Avril Ashton - Los Pecadores de Brooklyn - 01. Amar Al Pecador

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grupo Traducciones Elonoe.

Este libro contiene escenas explicitas


de sexo entre hombre/hombre, si te
molesta este tema no lo leas. Y por
supuesto, no es recomendable para
cardíacos.

2
[Traducción NO OFICIAL. Todos los derechos reservados a Avril Ashton]

3
AMAR AL PECADOR
Avril Ashton

4
Sinopsis

El detective Gabriel Ashby nunca ha mirado dos


veces a otro hombre, pero el criminal frente a él, el
hombre al que está interrogando, no es como cualquier
otro. Gabe no puede hacer frente a la repentina e
intensa necesidad que siente por uno de los más
buscados del NYPD. 1Todas las personas, que están
cerca de Angelo Pagan terminan muertos, con el
petulante líder de la banda de pie en medio de los
escombros. A Gabe nada le gustaría más que tener el
culo de Angelo y encerrarlo. Así que ¿por qué está
viendo al bastardo en sus sueños por la noche?

Angelo Pagan sabe que la atracción por Gabe es un


suicidio. Está decidido a ignorar la química... hasta
que una redada policial va mal. Él hiere críticamente
a Gabe, cambiando la trayectoria de la vida de ambos.
Ahora, los dos no pueden acercarse lo suficiente. Se
asientan en una relación prohibida, amenazada por las
mentiras y la traición, que viven en diferentes lados
de la ley, y no hay forma de romper la brecha entre
ellos. Con las autoridades en busca de hacer un
ejemplo de Angelo, Gabe tiene que decidir si
realmente vale la pena odiar el pecado, pero amar al
pecador.

1
Son las siglas que se le da al Departamento de Policía de Nueva York.

5
Capítulo Uno
—Ya era la maldita hora que uno de ustedes se
presentara.

El detective Gabriel Ashby cerró la puerta de la


sala de interrogación detrás de él, y levantó una
ceja ante el hombre que habló. Sentado en una silla,
el pelo largo y oscuro que fluía sobre y más allá de
sus hombros. Angelo Pagan le frunció el ceño detrás
de las gafas de sol oscuras.

Gabe se dejó caer en la silla de enfrente,


poniendo las fotos de la escena del delito a un lado
del otro en la mesa de metal gris. —No sabía que
tenías un lugar más importante donde ir que aquí,
ayudándonos a encontrar al asesino de tu hermana.

—Eso es porque no me han preguntado acerca de mi


itinerario —Pagan cepilló una pelusa invisible de su
chaqueta de cuero negra y se inclinó hacia delante,
entrelazando sus dedos—. Estoy aquí, sin mi abogado,
porque no tengo nada que ocultar. Encontrar al
asesino de mi hermana es mi prioridad número uno.
¿Estar sentado en esta habitación con usted? No
tanto.

6
Su fuerte acento de Brooklyn, áspero y con un
toque de español, tiró de algo dentro de Gabe.
Frunció el ceño, apretando los dedos en el borde de
la carpeta que sostenía. —No nos han presentado como
es debido, Sr. Pagan —Le tendió una mano—. Gabriel
Ashby. Quítese las gafas de sol.

Los labios de Pagan, eran llenos y firmes, de


aspecto curvados. —Usted es nuevo, ¿verdad? —él tomó
la mano de Gabe, envolviéndola en un calor áspero.

Las paredes blancas opacas de la habitación se


acercaban a Gabe. Un frío cubrió su piel, incluso en
forma de sudor helado en la espalda. Tragó saliva,
luchando contra el impulso de salir corriendo como un
niño asustado, en lugar del veterano de doce años en
el NYPD que era.

¿Cuándo había empezado a notar los labios del


hombre o la textura de su piel? Angelo Pagan era una
figura imponente, incluso sentado. Gabe sabía por su
expediente, considerablemente grueso, que era el
líder de Los Pescadores 2, una de las bandas más
notorias de Brooklyn, medía más de un metro ochenta.
No era bien parecido, al menos no en el sentido
tradicional.

2
Todas las palabras que se encuentren en cursiva, son dichas en español originalmente por los personajes.

7
El hombre era duro. Su cuerpo y rostro mejoraba
con su estructura ósea afilada en ángulo. El grosor
de su mandíbula le hacía parecer el hombre peligroso
que el NYPD sabía que era, pero no lo podía
demostrar. El jersey negro que llevaba se moldeaba a
un sólido pecho y hombros anchos. Su cabello brillaba
en un azul-negro vibrante por la iluminación
deliberadamente tenue.

Y aquí estaba Gabe, luchando por no mirar su


boca. Catalogando las características de Pagan como
si fuera una mujer. Cristo Todopoderoso. ¿Cuándo
ocurrió eso? Sacudió la cabeza para aclarar sus
pensamientos, recordando la pregunta de Pagan.

—Sí, como una cuestión de hecho. Soy nuevo —


Cruzando sus brazos sobre el pecho, Gabe pensó en las
prohibiciones de Ray—. ¿Le gustaría a alguien que le
sea más cómodo? —No llegó a ocultar su sonrisa—.
Deshazte de las gafas de sol. No voy a repetirlo de
nuevo.

—Lo comenzaras a hacer desde ahora, policía. —


Pagan se quitó las gafas y le guiñó un ojo.

Esa última palabra, concedida en un gruñido,

8
probablemente quería decirla para denigrar, calentó
la piel de Gabe y endureció su polla.

Se sacudió. ¿Qué carajos?

Los labios de Pagan se arquearon, mientras sus


ojos marrones se clavaron en Gabe, manteniéndolos en
su lugar. Su mirada era fuego, lo que provocó un
incendio en respuesta bajo la piel de Gabe, y no
podía apartar la mirada. El destello burlón en los
ojos de Pagan le incitó a romper el contacto visual
primero. Tragó saliva, mojando su reseca garganta
cuando se recordó a sí mismo que estaba en su
trabajo.

Y Trish esperaba pacientemente en casa.

«Esto no es nada. Esto no significa nada.» Gabe


tosió. —¿Dónde estaba anoche entre las 22:00 y una
horas, Sr. Pagan?

—En una fiesta de cumpleaños. Más de un centenar


de personas pueden dar fe de ello. ¿Cree que maté a
mi hermana?

9
Mantuvo su tono tranquilo, pero Gabe detectó la
ira sobre fuego lento controlado por debajo, y
deliberadamente ignoró la pregunta. —La fiesta de
cumpleaños fue hecha por usted, ¿no? ¿Cómo una
sorpresa para su hermana?

Un destello de dolor, profundo y desgarrador,


cruzó el rostro del hombre antes de que lo encubriese
y asintiera con la cabeza. —Sí. Cumplió veinticinco
ayer.

La simpatía brotó por un segundo, pero Gabe la


aplastó de inmediato. No importaba que Pagan
obviamente se preocupaba por su hermana. La mujer
había sido asesinada a tiros frente a su propia casa,
en medio de la calle.

—Catarina fue ejecutada —Gabe señaló—. ¿Quién


quería hacerte tanto daño?

Pagan se inclinó hacia adelante, y luego, puso


los codos sobre la mesa. —No tengo idea, policía.

Gabe inhaló lentamente, captando el olor de la


menta mezclada con algo exótico y salvaje. La forma
que Pagan lo llamaba policía hacía que su cuerpo
reaccionara, lo hacía sentir necesitado. Maldijo su

10
polla, deseando que se comportase para recordar que
era todo sobre coños, nunca pollas. Dios, no podía
sentirse atraído por esta... persona. Pagan era del
sexo equivocado y un maldito criminal. Si él no
estuviera perdiendo poco a poco la cabeza, se reiría
de la ironía. Su polla estaba haciéndose la muerta
para Trish las últimas semanas, pero se despertó por
una palabra ronca de un hombre de ojos dorados.

Un criminal.

Un hombre.

Gabe no lo encontró divertido.

—¿Cree que esto es divertido, Pagan? —Empujó las


fotos de la escena del crimen hacia Pagan. Las fotos
a color de su hermana muerta en medio de la calle
cincuenta y tercera con un disparo en la cabeza—.
Ella fue ejecutada por tus crímenes.

Pagan se sentó, con la mandíbula apretada.

—¿Quién te ha cabreado últimamente?

11
Pagan rió, bajo y grave. —Soy la última persona
que consigue estar en el lado malo de alguien,
policía. Soy una persona encantadora —le guiñó un
ojo—, lo sabrás muy pronto.

Gabe entrecerró los ojos en busca de encontrar


una manera de limpiar la mirada satisfecha de su
cara. Todo lo que bravuconeaba, sabía que sólo era
una fachada. ¿Cuál era el verdadero rostro de Angelo
Pagan? —Su hermana se enteró de la forma más dura,
¿verdad? Uno de sus enemigos quería enviarle un
mensaje y ella perdió su vida.

Los ojos de Pagan se oscurecieron, pero no dijo


nada.

—Usted pone a la gente que ama, por la que se


preocupa, en peligro y aquí está, enterrando a su
hermana. ¿Cómo se siente al ser la razón de que su
hermana esté muerta? ¿La razón por la que su madre
tiene el corazón roto?

Pagan se quedó mirando a Gabe, sus labios


curvados, sus ojos burlones. Inconmovible.
Inalcanzable.

12
Gabe se moría por darle un puñetazo en la
mandíbula, meter algo de sentido en él. Alguna moral.
La mayor parte de todo lo que ansiaba era tocar al
hombre, probar la textura de sus labios, ¿y no era
eso lo más jodido de todo? Antes de que él entrara en
la sala, su preocupación más urgente era el cómo
reaccionaría si Trish resucitaba la idea del
matrimonio otra vez, y ahora esto.

Lujuria sobre un criminal. Gabe apartó la silla y


se puso de pie, girando lejos en un intento de
ocultar el bulto en sus pantalones vaqueros. Se
dirigió hacia la puerta y la abrió antes de volverse
hacia Pagan. —Puede salir, pero créame cuando le digo
que vamos a encontrar a la persona responsable de
esto.

Pagan se levantó, agarrando sus gafas de sol.


Caminó hasta Gabe, pasando en su contra, el calor del
cuerpo del otro hombre llegó a él quemandolo. Gabe
siseó un suspiro, poniendo sus características en una
pizarra en blanco. Sus dedos se retorcieron, con
ganas de ponerlas en un puño en el pelo de lujo de
Pagan.

—Le advierto no tomar la justicia en sus propias


manos, pero espero que usted lo intente.

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Pagan se detuvo y lo miró con una ceja levantada.

—Quiero que lo intente, porque ahí estaré,


viéndolo —gruñó Gabe—. Y llegaré a bloquear su culo.
Tomándolo fuera de las calles, finalmente.

Una lenta sonrisa se extendió sobre las


características de Pagan, genuino y real, capturando
a Gabe con la guardia baja. Él apretó los puños en
reacción del hambre de su cuerpo, mirando lejos,
antes de que Pagan atrapara los signos de la
atracción en sus ojos.

—Estaré viéndole, policía.

Gabe se volvió hacia él, viendo como Pagan dejó


su máscara deslizarse por un segundo. Ya estába
escrito, detrás de esos brillantes ojos de oro,
estaba el mismo calor. La misma atracción.

Luego parpadeó y desapareció.

Pagan se fue, dejando el corazón palpitante de


Gabe y su cuerpo dolorido.

14
—¿Todo el mundo está en su posición?

Centrándose en la pesada puerta del almacén,


ocultando el nuevo cargamento de armas de Angelo
Pagan, Gabe habló por el auricular. —Preparado.

Los otros hombres —ocho en total— se encontraban


en diferentes posiciones alrededor del edificio, y
dieron una respuesta afirmativa. Parece que los
negocios no se detenían, aunque la hermana del líder
de la banda murió. Gabe apretó sus dedos enguantados
en su arma y esperó el visto bueno. Él salivaba ante
la idea de encerrar al bastardo de Pagan, tal vez
entonces, podría tener un poco de descanso de los
pensamientos eróticos que atravesaban su cabeza,
desde esos tres días que había puesto los ojos en él.
No debía estar preguntándose acerca de la sensación
de los labios de Pagan en él, o como era su sabor.

No es que tuviera nada en contra de los gays. Su

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hermano era gay por el amor de Cristo, pero Gabe
tenía una novia, que quería un compromiso. No podía
solo decirle a Trish que la razón de su vida sexual
inexistente, era debida a sus fantasías sobre otro
hombre.

—Muy bien, gente —McCabe, el jefe del grupo,


habló por el auricular—. Tenemos cálidos cuerpos. Dos
en la parte inferior y uno arriba. Cuiden sus culos.
Venga. Venga. Venga.

Al lado de Gabe, otros dos agentes derribaron la


puerta del almacén. Todos ellos entraron.

—¡NYPD, que nadie se mueva!

Los ocupantes de la nave se apresuraron a través


de las cajas apiladas por todas partes, desde el piso
al techo.

Gabe se volvió hacia su izquierda cuando policías


y criminales por igual se dispersaron, moviéndose
hacia el sonido de los pasos con su arma en la mano.
Escuchando sus latidos del corazón, dio un paso con
cuidado, un pie delante del otro mientras se asomaba
por la esquina. Captó la silueta de un cuerpo
corriendo hasta el segundo nivel.

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Gabe subió las escaleras, pisando suavemente. —
NYPD, sal con las manos en alto.

Unos susurros llegaron a sus oídos. —Angelo


Pagan, muéstrate a ti mismo. —No tenían ninguna
prueba real de que estaba en el almacén esta noche,
pero Gabe no podía imaginar a Pagan estando entre
bastidores cuando el informante les dijo de la nueva
mercancía que llegaba esta noche. Cada uno en el
grupo de trabajo de la cuadrilla 72, tomó
automáticamente la oportunidad de atrapar a Pagan y
su tripulación.

Gabe se movió rápidamente una vez que llegó la


plataforma del segundo piso, en busca de la primera
de dos habitaciones llenas de barriles y cajas. El
lugar estaba vacío, así que se trasladó a la
siguiente.

Un bajo choque llegó a Gabe antes de entrar en la


habitación de al lado. Hizo una pausa, el dedo en el
gatillo. —Quienquiera que esté ahí, salga con las
manos en alto —una bala sonó, zumbando junto a su
cabeza—. Joder —corrió detrás de un barril y se
agachó. ¿Fue un tiro de Pagan hacia él, o le había
ordenado a su gente disparar a Gabe? La idea dejó un
sabor amargo en la boca.

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El sonido de los disparos se apagó. Pies
corriendo y gritos resonaron desde abajo. Se deslizó
detrás de su escondite, arma en alto. Satisfecho de
que la zona era clara, dio un paso adelante y se
congeló.

Angelo Pagan y otro hombre salieron de detrás de


una puerta, rifles de asalto apuntando hacia él. Gabe
hizo caso omiso del otro hombre, manteniendo su
atención en Pagan.

—Pagan.

Esos ojos parpadearon. Algo parecido al


arrepentimiento se apoderó de su rostro, antes de que
suavizara sus facciones. —Policía.

Gabe sacudió la cabeza. —Pagan, no... —No oyó el


disparo, pero sintió la ráfaga de fuego de dolor en
su hombro izquierdo. Sus rodillas se doblaron y cayó
al suelo. Los dos hombres salieron.

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Seis semanas después.

—Todo hecho, mi hijo.

Angelo inclinó la cabeza con una sonrisa. Su


madre soltó su cabello y besó su frente mientras se
alejaba.

—Gracias, mamá.

Una breve sonrisa iluminó sus ojos marrones


tristes, dándole esperanza. Ella podía venir de
debajo de su intenso dolor de perder a Catarina. La
rutina de su madre, de cepillarle el pelo y tirar de
él en una coleta siempre le relajó.

Empujó su silla de la mesa de la cocina y se


levantó, agarrando su chaqueta. Bajo la mirada de
censura de su madre, él se encogió de hombros en el
material pesado, y se preparó para el argumento
familiar.

—Ángel, ¿por qué continuas así? —con los brazos


cruzados, ella pronunció su nombre en la versión
española. En su momento, Liliana Pagan había sido una

19
mujer hermosa, pero el tiempo y el dolor a su edad
llegaron rápidamente. Tenía líneas diminutas entre
los ojos y la boca, y su tez que era generalmente
vibrante estaba pálida y manchada.

Todo lo que hizo. Todo fue el resultado del dolor


y la angustia que le hizo pasar.

Angelo se acercó y la tomó en sus brazos. Su


delgado cuerpo se hundía en su abrazo.

—Mamá, por favor —le alisó el pelo de sal-y-


pimienta 3, dejando caer besos en su mejilla—. Voy a
estar bien.

—Hijo —ella siseó—, bailas con el diablo.

Al torcer los labios, Angelo la soltó y dio un


paso atrás. —Sé lo que estoy haciendo. Confía en mí —
pero no lo hacía, y no podía culparla.

Ella lo señaló con un gesto, y retrocedió,


retorciéndose las manos.

Se refiera al cabello canoso de su madre, parcialmente blanco y gris.


3

20
Angelo cogió las llaves de la mesa, subiéndose el
cuello de su chaqueta mientras salía de la casa.

En el viaje en moto, desde su casa en el este de


Nueva York, a la sede de las bandas en Sunset Park,
Angelo se permitió el lujo de recordar los ojos
grises tormentosos y las mejillas sonrojadas.

