J. Lynn - Wait For You 5 - Forever With You - 053913

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Moderadora
florbarbero

Traductoras
Josmary Sofía Belikov NnancyC
Janira Lu Ana Avila
Julie Miry GPE YessiaCA
Jadasa Gesi NnancyC
MaJo Villa Lauu LR Jeyly Carstairs
Florbarbero Vane Farrow Bella’‖
Umiangel Lvic15 Dannygonzal
Vane hearts Val_17
Samanthabp Beatrix

Correctoras
Anakaren Daliam GraceHope
Naaati Julie Miry GPE
Dannygonzal Melina. Ana Avila
florbarbero Laurita PI

Lectura Final
Laurita PI Florbarbero
Julie Mary Warner
Val_17
Diseño
Dey Turner
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Sinopsis Capítulo 18
Capítulo 1 Capítulo 19
Capítulo 2 Capítulo 20
Capítulo 3 Capítulo 21
Capítulo 4 Capítulo 22
Capítulo 5 Capítulo 23
Capítulo 6 Capítulo 24
Capítulo 7 Capítulo 25
Capítulo 8 Capítulo 26
Capítulo 9 Capítulo 27
Capítulo 10 Capítulo 28
Capítulo 11 Capítulo 29
Capítulo 12 Capítulo 30
Capítulo 13 Capítulo 31
Capítulo 14 Capítulo 32
Capítulo 15 Fire in You
Capítulo 16 Sobre el autor
Capítulo 17
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En la serie irresistiblemente sexy de la autora número 1 del New York


Times, Jennifer L. Armentrout, la vida de dos espíritus libres cambian en una sola
noche...
Hay algunas cosas en las que simplemente crees, incluso si nunca las has
experimentado. Para Stephanie, esa lista incluye el amor. Está ahí afuera. En algún
lado. Mientras tanto, trabaja en el centro de entrenamiento de artes marciales
mixtas y tiene aventuras calientes con chicos magníficos y temporales como Nick.
Entonces un secreto los acerca, abriendo los ojos de Steph a un futuro que nunca
supo deseó, hasta que una tragedia se lo quitó.
La superficie segura de Nick lo protege de un pasado que nadie necesita
saber. Su conexión con Steph cambia todo eso. Tan rápido como derriba las
paredes que lo han mantenido libre de compromiso, ella las construye de nuevo,
decidida a mantener el daño y a Nick fuera. Pero no puede alejarse. No cuando es
la única que lo ha hecho desear un para siempre.
Wait For You#5
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Traducido por Josmary & florbarbero


Corregido por Anakaren

La caja atestada de cosas se balanceaba con precariedad en mis brazos


mientras daba un paso al lado, usando mi cadera para cerrar la puerta trasera de
mi coche. Contuve la respiración, completamente inmóvil en el estacionamiento,
junto a una motocicleta enorme, la caja chirriaba peligrosamente.
Uno. Dos. Tres. Las cuatro. Cinco….
La caja por fin dejó de moverse y temblar cuando llegué a seis, y solté el
aliento. Lo que había en la caja era demasiado valioso para que se cayera. Algo que
tal vez debería haber pensado antes de llenarla con mi millón de cosas.
Ahora era demasiado tarde.
Suspirando, miré por encima del borde del cartón para poder ver la acera y
la entrada a mi apartamento, luego empecé a avanzar, decidida a no dejar caer la
caja o romperme el cuello en el proceso.
Gracias a Dios, y a todos sus ángeles que tocaban trompetas, que mi
departamento se encontraba en la planta baja.
En verdad esperaba no tener que mudarme de nuevo por un tiempo. A
pesar de que no tenía muchas cosas que empacar, igualmente fue un dolor en el
trasero. Por fortuna, las cosas grandes —la cama, el sofá y otros muebles— fueron
entregadas por envío. Simplemente no tenía ni idea de que podía coleccionar tanta
basura mientras vivía en un dormitorio.
Había llegado a la acera, cerca de la ancha escalera que conducía a los pisos
superiores, cuando el ardor en los músculos de mi brazo se intensificó. La caja
comenzó a temblar de nuevo, y juré bajo mi aliento, una maldición que haría que
mi padre y su padre se sintieran muy orgullosos de mí.
Solo un par de pasos más, me decía a mí misma, solo unos pasos más y... la caja
se deslizó fuera de mi alcance. Mis rodillas se doblaron cuando traté de recuperar
el control, pero ya era demasiado tarde. La caja llena de cosas totalmente rompibles
empezó a caer.
—Cretino‖hijo‖de‖puta,‖rata‖bastarda,‖pendejo‖de<
8

La caja se detuvo repentinamente, a un pie del suelo, y me sorprendió tanto


que se me cortó la cadena de maldiciones. El peso de la pesada caja había
desaparecido por completo, y mis débiles músculos del brazo lloraban de alivio. Al
principio me preguntaba si desarrollé algún tipo de superpotencia, pero luego vi
dos manos muy grandes que no eran mías a ambos lados de la caja.
—Admiro a cualquiera que pueda usar con éxito las palabras «rata
bastarda» en una frase.
Mis ojos se agrandaron ante el sonido de una voz increíblemente rica. Rara
vez me sonrojaba. Nunca. De hecho, por lo general hacía sonrojar a los demás. Pero
lo hice en ese momento. Mi cara se calentó como si hubiera presionado mi mejilla
contra el sol. Por un momento me quedé colgada al mirar sus manos. Los dedos
eran largos y elegantes, las uñas abiertas hasta el extremo de los dedos, dando paso
a una piel un tono más oscuro que la mía.
Entonces la caja se movió hacia arriba y, mientras me enderezaba, dejé que
mi mirada vagara por encima de ella, sobre unos hombros amplios y luego hacia la
misma fuente de esa voz.
Bendito tipo caliente…
De pie frente a mí se encontraba la encarnación viviente de alto, oscuro y
guapo. Vi un montón de chicos atractivos, pero este tipo estaba simplemente fuera
de la liga. Tal vez tenía que ver con su color único. Su cabello castaño oscuro,
recortado cerca de los lados y ligeramente más largo en la parte superior, pómulos
altos enmarcados y una mandíbula cincelada y angular. Su tono de piel tenía un
tinte profundo, oliva, insinuando hacia alguna forma de etnicidad. ¿Hispano tal
vez? No estaba segura. Mi bisabuelo era cubano, y había heredado algunos de sus
rasgos.
Ojos asombrosos se asomaban por detrás de una franja de gruesas pestañas,
y esos ojos eran verdaderamente otra cosa. Eran verdes claros alrededor de las
pupilas y casi parecían azules en los bordes.
Sabía que tenía que ser algún tipo de ilusión óptica, pero eran
impresionantes.
Este tipo era impresionante.
—Especialmente cuando esas palabras vienen de una muchacha bonita —
agregó, sus labios que se elevaron en una esquina.
Respondí antes de que necesitara un babero. —Gracias. No tenía forma de
salvar esa caja.
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—No hay problema. —Sus ojos vagaron por mi cara y luego se sumergieron,
permaneciendo en algunas áreas más que otras. Desde que me concentré tanto en
el desembalaje de cajas, corriendo de un lado al otro, a pesar del clima frío todo lo
que llevaba era pantalones cortos de gimnasio y una camiseta ajustada. Y los
pantalones cortos del gimnasio apenas podían ser considerados pantalones—. Eres
bienvenida‖a‖terminar‖esa‖oración‖de‖“cretino‖hijo‖de‖puta”.‖Tengo‖curiosidad‖por‖
saber qué otra combinación se te ocurriría.
Mis labios se contrajeron en una sonrisa. —Estoy segura de que hubiera sido
épico, pero supongo que el momento ya pasó.
—Es una lástima. —Dio un paso hacia un lado, todavía sosteniendo la caja.
Estábamos uno al lado del otro, y aunque soy una chica bastante alta, seguía
siendo más alto que yo por una buena cabeza—. Dime a dónde va esto.
—Está bien. Puedo seguir desde aquí. —Traté de alcanzar la caja.
Arqueó una ceja oscura. —No me importa ayudar. A menos que planees
maldecir otra vez, entonces podría perder el equilibrio.
Me reí mientras bajaba mis pestañas, examinándolo. Tenía una chaqueta de
cuero, pero podría apostar mi cuenta de ahorros a que tenía algunos músculos bien
definidos que acechan bajo el abrigo. —Está bien, entonces. Mi apartamento se
encuentra justo allí.
—Usted primero, señora.
Sonriéndole, tiré mi larga cola de caballo sobre mi hombro mientras me
dirigía a nuestra izquierda. —Casi lo logré sin dejar caer la caja —le dije mientras
abría la puerta—. Tan cerca.
—Y a la vez tan lejos —concluyó, guiñando un ojo cuando le lancé una
mirada.
Le sostuve la puerta. —Muy cierto.
Me siguió y se detuvo. Las cosas dentro de mi apartamento estaban un poco
desordenadas. Lo que logré desempacar se hallaba esparcido por el sofá y en los
pisos de madera. —¿Quieres esto en algún lugar en particular?
—Aquí mismo está bien. —Señalé el único espacio vacío cerca del sofá.
Avanzó y colocó con cuidado la caja en el suelo, y como una perra en celo,
no pude evitar escanear sus atributos cuando se inclinó. Bonito. Cuando se
enderezó y me miró, sonreí y junté las manos.
—¿Acabas de mudarte? —preguntó, mirando alrededor. Había cajas
apiladas cerca de la cocina y en la pequeña mesa de comedor.
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Me reí cuando su sonrisa torcida reapareció. —Me mudé ayer.


—Parece que tienes mucho que hacer antes de que termines. —Se acercó a
mí y levantó la barbilla mientras me tendía la mano—. Por cierto, soy Nick.
Le cogí la mano. Su agarre era cálido y firme. —Soy Stephanie, pero casi
todo el mundo me llama Steph.
—Es un placer conocerte. —Su mano aún sostenía la mía mientras sus
pestañas bajaban, su mirada se sumergía en mí otra vez—. Es un gran placer
conocerte, Stephanie.
El calor se abrió camino en mi vientre ante la forma en la que decía mi
nombre. —Es mutuo —murmuré, alzando la mirada hacia él—. Después de todo,
si no hubieras aparecido, probablemente estaría por ahí diciendo groserías.
Nick se rio entre dientes y me gustó el sonido. Mucho. —Es probable no sea
la mejor manera de conocer gente nueva.
—Parecía que funciona bien contigo.
La media sonrisa se extendió lentamente, convirtiéndose en una sonrisa
completa, y si pensaba que era guapo antes, no era nada comparado con lo que
pensaba ahora. Guau. Este tipo era tan hermoso como servicial. —Te contaré un
pequeño secreto —dijo, apretando mi mano antes de liberarla—. No te costaría
mucho hacer que funcionara para mí.
Oh, mis pequeñas orejas respingaron. Qué piropo. —Es‖ muy<‖ bueno‖
saberlo. —Me acerqué más, inclinando mi cabeza hacia atrás. Una débil colonia se
aferraba a él, un olor fresco—. Entonces, Nick, ¿vives en este condominio?
Negó con la cabeza y un mechón de cabello oscuro cayó sobre su frente. —
Tengo un piso en el otro extremo de la ciudad. Estoy aquí, esperando para ayudar
a damas bonitas a llevar cajas a sus departamentos.
—Bueno, es una lástima.
Sus ojos se abrieron, ahondando los iris verdes claros. Un momento pasó
mientras su mirada sostenía la mía, y luego sus labios se separaron. —Lo es. —
Levantando la mano otra vez, la sorpresa me atravesó mientras me tocaba la
mejilla, arrastrando su pulgar a la esquina de mi boca—. Es que tenías un poco de
polvo allí. Ya no está.
Mi pulso se aceleró y, mientras lo miraba fijo, por primera vez en mi vida
estaba absolutamente atónita. Solía ser audaz. Demonios. Mi papá dijo que era tan
audaz que parecía que tenía bolas de acero.
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1

No era la mejor imagen, pero era verdad. Cuando quería algo, luchaba por
ello. Esa mentalidad se había arraigado en mí desde la infancia. Calificaciones.
Escuadrón de baile en la escuela secundaria. Chicos. Una licenciatura. Mi carrera.
Pero incluso en toda mi audacia, este hombre me sacudió un poco, y me puso fuera
de juego.
Interesante.
—Tengo que irme —dijo Nick, bajando la mano. Con una sonrisa en su
rostro, esa media sonrisa torcida, indicaba que sabía claramente el efecto que tenía.
Se dirigió a la puerta y miró por encima del hombro—. Por cierto, sirvo tragos en
un lugar no muy lejos de aquí.‖ Se‖ llama‖ Mona’s.‖ Si‖ te‖ aburres<‖ o‖ si‖ quieres‖
repensar tu habilidad para combinar palabrotas a petición, deberías venir a
visitarme.
Sabía leer a los hombres. Definitivamente era una habilidad perfeccionada, y
él me extendía una invitación. Justo así, lo dejó en evidencia, y eso me gustó. Mi
propia sonrisa era leve y definitivamente reflejaba la suya. —Lo tendré en cuenta,
Nick.
Una fina capa de polvo cubrió mis brazos mientras me alejaba de donde
había apilado la última de las cajas desempacadas, levanté las manos a mi cara
justo a tiempo. Solté un estornudo con tanta fuerza que mi cola de caballo se volteó
sobre mi cabeza y casi me golpeó en la cara.
Esperé unos segundos, inclinándome sobre mi cintura. Otro estornudo se
construía, y no me equivocaba. Volví a estornudar, sorprendida de que no hubiera
derribado las cajas apiladas con ese. Enderezándome, puse la cola de caballo sobre
mi hombro y me tomé un momento para dejar que todo se asentara, pasando por
el polvo y la piel, incluso hasta los huesos. Por fin lo conseguí.
Me mudé.
Y no a un departamento en la misma ciudad en la que crecí o fui a la
universidad, sino a un estado diferente, y por primera vez en veintitrés años no me
encontraba a veinte minutos de mi madre. Incluso en la universidad, viví en un
dormitorio que no se distanciaba a más que un rápido viaje a su casa. Fue más
difícil de lo que pensaba. Desde que tenía quince años, éramos mi mamá y yo.
Dejarla, aunque eso era lo que ella quería, fue difícil. Hubo lágrimas, y fue un gran
problema para mí.‖Rara‖vez‖lloraba.‖No‖era‖así<‖del‖tipo‖emocional.
A menos que pusieran en la televisión uno de esos malditos comerciales de
la Sociedad Protectora de Animales, especialmente el que incluía esa canción de
“Arms of an Angel”. Agh. Provocaba que hubiera ninjas peladores de cebolla
acechando bajo mis ojos.
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Bastardos.
Después de dos días enteros desempacando, estaba lista, y cuando miré a mi
alrededor, me sentía jodidamente bien por lo que había logrado.
El piso de una habitación estaba muy bien, a pesar de que en realidad quería
uno de dos habitaciones. Sin embargo, necesitaba ser sensata por una vez en mi
vida, y apegándome a un dormitorio, ahorraría dinero. Tenía una gran cocina tipo
Galera, electrodomésticos de acero inoxidable y estufa de gas, una que
probablemente nunca usaría debido a mi miedo irracional a explotar.
Pero la sala de estar y el dormitorio eran amplios, y también casi tenía la
seguridad de que un policía vivía aquí, porque vi varias veces una moto cruiser
estacionada en el aparcamiento desde que me mudé hace dos días.
Y alguien que vivía aquí tenía un amigo muy atractivo llamado Nick.
Anotación.
Caminando hacia donde dejé una imagen enmarcada en el mostrador de la
cocina, limpié mis manos polvorientas en mis pantalones cortos de algodón y
luego tomé la foto. Desabroché cuidadosamente el envoltorio de burbujas,
revelando la foto que descansaba debajo. Presionando mis labios, corrí mi pulgar
por el marco plateado.
Un hombre de mediana edad, guapo, con un traje de color beige, me
devolvió la sonrisa, un interminable desierto color oro en el fondo. Junto a él había
un mensaje escrito con marcador negro.
No tan hermoso como tú, Stephanie.
Me mordí el interior de la mejilla y llevé la imagen a la habitación. La colcha
gris y los muebles blancos envejecidos fueron un regalo de mamá y mis abuelos. Le
dio a toda la habitación una cómoda sensación de estar en casa.
Dirigiéndome a la estantería que instalé justo encima de la televisión, la cual
centré encima de la cómoda, me estiré, dando a la foto una nueva casa junto a otra
foto especial. Era de las chicas de la universidad y yo, en Cancún durante nuestras
últimas vacaciones de primavera. Una sonrisa sacudió mis labios.
El bikini negro que llevaba apenas cubría mis tetas. O mi culo, si recordaba
correctamente, en realidad, eso era todo lo que recordaba de las vacaciones de
primavera.‖Bueno,‖eso‖y‖esos‖gemelos‖de‖Texas‖A‖&‖M<
Todo era definitivamente más grande en Texas.
A cada lado de las fotos había velas grises, y pensé que todo se veía bien.
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Como si pertenecieran allí.


Retrocedí y miré las fotos por unos momentos y luego me di la vuelta con
un suspiro pesado. El reloj en la mesita de noche indicaba que era demasiado
temprano para decir que era de noche, y a pesar de acomodar todo, no me cansé.
Mi mente vagó hacia Nick y lo que dijo ayer sobre el bar en el que trabajaba. Lo vi
cuando salí a buscar comida la noche anterior.
Mordiéndome el labio, cambié mi peso de un pie al otro. ¿Por qué no salir y
tomar una copa? Y una bebida podría llevar a algo muy divertido. Era cien por
ciento partidaria de los ligues sin ataduras. Sin embargo, nunca entendí —y nunca
lo haría— la doble moral que existía. ¿Era correcto que los chicos se hicieran cargo
de su placer, pero las mujeres no?
No en mi mundo.
Si Nick estaba allí y me coqueteaba como lo hizo ayer, entonces esta noche...
bien, esta noche podría llegar a ser muy interesante.
Traería a Nick a casa conmigo y le haría todo tipo de cosas malas, cosas
divertidas para las que tendríamos que estar desnudos y que deberían volar mis
oídos fuera de mi cabeza. O al menos debería darme vergüenza teniendo en cuenta
que visualizaba la escena en un lugar público.
Pero no me avergonzaba.
En lo más mínimo.
Un caso de lujuria instantánea me golpeó con intensidad. Me sentí atraída
por este tipo a un nivel primario, y era lo suficientemente mujer como para
admitirlo.
Los ojos de color musgo se encontraron con los míos una vez más. Las
pestañas gruesas bajaron, protegiendo a esos extraordinarios ojos verdes claros.
Dios, siempre he tenido algo por los chicos de cabello oscuro y ojos claros. Un
contraste tan sorprendente que hizo cosas muy poco saludables en todos mis
puntos de pulso. Nunca vi a alguien con su color de ojos. Eran verdes,
definitivamente, pero cada vez que se ponía en las sombras, fuera de las luces
brillantes de la barra, el color parecía cambiar a azul agua.
Esos ojos le dieron algunos puntos de bonificación.
—Soy demasiado curioso, así que tengo que preguntar. ¿Qué te trae a la
reunión de Plymouth, Steph?
Al oír la voz familiar, me giré en el taburete de la barra y levanté la vista,
reflejándome en los ojos celestes que pertenecían a Cameron Hamilton. Cuando
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entré‖ por‖ primera‖ vez‖ en‖ Mona’s,‖ me‖ sorprendió‖ ver‖ a‖ algunas‖ personas‖ con‖ las‖
que fui a la universidad. Todavía me sorprendía el hecho de que Cam y su pandilla
estuvieran aquí, a varias horas de distancia de su parada habitual, que sería en la
Universidad Shepherd.
Habría dicho hola y sacaría pitando mi culo de la barra, a pesar de que me
di cuenta que tenían un montón de preguntas, pero sinceramente, me golpeó con la
guardia baja. No esperaba encontrar a nadie que conociera y estoy segura de que
no‖ esperaba‖ a‖ uno‖ de‖ los‖ dos‖ chicos‖ que‖ yo<‖ bueno,‖ de‖ los‖ que‖ fui‖ realmente
cercana en algún momento.
Hablar de ellos sería un poco extraño, tomando en cuenta que nunca supe
realmente qué lugar me correspondía cuando hablábamos de las novias de Cam y
Jase Winstead. Descubrí, hacía mucho tiempo, que muchas chicas inherentemente
no eran fans de otras mujeres con las que sus novios estuvieron involucrados, sin
importar la gravedad de la relación anterior o la falta de ella. No todas las chicas
eran‖así,‖pero‖la‖mayoría<‖sí,‖la‖mayoría‖lo‖eran.
Lo‖que‖me‖parecía<‖bien,‖jodidamente‖estúpido,‖en‖realidad.
La mayoría de las chicas eran ex de algún tipo en algún momento de su
vida. Así que simplemente se odiaban a sí mismas.
Así que traté de mantenerme alejada de sus caminos cuando estábamos
todos en Shepherd, y eso funcionó hasta la noche en que encontré a Teresa —la
novia de Jase y hermanita de Cam— gritando histéricamente después de encontrar
el cuerpo de su compañera de dormitorio. Desde entonces, aunque Jase y yo
salimos juntos un tiempo, Teresa estaba determinada y decidida a ser mi amiga.
Me extrañó, y me recordó a una chica con la que llegué a ser amiga de mi primer
año en Shepherd, Lauren Leonard.
Agh. Simplemente pensar en su nombre me hacía querer tirar mi bebida en
la cara de alguien. Fingió ser mi amiga, cuando en realidad odiaba mis agallas
porque el tipo con el que salía me besó un año antes de que se conocieran.
Y ni siquiera fue un beso notable, seguramente no valió la pena por todo el
drama que Lauren trajo a mi puerta.
—Podría hacerte la misma pregunta —dije finalmente, cogiendo mi vaso.
Una sonrisa apareció cuando Cam se apoyó contra la barra, los brazos
cruzados sueltos sobre su pecho. —¿Conoces a Calla Fritz, verdad?
—He oído hablar de ella. —Miré hacia donde la chica rubia se encontraba de
pie‖con‖el‖brazo‖alrededor‖de‖la‖cintura‖de‖un‖tipo‖que‖tenía‖escrito‖“militar”‖ en la
cara. Lo sé. Mi padre tenía esa mirada. Esa mirada que gritaba, sé cómo romper todos
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los huesos en tu cuerpo, pero tengo un código moral fuerte que me impide ejecutarlo… A
menos que amenaces a uno de los míos. El chico tenía cabello ondulado y una mirada
realmente agitadora.
—Su novio Jax es dueño de este bar. Solía ser de su madre, pero esa es una
larga historia. —Cam hizo una pausa—. De todos modos, Teresa es buena amiga
de Calla, así que cuando ella viene a visitarla, los acompañamos. Y como está muy
cerca de Filadelfia, es un buen viaje.
—Oh —murmuré. Mundo pequeño—. Acabo de aceptar un trabajo en la
Lima Academy y alquilo un departamento no muy lejos de aquí.
—¿De verdad? —dijo Nick, atrayendo nuestra atención y haciendo que mi
estómago se sumergiera en una forma agradable y tortuosa—. ¿Trabajarás para el
entrenador‖de‖Brock‖“la‖Bestia”‖Mitchell?
Mis labios se contrajeron ante el evidente temor que emanaba de la voz de
Nick. Cada vez que se mencionaba el nombre de Brock, era la respuesta estándar.
Brock era un luchador mixto de artes marciales y era un chico local. Todo el
mundo parecía adorarlo. —Sí. Pero aún no he conocido a la Bestia. Ahora se
encuentra en Brasil, por lo que tengo entendido.
Nick apoyó los codos en la barra, sus ojos sobre mí, escaneándome de forma
descarada. —Entonces, ¿eres luchadora de artes marciales mixtas?
Incliné mi cabeza hacia atrás y me eché a reír. —Uh, no. Acepté un trabajo
en las oficinas. Seré asistente de su ejecutivo.
—Muy bien —contestó Cam—. En eso te especializaste, ¿verdad?
¿Administración de Empresas?
Asentí, no me sorprendía que lo recordara. Fuimos amigos, y Cam era un
buen tipo. También lo era Jase. Hablando de eso, cuando eché un vistazo a donde
se encontraba su pandilla acaparando una mesa de billar, parecía que Jase tenía a
Teresa envuelta en una llave por el cuello.
Bien.
Sonreí.
—¿Cuánto tiempo se quedarán aquí? —le pregunté, tomando un sorbo de
mi bebida mientras una camarera con gafas de montura rosa pasaba por delante de
Nick y le lanzaba una mirada que no entendí.
Nick lo ignoró.
—Regresaremos el domingo. —Cam se empujó fuera del mostrador—. No
seas una idiota —agregó, sonriendo cuando rodé los ojos—. Quita el trasero del
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taburete y visítanos, ¿de acuerdo? —Cuando volví a asentir, miró a Nick—. Vas a
venir a casa de Jax mañana por la noche, ¿verdad?
—Depende de a qué hora salga de aquí, pero lo intentaré.
Interesante. Así que Cam y Nick eran amigos. Me sentí aliviada al oír eso.
Cam era un buen juez de carácter, y ya sabía que Nick era un pequeño encantador,
pero sentía que podía afirmar con seguridad que no era un asesino en serie.
Agarré mi bebida mientras Cam se dirigía de nuevo a las mesas de billar. Mi
mente no se encontraba lo suficientemente bien para visitarlos todavía. Tal vez lo
haría. Tal vez no lo haría.
—¿Quieres otro ron y coca?
Mis labios se curvaron ante el sonido de la voz rica y profunda de Nick.
Charlábamos de vez en cuando, desde que hundía el trasero en el taburete, y
parecía feliz de que estuviera allí.
Este chico era como sacarse la lotería.
—Estoy bien, pero gracias. —Lo último que quería era emborracharme. Le
sonreí, satisfecha cuando su mirada bajó de nuevo—. ¿Están ocupados este fin de
semana?
Pude notar que la charla trivial era algo en lo que Nick se destacaba, lo que
tenía sentido, considerando su ocupación. Era un seductor. Las mujeres acudían a
él en el bar. La otra chica que servía bebidas, la de gafas rosas, parecía tomarlo
todo a grandes pasos.
—No estoy seguro de si realmente llamas esto ocupado, pero los sábados
por lo general traen mayor cantidad de personas. —Miró por la barra antes de
continuar—. ¿Así que fuiste a la escuela con ellos? —preguntó, moviendo la
barbilla en la dirección en que Cam se fue.
—Sí. —Inclinándome hacia adelante, apoyé los codos en la barra—. No tenía
idea de que tenían conexiones aquí. Sorpresa total.
—Pequeño mundo —dijo, haciendo eco de mi pensamiento anterior—. Pero
no eres muy cercana a ellos.
Era una afirmación, no una pregunta. —¿Qué te hace pensarlo?
—Bueno, si lo fueras, supongo que estarías allí con ellos. O...
Nick era observador. —¿O qué?
Un lado de sus labios se curvó mientras cruzaba los brazos sobre su pecho.
El movimiento atrajo mi atención. Yo era una criatura tan visual. No es que nadie
1
7

me culpara ahora mismo. La camisa negra que llevaba se extendía alrededor de


unos bíceps bien definidos. —O prefieres pasar el tiempo conmigo.
El movimiento tortuoso de mi vientre se elevó un poco. —¿Soy tan
transparente?
—De la mejor manera posible. —Tomó una botella—. Me alegro de que
hayas pasado por aquí. Cada vez que la puerta se abría anoche, levantaba la
mirada y esperaba que fueras tú.
—¿Sí?
—Digo la verdad. —Su sonrisa era perezosa—. ¿Has terminado de
desempacar?
—Sí.
—¿Hubo‖m{s‖combinaciones‖de‖“rata‖bastarda”?
Me reí. —Hubo unas cuantas más.
—Qué mal que las perdí.
—Siempre hay una próxima vez. —Jugué con mi vaso mientras encontraba
y sostenía su mirada—. Entonces, Nick, ¿tienes un apellido?
—Blanco —respondió después de una breve vacilación—. ¿Tú?
—Keith. —Sonreí cuando desplegó esos brazos—. Tengo otra pregunta para
ti.
Trasladándose, puso las manos en la barra. —Pregunta.
—¿Tienes novia? —Mi aliento se entrecortó un poco cuando se inclinó de
repente. Nuestras bocas se hallaban lo suficientemente cerca como para que
respiráramos el mismo pequeño trozo de oxígeno—. ¿O un novio?
Nick no pestañeó. —No a ninguna de las dos. ¿Qué hay de ti?
¡Puntos de bonificación!
—Ninguno —dije, dando la bienvenida al hormigueo que se arremolinaba
por mi columna vertebral mientras su aliento calentaba mis labios.
Inclinó la cabeza hacia un lado, alineando su boca con la mía con solo una
fracción de centímetro entre nosotros. Empecé a sentirme un poco sonrojada. —
¿Tienes planes esta noche, Stephanie Keith? —preguntó, la voz más profunda y
áspera.
Negué con la cabeza mientras mi pulso se tropezaba en un pequeño baile
alegre.
1
8

La sonrisa de Nick se esparció en el tipo de sonrisa que sabía dejaba una


estela de rastro de mujeres. —Los tienes ahora.
1
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Traducido por Lu & florbarbero


Corregido por Anakaren

—Asegúrate de que me estás esperando —dijo con una lenta sonrisa,


recogiendo dos vasos vacíos mientras me levantaba del taburete de la barra—.
Saldré a la una. Llegaré en veinte minutos o menos.
No respondí mientras me alejaba del bar, dándole un pequeño saludo. No
había ninguna duda en mi mente de que se presentaría, y la emoción perversa
zumbaba en mis venas. Sonriendo a mí misma, me alejé.
La chica con las gafas rosadas interceptó mi camino, tan cerca que casi
choqué con en ella. Detrás de la barra, parecía mucho más alta, pero mi estructura
de casi un metro ochenta se elevaba sobre ella. Una mecha de rosa en el cabello
igualaba sus gafas, pero eso no era todo lo que noté. De cerca me di cuenta de que
también tenía un tenue ojo morado.
¿Qué de...?
Me tendió la mano. —Hola, soy Roxy.
—Hola. —Tomé su mano, sacudiéndola—.‖Soy<
—Steph. Lo sé. Tus amigos me dijeron todo sobre ti —explicó, e
inmediatamente me esforcé por mantener mi rostro inexpresivo mientras me
tensaba. Solo Dios sabía qué le dijeron—. Fuiste a la universidad con ellos.
—Sí. —Mi mirada se deslizó sobre ella, hasta donde Teresa y Jase estaban
con Jax y Calla. Avery y Cam ya se habían ido a dormir—. Me sorprende verlos
aquí.
—Me imagino. —La sonrisa de Roxy era cálida y sorprendentemente real
mientras me tenía la mirada clavada en mí—. De todos modos, he oído que te
mudaste aquí, así que quería saludarte y espero que esta no sea tu última visita a
Mona´s.
Bueno. Esa fue una extraña declaración. —Me gusta el... ambiente de este
lugar, así que probablemente volveré.
2
0

—Me encanta de oír eso. —Los ojos marrones se iluminaron detrás de sus
gafas—. Tiene que apestar mudarse a una ciudad nueva y no conocer a nadie.
Asentí. —Es algo así. No creo que te des cuenta de lo importantes que son
tus amigos hasta que estás en alguna parte y ninguno de ellos se encuentra ahí.
La simpatía se reflejó en su rostro. —Sé que esto suena raro, pero todos los
domingos, Katie; una chica muy guapa aunque extraña, y yo tomamos el
desayuno. Eres más que bienvenida a ser parte de nuestro trío y a veces cuarteto.
Entonces no estarás en algún lugar sin amigos —terminó con otra amplia sonrisa.
Ajá. Ella era realmente... amable, pero por alguna razón, me pareció que
faltaba algo. Como si hubiera entrado en medio de una conversación.
Antes de que tuviera la oportunidad de pensar en cómo responder a esa
oferta, Roxy continuó—: Y también, Nick es un buen chico.
Mi expresión comenzó a perder algo de su suavidad. ¿Fue su amable
acogida relacionada con Nick? Obviamente. Tal vez le gustaba y nos había visto
charlando, haciendo planes para reunirnos más tarde. ¿Fue esa mirada extraña que
dio antes al pasar, una especie de mantener a tus enemigos/competencia cerca? Un
poco de la emoción que me envolvía se apaciguó.
Dios mío, era tan cínica. Culpaba a las experiencias del pasado.
—¿Estás interesada en él? —pregunté, porque aunque no la conocía, era
nueva en esta ciudad, y lo último que iba a hacer era pasar por encima de los
zapatos de otra persona.
Roxy me miró por un momento y luego echó la cabeza hacia atrás,
estallando en risitas mientras su cola de caballo se balanceaba. —Él‖pone‖el‖“oh-la-
la”‖en‖el‖desmayo,‖pero‖tengo‖un‖hombre‖que‖amo‖mucho,‖así‖que‖no.‖Nick‖y‖yo‖
somos amigos. Solo quiero que sepas que es un buen tipo y, bueno... —Se calló,
encogiéndose de hombros—. Solo quería decir eso.
Realmente no tenía ni idea de qué contestarle. —Bueno.‖Eso‖es<‖Eh,‖eso‖es‖
bueno escucharlo. —Miré por encima de mi hombro, encontrando a Nick mirando
en nuestra dirección. Me volví hacia Roxy—. Bueno, voy a salir de aquí. Fue un
placer conocerte.
—Muy bien —dijo, sonriendo alegremente—. No seas una extraña.
Sonriendo, la rodeé y saludé a todos en general hacia donde se encontraban
Teresa y Jase, luego saqué mi trasero de allí. El aire fresco me saludó, y tuve que
poner la calefacción dentro de mi coche. El otoño definitivamente llegó y el
invierno no se encontraba demasiado lejos.
2
1

En el corto viaje de regreso al condominio, mi enfoque se mantuvo


moviéndose desde el inesperado enfrentamiento con todo el mundo desde
Shepherd, hasta la charla rápida muy inesperada con Roxy, hasta lo que más que
probablemente iba a suceder esta noche.
No tenía idea de qué hacer con la conversación de Roxy. Todavía sentía que
me perdía de algo, y honestamente, no estaba acostumbrada a que un completo
extraño fuera tan amable o acogedor, especialmente conmigo. Más de una vez me
acusaron de ser distante y malintencionada.
La verdad no era que fuera mala u hostil. Solamente apestaba en las charlas
con gente que no conocía, y lo más importante, tenía un caso severo de cara de
perra en reposo.
Si tuviera un dólar por cada vez que alguien me dijo que sonriera, tendría
más dinero que la Reina de Inglaterra.
Tan pronto como entré en mi apartamento, recogí las cajas junto a la puerta
y rápidamente las llevé al contenedor grande detrás del condominio. Cuando las
arrojé a la abertura, miré hacia el césped bien cuidado. No había mucha tierra, ya
que los árboles altos eran gruesos, extendiéndose hacia el cielo nocturno, sus ramas
desnudas recordándome los dedos esqueléticos. Volviéndome, corrí por el
estacionamiento. Por la noche, con el sonido del tráfico lejano, era un poco
espeluznante aquí.
Cuando volví, revisé el reloj en la estufa y luego salté por el pasillo, hacia mi
cuarto de baño. Había tiempo para arreglarse, siempre tenía que haber tiempo para
arreglarse.
Sonriendo, cogí una maquinilla de afeitar nueva del armario debajo del
fregadero y me metí en el asunto, mientras mi estómago se sumergía y se retorcía
en pequeños nudos agradables. Me sentí un poco loca mientras me preparaba,
como si hubiera caído en un caso de bebidas energéticas.
La excitación nerviosa vibró en mi interior como un persistente colibrí. No
estaba segura de lo que hacía. Diablos, conocía a gente que se enganchó después de
aún menos tiempo entre el primer saludo y el adiós. No sería estúpida acerca de
esta noche. Si llegamos al punto en que nuestra ropa se desprendía o se necesitaba
un condón, yo los tenía si él no lo hacía.
La razón del nerviosismo era que me sentía brutalmente atraída hacia él en
un nivel puramente físico. Nada más.
Una aventura de una noche te dejaba vacía cuando se esperaba más, y no
esperaba nada más allá de una sonrisa muy feliz en mi cara por esto. Para ser
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2

honesta, en mi vida no quería nada más de un tipo excepto las cosas adecuadas,
como el respeto mutuo, la seguridad, y a veces, la amistad.
Nunca estuve enamorada.
No es que no creyera en ello. Oh, lo hacía. Pero quería el tipo de amor que
mis padres compartieron el uno para el otro, ese eterno, hasta el final, ese tipo de
amor, y aún no había llegado a estar cerca de experimentarlo.
Y hasta que lo hiciera, no tenía ningún problema de degustar en el camino.
Algo así como, ¿comprarías un auto sin probarlo? No lo creía. Me reí de mí misma.
Me volví a poner los pantalones, dejé los pies desnudos y me acomodé en
una blusa con un sujetador incorporado. Dejando mi cabello suelto, volví a entrar
en la cocina, cogiendo un mechero del mostrador.
Encendí la vela que puse en la mesa. La especia de calabaza llenó el aire
mientras volvía a la cocina, colocando el encendedor en la cesta. Un ruidoso motor
resonó fuera, y me giré, mirando el reloj de la estufa. A las quince. ¿Podría ser él
ya? Me precipité hacia la ventana grande y tan cuidadosamente moví la cortina y
miré hacia afuera, como merodeador total.
—Maldita sea —susurré.
Era Nick.
Era Nick en una motocicleta.
Recordé haberla visto estacionada fuera el jueves pero lo olvidé por
completo. Había aparcado justo afuera, cerca del frente, y mientras bajaba de la
motocicleta, se quitó el casco. Levantó un brazo y se pasó los dedos por el pelo.
Miré cómo se volvía hacia atrás, detrás del asiento. Empezó a levantar algo y fue
entonces cuando me obligué a alejarme de la ventana.
Girando alrededor, tomé una respiración profunda y esperé mientras mi
ritmo cardíaco se aceleraba, haciendo un baile en mi pecho. Menos de un minuto
después llamaron a la puerta. Al bajar los escalones, fui a la puerta y miré por la
mirilla solo para asegurarme de que era él antes de abrirla.
—Hola —me saludó, sus labios se curvaron. Una bolsa de plástico azul
colgaba de una mano y un casco era sostenido bajo su otro brazo.
Retrocedí un paso. —Has dicho veinte después.
Me siguió, cerrando la puerta detrás de él con su pie. —O menos. Te estás
olvidando de esa parte.
—Ah, la olvidé.
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3

Nick levantó la bolsa mientras pasaba por delante de mí, hacia la cocina. —
Nos traje algo. —Colocó la bolsa en el mostrador y extendió la mano, sacando dos
botellas—. ¿Tienes un destapador?
Volteando a las luces de arriba, fui al cajón cerca de la estufa y saqué un
destapador. —¿Cerveza de manzana? Me gusta eso. ¿Cómo lo has adivinado?
Tomó el destapador y sacó las tapas con experiencia. —Pensé que te
gustaría algo dulce. —Ofreció una botella.
El vaso se sentía fresco contra mi palma. —También me gusta fuerte... —Su
mirada me cortó, y sonreí—. Mis bebidas, quiero decir.
Nick se rio entre dientes. —¿En serio has dicho eso?
—Lo hice seriamente. —Sonreí cuando levanté la botella a mi boca, tomando
un pequeño sorbo.
Se quitó la chaqueta de cuero y la arrojó al mostrador cerca de la bolsa. —
Creo que me gustas.
—Tienes‖ que‖ eliminar‖ “creo”‖ de‖ esa‖ declaración‖ —le dije—. Para que sea
preciso.
Emitió otra risa burlona mientras recogía su botella. —Bueno, ya que
estamos siendo completamente honestos, no tenía muchas esperanzas de que
aparecieras en el bar.
Levanté una ceja mientras bajaba mi botella. —Oh ¿en serio?
—Sí. —Su garganta trabajó en la bebida que tomó—. Sabía que aparecerías.
Era inevitable.
—¿Inevitable? —repetí—. Esa es una palabra bastante poderosa.
Su intensa mirada se encontró con la mía, y el movimiento tortuoso en mí
regresó con una venganza. —Es la verdad.
—Eres un bastardo arrogante, ¿no?
—¿Y eres una chica arrogante?
Me reí cuando me incliné contra el mostrador, frente a él. —Tal vez.
—Me gusta. Puedo decir que eres el tipo de persona que no se anda con
rodeos.
Cuidando mi bebida, crucé mis piernas en los tobillos. —¿Y puedes saber
eso ya?
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4

Asintió. —En el momento en que tus ojos se encontraron con los míos ayer,
supe que eras el tipo de chica que sabe que jodidamente detiene el tráfico solo por
caminar. Es innato. No hay un solo hueso o músculo tímido en tu cuerpo.
—¿Y lo sabías con solo mirarme a los ojos?
—En realidad, me di cuenta por esos pantaloncitos que tenías ayer —
comentó, sorprendiéndome—. No hay una sola mujer ahí afuera con piernas tan
largas como las tuyas que no sepan que todos los chicos con los que entran en
contacto las imaginan envueltas alrededor de su cintura.
Parpadeé, fuera de mi juego una vez más con él. Pasó un momento antes de
que me recuperara. —Entonces, ¿te gustan mis pantalones cortos?
—Me encantaron esos pantalones cortos. —Sonrió mientras levantaba la
botella a su boca.
Quizás debería haberlos usado en su lugar. —Bueno, parece que me has
entendido después de dos breves conversaciones, y aquí estoy, no tan observadora
como tú. No sé nada de ti.
—No es cierto —reprendió en voz baja—. Sabes mi nombre y apellido. Y
dónde trabajo.
—Guau. Podría hacerte una biografía ahora. —Vi sus labios contraerse en
una media sonrisa otra vez—. ¿Qué tal si jugamos un juego? Una pregunta por una
pregunta.
Inclinó la cabeza hacia un lado, los labios apretados. —Creo que puedo
hacer eso. Mujeres primero.
Quitándome el cabello del hombro, tomé otro trago. —¿Cuántos años
tienes?
—Veintiséis.
—Aún eres un niño.
Frunció el ceño. —¿Cuántos años tienes?
—Veintitrés —contesté.
—¿Qué? —Se rio, la piel arrugándose alrededor de sus ojos—. Eso no tiene
sentido. —Hizo una pausa—. ¿A menos que los chicos más viejos sean
normalmente tu cosa o algo?
Suavemente dije—: No es tu turno de hacer una pregunta. Es mío. ¿Has
vivido aquí toda tu vida?
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5

—Más o menos. Nací cerca de aquí. —Sus ojos brillaron—. Responde a mi


pregunta.
—Los chicos mayores no suelen ser mi cosa, pero no creo que tenga una
“cosa”,‖para‖ser‖honesta.
—¿Jugador de igualdad de oportunidades entonces?
—No creo que entiendas cómo funciona este juego, Nick.
Sonrió. —Mi error.
—¿Fuiste a la universidad o estás en la universidad? —pregunté.
Nick arqueó una ceja. —¿No son dos preguntas?
—Oh, me tienes. Elije una entonces.
Su mentón se sumergió. —Fui a la universidad. ¿Es la primera vez que vives
lejos de casa?
Tomé un trago mientras observaba cómo su pulgar se movía a lo largo de la
botella. —Viví en los dormitorios mientras estaba en la escuela, pero esta es la
primera vez que he vivido fuera del estado. Entonces, ¿te graduaste?
Asintió. —Lo hice.
La pregunta se formó en la punta de mi lengua. Quería saber por qué
trabajaba de cantinero. Tenía curiosidad, pero no de una manera prejuiciosa,
porque no había nada malo con ser cantinero. Probablemente ganaba más dinero
que‖yo,‖pero‖aguanté‖la‖pregunta.‖Eso‖era‖demasiado<‖personal‖para‖mí.‖Tocando‖
mi dedo en la botella, busqué una buena. —¿Cuál es tu hobby favorito?
—¿Además de follar? —preguntó, con la mirada oculta tras sus gruesas
pestañas.
Mi estómago se hundió. Dios mío, eso fue definitivamente sacarlo a la luz, y
ciertos puntos importantes en mi cuerpo se excitaron al escucharlo. —Sí, ¿además
de eso?
—Mmm<‖ —Su mirada se elevó hacia el techo mientras sus labios se
apretaban y luego su mirada se clavó en mí—. Si tuviera que elegir uno, tendría
que ser trabajar con mis manos.
Un agudo remolino de placer me sacudió. —Por alguna razón, creo que
tiene un doble significado.
Levantó un hombro y tomó un trago. —¿Qué pasa contigo? ¿Pasatiempo
favorito?
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6

—¿Además de follar?
La risa de Nick era profunda, pero su mirada ya no era perezosa. —Sí,
además de eso —dijo, repitiendo mis palabras.
—Mmm<‖—Su pulgar se movía arriba y abajo en el cuello de la botella, y
no pude dejar de imaginar esa mano sobre mí, ese pulgar moviéndose de la misma
manera. Mi boca seca y mi mente saltaban en lugares sucios y más sucios otra vez.
Levanté la mirada—. Tendría que decir mirar películas. Probablemente he visto
miles y miles.
—Interesante. —Me miró por encima de la apertura de la botella.
Dejé mi cerveza a un lado y junté los bordes del mostrador a cada lado de
mis caderas, esperando su siguiente pregunta. Tomaba su tiempo.
—¿Sabes qué? —Dejando a un lado su propia botella, se alejó del mostrador
y me enderecé, mis manos resbalando del mostrador—. No he venido aquí para
jugar veinte preguntas.
Mi cabeza se inclinó hacia un lado. —Bueno, no me digas. —Sonreí con
dulzura, incluso cuando una pesadez se estableció en mis pechos y mi sangre
pareció que se espesaba.
Tenía de nuevo esa media sonrisa. —Y tú tampoco quieres que responda
preguntas.
Conocí su mirada mientras avanzaba, deteniéndose justo delante de mí.
Cada célula de mi cuerpo se volvió súper consciente de su proximidad. —¿Si digo
no me digas otra vez eso me hace repetitiva?
—Solo un poco —murmuró, inclinándose y colocando las manos en mis
caderas—. Así que dejemos de joder con las preguntas y respuestas y vamos a
ponernos en lo que ambos anticipamos.
El aleteo se movió desde mi pecho y luego hacia abajo, bajo en mi vientre. —
No eres el tipo de hombre que anda con rodeos, ¿verdad?
—No. —Sus manos se posaron en mis caderas y mis ojos volaron hacia los
suyos. Me sostuvo la mirada—. Y tú tampoco. Ya terminaste con estas preguntas.
—¿Lo hago? —Mi aliento se detuvo cuando su agarre en mis caderas se
tensó.
—Sí, lo haces. —Bajó la cabeza para que su boca se acercara a mi oído—.
¿Quieres saber cómo lo sé? Empezaste a excitarte desde el momento en que dije
que follar era mi afición. —Levantó una mano y sin romper contacto con los ojos
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7

rozó su pulgar sobre la punta de mi pecho, infaliblemente encontrando y rozando


mi pezón—. Y estos se han puesto más duros a cada segundo.
Oh, dulce Jesús. El rayo de placer salió de mi pecho y se dispersó,
iluminando cada nervio. Me quedé sin habla, y eso fue algo nuevo para mí.
—Y quiero darte las gracias por llevar este top. —Ambas manos
posicionadas en mis caderas otra vez—. Me gusta casi tanto como me gustaron
esos pantaloncillos.
Coloqué las manos en su pecho y las deslicé por la longitud de su estómago,
las puntas de mis dedos siguiendo los planos duros de sus abdominales. —
Entonces creo que te gustará lo que tengo debajo de estos vaqueros.
Un sonido profundo salió de él cuando sus manos se deslizaron hacia la
parte baja de mi espalda y luego hacia abajo, recogiendo mi culo. —No puedo
esperar para averiguarlo.
—Entonces no lo hagas. —Tiré de su camisa, y su risa en respuesta fue
áspera. Levantando la mirada, solté su camisa—. Esto es por esta noche.
—Entonces estamos en la misma página, ¿verdad? —Dio un paso atrás y se
acercó a su bolsillo trasero. Sacó su billetera y la abrió. Sacó una lámina de plata y
tuve que reírme.
—¿Un condón en una cartera? —pregunté—. Un maldito cliché.
—Y tan malditamente preparado —respondió con un guiño. Tiró su cartera
y el condón sobre el mostrador. Agarrando el dobladillo de su camisa, la arrancó y
la sacó. Loa músculos a lo largo de sus hombros y brazos se flexionaron y rodaron
mientras arrojaba la camisa junto a su chaqueta.
Dios mío, todo lo que podía hacer era mirar. El muchacho cuidaba de sí
mismo. Su pecho bien definido y su cintura recortada. Su estómago era una obra
de arte. Sus abdominales estaban bien marcados pero no exagerados. Me recordó a
un corredor o nadador, y quería tocarlo.
—Tu turno.
Mi respiración salió. No era necesariamente una persona tímida, sin
embargo, mis dedos temblaron mientras los envolvía alrededor del dobladillo de la
blusa que llevaba. De una manera extraña que no entendía, el hecho de que en
realidad no nos conociéramos hacía más fácil que perdiera la cabeza. Tal vez fue
porque no había absolutamente ninguna expectativa entre nosotros o porque esto
era solo sobre esta noche.
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8

La mirada de Nick dejó lentamente la mía, y dejé de pensar. La tensión de


sus labios y mandíbula era como pisar demasiado cerca de una llama abierta, pero
el calor y la intensidad en su mirada fue lo que inició el fuego. Una mirada
hambrienta, fue un golpe en el pecho, robando el aire de mis pulmones.
En silencio, levantó una mano y tomó mi pecho. El jadeo que salió de mí
sonó estrangulado. Pasó el pulgar por la punta endurecida y luego la atrapó entre
sus dedos. Tenía la espalda arqueada y una media sonrisa de suficiencia adornaba
sus labios.
—Eres hermosa —dijo con voz ronca—. Apuesto a que el resto es igual de
asombroso.
Mi corazón palpitaba y mi voz era ronca cuando dije—: ¿Quieres
averiguarlo?
—¿Necesitas hacer esa pregunta?
Sonreí cuando alcé la mano, envolviéndola alrededor de su muñeca.
Arrastré sus dedos por mi estómago, hasta el botón de mis vaqueros. No
necesitaba más explicaciones. Nick rompía récords cuando se trataba de sacarme
rápido los pantalones.
—Tienes razón. —Sus dedos recorrieron la delgada correa en mi cadera
mientras me daba la vuelta, su mano siguiendo sus movimientos, resbalando bajo
el encaje a lo largo del centro—. Realmente también me gusta.
La correa no era más que un trozo de material débil, ninguna barrera contra
su calor mientras deslizaba su mano entre mis muslos. —Dios —dijo, su voz un
susurro grueso—. Ya estás lista.
Lo estaba.
Me encontraba lista desde el momento en que aclaró sus intenciones. Con su
mano entre mis piernas, me atrajo contra él, y pude sentirlo a través de sus
pantalones vaqueros, pesados y duros, presionando contra mí. Mi espalda se
arqueó y un gemido ahogado se me escapó cuando sus dedos se pusieron a
trabajar, resbalando dentro del material y por la humedad acumulada allí. Agarré
su brazo, sujetándolo hacia mí, y el otro se estrelló contra el mostrador. Me apoyé
mientras curvaba su cuerpo en el mío, su pecho contra mi espalda. La tensión
aumentó mientras movía mis caderas contra su mano, excitándome más mientras
su cálida respiración calentaba mi sien.
—Podemos hacerlo aquí si eso es lo que quieres. Puedo levantarte,
conseguir ese culo dulce en el mostrador. O contra la nevera —dijo, sus labios
rozando encima de mi oído—. O puedo llevarte a la mesa o al sofá, follarte
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9

correctamente allí. —Una mano se deslizó por mi lado, enviando un escalofrío a


través de mí mientras se cerraba alrededor de mi pecho—. O simplemente puedo
darte la vuelta, aquí mismo, y follarte por detrás. —Sus labios se deslizaron sobre
mi cuello, deteniéndose sobre mi pulso salvaje. Me mordió en el mismo instante en
que añadió otro dedo, haciéndome jadear—. Dime qué quieres.
Buen Dios...
Esas palabras casi me enviaron por el borde, y me encontraba cerca, tan
cerca. El tipo tenía dedos mágicos, y si seguía así, terminaría antes de que
comenzáramos. —Así —jadeé.
—Mierda sí —gruñó.
Mi ropa interior se encontraba en mis tobillos y luego, sobre el trueno de mi
corazón golpeando, oí el sonido metálico de su cremallera bajando. El condón
estaba fuera del mostrador y sobre él antes de que tuviera la oportunidad de
impacientarme.
Nick me agarró las caderas y me levantó en la punta de los dedos de los
pies, luego una mano desapareció y un segundo después lo sentí entre mis piernas.
No tenía que ver para saber que era grande. Entonces lo sentí. Se acomodó en mí,
centímetro a centímetro, tan lentamente que cada terminación nerviosa se encendió
cuando entró completamente. La pizca de dolor se desvaneció y la presión fue casi
abrumadora.
Un brazo rodeó mi cintura, atrayéndome contra él. Su gemido era
deliciosamente áspero en mi oído, drogándome sin sentido. Empezó a mover sus
caderas, balanceándose dentro y fuera de mí. No había nada lento en esto. Cada
empuje era profundo y rápido, completamente preciso. Esto era... esto era sobre
follar, y eso es lo que él hizo, eso es lo que hice. Empujando hacia atrás,
encontrando cada golpe tan ferozmente.
No tuve la oportunidad de contener la liberación. Ambas manos se
aplastaron sobre el mostrador y el espacio entre nosotros disminuyó mientras
curvaba su cuerpo sobre el mío, empujando mi cuerpo sobre el mostrador. La
frescura del laminado contrastaba contra mi piel caliente.
Los sonidos de nuestros cuerpos viniéndose al unísono, de mis jadeos y
gemidos y sus gruñidos ásperos llenando la cocina. La tensión aumentó más y
más, hasta que los dedos del pie comenzaron a sentir un cosquilleo. Una mano se
deslizó hasta el centro de mi espalda, agarrando un puñado de mi pelo mientras
me inmovilizaba allí, sus caderas chocando contra las mías.
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0

Me corrí en un estallido, fue rápido, potente, y estuvo malditamente cerca


de cegarme. Grité, mi cuerpo retorciéndose como si estuviera siendo estirada, y sus
caderas se mantuvieron en movimiento, golpeando, hasta que me presionó,
frotándose contra mí. El placer vertió en mí, intensificado con cada embestida. Su
grito ronco se unió al mío y se sacudió, su cuerpo todavía en marcha.
Las réplicas continuaron. Pequeños espasmos me sacudieron. Aturdida, dejé
que la frescura de la mesada se filtrara a través de mi mejilla enrojecida. Después
de lo que parecía una eternidad, abrí mis ojos y me encontré mirando a la estufa.
Mis labios se curvaron en las esquinas en una sonrisa perezosa.
Eh. Nunca pensé que estaría follando en la cocina tan rápidamente.
Nick se separó de mí, deslizando la mano al centro de la espalda, persistente
en la cadera durante unos segundos, luego generando una ráfaga de aire fresco
contra mi piel. —¿Sigues viva? —preguntó.
No quería moverme. —No lo sé aún.
Su risa provocó que mi sonrisa se propagara. Alejándome del mostrador, me
agaché para agarrar mi ropa interior.
—Maldita sea —gruñó, y me di cuenta de que le regalaba una muy buena
vista—. No hay palabras —continuó—. No hay jodidas palabras.
Tomando mi ropa interior, me di la vuelta. Sus pantalones ya se
encontraban abotonados, y se deshizo del condón en el cubo de basura. Tomé mi
sostén, y cuando me incliné de nuevo, me sorprendió la cantidad de humedad
entre mis muslos.
Había pasado un tiempo desde que tuve relaciones sexuales, pero se sentía
un poquito ridículo.
Arrastré mi top, enderezando el dobladillo. Levanté la mirada hacia él, y me
dio una sonrisa ladeada. —No tengo ninguna palabra —admití.
—Parece que estamos todavía en la misma página. —Agarrando mis
vaqueros del suelo, los tomó por mí, y para mi sorpresa, me ayudó a ponérmelos,
sus manos desviándose en el proceso. Cuando hubo terminado, dio un paso
atrás—. Es tarde.
—Lo es. ¿Estás bien para conducir?
Un destello momentáneo de sorpresa se dibujó en su rostro. —Creo que me
quedan vivas las suficientes células del cerebro para llegar a casa.
—Follar hasta el cerebro puede ser peligroso —le contesté—. Estoy segura
que hay una advertencia sobre manejo de maquinaria y conducción involucrada.
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Nick inclinó su cabeza hacia atrás y se rio mientras se colocaba su chaqueta.


—Dios, realmente lo hiciste.
—Por supuesto.
Sin dejar de sonreír, negó con la cabeza al tiempo que tomaba su casco. Se
dirigió hacia la puerta, mientras iba detrás. Abrió la puerta y luego se volvió hacia
mí. Su mirada se encontró con la mía, y el verde de sus ojos era ligero y cálido. —
Esta noche fue...
—Solo esta noche —terminé por él—. Me divertí mucho.
—Por supuesto —imitó, y me reí.
—Ten cuidado —le dije.
Nick abrió su boca como si fuera a decir algo, pero pareció cambiar de idea.
Se movió rápidamente, antes de que me diera cuenta de lo que haría. Apretó los
labios en la esquina de los míos, el toque breve y sin embargo totalmente
sorprendente. Se alejó para mi desdicha y mis ojos se elevaron. —Hasta luego.
No respondí, era incapaz de hacerlo, mientras se daba la vuelta y salía por la
puerta, cerrándola detrás. No sé, incluso cuánto tiempo me quedé allí, en algún
momento levanté la mano a la esquina de los labios. Sentía un hormigueo en la
piel.
Eso fue lo más cerca que un chico llegó a besarme en mucho tiempo.
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Traducido por Lvic15


Corregido por florbarbero

—Estoy bien. Estoy muy bien. —En el espejo retrovisor mis ojos azules
parecían demasiado amplios mientras agarraba el volante hasta que mis nudillos
se quedaron blancos—. Tengo esto. Lo tengo totalmente.
Haciendo caso omiso de mi charla, mi estómago se revolvió inquieto. Solté
el volante y me estiré, agarrando mi bolso. Abriéndolo, saqué la pequeña botella
antiácidos y tomé uno. La última vez que me sentí tan nerviosa fue hace ocho años,
y terminé vomitando sobre los zapatos de punta abierta de mi mejor amiga.
No vomitaría hoy.
No en mi primer día oficial del resto de mi vida.
Bueno. Eso fue un poco demasiado dramático. Sin embargo, hoy era un gran
día, mi primer día como asistente ejecutivo en Lima Academy. Después de toda la
educación, realmente no tenía ni idea de qué esperar. En realidad, podría hacer el
trabajo para el que había pasado años en la universidad preparándome o podría
quedarme consiguiendo cafés y limpiando para mi jefe. Si así fuera el caso,
apestaría, pero lo haría. Sin importa qué, tenías que comenzar en alguna parte.
Tenías que dar tu tiempo.
Tomando una profunda respiración, cerré mi bolso y salí de mi coche. Con
la mano alisé mi falda ajustada, dejé salir otro suspiro tembloroso, y empecé a
cruzar el aparcamiento, el chasquido de mis tacones haciendo eco de mi corazón
que latía con fuerza.
Lima Academy se encontraba en un gran edificio del centro que había sido
una fábrica, pero ahora estaba completamente renovado y convertido en una de las
principales instalaciones de entrenamiento en los Estados Unidos.
Estuve en el edificio varias veces, durante el proceso de entrevista y luego,
mientas me daban el paseo básico. El primer piso era un gimnasio de última
generación, equipado con prácticamente cada máquina de cardio y pesas que se
pudiera imaginar. En el segundo y tercer piso había múltiples cuadriláteros, jaulas
y áreas donde las esterillas cubrían el suelo en todo lo que el ojo podía ver. Lima
Academy no solo se centraba en las artes marciales mixtas o en la lucha dentro de
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3

la jaula. Entrenaban boxeo, kick boxers, karate, jujitsu brasileño, Krav Maga, y
durante la noche, en ciertas noches, se ofrecían clases de defensa personal al
público. Las plantas cuarta y quinta se encontraban actualmente en construcción.
Andrew Lima, el dueño y fundador de la academia, planeaba añadir más
cuadriláteros de entrenamiento. Las oficinas se hallaban en la sexta planta, con
excepción de la oficina de Lima, que se localizaba en la séptima.
En ningún momento durante el proceso de la entrevista conocí a Andrew
Lima o a cualquiera de los miembros de su familia, que al parecer trabajaban para
él en la academia. Solo me entrevisté con Marcus Browser, de quien sería su
asistente.
Tomé el ascensor del pasillo de la segunda planta, que iba del garaje del
estacionamiento, hasta el sexto piso. Mi estómago estaba lleno de nudos, y la
anticipación burbujeaba a través de mí cuando salí, encontrándome cara a cara con
puertas de cristal esmerilado que decían: OFICINAS DE LIMA ACADEMY.
La oficina del señor Browser se ubicaba en la parte de atrás, más allá de los
cubículos y las puertas cerradas de las oficinas. Fijando una pequeña sonrisa en mi
cara, fui por el pasillo central, aliviada por el murmullo de las conversaciones que
oía alrededor.
Antes de llegar a la oficina de Browser, la puerta se abrió y él salió. De
mediana edad y en forma, el señor Browser se veía como en casa, con sus
pantalones apretados y el polo con el logotipo de la compañía. No era el único.
Otro hombre se encontraba a su lado, vestido con una sudadera de nylon y una
camiseta también con el logotipo de la empresa.
—Ah, justo a tiempo. —La piel oscura alrededor de los ojos del señor
Browser se arrugó mientras sonreía—. Se trata de Stephanie Keith, nuestra nueva
ayudante. Señorita Keith, le presento a Daniel Lima. Está a cargo de las
instalaciones de entrenamiento aquí.
Cambiando mi bolsa a mi mano izquierda, extendí mi derecha. Su agarre era
firme y cálido. —Encantada de conocerlo, señor Lima.
—Llámame Dan. Hay demasiados Lima por aquí como para andarnos con
formalidades. —Me soltó la mano, sonriendo—. Y Marcus exagera.
El señor Browser resopló, pero su sonrisa no se desvaneció mientras Dan
continuaba—: Superviso los entrenamientos de kick-boxing y boxeo.
—Y Dan es demasiado modesto —explicó el señor Browser mientras
cruzaba sus brazos—. Ayuda en todas las áreas. Sin él, Andre y Julio estarían
meciéndose en una maldita esquina en algún lugar.
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No tenía ni idea sobre quién hablaban, así que asentí y sonreí. Si tuviera que
adivinar, Andre y Julio eran también una parte de la gran familia Lima.
—Tengo que irme —dijo Dan—. Fue un placer conocerte, Stephanie. Buena
suerte. —Se pasó una mano por su calva—. Trabajando para este chico, la vas a
necesitar.
El señor Browser rodó los ojos mientras Dan salía. —En realidad, él es el
más fácil de tratar de la horda Lima. Mantenlo en mente.
—¿Cuántos hay? —pregunté.
—¿Trabajando aquí? Cinco, incluyendo a Andrew. Hay muchos primos y
sobrinos y Dios sabe quién más, juro están relacionados con la mitad de Filadelfia,
pero nunca verás a la mayoría de ellos. Sin embargo, los hermanos, son los únicos
que tienen más autoridad que yo —explicó—. Ahora que eres un miembro oficial
de la academia, voy a decírtelo directamente.
Mm<
Parpadeé lentamente. —Vale. Soy buena con las cosas directas.
Sus ojos oscuros brillaron con diversión. —Lo que los hermanos Lima dicen
es ley aquí. Además de mí, son los únicos a los que responderás y que tendrán
autoridad para darte tareas.
Por el rabillo de mis ojos pude ver que algunas de las cabezas de los
cubículos se dirigían hacia nosotros.
—Los chicos de marketing te estarán molestando, estoy seguro —continuó
el señor Browser—, pidiendo que hagas cosas estúpidas, como hacer copias o por
material de oficina. Ese no es tu trabajo. Tienen una persona que lo hace. —Miró a
nuestra izquierda—. Sí, Will, me refiero a ti y a tu culo perezoso.
Una risa profunda retumbó desde algún lugar detrás de las paredes de los
cubículos, y supuse que ese era Will.
—Ahora, Deanna Cardinali, a quien conociste cuando rellenaste tu papeleo,
lleva recursos humanos. La estarás ayudando, y ella vendrá pronto para charlar
contigo. Este. —Hizo un gesto a la amplia cabina en forma de U detrás de mí—. Es
tu nuevo hogar. Así estás cerca cuando te necesite.
Girándome a la mesa, me sensibilicé por dentro. Era una tonta total, pero el
escritorio, el ordenador y el teléfono, la impresora y los archivadores, eran míos.
Vale. Bien, pertenecían a la empresa, pero eran míos.
Desde aquí haría llamadas y tomaría notas, juntaría manuales y establecería
llamadas y viajes de negocios, organizaría los archivos, y según el señor Browser,
3
5

ignoraría al equipo de ventas y marketing. Desde aquí empezaría mi carrera en la


parte inferior y ascendería hasta la posición tenía que el señor Browser. Tal vez en
realidad no aquí, en Lima Academy, pero en algún lugar. Esta era una experiencia
que algún día daría sus frutos.
Sonreí ampliamente mientras ponía mi bolso sobre mi escritorio. —Lo
tengo.
—Bien. —El señor Browser dio un paso atrás y buscó en su bolsillo, sacando
un trozo de papel amarillo—. Ahora, necesito que recojas esto de la lavandería.
Tomó aproximadamente dos días y tres horas que los chicos de ventas
dieran crédito a la advertencia del señor Browser. Había dos de ellos, y,
sinceramente, me fue difícil diferenciarlos en un primer momento.
Pelo con un estilo idéntico en esa forma desordenada a propósito, utilizando
la gomina que a una persona le duraba una semana en un solo día. Ambos vestían
polos blancos que eran al menos dos tallas más pequeñas, como si compraran en
una‖tienda‖de‖ropa‖para‖bebés.‖Ambos‖hacían<‖demasiado‖ejercicio.‖Sus‖músculos‖
eran duros. Hombros anchos, cuellos anchos, bíceps como bolas de bolos, y sus
manos puños carnosos.
Y ambos pasaban más tiempo mirando mis pechos que hablándome.
No tenía ni idea de qué pensaban que verían cuando miraban mis pechos. A
menos que tuvieran visión de rayos X, ninguna de mis camisas de vestir revelaba
absolutamente nada. Y si no tenían clavadas sus miradas en mis pechos, era en mis
piernas o en mi culo. Ni siquiera trataban de ser discretos. Cada vez que los
pillaba, sus muecas adquirían una cualidad maliciosa.
También trataron de convencerme para que recogiera sus cosas de la
lavandería, sus cafés, imprimiera sus informes, llamase para configurar sus
reuniones de ventas, y casi todo bajo el sol. Normalmente no tendría ningún
problema en traerles café si ya me hallaba fuera haciéndolo, pero siempre
esperaban hasta que llegaba a la oficina.
El jueves por la mañana, cuando regresaba de traerle al señor Browser su
doble espresso y, al azar, unas peonías frescas para su oficina, uno de los Gemelos
Esteroides se acercó a mi escritorio. Estaba bastante segura de que era el que se
llamaba Rick.
Fingí no verlo mientras cerraba la puerta del señor Browser detrás de mí e
iba a mi escritorio. Dejé mi capuchino, dándole una mirada esperanzadora al
teléfono. No había luces parpadeantes indicando un mensaje. Maldita sea.
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6

Colocando mi bolso debajo del escritorio, encendí el ordenador e hice clic en


el documento de Word. El manual de empleados sería renovado, y Deanna me
tenía trabajando en la carta de bienvenida y las hojas de política de la empresa.
Ambos necesitaban ser actualizados con la información que me dio el día anterior.
Recorrí mis notas, mi mirada tropezando con unas palabras que fueron
garabateadas a toda prisa por lo que no tenía ni idea de lo que tenía que escribir.
Unos pasos sonoros se acercaron.
Me concentré más en mis notas mientras tomaba mi capuchino. Los
diminutos pelos a lo largo de mi nuca se erizaron. Prácticamente pude sentir su
mirada clavándose en la parte posterior de mi cráneo. ¿Cuánto tiempo tenía que
ignorarle antes de que se fuera? Mis ojos se abrieron mientras los segundos
pasaban. ¿Sería demasiado obvio si agarraba el teléfono y fingía responder una
llamada?
Rick se colocó en el otro lado del cubículo, justo enfrente de mí. —Hola,
Stephanie.
Obviamente, ignorarlo no iba a funcionar. Tomé un sorbo de mi humeante
caramelo y me obligué a decir—: Hola. —No quería ser una perra, pero él y su
Gemelo Esteroides estropeaban mucho mi medidor de pervertidos.
Apoyó sus fuertes brazos en la pared. —¿Qué haces?
Mantuve mi expresión en blanco mientras señalaba la pantalla con mi
meñique. —Trabajo.
—Puedo ver eso —respondió, impertérrito—. ¿En qué trabajas?
Tragándome un suspiro, dejé mi vaso de plástico. —Estoy trabajando en el
manual de bienvenida de los empleados.
—Suena muy aburrido. —Sus dedos tocaron la pared—. ¿Haces algo
después del trabajo?
Oh no. Levanté la vista, y sí, no miraba mi cara en absoluto. Sus ojos se
encontraban centrados en mi pecho como si contuvieran las respuestas a la vida. —
Tengo algunas cosas que hacer esta noche.
Su mirada no se movió. —Un par de nosotros iremos a Santos un poco más
abajo en esta calle. Si cambias de opinión, deberías venir.
—Lo tendré en mente. —Esperé un segundo más, y cuando su mirada
siguió fija en mi pecho, me aclaré la garganta.
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7

Los ojos de Rick se elevaron y tuvo la decencia de parecer un poco


avergonzado de ser atrapado comiéndome con los ojos. Un rosa inundó sus
mejillas color canela. —Así que, sí, ¿de nuevo en qué estás trabajando?
Tuve que preguntarme qué tan bien hacía Rick su trabajo. Por suerte, él y su
gemelo vagueante no se encontraban mucho en la oficina. La mayoría del tiempo la
pasaban en el gimnasio, dando de alta a nuevos miembros o levantando pesas o
algo así. —Estoy trabajando en el manual de los empleados —le recordé con una
mirada esperanzadora hacia el teléfono.
—Ah sí, totalmente aburrido —repitió.
Si pudiera haber tenido algún súper poder en ese momento, habría optado
por hacer que sonara el teléfono según quisiera.
—No sé por qué te contrataron para trabajar aquí —continuó, y poco a poco
levanté una ceja—. Quiero decir, mierda, eres caliente como el infierno.
Empecé a debatir que tan raro sería si simplemente, no sé, golpeara mi cara
contra mi teclado.
—Si te tuvieran en la planta de abajo, venderíamos una tonelada de jodidas
membresías, especialmente a los chicos. —Se rio, un sonido agudo como un
chillido, y ahora contemplaba estrellar el rostro en la pantalla del ordenador—.
Parece un desperdicio tenerte escondida aquí. Es obvio por qué te contrataron.
Parpadeé y levanté la vista hacia él. —¿Perdona?
Me hizo un guiño, y mis manos se cerraron en puños. —Cualquier persona
con dos ojos sabe que es por cómo te ves, por lo que parece una pérdida tenerte
aquí sentada, haciendo mierda aburrida. Podríamos utilizar a alguien como tú en
nuestro equipo.
La sorpresa me dejó sin habla mientras miraba al chico. ¿Acaba de decir en
serio que la única razón por la que me contrataron era por mi apariencia? ¿Me lo
dijo a la cara?
—Infiernos, tiene sentido por qué la última chica estaba aquí. No era muy
guapa, si me preguntas. Mierda, sin embargo, es de esperar que no termines como
ella. De todos modos —dijo, golpeando la mano sobre la pared del cubículo
mientras se alejaba—. Si cambias de opinión, estaremos en Santos. Te compraré
una bebida.
Preferiría quedarme encerrada en el aeropuerto durante una tormenta de
nieve.
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Rick se alejó, obviamente sintiéndose muy confiado por nuestra


conversación, mientras giré mi mirada hacia la pantalla. Las palabras eran borrosas
mientras miraba la computadora. El entumecimiento era como hielo en mis venas.
Sabía, sin lugar a dudas, que no me contrataron porque el señor Browser pensara
que era guapa. Me contrataron porque obtuve un promedio de casi diez cuando
me gradué. Me contrataron porque lo hice genial en la puta entrevista. Me
contrataron porque estaba cualificada.
Colocando la mano en el ratón, hice clic en la pantalla y sacudí mi cabeza,
disipando los pensamientos que la conversación con Rick me dejó. Bueno, casi
todos. ¿Quién era la chica que tenía esta posición y qué diablos pasó con ella?
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Traducido por YessiaCA


Corregido por florbarbero

Los tacones puntiagudos en blanco y negro con el delicado arco en la parte


trasera eran absolutamente encantadores, pero eran brutales. Mis pobres dedos de
los pies se encontraban apretados y tenía la seguridad de que faltaba casi toda la
piel a lo largo de mi talón.
Contrario a la creencia popular, la belleza no debe ser igual al dolor, y no
importa lo lindo que fueran los zapatos, no valían la pena el punzante dolor cada
vez que daba un paso.
Tiré esos estúpidos hacia la parte trasera de mi armario y me puse un par de
zapatillas planas que le dieron la bienvenida a mis pies. Moviendo los dedos de los
pies, levanté las manos y las pasé por mi cabello.
Mis primeras dos semanas en la Lima Academy fueron agotadoras, pero de
una buena manera, divertida y productiva, si no contaba las incursiones con los
Gemelos Esteroides. Eran estúpidos —relativamente idiotas inofensivos— pero
eran fáciles de ignorar en su mayor parte. En especial desde que aprendí a ser más
rápida con las supuestas llamadas telefónicas cuando los veía entrar en las oficinas.
Cada día había alguna forma de trabajo de campo que me involucraba a mí
navegando en las congestionadas calles de Filadelfia, ya fuera a pie o en coche para
localizar algo que solo el señor Browser necesitaba. Pero también aprendía, y la
emoción del nuevo trabajo se hallaba lejos de desgastarse, incluso aunque la
mayoría de los chicos en el equipo de ventas fueran unos completos imbéciles que
pasaban más tiempo viendo mi culo o mis pechos que trabajando.
Tragándome un bostezo, cerré la puerta de mi armario y le di a mi cama una
larga y lujuriosa mirada. Empecé a caminar hacia ella pero me detuve. Anoche me
senté cerca de las ocho de la noche, por unos pocos minutos, y acabé desmayada,
durmiendo toda la noche.
No iba a caer en ese truco de nuevo.
Además, no estaba exactamente soñolienta, solo extrañamente cansada. En
verdad esperaba no estar cayendo en un resfriado o algo. Lo último que necesitaba
era potencialmente perder mi trabajo por enfermarme, y por eso, sabía que debería
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0

quedarme en casa esta noche y descansar, pero me sentía más que aburrida. Y era
la noche del viernes.
Y extrañaba mis chicas.
Por ahora, había hablado por Skype con Yasmine y Denise, dos chicas que
me acompañaron durante toda mi experiencia universitaria, siempre que
estábamos libres, lo que no fue tan seguido como hubiese querido. Yasmine se
mudó a Atlanta y Denise a Baltimore, demasiado lejos de aquí. Una vez me
instalase, desearía hacer un pequeño viaje para visitar a Denise.
Agarrando mi bolso, me dirigí a mi coche. A decir verdad, me sentía
demasiado sola y necesitaba salir. Allá en casa, siempre tenía alguien con quien
salir o algún lugar al cual ir, y realmente no había congeniado con nadie aquí.
Bueno, excepto Nick, pero esa no era en realidad una conexión a largo
plazo. Al menos, no aún. ¿Quién lo sabría? Podríamos convertirnos en amigos,
pero no iba a conocer a nadie sentada en mi apartamento, haciendo una maratón
de todas las temporadas de Supernatural.
El aparcamiento de Mona´s se encontraba bastante lleno, y cuando me dirigí
allí, me pregunté‖si‖Nick‖trabajaba<‖Y‖sí,‖también‖me‖pregunté‖si‖tendría‖planes‖
para luego. El último pensamiento trajo una sonrisa a mi cara.
Música y bolas de billar sonaban unas contra otras saludándome mientras
atravesaba la puerta. Por suerte no usaba nada pesado más que un cárdigan,
dentro se sentía bastante caluroso, pasé alrededor de dos chicos y me acerqué al
bar.
Vi a la chica con gafas primero; Roxy. Ella cambió el color de sus gafas y el
mechón en su cabello. Esta noche, eran azules y coincidían con su camiseta. Me reí
cuando se volteó, y pude leer lo que llevaba escrito en su blusa.
UN BARTENDER SABE CÓMO ENLOQUECER.
El otro tipo, el que tenía el pelo corto color bronce y militar escrito por todas
partes, también se hallaba detrás de la barra. Si lo recordaba bien, era Jax, el dueño.
Cerca de la fuente, Roxy trabajaba, así me apretujé entre dos taburetes.
Solo pasaron unos segundos antes de que su mirada de reojo pasara sobre
mí y retrocediera. Con sorpresa ensanchó sus ojos. —Regresaste.
Qué extraña declaración.
Roxy se volteó hacia su dueño y gritó—: ¡Ella regresó!
Vaya.
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1

Jax arqueó las cejas mientras miraba en nuestra dirección y luego asintió.
Imperturbable por su falta de interés, Roxy se veía como si estuviera a
segundos de hacer una pirueta. —Me alegra tanto que estés aquí —dijo,
apoyándose contra la barra frente a mí. —¿Qué puedo servirte?
Dejando a un lado el extraño saludo, dirigí la mirada a las botellas detrás de
ella y luego dejé de pensar en una bebida. —Tomaré lo que sea que tengas en el
barril.
—Enseguida. —Roxy giró, y como un pequeño tornado, se movió detrás de
la barra, regresando con una jarra llena—. ¿Quieres abrir una cuenta?
Negué con la cabeza y le entregué mi dinero. Abrir una cuenta siempre
terminaba conmigo bebiendo demasiado. —Guarda el cambio.
Roxy sonrió y me di cuenta de que la conmoción en su rostro casi había
desaparecido. Regresó a la caja registradora después de conseguirle a un chico que
se sentaba en dos taburetes una botella fresca. —Estaba empezando a creer que no
volvería a verte. Han sido ¿qué? ¿Dos semanas?
—Empecé un nuevo trabajo —le expliqué—. Creo que me desgastó un poco.
—Totalmente comprensible. —Apoyó los codos en el mostrador—. ¿Estás
disfrutando aquí?
Asentí. —Me está costando un poco acostumbrarme a la ciudad. De donde
vengo, no tenemos nada como esto.
—Sí, Calla, la novia de Jax, también dijo eso. Pero ella en realidad es de aquí,
aunque va a Shepherd. —Hizo una pausa lo suficientemente larga para tomar una
breve respiración—. Pero tú no la conoces muy bien, ¿verdad?
—He escuchado de ella. Sin embargo, parece ser una chica muy agradable.
—Tomé un trago de mi cerveza—. ¿Has vivido aquí toda tu vida?
—Nacida y criada, me encanta. Es en realidad el lugar perfecto. Súper cerca
de la ciudad, pero todavía se siente como un pueblo. —Roxy se movió
rápidamente a lo largo de la barra asistiendo a alguien que caminaba hacia ella con
una botella vacía.
Tomando otro trago, me di la vuelta y escaneé el bar. Había una mezcla tan
única de personas aquí. Jóvenes y viejos, todas las diferentes etnias y ambientes.
—Hay muchos bares modernos en la ciudad —dijo Roxy regresando. Sonrió
cuando me volví—. Disculpa. Tienes esa mirada en el rostro. No una mala —
añadió rápidamente—. Más que todo, una mirada de evaluación. Me sorprende
4
2

que en realidad consigamos público joven aquí. Hay tantas otras opciones en
Filadelfia.
—Pero Mona´s es agradable —le dije, honestamente—.‖Sí,‖no‖es<‖el‖m{s‖de‖
moda. —Miré el letrero de neón de Coors sobre una de las mesas de billar—. Pero
me agrada.
—Tienes que salir más —dijo una voz detrás de mí.
Roxy cruzó los brazos mientras levantaba sus cejas al intruso. Me volví hacia
los lados. Era un hombre alto, de cabello corto y castaño oscuro, se ajustaba a su
típico rostro apuesto. Guiñó un ojo en dirección a Roxy.
—Me recuerda a casa —respondí, levantando la jarra a mis labios.
El tipo se rio. —Entonces estoy un poco preocupado por tu casa.
Antes de que pudiera responder, Roxy suspiró. —Cállate, Reece.
Una sonrisa surgió en su rostro mientras su mirada se movía hacia ella. —
Oh, me encanta cuando eres mandona conmigo.
—Eres ridículo.
—Me amas —respondió.
—No sé por qué. —Suspiró de nuevo, mucho más dramáticamente—. Pero
lo hago.
Así que ese era el novio que ella mencionó la última vez. Bonito, Roxy tenía
buen gusto. Reece golpeó los dedos en el hombro del tipo en el taburete. El hombre
lo miró y Reece alzó sus cejas. —¿Por qué no eres un caballero y dejas que esta
dama tenga el asiento?
—Eso‖no‖es<
Antes de que pudiera expresar mi protesta, el hombre se encontraba fuera
del asiento. —Todo suyo, oficial.
¿Oficial? ¿El novio de Roxy era un policía? Por alguna razón, tuve
dificultades para imaginarla con uno. —Todo tuyo —ofreció Reece.
—Gracias. —Me senté y mis pies me lo agradecieron—. No tenías por qué
hacer eso.
Reece tomó el espacio que dejé. —Un tipo no debería estar sentado cuando
hay una dama de pie, es tan simple como eso. —Estirándose por la cintura, se
inclinó sobre la barra y golpeó con un dedo sus labios.
4
3

Un rubor rosado se extendió por las mejillas de Roxy, pero lo besó. Cuando
empezó a reclinarse hacia atrás, la mano de Reece serpenteó y se curvó alrededor
de su cuello. Sosteniéndola en su lugar, inclinó la cabeza hacia un lado y realmente
fue por todo.
Buen Dios.
Observándolos, sentí que mis ojos se ensanchaban y también sentí la
necesidad de empezar a abanicarme. Eso era un beso y luego algo y simplemente
siguió yendo y viniendo. Uno de los brazos libres de Roxy rodeó los hombros de
Reece y esperaba que él la trajera a través de la barra. Una sonrisa lenta tiró de mis
labios, pero debajo de la diversión, había una pizca de conflicto. Casi como
malestar, pero teñido en otra emoción que probé antes. No entendía por qué sentía
eso, en ese momento, pero puse mi cerveza en la barra, junto a mi bolso.
A pocos metros de distancia, Jax se volvió hacia nosotros. —¿De verdad,
chicos?
Con una profunda y ruidosa risita, Reece soltó a Roxy y ella regresó sobre
sus pies, sus ojos desenfocados. Alguien llamó y parpadeó rápidamente.
Estrechando los ojos a su novio, enderezó sus gafas.
—Eres terrible —le amonestó—. Y das una terrible primera impresión.
—Creo que doy una asombrosa primera impresión —respondió, enviando
un guiño en mi dirección—. Soy Reece Anders, el amor de la vida de Roxy.
No pude resistir esa risa. —Soy Steph Keith.
—Ah, la infame Steph —miró a Roxy—.‖¿Dónde‖est{<?
—En el descanso. —La sonrisa de Roxy era demasiado brillante, demasiado
amplia—. Lamento su grosera interrupción. Está socialmente dañado.
—También tengo mucha sed —respondió, mirando el grifo.
Roxy inclinó la cabeza hacia un lado. —¿Ves a Jax por allá? ¿Por qué no le
haces que te sirva?
—Eso es cruel —murmuró, pero seguía sonriendo mientras se alejaba de la
barra—. Regresaré. —Se dio la vuelta, dirigiéndose hacia Jax, que se encontraba en
la parte más alejada de la barra. Mientras me rodeaba, golpeó mi hombro son su
dedos—. Me encanta cuando es gruñona.
Me reí rotundamente cuando Roxy soltó un gemido exasperado que Reece
ignoró en gran medida. —Parece ser un fastidio —le dije una vez que estuvo cerca
de Jax.
4
4

—Chica, no tienes idea. —Sus ojos se ensancharon detrás de sus lentes—.


