The Beautiful Now - M Leighton PDF
The Beautiful Now - M Leighton PDF
The Beautiful Now - M Leighton PDF
2
Importante
Esta traducción fue hecha sin fines de lucro.
Es una traducción de fans para fans.
Queda estrictamente PROHIBIDA la venta de esta traducción.
¡Disfruta la lectura!
Staff
Traducción Correción
Pau Tamria
Lia blacklist
Lourdes7 lia
Didi VanEC
Disc
Pandora
4
Edición
Janc
Revisión final
Janc
lia
Diseño
lia
Contenido
Sinopsis Capítulo 19
Capítulo 1 Capítulo 20
Capítulo 2 Capítulo 21
Capítulo 3 Capítulo 22
Capítulo 4 Capítulo 23
Capítulo 5 Capítulo 24
Capítulo 6 Capítulo 25
Capítulo 7 Capítulo 26
5 Capítulo 8 Capítulo 27
Capítulo 9 Capítulo 28
Capítulo 10 Capítulo 29
Capítulo 11 Capítulo 30
Capítulo 12 Capítulo 31
Capítulo 13 Capítulo 32
Capítulo 14 Capítulo 33
Capítulo 15 Capítulo 34
Capítulo 16 Capítulo 35
Capítulo 17 Capítulo 36
Capítulo 18 Epí Logo
Sobre la autora
Sinopsis
Dane James trabajó en los campos de mi padrastro.
Él era el chico de al lado.
Fuerte.
Trabajador.
Prohibido.
Desde el momento en que nos conocimos, fuimos amantes
condenados, siempre queriendo, nunca teniendo.
Nos amamos durante la mayor parte de nuestras vidas, pero desde
6 el principio el destino tenía otros planes. Sabía que nos
enamoraríamos. Sabía que nos derrumbaríamos. Una y otra vez, como la
maldición de una pesadilla recurrente. O la esperanza de un sueño
familiar.
Nuestro pasado fue tumultuoso. Nuestro futuro era sombrío. Pero lo único
que siempre tuvimos era el hermoso ahora.
1 En español original.
sureño se espesa cuando intento hablar otro idioma. No lo noto, por
supuesto, pero ella jura que es cierto y por lo general la hace reír. Puedo o
no utilizar eso a mi favor en ciertos momentos clave.
Bien, lo hago totalmente. Soy desvergonzada en mis esfuerzos para
animarla o distraerla, dependiendo de la situación.
Hay una breve pausa, durante la cual realmente espero que ella lo
deje estar. Sin embargo, no estoy realmente sorprendida cuando no lo
hace. Celina no es otra cosa que tenaz. Es como una hermosa y delicada
pitbull.
—Hay algo que no me estás diciendo. ¿Por qué no me lo dices?
Mientras conduzco lentamente por la calle principal, una calle que
esperaba no tener que volver a ver, extiendo la mano derecha para tomar
la fria y sedosa mejilla de Celina. Mi corazón se hincha con una
combinación de amor infinito y miedo aterrador. Todas las bromas a un
lado cuando le contesto.
—Porque ya tienes bastante de qué preocuparte sin que yo añada
más. Eres mi hija. No es tu deber llevar mis cargas.
9 —¿Pero, y si quiero?
Oh santo Dios.
Es tan desinteresada. Tan increíblemente desinteresada y amorosa.
No sé de dónde lo sacó.
Me trago el nudo detrás de mis amígdalas. Me río y hago bromas tan
a menudo como sea posible, pero la mayoría de las veces siento que estoy
a segundos de las lágrimas.
—Cariño, me encanta que quieras, pero es mi trabajo como tu madre
no dejarte. Es mi trabajo hacer tu vida tan despreocupada como pueda,
mientras pueda. Llegará un momento en el que no podré protegerte de los
dolores de la vida, pero ahora mismo eres mi bebé. Mi dulce, dulce Celina.
Recibiría una bala por ti si eso significara salvarte de un segundo más de
dolor.
—No es como si hubiera vivido una vida protegida e indolora, mamá.
Reprimo una sonrisa ante la exagerada ironía escrita en su rostro.
Me recuerda que es una adolescente.
Nunca lo olvides, pienso sardónicamente.
—Sé que no lo has hecho. Ya has tenido más dolor que algunas
personas en toda una vida. Pero por eso quiero protegerte de todo lo que
pueda. Te pondría de nuevo en mi estómago si pudiera, así que alégrate de
que protegerte no sea tan malo como podría.
—¡Mamá! ¡Qué asco!
Me río de su respuesta. Ella estira "Mamá" en dos sílabas
repugnantes ma-máá.
—En serio, Celina, trata de no preocuparte por eso. Solo sé una
chica normal de catorce años. Bueno, tan normal como puedas ser
mientras compartas mi ADN.
Su voz es tan pequeña que casi no oigo su respuesta.
—Ni siquiera puedo recordar cómo se siente la normalidad.
Otra ola de intensa tristeza me atraviesa. Cuando miro a la derecha,
veo la cabeza inclinada y la boca abatida de mi pequeña. En momentos
como estos me pregunto si mi corazón no se está dividiendo literalmente
en dos, justo por el medio, ni la mitad para sentirse sano y completo de
nuevo.
10 —La verás de nuevo, cariño. —Por favor, Dios, déjala ver la
normalidad de nuevo. —Y recordarás lo aburrida que es. —Por favor,
ayúdala a superar esto.
Espero sonar convincente, pero tengo mis dudas cuando Celina solo
asiente. Me pregunto si ella puede ver a través de mí, en mi interior donde
siento cualquier cosa menos confianza. Me pregunto si, en realidad, soy
tan transparente como el parabrisas manchado de insectos frente a mí.
—Y hasta que lo hagas, podemos encontrarnos en mi antigua
habitación todas las noches antes de acostarnos y reírnos de los
pantalones de la abuela. Apuesto a que usa pantalones de anciana. Y ropa
interior de anciana. Ya sabes, esos muy grandes que van por encima de su
estómago. Como hasta sus axilas.
Arrugo mi nariz y Celina encoge su espalda, y al mismo tiempo
ambas decimos —Ewwww.
Después de un minuto o dos, ella suspira pesadamente.
Ruidosamente. Dramáticamente. Angustia típica adolescente.
—Supongo que estará bien. Las cosas no pueden empeorar.
No le diré que las cosas siempre pueden empeorar, y ciertamente no
le diré que lo hacen a menudo. Ella no necesita saber eso. Evitaré que lo
sepa mientras pueda. Desearía que alguien hubiera hecho lo mismo por
mí. Pero, por desgracia, la vida no ha dejado de demostrármelo durante
veinte largos años, empezando con el día en que me mudé aquí cuando
tenía doce años.
—Anímate, chica bonita. Nunca se sabe. Esto podría ser lo mejor que
te pueda pasar. —Olfateo ruidosamente, inhalando el olor de la hierba
recién cortada, el sol y algo dulcemente único a Shepherd’s Mill mientras
se vierte a través de la ventana abierta —¿Hueles eso?
No he olido esa combinación en particular en quince años. Casi me
da náuseas ahora.
—¿Qué pasa? ¿Te tiraste un pedo?
—Celina Holland, no, no me tire un pedo. Eso, jovencita, es el olor de
un nuevo comienzo. —Olfateo de nuevo —Y probablemente un poco de
estiércol de vaca.
Celina sacude la cabeza y cierra los ojos.
—Eres tan rara.
—Esa soy yo. Rara pero impresionante.
11
Ambas nos quedamos calladas y, mientras avanzamos por el corazón
de Shepherd’s Mill, trato de ver el pueblo bajo los ojos de Celina, dejando
de lado todo prejuicio.
Las aceras a ambos lados de la calle principal están vacías y todas
las tiendas todavía tienen letreros de CERRADO en las ventanas. No hay
coches aparcados en las ranuras que salpican la acera en las esquinas, y
no hay sonidos. En realidad es un poco extraño si no conoces a la gente de
aquí. Todo lo que falta es la bola de estambre rodando frente a nosotras
para completar la apariencia de ciudad fantasma. Eso sería engañoso, sin
embargo. Esta ciudad está muy habitada. Pero en este caso, los fantasmas
son demonios y todos están en la iglesia.
—¿Dónde está todo el mundo?
Celina está acostumbrada al bullicio de una ciudad más grande. Ya
tenía miedo de mudarse a un pequeño pueblo, pero esto… Esto
probablemente la está aterrorizando.
—En la iglesia.
Como si fuera una señal, justo cuando nos acercamos al único lugar
de culto en la ciudad, las puertas principales se abren de golpe y una
multitud de personas sale a borbotones, vertiéndose sobre los escalones de
concreto como agua sobre rocas. Sé por experiencia que están esperando
que el pastor se dirija a la salida para que pueda estrechar las manos de
su rebaño mientras se van. Siempre he pensado que es su último intento
para tratar de convencerlos de no hacer cosas pecaminosas al menos por
el resto del día.
Por lo que puedo decir, nunca funcionó, aunque tengo que darles
crédito por ir al único lugar que tiene alguna posibilidad de convertirlos en
personas decentes.
Los primeros en salir nos miran mientras pasamos. Resisto la
necesidad de deslizarme en mi asiento avergonzada. Estoy segura de que
sacarán sus propias conclusiones sobre porqué Brinkley Sommers ha
regresado después de todo este tiempo, y con una niña, nada menos. Sólo
pensar en ello me hace lanzar una mirada rebelde en su dirección,
levantar una mano, y saludar como si no supiera lo que están pensando.
Como si no supiera cómo son.
En realidad, me río de las expresiones de asombro que veo en sus
caras. Hace un tiempo, eso me habría molestado. Pero no ahora. No saben
que ya no pueden controlarme. No saben que ya no vivo y muero por sus
12 reglas.
Ellos no me conocen.
Ya no.
Finalmente, hacemos nuestro camino más allá del elegante edificio
blanco. Doy al lugar una última mirada en mi espejo retrovisor. Desearía
verlos en mi espejo retrovisor porque estoy dejando esta ciudad en lugar de
volver a ella, pero…
Mi melancolía es interrumpida por el grito de mi hija, lo que hace
que mi atención vuelva a la carretera frente a mí.
—¡Mamaaaá!
Instintivamente, agarro el volante, enderezo mis brazos y aprieto los
frenos, justo antes de aplastar a un animal de granja que camina
casualmente a través de la calle pavimentada.
—¡Oh Diablos! ¿Qué es eso?
Celina se inclina hacia adelante, las manos apoyadas contra el
salpicadero, mirando hacia el parabrisas.
—Es una cabra —contesto sin aliento, mi corazón late como un
tambor —¿Qué te parece?
—¿Por qué hay una cabra a mitad de la carretera, en medio de la
ciudad?
Dirijo una sonrisa irónica hacia mi única hija.
—Bienvenida a Shepherd’s Mill, cariño.
No puedo evitar reírme cuando se cubre la cara con las manos y
gime.
Sé exactamente cómo se siente.
13
Capítulo 2
1984
12 AÑ OS
2Otra forma de decir adiós. Usualmente se usa después de que alguien dice "Hasta luego
caimán".
Capítulo 3
Cuando entré en la casa, mamá y Alton Peterson, mi padrastro,
estaban sentados en el sofá de la sala de estar. No me gustaba mirarlos
juntos. No sabía exactamente por qué; simplemente sabía que me
incomodaba.
Para mí, eran una pareja extraña. Mi mamá era joven y hermosa,
como una de mis muñecas coleccionables con su hermoso cabello rubio y
sus ojos verde oscuro. Pero Alton no se parecía a ninguna de los muñecos
Ken con los que solía jugar. Era mayor y parecía más descuidado que
mamá, como si lo hubieran dejado en el armario bajo un montón de
zapatos por mucho tiempo. Su pelo ya se estaba poniendo gris a los
costados y pensé que seguramente ya debería ser el abuelo de alguien.
Mamá dijo que "sólo" tenía treinta y cinco, pero para mí era viejo.
23
Miré durante unos segundos mientras mi madre bordaba una
almohada. Alton se encontraba a su izquierda con el brazo alrededor de
sus hombros. Sus ojos estaban cerrados y sus dedos frotaban la parte
superior del pecho de ella. No su pecho real, pero demasiado cerca para mi
comodidad.
Deseaba que él no hiciera cosas así cuando podía verlos. Me daba
escalofríos a lo grande. No se atrevería a hacer algo así en público, pero
estaba aprendiendo rápidamente que Alton era una persona diferente
detrás de puertas cerradas. La máscara educada que usaba para que el
mundo la viera estaba muy lejos de la forma en que realmente era.
Estaba bastante segura de que ese era el caso de todos en
Shepherd’s Mill.
Todos excepto Dane James.
—Hola, cariño —Mamá saludó distraídamente, apenas levantando la
vista de su almohada. Pero cuando lo hizo, hizo una toma doble —¿Qué
diablos llevas puesto? ¿De quién es esa camisa?
Por supuesto, ella notaria mi ropa primero. Teníamos un papel que
desempeñar y en ese momento yo estaba fallando.
Suspiré. Teniendo en cuenta la forma en que se escandalizó por la
suciedad de mis Nike, tenía miedo de escuchar lo que diría de mis
pantalones cuando se los mostrara.
—De un chico.
—¿Por qué llevas la camisa de chico atada a la cintura? Pareces un
marimacho. —Le eché un vistazo a Alton. No quería hablar de ello delante
de él. Era vergonzoso para empezar, pero discutirlo delante de mí
asqueroso padrastro se sentía… mal.
Cuando no respondí de inmediato, mamá insistió.
—Brinkley, ¿me oíste? ¿Qué pasa con la camisa?
Mis mejillas ardieron mientras pensaba en la mancha entre mis
piernas, y cómo Lauren y sus ovejas habían reaccionado.
—Te lo diré más tarde.
Mamá puso la almohada en su regazo y frunció el ceño hacia mí.
Tenía toda su atención ahora.
—Me lo dirás ahora, jovencita.
24 De nuevo miré nerviosamente a Alton, que no se había molestado en
abrir los ojos o dejar de frotar el pecho de mi madre. En ese punto, sin
embargo, estaba de acuerdo. Si estaba distraído, no tendría que
preocuparme de que viera mi situación.
Eso era una ventaja
Apresuradamente, levanté las mangas de la camisa de Dane para
que mamá pudiera ver mis pantalones ensangrentados, pero rápidamente
las dejé caer de nuevo en caso de que Alton se molestara en mirar hacia
arriba. Es decir, si se hubiera molestado en dejar de toquetear a mi madre
justo delante de mí.
¡Puaj!
Mamá sonrió.
—Awww, mi pequeña está creciendo. Convirtiéndose en una mujer.
Ante eso, la cabeza de Alton se alzó, y cuando lo observé, su mirada
se centró en mí. Me estremecí ante lo frio que era. Los ojos de mi padrastro
eran de un azul oscuro, como la parte más profunda y fría del océano.
También eran tan intimidantes, como las cosas aterradoras que acechan
justo debajo de la superficie. Nunca pude sostenerlos por mucho tiempo.
Me hacían sentir incómoda por razones que aún no podía comprender. Así
que, como siempre, miré hacia otro lado después de unos segundos.
—¿Puedo ir a mi habitación? Me duele el estómago. —Había
comenzado a palpitar, un dolor profundo que se extendía por la parte
inferior de mi abdomen y hasta la parte superior de mis muslos.
—Por supuesto. Traeré la almohadilla térmica. Cámbiate de ropa y
lavaré lo que llevas puesto para que puedas devolverle esa camisa a su
dueño. ¿Cómo dijiste que se llamaba él chico?
—Dane. Su nombre es Dane James.
Con eso, mi padrastro comenzó a prestarme mucha atención. Su
mano se detuvo y se sentó más recto.
—¿Qué estabas haciendo con Dane James, Brinkley? —Cuando no
respondí inmediatamente, él ladró mi nombre de nuevo, haciéndome saltar
—¡Brinkley! ¡Respóndeme!
—Varios de nosotros estábamos, uh, jugando en el campo. —No
quería mencionar el río ya que no se suponía que tuviéramos una llave de
la puerta que nos permitiera bajar tan lejos.
25 Alton frunció el ceño.
—No deberías andar con ese chico.
—¿Por qué? Él es agradable.
—¿Qué te dije sobre contestarme?
Sentí la sangre drenarse de mi cara. Podía imaginarla goteando por
mi cuello, a través de mi pecho y de vuelta en mi corazón palpitante.
—D- dijiste que no lo hiciera.
—¿Entonces qué estás haciendo ahora?
—Yo estaba… solo estaba explicando. Dane es…
—No quiero una explicación. Él trabaja aquí y tú debes alejarte de él.
Fin de la discusión. ¿Fui claro?
Cerré los labios y asentí con la cabeza una vez.
—¿Puedo ir a mi habitación ahora?
—Sí. —Ansiosamente me di la vuelta y comencé a subir las
escaleras, pero Alton no había terminado. El sonido atronador de su voz
me hizo vacilar y tropecé con el primer escalón.
—Lo digo en serio, Brinkley. Aléjate de él.
Me enderecé, volví a asentir, y seguí subiendo. Poco sabía yo… Poco
sabíamos todos que pedirme que me alejara de Dane James era como pedir
que me mantuviera alejada del aire, el agua, la vida o el amor.
Era imposible.
26
Capítulo 4
Estaba jugando Atari en mi habitación cuando escuché el primer.
Tic.
No pensé mucho en ello. Me imaginé que era un efecto de sonido del
juego que estaba jugando, bueno, el juego que estaba perdiendo, o un salto
en la cinta de cassette que estaba escuchando. Fue cuando escuché el
segundo, mucho más fuerte, que me di cuenta de que no era el juego ni la
música.
Tic.
Rápidamente, presioné el botón de pausa en el control y bajé el
volumen en mi estéreo para poder oír mejor. Mientras escuchaba, no noté
27 nada fuera de lo común. Estaba el graznido de las ranas alrededor del
estanque a la distancia, el suave silbido de aire fresco saliendo desde el
ventilador junto a mi cama, y el zumbido electrónico de mi televisión en
blanco y negro. Nada inusual, y ciertamente ningún tictac.
Hasta que lo volví a oír.
Un tic más ruidoso.
Giré mi cabeza alrededor. El sonido venía de mi ventana.
Al instante tuve miedo. Había visto demasiadas películas de terror y
mi imaginación era demasiado vívida para ser considerada como algo
inocente. Mi cerebro evocó automáticamente todo tipo criaturas sedientas
de sangre acechando afuera en la oscuridad. Pero entonces recordé que
tenía doce años, demasiado mayor para creerlo realmente.
Después de al menos un minuto hablando conmigo misma, empecé
a racionalizar y me volví más curiosa sobre el ruido en lugar del miedo.
Bueno, mayormente.
Me impulse hacia arriba y empujé mis piernas por el costado de la
cama. Escuché el silencio. Una pequeña parte de mí todavía estaba
secretamente preparada para escuchar un rugido o garras rasgando el
costado de la casa, algo aterrador y monstruoso. Mi corazón golpeó
pesadamente mientras bajaba mis pies al suelo. Estaba totalmente
preparada para salir corriendo si escuchaba gruñidos.
Pero no lo hice, así que me dirigí lentamente hacia la ventana.
Razoné conmigo misma mientras me movía, enumerando posibles
explicaciones (aparte de monstruos) para el ruido: una rama de árbol
raspando el lado de la casa, algunos escombros soplando a través del
patio, algún insecto nocturno golpeando su cuerpo contra el vidrio.
Mis dedos sólo temblaban un poco cuando empujé las cortinas hacia
un lado y miré a través de la pequeña hendidura. Al principio, todo lo que
vi fue la mitad de mi cara y el destello brillante de la televisión detrás de
mí. Pero después de unos segundos, luego de que mis ojos se ajustaron
para ver más allá de mi propio reflejo, me las arreglé para mirar hacia
fuera en la noche. Fue entonces cuando vi que había, de hecho algo en el
patio. Y que ese algo era en realidad un alguien.
Era Dane James.
El que se quedó.
Lo reconocí en el instante en que mis ojos se centraron en él. Pensé
que probablemente lo reconocería en cualquier lugar, con cualquier
28 cantidad de luz. Si no reconociera su aspecto, reconocería la forma en la
que me hacía sentir. Incluso en la noche, con poca luz, desde esta
distancia, a través de un cristal que reflejaba mi propio rostro, me sentía
feliz, cálida y de alguna manera aliviada.
Dane estaba de pie justo donde la media luna de la luz exterior se
desvanecía en la oscuridad de los árboles. Se parecía un poco a un
fantasma. Algo producto de la noche, un brazo tal vez o algún otro tipo de
proyección, alcanzando lo suficiente en la luz para atraerme.
Y él me atrajó.
En algún lugar muy profundo de mi estómago. Lo sentí como un
aleteo en mi vientre. El chico que me salvó con su camisa de cuadros rojos
y sus ojos color otoño estaba en mi casa. De pie en mi patio. Arrojando
piedras a mi ventana. Y estaba emocionada de verlo.
En ese instante, no me importaba que mi madre se volvería loca si
supiera que Dane estaba ahí fuera. No me importaba que mi padrastro me
mataría si lo viera. No me importaba que fuera muy inapropiado que una
chica joven abriera la ventana de su dormitorio para hablar con el hijo de
un trabajador en medio de la noche. No me importaba nada de eso. Sólo
me importaba hablar con Dane James, El que se quedó. Sólo me
importaba lo emocionada que estaba de que hubiera venido a verme.
Abrí la cerradura en la parte superior de la ventana y empujé el
panel pesado, asomando mi cabeza lo suficiente como para estar segura de
que nadie en la casa podía oírme hablar.
—¿Qué estás haciendo aquí? —le susurré en voz alta.
—Vine a ver cómo estabas.
—¿Por qué?
Se encogió de hombros.
—Para asegurarme de que estabas bien.
No respondí de inmediato. Por unos segundos, la humillación del
"episodio" regresó con toda su fuerza y contuvo todo lo que podría haber
dicho como un puño apretado tratando de estrangularme. Desearía que se
olvidara de todo.
Después de una respiración profunda, sin embargo, finalmente logré
responder con voz audible.
—Estoy bien.
—Entonces ven. Vamos.
29
—¿Ir? ¿A dónde? Es media noche.
—Sé que es media noche. ¿A quién le importa?
—A mí me importa. Me meteré en problemas.
—No seas gallina.
—No soy gallina. —Incluso mientras respondía, empujé mi barbilla
un poco más, casi rompiendo mi cabeza contra la ventana.
—Bien. Entonces ven aquí.
Sabía que no debía. Sabía que no debía dejar que ningún chico,
mucho menos este chico, me convenciera de salir a escondidas de la casa,
pero sabía en mi corazón que no estaba convenciéndome de nada. Yo
quería ir con él. Dondequiera que fuera, yo también quería ir. Ni siquiera
me importaba dónde.
Impulsivamente, antes de que pudiera pensarlo dos veces y cambiar
de opinión, estuve de acuerdo.
—Dame un segundo.
Apresuradamente, cerré la ventana y, con el pulso palpitante, me
quité el camisón y me puse un par de shorts amarillos y una camiseta sin
mangas con mariposas rosas y amarillas en un hombro. Metí los pies en
mis Nike blancos y rogué que no fuéramos a ningún sitio donde se
ensuciaran. Mamá todavía estaba enojada por la última vez que tuvo que
limpiarlos.
Bajé las escaleras, deteniéndome en cada crujido de la madera hasta
que finalmente pude llegar a la alfombra y correr por el comedor hasta la
cocina. Sabía que tendría una mejor oportunidad de salir por la puerta de
atrás sin que nadie me escuchara. La puerta principal gemia cuando se
abría, algo así como un viejo fantasma que estaba demasiado cansado
para ser inquietante.
Una vez que abrí el cerrojo y giré el pomo de la cerradura, abrí la
puerta lo suficiente para salir y luego la cerré rápidamente detrás de mí.
Me detuve en la pequeña banqueta de concreto y respiré profundamente
antes de moverme otra pulgada. Todavía podía regresar. No era demasiado
tarde.
Aún.
36
Capítulo 5
2004
32 AÑ OS
41 ¿Qué es eso?
Desconcertada, me pregunto si se desmayaría si caminara hasta allí
y presionara esa vena con mi pulgar. Es probable que haya mucho flujo
sanguíneo en un vaso tan grande. Cuanto más la miro, más grande se
vuelve. En realidad, parece comenzar a latir con su furia, así que me obligo
a mirar hacia otro lado.
Retengo una sonrisa. Honestamente, nunca esperé que esta
conversación fuera divertida o satisfactoria de ninguna manera, pero
resulta que engañar a la reina y verla tratar de esconder una maldición es
bastante placentero.
—No estaremos bajo tu techo ni un minuto más de lo necesario.
Estamos deseando encontrar nuestro propio lugar ¿verdad, Celina?
Obedientemente, mi hija asiente. Con el movimiento, noto la luz de
la ventana reflejando en el fino brillo del sudor que ha estallado en su
frente. Su piel es cerosa y pálida, y parece exhausta. Incluso su
respiración es superficial.
La alegría momentánea de la incomodidad de mi madre es
rápidamente eclipsada por el bienestar de Celina.
—Creo que le mostraré a Celina mi antigua habitación, si te parece
bien, mamá. Tal vez ella pueda tomar una siesta rápida. Ha sido un largo
viaje.
Mi madre parece aliviada de estar libre.
—Por supuesto.
Las tres nos ponemos de pie, y tomo la mano de Celina y la llevo
hacia las escaleras. Es sudorosa, y tengo que luchar contra la necesidad
de recogerla y cargarla como mi bebé. Porque ella sigue siendo mi bebé, a
pesar de que piensa que es demasiado grande para ser cargada, o para que
yo la trate como si fuera mi mundo. A decir verdad, en este caso,
probablemente sea lo mejor. Ya es más alta que yo y probablemente haría
que nos matemos las dos si tratara de recogerla.
Subo los escalones lentamente, dándole a Celina el tiempo suficiente
para tomarlo a su propio ritmo. En el rellano, doblo a la derecha. Estoy tan
concentrada en mi hija que el aluvión de recuerdos desagradables que
vienen durante el trayecto a mi antigua habitación son empujados a un
segundo plano en mi mente. Estoy segura de que pensaré en ellos más
tarde, los reviviré más tarde, pero en este momento mi mayor
42 preocupación es la chica detrás de mí.
Entrar en mi habitación de la adolescencia es como retroceder en el
tiempo. Algo así como lo fue mudarse a Shepherd’s Mill hace todos esos
años. Era como si el progreso nunca hubiera ocurrido.
Lo mismo aquí. Es como si los años no hubieran pasado. Todo se ve
exactamente como lo dejé hace quince años.
Esperaba que mamá lo hubiera convertido en una habitación de
costura o un cuarto de trofeos o una granja de hormigas gigantes,
cualquier cosa que no fuera el lugar donde su vergonzosa hija pasó sus
noches. No puedo entender por qué no lo hizo. Mi gran éxodo de
Shepherd’s Mill no era exactamente un motivo de orgullo para ella.