Seis semanas desde que se habían visto cara a


cara, pero había mantenido sus ojos en el Detective
Gabriel Ashby desde su primera reunión en la sala de
interrogatorios de la 72, hasta esa noche, cuando
todo se fue al infierno. Le gustaba engañarse a sí
mismo con el pensamiento de que la razón por la que
vigilaba tan de cerca al policía, era porque Ashby
iba por él. No tenía ninguna oportunidad de eso, por
lo que la verdadera razón tenía que ser, porque no
podía dejar de pensar en el policía.

No sabía si la atracción que existió entre ellos


dos seguiría existiendo después de dispararle. Angelo
había supuesto que los policías deberían venir a
encerrarlo, pero nadie vino a buscarlo. Nadie vino y
entró a través de sus puertas.

Sólo había una razón para ello. El policía no le

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había dicho a su gente que le disparó.

A través del fuerte viento, que le azotaba el


rostro y el cuello, el calor de su atracción por el
detective se infundió en su sangre. El rugido de la
moto entre sus piernas vibraba contra su polla y
pelotas, lo que dificulta su viaje a lo largo del
Belt Parkway.

Un policía.

Nunca había jodido con uno, tenía la tendencia a


mantenerse lo más lejos de los chicos de azul como le
fuera posible, pero quería a Gabriel. Él quería a ese
policía bajo su mando, bañado en sudor,
retorciéndose. Gritando.

Joder. El maldito policía no parecía un gritón,


pero ¿no sería divertido probarlo?

Realmente no necesitaba estar encima de todo lo


demás en el plato. Muy pocas personas sabían de su
sexualidad, solo dos. Catarina y su madre eran las
únicas que lo sabían. Las únicas personas a quien
confió su secreto.

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El sexo era siempre una rápida conexión, y lo más
lejos posible del Sunset Park. El líder de Los
Pescadores no podía ser gay.

La lluvia pronosticada comenzó cuando se volvió


hacia el bloque del hombre que había venido a ver.
Escondido detrás de una furgoneta de reparto blanco y
un rojo Ford Expedition, Angelo se sentó encima de su
moto y miró la casa de enfrente. La lluvia caía como
agujas de hielo con punta, picandole la cara y los
ojos, empapando sus pantalones y le corría por la
nuca, pero él no se movió.

Manny Duarte vivía en esa casa con su padre, y


antes de que la noche hubiera terminado, ese bastardo
de Manny estaría muerto. Había firmado su sentencia
de muerte por matar a Catarina, tratar de matar a
Gabe en el ataque del almacén fue el maldito colmo.
Se limpió el agua de los ojos con una mano
enguantada. A excepción de la lluvia, la noche estaba
en calma. No había coches viajando por la calle de un
solo sentido a las dos de la mañana.

Los perros no ladraban, no había bebés llorando.

Se estremeció bajo el frío, apretando los


dientes. Calentarse sería importante, hasta estaría
en orden una vez que él terminara su negocio aquí.

23
Unos ojos grises brillaron en su mente.

Gabe.

Joder. Echaba de menos la presencia del policía.


Todas las noches Angelo había sobornado a las
enfermeras de guardia en el hospital para darle
acceso a la habitación de Gabe. Todas las veces que
pasó por delante de la casa del hombre en Queens, sus
ojos se encontraron solo dos veces, pero era una
apuesta segura decir que Angelo estaba obsesionado
con el policía y su cuerpo delgado, rematado con un
negro pelo ondulado.

Negó con la cabeza a sí mismo. Patético.

Luces se apagaron en la casa de Duarte. Angelo


saltó de la Kawasaki, enroscando el silenciador en su
Glock, mientras miraba la puerta principal. Puso en
blanco su mente, la visión centrada en la tarea en
cuestión.

La puerta se abrió, y Manny salió vistiendo una


camisa con un dibujo de una burbuja y unas zapatillas
blancas sobre la camiseta, pantalones oscuros y
caídos. Mientras descendía las escaleras, Manny abrió
el Dodge Charger negro estacionado frente a su casa

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con un sistema de arranque remoto.

Angelo respiró hondo, esperando que Manny subiera


a su coche antes de que cruzara la calle, abriera la
puerta y se deslizara suavemente en el interior.

—¿Ángel? —Manny utilizó la versión española de su


nombre, mirando como Angelo lo señaló con la Glock.

—Apaga el motor, Manny.

—¿Qué estás haciendo, hermano? —Los grandes ojos


de Manny saltaron de la pistola al rostro de Angelo.

—Yo no soy tu maldito hermano, Manny —Angelo


rechinó—. Ahora apaga el motor.

—Está bien. Okey —Manny hizo lo que le dijo con


movimientos bruscos.

—Mantén tus manos en tu regazo. —Se inclinó hacia


delante, Angelo palmeó la cintura de Manny en busca
de armas. Encontró una .38 escondida en la parte baja
de su espalda y la sacó.

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—Esto es una mierda, hombre —la voz de Manny se
sacudió—. ¿Qué estás haciendo?

Angelo no le hizo caso. —¿Tienes más armas de las


que deba saber?

Manny frunció los labios con su mandíbula


apretada. Angelo le golpeó en la boca con la culata
de la pistola. Un ruido enfermizo se hizo eco cuando
la sangre voló, salpicando la ventana del lado del
conductor. La cabeza de Manny se echó hacia atrás
mientras gemía de dolor.

—Quiero dejar esto claro, Manny —Angelo puso sus


rostros juntos—. Morirás esta noche. La única opción
que tienes es si va a ser lenta y dolorosa, o rápida
y sin dolor. Tú escoges.

El miedo brilló resplandeciente en los ojos de


Manny, mientras la sangre le corría por la barbilla.
—¿Qué quieres?

Angelo sonrió. —Quiero saber quien ordenó la


muerte de mi hermana.

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Manny tragó saliva.

—Sí, ya sé que la mataste. Lo he sabido desde el


día en que los policías me preguntaron —Angelo bajó
la voz—. Ya ves, he estado esperando mi momento.
Esperando, planificando tu muerte —metió la pistola
debajo de la temblorosa barbilla de Manny—, beberías
haber sabido mejor, que nunca podrías salirte con la
tuya.

—Carlos lo ordenó —sollozó Manny—. Quería que te


enviara un mensaje.

Angelo había sospechado que su tío era el


responsable, pero oírlo y ser confirmado era algo que
todavía rompía en su interior, de lo que no había
sabido que aún estaba entero. Su propia carne y
sangre. Mantuvo su expresión neutral.

—Quiero creerte, Manny. Realmente quiero.

—Es Verdad. Quería que te empujara al borde y


luego moverse en el territorio —Manny tragó—. Él te
odia.

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Eso Angelo lo sabía. Había presenciado el odio de
su tío de primera mano a los diecisiete años.

—¿Por qué no dijiste nada? —Le preguntó a Manny—,


podrías haber venido a mí. —Habían crecido juntos. Él
sabía lo que Manny era capaz, sin embargo, todavía se
sentía traicionado.

Manny le concedió un gesto de disculpa. —Es lo


que hago, Angel. Los negocios son negocios.

—Y aplaudo tu visión para los negocios, pero no


nos engañemos, ¿esto de aquí? —Angelo hizo un gesto
con la pistola entre ellos— Esto es muy personal.
Sobre todo cuando intentaste matar a ese policía.

—¿Qué?

—El policía al que querías dispararle en el


ataque del almacén...Él es mío. —Él permitió que sus
sentimientos por Gabe se mostrara en sus ojos. Manny
tenía que saber todas las razones por las que iba a
morir esta noche.

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Manny retrocedió. Su mandíbula cayó tan
rápidamente y el disgusto llenó sus ojos. —Maricón.

El insulto gay era una reacción esperada, una que


Angelo no tenía en absoluto que tomarla personal.
Movió la boca del arma de la barbilla de Manny, y se
la llevó a la frente del bastardo con una sonrisa. —
Sí —apretó el gatillo.

Gabe se estremeció, cuando el gélido aire de


enero penetró el abrigo abotonado y se hundió en sus
huesos. Moviéndolo de un tirón hasta el cuello con
una mano enguantada, aumentó la presión sobre el
paquete de seis cervezas. Uno de los inviernos más
fríos de la historia de Nueva York, y tuvo que
caminar a la tienda de la esquina.

Aire limpio, mi culo. Dos días desde que salió de


su casa, y él estaba en grave peligro de convertirse
en un polo humano. La cicatriz todavía en curación en
su hombro izquierdo palpitaba, agravada sin duda por

29
el frío y su estúpida decisión de ayudar a Trish en
empacar.

Él gruñó, fumando un suspiro nublado. Tomó su


tiempo suficiente para alejarse. Sabía que ella se
quedó solo a causa de su lesión, pero sus palabras de
despedida aún resonaban en sus oídos.

Miedo a la intimidad.

Alcohólico.

Gabe no tomó muy bien esta última afirmación.


Antes y ahora.

Metiendo la mano en el bolsillo, se encogió de


hombros e hizo caso omiso de la punzada de dolor.

No era un alcohólico. Bebía para olvidar. Por lo


menos lo intentó, pero los recuerdos no le dejaban en
paz. Ese rostro todavía invadía sus sueños, aún lo
hacía desearlo.

Aún así lo hacía necesitarlo.

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No es una opción. Nunca lo será.

Caminó por las escaleras hasta su casa e


introdujo la llave en la cerradura con los dedos
congelados. En el instante en que cruzó la puerta,
los pelos de la nuca se le alzaron. Él parpadeó en la
oscuridad, manteniendo las luces apagadas, cuando
metió la mano en el bolsillo del abrigo y agarró la
culata fresca de su SIG, su obra personal.

De pie con la espalda contra la puerta cerrada,


esperó, calmando su respiración. Nada se movía.
¿Había imaginado la presencia de otra persona? Había
estado en el borde desde el tiroteo infernal, incluso
antes de eso. Desde que le vio.

Maldita sea.

Él no tenía que pensar en eso. Acerca de él.

Gabe mantuvo su agarre en la SIG, no estaba


convencido del todo de estar imaginando cosas.
Inclinándose, puso las cervezas a sus pies con
cuidado, encendiendo la luz mientras se enderezaba.

31
—Has tardado bastante tiempo.

No. Gabe tragó una bocanada de aire. Angelo Pagan


se apoyaba en el arco que conducía a la sala de
estar, con los brazos cruzados, la sensualidad
relajada rezumaba de cada uno de sus poros. Vestido
de la cabeza a los pies de negro, el hombre parecía
el maldito ladrón más atractivo que nunca vio.

Los pies de Gabe se movían antes de que él se


diera cuenta de sus intenciones.

Agarrando a Pagan por el cuello, lo golpeó contra


la pared y apretó la pistola debajo de su barbilla.

—¿Por qué coño estás en mi casa? —El almizcle


demasiado familiar de especias y calor golpeó su
nariz.

—Mira por donde pones el arma.

Las rodillas de Gabe se debilitaron por el acento


perezoso. El hombre que había estado tratando tan

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duro de olvidar estaba en sus brazos. Quitó el gorro
de lana negro que cubría la cabeza de Pagan y observó
fascinado —hambriento— como el pelo largo y oscuro
cayó sobre sus anchos hombros.

—Pagan —Hizo una mueca de dolor por la ronquera


de su voz, Gabe se aclaró la garganta. Largas y
rizadas pestañas revolotearon, levantadas. Esos ojos
marrones expresivos se encontraron con los suyos y se
mordió el interior de la mejilla.

—Policía.

Una palabra y Gabe se encontraba de vuelta dentro


de esa sala de interrogatorios.

—¿Por qué estás aquí? —Ignoró su polla necesitada


con espasmos entre las piernas y mantuvo retenida la
pistola con una empuñadura no-tan-firme.

Esos ojos lo mantuvieron cautivo. No podía


apartar la mirada, no quería a pesar de que la voz en
el fondo de su mente le exigió que corriera.

—Baja la SIG, amado.

33
4
Gabe parpadeó. ¿Ama-quién? —No.

Pagan sonrió y Gabe tenía problemas para romper


el contacto visual. Bajó la mirada hacia esos labios
curvados y reprimió un gemido. Dios, las muchas veces
que había permanecido despierto junto a Trish
imaginando las formas de abusar de esos labios, esa
boca.

—Gabe.

Movió la mirada a los ojos de Pagan. Mierda. No


debería haberlo hecho.

—Seis semanas es demasiado tiempo, amado. —Pagan


se meció contra él, su excitación chocando con Gabe.

Gabe cerró los ojos con un siseo. El calor se


arrastró por su columna vertebral. —No lo hagas. No
lo hagas.

—Dios, policía. —Pagan lo tocó; cálidos dedos

Recordemos que Gabe es americano y no comprende el español en lo absoluto.


4

34
sumergidos bajo el cuello de Gabe, y estos rozaron su
nuca.

Se estremeció.

—Mírame.

Sus ojos se abrieron al mando áspero. Pagan lo


miró, sus fosas nasales se dilataron. —Estás bebiendo
demasiado —la preocupación cruzó por el rostro de
Pagan antes de que la echara lejos—. No puedes
insensibilizarte con el alcohol.

Jesús. Los ojos de Gabe picaban. —¿Por qué


demonios estás aquí? Vete —el arma que aún sostenía
temblaba violentamente.

La expresión de Pagan se puso seria. Triste. —


Estoy aquí, asegurándome de que estás bien.
Asegurándome de que no sientes dolor —sus labios se
torcieron—, físicamente.

—¿Y por qué carajo te importa? —Lanzó de nuevo


Gabe—. Has intentado matarme.

35
—¡Idiota! —Los dedos en el cuello de Gabe
apretaron—. Si quisiera matarte, no estarías
respirando en este momento —él hizo un gesto con la
barbilla hacia el hombro herido de Gabe—. Esa bala
salvó tu vida. He salvado tu vida.

Gabe resopló. —Sí, sea cual sea.

—Escúchame, policía —Pagan se inclinó hacia


delante, por lo que sus rostros estaban a pocos
centímetros de distancia—. Necesito que vivas.
Necesito que respires —él tomó una bocanada de aire y
luego lo dejó escapar en un apuro—. Te necesito.

Gabe quería correr lo más lejos que pudiese de


esos ojos que reflejaban sus necesidades hacia él,
pero más que eso quería saborear al hombre en sus
brazos.

Lo deseaba tanto y tan ferozmente.

—Baja el arma, policía.

36
Gabe siguió el movimiento lento de su mano,
mientras bajaba el arma. La metió en la parte baja de
su espalda antes de encontrarse con los ojos de
Pagan. El aire frío desapareció, reemplazado con
llamas lamiendo su piel.

—Pagan —Gruñó el nombre mientras arrastraba los


pies más cerca. Pagan lo agarró por las solapas y lo
apegó a su cuerpo más fuerte.

Gabe levantó una mano temblorosa e hizo lo que


había querido desde el primer día, deslizó los dedos
por el pelo grueso de Pagan. Las hebras suaves se
envolvían como seda alrededor de sus dedos.

Pagan se estremeció. Gabe ahuecó su mandíbula.


Los pelos cortos de su barba pincharon su palma.

—Yo no... —Él se lamió los labios. Los ojos de


Pagan dilatados—. Yo nunca... Yo no soy gay —si no
hubiera estado perdido en esos ojos de oro, se habría
perdido su ligero ensanchamiento.

Pagan se alejó de su fortaleza y Gabe nunca se


sintió tan vacío.

37
Solo.

—Mierda —Pagan se pasó los dedos por el pelo—.


Yo... tú… —la angustia fluía de sus ojos y su voz era
áspera. Se dio la vuelta.

—Angelo —Gabe lo agarró del brazo. Sintió una


sensación electrizante y se metió en el contacto
piel-a-piel—, por favor.

—No quieres esto, ¿verdad? Así que déjame ir,


policía —la mirada de Pagan se movió hacia abajo
donde Gabe lo sostuvenia—. Déjame ir.

Gabe tragó. —No puedo —él apretó su agarre en la


muñeca—. No puedo. —La idea de ver a Pagan
alejándose, de no volverlo a ver, punzó algo en su
pecho. Pero, ¿cuál sería el resultado de que se
quedara? ¿Podría estar con un hombre? ¿Este hombre?

—¿Qué quieres, Gabe? ¿Qué quieres?

Su nombre en la boca de Pagan sonó muy bien. Tan


correcto. Gabe lo miró pero no encontró las palabras.

38
—Maldita sea, Gabe —Pagan tiró de su agarre y
agarró sus hombros—. Dime lo que quieres.

—Poder besarte —las palabras salieron de sus


labios, más duras de lo que pretendía—. Sólo una vez.
Para saber lo que se siente. Cómo es tu sabor.

Los ojos de Pagan se oscurecieron.

—Tal vez entonces podré olvidarte.

Pagan arqueó una ceja y se adelantó. —¿Crees que


es así de simple?

Gabe se mantuvo firme. —Sí.

—Entonces, hazlo —estaban pecho a pecho. El


cálido aliento de Pagan acarició la frente de Gabe
cuando dijo en voz baja—. Bésame, policía. Luego
trata de olvidarme.