Pero‖es<‖es‖un‖gran‖hombre,‖y‖soy‖increíblemente‖afortunada,‖mucho‖m{s‖de‖lo‖
que puedas imaginarte.
—Oh, suena como a que hay una historia allí.
Sonrió suavemente. —La hay. Me gustaría<‖ —Se detuvo cuando otra
sonrisa casi le partió la cara—. ¡Perfecto!
Al darme cuenta de que miraba algo detrás de mí, miré por encima de mi
hombro.‖Mi‖boca‖se‖abrió.‖Una‖mujer‖acababa‖de‖entrar,‖y<‖ni‖siquiera‖entendía‖
qué vestía.
Era un vestido, eso‖ creo.‖ Un‖ vestido‖ hecho‖ de<‖ cinta‖ de‖ conducto‖ negro,‖‖
¿tal vez? Eso era lo que parecía. Ajustado, no era más que tiras de algún material
negro estratégicamente colocadas. Se entrecruzaba su cuerpo esbelto, dejando
muy poco a la imaginación con una gran cantidad de pecho visible a su costado.
Sus tacones eran lo suficientemente altos como para hacerme sentir como una
cobarde por entrar y salir con zapatos planos.
Se pavoneaba en nuestra dirección, sus caderas de balanceaban de una
manera que llamaba la atención de casi todos los hombres del bar. La alta y
escultural rubia, tenía confianza como por días.
—Ya sabes lo que necesito —le dijo a Roxy, que ya agarraba una botella de
tequila. Miró en mi dirección, sus labios de color goma de mascar rosa fruncidos—.
Eres caliente. Guau.
Abrí la boca, pero no tenía ni idea de cómo responder a eso. En absoluto.
No. Nada.
—Esta es Steph. —Roxy colocó un chupito en la barra—. Steph, ella es Katie.
—Hola —dije moviendo los dedos.
Bajó la mirada y me examinó con más audacia que la mayoría de chicos que
estaban en el bar. —Espera. —Sus uñas de punta rosada, súper largas rozaron su
vaso—. ¿Ésta es la Steph?
—La Steph —convino Roxy—. Fue la siguiente en entrar al bar después de
Aimee. —El significado pesado goteó de sus palabras—.‖Y<
Empecé‖ a‖ fruncir‖ el‖ ceño.‖ Primero,‖ Reece‖ se‖ refirió‖ a‖ mí‖ como‖ la‖ “infame‖
Steph”,‖y‖ahora‖era:‖¿“La‖Steph”?‖¿Qué‖sucedía‖en‖el‖mundo?
—Guau. Esto es impresionante. —Levantando el chupito a su boca, tomó la
bebida como una profesional—. Es tan increíble. Lo sabía, lo llamé por completo.
—Llevó los dedos de su cien—. Soy psíquica.
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5

Sin palabras, meneé la cabeza mientras miraba a Roxy. Las mejillas de la bar
tender se pusieron rojas mientras se encogía de hombros. —Katie siempre acierta
cuando se trata de sus predicciones.
—Es un don, una maldición. Una noche me caí de un poste engrasado,
golpeé mi cabeza. Larga historia, estoy segura de que tendré tiempo para
contártela más tarde. —Apoyó la cadera contra la barra mientras simplemente la
contemplaba—. ¿Ese es tu bolso?
Cuando asentí, lo alcanzó y, completamente conmocionada, vi como lo abría
y sacaba mi teléfono. En alguna otra ocasión habría estado encima de ella, pero
todo lo que pude hacer fue mirarla mientras sus dedos volaban sobre mi teléfono.
—Nos he mandado un mensaje de texto a Roxy y a mí desde tu teléfono. Así
ahora tienes nuestros números y tenemos el tuyo. No hay escapatoria. Vamos a
adoptarte como nuestra nueva mejor amiga en el mundo. —Deslizó el teléfono en
mi bolso y lo dejó caer en la barra delante de mí—. Vas a desayunar con nosotras el
domingo.‖ Por‖ supuesto,‖ probablemente‖ pienses:‖ “Oh‖ demonios,‖ no”‖ pero‖
definitivamente vas a venir.
Todavía estaba boquiabierta.
—Hay tanto que tenemos que contarte. —Volviendo a Roxy, Katie comenzó
a hablar, pero se detuvo, aplaudiendo sus manos—. Siempre soy oportuna.
Siempre.
Por un momento no supe de qué hablaba, y luego lo vi. Nick. Mi corazón
dio un pequeño brinco y eso me impactó tanto como lo hizo Katie. Mi corazón rara
vez se sentía así y no pensé en Nick durante estas dos semanas. Muy bien, eso no
era cien por ciento cierto. Pensé en él una o dos o diez veces, pero esos
pensamientos fueron efímeros. Así que mi reacción, la forma en que sentí mis
mejillas sonrojarse y cómo mi columna vertebral se puso rígida, me sorprendió.
Nick salió de un pasillo al lado de la barra. Llevaba otra camiseta oscura que
parecía estar a segundos de estallar en las costuras cuando levantó la mano,
pasando los dedos por su pelo, parecía tan delicioso como recordaba.
Se dirigió hacia donde Jax hablaba con Reece, dedicándoles mientras
levantaba una caja de botellas en la barra, sus músculos girando y flexionándose
bajo la camisa. Reece dijo algo y Nick retrocedió, riendo. El sonido era ruidoso y
contagioso, y mis labios tiraron de las esquinas en respuesta. Respondió mientras
se volvía en nuestra dirección, su sonrisa fácil. Levantó la vista, desplazándola
sobre el bar.
Nuestras miradas chocaron en un instante
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Nick se detuvo en seco, como si hubiera chocado con una pared invisible.
Una extraña tensión se filtró en su rostro mientras la sonrisa dejaba su cara. El
choque salpicó, y entonces se dirigió en nuestra dirección en su lado de la barra,
ignorando a Roxy mientras ella daba un paso a un lado con una mirada en su
rostro que dijo que lo único que le faltaba era un bote de palomitas de maíz.
—Hola Nick —murmuró con suavidad Katie.
También la ignoró mientras me miraba a través de la barra, sus ojos fríos
como como el invierno. Pequeños nudos se formaron en mi vientre mientras
colocaba ambas manos en la barra y agachaba su barbilla. Todo en lo que pude
pensar fue en dónde estuvieron sus dedos la última vez que lo vi y si terminarían
allí de nuevo, porque ¿por qué no?
—Stephanie —dijo con su profunda voz, y espirales de placer se ciñeron en
mi cuerpo—. ¿Qué haces aquí?
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Traducido por Lvic15


Corregido por florbarbero

Su pregunta alejó los tentáculos de placer como si los hubiera alcanzado


dentro de mí y los hubiera atrapado en un puño. Me eché hacia atrás, inhalando
fuertemente mientras mi estómago se tensionaba. —¿Perdona?
—Oh no —susurró Roxy, girando hacia un lado. Alguien agitaba un billete
de veinte dólares como una bandera blanca de rendición y llamó su atención.
—Eres un idiota —le dijo Katie a Nick, y luego se giró hacia mí—. Envíale al
infierno. La recompensa es mucho mejor al final. Te veo el domingo. ¡Besos!
Mientras Katie se iba, un rosa pálido apareció en el centro de las mejillas de
Nick. Bajó la voz—: Pensé que teníamos un acuerdo.
¿Cuando‖entré‖en‖Mona’s‖esta‖noche, quizás caí en una especie de universo
alternativo? Parecía que escuchaba sola la mitad de cada conversación en la que
participaba. —¿Un acuerdo de qué?
Inclinó la cabeza hacia un lado. —No has vuelto al bar en dos semanas.
—Eh. Sí. He estado muy ocupada. —Mi pelo se deslizó sobre mi hombro
mientras me inclinaba hacia adelante, los bordes rozando la parte superior del
mostrador—. No creo que entienda hacia dónde se dirige esta conversación.
—No has vuelto desde la noche en que nos liamos —explicó, sus ojos verde
musgo fríos—. Así que pensé que nos encontrábamos en la misma página.
—Es evidente que no es así.
Nick miró por encima de su hombro brevemente, escaneando el bar. Sus
hombros se tensaron cuando sus ojos se encontraron con los míos de nuevo.
Cuando habló, su voz era tan baja que apenas la podía oír—: Esa noche fue solo esa
noche. Una vez. No hay ninguna razón para que vuelvas, sobre todo tú.
Guau. Había tantas cosas malas en esa declaración que ni siquiera sabía por
dónde empezar. Un sentimiento de ira se precipitó a la superficie, llenando mis
sentidos, y por eso me encontraba agradecida, porque debajo del sentimiento
fogoso‖había‖una‖aguda‖sensación‖de<‖de‖decepción.‖No‖conocía‖a‖Nick‖tan‖bien,‖
4
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pero por el breve tiempo que pasamos juntos, pensé que nos hallábamos en la
misma página. No su página, obviamente. Su página tenía escrito idiota por todas
partes, una y otra vez.
—Permíteme aclarar algo —dije, mi voz sorprendentemente nivelada—.
¿Pensaste que no iba a volver al bar porque nos liamos?
No respondió durante un largo momento. —Siempre ha sido así. Una
noche. Tú misma lo dijiste.
¿Siempre ha sido así? Guau. Casi me reí, excepto que nada de esto era
divertido. —Y solo para asegurarme de que estamos completamente en la misma
página, ¿piensas que volví aquí únicamente a verte?
Uno de los lados de sus labios se levantó. —Bueno, ¿a qué más puedes venir
aquí? Alguien como tú es más de los bares y discotecas de la ciudad.
Mis labios se abrieron lentamente. —¿Alguien como yo?
—Sabes que eres preciosa. Sabes‖que<
—Alto ahí —pedí, colocando ambas manos sobre el mostrador del bar—.
Nosotros no estamos y, obviamente, nunca estuvimos en la misma página, Nick.
No me conoces. No te conozco. Y, francamente, mi aspecto no tiene absolutamente
nada que ver con los bares a los que voy.
Nick parpadeó mientras la sorpresa llenaba sus facciones de nuevo. —Oye.
Soy<
—Eres increíble. —Me levanté, agarrando mi bolso del mostrador—. La
última vez que lo comprobé, este bar no era tu ostra y desde luego tú no eras su
perla. Quizás puedas decirle al resto de gente, de las mujeres, qué pueden hacer y
qué no, pero nunca, jamás, funcionará conmigo.
Se echó hacia atrás, frunciendo las cejas, pero aún no acababa—: Nunca me
arrepentí de nada de lo que he hecho. Hasta ahora.
Admitir la verdad escoció más de lo debido. Me di la vuelta antes de
golpearlo en la cabeza con el bolso. Di dos pasos antes de que lo escuchara decir mi
nombre.
—Stephanie. Steph. —Hubo una pausa y luego—: Mierda.
Se escucharon jadeos y miré por encima de mi hombro, justo a tiempo para
ver a Nick saltar sobre la barra como un maldito gimnasta. Mi mandíbula cayó al
suelo cuando aterrizó perfectamente de cuclillas y se levantó de manera fluida.
¿Era‖una‖especie‖de‖superhombre?‖Ese‖movimiento‖fue‖bastante<‖impresionante.
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Roxy se encontraba junto a Jax detrás de la barra. Ambos se detuvieron a


mitad de verter bebidas. El líquido se derramó sobre el vaso que Roxy servía. Jax
parecía dividido entre reír y gritar a Nick.
La tensión se apoderó de mis músculos mientras Nick venía hasta donde me
hallaba. Envolvió su mano alrededor de la mía, el agarre suave. Siendo más o
menos una buena cabeza más alto que yo, se elevaba sobre mí, y todo lo que me
dieron ganas de hacer fue darle un puñetazo en su frente. —Tenemos que hablar
—dijo.
—Creo que esa es lo último que tenemos que hacer —le espeté.
Sus ojos se suavizaron. —Voy a tener que discrepar. Vamos a hablar. —Un
mechón de pelo oscuro le caía sobre la frente—. Por favor.
Una gran parte de mí todavía quería golpearlo con mi bolso, o mejor aún,
darle con mi rodilla en una parte sensible, pero la mayoría, si no todos, en el bar
nos miraban. Nosotros —de hecho, Nick— causábamos una escena importante.
Los ojos estaban clavados en nosotros. El calor se deslizó hasta mi cuello.
—¿Vas a hacer que me ponga de rodillas y ruegue? —preguntó, esos labios
curvándose en las esquinas de nuevo—. Porque lo haré. Aquí.
—No lo harías.
Sus ojos brillaron en la luz tenue. —Lo haría.
Mi mandíbula dolía por la fuerza con que rechinaba los dientes—. De
acuerdo. Podemos hablar.
—Perfecto. —Nick me dedicó un guiño, y se dio la vuelta, llevándome.
—No necesitamos ir de la mano.
—Pero lo hacemos. —Miró por encima de su hombro hacia mí, sus ojos se
abrieron con inocencia—. Me temo que cambies de idea y te alejes corriendo,
entonces me sentiré muy triste.
Le lancé una mirada asesina mientras me guiaba hacia afuera. Todo el
mundo observaba. Una rápida mirada me dijo que Roxy se recuperó lo suficiente
como para parar de regar la barra. Fuimos hacia el pasillo.
—Nick. —Jax apareció en el lado de la barra más cercano a nosotros—. No
me hagas tener que limpiar la oficina más tarde.
Mi mandíbula se abrió de golpe. El fuego se encontraba a segundos de
estallar fuera de mi boca. —Sí, eso no será necesario.
—Ella me gusta. Mucho. —Jax sonrió mientras se volvía a la barra.
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0

—Por supuesto que sí —murmuró Nick.


Le enseñé el dedo medio con mi mano libre, pero no lo vio mientras me
llevaba por un pasillo estrecho. Abrió una puerta a la derecha, y después de entrar,
inmediatamente tiró de mi mano libre mientras cerraba la puerta de una patada
detrás de nosotros.
Lanzando mi bolso a un sofá de cuero negro, me di vuelta para enfrentarlo.
Ahora que nos hallábamos en un lugar privado, todas las palabrotas conocidas por
el hombre estaban a punto de hacer su aparición. Di un paso hacia él, con mis
manos en puños mientras abría mi boca.
Nick cruzó la distancia entre nosotros en un abrir y cerrar de ojos. Fue tan
rápido que me quedé como un idiota mientras entraba directo en mi espacio
personal, colocando las manos justo debajo de mi mandíbula. Sus manos eran
grandes y cálidas, y extendió sus dedos, los pulgares tocando mi piel a cada lado
de mis labios.
Sus ojos se encontraron con los míos y se calentaron como lo habían hecho
aquella noche en mi apartamento. —Voy a ser brutalmente honesto en este
momento.
—¿No lo has sido ya? —respondí, tratando de alcanzar sus muñecas.
Envolví los dedos alrededor de ellas.
Nick sonrió, mostrando sus dientes blancos. —Ves. Es eso.
—¿Qué?
—La actitud —explicó, atrayéndome más cerca—. Cuando me lo tiras, todo
en lo que puedo pensar es en conseguir estar dentro de ti otra vez.
Mi boca se abrió una vez más. Honestamente, caminaría toda la noche con
mi mandíbula abierta en su totalidad.
—Por regla general no vuelvo a por unos segundos. Las cosas siempre se
ponen<‖ complicadas‖ cuando‖ lo‖ haces,‖ pero‖ contigo<‖ —Su voz se redujo y su
aliento era cálido contra mis labios. Mi cuerpo era un idiota porque un
estremecimiento de placer ilícito se presionó en mi estómago—. Sí, estaría
dispuesto a hacer una excepción a mis reglas.
Al principio no estaba segura de haber oído bien. No podía sugerir en serio
lo que pensaba que hacía, pero sus manos se deslizaron con lentitud de mi cuello
hasta mis hombros. El espacio entre nosotros desapareció. Sus caderas se apretaron
contra mi parte baja, y oh sí, hablaba en serio.
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1

Plantando las manos sobre su pecho, empujé con fuerza. Nick tropezó
dando un paso atrás, y en el fondo de mi mente sabía que era solo porque lo tomé
por sorpresa. —¿Hablas en serio? —exigí.
—La última vez que lo comprobé sí —respondió.
—Entonces tienes que ser el hijo de puta bastardo más tonto del mundo —
repliqué, sintiendo un punzante aumento de irritación acogiéndome.
Las líneas alrededor de su boca se torcieron y apartó la mirada, apretando
sus labios.
—¿Crees que es gracioso? —Planté las manos en mis caderas y lo fulminé
con la mirada—.‖ Es‖ curioso‖ que‖ creas‖ que‖ vas‖ a‖ “estar‖ dentro‖ mío”‖ de‖ nuevo.‖
Prefiero arrancarme cada pelo perdido en mi cuerpo uno a uno en su lugar.
Su mirada viró hacia la mía. —No tuviste problema en desnudarte conmigo
hace dos semanas.
—No lo tuve. Entonces abriste la boca con la mierda de cerdo chovinista y
arruinaste todas las sensaciones cálidas y suaves.
—¿Cerdo chovinista? —repitió, sacándose el pelo de la frente—. Bueno. Sé
que‖soy‖un‖idiota.‖Confía‖en‖mí,‖pero‖tú‖y‖yo<
—Tuvimos una noche. Tienes razón. Nos liamos. Dejaste mi lugar sin un
gramo de expectativas entre nosotros, y me encontraba bien con eso. Eso es lo que
quería. Pero es obvio que todo el maldito mundo gira a tu alrededor. —Mis ojos se
estrecharon—. Me gustó lo que hicimos, pero solo porque me gusta el sexo no
significa que esté desesperada, sea una puta, o sea estúpida.
Dio un paso atrás mientras sus manos cayeron a su cintura. La sorpresa se
dibujó en su rostro. —Nunca he dicho que fueras esas tres cosas.
—¿No? —Me reí con sequedad—. Puedes no haber dicho esas tres palabras
exactamente, pero el hecho de que creas que vine aquí buscándote insinúa que
parezco desesperada. El hecho de que piensas que puedes liarte conmigo después
de hablarme de la manera en que lo has hecho me dice que no piensas muy bien de
mí. Y después de una noche conmigo, ¿crees que puedes dictarme dónde puedo ir
y qué puedo hacer? Debes pensar que soy estúpida.
Sus cejas se alzaron. —Steph<
—No lo hagas. —Levanté una mano, deteniéndolo. Mi dedo medio podría
haber estado extendido mientras pasaba por su lado y tomaba el bolso—. Esta
conversación termina con un: ¿qué tal si te vas a la mierda?
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2

Traducido por YessiaCA


Corregido por florbarbero

Vestida con pantalones cortos de algodón y una vieja camiseta de la


universidad Shepherd, era poco después de la una de la mañana. Regresé del bar y
comí medio vaso de helado. Ahora tomé la almohada de rayas gris y la llevé a mi
pecho cuando comenzó la cuenta regresiva en la televisión y la cámara acercó a
Drew Barrymore. Sus ojos eran grandes, reflejando toda la esperanza y la
anticipación que cada muchacha sentía siempre cuando llegaba el momento en que
descubriría si su único amor verdadero le correspondía sus sentimientos.
Dios, esta —esta— era una de mis escenas favoritas de todos los tiempos en
todas las películas en todo el mundo. Los momentos que llevaron a cuando Sam
aparece en el campo de béisbol, demostrando que él se preocupaba por Josie a
pesar de su traición.
Hombre, era una ridícula.
Pero no me arrepentía. Para nada en absoluto.
Una de mis amigas de la universidad, Cora, odiaba a Drew Barrymore. Era
la cosa más extraña, pero su rabia nunca fue capaz de amortiguar mi amor por esta
película.
Por supuesto, no era muy romántica la historia de una veinteañera que
regresaba al colegio y pretendía ser una adolescente mientras se enamoraba de su
súper caliente y sensible profesor de inglés. Esa película nunca se haría hoy en día,
pero algo acerca de ese primer beso entre ellos hacía que mi corazón se derritiera.
Me senté, apretando la almohada mientras el reloj se agotaba y la pobre
Josie parecía desconsolada. Las cámaras miraban al público, capturando sus
expresiones de simpatía, y luego un bajo murmullo se elevaba, convirtiéndose en
aplausos.‖ Todos‖ se‖ volvieron‖ y‖ allí‖ estaba.‖ Sam‖ conocido‖ como‖ Michael,‖ “quiero‖
que‖seas‖el‖pap{‖de‖mis‖bebés”‖Vartan.‖Se‖apresuró‖a‖bajar‖por‖las‖gradas,‖y‖pude‖
sentir un chirrido femenino en su intensidad mientras mi mano se aferraba a la
almohada.
—¡Ay! —Dejando caer la almohada, doblé mi brazo sobre mis pechos y
empujé contra el repentino dolor en ellos. También habían estado sensibles esta
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3

mañana—. ¡Auch! —Había empezado a calcular mentalmente cuándo debía llegar


mi periodo cuando hubo un golpe en la puerta y me sacudí—. ¿Qué demonios?
Un pequeño malestar se produjo. Eran casi la una y media de la mañana y
¿alguien se encontraba en mi puerta? Maldición. El tiempo no importaba porque
casi nadie me conocía lo suficientemente bien como para saber dónde vivía.
Sacando el mando a distancia del brazo del sofá, hice una pausa en la
película justo cuando Sam llegó el campo. El golpe volvió de nuevo justo cuando
me ponía de pie. Tiré de mi suéter y me arrastré hacia la puerta, visiones de
asesinos en serie bailando en mi cabeza. Estirándome, eché un vistazo a través de
la mirilla.
—¿Qué demonios? —murmuré.
Nick se hallaba parado al otro lado de mi puerta, con las manos metidas en
los bolsillos de sus vaqueros mientras miraba alrededor del pasillo vacío. Me
quedé boquiabierta. Mirando su distorsionada imagen. No tenía idea de por qué
me di cuenta de que no tenía su casco con él, porque eso no era importante. ¿Qué
hacía aquí? Estaba segura de que mis palabras de despedidas dejaban claro que no
nos encontrábamos en términos amistosos. Nick era arrogante, pero no podía ser lo
suficientemente estúpido como para venir aquí a tener sexo.
Curiosidad sobrepasó mi sentido común en un nanosegundo. Sabiendo que
debería apagar las luces e ignorarlo, me agaché y abrí la puerta.
Nick se volteó hacia mí, sacando sus manos de los bolsillos. Esos ojos verde
claro me estudiaron brevemente, todo el camino de la punta de mis pies cubiertos
con calcetines mullidos y luego ascendieron. ¿En serio? Presionando mis labios,
cruce los brazos sobre mi pecho y arqueé una ceja.
Un ligero tono rosa apareció en sus mejillas y el ofreció una sonrisa tímida
mientras extendía una mano. —Hola, soy Nick Blanco.
—Eh, ¿qué? —Miré su mano y luego levanté la mirada.
—Pensaba que podríamos empezar de nuevo —continuó, moviendo los
dedos—. De alguna manera no tuvimos un buen comienzo.
—Creo‖que‖tuvimos<‖un‖muy‖buen‖inicio.
La sonrisa se tornó divertida. —De acuerdo. Ese es un buen punto. Tuvimos
un muy buen comienzo.
—Pero luego lo arruinaste. —Cambié mi peso de un pie al otro—.
Realmente lo arruinaste.
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4

Ahora la sonrisa se desvaneció una fracción. —Tienes razón, es por eso que
estoy aquí. —Sus dedos se movieron una vez más—. Quiero comenzar de nuevo.
Una sensación de recelo se implantó en mí. En líneas generales no era una
persona paranoica o desconfiada, pero no entendía sus razones. —¿Por qué?
—¿Por qué? —repitió, su mano todavía flotando entre nosotros.
Asentí. —Sí, ¿por qué? Nos acostamos. Eso es todo. Y me tengo la sensación
que te parecía bien no volver a ver mi cara de nuevo. Que eso es lo que prefieres,
así que, ¿por qué quieres comenzar de nuevo?
Mi declaración debió haberlo tomado con la guardia baja, porque no
esbozaba ni una débil sonrisa en su rostro ahora. —No<‖No‖lo‖sé.
Levanté las cejas. —¿No lo sabes?
Negó con la cabeza. —Por lo general no me importaría no volver a ver el
rostro de una chica. Así es como me gusta.
Mis ojos se abrieron. —Bien<‖al‖menos‖eres‖honesto,‖pero‖eso‖simplemente‖
refuerza mi pregunta.
—Lo sé. —Los dedos de Nick bailaron de nuevo, haciéndome señas—. Yo
solo<‖Mira,‖¿puedo‖entrar‖y‖hablar?‖Hace‖un‖poco‖frío‖aquí‖y‖realmente‖no‖creo‖
que tus vecinos aprecien nuestra conversación a la una de la mañana.
Miré por encima de su hombro y cambié mi peso otra vez. —No‖lo‖sé<
—Eres una persona difícil de roer. —Bajó lo mano.
—Soy inquebrantable, es por eso.
Sus labios se inclinaron hacia arriba. —No creo que inquebrantable sea una
palabra.
—¿Qué eres? ¿La policía de gramática?
La sonrisa estaba de vuelta, suavizando las líneas más duras de su rostro. —
Soy esa persona que en silencio corrige la gramática de todos.
—Oh, guau. Así que, no solo eres un idiota, sino que también un idiota
fastidioso.
Nick rio profundamente, sorprendiéndome. Era la misma clase de risa que
oí en el bar esta noche, antes de que se diera cuenta de que me encontraba allí. Una
risa profunda y contagiosa. —Y realmente dices lo que sea que piensas, ¿no?
—Bastante —respondí—. ¿Tienes algún problema con eso?
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5

—No, en absoluto. —Parecía sorprendido—. ¿Entonces me vas a dejar entrar


o esto es todo?
Pensé en qué hacer. Nick fue un idiota conmigo, y su punto de vista sobre
las conexiones era más que arcaico. ¿Pensó que podía decirles a las chicas que una
vez que tenían sexo no se les permitía regresar al bar? ¿Qué diablos? Pero de
nuevo, tal vez las chicas sabían perfectamente en que se metían. No me lo dijo,
pero por alguna razón, Nick pensó que lo sabía.
La gente cometía errores y se equivocaba todo el tiempo, y no era como si le
guardara rencor, pero esto había sucedido. Y sinceramente, debajo de la cólera
había dolor. Aunque no esperaba mucho de Nick, no esperaba ese tipo de saludo.
Me punzó. Yo solo era un humano.
—Por cierto, no sé si te has dado cuenta de esto o no, pero Reece vive en el
mismo condominio. Arriba —dijo, levantando la mirada. No. No lo sabía—. Y
Roxy pasa mucho tiempo allí. Es probable que se encuentren en camino aquí una
vez que salga del bar, por lo que se tornará muy incómodo si sigo parado ante tu
puerta y ellos pasan.
Mis ojos se estrecharon en ranuras finas. —No he visto a ninguno de ellos,
pero eso tiene sentido. He visto el coche de la policía un montón de veces.
Risa contagiosa. —Y realmente dices lo que sea que piensas, ¿no?
La incertidumbre flotó en su hermoso rostro hasta que suspiré y retrocedí.
—No vas a obtener nada —le advertí.
Sus gruesas pestañas se alzaron. —No he venido aquí por eso. No. En serio
—dijo en el momento que debió leer mi mirada dudosa—. Aunque sea difícil de
creer que no haré nada, no voy a mentir, cuando te miro el sexo no está muy lejos
del cerebro, pero no es por eso que estoy aquí.
—Tú también dices siempre lo que piensas.
—Culpable. —Entró y cerré la puerta detrás de él—. Sé que es tarde, pero no
tengo tú número sino te habría llamado.
—Podrías haber esperado hasta la mañana.
Me miró mientras negaba con la cabeza. —En realidad, me hubiera vuelto
loco toda la noche si no viniera y al menos tratara de hablar contigo.
Insegura de qué hacer con su declaración, mordí el interior de mi mejilla y lo
rodeé. Nick miró el televisor y levantó una ceja. —¿Jamás besada?
—Dices algo malo de esta película y puedes ir andando por esa puerta.
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6

Levantando las manos en señal de rendición. —No iba a decir nada.


—Ajá. —Me senté en el sofá, colocando la almohada en mi regazo—.
¿Entonces te vas a disculpar o algo así?
Nick se sentó en el sofá, con la mirada fija en la televisión en pausa. Por un
momento me perdí mirándolo fijamente. El tipo no tenía un mal ángulo. Su perfil,
con los pómulos altos y la mandíbula cortada, podría lanzar mil campañas de
cuchillas de afeitar. —Soy<‖ Siento‖ lo‖ que‖ hice.‖ Soy‖ una‖ especie‖ de‖ imbécil‖ en‖
ciertas cosas —dijo, dejando escapar una profunda respiración—. Sé que no es una
excusa suficiente. Sé que no hiciste nada para merecer la forma en que actué. La
culpa fue mía.
Decidí ceder un poco. —Cuando fui a Mona´s esta noche, si tengo que ser
honesta, no fue porque trabajaras allí.
—Lo sé.
Tomé una respiración profunda. —Pero eras un beneficio adicional para ir.
Su mirada se cortó a la mía y la sostuvo.
—No una gran beneficio. Uno pequeño —añadí.
Nick sonrió mientras se recostaba contra el sofá. —Un pequeño bonus, ¿eh?
Tomaré lo que pueda. —Alzando su mano izquierda, se quitó el pelo de la frente—
.‖Tú<‖me‖sorprendiste.
Abrazando la almohada, alejé mi mirada. —¿Cómo es eso?
—No lo sé. —Repitiendo su ahora familiar respuesta—. En realidad no te
conozco,‖así‖que‖todo‖sobre‖ti‖debería‖sorprenderme,‖pero‖es<‖m{s‖profundo‖que‖
eso.
—¿Te sorprendí porque no pensé que fuera genial de tu parte esperar que
nunca pusiera un pie en el bar otra vez? —Incredulidad se filtró en mi tono.
—Sé cómo suena. Créeme. —De repente, mientras lo contemplaba, el
cansancio era evidente en su voz. Ahora miraba la televisión con las cejas
fruncidas. Rápidamente miré hacia otro lado mientras exhalaba profundamente. —
No tengo relaciones.
Una risa se elevó por mi garganta y la detuve. —Eso‖suena<‖tan‖cliché.
Rio entre dientes, y por el rabillo de mis ojos lo vi alizar sus dedos bajo su
boca. —Si lo es. Pero ese‖tipo‖de‖mierda<‖bueno,‖no‖es‖lo‖mío.‖Las<‖mujeres‖que‖
conozco, lo saben. No le doy esperanzas a nadie.
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7

—No me diste esperanzas, pero no sabía que te enloquecería que fuera al


bar.
—Supongo que pensé que no lo harías. Quiero decir, sabía que vendrías al
bar la primera vez, pero no pensé que volverías. —Hizo una pausa, y pude oír el
tictac del reloj de pared—. Sin duda lo que digo no tiene ningún sentido.
En realidad no, pero quería entenderlo. Algunas personas dijeron que la
curiosidad mató al gato, pero estaba del lado que creía que el conocimiento lo traía
de vuelta. —¿Has dicho algo en el bar, algo sobre tener reglas?
—Sí.
Mi mirada volvió lentamente hacia su perfil. Necesitaba dejar de mirarlo,
pero no podía obligarme. —¿De verdad tienes reglas sobre estas cosas?
—¿Tú no? —respondió.
—No.‖Yo<‖—Me detuve, esa fue una buena pregunta y él me atrapó. Tenía
reglas—. Bueno, supongo que sí. Utilizar siempre protección, asegurarme de no
tener diferentes expectativas que la otra persona, tengo que gustarles, tiene que
haber algún tipo de conexión —le dije—. Pero no tengo por qué no volver a verlos
de nuevo.
Apoyó su nuca contra el sofá y giró su mejilla hacia mí. —Tengo esa regla
para que nadie consiga la expectativa equivocada. No me gusta que las cosas se
pongan<‖complicadas‖o‖desastrosas.
Consideré su declaración. —O simplemente no te gusta acercarte a alguien.
—¿Tú sí? —preguntó en voz baja.
—Sí.
—Entonces ¿por qué te acuestas con un tipo que acabas de conocer? Mira,
no me refiero a eso como algo malo. Estoy encantado‖ de‖ que‖ hagas<‖ conmigo.‖
Pero eso no parece una manera de acercarse a la gente.
Me moví, llevando las piernas contra mi pecho mientras empujaba la
almohada. —Tal vez es porque no tengo ningún problema para salir o conocer a
alguien con quien tuve relaciones sexuales.
Su sonrisa se torció. —Bueno. Me tienes allí. —Hizo una pausa—. Pero ¿por
qué no tienes novio? Alguien como tú no puede estar soltera por mucho tiempo.
—No‖sé‖si‖me‖gusta‖cómo‖te‖sigues‖refiriendo‖a‖mí‖como‖a‖“alguien‖como‖
tú”‖—admití.
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8

—No es un insulto. —Su mirada seria se encontró con la mía, y alejé la


mirada—. Lo digo en serio, no lo es.
Envolviendo los brazos alrededor de mis rodillas, decidí dejarlo ir por
ahora. —No he tenido novio en mucho tiempo.
—Mentira.
Me reí. —Totalmente por elección.
—Explícate —exigió—. Necesito más detalles.
—¿Por qué es tan sorprendente? No tienes novia y eres caliente. Por
supuesto, eres un idiota, pero un montón de chicas lo pasarían por alto por un
buen conjunto de abdominales.
—¿Crees que tengo buenos abdominales?
Puse los ojos en blanco. —Sabes que tienes un gran abdomen.
Se rio entre dientes. —Te dije por qué no tengo novia. No tengo relaciones.
—Bueno, yo tampoco.
Hubo una pausa, y luego—: Supongo que somos muy parecidos.
Mirándolo, solté los dedos de mis rodillas. —Eso pensaba.
—En pasado, ¿eh?
Asentí lentamente. —No tengo nada en contra de las relaciones. Solo soy
una firme creyente en no perder el tiempo a menos que veas un futuro con alguien.
Eso no significa que no pueda disfrutar del sexo masculino, pero ¿por qué poner
esfuerzo en algo cuando sabes que no va a ir a ninguna parte? —Me encogí de
hombros—. Ese es mi lema.
—¿Y nunca has conocido a alguien que pensaste que llegaría a algo?
—No.
—Vaya —murmuró. Una mirada distante se deslizó en sus rasgos.
Mis dedos se calmaron —¿Tú sí?
Un hombro se elevó al cabo de un momento. —Lo hice una vez antes. Al
parecer me equivoqué. —La sonrisa reapareció y desapareció rápidamente—. Muy
equivocado.
—Así‖que<‖Como‖dije,‖no‖te‖gusta‖acercarte.
—No —respondió frunciendo el ceño—. Ese no es el caso.
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9

Arqueé una ceja mientras me reía suavemente. —De acuerdo. Lo que digas
—Deslizando las piernas, las estiré frente a mí. Mientras movía los dedos de los
pies, podía sentir su mirada en mí, y aunque me dije que no lo hiciera, levanté la
vista. Nuestras miradas se encontraron por un breve momento, y luego desvié la
mirada, tragando—. Por cierto, acepto tus disculpas.
—¿Lo haces? —preguntó en voz baja.
Rechazando mirarlo, me quedé observé mis calcetines. —Sin embargo, sigo
creyendo que eres un idiota.
—Es difícil creer que aceptas mis disculpas si piensas eso.
—Bueno, ayuda que seas atractivo. Soy así de superficial —mentí. No era
tan superficial, pero disfruté de su reacción.
Dejó escapar una sorprendente risa. —Siento que estoy siendo explotado
por aquí.
—No dejes que mi superficialidad signifique más de lo que lo hace —le
aconsejé, luchando con una sonrisa.
—Así‖que,‖supongo‖que‖eso‖significa‖que<
—Si esa frase tiene algo que ver con el sexo, sugiero que no la termines.
Nick se rio entre dientes. —En realidad, iba a decir que supongo que eso
significa‖que‖tú<‖—Se detuvo, y cuando lo miré, tenía la sonrisa más infantil que
vi en un hombre de su edad—. De acuerdo, mentí. Tiene mucho que ver con sexo.
Pasando las manos sobre mi cara, oculté mi sonrisa. —Eres<‖terrible.
—Tal vez. —Luego de un segundo dijo—: Me gusta tu cabello, para tu
información.
Por suerte mis manos todavía tapaban mi cara, así que, no vio mi sonrisa
crecer. Olvidé que había trenzado mi cabello cuando llegué a casa. —Gracias —
dije, mi voz amortiguada por las manos.
—¿Puedo preguntarte algo? —preguntó.
—Seguro. —Bajé las manos para enfrentarlo.
Inclinó la barbilla hacia abajo, haciendo que esa maldita mecha de pelo le
pasara por la frente. —Me mirabas antes, ¿no?
Maldición. Traté de luchar pero sentí calor recorriéndome por el cuello. —
Eres tan arrogante. No te miraba.
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0

—Dices arrogante, yo digo observador. —Nick se movió antes de que


pudiera responder, acercándose y sosteniendo de una de mis trenzas. Tiró
suavemente, sus dedos enrollándose alrededor de la trenza—. Tú y yo, ¿estamos
bien?
Me tomó un momento responder y ni siquiera sabía bien por qué. En el
fondo, conocía la respuesta, me forcé a decirlo—: Sí, sí lo estamos.
—Bueno. —Deslizó sus dedos hacia abajo, pasándolos por el lazo, atrayendo
mi atención, y ya me encontraba perdida por no ver como sus dedos hacían su
camino hacia abajo—. ¿Te veré en Mona´s de nuevo?
Dibujando un breve suspiro, levanté la mirada, pero él miraba mi trenza. —
Tal vez.
—Di que sí.
Mi corazón empezaba a latir más rápido. —Sí.
—Eso fue fácil.
—Para ver a Roxy —agregué y sonreí cuando rio—. Me aseguraré de
saludarte si sucede que estás allí.
—Asegúrate de hacerlo. —Sonriendo tiró de mi trenza una vez más y luego
la volteó sobre mi hombro. Su mano se detuvo en el espacio entre nosotros y
entonces tomó mi mejilla. El movimiento me sobresaltó mientras arrastraba su
pulgar bajo mi labio. —Es realmente una lástima.
Fruncí el ceño —¿Qué?
—Nosotros —dijo, su voz baja cuando su pulgar hizo otro barrido, y mi
aliento quedó atrapado—. Que tú y yo seamos como somos. Es una maldita
lástima.
6
1

Traducido por Janira & florbarbero


Corregido por Melina.

El olor a tocino frito y jarabe de arce hizo que mi estómago gruñera como un
monstruo salido de una película de terror. Gritó: Alimeeeentameee.
Deteniéndome en frente del vacío puesto de la anfitriona, miré las puntas de
mis zapatillas y luego busqué dos cabezas algo familiares. Los mensajes de Roxy y
Katie comenzaron el sábado por la noche, y habría accedido a reunirme con ellas la
mañana del domingo inmediatamente, pero sus intensas suplicas y mensajes
fueron cada vez más entretenidos. En un punto, Katie amenazó con irrumpir en mi
departamento y dibujar un bigote en mi rostro si no iba.
La parte más divertida era que no les podría decir que no. Claro, a Katie, a
quien solo conocía brevemente, parecía que le faltaban unos cuantos tornillos, pero
como sea. ¿Quién era yo para juzgar? Extrañaba a mis viejas amigas y nuestros
encuentros semanales, o a veces trisemanales. Ciertamente, era una criatura social
la mayor parte el tiempo, y la soledad en la que me había sumido no iba a ninguna
parte.
Divisé a Roxy y sus lentes azules en el fondo del concurrido restaurante. Los
pasillos entre los reservados se hallaban llenos de niños corriendo cubiertos de
gelatina pegajosa y personas adultas tratando de controlarlos mientras caminaba
hacia ellos.
El cabello de Roxy se hallaba levantado en un moño y sus ojos se
entrecerraron mientras me miraba. —En serio fuiste a correr antes de venir aquí.
No mentías.
—Nop. Trato de correr todos los días. —Me senté entre Katie, quien
comparada con el viernes en la noche se encontraba vestida informal con un suéter
azul claro con caída en el hombro que lucía como si le hubiesen vomitado
lentejuelas. Su cabello rubio se encontraba peinado en una cola de caballo en la
nuca—. Tengo que ejercitarme —expliqué, colocando mi bolso entre Katie y yo—.
Me alimento como cinco universitarios hambrientos. En realidad es vergonzoso
cuanta comida puedo consumir de un tirón.
6
2

Katie se rió. —No tengo ese problema. Puedo comer cualquier cosa que
quiera y no ganar ni un gramo. En realidad, probablemente perdería peso. —
Encogió los hombros—. Apesta ser ustedes.
Roxy le frunció el ceño. —No tienes que restregarlo, ya sabes.
—No me odies porque nací de esta manera. —Katie sonrió cuando Roxy
rodó los ojos—. Tal vez es Maybelline. Tal vez es Katie1.
Solté un resoplido.
La mesera apareció en nuestra mesa, presionando el lapicero que sacó del
bolsillo de su delantal. Tomó orden de nuestras bebidas y luego se fue con rapidez
para cumplirla; sus zapatillas blancas rechinaron en el suelo.
—Me alegra que vinieras —dijo Roxy, apoyando los codos en la mesa—. Me
preocupaba tener que buscarte y obligarte a venir a comer con nosotras.
Me reí de nuevo. —Estoy bastante segura de que hubiese sido difícil hacer
eso.
—Soy pequeña pero fuerte. —Sonrió Roxy—. Podría capturarte.
Pensando en el ojo morado que le vi la primera vez, decidí que era probable
que dijera la verdad. —Me alegra que me invitaran, chicas. —Hice una pausa
mientras la mesera volvía con nuestras bebidas antes de desaparecer otra vez,
luego dije—: Entonces, sé que Roxy trabaja en el bar, ¿qué hay de ti, Katie?
—En el club en la calle frente a Mona. —Vertió un paquete de azúcar en su
café y luego cogió cinco más, logrando abrirlas de un solo e impresionante golpe—.
Es un club de desnudistas.
—Oh. —¿Cómo no noté el club de desnudistas en la calle frente a Mona?
Katie vertió el azúcar en su café. —Me desnudo. No bailo. Me saco la ropa
para vivir y me pagan jodidamente bien por ello, también.
Parpadeé. —Eso es genial.
Su mirada se volvió astuta. —¿No tienes problema con eso?
—Mmm, no si tú no lo tienes. —Miré a Roxy, quien se hallaba ocupada
limpiando sus lentes, con una pequeña sonrisa en el rostro. Levanté mi soda y
tomé un largo trago.
Katie inclinó la cabeza a un lado, estudiándome. —¿En serio?

1 Chiste sobre un comercial de la marca de cosméticos Maybelline.


6
3

Levanté un hombro. —Nop. Honestamente. Creo que es bastante genial que


tengas bolas de chica para hacerlo.
Apareció una lenta sonrisa. —Deberías hacerlo. Harías mucho dinero.
Diablos,‖pagaría‖por‖verte<
—Katie —suspiró Roxy, descansando la barbilla en su mano—. Deja de
intentar reclutar desnudistas novatas. Lo haces cada vez que conoces a alguien.
Nadie ha aceptado aún.
Sonreí imaginando a la rara rubia recorriendo la ciudad, buscando mujeres
que quisieran quitarse la ropa. —No creo que pueda hacerlo. Me pararía allí y
luego me olvidaría cómo quitarme la ropa.
—Quitarte la ropa es la parte más fácil —respondió Katie seriamente. Roxy
parecía dudosa—. Esos pantalones para correr de licra dejan muy poco a la
imaginación. Si tuviera tu cuerpo, caminaría desnuda todo el día.
—No‖ tengo‖ problemas‖ desnud{ndome‖ cuando‖ es<‖ no‖ sé,‖ una‖ situación‖
intima —anuncié—, pero hacerlo en público es una historia diferente.
—Es bueno saberlo —dijo la mesera, lápiz en mano—. ¿Saben que quieren
comer, chicas?
—Incomodo —dije en voz baja mientras mis ojos se abrían.
Roxy rió, rápidamente hicimos nuestros pedidos. Katie ordenó sémola y
waffles, yo, una tortilla y una rosca. Roxy pidió un poco de fruta y una rosca.
Observé de cerca alejarse a la mesera y dije—:‖Bueno,‖entonces<
—Creo que necesitaba saber tus preferencias al desnudarte —dijo Roxy,
recostándose contra el gastado reservado rojo—. ¿Entonces, cómo es trabajar en la
Academia Lima?
—Estás rodeada por chicos calientes de nueve a cinco, ¿cierto? —Katie se
espabiló como si hubiese sonado una campana—. Especialmente Brock. Mmm.
Dios, Brock puede ponerse todo salvaje conmigo cada vez que quiera —dijo, y casi
escupí mi bebida cuando añadió—: Mi vagina tendría su propia pista de aterrizaje
para él.
—Oh, Dios mío —susurró Roxy mientras reía—. Las imágenes. Ahora nunca
sacaré esas imágenes de mi cabeza.
Nunca quise esa imagen en mi cabeza. —En realidad no he visto a mucha
gente, y todavía no conozco a Brock. Creo que regresará la próxima semana o algo
así, pero está bien. He estado de aquí para allá, pero en conjunto, es lo que
esperaba. —Me levanté, sentándome de piernas cruzadas. Siempre tenía que
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hacerlo. Era raro, pero no estaría cómoda de no hacerlo—. Todos son amables.
Bueno, excepto por dos tipos que trabajan en ventas.
—¿Son malos o algo así? —preguntó Roxy.
Sacudí la cabeza. —No realmente. Solo autoritarios e idiotas. Uno de ellos
dijo que la única razón por la que me contrataron fue por cómo luzco. —Tirando
de mi cola de caballo sobre el hombro, rodé los ojos—. Y lo dijo como un cumplido.
En serio. Como si debiera agradecerle por eso.
—Guau. —Roxy frunció el ceño y sus lentes se deslizaron por su nariz—.
Qué imbécil.
—Bastante. —No discutí eso—. Dijo algo sobre la chica que solía trabajar en
mi puesto, pero no recuerdo mucho, solo que esperaba que no terminara como ella.
La sangre se drenó del rostro de Roxy tan rápidamente que salté hacia
adelante. —Oh, Dios, ¿te encuentras bien? —pregunté, cuestionándome si tenía
algún tipo de condición médica.
—Sí.‖Sí.‖Solo‖que<‖—Se calló y enderezó sus lentes.
—Espera. —Katie frunció la nariz—. ¿Esa no era la chica que fue atacada por
el asqueroso de Kip Corbin?
—Sí —confirmó Roxy.
Definitivamente sucedía algo, y no tuve que esperar mucho para que Katie
expandiera los detalles. —Si me preguntas, un chico con dos nombres de pila de
nombre y apellido solo habla de cosas malas —dijo y yo presioné los labios, porque
eso no tenía mucho sentido para mí—. Kip Corbin era un loco que básicamente
acosó a Roxy por meses y atacó a un montón de otras mujeres.
—¿Qué? —Mis ojos casi se salieron de mi cabeza mientras mi voz se
levantaba en escala.
Nuestra conversación se detuvo mientras la mesera traía nuestra comida, y
todos los platos de deliciosas sustancias se quedaron intactos mientras Roxy movía
su tenedor. —Era un tipo que vivía encima de mí —dijo—. Parecía normal.
Obviamente no lo era. Básicamente era un asesino serial en ciernes.
Mi mandíbula cayó.
—Atacó a varias otras chicas. Tuve suerte. —Sonrió tensamente, y volví a
pensar en el moretón que le vi. Ahora tenía explicación. Buen Dios. El horror me
invadió—.‖ Reece‖ llegó‖ a‖ tiempo<‖ —El color no regresó a sus mejillas en tanto
miraba su plato de comida—. Tuve mucha suerte.
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—Absolutamente un caballero de brillante armadura. —Katie apuñaló su


tazón de avena con el tenedor—. Pero esa chica solía trabajar en Lima, fue la última
asistente ejecutiva.
Santa mierda.
Y Rick hizo que la existencia de esa pobre mujer sonara como si no fuera
gran cosa. Dios, era más grosero de lo que creí. Un vistazo a Roxy me dijo que no
se hallaba muy bien. Me estiré y le apreté la mano. —Lo siento. No quise sacar el
tema.
—Está bien. —Me regresó el apretón—. Era imposible que lo supieras. Y se
encuentra en el pasado.
—Y Kip Corbin se encuentra muerto. —Katie se llevó una pila de granos a la
boca—. La chica que trabaja en Lima era sobrina de Isaiah. Y por supuesto, no
sabes quién es Isaiah; pero probablemente lo conocerás en algún momento en
Lima. Creo que es el fundador de la academia o algo así, o como sea que se le llama
a la gente que paga por cosas. —Tomó otro bocado—. Como sea, Isaiah es de la
mafia verdadera. Todos aquí lo saben. No lo pongas de malas.
Mi mirada se volvió bruscamente hacia Roxy. —¿En verdad?
—En verdad. —Tomó una fresa con el tenedor—. Kip acabó colgándose en
la cárcel, pero fue muy sospechoso. Nadie molesta a Isaiah o se mete con alguien
de los suyos.
Cogiendo mi cuchillo y tenedor, empecé a cortar mi tortilla en pedazos
absurdamente pequeños. Calientes luchadores de artes marciales mixtas. Sexis
cantineros. Un asesino en serie. ¿Y ahora un jefe de la mafia? Era como una novela
de romance. O una película del canal Lifetime. Dios.
—Hablemos de algo más —sugerí. Alivio relajó la tensión en los hombros de
Roxy. Busqué algo más y fui a un terreno familiar; la conexión entre aquí y
Shepherdstown—. Sigo un poco impactada porque todos ustedes conocen a todo el
mundo en Shepherd. Es un mundo pequeño.
—¡Lo sé! —exclamó Roxy con ojos brillantes—. Es bizarro, increíble, pero
locamente bizarro. Sé que ellos estuvieron tan sorprendidos como tú. Sé que no
conoces bien a Calla, pero espero que logren pasar el rato cuando venga de visita.
Generalmente pasa los fines de semana aquí con Jax.
—Eso suena genial —murmuré, llevándome la tortilla a la boca.
Katie se rio. —Lo dices tan entusiasmada como un niño abriendo un
paquete de calcetines la mañana de navidad. ¿Por qué? ¿No te agrada Calla?
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—No. Quiero decir, me‖agrada‖Calla;‖no‖la‖conozco,‖pero<


—¿Pero qué? —preguntó Katie.
Empujando la mullida cosa amarilla por mi plato, no sabía cómo responder,
porque no me hallaba segura de cuanto sabía Calla y cuanto le dijo a Roxy. Cogí
una rebanada de tocino y lo mastiqué. Para el momento en que terminé, decidí ser
sincera; porque ¿por qué no?
No es como si estuviera avergonzada de nada de lo que Calla pudo haberle
dicho a Roxy.
—No estoy segura si yo le agrado —dije, cogiendo otra rebanada de salado
y grasiento tocino.
—¿Qué? —Los labios de Roxy se abrieron mientras volvía a subirse los
lentes por la nariz—. ¿Por qué piensas eso?
—Bueno,‖tal‖vez‖porque‖tuve‖relaciones‖con‖Cam<‖y‖Jase‖en‖un‖punto.‖ —
Tomé un trago de soda fría—. No cuando estaban con Avery o Teresa, ni nada de
eso,‖pero<‖sí,‖a‖algunas‖chicas‖no‖les‖importa‖si‖fue‖en‖el‖pasado,‖antes‖de‖ellas.‖Y‖
Calla es muy cercana a Teresa.
—Oh. —Roxy parpadeó una vez y luego dos—. Calla nunca mencionó nada
de eso.
Apreté los labios y resistí la urgencia de golpearme a mí misma en el rostro.
Bueno, quizá esta era una idea de conversación incluso peor. ¡Bien Steph! —
Bueno<‖ —Levanté las manos con un encogimiento—. De todas maneras, no soy
muy cercana a ninguna de esas chicas por esa razón.
—Pero todos parecieron súper emocionados de verte —insistió Roxy
frunciendo el ceño—. Ninguno fue malo o te miró de reojo. Y yo noto la malicia a
kilómetros. Es como un radar especial que tengo.
Mmm. ¿Tal vez estaban bien conmigo? Pero no me encontraba segura de
que Teresa supiera de mi único enganche con Jase. Sabía que Avery descubrió lo
de Cam; pero Avery siempre fue más difícil de leer. Tal vez debería solo mantener
la boca cerrada sobre todo eso. Apenas conocía a esas chicas y les acababa de decir
que me enganché con dos chicos que conocían.
Volví a empujar la tortilla en mi plato. —Probablemente piensan que eso
suena‖a‖puta<
—No. No lo pienso —dijo firmemente Roxy—. Yo no.
Mis labios se curvaron en una sonrisa. —Contrariamente a lo que algunos
podrían creer, la lista de chicos con los que he estado no es más larga que mi brazo.
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—La mía es tan larga como mi pierna —respondió Katie y luego inclinó la
cabeza hacia atrás. Sus cejas se fruncieron—. Bueno, espera. Probablemente es tan
larga como dos piernas y un brazo.
—Guau —murmuró Roxy, aparentemente impresionada.
—Parece que me ganaste. —Mi sonrisa creció un nivel mientras la miraba—.
Pero es extraño estar cerca de ellas, de Avery y Teresa. Lo cual es raro, porque una
de mis otras amigas, Yasmine, también se metió con Cam, y no fue raro para
nosotras.
—¿Yasmine estaba enamorada de Cam y Cam de ella? —preguntó Roxy—.
Porque si no, entonces eso probablemente lo explica. —Se metió un pedazo de
melón en la boca—. Y tú no estabas enamorada de él, tampoco, ¿cierto?
—Nop. Buen punto.
—Apuesto que algunas chicas piensan que eres una verdadera zorra —rio
Katie.
La sonrisa se me fue del rostro. —Bueno, sí. Estoy segura que algunas lo
hacen. En realidad sé que algunas lo piensan. —De repente, pensé en Nikki Glenn,
una chica en mi clase de inglés ciento dos, en mi segundo semestre en Shepherd—.
Una‖ chica,‖ hace‖ un‖ par‖ de‖ años‖ atr{s,‖ escribió‖ “zorra‖ vengativa”‖ con‖ crema‖ de‖
afeitar en el capó de mi auto.
Los ojos se Roxy se ampliaron detrás de sus lentes. —Oh, vaya.
—En setiembre, durante la temporada de calor. —Apreté los labios y
asentí—. Sí, terminé teniendo que hacer que lo pintaran. No se salía. Y solo
imaginen las miradas que recibí cuando conduje al taller.
—¿Dormiste con su hombre o pateaste a su perro hacia el tráfico? —
preguntó Katie.
Fue mi turno de reír. —No. Nunca he dormido con un chico, por lo menos
conscientemente, involucrado con alguien más. Ni he pateado a ningún animal.
Esta chica estaba loca porque era amiga de su novio. Lo conocía desde hace años,
antes que Nikki apareciera. Fuimos juntos a la secundaria y fuimos a la bienvenida
como la cita del otro. Eso fue todo. Según ella, basada en mi reputación, dormía
con todo chico al que hablara. —Hice una pausa, recordando—. Irónicamente, ya
no se encuentran juntos y yo sigo hablando con el chico cada vez que nos vemos.
Encogí un hombro. —Lo gracioso es que, Donnie, el novio de la chica, era
un mujeriego antes de conocer a Nikki. Es él quien probablemente tiene una lista
de dos piernas y dos brazos de chicas con las que ha estado, y Nikki no parecía
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tener problema con que durmiera con todo un código postal de chicas, pero tenía
un problema conmigo, y ni siquiera había besado al tipo en la mejilla.
—Nunca lo tienen —fue la sabia respuesta de Katie.
—No lo entiendo. —Roxy untó una cantidad descomunal de queso en su
rosca—. ¿Por qué alguien se preocuparía con quien estuvo alguien más si eso está
en el pasado y todo el mundo sabe eso? El sexo consensual o lo que sea entre dos
personas no es chocante. No voy por ahí pensando que Reece nunca ha estado con
nadie más aparte de mí, y él sabe que he estado con otros chicos antes. Y sé
jodidamente bien que Avery y Teresa no creen que sus chicos no hayan estado con
nadie más. Esa mentalidad es estúpida.
—Sí, lo es —murmuré, mirando mi plato mientras una vieja sensación de
quemadura se adhería a mis entrañas. Lo que la gente pensara de mí, sobre todo
extraños virtuales que no tenían ningún impacto en mi vida, no me molestaba la
mayor parte del tiempo. Pero en serio me agradaban Cam y Jase, así que eso
significaba que,‖ por‖ extensión,‖ me‖ gustaban‖ sus‖ novias,‖ y<‖ sí,‖ quería‖ gustarles‖
también. No quería que pensaran que acechaba en las sombras para lanzarme
sobre sus hombres. Sin embargo, sinceramente, hubo veces en que la opinión de
extraños virtuales como la de Nikki Glenn me afectó. Momentos cuando las
palabras susurradas y las miradas molestas cortaron más profundo de lo que
deberían.‖Momentos‖en‖que‖las‖palabras‖como‖“zorra”‖y‖“puta”‖llevaban‖suficiente‖
veneno para abatirme.
En realidad nunca lo entenderé, me di cuenta sentada allí, mirando
fijamente las manchas rojas y verdes de los pimientos sobrantes, por qué los
hábitos sexuales de otros molestaban a la gente, especialmente a otras mujeres,
tanto. De todas las personas, se podría pensar que las mujeres serían más
tolerantes con las elecciones de otras mujeres, pero tristemente, muchas no lo son.
De muchas maneras podían ser peores que los chicos. No era como si estuviera
juzgando a aquellos que esperaban al matrimonio o creían que el sexo igualaba
automáticamente al amor. No podría importarme menos si alguien tenía dos o
cincuenta compañeros. Entonces, ¿por qué a ellas les importaba?
—¿Sabes qué? Qué se jodan —respondió Katie, pasando al waffle que era
tan grande como su plato—. Ese es mi lema. Porque este es el problema. Te odian
porque tuviste una mutua y consensual relación sexual con algunos chicos que no
se hallaban involucrados con nadie, ¿mientras adoran el asqueroso suelo en que
camina el tipo, se meten con tu vagina por hacer lo mismo? Eso es a lo que nos
gusta llamar estúpida doble moral, y lo que en el establecimiento llamamos
“Metete‖ en‖ tus‖ propios‖ asuntos.”‖ No‖ importa‖ cu{ntas‖ veces‖ se‖ le‖ explique‖ a‖ ese‖
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tipo de personas, no van a entender. Nunca. Amiga, ese es su problema. No el


tuyo.
—Cierto —dijo asintiendo Roxy.
—Las mujeres son el peor enemigo de otras mujeres, ¿sabes? —continuó
Katie—. Esposas y novias van siempre al club, molestas conmigo porque sus
esposos o novios fueron allí por su propia voluntad. Como si solo porque soy
desnudista quisiera meterme con sus ridículos esposos. —Rodó sus ojos azules tan
atrás que me preocupó que se atascaran—. Y si hacer eso y tener momentos
seguros y divertidos con tipos disponibles me hace una zorra, no tengo problemas
con tatuármelo en el dedo medio.
De repente, sin ninguna razón que pudiera poner en mi dedo, la parte de
atrás de mis ojos empezaron a arder, y creo que me enamoré un poquito de Roxy y
Katie en ese momento.
Estas eran mis personas.
La mirada de Roxy rebotó de Katie a mí, y su sonrisa se volvió suave y
traviesa. —Hablando de jugadores, tengo que sacar el tema de Nick.
Una extraña presión apretó mi pecho mientras cogía lo último de mi tortilla.
Nick, Oh, Nicky. Hacía mi mejor esfuerzo para no pensar en él y sus palabras de
despedida.
Que tú y yo seamos como somos.
¿Qué diablos se suponía que significaba eso y por qué era una lástima? ¿Y
por qué tenía que ser tan jodidamente caliente y una mierda cuando se trataba de
lidiar con el sexo opuesto? Aish. Doble y tripe aish.
—Sí —dijo Katie—. Pasemos a las cosas buenas. —Se giró hacia mí—. Así
que Nick y tú se engancharon. Felicidades por eso. Imagino que fue una buena,
decente y dura follada.
Los huevos mullidos y los pimientos picados en cubitos que acaba de comer
casi se quedaron atascados en mi garganta. Tragué rápidamente y luego respiré
profundamente. —¿Qué?
Terminando‖ su‖ comida,‖ Roxy‖ me‖ lanzó‖ una‖ mirada‖ que‖ decía‖ “nada‖ de‖
tonterías”‖ que‖ hubiese‖ enorgullecido‖ a‖ mi‖ mam{.‖ —Sabemos que te enganchaste
con él.
—¿Les dijo eso? —espeté.
Roxy sonrió. —No, pero acabas de confirmar lo que ya sabíamos.
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Entrecerré los ojos. Maldición. —Si no lo dijo, ¿entonces como lo sabían?