Me detengo antes de que el ceño fruncido que amenaza mi frente se
asiente.
—¡Vaya! Se encogió —le digo a Celina, sonriéndole. —Era al menos
cuatro veces más grande cuando vivía aquí. Por supuesto, tenía que serlo
para mantener mi personalidad más grande que la vida.
Al oír eso, ella rueda los ojos. Lo tomaré, sin embargo. Es cuando se
vuelve demasiado débil, demasiado fatigada, demasiado enferma para
bromear, jugar y burlarse de mí que mi preocupación aumenta a un nivel
peligroso.
Camino a la cama y la acaricio dramáticamente.
—Ven, pon tu linda cabeza en el mismo colchón donde dominé a
Frogger durante tres años seguidos.
—¿Qué es Frogger?
Suspiro teatralmente.
—La juventud realmente se desperdicia en los adolescentes. Frogger
fue simplemente el juego Atari más increíble jamás creado.
—¿Qué es Atari?
Levanto las manos.
—Toma una siesta. No puedo manejar este tipo de falta de respeto
en este momento.
Celina sacude su cabeza hacia mí, pero veo la curva tirando de las
esquinas de su boca.
43 —Eres tan rara.
Me lo dicen mucho.
—Crees que cualquiera de más de veinte es raro.
—Todos los mayores de veinte años no son raros. Son viejos.
—Realmente no quiero tirarte por la ventana ahora mismo, pero… —
Aprieto mis labios e inclino mi cabeza como si todavía lo estuviera
considerando.
—Me agotas.
—Entonces duerme, hija mía. Duerme. Duerme. Relájate. —Con mi
mejor acento de Transilvania, agito mis manos como si la estuviera
hipnotizando. Ella se acurruca de lado, y se estira para alcanzar el
edredón detrás de ella y lanzarlo hasta su barbilla. Le ofrezco una sonrisa
y le doy un beso, que ella ignora, antes de que me vaya y cierre la puerta
detrás de mí.
Hago una breve pausa en el otro lado del panel de madera, dejando
que mis ojos se cierren mientras me imagino a mi hermosa niña en la
cama, en la casa, en el pueblo que odié tanto al crecer. Espero haber
hecho lo correcto.
Por favor, Dios, dime que hice lo correcto.
Me alejo de la puerta y bajó las escaleras, mi corazón lleno de un
intenso amor maternal y una caótica ráfaga de todo tipo de emociones.
Cuando doy la vuelta al rellano, la vista de la ventana del pasillo me llama
la atención. Más allá del cristal están los campos. Se extienden como un
pálido océano. Pareciera que se extienden por kilómetros, contenidos sólo
por la línea oscura de los árboles a la distancia. El bosque se cierne
alrededor de los bordes de los campos como un padre protector con los
brazos extendidos, acorralando a sus hijos rebeldes.
Esos campos me recuerdan una cosa, una persona. Mi corazón
retumba con amor y odio, arrepentimiento y remordimiento, anhelo y
miedo. Todas las cosas claras y oscuras se estrellan y caen a través de mí,
y recuerdo algo que aprendí hace mucho tiempo.
Algo que aprendí de la manera difícil.
Si vivir en Shepherd’s Mill, Carolina del Sur me enseñó algo es que
la vida es, al menos, una mezcla impredecible de amargo y dulce.
A medida que desciendo las escaleras, un nombre para esta
confusión rueda a través de mi mente una y otra vez.
44
Dane James. Dane James. Dane James.
Incluso me encuentro susurrando: —Dane James. ¿Qué te ha
pasado?
Capítulo 6
1987
15 AÑ OS
70
Capítulo 8
No pude dejar de sonreír. A pesar de la forma en que la noche había
terminado con Taylor, a pesar de las opiniones retorcidas de mi madre
sobre el amor y el matrimonio, a pesar de la desesperanza que había
sentido antes, estaba en las nubes cuando crucé la puerta justo antes del
amanecer.
Dane y yo habíamos pasado lo que parecían horas besándonos en la
roca del campo.
Nuestra roca.
No habíamos hablado mucho después de que accidentalmente lo
toqué debajo de la cintura. Bueno, tal vez no fue tan accidentalmente. Yo
quería tocarlo. Tal vez más de lo que podía recordar querer algo. Y así lo
71 hice. Solo el recuerdo de su fiereza, de su control, de cuánto me quería me
hizo temblar.
Pero se resistió.
Yo.
Nosotros.
Aquello.
Por el bien de ambos. Y aprecié eso. Creo que, en cierto modo, por
eso no hablamos mucho después de ese punto. No era necesario. Todo lo
demás en el mundo se había desvanecido en el fondo, pareciendo mucho
menos significativo cuando sus labios estaban sobre los míos. Creo que
ambos descubrimos que era infinitamente más placentero luchar contra
nuestra atracción mutua que pensar y hablar sobre todas las otras
batallas que no podíamos ganar.
Cuando me dijo que tenía que llevarme de regreso, que pronto
saldría el sol, me acompañó hasta la puerta de la cocina, valiente como
siempre. También me había besado allí. Audaz como el infierno. No parecía
importarle que pudiéramos ser atrapados o que él y su padre pudieran
perder su sustento y su hogar si mi padrastro se enteraba. Parecía que
Dane quería sus labios sobre los míos por última vez más de lo que quería
garantías sobre el mañana. Y sabía exactamente cómo se sentía. Yo quería
lo mismo.
Atravesé la puerta, la cerré en silencio detrás de mí y me abrí paso
por la cocina. Me detuve en el borde de la sala para quitarme mis zapatos
y llevarlos conmigo a mi habitación. Subí de puntillas silenciosamente las
escaleras, pisando los bordes exteriores de cada escalón para evitar los
chirridos que había memorizado a lo largo de los años. Gire a la derecha
en el rellano y abrí la puerta de mi habitación, deslizándome y
recostándome contra ella una vez que estuve a salvo dentro.
Jadeé de sorpresa cuando escuché la voz de mi padrastro. Salté tan
violentamente que dejé caer mis zapatos.
—¿Divirtiéndote por ahí?
Examiné el interior débilmente iluminado hasta que localicé a Alton
Peterson sentado en la silla de papasan en la esquina. Encendió la
pequeña lámpara que estaba en el borde de mi tocador. Proyectando una
estela de luz en su rostro para que pudiera ver su expresión.
Mi corazón se aceleró, latiendo contra las paredes de mi pecho como
cascos sobre tierra compacta.
72
—Yo... yo no... yo no... ¿Qué estás haciendo aquí?
Vi como lentamente se ponía de pie. Se quedó mirándome unos
segundos antes de moverse. Observé, nerviosa como un gato en una
habitación llena de mecedoras, mientras se acercaba a mí. Rodeó la cama,
sus pisadas silenciosas mientras sus dedos se clavaban en la gruesa
alfombra. No se detuvo hasta que estuvo a solo unos centímetros de mí.
Demasiado cerca.
Demasiado cerca.
—¿Te escabulliste para ver a Dane James?
—No me escabullí —respondí, levantando la barbilla con rebeldía
para infundir verdad a la mentira.
—No me mientas. No soy tu madre —. Su voz era suave, pero tenía
un hilo de... algo que me hizo querer alejarme de él mientras se acercaba.
Sus ojos sostuvieron los míos, poniéndome cada vez más incómoda.
Contuve el aliento cuando él se acercó a mí y tomó un mechón de cabello
de un lado de mi cuello, levantándolo para frotarlo entre sus dedos.
—Yo... no me escabullí. Hace calor aquí. Salí a donde estaba más
fresco. No me di cuenta de que eso estaba prohibido.
Mi padrastro inclinó la cabeza lo suficiente como para llevarse el pelo
a la nariz e inhalar profundamente. Fue un sonido largo, lento y
espeluznante, como si estuviera tratando de inhalarme.
—Bien. Porque te dije que te mantuvieras alejada de él, ¿no?
Hubiera retrocedido más lejos, pero la puerta estaba detrás de mí.
No tenía a donde ir. En el fondo de mi mente, me di cuenta de que no
todas las cosas en la noche eran divertidas, calientes y sexys. Algunas
cosas eran extrañamente aterradoras. Y estaba extrañamente aterrorizada.
Asentí —Sin embargo, todavía no sé por qué. No hay nada malo con
él.
—Algunas chicas tienen nariz para la basura. Es una pena, de
verdad. Una chica bonita como tú, podría tener un futuro brillante. Solo
tienes que controlarte. Pon tus... encantos para usarlos en mejores
hombres —. Puso el mechón de cabello sobre mi pecho, la parte posterior
de sus dedos rozando la hinchazón de mi seno —. Si te preocupas por ti
misma, tu madre, tu futuro, por él, te mantendrás alejada de Dane James.
Él podría arruinarte. Y yo podría arruinarlo a él. Son demasiadas vidas
arruinadas por un flechazo. Por él —. Hizo una pausa antes de dar énfasis
73 adicional a sus siguientes palabras —El sexo con él no vale todo eso,
¿verdad?
Mi boca se había secado como un hueso y mis rodillas literalmente
temblaron tratando de sostenerme en posición vertical cuando realmente
solo querían doblarse.
Miré a la cara de mi padrastro, a sus fríos ojos azules, y recé para
que se fuera. Solo vete. Vi algo en ellos que hizo que mi estómago se
apretara de miedo, y supe que si él se quedaba, estaría en problemas. Me
estaba mirando de la misma manera que Taylor Kraus me había mirado a
primera hora de la tarde. Solo que había una racha despiadada en este
hombre.
Despiadada y perversa.
Contuve el aliento, haciendo que cada músculo de mi cuerpo
estuviera lo más quieto posible. Estuvimos así por mucho tiempo: yo
temblando en mi piel, él mirándome como si fuera la cena. Cuando
finalmente volvió a hablar, me sacudí, golpeándome accidentalmente la
cabeza contra la puerta.
—La próxima vez —dijo, dejando que sus ojos viajaran hacia mis
pechos. Intencionalmente y con tanta lentitud que me puso la piel de
gallina, mi padrastro pasó el dorso de sus dedos sobre mi pezón. En voz
baja y acerada, gruñó: —Usa un sujetador.
Se apartó y me rodeó para girar la perilla. Miró y levantó las cejas,
como preguntando si me iba a mover. Hice un gesto torpe a un lado para
dejarlo salir.
La respiración se había convertido en un desafío, pero me las arreglé
para mantenerla unida hasta que cerró la puerta detrás de él. Una vez que
desapareció, sin embargo, dejé que mis piernas dejaran de pelear y me
desmoroné en el piso.
Realmente no sé cuánto tiempo me quedé así, pero Dane tenía
razón. El amanecer no había estado muy lejos. No fue hasta que los tonos
dorados, rosados y anaranjados se derramaron sobre la alfombra pálida
que me relajé lo suficiente como para desmoronarme. Me desplomé sobre
mi costado, un montón deshuesado de miedo y rabia, y lloré hasta
quedarme dormida.
74
Capítulo 9
2004
32 AÑ OS
80
Capítulo 10
1989
17 AÑ OS
95
Capítulo 12
Ya había abandonado el asiento de la ventana a favor de acostarme
en la cama, mirando la gran luna llena mientras una canción sobre la
soledad llenaba mi habitación con reflexiones en la parte más profunda de
mi corazón.
Estaba sola en un pueblo de extraños dementes y la única persona
con la que me identificaba me había abandonado. O al menos así es como
se sintió. Había desertado al otro lado, todo porque finalmente podían ver
que era algo especial. Pero lo supe desde la primera vez que lo conocí,
mucho antes de que alguien más le diera la hora del día. Lo sabía y no
podía hacer nada al respecto.
Sentía que sabía muchas cosas que nadie más sabía: cosas sobre mi
96 padrastro, cosas sobre mi madre, cosas sobre Shepherd's Mill y sus
patrocinadores. Algunos días, sentía que era la única que tenía los pies en
la tierra. Pero eso a su vez me hizo sentir que era la única que realmente
no sabía lo que estaba pasando. Como si me faltara algo. No podía
entenderlo. ¿Cómo podría una población entera de personas estar tan
cegadas a la verdad, a la realidad, que creían que el dinero y el poder era
lo que hacía a las personas dignas o indignas?
Tal vez yo era la ciega. Tal vez así era como funcionaba el mundo.
Tal vez estaba en la minoría por una razón. Tal vez yo era la ingenua.
El agudo tic de una roca contra el vidrio me sobresaltó. Un solo
respiro más tarde y mi corazón se aceleró como un tren fuera de control
mientras mi estómago se llenaba de mariposas.
Dane.
Había venido por mí.
Tal vez él era mi héroe después de todo.
Corrí rápidamente hacia la ventana, rezando porque ese sonido no
hubiera sido producto de mi imaginación. O el producto de demasiadas
ilusiones. Pero cuando bajé la cortina, pude ver la brillante luz plateada de
la luna que se derramaba sobre su cabeza oscura y sus anchos hombros.
Era como un torrente de mercurio en una cascada sobre granito de
medianoche que había sido tallado en forma de hombre.
Sin embargo, mi corazón se hundió cuando vi la cara de Dane. Era
severa, su sonrisa habitual de travesura se encontraba peculiarmente
ausente.
Levanté la ventana.
—¿Qué estás haciendo en mi patio en medio de la noche, Dane
James?
Mi voz tenía un tono decididamente castigador. Solo me faltaba
haber estado chasqueando la lengua y señalando con el dedo, como una
colegiala enojada o una abuela decepcionada. Lo odiaba, pero parecía que
no podía evitarlo. Estaba enojada. Estaba decepcionada.
—Estoy aquí por ti —dijo simplemente, sin sonreír.
—No puedo ir a ninguna parte —le dije. Eso no era del todo falso.
Realmente no debería escabullirme con él. Alton me advirtió lo que
sucedería. Pero si fuera sincera, si no hubiera sido por la llegada de Dane
con Lauren esta noche, me habría arriesgado en un instante. Hubiera sido
97 estúpida y desconsiderada, pero probablemente lo habría hecho solo para
estar unos minutos más con él. Me asustó un poco pensar en todo lo que
estaría dispuesta a hacer por estar más tiempo con Dane James.
—¿Puedes bajar las escaleras solo un minuto? ¿O quieres que suba?
¿Él? ¿Venir aquí? Ni siquiera lo había considerado, pero la idea de
ello me dió un escalofrío. ¿En qué más había pensado? ¿Qué se había
imaginado que pasaría en mi habitación?
No pude evitar preguntarme si Dane podría llegar hasta aquí. Era
casi treinta centímetros más alto, y con sus fuertes brazos y piernas
largas, tal vez podría. Tal vez podría usar la barandilla para subir del
porche al porche del siguiente nivel.
Me entretuve con el pensamiento de él en mi habitación, en mi
espacio. Donde dormía y me vestía, y donde guardaba mis más oscuros
secretos. Aquí es donde llegué a sacar mis deseos más profundos y
examinarlos. Aquí es donde los giré una y otra vez en mis manos como
piedras oscuras y brillantes. Sería tan íntimo tenerlo aquí, lo
suficientemente cerca como para tocarlo. Compartiendo el mismo aire que
respiraba cuando soñaba con él. Pero si Alton se enteraba...
No. Ni siquiera podía empezar a pensar en esa dirección. Me puso
toda caliente y enloquecida, pero también más que un poco asustada. Si
alguna vez lo descubrieran en mi habitación... Habría un infierno que
pagar. Puro infierno. Además, todavía estaba enojada con él por aparecer
con Lauren.
—No, bajaré —dije apresuradamente —Espérame —Cerré la ventana
antes de cambiar de opinión.
Me detuve brevemente frente al espejo para inspeccionar mi
apariencia antes de bajar las escaleras. Con poca luz, mis ojos verdes
parecían negros y demasiado grandes para mi cara, y mis labios parecían
picados de abeja, sin duda dónde los había estado mordisqueando con mis
dientes desde que llegué a mi habitación y tuve mucho tiempo para pensar
en Dane con Lauren. Sin embargo, mi cabello estaba bien. Los rizos
apilados sobre mi cabeza brillaban como una maraña de anillos de oro
sueltos. Mi apariencia tendría que servir, en cualquier caso. Mi principal
preocupación en ese momento era conseguir llegar abajo, descubrir lo que
Dane quería, y luego regresar arriba a mi habitación, sin ser detectada.
Cuidadosamente giré la cerradura de la perilla de mi puerta y la
abrí, agradecida de que las bisagras no crujieran. Me detuve a escuchar,
mis oídos sintonizados con cualquier y todas las señales de vida en la
planta baja. Me aseguré de que estuviera mortalmente tranquilo antes de
98 dirigirme hacia allí.
Me escabullí de mi habitación, cerré la puerta detrás de mí y bajé
silenciosamente los escalones. Incluso respiré a través de mis labios
ligeramente separados para hacer menos ruido.
Una vez en la cocina, sali y abrí la puerta. Para mi sorpresa, Dane
estaba allí, esperándome. Miré hacia atrás para asegurarme de que mi
padrastro no se había despertado y bajé por el largo pasillo que separaba
la cocina de la suite principal. Sin embargo, no vi a nadie. Ni escuché
nada.
Empujé la pantalla, salí a la noche y me acerqué a Dane James.
—¿Qué quieres, Dane?
—¿Fuiste? —preguntó sin preámbulos.
—¿Fui a dónde?
—¿A Misión Pointe?
Eché la cabeza hacia atrás un poco —¿Por qué es asunto tuyo?
Me agarró la parte superior de los brazos con sus grandes manos,
los dedos se reunieron a su alrededor y eran tan largos.
—Maldición, Brinkley, sabes a lo que me refiero. ¿Fuiste?
—¡No! —Siseé —¡Dios!
Dane se relajó. Lo sentí en la disminución de su agarre y en el
aliento que exhaló mientras me acariciaba las mejillas. Se inclinó y
presionó su frente contra la mía —Jesús. Gracias a Dios —. Se quedó así
por unos segundos antes de alzar los ojos para mirarme —Apenas pude
ser amable con Lauren después de que te fuiste.
—¿Ser amable? Entonces, ¿por qué demonios la llevaste?
Estaba enojada de nuevo, la amargura inundaba mis entrañas como
un diluvio de aguas residuales llenando un desagüe vacío.
Hubo una pausa antes de que respondiera. Buscó en mis ojos... algo
mientras los pulgares formaban pequeños círculos en mi piel.
—Por ti. Lo hice por ti.
—¿Cómo fue eso por mí? —Se estaba convirtiendo en una tarea
difícil mantener la voz baja.
—Pensé que si podía cambiar las cosas lo suficiente por aquí, tal
99 vez... tal vez las cosas serían diferentes para nosotros.
—¿Cambiar las cosas? ¿Qué cosas?
—Yo. Si pudiera cambiarme. Solo lo suficiente para hacerme
aceptable para ellos. Entonces pensé que tal vez...
Mi corazón se hinchó justo dentro de mi pecho, como una esponja
que absorbe agua. Él hizo esto por mí. Por nosotros. Pensaba en ambos
como un "nosotros". Y llevó a Lauren para que realmente pudiéramos ser
un "nosotros". De verdad. En publico. Donde los ojos que importaban
pudieran vernos.
Pero Dane no sabía lo que yo sabía. Sabía que nunca podría haber
un "nosotros".
Aparté mis ojos de los suyos, la vergüenza me inundó. Era una pena
que no fuera lo suficientemente fuerte como para romper el sistema. Era
una pena que permitiera que personas de mente estrecha nos mantengan
separados. Era una pena que no hubiera encontrado una manera de
luchar contra Alton y mi madre.
Encontré mis dedos con los suyos donde colgaban a su lado. Sabía
que había un momento en que podíamos estar juntos. La noche. Cuando
el mundo se encogía al tamaño de dos personas solitarias en la oscuridad.
Cuando el pueblo era tan grande como un "nosotros".
—Llévame a la roca, Dane —Mi susurro contenía una tristeza
infinita mientras presionaba sus dedos, apretándolos fuertemente.
No habló hasta que su pausa se prolongó tanto que levanté la vista.
No quería diseccionar lo que vi en sus ojos. Dolía demasiado pensar en
ello. Así que solo lo miré, lo miré hasta que él asintió y me acercó a él,
brazo con brazo, piel con piel.
Sin decir palabra, salimos a través del patio moteado de luz de luna.
Creo que caminamos en silencio, no porque ninguno de los dos tuviera
algo que decir, sino porque lo que dijéramos no cambiaría nada.
Me aferré a su mano como si pudiera desaparecer si lo dejaba ir.
Me aferré a él como si supiera que solo teníamos la noche.
Porque lo hacíamos.
Pero al menos teníamos eso. Él volvería a mí, volvería por mí. En
este momento, eso tenía que ser suficiente. Ambos sabíamos que, a pesar
del progreso que había logrado al presentarse en el baile con Lauren, las
100 probabilidades estaban en nuestra contra. Al final, todo lo que teníamos
era el ahora.
El hermoso ahora.
Capítulo 13
Algo había cambiado después de la noche del baile.
Algo era diferente.
Dane y yo pasamos las horas que pudimos esa noche en la roca,
besándonos y aferrándonos, deseando poder ser otras dos personas en
otra ciudad. Pero ya lo habíamos hecho antes. Eso no fue lo que era
diferente.
Deseé que lo diferente fuera que las cosas hubieran cambiado, pero
no lo hicieron. A la mañana siguiente, después de nuestra noche en la
roca, mi madre había seguido hablando sobre cómo necesitaba perseguir
las cosas con Chad, pero si no podía hacerlo funcionar, sabía de algunos
otros chicos que serían compañeros aceptables para mi. Chicos que
101 podrían asegurarme un buen futuro.
Era como ser emparejada con el mejor semental del granero.
Un par de días después, Alton había hecho un comentario sobre
cómo Dane podía saber del trigo ahora, pero seguía siendo un pedazo de
mierda sin valor. No tenía idea de lo que pasó ese día, y no pregunté. Ni
siquiera me importó. Sabía en lo profundo de mis huesos que no
importaba cuán alto se elevara Dane, cuán estrella brillante se convirtiera,
nunca se le permitiría estar en mi cielo. No hasta que yo estuviera fuera de
su poder.
Pero algo seguía siendo diferente. Algo había cambiado entre Dane y
yo. Antes, pasábamos nuestro tiempo en la roca y luego volvíamos a
nuestras vidas. Todavía nos queríamos, pero ninguno de nosotros hacia
nada al respecto. Pero esta vez fue diferente. Esta vez, había surgido una
sensación de desesperación y sabía que no sería suficiente pasar esa
noche con Dane James y luego pasar meses o incluso años sin pasar
tiempo con él nuevamente. Sabía que haría lo que pudiera, lo que tuviera
que hacer, para verlo de nuevo. Pronto. Necesitaba más. Más tiempo, más
besos, más noches. Tantas como pudiera conseguir. Momentos robados en
la escuela, miradas ansiosas por el campo de fútbol, un parpadeo de la luz
de su habitación antes de que se apagara por la noche; todo alimentó mi
alma sedienta, pero nada de eso fue suficiente. No estaba segura de poder
tener suficiente.
Mantuve el sentimiento de inquietud, como si solo estuviera en
movimiento, esperando algo. Y ese algo era Dane James. Nada más se
podía comparar. Y nada más podría calmar mi deseo ni siquiera por unos
minutos con él.
—Entonces nos vemos. No lo olvides, Brinkley.
Era viernes, lo que significaba fútbol y fiestas y horarios sociales
repletos de actividades.
—¿Olvidar, que?
—La fiesta en la casa de Angel. Esta noche después del partido.
Puedes viajar con Chad —me recordó Lauren.
Eché un vistazo a través del patio de la escuela a la mesa donde
estaba sentado Chad. Como si supiera que estamos hablando de él, me
miró y me guiñó un ojo. Le di una pequeña sonrisa y aparté la vista.
Uno pensaría que me habría dejado después del baile, pero
evidentemente ese beso había sido suficiente para mantenerlo interesado.
102 Mi madre estaría encantada. Yo, sin embargo, no lo estaba.
—¿Voy con Chad?
—Dios, Brinkley, solo ríndete y duerme con el chico. Necesitas
reventar esa cereza y seguir adelante —. Ante eso, no dije nada.
—Lo que sea. ¿Pero por qué no podemos llegar juntas?
—Dane me llevará —. Podía escuchar la sonrisa, la satisfacción, la
jactancia en su voz mucho antes de mirarla a la cara.
—Oh —. Traté de enmascarar mi expresión.
—Chad no te va a desnudar en el momento en que entres en su
auto, por el amor de Dios. Contrólate, Brinkley.
Le dejé creer que mi renuencia estaba totalmente relacionada con
Chad y sus avances. Parte de ello lo era. No tenía ningún deseo de pasar
cualquier cantidad de tiempo fuera besándolo o tratando de esquivarlo,
pero eso era sólo una parte de ello. Una pequeña parte, de hecho. La parte
mucho más grande tenía todo que ver con Dane.
Mientras Lauren y Cassie hablaban sobre lo que usarían, dejé que
mi mente regresara a la noche en que Dane había venido a mi ventana,
cuando me dijo que estaba haciendo esto, ver a Lauren, por nosotros.
Reuní todo el consuelo que pude y traté de pensar en ver a Dane en la
fiesta. Eso era al menos un pequeño punto brillante en un posible fin de
semana de otro modo desagradable.
Ir al partido de fútbol ayudó un poco. Mientras caminaba por el
campo frente a las gradas, seguí mirando, buscando en las camisetas el
número correcto. Por el número de Dane. Y cuando lo encontré, vi que
estaba volteado hacia mí, mirándome descaradamente. No tenía que
preocuparse por ser atrapado. Por un lado, tenía puesto el casco. Para
cualquiera que mirara, probablemente parecía que estaba mirando hacia
las gradas. O mirando a Lauren que caminaba frente a mí. Pero sabía que
no lo estaba. Sabía que me estaba mirando. No solo asintió brevemente
cuando finalmente lo encontré, sino que pude sentir el calor de su mirada
en todo el campo. Encendió el fuego que siempre estaba listo y esperando
ser despertado cuando se trataba de Dane James.
Lauren nos encontró un lugar para sentarnos. Decidí rápidamente
que me gustaban los juegos de fútbol. Podía ver a Dane tanto como
quisiera y nadie notaria algo raro. Todos los ojos en el estadio estaban
enfocados en el campo, y todos estaban tan lejos que podría haber estado
103 mirando a cualquiera de ellos. Nadie sabía que solo tenía ojos para uno.
Varias veces, Dane miró en nuestra dirección. En una ocasión
Lauren saludó y él le devolvió el saludo. Traté de no dejar que me
molestara. Por supuesto, él la vería saludando; ella estaba sentada justo a
mi lado. Pero aún así, dolió por alguna razón. No quería que hubiera
ninguna duda de que estaba yo en su mente. Yo y solo yo.
Entonces supe que verlo en la fiesta probablemente sería tan
incómodo como necesario, pero sabía que iría. Era como tener tanta sed
que estás dispuesto a arriesgarte a beber agua contaminada. La noche
podría estar contaminada, pero necesitaba ver a Dane. Lo necesitaba. Y
tomaría un minuto aquí o allá, siempre que pudiera. Solo estar en la
misma habitación con él, mirarlo, incluso desde la distancia, evitaría que
me marchitara.
