J. Lynn - Wait For You 5 - Forever With You - 053913
J. Lynn - Wait For You 5 - Forever With You - 053913
J. Lynn - Wait For You 5 - Forever With You - 053913
Moderadora
florbarbero
Traductoras
Josmary Sofía Belikov NnancyC
Janira Lu Ana Avila
Julie Miry GPE YessiaCA
Jadasa Gesi NnancyC
MaJo Villa Lauu LR Jeyly Carstairs
Florbarbero Vane Farrow Bella’‖
Umiangel Lvic15 Dannygonzal
Vane hearts Val_17
Samanthabp Beatrix
Correctoras
Anakaren Daliam GraceHope
Naaati Julie Miry GPE
Dannygonzal Melina. Ana Avila
florbarbero Laurita PI
Lectura Final
Laurita PI Florbarbero
Julie Mary Warner
Val_17
Diseño
Dey Turner
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Sinopsis Capítulo 18
Capítulo 1 Capítulo 19
Capítulo 2 Capítulo 20
Capítulo 3 Capítulo 21
Capítulo 4 Capítulo 22
Capítulo 5 Capítulo 23
Capítulo 6 Capítulo 24
Capítulo 7 Capítulo 25
Capítulo 8 Capítulo 26
Capítulo 9 Capítulo 27
Capítulo 10 Capítulo 28
Capítulo 11 Capítulo 29
Capítulo 12 Capítulo 30
Capítulo 13 Capítulo 31
Capítulo 14 Capítulo 32
Capítulo 15 Fire in You
Capítulo 16 Sobre el autor
Capítulo 17
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—No hay problema. —Sus ojos vagaron por mi cara y luego se sumergieron,
permaneciendo en algunas áreas más que otras. Desde que me concentré tanto en
el desembalaje de cajas, corriendo de un lado al otro, a pesar del clima frío todo lo
que llevaba era pantalones cortos de gimnasio y una camiseta ajustada. Y los
pantalones cortos del gimnasio apenas podían ser considerados pantalones—. Eres
bienvenida‖a‖terminar‖esa‖oración‖de‖“cretino‖hijo‖de‖puta”.‖Tengo‖curiosidad‖por‖
saber qué otra combinación se te ocurriría.
Mis labios se contrajeron en una sonrisa. —Estoy segura de que hubiera sido
épico, pero supongo que el momento ya pasó.
—Es una lástima. —Dio un paso hacia un lado, todavía sosteniendo la caja.
Estábamos uno al lado del otro, y aunque soy una chica bastante alta, seguía
siendo más alto que yo por una buena cabeza—. Dime a dónde va esto.
—Está bien. Puedo seguir desde aquí. —Traté de alcanzar la caja.
Arqueó una ceja oscura. —No me importa ayudar. A menos que planees
maldecir otra vez, entonces podría perder el equilibrio.
Me reí mientras bajaba mis pestañas, examinándolo. Tenía una chaqueta de
cuero, pero podría apostar mi cuenta de ahorros a que tenía algunos músculos bien
definidos que acechan bajo el abrigo. —Está bien, entonces. Mi apartamento se
encuentra justo allí.
—Usted primero, señora.
Sonriéndole, tiré mi larga cola de caballo sobre mi hombro mientras me
dirigía a nuestra izquierda. —Casi lo logré sin dejar caer la caja —le dije mientras
abría la puerta—. Tan cerca.
—Y a la vez tan lejos —concluyó, guiñando un ojo cuando le lancé una
mirada.
Le sostuve la puerta. —Muy cierto.
Me siguió y se detuvo. Las cosas dentro de mi apartamento estaban un poco
desordenadas. Lo que logré desempacar se hallaba esparcido por el sofá y en los
pisos de madera. —¿Quieres esto en algún lugar en particular?
—Aquí mismo está bien. —Señalé el único espacio vacío cerca del sofá.
Avanzó y colocó con cuidado la caja en el suelo, y como una perra en celo,
no pude evitar escanear sus atributos cuando se inclinó. Bonito. Cuando se
enderezó y me miró, sonreí y junté las manos.
—¿Acabas de mudarte? —preguntó, mirando alrededor. Había cajas
apiladas cerca de la cocina y en la pequeña mesa de comedor.
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No era la mejor imagen, pero era verdad. Cuando quería algo, luchaba por
ello. Esa mentalidad se había arraigado en mí desde la infancia. Calificaciones.
Escuadrón de baile en la escuela secundaria. Chicos. Una licenciatura. Mi carrera.
Pero incluso en toda mi audacia, este hombre me sacudió un poco, y me puso fuera
de juego.
Interesante.
—Tengo que irme —dijo Nick, bajando la mano. Con una sonrisa en su
rostro, esa media sonrisa torcida, indicaba que sabía claramente el efecto que tenía.
Se dirigió a la puerta y miró por encima del hombro—. Por cierto, sirvo tragos en
un lugar no muy lejos de aquí.‖ Se‖ llama‖ Mona’s.‖ Si‖ te‖ aburres<‖ o‖ si‖ quieres‖
repensar tu habilidad para combinar palabrotas a petición, deberías venir a
visitarme.
Sabía leer a los hombres. Definitivamente era una habilidad perfeccionada, y
él me extendía una invitación. Justo así, lo dejó en evidencia, y eso me gustó. Mi
propia sonrisa era leve y definitivamente reflejaba la suya. —Lo tendré en cuenta,
Nick.
Una fina capa de polvo cubrió mis brazos mientras me alejaba de donde
había apilado la última de las cajas desempacadas, levanté las manos a mi cara
justo a tiempo. Solté un estornudo con tanta fuerza que mi cola de caballo se volteó
sobre mi cabeza y casi me golpeó en la cara.
Esperé unos segundos, inclinándome sobre mi cintura. Otro estornudo se
construía, y no me equivocaba. Volví a estornudar, sorprendida de que no hubiera
derribado las cajas apiladas con ese. Enderezándome, puse la cola de caballo sobre
mi hombro y me tomé un momento para dejar que todo se asentara, pasando por
el polvo y la piel, incluso hasta los huesos. Por fin lo conseguí.
Me mudé.
Y no a un departamento en la misma ciudad en la que crecí o fui a la
universidad, sino a un estado diferente, y por primera vez en veintitrés años no me
encontraba a veinte minutos de mi madre. Incluso en la universidad, viví en un
dormitorio que no se distanciaba a más que un rápido viaje a su casa. Fue más
difícil de lo que pensaba. Desde que tenía quince años, éramos mi mamá y yo.
Dejarla, aunque eso era lo que ella quería, fue difícil. Hubo lágrimas, y fue un gran
problema para mí.‖Rara‖vez‖lloraba.‖No‖era‖así<‖del‖tipo‖emocional.
A menos que pusieran en la televisión uno de esos malditos comerciales de
la Sociedad Protectora de Animales, especialmente el que incluía esa canción de
“Arms of an Angel”. Agh. Provocaba que hubiera ninjas peladores de cebolla
acechando bajo mis ojos.
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Bastardos.
Después de dos días enteros desempacando, estaba lista, y cuando miré a mi
alrededor, me sentía jodidamente bien por lo que había logrado.
El piso de una habitación estaba muy bien, a pesar de que en realidad quería
uno de dos habitaciones. Sin embargo, necesitaba ser sensata por una vez en mi
vida, y apegándome a un dormitorio, ahorraría dinero. Tenía una gran cocina tipo
Galera, electrodomésticos de acero inoxidable y estufa de gas, una que
probablemente nunca usaría debido a mi miedo irracional a explotar.
Pero la sala de estar y el dormitorio eran amplios, y también casi tenía la
seguridad de que un policía vivía aquí, porque vi varias veces una moto cruiser
estacionada en el aparcamiento desde que me mudé hace dos días.
Y alguien que vivía aquí tenía un amigo muy atractivo llamado Nick.
Anotación.
Caminando hacia donde dejé una imagen enmarcada en el mostrador de la
cocina, limpié mis manos polvorientas en mis pantalones cortos de algodón y
luego tomé la foto. Desabroché cuidadosamente el envoltorio de burbujas,
revelando la foto que descansaba debajo. Presionando mis labios, corrí mi pulgar
por el marco plateado.
Un hombre de mediana edad, guapo, con un traje de color beige, me
devolvió la sonrisa, un interminable desierto color oro en el fondo. Junto a él había
un mensaje escrito con marcador negro.
No tan hermoso como tú, Stephanie.
Me mordí el interior de la mejilla y llevé la imagen a la habitación. La colcha
gris y los muebles blancos envejecidos fueron un regalo de mamá y mis abuelos. Le
dio a toda la habitación una cómoda sensación de estar en casa.
Dirigiéndome a la estantería que instalé justo encima de la televisión, la cual
centré encima de la cómoda, me estiré, dando a la foto una nueva casa junto a otra
foto especial. Era de las chicas de la universidad y yo, en Cancún durante nuestras
últimas vacaciones de primavera. Una sonrisa sacudió mis labios.
El bikini negro que llevaba apenas cubría mis tetas. O mi culo, si recordaba
correctamente, en realidad, eso era todo lo que recordaba de las vacaciones de
primavera.‖Bueno,‖eso‖y‖esos‖gemelos‖de‖Texas‖A‖&‖M<
Todo era definitivamente más grande en Texas.
A cada lado de las fotos había velas grises, y pensé que todo se veía bien.
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entré‖ por‖ primera‖ vez‖ en‖ Mona’s,‖ me‖ sorprendió‖ ver‖ a‖ algunas‖ personas‖ con‖ las‖
que fui a la universidad. Todavía me sorprendía el hecho de que Cam y su pandilla
estuvieran aquí, a varias horas de distancia de su parada habitual, que sería en la
Universidad Shepherd.
Habría dicho hola y sacaría pitando mi culo de la barra, a pesar de que me
di cuenta que tenían un montón de preguntas, pero sinceramente, me golpeó con la
guardia baja. No esperaba encontrar a nadie que conociera y estoy segura de que
no‖ esperaba‖ a‖ uno‖ de‖ los‖ dos‖ chicos‖ que‖ yo<‖ bueno,‖ de‖ los‖ que‖ fui‖ realmente
cercana en algún momento.
Hablar de ellos sería un poco extraño, tomando en cuenta que nunca supe
realmente qué lugar me correspondía cuando hablábamos de las novias de Cam y
Jase Winstead. Descubrí, hacía mucho tiempo, que muchas chicas inherentemente
no eran fans de otras mujeres con las que sus novios estuvieron involucrados, sin
importar la gravedad de la relación anterior o la falta de ella. No todas las chicas
eran‖así,‖pero‖la‖mayoría<‖sí,‖la‖mayoría‖lo‖eran.
Lo‖que‖me‖parecía<‖bien,‖jodidamente‖estúpido,‖en‖realidad.
La mayoría de las chicas eran ex de algún tipo en algún momento de su
vida. Así que simplemente se odiaban a sí mismas.
Así que traté de mantenerme alejada de sus caminos cuando estábamos
todos en Shepherd, y eso funcionó hasta la noche en que encontré a Teresa —la
novia de Jase y hermanita de Cam— gritando histéricamente después de encontrar
el cuerpo de su compañera de dormitorio. Desde entonces, aunque Jase y yo
salimos juntos un tiempo, Teresa estaba determinada y decidida a ser mi amiga.
Me extrañó, y me recordó a una chica con la que llegué a ser amiga de mi primer
año en Shepherd, Lauren Leonard.
Agh. Simplemente pensar en su nombre me hacía querer tirar mi bebida en
la cara de alguien. Fingió ser mi amiga, cuando en realidad odiaba mis agallas
porque el tipo con el que salía me besó un año antes de que se conocieran.
Y ni siquiera fue un beso notable, seguramente no valió la pena por todo el
drama que Lauren trajo a mi puerta.
—Podría hacerte la misma pregunta —dije finalmente, cogiendo mi vaso.
Una sonrisa apareció cuando Cam se apoyó contra la barra, los brazos
cruzados sueltos sobre su pecho. —¿Conoces a Calla Fritz, verdad?
—He oído hablar de ella. —Miré hacia donde la chica rubia se encontraba de
pie‖con‖el‖brazo‖alrededor‖de‖la‖cintura‖de‖un‖tipo‖que‖tenía‖escrito‖“militar”‖ en la
cara. Lo sé. Mi padre tenía esa mirada. Esa mirada que gritaba, sé cómo romper todos
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los huesos en tu cuerpo, pero tengo un código moral fuerte que me impide ejecutarlo… A
menos que amenaces a uno de los míos. El chico tenía cabello ondulado y una mirada
realmente agitadora.
—Su novio Jax es dueño de este bar. Solía ser de su madre, pero esa es una
larga historia. —Cam hizo una pausa—. De todos modos, Teresa es buena amiga
de Calla, así que cuando ella viene a visitarla, los acompañamos. Y como está muy
cerca de Filadelfia, es un buen viaje.
—Oh —murmuré. Mundo pequeño—. Acabo de aceptar un trabajo en la
Lima Academy y alquilo un departamento no muy lejos de aquí.
—¿De verdad? —dijo Nick, atrayendo nuestra atención y haciendo que mi
estómago se sumergiera en una forma agradable y tortuosa—. ¿Trabajarás para el
entrenador‖de‖Brock‖“la‖Bestia”‖Mitchell?
Mis labios se contrajeron ante el evidente temor que emanaba de la voz de
Nick. Cada vez que se mencionaba el nombre de Brock, era la respuesta estándar.
Brock era un luchador mixto de artes marciales y era un chico local. Todo el
mundo parecía adorarlo. —Sí. Pero aún no he conocido a la Bestia. Ahora se
encuentra en Brasil, por lo que tengo entendido.
Nick apoyó los codos en la barra, sus ojos sobre mí, escaneándome de forma
descarada. —Entonces, ¿eres luchadora de artes marciales mixtas?
Incliné mi cabeza hacia atrás y me eché a reír. —Uh, no. Acepté un trabajo
en las oficinas. Seré asistente de su ejecutivo.
—Muy bien —contestó Cam—. En eso te especializaste, ¿verdad?
¿Administración de Empresas?
Asentí, no me sorprendía que lo recordara. Fuimos amigos, y Cam era un
buen tipo. También lo era Jase. Hablando de eso, cuando eché un vistazo a donde
se encontraba su pandilla acaparando una mesa de billar, parecía que Jase tenía a
Teresa envuelta en una llave por el cuello.
Bien.
Sonreí.
—¿Cuánto tiempo se quedarán aquí? —le pregunté, tomando un sorbo de
mi bebida mientras una camarera con gafas de montura rosa pasaba por delante de
Nick y le lanzaba una mirada que no entendí.
Nick lo ignoró.
—Regresaremos el domingo. —Cam se empujó fuera del mostrador—. No
seas una idiota —agregó, sonriendo cuando rodé los ojos—. Quita el trasero del
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taburete y visítanos, ¿de acuerdo? —Cuando volví a asentir, miró a Nick—. Vas a
venir a casa de Jax mañana por la noche, ¿verdad?
—Depende de a qué hora salga de aquí, pero lo intentaré.
Interesante. Así que Cam y Nick eran amigos. Me sentí aliviada al oír eso.
Cam era un buen juez de carácter, y ya sabía que Nick era un pequeño encantador,
pero sentía que podía afirmar con seguridad que no era un asesino en serie.
Agarré mi bebida mientras Cam se dirigía de nuevo a las mesas de billar. Mi
mente no se encontraba lo suficientemente bien para visitarlos todavía. Tal vez lo
haría. Tal vez no lo haría.
—¿Quieres otro ron y coca?
Mis labios se curvaron ante el sonido de la voz rica y profunda de Nick.
Charlábamos de vez en cuando, desde que hundía el trasero en el taburete, y
parecía feliz de que estuviera allí.
Este chico era como sacarse la lotería.
—Estoy bien, pero gracias. —Lo último que quería era emborracharme. Le
sonreí, satisfecha cuando su mirada bajó de nuevo—. ¿Están ocupados este fin de
semana?
Pude notar que la charla trivial era algo en lo que Nick se destacaba, lo que
tenía sentido, considerando su ocupación. Era un seductor. Las mujeres acudían a
él en el bar. La otra chica que servía bebidas, la de gafas rosas, parecía tomarlo
todo a grandes pasos.
—No estoy seguro de si realmente llamas esto ocupado, pero los sábados
por lo general traen mayor cantidad de personas. —Miró por la barra antes de
continuar—. ¿Así que fuiste a la escuela con ellos? —preguntó, moviendo la
barbilla en la dirección en que Cam se fue.
—Sí. —Inclinándome hacia adelante, apoyé los codos en la barra—. No tenía
idea de que tenían conexiones aquí. Sorpresa total.
—Pequeño mundo —dijo, haciendo eco de mi pensamiento anterior—. Pero
no eres muy cercana a ellos.
Era una afirmación, no una pregunta. —¿Qué te hace pensarlo?
—Bueno, si lo fueras, supongo que estarías allí con ellos. O...
Nick era observador. —¿O qué?
Un lado de sus labios se curvó mientras cruzaba los brazos sobre su pecho.
El movimiento atrajo mi atención. Yo era una criatura tan visual. No es que nadie
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—Me encanta de oír eso. —Los ojos marrones se iluminaron detrás de sus
gafas—. Tiene que apestar mudarse a una ciudad nueva y no conocer a nadie.
Asentí. —Es algo así. No creo que te des cuenta de lo importantes que son
tus amigos hasta que estás en alguna parte y ninguno de ellos se encuentra ahí.
La simpatía se reflejó en su rostro. —Sé que esto suena raro, pero todos los
domingos, Katie; una chica muy guapa aunque extraña, y yo tomamos el
desayuno. Eres más que bienvenida a ser parte de nuestro trío y a veces cuarteto.
Entonces no estarás en algún lugar sin amigos —terminó con otra amplia sonrisa.
Ajá. Ella era realmente... amable, pero por alguna razón, me pareció que
faltaba algo. Como si hubiera entrado en medio de una conversación.
Antes de que tuviera la oportunidad de pensar en cómo responder a esa
oferta, Roxy continuó—: Y también, Nick es un buen chico.
Mi expresión comenzó a perder algo de su suavidad. ¿Fue su amable
acogida relacionada con Nick? Obviamente. Tal vez le gustaba y nos había visto
charlando, haciendo planes para reunirnos más tarde. ¿Fue esa mirada extraña que
dio antes al pasar, una especie de mantener a tus enemigos/competencia cerca? Un
poco de la emoción que me envolvía se apaciguó.
Dios mío, era tan cínica. Culpaba a las experiencias del pasado.
—¿Estás interesada en él? —pregunté, porque aunque no la conocía, era
nueva en esta ciudad, y lo último que iba a hacer era pasar por encima de los
zapatos de otra persona.
Roxy me miró por un momento y luego echó la cabeza hacia atrás,
estallando en risitas mientras su cola de caballo se balanceaba. —Él‖pone‖el‖“oh-la-
la”‖en‖el‖desmayo,‖pero‖tengo‖un‖hombre‖que‖amo‖mucho,‖así‖que‖no.‖Nick‖y‖yo‖
somos amigos. Solo quiero que sepas que es un buen tipo y, bueno... —Se calló,
encogiéndose de hombros—. Solo quería decir eso.
Realmente no tenía ni idea de qué contestarle. —Bueno.‖Eso‖es<‖Eh,‖eso‖es‖
bueno escucharlo. —Miré por encima de mi hombro, encontrando a Nick mirando
en nuestra dirección. Me volví hacia Roxy—. Bueno, voy a salir de aquí. Fue un
placer conocerte.
—Muy bien —dijo, sonriendo alegremente—. No seas una extraña.
Sonriendo, la rodeé y saludé a todos en general hacia donde se encontraban
Teresa y Jase, luego saqué mi trasero de allí. El aire fresco me saludó, y tuve que
poner la calefacción dentro de mi coche. El otoño definitivamente llegó y el
invierno no se encontraba demasiado lejos.
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honesta, en mi vida no quería nada más de un tipo excepto las cosas adecuadas,
como el respeto mutuo, la seguridad, y a veces, la amistad.
Nunca estuve enamorada.
No es que no creyera en ello. Oh, lo hacía. Pero quería el tipo de amor que
mis padres compartieron el uno para el otro, ese eterno, hasta el final, ese tipo de
amor, y aún no había llegado a estar cerca de experimentarlo.
Y hasta que lo hiciera, no tenía ningún problema de degustar en el camino.
Algo así como, ¿comprarías un auto sin probarlo? No lo creía. Me reí de mí misma.
Me volví a poner los pantalones, dejé los pies desnudos y me acomodé en
una blusa con un sujetador incorporado. Dejando mi cabello suelto, volví a entrar
en la cocina, cogiendo un mechero del mostrador.
Encendí la vela que puse en la mesa. La especia de calabaza llenó el aire
mientras volvía a la cocina, colocando el encendedor en la cesta. Un ruidoso motor
resonó fuera, y me giré, mirando el reloj de la estufa. A las quince. ¿Podría ser él
ya? Me precipité hacia la ventana grande y tan cuidadosamente moví la cortina y
miré hacia afuera, como merodeador total.
—Maldita sea —susurré.
Era Nick.
Era Nick en una motocicleta.
Recordé haberla visto estacionada fuera el jueves pero lo olvidé por
completo. Había aparcado justo afuera, cerca del frente, y mientras bajaba de la
motocicleta, se quitó el casco. Levantó un brazo y se pasó los dedos por el pelo.
Miré cómo se volvía hacia atrás, detrás del asiento. Empezó a levantar algo y fue
entonces cuando me obligué a alejarme de la ventana.
Girando alrededor, tomé una respiración profunda y esperé mientras mi
ritmo cardíaco se aceleraba, haciendo un baile en mi pecho. Menos de un minuto
después llamaron a la puerta. Al bajar los escalones, fui a la puerta y miré por la
mirilla solo para asegurarme de que era él antes de abrirla.
—Hola —me saludó, sus labios se curvaron. Una bolsa de plástico azul
colgaba de una mano y un casco era sostenido bajo su otro brazo.
Retrocedí un paso. —Has dicho veinte después.
Me siguió, cerrando la puerta detrás de él con su pie. —O menos. Te estás
olvidando de esa parte.
—Ah, la olvidé.
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Nick levantó la bolsa mientras pasaba por delante de mí, hacia la cocina. —
Nos traje algo. —Colocó la bolsa en el mostrador y extendió la mano, sacando dos
botellas—. ¿Tienes un destapador?
Volteando a las luces de arriba, fui al cajón cerca de la estufa y saqué un
destapador. —¿Cerveza de manzana? Me gusta eso. ¿Cómo lo has adivinado?
Tomó el destapador y sacó las tapas con experiencia. —Pensé que te
gustaría algo dulce. —Ofreció una botella.
El vaso se sentía fresco contra mi palma. —También me gusta fuerte... —Su
mirada me cortó, y sonreí—. Mis bebidas, quiero decir.
Nick se rio entre dientes. —¿En serio has dicho eso?
—Lo hice seriamente. —Sonreí cuando levanté la botella a mi boca, tomando
un pequeño sorbo.
Se quitó la chaqueta de cuero y la arrojó al mostrador cerca de la bolsa. —
Creo que me gustas.
—Tienes‖ que‖ eliminar‖ “creo”‖ de‖ esa‖ declaración‖ —le dije—. Para que sea
preciso.
Emitió otra risa burlona mientras recogía su botella. —Bueno, ya que
estamos siendo completamente honestos, no tenía muchas esperanzas de que
aparecieras en el bar.
Levanté una ceja mientras bajaba mi botella. —Oh ¿en serio?
—Sí. —Su garganta trabajó en la bebida que tomó—. Sabía que aparecerías.
Era inevitable.
—¿Inevitable? —repetí—. Esa es una palabra bastante poderosa.
Su intensa mirada se encontró con la mía, y el movimiento tortuoso en mí
regresó con una venganza. —Es la verdad.
—Eres un bastardo arrogante, ¿no?
—¿Y eres una chica arrogante?
Me reí cuando me incliné contra el mostrador, frente a él. —Tal vez.
—Me gusta. Puedo decir que eres el tipo de persona que no se anda con
rodeos.
Cuidando mi bebida, crucé mis piernas en los tobillos. —¿Y puedes saber
eso ya?
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Asintió. —En el momento en que tus ojos se encontraron con los míos ayer,
supe que eras el tipo de chica que sabe que jodidamente detiene el tráfico solo por
caminar. Es innato. No hay un solo hueso o músculo tímido en tu cuerpo.
—¿Y lo sabías con solo mirarme a los ojos?
—En realidad, me di cuenta por esos pantaloncitos que tenías ayer —
comentó, sorprendiéndome—. No hay una sola mujer ahí afuera con piernas tan
largas como las tuyas que no sepan que todos los chicos con los que entran en
contacto las imaginan envueltas alrededor de su cintura.
Parpadeé, fuera de mi juego una vez más con él. Pasó un momento antes de
que me recuperara. —Entonces, ¿te gustan mis pantalones cortos?
—Me encantaron esos pantalones cortos. —Sonrió mientras levantaba la
botella a su boca.
Quizás debería haberlos usado en su lugar. —Bueno, parece que me has
entendido después de dos breves conversaciones, y aquí estoy, no tan observadora
como tú. No sé nada de ti.
—No es cierto —reprendió en voz baja—. Sabes mi nombre y apellido. Y
dónde trabajo.
—Guau. Podría hacerte una biografía ahora. —Vi sus labios contraerse en
una media sonrisa otra vez—. ¿Qué tal si jugamos un juego? Una pregunta por una
pregunta.
Inclinó la cabeza hacia un lado, los labios apretados. —Creo que puedo
hacer eso. Mujeres primero.
Quitándome el cabello del hombro, tomé otro trago. —¿Cuántos años
tienes?
—Veintiséis.
—Aún eres un niño.
Frunció el ceño. —¿Cuántos años tienes?
—Veintitrés —contesté.
—¿Qué? —Se rio, la piel arrugándose alrededor de sus ojos—. Eso no tiene
sentido. —Hizo una pausa—. ¿A menos que los chicos más viejos sean
normalmente tu cosa o algo?
Suavemente dije—: No es tu turno de hacer una pregunta. Es mío. ¿Has
vivido aquí toda tu vida?
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—¿Además de follar?
La risa de Nick era profunda, pero su mirada ya no era perezosa. —Sí,
además de eso —dijo, repitiendo mis palabras.
—Mmm<‖—Su pulgar se movía arriba y abajo en el cuello de la botella, y
no pude dejar de imaginar esa mano sobre mí, ese pulgar moviéndose de la misma
manera. Mi boca seca y mi mente saltaban en lugares sucios y más sucios otra vez.
Levanté la mirada—. Tendría que decir mirar películas. Probablemente he visto
miles y miles.
—Interesante. —Me miró por encima de la apertura de la botella.
Dejé mi cerveza a un lado y junté los bordes del mostrador a cada lado de
mis caderas, esperando su siguiente pregunta. Tomaba su tiempo.
—¿Sabes qué? —Dejando a un lado su propia botella, se alejó del mostrador
y me enderecé, mis manos resbalando del mostrador—. No he venido aquí para
jugar veinte preguntas.
Mi cabeza se inclinó hacia un lado. —Bueno, no me digas. —Sonreí con
dulzura, incluso cuando una pesadez se estableció en mis pechos y mi sangre
pareció que se espesaba.
Tenía de nuevo esa media sonrisa. —Y tú tampoco quieres que responda
preguntas.
Conocí su mirada mientras avanzaba, deteniéndose justo delante de mí.
Cada célula de mi cuerpo se volvió súper consciente de su proximidad. —¿Si digo
no me digas otra vez eso me hace repetitiva?
—Solo un poco —murmuró, inclinándose y colocando las manos en mis
caderas—. Así que dejemos de joder con las preguntas y respuestas y vamos a
ponernos en lo que ambos anticipamos.
El aleteo se movió desde mi pecho y luego hacia abajo, bajo en mi vientre. —
No eres el tipo de hombre que anda con rodeos, ¿verdad?
—No. —Sus manos se posaron en mis caderas y mis ojos volaron hacia los
suyos. Me sostuvo la mirada—. Y tú tampoco. Ya terminaste con estas preguntas.
—¿Lo hago? —Mi aliento se detuvo cuando su agarre en mis caderas se
tensó.
—Sí, lo haces. —Bajó la cabeza para que su boca se acercara a mi oído—.
¿Quieres saber cómo lo sé? Empezaste a excitarte desde el momento en que dije
que follar era mi afición. —Levantó una mano y sin romper contacto con los ojos
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—Estoy bien. Estoy muy bien. —En el espejo retrovisor mis ojos azules
parecían demasiado amplios mientras agarraba el volante hasta que mis nudillos
se quedaron blancos—. Tengo esto. Lo tengo totalmente.
Haciendo caso omiso de mi charla, mi estómago se revolvió inquieto. Solté
el volante y me estiré, agarrando mi bolso. Abriéndolo, saqué la pequeña botella
antiácidos y tomé uno. La última vez que me sentí tan nerviosa fue hace ocho años,
y terminé vomitando sobre los zapatos de punta abierta de mi mejor amiga.
No vomitaría hoy.
No en mi primer día oficial del resto de mi vida.
Bueno. Eso fue un poco demasiado dramático. Sin embargo, hoy era un gran
día, mi primer día como asistente ejecutivo en Lima Academy. Después de toda la
educación, realmente no tenía ni idea de qué esperar. En realidad, podría hacer el
trabajo para el que había pasado años en la universidad preparándome o podría
quedarme consiguiendo cafés y limpiando para mi jefe. Si así fuera el caso,
apestaría, pero lo haría. Sin importa qué, tenías que comenzar en alguna parte.
Tenías que dar tu tiempo.
Tomando una profunda respiración, cerré mi bolso y salí de mi coche. Con
la mano alisé mi falda ajustada, dejé salir otro suspiro tembloroso, y empecé a
cruzar el aparcamiento, el chasquido de mis tacones haciendo eco de mi corazón
que latía con fuerza.
Lima Academy se encontraba en un gran edificio del centro que había sido
una fábrica, pero ahora estaba completamente renovado y convertido en una de las
principales instalaciones de entrenamiento en los Estados Unidos.
Estuve en el edificio varias veces, durante el proceso de entrevista y luego,
mientas me daban el paseo básico. El primer piso era un gimnasio de última
generación, equipado con prácticamente cada máquina de cardio y pesas que se
pudiera imaginar. En el segundo y tercer piso había múltiples cuadriláteros, jaulas
y áreas donde las esterillas cubrían el suelo en todo lo que el ojo podía ver. Lima
Academy no solo se centraba en las artes marciales mixtas o en la lucha dentro de
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la jaula. Entrenaban boxeo, kick boxers, karate, jujitsu brasileño, Krav Maga, y
durante la noche, en ciertas noches, se ofrecían clases de defensa personal al
público. Las plantas cuarta y quinta se encontraban actualmente en construcción.
Andrew Lima, el dueño y fundador de la academia, planeaba añadir más
cuadriláteros de entrenamiento. Las oficinas se hallaban en la sexta planta, con
excepción de la oficina de Lima, que se localizaba en la séptima.
En ningún momento durante el proceso de la entrevista conocí a Andrew
Lima o a cualquiera de los miembros de su familia, que al parecer trabajaban para
él en la academia. Solo me entrevisté con Marcus Browser, de quien sería su
asistente.
Tomé el ascensor del pasillo de la segunda planta, que iba del garaje del
estacionamiento, hasta el sexto piso. Mi estómago estaba lleno de nudos, y la
anticipación burbujeaba a través de mí cuando salí, encontrándome cara a cara con
puertas de cristal esmerilado que decían: OFICINAS DE LIMA ACADEMY.
La oficina del señor Browser se ubicaba en la parte de atrás, más allá de los
cubículos y las puertas cerradas de las oficinas. Fijando una pequeña sonrisa en mi
cara, fui por el pasillo central, aliviada por el murmullo de las conversaciones que
oía alrededor.
Antes de llegar a la oficina de Browser, la puerta se abrió y él salió. De
mediana edad y en forma, el señor Browser se veía como en casa, con sus
pantalones apretados y el polo con el logotipo de la compañía. No era el único.
Otro hombre se encontraba a su lado, vestido con una sudadera de nylon y una
camiseta también con el logotipo de la empresa.
—Ah, justo a tiempo. —La piel oscura alrededor de los ojos del señor
Browser se arrugó mientras sonreía—. Se trata de Stephanie Keith, nuestra nueva
ayudante. Señorita Keith, le presento a Daniel Lima. Está a cargo de las
instalaciones de entrenamiento aquí.
Cambiando mi bolsa a mi mano izquierda, extendí mi derecha. Su agarre era
firme y cálido. —Encantada de conocerlo, señor Lima.
—Llámame Dan. Hay demasiados Lima por aquí como para andarnos con
formalidades. —Me soltó la mano, sonriendo—. Y Marcus exagera.
El señor Browser resopló, pero su sonrisa no se desvaneció mientras Dan
continuaba—: Superviso los entrenamientos de kick-boxing y boxeo.
—Y Dan es demasiado modesto —explicó el señor Browser mientras
cruzaba sus brazos—. Ayuda en todas las áreas. Sin él, Andre y Julio estarían
meciéndose en una maldita esquina en algún lugar.