Gabe lo agarró por el cuello, tirando de él hacia

39
abajo. Sus labios chocaron, duro y caliente. Él metió
la lengua dentro cuando Pagan se abrió. No podía
describir el sabor único del hombre, y la necesidad,
cuando Pagan gruñó en su boca. No había nada femenino
en su lengua, o los dedos agarrando su culo.

Nada repulsivo ya sea. Justamente correcto y...


Angelo.

Sus cuerpos se presionaban con mucha fuerza


juntos, ¿cuándo sucedió eso? Su polla se alargó y
lloró, dolorida. Él gruñó, deslizando los dedos en el
pelo de Pagan y anclándolo, mientras se mecía en la
erección del otro hombre. Pasó su lengua por los
dientes y la lengua de Pagan, en busca de
profundidad, necesitaba más de ese sabor. Ese sabor
indescriptible de Angelo Pagan, que rápidamente lo
embriagaba.

Sus caderas se mecían entre sí, sus pollas duras,


frotándose cuando insertó un muslo entre las piernas
de Pagan. Pagan se estremeció, su cuerpo arqueándose
mientras se movía en el muslo de Gabe, sus
movimientos fluidos y sensuales.

El pensamiento de pánico, de tener contacto con


otro hombre, su beso, nunca apareció. Seis semanas
había soñado con esto, se preguntó si se estaba

40
volviendo loco, y nada se sentía tan natural como el
tobogán de la lengua de Pagan por encima, o la
sensación de sus dedos hundiéndose en sus nalgas.
Todo el dolor y la traición de las últimas seis
semanas se desvanecieron a un recuerdo sordo en el
fondo.

La fricción de los pantalones vaqueros, y los


muslos contra su polla, se sentían muy bien.
Profundizó el beso, los dientes chocaron, se retorcía
en Pagan, sus cojones estaban más pesados y la base
de su espina dorsal picaba.

Por un beso.

Pagan apartó la boca. —¡Mierda! —Su pecho se


agitaba.

—Oh, Dios mío. —Gabe no reconoció las palabras


que caían de sus labios. Sonaban destrozadas,
devastadas. Al igual que sus entrañas. Mirando a los
labios de Pagan, rojos y brillantes por sus besos, no
podía recuperar el aliento. Él curvó los puños y se
balanceó sobre los talones con los ojos fuertemente
cerrados.

Dedos ásperos palmearon su cuello. —¿Podrás

41
olvidarme, amante? —Besos suaves rozaron la frente,
la nariz y los ojos—. Yo no puedo. Te reto a que lo
intentes —Pagan se alejó, llevando su calor con él.

Gabe no abrió los ojos hasta que oyó la puerta


delantera cerrarse.

42
Capítulo Dos
Una semana.

Gabe gruñó y se frotó la piel más duro. Siete


días enteros y ni una palabra, ni una mirada. No
sabía con quién estaba más enojado, si con Pagan por
conseguir tener sus esperanzas patas arriba, o con él
mismo por desearle, orando que Pagan se mostrara.

La ducha caliente alivió su dolor en las


articulaciones después de su sesión diaria de
fisioterapia, pero el dolor en la ingle se mantuvo.
En la actualidad, todos los pensamientos del
magnífico hombre solo le trajeron escalofríos y piel
de gallina.

Su polla se sacudió.

Se negó a enloquecer, se negó a sentirse mal por


desear a Pagan. El beso de la otra noche se sentía
demasiado bien, demasiado real. La única mosca en la
sopa era lo que Pagan era.

43
Un criminal.

Por mucho que lo intentara, Gabe no podía ignorar


este hecho.

No prestó atención a su pene semi-duro,


terminando su ducha. Su estómago gruñó, necesitaba
comida, pero quería una cerveza. Habiendose refrenado
de tomar alguna los últimos tres días, pensó que
Pagan no estaría allí para verlo disfrutarla.

No estaba perdido en aquello que le había dicho y


mandado exactamente Pagan, y se alejó de ello. Apagó
la ducha con una maldición murmurada.

—Tengo que dejar de pensar en él.

Su fisioterapeuta, Desmond, se había dado cuenta


de la preocupación de Gabe y comentó sobre su falta
de concentración en los últimos períodos de sesiones.
Él debería estar preocupado por pasar la prueba de
fuego para llegar a su trabajo y que lo reintegren,
no codiciar al líder de Los Pescadores.

Gabe se dirigió desnudo a su dormitorio, una

44
toalla alrededor de su cuello, y se puso un par de
pantalones vaqueros, dejándolos desabrochados
mientras el agua en su piel estuviera fría. El
resplandor rojo anaranjado de la puesta del sol se
filtraba a través de las persianas de su ventana, el
cielo claro dando la impresión de un cálido día de
verano, en lugar de estar en mediados de enero con
todo congelado.

Se quitó la toalla de alrededor de su cuello y la


dejó caer a los pies de la cama antes de vacilar.
Trish odiaba cuando hacía eso. Se inclinó para
recoger la toalla húmeda y luego se lo pensó mejor y
salió de la habitación con un encogimiento de
hombros.

Trish ya no estaba allí. Podía hacer lo que


quisiera.

Su estómago gruñó de nuevo, esta vez más fuerte,


al entrar en la cocina. Abrió la puerta de la nevera
y frunció el ceño. Cerveza, mostaza, agua y tres días
de comida china.

Tengo que conseguir algo de comida en este


maldito lugar. Cogió una cerveza y dio un codazo a la
nevera para cerrarla con la cadera.

45
—¿Qué te dije sobre la cerveza?

Su corazón dio un vuelco, y sus dedos se cerraron


alrededor de la lata de Bud. Mentalmente le ordenó a
su polla crispada que volviera a la calma de una puta
vez, borró la sonrisa que se asomó en sus labios y se
volteó.

Angelo estaba en la puerta de su cocina, con una


chaqueta de moto sobre un suéter negro escondido en
jeans oscuros y botas. Una cadena de plata gruesa,
con garantía de sus presillas, colgaba de su costado
derecho. Su gorra Yankee azul estaba calada hasta los
ojos, cubiertos con gafas oscuras.

—¿Nunca has oído hablar de una puerta? ¿Deseas


agregar allanamiento a tu repertorio?

Pagan se acercó un poco más con una sonrisa. —¿Me


estas regañando? —Él quitó la mano de la espalda y
levantó una bolsa verde. El más delicioso olor
emanaba de adentro.

—¿Qué tienes ahí? —un fuerte ruido del estómago


de Gabe puntuó su pregunta.

46
—Mi Madre te ha hecho enchiladas.

Santa madre de... —¿Qué? —Gabe tragó— ¿Tú madre


lo sabe? ¿Tú madre?

—Sí —Pagan colocó la bolsa sobre el mostrador


junto con sus gafas de sol. Dorados ojos intensos se
centraron en él—. Pareces asustado, policía.

Daba miedo. Gabe inhaló. —Esto no es una buena


idea —las repercusiones serían potencialmente
devastadoras.

—¿Qué no es una buena idea? —Pagan tocó la punta


de la nariz de Gabe con un dedo, y luego trazó sus
labios suavemente.

Gabe tragó. Su polla se hinchó.

—¿No es una buena idea que me quieras, policía? —


Pagan acarició su cuello y los ojos de Gabe se
cerraron mientras oraba por fuerzas.

47
Piel de gallina cubrió su piel.

—¿Es una mala idea el querer joderme? —Pagan le


lamió la oreja, lo que le debilitó las rodillas, y
luego deslizó la lengua hacia abajo, donde el cuello
y el hombro se unían— ¿O el que te folle? —Unos
dientes se hundieron en su piel.

Gabe gruñó y se resistió. La lata de cerveza en


la mano se derramó sobre sus dedos y en el pecho.
Pagan se alejó, arrastrando la lengua por el líquido
en el pecho desnudo de Gabe. Un pequeño sendero de
cerveza se deslizó por su estómago y Pagan la
persiguió también.

—¡Mierda! —Gabe echó la cabeza hacia atrás,


estremeciéndose ante el calor húmedo de los besos de
Pagan.

Los dedos hurgaron en su entrepierna, rozando su


erección dolorosa. Pagan le desabrochó los pantalones
lentamente. Miró hacia abajo. La gorra ocultaba el
rostro de Pagan, por lo que puso la cerveza en el
mostrador detrás de él y le arrebató la gorra
ofensiva.

Ojos fundidos lo miraran, cuando unos dedos

48
seguros agarraron su erección y la apretaron.

—Pagan.

Un color oscuro cubrió las mejillas del otro


hombre. Pupilas dilatadas, labios entreabiertos, se
dejó caer de rodillas y tiró de la palpitante polla
de Gabe.

—Estás mojado, policía —la voz de Pagan era


profunda y grave—. Déjame lamerte para secarte.

Un pulgar rozó la hendidura de Gabe, corriendo


pre-semen alrededor de su corona. Cerró sus rodillas
y acarició la mandíbula de Pagan. Angelo Pagan, el
hombre más buscado en Brooklyn —el diablo en todo
Nueva York— estaba a punto de chupar su polla.

Dios. Sus ojos ardían. —Angelo —susurró su


nombre.

El hombre de rodillas le acariciaba


constantemente sin dejar de mirarle a los ojos.

49
—Policía —se lamió los labios.

Gabe imitó el gesto. —Sí —él miró a través de sus


pestañas dobladas a Pagan, y esté lo llevó a la parte
posterior de su garganta de una bocanada.

—¡Dios! —Gabe se aferró al mostrador por


equilibrio.

Pagan lo chupó con avidez, chasqueando la lengua


y sumergiéndola en su ranura. Gabe gimió, gruñendo en
la caricia mojada de la lengua y el pequeño filo de
dientes. Sus pesadas bolas dolían, el fuego quemaba
su piel.

—Por favor. Pagan.

Pagan lo acarició mientras chupaba, gimiendo


alrededor de la polla de Gabe. Las vibraciones le
sacudieron. Mantuvo el equilibrio con una mano, la
otra la utilizó para agarrar la parte de atrás de la
cabeza de Pagan, moviéndola hacia arriba y hacia
abajo en él.

—Tu boca —balbuceó—. Húmeda. Caliente.

50
Dedos fríos ahuecaron las bolas, acariciándolas
en cuanto la boca de Pagan desapareció.

—Policía.

Gabe detuvo sus movimientos y lo miró. No se


había dado cuenta hasta ese momento, la palabra era
una muestra de cariño de Pagan a él, cargado de
emoción y de todas las cosas que eran mejor no
decirlas. Su garganta se apretó.

—Pon tu pierna sobre mi hombro —Pagan puntuó su


mando, deslizando el pulgar por la cresta en la parte
inferior de la corona de Gabe.

Su respiración vaciló. Él hizo lo que le habían


ordenado y cubrió con la pierna izquierda el hombro
derecho de Pagan. El hombre le zambulló, tomando
primero una y luego otra de las bolas de Gabe en la
boca, rodando su lengua sobre ellas y chupando.

—Joder —Gabe jadeó—, me estás matando.

51
En respuesta, su amante movió su lengua por la
zona comprendida entre las bolas y el culo.

Todo el cuerpo de Gabe se apretó. Su pecho se


contrajo. Pagan acariciaba sus bolas y empujó su
lengua rígida en el orificio revoloteado de Gabe.

Él siseó. Los dedos se hundieron en sus nalgas y


las separaron. Él inclinó la cabeza hacia el cielo y
cerró los ojos tal como Pagan trabajó su agujero,
lamiendo, chupando hasta que el músculo se relajó,
entonces empujó dentro.

Su cuerpo se cerró sobre la intrusión, mientras


Gabe rodeó su pene y lo bombeaba.

—Mierda. Mierda. —No podía pensar. ¿Debería


necesitar esto? ¿Debería ansiar esto tanto?

Un dedo empujó contra él, hundiéndose


profundamente y tocando algo eléctrico en su
interior. Él gritó, sacudiendo el cuerpo cuando su
control sobre su polla vaciló.

Otro dedo empujó dentro. Luego otro. Tres dígitos

52
se hundieron profundamente, estirando, ardiendo. El
dolor provocaba placer y él le dio la bienvenida,
contrayéndose alrededor de los dedos con un gemido
gutural.

—Policía —Pagan gimió—. Joder, estás tan


malditamente apretado.

Gabe miró hacia abajo, sosteniendo la mirada de


párpados pesados de Pagan en cuento él aumentó la
presión sobre el mostrador. Luego levantó los dedos
estirándolo muy ancho y se hundió, traicioneramente
lento. Un gemido quejumbroso le cayó de los labios.
Pagan siseó. Los dedos en su interior se flexionaron.
Gabe se levantó de nuevo y bajó de golpe en ese
momento.

—Dios —sus ojos se humedecieron de la quemadura,


pero repitió el movimiento. Esta vez Pagan se alzó
cuando él se abalanzó, vinculando ese lugar dentro de
él— Dios. —Estrellas lo cegaron cuando el orgasmo lo
golpeó, inundando sus sentidos.

Retorció los dedos de Pagan, su culo apretándolos


violentamente.

—Mierda. Joder.

53
Pagan no se detuvo, siguió masajeando y
presionando el punto ideal, mientras corrientes de
esperma tiraron de Gabe.

—Sí, amado. Dámelo.

Los pulmones de Gabe quemaron mientras cabalgaba


el clímax, hasta que esos dedos mágicos cayeron de
él. Bajó la pierna rígida del hombro de Pagan. Su
amante permanecía de rodillas, con la cabeza
inclinada.

Gabe se dejó caer al suelo y lo arrastró a sus


brazos. —Pagan —Hundiendo las manos en el cabello de
Pagan, Gabe inclinó la cabeza hacia atrás—. ¿Qué
estamos haciendo? ¿Qué estamos haciendo?

—¿Qué crees que estamos haciendo? —Angelo se


sentó en el suelo, la espalda contra el armario y
sacó la bolsa de comida en la mesa. Sin mirar a Gabe,
metió la mano y sacó las enchiladas envueltas en
papel de aluminio.

Las piernas de Gabe se sentían como fideos


húmedos por lo que imitó a Angelo, sentado a su lado,

54
con su culo desnudo. Los azulejos fríos sorprendieron
su piel por un rápido segundo, pero pronto se
calentaron por el calor de su cuerpo. Él solo había
conseguido el mejor orgasmo, de un hombre. De Angelo
Pagan. Quería más. Quería tocar y probar y hacer
todas las cosas que los labios y los ojos de Angelo
prometían.

—Aquí.

Angelo le entregó una de las enchiladas y él la


tomó, ignorando el leve temblor en la mano. Sus
miembros se sentían extraños. Mierda, se sentía
extraño. Todas estas emociones, no sabía qué hacer
con ellas.

Se sentaron juntos en silencio, Angelo


completamente vestido, la mitad inferior de Gabe
desnuda, comiendo la comida que trajo Angelo, tomando
turnos para tomar su Bud tibia. El silencio se
envolvió a su alrededor, la luz y el consuelo. Estaba
a gusto. Ambos lo estaban.

—Entonces, tu madre, ¿no? —Se lamió los labios y


miró hacia el lado de Pagan. Una sonrisa curvó la
boca que lo destruyó con momentos de placer antes.

55
—Sí. Mi mamá, ella las hace más frescas. —Angelo
lo miró a los ojos, su mirada de oro sonriendo.
Caliente.

Gabe se encontró devolviéndole la sonrisa,


inclinándose hacia adelante para ahogarse más
profundo en los ojos. —¿Le dijiste de mí? ¿Por qué?

—Hay muy pocas cosas que guardo de mi madre —


Angelo se puso serio—. No es alguien de la que deba
esconderme.

El corazón de Gabe se sacudió dentro de su pecho.


Este hombre. Este hombre estaba haciendo algo con él
y no quería que se detuviera. —¿Quién más sabe qué
prefieres los hombres? —no podía imaginar que muchas
personas lo hicieran, si no lo habría visto en su
expediente de la estación. La dura realidad esperaba
a alguien como él que estaba en las calles, así que
obviamente siendo alfa e hispano, no muchas personas
conocían su preferencia sexual.

Angelo tomó un largo trago de la cerveza. Gabe no


podía apartar la mirada de la corredera hipnótica de
su nuez de Adán mientras tragaba.

—Dos personas lo conocían. No es que lo contasen,

56
ahora sólo una lo hace —la amargura se mezclaba con
esas palabras. Se refería a su hermana—. Vamos a
hablar de ti. —Pagan dio todo el calor de su mirada a
Gabe— ¿Qué pasó con la mujer con la que estabas
viviendo?

—¿Trish? —Gabe levantó una ceja cuando Angelo


asintió—. ¿Quiero saber cómo sabes de ella?

Angelo se encogió de hombros. —Me pasaba por el


hospital después de lo del dispararon. Ella siempre
estaba allí.

—La alejé —Gabe se volvió—. Ella no se merecía la


mierda que le puse a través de estas últimas semanas.
Se fue hace una semana, pero nos quedamos más tiempo
antes de eso.

—¿Por qué te fuiste de nuevo? —Cálidos y ásperos


dedos le agarraron la barbilla y volvió la cabeza.

Se encontró con la curiosidad abierta en los ojos


de Angelo.

—¿Qué mierda le has hecho pasar, Gabe?

57
—Yo...yo... —Tiempo de confesión. Él quería
decirlo en voz alta, lo puso ahí— Quería hacer planes
para el futuro. Niños. Matrimonio. Todo el conjunto.