Poco más de una hora después, lamenté mi decisión de ir a la fiesta
de Angel. Lauren no solo estaba sobre todo Dane, mostrándolo como una
especie de trofeo, también Chad me tocaba constantemente, me pasaba el
brazo por los hombros, me pasaba la mano por la cintura y besaba la sien.
Me asustó, pero estuve un poco más dispuesta a tolerarlo cuando vi a
Dane mirando en nuestra dirección. Mucho. Y pude ver por la mirada en
sus ojos que no le gustaba lo que veía. Pero estaba de acuerdo con eso.
Tampoco me gustaba lo que estaba viendo con Lauren y él.
Cuanto más tiempo estábamos juntos pero separados, más nos
miramos. Sabía que él también se sentía así. Podía verlo en la forma en
que sus ojos me miraban con tanta frecuencia. Pude verlo en el anhelo que
ardía en ellos.
Al principio, estaba preocupada por ser atrapada, por si alguien
podría verme mirando a Dane, pero comencé a anhelar tanto sus miradas
que dejé de preguntarme o incluso preocuparme por quién lo veía. Y eso
era peligroso.
Incliné el vaso de plástico rojo que sostenía y no había nada en él.
Me volví hacia Chad y lo sostuve en alto.
—Esta vacío. ¿Quieres algo?
—Nada que encajaría en ese vaso —Su línea habría enorgullecido a
un viejo sucio.
Sonreí, o al menos creo que lo hice y salí corriendo. No tenía idea de
cómo responder a eso, así que simplemente... no lo hice. Tenía otras cosas
en mente. Otra cosa.
Me dirigí al barril, tratando de no girar y mirar a Dane. Fue cuando
104 estaba alcanzando el grifo que largos dedos bronceados lo interceptaron.
Miré hacia arriba y mi corazón tropezó sobre sí mismo.
Era Dane.
Parte de mí sabía que lo sería. No podía mantenerse alejado de mí
mejor de lo que yo podía mantenerme alejada de él.
Porque algo había cambiado definitivamente.
Me sentí aliviada, emocionada y satisfecha de que me hubiera
seguido hasta el barril. Que me había estado observando tan de cerca que
supo el momento en que dejé a Chad.
Una sonrisa lenta y tímida curvó mis labios. Me preguntaba cuánto
tiempo podríamos seguir así sin estallar. Sin explotar en un chorro de
calor y deseo, como un antiguo géiser carnal que libera lo que hierve y
burbujea debajo de la superficie.
—¿Qué estás haciendo?
—Sirviéndote una cerveza. —Guiñó un ojo mientras explicaba,
apuntando la boquilla a mi taza. Nos miramos mientras el líquido frío se
filtraba lentamente del grifo. Deseé que fuera vertido aún más lento, como
la lenta maleza. Quería quedarme aquí para siempre, viendo a Dane James
en un barril de cerveza y perderme en la calidez chispeante de sus ojos.
—¿Siempre te sonrojas cuando alguien te sirve una cerveza?
Bajé mi barbilla, con las mejillas ardiendo aún más. No había sido
consciente de mi sonrojo. No había sido consciente de nada, excepto este
chico y todo lo que me hacía sentir. Todo lo que me hacía desear.
—No. No siempre.
—¿No? ¿Entonces solo conmigo?
Mi estómago se contrajo y sentí que mis ojos se abrían con
incredulidad.
Dane James estaba coqueteando conmigo. En una fiesta. Con
mucha gente alrededor. Mientras estaba en una cita. Y yo también.
Sabía que nadie más podía escucharlo; No estaba hablando lo
suficientemente alto. Pero aún así… fue inesperado, aterrador y
emocionante. Muy, muy emocionante.
Me aclaré la garganta, mirando de izquierda a derecha antes de
volver a su mirada.
—Tal vez.
105 —¿Tu “tal vez” siempre significa sí?
En lugar de responder de inmediato, me acerqué y puse mi mano
sobre la suya. Me encantó cómo se quedó tan quieto y cómo sus ojos se
iluminaron como si quisiera arrastrarme en algún lugar y terminar este
pequeño y tentador baile en el que nos habíamos involucrado.
Sonreí cuando sentí que el líquido frío se derramaba sobre mi mano.
Por eso me acerqué. Para detener su vertido. Ni siquiera se había dado
cuenta de que mi vaso estaba casi lleno, un hecho que me hizo feliz de una
manera extraña y estimulante. Era una prueba de que tenía el mismo
poder sobre él que él tenía sobre mí. Y fue aumentando con cada segundo
que pasaba.
—¡Oh, mierda! Lo siento.
Me sentí curiosamente mareada.
—No te disculpes. Obviamente tenías... otras cosas en mente.
Le sostuve la mirada mientras chupaba espuma del borde del vaso
rojo. Dos podían jugar este juego.
Bajé el vaso y me lamí el labio superior. Los ojos de Dane miraron mi
boca todo el tiempo. Nunca me había sentido más sexy. Más hermosa. Más
deseada. Y solo por ser yo, Brinkley Sommers. Él era la única persona que
no podía preocuparse menos por mis padres o mi riqueza o mi estatus
social.
Demasiado pronto, escuché mi nombre. Me pinchó los oídos como
una sirena no deseada que señala algo fatal.
Era Chad, hablando desde algún lugar detrás de mí. Me estaba
buscando y no quería que me encontrara aquí. Eso podría causar muchos
problemas. Problemas que no necesitábamos.
Quería desesperadamente alcanzar y tocar a Dane, rogarle que se
fuera conmigo, pero no lo hice. Simplemente tragué un suspiro y otro trago
de espuma y dije: —Gracias por la cerveza.
Me di la vuelta para alejarme. Tuve que obligarme a no mirar atrás.
Si tan solo hubiera podido sacarlo de mi mente tan fácilmente como
lo saqué de mi vista. Sin embargo, no tuve tanta suerte. En todo caso, mi
pequeño encuentro con Dane James en el barril parecía haber creado una
especie de atadura invisible entre nosotros. Dondequiera que se movía por
la habitación, mis ojos parecían ir directamente a él. Estaba muy
consciente de su risa por encima del resto del ruido y la cálida sensación
106 que me hizo sospechar que sus ojos estaban sobre mí. Era como si pudiera
sentirlo a la distancia. Desafortunadamente, eso hizo aún más difícil
soportar a Chad y sus quince manos.
Después de una hora de mover y quitar, esquivar y evadir su PDA3
excesivo, necesitaba un respiro. Cuando Lauren se acercó, arrastrando a
un Dane James notablemente aburrido, y ofreció un descanso, uno que
incluía el objeto de mi obsesión, me apresuré a saltar sobre ello.
—¿Quién está dispuesto a asaltar la bañera de hidromasaje?
Estamos yendo.
—Estoy dentro —. Estuve de acuerdo antes de considerar realmente
lo que estaba aceptando. Vi a Dane. Vi una oportunidad Y eso fue todo lo
que me importó.
—Demonios si —. Chad siguió su respuesta con un grito de deleite.
—Genial. Ustedes pueden usar... lo que quieran. Vamos a
cambiarnos —. Dirigiéndose a mi, Lauren dijo: —Angel tiene un montón de
trajes de baño —Ella pasó su brazo por el mío y fuimos por las escaleras.
110 Nos miramos el uno al otro por unos segundos y luego... Ni siquiera
sé qué pasó, cómo sucedió. Antes de darme cuenta, mi espalda estaba
presionada contra el interior de la puerta de la despensa cerrada y Dane
estaba en todas partes.
Sus dedos se entrelazaban con mi cabello, su cuerpo estaba
apretado contra el mío, su boca se cernía a menos de una pulgada de
distancia. No podía verlo en la oscuridad, pero podía sentirlo. ¡Dios, cómo
podía sentirlo! Sentí cada pulgada caliente de aire que abanicó mis mejillas
mientras trataba de controlarse. Su lucha era casi tangible. Se estremeció
con eso, y yo también.
Era intoxicante.
—Brinkley.
Esa única palabra, ese único susurro, tan desesperado, tan
suplicante, fue como gasolina en un infierno ya descontrolado. Quería que
me besara. Lo necesitaba. El tenia que. Mi propia existencia parecía
depender de eso, como si pudiera desintegrarme si no presionaba sus
labios, su cuerpo, su alma contra la mía y me mantuviera unida.
Y luego, como la respuesta a una oración, Dane James se estrelló
contra mí, una ola hermosa y caótica de deseo y necesidad. Sus labios se
encontraron con los míos en una colisión que selló nuestro destino. Esto...
este fuego... esta llama de la que no podíamos alejarnos lo hizo oficial. Ya
no pudimos resistirnos. Lo que sea que había entre nosotros se había
convertido en aire o agua.
O fuego.
Lamiendo y ardiendo.
Consumiendo.
O tal vez era como una droga, esta cosa entre nosotros. Había visto
documentales sobre gente consumiendo crack por primera vez, cómo de
repente se convirtió en una obsesión: obtener más, más, y más. Por
primera vez en mi vida, supe cómo se sentía eso. Sabía cómo se sentía ser
adicto. Y sabía lo que se sentía al querer tanto algo que haría casi
cualquier cosa, arriesgaría casi cualquier cosa por tenerlo. Solo una
pequeña probada, un pequeño toque. Y por su beso, la forma en que me
abrazó, la forma en que me tocó, sabía que Dane también. A pesar de que
esto no iría a ninguna parte, no pudimos detenerlo.
No tenía idea de cómo ceder a eso que cambiaría las cosas. O tal vez
lo hice. Tal vez simplemente no me importaba.
113
Capítulo 14
Después de fingir la necesidad de vomitar y "logrando apenas llegar"
a la hierba Chad estuvo más que feliz de llevarme rápidamente y dejarme
en mi casa sin un beso de buenas noches o tocarme a tientas.
Sonriendo hasta la puerta principal. Entré sigilosamente en la casa,
pero antes de que pudiera subir las escaleras escuché la voz somnolienta
de mi madre.
—¿Era Chad?
Tragué un suspiro y rodé los ojos —Sí, mamá.
—¿Te divertiste?
Pensé en mi pierna presionada contra la de Dane cuando el agua
114 caliente brotó y burbujeó a nuestro alrededor. Pensé en sus besos y sus
caricias, y cómo se había sentido su cuerpo contra el mío y le respondí
honestamente.
—Sí, mamá. Mucho.
—Buena chica.
Esperé para saber si iba a preguntar algo más, pero no lo hizo. En
un segundo, el rugido del ronquido de Alton rompió la quietud, y el ruido
más ligero de mi madre cantó detrás de el.
Subí las escaleras, sintiéndome como una leona enjaulada. Cada
uno de mis pensamientos y todos mis nervios se concentraron como un
enfoque láser en un objetivo: llegar a Dane.
Caminé de un lado a otro por el piso de mi habitación, tratando de
darles a mamá y a Alton la oportunidad de volver a dormir profundamente.
Iba y venía, mis ojos seguían mi reflejo en el cristal de la ventana. Pero no
era a mí a quien estaba mirando; Estaba imaginando los campos más allá.
Parecían contener todo lo que me hacía feliz en la vida.
Dane James.
Recuerdos hechos con él.
Los sueños que giraban en torno a él.
Mi creciente amor por él.
Y nuestra roca. La balsa salvavidas en el mar turbulento de mi
mundo.
Me resistí todo el tiempo que pude, traté de esperar la hora
completa, pero todo en mí estaba tensándose. Tensándose y esforzándose
para llegar a Dane. Para ver su sonrisa, sentir sus brazos, escuchar su
voz.
Cuando no pude soportarlo más, regresé sobre mis pasos hacia
abajo. Pasé de puntillas por la cocina, abrí la puerta y salí a la noche. Sin
embargo, en el instante en que me alejé de la casa salí disparada. Todo lo
que podía pensar, todo lo que quería era a Dane.
Llegar a Dane.
Arriba, la luna estaba llena y redonda, una hermosa bola de cristal
en el cielo. Proyectando una suave y brillante luz sobre Dane, lo que me
permitió verlo mucho antes de llegar a él. Empapando su largo cabello en
plata y bañando sus anchos hombros con mercurio.
115 Estaba de pie sobre nuestra roca, alto y fuerte, como un faro en una
costa rocosa. Era el faro hacia el que corría, el que me guiaría a casa, me
daría puerto seguro. Llevándome al lugar al que pertenecía. Así era con él.
Yo le pertenecía.
Dane se inclinó mientras me acercaba y me ofreció la mano. Corrí
los últimos metros y la tomé. Con asombrosa facilidad, me levantó sobre la
amplia superficie de la roca y me atrajo directamente al círculo de sus
brazos, aplastándome contra él. Me sentí tanto eufórica como satisfecha,
como si hubiera esperado toda mi vida por este mismo momento.
Me aferré a él.
Los labios de Dane cosquillearon en el costado de mi cuello donde
estaba enterrado su rostro.
—¿Por qué parece que no te he visto en mil años?
Estaba sin aliento —No lo sé, pero siento lo mismo —Dane se echó
hacia atrás lo suficiente como para tomar mi cara en sus manos.
Durante largos e intensos segundos, todo lo que pude sentir fue el
calor de sus manos, el frío de la noche y lo que brillaba en su mirada.
Buscó en mis ojos algo que no supe que, pero me mantuvo cautiva
mientras se acercaba lentamente.
Más y más y más cerca.
Ninguno de los dos apartó la vista hasta que nuestras narices casi se
tocaron y él apoyó su frente contra la mía. Sentí tanto como lo escuché
exhalar.
Sabía lo que estaba sintiendo. Conocía ese tipo de alivio. Se sentía
como si siempre estuviera conteniendo la respiración, siempre esperando
el momento en que pudiera verlo nuevamente, que pudiera estar con él
nuevamente. Y así poder exhalar. Y entonces todo se sentiría bien. Y todo
estaría bien.
Al menos por un momento.
Conocía ese sentimiento. Para mí, tenía un nombre.
Dane James.
Era mi alivio.
Él era mi exhalación.
116 Él era mi roca.
Y ahora él estaba aquí. Estábamos juntos. Y teníamos la noche.
De repente, estaba frenética, impaciente, abrumada por la necesidad
de tenerlo. Todo de él, como si pudiera absorberlo o ser absorbida por él,
sintiéndome plena y completa.
—Dane —. Mi voz era un susurro, seguía respirando tan ansiosa de
tocarlo como yo. Mis manos, mi boca, mi piel, quería que cada parte de mí
estuviera en contacto con cada parte de él.
Me incliné. Él se inclinó.
Sus labios encontraron los míos. Mi alma encontró la suya.
Nuestras piernas estaban enredadas, nuestras lenguas en un giro
caliente. Éramos nada más que manos hambrientas, labios codiciosos y
gemidos frenéticos.
Nos tocamos y aferramos. Nos besamos y rasgamos. Los dedos
presionando, las palmas planas, la boca devorando. Ninguno de nosotros
podía acercarse lo suficientemente rápido. Esto era todo lo que importaba.
Éramos lo único que importaba. Dane James y yo y esta noche. No hubo
un ayer. No hubo un mañana. Teníamos el ahora, y ambos sabíamos que
eso podría ser todo lo que tendríamos.
Mi ropa fue retirada con dulce intensidad. Sentí la urgencia en los
dedos de Dane, sabía exactamente lo que estaba sintiendo cuando la
arrojó. Tenía prisa por volver a mí, por volver a mi piel y mi calor. Y tenía
prisa por sentirlo de nuevo.
Con una sola respiración profunda, el aire fresco de la noche enfrió
mi piel. Observé con los ojos abiertos y embelesados cómo Dane retrocedía
para desnudarse. Era la fuerza y la gracia y cada cosa varonil que había
imaginado, envuelto en belleza y cubierto de piel impecable.
Se me cortó el aliento y, antes de que pudiera inhalar de nuevo, su
pecho duro y caliente se presionó contra el mío. Podía sentir el latido
rápido de su corazón. Golpeó fuertemente sus costillas y resonó desde su
pecho hasta el mío. Nuestros cuerpos hablaron a un ritmo que solo
nosotros podíamos entender. El ritmo nos rodeó y nos movimos con el, nos
trasladamos a el.
Me dejó el tiempo suficiente para extender su ropa sobre nuestra
roca, y cada segundo sin él fue casi doloroso. Una urgencia, una necesidad
117 violenta y desesperada me recorrió, haciendo que mi sangre se incendiara.
Quemó toda razón, toda precaución, toda duda y dejó solo la necesidad de
Dane. Se sentía necesario para mi corazón, para mi cabeza, para mi propia
existencia, y nada en el mundo importaba excepto él. Estar cerca de él.
Tenerlo contra mí, a mi alrededor, dentro de mí.
Cuando regresó a mí, se detuvo solo el tiempo suficiente para pasar
su pulgar sobre mi labio inferior.
—Brinkley, no hay nada que quiera más en mi vida que estar
contigo, pero quiero que estés segura.
Había un temblor en su toque, pero no en su voz. Su cuerpo corría
hacia el placer, pero su corazón... su corazón corría solo hacia el mío.
—Te deseo. Te quiero más de lo que jamás he querido algo.
Ni siquiera me molesté en tratar de ocultar lo que estaba sintiendo.
Mi alma estaba tan desnuda ante él como mi piel.
Luego me encontré flotando. Estaba en brazos cálidos, contra un
torso cálido, flotando por el aire frío antes de ser presionada sobre la ropa
que olía al hombre de mis sueños.
Parecía que todo sucedía a la vez, pero cada momento único, cada
toque individual se dibujaba en mi memoria con la tinta indeleble del
deseo, de la obsesión, del amor.
El roce de su mano en mi mejilla. Satín.
El susurro de sus labios en mi pecho. Seda.
La marca de su lengua en mi muslo. Magia.
Labios, manos, besos y toques. El estaba en todas partes. Estaba
sumergida en Dane James, envuelta en su pasión, y él prendió fuego a mi
cuerpo. Pero más que eso, él me liberó. Él liberó mi corazón. Él liberó mi
mente. Él liberó mi amor. Se derramó de mis miembros febriles y calentó el
aire nocturno a nuestro alrededor.
Cada murmullo de los labios de Dane contra mi carne me emocionó.
Susurró y gimió y me prometió su corazón con cada segundo que pasaba.
Nunca había estado tan hipnotizada como en esos largos y perfectos
minutos.
El dolor dentro de mí aumentó. Se alzó, trepó y arañó hasta alcanzar
el calor, y me encontré desesperada. Desesperada por él.
118 Más de él.
Todo de él.
Instintivamente, enrolle mis piernas alrededor de las caderas de
Dane, necesitando algo para lo que no tenía nombre. Era más que solo él
físicamente llevándome; se parecía más a su posesión sobre mí.
Emocional, física, espiritualmente: quería ser suya en todos los sentidos, y
esto era lo único que podía darle para demostrar que lo era. Quería
compartir algo con él que nunca compartiría con otro, una pureza que solo
podía regalar una vez. Era lo único que podía acercarse a igualar la pureza
de lo que sentía por él.
Que amor.
Tanto amor.
Dane James me dio lo que quería, y tomó lo que quería que tuviera.
Y juntos, fuimos perfectos.
Jadeé en el momento en que entró en mí. No con dolor, sino con
pasión. Solo sentí un pequeño pellizco, seguido de brillantes estrellas y
cielos aterciopelados y colores brillantes detrás de mis ojos. Cada parte de
mí, desde mi alma hasta mis nervios, sintió el intenso placer de ser
marcado por él de esta manera.
Pero Dane se quedó quieto. Completamente quieto, excepto por los
besos que estaba rociando sobre mi cara mientras susurraba: —Lo siento.
Lo siento mucho. No quise lastimarte. Nunca te lastimaré de nuevo.
Jamás. Te lo juro, Brinkley. Nunca te lastimaré de nuevo. Lo siento
mucho.
Su voz se fue apagando y sentí una sonrisa optimista curvar mis
labios. Comencé a moverme debajo de él —. No me lastimaste. Quería que
me hicieras el amor. Y tu lo hiciste. Me amaste, Dane James.
Ante eso, levantó la cabeza y me miró a los ojos.
—Te he amado todos los días durante los últimos cinco años. Has
tenido mi corazón desde que te mudaste aquí. Esto es solo una formalidad.
—Pero qué formalidad tan maravillosa fue.
—¿Fue? —Un escalofrío me atravesó cuando su boca se torció en
una sonrisa arrogante —Oh, nena, aún no ha terminado.
No le pregunté a qué se refería. No tuve que hacerlo. El me mostró.
Dane James me mostró amor esa noche. Amor al corazón, amor al cuerpo,
amor a la mente. Él me amó de adentro hacia afuera, y yo lo amé de
119 regreso. Sabía que le pertenecía de una manera que nunca le pertenecería
a nadie mientras viviera.
Simplemente no sabía cuánto podría lastimarme al final.
Capítulo 15
2004
32 AÑ OS
4 Order up significa “Orden lista”, pero también es utilizado para el verbo ordenar.
Miro hacia abajo. Estoy usando los mismos jeans y camiseta que
tenía cuando llegamos. Celina también.
—¿Qué? Todavía estamos limpias.
—Limpias. Si —¿Cómo puede alguien hacer que eso suene como algo
malo? ¿Cómo se burla uno de la palabra "limpio"?
Levanto mi pulgar sobre mi hombro.
—¿Quieres que nos pongamos un par de vestidos de graduación?
Veinte dólares a que hay al menos uno todavía colgando en mi armario.
—No seas una sabelotodo.
—Mejor que los pantalones de anciana.
Le doy un codazo a Celina y ella se ríe. Es todo lo que puedo hacer
para contener mi propia risa.
—No has cambiado nada, Brinkley. Honestamente.
Yo suspiro.
—Lo tengo, mamá. Sólo soy yo siendo yo. Nosotras siendo nosotras.
122 Esperaba después de todo este tiempo que fuera suficiente.
Ante eso, ella no dice nada, sino que simplemente se da la vuelta y
regresa a la cocina. Paso mi brazo por el de Celina y la seguimos, pero me
detengo en el comedor.
—¡Guau! ¿Quién más vendrá a cenar? —Los ojos de Celina están
muy abiertos mientras contempla la grandeza. La mesa está cubierta de
lino fino y platos y cuencos cubiertos de plata y una sopera. Hay tres
lugares repletos de cargadores y servilleteros, flores frescas cortadas en un
delicado jarrón de cristal en el centro y candelabros largos y delgados que
parpadean silenciosamente a ambos lados. Realmente parece que ha
invitado a la realeza. Tal vez me he olvidado un poco de cómo era la vida
aquí.
Bueno, de alguna manera.
En otros sentidos, nunca lo he olvidado. Ni un solo segundo.
—Nadie que yo sepa. Solo nosotras.
Ella regresa una mirada incrédula hacia mí.
—¿Todo esto? ¿Para nosotras?
Asiento y acaricio su brazo con simpatía.
—Es parte del espectáculo. Te acostumbrarás.
—No lo creo —dice en voz baja —¿Dónde debería sentarme?
—Veamos dónde se sienta la abuela. Tomas un lado, y yo tomo el
otro. Como acorralar a la reina —Le guiño un ojo y Celina asiente. A las
dos nos ha encantado el ajedrez desde que tuvo edad suficiente para jugar,
así que capta mi referencia.
Como si fuera una señal, mamá sale rápidamente de la cocina,
alisando un cabello imaginario fuera de lugar (¡como si uno tuviera el
descaro de salirse de la línea!) Y toma su lugar en la cabecera de la mesa.
Supuse que lo haría, pero lo sé mejor que basar una acción en una
suposición.
—Acabo de hacer cosas que tenía a mano. Yo... no estaba preparada.
No he estado cocinando mucho desde que Alton falleció, así que…
—Es perfecto, mamá, y huele delicioso.
Mi madre asiente y todas nos sentamos. Inmediatamente, ella toma
el plato de carne y me lo da. Tomo un trozo de lomo de cerdo para mi plato
y paso el resto a Celina. Luego me envía puré de papas, luego guisantes,
123 luego zanahorias guisadas, luego una canasta de panecillos, luego un
plato de mantequilla, todo lo cual agrego a mi plato antes de pasarle a mi
hija. Con cada artículo que se cruza en su camino, los ojos de Celina se
agrandan.
—La abuela es una cocinera bastante impresionante, ¿verdad?
—Esto es increíble.
Veo los labios de mamá curvarse.
—Apuesto a que tu madre nunca cocina así para ti, ¿verdad?
Celina se encoge de hombros.
—Siempre tenemos una gran cena de Acción de Gracias. Y navidad.
—Ella está acostumbrada a tener al menos un plato quemado en la
mezcla. Dos si el Desfile del Día de Macy's dura mucho.
Le guiño un ojo a mi hija y ella sonríe.
—No hay nada de lo que burlarse, Brinkley.
—Nunca tocaría algo con lo que no este íntimamente familiarizada,
mamá.
Ella ignora eso y continúa con sus discurso.
—Deberías dar prioridad a proporcionar una buena nutrición a tu
familia.
—Lo hago. Por lo general, proviene de la cocina de otra persona.
Ella sacude la cabeza.
—¿Qué debo hacer contigo Brinkley?
—Míralo de esta manera, mamá. Celina comerá mejor mientras
estamos aquí que en toda su vida. Bueno, con la excepción de cuando fue
amamantada. Ahora, eso era algo de nutrición.
—¡Brinkley!
—¡Mamá, asqueroso!
Les sonrío a mi madre y a mi hija mientras corto un trozo de cerdo y
lo apuñalo con el tenedor.
—Es bueno estar en casa.
Después de la cena, me ofrezco para limpiar el desastre. Celina me
124 ayuda a limpiar la mesa. En la cocina, susurra mientras deposita platos
sucios en el fregadero.
—Entonces, está un poco nerviosa, ¿eh? —mantiene la voz baja y
mira por encima del hombro como si esperara que mi madre apareciera en
la esquina en cualquier momento, como una reina ninja.
—Creo que podríamos fabricar diamantes si pudiéramos encontrar
un poco de carbón en su trasero. Podríamos ser ricas, cariño. Asquerosa y
apestosamente ricas. Énfasis en lo apestoso —. Le guiño un ojo y ella
arruga la nariz.
—Eres tan asquerosa.
Me encojo de hombros y ella niega con la cabeza, pero puedo ver las
comisuras de su boca curvarse. Mi madre moriría si pudiera escuchar esta
conversación. Ella juraría que en realidad no soy una adulta, pero no
esperaría lo contrario. Ella nunca entendería mi relación con mi hija. Ella
nunca entendería lo que es reírse con su hija o divertirse con ella. Nunca
entendería lo que es ser una amiga cuando necesita hablar o un hombro
cuando necesita llorar. Todavía soy la madre de Celina y sigo siendo
disciplinaria, pero hace mucho tiempo prometí tener una mejor relación
con mi pequeña de la que mamá y yo compartimos. Es el único voto que
nunca he roto. Los otros dos fueron hechos cuando era joven. Juré que
nunca dejaría ir a Dane James, y prometí que nunca volvería a Shepherd's
Mill cuando me fuera.