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No tenía ni idea sobre quién hablaban, así que asentí y sonreí. Si tuviera que
adivinar, Andre y Julio eran también una parte de la gran familia Lima.
—Tengo que irme —dijo Dan—. Fue un placer conocerte, Stephanie. Buena
suerte. —Se pasó una mano por su calva—. Trabajando para este chico, la vas a
necesitar.
El señor Browser rodó los ojos mientras Dan salía. —En realidad, él es el
más fácil de tratar de la horda Lima. Mantenlo en mente.
—¿Cuántos hay? —pregunté.
—¿Trabajando aquí? Cinco, incluyendo a Andrew. Hay muchos primos y
sobrinos y Dios sabe quién más, juro están relacionados con la mitad de Filadelfia,
pero nunca verás a la mayoría de ellos. Sin embargo, los hermanos, son los únicos
que tienen más autoridad que yo —explicó—. Ahora que eres un miembro oficial
de la academia, voy a decírtelo directamente.
Mm<
Parpadeé lentamente. —Vale. Soy buena con las cosas directas.
Sus ojos oscuros brillaron con diversión. —Lo que los hermanos Lima dicen
es ley aquí. Además de mí, son los únicos a los que responderás y que tendrán
autoridad para darte tareas.
Por el rabillo de mis ojos pude ver que algunas de las cabezas de los
cubículos se dirigían hacia nosotros.
—Los chicos de marketing te estarán molestando, estoy seguro —continuó
el señor Browser—, pidiendo que hagas cosas estúpidas, como hacer copias o por
material de oficina. Ese no es tu trabajo. Tienen una persona que lo hace. —Miró a
nuestra izquierda—. Sí, Will, me refiero a ti y a tu culo perezoso.
Una risa profunda retumbó desde algún lugar detrás de las paredes de los
cubículos, y supuse que ese era Will.
—Ahora, Deanna Cardinali, a quien conociste cuando rellenaste tu papeleo,
lleva recursos humanos. La estarás ayudando, y ella vendrá pronto para charlar
contigo. Este. —Hizo un gesto a la amplia cabina en forma de U detrás de mí—. Es
tu nuevo hogar. Así estás cerca cuando te necesite.
Girándome a la mesa, me sensibilicé por dentro. Era una tonta total, pero el
escritorio, el ordenador y el teléfono, la impresora y los archivadores, eran míos.
Vale. Bien, pertenecían a la empresa, pero eran míos.
Desde aquí haría llamadas y tomaría notas, juntaría manuales y establecería
llamadas y viajes de negocios, organizaría los archivos, y según el señor Browser,
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quedarme en casa esta noche y descansar, pero me sentía más que aburrida. Y era
la noche del viernes.
Y extrañaba mis chicas.
Por ahora, había hablado por Skype con Yasmine y Denise, dos chicas que
me acompañaron durante toda mi experiencia universitaria, siempre que
estábamos libres, lo que no fue tan seguido como hubiese querido. Yasmine se
mudó a Atlanta y Denise a Baltimore, demasiado lejos de aquí. Una vez me
instalase, desearía hacer un pequeño viaje para visitar a Denise.
Agarrando mi bolso, me dirigí a mi coche. A decir verdad, me sentía
demasiado sola y necesitaba salir. Allá en casa, siempre tenía alguien con quien
salir o algún lugar al cual ir, y realmente no había congeniado con nadie aquí.
Bueno, excepto Nick, pero esa no era en realidad una conexión a largo
plazo. Al menos, no aún. ¿Quién lo sabría? Podríamos convertirnos en amigos,
pero no iba a conocer a nadie sentada en mi apartamento, haciendo una maratón
de todas las temporadas de Supernatural.
El aparcamiento de Mona´s se encontraba bastante lleno, y cuando me dirigí
allí, me pregunté‖si‖Nick‖trabajaba<‖Y‖sí,‖también‖me‖pregunté‖si‖tendría‖planes‖
para luego. El último pensamiento trajo una sonrisa a mi cara.
Música y bolas de billar sonaban unas contra otras saludándome mientras
atravesaba la puerta. Por suerte no usaba nada pesado más que un cárdigan,
dentro se sentía bastante caluroso, pasé alrededor de dos chicos y me acerqué al
bar.
Vi a la chica con gafas primero; Roxy. Ella cambió el color de sus gafas y el
mechón en su cabello. Esta noche, eran azules y coincidían con su camiseta. Me reí
cuando se volteó, y pude leer lo que llevaba escrito en su blusa.
UN BARTENDER SABE CÓMO ENLOQUECER.
El otro tipo, el que tenía el pelo corto color bronce y militar escrito por todas
partes, también se hallaba detrás de la barra. Si lo recordaba bien, era Jax, el dueño.
Cerca de la fuente, Roxy trabajaba, así me apretujé entre dos taburetes.
Solo pasaron unos segundos antes de que su mirada de reojo pasara sobre
mí y retrocediera. Con sorpresa ensanchó sus ojos. —Regresaste.
Qué extraña declaración.
Roxy se volteó hacia su dueño y gritó—: ¡Ella regresó!
Vaya.
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Jax arqueó las cejas mientras miraba en nuestra dirección y luego asintió.
Imperturbable por su falta de interés, Roxy se veía como si estuviera a
segundos de hacer una pirueta. —Me alegra tanto que estés aquí —dijo,
apoyándose contra la barra frente a mí. —¿Qué puedo servirte?
Dejando a un lado el extraño saludo, dirigí la mirada a las botellas detrás de
ella y luego dejé de pensar en una bebida. —Tomaré lo que sea que tengas en el
barril.
—Enseguida. —Roxy giró, y como un pequeño tornado, se movió detrás de
la barra, regresando con una jarra llena—. ¿Quieres abrir una cuenta?
Negué con la cabeza y le entregué mi dinero. Abrir una cuenta siempre
terminaba conmigo bebiendo demasiado. —Guarda el cambio.
Roxy sonrió y me di cuenta de que la conmoción en su rostro casi había
desaparecido. Regresó a la caja registradora después de conseguirle a un chico que
se sentaba en dos taburetes una botella fresca. —Estaba empezando a creer que no
volvería a verte. Han sido ¿qué? ¿Dos semanas?
—Empecé un nuevo trabajo —le expliqué—. Creo que me desgastó un poco.
—Totalmente comprensible. —Apoyó los codos en el mostrador—. ¿Estás
disfrutando aquí?
Asentí. —Me está costando un poco acostumbrarme a la ciudad. De donde
vengo, no tenemos nada como esto.
—Sí, Calla, la novia de Jax, también dijo eso. Pero ella en realidad es de aquí,
aunque va a Shepherd. —Hizo una pausa lo suficientemente larga para tomar una
breve respiración—. Pero tú no la conoces muy bien, ¿verdad?
—He escuchado de ella. Sin embargo, parece ser una chica muy agradable.
—Tomé un trago de mi cerveza—. ¿Has vivido aquí toda tu vida?
—Nacida y criada, me encanta. Es en realidad el lugar perfecto. Súper cerca
de la ciudad, pero todavía se siente como un pueblo. —Roxy se movió
rápidamente a lo largo de la barra asistiendo a alguien que caminaba hacia ella con
una botella vacía.
Tomando otro trago, me di la vuelta y escaneé el bar. Había una mezcla tan
única de personas aquí. Jóvenes y viejos, todas las diferentes etnias y ambientes.
—Hay muchos bares modernos en la ciudad —dijo Roxy regresando. Sonrió
cuando me volví—. Disculpa. Tienes esa mirada en el rostro. No una mala —
añadió rápidamente—. Más que todo, una mirada de evaluación. Me sorprende
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que en realidad consigamos público joven aquí. Hay tantas otras opciones en
Filadelfia.
—Pero Mona´s es agradable —le dije, honestamente—.‖Sí,‖no‖es<‖el‖m{s‖de‖
moda. —Miré el letrero de neón de Coors sobre una de las mesas de billar—. Pero
me agrada.
—Tienes que salir más —dijo una voz detrás de mí.
Roxy cruzó los brazos mientras levantaba sus cejas al intruso. Me volví hacia
los lados. Era un hombre alto, de cabello corto y castaño oscuro, se ajustaba a su
típico rostro apuesto. Guiñó un ojo en dirección a Roxy.
—Me recuerda a casa —respondí, levantando la jarra a mis labios.
El tipo se rio. —Entonces estoy un poco preocupado por tu casa.
Antes de que pudiera responder, Roxy suspiró. —Cállate, Reece.
Una sonrisa surgió en su rostro mientras su mirada se movía hacia ella. —
Oh, me encanta cuando eres mandona conmigo.
—Eres ridículo.
—Me amas —respondió.
—No sé por qué. —Suspiró de nuevo, mucho más dramáticamente—. Pero
lo hago.
Así que ese era el novio que ella mencionó la última vez. Bonito, Roxy tenía
buen gusto. Reece golpeó los dedos en el hombro del tipo en el taburete. El hombre
lo miró y Reece alzó sus cejas. —¿Por qué no eres un caballero y dejas que esta
dama tenga el asiento?
—Eso‖no‖es<
Antes de que pudiera expresar mi protesta, el hombre se encontraba fuera
del asiento. —Todo suyo, oficial.
¿Oficial? ¿El novio de Roxy era un policía? Por alguna razón, tuve
dificultades para imaginarla con uno. —Todo tuyo —ofreció Reece.
—Gracias. —Me senté y mis pies me lo agradecieron—. No tenías por qué
hacer eso.
Reece tomó el espacio que dejé. —Un tipo no debería estar sentado cuando
hay una dama de pie, es tan simple como eso. —Estirándose por la cintura, se
inclinó sobre la barra y golpeó con un dedo sus labios.
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Un rubor rosado se extendió por las mejillas de Roxy, pero lo besó. Cuando
empezó a reclinarse hacia atrás, la mano de Reece serpenteó y se curvó alrededor
de su cuello. Sosteniéndola en su lugar, inclinó la cabeza hacia un lado y realmente
fue por todo.
Buen Dios.
Observándolos, sentí que mis ojos se ensanchaban y también sentí la
necesidad de empezar a abanicarme. Eso era un beso y luego algo y simplemente
siguió yendo y viniendo. Uno de los brazos libres de Roxy rodeó los hombros de
Reece y esperaba que él la trajera a través de la barra. Una sonrisa lenta tiró de mis
labios, pero debajo de la diversión, había una pizca de conflicto. Casi como
malestar, pero teñido en otra emoción que probé antes. No entendía por qué sentía
eso, en ese momento, pero puse mi cerveza en la barra, junto a mi bolso.
A pocos metros de distancia, Jax se volvió hacia nosotros. —¿De verdad,
chicos?
Con una profunda y ruidosa risita, Reece soltó a Roxy y ella regresó sobre
sus pies, sus ojos desenfocados. Alguien llamó y parpadeó rápidamente.
Estrechando los ojos a su novio, enderezó sus gafas.
—Eres terrible —le amonestó—. Y das una terrible primera impresión.
—Creo que doy una asombrosa primera impresión —respondió, enviando
un guiño en mi dirección—. Soy Reece Anders, el amor de la vida de Roxy.
No pude resistir esa risa. —Soy Steph Keith.
—Ah, la infame Steph —miró a Roxy—.‖¿Dónde‖est{<?
—En el descanso. —La sonrisa de Roxy era demasiado brillante, demasiado
amplia—. Lamento su grosera interrupción. Está socialmente dañado.
—También tengo mucha sed —respondió, mirando el grifo.
Roxy inclinó la cabeza hacia un lado. —¿Ves a Jax por allá? ¿Por qué no le
haces que te sirva?
—Eso es cruel —murmuró, pero seguía sonriendo mientras se alejaba de la
barra—. Regresaré. —Se dio la vuelta, dirigiéndose hacia Jax, que se encontraba en
la parte más alejada de la barra. Mientras me rodeaba, golpeó mi hombro son su
dedos—. Me encanta cuando es gruñona.
Me reí rotundamente cuando Roxy soltó un gemido exasperado que Reece
ignoró en gran medida. —Parece ser un fastidio —le dije una vez que estuvo cerca
de Jax.
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Sin palabras, meneé la cabeza mientras miraba a Roxy. Las mejillas de la bar
tender se pusieron rojas mientras se encogía de hombros. —Katie siempre acierta
cuando se trata de sus predicciones.
—Es un don, una maldición. Una noche me caí de un poste engrasado,
golpeé mi cabeza. Larga historia, estoy segura de que tendré tiempo para
contártela más tarde. —Apoyó la cadera contra la barra mientras simplemente la
contemplaba—. ¿Ese es tu bolso?
Cuando asentí, lo alcanzó y, completamente conmocionada, vi como lo abría
y sacaba mi teléfono. En alguna otra ocasión habría estado encima de ella, pero
todo lo que pude hacer fue mirarla mientras sus dedos volaban sobre mi teléfono.
—Nos he mandado un mensaje de texto a Roxy y a mí desde tu teléfono. Así
ahora tienes nuestros números y tenemos el tuyo. No hay escapatoria. Vamos a
adoptarte como nuestra nueva mejor amiga en el mundo. —Deslizó el teléfono en
mi bolso y lo dejó caer en la barra delante de mí—. Vas a desayunar con nosotras el
domingo.‖ Por‖ supuesto,‖ probablemente‖ pienses:‖ “Oh‖ demonios,‖ no”‖ pero‖
definitivamente vas a venir.
Todavía estaba boquiabierta.
—Hay tanto que tenemos que contarte. —Volviendo a Roxy, Katie comenzó
a hablar, pero se detuvo, aplaudiendo sus manos—. Siempre soy oportuna.
Siempre.
Por un momento no supe de qué hablaba, y luego lo vi. Nick. Mi corazón
dio un pequeño brinco y eso me impactó tanto como lo hizo Katie. Mi corazón rara
vez se sentía así y no pensé en Nick durante estas dos semanas. Muy bien, eso no
era cien por ciento cierto. Pensé en él una o dos o diez veces, pero esos
pensamientos fueron efímeros. Así que mi reacción, la forma en que sentí mis
mejillas sonrojarse y cómo mi columna vertebral se puso rígida, me sorprendió.
Nick salió de un pasillo al lado de la barra. Llevaba otra camiseta oscura que
parecía estar a segundos de estallar en las costuras cuando levantó la mano,
pasando los dedos por su pelo, parecía tan delicioso como recordaba.
Se dirigió hacia donde Jax hablaba con Reece, dedicándoles mientras
levantaba una caja de botellas en la barra, sus músculos girando y flexionándose
bajo la camisa. Reece dijo algo y Nick retrocedió, riendo. El sonido era ruidoso y
contagioso, y mis labios tiraron de las esquinas en respuesta. Respondió mientras
se volvía en nuestra dirección, su sonrisa fácil. Levantó la vista, desplazándola
sobre el bar.
Nuestras miradas chocaron en un instante
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Nick se detuvo en seco, como si hubiera chocado con una pared invisible.
Una extraña tensión se filtró en su rostro mientras la sonrisa dejaba su cara. El
choque salpicó, y entonces se dirigió en nuestra dirección en su lado de la barra,
ignorando a Roxy mientras ella daba un paso a un lado con una mirada en su
rostro que dijo que lo único que le faltaba era un bote de palomitas de maíz.
—Hola Nick —murmuró con suavidad Katie.
También la ignoró mientras me miraba a través de la barra, sus ojos fríos
como como el invierno. Pequeños nudos se formaron en mi vientre mientras
colocaba ambas manos en la barra y agachaba su barbilla. Todo en lo que pude
pensar fue en dónde estuvieron sus dedos la última vez que lo vi y si terminarían
allí de nuevo, porque ¿por qué no?
—Stephanie —dijo con su profunda voz, y espirales de placer se ciñeron en
mi cuerpo—. ¿Qué haces aquí?
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pero por el breve tiempo que pasamos juntos, pensé que nos hallábamos en la
misma página. No su página, obviamente. Su página tenía escrito idiota por todas
partes, una y otra vez.
—Permíteme aclarar algo —dije, mi voz sorprendentemente nivelada—.
¿Pensaste que no iba a volver al bar porque nos liamos?
No respondió durante un largo momento. —Siempre ha sido así. Una
noche. Tú misma lo dijiste.
¿Siempre ha sido así? Guau. Casi me reí, excepto que nada de esto era
divertido. —Y solo para asegurarme de que estamos completamente en la misma
página, ¿piensas que volví aquí únicamente a verte?
Uno de los lados de sus labios se levantó. —Bueno, ¿a qué más puedes venir
aquí? Alguien como tú es más de los bares y discotecas de la ciudad.
Mis labios se abrieron lentamente. —¿Alguien como yo?
—Sabes que eres preciosa. Sabes‖que<
—Alto ahí —pedí, colocando ambas manos sobre el mostrador del bar—.
Nosotros no estamos y, obviamente, nunca estuvimos en la misma página, Nick.
No me conoces. No te conozco. Y, francamente, mi aspecto no tiene absolutamente
nada que ver con los bares a los que voy.
Nick parpadeó mientras la sorpresa llenaba sus facciones de nuevo. —Oye.
Soy<
—Eres increíble. —Me levanté, agarrando mi bolso del mostrador—. La
última vez que lo comprobé, este bar no era tu ostra y desde luego tú no eras su
perla. Quizás puedas decirle al resto de gente, de las mujeres, qué pueden hacer y
qué no, pero nunca, jamás, funcionará conmigo.
Se echó hacia atrás, frunciendo las cejas, pero aún no acababa—: Nunca me
arrepentí de nada de lo que he hecho. Hasta ahora.
Admitir la verdad escoció más de lo debido. Me di la vuelta antes de
golpearlo en la cabeza con el bolso. Di dos pasos antes de que lo escuchara decir mi
nombre.
—Stephanie. Steph. —Hubo una pausa y luego—: Mierda.
Se escucharon jadeos y miré por encima de mi hombro, justo a tiempo para
ver a Nick saltar sobre la barra como un maldito gimnasta. Mi mandíbula cayó al
suelo cuando aterrizó perfectamente de cuclillas y se levantó de manera fluida.
¿Era‖una‖especie‖de‖superhombre?‖Ese‖movimiento‖fue‖bastante<‖impresionante.
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Plantando las manos sobre su pecho, empujé con fuerza. Nick tropezó
dando un paso atrás, y en el fondo de mi mente sabía que era solo porque lo tomé
por sorpresa. —¿Hablas en serio? —exigí.
—La última vez que lo comprobé sí —respondió.
—Entonces tienes que ser el hijo de puta bastardo más tonto del mundo —
repliqué, sintiendo un punzante aumento de irritación acogiéndome.
Las líneas alrededor de su boca se torcieron y apartó la mirada, apretando
sus labios.
—¿Crees que es gracioso? —Planté las manos en mis caderas y lo fulminé
con la mirada—.‖ Es‖ curioso‖ que‖ creas‖ que‖ vas‖ a‖ “estar‖ dentro‖ mío”‖ de‖ nuevo.‖
Prefiero arrancarme cada pelo perdido en mi cuerpo uno a uno en su lugar.
Su mirada viró hacia la mía. —No tuviste problema en desnudarte conmigo
hace dos semanas.
—No lo tuve. Entonces abriste la boca con la mierda de cerdo chovinista y
arruinaste todas las sensaciones cálidas y suaves.
—¿Cerdo chovinista? —repitió, sacándose el pelo de la frente—. Bueno. Sé
que‖soy‖un‖idiota.‖Confía‖en‖mí,‖pero‖tú‖y‖yo<
—Tuvimos una noche. Tienes razón. Nos liamos. Dejaste mi lugar sin un
gramo de expectativas entre nosotros, y me encontraba bien con eso. Eso es lo que
quería. Pero es obvio que todo el maldito mundo gira a tu alrededor. —Mis ojos se
estrecharon—. Me gustó lo que hicimos, pero solo porque me gusta el sexo no
significa que esté desesperada, sea una puta, o sea estúpida.
Dio un paso atrás mientras sus manos cayeron a su cintura. La sorpresa se
dibujó en su rostro. —Nunca he dicho que fueras esas tres cosas.
—¿No? —Me reí con sequedad—. Puedes no haber dicho esas tres palabras
exactamente, pero el hecho de que creas que vine aquí buscándote insinúa que
parezco desesperada. El hecho de que piensas que puedes liarte conmigo después
de hablarme de la manera en que lo has hecho me dice que no piensas muy bien de
mí. Y después de una noche conmigo, ¿crees que puedes dictarme dónde puedo ir
y qué puedo hacer? Debes pensar que soy estúpida.
Sus cejas se alzaron. —Steph<
—No lo hagas. —Levanté una mano, deteniéndolo. Mi dedo medio podría
haber estado extendido mientras pasaba por su lado y tomaba el bolso—. Esta
conversación termina con un: ¿qué tal si te vas a la mierda?
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Ahora la sonrisa se desvaneció una fracción. —Tienes razón, es por eso que
estoy aquí. —Sus dedos se movieron una vez más—. Quiero comenzar de nuevo.
Una sensación de recelo se implantó en mí. En líneas generales no era una
persona paranoica o desconfiada, pero no entendía sus razones. —¿Por qué?
—¿Por qué? —repitió, su mano todavía flotando entre nosotros.
Asentí. —Sí, ¿por qué? Nos acostamos. Eso es todo. Y me tengo la sensación
que te parecía bien no volver a ver mi cara de nuevo. Que eso es lo que prefieres,
así que, ¿por qué quieres comenzar de nuevo?
Mi declaración debió haberlo tomado con la guardia baja, porque no
esbozaba ni una débil sonrisa en su rostro ahora. —No<‖No‖lo‖sé.
Levanté las cejas. —¿No lo sabes?
Negó con la cabeza. —Por lo general no me importaría no volver a ver el
rostro de una chica. Así es como me gusta.
Mis ojos se abrieron. —Bien<‖al‖menos‖eres‖honesto,‖pero‖eso‖simplemente‖
refuerza mi pregunta.
—Lo sé. —Los dedos de Nick bailaron de nuevo, haciéndome señas—. Yo
solo<‖Mira,‖¿puedo‖entrar‖y‖hablar?‖Hace‖un‖poco‖frío‖aquí‖y‖realmente‖no‖creo‖
que tus vecinos aprecien nuestra conversación a la una de la mañana.
Miré por encima de su hombro y cambié mi peso otra vez. —No‖lo‖sé<
—Eres una persona difícil de roer. —Bajó lo mano.
—Soy inquebrantable, es por eso.
Sus labios se inclinaron hacia arriba. —No creo que inquebrantable sea una
palabra.
—¿Qué eres? ¿La policía de gramática?
La sonrisa estaba de vuelta, suavizando las líneas más duras de su rostro. —
Soy esa persona que en silencio corrige la gramática de todos.
—Oh, guau. Así que, no solo eres un idiota, sino que también un idiota
fastidioso.
Nick rio profundamente, sorprendiéndome. Era la misma clase de risa que
oí en el bar esta noche, antes de que se diera cuenta de que me encontraba allí. Una
risa profunda y contagiosa. —Y realmente dices lo que sea que piensas, ¿no?
—Bastante —respondí—. ¿Tienes algún problema con eso?
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Arqueé una ceja mientras me reía suavemente. —De acuerdo. Lo que digas
—Deslizando las piernas, las estiré frente a mí. Mientras movía los dedos de los
pies, podía sentir su mirada en mí, y aunque me dije que no lo hiciera, levanté la
vista. Nuestras miradas se encontraron por un breve momento, y luego desvié la
mirada, tragando—. Por cierto, acepto tus disculpas.
—¿Lo haces? —preguntó en voz baja.
Rechazando mirarlo, me quedé observé mis calcetines. —Sin embargo, sigo
creyendo que eres un idiota.
—Es difícil creer que aceptas mis disculpas si piensas eso.
—Bueno, ayuda que seas atractivo. Soy así de superficial —mentí. No era
tan superficial, pero disfruté de su reacción.
Dejó escapar una sorprendente risa. —Siento que estoy siendo explotado
por aquí.
—No dejes que mi superficialidad signifique más de lo que lo hace —le
aconsejé, luchando con una sonrisa.
—Así‖que,‖supongo‖que‖eso‖significa‖que<
—Si esa frase tiene algo que ver con el sexo, sugiero que no la termines.
Nick se rio entre dientes. —En realidad, iba a decir que supongo que eso
significa‖que‖tú<‖—Se detuvo, y cuando lo miré, tenía la sonrisa más infantil que
vi en un hombre de su edad—. De acuerdo, mentí. Tiene mucho que ver con sexo.
Pasando las manos sobre mi cara, oculté mi sonrisa. —Eres<‖terrible.
—Tal vez. —Luego de un segundo dijo—: Me gusta tu cabello, para tu
información.
Por suerte mis manos todavía tapaban mi cara, así que, no vio mi sonrisa
crecer. Olvidé que había trenzado mi cabello cuando llegué a casa. —Gracias —
dije, mi voz amortiguada por las manos.
—¿Puedo preguntarte algo? —preguntó.
—Seguro. —Bajé las manos para enfrentarlo.
Inclinó la barbilla hacia abajo, haciendo que esa maldita mecha de pelo le
pasara por la frente. —Me mirabas antes, ¿no?
Maldición. Traté de luchar pero sentí calor recorriéndome por el cuello. —
Eres tan arrogante. No te miraba.
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El olor a tocino frito y jarabe de arce hizo que mi estómago gruñera como un
monstruo salido de una película de terror. Gritó: Alimeeeentameee.
Deteniéndome en frente del vacío puesto de la anfitriona, miré las puntas de
mis zapatillas y luego busqué dos cabezas algo familiares. Los mensajes de Roxy y
Katie comenzaron el sábado por la noche, y habría accedido a reunirme con ellas la
mañana del domingo inmediatamente, pero sus intensas suplicas y mensajes
fueron cada vez más entretenidos. En un punto, Katie amenazó con irrumpir en mi
departamento y dibujar un bigote en mi rostro si no iba.
La parte más divertida era que no les podría decir que no. Claro, a Katie, a
quien solo conocía brevemente, parecía que le faltaban unos cuantos tornillos, pero
como sea. ¿Quién era yo para juzgar? Extrañaba a mis viejas amigas y nuestros
encuentros semanales, o a veces trisemanales. Ciertamente, era una criatura social
la mayor parte el tiempo, y la soledad en la que me había sumido no iba a ninguna
parte.
Divisé a Roxy y sus lentes azules en el fondo del concurrido restaurante. Los
pasillos entre los reservados se hallaban llenos de niños corriendo cubiertos de
gelatina pegajosa y personas adultas tratando de controlarlos mientras caminaba
hacia ellos.
El cabello de Roxy se hallaba levantado en un moño y sus ojos se
entrecerraron mientras me miraba. —En serio fuiste a correr antes de venir aquí.
No mentías.
—Nop. Trato de correr todos los días. —Me senté entre Katie, quien
comparada con el viernes en la noche se encontraba vestida informal con un suéter
azul claro con caída en el hombro que lucía como si le hubiesen vomitado
lentejuelas. Su cabello rubio se encontraba peinado en una cola de caballo en la
nuca—. Tengo que ejercitarme —expliqué, colocando mi bolso entre Katie y yo—.
Me alimento como cinco universitarios hambrientos. En realidad es vergonzoso
cuanta comida puedo consumir de un tirón.
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Katie se rió. —No tengo ese problema. Puedo comer cualquier cosa que
quiera y no ganar ni un gramo. En realidad, probablemente perdería peso. —
Encogió los hombros—. Apesta ser ustedes.
Roxy le frunció el ceño. —No tienes que restregarlo, ya sabes.
—No me odies porque nací de esta manera. —Katie sonrió cuando Roxy
rodó los ojos—. Tal vez es Maybelline. Tal vez es Katie1.
Solté un resoplido.
La mesera apareció en nuestra mesa, presionando el lapicero que sacó del
bolsillo de su delantal. Tomó orden de nuestras bebidas y luego se fue con rapidez
para cumplirla; sus zapatillas blancas rechinaron en el suelo.
—Me alegra que vinieras —dijo Roxy, apoyando los codos en la mesa—. Me
preocupaba tener que buscarte y obligarte a venir a comer con nosotras.
Me reí de nuevo. —Estoy bastante segura de que hubiese sido difícil hacer
eso.
—Soy pequeña pero fuerte. —Sonrió Roxy—. Podría capturarte.
Pensando en el ojo morado que le vi la primera vez, decidí que era probable
que dijera la verdad. —Me alegra que me invitaran, chicas. —Hice una pausa
mientras la mesera volvía con nuestras bebidas antes de desaparecer otra vez,
luego dije—: Entonces, sé que Roxy trabaja en el bar, ¿qué hay de ti, Katie?
—En el club en la calle frente a Mona. —Vertió un paquete de azúcar en su
café y luego cogió cinco más, logrando abrirlas de un solo e impresionante golpe—.
Es un club de desnudistas.
—Oh. —¿Cómo no noté el club de desnudistas en la calle frente a Mona?
Katie vertió el azúcar en su café. —Me desnudo. No bailo. Me saco la ropa
para vivir y me pagan jodidamente bien por ello, también.
Parpadeé. —Eso es genial.
Su mirada se volvió astuta. —¿No tienes problema con eso?
—Mmm, no si tú no lo tienes. —Miré a Roxy, quien se hallaba ocupada
limpiando sus lentes, con una pequeña sonrisa en el rostro. Levanté mi soda y
tomé un largo trago.
Katie inclinó la cabeza a un lado, estudiándome. —¿En serio?
hacerlo. Era raro, pero no estaría cómoda de no hacerlo—. Todos son amables.
Bueno, excepto por dos tipos que trabajan en ventas.
—¿Son malos o algo así? —preguntó Roxy.
Sacudí la cabeza. —No realmente. Solo autoritarios e idiotas. Uno de ellos
dijo que la única razón por la que me contrataron fue por cómo luzco. —Tirando
de mi cola de caballo sobre el hombro, rodé los ojos—. Y lo dijo como un cumplido.
En serio. Como si debiera agradecerle por eso.
—Guau. —Roxy frunció el ceño y sus lentes se deslizaron por su nariz—.
Qué imbécil.
—Bastante. —No discutí eso—. Dijo algo sobre la chica que solía trabajar en
mi puesto, pero no recuerdo mucho, solo que esperaba que no terminara como ella.
La sangre se drenó del rostro de Roxy tan rápidamente que salté hacia
adelante. —Oh, Dios, ¿te encuentras bien? —pregunté, cuestionándome si tenía
algún tipo de condición médica.
—Sí.‖Sí.‖Solo‖que<‖—Se calló y enderezó sus lentes.
—Espera. —Katie frunció la nariz—. ¿Esa no era la chica que fue atacada por
el asqueroso de Kip Corbin?
—Sí —confirmó Roxy.
Definitivamente sucedía algo, y no tuve que esperar mucho para que Katie
expandiera los detalles. —Si me preguntas, un chico con dos nombres de pila de
nombre y apellido solo habla de cosas malas —dijo y yo presioné los labios, porque
eso no tenía mucho sentido para mí—. Kip Corbin era un loco que básicamente
acosó a Roxy por meses y atacó a un montón de otras mujeres.
—¿Qué? —Mis ojos casi se salieron de mi cabeza mientras mi voz se
levantaba en escala.
Nuestra conversación se detuvo mientras la mesera traía nuestra comida, y
todos los platos de deliciosas sustancias se quedaron intactos mientras Roxy movía
su tenedor. —Era un tipo que vivía encima de mí —dijo—. Parecía normal.
Obviamente no lo era. Básicamente era un asesino serial en ciernes.
Mi mandíbula cayó.
—Atacó a varias otras chicas. Tuve suerte. —Sonrió tensamente, y volví a
pensar en el moretón que le vi. Ahora tenía explicación. Buen Dios. El horror me
invadió—.‖ Reece‖ llegó‖ a‖ tiempo<‖ —El color no regresó a sus mejillas en tanto
miraba su plato de comida—. Tuve mucha suerte.
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—La mía es tan larga como mi pierna —respondió Katie y luego inclinó la
cabeza hacia atrás. Sus cejas se fruncieron—. Bueno, espera. Probablemente es tan
larga como dos piernas y un brazo.
—Guau —murmuró Roxy, aparentemente impresionada.
—Parece que me ganaste. —Mi sonrisa creció un nivel mientras la miraba—.
Pero es extraño estar cerca de ellas, de Avery y Teresa. Lo cual es raro, porque una
de mis otras amigas, Yasmine, también se metió con Cam, y no fue raro para
nosotras.
—¿Yasmine estaba enamorada de Cam y Cam de ella? —preguntó Roxy—.
Porque si no, entonces eso probablemente lo explica. —Se metió un pedazo de
melón en la boca—. Y tú no estabas enamorada de él, tampoco, ¿cierto?
—Nop. Buen punto.
—Apuesto que algunas chicas piensan que eres una verdadera zorra —rio
Katie.
La sonrisa se me fue del rostro. —Bueno, sí. Estoy segura que algunas lo
hacen. En realidad sé que algunas lo piensan. —De repente, pensé en Nikki Glenn,
una chica en mi clase de inglés ciento dos, en mi segundo semestre en Shepherd—.
Una‖ chica,‖ hace‖ un‖ par‖ de‖ años‖ atr{s,‖ escribió‖ “zorra‖ vengativa”‖ con‖ crema‖ de‖
afeitar en el capó de mi auto.
