba. Esta condición genera que tal
irregularidad se produzca en la tercera conjugación.
La otra posibilidad es que la vocal de la raíz diptongue, dando siempre un diptongo creciente que
acaba, concretamente, con la vocal silábica /e/. A continuación se presentan algunos verbos que
cumplen con dicha variación: perder, pierdo; acordar, acuerdo; adquirir, adquiero (solamente
comparable con inquirir, inquiero); jugar, juego (único verbo que experimenta la variación u/ué). La
RAE menciona que las distintas irregularidades son simétricas en la fonología y en la distribución en
los paradigmas verbales; esto último quiere decir que entender y perder, por ejemplo, incorporan el
diptongo ie en las mismas formas del indicativo, subjuntivo e imperativo.
Corresponde destacar que las irregularidades consistentes en la aparición de un diptongo se reflejan en
las formas fuertes del verbo, es decir, en aquellas que no se acentúan en la terminación, sino en la raíz:
pierdo, pierdes, pierde, pierden; pierda, pierdas, pierdan, ¡pierde!, ¡pierdan!, ¡pierda! No se visualiza
el diptongo ie en formas como perdamos, perdieran, perderán y perdemos. Las tres conjugaciones
contienen verbos que experimentan tal anomalía.
La irregularidad consonántica puede consistir en el cambio de una consonante por otra, que suele ser
sonora, como se aprecia en hacer, haga, donde la oclusiva velar experimenta un proceso de
sonorización. También es factible que se agregue una consonante junto a la última de la raíz:
complac-er, complazc-o; es importante aclarar que la grafía <c> del infinitivo cambia por la <z> en la
forma irregular, pero continúa tratándose del fonema consonántico fricativo apicoalveolar sordo. La
<c> añadida corresponde a la /k/ (fonema oclusivo velar sordo). Cabe advertir que tales
irregularidades se producen en las formas con /o/ temática del presente de indicativo y también en las
que poseen /a/ temática en el presente del subjuntivo. Estas anomalías abarcan la segunda y la tercera
conjugación. De igual modo, se incluye dentro del grupo de estas irregularidades la adición de una
consonante junto a la última vocal de la raíz del infinitivo: de intuir, intuy-o, intuy-eran, intuy-e.
Respecto a la referida irregularidad —que abarca la tercera conjugación— resta señalar que la
consonante se añade cuando la sílaba posterior a la raíz no tiene una /i/ silábica, lo que genera el
contraste con formas tales como intu-i-mos, intu-í-s, entre otras.
Cuando una vocal y una consonante son reemplazadas por dos de sus similares, estamos ante un caso
de irregularidad mixta. Esto ocurre en verbos como decir, que da digo. También se asocia con este
tipo de irregularidades la adición de -ig- a la raíz (precisamente, a una posición contigua a la última
vocal de la raíz): ca-er, caig-o; contra-er, contraig-a; distra-er, distraig-amos.
Al igual que sucede con algunas irregularidades consonánticas, las mixtas tienen lugar en las formas
con /o/ temática del presente de indicativo y al mismo tiempo en las formas con /a/ temática del
presente del subjuntivo. Estas anomalías abarcan la segunda y la tercera conjugación.
➢ Según lo manifestado en la NGLE, los verbos irregulares son aquellos que no se ajustan a los
paradigmas de las distintas conjugaciones: amar (primera), temer (segunda) y partir (tercera).
Las irregularidades son agrupadas en las mismas tres clases referidas con anterioridad:
vocálicas, consonánticas y mixtas. Respecto a las irregularidades vocálicas, se debe reiterar
que tales anomalías pueden consistir en alternancias entre vocales, o entre un vocal y un
diptongo.
A continuación, se propondrán oraciones que contengan verbos con las distintas irregularidades
contempladas en el Esbozo (1973). A su vez, se ampliarán algunas cuestiones y se agregarán nuevas
consideraciones desde dos ángulos: se tomará en cuenta la mencionada obra y la NGLE (2009).
Cabe advertir que el foco no estará puesto en las concurrencias de las variaciones, sino en la aparición
solitaria de estas.