—Por lo que te dijo cuando te vio el viernes en la noche en el bar —
respondió Katie—. No esperaba que volvieras. Por lo tanto, eso significa que
follaron. Ese es su modus operandi.
—¿Ustedes‖ saben‖ sobre<‖ supongo,‖ su‖ regla?‖ —Comencé a jugar con la
envoltura de la pajilla, doblándola como un acordeón. Aunque lo perdoné
sinceramente, la ira volvió—. ¿Todo el mundo lo sabía menos yo?
—Bueno, todos los que lo conocen lo saben. —Roxy frunció las cejas
mientras me estudiaba—. ¿No establecieron reglas o algo antes de hacerlo?
Fue una conversación tan rara, cuando lo pensé. —Realmente no. Al menos
no de una manera que entendiera. Tener una regla de que una chica no puede
regresar al bar después de dormir con él es lo más tonto que he escuchado.
—Te sorprendería el número de chicas con los que ha conectado y que están
totalmente de acuerdo —replicó Roxy secamente, y luego se inclinó hacia delante,
apoyando los codos sobre la mesa—. Pero siempre y cuando estén bien con ello, no
importa. Pero hombre, cuando lo regañaste en el bar, no tuvo precio. No me
malinterpretes. Considero a Nick un amigo, y nos llevamos bien porque somos
solo amigos, pero me hubiera gustado haber pensado en grabar eso.
Me alegró que no lo hiciera.
—Estoy muy decepcionada de haberme perdido eso. —Suspiró Katie
pesadamente—. Pero le diste un infierno. Necesita eso. Demonios, la mayoría de la
gente lo necesita de vez en cuando.
—Oh, hombre, ¿y cuando saltó por encima de la barra para evitar que te
fueras? —Roxy ventiló su cara con su mano—. Necesito que Reece haga eso por lo
menos una vez por semana para mí.
Solté una carcajada. —Sí, eso fue impresionante.
—También debo haberme perdido eso. —Katie hizo una mueca—. Santa
mierda.
Roxy sonrió. —¿Entonces nos vas a dar los detalles?
—Aparentemente todos ya lo saben todo. —Enderecé la envoltura y luego
volví a doblarla—. No quedan muchos detalles.
—Siempre hay detalles —corrigió Katie—. Pero no tengo que preguntar si es
bueno o no, porque mirarlo me dice que es bueno en eso.
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Un rubor tiñó las mejillas de Roxy. —Y ese no es el tipo de detalle que


estamos pidiendo. Sé que fue a verte cuando salió de Mona el viernes por la noche.
Su coche estaba en el estacionamiento del condominio.
Así que manejó un coche. Sacudí la cabeza. —Se detuvo el viernes por la
noche, pero no hicimos nada. En realidad se acercó a disculparse.
Las cejas de Roxy se subieron a su frente mientras intercambiaba una
mirada con Katie. —¿Que qué?
Miré a la chica deslumbrada a mi lado. —Vino a disculparse por la forma en
que actuó. —Hice una pausa—. Obviamente, eso debe ser un comportamiento
extraño para él.
—Extraño realmente no lo cubre. —Roxy parpadeó un par de veces—.
¿Intentó conseguir algo después de disculparse?
—En realidad no —respondí, dejando que la envoltura se desenrollara en mi
palma.
—Guau —murmuró Katie.
No me encontraba segura de si el guau era algo bueno o malo. —Parecía
genuinamente arrepentido, para ser honesta. Charlamos por un rato y luego se fue,
pero él dijo algo sobre que volviera al bar.
—Guau —repitió Roxy.
—¿Esto es tan sorprendente? —Me senté, dejando caer la envoltura en mi
plato.
Roxy asintió lentamente. —Sí, para Nick lo es. Mira, no sé cómo decir esto
muy bien, pero...
—¿Es un idiota? —terminé por ella, y cuando se estremeció, tuve que luchar
contra la sonrisa—. Confía en mí, sé que es un idiota. Nunca en mi vida un tipo
actuó así después de que conectamos. Y solo lo perdoné porque, como dije, parecía
genuinamente arrepentido. Sin embargo eso no borra cómo actuó.
—Sí, es un idiota —dijo Roxy—. Pero puede ser un tipo muy agradable.
Nick estuvo allí para mí cuando lidiaba con eso... esa mierda, pero tiene problemas
de compromiso —terminó.
—No creo que sea malo —dije—. Solo creo que no es material de relación.
Roxy se quedó en silencio por un momento mientras se alisaba la mano
sobre el cabello, deteniéndose cuando llegó al moño. —Sinceramente creo que soy
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su única amiga. Apenas habla con Calla. Es un poco raro. Es como si ella no
existiera para él.
De‖ acuerdo,‖ eso‖ fue‖ raro.‖ Pensé‖ en‖ que‖ él‖ había‖ conocido‖ a‖ la‖ “indicada”,‖
pero no funcionó. ¿Fue Calla? No sabía lo suficiente acerca de ella incluso para
arriesgar una conjetura en esa posibilidad.
—Pero eso es lo que es. —Roxy frunció el ceño mientras continuaba—: Y ni
siquiera somos cercanos. No es el tipo más hablador. A veces charla un poco, pero
sobre todo, es un poco tranquilo, como un observador.
Pensándolo bien, no fue muy hablador la primera noche que estuvimos
juntos. Entonces otra vez, ambos teníamos otras cosas en mente. —Fue bastante
hablador el viernes por la noche.
—Eso es bastante interesante. —La frente de Roxy se alisó—. Cuando
regresaste al bar el viernes por la noche, sabía que algo iba a pasar entre los dos.
—Por supuesto que lo sabías, porque lo vi la primera noche en que Steph
entró en el bar.
Me volví hacia Katie. —¿Lo hiciste?
—Recuerda. Soy una especie de psíquica. —Sacudió el dedo de su sien—. Lo
vi.
—Así es —confirmó Roxy, sonriendo alegremente, mientras estoy segura de
que tenía escrito en mi cara: Qué diablos—. Katie le dijo a Nick que alguien iba a
entrar al bar de quien iba a enamorarse y que iba a encontrar a su pareja. ¿Adivina
qué?
—¿Qué? —dije irónicamente.
—Llegaste aquella noche. —Dio unas palmaditas emocionadas—. Y aquí
estamos.
Por un momento, todo lo que pude hacer fue mirar, y luego me reí. Algunos
de los comentarios raros que Roxy y Katie hicieron cuando las conocí tenían
sentido. —No veo por qué esto es un gran problema. Nick es un jugador que
normalmente no se disculpa ni actúa decente con las chicas con las que ha
dormido. Saberlo no lo hace más seductor en mi libro. E incluso tú dijiste que era
un idiota.
—Bueno, mierda, pero el hecho de que actúe diferente contigo significa algo
—replicó Roxy, luego entornó los ojos—. A menos que no quieras que signifique
nada.
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—No quiere —respondió Katie, y mi mirada se volvió bruscamente hacia la


suya—. Ella va a romper su corazón.
La miré, absolutamente estupefacta. —No voy a romper el corazón de nadie.
—Oh, lo harás. No vas a querer hacerlo, pero va a suceder. —Hablaba en
serio, y una mirada triste se deslizó en sus rasgos cuando se encontró con mi
mirada—. Sí, va a suceder.
Sacudiendo la cabeza, me volví hacia Roxy. Miraba fijamente a Katie con esa
mirada perpleja en su rostro. Levanté las manos. —¿Por qué estamos teniendo esta
conversación? Sólo porque acepté su disculpa y parece que quiere que seamos
amigos no significa que ninguno de los dos tenga la idea de ir allí de nuevo.
—La gente puede cambiar —dijo Roxy.
Le di una mirada suave. —Por‖favor,‖no‖digan‖“por‖la‖persona‖adecuada”‖
al final de eso.
Hizo una mueca. —No.‖Iba‖a‖decir‖“cuando‖quieren”‖al‖final‖de‖eso.
—Oh —dije y esbocé una breve sonrisa—. Eso suena más creíble, pero aun
así, no importa. Tal vez Nick y yo seremos amigos en algún momento, pero eso es
todo. No creo que nuestros caminos se vayan a cruzar mucho.
—No lo sé —dijo Katie, y cuando me miró, la extraña tristeza permaneció en
su bello rostro—. No creo que vayas a tener una opción cuando se trata de hacerlo.
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Traducido por Umiangel


Corregido por florbarbero

El primer día de octubre cayó en la ciudad del amor fraternal; los vientos
agitados y las temperaturas me hicieron reevaluar la decisión de avanzar más al
norte en lugar del sur. Mientras trabajaba en mi escritorio, esperaba que no tuviera
que salir de nuevo. Los delgados pantalones de lino y la blusa, incluso con mi
chaqueta, bufanda y guantes, no hacían nada para derribar el frío.
Existía una buena probabilidad de que me estuviera enfermando.
Mordí el interior de mi mejilla mientras ponía la mano en mi vientre. Tenía
el estómago revuelto como una lavadora. Fue así desde que me levanté. Correr con
viento fue muy difícil, pero al añadir las náuseas y fatiga persistente, apenas lo
logré esta mañana.
Faltar en cualquier momento cuando me encontraba en mi cuarta semana en
la academia era inaceptable. Lo que necesitaba hacer en el almuerzo era ir a
Walgreens calle abajo y abastecerme de medicinas para el refriado.
Trataría de no enfermarme, lo decidí cuando regresé a trabajar. Mente sobre
el cuerpo y todo eso.
Mis dedos se detuvieron en el teclado mientras escuchaba la risa aguda de
Rick y apreté los dientes. Mientras me concentraba en la pantalla, mi celular
zumbó desde donde lo puse debajo del monitor. Mi mirada se movió hacia él. Era
un mensaje, y había un número en la cajita por encima del mensaje, uno que no
reconocí.
Hola.
Eso era todo lo que decía el mensaje. Frunciendo el ceño, esperé unos
segundos, y cuando no hubo otro mensaje, tomé mi teléfono, hice clic en el texto,
luego fui a la opción de añadir imagen. Me deslicé hasta que encontré una imagen
de‖una‖ niña‖mirando‖a‖la‖c{mara‖con‖una‖perfecta‖expresión‖de‖“qué‖demonios”‖
en su pequeña cara. Sonriendo, envié la foto como mi respuesta y luego bajé el
teléfono.
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El‖ momento‖ perfecto,‖ también,‖ porque‖ escuché‖ la‖ voz‖ del‖ señor‖ Bowser<‖
Marcus. Insistió en que lo llamara Marcus. Estirándome, miré por encima de mi
cubículo. Mis ojos se abrieron. Marcus caminaba junto a Andrew Lima. El hombre
que era dueño de la Academia Lima era más bajo que yo, pero a pesar de estar
entre los cincuenta años, el cuerpo bajo la camisa y los pantalones de nylon era
como de veinte años. Sonreía a algo que dijo Marcus, sus dientes de un blanco
brillante contra la piel que me recordaba a la arcilla endurecida al sol. El hombre
era definitivamente guapo, incluso con las orejas deformes y la fina cicatriz que
corría a través de la nariz que obviamente se había roto una o docenas de veces.
Era una locura; probablemente el hombre mayor sabía exactamente dónde dar un
golpe que inmovilizaría a una persona o dañarla en menos de un segundo.
Mi corazón tropezó y el ácido en mi estómago comenzó a burbujear. Me
encontraba nerviosa por conocer a mi jefe por primera vez.
Andrew y Marcus tampoco se encontraban solos.
Junto‖a‖Andrew‖Lima‖se‖hallaba‖el‖único‖e‖incomparable‖Brock‖“la‖Bestia”‖
Mitchell. Lo sabía porque era lo que decía su camisa. Además, el tipo estaba
construido. No tanto como Rick, pero esos hombros podrían derribar puertas.
Llevaba una gorra de béisbol azul oscuro, torcida hacia atrás, pero por lo demás se
encontraba vestido igual que Andrew Lima. Bajó la vista mientras caminaba,
sujetando la muñeca derecha con una mano blanca. Supuse que se preparaban
para el entrenamiento.
Brock miró hacia algo que dijo Andrew y sus labios se extendieron en una
amplia sonrisa. Sus oscuros ojos marrones eran una sombra profunda y cálida, y
sus rasgos intensos, casi perfectamente asimétricos. Guau. Había visto fotos de
Brock, pero no le hicieron justicia. Entiendo por qué Katie dijo que tendría una
pista de aterrizaje solo para él. El tipo era precioso, casi demasiado hermoso para
poner esa cara frente a golpes y patadas.
Mi teléfono volvió a sonar, pero antes de que le pudiera echar un vistazo,
Marcus se encontraba frente a mi escritorio. Nuestros ojos se reunieron, y fijé una
sonrisa en mi cara cuando me levanté, ignorando las náuseas que mi estómago
decidió tener.
El grupo se detuvo y la piel alrededor de los ojos de Marcus se arrugó
mientras hacía un gesto hacia mí. —Ah, Andrew, no has tenido la oportunidad de
conocer a mi nueva asistente. Ella es Stephanie. —Marcus inclinó su cuerpo hacia
ellos—. Y este es Brock —me dijo—. Acaba de regresar con Andrew.
No vomites al jefe. No vomites al jefe. Extendí la mano y el apretón del señor
Lima fue firme y breve. —Es un placer conocerle. —No vomites al tipo caliente de
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artes marciales. No vomites al tipo caliente de artes marciales. Le ofrecí mi mano—. Es


un placer conocerte también.
El reconocimiento brilló en los ojos castaños de Brock mientras estrechó mi
mano con la izquierda. —Eres la infame Steph.
Me quedé inmóvil, sin saber de qué hablaba. Cuando mi amplia mirada se
dirigió a Marcus, pude sentir la bilis trepando por la parte posterior de mi
garganta.
Marcus arqueó una ceja.
Andrew rió mientras se apoyaba contra la pared de mi cubículo.
—¿Infame? Esta es una historia que tengo que escuchar.
—Escuché que Stephanie aplastó a Nick la semana pasada en Mona —
explicó Brock, y existía la posibilidad de que mis ojos se salieran de sus cuencas—.
Lo acabó de un gancho o dos delante de todos.
Ay Dios mío.
—Todo el mundo no ha dejado de hablar de eso —continuó Brock, para mi
creciente horror—. Jax me dio una descripción golpe-a-golpe por teléfono la otra
noche. Ojalá lo hubiera grabado.
Como lo hizo Katie.
Andrew parecía impresionado mientras me miraba. —Solo puedo imaginar
lo que hizo Nick para garantizarlo.
¿Parecería extraño si me sumerjo bajo mi escritorio y me escondo?
—¿Qué ha hecho Nick últimamente? —Andrew miró a Brock, que sonreía
como un loco—. No ha pasado por el gimnasio. Echo de menos pelear con él.
¿Nick peleó con Andrew Lima? Oh guau. Eso explicaba el por qué tenía ese
tipo de forma.
—Echas de menos darle una patada en el culo —respondió Brock, riendo
mientras comenzaba a envolver su mano izquierda—. No lo sé. —Las pestañas
oscuras se alzaron y sus ojos marrones me atravesaron—. Tengo la sensación de
que vamos a saber más de Nick.
Ay, cielos.
Lo único que podía hacer era sonreír débilmente. Mi estómago se calmó por
fin, pero ahora dolía por una razón diferente. Nunca imaginé que algo que tuviera
que ver con Nick llegara de alguna manera al trabajo. Sin advertencia, la extraña
afirmación de Katie hizo eco a través de mis pensamientos.
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7

Que no tendría opción cuando nuestros caminos se cruzaran.


¿Era Katie realmente una stripper psíquica?
No. Me di una buena bofetada mental y me concentré en los hombres que se
encontraban delante de mí. Miré a Marcus y sacudí la cabeza. —Soy de esa especie
con... personalidad combativa. A veces.
Andrew rió de nuevo.
—Encontrarás que la mayoría de la gente aquí tiene la misma personalidad.
—Los ojos de Marcus destellaron a la luz brillante—. ¿Terminaste el informe que
pedí?
—Sí. —Junté mis manos—. Está en tu escritorio.
—Perfecto —respondió Marcus.
—¿De dónde eres, Stephanie? —preguntó Andrew educadamente en tanto
levantaba su mano, alisando su cabello más corto. La luz reflejaba un anillo de
boda—. ¿Local o extranjera?
—Extranjera —contesté—. Soy de Virginia Occidental. —Pausando, esperé
el inevitable comentario usado en exceso y no tan divertido o el ensanchamiento de
sus ojos. Cuando no sucedió, agregué puntos geniales a todos los chicos—. Me
gradué de la Universidad Shepherd.
—¿En serio? —El interés brilló en los ojos del dueño y un músculo saltó a lo
largo de la mandíbula de Brock mientras se aseguraba la cinta en su mano.
—Mi hija se va en la primavera para asistir a Shepherd —dijo Andrew—.
Por supuesto, quiero que se quede más cerca, pero no puedes mantenerlos en casa
contigo para siempre, ¿verdad?
—Puedes intentarlo —murmuró Brock en voz baja.
Le eché un vistazo. —No, señor. —Existían muchas universidades y colegios
cerca de Filadelfia, pero entendí la necesidad de salir por su cuenta—. Shepherd es
una escuela muy buena en una gran comunidad. Ella será feliz allí.
—Eso creo. —El hombre sonrió—. He revisado la ciudad y los alrededores.
No hay instalaciones de entrenamiento allí, no del tipo que ofrecen una amplia
experiencia y variedad como nosotros.
Oh cielos.
—Mi hija está... ignorando mi indagación, pero hay varias propiedades allí
que se ajustan a nuestras necesidades. —Los ojos del hombre se llenaron con
inteligencia—. ¿Qué piensas de la Academia Lima instalándose en tu vecindario?
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8

—Creo que hay mercado para eso —contesté honestamente. Las peleas de
UFC eran populares mientras me encontraba en la universidad. Podría imaginar a
miles de chicos que conocía inscribiéndose en las clases—. Y tienes razón. No
tendrás mucha competencia.
El señor Browser asintió con la cabeza cuando Andrew se volvió hacia él y
alzó las cejas inquisitivamente. —Lo sé —respondió con paciencia—. Ya tuve
varias reuniones con la Cámara de Comercio local. Deberíamos oír algo antes de
fin de año.
Andrew se hallaba a punto de hablar, pero su atención fue atrapada por el
frente de la oficina. Las líneas de su rostro se suavizaron. —Hablando del pequeño
demonio —dijo.
Seguí su mirada y vi entrar a una chica. Su cabello castaño parecía que había
atravesado un túnel de viento, con el cual podía simpatizar. Si mi cabello no
hubiera sido amarrado, me vería igual.
Una bufanda de color malva se envolvía alrededor de su garganta,
enredándose con los largos mechones. Su suéter pesado era voluminoso y sus
vaqueros oscuros sueltos, incluso mal ajustados, dándole la apariencia de no tener
forma. Cuando se acercó, pude ver que sus rasgos eran delicados, pero el gran
flequillo empequeñecía su rostro.
Su mirada nerviosa se precipitó sobre nosotros, miró a Brock y luego se
quedó allí mientras se apresuraba hacia dónde nos encontrábamos, y sus dedos
jugaban con los bordes de sus mangas. Su rostro se puso rosado cuanto más se
acercaba.
—Hola, papá. —Dio un corto e incómodo saludo mientras se detenía al lado
de Brock.
Andrew se acercó a ella, inclinándose para posar un beso sobre su cabeza, y
no pude ignorar la explosión de envidia que hubo dentro de mí.
—Hola, nena, ¿estás aquí para verme? —preguntó mientras retrocedía.
Mi papá... solía saludarme así, siempre tan feliz, siempre tan cálido. Un
nudo reemplazó la sensación de agitación, y luché para no desviar la vista.
Una sonrisa calmada estiró los labios de Brock mientras dejaba caer un
brazo sobre los hombros de la chica. Se elevaba sobre ella unos buenos treinta
centímetros, pero la acomodó al lado de su gran cuerpo como si lo hubiera hecho
un millón de veces. —No, ella vino a visitarme. Lo siento, viejo.
Andrew rió profundamente, sacudiendo la cabeza mientras sus mejillas se
volvían rojas como una fresa. Ella levantó la barbilla y lo vi en sus ojos en ese
7
9

momento. El mundo entero tenía que haberlo visto. La adoración llenó su mirada,
pero eso no era todo.
Amor.
La chica miró a Brock como si él fuera el responsable de poner las estrellas
en el cielo por la noche y ser la única razón por la que el sol salía cada mañana. La
calidez no abandonó sus mejillas, sino que parecía aumentar, y no creía que fuera
consciente de nadie más mientras Brock le sonreía. La punzada de envidia
resurgió. Mamá solía mirar a papá así todas las malditas veces en que se
encontraban sus ojos, y mi papá tenía la misma mirada en los suyos.
Brock, sin embargo, estiró el brazo que tenía alrededor de su hombro y
enredó su cabello, un acto que me recordó a lo que haría un hermano mayor
molesto.
Auch.
Él dejó caer su mano sobre su hombro, casi golpeándola. Rápidamente miré
hacia otro lado y descubrí que Marcus hacía lo mismo, estudiando sus uñas
arregladas.
—Jillian, querida, ésta es Stephanie —dijo Andrew, atrayendo mi atención.
La chica ya no miraba fijamente a Brock, pero observaba a su padre con un poco de
vacilación—. Se acaba de graduar de Shepherd.
El interés chispeó y sus ojos marrones se encontraron con los míos
brevemente. —Empezaré allí en la primavera. En realidad, me estoy transfiriendo
allí. —Su mirada parpadeó de la mía a la su padre, y luego cayó en mis zapatos—.
En primavera, pero eso ya lo dije, así que...
La mano de Brock apretó su hombro
—Eso es lo que decía tu padre —dije—. Te gustará.
—Creo que sí —respondió Jillian, pero su falta de entusiasmo me hizo
dudar de que lo creyera.
Miré a Brock, pero él miraba hacia abajo, a su cabeza inclinada con un ceño
fruncido. —Si tienes alguna pregunta sobre el campus o lo que sea, estaré
encantada de ayudarte —le ofrecí.
La aprobación se acomodó en las facciones de Andrew. —En realidad, es
una buena idea. Jillian, podrías salir a tomar un café con Stephanie.
Ella asintió sin mirarme y, bueno, podía deducir que probablemente no
sucedería. Un silencio incómodo cayó, roto por Brock. —¿No tienes clases hoy?
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0

Jillian sacudió la cabeza. —No. Tuve un examen, y terminé temprano, así


que estoy libre hasta esta tarde. Pensé en pasar por aquí.
—Admítelo. Oíste que me encontraba de regreso y viniste a verme —
bromeó, y mordí mis labios cuando la sangre subió a su rostro. Dios mío, ¿era él
tan ignorante? Brock la puso en lo que parecía un candado al cuello. Sí. Era tan
ignorante—. Vamos, Jilly-bean, puedes ayudarme a prepararme.
Jillian miró a su padre, y él asintió. —Ve y adelántate. Estaré allí en breve.
—Me alegro de conocerte, Stephanie —dijo Brock, con su brazo todavía
alrededor del hombro de Jillian, dirigiéndose hacia las puertas—. Estoy seguro de
que te veré pronto.
—Encantada de conocerte, también —contesté, dándole un pequeño saludo.
Llegaron a la mitad del pasillo cuando Jillian se detuvo y dio media vuelta.
—F-Fue bueno conocerte.
Sonreí a Jillian, pero su rostro parecía un tomate a punto de estallar. Pobre
chica. —Lo mismo digo.
Cuando estaban en las puertas, su padre suspiró pesadamente mientras me
miraba. —Gracias por ofrecerte a hablar con ella. Dudo que acepte la oferta. No es
nada personal. Simplemente no se lleva bien con los extraños. No lo ha hecho
desde, pues... en mucho tiempo, pero lo aprecio.
—No es problema. Espero que decida tomar un café o lo que sea. —Y lo
decía en serio.
Andrew volvió a asentir y la conversación acabó entre nosotros. Cuando
Marcus y Andrew desaparecieron en la oficina cerrada, volví a sentarme y agarré
el ratón de la computadora. Justo cuando mis dedos lo rozaron, recordé el extraño
mensaje.
Al tocar el teléfono, vi otro mensaje del número desconocido.
¿Qué diablos? Ja.
Bueno, esa no era la respuesta que pensé que tendría. Por lo menos
quienquiera que fuera no mando un mensaje de voz, gracias a Dios. Consideré
enviar otra imagen. Tenía todo un arsenal de ellas, pero pensé que no tenía sentido
alargar esto. Envié un mensaje diciendo: Quién eres.
Bajé el teléfono a mi regazo.
Unos minutos más tarde vibró. Una mirada hacia abajo y mis labios se
separaron de sorpresa. La respuesta no tenía sentido.
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1

No podía creerlo, ni siquiera podía imaginar cómo era posible, pero lo podía
leer, y mientras algo no estuviera funcionando incorrectamente en mi cabeza, vi
quién me enviaba mensajes de texto.
Era Nick.
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2

Traducido por Miry GPE


Corregido por florbarbero

Soy Nick.
Cuando no respondí, porque me encontraba demasiado ocupada mirando
mi teléfono tontamente, vibró de nuevo.
Engañé a Roxy para que me diera tu número de teléfono.
Mis ojos se abrieron ampliamente.
Otro texto apareció casi de inmediato. Principalmente porque imaginé que
en algún momento pedirías el mío. Te ahorré el problema.
Oh Dios, la arrogancia no conocía ningún límite. No planeaba pedir su
número. De acuerdo, pudo pasar por mi mente, pero decidí que era mejor no
molestar a ese perro durmiendo. Sí. Obviamente Nick me atraía, como yo a él, pero
no estaba segura de poder ser solo su amiga mientras lo deseaba, y tampoco de
poder confiar en que él no tendría la misma reacción que tuvo la última vez que
estuvimos juntos.
Siguió un cuarto texto. Por favor, no te enojes con Roxy. Le agradas. Pero
yo también le agrado.
Mis cejas se elevaron. La irritación chisporroteó, pero era mínima. Me
encontré con Roxy y Katie de nuevo el domingo pasado para desayunar. Esta vez
no hablamos de Nick, pero parte de mí no se sorprendió de que ella le diera mi
número.
Espero que no estés enojada.
Reaccioné, tomé el teléfono y respondí: No lo estoy. Y esa era la verdad. No
fue como si le diera a Roxy la impresión de que me volvería loca si ella le daba mi
número. Aunque probablemente pudo preguntarme primero, pero eso era agua
pasada en este punto.
Bien, respondió. Pasó un momento y llegó otro texto. ¿Guardaste mi
número?
8
3

Las comisuras de mis labios se curvaron hacia arriba. Le respondí el texto:


No.
Eso me ganó un rostro ceñudo seguido por: Rompes mi corazón, Stephanie.
Guarda mi número.
Lo dudo, fue mi respuesta. Pero rápidamente guardé su número cuando
elevé la vista, escuchando a alguien riéndose a unos cuantos cubículos.
Pasaron un par de momentos, y Nick envió otro texto. Guardaste mi
número, ¿cierto?
Me tragué una carcajada y sacudí la cabeza. Sí, lo hice.
Lo sabía. Los tres puntitos aparecieron bajo el texto ondeando y esperé. Así
que, te enviaba textos con un propósito.
Presionando los labios, envié una rápida respuesta. ¿Cuál?
Ja. Hubo una pausa, y después: Reece tendrá una reunión en su casa esta
noche. Una pequeña. Roxy está trabajando, pero pensé que ¿te gustaría venir?
Mi estómago cayó en lugar de agitarse, y no estaba segura si me gustaba esa
sensación o no. La inquietud me llenó, algo a lo que no me encontraba
acostumbrada. Normalmente sabía lo que quería hacer, pero por primera vez en
un tiempo muy largo, no estaba segura.
Masticando mi labio inferior, levanté la mirada y miré alrededor de la
oficina. No era como si la respuesta a lo que debía hacer me esperaba en las
lámparas. Regresé la mirada al teléfono y empecé a contestar.
No me he sentido bien. Esa era la verdad. Pero si me siento bien esta
noche... ¿Qué diablos hacía? No lo sabía, pero tenía muchas ganas... Podría pasar
por ahí. ¿A qué hora empieza?
Los tres puntitos aparecieron. Alrededor de las 8pm. ¿Estás bien?
Sí, solo un estómago algo estropeado. Probablemente era algo que no
necesitaba saber. Te enviaré un texto más tarde y te informaré.
De acuerdo. Espero que te sientas mejor.
Gracias.
No hubo más textos después de eso, y mientras los segundos se convirtieron
en minutos, y minutos en horas, todavía no tenía idea de lo que hacía.
Y no estaba segura de si detestaba esa sensación.
O si me gustaba.
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4

Llegué a casa poco después de las seis y media, me cambié a un par de


pantalones vaqueros y un suéter suelto hecho de un suave material de felpa. Me
encantaba tanto ese suéter que quería acurrucarme con él, pero eso sería raro.
Descalza, me acerqué a la cocina y abrí las puertas de la despensa.
Permanecí ahí varios minutos, recogiendo un paquete de atún y luego me moví
hacia las cajas de arroz. Ninguna de esas cosas me interesó, así que caminé hacia la
nevera. Tocino de microondas era algo atractivo, pero jamón enmielado en rodajas
y queso suizo sería más abundante. Tampoco quería esos. Cerré la puerta, abrí el
congelador. Había un paquete de carne de hamburguesa y un bistec, pero ambos
se hallaban sólidamente congelados, y odiaba descongelar carne en el microondas,
así que eso no me hizo nada bueno. Suspirando, también cerré esa puerta. Tenía
hambre pero no. Mi estómago parecía sentirse mejor pero mi apetito era
definitivamente muy raro.
Abriendo el cajón cerca de la estufa, empecé a explorar los menús que
empecé a acumular desde que me mudé aquí. China. Pizza. Italiana. Subs. Todo
parecía bueno, pero nada despertó mi interés como debería.
Eché un vistazo al reloj mientras sostenía un menú de comida china y sentí
que mi estómago se tensaba con una mezcla de emoción y confusión, que era una
extraña combinación. Quien sea que asista a casa de Reece esta noche llegaría en la
próxima hora. Nick estaría llegando.
Nick.
Maldición
Todavía no tenía idea de si iría a casa de Reece o cómo me sentía acerca de
que Nick consiguiera mi número de teléfono, se pusiera en contacto conmigo y
luego me invitara a casa de su amigo.
Si él buscaba algo casual entre nosotros, la invitación no era extraña. Eso era
bastante común, pero me costaba creer que sinceramente pensara que eso pasaría
entre nosotros tan pronto después de lo que pasó en el bar.
Volviendo la mirada al menú, solté un profundo suspiro y luego lo dejé caer
sobre la encimera. Había un paquete de calabazas de Halloween de Reese. ¿Eso
contaría como cena si me comía las nueve?
Sonaba legítimo para mí.
Tomando un grueso pasador, torcí mi cabello en un nudo suelto y coloqué
el pasador. Me hallaba a punto de recoger los menús de nuevo cuando llamaron a
la puerta. Mi corazón dio un vuelco mientras cerraba el cajón. Con mi pulso
8
5

elevado, caminé hacia la puerta y eché un vistazo rápido a través de la mirilla,


aunque tenía una idea de quién podría ser.
Tenía razón.
Nick se encontraba en el pasillo fuera de mi apartamento. Curiosa, quité el
seguro y la abrí. Se volvió hacia mí, y ahí estaba esa presión en mi pecho. No era
desagradable, pero... pero totalmente desconocida para mí.
Tenía el cabello húmedo, los mechones oscuros se encrespaban a lo largo de
su frente. Gotas de lluvia salpicaban sus poderosos hombros. ¿Cuándo empezó a
llover?
—Hola —dije, mi mirada dirigiéndose a la bolsa de plástico que sostenía.
—Hola —dijo él, y mi mirada se arrastró hacia arriba. Se veía bien, pero
pensaba que siempre se veía bien, desde el momento en que despertaba hasta que
descansaba su cabeza sobre una almohada—. Te traje algo.
Parpadeando, retrocedí un paso. —¿Lo hiciste?
—Sí. ¿Puedo entrar?
Asentí y lo vi entrar y cerrar la puerta. Llevó la bolsa a la pequeña mesa de
bistro que establecí en el comedor. Me encontraba en una pérdida de palabras
cuando comenzó a hablar.
—Cuando era más joven y no me sentía bien, mi madre solía hacerme una
sopa casera de pollo con fideos. —Nick sacó un recipiente de plástico y se colocó
frente a mí—. Es mucho mejor que las cosas enlatadas. Ella solía colocarle algunas
hierbas que son buenas para asentar el estómago y darle un buen sabor a la sopa
por lo que no es tan insípida. —Se dirigió a la cocina—. ¿Tus tazones están aquí?
—Por encima de la encimera de la izquierda. —Estaba congelada.
Sacó un tazón de cerámica, lo puso en el mostrador y retiró la tapa de
plástico del recipiente. Con cuidado, pasó los fideos, trozos de pollo y el caldo en el
tazón. —Todavía está un poco caliente, pero necesita calentarse un poco. ¿En el
microondas está bien?
Mis labios se separaron lentamente. Era obvio que no era sopa enlatada. —
Sí. El microondas está bien. —Me acerqué más a la cocina—. ¿Tu... tu mamá la
hizo?
—No. —Nick colocó el tazón en el microondas. Pequeños pitidos resonaron
a través del silencio. Colocó las manos en la encimera ante el microondas, de
espaldas a mí—. Mi mamá murió hace trece años.
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6

—Oh. —Puse la mano sobre mi pecho—. Lamento mucho oír eso.


Asintió, pero la línea de su columna se encontraba tensa, sus hombros
encorvados. Abrí la boca porque perder a un padre era algo con lo que podía
relacionarme, pero más allá de lo que ya había dicho, no pude encontrar palabras.
No era algo de lo que hablaba a menudo. El horno microondas sonó y, él sacó el
tazón. El aroma era maravilloso, haciendo que mi estómago gruñera felizmente.
Encontró una cuchara y llevó la sopa a la mesa. Sus pestañas se alzaron, su mirada
verde musgo se encontró con la mía.
Tomé una respiración temblorosa. —¿Hiciste la sopa?
Nick asintió una vez más.
—Oh.‖ Yo<‖ —No podía creer que me hubiera traído la sopa, y mucho
menos tomarse el tiempo para hacerla él mismo. Todo esto era increíblemente
dulce y extremadamente inesperado; no podía hablar. Me quedé ahí, mirándolo
como una idiota.
Los huecos bajo sus altos pómulos se volvieron rosados. —No es tan difícil.
—No sé cómo hacer sopa de pollo desde cero.
Una sonrisita se formó en sus rasgos llamativos. —Tal vez te enseñe un día.
—¿De verdad me hiciste sopa?
La sonrisa se extendió mientras inclinaba la barbilla. —Sí, la hice. ¿Vas a
sentarte y comerla? Te prometo que hará que tu estómago se sienta mejor.
En un aturdimiento, me arrastré hasta la mesa. Mi estómago se retorcía de
nuevo, pero no tenía nada que ver con la náusea que sentí durante el día. Me senté
en la mesa, y honestamente a Dios, me moví hasta el punto en que ni siquiera
pensaba en su comportamiento imbécil en el bar.
—Gracias —dije, mi voz extrañamente ronca—. Lo digo en serio. Gracias.
—No es gran cosa. —Me entregó una cuchara—. Come.
Mis dedos rozaron los suyos mientras tomaba la cuchara. El escalofrío que
corrió por mi brazo era difícil de ignorar mientras tomaba fideos, caldo humeante
y un trozo de pollo. Mis papilas gustativas prácticamente tuvieron un orgasmo. —
Es delicioso. —Elevé la vista, con los ojos muy abiertos—. Puedo probar algo de
menta.
Nick cruzó los brazos. —Pareces muy sorprendida. En realidad soy un buen
cocinero.
—Ahora no lo dudo. —Tragué otro bocado, evitando un gemido.
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7

Sus pestañas bajaron, protegiendo sus ojos. —Pensé en traerla antes de ir a


casa de Reece. Llegaré un poco temprano, pero a él no le importará...
—No tienes que irte —dije en un apuro, y luego sentí las puntas de mis
orejas ardiendo—. Digo, si quieres quedarte un rato aquí, puedes hacerlo.
La mirada de Nick se encontró con la mía y luego bajó mientras se deslizaba
sobre el asiento frente a mí. Apoyó los brazos sobre la mesa. —¿Cómo te sientes?
—Mejor. La náusea se asentó esta tarde, pero esta sopa realmente ayuda. —
Comía como si no hubiera sido alimentada en días—. ¿No trajiste un poco para ti?
—Lo que queda en el contenedor es tuyo. Comí antes. —Se recostó en la
pequeña silla de comedor, exhalando suavemente—. Me alegro de que te sientas
mejor.
Hice una pausa lo suficientemente larga como para sonreír y luego terminé
el tazón. Me levanté, lo llevé al fregadero, lavé el tazón y lo dejé en el lavavajillas.
Volviéndome, me quedé sin aliento en la garganta.
Nick se levantó y me siguió, moviéndose tan silenciosamente que no lo
escuché. Estaba a solo medio metro, y si me movía un poco a mi derecha,
estaríamos en las mismas posiciones que estuvimos esa noche.
Mi estómago se hundió en respuesta. Necesitaba dejar de pensar en eso,
pero una vez que lo hice, mi cerebro entendió. Mi pecho se elevó bruscamente.
Prácticamente podía sentir sus manos en mis costados, mis caderas... entre mis
piernas. Dios, ¿hacía calor aquí? Tiré del escote de mi suéter. Tenía que controlar
mis hormonas. Esto era ridículo.
Pero cuando elevé la vista, nuestras miradas chocaron y no pude apartar la
vista. El calor inundó mis sentidos, y mi imaginación hiperactiva me llenó con
recuerdos de cómo se sintió presionado contra mi espalda, él dentro de mí,
estirándome.
Nick inclinó la cabeza hacia un lado, su mirada con ojos entrecerrados
mientras cambiaba de postura, extendiendo las piernas. —No me mires así —dijo
con voz ronca.
Parpadeé. —No te estoy mirando.
Sus labios se arquearon. —Aparte del hecho de que miras directamente hacia
mí, me miras de esa forma.
Parte del calor se desvaneció, pero no lo suficiente como para evitarme
pensar en lo que hicimos en esta cocina. —¿De qué forma te miro?
—Como si quisieras repetir esa noche.
8
8

Maldición. Él lo clavó directo en la cabeza. No dije nada mientras cruzaba


los brazos bajo mi pecho, pero me endurecí cuando dio un paso adelante. Unos
quince centímetros nos separaban.
—Y tienes que parar —dijo de nuevo, su voz baja cuando levantó su mano,
atrapando el mechón de mi cabello que se liberó y lo devolvió detrás de mi oreja.
Sus nudillos rozaron mi mejilla—. Porque estoy tratando de ser genial aquí. —Bajó
la mano—. Estoy intentando algo diferente.
—¿Qué estás intentando? —pregunté.
Esas asombrosas pestañas se levantaron una vez más y su mirada me
atravesó. —Estoy tratando de ser tu amigo.
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Traducido por Val_17 & florbarbero


Corregido por Melina.

Que Nick me haya dicho eso fue como ser metida en agua helada y luego
empujada en un congelador. No era tanto que quisiera que fuéramos amigos, y
asumía que del tipo de amigos que no tenían sexo, sino que sonaba como si nunca
hubiera sido amigo de una chica antes.
Y eso no tenía sentido.
Estaba Roxy, y tenía que haber otras chicas a las que hubiese sido cercano y
que no hubiera follado. Tenía que haber. ¿Cierto? Por otra parte, Roxy había dicho
algo sobre Nick: que no tenía muchos amigos. Y se encontraba todo el asunto
extraño de Calla.
—¿No eres amigo de chicas? —pregunté, hablando lentamente.
—No. En realidad no. —Hizo una pausa mientras se pasaba los dedos por el
pelo—. Con la excepción de Roxy, pero no creo que realmente seamos amigos.
—Ella cree que sí.
Sus cejas se alzaron, como si estuviera sorprendido. —Ah.
No podía creer esto. —¿Qué hay de Calla? Ella trabaja en el bar cuando está
aquí, ¿verdad?
Nick ahogó una carcajada. —No somos amigos.
Lo dijo de un modo que me causó una pequeña cantidad de sospecha. —
¿Acaso‖ustedes‖dos<?
—No. Calla y yo no nos enganchamos. Jax me patearía el culo por un
acantilado si ese fuera el caso. Él cayó rendido mucho antes de que ella entrara por
las puertas del bar —dijo, suspirando—. Simplemente no somos cercanos.
—De acuerdo. —Me incliné contra el mostrador, dejando pasar el tema de
Calla. Por ahora—. Pero tienes veintiséis años. ¿Cómo demonios has pasado tanto
tiempo sin tener amigos del sexo femenino? No lo entiendo.
9
0

Lanzó su mirada hacia la sala de estar, un músculo tensándose en su


mandíbula. —Lo hice en la secundaria y todo eso. No lo sé. —Levantó un
hombro—. No lo he hecho en años.
La conversación que tuvimos antes, en la que insinuó que estuvo implicado
seriamente con alguien y terminó mal, resurgió. No necesitaba ser una psicóloga
para comprender que las consecuencias de esa relación afectaron todas sus
relaciones con las mujeres.
Nick tenía el tipo de equipaje por el que las aerolíneas cobraban extra.
Lo cual era otra razón para mantener mi libido bajo control cuando se
trataba de él.
—¿Quieres visitar a Reece? —preguntó, cambiando de tema.
Sabiendo lo que hice, debería decir que no, pero él me había hecho sopa de
pollo desde cero. ¿Cómo podría? —Creo que sí.
Una amplia sonrisa transformó su rostro de llamativo a impresionante. —
Genial. ¿Estás lista para ir? Todo lo que necesitas son zapatos.
Bajé la vista hacia mí misma con el ceño fruncido. —Quizás debería
cambiarme.
—No es necesario. —Se dio la vuelta, recogiendo el contenedor y llevándolo
a la nevera—. Te ves hermosa como estás.
Me quedé mirando su espalda por lo que se sintió como diez minutos y
luego negué con la cabeza. Caminando a su alrededor, me dirigí a mi habitación y
agarré un par de sandalias. De vuelta en la sala de estar, ondeé mis llaves.
—Lista.
Nick sonrió mientras se pavoneaba delante de mí, abriendo la puerta.
—Las damas primero.
Reece vivía un par de pisos más arriba, y cuando nos acercamos a su puerta,
se podía oír la risa. Él llamó a la puerta, y no fue el policía joven quien respondió,
sino una versión más mayor y robusta de Reece. Con el pelo castaño cortado cerca
del cráneo y un rastrojo pesado en la mandíbula, sus ojos azules tan brillantes
como el océano.
El tipo le estrechó la mano a Nick mientras se apartaba y daba un paso atrás,
recogiendo una botella que colocó en una estantería. Me dio un vistazo. —¿Y quién
es ella?
9
1

—Stephanie —dijo Nick, poniendo su mano en la parte baja de mi espalda,


empujándome para entrar—. Vive en la planta baja. Es nueva en la ciudad. Este es
Colton, por cierto, el hermano mayor de Reece.
Ah, eso tenía sentido. —Encantada de conocerte.
Colton sonrió mientras pasaba una mirada interrogante hacia Nick. —Es
bueno conocerte. Vamos, entra. Están a punto de comenzar.
Seguí a Colton a un apartamento que era más grande que el mío. Espacioso
y ordenado, Reece mantenía la casa en orden. Varias personas se encontraban en
su sala de estar. Reconocí a Reece de inmediato. Se hallaba de pie junto a la
ventana, con una cerveza en la mano, pero no sabía quién era el tipo sentado en el
sofá. En base a su corte de pelo, iba a hacer una suposición salvaje y decir que era
un policía. Había una mujer sentada al otro lado del sofá. Su pelo oscuro rozaba
sus hombros mientras levantaba la vista y sonreía.
Reece miró e hizo una doble toma, ocultando rápidamente su sorpresa con
una sonrisa lenta. —Hola, chicos. —La diversión brillaba en sus ojos—. Me alegro
de que pudieran venir.
Sonreí, dándole un saludo al pequeño grupo. —Hola.
Colton pasó por delante de nosotros, dejándose caer en el sofá junto a la
mujer. —Supongo que haré las presentaciones ya que Reece es un imbécil. Esta es
mi novia, Abby —dijo, presentándonos—. Y este otro chico de aquí es Brad.
Su hermano resopló. —Sí, soy terrible en esa mierda.
Brad levantó la vista y asintió ligeramente, y la curiosidad se arrastró por la
bonita cara de Abby. —Soy Steph —dije—. Encantada de conocerlos a todos.
Reece le echó un vistazo a Nick, levantando las cejas mientras Brad se
inclinaba, recogiendo algo pequeño y negro de la mesita de café. La pantalla de
televisión cambió, revelando lo que jugaban.
—Noche de juego —explicó Brad, agitando un control remoto—. Es un
combate épico de Mario Kart.‖ Vamos‖en‖ rondas<‖ en‖ parejas.‖ Estoy‖ atrapado‖ con‖
ese perdedor. —Asintió hacia Reece.
Reece levantó el dedo medio.
—¿Juegas? —preguntó Nick, girándose.
Asentí. —No lo he hecho en un tiempo. La verdad es que apesto.
—No importa. —Agarró dos sillas de la cocina y los llevó a la sala de estar,
colocándolas cerca del sofá—. Soy el mejor jugador de Mario Kart en el mundo.
9
2

—¿Crees que está exagerando? —Colton se rió, sacudiendo la cabeza—. No


lo está. Es como si hubiera nacido jugando este juego.
—Es porque tengo mucho tiempo —respondió Nick mientras me sentaba en
la silla más cercana a Abby—. Esa es la razón.
Reece se rió mientras caminaba alrededor de la mesita de café. —Eso es una
mierda y lo sabes.
Mis pequeños oídos se animaron ante ese comentario, pero Nick no
respondió mientras se sentaba a mi lado. Así que si Nick dijo que tenía mucho
tiempo en sus manos, pero Reece lo desmintió, ¿qué hacía Nick que no quería
mencionarlo? Me dije que incluso aunque nos hiciéramos amigos, no era de mi
incumbencia, sobre todo en este momento, pero maldita sea, quería saberlo.
—¿Quieres beber algo? —preguntó Reece, dirigiéndose a la cocina—. Tengo
cerveza y refrescos. Y Roxy tiene la mitad de mi nevera cargada de té dulce.
—Estoy bien —dije, empujando mis manos extrañamente heladas entre mis
rodillas—. Gracias.
Reece y Brad comenzaron primero, jugando contra Colton y Abby. Cada
jugador competía uno contra el otro, y si algún miembro del equipo ganaba,
contaba como punto para el equipo. Brad ganó la primera ronda, y fue bastante
fidedigno tomando la puntuación. Abby me entregó el control y, por supuesto,
elegí a la princesa como mi personaje, y por supuesto, apenas pude mantener la
maldita cosa en la pista. Apestaba, pero era divertido y los costados de mi
estómago dolían de tanto reír.
Después de unas cuantas rondas de combate, se hizo una pausa para que los
chicos pudieran cambiar sus bebidas. Noté que Nick no bebía, y me pregunté si no
lo hacía en absoluto. La noche en mi casa, ni siquiera se terminó la mitad de la
botella.
Conversé con Abby, descubriendo rápidamente que era un encanto, y que
con Colton comenzaron a salir recientemente.
—¿Tú y Nick están juntos? —preguntó, manteniendo la voz baja. Los chicos
se encontraban en la cocina, pero eso no estaba muy lejos.
—No. Solo somos amigos.
—Oh. —Frunció el ceño—. Pensé que eran pareja. No lo conozco bien, pero
desde que Colton y yo empezamos a salir, nunca lo he visto con alguien.
Eso no me sorprendió. Comencé a responder, pero los chicos regresaron, y
Nick puso un vaso de agua para mí en la mesita de café, junto a un plato de papas
9
3

fritas que colocó Reece. No lo había pedido, pero fue un gesto de cortesía y dulzura
que Abby notó con ojos de halcón.
Me quedé más tiempo de lo que pensé, apestando totalmente en Mario Kart,
pero disfruté de mi tiempo con todos. La única razón por la que me fui poco
después de las diez fue porque tenía que trabajar por la mañana, a diferencia del
resto de ellos, que tenían horarios poco ortodoxos. Cuando me levanté y me
despedí, Nick le lanzó el control a Colton y me siguió.
—No tenías que irte —le dije mientras cerraba la puerta detrás de nosotros.
—Lo sé. —Metió las manos en los bolsillos de sus vaqueros mientras
caminábamos por el pasillo—. Estoy siendo un buen amigo, y te acompañaré a
casa.
Me reí mientras le daba un vistazo. —Yo vivo aquí.
—Sin embargo, es una caminata larga. Y fría. —Se estremeció—. Maldita
sea, aquí afuera hace frío.
No mentía. Un viento helado atravesó el pasillo. Tenía los brazos envueltos
alrededor de mi pecho mientras nos dirigíamos al primer piso. Nos detuvimos en
mi puerta, y saqué las llaves del bolsillo de mis vaqueros.
—Gracias de nuevo por la sopa de pollo. —Me volteé hacia él, sonriendo—.
Me divertí esta noche.
Nick ladeó la cabeza. —Yo también. Por lo general, Reece hace esto cada dos
semanas. Sabes que eres más que bienvenida a unirte.
Reece dijo eso cuando me fui, y me encantaría hacerlo de nuevo, sobre todo
si Roxy se encontraba allí. Me imaginaba que jugar Mario con ella sería
prácticamente como jugar contra mí misma. —¿Vas a volver a subir?
—Sí. Solo por un rato. Entonces voy a irme a casa.
—¿Qué tan lejos vives de aquí? —pregunté, insegura de si ya había hecho
esa pregunta antes.
—No tan lejos. A unos quince minutos. Vivo justo al otro lado de Plymouth.
—Nick frunció las cejas y abrió la boca, como si estuviera a punto de hablar, pero
pareció cambiar de opinión—. Bueno, espero que sigas sintiéndote mejor.
—También yo. —Lo estudié bajo mis pestañas—. Ten una buena noche.
Su mirada vagó sobre mi cabeza, hacia mi puerta, luego retrocedió. —No
seas una extraña, Stephanie.
—Igualmente —susurré.
9
4

Una sonrisita apareció y luego se dio la vuelta. Lo observé hasta que llegó a
las escaleras y desapareció. Entré en mi apartamento, cerré la puerta y me preparé
para ir a la cama. Aún era temprano, y aunque me sentía cansada, me quedé en la
cama durante demasiado tiempo, tratando de descifrar a Nick.
El chico tenía equipaje y una ética de citas cuestionable, ¿pero era dulce y lo
bastante amable para hacer sopa de pollo casera? ¿Todavía me deseaba y, sin
embargo, negaba la atracción con el fin de ser amigos? ¿Por qué? ¿Por qué, cuando
no lo había hecho antes con otra chica? No era porque yo fuera un copo de nieve
especial. Tenía que haber una razón. Alguna cosa.
Descifrarlo era imposible.
Nick era como un rompecabezas donde las piezas más intrincadas fueron
extraviadas, y en el fondo, sabía que no importaba cuántas veces sacudiera el
rompecabezas y empezara de nuevo, las piezas siempre estarían desaparecidas y
nunca tendría la imagen completa.
Las náuseas fueron y vinieron el resto de la semana, golpeando en los
momentos más extraños, a veces en la mañana, otras veces por la tarde, y el jueves
por la noche antes de acostarme. El viernes, fui a comer el almuerzo en la misma
calle de mi trabajo, y el olor a grasa casi hizo que mis piernas cedieran. Mi
estómago nunca había sido tan sensible, y normalmente me encantaba el olor de
todas las cosas grasosas.
Ya no me sentía tan convencida de que fuera un virus o algo así, y cuando
charlé con mi madre el viernes por la noche, casi lo mencioné, pero no quería
preocuparla. Además, hice una cita con un médico general que tenía un espacio en
dos semanas en una clínica cercana. No creía que nada estuviera seriamente mal,
pero las náuseas y la fatiga empezaban a asustarme. Nunca tuve problemas de
salud antes, y podía contar con mi mano cuántas veces tuve un resfriado.

El domingo por la mañana me sentía bien. Un poco cansada, pero mi


estómago gruñía felizmente mientras me paseaba por el apartamento. Mi culo
necesitaba correr ya que me había perdido el último par de días, pero parecía que
iba‖a‖llover‖y<‖y‖sí,‖no‖me‖sentía‖con‖ganas‖de‖todo‖el‖ejercicio físico. En su lugar,
tomé una larga ducha y luego me puse un par de vaqueros. Até mi pelo en un
moño rápido, evité el maquillaje excepto por un poco de brillo de labios y rímel.
Colocándome una bufanda celeste alrededor del cuello, salí.
9
5

Mañana correría como un millón de kilómetros.


Salí de mi apartamento para reunirme con Roxy a desayunar. Katie se
encontraba fuera de la ciudad este fin de semana, lo cual era decepcionante. Ella
podría convertir un desayuno de domingo en una aventura. El estacionamiento
estaba lleno, obligándome a aparcar cerca de la parte trasera. Nubes densas
bloqueaban el sol, y la lluvia fría parecía lista para derramarse. Antes de salir del
auto, revisé mi teléfono. Sin llamadas ni mensajes perdidos. Ni siquiera sabía por
qué lo comprobaba.
Definitivamente no por alguna llamada o mensaje perdido de Nick.
Nop. Definitivamente no.
Corrí a través del estacionamiento, desacelerando a un ritmo más tranquilo
cuando llegué a la acera para no chocar contra un grupo de ancianas.
Lindas pegatinas de fantasmas fueron puestas en las puertas de cristal,
recordándome que necesitaba comprar una calabaza y comenzar a abastecerme de
dulces, aunque no tenía idea si los niños iban a pedir dulce o truco cerca del
condominio.
Esperaba que sí.
Halloween me convertía en una tonta.
Una vez dentro, rodeé el mostrador de la anfitriona y estudié el restaurante
concurrido. Mi boca se abrió cuando vi a Roxy en una ancha cabina de media luna
en la parte trasera.
—Oh, Dios mío —susurré, tensándome.
Roxy no se encontraba sola, como esperaba.
Tres chicas se sentaban con ella: la rubia Calla, la eternamente sonriente
Teresa, y la pelirroja Avery. Era como un maldito arcoíris allí. Mis pies no se
movían mientras el aire salía de mis pulmones. Aún no me veían. Podría dar la
vuelta‖y<
Teresa levantó la vista y comenzó a saludar con entusiasmo. Todas las
chicas miraron.
Maldita sea.
De acuerdo. Yo no era una chica que huía cuando llegaba el momento de
decidir. No iba a empezar ahora. No hice nada malo, y si estas chicas tenían un
problema‖conmigo,‖entonces<‖simplemente‖apestaría.‖No‖podía‖cambiarlo.‖ No lo
cambiaría.
9
6

Respirando hondo, forcé a mis pies a moverse. Roxy se puso de pie, con una
sonrisa fija en su rostro, pero sus ojos suplicantes. —Me alegra que pudieras venir.
—Hizo un gesto para que me sentara al lado de Teresa—. Todos se hallaban en la
ciudad‖y<
—Y queríamos verte —interrumpió Teresa mientras me sentaba a su lado.
Sus ojos eran tan brillantes y tan azules como los de su hermano mayor, Cam—. En
realidad no conseguimos hablar mucho la última vez.
—Sí. —Luché con qué decir mientras colocaba mi bolso entre nosotras. Roxy
se volvió a sentar, y al mirar alrededor, mi mirada encontró la de Avery. Ella me
dio una sonrisa tentativa.
Bueno. Así que esto era extraño. Tenía algo muy íntimamente en común con
la chica sentada frente a mí y la otra sentada a mi lado. En realidad era un poco
incómodo,‖del‖tipo<
Apretando los frenos de mi estúpido tren de pensamientos, me concentré en
un saludo normal. —Es bueno verlas a todas. ¿Por cuánto tiempo se quedarán
aquí?
—Tenemos lunes y martes libre. Receso de otoño —respondió Calla, y me
sorprendí momentáneamente por el hecho de que olvidé el receso de otoño—. Así
que estoy aquí hasta el martes por la noche.
—Lo que significa que Jax estará de muy buen humor. —Roxy sonrió.
Las mejillas de Calla se iluminaron con un bonito rosa. Fue solo entonces
que noté la cicatriz en su mejilla. Cuando ella estuvo en Shepherd, llevaba
maquillaje pesado para ocultarlo. No parecía que estuviera usando nada hoy.
—Creo que también vamos a regresar el martes por la noche. —Teresa
jugueteó con el borde de su menú—. Cam quiere ir a Nueva York mañana.
—Nunca he ido. —Avery recogió su menú. Sentada frente a mí, parecía
mucho más pequeña de lo que recordaba—. Así que, estoy muy emocionada de
verlo.
—Solo he ido una vez. Fue divertido —dije, apoyando las manos en mi
regazo—. Pero un poquito abrumador.
Teresa se apoyó contra el cojín. —La primera vez que fui, terminé teniendo
un ataque de ansiedad más tarde esa noche, cuando empecé a pensar en todos los
edificios.
—¿En serio? —Los ojos de Avery se abrieron.
9
7

—Los edificios pueden darte una sensación de atestamiento. —Teresa se


estremeció—. Sobre todo cuando no estás acostumbrada a eso, o simplemente
pude ser yo sintiéndome extraña, así que tú estarás bien.
—Será mejor que estés bien —advirtió Calla, sonriendo—. Me sorprende
que Cam no te escoltó hasta aquí él mismo.
Avery se ruborizó del mismo color que su pelo cuando apareció la
camarera, tomando la orden de nuestras bebidas junto con la comida.
—¿Por qué Cam te escoltaría hasta aquí? —Roxy frunció las cejas—. Suena
como Reece.
Calla enderezó los hombros mientras una emoción salpicaba su cara.
—¿No lo sabes?
—¡Oh! —chilló Teresa, causándome un pequeño sobresalto. Aplaudió—. Me
encanta esta parte.
La confusión marcó la cara de Roxy, y me alegró no ser la única persona que
no tenía idea de lo que ocurría. —No, no lo sé —dijo—. ¿Qué está pasando? No es
la boda, ¿verdad? Todos sabemos sobre la boda.
—Me enteré que se comprometieron, pero no tuve la oportunidad de
felicitarlos por eso —intervine—. ¿Cuándo es el gran día?
Los ojos de Avery se iluminaron. —Íbamos a tener una boda de primavera,
pero vamos a dejarla para la mitad del verano. Decidimos cambiar la fecha.
—¿Por qué? —preguntó Roxy, frunciendo el ceño.
Llegaron nuestras bebidas, y Avery tomó un largo trago de su agua antes de
hablar. —Estoy<‖algo‖así‖como‖embarazada.
Mis‖ ojos‖ se‖ ampliaron.‖ Oh,‖ Dios‖ mío,‖ Avery‖ estaba<‖ Espera,‖ ¿algo así
como embarazada?
—¿Estás embarazada? —La voz de Roxy era aguda y alta.
Teresa soltó una risita mientras rebotaba junto a mí como una pelota
saltarina. —Y ella no está algo así como embarazada. Tiene casi cuatro meses de
embarazo.
—¡Felicidades! —Sonreí, conmocionada, pero feliz por ellos. Siempre que
Cam y Avery se encontraban juntos, era tan evidente lo mucho que se amaban.
Demonios, incluso antes de que estuvieran juntos. Recordé la noche que estuve en
su departamento para ver la pelea de UFC. Él no podía apartar los ojos de ella, y
no me sorprendió cuando dejó su propio lugar para ir tras ella cuando se fue.
9
8

—¡Oh, Dios mío! ¡Felicidades! —Las gafas Roxy se deslizaron por su nariz—
. Espera. ¿En la comida al aire libre de Jax, cuando dijiste que tenías gripe? ¡Ya
estabas embarazada!
Avery asintió mientras la felicidad llenaba su mirada. —Es solo que no
estábamos seguros. Bueno, el test salió positivo, pero yo quería esperar las palabras
oficiales de un doctor, ¿porque quién sabe? Tal vez los resultados fueron positivos
debido a un error de usuario.
—¿Cómo puedes tomar mal un test de embarazo? —Teresa se rió, con sus
ojos brillando.
—¿No tienes que orinar en un palo? —Calla miró a Avery—. Parece
bastante simple.
—Es fácil, pero cuando no estás esperando quedar embarazada, te haces
como un centenar de test, y aun así no crees los resultados. —Se mordió el labio
mientras pasaba el dedo por el borde de su vaso, su anillo de compromiso
destellando bajo las luces—. Y aún no le creo al doctor, pero es difícil negarlo. El
cansancio sin motivo, el vómito y estar asqueada por olores que antes no te
molestaban,‖ oh,‖ y‖ los‖ pechos<‖ —Hizo una mueca—. Duelen. Todo empieza a
tener‖sentido<
—Las tortugas van a estar tan celosas. —Teresa rió mientras ponía las
manos debajo de su barbilla. Hablaba de Rafael y Miguel Ángel, las tortugas
mascotas de Cam y Avery. Eran las únicas personas que conocía en la vida real que
tenían tortugas de mascotas—. Ellos ya no van a ser sus bebés. —Su sonrisa se
extendió—. Tal vez pueda cuidarlos más a menudo.
—Estoy segura de que Ollie creará una especie de extraño parque donde el
bebé y las tortugas pueden caminar juntos, pero no se toquen entre sí —declaró
Avery, y me reí, porque si alguien podía encontrar algo así, sería Ollie, el genio
más flojo.
Avery continuó, pero mi mente se alejó de lo que decía. Ella y Cam tendrían
un bebé. Guau. No tenía ni idea de lo que debía estar sintiendo, aún estando en la
universidad y todo, pero sabía que lo harían funcionar. Pasando por las náuseas
matutinas y todo eso mientras se encontraba en la escuela...
Entonces se me ocurrió, golpeándome con la fuerza de un camión de
carreras lleno de pruebas de embarazo.
Mientras miraba fijamente la cara pecosa de Avery, mi sonrisa se desvaneció
centímetro a centímetro. Mi estómago se sumergió y se retorció. Hielo se estrelló
9
9

contra mi pecho. Las caras de las muchachas se desdibujaron. Mi mente dejó la


mesa.
Teresa frunció el ceño mientras se inclinaba hacia adelante. —¿Estás bien,
Steph?
Mi corazón comenzó a golpear y la sangre corrió de mi cabeza mientras
comenzaba a retroceder mentalmente en los últimos días y semanas. Si mis
cálculos eran correctos, me faltaba algo muy importante, tan importante como la
vida y la muerte.
Oh Dios mío...
—Steph. —Calla se acercó, colocando su mano en la mía—. ¿Estás bien?
Parpadeé, aspirando aire mientras las caras de las chicas volvían a
enfocarse. —Sí. Sí. Estoy totalmente bien.
—¿Estás segura? —Preocupación se asentó en las facciones de Roxy—. Te
ves muy pálida.
Avery metió un mechón de pelo detrás de su oreja. —¿Tal vez tengas algo?
A su lado, Teresa asintió. —Hay un virus muy malo circulando. La mitad de
la escuela parece tenerlo. Espero que no sea eso.
—Probablemente solo una pequeña bacteria. —Roxy se echó hacia atrás,
como si quisiera tirar el cuello de su camisa y taparse la boca y la nariz.
—Creo que podría serlo —dije roncamente, pero esas palabras parecían una
mentira, una muy grande, porque los cálculos mentales que acababa de hacer
rápidamente significaban algo completamente diferente a una bacteria o un virus.
Las chicas comenzaron a charlar de nuevo, sus voces un zumbido
emocionado mientras llegaba la comida, pero no oí lo que decían. Cuando levanté
la vista, mis ojos se encontraron con los de Avery y mi estómago se retorció una
vez más. Rápidamente dejé caer mi mirada a mi plato intacto de comida y empecé
a contar de nuevo. Conté cuatro veces más, y cada vez ocurrió lo mismo.
Mi período se encontraba dos semanas y media tarde.
1
00

Traducido por NnancyC


Corregido por Miry GPE

El resto del desayuno con las chicas fue un borrón. Casi no toqué mi comida
y no pude seguir la conversación. Roxy me conocía lo suficiente para estar
preocupada. Cuando nos fuimos, me acompañó a mi coche, preguntando si me
sentía bien. Apenas conseguí una respuesta murmurada antes de conducir lejos.
No podía ser.
Tenía que haber otra razón por la que padecía síntomas tan parecidos a los
de Avery, y el retraso de mi período debía ser una coincidencia. Pasaron al menos
seis meses entre la última vez que tuve relaciones sexuales y la noche que pasé con
Nick. Además, usó un condón. Y doble además, yo tomaba la píldora
anticonceptiva.
Pero<‖Oh,‖Dios‖mío<‖Sabía‖que‖hubo‖un‖par‖de‖veces‖cuando‖no‖tomé‖las‖
píldoras porque estuve muy distraída. Desde que no tenía sexo —no planeaba
tener sexo hasta que conocí a Nick— no me agobió omitirlas.
Como si alguien realmente pudiera planear el sexo.
Oh, Dios.
Mi corazón se aceleró asquerosamente rápido. ¿Qué si...? Interrumpí ese
pensamiento. Ni siquiera podía terminarlo. La idea me horrorizó. No porque no
quisiera hijos. Quería hijos, ya sabes, como después de años a partir de ahora,
cuando estuviera estable en mi carrera y me casara. Sí, la parte de casada sería
lindo.
Mierda. Tener un novio sería lindo.
No fue así como planeé mi vida. No es que tuviera un plan detallado, pero
pensé que después de graduarme de la universidad, pasaría un par de años en mi
trabajo actual, dedicando mi tiempo ahí, y siendo una de esas chicas súper
sofisticadas que viajaban cuando tenían vacaciones. La Costa Oeste. Europa. Asia.
Quería ver el mundo entero. Eventualmente, conocería a un chico. Saldríamos, nos
comprometeríamos y celebraríamos una enorme boda, y tal vez para el momento
que llegase a mis treinta años, pensaría en tener un bebé.
1
01

Ahora no.
No antes de que estuviera estable en mi carrera, viajara por el mundo, me
casara y tuviera mi enorme y ridícula boda.
Oh Dios mío, esto no podía estar pasando. Había una buena posibilidad de
que me vomitara encima.
Ahora me encontraba sentaba en el estacionamiento de una farmacia, con
los nudillos doloridos por la fuerza con la que apretaba el volante. Miré fijamente
la entrada, incapaz de obligarme a salir del coche. Necesitaba hacerlo. Necesitaba
entrar y comprar una prueba de embarazo, porque una probaría que no estaba
embarazada y solo exageraba. El estrés podría hacer que tu período se retrasara.
Un montón de cosas podrían hacer que tu período se retrasara, no solo un óvulo
fertilizado.
Oh Dios mío, un óvulo fertilizado.
No tenía un óvulo fertilizado en mí.
Armándome de valor, tomé mi bolso del asiento del pasajero y caminé a la
farmacia con un único enfoque. Pasando los pasillos de maquillaje, me dirigí
directo a la sección donde a la mayoría de las mujeres no les gustaba quedarse,
pasando los tampones y toallas sanitarias, y un montón de otras cosas para las que
nunca entendí por qué necesitábamos tantas marcas diferentes, y me detuve frente
a un montón de cajas.
Mis ojos se ampliaron.
Santos no bebés, ¿por qué había tantísimas pruebas de embarazo? Me
paralicé mientras las escudriñaba. E.p.t. Clear Blue. Prueba de Ovulación, ¿qué
diablos? E.p.t. Early. ¿Por qué tantas? Mis manos temblaron cuando recogí una y la
volteé. Mi visión se desdibujó al leer la parte de atrás. No podía creer que estuviera
comprando una prueba de embarazo.
Nunca tuve que comprar una.
Esto no podía estar sucediendo.
Colocando la caja en su lugar, ciegamente recogí otra y la volteé. Los vellos
en la parte posterior de mi cuello se levantaron y mi estómago cayó hasta mis pies.
Eché un vistazo alrededor, pero no vi a nadie mirándome. Totalmente me estaba
volviendo loca.
Agarré otra caja, comencé a marcharme y luego di la vuelta, recogiendo
otras‖cajas.‖Por‖si‖acaso<‖experimentaba‖el‖error‖de‖usuario.
1
02

Mi cara ardía como si hubiera estado bajo una lámpara de calor mientras
llevaba mis compras al frente y una mujer delgada con profundas arrugas en el
rostro, alrededor de sus ojos y boca, esperaba.
Sus cejas se alzaron cuando dejé mi carga en el mostrador y me miró, con
una sonrisa irónica en sus labios cubiertos con lápiz labial morado descolorido.
Recogiendo una caja, ofreció una risita gutural. —Nunca puedes estar demasiado
segura sobre algunas cosas, ¿eh?
Quería esconderme bajo el cesto de dulces detrás de mí.
—No hay nada de qué avergonzarse, cariño. —Escaneó una prueba de
embarazo y luego la guardó en una bolsa—. La mayoría de la gente compra varias
cajas la primera vez.
¿Era tan obvio que esta era mi primera vez? Un segundo. ¿Atravesaba en
serio mi primera vez? Cuando las cajas entraron en la bolsa y me dio mi suma
total, me di cuenta, un poco entumecida, que si me hallaba preparada para ello o
no, esto realmente estaba sucediendo.
Podría estar embarazada.
Tan pronto como regresé a mi apartamento, puse la bolsa potencialmente
cambiante de vida en la encimera y entré en la cocina. Guardaba todos los
medicamentos, junto con mis pastillas anticonceptivas, en un armario. En cualquier
otro lugar, acabaría olvidándome de ellas.
Tomando una respiración profunda, abrí el envase de plástico púrpura,
alisando mis dedos sobre las filas de píldoras pequeñas. Conté y luego conté de
nuevo.‖Cerrando‖los‖ojos‖con‖fuerza,‖maldije.‖Las‖fechas‖que‖me‖perdí<
Eran fechas importantes.
Acercando de golpe el recipiente, lo puse de nuevo en su lugar y después
dejé caer mis codos en la encimera. Me froté las manos por la cara. Mis
pensamientos giraron en un círculo continuo hasta que uno principal se liberó. Si
yo<‖Si‖yo‖estaba‖lo‖que‖temía,‖¿tomar‖píldoras‖anticonceptivas‖después<‖después‖
de la concepción afectaba al bebé?
No lo sabía.
Francamente, sabía muy poco acerca de los pormenores del embarazo. Era
hija única. Nadie que conocía a mi edad, con excepción de Avery, había estado
embarazada. No era como si las mujeres nacieran con este conocimiento, y dudaba
que muchas madres decidieran pasar ese tipo de información hasta que fuera
necesario.
1
03

Tal vez conté mal las píldoras.


Levantando la cabeza, agarré el envase púrpura y volví a contar. Respirar se
sintió un poco difícil cuando finalmente me obligué a detenerme. No importaba
cuántas veces contara, el resultado final no iba a cambiar.
Pero incluso si mis píldoras omitidas ocurrieron durante un momento
épicamente‖malo,‖Nick‖usó‖un‖condón.‖Él<
En‖realidad,‖me‖sentí‖extraordinariamente<‖húmeda‖después‖de‖tener‖sexo.‖
Tanto que pensé que tenía que ver con no haber tenido nada de él en mucho
tiempo. ¿El condón pudo haberse roto y eso fue lo que sentí? Eso nunca me
ocurrió, así que existía una posibilidad de que no lo hubiera reconocido por lo que
era.
—Oh, Dios —susurré; mi voz sonaba increíblemente alta en el silencioso
apartamento. Alzando la mano, tiré de mi pelo, dejándolo caer sobre mis
hombros—. Oh. Dios.
Incapaz de permanecer quieta o sentada, caminé hacia donde dejé mi bolso
y rebusqué por mi teléfono. Mis dedos se cernieron sobre la pantalla. ¿A quién iba
a llamar? No me sentía cómoda llamando a mis amigos de casa, y de ninguna
manera iba a llamar a mi mamá acerca de esto, no cuando no tenía idea de lo que
pasaba.
Aferrando el teléfono a mi pecho, fui al sofá y me senté. Casi llamé a Roxy,
pero sabía que estaría pasando el rato con todo el mundo la mayor parte del día.
Pensé en llamar a Yasmine o Denise, pero perdí mis llamadas de Skype con ellas
dos la semana pasada, ¿y cómo les soltaría esto? ¿Y qué les diría? ¿Que compré un
millón de pruebas de embarazo después de enloquecer por lo que dijo Avery? Por
supuesto, tenía razones para estar enloqueciendo, pero aun así, sabía cómo parecía.
Puse el teléfono en el cojín a mi lado y cerré los ojos. No era así como
esperaba que fuera mi domingo perezoso. Sabía que necesitaba terminar con esto
de una vez por todas.
No me moví del sofá.
El resto de la tarde del domingo transcurrió de modo interminable mientras
reunía el coraje para abrir la primera caja. Parecía ser una prueba de embarazo
normal, común y corriente, con un signo más significando embarazada y un menos
significando aleluya. Definitivamente no existía error de usuario. Empecé a leer las
instrucciones y una risa ahogada se me escapó.
No inserte el palo de prueba en su vagina.
¿En serio esa era una instrucción que necesitaba darse a alguien?
1
04

Con cuidado abrí el paquete, saqué el palo y entré en el baño. Quité la tapa
púrpura y mi estómago se agitó.
Mi corazón palpitaba como si corriera cuesta arriba mientras hacía mi
asunto. Lo único que pensaba en mi cabeza era lo incómodo que era esto. De
verdad. Cuando terminé, volví a encajar la tapa y la coloqué suavemente en la
encimera de mi lavabo.
Entonces salí huyendo de mi cuarto de baño, como una velocista legítima,
salí corriendo del baño.
Paseando por la longitud de mi sala de estar, sabía que solo necesitaba
esperar dos minutos, pero dos minutos se convirtieron en cinco y cinco minutos se
convirtieron en diez. No me encontraba lista. Me pasé las manos por el pelo y
sacudí la cabeza. No estaba preparada para ver esto.
Pero, ¿y si mostraba un pequeño feliz signo negativo?
Pero, ¿y si hubiese un muy espantoso signo positivo?
Observé las cajas no utilizadas restantes en la encimera y seguí marcando un
camino en los pisos de madera. Siempre fui tan condenadamente cuidadosa en el
pasado. Nunca temí la posibilidad de quedar embarazada, y ahora que había una
posibilidad de que podía estarlo, no sabía qué hacer.
Nunca‖en‖mi‖vida‖me‖sentí‖tan<‖tan‖impotente
En realidad, no era cierto. Fue cuando tenía quince años y dos hombres en
uniformes prístinos y majestuosos llamaron a nuestra puerta. Cuando me
encontraba parada en la escalera y la sangre se drenó de la cara de mi madre
cuando los vio; me sentí impotente entonces.
Detestaba esa sensación, odiaba los recuerdos que arrastraba hasta la
superficie. Segundos cuando nuestras vidas enteras cambiaron, para nunca ser las
mismas. El aire salió de mí. Al detenerme delante de la televisión, me di cuenta de
que podría estar en la misma posición, de pie en ese borde muy afilado de cambio
monumental.
O simplemente podría estar enloqueciendo.
Pasaron unos cuarenta minutos desde que puse la prueba en el lavabo.
Necesitaba ir a verla. Acabar con esto, como sabía que tenía que hacer. No era
cobarde. Podría enfrentarme a esto, sin importar qué. Mordiéndome el labio
inferior, avancé por el pasillo y entré al baño. Mi reflejo en el espejo me dijo que
lucía tan fuera de control como me sentía. Mi cabello ahora por todo el lugar y mis
ojos amplios, pupilas dilatadas.
1
05

Lucía como si me persiguiera algún psicópata en una máscara de hockey.


Tensando los hombros, lentamente arrastré mi mirada lejos de mi reflejo y la
dirigí a la prueba de embarazo con punta blanca y púrpura.
Vi el resultado.
No pude no-ver el resultado.
Claro como el día, había un símbolo muy visible que solo podía significar
una cosa. Solamente. Una. Cosa.
Tal vez lo dejé esperar demasiado tiempo. O tal vez no debí ponerle la tapa.
Necesitaba realizar otra. Tenía dos más.
Apresurándome a la cocina, agarré otra caja. Era de más alta tecnología. No
solo te daba un sí o no, pero si era un sí, te daba una duración estimada del
embarazo. Sin embargo, no tuve que ir al baño. Corriendo al armario, cogí un vaso
y lo llené con agua, y cuando terminé con ese, bebí otro, luego otro, y luego esperé.
No pensaba, no hice nada más que forzar agua a bajar por mi garganta.
Menos de una hora después tomé la segunda prueba en el baño, hice mi asunto, y
luego la coloqué al lado de la primera.
No salí del baño esta vez.
Con el corazón en mi garganta, observé la prueba mientras mis manos se
apretaban y se relajaban a mis costados hasta que me mostró los resultados una
vez más.
Lo primero que noté fueron dos números con un guión entre ellos: 2-3.
Y encima de eso, una palabra.
Embarazada.
1
06

Traducido por Julie


Corregido por Miry GPE

Solo para comenzar el lunes con una bomba, me hice la tercera prueba de
embarazo esa mañana, y también dio positivo. Embarazada. Tres pruebas con el
mismo resultado, pero todavía había una partecita de mí que quería creer que hice
algo mal, que si no me lo confirmaba un médico, existía una posibilidad de que no
lo estuviera. Pero no era tonta ni tan ingenua. Sabía que cuando fuera a la cita de
mi médico la próxima semana, lo que las tres pruebas ya me dijeron y lo que
estuve experimentando la semana pasada confirmaría lo que ya sabía.
Y de acuerdo con la prueba muy cara, estaba dos o tres semanas por delante
de mi última ovulación. Lo que significaba que llevaba cerca de cuatro a cinco
semanas de embarazo. El momento era certero.
En realidad estaba embarazada.
Había un bollo en mi horno.
Me preñaron.

El lunes y martes en el trabajo pasaron conmigo en un aturdimiento


insensible. Ni siquiera sé cómo hice mi trabajo o cómo superé las interminables
insinuaciones y miradas asquerosas de Rick sin volverme loca.
Tenía los nervios de punta y me sentía mal del estómago cuando empaqué
el martes por la noche. En el momento en que apagué la computadora, mis
pensamientos de inmediato comenzaron a dar vueltas con lo que iba a hacer.
¿Debería ponerme en contacto con Nick? No tenía noticias suyas desde el pasado
miércoles. ¿Debía decirle a alguien lo que pasaba? ¿Lo necesitaba?
¿Iba‖a‖continuar‖con‖esto<‖con‖este‖embarazo?‖Y‖si‖lo‖hacía,‖¿cómo‖le‖diría‖a‖
mi nuevo jefe que en aproximadamente ocho meses necesitaría licencia de
maternidad? Mejor aún, cómo podría incluso criar a un niño con un ingreso del
1
07

que vivía cómodamente, aunque eso no funcionaría si incluyera el costo de cuidar


a un niño.
Inconsciente de incluso caminar al ascensor en el pasillo, después de apretar
el botón, me di cuenta de que no me hallaba sola. Miré a mi izquierda. Rick, una
mitad de los Gemelos Esteroides, estaba allí de pie. Apenas pude tragar el suspiro
de frustración mientras lo miraba. Sobre sus orejas había una calavera negra y sus
mejillas lucían más rojizas de lo normal. Como siempre, su mirada no se hallaba en
mi cara. Sino en mi pecho, lo cual era absurdo, porque entre mi chaquetón de
marinero y mi bufanda, era imposible que pudiera ver nada.
Dios, este era un mal momento para todo.
—¿Te vas? —preguntó.
Teniendo en cuenta que era el final del día y todo el mundo se iba, no estaba
muy segura de cómo la respuesta a esa pregunta no era obvia. —Me voy por hoy.
—Ajá —murmuró, con su mirada cayendo a mi área pélvica. Mis labios se
curvaron con desagrado—. Unos cuantos vamos a tomar bebidas. ¿Quieres unirte a
nosotros?
Esbocé una sonrisa tensa en mis labios. —Gracias, pero estoy muy cansada.
—Eres muy bonita. —Me miró lascivamente, y desvié la vista, apenas
resistiendo el impulso de rodar los ojos—. Y siempre estás cansada. ¿Segura que no
te ocurre nada?
Fruncí las cejas. ¡Oh!, cuánta razón tenía, y ni se lo imaginaba. —Estoy bien.
—Entonces, ¿por qué no vienes con nosotros? —insistió, y mi mano se
apretó en la correa de mi bolso—. ¿Qué? ¿Eres demasiado buena para salir y
divertirte un poco? ¿Tal vez estás demasiado tensa?
Exhalé en voz alta, mi paciencia se desgastaba mientras le mostré una
mirada fría. —Sí. Estoy muy tensa.
Por suerte, las puertas del ascensor se abrieron y entré antes de que pudiera
responder, buscando el botón para cerrar la puerta. Por supuesto, me di cuenta de
mi error de inmediato. Rick siguió, atrapando la puerta, y conecté mentalmente
una atrocidad de insultos.
En realidad sonreía. —Tienes actitud.
Le lancé una mirada sosa, sin ni siquiera dignificar eso con una respuesta.
Involucrarse con el perverso Rick era lo último que necesitaba enfrentar en este
momento. Gracias a Dios no había muchos pisos para bajar, y antes de que este
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08

enfrentamiento pudiera ir más lejos, el ascensor se sacudió hasta pararse. Las


puertas se abrieron.
Rick se plantó en la abertura, sonriendo y sin moverse.
Qué hijo de puta.
Con las manos apretadas en puños, me volví hacia un lado para evitar
tocarlo cuando pasé, pero al último momento dio un paso hacia un lado. Su torso
rozó mi estómago y mi cadera. Lo que sentí, lo que fue tan repugnantemente
obvio, me provocó un estremecimiento de asco.
Rick sonrió.
Eso fue todo.
Me detuve de espaldas al viento girando a través de los pilares de cemento
y de los coches estacionados. —No vuelvas a tocarme nunca más. Si lo haces,
estaré en la oficina del señor Browser más rápido de lo que puedas percibir.
Su sonrisa se desvaneció. —No te he tocado.
—Tonterías —espeté, con la mandíbula apretada—. Sabes lo que acabas de
hacer.
Rick salió del ascensor, y me mantuve firme cuando él entró en mi espacio,
con su cara tan ruborizada que me pregunté si iba a tener un derrame cerebral. —
¿Me estás amenazando?
—No. —Le sostuve la mirada aun cuando un bucle de inquietud se formó
en la boca de mi estómago—. Te estoy haciendo una promesa.
Se echó hacia atrás, con una mirada maliciosa bajo la luz baja. Seguí
mirándolo un momento más y luego me giré. Mi corazón palpitó con fuerza
mientras caminaba hacia mi coche y me hormigueaba la parte posterior de mi
cuello. ¿Me iba a seguir? No. Llegué a mi coche sin mayores molestias, y esperé y
recé para que él prestara atención a mi promesa y se alejara.
Ya había tratado con tipos como él. Chicos de fraternidad que no entendían
los límites personales. Chicos en el gimnasio que pensaban que todos los que
miraban en su dirección se hallaban interesados en ellos. Normalmente,
retrocedían al momento en que se daban cuenta de que no iban a intimidarte. Con
suerte, Rick entraba en ese grupo.
Cuando salí de la cochera, oí que me llegó un mensaje de texto. Como tenía
el teléfono en mi bolso, lo dejé allí. Las calles se encontraban repletas, y necesitaba
prestar atención para no embestir el auto de alguien.
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09

El viaje a casa fue tan molesto, pero esperado. Cuando entré por mi puerta,
el cielo era de un azul intenso, el sol ya casi desaparecido. Sacándome el abrigo, lo
puse sobre el respaldo de la silla de la cocina y coloqué mi bolso sobre la mesa.
Comencé a dirigirme a la nevera, pero recordé que había recibido un texto.
Volviendo a mi bolso, saqué mi teléfono y toqué el botón.
Mi corazón dio un vuelco en mi pecho. El mensaje era de Nick.
¿Estás preparada para la noche de juego?
Mi cerebro quedó vacío por un par de momentos. Miré el texto hasta que la
pantalla se volvió negra. Reece organizaba lo que supuse era una noche de juego
bimensual‖el‖miércoles,‖y‖Nick‖me‖invitó‖de‖nuevo,‖pero‖yo<
No me sentía de humor para ir allí y fingir que todo se hallaba bien, porque
no era así. Colocando mi mano libre contra mi vientre inferior, la sacudí. ¿Qué
hacía?
No podía ver a Nick en este momento sin dejar escapar lo que pasaba, y no
me hallaba preparada para esa conversación. Correcto o no, era la verdad. Aún no
me hice a la idea del hecho de que estaba embarazada, y ni siquiera podía empezar
a hablar con alguien más al respecto, menos con él, porque sabía que iba a ser una
conversación difícil.
Si era una conversación que iba a tener lugar.
No respondí al mensaje de Nick.
Y él no respondió.