Supongo que dos de tres no está tan mal.
137
Capítulo 18
—¿Estás enferma de nuevo?
—No es como si quisiera estarlo, mamá.
Sabía que estaba preocupada. Lo sabía porque yo también. Me
desperté enferma hace dos días. Tuve que correr directamente al baño tan
pronto como abrí los ojos. Sin embargo, pensé que estaba mejorando. Me
sentí casi normal a medida que avanzaba el primer y segundo día, pero
esta mañana… me encontraba acurrucada alrededor del inodoro,
vomitando mis tripas de nuevo.
—Si no estás mejor mañana, te llevaré al médico.
—Por mi está bien —me las arreglé para decir miserablemente antes
138 de vomitar de nuevo.
Escuché a mamá suspirar y el roce de su bata justo antes de que el
grifo se abriera. Unos segundos después, me presionaron un paño frío en
la frente y unos dedos cálidos me apartaron el pelo de la cara. Puede que
no siempre lo demuestre, pero sabía que mamá me amaba a su manera.
Solo tenía que dejar que eso fuera suficiente para mí.
Cuando parecía que estuve vacía, mi madre me ayudó a volver a mi
habitación, me metió en la cama y se fue a buscarme unas galletas.
Siempre parecían calmarme el estómago. No fue hasta que, por arte de
magia, me sentí mejor a la hora del almuerzo, fue en ese momento que se
me ocurrió una alarmante idea.
Mamá estaba abajo cocinando un asado para la cena cuando me
levanté de la cama con el pulso acelerado, pensé en la última vez que tuve
mi período. No recordaba haberlo tenido este mes, pero me di cuenta de
que estaba hinchada y seguí pensando que estaba por comenzar. Solo que
nunca lo hizo.
Tal vez no solo estaba hinchada.
—Oh Dios. Oh Dios. Oh, Dios, Dios, Dios —. Apreté los ojos y dejé
caer la cabeza entre las manos. ¿Era realmente posible quedar embarazada
en una noche de sexo?
Sabía que así era.
Pero, ¿era realmente posible quedar embarazada en tu primera y
única noche de sexo?
Temí que probablemente eso también era posible.
No habíamos planeado hacerlo, y ni siquiera había pensado en
preguntarle sobre protección. Quedé atrapada en el momento. Solo lo
quería a él. Lo necesitaba. Y no estaba pensando en otra cosa.
¿Qué pasaría si, de hecho, estaba embarazada del bebé de Dane
James? ¿Qué significaría eso? ¿Para él, para mí, para nosotros?
Me sentí enferma, y no por las náuseas matutinas. Me sentí mal de
que hubiéramos sido tan descuidados.
Pero entonces una imagen pasó por mi mente. Era una niña con la
cara de un ángel y los ojos de su padre, que me miraba desde los pliegues
de una manta blanca y esponjosa. Podía verla tan claramente como si ya la
hubiera conocido.
Parte de mí y parte de Dane James, juntos en un niño. Podríamos
estar juntos para siempre de esa manera. ¿Podría realmente arrepentirme
139 de eso? Si estaba embarazada, ¿podría realmente estar tan molesta por
eso? Lo amaba y amaría cualquier parte de él, sin importar cuán
inoportuno o inesperado fuera.
Me recosté en la cama, dejando a mi mente divagar a un mundo en
algún lugar lejano. Si alguna vez pudiera ser real, ser nuestro o no, no
tenía idea, pero me gustaba pensar en ello. En ese mundo, Dane era mío y
yo era suya, y teníamos un bebé. En ese mundo, podríamos salir en
público y él podría tomar mi mano y reír conmigo. En ese mundo, vivíamos
en la misma casa y él acunaba a nuestra pequeña para dormir por la
noche. En ese mundo, no éramos quienes somos. Éramos quienes
queríamos ser.
Mi ritmo cardíaco volvió a un ritmo normal y me encontré sonriendo
mientras pensaba en lo que podría ser, sobre lo que podría pasar. Me
acerqué a la bandeja que mamá había traído, y saqué algunas galletas
para poder comer un par antes de salir de la cama al día siguiente, porque
tenía que ir a la escuela. Me haría una prueba de embarazo para saberlo
con certeza, pero de repente, no parecía nada malo estar embarazada del
hijo de Dane James.
De hecho, me encontré esperando estarlo.
Al día siguiente, todo salió según lo planeado. Salí de la casa a la
parada de autobús sin tener náuseas ni una vez. Desafortunadamente,
entre el escape del autobús y las carreteras con curvas, estaba segura de
que me encontraba prácticamente verde cuando llegué a la escuela. Era
obvio cuando llegué al aula y pedí un permiso para ir al baño.
La señora Clark me miró y se encogió.
—Sí, será mejor que vayas. No te ves muy bien.
Asentí, tomé el pase y me dirigí por el pasillo. Pasé por alto el baño y
me dirigí hacia el gimnasio. Podría salir por esas puertas con menos
probabilidades de ser atrapada por un maestro. Además de eso, estaba en
el lado de la escuela más cercana a Main Street, que es donde estaba la
farmacia.
Una vez que salí del edificio, corté por el campo y caminé detrás de
la hilera de casas que me separaban de la farmacia. Cuando finalmente
llegué allí, mantuve la cabeza baja mientras cruzaba la puerta. Me
apresuré a lo largo de un extremo de la tienda, buscando en cada pasillo a
alguien que conociera o alguien que pudiera conocer a mi madre o Alton.
Cuando vi que solo había una anciana en la tienda, volví por los pasillos
140 buscando pruebas de embarazo. Resultó que estaban al final de una fila
con condones y tampones, en ese orden. Condones, tampones, pruebas de
embarazo. Me pregunté por la lógica que llevó a esa ubicación. Me
pregunté si las personas que los acomodaron se dijeron a sí mismas
“Bueno, si no usan el primero y no necesitan el segundo, seguramente
vendrán en busca del tercero”.
Ciertamente lo hacía.
Recogí una prueba y me apresuré lo más rápido que pude a pagar,
donde prácticamente arrojé dinero al tipo detrás de la caja y salí volando
por la puerta. Metí la prueba en mi mochila y medio corrí de regreso a la
escuela.
Desafortunadamente, una vez allí, leí las instrucciones y descubrí
que la prueba solo era completamente precisa cuando se analizaba con la
primera orina de la mañana. Había tirado la cadena hace tiempo. Estaba
frustrada y abatida, pero sin embargo, volví a meter la caja en mi mochila
y me dirigí a mi casillero. Solo había una cosa que podía hacer.
Esperar.
Esperar para saber si mi vida iba a ponerse patas arriba. Esperar
para saber si tenía la madre de todas las bombas para arrojar sobre
mamá. Esperar para saber si llevaba un pedacito de Dane James dentro de
mí.
El miedo me devoró. Pellizcando y mordiendo como un ratón que
mastica a través de una pared. Pero a pesar del miedo, sentí una emoción
intensa. Opté concentrarme en eso mientras caminaba a mi clase del
segundo período.
Sí, podría esperar un día más para ver los resultados, aunque, en mi
corazón, ya lo sabía.
141
Capítulo 19
2004
32 AÑ OS
146
184 Por un segundo, Dane parece estar hirviendo, pero luego sus labios
se curvan en una sonrisa tensa y educada.
—Esa es una historia para otro día.
—¿Habrá otro día?
Las palabras salen antes de que pueda detenerlas. Y tan pronto
como lo están, me muerdo la lengua por ser el demonio traidor que es.
¿Por qué, por qué, por qué preguntas eso, Brinkley? Estás jugando con
fuego.
—¿Quieres que lo haya?
No respondo enseguida, aunque sé lo que quiero decir de inmediato.
—Creo que estaría bien.
Exhalo de alivio ante mi buena respuesta, bastante casual. Eso esta
mejor. Tal vez mi cerebro no ha abandonado completamente las
instalaciones.
El asiente. —Entonces te veré por ahí.
—Bien. Buenas noches, Dane.
—Buenas Noches.
Me doy la vuelta y empiezo a caminar para no mirarlo mientras
avanza. He visto a Dane James alejarse demasiadas veces.
185
Capítulo 24
Estoy sosteniendo una computadora portátil, trabajando en una
hoja de gastos para mis finanzas personales, aunque escasa, mientras
tomo el sol en el porche delantero. Sabía que no sería capaz de sentarme
aquí y soñar despierta como siempre. He descubierto que cada minuto
libre cuando mi mente no está ocupada, va directamente a Dane James.
Esta es mi forma de ser productiva y mantener mi cordura.
Estoy haciendo números en mi cabeza, entrecerrando los ojos al sol
del mediodía cuando veo una figura solitaria atravesando el campo. Sus
brazos están expuestos por una camiseta sin mangas que se extiende
sobre un amplio pecho, y puedo ver una franja de mezclilla en su mitad
inferior antes de que se funda con las hojas de trigo. Sus jeans están
sostenidos por un cinturón con una hebilla gruesa, y sé que sus piernas
186 terminan en botas viejas y polvorientas. Todo lo que le falta es el sombrero
de vaquero.
Dulce madre.
Mi estómago hace volteretas.
Incluso después de todos estos años, después de todo lo que
sucedió, todavía me causa mariposas verlo caminar hacia mí, tan grande
como el día.
Observo sus anchos hombros mientras se balancean ligeramente
con cada paso que da. Aunque no puedo verlos claramente desde esta
distancia, sé que sus ojos están enfocados en mí. Están empeorando las
mariposas.
No quito la mirada de él. Es grosero mirarlo, lo sé, pero no creo no
poder verlo ahora mismo.
Se acerca más y más hasta que está de pie en el borde del campo,
donde me dejó anoche, y se detiene. Desde allí, él continúa mirándome en
silencio, y yo en silencio lo miro de regreso a él.
¿En qué está pensando? ¿Qué es lo que quiere?
¿Qué quiero yo?
Eso es fácil, regresar. Para retroceder en el tiempo. Para deshacer y
rehacer. Para hacerlo mejor.
Solo que eso es lo único que no puedo tener. Posiblemente una de
muchas.
Finalmente, reanuda su caminata, cruza el camino de entrada y no
se detiene hasta que está parado frente al porche. Él no sube las escaleras;
solo pone un pie en el escalón inferior y engancha un pulgar en su bolsillo
delantero. Parece una imagen de revista, o un póster de película, hasta la
hierba girando en sus labios.
—¿Estas ocupada?
Sacudo la cabeza.
—¿Quieres ir a caminar?
Otra voltereta, pero aún así me las arreglo para encogerme de
hombros con indiferencia.
—Claro.
Él asiente, girando ese pedazo de hierba con la lengua, sus ojos fijos
187 en mí, quemándome. Mi piel comienza a calentarse. Dulce madre de todo
lo que es sagrado, nadie debería ser tan sexy.
Dane James siempre fue sexy, pero ¿siempre fue así de sexy? ¿O es
solo que ahora es un hombre adulto y que un poco de edad trae su propio
tipo de calor? No lo sé. Solo sé que me está destrozando por dentro, de pie
allí así. Y por la forma en que sus labios se curvan en los bordes mientras
lo miro como una persona sin cerebro, creo que probablemente él también
lo sabe.
Salgo de allí, obligándome a mirar hacia otro lado y empujo mi
laptop para cerrarla.
—Déjame llevar esto adentro y agarrar unos zapatos. Ya vuelvo.
Llamo a Celina para decirle que regresaré en unos minutos, pongo
mi portátil en la mesa del comedor, tomo mis zapatos junto a la puerta y
regreso afuera.
Dane está de espaldas a mí ahora, dándome la visión perfecta de su
trasero. De las pocas cosas que no han cambiado desde que me fui, el
legendario trasero de Dane James es una de ellas.
—Lista —anuncio mientras troto para encontrarme con él. —¿A
dónde vamos?
—Hacia el río. Tengo algo que mostrarte.
—Bien —No puedo imaginar lo que podría ser, pero estoy más que
dispuesta a descubrirlo. Este es un gran avance, creo. Aparentemente,
Dane pensó en lo que dije anoche y decidió que tal vez vale la pena darme
el beneficio de la duda.
Al menos espero que eso haya sucedido.
—Entonces, ¿cómo va el negocio?
—Bien
—¿Alguna vez me dirás cómo terminaste con este lugar? Nunca lo
habría visto venir.
—Sí, yo tampoco. Especialmente no como lo hizo.
—Mamá dijo que lo compraste cuando Alton murió.
Dane me lanza una mirada por el rabillo del ojo.
—¿Eso es lo que dijo?
—Bueno, algo así. Estaba siendo muy rara al respecto. ¿No fue eso
188 lo que pasó?
Dane me mira a lo lejos, su mandíbula se flexiona mientras sus
labios giran ese delgado pedazo de hierba.
—¿Alguna vez te preguntaste por qué tu padrastro me odiaba tanto?
Mis cejas se juntan. —No diría que te odiaba.
Eso es una mentira. Alton odiaba a Dane. Con pasión.
Dane me lanza una mirada dudosa.
—Brinkley, vamos.
Con un suspiro, confieso —Está bien, está bien. El te odiaba. Pero
realmente, nunca supe por qué.
—Yo tampoco. Por mucho tiempo. No hasta que mi padre murió.
—Lamento mucho tu pérdida, por cierto. Quería decirte eso.
—Gracias. Él está mejor. Su vida... no fue la mejor.
—Pensé que era feliz.
—Yo también, hasta que descubrí la verdad.
—¿La verdad?
Dane inhala tan profundamente que parece que su camiseta sin
mangas podría rasgarse por la mitad. Cuando exhala, levanta la mano,
agarra la hierba y la arroja a un lado. Por alguna razón, ese gesto dice
mucho. Es casi como si escupiera... enojado.
—Zane, él... él no era mi padre.
—¿Qué? ¿Qué quieres decir?
—Quiero decir que la razón por la que Alton me odiaba es porque yo
era su hijo.
Me detengo y giro tan abruptamente que mi cabeza da vueltas un
poco.
—¿Qué?
Las líneas de la cara de Dane están tensas. Sus labios son delgados
y su ceño fruncido.
—Sí. Resulta que soy más uno de ellos de lo que siempre quise ser.
—Pero ¿cómo? ¿Quiero decir… cómo?
189
—Cuando murió, Zane, quiero decir, había una carta dirigida a mí
con su testamento. Resulta que era copropietario en la organización de
Alton. Tenían más historia de la que nadie sabía. Alton se las arregló para
comprar su silencio. Mi madre, Elizabeth, era de la élite de Shepherd's
Mill. Salió con Alton y se suponía que se casarían. Ya sabes cómo se
relacionan en esta ciudad. Sin embargo, creo que obtuve mi racha rebelde
de ella, porque se enamoró de un simple trabajador, un tipo que trabajaba
en los campos del padre de Alton. —Él me mira con los ojos entrecerrados.
—Creo que la historia realmente tiene una forma de repetirse. Al menos
eso era lo que pensaba Alton.
Ahora entiendo por qué Alton odiaba la idea de mí con Dane.
Golpeaba demasiado cerca de casa.
—¿Tu madre... y Alton?
El asiente.
—Sus padres estaban encantados con aquel partido, por supuesto.
El suyo también. Tú sabes cómo funciona eso. Pero ella renunció a todo
para estar con Zane. Sus padres la condenaron, no querían saber nada ni
de ella, ni de mi, y Alton... bueno, él tampoco lo tomó muy bien,
evidentemente. Él... la forzó. Tomó lo que dijo que era suyo, antes de que
ella pudiera entregarlo a la “basura”. —Me mira de nuevo. Esta vez sus
ojos están brillando ardientemente al sol —¿Suena familiar?
Estoy pálida, sintiendo pena por la mujer que sufrió tanto.
—Así es como llegué al mundo. De eso nací. De su odio. Su
violencia. —Sus dientes están fuertemente apretados cuando agrega —
Odio a ese hombre. Cristo todopoderoso, lo odio.
Prácticamente puedo sentir la emoción que emana de Dane. Una vez
caminé por este camino con un niño cuya tristeza se extendía y me tocó.
Hoy, veinte años después, estoy caminando con el hombre, pero siento su
furia.
—¿Te enfrentaste a Alton? ¿Que dijo él?
—Fui a su casa la noche que me enteré. Tu madre estaba allí, pero
Alton no. Entré furioso y yo... dije algunas cosas que probablemente no
debería haber hecho. Pero estaba tan malditamente loco. Podría haberlo
matado con mis propias manos —. Dane levanta esas manos y aprieta los
dedos con los puños apretados. Su piel se pone blanca y tiembla de furia.
—Probablemente fue bueno que se hubiera ido. Me evitó como la peste.
Hasta que volví con los papeles de la corte para reclamar mi mitad de la
190 compañía.
Jadeo —¿Qué? ¿En serio?
—Sí. Cuando mi madre se enteró de que estaba embarazada, no se
lo iba a decir a Alton, pero comenzó a notarse y, bueno... no había forma
de ocultarlo. Exigió saber si el niño era suyo. Cuando se enteró de que lo
era, le dio una última oportunidad de hacer lo "correcto", pero ella quería
quedarse con mi padre, con Zane. Entonces Alton se dispuso a vengarse.
La amenazó, le dijo que la arruinaría, arruinaría al bebé, arruinaría a
Zane. Estarían sin hogar y sin dinero y él la odiaría. Más o menos la
misma mierda que te dijo, por lo visto. Ella luchó tanto como pudo, pero
supongo que se volvió demasiado. Terminó tomando una sobredosis
después de que yo naciera. Alton debe haberse estado volviendo loco,
porque trató de cubrir sus huellas. Por eso llegó a un acuerdo con Zane.
Un treinta por ciento de los campos a cambio de su silencio y de criarme
como suyo. Así lo hizo papá. Porque yo era parte de mi madre y él la
amaba. Nunca le dijo a un alma, hasta después de que se fue.
Las piezas del rompecabezas comienzan a encajar. Por qué Alton
odiaba que estuviera con Dane, por qué lo señaló, por qué me llamó
Elizabeth la noche que vino a mi habitación. Estaba borracho y pensó que
yo era ella.
Estoy estupefacta. Estoy furiosa.
Pero también estoy tan desconsolada por la mujer que dio a luz a
Dane. Siento que puedo identificarme con ella de tantas formas diferentes.
En sus zapatos, espero poder hacer lo correcto también. Espero haberlo
hecho. Me quedé con mi bebé. Al menos no dejé que Alton me intimidara
para que la abortara.
—Yo... ni siquiera sé qué decir a eso. Él era… él era... Dios, fue tan
despreciable.
Siento que la ira aumenta en mí ahora también. Usó mentiras para
manipularme. Sabía que no podía hacer nada a Dane ni a su padre, pero
yo no. Y contaba con eso. Contaba con mi amor por Dane para forzar mi
mano.
Y funcionó.
Todavía estoy tratando de entenderlo.
—Entonces él nunca podría haberte forzado a ti y a tu padre a
abandonar la granja. Todo lo que hice, todo lo que renuncié, todas las
elecciones que hice y las personas a las que lastimé... todo fue en vano.
191 Dane se queda mudo a mi lado mientras mi mundo está siendo
sacudido hasta sus cimientos.
—Él... usó mi amor por ti contra mí. Para callarme, para castigarte
por... por ser su hijo cuando tu madre no lo quería. Robó... robó quince
años de mí, de nosotros, de... —Me detengo, mi ira aumenta. —Él... él...
¡Oh, Dios!
Reanudo mi caminar. No puedo quedarme quieta. Apenas puedo
soportar estar en mi propia piel. Estoy tan enojada, y me siento tan
traicionada, tan engañada, tan defraudada, que quiero golpear, patear o
destruir algo. Cualquier cosa para liberar la presión que se acumula
dentro de mí.
A medida que avanzo, me paso las manos por el pelo.
—¿Cómo pude estar tan ciega? ¿Cómo pude haberlo dejado hacer
eso? ¿Cómo? ¿Por qué alguien haría eso?
Dane gruñe a mi lado.
—Ese es el tipo de bastardo que era. —Me giro y lo miro a la cara.
Veo un reflejo perfecto de la furia impotente que siento. Si Alton estuviera
vivo, siento que podría matarlo por esto, pero nunca tendré esa
oportunidad. Ni siquiera podré enfrentarlo, decirle que espero que se
queme por lo que ha hecho.
Él consiguió reír al último.
Y no estoy segura de poder vivir con eso.
Pero no estoy segura de cómo no hacerlo.
—¿Cómo... cómo vives con esto? —Siento un sollozo expandirse en
mi pecho —¿Cómo se supone que voy a vivir con esto?
Se escapa antes de que pueda detenerlo. Estoy lívida, devastada, y
tampoco sé qué hacer al respecto.
—Me tomó un tiempo darme cuenta.
Eso solo me enoja más.
—¿Cómo puedes estar tan tranquilo acerca de esto?
Dane me detiene bruscamente y se alza furioso sobre mí. —Odio a
ese hombre. Con todo lo que hay en mí, lo odio. No sabes cómo ha sido mi
vida desde que me enteré. Si no hubiera muerto, lo habría destruido y todo
lo que amaba, pero ese mentiroso hijo de puta también me engañó. Me
192 robó todo. Incluso te robó. —Dane está resoplando, su ira más que
evidente.
—Yo... yo no...
Ambos estamos echamos humo y jadeando.
—¿Qué demonios se supone que debo hacer?
Curiosamente, Dane parece calmarse un poco.
—Me he preguntado lo mismo. He dejado que el odio gobierne mi
vida durante los últimos dos años. Es como beber veneno. Cada día. Pero,
sinceramente, estar de vuelta aquí... pone las cosas en perspectiva. Si sigo
haciéndolo, sigo bebiéndolo, sigo dejando que gane. Estaré dándole lo que
no pudo tomar, lo único que no pudo tomar. Mi futuro. Pero no lo haré. —
Él sacude la cabeza con firmeza. —No le daré una cosa más. Ni una más.
Ni siquiera un día más.
Escucho sus palabras. Las oigo. Pero no tiene idea de la verdadera
magnitud de lo que Alton me robó, y a él. Y cuando le diga, no solo me
odiará, sino que odiará a Alton nuevamente. Estaré robando la pequeña
paz que ha logrado obtener en su vida. Me habré ganado su odio diez veces
peor, con justa razón.
Al borde de las lágrimas otra vez, sacudo la cabeza, mirando hacia
otro lado.
—Necesito algo de tiempo para pensar esto. ¿Podemos... podemos
hacer esto otro día?
Él asiente lentamente.
—Por supuesto.
Giro sobre mis talones y empiezo a caminar en la otra dirección.
—Tal vez mañana.
Él asiente de nuevo y me observa irme. No trata de seguirme.
Todo el camino a casa, mi interior arde de furia. Ira impotente. No
puedo enfrentar a Alton. No puedo hacer que pague. Ni siquiera puedo
confrontar a mi madre, no puedo preguntarle si ella lo sabía. No puedo
romper los lazos con ella porque la única persona que sufriría es Celina.
Pero yo quiero.
Y al parecer me está matando el no poder hacerlo.
193 Esto es solo una cosa más que tendré que tragar, tengo que vivir,
tengo que tratar de no dejar que me coma viva. Hay una montaña de dolor
acumulado en mí, y parece estar creciendo más y más cada día.
200
Capítulo 25
El camino a casa desde Duke es tranquilo. Ambas tenemos mucho
que digerir. Celina está todo el viaje de tres horas con sus auriculares
puestos y música encendida. La madre que hay en mí quiere preguntarle
si está bien, asegurarle que todo va a estar bien, sostenerla en mis brazos
y protegerla de cada obstáculo que la vida le arroje.
Pero no lo hago.
Es una chica madura de catorce años y esto es lo que hace. Ella
toma la información, la considera, hace preguntas y luego decide.
Le lanzo una mirada de reojo. Parece estar mirando tranquilamente
por la ventana, su cuerpo sereno, pero sé que las ruedas están girando. Su
mente está dando vueltas, repasando todo lo que dijo el médico, revisando
201 esa información y seleccionando las pequeñas cosas que más le importan,
que son ligeramente diferentes a las que me importan.
Si bien es madura para su edad, todavía es solo una niña. Su
pensamiento es a muy corto plazo. Eso es de esperarse. Ella quiere el
camino más fácil por ahora. Pero he aprendido que el ahora eventualmente
será el pasado, y el pasado es con lo que tenemos que vivir en el futuro. Y
le queda mucho futuro, mucha vida por delante. Es mi trabajo ayudarla a
tomar las mejores decisiones en el presente para que no se arrepienta en el
futuro.
Solo que es más difícil de lo que pensé que sería.
Mis opciones son revisar infinitos folletos e informes y documentos
para determinar cuál es la menor de una serie de males. Mi trabajo es
descubrir qué le dará a mi hija las mejores oportunidades de tener una
vida saludable y normal, pero sin ignorar por completo cómo le afectará
ahora. Me mata pensar en su sufrimiento, y existe una gran posibilidad de
que sea lo que enfrente sin importar lo que decidamos.
Entonces, aunque mi corazón está pesado y quiero ayudarla tanto
como pueda, le estoy dando el espacio que necesita para lidiar con esto a
su manera. Espero que sea lo correcto. Mi madre siempre trató de
controlar todo. Ella quería dirigir mi vida de acuerdo con la de ella quería y
sentía que era lo mejor. Nunca tuvo en cuenta lo que podría querer o cómo
me sentiría. Ahora la culpo menos por eso porque creo que ella me ama a
su manera y que realmente quería una buena vida para mí, pero todavía
deseo que las cosas hubieran sido diferentes. Mucho dolor ha resultado de
su inflexibilidad. No quiero eso para Celina. Más que mi propio bienestar,
quiero que ella sea feliz. Todos los días de su vida si es posible.
Cuando llegamos a la casa, mamá nos está esperando. La veo abrir
la boca para preguntar cómo nos fue. Le llamo la atención y sacudo la
cabeza lo más mínimo. Ella cierra los labios y camina hacia la oficina, de
donde vino. Pongo los ojos en blanco y sigo a Celina por las escaleras. Ella
va a la izquierda a su habitación y yo voy directo a la oficina de mi cuarto-
barra-hogar. Quiero estar cerca si ella viene a buscarme. Además de eso,
tengo trabajo que hacer.
Solo que ella no viene a buscarme. Celina permanece escondida en
su habitación hasta que mamá viene y nos llama a cenar. Ella sale y
bajamos a comer. Conversa tanto como de costumbre, a pesar de que hay
una tensión en la mesa mientras mi madre espera que una de nosotras le
cuente cómo fue. Estoy decidida a no hablar con ella hasta que haya
tenido la oportunidad de hablar con mi hija.
202 Después de la cena, Celina se excusa para regresar a su habitación y
yo comienzo la limpieza. Mamá se queda unos minutos más de lo normal,
esperando. Sonrío cuando la paso, pero no digo nada. Finalmente, se va
sin decir una palabra, lo que me hace sentir un poco mal, pero mi
principal preocupación es Celina. Siempre. Los sentimientos de mi madre
están en un segundo lugar muy, muy, muy lejano. Probablemente ni
siquiera eso. Sin embargo, me alegra que no esté presionando, que al
menos tenga la sensibilidad de esperar hasta que estemos listas para
hablar de eso.