Irregularidades vocálicas
[A] Variación e/i
En (13a), el verbo no experimenta la variación aludida, ya que servirá posee una /i/ silábica en la
sílaba posterior a la raíz. Por el contrario, la irregularidad sí sale a la luz en (13b); si bien existe una /i/
que se ubica fuera de la raíz, esta no nuclea a su sílaba, algo fácilmente reconocible puesto que integra
un diptongo. La anomalía se reitera en (13d), pero el ejemplo de (13c) muestra que la vocal /e/ no
sufre alteración alguna. Esto responde a que la vocal acentuada es silábica.
En la obra de 1973, se agrega que los verbos terminados en -eír sufren tal irregularidad (sonreír,
sonríe), empero algunas de sus formas también presentan otro cambio, basado en la generación de un
hiato por supresión de la /i/ de ciertos diptongos: sonrió, sonrieron, sonriera, sonrieras, sonriere,
sonrieres, sonriese, sonrieses, sonriendo. El hiato se explica con sencillez: pese a que una vocal /i/ se
visualiza contigua a otra vocal (/o/, /e/), verdaderamente pertenecen a sílabas distintas.
Mientras que la variación anterior corresponde a la tercera conjugación, esta segunda irregularidad se
presenta en las tres conjugaciones. Las oraciones destacadas en negrita contienen verbos que se han
conjugado con el diptongo /ie/. Debemos destacar que la raíz presenta /ie/ en vez de /e/ en todas las
formas fuertes de la flexión verbal.
A modo de complemento, se puede decir que /La alternancia /e/ ~ /ié/ se constata /[...] en todas las
formas del singular y en la 3.ª persona del plural del presente de indicativo y de subjuntivo, así como
en la 2.ª persona del singular del imperativo no voseante/ (NGLE, 2009). Es interesante insistir en esta
última consideración, pues la existencia de un diptongo en ciertos verbos dependerá de si recurrimos
al voseo, al tuteo o al ustedeo, como se muestra en (15). Si bien empezar se está utilizando
adecuadamente —ya que se adapta a la forma de tratamiento por la que opta el hablante— el empleo
del tuteo y del ustedeo implica que la vocal /e/ diptongue en /ié/—véase (15a) y (15b)
respectivamente.
Esta variación también se da en todas las formas fuertes de la flexión (singular y tercera persona de
plural de los dos presentes y singular del imperativo). Para ilustrarla, se recurrirá al verbo amoblar
—(16a) y (16b)— pero también se tomará en consideración su variante amueblar —(16c) y (16d)—
que, lógicamente, posee el mismo significado: ‘dotar de muebles un lugar’. Como se puede percibir,
las oraciones (16b) y (16d) son idénticas. La diferencia radica en que amueblan, de amoblar, es
irregular, puesto que se produce la variación o/ue. Sin embargo, amueblan, de amueblar, es
perfectamente regular; no se visualiza ninguna anomalía, ya que el diptongo es una cadena sonora
intrínseca del mencionado infinitivo.
En cuanto a la segunda conjugación, la irregularidad abarca cocer, escocer, recocer, y todos los
terminados en -oler, -olver, -orcer, -order, -over, además de poder, que también sufre otras anomalías.
Las construcciones de (17) son contrastables en cuanto a la gramaticalidad. La primera se considera
perfectamente válida, pues promover ha experimentado el cambio de la vocal /o/ por el diptongo /ue/.
De manera contraria, el ejemplo de (17b) no es gramatical; la tercera persona de presente del
indicativo nunca admite que la /o/ se resista a la diptongación, independientemente del número
(promueve, promueven).
Según lo expuesto en Esbozo de una Nueva Gramática de la Lengua Española, los verbos que
padecen la irregularidad referida pertenecen a la primera o a la segunda conjugación, mas en la NGLE
se especifica que la tercera conjugación también la sufre. Esto es más que evidente, pues dormir tiene
el diptongo /ué/ en varias de sus formas: duerme, duermen, duerman.
Las formas fuertes de los presentes y del imperativo experimentan la variación u/ue. El único verbo
que la sufre, como ya se mencionó con anterioridad, es jugar. Nótese que ciertas formas
correspondientes al imperativo (¡jugad!, ¡jugá!) no contienen el diptongo ya que el acento prosódico
se encuentra fuera de la raíz, algo contrario a lo sucedido en ¡juega!, por ejemplo.