Pasé por el resto de la semana sin tener un colapso mental cuando me di


cuenta que un par de pantalones que antes me quedaban sueltos ahora se sentían
un poco ajustados, lo que podría haber sido paranoia simple. El lado positivo fue
Rick. Parecía haber recibido el mensaje y no se acercó a mí desde aquel momento
asqueroso del ascensor.
Todavía no llegué a un acuerdo con lo que sucedía dentro de mí.
El viernes por la noche le mandé un mensaje de texto a Roxy para decirle
que no sería capaz de hacer el desayuno el domingo porque no estaría en la
ciudad, lo cual era cierto. El sábado por la mañana temprano salí de mi
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apartamento y conduje las tres horas a la casa de mi mamá. Ella me esperaba, pero
no sabía por qué iba para allá.
Necesitaba<‖ Necesitaba‖ a‖ mi‖ mam{,‖ y esta conversación que tenía que
tener con ella no podía hacerse por teléfono. Era imposible.
Mi mamá vivía en la misma casa en la que crecí y sabía que ella nunca
abandonaría la casa de dos pisos de estilo colonial en Red Hill, en Martinsburg.
Había demasiados recuerdos.
Era cerca de las once cuando ingresé en la entrada. El asfalto se hallaba roto,
como lo estuvo durante los últimos tres años. Mamá no paraba de decir que iba a
hacer que lo repararan, pero no vi que eso sucediera en un futuro próximo.
Tragando con dificultad, me senté en el coche, dejando que el motor
estuviera inactivo en tanto mi mirada recorría el frente de la casa. Una corona
otoñal colgaba de la puerta principal. Cuando era más joven, en la época cerca de
Halloween, ella solía poner esas calcomanías de fantasma y brujas en las ventanas
delanteras.
Pero ya no era una niñita.
Obviamente.
Apagué el encendido, agarré mi bolso y la bolsa para pasar la noche que
empaqué. Planeé quedarme esta noche. Salí al sol brillante, caminé por el sendero
oscurecido por los espesos arbustos de acebo.
La puerta se abrió antes de que llamara, y a pesar de la rápida ansiedad que
se acumuló en mi sistema, una amplia sonrisa se desató en mi rostro.
—Mamá.
Ella se encontraba parada en la puerta, sosteniendo una bola blanca y
marrón de absoluto terror que hacía todo lo posible con su fuerza de perrito para
bajarse. Alrededor de su cuello había una cadena de plata que no fue removida en
años. Las placas de identificación de mi padre. —Me preguntaba si ibas a entrar o a
sentarte afuera toda la mañana.
Riendo, entré y les di un abrazo de un brazo a ella y al perro, que calentaron
mi piel helada. —No estuve allí tanto tiempo.
Arqueó una ceja oscura mientras dejaba abajo al perro. —Ajá.
Dejando caer mi bolso y monedero en el suelo, me agaché y recogí el terrier
Jack Russell de mi madre, que nombró apropiadamente Loki. El perrito se retorció
en mis brazos mientras me bañaba la cara en besos durante unos tres segundos y
luego se sacudió en mis brazos hasta que lo volví a bajar.
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Loki se alejó por el vestíbulo y entró en la sala de estar antes de regresar a la


habitación. El perro corrió un círculo alrededor de mí y luego salió disparado por
el pasillo, regresando con un tigre de peluche naranja y negro en su mandíbula.
Sacudí la cabeza.
—Horneé tu favorito. —Mamá se dirigió a la cocina.
La seguí, inhalando el aroma familiar de manzana y canela que se
encontraba ligeramente sombreado por algo que me recordaba a la vainilla.
—¿Panqué?
Me miró por encima del hombro, guiñando un ojo. —Puedes apostarlo.
Mi estómago gruñó alegremente.
Mamá siempre caminaba con rapidez, como si no hubiera suficientes
minutos en un día, y ciertamente, cuando se movía por la casa, no parecía que
estuviera a unos pocos años de los cincuenta. Ella me tuvo y se casó joven, a la
edad de veinticuatro años. Pensando en que me trajo a casa el hecho de que yo
tenía‖veintitrés‖años‖y<
Mi boca se secó mientras apartaba el pensamiento de mi cabeza. Me parecía
a mi mamá. Sin embargo, su cabello negro era más corto, rozándole los hombros, y
había líneas más finas y delicadas en las esquinas de sus ojos azules y cerca de sus
labios. No era tan alta como yo, ya que mi altura era algo que heredé de mi padre,
pero mi madre era hermosa.
Y me enteré que tenía a los muchachos enfilados para estar con ella, tanto
más jóvenes como mayores, pero no salía con nadie, y yo sabía que nunca lo haría.
El tipo de amor que mis padres sintieron mutuamente desafiaba la realidad.
Un panqué se enfriaba en una rejilla cerca de la estufa, y prácticamente
podía sentir mi boca comenzando a hacerse agua mientras mamá recogía un
cuchillo. —¿Cómo estuvo el viaje? —preguntó, cortando el pastel—. ¿Tuviste algún
problema?
—No tan mal. —Me senté en la misma mesa de la cocina donde crecí
comiendo la cena—. Probablemente habría sido menos de tres horas si no me
hubiera atascado en el tráfico.
Mamá puso un plato delante de mí, junto con un tenedor. Un segundo
después apareció un vaso de leche y de repente fui lanzada de regreso a un
momento en el que tenía muy poco para preocuparme. Las lágrimas me quemaron
la parte posterior de la garganta, y parpadeé rápidamente mientras cortaba el
pastel.
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12

Se sentó a mi lado, con una taza de café en las manos. En un instante, Loki
saltó a su regazo. —Me sorprendió cuando dijiste que venías a casa. No esperaba
verte hasta el día de Acción de Gracias.
Con mi boca llena de mantequilla, levanté un hombro en un encogimiento.
Mamá me miró mientras sorbía su café, con cuidado de no molestar al perro
enroscado en su regazo. Mientras me concentraba en acabar con la torta, sabía que
mamá se daba cuenta de mis problemas con solo observarme. Ella podía leerme
como si tuviera todos mis secretos escritos en la frente. Sabía que ocurría algo, y yo
también sabía que no iba a andarse con rodeos, perdiendo el tiempo con una
conversación banal.
Y no lo hizo.
—Te ves muy cansada, cariño. —Bajó su taza—. No has dormido bien.
Dormir la semana pasada fue difícil. Me iba a la cama con mis pensamientos
en tantos lugares diferentes que me despertaba varias veces a lo largo de la noche,
mientras mi mente corría como si no hubiera estado dormida en absoluto.
—¿Es el trabajo? —preguntó.
Puse el tenedor en el plato vacío. —El trabajo va bien, perfecto en realidad.
Es un buen trabajo, y estoy feliz con él.
—Entonces, ¿qué pasa? —Los labios de mamá se curvaron ligeramente—. Sé
que pasa algo. En el momento en que me llamaste, lo supe. No vives en una zona
horaria diferente, pero un viaje de tres horas no es un paseo por el parque.
Tomando un trago de leche fría, me recosté en la silla. Levanté mi mirada y
mis ojos se encontraron con los suyos. —¿En serio me veo tan mal?
—No te ves mal, cariño, pero pareces cansada. —Hizo una pausa, su mano
ausentemente alisando la cima de la cabeza de Loki—. Y sonaste estresada cuando
me llamaste.
Tenía el estómago revuelto y no estaba segura de si se debía a las infames
náuseas matutinas o a los nervios, porque vine a ver a mi mamá para poder decirle
la verdad, para encontrar un sentido de calma y escuchar su consejo.
Probablemente iba a ser una de las bombas más grandes que dejaría caer sobre ella,
y me sentía enferma.
—¿Stephanie?
Estirando una mano temblorosa, me metí el pelo detrás de la oreja.
—Hay una razón por la que estoy aquí. No es que no quiera verte.
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13

Su sonrisa se volvió burlona. —Ajá.


—Pero‖necesito‖tu<‖consejo.‖—Podía sentir que mi labio inferior empezaba
a temblar—. Necesito tu ayuda.
Aspiró una respiración brusca. —Bueno. Ahora empiezo a asustarme un
poco.
Apreté las manos en mi regazo, porque también empezaba a asustarme un
poco. Bueno, temblaba por dentro, así que estaba aterrorizada. Miré mis nudillos
blancos y forcé a mis manos a relajarse. —Yo<‖Estoy‖embarazada.
Silencio.
Tanto era así, que se pudo oír el estornudo de un grillo.
Se extendió tanto tiempo que tuve que levantar la vista para ver su reacción,
y cuando lo hice, ella simplemente me miraba fijamente. Tenía los ojos muy
abiertos y los labios entreabiertos. La sangre se escurrió de su cara, y su mano se
calmó a lo largo de la espalda del perro.
—Metí la pata —susurré, cerca de las lágrimas—. Sé que lo he hecho.
Debería<‖ Bueno,‖ tuve‖ cuidado.‖ Él‖ también,‖ pero‖ no‖ me‖ tomé‖ las‖ píldoras‖ y‖ el‖
condón debe haberse roto. —Mis mejillas empezaron a calentarse, y aunque
siempre fui abierta con mi madre, se trataba de una conversación incómoda—. Me
hice tres pruebas —dije—. Las tres me dijeron que estaba embarazada, así que lo
sé<‖Sé que‖estoy‖embarazada.‖He‖estado‖con‖n{useas‖y‖cansada,‖y<‖Metí‖la‖pata.
—Oh, cariño. —Mamá reaccionó. Inclinándose, logró mantener a Loki en su
regazo mientras me apretaba el brazo con cariño—. No has metido la pata. Estar
embarazada no es un error.
Seguro que no sentía lo contrario. —Él no es mi novio —dije sin rodeos,
necesitando que sepa todo el cuadro—.‖Estuvimos‖juntos<‖una‖vez.
La comprensión se filtró en sus rasgos cuando entendió lo que decía.
Embarazada‖debido‖a‖una‖aventura‖de‖una‖noche.‖Tan<‖tan‖cliché.‖Parpadeó‖una‖
vez y luego dos veces. —Sucede —dijo lentamente, como si todavía procesara
todo. Su mano apretó mi brazo otra vez—. Más de lo que la gente se da cuenta,
sucede.
Sí, pero nunca pensé que me pasaría.
Últimas palabras famosas.
—Sabes que tu padre y yo no estábamos casados antes de que quedara
embarazada de ti —dijo después de un momento—. Las cosas no siempre salen
como estaban planeadas.
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14

Quise sonreír, porque sabía que trataba de hacerme sentir mejor acerca de
esto. —Pero ustedes estaban juntos, enamorados y...
—Y nada de eso es necesario para tener un bebé, cariño. Es lindo. Es lo que
todos esperamos, lo que esperé cuando se trataba de ti, pero no siempre es lo que
sucede.
Miré fijamente la superficie rasguñada de la mesa, con mi voz apenas
encima de un susurro cuando hablé. —Est{s<‖¿est{s‖decepcionada?
—Cariño, ¿por qué estaría decepcionada?
Una risa estrangulada se me escapó cuando me incliné hacia delante,
pasando mi dedo por los surcos de la mesa. —Um, tal vez porque tengo veintitrés
años‖y‖estoy‖embarazada<‖y‖soltera.
—Podría ser peor.
Arqueé una ceja.
—Podrías tener dieciséis años y esto podría estar pasando. O podrías estar
enferma en lugar de eso —dijo, con la mirada fija y seria—. Sabes, Stephanie, las
cosas podrían ser peores.
Pensé en el golpe en nuestra puerta hace nueve años. —Tienes razón.
Exhaló lentamente y luego me dio una palmadita en el brazo antes de
recoger su café. Tomó un enorme trago, y todo lo que podía pensar era que no
había suficiente cafeína en el mundo para hacer frente a esto. —¿Sabes lo que vas a
hacer?
Mi aliento se atascó en mi garganta. —Yo<‖No‖lo‖sé.
Hubo otra pausa. —Tienes opciones.
Cerré los ojos. La leche comenzó a cuajar en mi estómago. —Lo sé.
—¿Sabes de cuánto estás? —preguntó—. No puede ser tanto tiempo.
—Basado en una prueba y el tiempo, estoy de alrededor de cinco semanas.
—Abrí los ojos y respiré hondo.
Un poco del color volvió a su rostro. Su tono me dijo que se movía al modo
mamá-puede-ocuparse-de-esto. —Acerca de este tipo. ¿Sabe?
Sacudí la cabeza. —Acabo de enterarme el domingo pasado y necesitaba
hacerme a la idea primero.
Su mano volvió a alisar la espalda del perro. —¿Planeas decirle?
Mi boca se abrió, pero no tuve una respuesta.
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Apretó los labios y luego asintió lentamente. —Si decides no seguir con esto,
esa es en última instancia tu elección. De nadie más. Creo eso, pero también creo
que debes contarle al padre. Lo lamento, cariño. Eso es lo que siento.
El‖padre<
Dios, oír palabras como esa era como quedar impactada por un cable vivo.
Pero sabía en el fondo de mi corazón que personalmente no me sentiría bien
si no le decía a Nick. Si no le daba la oportunidad de saber al menos lo que pasaba,
de contar con su opinión. Al final, lo que él sentía podría o no influir en mi
decisión. No lo sabía, pero no creía que todos los demás tuvieran que sentir lo
mismo que yo. A cada cual lo suyo. No me correspondía decirlo, excepto cuando
se trataba de mí.
Y sabía que tenía que contárselo.
—Necesitamos más pastel para esta conversación. —Mamá despertó al
perro durmiente y lo colocó en el piso, donde Loki salió corriendo hacia el
recipiente de agua. Ella fue al mostrador y regresó con dos rebanadas enormes,
una para mí y otra para ella.
—Gracias —susurré, con mi garganta rasposa.
—Cariño —se acercó, acariciando mi mejilla—, este no es el fin del mundo.
Sí, es algo importante. Algo enorme, donde sin importar lo que decidas va a
permanecer contigo por mucho, mucho tiempo.
Un nudo se formó en mi garganta, cortando mis palabras.
—No importa lo que elijas, no importa la opción que decidas, te amaré y te
apoyaré de cualquier manera —declaró, y las lágrimas llenaron mis ojos
entonces—. Decides que no estás preparada para esto, estaré contigo si así lo
quieres. Y si decides que quieres seguir con esto y tener ese bebé, voy a ser una
abuela orgullosa; una tremenda abuela muy guapa.
Solté una risa temblorosa cuando una lágrima escapó y corrió por mi
mejilla.
Mamá cogió esa lágrima con su pulgar. —No importa qué, te amo y siempre
estaré orgullosa de ti.
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Traducido por Vane hearts


Corregido por Anakaren

Llegué a Plymouth Meeting a mediodía del domingo, y aunque seguía


enloqueciendo cada par de minutos, tenía una mejor comprensión de las cosas. Ir a
casa con mi madre fue lo más inteligente que pude hacer.
Escucharla y estar cerca de ella, pasar el sábado acurrucadas en el sofá
viendo películas y comiendo, me ayudó a mantener los pies en la tierra. Hablamos
al respecto, esa noche mientras‖tom{bamos‖helado,‖analizando‖las<‖las opciones
que tenía y sus repercusiones. No había ninguna duda en mi mente de que ella
hablaba en serio. Sin importar lo que decidiera o lo que pasara, me apoyaría.
Aunque cuando salí hace unas horas, me di cuenta que ella parecía tener
visiones de mamelucos bailando en su cabeza mientras se paraba en la puerta,
sosteniendo a Loki en sus brazos.
Mi apartamento se encontraba frío cuando entré. Llevé el bolso a mi cama,
lo dejé y luego me di la vuelta, dirigiéndome hacia el termostato en el pasillo. Lo
subí y luego comí el sándwich de jamón que compré en el camino de regreso.
Cuando era cerca de la una, agarré mi teléfono y lo llevé al sofá conmigo.
Me imaginaba que Nick trabajó anoche y esperaba que no estuviera a punto de
despertarlo con mi mensaje. Por supuesto, podría llamarlo, pero eso me parecería
raro, ya que ninguno de los dos había llamado antes, y podía imaginarlo
presionando hasta que le dijera lo que pasaba por teléfono.
Oye, ¿estás despierto?
Me estremecí después de enviar el texto, porque Oye no se encontraba a la
altura de las noticas que estaba a punto de entregarle. Un puñado de momentos
pasaron antes de que tuviera una respuesta.
Pensé que ya no te gustaba.
Tenía que estar hablando del hecho de que ignoré su último mensaje. Me
encontraba a punto de responder, pero me ganó.
He estado viviendo en este oscuro, oscuro lugar.
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Levanté las cejas.


Otro mensaje apareció. Sin comer. Sin dormir.
—¿Qué demo<? —susurré.
Demasiado triste. Me afeité la cabeza.
Hubo una pausa. Estoy bromeando.
Se me escapó una risa sorprendida.
Y probablemente todo eso fue espeluznante, ¿verdad? Sí, estoy despierto.
¿Qué pasa?
A pesar de todo, sonreí mientras negaba‖con‖la‖cabeza.‖Él‖era<‖Nick‖sería‖
un problema. Finalmente le envié un mensaje. ¿Hay alguna manera de que pueda
verte hoy? Hice una pausa y luego añadí: Es importante.
Pasaron varios momentos antes de que tuviera una respuesta. Por supuesto.
¿Puedo estar allí alrededor de las tres?
Le envié un mensaje de texto haciéndole saber que estaba bien, y las dos
horas siguientes se llenaron de un caminar ansioso. Cuando llamó a mi puerta, a
las tres y media, casi me desmayé. Me apresuré a la puerta, abriéndola.
Ver a Nick después de casi dos semanas fue como mirarlo por primera vez.
El cabello oscuro le rozaba la frente, los extremos se encrespaban ligeramente. Su
cabello creció, me di cuenta. Aquellos ojos verdes eran cálidos y curiosos mientras
se deslizaban por mi cara, y su sonrisa era torcida. La camiseta térmica blanca que
llevaba se extendía sobre sus amplios hombros, y cuando mi mirada bajó, pude ver
su pecho definido. Debía tener un infierno de plan de entrenamiento, pero no sabía
muy bien cómo se mantenía en forma.
Estaba‖embarazada‖de<‖su hijo, y apenas lo conocía.
Dios, eso era como sumergir tu cara en agua helada.
—Hola —dijo, entrando—. Lamento llegar tarde. Hubo un accidente. Tomó
un tiempo evitarlo.
—Está bien. —Cerré la puerta, ignorando mi corazón acelerado—. ¿Te
gustaría algo para beber?
Me miró fijamente con curiosidad. —Por supuesto. ¿Qué tienes?
—Um. Refresco. Jugo de naranja. —Fui a la nevera, deseando tener algo más
fuerte para que bebiera—. Té dulce.
—Eso funcionará.
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Busqué un vaso, tratando de actuar normal. —¿Trabajaste anoche?


—Sí. —Sin mirarlo, supe que se hallaba justo fuera de la cocina,
observándome—. Salí a la una. En este momento, sólo trabajo de jueves a sábado.
—¿Son suficientes horas? —Lo miré, y desearía no haber preguntado eso.
Por otra parte, era algo necesario—. Quiero decir, Roxy trabaja cuatro días allí,
¿no? Turnos de diez horas.
—Lo hace. —Tomó el vaso y me miró—. Sólo necesito trabajar esos días por
el momento.
¿Qué significaba eso? Sabía que Roxy hacía dinero decente al ser barman,
pero también hacía diseño gráfico y ese tipo de cosas.
¿Cuánto dinero ganaba Nick si solo necesitaba trabajar tres días? O tal vez
no necesitaba trabajar mucho porque todavía podía vivir en casa con sus padres,
por lo que sabía.
Oh, mierda. ¿Y si todavía vivía en casa?
Recordé que me dijo que tenía un título universitario, así que ¿por qué
trabajaba en un bar, sólo tres días a la semana? Dios, tenía tantas preguntas.
—¿Me llamaste para hablar de mis horas en el bar? —preguntó, con una
sonrisa torcida.
—No.‖Yo<‖—Me aclaré la garganta mientras lo pasaba y caminaba hacia el
sofá, tratando de aclarar mis pensamientos. Me siguió, sentándose en el borde—.
Esa no es la razón por la que te pedí que vinieras.
Levantó las cejas ligeramente mientras bebía un sorbo de su té. —Tengo que
admitirlo, la anticipación me está matando.
Pasé las manos por mis muslos vestidos de mezclilla para evitar que
temblaran. Pensé que la mejor manera de decírselo sería como arrancar una
bandita. Hacerlo rápido y lo más indoloro posible. Mi garganta se apretó. —No sé
cómo decirte esto. —Haciendo una pausa, lo miré. Su sonrisa despreocupada
pareció titubear—.‖Estoy<‖estoy embarazada.
Ahí. Lo dije.
La sonrisa desapareció de su rostro y me miró fijamente como si hubiera
hablado en un idioma completamente diferente. Vi su mano contraerse alrededor
del vaso. No habló, pero ya que dejé salir las palabras más importantes, colgaban
ahí, como si me hubieran sacado un tapón de la garganta.
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19

—De acuerdo con las pruebas que me hice, tengo cerca de cinco semanas de
embarazo, lo que tiene sentido en cuanto al tiempo —continué de prisa—. Tengo
una cita médica el jueves, al mediodía, y supongo que confirmarán lo que ya sé.
La boca de Nick se movió unos segundos, pero no hubo sonidos inmediatos.
—Usé un condón. —Estas cuatro palabras fueron dichas roncamente—. Siempre
uso un condón.
Los músculos de mi espalda se pusieron rígidos, ya que algo que nunca
pensé se me ocurrió. ¿Y si no creía que él era el padre? Después de todo ¿qué
certeza podía tener, considerando la forma en que estuvimos juntos? Mi corazón
comenzó a golpear. —Lo sé, pero el condón tuvo que haberse roto, y volviendo
atr{s,‖se‖sintió<‖diferente‖después.‖No‖he‖estado‖con‖nadie‖m{s‖desde‖ti‖y‖pasaron‖
como seis meses antes de ti. Tomo píldoras anticonceptivas, pero cuando me
preparaba para mudarme, me salté unas cuantas —dije—. No le presté atención,
como no estuve con nadie‖hasta<‖hasta‖ti.
Nick apartó la vista mientras colocaba su vaso casi lleno en la mesita de
centro. —¿Estás segura de que estás embarazada?
—Me hice tres pruebas de embarazo. —Esperé que me preguntara si me
hallaba segura de que era el padre. Esa pregunta dolería, pero la esperaba, y
realmente no podía culparlo por ello.
—Oh, mierda. —Se puso en pie, pasándose una mano por el pelo—. Oh,
mierda.
—Eso prácticamente lo resume todo.
Nick me miró, sus pupilas se dilataron y luego apartó la vista. Caminó hacia
la puerta, y por un momento mi corazón se detuvo. Pensé que se iba, pero se dio la
vuelta. Caminando. Caminaba de un lado al otro. —¿Hace cuánto tiempo lo sabes?
¿Es por eso que no me regresaste el mensaje la semana pasada?
Su pregunta me pilló desprevenida. —Me hice las pruebas el domingo
pasado, hace una semana. No respondí tu mensaje,‖ porque‖ yo<‖ bueno,
honestamente, aún no me lo creía. No sabía qué decirte.
Me miró, con los labios fruncidos. —Deberías haberme dicho en el momento
que lo supiste.
Me sobresalté. De todas las cosas que esperaba que dijera, esa no era una.
—Primero tenía que hablar con mi mamá.
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20

Nick parpadeó, obviamente sorprendido. Abrió la boca y luego sacudió un


poco la cabeza. Alzando su mano, frotó la palma sobre su pecho. Esperaba que no
tuviera un ataque al corazón. Se sentía como que yo podría tener uno.
—Lo siento —dije, porque no sabía qué más decir.
Se dio la vuelta y echó la cabeza hacia atrás, con las manos en sus caderas.
—Muy bien. No esperaba esto. Necesito un momento.
Comprensible. Levanté mis piernas, acercándolas a mi pecho mientras
descansaba mi barbilla en mis rodillas. Tenía una idea de lo que debía estar
pensando. Mucha confusión y conmoción, imaginé. Todavía estaba asombrada y lo
sabía desde hacía una semana.
—¿Estás bien? —preguntó de repente, regresando rápidamente a mi lado.
Me quedé quieta, sorprendida, mientras se sentaba en el sofá—. Por eso te
encontrabas enferma la semana pasada, ¿no? ¿Cómo te sientes ahora?
Aturdida, todo lo que pude hacer fue parpadear hacia él.
—Las mujeres embarazadas se enferman por la mañana, ¿verdad? ¿Por eso
estabas enferma?
Salí del trance. —Creo que sí, pero no fue grave. Viene y desaparece durante
todo el día.
Me miró un momento y luego miró al suelo. —Realmente estás embarazada.
No sonaba como una pregunta, así que no respondí.
—Voy<‖voy a tener un hijo. —La sorpresa remarcaba su tono y me alegró
que ya estuviera sentado—. Oh, guau.‖ Yo‖ no<‖ sé‖ qué‖ decir<‖ espera.‖ —Se giró
hacia mí—. Espera. Me estoy adelantando. ¿Quieres a este bebé?
Todo mi cuerpo se tensó y mi garganta se cerró mientras mi pulso se
disparaba, haciendo que mi estómago se revolviera.
—Porque yo sí —dijo, con la mirada fija en la mía—. Creamos a este bebé,
¿verdad? Así que lo quiero. No has dicho si lo haces o no, o lo que planeas.
Sentí que mi mandíbula se aflojaba. Ninguna palabra llegó a la punta de mi
lengua. No sabía qué decir. El shock se apoderó de mí y me dejó aturdida. ¿Nick
quería a este bebé? No esperaba eso. Oh no. Esperaba protestas y mucha sorpresa,
tanto así que ni siquiera llegaríamos a tener esta conversación hoy. Pensé que iba a
tener que buscar su trasero después de que corriera por las colinas, gritando.
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21

Su mirada se aclaró. —Supongo que ya has decidido si planeas mantener al


bebé, porque ¿por qué me lo habrías dicho? Podrías haber<‖ podrías haberlo
manejado sin que yo lo supiera jamás.
—No podría hacer eso sin hablar contigo. —Mi boca se sentía seca, y aparté
la vista. Todo‖parecía‖tan<‖tan‖real,‖lo cual era estúpido, porque todo era real.
—¿Entonces no lo has decidido? —Se puso de pie de un salto y su mano
volvió a pasar por su pelo. Pasó un momento—. ¿Incluso quieres hijos? —Se le
escapó una risa ahogada—. Mierda. Escúchanos.
Cerré los ojos. —Lo sé.
—¿Lo sabes? —insistió.
—Sí. Quiero niños. —Forcé a que mis ojos se abrieran justo a tiempo para
ver un parpadeo de alivio cruzando su rostro—. Pero pensé que tenía tiempo y me
casaría‖primero.‖O‖al‖menos<
—¿Estarías enamorada? ¿Saliendo con alguien?
Parpadeé y luego susurré—: Sí.
Las facciones de Nick se suavizaron antes de bajar su barbilla. Sus hombros
se levantaron con una respiración profunda. —Puedo cuidar de este bebé; puedo
cuidarte, Stephanie.
Santo cielo.
Mis ojos se agrandaron, y juré que mi corazón podría haber vacilado un
latido. —No‖necesito‖que‖me‖cuides,‖Nick.‖Eso‖no‖es<
—Sé que no es por eso que me dijiste y no quise decirlo de ese modo. Sé que
probablemente no piensas‖muy‖bien‖de‖mí<
—¿Qué? —Mis cejas se alzaron—. Eso no es cierto.
Continuó como si no me hubiera oído. —<‖siendo que soy un barman, pero
puedo apoyarte a ti y a este bebé. Lo haré. Eso no es algo de lo que tengas que
preocuparte.
—¿Cómo podría no hacerlo? —La pregunta se me escapó antes de que
pudiera detenerla.
—Confía en mí —dijo con seriedad.
Mi estómago se agitó. Pedía una gran confianza, pero al final, si podía o no
ayudar a mantener a este niño no iba a determinar si me quedaba con este bebé.
Nick se hallaba en lo correcto antes, pero todavía no me preparaba para su
voluntad de hacer esto.
1
22

Nick realmente quería a este bebé.


Un nudo se formó en mi garganta mientras las emociones se arremolinaban
violentamente en mí interior. Normalmente era tan controlada, pero todo lo que
pasaba derribó mis defensas. Incapaz de sentarme, me levanté, y antes de darme
cuenta me encontraba en la cocina, una mano en el borde del mostrador y la otra
tirando del cuello de mi camiseta. Se sentía caliente aquí. Tal vez no debería haber
subido tanto la calefacción.
—¿Estás bien? —Nick se hallaba cerca.
—Sí. —Me aclaré la garganta—. No pensaba quedarme embarazada.
Obviamente. Y esto no podría haber sucedido en un peor momento, y me siento
como la mierda por decir eso, pero acabo de comenzar un nuevo trabajo y hay
tanto que quiero hacer, que planeé hacer, antes de tener un hijo. Quería viajar.
Quería ser estable. —Bueno, el resto de lo que quería era del conocimiento de
todos—.‖Y‖yo<
Una mano se posó suavemente en mi hombro, dándome la vuelta. Tragué
mientras levantaba la mirada. Ojos verdes quedaron fijos en los míos. —¿Y qué? —
preguntó Nick.
—No planeé esto —repetí mientras mi corazón latía—. Pero lo‖ quiero<‖
quiero a este bebé.
Algo que no podía leer atravesó por sus ojos mientras envolvía su mano
alrededor de mi muñeca, apartando los dedos de mi camiseta. —Entonces estamos
en la misma página.
—Lo estamos —susurré cuando mi mirada cayó hacia donde aún sostenía
mi muñeca—.‖Esto<‖esto no va a ser fácil, Nick.
—No hay nada acerca de lo que está ocurriendo que vaya a ser fácil. No
tenías hermanos, ¿verdad? —Cuando negué con la cabeza, una sonrisa irónica
apareció—. Yo tampoco. ¿Alguna experiencia con bebés?
Mi corazón hacía ese horrible golpeteo de nuevo. —Nop.
—Yo tampoco.
—Oh, vaya.
Nick se rió, y no podía creer que pudiera reír ahora mismo. —No puede ser
tan difícil.
—Voy a tener que estar completamente en desacuerdo con eso —dije
irónicamente.
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23

—Lo averiguaremos. —Sus ojos buscaron los míos cuando levanté la


mirada—. Lo haremos. Tú y yo, juntos. Podemos hacer esto.
Juntos.
Esa palabra hizo que mi corazón se apretara. Juntos. Además de mi mamá y
mis amigos, ¿alguna vez me aproximé a alguien m{s< con un chico? No desde la
secundaria, y realmente no podía contar eso como un ejemplo.
Mis pensamientos seguían girando y el nudo se alojaba en mi garganta,
rehusándose a marcharse. Mi vida planeada cambió de curso en una de las
maneras más importantes. No tenía idea de qué esperar ahora, ni en una semana o
un mes a partir de ahora, especialmente no en un año a partir de ahora.
Todo cambió, y me sentía<
—Tengo miedo —susurré mientras mi pecho se apretaba.
Nick no respondió. No vocalmente. La mano en mi hombro se deslizó hasta
mi nuca mientras soltaba mi otra mano. Sin decir una palabra, me arrastró contra
su pecho y sus brazos me rodearon. Me puse rígida en su agarre, e inhalé
profundamente. Olía fresco, como la primavera, y cuando dejó caer su barbilla en
la cima de mi cabeza, cerré los ojos para contener las lágrimas.
Pero no sólo temía tener un bebé. Dios, lo que más me asustada era no estar
segura de si sería una buena madre, si podría criar a un niño, por lo que el miedo
que se arremolinaba en mí como una nube oscura y polvorienta era doble.
Porque mientras estaba allí, tiesa y torpe, con los brazos a los costados, en el
abrazo de Nick, era difícil, demasiado difícil, mirarlo objetivamente. Separar la
situación en la que nos hallábamos y cómo eso me hacía sentir por él, y lo que
existió entre nosotros antes de descubrir que estaba embarazada.
La comprensión era difícil de tragar, pero me obligué a reconocer lo que
sentía cada vez que alguien mencionaba su nombre, esa sensación en mi pecho y
estómago, el desconcertante y desconocido sentido de la anticipación que siempre
lo acompañaba. Obviamente nos sentíamos muy atraídos el uno al otro en un nivel
puro, visceral, pero también recordé las palabras de Nick la noche que vino a
disculparse.
Él deseaba que fuéramos diferentes.
¿Significaba eso que deseaba algo más? Pero quiso tratar de ser mi amigo,
algo que aparentemente nunca hizo antes. ¿Y cómo me sentía? ¿Podría sentir más
por él?
1
24

Cuando su mano subió lentamente por mi espalda en un gesto suave y


reconfortante, sentí que mi corazón se disparaba en respuesta. Sí, podría hacerlo<‖
podría sentir más.
Tal‖vez<‖tal vez era esto. Tal vez esta atracción, la química a fuego lento, se
transformaría en algo mucho más profundo. Tal vez él era<‖el‖indicado.
Los segundos pasaron y mis músculos se aflojaron lentamente.
Tentativamente, levanté las manos y las puse en su cintura. El abrazo no era
perfecto, pero cuando apoyé la mejilla contra su pecho, no sabía si alguno de
nosotros era capaz de lo perfecto ahora o si importaba. Éramos prácticamente
extraños, con nuestros propios problemas y pasados, nos creímos responsables,
sólo para descubrir que la vida tenía planes completamente diferentes, que
ninguno de nosotros previó.
Y el abrazo podría no parecer una gran cosa, pero fue un comienzo, un
comienzo de nuestros futuros vinculados.
1
25

Traducido por Umiangel


Corregido por Naaati

—Me gustaría un filete, término medio< —Cambié mi mirada del menú a


la joven camarera. ¿No debería comer alimentos más cocinados ahora que me
encontraba embarazada? No tenía idea. Necesitaba consultarle a Google.
Suspirando, cerré el menú. Seguridad sobre el sabor—. Mejor bien cocido.
—¿Es así como normalmente comes tu filete? —preguntó Nick mientras la
camarera se alejaba.
Negué con la cabeza. —Normalmente lo pido término medio, pero no estoy
segura si debo comer carne así ahora.
Sentado frente a mí, agarró su vaso de agua. —Tal vez necesitamos
conseguir un manual o algo así.
—Creo que sí. —Sonriendo, jugueteé con el borde de la tela que se
encontraba enrollada alrededor de los cubiertos—. Hay varios que podemos leer.
Después del tiempo más incómodo de la historia, Nick me preguntó si tenía
hambre. En lugar de explicar que acababa de comer, decidí aceptar porque
necesitábamos hablar. Media hora más tarde terminamos en Outback, no
demasiado lejos de Mona’s.
—Dijiste que tenías una cita con el médico, ¿verdad? —preguntó—. ¿Es esta
semana? Quiero ir contigo.
Por centésima vez hoy, me asombré. Me acomodé en la cabina. —No tienes
que<
—Sé que no lo tengo que hacer. —Nick frunció su ceño, y maldita sea,
incluso con su ceño fruncido, era sorprendentemente guapo—. Pero quiero
hacerlo.
Algo se calentó en mi pecho, pero lo ignoré. —Es sólo un médico general.
Confirmará mi embarazo y me dirá que necesito ver a un Ginecólogo-Obstetra.
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26

—Entonces, ¿por qué no seguir adelante y hacer la cita? —Su mirada era
firme, minuciosa—. ¿Por qué ir a un médico general cuando sabes lo que van a
decir?
Maldita sea. Tenía razón.
—Tengo un buen punto, ¿no?
Mis ojos se estrecharon. —¿Puedes leer mentes?
—No —dijo riendo—. Sólo soy lógico.
—Lo que sea. —Suspiré—. Bueno. Puedo hacer una cita con un Ginecólogo-
Obstetra mañana. Espero encontrar uno.
Sonrió brevemente. —Tengo disponibilidad cuando lo necesites. Me dejas
saber. Puedo llevarte o encontrarte allí.
—De acuerdo. —Doblando los brazos sobre mi estómago, levanté mi mirada
y lo encontré observándome—. ¿Se lo dirás a tu familia?
La línea de su mandíbula se endureció. —No.
Su respuesta fue rápida y cortante a la vez. —Está bien.
Se inclinó, apoyando sus brazos sobre la mesa. —No lo dije de ese modo. No
tengo familia cercana, nadie que se preocupe.
Ladeé la cabeza. —¿Qué significa eso?
Apoyó la barbilla en su mano y sus dedos rozaron su boca bien formada. —
No soy cercano a mi familia. Ni siquiera sé si todavía viven por aquí. ¿Vas a
contarle a Roxy?
Sabiendo que cambió el tema a propósito, luché por dejarlo ir. Las cosas
eran nuevas para nosotros y nuestros pasos eran vacilantes. Si no quería divulgar
esa información en este momento, bien, pero lo tendría que hacer eventualmente.
—No lo había pensado. ¿Y tú?
—Iba a dejar eso en tus manos, pero no creo que sea algo que puedas
mantener en secreto por mucho tiempo —razonó—. Tendré que avisarle a Jax en
caso de necesitar tiempo libre o algo así, pero él lo mantendrá en secreto.
—Se lo podría decir a Calla. Quiero decir, están juntos y se cuentan todo.
Entonces, si lo sabe, hay muchas posibilidades de que se le escape. —Me mordí el
labio—. Sin embargo, no tiene que ser ahora mismo.
Asintió. —No hay que decir nada en este momento, pero ¿qué pasa con tu
trabajo? ¿Cómo crees que lo van a tomar?
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27

—Um. —Dejé caer la barbilla entre mis manos—. Ni siquiera lo quiero


pensar y no tengo ni idea de cómo van reaccionar. Supongo que todavía tengo
tiempo.
Nick levantó una ceja oscura. —No creo que quieras dejar caer la bomba de
embarazo unos meses antes de que entres en labor de parto.
—Lo sé, pero apenas tengo un mes, así que hay tiempo. —Arrugué mi nariz
cuando levantó ambas cejas—. Y realmente no necesito decirles por un buen
tiempo, ¿verdad? No es como si estuviera aplazando lo inevitable.
—Uhm.
Mis ojos se estrecharon de nuevo. —¿Qué significa eso?
—Nada. —Hubo una breve pausa—. No aplazas lo inevitable. No tienes que
informales aún. Quiero decir, creo que las mujeres esperan un tiempo, pero no me
pareces de ese tipo. Pareces ser de las que enfrentan las cosas.
—Obviamente no me conoces bien. —Inmediatamente, reconocí la
arrogancia en mi tono.
Nick bajó los dedos de su boca, revelando una media sonrisa. —Eso es lo
que hacemos, ¿no? Conocernos.
Se sentía como si estuviéramos raspando la superficie del otro sin
profundizar lo suficiente. —Lo necesitamos. —Suavicé mi tono.
—Estoy de acuerdo. —De repente, estiró su brazo sobre la mesa. Su mano
agarró mi mejilla, y me detuve, contuve mi respiración mientras acariciaba mi
barbilla—. Tenías una pelusa.
Mi pulso revoloteó. —¿En serio?
—Sí. —Bajó su mirada, protegiendo sus ojos—. Ahora no.
—Bien —susurré, el revoloteo se extendió—. ¿Buscas más pelusas?
Nick se rió entre dientes, el sonido me provocó escalofríos. —Quizá. —Su
voz cambió, deslizándose sobre mi piel como agua tibia—. Las pelusas son
pequeñas bestias difíciles. Pero creo que debería hacer una búsqueda más
minuciosa. —Sus labios se curvaron completamente mientras apartaba la mano—.
Sólo para asegurarme de que no tengas pelusas en ninguna área importante.
Sonreí. —Eres tan servicial.
—Eso espero. —Ladeó la cabeza, la luz tenue acentuó sus pómulos—. De
todos modos. Debemos entendernos. Estaremos atascados juntos, por<‖ bueno,‖
para siempre.
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28

Una oleada de calidez sensual inundó mi piel ante su burla. Luego lo


reemplazó un dolor amargo que no comprendí completamente, mi boca
inmediatamente formó palabras. —Supongo que necesitas empezar a comprar
mejores condones, ¿no?
Su sonrisa se torció en algo irónico. —Supongo que necesitas prestar más
atención a tomar tus pastillas, ¿no?
Touché.
Ambos teníamos buenos puntos allí.
—Mira. Necesitamos hacer que esto funcione. —Se apretó contra el asiento,
sus ojos fríos en comparación a lo anterior—. Y culparnos el uno al otro, no nos
hará ningún favor. Hay mucho que tenemos que descubrir, muchas cosas
importantes, como el cuidado de los niños, cómo lo vamos a criar, el dinero que
necesitaremos. No estoy seguro de los aspectos legales involucrados en todo esto,
pero hay resolverlo.
El calor volvió a extenderse, y deseé salir a tomar aire, dejando que el viento
frío relajara mi cuerpo.‖ Asentí,‖ pero‖ no‖ pude‖ sacar‖ la‖ palabra‖ “atascados”‖ de‖ mi‖
cabeza. Encontrarse atrapado con alguien no aludía a nada más profundo. ¿Qué
diablos pensaba antes, cuando Nick me abrazó? De alguna manera, creí que
empezaríamos a preocuparnos el uno del otro, tal vez incluso<‖ amarnos de la
manera en que siempre esperé amar a alguien.
Era una maldita idiota.
Nosotros tuvimos sexo. Ahora nos ocupábamos de las consecuencias. Las
emociones no se encontraban involucradas en esto. Nop. De ningún modo.
Apartó su mirada, un músculo tembló en su mandíbula. La comida llegó,
pero mi estómago se sentía pesado.
Bueno, ese nuevo comienzo no se sentía demasiado brillante ahora.

La pila de carpetas se tambaleó en mis brazos mientras recorría los


cubículos el lunes por la tarde. El manual de recursos humanos ya había sido
reestructurado, pero ahora se necesitaban nuevas carpetas, debido a razones que no
conocía. El olor químico del plástico puso sensible mi estómago, me encontraba
1
29

medio tentada a botarlos en el almacén, pero una vez más, había razones por las
que no sería un comportamiento aceptable.
Los apilé en un estante del centro, luego alisé mi blusa. Un olor diferente
dominó al químico, algo demasiado almizclado. Girándome, estuve a punto de
vomitar y comencé a temblar como un niño de dos años.
Rick se hallaba de pie en la puerta, su rostro enrojecido y sus ojos maliciosos
con una vista muy desagradable. Era la fuente del aroma nuevo que revolvió mi
estómago. Algunos días olía como si se hubiese bañado en colonia. Me sonrió.
Suspiré.
Hoy no era un buen día.
Mi estado de ánimo de mierda comenzó en la mañana cuando traté de
ponerme una falda lápiz muy linda. La subí por mis muslos y caderas, pero
cuando traté de cerrarla, me apretó el estómago y rompí las costuras.
Luego, después de experimentar el primer asunto del embarazo con el
fracaso de vestimenta a primera hora de la mañana, mi estómago no fue un
campista feliz en todo el trayecto al trabajo. No tuve la precaución de comprobar lo
que utilizaba la gente embarazada para lidiar con las náuseas, por lo que tuve que
sufrir hasta llegar a casa. La paranoia no me permitió investigar en Google
mientras me encontraba en el trabajo.
Mi estómago parecía burbujear con bilis, no pude comer mucho en el
almuerzo, lo que me hizo pasar hambre y enojarme al mismo tiempo. Pero esa no
fue la principal fuente de descontento durante el almuerzo. Me escondí en el auto,
para llamar a Ginecólogos-Obstetras, y querido Dios en el cielo, ¿se hallaba todo el
condado con mujeres embarazadas y en necesidad de un médico para bebés? Tuve
que hacer seis llamadas diferentes para encontrar un médico que me pudiera
atender en la segunda semana de noviembre.
¡La segunda semana de noviembre!
Santa mierda, según mis cálculos, me encontraría cerca de ocho semanas de
embarazo para entonces. ¡Ocho semanas! Eso eran dos meses y algunos cambios de
repuesto. ¿Qué diablos haría entre ahora y ese entonces?
Había muchas cosas que podía arruinar en dos meses y medio.
Pero hice la cita, y aunque la cena con Nick la noche anterior fue cuesta
abajo tan rápido como un apocalipsis zombie, le envié un mensaje de texto con la
fecha y la hora que programé mi primera cita.
Sin respuesta.
1
30

Ni una maldita respuesta.


Ah, pero quería participar y teníamos que estar juntos en esto, porque nos
encontrábamos atascados, pero ese mensaje de texto fue hace tres horas, y ¿todavía
no respondía? Empezamos muy bien.
Por supuesto, sabía que podría estar ocupado, pero mi maldito día fue
simplemente una mierda y la lógica no haría nada más que enojarme.
Y ahora tenía a Rick mirándome como el imbécil que era.
Caminé hacia la puerta, planeando darle un puñetazo en las bolas si no se
movía del camino o si se rozaba contra mí otra vez, pero cuando me acerqué, dio
un paso a un lado. No dijo nada mientras pasaba por delante, contuve mi
respiración para no ahogarme con su colonia. Sólo se quedó allí, como un
pervertido, mirándome fijamente.
Cerdo asqueroso.
Me acerqué al escritorio cuando la puerta de Marcus se abrió, sacudiendo
los bordes. Mis ojos se agrandaron mientras me detenía bruscamente. Andrew
Lima salió corriendo de la oficina, llevando su trasero a las puertas principales.
Marcus se encontraba justo detrás. La hija de Andrew, la tranquila Jillian, salió
disparada.
—¿Qué pasó? —pregunté, mi mano acariciaba mi estómago por alguna
razón desconocida.
Cuando quité mi mano, el gesto pasó desapercibido. El rostro de Jillian
parecía pálido mientras se apresuraba en salir. —Es Brock —dijo, sus ojos oscuros
brillaban con lágrimas—. Fue herido.
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31

Traducido por Gesi & florbarbero


Corregido por Naaati

Casi nadie habló de otra cosa el resto del día en el trabajo. Todo el mundo se
encontraba impresionado con lo que ocurrió abajo en uno de los campos de
entrenamiento. Por lo que pude entender de los chicos que entraban y salían de mi
oficina, Brock entrenaba a uno de los nuevos luchadores, un chico joven con un
gran potencial en el campo de las artes marciales mixtas.
Nadie sabía exactamente cómo ocurrió la lesión, pero parecía que Brock
mostraba al hombre más joven movimientos de inmovilización. Algo salió mal, y él
terminó de espalda, agarrando su pecho. Dijo que sintió un crujido, y aunque no
sabía mucho sobre las lesiones relacionadas al MMA, eso no sonaba bien.
Y no lo había sido.
Para el momento en que comenzamos a cerrar el edificio, Marcus regresó y
las noticias fueron horribles. Brock sufrió una ruptura del tendón de su pectoral
mayor, un desgarro en el músculo interior que rodeaba la pared torácica. El
desgarro era tan severo que el músculo se separó del hueso y fue llevado
rápidamente a cirugía para repararlo.‖ En‖ pocos‖ segundos,‖ Brock‖ “la‖ Bestia”‖
Mitchell sufrió lo que algunos temían fuera una lesión que pondría fin a su carrera.
Horrorizada, no supe que decir. No lo conocía mucho, pero era deprimente
escuchar que su futuro podría haber cambiado irrevocablemente. El malestar
persistió más allá del momento en que llegué a casa y me cambié a un par de
cómodos y cálidos pantalones de yoga. Roxy pasó a saludar, y le conté sobre Brock.
Parecía tan triste como todos los demás.
Cuando se fue para ir al lugar de Reece, hablé con Yasmine por Skype
durante un par de minutos sobre nada en particular antes de que se inclinara hacia
su pantalla, sus cejas levantadas con preocupación.
—¿Cómo estás en realidad, Steph? —preguntó, su voz sonando distante en
la conexión de Skype.
Apreté la almohada más cerca de mi pecho mientras la miraba de regreso.
—Estoy bien. Como dije.
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32

Ladeó su cabeza. —Sin embargo, te ves realmente cansada.


Cielos. Mis labios se fruncieron. —¿Me veo como un desastre caliente o algo
así?
—Un poco —contestó.
—Gracias.
Me dio una enorme sonrisa, levantando sus pómulos bronceados. —No
quise decir nada. Simplemente pareces cansada.
Las palabras: Estoy embarazada se formaron en la punta de mi lengua, pero
no pude hacer que esas palabras salieran. No tenía idea de lo que pensaría
Yasmine. Dudaba que fueran los típicos gritos de emoción que salieron de Roxy
cuando escuchó que Avery se encontraba embarazada. Probablemente soltaría un
montón‖ de‖ “santa‖ mierda”‖ y‖ parecidos.‖ Una‖ pesadez‖ se‖ estableció‖ en‖ mi‖ pecho.‖
Rápidamente cambié de tema, preguntando sobre Atlanta.
Una vez que terminé la llamada, agarré un aperitivo y luego me dejé caer en
el sofá, masticando galletas saladas mientras caía por el hoyo de conejo conocido
como BuzzFeed2.
Unos minutos después de las nueve, mi teléfono vibró con un mensaje. Mi
mano se congeló a mitad de camino hacia mi boca, y una galleta naranja cayó a mi
pecho mientras mi mirada se movía hasta donde descansaba mi teléfono en el
brazo del sillón.
Era de Nick.
Está bien. Estaré allí.
¿Eso era todo? ¿Casi nueve horas después y esa era su respuesta? Mi mano
se apretó alrededor del teléfono. Quería enviarle un mensaje de texto exigiéndole
saber porque le tomó tanto tiempo contestar, pero ese no era mi estilo. O al menos
nunca lo había sido, ¿pero ahora lo era?
Saqué la galleta de mi pecho y la metí en mi boca, masticando la pobre cosa
como si fuera un lobo con un hueso. Todo lo que quería hacer era apoyar mi cara
en una almohada y gritar.
Gritar tantas palabras con M que los oídos de todo el condominio se
llenaran de ampollas.

2Es una empresa de medios de comunicación de Internet centrada en el seguimiento del contenido
viral.
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33

Era un poco dramático.


¿Qué estaba mal conmigo? ¿Hormonas? ¿No se ponían las mujeres un poco
emocionales? Eso sonaba como una buena excusa para cualquiera, pero ¿sucedía
tan rápido?
El martes y miércoles fueron nublosos y tristes, igualando mi estado de
ánimo y los de la Academia Lima. Brock salió de cirugía y tendría la mano en un
cabestrillo por al menos seis semanas. Era demasiado pronto para decir si iba a
sanar completamente y podría regresar, o el resultado sería el que todos temían.
No había visto a Andrew o a su hija desde el lunes, pero imaginé que ambos
se sentían angustiados, por razones muy diferentes. Brock era esencial para el éxito
de Lima, pero no podía olvidar la forma en que Jillian lo miraba. A pesar de que se
iba, claramente estaba enamorada de Brock.
Nick me volvió a enviar un mensaje de texto el martes, en algún momento
de la tarde,‖pero‖no‖le‖respondí,‖porque<‖bueno,‖no‖tenía‖una‖buena razón. Una
gran parte de mi sabía que era infantil, y honestamente, este era el momento para
actuar de forma madura, pero no podía reunir la energía suficiente para
importarme.
Cuando llegué a casa el miércoles, inmediatamente me puse unos
pantalones de pijama de franela y un suéter holgado, luego hablé con mi mamá.
Me felicitó por haberle contado a Nick, y mientras intentaba mantener la calma en
el teléfono, podía decir que la emocionaba que en unos ocho meses sería abuela.
Eran cerca de las siete y media cuando terminé la llamada, y me encontré
mirando la riqueza de aperitivos en mi despensa. Había hecho un viaje muy
necesario al supermercado el lunes después del trabajo, abasteciéndome de
alimentos que descubrí a través de un sitio web muy confuso y abrumador sobre
futuras madres.
Huevos, salmón, vegetales, frutas y verduras coloridas, porque
aparentemente había una diferencia. ¡No frutas de colores aburridos para las
mujeres embarazadas! Patatas dulces, yogur griego y finalmente, carnes magras.
Me gustaban las carnes grasosas, porque prefería las cosas que tenían buen
sabor.
También recogí vitaminas prenatales de un tamaño gigantesco y medicina
de ácido fólico. Según lo que investigué, no mucho se aprobaba para las futuras
madres; la medicina para la acidez se podía usar, pensé que tal vez ayudaría con
las náuseas. No iba a tomarlo ahora, ya que la enfermedad era manejable, pero era
bueno tenerlo a mano.
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34

¿Galletas saladas o papas fritas? Eso era lo que debatía cuando hubo un
golpe en mi puerta.
Me giré lentamente mientras mi corazón daba una voltereta. Un momento
pasó y luego me acerqué a la puerta. Aunque mi parte intuitiva sabía quién era,
igualmente comprobé. Era Nick. Mordiéndome el labio, le eché un vistazo a mi
ropa y suspiré. Mis pantalones eran al menos dos tallas más grandes y mi suéter
desgastado no era algo que alguna vez usaría en público. Una gran parte de mi
estómago era visible, y aunque no había cambios notables, deseé tener tiempo para
correr‖a‖cambiarme<
Bueno, espera. ¿Por qué me importaba como me veía o lo que pensaba? Me
sentía furiosa con Nick. Y podría verme peor. Podría tener galletas en mi pecho o
algo así. Abrí la puerta, lista para exigir saber porque me vino a ver.
Antes de que pudiera abrir la boca, Nick entró directamente, como si tuviera
todo el derecho del mundo a entrar. Tenía un casco bajo su brazo y una chaqueta
de cuero desgastada se extendía sobre su amplio pecho.
—Así que, ¿aun tienes una motocicleta? —dije bruscamente, y hombre, esa
era una pregunta estúpida.
Apoyó su casco en la mesa de cocina. —Sí, la tengo. —Frunció el ceño—.
Tengo un auto y una motocicleta. La lluvia se detuvo, así que decidí montar la
motocicleta.
—Pero, ¿no hace frío en la moto?
Se encogió de hombros. —Te acostumbras. —Hubo una pausa mientras esa
mirada verde clara se deslizaba sobre mi cara—. Voy a tener que ponerte en la
parte trasera de mi moto y llevarte a dar un paseo.
Un escalofrío descendió por mi espalda. Esas palabras goteaban con un
significado más pesado. Doblando los brazos a través de mi estómago, bajé la
mirada, aterrizándola en el casco. —¿Qué haces aquí, Nick?
El silencio saludó a mi pregunta, me forcé a mirarlo. Su mirada se afiló
mientras miraba fijamente hacia mí, su mandíbula una línea dura. Cuando habló,
su voz era cortante. —No puedo creer que me preguntes eso.
Quería señalar por qué la había hecho, pero las razones no eran muy
buenas. Podía reconocer eso ahora.
—Así que, ¿supongo que es por eso que no respondiste mi mensaje el lunes?
—dijo, poniendo las manos en sus caderas—. Hice algo para molestarte. No sé
exactamente qué, así que, ¿serías tan amable de hacerme saber lo que hice?
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35

Mi irritación regresó, pero mayormente dirigida a mí misma. Lo que


realmente me molestaba, lo que no tuve el valor de señalar, fue lo que dijo en la
cena del domingo por la‖ noche.‖ Que‖ nos‖ encontr{bamos‖ “atascados”‖ juntos.‖ Esa‖
era la fuente de mi frustración, porque provocó un dolor sordo en el centro de mi
pecho. Pero decirle a Nick eso sería el equivalente a desnudarse y hacerle un baile.
—Supongo que me sentía molesta por cuanto te tomó responder mi mensaje
el lunes. —Apreté mis ojos, odiándome por incluso decir eso en voz alta, porque
era parcialmente verdad—. Solo pensé que tú< um, responderías más rápido.
Cuando abrí los ojos, él tenía una mirada de duda en su expresión, pero
también había diversión. Apreté los labios. ¿Qué demonios le pareció gracioso
sobre esto? Se sacó la chaqueta de cuero y la colocó en el respaldo de una silla.
Supongo que se iba a quedar. —Tienes razón —dijo.
Miré alrededor de la habitación. —¿La tengo?
Caminó hacia mí y me callé, insegura de lo que haría. Era tan malditamente
impredecible, y me sorprendió cuando tomó mi mano. Entrelazando sus dedos con
los míos, me alejó de la entrada. Mi corazón hizo una voltereta, porque por un
segundo pensé que me llevaba de nuevo por el pasillo hacia la cama, y mientras mi
cabeza decía que eso era una mala idea, mi cuerpo prácticamente explotaba con
una ráfaga de hormonas gritando: Demonios, sí.
Pero no era allí a donde me guiaba. Me dirigió al sofá y luego se sentó,
llevándome con él, por lo que me senté a su lado, mi muslo presionado contra el
suyo, y dado que mi cabeza chapoteaba felizmente en la cuneta, el contacto envió
una oleada de calor por mi interior.
Necesitaba controlarme.
Bajé la vista de sus hermosos ojos al área debajo de su cinturón.
Realmente necesitaba controlarme.
O tener sexo.
—¿En qué estás pensando? —preguntó Nick.
—¿Huh? —Mi mirada volvió a su cara—. Nada.
Ladeó ligeramente la cabeza. —Sí, no te creo. Tu cara se enrojeció
repentinamente‖y‖tus‖ojos‖est{n‖desenfocados< espera, ¿te sientes bien? Es‖el<
—Estoy bien. —No es como si fuera a decirle que me encontraba caliente.
Liberé mi mano y la metí entre mis rodillas—.‖Así‖que<‖¿qué pasa? —Sin mirarlo,
podía sentir su mirada, y era esa mirada intensamente excitante que te hacía sentir
como si estuviera viendo justo a través de ti.
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36

—Me decías por qué no respondiste mis mensajes. Debí responder antes.
Sorprendida, lo miré bruscamente. —¿Lo dices de verdad?
Ignoró esa pregunta. —Pero también debiste tener las pelotas suficientes
para llamarme de inmediato. Podríamos haber lidiado con eso en ese momento en
vez de cocinarlo durante dos días y hacer que le preguntara a Roxy ayer si estabas
muerta.
—¿Qué? —Me aparté—. ¿Le preguntaste a Roxy si estaba muerta?
Una expresión testaruda se estableció en sus facciones. —Bueno, no dije esas
palabras exactamente, pero la vi en el bar esta tarde y le pregunté si sabía algo de
ti. Mi punto es que deberías haber tenido las pelotas para llamarme.
—No tengo pelotas —dije sarcásticamente. Lo loco era que en cualquier otra
situación habría llamado a su culo inmediatamente. No lo habría dejado pasar.
Un lado de su labio se curvó. —Entonces deberías haber tenido los óvulos
fertilizados para llamarme inmediatamente.
Me estremecí. Y una risa se me escapó. —¿Los óvulos fertilizados?
Su sonrisa se extendió. —Esa es la siguiente mejor cosa después de las
pelotas.
—Oh, Dios mío. —Golpeé las manos sobre mi cara mientras me reía—. Eso
suena mal de todas las formas, Nick. Tan mal.
—Sí, tienes razón. Suena raro. —Se rió mientras bajaba mis manos.
Me ruboricé y retorcí incómodamente. —Tienes razón —dije—. Debería
haber dicho algo o preguntado, o al menos haber respondido. Fue infantil, y
normalmente no soy así. Supongo que estoy<
—¿Estresada? —suministró gentilmente, empujando mi pierna con la suya.
Asentí. —Sí, pero esa no es realmente una excusa.
—Había una razón por la que no me puse en contacto contigo hasta después
de la noche del lunes. Estuve cuidando a mi abuelo. —La declaración me sacudió.
Nick miraba fijamente hacia delante, todo el humor anterior desapareció de su
llamativo perfil.
—¿Qué? —susurré.
Su garganta se movió antes de hablar—:‖Mi‖abuelo<‖su nombre es Job. —
Sus labios llenos se curvaron en una breve sonrisa—. Sé que es un nombre extraño.
Mi familia es Romana. Probablemente nos conozcas por otro término. Gitana.
Aunque a la mayoría de nosotros no nos gusta ese nombre. Para nada.
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37

Guau, mi suposición de que tenía una descendencia hispana era totalmente


acertada. ¿De verdad era romano? Por alguna extraña razón, me encontraba
absolutamente fascinada por esto, probablemente porque nunca había conocido a
uno. Había algunos romanos que vivían cerca de Martinsburg, de acuerdo a uno
de esos reality de televisión, pero nunca los había visto. De cualquier forma, este
no era el momento para hacer cientos de preguntas sobre su herencia y hacerlas
sería completamente ignorante.
—Y antes de que preguntes, mi familia ha estado establecida en esta área
por años. Fui a una escuela pública y no crecí en una caravana de casas rodantes —
continuó, frunciendo sus cejas oscuras—. Sé que hay un montón de estereotipos
sobre nuestra cultura, pero la mayoría no son verdaderos o son completamente
romantizados.
Ahora me sentía completamente estúpida por tener ideas preconcebidas,
pero nunca pensé menos de los gitanos, romanos, ni nada. —Soy media cubana —
dije.
Me miró, sus cejas levantadas.
—Bueno, mi abuelo creció en Cuba. Llegó a América cuando era un
adolescente —expliqué, encogiéndome de hombros—. De todos modos, sólo pensé
que< te lo diría.
La sonrisa que se formó en sus labios era pequeña, pero genuina. —Es
bueno saberlo. —Hizo una pausa—. Mi abuelo se encuentra muy enfermo, y no
hay nadie cercano para cuidarlo, así que yo lo hago. Vivimos juntos para que
alguien pueda estar cuidándolo la mayor parte del día. Hay una enfermera de
atención en el hogar que se queda en las noches, para darme un descanso y
también cuando trabajo.
Quedé aturdida mientras lo escuchaba. No tenía idea de nada de esto, pero
recordé algo de lo que Reece dijo esa noche en su casa. Fue su respuesta a Nick
diciendo que tenía mucho tiempo libre. Reece dijo que eso era una mierda, y ahora
sabía la razón.
—Tiene Alzheimer —explicó Nick.
Oh, no. Mi corazón se apretó en simpatía con su dolor.
—Ha sido bastante grave este último año, pero no siempre fue de esa forma.
Hubo semanas donde nadie sabría que algo andaba mal. ¿Sabes? Sólo tenía
momentos de confusión. A veces repetía algo que había dicho una hora antes, y
luego aparecería con la camisa‖ abotonada‖ incorrectamente<‖ pequeñas cosas.
Después todo cambió, pero la enfermedad es de esa forma. Progresa, tiene estos
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38

episodios donde necesito estar presente. Se estresa bastante cuando no reconoce a


la enfermera. Demonios, la mayoría del tiempo no me reconoce.
Cerré los ojos.
—Pero generalmente, se encuentra cómodo a mí alrededor. Tal vez algo
dentro de suyo sabe que soy su sangre. Los doctores no creen que ese sea el caso,
pero lo que sea. —Dejó salir un suspiro cansado—. Pero cuando se estresa, toma
mucho tiempo calmarlo. A veces puede ponerse< violento. No quiere hacerlo.
Creo que solo se confunde y se asusta. De cualquier forma, lanza cosas, y aunque
la enfermera es paciente y comprensiva, no se siente bien dejarla para que lidie con
todo sola. El lunes dejé mi teléfono en el auto, y honestamente ni siquiera lo
recordé‖hasta‖la‖noche,‖y‖para‖entonces<
Estuvo demasiado estresado para preocuparse por mi mensaje. Dios, quería
abofetearme a mí misma en la cara, y la única razón por la que no lo hice fue por el
sentimiento de orgullo que me atravesó. Nick era increíble, realmente era un
rompecabezas que no podía resolver. Cualquier concepción que tenía era
superficial. Cuidar de su abuelo enfermo era algo que la mayoría de la gente no
haría. Ser un cuidador, incluso cuando tenías ayuda profesional, no era un paseo
por el parque. Sabía que a veces podía ser tan estresante como ser el enfermo. El
hecho de que a los veintiséis, y durante tantos años, Nick hubiera cuidado de su
abuelo, me sorprendió enormemente.
Cambiaba la forma en que lo veía.
Me enorgullecía de él.
Estirándome, coloqué mi mano en su brazo. —Lo siento tanto, Nick.
Su mirada bajó hacia donde apoyé mi mano. —No te lo dije para que me
tuvieras lástima.
—Lo sé. —Tragué contra el repentino nudo en mi garganta—. No te tengo
lástima. Sólo me siento mal de que tú y tu abuelo tengan que pasar por esto. No
tengo ninguna experiencia personal con eso, pero sé cuan duro puede ser el
Alzheimer. Estoy<‖estoy orgullosa de ti.
Nick me miró con sorpresa. No habló.
—Un montón de gente lo habría colocado en una instalación. Tú no lo
hiciste.
—Puede que llegue hasta ese punto —dijo, su voz baja.
Apreté su brazo. —Y si lo hace, no será porque no lo cuidaste lo suficiente.
Creo que sabes eso.
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39

Su mirada quedó fija en la mía y la sostuvo. —Sí.


Algo se me ocurrió. —¿Es por eso que eres barman? Mencionaste tener un
título, ¿pero ser camarero te permite elegir tus horarios?
—Parcialmente. —Se inclinó contra el sofá, causando que mi mano se
deslizara a la suya. La dejó allí.
—¿Se encuentra mejor? —pregunté.
Asintió. —Por ahora.
Presionando mis labios, aparté mi mano. —Siento tanto que tengas que
pasar por esto.
No respondió enseguida. —¿Cómo te has sentido? ¿Sigues con náuseas?
El cambio de tema fue comprensible. —No es tan malo. Aprendí que puedo
tomar medicamentos antiácidos si se pone demasiado malo y eso puede ayudar.
En general, ya me siento normal. —Arrugué la nariz—. Bueno, podría estar un
poco más emocional de lo normal.
Nick sonrió. —Nah.
Rodé mis ojos.
—Lindo cabello. —Levantó la mano y tiró del borde de una de mis trenzas.
Alejé su mano de un golpe y gruñí. —Lo que sea.
—Es lindo. —Su mirada era brillante y suave—. Eres como Pippi
Calzaslargas.
Entrecerré los ojos. —¿Cómo demonios sabes sobre Pippi Calzaslargas? Eso
es de como décadas atrás.
—Sé cosas. Cosas importantes. —Sonrió—. Además, eres como una versión
sexy de Pippi Calzaslargas.
Levanté las cejas. —Oh. Guau.
—Pero me gusta más tu suéter —agregó, su mirada cayendo.
—Creo que te gusta el hecho de que puedes ver algo de piel —corregí.
—Me tienes. —Mordiendo su labio inferior, se sentó derecho—. ¿Puedo
hacer algo?
Arqueé una ceja. —Uh, ¿seguro?
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40

Se giró para enfrentarme, y cuando su mano se movió hacia mi estómago,


me di cuenta que probablemente debí preguntar qué quería hacer antes de darle
permiso. Un segundo después su palma aterrizó en mi estómago.
Con un fuerte suspiro, me enderecé. Mis ojos se ampliaron. Su mano era
grande, casi cubriendo el ancho de mi estómago, su palma se sentía cálida. Sentí el
toque todo el camino hasta mi espalda.
Se inclinó, tan cerca que sentí su aliento contra mi mejilla. —Sé que no
puedo sentir nada, sólo quería poner mi mano allí.
—¿Por qué? —Me sentí un poco mareada, como si hubiera terminado un
juego de contener la respiración.
—Me hace sentir cerca del bebé.
Oh Dios.
Oh hombre.
Tomé una respiración profunda, la sensación cálida y difusa se extendía a
través de mí, y eso no fue todo. Él quería estar cerca del bebé. Su mano se movió
ligeramente, sus dedos rozando el borde de mi sudadera.
—Está justo aquí —continuó—. Una parte de ti. Una parte de mí. No
importa cómo llegamos a esto, es bastante sorprendente.
Mis ovarios podría haber explotado.
Sus pestañas se elevaron. —¿No te parece?
—Sí —dije en voz baja y luego dije más fuerte—: Sí.
Los labios de Nick rozaron la curva de mi mejilla, me estremecí una y luego
dos veces. ¿Cuándo se acercó tanto? Mi respiración se entrecortó mientras mi
corazón latía en mi pecho. Si giraba su cabeza uno o dos centímetros a la izquierda,
su boca estaría sobre la mía. La anticipación creció, se mezcló con la confusión.
¿Por qué quería que me besara? Está bien. Había varias razones por las que me
gustaría su beso. Montones y montones de razones, pero ¿cuál era la suya?
Su palma continuaba presionada contra mi estómago y sus labios en algún
lugar en las proximidades de mi mandíbula, y recordé su casi beso. Aquel que
colocó en la esquina de mi boca la primera noche. De pronto, sus besos era todo en
lo que podía pensar. ¿Cómo se sentirían sus labios contra los míos? ¿Serían duros o
blandos? Probablemente un poco de ambos. Si besaba como follaba, sería el tipo de
beso que cambiaría para siempre la forma en que vería los besos del pasado y el
futuro.
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La cabeza de Nick cayó un poco y el rastrojo de barba en su mandíbula se


arrastró a través de mi barbilla. Contuve un jadeo mientras el calor se extendía. La
palma de su mano se deslizó de mi estómago, difundiendo las llamas mientras
envolvía su mano alrededor de mi cadera. Presionó su frente contra mi hombro y
su cálido aliento me hizo cosquillas en el cuello.
Los sonidos provenientes de Nick, sonidos puramente masculinos y
primitivos hacían cosas locas con mis nervios. Mi corazón latía con fuerza cuando
levantó su cabeza un poco, y entonces sentí sus labios sobre el punto sensible que
había encima del pulso. Los músculos en mi vientre se tensaron. Bésame. Bésame de
verdad. Bésame. Esas palabras fueron repetidas mientras continuaba levantando su
cabeza.
Nick se alejó, y no me besó, pero cuando levanté la vista, sabía que su mente
se encontraba en sintonía con la mía. Su pecho subía y bajaba, me miraba
severamente. Al bajar la vista, no escondió el bulto en sus vaqueros.
Santo infierno<
—Entonces, ¿qué haces en la noche? —preguntó, su voz era profunda y
ronca.
—No tenía ningún plan. —Me lamí los labios—. ¿Vas a casa de Reece?
Negó con la cabeza. —No vine por él. Vine a verte a ti.
Eso me gustó. —Sólo iba a ver una película y comer algo de galletas saladas.
De acuerdo. Una gran cantidad de galletas. Tal vez algunas papas fritas.
Una sonrisa torcida apareció en sus labios. Era contagiosa, y me sentí formar
una sonrisa en respuesta. —Bueno, ¿por qué no escoges una película y me dices
dónde están las galletas y las papas fritas? Vamos a ver una película.
Deseaba que ver una película fuera una palabra clave para que nos
desnudáramos, pero cuando escogí algo en lo que pensé que le interesaría —la
película 300— y regresó con una gran cantidad de aperitivos, solo hicimos lo que
había dicho.
Sentados uno al lado del otro, vimos todos esos abdominales atravesando la
pantalla, o al menos a eso le presté atención. Recordé todos los chicos con los que
había salido e incluso al tipo con el que salí en la escuela secundaria, y no podía
recordar un momento en el que me encontrara viendo una película con un chico y
comiendo comida chatarra, cuando no quería nada más que cabalgarlo y hacer
cosas interesantes.
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42

Por lo general no me sentaba y veía películas con un chico con el que quería
hacer cosas sucias. Esta fue una primera vez para mí, y me gustó. No. No sólo me
gustó. Realmente lo disfruté.
El calor de Nick se filtraba y me empapaba. Una vez que dejé de meter
comida en mi boca, me apoyé a su lado. No fue a propósito. No era algo que me
notara, pero en algún momento, todo mi lado derecho se presionó contra su lado
izquierdo y su brazo izquierdo cayó a lo largo del respaldo del sofá.
Se sentía correcto.
Eventualmente, mis párpados se volvieron demasiado pesados para
mantenerlos abiertos. Luché contra la calma del sueño, porque en serio, no
necesitaba dormirme sobre Nick, pero no sirvió. Acurrucada, más cómoda de lo
que podría recordar alguna vez, entré en un sueño tranquilo.
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43

Traducido por Beatrix


Corregido por Daliam

Me sentía cálida, no demasiado, pero el calor tostado agudizó mi


consciencia. Era lenta en despertarme y las telarañas del sueño permanecían
incluso mientras pestañeaba. Mis cejas se fruncieron mientras miraba la televisión.
Tenía el volumen bajo, pero me di cuenta que era algo de información de un raro
comercial. Una luz débil se filtraba por la ventana.
¿Qué demo<?
Fue el momento en que me di cuenta que no me encontraba sola. Mi aliento
se atascó en mi garganta mientras mi entorno empezaba a tener sentido.
Acurrucado a mi lado, mi espalda se encontraba presionada contra la fuente de
todo el duro calor.
Nick.
Oh Dios mío, recordé quedarme dormida en el sofá, pero en esos momentos
antes de haberme tumbado, sinceramente no pensé que él se quedaría. Abrí los
ojos mientras hacía un balance de la situación. El cuerpo de Nick se curvaba
alrededor del mío, y sabía que podría no ser la posición más cómoda para dormir.
Era un tipo alto, y este sofá era estrecho.
Pero se encontraba aquí, su mano no descansaba en mi cadera, sino en lo
bajo de mi vientre. En la pálida luz del amanecer, me quedé mirando su mano en
una extraña especie de maravilla. ¿Colocó su mano allí a propósito? Era un gesto
de protección, un gesto masculino. ¿O lo hizo mientras dormía?
De cualquier manera, me provocó algo. Un hormigueo me atravesó desde
donde apoyaba su mano y se extendió bajo una onda cálida de escalofríos.
También formó un nudo en mi pecho y garganta. Como cuando preguntó si podía
sentir mi estómago anoche, me sentí‖ muy‖ sorprendida‖ y‖ mi< todo mi ser se
movió. Combinando todo con lo que me dijo de su abuelo, comenzaba a ver quién
era Nick en realidad. Algunas de las piezas que faltaban fueron apareciendo y
encajando en su lugar. No todas, pero algunas.
Mientras miraba su mano, llegué a una conclusión muy importante. Nick
sería un gran padre. No sabía mucho sobre él, pero en base a lo que hizo y sacrificó
1
44

por su abuelo, no tenía ninguna duda de que se acercaría a la paternidad de la


misma manera. Por no hablar que nada de lo que hacía para cuidar a su abuelo lo
veía como un sacrificio.‖Era<‖era‖una‖buena‖persona,‖una‖gran‖persona.
La tensión que se instaló en mis hombros cuando descubrí que estaba
embarazada comenzó a apartarse lentamente. Era como un despertar. Sin importar
lo‖que‖pasó‖entre‖Nick‖y‖yo,‖él‖estaría‖allí‖para‖nuestro<‖para nuestro hijo. No me
encontraba sola en esto.
Pero mientras lo miraba, también me di cuenta que no quería que fuera sólo
el padre de nuestro hijo. Quería encontrar el resto de los pedazos del
rompecabezas y armarlo, quería saber lo que se sentía ser besada por él, y quería
saber lo que se sentía‖en‖realidad< hacer el amor con él. Esta repentina necesidad
iba más allá de lo físico.
Quería que significara más para mí.
Quería significar más para él.
Sí, el embarazo era lo que realmente nos volvía a juntar, pero no tenía por
qué ser la única razón.
Con cuidado, me moví así me encontraba de espaldas. Su mano se quedó
dónde estaba, extendida a lo ancho de mi estómago, el peso reconfortante. El
momento pasó y el pulgar se movió en un círculo lento, un círculo muy lento y
preciso, justo debajo de mi ombligo.
Nick se encontraba despierto.
Levanté la barbilla, y mi mirada se cruzó con un somnoliento ojo verde. Mi
pulso se disparó cuando el pulgar continuó moviéndose, ahora en un medio
círculo. Respiré hondo mientras mi cuerpo comenzaba a despertar y ponerse en
marcha ante la cercanía. Mis pezones se irguieron, luchando contra las suaves
copas de mi sujetador. Con cada respiración que daba, la excitación creía y me
volvía dolorosamente consciente de ello.
—Buenos días —dijo Nick, su voz áspera por el sueño.
Repetí el saludo, pero apenas lo oí. Me hallaba demasiado ocupada
mirándolo. Una débil sombra cubría su mandíbula. Su cabello era un desastre
despeinado, los extremos cortos levantados en todas las direcciones, y la leve
sonrisa en su rostro le daba un aspecto bastante juvenil.
Apartando mis pensamientos, me enfoqué en algo que decir y entonces
declaré lo obvio. —Me quedé dormida.
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45

—Lo hiciste. —El humor llenó sus ojos mientras giraba la cabeza de lado a
lado.
—Te quedaste.
Su mirada se deslizó lentamente por mi cara mientras se acomodaba. —Lo
hice. Te sentías demasiado cálida y acogedora para irme. ¿Estás molesta por eso?
—No. —Todo lo contrario—. No era mi intención quedarme dormida.
—No me importa. Me gustó.
Mi corazón comenzó a hacer este pequeño baile. —Pero ¿qué pasa con tu
abuelo?
—Le envié un mensaje a la enfermera. Ella se quedó. Supongo que
necesitaba las horas extra, porque parecía feliz por eso.
Bajé la mirada. —Espero que no te costara mucho.
—No lo hizo.
Eso no podía ser del todo cierto. Las enfermeras privadas tenían que cobrar
un ojo de la cara, pero me sentía feliz de que se quedara. Muy satisfecha.
—Por cierto —dijo, arrastrando las palabras—. Roncas.
Mis ojos se abrieron. —¿Qué?
—Sí. —Me sonrió—. Suena como motosierra bebé.
—¡Yo no ronco!
Puso una expresión en blanco. —¿Cómo lo sabes? Estás dormida.
Abrí la boca para protestar, pero tenía razón, ¿cómo iba a saberlo? Nunca
dormí con un chico, ni siquiera con el que salí en la secundaria, y mientras estaba
en la universidad, mi compañera tenía la costumbre de dormir con auriculares. Oh,
Dios mío, tal vez yo era la razón de eso.
—¿De verdad ronco?
Se puso serio como por dos segundos y luego se echó a reír. —No. No
roncas. Sólo bromeaba.
—¡Idiota! —Hice una mueca mientras me le daba un golpe en el brazo—. Y
yo que pensé que realmente sonaba como una motosierra.
—Una motosierra bebé —corrigió.
—Lo que sea —murmuré, luchando contra una sonrisa.
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46

Su sonrisa era fácil mientras levantaba la mano de mi vientre y la llevaba a


un mechón de mi pelo que se escapó de mis trenzas, rozando mi cara. —Vamos,
deberías saber si roncas o no. Algún tipo te lo hubiera dicho.
—En realidad nunca he dormido con un chico —admití—. Por lo tanto,
podría haber sido posible.
Bajó la mano, colocándola de nuevo en mi estómago. —Así que, soy tu
primera vez.
—Algo así —comenté.
—Lo tomaré.
Sonreí. —Creo que deberías apuntar más alto.
—Nena, no tienes idea de qué tan alto estoy apuntando en este momento.
Mi respiración se detuvo. —Dime.
Nuestras miradas se encontraron por un momento y luego sus pestañas
bajaron, protegiendo sus ojos. Una pequeña sonrisa curvó sus labios mientras
extendía los dedos a través de mi estómago. Sentí su pecho moverse con una
respiración profunda.
—Quiero hacer algo —dijo, su mano avanzando más hacia el sur—. Pero no
creo que me vayas a dejar.
Curvé mi mano contra el lado del sofá. —Depende de lo que sea.
—Hmm. —Sus dedos se cerraron alrededor de la banda de mis
pantalones—. Quiero tocarte.
Oh, Dios.
Mi pulso se activó por todas partes cuando tiró de mis pantalones. Sentía
como si mi lengua estuviera pegada a mi paladar.
Bajó la cabeza ligeramente y sentí su aliento en mi mejilla. —Quiero sentir
que te vienes alrededor de mis dedos.
Había una buena posibilidad de que mi corazón se detuviera. Lo sentí
entonces, con fuerza contra mi muslo.
—Sé‖ que‖ las‖ cosas‖ son<‖ diferentes‖ en‖ este‖ momento‖ —dijo, sus labios
rozando mi mejilla mientras hablaba—. Y pensé que no quería complicar las cosas,
pero tengo que ser realmente honesto contigo, quiero enfrentar toda esa
complicación. Quiero conseguir todo de ti. —El agarre en mis pantalones se
aflojó—. Así que, ¿vas a alegrar mi mañana?
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47

Mi pecho subía y bajaba rápidamente. Por un breve momento pensé que con
Nick teníamos la costumbre de hacer las cosas al revés, primero el sexo, luego el
bebé, y ahora algunas caricias, ¿todo antes de la cita? Bueno, tuvimos una cita el
domingo pasado. ¿Algo así?
El calor en mis venas y la humedad entre mis muslos le dijo a la voz en mi
cabeza que se callara.
Era una esclava de mi cuerpo, pero cuando giré mi cabeza hacia la suya, y
sentí mi nariz rozando su mejilla, no me importó. —Voy a dejarte alegrar mi
mañana.
Se puso rígido contra mí y luego dijo—: Gracias a Dios.
Mis ojos se cerraron mientras me entregaba a sus hábiles manos, y no me
hizo esperar mucho tiempo. Se movió hasta que su frente se encontraba presionada
contra mi sien, y me di cuenta que en esa posición podía ver lo que hacía.
Eso me encendió aún más.
Nick bajó la mano hasta mi ombligo, se quedó allí casi con respeto, y luego
su gran mano se deslizó por debajo de la cintura de mis pantalones. —Santa
mierda —gruñó—. Dime que todo este tiempo has estado sin nada debajo de estos.
—Nada. —El calor convirtió mi sangre en lava—. No esperaba a nadie
anoche.
Sus dedos se aventuraron lentamente hacia el sur mientras usaba su rodilla
para abrir mis piernas. —Así que, ¿te vistes así cuando estás sola en casa? Sin
bragas.
—En su mayoría. —Mi respiración se detuvo cuando la punta de sus dedos
rozaron mi punto sensible.
—Maldición. Nunca olvidaré eso.
Empecé a responder, pero entonces me tocó y todos los pensamientos se
desvanecieron. Sus dedos se arrastraron suavemente entre mis piernas,
moviéndose adelante y atrás de una manera perezosa que hizo curvar los dedos de
mis pies. Contuve la respiración.
—Eres tan suave aquí. Creo que es la única parte de ti que lo es.
Quería decirle que no era el caso, que era una gran bola de felpa, pero uno
de sus dedos se volvió audaz, deslizándose dentro de mí. Mis caderas se
arquearon, llevándolo más profundo, y su gemido en respuesta envió otro destello
de calor a través de mí.
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48

Su dedo comenzó a moverse a través de la humedad, lento y constante,


tomándose su tiempo, y mis caderas persiguieron los movimientos superficiales.
Se me escapó un gemido entrecortado mientras añadía otro dedo, estirándome
suavemente. Lo agarré, curvando los dedos alrededor de su muñeca. La tensión se
acumuló en la boca de mi estómago.
Nick torció la mano de modo que su palma se presionaba contra el manojo
de nervios, sacándome un jadeo.
—Oh, Dios —susurré. Los músculos se apretaron.
—Eso es. —Su voz era ronca, necesitada—. Puedo sentirte.
El ritmo de sus dedos aumentó, más y más rápido, y la tensión se acumuló
hasta explotar, inundándome con oleadas de placer. Mis gritos eran roncos y mis
caderas se elevaron del sofá ante la liberación que estallaba en diminutas réplicas.
Nick se quedó conmigo, sabiendo exactamente cuándo disminuir la
velocidad, y cuando me calmé, lo observé, completamente agotada y aturdida, mis
músculos no eran más que una sustancia viscosa mientras él levantaba los dedos a
su boca.
Santa mierda.
Una nueva oleada de lujuria me atravesó. —El mejor desayuno que he
tenido.
Rodando sobre mi costado, extendí la mano hacia el bulto que estuvo
presionado contra mi muslo todo este tiempo, pero se apartó, capturando mi
muñeca. Mis ojos se abrieron. —¿Vas a detenerme?
Su expresión se tensó. —Por mucho que voy a odiarme por esto, voy a tener
que hacerlo.
—¿Por qué? Tuviste tu desayuno. Quiero el mío.
Nick levantó las cejas.
—Batido de proteínas —dije, y mis labios se curvaron.
Se le escapó una carcajada. —Mierda. Fuiste allí.
—Lo hice. —Traté de alcanzarlo de nuevo, pero su agarre se apretó.
Dejó escapar un suspiro. —¿A qué hora tienes que ir a trabajar?
Al principio no entendía por qué diablos hacía esa pregunta, pero luego se
me ocurrió. La felicidad se desvaneció. —Oh, Dios mío. —Me eché hacia atrás y me
coloqué en una posición erguida. Mi mirada se enfocó en el reloj—. ¡Mierda! Tengo
que prepararme.
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49

—¿Pensé que necesitabas tu batido?