Los ojos de Angelo brillaron. —¿Qué es lo que


quieres?

—A ti.

Las oscuras pestañas se levantaron, los mismos


sentimientos impresos en la mirada de Angelo. Gabe
bajó la mirada a los labios.

—Bésame. —Susurró. Debido a que era adicto. Lo


necesitaba y Angelo estaba allí para ofrecerle lo que
necesitaba.

Firmes labios lo cubrieron, cepillando. Agarró a


Angelo de la camiseta y lo arrastró más cerca,
profundizando el beso con un gruñido. Lenguas atadas
alrededor de la otra, que se encrespaban, degustando.
Allí, entre la comida y la cerveza, se encontró con
el sabor que tanto ansiaba. Únicamente Angelo.

58
Deslizó la mano por delante de Angelo, trazó el
borde de la camiseta y luego la levantó, los nudillos
deslizándose por la piel firme de su estómago.

El aliento de Angelo se enganchó y Gabe sonrió en


el beso. No podía salir de esto si su vida dependiera
de ello, y lo hacía. Nunca había conocido una
necesidad como la que corría y existía a través de su
sangre. Nunca había experimentado un calor como el
infierno que amenaza con devorarlo. Quería ser
quemado, prenderse en llamas.

Debido a que Angelo estaría con él.

Él rompió el beso. —Quítate la camisa.

Angelo buscó su mirada, la lujuria cubría sus


ojos, sus mejillas sonrojadas oscuras. —Amado, no...
—Él tragó—. No tienes que hacer esto.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Gabe


mientras contemplaba la erección luchando contra los
vaqueros de Angelo. —Pero yo quiero. Lo necesito —
nunca había visto a otro hombre desnudo, tan cerca y
tan personal, nunca lo quiso hasta ahora.

59
Agarró a Angelo de la camiseta y tiró de ella
hacia arriba—. Deja que te vea. Quiero tocarte.

Un músculo se flexionó en la mandíbula de Angelo,


sentado en posición vertical y tiró de la pieza de
ropa sobre su cabeza y lo arrojó a un lado.

Músculos. En oro tostado, duro y caliente. Gabe


miró a la amplia extensión del pecho de Angelo y
tragó saliva. Su polla palpitaba y se agitó,
despertando a la vista de toda la carne. La carne de
Angelo. No era voluminoso, pero si musculoso y duro.
Tenía tatuajes con los símbolos P en colores verde,
rojo y azul de la banda y un texto. Los tatuajes
cubrieron ambos brazos desde el hombro hasta la
muñeca. Gabe vio que los nombres de la hermana y el
padre de Angelo estaban junto con las fechas.

Su pecho esculpido era suave, sus dos pezones


oscuros perforados con pequeños anillos de plata. Él
estaba sentado, pero Gabe se humedeció los labios, la
mirada se deslizó sobre el six pack de Angelo y
siguió por los pelos oscuros de su rastro del tesoro,
ya que desapareció por la parte delantera de sus
pantalones vaqueros.

—Tú eres... —¿Qué palabra describe mejor la


belleza del hombre ante él?— Te ves muy bien. —

60
Cualquier otra cosa hubiera hecho que él sonara como
una mujer, una mujer que brotaba. El calor de un
rubor en su rostro brilló cuando Angelo sonrió.

—Tienes el permiso de observar todo lo que


quieras, policía —Le guiñó un ojo.

Gabe rozó la punta de su índice derecho sobre el


anillo en el pezón izquierdo. Angelo se arqueó. El
sonido retumbó en su pecho mientras sus pestañas
caían. Gabe se envalentonó, enganchando su dedo
meñique en el anillo, tiró.

—Ugh, amado —Angelo puso en puños sus manos,


donde yacían en su regazo. Abrió los ojos—. Tócame,
Gabe.

Gabe lo hizo. Pasó su otra mano sobre el pecho de


Angelo y bajó por su estómago, con un latido
frenético, respirando por la boca, como Angelo se
movió con él, arqueándose en cada caricia de su mano,
cada tirón del anillo del pezón. Hambriento. Se movía
como si hubiera estado hambriento de contacto.

Gabe metió los dedos en la cinturilla de los


pantalones vaqueros de Angelo.

61
—¿Cuándo fue la última vez que tuviste esto?

—Nunca he tenido esto —los ojos de Angelo se


cerraron de nuevo.

—¿Nunca has sido tocado de esta manera? —Gabe no


pudo ocultar la incredulidad en su voz— Eres Angelo
Pagan, si quieres ser tocado, lo serás. —Él apretó el
bulto en la mano.

Angelo lo miró entonces, los ojos con los


párpados pesados y oscuros de lujuria. —Demasiado
arriesgado. Me voy lejos, muy lejos y aún así yo no
miento en torno al ser tocado —Él se resistió en la
palma de Gabe, la dura longitud de él latiendo y
caliente—. Follo y luego me voy. No me joden o me
tocan.

—Te follaré. —Las palabras salieron volando de su


boca antes de que terminaran de formándose en su
cerebro y Gabe no quería llevarlas de vuelta. Una
emoción se disparó por su espalda y Angelo le miró
fijamente.

—Sí, amado —Él giró sus caderas, estremeciéndose

62
bajo el agarre de Gabe—. Sí, me follarás.

Dios. Gabe juró que tuvo un orgasmo en ese


momento. Inclinándose sobre Angelo, él movió su
lengua sobre un anillo en el pezón y se sentó en
cuclillas. —Bueno. Ahora tenemos que hablar. Cosas
serias. Acerca de nosotros.

—¿Hay un nosotros, amado? —Angelo se sentó


erguido, flexionando los músculos, los tatuajes en
sus brazos bailando.

Gabe lo miró. —No sé. ¿Quieres que haya un


nosotros? —de repente se sintió como si estuviera en
la secundaria, la negociación de los derechos de
citas con la animadora mocosa de la secundaria.

Gabe ahuecó su mejilla. —Depende. Dime, dime lo


que quieres —Tenía que escuchar esas palabras. Ambos
tenían que reconocer cuan difíciles las cosas podrían
ponerse para ellos. Las reglas básicas y necesarias
para ajustarse.

Dios, estaba o bien a punto de hacer la mejor o


más estúpida decisión de su vida.

63
—Gabe.

Se encontró con los ojos de Angelo.

—Yo quiero lo que tú quieres. Desde aquella


primera vez hasta ahora, nada ha cambiado. Te quiero.

Había poder en esas palabras. Hicieron que su


corazón se disparara. Él juró que escuchó su sangre
corriendo por sus venas. ¿Estaba teniendo una
experiencia fuera del cuerpo? Se aclaró la garganta,
mirando a esos ojos que lo tenían cautivo a primera
vista—. Me tienes a mí.

Se arrastró sobre Angelo, su enorme polla


quedando atrapada entre sus cuerpos, mientras
envolvía sus brazos alrededor de los hombros desnudos
de Angelo. Capturando la cara de Angelo en sus manos,
él atrajo sus frentes juntas. —Me tienes a mí. No me
perderás.

Angelo le cogió el culo, balanceándose hacia él,


e inclinó la cara hacia arriba. Gabe tomó su boca,
las lenguas sumergiéndose rápidas, desesperados,
hambrientos. Besó al hombre en sus brazos como si
estuviera poseído, reclamando los labios de Angelo
como suyos, tomando cuanto Angelo daba, dando cuanto

64
Angelo tomaba. Se retorcían el uno con el otro,
mientras Angelo lo mantuvo firme, sacudiendo las
caderas.

Angelo apartó la boca. —Gabe, yo... tengo que...


—Dedos se clavaron en su culo, aferrándose mientras
Angelo subía.

Su clímax.

—Sí, hazlo. —Gabe susurró las palabras al llegar


entre ellos y tiró un anillo en el pezón. Duro.

—¡Argh! —Angelo se arqueó—. Gabe.

—Sí —Gabe le instó torciendo ambos pezones—.


Vente por mí. Déjame ver cómo lo haces.

Un gutural gemido llenó la habitación. Los ojos


de Angelo se abrieron y él mantuvo la mirada de Gabe
mientras sus caderas se sacudieron más y más rápido.
Sus pupilas estaban dilatadas, como sus fosas
nasales.

65
—Vente por mí.

Angelo llegó con un grito ahogado, mirando en los


ojos de Gabe, mientras la semilla caliente empapó los
pantalones vaqueros de Angelo y calentaron a Gabe.

Esperó hasta que el pecho de Angelo dejó de


agitarse antes de dejar caer un beso en los labios
entreabiertos y dijo; —Todavía tenemos más cosas que
discutir.

Angelo gruñó, moviéndose en el suelo. —No puedo


recordar la última vez que me vine en mis pantalones.

Gabe no debía sentirse orgulloso o presumido,


pero lo hizo. Él se rió entre dientes. —Un montón de
primeras veces, ¿eh?

Angelo hizo una pausa en el proceso de introducir


su polla en sus pantalones vaqueros y asintió. —En
más de un sentido.

Gabe se arregló los pantalones vaqueros de nuevo,


lo que facilitaba su semi erección y cerró la
cremallera. Se levantó del suelo y cogió el Bud

66
restante de la nevera. Se encogió de hombros ante las
cejas levantadas de Angelo, volvió a sentarse con las
piernas cruzadas. —Pensé que podríamos usar un poco
de coraje líquido. —Por lo menos lo hacía.

—¿De qué quieres que hablemos?

Él descubrió que no podía mirar a Angelo en ese


momento. Tirando de una lata de cerveza del paquete,
se aferró a él, mantuvo su mirada fija en ella. —¿Por
qué me disparaste?

El silencio llenó el espacio entre ellos. Gabe se


negó a mirar hacia arriba, mirar a los ojos de
Angelo. No sabía por qué temía la respuesta a esa
pregunta. ¿Y si había cometido un error? Su corazón
latía con fuerza en sus oídos mientras esperaba una
respuesta de Angelo.

—Gabe.

Él se estremeció. ¿Angelo tuvo la intención de


matarlo esa noche?

—Maldita sea, mírame —Angelo le cogió la barbilla

67
y levantó su cabeza.

Sus miradas se cruzaron y sus miradas se


aferraron la una a la otra.

—¿Crees que me propuse a dispararte esa noche? —


Los ojos entrecerrados de Angelo estaban provocados
con una ira furiosa de oro.

—No sé lo que pienso —Gabe tragó—. Pensé que,


aunque la situación no fue ideal cuando nos
encontramos en el recinto, pensé que habíamos
conectados de alguna manera.

Angelo asintió.

—Entonces me disparaste a quemarropa —La voz de


Gabe se convirtió en acusatoria, pero no podía
evitarlo—. ¿Qué se supone que debo pensar?

Angelo lanzó su barbilla y suspiró. Moviéndose


cerca, así que estaban uno frente al otro, levantó
sus peligrosos ojos a Gabe. —Quiero decir lo que dije
antes, si quisiera matarte ya estarías muerto. He
salvado tu vida.

68
Gabe frunció el ceño. —¿Cómo? Explícamelo. Haz
que lo entienda —porque ahora él se hundía, tratando
de captar la lógica de Angelo.

Angelo se pasó los dedos por el pelo, dejando los


hilos oscuros que sobresalían en ángulos extraños. —
Ese tipo que estaba en el almacén —Manny— crecimos
juntos. Recientemente había regresado al barrio y
estaba colgado de mí, tratando de hacerme dejarlo
unirse a la banda. Es un impulsivo, actúa antes de
pensar, pero él hace un trabajo húmedo aquí y allá.

Trabajo húmedo, código para asesinato.

—Manny quería demostrar que podía ser una ventaja


para mí —dijo Angelo en voz baja, pero Gabe detectó
la ira que se abrazaba con fuerza tirando de las
riendas—. Yo quería que me dejara allí y se fuera,
pero él quería matar a un policía.

Se encontró con los ojos de Gabe. —Soy un montón


de cosas, pero no mato a los policías. Eso trae un
chingo de problemas que yo no necesito. Le dije que
no, pero nos siguió escaleras arriba y te quería
matar. A mi policía.

69
La emoción desnuda quemaba en la mirada de
Angelo. Gabe se acercó, agarró su hombro y apretó

—Angelo.

—Quería dispararte, habría disparado si no


estuviera ahí —la voz de Angelo era aspera—. ¿Tienes
alguna idea de lo que ese pensamiento hace en mí? No
debía estar allí esa noche. —Puso en puños sus manos.

Gabe se llevó los puños, acariciándolos hasta que


Angelo se relajó. —¿Dónde deberías de haber estado?

Un destello de una sonrisa curvó los labios de


Angelo. —Con Piper Espinoza, consiguiendo que le
hiciera una mamada a mi polla.

Gabe frunció el ceño ante la lanza caliente de


celos a través de sus entrañas. No quería pensar en
Angelo y alguien más. —Espera, ¿si eres gay, por qué
querrías llegar a meter la cabeza en una mujer?

—Puedo cerrar los ojos y estar en otro lugar —


dijo Angelo—, con otra persona. Eso es lo que pasa.
No duermo con mujeres y sí, me doy cuenta de que soy

70
un idiota.

Gabe no podía juzgar. Esa era su cubierta, su


manera de mantener a salvo su secreto.

—¿Por qué estabas en el almacén?

El rostro de Angelo se cerró. —Un informante.

Gabe rehuyó preguntar quién era el informante. Ya


se sentía atravesando aguas con demasiada
profundidad. —Así que tenías razón. Me has salvado la
vida —él ahuecó la mandíbula de Angelo,
maravillándose de lo natural que todo esto se sentía.
Hablar con Angelo, tocarlo, sentirse bien.

Bueno.

—Tuve que tirar de mi gatillo delante de él y


confía en mí, el objetivo no era tu hombro —Angelo
retorció sus dedos alrededor de Gabe—, lo siento por
eso —Llevó sus manos unidas a la boca y las besó.

—Entiendo —dijo Gabe suavemente—. Gracias.

71
Angelo sonrió. —Ahora contesta algo por mí. ¿Por
qué no me entregaste?

Sí, ¿por qué? —Seguí reproduciendo esa mirada en


tus ojos justo antes de que apretaras el gatillo —
Pasó el pulgar por el labio inferior de Angelo—.
Arrepentimiento, era un lo siento. Lo vi, pero no
sabía por qué.

—Traté de explicarte en el hospital, pero estabas


fuertemente sedado.

—Oí tu voz —Gabe soltó una carcajada—. En ese


momento estaba tan enojado contigo. Conmigo. Pensé,
incluso a través de la niebla de las drogas que eras
todavía más alto en mi mente. Atormentándome hasta en
mis sueños.

Angelo sonrió. —¿Qué me oíste decir?

Gabe se puso serio y se lamió los labios. —Que


necesitabas que abriera los ojos. Dijiste que me
necesitabas despierto por toda la mierda que me ibas
a dejar pasar.

72
La sonrisa se desvaneció del rostro de Angelo. —
Lo dije en serio. Esto va a ser duro, amado. Tú y
yo... —Él negó con la cabeza—. No sé cómo lo haremos.

—Necesitamos reglas.

Una ceja oscura se alzó. —Las reglas, ¿Eh?

—Lo digo en serio, Angelo. No hablar de la


policía o cosas relacionadas con la banda —Gabe
enumeró los elementos con los dedos—. Cuando estemos
juntos, donde sea que estemos, es sólo Gabe y Angelo.
No hay otras etiquetas, sólo nosotros.

Los ojos de Angelo eran sombríos cuando preguntó;


—¿Crees que es tan fácil?

—Sí —Gabe se mordió los labios—, y también


complicado.

Angelo abrió la boca, pero un teléfono celular


sonando retuvo sus palabras. Rebuscó en sus jeans,
sacó un teléfono del bolsillo de atrás y respondió

73
con una sonrisa de disculpa a Gabe.

—¿Sí? —Ladró en el teléfono.

Gabe se sentó, le llamó la atención el suave


balanceo del pelo de Angelo, mientras él se levantaba
del piso y se fijaba la ropa.

—¿Qué demonios ha pasado? —Angelo sostuvo su


celular en la oreja con el hombro derecho, mientras
usaba sus manos libres para recoger el pelo en la
nuca y fijarlo en una coleta—. Mierda. Estaré ahí en
unos pocos minutos y Pablo, ten la cabeza en el puto
rollo, ¿me tienes? —Terminó la llamada y miró a Gabe.

—Lo siento. Me tengo que ir.

Gabe asintió. —He oído —este lado de Angelo, el


lado gángster violento, no sabía si iba a ser capaz
de tratar con él. ¿Cómo puedo lidiar con eso?

Angelo le tendió una mano para ayudar a Gabe y él


la tomó, poniéndose de pie. Angelo le tiró a sus
brazos, tomando su boca con avidez. Gabe gimió y se
frotó contra él, abriendo la boca para deslizar

74
lengua contra lengua. Angelo lo abrazó con fuerza,
empujándose profundamente en su boca, los dientes
mordiéndole. Gabe pasó sus dedos por el cabello,
meciendo su erección contra Angelo hasta que el otro
hombre rompió el beso y se alejó.