Irregularidades consonánticas
Consonánticas
I) Variación c/g
II) Variación b/y
III) Variación c/zc
IV) Variación c/zg
V) Variación s/sg
VI) Variación n/ng
VII) Variación l/lg
VIII) Variación u/uy
Mixtas
IX) Variación e0/ig
X) Variación ab/ep
XI) Variación a/aig
I) A partir de hacer, resulta interesante observar que la variación aludida únicamente aparece en
formas del presente (haga, hagan, hago, hagamos), pero nunca en otros tiempos; será apropiado
enunciar “Hicimos cosas extraordinarias”, mas se considera agramatical una expresión como
*”Higuimos cosas extraordinarias”.
II) La variante /ʎ/ se emplea en el subjuntivo de haber, único verbo que posee dicha irregularidad. En
el paradigma, se percibe la aludida variante en flexiones como haya, hayas, hayamos, hayan. Resulta
imprescindible resaltar que no es la única anomalía que sufre este verbo, pues también son irregulares
formas como he, has, ha, hemos, heis, han, hube, hubo, hubiste, hubiera, hubiere.
III) Según el Esbozo, la tercera irregularidad se da en la primera persona del singular del presente de
indicativo y en todo el subjuntivo. Los verbos terminados en -ecer sufren la variación, y suelen
destacarse porque conforman un grupo sumamente numeroso. Sin embargo, lucir y sus compuestos
(relucir, traslucir), además de los terminados en -ducir como educir, inducir, introducir, reducir; y
otros como conocer, placer, complacer, renacer también experimentan la anomalía.
Sobre los terminados en -ecer, la NGLE plantea que se produce el fenómeno de epéntesis
(específicamente, se da la epéntesis de la oclusiva velar sorda en la primera persona del singular del
presente de indicativo y en el presente de subjuntivo). Siguiendo el modelo de agradecer, en (19a) y
(19c) nos encontramos con oraciones cuyos verbos han experimentado el fenómeno descrito. Por su
parte, las construcciones restantes carecen de la consonante epentética, algo que las vuelve
agramaticales. Lo medular de la cuestión es comprender que envejecer no es en lo absoluto un verbo
regular.
IV) La irregularidad c/zg tiene lugar en yacer. Ciertas formas del indicativo y del subjuntivo son
yazgo, yazga, yazgas, no *yazo, yaza, yazas (que corresponderían a un hipotético paradigma regular).
En la NGLE se agrega que hay tres variantes válidas para este verbo en el tema de presente: yazgo,
yago y yazco.
VI) En cuanto a la irregularidad consistente en el cambio n/ng, vale precisar que es sufrida por verbos
terminados en -oner (o sea, poner y sus compuestos), en -ener (tener y sus compuestos) y en -enir
(venir y sus compuestos). A modo de ejemplo, se presentan algunas oraciones, las cuales incluyen
verbos que sufren esta anomalía: Pongo las manos en el fuego por ti; Quieren que reponga las
tuberías del baño; Tengo hambre; Cuando tengamos un automóvil, viajaremos al norte del país; Me
entretengo escuchando música; ¡Apaga la radio cuando venga tu padre!; Espero que el organismo
intervenga en el conflicto. La NGLE adiciona que tal fenómeno consiste en la epéntesis de /g/, y
mantiene la extensión establecida en el Esbozo: abarca la 1.ª persona del singular del presente de
indicativo y todo el presente de subjuntivo
VII) Respecto a las irregularidades precedentes, la variación l/lg posee la misma extensión dentro del
paradigma verbal. Según lo propuesto en Esbozo de una Nueva Gramática de la Lengua Española, es
visible en verbos terminados en -alir, como salir (salgo, salgan), sobresalir (sobresalgo, sobresalgas),
así como los que culminan en -aler (valer, valgo, valgamos; equivaler, equivalgan, equivalga).
VIII) El Esbozo manifiesta que la irregularidad u/uy se produce en todos los verbos terminados en -uir
(concluir, diluir, intuir), como se ve en las siguientes oraciones: Intuyo que viene en camino; Suelo
cenar cuando concluye el programa de televisión; Los medicamentos se diluyeron en el agua. La
NGLE expresa que esta irregularidad, que se da en el presente del indicativo y del subjuntivo,
responde a la epéntesis de /i/, que se consonantiza, dando construyera en lugar de *construiera, por
ejemplo. La variación o/oy es análoga, y se extiende a los verbos que terminan en -oír: Los hombres
desoyen sus consejos; Los adolescentes oyeron distintas versiones; Trasoyes lo que te están diciendo.