Le lancé una mirada mientras me tambaleaba sobre mis pies, y por suerte,
no me caí. —Ese batido de proteínas va a tener que esperar.
Nick estiró los brazos por encima de su cabeza mientras me miraba desde su
posición reclinada. Por un momento no pude moverme mientras lo miraba. Una
parte muy irresponsable de mí quería mandar todo a la mierda, y tener sexo, pero
no pude. Retrocedí.
—¿Tal vez más tarde? —ofreció, con los ojos entrecerrados.
Solté una respiración superficial. —Definitivamente más tarde.
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50

Traducido por Jeyly Carstairs


Corregido por Daliam

Con Nick trabajando en las noches y yo durante el día, no había mucho


tiempo para que nos viéramos. Sabía que podía visitarlo en el bar, pero lo que se
desarrollaba entre nosotros me parecía demasiado nuevo y frágil para convertirme
en su clienta habitual.
Pero eso no significaba que él fuera un desaparecido después de dejar mi
casa el jueves por la mañana.
Envió‖un‖texto‖esa‖noche‖cuando‖llegó‖a‖Mona’s,‖y‖se‖comunicó el viernes
cuando se levantó, que fue mucho antes de lo que pensaba para alguien que
trabajaba hasta la una de la mañana. Pensándolo bien, ahora que sabía que tenía
que vigilar a su abuelo, probablemente operaba con un mínimo de horas de sueño.
El sábado por la noche hice algo que era nuevo para mí. Le envié un
mensaje a Nick antes de irme a la cama. Solté una risita como si tuviera dieciséis
años, y su respuesta dejó una sonrisa en mi rostro.
Mientras duermes, estaré pensando en el desayuno.
Sabía a qué se refería.
Durante casi cuatro días estuve pensando en el‖ “desayuno”, y en los
momentos más inoportunos, aparecían esos pensamientos. Como cuando Marcus
recitaba una lista de cosas que tenía que hacer o cuando Deanna de Recursos
Humanos me acompañó a almorzar el viernes. Mientras ella hablaba del reciente
compromiso de su hija, mis pensamientos entraron en un territorio inexplorado.
Me pregunté que se sentía ir a dormir y despertar en la cama con Nick.
Eso era algo en lo que nunca pasaba mucho tiempo pensando.
Afortunadamente, las náuseas no habían empeorado a medida que avanzaba el
embarazo. A las seis semanas, aún estaba allí, pero me acostumbré a lo que ahora
consideraba una alerta baja de que necesitaba vomitar. Sabía que tenía suerte,
porque algunas mujeres tenían horribles náuseas matutinas. Lo que confirmé el día
que descubrí que Avery se encontraba embarazada, era una de esas pobres almas
que pasaba la mayor parte de la tarde vomitando.
1
51

Mi madre se convenció de que mi embarazo sería como el suyo,


relativamente fácil, y esperaba que así fuera. Tal vez si no perdía ningún tiempo
antes de que necesitara el permiso de maternidad, mi jefe no se molestaría
demasiado.
Pero eso no significaba que mamá no estuviera preocupada. Cuando hablé
con ella el sábado, me preguntó tentativamente si había pensado en el futuro y si
ya tenía planes. La pregunta me sacudió. Más allá de conservar al bebé y trabajar
para conocer mejor a Nick y posiblemente estar con él, no había hecho ningún plan
fuera de la primera cita con mi médico.
Cuando mamá se dio cuenta de esto, me dijo que tenía tiempo, pero no se
podía confundir el hilo subyacente de preocupación en su voz, y esa ansiedad se
me traspasó. ¿Qué me faltaba? Hice mi primera cita. Tomaba vitaminas prenatales
y comía los alimentos adecuados.
Bueno, también comía algunos alimentos malos, pero la lucha era realmente
con mis galletas saladas favoritas.
Obviamente, no tomé ni una sola gaseosa desde que me enteré, y corté el
suministro de cafeína. ¿Pero qué más podía planear? Era demasiado pronto para
obsesionarse con la ropa de bebé o para empezar a escoger muebles.
Y el pensamiento de los muebles para bebé llevó a otro factor de estrés
importante.
¿Dónde demonios pondría una cuna y ese tipo de cosas? ¿En mi vestidor?
Eso sonaba como negligencia infantil o algo así.
Mientras conducía para reunirme con Katie y Roxy el domingo por la
mañana, llegué a la precaria realización de que iba a tener que mudarme de nuevo.
Necesitaba dos dormitorios. Tal vez no inmediatamente, pero mi habitación
individual no era lo suficientemente grande para tener todo lo que el bebé
necesitaría. Podría permitirme un apartamento de dos dormitorios, pero tendría
que esperar. Definitivamente no sería cómodo.
Pero no me encontraba sola.
Recordé eso mientras estacionaba el auto, relajando mi agarre en el volante.
Incluso si nuestra relación nunca progresaba más allá de lo físico, Nick me
ayudaría<‖nos‖ayudaría.
El pánico retrocedió mientras caminaba enérgicamente hacia el restaurante,
con la barbilla abajo contra el frío. Katie y Roxy se hallaban en sus asientos
normales, y me uní a ellas, frotando mis manos para alejar el frío.
—Me preguntaba si te habías perdido. —Katie arqueó una ceja rubia.
1
52

Le lancé una mirada. —Me pregunto si sabes lo frío que está afuera.
Roxy se rió mientras la observaba. Katie llevaba un overol color magenta, no
púrpura, sino muy magenta. Debajo de él tenía un brillante sujetador deportivo de
color azul.
—¿Hacen sujetadores deportivos con destellos? —pregunté.
—¿Qué? Ojalá. ¿Sabes lo fácil que sería mi vida? —Hizo un puchero—. Pasé
al menos una hora con mierda deslumbrante y usando una pistola de silicona
caliente.
Mis cejas se elevaron mientras intercambiaba una mirada con Roxy.
—He tenido graves quemaduras con pistolas de silicona. En lugares que ni
siquiera quieres saber.
—Espera. —Roxy subió sus gafas—. Quiero saberlo.
No estaba segura de que yo quisiera.
—Algunas veces debes estar usando la ropa para asegurarte de que los
adornos luzcan bien —explicó Katie, muy seria—. No es como si vendieran trajes
de baño con diamantes organizados en forma de un gallo en el culo.
Mi mandíbula cayó, e inmediatamente me imaginé esas nalgas y sabía que
nunca me sacaría eso de la cabeza. Nunca.
—De acuerdo. —Roxy golpeó las manos sobre la mesa y rápidamente
cambió de tema. Las bebidas llegaron y luego nuestra comida fue traída. El vapor
todavía salía de mi tortilla cuando la mirada astuta de Roxy aterrizó en mí—. ¿Qué
está pasando contigo y Nick?
Hice una pausa, un tenedor con huevos y pimientos a medio camino de mi
boca. Roxy y yo nos enviábamos mensajes, pero no le había hablado sobre Nick ni
el embarazo. Quería hacerlo, de verdad quería hacerlo, porque quería decirle a
alguien que no fuera Nick o mi mamá, pero Roxy trabajaba con él, y eso cambiaba
las cosas.
—¿Qué quieres decir con qué está pasando? —pregunté.
Katie apuñaló un trozo de salchicha. —Lo que quiere decir es que Nick no
ha conectado con otra chica desde que tú entraste en Mona´s.
Gracias a Dios tragué mi comida, porque me encontraba segura que me
habría ahogado al escuchar el comentario directo de Katie, pero un alivio
profundo, casi inquietante, se formó en la boca de mi estómago. Si Nick seguía
andando con otras personas era algo en lo que no me había permitido pensar. Una
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pequeña parte de mí no creía que estuviera haciéndolo, pero no había etiquetas


entre nosotros, y aunque se sintiera atraído por mí y estuviéramos unidos por este
bebé, eso no significaba que tuviera que sentar cabeza.
Roxy sonrió levemente mientras recogía un trozo de tocino. —Puedo ver
que te alegra escuchar eso.
Abrí la boca, a punto de negarlo, pero de repente me sentía cansada de
fingir. Y eso era lo que hacía. Debía dejar entrar a mis amigas, compartir mi vida
con ellas. Tarde o temprano iban a descubrir la verdad. El nerviosismo hizo que mi
estómago se revolviera. No estaba segura de cómo reaccionarían a lo que iba a
decirles. Tampoco me encontraba segura de cómo reaccionaría realmente Nick,
cuando se enterar. —Hemos<‖estado‖en‖contacto‖—dije.
La mirada de Roxy se volvió suave. —Sí, lo sé.
Agitando medio pedazo de salchicha, Katie resopló. —¿En otras palabras,
han estado follando como conejos?
—En realidad no. —Lo que hizo el jueves por la mañana no contaba—. No
hemos tenido sexo desde la primera vez.
Katie dejó caer la salchicha. —Un cerdo acaba de pasar volando por la
ventana.
Rodé los ojos.
—¿De verdad? —Roxy sonaba sorprendida.
Asintiendo, corté otro trozo de tortilla con mi tenedor. —No. Bueno. Bien,
no hemos toqueteado<‖una‖vez‖—añadí, mientras un destello de reconocimiento
brillaba en los ojos de Roxy—. Y eso fue hace unos días.
—Santa mierda, chica, no conozco a ninguna chica con la que Nick haya
salido después de tener sexo<
—Es porque se ha enamorado de ella —interrumpió Katie mientras recogía
su salchicha caída. Ninguna salchicha era dejada atrás—. Así que él hará todo tipo
de cosas que no ha hecho antes.
La miré de reojo. —¿Tus poderes psíquicos de stripper volvieron a
funcionar?
—Maldita sea.
Sonreí mientras sacudía la cabeza. —No somos novios. No sé lo que somos.
En realidad, eso no es verdad.
—¿Qué significa eso? —Roxy llevó el vaso a su boca.
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—Vamos a ser padres en aproximadamente siete meses y medio. —Dejé


caer la bomba como alguien dejaba caer un micrófono.
Té fue rociado por el aire, afortunadamente en dirección al pasillo. Golpeé
mi mano sobre mi boca, sofocando mi risita mientras Katie se sentaba allí y me
miraba. Supongo que sus habilidades psíquicas de stripper no le permitieron
predecir eso.
Una vez que Roxy se recuperó de convertirse en un geiser humano, se quitó
las gafas y las colocó sobre la mesa. —¿Estás bromeando?
Negué con la cabeza.
Katie todavía me miraba fijamente.
—¿Estás hablando totalmente en serio? —Cuando asentí, Roxy se echó hacia
atrás—. Oh, Dios mío. —Su voz cayó a un susurro—. ¿Estás embarazada?
—Sí —dije, sonriendo débilmente mientras colocaba el tenedor sobre mi
plato. El apetito se había ido, me esforcé por mantener la sonrisa pegada en mi
rostro, pero era difícil. La reacción al embarazo de Avery era muy diferente de la
mía. Como a dos continentes de distancia. Me mordisqueé el labio inferior, con el
ceño fruncido—. Sé que Nick y yo no estamos juntos. Tal vez lo estaremos algún
día. No lo sé. Espero que ese sea el caso, pero en este momento, estamos trabajando
en<‖llegar‖a‖conocernos, pero decidimos hacer esto.
La boca de Katie se abrió, pero no dijo nada.
Bajé la mirada, de repente muy insegura de lo que acababa de hacer. Tal vez
debí mantener la boca cerrada. —Olvidé tomar un par de píldoras mientras me
mudaba, y el condón se rompió —dije, sintiendo la necesidad de explicar así ellas
no creerían que andaba por ahí teniendo relaciones sexuales sin protección—. Sé
que‖no‖es‖tradicional‖y<
—Espera. —Roxy levantó sus manos—. De acuerdo. Lo siento. Sólo estoy
sorprendida. No esperaba que dijeras eso. No creo que esté mal, y puedo notar que
crees que así es como nos sentimos. No lo es. —Miró a Katie—. ¿Cierto?
—Cierto —dijo Katie—. Ni siquiera creo que mi madre supiera quién era mi
padre.
Roxy frunció las cejas.
—Cuando era pequeña, me convencí de que mi papá trabajaba para la CIA,
y por eso nunca lo conocí. Era como un espía o algo así —continuó Katie mientras
mordía el interior de mi mejilla—. Entonces me di cuenta de que era uno de tres
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posibles tipos y ninguno de ellos era espía. A menos que fueran espías cuando se
trataba de encontrar el bar más cercano.
—Eh. Está bien. —Roxy parpadeó, regresando su atención hacia mí—. Lo
que estamos tratando de decir es que sólo nos sorprende, pero no estamos
juzgándote a ti ni a Nick.
Mi espalda seguía rígida. —¿En serio?
—En serio. —Roxy se inclinó, luciendo arrepentida—. Y lo siento mucho si
te di esa impresión. De verdad.
Asentí, deseando creerle, pero era difícil olvidar la emoción cuando Avery
anunció sus noticias, en comparación con la conmoción absoluta que fue grabada
en sus rostros cuando les dije que estaba embarazada. Respirando hondo, decidí
dejarlo ir.
—¿Están contentos con esto? —preguntó Katie, tan directa como siempre.
La agitación volvió a mi pecho —Sí,‖ nosotros<‖ lo‖ estamos.‖ Tan‖ extraño‖
como suena, estamos contentos. Fue una conmoción, pero nos estamos
acostumbrando a ello. —Hice una pausa, y mis siguientes palabras salieron de
prisa en un lío desordenado—. Nick hizo esta cosa el miércoles por la noche
cuando vino a verme. Me preguntó si podía colocar su mano sobre mi estómago, y
cuando‖lo‖hizo<‖—Mis mejillas empezaron a calentarse—. Dijo que se sentía cerca
del bebé, y yo<
—¿Te volviste papilla? —dijo Roxy, sus ojos desenfocados—. Porque eso es
lo que yo hubiera hecho.
—¿Saltaste sobre él y le quitaste la ropa? —preguntó Katie—. Porque eso es
lo que yo hubiera hecho.
Me reí suavemente. —Creo que mis ovarios explotaron, pero sólo me quedé
sentada allí.‖ Fue<‖ realmente‖ no‖ hay‖palabras‖ cuando‖se‖trata‖ de‖ cómo‖ se‖siente,‖
supongo.
—Guau —dijo Roxy después de unos momentos—. No puedo creer que
Nick vaya a tener un hijo. Que tú vayas a tener un hijo.
—Será un gran padre —dije inmediatamente.
Sus ojos se encontraron con los míos y asintió seriamente. —Sí, lo será.
Me preguntaba si sabía de su abuelo, pero si no lo hacía, no sentía que fuera
mi deber contárselo. El resto de la conversación se centró en todas las cosas del
bebé<‖fue una charla loca. Como si quería un niño o una niña. ¿Si había escogido
un nombre? ¿Quién lo sabía?
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Katie quería ser la madrina.


No‖ tenía‖ idea‖ de‖ cómo‖ responder‖ a‖ eso<‖ o‖ a cualquier cosa de lo que
decían.
—¿Sabes a qué me recuerda esto? —dijo Katie mientras esperábamos
nuestra cuenta—. A esa película Ligeramente Embarazada, excepto que eres menos
molesta que esa chica y Nick es definitivamente más atractivo que ese tipo.
La piel alrededor de los ojos de Roxy se arrugó mientras reía. —¿Ellos
terminan juntos al final?
Habían pasado muchos años desde que vi la película, así que no podía
recordar, pero tan tonta como sonaba, esperaba eso. Incluso mucho más extraño,
cuando nos levantamos para irnos, seguí pensando en lo que Katie había dicho
más de una vez. Que rompería el corazón de Nick.
Me burlé de la idea, porque en serio, cómo lo creería, pero una extraña
sensación de malestar se estableció en la boca de mi estómago. Una vez en el auto,
saqué mi celular y le escribí un mensaje a Nick que no sabía si le emocionaría
mucho.
Les conté, a Roxy y Katie.

—Vas a pensar que es la cosa más aburrida de todos los tiempos —dijo
Nick, después de preguntarle qué estudiaba en la universidad—. En realidad es
probablemente la cosa más aburrida. Contabilidad.
Una risa sobresaltada se me escapó mientras lo observaba. Él me preparaba
la cena.
Esa fue su respuesta después que le dije que había dejado caer la bomba
sobre Roxy y Katie. Prácticamente dijo—: Hola, te voy a preparar la cena esta
noche. Espero que te guste el pollo asado.
Me gustaba la comida en general, así que me sentía muy emocionada.
También‖me‖gustaba‖Nick<‖en‖general,‖así‖que‖eso también me emocionó.
—Eso es aburrido —respondí—. Nunca lo hubiera imaginado.
—Siempre he tenido un don para los números. Parecía la cosa lógica que
hacer. Tengo una licenciatura. Pensaba en‖ tomar‖ clases‖ en‖ línea‖ para‖ un‖ MBA<‖
espera —dijo Nick mientras hacía una pausa, con un cuchillo enorme en la mano.
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En el mostrador había una lechuga, un tomate y un pepino—. ¿Qué estás


haciendo?
Me encontraba de pie junto al mostrador con los antebrazos presionados
contra mis pechos. Al parecer había olvidado que no estaba sola.
Lentamente, bajé los brazos. —Me<‖ me pican los pechos. Realmente me
pican. Es una especie de distracción.
Colocó el cuchillo en el mostrador mientras sus pestañas caían. —Sí, es una
distracción.
—¿Disculpa?
Un costado de sus labios se arqueó. —¿Necesitas ayuda? Porque me ofrezco
como voluntario si necesitas que sean inspeccionados, frotados o acariciados.
—Eres tan servicial. —Sonreí mientras colocaba un mechón de cabello
detrás de mi oreja.
Ladeó la cabeza. —Ese soy yo. El Señor Servicial. Dispuesto a sacrificarme
por el equipo, incluso si eso significa que tengo que tocarlos.
—Una tarea realmente difícil para ti.
—No tienes idea. —Nick volvió a cortar las verduras—. ¿Eso es normal?
—Sí, de acuerdo con este sitio web que encontré, donde explican qué
esperar semana a semana. Han estado adoloridos, pero hoy sólo pican. —Hice una
pausa, apoyándome contra el mostrador—. El bebé es del tamaño de un renacuajo
en este momento.
Levantó la mirada de lo que hacía, con los ojos brillantes. —Eso‖ es<‖
minúsculo.
—Casi duplicará en tamaño para la próxima semana —le dije, inhalando el
delicioso aroma del pollo y las hierbas—. También tengo que orinar mucho. Como
si fuera una cascada eterna.
Bajó las cejas. —Gracias por informarme sobre eso.
Crucé los brazos mientras lo veía colocar la lechuga en un tazón —Pensé
que este era tiempo para cuidar y compartir.
—Hablando de tiempo compartido, he recibido unos cinco millones de
mensajes de Reece y Jax. —Tomó el tomate y lo colocó en la tabla de cortar—.
Estoy seguro que en el momento que dejaste a Roxy esta mañana, ella llamó a
Reece, quien luego llamó a Jax.
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Me encogí. —Eh, ¿lo siento? No pensé en el hecho de que le contaría a


Reece, lo cual es obvio. Debí suponerlo.
—No tienes que disculparte. —Cortó perfectamente el tomate—. En
realidad, estoy contento de que hayas dicho algo. No me gusta mantener a mis
amigos en la ignorancia. Ellos están muy felices.‖Felices‖por‖mí<‖por‖nosotros.
Mi aliento hizo una cosa graciosa, enganchándose en mi garganta. Recordé
la reacción inmediata de Roxy y Katie, y aparté esos pensamientos. Viendo a Nick
terminar la ensalada, presioné mis labios. El nudo se hallaba de vuelta, alojado en
mi pecho. —Soy afortunada —dije, mi voz apenas un susurro.
—Por supuesto que sí. —Las rodajas de tomate fueron recogidas y ubicadas
con la lechuga—. Tú eres el recipiente honorario de mi muy activo esperma.
Me reí mientras me giraba hacia un lado, parpadeando para quitar la súbita
humedad que se acumulaba en mis ojos. Malditas hormonas. —Bueno, además de
eso, Nick.
—Explícalo. —Comenzó a pelar la cáscara del pepino con experta facilidad,
a diferencia de mí, que siempre terminaba perdiendo la mitad del pepino durante
el proceso.
Respirando hondo, desdoblé los brazos. —Estás manejando todo esto tan
bien. Tengo suerte porque‖algunos‖chicos<‖habrían sido unos idiotas.
—Bueno, algunos chicos no deberían involucrarse en comportamientos que
pueden terminar en la reproducción —comentó secamente—. No soy uno de esos
tipos.
—Cierto. —Lo vi cortar por un momento—. Pero realmente no sabía si ibas
a‖ser‖así‖o‖no.‖Sin‖ofender,‖pero‖has‖sido‖tan<‖tan‖maravilloso‖sobre‖todo<‖sobre‖
mí estando embarazada, sobre contarle a Roxy y Katie, y lidiar con tus amigos. Así
que soy afortunada.
Colocando los pepinos picados en el tazón, caminó a mí alrededor, llevando
la tabla y el cuchillo. Los puso en el fregadero y luego se giró. Dando un paso con
sus largas piernas, se paró justo delante de mí. Levantó sus brazos, y sus manos se
curvaron alrededor de mis mejillas, inclinando mi cabeza hacia atrás para que
nuestras miradas se encontraran.
—Yo soy el afortunado —dijo, sus ojos buscando los míos—. No tomaste
una decisión sobre este bebé sin involucrarme. No me quitaste esa opción. Y esto es
algo que sé que no sabes, pero nunca pensé que tendría un hijo. No porque no
quisiera uno,‖ sino‖ porque‖ simplemente<‖ nunca pensé que iba a pasar. No
bromeaba cuando dije que no hacía‖lo‖de‖las‖relaciones,‖pero‖contigo<‖con‖esto<‖
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esto es diferente. Sí, fue una gran sorpresa. —Sus pulgares acariciaron la línea de
mi mandíbula—. Pero no hay ni una sola parte de mí que no se dé cuenta de lo
afortunado que soy.
Bajé la vista, deseando que la estúpida humedad se fuera. —Ahí vas de
nuevo, siendo todo genial al respecto.
—Realmente no es tan difícil ser tan impresionante —bromeó.
Mis labios se curvaron, y cuando levanté la mirada, pensé que era hora de
averiguar qué estábamos haciendo, lo que ambos esperábamos de esto. —¿Puedo
preguntarte algo?
Su mirada cayó a mi boca, la mirada tensa y hambrienta que se instaló en
sus rasgos fue difícil de ignorar. —Puedes hacer lo que quieras.
Levanté mis brazos, envolviendo las manos alrededor de sus muñecas. —
¿Es cierto que no has conectado con nadie más desde que me conociste?
Aquellos ojos verdes y calientes volaron a los míos. —Voy a salirme por una
rama aquí y decir que Roxy ha sido muy habladora últimamente.
—En realidad, fue Katie.
—Chicas —murmuró, y luego se rió suavemente—. Tienen razón. No he
estado con nadie desde que te conocí.
El alivio anterior resurgió. —¿Por qué?
—¿Por qué? —Sus cejas se alzaron—. No lo sé.
—¿En serio?
Su frente se arrugó mientras parecía reflexionar seriamente sobre mi
pregunta. Dejó caer sus manos, pero no se apartó. —Es sólo que<‖ he‖ tenido‖
oportunidades<
—Estoy segura de que las has tenido —respondí con ironía.
Una sonrisa rápida destelló en su rostro, pero no amortiguó la confusión
grabada en sus rasgos. —Simplemente no me ha interesado,‖ y‖ yo<‖ —Se alejó,
cerrando los ojos—. Joder.
Mi cabeza se echó hacia atrás mientras parpadeaba. ¿Joder? Esa no era la
respuesta que buscaba, pero antes de que pudiera decir algo, sus manos sujetaron
mis mejillas y volvió a inclinar mi cabeza hacia atrás. Bajó su boca hacia la mía.
Y me besó.
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Traducido por Mary Rada & florbarbero


Corregido por Jadasa

El primer contacto de sus labios contra los míos fue una sorpresa para mi
sistema. Pasó tanto tiempo desde que me habían besado, realmente besado, que
olvidé cómo se sentía; pero incluso con la falta de recuerdos, sabía que esto iba a
borrar todos los otros besos de mi vida.
Sus labios se deslizaron sobre los míos una vez y luego dos veces, como si
estuviera trazándolos, memorizando cómo se sentían. Cuando inclinó su cabeza
hacia un lado, sentí su lengua acariciar la unión de mi boca. No hubo un momento
de vacilación de mi parte.
La abrí para él, y volvió ese beso profundo. Mis manos se posaron sobre sus
brazos y mi cuerpo se hundió en el suyo. El beso me marcó, se metió debajo de mi
piel y músculos, y se envolvió alrededor de mis huesos. No creí que me hubieran
besado así. No que yo pudiera recordar.
No es que realmente importara.
Agarrándome de sus brazos, le devolví el beso. Lo perseguí, haciendo mi
propia reclamación. Un gemido suave surgió de él, y supe que también estaba
marcado. Nuestras lenguas enredadas, y el toque de su boca contra la mía
aumentaron. Crudo. Feroz. Esas fueron las dos palabras que me vinieron a la
mente cuando empezó a retroceder. Mis manos se deslizaron por sus lados tensos,
bajando sus vaqueros. Una de sus manos se deslizó hacia mi nuca, enredándose en
mi cabello...
Sonó la advertencia del horno, separándonos. Ambos respirábamos con
dificultad mientras nos mirábamos. Mis labios estaban agradablemente hinchados
y me sentí completamente besada.
—Por eso —dijo Nick con la voz ronca—. Esa es la razón por la que no he
salido con nadie más.
—¿Un beso? —Mi pecho se levantó y cayó bruscamente.
—No solo un beso. —Sacudió la cabeza a medida que arrastraba su pulgar a
lo largo de mi labio inferior—. Es la forma en que te sientes contra mí, la manera en
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que tu cuerpo se suaviza contra el mío. Son esos pequeños sonidos que haces
cuando te gusta lo que estoy haciendo. Es la forma en que me pongo tan duro
como un bate de béisbol si incluso pienso en tu nombre. Y ha sido así desde que te
vi en esos malditos pantalones cortos.
Mi mente volvió al día en que me mude. —Esos eran unos pantalones
cortos.
—No mierda. —Su voz bajó un nivel—. Voy a ser honesto. Después de que
conectamos, quería volver a estar dentro de ti, pero era muy difícil encontrarte
accidentalmente de nuevo en aquellos días. No pensé que sucedería de nuevo. Esa es
mi práctica, pero cuando me diste una paliza en el medio del bar, me llamaste la
atención y no me iba a ninguna parte.
En mi pecho, mi corazón empezó a saltar.
»Sé que dije que queríamos que fuéramos amigos, pero obviamente, soy
mierda en los límites que tienen los amigos —continuó, su mirada nunca dejando
la mía—. Las cosas son diferentes ahora de lo que eran entonces.
Por el bebé.
»No sé qué va a pasar entre nosotros, pero sé que no podemos ser sólo
amigos. —Su frente bajó a la mía, y liberé un suspiro inestable—.‖Y‖sé<‖sí,‖lo‖sé;‖no‖
puedes ser solo mi amiga. Los amigos no se besan así y seguro como la mierda, no
se vienen como lo hiciste en torno a mi polla y mis dedos.
Oh Dios.
Esos labios se curvaron en las comisuras. —Así que por eso no he estado con
nadie más, y no pienso cambiar eso. No cuando tú y yo vamos a tratar de hacer lo
mejor.
¿Hacer lo mejor de esto? Mis pensamientos hicieron girar esas palabras en
mi cabeza. No eran las más románticas o las más prometedoras, pero eran la
verdad, y más que eso, eran expectativas realistas, y eso era algo que valoraba más
que palabras bonitas.
A pesar de que las palabras bonitas eran agradables de escuchar de vez en
cuando.
—Sí. —Le sonreí, sintiéndome un poco sacudida—. Haremos lo mejor de
esto.
Hacer que funcione entre nosotros fue probado inmediatamente ni siquiera
cinco minutos después de que terminamos la deliciosa cena. Entonces la enfermera
a domicilio llamó.
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Nick respondió de inmediato—: ¿Qué está pasando, Kira? —Lo que ella dijo
en el teléfono no era bueno, porque sus ojos se cerraron y pellizcó el puente de su
nariz—. No, está bien. Llego en un momento. Sí, no, está bien.
Cuando terminó la llamada, hablé primero—: Tienes que irte. Lo entiendo.
—Lo siento. Mi abuelo está teniendo otro... cosa. —Comenzó a levantarse.
—Como dije, lo comprendo. —Me puse de pie con un salto—. ¿Quieres que
te acompañe?
La mirada en la cara de Nick no era algo que olvidaría en mucho tiempo.
Parecía horrorizado por la idea de que lo acompañara. —No. Eso no es necesario.
De ningún modo.
No lo tomé personal, pero quería decirle que podía manejar lo que pasaba
con su abuelo. Sin embargo, no quería retrasarlo más. Nick se dirigió hacia la
puerta, poniéndose la chaqueta. Pero antes de irse, volvió a donde me encontraba y
me besó. Al igual que el primero, las sensaciones que evocaba eran destructivas y
devastadoras, con todos los sentimientos moviéndose a la superficie.
Sentí ese beso todo el tiempo que estuve limpiando.
La semana anterior a Halloween se notó como una extraña sensación de que
las cosas se movían demasiado lento y, sin embargo, demasiado rápido al mismo
tiempo. Estar embarazada me hizo sentirme hiperactiva ante el paso del tiempo,
algo a lo que antes no prestaba atención. Ahora todo en mi cabeza se catalogaba
por semanas.
Dan, uno de los hermanos Lima que conocí en mi primer día, llevó a Rick y
a otro vendedor en un viaje de negocios a la costa oeste. Quería hacer una pequeña
fiesta en mi escritorio. Tal vez tendría suerte y Rick acabaría quedándose en la
costa opuesta. Mi mayor sensibilidad al olfato y a los idiotas aprobaba tal
movimiento.
Toda la semana permanecí ocupada con el trabajo, ayudando a Marcus a
prepararse para su propio viaje de negocios en noviembre. Iría a mi ciudad natal
para ayudar a obtener todas las aprobaciones necesarias para ampliar la academia.
Todavía me preguntaba si la hija de Andrew tenía una idea de que su padre se
preparaba para comprar allí. No la había visto desde el día en que Brock fue
herido, y tampoco lo vi a él.
El jueves, Nick me sorprendió con un mensaje de texto diciendo que iba a
estar en la ciudad en una hora y preguntando si quería que almorzáramos juntos.
Lo que no debería haber sido un gran problema, pero tenía a mi estómago hecho
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nudos. ¿Qué tan loco era que era la primera vez que hacía algo así con un tipo que
me interesaba?
Tenía experiencia, pero aún había mucho que desconocía.
Sacando mi bolso, me dirigí al nivel del gimnasio y de inmediato vi a Nick
cruzando la calle, dirigiéndose hacia la academia. Salí y esperé en la acera.
Su cabello oscuro creció, y me gustaba que lo llevara hacia abajo. Era
ingeniosamente desordenado y adecuado a su sorprendente rostro, suavizando las
líneas más duras. Llevaba su chaqueta de cuero desgastada, saltó en la acera y se
dirigió hacia mí. No pude evitar sonreír. Era una tonta.
—Oye —dijo, deteniéndose frente a mí. Sacando sus manos de los bolsillos
de sus pantalones vaqueros, y atacó los botones de mi abrigo—. ¿Te emocionó
tanto la idea de verme que no podías ponerte la chaqueta correctamente?
Puse los ojos en blanco. —Sí.
Se rió mientras terminaba con el último botón cerca de mi cuello. —No
quiero que te enfermes.
Puesto que era un poco lindo, no desabroché el último botón a pesar de que
sentía que estaba a un centímetro de ahogarme. —Pensé que podríamos ir a este
restaurante que se encuentra como a dos cuadras. Son rápidos y siempre he podido
encontrar un asiento.
—De acuerdo.
Nick camino a mi lado en tanto nos dirigíamos hacia el cruce de peatones, a
través del flujo constante de gente. Nuestros brazos se rozaban cada par de pasos,
haciéndome consciente de lo cerca que estaban nuestras manos. ¿Me tomaría la
mano? ¿Debería iniciar el contacto?
¿Por qué pensaba en eso?
Mentalmente me patee a mí misma, lo miré mientras esperábamos que la
pequeña persona en la caja se volviera. —¿Y qué te trajo a la ciudad?
—Compraba un traje de Halloween.
—¿Qué? —Me reí.
Sonrió. —Estoy bromeando. Aunque Roxy tiene a Jax convencido de que
todos debemos vestirnos para Halloween este sábado.
—¿Vas a disfrazarte? —exclamé emocionada. Me encanta Halloween, y cada
año, siempre disfrutaba de todo lo que conllevaba, vestirse y encontrar una fiesta a
la que ir. Sin embargo, este año iba a ser diferente. Incluso si conocía a alguien que
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hacía una fiesta, se sentía raro ir sabiendo que estaría embarazada de seis semanas.
O tal vez eso no era extraño y las mujeres embarazadas todavía iban a fiestas, bares
y cosas así. No tenía ni idea. Necesitaba Googlearlo más tarde.
—Voy a ir como barman —respondió Nick.
Sonreí a medida que cruzábamos la calle. El viento atrapó mi cabello,
arrojándolo alrededor de mi cara. —Eso es muy creativo, Nick.
—Lo sé, ¿cierto? Creo que Roxy estará sorprendida —respondió,
sonriendo—. Realmente vine esta mañana para hablar con la gente de admisión de
la Universidad Strayer sobre su programa de maestría en línea.
—¿En serio? —Estiré la mano, agarrando un mechón de cabello que
intentaba entrar en mi boca—. ¿Estás realmente pensando en matricularte?
Asintió, y pensé que o el frío viento le enrojecía las mejillas o se ruborizaba.
—Sí, llevo un tiempo dándole vueltas a la idea y ahora parece ser un buen
momento para hacerlo. Financieramente, estoy bien; pero con el bebé en camino,
necesito<‖ —Frunció el ceño, y mi aliento quedó atrapado en mi pecho—. Tengo
que empezar a pensar en el futuro. No hay excusas para que no haga la maestría a
distancia, y con la manera en que las cosas van con mi abuelo, la flexibilidad del
atender la barra el bar no va a ser necesaria por mucho más tiempo.
El frío que patinaba sobre mi piel tenía poco que ver con la temperatura del
ambiente. —¿Qué estás diciendo?
Nick me miró, su expresión en blanco hasta que vi sus ojos. Una expresión
de dolor, claramente visible. —No creo que le quede mucho tiempo.
—¿Qué? —Mi paso vaciló en medio de la acera fuera del restaurante—.
Nick.‖Dios,‖lo‖lamento.‖Est{s<‖¿Est{s‖seguro?
Se irguió, metiendo las manos en los bolsillos. —Sí, el martes tuve que
llevarlo al médico, y con los episodios cada vez más frecuentes, es como un
augurio, ¿sabes? Estuvo a punto de suceder entre las dos últimas etapas de las
enfermedades, seis y siete, el último año, pero ahora definitivamente está en la
etapa final y comenzó a tener problemas para tragar y... Sí, está sucediendo.
Apreté mi mano contra mi pecho, sobre mi corazón. —No sé qué decir.
—Lo sé. No es fácil ni siquiera aceptar que está enfermo, porque no importa
lo que haya pasado o cómo haya crecido, siempre estuvo ahí para mí. —Dejó de
hablar abruptamente y apartó la mirada—. No quiero sacarlo de su casa, así que
me reuniré con... los del hospital de enfermos terminales la próxima semana. —
Nick se aclaró la garganta—. Entonces vendrán a verlo. Creo que tengo tiempo con
él, pero... está llegando el final, lo sé.
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Realmente no había palabras para cosas como esta, por lo que di un paso
adelante y puse mi mano sobre su brazo. Su mirada se disparó a la mía, y me
acerqué, presionando mis labios contra su mejilla. Cuando me aparté, todavía me
aferraba a su brazo. —Me gustaría conocer a tu abuelo, Nick.
No respondió por un momento. —A veces no es fácil estar con él.
—Lo sé. —Un taxi pasó rápidamente, tocando la bocina.
Nick parecía querer decir algo más, pero se acercó y abrió la puerta de la
cafetería. —Venga. Vamos a llenar nuestros estómagos.
Tuvimos un buen almuerzo, charlando sobre nada importante, y Nick no
volvió a hablar de su abuelo. No se podía confundir el hecho de que a pesar de que
Nick y yo estuviéramos tratando de unir nuestras vidas, algunas cosas las seguía
manteniendo muy separadas.
Y no era solo él.
Yo también.
Esa noche, le envié un mensaje de texto a Roxy sobre Halloween en Mona,
en parte por aburrimiento, pero sobre todo por curiosidad. Ella definitivamente se
disfrazaría, pero no me dijo de qué.

¡Deberías venir y verlo por ti misma! ¡Será divertido!

Miré fijamente el mensaje de Roxy, y la emoción zumbaba por la respuesta.


Sería bueno salir y hacer algo. Desde que me mudé; no había hecho nada social,
excepto el domingo de diversión, y las dos veces que fui a Mona. Me cansaba ver el
interior de mi apartamento, pero ¿debería ir a un bar? Le envié esa pregunta a
Roxy.
Su respuesta me hizo reír.

No te sugerí que vinieras y te emborracharas. ¿Entonces por qué no?

Y en el siguiente mensaje de texto mencionó que Avery estuvo en Mona


después de descubrir que estaba embarazada. Lo olvidé, pero recordé que Cam se
paró a su alrededor como si fuera su parachoques personal si alguien se acercaba
demasiado.
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Si, ¿Por qué no? Aún no me sentía muy segura, entonces decidí ir a Google,
y luego me arrepentí de hacerlo, debido a las opiniones. Dios mío, todos tenían
opiniones. Pero lo más hilarante lo descubrí al escribir: Está bien para mujer
embarazada ir… entonces Google me propuso: ¿Está bien para una mujer embarazada
ir a una casa embrujada?
¿Qué?
El consenso fue que no había problema, siempre y cuando fuera seguro.
Mona no permitía que se fumara en el interior y el lugar no era una locura.
El embarazo debe afectar la memoria, porque terminé olvidándolo hasta el
sábado por la noche. Entregar caramelos fue un fracaso total ya que solamente un
puñado de niños vivía en el condominio y subían a los coches e iban a la ciudad o a
los suburbios. Me encontré de pie delante de mi armario, sosteniendo un tazón
grande de caramelo. Sin pensar agarré una caja de Nerds, y discutí mis opciones.
Podría sentarme aquí y llenarme de azúcar o podría subirme a un coche y salir a
pasar el rato con gente.
Estar embarazada no significaba que necesitaba aislarme.
Y la anticipación que brotaba en mi interior era otra buena razón para ir.
Quería ver a Nick porque... de hecho, lo extrañaba. Con nuestros horarios opuestos
y lo que pasaba con su abuelo, limitaba el tiempo que podíamos vernos el uno al
otro. Y no ayudó a que ninguno de los dos fuera muy hábil en lo que respecta a las
relaciones. No hacíamos planes para vernos como imaginé que hacían parejas
normales.
Iba a cambiar eso.
Pensé en ello, puse el recipiente de caramelos sobre el mostrador, me
cambié, me dirigí hacia la puerta, retrocedí para agarrar a un puñado de Nerds,
como un sustento muy necesario para mi bebé guisante mientras regresaba a la
civilización.
El aparcamiento de Mona era lo opuesto a lo lleno. Para Halloween,
esperaba que estuviera más ocupada; pero podía contar con ambas manos cuántos
coches vi. Agarrando mi bolso del asiento, me dirigí hacia el bar.
Unos cuantos chicos mayores estaban en las mesas de billar, el sonido de las
bolas chocando entre sí rompiendo el bajo zumbido de la música. Mi mirada giró
hacia la barra. Muchos taburetes se encontraban vacíos. Mientras caminaba hacia
adelante, vi que Calla se hallaba en la ciudad. Su largo cabello rubio recogido en
una cola de caballo y era camarera, si el delantal era cualquier indicación. La
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camiseta blanca y los pantalones cortos negros eran vagamente familiares. Era la
etiqueta verde de su camiseta lo que la diferenciaba. Sonreí.
Calla se encontraba vestida como Sookie Stackhouse.
Entonces vi a Roxy de pie junto a ella.
Me eché a reír. Su cabello se ocultaba bajo una peluca marrón que parecía de
algún fumador de hierba, y sus gafas normalmente púrpura fueron reemplazadas
por redondas, en forma de búho. Si la marca de relámpago dibujada en su frente
con lo que parecía ser un lápiz delineador de ojos no era un indicio, la capa negra y
la bufanda roja y dorada lo era.
—¿Harry Potter? —pregunté mientras saltaba sobre un asiento vacío,
colocando el bolso delante de mí—. ¿Te disfrazaste de Harry Potter?
Sonrió mientras tomaba una botella de tequila. —No tienes idea de cuánto
tiempo he planeado esto.
Calla se apoyó contra la barra a mi lado. —Nos decidimos por personajes de
libros. Por supuesto, fuimos las únicas dos personas que realmente lo hicieron.
Recordando lo que Nick dijo, no me sorprendió. —¿Puedes ver con esas
gafas?
—Apenas —gritó Roxy—. Pero vale la pena.
Reece pasó junto a mí, procedente de la dirección de los baños, vestido como
un convicto con un traje a rayas blanco y negro. Irónico. —Es algo extraño que mi
novia sea ahora un niño preadolescente.
—Solo si lo haces raro —replicó Roxy antes de girar su mirada fija hacia
mí—. Me alegra que hayas decidido salir. ¿Cómo quién estás vestida?
Me miré. —Um... ¿una estudiante universitaria perezosa?
—Muy bien —replicó Reece, inclinando su cuerpo hacia el mío—. Y he oído
que las felicitaciones están a la orden.
Asintiendo, me sorprendió sentir que mis mejillas se ruborizaban cuando
Calla sacudió la cabeza. —¡Sí! —exclamó—. Dios, soy tan distraída. ¡Felicitaciones!
Tú y Avery tendrán como gemelos. Aunque ella te gana por un par de meses.
Eso no era extraño si lo pensaba. —Gracias —dije, queriendo decirlo.
Reece sonrió por encima de mi cabeza a Calla. —Tú eres la próxima. Se lo
sigo diciendo a Jax.
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—Oh no. Por lo pronto, no estoy abierta para el asunto de los bebés. —Calla
miró a Roxy—. Quizás tendremos un pequeño Reece o Roxy Anders a
continuación.
Reece casi se atragantó con su bebida.
Sacudiendo la cabeza, Roxy sabiamente ignoró a los dos. —¿Soda o agua? —
me preguntó.
—¿Tienes cerveza de jengibre?
Calla chasqueó la lengua con simpatía. —¿Estás sintiendo náuseas?
—No ahora mismo, pero he estado bebiendo mucho de eso, creo que soy
adicta —expliqué.
Echó un vistazo a la puerta cuando entraron dos mujeres. —¿Cómo han
estado tus vómitos por la mañana? Sé que Avery lo ha pasado muy mal con ellos.
—Tuve suerte hasta ahora, porque no ha sido demasiado malo. Mi madre
parece pensar que seré como ella. —Las dos mujeres que entraron en el bar se
sentaron en una de las mesas redondas en el centro. Recogieron menús—. Tuvo un
embarazo bastante fácil
—Por tu bien, espero que así sea. Las cosas que Avery me ha estado
diciendo me dan ganas de vetar el embarazo de por vida. —Calla se estremeció—.
Con Cam viajando de ida y vuelta entre Shepherd y D.C., él se está perdiendo
todas las cosas divertidas.
—¿Sigue jugando al fútbol? —pregunté.
Asintió mientras miraba a las mujeres. —Vuelvo enseguida.
Mientras Calla se apresuraba hacia los clientes, eché un vistazo alrededor
del bar. Roxy colocó un vaso de cerveza helada de jengibre delante de mí.
—Nick está de vuelta en la cocina —dijo Reece, obviamente leyendo mi
mente—. ¿Sabe que estás aquí?
—No le dije que iba a salir. —Bebí la copa, amando cómo las burbujas
irrumpieron en mi lengua—. A último momento decidí venir.
Roxy frunció el ceño mientras volvía su atención hacia Reece. —De nuevo.
¿Por qué tendría que decírselo, Reece?
Su novio abrió la boca y luego se tomó un momento, parecía considerar lo
que se hallaba a punto de decir, así no cavaba una tumba de la que no podía salir.
Me mordí un poco los labios para evitar sonreír. —Lo que estoy tratando de decir
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—señaló lentamente, con los ojos fijos en Roxy—, es que probablemente le gustaría
saber dónde está su chica, y si quería, podría ir por él.
¿Era la chica de Nick? De repente, quería reír.
A Roxy no le pareció divertido. Frunció el ceño. —¿Y por qué tendría que
saber dónde está?
Arqueó una ceja. —Tal vez porque... ¿A él le importa?
—O quizás porque necesita darse cuenta de que es una mujer adulta que no
necesita informarle de a dónde iba.
Entrecerró los ojos. —Tal vez se da cuenta de que es una mujer madura y
capaz, pero todavía se preocupa por su seguridad.
Apoyé mi barbilla en mi mano, usando mis dedos para taparme la boca. En
este punto supe que no hablaban de mí. Calla pasó por delante de nosotros,
dirigiéndose a la cocina. Le lanzó a Roxy y a Reece una mirada extraña.
—Tal vez no debería preocuparse tanto —replicó Roxy.
Reece se recostó, cruzando los brazos. —¿En serio?
—Sí. En serio. —Roxy cruzó los brazos, imitándolo.
Antes de que Reece pudiera responder, una puerta se abrió al otro lado del
bar y Jax salió, y justo detrás de él estaba Nick. Me enderecé en el taburete,
presionando mis labios. Calla debió haber dicho algo sobre mí estando allí, porque
la mirada de Nick se giró hacia donde yo me encontraba sentada. Mientras Jax
entraba en el bar, Nick se acercó a él, dirigiéndose directamente hacia mí. Me
relajé, empezando a sonreír.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Nick.
Nuestra pequeña audiencia, compuesta por Jax, Roxy y Reece se congeló
cuando la peor clase de razones floreció en mi mente de por qué Nick haría tal
pregunta. Un extraño fragmento de pánico me cortó. El calor me quemó la nuca. —
¿Qué?
Al otro lado del bar, Roxy sonrió. —Aquí vamos de nuevo.
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Traducido por Jadasa


Corregido por florbarbero

Esto no puede estar sucediendo de nuevo.


Nick no se daba cuenta de lo cerca que estaba de morir cuando colocó una
mano sobre el borde de la barra y se inclinó, su rostro acercándose peligrosamente.
—¿Qué estás haciendo aquí, Stephanie?
—Oh, hombre. —Jax giró y se dirigió hacia el otro extremo de la barra.
Respiré profundamente varias veces. —¿Por qué no estaría aquí, Nick?
Sus cejas se elevaron como alas gemelas, pero Reece interrumpió antes de
que pudiera responder. —Responde a esa pregunta con cuidado, amigo, porque ya
fui por ese camino. Era curvilíneo.
—Sí, acabamos de tener esta conversación por ti —dijo Roxy, su mirada
intensa detrás de sus lentes de Harry Potter—. Y a Reece no le fue muy bien.
De reojo vi a Calla acercarse, pero Jax la detuvo con un rápido movimiento
de cabeza. Sabiamente se mantuvo alejada.
Sin embargo, Nick ignoró a todos. —¿Por qué no estarías aquí en un bar?
Estás embarazada.
Abrí la boca, pero no tenía palabras, de manera que la cerré de nuevo. Nick
no se encontraba exactamente histérico, más bien conmocionado, y mi irritación
cedió a la indecisión. Eché un vistazo alrededor y vi a Roxy como si estuviera a
segundos de golpear la cabeza de Nick con una botella de licor.
—Es seguro para mí estar aquí —dije en voz baja—. No estoy bebiendo.
Nadie está fumando. Y dudo que vaya a haber una enorme pelea con esta
multitud. —Podía sentir el calor viajando de mi cuello a mi rostro—. Incluso lo
busqué en Internet. Las mujeres embarazadas salen. —Entonces empecé a caminar,
y ni siquiera sabía por qué, pero quería golpearme a mí misma por lo que me
detuve—. Me aburrí. Todo lo que he estado haciendo es estar sentada en mi
apartamento, noche tras noche. Es muy solitario y yo... —Afortunadamente, dejé
de hablar antes de que se me escapara que lo extrañaba. En este momento, no
estaba segura que fuera sabio decirlo.
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—Oye Nick, ¿tienes un minuto?


Levanté la mirada para ver a un hombre pesado, la cabeza calva y manchas
de grasa salpicaban su camisa azul. Se hallaba de pie frente a las puertas de la
cocina, y asumí que era el cocinero.
Los hombros de Nick se tensaron en tanto suspiraba y se enderezaba. Me
miró fijamente a los ojos. —Volveré en un momento.
Apartando la mirada, asentí. Nick pasó sus manos a través de su cabello
mientras giraba, dirigiéndose hacia la cocina. Mi mirada cayó sobre mi agua tónica.
Las burbujas se aferraban a la pared de cristal, y de repente me encontré tan
interesada en esos pequeños puntos de felicidad carbonatada, porque podía sentir
varios ojos sobre mí. Me retorcí en mi asiento, mentalmente me sentía abochornada
y agobiada. Me sentía... indecisa respecto a venir aquí ahora, y me sentí...
desconcertada. ¿Estaba mal? Quiero decir, podía ver ambos lados de la discusión,
pero era verdad lo que le dije a Nick. Me afectaba todo el tiempo que pasaba sola.
—¿Estás bien? —preguntó Roxy.
Tragando con fuerza, asentí mientras levantaba la mirada. —Sí. Sí. Estoy
bien.
Una mirada de duda cruzó su rostro a medida que se daba la vuelta hacia
uno de los chicos de las mesas de billar. Estaba agarrando botellas de cerveza
cuando vi a Nick salir de la cocina. Jax se le acercó y miró dentro cuando Nick
asintió en esa dirección. Calla se unió a ellos, y aunque mi mente se hallaba
atrapada en su vieja y rara marca de desgracia, no pude dejar de notar cómo Nick
se puso rígido con su llegada. Recordar lo que Roxy dijo sobre su comportamiento
alrededor suyo, llamaba mi atención. Obviamente no se sentía cómodo. Eso era
cierto, pero ¿por qué?
De todos modos ¿por qué realmente tiene importancia en este momento?
Agarré mi bolso, sosteniéndolo en mi regazo mientras mi mirada volvía a mi vaso.
Las burbujas eran menos activas. Por primera vez desde que podía recordar, me
sentí fuera de lugar, y Dios, era una sensación desagradable. ¿Quién sabía que
quedar embarazada le daría un golpe a mi confianza? Entonces otra vez, quizá no
era el embarazo. Tal vez fue el hecho de que en el último par de semanas estuve en
aguas completamente desconocidas para mí.
Estar embarazada. Reconocer que quería más de Nick. Intentar tener una
relación de verdad. Estar embarazada. No ser sincera con mi jefe. Alejarme de mi
mamá. Todo esto era nuevo para mí.
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De repente, el peso de todo aterrizó sobre mis hombros, y contuve un


suspiro. Me parecía una idea muy divertida regresar a casa y acurrucarme con un
bol lleno de caramelos.
—Oye.
Miré a Reece. —¿Sí?
—No dejes que te afecté —aconsejó en voz baja—. Nick es hombre. Y ellos,
por lo general, son estúpidos. Confía en mí, lo sé. Soy un chico. Uno estúpido de
vez en cuando.
Apreciando las palabras, sonreí ligeramente mientras pasaba mis dedos
sobre las cuentas de mi bolso.
Cuando no dije nada, Reece continuó en voz baja—: Tanto tiempo como lo
conozco, nunca ha tenido una relación seria con nadie. Probablemente va a
necesitar un considerable proceso de aprendizaje cuando se trata de no decir cosas
que te van a enojar.
No pude evitar reírme de eso, pero mi experiencia con las relaciones serias
era tan inexistente como la suya, y no actuaba como una idiota. Bueno, actué un
poco como una la vez que no respondí su mensaje de texto, pero al menos mi
comportamiento malintencionado fue en privado.
Pasaron unos quince minutos y Nick desapareció de nuevo en la cocina
junto con Jax. No tenía ni idea de lo que hacían allí, pero cuando miré mi teléfono,
eran casi las nueve. Volví a mirar las puertas de la cocina, pero permanecieron
cerradas. Roxy estaba al otro lado de la barra, mezclando tres bebidas a la vez.
—Oye —dije, bajándome del taburete—. Voy a irme. ¿Puedes despedirme
de Roxy y de Calla? Le enviaré un mensaje a Nick.
Reece levantó su vaso, con lo que supuse que era agua, y me miró por
encima del borde. —Sí, puedo hacer eso.
—Gracias. —Comencé a darme la vuelta.
—Conduce con cuidado.
Asentí y luego salí del bar. El aire fresco que me saludó fue un respiro
aceptado. Una vez en mi coche, le envié a Nick un mensaje de texto rápido en el
que le hacía saber que me iba a casa. Fue rápido el regreso, y lo primero que hice
cuando entré en mi dormitorio fue sacarme los zapatos y el suéter. Lo arrojé en el
cesto de mimbre y luego giré, planeando volver a la cocina y a familiarizarme con
el bol de caramelos, pero mi mirada se desvió hacia la estantería, a la foto de
primavera, y se posó sobre la foto de mi padre.
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Usaba su uniforme del ejército, y siempre lo recordaba así. Incluso cuando


había estado en casa, en algún momento veía esos pantalones con diseño de
camuflaje. Eran un símbolo de su regreso a casa y una advertencia de que pronto
se iría. Es posible tanto amar como odiar algo de manera fiera e igual.
Alzando la mano, pasé los dedos a lo largo de la foto enmarcada mientras
dejaba escapar un suspiro tembloroso. Dios, lo extrañaba tanto, y no pude evitar
preguntarme qué le parecería tener un nieto, lo que sentiría. ¿Habría estado
orgulloso o decepcionado? No importaba lo que sucediera, sabía que sería tan
comprensivo como mamá.
Mordí mi labio mientras bajaba la mano. Ahora, realmente necesitaba esos
caramelos. Esta noche iba a comer mis emociones. Fui por el pasillo y llegué al
baño cuando oí un golpe en la puerta de mi casa.
Frunciendo el ceño, me dirigí a la puerta y revisé la mirilla. La sorpresa me
atravesó. Era Nick, pero eso no tenía sentido. Se suponía que se encontraba en el
trabajo. Destrabando la cerradura, abrí la puerta.
—¿Qué‖est{s<?
El resto de las palabras se perdieron en acción. Entró, cerrando la puerta
detrás de él y colocó el cerrojo. Mi corazón saltó cerca de mi garganta. Nick colocó
un brazo alrededor de mi cintura, levantándome y estirándome contra su pecho.
Puso su otra mano sobre la nuca. En un instante, la boca de Nick se hallaba sobre la
mía y me besaba. No había nada lento y tentativo en este beso. Era profundo y
consumidor, y antes de que lo supiera, mis brazos estaban alrededor de su cuello.
Me colgué de él, afectada por la profundidad del beso, de cómo me sentía entre sus
brazos. Como un tesoro o una rara obra de arte. Así era cómo besaba, y conmovía
infinitamente.
Nick tardó en romper el contacto, pero cuando lo hizo, presionó su frente
contra la mía. —Lo siento —dijo, y el beso me afectó tanto que no me di cuenta al
principio de que se disculpaba. O por qué hablaba. Solo quería que me besara de
nuevo—. No quería comportarme como un imbécil en el bar —explicó, y me
acerco—. Me sorprendió verte y me preocupó que estuvieras allí, por si algo
pasaba.
Mis dedos se enredaron entre los mechones suaves de su cabello. —Nada
hubiera pasado.
—Sí, la vida encuentra la manera de probar lo equivocado de esa
afirmación. —Sus labios rozaron los míos mientras hablaba, enviando una serie de
escalofríos por mi columna vertebral—. De todos modos, creo que necesito
aprender a pensar antes de hablar.
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Una pequeña sonrisa tiró de mis labios. —Eso suena como un buen plan.
—¿Lo crees? —Entrecerraba los ojos mientras me besaba suavemente.
Cuando asentí, me recompensaron con otro roce persistente y abrasador de sus
labios—. Espera.
Mi respiración se detuvo cuando el brazo alrededor de mi cintura me
levantó. El instinto guió mis piernas alrededor de sus caderas. Lo sentí entonces,
duro y tenso contra sus vaqueros. Era como si un interruptor hubiera sido activado
en mi interior. Cuando me besó, el placer se arremolinó fuertemente, pero al
sentirlo envió un rayo de pura lujuria que me atravesó.
Nick comenzó a caminar, llevándome hacia el dormitorio mientras decía—:
No pensé.
—¿Pensar en qué? —Mi voz sonaba casi sin aliento, un rasgo que
desconocía.
Con sus pasos de piernas largas, estábamos en mi habitación en un instante.
—No pensé en lo sola que estuviste. —Antes de que pudiera responder, me besaba
de nuevo, su lengua bailando junto a la mía—. Que eres nueva en esta ciudad,
nueva en el trabajo, y también para mí.
Otro profundo y ardiente beso evitó que pueda pensar. Se detuvo en medio
de mi dormitorio, tensó la mano que se encontraba en mi nuca, enredándola con
mi cabello. —Quería decírtelo en el bar, pero me hallaba a punto de ayudar a
Clyde a conectar una nueva freidora. Esa mierda fue realmente complicada. Y
cuando volví, te habías ido.
—Te envié un mensaje.
Nick se movió, colocándome en el borde de la cama. —No revisé mi
teléfono. —Se enderezó y se quitó la chaqueta de cuero. La lanzó al suelo con un
golpe suave—. Tan pronto como vi que te habías ido, fui a Jax. Me dejó ir.
Mojé mis labios mientras bajaba su mano, usando sus dedos para levantar el
dobladillo de su camisa. —¿Dejaste el trabajo para venir aquí?
—No me gusta la idea de que te sientas sola. —Tirando de la camisa por
encima de su cabeza, la dejó caer hasta donde descansaba su chaqueta—. Joder. No
me gusta esa idea.
Se me secó la boca al verlo tan de cerca. Las cosas habían sido tan rápidas y
calientes la noche que pasamos juntos que realmente no tuve tiempo de apreciarlo
en toda su gloria desnuda. Nick tenía un gran cuerpo: el de un corredor. Pecho
definido y duro, abdomen marcado y terso, y caderas estrechas y delgadas.
Aquellos pantalones vaqueros colgaban muy bajo, y mis ojos seguían el fino rastro
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de vello que empezaba en su ombligo y desaparecía bajo la pretina de sus


vaqueros.
Se sacó sus botas de inmediato, luego sus calcetines. No sé qué tenía ver los
pies de un hombre, pero había algo íntimo en eso. Tal vez era muy extraña. —No
deberías sentirte así —continuó, dirigiendo mi mirada a la suya—. No quiero que
lo hagas.
—Sé‖que‖tienes‖mucho‖con‖lo‖cual‖lidiar‖y<
—Sí, es así. —Sus dedos se acercaron al botón de sus vaqueros,
desabrochándolo y luego el sonido metálico de la cremallera que descendía me
produjo piel de gallina—. Pero hay tiempo. Hay mucho tiempo, y voy a empezar a
hacer un mejor uso de él.
Sus pantalones vaqueros cayeron, y se encontraba en calzoncillos ajustados
color negro.
—Apoyo totalmente este uso de tiempo —murmuré.
Rió entre dientes. —Y por eso me gustas.
Había una pequeña parte de mí que quería exigirle qué más le gustaba de
mí, pero eso no fue lo que salió de mi boca. —Hace mucho tiempo que no me
besan.
Se congeló, sus labios se curvaron en las comisuras. —¿Qué?
—Yo... realmente no he besado a un chico desde la secundaria —admití,
sintiéndome un poco tonta por decirlo—. Sé que suena a Pretty Woman, pero no es
algo... —De repente, sentí incertidumbre—. Dios, es una estupidez decir esto en
este momento. ¿Podemos olvidar que incluso hablé y regresar a desnudarnos?
—No. —Negó con la cabeza—. Lo entiendo. —Extendió la mano y acarició
mi mejilla—.‖¿Tú‖y‖yo<?‖Somos‖algo‖m{s,‖¿verdad?
Me reí suavemente.
—La mayoría de la gente no lo entendería, probablemente ni siquiera nos
toleraría, pero juntos... Tiene sentido.
Había una verdad sorprendente en sus palabras; pero también una parte de
mí se preguntó si habría llegado a esa conclusión si me hubiera encontrado aquí
con él, si no me hubiera quedado embarazada.
Entonces Nick se encontraba desnudo, y fui incapaz de concentrarme en
eso. Ni siquiera había visto la última pieza de ropa, pero ahí estaba, y querido
Dios, era como sacarse la lotería de los hombres.
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Cien por ciento masculino, era un estudio de líneas duras, músculos


marcados y belleza masculina. No tenía vergüenza de pararse frente a mí, y no
había duda de lo listo que estaba. ¿Y su tamaño? Guau.
Aumentó mi pulso, contuve el aire mientras curvaba sus dedos bajo mi
mentón. Con ligera presión, me animó a ponerme de pie. Una pequeña sonrisa
apareció en sus labios a medida que sus manos se deslizaban por mis brazos y
luego hasta el borde de mi camisa. Sin decir una palabra, la arrastró por encima de
mi cabeza. Se unió a su ropa. Las puntas de mis pechos ya estaban tensas,
adoloridas.
Su mirada se intensificó e hizo este sonido en la parte posterior de su
garganta que causó debilidad en mis rodillas. —Estas... —Pasó una mano sobre mi
sostén, e inhalé profundamente—. No tienes ni idea de lo mucho que he deseado
verlos. —Esa mano se deslizó sobre el encaje negro y luego bajo la copa. Su pulgar
acarició la punta, y el placer salió disparado desde allí, convirtiéndose en un velo
de placer. Su otra mano serpenteaba alrededor de mi espalda, y con dedos ágiles
me quitó el sujetador.
Un rubor se esparció por mi piel a medida que el sujetador se deslizaba por
mis brazos y caía. Desnuda ante sus ojos de la cintura para arriba, mordí mi labio
mientras lo dejaba mirar a gusto, y lo hizo. Miró hasta que sentí como si estuviera
tallando la imagen en su memoria, hasta que ese rubor se convirtió en calor
sofocante.
Luego me acunó con ambas manos.
Mi espalda se arqueó y se me escapó un gemido ahogado cuando sus dedos
afectaban y enloquecían mis sentidos. Extendí mi mano, colocándola sobre su
pecho para sujetarme mientras exploraba. Su piel se sentía caliente bajo mi palma y
podía sentir su corazón latiendo.
—Nick —susurré.
Sacudió la cabeza. —No me tomé mi tiempo cuando estuvimos juntos. Estoy
rectificando eso ahora mismo.
Oh Dios, realmente lo hizo. Pasó tanto tiempo allí que cuando finalmente
extendió su mano hacia el botón en mis vaqueros, casi enloquecí. Cada respiración
que tomé era superficial y mi pulso aumentó, moviéndose profundamente dentro
de mí. Me sacó los pantalones vaqueros durante mi aturdimiento.
Nick se puso de rodillas delante de mí, sus manos se acomodaron sobre mis
caderas. Su cabello me hizo cosquillas mientras colocaba un beso justo debajo de
mi ombligo. —Ese es para el guisante dentro de ti —dijo, y mi corazón se
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derritió—.‖ Sí,‖ he‖ estado‖ haciendo‖ mi‖ propia‖ investigación.‖ Y‖ este<‖ —Bajó su
cabeza y me besó otra vez, sobre mi centro. Incluso con el satén entre sus labios y
mi piel, sentí el toque directamente en mi corazón—. Y ese es para ti.
Mi mano temblaba mientras lo tocaba, deslizando mis dedos a través de su
cabello. Un nudo de emoción se construyó en mi garganta. Lo supe en ese
momento, cuando me besó en el abdomen, que en verdad podía enamorarme de
este hombre. Mi corazón latía rápido.
Nick levantó la cabeza, mirando a través de gruesas pestañas oscuras.
Aquellos ojos verdes irradiaban calidez. —Creo que podría pasar años aquí.
—¿De rodillas? —Mi voz tembló un poco.
Elevó una de la comisura de sus labios. —Por el tiempo que estés encima de
mí.
Mi risa sonó seca y temblorosa. —Eres el colmo.
—No. No lo soy. —Sus labios rozaron mi muslo—. Creo que... Sí, necesito
cambiar eso.
No entendía lo que significaban esas palabras; o quizá sí lo hacía, pero
estaba demasiado asustada como para creerlas, aunque en ese momento no pensé
en eso porque sus dedos bajaban el satén por mis caderas, sobre mis muslos, y
luego desaparecieron; y me encontraba completamente desnuda, igual que él.
Y entonces exploró, con sus manos y dedos; y finalmente con su bella boca.
Mi cabeza cayó sobre mis hombros, y cuando me trabajó, me probó, mis caderas se
movieron a la par.
Nick se apartó justo antes de explotar. Se levantó, tragando mi gemido de
frustración con un beso. Una mano estiró mi cabello, haciendo que reclinara la
cabeza. Los besos se volvieron más profundos, se hicieron más urgentes y feroces.
Mis manos se deslizaron sobre él y hacia abajo, mis dedos se envolvieron alrededor
de su grosor. Sus caderas golpearon se sacudieron, y entonces presionó mi espalda
contra la cama.
Curvó sus manos bajo mis brazos y me levantó, arrastrándome hacia el
centro del colchón, y su boca reclamó la mía. Eran un enredo de brazos y piernas,
de manos codiciosas y los besos aún más voraces. Sexo... el sexo nunca había sido
así. Claro, era divertido y experimenté mi parte justa de orgasmos y buenos
momentos, pero esto era alucinante; porque no era solo dos personas que querían
dejarse llevar. Había una pasión en la forma en que sus labios se movían sobre mi
piel, un deseo en la forma en que mis manos se familiarizaban con las muchas
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inmersiones y planos duros; y una intimidad estremecedora cuando se alzó sobre


su antebrazo, guiándose en mi interior.
Mis caderas se arquearon y mis manos se sujetaron de sus brazos cuando
empezó a moverse, lentamente al principio, como burlándose, lo que era
demasiado. Presioné mis talones contra sus pantorrillas. Mis uñas patinaban sobre
su piel. La presión se construía en mi interior, y sus empujones aumentaban, su
aliento caliente bailando sobre mi mejilla, las palabras provocativas que habló
contra mi oído me excitaban. Estaba en mí, alrededor de mí, y era una parte de mí.
Piel sobre piel. Nada entre nosotros. La tensión aumentó rápidamente, haciéndose
más y más fuerte.
Esto no era dos personas follando.
Ese fue el último pensamiento que tuve cuando se desató el nudo en mi
centro, golpeando hacia fuera. Ola tras ola de placer se estrelló contra mí. Mi
cabeza retrocedió y gemí su nombre y solo Dios sabe qué palabras. Me tensé a su
alrededor en tanto empujaba un brazo debajo, sellando mi cuerpo contra el suyo
mientras sus caderas caían contra las mías. Su otro brazo me enjauló,
sosteniéndome en su lugar. Se movía salvajemente, retorciendo las caderas, y la
presión era demasiado. Las réplicas me destrozaron de nuevo y el mundo pareció
astillarse cuando tuve otro orgasmo.
Nick gritó con voz ronca un segundo antes de enterrar la cabeza en el
espacio entre mi cuello y mi hombro. Se quedó quieto, presionando las caderas
contra las mías. Un gran estremecimiento lo sacudió en tanto lo sostenía, y
permanecimos así un momento antes de que se moviera.
Levantó su cabeza cuando mis manos se deslizaban por sus lados. Presionó
sus labios contra mi sien, un momento más tarde los deslizó sobre mi frente.
Depositó un besito en la punta de mi nariz y luego me besó dulcemente.
Y algo sobre ese beso perezoso y suave fue más poderoso que cualquiera de
los otros.
Nick salió; y por experiencia, esperé que saltara de la cama e iniciara la
incómoda búsqueda y rescate de la ropa. Pero no lo hizo. Con su brazo todavía
debajo de mí, me tiró con él mientras rodaba sobre su espalda, acercándome para
que mi frente presionara contra su costado y mi pierna se enredara con la suya.
Estábamos húmedos y enrojecidos, pero en tanto mi mejilla estuviera sobre su
hombro, no había un lugar más cómodo. Su mano vagó por mi espalda. Ninguno
de los dos habló.
Mientras yacía allí, tanto mi ritmo cardíaco como de la respiración rápidos,
un pensamiento anterior resurgió. ¿Me estaba enamorando de él?
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Nick giró su cabeza y sus labios rozaron mi frente.