Con pechos jadeantes, se miraron uno al otro. Los


labios de Angelo brillaban y Gabe lamió los suyos,
saboreándolo. Quería lanzarse de nuevo en los brazos
de Angelo, frotarse contra él hasta que ambos se
olvidaran de sí mismos, sus funciones, hasta que
solamente fueran ellos dos.

No quería que se fuera.

Por la mirada en el rostro de Angelo, él no


quería irse tampoco.

—Cena conmigo mañana —dijo Angelo.

Gabe frunció el ceño. —¿Qué, cómo por ahí? —Él


hizo un gesto con la mano en la ventana—. ¿En
público? —¿Acaso Angelo quería salir con él? ¿Podrían
ellos hacer eso sin ponerse en peligro a sí mismos?

75
El calor en la mirada de Angelo se enfrió
instantáneamente. —¿No quieres salir conmigo?

Gabe rodó los ojos. —Nada de eso, ¿de acuerdo?


Quiero asegurarme de que estamos en la misma página.
No quiero que estemos escondiéndonos, pero tenemos
que ser inteligentes. ¿Dónde podemos ir?

La deslumbrante sonrisa estaba de vuelta en el


rostro de Angelo. —No te preocupes por eso. Yo me
ocuparé de ello —él tomó la mano de Gabe y tiró de él
a lo largo de lo que se dirigió a la puerta trasera.

No te preocupes. Hah, fácil para él decirlo. Gabe


llegó a la puerta trasera y la abrió. Una ráfaga de
aire frío le dio una bofetada en la cara. —Mierda,
maldito frío.

Angelo se rió entre dientes mientras se volvía a


poner su gorra y gafas de sol Yankee.

—Vendré a las ocho de mañana, ¿bien?

—Cool. —Gabe asintió.

76
—Ah, y dame tu número —Angelo sacó un teléfono
del bolsillo de su chaqueta, diferente al que él
había contestado antes. El último fue negro, éste era
azul.

—¿Dos teléfonos?

—Uno de negocios —levantó el teléfono azul—,


personal este, solo mi madre tiene este número.

—Y ahora yo.

—Y ahora tú.

Gabe agarró su teléfono fuera de la encimera de


la cocina e intercambiaron números. Guardó el número
de Angelo bajo el nombre de contacto A.

—Muy bien, me tengo que ir, policía. Nos vemos


mañana. Siéntete libre de utilizar ese número en
cualquier momento. Para cualquier cosa.

77
Gabe sonrió. —Lo mismo.

Angelo buscó con la mirada y luego lo besó de


nuevo, duro y demasiado corto antes de darse la
vuelta, correr por la escalera y desaparecer.

78
Capítulo Tres
Angelo se frotó los ojos arenosos con los
nudillos y miró a través del vidrio el cuerpo tendido
sobre una losa en la sala estéril.

—¿Lo reconoce, señor? —El anciano con los ojos


cansados del mundo y un manillar de bigote esperó
pacientemente a su lado. Maury, decía su etiqueta con
su nombre.

Maury, que trabajaba en la morgue.

—Sí —Se le resquebrajó su voz y tuvo que tragar y


volver a intentarlo—. Sí, su nombre es Auggie, uh,
August de Souza, pero todo el mundo lo conoce como
Auggie. —Un soldado leal que Angelo nunca había visto
utilizar algo más fuerte que las malas hierbas, pero
en la calle el flaco era el hablador Auggie Oding.

¿De qué?

No había drogas. No había drogas en su

79
territorio, en sus calles. Una regla que nunca haría
doblarse, así que ¿por qué sucedió esto? Él se apartó
del cuerpo, la cabeza llena de preguntas, y salió de
la habitación. Tenía que decirle a la madre de
Auggie, Sonia. Él era su hijo más joven, pero llevó a
casa la mayor parte del dinero, Angelo lo sabía. Al
igual que sabía todo acerca de sus soldados.

Lo que no sabía era cómo las drogas estaban en


sus calles, pero lo averiguaría. Un reloj marcó en
algún lugar cercano, en voz alta en la tranquila
naturalidad que lo rodeaba. Levantó la vista y miró a
su alrededor. Nueve y cuarenta y cinco de la mañana.
Aún no había llegado a casa, a su cama. Directamente
desde la paz y la rectitud de Gabe a esta locura.

Los policías acudían alrededor, preguntando a


todos, por lo que todo el mundo estaba nervioso. Su
gente quería respuestas. Él no tenía ninguna.

Quería dormir y comer.

Quería estar de regreso en los brazos de Gabe


donde la mierda como esta no podía entrometerse. Pero
aquí, en la calle, no tenía memoria intermedia, era
el líder, el jefe, y tenía que conducir incluso
cuando no sabía dónde se dirigían las cosas de
mierda.

80
Su teléfono de negocios vibró en su bolsillo. Lo
sacó mientras caminaba hacia la oficina, y de regreso
del juez de instrucción con el sol cegador y el
viento amargo y frío. —Sí.

—Jefe, ¿está listo?

—Sí, estoy al frente —le dijo a su segundo al


mando. Pablo era su chofer hoy, lo había sido desde
que Angelo se presentó en la escena de anoche.

—Estoy estacionado en la esquina, frente al salón


de belleza. Tuvimos que cambiar.

—Voy —Angelo terminó la llamada, empujó su


teléfono en el bolsillo de la chaqueta y corrió
alrededor de la esquina, con la cabeza inclinada
contra el viento. Sus entrañas se retorcían mientras
se concentraba en su siguiente parada, la casa de la
madre de Auggie.

Portador de malas noticias.

81
La culpa recaía sobre sus hombros, porque aunque
no había proporcionado las drogas, puso a Auggie en
las calles, en sus calles.

Llegó al SUV negro y la puerta del acompañante se


abrió desde dentro. Angelo saltó dentro, rozando su
sudadera con capucha en la cabeza y tirando de las
gafas de sol oscuras, mientras Pablo se alejó de la
acera.

—Era Auggie —Las dos palabras salían de sus


labios como piedras, dejándose caer en el SUV.

—Joder —Pablo golpeó el volante—. ¿Cómo? ¿Por


qué?

Angelo miró a través del parabrisas. —Están


diciendo que de una sobredosis, pero no está seguro
de qué.

—¿Qué? —Farfulló Pablo— ¿Sobredosis de qué? No se


encuentra drogas en el territorio de Los Pescadores.

Angelo gruñó. —Parece que ya no es el caso, amigo


—Apretó los puños—. Tengo que decirle a otra madre

82
que su hijo ha muerto, Pablo. Esta mierda no puede
continuar. Quiero saber de dónde carajos salen esas
drogas, cualesquiera que sean, necesito saberlo ya.
Pon a todo el mundo a trabajar.

Cuando Pablo se detuvo frente a la casa de la


madre de Auggie, Angelo habló en voz baja: —Diles que
comiencen con mi tío.

Angelo se abrió paso a través de las puertas de


la casa de su madre, muerto en vida, las palabras de
la madre de Auggie todavía resonando en su cabeza. No
podía culparla por las duras maldiciones, llenas de
lágrimas, ella tenía razón.

Él era el culpable. Su barrio, ¿Cómo podía no


conocer las idas y venidas?

Se quitó la chaqueta y la tiró en el sofá

83
mientras caminaba por la sala de estar. Su madre no
estaba en casa en la mitad del día, por lo que ella
no le debía regañar por ese acto. Se dirigió a la
sala de estar, el estómago le gruñó, pero no le hizo
caso, hurgó en los armarios hasta que encontró el
premio que buscaba.

La botella de Jim Beam era todavía nueva, pero él


estaría tomando medidas hoy. Abajo, en el sótano, su
guarida personal, él se quitó la ropa y se subió a la
cama. Su pene colgaba entre las piernas, pesado y
semi-duro, pero lo ignoró también. Apoyándose en las
almohadas, utilizó su navaja para abrir el Jim Beam y
tomó su primer trago.

El licor encendió fuego en su garganta, y la


picazón humedeció sus ojos.

Él parpadeó lejos de la humedad y tomó otro sorbo


y otro. La quemadura no era más de lo que merecía.

Una sonrisa auto-crítica se formó en sus labios.


Él estaba haciendo penitencia, desnudo de espaldas y
fuego líquido hirviendo en su interior.

Pablo lo había dejado después de que Angelo le


dio instrucciones para enviar algunos de sus hombres

84
de espionaje detrás de su tío Carlos. En sus
entrañas, Angelo sabía que su tío estaba detrás de la
repentina aparición de las drogas en el territorio de
Los Pescadores. Cualquier cosa para crear disensión y
pánico, que todo el mundo se volviese contra Angelo.

Entonces Carlos podría llegar en su caballo y


salvar el día, arreglaría todo y predicaría su te lo
dije.

El hijo de puta no se saldría con la suya.

Angelo tenía planes para su culo. Por Catarina,


por Auggie, por su padre, Angelo le haría pagar.

Se volcó la botella de nuevo deslizando el whisky


en la garganta no tan duro como antes. Hizo una mueca
y volvió a enroscar el tapón.

Si no podía sentir la quemadura, Jim Beam no era


util para él.

Tomando el teléfono azul tendido a su lado en la


cama, miró la hora. Doce y cuarto. ¿Dónde estaria
Gabe ahora? Tenía que escuchar la voz del otro

85
hombre.

Antes de que su mente pudiera ponerse al día, sus


dedos ya estaban golpeando a toda velocidad en la
línea tres.

Marcación G.

Su estómago se tensó y sus manos se volvieron


resbaladizas. Le encantaba la forma en que su cuerpo
reaccionaba a la sola idea de Gabe. Había sabido
desde el principio que el policía sería especial, él
no sabía lo mucho que había llegado a significar para
él en tan poco tiempo.

—Uh, el teléfono de Gabriel Ashby —la voz


profunda no era Gabe.

Los pelos de Angelo se pusieron de punta. Apretó


el teléfono en la mano. Duro. —Me gustaría hablar con
Gabe —su tono fue contundente, pero no le importaba.
¿Quién diablos estaba contestando el teléfono de
Gabe?

—Ah, claro. Espere.

86
Unas voces silenciadas y pasos llegaron a los
oídos de Angelo. Se recostó en las almohadas,
contemplando el techo mientras luchaba por controlar
su temperamento. Podría no ser nada en absoluto, pero
no le gustaba que otra persona contestara el teléfono
de Gabe. Y mientras esos pensamientos giraban en su
cabeza, se dio cuenta que no le gustaba la sensación
que lo recorría.

Celos.

—Ashby —Gabe habló, con brusco tono y todo el


negocio.

La polla de Angelo palpitaba. —Policía —su voz


temblaba de necesidad y un chingo de otras emociones
que no le importaba nombrar.

Gabe inhaló profundamente en el oído. —Hola.

—¿Quién era ese que contestó el teléfono? —Angelo


sabía que exigía cosas que él no tenía derecho, pero
no pudo evitar la necesidad que lo recorría. La
necesidad de poner en juego su reclamación.

87
—Um... —Gabe se aclaró la garganta—. Estoy en
terapia física. Ese fue Desmond, mi terapeuta.

—No me gusta que conteste tu teléfono —Angelo


corrió sus temblorosos dedos por el pelo.

El silencio llenó su oreja y luego Gabe murmuró.


—Espera —Angelo oyó pasos, a continuación, un
portazo.

—¿Cuál es tu maldito problema? —Gabe susurró en


el teléfono—. Si vas a comenzar con esa mierda, vamos
a terminar esta mierda ahora.

Angelo hizo una mueca. —Mierda —Joder. Él se


irguió y se bajó de la cama. Se disculpó mientras se
paseaba—. Lo siento. Eso no es...no va a suceder de
nuevo —hoy no era su día.

—¿Qué pasa? —La ira de Gabe cambió a


preocupación.

Angelo se detuvo. —¿Qué te hace pensar que algo

88
está mal?

Gabe suspiró. —Porque no te pareces a ti mismo y


estás actuando jodidamente raro, francamente.

—Ah, ¿así que ya me conoces, policía? —Él sonrió


mientras hablaba, algo suave se desplegaba en su
pecho.

—Sé lo suficiente —Gruñó Gabe—. Algo está


definitivamente mal, habla conmigo.

Angelo se dejó caer sobre el colchón, una mano


barriendo el pelo de los ojos. —Ah, policía. Ojalá
pudiera, lo haria...

—Pero es de policía y lo relacionado con el líder


de la banda. —Gabe terminó su frase.

—Sí.

Silencio, y entonces, —¿Es malo?

89
Angelo resopló. —Ya es bastante malo.

—Pero, ¿estás bien?

¿Lo estaba? —Físicamente, lo estoy —él cortó con


una mano en el aire—. Pero basta de mí. ¿Cómo está tu
hombro? ¿Y cómo va la terapia física?

Gabe suspiró. —Camino a cambiar de tema. Mi


hombro está cicatrizando muy bien, mejorando cada
día. La terapia física es agotadora, Desmond es un
sargento de mierda, pero es bueno.

Otro recordatorio de los fallos de Angelo. Se


aclaró la garganta. —Lo siento.

—Hmm, ¿por qué?

—Tener que pasar por esa mierda, Gabe. Es mi


culpa.

—Está bien, ¿Qué demonios es esta mierda de pobre


de mí? —Gabe ladró—. Sal de ella antes de que te de
una patada en el culo. No te culpo —su voz se

90
suavizó—. Yo no te culpo, Angelo.

Pero él se culpaba.

—Tengo que ir a las duchas —dijo Gabe—.


Hablaremos más tarde. Todavía vendrás más tarde, ¿no?

La esperanza no disimulada en su voz trajo una


sonrisa a la cara de Angelo. —Sí, todavía te llevaré
a cenar, policía. No entres en pánico.

Gabe se echó a reír. —Bueno. Mi mente está toda


lista para la comida gratis.

—Ya veo.

—¿Y tú? Espero que sepas que puedes hablar


conmigo y me comprometo a escuchar y no juzgar.

Dios, ¿cuando él consiguió ser tan afortunado?


Angelo se subió a la cama y se puso la cubierta hasta
la cintura. —Lo sé.

91
—Bien ¿Dónde estás?

—En casa, acabo de meterme en la cama.

—¿Qué quieres decir, que acabas de llegar a casa


desde que me dejaste anoche?

Se rió de la incredulidad en la voz de Gabe. —Sí,


literalmente, solo llegué a casa y estoy en la cama.

—¿Sí? —Gabe se volvió vacilante—. ¿Qué estabas


haciendo?

¿Eran celos lo que detectó en la voz de su


policía? —¿Recuerdas de lo que no puedo hablar?

—Uh-huh.

—Estaba tratando con eso. Nada de eso fue


divertido y agradable. De hecho, me estaba bebiendo
una botella de Jim Beam antes de llamarte.

92
—¿Muy mal, entonces?

—Sí, pero tu voz ayuda —Angelo deslizó su mano


por su pecho desnudo—. Me has ayudado más de lo que
crees.

—Me alegro —la verdad sonó clara en la voz de


Gabe—. Estoy aquí, siempre que me necesites.

Angelo tenía toda la intención de tomar la


oferta. —Lo sé. Ve y haz lo tuyo. Nos vemos más
tarde.

—Está bien, adiós.

Los ojos de Angelo se cerraron. —Adiós, policía.

93
Angelo durmió profundamente hasta que su teléfono
vibrando lo despertó. Gruñendo, se dio la vuelta y
buscó alrededor por la maldita cosa con los ojos
cerrados. Lo encontró debajo de la almohada y
restregó sus párpados para ver el identificador de
llamadas.

Pablo. Él contestó. —Sí.

—Jefe, ¿está en su casa?

—Sí —Angelo se frotó los ojos con sus nudillos—.


Sólo me has despertado.

—Bien, voy a pasar por ahí en unos veinte


minutos.

Angelo se incorporó sobre las almohadas. —


¿Encontraste algo?

Pablo vaciló. —Creo que sí, aunque tendremos que


poner hierro en algunos detalles.

94
—Estoy bien con eso —Poniendo una pierna sobre el
borde de la cama, se pasó los dedos por el pelo—. Voy
a saltar a la ducha, Mami te dejará entrar.

—Cool.

Colgó la llamada y se levantó, tambaleándose al


baño.

Bajo el aerosol tacaño de la ducha de agua


caliente, trajo todo lo que sucedió recientemente a
su cabeza. Durante los diez años que había sido el
líder de Los Pescadores, esta fue solo la quinta vez
que había tenido que notificar a la familia de uno de
los suyos que su ser querido familiar había muerto.
Catarina y Auggie fueron los únicos cuyas muertes
eran tan cercanas «seis semanas.»

La muerte de Catarina tenía destrozado su


interior y pensó que había encontrado una manera de
dejar atrás el dolor paralizante y la ira, pero se
demostró hoy que estaba muy lejos de eso. La rabia y
la ira estaban de vuelta junto con el dolor y la
necesitaba de hacer que alguien pagara.

Agachando la cabeza bajo el agua, contuvo la


respiración y cerró los ojos.

95
Las dos últimas muertes fueron personales,
dirigidos a ponerlo de rodillas, y sólo podía pensar
en una sola persona que salivaba ante la sola idea de
la destrucción de Angelo.

