Gwen Hayes - Falling Under

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Falling
Under
Gwen Hayes
3

TRADUCCIÓN:
Júlia Itziar

Esther Eder

Amaya Maialen

Andrea Vicky

Laura Angelica

Marta Sofia

CORRECCIÓN:
Celia

Eva

Noemi

DISEÑO:
Celia

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Índice
Sinopsis…………………………………………………………..6
Glosario……………………………………………………...…..7
¿Tienes miedo de mí?……………………………………..….....8
Capítulo 1………………………………………………………10
Capítulo 2…...……………………………………………….....21
Capítulo 3…………………………………………………........33
Capítulo 4…………………………………………………........41
Capítulo 5………………………………………………..…......52
Capítulo 6………………………………………………..…......62
Capítulo 7………………………………………………..…......68
Capítulo 8………………………………………………………75
Capítulo 9…………………………………………………..…..87
Capítulo 10……………………………………………………..96
Capítulo 11……………………………………………………108
Capítulo 12……………………………………………………119
Capítulo 13……………………………………………………129
Capítulo 14……………………………………………………136
Capítulo 15……………………………………………………142
Capítulo 16……………………………………………………160
Capítulo 17……………………………………………………168
Capítulo 18……………………………………………………177
5

Capítulo 19……………………………………………………186
Capítulo 20……………………………………………………193
Arriba es abajo
Capítulo 21……………………………………………………201
Capítulo 22……………………………………………………209
Capítulo 23……………………………………………………214
Capítulo 24……………………………………………………221
Capítulo 25……………………………………………………229
Abajo es arriba…de nuevo
Capítulo 26……………………………………………………239
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Sinopsis
En sus sueños es irresistible, seductor, encantador y peligroso, sin duda.
Pero cuando se le aparece mientras está despierta y la cautiva de la
misma manera que en los sueños, ella no está segura de qué dirección
es arriba y cuál abajo.
Theia Alderson siempre ha llevado una vida protegida, no se le permiten
las mismas libertades que al resto de los adolescentes de la pequeña
ciudad californiana de Serendipity Falls. Pero cuando un chico
devastadoramente hermoso aparece en los pasillos de su escuela, se
siente atraída por la menor mirada de Haden Black. Theia sabe que ha
visto antes Haden, no por la ciudad, pero sí en sus sueños. No entiende
cómo podía soñar con Haden antes de que se hubiesen conocido, pero
cada noche se han encontrado en un inquietante mundo de espeluznante
fantasía. Y como Haden tanto de la noche y el día atrae hacia adelante
en un momento y la empuja lejos de la siguiente, lo único que Theia sabe
a ciencia cierta es que la increíble atracción que siente hacia él es más
fuerte que su miedo. Y como poco a poco descubre lo que
verdaderamente es Haden, Theia no está segura de si quiere resistirse,
incluso si el precio a pagar es el de su alma.
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Glosario
En traducción y corrección nos hemos dado cuenta de que hay palabras que no
tienen traducción propia al español o de significado extraño. A continuación,
encontrarán aquellas palabras que nosotros consideramos que deben estar
para que no se pierdan durante la lectura del siguiente libro.

Sneetches: con esta palabra hacen referencia a la gente de clase social más
alta en el instituto.

Under: es el mundo de Haden.

Lure: se puede traducir con varios significados; se refiere a que Haden tiene
como un poder de atracción para que las chicas, menos Theia, se fijen en él.

Updo: es una especie de pinza para el pelo.

Kryptonita: es un mineral ficticio que aparece en las historietas de Superman


de DC Comics, así como en las de otros personajes relacionados con este, y
sus adaptaciones a otros medios y cuya principal característica es la de ser el
único material capaz de debilitar a Superman anulando sus poderes.

Charmed: “Embrujadas” en España y “Hechiceras” en Latino América. Narra la


vida de tres hermanas brujas que luchan contra el mal y salvan a los inocentes.
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¿Tienes miedo de mí?


- Por supuesto que no, y si, con todo mi corazón y alma –espeté sin
pensar.

Él río y me miró directamente a mí por primera vez en muchos minutos. –No


estoy seguro que eso se califique como una respuesta, es más bien una
contradicción.

- Arriba es abajo, ¿recuerdas?, además todo sobre ti es una contradicción


–reflexionando un poco más las palabras que iba a escoger, agregué-
No quieres herirme. El cómo yo lo sé, no te lo puedo decir. Pero lo que
tú me haces sentir, Haden, esto es lo que me da miedo. Sé que serías
mi perdición –avancé un paso hacía él, pero él retrocedió.

- ¿Con quién fue tu primer beso?

El calor se abalanzo sobre mi cara. Me halagaba pensar que quizás él quería


besarme. Deseé que quisiera besarme.- No he tenido…-Cerré los ojos con
fuerza y volví a empezar- No he tenido mi primer beso. Aún.

- ¿Por qué?

Rodé mis ojos ante su inocencia.-Obviamente tú sabes que no soy como las
otras chicas. Soy tímida y no pierdo mi tiempo con chicos. Mi padre es estricto
y…

- Eso no es un porqué.

Él pensaba que me conocía muy bien –Bien, dime tú porque nunca me han
besado.

Me arrepentí de mis palabras y mi tono al instante. ¿Qué si él me decía lo que


yo ya sabía? Que yo era sosa. No lo suficiente interesante o bonita.

- Tú estás esperando.
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Para Hayley Nicole, quién siempre será la pequeña chica que amo y quién se
está convirtiendo en una joven mujer que admiro mucho.
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Capítulo 1
Todo cambió la noche que vi al hombre en llamas cayendo del cielo.

Estaba leyendo después de que pasara una hora razonable, la blanca colcha
cubría mi IPhone para evitar que la luz se filtrara hacía fuera hasta saber que
mi padre estaba completamente sumido en soñar en nuevas formas para
mantenerme a salvo.

El móvil era un compromiso –tuve que hacer clases extras de música en mi


poco tiempo libre para conseguir el móvil. Según él todos ganábamos; las
pocas horas al día yo no estaba con él o encerrada en la segura rosa y marfil
habitación, decorada por un prestigioso diseñador para dorar mi jaula, nos
permitía accesibilidad instantánea. Además, a las pocas horas yo ya había
encontrado un problema. Él no sabía que podía leer libros en el teléfono; no
sabía que libros habían. Mi padre pensaba que por fin me había quitado el
hábito de leer con lámpara.

Nunca se le habría ocurrido que no había roto esa costumbre, yo era muy lista.
Todas las noches iba a algún lugar nuevo y pretendía ser alguien diferente,
alguien interesante, gracias al dispositivo que él me había comprado para
controlarme más aún de lo que ya lo hacía. Una inapreciable libertad a una
chica con acento británico viviendo en la pequeña ciudad Serendipity Falls,
California, bajo la mirada atenta de su padre.

Pero el hombre en llamas cayendo desde el cielo me sacó de mi lejano mundo.


Mi mirada se fijó sobre la ventana instantes antes que él apareciera. Y
entonces, lentamente, como una pluma llevada por un viento ligero, cayó más
allá de mi ventana, girando su grotesca cabeza hacía mi, su boca abierta en un
silencioso grito. Él estaba más que en llamas. Él era fuego.

Naranjas y rojas llamas ardían juntas entorno al hombre, pero eran sus ojos los
que me hicieron detener mi respiración y sostenerla mientras corría hacía la
ventana. Sus ojos, asustados e implorantes, decían cosas oscuras y
agonizantes que yo no podía llegar a entender.

Me incliné más sobre la ventana, el cristal estaba caliente des de que él había
pasado. Cómo si lo hubiese tocado directamente. Mientras él terminaba su
relajado y tortuoso descenso hacía el césped, siguió con su mirada fija en la
mía. Suplicándome por algo que no podía darle por las llamas que lo
consumían. Demasiadas cosas debería haber sentido, preguntado o
preocupado, pero yo solo miré, fascinada y obligada a verlo hasta el final.

Aterrizó en el patio todavía en llamas. El césped virgen de mi padre iba a ser


arrasado.
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Iba a estar muy decepcionado.

Tenía miedo de dejar mi posición, insegura de que hacer a continuación.


Seguramente lo que había visto era producto de mi hiperactiva imaginación. Un
sueño causado por leer demasiado y no dormir suficiente. Pero, ¿si él estaba
sufriendo mientras yo no hacía nada?

Me di la vuelta y corrí, tan silenciosamente como pude, fuera de mi habitación,


bajando las escaleras y finalmente a la puerta trasera. La hierba cubierta de
rocío bajo mis pies me recordó mi falta de ropa. Mi camisón se sentía fino y
revelaba más de lo que mi padre pretendía cuando él lo aprobó.

Me estremecí, no por el frio si no por los nervios. Las llamas del hombre
ardiendo chispearon y se enfriaron, revelando huesos carbonizados y trozos de
carne. Aun así, seguía moviéndose y gimiendo.

Hundí mis rodillas, horrorizada de que Dios pudiera ser tan despiadado como
para permitir al pobre humano soportar tal miseria. El olor a carne cocinada me
provocó nauseas. La carne desnuda estaba llena de quemaduras que
mostraban huesos aquí y allá, pero…sus ojos…sus ojos se mantenían
completamente lucidos, dándole la llamativa apariencia de un muñeco de
Halloween.

El olor a sulfuro llego a mis fosas nasales, dificultándome respirar. El hombre


ardiendo seguía gimiendo y quemándose.

¿Cómo era posible? Sus pulmones debían estar incinerados.

Por primera vez, me di cuenta de que todavía sostenía el móvil. Estúpida.


Debería haber llamado al 911 hace rato. Presioné 9 cuando él habló por
primera vez.

- No te molestes.

Gemí ante el sonido raspado de su inhumana voz – necesitas una ambulancia.

El esqueleto gorgoteaba un poco, el sonido era ronco y crudo – Demasiado…


tarde. No me queda mucho tiempo.

Él no debería tener ni un solo segundo. Miré al cielo, pero no había signos de


humo o cualquier otra cosa cayendo. Él gimió de nuevo.

- Lo… Lo siento –tonta y estúpida chica – no sé qué hacer. Me gustaría


poder hacerlo más cómodo.

- Debes estar muy asustada –susurró, lentamente con mucho cuidado –


Siento que hayas tenido que ver esto.
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¿Cómo podía estar preocupado por mí en este momento? -¿Quieres


que…um…rece o algo?

- No.

Su respuesta llego rápida, muy vehemente.

- ¿Quieres quedarte? –preguntó, no, imploró- No tengo derecho a pedirte


esto, pero… tengo miedo de estar solo ahora. Podrías
quedarte…hasta…

- Por supuesto.

La humedad del frío, humedecía la hierba filtrándose en el material del


camisón, provocando manchas feas en el blanco sudario virginal. Sentí el peso
de la decepción que se llevaría mi padre.

- ¿Quieres que llame a alguien por ti? ¿Para decir adiós?

- No…hay…nadie –su voz se debilitaba con cada palabra.

¿Nadie se iba a poner de luto por él? Me obligué a mirarle, la muerte estaba en
sus ojos, cada vez más cerca, bloqueando la repulsión por su grotesca
apariencia. Su última visión iba de ser de alguien a quién le importara que
muriera. Alguien que fuera a llevar luto por él. Elevó sus dedos huesudos como
si fuera a tocarme y me armé de valor para no apartarme de su mano, que
seguía latente junto a mi cara.

Se sacudió y dijo sus últimas palabras – valía la pena…la…caída.

Su mano cayó y la hierba bajo él chisporroteó.

Entonces su cuerpo se convirtió en polvo, dejando sólo una marca negra en el


césped de mi padre.

Le di la espalda a la luz del amanecer que se filtraba por mis cortinas de encaje
y metí la cabeza debajo el cojín. Solo fue un sueño. Tuvo que serlo. Hombres
quemándose no caen del cielo. Los esqueletos no hablan un minuto y al
siguiente se convierten en polvo.

Froté mis ojos y miré al techo. Tenía que comprobarlo. Resignada, caminé la
distancia desde mi cama hasta la ventana y mientras más me acercaba,
parecía que más me alejará, cómo en las pesadillas. Toqué el cristal, estaba
frío, por supuesto. Separé los dedos y me incliné más sobre la ventana,
mirando abajo, deseando encontrarme con el perfecto césped que conocía
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ayer. Pero la perfección estaba estropeada y la hierba cauterizada ahí donde él


cayó. El hombre en llamas.

Los latidos de mi corazón se detuvieron durante un momento, golpeando


apasionadamente a un ritmo rápido. Mi mente buscaba una explicación que no
incluyera un cadáver ardiente con ojos asustados y un alma solitaria.

¿Qué tipo de personas caen desde el cielo? ¿Aliens? ¿Ángeles caídos?


¿Paracaidistas?

Puede que su avión explotará. Pero eso no explicaría su habilidad para hablar
sin pulmones… o piel, o órganos, o… No. Tuve que soñarlo. No hay otra
explicación. Mejor olvidarlo. Las pesadillas no tenían control sobre mí y no
había nada que temer.

Además, nada ocurre en una ciudad tranquila como es Serendipity Falls. Por
eso papá compró una casa aquí. Su viaje hasta la ciudad no era tan malo, a tan
solo media hora de que la niebla lo cubriese todo. Él hacía cosas que hacían
los abogados en sus oficios todo el día y volvía para la cena cada noche.

Escogió esta ciudad precisamente por su falta de drama, me reconforté a mi


misma mientras cogía mi túnica rosa del perchero. ¿Qué cosa mala le podría
ocurrir a una chica en una casa victoriana falsamente alegre? No hay duda
alguna de que las cornisas pesadas y los adornos de jengibre eran una buena
protección contra el mal.

No fue hasta que encendí la luz del baño que recordé que día era.

El familiar entumecimiento que me recorría de arriba abajo cuando pensaba en


este día cada año. Un pie en frente el otro, una rutina, después la siguiente,
cepillar, enjuagar, repitiendo siempre lo mismo. Bajé las escaleras, bebí mi
zumo de naranja, tomé las vitaminas, anduve hacía la escuela. Era tan solo un
día como cualquier otro.

Mi padre debería haberse ido hacía su oficina en San Francisco. Era más fácil
de esa forma, por lo menos esta mañana. No tener que enfrentarnos el uno al
otro no significaba que no notáramos el significado de este día, en este mismo
día.

El aniversario de la muerte de mi madre.

Luché contra mi pelo. Los rizos salvajes preferían estar sueltos y se resistían a
las gomas de pelo o a los clips. El desenfreno de mi melena, era un maleficio,
según mi padre, quien trataba sucesivamente de convencerme para que lo
llevara liso y corto, tal cual lo llevaba mi madre. La fiereza de mi corazón era
otra herencia maternal no deseada. Mi padre trataba de convencerme para que
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viviera la vida con cuidado, y luchar para refinar mi espíritu, y tener bien el
cabello, provocaba una lucha diaria.

Querer complacer a mi padre siempre mantenía mis impulsos bajo control. Él


me necesitaba. Seguramente podía ser brusco e imposiblemente estricto, pero
él era todo lo que yo tenía. Las cosas hubieran sido diferentes si mi madre no
hubiera muerto, pero no tenía sentido ir por ese camino. Especialmente hoy.

Corrí bajando las escaleras para luego castigarme a mi misma por mi


imprudencia, ya que mi padre no estaba ahí para hacerlo. Tomé la vitamina
que había dejado fuera, bebí el zumo que él había vertido y me comí un
panecillo, quiero decir la galleta, solo después de verificar que él realmente se
había ido, y de que no quedara ninguna miga que me delatara. Evité la tarjeta
de felicitación a la izquierda en el centro de la mesa pulida tanto tiempo como
pude.

Mis manos temblaban mientras abría la única excepción para olvidar que este
día existía si quiera.

Feliz 17 Cumpleaños, Theia.


Con amor, papá.

Puse la tarjeta en mi mochila, cogí un suéter y caminé hacía la escuela.

Nadie en el Serendipity High me felicitó ya que así lo quise yo. Mis amigos,
ahora que los tenia, me dispararon miradas clandestinas todo el día, pero
respetaron mi petición. Tenía suerte de tener su amistad; mi vida había
cambiado mucho en solo cuatro años, cuando nos trasladamos por primera vez
a Estados Unidos.

La vida en Londres había sido muy solitaria. Nuestra finca era un lugar frío,
histórica por Alderson pero no con amor ni risas.

Después de todos esos años estudiando en casa con un aburrido tutor, me


sorprendí que papá entrara en razón y me inscribiera en una escuela pública
en América. Sorprendida y agradecida, hasta que descubrí que la chica extraña
con un divertido acento no iba a ser bienvenida fácilmente en la pequeña
escuela con grupos formados.

Toda yo era diferente a mis compañeros americanos, empezando, pero no


cerca de terminar, por mi acento. Tampoco había pasado mucho tiempo con
mis compañeros en Gran Bretaña, yo era tan torpe como un potro dando sus
primeros pasos a la hora de interactuar.
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- Tierra llamando a Thei.

Parpadeé hacía Donny des de el otro lado de la mesa de la cafetería –Lo


siento, ¿qué decías?

Donny, Donatella para aquellos que se atrevían a llamarla así, rodo sus ojos y
me cogió otro Tater Tot de mi comida- te preguntaba si tenias algún plan para
escapar de tu prisión este fin de semana.

Mi padre prefiere que no pasé mucho tiempo con Donny. Lo cual, siendo
honesta, es parte de una súplica. Donny era irreverente y un poco salvaje.

Bueno, muy salvaje. Por qué quería amigos como yo, una chica que trabajaba
duro y era completamente aburrida, era un misterio. Cada vez que lo
preguntaba, ella respondía con un comentario sobre lo mucho que le gustaba
mi acento estirado, y después me guiñaba un ojo con picardía. Me llevaba bajo
su ala des de una experiencia realmente mala el año pasado en Educación
Física, y haría cualquier cosa por ella.

La familia de Donny era del tipo en el que yo solía soñar. Vivian en una casa
muy pequeña, alegre y a veces muy ruidosa. Siempre había alguien riéndose o
gritando. Nunca estaba completamente limpia, pero siempre había de comer y
alguien para escuchar cómo te va el día. Incluso la envidiaba por su hermano
pequeño, tan travieso y destructivo, y por sus padres, quienes no eran muy
tolerantes pero lo hacían con sentido de humor.

También, envidiaba lo cómoda que estaba con su cuerpo. Era un par de


centímetros más alta que yo, gracias a sus piernas, Donny mostraba un aura
de confianza en su apariencia que yo nunca tendría. Todo lo que vestía lo
escogía cuidadosamente, en un ademan por exhibir sus atributos. Su pelo
marrón estaba cortado alrededor de su cara para marcar sus pómulos altos, y
partido a un lado, acentuando su orgullosa frente. Siempre llevaba pendientes
que se lucían a hurtadillas cuando su pelo se movía, lo cual solo era un vistazo
de lo que había si te tomabas tiempo para mirar.

- ¿Por qué es tan importante que vaya a ese club contigo? –pregunté.
Donny es muy social, a diferencia de mí. A veces tenía planes para los
fines de semana en los que no me incluía, y eso estaba muy bien para
mí.

- Porque necesitas salir más. Tengo a Dios por testigo, un día explotarás
si no te rebelas de vez en cuando. ¿Sabe tu padre que pasa cuando las
hijas de padres excesivamente estrictos y tensos cuando reciben la
primera libertad en la universidad?

- No, ¿qué?
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- Se vuelven salvajes, eso pasa.

La idea de mi misma mostrando los pechos ante una cámara a cambio de un


gorro de camionero nos hizo reír tan duro que no podíamos respirar. Lo más
gracioso era que ambas sabíamos que Donny lo haría solo por un chicle.

Nuestra tercera mosquetera, Amelia, se nos unió mientras nuestra risa


terminaba. Estaba vestida como lo que Donny llamaba “Gótica rebelde”. A Ame
le gustaban los estilos alternativos de los jóvenes emos/góticos, pero odiaba el
negro y los colores oscuros. En lugar de eso, ella vestía como un arco iris lleno
de accesorios de calaveras y arañas.

- ¿De qué os reís? ¿Quiero saberlo?

- No quieres, Créeme –Donny palmeó el banco junto a ella- Ame,


ayúdame a convencer a Theia de que necesita salir con nosotras este fin
de semana –ella mordió la punta de su pizza, estirando el queso una
milla antes de romperse. Solo Donny puede hacer que eso sea sexy.
Cuando yo comía pizza, tengo que cortarla en trozos de un bocado.

Ame sacó su almuerzo de su bolsa reciclable que traía cada día. Ella era muy
consciente de la contaminación – Theia, si tu no sales con nosotras este fin de
semana, tendré que escuchar a la zorra de Donny hablando de ti toda la noche
y no me lo pasaré nada bien. Y no tendré con quien hablar cuando ella se
deshaga de mí para irse con el primer chico guapo que vea. Tienes que venir.

Amelia no bromeaba. Donny disfrutaba pasando el rato con chicos guapos.


Amelia, por otro lado, había anhelado desesperadamente por el mismo tío
desde que se traslado a nuestra escuela en séptimo, el mismo año que yo. Se
había quedado estancada en un estado de “tan solo es un amigo” y se negaba
a decirle acerca de sus sentimientos o darle a otra persona una oportunidad.

Ame se comportaba diferente a Donny. Donny era gatuna y sigilosa, mientras


que Ame era un cachorrito. Solía ir dando saltitos y usaba todo su cuerpo
cuando hablaba. Era hermosa, pero no se lo podías decir a ella.

Ahora que Amelia se había dejado crecer el pelo a su natural y brillante café
oscuro, y no ese rubio roto que había intentado mantener, Donny y yo
pensábamos que era la más guapa de las tres. Amelia, como sea, tan solo veía
defectos en aquellas cosas que nosotras pensábamos que la hacían exótica y
destacar.

Ame nació en Corea y fue adoptada por una familia quizás aún más blanca que
la mía. La mayoría del tiempo, consideraba que ella manejaba la diversidad
mejor. A veces actuaba como si no quisiera que nosotras viésemos sus
orígenes. Otras veces, sin embargo, habla de ir a Corea algún día, no para
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conocer a sus padres reales pero si para caminar por dónde ellos pudieron
hacerlo.

Pero cuando estábamos solo nosotras tres juntas, los orígenes no eran un
problema.

Donny juntos sus manos a modo de plegaria – Preciosa por favor, di que
vendrás con nosotras el viernes. Vas a amar el club. Es el único club para
menores de dieciocho que he estado que no me ha hecho preocuparme por
nuestra generación. Es muy divertido. Y no es nada aburrido.

- No tengo nada que ponerme para un club –y no lo tenía. El comprador


personal de papá eligió mi armario siguiendo la estricta lista de
recomendaciones y ninguna incluía nada que se pudiera poner para un
club.

- Tengo tu atuendo ya elegido –contestó Donny un poco demasiado


contenta- Oh, sí, y Sandra Dee llamó, quiere sus suéteres de vuelta.

Eso fue malvado, pero no del todo erróneo. El asistente de mi padre creía que
la etiqueta de la caja que decía “manga tres cuartos” era manga larga. Y tengo
todos los suéteres en diferentes tonalidades color caqui. Ya sabes, para mis
días alocados y despreocupados.

De todos modos, Donny no era la única que pensaba que debíamos


reemplazar al asistente – Tus ropas no me irán, Donny. Tus piernas son una
milla más largas que las mías.

- Son mejores para envolverlas alrededor de los chicos. Hablando de… -


ella hizo una pausa para que Amelia y yo pudiéramos gemir.

Donny era realmente alocada. Yo no tenía tales aspiraciones. Además de mi


acento extraño británico, mi verdadero problema con los chicos no tenía nada
que ver con mi apariencia, pero si con mi educación. Y mi padre diciendo: no.
Había sido alejada de los chicos durante toda mi vida, no había tenido
permitido hacer fiestas mixtas ni cuando era una niña. Y una cita era
impensable.

Yo era intocable.

Él solo quería que estuviera feliz, y le preocupaba que los chicos me hicieran
temeraria y me distrajeran de mis estudios de música, lo que era más
importante para él que no para mí.

Amaba el violín, de verdad lo hacía, pero debo admitir que a veces es aburrido
por todo el trabajo en mantener la habilidad. Como sea, la peripecia musical
era importante.
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Para papá.

No tiene importancia que haya empezado a sentirme menos alegre con la


música. Mientras más me impulsaba, menos me importaba. Además, prefiero
tocar música moderna pero solo puedo hacerlo si él no está en casa. Porque la
música moderna no es respetable. No rendían homenaje a mis raíces
familiares.

Los Aldersons eran los mejores en cualquier cosa. Papá lo demostraba cada
día en el trabajo, o eso decían sus colegas en las salidas que hacíamos una
vez al año. Su empresa lo había transferido dos veces a Estados Unidos para
arreglar las peores oficinas –el primer año conoció a mi madre, y el segundo
cuando yo tenía trece años. Él era insuperable jugando a racquetball y en vela.
Yo debía seguir con la magnífica tradición de todos los Alderson anteriores y
sobresalir.

Aún si lo deseaba o no.

Donny continuaba hablando, ignorando nuestros gemidos –Mis fuentes en


administración me han dicho que mañana llega carne fresca. Viene des de la
ciudad de Nueva York. Dios, espero que sea guapo. Necesitamos nueva gente
guapa en este instituto.

Amelia picó su ensalada. Ella odiaba la ensalada pero estaba en medio de algo
a lo que Donny llamaba dieta –Solo necesitamos nueva gente guapa porque tú
has agotado a la población guapa de aquí. Tómatelo con calma con el chico
nuevo, ¿quieres?

- Probablemente sea un sneetch –dijo Donny.

Nosotras llamábamos Sneetches a los ricos de la escuela que discriminaban a


los pobres. Los llamábamos así por la historia del Dr. Seuss en la cual los
Sneetches, que eran aquellos que nacían con una estrella verde en el
estomago, pensaban que eran mejores que los que no tenían estrellas verdes,
o en este caso, dinero verde.

Según los estándares, yo poseía todas las características para ser una
sneetch, excepto que aquellos que lo eran debían aceptarme. Para gran
consternación de mi padre, los hijos de sus socios y de los del club de golf no
eran los hermanos escogidos por su hija. Por supuesto, él tampoco me había
ayudado a que fuera aceptada, desde que él me alejó de sus actividades y
reuniones sociales, pero trata de decirle eso a él.

Donny sacó su maquillaje, comprobando daños inexistentes antes del cuarto


periodo –Amelia, dime qué quieres al chico nuevo, sneetch o no, y yo estaré
alejada de él. Pero tienes que prometer que hablaras con él. No solo te
sentaras nostálgicamente lejos de él. Las repeticiones aburren.
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- No estoy remotamente interesada en el chico nuevo, pero gracias por la


oferta. Sé como de difícil tiene que ser esto para ti.

Donny empezó a girarse hacía mí, pero la detuve levantando la mano -Alto. No
estoy remotamente interesada en el nuevo que no hemos visto aún, todavía –y
debido al capricho les pregunte a ambas – ¿Habéis escuchado algo sobre un
accidente de avión anoche? ¿O quizás un meteorito?

- ¿Has tenido sueños sobre aliens explorando tus sitios secretos, Thei? –
dijo Donny, de nuevo demasiado contenta.

- No, no – no importa.

Sonó el timbre, recordándome que la clase de mi cuarto periodo era en la otra


punta del campus, pero al menos olía mejor que la cafetería. Tuvimos que
esperar a que un paquete de sneetches, varios de ellos animadoras, pasaran
por nuestra mesa. Como tenían por costumbre, ni siquiera nos miraban sin que
tuviéramos estrellas en nuestros traseros.

Cuando uno de los jugadores de básquet trató de pasar sin ni siquiera


mirarnos, Donny trazó la línea –Hola Bill, ¿te he dicho lo mucho que significa
para mí el hecho de que hayas hecho popular mis necesidades aún cuando tu
no funcionabas? Eso te hace un verdadero caballero.

Por supuesto, Bill no dijo nada de eso. Oh, él en realidad tenía un problema –
pero dejó que Donny terminara las cosas por ella misma cuando él no puso
mucho de su parte en su relación.

Él gruño, alguien murmuró “PERRA” y todo estaba bien en nuestro mundo.

Al final de la noche, desaparecí. Practiqué durante dos horas después de la


escuela con mi nuevo tutor, quien a los diez minutos se dio cuenta que yo era
mejor que él, entonces, como alguien con un sentido exagerado de ego, me
castigó con ejercicios inútiles y tiempo adicional de práctica.

La cena fue sombría, como siempre. Muriel, nuestra ama de llaves y cocinera,
intento colar un pastel como postre para apaciguar su culpabilidad por falta de
celebración debido a mi cumpleaños, y mi padre leyó su periódico durante toda
la comida, deteniéndose solo para decidme: “Siéntate derecha” y “Deja de
moverte tanto”.

- Papá –empecé cautelosamente –me gustaría pasar el fin de semana


con Donny.

- Ya veremos –contestó. Ese fue el final de la discusión.


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No estoy segura como mi madre pudo haberse enamorado de él. Él era tan frio.
Y lo peor, pensé que él estaba tratando de asegurarse de que yo fuera tan fría
como él. A veces sentía cristales formándose dentro de mí, escarchándose
dentro de mi corazón, y pensé que sería más fácil seguir su camino, que no
salirme de él. Si yo fuera cuidadosa y cautelosa, prudente y obediente, quizá
podría detener los anhelos caprichosos que tenía. Aquellos en los que creía,
“Allí tiene que haber más”. Más que este incomodo silencio en medio de una
mesa demasiado grande para dos personas que comían ahí cada noche.

Pero si había algo más allí, mi padre no quería nada de eso. Se retiró a su
estudio y yo a mi adornada celda decorada, terminé mis deberes, miré mi violín
y consideré tocarlo por una hora, después me metí en la cama sin la esperanza
de dormirme.

Pero me quedé dormida. O eso creo. Y ahí fue cuando todo empeoro.
21

Capítulo 2
Me desperté en la oscuridad del jardín, arrodillada en el césped cubierto de
rocío cerca de donde había estado el hombre en llamas sin recordar cómo
había salido de casa.

Mi padre estaría furioso si me encontrara fuera con tan solo el camisón en


medio de la noche. Este comportamiento impulsivo fue de lo que me había
estado protegiendo toda mi vida. Él gritaría, se quejaría y me diría que
terminaría igual que mi madre. Y después, en cuanto esas duras palabras
escaparan de su boca, se lamentaría y daría media vuelta. Al día siguiente
aparecería un collar nuevo o entradas para el ballet sobre mi tocador.

Papá no era para nada impredecible.

La niebla llegaba a raudales, desplazando la sensación de familiaridad de mi


propio patio trasero. Aunque fue la oscuridad de la noche, el brillo de la luna
veteaba los árboles, creando las sombras más largas que lo que las recordaba.

Y había música.

Los sonidos apagados de una orquesta capturaron mi interés por que no


venían de casa, si no de lo más profundo del terreno. El patio de mi padre era
enorme, y solo él dirigía a los trabajadores para su mantenimiento. Papá no se
manchaba las manos con el suelo, pero pasaba mucho tiempo inspeccionando
el terreno buscando defectos.

El césped y yo teníamos mucho en común.

Aunque vivíamos en Bay Área, los terrenos parecían claramente británicos, tal
y como a mi padre le gustaba. El césped que rodeaba nuestra casa era una
pasión –lo único que se permitía a sí mismo. Solamente con el seto, los
trabajadores tardaban horas en darle forma. Intercalados como huevos de
Pascua, había rosas inglesas especiales que él mismo había cultivado. No eran
muy resistentes y a menudo no lo lograban, aunque todavía había algunas ahí
–aun así, uno tenía que esforzarse para encontrarlas.

Seguí caminando. Cuanto más cerca estaba de la música, más desconocido se


me hacia el terreno. Podrían haber sido las mismas plantas y arbustos con los
que había crecido, pero las sombras distorsionabas sus formas y las hacía
siniestras. Nunca había notado cuantas espinas había en el jardín –o como las
vides se retorcían y sostenían el entramado en una camisa de fuerza.

Comenzó a costarme respirar y mi corazón latió cada vez más rápido.


22

Por mucho que avanzaba hacia la música, no conseguía acercarme. Siempre


parecía estar cerca, pero en el fondo estaba más y más lejos, hasta que me di
cuenta que estaba en un laberinto de arbustos. Un laberinto.

Aunque no debería haber ninguno en los jardines.

Vuelve atrás. Pero era demasiado tarde. Lo intente, pero el camino cambiaba
mientras caminaba y tuve la sensación de que estaba caminando hacia el
centro del laberinto en vez de al jardín trasero por mucho que lo intentara.

El inolvidable sonido de una melodía desconocida se filtraba a través de las


ramas. Mi entrenada oreja para la música reconoció un cuarteto. La melodía
tenía un tono gótico y estaba aumentando a un crescendo cuando llegué a un
gazebo encendido con velas.

Debería estar asustada. Pero la atracción fue tan fuerte que me atrajo como
una polilla a la luz.

Cautelosamente, subí las escaleras. Las velas estaban atadas a las ramas
espinosas, espeluznante y aun así bonito. Froté mis brazos, pero los
escalofríos continuaron. Un camisón era poca protección.

- Siempre esperé que vinieras, pero nunca me atreví a esperarte.

Mi respiración se aceleró ante la voz masculina. Me giré hacia ella en vez de


alejarme, como una chica lista hubiera hecho.

El muchacho hizo una profunda reverencia – Theia.

Vestía un traje gris anticuado, con faldones en la chaqueta y un pañuelo negro


y un alfiler con un símbolo que no reconocí. Su pelo oscuro era espeso y
parecía tan suave que tuve que resistirme a la urgencia de tocarlo. Mirando sus
ojos oscuros fue como si cayera des de las estrellas, haciéndome sentir
ingrávida y desorientada.

- ¿Quién eres? –pregunté, ante lo rara y avergonzada que me sentía con


que él vistiera tan formalmente cuando yo tan solo llevaba un camisón.

- Estoy tan feliz de que vinieras –contestó- Ahora puede empezar la


celebración.

Le miré de reojo. Era más alto que yo y el corte de su chaqueta podría haber
distorsionado su figura, pero no creo que lo hiciera. Hombros anchos y una
cintura estrecha, como la espalda de un atleta. Su cara era perfecta…pero no.
Sobrenatural, pero hermosa.

Él aplaudió dos veces, y espacios del césped verde alrededor del gazebo se
encendieron al instante con candelabros y antorchas, iluminando lo que pareció
una fiesta en progreso.
23

Un cáliz de peltre enjoyado fue puesto en mi mano, y estudié la escena


maravillo. Mesas forradas con telas rojas y negras estaban llenas de comida y
bebida. Los fiesteros, disfrazados de seda y encaje, sonrieron llamativamente
entre ellos y mantenían conversaciones mudas sin mover sus labios, sus caras
hechas como espeluznantes payasos.

El cuarteto orquestal atrajo mi mirada en cuanto empezaron a tocar una nueva


canción similar a la otra que me había dirigido hacia el gazebo. Pero no fue la
canción lo que atrapo mi atención, sino su apariencia. Igual al hombre de pie
junto a mí, iban vestidos formalmente – esmóquines negros y sombreros altos.
Pero donde deberían estar sus caras, había tan solo carne sin facciones.

Jadeé por el horror – ¿Qué está ocurriendo?

Me giré hacía mi anfitrión, y su cara se nublo por un momento con lo que


pareció remordimientos. Rápidamente, volvió su elegante mascara sobre sus
facciones –Estás preciosa.

Quería llorar o gritar de la frustración. Estaba asustada de lo que veía, de lo


que sentía, pero en lugar de eso tan solo respondí –Gracias.

Él sonrió y fue lo más hermoso y horrible que vi. Esperanza que no debería
haber nacido y deseo que nunca pudiera dar frutos. Si eran mis sentimientos o
los de él, no lo sabía.

Mis dedos se relajaron en el pie de mi copa y esta se deslizo fuera de mis


manos. A velocidad lenta, la copa cayó al suelo, derramando un líquido rojo
sangre en su descanso.

Desperté en mi cama, con mi camisón bañado en rojo.

Me apoye en las taquillas esperando a que Amelia buscara su cuaderno.


Estaba tan cansada que necesitaba darle un nuevo significado a la palabra
cansada. Cada vez que parpadeaba, parecía que el fondo mis párpados
estaban hechos de lija.

Ser amigas de Donny, quien trabajaba en la secretaria y sabia cosa, quería


decir también que Ame y yo teníamos taquillas en el Principal en vez de encima
de en los montes y las barrancas donde los otros junior que quedaban entre
clases. Era favorable ya que normalmente solo los sénior y los sneetches eran
capaces de conseguir un sitio como este.

El Principal era el verdadero instituto viejo –un monstruo de dos plantas hecho
de ladrillos. Hace muchas décadas, ellos expandieron el campus, añadiendo
24

edificios que hacían más difícil llegar a tiempo a clase porque estaban muy
apartados. Cuanto más cerca estabas del último año, mas clases tenías en el
Principal. La biblioteca, la secretaria, la tienda de estudiantes, y la sala de
estudiantes –también conocido como el centro sneetch- en el pasillo fuera de la
biblioteca, se encontraban en el Principal.

- Mañana tengo entreno después de clase si quieres venir –dijo Ame,


parándose- estás pálida, ¿seguro que te encuentras bien?

Asintiendo, salí del pasillo de taquillas –es solo que no he dormido bien las
últimas dos noches.

Busco en su bolsillo y me tendió un cristal de cuarzo –Restaura la energía. Si


puedes mantenerlo sobre tu piel, va mejor.

Asentí, haciendo ver que la creía.

- Hablo enserio –dijo ella, leyendo mi ambivalencia –Incluso me bañe en


los poderes curativos de las cascadas.

No quería tratarla con condescendencia, de verdad no quería. Pero no me


creía todas esas cosas acerca de cascadas “místicas” como ella lo hacía.

Nuestro pueblo, Serendipity Falls, fue llamado así por las cascadas cercanas
con el ese nombre. Eran el tesoro de nuestra ciudad –nuestra atracción para
los turistas. No solo eran hermosas, tenían varias viejas leyendas conectadas a
ellas, el encanto una de ellas. Ninfas de agua, poderes curadores, pociones de
amor – la piscina en la que caía el agua de la cascada se decía que tenía todo
de eso y más.

- Ponte el cristal en el sujetador –me sugirió, sabiendo que yo no haría


dicha cosa – ¿Cómo están las cosas con tu padre?

- Igual que siempre, supongo.

Amelia siempre se sentía increíblemente triste por la forma en que mi padre me


sobre compensaba por la falta de una madre. Ella crea excusas sobre su
comportamiento irracional basándose en la perdida de su único y verdadero
amor. Supongo que era la romántica de nuestro grupo. Donny prefiere pensar
que mi padre es el demonio. A mí nunca se me ha ocurrido pensar en él ni de
un modo, ni del otro. Papá es lo que es.

Mi mente volvió a vagar hacia los extraños sueños de las últimas dos noches.
Ellos eran, por supuesto, sueños. Aunque no descartaba el sonambulismo, ya
que había dos camisones arruinados como prueba de que había estado fuera.
Lo que era realmente un disturbio. Pensé que podría a la secretaria de papá
que me pidiera una visita al doctor. Andar dormida fuera era peligroso.
25

Mientras andábamos por el vestíbulo, me saqué la diadema de mi cabello para


calmar el dolor de cabeza y peiné mis rizos con los dedos. Cuando pasamos
por delante de la ventana de secretaría, el tiempo empezó a moverse a cámara
lenta. Me estremecí y un escalofrío me recorrió los huesos como si alguien
hubiera pisado sobre mi tumba. Y bailado en ella también.

Era él.

Había cambiado su abrigo y faldones por unos tejanos y una camiseta ajustada
de Abercrombie&Fitch, pero era él. Lo hubiera reconocido en cualquier lugar.

Parpadeé lentamente, creyendo que era un espejismo. Un hermoso espejismo.


Pero yo no tenía el poder de dar vida a los chicos guapos de los sueños.
Cuando él no desapareció, parte de mi corazón cantó y la otra se preocupo de
que no volviera a ser la misma nunca más.

Me miró directamente a los ojos. No sonrió, pero tampoco desvió su mirada. La


vida seguía a nuestro alrededor, pero nosotros estábamos atrapados en un
mundo diferente al del resto de los estudiantes en el vestíbulo abarrotado o en
la oficina. El ruidoso pasillo se volvió tranquilo de golpe, como si alguien
hubiera pulsado “Mute”. Aunque él no se movió físicamente, sentí como me
hacia una reverencia, profundamente, como la noche anterior.

Oh, nunca iba a ser la misma de nuevo.

Su presencia en mi mundo despierto agitó todos mis sentidos. Aun a cámara


lenta, retomé mi caminata, ardiendo ahí donde sus ojos me tocaban. Cuando
finalmente rompí el contacto visual, el mundo me alcanzó –o al revés.

Ame agarró mi brazo – ¿Estás bien? Pareces un fantasma.

- Por favor, sigue andando –chillé.

Ella colocó un brazo protector a mi alrededor y me guio hacía al baño. Caí


contra la pared, tratando de calmar mi respiración, pero mis pulmones no
querían trabajar, y exhalé cuando debería haber inhalado.

- ¿Qué te ocurre? ¿Necesitas a la enfermera? ¿Debería llamar a tu


padre?

Sacudí mi cabeza, lo que no hizo nada por mi mal equilibrio –No, solo necesito
un minuto.

La puerta se abrió de golpe y la oleada de energía que siempre seguía a Donny


vino con ella –Oh, Dios mío. Dime que lo habéis visto. Él es sin lugar a
dudas…hey… ¿qué está mal?

Amelia contestó –Perdió el control. Fue algo muy raro. Estábamos andando por
el vestíbulo y todo estaba bien. Después ella…
26

- ¿Lo viste, verdad? –mi voz sonaba rara – desesperada. Seguía sin
poder respirar bien –el chico de la oficina. ¿Estaba ahí de verdad?

- ¿El hermoso chico nuevo? Sí, lo vi –la cara de Donny se iluminó- ¡Oh,
wow! Finalmente te has fijado en alguien. Estaba empezando a pensar
que ibas por el otro camino, si sabes a lo que me refiero. Esto es genial,
Quiero decir, estoy un poco perturbada de que no lo consiguiera primero
– pero ya sabes, estoy dispuesta a sacrificar un chico por un bien mayor
si eso significa que finalmente echaras un polvo.

- Eres todo lo opuesto a una persona con clase, Donny –Amelia seguía
agarrando mi brazo – ¿Eso es lo que ocurría? ¿Amor a primera vista? –
siempre la romántica.

- Oh, Jesús, Ame –Donny abrió su bolso, sacando su maquillaje. Se giro


hacia mi –vamos a darle un poco de color a tu cara y luego iros a hablar
con Hottie McTightPants antes de que alguien lo enganche.

- Espera, aquí hay más –Ame y Donny intercambiaron miradas, miradas


preocupadas. Supongo que estaba empezando a ser un poco dramática,
¿pero quién no lo estaría? –tuve un sueño muy raro anoche. Y él estaba
ahí.

- Soñaste con él. Oh, eso es fantástico. Eres tan afortunada –Amelia
prácticamente se desvaneció –es como un cuento de hadas.

- Eres tan retrasada –Donny empujo a Ame con su bolso y la aparto para
poder agarrarme de los hombros –cuéntame el sueño. ¿Fue pervertido?

- No, no lo fue. Bueno, puede que lo fuera – No lo sé, fue algo raro…pero
estas perdiendo el punto. Soñé con él antes de verlo.

Amelia estaba a punto de caerse –eso es genial. Puede que estuvierais


predestinados a encontraros el uno al otro –Amelia no solo era romaica,
también era una drogadicta metafísica. Cartas de Tarot, interpretación de los
sueños, cristales, regresión a vidas pasadas – si lo hacía para la estantería
metafísica, Ame era una alumna atenta.

A Donny no la perturbo mi declaración –ni la de Ame –Probablemente ha


estado en la ciudad uno o dos días antes de empezar a la escuela. Quizá lo
viste cuando comprábamos un helado o algo.

Exhalé y toda la tensión desapareció de mi cuerpo –Tienes razón. Estoy segura


que la tienes –eso tenía mucho más sentido que soñar con un chico cayendo
del cielo. Lo que me recordó al hombre ardiendo, y volvi a sentirme mal –Me
siento como si mi vida hubiera dado un giro extraño.
27

Donny estaba aplicando coloretes a mis mejillas por mucho que intentara
apartar la cabeza –Para de moverte. Darte cuenta que te gusta algún chico no
quiere decir que tu vida sea extraña. Quiere decir que finalmente tus hormonas
han crecido. Ahora fuera y consíguelo, tigre.

Ella y Amelia me agarraron cada una de un brazo y me llevaron al pasillo, a


pesar de que mis pies se arrastraban. En cuanto llegamos a la oficina, mi
corazón se desplomó. Él estaba rodeado de estudiantes –dos animadoras, una
de ellas sosteniendo su horario, obviamente preparada para enseñarle su
clase. Por mucho que odiara admitirlo, él parecía natural en el centro de la
gente guapa.

- Oh, Dios mío –dijo Amelia, arrugando el rostro- Está yendo con los
sneetches.

¿Cuánto más podría caer mi corazón? Solo caía más y más, haciendo que todo
a mí alrededor se viese en un tono gris –No importa –dije, pero no lo quería
decir.

De repente todo sobre él me importaba mucho. Demasiado. El hueco donde mi


corazón solía estar dolía. Nunca pensé que pudiera ver a alguien tan atractivo.
Deseé que sus ojos oscuros me miraran. Quise empujar a todas las otras
chicas de su alrededor y ser a la única a la que le sonriera de esa manera.
Quise saber sus sueños, sus secretos…su nombre.

Donny me dio un ligero apretón –Estoy moralmente en contra de los sneetches


igual que vosotras –pero démosle una oportunidad. Es nuevo – él no sabe cuán
viriles son. Además, probablemente descenderán sobre él como una manada
de lobos sobre un conejo.

En ese momento, el conejo miro hacia arriba justo a mis ojos. No había
ninguna mirada pidiendo ayuda. Ni siquiera de cerca. Sus ojos estaban cerca
del negro y lo hacían parecer más peligroso que cualquier depredador en un
bosque. Un escalofrió involuntario recorrió mi cuerpo –haciendo que él sonriera
por mi reacción. No era una sonrisa de felicidad, o de placer. Era una expresión
de orgullo, como si hubiera hecho un movimiento estratégico en un tablero. O
puede que haber atrapado a un Bambi en una esquina.

Me convertí en su botín de caza.

Aunque me estaba mirando, parecía como si mirara a través de mí. Y entonces


él puso su brazo alrededor de una sneetch y dijo algo en su oreja sin alejar su
mirada de la mía.

Y lo sentí.
28

Jadeé ante tal sensación. Fue como si yo hubiera sido la chica junto a él, sentí
su respiración en mi cara, caliente junto a mi oreja.

Él la miró.

Theia no se movía al igual que los otros estudiantes. Consideraba cada


movimiento cuidadosamente, como si ella estuviera preocupada de que su
cuerpo hiciera algún movimiento sin su consentimiento.

El tipo de control que él nunca tendría.

Ella dejó caer sus libros en su taquilla, lanzando alguna que otra mirada por
encima de su espalda de tan en cuanto. No había ninguna duda de que ella
sentía su presencia. Calmó su impulso de intentar conseguir su atención. No
sabía si podría soportar otro interludio como el de esa mañana. No sin perder el
control.

Él deseó que ella soltara su pelo de nuevo. Los rizos ámbar y miel eran una
contradicción para su cuidado. Atrapaban la luz, los colores girando en un
remolino de caramelo y azúcar moreno.

En vez de eso, dejo la diadema en su sitio, apartándose el cabello de su cara


ovalada. Sus cejas marrones estaban ligeramente arqueadas sobre sus
precavidos ojos, ojos color pizarra. La profundidad del sus ojos cambiaban de
color según sus emociones. A veces sus ojos le recordaban una violenta
tormenta. Otras veces eran tan grises como las lápidas de los cementerios.

Cerró sus ojos. Lo que le había hecho pensar que venir aquí era una buena
idea lo abandono tan rápido como su buen juicio. La última noche había
cometido un error. Uno que él había deseado ser lo suficiente fuerte como para
no hacerlo de nuevo. Ella no tenía sitio en su mundo, igual que él no lo tenía en
el de ella.

Retrocedió sin dejar de mirarla, deseando que su debilidad no lo hiciera sentir


como un acechador. Incluso eso habría sido mejor para ella que él. Más
seguro.

Había cosas que debía hacer y su propósito estaba claro. No podía afrontar
esa distracción; el precio sería más del que podría soportar, y no sería sólo
para él.

Por su bien, tenía que ponerle fin a este devaneo rápidamente. Si ella lo
odiaba, era mejor.
29

Pero aun así siguió mirándola. El corazón que se suponía que no tenia, floreció
en su pecho, llegando a ella por mucho que no debiera. Nunca debería.

Su cuidadoso plan de estrategia había cambiado por ella. Gastaría su último


aliento asegurándose de no contaminar la única cosa de verdad que él
conocía.

El silencio de la cena con papá me dio la oportunidad de empujar mi comida


alrededor del plato y revivir el momento cuando el chico nuevo, quien se
llamaba Haden Black, me tocó sin tocarme. No importaba cuanto intentara
sacarlo de mi mente, el sentimiento de su respiración en mi oreja mientras le
susurraba a otra chica se mantuvo ahí una y otra vez. El modo en el que me
miro… Podría haber jurado que sabía lo que causaba en mí.

Del mismo modo que me asustaba, me intrigaba.

Afortunadamente, había sido sencillo evitarlo durante el resto del día. Tan solo
teníamos una clase juntos y nuestros pupitres estaban en lados opuestos. No
es que yo no fuera híper-consciente de él, pero al menos no lo veía.

Papá hizo una llamada por negocios en la mesa. Raramente hacia eso. A
veces cuando lo veía hablar con extraños, me daba cuenta que no se parecía
mucho a mi padre. Conmigo, él era severo, reservado.

Cuando él hablaba por teléfono, aunque fuera por trabajo, se relajaba. Sus
rasgos se suavizaban. Sus ojos marrones se calentaban. Mi padre tenía un
gusto impecable para las ropas, su pelo, aunque disminuía, seguía teniendo un
poco de ondas y tan solo estaba un poco gris, y siempre pensé que sus manos
eran casi elegantes de la forma en que las usaba en una conversación. Pero
era solo cuando no hablaba conmigo que parecía ser un hombre guapo.

- Por favor, pásame las zanahorias –dije cuando termino su llamada.

Papá me lanzo una mirada perpleja mientras me tendía el bol. Por nuestro
distanciamiento, él sabía mis hábitos alimentarios, y las zanahorias no eran mis
preferidas. La mayoría de las veces solo quería una razón para interactuar con
él.

- Gracias.

- Hmmm –contestó.

Puede que fuera la falta de sueño lo que nublo mi juicio, pero una pequeña
bola de ira se formo en mi pecho por el modo en el que él me trataba, y quise
provocarlo con algo –cualquier cosa- además de esta asociación estoicamente
cordial que teníamos. Así que pregunté – ¿A mamá le gustaban las
zanahorias?
30

Él reaccionó de la misma manera que yo esperaba, como si le hubiera


abofeteado el rostro. El shock empalideció su cara, y después el rojo lo
remplazó – ¿Qué importa el tipo de comida que prefiriera tu madre? –él
puntualizó cada palabra con un golpe de entereza. Papá no apreciaba las
cosas que venían de ningún sitio en concreto-

- Yo sólo…Yo sólo quiero conocerla mejor.

Él se recuperó y volvió a enmascarar su rostro con una fría expresión de


indiferencia –Amé a tu madre, Theia. Me duele hablar de ella. No le gustaban
las zanahorias, por lo que yo recuerdo –Papá se limpió las comisuras de su
boca, por mucho que no fuera necesario, él comía con una precisión que un
cirujano envidiaría –A tu madre no le gustaba mucho lo que no era comida
basura.

Eso había salido de ella, mi amor por la comida basura. Me hizo sonreír.

Papá se levantó de la mesa –Puede que si ella se hubiera cuidado mejor,


pudieras hacerle estas preguntas directamente.

Mi sonrisa fue rápidamente remplazada por un tirón de anhelo en mi corazón.


Él sabía que eso dolería. Me lo merecía, supongo, por haberla mencionado. Mi
madre era un tema prohibido a menos que mi padre lo sacara para
reprenderme de algo.

Él la culpaba por morir. Suponía que me culpaba a mí por haberla matado.

Me dejo sentada en la mesa sola, aunque no me sentía más sola que cuando
él estaba en la sala.

Decidí practicar con el violín una hora después de cenar. Me prometí una hora
tocando lo que yo quisiera o lo que se me había pedido para practicar.
Perderme en la música significaba que no tendría que pensar en mi padre, el
hombre ardiente, mi sueño o Haden Black.

Como un niño, toqué la música rápidamente y con muy poco esfuerzo a los
ojos de otra persona. Nunca podría explicarles que lo más difícil de tocar el
violín no son las notas o donde poner los dedos, o los callos. Era un precio que
había de sacrificar de su cuerpo para poder sacar la música fuera. Cuando
tocaba yo para mí misma, me entregaba a la música, y la música mostraba a la
verdadera Theia. Sin un tutor o audiencia, mi mundo propio se abría. Un mundo
en el que la única que vivía era yo. Un lugar en el que yo no me sentía obligada
a las expectativas o los fallos. Cuando tocaba para una audiencia, era todo lo
contrario. Las canciones que tocaba en público no abrían mi mundo; aunque,
yo desaparecía por un camino, y era capaz abrir el de ellos.
31

Era algo emocionante, ser conocida como una chica que llegaba a lo más
profundo de las personar. Extraños. Me habían dicho que era una dotada, pero
normalmente parecía que lo que yo daba era un don a los demás-

Por lo tanto pasaba mucho tiempo sola con mi violín, para escapar y liberar a la
chica que quería ser dentro de su cautiverio de la chica que de verdad era.
Solía. Últimamente, ya no me sentía obligada a hacer mi propia música, pero
los dos últimos días me habían agotado. Necesitaba unas vacaciones.

Mientras el sol se hundía en el horizonte, toqué de memoria la melancólica


melodía que me había atraído al laberinto la noche anterior. Había escogido
tocar en la terraza de la cocina, con los muebles de mimbre y los helechos,
porque tenía la mejor vista de la puesta de sol; había escogido la canción si
darme cuenta de haberlo hecho hasta que la había estado tocando durante
diez minutos.

Entonces, me di cuenta que también estaba llorando. Lagrimas verdaderas


caían por mis mejillas, cayendo sobre mi violín, pero no paré de tocar. La
canción se había adentrado dentro de mí, como una invasión. Cada nota que
tocaba se sentía como si estuviera buscando algo; si pudiera llegar hasta el
núcleo de la canción ya lo sabría. Sin embardo, cuanto más tocaba, más
misterioso y elusivo se hacía aquello que estuviera buscando.

Mientras tocaba, me convertí en una con la canción y sin cargas en mi vida.


Mientras más me dejaba llevar por la melodía más me desvanecía del mundo.
De repente, me acerqué a través de los setos y olí el aire de la noche. Estaba
soñando despierta. Una parte de mí sabía que todavía estaba en la casa, pero
parte de mí había sido puesta en libertad.

Pisé una ramita y se rompió bajo mi pie. El ruido sobresaltó a los pájaros que
se habían escondido, las sombras de cientos de palomas, negras y blancas,
ascendieron de sus ramas a la vez. El sonido de las multitudes de aves
tomando vuelo tronó profundo en mis oídos, y la masa de ellas cubrió la luz de
la luna.

Dejándome en la oscuridad.

Me cubrí la cabeza y me agaché, tratando de protegerme de la nube de


pájaros. La falta de luz me desorientó y bajó la temperatura de la noche en
varios grados. Que la luz de la luna era cálida en mi sueño me pareció extraño.
Latidos de mí corazón se aceleraron y lo mismo hizo la canción. Se hizo más y
más rápido hasta que el sonido me mareó.

- ¡Theia, para de una vez!

Volvía a estar de vuelta en la terraza acristalada, sudando. Mi padre estaba en


la puerta, gritándome que dejara de tocar.
32

No podía dejar de tocar, a pesar de que me estaba ordenando que me


detuviera. Todo mi cuerpo se sacudía, y lo que estaba tocando parecía más un
ruido que no música. Más rápido, más rápido. Debía parecer que estuviera
teniendo una convulsión. Mi violín echaba humo, provocando una reacción en
mi padre para que entrara en la habitación y obligó a mi brazo a parar.

- Theia, ¿qué demonios estás haciendo? –cogió el instrumento de mi


mano y me desplomé en la silla.

No podía responderle. No podía estar segura de que realmente estaba en la


sala con él. Había sido poseída por algo. Algo implacable que buscaba hacerse
cargo de mi vida.

Mi padre me miró fijamente durante unos segundos. Me pregunto qué es lo que


vio, lo que estaba pensando. Estoy segura de que mi cara estaba ruborizada y
mis ojos eran salvajes. Una persona no toca un instrumento tan rápido que esté
empieza a echar humo sin que su aspecto cambie. Tal vez me había imaginado
el humo –en realidad yo no podía hacer eso, ¿podía?

Me miró a los ojos.

- Theia –comenzó, y entonces, volvió a enmascarar sus facciones- Por el


amor de Dios, siéntate derecha.

Y salió de la habitación.
33

Capítulo 3
Aquella noche, el laberinto no era un seto verdoso, pero en su lugar muros de
retorcidas ramas amenazaban con espinas, y no había signos de vegetación...
o de vida. Los nudosos y puntiagudos palos estaban trenzados juntos con
fuerza, impidiendo el paso de la luz a través de los muros, pero algunos palos
se clavaban y arañaban mi piel si pasaba demasiado cerca.
Una canción nueva atravesaba el aire nocturno. En la esclavitud de la música
no había escapatoria, no para mí, pero continué caminando lentamente, cada
paso cuidadosamente coreografiado, cautelosa de no mover nada como los
pájaros que antes encontré. Envolví mis brazos a mí alrededor, sin ninguna
otra protección contra el frío o contra las ramas afiladas como navajas.
Realmente no quería estar aquí. A pesar de mi fascinación por Haden Black,
las aventuras nocturnas me asustaban. No debía estar muy lucida si sólo
estaba soñando. Y si era sonámbula, me preocupaba que realmente pudiese
hacerme daño.
Creo que papá siempre supo que yo tenía la capacidad para meterme en este
tipo de problemas. Por eso debe ser que siempre había intentado aplacar mi
inclinación natural hacia ser un espíritu libre como mi madre. Quizá él tenía
razón en intentar sofocar esta predilección – solo hay que ver lo que pasa
cuando sigo mis propias ideas.
La atracción del centro del laberinto tiró de mi demasiado fuerte como para
negarme, como un eco de los latidos de mi propio corazón. Cuando alcancé el
claro, busqué a mi anfitrión – medio esperanzada y medio temiendo su
reaparición. En un estrado, el mismo cuarteto sin rostro que tocaba su
inolvidable y malhumorada canción. Frente a ellos, un salón de baile donde se
mostraban parejas de macabros bailarines. Llevaban trajes de seda y encaje, el
cabello de las damas lucían elaborados montículos y cascadas de rizos. Los
caballeros, todos muy elegantes, también vestían de manera formal, llevaban
esmóquines con fajas de tonalidades semejantes a joyas y corbatas.
Pero sus caras... cada una era a su manera única y completamente horrible.
Algunos eran esqueletos sin carne, huesos con cuencas vacías. Otros eran
peor, con rasgos mal formados o totalmente perdidos. Narices como picos.
Bocas donde deberían estar las narices, ojos demasiado separados. Y aun así
bailaban maravillosamente como si fueran encantadores y no horribles. Como
si fuera absolutamente normal que una boca abierta muestre dos conjuntos de
dientes nudosos.
Deseé no poder ver los bailarines y sus mórbidas expresiones. Hasta ahora
nadie me había echado un vistazo, hecho que agradecí. Entonces los
bailarines se apartaron como si hubiese un muro invisible que los hiciera
moverse fuera del centro.
Él.
Mi pulso martilleó muy fuerte, mi piel se tensó. Intenté respirar profundamente,
pero no podía llenar mis pulmones con suficiente aire. Era como si él controlara
todo el oxígeno, como una aspiradora o como un agujero negro. A su alrededor
sus felices demonios bailaban alegremente.
34

Esta noche él llevaba un sombrero de copa, el cual se quitó haciendo una


reverencia con una floritura, recordándome al cruel Mr. Darcy. Él era
definitivamente travieso – y peligroso. Gracias a mi estricta educación mi
etiqueta era impecable, así que por supuesto hice una reverencia en respuesta
y entonces me sentí estúpida e infantil.
La palpitación de mi pecho repentinamente me avergonzó. Yo no llevaba
sujetador para dormir y su sonrisa sugería que podía ver muy bien desde su
sitio en el centro del suelo de parqué. Cruzar mis brazos sobre mi pecho habría
sido aún más obvio, así que me estuve quieta. Muy, muy quieta.
Tragué mientras él se volvía a poner el sombrero y lentamente desfiló ante sus
mórbidos fiesteros. Ellos le sonrieron con adoración – parecía algo similar a
una sonrisa – y rápidamente llenaron el centro sin perder nunca un paso de su
intrincado vals.
Haden paró delante de mí, el material de su negro traje formal brillaba como el
cielo nocturno. - Theia, un placer tenerte como compañía otra vez.
Su voz causo que por mi espina dorsal bajase un temblor. - ¿Quién eres?
En respuesta, él solo sonrió mientras su mirada vagaba por mi cuerpo.
- Te vi hoy... en el colegio
Ladeó su cabeza – lo hiciste. Ahora ¿Te gustaría bailar?
Él camino hacia mí, y yo instintivamente retrocedí un paso.
- No. - sacudí la cabeza, y él río de la manera que ríen los adultos
cuando un niño les divierte. A pesar del frío en mis huesos, mi piel
ardió al rojo vivo. - Yo no... bailo. De todos modos no sé cómo.
- Entonces te enseñaremos. Tú de todos los humanos deberías ser
una bailarina maravillosa.
- ¿Humanos?
- Perdóname. Me equivoqué ¿no? - Me dedicó un exagerado
encogimiento de hombros. - aun así, el baile será algo natural para
alguien como tú.
- ¿Qué significa «alguien como yo»?
- He oído tu violín, Theia. Canta como un ángel en tus manos.
¿Había estado en un concierto? ¿Le había visto antes y ese es el porqué de
que soñara con él antes de conocerlo? Pensé que esta explicación parecía
más segura que las otras que podía conjurar, sabía que no era cierta. Nada de
esto se podía explicar con una sencilla coincidencia, y este conocimiento me
provocó escalofríos.
Tragué todo el miedo que se había formado en mi garganta como una bola. -
Tocar música y bailarla son dos talentos diferentes... Haden.
Fingió no haberme escuchado decir su nombre. - Tonterías. Dos instrumentos
diferentes, tal vez.
- Yo no soy un instrumento.
Haden fijó su mirada en mis labios hasta que sentí un hormigueo. - Tú
transmites valor a la música desde tu alma y con ello alimentas tu violín.
35

- Pero...
Él me rodeó. El calor que desprendía me envolvió como una cinta, igual que su
aroma. Intente reconocerlo, pero no pude identificarlo.
Por segunda vez lo seguí. Como si hubiese un poste entre nosotros, nos
rodeamos lentamente, nuestros ojos se encontraron.
- Pon tus brazos a los lados – Seguí su orden sin pensar – Mírame a
los ojos y muévete conmigo – Ordenó.
No me tocó como las otras parejas que bailaban el vals, aunque se movía en
los mismos pasos que ellos habían hecho, elegante y ágil. Y yo me movía con
él, tenuemente al principio. Sus ojos anclaron mi espíritu a ellos, y mi cuerpo
siguió adelante.
Aún sin tocarme, relajamos nuestros brazos y pusimos nuestras manos palma
con palma mientras nos movíamos entre la multitud. La energía entre nuestras
manos chispeaba, cargando el aire a nuestro alrededor y provocando que el
vello de mi nuca se erizara.
Y yo bailaba.
La sensación de libertad de mi espíritu debía abrumarme, desatándome. Pero
yo bailaba. No me importaba vestir un camisón blanco de algodón a un baile
formal. No me importaba estar bailando con el diablo. En lugar del miedo
sensato, me alegraba de la libertad física que nunca había tenido.
Y alimenté con la música a mi cuerpo.
Esto no era tan diferente de cuando me pierdo en mis canciones, excepto que
la sentía en más lugares que mi corazón y mi cabeza. Mi cuerpo se sentía tan
vivo. Podía sentir la sangre fluir por mis venas, llevando el ritmo con la
percusión de la orquesta.
La amenazadora conexión entre Haden y yo se fortaleció. Mientras miraba
fijamente a sus ojos, sabía exactamente donde estaba el siguiente paso al que
me llevaría. Mi corazón tartamudeó brevemente, y cuando recobró el ritmo,
supe que estaba sincronizado con los latidos de él.
La expresión en su cara se ablandó y pareció bajar la guardia ante mí por
primera vez - ¿Lo sientes? - susurró.
- Sí – contesté ¿Cómo no me había fijado antes en lo joven que
parecía? No era mayor que yo. Y ciertamente no era amenazante.
- No – su voz cortante me atravesó como si hubiese dicho mi nombre.
- ¿No qué?
- No caigas - cerró sus ojos y giró otra vez su cabeza, rompiendo el
vínculo.
Caí en la oscuridad, despertando en mi propia cama con el corazón de un
extraño latiendo en mi pecho.