No. ¿Estaba enamorada de él?
Había una buena posibilidad de que ya me hubiera enamorado él.
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Traducido por Vane hearts & Beatrix


Corregido por Laurita PI

En algún momento Nick se levantó y se dirigió a la cocina, completamente


desnudo y totalmente a gusto. Regresó con dos vasos de agua, apagó la luz y se
unió a mí de nuevo.
Hecha un ovillo contra él, en mi lado y con el edredón metido alrededor de
nuestras cinturas, me hallaba‖en‖modo‖totalmente‖acurrucado.‖Y‖también‖estaba<‖
absolutamente contenta. A pesar que acurrucarse era por completo ajeno a mí,
todo acerca de esto se sentía bien, como si lo hubiéramos estado haciendo durante
años. Ese sentimiento era un poco desconcertante, pero no le rehuía. En cierto
modo quería rodar en ello.
Trazando la delgada línea de vello debajo de su ombligo, sonreí. —Gracias.
—Siento que debería darte las gracias, pero tengo curiosidad. —Sus dedos
bailaban a lo largo de mi espalda y costillas—. ¿Por qué me agradeces?
Mi sonrisa creció. —Por venir. No tenías que hacerlo. Podrías haber
esperado. Fue dulce.
—Soy un tipo dulce, pero no se lo digas a nadie. Tengo una reputación que
mantener.
Me reí suavemente. —Será nuestro secreto.
Nick se giró para que mi mejilla descansara sobre su brazo y nos
enfrentáramos. Su mano se deslizó de mi cintura a mi estómago. —¿Te emociona la
cita con el doctor?
En la oscuridad, pude distinguir lo suficiente de la débil línea de sus rasgos
para decir que sonreía. —Sí. Me siento un poco nerviosa, porque no sé qué esperar
realmente —admití.
Su mano se aplastó a lo largo de mi estómago. —A veces no se siente real,
¿verdad?
Mi corazón tropezó. —No. Y eso es tan loco, ¿eh?
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81

—Probablemente normal. Supongo que después de que vayamos al doctor,


la realidad entra en acción —dijo—. ¿Cómo está tu madre manejando todo?
Puse mi mano sobre la suya, gustándome la sensación. —Es muy
comprensiva. Soy suertuda. Lástima que no viva aquí, porque sé que tendríamos
una niñera incorporada. —Hice una pausa mientras miles de preguntas sobre su
familia salían a la superficie. Ahora era un momento bastante bueno, si es que
había, para empezar a preguntar—. No hablas mucho de tu familia. Recuerdo que
dijiste que tu madre murió. ¿Puedo preguntar cómo?
Nick no respondió durante un largo momento, y contuve el aliento,
esperando. Si realmente quería sacar algo de esto, tendría que sincerarse. Yo
también. Este era un momento importante entre nosotros, definitivamente más que
lo que acabábamos de compartir.
—Mi mamá murió cuando era estudiante de primer año en la escuela
secundaria —dijo, y solté el aliento—. Murió de un corazón roto. Y sí, sé lo
estúpido que suena, pero después de que mi padre murió, ella simplemente se
rindió.
Tenía el pecho apretado. Me imaginé que su padre no formaba parte de su
vida desde que Nick dijo que su familia no se encontraba cerca, pero no asumí
automáticamente que murió. Curvando mi mano alrededor de la suya, la saqué de
mi estómago y la presioné contra mi pecho, junto con la suya.
—Apenas comía —continuó—. No se cuidó en absoluto. Dejó de salir y
básicamente simplemente detuvo todo. Mi abuelo, su padre, trató de conseguirle
ayuda, antes de que él se enfermara. La metió en terapia, pero no tomó ninguno de
los medicamentos recetados. No le importaba, no podía lidiar con vivir sin papá.
Tomó años. —Su mano se apretó alrededor de la mía—. Me encontraba en la
escuela. Era por la mañana, y mi abuelo vino a buscarme. Después de que mi papá
murió, nos mudamos con él. Salió aquella mañana para conseguir víveres y llegó a
casa y la encontró muerta en la cama.
—Lo siento mucho —susurré.
Levantó nuestras manos juntas y besó la parte de atrás de la mía. Luego
exhaló con brusquedad. —No estoy seguro de que quieras saber de mi padre.
—Lo hago.
Nuestras manos bajaron de nuevo al lugar entre nuestros pechos. Pasaron
varios momentos antes de que hablara. —Mi padre se suicidó.
Mis ojos se abrieron conmocionados. No esperé eso. De ningún modo.
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—Mi familia no ha tenido la mayor suerte, ¿eh? Mi abuelo se enferma de


Alzheimer. Mamá se rinde y mi padre perforó su propia tarjeta. —Volvió la cabeza
para mirar el techo—. Mi abuelo, Job, era un hombre de negocios bastante exitoso.
Su padre también. Entraron en el negocio de la construcción por aquí hace mucho
tiempo y eran buenos, geniales. La mitad de las malditas casas de aquí fueron
construidas o trabajadas por ellos. Cuando mamá conoció a papá y se casaron, él
comenzó a trabajar para Job, y papá con el tiempo se hizo cargo del negocio y las
cosas eran buenas al principio. Quiero decir, era un niño en ese entonces, y no
recuerdo‖mucho,‖pero‖mis‖padres‖parecían‖contentos.‖Vivíamos‖una‖buena<‖vida.‖
Eso es lo que recuerdo.
—¿Qué pasó? —pregunté.
El pecho de Nick se elevó y cayó con una respiración profunda. —La
compañía de mi padre construía esta casa mientras terminaban otra. El lugar era
bastante enorme y aunque la compañía de papá se encontraba muy abastecida, no
podía alejarse del trabajo y ese tipo de dinero. Los contratistas normales con los
que trabajaba estaban ocupados en el otro hogar, así que contrató a algunas
personas nuevas. Uno de ellos era este electricista. Papá pensó que subían y
subían. ¿Ya sabes? No creo que creyera que tuviera alguna razón para dudar del
trabajo que alguno de ellos hacía. Se equivocó.
Su mano se aflojó, pero me negué a soltarla. Pasó otro momento. —El
electricista que contrató desapareció después de que la casa fue terminada. Lo que
era común. La gente se mueve todo el tiempo. No es gran cosa. No al principio.
El instinto me dijo que algo realmente malo llegaba y escucharlo iba a ser
doloroso.
—Al final se enteraron que el electricista cortó presupuesto. Te sorprendería
la frecuencia con que esa mierda sucede. Por lo general, no se convierte en una
gran cosa, pero su chico... la jodió. El cableado se encontraba mal; muy mal y causó
que la casa se incendiara. —Nick tragó y pude sentir la tensión en él—. La familia
que hizo construir la casa se encontraba allí cuando se prendió en fuego. Los
padres. Tres niños. Dos de los niños murieron.
Cerré los ojos. —Oh‖Dios<
—Papá tenía seguro, un seguro de responsabilidad. Puesto que el electricista
no se hallaba cerca, cayó sobre él. No es que no lo habría hecho de todos modos.
Fue su compañía la que construyó esa casa. Era su responsabilidad asegurarse de
que todo se hiciera correctamente. La familia demandó. Legítimamente. Aniquiló
todo excepto lo que mi abuelo tenía. Era inteligente con el dinero, con los negocios.
Separó el dinero que ahorró a lo largo de los años de la compañía mucho antes de
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que se lo entregara a mi padre, pero no fue el dinero lo que le llegó a mi papá. Al


menos, no creo que lo fuera. No por lo que recuerdo. —Su voz se hizo más gruesa,
se volvió ronca—. Lo mató saber que era responsable de esa familia, lo consumió.
Lo recuerdo vagamente sentado por la noche, en la sala de estar. Como si ni
siquiera estuviera allí. Un año y medio después del incendio, se ahorcó. Mamá lo
encontró.
—Dios. —Me moví más cerca, presionando la longitud de mi cuerpo contra
el suyo. De inmediato, un montón de Nick comenzó a tener sentido—. Lo siento.
Sé que esas dos palabras son débiles, pero lo siento mucho.
—Esas palabras no son débiles. Significan algo. —Giró su cabeza hacia mí—.
Hay‖algo‖m{s<‖Y‖probablemente‖vas‖a‖pensar‖que‖es‖raro.
—Lo dudo —le prometí.
—No. Es bastante raro. Reece es una de las personas que lo saben, y sé muy
bien que no le dijo nada a Roxy. Ni siquiera sé por qué estoy a punto de decirte
esto.
La curiosidad me tenía prendada. No podía entender qué podría ser tan
raro que Reece supiera y mantuviera para mismo, incluso de Roxy. —Está bien —
dije, buscando su mirada en la penumbra—. Aunque creo que es raro, no significa
que voy a darte una patada fuera de la cama.
Negó con la cabeza. —Bueno, espero que no. Sería incómodo teniendo en
cuenta que los dos estamos desnudos.
Sonreí a pesar de la conversación. —Dime.
Tiró un poco de mi mano. —No sabes mucho acerca Calla, ¿verdad?
Mis oídos de viejito se animaron inmediatamente. No era una detective,
pero mi mente de inmediato corrió a lo que Roxy dijo sobre el comportamiento de
Nick a su alrededor y lo que había presenciado. —En realidad no. Sabía que salía
con Teresa cuando me encontraba en Shepherd.
—Pero‖has<‖has‖notado‖la‖cicatriz‖en‖su‖cara,‖¿verdad?
Empecé a fruncir el ceño. —¿Sí?
Nick dejó escapar otra bocanada de aire. —Tiene esa cicatriz de un incendio.
Las ventanas reventaron o algo así. Golpeándole en la cara. Era uno de los niños
que vivían en la casa en la que mi padre trabajó. Fueron sus hermanos los que
murieron. Y eso no‖es‖todo.‖Sus‖padres‖poseían‖originalmente‖Mona’s.
Pasaron unos segundos y no tenía ni idea de qué decir. La conmoción rugió
a través de mí. —¿Calla no sabe eso?
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84

—No. Y es probable que no se le haya cruzado por su mente. El apellido de


mi padre era Novak, pero cuando murió, mi madre terminó tomando de nuevo su
nombre de soltera, Blanco. Y nunca se lo he dicho. Cómo diablos iba a decirle
¿Sabes? La primera vez que entró en el bar, mi corazón casi se detuvo. Veras, nadie
esperaba que ella volviera aquí. Después del incendio, su padre le dejó y su madre
terminó manejando el bar por sí misma, pero fue cuesta abajo, se echó a perder
debido a las drogas y se convirtió en una mierda de madre. Ella no podía hacer
frente a la pérdida de sus niños pequeños —dijo, mirando al techo una vez más—.
Terminé en Mona, con su mamá, hace unos años. Sabía quién era yo. Dijo que me
parecía a mi padre. Era uno de esos raros momentos en que los no se hallaba en
algo. De todos modos, apenas comenzaba a hacerme cargo de mi abuelo, recién
salido de la universidad, y había empleos en Mona. Me ofreció un trabajo. Fue
extraño. No necesitaba el dinero. En realidad no. Trabajé lo suficiente para cuidar
de‖mí‖y‖ser‖capaz‖de‖cuidar‖de‖él,‖pero‖fue<‖un‖descanso.‖¿Sabes?
—¿Para alejarte? Lo entiendo.
Asintió. —Así que empecé a trabajar en Mona, antes de que Jax viniera, y
luego, cuando llegó allí, en cierto modo asumió el control. Toda la situación en
torno a Mona y el bar era un desastre, pero creo que de alguna manera, trabajando
allí para ella,‖me‖hallaba‖un‖poco<
—¿Exculpado por lo que sucedió? —Cuando no hablaba, me apretaba la
mano—. Nick, sabes que nada de lo que ocurrió fue tu culpa, ¿verdad? Y parece
que‖ a‖ pesar‖ de‖ que‖ tu‖ padre‖ era‖ legalmente‖ responsable,‖ él<‖ también‖ fue‖ una‖
víctima de esto.
—Tardé mucho tiempo en darme cuenta de eso —dijo después de un par
segundos—. Ni siquiera sé por qué tenía mi cabeza enredada en eso. Creo que solo
era joven y tonto. De todos modos, como dije, no me esperaba ver a Calla.
—¿Crees que alguna vez se lo dirás?
—No sé. Quizás hubiera tenido sentido si lo hubiese hecho cuando apareció
por primera vez. Ahora simplemente parece raro.
—No es raro —le dije, cuando volvió la cabeza hacia mí, no tenía que verlo
para saber que tenía una mirada dudosa en su cara—. Está bien. Es un poco raro,
pero entiendo por qué no lo has hecho. No la conozco bien, pero no parece como
alguien que te reprocharía algo que tuviera que ver con él.
—¿Pero qué tan difícil para ella podría ser darse cuenta de que trabaja junto
con el hijo del hombre que básicamente fue el responsable de que su vida fuera
despedazada? Eso no puede ser fácil. —Su voz era tranquila—.‖ No<‖ No‖ quiero‖
echar a perder su vida.
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85

Oh Dios, dolía escucharlo, y había algo en esas palabras que me hizo pensar
en lo que dijo antes acerca de estar en una relación. ¿Era la razón por la que se
hallaba tan en contra de las relaciones? ¿Porque de alguna manera no creía que lo
mereciera por su padre y el incendio de la casa? Parecía un salto, pero el hecho de
que Nick sintiera que trabajar en Mona era la expiación por algo que su padre
cometió, sí me preocupaba.
—Te encontrabas en una relación seria, ¿verdad? —pregunté.
—Sí.
Dejé escapar una respiración profunda. —¿Qué pasó?
—Era una chica que estaba viendo en la universidad. Éramos serios, y por
un‖tiempo,‖pensé<‖que‖sería‖para‖largo‖plazo.
Un aumento irracional de celos me iluminó. La intensidad me sorprendió, y
en cierto modo me quería golpear a mí misma. ¿Cómo podría sentirme celosa de
una chica que ya no formaba parte de su vida? Espera. Oh, Dios mío. ¿Qué pasa si
todavía estaba enamorado de ella? Mi estómago se contrajo.
—De todos modos —continuó, olvidando mi monstruo interior—, cuando
mi abuelo se enfermó y todo comenzó a suceder, las cosas se pusieron tensas entre
nosotros. No creo que hubiera podido hacer frente a todo lo que tenía que hacer. Al
principio no conseguía verla mucho, tratando con él. Nos fuimos distanciando, y
luego un día simplemente se acabó. Apestó, pero infiernos, si no podía manejar a
mi abuelo enfermo a mi cuidado, ¿Qué habría hecho si me hubiera enfermado?
—Menuda perra —espeté.
Nick rio mientras soltó mi mano y rodeó su brazo alrededor de mi cintura
sin apretar. —¿Y tú? ¿No has estado en una relación seria desde la escuela
secundaria?
—Ni siquiera sé si puedo decir que la relación era realmente seria o no —
admití con sequedad.
Su mano se estiró en mi lado. —Entonces, ¿cuál es tu problema? ¿No crees
en el amor?
La pregunta me tomó por sorpresa. —Creo en el amor. Lo hago. Solo....
nunca he estado enamorada. No como con mis padres. Se amaban. Es decir, cada
vez que los veía juntos, los oía hablar el uno al otro, incluso si se encontraban
enfadados, podías oír el amor en sus voces. Esa es la clase de amor que quiero. No
se conformaré con menos.
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86

—Mmm<‖—Su mano hizo un barrido lento de nuevo a mi cadera—. Estás


utilizando el tiempo pasado allí, Stephanie.
Mi nombre: Me gustaba mucho cuando decía mi nombre.
—Mm, mi padre formaba parte de la Marina —dije, y se sentía raro decir
esto en voz alta, porque simplemente no era algo de lo que hablara con
frecuencia—. Y se hallaba en el extranjero mucho. Cuando tenía quince años, se
encontraba en casa durante el verano, y fue genial. Luego se fue de vuelta. Nunca
regresó.
Nick no dijo nada mientras giró la cabeza y presionó un suave beso, casto
contra mi frente. Tragué, pero aquel maldito nudo se encontraba de vuelta, alojado
en mi garganta. —Le dispararon, y recuerdo que me hallaba sentada en las
escaleras cuando los dos agentes le dijeron a mi madre que fue rápido, que no
sufrió. Y también recuerdo que pensé: ¿Cómo saberlo ayuda en algo? Ahora lo
entiendo.‖ Estoy‖ feliz‖ de‖ que‖ no‖ sufrió,‖ pero‖ a‖ los‖ quince‖ años‖ sólo<.‖ No‖ lo‖ hizo‖
más fácil.
—Lo siento —dijo en voz baja, y entonces me besó la frente de nuevo—.
Obviamente no conocía a tu padre, pero el hecho de que fuera allí y diera su vida
por el resto de nosotros, lo hacía un buen hombre.
—En verdad lo era —dije en voz baja, sonriendo con tristeza—. Mi madre
nunca volvió a casarse ni tener una cita. Creo que nunca lo hará. Hasta el día de
hoy, usa sus placas de identificación. Solo se las quita cuando se ducha. No
importa lo que lleve puesto. —Tragué otra vez, aclarando mi garganta—. Sí, así
que, ahí está.
Levantó su mano de mi cadera y me rozó ligeramente el pelo de mi cara. Su
mano se quedó en mi mejilla. —¿Es una fotografía de tu padre la que hay en el
estante?
La sorpresa parpadeó a través de mí. —¿Viste eso?
—Sí, cuando me levanté para conseguir el agua. Soy observador.
—Guau —murmuré.
—Podría haber sido también porque noté de la imagen del bikini primero —
admitió, y se rio—. Quiero decir, vamos, ¿Quién no lo notaría?
—Guau —repetí.
—De alguna manera creo que tu segundo guau fue menos impresionado.
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Me reí de nuevo, y mientras la gravedad de la conversación era como la


tercera entidad en el dormitorio, sentí curvar mis labios en una sonrisa amplia. —
No puedes quedarte a pasar la noche, ¿verdad?
—Jodidamente lo deseo. Puedo quedarme hasta las tres —dijo, su mano
moviéndose hacia abajo, cerrándose alrededor de mi cadera. La apretó—. No me
gusta mantener a Kira demasiado tarde si tiene que volver a casa.
—Comprensible. —Hice una pausa, Sabiendo que teníamos unas pocas
horas—. ¿Tienes hambre o algo? —pregunté.
—No. ¿Tú?
Negué con la cabeza y me alegré de que no tuviéramos que salir de la cama
en este instante. Quería disfrutar de los momentos con él antes de que tuviera que
irse. Se sentía bien tener esta conversación con él. No raspábamos las superficies de
cada‖uno‖m{s.‖Esto‖era<‖‖esto‖era‖real,‖y‖est{bamos‖llegando‖al‖fondo,‖m{s allá de
las capas iniciales.
Nick cambió de repente.
Chillé cuando tiró el edredón, destapándonos y el aire frío se apoderó de mi
piel, surgiendo la piel de gallina. Su cuerpo reemplazó rápidamente la fuente de
calor, y me quejé cuando mordisqueó mi cuello.
—Ahora que lo pienso —dijo, desplazando sus labios sobre mi garganta y
luego hacía abajo—. Tengo hambre. Para desayunar.
—¿Desayuno? —le pregunté mientras sus labios paseaban sobre mis pechos.
Cuando su lengua se involucró, me metí. Echando hacia atrás la cabeza, me reí en
voz‖alta,‖y‖la‖risa‖de‖inmediato‖se‖convirtió‖en‖jadeos‖y‖gemidos,‖pero‖esa‖sonrisa<
Esa sonrisa no dejó mi cara.
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Traducido por Umiangel & samanthabp


Corregido por Ana Avila

A medida que se acercaba mi primera cita real de embarazo, más nerviosa


me ponía. No era un nerviosismo normal. Era más como estar emocionada y
ansiosa a la vez. El sentimiento me hizo querer comer cosas. Muchas cosas.
En realidad, casi quería comer cosas en general.
Y en serio no pensé que tuviera nada que ver con estar embarazada. Era
como si mi cabeza usara la excusa de estar embarazada para comer cualquier cosa
a la vista.
Tuve un gran almuerzo para el día de la cita y pasé la mayor parte del
miércoles por la mañana tratando de no comer la última calabaza de Reese o
golpear a Rick en las bolas. Cada vez que pasaba por mi escritorio, me miraba
como si estuviera imaginándome desnuda o viniéndome.
Cuando llegó la hora de irme, bloqueé mi computadora y me puse de pie,
agarrando mi chaqueta de donde la tenía doblada y escondida, junto con mi bolso.
Cuando me giré, empujando mi silla, vi a Brock caminando hacia la oficina de
Marcus. Inmediatamente busqué a Jillian, porque siempre que lo veía, no se
encontraba muy lejos. La semana pasada, cuando se detuvo en la oficina, estaba
con él, casi como su pequeña sombra, pero hoy se hallaba solo.
Y se veía un poco mejor. La semana pasada, manchas oscuras debajo de sus
ojos acentuaban su cansancio y parecía más pálido de lo normal, pero hoy parecía
un poco más como sí mismo, con la excepción del cabestrillo en su brazo derecho.
Aunque su brazo no se encontraba herido, ayudaba a mantener los músculos de la
pared torácica estables.
—Hola —lo saludé mientras metía los brazos en mi chaqueta—. ¿Cómo
estás?
Brock me lanzó una sonrisa tensa. —Pasándola. ¿Y tú?
—Bien. Voy a almorzar.
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Se detuvo frente a la puerta de la oficina de Marcus y miró por encima del


hombro, el movimiento era torpe y rígido. —¿Te encontrarás con Nick? —Un brillo
travieso apareció en sus ojos.
Dios mío, sentí mis mejillas comenzar a calentarse mientras mi corazón
hacía un pequeño baile divertido en mi pecho. Ni siquiera podía decir que era
nuevo o me preguntaría qué diablos pasaba. Cada vez que veía a Nick o pensaba
en él, me agitaba, y me encontraba a punto de acostumbrarme completamente a
ese aleteo, porque no iría a ninguna parte. En absoluto.
—Tengo cita con el médico —fue todo lo que dije, porque era todo lo que
Marcus sabía, y me encontraba bastante segura de que la noticia de nuestra
inminente paternidad no llegó a Brock.
—Ah, con el doctor —dijo, acercándose a la puerta—. Estoy empezando a
odiar esa palabra.
—Comprensible. —Abotoné mi chaqueta—. Nos vemos más tarde.
Desde que la cita de mi médico era entre Plymouth Meeting y la ciudad,
Nick se reuniría conmigo allí. El viaje no fue tan malo una vez que salí de la
ciudad, y llegué a la clínica unos quince minutos antes.
Tan pronto como salí del coche, las puertas de otro coche estacionado a unos
cuantos pasos se abrieron y Nick salió. El aleteo se encontraba allí, como una
mariposa que se arremolinaba dentro de mi caja torácica.
Mi garganta súbitamente se secó deteniéndome delante del coche para
esperarlo. Cuando entró en mi completa línea de visión, mi mirada recorrió la
longitud de su largo cuerpo. Dudaba que hubiese un tiempo en que Nick no se
viera bien, pero hoy se encontraba absolutamente impresionante. No sé si tenía
que ver sus oscuros vaqueros de mezclilla y el suéter negro en cuello V que
hicieron que mis partes de chica se emocionaran, pero me preguntaba si
tendríamos tiempo para un rapidito antes de la cita.
—Hola —dijo Nick, ladeando la cabeza y besando la esquina de mis labios.
Desde que le dije que no me besara, lo ha hecho más. Mucho más. No quejaba.
Estirándose, tomó mi mano en la suya—. ¿Estás lista?
Asentí levantando el cuestionario que me enviaron. Toda mi historia
familiar se hallaba en esas páginas. —Hice mi tarea.
—¿Cuándo? ¿Esta mañana? —Ya íbamos camino a la entrada.
Sonriendo, dejé que me guiara por el estacionamiento. —No.
—¿Anoche, después de irme?
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Me reí. —Quizá. —Cuando apretó mi mano, el aleteo empezó de nuevo—.


Casi me llevó una hora. Quien quiera que lea esta cosa me conocerá mejor que mi
mamá.
Nick se rió mientras nos acercábamos a las puertas. Los pavos creados con
papel de construcción adornaban el cristal. Los creadores utilizaron la técnica de
los dedos como plumas, y mi estómago dio un salto, porque en algún momento
algo similar estaría pegado en el refrigerador.
Simultáneamente quería llorar y reír, saltar y dejarme caer en una cama.
El registro fue rápido, y tomando asiento en la cálida sala de espera, miré
alrededor. Mujeres embarazadas en todas partes. Lo que se esperaba, pero me
encontraba segura de que nunca vi tantas mujeres embarazadas juntas en un solo
lugar.
Y en todas las diferentes etapas de gestación.
Una rubia frente a mí tenía un pequeño bulto que estiraba su suéter azul
pálido. Había una morena cerca de la ventana de registro que parecía encontrarse a
medio camino, sus mejillas se ruborizaron hermosamente mientras escribía en un
bloc de notas. Junto a mí se hallaba una mujer que parecía tener buenas
posibilidades de dar a luz justo en medio de la sala de espera.
Su estómago era del tamaño de dos pelotas de baloncesto.
Nick se inclinó y susurró—: De acuerdo. Esto va a sonar raro, pero te estoy
imaginando con un vientre de esa manera, y me parece bastante sexy.
Giré hacia él lentamente y comencé a sonreír. —¿De verdad?
—Sí —guiñó un ojo—. Estoy deseando que llegue.
—¿Por qué? —Susurré.
Me dio una sonrisa torcida. —Porque‖ser{‖mi‖bebé<‖—Puso la mano en mi
estómago, sobre la chaqueta—, aquí, y mierda santa, eso es tan excitante.
Oh. Oh. Guau.
Desvié la mirada cuando otra mujer se sentó junto a la que todavía frotaba
su gran vientre. La recién llegada podría ser una contrincante para ver quién
sacaba primero a su bebé. Las dos inmediatamente comenzaron a charlar;
obviamente se conocían, y traté de no escuchar, pero no pude evitarlo.
—¿Cómo está la hinchazón, Lorraine? —preguntó la recién llegada.
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91

Ella se movió, estremeciéndose mientras apenas levantaba su pierna. Mi


mirada cayó a sus pies, santa mierda, sus pies. Se encontraban tan hinchados que
llevaba sandalias y hacía cuatro grados afuera.
Cielos.
—Se ha puesto mejor —contestó.
¿Qué? ¿Eso era mejor? Rápidamente miré lejos mientras la otra mujer
comenzaba a hablar sobre cómo tuvo que quitarse su anillo de matrimonio. Nick se
recostó hacia atrás extendiendo su brazo sobre el respaldo de mi silla. La mujer
rubia en frente de nosotros se unió a su novio o esposo, y él y Nick hicieron algún
extraño asentimiento masculino el uno al otro. Di un vistazo alrededor y vi una
morena mirando abiertamente a Nick.
Mis labios se fruncieron.
—Este es el último, lo juro. —Lorraine, la muy embarazada mujer le dijo a
su amiga—. Si Adam cree que va a tener otro bebé de mí, lo castraré yo misma.
Nick presionó sus labios, mirando al techo.
—Ouch —murmuró.
Discretamente le di un codazo y sus labios temblaron. Volteó su cabeza
hacia mí, bajó su barbilla y besó mi sien. Olvidada la castración y los pies
inflamados, el aleteo se volvió peor. La morena viéndolo suspiró.
No tuvimos que esperar mucho hasta que fuimos llamados y acompañados
a un consultorio y las preguntas empezaron, las mismas malditas preguntas que
aplazaba para responder fueron hechas, y gracias a Dios que Nick se encontraba
allí, porque me sentí complacida cuando también obtuvo el tercer grado.
¿Cómo eran mis periodos? Y esa era una conversación incómoda con Nick
mirando a la puerta. ¿Qué hay sobre mis hábitos? ¿Algún desorden genético
conocido? ¿Estábamos interesados en exámenes genéticos?
Insegura, le di un vistazo a Nick, sentado en una de las sillas pequeñas
plásticas.
—¿Qué....qué piensas?
—Pienso que no haría daño. —Estiró sus largas piernas cruzándolas por sus
tobillos—. Digo que lo hagamos.
—De acuerdo—accedí, resistiéndome a la urgencia de balancear mis pies
desde donde me hallaba. La enfermera sonrió.
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—Podemos tomar la muestra de sangre aquí para el resto de los exámenes,


pero los resultados del laboratorio no estarán hasta dentro de algunos días.
Y las preguntas comenzaron de nuevo. ¿Estuve embarazada antes? ¿Qué
medicamento tomaba? y un millón y dos preguntas más. Cuando finalmente
terminó, me pregunté si estaba tan cansada como yo.
—La doctora Connelly puede hacer un ultrasonido hoy si usted quiere con
el examen inicial de hoy, e intentará tomar una foto del bebé.
Mi corazón se tambaleó.
—Sí. Eso me gustaría.
—Vamos a sacar un poco de sangre y a comenzar este espectáculo—dijo la
enfermera.
Mientras hacía su trabajo, no pude hacer más que sonreír porque Nick de
repente encontró algo muy interesante en el piso para mirar. Sólo cuando termino
de tomar la mitad de las muestras de sangre y me entregó la bata, Nick levantó la
mirada. Parecía un poco verde.
—La Doctora Connelly estará aquí pronto—dijo la enfermera cerrando la
puerta detrás de ella.
Los ojos de Nick se movieron de la puerta a mí, sus cejas se levantaron con
interés.
—¿Esta es la parte dónde te desnudas?—saltando fuera de la camilla me
deslicé fuera de mis tacones.
—¿Es esta la parte donde vas a tratar de pretender que no te encontrabas a
punto de desmayarte hace un momento?—inclinó su cabeza contra la pared y me
vio a través de sus pestañas.
—Las agujas me dan miedo hasta el palito.
—¿Palito?—Sacudí mi cabeza en tanto comencé a desvestirme—¿No es así
como los niños pequeños llaman a su pene?
—Si ese es el caso, entonces lo que estoy viendo ahora hace que mi palito sea
muy feliz.
—Oh, Dios mío. —Solté una carcajada—. Tal vez que tú vinieras aquí no fue
tan buena idea. —Una sonrisa lenta sale de sus labios.
—Venir aquí fue una idea genial.
Desvestirme y ponerme la bata de papel fue toda una experiencia. Tomo
mucho convencer a Nick de que no necesitaba su ayuda, pero aunque se quedó
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93

sentado, su mirada caliente seguía mis movimientos, se sentía como una caricia
física.
Mientras esperábamos por la doctora, hablamos. Le dije que vi a Brock hoy
y me habló sobre un programa de televisión que terminó a media noche en History
Channel y que ahora quería hacer un maratón de la temporada. Me gustaba esto; la
conversación ociosa, y era así todo el tiempo desde que lo vi en Halloween.
Las noches que tenía libres, iba a mi casa o salíamos a cenar. Siempre
hablábamos y cada noche podíamos conocernos el uno al otro un poco mejor.
Estábamos continuamente pelando las capas.
Existía más de ambos. Más que el momento de piel-con-piel. O piel contra
ropa. O sólo la remoción de las prendas necesarias. Desde Halloween, se sintió
diferente cada vez, se sintió como más. Definitivamente no sólo dos personas
haciéndolo.
Cuando Kira estaba con su abuelo, él pasaba la noche. Y el sábado pasado
me sorprendió cuando fue después del trabajo. Había estado medio dormida
cuando lo dejé pasar y esa noche hubo poca conversación. Nick me tomó en brazos
tan pronto como cerré la puerta y nos tenía piel con piel en minutos. El sexo...la
manera en que me fijó en la cabecera de la cama, cómo separó mis piernas y...
Dios... me tomó como si fuera insaciable, como si estuviera sediento de mí,
sólo yo.
Mi mente se hallaba completamente en un lugar donde no debería estar
cuando la doctora Connelly entró, y entonces me sentí como en siete niveles de
incomodidad. De alguna manera, con la sonrisa leve en la cara de Nick, sentí que
sabía adónde había ido mi cabeza.
Imbécil.
La doctora Connelly parecía estar en sus cincuentas. Su cabello marrón tenía
aleatorias partes grises y estaba peinado hacia atrás en un moño ordenado en la
base de su cuello. Había pequeñas líneas en las esquinas de sus ojos y su boca. Se
veía como si sonriera mucho y de inmediato me gustó.
La cita me recordó la visita normal a un ginecólogo hasta que llegamos al
punto de hacer el ultrasonido. Para entonces, Nick había puesto su trasero
rápidamente en la camilla y miraba ávidamente a la pantalla mientras la doctora
Connelly movía el mango. Se veía mucho negro y gris...manchas se movían en la
pantalla.
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94

—Aquí lo tienes—dijo la doctora Connelly—. Tu pequeñito ama la cámara


porque tenemos una imagen clara de él o ella. —Mi mirada se movía de ella a la
pantalla. Uh... no tenía idea de lo que veía.
—¿Lo ves?—le pregunté a Nick, se inclinó hacia adelante.
—Sí, creo que sí. —Se estiró y corrió su dedo alrededor de lo que se veía
como un fríjol—. Aquí está, ¿verdad?
La Doctora Connelly asintió. —Allí está.
¿Qué demonios? Le disparé una mirada. ¿Podía verlo y yo no? Le di un
vistazo a la doctora que le sonreía como si no fuera inmune a Nick.
—No lo veo.
—Eso es normal—dijo, y la pantalla se calmó. La foto fue tomada—. No se
ve realmente como un bebé ahora. Aún es muy pequeño pero el pequeñito está allí.
Lo creas o no, sus dedos se están moviendo y también sus piernas.
—¿De verdad?—pregunté, mis ojos ampliándose. Asintió y comenzó a
alejarse de la camilla.
—Los dedos están levemente construidos en esta etapa. —Nick sonrió a
eso—. Y un dato genial para ti—dijo la doctora Connelly—, las papilas gustativas
del bebé, de hecho, ya se están formando.
—Guau—susurré, me senté, todavía mirando la pantalla. Se notaban otras
cosas en la misma, puntos, líneas y números pero me enfoqué en la parte borrosa
que Nick notó tan fácilmente. Entre más miraba, más notaba y era increíblemente
pequeño.
Mi garganta se obstruyó y la aclaré. Sin tener que decir una palabra, Nick se
estiró y cerró su mano en la mía. La apretó.
—¿Ya lo viste? ¿O tenemos que dibujar un círculo alrededor de él con
muchas flechas?
—Tonto —me reí roncamente—. Creo que lo veo. Se ve como un fríjol,
¿verdad? Mi mirada se movió a la de Nick y se quedó allí, sostenida por la dulzura
en esos ojos verdes claro—. ¿Así es como se ve? —Nick asintió—. El bebé se ve
como un fríjol—le dije, escondiendo una sonrisa.
—Sí, pero es nuestro fríjol—dijo.
Mis labios se curvaron en las esquinas y asentí. Si, era nuestro fríjol.
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95

Traducido por samanthabp


Corregido por Jadasa

Porque yo era una chica cursi de proporciones épicas, había clavado la


ecografía en el refrigerador con un imán con la forma de un corazón. Más o menos
como cuando era una niña y mis padres colocaban mis calificaciones. Quiero decir,
estaban orgullosos de mis calificaciones y yo me sentía orgullosa de mi fríjol.
Nick iba a venir en la tarde. La semana después de la cita prenatal las cosas
habían estado difíciles con su abuelo, de manera que no lo vi a menudo y lo
extrañaba.
Dios, realmente extrañaba a Nick.
Cuando no se encontraba cerca, pensaba en él en los momentos más
extraños. Ver ciertas cosas me lo recordaba. Olores frescos, muy frescos, me hacían
pensar en su colonia. Cuando algo pasaba en el trabajo o si Roxy o Katie decían
algo gracioso, no podía esperar a contárselo a Nick.
Las relaciones eran raras de esa manera, decidí.
Una punzada de malestar se formó. Las relaciones también eran difíciles. No
se habían puesto etiquetas. No me llamaba su novia y viceversa, pero lo que
hacíamos se sentía como eso. Excepto que aún no había conocido a su abuelo y él
no conoció a mamá.
A mí mamá realmente le gustaría. Basado en todo lo que le he dicho sobre
su abuelo y todo, ya lo hace, y aunque sé que su abuelo no sabe quién soy, todavía
quiero conocerlo.
Todavía quiero más.
¿Era así como ese sentimiento de... enamorarse se sentía? Suspiré. Imaginé
que era como lo que se sentía cuando no tenías la certeza de que la otra persona te
correspondía. De hecho, sabía que así era como se sentía.
Esperé por el chico perfecto, la relación perfecta. Nunca me enamoré de
ninguna persona con la que estuve. Chicos que sabía que no traían consigo
equipaje. Que ya estaban firmemente asentados en sus carreras. Irónicamente, era
la situación más imperfecta y el chico más imperfecto quien capturó mi corazón.
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96

Quien había capturado mi corazón.


Solo que no sabía cómo se sentía Nick al respecto. Sí, se preocupaba por mí.
Podía notarlo en la manera en la que me hablaba. Sí, me deseaba. Eso era obvio. Sí,
hacía planes conmigo. Esos planes se centraban en el bebé. Sus palabras
permanecían en fondo de mi mente.
Haremos lo mejor de esto.
Más o menos como cuando la vida te da una mierda de limones, pero no era
un limón, demonios, y hacer lo mejor de nosotros no iba a ayudarnos a largo plazo
después de que el bebé llegara y la novedad pasara. Los sentimientos se harían
más profundos.
Sacudí los pensamientos problemáticos de mi cabeza. Parándome en la
cocina, viendo la ecografía, fruncí los labios mientras bajaba la mirada. Había un
cambio pequeñito en la forma de mi abdomen. Nada notable. Aún. Pero
eventualmente sería como Lorraine en la sala de espera del doctor, y mis pies
estarían tan hinchados que no podría usar zapatos. Comencé a sonreír mientras
palmeaba mi estómago. Considerando la manera en que comía ahora, iba a tener
un estómago pesado mucho antes de que llegara a los nueve meses.
Caminando hacia el sofá con un vaso de jugo de naranja, me senté y tomé
mi‖port{til‖y‖volví‖al‖“foro‖de‖Mam{”‖en‖progreso.
Lo del foro de mamá era realmente una mala idea que descubrí cuando Nick
llegó. Cuando lo dejé pasar y me besó, me sentía tan distraída por todo lo que
descubrí que vagaba sin rumbo por el sofá y me senté de nuevo.
—¿Pensé que querías salir a cenar esta noche? —comentó mientras se
quitaba su chaqueta.
—Así es. —Agarré una almohada.
Una sonrisa leve apareció en sus labios. —¿Vas a usar eso?
Confundida, me miré. Oh, estaba vistiendo unos pantalones demasiado
grandes y una sudadera vieja. —Lo siento. Estoy distraída.
Se sentó junto a mí. —¿Con qué?
Señalé hacia el portátil que se hallaba sobre una de las almohadas que dejé
en el suelo. —Me metí en estas páginas, son foros en línea que se llaman foros de
mamá.
—Suena interesante.
Lo miré con los ojos bien abiertos. —Fue atemorizante.
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97

—¿Qué?—se rió.
Él no tenía ni idea. Ninguna. Sosteniendo la almohada contra mi pecho, lo
miré. —Descubrí que ya tenía síntomas de estar embarazada poco después de que
concebimos. Mis senos estaban sensibles como dos semanas después de haber
tenido sexo. No pensé que tuviera síntomas tan pronto, pero puedes ver. —Señalé
al computador con mi barbilla—. ¿Sabías que la estimulación de los pezones es el
único método científicamente comprobado que induce al parto?
—¿Qué? —Se rió.
—Es en serio —susurré—. Alguien lo mencionó en este foro y lo busqué en
Google porque, ¿en serio? Como que suena extraño, pero es verdad.
Nick inclinó su cabeza a un lado, sus ojos verdes bailaban. —Estoy más que
dispuesto a ayudarte cuando eso pase.
Ignoré eso mientras doblaba mis piernas. —Entonces sentí curiosidad sobre
cómo el bebé se ve realmente ahora porque estas mujeres estaban hablando sobre
cómo pueden ver ojos y otras cosas en la ecografía, y todo lo que puedo ver es
fríjol, entonces comencé a investigar.
—Bien.
—Y yo... Vi este video, de como la cara del bebé se forma en el útero y oh
Dios mío, fue la cosa más espeluznante que he visto alguna vez.
Su rostro se tensó mientras se inclinaba poniendo una mano sobre mi rodilla
flexionada mientras miraba lejos. Vi un lado de su boca curvándose hacia arriba. —
No puede ser tan malo.
—Oh, lo era. —Mis ojos se abrieron ampliamente—. Imagina cómo se ve un
cabeza de papa de arcilla. ¿Tienes esa imagen en tu cabeza? —Nick cerró sus ojos y
aclaró su garganta.
—Sí.
—Bien. Ahora imagina que se vuelve toda blandita como si se estuviera
derritiendo. Y después que se está llenando de nuevo, como, ¿Recuerdas cuando
eras niño y ponías tu mano a los dos lados de tu cara y aplastabas tus mejillas? —
Parpadeó varias veces mientras me miraba.
—Nah, creo que necesito una demostración.
Dejando a un lado la almohada, puse mis manos sobre mis mejillas y las
apreté mientras arrugaba mis labios. Los ojos de Nick se ampliaron y después
movió su cabeza hacia atrás riendo profundamente. Bajé mis manos. —No es
gracioso. No es gracioso en lo absoluto.
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—Dios. —Se rió.


—Y después los ojos vienen desde donde las orejas deberían estar. —Sacudí
mi cabeza—. ¿Cómo es eso posible? Siendo honesta, ni siquiera quiero saber. Y ni
siquiera quieres saber lo que pasa con el cuerpo de una mujer cuando da a luz. —
Me estremecí—. Necesito un adulto.
—Necesitas dejar de ver esos videos. —Movió mi pierna a un lado, se movió
y se acercó más. Puso sus manos sobre mis caderas, me arrastró y fui hacia él
terminando sobre su regazo, a horcajadas en sus muslos—. Y creo que necesitas
una mejor distracción.
Puse mis manos sobre su pecho. —Necesito una limpieza de cerebro.
Sus manos se deslizaron de mis caderas para acunar mi trasero. —¿Hiciste
alguna investigación sobre las hormonas en el embarazo?
Mi nariz se arrugó. —No realmente.
—Bueno, ¿sabes lo que siempre he escuchado? —Apretó sus manos
mientras me acercaba más y mis dedos subieron a sus hombros—. Que a las
mujeres embarazadas se les incrementa la libido.
Arqueé una ceja.
—Es verdad. —Se movió hacia adelante, sus labios rozaban ese punto
sensible bajo mi oreja. Estirando mi cuello, le di espacio para vagar, y oh, lo hizo,
deslizando esos labios sobre mi pulso—. ¿Sabes qué más es verdad?
Su lengua daba golpecitos sobre mi piel causando que me sacudiera. —
¿Qué?—murmuró.
—Algunas mujeres embarazadas lactan automáticamente cuando escuchan
a los bebés llorar —le dije—. Incluso si no es tu bebé. Podría estar caminando por
el supermercado y mis senos comenzarían a rociar leche.
Nick bajó su frente hasta mi hombro y sentí como su cuerpo temblaba.
Bajé mi mentón, mirando su cabeza. —Y el record al embarazo más largo
fue como un año y diez días, un año Nick. Un maldito año.
—Steph, nena... —Levantó la cabeza, sonriendo—. Tanto como tu temor es
adorable, debes dejar de ver y leer cosas.
—Pero necesito leer y ver cosas. ¿Cómo más voy a aprender?
—Generaciones y generaciones antes de nosotros no estaban en línea con
foros de mamá o con WebMD. —Dio palmaditas sobre mi trasero con sus dos
manos—. Y las cosas funcionaron.
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Comencé a señalar que dudaba que las estadísticas de natalidad de ese


entonces fuera mejores antes de la invención del internet, pero Nick me besó;
realmente me besó, y cuando sus labios se movían sobre los míos así, había muy
poco espacio para pensar en otra cosa.
El beso se profundizó mientras deslizaba mis manos a sus mejillas, su barba
incipiente a lo largo de su mandíbula hacía que mis palmas tuvieran cosquillas.
Incliné mi cabeza dirigiéndolo hacia mi boca. Lujuria desenfrenada se disparó por
mis venas y sabía que si me deseaba en este momento, estaría lista.
—Tenías razón—dije, besando la comisura de sus labios, la leve hendidura
encima de ellos. Dejé caer besitos por todo su rostro.
Nick dejó que su cabeza cayera hacia atrás. —Vas a tener que ser un poco
más detallada porque tengo razón en muchas cosas.
Me reí mientras probaba la piel por debajo de su mandíbula, estremecida
por la respiración profunda que tomó. —Sobre las hormonas del embarazo. Porque
me siento muy excitada ahora. —Mordisqueé en el espacio donde su cuello se unía
a su hombro—. Y de nuevo, siempre estoy excitada cuando estoy cerca a ti.
—Es mi súper poder. —Arrastró sus manos hacia arriba por mis costados—.
Hacer que las chicas deseen dejar caer sus bragas.
Sonriendo, me mecí hacia atrás, viendo como levantaba su cabeza. Su
garganta se movía mientras su pesada mirada pasaba por mí. —Deberías tener
cuidado con ese súper poder. —Bajando, me quité la sudadera—. Úsalo
sabiamente.
Su mirada cayó a mis senos cubiertos con encaje. —Lo estoy usando muy
sabiamente ahora. —Levantó una mano enganchando su dedo bajo la tira de mi
sujetador. La bajó lentamente por mi brazo y después hizo lo mismo con la otra.
Entonces el mismo dedo se arrastró por el encaje en cada copa antes de que
se hundiera entre mis senos tomando la tela de allí. Me empujó hacia él y sus labios
siguieron el mismo camino que su dedo.
Mi respiración se acelero mientras alcanzaba el sujetador y lo desabrochaba.
Lo aparté para que no hubiera nada entre sus labios y mi piel. Su lengua se deslizó
por la punta rosada y su boca se cerró sobre ella. Mi espalda se arqueó mientras
jadeaba.
—Bien —susurré mientras pasaba mis dedos por su cabello—. Pienso que
voy a tener que —un gemido interrumpió mis palabras mientras su mano cubría
mi otro seno—, investigar si los senos de una mujer son sensibles durante el
embarazo.
2
00

Su pulgar y dedo índice hicieron algo perverso y mis dedos se tensionaron


alrededor de su cabello. —Voy a creer que si —dijo, mordisqueando y lamiendo,
pasando su lengua, calmando la punzada—. Te acabo de ahorrar un tiempo
precioso de investigación.
Besé su ceja. —Eres tan útil.
Acunó mis senos levantándolos. —Sabes, creo que estos se han puesto más
grandes.
—Un poco.
—Y estos... —Su lengua bailó sobre el pezón de un seno y después del
otro—. Estos se han puesto más oscuros. Así que ya sabes, estoy amando la cosa
del embarazo hasta ahora.
Mi respiración se detuvo. Amando. Amar. Nada como lo que sentía, pero mi
pequeño corazón se elevó con ello. Moviéndome hacia atrás, balanceé mis piernas
y me puse de pie. Nick me alcanzó pero sacudí mi cabeza mientras me alejaba
tomando mis pantalones y retorciéndome para quitarlos.
—Joder —gruñó—. Sin bragas. De nuevo.
Le di una sonrisa descarada mientras ponía mis manos sobre sus rodillas
separando sus piernas. Me arrodillé entre ellas observándolo en tanto alcanzaba su
cinturón, y lo tiré del lazo hasta que se desenganchó.
—Stephanie.
Mi nombre sonó como una súplica y ni siquiera llegué a la parte buena aún,
lo cual me hizo sentir como, bueno, una diosa. Desabotoné sus vaqueros y bajé la
cremallera. Tomé los lados de sus vaqueros y levantó sus caderas mientras los
tiraba hacia abajo lo suficiente para hacer la parte que quería más accesible.
No desperdicié el tiempo.
Me estiré hacia su regazo, envolví una mano alrededor de él y lo tomé en mi
boca. Las caderas de Nick se levantaron del sofá mientras dejaba salir un sonido
estrangulado. Sus manos se curvaron en la parte de atrás de mi cuello mientras lo
tomé tan profundo como pude. Sabía a sal y a hombre; mientras movía mi mano,
apretaba mis muslos juntos. Nunca antes había estado tan excitada por hacerle un
oral a un hombre pero estaba casi segura que si continuaba por ese camino, no
habría un evento principal para ninguno de los dos.
Lo lamí por última vez y le di un beso rápido, y volví a sentarme a
horcajadas sobre su regazo. Con mi mano alrededor de él, lo guié a mi interior, su
agarre sobre mis caderas era fuerte mientras centímetro a centímetro lo dejaba
2
01

penetrarme. Tal vez era esta posición. Quizás el embarazo. No sabía, pero me
sentía increíblemente apretada y mis terminaciones nerviosas estaban
reaccionando al mismo tiempo a estos deliciosos empujones.
Deslicé mis manos hacia su mandíbula, me presioné contra él y comencé a
mover mis caderas, meciéndome hacia adelante y hacia atrás lentamente. La lana
de su suéter estimulaba las puntas de mis senos y la tela áspera de sus vaqueros
rozaba la cara interna de mis muslos.
Había algo increíblemente excitante sobre estar completamente desnuda
mientras él aún se encontraba en su mayor parte, vestido. Creo que Nick estaba de
acuerdo basado en las cosas sucias que susurraba en mi oreja mientras lo montaba.
Mis caderas se movían en círculos estrechos sobre él y no pasó mucho
tiempo antes de que pudiera sentir la tensión construyéndose en la parte inferior
de mi abdomen. Puse mis manos sobre las suyas mientras me movía contra a él,
nuestras frentes estaban juntas, nuestras respiraciones eran cálidas y se mezclaban
en el espacio entre nuestras bocas.
—Me estás matando —dijo, sus manos rompieron mi agarre y se deslizaron
hacia mi trasero—. Jodidamente me estás matando y no puedo pensar en una
mejor manera para morir.
Me agarré de su brazo y de su cuello mientras aceleraba el ritmo. La espiral
daba más y más vueltas. —Oh, Dios—jadeé, una hebra de cabello cayó sobre mi
rostro a medida que reclinaba mi cabeza.
Sus labios quemaban la piel en mi garganta. —Nunca me cansaré de esto.
Nunca. Nunca implicaba mucho tiempo. Nunca era para siempre. Nunca
significaba amor. Mi corazón se hinchó mientras un pensamiento espantoso
cruzaba mi mente, y me congelé, mi pecho subía y bajaba con respiraciones
superficiales.
¿Estaríamos aquí, aquí donde estábamos, haciendo lo que estábamos
haciendo si no hubiera quedado embarazada?
—¿Estás bien? —preguntó Nick tomando mi mentón con una de sus
manos—. ¿Stephanie?
—Sí. —Parpadeé, empujé el pensamiento a un lado mientras comenzaba a
moverme de nuevo, cazando la liberación dulce que sabía que se encontraba fuera
de mi alcance.
Nick guió mi boca hacia la de él y me besó profundamente mientras su
mano en mi trasero se movía hacia el centro, un dedo largo buscaba y golpeaba un
punto que causaba que mi cuerpo se sacudiera y una explosión de placer ocurriera.
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02

La liberación me estremeció y me apreté alrededor de él. Sangre golpeo a través de


mí al gritar.
Se movió de repente y antes de que siquiera lo viera venir, mis manos se
hallaban sobre el brazo del sofá y mis rodillas, hundidas en el cojín. Nick se
encontraba detrás mío y en mi interior, sus empujes eran poderosos y profundos.
Un brazo se envolvió justo debajo de mis senos y él me atrajo hacia arriba y hacia
abajo presionándome contra su pecho en tanto sus caderas se molían con las mías.
Se vino con mi nombre en un grito ronco.
Ni siquiera recuerdo moverme después de eso, pero de alguna manera
terminé entre el respaldo del sofá y él. Mi cara presionada contra su suéter y mi
pierna entre las de él.
—Dios —dijo Nick con voz ronca—. Maldición.
Hice un sonido virtualmente incoherente en tanto él se las arreglaba para
curvar su mano para acunar mi cabeza.
—¿Todavía estás viva?—preguntó.
—Mmmm-hmm.
—¿Y estás bien?
Hubo una pausa. —Y estás planeando no moverte por un rato, ¿verdad?
—Aja.
—Sí, eso está bien. —Nick puso su brazo alrededor de mi cintura—.
Tampoco yo.
Sonreí en respuesta y aunque no podía verlo, la curva de mis labios se sintió
forzada, porque aunque mi cuerpo se hallaba relajado y feliz, no podía evitar
hacerme a mí misma esta horrible pregunta de nuevo.
¿Estaríamos aquí?
Y no había respuesta a esa pregunta. Nunca la habría.
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03

Traducido por Miry GPE


Corregido por Dannygonzal

—Entonces, ¿irás a casa por Acción de Gracias o no?


En medio de empujar lo que probablemente era medio panqué en mi boca,
me detuve y miré a Katie al otro lado de la mesa. Esta mañana se estaba vestida
bastante serena... para ser Katie. Su suéter púrpura brillante era tan peludo como
un oso, pero carecía de todos los brillos. —No lo sé todavía. Mi mamá no cocinará.
Ella irá a casa de su hermana. Estoy invitada, por supuesto, pero como el señor
Bowser me quiere en la oficina el viernes, no tiene mucho sentido hacer ese viaje.
—No puedo creer que tengas que trabajar el viernes —dijo Calla. Ya que
Shepherd estaba fuera para descansar, ella se encontraba de regreso en casa, y se
unió a nuestro desayuno de los domingos.
Roxy frunció el ceño. —Tenemos que trabajar.
—Estoy trabajando —agregó Katie, girando su tenedor—. Trabajando en el
tubo, oh sí.
—Eso es porque trabajamos en un bar y tú en un club de desnudistas —
explicó Calla—. Siempre pensé que los trabajos normales cerraban el viernes.
Terminé de masticar mi bocado de panqué. —Él le dio el día a la mayor
parte de la oficina, pero tienen un gran proyecto en el que están trabajando. —El
proyecto era la apertura de la academia en Martinsburg para septiembre del
próximo año, y se reunirían de nuevo con las juntas del condado la primera
semana de diciembre—. Así que estaré ahí para ayudar a que todo se transcriba.
Roxy me ofreció una pieza de tocino. —¿Eso significa que pasarás el Día de
Acción de Gracias con Nickie Nick?
Levanté un hombro. —No lo sé. Eso espero.
A Calla se le dijo a través de Roxy, Katie o tal vez Jax que estaba
embarazada, así que no me sorprendió que me pasara su salchicha. No sé si
realmente pensaban que necesitaba comer toda esta comida extra, pero no me
quejaba.
2
04

—¿Por qué no pasarías el Día de Acción de Gracias con él? —preguntó


Calla, y cuando no respondí de inmediato, agregó—: ¿No son sólo él y su abuelo?
Apuñalé la salchicha. —¿Sabes sobre su abuelo?
Miró a Roxy, que también asintió. —Sí. Sé que está enfermo. Quiero decir,
obviamente, Nick no nos da muchos detalles sobre nada —dijo Roxy—. Pero sé
que son sólo ellos dos.
Recostándome, deseé no haber decidido usar pantalones hoy. El botón
ahora me mataba. —Me gustaría pasar el Día de Acción de Gracias con él, pero no
creo que me quiera alrededor de su abuelo. Y no me refiero a eso de mala manera
—dije mientras los ojos de Calla se estrechaban—. Creo que simplemente no quiere
que tenga que preocuparme por lo que sucede.
—Puedes manejar lo que sea —dijo Katie, moviendo la mano con desdén—.
Te encargarás de lo que sea.
Un escalofrío extraño serpenteó por mi espina dorsal. Vas a romperle el
corazón.
»Mira, podré estar más loca que un bar en día de paga, pero aquí está mi
consejo. Quieres pasar el Día de Acción de Gracias con él, entonces pásalo con él —
continuó, y bueno, ese realmente era un buen consejo—. Es tan simple como eso.
Casi no decía nada, pero estas chicas... Eran mis chicas ahora. —Yo solo...
No sé cómo se siente él.
Las cejas de Roxy se cerraron sobre el borde de sus gafas. —¿Qué demonios
significa eso? Creo que es bastante obvio cómo se siente. Desde que lo conozco,
nunca ha estado con una chica por más de una noche.
—Si pero... pero estoy embarazada.
Katie arqueó una ceja. —No me digas, Sherlock.
Le lancé una mirada. —El asunto es que no sé si él estaría conmigo si no
estuviera embarazada, si realmente se preocupa por mí o solo por el bebé. —Decir
ese miedo en voz alta era como rodar sobre hielo—. Me siento increíblemente feliz
y afortunada de que él esté a bordo con este bebé. —Le di un golpecito al
estómago, que era más bebé comida que bebé real—. Y que él esté emocionado y
todo, pero si en realidad no se preocupa por mí más profundamente que estar ahí
para mí, esto... esto no durará.
—¿Qué te hace pensar que no lo hace? —preguntó Calla.
2
05

Miré a cada una de ellas. —No ha dicho nada que me haga pensar que lo
hace, y todos los planes que hacemos se centran en el bebé, ¿sabes? Sé que suena
como una locura por la cual quejarse, pero quiero...
—Quieres saber que él realmente quiere estar contigo, con o sin el bebé —
dijo Roxy terminando por mí—. Eso es comprensible. Lo entiendo totalmente. Si
hubiera quedado embarazada antes de que Reece y yo fuéramos serios, me
preguntaría lo mismo. Creo que es una preocupación muy normal, pero ¿cómo te
sientes tú hacia él?
Mi corazón tropezó sobre sí mismo en su afán de derramar sin parar todos
mis sentimientos. —Yo... me preocupo mucho por él.
—Ella lo ama —bromeó Katie—. Lo ama completamente.
La miré fijamente.
—¿Eso es verdad? —preguntó Calla.
Tomando una respiración profunda, asentí.
—Entonces habla con él —aconsejó Roxy en voz baja—. Sólo habla con él.

Hablé con Nick más tarde esa noche, cuando salimos a cenar, sobre el Día de
Acción de Gracias con su abuelo. Al principio no estaba demasiado interesado en
la idea, y fue una lucha mantener mi decepción y paranoia a raya.
—No lo sé —dijo, la luz baja del restaurante proyectando sombras a lo largo
de los huecos de sus mejillas—. No hay ninguna garantía de que estará bien ese
día.
—Sé eso.
Sus pestañas bajaron, protegiendo sus ojos. —No quiero que te metas en
muchos problemas y luego se arruine.
Extendí el brazo sobre la mesa, tocando su mano. —No tenemos que
meternos en muchos problemas. Ni siquiera tenemos que hacer un pavo o
cualquier cosa. Podríamos hacer la cena anti-Acción de Gracias. Mantenerlo
sencillo y dulce por si el día no sale como se planeó.
—¿Cena anti-Acción de Gracias?
2
06

—Sí. —Sonreí—. Podríamos hacer espaguetis o hamburguesas. —Mi mirada


se volcó hacia el menú mientras mi estómago gruñía—. Mmm. Hamburguesas. Mi
voto es por hamburguesas.
—¿Y papas fritas?
Asentí con ansia. —Siempre podría ir por papas fritas o tater tots.
Nick se echó a reír. —¿Tater tots? ¿Tienes diez años?
—Cállate. —Recogí la servilleta y se la tiré—. Nunca eres demasiado viejo
para los tater tots, especialmente del tipo crujiente, y si crees que lo eres, entonces
eres un tonto.
—Guau. —Reclinándose contra su asiento, me sonrió—. ¿Tater tots? ¿Tonto?
Siento que hemos retrocedido.
—Bueno. ¿Y si me gusta comer papas en forma de cilindro, entonces te vas a
la mierda? —Firmé y sellé eso con una sonrisa brillante.
La risa de Nick fue cálida. —Eso es mucho mejor.
—De nada. —Hice una pausa—. ¿Entonces, qué piensas? ¿Voy a tu casa,
conozco a tú abuelo si está dispuesto, y hacemos hamburguesas y papas fritas? Tal
vez incluso también las papas en forma de cilindro.
Su sonrisa era desigual. —Eso es difícil de rechazar.
—Es‖mejor‖que‖no‖haya‖un‖“pero”‖unido‖a‖esa‖declaración,‖porque podría
ofenderme si lo hay.
La mirada de Nick voló a la mía. —¿Por qué te ofenderías?
—Eh, tal vez porque no he conocido a tu abuelo, ni he estado en tu casa —
respondí—. Ni siquiera sé dónde vives. Sólo una idea general.
Sacudió la cabeza. —No es nada... personal. Quiero que lo entiendas. Me
encantaría que conocieras a mi abuelo, pero hay días en que no es... fácil estar a su
alrededor. Algunos días duerme la mayor parte del tiempo. Otros días, no tanto, y
no es un paseo por el parque. Es mucho para manejar y...
—No soy tu ex novia.
Una ceja se levantó. —Sé eso.
—No sé si lo haces. —Me encontré con su mirada—. Porque si lo hicieras,
entonces no asumirías automáticamente que tu abuelo sería demasiado para mí.
Nick abrió la boca pero cerró la mandíbula. Pasó un momento y luego
frunció los labios. —Sabes, tienes razón. —Sonó como si fuera mucho para él decir
2
07

esas palabras, y no estaba segura de cómo sentirme sobre eso—. ¿A qué hora
quieres hacer esto el Día de Acción de Gracias?
Una parte de mí quería ser grosera, dar voz al sentimiento agrio en la boca
de mi estómago que no tenía nada que ver con la náusea de bajo nivel que llegaba
en momentos extraños del día. No quería hacerlo si él realmente no quería que lo
hiciera, pero entonces, ¿qué infantil sería si presionara los frenos ahora?
No podía.
Todo lo que podía hacer era realizar un Día de Acción de Gracias tan
impresionante como pudiera y esperar a que Nick viera que realmente no iba a
cortar y correr cuando las cosas se pusieran difíciles. Que a pesar de que estaba en
esto para “hacer‖lo‖mejor”,‖me‖encontraba‖en‖ello‖a‖largo‖plazo.
2
08

Traducido por Lauu LR & Beatrix


Corregido por Julie

Era tan cobarde.


No le hablé de mis preocupaciones sobre nosotros, ni siquiera cuando el
domingo en la noche había sido la oportunidad perfecta. Pero no pude evitar sentir
que no era lo suficientemente agradecida o que estaba siendo egoísta por querer
hacer esta relación más acerca de mí que del bebé, y Dios, incluso eso sonaba
jodido.
Tal vez esta era la razón por la que no me enamoré antes, porque mientras
conducía a la casa de Nick el jueves por la mañana, me hallaba convencida de que
en lo que se refería al amor era ridículamente neurótica.
Pensaba demasiado las cosas. Todo desde llamar, mensajearle o si hacíamos
suficientes cosas de pareja. Quería golpearme.
También necesitaba dejar de comer todo lo que veía, porque estaba segura
de que la tirantez extra en la cintura de mis vaqueros no tenía nada que ver con el
bebé. A casi once semanas, mi frijolito era del tamaño de una lima, y además de
hacerme ir al baño cada cinco segundos, dudaba que fuera la causa de los cinco
kilos extra que gané.
En un semáforo, miré las bolsas de comestibles en el asiento del pasajero y
sonreí. Iba a comenzar a cuidar lo que comía después de que tuviera mi
hamburguesa y papas en forma de cilindro.
Siguiendo las instrucciones en mi teléfono, fácilmente encontré la casa del
abuelo de Nick. Estaba del otro lado de Plymouth, en las afueras de la ciudad.
Suburbios. Los negocios se extendían más y más, las subdivisiones tenían más
espacio que casas, y cuando las instrucciones indicaron que diera vuelta a la
izquierda en sesenta metros, me encontré en un camino privado, a una casa, no
una subdivisión.
No sabía lo que esperaba de la casa de su abuelo mientras conducía por el
camino. ¿Tal vez algo viejo? ¿Una granja, puede ser? Pero mientras el muro de
árboles se aclaraba en un césped cuidadosamente arreglado, estuve sorprendida de
ver una casa nueva.
2
09

Reduciendo la velocidad, aparqué frente a una cochera de dos plazas y


apagué el motor. La casa era de dos pisos, colonial, con un enorme pórtico
delantero que parecía seguir hacia el otro lado. Era perfecto para veranos
perezosos, pensé, o para que un bebé se sentara a jugar.
Mi barriga se movió feliz ante el pensamiento.
Sacando las bolsas, salí y cerré la puerta detrás de mí. El sol se hallaba
escondido detrás de gordas nubes grises, y mientras andaba por el camino de
piedras de río, había un rastro de nieve en el aire. Cuando pisé el pórtico, noté un
columpio de madera y sonreí.
Por Dios, en verdad era el pórtico perfecto.
Nick abrió la puerta delantera antes de que pudiera tocar, y por un
momento, estuve como cegada por la estupidez. Se encontraba de pie en la entrada
con vaqueros. Eso es todo. Vaqueros que colgaban bajo en su cadera, revelando esa
maldita V en la parte baja de su estómago. Su cabello estaba húmedo, rizándose en
su sien y su frente.
—Oye —dijo, sonriendo—, estoy retrasado. Acabo de salir de la ducha.
Seguramente. Una gota de agua acarició la línea de su clavícula y entonces
bajó por su pecho.
Mi pulso se aceleró.
Oh Dios, quería saltarle encima. Dejar caer la carne de hamburguesas y todo
y, solo saltarle encima, justo aquí en la entrada de la casa de su abuelo.
Sus cejas se elevaron. —¿Vas a entrar?
Necesitaba controlarme.
—Por supuesto. —Me aclaré la garganta y entré, y como no sería apropiado
saltar sobre sus huesos, me estiré y pasé mis labios por los suyos.
Nick pasó un brazo alrededor de mi cintura, acercándome a su húmedo
pecho antes de que tuviera oportunidad de retroceder. Casi dejó caer las bolsas
mientras él llevaba ese beso a un nivel completamente diferente. Sabía a menta y
un montón de promesas bochornosas que quería llenar. Como, de inmediato.
—Siempre —dijo contra mi boca.
Tuve que recuperar el aliento. —¿Qué?
—Siempre me veas, quiero que hagas eso. —Su nariz rozó la mía mientras
inclinaba la cabeza, besándome una vez más—. Quiero que lo primero que hagas
sea besarme. Quiero esa clase de saludo.
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Por Dios.
Mi Corazón se hinchó tan rápida y poderosamente que cuando me volvió a
poner sobre mis pies y di un paso atrás, pude sentir verdaderas lágrimas subiendo
por mi garganta. —Puedo hacer eso —dije,‖cuando‖en‖realidad‖quería‖decir:‖“oh‖mi‖
buen‖ Dios,‖ haría‖ eso‖ cada‖ maldita‖ vez”.‖ D{ndome‖ la vuelta, me di tiempo para
recuperarme viendo los alrededores.
La casa manejaba un concepto abierto. De donde estábamos parados, podía
ver una larga sala y una cocina a la derecha, con un comedor incluido. Había una
puerta cerrada que suponía era un baño. A mi izquierda vi lo que parecía ser un
estudio y otra puerta cerrada. Las escaleras llevando al segundo piso se hallaban
directamente frente a nosotros. Pisos de madera tan lejos como podía ver.
—Todo‖es‖tan<ordenado‖—dije mientras Nick me quitaba las bolsas.
Se rió. —¿Qué esperabas?
Me encogí de hombros. —No lo sé. —Lo seguí hacia la cocina estilo rancho,
con gabinetes blancos, granito gris por todos lados—. Este lugar es más ordenado
que mi departamento.
—Es la maldita verdad.
Riéndome, golpeé su brazo mientras ponía las compras en la mesa. —¡Oye!
Sonrió mientras tomaba los paquetes de hamburguesas y los ponía en el
refrigerador. Cuando sacó las papas, sacudió la cabeza. —Eres tan niña.
—Cállate. —Me recargué del mostrador mientras ponía las papas en el
congelador—. ¿Está levantado tu abuelo?
—De hecho, está dormido.
—Oh. —Puse la mano sobre mi boca—. Lo siento. Hice tanto ruido.
—Está bien. —Dio la vuelta al mostrador y se estiró, tomando mi mano—.
Cuando duerme, lo hace profundamente. Podría conducir por la cochera y el
seguiría dormido. Y ha estado durmiendo mucho hoy.
—¿Eso es bueno o malo? ¿Que duerma mucho?
—Es<‖en‖realidad‖ninguno.‖—Jaló mi mano—. Vamos.
Nick me llevó de regreso al recibidor y pasando el estudio, a la puerta
cerrada. Cuando la abrió, me sentí como una adolescente de nuevo,
escabulléndome en la casa de mi novio así no alertaríamos a sus padres de lo que
hacíamos.
—¿Tu abuelo construyó esta casa? —pregunté.
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—Sip. —Abrió la puerta, revelando una enorme recámara—. Siempre


planeó que en algún momento una generación de la familia viviera aquí, así que
hay tres recámaras principales. Esta es una de ellas. Tiene un clóset ahí. Allá está el
baño. —Señaló hacia un set de puertas dobles a nuestra derecha—. No puedo
quejarme. Montones de espacio bueno.
—Vaya. —Miré alrededor, viendo partecitas de Nick. Una camisa oscura en
la cama. Un par de botas frente al vestidor de madera oscura. Una pila de revistas
en una de las mesas de noche—. Es linda. Donde están las otras dos principales.
—Una está escaleras abajo en el sótano. Es virtualmente un departamento
propio, cocina, sala y todo. —Se estiró, atrapando un mechón de mi cabello y
colocándolo detrás de mi oreja—. La otra está arriba. Una más tradicional,
supongo. Es la recámara de mi abuelo.
Me di la vuelta hacia él, sonriendo mientras elevaba la barbilla. —Tu abuelo
construyó una casa verdaderamente hermosa.
Sonriendo, retrocedió. —Aún no has visto el baño. —Girándose, se detuvo
en frente de las puertas dobles y las abrió.
Nick dio un paso a un lado mientras me asomaba. Mi boca cayó abierta
mientras mis ojos se ampliaban. —Vaya<
El baño principal era del tamaño de mi recámara. Había una prístina tina de
jacuzzi, como si nunca la hubieran usado. Un candelabro plateado colgaba encima.
La ducha era lo suficientemente grande para tres personas, y baldosas naranjas
alcanzaban el techo. El cabezal de la ducha era de lluvia.
—Podría vivir aquí —susurré—. Y como que te odio.
Nick se rió mientras entraba detrás de mí, rodeando con sus brazos mi
cintura. Sus manos aplanaron mi barriga. —Esta casa es grande.
—Me doy cuenta.
Me besó en la mejilla. —Bastante grande para una familia.
Empecé a señalar que otra vez era obvio, pero mientras sus labios abrían
camino por el lado de mi cuello, lo que estaba diciendo surtía efecto. Bastante
grande para una familia, para él, para mí y nuestro bebé. El noventa por ciento de
mí quería hacer un baile feliz en el centro del amplio baño, pero el diez por ciento
restante se hallaba llena de inquietud.
—O simplemente para un chico y una chica —me oí decir.
Nick no respondió, moviendo su mano lentamente en círculo por encima de
mi vientre. Me di la vuelta en su abrazo, encontrando mi mirada con la suya. Me
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quería quedar algo, preguntarle qué pensaba de nosotros, pero las palabras no se
formaron en mi lengua.
Bajó la cabeza, besando la punta de mi nariz antes de que girara y volviera
al dormitorio. Cerré los ojos brevemente. Cuando volví a abrirlos, se hallaba
deslizando la camiseta térmica por su cabeza.
Qué pena.
Salí de la habitación y entré al estudio, de inmediato atraída por los libros
alineados en las estanterías integradas. Había un montón de libros, y mientras hice
el camino hacia los estantes, me encontré con varios álbumes de fotos con mucho
polvo.
—Oh Señor.
Echando un vistazo a la puerta, vi a Nick allí de pie, con los brazos
cruzados. Sonreí mientras sacaba uno de los gruesos álbumes. —¿Qué?
—Por supuesto que ibas a encontrar los álbumes de fotos.
—Es mi talento oculto. —Me acerqué al sofá de dos plazas de aspecto
cómodo y me dejé caer, abriendo el álbum. Varias de las fotos eran viejas
fotografías en blanco y negro de personas de pelo oscuro.
Nick se sentó a mi lado, con un suspiro. —Mis bisabuelos.
Di vuelta a la página cuidadosamente, y algunas de las fotos se deslizaron
por debajo del plástico. —Se ven muy felices —comenté.
—No los conocí, pero supongo que lo eran.
Eventualmente las fotos dieron paso a las más nuevas. Su abuelo como un
hombre joven, sonriente que medio sonreía a la cámara. —Muy guapo.
—Me parezco a él —respondió, cogiendo un mechón de mi pelo.
—¿Te he dicho alguna vez lo increíblemente modesto que eres?
Se rió haciendo girar el mechón de cabello alrededor de su dedo mientras
seguía pasando las páginas. —Esa es mi abuela —explicó cuando me detuve en
una vieja foto de boda—. Ella murió cuando yo solo tenía un par de años. De
cáncer.
—Lo siento.
Nick no dijo nada mientras desenrollaba mi pelo, luego comenzó a
enroscarlo de nuevo, y permaneció en silencio mientras giraba las páginas, por
último, una mujer joven y un hombre que tenía un parecido sorprendente con
Nick. —¿Tus padres?
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—Sí.
Pasé mi pulgar sobre la foto de ellos sentados en la mesa de la cocina.
Ambos tenían el pelo oscuro y piel oliva. La mujer era muy bonita, sonriendo
mientras sostenía un cigarrillo largo y delgado en su mano. El padre de él estaba
detrás de ella, curvando un brazo alrededor de sus hombros delgados. Había más
fotos de ellos. —Ellos<‖se‖veían‖muy‖bien‖juntos.
—Sí. —Se estiró después de dejar de jugar con mi pelo y pasó unas cuantas
páginas por delante, deteniéndose en una gran foto de un bebé sobre su espalda,
con la cabeza llena de pelo oscuro—. Y ahí estoy. Adorable, ¿eh?
Sonreí. —Sí, eras adorable.
—Todavía lo soy.
Aspiré. —Parece que gritabas con todas tus fuerzas.
—Probablemente. Mamá dijo que lloraba mucho. Hay algo que podemos
esperar.
—Oh, Dios.
Se rió cuando giré las páginas, y en las puntas de mis dedos, Nick creció de
un bebito, con la cara roja al tipo de adolescente guapo que me habría metido en
un montón de problemas. En el camino, vi a sus padres crecer hasta que su padre
desapareció de las fotos familiares y luego, su madre. Al llegar al final del álbum
de fotos, no sabía qué decir.
La vida y la pérdida se clasificaban en una sola toma polvorienta y olvidada.
Cerrando el libro, miré a Nick. No se encontraba mirándome a mí, sino al
álbum cerrado. —No has mirado alguna de estas fotos en un tiempo.
—No‖es<‖Particularmente‖f{cil‖ver‖las‖cosas‖como‖antes‖—admitió.
Volví mi atención a la cubierta del álbum negro. —No miraba mucho las
fotos‖de‖mi‖padre,‖por‖años‖después‖de‖su‖muerte.‖Era‖como‖si‖quisiera<‖borrar‖
toda evidencia de su existencia. Sé que suena terrible, pero era más fácil no ver
recordatorios de todo.
Se quedó en silencio por un momento. —¿Qué cambió?
—Le<‖le‖echaba‖de‖menos.‖
Nick agarró el álbum de mí y se levantó, colocándolo de nuevo donde lo
encontré. —¿Quieres ver si está despierto?
Levantándome desde el sofá de dos plazas, asentí.
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Respiró profundo. —A veces se vuelve más inquieto al final de la tarde, así


que<
—Está bien. —En lugar de esperar a que tome mi mano, agarré la suya y la
apreté suavemente. Me condujo hacia arriba, por la sala, a otro conjunto de puertas
dobles que se encontraban abiertas. Con una mano las abrió, y luego entramos.
La habitación era luminosa y tenía un cierto olor a antiséptico. Todo estaba
limpio, pero no me prestaba atención a nada más que a la cama en el centro.
Apoyado en las almohadas se encontraba un hombre tan frágil y viejo que apenas
se parecía al hombre en las fotos.
Mientras Nick me guió a las sillas al lado de la cama, empecé a notar las
otras cosas en la habitación. Bandejas acolchadas. Orinales limpios. Un andador
que se hallaba intacto desde hace algún tiempo. Equipos médicos que no entendía
muy bien. Mi mirada se dirigió de nuevo a los orinales, y me hizo pensar en la
cantidad de cosas que enfrentaba Nick.
Quería abrazarlo.
—Hola, abuelo —dijo, hablando tan normalmente como con cualquiera—.
He traído a alguien para que conozcas.
Mi corazón latía un poco acelerado. Su abuelo estaba despierto, pero su
mirada vagaba sobre nosotros como si no estuviéramos allí.
—Se trata de Stephanie —dijo Nick, tomando asiento.
Me senté junto a él, con mi mano todavía en la suya. —Hola.
Su abuelo no respondió pero su mirada se movió lentamente de nuevo a
Nick. —Ella‖ es‖ la‖ chica‖ de‖ la‖ que‖ te‖ he‖ hablado<‖ —Se detuvo, lanzándome una
pequeña sonrisa—. He estado diciendo lo bueno.
—Eso espero. —Mi estómago se desplomó sobre sí mismo.
—En su mayoría —agregó, y me sonrió. Nick respiró—. Es la chica que va a
hacerte bisabuelo.
Le miré, sorprendida. Que le diga eso a su abuelo sobre mí fue una sorpresa,
y francamente, fue una gran conmoción que le hubiera hablado sobre el embarazo.
Ni siquiera sé por qué era un bombazo. Le dije a mi madre y ella definitivamente
se lo dijo a cada persona viviente de la familia.
—Trabaja en la ciudad y ella come tater tots —añadió Nick.
Mi mirada de incredulidad se volvió hacia una de humor irónico, y luego
me giré de nuevo a su abuelo. —Estoy segura de que usted no tiene nada en contra
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de las tater. —Tomando el ejemplo de Nick, hablé con su abuelo como lo haría con
cualquier otra persona—. Me gradué en la Universidad de Shepherd la primavera
pasada, y ahora estoy trabajando en la Academia Lima en la ciudad.
Nos quedamos allí un rato, hablando con su abuelo. No nos sentimos como
si estuviéramos teniendo una conversación unilateral a pesar de que Job no
respondió. La verdad era que podría haber tenido problemas para entender lo que
decíamos, pero‖parecía<‖en‖calma.‖Él‖nos‖observaba‖con‖ojos‖desenfocados,‖pero‖a‖
veces, a veces esos ojos parecían enfocarse, moviéndose de un lado a otro entre
Nick y yo. No estaba segura de si en estos momentos de su vida nos comprendía o
si eran momentos sin saber quiénes éramos en absoluto.
No sabía, y tenía que ser tan duro para Nick estar enfrentándose
constantemente con eso. Sentí dolor por él. Sufría por su abuelo, pero no me
arrepentía de estar aquí, sentada a su lado, conociendo al hombre que ayudó a
Nick cuando su mundo se vino abajo.
No‖ era‖ justo<‖ que‖ un‖ hombre‖ que‖ hizo‖ tanto‖ fuera‖ derribado‖ por‖ tal‖
enfermedad.
Nuestra visita no fue muy larga, ya que su abuelo se quedó dormido no más
de una hora después de que subimos ahí. Salimos en silencio de la habitación y
bajamos las escaleras. En el momento en que entramos en la sala de estar, me
dijo—: Eso fue bien. Y creo que él está de acuerdo en que los tater son
impresionantes<‖
Nick me cogió del brazo y me dio la vuelta, sorprendiéndome. Me apretó
contra su pecho y envolvió los brazos alrededor de mí, sosteniéndome contra él
fuerte como yo había querido abrazarlo arriba. Bajó la cabeza, presionando su
mejilla contra la mía. —Gracias —dijo, con la voz ronca.
Cerré los ojos mientras lo abrazaba. No tenía que preguntar. Sabía porqué
me daba las gracias. —No hay nada que agradecerme.
—Sí. Sí, hay.
No dijimos nada después de varios minutos. En su lugar, nos quedamos allí
en los brazos del otro, y creo que era mejor que cualquier palabra que podríamos
haber compartido.
Mucho, mucho más tarde, cuando nos sentamos en el sofá lado a lado, con
el estómago lleno, fue imposible poder resistirme a la amplia sonrisa tonta en mi
cara. No hubo pavo o relleno, ni guiso de judías verdes o puré de patatas y salsa.
Pero había hamburguesas con queso y deliciosos tater impresionantes, y fue una
de los mejores Acción de Gracias que pude recordar en mucho tiempo.
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Traducido por NnancyC


Corregido por Laurita PI

Arropados en gorros y abrigos pesados, Nick y yo afrontamos los vientos


helados y las inmensas multitudes haciendo compras el domingo. Ayer ayudé a
poner el árbol de Navidad en su casa, y mientras lo hacía, descubrió que yo no
tenía uno. Así que ahora estábamos en una misión de encontrarme un árbol de
Navidad artificial adecuado.
—No importa lo que estuviera pasando, siempre tuvimos una buena
Navidad —dijo Nick mientras buscaba en una caja de bombillas meticulosamente
empaquetadas.
Por alguna razón, me resultó difícil imaginarlo sacando las decoraciones de
Navidad cada año y colgarlas por su cuenta. O que fue el que con esmero colocó
todas las bombillas antiguas de nuevo en sus cajas. No se correspondía con su
apariencia sensual y masculina o el hecho de que pasó tres noches a la semana
sirviendo cerveza, pero por otro lado, había mucho sobre Nick que era
sorprendente.
Ahora, el viento levantó los extremos de mi pelo, arrojándolos alrededor del
gorro mientras cruzábamos el atestado aparcamiento. Una vez dentro, Nick se
desvió a la derecha y agarró un carrito mientras yo observaba a un niño pequeño
balancearse en pies inestables junto a una mujer que trataba de encajar una niña
aún más pequeña en el asiento del carrito, pero la pequeña cosa no lo aceptaba.
Pataleaba en todas las direcciones conocidas por el hombre.
—Esa mujer tiene las manos llenas —comentó Nick.
Lo miré y luego me volví hacia la mujer, que ahora intentaba abrochar al
niño con uno de esos cinturones de seguridad delgados. Quería preguntarle
cuántos chicos él quería tener, pero pensé que no era una pregunta apropiada para
Target, y tal vez ni siquiera era una pregunta apropiada en general, considerando
la falta de un estatus en nuestra relación.
—Ni siquiera lo puedo imaginar —dije por fin, viendo como recogió al niño
y comenzó a empujar el carro con una mano.
Nick sonrió. —Vamos a hacer esto.
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La tienda de Navidad se hallaba en la parte trasera del lugar, cerca de la


sección de electrónica. Por supuesto, fuimos distraídos por la nueva gama de
tabletas, luego por películas y después por los libros. Cuando al fin llegamos a la
tienda de Navidad, empezaba a sudar bajo mi pesada chaqueta. Alzando la mano,
me saqué el gorro y luego alisé la estática de mi cabello.
Mis labios se fruncieron a medida que caminábamos hacia los árboles. —
Hay tantos y parecen tan reales.
Me lanzó una larga mirada. —Ese es el objetivo.
—Cállate. —Toqué una de las agujas espinosas—. Mi mamá siempre tiene
un árbol de Navidad natural, así que nunca compré uno.
Nick me dio un ligero empujón con la cadera mientras caminaba alrededor
del carrito. —Bueno, deja que mis conocimientos te guíen para que hagas la
elección correcta.
Sonreí.
Los árboles anchos y altos, los que tenían unas puntas escarchadas, que
parecían extraordinariamente reales, eran los que me atraían. —No creo que ese
vaya a encajar. —Nick siguió comentando mientras pasaba de un árbol gigantesco
a otro—. ¿Qué tal este?
Mis cejas se levantaron. Señalaba a un árbol rosado intenso. —Eh. No.
Se echó a reír, avanzábamos por el pasillo y luego nos detuvimos. —En
realidad este sería perfecto.
Esta vez hablaba de un delgado pino de Virginia de un metro sesenta.
Recorrí con mis dedos a lo largo de las puntas escarchadas diseñadas para lucir
como si estuviera cubierto de nieve. —Me gusta. Es el indicado. Tiene cerezas.
Nick me miró, sonriendo. —Creo que son drupas de acebo.
—¿No son lo mismo?
Negó con la cabeza. —No, Stephanie. No lo son.
—Ja. Qué... —Un dolor agudo en mi estómago cortó mis palabras.
Presionando mi mano contra mi cintura, permanecí completamente inmóvil
mientras la sensación ardiente se aliviaba.
Nick se acercó a mí, sus ojos se ensancharon, preocupación grabada en sus
rasgos. —¿Estás bien?
Por un momento no respondí, porque no estaba segura, pero el dolor no
volvió. —Sí. Estoy bien. Supongo que solo fue un calambre extraño.
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Me tocó la mano mientras miraba alrededor. —¿Estás segura?