Los ojos se Roxy se ampliaron detrás de sus lentes. —Oh, vaya.
—En setiembre, durante la temporada de calor. —Apreté los labios y
asentí—. Sí, terminé teniendo que hacer que lo pintaran. No se salía. Y solo
imaginen las miradas que recibí cuando conduje al taller.
—¿Dormiste con su hombre o pateaste a su perro hacia el tráfico? —
preguntó Katie.
Fue mi turno de reír. —No. Nunca he dormido con un chico, por lo menos
conscientemente, involucrado con alguien más. Ni he pateado a ningún animal.
Esta chica estaba loca porque era amiga de su novio. Lo conocía desde hace años,
antes que Nikki apareciera. Fuimos juntos a la secundaria y fuimos a la bienvenida
como la cita del otro. Eso fue todo. Según ella, basada en mi reputación, dormía
con todo chico al que hablara. —Hice una pausa, recordando—. Irónicamente, ya
no se encuentran juntos y yo sigo hablando con el chico cada vez que nos vemos.
Encogí un hombro. —Lo gracioso es que, Donnie, el novio de la chica, era
un mujeriego antes de conocer a Nikki. Es él quien probablemente tiene una lista
de dos piernas y dos brazos de chicas con las que ha estado, y Nikki no parecía
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tener problema con que durmiera con todo un código postal de chicas, pero tenía
un problema conmigo, y ni siquiera había besado al tipo en la mejilla.
—Nunca lo tienen —fue la sabia respuesta de Katie.
—No lo entiendo. —Roxy untó una cantidad descomunal de queso en su
rosca—. ¿Por qué alguien se preocuparía con quien estuvo alguien más si eso está
en el pasado y todo el mundo sabe eso? El sexo consensual o lo que sea entre dos
personas no es chocante. No voy por ahí pensando que Reece nunca ha estado con
nadie más aparte de mí, y él sabe que he estado con otros chicos antes. Y sé
jodidamente bien que Avery y Teresa no creen que sus chicos no hayan estado con
nadie más. Esa mentalidad es estúpida.
—Sí, lo es —murmuré, mirando mi plato mientras una vieja sensación de
quemadura se adhería a mis entrañas. Lo que la gente pensara de mí, sobre todo
extraños virtuales que no tenían ningún impacto en mi vida, no me molestaba la
mayor parte del tiempo. Pero en serio me agradaban Cam y Jase, así que eso
significaba que,‖ por‖ extensión,‖ me‖ gustaban‖ sus‖ novias,‖ y<‖ sí,‖ quería‖ gustarles‖
también. No quería que pensaran que acechaba en las sombras para lanzarme
sobre sus hombres. Sin embargo, sinceramente, hubo veces en que la opinión de
extraños virtuales como la de Nikki Glenn me afectó. Momentos cuando las
palabras susurradas y las miradas molestas cortaron más profundo de lo que
deberían.‖Momentos‖en‖que‖las‖palabras‖como‖“zorra”‖y‖“puta”‖llevaban‖suficiente‖
veneno para abatirme.
En realidad nunca lo entenderé, me di cuenta sentada allí, mirando
fijamente las manchas rojas y verdes de los pimientos sobrantes, por qué los
hábitos sexuales de otros molestaban a la gente, especialmente a otras mujeres,
tanto. De todas las personas, se podría pensar que las mujeres serían más
tolerantes con las elecciones de otras mujeres, pero tristemente, muchas no lo son.
De muchas maneras podían ser peores que los chicos. No era como si estuviera
juzgando a aquellos que esperaban al matrimonio o creían que el sexo igualaba
automáticamente al amor. No podría importarme menos si alguien tenía dos o
cincuenta compañeros. Entonces, ¿por qué a ellas les importaba?
—¿Sabes qué? Qué se jodan —respondió Katie, pasando al waffle que era
tan grande como su plato—. Ese es mi lema. Porque este es el problema. Te odian
porque tuviste una mutua y consensual relación sexual con algunos chicos que no
se hallaban involucrados con nadie, ¿mientras adoran el asqueroso suelo en que
camina el tipo, se meten con tu vagina por hacer lo mismo? Eso es a lo que nos
gusta llamar estúpida doble moral, y lo que en el establecimiento llamamos
“Metete‖ en‖ tus‖ propios‖ asuntos.”‖ No‖ importa‖ cu{ntas‖ veces‖ se‖ le‖ explique‖ a‖ ese‖
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su única amiga. Apenas habla con Calla. Es un poco raro. Es como si ella no
existiera para él.
De‖ acuerdo,‖ eso‖ fue‖ raro.‖ Pensé‖ en‖ que‖ él‖ había‖ conocido‖ a‖ la‖ “indicada”,‖
pero no funcionó. ¿Fue Calla? No sabía lo suficiente acerca de ella incluso para
arriesgar una conjetura en esa posibilidad.
—Pero eso es lo que es. —Roxy frunció el ceño mientras continuaba—: Y ni
siquiera somos cercanos. No es el tipo más hablador. A veces charla un poco, pero
sobre todo, es un poco tranquilo, como un observador.
Pensándolo bien, no fue muy hablador la primera noche que estuvimos
juntos. Entonces otra vez, ambos teníamos otras cosas en mente. —Fue bastante
hablador el viernes por la noche.
—Eso es bastante interesante. —La frente de Roxy se alisó—. Cuando
regresaste al bar el viernes por la noche, sabía que algo iba a pasar entre los dos.
—Por supuesto que lo sabías, porque lo vi la primera noche en que Steph
entró en el bar.
Me volví hacia Katie. —¿Lo hiciste?
—Recuerda. Soy una especie de psíquica. —Sacudió el dedo de su sien—. Lo
vi.
—Así es —confirmó Roxy, sonriendo alegremente, mientras estoy segura de
que tenía escrito en mi cara: Qué diablos—. Katie le dijo a Nick que alguien iba a
entrar al bar de quien iba a enamorarse y que iba a encontrar a su pareja. ¿Adivina
qué?
—¿Qué? —dije irónicamente.
—Llegaste aquella noche. —Dio unas palmaditas emocionadas—. Y aquí
estamos.
Por un momento, todo lo que pude hacer fue mirar, y luego me reí. Algunos
de los comentarios raros que Roxy y Katie hicieron cuando las conocí tenían
sentido. —No veo por qué esto es un gran problema. Nick es un jugador que
normalmente no se disculpa ni actúa decente con las chicas con las que ha
dormido. Saberlo no lo hace más seductor en mi libro. E incluso tú dijiste que era
un idiota.
—Bueno, mierda, pero el hecho de que actúe diferente contigo significa algo
—replicó Roxy, luego entornó los ojos—. A menos que no quieras que signifique
nada.
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El primer día de octubre cayó en la ciudad del amor fraternal; los vientos
agitados y las temperaturas me hicieron reevaluar la decisión de avanzar más al
norte en lugar del sur. Mientras trabajaba en mi escritorio, esperaba que no tuviera
que salir de nuevo. Los delgados pantalones de lino y la blusa, incluso con mi
chaqueta, bufanda y guantes, no hacían nada para derribar el frío.
Existía una buena probabilidad de que me estuviera enfermando.
Mordí el interior de mi mejilla mientras ponía la mano en mi vientre. Tenía
el estómago revuelto como una lavadora. Fue así desde que me levanté. Correr con
viento fue muy difícil, pero al añadir las náuseas y fatiga persistente, apenas lo
logré esta mañana.
Faltar en cualquier momento cuando me encontraba en mi cuarta semana en
la academia era inaceptable. Lo que necesitaba hacer en el almuerzo era ir a
Walgreens calle abajo y abastecerme de medicinas para el refriado.
Trataría de no enfermarme, lo decidí cuando regresé a trabajar. Mente sobre
el cuerpo y todo eso.
Mis dedos se detuvieron en el teclado mientras escuchaba la risa aguda de
Rick y apreté los dientes. Mientras me concentraba en la pantalla, mi celular
zumbó desde donde lo puse debajo del monitor. Mi mirada se movió hacia él. Era
un mensaje, y había un número en la cajita por encima del mensaje, uno que no
reconocí.
Hola.
Eso era todo lo que decía el mensaje. Frunciendo el ceño, esperé unos
segundos, y cuando no hubo otro mensaje, tomé mi teléfono, hice clic en el texto,
luego fui a la opción de añadir imagen. Me deslicé hasta que encontré una imagen
de‖una‖ niña‖mirando‖a‖la‖c{mara‖con‖una‖perfecta‖expresión‖de‖“qué‖demonios”‖
en su pequeña cara. Sonriendo, envié la foto como mi respuesta y luego bajé el
teléfono.
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El‖ momento‖ perfecto,‖ también,‖ porque‖ escuché‖ la‖ voz‖ del‖ señor‖ Bowser<‖
Marcus. Insistió en que lo llamara Marcus. Estirándome, miré por encima de mi
cubículo. Mis ojos se abrieron. Marcus caminaba junto a Andrew Lima. El hombre
que era dueño de la Academia Lima era más bajo que yo, pero a pesar de estar
entre los cincuenta años, el cuerpo bajo la camisa y los pantalones de nylon era
como de veinte años. Sonreía a algo que dijo Marcus, sus dientes de un blanco
brillante contra la piel que me recordaba a la arcilla endurecida al sol. El hombre
era definitivamente guapo, incluso con las orejas deformes y la fina cicatriz que
corría a través de la nariz que obviamente se había roto una o docenas de veces.
Era una locura; probablemente el hombre mayor sabía exactamente dónde dar un
golpe que inmovilizaría a una persona o dañarla en menos de un segundo.
Mi corazón tropezó y el ácido en mi estómago comenzó a burbujear. Me
encontraba nerviosa por conocer a mi jefe por primera vez.
Andrew y Marcus tampoco se encontraban solos.
Junto‖a‖Andrew‖Lima‖se‖hallaba‖el‖único‖e‖incomparable‖Brock‖“la‖Bestia”‖
Mitchell. Lo sabía porque era lo que decía su camisa. Además, el tipo estaba
construido. No tanto como Rick, pero esos hombros podrían derribar puertas.
Llevaba una gorra de béisbol azul oscuro, torcida hacia atrás, pero por lo demás se
encontraba vestido igual que Andrew Lima. Bajó la vista mientras caminaba,
sujetando la muñeca derecha con una mano blanca. Supuse que se preparaban
para el entrenamiento.
Brock miró hacia algo que dijo Andrew y sus labios se extendieron en una
amplia sonrisa. Sus oscuros ojos marrones eran una sombra profunda y cálida, y
sus rasgos intensos, casi perfectamente asimétricos. Guau. Había visto fotos de
Brock, pero no le hicieron justicia. Entiendo por qué Katie dijo que tendría una
pista de aterrizaje solo para él. El tipo era precioso, casi demasiado hermoso para
poner esa cara frente a golpes y patadas.
Mi teléfono volvió a sonar, pero antes de que le pudiera echar un vistazo,
Marcus se encontraba frente a mi escritorio. Nuestros ojos se reunieron, y fijé una
sonrisa en mi cara cuando me levanté, ignorando las náuseas que mi estómago
decidió tener.
El grupo se detuvo y la piel alrededor de los ojos de Marcus se arrugó
mientras hacía un gesto hacia mí. —Ah, Andrew, no has tenido la oportunidad de
conocer a mi nueva asistente. Ella es Stephanie. —Marcus inclinó su cuerpo hacia
ellos—. Y este es Brock —me dijo—. Acaba de regresar con Andrew.
No vomites al jefe. No vomites al jefe. Extendí la mano y el apretón del señor
Lima fue firme y breve. —Es un placer conocerle. —No vomites al tipo caliente de
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—Creo que hay mercado para eso —contesté honestamente. Las peleas de
UFC eran populares mientras me encontraba en la universidad. Podría imaginar a
miles de chicos que conocía inscribiéndose en las clases—. Y tienes razón. No
tendrás mucha competencia.
El señor Browser asintió con la cabeza cuando Andrew se volvió hacia él y
alzó las cejas inquisitivamente. —Lo sé —respondió con paciencia—. Ya tuve
varias reuniones con la Cámara de Comercio local. Deberíamos oír algo antes de
fin de año.
Andrew se hallaba a punto de hablar, pero su atención fue atrapada por el
frente de la oficina. Las líneas de su rostro se suavizaron. —Hablando del pequeño
demonio —dijo.
Seguí su mirada y vi entrar a una chica. Su cabello castaño parecía que había
atravesado un túnel de viento, con el cual podía simpatizar. Si mi cabello no
hubiera sido amarrado, me vería igual.
Una bufanda de color malva se envolvía alrededor de su garganta,
enredándose con los largos mechones. Su suéter pesado era voluminoso y sus
vaqueros oscuros sueltos, incluso mal ajustados, dándole la apariencia de no tener
forma. Cuando se acercó, pude ver que sus rasgos eran delicados, pero el gran
flequillo empequeñecía su rostro.
Su mirada nerviosa se precipitó sobre nosotros, miró a Brock y luego se
quedó allí mientras se apresuraba hacia dónde nos encontrábamos, y sus dedos
jugaban con los bordes de sus mangas. Su rostro se puso rosado cuanto más se
acercaba.
—Hola, papá. —Dio un corto e incómodo saludo mientras se detenía al lado
de Brock.
Andrew se acercó a ella, inclinándose para posar un beso sobre su cabeza, y
no pude ignorar la explosión de envidia que hubo dentro de mí.
—Hola, nena, ¿estás aquí para verme? —preguntó mientras retrocedía.
Mi papá... solía saludarme así, siempre tan feliz, siempre tan cálido. Un
nudo reemplazó la sensación de agitación, y luché para no desviar la vista.
Una sonrisa calmada estiró los labios de Brock mientras dejaba caer un
brazo sobre los hombros de la chica. Se elevaba sobre ella unos buenos treinta
centímetros, pero la acomodó al lado de su gran cuerpo como si lo hubiera hecho
un millón de veces. —No, ella vino a visitarme. Lo siento, viejo.
Andrew rió profundamente, sacudiendo la cabeza mientras sus mejillas se
volvían rojas como una fresa. Ella levantó la barbilla y lo vi en sus ojos en ese
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momento. El mundo entero tenía que haberlo visto. La adoración llenó su mirada,
pero eso no era todo.
Amor.
La chica miró a Brock como si él fuera el responsable de poner las estrellas
en el cielo por la noche y ser la única razón por la que el sol salía cada mañana. La
calidez no abandonó sus mejillas, sino que parecía aumentar, y no creía que fuera
consciente de nadie más mientras Brock le sonreía. La punzada de envidia
resurgió. Mamá solía mirar a papá así todas las malditas veces en que se
encontraban sus ojos, y mi papá tenía la misma mirada en los suyos.
Brock, sin embargo, estiró el brazo que tenía alrededor de su hombro y
enredó su cabello, un acto que me recordó a lo que haría un hermano mayor
molesto.
Auch.
Él dejó caer su mano sobre su hombro, casi golpeándola. Rápidamente miré
hacia otro lado y descubrí que Marcus hacía lo mismo, estudiando sus uñas
arregladas.
—Jillian, querida, ésta es Stephanie —dijo Andrew, atrayendo mi atención.
La chica ya no miraba fijamente a Brock, pero observaba a su padre con un poco de
vacilación—. Se acaba de graduar de Shepherd.
El interés chispeó y sus ojos marrones se encontraron con los míos
brevemente. —Empezaré allí en la primavera. En realidad, me estoy transfiriendo
allí. —Su mirada parpadeó de la mía a la su padre, y luego cayó en mis zapatos—.
En primavera, pero eso ya lo dije, así que...
La mano de Brock apretó su hombro
—Eso es lo que decía tu padre —dije—. Te gustará.
—Creo que sí —respondió Jillian, pero su falta de entusiasmo me hizo
dudar de que lo creyera.
Miré a Brock, pero él miraba hacia abajo, a su cabeza inclinada con un ceño
fruncido. —Si tienes alguna pregunta sobre el campus o lo que sea, estaré
encantada de ayudarte —le ofrecí.
La aprobación se acomodó en las facciones de Andrew. —En realidad, es
una buena idea. Jillian, podrías salir a tomar un café con Stephanie.
Ella asintió sin mirarme y, bueno, podía deducir que probablemente no
sucedería. Un silencio incómodo cayó, roto por Brock. —¿No tienes clases hoy?
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No podía creerlo, ni siquiera podía imaginar cómo era posible, pero lo podía
leer, y mientras algo no estuviera funcionando incorrectamente en mi cabeza, vi
quién me enviaba mensajes de texto.
Era Nick.
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Soy Nick.
Cuando no respondí, porque me encontraba demasiado ocupada mirando
mi teléfono tontamente, vibró de nuevo.
Engañé a Roxy para que me diera tu número de teléfono.
Mis ojos se abrieron ampliamente.
Otro texto apareció casi de inmediato. Principalmente porque imaginé que
en algún momento pedirías el mío. Te ahorré el problema.
Oh Dios, la arrogancia no conocía ningún límite. No planeaba pedir su
número. De acuerdo, pudo pasar por mi mente, pero decidí que era mejor no
molestar a ese perro durmiendo. Sí. Obviamente Nick me atraía, como yo a él, pero
no estaba segura de poder ser solo su amiga mientras lo deseaba, y tampoco de
poder confiar en que él no tendría la misma reacción que tuvo la última vez que
estuvimos juntos.
Siguió un cuarto texto. Por favor, no te enojes con Roxy. Le agradas. Pero
yo también le agrado.
Mis cejas se elevaron. La irritación chisporroteó, pero era mínima. Me
encontré con Roxy y Katie de nuevo el domingo pasado para desayunar. Esta vez
no hablamos de Nick, pero parte de mí no se sorprendió de que ella le diera mi
número.
Espero que no estés enojada.
Reaccioné, tomé el teléfono y respondí: No lo estoy. Y esa era la verdad. No
fue como si le diera a Roxy la impresión de que me volvería loca si ella le daba mi
número. Aunque probablemente pudo preguntarme primero, pero eso era agua
pasada en este punto.
Bien, respondió. Pasó un momento y llegó otro texto. ¿Guardaste mi
número?
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Que Nick me haya dicho eso fue como ser metida en agua helada y luego
empujada en un congelador. No era tanto que quisiera que fuéramos amigos, y
asumía que del tipo de amigos que no tenían sexo, sino que sonaba como si nunca
hubiera sido amigo de una chica antes.
Y eso no tenía sentido.
Estaba Roxy, y tenía que haber otras chicas a las que hubiese sido cercano y
que no hubiera follado. Tenía que haber. ¿Cierto? Por otra parte, Roxy había dicho
algo sobre Nick: que no tenía muchos amigos. Y se encontraba todo el asunto
extraño de Calla.
—¿No eres amigo de chicas? —pregunté, hablando lentamente.
—No. En realidad no. —Hizo una pausa mientras se pasaba los dedos por el
pelo—. Con la excepción de Roxy, pero no creo que realmente seamos amigos.
—Ella cree que sí.
Sus cejas se alzaron, como si estuviera sorprendido. —Ah.
No podía creer esto. —¿Qué hay de Calla? Ella trabaja en el bar cuando está
aquí, ¿verdad?
Nick ahogó una carcajada. —No somos amigos.
Lo dijo de un modo que me causó una pequeña cantidad de sospecha. —
¿Acaso‖ustedes‖dos<?
—No. Calla y yo no nos enganchamos. Jax me patearía el culo por un
acantilado si ese fuera el caso. Él cayó rendido mucho antes de que ella entrara por
las puertas del bar —dijo, suspirando—. Simplemente no somos cercanos.
—De acuerdo. —Me incliné contra el mostrador, dejando pasar el tema de
Calla. Por ahora—. Pero tienes veintiséis años. ¿Cómo demonios has pasado tanto
tiempo sin tener amigos del sexo femenino? No lo entiendo.
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fritas que colocó Reece. No lo había pedido, pero fue un gesto de cortesía y dulzura
que Abby notó con ojos de halcón.
Me quedé más tiempo de lo que pensé, apestando totalmente en Mario Kart,
pero disfruté de mi tiempo con todos. La única razón por la que me fui poco
después de las diez fue porque tenía que trabajar por la mañana, a diferencia del
resto de ellos, que tenían horarios poco ortodoxos. Cuando me levanté y me
despedí, Nick le lanzó el control a Colton y me siguió.
—No tenías que irte —le dije mientras cerraba la puerta detrás de nosotros.
—Lo sé. —Metió las manos en los bolsillos de sus vaqueros mientras
caminábamos por el pasillo—. Estoy siendo un buen amigo, y te acompañaré a
casa.
Me reí mientras le daba un vistazo. —Yo vivo aquí.
—Sin embargo, es una caminata larga. Y fría. —Se estremeció—. Maldita
sea, aquí afuera hace frío.
No mentía. Un viento helado atravesó el pasillo. Tenía los brazos envueltos
alrededor de mi pecho mientras nos dirigíamos al primer piso. Nos detuvimos en
mi puerta, y saqué las llaves del bolsillo de mis vaqueros.
—Gracias de nuevo por la sopa de pollo. —Me volteé hacia él, sonriendo—.
Me divertí esta noche.
Nick ladeó la cabeza. —Yo también. Por lo general, Reece hace esto cada dos
semanas. Sabes que eres más que bienvenida a unirte.
Reece dijo eso cuando me fui, y me encantaría hacerlo de nuevo, sobre todo
si Roxy se encontraba allí. Me imaginaba que jugar Mario con ella sería
prácticamente como jugar contra mí misma. —¿Vas a volver a subir?
—Sí. Solo por un rato. Entonces voy a irme a casa.
—¿Qué tan lejos vives de aquí? —pregunté, insegura de si ya había hecho
esa pregunta antes.
—No tan lejos. A unos quince minutos. Vivo justo al otro lado de Plymouth.
—Nick frunció las cejas y abrió la boca, como si estuviera a punto de hablar, pero
pareció cambiar de opinión—. Bueno, espero que sigas sintiéndote mejor.
—También yo. —Lo estudié bajo mis pestañas—. Ten una buena noche.
Su mirada vagó sobre mi cabeza, hacia mi puerta, luego retrocedió. —No
seas una extraña, Stephanie.
—Igualmente —susurré.
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Una sonrisita apareció y luego se dio la vuelta. Lo observé hasta que llegó a
las escaleras y desapareció. Entré en mi apartamento, cerré la puerta y me preparé
para ir a la cama. Aún era temprano, y aunque me sentía cansada, me quedé en la
cama durante demasiado tiempo, tratando de descifrar a Nick.
El chico tenía equipaje y una ética de citas cuestionable, ¿pero era dulce y lo
bastante amable para hacer sopa de pollo casera? ¿Todavía me deseaba y, sin
embargo, negaba la atracción con el fin de ser amigos? ¿Por qué? ¿Por qué, cuando
no lo había hecho antes con otra chica? No era porque yo fuera un copo de nieve
especial. Tenía que haber una razón. Alguna cosa.
Descifrarlo era imposible.
Nick era como un rompecabezas donde las piezas más intrincadas fueron
extraviadas, y en el fondo, sabía que no importaba cuántas veces sacudiera el
rompecabezas y empezara de nuevo, las piezas siempre estarían desaparecidas y
nunca tendría la imagen completa.
Las náuseas fueron y vinieron el resto de la semana, golpeando en los
momentos más extraños, a veces en la mañana, otras veces por la tarde, y el jueves
por la noche antes de acostarme. El viernes, fui a comer el almuerzo en la misma
calle de mi trabajo, y el olor a grasa casi hizo que mis piernas cedieran. Mi
estómago nunca había sido tan sensible, y normalmente me encantaba el olor de
todas las cosas grasosas.
Ya no me sentía tan convencida de que fuera un virus o algo así, y cuando
charlé con mi madre el viernes por la noche, casi lo mencioné, pero no quería
preocuparla. Además, hice una cita con un médico general que tenía un espacio en
dos semanas en una clínica cercana. No creía que nada estuviera seriamente mal,
pero las náuseas y la fatiga empezaban a asustarme. Nunca tuve problemas de
salud antes, y podía contar con mi mano cuántas veces tuve un resfriado.
Respirando hondo, forcé a mis pies a moverse. Roxy se puso de pie, con una
sonrisa fija en su rostro, pero sus ojos suplicantes. —Me alegra que pudieras venir.
—Hizo un gesto para que me sentara al lado de Teresa—. Todos se hallaban en la
ciudad‖y<
—Y queríamos verte —interrumpió Teresa mientras me sentaba a su lado.
Sus ojos eran tan brillantes y tan azules como los de su hermano mayor, Cam—. En
realidad no conseguimos hablar mucho la última vez.
—Sí. —Luché con qué decir mientras colocaba mi bolso entre nosotras. Roxy
se volvió a sentar, y al mirar alrededor, mi mirada encontró la de Avery. Ella me
dio una sonrisa tentativa.
Bueno. Así que esto era extraño. Tenía algo muy íntimamente en común con
la chica sentada frente a mí y la otra sentada a mi lado. En realidad era un poco
incómodo,‖del‖tipo<
Apretando los frenos de mi estúpido tren de pensamientos, me concentré en
un saludo normal. —Es bueno verlas a todas. ¿Por cuánto tiempo se quedarán
aquí?
—Tenemos lunes y martes libre. Receso de otoño —respondió Calla, y me
sorprendí momentáneamente por el hecho de que olvidé el receso de otoño—. Así
que estoy aquí hasta el martes por la noche.
—Lo que significa que Jax estará de muy buen humor. —Roxy sonrió.
Las mejillas de Calla se iluminaron con un bonito rosa. Fue solo entonces
que noté la cicatriz en su mejilla. Cuando ella estuvo en Shepherd, llevaba
maquillaje pesado para ocultarlo. No parecía que estuviera usando nada hoy.
—Creo que también vamos a regresar el martes por la noche. —Teresa
jugueteó con el borde de su menú—. Cam quiere ir a Nueva York mañana.
—Nunca he ido. —Avery recogió su menú. Sentada frente a mí, parecía
mucho más pequeña de lo que recordaba—. Así que, estoy muy emocionada de
verlo.
—Solo he ido una vez. Fue divertido —dije, apoyando las manos en mi
regazo—. Pero un poquito abrumador.
Teresa se apoyó contra el cojín. —La primera vez que fui, terminé teniendo
un ataque de ansiedad más tarde esa noche, cuando empecé a pensar en todos los
edificios.
—¿En serio? —Los ojos de Avery se abrieron.
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7
—¡Oh, Dios mío! ¡Felicidades! —Las gafas Roxy se deslizaron por su nariz—
. Espera. ¿En la comida al aire libre de Jax, cuando dijiste que tenías gripe? ¡Ya
estabas embarazada!
Avery asintió mientras la felicidad llenaba su mirada. —Es solo que no
estábamos seguros. Bueno, el test salió positivo, pero yo quería esperar las palabras
oficiales de un doctor, ¿porque quién sabe? Tal vez los resultados fueron positivos
debido a un error de usuario.
—¿Cómo puedes tomar mal un test de embarazo? —Teresa se rió, con sus
ojos brillando.
—¿No tienes que orinar en un palo? —Calla miró a Avery—. Parece
bastante simple.
—Es fácil, pero cuando no estás esperando quedar embarazada, te haces
como un centenar de test, y aun así no crees los resultados. —Se mordió el labio
mientras pasaba el dedo por el borde de su vaso, su anillo de compromiso
destellando bajo las luces—. Y aún no le creo al doctor, pero es difícil negarlo. El
cansancio sin motivo, el vómito y estar asqueada por olores que antes no te
molestaban,‖ oh,‖ y‖ los‖ pechos<‖ —Hizo una mueca—. Duelen. Todo empieza a
tener‖sentido<
—Las tortugas van a estar tan celosas. —Teresa rió mientras ponía las
manos debajo de su barbilla. Hablaba de Rafael y Miguel Ángel, las tortugas
mascotas de Cam y Avery. Eran las únicas personas que conocía en la vida real que
tenían tortugas de mascotas—. Ellos ya no van a ser sus bebés. —Su sonrisa se
extendió—. Tal vez pueda cuidarlos más a menudo.
—Estoy segura de que Ollie creará una especie de extraño parque donde el
bebé y las tortugas pueden caminar juntos, pero no se toquen entre sí —declaró
Avery, y me reí, porque si alguien podía encontrar algo así, sería Ollie, el genio
más flojo.
Avery continuó, pero mi mente se alejó de lo que decía. Ella y Cam tendrían
un bebé. Guau. No tenía ni idea de lo que debía estar sintiendo, aún estando en la
universidad y todo, pero sabía que lo harían funcionar. Pasando por las náuseas
matutinas y todo eso mientras se encontraba en la escuela...
Entonces se me ocurrió, golpeándome con la fuerza de un camión de
carreras lleno de pruebas de embarazo.
Mientras miraba fijamente la cara pecosa de Avery, mi sonrisa se desvaneció
centímetro a centímetro. Mi estómago se sumergió y se retorció. Hielo se estrelló
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El resto del desayuno con las chicas fue un borrón. Casi no toqué mi comida
y no pude seguir la conversación. Roxy me conocía lo suficiente para estar
preocupada. Cuando nos fuimos, me acompañó a mi coche, preguntando si me
sentía bien. Apenas conseguí una respuesta murmurada antes de conducir lejos.
No podía ser.
Tenía que haber otra razón por la que padecía síntomas tan parecidos a los
de Avery, y el retraso de mi período debía ser una coincidencia. Pasaron al menos
seis meses entre la última vez que tuve relaciones sexuales y la noche que pasé con
Nick. Además, usó un condón. Y doble además, yo tomaba la píldora
anticonceptiva.
Pero<‖Oh,‖Dios‖mío<‖Sabía‖que‖hubo‖un‖par‖de‖veces‖cuando‖no‖tomé‖las‖
píldoras porque estuve muy distraída. Desde que no tenía sexo —no planeaba
tener sexo hasta que conocí a Nick— no me agobió omitirlas.
Como si alguien realmente pudiera planear el sexo.
Oh, Dios.
Mi corazón se aceleró asquerosamente rápido. ¿Qué si...? Interrumpí ese
pensamiento. Ni siquiera podía terminarlo. La idea me horrorizó. No porque no
quisiera hijos. Quería hijos, ya sabes, como después de años a partir de ahora,
cuando estuviera estable en mi carrera y me casara. Sí, la parte de casada sería
lindo.
Mierda. Tener un novio sería lindo.
No fue así como planeé mi vida. No es que tuviera un plan detallado, pero
pensé que después de graduarme de la universidad, pasaría un par de años en mi
trabajo actual, dedicando mi tiempo ahí, y siendo una de esas chicas súper
sofisticadas que viajaban cuando tenían vacaciones. La Costa Oeste. Europa. Asia.
Quería ver el mundo entero. Eventualmente, conocería a un chico. Saldríamos, nos
comprometeríamos y celebraríamos una enorme boda, y tal vez para el momento
que llegase a mis treinta años, pensaría en tener un bebé.
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Ahora no.
No antes de que estuviera estable en mi carrera, viajara por el mundo, me
casara y tuviera mi enorme y ridícula boda.
Oh Dios mío, esto no podía estar pasando. Había una buena posibilidad de
que me vomitara encima.
Ahora me encontraba sentaba en el estacionamiento de una farmacia, con
los nudillos doloridos por la fuerza con la que apretaba el volante. Miré fijamente
la entrada, incapaz de obligarme a salir del coche. Necesitaba hacerlo. Necesitaba
entrar y comprar una prueba de embarazo, porque una probaría que no estaba
embarazada y solo exageraba. El estrés podría hacer que tu período se retrasara.
Un montón de cosas podrían hacer que tu período se retrasara, no solo un óvulo
fertilizado.
Oh Dios mío, un óvulo fertilizado.
No tenía un óvulo fertilizado en mí.
Armándome de valor, tomé mi bolso del asiento del pasajero y caminé a la
farmacia con un único enfoque. Pasando los pasillos de maquillaje, me dirigí
directo a la sección donde a la mayoría de las mujeres no les gustaba quedarse,
pasando los tampones y toallas sanitarias, y un montón de otras cosas para las que
nunca entendí por qué necesitábamos tantas marcas diferentes, y me detuve frente
a un montón de cajas.
Mis ojos se ampliaron.
Santos no bebés, ¿por qué había tantísimas pruebas de embarazo? Me
paralicé mientras las escudriñaba. E.p.t. Clear Blue. Prueba de Ovulación, ¿qué
diablos? E.p.t. Early. ¿Por qué tantas? Mis manos temblaron cuando recogí una y la
volteé. Mi visión se desdibujó al leer la parte de atrás. No podía creer que estuviera
comprando una prueba de embarazo.
Nunca tuve que comprar una.
Esto no podía estar sucediendo.
Colocando la caja en su lugar, ciegamente recogí otra y la volteé. Los vellos
en la parte posterior de mi cuello se levantaron y mi estómago cayó hasta mis pies.
Eché un vistazo alrededor, pero no vi a nadie mirándome. Totalmente me estaba
volviendo loca.
Agarré otra caja, comencé a marcharme y luego di la vuelta, recogiendo
otras‖cajas.‖Por‖si‖acaso<‖experimentaba‖el‖error‖de‖usuario.