Cuando el comedor y la cocina han sido devueltos a su inquietante
estado impecable, regreso a mi habitación, esta vez para analizar toda la
información que traje a casa de Duke. Hay esperanza en todo esto, pero
también hay riesgos y efectos secundarios. No hay forma de avanzar para
ella que no la afecte dramáticamente de alguna manera, ya sea ahora o
más adelante.
Cuanto más leo, más abrumada y abatida me siento.
Justo antes de las diez, me levanto y voy a la habitación de Celina.
La luz aún está encendida, así que toco suavemente y espero a que ella
responda. Por su respuesta de dos palabras, puedo decir que está tan
agobiada como yo, probablemente más.
Asomo mi cabeza para encontrarla sentada con las piernas cruzadas
en el centro de su cama. No hay nada frente a ella, ni siquiera junto a su
cama, lo que me lleva a creer que solo ha estado sentada pensando. No
estoy segura de que sea algo muy bueno.
—¿Qué pasa, pastelito? —Pregunto, entrando y cerrando la puerta
detrás de mí.
—Viniste a mi habitación. ¿No debería preguntarte eso?
Camino hacia la cama y subo, sentándome frente a ella y reflejando
su posición.
—Bien. Entonces pregúntame.
Una esquina de su boca se arquea un poco y ella pregunta —¿Qué
pasa, pastelito?
—Vine a ver a mi hija. Hoy tuvo un importante día y no ha dicho una
palabra al respecto. Me preocupa, porque, sabes, soy madre y es lo que
hacemos.
Celina simplemente asiente y mira una flor en el edredón que
comienza a trazar con su dedo índice.
203
Le doy un par de minutos, y cuando no habla, lo intento de nuevo.
—Un centavo por tus pensamientos.
—Estoy segura de que sabes cuáles son. —Su voz... Parece que el
peso del mundo descansa sobre sus hombros, y me rompe el corazón
escucharlo. Estos son los años sin preocupaciones de su vida.
Al menos se supone que lo son.
Por enésima vez, maldigo ese día en el parque. Si solo la hubiera
llevado en un día diferente o a un parque diferente, tal vez no estaría
pasando por esto. Nada de esto estaría sucediendo.
—Probablemente, pero quiero escucharlo de ti.
Ella suspira e, incluso con la cabeza inclinada hacia abajo, veo que
su barbilla comienza a temblar.
—No sé qué hacer, mamá.
Tomo sus manos en las mías, y contengo mis ganas de llorar.
—Lo resolveremos, cariño. No tienes que decidir en este momento,
ok. Tus recuentos aún se ven bien desde tu última transfusión de sangre.
Estás sana, hermosa como siempre —. Digo lo último con una sonrisa y
con todo el destello dramático que puedo manejar cuando siento que mi
pecho se está abriendo. —Y eres más fuerte que nadie que haya conocido.
No solo tomarás la decisión correcta, sino que lo superarás como una
campeona. Porque eso es lo que haces. Eres mi hija después de todo.
Ella no dice nada al principio, pero finalmente lanza una mirada
inquisitiva hacia mí a través de sus pestañas.
—¿Vas a decirle?
Mi estómago cae al piso.
—¿Voy a decirle a quién?
Sé exactamente de quién está hablando. Está tanto en su mente
como en la mía.
—A él.
Ella sabe que yo también sé de quién está hablando. Es una chica
inteligente.
—¿Quieres que lo haga?
Ella se encoge de hombros y vuelve a enfocarse en la flor.
204
Un nuevo conjunto de preocupaciones se despliega ante mí, al igual
que la flor que está trazando lo haría si fuera real. Pétalo tras pétalo se
abre, y con cada uno, algo más a considerar.
No quiero que Celina salga lastimada. Esa es siempre mi principal
preocupación. Y aunque no lo habría pensado dos veces, que su corazón
estaría a salvo con el Dane que solía conocer, el hombre que he visto desde
que regresamos a Shepherd's Mill no es el mismo. Él es diferente. Parece...
más frío. No es que pueda culparlo. Este lugar casi me consumió y estuve
aquí solo por cinco años. Pero, ¿Y si hubiera estado aquí los últimos
quince años también? ¿Como una adulta?
Al menos cuando vivía aquí, tenía a Dane. Me mantuvo cuerda, me
mantuvo atada al mundo real donde podíamos ser cualquier cosa y quien
quisiéramos. Me impidió ahogarme en la fealdad de este lugar.
Pero él no me tenía.
Me fui y no tuvo a nadie que lo mantuviera a flote durante los
últimos quince años, así que sea lo que sea en lo que se haya convertido,
no puedo evitar sentirme un poco responsable por ello. Lo abandoné. No
porque quisiera, sino porque tomé una mala decisión que nos costó a
ambos, solo que él no lo sabía. Él solo creyó que me fui.
La voz de Celina me recuerda los problemas que tengo entre manos.
—¿Crees que le importe?
—Por supuesto que le importará. Eres su hija. —Espero que le
importe. ¡Dios, espero que le importe!
—Me pregunto si... —Hace una pausa por una eternidad, o al menos
así es como se siente. Probablemente porque estoy tan nerviosa que
necesitaría un tranquilizante de caballos para calmarme ahora —¿Crees
que él querrá tener algo que ver conmigo?
Sé que solo está buscando tranquilidad, pero no quiero darle falsas
esperanzas. Ella no puede tomar más noticias devastadoras en este
momento.
—Creo que lo hará, sí. Una vez que se acostumbre a la idea. Los
hombres... a veces no tratan las cosas de la misma manera que nosotras.
Podría llevarle un poco de tiempo resolver esto en su cabeza.
Probablemente no estará muy contento conmigo, pero tenía buenas
razones para hacer lo que hice. Mi principal preocupación serán ustedes
dos y su relación. Y, Celina Holland, una vez que te conozca, se
enamorará. Eres la persona más maravillosa y adorable que conozco.
205
Ella asiente mientras hablo y rezo mientras continúo para decir las
cosas correctas, de la manera correcta. Lo último que quiero es causarle
dolor a mi hija. Se suponía que mudarse aquí la ayudaría, no que la
lastimaría.
—Te digo qué —le digo, tomando sus manos de nuevo y besando
ruidosamente sus nudillos. —Una vez que resolvamos nuestro plan, tal vez
podamos reunirnos con él. ¿Como suena eso? Puedes conocerlo sin
grandes confesiones primero. ¿Eso te haría sentir mejor? Sin presión sobre
ninguno de ustedes.
Ella me da una sonrisa débil. Estoy segura de que eso no era lo que
quería escuchar, pero es todo lo que puedo darle en este momento. No
quiero empeorar las cosas.
—Si. Bien.
Desdoblo las piernas y me bajo de la cama.
—¿Por qué no intentas dormir un poco? Podemos analizar todo esto
después de haber comprendido mejor todo. Los gráficos contarán la
historia. Ya sabes cómo amo mis listas —. Sonrío y me inclino para besar
su frente. Soy una persona muy visual y, hace mucho tiempo, comencé a
hacer listas para mantenerme en el camino. Listas para las actividades de
Celina, listas para las cosas de mi escuela, listas que sopesan los pros y
los contras de los lugares de vacaciones (la playa siempre ganaba), listas
para los gastos navideños, nombra cualquier cosa y yo tenía una lista para
ello. Realmente soy la nerd que mi hija cree que soy.
—Odio esos gráficos —dice petulantemente. Lo dejé pasar. Ella
merece ser un poco irritable hoy.
—Solo espera hasta que empiece a hacer listas de opciones
universitarias y planes de bodas y baby showers. Entonces te encantarán
mis gráficos.
—Si llego tan lejos.
Fue como un puñetazo en el pecho.
—Oh, pequeña, lo lograrás. Aunque tenga que arrastrarte, pateando
y gritando, lo lograrás. Te queda mucha vida por delante. Aún no llegas al
final. Ni de cerca.
Sonrío mientras me dirijo a la puerta. Me deslizo y la cierro detrás de
mí. Apenas logro llegar a mi habitación antes de poner una mano sobre mi
boca y caer al suelo.
206 Mi hija teme por su vida. Le preocupan los tratamientos y las tasas
de supervivencia, mientras que a la mayoría de las niñas de su edad les
preocupa si se cortan el pelo o qué chico les sonrió en la clase de ciencias.
Y ahora, además de eso, tiene un padre en la mezcla.
Mientras me apoyo contra la puerta, sollozando en silencio en mis
manos, me doy cuenta de que es muy probable que haya hecho un
desastre tan grande en la vida de mi hija como lo hizo mi propia madre.
Tal vez la manzana no cayó tan lejos del árbol.
SUEÑO.
Es una cosa hermosa.
Cuando lo tienes.
Cuando puedes conseguirlo.
Cuando puedes acceder a él.
Pero cuando no lo haces, cuando no puedes...
Es una perra esquiva.
Ni siquiera remuevo las sábanas de mi cama. No me molesto en
hacerlo. Sé que el sueño está lejos de mí, así que me siento frente a la
ventana, como lo hacía cuando era una niña, y miro la noche, la pizarra en
blanco que desearía que pudiera ser la vida.
En la noche, los problemas parecen muy lejanos y el nuevo día
parece estar lleno de posibilidades. Hay una sensación de poder reiniciar el
mundo cuando cae la oscuridad. Al menos así es como siempre me ha
parecido.
Veo el movimiento, y creo que una parte de mí reconoce quién es de
inmediato. Es solo que a mi cerebro le toma un poco más de tiempo
ponerse al día. Mi cerebro parece pensar que la imagen oscura de un
hombre parado al borde de una media luna de luz es producto de mi
imaginación, no una persona real y viva. Cuando da otro paso hacia la luz,
me doy cuenta de que no estoy imaginando cosas. Hay alguien ahí abajo, y
no tengo la menor duda de quién es.
207
Me tiemblan los dedos cuando desbloqueo la ventana y la empujo
hacia arriba. Gime como un anciano, probablemente porque no se ha
abierto desde la última vez que estuve aquí, hablando con Dane James a
través de ella, como una adolescente enamorada.
Dios realmente tiene sentido del humor.
—Dane James. —El simple hecho de decir su nombre envía un
escalofrío por mi columna vertebral. Esto, todo esto, se siente como toda
una vida en algunos aspectos, y como si fuera ayer en otros.
—¿Puedes bajar? —La voz es un poco diferente, el cabello es un poco
diferente, pero el resto de esto es tan dolorosamente familiar que quiero
llorar nuevamente.
No lo dudo. —Estaré allí.
Bajo las escaleras y la ironía de regresar aquí, quince años después,
como una mujer adulta, y salir a escondidas de la casa para encontrarme
con el mismo chico por el que escapé para protegerlo, no se me escapa.
Tampoco la casa de mariposas salvajes en la que se ha convertido mi
estómago. Está lleno de aleteos y danzas hasta la puerta.
Cuando salgo a la noche, Dane dobla la esquina. Me detengo y
espero. Continúa hacia mí con esa arrogancia sexy, los dedos en los
bolsillos delanteros, los ojos fijos en mí. Incluso en la oscuridad, puedo
sentir el calor de su atención. Es como el sol en un día de otoño. Me
calienta de principio a fin, a pesar de que estamos lejos del niño y la niña
con estrellas en nuestros ojos que éramos hace quince años. Un amplio
abismo lleno de malas elecciones y medias verdades se interpone entre
nosotros ahora, y no estoy segura de que alguna vez podamos
encontrarnos.
Dane se detiene frente a mí. No dice nada, solo me mira. Toda esta
escena me lleva de vuelta a mejores días, días que pensé que eran los
peores, y me hace añorar una repetición.
Lentamente, como si estuviera tratando de no asustarme, o tal vez
como si no estuviera seguro de que está haciendo lo correcto, alcanza mi
mano donde cuelga a mi lado. No me resisto cuando pasa sus dedos por
los míos, y no dudo cuando inclina su cabeza hacia el campo y da un paso
en esa dirección.
Lo sigo como siempre lo hice. Me pregunto si siempre lo haré, si esa
es una de las cosas que no ha cambiado.
208
Ninguno de los dos habla mientras Dane me conduce por el camino
de entrada y cruza el campo. Pareciera que el trigo se dobla cuando
entramos en él, como si nos recordara, recordara nuestro amor y se
inclinara en homenaje.
Como lo hice hace muchos años, extiendo mi mano libre y dejo que
las puntas borrosas del trigo raspen mi palma. Es un vínculo sensorial
más entre hoy y ayer, el presente y el pasado. La mujer que soy y la niña
que fui.
Cuando llegamos a la roca, como siempre, Dane salta sobre ella
primero antes de agacharse para ayudarme a subir. Una vez que mis pies
están en la superficie sólida, él retrocede y luego se sienta, sacando sus
rodillas extendidas y envolviendo sus brazos holgadamente alrededor de
ellas.
No digo nada. También me siento, mientras espero a que Dane
comience la conversación. Él vino a buscarme a mí, después de todo. Debe
tener algo que decir.
—¿Cambiaste de opinión?
No contesto de inmediato. No tengo idea de qué está hablando.
—¿Acerca de?
—Venir conmigo al río.
Me doy una palmada en la frente. —¡Mierda! Lo olvide por completo.
Desliza sus ojos hacia mí y me estudia.
—¿Estás segura de que eso es todo?
—¿Qué otra cosa podría ser?
Un gran hombro se levanta en un encogimiento de hombros. Ese
maldito encogimiento de hombros. Tengo una relación de amor y odio con
eso.
—Tenemos mucha historia. La mayoría no ha sido buena. No puedo
decir que te culpo por correr como el demonio.
—¿Crees que la mayor parte de nuestra historia es mala?
—¿Tú no?
Pienso en su pregunta durante mucho tiempo antes de responder.
—No. Yo no. Cada vez que pienso en ti, es bueno. Siempre. No tengo
209 malos recuerdos de ti. Ninguno. —Me detengo por un segundo antes de
acotar —No debes poder decir lo mismo de mí.
Él no responde, probablemente porque no puede negarlo. Y eso
duele.
Excesivamente.
Finalmente, dice —Pasé muchos años observándote, deseándote, sin
poder tenerte nunca. Y luego, cuando te tuve, te fuiste. Supongo que tengo
muchos años de... sentimientos encontrados.
—Guau. —Eso es todo lo que se me ocurre decir. Probablemente
porque, desde su perspectiva, puedo ver porque se siente así. —Nunca
quise hacerte daño. ¿Lo sabes, verdad? Que, si hubiera podido cambiar
alguna de esas cosas, ¿lo habría hecho?
El asiente. —Si lo sé.
—Te quería tanto como tú me querías a mí. Estaba tan atrapada
como tú.
—Esta maldita ciudad... —Sacude la cabeza y yo suspiro. Nos robó
mucho a los dos. Shepherd's Mill y Alton. El diablo y el anticristo, aunque
no puedo estar segura de cuál es cuál.
—Sobre el río, realmente lo olvidé. He.… he tenido muchas cosas en
mi mente.
—¿Quieres hablar de ello?
No.
Si.
Desesperadamente.
Estoy aterrorizada.
—Mi…mi hija está enferma.
—¿Enferma?
—Si.
Un temblor golpea mi labio inferior antes de que las lágrimas
quemen mis ojos. Ha sido un día tan emotivo, unos días tan emotivos que
no estoy segura de poder hablar de esto sin desmoronarme.
Pero tengo que.
Dane merece saberlo, incluso si aún no sabe que ella es su hija. Y
210 Celina quiere que lo sepa. Después de todo lo que he hecho, a ambos, les
debo mucho.
—Ella tiene anemia aplásica. —Con voz temblorosa, le cuento cómo
sucedió y lo peligroso que es.
Él no dice nada, ni una sola palabra por una eternidad.
—¿Entonces esto es mortal?
—Lo es. Podría serlo, eso es seguro. La suya fue clasificada como
moderada hasta hace aproximadamente un mes. Le han dado algunas
transfusiones de sangre para mantenerla activa, pero se están volviendo
menos efectivas. Su condición está empeorando constantemente, lo que
significa que está aumentando a severa. Tenemos que tenerlo bajo control.
Y hoy... hoy fuimos a ver a un especialista en Duke, y las opciones son...
son...
Me tapo la boca con la mano, tratando de contener el miedo, la
preocupación, la incertidumbre, el horrible pensamiento de que existe la
posibilidad de que pueda perder a mi hija en todo esto. Dane se acerca a
mí y me empuja contra su costado. Creo que ambos nos damos cuenta de
que se siente... tentativo, pero me alegra que esté dispuesto a ofrecer
consuelo, consuelo que tan desesperadamente necesito.
Lloro en voz baja a su lado, y él me deja, y cuando parece haber
disminuido, pregunta —¿Cuáles son las opciones?
Respiro hondo y trato de reponerme. Siento que he llorado ríos en el
último año, y justo cuando creo que no queda nada, hay más. Mucho más.
—Hay un nuevo medicamento que promete, pero debe administrarse
junto con un tratamiento de quimioterapia realmente fuerte. Los efectos
secundarios son bastante horribles, pero existe la posibilidad de que su
condición mejore drásticamente, si no se cura. La otra opción es un
trasplante de médula ósea, que sería mejor en algunos aspectos. Tiene
mayor probabilidad de curarla. A su edad, es casi seguro, pero ella no
tiene un hermano y otro familiar podría servir, pero no es una
compatibilidad completa, por lo que conlleva sus propios riesgos. La
cuestión es que primero tendría que tomar un medicamento horrible para
agotar su propia médula, lo que causaría muchos de los mismos efectos
secundarios que el otro. Y uno de los efectos secundarios... uno de ellos es
que ella... ella... podría terminar siendo estéril.
El dolor en mi corazón, el dolor de pensar en lo que mi hija podría y
probablemente tendrá que sufrir, me afecta como el peso de un automóvil
sobre mi pecho. Empiezo a llorar nuevamente, está vez más fuerte
211 mientras pienso en las opciones, mi pequeña y su futuro.
—Ella es solo una bebé. ¿Qué pasa si ella nunca puede experimentar
tener un hijo, sostener un cálido cuerpo que se mece fruto del amor que
comparte con su esposo, todo porque la llevé al parque el día equivocado?
¿Qué pasa si ella nunca llega a experimentar ser una adolescente normal,
romper las reglas y escabullirse, lamentarse por los chicos y animar en los
juegos de fútbol? Todo lo que siempre quise fue que ella fuera feliz. Muy,
muy feliz. Quería darle todo lo que nunca tuve. Y ahora... Su vida podría
estar arruinada.
Ahí es cuando lo pierdo. Es como si la presa que me ha estado
manteniendo unida estos últimos meses simplemente se desintegrara y
todo el miedo, todo el dolor, toda la impotencia salen a la superficie donde
se desborda.
Siento que los labios de Dane se mueven contra mi cabello mientras
habla.
—Lo resolverás. Te conozco, Brinkley. Encontrarás un camino.
—Espero que sí.
Nos sentamos en silencio por un rato, cada uno perdido en sus
pensamientos. Los míos están centrados en Celina. No tengo idea de lo que
piensa Dane, no hasta que hace una pregunta que hace que mis piernas
se debiliten.
—¿Su padre no está en la foto?
No muevo un músculo. No respiro. Ni siquiera creo que mi corazón
lata por unos segundos.
Ahora sería el momento perfecto para decirle, pero... no puedo.
Celina quiere esperar. Pero también, temo las consecuencias. El me
odiara. Y eso me mata, pero merece saberlo.
Le diré eventualmente. Solo que no ahora. No todavía.
—No lo está —exhalo. —Es una larga historia.
—No voy a ninguna parte. ¿Tú? —Escucho la sonrisa y la burla en
su voz.
—¿Has venido aquí para que te mate de aburrimiento a propósito?
—Tu vida no es aburrida para mí.
Me río, tratando de ser alegre, pero sintiéndome claramente
incómoda.
212
—Bueno, definitivamente no es una conversación que quiera tener
en este momento. Hablemos de algo bueno. —Me inclino, le doy una
mirada de reojo y sonrío. —Como, por ejemplo, cómo terminaste con este
lugar. Por favor, dime que engañaste a Alton. Eso haría mi día entero. Tal
vez incluso todo mi año.
Dane sonríe.
—Tengo que admitir que fue genial —. La sonrisa es lobuna y
encantadora.
—Cuéntamelo todo.
Nos acurrucamos juntos, en nuestra roca, en la noche, y Dane me
cuenta todo sobre cómo tomó su conocimiento de la explotación del trigo,
obtuvo un título yendo a clases nocturnas cuando podía y tomando tantos
cursos en línea como pudo.
—Me aseguré de saber todo lo que había que saber no solo sobre
trigo y negocios, sino sobre esta explotación. Entonces, cuando surgió la
oportunidad de hacer algo al respecto, lo hice. En esa carta que me dejó
con su testamento, papá me dijo que Alton estaba tratando de expandirse,
para que no dejara ir mi participación en este lugar, por ninguna cantidad
de dinero. Así que mantuve mis oídos alerta, hice algunos amigos
superficiales en el club de campo, y cuando escuché rumores de Alton
buscando inversores, me incorporé y compré un poco más de este lugar.
Por supuesto, él no investigó, no tenía idea de que estaba detrás, lo que lo
hizo mucho mejor. Y luego, cuando necesitó más dinero, volvió a vender,
así que compré más a través de una compañía diferente. Cuatro veces,
vendió acciones de este lugar a inversores. Y las cuatro veces, las compré.
Creo que la única satisfacción que tengo es que, antes de morir, tuve que
decirle que yo era el dueño. Ya había acudido a él con los documentos
judiciales que mostraban mi participación en la empresa, pero eso no era
suficiente. Y él lo sabía. Pero verlo asimilar que yo tenía una participación
mayoritaria en los negocios de su familia... Jesús, eso fue increíble. Nunca
quiso que me pertenecieran, por supuesto, así que tomarlo, quitárselo
fue... fue muy bueno.
Mi boca se abre de golpe.
—Eso es... Dios, ¡eso es increíble! Hubiera dado cualquier cosa por
estar allí para ver eso. Apuesto a que se sintió tan bien. ¿Qué dijo el?
¿Cómo se veía su cara?
—En un comienzo no me creyó, así que le mostré los certificados de
213 todas las diferentes compañías. Al principio se puso un poco pálido, pero
luego se puso rojo como la remolacha. Se levantó de su escritorio y dijo:
“Hijo de puta”. Lo detuve allí mismo. Lo juro por Dios, creo que mi sangre
comenzó a hervir. Todo en lo que podía pensar era en lo que había hecho,
qué clase de bastardo había sido toda su vida. Alcancé su escritorio y lo
agarré por el cuello. Creo que podría haberse meado un poco cuando lo
hice. —Dane se ríe y yo con él, la imagen mental casi tan satisfactoria
como si hubiera estado allí. —Le dije que tuviera mucho cuidado con lo
que salía de su boca, que no olvidara que yo era el dueño. Y podía
destruirlo si quisiera.
—¿Que dijo él?
—Ni una maldita cosa. Sabía que era verdad. Y planeé seguir
adelante eventualmente, pero... él murió antes de que pudiera. Ese imbécil
consiguió reír al último de todos modos —. La amargura de Dane regresa
con una mueca en sus labios.
—No, no lo hizo. Lo golpeaste donde más le dolía. Esa era la única
debilidad que tenía, y la robaste debajo de su nariz. Esa es la mejor
venganza que podrías haber obtenido.
La expresión de Dane se vuelve seria. —No se siente así. Lo he
odiado por tanto tiempo, no creo que nada que no fuera ver la vida
drenarse de él mientras lo estrangulaba hasta la muerte me haría sentir
reivindicado —. Hace una pausa por un largo minuto antes de mirarme. —
Pero eso probablemente ni siquiera ayudaría. Vivir con ese tipo de odio...
Creo que es hora de dejarlo ir. Tengo que.
—¿Me...? —Impulsivamente, empiezo a hacer una pregunta, pero
con esa sola palabra, lo reconsidero. Es posible que no quiera saber esa
respuesta.
Desafortunadamente, Dane no quiere dejarlo ir.
—¿Hice qué?
—Nada.
—¿Qué? ¿Qué ibas a preguntar?
Vacilante, le pregunto —¿Me odiabas? ¿Me odias?
Los ojos de Dane buscan los míos. Incluso con poca luz, puedo ver
que han vuelto a ser la sombra cálida que jamás podré olvidar en lugar de
los fríos de cuando regresé.
—No. Pensé que lo hacía. Por un tiempo. Pero en realidad nunca lo
214 hice.
Asiento con la cabeza. Realmente no tengo una respuesta. Me duele,
sí, pero supongo que tengo que alegrarme de que ya no sea así.
Nos quedamos callados de nuevo, y de repente me doy cuenta de lo
cansada que estoy. Sin querer, me balanceo contra Dane.
—Probablemente será mejor que regreses. Duerme un poco. Sé que
debes estar cansada.
Asiento y Dane se pone de pie, ofreciendo su mano, que tomo. Esta
vez, la sostiene mientras caminamos hacia el borde de la roca, y cuando
salta, levanta ambos brazos hacia mí. No sé por qué, pero eso parece
significativo, como si se estuviera abriendo a mí. O tal vez me está diciendo
que está bien dejarse caer.
O tal vez solo estoy abrumada y cansada.
En este punto, podría ser cualquier cosa.
Me inclino y dejo que Dane me ayude a bajar. Esta vez es un poco
más lento para dejarme ir, lo que me causa una sensación agradable.
Estoy sonriendo cuando digo: —Buenas noches, Dane.
—Hasta luego caimán —No me pierdo el brillo en sus ojos. Y es
prácticamente mi ruina.
—Después de un rato cocodrilo.
De repente, tengo ganas de reír, como una colegiala.
—Duerme bien, Brinkley Sommers.
Esto... es una rama de olivo.
Eso creo.
O podría estar delirando.
No sería la primera vez que Dane James me haga perder la cabeza.
215
Capítulo 26
Al día siguiente, Dane James aparece como un espectro, nacido de la
niebla y las sombras. Sexy, misterioso y tentador. Camina hacia mí de esa
manera floja que tiene y no puedo evitar mirar. Cuando me alcanza, sonríe
como si supiera exactamente lo que está pasando por mi mente.
—¿Vienes?
—Sí. —Me levanto de mi silla donde había estado trabajando en mi
computadora portátil nuevamente. No había elegido ese lugar
específicamente para poder ver a Dane, pero...
¿Oh, a quien estoy engañando? Por supuesto lo hice.
Su voz me detiene antes de que atraviese la puerta.
216 —¿A tu hija le gustan los animales?
Pienso en lo mucho que Celina ama a los animales y en cómo
siempre le dije que lo obtuvo de su padre. Mi sonrisa llega hasta mi alma
cuando respondo.
—Los ama.
—Ella también puede venir. Si tú quieres.