Asentí. —Fue solo un calambre. Quizás el pollo frito.
—Comiste un montón de pollo frito.
Mis ojos se estrecharon. —No tanto.
Parte de la tensión salió de Nick. —Comiste, como, seis piezas. Dos de las
cuales eran mías. —Hizo una pausa, sus ojos de color avellanas brillando—. Y mi
panecillo. También te comiste mi panecillo.
Comí su panecillo. —Tenía hambre.
Se echó a reír y se volvió hacia el árbol. —¿Quieres este?
—Creo‖que‖es‖perfecto‖con‖sus‖“drupas‖de‖acebo”.
Inclinándose, con facilidad cogió la caja larga y estrecha. —Mírate, una
aprendiz tan rápida.
Me eché a reír mientras apoyaba el árbol en el carro, y pasamos a la
decoración. Mientras escogíamos adornos y una guirnalda, esperé a que regresara
el dolor y me alivió que no volviera a suceder.
Nos dirigimos hacia el frente de la tienda, tomando un atajo a través de los
muebles de casa, que nos hizo caminar a través de la sección de bebés. Mi atención
vagaba por el interminable mar de cosas para bebés.
—¿Quieres ver por ahí? —preguntó, siguiendo mi mirada.
Mi corazón dio un vuelco. —¿Estás bien con eso?
Me lanzó una mirada extraña. —¿Por qué no lo estaría?
Me encogí de hombros. —Es realmente demasiado pronto para siquiera
mirar a cualquiera de estas cosas.
—Sin embargo, puedes conseguir algunas ideas.
—Tienes un buen argumento.
—Siempre tengo buenos argumentos.
—¿No eres un humilde presumido? —Avancé hacia adelante, mirando las
mesas cambiadoras—. ¿De verdad crees que necesito una de estas?
Nick siguió con el carro. —A menos que planees cambiar al bebé en la
encimera de una cocina, diría que sí.
Me reí ante la imagen mientras rozaba los dedos por la almohadilla blanca.
Una vidriera de zapatos diminutos fue colocada cerca de la mesa.
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—Oh, Dios. —Recogí el par de pequeñas ballerinas blancas. Ambos zapatos


encajaban en una mano mientras me volvía hacia Nick—. ¡Mira este! Mira lo
pequeños que son.
Sacudió la cabeza. —Hay una parte de mí que ni siquiera puede imaginar
pies tan diminutos para los zapatos.
—Lo sé. —Sonriendo, me mordí el labio—. Si tenemos una niña, voy a
comprar estos zapatos.
—Puedes comprar diez pares si te hace feliz.
Mi mirada voló a la suya y la sostuve. La sinceridad se encontraba justo ahí.
No podía apartar la mirada de ello. Las palabras burbujearon hasta la punta de mi
lengua y me obligué a mirar hacia otro lado. Devolví los zapatos a su lugar. Desde
allí vagué hasta un tocador y una mecedora a juego. Había tantísimas cosas.
Asientos para carro. Cochecitos de varios tamaños. Mecedoras. Sillas saltarinas.
Contenedores de pañales y tantos tipos diferentes de biberones.
De pie en medio de la sección de bebé, simplemente me quedé boquiabierta
ante todo. —Creo que voy a tener un ataque de pánico —le dije, solo medio en
serio—. Quiero decir, necesito conseguir todas estas cosas. Eso es un montón de
cosas. ¿Y dónde voy a ponerlas a todas?
Nick alzó un paquete de botellas seguras para lavavajillas. —Corrección.
Necesitamos conseguir estas cosas y tenemos espacio. La casa de mi abuelo es mía.
Está en el testamento.‖ Había‖ estado‖ pensando‖ en‖ venderla‖ una‖ vez<‖ Bueno,‖ ya‖
sabes, y mudarme a algo más pequeño —dijo, devolviendo las botellas. Regresó al
carrito—. Pero parece inteligente mantener la casa, en especial con un bebé en
camino.
Lo miraba fijo de nuevo. —Tú< ¿Dices que nosotros, como el bebé y yo,
podríamos mudarnos contigo?
Arqueó una ceja. —No. Hablaba de ese chico y esa chica por allí eligiendo
cochecitos.
Seguía mirándolo fijo.
—¿Por qué no? Tienes razón. No tienes el espacio. Yo sí. Funcionaría a la
perfección. —Se apoyó en el carrito y tomó mi gorro, girándolo en sus manos. Una
sonrisa astuta curvó sus labios—. Y me gusta la idea de compartir una cama
contigo.
Aunque sabía que su mente tal vez pensaba felizmente en sexo en este
momento, me sentía absolutamente perpleja por su oferta. No sé por qué me
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sorprendió. Nick tenía una casa. Yo tenía un apartamento. Él tenía lugar. Yo no. Y
este era nuestro bebé.
Mudarnos juntos era un gran paso, pero tener un bebé era uno aún más
grande.
Dios, habíamos hecho las cosas tan malditamente al revés, pero no me
importó mientras permanecí allí, mirándolo abiertamente.
Te amo.
Quería sacar esas palabras. Quería gritarlas a pleno pulmón, pero una vez
más, no pude hacerlas pasar por mi lengua.
¿Quién sabía que tres pequeñas palabras serían tan difíciles de decir?
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Traducido por Bella’ & florbarbero


Corregido por Ana Avila

—Entonces, ¿cuándo conoceré a Nick?


Mis ojos se ampliaron cuando el sujeto de la pregunta de mi mamá salió de
mi baño medio vestido. Oscuros pantalones vaqueros colgando bajo, mostrando la
forma en V de la parte baja de su estómago. Nunca dejaría pasar la oportunidad de
apreciar la sensualidad de su casi desnudez, pero llegaríamos tarde a la cena.
No obstante, su pecho desnudo brillaba por la ducha que tomó, y no tenía la
certeza de que estuviera usando ropa interior. Mordí un poco mi labio mientras
miraba los duros músculos de su abdomen. Deseo se acumuló bajo mi estómago.
Mis hormonas podrían estar enloqueciendo, pero no podía conseguir suficiente de
él.
Nick tuvo que correr al bar el domingo por la mañana para ayudar a mover
más equipo nuevo a la cocina. Cuando se apareció en mi lugar, se veía sudado y
grasoso, inmediatamente declarando que necesitaba entrar a la ducha. Lo cual fue
una grandiosa idea, porque teníamos una cita grupal en la que se suponía
estaríamos‖esta‖noche,‖pero‖yo<‖bueno,‖culparía‖a‖mis‖hormonas‖del‖embarazo.
Se desvistió pero su ducha se detuvo cuando besé mi camino hacia abajo
hasta que estuve de rodillas frente a él. Así que el hecho de que estaríamos
llegando tarde era, en parte mi culpa
—Stephanie, cariño, ¿sigues ahí?
Empujando esos pensamientos, me di la vuelta y miré hacia mi vestidor. —
Sí. Aquí estoy. Estaba distraída.
Nick se rió entre dientes detrás de mí.
Puse los ojos en blanco. —No sé cuándo puedes conocer a Nick, mamá. —
Haciendo una pausa, eché un vistazo sobre mi hombro para medir su reacción. Si
parecía como si estuviera listo para desmayarse entonces eso probablemente sería
una mala señal, pero parecía absorto en sacar el suéter de la maleta de gimnasio
que trajo. ¿Ignoraba a propósito lo que decía? ¿O no le molestaba?
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—Bueno, creo que ustedes dos deberían resolverlo —insistió mamá, y luché
contra‖una‖sonrisa‖cuando‖reconocí‖su‖voz‖de‖“mam{”.
—Puedo preguntarle.
—¿Está allí? —Mamá rió—. Así que es por eso que estás distraída.
—Mamá —gruñí mientras me giraba hacia Nick—. Mamá quiere saber
cuándo puede conocerte.
Nick levantó la mirada mientras sacaba su suéter. De una manera muy
agradable. —Realmente no puedo dirigirme a Martinsburg ahora mismo. No sin
mi abuelo —dijo, muy acertadamente—. Pero si viene aquí, me encantaría
conocerla.
Estaría encantado de conocerla. Mi corazón hizo un pequeño baile en mi
pecho. —Dice<
—Lo escuché, querida. Por favor dile que entiendo completamente sobre su
abuelo y que está en mis oraciones —respondió mamá—. Pensaba ir para Navidad.
¿Qué tal suena?
El nerviosismo me asaltó. La navidad era, como, la semana siguiente, y
aunque me encontraba emocionada de que Nick estuviera de acuerdo en conocer a
mi madre, la primera reunión con el padre de mi bebé me hizo querer vomitar. De
hecho, cuando fui de compras la semana pasada, buscando algo pequeño y
especial para él, quería vomitar, porque elegir algo fue más difícil de lo que
pensaba. Terminé con un lindo, duradero reloj. Lucía bastante bien en su caja, pero
ahora pensaba que era una especie de regalo flojo, incluso si a cada rato me
mencionaba que necesitaba comprar un reloj.
Le dije a mamá que para Navidad estaba bien, y luego tras unos minutos
más, bajé el teléfono una vez más para hacer frente a Nick, otra vez.
Seguía sin camisa.
Arqueé una ceja mientras dejaba caer mi teléfono sobre la cama. —¿Vas a
salir así esta noche?
Una sonrisa engreída apreció. —Lo haría, pero entonces tú estarías
demasiado‖“distraída”‖para‖comer.
—Cállate.
Riéndose entre dientes, se acercó y tomó mi mano. Se sentó en el borde de la
cama y me jaló hacia él por lo que terminé sobre su regazo. —Nick, tenemos que
irnos —protesté—. Si no lo hacemos, llegaremos tarde.
2
23

—No vamos a llegar tarde. —Colocó su brazo alrededor de mis caderas—.


Tenemos tiempo. Y necesitamos tiempo. —Su otra mano aterrizó en mi vientre—.
¿Cómo te sientes? ¿Todavía muy cansada?
Después de poner el árbol de navidad, estuve agotada durante casi tres días
seguidos, y era intermitente desde entonces. De acuerdo a los sitios de bebés y mi
chequeo con la gineco-obstetra, por insistencia de Nick, era bastante normal. —
Hoy me siento bien. ¿No es obvio? —me burlé, jugando con el botón de sus
vaqueros.
Sonrió. —Estoy bastante seguro que podrías estar a medio camino de un
coma y seguirías caliente como el infierno.
Solté una carcajada. —Ni siquiera voy a tratar de negar eso.
La sonrisa se deslizó un poco. —Pero en serio, sólo estoy preocupado.
Estuviste tan cansada la semana pasada, y dijiste que no te sentías bien.
—Gracias por estar preocupado, pero me siento bien —insistí—. Y si te hace
sentir mejor, tengo mi próxima cita el viernes.
—Lo sé. —Sus pestañas bajaron hasta donde su mano descansaba sobre mi
almohada—. No puedo creer que no hayas subido de peso todavía.
Puse mi mano sobre la suya. —Oh, he ganado peso. Créeme.
Una mirada dudosa cruzó su cara mientras sus dedos se curvaron,
agrupando el borde de mi camiseta en su puño. Tiró hacia arriba revelando mi
estómago. —Voy a empezar a alimentarte con hamburguesas Whoppers cada día.
Me reí, pero con sinceridad, también me encontraba un poco sorprendida
por cuán plano seguía mi vientre todavía. Había comenzado a curvarse un poco,
pero supongo que era sólo hinchazón. Mis caderas y trasero eran probablemente
una historia diferente. Vi fotos de mujeres en su semana trece. No era obvio que
estuvieran embarazadas, pero definitivamente se notaba un pequeño bulto.
Yo no tenía un pequeño bulto.
—¿Tal vez seré como esas mujeres que consiguen un bulto cuando están
más avanzadas y no antes?
Nick no respondió en tanto se inclinaba por la cintura y presionaba un beso
justo encima de mi ombligo, causando que mi corazón prácticamente explotara de
la dulzura. Cuando levantó su cabeza, atrapé sus mejillas en mis manos y ladeé su
cabeza a un lado, besándolo.
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El beso fue justo lo que se suponía fuera, pero al momento que la punta de
su lengua tocó la mía, se volvió algo mucho más necesitado. Nick se puso de pie
mientras se giraba, quitándome de su regazo y acostándome sobre mi espalda.
—¡Nick! ¡Vamos a llegar tarde!
Movió su largo cuerpo sobre el mío, una mano curvándose alrededor de mi
cadera. —No vamos a llegar tarde.
—Entonces‖no‖tenemos‖tiempo.‖Necesitamos<
Su boca cubrió la mía, cortando el resto de lo que decía, y cuando su mano
se deslizó bajo mi blusa, por mi piel, y cubriendo mi pecho, comencé a olvidar el
asunto del tiempo. Especialmente cuando sus agiles dedos hicieron su camino
dentro de la copa de mi sujetador, encontrando la dura punta de mi pecho.
Mis dedos apretaron sus hombros, profundizando el apretón cuando sus
dedos hicieron algo verdaderamente travieso. —Tenemos‖que<‖irnos.
—Lo haremos —dijo, deslizando su mano fuera de mi sostén. En lugar de
levantarse, sacó mi blusa y luego enganchó sus dedos entre las copas, tirándolas
hacia abajo. Mordió un poco su labio y se me quedó mirando—. Jodidamente
hermosa.
Lo observé bajar su cabeza al tenso pezón, desapareciendo dentro de su
boca, succionando profundo. —Jesús.
Se rió entre dientes, y la sensación resonó a través de mí. Cuando se movió a
mi otro pecho, mordió la piel sensible y luego calmó la picadura con su lengua,
sabía que salir a tempo iba a ser una causa perdida.
—Tenemos que alistarnos —le dije, mi pecho subiendo y bajando
profundamente mientras el dolor entre mis muslos florecía
—Ajá. —Dejó mi pecho, besando su camino hacia mi ombligo. Su lengua
entró, y mis caderas se sacudieron. Antes de saber, desabrochó el botón y
cremallera y los bajaba por mis piernas—. Es mi turno.
Su boca se hallaba sobre mí en un latido, y no hubo preliminares, o lento
comienzo de seducción. No sólo me probó. No simplemente me complació. Se
deleitó en lo que hacía.
—Sí —murmuró contra m carne. Su lengua frotando mi centro, aumentando
la tensión construyéndose en mi núcleo—. Vamos a llegar tan tarde.
No había necesidad de decirlo, ya estábamos llegando veinte minutos tarde
al restaurante, pero mis músculos eran gelatina y me sentía demasiado extasiada
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25

para que en realidad me importara que mi cabello pareciera como si hubiera


rodado en la cama.
Lo cual era más o menos lo que hice.
Nick y yo caminamos a la parte trasera de la gran mesa redonda, y no fue
hasta que vi a todo el mundo que realmente me golpeó lo raro que esta cena sería.
Cuando Calla nos invitó, no pensé en ello, pero ahora que veía a Jase y Cam
sentados aquí, todo lo que podía pensar era cuán raro podría ser. Nick sabía que
de alguna forma dormí con ellos,‖y‖obviamente‖todos‖en‖la‖mesa‖lo‖sabían,‖y‖sí<‖
esto era diferente.
Me senté junto a Calla, forzando una sonrisa. —Lamento el retraso. Trafico.
—Tráfico —meditó con una tímida sonrisa—. Interesante, un domingo por
la noche.
Teresa, quien se hallaba sentada junto a Avery, tiró la larga longitud de su
cabello oscuro sobre su hombro. —No te preocupes —dijo, pestañeando—. Jase y
yo‖nos‖atoramos‖en‖el<‖“tr{fico”,‖también.‖Realmente‖un‖pesado‖“tr{fico”.
Los ojos de Jase se ampliaron.
Al otro lado de Avery, sentado junto a Nick, la cara de Cam se arrugó con
disgusto en respuesta a las palabras de su hermana. —Vamos, hombre. No quiero
incluso imaginar eso en mi cabeza.
Poniendo su mano sobre su boca, Avery sofocó su risita, pero preguntó—:
¿Cu{n‖pesado‖estaba‖ese‖“tr{fico”‖exactamente?
Teresa abrió su boca, pero Jase habló—: Por favor, querido, Dios, no
respondas esa pregunta. De verdad no quiero a Cam golpeándome otra vez.
Me reí cuando Teresa entrecerró sus ojos hacia su hermano mayor. —Si
pone una mano sobre ti, ese bebé será el último que Cam pueda producir.
—Oh, Dios —murmuró Calla.
A su lado, Jax se echó para atrás en su silla y miró a Nick. —Siempre son así,
por cierto.
—No puedo llevar a mi hermana a ninguna parte —replicó Cam, sonriendo
cuando la mirada de ella se volvió mortal.
—Más como que yo no puedo llevarte a ninguna parte. —Avery le dio un
codazo, sonriéndome a través de la mesa—. ¿Cómo estás sintiéndote?
Todos los ojos se dirigieron a mí, y resistí las ganas de retorcerme en mi
asiento. —Bien.‖Ha‖sido‖un<‖embarazo‖f{cil‖hasta‖ahora.
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26

—Ha estado bastante cansada —interrumpió Nick.


Una mirada de simpatía cruzó el rostro de la pequeña pelirroja. —Oh, Dios,
lo mismo aquí. Creo que finalmente llegué al punto donde más o menos me siento
normal, pero ahora siento como que cargo una pelota de basquetbol.
—Es una pelota de futbol —corrigió Cam, inclinándose y rozando sus labios
en su frente—. Una hermosa pelota de futbol.
La miré. —No luces como si estuvieras cargando una pelota de futbol. —De
hecho, lucía como la última vez que la vi.
Los ojos de Avery se iluminaron. —Gracias por eso, pero es solamente
porque estoy sentada.
—Párate —le dijo Teresa mientras Jase se acercaba, curvando su mano
alrededor de su cuello.
Ella empujó su silla hacia atrás y se puso de pie, y sí, sin duda Avery
claramente estaba embarazada. Su suéter color azul pálido le apretaba,
extendiéndose por su muy bien definido bulto. Enmarcó su estómago con sus
manos. —Cómo puedes ver, una pelota de futbol.
Me reí. —Eso no es el tamaño de una pelota de futbol.
—Tal vez una desinflada —comentó Jase.
Avery soltó unas risitas mientras se sentaba. Inmediatamente, Cam dejó caer
un brazo alrededor de sus hombros. —Seguro no se siente de esa manera.
La mirada de Nick fue de Avery hacia mí y una suave sonrisa apareció en su
cara. No tomó ningún salto de imaginación averiguar que me imaginaba con un
bulto del tamaño de una pelota de futbol medio desinflada. Y tampoco me perdí la
mirada de completa anticipación en su rostro. Realmente quería este bebé.
Pero ¿de verdad me quería?
Al momento que ese pensamiento cruzó mi mente, lo empujé lejos y me
concentré en la conversación. No dejaría a mi neurosis arruinar esta noche.
Nick era definitivamente el más callado del grupo, sentado en el fondo y
sólo escuchando. La comida llegó, y estuve sorprendida al darme cuenta que no
tenía apetito. Terminé comiendo solamente la mitad de mi bien cocido filete y puré
de patatas. Tal vez tuvo algo que ver la torpeza inicial, pero ni Cam, ni Jase, ni las
demás personas rechazaron mi presencia. Ni la de Nick.
Me tomó unos momentos darme cuenta y aceptar plenamente que a nadie
en esta mesa, los únicos que tenían derecho a dar una opinión, les molestaba. Algo
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27

de la incomodidad residía en mi cabeza, una consecuencia de previas experiencias,


pero a estas personas no les interesaba. Un extraño peso se levantó de mis
hombros. No era culpa o remordimientos, nada de eso, porque nadie nunca hizo
nada malo o de lo que avergonzarse. Era más como si un poco de la pared entre
ellos, yo y las dos chicas, se partiera por la mitad. Ellas me aceptaron y yo las
acepté.
El pasado estaba formalmente en el pasado.

La fatiga volvió a llegar a mí el martes durante el trabajo y se quedó durante


todo el miércoles y jueves.
Cuando tenía que transportar un montón de nuevos calendarios de
escritorio al cuarto de suministros, quería tomar descansos. Tal vez incluso una
siesta a medio camino, entre dos cubículos vacíos. Nadie lo notaría.
De acuerdo a todas las cosas relacionadas con el embarazo que vi, la fatiga
era bastante común, pero no pensé que sería así de malo. Todo lo que quería hacer
era dormir.
Cuando me acerqué al cuarto de suministros, un abrumador olor me golpeó
en la nariz. Fuerte colonia. Iugg.
Rick se hallaba cerca.
Puse los ojos en blanco y abrí la puerta del cuarto de suministros con mi
cadera. Lo que vi, lo que escuché, por poco me tira sobre mi trasero.
—Dije detente<
Rick se encontraba dentro del cuarto, pero no solo. Me daba la espalda, y
apenas podía ver a quién tenía prácticamente clavada contra la estantería con su
masivo cuerpo, pero vi un pequeña mano empujando su pecho. Lo oí reír como si
fuese una broma. La piel a lo largo de la parte trasera de mi cuello se elevó.
—¿Qué demonios? —dije.
Dándose un paso atrás, Rick se dio la vuelta, su ya sonrojado rostro se
volvió cerca de tres tonos más intenso. Una pequeña forma salió rápido de entre
su cuerpo y la estantería. La cara de Jillian se veía pálida cuando su mirada conectó
con la mía. Tiró del dobladillo de su grueso suéter.
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28

—No es lo que crees —dijo Rick, moviéndose hacia Jullian—. Dile que no es
lo‖que<
Di un paso hacia adelante, preparada para golpear a Rick en la cabeza con el
montón de calendarios. Sabía perfectamente lo que vi y escuché, y era exactamente
lo que pensaba. —Jillian, ve por el Sr. Bowser.
Rick lucía a punto de sufrir un derrame cerebral.
—Papá dijo que podía agarrar unos Post-it —explicó Jillian, sus ojos cafés
muy abiertos. Su labio inferior temblando—.‖Eso‖es‖todo‖lo‖que‖hacía‖y‖él<
—Jillian, ve por el Sr. Bowser ahora.
—No hacía nada —dijo Rick, sacando su pecho—. Sólo platicaba con ella.
Mis manos se apretaron alrededor de los bordes de los calendarios mientras
Jillian se paraba junto a mí, sus mejillas enrojeciendo. —No estás tratando de
hablar conmigo, imbécil.
Rick abrió su boca, pero lo corté—: Por favor ve por el Sr Bowser —le dije.
Jillian salió disparada de la habitación mientras yo mantenía un ojo sobre Rick. Ira
creció en mí, pero también lo hizo otra amarga y acida emoción. Sabía que era un
loco del más alto nivel, pero no que era tan malo. Debería haberlo reportado con
Marcus al momento en que fue inapropiado conmigo.
—Mierda —gruñó, moviéndose como si fuese a ir tras mí.
Me quedé allí. —Das un paso hacia mí y juro por Dios que te golpearé las
bolas tan duro que terminarán en tu garganta.
Palideció.
—Eres tan asqueroso —dije, ira perforando mis palabras—. Tan maldito
asqueroso<‖un‖estúpido, maldito asqueroso. ¿La hija del jefe? —Sacudí mi cabeza.
Andrew iba a matarlo.
Y pereció que Rick también se dio cuenta de eso, porque la sangre se drenó
de su rostro. Un segundo después Marcus apareció en la puerta. Me giré hacia él
mientras ponía los calendarios contra la pared. —Entré‖cuando‖este‖imbécil<
—Jillian me contó —me interrumpió Marcus, su voz aterradoramente
calmada—. Stephane, por favor dejarías la habitación. Rick y yo necesitamos
hablar antes que recoja sus pertenecías y se largue de este edificio.
Oh. Oh, vaya.
Dejé la habitación con rapidez.
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Jillian esperaba al otro lado del pasillo vacío, sus ojos vidriosos cuando me
le acerqué. Sus manos fuertemente cerradas. —Gracias por entrar. M...me siguió
allí‖y‖yo<‖—terminó, presionando sus labios.
Me paré frente a ella, manteniendo mi voz baja. —¿Estás bien, Jillian? ¿Te
hirió?
—No. —Dio una rápida sacudida de cabeza.
Algo horrible se me ocurrió en ese momento. ¿Qué si no era la primera vez que
acosaba a Jillian? —¿Sucedió antes? —pregunté.
Jillian alejó la mirada, estremeciéndose con fuerza. —No.
No le creí. —¿Es por eso que te vas de aquí?
Se ahogó con una risa. —No.‖ Para‖ nada.‖ Yo<mejor‖ voy‖ a‖ hablar‖ con‖ mi‖
papá. —Comenzó a retroceder—.‖Gra<‖gracias‖de nuevo. En serio.
Observándola casi corriendo, me quedé allí por un momento, un millón de
horribles pensamientos dando vueltas en mi cabeza. Regresé a mi escritorio
aturdida.
Cerca de una hora más tarde Rick-el Asqueroso era escoltado fuera de Lima
Academy y Jillian se hallaba fuera de la instalación hacía tiempo, la puerta de la
oficina de Marcus se abrió. —Stephanie, ¿puedo verte un minuto?
Inmediatamente me puse de pie y entré en su oficina, sin tener idea de qué
esperar. No creía estar en problemas por reportar a Rick, no basada en cuán
enojado estuvo y cuán rápido manejó la situación, pero ¿qué si era el caso? ¿Qué si
perdía mi trabajo? Con un niño en camino, eso sería tan, tan malo.
Pero incluso si esto se iba cuesta abajo rápido, no me arrepentía de entrar.
De ninguna manera. Sólo deseaba haber dicho algo antes.
—¿Puedes por favor cerrar la puerta tras de ti? —preguntó Marcus mientras
rodeaba el escritorio.
Rápidamente cerré la puerta y me senté en el borde de la silla frente a su
escritorio, cruzando mis manos sobre mi regazo.
Marcus se sentó, dejando caer sus antebrazos sobre la madera,
encontrándose con mi mirada. —Primero, quiero agradecerte por entrar y ayudar a
Jillian.
—No tienes que agradecerme por eso —dije.
Continuó—: Dijiste algo que me dio la impresión de que no era la primera
vez que presenciaste su conducta inapropiada aquí. ¿Ese así?
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Asentí de acuerdo. —Me dijo unas cuantas cosas que no me parecieron muy
apropiadas, y una vez se acercó demasiado a mí en el ascensor. Él... Se frotó contra
mí. —Sentí que las puntas de mis ojeras ardían—. Le dije que si alguna vez hacía
eso de nuevo, lo denunciaría.
—¿Te molestó después de eso?
—No. Se mantuvo lejos, mayormente. —Mi mirada se dirigió a la gran
ventana en el fondo—. Yo...
—Di lo que quieres —dijo Marcus.
Sacudí la cabeza mientras suspiraba. La culpa agitó mi estómago. —Ojalá
hubiera dicho algo la primera vez que fue inapropiado. Entonces eso no habría
ocurrido con Jillian.
Marcus se recostó en su silla, enganchando una pierna sobre la otra. —Voy a
ser sincero contigo, Stephanie. Entiendo por qué no dijiste nada. Eres nueva aquí,
pero espero que ninguno de nosotros te haya dado la impresión de que
toleraríamos ese tipo de comportamiento.
—No lo han hecho —respondí rápidamente.
Marcus sonrió, pero no alcanzó sus ojos oscuros. —Me gustaría que lo
hubieras denunciado. Ninguno de nosotros quiere que alguno de los empleados o
sus familias se sientan inseguros aquí. Si algo como esto sucede de nuevo, quiero
que vengas a Deanna o a mí inmediatamente. ¿Lo entiendes?
—Sí. Lo haré.
Salí después de eso, pero la sensación de asco no se demoró en llegar. Una
parte de mí quería encontrar a Rick y patearlo en las pelotas. La otra parte quería
darme una bofetada por no hablar cuando cruzó la línea conmigo. Lo manejé, pero
mi cabeza tenía que haber estado atrapada en mi propia retaguardia para no darse
cuenta de que si me trataba como si yo existiera puramente para su
entretenimiento, tenía que tratar a otras mujeres de la misma manera.
Sólo esperaba que mis sospechas iniciales con Jillian no fueran exactas, pero
tenía la sensación de que probablemente Rick tendría que trasladarse. No sólo
Andrew iba a estar enojado, una vez que Brock se enterara, apostaría que Rick era
un hombre muerto.
Camino a casa, me detuve en una hamburguesería y recogí una cena
rápida, me encontraba demasiado cansada para hacer algo. Sabía que el cansancio
tenía que ser normal, y no se lo mencioné a Nick cuando escribió alrededor de las
siete. Lo último que quería que hiciera era preocuparse. Además, tendría la cita con
mi médico el viernes y podría traerlo a colación entonces.
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31

No le conté lo que pasó con Rick antes. A pesar de que manejé mis propios
problemas con Rick, conociendo a Nick, no iba a estar contento de oír sobre el
comportamiento perverso de mi ex compañero.
Después de ponerme los pantalones de pijama y una camisa suelta, entré en
mi cuarto de baño y me puse de pie frente al espejo. Al levantar la tapa, me miré en
el espejo. No había vientre visible. No realmente, pero traté de imaginarme con un
balón de fútbol.
Dudaba que fuera tan adorable como Avery, pero mis labios se curvaron en
una sonrisa, deslizando mis manos en mi vientre. Sólo los últimos días, pensaba en
cómo abordaría el tema de mi embarazo con Marcus. No iba a ser fácil, pero
tendría que decir algo pronto.
Girando, incliné mi cabeza hacia un lado; una pequeña duda en mis
pensamientos. ¿No debería ser capaz de ver algún tipo de protuberancia? ¿Algo en
casi catorce semanas? De acuerdo con los cinco millones de imágenes de la futura
madre que vi, la respuesta era sí, pero...
Dejé caer mi camisa y resistí la urgencia de buscar en Google las más raras
cuestiones de embarazo que podría pasar el resto de mi vida sin saber.
Salí a la sala de estar, apagué las luces del árbol de Navidad y luego tomé
un vaso de jugo de naranja de la nevera y regresé a mi dormitorio, con los pies
descalzos en el suelo de madera. Era temprano, pero después de un bostezo de oso,
estaba tan lista para acostarme. Bajé el vaso y alcancé el control remoto cuando un
dolor agudo y punzante cortó mi vientre, sacando el aire de mis pulmones.
—Ay —susurré, colocando mi mano contra mi estómago cerca del lado
izquierdo de mi cadera. Guau.
El dolor me quemó a medida que se desvanecía. Me quedé mirando el vaso
de jugo. Mi boca se secó cuando un horrible pensamiento apareció en mi cabeza.
¿Hay algo mal? Con el corazón palpitando, esperé varios minutos, y cuando el
dolor no volvió, forcé un aliento desigual. Estaba bien. Probablemente no tenía
nada que ver con el embarazo y más que ver con la comida rápida que tuve en la
cena.
Me subí a la cama y empujé mis piernas bajo el edredón; tomé el mando a
distancia. Hice clic en el televisor, poniendo el canal de HGTV, y no pasó mucho
tiempo antes de que me durmiera escuchando a parejas discutir sobre paredes
amarillas y alfombras marrones.
Cuando me desperté horas más tarde, me encontraba sentada directamente
en la cama, no segura de lo que me despertó. Mi garganta increíblemente seca y mi
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piel húmeda de sudor. La televisión seguía encendida, el volumen bajo. Presioné la


palma de mi mano contra mi frente, pero estaba normal. ¿Tuve una pesadilla?
Inclinándome hacia la mesita de noche, alcancé el control remoto cuando un dolor
atravesó mi estómago de nuevo. Contuve un jadeo mientras me paraba. El dolor
era como cólicos menstruales, pero un poco más fuertes. Se alivió lentamente, pero
inmediatamente fue seguido por una extraña presión que se quedó en mi vientre.
Encendí la luz con una mano temblorosa. Ni un minuto después, el dolor
volvió a golpear. El calambre era severo, haciendo que mi cuerpo se sacudiera, y
antes de que se aliviara, sentí una súbita sensación de humedad.
Esto no era normal.
Mi estómago cayó cuando sacudí el edredón de la cama y tropecé. El
calambre golpeó de nuevo. Era como si mi estómago entero estuviera dentro de un
puño siendo apretado y presionado, y tan pronto como disminuyó, comenzó de
nuevo.
Volviéndome, tomé mi teléfono, mi mirada cayendo a lo largo de la cama.
Mi corazón se detuvo. El pánico explotó mientras miraba el colchón. —Oh, Dios
mío.
Había sangre en las sábanas.
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33

Traducido por MaJo Villa & florbarbero


Corregido por Julie

Las luces brillantes de la sala de emergencias eran fuertes, sin dejar espacio
para esconderse de la realidad de la situación. Todo lo que podía hacer era mirar
fijamente esas luces hasta que los halos se formaran alrededor de ellas.
Acostada en el incómodo colchón mientras la enfermera arreglaba la bata
del hospital y la delgada y caliente manta, no dije nada mientras la doctora se
alejaba del extremo de la cama, el sonido elástico al sacarse los guantes de látex
sonaron como un trueno. El grifo del agua estaba abierto. No esperaba que ella
hablara, porque ya sabía lo que iba a decir.
No recordaba haber conducido hacia el hospital, lo que probablemente
significaba que no debería haber conducido, pero sí recordaba toda la sangre roja
brillante que empapó mis pantalones de pijama, y la sangre roja brillante que
comenzó a emanar de la ropa interior que me puse. Recordé los coágulos cuando
me‖senté‖en‖el‖inodoro,‖y‖me‖acordé<
Me mordí los labios cuando volvieron los calambres. Mi mano se curvó a lo
largo de la parte superior de la manta. La sombra de la enfermera cayó sobre mí y
su mano fría cubrió la mía. Quería alejar mi mano. No quería que ella ni nadie me
tocaran en estos momentos, pero no me moví.
—¿Señora Keith?
Mi mirada se dirigió hacia la doctora. Parecía joven. Como si tuviera mi
edad. Su frente se arrugó mientras empujaba el taburete hacia la cama, cerca de mi
cintura, y se sentó. Su mirada seria se encontró con la mía. Su mirada me recordó al
técnico de ultrasonido que había estado en la pequeña sala con cortinas frente al
médico. La enfermera lo presentó, pero una vez que empezó a mover la manija, él
dejó de mirarme. Cuando salió de la habitación, ni siquiera supe si había hablado.
Pensé que sí. Y pensé que esas palabras podrían no haber tenido sentido.
—Lo siento —dijo la doctora.
Inhalé por mi nariz mientras volvía a poner mi atención en el techo. Me
dolía la mandíbula por lo apretada que la tenía, pero no podía forzarme a soltarla.
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34

La doctora... ¿cómo era su nombre? ¿Williams? Williamson?, hablaba de nuevo, y


me perdí algo de eso.
—<El‖ ultrasonido‖ confirmó‖ lo‖ que‖ sospech{bamos‖ con‖ los‖ síntomas‖ que‖
está presentando en este momento —decía, y oí un papel moviéndose, como si
estuviera revisando una historia clínica—. ¿Cuándo entró, dijo que se acercaba a la
decimotercera semana?
Mi boca se encontraba seca cuando hablé. —El‖ viernes‖ es<‖ habrían‖ sido‖
trece semanas.
La enfermera me apretó la mano.
—¿Y acaba de tener su cita inicial con su gineco-obstetra?
—Hace un mes —dije.
Los papeles sonaron de nuevo, y cuando habló esta vez, sus palabras fueron
lentas y cuidadosas. —Basados en la ecografía y en los análisis de sangre que
pedimos, parece que el feto ya ha sido abortado y lo que está sucediendo ahora
mismo,‖con‖el‖sangrado<
—Espere. —Me mojé los labios—.‖ ¿Qué<‖ qué‖ quiere‖ decir‖ con‖ que‖ ya‖ he‖
abortado?
—La ecografía y el examen revelaron que no hay feto. Cuando empezó a
sangrar, ¿notó algún coágulo grande? —preguntó.
Por‖ supuesto,‖ los‖ co{gulos<‖ Lo‖ sabía.‖ Había‖ leído‖ sobre‖ las‖ señales‖ de‖
advertencia en uno de los varios derroches de consejos de mamá, pero no había
pensado<
No pensé que iba a suceder.
Dios.
Cerré los ojos. Esos coágulos‖habían‖salido‖cuando‖yo‖estaba<‖Ni‖siquiera‖
podía terminar el pensamiento. ¿Cómo no supe lo que sucedía en ese preciso
momento?
¿Qué hubiera pasado si hubiera venido al hospital en el mismo instante en
que sentí ese dolor?
La doctora habló de nuevo. —Es muy común en esta etapa en un embarazo
que el feto deje de desarrollarse sin que uno lo sepa. A veces pueden pasar días o
semanas antes de que el cuerpo comience a sanarse a sí mismo. Eso es lo que está
sucediendo en este momento.
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35

Mis ojos se abrieron de‖ par‖ en‖ par.‖ ¿El‖ bebé‖ se‖ había<‖ muerto‖ por‖ días?‖
¿Semanas? ¿Y yo ni siquiera lo sabía?
Ella hablaba conmigo acerca de las opciones y sobre qué esperar, las citas de
seguimiento que necesitaba tener y los síntomas que necesitaba ver en caso de que
todo no<‖ no‖ saliera.‖ Me‖ decía‖ toda‖ esta‖ información‖ de prisa, y esa maldita
enfermera‖todavía‖me‖presionaba‖la‖mano,‖y‖yo‖quería<
Yo quería a mi mamá.
—¿Por qué? —pregunté con voz ronca.
Por el rabillo del ojo, vi a la doctora poniéndose de pie. —Esto no siempre es
fácil de escuchar o entender, pero a veces, no hay razón, señora Keith. Pasa sin
más. No significa necesariamente que usted no será capaz de tener un bebé, pero sí
sugiero que cuando vea a su médico, hable con él o con ella sobre sus
preocupaciones<
¿No había razón? No. Eso no podía tener sentido, ¿no? Mis pensamientos
daban vueltas con las cosas que leí, y sí, mi parte lógica se daba cuenta de que el
cuerpo era una cosa loca que hacía cosas insanas, pero yo quería una razón. Un
dolor tan agudo y tan real como lo que cortaba mi estómago se expandió en mi
pecho.‖Quería‖saber‖lo‖que‖hice‖o‖lo‖que‖no‖hice<
El dolor se expandió y las lágrimas subieron por mi garganta, hinchando
mis ojos. El embarazo no fue planeado, pero lo quería. Y Nick no lo esperaba, pero
lo deseaba. Íbamos a sacar el máximo provecho de ello, y dentro de unas pocas
semanas íbamos a tratar de descubrir el sexo. Brotaron las heridas, ardiendo por
cada‖célula.‖Y‖si‖el‖bebé‖hubiera‖sido‖un‖niño,‖nosotros<
Aparté esos pensamientos y los apagué, a todos. Me encerré. Lo alejé todo,
porque‖no‖podía<‖No‖podía‖hacerle‖frente‖a‖esto.‖Simplemente‖no‖podía‖hacerlo.
—¿Tienes a alguien a quien puedas llamar? —preguntó la enfermera.
—¿Qué? —La miré, y me di cuenta de que la doctora ya no se encontraba en
la habitación. Solo estábamos nosotras. ¿Cuándo se había ido? Un calambre se
apoderó de mis entrañas, y luché contra el impulso de rodar hacia mi lado.
La simpatía salió de la expresión de la enfermera. —¿Te pregunté si tienes a
alguien a quien pueda llamar?
Sí. Eso fue lo que mi cabeza dijo una y otra vez. Sí. Había gente a la que
llamar. Había una persona a quien llamar, pero eso no fue lo que hice.
Ni siquiera sabía por qué.
Eso no es lo que hice.
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36

Según la sugerencia de la doctora, llamé al trabajo temprano a la mañana


siguiente para decir que no podía ir porque estaba enferma, y con su excusa, pude
tomarme libre el resto de la semana. Le dije a Deanna que tenía gripe, pero si
Marcus necesitaba algo de inmediato, podría hacerlo desde casa. Todo lo que debía
hacer era llamar o enviar un correo electrónico. Después de lo que pasó ayer con
Rick, no me hallaba segura de cómo se sentiría Marcus por faltar al trabajo, pero no
tenía ninguna opción.
Era una idea muy inteligente no intentar ir a trabajar como si nada hubiera
pasado. Los calambres y el sangrado eran como nada que hubiera experimentado
antes. Durante una buena hora después de hablar con Deanna, me acurruqué en el
sofá, con las manos aplanadas contra mi estómago y mis rodillas dobladas después
de cambiar‖las‖s{banas‖de‖la‖cama,‖quitando‖los‖rastros‖del<‖incidente, que pude.
No pensé en nada.
En nada.
Pasaban las horas, y en cualquier momento mi cerebro comenzaba a derivar
hacia lo que sucedía, rápidamente me obligué a prestarle atención a la televisión.
Alrededor del almuerzo sonó mi teléfono, y la presión se cerró alrededor de mi
pecho. Era Nick.
Me‖congelé,‖a‖un‖segundo‖de‖contestarle.‖¿Qué<‖qué‖iba‖a‖decirle?‖Luego‖
agarré el teléfono y, sentándome, lo acerqué a mi pecho y cerré los ojos. Dios, él ya
había‖perdido‖tanto‖en‖la‖vida,‖e‖iba‖a‖estar‖tan‖decepcionado,‖y‖yo<
Sin responder a la llamada, dejé caer el teléfono en el sofá y presioné las
palmas contra mi frente. —Para.
Sabía que no podía hacer nada con esto. Ya había sucedido. Levantándome
de un salto, fui a la cocina a tomar un vaso de agua. Pasé por la nevera y me
detuve.
Con el imán en forma de corazón cursi se encontraba la ecografía. Por un
momento, estuve simplemente atascada allí, sin moverme, apenas respirando
mientras miraba la foto. Si el médico no me hubiera señalado al bebé, no habría
podido encontrarlo. El bebé había sido tan increíblemente pequeño, del tamaño de
una frambuesa.
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37

¿Era‖esto‖algún‖tipo‖ de‖castigo‖ya‖que‖yo<‖ya‖que‖no‖había‖querido‖estar‖
embarazada? Como una especie de karma cósmico, ya que no fue planeado, y ¿me
asustó tanto al principio? ¿Preocupándome por no poder viajar por el mundo y por
mierdas estúpidas y sin sentido como esa?
La presión volvió a mi pecho, y me lancé hacia adelante, sacando la foto de
la nevera.
Quería que esto terminara.
Volví apresuradamente a la habitación, ignorando los calambres en mi
estómago cuando entré en mi armario, metiendo la imagen entre dos cajas de
zapatos. Volví a la sala de estar y cogí mi teléfono.
Mamá respondió en el tercer llamado. —Hola, cariño.
—Hola. —Mis dedos se curvaron alrededor del teléfono—. ¿Estás ocupada?
—Por supuesto que no —respondió con una risita—. ¿No estás en el trabajo?
Comencé a pasearme. —No. Tengo hoy y el viernes libres, porque no me
siento muy bien.
—Oh no. —Hubo una pausa y pude oír a Loki ladrando en el fondo. Mamá
le dijo al perro que se apartara—. ¿Qué pasa? ¿Es el bebé?
¿Es el bebé?
Cerrando los ojos con fuerza, tomé una respiración superficial. —Um,‖yo<.‖
—Las palabras eran increíblemente difíciles de decir—. Tuve un dolor muy extraño
anoche en mi estómago, pero se fue. Pensé que era algo que había comido, así que
me fui a la cama.
—Oh —susurró‖ mam{‖ al‖ teléfono,‖ y‖pensé<‖ Pensé‖que‖ ya‖ lo‖ sabía—. Oh,
cariño.
Presioné la mano sobre mi estómago, justo debajo del ombligo. —Volví a
dormirme. No debería haber hecho eso. Simplemente no pensé que algo iba mal,
pero‖me‖desperté‖un‖par‖de‖horas‖m{s‖tarde,‖y‖así‖era<‖Tenía‖cólicos‖y‖otras‖cosas.‖
Fui al hospital. —Abrí los ojos y comencé a pasearme de nuevo—. La doctora dijo
que el be<‖ Que‖ probablemente‖ dejó‖ de‖ desarrollarse.‖ Eso‖ podría‖ haber‖ pasado‖
hace semanas atrás, supongo. No lo sé.
—Cariño —dijo mamá de forma ahogada—,‖lo‖siento‖mucho.‖¿Est{s<?
—Estoy bien —la interrumpí, envolviendo un brazo sobre mi cintura—. En
realidad estoy bien.
—Cariño<
2
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—Me encuentro bien. Solo me voy a tomar libres el día de hoy y mañana,
luego utilizaré el fin de semana para relajarme, pero estoy bien. Dije en el trabajo
que tenía gripe. Supongo que fue algo bueno no haberles contado antes. Quiero
decir, esta fue probablemente una bendición disfrazada, ¿verdad? —Divagaba en
este punto, pero no podía detenerme—.‖ Algo‖ andaba‖ mal‖ y‖ esto<‖ estas‖ cosas‖
pasan.
Hubo una pausa, y luego mamá dijo—: Voy a ir hasta allí. Voy a empacar a
Loki en el portaaviones, vamos a ir hasta allá y...
—Eso no es necesario. Me encuentro bien y no hay nada que nadie pueda
hacer —le dije—. Solo necesito pasar los siguientes días descansando.
—Pero<
—Mamá, estoy bien. Lo prometo. No tienes que venir hasta aquí. ¿De
acuerdo? Te veré en Navidad.
No respondió de inmediato. —Si cambias de opinión, solo me encuentro a
una llamada telefónica de distancia, ¿de acuerdo?
—Está bien —murmuré.
—¿Cómo está lidiando Nick con la noticia? —preguntó.
Mi pecho se apretó cuando me obligué a decir las palabras. —Aún no se lo
he dicho.
Silencio.
—Yo<‖acaba‖de‖suceder,‖y‖él‖estaba‖en‖el‖trabajo,‖así‖que‖conduje‖hasta‖el‖
hospital anoche.
—Stephanie —suspiró cansadamente.
Me dolían los nudillos. —Te voy a dejar aquí, ¿de acuerdo? Te llamaré más
tarde.
Casi le colgué, y me sentí mal por apagar el teléfono, pero no quería decir
nada que la impulsara a ignorar mi petición de que no viniera, y ya no quería
hablar de ello, porque sabía que iba a tener que hablar al respecto de nuevo.
Mirando el reloj, supe que tenía tiempo para hablar con Nick antes de que se
fuera a trabajar. Una parte de mí quería ser una gallina y llamarlo, porque verlo
cara a cara no era algo que estuviera segura de que podía hacer.
Pero no era el tipo de conversación para tener por teléfono.
Le envié un mensaje de texto, preguntándole si podía pasarse por casa.
Después de un par de textos de ida y vuelta, con Nick preguntándome por qué me
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39

encontraba en casa, y yo siendo vaga como algo diario, dijo que venía en camino.
Sentada en la silla junto a la mesita, esperé con nudos en mi estómago. Ahora los
calambres no eran tan malos, pero de tanto en tanto sentía que alguien metía un
cuchillo en mi abdomen. Parte de mí recibía con satisfacción ese dolor, porque
podía concentrarme en él.
Cuando Nick apareció, no había pasado mucho tiempo. La primera mirada
hacia él me dijo el por qué. Llevaba un suéter de nylon y una termal bajo su
chaqueta; se hallaba en el gimnasio. Su cabello lucía adorablemente desordenado.
Echó un vistazo a mi rostro pálido y su mano se apretó alrededor del borde
de su casco de motocicleta. —Te encuentras enferma. Es por eso que estás en casa.
—Colocando el casco sobre la mesa, se volvió hacia mí.
Retrocedí, fuera del alcance de su brazo. —No estoy enferma. Realmente no.
Um<‖ —Evitando su mirada preocupada, me volví y pasé las manos por mi
cabello. Las hebras débiles se enredaron en mis dedos—. Necesitaba hablar
contigo.
—Estoy aquí. —Sus manos rozaron mi espalda, y lo evité—. ¿Qué sucede,
Stephanie?
Caminando hacia el sofá, me senté en el borde. Como ya se lo había dicho a
mi madre, era más fácil decir las palabras esta vez, tal vez demasiado fácil. —Yo<‖
Lo perdí.
—¿Qué? —Nick se acercó.
—Al bebé —dije, mirando mis manos, mis dedos—. Aborté. No sé por qué.
Sucedió anoche. Ni siquiera sabía qué ocurría al principio. Pensé que solamente
eran dolores de estómago. Eso fue estúpido. —Levanté la vista para encontrar a
Nick de pie cerca del sofá, todavía como una estatua—. No sé si fue algo que hice o
no‖hice,‖pero‖ya‖no‖estoy< embarazada.
La expresión de Nick se tensó mientras cerraba los ojos. Levantó la mano y
se metió los dedos en el cabello. —Stephanie<
Mi nombre sonaba ronco en su lengua, y volví la mirada a mis manos. —Lo
siento —susurré.
—¿Qué? —El estallido de esa palabra llamó mi atención. Me miraba
fijamente—. Cariño, no tienes por qué disculparte. —Un paso lo llevó hacia donde
me encontraba sentada, y él estaba agachado frente a mí, sus manos alrededor de
las mías, y pensé en la enfermera que me sostuvo la mano anoche—. Dios,
Stephanie, no te disculpes. No lo hagas...
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40

—Sé‖ que‖ est{s‖ decepcionado.‖ No‖ creías‖ que‖ tendrías‖ una<‖ Bueno,‖ sé‖ que‖
querías esto.
Su mirada buscó la mía. —Sé‖que‖tú‖también‖lo‖querías,‖pero‖esto<‖sucede.‖
Dios. —Su cabeza se inclinó cuando llevó nuestras manos juntas hacia su frente—.
Mierda. No sé qué decir.
El aliento que contuve era inestable. Tampoco sabía qué decir. Sus hombros
se tensaron y luego levantó la cabeza. Esos ojos extraordinarios eran brillantes,
demasiado brillantes, y mi corazón se rompió.
—De acuerdo. Muy bien. —Inhaló profundamente—. ¿Necesitamos ir al
hospital?‖Puedo<
—Ya fui al hospital.
Los labios de Nick se separaron lentamente mientras me miraba, y sus ojos
se abrieron de par en par.
—No hay nada más que se pueda hacer en este momento. Quiero decir,
ahora no. Voy a hacer una cita de seguimiento para asegurarme de que todo se
encuentre bien, pero no hay nada que hacer en este momento. —Esa era la verdad,
y‖no‖tenía‖necesidad‖de‖decirle‖todos‖los<‖otros‖detalles‖de‖lo‖que‖sucedía—. No
necesitas‖ pedir‖ días‖ libres‖ en‖ el‖ trabajo‖ ni‖ nada.‖ Solamente‖ voy‖ a‖ estar<‖ mmm,‖
relaj{ndome<‖—Tragué saliva con fuerza—. Hasta el lunes.
Me soltó las manos. —¿Cu{ndo<‖cu{ndo‖pasó‖esto?
—Anoche. —¿No había dicho eso? No podía recordarlo.
Nick colocó las manos en sus muslos. —¿Y anoche fuiste al hospital?
Asentí mientras pasaba mis manos sobre mis piernas.
—¿Por qué no me llamaste?
Su cara se nubló un poco mientras yo negaba con un gesto. —No lo sé.
Hubo una pausa. —¿Lo dices de nuevo?
¿Por qué no lo llamé? Debería haber sido a la primera persona a la que
llamara. De acuerdo, había entrado en pánico cuando fui al hospital, pero debería
haberlo llamado una vez que estuviera allí o cuando la enfermera me lo preguntó.
Todavía ni siquiera sabía por qué no lo hice. Apreté los dedos contra mis sienes y
sacudí la cabeza. —No quería molestarte.
—¿Molestarme?‖ ¿Est{s<?‖ —Se levantó de repente, dando un paso hacia
atrás. Su mano volvió a pasar por su cabello—. De acuerdo. ¿Por qué pensarías eso
siquiera?
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Negué.
Nick caminó hacia un lado, con las manos posadas en su cintura. —¿Es una
conversación real la que estamos teniendo?
Cerré los ojos con fuerza. —Yo‖no<
—¿No qué?
No quería decepcionarlo, porque ya perdió tanto. No quería hacerle daño,
porque ya estaba demasiado herido. Y no sabía cómo manejar nada de esto: el bebé,
estar en una relación, perder al bebé y a Nick. No sabía cómo hacer esto, y lo había
hecho mal, tan mal.
Y cuando levanté mi mirada hacia él, supe que no eran las únicas razones.
Me había enamorado de Nick, tan profundamente, y este bebé era lo que nos unió,
era lo que nos mantenía juntos, y ahora ya no existía. Él nunca dijo que me amaba.
No habíamos hecho planes para el futuro que no hubieran incluido al bebé. ¿Qué
nos quedaba sin lo que nos había unido?
Sabía que iba a perderlo.
Un calambre me atravesó, tomándome desprevenida. Mi mano voló hacia
mi estómago mientras el dolor me traspasaba.
Nick se encontraba de rodillas delante de mí. —¿Estás bien?
—Sí —dije apretando los dientes.
—¿Qué puedo hacer? —Me tocó el brazo.
—Nada.‖ Solo<‖ —El dolor se detuvo y se alejó mientras me levantaba—.
Solo necesito relajarme un poco.
Sus manos se abrieron a los costados. —¿Hay algo que pueda traerte?
Sacudí la cabeza. —No. Solo quería hacértelo saber. Eso es todo.
—¿Eso es todo? —Se echó hacia atrás como si hubiera sido empujado, y
quise‖ apartar‖ la‖ vista.‖ Quería‖ esconderme,‖ porque‖ esto<‖ Todo‖ esto‖ parecía‖ mi‖
culpa—. Stephanie, no sé qué decir.
Dime que todavía quieres estar aquí.
Dime que todavía ves un futuro para nosotros.
Dime que me amas.
—No hay nada que decir —susurré, mirando hacia otro lado.
—Te equivocas —dijo, y la esperanza se disparó en mi pecho—. Perdimos
un‖bebé<
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—Ni siquiera tenía trece semanas —dije, porque era más fácil no pensar en
ello aparte de eso—. La doctora dijo que pudo haber dejado de desarrollarse hace
semanas atrás.
—¿Hace semanas atrás? —murmuró, estremeciéndose.
—Todo lo que trato de decir es que al menos eso pasó ahora y no dentro de
unas‖semanas,‖no‖cu{ndo<‖—No cuando se me notara o cuando sería mucho más
difícil de aceptar y entender esto.
Excepto que era difícil de aceptar y entender. No lo entendía. No sabía por
qué‖sucedió‖esto,‖y‖no‖solo‖me‖sentía‖decepcionaba,‖también‖devastada‖y‖yo<
—Debería haber estado allí, Stephanie. No solo por ti, sino que debería
haber estado allí. ¿Y no hay nada que decir? Hay mucho que decir sobre todo esto.
Ahora no me salen las palabras. Ni siquiera sé qué pensar, pero... mierda. —Se
pasó la mano por la cara. Su brazo tembló—. ¿Por qué no me llamaste, Stephanie?
Parpadeé. —Yo...
—¿Sabes qué? Este no es el momento para esta conversación.
Mi estómago se retorció. —¿Por qué no?
Me lanzó una mirada incrédula. —No tienes que lidiar con nada más.
Aquí viene, pensé. —Estoy bien —le dije, enderezando mis hombros—. ¿Qué
conversación quieres tener?
—¿Estás bien?
—Sí.
Sus ojos se encendieron. —No puedes estar bien. Acabas de perder al bebé,
Stephanie.‖Quiero‖decir,‖es‖una‖mierda.‖Eres‖humana.‖No‖est{s<
—Estoy bien. —Mi corazón latía con fuerza—. ¿De qué quieres hablar?
Sacudiendo la cabeza, comenzó a caminar hacia la mesa, a su casco. Se iba, y
el pánico arraigó en la boca de mi estómago. Me puse frente a él. —¿Por qué no me
dices lo que quieres decir?
—¿Por qué? —Los hoyuelos de sus mejillas se sonrojaron—. Porque estoy
tratando de ser un ser humano decente en este momento, Stephanie. No intento
tirar‖m{s‖mierda‖en‖tu‖cabeza‖cuando‖no‖la‖necesitas.‖Estoy<
—¿Qué? —repuse; la frustración y la confusión se arremolinaron en mí
hasta que se convirtió en una ira amarga—. ¿Estás qué?
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43

—¡Estoy cabreado! Estoy jodidamente decepcionado —respondió, y me


estremecí—. ¿Cómo pudiste lidiar con eso sola? —Caminó hacia mí, colocando sus
manos a los lados—. ¿Cómo no pudiste pensar que lo habría hecho? Habría dejado
todo para estar allí. Digo, ¿incluso pensaste en mí cuando sucedió esto? ¿Incluso se
te cruzó por la maldita cabeza que yo querría estar allí para ti? ¿Por mí?
Mi boca se abrió pero no hubo palabras. —Yo... no pensé cuando empecé a
tener los dolores. Fui al hospital y...
—Lo entiendo. ¿Bien? Puedo entender esa parte, pero esperaste hasta hoy
para pedirme que venga a través de un maldito mensaje de texto, ¿es una broma...?
De acuerdo. —Se incorporó, respirando hondo mientras todo su cuerpo se tensó—.
Voy a hacerlo ahora. No necesitas esto —dijo, dándose la vuelta—. No necesito
hacer esto en este momento. ¿Bien? Necesito despejar mi cabeza. Y tú la tuya.
Crucé los brazos sobre mi cintura. —Lo siento.
Nick me giró. —Deja de disculparte, Stephanie. Lo que pasó no es tu culpa.
—Extendió la mano, pero mi cuerpo tenía una mente propia. Retrocedí ante sus
palabras, porque ¿cómo no podía ser culpa mía? Sus manos tocaron el aire, y la
piel alrededor de sus labios se blanqueó—.‖Qué<
—Por favor, vete —susurré—. Por favor. Solo vete.
—Steph<
—Por favor. —Mi control se tensó, y luego simplemente... me quebré—.
¿Por qué sigues aquí?
Nick dejó de moverse. Podría haber dejado de respirar, y durante un largo y
tenso momento no hubo nada más que silencio. Cerré los ojos, oyendo el casco
levantándose de la mesa, y un latido del corazón más tarde la puerta se cerró de
golpe.
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Traducido por Jadasa & Sofía Belikov


Corregido por Julie

Nick salió, no conmigo, me di cuenta, pero simplemente se fue del


apartamento. Llamó a Roxy y se quedó en el estacionamiento hasta que ella
apareció unos quince minutos después.
Lo sabía porque cuando llamó a mi puerta, escuché su moto rugir a la vida.
Roxy intervino antes de que tuviera la oportunidad de decir una palabra—:
Sé lo que ha sucedido, y Nick no quiere que estés sola en este momento. No
deberías estarlo.
—Estoy<
—Sí. Estás bien. Dijo que sigues diciendo eso. —Roxy se sacó la chaqueta—.
Puedes ir y cerrar la puerta, porque no me voy.
Había una gran parte de mí que quería decirle que se fuera; pero, de
repente, me sentí demasiado cansada como para discutir. Agotada hasta los
huesos, cerré la puerta y luego pasé junto a ella, hasta el sofá. Sentándome, agarré
la colcha y la arrastré sobre mí, metiéndola debajo de mi mentón.
Roxy colocó su abrigo sobre la parte trasera de la silla de la cocina y regresó.
No habló mientras se sentaba al otro lado del sofá, y ni la miré. Me quedé mirando
la pantalla del televisor, sin verlo.
—Quiero abrazarte ahora —dijo, y se tensaron todos los músculos de mi
espalda—. Pero tengo la impresión de que si lo hiciera me darías un puñetazo.
Sacudí la cabeza lentamente. No sabía si estaba o no de acuerdo.
Exhaló suavemente. —No sé qué decir, Steph, aparte de que lo lamento
mucho.
Cerré los ojos contra el ardor y agarré los bordes de la manta. Mi estómago
se retorcía y era doloroso; pero en cierto modo, no era rival para la devastación
completa y absoluta que sentía. —No lo entiendo —dije después de un momento.
—¿Qué cosa? —preguntó en voz baja.
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45

No sabía a dónde iba con nada de esto, pero mi lengua se movía y las
palabras se unían al dolor que bullía en mi interior. —No entiendo por qué duele
tanto. No es como si estuve mucho tiempo embarazada, ¿sabes? Ni siquiera se lo
he dicho a mi jefe. Quizá no debería de haberle contado a nadie. Me refiero a que,
acababa de entrar en mi segundo trimestre. —Una cortante punzada de dolor me
interrumpió—. En realidad, probablemente ni siquiera estaba cerca. El médico del
hospital‖ dijo‖ que‖ el‖ be<‖ dijo‖ que‖ probablemente‖ dejó‖ de‖ desarrollarse‖ hace‖ una‖
semana o más.
Y ahora que lo había dicho en voz alta, las cosas empezaron a tener sentido.
Lo agotada que me sentía. La pérdida de cualquier peso que gané. —Había señales
—dije. Empecé a ver manchas blancas detrás de mis párpados cerrados—. Signos
de que estaba perdiendo... y las ignoré. Pensé que eran normales.
—¿Cómo sabrías? No podías saberlo —discutió Roxy—. Y sé que el aborto
es algo que sucede comúnmente, Steph. Sucede, y nadie tiene la culpa.
¿Nadie era culpable? No me encontraba tan segura de ello. Quizás no tomé
el embarazo en serio. Sé que olvidé tomar las vitaminas prenatales una vez. Mi
dieta podría haber sido mucho más saludable. ¿Y si el bebé no hubiera dejado de
desarrollarse, y si prestaba atención al dolor que sentí la noche anterior en vez de
irme a la cama, podría haberse evitado este aborto?
Los pensamientos que me cruzaban por la mente me provocaron náuseas.
Sentía como... que merecía esto. Como si algún tipo de castigo hubiera sido llevado
a cabo. Me equivoqué y ni siquiera sabía en qué.
Roxy se acercó más, colocando la mano sobre mi hombro. —Esto no es tu
culpa.
Abrí mis exhaustos ojos.
—Estas cosas suceden —continuó, su voz apenas sobre un susurro—. Sé que
ahora suena como una débil justificación y no ayuda en nada, pero estas cosas
suceden, Steph, y nadie es culpable.
Mi mirada se posó sobre el árbol de Navidad y mis pensamientos de
inmediato se desplazaron al día en que escogí el árbol con Nick. La manera en que
entramos‖en‖la‖sección‖de‖bebés‖y‖miramos‖todo<
Hice a un lado esos pensamientos mientras inhalaba bruscamente, pero no
podía apartar la mirada del árbol. Dios, ¿eso fue hace solo dos semanas? ¿El bebé
aún vivía?
Roxy me apretó el hombro. —¿Qué puedo hacer por ti?
—Nada —susurré.
2
46

—¿Crees que puedes comer? —preguntó, y sacudí la cabeza—. ¿Y algo para


beber? ¿O para el dolor? —Cuando no dije nada, dejó caer su mano—. No te voy a
dejar, por lo que deberías aprovechar que esté aquí.
Presioné mis labios en una línea. —No hay nada que necesite en este
momento.
Después de un rato, dijo—: No creo que sea cierto. En estos momentos
necesitas a Nick.
Con un suspiro, me endurecí.
—Y él a ti —agregó.
Volví a sacudir la cabeza. —Él... No me necesita.
—Parecía que se encontraba a unos diez segundos de perder el control. —
Sus ojos se encontraron con los míos cuando la miré—. Tal vez no necesitas oír esto
en este instante, pero nunca he visto a Nick tan enfadado. Jamás. Y lo estaba un
montón.
—No quiero que se enfade. —Mi voz sonaba ronca—. Lo último que quería
era que sufriera de nuevo. Ha perdido... —No terminé lo que iba a decir, en parte
porque no quería compartir sus asuntos personales y porque me perseguían las
palabras de Katie.
Vas a romperle el corazón.
Mis labios se separaron lentamente. Santa mierda. Katie y su súper poder
psíquico dieron en el clavo. Pensé que era una locura por, bueno, razones obvias, y
dado que durante todo este tiempo no me sentía convencida de que tuviera el
poder de romper el corazón de Nick. Pero lo hice. Era el bebé, me di cuenta... el
perder al bebé. Sonaba loco, pero Katie tenía razón.
—¿Qué sucedió con Nick? —preguntó Roxy cuidadosamente.
Solté un suspiro tembloroso. —Yo... rompí su corazón.

La tarde del jueves se difuminó en la noche.