1
02
Mi cara ardía como si hubiera estado bajo una lámpara de calor mientras
llevaba mis compras al frente y una mujer delgada con profundas arrugas en el
rostro, alrededor de sus ojos y boca, esperaba.
Sus cejas se alzaron cuando dejé mi carga en el mostrador y me miró, con
una sonrisa irónica en sus labios cubiertos con lápiz labial morado descolorido.
Recogiendo una caja, ofreció una risita gutural. —Nunca puedes estar demasiado
segura sobre algunas cosas, ¿eh?
Quería esconderme bajo el cesto de dulces detrás de mí.
—No hay nada de qué avergonzarse, cariño. —Escaneó una prueba de
embarazo y luego la guardó en una bolsa—. La mayoría de la gente compra varias
cajas la primera vez.
¿Era tan obvio que esta era mi primera vez? Un segundo. ¿Atravesaba en
serio mi primera vez? Cuando las cajas entraron en la bolsa y me dio mi suma
total, me di cuenta, un poco entumecida, que si me hallaba preparada para ello o
no, esto realmente estaba sucediendo.
Podría estar embarazada.
Tan pronto como regresé a mi apartamento, puse la bolsa potencialmente
cambiante de vida en la encimera y entré en la cocina. Guardaba todos los
medicamentos, junto con mis pastillas anticonceptivas, en un armario. En cualquier
otro lugar, acabaría olvidándome de ellas.
Tomando una respiración profunda, abrí el envase de plástico púrpura,
alisando mis dedos sobre las filas de píldoras pequeñas. Conté y luego conté de
nuevo.‖Cerrando‖los‖ojos‖con‖fuerza,‖maldije.‖Las‖fechas‖que‖me‖perdí<
Eran fechas importantes.
Acercando de golpe el recipiente, lo puse de nuevo en su lugar y después
dejé caer mis codos en la encimera. Me froté las manos por la cara. Mis
pensamientos giraron en un círculo continuo hasta que uno principal se liberó. Si
yo<‖Si‖yo‖estaba‖lo‖que‖temía,‖¿tomar‖píldoras‖anticonceptivas‖después<‖después‖
de la concepción afectaba al bebé?
No lo sabía.
Francamente, sabía muy poco acerca de los pormenores del embarazo. Era
hija única. Nadie que conocía a mi edad, con excepción de Avery, había estado
embarazada. No era como si las mujeres nacieran con este conocimiento, y dudaba
que muchas madres decidieran pasar ese tipo de información hasta que fuera
necesario.
1
03
Con cuidado abrí el paquete, saqué el palo y entré en el baño. Quité la tapa
púrpura y mi estómago se agitó.
Mi corazón palpitaba como si corriera cuesta arriba mientras hacía mi
asunto. Lo único que pensaba en mi cabeza era lo incómodo que era esto. De
verdad. Cuando terminé, volví a encajar la tapa y la coloqué suavemente en la
encimera de mi lavabo.
Entonces salí huyendo de mi cuarto de baño, como una velocista legítima,
salí corriendo del baño.
Paseando por la longitud de mi sala de estar, sabía que solo necesitaba
esperar dos minutos, pero dos minutos se convirtieron en cinco y cinco minutos se
convirtieron en diez. No me encontraba lista. Me pasé las manos por el pelo y
sacudí la cabeza. No estaba preparada para ver esto.
Pero, ¿y si mostraba un pequeño feliz signo negativo?
Pero, ¿y si hubiese un muy espantoso signo positivo?
Observé las cajas no utilizadas restantes en la encimera y seguí marcando un
camino en los pisos de madera. Siempre fui tan condenadamente cuidadosa en el
pasado. Nunca temí la posibilidad de quedar embarazada, y ahora que había una
posibilidad de que podía estarlo, no sabía qué hacer.
Nunca‖en‖mi‖vida‖me‖sentí‖tan<‖tan‖impotente
En realidad, no era cierto. Fue cuando tenía quince años y dos hombres en
uniformes prístinos y majestuosos llamaron a nuestra puerta. Cuando me
encontraba parada en la escalera y la sangre se drenó de la cara de mi madre
cuando los vio; me sentí impotente entonces.
Detestaba esa sensación, odiaba los recuerdos que arrastraba hasta la
superficie. Segundos cuando nuestras vidas enteras cambiaron, para nunca ser las
mismas. El aire salió de mí. Al detenerme delante de la televisión, me di cuenta de
que podría estar en la misma posición, de pie en ese borde muy afilado de cambio
monumental.
O simplemente podría estar enloqueciendo.
Pasaron unos cuarenta minutos desde que puse la prueba en el lavabo.
Necesitaba ir a verla. Acabar con esto, como sabía que tenía que hacer. No era
cobarde. Podría enfrentarme a esto, sin importar qué. Mordiéndome el labio
inferior, avancé por el pasillo y entré al baño. Mi reflejo en el espejo me dijo que
lucía tan fuera de control como me sentía. Mi cabello ahora por todo el lugar y mis
ojos amplios, pupilas dilatadas.
1
05
Solo para comenzar el lunes con una bomba, me hice la tercera prueba de
embarazo esa mañana, y también dio positivo. Embarazada. Tres pruebas con el
mismo resultado, pero todavía había una partecita de mí que quería creer que hice
algo mal, que si no me lo confirmaba un médico, existía una posibilidad de que no
lo estuviera. Pero no era tonta ni tan ingenua. Sabía que cuando fuera a la cita de
mi médico la próxima semana, lo que las tres pruebas ya me dijeron y lo que
estuve experimentando la semana pasada confirmaría lo que ya sabía.
Y de acuerdo con la prueba muy cara, estaba dos o tres semanas por delante
de mi última ovulación. Lo que significaba que llevaba cerca de cuatro a cinco
semanas de embarazo. El momento era certero.
En realidad estaba embarazada.
Había un bollo en mi horno.
Me preñaron.
El viaje a casa fue tan molesto, pero esperado. Cuando entré por mi puerta,
el cielo era de un azul intenso, el sol ya casi desaparecido. Sacándome el abrigo, lo
puse sobre el respaldo de la silla de la cocina y coloqué mi bolso sobre la mesa.
Comencé a dirigirme a la nevera, pero recordé que había recibido un texto.
Volviendo a mi bolso, saqué mi teléfono y toqué el botón.
Mi corazón dio un vuelco en mi pecho. El mensaje era de Nick.
¿Estás preparada para la noche de juego?
Mi cerebro quedó vacío por un par de momentos. Miré el texto hasta que la
pantalla se volvió negra. Reece organizaba lo que supuse era una noche de juego
bimensual‖el‖miércoles,‖y‖Nick‖me‖invitó‖de‖nuevo,‖pero‖yo<
No me sentía de humor para ir allí y fingir que todo se hallaba bien, porque
no era así. Colocando mi mano libre contra mi vientre inferior, la sacudí. ¿Qué
hacía?
No podía ver a Nick en este momento sin dejar escapar lo que pasaba, y no
me hallaba preparada para esa conversación. Correcto o no, era la verdad. Aún no
me hice a la idea del hecho de que estaba embarazada, y ni siquiera podía empezar
a hablar con alguien más al respecto, menos con él, porque sabía que iba a ser una
conversación difícil.
Si era una conversación que iba a tener lugar.
No respondí al mensaje de Nick.
Y él no respondió.
apartamento y conduje las tres horas a la casa de mi mamá. Ella me esperaba, pero
no sabía por qué iba para allá.
Necesitaba<‖ Necesitaba‖ a‖ mi‖ mam{,‖ y esta conversación que tenía que
tener con ella no podía hacerse por teléfono. Era imposible.
Mi mamá vivía en la misma casa en la que crecí y sabía que ella nunca
abandonaría la casa de dos pisos de estilo colonial en Red Hill, en Martinsburg.
Había demasiados recuerdos.
Era cerca de las once cuando ingresé en la entrada. El asfalto se hallaba roto,
como lo estuvo durante los últimos tres años. Mamá no paraba de decir que iba a
hacer que lo repararan, pero no vi que eso sucediera en un futuro próximo.
Tragando con dificultad, me senté en el coche, dejando que el motor
estuviera inactivo en tanto mi mirada recorría el frente de la casa. Una corona
otoñal colgaba de la puerta principal. Cuando era más joven, en la época cerca de
Halloween, ella solía poner esas calcomanías de fantasma y brujas en las ventanas
delanteras.
Pero ya no era una niñita.
Obviamente.
Apagué el encendido, agarré mi bolso y la bolsa para pasar la noche que
empaqué. Planeé quedarme esta noche. Salí al sol brillante, caminé por el sendero
oscurecido por los espesos arbustos de acebo.
La puerta se abrió antes de que llamara, y a pesar de la rápida ansiedad que
se acumuló en mi sistema, una amplia sonrisa se desató en mi rostro.
—Mamá.
Ella se encontraba parada en la puerta, sosteniendo una bola blanca y
marrón de absoluto terror que hacía todo lo posible con su fuerza de perrito para
bajarse. Alrededor de su cuello había una cadena de plata que no fue removida en
años. Las placas de identificación de mi padre. —Me preguntaba si ibas a entrar o a
sentarte afuera toda la mañana.
Riendo, entré y les di un abrazo de un brazo a ella y al perro, que calentaron
mi piel helada. —No estuve allí tanto tiempo.
Arqueó una ceja oscura mientras dejaba abajo al perro. —Ajá.
Dejando caer mi bolso y monedero en el suelo, me agaché y recogí el terrier
Jack Russell de mi madre, que nombró apropiadamente Loki. El perrito se retorció
en mis brazos mientras me bañaba la cara en besos durante unos tres segundos y
luego se sacudió en mis brazos hasta que lo volví a bajar.
1
11
Se sentó a mi lado, con una taza de café en las manos. En un instante, Loki
saltó a su regazo. —Me sorprendió cuando dijiste que venías a casa. No esperaba
verte hasta el día de Acción de Gracias.
Con mi boca llena de mantequilla, levanté un hombro en un encogimiento.
Mamá me miró mientras sorbía su café, con cuidado de no molestar al perro
enroscado en su regazo. Mientras me concentraba en acabar con la torta, sabía que
mamá se daba cuenta de mis problemas con solo observarme. Ella podía leerme
como si tuviera todos mis secretos escritos en la frente. Sabía que ocurría algo, y yo
también sabía que no iba a andarse con rodeos, perdiendo el tiempo con una
conversación banal.
Y no lo hizo.
—Te ves muy cansada, cariño. —Bajó su taza—. No has dormido bien.
Dormir la semana pasada fue difícil. Me iba a la cama con mis pensamientos
en tantos lugares diferentes que me despertaba varias veces a lo largo de la noche,
mientras mi mente corría como si no hubiera estado dormida en absoluto.
—¿Es el trabajo? —preguntó.
Puse el tenedor en el plato vacío. —El trabajo va bien, perfecto en realidad.
Es un buen trabajo, y estoy feliz con él.
—Entonces, ¿qué pasa? —Los labios de mamá se curvaron ligeramente—. Sé
que pasa algo. En el momento en que me llamaste, lo supe. No vives en una zona
horaria diferente, pero un viaje de tres horas no es un paseo por el parque.
Tomando un trago de leche fría, me recosté en la silla. Levanté mi mirada y
mis ojos se encontraron con los suyos. —¿En serio me veo tan mal?
—No te ves mal, cariño, pero pareces cansada. —Hizo una pausa, su mano
ausentemente alisando la cima de la cabeza de Loki—. Y sonaste estresada cuando
me llamaste.
Tenía el estómago revuelto y no estaba segura de si se debía a las infames
náuseas matutinas o a los nervios, porque vine a ver a mi mamá para poder decirle
la verdad, para encontrar un sentido de calma y escuchar su consejo.
Probablemente iba a ser una de las bombas más grandes que dejaría caer sobre ella,
y me sentía enferma.
—¿Stephanie?
Estirando una mano temblorosa, me metí el pelo detrás de la oreja.
—Hay una razón por la que estoy aquí. No es que no quiera verte.
1
13
Quise sonreír, porque sabía que trataba de hacerme sentir mejor acerca de
esto. —Pero ustedes estaban juntos, enamorados y...
—Y nada de eso es necesario para tener un bebé, cariño. Es lindo. Es lo que
todos esperamos, lo que esperé cuando se trataba de ti, pero no siempre es lo que
sucede.
Miré fijamente la superficie rasguñada de la mesa, con mi voz apenas
encima de un susurro cuando hablé. —Est{s<‖¿est{s‖decepcionada?
—Cariño, ¿por qué estaría decepcionada?
Una risa estrangulada se me escapó cuando me incliné hacia delante,
pasando mi dedo por los surcos de la mesa. —Um, tal vez porque tengo veintitrés
años‖y‖estoy‖embarazada<‖y‖soltera.
—Podría ser peor.
Arqueé una ceja.
—Podrías tener dieciséis años y esto podría estar pasando. O podrías estar
enferma en lugar de eso —dijo, con la mirada fija y seria—. Sabes, Stephanie, las
cosas podrían ser peores.
Pensé en el golpe en nuestra puerta hace nueve años. —Tienes razón.
Exhaló lentamente y luego me dio una palmadita en el brazo antes de
recoger su café. Tomó un enorme trago, y todo lo que podía pensar era que no
había suficiente cafeína en el mundo para hacer frente a esto. —¿Sabes lo que vas a
hacer?
Mi aliento se atascó en mi garganta. —Yo<‖No‖lo‖sé.
Hubo otra pausa. —Tienes opciones.
Cerré los ojos. La leche comenzó a cuajar en mi estómago. —Lo sé.
—¿Sabes de cuánto estás? —preguntó—. No puede ser tanto tiempo.
—Basado en una prueba y el tiempo, estoy de alrededor de cinco semanas.
—Abrí los ojos y respiré hondo.
Un poco del color volvió a su rostro. Su tono me dijo que se movía al modo
mamá-puede-ocuparse-de-esto. —Acerca de este tipo. ¿Sabe?
Sacudí la cabeza. —Acabo de enterarme el domingo pasado y necesitaba
hacerme a la idea primero.
Su mano volvió a alisar la espalda del perro. —¿Planeas decirle?
Mi boca se abrió, pero no tuve una respuesta.
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15
Apretó los labios y luego asintió lentamente. —Si decides no seguir con esto,
esa es en última instancia tu elección. De nadie más. Creo eso, pero también creo
que debes contarle al padre. Lo lamento, cariño. Eso es lo que siento.
El‖padre<
Dios, oír palabras como esa era como quedar impactada por un cable vivo.
Pero sabía en el fondo de mi corazón que personalmente no me sentiría bien
si no le decía a Nick. Si no le daba la oportunidad de saber al menos lo que pasaba,
de contar con su opinión. Al final, lo que él sentía podría o no influir en mi
decisión. No lo sabía, pero no creía que todos los demás tuvieran que sentir lo
mismo que yo. A cada cual lo suyo. No me correspondía decirlo, excepto cuando
se trataba de mí.
Y sabía que tenía que contárselo.
—Necesitamos más pastel para esta conversación. —Mamá despertó al
perro durmiente y lo colocó en el piso, donde Loki salió corriendo hacia el
recipiente de agua. Ella fue al mostrador y regresó con dos rebanadas enormes,
una para mí y otra para ella.
—Gracias —susurré, con mi garganta rasposa.
—Cariño —se acercó, acariciando mi mejilla—, este no es el fin del mundo.
Sí, es algo importante. Algo enorme, donde sin importar lo que decidas va a
permanecer contigo por mucho, mucho tiempo.
Un nudo se formó en mi garganta, cortando mis palabras.
—No importa lo que elijas, no importa la opción que decidas, te amaré y te
apoyaré de cualquier manera —declaró, y las lágrimas llenaron mis ojos
entonces—. Decides que no estás preparada para esto, estaré contigo si así lo
quieres. Y si decides que quieres seguir con esto y tener ese bebé, voy a ser una
abuela orgullosa; una tremenda abuela muy guapa.
Solté una risa temblorosa cuando una lágrima escapó y corrió por mi
mejilla.
Mamá cogió esa lágrima con su pulgar. —No importa qué, te amo y siempre
estaré orgullosa de ti.
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16
—De acuerdo con las pruebas que me hice, tengo cerca de cinco semanas de
embarazo, lo que tiene sentido en cuanto al tiempo —continué de prisa—. Tengo
una cita médica el jueves, al mediodía, y supongo que confirmarán lo que ya sé.
La boca de Nick se movió unos segundos, pero no hubo sonidos inmediatos.
—Usé un condón. —Estas cuatro palabras fueron dichas roncamente—. Siempre
uso un condón.
Los músculos de mi espalda se pusieron rígidos, ya que algo que nunca
pensé se me ocurrió. ¿Y si no creía que él era el padre? Después de todo ¿qué
certeza podía tener, considerando la forma en que estuvimos juntos? Mi corazón
comenzó a golpear. —Lo sé, pero el condón tuvo que haberse roto, y volviendo
atr{s,‖se‖sintió<‖diferente‖después.‖No‖he‖estado‖con‖nadie‖m{s‖desde‖ti‖y‖pasaron‖
como seis meses antes de ti. Tomo píldoras anticonceptivas, pero cuando me
preparaba para mudarme, me salté unas cuantas —dije—. No le presté atención,
como no estuve con nadie‖hasta<‖hasta‖ti.
Nick apartó la vista mientras colocaba su vaso casi lleno en la mesita de
centro. —¿Estás segura de que estás embarazada?
—Me hice tres pruebas de embarazo. —Esperé que me preguntara si me
hallaba segura de que era el padre. Esa pregunta dolería, pero la esperaba, y
realmente no podía culparlo por ello.
—Oh, mierda. —Se puso en pie, pasándose una mano por el pelo—. Oh,
mierda.
—Eso prácticamente lo resume todo.
Nick me miró, sus pupilas se dilataron y luego apartó la vista. Caminó hacia
la puerta, y por un momento mi corazón se detuvo. Pensé que se iba, pero se dio la
vuelta. Caminando. Caminaba de un lado al otro. —¿Hace cuánto tiempo lo sabes?
¿Es por eso que no me regresaste el mensaje la semana pasada?
Su pregunta me pilló desprevenida. —Me hice las pruebas el domingo
pasado, hace una semana. No respondí tu mensaje,‖ porque‖ yo<‖ bueno,
honestamente, aún no me lo creía. No sabía qué decirte.
Me miró, con los labios fruncidos. —Deberías haberme dicho en el momento
que lo supiste.
Me sobresalté. De todas las cosas que esperaba que dijera, esa no era una.
—Primero tenía que hablar con mi mamá.
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20
—Entonces, ¿por qué no seguir adelante y hacer la cita? —Su mirada era
firme, minuciosa—. ¿Por qué ir a un médico general cuando sabes lo que van a
decir?
Maldita sea. Tenía razón.
—Tengo un buen punto, ¿no?
Mis ojos se estrecharon. —¿Puedes leer mentes?
—No —dijo riendo—. Sólo soy lógico.
—Lo que sea. —Suspiré—. Bueno. Puedo hacer una cita con un Ginecólogo-
Obstetra mañana. Espero encontrar uno.
Sonrió brevemente. —Tengo disponibilidad cuando lo necesites. Me dejas
saber. Puedo llevarte o encontrarte allí.
—De acuerdo. —Doblando los brazos sobre mi estómago, levanté mi mirada
y lo encontré observándome—. ¿Se lo dirás a tu familia?
La línea de su mandíbula se endureció. —No.
Su respuesta fue rápida y cortante a la vez. —Está bien.
Se inclinó, apoyando sus brazos sobre la mesa. —No lo dije de ese modo. No
tengo familia cercana, nadie que se preocupe.
Ladeé la cabeza. —¿Qué significa eso?
Apoyó la barbilla en su mano y sus dedos rozaron su boca bien formada. —
No soy cercano a mi familia. Ni siquiera sé si todavía viven por aquí. ¿Vas a
contarle a Roxy?
Sabiendo que cambió el tema a propósito, luché por dejarlo ir. Las cosas
eran nuevas para nosotros y nuestros pasos eran vacilantes. Si no quería divulgar
esa información en este momento, bien, pero lo tendría que hacer eventualmente.
—No lo había pensado. ¿Y tú?
—Iba a dejar eso en tus manos, pero no creo que sea algo que puedas
mantener en secreto por mucho tiempo —razonó—. Tendré que avisarle a Jax en
caso de necesitar tiempo libre o algo así, pero él lo mantendrá en secreto.
—Se lo podría decir a Calla. Quiero decir, están juntos y se cuentan todo.
Entonces, si lo sabe, hay muchas posibilidades de que se le escape. —Me mordí el
labio—. Sin embargo, no tiene que ser ahora mismo.
Asintió. —No hay que decir nada en este momento, pero ¿qué pasa con tu
trabajo? ¿Cómo crees que lo van a tomar?
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27
medio tentada a botarlos en el almacén, pero una vez más, había razones por las
que no sería un comportamiento aceptable.
Los apilé en un estante del centro, luego alisé mi blusa. Un olor diferente
dominó al químico, algo demasiado almizclado. Girándome, estuve a punto de
vomitar y comencé a temblar como un niño de dos años.
Rick se hallaba de pie en la puerta, su rostro enrojecido y sus ojos maliciosos
con una vista muy desagradable. Era la fuente del aroma nuevo que revolvió mi
estómago. Algunos días olía como si se hubiese bañado en colonia. Me sonrió.
Suspiré.
Hoy no era un buen día.
Mi estado de ánimo de mierda comenzó en la mañana cuando traté de
ponerme una falda lápiz muy linda. La subí por mis muslos y caderas, pero
cuando traté de cerrarla, me apretó el estómago y rompí las costuras.
Luego, después de experimentar el primer asunto del embarazo con el
fracaso de vestimenta a primera hora de la mañana, mi estómago no fue un
campista feliz en todo el trayecto al trabajo. No tuve la precaución de comprobar lo
que utilizaba la gente embarazada para lidiar con las náuseas, por lo que tuve que
sufrir hasta llegar a casa. La paranoia no me permitió investigar en Google
mientras me encontraba en el trabajo.
Mi estómago parecía burbujear con bilis, no pude comer mucho en el
almuerzo, lo que me hizo pasar hambre y enojarme al mismo tiempo. Pero esa no
fue la principal fuente de descontento durante el almuerzo. Me escondí en el auto,
para llamar a Ginecólogos-Obstetras, y querido Dios en el cielo, ¿se hallaba todo el
condado con mujeres embarazadas y en necesidad de un médico para bebés? Tuve
que hacer seis llamadas diferentes para encontrar un médico que me pudiera
atender en la segunda semana de noviembre.
¡La segunda semana de noviembre!
Santa mierda, según mis cálculos, me encontraría cerca de ocho semanas de
embarazo para entonces. ¡Ocho semanas! Eso eran dos meses y algunos cambios de
repuesto. ¿Qué diablos haría entre ahora y ese entonces?
Había muchas cosas que podía arruinar en dos meses y medio.
Pero hice la cita, y aunque la cena con Nick la noche anterior fue cuesta
abajo tan rápido como un apocalipsis zombie, le envié un mensaje de texto con la
fecha y la hora que programé mi primera cita.
Sin respuesta.
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Casi nadie habló de otra cosa el resto del día en el trabajo. Todo el mundo se
encontraba impresionado con lo que ocurrió abajo en uno de los campos de
entrenamiento. Por lo que pude entender de los chicos que entraban y salían de mi
oficina, Brock entrenaba a uno de los nuevos luchadores, un chico joven con un
gran potencial en el campo de las artes marciales mixtas.
Nadie sabía exactamente cómo ocurrió la lesión, pero parecía que Brock
mostraba al hombre más joven movimientos de inmovilización. Algo salió mal, y él
terminó de espalda, agarrando su pecho. Dijo que sintió un crujido, y aunque no
sabía mucho sobre las lesiones relacionadas al MMA, eso no sonaba bien.
Y no lo había sido.
Para el momento en que comenzamos a cerrar el edificio, Marcus regresó y
las noticias fueron horribles. Brock sufrió una ruptura del tendón de su pectoral
mayor, un desgarro en el músculo interior que rodeaba la pared torácica. El
desgarro era tan severo que el músculo se separó del hueso y fue llevado
rápidamente a cirugía para repararlo.‖ En‖ pocos‖ segundos,‖ Brock‖ “la‖ Bestia”‖
Mitchell sufrió lo que algunos temían fuera una lesión que pondría fin a su carrera.
Horrorizada, no supe que decir. No lo conocía mucho, pero era deprimente
escuchar que su futuro podría haber cambiado irrevocablemente. El malestar
persistió más allá del momento en que llegué a casa y me cambié a un par de
cómodos y cálidos pantalones de yoga. Roxy pasó a saludar, y le conté sobre Brock.
Parecía tan triste como todos los demás.
Cuando se fue para ir al lugar de Reece, hablé con Yasmine por Skype
durante un par de minutos sobre nada en particular antes de que se inclinara hacia
su pantalla, sus cejas levantadas con preocupación.
—¿Cómo estás en realidad, Steph? —preguntó, su voz sonando distante en
la conexión de Skype.
Apreté la almohada más cerca de mi pecho mientras la miraba de regreso.
—Estoy bien. Como dije.
1
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2Es una empresa de medios de comunicación de Internet centrada en el seguimiento del contenido
viral.
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¿Galletas saladas o papas fritas? Eso era lo que debatía cuando hubo un
golpe en mi puerta.
Me giré lentamente mientras mi corazón daba una voltereta. Un momento
pasó y luego me acerqué a la puerta. Aunque mi parte intuitiva sabía quién era,
igualmente comprobé. Era Nick. Mordiéndome el labio, le eché un vistazo a mi
ropa y suspiré. Mis pantalones eran al menos dos tallas más grandes y mi suéter
desgastado no era algo que alguna vez usaría en público. Una gran parte de mi
estómago era visible, y aunque no había cambios notables, deseé tener tiempo para
correr‖a‖cambiarme<
Bueno, espera. ¿Por qué me importaba como me veía o lo que pensaba? Me
sentía furiosa con Nick. Y podría verme peor. Podría tener galletas en mi pecho o
algo así. Abrí la puerta, lista para exigir saber porque me vino a ver.
Antes de que pudiera abrir la boca, Nick entró directamente, como si tuviera
todo el derecho del mundo a entrar. Tenía un casco bajo su brazo y una chaqueta
de cuero desgastada se extendía sobre su amplio pecho.
—Así que, ¿aun tienes una motocicleta? —dije bruscamente, y hombre, esa
era una pregunta estúpida.
Apoyó su casco en la mesa de cocina. —Sí, la tengo. —Frunció el ceño—.
Tengo un auto y una motocicleta. La lluvia se detuvo, así que decidí montar la
motocicleta.
—Pero, ¿no hace frío en la moto?
Se encogió de hombros. —Te acostumbras. —Hubo una pausa mientras esa
mirada verde clara se deslizaba sobre mi cara—. Voy a tener que ponerte en la
parte trasera de mi moto y llevarte a dar un paseo.
Un escalofrío descendió por mi espalda. Esas palabras goteaban con un
significado más pesado. Doblando los brazos a través de mi estómago, bajé la
mirada, aterrizándola en el casco. —¿Qué haces aquí, Nick?
El silencio saludó a mi pregunta, me forcé a mirarlo. Su mirada se afiló
mientras miraba fijamente hacia mí, su mandíbula una línea dura. Cuando habló,
su voz era cortante. —No puedo creer que me preguntes eso.
Quería señalar por qué la había hecho, pero las razones no eran muy
buenas. Podía reconocer eso ahora.
—Así que, ¿supongo que es por eso que no respondiste mi mensaje el lunes?
—dijo, poniendo las manos en sus caderas—. Hice algo para molestarte. No sé
exactamente qué, así que, ¿serías tan amable de hacerme saber lo que hice?
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—Me decías por qué no respondiste mis mensajes. Debí responder antes.
Sorprendida, lo miré bruscamente. —¿Lo dices de verdad?
Ignoró esa pregunta. —Pero también debiste tener las pelotas suficientes
para llamarme de inmediato. Podríamos haber lidiado con eso en ese momento en
vez de cocinarlo durante dos días y hacer que le preguntara a Roxy ayer si estabas
muerta.
—¿Qué? —Me aparté—. ¿Le preguntaste a Roxy si estaba muerta?
Una expresión testaruda se estableció en sus facciones. —Bueno, no dije esas
palabras exactamente, pero la vi en el bar esta tarde y le pregunté si sabía algo de
ti. Mi punto es que deberías haber tenido las pelotas para llamarme.
—No tengo pelotas —dije sarcásticamente. Lo loco era que en cualquier otra
situación habría llamado a su culo inmediatamente. No lo habría dejado pasar.
Un lado de su labio se curvó. —Entonces deberías haber tenido los óvulos
fertilizados para llamarme inmediatamente.
Me estremecí. Y una risa se me escapó. —¿Los óvulos fertilizados?
Su sonrisa se extendió. —Esa es la siguiente mejor cosa después de las
pelotas.
—Oh, Dios mío. —Golpeé las manos sobre mi cara mientras me reía—. Eso
suena mal de todas las formas, Nick. Tan mal.
—Sí, tienes razón. Suena raro. —Se rió mientras bajaba mis manos.
Me ruboricé y retorcí incómodamente. —Tienes razón —dije—. Debería
haber dicho algo o preguntado, o al menos haber respondido. Fue infantil, y
normalmente no soy así. Supongo que estoy<
—¿Estresada? —suministró gentilmente, empujando mi pierna con la suya.
Asentí. —Sí, pero esa no es realmente una excusa.
—Había una razón por la que no me puse en contacto contigo hasta después
de la noche del lunes. Estuve cuidando a mi abuelo. —La declaración me sacudió.
Nick miraba fijamente hacia delante, todo el humor anterior desapareció de su
llamativo perfil.
—¿Qué? —susurré.
Su garganta se movió antes de hablar—:‖Mi‖abuelo<‖su nombre es Job. —
Sus labios llenos se curvaron en una breve sonrisa—. Sé que es un nombre extraño.
Mi familia es Romana. Probablemente nos conozcas por otro término. Gitana.
Aunque a la mayoría de nosotros no nos gusta ese nombre. Para nada.
1
37
Por lo general no me sentaba y veía películas con un chico con el que quería
hacer cosas sucias. Esta fue una primera vez para mí, y me gustó. No. No sólo me
gustó. Realmente lo disfruté.
El calor de Nick se filtraba y me empapaba. Una vez que dejé de meter
comida en mi boca, me apoyé a su lado. No fue a propósito. No era algo que me
notara, pero en algún momento, todo mi lado derecho se presionó contra su lado
izquierdo y su brazo izquierdo cayó a lo largo del respaldo del sofá.
Se sentía correcto.
Eventualmente, mis párpados se volvieron demasiado pesados para
mantenerlos abiertos. Luché contra la calma del sueño, porque en serio, no
necesitaba dormirme sobre Nick, pero no sirvió. Acurrucada, más cómoda de lo
que podría recordar alguna vez, entré en un sueño tranquilo.
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—Lo hiciste. —El humor llenó sus ojos mientras giraba la cabeza de lado a
lado.
—Te quedaste.
Su mirada se deslizó lentamente por mi cara mientras se acomodaba. —Lo
hice. Te sentías demasiado cálida y acogedora para irme. ¿Estás molesta por eso?
—No. —Todo lo contrario—. No era mi intención quedarme dormida.
—No me importa. Me gustó.
Mi corazón comenzó a hacer este pequeño baile. —Pero ¿qué pasa con tu
abuelo?
—Le envié un mensaje a la enfermera. Ella se quedó. Supongo que
necesitaba las horas extra, porque parecía feliz por eso.
Bajé la mirada. —Espero que no te costara mucho.
—No lo hizo.
Eso no podía ser del todo cierto. Las enfermeras privadas tenían que cobrar
un ojo de la cara, pero me sentía feliz de que se quedara. Muy satisfecha.
—Por cierto —dijo, arrastrando las palabras—. Roncas.
Mis ojos se abrieron. —¿Qué?
—Sí. —Me sonrió—. Suena como motosierra bebé.
—¡Yo no ronco!
Puso una expresión en blanco. —¿Cómo lo sabes? Estás dormida.
Abrí la boca para protestar, pero tenía razón, ¿cómo iba a saberlo? Nunca
dormí con un chico, ni siquiera con el que salí en la secundaria, y mientras estaba
en la universidad, mi compañera tenía la costumbre de dormir con auriculares. Oh,
Dios mío, tal vez yo era la razón de eso.
—¿De verdad ronco?
Se puso serio como por dos segundos y luego se echó a reír. —No. No
roncas. Sólo bromeaba.
—¡Idiota! —Hice una mueca mientras me le daba un golpe en el brazo—. Y
yo que pensé que realmente sonaba como una motosierra.
—Una motosierra bebé —corrigió.
—Lo que sea —murmuré, luchando contra una sonrisa.
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Mi pecho subía y bajaba rápidamente. Por un breve momento pensé que con
Nick teníamos la costumbre de hacer las cosas al revés, primero el sexo, luego el
bebé, y ahora algunas caricias, ¿todo antes de la cita? Bueno, tuvimos una cita el
domingo pasado. ¿Algo así?
El calor en mis venas y la humedad entre mis muslos le dijo a la voz en mi
cabeza que se callara.