Mis pulmones se hinchan cuando arrastro una lenta inhalación
hacia ellos. Él está nervioso. Lo veo ahora, por la forma vacilante que
preguntó y por la manera en que mete las manos en los bolsillos e intenta
sonar casual. Dane James quiere conocer a mi hija, como realmente
conocerla, y está tratando de no mostrarlo.
La parte posterior de mis ojos pica, así que solo asiento con
entusiasmo y me alejo antes de hacer un completo ridículo frente a él.
Subo corriendo las escaleras en busca de Celina, que debería estar
en su habitación haciendo su trabajo de química. Su puerta está
entreabierta y puedo verla adentro, sentada con las piernas cruzadas en la
cama, con la barbilla en su pecho y los auriculares en sus oídos, con un
aspecto tan sombrío que detiene mi corazón por un segundo.
Ella debe estar pensando en su vida, su futuro. Su decisión.
Todavía no hemos hablado de ello. Le estaba dando tiempo y
espacio, así como la oportunidad de informarme, antes de abordarlo
nuevamente.
Sé que incluso tener la discusión agregará peso a sus delgados
hombros y odio verlos caer por ello. Ningún adolescente debería tener que
considerar consecuencias como las que enfrenta. Ningún adolescente
debería tener que elegir entre terapias que los hagan sentir miserables y
más enfermos y posiblemente robarles su posibilidad de procrear.
Y, sin embargo, ella lo hace.
La mía lo hace.
Cuando se enfermó por primera vez hace casi un año, decidimos que
nos ocuparíamos juntas de su atención médica. Prometí que no tomaría
ninguna decisión unilateral con respecto a su tratamiento. Le prometí que
solo sacaría la tarjeta de madre y la detendría si estuviera eligiendo algo
que no tenía sentido o que era perjudicial para su salud de una manera
que era evitable. Cumplí mi palabra.
5Los premios Daytime Emmy son uno de los premios Emmy otorgados por la Academia
de Arte y Ciencias de la Televisión y la Academia Nacional de Arte y Ciencias de la
Televisión en reconocimiento a la excelencia en la programación de televisión
estadounidense diurna.
Los hombros de Dane se hunden de alivio justo antes de que me
lance una mirada y diga muy, muy suavemente —Todo lo que voy a decir
es que será mejor que corran.
Su significado tarda un segundo en registrarse, y en el momento en
que lo hace, me doy la vuelta, agarro a Celina, y salimos por los escalones
del porche, cruzando el camino con Dane pisándonos los talones. En
botas, nada menos.
Nos detenemos al borde del campo. Celina y yo estamos sin aliento.
Dane está justo detrás de nosotras y ni siquiera jadea. Los tres estamos
sonriendo.
Él pone sus manos sobre sus delgadas caderas y nos informa con
advertencia —Todo lo que voy a decir es que ustedes, chicas, cuiden sus
espaldas —. Levanta dos dedos y los señala a sus ojos y luego a los
nuestros, como si nos estuviera mirando. Sacudo la cabeza y miro a
Celina. Su sonrisa es la más brillante que he visto en meses. Tal vez en
años, desde que se enfermó por primera vez. No creo que nada pueda
hacer que mi corazón se sienta más feliz y ligero.
—Entonces, ¿por qué nos estás arrastrando aquí? —Todavía estoy de
222 un humor burlón.
—Vamos. Se los mostraré.
Dane comienza a atravesar el campo, y caminamos ligeramente
detrás de él hasta llegar al viejo camino que baja al río, luego él se detiene
para que podamos caminar uno al lado del otro. Celina está entre
nosotros, y él la entretiene con historias extravagantes sobre cómo, cuando
era un niño, cortaba árboles tan grandes como los automóviles de este
camino, los derribaba como un verdadero leñador. Dijo que tenía músculos
más grandes que todos los hombres y que podía levantar caballos sin
sudar.
Celina se ríe casi todo el tiempo y lo absorbe todo.
Y yo los absorbo a ambos.
Dane se desvía antes de llegar al río. Sale del camino y avanza hacia
el bosque. Escanea el suelo mientras avanza. No tengo idea de lo que esta
buscando hasta que se agacha y recoge una pequeña tortuga con
manchas.
Se endereza, sonriendo de oreja a oreja, y sostiene la tortuga para
que Celina pueda verla.
Ella tiene los ojos muy abiertos con emoción.
—¿Puedo sostenerla?
—Por supuesto. Solo tómala así —. Él le muestra cómo sostenerla
por su caparazón. Ella la mira a la cara y sonríe cuando gira la cabeza
hacia la seguridad de su casa móvil.
—¿Es tuya?
—Algo así. Crie al padre de esta. —Sus ojos se dirigen a los míos.
Luego lo entiendo.
—¡Stanley!
Dane sonríe y asiente. —Sí. Él se encontró con una hermosa chica y
tuvieron bebés hace aproximadamente un año. Dos de ellos se quedaron
por aquí. Esta es una de ellos.
—¿Quién es Stanley?
—Era como mi mascota cuando yo era pequeño. Mi papá no me
dejaba tener un perro, que era lo que quería, así que encontré a Stanley, la
tortuga que vivía aquí junto al río, y le traje hongos todos los días.
Imágenes tan vívidas como un rayo en el cielo pasan por mi mente,
223 imágenes de Dane y yo caminando por este mismo camino un día de
verano hace tantos años. Puedo imaginar sus ojos y su pelo largo, la forma
en que se veía su rostro cuando hablaba de esa tortuga, la tristeza que lo
sobrecogía cuando hablaba del día en que Stanley podría irse. Sol y
árboles verdes y una felicidad que no pensé que encontraría en Shepherd's
Mill. Todo por un chico.
Este chico.
Este hombre.
—¿Cómo se llama esta? —Celina todavía está tratando de
convencerla para que vuelva a salir de su caparazón, al igual que su padre
está tratando de sacarla del suyo.
—No tiene aún. ¿Cuál sería un buen nombre para ella?
—Sarabella —. Su respuesta es instantánea, y no tengo idea de
dónde vino.
Dane sonríe.
—Bonito nombre para una hermosa tortuga. Sarabella será. —Hace
una pausa y me pregunto qué está esperando. Luego me doy cuenta de
que es seguridad. O tal vez coraje. —¿Quieres ayudarme a alimentarlos?
Celina aprovecha la oportunidad. —¡Claro!
Charlan sobre la mejor manera de lograr esto mientras escucho y los
observo. Hasta que llegó Celina, Dane fue el amor de mi vida. Cuando
nació mi hija, sabía que nunca amaría nada más. ¿Y tenerlos a los dos
juntos? Es como una sobrecarga al corazón. No recuerdo haberme sentido
tan llena. Tan completa.
Y como una mentirosa.
Cuando regresamos a la casa, unas dos horas después, veo a mamá
parada en el porche. Cuando nos ve, observo que sus hombros se hunden
como si se sintiera aliviada, pero eso solo dura un segundo. Veo su mirada
pasar de mí a Celina a Dane y de nuevo a mí. Luego observo sus ojos
entrecerrarse, su boca ligeramente fruncida y su postura rígida. Ella me
mira por unos segundos, luego se da vuelta y marcha de regreso a la casa.
Hago todo lo posible por ignorarla y disfrutar estos últimos minutos
con Dane y Celina, pero su desaprobación está allí, en el fondo de mi
mente como una rebaba atrapada bajo mi montura.
224
Capítulo 27
Ha pasado una semana desde que Dane nos llevó a Celina y a mí al
río. Cada día aparece a primera hora de la tarde, posiblemente para evitar
a mi madre (hombre inteligente), y cada día hemos hecho algo juntos.
Nosotros tres.
Un día trajo Sándwiches de barbacoa de Carolina con papas fritas y
ensalada de repollo para el almuerzo. A Celina y a mí nos encantó.
—Sabemos todo sobre la comida rápida, rápida y más rápida en
nuestra casa, ¿no es así, C?
Celina asintió vigorosamente ya que tenía la boca llena y no podía
responder.
229 Me río.
—¿Qué?
—Me he perdido quince años de tu vida. Si no me cuentas, nunca lo
sabré.
Él quiere saber.
Quiere saber sobre mi vida, mi pasado. Quiere volver a conocerme.
La esperanza y el optimismo surgen en mi.
—¡Guau! No empieces con las cosas fáciles ni nada.
Me envía una sonrisa con ojos bizcos.
—¿Cuándo hemos sido fáciles?
Bajo la cabeza.
—Buen punto. —Respiro y realmente lo pienso. —La mayoría de mis
mejores momentos son en torno a Celina, pero si tengo que sacarla de la
ecuación, supongo que sería graduarme de la universidad. Me sentí tan
realizada, como si hubiera hecho algo que nadie más pensaba que podía o
me ayudaría a hacer. Lo hice todo por mí misma.
—¿Fuiste a la universidad?
—Lo hice. —No puedo ocultar el orgullo en mi voz. —Esperé por un
tiempo ya que Celina era pequeña. Eso hace las cosas difíciles. Sabía que
no mejoraría a menos que hiciera algo al respecto, así que cuando ella fue
a prescolar, volví a la escuela. Solicité ayuda financiera en la universidad
comunitaria. Obtuve una tonelada, por supuesto, porque éramos muy
pobres. Tomé dos clases en la mañana y trabajé por las tardes mientras
Celina estaba en la escuela y luego en el las actividades después de la
escuela. Me tomó cuatro años obtener un título técnico en contabilidad,
pero lo hice. Después de eso, conseguí un trabajo llevando la contabilidad
de un CPA6. El sueldo era mucho mejor y podía trabajar desde casa por las
noches después de que Celina se fuera a la cama. Eso desocupó mis días
para poder volver a la universidad a tiempo completo mientras ella iba a la
escuela. Me gradué y me convertí en CPA, y fue entonces cuando las cosas
realmente cambiaron para nosotras.
—¿Y qué hay de su padre?
Frunzo el ceño. —Pensé que estábamos haciendo preguntas
divertidas.
6 Contador público.
—Eso no es cursi en absoluto. Creo que es genial. Has hecho mucho
con tu vida aquí. Contra todo pronóstico. Todos en esta ciudad apostaban
en tu contra. —Mi mente retrocede en el tiempo. —Cuando era niña, no
podía entender por qué nadie más podía ver lo maravilloso que eras. Me
alegro de que finalmente lo hayan hecho.
—Nada ha cambiado. Solo tengo dinero ahora. Tengo lo que ellos
valoran. Siempre he tenido lo que valoro.
Apoyo mi barbilla sobre mi hombro mientras lo miro, absolutamente
glorioso a la luz de la luna.
—Así es. Eres tan sólido, estable y cómodo con quién eres como esta
roca —. Golpeo la roca debajo de mí para enfatizar.
—No lo sé. Durante un tiempo después de que te fuiste, estuve
bastante amargado. Estaba desgarrado. Dividido entre convertirme en uno
de ellos, porque de alguna extraña manera quería ser digno de ti si alguna
vez regresabas, y ser un demonio solo para enojarlos a todos. Creo que
probablemente terminé cayendo en algún lugar entre ambos.
—Nunca tuviste que ser otra cosa que Dane James para ser digno de
mí, digno para mí. Te amaba tal y como eras.
231
Está haciendo lo mismo que yo, mirándome por encima del brazo.
Durante un tiempo ninguno de los dos dice nada, pero algo está
sucediendo en el silencio. Algo está creciendo. O tal vez volviendo a crecer.
Y el calor aumenta con cada segundo que pasa.
Y hace calor. Mucho calor.
—Háblame de tu casa.
—No es nada lujoso, pero me gusta. Es de madera en el exterior con
un interior moderno. Cuatro habitaciones, tres baños. Tengo un gran patio
trasero. Mucha hierba. Siempre quise pasto creciendo. Ya sabes, en lugar
de ese lote de grava en el que estaba el granero.
Una punzada atraviesa mi corazón. Ni siquiera tenía hierba. Algo tan
simple como jugar con la hierba. Me dan ganas de traer de vuelta a Alton
para poder matarlo.
—Es una casa grande para vivir solo. ¿Nunca a habido una mujer
para ayudarte a llenarla?
Incluso cuando pregunto, estoy empezando a contener la
respiración. Quiero saberlo y a la vez no. Sé que me molestará, pero
necesito saberlo.
—No para vivir allí, no.
—¿Entonces nunca te casaste?
—Nop. ¿Tú?
—Nop.
Dane se mueve para que sus piernas se estiren frente a él y se
recuesta.
—Sin embargo, hay algo que probablemente deberías saber.
Mis entrañas se retuercen con miedo. —¿Qué es?
—Yo, eh, salí con Lauren por un tiempo.
—Lo sé. Todavía estaba aquí cuando eso sucedió.
—Después de eso.
—Oh. —Es mi única respuesta inexpresiva —¿Por cuanto tiempo?
—Salimos después de la secundaria. Hace unos años, por un
tiempo.
232 —¿Un tiempo?
—Si. Unos cuatro años.
Mi estómago hace un vuelco desagradable.
—Oh. Guau. Eso debe haber sido bastante serio entonces.
—Pensé que ella había cambiado, pero conoces a Lauren.
—Si. Conozco a Lauren. No puedo creer que se haya casado con
Taylor.
—Sí, eso estaba condenado desde el principio.
—¿Por qué?
—Ella todavía estaba enamorada de mí. Eso fue lo que la hizo beber.
Creo que se dio cuenta de que cometió un error al casarse con él para
tratar de vengarse de mí.
Pienso en el cóctel que tomó temprano.
—Es una lastima. Entonces tú... ¿ya no la quieres?
—¡Dios no! Nunca lo hice. Lo intenté. Pensé que los dos podíamos
ser personas diferentes, pero simplemente no lo fuimos. Nunca seré uno
de ellos. Ella no será otra cosa que uno de ellos.
Tengo que admitir que me hace sentir muy incómoda saber esto.
Realmente desearía que no me lo hubiera dicho, sinceramente. Pero
teniendo en cuenta todo lo que tiene que perdonarme a mí, sería el epítome
de la hipocresía que me resista a esto.
Pero aún así duele.
—Si no se hubiera casado con Taylor, ¿crees que hubieran vuelto a
estar juntos?
—No. Ya lo había intentado. Mi corazón nunca estuvo en ello. Sé que
es una locura, salir con alguien que conoces y que nunca podrás amar de
la manera que lo necesita, pero fui bueno con ella. Ella simplemente no
era para mí. Simple y llanamente.
—¿Por qué?
Hace una pausa para mirarme.
—Ella simplemente no eras tú.
233
Dios, odio lo feliz que me hace escuchar eso. Intento mantener la
alegría fuera de mi voz cuando murmuro un suave —Oh.
—Nunca estuve tan interesado en ella como en ti. Creo... creo que
salí con ella en parte para vengarme de ti, porque sabía cuánto lo odiarías.
Todavía estoy enojado conmigo mismo por eso también.
—Todos hemos hecho cosas de las que no estamos orgullosos —.
Gano la medalla de oro en ese evento.
—Simplemente odio que ella que haya terminado con Taylor. Él la
engaña con cualquier cosa con una falda. Es el mismo imbécil que solía
ser en la escuela.
Siento mi labio curvarse.
—Así parece.
Después de un par de minutos, Dane se ríe. —Tiene suerte de que
no conduje a su casa y le di una paliza esa noche que te recogí.
Sonrío solo pensando en lo maravilloso que se sintió que Dane
quisiera protegerme.
—Solo habría empeorado las cosas para ti, pero a una parte de mí le
hubiera encantado verte haciéndolo.
—No me hubiera importado. Habría hecho cualquier cosa por ti. —
Dane me mira con ojos oscuros y una expresión seria.
La forma en que me está mirando... El aire deja de fluir hacia mis
pulmones.
Mi voz se queda sin aliento cuando admito —Lo sé. Porque yo
también habría hecho cualquier cosa por ti.
Y lo hubiera hecho.
Cualquier cosa.
De hecho, me fui al amanecer, me alejé, parí y crie una hija sola,
simplemente para salvarlo.
—¿Ha pasado demasiado tiempo, Brinkley? ¿Hemos llegado
demasiado lejos para volver a ser como eran las cosas antes?
—Yo... yo no creo que podamos volver. —Él asiente con la cabeza. —
Pero creo que podemos avanzar. O al menos podemos intentarlo. Si... si
234 eso es lo que quieres.
Él asiente lentamente, sin apartar sus ojos de los míos.
—¿Este “intentar” incluye besos?
Sonrío porque no puedo evitarlo, no más de lo que puedo evitar la
forma en que mi estómago hace volteretas y mi sangre entra en llamas.
—Creo que definitivamente debería incluir besos. Quiero decir, ¿qué
tipo de adultos seríamos si no aprovecháramos las libertades de los
adultos? Como besar, por ejemplo.
—De mierda. Y no quiero ser un adulto de mierda.
—Yo tampoco.
—Tal vez debería acompañarte a casa y podemos ser adultos
increíbles justo debajo de tu ventana, solo para molestar a Alton.
—Oh, creo que suena como una idea increíble. —El mundo que me
rodea es tan oscuro como el terciopelo azul, pero el mundo dentro de mí...
es tan brillante como el mediodía.
—Y tal vez deberíamos encontrarnos aquí mañana por la noche. Para
practicar ser adultos increíbles.
—Me gusta cómo piensa, Sr. James.
—Me gusta su enorme trasero, Sra. Sommers. —Tengo que reírme de
eso. —La parte de “basura en el maletero” debería haberme hecho
sospechar.
—Probablemente.
Dane me ayuda a levantarme y quitó el polvo del mismo maletero
que estamos hablando. Dane se inclina para mirarme mientras lo hago.
—Siempre amé tu trasero, pero ahora has traído tanta atención a el,
que solo puedes culparte a ti misma cuando lo miro cada vez que te das la
vuelta.
Golpeó mis pantalones cortos.
—Sin embargo, es un poco grande.
—No es grande. Es redondo y perfecto y... —Él hace un silbido
mientras toma aire entre los dientes. —Realmente quiero morderlo.
—¿Morderlo?
Una corriente fría se extiende por mis brazos cuando él regresa sus
235 ojos a los míos. No he visto esa mirada hambrienta en quince largos,
largos años.
Su voz es baja cuando da un pequeño paso más cerca de mí y agrega
—No te preocupes. Lo besaría después. Para que se sienta mejor. Porque
soy un infierno de adulto.
Estoy sin aliento. Y me encanta.
—Creo que cualquier cosa se sentiría mejor después de un beso
tuyo.
Se inclina y ahueca su oreja.
—¿Qué dijiste? ¿Te sientes mal? Tengo justo lo que necesitas.
—¿Mal? —Apenas entiendo sus palabras y la risita que las
acompaña de mi boca antes de que Dane James me tome en sus brazos y
presione sus labios contra los míos.
Ese es el momento en que recuerdo cómo se siente el cielo. Y como
sabe.
Se siente y sabe a Dane James.
Incluso después de todo este tiempo, él es mi cielo. Y así comienza
un ritual nocturno que me hace enamorarme del chico equivocado, pero
del hombre correcto nuevamente. Solo puedo esperar que él también se
enamore de mí.
Hasta que le diga que le oculté a su hija durante catorce años.
Entonces se dará cuenta de que me odia.
236
Capítulo 28
Un golpe apenas audible en la puerta de mi habitación me despierta.
Echo un vistazo primero a las cortinas. Hay luz que se filtra a través de
ellas y alrededor de los bordes, pero aún tiene un tono azulado, lo que me
asegura que es muy temprano. No es de extrañar que me sienta cansada.
Probablemente no he estado en la cama mucho tiempo.
Sonrío al recordar la noche anterior que pasé besándome con Dane
James en nuestra roca como dos adolescentes cachondos. Es una locura
pensar en las cosas que han cambiado y las que no.
Nuestra química loca definitivamente no.
—Adelante —. Mi voz es ronca por la necesidad de descansar un
poco más.
237
Veo la forma esbelta de mi hija cuando se asoma a través de una
grieta en la puerta y luego la cierra fácilmente detrás de ella. Ella camina
hacia la cama y retiro las mantas, ofreciéndole un lugar debajo de ellas
conmigo. Me hace feliz cuando ella acepta. La rodeo como una cuchara,
acercándola a mí como lo hacía cuando era pequeña.
Ya no me deja hacer esto muy a menudo, así que ahora estoy
completamente despierta, disfrutando de cuidar a mi niña.
—¿Que estás haciendo despierta tan temprano?
—He decidido lo que quiero hacer.
Estoy aún más despierta ahora.
—¿Y?
—Quiero el trasplante de médula ósea —. Creo que mi corazón
habría dado un vuelco sin importar lo que ella dijera. Hay pros y contras
en ambos, pero estoy un poco contenta porque este ofrece las mejores
posibilidades de curarla. Este ofrece la mejor oportunidad de encontrar el
camino de regreso a una vida normal en algún lugar en un futuro cercano.
—Creo que es una buena opción.
—¿Lo haces?
—Lo hago. El hecho de que tenga una mejor oportunidad de curarte
realmente es un factor bastante convincente en la columna de “pros”, ¿no
te parece?
—Si. Por eso quiero ir por esta ruta.
La abrazo fuerte y beso su cabello sedoso.
—Eres una niña muy sabia. Como un pequeño Yoda rosado.
—Sabia yo ser —dice con su mejor voz de Yoda, y las dos nos reímos.
Y así continúa la siguiente parte de nuestra conversación, hasta que
volvemos a cosas más serias.
—Plan, lo haremos.
—Con los médicos, hablaremos.
—Sí, sí. Consúltalos, lo haremos.
—Que la fuerza esté conmigo.
Ante eso, mi corazón se aprieta un poco.
238 —No necesitarás eso. Tienes a Dios. A mí. Y a tu papá. Lo harás
bien.
—Espero que sí —. Después de una pausa que es tan larga, que me
pregunto si se ha vuelto a dormir, dice algo más que acelera mi corazón.
Mi vida es como un maldito tornado. —¿Crees que deberías decírselo antes
de que lo haga? Ya sabes, así él lo sabrá. Por si acaso.
Por si acaso.
—Celina, deja de pensar en el “por si acaso”. Has leído la
información. Sabes que, con tu edad y tu diagnóstico, el pronóstico es
increíble. Todo va a salir muy bien y vas a vivir una vida muy larga y
saludable. De hecho, puedes vivir para ser tan vieja como Yoda. Solo
necesitarás pañales para adultos. Ninguna vejiga humana puede aguantar
tantos años.
—Eres tan rara —susurra.
—Pero soy increíble —le susurro.
—¿Lo harás, mamá?
—Le diré, cariño.
—¿Cuándo?
Trago saliva. —Puedo decirle hoy si quieres que lo haga.
—Antes de volver al médico, ¿de acuerdo?
—Bien.
En el fondo de mi mente, escucho el tic-tac de un reloj, contando los
minutos hasta que tenga que arrojar la madre de todas las bombas sobre
Dane.
Y el momento en que el brillo feliz que lleva puesto vuelva a ser una
máscara de odio.
245 —Lo siento mucho, Dane. No sé qué más puedo decir. Cómo puedo
compensarlo. Yo era joven. Tenía miedo. Estaba embarazada y enamorada,
y todo estaba sucediendo en el peor momento y de la peor manera. Pensé
que estaba haciendo lo correcto. No creí que tuviera elección. Incluso
ahora, no sé qué podría haber hecho de forma diferente.
La pausa antes de que me respondiera fue tan larga, tan tensa, que
siento mi estómago apretarse.
—Me llevó un par de semanas saber que te habías ido. Vine aquí
cada noche y esperé. Pensé que algo estaba mal. Pensé… no sabía que
pensar.
—Lo siento mucho —. Desearía poder abrir mi alma y dejarle ver
cuánto lo sentía, cuánto me duele saber lo que le he hecho.
No responde a eso. Espera una eternidad, pero finalmente dice —
Mira, todavía estoy enojado. No sé cómo no estarlo, pero es mi hija.
Quiero… quiero conocerla. Y tú eres quien mejor la conoce —. Sus
palabras me lastiman, pero merezco cada una. —Háblame de su infancia.
¿Qué clase de bebé era?
Aunque me estoy muriendo por dentro, Dane eligió el tema que
revive mi alma, la única cosa de la que podría hablar durante horas.
Comienzo con una cascada de historias que parecen durar eternamente.
Le cuento lo bien que me fue en el embarazo después de las
primeras mañanas en las que me despertaba enferma. Le cuento como
rompí aguas en la fila del supermercado y cómo una anciana se quedó
conmigo afuera hasta que llegó la ambulancia, contándome todo lo que
había aprendido sobre la técnica de respiración Lamaze y las técnicas de
respiración viendo las repeticiones de Doogie Howser y St. Elsewhere. Le
cuento lo aterrador que fue ser una adolescente, completamente sola,
dando a luz una vida cuando ni siquiera podía cuidar de mí misma. Le
digo que sostener a Celina por primera vez, sin embargo, fue todo lo que
necesité para convertirme en una mamá oso protectora que haría
cualquier cosa por su hija.
—Ella cambio mi vida. Para mejor. Ella me hace ser una mejor
persona.
Juntos, en nuestra roca, pongo al corriente a Dane sobre su hija.
Sus cólicos, la aparición de sus dientes, y la risa musical que podía
cambiar mi día entero, no escatimo en detalles. Le hablo de la primera vez
que dijo “mamá” y de los guisantes aplastados que nunca pude conseguir
que comiera. Le cuento la primera vez que le dio faringitis estreptocócica y
cómo quería ser bailarina cuando era pequeña. Le hablo de las propinas
246 que ahorré durante seis meses para poder comprarle un tutú. Le hablo de
su horrible maestra de segundo grado y de su increíble maestra de tercer
grado. Le digo su color favorito (purpura) y su comida favorita (pizza). Le
hablo de su amor por la música y las comedias románticas, y su afición
por las mascotas que saco a su padre.
Dane sonríe por eso.
—¿Qué más heredó de mí?
—¿Estás bromeando? La lista es ridícula —. Así que nombro todas
las similitudes que se me ocurren. Su risa, su piel y sus dientes perfectos.
Su amor por el aire libre y su vena rebelde, e incluso la marca de
nacimiento justo encima de su ombligo.
—¿En serio tiene una ahí también? —Sonríe cuando pregunta.
—Sí. No sé si algo así puede ser hereditario, pero ella tiene una
exactamente como la tuya.
Sin darse cuenta, se frota el ombligo mientras mira fijamente algo
sobre mi cabeza—. Eso es genial.
Mi corazón se derrite. Sí, es genial. También es genial que esté en
una roca, nuestra roca, con el chico que he amado desde que tenía doce
años, hablándole de su hija, porque ya la ama lo suficiente como para
querer conocerla. Eso es genial.
Hablo sobre cada cosa que se me ocurre que él tiene en común con
su pequeña. Creo que ni siquiera yo era consciente de lo mucho que
llevaba Celina de su padre hasta que le expliqué todo. Ella es
absolutamente, cien por ciento, incuestionablemente la hija de Dane
James.
—¿Alguna vez preguntó por mí?
—Por supuesto, ella lo hizo.
—¿Y qué le dijiste?