En algún momento emigré del sofá a mi dormitorio, y aunque me acostaba
en la cama, no dormía. No podía hacerlo. Mi mente regresaba a todo lo que había o
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no hecho desde que me enteré del embarazo, buscando incansablemente ese error
que cometí.
Roxy no se marchó, pero me dio espacio; solo entró en el dormitorio cuando
pasaron las horas suficientes como para insistirme que comiera la sopa de pollo
que no tenía idea de cómo preparó, porque no tenía nada en la casa; pero esa sopa
me recordó a Nick.
Y eso hizo el dolor mucho más fresco.
Creí oír la voz de Reece el jueves por la noche, y más tarde pensé que oí a
Calla. Al principio, asumí que lo imaginé, pero luego me di cuenta de que Calla se
hallaba en casa. Finalizó el semestre en Shepherd. Oré para que no entrara en la
habitación, y no lo hizo.
Toda la noche permanecí despierta y no lloré. Había un vacío enorme que
consumía mis pensamientos. No pude apagar nada como lo hice el miércoles por la
noche en la sala de urgencias. Solo quería que se acabara: el dolor físico y el más
profundo, intenso y doloroso sufrimiento.
En algún momento, en las tranquilas horas de la madrugada, llegué a la
comprensión de que deseé este bebé mucho más de lo que jamás reconocí. Como
dice‖ ese‖ dicho:‖ “No‖ sabes‖ lo‖ que‖ tienes‖ hasta‖ que‖ lo‖ pierdes”,‖ y‖ eso‖ era‖ tan‖
malditamente cierto. Aumentó el escozor en mi garganta y ojos.
Me acurruqué, acercando mis piernas a mi pecho. No era justo. Nada de
esto lo era, y no me dolía tanto desde que esos dos marineros uniformados
aparecieron en nuestra puerta cuando tenía quince años.
En el fondo de mi mente, sabía que necesitaba desahogarme. Necesitaba
levantarme, cepillarme, y seguir adelante con mi vida. Eso es lo que siempre hice, y
tendría que hacerlo de nuevo; pero no acababa de perder solo el bebé.
Había perdido un futuro.
Roxy intentó hacerme desayunar el viernes por la mañana; y cuando salió
del dormitorio, pensé que se veía tan mal como me sentía, con el cabello castaño
que caía de su moño. Quería decirle que no tenía que quedarse. Tenía una vida a la
que necesitaba volver. Yo estaría bien.
Siempre lo estuve.
Unos minutos antes de las once de la mañana oí que se abría la puerta y
esperaba ver a Roxy, pero fue Katie quien entró, cerró la puerta detrás de ella y casi
no la reconocí.
2
48

Con el rostro limpio de todo rastro de maquillaje y su largo cabello rubio


recogido en una cola de caballo alta, llevaba el traje más simple que alguna vez la
vi usar. Pantalones vaqueros y un suéter de lana blanca. Jamás la vi de esta
manera... discreta.
Katie se dirigió a la cama y se sentó en el borde, con sus ojos azules
brillantes sin el delineador oscuro o sombras. —Roxy tuvo que irse a casa.
Mi garganta se sentía seca mientras hablaba. —No‖tenías‖que‖venir.‖Solo<‖
me lo estoy tomando despacio.
—Es difícil hacerlo después de perder un bebé.
Tomé una respiración entrecortada. Al parecer, su franqueza seguía latente.
No supe qué responder.
—Debes sentirte mal —añadió, cruzando las piernas—. Sé que cuando
alguien sufre un aborto se siente horrible por un par de días. Y no solo
mentalmente. Roxy dijo que no has desayunado.
—No tengo hambre —dije después de un momento.
Juntó las manos sobre el regazo. —Tal vez deberías comer algo.
No respondí mientras me removía bajo las sábanas. Una sensación húmeda
y sofocante se deslizó sobre mí. Me sentía avergonzada por la atención, por el
hecho de que mis amigos pensaran que en este momento necesitaba de una nana,
cuando‖todo‖lo‖que‖necesitaba‖era<
No me permití terminar el pensamiento.
—Estoy bien —le dije desde mi posición boca abajo en la cama. Existía una
buena probabilidad de que mi mejilla estuviera adherida a la almohada.
Una ceja se arqueó. —Te lo advertí.
Mi respiración se ralentizó.
Katie sacudió la cabeza lenta y tristemente. —Tuve un presentimiento,
¿sabes? Sabía que ibas a romperle el corazón y lo estás haciendo.
Cerré los ojos con fuerza. ¿Dios me estaba castigando o algo? No necesitaba
de esto ahora.
—Pero‖nunca‖creí‖que‖serías‖así‖de<‖estúpida.
Mis ojos se abrieron de golpe. —¿Disculpa?
—Digo, eres confiada, inteligente y sexy. Podrías poner a cualquier hombre
de rodillas si lo quisieras. Pero en este momento actúas como una idiota. —Bajó la
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mirada hacia mí—.‖Roxy‖me‖contó‖que‖echaste‖a‖Nick‖del‖departamento<‖después‖


de decirle que perdiste el bebé. Ya sabes, el bebé que ambos crearon.
Algo caliente e incómodo apretó mi estómago. —Ya sé cómo hicimos al
bebé, Katie. Gracias. Y sé que le rompí el corazón al perderlo, así que, no necesito
que me lo recuerdes.
Katie ignoró mi tono y continuó—: También dijo que él le mencionó que ni
siquiera le contaste hasta después de que regresaste del hospital. ¿Qué diablos,
chica?
Mi boca se abrió mientras la culpa se deslizaba como humo negro a través
de mi cuerpo.
—Ya sabes, entiendo que tengas tus miedos y preocupaciones sobre lo que
siente Nick por ti, pero tienes que ser toda una estúpida como para no ver la
verdad.
—Está bien —dije después de un segundo—. Esta es como la segunda o
tercera vez que me tratas así, y la verdad es que no me gusta, ni tengo la paciencia
para tener esta conversación.
—Qué pena —respondió, endureciendo sus ojos—. Porque hay algo que
todavía no entiendes.
Me acosté de espalda, apretando la mandíbula. —Creo que sí entiendo.
—No. No es así. —Esperó a que mi mirada encontrara la suya—. Pero lo
harás.
Exhalando ruidosamente, me esforcé por mantener la paciencia. —Estoy
cansada.‖Creo‖que‖necesito<
—¿Hablar sobre lo injusto que fue perder el bebé? ¿O lo mucho que duele?
—respondió por mí—. Podemos hablar al respecto.
—No necesito hablar de eso.
Arqueó las cejas. —No es verdad. No estás bien. Hablar es importante.
Sacarte la ira y la emoción. —Hizo una pausa—. O cuando te sientas mejor, baila al
caño. Es un ejercicio genial y una buena forma de desquitarte.
Perpleja, todo lo que pude hacer fue mirarla fijamente. —¿Eres psicóloga o
consejera?
—¿No son lo mismo?
—¿Qué<?‖ —Levanté una mano, presionándola contra mi frente—. No
puedo con esto.
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50

—Nadie espera que lo hagas. Es algo trágico, niña. Sucede todo el tiempo, a
muchas personas en el mundo. No significa que duela menos. Y tampoco significa
que tu dolor vale menos. No estás bien.
El aire se estancó en mi garganta. —Estoy bien.
Katie negó con la cabeza. —Nop.
Mis ojos se estrecharon. —Sí, lo estoy.
—Sigue diciéndotelo.
Me senté, mirándola con frialdad. —¿Qué diablos? Dije que estoy bien. Y lo
estoy, demonios.
Envolvió los brazos esbeltos alrededor de su cintura. —Puedes repetirlo
todo lo que quieras, pero te conozco. Todos lo hacen.
—Todos<‖ —Sacudí la cabeza, dolorosamente consciente de los mechones
de cabello golpeando mis mejillas. En ese momento, no creí que existiera alguien a
quien odiara más que a Katie—. No puedo con esto ahora —repetí, tensando mi
mano en un puño.
Katie inclinó la cabeza hacia un lado. —Por supuesto que no. ¿Quién sería
capaz de tratar con algo así en este momento?
No tenía palabras, porque, Dios mío, volvíamos a hablar de lo mismo.
Una marea de emociones violentas e inestables se elevó dentro de mí
mientras alargaba una mano y cogía el cubrecama. Mi mano tembló cuando lo
aparté de mis piernas. Me levanté, quitándome el cabello del rostro con un
movimiento frenético. —Estoy bien.
Katie no dijo nada.
El temblor danzó a lo largo de mis dedos, deslizándose por mis brazos.
—Estoy bien —dije, y la marea me consumió, levantándose y cubriéndome,
como un dique al romperse—. Estoy bien. —Retrocedí, golpeando la pared—.
¡Estoy bien!
Se levantó de la cama, su rostro derrumbándose mientras susurraba—: Todo
está bien.
No.
Eso era. No lo estaba. Oh, Dios, nada andaba bien.
Algo fuerte se rompió dentro de mí. Ya no podía controlar el ardor en mis
ojos y garganta. La figura de Katie se volvió borrosa, y en alguna parte, alguien
2
51

gritaba esas dos malditas palabras una y otra vez, y era mentira. Era una estúpida
y maldita mentira.
Y lo había arruinado. Sabía que lo hice en más maneras de las que incluso
consideraba, y no estaba bien. No sabía cómo arreglarlo o por dónde empezar. No
existía ningún manual al respecto: ninguna cantidad de búsqueda iba a arreglar
esto.
Lágrimas se deslizaban por mi rostro mientras mi pecho se apretaba con un
sollozo roto. Los brazos de Katie me envolvieron y apretaron cuando mis piernas
cedieron y me deslicé por la pared, llevándola conmigo. Mi cabeza cayó sobre su
hombro. —No lo estoy —susurré—. No estoy bien.
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Traducido por Vane Farrow


Corregido por Naaati

Finalmente me dormí.
Realmente no existía otra opción. Había llorado hasta enfermar, en jadeos
secos, y lloré en un agotamiento sin sentido que sólo se podía curar al subir a mi
cama. No sé cuánto tiempo dormí, pero despertarme fue como arrastrarme fuera
de arenas movedizas. Mis ojos hinchados y cansados, se sentían cerrados y no me
encontraba lista para intentar abrirlos y enfrentar la realidad, enfrentar la pérdida
de un futuro que no sabía cuánto quería hasta que se fue. Y frente a la fea verdad
de que mis inseguridades con respecto a mi relación con Nick, válidas o no, me
habían llevado a tomar decisiones egoístas y cobardes cuando se trataba de
involucrarlo en lo que sucedía. No lo hice, no quería verlo herido, y traté de
protegerlo de los resultados contraproducentes.
Lo amaba y lo había lastimado aún más.
Como un fantasma, la imagen de esos diminutos zapatos que miramos
mientras comprábamos el árbol de Navidad se formó en mi cabeza, y el dolor
regresó, agudo y aparentemente interminable. En ese momento, nunca estuve más
agradecida por el hecho de que no había empezado a comprar nada relacionado
con el bebé. No me hallaba segura de sí podía soportar tener que devolver cunas o
empacarlas. La imagen del ultrasonido en la nevera fue bastante difícil de ver.
Cada célula de mi cuerpo se sentía como si hubiera pasado por el
escurridor, y realmente lo hice. La última cosa que quería hacer era levantarme,
pero necesitaba hacerlo debido a lo que mi cuerpo pasaba. Mientras me encontraba
allí, instándome a levantarme, lentamente me di cuenta de otra presencia en la
habitación.
Una presencia muy cercana, como en la misma cama conmigo. Podía oír las
respiraciones constantes. Aunque no me habría sorprendido si Katie se hubiera
subido a la cama conmigo, tuve la clara sensación de que no era ella. Mi piel
hormigueaba mientras respiraba profundamente, captando un aroma fresco teñido
de pino.
Mi corazón se saltó un latido. El perfume era muy familiar, tan correcto.
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53

Contuve mi aliento mientras forzaba a mis ojos a abrirse y exhalé una vez
que mi visión se ajustó un poco a la luz baja que se filtraba desde el pasillo fuera de
la puerta abierta del dormitorio.
Acostado en la cama a mi lado, sobre su espalda, se hallaba Nick.
Todavía se encontraba dormido.
Nick giró su cabeza hacia la mía. Incluso con la falta de luz, pude ver las
oscuras sombras bajo sus ojos. Cuando habló, su voz era áspera. —Estas despierta.
Incapaz de apartar mi lengua de mi paladar, me empecé a sentar. Nick se
levantó junto a mí, su mirada nunca dejó mi rostro. —Katie hizo que Roxy me
llamara. Sólo estamos nosotros.
Mi cabeza todavía se hallaba confusa con mi sueño y dejé escapar la primera
cosa que me vino a la mente. —Tengo que ir al baño.
—¿Necesitas ayuda? —Fue su respuesta inmediata.
Sacudí la cabeza. —Yo... —Perdí las palabras cuando lo miré.
—Te esperaré aquí, ¿de acuerdo? —dijo, con voz baja—. Necesitas algo,
grita, y estaré allí.
La presión se apretó alrededor de mi pecho, y me obligué a salir de la cama
antes de enloquecer de nuevo. Arrastré mis pies al baño y me encargué de las cosas
necesarias. Antes de salir, me detuve lo suficiente para salpicar agua fría sobre mi
cara y retirar mi cabello ahora asqueroso.
Nick se encontraba aquí.
Había vuelto incluso después de haberlo echado.
Estaba aquí.
Con mi garganta apretada, miré mi reflejo y vi que parecía una ruina, pero
sabía que no había nada que pudiera hacer al respecto. Como me veía era lo menos
importante ahora.
Volví al dormitorio, sintiéndome como si tuviera cincuenta años, pero ver a
Nick apoyado contra la cabecera era como recibir una inyección de adrenalina. El
nerviosismo y la dulce anticipación siempre atada lo combatieron mientras me
dirigía a la cama, sentándome cerca de sus piernas.
Nick había encendido la lámpara de la mesilla de noche mientras me
encontraba en el baño, y ahora podía verlo completamente. Un rastrojo grueso le
cubría la mandíbula y la barbilla, aquellas oscuras sombras bajo sus ojos eran
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54

severas. Su camisa, la misma que usaba ayer cuando lo vi, se encontraba arrugada.
Su cabello era un desastre, y se veía tan mal como me sentía.
Su pecho se elevó con una respiración profunda. —Sé que no me quieres
aquí —declaró, y antes de que pudiera responder, continuó—. Pero voy a
permanecer aquí. Tomó todo de mí ayer salir por esa puerta y no tengo más en mí
para hacerlo de nuevo. No después de saber lo que has estado pasando y verte
ahora. Sé que sufres. No deberías encontrarte sola y debería ser quien esté aquí
para ti.
Bajé la mirada mientras levantaba mis piernas, acurrucándolas debajo de mí.
—No es que no te quisiera aquí, Nick. Ese no es el caso en absoluto.
Hubo un segundo de silencio. —Voy a ser muy sincero contigo, Stephanie,
eso fue exactamente lo que pasó ayer.
¿Cómo podría explicar lo que sentía y dónde se hallaba mi cabeza cuando se
encontraba en tantos lugares y todo estaba tan crudo? Existían tantas palabras,
tantas cosas que podía decir, y sin embargo no podía comprender un pensamiento.
Era como tratar de atrapar la lluvia.
Ayer presioné para una confrontación, pero hoy, en este momento, todo lo
que quería era que sus brazos estuvieran a mí alrededor. Todo lo que quería era
ser abrazada. Todo lo que quería era estar con la única persona que compartía el
mismo dolor que experimentaba.
Levanté la mirada y el rostro de Nick se nubló cuando una oleada de
lágrimas se levantó.
Inclinó su cabeza hacia un lado y su voz se quebró cuando habló. —Ven acá.
Mi cuerpo se movió antes de que mi cerebro registrara sus palabras. Me
arrastré sobre sus piernas mientras se sentaba, con los brazos abiertos y
alcanzándome. Me subí a su regazo, plantando mi rostro contra su pecho y casi
fusioné mi cuerpo con el suyo.
La reacción de Nick fue inmediata. Enterró una mano en mi desordenada
cola de caballo y mis rodillas se doblaron a cada lado de mí mientras su otro brazo
rodeaba mi cintura, curvando su cuerpo en el mío. Era como si estuviera
enjaulándose a mí alrededor, y esas lágrimas que habían iniciado se liberaron. Casi
no podía creer que quedara algo en mí, pero mis sollozos se levantaron otra vez, y
eran tan poderosos que sacudieron mi cuerpo, sacudieron el suyo mientras me
sostenía.
—Eso es bueno. Eso es bueno —decía, una y otra vez—. Está bien no estar
bien. Tampoco lo estoy.
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Y no lo estaba. Podía sentir su cuerpo tembloroso, mientras enrollaba mis


dedos alrededor del cabello en su nuca, la culpa y la angustia se enredaron,
formando un nudo venenoso. —Lo siento. Lo siento mucho.
—Stephanie, nena, por favor no te disculpes. —Su voz hizo esa cosa de
romperse de nuevo, matándome—. No tienes la culpa. ¿Lo sabes bien? No fue
culpa tuya.
No me hallaba segura si me disculpaba por perder al bebé o por cómo lo
traté durante esto. O quizás me disculpaba por ambas cosas.
Luego dijo—: Rompes mi corazón, Stephanie. Deja de disculparte. Me
destrozas.
Vas a romper su corazón.
Mi agarre se apretó. No fue perder al bebé. Ni siquiera era la forma en que
había actuado. Era esto. Maldita sea. Katie realmente era psíquica.
Nos sostuvimos, convirtiéndonos en el ancla del otro, y compartimos ese
dolor. El tiempo se volvió en algo que sucedió en el fondo. No tenía ni idea de
cuánto pasó antes de abrir mis ojos y las únicas lágrimas que quedaban eran las
que se aferraban a mis pestañas. Sus brazos habían dejado de temblar y su barbilla
descansaba sobre mi cabeza, una mano se arrastraba arriba y abajo por mi espalda,
la caricia calmante y confortante.
—¿No estás trabajando? —pregunté, estremeciéndome ante lo ronco de mi
voz y lo débil de mi pregunta.
—Jax me dio el fin de semana, y Kira cuida a mi abuelo. —Su mano se
curvó alrededor de mi nuca—. No voy a ir a ninguna parte, Stephanie.
—No quiero que me dejes —susurré esas palabras, y no me mató admitir
algo tan vulnerable. Con toda honestidad, hizo exactamente lo contrario. El alivio
floreció, diminuto y frágil, pero allí.
La mano de Nick se detuvo. —¿Por qué pensarías eso?
Levanté un hombro.
—No hagas eso. —Su voz era suave mientras su mano comenzó a moverse
de nuevo, masajeando los músculos tensos en mi cuello—. Háblame.
Mi mano se deslizó hasta su pecho y se curvó allí, sobre su corazón. —
Simplemente no quiero que te vayas. Creo que lo vas hacer. Nos juntamos porque
me encontraba embarazada. Por eso estábamos juntos. No por otra cosa, y ahora se
ha ido, no hay razón para que sigas haciendo esto.
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—¿No hay razón? —La incredulidad coloreó su tono.


—Bueno, sé que estás físicamente atraído por mí, pero no lo sé. —Suspiré—.
Nada de esto es realmente importante en este momento.
—Eso es importante en este momento. —Su otra mano se levantó, apartando
un mechón de cabello que escapó de la cola de caballo y se encontraba pegado a mi
mejilla—. ¿Por qué en el mundo creerías que estar embarazada era la única razón
por la que he estado contigo?
Cuando lo decía así, sonaba tonto, pero nuestra relación había sido lejana de
lo normal. —No querías volver a verme después de la primera noche que
conectamos.
—Yo<
—Sé que te disculpaste, y honestamente, ni siquiera me importa eso, pero
cuando volviste, solo querías que fuéramos amigos. No hubo nada más hasta que
me di cuenta de que estaba embarazada —dije, y luego me apresuré—. Nunca nos
llamamos novio y novia, también dijiste que nos encontrábamos atascados juntos.
Que íbamos a tener que hacer lo mejor de esto —me callé, porque realmente, ¿qué
más se necesitaba decir después de eso? Esas eran sus palabras.
Guardó silencio por un momento y luego maldijo entre dientes. —Jesús,
Stephanie, lo jodí. Realmente lo hice.
Confundida, retrocedí y mi mirada encontró la suya. —¿Qué?
—Mierda. —Levantó una mano, arrastrándola por su cara—. ¿Recuerdas esa
noche que vine aquí a disculparme por la forma en que actué en el bar? ¿Cuándo
dije que deseaba que las cosas fueran diferentes entre nosotros? Entonces no
bromeaba. No tienes ni idea de lo difícil que fue para mí no verte de nuevo
después de la noche que conectamos. Quería. Mierda. Quería más que cualquier
cosa que haya querido en mucho tiempo.
¿Qué diablos? —Entonces, ¿por qué no lo hiciste?
Sacudió la cabeza. —Mi enfoque ha sido mi abuelo durante los últimos dos
años, y no quería ninguna otra complicación. No tenía tiempo para una. —Dejó
caer su mano—. Pero también soy un maldito idiota. No es algo que me di cuenta
hasta que te llegué a conocer. Esa no es una excusa suficiente, pero con todo lo que
ha sucedido en mi familia, los perdí a casi todos, y entonces la chica de la que
pensaba que me encontraba enamorado en la universidad me dejó cuando la
mierda se puso dura. Involucrarme en una relación de nuevo no era algo que
esperaba. Voy a ser honesto. La idea todavía me asusta un poco.
Abrí mi boca, pero no sabía qué decir mientras sacudía mi cabeza.
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—Quería ser diferente para ti, quería que todo fuera diferente para ti, y eso
fue antes de que supieras que estabas embarazada —dijo, con los hombros
encorvados mientras sacudía la cabeza—. Simplemente no pensé que era capaz de
ser esa persona.
Mis cejas se levantaron. —Lo eres.
Sus pestañas bajaron. —Sabes, hace un par de meses no estaría seguro de
esa declaración, y honestamente, no sabía hasta que viniste a Acción de Gracias.
Verte con mi abuelo me hizo darme cuenta de lo idiota que era al no ir tras de ti en
el momento en que salí de tu apartamento. Hablar contigo de lo que pasó con mi
familia, cómo se halla atado a Calla. En realidad, decir esa mierda en voz alta me
ayudó a dejarlo ir. Debería haberlo hecho. Te debí haber dicho eso, porque
entiendo por qué pensabas que no había nada más entre nosotros. Lo hago.
Debería haber dejado claro que sentía más. —Apretó una mano contra su pecho—.
Sentía más por ti aquí, y no tenía nada que ver con que estuvieras embarazada.
Casi no podía creer lo que decía. —Pero si no hubiera quedado embarazada,
¿nos habríamos juntado alguna vez?
—No lo sé, honestamente, no, pero me gusta pensar que habríamos
encontrado el camino el uno al otro. —Su mirada parpadeó hacia la mía—. Quiero
creer eso. Tengo que.
Luché a través de la bola de emoción que se construía de nuevo. La
esperanza seguía allí, hinchándose tan bellamente, pero se sentía manchada de
pérdida y confusión. Mis labios temblaron y los presioné juntos por un momento.
—No lo sé. Eras maravilloso, has sido maravilloso. Debería haber sabido que había
más. Todo ha sido nuevo para mí.
—Sí. —Sus ojos buscaron los míos—. Ninguno es muy bueno en esta cosa
de relación, ¿eh?
Una risa seca y agrietada se me escapó. —No. No somos muy buenos en eso.
—Bajé mi barbilla—. Pero éramos muy buenos en ello cuando ni siquiera sabíamos
que lo hacíamos.
—Maldita sea —murmuró, tocando suavemente mi barbilla. Me inclinó la
cabeza para que nuestros ojos se encontraran—. ¿Te gustaría ser mi novia? Marca
sí o no.
Otra risa ronca sonó cuando levanté mi dedo, dibujando un círculo en su
pecho. —Esa soy yo marcando sí.
Los labios de Nick se contrajeron en una sonrisa. —Quizá lo debería haber
preguntado hace un tiempo.
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—Quizá yo lo debería haber preguntado.


Su sonrisa se desvaneció cuando se inclinó, presionando sus labios contra
mi sien.
—¿Sabes qué? —susurré, cerré mis ojos mientras intentaba aferrarme a esa
esperanza y casi inmediatamente me sentí culpable por hacerlo. ¿Cómo podría
estar feliz con algo ahora mismo? Pero al mismo tiempo, ¿cómo no podría estarlo,
ahora que sabía que el hombre del que me enamoré quería estar conmigo? Aunque
no hubiera dicho esas dos palabras, lo que me había dicho significaba tanto.
Envolvió su brazo alrededor de mi cintura. —¿Qué?
—Ojalá esto no hubiera pasado.
—Lo sé. Deseo lo mismo.
Inhalé una respiración superficial. —Duele. No puedo creer lo mucho que
duele, y no puedo dejar de pensar que podría haber hecho algo diferente.
—Nena —dijo besando mi frente—, no dejes tu cabeza ir allí. Prométeme
que no dejarás que tu cabeza vaya allí.
Prometer eso era más difícil decirlo que hacerlo, pero eso es lo que hice, y
tomó mi mejilla. —Va a ser difícil. Sé que lo es. Para los dos, pero ¿sabes qué?
—¿Qué?
—Nos tenemos el uno al otro. No importa qué. Hay un nosotros. —Bajó su
frente a la mía—. Y eso es todo lo que necesitamos ahora mismo.
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Traducido por Ana Avila


Corregido por Naaati

Cuando regresé a trabajar el lunes, mi cuerpo todavía atravesaba las


consecuencias del aborto involuntario, pero mi suerte fue doble. La oficina cerró el
jueves por nochebuena, no volvió a abrir hasta el lunes, y pude concertar una cita
para ver a mi gineco-obstetra el martes siguiente, aprovechando que alguien
canceló la suya.
En el trabajo, no me permitía pensar en lo que mi cuerpo pasaba. Me
concentré en los recados que tenía que hacer y la propuesta de renovación de la
instalación recientemente adquirida en Virginia Occidental. Tal vez evitar pensar
en todo lo que sucedía no era la mejor opción o la más inteligente, pero era lo que
me ayudaba a superar cada día, y creo que era importante tomarlo día a día.
Pero no me hallaba sola.
El domingo, había empacado algunas ropas y artículos personales y seguí a
Nick de regreso a la casa de su abuelo. Cuando me invitó a su casa, no dudé. El
domingo por la noche habíamos pasado tiempo con su abuelo y luego me dormí en
sus brazos. Su presencia y comprensión me ayudaron en peores momentos, donde
comenzaba la culpa y la duda. Despertar envuelta a su alrededor era de gran
ayuda.
Por otra parte, creo que Nick lo sabía. Creo que fue por eso que insistió en
que me quedara hasta que mi mamá regresara a la ciudad para Navidad. Se
encontraba en esos momentos cuando despertaba en medio de la noche y no podía
volver a dormir. Aquellos momentos en que el pesado malestar se retorcía en mí.
Sabía que mi cuerpo pasaba por mucho y tenía mi estado de ánimo balanceándose
por todo el lugar, pero también era difícil como el infierno de tratar.
Parte de mí sentía que necesitaba regresar inmediatamente. Jodidamente
continuar, porque estas cosas sucedieron. Sucedían todos los días, y tuve la suerte
de que no hubo complicaciones importantes hasta ahora, como una infección, o
algo más grave. En esos oscuros momentos en medio de la noche, era difícil dar
voz a lo que sentía exactamente, pero no tenía que hacerlo.
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60

Nick parecía sentir justo cuando lo necesitaba. Incluso si dormía, sus brazos
se apretaban alrededor de mí, y a veces cuando mi inquietud lo despertaba, me
hablaba hasta quedarme dormida nuevamente, distrayéndome con algunas de las
locuras que había visto mientras trabajaba en casa de Mona. Simplemente se
encontraba allí, y lo dejé entrar por completo.
No podía negar cuánto amaba a este hombre.
Mamá llegó en la víspera de Navidad por la mañana, y después de
registrarse en un hotel cercano, vino directamente a mi apartamento. Cuando
llamó a la puerta principal, miré a Nick mientras se levantaba del sofá. —¿Listo
para esto? —pregunté.
Esbozó una sonrisa torcida. —Por supuesto.
No me encontraba segura cuando abrí la puerta. Mi mamá podría ser difícil
de manejar, y casi me abordó una vez que abrí la puerta por completo,
envolviendo sus brazos a mí alrededor. Me hallaba envuelta en su perfume cálido
de olor a vainilla.
Su mano fue a la parte posterior de mi cabeza. —Oh, mi dulce chica. —Me
abrazó fuertemente, y de repente fui la niña que simplemente sólo necesitaba a su
mamá, porque ahora todo se pondría mejor.
El ladrido amortiguado de Loki nos separó. Mirando por encima del
hombro, vi al perrito observándonos desde el interior del vehículo. Bajé mis brazos
cuando retrocedí. —Será mejor que vaya por el perro antes de que se meta a través
de las barras de metal.
Mamá puso sus ojos en blanco, pero sabía que podía pasar. Cuando Loki
quería salir de algo, Loki salía de allí. El perro podría escalar cercas. Cuando recogí
el portaaviones, lo llevé al apartamento conmigo, cerrando la puerta detrás de
nosotros. No me sorprendió que trajera a Loki en lugar de dejarlo en el hotel.
No dejaba a Loki en ninguna parte.
Nick dio un paso hacia adelante, extendiendo una mano mientras su
sonrisa torcida crecía. —Hola, Sra. Keith.
—Y éste debe ser Nick. Ahora puedo ver por qué estás tan distraída cuando
hablas por teléfono conmigo y se encuentra cerca. —Mamá lo miró mientras
tomaba su mano.
Nick sonrió cuando su mirada encontró la mía. —Me gusta.
—Por supuesto que sí —murmuré cuando mamá lo examinó.
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—Guau. Stephanie, guau. —Me miró por encima de su hombro—. Estoy


muy orgullosa de ti.
—Oh, Dios mío —Mis mejillas ardieron—. Mamá.
Rió mientras se giraba hacia Nick. —Es un placer conocerte finalmente. —
Luego dejó caer su mano y lo atrajo en uno de sus abrazos de mamá. Pude ver a
Nick sorprendido, pero regresó el gesto sin torpeza, y lo amé aún más por eso—.
Lo siento mucho por lo que pasó —dijo con su voz baja mientras me agachaba,
desbloqueando el portador de Loki—. Cosas así nunca son fáciles, pero pareces
tener los hombros para llevar ese peso.
—Voy a hacer todo lo que pueda para lograrlo —respondió, obteniendo
una sonrisa de aprobación de mi madre.
Loki salió corriendo, empezando el maratón de oler mientras Nick ofrecía a
mi mamá algo de beber. Nerviosa, los vi moverse en la cocina con los brazos
alrededor de mi cintura. Hablaban de su viaje hasta aquí, de cuánto tiempo se
quedaría, y de una charla general mientras hacía su café. Me quedé atrás, fingiendo
mantener un ojo en Loki cuando el perro se lanzó a través del sofá y luego saltó al
piso, corriendo hacia el dormitorio. Cuando mamá me miró y guiñó un ojo, mis
labios se curvaron en una sonrisa. No tenía que decirlo, pero sabía que había
empezado a caer por Nick.
Tomando una respiración profunda, me dirigí a la cocina y mi estómago se
retorció agradablemente cuando Nick se desplazó a mi lado, curvando su brazo
alrededor de mi hombro. Mientras mi madre jugaba con el azúcar y la crema, Nick
se inclinó y rozó sus labios sobre mi mejilla.
Tragué saliva mientras lo miraba. —¿Te encuentras bien? —susurró.
—Sí —sonreí—. Sí, lo estoy.
Después que mamá volviera al hotel con el pequeño gamberro conocido
como Loki, llené una maleta y regresé a la casa de Nick para pasar el resto de la
Nochebuena allí para que Kira, la enfermera en casa, pudiera pasarla en su hogar
durante la noche. Mamá se uniría a nosotros por la mañana, y parecía un gran
paso, pero Nick se encontraba relajado por su llegada.
Mientras Nick se hallaba en el piso de arriba para ver a su abuelo, saqué el
regalo que le compré para Navidad y lo llevé a la sala de estar. Con el televisor
apagado y sólo la luz blanca parpadeante del árbol de Navidad, una sensación
muy suave se apoderó de mí mientras me sentaba en el sofá.
No pasó mucho tiempo antes de que Nick se me uniera en el sofá. —¿Cómo
se encuentra tu abuelo? —pregunté.
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—Durmiendo. —Miró mis manos—. ¿Qué es eso?


Levanté la pequeña caja envuelta. —Es un regalo de Navidad. Quería
dártelo ahora.
—¿No quieres esperar?
—Estoy impaciente. Además, no es realmente un regalo tan impresionante.
—Sonreí cuando se rió—. Digo, apesto dando regalos. No soy la persona más
creativa cuando se trata de esas cosas, pero sí, sólo quiero dártelo ahora.
Nick sonrió mientras sacaba el presente, deslizando su dedo por debajo de
los bordes del papel de embalaje. Quitó el papel y lo hizo rápidamente. Cuando
abrió la caja, presioné mis labios. —Guau. —Lo tomó, levantando el reloj de la
caja—. Esto es genial, Stephanie.
—¿De verdad?
La sonrisa llegó a sus ojos. —Infiernos, sí. He estado diciendo por meses
que necesito conseguir un reloj. Es bueno tener uno cuando trabajo.
—También es resistente al agua —señalé, sintiéndome torpe—. Me alegro
de que te guste.
—Me gusta —Estirándose, colocó el reloj en la mesa de café, y cuando se
enderezó ahuecó mi mejilla—. Gracias.
—De nada —susurré.
Nick me besó lentamente y con dulzura, sus labios y dedos persistentes
cuando retrocedió. —Quédate aquí, ¿de acuerdo?
—No voy a ninguna parte.
Sus ojos sostuvieron los míos por un momento y luego se puso de pie,
rodeando el sofá. Parecía dirigirse al dormitorio. Volvió rápidamente, tomando su
asiento a mi lado. En su mano había una caja de terciopelo oscuro, sin forro y
desplegada. —Ya que me diste tu regalo, quiero darte el mío.
Levanté la mirada mientras tomaba en silencio la caja que era un poco más
pequeña que mi palma. No tenía ni idea de qué esperar cuando lo abrió, pero
cuando vi lo que era, me quedé sin aliento.
En la caja había un par de perlas plateadas. —Oh, Dios mío —susurré
mientras alisaba mi pulgar sobre una de ellas. Mi garganta se atascó.
—Son dos —Tomado una, le dio la vuelta en su mano. Su nombre fue
tallado en ella—. La otra tiene tu nombre. Sé que suena cursi. Como placas de
identificación. Pero los vi en la tienda y me hicieron pensar en tu padre y en cómo
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tu mamá lleva sus etiquetas. Fue una especie de impulso, algo urgente. No tienes
que usarla.
Le pasé el brazo por el cuello y lo atraje, besándolo. —La llevaré. Cada día.
—¿Sí?
Resoplando, asentí mientras me sentaba y las observaba. Apreté mis labios.
El regalo era tan increíblemente significativo. —¿Te pondrás la otra?
—Joder, sí.
Me reí y volví a exhalar. Con cuidado tirando de la etiqueta con su nombre,
me la puse por encima de mi cuello, dejando que el metal frío se deslizara bajo mi
suéter. Tomé el que llevaba mi nombre y lo levanté. Sonriendo, Nick bajó la cabeza
y la puse sobre su cabeza. Se quitó su camisa, dejando caer la etiqueta con mi
nombre en su pecho.
Y entonces sonreí, por lo que se sentía como la primera vez en días. Las
palabras salieron a la luz, sin necesidad de esfuerzo—: Te amo.
Nick se congeló y su camisa volvió a desplazarse contra su piel. Empezó
como si estuviera a punto de decir algo y su cabeza giró hacia la mía. Sus labios se
separaron. —¿Qué?
—Te amo —repetí, sosteniendo su amplia mirada. Las pupilas se habían
dilatado y el verde parecía más brillante. No podía creer lo fácil que era soltarle
esas palabras—. Estoy enamorada de ti. Desde hace semanas, meses atrás, y sólo te
lo quería decir.
Me miró fijamente.
—Y‖no‖lo‖tienes‖que‖decir‖de‖vuelta.‖Yo‖no<
Las grandes manos de Nick apretaron mis mejillas y dentro de un latido del
corazón tartamudeado, su boca se encontraba en la mía. El suave beso me robó la
respiración. —Déjame oírlo de nuevo —pidió, su aliento áspero, pero luego me
besó de nuevo, su lengua suavemente separando mis labios—. Dímelo.
Envolví mis manos alrededor de sus muñecas. —Te amo, Nick.
—Cristo. —Apoyó su frente contra la mía, sus grandes manos temblando
mientras sostenía mis mejillas—. Nunca pensé que te escucharía decir eso.
—¿Qué? —susurré.
Deslizó una mano alrededor de mi nuca, sus dedos profundizando en mi
cabello. —Nunca pensé que tendría la suerte de oírlo, de saber que lo que sentía
por ti era lo mismo que sentías por mí.
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Me quedé quieta. Había una buena probabilidad de que no estuviera


respirando. Un alboroto comenzó profundamente en mi pecho. —¿Qué dices?
—No sólo te amo. Estoy enamorado de ti. Diablos, lo he estado por un
tiempo, y te lo quise decir en tantas ocasiones, pero joder, no podría sacarlo de mí.
Ni siquiera siento que merezca esto.
Mi corazón corría tan increíblemente rápido. Las lágrimas nublaron mis
ojos, y el más dulce anhelo floreció en el abismo de mi vientre, persiguiendo todo
lo demás. —Te lo mereces.
—Te lo voy a probar, Stephanie. No tienes ni idea. —Sus labios encontraron
los míos de nuevo, y el beso fue más profundo, más duro—. Y te vas a cansar de
oírme decir esto. Te amo. Estoy tan jodidamente enamorado de ti, Stephanie.
—Nunca me cansaré de escuchar eso. —Pasé mis manos por sus fuertes
brazos—. No hay manera —Cerré mis ojos—. Esto es lo que he estado esperando.
Eres lo que he estado buscando.
La mano de Nick se flexionó en mi cabello. —No tienes que esperar más. Ya
no tenemos que esperar.
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Traducido por Dannygonzal


Corregido por Miry GPE

Job Blanco, el tipo de hombre amable y trabajador que mantuvo a su familia


unida a través de la peor clase de tragedias, murió en paz, mientras dormía, el
dieciocho de abril. Cuando partió temprano esa mañana, no había perdido su
batalla con el Alzheimer. No. Job luchó por demasiado tiempo, demasiado duro y
demasiado valientemente por él para haber perdido alguna pelea.
Simplemente terminó con ello.
El momento de su muerte no fue del todo inesperado. Por varios días Nick
supo que eso llegaría. Aun se encontraba conmocionado cuando pasó, pero era
cuestión de tiempo, y mientras todos deseaban que ese fuera un mensaje que nadie
tuviera que ver, le permitió a Nick tomarse el tiempo libre para estar aquí con su
abuelo.
Por una semana, pasé las noches en su casa, y me sentí muy agradecida de
que estuve allí con Nick, mis brazos envueltos alrededor de su cintura, mientras se
sentaba en la cama de su abuelo y se despedía en su hora final.
Decir adiós nunca era fácil, pero creo que alivio mezclado con dolor era lo
que sentía Nick. Su abuelo ya no sufriría.
En el testamento de su abuelo, pidió que ciertas costumbres fueran llevadas
a cabo basadas en su herencia, y Nick honró esos deseos, que no eran muy
diferentes al proceso que ya me era familiar. El funeral fue en menos de una
semana después de su muerte, fue puesto a descansar al lado de su esposa y del
resto de su familia, los que se fueron antes que él.
La semana que siguió ayudé a Nick en la casa. Limpiamos la habitación de
su abuelo, colocando a un lado las cosas que quería donar en una pila y las
pequeñas pertenencias personales que Nick quería conservar en otra.
Con el verano en el aire, había algo refrescante sobre todo el proceso, no
solo para Nick, también para mí. Las ventanas estaban abiertas. La brisa flotaba a
través de las habitaciones. Todo se sentía abierto y nuevo. Con cada carga de ropa
que empacaba, era como si doblara la culpa persistente y el dolor, almacenándolo,
porque cada día se volvía un poco más fácil lidiar con la pérdida del bebé. Se
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66

volvía un poco más fácil aceptar que nadie hizo nada mal, y cada día ambos nos
acercábamos un poco más al hecho de seguir adelante. Sin embargo, era un
proceso, así como limpiar la habitación de su abuelo. Uno donde algunos días se
sentían como un paso adelante y que en realidad eran cinco hacia atrás. Algunos
días era difícil no intentar esconderse del dolor, de no caer en‖los‖“y‖si”‖del‖pasado‖
y del futuro.
Como esperaba, cuando fui al doctor después del aborto, no hubo
respuestas del por qué pasó y no existía forma de garantizar que no pasaría de
nuevo. Simplemente no lo sabríamos hasta la próxima vez que quedara
embarazada. Y no saberlo era duro de procesar. No era que me gustara
obsesionarme con ello cada día, pero tenía momentos en los que una
incertidumbre casi paralizante se apoderaba de mí. ¿Podría tener hijos? No sabía,
pero seguía diciéndome a mí misma que si no podía, estaría bien.
Como dijo Nick, nos teníamos el uno al otro.
Y eso era lo que necesitábamos.
Nick no estaba seguro de qué iba a hacer con la habitación de su abuelo,
dejarla como una habitación de invitados o convertirla en algo más.
De pie frente a la cama doble recientemente arreglada, curvé mi brazo
alrededor‖ del‖ suyo‖ mientras‖ me‖ recostaba‖ en‖ él.‖ ―No‖ tienes‖ que‖ tomar‖ una‖
decisión en este momento sobre esta habitación.
―Tienes‖razón.‖―Giró‖su‖cabeza‖y‖bajó‖su‖barbilla,‖rozando‖sus‖labios‖sobre‖
la cima de mi desordenado y‖ probablemente‖ empolvado‖ moño―.‖ Creo‖ que‖ la‖
mantendré así por ahora. Me gusta como dormitorio.
Mi mirada viajó por el cuarto. El armario ahora vacío, las fotos enmarcadas
de su abuelo durante años se hallaban alineadas como pequeños soldados de
recuerdos.‖ Dejar‖ esta‖ habitación‖ así‖ era‖ la‖ mejor‖ idea‖ por‖ el‖ momento.‖ ―A‖ mí‖
también.
―Gracias‖ por‖ ayudarme.‖ Realmente‖ lo‖ aprecio.‖ ―Nick‖ liberó‖ su‖ brazo‖ y‖
luego‖lo‖bajó,‖tomando‖mi‖mano.‖La‖levantó―.‖Pero‖est{s‖sucia.
Le‖sonreí.‖―Est{s‖igual,‖cariño.
―Entonces‖creo‖que‖necesitamos‖enmendar‖eso.
Mi cuerpo inmediatamente estuvo a bordo de esa idea. Nick me llevó fuera
de la habitación, hacia el primer piso, a la habitación principal lejos de la cocina.
Hizo un espectáculo al quitarnos la ropa, tomó más tiempo del necesario, pero no
había una parte de mí que estuviera en desacuerdo con el ritmo. Creo que, antes de
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que el agua se encendiera y antes de que el escaso chorro llenara la bañera, él había
besado cada parte de mi cuerpo. Y aun no terminaba.
―Amo‖tus‖labios.‖―Me‖besó―.‖Y‖esas‖mejillas.‖―Sus‖labios‖encontraron‖su‖
camino‖ hacia‖ allí―.‖ Amo‖ tus‖ ojos―.‖ Dejó‖ caer‖ un‖ beso‖ sobre‖ mi‖ frente‖ y‖ luego‖
comenzó‖a‖bajar―.‖Amo‖tu‖garganta.
―¿Mi‖garganta?‖―Me reí roncamente.
―Aj{.‖Y‖amo‖tus‖omóplatos.‖―Besó‖mi‖clavícula.
―Eres‖tan‖malditamente‖raro.
―Estoy‖tan‖jodidamente‖enamorado‖de‖ti.
Mi corazón se apretó. Lo hacía cada vez que oía esas palabras.
Él adoró cada parte de mi cuerpo, y cuando llevó la punta de mi seno a su
boca, succionándola, sacó un gruñido irregular de mí, provocando un deseo
poderoso.‖―Y‖realmente‖amo‖estos.
Me‖ volví‖ líquido,‖ lista‖ para‖ él,‖ hasta‖ el‖ punto‖ que‖ era‖ casi‖ doloroso.‖ ―Oh‖
Dios.
Nos tomamos nuestro tiempo en la ducha, y estaba segura que no más que
un puñado de minutos fueron en realidad dedicados a toda la parte del lavado. No
pasó mucho tiempo antes de que mi espalda fuera presionada contra la baldosa
resbaladiza y que Nick estuviera sobre sus rodillas, sacando cada suave grito de
mí. Mis rodillas estaban débiles y mi cuerpo aun temblando de una liberación
poderosa cuando se levantó ante mí, el agua escurriendo de su piel bronceada
mientras empujaba dentro de mí, sus ojos verdes aferrados a los míos en una
mirada posesiva y consumidora.
Me estiró en la forma más deliciosa y me sostuvo muy gentilmente, incluso
mientras su cuerpo presionaba contra el mío. Nuestros cuerpos alineados, cadera
con‖ cadera,‖ pecho‖ con‖ pecho.‖ ―Dios,‖ te‖ sientes‖ tan‖ bien‖ contra‖ mí‖ como‖ para‖
tomarme mi tiempo.
―No‖ te‖ tomes‖ tu‖ tiempo.‖ ―Pasé‖ mis‖ dedos‖ sobre‖ su‖ piel,‖ bajando a su
pecho.
Nick gruñó. Sus músculos temblaban cuando se movía y mis manos se
deslizaban sobre su piel. Rápidamente nos perdimos en nosotros mismos, él
golpeando salvajemente, mi cadera encontrando la suya, y era para nada pequeño
milagro que no cayéramos y nos rompiéramos nuestros cuellos allí.
2
68

Después, mucho después, nos recostamos en su cama, cara a cara, nuestra


piel‖de‖lejos‖seca‖mientras‖él‖jugaba‖ con‖las‖hebras‖húmedas‖de‖mi‖cabello.‖―He‖
estado‖pensando‖―dijo.
Arqueé‖una‖ceja‖adormilada.‖―Felicitaciones.
Se‖rio.‖―Listilla.
Mi‖sonrisa‖se‖estiró‖en‖mis‖labios.‖―¿En‖qué‖has‖pensado?
―Es‖ algo‖ al‖ azar.‖ ―Tiró‖ una‖ hebra‖ de‖ cabello‖ sobre‖ mi‖ hombro‖ y‖ luego‖
cogió‖otra―.‖Pero‖he‖pensado‖en‖hablar‖con‖Calla,‖decirle‖quién‖es‖mi‖padre.
Contuve el aire mientras‖ algo‖ del‖ adormilamiento‖ se‖ desvanecía.‖ ―¿De‖
verdad?
―Sí.‖―Un‖lado‖de‖sus‖labios‖se‖levantó―.‖¿Qué‖piensas‖de‖eso?
―¿Qué‖ pienso?‖ ―Me‖ moví‖ sobre‖ él,‖ volte{ndolo‖ sobre‖ su‖ espalda.‖
Montándolo a horcajadas, puse mis manos en cada lado de su rostro.
―Me‖gusta‖a‖dónde‖est{‖llevando‖esto‖―murmuró.
―C{llate‖―le‖dije―.‖Creo‖que‖es‖una‖gran‖idea.
―¿Tu‖haciéndomelo‖encima?
Levanté‖mi‖cabeza‖hacia‖un‖lado,‖envi{ndole‖una‖mirada‖suave.‖―No.‖Eso‖
no es de lo que hablo.
Se rio de nuevo, y esos ojos verdes estaban más brillantes de lo que los había
visto‖en‖días.‖―Lo‖sé.
Inclin{ndome,‖lo‖besé‖suavemente.‖―Estoy‖orgullosa‖de‖ti.
Sus‖manos‖se‖ubicaron‖en‖mi‖cadera.‖―¿Por‖qué?
Alcé‖ un‖ hombro.‖ ―Solo‖ sé‖ que‖ va‖ a‖ ser‖ una‖ conversación‖ difícil,‖ y‖ sé‖ lo‖
mucho que realmente has pensado en esto. Hablar con Calla es un paso enorme
para‖solo‖deja‖ir‖todo‖eso.‖―Lo‖besé‖de‖nuevo‖y‖luego‖me‖senté―.‖Cuando‖sea‖que‖
estés listo para tener esa conversación, si me quieres allí, estoy allí.
―Te‖quiero‖allí.
―Entonces‖estoy‖allí.
Una mano se levantó, enredándose en mi cabello. Llevó mi boca hacia la
suya, deteniéndose justo antes de que nuestros‖ labios‖ se‖ encontraran.‖ ―¿Sabes‖
qué?
―¿Qué?
2
69

Me haló hacia abajo así que cuando habló de nuevo sus labios rozaron los
míos.‖―Te‖amo.
Mi corazón se infló tan rápido que no dudaba de que no nos levantaría a
ambos hasta el techo. Esas dos palabras eran palabras que nunca, nunca me
cansaría de oír. Lo besé de nuevo, y esta vez no había nada suave o decente en él.
Susurré en respuesta esas mismas palabras y luego le demostré cuánto.

A mitad de la semana siguiente, mientras me encontraba en el trabajo


organizando el horario de Marcus para los meses que venían del verano, Nick me
envió un mensaje sobre la cena con Calla y Jax el próximo domingo.
Salir con ellos o con Reece y Roxy no era algo nuevo. Salíamos a menudo en
citas dobles o triples, pero sabía que Nick tenía un motivo ulterior para esto, y me
sentía nerviosa por él, porque sabía que no sería fácil para él. Y realmente,
realmente esperaba que mi impresión sobre Calla fuera correcta, que ella no fuera a
sostener nada en contra de él.
Me tomó más tiempo de lo que normalmente gasto para estar lista el
domingo en la tarde. Algo como un arreglo esperanzador. Me arreglé las manos y
los pies con Roxy y Katie en la tarde, luego probé una de esas mascarillas verdes
que compré en línea la semana pasada. Menos mal, no me manchó la piel o hizo
algo raro. Después de una larga ducha, me sequé el cabello y con estilo me apliqué
el maquillaje.
“Aplicarse‖el‖maquillaje‖con‖estilo”‖era‖el‖código‖para‖ponerte‖una‖tonelada‖
de maquillaje pero de alguna manera arreglártelas para lucir como si no usaras
demasiado.
Siguiendo con qué ponerme, medité ante la idea de vestirme con un lindo
vestido de primavera, pero aún no estaba particularmente cálido, especialmente en
las noches. Así que me resolví por unos pantalones oscuros ajustados, un suéter
ligero, y unos tacones de tiras que todavía no usaba este año. Me estiré hacia la
cima del estante y bajé la caja de los zapatos. Un pedazo de papel cayó, flotando
hacia el piso. Metiendo la caja debajo de mi brazo, me incliné y recogí el papel.
Me quedé sin respiración.
2
70

Debí saber qué era una vez sentí la textura brillante del papel, pero no
recordé haberlo puesto en este armario. Probablemente lo hice cuando intenté
remover todas las huellas del embarazo.
Mi mano temblaba ligeramente mientras caminaba a mi cama. Sentándome,
coloqué la pequeña foto a mi lado, y no la miré hasta que tuve puestos los zapatos.
Luego dejé salir un profundo suspiro y la tomé.
Honestamente, aun no veía un bebé en la foto del ultrasonido. Era solo una
mancha negra y blanca, pero fue mi mancha y fue la mancha de Nick. Juntando
mis labios, le di una pequeña sacudida a mi cabeza. No dolía tanto como antes ver
esto. La confusión aún existía. Nunca sabría por qué pasó y no sabría si tenía un
problema serio con quedar embarazada hasta que sucediera de nuevo, pero ahora
sabía que no había nada que hubiera podido hacer diferente.
Y sabía que estaba bien todavía estar dolida por ello.
Colocándome de pie, caminé hacia el estante y puse la pequeña foto al lado
de la de mi papá. Tenía sentido que estuviera allí. Quizá un día la bajaría de nuevo,
la almacenaría. Así como un día Nick convertiría la habitación de su abuelo en algo
más.
Un día.
Nick llegó, viéndose tan comestible como siempre en sus pantalones y su
camisa de botones. Dio un pequeño silbido cuando salí al pasillo, cerrando la
puerta detrás de mí.
Le‖di‖una‖medio‖reverencia.‖―Gracias.
Se rio mientras cubría mis hombros con‖un‖brazo.‖―Rara.
―Lo‖que‖sea.
Nos encontramos con Jax y Calla en un local de asados. Ya estaban allí,
sentados en una cabina, porque llegábamos tarde incluso aunque salimos
temprano.‖Nick‖se‖puso‖un‖poco<‖juguetón‖en‖el‖auto‖fuera‖de‖mi‖apartamento‖y‖
luego de nuevo afuera de restaurante.
Calla me envió una mirada conocedora mientras nos deslizábamos en la
cabina al otro lado de ellos. Cohibida, levanté mi mano hacia mi cabello, alisando
las ondas.
Jax‖se‖rio‖en‖silencio.‖―Me‖alegra‖que‖pudieran‖unirse‖a nosotros.
―Lo‖ sé.‖ ―Nick‖ tomó‖ su‖ menú,‖ una‖ ligera‖ sonrisa‖ en‖ sus‖ labios―.‖ Todos‖
ustedes son bendecidos con nuestra presencia.
2
71

Calla se rio mientras Jax rodaba los ojos. Tiré mi cabello hacia atrás mientras
le daba una mirada a Nick y luego regresé mi atención‖a‖ella.‖―¿Qué‖van‖a‖pedir‖
chicos?
Sus‖cejas‖se‖fruncieron‖mientras‖miraba‖el‖menú‖abierto‖frente‖a‖ella.‖―Creo‖
que tomaré el lomo.
―El‖filete.‖―Jax‖palmeó‖su‖estómago‖plano―.‖El‖filete‖de‖siempre.
Nick‖ golpeó‖ el‖ centro‖ del‖ menú.‖ ―Tienen‖ costilla‖ de‖ ternera‖ ―me‖ dijo―.‖
Hueso en el interior. Sabes que quieres.
Sonreí. Sí. Lo sabía. El mesero llegó, y una vez las órdenes fueron tomadas,
la conversación fluyó. Ordené vino, luego Nick se burló de mí cuando terminé
pidiendo un refresco, porque no podía comer comida mientras tomara agua o vino.
Era extraño y no tenía sentido. Sabía completamente eso.
Calla habló sobre lo que planeaba hacer cuando terminara el grado de
enfermería. Teniendo que ser transferida a una de las universidades locales para
lograrlo, dos de sus créditos trasladados no fueron aceptados, así que tendría que
tomar clases en el verano para terminar. Jax mencionó los planes que tenía para
una pequeña remodelación en el bar de Mona. Quería quitar el viejo suelo y
deshacerse de las mesas y las sillas. Había un tema que ellos no traerían, por lo que
nos pasó, así que sabía que sería yo quien cruzara ese puente.
Después‖de‖tomar‖un‖sorbo‖de‖Coca‖Cola,‖la‖puse‖al‖lado‖de‖mi‖plato.‖―Han‖
visto las fotos del bebé de Avery y Cam, ¿verdad?
La mirada de Calla se disparó hacia la mía y asintió. Un momento pasó.
―Nunca‖antes‖vi‖un‖bebé‖con‖tanto‖cabello‖rojo.
―Ella‖debería‖ser‖un‖hermano‖Weasley‖―dije,‖colocando‖mis‖manos‖en‖mi‖
regazo. Nadie me envió fotos al principio o las sacó a mí alrededor cuando Avery
entró al parto una semana después de los nueve meses. Vi a Roxy mostrándoselas
a Katie hace dos semanas, y luego después de unos días conseguí el número de
Avery de ella y le envié un mensaje de felicitación. Después de algunos textos de
ida y vuelta, tuve una foto de la pequeña bebita.
La hija de Avery y Cam era preciosa.
Jax‖se‖rio.‖―No‖le‖digas‖eso‖a‖Cam,‖porque‖creo‖que‖Avery‖intentó‖llamarla‖
Ginny.
Me‖reí.‖―Pero‖Ava‖es‖un‖nombre‖hermoso.
―Les‖queda,‖creo‖―estuvo‖de‖acuerdo‖Calla,‖sonriéndome‖tentativamente.
2
72

De lo que junté de los pedazos que oí de todo el mundo, el parto de Avery


no fue fácil, y hubo algunas complicaciones. No conocía los detalles y no me sentía
cómoda preguntándoselos. Solo me alegraba que al final fueran una familia feliz
de tres.
―¿Qué‖ planeas‖ hacer‖ con‖ la‖ casa‖ de‖ tu‖ abuelo?‖ ―preguntó‖ Jax‖ mientras‖
tomaba la cerveza que ordenó.
―Mi‖abuelo‖me‖dejó‖la‖casa,‖así‖que‖es‖mía,‖es‖gratis‖y‖est{‖limpia‖―explicó‖
Nick―.‖No‖estoy‖seguro‖de‖qué‖voy‖a‖hacer‖en‖un‖largo‖tiempo,‖pero‖por‖ahora,‖
voy a conservarla.
―Es‖una‖gran‖casa‖―solté.
Jax‖asintió.‖―Demonios‖si‖lo‖es.‖Est{s‖sentado‖en‖unos‖bonitos‖ahorros.
―Sí.‖ ―Nick‖ se‖ inclinó‖ contra‖ la‖ cabina,‖ estirando‖ su‖ brazo‖ sobre‖ la‖ parte‖
trasera. Sus dedos rozando mi cabello, luego jugando con él, pero su postura
cambió. Se puso rígido, y sabía que iba a dejar caer la bomba.
Me estiré, debajo de la mesa, y puse mi mano en su rodilla, haciéndole saber
que lo apoyaba.
―Hay‖ algo‖ que‖ quería‖ decirles‖ chicos‖ ―comenzó―.‖ Algo‖ que‖
probablemente debí decirles hace tiempo.
Las cejas de Jax se fundieron mientras miraba a una Calla confundida, y
entonces‖dijo―:‖De‖acuerdo.‖Tienes‖mi‖curiosidad.‖¿Qué‖pasa?
Cuando la atención de Nick se movió hacia Calla, deseé haber tenido la
visión para ordenar una segunda copa de vino. Sus hombros se levantaron en un
profundo‖suspiro‖y‖luego‖dijo―:‖Blanco‖es‖el‖apellido‖de‖mi‖abuelo,‖el‖nombre‖de‖
soltera de mi madre, pero el apellido de mi padre era Novak.
Calla‖parpadeó‖lentamente‖mientras‖su‖cara‖palidecía‖un‖poco.‖―¿Novak?‖
―Se‖recostó, sus manos cayendo en su regazo.
A‖su‖lado,‖Jax‖frunció‖el‖ceño‖mirando‖al‖otro‖lado‖de‖la‖mesa.‖―Espera‖un‖
segundo.‖Novak‖era<
―Construcciones‖Novak‖―confirmó‖quedamente Nick.
―Oh‖Dios‖mío.‖―La‖mano‖de‖Calla‖se‖alzó‖hacia‖su‖mejilla,‖pero‖se‖detuvo‖
cerca de tocar la cicatriz.
Mi pecho se apretó cuando Jax se estiró, envolviendo los dedos en su
muñeca,‖bajando‖su‖mano‖amablemente.‖―¿Qué‖dices‖Nick?
2
73

Nick exhaló ásperamente y entonces les contó todo, sobre su padre y el


electricista que contrató, y lo que su padre finalmente hizo. Le dijo a Calla que la
madre de ella sabía quién era su padre y que él quedó sorprendido la primera vez
que vio a Calla, nunca esperando verla entrar en el bar.
Cuando Nick terminó, Calla sacudió un poco su cabeza rubia. Varios
momentos se extendieron, y comencé a temer lo peor, pero ella finalmente habló.
―¿Por‖qué‖no‖lo‖dijiste‖antes?
―No‖ lo‖ sé‖ ―respondió‖ él,‖ y‖ luego‖ dijo―:‖ realmente, es una mentira.
Lidiabas con demasiado en ese entonces y no quise añadirlo a eso. No quise volver
un‖caos‖tu‖vida‖m{s‖de‖lo‖que<
―Espera‖ ―interrumpió‖ ella,‖ sus‖ ojos‖ abriéndose‖ mientras‖ levantaba‖ una‖
mano―.‖¿Por‖qué‖volverías‖un‖caos‖alguna‖cosa?‖Lo‖que‖le‖pasó‖a‖mi‖familia‖no‖
fue tu culpa. Es decir, tenías que ser un niño en ese momento.
Nick tomó una respiración irregular mientras una fuerte sacudida de alivio
salía‖de‖mí.‖Jax‖asintió‖en‖acuerdo.‖―Ella‖tiene‖razón.‖No‖tuviste‖nada‖que‖ver‖con‖
nada de eso.
―Pero‖ saber‖ quién‖ era‖ mi‖ pap{‖ era‖ un‖ recordatorio‖ de‖ mierda‖ ―protestó‖
Nick―.‖Eso‖no‖puede‖ser‖f{cil.
―Definitivamente‖es‖sorpresivo.‖Estoy‖un‖poco‖conmocionada,‖pero,‖siento‖
mucho‖oír‖lo‖que‖les‖pasó‖a‖tu‖padre‖y‖a‖tu‖madre‖―dijo‖Calla‖de‖prisa,‖sus‖ojos‖
azules‖ brillando―.‖ Sé‖ lo‖ que‖ es‖ perder‖ a‖ alguien,‖ y‖ eso‖ no‖ pudo‖ haber‖ sido‖ f{cil‖
para ti.
Nick cerró los‖ojos.‖―¿Te‖est{s‖disculpando?‖―su‖voz‖sonó‖estrangulada,‖y‖
yo‖apreté‖su‖pierna―.‖No‖hay‖nada‖de‖lo‖que‖tengas‖que‖disculparte.
―No‖hay‖nada‖de‖lo‖que‖tú‖también‖tengas‖que‖disculparte‖―insistió‖ella,‖
su‖voz‖sonando‖sincera―.‖Entiendo‖por‖qué‖no‖dijiste nada, pero quiero que sepas
que saber quién fue tu papá no cambia lo que pienso de ti.
―Yo<‖ ―la‖ voz‖ de‖ Nick‖ era‖ ronca,‖ y‖ me‖ incliné‖ a‖ su‖ lado.‖ El‖ brazo‖
alrededor‖de‖la‖parte‖trasera‖de‖la‖cabina‖se‖curvó‖alrededor‖de‖mi‖hombros―.‖Oír‖
eso‖es‖un<‖gran‖alivio.
―Una‖ parte‖ de‖ mí‖ quiere‖ golpearte‖ por‖ pensar‖ que‖ eso‖ cambiaría‖ una‖
maldita‖cosa‖―dijo‖Jax.
Nick se rio mientras arrastraba su otra mano sobre su mandíbula y luego la
dejaba‖caer‖sobre‖la‖mesa.‖―Sí,‖como‖que‖quiero‖golpearme‖a‖mí‖mismo,‖pero‖una‖
vez había pasado tanto tiempo, se volvió más difícil decir algo.
2
74

―Entiendo‖eso.‖―Calla‖se‖estiró‖por‖encima‖de‖la‖mesa‖y‖apretó‖su‖mano―.‖
Sabes, lo que pasó, ¿el fuego? Destruyó demasiadas vidas. No solo la mía o a mi
familia,‖ la‖ tuya‖ también.‖ ―Su‖ mirada‖ parpadeó a‖ la‖ mía―.‖ Una‖ tragedia‖ es‖ una‖
tragedia, no importa qué, pero he aprendido que no define quienes somos y no nos
debilita.‖ Nos‖ hace‖ m{s‖ fuertes.‖ Me‖ tomó‖ tiempo‖ descubrirlo.‖ ―Miró‖ a‖ Jax‖ y‖
sonrió―.‖Tuve‖ayuda‖en‖ese‖departamento.
El brazo de Nick se apretó a mí alrededor y apoyé mi mejilla en su hombro.
Le‖sonreí‖a‖ella‖ligeramente‖y‖susurré.‖―Igual‖que‖yo.
2
75

Traducido por florbarbero


Corregido por GraceHope

Una mujer mayor de cabello oscuro que se encontraba sentada en la primera


fila del salón de baile rebotó en la rodilla al bebé de cuatro meses de edad. El pelo
rojo era un claro indicativo.
Ava Hamilton era absolutamente adorable con su pequeño vestido blanco y
diadema. Perdió sus zapatos y calcetín en algún momento, y no estaba segura de
cuánto iba a durar antes de que esas risitas se convirtieran en gritos, pero tenía las
manos preparadas. Quería sostener al bebé. Había una punzada de dolor en mi
pecho, pero... estaba bien.
La mujer que la sostenía me recordaba a Teresa, con el pelo oscuro y los ojos
brillantes, y pensé que debía de ser la madre del novio. Señora Hamilton.
Vi los dedos regordetes de Ava abrirse y cerrarse mientras ella agarraba el
aire hasta que un hombre alto y delgado me llamó la atención. Caminaba por el
ancho pasillo central que separaba las dos secciones de sillas, su paso rígido y
torpe. El corte del traje negro del hombre e incluso su pelo grueso gritaban dinero.
Sus pasos disminuyeron cuando se acercó a la señora Hamilton. Ella levantó
la vista, sorpresa salpicando su bello rostro antes de reemplazarlo con una sonrisa.
Sus labios se movieron, pero no tenía idea de lo que decía.
El hombre miraba a Ava, y todo lo que podía ver era su perfil. Tenía la cara
pálida, la expresión tensa y los hombros rígidos mientras se arrodillaba junto a
ellas. La señora Hamilton volvió a Ava hacia él. Dijo algo y el hombre asintió.
Luego le entregó a Ava.
Me quedé sin aliento mientras lo miraba tomar al bebé en sus brazos y
sujetarla cerca de su pecho como si fuera algo muy frágil. La señora Hamilton le
hablaba, pero yo tenía la impresión de que todo lo que el hombre oía y veía era a
Ava. Su mano tembló cuando la alisó sobre los mechones de pelo rojo.
—¿Quién es? —pregunté.
2
76

A mi lado, Roxy frunció los ojos mientras miraba hacia adelante. —No lo sé
—dijo mientras enderezaba el dobladillo de mi falda lila—. Nunca lo he visto
antes.
Quienquiera que fuera el tipo, parecía que debía conocer Avery o Cam
bastante bien. Finalmente, le devolvió la niña a la señora Hamilton y luego se
levantó. Retrocedió por el pasillo, con los movimientos menos tensos.
Suspiré mientras mi mirada volvía a la señora Hamilton. —Quiero sostener
al bebé —dije.
—Estoy seguro de que ella te dejará —respondió Roxy, enderezando sus
gafas. Eran azules hoy, igualando su vestido.
—Nunca la conocí, así que creo que es totalmente espeluznante para mí sólo
ir hasta allí y decir: “Puedo‖sostener‖a‖la‖bebé”,‖mientras‖estiro‖las‖manos‖a‖la‖niña.‖
Probablemente la haría empezar a gritar.
Roxy se rió. —Buen punto.
Hice un puchero, pero antes de que pudiera pensarlo mejor y quedar como
tonta mientras traumatizaba al bebé, los chicos regresaron de lo que estaban
haciendo, lo que estoy segura involucraba darle a Cam un tiempo increíblemente
difícil.
Nick se sentó a mi lado mientras Reece se sentaba al otro lado de Roxy.
Aunque había visto a Nick en su traje, no pude evitar mirarlo, porque se veía tan
bien.
Se inclinó hacia mí, estirando su brazo por el respaldo de mi silla.
Inclinando la barbilla, me susurró al oído—: Si me miras así, vamos a perdernos la
boda.
—¿Y por qué perderíamos la boda? —susurré de nuevo.
Su mano se enrolló alrededor de mi hombro desnudo. —Porque vamos a
hacer uso de esa habitación de arriba que alquilamos para el fin de semana. O el
baño cercano. También hay un armario en el pasillo que nos dará suficiente
espacio.
Me mordí el labio, atraída más de lo que debería por esa idea. —Eres tan
malo.
—Y tú... —Me besó en la sien—. ...estás jodidamente magnífica en ese
vestido. ¿Ya te lo he dicho?
Mis labios se curvaron cuando me acerqué, envolviendo mi mano alrededor
de la suya. —Sí. Un par de veces.
2
77

—Bueno, agrega una más a esa lista. —Apretó mi mano—. Te ves


estupenda.
Reece suspiró. —Ustedes dos me van a dar diabetes.
—La superarás. —Roxy plantó el codo en el costado de Reece—. Eres tan
dulce que das náuseas, así que ni siquiera finjas.
Me reí, principalmente porque Reece no lo negó. En algún lugar detrás de
nosotros, la música comenzó a sonar y las puertas de madera pesada se abrieron.
Nos volvimos en nuestros asientos cuando Cam hizo su camino por el pasillo,
luciendo tan guapo como siempre. Su pelo normalmente desordenado tenía estilo
y se veía bien en su traje negro con acentos de color azul claro. Cuando pasó junto
a nosotros, Nick lo golpeó con el puño.
Me volví hacia Nick lentamente. —¿Un golpe de puño de boda?
—Parecía apropiado —fue su respuesta.
Sacudiendo la cabeza, me reí, y luego tuve un gran momento, porque Cam
se detuvo ante su madre antes de ir al arco decorado con rosas azules y velos de
novia3, se agachó y le dio a su bebé un gran beso en su mejilla rechoncha.
—Maldición —murmuró Roxy—. Ahí van mis ovarios.
Reece le dirigió una larga mirada.
—¿Qué? —Susurró—. No puedo evitarlo.
Sonriendo, vi cómo la fiesta nupcial se abría paso por el pasillo. Primero fue
Jase, el mejor amigo de Cam, y Teresa, la hermana de Cam, y ambos parecían
salidos de una pasarela. No podía haber pareja tan llamativa como esos dos, y
pensé que se casarían antes de lo que esperaban.
Los siguientes fueron Brit y Ollie, y mi sonrisa se extendió al verlos. Usando
el mismo vestido azul pálido sin tirantes que Teresa, Brit lucía impresionante con
su cabello rubio, pero fue Ollie quien robó el espectáculo. De alguna manera,
incluso con el traje, se las arregló para parecer que se hallaba en la playa. Su pelo
era más corto que cuando estaba en la universidad, pero todavía tenía esa mirada
de surfista. Se separaron una vez que llegaron al arco.
Calla y Jax fueron los siguientes, y por supuesto que eran la perfección
absoluta. Con el largo cabello rubio de Calla y las facciones oscuras de él, eran
como la noche y el día, el complemento perfecto.

3Es una planta perenne de origen silvestre, cultivada de forma ornamental en jardines, y de uso
común en la floristería, como follaje y relleno en arreglos florales.
2
78

Luego estaba Jacob, que parecía tan lúgubre como siempre cuando se
acercaba al pasillo con su novio. Lo conocí la noche anterior, y él era exactamente
lo contrario de Jacob, tranquilo, un poco más reservado, pero era tan obvio que
esos dos estaban enamorados.
Jacob se unió a la dama de honor, y aunque lucía un traje que coincidía con
los chicos, se veía malditamente bien allí.
La adición final a la línea era Brock "la bestia" Mitchell, que hizo
probablemente que el corazón de fan de Cam se disparará. No tenía ni idea de
cómo Cam llegó a conocer bien a Brock o si era un favor para él. Obviamente Brock
estaba fuera del cabestrillo, pero no había vuelto a la academia a tiempo completo
todavía. Tuvo complicaciones en su recuperación.
No reconocí a la chica súper bronceada con él, y me encontré un poco
decepcionada de que no estuviera allí con Jillian. Ni siquiera sé por qué lo deseé.
No veía a Jillian desde el día en la sala de suministros. Por lo que sabía, nunca
volvió a la Academia después de eso.
Una vez que todos estuvieron en su lugar, la marcha nupcial comenzó y
Avery apareció. Era una novia hermosa. Su largo cabello rojo colgaba en ondas
suaves alrededor de su cara pecosa, e incluso desde donde me sentaba, pude ver el
brillo de las lágrimas en sus ojos. Su vestido era estilo griego simple y perfecto para
ella.
No podía creer que hubiera tenido un bebé hace un par de meses, porque se
veía increíble, mientras miraba al hombre a su lado. Era el tipo que antes habló con
la mamá de Cam y luego sostuvo a Ava. Ahora sabía la respuesta a quién era.
El padre de Avery.
La escoltó por el pasillo mientras nos levantamos. Antes de llegar a su
futuro esposo, Avery se detuvo y tomó la mejilla de la pequeña Ava, inclinándose
para presionar un beso contra la parte superior de su cabeza. El bebé gorgoteó
alegremente en respuesta.
—Y ahí va mi corazón —Roxy suspiró—. Se fue. Junto con mis ovarios.
Apreté los labios para evitar que la risa escapara cuando el padre de Avery
la entregó a Cam. Hubiera sido una extraña risa: parte por humor, parte sollozo.
Mientras observaba a la madre de Cam voltear a Ava para que estuviera frente a su
madre y su padre, el dolor regresó, perforando mi pecho, y tuve que recordarme
que estaba bien. Algún día pasaría.
2
79

Nick me apretó la mano, y cuando lo miré, su mirada buscó la mía


atentamente, y supe que sabía adonde se había ido mi cabeza. Le di una sonrisa, y
me tiró contra su costado con un brazo curvado a lo largo de mi espalda.
La ceremonia comenzó, y las palabras fueran realmente rápidas mientras
Cam Hamilton y Avery Morgansten finalmente ataron el nudo. Fue hermoso, y
tuve que luchar contra las lágrimas más de una vez.
—¿Los anillos? —preguntó el oficiante.
Ollie avanzó, y en sus manos había dos tortugas. Una tenía una cinta azul
pálida alrededor del caparazón, la otra tenía una cinta negra. Los anillos estaban
asegurados a ambas. No tenía ni idea de dónde tuvo a las tortugas todo el tiempo,
y sólo Dios sabía con Ollie, así que no quería pensar demasiado.
—Oh, mi Señor —murmuré, sonriendo.
Nick se rió entre dientes.
—Quiero tortugas en mi boda —susurró Roxy a Reece.
Alguien, estoy asumiendo él, se ahogó.
Los jadeos y las risas cedieron paso a las carcajadas mientras Ollie levantaba
las tortugas y las conducía hacia donde Cam y Avery se encontraban. No podían
mantener una cara seria mientras recuperaban los anillos entre risas, y luego Ollie
regresó a donde se hallaban los padrinos. Se había inclinado, colocando las
tortugas en algo que no podía ver. Luego se volvió e hizo una reverencia. En el
otro lado, Brit puso los ojos en blanco.
La mano de Cam se estremeció cuando deslizó la sencilla banda en su dedo.
—¿Quieres pasar la eternidad conmigo?
La voz de Avery tembló mientras hablaba, deslizando el anillo en el dedo de
Cam. —Pasaré la eternidad contigo.
Las lágrimas me llenaron los ojos y miré a Nick. Nuestras miradas chocaron
y se sostuvieron mientras liberaba una lágrima. Sin decir una palabra, alisó el
pulgar debajo de mi ojo, y barrió la lágrima, como si ahuyentara todo el dolor y la
culpa, y abriera un futuro que no planeé, pero esperaba con impaciencia.
El oficiante hablaba de nuevo, pero no oí las palabras. Apenas registré los
aplausos mientras Nick bajaba su boca a la mía, besándome suavemente, y en ese
beso estaban todas las palabras que tan desesperadamente deseé dijera todos esos
meses atrás.
Dime que todavía quieres estar aquí.
2
80

Dime que todavía ves un futuro para nosotros.


Dime que me amas.
Nick dijo las palabras antes, muchas veces en los últimos meses, pero
también me las prometió en ese beso, y esa promesa se escribió para siempre.
2
81

El mundo entero de Jillian Lima fue destruido en


un lapso de pocas horas. La misma noche que su amor
de la niñez, Brock "la bestia" Mitchell, le rompió el
corazón, su vida fue irrevocablemente alterada por la
mano de un extraño con una pistola. Tarda seis años para
pegar lentamente juntos los pedazos rotos de su vida,
pero Jillian está finalmente lista para dejar de existir en
un pasado lleno de dolor y arrepentimiento. Toma un
trabajo en la academia de artes marciales de su padre y
saldrá en su primera cita desde una relación fallida.
Jillian está decidida a empezar a vivir.
Nunca esperó que Brock volviera a formar parte
de su vida. Pero está firmemente de vuelta en su vida
antes de que ella lo sepa, y no sólo es más grande, es imposiblemente más guapo,
más burlón y más todo. Y cuando ve a Jillian, ya no es capaz de pensar en ella
como la niña que era su sombra creciendo o la hija del hombre que le dio una
segunda oportunidad en la vida. Ve a la mujer que siempre estuvo allí para él, la
única persona que creyó en él, pase lo que pase.
Brock sabe que ella es a quién debería haber hecho suya, y lo que comienza
como una amistad tentativa rápidamente se convierte en la química candente, en
una llama que quema, llena de lujuria. Enamorándose de Brock vuelve a arriesgar
más que a su corazón, porque cuando el pasado lleno de tristeza y culpas
reaparece, una red de mentiras amenaza con desgarrarla, y0 las consecuencias
podrían destruir todo lo que han luchado para construir, destrozando los sueños
de aquellos que más les importa.
2
82

Jennifer L. Armentrout, también conocida como J.


Lynn, es la autora #1 del New York Times y USA Today.
Vive en Martinsburg, Virginia Occidental. Todos los rumores
que han escuchado acerca de su estado no son verdad.
Cuando no está escribiendo, pasa su tiempo leyendo,
ejercitándose, viendo películas malas de zombis,
pretendiendo a escribir y paseando con su marido y su Jack
Russel Loki.
Sus sueños de convertirse en un autor iniciaron en su
clase de algebra, donde pasó la mayor parte de su tiempo
escribiendo historias cortas… lo que explica sus notas bajas
en las matemáticas.
Jennifer escribe YA paranormal, ciencia ficción, fantasía y romance
contemporáneo. Ha publicado con Spencer Hill Press, Entangled Teen y Brazen,
Disney/Hyperion y Harlequin Teen.
También escribe romance New Adult y Adulto bajo el seudónimo de J.
Lynn. Publica con Entangled Brazen y HarperCollins.

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