Era difícil de creer que compartía sangre y ADN


con Carlos, teniendo en cuenta la forma en que el
otro hombre lo persiguió tan implacablemente. A los
diecisiete años se enteró de lo mucho que su tío le
odiaba y a los veintidós años perdió a su padre por
el odio de Carlos. El cuchillo de Carlos alojado en
el estómago de su hermano había sido una exageración
después de la bala en la parte posterior de la cabeza
y muchas otras cuchilladas sobre el cuerpo de Sal
Pagan.

Carlos llevó a cabo el golpe de su hermano él


mismo, cuando había tenido muchos hombres que lo
rodeaban, que habría hecho de la muerte del padre de
Angelo rápida y sin dolor.

Cada uno de los detalles del asesinato fue


contado a Angelo por la mano derecha de Carlos,
justo antes de que Angelo le cortara la garganta. No
podía llegar a Carlos desde que su tío había
conseguido recoger un cargo de armas a los pocos días
y fue al norte del estado durante ocho años.

96
Si Angelo no le importaba cómo Carlos muriese,
habría llamado a los muchos que le debían favores y
Carlos se habría retirado, pero ese era su trabajo.
Tenía que ser él quien enviara al monstruo de vuelta
de dónde diablos venía.

Carlos tenía que morir y cuanto antes mejor,


porque Angelo tenía más que perder que nunca.

Cerró el grifo y salió de la ducha, con el pelo


chorreando por su espalda. Se envolvió una toalla
alrededor de la cabeza y se puso un par de pantalones
vaqueros. Todavía tenía unas cuatro horas antes de
que tuviera previsto recoger a Gabe, pero él estaría
dejando la casa pronto para hacer unas cuantas
rondas, recoger algo de dinero adeudadamente y
establecer el nuevo envío de armas.

Llamaron a la puerta del sótano. —Hijo, Pablo y


una mujer están aquí.

—Estaré ahí en un minuto. —Se puso un suéter


negro sobre su cabeza y luego tomó su teléfono y
botas. Mirando su Glock en su mesita de noche, la
recogió y se la metió en la cintura antes de
dirigirse hacia las escaleras.

97
Arriba, encontró a su madre con el ceño fruncido
en la cocina, y Pablo y Piper Espinoza sentados en el
sofá de la sala de estar.

Maldita sea, ¿por qué demonios Pablo trajo a


Piper aquí? Angelo había estado evitando a la mujer
por semanas. Ella había puesto su mirada en él y no
estaba dispuesta a aceptar un no por respuesta. Podía
hacerla puesto en su lugar, pero no perjudicaba a las
mujeres, incluso si fueran buscadoras de oro
hambrientas de poder.

—¿Qué pasa? —Hizo caso omiso de la mirada llena


de lujuria de Piper y se volvió hacia Pablo.

—Jefe —Pablo se puso en pie. El sudor brillaba en


su cráneo afeitado, que se limpió con un golpe de su
mano mientras se acercaba a Angelo—. Tengo algunas
noticias.

Angelo asintió con la cabeza, su mirada


parpadeando de nuevo a Piper donde estaba sentada, el
pecho asomando, los labios entreabiertos en
invitación. —Vamos a hablar esto en otra parte —él se
dio la vuelta, volviendo a bajar al sótano.

98
—Mami, estoy abajo.

Su madre lanzó un gruñido.

Sonrió. Odiaba cuando alguno de sus soldados


moría, odiaba a los vehículos armados y
guardaespaldas que había asignado a ella hace mucho
tiempo, pero ella lo trataba como una profesional. Le
debía mucho y tenía que encontrar una manera de hacer
toda esta mierda fuera de ella.

Una vez en el sótano, Pablo se sentó en el


escritorio del ordenador en la esquina, mientras que
Angelo se dejó caer en la cama. —Dime.

—Muy bien. Así que, pregunté alrededor para


descubrir con quién había estado saliendo Auggie en
las últimas semanas. —Pablo habló en español, con los
ojos marrones agudos y alertas cuando se encontró con
la mirada de Angelo.

—Un nombre sigue apareciendo y no es el nombre


que me esperaba.

—¿Quién?

99
—Gordo. Habían sido inseparables últimamente.

Angelo frunció el ceño. —Esos dos son polos


opuestos, si alguna vez hubo uno.

Dónde Auggie era de voz suave y relajada, Gordo


era fuerte y desagradable, siempre se metía en
peleas. Siempre en algún tipo de problema. Gordo
también superó y superaba a Auggie.

—Sí. Ese es mi pensamiento también —dijo Pablo—.


¿Por qué uno de nuestros tenientes de repente es tan
cercano con un soldado de infantería?

—Muy buena maldita pregunta. ¿Dónde está Gordo


ahora?

Pablo se encogió de hombros. —Pasé por su casa.


Su madre dijo que no lo ha visto durante dos días.

—¿Podría estar mintiendo por él? —Su estómago se


tensó. Comprendía a una madre queriendo proteger a su
hijo, pero si Gordo tenía algo que ver con la muerte

100
de Auggie lo mataría.

—No creo que ella esté mintiendo —Pablo negó con


la cabeza—, pero me fui con otros para mirar en el
lugar, por si acaso.

—Bien, quiero que lo encuentren —Angelo hurgó en


el cajón, en busca de un cepillo para domar el
cabello mojado—. ¿Qué sigue?

Pablo se aclaró la garganta. —Los brasileños


están en busca de algunas armas, una mierda de nivel
militar. El material más reciente. Quieren tres
millones.

—¿Están locos? —Angelo no se movía alrededor con


armas robadas, como Pablo sabía muy bien, a pesar de
que no tendría problemas para encontrar compradores.

—No sé, pero hemos hecho transacciones con ellos


antes, sin problemas.

—Eso fue antes de toda esta mierda —Angelo dejó


de buscar el maldito cepillo—. Bien podríamos estar
al borde de una guerra con Carlos y su banda y no

101
quiero otra distracción en la mezcla. Mantén fuera a
los brasileños dándoles una respuesta definitiva.
Pregunta alrededor primero. Más vale prevenir que
lamentar.

Pablo asintió con la cabeza. —Claro que sí, jefe.

Angelo levantó una ceja. —¿Hemos terminado?

—Sí.

—Dime porqué Piper está arriba en la sala de mi


casa.

Los ojos de Pablo se abrieron. —Ella dijo que


estabas esperando por ella.

—¿En serio? —Angelo cruzó los brazos sobre el


pecho, mientras miraba a su segundo al mando—. ¿Crees
todo lo que una de usar y tirar te dice?

Una usar y tirar era un término de la banda para


las mujeres utilizadas exclusivamente para el sexo.

102
—¿Qué? No —La cara de Pablo se enrojeció—. Pero
sabía que ha estado pasando tiempo con ella
últimamente —Se encogió de hombros—. Pensé que
estaba, ya sabe, en una mierda.

Angelo soltó una carcajada. —Por el amor de Dios,


Pablo, me chupó dos veces. Eso es todo —Y cada vez
tuvo que fantasear con los labios de Gabe con el fin
de llegar al orgasmo—. Oh … —El otro hombre sonrió—.
Parece que ella puso sus ojos en usted, jefe.

Angelo gruñó y se levantó. —Puede esperar lo que


jodidamente quiera. No va a suceder.

Pablo se puso de pie y Angelo apretó al hombre en


el hombro. —Puedes tenerla si quieres.

—Ugh —Pablo se estremeció, el rechazo llenó su


mirada—. He estado allí, no quiero volver.

Ambos se rieron mientras subían las escaleras.

—Eh, jefe, ¿Qué es lo que quiere hacer para su

103
cumpleaños?

Angelo se quedó helado. Su cumpleaños. Él no le


había dado a su cumpleaños un segundo pensamiento con
todas las cosas que habían estado tratando. Él se
encogió de hombros en un gesto evasivo.

—No estoy de humor para ir de fiesta, Pablo. Nada


importante, así que lo que estés pensando —se
encontró con la falsa inocencia en la mirada de Pablo
con una popa de su propia—, olvídalo.

—Por supuesto, jefe.

Ellos volvieron a entrar en la sala para


encontrar que Piper se había puesto cómoda en su
sofá, los zapatos quitados, piernas elevadas, el
control remoto en la mano mientras miraba la
televisión. En la cocina, ollas y sartenes sonaron,
señalando el disgusto de su madre.

—Piper.

Volvió la cabeza, su mirada marrón amplia,


desnudándolo, mientras su rostro fingía indiferencia.

104
—Por favor, baja los pies de la mesa de café de
mi madre, ponte tus zapatos de nuevo, y vete.

La sorpresa se atenuó en sus ojos. Su boca se


abrió y Pablo dio un paso adelante. —Piper, tengo un
trabajo para ti.

Angelo miró desapasionadamente como Pablo tomó


por el brazo a Piper y la puso de pie con una amplia
sonrisa.

—Realmente me gustaría tu ayuda con algo, Por


Favor. —Pablo recogió los zapatos y la llevó a la
puerta antes de que ella pronunciara una palabra. En
la puerta Pablo le lanzó una sonrisa por encima del
hombro. Angelo la reconoció con un movimiento de
cabeza.

Él no tenía la paciencia para tratar con la gente


de la calaña de Piper, hoy no. Esperó a que la puerta
se cerrase detrás de ellos antes de que él se
dirigiera a la cocina.

Su madre estaba en la cocina, un delantal


alrededor de su cintura mientras removía una olla. Se

105
aclaró la garganta y ella lo miró con una expresión
feroz.

—No me gusta esa chica.

No había necesidad de preguntar a quién se


refería. Él sonrió y se acercó a ella, envolviendo
sus brazos alrededor de su cintura por detrás y
apoyando la cabeza en su hombro. —Lo sé. No me gusta
tampoco.

—Hmm —se dio la vuelta y lo miró fijamente—.


¿Estás bien? Me enteré de lo que pasó.

Ella lo haría. Negó con la cabeza. —No, no estoy


bien con eso.

—Hijo —Ella ahuecó su mandíbula—. ¿Crees que...?


¿Es él? —Su mano temblaba y el miedo tangible iluminó
sus ojos. Solo un hombre podía hacerle eso a ella.

Él cubrió su mano con la suya y le dijo la


verdad. —Hay una posibilidad real de que Carlos este
detrás de todo.

106
Ella respiró hondo y luego retiró la mano de él,
dibujando rápidamente la señal de la cruz. —Santa
Madre, perdóname —respiró, miró hacia otro lado y
luego llevó la mirada hacia él—. Nunca quise esta
vida para ti, Sal tampoco lo quiso, pero aquí, hoy,
voy a decir algo que no voy a repetir.

Se quedó en silencio y esperó.

Con mirada fija, voz clara, su madre habló. —


Quiero que te hagas cargo. Quiero que las calles
corran con el rojo de su sangre. Quiero que sienta el
dolor que me hizo pasar, quiero que pague por lo que
hizo. Muerto.

Angelo la tomó en sus brazos, dejando caer un


beso en la mejilla. Sabía lo mucho que le costó
decirlo, ella siempre había odiado la violencia de la
vida de las bandas. —Él va a pagar, Mami. Te lo
prometo.

Ella se mantuvo en sus brazos por un momento y


luego se alejó. Tirando de su pelo, ella sonrió
trémula, con los ojos húmedos.

107
—Ven —ella lo atrajo a la mesa de la cocina donde
ambos estaban.

—Háblame de tu hombre. ¿Le gustaron las


enchiladas?

Angelo reprimió una sonrisa. A veces se


arrepentía de ser tan abierto con su madre. —A él le
encantó, Mami. Estaba asustado... de que sabías
acerca de él.

Ella frunció el ceño. —¿Por qué?

Él había omitido la profesión de Gabe de ella,


pero necesitaba saber. —Es un policía, el detective
que me preguntó acerca de Catarina.

El color de su madre se desvaneció con cada


palabra que él dijo. Cuando terminó, le dio una
palmada en la palma de la mano sobre la mesa.

—¿Estás loco? —Ella le habló en español—. ¿Un


policía, Angel?

108
—Mami, por favor —él le cogió la mano—. Él es...
diferente.

—Es un policía, ¿qué diferente puede ser? —Ella


sacudió la cabeza—. No, probablemente está tratando
de vigilarte, entonces él te hará caer.

—Mami, no. —Ni una sola vez entró en ese


pensamiento. Sabía cómo era su policía.

Su madre lo miró fijamente, la pregunta escrita


en toda su cara. —Te preocupas por él profundamente.

—Yo... —Él abrió la boca y la cerró. No había


manera de que él negaría todo lo que sentía por Gabe.

Su madre hizo un gesto con vacilación de lejos. —


Viniste a mí a los quince años, hijo, y has estado
con la banda desde hace diez y ni una vez has
mencionado a alguien a quien estuvieras viendo.

—Eso es porque no veía a nadie.

Ella sonrió. —Porque nadie se te metió en la

109
piel, nadie te ha afectado de esta manera —Sus ojos
se suavizaron—. Si te preocupas por él, entonces debe
ser especial. Quiero conocerlo.

—No —él no podía hacer eso. Sería demasiado


arriesgado, demasiado peligroso, y dudaba que Gabe
estuviera de acuerdo.

—Te hace feliz —ella puso un dedo bajo su


barbilla y le levantó la cabeza.

Angelo la miró buscando.

—Está ahí, en tus ojos —susurró su madre—. Tu


felicidad —sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Mami, no llores —mierda—. Lo siento.

—No —ella resopló—, son lágrimas de felicidad.


Estás enamorado. Quiero conocerlo.

Él dejó escapar un profundo suspiro y pasó los


dedos por el cabello enredado. —Voy a mencionárselo,
pero no prometo nada.

110
Ella se echó a reír, ahuecando la cara con ambas
manos. —Tengo fe en mi hijo —ella besó su frente y se
puso de pie—. Muy bien, vamos. Vamos a hacer algo con
tu pelo.

111
Capítulo Cuatro
Gabe dejó las sábanas y edredón en la secadora
mientras miraba el reloj en la pared. La anticipación
revolvió su estómago. Nunca se había preocupado por
ver a alguien como ahora lo estaba por Angelo Pagan.

Hoy en la terapia física, su mente se disparó con


recuerdos del sabor de Angelo. La sensación de su
piel, su mirada caliente y necesitada.

Su polla palpitaba, empujando contra la toalla


envuelta alrededor de su cintura. Había descuidado su
ropa y ahora tenía que salir corriendo a lavar unos
pantalones vaqueros y suéteres más las sábanas y el
edredón de la cama. Él siempre hizo una deprimente
labor como ama de casa.

Siempre Trish había sido la que se encargaba de


todo eso, porque nunca pudo cogerle el truquillo a
los colores. Había echado a perder muchas camisetas
blancas en los días después de que ella se fue.

Mirando sin observar la puerta de la secadora,


reconoció que echaba de menos a Trish. Faltaba su

112
presencia. Ahora comprendía todas las cosas que ella
hizo por él y que le debía una disculpa por ser tan
como el culo en los días siguientes a su accidente.

Necesitaba saber cuánto lo sentía por comportarse


como un hogro cuando ella solo se preocupaba por él.

Su atracción por Angelo realmente le había


asombrado. Se le ocurrió a Gabe que lo que le
asustaba por mayoría, no era el hecho de que Angelo
era un hombre, si no su estilo de vida criminal.
Claro, hasta ese momento nunca había querido
acariciar el pene de otro hombre y ver su cara cuando
llegara a su clímax.

Él nunca había querido joder a otro hombre o


tener a otro hombre chupándolo, pero lo hacía ahora.
Hoy en la terapia física había visto a los hombres en
el lugar con otros ojos. Observó los músculos
flexionados, los culos apretados y los labios
moviéndose, pero nada de eso consiguió que su polla
despertara y su sangre ardiera.

En el instante en que escuchó la voz de Angelo


por teléfono, sin embargo, estaba lo suficientemente
duro para rebanar granito. Aceptó querer a Angelo,
aceptó el deseo de sentir el culo del otro hombre
envuelto alrededor de su polla, pero no estaba seguro

113
de si estaba listo para estar en el extremo receptor.
La sensación de la boca y los dedos sobre él se
sintió malditamente increíble, pero el acto parecía
algo desalentador.

Tenía que hablar con Kane. Su hermano mayor era


la persona perfecta para hablar, si no como un
miembro de la Task Force de Fugitivos de los
Alguaciles Federales, estaba fuera de la ciudad
persiguiendo a un criminal que se había saltado la
fianza. Kane era gay y siempre abierto acerca de su
sexualidad. Gabe nunca pensó dos veces acerca de las
preferencias sexuales de su hermano, pero ahora
necesitaba el consejo de su hermano. Kane todavía
estaba cuidando un corazón roto por la muerte de su
socio a largo plazo, pero Gabe sabía que su hermano
le ayudaría. Por supuesto, Kane sabría la reputación
de Angelo Pagan. ¿Cómo iba a confesarle su relación
con Angelo a su hermano?

Gabe se encogió de hombros. Ya habrá tiempo para


eso. Cogió el teléfono del estante donde estaba el
detergente de lavandería encima de su cabeza y marcó
el número de Kane. Su teléfono podría estar fuera,
pero podría dejar un mensaje, decirle a Kane que era
urgente.

Con el teléfono en la oreja, salió del sótano y


al piso de arriba para terminar de vestirse. Angelo
llegaría pronto. Joder, su polla y bolas palpitaban.

114
—¿Qué pasa, hermano? —La profunda voz de su
hermano se hizo eco en su cabeza.