IX) En lo que respecta a la primera irregularidad mixta presentada en la obra de 1973, conviene
resaltar que también se da en todo el subjuntivo y en la primera persona de singular del presente de
indicativo. Consiste en el empleo de /ig/ en lugar de /e0/, y afecta al verbo decir y a sus compuestos.
Al tratarse de una irregularidad mixta, coexiste una variación vocálica (e/i) con una consonántica (/0/
~ /g/): de decir, reconocemos digamos, digan, no *decamos, *decan. Si bien son varias las formas que
contienen esta mixtura, es preciso aseverar que el verbo también cuenta con algunas formas fuertes en
las que únicamente aparece una de las variaciones (dices, dice, dicen). Además de perder la vocal
temática, el imperativo de decir también se queda sin la consonante que la antecede, pues es di. No
obstante, conviene observar que los compuestos no tienen la misma terminación en las formas
imperativas: ¡contradiga!, ¡contradice!, ¡contradigan!, *¡contradi!
X) La variación ab/ep afecta, a los verbos caber, saber y resaber. Los dos primeros son los más
utilizados, aunque debe precisarse que, si bien caber abarca parte del presente de indicativo y todo el
subjuntivo, saber y su compuesto se limitan al subjuntivo, como se verá en los ejemplos introducidos
a continuación: Hará un estante en el que quepan tres botellas; No quepo en mi antigua cama;
Pretenden que sepa más de lo necesario; Es lógico que sepan calcular porcentajes.
La NGLE no hace alusión a resaber, lo cual resulta coherente ya que su empleo no es cotidiano. Sin
embargo, puede ser enriquecedor plantear algunos ejemplos que expongan su irregularidad, pues aún
está reconocido por la RAE en su obra lexicográfica «Diccionario de la lengua española» (es decir, no
se lo puede tomar como un elemento lingüístico en desuso).
XI) La variación a/aig se da en la primera persona de singular del presente de indicativo y en todo el
presente de subjuntivo. Afecta a raer, caer, traer y sus compuestos, tal y como se visualiza en las
siguientes oraciones: Le caigo mal a mi vecino; He olvidado lo vivido en la escuela, desearía que algo
me retrotraiga al pasado; Lo más probable es que muchos usuarios caigan en la estafa; raigo la
alfombra todos los sábados. La NGLE postula que estos verbos sufren la epéntesis de /ig/ en las
formas tónicas del tema de presente. Además, se añade que raer, al igual que roer, cuenta con
variantes en la primera persona del singular del presente; por ejemplo, rao, de raer, y roo, de roer, son
regulares, pero raigo y roigo han experimentado la anomalía aquí tratada.
Como se ha podido observar, en NGLE (2009) se hace mención de un fenómeno habitual en los
verbos; concretamente, aquel que recibe el nombre de “epéntesis”, que consiste en la adición de un
sonido en el cuerpo de la palabra. Sin embargo, no hay que perder de vista el fenómeno de “síncopa”,
que difiere del anterior por provocar la pérdida de un sonido interno. Nótese que caber, haber, poder,
querer, y saber sufren la síncopa de la vocal temática en las formas de futuro simple (cabré, habré,
podré, querré, sabré) y condicional (cabría, habría, podría, querría, sabría). Esto quiere decir que la
vocal que indica la conjugación se suprime, evitándose *caberé, *cabería, *haberé, *habería. En
estos casos, el grupo consonántico resultante de dicha supresión no genera inconvenientes, mas
existen algunos verbos en los que la síncopa provoca que dos consonantes conformen un conjunto
anómalo para el español. Es lo que sucede con poner, salir, tener, valer, venir y sus derivados cuando
se conjugan en el tema de futuro. Pondré, saldré, tendré, valdré y vendré han perdido la vocal
temática, pero se les adiciona la /d/ epentética, de modo que se resuelvan los grupos /nr/ y /lr/; no
existen formas como ponré, salré, tendré, valré o venré.