Amelia tenía un plan.


Era horrible.
36

Habíamos estado sentadas en nuestro usual banco en la cafetería. Como por


sobrentendida costumbre, le había dado mi comida sensata, nutritiva y casera
a Donny cambiándola por la comida caliente de la cafetería. Ella creía que soy
rara pero yo nunca había conseguido tener comida americana grasienta cerca
de mi padre.
Y entonces, agarrando en su mano un trozo de papel de libreta doblado, Ame
soltó su complot para enganchar a Mike Matheny, el objeto de su amor eterno.
Donny agarró dicho plan de las manos de Ame y lo miró con disgusto. - ¿Qué
demonios te pasa? - Donny le preguntó. - Deja de pretender que tienes siete
años y limítate a ir a decirle que quieres saltar encima de él. Para de enviarle
mensajes por notas.
Ame cogió de nuevo el papel a Donny. - No es una nota. Es un poema. No todo
está relacionado con sexo ¿sabes? ¿Nunca has querido un romance en tu
vida?
- No si eso significa que tendré que ver la misma cara durante cuatro
años. - Donny y Amelia discutían como una vieja pareja casada, pero
no había ningún veneno en el modo en que lo hacían. Eso era parte
de su encanto. Donny abrazó a Ame con un brazo – Cariño, sabes
que te adoro. Eres guapa, divertida e inteligente. Cualquier chico
sería afortunado de tenerte. Si Mike Matheny no lo ha notado ya,
significa que no es lo suficiente inteligente para estar contigo.
Yo abracé a Amelia por el otro lado. - Realmente eres guapa, divertida e
inteligente. Y también me gusta tu poema de verdad.
- Así que ¿vosotras no creéis que debería darle el poema?
Donny gimió y fingió tirarse sobre la mesa golpeándose la cabeza.
Yo apreté el hombro de Ame – Solo creemos que pasarle notas de amor
anónimas – eh... poemas – es demasiado... um... sutil.
Ella suspiró y tiró su pesada trenza sobre un hombro para poder jugar con el
extremo de esta. - Bueno, a mí me gusta mi plan. - Cada una de sus uñas
estaba pintada de un color diferente.
- Amelia eso no es un plan, es una excusa. Vas a poner las notas en
cajas donde las pueda ver ¿sí o no?
Donny no levantó la cabeza de la mesa, así que sus palabras sonaron
apagadas.
- Oh, lo siento. Debería seguir totalmente tu consejo y simplemente
arrojarme sobre él. Esto te funciona muy bien a ti. Dónde está tu
novio, Donny. Oh, exacto. Tú no tienes novio.
Donny se sentó – Si eso tenía que herirme, fallaste. Yo no quiero un novio.
¿Por qué comprar la vaca?
- ¿Huh? - pregunté.
- Por qué comprar la vaca cuando puedes conseguir la leche gratis. Mi
abuela me dijo que no le gustaba mi vestido en las fotos de
graduación porque era demasiado corto. - Donny agitó sus cejas
hacia mí – Creo que quería decir que me estaba rindiendo a ser una
chica fácil, pero así funciona mejor para mí.
37

- Ame ¿te hemos convencido ya de no introducir sonetos anónimos en


su taquilla? - Deseé que ella solo se lo dijera.
- No. Además tú no eres quien para hablar.
Mis mejillas se calentaron - ¿Qué quieres decir?
- No he podido evitar notar como mirabas furtivamente la entrada por
el nuevo sneetch durante todo el día.
- Yo...
- Él solo lleva aquí dos días – Contestó Donny por mí. - No su
secundaria entera. Buen intento, Ame. - Ella me dejó clavada con
una mirada – No es que te libres tu tampoco.
Le saqué la lengua.
Haden Black hoy había demostrado ser muy escurridizo. Yo sabía que él
estaba en el colegio y sabía cada vez que estaba cerca porque el aire a mí
alrededor se paraba como si el mundo se reordenara para acomodarle en él. A
veces cuando miraba hacia arriba captaba un instantáneo destello de él y
entonces la atmósfera volvía a ser normal.
¿Qué haría si verlo seguía siendo un misterio? Quiero decir, había soñado que
él era algún tipo de maestro de ceremonias en un circo macabro. Y que
bailábamos un vals sin tocarnos. Y que nuestros corazones latían como uno
solo.
Yo no gasto mucho tiempo hablando con chicos, pero sabía que esto era
demasiado, demasiado pronto.
Ni mencionar que sospechaba que mis sueños no eran sueños y que habían
sucedido realmente y esta rareza me estaba pasando todo el rato.
Impaciente por pretender que todo era normal fruncí el ceño a la ensalada de
Ame - ¿Quieres la mitad de mi hamburguesa?
Ella sacudió la cabeza
- No estás gorda – argumenté, conseguí decir mi replica antes de que
ella me diera la suya.
- Tampoco estoy delgada
Amelia no era pequeñita, no como su americana madre, quien vestía una talla
dos y era tan rubia como una supermodelo. Ame conservaba una capa de
grasa bebé que para mí le hacía parecer totalmente adorable., pero para ella
esto era la señal de un fracaso total.
La gente tendía a ir hacia ella porque era amable con todo el mundo. Ella
también era muy divertida. - Rápida para reír y abrirse a nuevas ideas y
experiencias. Había un montón de chicos que rondaban a su alrededor,
suficiente inteligentes para notar como ella resplandecía, queriendo estar cerca
si ella les dejaba. Ella no parecía entender que podía haber potencial para algo
más que una amistad con cualquiera de ellos. Ella solo notaba que Mike
Matheny no la notaba.
El móvil de Ame pitó – Oh, dios mío, casi lo olvido – dijo después de tirar para
abrirlo. - Mañana después del colegio tengo una lectura de tarot. Chicas
38

deberíais venir. Madame Varnie se supone que es increíble. Quizá ella pueda
leernos las cartas a todas.
- ¿Madame Varnie? ¿Hablas en serio? Suena como alguien a quien
puedes encontrar en una carpa de circo. - Donny no tenía mucha
paciencia para las lecturas psíquicas de Amelia. - Nunca he
entendido porque vas. La mitad del tiempo vuelves contenta por una
desafortunada lectura porque te dicen que el futuro no está escrito en
las piedras, así que si es malo no te preocupes. ¿Por qué te
molestas en conseguir una lectura si no es necesariamente exacta
de todas formas?
Ame suspiró – Porque me gusta tomar contacto con mi intuición.
- Pero tú no lo estás – Dijo Donny – Tú tomas contacto con la intuición
de alguien más sin una promesa de precisión. Sin mencionar que
podrías ahorrar el dinero que te gastas en una intuición falsa para tu
matrícula universitaria.
La matrícula universitaria era una gran preocupación para Donny. Su familia no
podía guardar dinero para esto cada mes.
- Hola Donny. - un sneetch con una chaqueta de letras se paró en
frente de nuestra mesa. Por voluntad propia.
Las cejas de Ame casi se tocaban. Hizo una dura mueca. -¿Gabe Erickson?
Gabe sonrió a Donny, mientras sus dientes relucían bajo la luz de los
fluorescentes de la cafetería. Me preguntaba cómo se vería bajo una luz negra.
Donny intencionadamente no dijo «hola» de vuelta. Ella estiró sus piernas,
poniéndolas sobre el banco con un plaf, y bostezó.
- Te he traído esto – él le tendió una bolsa de papel. Su pelo marrón
arenoso formaba una perfecta onda en su frente como un comercial
del chico adolescente ideal.
- Me has traído un libro – Donny arrugó su nariz - ¿Por qué?
- Es El guardián entre el centeno – explicó
- ¿Y?
El bronceado impecable de Gabe se sonrosó. - Bueno te oí decir que habías
perdido el tuyo. Y lo necesitamos para inglés. Tenía una copia extra. Él empujó
el libro hacia ella otra vez.
Donny miro a Ame y a mí por consejo, ambas nos encogimos de hombros. Ella
exhaló sonoramente y agarró el libro como si pensara que este tenía dientes.
- No planeaba leérmelo de todos modos, pero gracias. Supongo.
Él sonrió.
Ella nos miró a nosotras otra vez ya que él no se iba.
- No quiero entretenerte de tus importantes deberes, Gabe ¿No
encabezas la brigada torbellino? ¿No dejas atrás a los estudiantes de
primer curso y todo eso?
La sonrisa de Gabe se desvaneció – No. Yo no... No importa. Nos vemos.
39

De vez en cuando Donny dejaba salir su lado más vulnerable a través de la


máscara de despreocupación que normalmente llevaba. Esta no era una de
esas veces. Mantuvo su frente alzada mientras miraba como él caminaba lejos.
- Eso ha sido raro – dijo Ame, haciendo una magistral y sencilla
valoración del encuentro.
- Pero amable – añadí
Donny me miró – Nunca confíes en un sneetch, chica.

Obviamente historia de Estados Unidos no era mi asignatura más fuerte.


Aunque he nacido en Estados Unidos, después de la muerte de mi madre, mi
padre y yo regresamos a Inglaterra hasta que los negocios le trajeron de vuelta
cuando yo tenía trece años.
Intenté no retrasarme pero a menudo me confundía. Yo tenía que aprender
mucho más que los otros estudiantes para llevarme un reconocimiento, mucho
más de lo que ya era parte de su cultura popular. Y mi padre era lo opuesto a
servicial cuando se trataba de cualquier cosa americana. Donny lo llamaba
Amerifóbico.
El Sr. Frank, el profesor de historia, estaba agrupando a la clase para un
proyecto. Esto nunca era algo bueno. El Sr. Frank no entendía sobre el abismo
entre los que tenían estrellas en sus estómagos y el resto de nosotros.
Tampoco comprendía que emparejarme con alguien era totalmente malo, pero
emparejarme con un chico reducía mi coeficiente intelectual a un solo dígito.
Mientras leía en voz alta las parejas, mi piel picaba con el calor y mis oídos
empezaron a sonar. Porque solo había dos nombres, yo estaba escuchando
pero no los había oído aún.
Por favor, Dios, no.
- Y por último Theia y Haden – él leyó de sus notas
Mis nervios bailaban como si estuvieran intentando salir de mi piel. Me giré
lentamente hacia la silla de Haden intentando tragar e intentando no lucir como
si quisiera perder el conocimiento.
Él miró fijamente hacia mí, su expresión ilegible y sus oscuros, oscuros ojos tan
fascinantes como siempre. El resto de la clase dejaba sus asientos, haciendo el
camino hacia sus respectivos compañeros mientras nosotros estábamos
sentados mirándonos fijamente el uno al otro.
Deseé que sonriera, pero entonces recordé la forma en que me sonrió en el
salón – La malvada y conocida sonrisa de satisfacción que me hizo incluso más
consciente de lo que ya era. No, era mejor que no me devastara.
Él elevó su frente como si preguntara e indico el pupitre en frente de mí ahora
vacío. Yo asentí y me giré de nuevo en mi asiento. Unos pocos segundos antes
en mi cara se podría haber frito un huevo pero ahora, de repente, mi piel
estaba como piedra fría y húmeda. Estábamos destinados a sacar una F en el
proyecto. No había otra forma de verlo.
40

Yo no le miraba pero supe cuando se sentó hacia atrás en la silla. En cambio,


toda mi atención se centró en la profunda ranura rasgada en mi pupitre. El aire
entre nosotros desapareció. ¿Lo sintió? Intenté recobrar mi aliento pero contra
más intentaba inhalar más consumida me sentía.
- ¿Vas a estar bien? - me preguntó
- Claro – respondí como si nada en la habitación hubiese cambiado en
los últimos treinta segundos. Me obligué a mirarlo. Llevaba una
camisa azul zafiro con un ligero brillo y unos tejanos muy gastados.
La camisa se moldeaba a su cuerpo y me rogaba que lo tocara.
Mi corazón latía llenando mis oídos, al principio con un ritmo de rápido staccato
que se volvió más profundo, un resonante golpeteo, como demasiados bajos
en el estéreo de un coche. Era consciente de mi sangre entrando y saliendo de
mi corazón del modo que la luna dirige la marea. Y entonces el hiposo martilleo
y el latido no duraron más que los míos propios otra vez.
¿Lo había sentido también?
Sabía que el resto del mundo seguía lo largo, el tiempo avanzaba muy
lentamente y las vidas eran dirigidas todas a mí alrededor, pero yo estaba en el
ojo del huracán mientras todo se iba lejos. Sin tiempo, y aun así nos
mirábamos por encima del pupitre vacío entre nosotros.
Sus ojos estaban bordeados por exuberantes pestañas y sus labios eran
abundantes, rellenos, prohibidos. Me imagine besándolo y mi lengua barrió a
través de mi boca como si él hubiese despertado mi apetito. Él silbó y se
reclinó en su asiento, espantándonos ambos con su reacción y arrojándonos de
vuelta al presente.
Estaba avergonzada.
- Mira, ni siquiera he leído los capítulos aún. Quizá debería hacer esto
primero y luego podemos hablar sobre el proyecto ¿vale? - Haden
propuso, su voz sonó metálica y un poco falsa.
Asentí. Tenía sentido. Después de todo, él acababa de empezar el colegio
aquí. Claro que necesitaba alcanzarnos. Sin embargo probé la decepción que
sabía a palomitas secas y atascadas en mi garganta. Se giró de nuevo y miré
fijamente su cuello, queriendo arrastrarme por encima de mi pupitre y
besárselo. Su nuca se volvió roja en el punto en que yo miraba fijamente, él
recogió sus cosas y se fue de vuelta a su pupitre. Como si supiese lo que yo
había estado pensando.
Y no pudiera alejarse de mí lo suficientemente rápido.
41

Capítulo 4
Despertar otra vez en el jardín me hizo enfadar.

No había pedido esto. Las macabras noches y los humillantes días parecían
injustos. No era como si la vida que dirigía me llevase directamente a este
punto. Nadie estaba trabajando tan duro como yo para estar fuera de
problemas. Así que, ¿Por qué me acechaban en mis sueños?

El laberinto me llamaba, y como empezaba a ser habitual respondí. Aunque el


follaje había relevado a los espinosos palos, la atmosfera no era amistosa. De
hecho, el camino era más complicado y encontré más formas de acabar
muerta, a pesar de la fuerte atracción del centro. Topiarios de la medida y la
forma de un humano me asustaron y ojos rojos me miraban desde las
profundidades de los arbustos y matorrales. Mi camisón se pegó a mi cuerpo
donde transpiraba a pesar del frío.

Me preguntaba qué pasaría si rehusara continuar. ¿Me despertaría de un mal


sueños o las consecuencias serían más nefastas? Aunque los demonios no me
habían amenazado aún, no eran tiernos ni dulces tampoco. Algo me decía que
cruzarme con las criaturas de las pesadillas podía significar cosas muy malas
para mí, y que, por el momento, toleraban mi existencia aquí porque Haden
deseaba mi aparición.

Excepto que quizá él no lo hacía.

Continué yendo porque necesitaba respuestas. Si esto era un sueño, ¿Qué


intentaba decirme mi subconsciente? Y si esto era real…

Tosí cuando el olor a humo llenó mi nariz. Contra más me acercaba al centro,
más caliente se volvía el aire, hasta que al final llegué al claro.

Una hoguera había remplazado la pista de baile de parqué. Esta noche no


había damas bailando con sus mejores galas y joyas. De hecho, no había
ningunas ropas, a parte de un sombrero o dos, porque no había carne en
absoluto.

Esqueletos animados se reunían alrededor del fuego en un círculo, riendo


estridentemente. Chirriaron y traquetearon mientras se movían, el sonido
perturbador y espantoso. Muchos de ellos bebían de copas, y el líquido se
derramaba por sus cuellos y costillas mientras tragaban.

Uno de ellos se fijó en mí y sobre la multitud cayó un silencio hasta que todos
se empezaron a mover a la vez para conseguir una mejor vista, estirando sus
cuellos. El sonido era una sinfonía de crujidos y chasquidos. Estaba demasiado
asustada para correr, demasiado asustada para gritar, demasiado asustada
42

para parpadear. Un débil maullido escapó de mi garganta y la parte posterior


de mis rodillas tembló.

Tras de mí, una voz masculina dijo – Si tanto te asustan, ¿Por qué sigues
volviendo?

Por qué su voz calmó mi miedo, no lo puedo entender. Me tocaba como una
manta recién salida de la secadora, caliente y suave. Mis nervios se calmaron y
él dio un paso a mí alrededor hasta que quedamos cara a cara. Sonrió y eso
me devastó, desgarrando pequeñas partes de mí que no sabía que tenía hasta
que él empezó a despedazarlas.

- ¿Qué eres, Haden?

Hizo un gesto descuidado con una mano hacia su jardín de huesos y ellos
reanudaron su fiesta. Apaciguados, supongo, de que mi compañía no fuese
poco grata. Los chirriantes sonidos de todos ellos moviéndose a la vez
volvieron a enviar escalofríos a través de mi columna.

- ¿Qué desearías que fuese, Theia?

- Desearía que fueras… honesto – Porque no sabía que más desear.

- ¿Sí? – Inclinó su barbilla y me evaluó – No estoy seguro del todo.

- Por favor

- ¿Honesto? – Se dobló por la cintura y me habló suavemente al oído, su


voz baja y cálida. – Te encuentro absolutamente encantadora.

Los temblores viajaron desde mis oídos hasta los dedos de mis pies, con un
interesante recorrido que me hizo alegrarme de haberme acordado de llevar
sujetador para ir a la cama.

Busqué la mentira en sus oscuros ojos, pero en su lugar encontré una


expresión sincera. Se enderezó suntuosamente y retrocedió un paso,
disminuyendo la intimidad entre nosotros.

Entonces fue cuando me di cuenta de que esta noche no llevaba su traje


formal, aunque lo que llevaba difícilmente podría considerarse moderno. Su
camisa blanca, demasiado grande, estaba arrugada y por fuera de los
pantalones. Como si acabara de salir de un barco pirata.

La calurosa multitud de esqueletos aumentó el volumen, pero el rechinar de


sus articulaciones de provocaba dolor de cabeza y me froté mis sienes.

- No estoy seguro de que debas estar aquí, Theia.

Eso nos hacía dos - ¿Dónde es aquí?


43

- Este es mi mundo. – hizo un gesto hacia las criaturas alrededor de la


hoguera, como el líder de un circo. – Mi legado.

- ¿Por qué estoy aquí? ¿Cómo he llegado hasta aquí?

- Desearía saberlo. – Me inmovilizó con una intensa mirada, una que


debería haberme asustado. En cambio, me electrificó. – Tienes el
camino de la luz de la luna sobre ti. Como si estuvieras hecha de rayos
de luz plateada. – Después de otra inspección, añadió. – No perteneces
a aquí.

Sus palabras se sintieron como un corte a través de mi pecho. Todo era tan
contradictorio. – Entonces, ¿no me quieres aquí?

- ¿Eso es lo que he dicho?

- Me hablas en círculos.

- Supongo que lo hago. Tú no eres mejor que yo, mi corderito. Dime, ¿Por
qué estás aquí? – Me introdujo otra vez en el laberinto, y de vuelta a la
fiesta de huesos, parándonos en una larga esquina de una fuente
iluminada con velas.

- No lo sé, creo que tú lo haces. ¿Estoy soñando? ¿Qué pasa en el


colegio? Finges que no me conoces. ¿Y qué pasa con el hombre en
llamas? – Las preguntas salieron en una ráfaga de aire. Debía sonar
como una lunática.

Haden, si realmente era Haden, respondió a mi bombardeó con - ¿El hombre


en llamas?

Exhalé ruidosamente – Contestas preguntas con más preguntas.

- No te gusto.

- No te conozco.

- No creo tampoco que te guste más si consigues conocerme. Este sitio,


florece con tu presencia como una flor con el sol. Pero no es bueno para
ti. Deseo que uno de nosotros sea suficiente fuerte para mantenerte
lejos.

Caminé hacia él, no conscientemente, pero sin embargo ahí estaba – Entonces
me quieres aquí.

- Theia – advirtió – estas hecha para alguien más. Este no es tu destino. –


Se sentó en un banco que podía jurar que no estaba ahí un minuto
antes. – Caer bajo el hechizo de esto solo te traerá dolores de cabeza.
44

- No estoy soñando ¿verdad?

- ¿Crees que lo estás? – Hice rodar mis ojos, y se río de mi reacción – A


veces las respuestas son más preguntas. A veces abajo es arriba. –
Alcanzó el follaje y arrancó una rosa negra. Aunque antes no noté
ninguna flor en los arbustos. Inhaló el aroma y luego la tendió hacia mí.

Coloqué mis dedos con cautela sobre el tallo hasta que me di cuenta de que no
tenía espinas y acepté su ofrecimiento, sin estar segura de sí debería hacerlo
pero a la vez incapaz de resistirme. – Gracias – él no soltó el tallo y ambos
miramos fijamente a la flor entre nosotros. Una extraña sensación me pilló
desprevenida y hablé sin pensar – Puedo sentir los latidos de tu corazón,
Haden.

Aflojó su sujeción sobre la rosa – Es difícil imaginar que no me perteneces


cuando la atracción es tan fuerte. Tal vez tú tienes que ser la más fuerte de
nosotros.

- No sé cómo ser fuerte. No sé cómo ser nada.

Chasqueó su lengua y despachó mi comentario – Sabes más de lo que


piensas.

- Me gustaría saber dónde estamos. – Olí la rosa, sorprendida de que el


aroma no fuese como el de ninguna flor que haya olido antes. En su
lugar, tenía una fragancia picante con matices de vainilla. Olía como
Haden.

- Quizá no tenga un nombre – su característica sonrisa destelló. – Quizá


sea diferentes cosas para diferentes personas.

- Creo que es un sueño.

- Quizá para ti lo sea – alargó su mano hacia mi pelo, pero el mismo se


detuvo. – Quizá deberías despertar.

Y entonces lo hice.

Me senté, aturdida por la luz del sol y no tan aturdida como debería haber
estado al encontrar una rosa negra de tallo largo sobre la almohada junto a mí.

Donny me pasó su bebida de moca - Sostén esto ¿sí? – Se dobló por la cintura
y ahuecó sus dedos a través de su cabello. Batiéndolo hacia atrás, me recordó
a una supermodelo con mechones perfectamente despeinados – Dios. Mi
45

madre ha cambiado de champú y mi pelo esta tan apagado ahora, me está


volviendo loca.

- Tu pelo se ve bien. – Estábamos esperando a Amelia, en nuestro lugar


usual frente al Principal. Mi mente se mantenía viajando de vuelta a la
rosa y a Haden, intentando darle algún sentido y fallando
miserablemente.

Amelia llegó junto a mí y arrancó el moca de mi mano, devolviéndoselo a


Donny después de haber tomado un trago – No olvidéis que hoy después de la
escuela tenemos a Madame Varnie.

- Ugh. ¿No podemos conseguir que nos arranquen las muelas del juicio
en su lugar? – respondió Donny, y luego se sentó recta – Diviso, con mi
ojito… sneetch fresco a las nueve en punto

Justo antes de que dijera eso, la parte izquierda de mi cara se calentó como si
el sol estuviera brillando en ella. Rápidamente, me incliné y fingí excavar en mi
bolsa en el suelo y robé una fugaz mirada. Efectivamente, Haden se dirigía
directamente hacia nosotras. Lo que estaba buscando en mi bolsa realmente
se volvió difícil de encontrar. Hurgué a través de ella, maldiciendo mi estúpida
incapacidad para actuar como una persona normal. De ninguna manera iba a
hacer contacto usual. Tampoco era como si no se fuese a detener antes de
alcanzarnos. Nuestro sitio solo era un banco cercano a las puertas delanteras.

Mi cara se fue calentando y calentando y mi búsqueda del esquivo objeto en mi


bolsa se volvió ridículamente intensa. Cuando Haden se paró directamente en
frente de mi bolsa mi mirada hizo lentamente el recorrido desde sus pies hacia
arriba. Inclinada sobre mi bolsa, tenía los ojos al nivel de su entrepierna y no lo
pude evitar pero mi mirada se detuvo en ella un segundo demasiado largo,
como si mi piel no estuviera ya en llamas con el rubor del infierno.

Imagina mi sorpresa cuando se agachó a mi altura – Hola, compañera.

Té de Char. Así es como olía. Un poco exótico, un poco dulce. Sus rasgos se
suavizaron esperando mi respuesta, pero no pude formar una. Sus labios
estaban tan cerca que apenas podía reprimirme de probarlos, lo que era una
idea insólita e inoportuna, pero igualmente atravesó mi mente.

Donny reanudó su practicado andar, y Ame suspiró ligeramente. Su presencia


me daba un poco de coraje y me permitió hablar, finalmente - ¿Te… um…
acabaste la lectura? – La voz de mi padre me regañó en mi cabeza por el
«um».

- Lo hice. ¿Tal vez podemos trabajaren alguna de las preguntas durante


el almuerzo? – Sonrió. No estaba preparada para mi reacción ante el
arma más potente que tenía Haden en su arsenal. Una sonrisa
autentica, una que llegó hasta sus ojos. Una genuina emoción fue
46

suficiente para arrancar mi vida de la seguridad de todo lo que había


conocido.

Durante diecisiete años, había intentado vivir a la manera de mi padre. Cada


paso mesurado, mis palabras cuidadosamente escogidas. En su fortaleza del
miedo me hice mayor, pero no fuerte. Añoraba remplazar e agujero en su
corazón dejado por mi madre, así que mi vida nunca me perteneció. Mi corazón
era mi musculo más débil, nunca ejercitado, nunca siquiera flexionado.

De repente, comprendí que milagrosamente seguía funcionando. Y estaba


lleno. Tan lleno que sentí como si rayos de luz solar estuvieran estallando a
través de mi pecho saliendo de mí en un radiante esplendor. Haden me había
hechizado y la vida cambió a tecnicolor. En su sonrisa, sentí las ataduras que
sujetaban mi espíritu desgarrarse.

Quería ser temeraria. Quería ser como mi madre. Medio esperaba que el
campus estallara en una canción y un número de baile coreografiado.

- Te veré en la biblioteca – fue lo que contesté, aunque lo que quería decir


era mucho más prolífico y habría sido mucho más vergonzoso.

- No puedo esperar – dijo, ruborizándose tan ligeramente que quizá lo


había imaginado, se levantó lentamente, estirándose, sin perder nunca
el contacto visual conmigo. Mantuvo la conexión incluso cuando Brittany
y Noelle se le echaron encima, las animadoras del primer día. Lo
flanquearon, colocándose sobre él, y tocándolo como yo nunca lo había
hecho.

- Ahí estás. – dijo Brittany, acariciándole el brazo e ignorando al resto de


nosotros intencionadamente. – Tenemos una sorpresa para ti.

Brittany sujetaba una cesta de muffins y de los dedos de Noelle colgaba un


termo.

Algo cambió. Una expresión extraña se instaló en su cara, como un ladrón


robando mi más preciada posesión. El picante aroma sin nombre que
normalmente le rodeaba se chamuscó, y en su lugar olía a azufre. Haden
envolvió sus brazos alrededor de Brittany y Noelle y apenas asintió una
despedida hacia mí mientras se alejaba.

Me corazón se marchito en una minúscula pasa seca. ¿Cómo he podido ser


tan estúpida? Mi padre se merecía créditos extra por al menos intentar
mantenerme lejos de los chicos, puesto que no entendía una sola cosa sobre
ellos. Haden probablemente estaba riéndose y diciéndole a la asociación de
sneetch como prácticamente había caído a sus pies. Se estarían riendo de mi
ingenuidad mientras se quejaban de lo difícil que era encontrar ayuda buena en
estos días.

Era una broma.

- Para. – Donny siguió con los ojos al trío hasta el edificio. – Está siendo
un imbécil. No te tomes esta mierda de forma personal.
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- No lo hago.

- Lo haces. El aire que dejaron tus llantas tan pronto como esas chicas
aparecieron. Estoy tan cansada de ellas. De todos ellos. Apestan. Creen
que el dinero de sus papis los hace especiales, y no es así.

Ame no estaba de acuerdo. – Ciertamente hace sus pechos especiales. Noelle


está en mi clase de E.F. Hace dos semanas, sus chicas eran estudiantes de B,
ella por lo menos ahora parece de C+.

Donny resopló. – Oh Dios Mío. Tienes razón. ¿Qué tipo de padres pagan por
una operación de pechos para una chica de diecisiete años? Los míos ni
siquiera me pagarían las mechas.

Mis apenas Bs se tensaron bajo el pensamiento de estar bajo un cuchillo. Ni


siquiera para conseguir la atención de Haden haría eso. Si eso era lo que
quería, lagrimas escocieron en mis ojos, si realmente era lo que él quería, mi
corazón se iba a romper.

- No llores por él. – me advirtió Donny – No vale ni una sola lágrima. Es


una caricatura de lo que piensa que es un hombre.

Asentí. Ella estaba en lo cierto. Los sneetches no valían ni una lágrima.

Ame abrió su móvil. – Mierda. Llegamos tarde a clase.

- ¿Nunca van a arreglar el timbre para que realmente suene de vez en


cuando? – Donny bebió lo que quedaba de su café y tiró la taza.

El timbre del colegio había estado fuera de servicio durante todo el año. A
veces sonaba sin ninguna razón aparente; pero la mayoría de las veces no
hacía absolutamente nada. La mayoría de los profesores dejaron de
permitirnos usar la campana como excusa por llegar tarde desde las
vacaciones de invierno.

- Hola, chicas. Hola, Donny.

Levantamos la voz sorprendidas por la procedencia de la voz. Gabe con su


siempre perfecto pelo, se nos había unido.

- ¿Qué quieres? – preguntó Donny. Para ser justa, seguía sin haberlo
visto hacer nada que no fuese ser amable.

- Nada realmente – se encogió de hombros – Supongo que deberíamos ir


a clase ¿huh?

- Las damas primero – espetó ella, gesticulando para que nos precediera.

- ¿Eres siempre tan perra, o te lo guardas para mí en especial? –


preguntó él.

Ame y yo intercambiamos miradas con los ojos abiertos de par en par.


48

- Este es el nivel uno de perra, gilipollas. Quédate cerca si quieres ver la


demostración completa.

Él murmuró algo en voz baja y empezó a caminar hacia la puerta que


deberíamos haber atravesado hace cinco minutos. Donny cruzó sus brazos y le
miró fijamente hasta que se giró y gritó – Te guardaré un asiento en Inglés.

Antes de que ella pudiera repicar algo, él exhibió una sonrisa y salió corriendo
hacia las escaleras.

El rastro de una sonrisa cruzó la cara de Donny antes de preguntar - ¿Qué


demonios está pasando aquí?

Medio esperé que me dejara plantada en la biblioteca. Me prometí a mí misma


que no estaría defraudada si él se saltaba su sesión de estudio. Y si él
aparecía, me mantendría distante y desinteresada por todo excepto por nuestro
mutuo beneficio.
En su lugar, Haden estaba ya haciéndome una pregunta mientras se deslizaba
en la silla en el otro lado de la mesa, frente a mí.

- ¿Quién eres exactamente, Theia Alderson?

Me robó el aliento, agotó mis sentidos, e interrumpió los latidos de mi corazón.


¿Ahora quería que fuese coherente? Me encontré mirando fijamente su
manzana de Adam para evitar mirar sus ojos – Solo soy una chica.

Las ropas de Haden, aunque completamente diferentes a la que suele llevar en


mis sueños, se adaptaban a él muy bien. Un cuello blanco asomaba fuera de
un suéter con escote en V azul marino, impecable pero aun así de alguna
forma casual. Sus tejanos, como los recordaba de mi encuentro demasiado
cercano de esta mañana, eran azul marino oscuro también, pero eran
estrechos y se ajustaban mostrando sus delgadas líneas.

Completamente cómodo en una pose perezosa que me recordó los andares de


Donny, Me contempló por lo que me pareció un momento demasiado largo –
He preguntado sobre ti.

- ¿Oh? – ordené los papeles frente a mí ¿Por qué estaba preguntando


sobre mí?

- Dime, ¿Cómo es que la única chica que no ha vivido en esta ciudad toda
su vida no tiene ningún tipo de estatus en absoluto? Nadie sabe nada
sobre ti. Es como si fueses un fantasma.

- Más como una don nadie. – Las palabras se me escaparon.


49

- Lo encuentro difícil de creer – Haden se inclinó hacia delante, ocupando


mi espacio, sacándome de balance. Dios, su olor me hacía estremecer.
– Los chicos en este colegio deben ser los más imbéciles de su clase.
Solo tu acento debería hacerles volverse completamente locos por ti. La
bonita rosa inglesa.

- He notado que la mayoría de jóvenes de por aquí se distraen fácilmente


con… otro tipo de chicas – Me sonrojé violentamente. Esperaba que
fuese lo suficiente humano para no burlarse de mí por eso.

Haden sonrió con satisfacción – Empecé a preguntarme si quizá era el único


que podía verte “¿Esa no es la chica que toca el violín?” Es lo máximo que
obtuve de cualquiera.

Me encogí de hombros. Podía para en cualquier momento. No necesitaba que


me recordase lo invisible que era. – Deberíamos abordar alguna de las
preguntas.

- Solo me preguntaba como la chica más guapa del colegio se las arregla
para volar tan por debajo del radar.

Me acomodé en mi silla – Ahora sé que te estás burlando de mí.

Él sonrió, no el tipo que me desarmaba completamente, sino una que marcaba


un cambio de poder a la vez. – Las otras chicas se esfuerzan mucho por brillar.
Tú… tú simplemente resplandeces sin ningún esfuerzo por tu parte.

Me mordí el labio. Saber que no era la chica más guapa del colegio no
cambiaba la euforia que sentí cuando dijo que lo era. Haden estaba fuera de mi
liga, lo sabía. Si iba a empezar el tipo de jugos que los chicos y chicas jugaban
en el instituto, debería haber empezado con un chico agradable que no me
hiciese sentir como Caperucita Roja a solas con el Gran Lobo Malo. Quería tan
desesperadamente creer que pensaba que era especial que estaba dispuesta a
fingir que no lo conocía mejor.

- ¿Nada que decir a eso?

- No puedo pensar nada que decir que no vaya a sonar estúpido. No


tengo mucha practica con…

- ¿Cumplidos?

Asentí. Cumplidos. Chicos. Conversaciones. Seducción. Como lo llamases, era


inexperta.

- ¿Te pongo nerviosa?

Asentí otra vez.

- Supongo, que a la larga, esto es probablemente algo bueno.

- ¿Haden? – pregunté vacilante.


50

- Sí, Theia. – Se inclinó otra vez hacia delante, sonriéndole a mi agitación.


No pude evitarlo pero le devolví un poco la sonrisa.

- ¿Nada te pone nervioso?

Ladeó la cabeza a un lado. Midiéndome a mí a su respuesta cuidadosamente –


No mucho. ¿Por qué lo preguntas?

- Supongo que solo quiero conseguir algunas condiciones que nos


igualen. Parece que te guste mantenerme fuera de balance.

Su sonrisa se volvió lobuna. – Supongo que lo hago. De todas formas no es


muy bueno para ti sentirte demasiado cómoda a mí alrededor. – Elevó una ceja
como un villano muy bien experto. – No soy muy buena persona.

- ¿Quieres que esté asustada de ti?

Sacudió su cabeza. – Quiero que seas inteligente. Su voz fue tan baja que me
acerqué instintivamente.

- Entonces, ¿eres muy peligroso?

La distancia entre nuestros rostros disminuía con cada respiración – No soy


como los otros chicos – bromeó

- Me alegro – susurré.

Haden suspiró y sus párpados bajaron, su mirada descansaba sobre mis labios
– Es en serio, Theia. Nunca estarás a salvo conmigo.

- Si vas a decirme que eres un vampiro que brilla con la luz del sol, yo…

Se río, una risita sofocada en realidad, pero no fue practicada. No fue una
emoción que sacó a recluir para impresionarme a mí o a alguien más. Me
animó a querer más de él.

Su mano trazó la mesa junto a la mía, y extendí mis dedos, esperando un


contacto real. Él consideró nuestra cercanía cuidadosamente, pareció.
Deseaba mucho saber que estaba pensando.

Nuestro momento fue interrumpido por una voz femenina - ¿Haden?

Nos enderezamos y me sonrojé en dieciocho tonos de rojo mientras él


contestaba – Hola, Brittany.

Decepción y humillación se enroscaron en mis entrañas mientras veía a


Brittany. Ella era perfecta de todas las formas que contaban para atraer a un
chico. Brillaba en los lugares adecuados y se mantenía mate en los demás.
Dieciséis años aparentando veintitrés en el exterior, mientras en el interior
retrataba una chica sana de valores familiares. Aunque, tal vez en el exterior
también. No sé qué había en su interior. Un enigma. No era muy amable, pero
tampoco se la veía siendo abiertamente desagradable.
51

- Mi taquilla está trabada. ¿Puedes venir a ayudarme? – Ella ya estaba


tirándole de la mano. La mirada que me lanzó tenía escrita la palabra
territorial sobre él. – Todos vamos a ir a Hootenanny’s después del
partido. ¿Puedes venir?

Hootenanny’s era nuestra respuesta provinciana a los TGI Friday’s y el lugar


que los sneetches más amaban en el mundo después de las actividades
Deportivas. Donny, ame y yo evitábamos Hootenanny’s, prefiriendo los lugares
más pequeños y menos frecuentados de la ciudad.

- Claro que te ayudaré - respondió él. - ¿Trabajaremos en esto más


tarde? – Me preguntó mientras lo iban alejando.

- Correcto

Caminó hacia atrás algunos pasos más y se llevó la mano de Brittany a los
labios sin aparatar la vista de mí.

Mi mano cosquilleó donde él la besó.

Y el bastardo lo sabía.
52

Capítulo 5
Después, esa misma tarde, Donny a regañadientes sacó su coche en frente del
precioso bungaló, Ame apuntó hacia la derecha – Realmente creo que esto no
es muy convincente – dijo Donny quejándose una vez más en caso de que
alguna de nosotras no estuviera segura de cómo se sentía ella respecto a esta
visita a la psíquica.

Amelia se abrazó a los asientos – Lo sé. Gracias por venir conmigo de todos
modos.

No podía evitarlo, sonreí ante la emoción apenas contenida de Amelia. Ella dio
palmadas pero el sonido se ahogó debido a sus guantes sin dedos pintados a
rayas como el arco iris que subían por sus brazos. Miré mi insólito traje de color
beige y fruncí los labios.

No estaba exactamente emocionada por esta pequeña aventura, pero era una
distracción y necesitaba una desesperadamente. Haden se había enredado en
mi interior con sus bonitos cumplidos seguidos por su total indiferencia.

Y entonces estaban mis sueños.

Tuvimos un sustituto en historia, así que vimos otra película de guerra. Mi piel
se sentía caliente la hora entera, pero no me atreví a volver a mira si Haden
estaba mirándome. Después de clase, el despareció por el pasillo antes de que
pudiera echarme la mochila sobre la espalda.

Estaba desilusionada y aliviada a la vez.

Donny y Amelia seguían hablando en el asiento de delante. Me di cuenta de


que volvía a estar soñando despierta.

- No esperarás que me gaste dinero en esta estafa. - Donny recordó a


Amelia – Y no me digas que tengo que tener la mente abierta. Estoy
abierta a nuevas experiencias... solo que no a unas que me incluyan
a mi pagando a algún estafador para que me diga cosas sobre mí
que ya sé.
- Eres la chica más abierta de todo el colegio.- Ame bromeó mientras
abría de par en par la puerta y salía del coche.
- No creo que lo haya dicho en el buen sentido. - Donny encontró mis
ojos por el espejo retrovisor. - Vamos Inglesa. Si yo tengo que ir, tú
también lo harás.

Asentí en señal de aprobación, pero salí del vehículo mucho más lentamente
que Amelia, quien estaba ya a mitad de camino por la acera hacia la puerta.

Volvió rápidamente y cogió nuestros brazos mientras rodeábamos el coche. -


Chicas ¿Podríais daros prisa?
53

Llegamos al porche frontal con ella presionándonos los brazos mientras tiraba.
Ame pulsó pulso el timbre y dio saltitos mientras esperaba a que Madame
Varnie contestara.

Desde que no tenía expectativas de cómo sería Madame Varnie, no tengo ni


idea de por qué me sorprendí tanto de su apariencia. Decir que ella nos dejó
pasmadas a nosotras tres y en silencio cuando abrió la puerta sería quedarse
corto.

Supongo que la primera cosa que sobresalía era su turbante lila que
combinaba con el vestido sin forma definida que llevaba. La brillante tela
formaba una larga colmena en su cabeza, y en el medio estaba un ojo de
cristal del color de las plumas de un pavo real y rodeado de piedras preciosas
falsas. Tenía aproximadamente veinticuatro pulgadas de otras tonterías pero
desgraciadamente, no eran las cosas más extrañas de ella.

La cara de Madame Varnie estaba demasiado maquillada. Demasiado polvo,


demasiada sombra y demasiada barra de labios estaba esparcido por una cara
que claramente no era la de una mujer de mediana edad, como su vestimenta
parecía sugerir. En su lugar, Madame Varnie era sin lugar a dudas un hombre
joven travestido.

- Bueno, hola – ella dijo con voz entrecortada, afeminada.

Amelia bizqueó mirando con dificultad a la persona que había frente a nosotras.
- Um. Madame Varnie. Soy Amelia. Tengo una cita. He traído a mis amigas,
espero que esto esté bien.

- Por supuesto, querida. - Madame abrió la amplia puerta y nos hizo


pasar a dentro de la casa.

Amelia entró con decisión, Donny y yo, sin embargo, permanecimos en silencio
mirándonos fijamente a los ojos. La primera habitación que encontramos – la
sala de estar, supongo – estaba llena de cajas en varios estados de
empaquetado o desempaquetado. No pude estar segura.

Madame nos dirigió hacia otra área de la casa a través de una puerta decorada
con cuentas. Esta habitación estaba considerablemente menos transitada que
la otra. Tuve que dar crédito a la observación que Donny había hecho ayer;
podías sentirte como en una carpa de circo. El techo estaba cubierto de tela
artísticamente colocada, que ondeaba en tonos púrpura y rojo. Luces blancas
se extendían alrededor del perímetro de la habitación como estrellas resaltando
contra la oscura pared. En el centro de todo, una mesita cubierta con terciopelo
azul sostenía una bola de cristal iridiscente. Esta era prácticamente de la
misma medida que una pelota de baloncesto y descansaba en una base de
peltre.

Donny dejó escapar un suspiro exasperado. - La única cosa que le falta a esta
gran carpa es la increíble mujer-perro que come fuego. - dijo en voz baja.
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La atmósfera era excesiva, pero no era desagradable. Froté su brazo,


recordándole comportarse. Estábamos aquí por Ame. Ella asintió,
probablemente recordando todas las veces que la habíamos acompañado en
expediciones de búsqueda de la casa del chico que le gustaba, las cuales
realmente no nos interesaban.

Madame Varnie sentó a Amelia en una silla y trajo otra a la mesa. Vi otra silla
contra la pared y la cogí para mí. Nos congregamos alrededor de la pequeña
mesa, con Ame entre Donny y yo y Madame frente a nosotras.

- Querida Amelia, ¿Con que tipo de adivinación te sientes más


cómoda? Podemos utilizar el tarot o la bola de cristal... o
simplemente puedo leer tu mano – Madame Varnie afirmo con su
falsete.

Pude sentir la mueca de Donny ante la falsedad de la voz aunque no pude


verla. La tensión aumentó en la pequeña habitación. Incluso si Madame no era
una autentica psíquica, debió sentir el desdén que provenía de nuestro lado de
la mesa.

- Cartas ¿Quizá? - Ame respondió

Me estremecí. Las imágenes de las cartas del tarot siempre me habían


asustado. Incluso las de la baraja de Hello Kitty de Amelia. Ella a veces
intentaba leer nuestro futuro con ellas pero tenía que usar un libro para buscar
el significado de cada carta. A la mitad del proceso, nada de lo que decía tenía
sentido para nadie y recorríamos a comer chocolate y pintarnos las uñas
durante el resto de la noche.

Madame Varnie no tenía un libro de referencias – ¿Que más está en tu mente?


- Madame empezó a barajar la baraja, el sonido de esto hizo que los dedos de
mis pies se rizaran. No sé por qué odio tanto las cartas

- Tú eres la psíquica – Donny dejó escapar – Dinos tú que hay en su


mente.
- ¡Donny! – gritó Ame – Estás siendo grosera

- Lo siento, solo que no me lo trago. La señora Doubtfire aquí, te va a


hacer preguntas capciosas y entonces tú quedarás muy
impresionada cuando sugiera que conoce a fondo tu carácter.

Estaba avergonzada por Ame. Esto era importante para ella, pero Donny era
un perro guardián rabioso cuando se trataba de protegernos. No había nada
que no fuese capaz de hacer por nosotras, y no podía ni contar las veces que
me había ayudado diciéndome cosas como que debería trabajar en mi propio
coraje.
55

Ame ahogó una protesta, pero la psíquica solo sonrió – Está bien, Amelia. Tu
amiga solo tiene un interés, el cual es protegerte. Deberíamos ser muy
afortunadas por tener a alguien tan valiente de nuestro lado.

Donny cruzó sus brazos al frente desafiante. Madame Varnie se volvió a sentar
y se quitó el turbante de la cabeza, revelando las puntas rubias y desordenadas
de su pelo que estaban escondidas bajo este. No podía tener más de veinte
años, pero era difícil decirlo debajo del maquillaje

En su propia voz, cien octavas inferior que “madame” habló directamente a


Donny. – A muchos de mis clientes les gusta el espectáculo. Ellos no tomarían
en serio a un chico como yo. Necesitan el teatro y el entretenimiento. No
quieren saber que me pasé la mañana tallando olas con mi tabla de surf antes
de leerles el futuro. – Se encogió de hombros – De todos modos voy a dejar la
ciudad pronto, así que realmente no me importa si me veis.

- ¿Te están haciendo huir? ¿Quieren lincharte quizás? – Donny


preguntó y luego ofreció – Ahora que lo pienso, vi una horca de
oferta en la ferretería.

Él se río. – No. Digamos que el ambiente en Serendipity Falls no es tan


acogedor para las personas que pueden ver la verdad. Además, las olas son
más grandes en la costa – hizo una pausa – Yo soy el auténtico negocio. Dame
tu mano y te lo demostraré.

Donny miró fijamente a su mano con la misma expresión en su cara que


cuando Gabe intentó darle un ejemplar de El Guardián entre el Centeno – Creo
que no – Ella entonó.

- No estas siendo justa, Don. – Dijo Ame, claramente molesta – Dale


una oportunidad.

Donny le lanzó a Amelia una mirada que prometía venganza en el futuro y


entonces empujó su mano hacia el Travesti con la palma hacia arriba. – Bien.

En vez de mirar las líneas de su palma, hizo girar su mano un par de veces,
inspeccionándola como si intentara elegir un buen melón. – La chica que se
sienta detrás de ti se copió tu examen.

- ¿Eso es todo lo que tienes? Dime algo que no sepa.

- No estoy leyendo a la chica, te estoy leyendo a ti. La razón de que


sepa que ella se copió es porque tú escribiste expresamente tres
respuestas mal para que ella las tuviera mal, y luego las cambiaste
en el último minuto después del timbre. Era en geometría, creo.

Donny le arrebató la mano y no se la devolvió.


56

Ame la miró a ella y luego a mí con los ojos agrandados antes de estirar su
brazo sobre la mesa. – Mi turno, Madame Varnie.

Cogió su mano con cautela. – Puedes llamarme solo Varnie, cariño, si quieres
claro. Ya que parece un poco menos ridículo bajo las circunstancias.

Ame se sonrojó. ¿Así que él era un halagador, travesti, adivino… surfista?

Mientras inspeccionaba la mano de Ame, me di cuenta de que no importaba


como le llamáramos, eso no haría que esta situación fuera menos ridícula.
Donny, no obstante, seguía estando quieta, probablemente intentando lograr
entender cómo se las había arreglado él para extraer esa información sobre
ella. Estaba segura de que ella no admitiría que él era realmente un psíquico,
aún. Su mente debía estar batiéndose mientras buscaba una excusa plausible.

- Señorita Amelia – él empezó, y aunque sus palabras transmitían un


acento sureño, él no lo tenía. - ¿Por qué no hiciste la prueba para
formar parte de la obra?

Ella tragó con dificultad - ¿Qué quieres decir?

- Habrías sido una increíble Liesl. Te habrían cogido.

- ¿Puedes probar eso? – le preguntó Donny – Pensé que te ibas a


presentar.

Amelia había pasado semanas practicando constantemente para la prueba de


Sound of Music. Había llegado un punto en el cual Donny y yo habíamos
memorizado todas las letras y las escenas solo por haber estado en su
presencia.

- Cambié de idea. – Su voz, débil y encogida, me entristeció.

- ¿Por qué? – pregunté.

- Las otras chicas que se presentaron a la prueba eran muy buenas.


No pensé que tuviera una oportunidad. No realmente. Quiero decir,
una chica se parecía mucho a la actriz de la película, quedé muy
sorprendida de que ella no consiguiese el papel. – Se quitó una
pelusa imaginaria de la manga. -¿Quién ha oído hablar alguna vez
de una Liesl coreana?

Donny apretó el hombro de Ame. – Eres tan tonta. La única que se preocupa
por ese tipo de cosas eres tú. Clavabas la canción cada vez que la cantabas.

Eché un vistazo sobre la mesa y encontré a Varnie mirándome fijamente de


una forma extraña. No sé cuánto rato hacía que estaba haciendo esto, pero no
apartó la mirada después de que le pillara. – Creo que deberíamos usar las
cartas contigo – dijo, su frente estaba surcada de arrugas de preocupación.
57

- Yo no…

- Sí, hagámoslo – Amelia se enderezó inclinándose hacia Donny,


impaciente por cambiar el tema hacia algo metafísico otra vez.

- Solo relájate. –me dijo él mientras recogía las cartas – Intenta no


pensar en absolutamente nada.

Eso era raro. Todos los libros del tarot de Amelia nos habían dicho que nos
concentrásemos en una pregunta o en un problema.

Inhalé profundamente. El oxígeno alivió a mis pobres pulmones, dejándome


con la sospecha de que mis respiraciones habían sido muy superficiales desde
que habíamos llegado.

Él paró de barajar, aunque no le había pedido directamente que parara. La


primera carta que colocó sobre la tela de terciopelo, envió escalofríos a través
de mí. Era roja – roja sangre – con una figura con una capa negra y una
guadaña en el medio.

Era la carta de la muerte.

Ame tomó mi mano y la apretó. – Recuerda, es una representación visual de


una transformación, no necesariamente de la muerte.

Asentí, y él echó la siguiente carta.

Era la misma que la primera.

Ame me aferró la mano con fuerza y la carne de gallina invadió mi piel. Solo
debería haber una carta de la muerte en la baraja.

- Es imposible – Varnie palideció debajo de todo el maquillaje blanco


que había en su cara.

El vello en mis brazos se alzó como si intentara huir lo más lejos de mí posible.
No podía conseguir apartar mis ojos de las dos carta idénticas, aunque
quisiera. M instinto de supervivencia me decía que empezara a correr lejos de
aquí, pero estaba pegada al asiento.

Varnie estampó otra carta sobre la mesa como si estuviese enfadado porque
sus cartas le estaban traicionando. Otra vez apareció la misma carta.
Retrocedió.

Donny se levantó, empujando la mesa al hacer palanca y esta se tambaleó. –


Nos vamos.

No podía apartar mis ojos de las cartas.


58

Donny me dio un golpecito en el hombro – Vámonos. Es un artista de la estafa.


Obviamente tiene un montón de barajas para asustarnos y que le demos más
dinero por las lecturas.

Elevé mis ojos hacia Varnie. Estaba más asustado de lo que lo estaba yo.

- Yo no he hecho esto – dijo – Alguien debe haber venido y revuelto en


mi baraja…

Mientras sus palabras se iban apagando, nos dimos cuenta de que él no se


creía lo que veía más de lo que nosotras lo hacíamos.

- Necesito una cerveza – Se apartó de la mesa y salió dando


zancadas.

No quería estar en la habitación con las cartas, así que tiré de Ame conmigo y
se levantó también. Donny cogió mi otra mano.

Para cuando nosotras tres estábamos de vuelta en la sala de estar, él tenía


una cerveza en sus manos y se paseaba ansiosamente de un lado para otro.
Varnie estaba lleno de energía acumulada. Todo lo que había pasado allí no
era bueno. Definitivamente no lo era.

- Me alegro tanto de que pronto voy a dejar este pueblo olvidado por
Dios. – murmuró a nadie en particular.

- ¿A dónde vas? – Ame sonó perdida.

- Lejos, muy lejos – Paró de pasearse y me apuntó con su cerveza –


Tú podrías ir pensando en hacer lo mismo

- ¿Eres suficiente mayor para beber cerveza? – preguntó Ame.

Los tres giramos nuestras cabezas para mirarla.

- ¿Qué? – preguntó a la defensiva.

Varnie se limpió la boca con el dorso de la mano, esparciéndose el pintalabios


– Cariño, tenemos unas cuantas cosas más importantes que discutir que las
leyes sobre el alcohol de California.

Ame cruzó sus brazos sobre el pecho – Eso significa no, no lo eres. ¿Qué edad
tienes de todos modos? Es difícil decirlo con todo el…

- ¿Maybelline? – terminó Donny por ella. – Ame, céntrate. – Donny tiró


de su capucha – Nos vamos.

- Tengo diecinueve – contestó Varnie.


59

Ame caminó hacia él, le miró a los ojos como si estuviera mirando a través de
las ventanas de una casa. – Hay algo extraño en ti – murmuró.

- ¿Tú crees? – respondió Donny - ¿Podemos irnos ya?

- Hay algo extraño en todo el mundo, señorita Amelia – dijo Varnie en


voz baja.

- ¿Qué pasó allí? – pregunté, señalando la habitación de la que


habíamos salido. Aunque estaba completamente segura de que en
realidad no quería saberlo.

- Mirad, chicas… - Cuando Varnie tuvo nuestra atención, parecía


incomodo, como si no supiese que hacer ahora con ella. –Esta
ciudad está cambiando. Hay un mojo malo y está empeorando.

- ¿De qué demonios estás hablando? –Esa era Donny. Por supuesto.

- Un Juju maligno – él respondió, sin realmente contestar del todo. –


La oscuridad está ganando.

- Yo también lo he sentido – susurró Amelia, sus ojos brillaron fijos en


Varnie.

Donny, no prestando tanta atención como Ame, contrarió su lógica – ¿Un juju
maligno te está echando de la ciudad?

Varnie se sentó en una de las cajas de cartón, sus piernas abiertas en una
postura muy poco femenina bajo su falda. – Es difícil ver algo aquí con claridad.
Hay muchas cosas que simplemente no puedo ver. Y no puedo permanecer
aquí. –Miró hacia mí – Parte de la energía es salvaje - ¿Por qué me miró al
decirlo? – Hay muchas cosas pasando en esta ciudad sobre las que no sabéis
nada. Cosas malas. Es prácticamente un faro para las cosas que pasan
durante la noche.

Su atención volvió a Ame – Ha ido empeorando con los años. Solía pensar que
se podía parar, pero ya no estoy tan seguro. Los proveedores de la
oscuridad…

- Puedes dejar de actuar, Varnie. No te creemos. – Como si las


bravuconadas de Donny pudieran deshacer el miedo y los temblores
que nos estaban afectando a todos.

- Entonces, ¿Qué pasó allí? – repetí, asintiendo hacia la habitación


esperando no volver a colocar nunca un pie en ella.

- Eres tú – Respondió – Algo en ti

- ¿Qué quieres decir? – preguntó Ame


60

- Algo está vinculado a ella. Algo oscuro y peligroso. La quiere. La


quiere de muy mala forma.

¿Yo? La carta de la muerte. Pensé en las tres extendidas sobre la mesa, y


entonces pensé en los esqueletos y en los mórbidos demonios de mis sueños.
Mi visón se nubló hasta que paso a ser solo un pequeño alfiler de luz. El
martilleo de mi corazón se apresuró en mis oídos, llenando mi cabeza con el
rugido.

Me senté rápidamente para evitar caerme. Donny y Ame se unieron a mí,


aguantando mi espalda.

Obviamente estaba dejando que todos esos extraños eventos llegaran a mí.
Tenía que haber una explicación razonable. ¿Qué hubiese dicho mi padre?

Él me habría castigado por involucrarme en este galimatías esotérico. Haría


que el doctor me prescribiera un fuerte somnífero para evitar futuros paseos
estando sonámbula y luego me recordaría que los chicos son una forma
insensata de perder el tiempo.

Empecé a respirar con más facilidad. Sí, por supuesto. Todo esto ha sido una
serie de desafortunadas exageraciones de mi excesivamente desarrollada
imaginación. Si solo hubiese escuchado a mi padre.

El sol de la tarde se iba desvaneciendo, formando largas sombras sobre las


paredes. Sentí frío, aunque la temperatura no había cambiado.

- Así que estás huyendo – Amelia acusó a Varnie – Todo lo que está
pasando… a Theia y a nuestra ciudad… y tú solo… ¿te marchas?

El abrió los brazos. – Lo que ves es lo que hay. Mira, toda mi vida he tenido
que esconder que soy diferente. Cuando tenía nueve años, me pase dieciocho
meses en el pabellón de psiquiatría para que me arreglaran y los doctores
dijeran que mis visiones se habían ido. – Bajó un poco la voz – Yo solo era un
niño ¿sabes? – dejó sus ojos a la deriva mientras se recomponía. – He estado
huyendo durante mucho tiempo, cariño. La única persona que ha cuidado de
Varnie ha sido Varnie. – Se quitó sus pendientes de clip. – Las cosas que he
estado viendo por aquí últimamente no puedo simplemente no verlas. Estoy
asustado. Y tú deberías estarlo también.

 ¿Yo? – preguntó Ame

 Estás tan ocupada pretendiendo que eres una aficionada que has
pasado por alto la comprensión de que tienes talento De algún modo lo
siento porque no estaré por aquí para verte descubrirlo.

 Dios, bueno. Eso es. Nos vamos de aquí – Donny se levantó y tiró de
Ame primero, luego ambas me tendieron una mano.
61

 Quizá deberíamos dejarle acabar – Ame argumentó, mientras


avanzábamos hacia la puerta.

 Creo que Madame Varnie ya ha hecho suficiente daño por esta tarde
¿no crees?

Varnie no había bajado aún de su caja. Esperé que nos dijera algo – una
explicación o un intento de consuelo o cualquier cosa – pero solamente se
sentó en su caja y nos dejó marchar.

Cuando Donny se detuvo delante de mi casa, repitió una vez más que él era un
falso, un farsante, y que amañó aquella baraja para asustarme. Yo asentí y
fingí que estaba de acuerdo con ella.

El problema era que Varnie estaba en lo correcto. Algo en mí ya no estaba


bien. Algo se había vinculado a mí en mis sueños y no me iba a dejar ir.

Una parte de mí tampoco quería.


62

Capítulo 6

Algo me hacía cosquillas en la nariz.

Abrí los ojos, sorprendida al sentir el cálido son en mi cara. Mientras me


apoyaba sobre mis codos, temí encontrarme con Haden, mi querido Haden de
todas formas, acostado a mi lado en una cama de suave hierba verde.
Sostenía otro tallo largo de rosa negro, y dibujaba lentamente con él en mi
brazo.

- Creí que nunca te despertaría –sonrió y sus ojos se encendieron con


picardía. Vestía su mejor traje de la era de la Regencia otra vez, pero
noté que hoy su uñas estaban pintadas de negro.

Mi propio Sr. Darcy gótico. Jane Austen estaría tan orgullosa.

Doblé las piernas de tal forma que abrazaba mis rodillas, inquieta sobre la tarde
con Varnie.

Haden sonrío y me presentó con la rosa ónice.

Era difícil imaginar esto tan peligroso cuando Haden me sonreía de esa
manera. Fingió tímidamente, miré hacia otro lado por un momento intentando
apartar el fuerte deseo que nos unía.

Mi lugar soñado era muy diferente bajo la luz del sol. Estábamos en el banco
de un desconocido río sin laberinto a la vista. En cambio, parecía como si
alguien hubiera pintado naturaleza con el tinte de un Huevo de Pascua. Cada
hoja de hierba tenía un tono diferente de verde—de verde oscuro a turquesa.
Flores de extrañas formas brotaban en pequeñas áreas y setas del tamaño de
un escabel crecieron en colores primarios con patrones como puntitos y
zigzags en ellos.

El agua de río, que fluía con rapidez, era del color de un granizado de
frambuesa azul de un 7-Eleven. Quise meter mis pies, pero como todo en la
tierra a de mis sueños, me hizo se cautelosa a pesar de su encanto.

- Estamos solos –Anuncié en voz alta mientras el pensamiento pasó por


mi cabeza. Ningún demonio a la vista – Sentí la necesidad de ser
egoísta de tu tiempo – respondió.

No hice caso del comentario. Ya había tenido suficiente halago prediseñado y


vacío como para provocarme con sus juegos –Me gusta esto. Es precioso –
Seguí adelante y di un paseo hasta la orilla del rio.

Haden se unió a mí en el banco, colocándose cerca pero sin tocarnos. Sin


tocarnos nunca. Siendo consciente de que aún llevaba mi camisón, sobre todo
más a la luz del día, me abracé fuertemente. Sin mirarle directamente, reuní
todo mi valor.
63

Antes de que las palabras salieran, Haden se adelantó, –Sé que tienes
preguntas, corderito. ¿Qué te parece si cambiamos respuesta por respuesta?

- ¿Qué quieres decir?

- Esa ha sido tu primera. Quería decir, responderé a una pregunta por


cada pregunta que tú me respondas. Es mi turno ahora ¿Cuándo
empezaste a tocar?”

Le miré de reojo. –No recuerdo no haber tocado el violín. Encontré el de mi


madre en un arcón cuando tenía 3 años.

Mi madre no fue virtuosa para nada, pero me dijeron que disfrutaba tocando de
vez en cuando. Ella escuchaba a violinistas en CD, especialmente cuando
estaba embarazada de mí. Mi padre no hablaba mucho de ella, pero él solía
usar esa historia para obligarme a practicar más de vez en cuando.

Era mi turno de preguntar. Desconocía tantas cosas que no sabía por dónde
empezar

- ¿Eres real?

- Si –respondió. Su voz, áspera como la grava, me sorprendió. Le miré de


cerca.

Quería mirarle para siempre, decidí. Era una tontería, lo sabía. Las apariencias
no son nada, y últimamente lo son menos, en este sitio. Cosas que deberían
haber sido más bellas eran duras con el tipo de horror normalmente guardado
para Halloween.

Pero Haden era diferente. Podría haber sido modelo, pero había una cualidad
en el que la cámara nunca podría capturar. No eran sus oscuros ojos o las
negras ondas del pelo lo que me atrajo de él. Él era misterioso con su perverso
encanto y su carisma pícaro, por supuesto, pero era su soledad lo que más me
atraía, creo.

Quizá era la única que lo veía. O tal vez me lo inventé. Pero Haden Black era la
persona más solitaria que había conocido.

No estaba segura de sí el entendió lo que estaba preguntando. “Quiero decir si


¿eres real aquí? En este sitio ¿lo eres?”

Negó con su dedo. – Sé lo que has querido decir, pero no es tu turno.

- Bueno, pregúntame algo entonces.


Negó con la cabeza. – No sé qué preguntar primero. Quiero saberlo todo.
Completamente todo –Sus labios se movieron peculiarmente hasta una sonrisa
tímida y miró pensativo a sus pies.
64

Aunque me prometí no caer en sus juegos mentales, el pareció convincente.


Todo en mi interior quería creerle. Y mientras el agua pasaba en el soleado
banco del río, una parte del barniz estaba descolorido. Su lenguaje corporal
cambió—él parecía reticente y de pronto inseguro de sí mismo.

- Así que pregunto –provoqué, un poco intimidada de que en alguna


forma, a pesar de toda lógica, la fuerza dinámica de esta relación estaba
de repente a mi favor.

- ¿Cuál es tu comida favorita?

- Helado

- ¿De qué sabor?

Negué con la cabeza – Tsk-tsk, Haden. No es tu turno.”

- Ten piedad de un pobre cabrón, Theia –De nuevo la sonrisa. La que me


llevó casi a explotar con repentina alegría.

- De acuerdo, fresa. Mi turno –La sensación de vértigo chisporroteaba en


mi estómago como cerveza sin alcohol hasta que sentí la efervescencia
–Cuando estábamos en el colegio, en el otro mundo… –A punto estuve
de decir “en el mundo real,” las líneas son tan borrosas. – ¿Recuerdas lo
que pasó aquí conmigo? ¿Ambos mundos colisionan para ti como lo
hacen para mí?

La duda le carcomía, y su buen humor se esfumó. –No estoy seguro que este
juego fuera acertado después de todo.