—Kane —Gabe sonrió—, no creí que lo conseguiría,


te iba a dejar un mensaje.

—Sí, tenemos a nuestro hombre, así que estoy


terminando el papeleo y voy a estar de vuelta en el
cuello de los bosques todo el día.

—Oh, está bien.

—¿Qué pasa? ¿De qué quieres hablar?

—Yo... —Gabe se humedeció los labios— Puede


esperar hasta que llegues aquí.

—¿Estás seguro? —Gabe imaginó a su hermano con el


ceño fruncido y la frente arrugada—. Suenas raro.

—Sí, estoy seguro.

115
—Muy bien. Iré por la mañana después de llegar a
Brooklyn. Podríamos hacer el desayuno o algo así.

Gabe asintió. —Sí, eso suena bien —ahora que él


había puesto la intención de hablar con Kane por ahí,
la inquietud carcomía las entrañas.

—¿Cómo está el hombro?

Kane había exigido saber quién había disparado a


Gabe, jurando venganza mientras yacía en su cama de
hospital. Su hermano mayor tenía una vena protectora
muy intensa.

—El hombro está bien, mejorando cada día —Se tocó


la espalda en cuestión, tomando nota de la ausencia
de dolor. Sí, la terapia física estaba trabajando. Él
sería capaz de volver a trabajar en muy poco tiempo.

—Está bien. Te llamaré cuando toque Nueva York y


nos veremos pronto —escuchó voces llamando a Kane y
juró—. Tengo que irme, hermanito. Cuídate.

116
—Tú también, mantente a salvo.

Después de finalizar la llamada, Gabe lanzó el


teléfono en la cama y agarró su chaqueta sport negro
del armario. Dejó la chaqueta al lado del teléfono,
se sentó en el borde de la cama y se puso los
zapatos.

¿Cuándo llegaría Angelo? El otro hombre dijo que


iban a salir, pero ¿dónde se puede ir sin el riesgo
de ser vistos? Al menos esta era la mitad de la
semana, no habría mucha gente en restaurantes y
similares en un miércoles por la noche. Sin embargo,
cualquier cosa podía pasar.

Se puso la camisa blanca sobre la de cuello


redondo y agarró su chaqueta, las llaves, la cartera
y el teléfono antes de ir a la planta baja. El reloj
en la sala de estar ponía las ocho-cero-uno. Se
detuvo en las escaleras del sótano, al ver la hora
con su teléfono celular en la mano.

Su corazón se negó a dejar de golpear. Sus palmas


aumentaron en humedad. Miró la hora en su celular.
Ocho-cero-tres.

Si algo le ocurrió a Angelo, hubiera llamado.

117
¿Por qué diablos estaba reaccionando de esta manera
solo porque el hombre llegaba un par de minutos
tarde? La secadora sonó en apagado y se giró,
metiéndose en el medio del baño para salpicarse agua
en la cara.

Levantó la cabeza y se miró en el espejo. Sus


ojos grises estaban muy abiertos, asustados. Se
sacudió el pelo de sus ojos, solo entonces notó los
temblores en su mano. Sosteniendo ambas manos delante
de él, miró hacia abajo en ellas. ¿Todo esto debido a
Angelo Pagan llegando por unos minutos tarde a una
cita?

El miedo en sus ojos no era por él, se dio cuenta


Gabe. Era por Angelo. Le preocupaba el otro hombre.

Él se preocupaba por él. Gabe llevó su mirada


hacia el espejo, observando su expresión de sorpresa
con una fascinación distante. Se preocupaba.

No me jodas. Sus piernas se volvieron de goma,


con la garganta seca, y su teléfono celular sonó
sorprendiéndolo. Bajó la mirada hacia él, donde
estaba boca arriba en el fregadero, el identificador
de llamadas parpadeando "A", y pensó en no contestar.
Contempló no subir las escaleras, ni mirar a los ojos
de Angelo, ni tocarlo y no podía hacerlo.

118
Cogió el teléfono y subió corriendo las escaleras
de dos en dos a la vez. Estaba muerto de miedo,
forcejeó en el agua profunda que intencionadamente
había nadado, pero no le estaba impidiendo estar con
ese hombre.

Él se encogió de hombros en su chaqueta, cargaba


envuelto un pañuelo negro alrededor de su cuello y
metió la cartera en el bolsillo. Recogiendo las
llaves, ignoró el teléfono vibrar en su mano y salió
de su casa, cerrando la puerta.

El aire frío atacó su rostro.

Un SUV negro ocioso estaba en el frente, la


ventana del lado del pasajero delantero bajó antes de
que Angelo se asomara. El pulso de Gabe saltó. Se
lamió los labios mientras corría escaleras abajo,
luchando por no parecer exageradamente eufórico.

La puerta del pasajero se abrió desde el interior


y se subió en él, cayendo en los brazos de Angelo, la
puerta volvió a cerrarse, encerrándolos en el
vehículo.

119
Se inclinó sobre la consola central, tiró de
Angelo cerca, susurrando; —Llegas tarde —Antes de
tomar sus labios.

Angelo gimió, la boca ampliamente abierta, la


lengua entró en inmersión, devorando a Gabe. Sus
dedos cálidos acariciaron el cuello de Gabe,
masajeando cuanto Gabe arañó su espalda, los dedos
clavándose en el material de la chaqueta. Entre sus
piernas, su polla se sacudió, alargándose con cada
golpe de lengua de Angelo, cada línea de contacto de
los dientes afilados. Su aroma cálido, almizcle
masculino limpio y una colonia amaderada, rodeaba a
Gabe, atrayéndolo más en la bruma de deseo y
necesidad.

Por último, Angelo rompió el beso y Gabe no trató


de esconder el puchero.

—¡Mierda! —Angelo apretó la nariz en Gabe—.


Amado, mierda —su cálido aliento acarició la mejilla
de Gabe, avivando el fuego en su piel.

Gabe luchaba por respirar. Cerró los ojos, los


dedos aferrados en Angelo, y se obligó a calmarse. —
Esto es... Dios —se estremeció—. No sé qué coño es
esto —levantó la cabeza, encontrando la mirada de
párpados pesados de Angelo—, pero me gusta. Quiero

120
más de lo mismo.

Angelo gruñó y lo besó de nuevo, duro, para dejar


hematomas. Gabe gimió, sus labios aferrándose incluso
cuando Angelo se alejó.

—Tenemos que irnos, amado, o empezaré a


desnudarme y a pedirte que me folles, aquí y ahora.

El aliento de Gabe se enganchó. Se ajustó la


cremallera sobre su erección y se agachó,
reposicionando su bulto. —Dios, Angel. Quiero eso. Yo
lo quiero —todo su cuerpo temblaba.

Angelo miró hacia delante, con los dedos


agarrando el volante. —Y vamos a conseguirlo, pero
ahora tenemos una cita —se abrochó el cinturón de
seguridad y le dirigió a Gabe una sonrisa y un guiño—
. Abróchate el cinturón, policía.

Gabe hizo lo indicado y sin dejar de mirar a


Angelo. El otro hombre estaba envuelto en negro, con
el pelo fluyendo hasta la espalda y brillando en la
penumbra.

121
Gabe le tendió la mano, hundiendo los dedos en
los cabellos oscuros cuando Angelo salió de la acera.
—Me encanta tu cabello.

Angelo sonrió con los ojos en la carretera. —Hay


una vena sensible en ti, amado.

—Como en ti también —Gabe envolvió un mechón de


cabello alrededor de su dedo—. Sé lo que significa
amado.

Los labios de Angelo se arquearon. —¿En serio?

—Sí, significa amado. —Había estado sorprendido


por la traducción de la palabra cuando lo buscó en
Google desde su celular, mientras estaba en terapia
física. Era la persona amada de Angelo.

Angelo quitó la mano derecha del volante y se la


tendió a Gabe que soltó su pelo y tomó la mano que le
ofrecía. Angelo se la llevó a los labios. El roce de
su beso hizo temblar a Gabe.

—Tú eres mi amado.

122
Gabe trazó la curva de los labios de Angelo con
un dedo y luego trajo sus manos unidas, dejando que
descansen en la consola central. —¿A dónde nos
llevas? —Mirando a través del parabrisas, se dio
cuenta de las señales de tráfico y quedó asombrado
con Angelo— ¿Estás yendo de nuevo a Brooklyn?

Angelo asintió. —Williamsburg. ¿De ánimos para


algo de comida tailandesa?

—Sí, pero ¿no es un gran riesgo? ¿Nosotros


estando en Brooklyn? —Él desató sus dedos y cruzó los
brazos sobre el pecho.

Angelo asintió lentamente, sin apartar la mirada


de la carretera. —Es un riesgo, pero también lo es
todo lo que hacemos. Me niego a esconderme detrás de
puertas cerradas. Quiero salir contigo y, además, no
he estado en Sea en un largo tiempo —le guiñó un ojo—
. Ellos hacen una buena mierda por allá.

—¿Sea? —Gabe soltó una carcajada. ¿Qué tipo de


restaurante se nombraba Sea?

Angelo se rió entre dientes. —Sip. Catarina me

123
llevó allí el año pasado durante el verano. Comimos
como cerdos —una triste sonrisa arrugó su rostro.

Gabe le apretó el hombro. —La extrañas, ¿no? —la


tristeza llenó el espacio de repente.

—Lo hago —suspiró Angelo—, pero se está haciendo


tolerable. Estar contigo me ayuda mucho. No tienes ni
idea.

Gabe sonrió. —Me alegro de que te pueda ayudar,


Ángel. ¿Y cómo lo está llevando tu mamá?

—Ella es fuerte, lo está llevando bien hasta


ahora —Angelo se detuvo en una luz roja y miró a Gabe
con ojos serios—. Ella quiere conocerte.

Gabe consiguió no gritar, ¡Infiernos que no!


¿Conocer a la madre de Angelo? —Yo...no podemos. Es
demasiado arriesgado —Chilló.

—Lo sé, pero ella insiste —pasó los nudillos por


la mejilla de Gabe antes de seguir a la luz verde—
¿Al menos piensa en ello, por favor?

124
Gabe asintió. —Lo haré.

Se instalaron en un cómodo silencio, pero Gabe se


mordió el labio inferior. No podía dejar de sentir
aprensión cuanto más se acercaban a Brooklyn. Para
distraerse de pensar en los «¿Qué pasaría si?» y
problemas para los pretextos, se volvió a Angelo.

—Habla conmigo —exhortó—, háblame de tu relación


con tu madre, tu hermana.

Angelo le lanzó una mirada. —¿Los archivos que


ustedes tenían de mí en la comisaría no cubrieron
eso?

Gabe apartó sus palabras lejos. —No me importa el


archivo de mierda. Habla conmigo. ¿Vives con tu
madre? —El archivo decía algo por el estilo, pero
tenía que empezar en alguna parte. Que Angelo se
abriera era tan frustrante como intentar rodar cuesta
arriba.

Angelo soltó una carcajada ante su pregunta. —¿Es


eso lo que piensas? ¿Si vivo con mi madre?

125
Rodando los ojos por el tono burlón, Gabe dijo: —
¿Así que no vives con tu madre? ¿Te importaría dejar
las cosas claras?

—Mi madre vive conmigo, hay una diferencia.


Estamos cerca y como soy su único hijo vivo, quiere
mantener sus ojos en mí.

Gabe se echó a reír. —Suena como una guerrera.

—Ella es una fuerza de la naturaleza —dijo Angelo


a regañadientes—. Vivimos juntos, pero tengo mi
espacio independiente de ella. Un lugar donde puedo
eliminar el estrés y simplemente estar solo por un
tiempo.

Gabe miró el perfil de Angelo pensativo. Podía


imaginar que Angelo necesitara una salida segura para
descansar y escapar de todas sus responsabilidades.

—¿Cómo se siente ese lugar tuyo?

—Es... mío. Me separa de la banda, de la

126
violencia. Todo —Angelo se encogió en sus hombros
anchos—. Es lugar privado.

—Tu escondite —respondió Gabe.

Angelo asintió brevemente. —Eso también.

—Quiero verlo.

La mirada de Angelo se disparó en él y de nuevo a


la carretera rápidamente. —¿Qué?

Gabe sonrió. —No me vengas con eso. Ese lugar es


tu escondite secreto. Quiero verlo. —Tal vez entonces
podría tener una mejor idea del hombre que Angelo aún
no quería que Gabe supiera que era. De vez en cuando
vislumbraba la persona suave y gentil que Angelo era
antes de que él se escondiera detrás de esa fachada
gánster implacable.

—¿Por qué necesitas verlo?

Gabe no pudo evitar observar la forma en la que


los dedos flexionados de Angelo agarraron el volante.

127
—Si vamos a hacer esto —dijo—, me refiero a realmente
hacer esto, tengo que conocerte. Completamente. No
los diminutos trozos y piezas que me das de comer con
cuchara.

Pesado silencio sacudió el oscuro interior del


SUV. Gabe juró que escuchó los pensamientos de
Angelo. ¿Pensaba que Gabe lo iba a entregar, usar
todo esto en contra de él? ¿Se estaba preguntando si
era prudente ir por este camino que parecía decidido
a viajar? Angelo no expresó ninguna de esas ideas y
Gabe deseaba que lo hiciera, al menos entonces podría
asegurar que el otro hombre estaba en el mismo barco
con eso terribles pensamientos.

Ninguno de ellos había mostrado al otro que se


podía confiar. ¿Qué pasaba si Angelo rechazaba éste
paso? Gabe tragó. Había lanzado a Angelo a una prueba
sin siquiera darse cuenta, y poniendo en puño su mano
derecha esperaba el veredicto temido.

—¿Quieres que consigamos la comida para llevar? —


El tono de Angelo fue subyugado, con la mirada al
frente mientras un músculo en su mandíbula saltó.

El estómago de Gabe se contrajo. Él apartó la


mirada mientras sus labios pronunciaron; —Podríamos
hacer eso.

128
¿Estaba Angelo renunciando antes de que
empezaran? Con ese pensamiento se obligó a apartar el
pánico de él. Miró sin observar por la ventana, el
paisaje sombrío intermitente por lo que Angelo ordenó
su comida a través de los auriculares Bluetooth. Gabe
no prestó atención a las palabras que Angelo habló,
solo la cadencia y el timbre de su voz. El profundo
acento de Brooklyn era sexy con un toque español y a
Gabe le encantó cómo ambos idiomas fluían sin
esfuerzo de Angelo.

Sus uñas se clavaron en la palma de su mano,


dibujando una mueca de dolor. Él no iba a aceptar la
retirada de Angelo. Jodidamente no.

—Policía.

Él se dio la vuelta, encontrando la curiosa


mirada de Angelo.

—¿Estás bien? —Angelo le frunció el ceño.

Gabe asintió. No confiaba en sí mismo para hablar


en ese momento.

129
La expresión de Angelo se mantuvo escéptica. —
Está en Coney Island.

—¿Eh?

—La...mi lugar. Está en Coney Island. Compré el


edificio bajo un alias. Quince pisos con vistas al
parque de atracciones y el agua.

El corazón de Gabe golpeó-golpeó en sus oídos. —


¿Me estás diciendo eso? —Joder, su voz se quebró—. Me
confias eso, ¿tu secreto?

Angelo se detuvo en el estacionamiento de un


restaurante, encontrando rápidamente un espacio y
apagando el motor antes de volverse a Gabe. Su rostro
era serio, ojos dorados en su mirada, buscando.

—¿Has dudado de mi? ¿Dudas de que confío en ti? —


Con tono cortante, apretó los labios y esperó la
respuesta de Gabe.

Gabe miró lejos de esa mirada de dolor que

130
acechaba en los ojos de Angelo. —Vernos uno al otro
en mi casa es diferente de lo que tú dices o me
muestras —él miró a Angelo—. Si los papeles se
invirtieran estaría indeciso acerca de revelar eso.
Tu vida y tu seguridad están en juego.

—Sin embargo, los papeles no están jodidamente


invertidos —Angelo disparó contra él—. Solo con estar
contigo… pongo nuestras vidas y seguridad en riesgo —
Se pasó los dedos por el pelo—. ¿No discutamos esto
ya?

La frustración de Angelo fue clara en su voz y


fosas nasales.

—Pero es diferente.

—No, no lo es. Si no confiara en ti, no estarías


aquí, Gabe —él se desabrochó el cinturón de seguridad
y abrió la puerta del coche, saliendo antes de que
Gabe pudiera hablar.

Angelo sintonizó la radio a una estación de hip-


hop español cuando regresó de conseguir su comida.
Condujeron por las calles de Brooklyn en un silencio
casi absoluto. Gabe expresó sus disculpas más de una
vez en el camino al lugar secreto de Angelo, pero su

131
hombre se negó a siquiera mirarlo.

Gabe no sabía cuando comenzó a refirise a Angelo


como su hombre, pero eso no lo hacía menos cierto.
Angelo era suyo. Lo que tenían por delante de ellos
en el viaje que emprendieron lo sobrellevarían
juntos. Por supuesto, en el momento que Angelo
volviera a mirarlo y a hablar esas palabras en voz
alta. En su lugar, esperó su momento, a la espera
pacientemente.