Al margen de las irregularidades planteadas hasta el momento, en el Esbozo se exponen por separado
dos verbos que poseen varias raíces: ser e ir. El primero, que cuenta con tres raíces, experimenta
varias irregularidades heredadas del latín; tiene la raíz fu- para el perfecto simple y tiempos afines
(fui, fuiste, fueron, fuera, fueras, fuese, fuere) y s- o es- para los tiempos no perfectos (soy, es);
asimismo, el imperfecto de indicativo era se basa en la mencionada raíz es-. Por otra parte, la forma
de segunda persona de singular del presente de indicativo eres procede del futuro latino eris, y sedere
brinda algunas de sus formas al paradigma (concretamente, en la flexión del presente de subjuntivo
[sea, sean], del imperativo [¡sé!, ¡sean!] y en las formas nominales ser, siendo). Véase que el referido
verbo se distinguía de ser, pues sedeo, -ere, sedi, sessum significaba ‘sentarse’ o ‘posarse’. Resta
destacar que el perfecto simple de ser es fuerte, ya que la acentuación recae en la raíz (fui, fue). El
futuro y el condicional no sufren irregularidades (serán, seré, sería, serías)
En lo que respecta a ir, se debe aclarar que proviene del verbo ire latino, el cual disponía de una única
raíz. No obstante, el romance alteró parte de su presente (voy, vas, van) y de su imperativo singular
(vaya, vayas, vayan), introduciendo formas procedentes de vadere. Asimismo, las formas de perfecto
simple y de subjuntivo afines fueron sustituidas por fui, fuese, fuera, fuere de ser. El verbo latino
resaltado en negrita, cuyo enunciado verbal es vado, -ere, vasi, -vasum, significaba ‘andar’ o
‘avanzar’, por lo que la cercanía semántica es notable; sumado a ello, dicho verbo de la lengua
indoeuropea era intransitivo, al igual que ir (la intransitividad es la cualidad de los verbos que no
admiten complemento directo). Sin lugar a dudas, la presentación de vadere resulta esclarecedora,
pues no existe un modo lógico de asemejar la estructura de irían con la de vayan, por ejemplo.
Por último, en la obra se agrega que las formas conservadas de la raíz originaria son id, ir, yendo, ido
y las correspondientes al imperfecto (iba, ibas, iban).
Participios irregulares
En Esbozo de Una Nueva Gramática de la Lengua Española, la RAE postula que el acento de
intensidad de los participios irregulares se encuentra en la última sílaba de la raíz, por lo que se
pueden considerar participios fuertes. Es importante establecer la diferencia con los regulares
(llamados débiles), ya que estos se acentúan en la vocal posterior al lexema: despertado, dormido. En
ambas obras, queda expuesta una lista idéntica de participios fuertes o irregulares, pero en NGLE
(2009) destacan algunos provechosos aportes, que se irán desglosando en este trabajo.
Según lo planteado en el Esbozo, romper posee el participio roto, que había relegado a rompido (más
allá de que este aún se utilizaba en el siglo pasado). La NGLE, por su parte, no considera que rompido
sea empleado en la actualidad o en una época relativamente reciente, sino que lo expone como una
variante de la época medieval y clásica.
Algunos verbos (freír, imprimir, elegir) presentan un participio fuerte y otro débil; en el Esbozo se
exponía que el participio regular elegido era uno de los que relegaba a la mera condición de adjetivo
al irregular (en este caso, electo); bajo esa consideración, electo no podría constituir tiempos
compuestos. Sin embargo, en la NGLE se realiza una precisión importante: si bien los regulares
suelen imponerse en las formas compuestas, se reportan algunos casos que reflejan alternancias,
incluso en elegir: "Y no solo eso: has elegido al candidato (Mendoza,Verdad); El Congreso designado
por él mismo lo había electo". Hay que tener en cuenta que, muchas veces, el hecho de optar por un
participio o por otro tiene que ver con la región de los hablantes. De todos modos, corresponde
subrayar que la discusión sobre el uso de esta forma no personal en los tiempos compuestos surge en
los verbos con dos variantes participiales; en el resto de los casos —cuando el participio fuerte es
único— cualquier duda o inconveniente se despeja: "Te había dicho que vendría", (*"te había decido
que vendría"); "he vuelto a caer en la trampa" (*"he volvido a caer en la trampa"); "han roto mis
ilusiones" (*"han rompido mis ilusiones").