El viento apareció de la nada, dejando un amargo escalofrío bajo mi camisón. Y


desapareció de repente como una ráfaga.

- ¿Es eso lo que es? ¿Un juego? –pregunté.

- Ya has hecho tu pregunta.

- No has contestado.

- No, esto no es un juego –Aflojó su corbata.

Oh, pero lo era. El juego me frustró. Preguntas de las que necesitaba


respuestas por respuestas que suplicaban por una pregunta que tenía metida
en la cabeza, pero tenía que esperar. Esperar mi turno.

El silenció permaneció demasiado tiempo. La inquietud creó una a perturbación


en mí hasta que cobró vida propia—una tercera persona en esta conversación.

Por fin, preguntó – ¿Me tienes miedo?


65

- Por supuesto que no, y si, con todo mi corazón y mi alma –espeté sin
pensar.

Río, y me miró directamente a los ojos por primera vez durante varios minutos.
–No estoy seguro que eso sea una respuesta — es más una contradicción.

- Arriba es abajo, ¿Recuerdas? Además, todo sobre ti es una


contradicción.

Reflexionando un poco más en lo que iba a decir, añadí –Tú no me harías


daño. Cómo sé eso, no lo puedo decir. Pero la forma en que me haces sentir,
Haden—es lo que me asusta. Sé que serás mi perdición.

El ambienté creció más de lo posible, como si esperara algo más. –


Raramente, es exactamente lo mismo que diría yo de ti –Acarició mi rostro con
su mirada. Adorándome, memorizando cada parte. Se paró en mis labios,
permaneció allí.

Mi turno de nuevo. – ¿Por qué nunca me tocas?

Un muro se alzó, un escudo invisible e intocable para mí. No es que se viera,


pero se sentía sin duda –No es una buena idea.

- ¿Por qué? –Me acerqué a él pero el retrocedió.

- Es mi turno. ¿Quién fue tu primer beso?

El calor se abalanzó sobre mi cara. Me halagaba pensar que quizá el quisiera


besarme. Deseé que quisiera besarme. No esperaba esa pregunta, y estoy
segura de que él sabía la respuesta. – No he… –Cerrando los ojos
fuertemente, comencé de nuevo. –No me han besado todavía.

- ¿Por qué? –Haden salió de su escudo invisible y antes de que volviera a


acordarse, como si quisiera alcanzarme. – ¿Por qué no? –preguntó,
pero entonces recordó sus propias reglas.

Alentada por su desconcierto, pregunté – ¿Por qué es una mala idea tocarme?

- Obviamente sabes que no soy como otros chicos. Nuestros mundos no


están destinados a mezclarse de esta manera.

- Aun así, aquí estamos.

- Olvidaste responder. ¿Por qué no te han besado?

Rodé mis ojos ante su inocencia – Obviamente sabes que no soy como las
otras chicas. Soy tímida y no paso el tiempo con chicos. Mi padre es estricto
y…
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- Eso no es un por qué.

Él pensaba que me conocía tan bien. – Bien. Dime tú por qué no me han
besado

Me arrepentí de mis palabras y mi tono en ese mismo instante. ¿Y si me decía


lo que yo ya sabía? Lo que me faltaba.

No era suficientemente interesante o guapa.

- Estabas esperando.

Mi sangre se apresuró, y miré sus labios ahora. Los estudié. Como si fueran las
respuestas que buscaba – ¿Me vas a besar?

- No.

La bofetada de rechazo me hirió, y me tambaleé. Tuve que apartar mi mirada.


No podía mostrarle cuánto daño él podía causar sobre mí con tan solo una
palabra.

- Estás equivocada. –El peso de sus manos sobre mis brazos se


estableció físicamente, aunque no las puso físicamente en mí. Fue una
pobre sustitución, pero otra vez, me encontré con sus ojos y estaba
asombrada por la determinación que vi en ellos. – Es verdad que no
quiero herirte nunca. Pero no puedo prometer que nunca lo haré. Quiero
besarte, Theia, pero no lo haré.

- Quiero que lo hagas. –Le deseaba. El anhelo, como una enredadera, se


apoderó de mí y me llevó hacia él, queriendo entretejernos juntos.
Necesitaba algo más que una caricia.

Le necesitaba.

- No puedo. –Musitó pero aun así se movió más cerca de mí.

Estábamos los suficientemente cerca para hacer que pasara ahí mismo. Ladeé
mi cabeza un poco y susurré – Quiero que seas el primero.

Nuestros cuerpos intentaron que pasara, llevándonos increíblemente cerca,


nuestros alientos mezclándose y nuestros corazones latiendo al unísono.

- Eres tan bella. –susurró. – A veces sueño despierto con tu boca con
forma de corazón durante horas.

Su voluntad se estaba rompiendo. Se hizo añicos poco a poco. El me deseaba


y, rodeada de su aroma, deseé perderme en el completamente. Nada más
tenía sentido que esto. Todavía él tenía una pelea interna, aun así me ofrecí
libremente. La angustia en sus ojos disparó un destello u otra cosa que había
visto antes. Algo reciente… algo…
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Grité y me tambaleé hacia atrás.

Había visto el sufrimiento en esos ojos una vez antes.

- Eres el hombre en llamas.


68

Capítulo 7
Un impacto me sacó de la cama antes de que siquiera yo me diera cuenta de
que estaba despierta. Observé mi habitación descabelladamente, tratando de
reconocer el lugar en el que me encontraba. Mi corazón se estrelló contra mi
caja torácica como un animal atrapado desesperado por escapar, y yo
temblaba violentamente mientras mi yo consciente se unía al resto de mi.

Esta noche no soñaría más.

Después de mi declaración, Haden había retrocedido con una mirada de horror.


En un abrir y cerrar de ojos, había desaparecido – apareciendo a varios metros
de distancia y diciéndome que despertara.

No era posible que Haden fuera el hombre en llamas. Ese hombre había
muerto delante de mí y yo lo había visto convertirse en polvo. Si es que eso
había ocurrido. Todo era muy confuso. Arriba es abajo, abajo es arriba.

Lo que no podía descartar era el profundo sentimiento de que Haden había


sufrido y que eso de alguna manera había tenido que ver conmigo. No podía
quedarme sentada. Era demasiado tarde para tratar de dormir más, y
demasiado temprano para prepararme para la escuela. Las paredes se sentían
como una jaula, y de repente odiaba toda mi habitación. Oh, nunca me había
gustado mucho – era bonita para un catalogo pero no para una chica de
verdad. Pero ahora se burlaban de mí. ¿Dónde estaban mis posters, mi ropa
sucia? Una pequeña concesión se encontraba por medio de un panel de
corcho con algunas fotos y entradas de cine. El resto de la habitación estaba
perfectamente organizada como para una sesión de fotos o un tour de bienes
raíces.

Vacío de todo lo que se definiría como real.

Así era como me sentía a veces. Vivía en un mundo hecho para mostrar que
no había profundidad, no había sentimientos.

Y entonces llegó Haden.

Haden se quedó mirando el espejo del baño en vez de ir a clases. La cara que
se reflejaba era lo que el resto veía cuando lo miraban, pero su reflejo mentía.
Si ellos supieran porque estaba aquí… lo que tenía planeado hacer… ellos lo
verían como realmente era.

Un monstruo.
69

Él había estado esperando esta oportunidad toda su vida. Experimentar la


humanidad. Ser parte de ella, comprender los sentimientos con los que había
nacido pero nunca había podido expresar. Y ahora en este encargo del diablo,
él había aprendido que había otra experiencia que él no conocía.

Una consciencia culpable.

Haden no apareció en clase.

La decepción coloreó de gris mi mundo de nuevo, y trabajé en solitario las


preguntas del capítulo que se suponía que estábamos haciendo juntos. Si
pudiera olvidarme de él, tan solo un par de segundos, podría conseguir
terminar algún trabajo. Pero mi mente no estaba pensando lógicamente, sin
embargo, no dejé de pensar en Haden.

Me preguntaba si nosotros compartíamos los mismos sueños. Y luego me


reprendía a mí misma. Solo porque soñara en caer por la madriguera del
conejo como Alice no quería decir que realmente hubiera encontrado un país
de las maravillas gótico por la noche. Como en la vida real poner distancia
entre yo y mis sueños me pareció más fácil que aceptar la diferencia.

Por supuesto, yo soñé con Haden. Él era incuestionablemente hermoso y el


primer chico fomentar una conversación conmigo. Estaba enamorada. Soñé
que el chico por el que tenía sentimientos me correspondía. Y mientras yo
estaba en esto, había exagerado un poco de peligro para añadir a su solicitud.
Honestamente, eso era más patético que yo tratando de hacerlo más de lo que
ya era.

Entre clase, me detuve en la fuente de la Principal. Mientras esperaba, busque


a Haden – pero la falta de hormigueo y la piel de gallina probablemente
significaban que él se había saltado el resto de las clases, también.

El estudiante que estaba en la fuente terminó y cuando se volvió me di cuenta


de que era Mike Matheny, el único y amor verdadero de Amelia. Él era guapo.
Supuse. Como la mayoría de nuestra escuela, llevaba unos pantalones de
mezquilla y una camiseta de chico. No hace mucho, él se había rapado el pelo
por solidaridad cuando su entrenador de lucha libre comenzó la quimioterapia,
pero le estaba creciendo de nuevo. Nunca había tenido el pelo tan bonito como
Gabe, por supuesto, pero la mayoría de los humanos no lo tenían. Aun así era
guapo, aunque un poco…vacante.

Siguiendo mi usual costumbre cuando me encontraba con un chico de mi edad,


dirigí la mirada a mis zapatos mientras él pasaba por mi lado. Pensé en Ame.
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¿Cómo su amor platónico había durado tantos años sin recompensa o ser
correspondida? ¿Era su compromiso hacia él valiente… o invalido? ¿Y era él
consciente de que estaba cometiendo una estafa? ¿Estaba tratando de ser
amable o de verdad no sabía cuánto tiempo llevaba ella tras de él?

Un sentimiento inusual me recorrió.

No era justo.

No era justo que ella invirtiera tanta energía –y gran parte de su corazón –para
nada. Merecía tener a alguien en su vida, un novio de verdad. Alguna de
nosotras debía tener algo de felicidad. No era justo.

- Mike –le grité antes de que se hubiera ido muy lejos.

Él se giró y me miró, confuso. ¿Y quién no lo estaría? Estaba muy bien


establecido que Theia Alderson no socializaba con los chicos. Pero Ame se
merecía una oportunidad, ¿no?

- Amelia va venir después de la escuela para estudiar Trigonometría.


¿Quieres venir?

- Um.

Mi lengua se sentía torpe, pero perseveré. Él era solo un chico. Si yo podía


bailar un vals en una fiesta de zombis, podía hablar con un chico en el que
nunca había estado interesada –La prueba del lunes se supone que es brutal.
Tenemos la esperanza de que grandes cantidades de cafeína ayudaran.

- Umm. Está bien –respondió, todavía claramente perplejo.

Como yo lo estaba. Creo que solo quería que alguien tuviera algo en que
trabajar. No me atrevía a esperar de que yo tuviera la misma oportunidad con
Haden. Quizás debería invitar a Gabe también y no decírselo a Donny hasta
que estuviéramos ahí. ¿No sería algo?

Escribí mi dirección en una esquina del papel de la libreta y lo rompí. A medida


que se lo di, me di cuenta del calor que provocaba una mirada fija en mi
espalda. Me comencé a dar la vuelta hacia la fuente cuando todas las puertas
de las taquillas de la sala se abrieron y golpearon violentamente a la vez. El
impulso de la fuerza provoco algún vaivén varias veces, golpeando a algunos
de los estudiantes que habían ido a recuperar sus libros. Mi adrenalina pinchó,
y Mike y yo intercambiamos una mirada confusa.

La gente salía de las clases para ver por si mismos que había causado ese
ruido. Un maestro dijo que había sido el aire y guio a los estudiantes de nuevo
a clase; otro fue acosado por todos nosotros quienes no creíamos eso.
Parpadeé y vi a Haden al otro lado del pasillo, mirando a Mike.
71

- ¿Estás bien? –me preguntó Mike.

Asentí con muy poco entusiasmo y sonó la campana. En lugar de un par de


toques, el sonido se hizo cada vez más fuerte. Los que aun estábamos en el
pasillo nos cubrimos los oídos. El ruido era horrible y parecía como un
destornillador eléctrico de hacer agujeros en los huesos de la mandíbula.

No podía pensar con claridad, el chillido impidiendo que pensara, y teniendo en


cuenta a el resto de jóvenes empujándose para salir, intuí que todos
estábamos igual. Mike me agarró de la manga y echo a correr hacia la salida.

Una vez fuera siguió corriendo. Todos nosotros teníamos que escapar de los
gritos estridentes. Teníamos que hacerlo. El ruido era tan desconcertante que
no podía recordad a donde iba o que hacia. Muchos de nosotros cruzamos la
calle, los coches chirriaron y un olor a goma quemada asalto mi nariz. El
constante bombardeo en mis tímpanos me mareó y las nauseas se apoderaron
de mi con fuerza, pero no me atrevía a parar aún.

Cuando llegue lo suficiente lejos como para poder destapar mis oídos, mi vista
se filtro como si estuviera bajo el agua. Los niños caían a mí alrededor, y yo
había perdido de vista a Mike en algún momento después de salir fuera. Me
atragante con la bilis y busque entre la multitud a mis amigos. Y a Haden.
Cruzando la calle, la gente tiraba las sillas de las ventanas al segundo piso
para salir. Había escaleras de emergencia, pero la gente entro en pánico y no
se acordó de ellas.

El ruido seguía en marcha.

Nosotros, los que habíamos conseguido escapar, recorríamos el lugar,


aturdidos. Lo la campana había sido bastante malo, pero nosotros habíamos
sido los magullados y maltratados. Algunos niños lloraban y trataban de llamar
a sus padres a pesar de que no podían oír lo que decían al otro lado. Tenían el
teléfono y decían algunas palabras. Puede que gritaran. Era incapaz de
escuchar nada.

Los vehículos de emergencia llegaban de todas las direcciones. Habíamos


practicado por si algún día llegaba esta situación: los simulacros de evacuación
y bloqueo eran obligatorios en todas las escuelas americanas. Aun así, siempre
había asumido que seria capaz de escuchar las instrucciones del equipo
enviado para salvarnos. En vez de eso, todos estábamos confundidos.
¿Estábamos bien? ¿Cómo responderías a eso?

Encontré a Donny y Ame en el mismo momento en que subí al autobús escolar


que llevaba a la zona de emergencias. Nos apretujamos en un asiento y nos
cogimos de las manos. Ninguno de nosotros hablaba, ya que no podíamos oír.
Estábamos agarrados, y el peso del temor tácito lleno el autobús como un
globo lleno de aire.
72

Las vibraciones de las ruedas me hacían cosquillas en los tímpanos, pero el


sonido prácticamente no me llegaba. Nunca había escuchado sobre una
escuela en la que todos se quedaban sordos. ¿Quién hubiera pensado que eso
era posible?

Cuando bajamos, busqué a Haden entre la multitud que aún no estaba en los
autobuses, casi aliviada de no encontrarle. Parte de mí se preguntaba si había
tenido algo que ver con el desastre –lo que era una locura.

Parte de mi recordó también el peligro del que habló Varnie.

Mis oídos petaron un par de veces y el dolor se multiplico dos veces. Ame me
frotó la espalda hasta que sentí su cuerpo atormentado por lo que debía ser el
mismo dolor. Me concentre en respiraciones cortas y trate de mantenerme
consciente. Pensé en mi violín y como seria la vida que tendría sin la música.

En medio de todas esas sensaciones, parecía que cuanto más me alejaba de


la escuela, más escuchaba poco a poco, aunque solo ciertos tonos eran
audibles. Cuando llegamos a Emergencias, ellos ya habían montado un
“vestíbulo” para evaluar serosamente a cada estudiante –todos los que
sangrabas y tenían alguna herida habían sido enviados al hospital. El resto de
nosotros, quienes estaban en diferentes grados de dolor mientras nuestro oído
volvía en medio del dolor, teníamos que esperar bajo tiendas.

Pasó el tiempo en un borrón. Clavé los ojos en el suelo por que el movimiento
rápido de los trabajadores empeoraba mi vértigo. No se cuánto tiempo estuve
ahí hasta que mi padre apareció delante mío, su boca dibujaba una firme línea
y su frente arrugada por la preocupación. Estallé en lágrimas, y me abalancé a
sus brazos. El me agarro torpemente, pero firmemente y dejé restos de
lágrimas y mocos en su suéter de cachemira. Él no me soltó hasta que dejé de
llorar. La última vez que él hizo esto yo tenía siete años.

Papá me sentó en una silla y se fue a buscar un doctor. Él parecía mayor de


cincuenta años, más solemne de lo que nunca lo había visto, rara vez lo había
visto en otro estado que no fuera solemne. No puedo decir lo que ellos dijeron,
ya que mi mirada se había desviado a mis compañeros. Cada uno se había
retirado lo más cerca posible de sus asientos. Los padres empezaban a
aparecer, y eso parecía ser lo único que nos sacaba de nuestros miedos.
Madres y padres eran, de repente, lo más importante de nuevo. Como cuando
éramos pequeños. Contábamos con ellos para saber qué hacer, como
solucionarlo. Como evitarlo de nuevo.

Observé la multitud buscando a Haden de nuevo, preguntándome como serían


sus padres. Que habían hecho. Una pequeña brisa acarició mi mejilla y me giré
hacia ella, sorprendiéndome al ver a Haden a metros de distancia. Me miraba
con una expresión muy parecida a la culpa.
73

Me relaje entre las sabanas de mi cama y suspire cansada por la pesadez de


mi cuerpo. “No más pensar” me prometí a mí misma. “No descifrar las
incoherencias y tratar de dar sentido a lo que no tiene”.

Muriel me había consentido con un coulant de chocolate, mi preferido. Papá no


me reprendió cuando me la comí en lugar de cenar. Tampoco leyó el periódico
durante la cena. No hablamos mucho, incluso cuando mi oído había vuelto.
Pero eso tampoco era nuestra costumbre. Habíamos tenido un silencio
sociable.

Después del pastel, me sumergí en ducha hasta que el agua dejo de estar
caliente. Por una vez, el camisón tradicional de niña era una comodidad. Y la
sala en la que yo había comenzado el día odiando parecía confortable.
Familiar. Segura.

Cuando llegué a la luz de mi mesita de noche, papá tocó la puerta.

Él no era un visitante frecuente, y francamente, parecía ridículo entre mis


cosas. Los adornos y los rosas contra su austeridad habrían sido divertidos en
una comedia, pero no en mi vida.

Papá se sentó en mi cama en una pose incomoda de solo mirar –Tú… esto…
¿necesitas algo más?

Siento decir que pestañeé en respuesta. Eso era inusual y poco frecuente en
él.

- Theia –dijo él, su cara volviéndose pálida- ¿tu audición está volviendo a
empeorar?

Negué con la cabeza – No. No, lo siento. No quería preocuparte. Creo que solo
estoy cansada.

Él volvió a respirar más fácilmente –Muy bien. Te dejo descansar –se levantó
para marcharse, pero se paró –Estoy contento de que ya te encuentres mejor.

- Gracias.

- Te dejaré descansar.

- Buenas noches, papá.

El asintió y cruzó el cuarto que parecía más largo ahora que no antes.

- Papá –lo llamé antes de que pasara por el umbral.

- ¿Sí?

- Gracias por… ir hoy. Y por venir a verme.


74

- Por supuesto –su respuesta me sonó normal, pero su voz se rompió


ligeramente.

Esa noche no soñé. Al menos que yo recuerde. Me desperté fresca y sin


efectos duraderos de una sordera temporal.

Me desperté con pétalos de rosas negras esparcidos en mi cama.


75

Capítulo 8
Por la mañana, la casa tranquila acogía en sus manos una quietud
sobrecogedora. Padre no estaba en casa; Lo supe incluso antes de ver la nota.
Su ausencia pesaba fuertemente en mis sentidos. Estuvo bien que padre me
visitara anoche, a pesar de la incómoda situación. Las cosas extrañas que
estaban pasando parecían menos aterradoras. Mi vida no era tan precaria y
desarticulada, y me sentí como un niño a salvo de nuevo. Muriel no trabajó con
nosotros el fin de semana. No me hubiera importado que me distrajera esa
mañana. Ella era todo lo contrario de mi padre—todo eran abrazos cariñosos y
de lágrima fácil. Siempre olía a limones y azúcar moreno.

Quería algo que me quitara de pensar, saqué mi violín, pero era incapaz de
tocar una sola nota. Después de dejarlo, consideré la lectura, pero las palabras
tampoco conseguían captar mi atención. Estaba inquieta por ello, la quietud de
la casa dejó de ser sobrecogedora y se convirtió en opresiva.

Encendí el ordenador en el estudio, decidí tomar el control donde lo dejé desde


la noche que vi, o creí ver, al hombre en llamas cayendo del cielo. Busqué en
google “soñar despierto” primero. Evitando diarios personales, encontré un sitio
médico que hablaba de la Parálisis del sueño y empecé a relajarme incluso
aunque la palabra “parálisis” era aterradora. Una explicación médica de mis
síntomas, que no indicara mala salud o desequilibrio sicótico, era bien recibida
la verdad.

Todo parecía encajar bastante bien. En los viejos tiempos, había leyendas que
explicaban este fenómeno. Una mujer—a veces una bruja, otras veces un bello
demonio— se arrodillaba en el pecho de un hombre y lo paralizaba, tomando
su fuerza vital o algo así. A veces la llamaban Mara—venía de “nightmare”,
pesadilla. El hombre no podía moverse hasta que ella le dejaba.

Pero realmente, era fácilmente explicado por hechos médicos actuales. A


veces la gente es incapaz de transicionar sin problemas del profundo sueño a
estar completamente despierto. En un sueño profundo, el cuerpo relaja los
músculos para impedir que se dañe a sí mismo mientras está durmiendo.
Durante este tiempo es cuando ocurren las alucinaciones. La mente está
despierta pero el cuerpo está todavía durmiendo.

No estoy lista para rendirme, lo siguiente que busqué fue “sonambulismo


lúcido,” sin embargo donde habría encontrado una rosa negra mientras estaba
sonámbula, no podría decirlo. Ni si quiera sabría donde encontrar una mientras
estoy consciente, y Padre por seguro que no las cultivaba en el campo.
Desafortunadamente, los sitios más relevantes coincidían que los sonámbulos
no recuerdan sus momentos de fuga, y yo recordaba cada detalle de los míos
intensamente.
76

No estaba preparada para abandonar la explicación completamente. Internet


no es la fuente más fiable para conseguir información después de todo. Las
cosas que vi en mis viajes sonámbulos deben haber encontrado su camino
hasta mi estado de sueño. Asentí a mi propia racionalización y busqué “rosas
negras.” Fue ahí cuando aprendí que las rosas negras no existen en la
naturaleza.

Eso era imposible. Sostuve la rosa, olía a una extraña fragancia; En este
momento se estaba secando en un cajón. Los pétalos no eran de seda o
hechos a mano. La flor era real, y aun así no podía existir.

Las preguntas se arremolinaban en mi cerebro y me encontré pensando en la


negación. Cerré los ojos fuertemente, aceptando lo que había intentado tanto
negar. No tenía sentido fingir.

La memoria me fastidiaba. No había estado despierta en la terraza mientras


tocaba el violín desde hace unos días, y Padre claramente me había visto, en
mi mente, estaba en el laberinto. Si de alguna manera estaba viajando a otro
lugar, ¿por qué no iba el resto de mi cuerpo? Escribí “experiencia fuera del
cuerpo” en el ordenador.

El alcance de resultados era demasiado amplio. Había demasiadas creencia-


proyección astrales, espíritus andantes, almas viajeras. Tuve que cerrar la
ventana. Pensé en Varnie. Él era mi mejor fuente de información.

Me duché y vestí en tiempo récord. Ahora que había decidido abrazar mi


educación, tenía prisa por ello. La cabeza me daba vueltas mientras caminaba
por la ciudad. Incluso me prometí no volver a que me leyera las cartas otra vez.

Saltando los escalones de la casa de Varnie, me recordé a mi misma a Ame


con su infinito entusiasmo. Un gran peso se ha quitado de mis hombros
sabiendo que es lo que me llevaba hasta Haden, o que traía Haden hasta mí.
Llamé a la puerta y me incliné a mirar por la ventana de la entrada. Las cajas
ya no estaban.

Temor congelado sobre mi anterior optimismo. La casa parecía vacía. Farfullé


unas palabras que aprendí de Donny y me senté entristecida en la entrada.
Varnie había hecho bien en su proclamación de salir de la ciudad. Me levanté y
envié una mirada más abatida a la puerta principal.

Mientras acepté lo inevitable, noté la esquina blanca de un sobre saliendo por


debajo del felpudo. Tiré de él y salió el resto. Tenía mi nombre en el. Lo abrí y
me senté en el escalón de nuevo, lo rompí antes de recordar que era un
Alderson y estaba por encima de ese tipo de comportamiento indecoroso.

Mis manos temblaron mientras leía un garabato indescifrable de Varnie.

Theia,
77

Siento no haberte visto. Sabía que volverías a venir (¿lo ves? Te dije que era
de verdad) pero era demasiado arriesgado quedarme por aquí.

Ojalá tuviera todas las respuestas que necesitas. No sé lo que te pasa. El


problema de ser vidente, incluso uno bueno, es que no siempre pues controlar
que es lo más “visible” y que permanece en las sombras.

Tú, pequeña, eres una de las personas más sombrías que haya conocido.

He intentado conseguir una visión más clara de ti, pero simplemente no puedo.
Todo lo que te puedo decir es lo que te dije el otro día. Algo te quiere, y
mucho.

Necesitarás un talismán. No te protegerá, pero necesitarás uno igualmente.


Habla con la señorita Amelia. Ella podrá ayudarte con eso.

Mucha suerte para ti y tus amigos. Ojalá pudiera estar ahí para ayudar, pero no
sé si te valdría de todas formas. En otras palabras, estoy demasiado asustado
de quedarme y averiguarlo.

Varnie

Anduve durante una hora por la ciudad, dejando que las palabras de Varnie
entrecruzaran mi mente una y otra vez. Donny me envió un mensaje para
tomar un café, pero todavía no estaba lista para hablar todavía y ella me
conocía tan bien que no fui capaz de esconder lo que sentía, así que la
rechacé la invitación alegando que tenía deberes. Me fui por la carretera para
que Donny no pudiera verme mientras se dirigía hacia la cafetería. Me escribió
de nuevo para recordadme que íbamos a bailar en Chasm esa noche y que no
me permitía echarme atrás. Y de nuevo otra vez para decirme que se encontró
con “esa zorra con el libro” otra vez. Esta vez, ella le dejó mirar bajo su
camiseta antes de que “accidentalmente” derramara su café en sus zapatillas
de moda. Suspiré mientras tecleé “Jaja” aunque lo que quería decir es “Pobre
Gabe.”

Pensé que debía ir a casa o preguntar a Amelia lo que Varnie quiso decir con lo
del talismán, pero todavía no quería ir. Estaba asustada, enfadada y confusa.
No quería hablar de ello, ni siquiera quería pensarlo. Solo necesitaba un
descanso de mi propia vida.

Una camioneta grande con llantas llenas de barro me adelantó, después paró y
volvió hacia mí marcha atrás. Tenía el corazón en la garganta. Haden bajó la
ventanilla del pasajero.

No era exactamente le coche que esperaba verle conduciendo. Parecía más un


tío de coches deportivos. De esos bajitos cromados y con pintura brillante. En
vez de eso, una gran camioneta me eclipsaba con su tamaño y su excesivo
toque de masculinidad.
78

- ¿Theia? - Haden presionó un botón y escuché como se desbloqueaba la


puerta. - ¿Necesitas que te lleve?

Le miré de reojo, furtivamente. - No estoy segura de donde voy.

- Entonces entra -dijo la araña a la mosca.

La duda se asentó en mi estómago. Las advertencias de Varnie y mi padre se


entremezclaron juntas en un malestar de guisado medio hecho.

- No sé - Para ser sincera, quería entrar, a pesar del posible peligro.


Quizá por él. - De acuerdo - Decidí. - Gracias.

Dudé en la puerta. Una persona de mi altura necesitaba una escalerilla para


subir en esta camioneta, pero me las arreglé para saltar sin romperme nada. -
¿A dónde vas? -Pregunté mientras cerraba la puerta.

Hade me lanzó una sonrisa. - ¿alguna vez has hecho Stumping?

- Eh… Ni si quiera sé lo que es eso.

- Incluye caminos barrosos, conducir a tracción, y amarrarse a la puerta


diciendo ‘¡joder!’. -Su sonrisa era infecciosa, pero sus palabras me
asustaron. Suavizó su tono. - No tienes que ir. Puedo dejarte en otro
sitio. Es solo algo que me gusta hacer. Me hace sentir... vivo, supongo. -
Miró a la señal de la carretera forestal. “¿te apuntas o no?”

Tenía un gran problema. Hacer stumping me aterraba, pero también todo lo


demás. El peligro tenía su atractivo. Haden me ofreció un respiro del vacío
interior, algo tangible. Podía agarrar el tirador de la puerta y saber, por primera
vez esta semana, exactamente qué es lo que me asustaba. - Me apunto.

Sonrió. - ¿Estás segura?”

Asentí. - Estoy segura”

Serendipity Falls no presumía de ningún centro comercial o tiendas. Era un sitio


pequeño, cerca de 5000 habitantes. La falta de sofisticación estaba llena de
naturaleza. Cerca de las montañas de la playa, por no mencionar las cascadas,
los estudiantes tenían la oportunidad de alejarse del estrés del colegio y sus
padres. Mis amigos y yo normalmente escogíamos la playa, pero otros chicos,
como Hade, les encantaba las colinas y las carreteras dejadas en el bosque.

Su camioneta subía por el sinuoso camino de tierra de gran inclinación, mi


boca estaba ya seca. Las manos de Haden estaban seguras en el volante, y su
domino en las curvas medio cierta tranquilidad, pero no lo suficiente como para
respirar por mí misma.
79

- ¿Haces mucho esto? - Pregunté, intentando evitar cualquier


conversación que pudiera realmente ser de lo que más quería hablar.
Sobre las rosas, y el sueño, y si estaba loca o realmente el me cazaba
mientras dormía. Si acaso él tuvo algo que ver con el timbre de la
escuela. Durante la siguiente hora, solo quería vivir el momento.

- No todo lo que me gustaría, pero casi siempre que puedo.- Había alegría
en su tono; Haden estaba lleno de adrenalina y el rugido que su
camioneta hizo antes de cambiar. - Donde vivía, solía coger la
camioneta para apartarme de mi madre antes de que me volviera loco.
Hace que todo lo demás parezca más pequeño ¿sabes? - Me miró, el
estómago se me hizo un nudo. - ¿Tú lo entiendes, creo, la necesidad de
dejar de ser lo que todo el mundo espera, y solo ser?

- No estoy segura de que alguna vez haya hecho eso - respondí


honestamente. - Mi padre ha sido bastante bueno suprimiendo ese tipo
de comportamiento en mí. Oigo su voz en mi cabeza incluso cuando no
está cerca.

Haden asintió, sus nudillos empalidecieron mientras agarraba el volante más


fuerte. - Mi madre, ella es igual. Muy controladora. Nunca seré lo que ella
quiere, pero eso no la detiene de intentarlo. Pero cada vez que hago stumping,
ni si quiera la oigo. Ya verás.

Se alejó de la “carretera” principal y se abalanzó sobre lo que parecía más un


carril bici. Algo obstruía la carretera, pero en vez de frenar, Haden pisó más
fuerte, zarandeándome contra el cinturón. Tenía el corazón en la garganta y él
soltó una carcajada como un paleto.

Se río de mi expresión. - ¿Vas a estar bien? - preguntó, haciendo eco de la


pregunta que me hizo hace unos días.

- Creo que dejé mi estómago allí atrás.

- ¿Te llevo a casa?

Me agarré al tirador con firmeza. - Absolutamente no. - La emoción corría por


mis venas, remplazando el miedo por un bendito cambio.

Haden río. - ¿Estás lista para divertirte realmente?

Con la otra mano, me quité la cinta del pelo. Mi padre me hubiera dicho “Eres
como tu madre” pero ni si quiera me importaba. - Estoy lista.

Volamos, y cada vez que aterrizábamos sentía como alguien me ponía sobre
una mecedora. Pronto empezaría a decir mis propias frases de ‘Dos Chalados
y muchas curvas’. Nunca me imaginé gritando “¡Yi-Ja!” antes, pero me
encantaba. La adrenalina sabía dulce como la ambrosia, y estaba asqueada
80

de volver a casa. En la siguiente hora, no medí mis palabras, mis pasos o mis
sentimientos. Viví el momento, lo que sentí era alegría. Y terror en ocasiones,
pero mayormente alegría.

Haden me dejó frente a mi casa. El primer chico en hacerlo. Estuvo bien


sentirse normal.

- Gracias Haden. Realmente me lo pasé bien.

- Pareces… sofocada -respondió.

Haden también parecía sofocado.

La cabina estaba de repente llena de todas las cosas que no dije. Preguntas
que no hice.

Él se apresuró a llenar el silencio. - Quizá la próxima vez puedas conducir.

- Oh cielos, no - Respondí. - Nos mataría a los dos.

Quise acercarme, pero Haden se estremeció y rápidamente miró por la ventana


del conductor. Le miré apartarse como siempre hace. - Tengo que irme - dijo
sin mirarme. - Te veré por ahí.

Su rechazo me remordía. – Claro - murmuré y abrí la puerta. Tuve que saltar


para llegar al suelo. Parecía bastante largo el camino abajo.

No pensé en mirar quien me llamaba al móvil cuando sonó. Asumí que sería
Donny llamando sobre sus planes de por la noche. Nunca esperé oír a un
hombre joven al otro lado.

- ¿Theia?

- ¿Sí? - La voz era familiar, pero no mucho.

- Soy Gabe. ¿Del colegio? - Como conozco a tantos Gabes.

- Ehh… Hola, Gabe - Respondí cautelosamente

- Chao

- ¿Perdona?

Gabe resopló nerviosamente en el teléfono. - ¿No es eso lo que decís en tu


país? ¿Chao?
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La conversación cayó en picado desde ahí, una vez que le había explicado que
solamente algunos decían “Chao” como saludo, supongo. Después de más
incómodos umms, ehhs y ahhs que intercambiamos, Gabe acabó diciendo - Te
preguntarás porque te llamo.

- La pregunta se me ha ocurrido, sí.

- Tú amiga…

- Donny - supuse.

- Si, mira, no tengo como habito el obtener información sobre una chica
que me gusta de sus amigas, bueno, no desde sexto. Es solo que, ella
está siendo...

- Difícil - respondí.

Gabe río. Me gustó su voz; era profunda y sincera, segura. Me gustaba Gabe
por las mismas razones. El siguió hablando de Donny, alternando entre
adoración suprema y sublime irritación. En algún momento, me di cuenta de
que estaba andando en la habitación y riéndome y hablando con un chico
sintiéndome completamente a gusto.

- ¿Alguna vez ella… habla de mí?

- Ella reniega mucho de hablar de ti la mayor parte del tiempo.-


Manteniendo el ánimo - Creo que es una buena señal.
- ¿Sí?

- Si.

Donny me hubiera matado si supiera que estaba hablando de ella. Gabe sería
bueno para ella sin embargo. Lo sabía en mi corazón. - Vamos a Chasm esta
noche. Si te... pasas por ahí.

- ¿Sí? - Respondió.

- Si.

- Gracias, Theia.

- Chao Gabe

Más tarde esa noche, por un momento deseé volver a la pista con los
monstruos en vez de mirar a la pista llena de otra gente de mi edad. El
retumbante sonido de del bajo sacudía mi sensibilidad musical, las cuales
admito que son bastante sensibles. Mi mente se aceleró al sonido de la
armonía de las cuerdas y la melodía, pero lo que más sentía eran los latidos en
mi pecho.
82

Donny me tocó el hombro desnudo. - Así que dime, ¿cómo es que has salido
esta noche? ¿Qué le has dicho a tu Querido Papi? - Ella tenía el máster en el
arte de hablar en un tono en el cual podía oír su voz por encima de la música.
Yo no era tan afortunada.

- Le dije “buenas noches” - Grité sintiéndome como una tonta. Por


naturaleza, gritar no era algo que yo hacía, y ciertamente no me salía
bien. Mi voz se rompió.- El vuelo de mi padre se retrasó, así que no
volverá a casa hasta por la mañana.

- No me tientes así. Puede que te tenga aquí toda la noche. - Incluso


cuando me hablaba, ni si quiera me miraba. Los ojos de Donny
estudiaban el escenario, buscando a alguien. Me pregunto si sería
Gabe. - Deja de tocarte el pelo - me regaño.

Ni si quiera me estaba mirando, ¿Cómo lo sabía? - No puedo evitarlo. Está


raro.

Ella me lo arregló, por supuesto. Yo era, para todos los intentos y propósitos,
una creación de Donny aquella noche. Sentía mi pelo pesado para mí, pero
tengo que admitir que arregló mis rizos en una especie de obra de arte y los
mechones sueltos no solo quedaban estupendos pero sí que me hicieron
soltarme un poco.

El maquillaje era otra experiencia completamente diferente. Compacto e


intenso, protesté cuando me puso tanto, pero mis objeciones fueron obviadas.
Como también fueron excluidas mis protestas. Sobre la camiseta roja que me
puso diciendo que era un vestido. Si mi futuro incluyera una esquina y un chulo
llamado Ice Money, ya estaba lista.

Como ya había una chica de la calle en el grupo, Donny salió con muy poco
maquillaje y dos trenzas, y lo que supuse que era un uniforme de colegio para
adultos. Ella parecía más alta estos días. El conjunto asombró a todos los tíos
que la miraban.

De vez en cuando, intentaba apartarme hacia la pared para pero Donny me


pillaba. Por primera vez, deseé que me dejara plantada por un chico guapo. Si
Ame hubiera estada, al menos los castigos habrían quedado solo entre las dos,
pero la madre de Ame tuvo una repentina llamada “noche en familia.”
Preocupada por la falta de apoyo psicológico esta semana, ella quiso
aprovechar la oportunidad para tener una charla entre padres e hijos.

Tales eran los peligros de ser la hija de un psicólogo, Amelia se lamentaba a


menudo. A decir verdad, envidiaba que sus padres al menos quisieran tener
una estrecha relación. Así que Ame se quedó en casa como una buena chica, y
yo me escapé como la mala. Ya anhelaba un buen libro y mi edredón.

Busqué a Haden en la multitud desde que llegamos, pero no estaba segura si


el vendría hasta que sentí el frío de su mirada. Lancé una mirada al balcón
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para encontrarme con sus ojos fijados en mi, su expresión ceñida en ira. Vestía
todo de negro, perfectamente tallado. Perfectamente peligroso.

Y enfadado. Parecía muy, muy enfadado. La frialdad de su mirada, como un


cubito de hielo en mi espalda, me hizo temblar.

Me preguntaba cómo sería volver a verle otra vez después de nuestro pequeño
respiro de diversión que tuvimos, se volvió frío de nuevo. Ni si quiera sabía por
qué estaba tan enfadado, pero por alguna razón me gustó. Como si tuviera
algún poder precario sobre él. Incluso si era una mala idea usarlo.

No hubo un “oh, mierda” que decir, así que agarré la mano de Donny y la
apreté con fuerza.

- ¿Qué pasa? – preguntó.

Nada salió cuando traté hablar. Él no había dejado de mirarme fijamente. Mi


cuerpo respondió a su ira con deseo, haciéndome notar las zonas erógenas de
las que Donny solía hablar cuando yo la suplicaba que se callase.

Donny se inclinó y me dijo al oído. - Estrellita mía, Gabe está aquí. ¡Hay dios! -
Intentó hacerse la graciosa, pero yo no era tonta y la conocía demasiado bien. -
Genial, viene hacia aquí. Dios ¿Por qué no sabe pillar una indirecta y dejarme
en paz de una vez?

Gabe se hizo paso entre la multitud con propósito, pero cuando llegó a
nosotras, el cogió mi mano e ignoró a Donny. - Theia, estás impresionante. Si
no bailas conmigo, me romperás el corazón.

Donny se asombró y después se recuperó, sin embargo ya nadie se sorprendía


del papel que interpretaba. - Tu bondad no tiene corazón.

Él atacó de vuelta, - Tú no sabes nada de lo bueno que soy. Cuando estés lista
para descubrirlo, ya me verás - Apretó mis dedos suavemente - ¿Por favor?

El baile parecía mucho menos complicado que el macabro vals al que


acompañé a Haden. La gente solo se movía de un lado para otro y movían sus
cabezas al ritmo de la música. Algunos se apegaban a otros, como el sexo de
la música, pero no todos sentían la necesidad de molestar a los otros.

Miré hacia arriba. Haden todavía estaba agarrado a la barandilla del balcón
fuertemente. Atraída por su oscura mirada, luché contra la alarma que
golpeaba mi corazón. El pánico no era una sola emoción con la que tratar. El
me excitaba también.

Parte de mí, la parte más misteriosa, cantaba para provocarle más.

Acepté la invitación de Gabe mientras dirigía mi sonrisa a Haden. En el


transcurso hacia la pista, justifiqué mi pequeña revolución. Haden no me
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poseía. Me ignoraba cuando le convenía y solo me hacía caso cuando quería


cumplir algún propósito... sin importarle lo demás.

Quizá necesité forzar su mano.

La acústica era mucho mejor en la pista en realidad, pero Gabe intentó hablar y
no pude oírle.

- ¿Qué? - Grité.

Apoyó sus manos en mis brazos y habló despacio en mi oído. - Parece que ella
está a punto de atacar.

No se equivocaba. Donny rodeó el borde de la pista como un león acechando a


una gacela. Y señor, si que parecía sexy. Ojalá yo tuviera ese poder. No solo
era la ropa, no ayudaban a la causa, pero ella despilfarraba una seguridad
sexual tan ardiente como la lava. Se me ocurrió que ella sería mejor pareja
para Haden que yo.

Un toque de celos se hizo paso. Y dolió.

Gabe miró a Donny deslizar su cuerpo entre una pareja desconocida que
estaba bailando. El chico disfrutó la nueva distracción de falda corta, la otra
chica desapareció en un soplido. Donny le acercó hacia ella, pero era a Gabe a
quien ella miraba.

Ella le quería.

A Gabe se le desencajó la cara y las venas de sus sienes se hicieron visibles.


Una mirada al balcón mostró a Haden con una similar postura rígida. La furia
desnuda en sus ojos se apresuró en mis venas como agua fría. Parecía de
repente como el canalla peligroso de mis sueños y no como el chico calmado
de la camioneta

Cuando Donny se abalanzó sobre su pareja de baile de forma provocadora


como si él fuera una barra de striptease, supe que el todo estaba a punto de
descontrolarse.

Agarré la barbilla de Gabe, forzándole a mirarme.

- Si te pierdes ahora, la perderás - Grité.

Asintió, cerrando sus ojos por un momento para volver a su puesto. - ¿Por qué
ella tiene que ser así? He intentado mostrarle... que me importa. Es más que
un rollo. Quiero ser algo más que un simple rollo.

- Gabe, ve y ponte en medio.

Sacudió su cabeza. - Solo quiero irme a casa.


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Mientras Gabe perdía fuerza ante mí, me di cuenta de que había perdido a
Haden. Dejó su sitio, poniéndome nerviosa. Hacerse cargo de toda la
testosterona de la discoteca estaba siendo agotador.

- Ve y ponte en medio - Me eché hacia atrás, dando a Gabe la salida que


necesitaba de dejar de bailar conmigo y reclamar lo que de verdad
quería.

Gabe la miró una vez, ella le sonreía, retándole. Él se plantó ante Donny,
físicamente apartándola del otro chico y amoldándola a su cuerpo. Ella no tuvo
nada que objetar y rodeó su cuello con sus brazos, olvidado al otro chico del
que había sido liberada. Y como a mí por el resto de la noche también.

Ojeé el balcón. Lo próximo en mi agenda era encontrar a Haden.

Él no había vuelto, pero todavía podía estar en la parte de arriba. No debería


haber jugado a su juego. No entendía las reglas. Al principio sentí el
momentáneo cosquilleo de poder, pero ahora parecía raro. Distraído, sin
terminar.

Trozos de piel y ocasionados choques con extraños mientras pasaba me


llevaron a sentirme como en otro mundo. La gente bailando me retrasaba
mientras me sumergía en la multitud. El olor a sudor y perfume, las luces me
desorientaban, y el zumbido de la música me hizo sentir fundamental. Olas de
energía sexual me cubrían, colándose dentro de mi propia piel.

Y anhelé por algo difícil de alcanzar, y el aire espesaba ante la promesa de


ello.

Me sorprendió es nuevo sentir tan potente. Y era la sorpresa lo que me


aterraba más que la subida de hormonas. No podía controlar los sentimientos
que aparecían de la nada.

Las escaleras eran traicioneras con los inviables tacones que Donny me había
hecho llevar, y a la hora que llegué al sitio donde había visto a Haden por
última vez, supe que se había ido.

Un largo suspiró se escapó de mis pulmones. ¿Qué estaba haciendo aquí? No


debí haber dejado a Donny que me convenciera para venir. Aunque mi padre
puede que sea demasiado severo algunas veces, esta experiencia no valía la
pena montar una rebelión.

Me apoyé en la barandilla y mi corazón se paró.

Haden me miró desde abajo mientras se dirigía hacia una rubia lista en la pista
llena de adolescentes girando. Ella le miró fijamente, atemorizada como si él
fuera una estrella de rock. Dios, pensé que ella podía tener razón. El susurró
algo en su oído, pero me sonrió a mí, esa clase de sonrisa que señala de
desaparición del canario a caprichos del gato.
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Enganchó un brazo alrededor de su cintura y alzó una ceja hacia mí. Quería
odiarle; el fuego quemaba mi corazón. Cuando él la volvió para que estuviera
cara a mí, el aire se me quedó en la garganta. Ella no tenía ni idea que él la
estaba usando como marioneta para afirmar su control sobre mí, pero no estoy
segura de que a ella le importara incluso si lo hubiera sabido. Dudo que me
hubiera importado, las tornas habían dado la vuelta. Estar envuelta en sus
brazos, bañada en su olor, guiada en un baile por sus seguras manos... No, yo
hubiera estado encantada de ser la marioneta.

Ella se apartó de él, al contrario que Donny pero sin la finura de Donny. O
encanto, para que conste. Pero supongo que el encanto no contaba en este
tipo de baile. Apreté más fuerte la barandilla intentando contener mis
emociones, pero nada me hacía mirar hacia otro lado. Él me había atrapado en
su mirada pecadora diseñada para debilitar mi voluntad, para subir las
apuestas en la batalla de mi corazón. Quizá mi alma. Él quería que supere lo
que me está perdiendo incluso si ya había dejado claro que no podía tenerlo. Y
estaba lo suficientemente depravada para dejarle.

La música cambió de tiempo y apagaron todas las luces menos las


estroboscópicas. El efecto aumento el sentimiento de desplazamiento e
hicieron que su baile pareciera hecho a cámara lenta y de sincronizado a la
percepción. Haden se agarró las caderas de la rubia, sujetándola fuertemente
contra su pelvis. Ella dejó que su cabeza cayera hacia un lado, dejando ver la
larga columna blanca de su cuello. El me lanzón una sonrisa aún más malvada
y besó su cuello.

Mis rodillas se doblaron. Sentí la sensación de sus labios en mi piel. El beso


fue como un shock que empezó en mi cuello y viajó hasta abajo por mis nervios
acabando en los dedos de los pies. Su mano pasó suavemente de su cadera a
su estómago... mi estómago. Mientras la sensación subía lentamente hacia mis
pechos, dejé de respirar. Quería echar mi cabeza hacia atrás, pero podía.
Estaba parada en medio de la multitud yo sola. Él no me estaba tocando, sabía
eso lógicamente, pero no físicamente. Los colmillos de la lujuria estaban
afilados y no tenían piedad.

Por fin fui capaz de romper el hechizo y mirar hacia otro lado. Miré otra vez,
encontrándome con sus ojos, y me solté de la barandilla y me aparte del
enjambre de cuerpos. Él me había vaciado por completo. Todo en lo que podía
pensar era salir de allí. Necesitaba aire fresco y silencio.
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Capítulo 9
La chica es sus brazos se retorcía contra él decorosamente. Lástima que no
podía satisfacer la oscura necesidad de su interior. El dolor creció en mí como
si me lamieran llamas. Solo había una persona que podía llenar ese vacío. Y
Theia ahora no quería tener nada que ver con él, se había asegurado de ello.
Era mejor así. Mejor para ella que le odiara. Más seguro para los dos.

Apenas había comenzado la familiar discusión consigo mismo cuando se


encontró siguiéndola hasta la puerta. Sabía todas las razones por las que
debería dejarla ir, sabía que esto acabaría mal. Si la tocaba… que Dios los
ayudara a todos si la tocaba.

No había suficiente espacio en mi corazón para todos los sentimientos que


Haden intentaba poner en él. El anhelo luchaba contra la rabia en una violenta
batalla por la supremacía. Sería mucho más fácil si simplemente pudiera
odiarle.
Salí a través de las puertas, y el frío choque del aire impulsó la piel de gallina a
través de mi desnuda piel instantáneamente. Maldecí Donny y a su cambio de
imagen que me dejó en un oscuro aparcamiento pareciendo una puta mientras
ella seducía al único chico agradable con el que yo había pasado algún tiempo.
Maldecí a Gabe por no ser el chico que me interesaba. Maldecí a Haden por
ser el que lo hacía.

- Es un nuevo aspecto para ti.

Di media vuelta, un error con esos ridículos tacones. Intentando recuperar el


equilibrio y la dignidad, se me cayó el bolso.

Haden caminó hacia mí, agachándose para recuperar mi bolso.


Enderezándose, me ofreció el bolso, colgando de su mano mientras sus ojos
recorrían mi cuerpo peligrosamente. Me preguntaba con qué Haden estaba
tratando, el de mis sueños o el del colegio. Su mirada sugería cosas
pecaminosas allí donde aterrizaba de mi piel y me pregunté si después de todo
había un tercer Haden.

Cogí el bolso y me encogí de hombros, intentando recordar que estaba


enfadada con él. – No te acostumbres a ello. Volveré a ser un ratón a
medianoche.

- Tú no eres un ratón, Theia. – Hizo una pausa. – Tampoco he dicho que


me guste tu nuevo aspecto. No me importa mucho de todos modos.

Me encogí de hombros una vez más. Que amable por su parte machacarme en
el suelo antes de que me aplastara con su zapato.
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- ¿Qué haces aquí sola? – preguntó – Realmente no es seguro.

Era imposible hallar una respuesta coherente para eso. Lo miré fijamente como
si estuviera fuera de su mente. ¿Por qué en la tierra siempre fingía
preocuparse?

- Hay una gran cantidad de actividad de la droga aquí. – Explicó, como si


la cosa más espantosa de mi mundo fueran traficantes de drogas.

- Últimamente no me siento especialmente segura en ningún lugar. Ni


siquiera en mi propia cama. – me burlé. No intentaba ser sexual, aunque
estoy segura de que sonó así. Esperaba que dijera algo que demostrara
que él era consciente de los sueños.

No mordió el anzuelo, pero le hizo arquear una ceja. – Quizá necesites un


sistema de seguridad mejor.

- ¿No deberías volver con tu cita?

- No he traído una cita. – Eso no significaba que no se fuera a ir con una.

Sopló el viento y sentí un escalofrío. Iba a tener que volver al club y realmente,
realmente no quería. Sin embargo, Haden estaba en lo cierto, no estaba segura
sola en el estacionamiento, incluso aunque no hubiera distribuidores de drogas
y otros “proveedores de la oscuridad” vagando alrededor. Había permitido que
mi frustración me empujara a un comportamiento irracional.

- Debería irme. – Hice el esfuerzo de caminar a su alrededor a su


derecha, pero se movió a la vez bloqueándome. Pensando que fue un
erro, fui hacia el otro lado y me volvió a bloquear.

- Lo siento. – dijo, sin ninguna señal de arrepentimiento.

- ¿Vas a tirarme de las coletas a continuación?

Se echó a reír. – Probablemente. No sé lo que tiene que ver contigo, Theia.


Parece que sacas al chico malo de mí.

- ¿Hay otro tipo de chico en ti, Haden?

Me miró a los ojos mientras sacudía la cabeza. El escrutinio me hizo más


consciente de mi misma. Intenté tragar, pero mi boca estaba muy seca. Sin
pensarlo, me lamí el labio inferior.

Era como si la acción pulsara un botón y abriera una puerta. Dio un fuerte paso
hacia mí, salvaje y sin consolidar. Me estremecí de miedo y de emoción a
partes iguales. Y luego no paró a punto de poner sus manos sobre mí.
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Alguien había encendido un coche, y las luces brillaron sobre nosotros como un
foco. Vi la misma batalla en sus ojos que yo luchaba conmigo misma. Él no
quería quererme, pero lo hacía. Sin pensarlo, alcancé un mechón de su pelo
negro azabache. Solo pensaba en quitarlo lejos de sus ojos, pero se alejó
rápidamente. – No me toques. – gruñó. – Nunca me toques.

Mi mano seguía suspendida en una pose inútil donde había estado su cara un
momento antes. Me lo arrebató de vuelta, y el familiar ardor cerca de mi pecho
señalaba que otro le había dado otro duro golpe a mi autoestima. Deseaba que
el escozor de las lágrimas esperara. Que simplemente esperara. No ahora, no
delante de él.

- ¿Por qué me odias tanto? – No pude retener las palabras, aunque me


hubiese gustado. Todo lo que estaba haciendo le estaba proporcionando
más munición.

- No te odio.

- Simplemente no entiendo por qué te resulta tan divertido ser amable


conmigo un minuto y burlarte de mí al siguiente. La forma en que me
mirabas desde el balcón… ¿Por qué estabas tan enfadado? ¿Qué te he
podido hacer para volverte tan loco?

Las manos de Haden presionaron sus sienes como si estuviera intentando


detener un dolor de cabeza – La verdad, es que no me gustaba la forma en que
te estabas alardeando delante de todos. Tu vestido… el modo en que luces
esta noche… es descarado.

Exhalé un bufido muy poco femenino que habría obligado a las sienes de mi
padre a palpitar con desagrado. Pero que estaba bien. Por una vez, mi propio
desagrado era más importante para mí. – Lo que yo me ponga no es de tu
incumbencia, Haden.

- No, no creo que lo sea.

- No estaba vestida de manera diferente a cualquier otra chica en ese


club. – argumenté, a pesar de que acababa de estar de acuerdo
conmigo.

- Pero tú eres diferente a todas las otras chicas. – sus pupilas dilatadas,
oscurecieron sus ojos de un modo extraño.

- Sí, lo sé. No tienes que seguir recordándomelo. – crucé los brazos


instintivamente. – Si me disculpas, voy a quitar mi ingrata persona de tu
vista.
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- ¿Ingrata? – se burló él. – sigues sin entenderlo. – dio un paso lejos de


mí. - ¿Es eso lo que piensas? ¿Qué no estoy tentado? ¿Qué no te
encuentro más deliciosa que la fruta más dulce?

- ¿Es eso lo que la rubia era en la pista de baile? ¿La fruta más dulce?
¿Qué clase de adolescente habla así, Haden? ¿Qué eres?

No contestó. Por supuesto.

- ¿Sabe que la tocas por mi beneficio?

Haden miró hacia otro lado – No. No creo que lo haga.

Estaba inhalando en jadeos demasiado grandes para consumirlos. – Eres un


usuario. Juegas con la gente por diversión. Yo, la chica en el club, Brittany,
Noelle, todas nosotras somos como peones para ti. No sé realmente quien
eres, Haden, o de dónde vienes realmente, pero creo que eres el diablo.

- Tienes toda la razón. – No me había imaginado esto, sus ojos estaban


cambiando. Quedaba absolutamente muy poco blanco en ellos. – He
intentado mantenerme alejado de ti, Theia. No creo que pueda, pero
Dios sabe que lo he intentado.

Su expresión, salvaje y sin límites, puso un terror frío en mi corazón. Retrocedí


un paso. Empezó a moverse hacia mí y luego se detuvo. Detuvo una
respiración irregular y pareció como si la palabra “no” se escapara de sus
labios antes de que las ventanas de todos los coches del aparcamiento se
destrozaran.

El sonido de la explosión me hizo perder el equilibrio sobre los estúpidos


tacones de aguja y caí al suelo. Cristal pulverizado, llovió en brillantes
fragmentos sobre nosotros, yo de rodillas y Haden teniendo poder sobre mí,
con la mirada del diablo en sus ojos.

No entendía lo que estaba sucediendo. Hubo más explosiones cuando las


bombillas de las farolas y letreros de neón estallaron de sus marcos.

- ¿Haden? – grité. Un rayo acuchillo el cielo y el viento azotaba el polvo y


el cristal a mí alrededor. Me cubrí la cara con una mano, e intenté llegar
a él con la otra. – Haden, ayúdame, por favor.

Miré hacia arriba a través de mis dedos, pero se había ido. Me cubrí la cabeza
con los brazos cuando el cielo retumbó tan alto como si la Tierra hubiera
chocado contra otro planeta. Granizo del tamaño de guisantes derramado del
cielo.

Me había dejado de rodillas mientras le pedía ayuda. Sola.


91

Donny y Gabe me encontraron unos minutos más tarde, hecha un ovillo y


estremeciéndome. Gabe colocó su abrigo sobre mí. Debería haber dicho
gracias pero creo que no lo hice.
Me llevó a casa antes de que llegaran las autoridades, me aseó, e hizo té sin
pedirme que hablara o que le contestara una sola pregunta. En uno de mis
hombros había caído una buena cantidad de cristal, pero los cortes eran
superficiales. Capté las miradas de preocupación de todos, pero fingí no darme
cuenta y permití que el adormecimiento tomara forma sobre mí como una
segunda piel.

Me quedé mirando la violenta tormenta a través de la ventana, bebiéndome el


té y sacando de mi mente los murmullos de sus voces hasta que me di cuenta
de que Donny estaba diciéndole a Gabe que se fuera, que ella se quedaría
conmigo esta noche

- No – interrumpí. – Estoy bien. Deberíais iros los dos.

- Theia, no te voy a dejar así. Algo te pasó allí…

Me encogí de hombros en la suave manta que había puesto sobre mis


hombros. – Sí, allí me pasó el tiempo. Fue una tormenta aterradora si te coge
dentro. Pero ahora estoy bien. – Necesitaba estar sola. Mi mente no podía
procesar mientras ellos estuvieran cerniéndose sobre mí.

- Thei… - empezó ella.

- Necesito dormir, Donny. Por favor, estaré bien.

Después de algunos minutos más de discutir la convencí, aunque seguía reacia


a irse. Gabe comprobó todas las puertas y ventanas mientras Donny y yo
caminamos hacia la puerta.

- ¿Cómo he podido acabar con el puto Sir Galahad, Thei? – ella no había
perdido su gracia en el lenguaje, pero la cara de Donny ya me parecía
suavizada.

- Parece un tipo muy agradable. – Generalmente, sus ligues del club la


convencían para dejar a sus amigos atrás. Gabe había insistido en
verme en casa y en asegurar las cerraduras.

Ella puso los ojos en blanco. – Sabes, ¿me ha dicho que no va a dormir
conmigo? Mientras estábamos bailando, por el amor de Dios. Simplemente
anunció que no habría sexo hasta que no estuviera convencido de que no le
estaba utilizando por su cuerpo.

La primera sonrisa de la noche barrió mi cara. - Pero tú lo estás utilizando por


su cuerpo ¿no? – jugué duro.
92

- Por supuesto. Ahora solo me va a llevar un poco más de tiempo. –


Donny agarró mis hombros con suavidad y me miró conmovedoramente
a los ojos, buscando grietas en mi fachada, yo estaba segura. - ¿Estás
segura de que estas bien? Podemos quedarnos. El cielo sigue meando
lluvia y no creo que el final de los truenos llegue pronto. Es una mala
noche para estar sola en esta casa enorme. – No mencionó todos los
parabrisas rotos en el club. El suyo solo tenía una grieta larga, irregular.
El coche de Gabe no fue tan afortunado. Yo ya sabía que el periódico
echaría la culpa a la tormenta.

- Dormiré con ello. Vamos ¿Quieres? Quizá por lo menos puedes aún
consigues llegar a la segunda base esta noche.

- Cariño, llegamos a la segunda base en la pista de baile.

Mi turno de ponerle los ojos en blanco, y luego nos despedimos. Cerré la


puerta tras ellos, después me deslicé lentamente mientras el agotamiento,
físico y emocional, rodaba sobre mí en olas. Tan cansada como estaba, sabía
que no podría vivir.

El viento aulló, cruel y malévolo. Arbustos arañaban y sacudían las ventanas.


Extraños golpes y crujidos retumbando y raspando a través del techo. La luz
parpadeó dos veces, después se cortó, dejándome en la oscuridad hasta que
el relámpago iluminó estroboscópicamente la habitación y mostró extrañas
sombras largas en la pared.

Aunque nuestra Victoriana no era antigua, solo construida para parecerlo,


seguía sintiéndose encantada, llena con algo… más. Palpé mi camino a través
de la habitación, tropezando y buscando la pared. La casa debería haber sido
familiar, pero la ominosa oscuridad cambiaba incluso mi percepción de la casa.
Cuando llegué al cajón para coger la linterna, la puerta de la cocina golpeaba
sobre sus goznes debido a la tormenta. ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! Gemí y luego me
reprendí por mi estupidez.

Tenía dos opciones: Cerrar bien la puerta o escuchar el choqué contra el marco
durante toda la noche. Me giré con la linterna y lentamente me deslicé a través
de mi cocina como un ladrón. Mi mano vaciló en el picaporte, y tomé una
respiración profunda para calmar mis nervios. Es solo un portazo por el viento.
Pero aun así, dije una pequeña oración, una de mi infancia, la única que podía
recordar en este momento.

Le pido al señor que cuide de mi alma.

Abrí la puerta y alcancé en busca del pomo de la puerta con mosquitera. El


viento gemía agonizante, pero yo agarré el pomo, cerrando con gran esfuerzo,
y giré la cerradura. Trabajando rápidamente, hice lo mismo con la puerta de la
cocina y después lloré de alivio tras lograr mi objetivo.
93

Alentada por mi victoria, y el haz de la linterna, crucé la cocina normal y mi


corazón se desaceleró a un ritmo estándar. Hasta que llegué a la sala de estar
y el vello de mi nuca se levantó como si hubiera sido frotado el camino
equivocado.

Me congelé, dejándole al resto de mis sentidos averiguar que estaba mal. Está
todo en tu cabeza, Thei. Claro que lo estaba. Como todo lo que ha pasado
durante la semana. Tensé mi agarre sobre la linterna, sabiendo que sería de
poca utilidad como arma. Sospechaba que contra lo que tendría que pelear no
respondería a ningún tipo de fuerza que yo pueda ofrecer.

Me tragué el miedo y reanudé el movimiento. Seguí adelante, subí las


escaleras y luego, por un capricho, pasé mi habitación hacia el final del pasillo
y a la escalera que conducía al piso superior. Varnie había dicho que
necesitaría un talismán. No estaba segura de que significaba exactamente.
Asumí que era un tipo de amuleto, algo personal, y el instinto me atrajo al
tercer piso.

Miré la escalera, deteniéndome por un momento de temor antes de subir el


corto tramo. El ático no me asustaba como algunos. No era oscuro, bueno,
excepto ahora, sin electricidad. No había telarañas o extrañas ventanas. Era
una simple habitación adicional con una alfombra igual a la de mi propia
habitación. Y sin embargo, siempre lo había sentido vacío y sin alma, quizá
porque nunca se ha utilizado, nunca se había habitado. Si las casas tuvieran
sentimientos, toda nuestra negligencia habría sido almacenada en esta
habitación. La habitación que contenía las cosas de mi madre muerta.

El aullido del viento parecía peor en el tercer piso. La tormenta, la oscuridad, y


mis propios miedos combinados como un campo de fuerza encantada que me
presionaba para que pasara a través. Desafortunadamente, las palabras de
Varnie conectaron algo en mí y faltando algo muy malo no me iba a calmar. Lo
más sensato habría sido acurrucarme abajo e intentar dormir a pesar de la
tormenta. Mi gen sensato estaba en un viaje de negocios, sin embargo, en su
lugar escogí enfrentarme a la oscuridad del ático para encontrar algo
innecesario.

Temblando por el exceso de adrenalina y la falta de ropa, corrí a través de la


habitación sin hacer brillar la luz en las esquinas. Si algo se escondía allí,
decidí, prefería no saberlo. Encontré rápidamente la caja que estaba buscando,
nadie había movido nada en el ático, así que me senté delante de ella y aflojé
la tapa.

Desde el rabillo de mi ojo, vi una sombra arrojándose a través de la pared y mi


corazón se estrelló contra mi caja torácica. Me quedé muy quieta, inmóvil y
reacia a respirar. Volvió a pasar. Demasiado rápido para seguir el rastro, la
94

sombra se deslizó alegremente, aunque nada en la habitación se movió y no


había luz para crear sombras, y mucho menos ver una.