Mi garganta se cierra. —Yo... le dije que estabas muerto —. Veo su
mandíbula apretada y me apresuro a añadir —Cuando ella tenía la edad
suficiente para empezar a preguntar por su padre, no quería que pensara
que no la querías, y no quería que intentara encontrarte y arriesgarse a
que todos salieran heridos por culpa de Alton, así que le dije que habías
muerto cuando era una bebé. Yo… lo siento mucho.
Los músculos de Dane se tensan. Su tensión es como un escalofrió
247 en el aire, pero después de un par de minutos, sus palabras me dicen que
está haciendo todo lo posible para afrontar esto.
—No quiero que piense que no he estado porque no la quiero.
—Tampoco quería que ella pensara eso —. Respiro profundamente
aunque mi pecho está tan apretado que siento que mis pulmones podrían
colapsar —. Espero que creas que hice lo mejor que pude. Siempre. Para
ambos. Te amé tanto, que... creo que habría hecho cualquier cosa para
evitar que te hicieran daño.
No puedo imaginar lo difícil que debe ser para él aceptar todo esto.
Casi puedo sentí su lucha. Pero está ganando. Porque es fuerte. Es un
luchador. Eso es lo que es Dane James.
Y su hija es como él.
—Tengo una hija. —Asiento con la cabeza. —Tengo una hija —. Lo
repite con una pizca de asombro filtrándose en su voz.
Esto me da esperanza.
—La tienes —. Me quedo callada durante un tiempo. Parece que
Dane lo está evaluando, digiriéndolo, y quiero dejarlo.
Finalmente, rompe el silencio de nuevo. —¿Cómo lo hiciste por tu
cuenta todo este tiempo?
—No siempre fue fácil. Después de que Alton dejara mi habitación
esa noche, cuando intentó violarme, mamá me dio su anillo de
compromiso. Me dijo que no aceptara menos de cinco mil por él —. No
puedo evitar la risa amarga que abandona mis labios. —Creo que esa fue
su forma de cuidarme. No pudo encontrar el valor para enfrentarse a
Alton. O tal vez no quería, no quería arriesgarse a perder la vida que había
construido aquí. No lo sé, pero al menos no me dejó en la calle para que
muriera de hambre. Hizo lo que pudo para darme una ventaja —. Mi
corazón estaba pesado al recordar mis últimos momentos en Sheperd’s
Mill. No puedo evitar revivir todos los sentimientos que se agolpaban en mi
interior.
—No sé cómo la perdonaste.
—A veces no estoy segura de haberlo hecho —. Y eso es cierto. A
veces quiero sacudirla o abofetearla o gritarle por lo que me hizo pasar.
Pero nunca lo hago. Porque ella es mi madre. Ella es mamá —. Todo lo que
tenía era ese anillo y veinte dólares cuando me fui de aquí. Nunca lo
olvidaré. Fue horrible. Esa mañana, recuerdo que miré al sol cuando
248 estaba amaneciendo. Las nubes se habían vuelto rojo sangre, y los campos
y tu granero… parecían estar en llamas. Y así es como me sentía. Como si
todo lo que había amado se hubiera quemado hasta los cimientos. Y no
había nada que pudiera hacer para detenerlo. Recuerdo haber pensado
que hasta el cielo sabía. Hasta el cielo sabía —. Agarro la costura de la
pierna de mi pantalón —. Lloré todo el camino hasta la estación de
Greyhound.
—Jesús.
—Al menos tenía eso, sin embargo. Fue un comienzo.
—En aquellos días, con veinte dólares se podía llegar a Greensboro,
Carolina del Norte, así que ahí es a donde fui. Cuando llegué allí, le
pregunté al empleado de la estación de autobuses a qué distancia estaba
la casa de empeños más cercana. Por suerte, estaba solo a tres manzanas
de ahí. Caminé hasta allí y le mostré al tipo el anillo de mamá. Me dio seis
mil doscientos once dólares por él. Seis mil dólares —. Resoplo sin alegría
—. Eso es lo que tenía para empezar una vida. Una vida entera. Una
adolescente, embarazada y completamente sola. No tenía nada ni a nadie,
pero tenía seis mil dólares.
Hago una pausa, mirando al vasto cielo, reviviendo esos primeros
días. De alguna forma, siento esto como si hubiera sido la semana pasada.
—Conseguí una habitación de hotel para pasar la noche, y al día
siguiente tomé un autobús a Baltimore, Maryland. Mamá solía hablarme
de Baltimore cuando yo era pequeña. La visitó una vez y le encantó. Pensé
que yo también la amaría. Supongo que me hizo sentir un poco menos
sola, también, de una manera extraña. Como si alguien que conocía
estuviera allí. De todos modos, cuando llegué ahí, me quedé en un hotel
barato durante nueve días. Ese fue el tiempo que me llevó encontrar un
lugar para alquilar a menor costo. Fue el predicador, Greg Shatley, y su
esposa quienes me acogieron. Me dejaron quedarme allí por cien dólares al
mes. Estoy segura de que tuvieron mucha perdida, pero estaba tan
agradecida que no discutí. Viví encima de su garaje durante tres años.
Eran la única familia que tenía.
Me pierdo en mis pensamientos, en mi memoria, y cuando el silencio
se extiende, escucho las tranquilas palabras de Dane estrellarse como
balas en mi corazón. —Me habría ido contigo. Habría sido tu familia.
Aprieto mis ojos cerrados, mi corazón al borde de romperse. — Lo sé.
Sé que lo habrías hecho. Y podrías haberme odiado por ello después
cuando la vida de tu padre se arruinara por una chica egoísta que no pudo
mantenerse alejada del chico que amaba.
249 —No te habría odiado. No podría. Créeme, lo intenté.
Eso duele, pero de una manera diferente. Saber lo traicionado que se
debe haber sentido, saber cómo debe haber pasado de estar confundido a
estar enfadado a estar herido, pincha en mi alma como una aguja del
tamaño de un remo.
—Yo… —Ni siquiera sé qué decir ahora. Tal vez no haya nada que
decir.
—Me alegro de que hayas encontrado a alguien que te ayude. Al
menos tenías eso.
—Sí. Fueron geniales. Y me encantó ese pequeño lugar. Era mío,
todo mío. Nadie me decía cómo debía vivir mi vida, cómo actuar, cómo
criar a mi hija. Era un nuevo comienzo. En un pequeño piso que daba a
un estanque, comenzaba de nuevo. Ese lugar fue donde Celina dio sus
primeros pasos, donde dijo sus primeras palabras. Es donde aprendió a
gatear y donde aprendió a ir al baño. Es donde ella se convirtió en una
niña pequeña y yo en una madre. Fue bueno en muchos sentidos. Incluso
la cuidaron por mí mientras yo trabajaba esos primeros años. Serví mesas
en un restaurante frente al Guilford College. Estaba a poca distancia de la
casa de Shatley, así que funcionó perfectamente.
—¿Entonces por qué no te quedaste?
—El Señor Shatley fue reasignado a otra iglesia. Era una gran
oportunidad, así que puedo ver el por qué la tomaron. Tuvieron que vender
la casa, por supuesto, y desafortunadamente, los nuevos dueños querían
poner a su hija adolescente sobre el garaje, así que tuve que mudarme.
Fue entonces cuando me di cuenta de que, si quería darle a Celina una
buena vida, una vida estable con un lugar estable para vivir, tendría que ir
a la universidad. Necesitaba hace algo por mí misma. Por ella.
—Y lo hiciste.
—Supongo. Lo hicimos bien. Hasta que enfermó. Eso es por lo que
realmente volvimos. Atención médica y… y un lugar para quedarnos. Ya no
podía soportar todo, así que tuve que volver a casa. Como un cachorro
azotado.
—No regresaste como un cachorro azotado. —Hay burla en su tono.
—Así es como se siente a veces.
—Te ayudaré con ella, ya sabes. —Sus palabras son duras, casi
dichas de mala gana, pero no lo tomo como algo personal. Esta es la forma
250 en que responde un hombre cuando ha sido herido.
—No espero eso, Dane. No es por eso que te lo dije.
—¿Por qué me lo dijiste? ¿Por qué ahora? ¿Por qué no lo hiciste
cuando regresaste?
Levanto mis rodillas hacia mi pecho y apoyo mi barbilla en ellas. —
Tenía miedo de que me odiaras y eso hubiera sido… hubiera sido muy
difícil. —Me tiembla mi barbilla. —Pero más que eso, Celina tenía miedo de
que no quisieras tener nada que ver con ella. Ella quería conocerte
primero. Darse la oportunidad de que ambos se conocieran. Y ahora que lo
has hecho, ella está lista. Además de eso… —Tengo que detenerme antes
de continuar para no estallar en lágrimas. —Además, ha decido que quiere
hacerse un trasplante de medula ósea y… cree que hay una posibilidad de
que no lo logre, y quería que lo supieras antes de que lo hiciera.
Meto mi barbilla hasta que mi frente descansa sobre mis rodillas. No
quiero sentarme aquí y llorar delante de Dane. No otra vez. Parece que eso
es todo lo que sé hacer, llorar.
Escucho el sonido del tejido contra la roca segundos antes de sentir
una gran mano caliente asentarse en mi espalda. No la mueve, no me frota
la espalda ni hace nada para tratar de consolarme, pero me consuela de
todos modos. El simple toque, el gesto en sí mismo, lo dice todo. Dice que,
aunque no esté muy contento conmigo ahora mismo, y que probablemente
este enfadado durante mucho tiempo, no me odia. Todavía tiene
suficientes sentimientos tiernos para querer consolarme.
Supongo que eso es algo.
—Quiero participar, Brinkley. Con ella, con su tratamiento, con todo.
Me he perdido los primeros catorce años. No quiero perderme ninguno
más.
—Entiendo. Y tú eres su padre. Puedes verla tan a menudo como
quieras.
—¿Verla? —Lo dice de tal manera que suena negativo.
—Sí, pero solo si quieres hacerlo
Hace un gruñido irritado.
Me siento un poco confundida. Me acaba de decir que no quiere
perder más tiempo, pero parece resistirse cuando le ofrezco todo el tiempo
que quiere.
—Así que tendremos algo como, ¿qué? ¿Custodia compartida?
251 Eso hace que mi corazón se acelere. Palabras como “custodia” me
hacen pensar en una desagradable batalla en la corte y en niños divididos
en dos por los padres que se odian y usan a sus hijos como armas. No me
gusta nada esa palabra.
—No. Quiero decir, no tenemos que hacer nada legal como eso.
Nunca intentaría alejarte de ella.
—Ya lo hiciste.
Me trago el jadeo.
—Pero…pero te expliqué. Esas fueron circunstancias extremas. Te lo
dije ahora porque quiero que seas parte de su vida.
—Pero solo ocasionalmente.
—No, en absoluto. Puedes estar cerca de ella tanto como que
quieras.
—¿Cómo puedo hacer eso cuando ella vive con tu madre? No soy
exactamente su persona favorita. No es que pueda aparecer allí de la nada
todos los días, cuando quiera, para ver a mi hija. Eso sacaría a su perra
interior más rápido de lo que yo podría escupir.
Me vuelvo hacia él, agarrando su antebrazo con mis dedos.
—Dane vamos a resolver esto. Haremos lo que tengamos que hacer.
Por Celina.
No se mueve cuando lo toco. Ni siquiera aparta sus ojos de los míos.
Se sienta como una gran y dura roca mirándome fijamente. Quiero saber
qué pasa detrás de sus ojos, pero tengo miedo de preguntar. Esto no ha
salido como esperaba. No es que supiera realmente qué esperar.
Dane me mira por tanto tiempo que empieza a hacerme sentir
incómoda. No puedo decidir si está pensando en Celina o en cuánto le
gustaría hacerme daño. Su cara, su boca y sus ojos son tan intensos, que
me alejo.
Sin embargo, cuando abre su boca de nuevo, sus palabras suenan
neutrales.
Me pregunto qué estará pensando.
—Háblame del trasplante.
—Le darán varias dosis grandes de quimio y un par de rondas de
radiación de cuerpo entero para agotar su propia medula ósea. Tienen que
252 hacer eso antes de poder trasplantar la medula del donante.
—¿Será hospitalizada?
—Para alguna de las sesiones, sí.
—¿Y qué hay del donante?
—Bueno, todavía no tenemos uno. Pero como no tiene hermanos,
creen que podrá usar el mío.
—¿Porque eres su madre o porque tienes otro tipo de
compatibilidad? ¿Cómo funciona eso?
—Es porque soy su madre, sí. Los padres son básicamente medio
compatibles en vez de ser totalmente compatibles como ocurre con un
hermano.
Se queda en silencio otra vez, sus ojos perforan en mí. O tal vez a
través de mí. Ni siquiera estoy segura de que me esté viendo.
—Quiero ser su donante.
No es una pregunta o una petición. Es una declaración. Es tan
fuerte y tan determinada como el hombre mismo.
—Dane, no tienes que…
—Quiero hacerlo. No he podido darle nada en toda su vida. Quiero
hacer esto por ella. Así sabrá que es mi hija y que la quiero.
Siento que mi cara quiere desmoronarse y me detengo contra la
necesidad de gritar.
—Ella no tendrá ninguna duda de que la amas. Yo no las tengo. La
forma en que estás con ella… Dane, ya la amabas desde antes. Yo lo sabía
y creo que ella también.
—Quiero hacer esto, Brinkley. No me quites esto también.
También.
Como si le hubiera robado tanto.
Pero la verdad es que lo he hecho. Y es imposible deshacer el daño
que le he hecho.
—Bien, Dane. Está bien.
—Bien. Entonces, ¿Cuándo nos vamos?
253 —¿Ir a dónde?
—¿A Duke? Necesitamos encontrar un lugar para quedarnos allí si
va a entrar y salir del hospital, ¿verdad?
—¿Vas a quedarte todo el tiempo?
—Por supuesto. ¿Por qué no lo haría?
—No lo sé. Tengo que llamar a su médico y decirle lo que vamos a
hacer. Tendrá que hacer todos los arreglos. Y también tendrás que dar una
muestra de sangre, para que la analicen. Analizaron la mía para estar
seguros, también, así que es rutina.
—Bien. Lo que sea. Hare lo que sea.
Mi labio inferior tiembla, maldita sea.
—Gracias. —Pestañeo furiosamente.
—¿Por qué?
—Por seguir siendo la persona que siempre supe que eras.
—Cuando todo esto termine, tenemos que hablar del futuro. Quiero
ser parte de su vida. Permanentemente.
Su vida.
No la mía.
Vuelvo a tragar. Y otra vez, es difícil.
—Está bien.
—Tal vez ustedes dos deberían venir a cenar mañana por la noche.
Haré una parrillada y entonces podemos decírselo. ¿Crees que le gustaría
eso?
Un sollozo diminuto sale y tengo que cubrir mis labios temblorosos
con las puntas de mis dedos. Asiento con la cabeza.
—A ella le encantaría.
—Te recogeré sobre las tres o algo así. Me gustaría pasar un rato con
ella antes de la cena.
—Podemos caminar hasta allí. Dijiste que estaba cerca del puente
peatonal, ¿verdad?
—No, quiero ir a buscarlas.
254 —Bien. A las tres en punto.
—A las tres en punto.
Se pone de pie, y cuando me mira, sé que he perdido terreno con
Dane, emocionalmente, entre él y yo. Sus ojos no tienen el mismo fuego
que hace tres días.
—¿Quieres que te acompañe de vuelta?
—No, estaré bien. He caminado por aquí un millón de veces.
Duda, pero solo por unos segundos. Luego asiente con la cabeza y se
dirige hacia el borde de la roca. Salta y comienza a atravesar el trigo. Me
levanto, aunque mis piernas se sienten demasiado pesadas para moverse.
Me castigo mientras bajo de la roca y vuelvo a casa.
Esto es lo que quería para Celina.
Quiero que él la ame primero. Que la ame con todas sus fuerzas.
Ella es su hija. Ella tiene que ser la primera.
No tiene que amarme para amarla.
Ni siquiera tengo que gustarle.
Mientras sea bueno con Celina, no puedo pedir más.
Es solo que duele.
Me duele saber que he perdido su corazón y puede que nuca lo
recupere, que estará en mi vida y completamente fuera de mi alcance
mientras viva. Volveremos al principio, solo que esta vez mi amor no será
correspondido. No es solo que nunca tendré al hombre que amo, sino que
él ahora nunca me amará. No otra vez. No después de esto.
Dejo que las lágrimas caigan mientras camino, el trigo se convierte
en largos y borrosos rayos de luz en la oscuridad. Veo el punto amarillo de
la ventana de mi dormitorio acercarse cada vez más, pero no quiero volver
a casa. Todo parece demasiado doloroso ahora mismo, incluso estar en mi
propia piel.
255
Capítulo 30
Celina estaba muy contenta de saber que nos habían invitado a
cenar en la casa de su padre. Mi madre, por otro lado, no se lo tomó muy
bien.
—Después de todos los problemas que ese chico te ha causado,
vuelves a encontrarte con él. Sinceramente, Brinkley, es como si ni
siquiera intentaras pensar.
—Lo que sea, mamá. No sabes todos los detalles, y créeme cuando te
digo que te los ahorraré al no dártelos. Solo diré esto. Sería prudente que
te lo tomaras con calma con Dane James. No es la persona horrible que
crees que es.
—No he dicho que sea una persona horrible. Solo dije que ya te ha
256 traído suficiente dolor, ¿no crees?
—Dane nunca me trajo dolor, mamá. Tú y Alton lo hicieron muy
bien sin él.
Con eso, giré sobre mis talones y salí de la habitación. Media hora
después, llamaron a la puerta principal. Sabía que era Dane. No tuve que
mirar el reloj para saber que eran las tres en punto.
Abrí la puerta. Lleva pantalones cortos caqui, una camisa verde
bosque y una sonrisa que revolvió mi estómago, aunque no fuera dirigida
para mí.
—Hola.
—Hola.
—¿Están listas?
—Déjame ir a buscar a Celina. —Me giro invitándolo a entrar para ir
a buscar a mi hija, pero casi me giro cuando lo hago. Ella está justo detrás
de mí, toda sonrisas. —Oh, bueno, supongo que estamos listas entonces —
. Dane retrocede y Celina sale corriendo por la puerta. Me despido por
cortesía de mi madre por encima del hombro y no me sorprendo en lo
absoluto cuando no obtengo respuesta.
Cuando cierro la puerta, Dane pregunta —¿Día difícil?
Pongo los ojos en blanco. —Demasiado.
Sonrío mientras camino detrás de él y de Celina, escuchando lo que
dicen.
—Te daré tres intentos para que adivines lo que estoy haciendo, pero
los dos primeros no cuentan.
—¡Algo en la parrilla! —Responde con una diminuta cantidad de
sarcasmo, aunque de forma burlona.
Dane me mira y le dice a nuestra hija con un guiño —Tienes una
boca tan lista como la de tu madre.
—Ella obtuvo todos sus buenos rasgos de su madre. Todo lo demás
vino de tu reserva genética, papá.
Dane rebosaba alegría. Es la única forma que se me ocurre para
describir el resplandor entusiasta que aparece en su cara. Mi corazón
brilla con el reflejo de ello. No me siento del todo parte de esto, porque esto
es más sobre Dane y nuestra hija, pero me emociona de todos modos. Para
Celina. Y por Dane. Dos personas que he amado desde que los conozco.
257
Le oigo que dice a Celina —Para ser sincero, me alegro de que hayas
sacado la apariencia de ella. No soy un tipo guapo. Soy increíblemente
guapo, pero estas piernas nunca se verían bien en un vestido. Tu madre,
por otro lado…
—Ewww eres tan malo como ella.
Dane se ríe. Celina se ríe. Yo me rio. No lo ve, pero su comentario me
hace muy feliz. Es un cumplido, y considerando lo molesto que está
conmigo, se siente como un gran paso.
Subimos a la csmioneta de Dane. Dejo que Celina se siente delante.
Ella y su padre charlan hasta su casa mientras yo reflexiono sobre la
conversación que tuve con mi hija esta mañana cuando le expliqué que le
había dicho a Dane que era su padre. Estaba encantada de que él ya
estuviera tan interesado en ella.
—¿Qué dijo?
—Quería todos los detalles. Quiere ayudar en lo que pueda. —Ella
no dijo nada, así que continué. —Quería saber sobre ti, qué clase de bebé
eras, cómo eras al crecer. Y le encanta que tengas una marca de
nacimiento en tu vientre.
Ante eso, Celina levanto la cabeza y me miró. Sus labios se curvaron
hacia arriba y sus ojos se abrieron de par en par con deleite. —¿En serio?
—En serio. Dijo que era “tan genial”.
Eso generó una sonrisa genuina.
—Creo que es genial.
—¿Tú crees?
Ella asiente con la cabeza.
—Sí. Y es inteligente.
—Definitivamente es inteligente. De él lo sacaste.
—¿Que más tengo de él?
Así que le repetí a mi hija todas las cosas que le había dicho a Dane.
Le hablé de su padre, y de todas las similitudes que comparten, e hice las
primeras puntadas para unir a mi hija con el amor de mi vida.
Incluso ahora, pensando en ello, no puedo recordar haber sentido
una paz tan grande. Al menos no de forma completa.
258 Cuando Dane se detiene frente a una hermosa cabaña de madera de
dos pisos, Celina se inclina para mirarla a través del parabrisas.
—¡Vaya!
Pienso lo mismo, pero me lo guardo para mí.
Celina sale corriendo del camión en cuanto se detiene, y Dane viene
a ayudarme a salir de la parte de atrás. Me ofrece su mano, la cual tomo, y
me mira fijamente a los ojos mientras salgo y piso el suelo. Sus ojos no son
tan fríos, no son tan oscuros. Están un poco más cálidos, un poco más
claros. Sé que tiene que ver con Celina, pero aún así me dan esperanza
sobre nosotros.
Dane nos lleva a mi hija y a mí a un gran tour por su impresionante
casa. Es grande y bien construida, hasta las lujosas decoraciones de cada
esquina, pero también es modesta. No es llamativa ni ostentosa. Es
discretamente impresionante, y me encanta al instante.
Hay una sala de estar y un comedor formal justo después del
vestíbulo. Todos los dormitorios excepto el principal, dice, están en el
segundo piso. Señala la parte superior de la elegante escalera caracol, pero
no nos lleva allí.
Pasamos por la cocina de última generación con sus cálidas maderas
y verdes pálidos hasta la guarida, que es claramente donde vive y respira
Dane. Tiene toques de practicidad y confort en cada superficie, desde el
gastado sofá de cuero marrón hasta los mandos a distancia alineados en la
mesa de madera oscura. Desde allí, salimos a un patio trasero íntimo. Los
altos cipreses proporcionan privacidad mientras siguen pareciendo
exuberantes y se mezclan con el paisaje, y un estanque de koi burbujeaba
tranquilamente frente al patio.
—¿Frisbee antes de empezar a cocinar? —Dane mira a Celina
cuando pregunta, quien asiente con entusiasmo. Es lo primero que hace
que mis antenas reaccionen.
—No te exedas, nena.
—No lo haré, mamá. —Me dice, y luego corre al centro del patio con
su padre.
Me siento en la mesa redonda con base de cristal y los observo. Un
profundo sentido de serenidad y rectitud me envuelve en un fuerte abrazo
de emoción. Observo la mitad de su juego a través de un fino velo de
lágrimas.
259 Los dos juegan y ríen sin parar, como si se conocieran desde
siempre. Y, al verlos, nadie en su sano juicio cuestionaría su vínculo
genético. Celina se mueve con la misma facilidad que su padre. Son como
dos piezas de la misma persona, y me pregunto si Dane puede verlo. Me
pregunto si puede sentirlo.
Mi teléfono suena mientras miro. Es un número que no reconozco,
así que lo ignoro. Esta vez se trata de mi hija y su padre. Nada es más
importante.
Hasta que llego a casa casi a las once de la noche y me doy cuenta
de que mi madre se ha ido.
Y que la llamada era del hospital.
Capítulo 31
Camino por la planta mientras espero a que me comuniquen con la
persona a cargo. La mujer que dejó el mensaje era del departamento de
emergencias, pero estaba con un paciente y nadie podía decirme nada
sobre mi madre, aparte de que había sido transferida. Me puso en espera
para que otra persona del laboratorio me informara, pero cuando la
llamada fue contestada, fue la secretaria de la unidad que se puso en la
línea, pidiendo el nombre del paciente con el que quería hablar, y
rápidamente me dijo que mamá ya no estaba allí abajo.
Después de que ella hizo algunos ruidos mientras buscaba la
ubicación de mi madre, dijo finalmente —Espere por favor. Le transferiré a
cuidados intensivos cardíacos.
273 —Brinkley, yo... —Hay una larga pausa y sus ojos buscan los míos.
Sé que quiere decir algo, pero no estoy segura de que siquiera él sepa qué
es ese algo. Después de unos segundos más, me doy cuenta de que nunca
lo sabremos. —Me alegro de que estés bien.
Sonrío y asiento, volviendo mi atención a Celina y extiendo mi mano
para tirar de un extremo de su cabello.
—¿Por qué no puedes despertarte fea como el resto de nosotros?
—Buenos genes, supongo.
—Buena respuesta.
Levanta la mano para dar un golpe de puño y nos sonreímos la una
a la otra.
—¿Cómo está la abuela?
—Lo está haciendo bien. Se supone que la van a traer de vuelta
pronto. Vamos a darnos prisa para que no nos eche de menos.
Como su tiempo programado se acerca, la enfermera nos deja entrar
a los tres en la habitación de mamá. Estoy un poco preocupada por Dane,
pero parece que quiere ir, así que creo que debería dejarlo.
Mamá está sentada en la cama, con un aspecto extrañamente fresco,
lo cual es una locura.
—Te ves bien, abuela —Dice Celina mientras se acerca a la cama.
—Gracias, Celina. Tú también estás muy guapa esta mañana. —Ella
envía una mirada en mi dirección y añade —Tenemos que darle un
descanso a tu madre. No ha dormido. Hizo lo mejor que pudo.
Pongo los ojos en blanco, pero no me tomo en serio la ofensa como lo
habría hecho en otro momento. Parece que mi madre y yo por fin hemos
encontrado un camino pacífico. Ella es ella. Yo soy yo. Nos encontraremos
en algún lugar en el medio e intentaremos no discutir constantemente.
Pero hay amor entre nosotras. Eso está claro.
Veo que los ojos de mamá parpadean hacia la puerta. Hacia Dane.
—Ven aquí —Le dice, un poco de su imperioso frío resurgiendo.
Veo el músculo de la mandíbula de Dane moverse, pero su expresión
no cambia cuando entra en la pequeña habitación y se detiene en el pie de
la cama de mi madre.
—Más cerca.
274
Me alejo, dejando a Celina cerca de mamá y haciendo espacio para
que Dane se acerque a ella, lo cual hace. Sus pasos no vacilan y no se
detiene.
—Lo siento —Dice roncamente, sus ojos se llenan de lágrimas otra
vez. —Sé que la amas, y espero que algún día puedas perdonarme por mi
parte en todo esto.