En cuanto a los antiguos participios irregulares que ya han perdido su valor original, el Esbozo
mencionaba espeso, repiso, diviso y nado, aunque en la NGLE son añadidos bienquisto, malquisto,
concluso, incluso, nato, poseso, incurso y abstracto (hoy por hoy, los auténticos participios son
bienquerido, malquerido, concluido, incluido, nacido, poseído, incurrido y abstraído,
respectivamente). Obsérvese la serie de oraciones de (21), donde se evidencia la agramaticalidad
existente al utilizar los participios fuertes que han sido relegados por los débiles:
Si bien existen ciertas terminaciones extendidas, algunos participios exhiben un pequeño cambio
desinencial. Es lo que sucede con inscripto, descripto, prescripto, peculiares en Uruguay, Argentina y
Paraguay, que han mutado la terminación -to (de las formas generalizadas inscrito, descrito, prescrito)
en -pto.
Para concluir el abordaje de los participios, es menester atender a algunas consideraciones realizadas
por la NGLE sobre sus vínculos y diferencias con los adjetivos. En primer lugar, cabe indicar que
ambos son elementos predicativos, por lo que desempeñan ciertas funciones en común. En los
ejemplos mostrados debajo, junto a los adjetivos seleccionados, se presentan participios fuertes,
aunque no hay que pasar por alto que los débiles (terminados en -ado, -ido) también cumplen estas
funciones. La idea de proponer estructuras que contengan tales palabras no pasa por cotejar o
emparentar significados, sino por observar que representan piezas intercambiables en varios
contextos:
No obstante, las diferencias entre adjetivos y participios también son sobresalientes. Estos últimos
tienen la posibilidad de construirse junto a un complemento predicativo: "Sarmiento de Gamboa fue
hecho prisionero cerca de las islas Azores por los ingleses…" (De oidores, frailes y vecinos, Carlos
Valenzuela Solís de Ovando). Tal como se aprecia, el participio no está imposibilitado de presentar
complemento agente, lo que constituye una nueva diferencia respecto a los adjetivos.
➔ Los adjetivos perfectivos, que expresan un resultado de un proceso, no se refieren al proceso mismo,
por lo que es inviable enunciar "El vaso lleno por María". En todo caso, debemos optar por emplear la
forma participial llenado.
➔ Ya que el complemento de instrumento y los adverbios de modo implican un agente, el adjetivo
tampoco se construye junto a ellos:
Verbos defectivos
En cuanto a los verbos defectivos, cabe mencionar que son aquellos que no cuentan con una
conjugación completa. El Esbozo explicita que, en determinadas frases, entran sujetos con
significación de cosa, por lo que quedan fuera de la primera y la segunda persona. A modo de
ejemplo, se nombran verbos irregulares como concernir, acontecer y acaecer. Resulta incoherente
expresar "María aconteció el domingo", o "Le concierno a todo el pueblo". Tales verbos se conjugan
en tercera persona, pero, además, con referencia inanimada.
Los atmosféricos, que no se construyen con sujeto, también entran en el grupo de los defectivos.
Obviamente, no podríamos enunciar *"María llovió toda la mañana". No obstante, la NGLE amplía
dicha cuestión, y es que, entre los defectivos que pertenecen al mencionado grupo por motivos
semánticos y sintácticos, también destacan los relacionados con fenómenos naturales, pero algunos de
ellos tienen acepciones personales, por lo que amplían su paradigma (por ejemplo, Pedro amaneció
con fiebre).
En lo que respecta a verbos tales como acontecer y atañer, considerados terciopersonales e irregulares
en la NGLE, reciben mención en el Esbozo como defectivos, aunque debe destacarse que atañer se
tomaba como regular, lo cual se opone a la consideración actual.
A partir de los verbos aludidos en este párrafo, se exponen algunas oraciones en (22), donde la
agramaticalidad aflora, pues se caracterizan por no poder conjugarse en primera persona (veremos que
esto resulta sumamente lógico desde la semántica): puede acontecer una catástrofe en determinada
fecha, o incluso repetirse en una sucesión de jornadas, pero esto no se predica nunca de un individuo,
por lo que, en caso de querer hacer referencia al nacimiento o a cualquier acto de aparición,
enunciaremos oraciones como Nací en noviembre, Llegué en noviembre, Aparece cada día.
Por otro lado, vale la pena señalar que las dos últimas construcciones contienen verbos defectivos que
designan fenómenos de la naturaleza. Es interesante puntualizar en ellos, pues algunos no cuentan
—en estos casos— con acepciones personales (llover, nevar), empero amanecer, como se vio
previamente, sí presenta una mayor susceptibilidad de referirse a un ser humano. Sin embargo,
tomando el ejemplo de (22d), corresponde aseverar que no siempre será gramatical enunciar que una
ser animado amaneció de determinada manera; un individuo puede amanecer tranquilo, adolorido o
contento, pero bajo ningún contexto lo hará soleado, nublado o lluvioso, ya que estos términos
corresponden a la naturaleza, más concretamente a fenómenos atmosféricos.