Mi sangré se heló de miedo, pero mis manos temblorosas terminaron de quitar


la tapa de la caja y busqué el joyero, agarrándolo contra mi pecho cuando lo
encontré. Corrí a través de la habitación hasta la puerta. Tuve que morderme el
labio para no chillar, porque cuando cerré la puerta, fríos dedos intentaron
atraerme de vuelta.

Volé por las escaleras hasta mi habitación, tomando grandes bocanadas de


aire. Me caí al suelo y volqué el contenido de la caja de madera. No sé por qué
tenía tanta prisa y era tan descuidada con las joyas de mi madre; solo sabía
que necesitaba encontrar el colgante que estaba buscando. Era una simple
piedra negra engarzada en plata en una cadena. Mis dedos temblaron con el
cierre, pero me las arreglé para finalmente cerrarlo alrededor de mi cuello.

Me preguntaba cuando se lo habría puesto por última vez. Nunca había sabido
que clase de piedra era o si significaba algo especial para ella. Quizá solo era
un colgante barato que había conseguido en una feria callejera. Casi no se
parecía a nada que mi padre le hubiera comprado. La había visto llevándolo en
varia fotos, pero nunca parecía ser su favorito.

El peso de la piedra en mi pecho me tranquilizó. Para bien o para mal, había


encontrado mi talismán.

Rodeada por el calor, abrí los ojos y estaba cegada por el sol brillante, caliente.
Bizqueé y dejé que mis ojos se adaptaran a radiante luz.
Bajos mis pies, la arena caliente quemaba mi piel y hacia evidente que estaba
sola en un vasto, desolado desierto. Sin saber qué hacer, me senté.

Cuando el sol cocía mi cuerpo como un asado en un horno, me pregunté dónde


estaba Haden. No había ningún sitio para mí al que ir, la arena se extendía por
millas en todas direcciones. Nada alteraba la visión ni imprimía en la arena
ninguna alusión a otro tipo de vida cercana.

Vacante, caliente y árido. Maldita sea, Haden.

Apareció como si siempre hubiese estado ahí, encantador en sus faldones y


sombrero de copa. Como si fuéramos a tomar el té en el calor sofocante. El
destello de sus dientes blancos, todo lo mejor para morderme, me
desconcertaba.

No contento con cernirse sobre mí mientras yo volvía a permanecer en el


suelo, estiré mis rodillas debajo de mí para ponerme de pie.
95

- Todavía estás vestida como una ramera – comentó – Y haces mala


cara.

Ciertamente no tenía mala cara. ¿Por qué no me había cambiado de ropa?


Supongo que había asumido que no me quedaría dormida. Recuerdo estar
sentada en una mecedora en mi habitación descansando un minuto antes de
llegar a la cama. Y después me desperté en el desierto.

Miré a Haden, recordando con frialdad como me había dejado en la tormenta


después de su ataque de celos. Y ahora, para colmo, me ha llamado ramera. -
¿Cuántos años tienes, Haden?

- Diecisiete. Esa es una pregunta extraña, Theia.

- No tienes diecisiete.

- Tengo casi dieciocho.

- Utilizas palabras como “ramera”. ¿Qué edad tienes realmente?

- Tú también hablas muy formal, corderito. ¿Debo cuestionarme tu edad


también?

Mi padre solo me permitía leer literatura clásica. Por mucho que me gustó Jane
Austen, sabía que la constante inmersión en el siglo XIX era otra barrera del
idioma entre mis compañeros y yo. No sentía que le debiera una explicación a
Haden, sin embargo, le regalé una oscura mirada.

Quería respuestas. Las necesitaba, y Haden me debía mucho. - ¿Qué eres?

Nuestros ojos se encontraron y en ellos me reconocí su soledad. Quería


decírmelo; quería abrirse a si mismo.

En su lugar me dijo que me despertara.


96

Capítulo 10
La voz de mi padre al otro lado de la línea telefónica era cansada y quebradiza.
Al parecer, el retraso en su viaje de negocios era menos por las aerolíneas y
más por «los malditos idiotas quienes no atienden a razones» en sus
reuniones. En todo caso, mi padre no estaría en casa en todo el sábado
tampoco. Esperaba que la conferencia telefónica del lunes por la mañana
volviera a poner esto a dormir, lo que sea que esto fuera.

Colgué y suspiré. La electricidad había sido restaurada en algún momento de la


noche, y el patio estaba lleno de escombros y ramas de árboles que deben
haber volado como misiles en el viento. Sin embargo, el cielo estaba libre del
desorden de la mañana. El sol brillaba y no había ningún indicio de la niebla, de
hecho el aire tenía esa suave sensación de después de una tormenta. Esto
debería haberme hecho sentir mejor, pero no lo hizo.

La furia que arrasó nuestra ciudad ayer por la noche no fue un evento
meteorológico. Mi inquietud no se disipó, tenía la sensación de que no había
terminado. Había una frustración desesperada en el viento, en los relámpagos
eléctricos que habrían grietas en el cielo. El cielo quizá era claro ahora, pero la
emoción sobrante todavía se sentía fuerte.

Quería hablar con Ame sobre el collar, el talismán que me había puesto
anoche. Varnie había dicho que sabía qué hacer. También había dicho que lo
iba a necesitar, pero que no me protegería y, francamente no tenía ni idea de
que significaba eso. Ame siempre llevaba cristales para cosas diferentes, como
una mejor concentración o anti-cansancio, pero pensaba que un talismán se
suponía que era más una protección que un buen suplemento de salud.

Vagaba por la casa, llena de inquietud y con ganas de… algo. Necesitaba una
buena distracción. Y… tuve una idea. O algo así. Solo esperaba que mis
amigas no me mataran por ello.

Me desplacé a través de la corta lista de contactos en mi iPhone, encontrando


el número que Gabe había utilizado ayer para llamarme. Me paseé durante un
momento o dos, con mi dedo cerniéndose sobre el botón LLAMAR. Nunca
antes había llamado a un chico. Nunca.

Estaba haciendo el ridículo. Un producto de la crianza sobreprotectora de mi


padre. No era diferente llamar a Gabe de lo que lo era a Donny o Ame. Apreté
mi dedo contra la pantalla táctil y escuché la música mientras esperaba a que
contestase.

- Yo – respondió

- ¿Gabe? Soy Theia.


97

Un borde alineaba su voz. - ¿Estás bien? Puedo estar allí en cinco minutos.

Sonreí con alivio. – Estoy bien, de verdad. Gracias por… anoche. Necesito tu
ayuda, más o menos. Si eso está bien.

- Eso depende. Si se trata de que necesitas ayuda para mover cosas


pesadas, soy tu hombre.

Me reí, preguntándome otra vez por qué era tan fácil hablar con Gabe y por
qué Donny intentaba resistirse tanto a él. – Necesito invitar a Mike Matheny a
mi casa, pero no sé su número.

- Matheny ¿eh? ¿Ya has superado lo del chico nuevo? Bueno. Parece ser
un idiota.

Sentía extraño pensar en Haden como «el chico nuevo». Él era tan indefinible
para mí que una explicación tan fácil parecía equivocada. – No estoy
interesada en Mike de esa manera. Él está en mi clase de trigonometría con
Amelia. Me gustaría invitarlo a estudiar, bueno, quiero decir, ya lo hice el otro
día. Pero entonces todo el colegio terminó en la sala de emergencias, por lo
que no pasó. Quiero decir, me gusta Mike. Simplemente no me gusta Mike de
esa manera. – Hice una pausa de mi nerviosa diarrea verbal y seguí adelante
y tomé aliento. – Así que, de todos modos… pensé que le gustaría estudiar con
nosotras. Con Amelia. – Insistí en su nombre, alargando las silabas con la
esperanza de que lo entendiera. – Él y Amelia es probable que se lleven bien
¿no crees?

- Uh-huh – respondió él, lo que debe ser una palabra de chico para algo.
El sonido debería haber sido sin compromiso, pero no había capas en el
mismo.

- Donny no está en trigonometría este año. – Mencioné – Pero tengo la


sensación de que va a venir de todos modos.

- Uh-huh

- Quiero decir, a menos que los dos hicieran planes para hoy.

- Nop. Ella está siendo… ella misma. – Sonó resignado.

Lo tomé en el sentido de que ella lo había despachado, a pesar de la noche


anterior. – Si quieres venir y asegurarte de que todavía estoy haciendo las
cosas bien en la gran casa, esta tarde sería un buen momento para hacerlo.

- Lo tendré en cuenta. – le oí abrir una lata de refresco. Ni siquiera era


mediodía aún. - ¿Así que siempre has sido una casamentera o se trata
de algo nuevo para ti?
98

- Nuevo, obviamente. No soy muy buena en eso ¿no?

- Sonaría como un auténtico imbécil si te dijera que llegué mucho más


lejos con tu amiga de lo que habría podido si no te hubieras metido, así
que voy a callar y darte el número de Matheny.

Me sonrojé con el mismo miedo de siempre. – Gabe, um, ahora no sé si puedo


llamar a dos chicos en un día.

- Realmente eres una chica rara. Lo llevaré yo. Veremos qué pasa.

- ¿Y si está ocupado?

- No lo va a estar. Hay un protocolo.

- ¿Qué tipo de protocolo?

- No puedo cederte los secretos comerciales, Inglesa. – sonreí por el uso


del apodo de Donny para mí. Oí como se abría un cajón. ¿Se estaba
vistiendo? Me sonrojé más caliente. – Si Matheny piensa que lo necesito
como una excusa para ir a tu casa, ya que no estoy en tu clase de
trigonometría, vendrá a ayudarme con la puntuación. Es lo que
hacemos.

Hice una pausa. ¿Ayudarle con la puntuación? Entonces me di cuenta de que


era una metáfora deportiva. No era muy halagador, pero me sentí orgullosa de
mi misma por ser capaz de comprender la forma de hablar de los chicos.

Terminamos la llamada, y a continuación llamé a las chicas. No le dije a Ame


que los chicos estarían aquí, y olvidé mencionar que Gabe probablemente
estaría con Mike cuando le pedía a Donny que viniera. Debe haberse escapado
de mi mente.

Donny tomó prestado el coche de su madre, ya que su parabrisas estaba roto y


trajo tanto a Ame como a una enorme bolsa de aperitivos. Amelia nos miraba a
las dos con recelo en la cocina.

- ¿Qué pasa con las cortezas de cerdo? – preguntó a Donny mientras


descargaba la bolsa de comestibles.

- Sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que comiste algo
que no fuera ensalada, pero las cortezas de cerdo son lo que nos gusta
llamar un refrigerio. ¿Y por qué te has puesto tantos relojes?

Amelia tenía cuatro en el brazo, todos de colores brillantes con dibujos


animados – No podía decidir cuál sentía que debía llevar hoy. ¿Desde cuándo
comes cortezas de cerdo? Y ni siquiera me digas que son para Theia.
99

No estaba muy segura de lo que era una corteza de cerdo, así que leí el
paquete mientras discutían y entonces deseé no haberlo hecho. Hice una
mueca muy poco femenina que habría hecho aumentar la presión sanguínea
de mi padre. - ¿Por qué compraste esto?

Donny imitó la señal de corte del cuello y me encogí de hombros. Sonó el


timbre y Amelia entrecerró los ojos hacia nosotras.

- Iré yo – ofreció Donny

Eso no era una buena idea. No necesitaba que derribara a Gabe antes de que
tuviera la oportunidad de entrar en la casa. Di un salto delante de ella. – No, iré
yo.

- Quizá debería abrir la puerta yo. – dijo Amelia, dándose cuenta


claramente ahora de que algo estaba pasando

- Noooo – respondimos Donny y yo, porque eso hubiera sido desastroso.

Y entonces empezó la carrera.

Las tres corrimos hacia la puerta, riéndonos, empujándonos y tirándonos las


unas a las otras por el camino. Yo caí primera, pero agarré a Ame conmigo,
bueno, después de que agarrara su zapato. Donny sacudió sus caderas con la
victoria y abrió la puerta, sin aliento y riéndose.

La risa murió rápidamente - ¿Haden? ¿Qué estás haciendo aquí?

¿Haden? Me levanté rápidamente, secándome los ojos y aclarando mi


garganta, avergonzada y completamente fuera de lugar. ¿Qué estaba haciendo
aquí?

Haden levantó una caja de color rosa de la pastelería, como una ofrenda y miró
por encima del hombro de Donny hacia mí antes de contestarle. – Tenía la
esperanza de que Theia estuviera en casa. Tenemos un proyecto de historia.
Pensé que podíamos trabajar hoy en él.

- ¿Llamaste primero?

- No. – respondió tímidamente.

Ella se apoyó en el marco de la puerta, cruzando los brazos. - ¿Acabas de


llegar a su casa pensando que ella iba a dejar estar todo para estudiar contigo?
– Wow. Haden no tenía ninguna posibilidad. Estaba derivando ya hacia el nivel
dos de perra.

- He traído pasteles – respondió él, con un tono humilde que no había


oído nunca antes en él. – Debería haber llamado.
100

- ¿Trajiste suficientes para todos nosotros? – Bueno, él tenía la más


mínima oportunidad aquí.

Su practicada sonrisa se deslizó por su rostro – Hay una docena de pastelitos


terciopelo rojo en la caja.

Donny asintió. – Por supuesto. – dijo ella, señalando hacia la habitación. –


Adelante. Déjame coger la caja por ti.

Donny enganchó la manga de Ame de camino a la cocina y me dejó a solas


con él. Incómodamente solos.

Él parecía fuera de lugar en mi casa. Incluso parecía fuera de lugar en los


pantalones vaqueros y la camisa que llevaba. Se movía de forma diferente,
incomoda. Entonces me miró directamente a mí y tragué saliva con dificultad.
Haden se estaba sonrojando.

No me lo podía creer.

Al parecer el rubor es contagioso, ya que mi cara se calentó y hasta mi cabello


también. Durante un momento muy largo no dijimos nada y luego intentamos
hablar a al mismo tiempo. Después de un par de salidas en falso, sujete mi
mano contra mi boca y le indiqué que empezara

- Siento haber sido un poco imbécil anoche.

No sabía cómo responder a eso. Realmente no sabía. ¿Cuándo no había sido


un imbécil conmigo? ¿y por qué se disculpaba ahora? Aunque había sinceridad
autentica en su voz. Hoy parecía tan diferente, casi triste.

- ¿Un poco?- pregunté

- Cierto. – Si hubiera habido un agujero Haden se habría metido en él. –


Siento haber sido un gran imbécil anoche. Eres una buena chica y yo no
soy un buen tipo. – No me miraba mientras hablaba. – Me encuentro sin
saber cómo actuar ante ti, supongo. No eres como… no eres como
pensé que serías.

Sentí como mis cejas se alzaban - ¿Cómo que sería?

El timbré volvió a sonar y Haden dejó escapar el aliento de alivio. – Sera mejor
que vayas. – Por fin me miró a los ojos, revelando una sonrisa suave. –Antes
que una de las chicas te derribe para llegar primero.

- ¿Oíste todo eso?

- Sonaba como una estampida desde el otro lado de la puerta.

Me cubrí la cara brevemente. Fue vergonzoso, pero no humillante. Fue… muy


agradable. – Hay comida en la cocina.

Me apresuré hacia la puerta y deje pasar a Gabe y a Mike.


101

Desde detrás, oí a Donny – Thei, trasladamos los aperitivos a la terraza


acristalada. Es la única habitación que no parece la muestra de un museo. –
Hizo una pausa. - ¿Qué demonios estás haciendo tú aquí?

- Hey, Donny – Gabe se quitó el abrigo y se lo metió en el hueco de su


brazo. – Estamos aquí para estudiar.

Ella dejo caer el abrigo al suelo y se volvió con una rabieta.

- Cristo. – murmuró Gabe mientras sonreía. - ¿Se pintó encima esos


tejanos?

Hice las presentaciones más dolorosas del mundo entre los tres chicos, aunque
estaba segura de que ya se conocían los unos a los otros. Alcancé a ver a Ame
entrando y saliendo rápidamente de la habitación tan pronto como vio a Mike.
Intenté conducirlos de nuevo hacia la terraza, pero Haden se estremeció
cuando me acerqué demasiado y se quedó mirando a Mike y Gabe con ojos
hostiles.

Se dio cuenta de que lo observaba y sonrió, cubriendo su angustia. – Theia,


tienes compañía. Debería haber llamado.

- Quédate, hombre. – dijo Gabe fácilmente. – De todos modos solo la


mitad de nosotros tenemos una prueba de trigonometría.

Mike parecía confundido. Me sentía mal por él. Él era el único que realmente
no tenía ni idea de que trataban todas las extrañas corrientes, pero una vez
llegamos a la terraza, se fue derechito hacia los aperitivos. – Me encantan las
cortezas de cerdo. – dijo, y eso pareció hacerle suficientemente feliz.

Donny sonrió con satisfacción de que su secreta inteligencia había sido creíble.
Sin embargo, Mike y su felicidad por la merienda aparte, el resto de la sala
crujía con la tensión. Ame estaba sonrojada y no podía decir si estaba contenta
o enfadada porque había invitado a Mike. Sabía que Donny solo fingía estar
enfadada por la presencia de Gabe, pero eso no significaba que no tendría que
pagar por ello más tarde. Haden desconfiaba de ambos chicos, y Gabe solo
quería que Donny le mirara, cosa que ella se negaba a hacer.

Entonces, Theia, ¿Cómo podemos ayudar? – Gabe se sentó en el sofá de


mimbre y me llevó junto a él. - ¿Haciendo tarjetas o algo así?

Donny frunció el ceño cuando él puso un brazo a mí alrededor. Todos


sabíamos que era amable y destinado a irritarla. Bueno, la mayoría de nosotros
lo sabíamos. Mike seguía crujiendo las cortezas de cerdo, y no pareció darse
cuenta, pero Haden parecía claramente agitado.

Donny empujó a Ame al asiento doble y sentó a Mike a su lado. Haden se posó
en la silla. Cuando el mimbré crujió al sentarse, me acordé de mi violín
humeando cuando yo tocaba en esa silla. Y entonces pensé en la rosa negra
en mi cajón y en el hombre en llamas cayendo del cielo. Y luego la campana de
la escuela y las cartas del tarot. Y la tormenta de anoche. A pesar de la calidez
102

de Gabe a mi lado, yo estaba helada de pies a cabeza. Sin embargo, tengo que
admitir que olía bien.

Donny no se sentó. Porqué había tomado demasiado café o porque la


habitación se sentía demasiado rara. Nadie dijo nada. A excepción del crujir de
Mike y del ruido de la bolsa de cortezas de cerdo, la habitación estaba
extrañamente tranquila. Parecía como si alguien debiera sacar el tema del
timbre del colegio que nos ensordeció, Pero en Serendipity Falls la negación
prevalecía. Amelia fue la única que hizo algún intento por sacar el trabajo
escolar.

- ¿Dónde está el tuyo? – preguntó Donny a Haden.

- ¿Disculpa?

- Tus libros. Dijiste que estabas aquí para trabajar en vuestro proyecto,
pero no trajiste ningún libro ni papel. – Ella arqueó una ceja
perfectamente, y me prometí que algún día aprendería a hacerlo.

Haden se reclinó en su silla. Su sonrisa era oscura. – Mentí.

Entonces, él tenía toda nuestra atención. Enfocó la suya en Amelia. Algo se


apoderó de su rostro como una sombra, como esa mañana en el patio. Una
especie de electricidad estática zumbaba a su alrededor y sentí olor a azufre.
Me estremecí, pero nadie pareció notarlo. Excepto tal vez Amelia, aunque en
lugar de mostrar temor, se enderezó y ladeó la cabeza hacia Haden.

Sus ojos se volvieron vidriosos y su respiración cambió, volviéndose más


profunda. Volvía a mirar a Haden, en ese momento me parecía tan feo, pero no
podría explicar el porqué. Él solo estaba… mal.

- Ya basta. – mi voz era baja, pero firme.

La carga en el aire se evaporó al instante. La cara de Haden volvió a ser,


bueno, demasiado guapa para las palabras y Amelia parpadeó un par de
veces. Todo el mundo me miró como si se preguntaran que estaba intentando
detener exactamente.

- Deja de interrogar a Hade, Don. – Le dije rápidamente, disimulando.

Haden me miró, realmente me miró entonces. En su rostro, reconocí al


muchacho tímido y al hombre peligroso todo mezclado. Sabía, en mi alma, que
él era en realidad el Haden de ambos mundos. Estaba lejos de ser inocente y
al mismo tiempo, de alguna manera era tan ingenuo como yo.

- ¿Podría hablar contigo en la cocina, Haden? – Me levanté, mis piernas


se tambaleaban un poco.

- Por supuesto. – respondió, con el tipo de gracia que la gente normal


simplemente no tenía.
103

Cuando llegamos a la cocina, me dirigí a él para iniciar una conversación poco


natural, probablemente porque no tenía ni idea de que le iba a decir, pero me
detuve antes de que ninguna palabra escapara de mis labios. Él estaba justo
ahí, tan cerca, con solo aire entre nuestros cuerpos. Parpadeó lentamente y
respiró hondo, como si estuviera oliendo una flor.

Yo ardía de deseos de presionar mis labios contra sus parpados, para sentir la
espesura de sus suaves pestañas en mi piel. Cuando abrió los ojos, el
momento se detuvo, atrapándonos a los dos en una extraña ternura que aún no
habíamos experimentado juntos. Metí la mano en el bolsillo de mi pantalón
caqui y saqué un pétalo negro que había guardado de la otra mañana. Se
apoyaba suavemente en la palma de mi mano, en perfecto estado de
conservación, aunque no estaba hecho de seda, y lo puse entre nosotros,
obligándolo a verlo.

Se quedó mirando el pétalo en forma de lágrima. – Hoy no, Theia. – lanzó un


suspiro. Bajó su tono de voz hasta que tiró de mi corazón con su tono de
súplica. – ¿No podemos solo olvidarlo por un par de horas? Sé que es mucho
pedir, pero por favor. Por favor, ¿Podemos tener solos una tarde? – La voz de
Haden tembló. – Sería un regalo, y me gustaría tratarlo como tal, si me
permites que sea… yo… un poco más.

- No lo entiendo. ¿Deseas una tarde de qué, exactamente?

- Solo de ser normal. Solo para estar aquí. Contigo. Tus amigos. No
puedo explicar lo mucho que significaría para mí si puedes, en tu
corazón olvidarte de todo lo demás solo por una tarde.

Busqué en sus ojos algo que explicara su petición. – Tienes que prometer no
hacer eso… lo que le estabas haciendo a Amelia.

Asintió con la cabeza, pareciendo esperanzado.

- ¿Me contestarías una pregunta?

- Supongo que dependerá totalmente de que preguntes.

Me dije otra vez que tenía diecisiete años, porque ciertamente no hablaba
como si los tuviese. - ¿Por qué no me tocas? Lo evitas como si te fuera a
quemar.

- ¿Me creerías si te digo que es por tu propia seguridad?

Mi expresión debe haber dicho que no.

Haden se inclinó hacia mi cabello, su aliento calentando mi oído, y


desencadenando el rastro de una sensación de calor por todo mi cuerpo.
Susurró – No puedo tocarte porque quiero tocarte más que nada en el mundo.

Me tragué de vuelta mi corazón, que superó su camino a través de mi


garganta.
104

- Si me rindo en eso, - continuó – todo estará perdido.

Aprender a escuchar tu intuición es algo importante en la vida, que te


mantendrá fuera de peligro, salvará tu vida y te hará ganar un gran montón de
pastelitos.

O eso, o Amelia estaba haciendo trampas en el póker.

Después de una hora o así de no conseguir estudiar nada, a Gabe se le ocurrió


la idea del póker. Donny sugirió que jugáramos por ropa, pero Haden pensó
que tal vez pastelitos y galletas podrían ser suficiente como fichas. Yo nunca
antes había jugado al póker. Además, como demostraba mi pequeño montón
de galletas, no era lo que podríamos llamar una natural.

Todo lo que me quedaba eran galletas de animales, que me gustaban, sobre


todo las de color rosa, pero codiciaba las galletas de chocolate que todos los
demás tenían. En cuanto a mis cartas, era obvio que en esta mano tampoco
iba a ganar ninguna.

- Ni siquiera pienses en ello, Theia – dijo Haden. Su voz, aún llena de


maldad, también sonaba relajada.

- ¿Qué no piense que?

- Te he visto mirando mi montaña de virutas de chocolate.

- No lo hacía. - protesté. Débilmente.

Compartió una pequeña sonrisa conmigo y se derramó sobre mi alma como el


sol asomando entre las nubes.

Donny empujó dos galletas hacia el centro de la mesa de la cocina. – Te dije


que deberíamos haber jugado por ropa, Theia. Basta pensar, que podrías estar
comiendo pastelitos justo ahora. Por supuesto, estarías completamente
desnuda y comiendo pastelitos, pero al menos habría azúcar involucrado.

Haden se ruborizó de nuevo e intentó esconderse detrás de sus cartas. Yo


estaba acostumbrada a los descarados comentarios de Donny y normalmente
no me molestaban. Cuando le saqué la lengua me di cuenta de que tampoco
me molestaban delante de compañía. Se refirió a la desnudez, mi desnudez,
delante de tres chicos, uno de ellos Haden y no me importó. Me estaba
divirtiendo demasiado.

La cocina parecía más familiar, agradable y bien iluminada. Traje el soporte de


mi iPhone y pusimos el teléfono de Donny en él para poner música. La mesa
era pequeña para nosotros seis, pero nos amontonamos a su alrededor
agradablemente.

Mike y Ame fueron los más silenciosos del grupo, aunque una parte de mi
pensaba que era porque Ame estaba poniendo todas sus energías en ser una
105

tramposa. Gabe era realmente bueno en hacernos sentir a todos a gusto y se


mantenía bromeando y destacó en mantener a Donny en línea. Haden estaba
sentado junto a mí.

Me sentía… feliz.

- Por lo tanto, Mike – comenzó Donny. – si no estuvieras aquí siendo


desplumado por Amelia, ¿Qué estarías haciendo esta noche?

Amelia y yo nos inclinamos hacia delante. Era una pregunta interesante. Él


había estado tan tranquilo, en realidad sin volver a la vida a menos que los
alimentos fueran mencionados. Entendía la trigonometría, por lo que tenía
células en du cerebro funcionando, pero no pude evitar pensar que su
personalidad era algo así como un bloque de tofu. No tenía una propia, sino
que absorbía la de los demás.

Mike se encogió de hombros por respuesta, y yo me volví a sentar en mi silla


intercambiando una mirada exasperada con Donny. Ame, por otro lado, la
inmovilizó con una mirada de “cállate ahora”, pero Donny fingió no darse
cuenta.

- ¿Qué te gusta hacer? – Donny probó de nuevo. – Además de comer.


Porque Dios sabía que había hecho lo suficiente de eso para calificarse
en un evento olímpico.

- Me gustan los videojuegos.

Donny esperó por más palabras que no llegaron, y luego respondió – Ame
puede patear el culo de todo el mundo en Call of Duty.

- ¿En serio? – respondieron los tres chicos, muy interesados de repente


en la ruborizada Ame. Era otra de sus contradicciones. Ella estaba muy
preocupada con la paz mundial, sin embargo, destacaba en los juegos
de tiroteos en primera persona.

- Creo que elegí a la chica equivocada. – murmuró Gabe. No pude ver la


mano de Donny, pero a juzgar por la maldición que soltó él, ella debía
haberle pellizcado por debajo de la mesa.

Mike miró a Amelia un poco más de lo normal, la piel por encima de su nariz
hendida como si se sorprendiera de verla o algo así. Ella miró por encima de
sus cartas y le sonrió con timidez.

Me pregunté si sería todo lo que haría.

Otra mano. Otra mala mano para mí. Doblé. Una vez más. Y después de que
Haden puso su último pastelito, se inclinó hacia mí con una galleta de
chocolate entre sus dedos.

Me incliné hacia él también, como si estuviéramos solos en la habitación llena


de gente. - ¿Me estás tomando el pelo?
106

Nuestras caras estaban muy cerca, y él sonrió, sin precaución y sin un soplo de
su sardónica actitud. – Lo siento por ti, eso es todo.

Tomé la galleta de sus manos, y aunque no nos tocamos una caricia de su


mano no podría haberse sentido más eléctrica.

- Amigo, no puedes darle tu galleta. – se quejó Mike.

Tomé un bocado rápido antes que alguien me obligara a devolverla.

- Tramposa – bromeó Mike.

- Vas a ser la ruina para el resto de nosotros, hombre. –dijo Gabe,


mirando directamente a Donny. –Ahora todas van a esperar ser
mimadas.

Donny puso los ojos en blanco y apostó otra galleta.

Al final de la mano, todo el mundo reconoció que Amelia fue de lejos la mejor
de nosotros. Con nuestra admisión de no ser dignos, nos concedió un pastelito
a cada uno, ya que ella los había ganado todos.

No recordaba haber pasado un mejor momento que mientras escuchaba a


Gabe y a Haden discutir sobre beisbol mientras limpiaban la cocina. Mike,
todavía un poco despistado si me preguntas, y Amelia se habían impuesto
limpiar la terraza, y Donny me acompañó a dejar la música en mi habitación.

- Los sneetches están creciendo en mí. – dijo Donny, dejándose caer


sobre la cama. – Me siento tan sucia.

- ¿Cómo crees que lo lleva Ame con Mike? – le pregunté

- Es un poco lento… en la captación. No estoy segura de entender la


atracción.

Tuve que estar de acuerdo, por desgracia. - ¿Qué piensas de Haden?

- ¿Honestamente? – se levantó y caminó hacia la puerta.

Yo contuve la respiración.

- Está fuera de mi liga. No puedo conseguir manejar al hombre. A veces


parece interesado en ti y otras es… una especie de Anticristo.

- Eso le resume bastante. – estuve de acuerdo, uniéndome a ella.

Llegamos a las escaleras y ella me detuvo. - ¿Cómo te sientes acerca de él?


Eso es lo importante

Me encogí de hombros. – Arriba es abajo. Abajo es arriba.

- ¿Y eso significa…?
107

- Probablemente estoy medio enamorada de un chico que no me gusta

Donny asintió. Tuve la sensación de que había entendido muy bien lo que
estaba diciendo.
108

Capítulo 11
No debería haber estado sorprendida al levantarme en un lugar que no era mi
cama, pero sin embargo esto siempre me sorprendía.

- Tengo que admitir, que el vestido era favorecedor, pero encuentro que tu
camisón inocente empuja la sangre a través de mis venas con mayor
fuerza.

Recompensé a Haden con una mirada de costado. No tan elegante con sus
tejanos, otra vez parecía mayor en sus galas de la era de la Regencia. Y el
definitivamente no tenía mirada de chico tímido de todas modos era de nuevo
a su ser desviado, aunque le teñía la tristeza.

- Gracias – respondí como si fuese un cumplido y no un codazo a mí


siempre clara timidez. Si era completamente honesta conmigo misma yo
llevaba el largo vestido con un pequeño objetivo. Podía haber ido a
dormir en chándal y botas de combate, pero elegí seguir llevando el
camisón.

Lo capté. Otra vez la ribera, decidí, aunque en lugar de la luz del sol, el
crepúsculo emitía una luz azul en el paisaje. – El río es hermoso.

- ¿Así es? – rastrilló una mano a través de su espeso cabello. Estaba en


contra, otra vez. – Se llama Fleuve des Larmes. Es un río de lágrimas,
corderito, las lágrimas de las madres. Notarás que nunca se aleja de los
bancos, ya que hay siempre un montón de miseria que lo alimentan. Una
generosidad sin fin de dolor siempre ha sido entregada a las madres.

Inhalé profundamente por su descripción.

- Mi mundo no es un lugar para ti, Theia.

Enderecé la espalda, dejé a un lado la mirada de angustia en su rostro y


perseveré. – Háblame de la noche en que caíste del cielo.

Los negros ojos de Haden brillaron. – Me gustaría que no hubieses visto eso
nunca. Cerró los ojos contra la memoria no deseada, pero ambos sabíamos
que él seguía viéndola. Los dos lo hacíamos.

- Yo te di la tarde, Haden. Es hora de que me lo expliques todo. Merezco


saber lo que está pasando. Sé que hay miles de millones de cosas que
no entiendo de donde estoy ahora mismo frente a donde estábamos
esta tarde. Y sé que, para ti y para mí, esto empezó contigo cayendo del
cielo.
109

Como para demostrar que tenía todo el tiempo del mundo, me relajé en mi sitio,
doblando el codo y apoyando mi cabeza en la mano.

Resignado, pero no derrotado, él se sentó en el suelo delante de mí. – Fue una


especie de penitencia. Para llegar a tu reino. La primera vez que una persona
pasa por el velo que separa nuestros mundos, se quema. Y ahora habrá otro
tipo de penitencia, solo me temo que tú serás quien tendrá que pagar el precio.

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. - ¿Cuál es mi precio?

Haden negó con la cabeza. – No lo sé. Es por eso que yo esperaba que te
quedaras fuera.

- ¿Por qué no puedo recordar la primera vez que estuve aquí?

- No estás realmente aquí. Ya lo sabes

Negué con la cabeza. – Las rosas… mi camisón manchado… si yo no estoy


aquí…

- Vas a tener que apartar tu incredulidad lo suficiente como para aceptar


que tu cuerpo no está aquí, pero tú estás. No se ajusta a los parámetros
de la ciencia de conocer y entender a partir de tu mundo, apenas
encajan los parámetros de lo que entiendo del mío. No se supone que
podamos estar aquí juntos, pero estamos. A veces las líneas que
separan nuestros reinos deben sangrar un poco para permitirlo.
Supongo que es por eso que puedes conservar las rosas.

Suspiré. – Está bien. Voy a intentar entender que nunca entenderé esto
completamente. ¿Pero por qué…? ¿Por qué tú…? ¿Por qué eres tan… cada
vez que nos acercamos…?

Me interrumpió – Pensé que si te empujaba suficientemente lejos, estarías a


salvo.

Empujarme suficientemente lejos. ¿Es eso lo que hacía cuando besó el cuello
de aquella chica para que yo sintiera la sensación de sus labios, sin la
recompensa de su amor? – Haden, tú me empujaste lejos solo después de
atraerme hacia ti, una y otra vez.

- Yo nunca pretendí ser muy bueno en mantenerme alejado.

- ¿Por qué?

- Mi propósito original, la misión que me trajo a tu universo, es de origen


muy oscuro. Cuanto más nos acercamos, más enredada en mi futuro me
temo que estás. No pasará esto.
110

El sonido del agitado río llenaba el silencio mientras me armaba de valor para
preguntar lo que parecía que no quería dar a conocer, sabiendo que en el
fondo él solo me había dicho que no me quería en su futuro. En una inestable
exhalación, le pregunté, - ¿Cuál es tu misión?

Apretó los ojos, y tensó su expresión. – Estoy en busca de una novia. Una
novia humana.

Mi corazón se contrajo. Una novia. Así es como todos los cuentos de hadas
góticos acaban, con una chica de blanco. Y por supuesto no me quiere a mí.

Deberías tener más cuidado con tus pensamientos. Uno puede leerlos con
facilidad solo mirando tu cara. Ya te he dicho que quiero, corderito. No raptarte
a los infiernos como mi novia secuestrada no es un rechazo, aunque puedo ver
que te lo tomas como uno.

Mi mente paró de intentar procesar y simplemente todo pensamiento se detuvo


- ¿Esto es el infierno?

- Parte de esto, sí.

- ¿Y tú vas a secuestrar a un ser humano… la novia?

- Una vez más, sí.

- ¿Qué te hace esto entonces, Haden?

- Pues, supongo que me convierte en un monstruo, Theia. – Hizo una


pausa. – Llegué a tu reino para llevarte.

No debería haberme sorprendido. O sea que él era de un mundo que yo no


comprendía o mi salud mental estaba en peligro. En cualquier caso, no había
salido nada bueno de la noche que vi caer del cielo al hombre ardiendo.

ÉL deseó poder mostrarle el recuerdo de la primera vez que había puesto sus
ojos sobre ella. Un momento al azar, su ventana a su mundo, y aun así le había
proporcionado la excusa para una alma como si fuese su destino. Como si ella
fuese su destino. Miles de veces había mirado a través de los reinos, pero una
fugaz mirada había cambiado sus caminos para siempre.

Y ahora, ella se recostó en el césped delante de él, pura y celestial. Como un


regalo, un regalo para abrir, una ofrenda, mientras su sangre zumbaba con
incalificables impulsos.
111

Pero por debajo de su apetito, un anhelo de algo más que solo apagara su sed
prosperaba a pesar de toda razón. Él daría su vida por ella. Para garantizar su
seguridad, su felicidad, su alma.

Solo Dios sabía que al final la compulsión sería más fuerte.

Sus ojos se oscurecieron y su mirada se intensificó, provocando en respuesta


un alboroto en el fondo de mi vientre. Mis pensamientos estaban dispersos
justo cuando necesitaba estar más vigilante. Cerrar mis ojos ante la embestida
de su mirada, me dio la esperanza de recuperar el equilibrio necesario para
conseguir algunas respuestas, unas tangibles.

Con mis ojos aún cerrados, Haden me dijo – Mi padre era humano, pero mi
madre no lo… es. – Tomó aliento – Ella es un demonio.

Mis ojos se abrieron de golpe como una persiana. - ¿Demonio?

Desvió la mirada con timidez, avergonzado por su herencia.

- ¿Qué significa eso?

- Significa que soy medio demonio. Y vivo en el inframundo. Y tú estás


justo en el medio de él. ¿Qué tal si el sonido te despierta ahora?

Negué con la cabeza, aturdida. – No, dime que significa realmente.

- No sé lo que significa. – Alcanzó a sacar una hoja de hierba de mi pelo.


– Yo no pertenezco a ninguno de los dos mundos, sin embargo estoy
vinculado a ambos. Los demonios, por naturaleza, no tienen una amplia
gama de emociones. Somos impulsivos y egocéntricos. Algunos tienen
mayores… asuntos que otros. Mi capacidad humana de las emociones
humanas junto con mi capacidad demoniaca para… Digamos que los
demonios no son conocidos por controlar sus impulsos. Es una mala
combinación. Muy, muy mala.
- El timbre del colegio.
- Sí, el timbre del colegio. Al principio yo ni siquiera sabía que lo estaba
haciendo. – Miró a las nubes en busca de respuestas. – Le diste tu
número a Mike y vi rojo, Theia. No era consciente de poner el ruido del
infierno en el movimiento; este solo estalló de mi furia. – Haden bajó la
cabeza avergonzado. – Así que mucha gente es herida por mí.
Antes de que me pudiera detener, toqué su brazo. La sensación de su piel en
las yemas de mis dedos fue eléctrica. Él se estremeció, pero yo le agarré del
brazo y lo sujeté. Miramos el lugar donde nuestra piel se encontraba y su
pecho palpitó.
112

- Me gustaría que no hubieras hecho eso. – dijo simplemente, y sin


embargo el mundo no se había derrumbado a nuestro alrededor. – Mis
sentimientos por ti, corderito… Te juro que no quiero hacerte daño, pero
no sé cómo refrenarme. Los celos, la alegría, la lujuria… un segundo de
descuido y nos podría arruinar a los dos. Destruyendo todo y a todos los
que nos rodean.
Él estaba obviamente alterado, y yo sabía que él quería que lo entendiera y
estuviera de acuerdo con él. Por supuesto, descubrir que tenía una parte de
demonio debería haberme enviado corriendo por la salida más cercana. Lo que
fuese o no fuese, por debajo, en su interior, era un chico asustado. Un chico
humano. Uno que no entendía sus propias emociones mejor de lo que yo
entendía las mías.
- ¿Tienes… una cola?
Soltó una risita. – No.
- ¿Cuernos? – Hice una mueca, pero él sacudió la cabeza - ¿Escamas?
Presionó sus dedos contra mis labios, la primera vez que me tocaba por
voluntad propia. – No pies hendidos, no piel descolorida, o apéndices extraños
de ningún tipo.
- ¿Colmillos, entonces?
- No – dijo con una carcajada.
- ¿Entonces, qué te hace un demonio… eeh?
- ¿Aparte del hecho de que vivo en un reino del infierno, quieres decir?
- Sí, aparte de eso. – puse mis ojos en blanco. Estaba poniendo a prueba
mi paciencia, y no era agradable. Después de todo, yo no era la que
había lanzado la bomba del demonio en la conversación; lo menos que
podría haber hecho era darme una explicación razonable. – Obviamente
sabía que eras diferente, Haden. Antes de hoy, la palabra “demonio”
significaba algo más para mí.
- Mis atributos demoniacos están en el interior, amor. Yo empleo el
Atractivo para atraer a otros hacia mí.
No tenía necesidad de explicar lo que era el Atractivo. Su embriagador aroma,
picante, la promesa de pecado en sus ojos color chocolate, la forma en que sus
músculos estaban esculpidos en su cuerpo, era la encarnación de la tentación.
La forma en que incitaba un torbellino de imprudente necesidad a través de mi
cuerpo. Por lo tanto, yo era un juguete, como las otras chicas.
El Atractivo es nuestra arma de elección. Los seres humanos no pueden
resistirse a la tentación, ya ves. Los de mi clase no recurren a la violencia o al
derramamiento de sangre. Tenemos lo que necesitamos, ofreciéndonos a
nosotros mismos.
- ¿Qué necesitan los de tu clase, Haden? – El aire era muy denso, como
si estuviera húmedo con un significado en lugar de por la humedad.
Haden me acarició la mejillas ligeramente, su dulzura en contraste con sus
peligrosas palabras. - Nuestro poder es alimentado por los de tu tipo. Tu
energía, tu esencia… con el tiempo, tu alma.
113

Su magia, lo que él llamaba Atractivo, arremolinada a mi alrededor, suave


como la seda pero tensa y fuerte. Descansé mi mejilla en su mano y tomé
aliento en la tentación que ofrecía, mi esencia ya no me importaba.
Cuando Haden me tocaba, sentía una paz que nunca antes había conocido.
Supuse que había peores formas de ir, sin embrago, me molestó que no fuera
la primera ni la última para él.
Soup du jour.
A pesar de que yo estaba claramente ahogada, las palabras se formaron y las
dije. - ¿Cómo te alimentas?
Habló en voz baja, inclinándose hacia mí, y murmurando en mi pelo. Como si
fuéramos enamorados normales, robando un momento junto a la orilla de un
río, y no un demonio robando el alma de una inocente en un montículo de
hierba en el infierno. – Nosotros tomamos lo que se ofrece a través del tacto,
las caricias y los besos íntimos, pero sobre todo – Vaciló y entonces su mano
acarició mi brazo – Mi madre es un tipo de súcubo. ¿Sabes qué es eso?
- No. – susurré. Estar tan cerca de él era embriagador.

- Ella es un demonio del sexo. Ella…

- Lo entiendo. – No quería oír hablar de demonios del sexo. Deseaba que


se estirara a mi lado y me pusiera entre sus brazos. Quería estar
rodeada, sin salida. - ¿Vas a…?
Cogió mi mano, me besó los nudillos, sus rasgos llenos de malicia. – No,
corderito. No, no me voy a alimentar de ti.

Así que, no era lo mismo que todas las demás chicas, después de todo. Lo
eché a faltar.

- Tus ojos me están quemando agujeros en mi carne, Theia. ¿Preferirías


que soltase al demonio y te devorase? – sus palabras fueron
amenazantes, pero su tono era en broma y juguetón.
No.
Sí.
Su cara cambió. Una máscara de Haden tomó brevemente su lugar y yo me
aparté. Una incómoda electricidad estática zumbaba entre nosotros, un
precursor del inminente alto voltaje. Como ayer, cuando miró a Amelia, y como
el otro día en el patio con Noelle y Brittany. No como la carga eléctrica que
normalmente siento a su alrededor. En su lugar, me puso los nervios de punta,
provocándome náuseas. Poco a poco me alejé de él. A continuación, con la
misma rapidez, se había ido. Haden sonreía alegremente, otra vez solo.

Se desplomó de repente sobre su espalda, riendo como un loco. Estiró los


brazos hacia los lados y tomó una respiración profunda – Eres gloriosa, Theia.
– Se respaldó, imitando mi pose con un codo. – No tienes ni idea de lo
maravillosa que eres.
114

- ¿De qué estás hablando? - ¿Jekyll o Hyde? ¿Quién era este chico junto
a mí?

- ¿No lo ves? – Volvió a acariciar mi cara. – Eres inmune al Atractivo.


Eres rechazado por él. – Añadió de forma enfática y con una alegría que
no entendía.

- ¿De qué estás hablando? – Le volví a preguntar. Era evidente que, de


acuerdo con cada hormona de mi cuerpo, que yo no era inmune al
atractivo de Haden.

- No puedo ponerte en una esclavitud. – Ignoró mi expresión de


incredibilidad y sonrió tan brillante como luz solar, complacido consigo
mismo. – No te gustaría.

- Haden, yo no tengo experiencia en muchas… formas, así que tal vez yo


no reacciono como otras chicas a las que estás acostumbrado. Pero,
honestamente, yo no soy rechazada por ti. No estoy segura de que
estoy haciendo para hacerte pensar que soy yo. Quiero decir, hago todo
pero babeo por ti.
El calor en mis mejillas me recordó lo idiota que sonaba y aparté la mirada
rápidamente, solo para que él girara con ternura mi barbilla y atrajera mi
atención de nuevo hacia él.

- Eres el regalo más preciado. Habría ardido unas mil veces para ver si mi
presencia en tu mundo no era peligrosa para ti y quienes te rodean. – Se
extendió todo lo que le quedaba hasta que su espalda tocara el suelo y
miró fijamente a las nubes. Seguí su mirada, y mientras él las miraba,
las formas cambiaban, transformándose en mullidos corazones de
diferentes tamaños. - El Atractivo es algo que produzco. No, eso no es
todo. Yo la llevo, como un aura. Cuando lo uso en tu presencia, te
congelas. De hecho tú haces esa bonita cara como si acabaras de oler
una cebolla en tu jardín de rosas.
- ¿Cuándo tu cara cambia, que significa? ¿Es entonces cuando estás
usando el Atractivo?

- Sip. Aunque la mayoría no ve un cambio físico. La mayoría de las


mujeres se sienten obligadas a estar cerca de mí, pero tú retrocedes.

- Obligadas. ¿Cómo Brittany y Noelle? – Mis ojos se estrecharon. - ¿Y


Amelia?
Se río de mi tono celoso. – Y las secretarias, y las profesoras, y las chicas de la
banda y…
- Es suficiente, Romeo. Me hago una idea.

Sorprendiéndonos a ambos, me acerqué más a él y apoyé mi cabeza en su


pecho. Los constantes latidos de su corazón eran el mejor tipo de música, y me
consideraba un oído muy bueno. Haden sujetó mi mano sobre sus labios, y el
ritmo de nuestros corazones se redujo hasta la medida de que podían estar
115

igualados. En este doloroso momento de claridad, la consciencia se deslizó a


través de mi alma como una sombra. Estaba enamorada de un demonio y esto
acabaría mal.
Sus brazos se apretaron a mí alrededor. – Así que entiendes lo que estoy
diciendo ¿verdad, Theia? Tus sentimientos por mí no son fabricados por el mal.
Lo que tú ves cuando me miras es lo que realmente ves, lo que realmente
sientes. Nunca me había atrevido a desear tanto una libertad. No sabes lo que
ha significado para mí, lo mucho que ha valido la pena.

Pasó un momento mientras absorbí sus palabras. Mientras me deleitaba con la


perfecta sensación de estar en sus brazos. Él se sentía desesperanzado sobre
nuestro futuro. La duda irradiaba de él en ondas, incluso mientras me
abrazaba.
Él llevó mi mano hacia el centro de su pecho, su otra frotaba círculos en mi
espalda. La intimidad, la inmediatez de su corazón y sus manos, sacudió mis
sentidos, ya que no tenía recuerdos de ser abrazada. Los abrazos de mi padre
eran funcionales, pero incomodos. Las únicas otras personas que me habían
tocado eran Donny y Amelia, y mientras ellas estaban con cariño desatado,
esto era totalmente diferente siendo abrazada por otra persona como si yo
fuera preciosa.
Besó la parte superior de mi cabeza, tal vez sintiendo mi inquietud. – Yo solía
mirar tu mundo desde un espejo, desde que era un niño. Las cosas han ido
cambiando en los últimos ciento setenta años… las cosas que he visto eran
maravillosas y terribles. Tenía ganas de poder vivir como un ser humano, para
entender las cosas que yo sentía y que nadie más en mi reino sentía. Por qué
me sentía triste o feliz, por qué necesitaba cosas que nadie más a mí alrededor
parecía necesitar para sentirme bien conmigo mismo.
- Pensé que habías dicho que tenías diecisiete años.

- Los tengo, en su mayoría. El tiempo pasa de manera diferente en este


reino. Diez años más o menos por cada año humano. No soy inmortal,
pero la extensión de mi vida es muy larga.
Intenté entender que envejeciera tan despacio. No me podía imaginar estar en
el instituto durante cuarenta años. Seguramente eso era una maldición.

¿Qué hay sobre tu padre? – pregunté. No añadí «el humano», pero ambos
sabíamos que era lo que quería decir.

Haden suspiró. – Mi padre lo intentó, pero él estaba aún más perdido en Abajo,
mi reino, de lo que yo lo estaba. Nunca fue feliz allí, la muerte pareció que por
fin lo aligeró. Creo que mi madre intentó, con su capacidad, hacer que se
sintiera cómodo. Pero él era su prisionero, él estuvo sin espíritu la mayor parte
de du cautiverio.

Sus palabras volvieron a atormentarme. Estoy en busca de una novia. Una


novia humana. ¿Igual que su padre había sido llevado?
116

Empujé lejos el pensamiento para hacerle frente más tarde. El momento en que
estaba en sus brazos era el que quería conservar. Sabía que ese crepúsculo
perfecto se habría ido muy pronto, y yo tendría mucho tiempo para pensar en
los impensables pensamientos cuando desapareciera la luz.

- Así que veía tu mundo como si fuera mi cine – continuó – Veía bodas y
guerras con la misma fascinación. Y un día, te vi a ti. – Volvió a besar mi
cabeza, lentamente agarrotándome por la confusión. – Estabas perdida
en tu música, no tocando para nadie sino por el placer de tocar. Dejas tu
alma libre con tu música. La mayoría de gente no tiene este talento. O
tal vez no lo quieren. Pero tú capturaste mi corazón ese día.

- No estoy segura de cómo me siento acerca de que me miraras cuando


yo no era consciente de que estaba siendo observada.

- Yo nunca he afirmado que yo sea bueno para ti, amor. Encuentro


divertido donde has decidido finalmente trazar la línea. Apenas te
inmutaste cuando te dije que era un demonio.

- Todas las chicas sueñan con tener su propio demonio, pero un acosador
es otra historia.

- Oh, ella hace una broma – se río – Yo no te acosaba. Puede que te


mirara de vez en cuando. – parecía indignado. – De todos modos intenté
no inmiscuirme en momentos privados.

¿Momentos privados? Me encogí - ¿Intentaste? ¿Significa eso que no siempre


tuviste éxito?

- Nunca me he entrometido contigo cuando estabas completamente sola.


Te lo juro.

- ¿Puedes ver mi rubor justo ahora?

- No.

Dejé escapar el aliento sin darme cuenta de que lo estaba reteniendo. –


Entonces cuéntame más sobre el espejo.

Haden se río entre dientes. – Muy bien. Mi ventana, por así decirlo, me
mostraba humanos riendo y luchando… enamorándose, celebrando todo esto.
Deseaba llegar a la ventana, para tener contacto con alguien que tuviera
sentimientos. Quien pudiese amar y ser amado sin engaños. Me mostró todas
las cosas que quería pero no podría tener nunca. Y luego me mostro a ti.

Levantó nuestras mano y las abrimos juntos, palma con palma, la mía mucho
más pequeña que la suya. Un dolor se propagó a través de mi pecho.

- ¿Qué pasó entonces, Haden?


117

- Y entonces lo convertí en una miserable excusa para un humano o


demonio. Me puso mala cara y se enfurruñó y fue maleducado con
cualquiera que tuviera la mala suerte de pasar cerca de mí.

- ¿No son la mayoría de demonios, um, maleducados?

- Muchos, sí. La mayoría de los demonios del sexo no tienen mucho de lo


que quejarse, la verdad. Aunque no estábamos seguros de ningún
modo, teníamos cuidado de ser imparcialmente agradables, siempre y
cuando sigamos en nuestro camino.

- Pero tú eras infeliz.

- ¿Sabes que es ser solo la mitad de ti mismo durante todo el tiempo?


¿Sin nunca expresar lo que parece estarse muriendo por salir?

Pensé en mi constante batalla para cumplir con los estándares imposibles de


mi padre. Para ser su hija y olvidar que la sangre de mi madre también corre
por mis venas. Para aplacar mi espíritu cuando anhela volar. Sí, lo entendía.

Me enderecé, aunque recaía a romper el encantador hechizo. El aire estaba


cambiando, y nuestro tiempo acabaría pronto. La temperatura descendió, pero
mi ardor no lo hizo. Me levanté, tirando de Haden conmigo.

- Me gustaría que mi primer beso fuera ahora. – puse mi mano en sus


labios cuando intentó discutirlo. Moví mi mano hacia su mejilla,
buscando comprensión en sus ojos. – Sé que debes haber soñado como
sería este beso, besar una chica que te ve cómo eres, no solo cómo te
muestras.

Sacudió su cabeza. – No. Nunca soñé con besar una chica, yo solo soñaba con
besarte a ti.

Mi aliento se atascó en mi garganta, y sonreí, sintiendo el calor de mi rubor que


siempre regresaba. Entonces una punzada de frío siguió al calor. – Nuestro
tiempo se acorta ¿no?

Agarró mi mano sobre su mejilla, tirando de mí hacia él mientras hablaba. –


Debería dejarte estar.

Cerré mis ojos y esperé, frunciendo los labios.

Un casto toqué de labios punteó mi frente. Intenté memorizar todo. El modo en


que él olía, el toque de sus labios, suave y caliente sobre mi piel, el sonido del
río gorgoteando contento tras nosotros. El siguiente roce fue aún más suave,
pero su mano empujó en mi pelo. Sus labios trazaron un débil camino hasta mi
sien. Luego mi mejilla. Todavía suavemente, vagaban como susurros. Hizo una
pausa y mis parpados se abrieron. Sus ojos eran promesas oscuras,
enseñándome.

- Bésame, Haden.
118

- Sí.

Ambas manos se movían hacia mi mandíbula, y se inclinó. Sus labios


encontraron los míos, un débil toque. Podía sentir su nerviosismo. Esperaba
que pudiera sentir mi deleite. Por el beso más dulce que nunca se había
concedido a una chica. Ni en libros de cuentos ni en la vida real.

Ni en el cielo ni en el infierno.

Gentilmente, ejerció para mi cada sueño que había tenido con un débil barrido
de su boca. Se retiró brevemente, luego se sumergió de nuevo, profundizando
la caricia, partiendo mis labios dulcemente. El placer floreció dentro de mí, sus
raíces fuertes y seguras. Haden me atrajo con fuerza en un abrazo, sus besos
menos tentativos, y la respuesta de mi boca cada vez más audaz.

No robó nada de mi esencia, sino que me dio la suya.

- Buenos días, Theia. – murmuró.

Y me desperté en un nuevo día.


119

Capítulo 12
Saltaba susurrando por las calles de Serendipity Falls mientras caminaba hacia
el colegio el lunes por la mañana. El aire me parecía más rico y dulce, el sol
brillaba más. Yo llevaba una blusa rosa que antes odiaba, de hecho lo hacía la
semana pasada, pero refleja exactamente como percibo el mundo hoy,
femenino y con cariño, como los cerezos en flor. Rechacé la oferta de Donny
de llevarme al colegio para así poder disfrutar un poco más de tiempo conmigo
misma.
Había una fuerte promesa en la brisa, pero también era afilada con potencial
para una catástrofe. Mientras los besos de Haden ocupaban mi corazón y mi
alma, él seguía amenazándome con dejarme expuesta. Él era un demonio, y
estaba aquí para coger una novia. El peligro acechaba en lugar al que yo
deseaba otorgar mi confianza.

Cuando llegué a nuestro banco junto al edificio principal, me di cuenta de que


yo era la única perdida en las nubes. Los estudiantes pasaban por allí de
camino a clase, hablando como es normal, pero su tono no era ligero ni
despreocupado. Aunque todo el mundo intentaba actuar con normalidad, todos
traicionaban la farsa con vacilantes miradas hacia la campana situada sobre las
puertas que dan al colegio. Estaba cubierta con una bolsa marrón para
esconder los orificios de bala. Un francotirador finalmente el viernes había
sacado cada campana con un rifle de alto calibre porque era la única forma de
detener el ruido. Algunas campanas habían requerido más de dos o tres
disparos. O eso decían los rumores.

Amelia salió de esas puertas en vez de desde la dirección del aparcamiento


donde Donny y yo la habíamos estado esperando. Se apresuró a llegara junto
a nosotras. – Wow, esto es realmente raro aquí.

Dejándose caer en el banco junto a mí, Ame agarró el moca de Donny para dar
un corto trago antes de empezar a hablar – Llamaron a mi mama. Estamos
aquí desde hace ya una hora.

- ¿Llamaron a tu mama? ¿Por qué? – preguntó Donny.

Ame le devolvió la bebida a Donny. – Llamaron a cada consejero y psicólogo


del área para que vinieran. Y audiólogos de todo el estado están en el gimnasio
para hacernos una prueba auditiva. Creo que el colegio está debatiendo sobre
cuestiones de seguridad.

- Genial. – Donny se desplomó sobre su asiento. – Eso significa una


estúpida asamblea y sensibleras conferencias sobre emociones durante
todo el día. ¿Por qué no se limitan a arreglar su estúpido equipo y nos
dejan en paz?
120

Yo odiaba tanto como Donny hablar sobre emociones, pero a juzgar por las
cuidadosas expresiones de nuestros compañeros cada vez que pasaban bajo
la campana, podía entender porque la administración debía hacer control de
daños en nuestra psique. Me alegraba de que mi padre fuera abogado y no
psicólogo como la madre de Amelia. No le podía imaginar tratando mi
inestabilidad, y mucho menos la de todo el colegio.

- ¿Cómo está Mike? – Preguntó Donny a Amelia.

Ame se encogió de hombros. – Bien, supongo. Me crucé con él en el vestíbulo


y me dijo hey. – Amelia giró sus ojos hacia mí. -¿Cómo está Haden? Vosotros
dos parecíais bastante cómodos ayer.

Pensé en nuestro perfecto beso de anoche y miré hacia mis zapatos.


Intentando llegar a una respuesta que no me avergonzara por completo o
empezara con Por cierto, es un demonio. – Está… está…

- Está saliendo del coche de Noelle. – acabó Donny por mí.

Por supuesto que lo estaba.

Sentí la humillación como una piedra en mi garganta que no se iría. No levanté


la vista. No lo necesitaba. Yo había sido una interesante diversión, pero eso fue
todo. ¿Qué me había hecho pensar que hoy iba a ser diferente? No me podía
creer que le hubiese dejado a un demonio besarme. ¿En que estaba
pensando? ¿Qué tenía algún tipo de magia para dominar las fuerzas del mal?
Le dejé que me usara…le dejé… jugar con su comida.

Como expresar emociones estaba infravalorado en mi educación, había


pasado mucho tiempo desde la última vez que me había permitido sentir algo.
Bueno, no, eso era mentira. Yo sentía cosas, pero las dejaba pasar a través de
mí sin prestarle atención siempre que fuera posible. En este momento, sin
embargo, estaba enfadada. Y decepcionada. Y celosa.

A medida que la tempestad de emociones se reunía en mi interior, pensé en mi


madre. Ella era temeraria y salvaje, igual que yo me sentía. Ella era todo lo que
mi padre me enseñó a no ser. Su entusiasmo incontrolado era la razón de que
estuviera muerta ¿Cuántas veces había sido advertida?

Y entonces su collar calentó la piel cerca de mi corazón.

Mi vida había sido dirigida lejos de su influencia, empujando lo que venia de


forma natural, y apartada del exceso de emociones. Ella reía con rapidez y
encontraba todo y a todos interesante.

Pero también era testaruda. Según se dice, mi padre, aunque él nunca me


haya hablado de esto, había sido atrapado por su entusiasmo desde el primer
121

momento que puso sus ojos en ella. Ella aplastó todas sus reglas y
expectativas y le obligó a quererla a pesar de su buen juicio.

¿Qué poseía que le permitió mantenerse alegre en la penumbra de la


templanza de mi padre? Toqueteando mis salvajes rizos, solo tenía una idea de
su fortaleza.

Eso tendría que hacer.

Intenté imaginarme lo que mi madre haría si se enfrentara a un chico el cual


era tan caliente y frío. Era difícil saberlo, ya que no la había conocido, pero creo
que durante toda mi vida he retenido mis primeros impulsos y en su lugar me
comportaba de la forma en que sabía que esperaba papa. Nunca había visto
una barandilla que no me provocara el deseo de deslizarme por ella, aunque
nunca me había permitido la diversión. Las cosas que me había abstenido de
decir, los sueños que había evitado de formular, era agotador estar todo el
tiempo oponiéndome a lo que sentía por naturaleza.

Una visión del mundo girando a mi alrededor mientras yo bailaba con Haden
haciendo girar mi mente. A veces cuando, cuando estaba con él, sentía que
finalmente me iba a permitir ser yo. De repente no importaba mucho lo que mi
madre haría o lo que esperaría mi padre.

Empujé el banco y salí disparada por la acera hacía Haden y Noelle, decidida a
encontrar de una vez por todas donde mi mundo, mi sueño y mi despertar, se
reunían.

No más apisonar mis impulsos. Podría ser también una apisonadora.

Haden paró de caminar, mirándome con recelo. Yo, en cambio, no me paré. Ni


siquiera fui más lenta. Como el primer día en el vestíbulo, pareció que el mundo
se detenía. Cuando lo alcancé, lo tiré en la hierba y cogí su sorprendido rostro
entre mis manos. – Te he echado de menos. – dije, y antes de que pudiera
responder, le bese con todo el ardor inexperto que poseía.

- ¿Qué demonios? - oí decir a Noelle, pero para entonces Haden estaba


sonriendo por mi beso y me lo devolvía. Pasó su mano por debajo de mi
cabeza y me atrajo más cerca. Noelle se fue con una rabieta.

- Eres una descarada – dijo cuando le permití tomar aire. – Y vas a


conseguir que los dos vayamos a detención por PDA y caminar por el
césped.

- Tenía que asegurarme de que no era otro sueño, de que me reconoces


en ambos mundos. – aunque era mucho más que eso. Necesitaba saber
que le afectaba del mismo modo que él a mí y necesitaba dejar de ser lo
que todo el mundo esperaba y empezar a serme fiel a mí misma.
122

- No soy un sueño. Y sí – sus ojos buscaron el horizonte – te reconozco;


recuerdo cada segundo. Soy consciente de ti constantemente, de mi
peligro, tanto aquí como… allí.

- Entonces por favor deja de utilizar otras chicas para ponerme celosa. Es
muy duro. – Le besé rápidamente una vez más. – Te veo en clase.

Le dejé allí y volví con Donny y Amelia., quienes me miraban con la boca
abierta mientras me echaba la mochila sobre los hombros y fingía no darme
cuenta de su confusión. – Supongo que deberíamos ir a clase. – dije.

Donny se recuperó. – Tía, ese era el séptimo signo del apocalipsis. No estoy
tan segura de ir a clase el último día del mundo.

- Ja-ja.

Ame estaba de acuerdo con Donny. – En serio, si mi mama no estuviera allí,


me las saltaría totalmente. Le acabas de meter la lengua al caliente chico
nuevo. ¿Quién quiere pasar las últimas preciadas horas en la tierra haciendo
un examen de trigonometría?

Todas miramos hacía la campana que no había sonado, escalofriante e


inestable. Un pequeño malestar se arrastró sobre nosotras.

Ame murmuró – Cuando llegué a aquí con mi mama, estaban cubriendo todas
las campanas con papel marrón. Y todo el mundo estaba súper quieto. Era
espeluznante.

Entonces, Haden nos alcanzó y me di cuenta de lo que estábamos mirando. La


oscuridad ensombrecía sus rasgos, y se apartó de mí. En tensión, como una
bobina, retorció las manos en un puño y cuadró la mandíbula apretando.

Cogí su mano. Estiro los dedos y los entrelazó con los míos. No me miró, pero
me apretó la mano.

Alivié su carga.

Theia le sorprendió.
Su tranquila fuerza que lo defendió cuando menos se lo merecía. Su audacia
cuando menos lo esperaba.

En el sol, sus rizos batían a su alrededor como cintas de caramelo. El sol


bailaba fuera de ella, deslumbrándolo. Se había puesto en su camino,
hipnotizado la palidez de su piel y sus labios en forma de capullo de rosa.
123

Había olvidado su determinación de apartarla, su gran plan para cortar el


cordón que la unía a él.

Había hecho lo que había podido para aprovechar su atracción. A veces,


simplemente no era lo bastante fuerte para conducirla lejos. Especialmente
cuando se dio cuenta de que no era el Lure lo que la atraía a él.