Era una esclava de mi cuerpo, pero cuando giré mi cabeza hacia la suya, y
sentí mi nariz rozando su mejilla, no me importó. —Voy a dejarte alegrar mi
mañana.
Se puso rígido contra mí y luego dijo—: Gracias a Dios.
Mis ojos se cerraron mientras me entregaba a sus hábiles manos, y no me
hizo esperar mucho tiempo. Se movió hasta que su frente se encontraba presionada
contra mi sien, y me di cuenta que en esa posición podía ver lo que hacía.
Eso me encendió aún más.
Nick bajó la mano hasta mi ombligo, se quedó allí casi con respeto, y luego
su gran mano se deslizó por debajo de la cintura de mis pantalones. —Santa
mierda —gruñó—. Dime que todo este tiempo has estado sin nada debajo de estos.
—Nada. —El calor convirtió mi sangre en lava—. No esperaba a nadie
anoche.
Sus dedos se aventuraron lentamente hacia el sur mientras usaba su rodilla
para abrir mis piernas. —Así que, ¿te vistes así cuando estás sola en casa? Sin
bragas.
—En su mayoría. —Mi respiración se detuvo cuando la punta de sus dedos
rozaron mi punto sensible.
—Maldición. Nunca olvidaré eso.
Empecé a responder, pero entonces me tocó y todos los pensamientos se
desvanecieron. Sus dedos se arrastraron suavemente entre mis piernas,
moviéndose adelante y atrás de una manera perezosa que hizo curvar los dedos de
mis pies. Contuve la respiración.
—Eres tan suave aquí. Creo que es la única parte de ti que lo es.
Quería decirle que no era el caso, que era una gran bola de felpa, pero uno
de sus dedos se volvió audaz, deslizándose dentro de mí. Mis caderas se
arquearon, llevándolo más profundo, y su gemido en respuesta envió otro destello
de calor a través de mí.
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Le lancé una mirada. —Me pregunto si sabes lo frío que está afuera.
Roxy se rió mientras la observaba. Katie llevaba un overol color magenta, no
púrpura, sino muy magenta. Debajo de él tenía un brillante sujetador deportivo de
color azul.
—¿Hacen sujetadores deportivos con destellos? —pregunté.
—¿Qué? Ojalá. ¿Sabes lo fácil que sería mi vida? —Hizo un puchero—. Pasé
al menos una hora con mierda deslumbrante y usando una pistola de silicona
caliente.
Mis cejas se elevaron mientras intercambiaba una mirada con Roxy.
—He tenido graves quemaduras con pistolas de silicona. En lugares que ni
siquiera quieres saber.
—Espera. —Roxy subió sus gafas—. Quiero saberlo.
No estaba segura de que yo quisiera.
—Algunas veces debes estar usando la ropa para asegurarte de que los
adornos luzcan bien —explicó Katie, muy seria—. No es como si vendieran trajes
de baño con diamantes organizados en forma de un gallo en el culo.
Mi mandíbula cayó, e inmediatamente me imaginé esas nalgas y sabía que
nunca me sacaría eso de la cabeza. Nunca.
—De acuerdo. —Roxy golpeó las manos sobre la mesa y rápidamente
cambió de tema. Las bebidas llegaron y luego nuestra comida fue traída. El vapor
todavía salía de mi tortilla cuando la mirada astuta de Roxy aterrizó en mí—. ¿Qué
está pasando contigo y Nick?
Hice una pausa, un tenedor con huevos y pimientos a medio camino de mi
boca. Roxy y yo nos enviábamos mensajes, pero no le había hablado sobre Nick ni
el embarazo. Quería hacerlo, de verdad quería hacerlo, porque quería decirle a
alguien que no fuera Nick o mi mamá, pero Roxy trabajaba con él, y eso cambiaba
las cosas.
—¿Qué quieres decir con qué está pasando? —pregunté.
Katie apuñaló un trozo de salchicha. —Lo que quiere decir es que Nick no
ha conectado con otra chica desde que tú entraste en Mona´s.
Gracias a Dios tragué mi comida, porque me encontraba segura que me
habría ahogado al escuchar el comentario directo de Katie, pero un alivio
profundo, casi inquietante, se formó en la boca de mi estómago. Si Nick seguía
andando con otras personas era algo en lo que no me había permitido pensar. Una
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posibles tipos y ninguno de ellos era espía. A menos que fueran espías cuando se
trataba de encontrar el bar más cercano.
—Eh. Está bien. —Roxy parpadeó, regresando su atención hacia mí—. Lo
que estamos tratando de decir es que sólo nos sorprende, pero no estamos
juzgándote a ti ni a Nick.
Mi espalda seguía rígida. —¿En serio?
—En serio. —Roxy se inclinó, luciendo arrepentida—. Y lo siento mucho si
te di esa impresión. De verdad.
Asentí, deseando creerle, pero era difícil olvidar la emoción cuando Avery
anunció sus noticias, en comparación con la conmoción absoluta que fue grabada
en sus rostros cuando les dije que estaba embarazada. Respirando hondo, decidí
dejarlo ir.
—¿Están contentos con esto? —preguntó Katie, tan directa como siempre.
La agitación volvió a mi pecho —Sí,‖ nosotros<‖ lo‖ estamos.‖ Tan‖ extraño‖
como suena, estamos contentos. Fue una conmoción, pero nos estamos
acostumbrando a ello. —Hice una pausa, y mis siguientes palabras salieron de
prisa en un lío desordenado—. Nick hizo esta cosa el miércoles por la noche
cuando vino a verme. Me preguntó si podía colocar su mano sobre mi estómago, y
cuando‖lo‖hizo<‖—Mis mejillas empezaron a calentarse—. Dijo que se sentía cerca
del bebé, y yo<
—¿Te volviste papilla? —dijo Roxy, sus ojos desenfocados—. Porque eso es
lo que yo hubiera hecho.
—¿Saltaste sobre él y le quitaste la ropa? —preguntó Katie—. Porque eso es
lo que yo hubiera hecho.
Me reí suavemente. —Creo que mis ovarios explotaron, pero sólo me quedé
sentada allí.‖ Fue<‖ realmente‖ no‖ hay‖palabras‖ cuando‖se‖trata‖ de‖ cómo‖ se‖siente,‖
supongo.
—Guau —dijo Roxy después de unos momentos—. No puedo creer que
Nick vaya a tener un hijo. Que tú vayas a tener un hijo.
—Será un gran padre —dije inmediatamente.
Sus ojos se encontraron con los míos y asintió seriamente. —Sí, lo será.
Me preguntaba si sabía de su abuelo, pero si no lo hacía, no sentía que fuera
mi deber contárselo. El resto de la conversación se centró en todas las cosas del
bebé<‖fue una charla loca. Como si quería un niño o una niña. ¿Si había escogido
un nombre? ¿Quién lo sabía?
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—Vas a pensar que es la cosa más aburrida de todos los tiempos —dijo
Nick, después de preguntarle qué estudiaba en la universidad—. En realidad es
probablemente la cosa más aburrida. Contabilidad.
Una risa sobresaltada se me escapó mientras lo observaba. Él me preparaba
la cena.
Esa fue su respuesta después que le dije que había dejado caer la bomba
sobre Roxy y Katie. Prácticamente dijo—: Hola, te voy a preparar la cena esta
noche. Espero que te guste el pollo asado.
Me gustaba la comida en general, así que me sentía muy emocionada.
También‖me‖gustaba‖Nick<‖en‖general,‖así‖que‖eso también me emocionó.
—Eso es aburrido —respondí—. Nunca lo hubiera imaginado.
—Siempre he tenido un don para los números. Parecía la cosa lógica que
hacer. Tengo una licenciatura. Pensaba en‖ tomar‖ clases‖ en‖ línea‖ para‖ un‖ MBA<‖
espera —dijo Nick mientras hacía una pausa, con un cuchillo enorme en la mano.
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esto es diferente. Sí, fue una gran sorpresa. —Sus pulgares acariciaron la línea de
mi mandíbula—. Pero no hay ni una sola parte de mí que no se dé cuenta de lo
afortunado que soy.
Bajé la vista, deseando que la estúpida humedad se fuera. —Ahí vas de
nuevo, siendo todo genial al respecto.
—Realmente no es tan difícil ser tan impresionante —bromeó.
Mis labios se curvaron, y cuando levanté la mirada, pensé que era hora de
averiguar qué estábamos haciendo, lo que ambos esperábamos de esto. —¿Puedo
preguntarte algo?
Su mirada cayó a mi boca, la mirada tensa y hambrienta que se instaló en
sus rasgos fue difícil de ignorar. —Puedes hacer lo que quieras.
Levanté mis brazos, envolviendo las manos alrededor de sus muñecas. —
¿Es cierto que no has conectado con nadie más desde que me conociste?
Aquellos ojos verdes y calientes volaron a los míos. —Voy a salirme por una
rama aquí y decir que Roxy ha sido muy habladora últimamente.
—En realidad, fue Katie.
—Chicas —murmuró, y luego se rió suavemente—. Tienen razón. No he
estado con nadie desde que te conocí.
El alivio anterior resurgió. —¿Por qué?
—¿Por qué? —Sus cejas se alzaron—. No lo sé.
—¿En serio?
Su frente se arrugó mientras parecía reflexionar seriamente sobre mi
pregunta. Dejó caer sus manos, pero no se apartó. —Es sólo que<‖ he‖ tenido‖
oportunidades<
—Estoy segura de que las has tenido —respondí con ironía.
Una sonrisa rápida destelló en su rostro, pero no amortiguó la confusión
grabada en sus rasgos. —Simplemente no me ha interesado,‖ y‖ yo<‖ —Se alejó,
cerrando los ojos—. Joder.
Mi cabeza se echó hacia atrás mientras parpadeaba. ¿Joder? Esa no era la
respuesta que buscaba, pero antes de que pudiera decir algo, sus manos sujetaron
mis mejillas y volvió a inclinar mi cabeza hacia atrás. Bajó su boca hacia la mía.
Y me besó.
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El primer contacto de sus labios contra los míos fue una sorpresa para mi
sistema. Pasó tanto tiempo desde que me habían besado, realmente besado, que
olvidé cómo se sentía; pero incluso con la falta de recuerdos, sabía que esto iba a
borrar todos los otros besos de mi vida.
Sus labios se deslizaron sobre los míos una vez y luego dos veces, como si
estuviera trazándolos, memorizando cómo se sentían. Cuando inclinó su cabeza
hacia un lado, sentí su lengua acariciar la unión de mi boca. No hubo un momento
de vacilación de mi parte.
La abrí para él, y volvió ese beso profundo. Mis manos se posaron sobre sus
brazos y mi cuerpo se hundió en el suyo. El beso me marcó, se metió debajo de mi
piel y músculos, y se envolvió alrededor de mis huesos. No creí que me hubieran
besado así. No que yo pudiera recordar.
No es que realmente importara.
Agarrándome de sus brazos, le devolví el beso. Lo perseguí, haciendo mi
propia reclamación. Un gemido suave surgió de él, y supe que también estaba
marcado. Nuestras lenguas enredadas, y el toque de su boca contra la mía
aumentaron. Crudo. Feroz. Esas fueron las dos palabras que me vinieron a la
mente cuando empezó a retroceder. Mis manos se deslizaron por sus lados tensos,
bajando sus vaqueros. Una de sus manos se deslizó hacia mi nuca, enredándose en
mi cabello...
Sonó la advertencia del horno, separándonos. Ambos respirábamos con
dificultad mientras nos mirábamos. Mis labios estaban agradablemente hinchados
y me sentí completamente besada.
—Por eso —dijo Nick con la voz ronca—. Esa es la razón por la que no he
salido con nadie más.
—¿Un beso? —Mi pecho se levantó y cayó bruscamente.
—No solo un beso. —Sacudió la cabeza a medida que arrastraba su pulgar a
lo largo de mi labio inferior—. Es la forma en que te sientes contra mí, la manera en
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que tu cuerpo se suaviza contra el mío. Son esos pequeños sonidos que haces
cuando te gusta lo que estoy haciendo. Es la forma en que me pongo tan duro
como un bate de béisbol si incluso pienso en tu nombre. Y ha sido así desde que te
vi en esos malditos pantalones cortos.
Mi mente volvió al día en que me mude. —Esos eran unos pantalones
cortos.
—No mierda. —Su voz bajó un nivel—. Voy a ser honesto. Después de que
conectamos, quería volver a estar dentro de ti, pero era muy difícil encontrarte
accidentalmente de nuevo en aquellos días. No pensé que sucedería de nuevo. Esa es
mi práctica, pero cuando me diste una paliza en el medio del bar, me llamaste la
atención y no me iba a ninguna parte.
En mi pecho, mi corazón empezó a saltar.
»Sé que dije que queríamos que fuéramos amigos, pero obviamente, soy
mierda en los límites que tienen los amigos —continuó, su mirada nunca dejando
la mía—. Las cosas son diferentes ahora de lo que eran entonces.
Por el bebé.
»No sé qué va a pasar entre nosotros, pero sé que no podemos ser sólo
amigos. —Su frente bajó a la mía, y liberé un suspiro inestable—.‖Y‖sé<‖sí,‖lo‖sé;‖no‖
puedes ser solo mi amiga. Los amigos no se besan así y seguro como la mierda, no
se vienen como lo hiciste en torno a mi polla y mis dedos.
Oh Dios.
Esos labios se curvaron en las comisuras. —Así que por eso no he estado con
nadie más, y no pienso cambiar eso. No cuando tú y yo vamos a tratar de hacer lo
mejor.
¿Hacer lo mejor de esto? Mis pensamientos hicieron girar esas palabras en
mi cabeza. No eran las más románticas o las más prometedoras, pero eran la
verdad, y más que eso, eran expectativas realistas, y eso era algo que valoraba más
que palabras bonitas.
A pesar de que las palabras bonitas eran agradables de escuchar de vez en
cuando.
—Sí. —Le sonreí, sintiéndome un poco sacudida—. Haremos lo mejor de
esto.
Hacer que funcione entre nosotros fue probado inmediatamente ni siquiera
cinco minutos después de que terminamos la deliciosa cena. Entonces la enfermera
a domicilio llamó.
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Nick respondió de inmediato—: ¿Qué está pasando, Kira? —Lo que ella dijo
en el teléfono no era bueno, porque sus ojos se cerraron y pellizcó el puente de su
nariz—. No, está bien. Llego en un momento. Sí, no, está bien.
Cuando terminó la llamada, hablé primero—: Tienes que irte. Lo entiendo.
—Lo siento. Mi abuelo está teniendo otro... cosa. —Comenzó a levantarse.
—Como dije, lo comprendo. —Me puse de pie con un salto—. ¿Quieres que
te acompañe?
La mirada en la cara de Nick no era algo que olvidaría en mucho tiempo.
Parecía horrorizado por la idea de que lo acompañara. —No. Eso no es necesario.
De ningún modo.
No lo tomé personal, pero quería decirle que podía manejar lo que pasaba
con su abuelo. Sin embargo, no quería retrasarlo más. Nick se dirigió hacia la
puerta, poniéndose la chaqueta. Pero antes de irse, volvió a donde me encontraba y
me besó. Al igual que el primero, las sensaciones que evocaba eran destructivas y
devastadoras, con todos los sentimientos moviéndose a la superficie.
Sentí ese beso todo el tiempo que estuve limpiando.
La semana anterior a Halloween se notó como una extraña sensación de que
las cosas se movían demasiado lento y, sin embargo, demasiado rápido al mismo
tiempo. Estar embarazada me hizo sentirme hiperactiva ante el paso del tiempo,
algo a lo que antes no prestaba atención. Ahora todo en mi cabeza se catalogaba
por semanas.
Dan, uno de los hermanos Lima que conocí en mi primer día, llevó a Rick y
a otro vendedor en un viaje de negocios a la costa oeste. Quería hacer una pequeña
fiesta en mi escritorio. Tal vez tendría suerte y Rick acabaría quedándose en la
costa opuesta. Mi mayor sensibilidad al olfato y a los idiotas aprobaba tal
movimiento.
Toda la semana permanecí ocupada con el trabajo, ayudando a Marcus a
prepararse para su propio viaje de negocios en noviembre. Iría a mi ciudad natal
para ayudar a obtener todas las aprobaciones necesarias para ampliar la academia.
Todavía me preguntaba si la hija de Andrew tenía una idea de que su padre se
preparaba para comprar allí. No la había visto desde el día en que Brock fue
herido, y tampoco lo vi a él.
El jueves, Nick me sorprendió con un mensaje de texto diciendo que iba a
estar en la ciudad en una hora y preguntando si quería que almorzáramos juntos.
Lo que no debería haber sido un gran problema, pero tenía a mi estómago hecho
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nudos. ¿Qué tan loco era que era la primera vez que hacía algo así con un tipo que
me interesaba?
Tenía experiencia, pero aún había mucho que desconocía.
Sacando mi bolso, me dirigí al nivel del gimnasio y de inmediato vi a Nick
cruzando la calle, dirigiéndose hacia la academia. Salí y esperé en la acera.
Su cabello oscuro creció, y me gustaba que lo llevara hacia abajo. Era
ingeniosamente desordenado y adecuado a su sorprendente rostro, suavizando las
líneas más duras. Llevaba su chaqueta de cuero desgastada, saltó en la acera y se
dirigió hacia mí. No pude evitar sonreír. Era una tonta.
—Oye —dijo, deteniéndose frente a mí. Sacando sus manos de los bolsillos
de sus pantalones vaqueros, y atacó los botones de mi abrigo—. ¿Te emocionó
tanto la idea de verme que no podías ponerte la chaqueta correctamente?
Puse los ojos en blanco. —Sí.
Se rió mientras terminaba con el último botón cerca de mi cuello. —No
quiero que te enfermes.
Puesto que era un poco lindo, no desabroché el último botón a pesar de que
sentía que estaba a un centímetro de ahogarme. —Pensé que podríamos ir a este
restaurante que se encuentra como a dos cuadras. Son rápidos y siempre he podido
encontrar un asiento.
—De acuerdo.
Nick camino a mi lado en tanto nos dirigíamos hacia el cruce de peatones, a
través del flujo constante de gente. Nuestros brazos se rozaban cada par de pasos,
haciéndome consciente de lo cerca que estaban nuestras manos. ¿Me tomaría la
mano? ¿Debería iniciar el contacto?
¿Por qué pensaba en eso?
Mentalmente me patee a mí misma, lo miré mientras esperábamos que la
pequeña persona en la caja se volviera. —¿Y qué te trajo a la ciudad?
—Compraba un traje de Halloween.
—¿Qué? —Me reí.
Sonrió. —Estoy bromeando. Aunque Roxy tiene a Jax convencido de que
todos debemos vestirnos para Halloween este sábado.
—¿Vas a disfrazarte? —exclamé emocionada. Me encanta Halloween, y cada
año, siempre disfrutaba de todo lo que conllevaba, vestirse y encontrar una fiesta a
la que ir. Sin embargo, este año iba a ser diferente. Incluso si conocía a alguien que
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hacía una fiesta, se sentía raro ir sabiendo que estaría embarazada de seis semanas.
O tal vez eso no era extraño y las mujeres embarazadas todavía iban a fiestas, bares
y cosas así. No tenía ni idea. Necesitaba Googlearlo más tarde.
—Voy a ir como barman —respondió Nick.
Sonreí a medida que cruzábamos la calle. El viento atrapó mi cabello,
arrojándolo alrededor de mi cara. —Eso es muy creativo, Nick.
—Lo sé, ¿cierto? Creo que Roxy estará sorprendida —respondió,
sonriendo—. Realmente vine esta mañana para hablar con la gente de admisión de
la Universidad Strayer sobre su programa de maestría en línea.
—¿En serio? —Estiré la mano, agarrando un mechón de cabello que
intentaba entrar en mi boca—. ¿Estás realmente pensando en matricularte?
Asintió, y pensé que o el frío viento le enrojecía las mejillas o se ruborizaba.
—Sí, llevo un tiempo dándole vueltas a la idea y ahora parece ser un buen
momento para hacerlo. Financieramente, estoy bien; pero con el bebé en camino,
necesito<‖ —Frunció el ceño, y mi aliento quedó atrapado en mi pecho—. Tengo
que empezar a pensar en el futuro. No hay excusas para que no haga la maestría a
distancia, y con la manera en que las cosas van con mi abuelo, la flexibilidad del
atender la barra el bar no va a ser necesaria por mucho más tiempo.
El frío que patinaba sobre mi piel tenía poco que ver con la temperatura del
ambiente. —¿Qué estás diciendo?
Nick me miró, su expresión en blanco hasta que vi sus ojos. Una expresión
de dolor, claramente visible. —No creo que le quede mucho tiempo.
—¿Qué? —Mi paso vaciló en medio de la acera fuera del restaurante—.
Nick.‖Dios,‖lo‖lamento.‖Est{s<‖¿Est{s‖seguro?
Se irguió, metiendo las manos en los bolsillos. —Sí, el martes tuve que
llevarlo al médico, y con los episodios cada vez más frecuentes, es como un
augurio, ¿sabes? Estuvo a punto de suceder entre las dos últimas etapas de las
enfermedades, seis y siete, el último año, pero ahora definitivamente está en la
etapa final y comenzó a tener problemas para tragar y... Sí, está sucediendo.
Apreté mi mano contra mi pecho, sobre mi corazón. —No sé qué decir.
—Lo sé. No es fácil ni siquiera aceptar que está enfermo, porque no importa
lo que haya pasado o cómo haya crecido, siempre estuvo ahí para mí. —Dejó de
hablar abruptamente y apartó la mirada—. No quiero sacarlo de su casa, así que
me reuniré con... los del hospital de enfermos terminales la próxima semana. —
Nick se aclaró la garganta—. Entonces vendrán a verlo. Creo que tengo tiempo con
él, pero... está llegando el final, lo sé.
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Realmente no había palabras para cosas como esta, por lo que di un paso
adelante y puse mi mano sobre su brazo. Su mirada se disparó a la mía, y me
acerqué, presionando mis labios contra su mejilla. Cuando me aparté, todavía me
aferraba a su brazo. —Me gustaría conocer a tu abuelo, Nick.
No respondió por un momento. —A veces no es fácil estar con él.
—Lo sé. —Un taxi pasó rápidamente, tocando la bocina.
Nick parecía querer decir algo más, pero se acercó y abrió la puerta de la
cafetería. —Venga. Vamos a llenar nuestros estómagos.
Tuvimos un buen almuerzo, charlando sobre nada importante, y Nick no
volvió a hablar de su abuelo. No se podía confundir el hecho de que a pesar de que
Nick y yo estuviéramos tratando de unir nuestras vidas, algunas cosas las seguía
manteniendo muy separadas.
Y no era solo él.
Yo también.
Esa noche, le envié un mensaje de texto a Roxy sobre Halloween en Mona,
en parte por aburrimiento, pero sobre todo por curiosidad. Ella definitivamente se
disfrazaría, pero no me dijo de qué.
Si, ¿Por qué no? Aún no me sentía muy segura, entonces decidí ir a Google,
y luego me arrepentí de hacerlo, debido a las opiniones. Dios mío, todos tenían
opiniones. Pero lo más hilarante lo descubrí al escribir: Está bien para mujer
embarazada ir… entonces Google me propuso: ¿Está bien para una mujer embarazada
ir a una casa embrujada?
¿Qué?
El consenso fue que no había problema, siempre y cuando fuera seguro.
Mona no permitía que se fumara en el interior y el lugar no era una locura.
El embarazo debe afectar la memoria, porque terminé olvidándolo hasta el
sábado por la noche. Entregar caramelos fue un fracaso total ya que solamente un
puñado de niños vivía en el condominio y subían a los coches e iban a la ciudad o a
los suburbios. Me encontré de pie delante de mi armario, sosteniendo un tazón
grande de caramelo. Sin pensar agarré una caja de Nerds, y discutí mis opciones.
Podría sentarme aquí y llenarme de azúcar o podría subirme a un coche y salir a
pasar el rato con gente.
Estar embarazada no significaba que necesitaba aislarme.
Y la anticipación que brotaba en mi interior era otra buena razón para ir.
Quería ver a Nick porque... de hecho, lo extrañaba. Con nuestros horarios opuestos
y lo que pasaba con su abuelo, limitaba el tiempo que podíamos vernos el uno al
otro. Y no ayudó a que ninguno de los dos fuera muy hábil en lo que respecta a las
relaciones. No hacíamos planes para vernos como imaginé que hacían parejas
normales.
Iba a cambiar eso.
Pensé en ello, puse el recipiente de caramelos sobre el mostrador, me
cambié, me dirigí hacia la puerta, retrocedí para agarrar a un puñado de Nerds,
como un sustento muy necesario para mi bebé guisante mientras regresaba a la
civilización.
El aparcamiento de Mona era lo opuesto a lo lleno. Para Halloween,
esperaba que estuviera más ocupada; pero podía contar con ambas manos cuántos
coches vi. Agarrando mi bolso del asiento, me dirigí hacia el bar.
Unos cuantos chicos mayores estaban en las mesas de billar, el sonido de las
bolas chocando entre sí rompiendo el bajo zumbido de la música. Mi mirada giró
hacia la barra. Muchos taburetes se encontraban vacíos. Mientras caminaba hacia
adelante, vi que Calla se hallaba en la ciudad. Su largo cabello rubio recogido en
una cola de caballo y era camarera, si el delantal era cualquier indicación. La
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camiseta blanca y los pantalones cortos negros eran vagamente familiares. Era la
etiqueta verde de su camiseta lo que la diferenciaba. Sonreí.
Calla se encontraba vestida como Sookie Stackhouse.
Entonces vi a Roxy de pie junto a ella.
Me eché a reír. Su cabello se ocultaba bajo una peluca marrón que parecía de
algún fumador de hierba, y sus gafas normalmente púrpura fueron reemplazadas
por redondas, en forma de búho. Si la marca de relámpago dibujada en su frente
con lo que parecía ser un lápiz delineador de ojos no era un indicio, la capa negra y
la bufanda roja y dorada lo era.
—¿Harry Potter? —pregunté mientras saltaba sobre un asiento vacío,
colocando el bolso delante de mí—. ¿Te disfrazaste de Harry Potter?
Sonrió mientras tomaba una botella de tequila. —No tienes idea de cuánto
tiempo he planeado esto.
Calla se apoyó contra la barra a mi lado. —Nos decidimos por personajes de
libros. Por supuesto, fuimos las únicas dos personas que realmente lo hicieron.
Recordando lo que Nick dijo, no me sorprendió. —¿Puedes ver con esas
gafas?
—Apenas —gritó Roxy—. Pero vale la pena.
Reece pasó junto a mí, procedente de la dirección de los baños, vestido como
un convicto con un traje a rayas blanco y negro. Irónico. —Es algo extraño que mi
novia sea ahora un niño preadolescente.
—Solo si lo haces raro —replicó Roxy antes de girar su mirada fija hacia
mí—. Me alegra que hayas decidido salir. ¿Cómo quién estás vestida?
Me miré. —Um... ¿una estudiante universitaria perezosa?
—Muy bien —replicó Reece, inclinando su cuerpo hacia el mío—. Y he oído
que las felicitaciones están a la orden.
Asintiendo, me sorprendió sentir que mis mejillas se ruborizaban cuando
Calla sacudió la cabeza. —¡Sí! —exclamó—. Dios, soy tan distraída. ¡Felicitaciones!
Tú y Avery tendrán como gemelos. Aunque ella te gana por un par de meses.
Eso no era extraño si lo pensaba. —Gracias —dije, queriendo decirlo.
Reece sonrió por encima de mi cabeza a Calla. —Tú eres la próxima. Se lo
sigo diciendo a Jax.
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—Oh no. Por lo pronto, no estoy abierta para el asunto de los bebés. —Calla
miró a Roxy—. Quizás tendremos un pequeño Reece o Roxy Anders a
continuación.
Reece casi se atragantó con su bebida.
Sacudiendo la cabeza, Roxy sabiamente ignoró a los dos. —¿Soda o agua? —
me preguntó.
—¿Tienes cerveza de jengibre?
Calla chasqueó la lengua con simpatía. —¿Estás sintiendo náuseas?
—No ahora mismo, pero he estado bebiendo mucho de eso, creo que soy
adicta —expliqué.
Echó un vistazo a la puerta cuando entraron dos mujeres. —¿Cómo han
estado tus vómitos por la mañana? Sé que Avery lo ha pasado muy mal con ellos.
—Tuve suerte hasta ahora, porque no ha sido demasiado malo. Mi madre
parece pensar que seré como ella. —Las dos mujeres que entraron en el bar se
sentaron en una de las mesas redondas en el centro. Recogieron menús—. Tuvo un
embarazo bastante fácil
—Por tu bien, espero que así sea. Las cosas que Avery me ha estado
diciendo me dan ganas de vetar el embarazo de por vida. —Calla se estremeció—.
Con Cam viajando de ida y vuelta entre Shepherd y D.C., él se está perdiendo
todas las cosas divertidas.
—¿Sigue jugando al fútbol? —pregunté.
Asintió mientras miraba a las mujeres. —Vuelvo enseguida.
Mientras Calla se apresuraba hacia los clientes, eché un vistazo alrededor
del bar. Roxy colocó un vaso de cerveza helada de jengibre delante de mí.
—Nick está de vuelta en la cocina —dijo Reece, obviamente leyendo mi
mente—. ¿Sabe que estás aquí?
—No le dije que iba a salir. —Bebí la copa, amando cómo las burbujas
irrumpieron en mi lengua—. A último momento decidí venir.
Roxy frunció el ceño mientras volvía su atención hacia Reece. —De nuevo.
¿Por qué tendría que decírselo, Reece?
Su novio abrió la boca y luego se tomó un momento, parecía considerar lo
que se hallaba a punto de decir, así no cavaba una tumba de la que no podía salir.
Me mordí un poco los labios para evitar sonreír. —Lo que estoy tratando de decir
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—señaló lentamente, con los ojos fijos en Roxy—, es que probablemente le gustaría
saber dónde está su chica, y si quería, podría ir por él.
¿Era la chica de Nick? De repente, quería reír.
A Roxy no le pareció divertido. Frunció el ceño. —¿Y por qué tendría que
saber dónde está?
Arqueó una ceja. —Tal vez porque... ¿A él le importa?
—O quizás porque necesita darse cuenta de que es una mujer adulta que no
necesita informarle de a dónde iba.
Entrecerró los ojos. —Tal vez se da cuenta de que es una mujer madura y
capaz, pero todavía se preocupa por su seguridad.
Apoyé mi barbilla en mi mano, usando mis dedos para taparme la boca. En
este punto supe que no hablaban de mí. Calla pasó por delante de nosotros,
dirigiéndose a la cocina. Le lanzó a Roxy y a Reece una mirada extraña.
—Tal vez no debería preocuparse tanto —replicó Roxy.
Reece se recostó, cruzando los brazos. —¿En serio?
—Sí. En serio. —Roxy cruzó los brazos, imitándolo.
Antes de que Reece pudiera responder, una puerta se abrió al otro lado del
bar y Jax salió, y justo detrás de él estaba Nick. Me enderecé en el taburete,
presionando mis labios. Calla debió haber dicho algo sobre mí estando allí, porque
la mirada de Nick se giró hacia donde yo me encontraba sentada. Mientras Jax
entraba en el bar, Nick se acercó a él, dirigiéndose directamente hacia mí. Me
relajé, empezando a sonreír.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Nick.
Nuestra pequeña audiencia, compuesta por Jax, Roxy y Reece se congeló
cuando la peor clase de razones floreció en mi mente de por qué Nick haría tal
pregunta. Un extraño fragmento de pánico me cortó. El calor me quemó la nuca. —
¿Qué?
Al otro lado del bar, Roxy sonrió. —Aquí vamos de nuevo.
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Una pequeña sonrisa tiró de mis labios. —Eso suena como un buen plan.
—¿Lo crees? —Entrecerraba los ojos mientras me besaba suavemente.
Cuando asentí, me recompensaron con otro roce persistente y abrasador de sus
labios—. Espera.
Mi respiración se detuvo cuando el brazo alrededor de mi cintura me
levantó. El instinto guió mis piernas alrededor de sus caderas. Lo sentí entonces,
duro y tenso contra sus vaqueros. Era como si un interruptor hubiera sido activado
en mi interior. Cuando me besó, el placer se arremolinó fuertemente, pero al
sentirlo envió un rayo de pura lujuria que me atravesó.
Nick comenzó a caminar, llevándome hacia el dormitorio mientras decía—:
No pensé.
—¿Pensar en qué? —Mi voz sonaba casi sin aliento, un rasgo que
desconocía.
Con sus pasos de piernas largas, estábamos en mi habitación en un instante.
—No pensé en lo sola que estuviste. —Antes de que pudiera responder, me besaba
de nuevo, su lengua bailando junto a la mía—. Que eres nueva en esta ciudad,
nueva en el trabajo, y también para mí.
Otro profundo y ardiente beso evitó que pueda pensar. Se detuvo en medio
de mi dormitorio, tensó la mano que se encontraba en mi nuca, enredándola con
mi cabello. —Quería decírtelo en el bar, pero me hallaba a punto de ayudar a
Clyde a conectar una nueva freidora. Esa mierda fue realmente complicada. Y
cuando volví, te habías ido.