Evidentemente, la persona gramatical es el factor determinante para que el paradigma de los verbos
anteriores sea reducido, pero existen otros verbos irregulares cuya conjugación incompleta se explica
por el aspecto, según lo expuesto en el Esbozo. En esta obra se mencionan soler y acostumbrar,
aunque la NGLE hace más énfasis en ellos; hay que resaltar que se conjugan únicamente en presente
de indicativo, presente de subjuntivo, pretérito imperfecto de indicativo y pretérito perfecto
compuesto. Resta aclarar que estos verbos son visibles en perífrasis de infinitivo de sentido
imperfectivo, como las que se mostrarán debajo.
La oración de (23a) es plenamente gramatical, pues hace referencia a un hábito del hablante (asistía
con frecuencia a los partidos de su amigo), pero la expresada en (23b) se enfoca en el futuro, algo
incoherente ya que las acciones deben haberse desarrollado asiduamente para considerarlas una
costumbre del individuo. Si se quiere transmitir la idea de que la asistencia a la iglesia podrá ser usual
en el futuro, la expresión asistiré a la iglesia puede ser una opción; ya lleva consigo una idea de
continuidad, pues no se especifica la fecha en que se concurrirá a tal lugar. Ocurre algo similar con las
dos oraciones posteriores. Claro está que el verbo acostumbrar apunta a las costumbres de una
persona.
En el caso de (23e), el verbo que se incluye en la oración interrogativa es perfectamente válido. El
emisor realiza una pregunta interesándose por saber si el receptor posee el hábito de recorrer la rambla
los jueves. Sin embargo, la última oración es agramatical; no se puede utilizar un verbo que indica una
costumbre para transmitir un mandato. Si se quiere ejercer una orden similar, podría expresarse algo
como ¡Empezá a recorrer la rambla a partir de mañana!, pues el sintagma "a partir de mañana"
transfiere la idea de que la actividad actividad debe ser rutinaria, comenzaría en un determinado día
pero se seguiría llevando a cabo.
Según la NGLE (2009), los verbos hasta aquí nombrados pueden considerarse defectivos por razones
semánticas y sintácticas, pero existen otros afectados por la morfología y el léxico.
Entre los defectivos por motivos morfológicos destacan los de tercera conjugación, como arrecir,
descolorir, embaír y aterir, que solo se usan en las formas que poseen una —i— temática. Abolir, que
era considerado defectivo en la gramática tradicional, no posee un paradigma incompleto en la
actualidad, aunque se emplea habitualmente cuando la alta anterior se presenta como vocal temática
(aboliera, abolimos).
En cuanto a garantir, debe acotarse que su calidad de defectivo resalta en cualquier región, menos en
el Río de la Plata, donde se conjuga en todos los tiempos y personas. Véase que, en oposición a lo
planteado, Marcos Marín, Satorre Grau y Viejo Sánchez lo consideraban un verbo de uso extendido en
la antigüedad, al igual que balbucir, el cual también sigue vigente, pero carece de ciertas formas que
se adoptan de balbucear (concretamente, la primera y tercera persona del singular del presente del
indicativo y todo el presente del subjuntivo).
Por último, resulta enriquecedor tener en cuenta que algunos verbos son defectivos por motivos
léxicos. Buido, despavorido, fallido y colorido son algunos participios que se han adjetivado ya que
los verbos a los que pertenecen (buir, despavorir, fallir y colorir) quedaron en desuso.
Otros como aguerrido, compungido, denegrido, desabrido, descolorido, desvaído y embaído poseen,
con mayor asiduidad, un empleo adjetival, aunque no han perdido por completo su carácter participial
debido a que aguerrir, compungir, denegrir, desabrir, descolorir, desvaír y embaír continúan en
vigencia (pese a su escaso uso).
Bibliografía
RAE (2009). Manual de la Nueva Gramática de la lengua española (1.a ed.). ESPASA CALPE.
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Marín, M., Satorre, F. & Sánchez, V. (1999). Gramática Española. Letras Universitarias