Que, a decir verdad, el Lure realmente la repelía.

Sin embargo él no merecía su confianza. Y ella no se merecía el montón de


destrucción que acompañaría cualquier relación que ellos intentaran forjar.

Y aun así, ahora su pequeña y suave mano le tranquilizaba.

Estaban condenados.

SI él fuera inteligente, o por lo menos fuerte, acabaría esto esta noche. Una vez
su oscura acción estuviera lograda, por lo menos uno de ellos podría estar
tranquilo.

Se comprometió a encontrar la fuerza para poner fin a esto. Esta noche, sería
la noche en que se olvidaría de Theia Alderson y seguiría el camino para el que
había nacido. Esta noche tomaría lo que no le pertenecía a fin de reclamar lo
que si lo hacía. Su herencia por así decirlo.

Pero si esta iba a ser su última noche en la tierra, si tenía que sacrificar todo,
¿debía si por lo menos probar lo que iba a perder para siempre? ¿No se
merecía un momento para si mismo antes de condenarse al infierno para toda
la eternidad?

El día transcurrió. Hicimos, efectivamente, una sensiblera asamblea después


en la sala de actos. Y a cada estudiante se le dio una cita en el gimnasio para
las pruebas de audición y una cita en la biblioteca para hablar con un
consejero. Por lo tanto todas las clases se truncaron y no hicimos el examen de
trigonometría. Eso también significaba que no había Haden en historia. Había
soportado sola la astuta mirada y los susurros de nuestros compañeros de
clase.

La historia del infame beso en el jardín de la escuela viajó rápidamente y, como


la mayoría de suculentos chismes, había sido embellecido tanto que incluso
empecé a disfrutar con él. Su desaparición del campus solo añadía sabor al
plato. Al parecer habíamos estado enamorados en secreto durante años,
enviándonos e-mails y mensajes en secreto. Intentábamos fingir que no nos
conocíamos el uno al otro, pero era obvio para todo aquel que nos había
124

prestado atención en clase o en la biblioteca que éramos como Romeo y


Julieta.

O eso decía la historia.

Ese era el por qué yo nunca había hablado con chicos, la escuela había
decidido, porque yo ya hablaba con él. Esta mañana frente al colegio, yo había
sufrido una especie de avería y no pude mantenerme alejada de él ni un
momento más.

Romeo y Julieta… eso no era muy reconfortante, teniendo en cuenta lo bien


que salió todo para ellos.

No tenía manera de ponerme en contacto con Haden. I siquiera sabía donde


vivía o cual era su número de teléfono. Donny me echó extrañas miradas
durante todo el día después de que yo le dijera esto. Después del colegio, me
entregó una fotocopia de su tarjeta de registro de la oficina de administración.

- Esto es muy inmoral – dijo Ame, mirando a la flagrante invasión de la


intimidad en mi mano. Sin dejar que nadie se pusiera en nuestro camino,
añadió - Entonces, ¿dónde vive?

- Park Place – respondió Donny

En realidad no hay un Park Place en Serendipity Falls. Sino que hay un hotel
Parkerhouse. Su número de piso indicaba un ático.

- ¿Vive en un hotel? Eso es un poco raro. Ame me miró puntualmente, el


brillo de su máscara de pestañas reluciendo al sol.

- Quizá sus padres están construyendo una casa. – respondió Donny por
mí.

- Quizá. – reflexioné. O quizá los demonios tienen dificultades para


conseguir hipotecas. Me encogí de hombros. – Como he dicho antes,
nunca hablamos de donde vivía. – No quería pasarme por su hotel.
Parecería obsesivo. Que es lo que era, pero no quería que pareciera así.
– Entraré en el coche si queréis ir a algún sitio más.

- ¿Playa? – contestaron Donny y Ame a la vez.

Asentí rápidamente. – Sí, por favor.

Nos encantaba nuestra playa. Cuando estábamos nosotras tres solas, la arena
y las rocas nos sacaban los secretos. Planeábamos nuestras vidas y
derramábamos nuestros miedos en la irregular costa. También bebimos una
vez cerveza allí antes de que Donny tuviera su licencia. Su padre nos había
dejado allí durante tres horas, y ese fue el tiempo que nos llevó a las tres para
125

compartir la que pudimos. Parecieron como otras tres horas antes de que
pudiera obtener el sabor de mi boca.

Nos instalamos en un tronco, y podía decir por la forma en que me miraban que
estaban esperando a que empezara a contarles los detalles de lo que había
estado llevando a cabo durante todo el día. Habían sido pacientes durante el
colegio, soportando los rumores con buen sentido del humor teniendo en
cuenta que en realidad ellas tampoco conocen la verdadera historia. El hecho
de que haya besado a Haden delante de todo el mundo en el colegio y sin
embargo no tenía ni idea de cómo llamarlo era algo más que extraño. Más
extraño aún, la última vez que nos habían visto estábamos sonriendo
tímidamente por encima de las galletas, nada más lejos de los besos. Ellas no
estaban al tanto de los viajes que había hecho con Haden a Under,
especialmente la última noche cuando todo cambió. Era probablemente el
momento de confiar en ellas. ¿Pero me creerían?

- Haden no es exactamente un chico normal.

Ame y Donny se lanzaron miradas cómplices la una a la otra, pero no me


interrumpieron.

- ¿Recordáis la cosa… el… mal juju del que Varnie nos habló?

Ame se acercó y Donny se echó hacia atrás cruzando los brazos sobre el
pecho y visiblemente cerrada.

- Haden es de algún otro lugar, un lugar oscuro. Varnie tenía razón, las
cosas pasando, las cartas, las cosas raras… él tenía razón.

Donny no me creía, pero no lo dijo en voz alta. Podía verlo por la expresión de
su cara. Ame me miraba como si acabara de leer los cinco números ganadores
de los seis en su número de la lotería y estuviera esperando con impaciencia el
último.

Lo intenté otra vez. - ¿Recordáis el sueño que tuve sobre Haden antes de
verlo? En realidad era él. Nos encontramos por casualidad en su reino, él lo
llama Under, cuando estoy dormida. Es como Oz o Wonderland o incluso
Narnia, solo que es al otro lado de los sueños, supongo, y el viene ha este
reino cuando estoy despierta.

- Cariño - Donny cubrió mi mano con la suya – Oz, Wonderland y Narnia


son ficción. Sabes esa parte ¿no?

Eso estaba bien. Esperaba que fuera difícil convencerla, la historia entera me
parecía ridícula incluso a mí. – Y pasamos la última noche en su reino. Todo es
muy complicado y realmente no entiendo mucho de esto. Excepto que…
bueno, se supone que tiene que secuestrar a una chica humana como mujer. –
126

Seguí adelante rápidamente, para que no tuvieran aún la oportunidad de


lanzarme preguntas difíciles. – Intenté visitar a Varnie…

- Oh, Dios. – murmuró Donny.

- Pero él ya se había ido. Sin embargo me había dejado una nota. Dijo
que necesitaba un talismán y que tú me podrías ayudar, Ame.

En vez de estar emocionada por el talismán, Ame me sorprendió con - ¿Has


dicho secuestrar a una chica human?

- No creo que realmente lo haga. No hemos tenido oportunidad de hablar


de ello.

- ¿Te estás escuchando siquiera? – Donny ya no era capaz de contener


su… Donnyez, explotó fuera del tronco. – ¡Un escalofriante acosador
amenaza con secuestrarte!

- No. – respondí. – estoy bastante segura de que no me quiere.

- Theia, él es peligroso. Igual que no-está-bien-de-la-cabeza, es un


psicópata peligroso. No creo en esa cosa del reino, pero si él está
amenazando con secuestrar a alguien, es necesario decírselo a la
policía.

- Bueno, ya que él me lo dijo en un sueño que tú insistes que no es real,


tal vez yo soy la psicópata aquí.

- No es como tú. Quiero decir, me alegro de que finalmente hayas


encontrado a un chico que engrase tus ruedas, pero esto parece una
forma muy poco saludable de empezar una relación. – Donny no era la
más indicada para hablar sobre relaciones saludables. – Quiero decir,
está muy bueno y tiene todo ese aire-de-misterio a su alrededor. Pero
toda esta charla sobre…

- Es un demonio. – le interrumpí. – Bueno, mitad demonio. Su padre era


un humano. Y tiene ciento setenta años más o menos.

Ame respiró profundamente. - ¿Su padre tiene ciento setenta años?

- No, Haden los tiene. Envejece más lentamente allí. Él dice que tiene
dieciséis, pero nació hace ciento setenta años, en nuestros años,
supongo.

- ¿Te estás escuchando? Thei, estás totalmente fuera de lugar como una
fritura francesa en un Happy Meal.

- ¿Te ha mordido? – preguntó Ame.


127

- Deja de animarla. – le pidió Donny.

- No es un vampiro.- me parecía mal decirle que era un demonio del sexo


justo ahora. Esto era demasiado que procesar, y Donny se aferraría a la
parte del sexo y no escucharía ninguna otra palabra. – Entiendo que
todo esto parece muy complicado ahora…

- ¿Tú crees?

- Haden no quiere hacer daño a nadie. Quiere experimentar el ser un


humano.

Con tono de falsete Donny chilló – Quiere ser un chico de verdad.

Le lancé una mirada que había aprendido sobre las rodillas de mi padre y
continué – No me quiere llevar a su mundo.

- Entonces, ¿A quién se va a llevar? Y por “llevar” queremos decir


“secuestrar” ¿verdad?

- No lo sé. – en ese momento la brisa empezó a sentirse mucho más fría.

- ¿Por qué Varnie te dejó una nota? – preguntó Amelia.

- Porqué él sabía que yo iba a volver.

- Entonces, ¿El realmente es psíquico?

Nadie habló durante un minuto, dejando que las olas produjeran una banda
sonora relajante.

- Realmente lo es, Ame.

Ella miró el agua dura te otro minuto. - ¿Encontraste un talismán?

Tiré del colgante sacándolo de mi camisa. – Era de mi madre. ¿Sabes que


hacer?

El viento levantó algunos mechones de pelo suelto alrededor de la cara de


Amelia. – He leído sobre talismanes. Almacenan energía sobrenatural, a veces
protegen. Tenemos que echar una bendición sobre él. Para la protección. – su
normal exuberancia se relajó en algo que parecía tranquilizadora sabiduría. -
¿Por qué has elegido esta pieza?

¿Por qué lo había hecho? – Mi madre… ella era muy fuerte. Ella… ella
confiaba en su corazón.

Amelia asintió. – No soy como una autentica bruja, ya lo sabes, yo apenas me


intereso por ello. Quiero decir, he leído muchos libros sobre metafísica, así que
128

no estoy… solo, a veces me siento como si acabara de conocer las cosas.


Pero esto podría ser un pensamiento por desearlo…

- Ame – la paré. – confío en ti.

Ella asintió. – Vale, sé algunas palabras, del tipo como hechizos, que he leído
hace poco, pero tú tienes que creer en que las palabras tienen el poder o no
valdrá para nada.

Donny resoplo, pero yo dije – Vale.

Me quité el colgante e intenté dárselo a Amelia, pero ella negó con la cabeza. –
Justo ahora solo debes tocarlo tú.

La miré fijamente - ¿Por qué?

- Concentrará tu energía en él.

Lo sostuve en las palmas de mis manos frente a mí, y Amelia puso una mano
en mi hombro y otra en el de Donny. Donny puso los ojos en blanco, pero cerró
el círculo. Amelia cerró los ojos y su cara adquirió realmente una expresión
muy pacifica. El viento revoloteó su oscuro cabello, y me di cuenta de que ella
creía en todas las cosas locas que me habían pasado últimamente, yo también
creía en este momento que mi amiga se había convertido en alguien muy
poderoso. Ame abrió los ojos y nos dijo que repitiéramos después de ella:

Aunque en la sombra, se esconde la oscuridad,


Este hechizo protege y proporciona tres veces,
Para a quien confié la oscuridad se divida,
Pero a quien amo mi voluntad decida.

Lo hicimos tres veces. Donny puede que no creyera en ello, pero yo sentía los
latidos del amuleto en mi mano. Varnie me advirtió de que no me protegería,
pero me sentía más fuerte
129

Capítulo 13

La cena con papá pasó como si nada hubiera ocurrido. Traté de empezar una
conversación; él trató de desviarla. Curiosamente, a su manera, era
reconfortante. Él no sospechaba de mi salida el sábado por la noche, ni
tampoco parecía tener idea de haber tenido la casa llena de gente el día
anterior. Sin duda, no discutimos nada sobre el otro viernes a parte de mi
prueba de audición aprobada.

Él fue a su estudio para ponerse al día con el trabajo que había tenido que
aplazar a causa de su improvisado viaje de negocios, y yo fui a mi habitación
con la idea de practicar.

No te asustes. Hay un chico en tu habitación.

El texto ligeramente siniestro me detuvo a poca distancia en el pasillo de la


puerta de mi habitación. No reconocí el número ni pensé que fuera Donny
tomándome el pelo. Nunca había habido un chico en mi habitación, por lo que
sería justo de lo que a ella le gustaría burlarse de mí. Salvo que ahora no era
gracioso. Donny no había decidido todavía si es que yo estaba loca y Haden
fue solo un flechazo inofensivo o si yo estaba sana y corría un grave peligro.

Abrí la puerta con cautela, decidida a que si había alguien en mi habitación,


cosa que yo dudaba, ¿por qué él me advirtió antes de que yo entrara? Encendí
la luz mientras cerraba la puerta.

- Realmente no tienes habilidades de auto-preservación en todo,


¿verdad?

Mi corazón se dilató en mi pecho, llenando la cavidad con abundancia, como


Haden girándose lentamente de la ventana, el diablo en sus ojos y una sonrisa
traviesa en sus labios.

- Ninguna en absoluto –crucé la hitación como si flotara en ella, como si


encontrar chicos en mi habitación fuera algo que ocurría a menudo –
Soy una chica siempre con la necesidad de ahorrar energía. Supongo
que tú tendrías que hacer lo mismo.

Haden se río entre dientes y colocó su brazo alrededor de mi cintura,


acercándome a su forma solida – Yo soy un tipo malo, cordero.

- Te eché de menos hoy – le contesté antes de que se lanzara a besarme.

Sus labios se adaptaban perfectamente a los míos. No se como lo había hecho


estos diecisiete años sin besar. Fue la mejor cosa que jamás había conocido.
Al igual que caer del cielo. Él agarró mi cara entre sus manos y me atesoro a
caricias suaves pero firmes con la boca. Suspiré, el placer de este nuevo baile
130

me invadió, y yo me esforcé más en él, una suplica silenciosa para más. Su


cuerpo tan diferente al mío, todos los planos duros en él eran suaves y me
hacían sentir bien y en peligro de extinción a la vez.

Haden gimió, el sonido me llenó de asombro al ver lo que yo podía provocar.


Pero él me empujo e inhalo profundamente, rasposo – Tenemos que hablar –
dijo por fin y me sentó en mi cama, poniendo música para tapar nuestras voces
antes de sentarse a mi lado.

- ¿Dónde estabas hoy? Pensé…

- Tenía que pensar. Necesitaba encontrar la manera de mantenerte a


salvo.

- ¿A salvo de qué? ¿De ti? Me has hablado de este peligro, pero yo no lo


veo. Me dijiste que nunca te tocara, pero lo he hecho y estoy bien. Tú
estás bien.

- Tú ciertamente no estás bien. Tenía miedo de que si te tocaba, no seria


capaz de parar y tomar tu esencia.

- Pero no lo has hecho, ¿verdad?

- Mi control de mi lado demoniaco es más tenue en el mejor de los casos.


Todavía estás en un grave peligro.

- No te entiendo, Haden.

- Espero que nunca lo hagas. Este es la última vez que me veras, Theia,
me voy –acarició mi mejilla, luego la sacó – Estoy tratando de
mantenerte a salvo.

- ¿A dónde vas? –lo acababa de encontrar. La soledad se apoderó en mi


interior ante el pensamiento de él marchándose.

Acababa de pasar. Porque sabía que si se marchaba, sería como si nunca


antes hubiera estado.

- No puedes saber a dónde. Deseé estar lejos de ti –dejar de pensar en ti


durante una hora, un minuto. Pero no pude. Lo intenté. Te necesito tanto
que estoy seguro que me matara si no te entrego a ella – pero te matará
igualmente si lo hago.

Algo me llamo la atención. El miedo pulsaba en mí a través de sus palabras.

Su mandíbula se tensó –Finalmente, tienes miedo. Esperemos que no sea


demasiado tarde, ¿de acuerdo?

- ¿Por qué quieres que te tenga miedo?


131

- Para salvarte. Para salvarnos, por que si no lo tienes, los dos estamos
condenados.

Como si estuviéramos los dos en la misma cadena, algo encerrándonos juntos.


Él nunca había parecido tan vulnerable, tan perdido – Tienes que dejarme ir.

Levanté la barbilla, dispuesta a que me besara. No pensé que fuera hacerlo,


así que susurré: -Por favor.

Haden gimió y hundió los dedos en mi pelo, tirando de mi hacía él, como si
estuviera peleando con él. Me dejé llevar de buena gana, lanzando mis brazos
alrededor de su cuello, desesperada por tocarle y sentirlo contra mi piel. Su
boca buscó la mía y mi alma se prendió.

Este beso era diferente a los otros, lleno de desesperación. Como si él me


hubiera lanzado una cerilla encima, yo estaba en dulces llamas que me
quemaban por dentro. Nos agarramos con más fuerza y mis labios se abrieron
para su insistente lengua. Aún me encendí más, sabiendo que lo arrastraba
conmigo, pero todo lo que importaba era estar cerca de él, manteniéndolo.
Quería demasiado tenerlo.

Con la misma hambre con el que él empezó, me alejó. Había ira en sus
facciones, y dolía mirarle.

- No tienes el sentido de protegerte. Todo el mundo podría decirte que no


soy bueno para ti. El peligro es muy real. Voy a hacerte daño, y eso me
llevara a mí también a la perdición.

Gemí – ¿Por qué me dices estás cosas a mí? –me estaba sintiendo como un
yo-yo.

Él tomó mi cara entre sus manos, forzándome a mirarle a los ojos, mientras su
voz se levantaba y sacudía – Lo que siento por ti podría hervir el océano si yo
lo permitiera. Te alejo por que soy un demonio – Sacudió su cabeza para
pararme antes que lo interrumpiera – Soy un demonio, créeme. Estoy asustado
de no poder detenerme. Cuanto más me acerco a ti, más pierdo el control.

- No lo entiendo –Excepto, que en verdad, tampoco lo quería entender.

El dolor ensombreció su rostro –La oscuridad vive en mi, Theia. Dentro de mí.
Como una enfermedad. Y justo a su lado, entrelazados con ella, están mis
sentimientos hacía ti. Si dejo actuar a uno, dejo actuar al otro- la oscuridad en
mi te quiere del modo que un agujero negro se come las estrellas. Sueño con
probarte, devorarte –Sus ojos se oscurecieron terriblemente.

- Haden, para de asustarme.


132

Siguió como si no me hubiera oído – Esto no es un flechazo; es una obsesión.


Nunca dejas de estar en mis pensamientos. Tu olor esta en toda la habitación y
me paraliza con nostalgia. No quiero tomar tu mano. Una parte de mi quiere
prender fuego y cogerte para que la llama nos consuma a los dos, quiere
comer tu corazón así sabré que solo yo te poseeré. ¿Estás asustada ahora?
¿Comprende tu mente humana el peligro ante esto último? No soy como tu. No
soy humano, al menos no del todo.

Él dejo ir mi cara, y yo me aparté de él. Sus palabras dieron en el blanco con


una precisión impresionante.

Cada parte de mi cuerpo que había estado encendida hace a penas unos
minutos ahora era hielo frio. Sin embargo, a pesar de sus amenazas, pensé en
todas las veces que podría haberme hecho daño pero no lo hizo.

- Soy un demonio, Theia. Tienes que parar de pretender que no lo soy. Si


alguna vez te hago daño, me mataré. Pero no puedo controlarlo.

- Estás mintiendo pero te dejaré ir. ¿Crees que si me asustas, que si creo
que me quieres matar o llevarme, yo desearé que te vayas? Ya que
provocar que yo te odie por salir con otras chicas no funciona, piensa así
entonces.

Él cerró sus ojos, pero no lo negó –Vuelvo hacía Under. Para siempre.

- Entonces, ¿ya has encontrado prometida? –Los celos recorrieron mi


espalda en besos pulsantes en un soplido. ¿Quería saber a quién
escogería ya que a mi no podía tenerme? ¿No quería tenerme?

Se puso de pie –Theia, ambos sabemos que no encontraremos el modo de


estar juntos. No quiero que sufras más. Estas tomando riesgos tontos con tu
corazón y tu cuerpo. No quiero poner en peligro tu alma. No por mí.

- ¿Y tu ausencia parara mi sufrimiento? ¿Sabiendo que seguirás tu vida


con alguien que no soy yo tengo que sentirme mejor? ¿Sabiendo que
secuestraras a otra chica me mantendrá tranquila?

Se pasó las manos por el pelo –Eres como una vena abierta para mi, Theia.

- ¿A quién te llevaras? –un hilo que nos conectaba se rompió. Tenía la


esperanza que el resto se rompieran a la vez o yo me iría perdiendo con
cada uno lentamente – ¿Una de las animadoras? ¿Te llevaras a alguien
que odio? ¿De verdad crees que lo haces más fácil para mí?

- No.

- ¿Entonces quién?

- No me estoy llevando una prometida.


133

¿Eso era una oportunidad? – ¿Todo este tiempo me has estado atormentando
y podías tener la oportunidad de no llevarte a nadie? ¿Por qué no solo me lo…
dijiste…?

- Mi madre no estará contenta.

Viniendo de un demonio, justo el que te dio la vida, debe ser toda una garantía.
Me puse de rodillas sobre la cama – ¿Qué hará?

- Ella… no lo sé. Es por eso que tengo que romper todos los hilos contigo.
Esta noche. Ahora.

- ¿No puedes estar aquí?

- Ella me encontrará, lo que lo haría peor. Quiere que heredé su reino.


Nunca me dejará ir. Me permitió venir aquí solo para que encontrará una
victima. Asumí que serías tú, dada mi terrible obsesión por ti. Porque
esto es lo que soy. Lo pensé des de que te tenía, que debería tenerte.
Pero la primera noche, cuando me quemé…

Hizo una pausa y yo ahogué el llanto.

- Fuiste tan compasiva. Fuiste como bálsamo para mí. Decidí que no
quería herirte, así que pensé que podría tan solo coger alguien más,
pero aun así estar cerca de ti mientras estuviera aquí. Pero cuanto más
cerca de ti estoy, más quiero ser lo que no soy. Pero mi madre… ella no
lo entenderá.

Llegué a sus hombros – No puedes solo renunciar. Ella es tu madre… te


quiere. Solo tenemos que convencerla de que tú eres feliz aquí.

Apretó su frente contra la mía – Es un demonio, Theia. Ella no razona y sin


duda alguna no ama –Él intento sacar mis manos lejos de él – Y no hay un
“nosotros”. Tú nunca estarás cerca de mi madre. Nunca.

- Así que te vas a Under, nunca volverás. ¿Cómo ayuda eso a alguna
cosa?

Estaba lejos, detrás de sus ojos, su expresión era tan sombría – Nadie más
pagará mi legado, ¿no es suficiente? –Él se sentó de nuevo en la cama – No
voy a arruinar tu vida o la de cualquier otro. Llevar a una chica al infierno es un
error.

- Y no llevar una a tu madre llevara la ira del infierno a ti, ¿verdad?

- Puedo manejar a mi madre.

- Llévame –susurré.
134

- No –su voz se quebró.

- Por favor. He estado en Under una docena de veces. No hay


dificultades. Podemos estar juntos.

- No.

- ¿Ni siquiera me escucharás? Haden, tiene que haber alguna razón por
la que he sido capaz de ir y venir entre los dos mundos, ¿por qué no
sucumbir el Lure? –agarré su cara y le obligué a mirarme – Quizá es mi
destino, ¿no lo ves? Tal vez se supone que tengo que irme contigo. Tu
madre estará feliz, y nosotros también. ¿Por qué no?

Él me miró a los ojos, sus ojos como dos charcos profundos en los que me
ahogaría si él me dejará - ¿Cómo puedes preguntarme por qué no? Theia,
¿qué hay de tu futuro? ¿Tus amigos y tu familia?

Seguí con mi orgullo y subí a su regazo - ¿Qué si tu eres mi futuro, Haden?


¿Cómo puedes pensar que yo encontrare la felicidad si sé que estás siendo
miserable? ¿Si sé que estás solo?

Sus dedos se deslizaban por mis rizos, mis malditos rizos de todas las cosas. A
él parecían gustarle; los tocaba con mucha frecuencia. En definitiva, me
parecía que Haden disfrutaba de muchas cosas de mi que yo odiaba. Él me
acarició el pelo mientras hablaba – la idea de ti desapareciendo me duele más
que cualquier cosa que mi madre pueda soñar en hacerme como castigo. Y te
marchitarías ahí, tal y como mi padre. Si quieres hacerme un favor, prométeme
que vivirás… una vida real.

- Haden, danos más tiempo. Podemos llegar a una solución. No tenemos


que rendirnos tan rápidamente. Por favor.

- No puedo controlar mis impulsos. Cuando siento como un humano, se


inflama me lado demoniaco. ¿Y si te hiero a ti o a alguien más?
¿Recuerdas el día que dejé a la escuela sorda, no?

Cerré mis ojos ante el recuerdo. Él se iba a ir, y yo no podía detenerlo. Mi


corazón me dolía tanto que me dolía hasta respirar, pero necesitaba que él me
entendiera. Tenia que decirlo bien. Haden debía saber, antes de marcharse,
que él en mi vida había significado algo – Antes de que llegaras, era diferente.
Me has cambiado. He aprendido a levantarme por mi misma, y a no ser tan
tímida – me sonrojé un poco – Todavía estoy trabajando en ello.

Haden me acarició la cara – Yo también estoy diferente. Antes de conocerte,


nunca me habría alejado de algo que deseo tanto. Pensaba que merecía tener
todo lo que deseaba. No sabía como era preocuparse de la felicidad de alguien
más antes que la mía. Nunca pensé que sabría como era enamorarse.
135

Sus palabras estallaron algo dentro de mí. La injusticia de su sacrificio, que el


único modo en el que podía mostrar su humanidad era dejando de ser humano,
me hacía querer gritar. Él se merece mucho más. Le besé entonces. Fue
promesa de la angustia. Algo tiro de mi desde dentro, aflojando el nudo de
deseo que había mantenido oculto, y desatando oscuros, misteriosos zarcillos
de nostalgia. La respiración de Haden cambio, provocando una llamarada de
rojo vivo en la conciencia de mi corazón. Le necesitaba, necesitaba estar más
cerca, tocar su piel.

Nos lleve de vuelta a la cama, ignorando sus protestas, y caímos sobre la


colcha blanca de novia.

- Theia, disminuye la velocidad.

- No –lo arrastré de vuelta a otro beso. Aunque al principio se resistió, me


arqueé contra él, provocándole un gemido de placer y tal vez derrota.

Sus manos recorrían mi torso, y trate de hacer la mía bajo su camisa. Entonces
paró, y me agarró las muñecas para mantenerlas juntas con una mano por
encima de mi cabeza – No podemos hacer esto. Nunca me lo perdonaría –
Respiró irregularmente contra mi cuello, su cuerpo sobre el mio y situado entre
mis rodillas dobladas.

Inhaló profundamente por una última vez en mi cuello y tiró de si para


levantarse de la cama. Inmediatamente me senté, abrazando mis rodillas y
esperando. Esperando las espinas de púas de sus palabras empujadas en mi
carne.

Porque venían.

Besó mi frente –Se buena, Theia.

- Espera – Las palabras no llegaban, todas las razones por las que era
necesario que se quedara, que no me dejara. Acababa de encontrarle,
¿Cómo podía decirle adiós para siempre? Quería contarle todos los
secretos de mi corazón, pero el único que importaba – Haden… creo
que te quiero – Tal vez no debería haberlo dicho, pues parecía
demasiado pronto, demasiado rápido. Pero se estaba yendo y quizá
nunca lo sabría.

Él apretó mi hombro con fuerza y desapareció. Solo se evaporó.

Mi corazón volvió a su propio ritmo.

Roto e inútil.
136

Capítulo 14

No recuerdo haberme quedado dormida, aunque recuerdo haberlo intentado,


con la esperanza de volver a encontrar a Haden en mis sueños. En lugar de
eso, ahogué la almohada con mis lágrimas y noté cómo dolía el agujero donde
antes estaba mi corazón, antes de que él se lo llevase.
Recuerdo haber soñado que estaba atrapada en mi habitación. Cada vez que
conseguía salir me despertaba sobresaltada. Dormí intermitentemente durante
toda la noche, intentando escapar de mi habitación sin tener éxito nunca. La
última vez que me desperté me di cuenta de que era cosa de Haden. Era él
quien me impedía de alguna forma viajar. Había conseguido aislarme.

Oí el coche de mi padre saliendo a la calle, y me di la vuelta hacia la ventana.


Una densa niebla lo envolvía todo. Un reflejo de cómo me sentía. Aunque
debería haber empezado a arreglarme para ir a clase, en lugar de eso aparté
las sábanas y empecé a buscar debajo de mi cama la caja con las fotos de mi
madre. No estaba segura de que mi padre supiera siquiera que las tenía. Mi tía
me las dio. Eran de antes de que se casasen.

De niña miraba las fotos cada vez que la soledad me estrujaba demasiado el
corazón. Solía hablar con mi madre mientras miraba las fotos, imaginaba que la
caja contenía su alma; no estoy segura de cuándo dejé de hacerlo.

Abrí lentamente la caja, sin saber lo que esperar. Consuelo, probablemente;


que el fantasma de mi madre viniese a salvarme, posiblemente. Sin embargo,
era sólo una caja llena de fotos. Fotografías de una mujer a la que ni siquiera
conocía, que murió al darme la vida a mí. Parecía muy pequeña porque todo lo
que la rodeaba era muy grande. Gran melena, grandes pendientes y grandes
hombreras. A mi madre le encantaban los vaqueros manchados de lejía y las
bandas melenudas de rock. Y los animales, adoraba los animales, sobre todo a
los perros.

Estaba trabajando de camarera para poder pagarse la carrera de veterinaria


cuando le tiró un plato de patatas fritas encima a mi padre. Mi tía dijo que se
quedó impactado, pero no puedo creérmelo. Seguro que estaba que echaba
chispas y le reprendió su torpeza. Le diría que tuviese más cuidado. Y sin
embargo, de alguna manera, se enamoraron.

Todos dicen que mi padre quiso mucho a mi madre, y ella a él. Él siempre se
había mostrado reacio a hablar de ella como su mujer, mi madre. Ella era un
modelo de peligro, no la mujer que él amaba.

Mi tía una vez me contó la historia de la juventud de mi madre. Jennifer Hadley,


lista, bonita, divertida y atrevida. Cuando era una niña ella estuvo enferma y
perdió un riñón. Cuando entró en remisión y su salud mejoró, se prometió que
viviría: vivir de verdad. No se acobardó nunca y encaraba cada día con la
pasión que debió cegar a mi padre.

También se suponía que no iba a tener hijos.


137

¿Qué habría hecho mi madre si fuese yo?, me preguntaba. ¿Qué consejo me


daría sobre salvar a un chico del demonio que vivía dentro de él? ¿Me
advertiría de lo peligroso que era o me diría que nada es más importante que lo
que el corazón me dijese?

No importaba. Jennifer Hadley estaba muerta. No iba a volver a ayudarme a


decidir qué hacer con mi vida. Y tampoco iba a arreglar el corazón de mi padre.

No quería vivir su vida. Iba a dejar de ser tan cuidadosa.

De repente me encontré en la habitación de mi padre. Era particularmente


amenazador el mobiliario inmenso y masculino, lleno de marcados ángulos, y el
perfume del jabón de mi padre, una señal subconsciente de que debía de ser
cuidadosa. Gateé por su mullida alfombra como si no estuviese sola en la casa
porque sabía que colarme en su habitación estaba mal. Quizás me estaba
ocultando de mis propios juicios.

El bote de las pastillas para dormir de mi padre que había en su mesita se agitó
en mis manos mientras intentaba abrirlo. Echarse atrás no entraba en los
planes. Necesitaba volver a Under. Esta vez Haden no podría deshacerse de
mí tan fácilmente.

Les mandé un mensaje a las chicas para decirles que tenía cosas que hacer y
que no iría a clase. Y luego me volví a la cama a esperar.

Cuando abrí los ojos, estaba en otra cama. Me senté sobresaltada, y me quité
las sábanas que me cubrían de encima.

La habitación olía a Haden, parecía suya. Era casi como cualquier habitación
normal de un adolescente. Un adolescente muy mimado. Caminé por ella con
piernas temblorosas, tocando las esquinas de los muebles, esperando que eso
me hiciese sentir más cercana a él. Me hacía sentir como una intrusa. O como
un fantasma, quizás.

La cama estaba deshecha, las sábanas arrugadas en un bulto rojo y negro. Tal
vez cuando nos encontrábamos en mis sueños, eran también sus sueños.
Nunca pensé en preguntar, siempre había tantas preguntas.

No sé por qué, pero empecé a alisar las sábanas. Parecía algo muy privado
hacer su cama. El dolor empezó en mi estómago y llegó hasta mi corazón.
Encontré su edredón en el suelo, y, mientras lo sacudía, su olor se mezcló con
la brisa que creaba el movimiento. Ahuequé sus almohadas, cuestionándome si
me estaba volviendo loca. ¿Por qué estaba haciendo su cama? Seguro que
había cosas mucho más importantes que hacer. Sin embargo, mi cabeza
estaba llena de algodón, así que coloqué las esquinas junto a las de la manta.

Si las cosas fuesen diferentes, si nos casásemos en un futuro, me gustaba


imaginar que haríamos la cama juntos por las mañanas. Probablemente me
138

sonrojaría, como en ese momento mientras pensaba en “nuestra cama”.


Nuestras alborotadas sábanas.

No podía controlar mis propios pensamientos. Las pastillas para dormir,


supuse. Me forcé a apartar la vista de la cama y miré el resto de la habitación.
Tenía una gran televisión de pantalla plana en la pared opuesta a su cama, con
estanterías y estanterías llenas de películas debajo. Había una doble fila en
cada estantería. Había tanto películas actuales como antiguas que ni siquiera
conocía, lo cual no era de extrañar teniendo en cuenta que mi padre y yo no
veíamos demasiado la televisión, incluyendo películas. Por lo visto Haden sí lo
hacía, y le gustaban especialmente las películas del espacio. Había una fila
dedicada a ese género, en la que estaban desde E.T. hasta Mars Attacks!

Ordenada con un sistema distinto había otra estantería donde tenía varias
videoconsolas y cientos de juegos. Aquí también parecían dominar los
relacionados con el espacio. No había ni una mota de polvo en todo ese
espacio. O los sirvientes limpiaban a menudo pero no hacían la cama, o a
Haden le gustaba tener las cosas limpias.

La habitación era casi fantasmagórica y eso me rompía el corazón. Todo lo que


Haden quería era ser un chico normal. Y aun así apenas se le permitía
participar en el mundo que tanto anhelaba. Esa habitación parecía una farsa,
un venda que cubría la herida pero que nunca la curaría.

No había ropa sucia en el suelo. Incluso si él limpiaba su propia habitación,


probablemente necesitaría a alguien que le lavase la ropa, todas sus corbatas y
los cuellos almidonados. Y aunque admito que encontraba sexy sus tejanos
ajustados y sus camisetas, su ropa más formal me removía algo por dentro.
Saber que debajo de esas prendas tan refinadas y anticuadas había un chico
joven lleno de deseo y pasión (pasión por mí) hacía que su aspecto distinguido
y respetable fuese incluso más desenfadado.

- ¿Qué haces aquí? Despierta.

Haden estaba de pie en la entrada, pálido y desarreglado. Muy inusual en él.

- Hola, Haden. – La palabra se quedó en mi boca. Más algodón. – No me


encuentro demasiado bien.

Todo mi alrededor se convirtió en olas, como si la habitación estuviese


sumergida. Mis piernas se convirtieron en fideos y empecé a hundirme.

- Te tengo. – La voz de Haden sonaba muy lejana, pero noté que él me


sostenía. - ¿Qué has hecho? – Preguntó. Sonaba preocupado.

- Estoy bien, – suspiré – sólo quería hacerte una visita rápida. – No


importaba lo mucho que lo intentase, arrastraba las palabras. Abrí los
ojos y parpadeé ante mi Príncipe Encantador. – Hola, Haden.

A pesar de que la preocupación cubría su rostro, se río:


139

- Hola, Theia.

- Tu cama es muy agradable.

- Vaya, gracias. Es muy amable de tu parte darte cuenta.

- Oh, me doy cuenta de muchas cosas. Tienes hoyuelos. ¿Lo sabías? –


Oh, cómo me pesaba la cabeza.

- Sí, lo sabía. – Abrió la puerta de la terraza y me sacó fuera. - ¿Estás


borracha?

- Noooo. – El aire fresco era muy agradable. – Sólo estoy muy bien
marinada.

- ¿Marinada?

- Espera, no, esa no es la palabra adecuada. Pero empieza por m.

- Respira hondo, cordero.

- ¡Medicada! Esa era la palabra. – Seguro que estábamos encantadores


allí en la terraza. Me habría gustado abrir los ojos para comprobarlo,
pero de repente se me hizo muy difícil. Lo seguí intentando hasta que al
final conseguí ver algo muy borroso. Haden iba todo de negro y me
llevaba como si no pesase nada. Estaba buenísimo. Creo que
estábamos en una montaña. Había muchas rocas a nuestro alrededor. –
Estamos muy altos, ¿no es así?

- Desde luego tú lo estás. Theia, necesito que te despiertes.

- ¿Sabes que nunca he visto un pene?

Él se volvió a reír.

- Cuando te despiertes, te odiarás a ti misma.

Algo mojado cayó en mi nariz. Al principio pensé que Haden estaba llorando,
pero luego me di cuenta de que era lluvia. Cada gota que caía sobre mi me
devolvía un poco más de mi consciencia.

- ¿Sabes cómo hacer que llueva? – Le pregunté

- No, cariño, no soy yo.

Mi visión se aclaró un poco más y me di cuenta de que parecía afligido. Repasé


sus labios con mis dedos:
140

- Deberías besarme – dije.

- Nunca debí besarte – contestó, pero lo hizo igualmente.

Empezó a llover con más fuerza, las gotas caían sobre nosotros como si
fuesen lágrimas del cielo. Como caía de forma constante, nos perdimos en la
búsqueda del beso perfecto. El agua empapaba nuestra ropa, que se pegaba a
nuestros cuerpos y chorreábamos agua cuanto más nos acercábamos. Cada
vez hacía más frío, y yo temblaba entre sus brazos. No me importaba. No
había un lugar en el mundo en el que prefiriese estar.

Y entonces noté cómo desaparecía. Lo agarré con fuerza, intentando estirar de


su camiseta pero incapaz de atrapar otra cosa que no fuese aire.

- ¿Haden?

Sus labios se movieron, pero no le salió la voz. Nos escurríamos sin importar lo
que hiciésemos. El dolor en sus ojos me atravesó.

- Haden, ¿qué está pasando?

Él articuló la palabra “adiós” y sé que se refería a para siempre.

Algo me sujetaba firmemente, pero nada que pudiese ver o combatir ya que me
alejaba de él, mi corazón. Empujé y tiré para liberarme mientras todo se volvía
blanco, pero la lluvia continuaba cayendo sobre mí sin cesar.

- ¡Theia! – gritó una voz desde algún lugar: detrás de mí, dentro de mí,
debajo de mí… no sabría decirlo.

El agua obstruía mi nariz y mi boca y no podía ver.

- ¡Theia! – La voz era insistente, cada vez más fuerte.

Con renovadas energías, hice un último intento y jadeé en busca de aire. Mis
manos finalmente dieron con algo y sollocé cuando no pude moverlo.

- ¡Theia!

- ¿Papá? – abrí los ojos.

- Gracias a dios. – Estaba llorando. – No podía despertarte.

La lluvia seguía golpeándome, pero entonces me di cuenta de que provenía de


la ducha, y que estaba tirada en la bañera con mi camisón puesto. La cara de
mi padre, llena de preocupación, se acercó a la mía mientras el agua helada
seguía mojándome.

- ¿En qué estabas pensando? ¿Cuántas te has tomado?


141

Seguí su mirada hacia el bote de pastillas para dormir que había en la


encimera. Las que había cogido de su habitación para que Haden no pudiese
despertarme.

- ¡Contéstame! ¿Cuántas pastillas, Theia?

Intenté sentarme pero me resbalaba. Me agarré al borde de la bañera y vomité


en el suelo de pizarra italiana.
142

Capítulo 15

Fui a descansar.

En el solárium con un afgano y una pila de libros, bebí los PG que Muriel me
había traído regularmente y miré por la ventana. Mi piel parecía extraña, como
un escudo desencajado. No me habían dejado salir de casa en tres días.

Estaba agotada, física y emocionalmente. Dormir no me proporcionaba


descanso alguno. Esperaba volver a Haden, per mis sueños no acudían. En
vez de eso, me sentía como una pared inmóvil separada del sueño profundo en
el que solía perderme en Under.

Le echaba terriblemente de menos. El hecho de ser apartada lejos de él me


dejó una herida abierta y no el no saber que lo había pasado le echaba sal a la
herida. Preguntas, preguntas, preguntas, y ninguna repuesta. El limbo era
como nadar en gelatina.

Mi padre, mi obediente carcelero, entró en la habitación –He hablado con el


médico.

- Te dije que estaba bien –le contesté, con mi voz lo más monótona
posible.

- La gente que está bien no abusa de las pastillas para dormir.

Cerré los ojos, deseando echarle pero no era capaz. –No fue una sobredosis,
papá. Te lo he dicho.

- Si no hubiera llegado antes...

- Entonces habría dormido toda la tarde y me habría despertado atontada


pero bien. –Mi tono le extrañó. Me extrañó a mi también –No fue una
sobredosis.

- No te habrías despertado, Theia. Tuve que meterte bajo la ducha con


agua fría.

Me encogí de hombros. Era todo lo que conseguiría de mí. Quería ir a la


escuela, salir de casa. La opresión era insoportable.

- Encontré esto en tu habitación. –Él sacó una arrugada tela roja de detrás
de su espalda. – ¿Te importaría explicarme esto?

Volví a la ventana. –Es un vestido. –Había escondido el vestido de Donny en la


parte trasera de mi armario después de la desastrosa noche en el Chasm.

- Este trozo de tela no es un vestido. ¿Me estás diciendo que llevaste


esto? ¿Para que demonios ibas a llevar algo así, jovencita?
143

Técnicamente, supongo que lo llevé brevemente en el infierno, pero esa no era


la mejor respuesta si esperaba evitar otra visita con el médico. –Lo llevé en un
club.

Apenas pude reunir suficiente energía para mirar fuera de la ventana así le
proporcionaba su momento de rabia. Mi letargo me paralizó, y estoy segura de
que mi falta de participación solo empeoraba las cosas. Imagina, mi padre
estando sobrexcitado.

- ¿Un club? ¿Me voy del pueblo por unos días y tú tiras todo en lo que
creemos por una ventana?

El entumecimiento me amortiguó la preocupación. –Supongo que desde que no


crees que yo pueda tener mi propia vida y tomar mis propias decisiones aun
cuando tengo diecisiete años, supongo que lo tiré todo por la borda. Tenías
razón. –Mi padre no entendía el sarcasmo, y ¿cuando lo había hecho? –Fui a
bailar. Con mis amigos. No rompí ninguna regla.

Él tiró el vestido por la habitación, aunque la tela era demasiado ligera para
cumplir s objetivo y flotó por el suelo a solo unos pasos de él. –Te crie para
algo mejor que esto. –Su cara enrojecida y sus venas se hincharon.

- ¿Que tiene de malo pasárselo bien, papá? No es un crimen.

- Suenas igual que tu madre –él rugió.

- Bien.

Una palabra exprimió su cólera completamente hacia fuera, dejándolo más


delgado, demacrado, y mucho, mucho más mayor que hace un minuto –Theia.

- Debería disculparme, pero no lo haré, estoy cansada de hacer como si


nunca hubiera nacido.

Él se derrumbó en una silla. – ¿De que estás hablando?

- ¿A quien odias más, papá? ¿A mi madre o a mí? –Las paredes del


sentido común había caído. La batalla perdida con el sueño
aparentemente me había hecho perder mis pensamientos que
normalmente hubiera guardado para mi misma.

- ¿De donde sale este sinsentido? No soy un hombre que muestre sus
sentimientos a la ligera, pero tú sabes que te quiero. –Él bajó su voz. –
Sabes que la quería.

- Por supuesto. –Volví la mirada hacia la ventana.

- ¿Que sentido tiene esta rebelión? –Me preguntó mi padre. –Hemos


trabajado muy duro para hacerte razonable. ¿Que ha pasado?
144

- Quizás estaba destinada a ser irrazonable.

- No lo creo. Tu madre... ella no entendía el mundo real. Ella sólo veía lo


que quería ver. Nada malo le podía pasar--hasta que le pasó. Pero tú no
eres como ella, Theia. Tú eres pragmática. Tú entiendes las
consecuencias. Tu sabes que es mejor ser cuidadosa que...

- No lo sé en absoluto. –Y no lo sabía. Ser cuidadosa no me había


aportado ninguna alegría, pero tampoco había sido imprudente.

- Esta rebelión sin sentido se acaba ahora. –Mi padre se encontraba con
energía renovada por la discusión. –Si tú no aprendes de sus errores,
entonces su muerte no habrá servido para nada.

- ¿Y para que fue su muerte, papá? ¿A que gran propósito sirvió? Quizás
deberíamos preocuparnos más por que aprenda de sus éxitos que de
sus errores, así su vida no habrá sido para nada. –Lágrimas en la punta
de mis pestañas. –Su muerte no fue para nada, aunque, ¿lo fue? Fue
por mí. Porque yo la maté.

Él no se apresuró a llenar el silencio.

- Es verdad, entonces. Es lo que tú crees. Que yo la maté. Es mi culpa


que esté muerta.

- No…

- ¿No? Si yo no hubiera nacido, ella habría vivido.

Mi padre se tranquilizó, rebosante de energía en vez de apaciguado control. –


Sabes que es bastante más complicado que eso. Ella tomó sus decisiones, su
alma descansa con Dios, y nos dejó para vivir con ellas. Si yo fuera un hombre
diferente, quizás podría haber manejado esto mejor. Quizás nunca debería
haberte llevado de vuelta a este país.

- La culpa de que quiera tener una vida no es del país, papá. O llevar el
pelo suelto o ir a bailar con mis amigos. No puedes prohibírmelo para
siempre. ¿Que haré cuando tú no estés alrededor? Algunas decisiones
deben ser mías.

Él se agachó hasta mi nivel, surcos profundos de su cara en los que nunca me


había fijado antes del relato de una vida de dolor. Apenas conocía al hombre
anterior a mí. –Ella me deslumbró. No hablo mucho de ella, Theia, porque el
dolor todavía es reciente. Cada mañana, me levanto y entonces el dolor viene
para recordarme que no, ella no está allí. No ha disminuido en diecisiete años.
No conocía absolutamente nada del amor antes de ella, y se fue tan pronto que
no tuve oportunidad de aprender todo lo que necesitaba para seguir, mucho
menos para criar a un hijo.
145

Exprimí el final del afgano. – ¿Háblame de ella? –Necesitaba escucharlo, en


sus palabras, procedentes de su corazón.

Su semblante se mantuvo firme, pero el brillo de sus ojos cambió. –Ella era
hermosa. –Cerró los ojos para saborear el momento–Estaba en Estados
Unidos por negocios y me habían dicho de visitar un buffet que presumía de
hacer las mejores tortitas de América. El lugar era horrible, mal iluminado, mala
comida. Ella no era nuestra camarera; ella se había estado encargando de la
mesa situada detrás de mí cuando tropezó y derramó sobre mi regazo patatas
calientes grasientas. Estaba lívido, como puedes imaginar. –Aunque lo hubiera
escuchado antes, el indigno encuentro parecía imposible de imaginar. Mi padre
no era una persona en la que se le derramaran cosas. –Ella se disculpó y
deambulaba de un lado a otro mientras recogía una a una las patatas en mis
pantalones. Estaban calientes, quemando sus dedos, y yo estaba furioso, y por
supuesto el lugar del desastre nos avergonzaba a ambos. –Y él todavía
sonreía. –Intenté quitarme sus manos de encima, en vano, por supuesto. Ella
solía bromear sobre esa noche--no sabía que le había ocurrido para no poder
quitar sus manos de mis pantalones a primera vista.

Entrecerré mis ojos fuertemente. –Papá, por favor.

- ¿Demasiado?

Yo asentí, y él sonrió. –La luz de Jenny era muy brillante, Theia. Ella corrió
impetuosamente en todo lo que hizo. Enamorarse no fue una excepción. Por
supuesto, me resistí. No era práctico. Yo estaba solo de visita; y vivía en otro
país, por el amor de Dios. Teníamos gustos diferentes en música, política,
entretenimiento... pero cuando ella me sonrió... tu madre era un ángel.

Mi estómago apretado por la injusticia. Un ángel. Y ella cayó a fin de que yo


pudiera vivir. ¿Por qué todo el mundo tenía que caer para poder amarme?

- No te odio. –Mi padre llegó hasta mí, acariciando mi pelo torpemente. –


Nunca podría odiarte. Seguro que lo he hecho todo mal, Theia. Pero te
prometo que no te odio. Intenta entenderlo. Si ella no hubiera muerto, no
te habría tenido--pero si no te hubiera tenido, ella no habría muerto. La
angustia de su muerte está igualada solo por la alegría de tu nacimiento.
Nunca he sabido que hacer con ninguna, supongo.

La angustia la veía claramente. Él vivía con ella día a día y la lanzaba sobre mí
la mayor parte del tiempo. La alegría era lo que nunca había visto, por lo tanto
nunca la creí. Lo anhelaba, ser amada completamente y gozosamente por mi
padre, pero sabía que el respiro de esta tarde de su dura naturaleza era sólo
temporal. Un paso, seguramente, pero no todo la milla.

De igual manera como amar a Haden trajo poca alegría para cualquiera de
nosotros. Quizás ningún amor lo haría. Quizás mi madre estaba equivocada al
creer que el amor podía alterar algo, hacer algo mejor.

A mi madre le habían dicho los médicos que un embarazo podría poner


146

demasiada presión sobre su riñón. El riñón era débil y el otro había sido
extirpado durante una enfermedad en su infancia. Tampoco sus otros órganos
fueron nunca tan fuertes como deberían haber sido, aunque su espíritu los
mantenía funcionando la mayor parte del tiempo.

- ¿Por qué le permitiste tenerme, papá?

Él se desplomó en una silla. –No existía tal cosa como permitir en lo que a
Jenny se refería. Ella me lo dejó claro desde el principio. Pero no afirmaré que
no lo intenté. –Sus ojos hirieron mi corazón. –Oh, Theia, me avergüenza decir
esto, pero le ordené, supliqué, lloré... Tú eras un accidente para mí, pero un
milagro para ella.

Mi padre le ordenó que abortara. Incluso esperándolo, sabiéndolo, no podía


estar preparada para escucharlo. Esta conversación puede haber sido idea
mía, pero producía agujeros en mis entrañas.

- Tienes que entenderlo. Tomamos precauciones. Tenía una operación


cuando me di cuenta como de seria era su situación médica. Yo no
quería que toda la responsabilidad del control de la natalidad fuera de
ella, pero la operación no tuvo lugar. Al menos no lo suficientemente
pronto. –Mi padre se detuvo, cerrando sus ojos para retirarse a su propio
doloroso mundo. –Ella dijo que tenías que nacer. Que si habías pasado
por dos formas de controlar la natalidad, tú estabas destinada a estar
aquí y ella quería tenerte. Amenazó con dejarme si alguna vez volvía a
sacar el tema del aborto.

No debería haber nacido. Había sido desplazada desde el momento en que fui
concebida. Y ahora estaba caminando, haciendo ejercicio de forma angustiosa.
Si mi padre me quería, traicionaba el amor que tenía por su mujer. Si no lo
hacía, traicionaba el amor de su mujer por él.

Y pobre Haden, forzado a tomar una decisión sin las respuestas correctas.
Quererme y ser miserable, ese era mi legado. Y aun así sabía que si alguna
vez le volvía a ver, podría precipitarme en sus brazos sin pensar en las
consecuencias.

- Ella nunca fue más feliz que cuando te llevaba.

El rumbo de sus palabras me llevó hasta la carretera donde mis propios


pensamientos viajaban y me sorprendieron. No me atreví a hablar y esperé a
que él continuara.

- Ella nunca te tuvo en sus brazos, pero amaba pasarse la mano por su
vientre redondeado. Tú lo eras todo para ella. Era como si hubiera vivido
toda su vida sólo por esos nueve meses. –Mi padre me alcanzó
provisionalmente para acariciar mi mejilla. –Ella estaría muy orgullosa de
ti. Especialmente tu música--pero realmente, por todo. Ella tendría mi
cabeza por todas mis transgresiones contra ti."
147

- Tú querías protegerme –contesté.

- Quería quererte también. Es sólo que es... difícil. Sabía antes de


enamorarme de ella que el amor era imprudente y cruel. Lo evitaba tanto
como podía, pero entonces conocí a tu madre, y algo me hizo querer
intentarlo. Pero fracasé, Theia. El amor me venció. Mi consuelo era que
quizás podría evitar que te rompieran el corazón. –Desprotegido, mi
formidable padre me recordó a un chico de mi edad. –Por el contrario
me temo que te he roto el corazón varias veces. Por lo que te pido
perdón.

- Hiciste bien en intentarlo, papá. El amor es imposible.

- Desearía que los cuentos de hadas fueran reales. –Él acarició mi mano.
–El médico dijo que puedes volver a la escuela mañana. –Él hizo una
pausa. –Estaré en mi estudio si necesitas algo.

Después de que él se fuera, suspiré profundamente. Mucho había cambiado,


pero realmente nada lo había hecho.

Me preguntaba si alguna vez dejaría de desear que yo fuera diez años mayor.
Como una muchacha joven, con ferviente esperanza, que diez años eran como
una especie de fórmula mágica. Que si tuviera diecisiete en vez de siete, sabría
como manejarme mejor en una situación. Que una década pasada llenaría
todas las grietas donde dolían, añadiendo sabiduría o, al menos, comprensión.
Pero los diecisiete habían llegado, y allí me senté, no más acostumbrada a que
me rompieran el corazón que cuando empecé. Y más confusa por ello.

Pensaba que estaría contenta por salir de casa, por volver a la escuela--a la
vida normal. Estaba equivocada. Todo el mundo sabía que el instituto es lo
contrario a un bálsamo para el alma, pero aparentemente tenía que descubrirlo
por mí misma.

La última vez que había estado en el campus, los susurros y miradas habían
sido casi humorísticos. Había estado recientemente enamorada de un chico
que sentía lo mismo, y posiblemente florecieron en todas las partes en las que
miraba unas cuantas malas hierbas en mi jardín de esperanza.

Todo era diferente ahora.

Me bajé del coche de Donny, y el agotamiento apareció en mis huesos


inmediatamente.

- ¿Estás bien? –preguntó ella.

- No.

Cada paso parecía llevarse la energía que no tenía.

- Theia, quizás estás todavía demasiado enferma. ¿Quieres que te lleve a


148

casa?

Negué con la cabeza pero no podía mirarla. Mi ausencia había sido explicada
por la gripe, aunque no creo que Donny o Amelia se lo creyeran. No estaba
preparada para hablar de ello. Todavía no. Ellos no sabía nada acerca del
retorno de Haden a Under, o de las pastillas para dormir que había tomado, o
que mi padre le había pedido a mi madre que acabara conmigo antes de nacer.

Mis entrañas estaban demasiado crudas para una discusión justo ahora.

El hecho era que Haden hubiera dejado de venir a la escuela sobre el mismo
tiempo que yo había tenido la gripe era demasiada coincidencia para la fábrica
de rumores de la escuela, la cual fabricaba historia tras historia, cada una más
espeluznante que la anterior. Cuando yo iba por el abarrotado pasillo en
dirección a la oficina de administración con mi nota de enfermedad, los
susurros y miradas no fueron más humorísticas. Ellos debían saber que les
podía oír, pero los estudiantes continuaron como si no les importara. Yo
escuché que tuvo mononucleosis.

No, es cáncer. Y Haden estaba tan destrozado que escapó.

No, su papá lo echó. Descubrió su romance.

Yo escuché que ella se metió en problemas y su padre le hizo ir a la ciudad y,


bueno--ya sabes--deshacerse de él.

Ese susurro hirió mi corazón como si de una daga se tratara, la reciente herida
de averiguar que mi padre había intentado convencer a mi madre de
deshacerse de mí.

Apuesto a que Haden no habría podido con ello. Apuesto a que nunca volverá
al pueblo.

Quizás él es un demonio.

Me paré, y toda mi sangre se volvió helada, y mi piel se erizó al oír la palabra.


El susurro había sido sólo un aliento en mi oído, y sin embargo nadie estaba
allí.

De todas maneras debí haberlo malinterpretado, me mentí. Abracé mis brazos


más cerca de mi pecho y miré a los estudiantes a mí alrededor un poco más de
cerca. El susurro, sin embargo, todavía parecía estar acariciando mi oído, una
señal de lo dejado atrás. Temblé y continué hacia la oficina de administración.

El día iba a ser largo.

En el almuerzo Amelia me miraba con una mirada firme. Me enervaba, y el


límite de mi carácter ya era corto. – ¿Qué? –Finalmente pregunté, exasperada.
Dejé mi Tater Tot de nuevo en la bandeja. – ¿Qué?–Intenté de nuevo, con un
toque de urbanidad.
149

Ella sacó un zumo de naranja de su bolsa de almuerzo. –No deberías comer


tanta comida basura si has estado enferma. Bebe esto.

- Estoy bien –le contesté tercamente, cerrando mis ojos. –Lo siento. No
debería haber intentado morderte. –Dije las palabras, incluso las
pensaba, pero mis dedos todavía apretaban la tela de mis pantalones
debajo de la mesa.

Me sentí como una tetera a punto de silbar. Las emociones rodaban por dentro
en ebullición lenta, desprendiendo vapor y preparándose para el gran
espectáculo. No sabía como pararlas. Sólo giraban y acercándose cada vez
más a una pérdida de control. Quería gritar--chillar, realmente.

Echaba de menos a Haden. Y quería a mi madre.

Amelia empujó el zumo hacia mí cuando no lo cogí de su mano. –Está bien.


Sabes que no te sientes bien.

- No es una excusa para volverme amargada, silbando como una arpía


alrededor de mis mejores amigos. Lo siento.

Ame acariciaba mi cabeza, y entonces ella giró su cuello bruscamente para


mirar hacia la puerta situada detrás de nosotras. Yo me giré para ver que llamó
su atención. Unos diez segundos después que mirara, Mike entró por la puerta
de la cafetería luciendo igual que siempre. Tejanos, camiseta, chaqueta de piel,
aburrido.

¿Qué me pasaba? Eso era grosero. Mike era un buen chaval. Sólo porque no
le encontraba consumista no quería decir que fuese aburrido. Mejor para
Amelia que él fuera blando que un demonio que quisiera comerse su corazón,
después de todo.

Fue entonces cuando me di cuenta de que algo en el momento de su entrado


fue desactivado. – ¿No crees que es extraño? – le pregunté.
- ¿Qué es extraño?

- ¿Qué supieras que Mike estaba viniendo antes de que llegara a la


puerta?

El rosa comenzó a aparecer en sus mejillas hasta que toda su cara se


enrojeció. –No lo sabía.

- Sí, lo sabías. Tu cuello casi se rompió, te giraste muy deprisa, y él no


había llegado hasta después de que yo intentara ver lo que tú estabas
mirando. ¿Te estás convirtiendo en una psíquica? ¿Cómo dijo Varnie?

Ella negó con la cabeza. –No lo creo. Quiero decir, quizás a veces, pero
todavía no puedo hacer lecturas. –Presionó sus labios juntos formando una
firme línea. –De tanto en tanto, aunque, siento algo muy fuerte. –Rebeló. –Es
150

raro. No puedo controlarlo o dirigirlo, y no es una visión--sólo una sensación.

Mike no se paró en nuestra mesa, pero saludó con la mano y dijo, –Hey–
mientras pasaba.

Los hombros de Ame se desplomaron después de que él pasara. Deseaba que


Donny no llegara tarde a almorzar. No estaba de humor para animar a Amelia,
pero eso es lo que los amigos hacen, así que golpeé su pie por debajo de la
mesa. –Beberé tu zumo de naranja sangrienta si tú comes algunos de estos
Tater Tots.

Nos sonreímos la una a la otra.

Aunque ninguna de las dos tenía intención de hacerlo.

Aproximadamente una semana después de que hubiera cogido la "gripe",


pasaba por mi rutina diaria y, como de costumbre, mi pelo no cooperaba. Se
me ocurrió dejarlo suelto--y eso hice.

En la escuela nadie se dio cuenta, pero la frente de Donny se arrugó cuando


me vio por primera vez. Mi padre no lo mencionó durante la cena, aunque
sabía que quería hacerlo. Él había estado marcadamente más cuidadoso con
sus comentarios desde nuestra conversación sobre mi madre.

Y así al día siguiente y todos los días que vinieron después, mis rizos fueron
libres. No más dolores de cabeza de bandas demasiado apretadas, no más
mechones sueltos--sólo algunos y ligeramente enredados rizos.

Sólo para saber que pasaría, una mañana había rebuscado en mi armario
hasta que encontré un par de pantalones que Donny me había dado el año
pasado porque accidentalmente se había comprado unos etiquetados "cortos".
Los llevé a la escuela. Donny y Amelia alzaron sus cejas la una a la otra, pero
no me dijeron nada a mí.

Era como ahora.

Los tres fuimos de puntillas sobre cáscaras de huevo alrededor unos de otros.
Desde que Haden se había ido, había mantenido todos los más superficiales
pensamientos y sentimientos para mí misma. Ellos parecían entender que
necesitaba espacio, pero al mismo tiempo, telegrafiaban lo que querían decirse
unos a otros como si no les pudiera entender.

Unos días más tarde, dejé de hacer mis deberes.

Todo parecía un sin sentido. También dejé de tocar el violín. No me importaba


ser agradable con nadie en absoluto nunca más. Si a ellos no les gustaba,
podían largarse.

Una noche, que mi padre iba a llegar tarde, Muriel se quedó a cenar conmigo.
La engañé para que pidiera comida China. No preparamos para cenar en la
151

cocina, como siempre hacíamos cuando mi padre se había ido.

Mientras ella sacaba los platos, comencé a sacar los recipientes de comida de
la bolsa. Cuando abrí uno, un movimiento captó mi atención. Me asomé a la
caja blanca y encontré retorciéndose una masa de gusanos blancos alrededor
unos de otros tratando de llegar a la parte superior.

Grité y con una mano me tapé la boca mientras con la otra mano tiré los
gusanos. Muriel corrió hacia mí cuando yo di un paso hacia atrás.

- ¿Qué es esto, Theia? –ella gritó.

Ahogué mis mordaces ruidos y simplemente señalé el desastre, sabiendo que


se estaban arrastrando hacia mis zapatos.

- Calabaza, ¿qué tiene de malo? –preguntó de nuevo.

¿Ella no podía verlo? Miré al suelo. Nada se movía. No había gusanos, sólo
fideos.

- Esto es imposible. –Me incliné hacia abajo. –Se estaban moviendo.


Eran... gusanos o algo y estaban vivos.

La mano de Muriel golpeó mi espalda. –Alguien ha estado viendo demasiadas


películas nocturnas.

- No, –protesté. –Te lo juro. No eran... fideos. Los he visto.

- Sólo un juego de la mente, Thei. Limpiaré esto. ¿Por qué no te echas un


poco de agua fría en la cara? Has tenido un buen susto.

Asentí, pero no podía quitar mis ojos de los fideos que todavía quedaban en el
suelo. Esperé a que se movieran otra vez, para probar que no estaba loca. El
pelo de mi nuca se erizó y sentí como si estuviera siendo observada. Entonces,
de repente, el sentimiento desapareció.

Después de la noche con los fideos, estaba hiperventilando. Todo me hacía


desconfiar. Fuera del rabillo del ojo seguía viendo cosas que se movían. Cosa
que no estaban allí. Muchas veces, las canciones de mi iPhone sonaban
rayadas y casi podía ser capaz de distinguir las voces--como cuando la
recepción de la radio pierde fuerza y tienes dos canales al mismo tiempo. No
podía oír que decían las voces, pero de todas maneras me daban escalofríos.

Solía dormir con las luces encendidas, pero algunas veces era peor. De vez en
cuando, las sombras parecía que se movían in lugares donde no deberían.
Cada día me volvía más paranoica e introvertida.

Un día en la escuela, Amelia tocó mi brazo y ambas retrocedimos de la


descarga eléctrica que produjo.
152

- Lo siento, – dijo. –Dios, he estado haciendo esto todo el tiempo


últimamente. No puedo imaginarme que está pasando. Es como si fuera
un pararrayos o algo. Todo lo que toco me produce una descarga.