Siento como si estuviera conteniendo la respiración, y como si mi
corazón hiciera un baile de tap sobre la cabeza de un alfiler mientras veo
que la escena se desarrolla y espero la respuesta de Dane.
Sé la amargura que lleva. Lo sé porque yo también la he llevado.
Pero nunca ha podido escapar de ella. Ha vivido toda su vida bajo el
injusto manto de la opresión de Shepherd's Mill. Probablemente tiene una
reserva de ira y resentimiento que tiene años de profundidad.
Sin embargo, con una bondad que me revuelve el estómago, veo al
Dane James, el que se quedó, inclinarse cerca de mi madre, sonreírle a la
cara y decirle con la mayor sinceridad que he conocido en él —Tengo a
Celina. Y tengo a Brinkley. No hay lugar para el odio. Ya no.
Ella comienza a llorar mientras una sonrisa de gratitud aparece y
Dane se aleja, dejando que Celina se acerque y abrace a su abuela, para
darle consuelo como si no estuviera igualmente enferma. Pienso de nuevo
que es la persona más fuerte que he conocido. Pero tal vez mi madre es
igual de fuerte. Nunca la había visto de esta manera antes. Y tal vez yo
pueda ser igual de fuerte como las otras dos mujeres de mi vida. Sea lo
que sea que el futuro me depare, sé que tendré que intentarlo.
—Tenemos que despejar la habitación. Están aquí para transportar
a la Sra. Peterson —Dice la enfermera desde la puerta.
Dane y mamá asienten con la cabeza mientras él se aleja, como si
hubieran llegado a un acuerdo. Una tregua. Luego Celina se inclina para
darle un rápido abrazo antes de que sea mi turno.
Me acerco a la cama, bajando para cepillar un mechón de pelo rubio
perdido de la rejuvenecida y pálida cara de mi madre. —Nos hemos
perdido muchos años, pero los recuperaremos cuando salgas, ¿sí?
Mis ojos se llenan de lágrimas que parpadeo. Ella me sonríe y sé que
sabe a lo que me refiero.
—Necesitamos encontrarte un coche mejor, también.
Me río. No puedo evitarlo. Me agacho para besar la mejilla de mi
275 madre, memorizando el modo en que huele y la forma en que su pelo me
hace cosquillas en la nariz. —Lo que tú digas, mamá.
Me coge la mano y me aprieta los dedos. Es el único indicio que deja
ver lo nerviosa y asustada que está. Su mano está temblando.
Y eso me rompe el corazón.
De repente, me siento más asustada, y más decidida a convencernos
a ambas de que ella va a estar bien. —Mamá, vuelve a mí. ¿Prometido?
—Haré lo que pueda, cariño.
Cariño.
No me ha llamado por muchos apodos en las últimas dos décadas.
Los extraño terriblemente.
—Te amo.
—Yo también te amo, Brinkley.
Y con eso, me sacan y alejan a mi madre para abrirle el pecho y
reparar su corazón.
Si pueden.
LAS HORAS PASAN LENTAMENTE. Tan lentamente. La voluntaria
nos trae mensajes periódicamente para hacernos saber lo que está
pasando. Han comenzado el procedimiento. La han puesto en la máquina
de bypass. La cirugía va bien. Han completado el procedimiento.
Me paseo. Y entre paso y paso me siento con Dane y mi hija hasta
que Celina empieza a mostrar su fatiga y hago que Dane la lleve a casa.
Entonces solo soy yo, dando vueltas por la sala de espera. Esperando.
Esperando. Esperando.
Los pensamientos dan vueltas por mi cabeza. Arrepentimientos.
Cosas que desearía haber hecho de forma diferente, cosas que desearía
haber dicho antes de dejar que la alejaran. Espero que los sepa todos.
Ruego porque ella lo haga. Pero eso no me reconforta. Solo verla de nuevo,
viva y bien, lo hará.
276 Recibo otro mensaje de la voluntaria. Van a ir para reiniciar su
corazón. Suspiraría de alivio, pero sé por mi investigación que este paso es
crucial, y es el paso donde tantas cosas pueden salir mal. Rezo mientras
recorro el circuito que he desarrollado. En mi mente, ahora hay una
mancha desgastada en la alfombra, el rastro que he tallado en nombre de
Katherine Peterson.
Pasan 15 minutos. Luego treinta. Voy hacia la voluntaria.
—¿Alguna otra noticia sobre Katherine Peterson?
Revisa sus mensajes y sacude la cabeza.
—No, lo siento.
Sonrío lo mejor que puedo y espero que no tener ninguna noticia sea
una buena noticia. Entonces pasa una hora. Luego una hora y media. Mi
ritmo cardíaco aumenta y me siento constantemente al borde de las
lágrimas. Algo está mal. Ya debería estar fuera.
Me cubro la boca temblorosa con las manos y camino, más fuerte,
más rápido, más frenético. No puedo perderla ahora, no cuando acabo de
recuperarla. Se suponía que teníamos que tener más tiempo después de
esto. Buenos años. Juntas. Como una familia. Con Celina. Y Dane. Dios,
por favor no te la lleves ahora. Todavía no.
—¿Srta. Sommers? —La voluntaria me llama por mi nombre. Me
acerco al escritorio, esperando con los pulmones llenos de aire, que no
puedo sacar.
—El doctor quiere hablar con la familia en la sala de conferencias
número tres. Pasa por las puertas principales, es la tercera puerta a la
izquierda.
—¿Hay... hay algo mal? —Apenas logro pronunciar las palabras.
La mujer mayor sonríe con una sonrisa triste.
—No lo sé. Eso es todo lo que me dijo que te dijera. Lo siento.
No puedo tragar. No, en absoluto. Tengo la boca seca y una tristeza
tan grande que no puedo pasar, está atascada en mi garganta.
Procedo a ir la sala de conferencias y allí espero. Espero lo que
parece ser una eternidad antes de que un hombre con uniforme quirúrgico
verde, el hombre que sé que es el cirujano cardiotorácico, entre en la sala.
Cierra la puerta tras él y tengo que dar la espalda. Puedo sentir mi cara
desmoronándose.
—Entonces, ella está fuera. En su habitación. Lo hizo muy bien.
277
Me giro para enfrentarlo. El cirujano continúa hablando de cómo
pudo usar su arteria mamaria para el injerto, pero no escucho mucho de
eso. Todo lo que oí fue la primera parte. Ella está fuera. En su habitación.
Lo hizo bien.
Aún así me pongo a llorar, pero por una razón completamente
diferente. Son lágrimas de alegría, de alivio, de una segunda oportunidad,
que no pienso desperdiciar.
Capítulo 32
—Mamá, una semana más no va a hacer la diferencia. Te dije que
hablé con el médico de Celina y me dijo...
—Brinkley, estoy bien. No sé qué tengo que hacer para convencerte
de que estoy bien.
—Tuviste una cirugía a corazón abierto hace dos semanas. Eres la
definición misma de no estar bien.
—Me estoy curando perfectamente. Sé que escuchaste al Dr. Sage
decirme eso. No sé por qué no le crees.
—Le creo. Y creo que es genial que te estés curando tan bien, pero
curarse bien y estar lo suficientemente bien para que te dejen en paz por lo
278 menos un mes son dos cosas completamente diferentes.
—Una enfermera de salud en casa vendrá a verme y...
—No es lo suficientemente bueno.
—Déjame terminar. Y he tenido una... oferta de un amigo para que
se quede conmigo.
Frunzo el ceño. Eso suena como una gran mentira para
manipularme para que haga lo que ella quiere que haga.
—¿Quién es este amigo?
Mi madre se ruboriza. Al menos creo que es un rubor. Sus mejillas
se vuelven de un bonito y pálido color rosa.
—Se llama John. Nos conocemos desde hace años y ha sido muy
amable desde que Alton murió. Se ha ofrecido a venir y quedarse. Ya
sabes, solo para vigilarme. Y hacerme compañía, por supuesto. Así que no
me siento del todo sola aquí.
Entrecierro los ojos en ella.
—No puedo decir cuánto de esto es una mierda total.
—¡Brinkley! ¡Lenguaje! —Cruzo los brazos sobre mi pecho,
ignorándola. —Y todo es verdad, para tu información. Soy viuda. ¿Está
mal que eventualmente disfrute de la compañía de otro hombre?
Se ve apropiadamente confundida, lo que me hace inclinarme un
poco hacia la verdad.
—No, no hay nada malo en ello. Pero ¿Por qué me estás decidiendo
esto ahora? Entiendes lo sospechoso que suena, ¿verdad?
—Solo si eres una persona cínica, pero supongo que puedo ver
porqué pensarías eso. Pero déjame asegurarte, hija, que esto no es... B.S8.
Dios no permita que te abran el pecho y te operen el corazón. Te hace
replantearte todo, incluso cómo quieres pasar los próximos años de tu
vida, sin importar cuántos te queden.
Con eso me ablando. —Entonces, ¿esto es real?
—Sí, es real. No voy a mentirte para que te vayas. No debería tener
que hacerlo, pero por primera vez, no lo hago.
—Solo quiero asegurarme de que estás bien. Lo sabes, ¿verdad? Que
solo estoy cuidando de ti.
279 —Lo sé.
—Porque te amo. Eso es lo que hace la gente que se ama.
Tiene una sonrisa sorprendentemente maternal. —Ya lo sé. Y es
precisamente por eso que quiero que vayas y te ocupes de Celina. Las
quiero a las dos, y quiero lo mejor para ustedes. Y esto es lo mejor para ti.
Para las dos. Así que vete. Estaré bien.
—¿No estarás sola? En absoluto, ¿verdad?
—Ni por un minuto. Excepto quizás por mi ducha. Espero que nadie
insista en que debo ducharme con ayuda. Eso no funcionará.
Ahogo una risita. Mi mamá. Algunas cosas no cambian. Incluso
después de un bypass coronario, sigue preocupada por el decoro, Dios la
amo.
—Bien, mamá. Si esto es lo que quieres y te parece bien, y dejas que
alguien se quede contigo todo el tiempo...
—Trato hecho. Solo te queda llevarlas a ti y a tu hija a Duke.
291
Capítulo 34
Vuelvo a la habitación de Celina y Dane está literalmente en la cama
con ella. Está estirado sobre su espalda con las manos detrás de su
cabeza, y ella está acurrucada en posición fetal contra su costado,
profundamente dormida.
Celina.
Mi bebé.
Veo sus labios resoplar con cada aliento que exhala. Cada vez, me
tranquiliza ver que ella está viva, que está bien. Todavía está conmigo.
Incluso ahora, no puedo soportar pensar en dónde estaría ahora si no lo
hubiera logrado, si no se hubiera recuperado. Es como si mi mente
literalmente no pudiera captar el pensamiento.
292
Ni quiero que lo haga.
Escaneo su rostro, su hermoso rostro. Me alivia ver que su color es
un poco mejor, sus mejillas están un poco más llenas, y el brillo de su piel
no es ceroso.
En el pecho de Celina hay una tortuga de peluche que Dane le trajo
el día que la trasladaron a una sala de la unidad y le permitieron que le
trajeran regalos. Dijo que quería que tuviera un pedazo de casa con ella,
así que le trajo una tortuga.
Mis ojos se dirigen hacia él.
Dane.
Mi amor.
Mi corazón da un giro.
Sus ojos están cerrados, pero está hermoso como siempre. Acostado
al lado de nuestra niña, se ve tan grande, tan largo y flexible, tan varonil y
capaz. No podría imaginar un hombre más perfecto para nosotras, el padre
perfecto para nuestra hija y la pareja perfecta para mí.
Si Celina es mi sol, él es mi luna y mis estrellas. Me mantiene a
salvo por la noche y me vigila en silencio durante el día. Los dos juntos
forman mi universo, y estaría perdida sin ninguno de ellos.
Me contento con quedarme de pie y mirarlos, mi hija y el amor de mi
vida, vivos y bien. Juntos.
Los ojos de Dane se abren lentamente, enfocándose en mí por unos
segundos antes de que sus labios se curven en una suave sonrisa. Mi labio
se curva en respuesta, no por voluntad propia , sino porque cada vez que
me mira, sonrío. No puedo evitarlo. Esa es realmente una respuesta de la
memoria muscular cuando se trata de Dane. Una respuesta a la felicidad.
Nos miramos fijamente, sosteniendo una conversación entera sin
decir una palabra. Me dice que me ama y que es muy feliz. Y yo le digo que
lo sé, porque yo siento lo mismo. Es la misma conversación que tenemos al
menos una vez al día. Comenzó en la hora en que Celina salió del coma.
Seguimos así mientras ella empezaba a mejorar a pasos agigantados todos
los días.
Mi sonrisa se amplía. No hay nada por lo que no sonreír. Tengo todo
lo que necesito en esa cama. Y sospecho que Dane siente lo mismo cuando
293 me acuesto con ella y nos ve allí juntos.
Ella se agita, abriendo sus brillantes ojos verdes. Al principio
parpadea lentamente. Tarda un minuto en despertarse. Su cuerpo ha
pasado por tanto, que tardará un tiempo en volver a ser la de antes, pero
lo logrará.
Todavía duerme mucho. Necesita una gran cantidad de descanso,
así que hacemos todo lo que tenemos que hacer a su alrededor. Dane se
quedó con ella para que yo pudiera volver a nuestra casa de alquiler,
darme una ducha rápida y luego ir al centro comercial a recoger algunas
cosas para Celina.
—¿Lo conseguiste?
Su voz es grave por el sueño, pero sus ojos brillan rápidamente.
Tomo la bolsa que tengo en la cama y se la doy mientras me siento junto a
sus piernas. Se atrinchera, el plástico cruje mientras pasa por alto el par
de camisas que le compré en busca de una cosa en particular.
Sonríe con una gran, amplia y hermosa sonrisa cuando saca la
gorra. Es suave, tejida y púrpura, y fue lo más cercano que encontré a lo
que ella quería para cubrir su resbaladiza cabeza.
—¿Está lo suficientemente cerca? —Ella usa sus dientes para roer la
etiqueta. —¡Deja eso! Arruinarás tus dientes. —Pero llego demasiado tarde.
La etiqueta está en blanco y es arrojada descuidadamente en la bolsa
mientras el sombrero va a su cabeza.
Ella lo esponja y tira de el hasta que se siente bien, y luego inclina la
cabeza y me mira desde debajo de sus pestañas todavía intactas. —¿Y
bien? ¿Cómo me veo?
—Estás impresionante, como siempre. Si no te quisiera tanto, podría
odiarte un poco. —Le hago una sonrisa burlona y me saca la lengua.
—Rara.
—¿Vas a volver alguna vez parte de este abuso hacia tu padre? Ni
siquiera ha sido iniciado en su esfera de angustia adolescente todavía.
Estoy a punto de ofenderme.
—Él es más genial que tú. No hay nada que lo aniquile.
—Oh, mi dulce, dulce niña —Le digo con una sonrisa retorcida y un
guiño conspirativo. —Estoy más que feliz de ponerte al tanto de todas las
cosas no geniales de tu padre. Por ejemplo, ¿sabías que le gusta masticar
294 la hierba de la pradera?
Se gira para mirar a Dane. —Ah, ¿sí?
Se encoge de hombros. —Sabe a sandía.
—¿Puedo probarla?
Dane me dedica una sonrisa deslumbrante que dice que él ganó, yo
perdí. —Así que así es como va a ser. ¿Ustedes dos contra mí?
Dane y Celina se miran y sonríen, luego se vuelven hacia mí y
asienten al mismo tiempo. —Sí, más o menos.
Naturalmente, les saco la lengua, pero luego cruzo las piernas y me
conformo con una verdadera tortura. —Celina, ¿te he contado alguna vez
cómo fue cuando empecé a amamantarte?
Me río de inmediato cuando se pone las manos sobre las orejas y
cierra los ojos. —¡Para! ¡Para! ¡Cállate! ¡No quiero oír esas cosas
asquerosas!
—Yo, por otro lado... —Dice Dane con una sonrisa de hombre total.
En ese momento, Celina gira sus ojos sorprendidos y jadea sobre él.
—No está bien, papá. No. Está. Bien.
Un maravilloso silencio cae entre nosotros. Creo que Celina no es
consciente de ello porque los dos seguimos sonriendo. No se da cuenta de
lo que se siente al oírla llamar "papá" a Dane. Ni siquiera estoy segura de
que ella sea consciente de hacerlo.
Pero yo sí.
Y por la mirada en la cara de Dane, él también lo está.
Ojalá tuviera una cámara y pudiera grabar la mirada en su cara.
Todavía está sonriendo, pero hay algo diferente en su expresión. Es como
si la luz de su interior brillará a través de cada poro. Sé que no necesitaré
una foto para recordar cómo se ve. Estará siempre grabada en mi
memoria, archivado en una carpeta etiquetados como los MEJORES
MOMENTOS DE MI VIDA.
Porque este es uno de ellos, uno de los mejores momentos de mi
vida.
295
Capítulo 35
Salgo al porche y miro los campos. El campo está cubierto de noche,
todo pintado en tonos azules y negros y adornado con plata. Como
siempre, contiene todas las promesas del mañana.
Una posibilidad sin fin.
Esperanza.
Respiro profundamente. Huele a hogar. Nunca pensé que me
gustaría ese olor de nuevo, pero ahora sí. Ahora todo ha cambiado.
Salgo al camino de entrada, echando una breve mirada atrás para
asegurarme de que no veo ninguna luz encendida dentro de la casa. Nos
quedamos en casa de mamá un tiempo más, hasta que se recuperen. Es
296 más fácil para mí vigilarlas a ambas si nos quedamos allí, aunque Dane ha
dejado muy claro que le gustaría que nuestra residencia permanente
estuviera con él.
Tanto Celina como yo estamos de acuerdo con eso.
Todo esto solo llevará tiempo. Un tiempo precioso.
Celina ha salido del hospital durante un mes, pero nos quedamos
cerca de Duke hasta que nos dieron el visto bueno para llevarla de vuelta a
Shepherd's Mill, lo que ocurrió la semana pasada.
El proceso tomó más tiempo del que nadie esperaba debido a esas
complicaciones iniciales. Nunca descubrieron definitivamente qué causó el
ataque, pero saben que el golpe en la cabeza es lo que causó el sangrado.
Afortunadamente, no fue uno grande. Eso podría haber resultado en un
desastre. El aumento del riesgo de hemorragia fue uno de los efectos
secundarios más graves posibles del trasplante. Afortunadamente, Celina
no se golpeó la cabeza con mucha fuerza y la hemorragia se detuvo
bastante rápido por sí sola. Nadie más lo ha dicho, pero sé que fue un
milagro. Nadie más tuvo que decirlo.
Así que ahora, después de todo, aquí estamos. De vuelta en casa.
Estamos finalmente en casa y por fin empezamos a volver a la normalidad.
Cuando salí de la casa, mamá estaba dormida en su habitación.
Celina estaba dormida en el sofá con la televisión encendida, así que la
dejé allí. Todavía necesita mucho, mucho descanso, así que cuando quiere
dormir, la dejo dormir. Cuando sea y donde sea.
Las cosas son una locura, todo el día todos los días, pero en el buen
sentido. Son agitadas, pero todo el mundo está vivo y bien, así que eso lo
hace todo soportable. Más que soportable. Solo pensar en esas horas en
las que Celina estaba inconsciente, luchando por su vida, me hace sentir
como si estuviera hiperventilando. Trato de estar agradecida, todos los
días, de que ella lo haya logrado. Que todos nosotros lo hicimos.
El tiempo a solas con Dane ha sido bastante escaso. Unos pocos
minutos aquí y allá son todo lo que hemos podido conseguir, en el pasillo
del hospital o en la cafetería mientras Celina dormía o cuando me
acompañó a su camioneta. Eso nunca fue suficiente, pero no había nada
que pudiéramos hacer al respecto. Celina era la prioridad número uno.
Todavía lo es, pero esta noche las cosas están tranquilas. Esta noche está
llena de oportunidades para nosotros.
Solo para nosotros.
297 No hicimos planes. No se dijo nada. Solo fue una especie de cosa no
dicha que flotó entre nosotros esta noche, el acuerdo de que todo está
finalmente lo suficientemente tranquilo como para que podamos
reunirnos. Así que, por unos minutos, en medio de la noche, lo tendré todo
para mí.
Sé que estará esperando en nuestra roca. Así como siento algo por
mi hija, siento algo por Dane también, y sé que estará allí. Un cosquilleo
en mi corazón me lo dijo justo cuando se iba, cuando sus ojos se
encontraron con los míos y me guiñó el ojo, y lo supe.
Porque a veces una mujer simplemente lo sabe.
Me abro camino lentamente a través del trigo. Me dejo llevar por mis
manos a través de él. Se siente igual que siempre, pero también
completamente diferente. Todo es diferente. Todo es mejor, o por lo menos
está bien mientras camino para llegar allí.
Sonrío y giro la cara a la luna, con su gorda y llena barriga brillando
sobre mí. Pienso en todas las lunas que he visto a lo largo de los años,
todas las lágrimas que he llorado con ella mirándome desde arriba, y me
doy cuenta de que nunca he sido tan feliz como ahora. Nunca pensé que
sería tan feliz. En realidad, no. Una parte de mí siempre supo que tendría
que elegir entre Dane y mi madre. Sabía que ella nunca lo aprobaría, y
sabía que yo no dejaría de amarlo. Así que pensar que alguna vez estaría
aquí, justo aquí, ahora mismo, encontrándome con mi amante en la
oscuridad de la noche y sin importarme quién lo sepa, es alucinante.
Y emocionante.
Tan, tan emocionante.
Mi risa muere mientras tomo velocidad. A lo lejos, veo una forma,
alta y estilizada, saliendo de la base sólida de nuestra roca. Mientras me
acerco, se inclina para lanzar su mano por el costado. En el momento en
que estoy lo suficientemente cerca, deslizo la mía en ella y él me levanta.
Dane me tira directamente a sus brazos, aplastando mi boca con la
suya. Está tan hambriento como yo. Voraz, como si hubiéramos esperado
toda una vida para este momento. Y de alguna manera lo hemos hecho.
Me devora, su necesidad me ilumina por dentro. El reloj retrocede y,
de repente, vuelvo a tener diecisiete años, tan enamorada, tan ardiente. Ni
siquiera tomo un respiro. Solo siento.
Pruebo la lengua de Dane, saboreando el sabor de su boca, el sabor
de él. Pierdo el control, pierdo la cabeza. Estoy abrumada por una
298 necesidad que no he sentido en media vida.
Calor y ganas de subir el ritmo. Mis dedos se aferran, mi lengua
lame, me duelen los pechos. Lo inhalo y exhalo su nombre.
Y luego nos quemamos. Juntos. Estamos tirando y rasgando y
desgarrando la ropa del otro. Hay un urgencia entre nosotros, pero no una
nacida de la escasez de tiempo. No, este nace del paso de la misma. Ha
pasado tanto tiempo. Siento como si hubiera esperado toda una vida por
él, y de muchas formas lo he hecho.
Cuando estoy vestida solo con la luz de la luna y el fresco aire
nocturno, Dane presiona su piel caliente contra la mía, pecho a pecho, se
inclina para levantarme. Con una voluntad y una necesidad propia, mis
piernas se envuelven alrededor de su cintura, poniendo la parte de mí más
dolorida a pulgadas de la única cosa que puede aliviar ese dolor.
Me doy cuenta de que está desnudo, lo que me hace hacer una
pausa. —Ya somos adultos. Deberíamos ser más inteligentes que esto,
¿verdad?
Dejo caer mi cabeza hacia atrás mientras sus labios queman un
rastro por mi garganta. —Probablemente. Aunque estoy bien con lo que
pase. ¿Tú?
Un poco de emoción, como el zumbido de una corriente eléctrica,
zumba a través de mi núcleo. —Sí. ¡Oh, Dios, sí!
Está sin aliento mientras habla. Yo también. —Esto me parece
vagamente familiar.
—Tan familiar.
—Todavía siento que fuiste hecha solo para mí. Mis labios
pertenecen aquí. —Besa el pequeño hueco bajo mi oreja. —Mis manos
pertenecen aquí. —Él flexiona sus dedos en mi trasero donde me
sostienen. —Y esto —Gruñe mientras se burla entre mis piernas —
Pertenece aquí.
Con eso, Dane me deja caer sobre él y los dos gritamos al mismo
tiempo.
Nuestros pechos están pesados y nuestra piel se pega mientras
jadeamos. Mis músculos se aprietan y se contraen alrededor de él, una
súplica silenciosa por más.
—Oh, mierda. —El susurro de Dane me hace sonreír, y me río
cuando me levanta de él y se gira para arrodillarse en el montón de
299 nuestra ropa desechada. —No confío en que mis piernas nos sostengan
para esto. No te importa, ¿verdad?
Ni siquiera logro decir mi respuesta antes de que me tire hacia él de
nuevo y me ponga de cabeza desde dentro hacia afuera. Somos una ráfaga
de besos calientes, dedos burlones y gemidos desesperados. Nos arañamos
y agarramos, mordemos y lamemos. Cada centímetro está en llamas, cada
nervio vivo, y todo se reduce a Dane James.
No sé cuando me empuja debajo de él y comienza a marcarme con
empuje tras empuje, poseyéndome una y otra vez. Solo sé que en algún
momento, olvido que el mundo existe fuera de este hombre, fuera del amor
que hemos alimentado durante más de la mitad de nuestras vidas, y el
tiempo se detiene. Para nosotros, por este momento, la tierra deja de girar
y no hay nada más, nadie más, excepto Dane y yo.
Estoy en los brazos de mi alma gemela, y cuando explotamos juntos,
me siento atrapada por una pasión que no se parece a nada de lo que he
conocido.
Varios largos, hermosos e impresionantes minutos después, oigo su
voz. Una respiración. Un gemido. Una promesa. Y sella mi destino así
como el suyo. —Te amo, Brinkley Sommers.
—Te amo, Dane James. Nunca me dejes ir.
—Nunca.
300
Capítulo 36
Vispera de navidad
2004
308
Epílogo
Celina
2 AÑOS Y 8 MESES DESPUÉS
Fin.
Sobre la autora
M. Leighton, es originaria de Ohio. Se mudó a
un clima más cálido al sur, donde puede estar
cerca del agua todo el verano y lejos de la nieve
durante el invierno. Poseedora de una
imaginación hiperactiva desde que era pequeña,
Michelle finalmente encontró una salida
aceptable para sus fantásticas ocurrencias: la
ficción literaria.
Después de haber escrito más de una docena
de novelas, actualmente le gusta dejar que su
mente divague a entornos más románticos con
sexys chicos sureños, como su esposo y los que
encontraras en sus últimos libros. Cuando sus
314 pensamientos no viajan en esa dirección, se
encuentra montando caballos salvajes, esquiando en las laderas de Aspen
o buceando con una caliente estrella de rock, todo sin abandonar la
acogedora comodidad de su oficina.
Acerca de Michelle: Me encanta el café y el chocolate, aún más
cuando se combinan. Estoy convencida de que algún día podrían ser la
base para la paz mundial. También me encanta el color rojo y estoy
considerando seriamente teñirme el cabello.