—Te envié un mensaje.
Nick se movió, colocándome en el borde de la cama. —No revisé mi
teléfono. —Se enderezó y se quitó la chaqueta de cuero. La lanzó al suelo con un
golpe suave—. Tan pronto como vi que te habías ido, fui a Jax. Me dejó ir.
Mojé mis labios mientras bajaba su mano, usando sus dedos para levantar el
dobladillo de su camisa. —¿Dejaste el trabajo para venir aquí?
—No me gusta la idea de que te sientas sola. —Tirando de la camisa por
encima de su cabeza, la dejó caer hasta donde descansaba su chaqueta—. Joder. No
me gusta esa idea.
Se me secó la boca al verlo tan de cerca. Las cosas habían sido tan rápidas y
calientes la noche que pasamos juntos que realmente no tuve tiempo de apreciarlo
en toda su gloria desnuda. Nick tenía un gran cuerpo: el de un corredor. Pecho
definido y duro, abdomen marcado y terso, y caderas estrechas y delgadas.
Aquellos pantalones vaqueros colgaban muy bajo, y mis ojos seguían el fino rastro
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derritió—.‖ Sí,‖ he‖ estado‖ haciendo‖ mi‖ propia‖ investigación.‖ Y‖ este<‖ —Bajó su
cabeza y me besó otra vez, sobre mi centro. Incluso con el satén entre sus labios y
mi piel, sentí el toque directamente en mi corazón—. Y ese es para ti.
Mi mano temblaba mientras lo tocaba, deslizando mis dedos a través de su
cabello. Un nudo de emoción se construyó en mi garganta. Lo supe en ese
momento, cuando me besó en el abdomen, que en verdad podía enamorarme de
este hombre. Mi corazón latía rápido.
Nick levantó la cabeza, mirando a través de gruesas pestañas oscuras.
Aquellos ojos verdes irradiaban calidez. —Creo que podría pasar años aquí.
—¿De rodillas? —Mi voz tembló un poco.
Elevó una de la comisura de sus labios. —Por el tiempo que estés encima de
mí.
Mi risa sonó seca y temblorosa. —Eres el colmo.
—No. No lo soy. —Sus labios rozaron mi muslo—. Creo que... Sí, necesito
cambiar eso.
No entendía lo que significaban esas palabras; o quizá sí lo hacía, pero
estaba demasiado asustada como para creerlas, aunque en ese momento no pensé
en eso porque sus dedos bajaban el satén por mis caderas, sobre mis muslos, y
luego desaparecieron; y me encontraba completamente desnuda, igual que él.
Y entonces exploró, con sus manos y dedos; y finalmente con su bella boca.
Mi cabeza cayó sobre mis hombros, y cuando me trabajó, me probó, mis caderas se
movieron a la par.
Nick se apartó justo antes de explotar. Se levantó, tragando mi gemido de
frustración con un beso. Una mano estiró mi cabello, haciendo que reclinara la
cabeza. Los besos se volvieron más profundos, se hicieron más urgentes y feroces.
Mis manos se deslizaron sobre él y hacia abajo, mis dedos se envolvieron alrededor
de su grosor. Sus caderas golpearon se sacudieron, y entonces presionó mi espalda
contra la cama.
Curvó sus manos bajo mis brazos y me levantó, arrastrándome hacia el
centro del colchón, y su boca reclamó la mía. Eran un enredo de brazos y piernas,
de manos codiciosas y los besos aún más voraces. Sexo... el sexo nunca había sido
así. Claro, era divertido y experimenté mi parte justa de orgasmos y buenos
momentos, pero esto era alucinante; porque no era solo dos personas que querían
dejarse llevar. Había una pasión en la forma en que sus labios se movían sobre mi
piel, un deseo en la forma en que mis manos se familiarizaban con las muchas
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Oh Dios, dolía escucharlo, y había algo en esas palabras que me hizo pensar
en lo que dijo antes acerca de estar en una relación. ¿Era la razón por la que se
hallaba tan en contra de las relaciones? ¿Porque de alguna manera no creía que lo
mereciera por su padre y el incendio de la casa? Parecía un salto, pero el hecho de
que Nick sintiera que trabajar en Mona era la expiación por algo que su padre
cometió, sí me preocupaba.
—Te encontrabas en una relación seria, ¿verdad? —pregunté.
—Sí.
Dejé escapar una respiración profunda. —¿Qué pasó?
—Era una chica que estaba viendo en la universidad. Éramos serios, y por
un‖tiempo,‖pensé<‖que‖sería‖para‖largo‖plazo.
Un aumento irracional de celos me iluminó. La intensidad me sorprendió, y
en cierto modo me quería golpear a mí misma. ¿Cómo podría sentirme celosa de
una chica que ya no formaba parte de su vida? Espera. Oh, Dios mío. ¿Qué pasa si
todavía estaba enamorado de ella? Mi estómago se contrajo.
—De todos modos —continuó, olvidando mi monstruo interior—, cuando
mi abuelo se enfermó y todo comenzó a suceder, las cosas se pusieron tensas entre
nosotros. No creo que hubiera podido hacer frente a todo lo que tenía que hacer. Al
principio no conseguía verla mucho, tratando con él. Nos fuimos distanciando, y
luego un día simplemente se acabó. Apestó, pero infiernos, si no podía manejar a
mi abuelo enfermo a mi cuidado, ¿Qué habría hecho si me hubiera enfermado?
—Menuda perra —espeté.
Nick rio mientras soltó mi mano y rodeó su brazo alrededor de mi cintura
sin apretar. —¿Y tú? ¿No has estado en una relación seria desde la escuela
secundaria?
—Ni siquiera sé si puedo decir que la relación era realmente seria o no —
admití con sequedad.
Su mano se estiró en mi lado. —Entonces, ¿cuál es tu problema? ¿No crees
en el amor?
La pregunta me tomó por sorpresa. —Creo en el amor. Lo hago. Solo....
nunca he estado enamorada. No como con mis padres. Se amaban. Es decir, cada
vez que los veía juntos, los oía hablar el uno al otro, incluso si se encontraban
enfadados, podías oír el amor en sus voces. Esa es la clase de amor que quiero. No
se conformaré con menos.
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sentado, su mirada caliente seguía mis movimientos, se sentía como una caricia
física.
Mientras esperábamos por la doctora, hablamos. Le dije que vi a Brock hoy
y me habló sobre un programa de televisión que terminó a media noche en History
Channel y que ahora quería hacer un maratón de la temporada. Me gustaba esto; la
conversación ociosa, y era así todo el tiempo desde que lo vi en Halloween.
Las noches que tenía libres, iba a mi casa o salíamos a cenar. Siempre
hablábamos y cada noche podíamos conocernos el uno al otro un poco mejor.
Estábamos continuamente pelando las capas.
Existía más de ambos. Más que el momento de piel-con-piel. O piel contra
ropa. O sólo la remoción de las prendas necesarias. Desde Halloween, se sintió
diferente cada vez, se sintió como más. Definitivamente no sólo dos personas
haciéndolo.
Cuando Kira estaba con su abuelo, él pasaba la noche. Y el sábado pasado
me sorprendió cuando fue después del trabajo. Había estado medio dormida
cuando lo dejé pasar y esa noche hubo poca conversación. Nick me tomó en brazos
tan pronto como cerré la puerta y nos tenía piel con piel en minutos. El sexo...la
manera en que me fijó en la cabecera de la cama, cómo separó mis piernas y...
Dios... me tomó como si fuera insaciable, como si estuviera sediento de mí,
sólo yo.
Mi mente se hallaba completamente en un lugar donde no debería estar
cuando la doctora Connelly entró, y entonces me sentí como en siete niveles de
incomodidad. De alguna manera, con la sonrisa leve en la cara de Nick, sentí que
sabía adónde había ido mi cabeza.
Imbécil.
La doctora Connelly parecía estar en sus cincuentas. Su cabello marrón tenía
aleatorias partes grises y estaba peinado hacia atrás en un moño ordenado en la
base de su cuello. Había pequeñas líneas en las esquinas de sus ojos y su boca. Se
veía como si sonriera mucho y de inmediato me gustó.
La cita me recordó la visita normal a un ginecólogo hasta que llegamos al
punto de hacer el ultrasonido. Para entonces, Nick había puesto su trasero
rápidamente en la camilla y miraba ávidamente a la pantalla mientras la doctora
Connelly movía el mango. Se veía mucho negro y gris...manchas se movían en la
pantalla.
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—¿Qué?—se rió.
Él no tenía ni idea. Ninguna. Sosteniendo la almohada contra mi pecho, lo
miré. —Descubrí que ya tenía síntomas de estar embarazada poco después de que
concebimos. Mis senos estaban sensibles como dos semanas después de haber
tenido sexo. No pensé que tuviera síntomas tan pronto, pero puedes ver. —Señalé
al computador con mi barbilla—. ¿Sabías que la estimulación de los pezones es el
único método científicamente comprobado que induce al parto?
—¿Qué? —Se rió.
—Es en serio —susurré—. Alguien lo mencionó en este foro y lo busqué en
Google porque, ¿en serio? Como que suena extraño, pero es verdad.
Nick inclinó su cabeza a un lado, sus ojos verdes bailaban. —Estoy más que
dispuesto a ayudarte cuando eso pase.
Ignoré eso mientras doblaba mis piernas. —Entonces sentí curiosidad sobre
cómo el bebé se ve realmente ahora porque estas mujeres estaban hablando sobre
cómo pueden ver ojos y otras cosas en la ecografía, y todo lo que puedo ver es
fríjol, entonces comencé a investigar.
—Bien.
—Y yo... Vi este video, de como la cara del bebé se forma en el útero y oh
Dios mío, fue la cosa más espeluznante que he visto alguna vez.
Su rostro se tensó mientras se inclinaba poniendo una mano sobre mi rodilla
flexionada mientras miraba lejos. Vi un lado de su boca curvándose hacia arriba. —
No puede ser tan malo.
—Oh, lo era. —Mis ojos se abrieron ampliamente—. Imagina cómo se ve un
cabeza de papa de arcilla. ¿Tienes esa imagen en tu cabeza? —Nick cerró sus ojos y
aclaró su garganta.
—Sí.
—Bien. Ahora imagina que se vuelve toda blandita como si se estuviera
derritiendo. Y después que se está llenando de nuevo, como, ¿Recuerdas cuando
eras niño y ponías tu mano a los dos lados de tu cara y aplastabas tus mejillas? —
Parpadeó varias veces mientras me miraba.
—Nah, creo que necesito una demostración.
Dejando a un lado la almohada, puse mis manos sobre mis mejillas y las
apreté mientras arrugaba mis labios. Los ojos de Nick se ampliaron y después
movió su cabeza hacia atrás riendo profundamente. Bajé mis manos. —No es
gracioso. No es gracioso en lo absoluto.
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penetrarme. Tal vez era esta posición. Quizás el embarazo. No sabía, pero me
sentía increíblemente apretada y mis terminaciones nerviosas estaban
reaccionando al mismo tiempo a estos deliciosos empujones.
Deslicé mis manos hacia su mandíbula, me presioné contra él y comencé a
mover mis caderas, meciéndome hacia adelante y hacia atrás lentamente. La lana
de su suéter estimulaba las puntas de mis senos y la tela áspera de sus vaqueros
rozaba la cara interna de mis muslos.
Había algo increíblemente excitante sobre estar completamente desnuda
mientras él aún se encontraba en su mayor parte, vestido. Creo que Nick estaba de
acuerdo basado en las cosas sucias que susurraba en mi oreja mientras lo montaba.
Mis caderas se movían en círculos estrechos sobre él y no pasó mucho
tiempo antes de que pudiera sentir la tensión construyéndose en la parte inferior
de mi abdomen. Puse mis manos sobre las suyas mientras me movía contra a él,
nuestras frentes estaban juntas, nuestras respiraciones eran cálidas y se mezclaban
en el espacio entre nuestras bocas.
—Me estás matando —dijo, sus manos rompieron mi agarre y se deslizaron
hacia mi trasero—. Jodidamente me estás matando y no puedo pensar en una
mejor manera para morir.
Me agarré de su brazo y de su cuello mientras aceleraba el ritmo. La espiral
daba más y más vueltas. —Oh, Dios—jadeé, una hebra de cabello cayó sobre mi
rostro a medida que reclinaba mi cabeza.
Sus labios quemaban la piel en mi garganta. —Nunca me cansaré de esto.
Nunca. Nunca implicaba mucho tiempo. Nunca era para siempre. Nunca
significaba amor. Mi corazón se hinchó mientras un pensamiento espantoso
cruzaba mi mente, y me congelé, mi pecho subía y bajaba con respiraciones
superficiales.
¿Estaríamos aquí, aquí donde estábamos, haciendo lo que estábamos
haciendo si no hubiera quedado embarazada?
—¿Estás bien? —preguntó Nick tomando mi mentón con una de sus
manos—. ¿Stephanie?
—Sí. —Parpadeé, empujé el pensamiento a un lado mientras comenzaba a
moverme de nuevo, cazando la liberación dulce que sabía que se encontraba fuera
de mi alcance.
Nick guió mi boca hacia la de él y me besó profundamente mientras su
mano en mi trasero se movía hacia el centro, un dedo largo buscaba y golpeaba un
punto que causaba que mi cuerpo se sacudiera y una explosión de placer ocurriera.
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02
Miré a cada una de ellas. —No ha dicho nada que me haga pensar que lo
hace, y todos los planes que hacemos se centran en el bebé, ¿sabes? Sé que suena
como una locura por la cual quejarse, pero quiero...
—Quieres saber que él realmente quiere estar contigo, con o sin el bebé —
dijo Roxy terminando por mí—. Eso es comprensible. Lo entiendo totalmente. Si
hubiera quedado embarazada antes de que Reece y yo fuéramos serios, me
preguntaría lo mismo. Creo que es una preocupación muy normal, pero ¿cómo te
sientes tú hacia él?
Mi corazón tropezó sobre sí mismo en su afán de derramar sin parar todos
mis sentimientos. —Yo... me preocupo mucho por él.
—Ella lo ama —bromeó Katie—. Lo ama completamente.
La miré fijamente.
—¿Eso es verdad? —preguntó Calla.
Tomando una respiración profunda, asentí.
—Entonces habla con él —aconsejó Roxy en voz baja—. Sólo habla con él.
Hablé con Nick más tarde esa noche, cuando salimos a cenar, sobre el Día de
Acción de Gracias con su abuelo. Al principio no estaba demasiado interesado en
la idea, y fue una lucha mantener mi decepción y paranoia a raya.
—No lo sé —dijo, la luz baja del restaurante proyectando sombras a lo largo
de los huecos de sus mejillas—. No hay ninguna garantía de que estará bien ese
día.
—Sé eso.
Sus pestañas bajaron, protegiendo sus ojos. —No quiero que te metas en
muchos problemas y luego se arruine.
Extendí el brazo sobre la mesa, tocando su mano. —No tenemos que
meternos en muchos problemas. Ni siquiera tenemos que hacer un pavo o
cualquier cosa. Podríamos hacer la cena anti-Acción de Gracias. Mantenerlo
sencillo y dulce por si el día no sale como se planeó.
—¿Cena anti-Acción de Gracias?
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06
esas palabras, y no estaba segura de cómo sentirme sobre eso—. ¿A qué hora
quieres hacer esto el Día de Acción de Gracias?
Una parte de mí quería ser grosera, dar voz al sentimiento agrio en la boca
de mi estómago que no tenía nada que ver con la náusea de bajo nivel que llegaba
en momentos extraños del día. No quería hacerlo si él realmente no quería que lo
hiciera, pero entonces, ¿qué infantil sería si presionara los frenos ahora?
No podía.
Todo lo que podía hacer era realizar un Día de Acción de Gracias tan
impresionante como pudiera y esperar a que Nick viera que realmente no iba a
cortar y correr cuando las cosas se pusieran difíciles. Que a pesar de que estaba en
esto para “hacer‖lo‖mejor”,‖me‖encontraba‖en‖ello‖a‖largo‖plazo.
2
08
Por Dios.
Mi Corazón se hinchó tan rápida y poderosamente que cuando me volvió a
poner sobre mis pies y di un paso atrás, pude sentir verdaderas lágrimas subiendo
por mi garganta. —Puedo hacer eso —dije,‖cuando‖en‖realidad‖quería‖decir:‖“oh‖mi‖
buen‖ Dios,‖ haría‖ eso‖ cada‖ maldita‖ vez”.‖ D{ndome‖ la vuelta, me di tiempo para
recuperarme viendo los alrededores.
La casa manejaba un concepto abierto. De donde estábamos parados, podía
ver una larga sala y una cocina a la derecha, con un comedor incluido. Había una
puerta cerrada que suponía era un baño. A mi izquierda vi lo que parecía ser un
estudio y otra puerta cerrada. Las escaleras llevando al segundo piso se hallaban
directamente frente a nosotros. Pisos de madera tan lejos como podía ver.
—Todo‖es‖tan<ordenado‖—dije mientras Nick me quitaba las bolsas.
Se rió. —¿Qué esperabas?
Me encogí de hombros. —No lo sé. —Lo seguí hacia la cocina estilo rancho,
con gabinetes blancos, granito gris por todos lados—. Este lugar es más ordenado
que mi departamento.
—Es la maldita verdad.
Riéndome, golpeé su brazo mientras ponía las compras en la mesa. —¡Oye!
Sonrió mientras tomaba los paquetes de hamburguesas y los ponía en el
refrigerador. Cuando sacó las papas, sacudió la cabeza. —Eres tan niña.
—Cállate. —Me recargué del mostrador mientras ponía las papas en el
congelador—. ¿Está levantado tu abuelo?
—De hecho, está dormido.
—Oh. —Puse la mano sobre mi boca—. Lo siento. Hice tanto ruido.
—Está bien. —Dio la vuelta al mostrador y se estiró, tomando mi mano—.
Cuando duerme, lo hace profundamente. Podría conducir por la cochera y el
seguiría dormido. Y ha estado durmiendo mucho hoy.
—¿Eso es bueno o malo? ¿Que duerma mucho?
—Es<‖en‖realidad‖ninguno.‖—Jaló mi mano—. Vamos.
Nick me llevó de regreso al recibidor y pasando el estudio, a la puerta
cerrada. Cuando la abrió, me sentí como una adolescente de nuevo,
escabulléndome en la casa de mi novio así no alertaríamos a sus padres de lo que
hacíamos.
—¿Tu abuelo construyó esta casa? —pregunté.
2
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quería quedar algo, preguntarle qué pensaba de nosotros, pero las palabras no se
formaron en mi lengua.
Bajó la cabeza, besando la punta de mi nariz antes de que girara y volviera
al dormitorio. Cerré los ojos brevemente. Cuando volví a abrirlos, se hallaba
deslizando la camiseta térmica por su cabeza.
Qué pena.
Salí de la habitación y entré al estudio, de inmediato atraída por los libros
alineados en las estanterías integradas. Había un montón de libros, y mientras hice
el camino hacia los estantes, me encontré con varios álbumes de fotos con mucho
polvo.
—Oh Señor.
Echando un vistazo a la puerta, vi a Nick allí de pie, con los brazos
cruzados. Sonreí mientras sacaba uno de los gruesos álbumes. —¿Qué?
—Por supuesto que ibas a encontrar los álbumes de fotos.
—Es mi talento oculto. —Me acerqué al sofá de dos plazas de aspecto
cómodo y me dejé caer, abriendo el álbum. Varias de las fotos eran viejas
fotografías en blanco y negro de personas de pelo oscuro.
Nick se sentó a mi lado, con un suspiro. —Mis bisabuelos.
Di vuelta a la página cuidadosamente, y algunas de las fotos se deslizaron
por debajo del plástico. —Se ven muy felices —comenté.
—No los conocí, pero supongo que lo eran.
Eventualmente las fotos dieron paso a las más nuevas. Su abuelo como un
hombre joven, sonriente que medio sonreía a la cámara. —Muy guapo.
—Me parezco a él —respondió, cogiendo un mechón de mi pelo.
—¿Te he dicho alguna vez lo increíblemente modesto que eres?
Se rió haciendo girar el mechón de cabello alrededor de su dedo mientras
seguía pasando las páginas. —Esa es mi abuela —explicó cuando me detuve en
una vieja foto de boda—. Ella murió cuando yo solo tenía un par de años. De
cáncer.
—Lo siento.
Nick no dijo nada mientras desenrollaba mi pelo, luego comenzó a
enroscarlo de nuevo, y permaneció en silencio mientras giraba las páginas, por
último, una mujer joven y un hombre que tenía un parecido sorprendente con
Nick. —¿Tus padres?
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13
—Sí.
Pasé mi pulgar sobre la foto de ellos sentados en la mesa de la cocina.
Ambos tenían el pelo oscuro y piel oliva. La mujer era muy bonita, sonriendo
mientras sostenía un cigarrillo largo y delgado en su mano. El padre de él estaba
detrás de ella, curvando un brazo alrededor de sus hombros delgados. Había más
fotos de ellos. —Ellos<‖se‖veían‖muy‖bien‖juntos.
—Sí. —Se estiró después de dejar de jugar con mi pelo y pasó unas cuantas
páginas por delante, deteniéndose en una gran foto de un bebé sobre su espalda,
con la cabeza llena de pelo oscuro—. Y ahí estoy. Adorable, ¿eh?
Sonreí. —Sí, eras adorable.
—Todavía lo soy.
Aspiré. —Parece que gritabas con todas tus fuerzas.
—Probablemente. Mamá dijo que lloraba mucho. Hay algo que podemos
esperar.
—Oh, Dios.
Se rió cuando giré las páginas, y en las puntas de mis dedos, Nick creció de
un bebito, con la cara roja al tipo de adolescente guapo que me habría metido en
un montón de problemas. En el camino, vi a sus padres crecer hasta que su padre
desapareció de las fotos familiares y luego, su madre. Al llegar al final del álbum
de fotos, no sabía qué decir.
La vida y la pérdida se clasificaban en una sola toma polvorienta y olvidada.
Cerrando el libro, miré a Nick. No se encontraba mirándome a mí, sino al
álbum cerrado. —No has mirado alguna de estas fotos en un tiempo.
—No‖es<‖Particularmente‖f{cil‖ver‖las‖cosas‖como‖antes‖—admitió.
Volví mi atención a la cubierta del álbum negro. —No miraba mucho las
fotos‖de‖mi‖padre,‖por‖años‖después‖de‖su‖muerte.‖Era‖como‖si‖quisiera<‖borrar‖
toda evidencia de su existencia. Sé que suena terrible, pero era más fácil no ver
recordatorios de todo.
Se quedó en silencio por un momento. —¿Qué cambió?
—Le<‖le‖echaba‖de‖menos.‖
Nick agarró el álbum de mí y se levantó, colocándolo de nuevo donde lo
encontré. —¿Quieres ver si está despierto?
Levantándome desde el sofá de dos plazas, asentí.
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de las tater. —Tomando el ejemplo de Nick, hablé con su abuelo como lo haría con
cualquier otra persona—. Me gradué en la Universidad de Shepherd la primavera
pasada, y ahora estoy trabajando en la Academia Lima en la ciudad.
Nos quedamos allí un rato, hablando con su abuelo. No nos sentimos como
si estuviéramos teniendo una conversación unilateral a pesar de que Job no
respondió. La verdad era que podría haber tenido problemas para entender lo que
decíamos, pero‖parecía<‖en‖calma.‖Él‖nos‖observaba‖con‖ojos‖desenfocados,‖pero‖a‖
veces, a veces esos ojos parecían enfocarse, moviéndose de un lado a otro entre
Nick y yo. No estaba segura de si en estos momentos de su vida nos comprendía o
si eran momentos sin saber quiénes éramos en absoluto.
No sabía, y tenía que ser tan duro para Nick estar enfrentándose
constantemente con eso. Sentí dolor por él. Sufría por su abuelo, pero no me
arrepentía de estar aquí, sentada a su lado, conociendo al hombre que ayudó a
Nick cuando su mundo se vino abajo.
No‖ era‖ justo<‖ que‖ un‖ hombre‖ que‖ hizo‖ tanto‖ fuera‖ derribado‖ por‖ tal‖
enfermedad.
Nuestra visita no fue muy larga, ya que su abuelo se quedó dormido no más
de una hora después de que subimos ahí. Salimos en silencio de la habitación y
bajamos las escaleras. En el momento en que entramos en la sala de estar, me
dijo—: Eso fue bien. Y creo que él está de acuerdo en que los tater son
impresionantes<‖
Nick me cogió del brazo y me dio la vuelta, sorprendiéndome. Me apretó
contra su pecho y envolvió los brazos alrededor de mí, sosteniéndome contra él
fuerte como yo había querido abrazarlo arriba. Bajó la cabeza, presionando su
mejilla contra la mía. —Gracias —dijo, con la voz ronca.
Cerré los ojos mientras lo abrazaba. No tenía que preguntar. Sabía porqué
me daba las gracias. —No hay nada que agradecerme.
—Sí. Sí, hay.
No dijimos nada después de varios minutos. En su lugar, nos quedamos allí
en los brazos del otro, y creo que era mejor que cualquier palabra que podríamos
haber compartido.
Mucho, mucho más tarde, cuando nos sentamos en el sofá lado a lado, con
el estómago lleno, fue imposible poder resistirme a la amplia sonrisa tonta en mi
cara. No hubo pavo o relleno, ni guiso de judías verdes o puré de patatas y salsa.
Pero había hamburguesas con queso y deliciosos tater impresionantes, y fue una
de los mejores Acción de Gracias que pude recordar en mucho tiempo.
2
16
sorprendió. Nick tenía una casa. Yo tenía un apartamento. Él tenía lugar. Yo no. Y
este era nuestro bebé.
Mudarnos juntos era un gran paso, pero tener un bebé era uno aún más
grande.
Dios, habíamos hecho las cosas tan malditamente al revés, pero no me
importó mientras permanecí allí, mirándolo abiertamente.
Te amo.
Quería sacar esas palabras. Quería gritarlas a pleno pulmón, pero una vez
más, no pude hacerlas pasar por mi lengua.
¿Quién sabía que tres pequeñas palabras serían tan difíciles de decir?
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21
—Bueno, creo que ustedes dos deberían resolverlo —insistió mamá, y luché
contra‖una‖sonrisa‖cuando‖reconocí‖su‖voz‖de‖“mam{”.
—Puedo preguntarle.
—¿Está allí? —Mamá rió—. Así que es por eso que estás distraída.
—Mamá —gruñí mientras me giraba hacia Nick—. Mamá quiere saber
cuándo puede conocerte.
Nick levantó la mirada mientras sacaba su suéter. De una manera muy
agradable. —Realmente no puedo dirigirme a Martinsburg ahora mismo. No sin
mi abuelo —dijo, muy acertadamente—. Pero si viene aquí, me encantaría
conocerla.
Estaría encantado de conocerla. Mi corazón hizo un pequeño baile en mi
pecho. —Dice<
—Lo escuché, querida. Por favor dile que entiendo completamente sobre su
abuelo y que está en mis oraciones —respondió mamá—. Pensaba ir para Navidad.
¿Qué tal suena?
El nerviosismo me asaltó. La navidad era, como, la semana siguiente, y
aunque me encontraba emocionada de que Nick estuviera de acuerdo en conocer a
mi madre, la primera reunión con el padre de mi bebé me hizo querer vomitar. De
hecho, cuando fui de compras la semana pasada, buscando algo pequeño y
especial para él, quería vomitar, porque elegir algo fue más difícil de lo que
pensaba. Terminé con un lindo, duradero reloj. Lucía bastante bien en su caja, pero
ahora pensaba que era una especie de regalo flojo, incluso si a cada rato me
mencionaba que necesitaba comprar un reloj.
Le dije a mamá que para Navidad estaba bien, y luego tras unos minutos
más, bajé el teléfono una vez más para hacer frente a Nick, otra vez.
Seguía sin camisa.
Arqueé una ceja mientras dejaba caer mi teléfono sobre la cama. —¿Vas a
salir así esta noche?
Una sonrisa engreída apreció. —Lo haría, pero entonces tú estarías
demasiado‖“distraída”‖para‖comer.
—Cállate.
Riéndose entre dientes, se acercó y tomó mi mano. Se sentó en el borde de la
cama y me jaló hacia él por lo que terminé sobre su regazo. —Nick, tenemos que
irnos —protesté—. Si no lo hacemos, llegaremos tarde.
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23
El beso fue justo lo que se suponía fuera, pero al momento que la punta de
su lengua tocó la mía, se volvió algo mucho más necesitado. Nick se puso de pie
mientras se giraba, quitándome de su regazo y acostándome sobre mi espalda.
—¡Nick! ¡Vamos a llegar tarde!
Movió su largo cuerpo sobre el mío, una mano curvándose alrededor de mi
cadera. —No vamos a llegar tarde.
—Entonces‖no‖tenemos‖tiempo.‖Necesitamos<
Su boca cubrió la mía, cortando el resto de lo que decía, y cuando su mano
se deslizó bajo mi blusa, por mi piel, y cubriendo mi pecho, comencé a olvidar el
asunto del tiempo. Especialmente cuando sus agiles dedos hicieron su camino
dentro de la copa de mi sujetador, encontrando la dura punta de mi pecho.
Mis dedos apretaron sus hombros, profundizando el apretón cuando sus
dedos hicieron algo verdaderamente travieso. —Tenemos‖que<‖irnos.
—Lo haremos —dijo, deslizando su mano fuera de mi sostén. En lugar de
levantarse, sacó mi blusa y luego enganchó sus dedos entre las copas, tirándolas
hacia abajo. Mordió un poco su labio y se me quedó mirando—. Jodidamente
hermosa.
Lo observé bajar su cabeza al tenso pezón, desapareciendo dentro de su
boca, succionando profundo. —Jesús.
Se rió entre dientes, y la sensación resonó a través de mí. Cuando se movió a
mi otro pecho, mordió la piel sensible y luego calmó la picadura con su lengua,
sabía que salir a tempo iba a ser una causa perdida.
—Tenemos que alistarnos —le dije, mi pecho subiendo y bajando
profundamente mientras el dolor entre mis muslos florecía
—Ajá. —Dejó mi pecho, besando su camino hacia mi ombligo. Su lengua
entró, y mis caderas se sacudieron. Antes de saber, desabrochó el botón y
cremallera y los bajaba por mis piernas—. Es mi turno.
Su boca se hallaba sobre mí en un latido, y no hubo preliminares, o lento
comienzo de seducción. No sólo me probó. No simplemente me complació. Se
deleitó en lo que hacía.
—Sí —murmuró contra m carne. Su lengua frotando mi centro, aumentando
la tensión construyéndose en mi núcleo—. Vamos a llegar tan tarde.
No había necesidad de decirlo, ya estábamos llegando veinte minutos tarde
al restaurante, pero mis músculos eran gelatina y me sentía demasiado extasiada
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25
—No es lo que crees —dijo Rick, moviéndose hacia Jullian—. Dile que no es
lo‖que<
Di un paso hacia adelante, preparada para golpear a Rick en la cabeza con el
montón de calendarios. Sabía perfectamente lo que vi y escuché, y era exactamente
lo que pensaba. —Jillian, ve por el Sr. Bowser.
Rick lucía a punto de sufrir un derrame cerebral.
—Papá dijo que podía agarrar unos Post-it —explicó Jillian, sus ojos cafés
muy abiertos. Su labio inferior temblando—.‖Eso‖es‖todo‖lo‖que‖hacía‖y‖él<
—Jillian, ve por el Sr. Bowser ahora.
—No hacía nada —dijo Rick, sacando su pecho—. Sólo platicaba con ella.
Mis manos se apretaron alrededor de los bordes de los calendarios mientras
Jillian se paraba junto a mí, sus mejillas enrojeciendo. —No estás tratando de
hablar conmigo, imbécil.
Rick abrió su boca, pero lo corté—: Por favor ve por el Sr Bowser —le dije.
Jillian salió disparada de la habitación mientras yo mantenía un ojo sobre Rick. Ira
creció en mí, pero también lo hizo otra amarga y acida emoción. Sabía que era un
loco del más alto nivel, pero no que era tan malo. Debería haberlo reportado con
Marcus al momento en que fue inapropiado conmigo.
—Mierda —gruñó, moviéndose como si fuese a ir tras mí.
Me quedé allí. —Das un paso hacia mí y juro por Dios que te golpearé las
bolas tan duro que terminarán en tu garganta.
Palideció.
—Eres tan asqueroso —dije, ira perforando mis palabras—. Tan maldito
asqueroso<‖un‖estúpido, maldito asqueroso. ¿La hija del jefe? —Sacudí mi cabeza.
Andrew iba a matarlo.
Y pereció que Rick también se dio cuenta de eso, porque la sangre se drenó
de su rostro. Un segundo después Marcus apareció en la puerta. Me giré hacia él
mientras ponía los calendarios contra la pared. —Entré‖cuando‖este‖imbécil<
—Jillian me contó —me interrumpió Marcus, su voz aterradoramente
calmada—. Stephane, por favor dejarías la habitación. Rick y yo necesitamos
hablar antes que recoja sus pertenecías y se largue de este edificio.
Oh. Oh, vaya.