- ¿Tu madre te ha cambiado el champú? –preguntó Donny. Donny le daba


mucha importancia al champú.

- Mm, no. –Dijo Ame con una sonrisa.

Decidimos comer fuera ese día. El tiempo estaba siendo extraño, alternándose
entre lluvia y un sol cálido, pero era soleado al mediodía y a todos nos
interesaba la terapia de la vitamina D, como Donny la llamaba.

No estaba comiendo, aunque miraba mi comida intensamente, algo que me


había encontrado que hacía con frecuencia.

- ¿Donde está Gabe? –le preguntó Amelia a Donny.

Se encogió de hombros. – ¿Cómo debería saberlo?

No fue hasta que Donny me miró burlona que me di cuenta de que la estaba
mirando a ella. No--la estaba deslumbrando. Cambié mi cara de enfado por una
agradable deprisa y le devolví la mirada a mi comida. Es sólo que era difícil, a
veces, no enfadarse con ella. Gabe la trataba muy bien, y todo el mundo sabía
que ella tenía sentimientos hacia él. Me parecía un despilfarro que ella siguiera
negando algo que la hacía feliz--o que la haría feliz si dejaba de ser tan
cabezota sobre ello. Echaba de menos a Haden. Mil veces al día. Deseaba que
él volviera. Gabe estaba ahí mismo, y ella le mantenía alejado.

Mike paseaba, sorprendiéndonos cuando se paró en nuestro banco.

- Hey –dijo él. Como siempre solía decir.

- Hey –contestó Amelia.

Asentí a un pequeño saludo de Donny con la mano, sin levantar la vista de lo


que estaba escribiendo. Probablemente estaba escribiendo a Gabe para
averiguar donde estaba. A pesar de que no le importaba.

- Ame, me preguntaba si querrías repasar las jugadas de anoche.

Mike no me incluyó; todos los de la clase sabían que mi nivel estaba cayendo
porque había dejado de rotar en las asignaciones. Necesitaba organizarme.
Mientras una parte de mí disfrutaba no viviendo de acuerdo con las ideas
preconcebidas que todo el mundo tenía de mí, realmente no quería ser la chica
cuya vida se vino abajo por un chico. Era demasiado... tópico.

También era realmente, realmente fácil que pasara.

- Seguro –contestó Ame. Su sonrisa le iluminó la cara, y yo sentí una


153

puñalada de envidia.

Entonces Mike miró mi hamburguesa. – ¿Vas a comerte eso? – preguntó.

Negué con la cabeza y le entregué la bandeja entera, pidiendo disculpas a todo


el mundo por tener que irme a hacer algo. No me quedé a explicarlo--
simplemente me levanté y me alejé de mis amigos, algo en lo que era muy
buena.

Debí haberlo visto venir.

- ¿Donde vamos? –pregunté cuando Donny conducía por delante de la


esquina de mi casa.
- Te estamos pillando–contestó Amelia.

Mis ojos daban vueltas. A duras penas había soportado el día entero en la
escuela. No quería ser pillada; no quería nada más que arrastrarme bajo mis
mantas y dormir. Tal y como había hecho cada día últimamente. Parecía más
seguro dormir durante las horas del día.

Ella había dicho que me llevaría a casa.

No es la primera vez que maldigo a mi padre por no dejarme obtener mi


licencia. Demasiado peligroso, por supuesto. ¿Y para que la necesitaba?
Serendipity High estaba a poca distancia andando de casa y el aire fresco era
"bueno para mi constitución". Los padres de Donny le habían comprado un
coche--un viejo Honda Accord--pero ella también tenía que hacer de taxi de su
hermano pequeño y llevarlo y recogerlo de los entrenamientos y hacerse cargo
de la compra. Me parecía justo. Todo lo relacionado con sus padres parecía
racional y justo. Sus reglas, aunque ella las rompía frecuentemente, tenían
sentido. Y sus privilegios, cuando se los ganaba, eran más que justos.

Si yo quería dinero para algo, tenía que pedirlo y explicar por qué. ¿Para qué lo
necesitaba? Muriel preparaba mi almuerzo por las tardes, mi padre compraba
toda mi ropa, y su decorador hacía pequeñas modificaciones a mi habitación
dos o tres veces al año que me impidiera aburrirme del diseño.

Él no entendía que quisiera tener algo de dinero para gastármelo del que no
tuviera que darle cuenta. Me habría encantado hacer tareas domésticas o
incluso tener un trabajo--si él me hubiera dejado.

Ame también tenía su licencia, pero no tenía coche. El cual le otorgaba mucho
poder a Donny en nuestra relación. Que ella sin duda aprovechó, pero sin
llegar a abusar.

- Mira, tú has estado siendo toda una Emo Barbie y estamos cansadas de
ello. Te vamos a llevar a la playa. –Donny se encontró con mi mirada en
el espejo retrovisor. –Y antes de que lloriquees y digas, 'yo no quiero ir a
la playa,' debes saber que no me importa.
154

- Eres muy amable, Donnatella, –puse mi cara de desprecio y los brazos


cruzados. –Me alegro de que hayas encontrado una manera de llevar
esto.

- Puedes ser una bruja cuando quieres, pero aun así vamos a ir a la
maldita playa.

Amelia se dio la vuelta para mirarme desde el asiento del acompañante. –Por
favor no peleéis, chicas. Nosotras sólo estamos preocupadas por ti, Thei. No
has hablado más con nosotras. No desde el día en que Haden dejó de ir a la
escuela. Te echamos de menos.

Me abracé y miré por la ventana. –Bien, él se ha ido. Hablar de ello no hará


que vuelva.

El viaje a la costa duró sólo diez minutos, pero parecieron más. Amelia salpicó
a Donny con una conversación tonta para alejarla de mi espalda. Debí haber
sido más agradecida. En vez de eso, sólo deseaba con nostalgia mi cama.

No sé por qué las rechazaba tan duramente, o por qué buscaba activamente
una discusión con Donny. Mi corazón dolía, y lo pintaba todo mí alrededor de
negro. No quería nada porque no podía tener lo única cosa que realmente
quería. Y supongo que una parte de mí no quería que nadie más tuviera lo que
quería si yo no podía.

Algún amigo, ¿verdad?

- Sal del coche, –me dijo Donny.

- Estoy bien aquí. Vosotras iros, –contesté.

- Sal. Del. Coche.

Dibujé en mi boca una línea sombría que lastimaba mi mandíbula con su fuerza
congelada. Salí a empujones del coche y las adelanté en la arena, sin cerrar la
puerta detrás de mí. El viento amargo de la primavera azotaba a mí alrededor
mientras caminaba penosamente hacia la línea donde el mar se encuentra con
la tierra, y allí me quedé deseando que el agua me reclamara y acabáramos de
una vez. ¿Qué se sentiría al ahogarse? No podía doler más que mi diezmado
corazón, ¿no? ¿Podría doler más que quemar hasta las cenizas como Haden
hizo la primera noche?

Donny y Amelia se reunieron conmigo en la orilla, situándome entre ellas. Las


tumultuosas olas se estrellaban sobre ellas mismas; la incesante repetición no
debe haber sido efectiva, a pesar de eso así es como fue formada la costa,
como fue transformada. Era como me sentía yo allí de pie--como si fuera
azotada sin cesar por las olas y me estuvieran cambiando in unos aspectos
casi imperceptibles. Aunque a juzgar por la manera en la que había tratado a
mis mejores amigas, la imperceptibilidad era cuestionable.
155

El invierno aún no se había ido por completo, a pesar de las tempranas horas
de sol. La playa todavía estaba fría e implacable. Inhalé profundamente el aire
salado, de repente muy alegre de estar allí. El mar siempre desbloqueaba algo
en mí, un hecho que Donny conocía bien. –Os pido perdón. A las dos. No he
estado siendo yo misma y me avergüenzo por el modo en que he tratado
nuestra amistad últimamente.

- Estábamos muy preocupadas por ti. Has estado intratable últimamente.

Asentí. –Haden se ha ido para bien. Sé que nunca volveré a verle, pero
realmente lo quiero y duele... me duele respirar.

Ellas estaban conmigo en un segundo. Allí estaban y no era tan malo,


apoyándome y manteniéndome fuerte. Mejor todavía, siendo fuertes por mí.

Ame se quitó un mechón de pelo de su boca. –Theia, no llegamos a conocerle


muy bien, pero él también te quería, ¿verdad? Me refiero que no se fue con
nadie, ¿no?

Negué con la cabeza, les expliqué que él todavía podía estar en peligro por
enfadar a su madre. Que él parecía realmente inflexible y que ella no podía ser
comprensiva. –No sé si él está bien. Me refiero, que si supiera que él está feliz
o bien, yo podría sobreponerme a esto.

- Oh, Dios, creo que estáis empezando a hacerme creer en toda esta
tontería –dijo Donny. Y nos reímos.

Apiñadas juntas, las tres, nos sentíamos importantes. Nuestro pequeño círculo
contra el mundo.

Les hablé de mi padre. Como finalmente habíamos hablado sobre mi madre,


como había dolido pero que me había sentido bien al mismo tiempo. Les hablé
sobre la última que fui a Under, que tuve tomarme las pastillas de dormir de mi
padre.

- Eso no está bien, –dijo Donny mientras me pellizcaba. –No dejamos que
los problemas de chicos nos vuelvan drogadictas ¿de acuerdo? –Su
tono era suave, pero su mensaje severo.

- No creo que pueda volver a tomar ese camino otra vez. Él ha hecho algo
para que no pueda ir allí nunca más. Quizás... –miré a Ame. Ella puede
saber un camino. Ha estado estudiando muchas cosas metafísicas.

Iba a preguntarle su opinión cuando un extraño viento apareció. No era sólo


frío, era malvado. Gritamos y en la confusión instintivamente empezamos a
separarnos de nuestro círculo, pero la cara de Amelia adoptó una expresión de
cabezonería y nos sujetó con más fuerza, así Donny y yo pudimos resistir. El
viento traía voces, susurros y siseos de palabras girando alrededor de
nosotras, más y más rápido. Donny se volvió pálida mirando hacia el horizonte.
Amelia y yo seguimos su mirada más allá del agua y vimos como las oscuras
156

nubes que yo nunca había visto juntas, volvían el cielo de color púrpura.

Una fuerza de vendaval soplaba y las moteadas nubes avanzaron a través del
cielo directamente hacia nosotras. No era sólo el color o la velocidad lo que nos
espantaba, había un olor, un tinte de sulfuro que acompañaba su caída
rezumbadora. Amelia nos gritó que resistiéramos, y así lo hicimos, sin pensar
en las consecuencias.

El malvado viento soplaba contra nosotras, intentando separarnos, pero


también atrajo otra fuerza. El colgante--mi talismán--parecía brillar caliente
contra mi piel, al propagarse, la calidez golpeaba el impacto de la tormenta. Las
gotas de lluvia caían como balas del cielo pero no nos tocaban. Miré hacia
arriba y me di cuenta de que las negras nubes estaban sobre nosotras, con un
agujero en el centro como el de un donut.

El viento todavía no azotaba, y esporádicamente aterrizaban relámpagos a


nuestro alrededor, pero de alguna manera sabíamos que teníamos que
aguantar. Así que plantamos cara a la inusual tormenta, y se disipó tan rápido
como había venido. Sin juegos. Sólo se fue.

- Bueno, eso fue raro, –dijo Donny escuetamente.

- Thei, –empezó Ame, –no creo que esto se haya acabado. Sea lo que
fuera, creo que te quería a ti.

Temblé, Amelia estaba temblando, pero ella parecía... bajo control, preparada.

Donny también miró a Amelia cuidadosamente. –Ame, ¿que demonios está


pasando?

Ella se encogió de hombros. –No lo sé exactamente, pero creo que ha llegado


la hora de empezar a prestarles atención a mis cartas del tarot de Hello Kitty.

Después de volver de la playa, tenía que soportar una ardua cena en la cual mi
padre y yo intentaríamos hacernos creer que las cosas estaban ahora más
relajadas entre nosotros. Quizás han sido mejores, pero era duro de decir
teniendo en cuenta la situación de "vamos a aparentar". Vamos a aparentar
que tú no querías que mi madre abortara. Vamos a aparentar que no te importa
que lleve pantalones tejanos y mi pelo suelto. Vamos a aparentar que tenemos
una relación diferente ahora que nos entendemos mutuamente.

Una vez que nos quedamos sin charla, insistiendo en los insignificantes
detalles de nuestro día que a ninguno de los dos nos importaban, volvimos al
incómodo silencio. Yo no podía parar de pensar en la tormenta, en la
advertencia de Amelia. ¿Qué significaba?

- ¿Estás teniendo un escalofrío? –me preguntó mi padre. Debí de parecer


157

confusa, porque remarcó la pregunta con, –tú estás temblando.

- Oh, –contesté. –Estoy segura de que estoy bien. Debe de haber sido
una impresión tuya.

Volvimos al silencio. ¿Como habría sido la cena si mi madre estuviera viva?


Apostaría a que comeríamos en la cocina más a menudo.

- ¿Papá? –Un puñetazo de pánico no me dejaría ir más allá. Simplemente


pretendía llenar el silencio con algo, cualquier cosa. Pero tan pronto
como mi boca pronunciaba su nombre, me di cuenta de que quería
hablar sobre algo real.

- ¿Sí?

- He estado llevando uno de los colgantes de mamá por un tiempo. Lo


encontré en el ático, –confesé.

El tenedor se detuvo en el aire. Él lo dejó cuidadosamente en el plato. –Ya veo.

- ¿Estás enfadado?

- No, –me aseguró. –Debí haber pensado en bajarte su joyería hace un


tiempo. Ella habría querido que a tuvieras. –Él se aclaró la garganta. –
Quiero que tú lo tengas.

Le sonreí. Una sonrisa genuina. Me sentí... más cerca de él en ese momento


de lo que nunca había estado.

Después de nuestra comida, intenté tocar el violín. Mi padre había despedido a


mi tutor sin preguntar por qué no quería tocar nunca más después... bueno,
después de la noche de las pastillas. Pero de repente deseaba tocarlo otra vez.
Lo cogí, su peso era extraño pero familiar a la vez. Me arreglé mi descuidado
moño y entonces tranquilamente empecé a tocar una canción. No parecía
agitar mi alma. Eran sólo notas mecánicas. Una práctica superficial. Aburrida.

Lo dejé.

Tomé un baño, largo y caliente. Traté de no pensar en nada, pero mi mente


seguía dándole vueltas a la ocurrido en la playa. Cuando Varnie me dijo que
algo oscuro me había atacado, asumí que era Haden.

Independientemente de lo ocurrido en la playa--no había sentido a Haden.


Había sentido algo malvado.

El agua del baño se volvió congelada. ¿Cuánto tiempo había pasado? Parecía
caliente hacía sólo un instante.

Me preparé para ir a la cama, todavía temblaba después de mi baño e ignoraba


que tenía una tonelada de trabajos escolares que recuperar. Entonces al
158

atravesar el dormitorio, la vi.

Una rosa negra de tallo largo descansaba sobre mi almohada.

¿Haden?

Me aproximé a la cama lentamente, como si la flor fuera a huir como un animal


asustado. Mi corazón latía a un ritmo frenético, desigual y enviaba la sangre
rápidamente a mi cabeza. Cogí el tallo y me pinché el dedo con una espina.
Haden nunca antes me había dejado una rosa con espinas. Mientras la sangre
me caía por mi mano, me llevé mi dedo a la boca, noté el sabor cobrizo de la
sangre en mi lengua mientras era testigo de mi propia sombra moviéndose
lejos de mí en el lienzo de la pared.

Me sacudí la sensación antinatural de verme a mí misma desasida. Mi sombra


se volvió para mirar atrás y entonces corrió frenéticamente. Yo la miraba
fascinada como dibujaba un círculo alrededor de la habitación, atrapaba en la
pared pero extrañamente ya no estaba conectada a mí. Tropecé buscando por
la habitación alguna fuerza malvada que hubiera podido asustar a mi sombra
tanto que había sido capaz de abandonarme. Me sentí atrapada. Un acre de
alfombra me separaba de la seguridad de la puerta de mi habitación y posible
huida. De repente, paró de correr y empezó a girar arriba y abajo como un
molinillo, haciéndose cada vez más pequeña. Entonces las otras sombras de la
habitación empezaron a dirigirse hacia un lugar en el que desaparecer, y
giraron como el agua en un desagüe. Presa del horror, vi como se
arremolinaban alrededor de una señal y desaparecían.

Una habitación sin sombras es una abominación de las leyes del universo,
aunque yo nunca había pensado en ello hasta que me quedé de una pieza. Me
dio picor. La puerta parecía muy lejana, pero tenía que intentarlo. Ante mis
nervios, corrí en esa dirección, sólo para detenerme justo delante de mi espejo.

No estaba en él.

No tenía reflejo, a pesar de que todo lo que tenía detrás era claramente visible.
Cuando oí los crujidos y pasos aproximándose, era perfectamente consciente
de la situación en la que me encontraba. Recordaba ese sonido, que
detestable, horrible ruido, procedente de la hoguera del mundo de Haden. Estar
asustada no era nunca más una opción. El miedo había evolucionado en algo
más primario.

No era Haden quién había venido a buscarme. Ahora lo sabía.

Esperé a que los esqueletos se materializaran, mi instinto de lucha o huida


estaba sometido por la comprensión de que ninguno me haría ningún bien. El
infierno había venido a buscarme, y prefería que me encontrara sola a que se
llevara a alguien más de la casa para pasear conmigo.

Click. Click. Clack. Chirrido.


159

El ruido se hizo más fuerte. Entonces ellos llegaron a través de la pared.

Materializándose desde el lugar en que habían desaparecido todas las


sombras, cuatro esqueletos arrastrándose fuera de la pared de mi dormitorio.
Me quejé pero no chillé, esperando poder salvar la vida de mi padre y Muriel
con mi último acto de valentía, haciendo frente yo sola a los cadáveres que
habían cobrado vida. Uno se abrió pasó a través de mi habitación, alzando su
dedo huesudo hacia mí, yo me encogí sobre mí misma para evitar el contacto.
Sus uniones reventaron mientras envolvía sus secos huesos alrededor de mi
cintura, sorprendentemente fuerte. Un último esfuerzo por apartarme de él me
hizo recibir una bofetada en la cara. El escozor y la repulsión de su contacto
con mi piel lucharon por la supremacía de mis sentidos, pero yo no luché contra
él de nuevo cuando él me arrastró hacia la pared.

Me colocó delante de la apertura que había absorbido a mi sombra. Cuando


miré en ella, vi a través de ella y me di cuenta de que podía ver mi habitación,
sólo que sin mí en ella. Me habían llevado al otro lado. Todavía no había
terminado el viaje para mí, ni mucho menos.

Atrapada en la oscuridad, perdí la orientación. No era sólo el negro o la


ausencia de luz. Me habían fijado en la sombra. Mucho más alarmante que mi
experiencia previa con la ruptura de las leyes del universo en mi dormitorio. Me
habían tirado en un vórtice hecho de sombras robadas de mi propio mundo. La
sombra era diferente de la oscuridad. Tenía profundidad, tenía densidad.

Mi nariz me picaba por el exceso de sulfuro, tan asfixiante que suponía que se
trataba de azufre. Esto me hizo ahogarme y obstruyó mis pulmones, cuanto
más tosía, más se llenaba mi pecho de azufre. El calor se extendió lentamente
desde los dedos de mis pies hasta el resto de mi cuerpo. El calor no era
desagradable. No al principio, o quizás no lo noté como tal porque tenía
arcadas y estaba amordazada por el vil olor del humo del infierno. En algún
punto me di cuenta de que el calor se había intensificado y que lentamente se
estaba prendiendo fuego.

Me aterroricé. No fui con cuidado como el ardiente hombre que flotaba por
delante de mi ventana. Chillé y me agarré a mi propia piel. Queriendo
deshacerme de ella como si fuera ofensiva. Vulgar. Perdí la pista de mis
escoltas así como de mi entorno. Quizás me estaba moviendo, quizás todavía
seguía quieta. Sea cual fuera el caso, me estaba quemando viva. Aunque
estaba a oscuras, podía ver mi huesos carbonizados por al luz de mi carne
encendida. No había ningún tipo de justicia allí, mis ojos deberían haber ido
primero. Aun cuando ya no tenía piel, y por lo tanto no tenía nervios para poder
sentir dolor, todavía sentía los insoportables efectos.

Supliqué piedad, para poner fin a mi sufrimiento. Mis últimos pensamientos


coherentes fueron de Haden ardiendo como yo sólo por verme. Partes de mi
cuerpo que deberían haberse ido dolían con agonizante intensidad.
160

Capítulo 16
Mi piel se estiraba sobre mis huesos tensamente. Los volvía a tener mal
puestos.

Suponía que lo más importante era que los tenía todos juntos de nuevo. No
recuerdo nada antes de desmayarme hasta que desperté en el frio suelo de
piedra, mi cabeza palpitando y cada molécula de mi cuerpo protestando por
cualquier nueva disposición el que se habían alineado.

Levanté mi cabeza pesada y traté de concentrarme en el entorno que me


rodeaba. Cualquier pensaría que el frescor húmedo a mi alrededor era una
bienvenida tras el calor y las llamas que había soportado, sin embargo, la
escena que me saludo me parecía totalmente incomoda. El suelo debajo de mi
estaba recubierto con una sustancia viscosa a la que no me atreví a darle
nombre. Había poca luz, pero la suficiente para distinguir las sombras e
iluminar los restos de dos personas encadenadas a la pared. Habían estado
aquí des de hace mucho tiempo, si la longitud de su pelo era una indicación.
No creo que ellos llegaran a la vida como los esqueletos huesudos que me
habían cogido de mi habitación – pero no podía decidir si eso me hacía sentir
mejor o peor.

¿Dónde estaba? No recuerdo nada después del fuego.

La bilis se revolvió en mi estómago. Tenía que salir de aquí. Las cosas estaban
llegando a mí. Cosas que no podía ver; pensé que dentro de poco estarían bajo
mi piel. Gateé hacía la celda de metal en la que me habían aprisionado con la
muerte. Un pasadizo escondido se extendió tanto a mi derecha como a mi
izquierda. Tiré de las barras de la puerta y traté de buscar un ángulo para
encontrar una mejor vista, pero no encontré ninguno. Solo un triste y oscuro
salón.

Estaba en una especie de mazmorra. ¿Pero por qué? ¿Estaría el mismo


tiempo que el resto de cadáveres con los que compartía celda? Me quedé ahí
esperando a que sucediera algo. Estuve ahí tanto tiempo que empecé a
preguntarme si estaba muerta y me encontraba en una especie de purgatorio.
Mi estómago se quejaba por el vacío en él, pero hubiera sido incapaz de comer
aunque mis secuestradores me hubieran dejado algo. El olor a azufre mezclado
con la decadencia se había ocupado de ello – pero fue peor el olor a miedo.
Nunca había sabido que el miedo tenía un olor que se le atribuye. Era palpable
y abrumador. Este lugar estaba lleno de ese olor. Se quedaba en el aire y era
tan potente que caí en que no solo era mi miedo o el de las dos personas
anteriores. Cientos de personas habían tenido miedo por su vida en esta
mazmorra.

Podía sentirlos a todos.


161

¿Por qué estaba aquí? A medida que pasaba el tiempo, pensé que tal vez era
mejor si nunca lo descubría. Quizás mi gran final era ser olvidada y dejada.
Tuve el sentimiento de que eso era mejor de lo que habían tenido cualquier de
mis predecesores.

Recuerdo cuando Haden me contó que la primera vez que había entrado en mi
mundo, ardió. Asumí que eso significaba que yo estaba Abajo – pero eso no
explica porque estoy encerrada en una celda.

Me quedé ahí hasta que no pude aguantar más. Me deslicé lentamente sobre
un montón de suelo fangoso, perdí lo que me quedaba de dignidad y derramé
mi vejiga. Ya no importaba. Empecé a orar por la muerte.

Click. Clack. Click. Rasguño.

No abrí los ojos. Sabía que estaban ahí. Los esqueletos.

Había soñado con Haden. Sueños de verdad, no los lucidos viajes que
acostumbraba a tener. Los sueños eran dislocados e inolvidables, pero todo
eso era una mejor alternativa que mi cruda realidad.

Dos esqueletos subordinados me cogieron, cada uno de un brazo, y me


arrastraron fuera del salón. Finalmente, abrí mis ojos y me quede en shock al
ver que había personas como yo cambiando en corridos, cada uno en
diferentes estatus de fe perdida.

Justo antes de que girara por una esquina, me fije en una persona y mi corazón
paró.

Haden.

Saltó fuera del pasillo cuando me vio, acercándose y gritando mi nombre. Pero
mis secuestradores no se detuvieron o disminuyeron la velocidad, así que
pateé las piernas y me sacudí para girarme hacía él. Estaba flaco y sucio, pero
vivo de otra manera.

Si iba a la tumba, me llevaría este pensamiento conmigo.

Los esqueletos no eran conscientes del estado de mi piel mientras me seguían


arrastrando fuera de la mazmorra. Me empujaron y tiraron de mí, raspándome
alguna vez contra las paredes y alguna vez sus propios huesos. Nos movimos
hacía arriba, cada piso más lujoso que el anterior. Tal vez me iban a torturar
con fuego. Tan pronto como el pensamiento cruzo mi mente, lo aparté. Los
jirones de mi cordura dictan que lo seguirán negando el mayor tiempo posible.

Finalmente paramos de subir escaleras, y me arrastraron por un vestíbulo de


moqueta. Las paredes de piedra tenían velas encendidas, el corredor
162

demasiado luminoso tras mi tiempo de oscuridad. Abrieron una pesada puerta


y me llevaron dentro, y cerraron tras ellos.

Caí sobre mis rodillas, sacudiéndome de arriba abajo. Creo que no podía parar,
así que rodé hasta quedar sentada para poder contemplar mi entorno.
Necesitaba un nuevo término para la palabra “sorpresa” pues no bastaba para
explicar mi asombro por la habitación de un cuento de hadas.

A mi derecha, un gran hogar que olía a canela. A mi izquierda, una biblioteca


que iba desde el suelo hasta el techo. Trate de levantarme para investigar el
resto, pero mis espinillas se sentían frágiles y fuertes, según el momento. Fue
entonces cuando mire mis propios brazos. Eran crudos y llenos de machas, no
parecían los míos.

¿Cuánto tiempo había estado en la mazmorra?

La puerta detrás de mí se abrió de nuevo, y me preparé para un tratamiento


más áspero. En lugar de esqueletos, estaba rodeada de vestidos. Me rodearon
sin hablar, finalmente levanté la vista para ver mujeres dentro de ellos.

Cada mujer iba vestida de negro, como si hubieran sido cosidos juntos poco a
poco. Dio un grito ahogado al ver todas sus bocas cosidas con hilo cerrado
negro y espeso. Todas llevaban el mismo vestido, pero de diferentes tonos, y
sus cabezas se movían inestablemente en el cuello, cicatrices cruzando sus
gargantas. Recordé como me había sentido al despertar en la celda, lo mal que
me sentía, y esperaba que ellas no vieran en mi lo que yo veía en ellas. ¿Tenía
suturas ahora yo también?

Señalaron la bañera en el centro de la habitación, y me di cuenta de que el


vapor salía de ella. Traté de levantarme de nuevo, ya que tomar un baño
hubiera sido increíble, a pesar de mi situación, pero solo fue un espejismo. Ya
no podía subir por mi cuenta. Las mujeres se reunieron a mí alrededor y
suavemente me sostuvieron y me ayudaron a llegar a la bañera. Estaba
agradecida de su trato hacia mí y traté de no reaccionar con disgusto cuando
los puntos de sutura en sus brazos.

Me cogieron y me metieron en la enorme bañera, quitándome la ropa


manchada. Dejé a un lado mi modesta. El agua caliente irritaba mis rasguños,
pero se sentía genial al enjuagar la suciedad y la mugre que parpadeó el
cosquilleó momentáneo. Un aroma de rosas celestes llegó a mi nariz y por un
momento me pregunté si me estaban empapando con té de un mal
desconocido. Y luego me miro la tambaleante cabeza de las damas de honor y
me doy cuenta que mis pensamientos puede que no estén muy lejos de su
marca.

Flotaron a mí alrededor, tirando pétalos de flores en mi bañera y observé que


se sentían complacidas de hacer esa tarea. Como si fueran algún tipo de
163

esposas de Stepford. Fue después del análisis que hice que me di cuenta poco
a poco de que sus vestidos reflejaban un nivel de clase, uno mórbido. Las
cicatrices de una hacían juego con las de la otra. Ninguna llevaba sombra de
ojos, pero cada uno era diferente de la misma manera. Los tres eran una
mezcla…el uno del otro.

Alguien había cortado tres mujeres separadas y las había juntado como una
mezcla y combinación. Me estremecí. ¿Iban a comenzar su aventura quirúrgica
en un baño de rosas perfumadas? ¿Estaba siendo preparada y esterilizada
para una cita con el Dr. Frankestein?

Una de ellas me empujo bajo el agua, me entró el pánico y empecé a patalear,


sólo para que unas manos masajearan el jabón sobre mi pelo suavemente. Me
relaje un momento y volvió a sumergirme. El áspero tratamiento fue más
desagradable que una agresión real. Nunca supe lo que pasaría para
mantenerme a guerra. Las cabezas se tambalearon ligeramente y los ojos
sostuvieron la mirada demoniaca mientras me enjuagaban y susurraban, el
sonido extraño capturado en la garganta, ya que sus bocas estaban cosidas.

Dos mujeres me arrastraron violentamente desde la bañera, y la tercera me


envolvió en una toalla suave, cálida, como si acabaran de salir de la secadora.
Ellas me adulaban, acariciándome con suavidad y maullando como gatos, y
luego me sentaron en una silla de madera, golpeando mi curcusilla. Un cepillo
empezó a peinar mi cabello, mientras que me aplicaban bálsamo en la piel.

- ¿Por qué hacéis esto? –pregunté, aun sabiendo que no podían


responderme.

Una lima plateada apareció, ominosa en longitud y la agudeza de la punta.


Durante un momento dejé de respirar, esperando a que se hundiera en mi
corazón. En cambio, la mujer vestida con la toga rosa se arrodilló frente a mí y
empezó a hacerme la pedicura.

Había más polvos y lociones que seguían con el tratamiento. Recogieron mi


pelo en una intrincada updo con trenzas, perlas y gemas relucientes. Mientras
que trabajaban en lo que parecía un cambio de imagen diabólico, permanecí
sentada y llorando silenciosamente.

Me sacaron de la silla y me arrastraron hacia un armario enorme. En él había


tan solo un vestido. Me quitaron la toalla y me pusieron una camisa sobre mi
cabeza sin ni siquiera rozar mi pelo. Me metí en una falda y me quedé mirando
fijamente el vestido, mientras que envolvían un corsé alrededor de mi pecho. El
vestido de señas pecaba. Era obvio que se había hecho especialmente para
me, prácticamente llevaba mi nombre escrito. Satén rojo sangre. Algo que yo
nunca hubiera escogido para mí, pero que me había escogido a mí.
164

Finalmente, la mujer de la toga azul sacó mi vestido. Latía con vitalidad y me di


cuenta de que estaba saltando un poco sobre la punta de mis pies – y de pie
sin ayuda. ¿Tendría el baño poderes curativos o era la atracción por ese
hermoso y enorme vestido?

Me metí en el vestido y lo empujaron hacia abajo siguiendo mi figura. Se


moldeaba en mi cuerpo perfectamente. Lo sabía perfectamente sin ni siquiera
mirar. El collar de mi madre se encontraba caliente sobre mi piel mientras ellas
me ajustaban el vestido. En cuanto terminaron, una de las mujeres tiro de mi
muñeca hacía un espejo, sus uñas sucias de sangre.

Me sorprendí ante el reflejo del extraño espejo. Todas mis heridas se habían
curado de alguna manera. Ya no tenía marcas o cicatrices de sutura, y mi cara
me recordaba a mí, pero en cierto modo, diferente. Me encontraba diferente.
Me sentí como si me mirara desde el lado equivocado del espejo.

Pero estaba hermosa.

Los esqueletos entraron a la habitación y sacaron la bañera. La mujer de la


toga amarilla me sentó en un sofá de terciopelo y me dejo ahí, esperando. Para
qué, no lo sabía.

Eso me dio tiempo para observar el resto de mi entorno, por primera vez, des
que había llegado. Yo había crecido en una casa preciosa, pero nunca había
experimentado tal opulencia. Carmesí, ciruelo y telas exquisitas color oro
como sabanas en la cama y cortinas para las ventanas. En las paredes, tapices
de colores ricos con la misma opulencia y lujo que el resto de la decoración de
la habitación. No podía comprender como era posible que antes hubiera estado
arrojada en un calabozo y ahora me encontrará entre tal lujo.

No me atrevía a cuestionar mi fortuna.

De repente, todo el mundo me dejo sola. Me quedé en el sofá durante mucho


más tiempo del que me hubiera gustada, temiendo que esto fuera un truco,
haber sido abandonada para asegurar mi propia desgracia. Tras un tiempo
largo, me puse de pie lentamente, preparándome para empezar a moverme. Mi
corazón latía rápidamente contra mi pecho, parecía que iba a salir de mi
cuerpo. Ande de puntillas a través la enorme habitación y apoye la oreja con la
puerta cuidadosamente. Era demasiada gruesa como para escuchar, cosa que
me puso aún más nerviosa e intenté abrirla. Cerrada, por supuesto.

Siendo un poco más valiente, corrí a la ventana, retirando las pesadas cortinas
para encontrar barras de hierro como las que había visto en mi calabozo. La
vista desde mi nueva sala había mejorado. Fuera del castillo, una niebla turbia
rodeaba la mayoría de los escenarios, pero había una cosa que me extraño
completamente. Parecía que el castillo se encontraba sobre la punta de una
165

montaña. Una peñascosa. Un rayo salió del cielo en ese mismo momento, y el
trueno me sacudió a varios metros de la ventana.

La idea de Haden todavía encerrado en la celda me agitó. Tendría que esperar


a que abrieran la puerta y tratar de inventarme algún guion, algún movimiento o
algo. Mientras andaba por la habitación, miraba con nostalgia la cama. El
edredón me llamaba. Era de terciopelo rojo oscuro y tan ridículamente lleno y
suave que las plumas se sobresalían por las costuras. Una siesta, sin duda,
seria increíble, pero no estaba segura de que debiera bajar la guardia. Estaban
atados a mí por alguna razón, no podía permitirme el lujo de dormir mis
sentidos hasta que supiera lo que estaba ocurriendo.

La biblioteca podría haber servido como distracción, pero cada libro que tome
estaba escrito en un idioma desconocido. Mi estómago se quejó fuertemente,
recordándome que había pasado mucho tiempo des de mi última comida. No
tenía ni idea de cuánto exactamente. Haden me había dicho que el tiempo
funcionaba de forma diferente aquí.

Pacíficamente, una vez más, dejé que mi mente vagara a la primera vez que vi
a Haden en el laberinto. La malicia y lo extraordinario que era él se veía de
arriba abajo. ¿Si yo hubiera sabido como acabaría, hubiera embarcado
igualmente en este viaje?

Sí.

En cuanto me hice la declaración a mí misma, la cerradura de la entrada a la


prisión sonó. Me quedé de pie con la espalda erguida, los hombros altos y
preparándome para hacer frente a mi destino con coraje.

Mis agallas vacilaron un poco cuando un hombro sin rostro y vestido con un
esmoquin perfectamente pulido, entró y cruzó la habitación hacía donde yo
estaba. Me hizo una reverencia como buen caballero, y yo se la devolví, un
quejido escapando de mis labios. Sin ojos, ¿cómo era posible que viera?
Donde debería tener rasgos faciales, tan solo había piel estirada.

Extendió su brazo hacía mí, y apoyé mi mano sobre él. No es que hubieran
muchas más opciones disponibles.

Él me iba a llevar a algún lugar, si no, habría enviado a los esqueletos en vez
de haber venido él.

La marcha de mi acompañante era suave y me llevo con elegancia por los


pasillos del castillo. La torre era magnifica y llamativa. Finos muebles y tapices
decoraban los pasillos, aunque con toques macabros que se entrelazaban con
el lujo – un cuenco de cristal lleno de ojos, las articulaciones humanas lacado
en la madera, retratos de la muerte, frío intenso.
166

Tuve que dejar de mirar. Mantuve la mirada fija en el suelo, confiando en que
mi guía no me permitiría vacilar. Voces se oían más fuertes a medida que
avanzaba, acompañadas de las risas y el sonido de utensilios y platos. Nos
detuvimos en un arco, y todo el ruido disminuyó con nuestra entrada.

Un banquete esplendido cubría la larga mesa de madera. Los invitados


alineados en un solo dado y dos asientos vacíos al otro lado de la mesa. Las
velas brillaban intensamente, brillando como en la gran China y plata pulida.
Enormes canastas llenas de fruta, y jarras de bebidas brillando con
condensación.

Me llevo a una silla vacía. Sacó mi asiento mientras el resto de los invitados
susurraban en voz baja. Había interrumpido su alegría, pero a pesar por la
entrada en bandeja de plata, la fiesta acababa de empezar. Mi estomagó se
retorció ante la visión de un animal totalmente desconocido para mi
retorciéndose contra las cuerdas que lo mantenían sujeto a la mesa. Aún me
retorcí más cuando me encontré con la mirada de mis compañeros de cena.
Los bailarines me habían mirado con las miradas en los viajes anteriores que
había hecho.

Mi pulso se aceleró. Debería haber tratado de huir antes de sentarme. Cada


nervio de mi cuerpo gritaba peligro. Los pelos de mi nuca se erizaron,
instándome a salir corriendo. Traté de tragar, pero el miedo obstruyó en mi
garganta, nauseas en mi cuello hasta que casi me ahogo en ellas.

- Que todo el mundo le dé la bienvenida a nuestro más honrado invitado a


Theia, por favor.

Me gire al hablante en la cabecera de la mesa. Ella era hermosa y muy, muy


perversa. No tenía ninguna duda que bajo esa fachada hermosa era la más
peligrosa de los depredadores. Y los humanos eran su presa elegida.

Su pelo ónix cayó hacía su cintura, brillante como un reflejo. Sus ojos negros
me traspasaron al mismo momento que me sonreía sin alegría con sus labios
demasiado rojos. La semejanza con Haden brillaba bajo la superficie. En ese
momento me di cuenta, algo fugaz. Era evidente que era su madre, pero había
algo diferente de él.

Un susurro en la puerta trajo nuestra atención hacía otra huésped siendo


escoltado por tres guardias esqueletos. Luchó con fiereza, pero lo sacaron de
todos modos.

- Haden, ¿qué te he dicho sobre los juegos bruscos en la mesa? –


preguntó su madre.

Él levantó la cabeza bruscamente y jadeó su nombre.


167

Sus ojos brillaban y paró de luchar en cuanto me vio. Cerró sus ojos, como si
sufriera.

- Mamá, ¿qué has hecho?


168

Capítulo 17
La madre de Haden sonrió sin alegría. – Ahora que nuestros dos invitados de
honor han llegado, podemos comenzar los festejos. – Dijo cada palabra con la
confianza que tiene alguien a quien atienden todos sus caprichos.
Haden seguía luchando para ignorar sus guardias, pero paró en seco, con un
nuevo temor en sus ojo. Seguí su mirada hacia la cabecera de la mesa, donde
su madre había cogido un imponente cuchillo mientras me miraba directamente
con un brillo en sus ojos.

- Haden, siéntate. Odiaría que tu prometida sufriera un vicioso accidente. -


¿Prometida? Cuando él se movió lentamente, añadió – Ella es una cosa
hermosa, y una delicada joven después de todo.

Sus palabras, aunque educadas y formales, fueron tan efectivas como alambre
de púas. Los guardias trajeron a Haden a la mesa sin más incidentes. Él se
sentó en la silla junto a mí pero no me miró, y de repente me sentí más sola
que cuando estaba en el calabozo. Por debajo de la mesa, cogió mi mano. Sus
dedos, fuertes y seguros, envolvieron los míos brevemente, lanzándome una
corta ráfaga de confort antes de que apretara de nuevo.

Su mensaje fue claro. No quería que su madre supiera sus sentimientos hacia
mí. Ella estaba en peligro en un vestido largo y negro.

- Madre, no quiero casarme. Encerrarme en el calabozo no me hizo


cambiar de opinión; tampoco lo hará que desfilen mujerzuelas en satén
por delante de mí.

Entonces, ella se echó a reír, sin rastro de alegría cruelmente. – Todos


sabemos que ella no es una mujerzuela, mi querido chico. El olor de su
inocencia es muy estimulante. Estoy segura de que no soy la única en esta
mesa interesada en una golosina de ella. Pero la hemos guardado para ti. –
Sus ojos se oscurecieron hasta que no se pudo ver el blanco, solo profundas
esferas negras. – Si no la quieres, te aseguro que no se va a desperdiciar. Ni
una sola gota.

El frío se filtró en mis poros, enfriando mi sangre y mis huesos, trasladándose


por mi cuerpo hasta que se asfixió con mi aliento congelado. Me aferré a la
pierna de Haden bajo la mesa aterrorizada.

- Madre, para.

Y entonces el frío desapareció y yo tosí. - ¿Qué quieres? – espeté

- Solo la felicidad de mi hijo, gatito. – Se sirvió de una jarra en un vaso


alto. El líquido era de un rojo más profundo y más espeso que el vino. –
Mi hijo se lamenta de su herencia, por lo que sus sentimientos humanos
169

– puso los ojos en blanco con disgusto – le devoran desde el interior. Él


nunca será lo que quiere. Tú y yo sabemos eso. Pero yo puedo darle la
siguiente cosa mejor. Será feliz aquí, si te tiene. Así que os quedareis
los dos.

- Yo no la quiero. – Mi mano seguía en su muslo, y la aparté con timidez


cuando él habló – Ella es una diversión, nada más. Una novia humana
sería un error. Acabaría como mi desafortunado padre.

Sus palabras eran feas y su tono fuerte, cortando mi corazón aunque me decía
a mi misma que él estaba mintiendo. No quería decir eso. No podía. Solo
estaba intentando dejar a su madre fuera de pista.

Esperaba.

Su madre frunció el ceño al recordar – Tú padre era débil. Pudo haber sido un
rey, pero en su lugar eligió ser un mártir.

- Mi padre tuvo muy pocas opciones, pero eso no viene al caso. Yo soy
demasiado joven para casarme y no quiero una humana. Ellos son – se
estremeció – son caóticos. Todas sus emociones me agrian el
estomago.

Parpadeé para evitar las lágrimas. Se suponía que no quería que él me


quisiese, pero me temía que no estaba dando un espectáculo demasiado
creíble. El desorden era cierto.

La oscura señora lo miró con tristeza, mientras golpeaba suavemente sus uñas
rojo sangre contra la mesa. – Tu estomago no me preocupa, Haden. Tú falta de
responsabilidad con este reino lo hace. Eres el heredero de su totalidad. Ya es
hora de que dejes de pedirle deseos a las estrellas y suspirar por
insignificantes cuestiones de tu corazón humano. - Se bebió su bebida y me
miró desde más cerca. – Theia, he sido negligente con mis modales. Deberías
haberme llamado la atención por no presentarme. Me llamo Mara. Soy la
madre de Haden, por supuesto. Como vamos a ser familia, me complacería
que también me llamases madre. – Hizo una pausa. – Puedo ver por tu
expresión que te hace infeliz. No hay duda de que echas mucho de menos a tu
propia madre. Muy bien, llámame Mara.

- Nunca digas su nombre en voz alta. – me advirtió Haden. – Los nombres


son poder aquí. Tú no quieres darle nada del tuyo a ella.

Mara volvió a reír. Su vulgar placer por mi ingenuidad se arrastró sobre mí. No
había lugares seguros donde pasear en este mundo. Con cada pisada tenía la
posibilidad de caer al suelo de cara o peor. Toqué el colgante de mi madre,
ahora mi amuleto, ya que parecía que era la única cosa que me anclaba a la
realidad. La piedra parecía viva bajo mis manos.
170

- Dime otra vez que ella no significa nada para ti, Haden.

- No me voy a casar con ella, Madre.

- Entonces tenemos un cambio en el menú, hijo. Mañana iremos a elegir


una nueva. Y continuaremos comiéndonos las que descartes hasta que
crees un heredero y tomes el lugar que te corresponde como príncipe de
este reino. – Los ojos de Mara brillaron con malicia y se humedeció los
labios mientras me miraba. – Gatito, el olor de tu miedo mezclado con tu
inocencia te hace el bocado más deseable que hemos tenido en tiempo,
en mucho tiempo. – Chasqueó sus dedos hacia el esqueleto centinela
que hacia guardia en la puerta.

Haden salió disparado de su silla. - ¡No la tocarás!

- Entonces lo harás tú. – Asintió hacia los guardias para que dieran
marcha atrás.

- No necesito alimentarme. – los dedos de Haden rastrillaban a través de


su pelo. – No quiero alimentarme. Simplemente vuelve a meterme en el
calabozo y deja que Theia se vaya a casa.

- Quizá no necesites tomar esencia humana para sobrevivir, pero siempre


la anhelarás. – Mara se limpió las comisuras de la boca con una
servilleta. – Veo que te estoy mimando. ¿No puedes ser lo suficiente
amable para agradecérmelo? Vi lo que realmente querías, Haden, y te
la he traído, envuelta para regalo, no menos. ¿Crees que ella tenía tan
buen aspecto cuando la saqué de su mundo? Ella podía ser apetecible
antes, pero no puedes discutirme que ahora es suculenta. – Se puso de
pie sosteniendo la copa en alto – Invitados, por favor uniros a mí en un
brindis por los novios. – Los demonios alzaron sus copas, sus ojos
saltones, y caras deformadas más horribles al retratar su euforia. - Por
Haden y Theia. Que seáis siempre tan felices como lo sois en este
momento.

Los invitados aplaudieron, Haden se recostó en su silla, y yo me puse a llorar.

A medida que la juerga se desvaneció, los lacayos trajeron soperas llenas de


sopa a la mesa. Mi estomago rugió con el olor de la comida, pero Haden puso
una mano en mi muñeca para calmarme cuando intente alcanzar mi cuchara.

- Haden, me muero de hambre. No puedo recordar la última vez que


comí. Puede que tú no necesites alimentarte, pero yo sí.

Me apretó la muñeca, estrechándola hasta que deje caer la cuchara – Confía


en mí, no quieres comerte eso.
171

Él le hizo una señal a uno de los hombres que estaba de piel y le susurró algo
al oído, bueno, donde su oreja debería haber estado si hubiera tenido una. Se
llevó nuestra sopa y regresó a la cocina.

Mis lágrimas no se detuvieron, sin importar cuanto lo intentara ellas seguían.


Todas las emociones que alguna vez he tenido estaban cerca de la superficie,
listas para salir en una avalancha. Estaba hambrienta y cansada y no tenía ni
idea de si iba a vivir para ver un nuevo día. El chico que quería estaba sentado
a mi lado como un extraño, y no estaba segura de si se nos consideraba ya
casados porque lo dijese Mara.

El lacayo sin rostro volvió a aparecer y colocó un plato cubierto entre nosotros.
Él levantó la tapa y yo comencé a llorar de nuevo. Un montón de pan y una
jarra de jalea y crema de cacahuete estaban colocados artísticamente sobre el
plato, junto con dos untadores.

- Gracias – le dije al criado. Y luego también a Haden.

- Estás en un buen lío por mi culpa, Theia. PB&J no nos va a sacar de él.

Yo ya había untado la crema de cacahuete sobre una rebanada de pan y


tomado un bocado para entonces, así que solo asentí. No creo que nada de lo
que haya probado hasta ahora fuera así de bueno. Tragué con avidez y hablé.
– Podemos hacer lo mejor de esto ¿verdad?

- No se puede hacer lo mejor estando aquí – suspiró - ¿Vas a dejarme


uno de esos?

- Hazte el tuyo propio. – contesté.

Se río de eso, y mientras se hacía su bocadillo, supe que él estaba equivocado.


Podíamos hacer lo mejor de esto. Solo esperaba que quizá pudiera hacerlo en
otro lugar.

Cuando llegó el momento del plato principal, fije mi mirada en el extraño animal
que aún se retorcía en la mesa. Todos los demás huéspedes cogían sus
cuchillos afilados y miraban con impaciencia al plato principal que aún
respiraba. La bilis se levantó y deseé no haberme comido los bocadillos.
Detectando mi angustia, Haden pregunto si podíamos ser excusados.

- ¿Deseosos de comenzar vuestra luna de miel? – Mara arqueó una ceja.


– Qué dulce. He preparado la suite nupcial. – formó una sonrisa
pecadora. – Ambos debéis disfrutar mucho de ella.

Haden se ruborizó. – Prefiero esperar para empezar nuestro matrimonio en mí,


más bien nuestra, habitación.
172

- Esta noche os quedareis en la suite nupcial. Quiero asegurarme de


obtener un nieto pronto.

Me estremecí ¿Un niño? ¿Quiere que tengamos un hijo ya? - ¿Estamos ya


casados? – pregunté.

- Las bodas son diferentes aquí, gatita. Tendréis una ceremonia de unión
después de demostrar ser fértiles.

Sin pensarlo, volví a coger mi amuleto. La piedra se sentía caliente contra mi


palma. Me permití imaginar, solo por unos segundos, que mi propia madre
estaba aquí, mirándome.

El familiar sonido del clic y de raspar anunció la llegada de nuestros


acompañantes hechos de hueso. Esta vez no iban a maltratar a ninguno de
nosotros, siempre y cuando nos fuéramos a donde fuimos invitados. Haden
sujeto mi mano mientras hacíamos lentamente el camino de regreso a la
habitación donde yo me había dado un baño. Cuando la cerradura hizo un clic,
un fino polvo malva cayó del techo y se convirtió en una niebla a nuestro
alrededor y por toda la habitación.

- ¿Qué es eso? – pregunté

- El seguro de mi madre. – respondió Haden, dejando caer mi mano y


acechando la ventana – Es un hechizo.

- ¿Qué tipo de hechizo?

- Uno que ella espera que funcione mejor que el Lure. Es un vapor
afrodisíaco.

- Oh – la comprensión se dibujo en mi podrido cerebro. – Oh – dije con


más énfasis - ¿Cuánto tardará el hechizo en hacer efecto?

Se paso una vez más las manos por su oscuro y poblado pelo. La cerradura
cayó en un desaliñado y atractivo lío. – No mucho. Siento mucho no haberte
protegido mejor, Theia. Todo esto es culpa mía.

- ¿Por qué quiere tan seriamente que tengas una novia humana?

Haden me miró, el peso del mundo sobre sus hombros se reflejaba en sus ojos.
– Los demonios no se pueden reproducir. Solo podemos crear vida de tu tipo.
Los vampiros hacen otros vampiros, cogiendo un ser humano, algunos
demonios pueden impregnar los seres humanos. No todos, por suerte, o los
demonios tendrían sobrepoblación.

Yo ardía de deseos de aliviar su carga. Cargaba con tanta culpa por el simple
hecho de haber nacido. Sabía lo que sentía.
173

Él continuó – Mi madre está especialmente fascinada por los seres humanos,


pero también está celosa, todos los demonios lo están, de verdad.

- ¿Por qué?

- Los humanos son los elegidos.

Sacudí la cabeza – ¿Qué significa eso… los elegidos?

- Tenéis almas. – respondió con una reverencia en su voz que me hizo


estremecer. – Los demonios codician la humanidad porque tenéis almas.
– repitió. Apretó la mandíbula y presionó los labios firmemente, como si
estuviera ocultando algo. Esto nos hace añoraros. Es por eso que
anhelamos ser humanos y tomar vuestra esencia, vuestra sangre,
vuestras vidas… pero nunca se puede conseguir lo que necesitamos…
lo que más deseamos.

Sus palabras hicieron que los huecos en mi corazón dolieran. Nunca antes
había pensado demasiado sobre tener alma.

- Tú… los de tu clase…los de la clase de tu madre, cogen almas


¿verdad? ¿Es eso la esencia?

- Yo no lo necesito, no para sobrevivir, porque soy también humano, mi


madre es más voraz de lo que necesita, pero ni siquiera drenar un alma
le da una. Theia, una alma humana es lo más bonito, lo más deseable,
lo más… todo.

- ¿Y tú no crees que tengas un alma?

Su expresión se volvió a suavizar. – Dudo mucho que la tenga.

- Eres mitad humano, Haden.

Él negó con la cabeza, no queriendo discutirlo ahora.- Mi madre, finge que odia
a los humanos, y aun así gastó la vida de muchos hombres intentando
concebirme. Este sitio, la forma en que maneja las cosas, es un testamento de
su deseo de emular tu mundo.

- Este lugar no es nada como mi mundo.

- Oh, lo sé. Lo sé mejor que nadie. – La voz de Haden tenía un borde


amargo. – Me he pasado la mayor parte de mi vida centrado en las
diferencias entre los dos. Los seres humanos son sus juguetes. Le gusta
jugar con sus mentes, excavar en sus mentes y ver que puede sacar.

Pensé en la mujer coser-juntos y sabía lo que había sido para ellos. Un


experimento. Eran sus muñecas.
174

- Ahora entiendes por qué no te quiero aquí, corderito. Under es el origen,


el lugar de nacimiento, de las pesadillas. Cada noche de terror que
experimenta un ser humano está sacado de este lugar y mi madre es la
maestra de ceremonias de tus malos sueños. Incluso si consigo que
vuelvas… No sé como o por qué tú pudiste viajar libremente hacia
delante y hacia atrás, pero ella encontrará un modo de mantenerte si
puedes. Puedo bloquear tu sueño más profundo mucho más. Eres
demasiado vulnerable.

Incluso mientras me centraba en sus escalofriantes palabras, pude sentir algo


más sucediendo en mi interior. Mi cuerpo se sentía más lento. Incluso empezó
un maldito, bochornoso, y lánguido movimiento.

Una nueva sensibilidad tarareaba mis terminaciones nerviosas cuando me


encontré con su oscura mirada. Mi lengua se sumergió para mojarme los
labios, y apartó la mirada rápidamente, ahogando un pequeño gemido.

El hechizo estaba empezando a funcionar. Y no solo en mí.

Tomando unas pocas respiraciones uniformes solo se intensificó la conciencia


de mi pecho, la forma en que el vestido empujaba por arte de magia mis
pechos hacia arriba y afuera en lugar de mi normal preferencia de minimizarlos
y ocultarlos. Los sentía apretados y hormigueaban con la tela. Me aparté de
Haden para que no pudiera ver el rubor de mi piel, y me encontré a mi misma
mirando mi reflejo en un gran espejo. Una vez más, mi imagen en el espejo me
sorprendió con su irreconocible imagen. La chica que me miraba fijamente
desde el espejo no era una niña en absoluto. Era una mujer, con secretos,
necesidades y deseos femeninos que nunca antes había entendido. Mi piel
adquirió un tono rosa, mi pelo se había aflojado lo suficiente del updo que
parecía que ya hubiera forcejeado en la gran cama, y mis ojos brillaban
intensamente.

Detrás de mí, Haden levantó su cabeza y nuestras mirada se encontraron en el


reflejo. El familiar ritmo de su corazón encantó el mío sincronizándolos. El
tiempo se quedó en punto muerto, no realmente parado pero ya no en el mismo
plano que el resto del mundo. Haden tragó saliva y sus fosas nasales se
ensancharon simplemente con un toque.

Su mirada viajo lentamente hasta mi pecho, enmarcado como un regalo en


satén rojo. Volvió a encontrar mis ojos. Me atravesó con una mirada
hambrienta. Su respiración ahora era inestable, él combatía los efectos del
hechizo. Me di cuenta por la forma en que volvió a apretar los puños. Apretar,
soltar, apretar, soltar.

Me imaginé lo que sentiría si él me tocara en este momento. Mi piel se sentía


tan caliente, que sospechaba que se podría quemarle. Pero habíamos estado
175

ardiendo por el otro desde que nos conocimos, y anhelaba sucumbir a la


combustión en sus brazos, bajo sus manos.

Por las esquinas de mi mente rondaban, tenues pensamientos que intentaban


introducirse entre la hermosura, fluyendo sentimientos que habían tomado el
poder. Haden cruzó la habitación como en un sueño, parándose justo detrás de
mí. Me quedé tan quieta como una piedra, aguantando la respiración,
esperando por el eléctrico momento en que finalmente me tocará. Trajo sus
temblorosas manos a mi hombro, solo a un centímetro de mi piel. Expulsé la
respiración contenida y jadeé en voz baja.

Una voz lejana, la mía, creo, me llevó lejos de él. Aléjate, pon distancia entre
vosotros, lucha contra la magia negra.

Hice esto con la misma facilidad con que una ola puede ser contenida con un
paraguas.

- Tócame – susurré.

- No debo. – soltó. Sin embargo las puntas de sus dedos trazaron mis
hombros. Me estremecí con el contacto. – Theia – su voz nunca había
sido tan rica, como si la palabra la hubiera dicho directamente desde su
alma.

Suavemente, mientras yo miraba en el espejo, sus labios remplazaron sus


dedos. Tan tiernamente, viajo lentamente el camino de mi hombro a mi cuello
mientras sus manos me agarraban los brazos con firmeza. Entendía que
necesitara sostenerme con fuerza para mantenernos a los dos flotando lejos.
Arqueé mi cuello, dándole un mayor acceso, y apoyé mis hombros en su
cuerpo.

Sus cálidos besos en mi cuello convirtieron mis huesos en gelatina. Mis manos
se alcanzaron tras de mí y apreté su formal abrigo para evitar deslizarme al
suelo en un charco. Incluso sabiendo que era mi perdición, me apreté contra él.
Instándole a un camino oscuro. Luego me mordió, ligeramente, cubriendo la
punzada con sus suaves labios. Entonces gemí, y el tirón del deseo chocó con
el frenesí.

Girándome hacia él, saboreó mi boca en un beso, un beso feroz. Estaba


mareada con las sensaciones rebotando por todo mi cuerpo. Intenté aflojar su
corbata, pero se enredó en mis dedos, y tuvo que apartarme mientras la
deshacía él mismo. Tan pronto como su cuello estuvo al descubierto, me
abalancé de nuevo sobre él, tirando de su camisa abierta, explorando su cuello
y sus hombros con mis besos. Nos topamos con la cama, Haden susurrando
palabras de amor mientras me daba besos. Nunca antes había sentido tanto mi
cuerpo. Era como si fuera consciente de cada pestaña, cada célula.
176

- Theia, espera. Necesitamos… - Hizo una pausa. Intentaba alejar la


niebla, intentaba ser bueno, pero yo no quería que parase.

Lo vi en sus ojos. La maravilla, el amor, el deseo. Mi corazón se rompió con el


poder de esto, sangrando amor como sangre por mis venas.

- No podemos hacer esto. No puedo hacerte esto.

Volví la cabeza cuando el movimiento atrajo mi atención. Aunque el espejo


daba a la cama, el reflejo de Haden, y solo Haden, era visible. Donde yo
debería estar había espacio vacío. Mi corazón se detuvo y me sentí a mi misma
desapareciendo otra vez. Intenté agarrarle contra mí, pero mi mano se dirigió a
través de él y me hundí en un remolino de hilo. Sola

Otra vez.
177

Capítulo 18
El mundo era un sitio borroso. Estuve viajando a través de una suave extensión
nebulosa-cayendo, dando vueltas, girando. No era como cuando yo encantada.
No había llamas, no había azufre ni dolor. Tampoco había nada abajo, ni
arriba. Sólo un torbellino que daba vueltas en el abismo. Mi cuerpo parecía
estar separado… de mí. No podía ver nada, pero yo supe que no estaríamos
juntos nunca más. Mi cuerpo había sido un peso pesado; una vez que lo hice
más ligero, floté más suavemente.

- Mierda. No puedo creer que esto haya funcionado – ¿Donny? La voz


sonó muy lejana.

Un hombre respondió –Aún no funciona. Ella necesita volver enteramente a su


cuerpo.

- Pero está aquí mismo –La voz de Donny sonó más fuerte. Esto significa
que está asustada.

- Su cuerpo está aquí. No sé dónde está Theia –La voz del hombre otra
vez. ¿Lo conocía?

La rotación paró. Yo continué navegando en las olas, indefinidamente y


turbiamente por la oscuridad. Extrañamente, esto no me hizo asustarme. Una
paz que nunca había conocido me invadió. Nada importaba ahora.

Sentí un busco giro. Algo me sacó fuera de la flotación. No pienso que sea la
gravedad. Empecé a resentirme. Florar sobre el universo debería ser más
increíble.

El giro se volvió más brusco. Un torrente de sensaciones vino hacia mí. Estaba
cayendo. Rápido. La oscuridad estaba siendo remplazada por dos grandes
focos y una rueda de colores giratoria. Cada sonido que yo había oído, se
agolparon en mis oídos y algo me golpeó ruidosamente.

Yo. Fui golpeada por mí misma.

Mi cuerpo se sentía confinado y engarrotado. La gravedad física, dolía. La


necesidad de oxígeno se asomó en mis pulmones con cada aliento y el sabor
de la bilis me abrumó.

- ¿Thei? Dime que estás completamente ahora mismo –Empezó Donny

Yo gemí en respuesta.

- Oh gracias a Dios –Parecía Amelia.


178

Con mucha concentración, fui capaz de abrir un ojo. Por supuesto suficiente
para que Donny estuviera de rodillas al lado de mi cuerpo estirado. Yo tenía
que entrecerrar los ojos por el brillo. Amalia estaba al otro lado mío,
traumatizada por todo y pálida. Las dos miraban a la persona que estaba
sentada bajo mi cabeza. Me volví para mirar, pero el mundo volvía a ser
pesado otra vez y tuve que resistirme. Puse mis manos sobre mis ojos - ¿Qué
está pasando? ¿Qué ha pasado?

- Nosotros te hemos rescatado –dijo Donny – Por cierto, bonito vestido.

- ¿Quién me ha golpeado con un camión? –pregunté.

Amelia me acarició el brazo – Oh, está de vuelta. Incluso está hablando


británico de nuevo. Camiones, cariño, quieres saber quién te ha golpeado con
un camión.

- ¿Cómo he llegado aquí? ¿Y cuando dejara de doler?

- Convencimos a Varnie de que nos ayudara a encontrarte.

- “Convencer” es una buena manera de decirlo, señorita Donnie –Ah, está


era la voz. Varnie – Ahora que os he ayudado a traerla de vuelta,
¿podrías llamar a tus matones y dejarme marchar?

¿Matones?

- No lo creo, madame. Tal vez Theia necesita más ayuda.

Me levante con los codos muy lentamente. Estaba vistiendo el vestido del
banquete – ¿Dónde está Haden? – miré a mis amigas – Lo habéis dejado ahí,
¿verdad?

Ame mordió su labio – No sabíamos que estaba contigo.

- Bien, ¿podemos traerlo ya? –No podíamos solo dejarlo ahí. Mara estaría
muy enfadada cuando descubriera que me había escapado. Tal vez se
descargaba en él.

- No podemos traerlo del mismo modo que te trajimos a ti. Esto era un
hechizo para encontrar seres queridos. Seres queridos humanos. –Ame
estaba tratando de decir las cosas políticamente correctas.

- ¡Él es medio humano! –protesté.

- ¿Qué mitad? –preguntó Donny – Sólo estoy preguntando.

Le lancé una mirada de sorpresa por que ella pudiera bromear en este
momento con algo así –Su vida está estacada, Donny. No es momento para
bromas de anatómicas.
179

- De nada. Puedes parar de saltar por como salvamos tu vida y te


rescatamos del inframundo. – Donny se sentó sobre sus tacones y me
miró fijamente.

- Lo siento... – Respondí. – lo siento mucho, muchísimo. Solo estoy


asustada –busqué su mano, y ella agarró la mía fuertemente.

- Estábamos muy preocupados por ti –Ame agarro mi otra mano –Varnie


dijo qué que el hechizo funcionara era una posibilidad remota. También
dijo algo sobre un rodeo, pero no tiene importancia.

Varnie suspiró profundamente –Dije que seria como un giro de rodeo sin una
ola jugosa.

- ¿Estamos hablando de surf? –preguntó Donny -¿Por qué estamos


hablando de surf?

- No solo de surf… si no el santo grial del surf –Sacudió la cabeza –Lo


que significa que no hay ninguna manera de que un travesti psíquico y
una entusiasta novata puedan sacar a Miss Theia de esa dimensión
fuera de los límites de Richter.

- ¿Cómo lo habéis hecho? – pregunté.

- Había leído hace poco sobre senderos del aura… Son como cintas
sobrantes de luz que trazan los espíritus de la gente. – Ame se fue
animando mientras hablaba. – Es realmente increíble, sabes como y
cuando alguien muere o se marcha, ¿Pero sientes como si aún
estuvieran a tu alrededor?

- ¿Cómo fantasmas? – pregunté

- Un poco… pero no realmente. ¿Cómo puedo explicarlo…? ¿Has tocado


alguna vez algo que te ha hecho sentir que una última persona lo tocó?
No es como algo inquietante; ¿sino más como un presentimiento?

Toqué mi talismán – Quizás.

- Tengo un suéter de Gabe que no le quiero devolver. – admitió Donny. –


Está ahí desde que lo limpié pero puedo sentir… Dios, apestáis. No
puedo creer que os esté diciendo esto. Cuando me lo pongo, es como si
él me estuviera cogiendo o algo.

Ame resopló. – Si, vale, dime de nuevo que no te gusta. De cualquier modo,
hemos una mezcla de algunos hechizos para encontrar y un poco de vudú. Ah,
y polvo de hadas.

- ¿Polvo de hadas? – pregunté.


180

Ame cogió una bolsita brillante. – Lo conseguí en Target. De cualquier modo,


es bastante bonito. Varnie abrió sus canales, yo dije algunas palabras cogiendo
tu libro de trigonometría que cogí de tu taquilla, y luego tiré un poco de polvo en
el aire y en lugar de caer al suelo flotó en el aire y formó una pluma encima del
libro.

- Sí, y entonces, - Donny interrumpió. – Ame tenía todo eso encantado y


raro, como si estuviera medio ida, y la pluma se volvió hacia esta larga
cinta de niebla. Fue tan extraño, fue como si la cinta se fuera y te
encontrara y entonces tú empezaste a aparecer justo en frente de
nosotros.

- ¿Pero no crees que funcione con Haden? – pregunté.

Ame sacudió la cabeza. – Haden es un demonio. Podemos invocarlo, quizá.

- De ningún modo – Varnie se alejó de mi cabeza – No voy a hacer nada


para llamar a demonios. Chicos vais por vuestro camino. Lo intentare
por mi mismo con los matones.

Donny me ayudo a sentarme, e intente descubrir donde estábamos mientras


Varnie y Amelia se levantaban y discutían.

- ¿Quiénes son esos matones de los que él no deja de hablar? –le


pregunté a Donny en voz baja.

- Hemos vestido a Mike y Gabe como “Dog the Bounty Hunter”. Ellos
llevan pelucas color salmón –dijo –Cogimos a Varnie. No fue difícil –
tiene una Web. Citamos un punto de encuentro utilizando un nombre
falso, y los chicos me ayudaron a convencerle para que viniera con
nosotros.

Wow. – ¿He estado mucho tiempo fuera? –Mi padre. Oh, dios mio, esto iba a
ser complicado.

- No has venido a la escuela hoy –Un día. Sólo había estado fuera un día.
Parecía que hubieran pasado días. –Donny continuó –Cuando no
contestaste al teléfono, Ame habló con Muriel. Tu padre esta fuera de la
ciudad de nuevo. Lo que, por lo visto, está haciendo mucho.

- Papá nunca me creería. ¿Cómo sabias donde ir a buscarme…?

- Quieres decir… ¿fuera del mapa? –dijo Donny –Ame tuvo un


presentimiento. Me estaba volviendo loca con toda su actividad
paranormal. Bueno, ambas.

Volteamos las dos a mirar a Ame discutiendo –discutiendo de todo– con


Varnie. Ame odiaba las confrontaciones.
181

- Podemos hacerlo sin ti, Varnie. Sabemos el nombre del demonio y


tenemos algo… –Ame se detuvo y me miro con una expresión irónica –
Tenemos algo que ha tocado.

- Invocar a un demonio es ridículamente peligroso. No tienes ni idea de lo


que quieres hacer. Solo porque hayas leídos acerca de eso en la pagina
de alguien en MySpace no lo hace seguro.

- Bien, no podemos dejarlo ahí. Y si no quieres ayudarnos…

- Una persona tiene que ser muy hábil para lograr invocar a un demonio.
Es una puerta abierta a cualquier cosa que pueda venir con él.

- Una vez más –argumentó Ame– si no quieres ayudarnos…

Estábamos en una cabaña. En una muy áspera. La lluvia caía como piedras
sobre el tejado de hojalata, y el interior parecía funcional, aunque poco. Las
paredes eran tablones de madera irregular, y Donny y yo estábamos sentadas
en una alfombra tiradas sobre un suelo de madera contrachapada.

- ¿Dónde estamos? –le pregunté. No reconocía nada de la cabaña.

- En la cabaña de caza del hermano de Gabe. Supongo que él y Gabe la


construyeron por si mismo –Ella se encogió de hombros y señalo un
viejo, desgastado sofá –Casi lo hicimos en el sofá.

Levanté la mano –De verdad, Donny. Demasiada información.

- ¿Tú y Haden…?

Sacudí mi cabeza con vehemencia –No –demasiada vehemencia, a juzgar por


su mirada angular hacia mi –Bien, quizá.

Varnie estaba al acecho por la cabina, andando y discutiendo. Ame se detuvo y


le permitió hablar des de la esquina de la que no podía salir. Ella se veía tan
diferente de mí. Las últimas semanas la había cambiando.

En comparación con Varnie, ella estaba serena y totalmente en control, como si


ella lo tuviera en una codena de yo-yo y esperara el momento correcto para
traerlo de vuelta con un movimiento de la muñeca.

Dudaba que su control tuviera algo que ver con que Mike Matheny finalmente
entrara en la orbita de su atmosfera. Parecía que más bien se acercaba a su
mística, y a la confianza interna que había florecido.

Varnie dejó de caminar– No tienes ni idea de lo que me estás pidiendo que


haga.

Ame se encogió de hombros– No te he pedido que hagas nada.


182

- Pero sabes que lo haré –Se pasó las manos por su pelo rubio. Él era
algo mono cuando no llevaba sombra de ojos– Sabes que no me puedo
ir y dejarte hacer algo que simplemente os puede matar a todos, o peor.

- Voy a traer a los matones. Probablemente se están helando ahí fuera –


Donny paso entre Varnie y Ame, quienes continuaban jugando con un
pollo con sus ojos.

Me acurruqué, llevando las rodillas a mi pecho, y mirando a Varnie tratando de


hacer entrar en razón a Ame. Echaba mucho de menos a Haden. Estaba
segura que si se le preguntará, estaría totalmente de acuerdo con Varnie. Abrir
una puerta a los demonios era probablemente tonto. Excepto que al único al
que se invitara fuera ingenuo. Sin embargo, parecía que los demonios
estuvieran ya en Serendipity Falls, así que ¿Por qué debería importar?

Tuve una extraña sensación.

Los chicos volvieron con Donny. Estaban irreconocibles. Llevaban pelucas de


pelo largo y negro con capas cortas en la parte superior. Gabe llevaba una
trenza. Llevaban pantalones de camuflaje y camisetas sin mangas con
chalecos de cuero negro encima. Gabe también llevaba un cinturón de utilidad,
pero parecía que Mike llevaba uno de herramientas, el tipo que lleva un
manitas. Supuse que un martillo era tan buena herramienta como cualquier otra
cuando se trataba de perseguir fugitivos, pero era un poco extraño.

Gabe tenía muchos más músculos de los que yo le daba crédito, y pude ver
como los chicos podrían haber engañado a Varnie haciéndole creer que le
estaban amenazando. Especialmente con sus grandes negras botas.

Varnie se estremeció cuando Gabe pasó por su lado, y me di cuenta de una


sombra de contusión bajo su ojo. Tal vez no le habían engañado; tal vez
tuvieron que convencerle.

Me estremecí. No quería que hirieran a Varnie.

¿Cuánto les había contado Donny a los chicos? Me pregunté. No era una
buena idea difundir el hecho de que mi novio no era humano, pero aun así, era
reconfortante de que estuvieran de mi lado. Especialmente con las botas
grandes, negras.

Varnie intento entrar en razón con Donny. Mala elección, por supuesto, des que
la razón era un idioma que no hablaba.

- Donny, sería como abrir la puerta de un granero durante una estampida


y esperar a que la única vaca marrón con el cuello azul entré. No puedes
controlar una estampida.
183

Donny alzó los brazos– Bien, yo no puedo, pero apuesto a que tu tienes la
habilidad de hacerlo. Vi lo que hiciste para traer de vuelta a Theia. No eres solo
un tuerco de trabajo, sino un chiflado realmente talentoso.

- Nunca podría haberlo hecho solo. Sin la fuerza de la Señorita Amelia


hubiera fallado –Se dio cuenta del error que había cometido justo en el
momento en que lo dijo.

- Bueno, es bueno que la Señorita Amelia siga aquí –dijo Ame.

Intenté levantarme del suelo, pero mi vestido y la gravedad estaban en duelo


por quién me humillaba. Gabe se abalanzó sobre mí y me ayudo a levantarme.

- Cheerios, Inglesa –dijo.

A pesar de todo, sonreí– Cheerios para ti también, Gabe.

- No tengo ni idea de que está pasando –dijo– pero estás realmente


preciosa.

Sus ojos brillaron y supe que él estaba teniendo mejor comprensión de la


situación de la que estaba fingiendo. A veces es más fácil hacerse el tonto.

Mike todavía estaba junto a la puerta luciendo confuso. No creía que estuviera
jugando a hacerse el tonto como Gabe. De hecho, Mike tenía la misma mirada
aturdida siempre. ¿Qué demonios pudo ver Amelia en él?

Siendo seis personas en la pequeña habitación de la cabaña me estaba


provocando claustrofobia. Y nadie parecía estar más cerca de conseguir una
manera de salvar a Haden.

- Varnie, si no quieres invocar a Haden aquí, ¿puedes volver a enviarme


ahí? Es un reino llamado Under.

Donny y Ame intervinieron con un rotundo “NO”, pero Varnie me miro como si
tuviera una segunda cabeza o algo.

- No lo puedo dejar ahí solo. Solo no puedo.

Mike habló finalmente– Hay algo para comer.

- Donny miró a Gabe con una mirada exasperada.

Gabe pareció entender lo que esa mirada significaba, y que pasaba si no


conseguía sacar a Mike de ahí. Donny iba a hacer saltar un fusible– Bien,
parece que la broma ha ido bien –dijo– Así que será mejor si llevo a Mike a
casa ahora. Gracias por jugar tanto, Varnie. Estamos totalmente sorprendidos,
amigo. No puedo creer que de verdad pensaras que éramos cazadores de
recompensas.
184

Gabe le dio unas palmadas en el hombro y Varnie se estremeció– ¿Broma?

- Llevar a Mike a casa es una gran idea –dijo Donny– Te veo mañana.
Gracias por la ayuda.

Gabe besó su mano –Estaré aquí de nuevo en una hora, cariño.

Le cogió la mano– No hay necesidad, cariño. Estamos bien aquí. Te veo


mañana en la escuela. Cerraremos con llave cuando nos vayamos.

- Sesenta minutos, bombón –se inclinó para darle un beso.

- Haz uso de tu piel artificial, de pelo largo…

Gabe la besó profundamente, cortando su protesta. Cuando se alejó, ella


estaba tranquila– No queméis la cabaña –Le pasó un dedo por la mejilla– Ten
cuidado, ¿de acuerdo? Ahora vuelvo.

Donny asistió. Sus dedos estuvieron en ella mucho tiempo considerando la


forma indiferente en que le pasó después.

Varnie miró a Donny– ¿El matón es tu novio?

- Diablos, no –Ella tenía sus manos en sus caderas– Pero Ame, cuando
esto termine, necesitamos tener una conversación seria sobre Mike.
Creo que tiene que helar mucho sus escamas.

- Lo sé, lo sé –respondió Ame, con las mejillas un poco rosas.

Varnie se volvió hacia Ame– ¿El otro es tu novio? –preguntó incrédulo.

- No, todavía no. –respondió Ame.

- ¿Te gusta? –Varnie parecía un poco…enfadado.

- El salmonete es solo una peluca –Ame cruzó los brazos sobre su pecho
–Además, quién me gusta no tiene nada que ver con nada en este
momento.

- No me importa si es calvo. Es prácticamente mudo.

Donny y yo intercambiamos una mirada. Del tipo que decía: “Bueno, ¿no es
esto interesante?”

- No es mudo. Es tímido. ¿Y por qué te importa con quién salgo o dejo de


salir?

Varnie levantó sus manos –No me importa. Solo creo que podrías escoger
mejor.
185

- Por lo menos él no es un travesti –Ella golpeó su boca al darse cuenta


de lo que había dicho, avergonzada de que hubiera dejado que saliera.

Él sacudió la cabeza con tristeza. Empezó a hablar, luego se detuvo des veces
antes de finalmente decir– Tienes talento natural, Amelia. Tu vida solo va a
estar volviéndose más extraña a medida que crezca. Chicos como ese no
serán capaces de soportarlo.

Donny me envió otra mirada cautelosa– Así que, chicos… ¿Qué hay de esa
convocatoria demoníaca? ¿Listos para empezar?
186

Capítulo 19
Haden vio como la nieve caía fuera de su ventana, sabiendo que la previsión
del tiempo dependía del estado de animo de su madre. No tenía muchas ganas
de saber que vendría después, como carámbanos cayendo como puñales junto
a los copos de nieve.

Por lo menos ella lo había encerrado en su habitación esta vez, en lugar de en


la mazmorra. Y por suerte, Theia había escapado de alguna manera.

La echaba de menos. Siempre la echaría de menos. Había abierto un cráter en


su corazón que la reclamaba siempre que sentía su ausencia. Algo se agito en
su interior. Un fuerte deseo de ir a cualquier lugar desconocido llego a él y fue
creciendo hasta convertirse en una necesidad urgente. Le llamaban… o mejor
dicho, le estaban convocando. Agarró el poste de la cama cuando algo empezó
a abrasar sus órganos internos y le falto la respiración. No era posible…
Seguramente nadie…Una vez más, un dolor que se aprovechaba de él.

Se quedó sin aliento al ver como su carne se hacía transparente,


desapareciendo de un segundo a otro. Era cierto, entonces, alguien le estaba
invocando. Rezo por que no fuera Theia, pero él no tenía por qué hacerlo,
¿verdad?

Se castigó a si mismo por no haberla advertido de esto. Era demasiado tarde


para castigarse, sin embargo, ella lo sabría muy pronto.

Su cuerpo desapareció, a causa de una invocación cumplida. Por desgracia


para aquel que le hubiera llamado, Haden se mantuvo en Under.

La anticipación nos golpeó con látigos picadura de sensación. ¿Funcionaria?


¿Quería que funcionara? Por la mirada que había en la cara de Varnie, lo más
seguro era que no. El último canto fue dicho, el aire se calmó, la llama de cada
vela chisporroteo, y esperamos.

La lluvia azotaba la cabina y el viento rugía ferozmente, silbando a través de


las grietas de los muros poco resistentes. Un rayo rompió el cielo y donde
antes no había habido nada, apareció Haden.

- Hola, corderito. ¿Me echabas de menos?

Donny dio un salto –Encenderé las luces.

Varnie puso una mano sobre mi brazo cuando yo instintivamente me moví


hacia Haden –Espera.
187

Un objeto iluminó toda la habitación y mis ojos buscaron a Haden. Era tan
hermoso que dolía mirarlo. Tragué, el alivio recorriéndome entera –Gracias a
Dios que estás bien.

Haden me miró a los ojos –No creo que tengamos que darle las gracias a Dios
por esto, ¿verdad?

Empecé a avanzar hacia él, necesitando estar en sus brazos, escuchar el latido
de su corazón, pero Varnie me detuvo. Haden no apartó su mirada, si no que
entrecerró sus ojos, como si me estuviera mirando por primera vez. Y entonces
sonrío. La sonrisa maliciosa. Enderecé mi espalda a pesar de la repugnancia
que sentía al hacerlo. Algo no estaba bien.

Haden se levantó del suelo y salió de nuestro circulo –Que afortunado soy de
que me rescatarais. Gracias a todos por este encantador cambio de los
acontecimientos.

Un escalofrío me recorrió, y un zumbido ruidoso sonó en la pequeña


habitación. Las hermosas facciones de Haden cambiaron por una máscara
depredadora, y tomó la mano de Amelia, besando cada nudillo con picardía. Mi
corazón se desplomo cuando me di cuenta que estaba utilizando el Lure con mi
mejor amiga.

Varnie la tiro lejos de Haden, anteponiéndose entre ellos, levantándose


lentamente.

Haden chasqueó la lengua –Ah, entonces, ¿esa es la respuesta? Una lástima,


todo ese poder seria refrescante en estos momentos. Podría pelear contigo por
ella, supongo, pero todo ese trabajo seria solo el aperitivo.

Me puse de pie con las piernas temblorosas –Haden, ¿Qué está pasando? –Él
se quitó la máscara cuando me miro, así que me acerqué más – ¿Sabes quién
soy? ¿Te acuerdas de mí?

- Por supuesto que sí, muñequita. Tú me salvaste –toco mi cabello con


cuidado, reverentemente –Eres preciosa, realmente lo eres… pero eres
más bien…Bueno, digamos que tu esencia no es tan robusta como la de
tus amigos. Estoy seguro que llegare a ti con el tiempo.

Con cada palabra horrible, mi corazón se rompía en más piezas –Haden, no lo


entiendo. Pensé… pensé que tenías sentimientos por mí.

Río y miro al otro lado de la habitación hacia Donny como si fuera un regalo en
una tienda de dulces –Soy un demonio. ¿No has aprendido nada? Los
demonios no aman; especialmente no aman a estúpidas niñas que se
esconden de cualquier cosa que no es cuidadosa o seguro para Papá. Tu
188

pragmatismo me aburre y me lleva a las lágrimas. Fuiste una diversión, por un


tiempo, pero eso es todo lo que serás.

Baje mi mirada hacia el vestido de baile que seguía llevando, y me sentí


intolerablemente estúpida. ¿Había estado jugando conmigo todo este tiempo?
No, seguramente no. Pero sus palabras me destrozaron y su cara ya no se
parecía a la del chico que había besado.

Tal vez si lo había hecho.

Yo le había permitido la entrada, venir a mi mundo y causar sus destrucciones.


Cuando pensé en lo fácil que se lo había puesto, me sentí avergonzada. Todo
lo que él tuvo que hacer fue decirme que le parecía encantadora y me tenía
colgando de una cuerda. De verdad fui su muñequita. Y ahora, del modo en el
que él miraba a Donny, iba a herir a la gente que más quería porque yo había
sido una idiota con un corazón totalmente enamoradizo.

¿Por qué había dejado de escuchar a mi padre? Él tenía razón. Acerca de mí,
acerca de todo. Y ahora estaba atrapada en la cabina del diablo porque había
sido tan imprudente como mi madre.

- Es posible que todo esto fuera mi culpa –dijo Varnie, manteniendo


cuidadosamente a Ame tras su espalda, mientras se acercaba a la
puerta, donde se encontraba Donny atípicamente callada al lado del
interruptor de la luz – Tal vez debería haber usado un canto más
específico.

- ¿Tú crees? –le respondió Donny.

Haden sonrió, y mis piernas se volvieron de goma a causa del miedo. No había
rastro de la persona que yo pensaba que era –Quizá tienes razón, señor.
Parece que has traído a un demonio…pero se te olvido algo –agitó su dedo
como si Varnie fuera un niño precoz.

Varnie se froto la barbilla, pensativo –Si, sí. Ya veo mi error claramente –había
cruzado toda la habitación hasta estar frente Amelia y Donny, dejándome en el
centro de la habitación con Haden. Quizá confiaba en poderlas proteger a las
dos.

Tuve la sensación de que estaba condenada.

Entonces Varnie, el cobarde confeso, miró a Haden a los ojos y dijo –Siéntate
en esa silla –señaló una silla de comedor de madera gastada.

Haden cumplió de inmediato con una expresión de confusión.

- Soy nuevo. Inexperto. ¿Pero de verdad crees que te llamaría a mi reino


sin haber escuchado antes las advertencias?
189

Varnie prácticamente le escupió las palabras a Haden.

Haden se sumió en el silencio. Todos lo hicimos.

- Tú solamente estás aquí por mi edicto, no harás nada que yo no te diga


que hagas –Por lo general Varnie no proyectaba sus cualidades de
liderato, y Haden se tragó cualquier respuesta que tuviera preparada. No
le había sido ordenado hablar, así que al parecer no lo haría.

Varnie me llamo. No entendía la dinámica de lo que estaba ocurriendo, pero el


punto era que yo estaba más que lista para escapar. Agarre la falda de mi
vestido, preparada para cruzar la habitación rápidamente. En cambio, me
quede congelada. Las sombras de mis amigos desapareciendo y cruzaron la
pared.

No, no otra vez.

No a mis amigos.

Miré las formas presentándose a través de la pared. Algo se acercaba.

- ¡Salid! –les dije- ¡Corred!

Donny se resistió, pero Varnie y Ame parecieron darse cuenta que estaba
habiendo un cambio en la atmosfera de la cabina. Tuvieron que arrastrarla,
pero llevaron a Donny fuera de la puerta antes de que se cerrara en un golpe
cerrado, como la tapa de mi ataúd.

Me estremecí por el sonido, pero no podía mover mis piernas seguirles. Era
como si hubiera sido sujeta al suelo.

Haden no se había movido de la silla. No creía que él no fuera hacer nada


como Varnie deseó – un efecto en esa convocatoria que yo seguía sin
entender. No parecía preocupado. Probablemente era su madre viniendo a
rescatarle, después de todo. Él me sonrío, y yo quise odiarlo.

Pero no lo hacía.

Un olor a azufre llego a mi nariz, y esperé a escuchar los ruidos raspados de


los esqueletos. Pero no llegaron esqueletos por un portal en la pared, en
cambio, parpadeé y me encontré de nuevo en la vacía sala del banquete del
castillo de Mara.

Sola.

Aunque la experiencia de viajar de un mundo al otro había sido mucho más


agradable esta vez que cuando todo se incinero, no me atreví a sentirme
aliviada al pensar que estaba de vuelta en Under. Especialmente, sin un aliado.
190

El dolor de la traición de Haden volvía a estar presente al recordar que él nunca


había sido un aliado. Miré las sillas vacías a lo largo de la mesa, recordando
cómo me había engañado su madre al haber fingido tan estoicamente que no
significaba nada para él. Que buen actor era mi demonio.

Me preguntaba por qué no se había unido a mí.

Espere un par de minutos para que Mara me convocara en algún lugar. Ella me
había traído aquí, después de todo. Cada vez que parpadeaba, la criara
retorciéndose en el plato se proyectaba en mi mente, los demonios haciéndose
pasar por juerguistas. No podría estar en esta sala mucho rato más. Salí al
pasillo a ver que oportunidades tenía.

Trate de encontrar la habitación donde había sido preparada como un premio


para ser un regalo para el aparente heredero – la habitación estaba cerca de
donde casi había perdido mi virtud y ser un monstruo. El corredor hacia
muchas vueltas, ninguna que yo recordara. Para un castillo tan grande, había
muy pocas puertas. Solo un pasillo sin fin.

Después de seguirlo por un rato, empecé a pensar que era un laberinto. Una
vez más, yo era el entretenimiento, al parecer – la rata en el laberinto. Quizás
Mara me estaba acechando y aparecería de un salto en algún momento. Tal
vez, preferiblemente, quería desenredar mi cordura como un ovillo de lana al
pasar horas y horas interminables de viaje durante el desarrollo de su juego.

Finalmente encontré una puerta. Estaba abierta, así que la empuje con el pie.
La habitación de Haden. Razón por la que no me acababa de atrever a entrar.
Una ola de emoción me impulso hacia dentro. ¿Qué me había llamado? Una
niña tonta. Aburrida.

Repetí cada momento con él con este nuevo filtro desfavorable. Di un paso
hasta lo más profundo de la habitación, un puño doloroso con cada recuerdo
que empezaba. Cada roce, cada beso. Pase la mano por sus muebles mientras
dolía con remordimientos y… nostalgia. Aun lo echaba de menos, producto de
mi imaginación de niña. Una camisa de seda colgaba en el respaldo de una
silla. La lleve a mi nariz e inhale la esencia de mi amor muerto.

Haden vio cómo su corazón se rompía en frente suyo. Impotente para secar
sus lágrimas, solo podía ser un fantasma andando por la habitación en un
ataque infructuosa contra su impotencia. Theia cogió su camisa y se hundió en
el suelo. Ella estaba perdiendo la esperanza. Ya no creía en él.
191

Por primera vez en su vida, Haden era libre de su lado demoniaco, de todos
sus horribles impulsos, y sin embargo quería recuperarlo su eso significaba
tenerla ahora cuando ella más lo necesitaba. Su madre la encontraría pronto,
de eso estaba seguro. Él no podía proteger a Theia. Nunca la protegió. No
realmente.

¿Qué lio había hecho con la vida de ambos?

Se sentó delante del suelo enfrente de ella. No es que importara. Él era etéreo
ahora. Probablemente era mejor de este modo, hasta que ya tuviera su cuerpo,
el demonio que ellos habían invocado había sido incorpóreo y muy complicado
de contener. Por el bien de Serendipity Falls, tenía esperanzas de que
consiguieran contenerlo.

Haden besó la mejilla de Theia. A hablarle para que ella pudiera escucharlo.

Él la amaba. Nunca se lo había dicho, no en voz alta. Había pensado que sería
más fácil para ella de esa manera, pero ahora estaba lleno de remordimientos
porque ella nunca lo sabría.

Nada había cambiado en la habitación, sin embargo yo sentí un cambio. Algo


agradable y cálido me rodeaba como un rayo de sol, tocándome entera a la
vez. Mire a mi alrededor, pero no había nada. Y entonces lo sentí. Un golpe
ligero como una pluma en mi mejilla. Trague saliva y espere. ¿Podría ocurrir de
nuevo?

Cuando cerré mis ojos, vi a Haden arrodillado frente a mí. Cuando los abrí llena
de sorpresa, no había nada. Los cerré de nuevamente y lo vi de nuevo antes
de que me estremeciera y retrocediera. El corsé que llevaba me dificultaba
poder respirar profundamente.

Había sido una noche larga y terrible. Estaba asustada y muy cansada. Seguía
llevando el vestido en el que probablemente moriría, echaba de menos a mi
padre y a mis amigos. Haden me los había quitado – mi mundo entero, mi
seguridad. Y entonces, lo vi durante un segundo, y también lo eche de menos.

Cerré mis ojos de nuevo, resistiendo la urgencia de abrirlos cuando apareció


frente a mí, dulce y cuidadoso. Llevaba el mismo traje que había llevado
durante nuestro banquete de bodas, arrugado – a diferencia de él. Líneas de
inquietud y preocupación cruzaron su frente.

¿Cómo que estaba el aquí y porque podía verle solo con mis ojos cerrados?

Él pronuncio las palabras –Te amo.


192

Mi corazón, mi tonto, triste y estúpido corazón, latió a toda velocidad. Lo sabía


mejor.

- No más juegos –susurré- No amas a nadie. Los demonios no aman –


abrí mis ojos ya que así no tendría que mirarlo más-. De alguna manera
encontré mi voz –me pones enferma, Haden. El modo en el que utilizas
a la gente, en el que me utilizaste a mí. No necesitaste poner mucho
empeño en él, ya lo sabes. Creo que te pertenecí en el momento en el
que me diste la bienvenida a tu infierno.

Me levante del suelo. Estaba cansada de revolcarme.

- Como debiste reír por mi humillación. El viento con Theia y mirarla hacer
su baile estúpido –mi voz se hizo más fuerte- mira como brillan sus ojos
de inocencia cada vez que habla de que él es especial. Mira cómo se
encoge cuando Haden toca a otras chicas.

La rabia se sentía como un buen bálsamo para mi piel irritada por la


humillación.

- Bueno, has sacado todo lo que quedaba de esa niña estúpida, Haden.
Ahora estoy hueca – ¿era eso lo que querías? –tiré su camisa al otro
lado de la habitación, enfadada de que fuera tan blanda como para volar
muy lejos. –Dios –mi voz se rompió –cuando pienso en cómo te pedí
que me dieras mi primer beso.

Ese beso lo había significado todo para mí. Todo. Mi labio inferior tembló. No
era posible que fuera a llorar de nuevo, ¿verdad? –No te mereces mis lágrimas,
Haden –y ellas llegaron – Pero yo, yo me merezco todo lo que me has hecho
por ser tan ingenua.

- Asegúrate de guardar alguna lagrima, niña –la voz escalofriante de Mara


llevo mi mirada hacia la puerta –Tu sufrimiento apenas ha empezado.
193

Capítulo 20
Mara estaba sola, pero yo sabía instintivamente que era más poderosa que
todos los guardias que enviaban para cumplir sus órdenes. Era de mediana
estatura, y delgada, pero el poder que ejercía no tenia nada que ver con la
fuerza bruta. Llevaba un vestido de terciopelo azul que pretendía ser adecuado
y victoriano, pero estaba cortado por abajo para no dejar mucho a la
imaginación.

Me quedé inmóvil en mi lugar, pero Mara se me abalanzo, un halcón y un ratón


en un campo. – He estado esperando por una charla de chicas a solas contigo,
gatita. Solo sé que seremos amigas rápidamente –Hizo una pausa y levantó la
esquina de su boca en una sonrisa sardónica– ¿No crees que será divertido?

Dirigí mi mirada al suelo.

- Estoy acostumbrada a que la gente me responda cuando hablo, niña.

Mara me agarró de la barbilla como si me estuviera aplicando unas mordazas y


me obligo a mirarla. Sus ojos se oscurecieron hasta que el blanco fue
absorbido en sus pupilas. Pareció como si ella no tuviera ojos, solo los agujeros
en los que deberían haber estado.

- Si –susurré.

Soltó su agarre un poco y retrocedí atrás un paso antes de tropezar con mis
pies.

- Mucho mejor, mascota.

Me estremecí, recordando perfectamente lo poco que le importaban sus


mascotas.

Mara flotó por toda la habitación en su vestido, inspeccionando las cosas de los
estantes de Haden con curiosidad animada– Tal vez te sorprenda que nunca
he tenido una conversación de chicas antes –ángulo la barbilla y miro hacia
arriba como si estuviera intentando recordar algo– Tiendo a pensar que es por
que les quito la laringe demasiado pronto –Tomó uno de los videojuegos de
Haden y aparentó leerlo– Es desdichado, pero cuando los humanos pierden la
cabeza, tienden a gritar sin cesar o divagar incoherencias. Es agotador. Nunca
he tenido a ninguno con el que pudiera tener una conversación decente –se
volvió hacía mi– ¿Crees que perderás tu mente, Theia?

El cabello de mi nuca se erizo. Tenia que contestar– No lo se.

- Has sido una astilla en mi carne mucho tiempo, gatita. Estoy muy
ilusionada con tu eliminación.
194

Mi cuerpo se empezó a congelar de nuevo, como en el banquete. La sangre de


mis venas y el aire de mis pulmones se cristalizaron dolorosamente. Sabía que
esto solo era un comienzo. Sabía que tenía la intención de empujarme por el
borde de la cordura y que yo era solo como el resto de su colección de
animales salvajes macabros. Si fuera fuerte, encontraría el modo de detener su
juego pronto, si aun tenía la capacidad de hacerlo.

Como respuesta a ese pensamiento, sentí esa sensación de calor de nuevo.


Cerré los ojos y Haden estaba frente a mi, como si me estuviera cogiendo. Tal
vez había perdido el juicio, por eso lo deje ir-

Su madre no podía verle, pero estaba seguro que ella sabia que estaba allí.
Paró su tortura y dejo a Theia jadeando sobre el hielo.

Theia no era lo suficientemente fuerte para enfrentarse cara a cara con su


madre. Nadie lo era. Y sin formas él era tan útil como la niebla.

Se sorprendió de que Theia pudiera verlo, aún más cuando sintió su toque,
siendo un fantasma. Él no podía tocarla físicamente y eso le cortaba como un
cuchillo.

Haden recordó las cosas que Theia le había dicho y el dolor que había en su
voz. Ella había conocido al demonio, incluso antes de que volviera a Under. Él
deseo que ella no lo hubiera hecho. Ella iba a necesitar toda la fe posible si
tenía que venir a través de este, y pudo ver lo que el demonio le había robado.
Había matado el amor que ella sentía por Haden.

Y ahora nadie tenía nada.

Caí de rodillas y me estremecí con cada respiración. Mara cruzo la sala y se


puso frente a mí.

- Comprendes que no te matare hasta dentro de muchos, muchos años,


¿verdad? Pero cuando lo hago, morirás lentamente.

- Si, lo entiendo –respondí con voz temblorosa, al recordar que ella la


obligaba a contestar.

- No soy el oponente que tú y tus amigos habéis asumido, gatita. He


gobernado Under desde la aparición del hombre. Cada miedo que has
tenido en tu cabeza lo he puesto yo. ¿De verdad crees que puedes ser
mejor que yo?

- No, señora –grazné.


195

Los ojos de Mara eran una cosa terrible– Estoy segura de que Haden te ha
explicado que él envejece muy lentamente, el tiempo pasa de diferente manera
aquí. Sin embargo, mi pequeña rosa, no hay sangre humana corriendo por mis
venas. Soy inmortal –se acercaba cada vez más a mi. Su voz cambio. La voz
suave, creció en un borde y ligero eco– ¿Sabes lo que como? –Sacudí la
cabeza– Robo los sueños de los hombres. Me siento en sus pechos, y mientras
ellos sueñan en mi, filtro la esencia que lo une con tu mundo, Theia. –Hizo una
pausa– Pero así es como sobrevivo, como como. Sobrevivir no es mi única
preocupación gatita. No es mi trabajo. Mi real vocación es sembrar la semilla
de tu reino terrorífico mientras duermes –ella se agachó y me habló
directamente en la oreja– Soy la yegua, Theia. El origen de toda pesadilla
creada y tengo la intención de llevarte con todos ellos.

Entonces susurro. Un horrible sonido que le hablo a todos los miedos


primordiales que yo poseía.

- Los humanos son débiles y patéticos. Mi hijo había estado orgulloso de


su sangre, pero de repente quería echarlo todo a perder como una
especie en extinción. Levántate. Levántate antes de que decida jugar
con tus amigos en tu lugar.

Me esforcé manejándomelas para conseguir quedarme de pie con las piernas


temblorosas. No podía dejar que los arrastraran a esto.

- Que, ¿no quieres compañía? Solo de pensar como podrías compartirlo


todo con ellos. ¿No te gustaría ver el mundo a través de los ojos de
Donatella por un instante?

Gemí. Las mujeres que me atendieron antes del banquete veían el mundo por
otros ojos.

- Por favor, no les hagas daño. Ellos no saben nada. Todo esto es mi
culpa…por favor.

- Débil, débil, débil –contestó ella.

Traté de recurrir a su instinto maternal– Se que amas a Haden y que quieres lo


mejor para él.

- Niña –su voz ya no sonaba como la de una mujer. Se raspo como un


susurro áspero y crujió como una apertura en la puerta del terror– Los
demonios no aman. Haden no ama. Yo solo quiero lo mejor para mi.

- Debiste amar a su padre. Le dejaste vivir.

- Fue un experimento. Quería un heredero.

- ¿Por qué?
196

- Eres muy impertinente –un rato de luz entrando por la ventana no


favoreció a Maya. Cayó sobre su belleza engañosa como un suero de la
verdad, iluminando su apariencia real por debajo de los espejismo que
ella misma se había creado para recubrir y apaciguar su vanidad y
confundir a todos a su alrededor.

Se dio cuenta de que mii visión se había despejado, que ya no veía lo que ella
quería, sino la fealdad de quien realmente era. La inmoralidad es
sorprendentemente pobre.

Su voz se volvió culta– No ame al padre de Haden entonces igual que no amo
ahora a Haden –Mara se burlo de mi, pero por un momento estuvo indefensa–
Pensé que tal vez lo haría –añadió en voz baja.

Fingí no darme cuenta de su pequeña debilidad, eso solo serviría para que se
pusiera más a la defensiva. Tuve el presentimiento de que lo que ella quería
decir era que ella hubiera deseado que la ellos la amaran.

Volvi a sentir el calor que indicaba que Haden estaba cerca de mí. No entendía
como se había vuelto invisible o por que se quedo de esa forma. Aun así me
era más fácil entender porque eligió consolarme cuando hace poco puso mi
corazón en un triturador de madera y le sonrió a la confusión.

¿Qué había querido decir en la cabaña? ¿Qué había olvidado Varnie en su


conjuro? Nada tenia sentido. ¿Por qué Haden había gastado tanto tiempo
seduciéndome solo para herirme antes de conseguir lo que realmente quería?
Seguro que Mara habría estado feliz de que él hubiera recorrido los pasillos del
Serendipity High absorbiendo la esencia a donde fuera. ¿Entonces por qué el
subterfugio?

- Vas a ayudarme a que Haden vuelva –proclamo Mara. Tapando su


momento de debilidad, continuó– Entonces te quedarás embarazada. No
quiero cometer los mismos errores con este. Pero no te preocupes, te
permitiré ver como tu bebe se convierte en un demonio digno de este
reino. Y no creo que haden os rescate a ti o a tu niño condenado.

No estaba segura de que pensar sobre Haden, no realmente. Había


demostrado ser tan insensible como su madre.

Y sin embargo no podía olvidar que él prefería haber sido humano. Tal vez solo
había sido un acto como los otros. ¿Dejaría a otro niño creciendo en este
lugar? No lo sabía.

Pero no lo haría.

- Corderito –dijo Mara, y me estremecí ante el cariño de Haden viniendo


de su boca– Probablemente crees que podrás ponerlo en mi contra mía
197

como hiciste en el pasado. No pasará. No esta vez. La primera cosa que


vamos a hacer juntas es asegurarnos de que el alma humana de Haden
esta verdaderamente eliminada antes de traerlo de vuelta. No tiene
sentido correr el riesgo de una reunión.

Mi cabeza se irguió por la sorpresa– ¿Su alma?

Mara entrecerró los ojos– ¿Estás jugando a hacerte la tonta o realmente eres
esta estúpida?

Tenía que contestar– Soy realmente esta estúpida, señora.

Ella se río. No una placentera risa, más bien del tipo que hace que se te ponga
la piel de gallina y tu corazón correr una carrera– Tú y tus amigos invocasteis
un demonio, Theia. Un alma humana no puede viajar en un hechizo de
invocación. Él sigue aquí, atrapado como tú.

Como un temblor de mi corazón, la realización me golpeó. Haden estaba aquí.


El Haden que yo amaba, el que me amaba. Había estado tratando de hacerme
entender.

Y tenía un alma.

El calor de él rozó mi brazo, y por un momento me permití deleitarme con la


vista del amor.

Y luego, por supuesto, me di cuenta de que tenía mucho que perder.

- Estaba preparada para quedarme –me aventure a decir.

Mara solo arqueó una ceja y me hizo señas para que continuara– Le quiero
mucho. Me habría quedado. Si pudiéramos estar juntos. Todavía quiero.

- Eres muy tonta para estar admitiendo tu debilidad, Theia.

El colgante de mi madre se sentía pesado sobre la piel de mi esternón– Tengo


muchas buenas debilidad, señora. Amar a Haden no es una de ellas.

- ¿Por qué me estás diciendo esto? ¿Crees que me darás pena? Olvidas
quien soy.

Cerré mis ojos para poder verlo. Él me negó con la cabeza, preocupado de que
me estuviera poniendo aún en más peligro. ¿Qué más peligro podía haber? No
podía quedarme con él, aunque quisiera, así que abrí mis ojos hacia Mara de
nuevo– ninguno de nosotros pedimos ser rescatados por mis amigos. Me
sentía rota en dos cuando me apartaste de él. No quería irme. Quería estar
aquí, con él. No tienes que forzarme a quedarme aquí, a casarme con Haden.
198

- No tienes que convencerme. No me importa lo que quieras –una


pequeña inclinación de su cabeza me permitió creer que por una
pequeña parte si le importaba. No sobre mi, por supuesto, sino Haden.

- Yo puedo hacerlo feliz…aquí. Se quedaría de buena gana. Formaremos


una familia y tu legado se hará realidad. Tomará su lugar, justo como tú
quieres.

Ella se encogió de hombros– Por supuesto que lo hará. Ahora que tus amigos
se han encargado de la peor parte separando su lado humano débil, estará
más que dispuesto

Exhalé. Tenia que andarme con mucho cuidado– Ganarás, no importa eso,
pero ¿no le gustaría ganar en términos originales? Haden, como solo un
demonio, hará lo que tu digas, por que no le cuesta nada. ¿No significaría más
si tuviera la capacidad de elegir y lo eligiera de buena gana? ¿Si abandonaba
el reino humano, por que él quería quedarse?

Estaba bailando sobre una capa de hielo muy fina.

- Me diviertes, Theia. ¿Crees que no puedo saber que estás mintiendo?

- No estoy mintiendo, lo juro. Lo amo y hare cualquier cosa por salvarlo.


Me quedare.

- ¿Juras que te quedaras?

Haden rugió furiosamente, pero no sirvió de nada. Trató de agarrar a Theia,


pero su mano fue a través de ella.

Le estaba ignorando, en medio de una batalla inútil por su alma. No podía


pararla. Era inútil. No podía advertirla. Tenia que hacerle una advertencia.

Nunca se hacen tratos con el diablo.

Haden lo intento con su madre. Se lanzó sobre ella, tratando de distraer la


atención en la conversación y fue arrojado a través de la habitación hasta la
pared por la voluntad de ella.

Ella sonrío con frialdad a Theia– Repítemelo, amor. Prométeme que te


quedaras. ¿Pasarás el resto de tu vida en Under? ¿No trataras de escapar?
¿Jamás?

Haden, aunque no tenía cuerpo, sintió una punzada en su espina dorsal y las
chispas iniciaron un baile por los nervios. Algo estaba pasando. Se arrastró
hacía Theia, luchando contra la sensación de agredir su propio cuerpo. Tenia
que llegar antes de que fuera demasiado tarde.
199

Theia llevo las manos a su corazón– Te lo juro. Respuesta el alma de Haden y


me quedaré. Voy a ser una hija obediente tuya –Las lágrimas corrían por sus
mejillas– Solo pido que no se les haga daño a mis amigos y a mi familia.

- Vamos a necesitar sangre –dijo su madre, tirando de una chincheta en el


tablón de anuncios de Haden.

Dios, no.

- Es solo un ritual, corderito. –Sonrió, y Theia se estremeció– para enlazar


nuestras promesas la una a la otra –Le tendió la mano a Theia,
pinchando cada una con un golpe alegre de la espiga– Te juro que no se
le hará daño al alma de Haden o a cualquier de tus amigos o familiares.
Te lo prometo, Theia. Voy a ser la madre que nunca tuviste.

Theia se mordió los labios y trató de contener las lágrimas. Como una valiente,
su chica.

Haden vio con horror como su madre tocaba el dedo de Theia y mezclaba su
sangre. No importó lo fuerte que gritó, Theia no lo escucho. Su advertencia se
perdió para siempre.

- Tú, Theia, me prometes que nunca trataras de escapar. Te quedaras


aquí, como mi nuera. ¿Lo juras?

Algo estaba tirando de él fuertemente. No podía dejar a Theia, no ahora. Ella


no sabia lo que estaba prometiendo; no podía entenderlo. Pero estaba
luchando contra la gravedad. La llamo por su nombre y se sintió como si se
estuviera desintegrando. La escucho decir: –Lo prometo.

Y entonces ya no había nada.


200

Arriba es
abajo
201

Capítulo 21
Haden

El confuso momento entre dormir y despertarme era mi peor momento.


Siempre me hacia sentir como si estuviera plantado en el borde del mundo,
como si pudiera solo agarrar algo familiar para sostenerme, y sería yo otra vez.
Pero nunca lo sería.
No sería nadie.

Me dijeron que tenía un nombre, Haden. Les llevó un rato antes de


contarme el resto.

Está vez lo sentí diferente incluso antes de abrir los ojos. La sorpresa por el
matorral de espinas a mi alrededor en lugar de las aburridas paredes blancas a
las que me estaba empezando a acostumbrar, me desperté y estaba de rodillas
sobre el húmedo césped de manos y rodillas en vez de estar extendido sobre el
colchón de aire en la habitación de invitados de Varnie. Esto podía ser un
sueño, pero no lo sentía como uno.

Empuje el suelo, pasando mis mojadas manos por los pantalones de franela
que llevaba para dormir. Aún estaba oscuro, aunque antorchas resplandecían
cada pocos pasos, iluminando lo que parecía un camino a través del seto de
malas hierbas. Tomé una de las antorchas y giré en un lento círculo, intentando
iluminar la oscuridad. No estaba exactamente asustado, pero estaba receloso.

La niebla se arremolinaban en bucles a mí alrededor, como si estuviera pintada


en el aire. En la distancia oía la dulce melodía. Al principio era el tintineo de un
sonido, pero cuando llegó a mis oídos, se mantuvo allí, acariciando el interior
de mi cabeza con el más placentero, y balsámico de los sonidos.

Me moví hacia la música, pensando brevemente en el capítulo de mi libro del


colegio sobre leyendas de sirenas que atraen a los hombres al mar hacia su
muerte con canciones. A una parte de mi no le importaba. Me sentía como si
hubiese estado esperando para esto. Como si lo necesitara.

El camino angosto cuando caminé hacia el otro extremo entre las zarzas.
Ramitas con púas del tamaño de mi pulgar me empujaban con puntas muy
afiladas. Me giré para mirar donde estaba, pero el camino tras de mi ya no
estaba iluminado. Solo las oscuras sombras permanecían, como oscuros
agujeros perforados en el mundo.

Los deja vús me seguían con cada paso que daba, pero entonces, que era más
o menos como había sido mi vida desde que había despertado en la cabina.
Siempre en la cúspide de recordar, pero sin darme cuenta nunca de los
recuerdos. Seguí por el estrecho camino, intentando esquivar las espinas de
202

las zarzas. No pude hacer un buen trabajo con esto; mis brazos y mi pecho
desnudo eran vulnerables. No me gustó esa sensación.

Cuanto más me acercaba a la música, más cerca de ella quería estar. Ya no


era una canción dulce. Tenía un estado de ánimo melancólico en ella, y todas
las notas se mezclaban en una sinfonía de sonidos diseñados para romper un
corazón, parecía. Detrás de mí, las ramas se habían cerrado por completo.
Delante de mí, el camino se había reducido a un túnel bajo. Tuve que ir de
rodillas y a veces tenía que arrastrar el estomago. De todos modos no podía
volver; solo podía ir hacia delante.

Con cuidado por la llama, avancé por la pequeña abertura mientras los palos
cogían mi ropa y mi pelo y arañaban mi piel. No creí que pudiese hacerlo.
Estaba atrapado y pensé que moriría entre los arbustos.

Y entonces, de repente, el sol estaba brillando.

Rodé sobre mis pies, sorprendiéndome al encontrarme en un mundo de colores


vibrantes. Los arbustos de los que había salido habían desaparecido y había
colinas de hierba verde y flores de colores brillantes hasta donde alcanzaba la
vista.

Y la música se oía.

Me subí a una pequeña colina que había delante de mí. Cuando llegué a la
cima, la vista de la chica me robó el aliento.

Estaba sentada en una silla de madera con vistas a un río que brillaba como si
fuera una costra de diamantes. No se dio cuenta de mi llegada mientras tocaba
el violín. Sus ojos estaban cerrados y estaba en su propio mundo, mientras el
mío se derrumbaba a mí alrededor.

Theia.

Me habían enseñado fotos de ella, y pensaba que era guapa. ¿Qué más se
puede pedir? Las imágenes no me habían provocado ningún recuerdo, aunque
todo el mundo esperaba que lo hicieran. Ella para mí solo era una chica bonita
en una fotografía.

En carne y hueso, era mucho más que bonita. Tenía el aspecto de una ninfa de
jardín, la sensación de que todo en el mundo era fresco y puro. Una guirnalda
de margaritas rodeaba su pelo, sus elásticos rizos del color de la miel y el
caramelo. Vestía una sencilla funda blanca y zapatillas como las que llevan los
bailarines.

Me di cuenta de que debía estar soñando. Nadie podía ser tan hermosa. Era
como si tirase de la luz del sol y bailara sobre su piel y su pelo, lanzando
destellos de brillantez pura sobre mí. Y su canción… la música que envolvía mi
203

interior y que me había traído hasta ella no era dulce. Ahora no sabía como
había podido confundirla con tal. Era de una tristeza conmovedora e hizo que
mi corazón se tambaleara con su propio latido.

Sus ojos se abrieron. Sabía que ahora Theia me notaba. Bajó su instrumento y
giró la cabeza para mirarme. La distancia entre nosotros pulsaba con energía.
No me movía, no respiraba, no me atrevía a parpadear. Tenía miedo de que
desapareciera.

Aunque ni siquiera la recordaba, sentí como si pudiese reconocerla en


cualquier reino, en cualquier vida. Theia se había entretejido en mí: era parte
de mí, en mi sangre. Sabía que gusto tenía, la sensación del rubor de su piel
bajo mi palma. Sabía que nos podía volver a juntar, el enigma del chico que no
era.

Esperé una señal, que hiciese o que dijese algo. Pero ella solo me miró.
Tragué saliva. Dirigí la mirada a su hermosa y esbelta garganta. Dios, sabía
como olía.

- No deberías haber vuelto. – dijo finalmente. Aunque sus palabras se


hundieron en mi intestino como un puño, el sonido de su voz era mágico,
despertando cada célula de mi cuerpo.

- Eres Theia. – dije sin convicción. Hubiese querido recordar la arrogancia


que me habían dicho que solía tener. Sabía que había sonado sencillo.
Tonto.

Ella esbozó una sonrisa irónica ante mi torpeza – Si.

Di un paso hacia ella y ella sacudió la cabeza.

- Por favor. – dije.

- No, Haden. Ni un paso más.

¿Por qué? – Deberías volver conmigo.

Su voz se quebró – No puedo. Por favor, tienes que irte.

- No puedo dejarte aquí. Te acabo de encontrar.

- No es seguro. – me advirtió.

Sacudí la cabeza. – Lo sé. Por eso necesitas venir conmigo.

Se levantó lentamente, colocando su instrumento y el arco en el asiento de la


silla. Se giró para mirarme de frente. Quería tocarla más de lo que quería
respirar.
204

- No me puedo ir. Pero no te preocupes, estoy perfectamente bien aquí. –


Sonrió con la boca, pero la sonrisa no llegó a sus ojos. – No soy yo la
que está en peligro de todos modos. – se lamió los labios, su lengua
lanzó una sugerencia que me hizo sentir las rodillas débiles. – No es
seguro para ti, corderito. – inclinó la cabeza y me miró con la mirada de
un cazador – Después de todo, la oscuridad en mi te quiere del mismo
modo que un agujero negro come estrellas.

Cuando la alarma chirrió escandalosamente, creí que mi corazón se iba a


detener. Salí disparado de la baja cama e intenté ponerme al día. Un sueño.
Había sido un sueño.

Uno malo, sin embargo, extrañamente erótico.

Entré en la cocina donde Varnie estaba sirviendo café, ya vestido excepto por
su turbante.

- Te ves como una mierda. – dijo, y me dio una taza de humeante tostado
Francés

Eso viniendo del imitador de mujeres más malo del mundo – Gracias. Eres la
chica más fea que he visto en mi vida, por cierto. – le respondí.

- No, en serio. ¿Qué demonios te pasa? – gesticuló hacia mi pecho


desnudo.

Miré hacia abajo y lo vi, estaba cubierto de arañazos y de sangre seca de las
zarzas. Mi mano buscó a ciegas la taza y salpiqué café caliente sobre mi piel. –
Cristo. – grité y cogí una toalla. Me encontré con los ojos de Varnie. Entonces
no era un sueño. – La he visto.

Varnie me devolvió la mirada durante unos larguísimos segundos. Sus ojos


eran salvajes con emoción y un poco de temor, se entrecerraron con la sombra
azul que intentaba hacerle parecer una matrona. - ¿Theia? ¿Fuiste a Under?

- Eso creo.

- ¿Está viva, entonces? ¿Está bien?

- Es hermosa. – solté. Dios, odiaba cuando las cosas salían volando de mi


boca de esa manera. Casi siempre era algo estúpido. – Parecía sana.
Dijo que no estaba en peligro.
205

Varnie dejó la taza y empezó a caminar. - ¿Intentaste traerla de vuelta contigo?


¿Qué paso? Las chicas se van a molestar cuando se enteren de que la viste y
la dejaste allí.

- No tenía muchas opciones. Me dijo que no se podía ir. No creo que sea
exactamente… como… vosotros la describisteis. – Era lo más
diplomático que podía conseguir antes de mi primera taza.

- Ha estado viviendo en un reino del infierno. – Varnie me miró como si


fuese un idiota – Eso suele afectar a la gente.

Pensé en la mirada en sus ojos y la forma en que se humedeció los labios.


Theia no era la tímida ingenua de la que ellos me habían hablado. Aunque era
sexi como el infierno. Literalmente. – Varnie, creo que está pasando algo más.
Ella... podríamos decir que me advirtió. Dijo que no estaba a salvo… de ella.

Varnie se puso su turbante, completando la inquietante transformación a


Madame Varnie. - Tengo que aprovechar la próxima cita. Trae a las chicas aquí
después del colegio. Ya veremos lo que esto significa.

Asentí. – Gracias, hombre. – Quería decir gracias por todo lo que había hecho
por mí, que sigue haciendo por mí. Me pregunté si él lo sabía.

Varnie me había recogido poco después de que me despertara en un círculo en


el suelo y se hizo evidente que no podía hacerlo por mi mismo. No aún. No
tenía las habilidades suficientes para sobrevivir en su mundo, o en cualquier
otro reino.

En la cima de la perdida de memoria, no tenía dinero. Yo era capaz de


conseguir la ropa de la cara suite del ático en la que había estado viviendo pero
no podía permitírmela por más tiempo. También tenía un camión. Eso era todo.
Lo vendí después de la primera semana para ayudara Varnie con el alquiler y
los gastos.

Creo que Varnie se sentía culpable por todo lo que pasó esa noche. Por más
que quería irse de Serendipity Falls, aún quería más hacer las paces. Así que
se mudó a la casa que acababa de dejar y puso un techo sobre mi cabeza. Le
debía más de lo que podía decir.

Donny me vino a buscar para ir al colegio, como había hecho cada día durante
el último mes. A Gabe no le gustaba eso. No era precisamente mi mayor fan.

Varnie se culpaba a si mismo por la perdida de Theia.

Gabe me culpaba a mí.


206

- ¿Recuerdas algo? - me preguntó ella mientras nos alejábamos de la


acera. Me lo preguntaba cada día. Era una especie de versión de
“Buenos días, Haden”.

- No. Sigo teniendo amnesia. – contesté. No estaba seguro de si debía


contarle que fui a Under la última noche. Probablemente era mejor
decírselo a todos a la vez, después del colegio. Donny no era
exactamente sensata y decírselo ahora significaría que no sería
razonable en todo el día. Técnicamente no estaba mintiendo cuando le
dije que no, no había recordado nada.

Pero me sentía como si estuviera mintiendo.

Ame sería más complicada. Sería mejor para mí evitar pasar demasiado tiempo
con ella. Era espeluznante, la forma en que sabía las cosas. Varnie lo llamó su
“Talento natural”. Todo lo que hacía, seguía siendo insuficiente para traer a su
amiga de vuelta. Aunque no podían parar de intentarlo. No eran nada excepto
tenaces.

Me escapé de la biblioteca en el almuerzo, sobretodo para evitar a Ame.


Aunque esa no era la única razón. A veces eran demasiado amables conmigo.
No es una cosa de la que la mayoría de gente se queje, pero yo no merecía su
bondad. Theia se había ido por mi culpa. Hasta hoy, ni siquiera sabía nadie que
seguía viva.

Sabía que los estaba defraudando porque no podía recordar. Tenía la cabeza
llena de conocimientos, de cosas que la mayoría de chicos de diecisiete años
no sabían, pero no recuerdos que nos pudieran ayudar. Les dolía que no
pudiese recordar a Theia.

Y también me dolía a mí.

Theia había arriesgado todo para salvarme. Ellos decían que me quería. Y
había devuelto su sacrificio por no poder recordarla.

- Aquí estás. – pensaba que había sido bastante inteligente encontrando


la mesita escondida entre las estanterías de la biblioteca, pero mi
fortaleza de solitud no era un reto para Brittany. Desfiló hacia mí. – Te
he estado buscando por todas partes.

- Aquí estoy. – respondí, sin convicción, claro.

Todos los chicos del colegio sabían que yo tenia “amnesia”, pero me seguían
tratando como si fuera el mismo Haden de antes del “accidente”. Donny me dijo
que era porque los Sneetches nadaban en agua poco profunda. Ella siempre
miraba directamente hacia Gabe siempre que hacia comentarios de ese tipo. A
su favor, el la ignoraba.
207

Se oían murmullos por arriba y debajo de los pasillos que hice ver que no podía
oír. La desaparición de Theia y mi amnesia alimentó el molino de rumores
hasta que se convirtieron en cuentos tórridos. Otro punto delicado para los
llamados Sneetches era la deserción de Gabe y mía al “lado oscuro”. Fingían
que no les molestaba, pero gastaban mucho tiempo intentando atraerme de
nuevo a su multitud. Yo no quería especialmente formar parte de su multitud.
Yo no encajaba allí ni en ninguna parte.

Brittany se encaramó a la esquina de la mesa, su corta falda se subió


demasiado arriba para no darse cuenta. Tragué saliva e intenté no mirar de
ninguna manera.

- Deberíamos hablar sobre le baile, Haden

- ¿Deberíamos?

Ella asintió. Su pelo no se movió cuando su cabeza lo hizo. Eso fue de lo más
extraño. Laca, supuse. – Se acerca.

Lo sabía, por supuesto. Donny se pasaba mucho tiempo diciéndole a Gabe que
no iban a ir juntos, y Ame se pasaba mucho tiempo intentando convencerse
para invitar a Mike. Yo no tenía intención de ir al baile. Sentía como una traición
el pensar en divertirme o pasar tiempo con otras chicas. Una traición hacia la
chica que no conocía, que no podía recordar, y quien seguramente nunca
volvería.

Brittany atrajo mi barbilla con su dedo. – Pregúntame.

- ¿Preguntarte qué?

- Por el baile. – La mano de Brittany recorrió a lo lago de mi mejilla y en el


pelo alrededor de mi oreja. – Nos divertiremos.

Ella era tierna, juguetona. Nadie me había tocado recientemente. Y antes de


hace poco no lo podía recordar de todos modos, por lo que fue abrumador lo
bien que se sintió. Brittany olía dulce, como algodón de azúcar. Estuve tentado.
Dios, estaba tentado.

La miré a los ojos, y ella sonrió tímidamente. Podía ser fingida, su timidez. El
modo en que Donny y Ame pasaron de las animadoras, ellas estaban
supuestamente en la misma clase de demonio que exorcizaron de mi cuerpo
esa noche en la cabaña.

Quizá Brittany y Noelle era superficiales, pero quizá solo eran chicas que se
escondían tras su popularidad de la misma forma que Donny se escondía tras
su sarcasmo. Brittany parecía genuinamente nerviosa al preguntarme por el
baile, ¿pero que sabía yo sobre sentimientos genuinos? Especialmente de los
sentimientos de las chicas.
208

No conseguí nada de esto, y salir con Gabe y Varnie me había enseñado que
mi ignorancia no tenía nada que ver con mi amnesia. Las chicas simplemente
era difíciles de entender. Era una de las cosas que las hacían chicas.

Brittany se mordió el labio. – No me vas a pedir ¿verdad?

Llevé una mano a su mano, la que me tocaba, y la sostuve gentilmente en la


mía. – Realmente no puedo.

- Antes de que tuvieses amnesia, pensé que tú y yo quizá…- su voz se


apagó.

- Lo siento mucho, Brittany.

- Es por la inglesa ¿verdad?

- ¿Theia? – pregunté.

Ella asintió. – La cosa es, Haden. Ella no está aquí pero yo sí.

No, la cosa era que yo estaba aquí y Theia no, pero Brittany no lo entendería. –
No va a funcionar. Lo siento.

Nos sentamos así durante un minuto, tranquilos en nuestro mutuo pesar.


Suspiró y me dio un beso en la frente, dándome una vista de la V de su top. –
Lo vas a sentir aún más cuando me veas en mi vestido.

Lo dijo con buen humor, y sentí que ella tenía razón. Entonces fue cuando sentí
una mirada ardiendo.

Amelia.

No sabía cuanto hacia que estaba aquí. Sabía que debía habernos mirado mal
desde donde estaba. El choque de la traición era claro en sus expresivos ojos.

- Ame. –dije.

Apretó la mandíbula y me miró antes de girar sobre sus talones. Sabía que
sería mejor no seguirla. Lo arreglaría más tarde. Esperaba.
209

Capítulo 22
- Bien –dijo Varnie, pasándose la mano por el pelo– Esto va a estar bien.

Yo estaba lleno de ampollas. De dentro hacía afuera.

Ame y Donny se turnaban. No había policía bueno y policía malo. Solo un


policía malo y un policía peor.

Me criticaban sin cesar. De todo: Sneetches, estanque de escoria, inmoral,


demonio, traidor.

Incluso Gabe intentó ayudar– Señoras, permitir que el hombre se defienda.

- No, está bien. Deja que lo saquen –contesté. Todos lo necesitábamos.


Yo era todas esas cosas, incluso cuando intentaba no serlo, incluso
cuando trataba desesperadamente de ser alguien más.

La noche llegó en la cabaña, habían perdido algo, a alguien, muy importante.


Las chicas siempre fueron muy cuidadosas para hacerme saber que ellas no
me culpaban. Pero deberían. Deberían ir de puntillas sobre mis sentimientos,
diciendo excusas por mi falta de utilidad. Cuando finalmente dejaron su enojo
sobre mi, sentí el primer sentimiento humano que había tenido con ellos. Creo
que nos purgo.

Después de la última palabra dura, todos se miraron los unos a los otros, la
sala llena de silencio. Varnie me miro en silencio como si sintiera lastima por
que sabia que no habían terminado.

No tenía sentido sacarlo a relucir– Anoche vi a Theia.

- ¿Qué? –Amelia agarro la muñeca de Donny– ¿Dónde? ¿Cómo? Pensé


que habías dicho que…

- Señorita Amelia, deje al señor hablar –intervino Varnie.

- Soñé…excepto que no era un sueño. Fui a Under, el lugar del que me


dijiste que ella hablo, la ultima noche. Ella sigue ahí –mantuve mis
manos juntas para evitar que me lanzaran preguntas– ella no volvió
conmigo. Dijo que no podía.

- No podemos solo dejarla ahí –Donny se levanto y empezó a caminar–


No puedo creer que no la arrastraras contigo.

- No tengo ningún poder especial, Donny. No se como funciona, le pedí


que viniera conmigo. Se negó.

Se giro y miro a Gabe– Me habrías sacado, ¿no?


210

- Por el pelo –respondió.

Ella cruzo los brazos y me miro de nuevo, reivindicando por su respuesta.

- Quería traerla, lo juro.

Ame miro a Varnie esperanzada– ¿Podemos probarlo? ¿Tal vez las cartas o la
bola de cristal?

- Por supuesto –le contesto, tomándola de la mano y llevándola a otra


habitación, sin lucir tan optimista como ella.

Donny y Gabe se quedaron en la sala conmigo fingiendo que estaban bien,


hasta que Donny se encadeno tan fuerte, que pensé que explotaría. Era como
una goma estirada hasta el límite, lista para tomar.

La frente de Gabe se tensó por la preocupación– Cariño, necesitas relajarte.

- ¿Estás bromeando? –replico– Mi mejor amiga ha estado viviendo en el


infierno todo un mes. Un mes, Gabe. Dios, todo un mes, ni si quiera me
creo toda esta mierda.

Luche por algo que decir– Se veía bien, sana, quiero decir. Estaba hermosa y
estaba tocando el violín.

Donny me miro como si estuviera tratando de escoger las palabras que había
entendido de lo que yo le había dicho– ¿Ella lucía bien?

- Realmente parecía… –no sabía como decirlo sin que sonara mal–
Parecía tener suerte encajando ahí. Como, de acuerdo con ello. –que
estaba totalmente dispuesta a cazarme como a su presa no lo dije.

- Tu madre es una maldita demonio y Theia es su prisionera. No creo que


ella este bien. Hemos tratado de buscar a tu madre, como ya sabes. Si
es como Varnie cree, ella es el santo patrón de los terrores nocturnos.

Hice una mueca– Lo se. –Había visto la misma demonología. Si Mara era mi
madre, y Varnie creía que lo era, Theia no podía estar tanto tiempo ahí– Pero
aun así parecía estar bien.

Gabe me miro como si fuera idiota. Él estaba en lo correcto– Tienes que


aprender mucho sobre chicas, chico amnesia.

Estuve de acuerdo y fui a la cocina a tomar una Coca-Cola para que él pudiera
calmar a Donny en privado. La podía oír gritándole a Gabe y él tranquilizándola
con voz calmada. Parecía que yo era la kryptonita de su grupo. Los hice
débiles, separándolos. Y si, podía recordar lo kryptonita que fui, pero no como
conocí a la chica que me amaba tanto que fue al infierno en mi lugar.
211

Era una maldición.

Después de una hora, Ame salió de la habitación como un cachorro al que le


habían dado una patada. Los tres se fueron sin decir adiós. Le pregunte a
Varnie con los ojos, pero solo negó con la cabeza solemnemente. Lo seguí a la
cocina donde cogió una cerveza.

- Tomare una de esas.

- No lo creo –Sin embargo, me cogió otra Coca-Cola.