Dejé la habitación con rapidez.
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Jillian esperaba al otro lado del pasillo vacío, sus ojos vidriosos cuando me
le acerqué. Sus manos fuertemente cerradas. —Gracias por entrar. M...me siguió
allí‖y‖yo<‖—terminó, presionando sus labios.
Me paré frente a ella, manteniendo mi voz baja. —¿Estás bien, Jillian? ¿Te
hirió?
—No. —Dio una rápida sacudida de cabeza.
Algo horrible se me ocurrió en ese momento. ¿Qué si no era la primera vez que
acosaba a Jillian? —¿Sucedió antes? —pregunté.
Jillian alejó la mirada, estremeciéndose con fuerza. —No.
No le creí. —¿Es por eso que te vas de aquí?
Se ahogó con una risa. —No.‖ Para‖ nada.‖ Yo<mejor‖ voy‖ a‖ hablar‖ con‖ mi‖
papá. —Comenzó a retroceder—.‖Gra<‖gracias‖de nuevo. En serio.
Observándola casi corriendo, me quedé allí por un momento, un millón de
horribles pensamientos dando vueltas en mi cabeza. Regresé a mi escritorio
aturdida.
Cerca de una hora más tarde Rick-el Asqueroso era escoltado fuera de Lima
Academy y Jillian se hallaba fuera de la instalación hacía tiempo, la puerta de la
oficina de Marcus se abrió. —Stephanie, ¿puedo verte un minuto?
Inmediatamente me puse de pie y entré en su oficina, sin tener idea de qué
esperar. No creía estar en problemas por reportar a Rick, no basada en cuán
enojado estuvo y cuán rápido manejó la situación, pero ¿qué si era el caso? ¿Qué si
perdía mi trabajo? Con un niño en camino, eso sería tan, tan malo.
Pero incluso si esto se iba cuesta abajo rápido, no me arrepentía de entrar.
De ninguna manera. Sólo deseaba haber dicho algo antes.
—¿Puedes por favor cerrar la puerta tras de ti? —preguntó Marcus mientras
rodeaba el escritorio.
Rápidamente cerré la puerta y me senté en el borde de la silla frente a su
escritorio, cruzando mis manos sobre mi regazo.
Marcus se sentó, dejando caer sus antebrazos sobre la madera,
encontrándose con mi mirada. —Primero, quiero agradecerte por entrar y ayudar a
Jillian.
—No tienes que agradecerme por eso —dije.
Continuó—: Dijiste algo que me dio la impresión de que no era la primera
vez que presenciaste su conducta inapropiada aquí. ¿Ese así?
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Asentí de acuerdo. —Me dijo unas cuantas cosas que no me parecieron muy
apropiadas, y una vez se acercó demasiado a mí en el ascensor. Él... Se frotó contra
mí. —Sentí que las puntas de mis ojeras ardían—. Le dije que si alguna vez hacía
eso de nuevo, lo denunciaría.
—¿Te molestó después de eso?
—No. Se mantuvo lejos, mayormente. —Mi mirada se dirigió a la gran
ventana en el fondo—. Yo...
—Di lo que quieres —dijo Marcus.
Sacudí la cabeza mientras suspiraba. La culpa agitó mi estómago. —Ojalá
hubiera dicho algo la primera vez que fue inapropiado. Entonces eso no habría
ocurrido con Jillian.
Marcus se recostó en su silla, enganchando una pierna sobre la otra. —Voy a
ser sincero contigo, Stephanie. Entiendo por qué no dijiste nada. Eres nueva aquí,
pero espero que ninguno de nosotros te haya dado la impresión de que
toleraríamos ese tipo de comportamiento.
—No lo han hecho —respondí rápidamente.
Marcus sonrió, pero no alcanzó sus ojos oscuros. —Me gustaría que lo
hubieras denunciado. Ninguno de nosotros quiere que alguno de los empleados o
sus familias se sientan inseguros aquí. Si algo como esto sucede de nuevo, quiero
que vengas a Deanna o a mí inmediatamente. ¿Lo entiendes?
—Sí. Lo haré.
Salí después de eso, pero la sensación de asco no se demoró en llegar. Una
parte de mí quería encontrar a Rick y patearlo en las pelotas. La otra parte quería
darme una bofetada por no hablar cuando cruzó la línea conmigo. Lo manejé, pero
mi cabeza tenía que haber estado atrapada en mi propia retaguardia para no darse
cuenta de que si me trataba como si yo existiera puramente para su
entretenimiento, tenía que tratar a otras mujeres de la misma manera.
Sólo esperaba que mis sospechas iniciales con Jillian no fueran exactas, pero
tenía la sensación de que probablemente Rick tendría que trasladarse. No sólo
Andrew iba a estar enojado, una vez que Brock se enterara, apostaría que Rick era
un hombre muerto.
Camino a casa, me detuve en una hamburguesería y recogí una cena
rápida, me encontraba demasiado cansada para hacer algo. Sabía que el cansancio
tenía que ser normal, y no se lo mencioné a Nick cuando escribió alrededor de las
siete. Lo último que quería que hiciera era preocuparse. Además, tendría la cita con
mi médico el viernes y podría traerlo a colación entonces.
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No le conté lo que pasó con Rick antes. A pesar de que manejé mis propios
problemas con Rick, conociendo a Nick, no iba a estar contento de oír sobre el
comportamiento perverso de mi ex compañero.
Después de ponerme los pantalones de pijama y una camisa suelta, entré en
mi cuarto de baño y me puse de pie frente al espejo. Al levantar la tapa, me miré en
el espejo. No había vientre visible. No realmente, pero traté de imaginarme con un
balón de fútbol.
Dudaba que fuera tan adorable como Avery, pero mis labios se curvaron en
una sonrisa, deslizando mis manos en mi vientre. Sólo los últimos días, pensaba en
cómo abordaría el tema de mi embarazo con Marcus. No iba a ser fácil, pero
tendría que decir algo pronto.
Girando, incliné mi cabeza hacia un lado; una pequeña duda en mis
pensamientos. ¿No debería ser capaz de ver algún tipo de protuberancia? ¿Algo en
casi catorce semanas? De acuerdo con los cinco millones de imágenes de la futura
madre que vi, la respuesta era sí, pero...
Dejé caer mi camisa y resistí la urgencia de buscar en Google las más raras
cuestiones de embarazo que podría pasar el resto de mi vida sin saber.
Salí a la sala de estar, apagué las luces del árbol de Navidad y luego tomé
un vaso de jugo de naranja de la nevera y regresé a mi dormitorio, con los pies
descalzos en el suelo de madera. Era temprano, pero después de un bostezo de oso,
estaba tan lista para acostarme. Bajé el vaso y alcancé el control remoto cuando un
dolor agudo y punzante cortó mi vientre, sacando el aire de mis pulmones.
—Ay —susurré, colocando mi mano contra mi estómago cerca del lado
izquierdo de mi cadera. Guau.
El dolor me quemó a medida que se desvanecía. Me quedé mirando el vaso
de jugo. Mi boca se secó cuando un horrible pensamiento apareció en mi cabeza.
¿Hay algo mal? Con el corazón palpitando, esperé varios minutos, y cuando el
dolor no volvió, forcé un aliento desigual. Estaba bien. Probablemente no tenía
nada que ver con el embarazo y más que ver con la comida rápida que tuve en la
cena.
Me subí a la cama y empujé mis piernas bajo el edredón; tomé el mando a
distancia. Hice clic en el televisor, poniendo el canal de HGTV, y no pasó mucho
tiempo antes de que me durmiera escuchando a parejas discutir sobre paredes
amarillas y alfombras marrones.
Cuando me desperté horas más tarde, me encontraba sentada directamente
en la cama, no segura de lo que me despertó. Mi garganta increíblemente seca y mi
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Las luces brillantes de la sala de emergencias eran fuertes, sin dejar espacio
para esconderse de la realidad de la situación. Todo lo que podía hacer era mirar
fijamente esas luces hasta que los halos se formaran alrededor de ellas.
Acostada en el incómodo colchón mientras la enfermera arreglaba la bata
del hospital y la delgada y caliente manta, no dije nada mientras la doctora se
alejaba del extremo de la cama, el sonido elástico al sacarse los guantes de látex
sonaron como un trueno. El grifo del agua estaba abierto. No esperaba que ella
hablara, porque ya sabía lo que iba a decir.
No recordaba haber conducido hacia el hospital, lo que probablemente
significaba que no debería haber conducido, pero sí recordaba toda la sangre roja
brillante que empapó mis pantalones de pijama, y la sangre roja brillante que
comenzó a emanar de la ropa interior que me puse. Recordé los coágulos cuando
me‖senté‖en‖el‖inodoro,‖y‖me‖acordé<
Me mordí los labios cuando volvieron los calambres. Mi mano se curvó a lo
largo de la parte superior de la manta. La sombra de la enfermera cayó sobre mí y
su mano fría cubrió la mía. Quería alejar mi mano. No quería que ella ni nadie me
tocaran en estos momentos, pero no me moví.
—¿Señora Keith?
Mi mirada se dirigió hacia la doctora. Parecía joven. Como si tuviera mi
edad. Su frente se arrugó mientras empujaba el taburete hacia la cama, cerca de mi
cintura, y se sentó. Su mirada seria se encontró con la mía. Su mirada me recordó al
técnico de ultrasonido que había estado en la pequeña sala con cortinas frente al
médico. La enfermera lo presentó, pero una vez que empezó a mover la manija, él
dejó de mirarme. Cuando salió de la habitación, ni siquiera supe si había hablado.
Pensé que sí. Y pensé que esas palabras podrían no haber tenido sentido.
—Lo siento —dijo la doctora.
Inhalé por mi nariz mientras volvía a poner mi atención en el techo. Me
dolía la mandíbula por lo apretada que la tenía, pero no podía forzarme a soltarla.
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Mis ojos se abrieron de‖ par‖ en‖ par.‖ ¿El‖ bebé‖ se‖ había<‖ muerto‖ por‖ días?‖
¿Semanas? ¿Y yo ni siquiera lo sabía?
Ella hablaba conmigo acerca de las opciones y sobre qué esperar, las citas de
seguimiento que necesitaba tener y los síntomas que necesitaba ver en caso de que
todo no<‖ no‖ saliera.‖ Me‖ decía‖ toda‖ esta‖ información‖ de prisa, y esa maldita
enfermera‖todavía‖me‖presionaba‖la‖mano,‖y‖yo‖quería<
Yo quería a mi mamá.
—¿Por qué? —pregunté con voz ronca.
Por el rabillo del ojo, vi a la doctora poniéndose de pie. —Esto no siempre es
fácil de escuchar o entender, pero a veces, no hay razón, señora Keith. Pasa sin
más. No significa necesariamente que usted no será capaz de tener un bebé, pero sí
sugiero que cuando vea a su médico, hable con él o con ella sobre sus
preocupaciones<
¿No había razón? No. Eso no podía tener sentido, ¿no? Mis pensamientos
daban vueltas con las cosas que leí, y sí, mi parte lógica se daba cuenta de que el
cuerpo era una cosa loca que hacía cosas insanas, pero yo quería una razón. Un
dolor tan agudo y tan real como lo que cortaba mi estómago se expandió en mi
pecho.‖Quería‖saber‖lo‖que‖hice‖o‖lo‖que‖no‖hice<
El dolor se expandió y las lágrimas subieron por mi garganta, hinchando
mis ojos. El embarazo no fue planeado, pero lo quería. Y Nick no lo esperaba, pero
lo deseaba. Íbamos a sacar el máximo provecho de ello, y dentro de unas pocas
semanas íbamos a tratar de descubrir el sexo. Brotaron las heridas, ardiendo por
cada‖célula.‖Y‖si‖el‖bebé‖hubiera‖sido‖un‖niño,‖nosotros<
Aparté esos pensamientos y los apagué, a todos. Me encerré. Lo alejé todo,
porque‖no‖podía<‖No‖podía‖hacerle‖frente‖a‖esto.‖Simplemente‖no‖podía‖hacerlo.
—¿Tienes a alguien a quien puedas llamar? —preguntó la enfermera.
—¿Qué? —La miré, y me di cuenta de que la doctora ya no se encontraba en
la habitación. Solo estábamos nosotras. ¿Cuándo se había ido? Un calambre se
apoderó de mis entrañas, y luché contra el impulso de rodar hacia mi lado.
La simpatía salió de la expresión de la enfermera. —¿Te pregunté si tienes a
alguien a quien pueda llamar?
Sí. Eso fue lo que mi cabeza dijo una y otra vez. Sí. Había gente a la que
llamar. Había una persona a quien llamar, pero eso no fue lo que hice.
Ni siquiera sabía por qué.
Eso no es lo que hice.
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¿Era‖esto‖algún‖tipo‖ de‖castigo‖ya‖que‖yo<‖ya‖que‖no‖había‖querido‖estar‖
embarazada? Como una especie de karma cósmico, ya que no fue planeado, y ¿me
asustó tanto al principio? ¿Preocupándome por no poder viajar por el mundo y por
mierdas estúpidas y sin sentido como esa?
La presión volvió a mi pecho, y me lancé hacia adelante, sacando la foto de
la nevera.
Quería que esto terminara.
Volví apresuradamente a la habitación, ignorando los calambres en mi
estómago cuando entré en mi armario, metiendo la imagen entre dos cajas de
zapatos. Volví a la sala de estar y cogí mi teléfono.
Mamá respondió en el tercer llamado. —Hola, cariño.
—Hola. —Mis dedos se curvaron alrededor del teléfono—. ¿Estás ocupada?
—Por supuesto que no —respondió con una risita—. ¿No estás en el trabajo?
Comencé a pasearme. —No. Tengo hoy y el viernes libres, porque no me
siento muy bien.
—Oh no. —Hubo una pausa y pude oír a Loki ladrando en el fondo. Mamá
le dijo al perro que se apartara—. ¿Qué pasa? ¿Es el bebé?
¿Es el bebé?
Cerrando los ojos con fuerza, tomé una respiración superficial. —Um,‖yo<.‖
—Las palabras eran increíblemente difíciles de decir—. Tuve un dolor muy extraño
anoche en mi estómago, pero se fue. Pensé que era algo que había comido, así que
me fui a la cama.
—Oh —susurró‖ mam{‖ al‖ teléfono,‖ y‖pensé<‖ Pensé‖que‖ ya‖ lo‖ sabía—. Oh,
cariño.
Presioné la mano sobre mi estómago, justo debajo del ombligo. —Volví a
dormirme. No debería haber hecho eso. Simplemente no pensé que algo iba mal,
pero‖me‖desperté‖un‖par‖de‖horas‖m{s‖tarde,‖y‖así‖era<‖Tenía‖cólicos‖y‖otras‖cosas.‖
Fui al hospital. —Abrí los ojos y comencé a pasearme de nuevo—. La doctora dijo
que el be<‖ Que‖ probablemente‖ dejó‖ de‖ desarrollarse.‖ Eso‖ podría‖ haber‖ pasado‖
hace semanas atrás, supongo. No lo sé.
—Cariño —dijo mamá de forma ahogada—,‖lo‖siento‖mucho.‖¿Est{s<?
—Estoy bien —la interrumpí, envolviendo un brazo sobre mi cintura—. En
realidad estoy bien.
—Cariño<
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—Me encuentro bien. Solo me voy a tomar libres el día de hoy y mañana,
luego utilizaré el fin de semana para relajarme, pero estoy bien. Dije en el trabajo
que tenía gripe. Supongo que fue algo bueno no haberles contado antes. Quiero
decir, esta fue probablemente una bendición disfrazada, ¿verdad? —Divagaba en
este punto, pero no podía detenerme—.‖ Algo‖ andaba‖ mal‖ y‖ esto<‖ estas‖ cosas‖
pasan.
Hubo una pausa, y luego mamá dijo—: Voy a ir hasta allí. Voy a empacar a
Loki en el portaaviones, vamos a ir hasta allá y...
—Eso no es necesario. Me encuentro bien y no hay nada que nadie pueda
hacer —le dije—. Solo necesito pasar los siguientes días descansando.
—Pero<
—Mamá, estoy bien. Lo prometo. No tienes que venir hasta aquí. ¿De
acuerdo? Te veré en Navidad.
No respondió de inmediato. —Si cambias de opinión, solo me encuentro a
una llamada telefónica de distancia, ¿de acuerdo?
—Está bien —murmuré.
—¿Cómo está lidiando Nick con la noticia? —preguntó.
Mi pecho se apretó cuando me obligué a decir las palabras. —Aún no se lo
he dicho.
Silencio.
—Yo<‖acaba‖de‖suceder,‖y‖él‖estaba‖en‖el‖trabajo,‖así‖que‖conduje‖hasta‖el‖
hospital anoche.
—Stephanie —suspiró cansadamente.
Me dolían los nudillos. —Te voy a dejar aquí, ¿de acuerdo? Te llamaré más
tarde.
Casi le colgué, y me sentí mal por apagar el teléfono, pero no quería decir
nada que la impulsara a ignorar mi petición de que no viniera, y ya no quería
hablar de ello, porque sabía que iba a tener que hablar al respecto de nuevo.
Mirando el reloj, supe que tenía tiempo para hablar con Nick antes de que se
fuera a trabajar. Una parte de mí quería ser una gallina y llamarlo, porque verlo
cara a cara no era algo que estuviera segura de que podía hacer.
Pero no era el tipo de conversación para tener por teléfono.
Le envié un mensaje de texto, preguntándole si podía pasarse por casa.
Después de un par de textos de ida y vuelta, con Nick preguntándome por qué me
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encontraba en casa, y yo siendo vaga como algo diario, dijo que venía en camino.
Sentada en la silla junto a la mesita, esperé con nudos en mi estómago. Ahora los
calambres no eran tan malos, pero de tanto en tanto sentía que alguien metía un
cuchillo en mi abdomen. Parte de mí recibía con satisfacción ese dolor, porque
podía concentrarme en él.
Cuando Nick apareció, no había pasado mucho tiempo. La primera mirada
hacia él me dijo el por qué. Llevaba un suéter de nylon y una termal bajo su
chaqueta; se hallaba en el gimnasio. Su cabello lucía adorablemente desordenado.
Echó un vistazo a mi rostro pálido y su mano se apretó alrededor del borde
de su casco de motocicleta. —Te encuentras enferma. Es por eso que estás en casa.
—Colocando el casco sobre la mesa, se volvió hacia mí.
Retrocedí, fuera del alcance de su brazo. —No estoy enferma. Realmente no.
Um<‖ —Evitando su mirada preocupada, me volví y pasé las manos por mi
cabello. Las hebras débiles se enredaron en mis dedos—. Necesitaba hablar
contigo.
—Estoy aquí. —Sus manos rozaron mi espalda, y lo evité—. ¿Qué sucede,
Stephanie?
Caminando hacia el sofá, me senté en el borde. Como ya se lo había dicho a
mi madre, era más fácil decir las palabras esta vez, tal vez demasiado fácil. —Yo<‖
Lo perdí.
—¿Qué? —Nick se acercó.
—Al bebé —dije, mirando mis manos, mis dedos—. Aborté. No sé por qué.
Sucedió anoche. Ni siquiera sabía qué ocurría al principio. Pensé que solamente
eran dolores de estómago. Eso fue estúpido. —Levanté la vista para encontrar a
Nick de pie cerca del sofá, todavía como una estatua—. No sé si fue algo que hice o
no‖hice,‖pero‖ya‖no‖estoy< embarazada.
La expresión de Nick se tensó mientras cerraba los ojos. Levantó la mano y
se metió los dedos en el cabello. —Stephanie<
Mi nombre sonaba ronco en su lengua, y volví la mirada a mis manos. —Lo
siento —susurré.
—¿Qué? —El estallido de esa palabra llamó mi atención. Me miraba
fijamente—. Cariño, no tienes por qué disculparte. —Un paso lo llevó hacia donde
me encontraba sentada, y él estaba agachado frente a mí, sus manos alrededor de
las mías, y pensé en la enfermera que me sostuvo la mano anoche—. Dios,
Stephanie, no te disculpes. No lo hagas...
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—Sé‖ que‖ est{s‖ decepcionado.‖ No‖ creías‖ que‖ tendrías‖ una<‖ Bueno,‖ sé‖ que‖
querías esto.
Su mirada buscó la mía. —Sé‖que‖tú‖también‖lo‖querías,‖pero‖esto<‖sucede.‖
Dios. —Su cabeza se inclinó cuando llevó nuestras manos juntas hacia su frente—.
Mierda. No sé qué decir.
El aliento que contuve era inestable. Tampoco sabía qué decir. Sus hombros
se tensaron y luego levantó la cabeza. Esos ojos extraordinarios eran brillantes,
demasiado brillantes, y mi corazón se rompió.
—De acuerdo. Muy bien. —Inhaló profundamente—. ¿Necesitamos ir al
hospital?‖Puedo<
—Ya fui al hospital.
Los labios de Nick se separaron lentamente mientras me miraba, y sus ojos
se abrieron de par en par.
—No hay nada más que se pueda hacer en este momento. Quiero decir,
ahora no. Voy a hacer una cita de seguimiento para asegurarme de que todo se
encuentre bien, pero no hay nada que hacer en este momento. —Esa era la verdad,
y‖no‖tenía‖necesidad‖de‖decirle‖todos‖los<‖otros‖detalles‖de‖lo‖que‖sucedía—. No
necesitas‖ pedir‖ días‖ libres‖ en‖ el‖ trabajo‖ ni‖ nada.‖ Solamente‖ voy‖ a‖ estar<‖ mmm,‖
relaj{ndome<‖—Tragué saliva con fuerza—. Hasta el lunes.
Me soltó las manos. —¿Cu{ndo<‖cu{ndo‖pasó‖esto?
—Anoche. —¿No había dicho eso? No podía recordarlo.
Nick colocó las manos en sus muslos. —¿Y anoche fuiste al hospital?
Asentí mientras pasaba mis manos sobre mis piernas.
—¿Por qué no me llamaste?
Su cara se nubló un poco mientras yo negaba con un gesto. —No lo sé.
Hubo una pausa. —¿Lo dices de nuevo?
¿Por qué no lo llamé? Debería haber sido a la primera persona a la que
llamara. De acuerdo, había entrado en pánico cuando fui al hospital, pero debería
haberlo llamado una vez que estuviera allí o cuando la enfermera me lo preguntó.
Todavía ni siquiera sabía por qué no lo hice. Apreté los dedos contra mis sienes y
sacudí la cabeza. —No quería molestarte.
—¿Molestarme?‖ ¿Est{s<?‖ —Se levantó de repente, dando un paso hacia
atrás. Su mano volvió a pasar por su cabello—. De acuerdo. ¿Por qué pensarías eso
siquiera?
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Negué.
Nick caminó hacia un lado, con las manos posadas en su cintura. —¿Es una
conversación real la que estamos teniendo?
Cerré los ojos con fuerza. —Yo‖no<
—¿No qué?
No quería decepcionarlo, porque ya perdió tanto. No quería hacerle daño,
porque ya estaba demasiado herido. Y no sabía cómo manejar nada de esto: el bebé,
estar en una relación, perder al bebé y a Nick. No sabía cómo hacer esto, y lo había
hecho mal, tan mal.
Y cuando levanté mi mirada hacia él, supe que no eran las únicas razones.
Me había enamorado de Nick, tan profundamente, y este bebé era lo que nos unió,
era lo que nos mantenía juntos, y ahora ya no existía. Él nunca dijo que me amaba.
No habíamos hecho planes para el futuro que no hubieran incluido al bebé. ¿Qué
nos quedaba sin lo que nos había unido?
Sabía que iba a perderlo.
Un calambre me atravesó, tomándome desprevenida. Mi mano voló hacia
mi estómago mientras el dolor me traspasaba.
Nick se encontraba de rodillas delante de mí. —¿Estás bien?
—Sí —dije apretando los dientes.
—¿Qué puedo hacer? —Me tocó el brazo.
—Nada.‖ Solo<‖ —El dolor se detuvo y se alejó mientras me levantaba—.
Solo necesito relajarme un poco.
Sus manos se abrieron a los costados. —¿Hay algo que pueda traerte?
Sacudí la cabeza. —No. Solo quería hacértelo saber. Eso es todo.
—¿Eso es todo? —Se echó hacia atrás como si hubiera sido empujado, y
quise‖ apartar‖ la‖ vista.‖ Quería‖ esconderme,‖ porque‖ esto<‖ Todo‖ esto‖ parecía‖ mi‖
culpa—. Stephanie, no sé qué decir.
Dime que todavía quieres estar aquí.
Dime que todavía ves un futuro para nosotros.
Dime que me amas.
—No hay nada que decir —susurré, mirando hacia otro lado.
—Te equivocas —dijo, y la esperanza se disparó en mi pecho—. Perdimos
un‖bebé<
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—Ni siquiera tenía trece semanas —dije, porque era más fácil no pensar en
ello aparte de eso—. La doctora dijo que pudo haber dejado de desarrollarse hace
semanas atrás.
—¿Hace semanas atrás? —murmuró, estremeciéndose.
—Todo lo que trato de decir es que al menos eso pasó ahora y no dentro de
unas‖semanas,‖no‖cu{ndo<‖—No cuando se me notara o cuando sería mucho más
difícil de aceptar y entender esto.
Excepto que era difícil de aceptar y entender. No lo entendía. No sabía por
qué‖sucedió‖esto,‖y‖no‖solo‖me‖sentía‖decepcionaba,‖también‖devastada‖y‖yo<
—Debería haber estado allí, Stephanie. No solo por ti, sino que debería
haber estado allí. ¿Y no hay nada que decir? Hay mucho que decir sobre todo esto.
Ahora no me salen las palabras. Ni siquiera sé qué pensar, pero... mierda. —Se
pasó la mano por la cara. Su brazo tembló—. ¿Por qué no me llamaste, Stephanie?
Parpadeé. —Yo...
—¿Sabes qué? Este no es el momento para esta conversación.
Mi estómago se retorció. —¿Por qué no?
Me lanzó una mirada incrédula. —No tienes que lidiar con nada más.
Aquí viene, pensé. —Estoy bien —le dije, enderezando mis hombros—. ¿Qué
conversación quieres tener?
—¿Estás bien?
—Sí.
Sus ojos se encendieron. —No puedes estar bien. Acabas de perder al bebé,
Stephanie.‖Quiero‖decir,‖es‖una‖mierda.‖Eres‖humana.‖No‖est{s<
—Estoy bien. —Mi corazón latía con fuerza—. ¿De qué quieres hablar?
Sacudiendo la cabeza, comenzó a caminar hacia la mesa, a su casco. Se iba, y
el pánico arraigó en la boca de mi estómago. Me puse frente a él. —¿Por qué no me
dices lo que quieres decir?
—¿Por qué? —Los hoyuelos de sus mejillas se sonrojaron—. Porque estoy
tratando de ser un ser humano decente en este momento, Stephanie. No intento
tirar‖m{s‖mierda‖en‖tu‖cabeza‖cuando‖no‖la‖necesitas.‖Estoy<
—¿Qué? —repuse; la frustración y la confusión se arremolinaron en mí
hasta que se convirtió en una ira amarga—. ¿Estás qué?
2
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No sabía a dónde iba con nada de esto, pero mi lengua se movía y las
palabras se unían al dolor que bullía en mi interior. —No entiendo por qué duele
tanto. No es como si estuve mucho tiempo embarazada, ¿sabes? Ni siquiera se lo
he dicho a mi jefe. Quizá no debería de haberle contado a nadie. Me refiero a que,
acababa de entrar en mi segundo trimestre. —Una cortante punzada de dolor me
interrumpió—. En realidad, probablemente ni siquiera estaba cerca. El médico del
hospital‖ dijo‖ que‖ el‖ be<‖ dijo‖ que‖ probablemente‖ dejó‖ de‖ desarrollarse‖ hace‖ una‖
semana o más.
Y ahora que lo había dicho en voz alta, las cosas empezaron a tener sentido.
Lo agotada que me sentía. La pérdida de cualquier peso que gané. —Había señales
—dije. Empecé a ver manchas blancas detrás de mis párpados cerrados—. Signos
de que estaba perdiendo... y las ignoré. Pensé que eran normales.
—¿Cómo sabrías? No podías saberlo —discutió Roxy—. Y sé que el aborto
es algo que sucede comúnmente, Steph. Sucede, y nadie tiene la culpa.
¿Nadie era culpable? No me encontraba tan segura de ello. Quizás no tomé
el embarazo en serio. Sé que olvidé tomar las vitaminas prenatales una vez. Mi
dieta podría haber sido mucho más saludable. ¿Y si el bebé no hubiera dejado de
desarrollarse, y si prestaba atención al dolor que sentí la noche anterior en vez de
irme a la cama, podría haberse evitado este aborto?
Los pensamientos que me cruzaban por la mente me provocaron náuseas.
Sentía como... que merecía esto. Como si algún tipo de castigo hubiera sido llevado
a cabo. Me equivoqué y ni siquiera sabía en qué.
Roxy se acercó más, colocando la mano sobre mi hombro. —Esto no es tu
culpa.
Abrí mis exhaustos ojos.
—Estas cosas suceden —continuó, su voz apenas sobre un susurro—. Sé que
ahora suena como una débil justificación y no ayuda en nada, pero estas cosas
suceden, Steph, y nadie es culpable.
Mi mirada se posó sobre el árbol de Navidad y mis pensamientos de
inmediato se desplazaron al día en que escogí el árbol con Nick. La manera en que
entramos‖en‖la‖sección‖de‖bebés‖y‖miramos‖todo<
Hice a un lado esos pensamientos mientras inhalaba bruscamente, pero no
podía apartar la mirada del árbol. Dios, ¿eso fue hace solo dos semanas? ¿El bebé
aún vivía?
Roxy me apretó el hombro. —¿Qué puedo hacer por ti?
—Nada —susurré.
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no hecho desde que me enteré del embarazo, buscando incansablemente ese error
que cometí.
Roxy no se marchó, pero me dio espacio; solo entró en el dormitorio cuando
pasaron las horas suficientes como para insistirme que comiera la sopa de pollo
que no tenía idea de cómo preparó, porque no tenía nada en la casa; pero esa sopa
me recordó a Nick.
Y eso hizo el dolor mucho más fresco.
Creí oír la voz de Reece el jueves por la noche, y más tarde pensé que oí a
Calla. Al principio, asumí que lo imaginé, pero luego me di cuenta de que Calla se
hallaba en casa. Finalizó el semestre en Shepherd. Oré para que no entrara en la
habitación, y no lo hizo.
Toda la noche permanecí despierta y no lloré. Había un vacío enorme que
consumía mis pensamientos. No pude apagar nada como lo hice el miércoles por la
noche en la sala de urgencias. Solo quería que se acabara: el dolor físico y el más
profundo, intenso y doloroso sufrimiento.
En algún momento, en las tranquilas horas de la madrugada, llegué a la
comprensión de que deseé este bebé mucho más de lo que jamás reconocí. Como
dice‖ ese‖ dicho:‖ “No‖ sabes‖ lo‖ que‖ tienes‖ hasta‖ que‖ lo‖ pierdes”,‖ y‖ eso‖ era‖ tan‖
malditamente cierto. Aumentó el escozor en mi garganta y ojos.
Me acurruqué, acercando mis piernas a mi pecho. No era justo. Nada de
esto lo era, y no me dolía tanto desde que esos dos marineros uniformados
aparecieron en nuestra puerta cuando tenía quince años.
En el fondo de mi mente, sabía que necesitaba desahogarme. Necesitaba
levantarme, cepillarme, y seguir adelante con mi vida. Eso es lo que siempre hice, y
tendría que hacerlo de nuevo; pero no acababa de perder solo el bebé.
Había perdido un futuro.
Roxy intentó hacerme desayunar el viernes por la mañana; y cuando salió
del dormitorio, pensé que se veía tan mal como me sentía, con el cabello castaño
que caía de su moño. Quería decirle que no tenía que quedarse. Tenía una vida a la
que necesitaba volver. Yo estaría bien.
Siempre lo estuve.
Unos minutos antes de las once de la mañana oí que se abría la puerta y
esperaba ver a Roxy, pero fue Katie quien entró, cerró la puerta detrás de ella y casi
no la reconocí.
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—Nadie espera que lo hagas. Es algo trágico, niña. Sucede todo el tiempo, a
muchas personas en el mundo. No significa que duela menos. Y tampoco significa
que tu dolor vale menos. No estás bien.
El aire se estancó en mi garganta. —Estoy bien.
Katie negó con la cabeza. —Nop.
Mis ojos se estrecharon. —Sí, lo estoy.
—Sigue diciéndotelo.
Me senté, mirándola con frialdad. —¿Qué diablos? Dije que estoy bien. Y lo
estoy, demonios.
Envolvió los brazos esbeltos alrededor de su cintura. —Puedes repetirlo
todo lo que quieras, pero te conozco. Todos lo hacen.
—Todos<‖ —Sacudí la cabeza, dolorosamente consciente de los mechones
de cabello golpeando mis mejillas. En ese momento, no creí que existiera alguien a
quien odiara más que a Katie—. No puedo con esto ahora —repetí, tensando mi
mano en un puño.
Katie inclinó la cabeza hacia un lado. —Por supuesto que no. ¿Quién sería
capaz de tratar con algo así en este momento?
No tenía palabras, porque, Dios mío, volvíamos a hablar de lo mismo.
Una marea de emociones violentas e inestables se elevó dentro de mí
mientras alargaba una mano y cogía el cubrecama. Mi mano tembló cuando lo
aparté de mis piernas. Me levanté, quitándome el cabello del rostro con un
movimiento frenético. —Estoy bien.
Katie no dijo nada.
El temblor danzó a lo largo de mis dedos, deslizándose por mis brazos.
—Estoy bien —dije, y la marea me consumió, levantándose y cubriéndome,
como un dique al romperse—. Estoy bien. —Retrocedí, golpeando la pared—.
¡Estoy bien!
Se levantó de la cama, su rostro derrumbándose mientras susurraba—: Todo
está bien.
No.
Eso era. No lo estaba. Oh, Dios, nada andaba bien.
Algo fuerte se rompió dentro de mí. Ya no podía controlar el ardor en mis
ojos y garganta. La figura de Katie se volvió borrosa, y en alguna parte, alguien
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gritaba esas dos malditas palabras una y otra vez, y era mentira. Era una estúpida
y maldita mentira.
Y lo había arruinado. Sabía que lo hice en más maneras de las que incluso
consideraba, y no estaba bien. No sabía cómo arreglarlo o por dónde empezar. No
existía ningún manual al respecto: ninguna cantidad de búsqueda iba a arreglar
esto.
Lágrimas se deslizaban por mi rostro mientras mi pecho se apretaba con un
sollozo roto. Los brazos de Katie me envolvieron y apretaron cuando mis piernas
cedieron y me deslicé por la pared, llevándola conmigo. Mi cabeza cayó sobre su
hombro. —No lo estoy —susurré—. No estoy bien.
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Finalmente me dormí.
Realmente no existía otra opción. Había llorado hasta enfermar, en jadeos
secos, y lloré en un agotamiento sin sentido que sólo se podía curar al subir a mi
cama. No sé cuánto tiempo dormí, pero despertarme fue como arrastrarme fuera
de arenas movedizas. Mis ojos hinchados y cansados, se sentían cerrados y no me
encontraba lista para intentar abrirlos y enfrentar la realidad, enfrentar la pérdida
de un futuro que no sabía cuánto quería hasta que se fue. Y frente a la fea verdad
de que mis inseguridades con respecto a mi relación con Nick, válidas o no, me
habían llevado a tomar decisiones egoístas y cobardes cuando se trataba de
involucrarlo en lo que sucedía. No lo hice, no quería verlo herido, y traté de
protegerlo de los resultados contraproducentes.
Lo amaba y lo había lastimado aún más.
Como un fantasma, la imagen de esos diminutos zapatos que miramos
mientras comprábamos el árbol de Navidad se formó en mi cabeza, y el dolor
regresó, agudo y aparentemente interminable. En ese momento, nunca estuve más
agradecida por el hecho de que no había empezado a comprar nada relacionado
con el bebé. No me hallaba segura de sí podía soportar tener que devolver cunas o
empacarlas. La imagen del ultrasonido en la nevera fue bastante difícil de ver.
Cada célula de mi cuerpo se sentía como si hubiera pasado por el
escurridor, y realmente lo hice. La última cosa que quería hacer era levantarme,
pero necesitaba hacerlo debido a lo que mi cuerpo pasaba. Mientras me encontraba
allí, instándome a levantarme, lentamente me di cuenta de otra presencia en la
habitación.
Una presencia muy cercana, como en la misma cama conmigo. Podía oír las
respiraciones constantes. Aunque no me habría sorprendido si Katie se hubiera
subido a la cama conmigo, tuve la clara sensación de que no era ella. Mi piel
hormigueaba mientras respiraba profundamente, captando un aroma fresco teñido
de pino.
Mi corazón se saltó un latido. El perfume era muy familiar, tan correcto.
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Contuve mi aliento mientras forzaba a mis ojos a abrirse y exhalé una vez
que mi visión se ajustó un poco a la luz baja que se filtraba desde el pasillo fuera de
la puerta abierta del dormitorio.
Acostado en la cama a mi lado, sobre su espalda, se hallaba Nick.
Todavía se encontraba dormido.
Nick giró su cabeza hacia la mía. Incluso con la falta de luz, pude ver las
oscuras sombras bajo sus ojos. Cuando habló, su voz era áspera. —Estas despierta.
Incapaz de apartar mi lengua de mi paladar, me empecé a sentar. Nick se
levantó junto a mí, su mirada nunca dejó mi rostro. —Katie hizo que Roxy me
llamara. Sólo estamos nosotros.
Mi cabeza todavía se hallaba confusa con mi sueño y dejé escapar la primera
cosa que me vino a la mente. —Tengo que ir al baño.
—¿Necesitas ayuda? —Fue su respuesta inmediata.
Sacudí la cabeza. —Yo... —Perdí las palabras cuando lo miré.
—Te esperaré aquí, ¿de acuerdo? —dijo, con voz baja—. Necesitas algo,
grita, y estaré allí.
La presión se apretó alrededor de mi pecho, y me obligué a salir de la cama
antes de enloquecer de nuevo. Arrastré mis pies al baño y me encargué de las cosas
necesarias. Antes de salir, me detuve lo suficiente para salpicar agua fría sobre mi
cara y retirar mi cabello ahora asqueroso.
Nick se encontraba aquí.
Había vuelto incluso después de haberlo echado.
Estaba aquí.
Con mi garganta apretada, miré mi reflejo y vi que parecía una ruina, pero
sabía que no había nada que pudiera hacer al respecto. Como me veía era lo menos
importante ahora.
Volví al dormitorio, sintiéndome como si tuviera cincuenta años, pero ver a
Nick apoyado contra la cabecera era como recibir una inyección de adrenalina. El
nerviosismo y la dulce anticipación siempre atada lo combatieron mientras me
dirigía a la cama, sentándome cerca de sus piernas.
Nick había encendido la lámpara de la mesilla de noche mientras me
encontraba en el baño, y ahora podía verlo completamente. Un rastrojo grueso le
cubría la mandíbula y la barbilla, aquellas oscuras sombras bajo sus ojos eran
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severas. Su camisa, la misma que usaba ayer cuando lo vi, se encontraba arrugada.
Su cabello era un desastre, y se veía tan mal como me sentía.
Su pecho se elevó con una respiración profunda. —Sé que no me quieres
aquí —declaró, y antes de que pudiera responder, continuó—. Pero voy a
permanecer aquí. Tomó todo de mí ayer salir por esa puerta y no tengo más en mí
para hacerlo de nuevo. No después de saber lo que has estado pasando y verte
ahora. Sé que sufres. No deberías encontrarte sola y debería ser quien esté aquí
para ti.
Bajé la mirada mientras levantaba mis piernas, acurrucándolas debajo de mí.
—No es que no te quisiera aquí, Nick. Ese no es el caso en absoluto.
Hubo un segundo de silencio. —Voy a ser muy sincero contigo, Stephanie,
eso fue exactamente lo que pasó ayer.
¿Cómo podría explicar lo que sentía y dónde se hallaba mi cabeza cuando se
encontraba en tantos lugares y todo estaba tan crudo? Existían tantas palabras,
tantas cosas que podía decir, y sin embargo no podía comprender un pensamiento.
Era como tratar de atrapar la lluvia.
Ayer presioné para una confrontación, pero hoy, en este momento, todo lo
que quería era que sus brazos estuvieran a mí alrededor. Todo lo que quería era
ser abrazada. Todo lo que quería era estar con la única persona que compartía el
mismo dolor que experimentaba.
Levanté la mirada y el rostro de Nick se nubló cuando una oleada de
lágrimas se levantó.
Inclinó su cabeza hacia un lado y su voz se quebró cuando habló. —Ven acá.
Mi cuerpo se movió antes de que mi cerebro registrara sus palabras. Me
arrastré sobre sus piernas mientras se sentaba, con los brazos abiertos y
alcanzándome. Me subí a su regazo, plantando mi rostro contra su pecho y casi
fusioné mi cuerpo con el suyo.
La reacción de Nick fue inmediata. Enterró una mano en mi desordenada
cola de caballo y mis rodillas se doblaron a cada lado de mí mientras su otro brazo
rodeaba mi cintura, curvando su cuerpo en el mío. Era como si estuviera
enjaulándose a mí alrededor, y esas lágrimas que habían iniciado se liberaron. Casi
no podía creer que quedara algo en mí, pero mis sollozos se levantaron otra vez, y
eran tan poderosos que sacudieron mi cuerpo, sacudieron el suyo mientras me
sostenía.
—Eso es bueno. Eso es bueno —decía, una y otra vez—. Está bien no estar
bien. Tampoco lo estoy.
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—Quería ser diferente para ti, quería que todo fuera diferente para ti, y eso
fue antes de que supieras que estabas embarazada —dijo, con los hombros
encorvados mientras sacudía la cabeza—. Simplemente no pensé que era capaz de
ser esa persona.
Mis cejas se levantaron. —Lo eres.
Sus pestañas bajaron. —Sabes, hace un par de meses no estaría seguro de
esa declaración, y honestamente, no sabía hasta que viniste a Acción de Gracias.
Verte con mi abuelo me hizo darme cuenta de lo idiota que era al no ir tras de ti en
el momento en que salí de tu apartamento. Hablar contigo de lo que pasó con mi
familia, cómo se halla atado a Calla. En realidad, decir esa mierda en voz alta me
ayudó a dejarlo ir. Debería haberlo hecho. Te debí haber dicho eso, porque
entiendo por qué pensabas que no había nada más entre nosotros. Lo hago.
Debería haber dejado claro que sentía más. —Apretó una mano contra su pecho—.
Sentía más por ti aquí, y no tenía nada que ver con que estuvieras embarazada.
Casi no podía creer lo que decía. —Pero si no hubiera quedado embarazada,
¿nos habríamos juntado alguna vez?
—No lo sé, honestamente, no, pero me gusta pensar que habríamos
encontrado el camino el uno al otro. —Su mirada parpadeó hacia la mía—. Quiero
creer eso. Tengo que.
Luché a través de la bola de emoción que se construía de nuevo. La
esperanza seguía allí, hinchándose tan bellamente, pero se sentía manchada de
pérdida y confusión. Mis labios temblaron y los presioné juntos por un momento.
—No lo sé. Eras maravilloso, has sido maravilloso. Debería haber sabido que había
más. Todo ha sido nuevo para mí.
—Sí. —Sus ojos buscaron los míos—. Ninguno es muy bueno en esta cosa
de relación, ¿eh?
Una risa seca y agrietada se me escapó. —No. No somos muy buenos en eso.
—Bajé mi barbilla—. Pero éramos muy buenos en ello cuando ni siquiera sabíamos
que lo hacíamos.
—Maldita sea —murmuró, tocando suavemente mi barbilla. Me inclinó la
cabeza para que nuestros ojos se encontraran—. ¿Te gustaría ser mi novia? Marca
sí o no.
Otra risa ronca sonó cuando levanté mi dedo, dibujando un círculo en su
pecho. —Esa soy yo marcando sí.
Los labios de Nick se contrajeron en una sonrisa. —Quizá lo debería haber
preguntado hace un tiempo.
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Nick parecía sentir justo cuando lo necesitaba. Incluso si dormía, sus brazos
se apretaban alrededor de mí, y a veces cuando mi inquietud lo despertaba, me
hablaba hasta quedarme dormida nuevamente, distrayéndome con algunas de las
locuras que había visto mientras trabajaba en casa de Mona. Simplemente se
encontraba allí, y lo dejé entrar por completo.
No podía negar cuánto amaba a este hombre.
Mamá llegó en la víspera de Navidad por la mañana, y después de
registrarse en un hotel cercano, vino directamente a mi apartamento. Cuando
llamó a la puerta principal, miré a Nick mientras se levantaba del sofá. —¿Listo
para esto? —pregunté.
Esbozó una sonrisa torcida. —Por supuesto.
No me encontraba segura cuando abrí la puerta. Mi mamá podría ser difícil
de manejar, y casi me abordó una vez que abrí la puerta por completo,
envolviendo sus brazos a mí alrededor. Me hallaba envuelta en su perfume cálido
de olor a vainilla.
Su mano fue a la parte posterior de mi cabeza. —Oh, mi dulce chica. —Me
abrazó fuertemente, y de repente fui la niña que simplemente sólo necesitaba a su
mamá, porque ahora todo se pondría mejor.
El ladrido amortiguado de Loki nos separó. Mirando por encima del
hombro, vi al perrito observándonos desde el interior del vehículo. Bajé mis brazos
cuando retrocedí. —Será mejor que vaya por el perro antes de que se meta a través
de las barras de metal.
Mamá puso sus ojos en blanco, pero sabía que podía pasar. Cuando Loki
quería salir de algo, Loki salía de allí. El perro podría escalar cercas. Cuando recogí
el portaaviones, lo llevé al apartamento conmigo, cerrando la puerta detrás de
nosotros. No me sorprendió que trajera a Loki en lugar de dejarlo en el hotel.
No dejaba a Loki en ninguna parte.
Nick dio un paso hacia adelante, extendiendo una mano mientras su
sonrisa torcida crecía. —Hola, Sra. Keith.
—Y éste debe ser Nick. Ahora puedo ver por qué estás tan distraída cuando
hablas por teléfono conmigo y se encuentra cerca. —Mamá lo miró mientras
tomaba su mano.
Nick sonrió cuando su mirada encontró la mía. —Me gusta.
—Por supuesto que sí —murmuré cuando mamá lo examinó.
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tu mamá lleva sus etiquetas. Fue una especie de impulso, algo urgente. No tienes
que usarla.
Le pasé el brazo por el cuello y lo atraje, besándolo. —La llevaré. Cada día.
—¿Sí?
Resoplando, asentí mientras me sentaba y las observaba. Apreté mis labios.
El regalo era tan increíblemente significativo. —¿Te pondrás la otra?
—Joder, sí.
Me reí y volví a exhalar. Con cuidado tirando de la etiqueta con su nombre,
me la puse por encima de mi cuello, dejando que el metal frío se deslizara bajo mi
suéter. Tomé el que llevaba mi nombre y lo levanté. Sonriendo, Nick bajó la cabeza
y la puse sobre su cabeza. Se quitó su camisa, dejando caer la etiqueta con mi
nombre en su pecho.
Y entonces sonreí, por lo que se sentía como la primera vez en días. Las
palabras salieron a la luz, sin necesidad de esfuerzo—: Te amo.
Nick se congeló y su camisa volvió a desplazarse contra su piel. Empezó
como si estuviera a punto de decir algo y su cabeza giró hacia la mía. Sus labios se
separaron. —¿Qué?
—Te amo —repetí, sosteniendo su amplia mirada. Las pupilas se habían
dilatado y el verde parecía más brillante. No podía creer lo fácil que era soltarle
esas palabras—. Estoy enamorada de ti. Desde hace semanas, meses atrás, y sólo te
lo quería decir.
Me miró fijamente.
—Y‖no‖lo‖tienes‖que‖decir‖de‖vuelta.‖Yo‖no<
Las grandes manos de Nick apretaron mis mejillas y dentro de un latido del
corazón tartamudeado, su boca se encontraba en la mía. El suave beso me robó la
respiración. —Déjame oírlo de nuevo —pidió, su aliento áspero, pero luego me
besó de nuevo, su lengua suavemente separando mis labios—. Dímelo.
Envolví mis manos alrededor de sus muñecas. —Te amo, Nick.
—Cristo. —Apoyó su frente contra la mía, sus grandes manos temblando
mientras sostenía mis mejillas—. Nunca pensé que te escucharía decir eso.
—¿Qué? —susurré.
Deslizó una mano alrededor de mi nuca, sus dedos profundizando en mi
cabello. —Nunca pensé que tendría la suerte de oírlo, de saber que lo que sentía
por ti era lo mismo que sentías por mí.
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volvía un poco más fácil aceptar que nadie hizo nada mal, y cada día ambos nos
acercábamos un poco más al hecho de seguir adelante. Sin embargo, era un
proceso, así como limpiar la habitación de su abuelo. Uno donde algunos días se
sentían como un paso adelante y que en realidad eran cinco hacia atrás. Algunos
días era difícil no intentar esconderse del dolor, de no caer en‖los‖“y‖si”‖del‖pasado‖
y del futuro.
Como esperaba, cuando fui al doctor después del aborto, no hubo
respuestas del por qué pasó y no existía forma de garantizar que no pasaría de
nuevo. Simplemente no lo sabríamos hasta la próxima vez que quedara
embarazada. Y no saberlo era duro de procesar. No era que me gustara
obsesionarme con ello cada día, pero tenía momentos en los que una
incertidumbre casi paralizante se apoderaba de mí. ¿Podría tener hijos? No sabía,
pero seguía diciéndome a mí misma que si no podía, estaría bien.
Como dijo Nick, nos teníamos el uno al otro.
Y eso era lo que necesitábamos.
Nick no estaba seguro de qué iba a hacer con la habitación de su abuelo,
dejarla como una habitación de invitados o convertirla en algo más.
De pie frente a la cama doble recientemente arreglada, curvé mi brazo
alrededor‖ del‖ suyo‖ mientras‖ me‖ recostaba‖ en‖ él.‖ ―No‖ tienes‖ que‖ tomar‖ una‖
decisión en este momento sobre esta habitación.
―Tienes‖razón.‖―Giró‖su‖cabeza‖y‖bajó‖su‖barbilla,‖rozando‖sus‖labios‖sobre‖
la cima de mi desordenado y‖ probablemente‖ empolvado‖ moño―.‖ Creo‖ que‖ la‖
mantendré así por ahora. Me gusta como dormitorio.
Mi mirada viajó por el cuarto. El armario ahora vacío, las fotos enmarcadas
de su abuelo durante años se hallaban alineadas como pequeños soldados de
recuerdos.‖ Dejar‖ esta‖ habitación‖ así‖ era‖ la‖ mejor‖ idea‖ por‖ el‖ momento.‖ ―A‖ mí‖
también.
―Gracias‖ por‖ ayudarme.‖ Realmente‖ lo‖ aprecio.‖ ―Nick‖ liberó‖ su‖ brazo‖ y‖
luego‖lo‖bajó,‖tomando‖mi‖mano.‖La‖levantó―.‖Pero‖est{s‖sucia.
Le‖sonreí.‖―Est{s‖igual,‖cariño.
―Entonces‖creo‖que‖necesitamos‖enmendar‖eso.
Mi cuerpo inmediatamente estuvo a bordo de esa idea. Nick me llevó fuera
de la habitación, hacia el primer piso, a la habitación principal lejos de la cocina.
Hizo un espectáculo al quitarnos la ropa, tomó más tiempo del necesario, pero no
había una parte de mí que estuviera en desacuerdo con el ritmo. Creo que, antes de
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que el agua se encendiera y antes de que el escaso chorro llenara la bañera, él había
besado cada parte de mi cuerpo. Y aun no terminaba.
―Amo‖tus‖labios.‖―Me‖besó―.‖Y‖esas‖mejillas.‖―Sus‖labios‖encontraron‖su‖
camino‖ hacia‖ allí―.‖ Amo‖ tus‖ ojos―.‖ Dejó‖ caer‖ un‖ beso‖ sobre‖ mi‖ frente‖ y‖ luego‖
comenzó‖a‖bajar―.‖Amo‖tu‖garganta.
―¿Mi‖garganta?‖―Me reí roncamente.
―Aj{.‖Y‖amo‖tus‖omóplatos.‖―Besó‖mi‖clavícula.
―Eres‖tan‖malditamente‖raro.
―Estoy‖tan‖jodidamente‖enamorado‖de‖ti.
Mi corazón se apretó. Lo hacía cada vez que oía esas palabras.
Él adoró cada parte de mi cuerpo, y cuando llevó la punta de mi seno a su
boca, succionándola, sacó un gruñido irregular de mí, provocando un deseo
poderoso.‖―Y‖realmente‖amo‖estos.
Me‖ volví‖ líquido,‖ lista‖ para‖ él,‖ hasta‖ el‖ punto‖ que‖ era‖ casi‖ doloroso.‖ ―Oh‖
Dios.
Nos tomamos nuestro tiempo en la ducha, y estaba segura que no más que
un puñado de minutos fueron en realidad dedicados a toda la parte del lavado. No
pasó mucho tiempo antes de que mi espalda fuera presionada contra la baldosa
resbaladiza y que Nick estuviera sobre sus rodillas, sacando cada suave grito de
mí. Mis rodillas estaban débiles y mi cuerpo aun temblando de una liberación
poderosa cuando se levantó ante mí, el agua escurriendo de su piel bronceada
mientras empujaba dentro de mí, sus ojos verdes aferrados a los míos en una
mirada posesiva y consumidora.
Me estiró en la forma más deliciosa y me sostuvo muy gentilmente, incluso
mientras su cuerpo presionaba contra el mío. Nuestros cuerpos alineados, cadera
con‖ cadera,‖ pecho‖ con‖ pecho.‖ ―Dios,‖ te‖ sientes‖ tan‖ bien‖ contra‖ mí‖ como‖ para‖
tomarme mi tiempo.
―No‖ te‖ tomes‖ tu‖ tiempo.‖ ―Pasé‖ mis‖ dedos‖ sobre‖ su‖ piel,‖ bajando a su
pecho.
Nick gruñó. Sus músculos temblaban cuando se movía y mis manos se
deslizaban sobre su piel. Rápidamente nos perdimos en nosotros mismos, él
golpeando salvajemente, mi cadera encontrando la suya, y era para nada pequeño
milagro que no cayéramos y nos rompiéramos nuestros cuellos allí.
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Me haló hacia abajo así que cuando habló de nuevo sus labios rozaron los
míos.‖―Te‖amo.
Mi corazón se infló tan rápido que no dudaba de que no nos levantaría a
ambos hasta el techo. Esas dos palabras eran palabras que nunca, nunca me
cansaría de oír. Lo besé de nuevo, y esta vez no había nada suave o decente en él.
Susurré en respuesta esas mismas palabras y luego le demostré cuánto.
Debí saber qué era una vez sentí la textura brillante del papel, pero no
recordé haberlo puesto en este armario. Probablemente lo hice cuando intenté
remover todas las huellas del embarazo.
Mi mano temblaba ligeramente mientras caminaba a mi cama. Sentándome,
coloqué la pequeña foto a mi lado, y no la miré hasta que tuve puestos los zapatos.
Luego dejé salir un profundo suspiro y la tomé.
Honestamente, aun no veía un bebé en la foto del ultrasonido. Era solo una
mancha negra y blanca, pero fue mi mancha y fue la mancha de Nick. Juntando
mis labios, le di una pequeña sacudida a mi cabeza. No dolía tanto como antes ver
esto. La confusión aún existía. Nunca sabría por qué pasó y no sabría si tenía un
problema serio con quedar embarazada hasta que sucediera de nuevo, pero ahora
sabía que no había nada que hubiera podido hacer diferente.
Y sabía que estaba bien todavía estar dolida por ello.
Colocándome de pie, caminé hacia el estante y puse la pequeña foto al lado
de la de mi papá. Tenía sentido que estuviera allí. Quizá un día la bajaría de nuevo,
la almacenaría. Así como un día Nick convertiría la habitación de su abuelo en algo
más.
Un día.
Nick llegó, viéndose tan comestible como siempre en sus pantalones y su
camisa de botones. Dio un pequeño silbido cuando salí al pasillo, cerrando la
puerta detrás de mí.
Le‖di‖una‖medio‖reverencia.‖―Gracias.
Se rio mientras cubría mis hombros con‖un‖brazo.‖―Rara.
―Lo‖que‖sea.
Nos encontramos con Jax y Calla en un local de asados. Ya estaban allí,
sentados en una cabina, porque llegábamos tarde incluso aunque salimos
temprano.‖Nick‖se‖puso‖un‖poco<‖juguetón‖en‖el‖auto‖fuera‖de‖mi‖apartamento‖y‖
luego de nuevo afuera de restaurante.
Calla me envió una mirada conocedora mientras nos deslizábamos en la
cabina al otro lado de ellos. Cohibida, levanté mi mano hacia mi cabello, alisando
las ondas.
Jax‖se‖rio‖en‖silencio.‖―Me‖alegra‖que‖pudieran‖unirse‖a nosotros.
―Lo‖ sé.‖ ―Nick‖ tomó‖ su‖ menú,‖ una‖ ligera‖ sonrisa‖ en‖ sus‖ labios―.‖ Todos‖
ustedes son bendecidos con nuestra presencia.
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Calla se rio mientras Jax rodaba los ojos. Tiré mi cabello hacia atrás mientras
le daba una mirada a Nick y luego regresé mi atención‖a‖ella.‖―¿Qué‖van‖a‖pedir‖
chicos?
Sus‖cejas‖se‖fruncieron‖mientras‖miraba‖el‖menú‖abierto‖frente‖a‖ella.‖―Creo‖
que tomaré el lomo.
―El‖filete.‖―Jax‖palmeó‖su‖estómago‖plano―.‖El‖filete‖de‖siempre.
Nick‖ golpeó‖ el‖ centro‖ del‖ menú.‖ ―Tienen‖ costilla‖ de‖ ternera‖ ―me‖ dijo―.‖
Hueso en el interior. Sabes que quieres.
Sonreí. Sí. Lo sabía. El mesero llegó, y una vez las órdenes fueron tomadas,
la conversación fluyó. Ordené vino, luego Nick se burló de mí cuando terminé
pidiendo un refresco, porque no podía comer comida mientras tomara agua o vino.
Era extraño y no tenía sentido. Sabía completamente eso.
Calla habló sobre lo que planeaba hacer cuando terminara el grado de
enfermería. Teniendo que ser transferida a una de las universidades locales para
lograrlo, dos de sus créditos trasladados no fueron aceptados, así que tendría que
tomar clases en el verano para terminar. Jax mencionó los planes que tenía para
una pequeña remodelación en el bar de Mona. Quería quitar el viejo suelo y
deshacerse de las mesas y las sillas. Había un tema que ellos no traerían, por lo que
nos pasó, así que sabía que sería yo quien cruzara ese puente.
Después‖de‖tomar‖un‖sorbo‖de‖Coca‖Cola,‖la‖puse‖al‖lado‖de‖mi‖plato.‖―Han‖
visto las fotos del bebé de Avery y Cam, ¿verdad?
La mirada de Calla se disparó hacia la mía y asintió. Un momento pasó.
―Nunca‖antes‖vi‖un‖bebé‖con‖tanto‖cabello‖rojo.
―Ella‖debería‖ser‖un‖hermano‖Weasley‖―dije,‖colocando‖mis‖manos‖en‖mi‖
regazo. Nadie me envió fotos al principio o las sacó a mí alrededor cuando Avery
entró al parto una semana después de los nueve meses. Vi a Roxy mostrándoselas
a Katie hace dos semanas, y luego después de unos días conseguí el número de
Avery de ella y le envié un mensaje de felicitación. Después de algunos textos de
ida y vuelta, tuve una foto de la pequeña bebita.
La hija de Avery y Cam era preciosa.
Jax‖se‖rio.‖―No‖le‖digas‖eso‖a‖Cam,‖porque‖creo‖que‖Avery‖intentó‖llamarla‖
Ginny.
Me‖reí.‖―Pero‖Ava‖es‖un‖nombre‖hermoso.
―Les‖queda,‖creo‖―estuvo‖de‖acuerdo‖Calla,‖sonriéndome‖tentativamente.
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―Entiendo‖eso.‖―Calla‖se‖estiró‖por‖encima‖de‖la‖mesa‖y‖apretó‖su‖mano―.‖
Sabes, lo que pasó, ¿el fuego? Destruyó demasiadas vidas. No solo la mía o a mi
familia,‖ la‖ tuya‖ también.‖ ―Su‖ mirada‖ parpadeó a‖ la‖ mía―.‖ Una‖ tragedia‖ es‖ una‖
tragedia, no importa qué, pero he aprendido que no define quienes somos y no nos
debilita.‖ Nos‖ hace‖ m{s‖ fuertes.‖ Me‖ tomó‖ tiempo‖ descubrirlo.‖ ―Miró‖ a‖ Jax‖ y‖
sonrió―.‖Tuve‖ayuda‖en‖ese‖departamento.
El brazo de Nick se apretó a mí alrededor y apoyé mi mejilla en su hombro.
Le‖sonreí‖a‖ella‖ligeramente‖y‖susurré.‖―Igual‖que‖yo.
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A mi lado, Roxy frunció los ojos mientras miraba hacia adelante. —No lo sé
—dijo mientras enderezaba el dobladillo de mi falda lila—. Nunca lo he visto
antes.
Quienquiera que fuera el tipo, parecía que debía conocer Avery o Cam
bastante bien. Finalmente, le devolvió la niña a la señora Hamilton y luego se
levantó. Retrocedió por el pasillo, con los movimientos menos tensos.
Suspiré mientras mi mirada volvía a la señora Hamilton. —Quiero sostener
al bebé —dije.
—Estoy seguro de que ella te dejará —respondió Roxy, enderezando sus
gafas. Eran azules hoy, igualando su vestido.
—Nunca la conocí, así que creo que es totalmente espeluznante para mí sólo
ir hasta allí y decir: “Puedo‖sostener‖a‖la‖bebé”,‖mientras‖estiro‖las‖manos‖a‖la‖niña.‖
Probablemente la haría empezar a gritar.
Roxy se rió. —Buen punto.
Hice un puchero, pero antes de que pudiera pensarlo mejor y quedar como
tonta mientras traumatizaba al bebé, los chicos regresaron de lo que estaban
haciendo, lo que estoy segura involucraba darle a Cam un tiempo increíblemente
difícil.
Nick se sentó a mi lado mientras Reece se sentaba al otro lado de Roxy.
Aunque había visto a Nick en su traje, no pude evitar mirarlo, porque se veía tan
bien.
Se inclinó hacia mí, estirando su brazo por el respaldo de mi silla.
Inclinando la barbilla, me susurró al oído—: Si me miras así, vamos a perdernos la
boda.
—¿Y por qué perderíamos la boda? —susurré de nuevo.
Su mano se enrolló alrededor de mi hombro desnudo. —Porque vamos a
hacer uso de esa habitación de arriba que alquilamos para el fin de semana. O el
baño cercano. También hay un armario en el pasillo que nos dará suficiente
espacio.
Me mordí el labio, atraída más de lo que debería por esa idea. —Eres tan
malo.
—Y tú... —Me besó en la sien—. ...estás jodidamente magnífica en ese
vestido. ¿Ya te lo he dicho?
Mis labios se curvaron cuando me acerqué, envolviendo mi mano alrededor
de la suya. —Sí. Un par de veces.
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3Es una planta perenne de origen silvestre, cultivada de forma ornamental en jardines, y de uso
común en la floristería, como follaje y relleno en arreglos florales.
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Luego estaba Jacob, que parecía tan lúgubre como siempre cuando se
acercaba al pasillo con su novio. Lo conocí la noche anterior, y él era exactamente
lo contrario de Jacob, tranquilo, un poco más reservado, pero era tan obvio que
esos dos estaban enamorados.
Jacob se unió a la dama de honor, y aunque lucía un traje que coincidía con
los chicos, se veía malditamente bien allí.
La adición final a la línea era Brock "la bestia" Mitchell, que hizo
probablemente que el corazón de fan de Cam se disparará. No tenía ni idea de
cómo Cam llegó a conocer bien a Brock o si era un favor para él. Obviamente Brock
estaba fuera del cabestrillo, pero no había vuelto a la academia a tiempo completo
todavía. Tuvo complicaciones en su recuperación.
No reconocí a la chica súper bronceada con él, y me encontré un poco
decepcionada de que no estuviera allí con Jillian. Ni siquiera sé por qué lo deseé.
No veía a Jillian desde el día en la sala de suministros. Por lo que sabía, nunca
volvió a la Academia después de eso.
Una vez que todos estuvieron en su lugar, la marcha nupcial comenzó y
Avery apareció. Era una novia hermosa. Su largo cabello rojo colgaba en ondas
suaves alrededor de su cara pecosa, e incluso desde donde me sentaba, pude ver el
brillo de las lágrimas en sus ojos. Su vestido era estilo griego simple y perfecto para
ella.
No podía creer que hubiera tenido un bebé hace un par de meses, porque se
veía increíble, mientras miraba al hombre a su lado. Era el tipo que antes habló con
la mamá de Cam y luego sostuvo a Ava. Ahora sabía la respuesta a quién era.
El padre de Avery.
La escoltó por el pasillo mientras nos levantamos. Antes de llegar a su
futuro esposo, Avery se detuvo y tomó la mejilla de la pequeña Ava, inclinándose
para presionar un beso contra la parte superior de su cabeza. El bebé gorgoteó
alegremente en respuesta.
—Y ahí va mi corazón —Roxy suspiró—. Se fue. Junto con mis ovarios.
Apreté los labios para evitar que la risa escapara cuando el padre de Avery
la entregó a Cam. Hubiera sido una extraña risa: parte por humor, parte sollozo.
Mientras observaba a la madre de Cam voltear a Ava para que estuviera frente a su
madre y su padre, el dolor regresó, perforando mi pecho, y tuve que recordarme
que estaba bien. Algún día pasaría.
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