- Pensaba que era cierto lo de los ciento setenta años de edad –


argumenté.

- Tu ID dice diecisiete años.

- Tu ID dice diecinueve.

- No hay tarjetas de Madame Varnie –y no las había. Él uso el traje


descaradamente para llenar la nevera de cervezas. Cerveza que no me
dejaba beber.

- Por lo tanto, ¿no hubo suerte para encontrar a Theia? –le pregunté,
aunque era obvio que no la había encontrado.

Varnie negó con la cabeza– Ninguno puede encontrar nada de ella. Es


frustrante. Especialmente ahora que sabemos que solo tenemos que enfocar
nuestra energía en Under. Antes eran disparos en la oscuridad, pero esto ya
esta trabajado. No entiendo como no podemos llevarlo a cabo. –Tomo un largo
trago de la botella– ¿Estas bien, tío? Fueron un poco duros contigo.

- No tanto como me merezco. Tienen razón. Debería estar yo en el


infierno, no Theia.

- ¿Qué le hiciste para golpearla así?

Le lance una mirada de esas que dicen ¿estás-bromeando?– Nada. Ella quería
que le pidiera de ir al baile. Yo dije que no lo haría. – ¿Cuántas veces tenia que
repetirlo?

Varnie se sentó sobre el mostrador– ¿Va a ir Ame al baile?

Me atraganté con mi bebida– Wow. Eso fue sutil.

- ¿Qué quieres decir? –pregunto Mr. Evidente.

- ¿Estás interesado en Amelia?

- No –se burlo mientras pelaba la esquina de su sello– ¿Por qué? ¿Ha


dicho algo de mí?
212

Realmente no quería entrar en el hecho de que Ame solo tenia ojos para Mike
Matheny, el chico que apenas podía juntar tres palabras en una frase pero
comía todas las comidas como si hubiera pasado una semana desde la última.
Así que solo dije –Soy la última persona con la que hablaría de esto.

Él asintió con la cabeza, dándose cuenta de que tenía razón. Cuando Amelia
me vio en la esquina siendo acariciado por Brittany, dejo de confiar en mí.
Aunque yo no estaba seguro de cómo me había ganado su confianza en primer
lugar, no tenia ni idea de cómo la iba a recuperar.

O si me la merecía.

- Háblame de la noche en la cabaña –le dije, pensando que tal vez me


había perdido algo. La clave de mis recuerdos.

- ¿Qué quieres saber? –pregunto.

- Siempre haces eso. Es muy frustrante. Mira, entiendo que nadie quería
hablar de ello cuando me desperté. Lo se, pero he estado por aquí por
un tiempo. No parece que vaya a recuperar la memoria yo solo.

Varnie se encogió de hombros– Te he dicho todo lo que se. Te invocamos,


pero no sabíamos que solo el demonio y tu cuerpo podían hacer el viaje, lo que
significa que tu alma se quedaría en algún lugar por el camino. Por suerte,
como yo te llame, el demonio estaba destinado a mí, aunque estoy seguro de
que ha descubierto una forma de evitar eso con el tiempo. Algo pasó,
suponemos que se trataba de tu madre, y Theia nos echo. – Hizo una pausa,
recordando la última vez que había visto con vida a Theia– Cuando
regresamos, ella se había ido y nos quedamos atrapados con el demonio.

- ¿Pero todavía no se sabe donde esta mi alma?

Varnie negó con la cabeza. – No, y eras un hijo de puta. Bueno, me refiero a tu
parte demoniaca. Donny comento que debería haberle prestado mas atención
a “El Exorcista”, lo que hizo que Ame creyera que debíamos darle una
oportunidad al exorcismo.

- Bien –me rompí. – Así que cuando exorcizasteis al demonio del cuerpo,
yo, bien, mi alma, volvió a él.

- Sin memoria –agrego. Hizo una mueca y miro a la lejanía– Todavía no


puedo entender lo que salió mal. Una palabra perdida en el canto, ¿o
demasiados ojos de tritón? No tiene sentido. ¿Dónde van los recuerdos?

- Estoy más preocupado por el demonio que se fue, Varnie.

- Fuera –Se acabó la botella y la lanzó por la habitación, por falta de una
papelera de reciclaje, y este cayo sobre el linóleo.
213

- ¿Fuera dónde?

- No tengo ni idea. Si recuerdas, lo que no haces, por supuestos, ese era


uno de mis argumentos para no exorcizar al demonio esa noche. Por
supuesto, tampoco lo había querido convocar, en primer lugar, pero las
Betties tenia otra opinión.

Cogí su botella y la puse encima de otra copa– Así que mi mitad demoniaca
esta solo ahí, dando vueltas alrededor, esperando la oportunidad para hacerse
una casa en mi cuerpo. Que supongo, es técnicamente una mitad suya.

- Bueno, lo arrojaron fuera de ese ámbito, por lo que tendría que ser
invitado de nuevo. Creo.

- ¿Eso crees?

- Lo siento, no soy experto en el exorcismo. O en lanzamiento de


hechizos. Soy un psíquico. Es como pedirle a un podólogo realizar una
cirugía del cerebro. –Varnie se froto la cara con desesperación– Por
cierto, odio los hechizos. Preferiría no volver a hacer ninguno en mi vida.
No me importa hurgar en mis visiones, estoy acostumbrado a eso. Pero
no estoy realmente interesado en una audición para Charmed.

- Lo anotare.

- Tal vez debería actualizar mi pagina en Facebook –Nos reímos, pero las
líneas en su frente volvieron– No se donde esta el demonio, amigo.

La noticia no era tranquilizadora– ¿Estás seguro que no puedo coger una de


esas cervezas? –pregunté.

- Ves a la cama. Tienes escuela por la mañana.

Asentí con la cabeza y pase por su lado hacia la habitación de invitados– Si,
mamá.

Me di una larga ducha, llena de vapor. El agua caliente cayendo en picado


raspaba, pero parte de mi quería una quemadura, la penitencia. Una vez en la
cama, mire al techo durante mucho tiempo, esperando a quedar dormido.
214

Capítulo 23
Escuché una risa y vi un destello rojo precipitándose entre los árboles.
Parpadeé con fuerza. ¿Qué demonios? ¿Dónde estaba?

Estaba rodeado de árboles tan anchos aproximadamente como alto era un


hombre adulto. Se extendían hacia el cielo tan lejos que no podía ver la parte
superior, las ramas proporcionaban un dosel exuberante, como una húmeda y
verde tienda de campaña sobre mí y creando un extraño, insular mundo.
Musgo se envolvía en algunas ramas como una malla, y en otros sitios se
aferraba como una densa alfombra. El aire estaba cargado de humedad, pero
la temperatura era moderada, casi fresca.

Vi el destello rojo de nuevo con el rabillo del ojo. Era una persona envuelta
lanzándose ente los árboles gigantescos. ¿Quizá Theia? Esperaba que lo
fuera, así que seguí a la figura. Tuve que parar varias veces, cuando perdía de
vista lo rojo y escuché por ramas rompiéndose. Tuve un vislumbre de la capa y
me di cuenta de que era una chica seguro, pero reapareció detrás de los
árboles, no era posible que hubiera llegado sin que yo la viera. Ella seguía
apareciendo aquí y allá, y cada vez que conseguía acercarme, en su lugar
estaba detrás de mí.

Empecé a perder la paciencia, así como la respiración, y me detuve para


apoyarme en uno de los grandes árboles. Cuando mi corazón se desaceleró, la
corteza cambió bajo mis dedos. Extraño, pensé y miré más cerca. Este se
transformó en un rostro humano y yo arrebaté mi mano y tropecé hacia atrás.

Todo el árbol estaba compuesto por rostros apretados en la corteza como


máscaras. Enfadadas, tristes y malas caras me miraban, me gruñían y me
gritaban sin sonido, moviéndose alrededor de una manera macabra mientras
seguían atrapados en la superficie del árbol. El miedo se apoderó de mí y corrí
a ciegas lejos del árbol, chocando con otro, dándome cuenta cuando me
golpeó el árbol que era el mismo. Todos los árboles a mi alrededor eran los
mismos.

La corteza se retorcía y latía como si los rostros estuvieran moviéndose debajo


de una manta. Su dolor e ira me consumían. La locura descendió sobre mí,
ahogando todo pero el tipo de miedo que hace a un hombre ver su propia
pierna para escapar de una trampa. Dondequiera que miraba, los rostros me
obsesionaban. Me avergüenza decir que me hice un ovillo en el suelo. No
quería ver lo que ellos iban a hacerme. Ya no miraba hacia ellos y con mis ojos
abiertos no podía ver nada más.
215

Entonces sentí a alguien más, delante de mí. Me asomé y vi unas botas negras
de montar. Seguí el cuero por la pantorrilla de una mujer hasta que llegué al
dobladillo de un manto rojo. Me enderecé rápidamente.

- Mi Haden, que ojos tan grandes que tienes. – Theia se quitó la capucha
y se agachó a mi nivel. – No deberías haber vuelto.

Ella se veía tan fresca y recogida en medio del horror, y allí estaba yo,
hiperventilando y goteando sudor frío por el miedo. Apenas podía respirar. Por
lo menos los rostros se habían ido. Por ahora.

- Este no es lugar para ti. Ya no.

Tragué. – Este tampoco es lugar para ti.

- Oh, yo no sé nada de eso – Miró alrededor como si estuviera valorando


una casa que ella creía que tenía movimiento dentro. – Esto tiene
muchas promesas. Me gusta esto. – Theia se levantó. – El vecindario es
un poco peligroso a veces, pero tiene buenos huesos. – Se río de eso.

Yo no sabía por qué.

- Me gustaría ayudarte, pero probablemente es mejor que no te toque –


Mientras me levantaba, se acercó a un árbol y tocó la corteza
ligeramente, reverencialmente. – Ellos fueron humanos una vez. Todos
ellos. Ella los enloquecía y los recogía como insectos en un frasco. -
Theia me miró. – Estoy hablando de tu madre. No la recuerdas ¿verdad?

Negué con la cabeza.

- ¿No me recuerdas a mí tampoco? – Ella miró lejos antes de que pudiera


sacudir la cabeza de nuevo. – Es lo mejor, supongo.

- No te recuerdo, Theia, pero aún tengo sentimientos por ti. Sentimientos


que no puedo explicar, solo sé que están ahí.

- Deshazte de ellos. – Su respuesta me aturdió. – Sentimientos como


esos no te ayudarán. No ahora. Es mejor si simplemente sigues
adelante desde aquí.

- No puedo seguir adelante sabiendo que tú estás atrapada aquí. Dime


como sacarte.

Theia chasqueó la lengua. – He elegido quedarme.

- ¿Por qué hiciste eso? – Y entonces, simplemente miré su rostro, lo


supe. – Es por mi culpa.

Ella se encogió de hombros. – He hecho un trato.


216

- Por mí.

Se sentó en un tronco, envuelta en esa capa con capucha roja de cuento de


hadas. Solo que yo no era el lobo. Ya no. Sin embargo creo que tal vez ella
podría haberlo sido.

- Mara, tu madre, iba a hacerle algo a tu alma. No sé qué. No sonaba


bien. Hicimos un juramento de sangre, pensé que eso significaba que tú
y yo estaríamos juntos. Creía que era el único modo. Y entonces,
mientras yo estaba jurándole mi vida y ella estaba dándome la sangre de
los demonios. – Theia apretó los ojos con fuerza ante el recuerdo. –
Ellos encontraron una manera de traerte de vuelta. Pero me tengo que
quedar.

Me reuní con ella en el tronco, mirando primero a las almas atrapadas en la


madera. – Ellas exorcizaron el demonio. Varnie y Amelia. Y cuando estuvo
fuera de mi cuerpo, mi alma se desplomó de nuevo en ello. Me desperté y no
recordaba nada. Quiero decir, sé algunas cosas… sé que odio la música rap y
recuerdo lo que el mundo era mientras duraba la Segunda Guerra Mundial.
Pero no tengo recuerdos personales. Como si hubiese hecho borrón y cuenta
nueva.

- ¿Cómo están ellos, mis amigos? – su voz era muy baja. Quería ponerla
entre mis brazos y no dejar que nunca nadie volviera a hacerle daño.
Como iba a hacer eso, no lo sabía. Pero la sensación que se instaló en
mi corazón no aceptaría ningún otro resultado.

- Te echan de menos. Te echan de menos como locos.

- Mara me dijo que podía ver el mundo, como tú solías hacer, a través del
espejo que tenías. Pero yo simplemente no puedo. Me dolería
demasiado.

Extendí un brazo a su alrededor, pero ella saltó lejos. – Por favor. – Rogó – por
favor no me toques.

- ¿Por qué?

- Tenías décadas para practicar ser un demonio y un humano, y seguía


siendo duro para ti controlar tus impulsos. Yo no tengo el beneficio del
tiempo. Podría herirte… podría matarte aunque no quisiera.

- Theia, ¿Qué estás diciendo?

- He tomado un juramento de sangre con un demonio. – Me lanzó una


mirada como si debiera entenderlo, como si me estuviera perdiendo una
gran pieza de un puzle - ¿Qué crees que le pasa a alguien con la sangre
de un poderoso demonio en su interior, Haden?
217

Arqueó las cejas, y me di cuenta. Lo que yo no había querido aceptar, pero


había sospechado desde la primera vez que me advirtió lejos de ella. La sangre
drenada de mis mejillas. – Oh, no. Theia, no.

- Pasó tan rápido. Al principio pensé que era solo el ritual de la sangre
que me hacía sentir extraña… ajena. Le prometí que nunca escaparía. –
ella alzó su mano y la miró. – Pero puedo sentirlo dentro de mí,
separado pero uno. Siempre está ahí, esperando a que me debilite.

Cerré los ojos. – Lo siento. Desearía no haber oscurecido nunca tu puerta.

- Ahora ves porque no puedo salir – se apartó, para poner más distancia
entre nosotros. – El demonio está dentro de mí. Quiere cosas horribles.
Me hace querer cosas horribles.

- Lo sacaremos de ti. Simplemente volverá conmigo. Encontraremos un


modo. Me froté la cara para no alcanzar la suya, pero quería tocarle tan
seriamente para tranquilizarla, para tranquilizarme. – Por favor Theia,
déjame abrazarte. No me harás daño.

Un suspiro exasperado salió de sus pulmones. – Me gustaría que fuera verdad.


– Se echó a reír, de la forma en que se ríe la gente cuando una cosa es lo
opuesto a divertido. – No te acuerdas, pero hemos tenido esta conversación
antes. Solo que eras tú diciéndome que me quedara lejos y yo pensando que
el amor puede conquistarlo todo.

- ¿Ya no crees eso?

Su mirada quebró la mía con una intensidad feroz. – Lo haría de nuevo. Por
salvarte. No me arrepiento que ahora tengas una oportunidad. Vete. Vete y se
el tipo que te has pasado toda la vida deseando poder ser.

- No sin ti. – Dejé que pusiera los ojos en blanco antes de preguntar - ¿Te
ha hecho daño…Mara?

- Sorprendentemente, no. – Theia empezó a alejarse de mí por el


sendero, así que salté para seguirla. Los bosques eran pacíficos otra
vez, ahora que ella estaba conmigo. – Ella realmente ha sido muy
complaciente. Te echa de menos, creo, aunque nunca lo admitiría. Sabe
que no puedo irme, pero creo que quiere que yo quiera quedarme.
Quiero decir, no somos exactamente amigas, pero hemos caído en un
extraño tipo de convivencia. Piensa que es solo cuestión de tiempo
hasta que yo sea como ella.

- No confío en ella – ella me miró interrogante. También me sorprendió lo


que dije. – Ni siquiera recuerdo como luce. Pero simplemente… no
confío en ella.
218

Inclinó la cabeza ligeramente. – No te fíes de mí tampoco.

Tragué saliva. Había algo muy caliente sobre estar asustado de una chica.

- Nunca confiaré en Mara. – continuó Theia. – No te preocupes. Incluso


cuando está siendo complaciente, no es exactamente agradable.
Además, no creo que haya renunciado a conseguir hacerte volver aquí
para siempre. No podemos dejar que eso suceda nunca, Haden.

Volvió a empezar a caminar, y yo tropecé un poco con mis pies hasta cogerla.
– Nadie ha renunciado a ti. – dije cuando la alcancé. Ella necesitaba entender
que todos nosotros queríamos su regreso. – Todos los días intentamos
encontrar una manera. Hemos encontrado alguna… gente realmente
interesante durante algunas de las sesiones de espiritismo y localización de
hechizos. Solo que nunca a ti.

- Háblame de ellos. Mis amigos… no de la gente que has conocido


durante las sesiones de espiritismo.

- Está bien. Donny sigue sin admitir que Gabe es su novio.

- ¿Ella ha conectado con alguien más?

- No, aunque amenaza con ello todo el tiempo.

Lo consideró con cuidado. – Bueno, eso es bueno. Él es bueno para ella. ¿Qué
pasa con Ame?

- Creo que Amelia te sorprendería. Varnie la llama un talento en bruto.

Theia paró de caminar. – Varnie todavía está alrededor, entonces.

- Sí. Se está asegurando de que no me caiga de culo. Estos días soy algo
así como un recién nacido, solo tengo que ir al instituto y actuar normal.
De todos modos, pone un techo sobre mi cabeza. Y trabaja con Ame,
desarrollando sus habilidades psíquicas.

Theia se abrazó a sí misma, pero sonrió. – Dios, todas sus lecturas de su Hello
Kitty eran horribles. Me alegro de que esté entrando en ella misma. – Hizo una
pausa. - ¿Mike?

Solté mi aliento – Sigue hambriento.

- ¿Están saliendo?

- En realidad no. Es difícil para ella. En realidad ella no lo puede incluir en


las cosas que hacemos. Él no lo entiende.

Asintió. – Pero Gabe lo sabe.


219

- Sí, tiene la mente bastante abierta. Más que Donny. Todos me ayudan.
Uno pensaría que me aborrecerían, pero todos ellos intentan ayudarme
a adaptarme. El colegio, todos los demás, piensa que tuve un accidente
y que tengo amnesia. – esperé a que me lo preguntara, pero no lo hizo -
Piensan que te escapaste.

Bajó la mirada rápidamente. - ¿Mi padre?

- Está alterado.

- Cree que me escapé

- Sí. Él llama a Donny y a Amelia cada día para ver si las has llamado. Él
no sabe nada de mí… - Mi voz se apagó. –No deberías estar aquí,
Theia. Todo es mi culpa.

Comenzó a caminar otra vez. – Encontré tu camión.

- ¿Mi camión?

- Tienes uno aquí. Está bastante golpeado. Si hubiese visto lo que le


habías hecho antes de que me dejaras totalmente perpleja contigo,
podría haber dicho que no.

¿Había llevado a su perplejidad?

Una lágrima rodó por su mejilla en un lento camino que me hizo sentir fuerte y
débil al mismo tiempo.

Se limpió los ojos y apretó los labios. – Duermo en tu habitación. Realmente


soy bastante patética por ello. Uso tus camisetas para dormir y veo tus
películas. – Hizo una pausa – Y tú ni siquiera me recuerdas.

Esta vez dejé de caminar. - ¿Crees que es fácil para mí? – Ella estaba unos
pasos por delante de mí y se volvió para mirarme. – No, no te recuerdo. No
recuerdo abrazándote o hablando contigo o enamorándome de ti, pero ando
con un gran agujero en el corazón todo el rato. Siento tu ausencia a cada
segundo del día. Duele y no se alivia. Perderte es suficiente malo, pero no
tengo ni siquiera el consuelo de recordar que una vez yo te había tenido.

Pensé que lo entendió, por un segundo. Y entonces algo cruzó su cara, una
expresión que no podía nombrar, tal vez fue la desesperación. – Eso no
importa.

Cerré la distancia entre nosotros. – Lo hace demasiado.

- Creo que siempre has sido el chico más solitario del mundo. – dijo en
voz baja.- Cuando vivías aquí y mirabas el mundo y deseabas formar
parte de él, y ahora sigues sin formar parte de él ¿verdad? – Se quitó la
220

capucha. – No quieres formar parte de mi mundo, Haden. Confía en mí.


– Tiró del collar alrededor de su cuello hasta que lo liberó. Lo sujetó
hacia mí hasta que puse mi mano. – Si tienes los sentimientos que dices
tener, diles a los otros que paren de intentar encontrarme.

- Theia…

Dejó caer el collar en mi mano. – Muéstrales esto. Diles que soy feliz aquí. Que
no quiero volver. Nunca.

Apreté los dedos alrededor de la joya. Estaba caliente. – No voy a renunciar a


ti.

Me sorprendió porque se agarró a mis hombros y se estiró hacia mí en un


beso. La presión de sus labios en los míos llenó de energía cada célula de mi
cuerpo. Era como volver a casa, solo que yo nunca antes había sentido esto
hasta ahora. Mi sangre entraba y salía de mi corazón a un ritmo distinto, uno
que se había emparejado al instante con el suyo. La agarré con más fuerza,
decidido a no dejarla ir. Nunca más.

Y entonces me desperté.
221

Capítulo 24
No sé si había estado en un baile de instituto alguna vez, pero estaba bastante
seguro que nunca iría a otro. Nosotros cuatro, Gabe, Donny, Amelia y yo nos
pusimos en la esquina con tazas de zumo de naranja calientes y rezando por
que el reloj se moviera.

- Por lo menos nos ven bien –reconoció Donny mientras tomaba un sorbo
de zumo.

Nos veíamos bien. Excepcionalmente bien. Donny vestía de blanco, su idea de


una broma, pero el largo vestido se moldeaba a su cuerpo en los lugares
correctos con una abertura en una pierna y un baño tan bajo en la espalda que
Gabe se colocó de pie detrás de ella para bloquear la vista de todos los chicos.
Amelia llevaba un vestido azul eléctrico más corto que el de Donny. En vez de
joyas, tiño las puntas de su cabello color azul y se puso algún tipo de zafiros de
la piel cerca de los ojos.

Ame era mi cita. Mike nunca le había preguntado, y sabia que Donny no
querría ir se Ame no tenia una cita. Y si Donny no iba, entonces Gabe no podía
ir, y lo mas lejos que podía decir, Gabe era el único que realmente quería estar
aquí en primer lugar.

- ¿Quieres bailar? –le pregunté a Ame.

Ella se encogió de hombros– Supongo.

- Ouch.

Ella me miró de lado y una pequeña sonrisa se formó en sus labios –Lo siento.
Es sólo que…

- Lo sé –Yo no era la cita que quería, y Theia seguía viviendo en el


Inframundo.

Después de regresar con el collar de Theia y las noticias inquietantes acerca


de la sangre de demonio que habitaba su cuerpo, Ame admitió a regañadientes
que podría haber sido un poco dura conmigo. Obviamente no estaba
engañando a Theia, estaba tan ocupado mirando el talismán que no había
hecho nada para proteger a Theia o como para pensar en otras chicas. Puse
su colgante en un cordón negro y lo llevaba puesto todos los días. No recuerdo
amarla, pero la amo al mismo tiempo. No era algo que yo siguiera
cuestionando, no después de ese beso. Quizá mi cerebro no recordaba, pero
mi corazón si.
222

- Esto es estúpido –dijo Gabe, y todos lo miramos – esto probablemente


es tan bueno como lo que bien que vestimos, y no estamos
disfrutándolo.

- Theia querría que nos lo pasáramos bien –dijo Ame en voz bajo.

- Theia odiaría este baile tanto como nosotros hacemos –dijo Donny.

El gimnasio había sido transformado, bien, no mucho. La música siguió


sonando, la decoración consistía en algunas banderas de purpurina, u la
relación de adulto a estudiante estaba cerca de dos a uno mientras la multitud
se marchaba.

- Entonces, ¿qué queréis hacer? –preguntó Gabe.

- Comer –dije, recordándome a Mike, pero era verdad. La comida parecía


una muy buena solución.

- Los pancakes son una buena solución para una noche salvaje –dijo
Donny.

- Oh, hombre… podría comer pancakes –estuvo de acuerdo Ame,


dejándonos en shock a todos, solo la había visto comer ensalada.

Media hora después, asaltamos la puerta frontal de la casa de Varnie vestidos


formalmente, cargando bolsas de bollería para el desayuno. Él salió de su
habitación pareciendo confuso.

- ¿Me he perdido algo? –miró sus pantalones cortos y su camiseta–


¿Debería subir y ponerme una corbata?

- Por favor, dime que sabes cocinar –le dijo Donny a Varnie, y él río
cuando vio la bolsa de su mano. Varnie comía muchos sándwiches.

En vez, conteste yo– Yo se cocinar.

- Siiiiiii –dijo Donny.

- No, de verdad.

Incluso a mi me pareció extraño. ¿Por qué iba yo a saber como hacer


panqueques? ¿Eran todos los demonios fans del desayuno, o solo yo? Sin
embargo, la receta estaba en mi cabeza, así que puse a Donny y Ame a freír
bacón, lo que podría haber sido un error, a Gabe a mezclar la masa, y a Varnie
a poner la mesa, y yo me enrolle las mangas y calenté la plancha.

Algo pasó en esa cocina mientras trabajábamos en torno a nosotros y


tratábamos de no ensuciar los hermosos vestidos de las chicas. Donny se quitó
los zapatos de tacón, dándole un aspecto aún más caliente. Ame hablaba y
223

reía, sin saber que Varnie le daba miradas incomodas cuando le era posible, y
cada vez que ella reía, él sonreía. Gabe y yo jugábamos a la pelota con un rollo
de papel con mi habilidad de lanzamiento, y Donny nos decía de parar. Todos
sentíamos la ausencia de Theia, pero al mismo tiempo, me sentía como si
fuera parte de algo. Tenia un lugar en el que pertenecía.

Nos sentamos en la mesa como una familia, pasándonos las cosas y


comiendo. Comí hasta estar lleno que pensé que el botón de mi pantalón se
rompería. Todo lo que comí estaba buenísimo.

Ame se echo hacía atrás –Dios, estoy llena.

- Yo no quiero ni pensar en todos estos platos –dijo Donny– Oye, ahora


que creo en los demonios y los hechizos de magia, ¿quién me contará
sobre los elfos pequeños que vienen y limpian la mesa mientras hago
una siesta?

- Hay una clase de hadas llamadas “Nibs” que hacen eso, pero vienen
con un conjunto de problemas. Nunca vale la pena la molestia que
provocan –respondió Varnie.

- Estaba bromeando, pero –Donny lo miro con recelo– Espera, ¿me estás
tomando el pelo? En realidad no existen los “Nibs”, ¿verdad?

Varnie sonrió evasivamente.

- Ame, ¿existen los “Nibs”?

Amelia se mordió el labio para no reírse. – Nunca había oído hablar de ellos,
pero eso no quiere decir que no existan.

- ¿Chico amnesia?

Levante las manos– Si, lo siento. Amnesia.

- Chicos apestáis –hizo un puchero-

Fue divertido conseguir que trabajara. Donny vivió cerca de la superficie de


algunas palabras bien escogidas para girar en un frenesí. Por supuesto, a
veces era una maldición, también.

Gabe miró la mesa con disgusto– Casi que prefiero hacer otra sesión de
espiritismo antes de limpiar este desastre.

Ame miró hacía arriba– Deberíamos. No hemos vuelto a probarlo en días.

- Estaba bromeando –Gabe volvió a sentarse en su silla– No me gusta.


Es escalofriante.
224

Amelia ignoró a Gabe y parpadeó dulcemente hacía Varnie– ¿Tu qué piensas
Varnie?

Varnie, la savia de los pobres, hubiera hasta saltado de un puente si ella se lo


hubiera pedido con esos hermosos ojos.

Donny ladeó la cabeza y miró atentamente a Amelia, entonces lentamente


inclinó la cabeza y miro a Varnie, estrechando los ojos– Hey, espera un
momento…

Gabe la interrumpió con un beso. Estaba empezando a pensar que el chico


tenia más poderes psíquicos que los de Ame y Varnie junto. Actuaba como si la
mayoría del tiempo no estuviera pendiente, pero parecía que sabía
exactamente lo que no se estaba diciendo. Y la manera en la que manejaba a
Donny sin que ella… fuera menos Donny.

- Podemos hacer una sesión de espiritismo de localización, Señorita


Amelia, si quiere. Una vez más no haría daño a nadie. –Varnie parpadeó
varias veces, al darse cuenta de que estaba actuando como marica. Por
lo menos, yo esperaba que se diera cuenta– En cuanto limpiemos este
desastre.

Todos nos quejamos. Después de limpiar los platos, volvimos a nuestros


lugares alrededor de la mesa en la sala de guerra. Así la llamo Gabe para que
sonara menos espeluznante que nos sentáramos alrededor de una mesa y
cantáramos mirando una bola de cristal.

Después llegó el momento de silencio. Se suponía que teníamos que dejar en


blanco nuestras mentes. Mayoritariamente, nos lo tomábamos en serio y no
soltamos comentarios sarcásticos los unos a los otros, no sabía si mi mente se
habría calmado. El silencio solo duro dos minutos.

De pronto, Varnie habló– Cerrad todos los ojos, abrid vuestras mentes, y
respirar profundamente.

Trate de relajarme. Nunca había estado cómodo en una sala con una bola de
cristal. Y odiaba esas cartas. Eran inquietantes para mi. Predecían los
desastres.

- Dejad vuestras mentes ir. Pensad en un cielo oscuro de noche y un


manto de estrellas. Imaginad todos esos puntos de luz, encontrad uno
que os hablé y focalizaros en él –La voz de Varnie se iba profundizando
mientras hablaba. Ya no era el imitador femenino o el amigo internauta,
quien adquirió una resonancia que parecía salir solo cuando trabajaba
así. Nos llevo de viaje a través de una galaxia en nuestras mentes. A
medida que nos íbamos más hacía la noche dentro de nuestras
cabezas, el collar de Theia se hacía más cálido en mi piel. –Juntar todos
225

vuestras manos. Una vez formemos el circulo, recordad no romperlo


hasta que yo os lo diga.

Ese era un paso importante. Si rompíamos el circulo, podían pasar cosas muy
malas. Varnie nunca nombro que cosas malas, pero estábamos completamente
seguros de que no era necesario preguntar. “Cosas malas” era una advertencia
suficiente.

- Estoy abriendo los canales –dijo Varnie, no a nosotros sino al mundo


espiritual– Para preguntar…

La mesa empezó a temblar. Abrimos los ojos y nos miramos los unos a los
otros.

- Bien –continuo Varnie, su voz reclamando calma– Alguien esta aquí, lo


cojo.

La tabla golpeó más duro. La bola en el centro su base se tambaleó y rodó


hacía mi. Mi primer instinto fue cogerlo, pero me contuve. Donny y yo
utilizamos nuestras manos entrelazadas para amortiguar la bola, evitando que
cayera de la mesa.

La baraja de cartas del tarot en el aparador empezaron a arrastrarse como si


una entidad invisible las tuviera agarradas de un lado a otro.

Donny lloriqueó un poco, y luego, una a una, las cartas empezaron a volar por
los aires como misiles hacia nosotros. Nos encogimos, pero una de ellas me
golpeo lo suficientemente fuerte en el hombro como para cortar mi camisa.

Ame se puso de pie, su pelo flotando en el aire como si estuviera junto a un


viento fuerte. Sin soltar a Varnie y Gabe o romper el circulo, miro las cartas. –
Parad. – Su voz era tranquila, pero intensa, y las cartas detuvieron su vuelo en
el aire. Solo colgaron ahí. El viento invisible se mantenía junto a ella, pero creo
que podría ser algo creado por ella misma, no algo dirigido a ella. Era como si
esa extraña energía se hubiera detenido ante ella, y a consecuencia ante el
resto de nosotros.

Dulce, Amelia parecía una diosa en un túnel de viento.

- Esto no me gusta –susurró Donny.

- Si, a mi tampoco –Varnie se aclaró la garganta– Vamos a seguir


adelante y…

Lo que fuera que iba a decir fue cortado por las letras teñidas de rojo en la
pared, como si alguien estuviera pintándolas con un espray de sangre.

Haden
226

A medida que cada letra aparecía, mi estomago se retorcía un poco más.

Algo empezó a golpear la puerta cerrada y todos nos estremecimos con cada
choque.

- ¿Qué demonios está pasando? –pregunto Gabe.

La mano de Donny tembló en la mía– Creo que deberíamos detenernos. Esto


no está bien.

Estuve de acuerdo. Nunca había experimentado algo tan fuerte u oscuro antes.

- No os dejéis ir –nos recordó Varnie– Tenemos que cerrar los canales.

Era difícil mantener la calma. Las letras de color rojo empezaron a gotear un
los patrones alargados, y una embestida en la puerta provocó que mi corazón
golpeara en cada golpe. Mis músculos se tensaron, y quería golpear algo o
esconderme debajo la mesa.

Amelia cerró los ojos y la habitación estallo en una explosión de luz blanca.
Como un relámpago, tan caliente como el sol, la luz parecía iluminar cada
grieta dónde una sombra podría ocultarse. En ese segundo de calor, la pintura
desapareció, las tarjetas volvieron al aparador y los golpes se detuvieron.

Ame abrió los ojos– Whoa!

- Si, Ame, Whoa –repitió Gabe.

Un silencio cayo sobre la sala. Nuestros intentos por respirar eran los únicos
sonidos.

- Varnie –susurró– ¿Qué he hecho?

- No estoy seguro, pero puedo decir que acaba de evitar un apocalipsis,


Señorita Amelia –su tono era seco, pero su mano no estaba.

- ¿Podemos romper ya el circulo? –Aún tenia miedo, pero tampoco


disfrutaba la mano mojada de Varnie.

- ¿Estás bien, nena? –le preguntó Gabe a Donny.

Estaba pálida, muy pálida, y le temblaba el labio inferior, pero no dijo nada.
Rompimos el circulo y de inmediato rodeamos la silla. Ella se estremeció sin
control.

- Donny, ¿Qué ocurre? –preguntó Ame.

Donny trató de hablar pero parecía que tenia hipo con cada respiración.

- ¿Nena? –Gabe la sacudió suavemente– Por favor dime que estas bien.
227

Sus ojos estaban vidriosos y un poco vacíos. Varnie y yo compartimos una


mirada de preocupación.

Ella abrió la boca en una bocanada– La vi –finalmente lo logró.

- ¿A quién? –preguntó Varnie.

- Me estaba mirando por el otro lado de un espejo. Se veía tan triste y


luego… y luego toda su piel se arrugo y estaba esa cosa del esqueleto –
Ella se estremeció de nuevo y Gabe la atrajo a su regazo.

Theia.

- Probablemente fue un truco –dijo Varnie con calma –Al igual que los
ruidos y el mensaje en la pared. Trucos para asustarnos-

O tal vez no, quería gritar. Salí disparado de la silla y deje la habitación
esforzándome por mantener la rabia escondida. Estaba cansado de sentirme
indefenso. Todo el mundo estaba en peligro, y todo por mi culpa. Estaba escrito
en la pared, literalmente.

Y lo peor de todo, estaba celoso. Estaba furioso de que Gabe pudiera coger a
Donny cuando estaba asustada, y que Varnie pudiera pasar tiempo con
Amelia, aunque ella no supiera que él estaba por ella. Y de que la chica de mis
sueños estuviera fuera de mi alcance.

Esa noche me levante, todavía en mii habitación, incapaz de respirar. Me


sentía como si estuviera bajo el neumático de un coche. No me podía mover,
pero era muy consciente de que estaba despierto y que no estaba solo. Daba
miedo, incluso más que mi nombre en la pared o los rostros de espectros en
las cortezas de los arboles. Por lo menos en el bosque podía correr.

Me las arregle para abrir y cerrar los ojos hasta que se acostumbraron a la
oscuridad. Fue entonces cuando me di cuenta de que Theia estaba de rodillas
sobre mi pecho. Lo había visto antes, en el libro de demonología que Varnie
me mostro. Así era como el demonio yegua cogía a sus presas. En las
imágenes, a veces era una hermosa doncella y otras una bruja. Ningún dibujo
representaban a alguien tan desamparada como Theia.

Ella lloraba en silencio y su labio inferior temblaba. Apartó la mirada de mi,


como si no pudiera soportar que viera su vergüenza.

- Lo siento tanto –susurró.

O podía hablar ni moverme. Ella brillaba como si tuviera un filo de luz suave.

- No quiero hacer esto, Haden. Dios, por favor, ayúdame a detenerme.

Y entonces ella se había ido, como si nunca hubiera estado ahí.


228

Y me pregunté si ella estaba demasiado lejos para salvarla.

Theia se sentó en la esquina de la habitación de Haden, haciéndose tan


pequeña como podía. La vergüenza de lo en que se había convertido la ponía
enferma.

Ella solo necesitaba probarlo. Lo necesitaba muchísimo. Había perdido toda


razón, todo el sentido común.

Apretó los ojos para cortar la memoria, pero se quedaba tan fuerte en la
cabeza. Era fácil crear excusas, poner sus necesidades por delante a todos los
demás. ¿Por qué no iba a tener lo que quería? ¿No lo había sacrificado todo?
Ella no lo mató, al fin y al cabo. Y si quería, podía hacer que él disfrutara la
experiencia, placer exquisito, placer tortuoso.

Theia tapó sus oídos. No, eso era Mara hablando. Mara susurrando todas esas
palabras en su cabeza. Lo que ella estaba haciendo estaba mal. Había
permitido que el demonio en ella ganara la batalla. Haden tuvo suerte de que
ella hubiera podido detenerse. Ambos la tenían.

Mara jugó a este juego muy bien. Prometiéndole a Theia que podría salir, ver a
Haden, pero no había penitencia por el privilegio.

Nunca más.

Los tratos traicioneros de Mara significaban que Theia había perdido, en todo
momento. Ella había estado esperando que Theia cometiera un error que
traería a Haden de vuelta a Under. Theia sería más fuerte la próxima vez.

Tenia que ser mas fuerte.


229

Capítulo 25
Ya estaba sentado en la mesa cuando Varnie se levantó al día siguiente.

- Te has levantado temprano. – dijo, cogiendo su taza favorita del armario.


Le gustaba ir a la playa al amanecer los fines de semana.

Yo había estado mirando mi café, hasta que se había enfriado, tratando de


encontrarle sentido a la sesión de espiritismo, mis sueño que no había sentido
como un sueño, y al hecho de que mi novia había intentado comerse mi alma
anoche.

- ¿Qué pasa? – preguntó Varnie dándose cuenta de mi estado de ánimo.

- Theia estuvo aquí

- ¿Aquí? ¿Así como, ella vino aquí y tú no te fuiste allí? – él se sentó


enfrente mío. - ¿Estás seguro?

Me encontré con sus ojos al otro lado de la mesa. – Creo que ella iba a
comerme. – dije estas palabras a sangre fría. Quería tener pánico, explotar en
rabias, hacer algo. Cualquier cosa.

Varnie miró su taza evitando mis ojos tanto tiempo como fuera posible. – Lo
siento, tío. Esto no mola.

- ¿Mola? – Repetí. – Varnie, necesitamos sacarla de ahí. Necesito mis


recuerdos de vuelta ahora. Ella se paró a si misma anoche. Pero, ¿y si
ella no puede la próxima vez? Ella se odiara. – Y la próxima vez, pensé
pero no lo dije, ¿y si no soy yo al que ella va?

- ¿Qué propones?

Enterré mis dedos en mi pelo, la frustración comiéndome por dentro. – No lo


sé. ¿Puedes hipnotizarme o algo?

- No sé cómo hipnotizar a gente. – Dejó la mesa y volvió con un trozo de


pizza fría de los últimos cuatro días.

- ¿Qué hay de retroceder a vidas pasadas?

- Mira, lo mejor que epodo hacer es dejarte en un estado de meditación


profunda. Pero no estoy seguro de que sea una buena idea. – Hizo una
pausa. – Por supuesto, nadie me escucha cuando digo que algo no es
una buena idea, así que supongo que tú no serás diferente.

- No puedo hacer nada por ella de este modo. Si pudiera recordar lo que
sabía cuándo era un demonio, tal vez pudiera salvarla.
230

- Haden…

- Por favor.

Asintió – Está bien. Pero cuando el mundo vuelva a estallar en tu cara, me


gustaría que por lo menos una vez alguien dijera “Deberíamos haber
escuchado a Varnie”

Exhalé el aliento que había estado reteniendo durante mucho rato - ¿Cómo lo
haremos?

- Volviéndote a sentar en la silla y relajándote.

Bien. Hice lo que me pidió, pero no pensé que me fuera a relajar pronto. Tenía
los nervios de punta, mis nervios rebotaban como una pelota en una máquina
de pinball.

- Inspira profundamente. Piensa en el paso del aire por tu nariz y síguelo


a lo largo de todo tu cuerpo. Visualiza como pasa por todo el camino
hasta tus pies, hasta los dedos de tus pies, y luego, exhala desde los
dedos hacia arriba de nuevo. Y después repítelo.

Hice lo que me dijo, solo realizándolo estaba visualizando mi cuerpo


completamente vacío excepto por el aire porque era como me sentía. Yo era un
caparazón, inerte de vida. Excepto que ahora era como un balón.

Varnie se mantuvo diciéndome que mirara las cosas, estrellas en el cielo, otra
vez, hojas de hierba en un prado, los granos de arena en la playa. Estaba a
punto de decirle que no funcionaba, que no me relajaba, cuando me di cuenta
de que estaba en un cementerio de lápidas muy antiguas

El cementerio no era muy alarmante ni especialmente mórbido. No se sentía


como Under, pero estaba definitivamente lúcido. Me pare en una piedra
rodeada de arbustos de rosas negras y sentí que se me erizaban los pelos de
la nuca.

JENNIFER ANNE ALDERSON

La madre de Theia. Justo debajo de mi nuez de Adam, el talismán vibró


luminosamente. ¿Qué tuvo que hacer la Sra. Alderson para devolverme los
recuerdos? La única conexión que se me ocurría era que Theia había escogido
el brazalete de su madre como el talismán que llevaba yo ahora.

Un talismán que había sido hecho para protegerla de mí.

- Hola, Haden.
231

Me volví buscando la voz. Una mujer con un vestido blanco apareció entre la
niebla. Su pelo, oscuro contrastaba con la palidez de su piel, y sus labios se
veían más rojos de lo que deberían ser.

- ¿Hola? – contesté. No la reconocí, pero en estos momentos no


reconocía a mucha gente.

Se movió con una gracia antinatural, y la niebla se elevaba a su alrededor


mientras caminaba hacia mí. Eso era una etérea cualidad de ella, y no pude
desviar mi mirada de ella.

- Estoy muy preocupada por mi hija. – dijo lentamente con una cadencia
ligera. – Está en un grave peligro.

- ¿Tu hija? – Miré de nuevo a la lápida. -¿Eres la madre de Theia?

- Llámame Jenny. – me dijo con una voz tranquilizadora.

Hablarle a un fantasma era algo que debería haber hecho antes de todas las
sesiones en casa de Varnie, pero hablarle al fantasma de la madre de Theia
era un nuevo nivel de extrañeza. Los espíritus que nosotros buscábamos
nunca habían parecido tan reales. Eran transparentes si podías verlos del todo.
La madre de Theia era del tipo que brillaba, pero era corpórea.

- ¿Por qué estás aquí? - le pregunté sin educación. Se suponía que


estaría en mi subconsciente, no donde ella estaba.

- Mi hija está en un problema muy grande. Ella no pertenece a donde


está.

La culpa me abrumaba. – Sra. Alderson, tendría que saber que yo nunca quise
que le ocurriera esto. Si pudiera intercambiarme con ella lo haría.

- No sabes cómo me alegro de escuchar eso. Que chico tan caballeroso.


– sonrió – Y, por favor, ya te lo he dicho. Llámame Jenny.

Jenny no se parecía a Theia en nada. Sus pómulos eran demasiado


esculpidos, su pelo demasiado oscuro y su boca completamente diferente.
Eran sus labios, quizá, que no estaban bien. Los labios de Theia eran gruesos
y perfilados como un arco, pero Jenny tenía los labios delgados y una boca
ancha.

Aun así, a pesar de las diferencias, había algo tranquilizador en ella. Me relajé
desde el primer momento en el que la vi hacía mucho tiempo. Quizá ella era
más que un fantasma, quizá un ángel guardián de algún tipo, porque su
presencia era muy pacifica para mí. Mis músculos, todo mi cuerpo, empezó a
sentirse lánguido. Todo iría bien ahora. Jenny lo arreglaría.
232

Jenny caminó a mí alrededor y suspiró mientras pasaba la mano por la lápida


que marcaba el lugar donde descansaban sus restos. – Pobre Theia, atrapada
en una pesadilla. – Sacudió la cabeza, su cara mostraba preocupación.

- ¿Podemos sacarla de ahí?

- No, no podemos. – Miró hacia mí como si mirara a través de mí. – Pero


tú puedes.

El modo en que ella dejó ir las palabras me llenó de una sensación de calma.
Yo podía salvar a Theia. De repente, me sentí como si fuera una chispa. Jenny
me miró como si pudiera hacer cualquier cosa. Y empecé a creerla.

Desde que me desperté en la cabina, me había sentido inseguro de mí mismo.


Me llené de una confianza abrumadora y paz increíble.

- Tú puedes ser su héroe, Haden. Tú eres el único que puede salvar a


Theia ahora mismo.

Holas de coraje me recorrieron. Ella tenía razón. Yo era el único. - ¿Qué


debo hacer? – Cualquier cosa, cualquier cosa que ella me pidiera, lo haría.

Jenny sonrió, y me fijé de nuevo en como de diferentes eran ella y Theia. El


pelo de Jenny era oscuro y los rizos de Theia eran… y entonces la chispa se
encendió de repente y se sintió como un jarro de agua helada.

Los rizos de Theia habían sido heredados de su madre.

El pelo de Jenny era totalmente liso.

Donny me dijo acerca de cómo Theia odiaba sus rizos porque eran
completamente salvajes. Ella dijo que nunca se lo alisaría hasta que yo
volviera. Que yo había ayudado a Theia a perdonar a su madre y a aceptar las
cosas de ella que eran diferentes a su padre.

Era extraño que un fantasma perdiera una hora alisando su pelo antes de
encontrarse conmigo en el cementerio. Esta mujer no era Jenny.

Era Mara.

No sé cómo lo supe, pero la claridad del sentimiento parecía ignorar mis


pensamientos de segundos anteriores. La calma, alentadoras vibraciones
estaban manufacturadas por Mara para manipularme. En cuanto la reconocí
estas desaparecieron y me quedé con solo un nudo de miedo frío.

Tragué saliva e intenté que no se notara el miedo que tenía. Lo Mejor era que
ella pensara que yo aún la creía.
233

Mara parpadeó graciosamente hacía mí, jugando su papel como una especie
de guardián benevolente enviado contra el mal. Solo que ella era el mal. No
sabía cómo lo había pasado por alto antes. Ella estaba cubierta de inmundicia,
visible cuando mirabas más allá de su masacra.

- Yo puedo ayudarte a recordar, pero primero necesito que me des el


collar.

Mi mano se dirigió a él automáticamente – ¿Por qué? –Me sentía más seguro


con la protección de él contra mi piel, a pesar de que no me había demostrado
ser muy útil.

- Es un símbolo. Magic lo requiere.

Mis ojos se movían buscando una vía de escape. Pero, ¿estaba yo realmente
aquí, o seguía en la mesa en la cocina de Varnie?– ¿Qué harás con él? –Le
pregunté – ¿Cómo van a regresar mis recuerdos?

Mire a nuestro alrededor, el resto del cementerio desapareció. Nos quedamos


en lo que parecía una cumbre de montaña, tan solo Mara, la lápida de Jenny y
yo.

- Haden, dame el collar –exigió, su ya no era tan tranquila.

- ¿Por qué quieres tanto esto, mamá?

Mara se echó a reír –Ese es mi chico. Incluso sin memoria, todavía conoces a
los de tu propia especie. Es hora de que regreses a casa, Hijo.

- Ya no soy un demonio. No soy de tu especie.

Los ojos de Mara se ensombrecieron –Podemos arreglar eso. Vuelve a casa.

- Deja ir a Theia.

Ella rodó sus ojos –Estoy medio tentada. Honestamente, ella es aún molesta
de lo que tú fuiste. Haden –Mara hizo un puchero –Vuelve.

No había ningún lugar al que ir en este momento, a menos que saltara por el
acantilado, por lo que me quedé ahí, esperando que no quisiera matarme o
comerse mi alma. ¿Cómo de maternales eran los demonios? Miré la lápida de
nuevo y me pregunté si mi madre me amaba – ¿Qué pasa si vuelvo contigo?

Mara ladeó la cabeza, intrigada por mi interés –Obtienes tus recuerdos.

- ¿Y Theia?

- Te quedas con Theia, también –el veneno estaba cubierto de azúcar,


pero estaba ahí.
234

Cerré los ojos –Déjala ir.

- Te estás poniendo pesado, Haden. Todos sabemos cómo acabara esto.


Tú y tus amigos no sois lo suficiente fuertes como para detenerme.
Theia ha hecho su elección, ella se comprometió conmigo, y ahora mi
sangre corre por sus venas. Confía en mí, todo el mundo está mejor con
ella en Under.

- ¿Por qué quieres el talismán? –le pregunté de nuevo.

- Ya te lo dije. Es un símbolo.

Tenía que haber más ahí escondido – ¿Cómo puedo tener mis recuerdos de
vuelta?

Se cruzó de brazos y arqueó una ceja. Cuando parpadeé, me pareció ver que
sus pómulos sobresalían de su piel, pero su cara parecía normal.

- ¿No encuentras el cuerpo humano limitado, Hijo? –Mara no espero a


obtener una respuesta- Se puede tener todo, ya lo sabes. Como un
demonio, puedes tener más poder del que te puedes imaginar en este
momento.

El único poder que yo quería era la posibilidad de salvar de Theia, pero no me


atrevía a expresar mi deseo.

- Solías ser especial, Haden. ¿No lo echas de menos?

Era como si Mara me hubiera clavado un cuchillo y lo girara con cada palabra.
Si, echaba de menos ser especial. No recordaba cómo era exactamente, pero
sabía cómo solía ser algo más. Lo que no habría dado solo para ayudar a
alguien.

- Cuando eras como antes, eras fuerte. Tus amigos envidiaban tu


velocidad y fuerza. Querían hacer las cosas increíbles que tú hacías –
Ella ando a mí alrededor lentamente- Pero en su lugar tú querías ser un
don nadie. No lo entiendo. Podías gobernar este reino y el tuyo propio,
pero tú te revolcaste en la oscuridad y abatiste sobre una chica que
nunca será tan buena como tú lo fuiste.

Mi corazón latía rápidamente, pensé que acabaría saliendo de mi pecho –Si


ella no es buena para ti, ¿Por qué no la dejas irse?

- Hice una promesa de la misma manera que ella me prometió a mí.


Tengo que honrarla, ¿no? Además, ¿Qué harías con ella ahora en la
Tierra? No podrías controlarla, no en esta lamentable condición en la
que estas. Necesitaras tu otra mitad o ella te comerá vivo. Literalmente.
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Miré mis piernas como si enredaderas subieran por ellas. Recogiendo mis pies
no hizo nada para desunir los tallos de púas. Y entonces no pude mover mis
pies de ningún modo. Estaba atrapado, anclado en el suelo con la madre de las
pesadillas dando vueltas a mí alrededor.

- Estás empezando a aburrirme, gatito.

Trate de no entrar en pánico, pero odiaba estar inmovilizado – ¿A dónde van


los demonios? –Le pregunté – ¿Después de exorcizarlos?

- No importa a dónde fue, solo dónde está ahora –Mara sacó un colgante
de su corpiño. Coincidía con el que Theia me había dado. Ella sonrió
ante mi reacción mientras los colgaba juntos –Soy una fanática de la
simetría.

No sabía que tenía planeado a hacer. Quizá si yo hubiera seguido pensando


que era Jenny, se lo habría dado cuando me lo pidió y ella los habría cambiado
sin que yo lo supiera.

- Entonces, tan solo tendrás que poner eso en mí y volveré a ser un


demonio –dije, mientras luchaba contra las enredaderas que tenía en
mis piernas y me obligaban a seguir en el lugar.

- No es tan simple como eso. Tienes que aceptarlo – ¿Aceptar una


posesión demoníaca? – ¿Entonces por qué me atas?

Mara se encogió de hombros. –Porque es divertido –Ella caminó hacía mí, pero
sus pies no tocaban el suelo.

Ella se deslizaba en el aire y cada vez se me acercaba más y más…

Y entonces escuché la voz de Varnie, llamándome des de donde estaba y


donde necesitaba estaba.

La cara de Varnie no era exactamente lo que normalmente quería ver al


despertar, pero en este momento estaba realmente feliz de verle.

- Estaba un poco preocupado, parecías más profundo en el estado de


meditación de lo que creo que es normal.

Mi garganta trabajo para contestar –Agua –dije finalmente.

Mientras él agarraba una botella de la nevera, yo trataba de entender lo que


había sucedido. El talismán vibraba en lo que parecía baja tensión.
236

- Creo que estuve en Under –le dije a Varnie después de haberme bebido
la mitad de la botella.

- Yo no lo creo –dijo él.

- Pero vi a Mara –le explique.

- Haden, cerré cualquier canal en el que pudiera aparecer otra persona


dentro. Se trataba solo de ti y tu subconsciente.

Sabía lo que había visto.

- En serio, tío –dijo –nadie más dentro o fuera.

- No estabas ahí.

- Ni tú. Estabas en tu cabeza.

Exhalé. –Varn…

¿Y si él estaba en lo cierto? ¿Qué pasaría todo había sido una escena


elaborada por mi subconsciente para decirme algo?

El talismán volvía a vibrar.

Solo tú puedes salvarla.

Tienes que aceptarlo.

Cuando eras quien eras, eras muy fuerte.

Como demonio, tenías más poder del que te puedes imaginar ahora mismo.

Deje el talismán en mi palma. ¿Era cierto? ¿Sería más útil si aceptaba ser
como yo había nacido?

Y entonces mi mano quemó. El talismán. Lo había tenido contra mi piel, sin


quitármelo y creyendo que tenía algún tipo de poder sin ser descubierto aún.
Estaba probablemente en lo cierto. Que tenía poder.

Mi poder.

La piedra se movió como si estuviera viva.

- Varn, ¿Por qué Theia tenía un talismán?

Él negó con la cabeza –Ojalá lo supiera. Cuando husmeaste alrededor, me


llago un mensaje de que ella necesitaba un talismán, pero que no intervenía
directamente en su protección. No tenía mucho sentido, lo que no es nada
nuevo. No pude descifrar el mensaje, así que lo pasé lo mejor que pude. ¿Por
qué?
237

- Quizá podría descifrarlo.

Parpadeó, esperando pacientemente a que se lo explicara.

Eliminar el collar no fue fácil por el temblor de mis manos a causa de la


adrenalina corriendo por mi cuerpo –El colgante no puede protegerla, pero lo
que hay en él sí que puede.

- ¿Qué hay en el colgante?

La única cosa en la que había pasado más de un siglo deseando. La única


cosa con la que podría ser lo suficiente fuerte como para proteger a Theia de la
pesadilla de su nueva familia. Lo dejé en el medio de la mesa –Yo.

Varnie empujo su silla unos centímetros, poniendo distancia entre el colgante y


él – ¿El demonio está ahí dentro?

Asentí.

- ¿Cómo?

- Mara tiene que haberlo hecho. Quizá fue el primero por sí mismo. No lo
sé. Dudo que Theia supiera lo que contenía cuando me lo dio. Pero de
esto me di cuenta cuando fui a buscar mis recuerdos.

- ¿Así que tenemos que enterrarlo o esconderlo ahora? –él lo miro como
si no fuera a tocarlo ni con una grúa, y mucho menos enterrarlo.

- No, lo tenemos que dejar escapar.

Él tiro la silla hacia atrás – ¿Estás loco?

- Llama a las chicas –le dije –tenemos que hacer otro exorcismo, esta vez
en sentido inverso.
238

Abajo es
arriba... otra
vez.
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Capítulo 26
Theia
Todo volvió a cambiar la noche que el hombre en llamas cayó del cielo.

Trepé desde la colcha hasta la ventana.

Esta vez no me miró como lo había hecho en el pasado. Su descenso fue lento,
otra vez tortuoso, y sé que mi corazón se detuvo, capturando a mis costillas
como una piedra.

Mientras lo miraba, esperando a que llegara a tierra, volví a vivir su horror, mi


horror. ¿Era Haden? ¿Qué estaba pasando?

No tocó el suelo, en su lugar se desintegró y desapareció en la nada delante de


mis ojos. Tragué saliva. Y entonces mi corazón encogido empezó a galopar. No
sabía qué hacer, qué pensar.

Seguramente, si era Haden, no había muerto. Yo no me morí la primera vez


que fui a Under, y él no se murió la primera vez que vino a mi mundo, así que
todavía estaba vivo. Tenía que estarlo. Me mantuve repitiéndomelo para
convencerme a mí misma.

Pero Haden no debería haber vuelto a arder ¿no? Me paseaba como un león
enjaulado intentando hacer trabajar a mi cabeza. ¿Era alguien más?

Intenté abrir la puerta pero estaba cerrada. No había sido Mara quien me había
encerrado, sino que fue uno de los mayordomos sin rostro que había sido
amable conmigo. Algunos de los habitantes de Under seguían siendo leales a
Haden, a pesar de su temor por Mara. Cuando le expliqué al mayordomo que
no confiaba en mi misma para no herir a su antiguo maestro, encontró una
manera de bloquear la puerta por las noches.

Horas más tarde, seguía sin poder dormir, seguía paseándome, me acerqué a
la terraza. La vista no era nunca exactamente la misma; las montañas siempre
estaban cambiando de forma. Una cosa más que me dejaba fuera de balance.

El aire nocturno era frío, pero un poco suave. Olía como el mar. Efectivamente,
entre los picos de dos montañas, había un océano que por lo general no era
visible. La luz de entorno a dos lunas se reflejaba en la superficie en una
dorada imitación del sol.

No me permití pensar sobre regresar a casa. Era peligroso querer cosas.


Estaba volviendo a la habitación de Haden, mi habitación, cuando escuché un
sonido. E vello de mi nuca se erizó.

Una cosa que había aprendido durante mi estancia en Under fue que no podía
encogerme de miedo. El miedo era apreciado y cultivado, mi mejor arma hasta
ahora ha sido imitar la actitud formidable de mi padre ante la mayoría de las
situaciones. Enderecé la espalda y me dirigí hacia el borde de la terraza,
240

deseando haberme puesto algo más que una camiseta “pirata” de Haden.
Respiré hondo y miré por encima de la barandilla.

Al mismo tiempo, apareció Haden, escalando a la terraza. Mi primera reacción


fue de sorpresa, después alegría, después miedo. - ¿Qué estás haciendo aquí?
– pregunté. ¿Qué pasaría si Mara podía sentirlo?

Saltó por encima del borde con un practicado movimiento.

- ¿Qué has hecho? ¿Cómo lo…?

- He estado escondido dentro y fuera de mi habitación durante medio


siglo. – sus ojos brillaron con un oscuro humor. – Hay clavos de hierro
colocados estratégicamente desde el suelo.

- ¿Has escalado la pared? ¿Y si te hubieses caído? Podrías haberte


matado. – Hice una pausa cuando un nuevo pensamiento destelló por mi
mente. – Espera ¿te acuerdas?

Haden sonrió. – Me acuerdo de ti. Recuerdo cada segundo. – Cogió mi


mano, ajeno al peligro que yo representaba para él, y besó la punta de mis
dedos en un gesto que me recordó a Haden, me lo recordó todo muy bien.
Uno que era ambos, un demonio y un chico.

Mariposas revoloteaban en mi estómago, cancelando con un dulce


momento la fealdad que yo había sentido desde que el demonio había fijado
su residencia bajo mi piel. Quería advertir a Haden, de ser fuerte y de hacer
lo correcto, pero egoístamente, en su lugar, me estiré apretándolo en el
momento.

- Sigues teniendo el camino de la luz de la luna sobre ti. – dijo,


recordándome la emoción de nuestros primeros encuentros.

Me sentí hermosa cuando le miré a los ojos. No se había rendido conmigo, con
nosotros. Ni siquiera cuando no podía recordar que me amaba. Me preguntaba
si yo tenía esto en mí por el desafío y la esperanza de nuevo.

Miró por encima de su hombro a la luz menguante de la luna. – He venido a


llevarte a casa.

- No, Haden, deberías…

- No te marchitarás aquí, no mientras quedé aliento en mi cuerpo.

- Pero tu madre...

- La noche que hiciste el juramento de sangre con Mara. Prometiste que


nunca intentarías escapar.

- Lo sé. Por eso debes irte. Ahora, antes de que nos encuentre. – El
pánico crecía en mi pecho. Nunca había sido una buena idea para mí
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ser demasiado emocional. Yo tenía menos control sobre la oscuridad en


mi interior cuando estaba sobrexcitada.

- No vas a romper el juramento si eres secuestrada.

Di un paso atrás. – Haden, no.

- Bueno. Sí, si luchas contra mí será más creíble. Intenta correr si te


gusta. – su sonrisa lobuna regresó. – Me gusta una buena persecución.

Me alejé de él. – Esto no es un juego. Tienes que irte. No puedo ir contigo.

- No te lo estoy pidiendo, Theia. – Las pupilas de Haden se oscurecieron y


se me ocurrió que seguía siendo peligroso. Se abalanzó contra mí una
vez y me sopesó sobre su hombro como a un saco de harina.

La antigua Theia se ruborizó en mi precaria posición. A la nueva Theia le dolió


el trato. – Bájame. – ordené.

- Mantente retorciéndote. Esta noche se pone cada vez mejor, corderito.

Golpeé mi puño contra su espalda, pero él nunca perdió la calma. Cuando la


puerta no se abría, él la pateó. Como si pasáramos los trozos de un baile, la
situación comenzó a aclararse.

- Vuelves a ser un demonio. – susurré con miedo de llamar la atención


más sobre mi secuestro.

- Tú eres uno para hablar. – bromeó

- ¿Cómo?

- Más tarde, Theia.

Cogió un conjunto de escaleras en el extremo dela sala, todavía me llevaba


como si no pesara nada. Subían en espiral y subimos por el torreón hasta que
llegamos a la habitación de la torre que sostenía los espejos en los portales.

Me permitió bajar, finalmente, delante de la ventana de los mundos. A primera


vista era un simple espejo dorado, la única cosa en la habitación. Buscar en
ella, sin embargo, era siempre como romper mi corazón.

- No puedo volver allí. – En el reflejo estaban Donny, Ame, Gabe y Varnie


cogidos de la mano, en la misma cabina que los había visto la última vez
- ¿Qué pasa si daño a alguien?

Apretó la punta de sus dedos suavemente contra mis labios. – Calla. Erase una
vez, tú me dijiste que tenemos que luchar para estar juntos. Tú creíste en mi
entonces, Theia. ¿Podrías buscar en tu corazón para tener fe en otra
oportunidad?

Ya no era la misma chica.


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Era más fuerte.

Quité sus manos de mis labios. – Prométeme que nunca más me harás callar.

Se río.

- Lo digo en serio, Haden. A partir de ahora, voy a decir exactamente lo


que quiero y nadie me va a decir cómo debería o no debería sentirme o
que puedo o no puedo decir.

- Muy bien. – prometió. – En cualquier minuto vamos a chocar otra vez


contra ese mundo, siempre y cuando el hechizo salga bien esta vez.
Dime, entonces, corderito, en caso de que ambos perdamos la memoria
esta vez, ¿Hay algo que quieras decirme? – su sonrisa estaba llena de
promesas muy oscuras y con mucho encanto.

- Tengo que decir que tienes que irte antes de que te atrapen.

- Eso no va a pasar.

Miré a mis amigos. Quería seriamente reunirme con ellos, pero estaba
aterrorizada de intentar vivir en la Tierra con sangre de demonio corriendo por
mis venas.

- Sé que está asustada, pero encontraremos un modo, Theia. Juntos.

Sentí el tirón de los hechizos, ambos, el del otro lado del portal y el que Haden
había tejido a mi alrededor.

No sabía si era lo suficiente fuerte para luchar contra cualquiera de ellos.

- No dejes que hiera a nadie.

- Nos hieres manteniéndote alejada.

Miré con nostalgia a la puerta. Si pudiera encontrar el valor para correr…

- Theia. – declaró, sus mano ahuecando mi mandíbula gentilmente y


girándome hacia él. Se inclinó hacia mí y yo hacia él. Sus ojos buscaron
los míos y, encontraron lo que buscaban, sus labios siguieron el
ejemplo.

Su beso fue tierno, pero lleno de anhelo, que reconocí de mi corazón. Empecé
a ahogarme en todo lo que me ofrecía, amor, esperanza, fe. Todo estaba allí, a
pesar de que estaba mezclado con una fuerte dosis de oscuridad que ahora
vivía en mí.

No sería fácil. Y Mara no se rendiría. Eso era cierto.

Sin embargo, Haden se había alejado de lo que más quería, ser humano, para
venir a por mí. No podía luchar contra él, no quería. En su lugar, me entregué a
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él y a la marea que me arrastraba su corazón. Nos besamos cuando nuestros


cuerpos perdieron el peso y nos arrojamos hacia otro mundo.

Y caímos juntos.
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Perfect
Dream
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¡Muchas gracias!

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