Las calles de Coney Island estaban desiertas, el


mundialmente famoso parque de atracciones cerrado
durante el invierno. El tiempo no estaba muy frío
como los días anteriores, pero estaban cerca del agua
ahora y Gabe sintió la caída de la temperatura.

—Ahí está.

Gabe miró hacia el edificio blanco envuelto en la


oscuridad. —¿Eres el dueño?

—Sí.

Bajo un alias, Gabe recordó. Por supuesto que

132
Angelo tomaría todas las precauciones necesarias. Era
un hombre naturalmente cuidadoso y allí estaba él,
abriéndose a Gabe. Compartiendo sus secretos. Esto no
era algo para tomar a la ligera, Gabe entendía eso,
pero ¿qué le tendría que dar a Angelo a cambio? Su
vida era aburrida y un libro abierto hasta que lo
conoció. No tenía nada que dar a Angelo, nada más que
a sí mismo.

En lugar de aparcar en la entrada principal,


Angelo pasó por delante de él y en torno a una
entrada lateral. Un letrero descolorido ponía "Garaje
Privado" y Angelo entró en el aparcamiento
subterráneo casi escondido detrás de una cerca de
alambres y ramas rotas. Aparcó y Gabe agarró la bolsa
de comida, saltando para llegar al lado de Angelo en
una pesada puerta de acero.

Mordiendo el guante de cuero que había jalado


antes, Angelo abrió un pestillo negro y marcó un
código en el teclado de seguridad escondido debajo.

—¿Y todo el lugar está vacío? —Preguntó Gabe—.


¿Por qué no alquilarlo o algo?

Angelo resopló y abrió la puerta. —No, esto es


solo mío.

133
Gabe entró en el lugar y suspiró. El calor lo
saludó como el polvo le hacía cosquillas en la nariz.
Angelo encendió una luz y Gabe parpadeó. Se
encontraban en un pasillo, las respiraciones
haciéndose ecos en el silencio. Un ascensor se abrió
a su izquierda, el interior pintado de oro brillante
y negro, al igual que las paredes de los pasillos.

Angelo entró en el ascensor. —¿Subes? —levantó


una ceja y esperó.

—Claro que sí —sonriendo, Gabe dio un paso detrás


de él y esperó mientras marcaba un botón que decía
PH2—. ¿Cuál es el ático del uno?

—Un gimnasio.

Gabe se echó a reír. —Bonito.

Angelo también se rió y levantó la mirada para


encontrarse con Gabe.

—Escucha, no quería ponerte una prueba. Eso no es

134
lo que era —él ahuecó la mandíbula desaliñada de
Angelo—. Yo... quiero conocerte. No al líder de Los
Pescadores. A ti.

Angelo se transformó en su toque, los párpados


revoloteando. —Lo sé —dio un paso en el espacio de
Gabe y envolvió los brazos alrededor de su cintura—.
Yo quiero lo mismo. —Inclinó la cabeza y Gabe separó
sus labios, gimiendo mientras Angelo se deslizó
dentro de su boca, lento y suave.

Quitó su mano del rostro de Angelo y la colocó en


la parte posterior de su cuello, sosteniéndolo en su
lugar, ya que gemían en la boca del otro. Angelo le
cogió el culo, dedos calientes a través de los
pantalones vaqueros de Gabe, y Gabe sacudió los
suyos, presionando su erección en Angelo.

Ellos luchaban entre sí, las pollas golpeándose,


mientras se besaban. Gabe inhaló el hambre de Angelo,
teniendo su cuerpo y lo que era suyo. Necesidad arañó
su espalda, su polla dolorida, goteaba, y él sabía lo
que le iba a dar a Angelo.

Algo que ambos necesitaban. Querían.

El ascensor sonó y saltaron del susto,

135
encontrándose con los ojos del otro mientras se
reían.

—Mierda —Angelo se pasó una mano por la cara—. Me


haces olvidarlo todo —Levantó los ojos llenos de
lujuria a Gabe y luego extendió la mano, frotando el
pulgar sobre el labio inferior de Gabe—, gracias por
eso —salió al pasillo y Gabe lo siguió aún extasiado.

¿Hacer que Angelo olvidase era una buena cosa?

Caminaron por un pasillo alfombrado hasta que


Angelo se detuvo frente a una puerta negra anodina.
Sacó una llave del bolsillo y abrió la puerta, luego
se apartó con un ademán.

—Bienvenido a mi hogar lejos de casa —sus


palabras fueron suaves, pero sus ojos eran dorados.
Serios.

Gabe miró fijamente, tratando de ignorar la


vocecita en el fondo de su mente susurrando que era
un movimiento monumental para los dos. El paso que
dio hacia adelante fue lento pero constante, y
extendió la mano a ciegas, agarrando la mano de
Angelo.

136
Tomando de la mano con Angelo, él dijo: —Sé lo
que significa este momento. —Entonces lo soltó,
inclinó la cabeza en alto y entró. Una luz se
encendió y la puerta se cerró detrás de él cuando
Angelo lo siguió. A medio camino en el apartamento,
se detuvo.

Esto no era un escondite, éste era un hogar.

El loft de dos pisos estaba pintado de un


caramelo cálido y se sintió bien ventilado y
espacioso. La luz de la luna se filtraba por las
cortinas transparentes en las ventanas desde el piso
al techo. Un televisor de pantalla panorámica y
consola de juegos fueron conectados a la pared de
enfrente, mientras que había una mesa de café de
cristal decorada con libros y figuras de vidrio
pequeños.

Nadie podría concluir que esto no era una casa,


tan cálida y acogedora.

Gabe miró por encima del hombro a Angelo. —Esta


es tu casa —Se tragó la emoción en la garganta.
Angelo hizo un gesto con la cabeza en un movimiento
de asentimiento.

137
Sin soltar su comida, Gabe se acercó a la pared
más cercana a él decorada con fotos de marco negro.
Su mirada se deslizó sobre las imágenes de Angelo en
sus años de juventud con su madre y su hermana, se
estableció en el rostro de Salvatore Pagan. El padre
de Angelo era una figura imponente, incluso en
fotografías, con una expresión feroz y bigotudo. Sus
ojos, al igual que su hijo, eran cálidos y
brillantes.

Gabe se llevó la mano libre a su garganta. —Te


pareces a él. Igual que a tu padre.

Unos fuertes brazos lo envolvieron desde atrás.


Angelo le besó la nuca y el pelo y Gabe se volvió en
sus brazos. Mirando a los ojos de Angelo, sintiéndose
valiente.

—No puedo creer que me hayas traído aquí. Es tan


jodidamente personal.

Angelo se rió entre dientes y luego le dio un


beso en la nariz. —Tú has estado en mis brazos y he
tenido mi lengua en tu culo, yo diría que estamos
bastante en lo personal.

138
Gabe puso su cabeza en el pecho de Angelo y se
rió. —Sí, estamos muy en lo personal.

—Ven —Angelo le dio un beso en la frente—, vamos


a comer.

Se sentaron en el suelo de la sala de estar,


compartiendo arroz frito con piña, pato al curry y
fideos mientras disfrutaban de un par de Coronas. Eso
y el agua eran las únicas cosas en la nevera de la
cocina de Angelo.

Gabe robó uno de los rollitos de primavera de


albahaca de Angelo y fingió inocencia cuando Angelo
levantó una ceja. En represalia, Angelo cogió el
recipiente de arroz frito y se alejó de Gabe.

—Por supuesto que no, no lo harás —Gabe se


abalanzó sobre él, agarrando un puñado del cabello de
Angelo—. Deja el arroz frito si sabes lo que es bueno

139
para ti.

Angelo se apartó, levantando su botín en el aire,


poniendo su peor expresión en su rostro.

—Oh, quieres ponerme a prueba, ¿verdad? —Gabe


rodó sobre sus rodillas y deslizó su mano por debajo
del suéter negro de Angelo, los dedos patinando sobre
sus costillas.

Los labios de Angelo se arquearon. —¿En serio,


policía? No soy de cosquillas.

—¿No? —Gabe se puso a horcajadas sobre sus


piernas y avanzó sus dedos más arriba en la piel
caliente de Angelo— Eso está bien, no estoy de humor
para cosquillas de todos modos —sus nudillos rozaron
los pectorales de Angelo hasta que encontró su
objetivo. Él enganchó un dedo meñique por el pequeño
anillo en el pezón de Angelo y tiró—. Esto es lo que
busco.

—Aahh —Angelo se arqueó. Su cuerpo se estremeció—


. Maldita sea.

140
—Sí —Gabe tiró de los dos anillos a la vez,
viendo como la manzana de Adán de Angelo se
balanceaba. Su polla presionaba contra su cremallera—
. Podemos hacer esto toda la noche o puedes
entregarme el arroz satisfactoriamente y lento.

—Mierda, Gabe —con la voz ronca, Angelo se


onduló, moliendo su erección en Gabe—. Pienso que esa
es una amenaza que me encantaría ver llevar a cabo.

—¿Sí? —Gabe se inclinó hacia delante, enterrando


su nariz en el hombro de Angelo. Sacando ligeramente
la lengua, lamió la piel expuesta.

Angelo se estremeció bajo sus pies, las caderas


sacudiéndose. Bajó los brazos, poniendo el recipiente
de comida a un lado antes de agarrar las nalgas de
Gabe y amasarlas.

—Mmm —Gabe gimió en su hombro, balanceándose


sobre Angelo. La fricción se sentía dulce, la sangre
corría por sus venas y sus pelotas le dolían, pero
quería más. Quería saber el sabor y la textura de
Angelo. Mordisqueó el lóbulo de Angelo y luego se
apartó.

Hundiendo sus dedos en el pelo de Angelo, Gabe

141
miró a los ojos somnolientos. —Quiero probarte,
sentirte en mi boca.

Un músculo en la mandíbula de Angelo se marcó.


Sus labios se separaron, pero no dijo nada, y sus
ojos brillaron con miedo.

La vista alarmó a Gabe. Él ahuecó la mandíbula de


Angelo. —¿Qué?¿Qué sucede?

Angelo negó con la cabeza, su mirada bailando


lejos de Gabe. —Es que... esta será tu primera vez
haciendo esto —se volvió hacia Gabe—. ¿Qué pasa si mi
polla en tu boca hace que decidas que no es lo que
quieres después de todo?

Gabe realmente quería sonreír, pero no creía que


Angelo agradecería algo asi en ese momento, así que
se conformó con besar a Angelo hasta que su hombre se
volvió flexible debajo de él una vez más. Pasando la
lengua por Angelo, hurgó en su cinturón,
desabrochándolo.

En los pantalones vaqueros, la erección de Angelo


se topó con la mano de Gabe mientras le bajó la
cremallera con cuidado. Besó a Angelo nuevamente y
luego se deslizó por su cuerpo, colocándose en el

142
suelo entre los muslos entreabiertos de Angelo. Gabe
apretó la cara contra la entrepierna de Angelo,
inhalando el calor y almizcle estimulado. Su polla
goteaba y empujó la mitad inferior de su cuerpo en el
suelo, meciendo sus caderas, follando la superficie
plana.

Angelo se quedó inmóvil debajo de él, casi sin


respirar, probablemente esperando a que Gabe
recobrara el sentido y que se diera cuenta de que no
quería una polla después de todo. Lamiendo sus
labios, Gabe metió la mano en la cremallera abierta
de Angelo y rozó la piel.

—Descarado —murmuró—. Sin ropa interior, ¿Eh? —


envolviendo la mano alrededor de la polla caliente,
se masturbaba en contra de él, miró a Angelo y
apretó.

—Ugh —Angelo arañó el suelo con los ojos


cerrados, las caderas empujando hacia arriba la polla
palpitante, endureciéndose aún más—, Gabe.

—Abre los ojos —Gabe le apretó de nuevo, más


fuerte. Los ojos de Angelo se abrieron, la necesidad
en ellos era cruda y desnuda—. Dime —exigió Gabe—,
dime lo que quieres —pasó un dedo sobre la ranura
húmeda de Angelo y esperó.

143
—Quiero… —Angelo se humedeció los labios— llévame
a tu boca. Quiero tu lengua, tus dientes y tus
labios.

Gabe sonrió. Él tiró de la cinturilla de los


pantalones vaqueros de Angelo por sus caderas, lo que
lo agrupó alrededor de sus muslos. Su boca
efectivamente salivaba en su primera vista de la
polla de Angelo, dura, gruesa y veteada, señalando la
punta mojada y sonrosada hasta el final. Él palmeó el
eje de la forma en que lo haría él, deslizando su
mano hacia arriba y hacia abajo en un movimiento
constante.

Las caderas de Angelo se levantaron con cada


movimiento y la polla de Gabe lloraba, sus bolas
dolían. Follaba el suelo mientras acariciaba a
Angelo.

—Tu polla es tan bonita —susurró Gabe. Puso un


beso con la boca abierta en la cabeza, saboreando la
sal agridulce a lo que Angelo se sacudió y siseó.

Gabe gimió, lamiendo alrededor de la punta dando


golpes provisionales con la lengua. Estaba a punto de
chupar su primera polla, la polla de Angelo, y no

144
podía esperar. Actuando exclusivamente por instinto,
abrió su boca y tomó la cabeza en el interior,
cerrando sus labios alrededor de ella mientras
chupaba como si fuera un helado.

—Oh Dios. Gabe —Angelo agarró su pelo, mientras


sus caderas se alzaban, albergándose profundo en la
garganta de Gabe.

—Hmm —los ojos de Gabe se cerraron, mientras


Angelo palpitaba contra su lengua. Tan dulce, salado
y amargo. Los muchos sabores de Angelo. Aflojó la
mandíbula, moviendo la cabeza, y Angelo se deslizó
hasta el fondo de su garganta, haciéndole cosquillas.

Tragó saliva. Angelo gritó. Su dominio sobre el


pelo de Gabe se apretó, lanzando fragmentos de dolor
ondulantes a través de él, pero no le hizo caso. Él
asintió con la cabeza rápidamente, su saliva
lubricando la longitud de Angelo. Gabe utilizó su
mano, trabajando, acariciándolo mientras él se movía
más bajo y tomó una de las bolas de Angelo en su
boca.

Angelo gruñó. Su almizcle único se profundizó


cuando Gabe lamió una bola peluda tras otra. Las
texturas de la piel arrugada en las bolas de Angelo,
venas suaves y gruesas sobre su pene era familiar

145
pero diferente a la de Gabe. Aspiró la excitación a
su alrededor y le lamió la cara inferior de las
bolas. Se movió aún más bajo, moviéndose sobre el
área entre las bolas y el culo que nunca había
prestado atención a la de su propio cuerpo hasta que
Angelo le besó allí.

Ese sentimiento pusilánime, la dificultad para


respirar, quería que Angelo experimentara las cosas
como él había hecho que Gabe experimentase. El usó un
dedo resbaladizo, se lo llevó a la zona, sonriendo
mientras temblaban los muslos de Angelo y maldijo en
español. La lengua de Gabe se unió a su dedo,
degustando a Angelo, moviéndose hacia arriba.

Nada de esto se sentía mal en Gabe, nada se


sentía más natural como deslizar el dedo índice sobre
el agujero de Angelo, luego su lengua.

—Gabe —Angelo se movió debajo de él, su voz


sonaba como si estuviera llorando—, Gabe.

—Hmm —Gabe zumbaba con el sabor oscuro y almizcle


de Angelo disuelto en la lengua. Esto era tan malo,
pero él daría su alma en ese instante por amar a
Angelo así siempre. Tensó la lengua y perforó la
apretada entrada de Angelo, abandonando su dominio
sobre la polla de Angelo en favor de agarrar sus

146
nalgas con las dos manos y extenderlas.

Angelo se empujó hacia abajo en la lengua,


ofreciéndose a sí mismo para que lo tomase, y Gabe
estaba más que dispuesto a complacerlo. Se lamió dos
dedos y los apretó dentro de Angelo, poco a poco,
porque no estaba demasiado ido con la lujuria para
recordar que nadie había tocado al hombre así. Angelo
se puso rígido ante la invasión, los muslos tensos,
pero Gabe lamió los dedos invasores alrededor, su
saliva permitía aliviar el camino.

Pronto, él estaba a medio camino. Él torció la


muñeca y embistió en el resto del camino.

—Dios. Mierda —A pesar de las duras palabras,


Angelo abrió más las piernas y se meció en los dedos
de Gabe.

—Sí —con los ojos en los dedos, ya que trabajaban


dentro y fuera de Angelo, Gabe le susurró—, jodete a
ti mismo con mis dedos —los músculos calientes
alrededor de él se cerraron y gimió—. Sí, bebé.
Joder, estás tan hambriento de ello, ¿no es así? Así,
prepárate.

Angelo rodó sus caderas en respuesta, el

147
movimiento conduciendo los dígitos de Gabe más
profundo dentro de él.

—Ah Dios —Gabe levantó una mano entre sus


piernas, buscando desabrochar sus pantalones y
descomprimirlos él mismo para liberar su pene
atrapado—. Mierda. Podría venirme sólo con la
sensación alrededor de mis dedos. —Él tiró de su
polla, mientras se retorcía en el suelo.

Angelo palmeó su polla descuidada, tirando más o


menos cuando Gabe le miró.

—Sí, bebé. Ah mierda —Gabe sacó los dedos de


Angelo lentamente, con los nudillos presionando un
nudo mullido que puso a Angelo a gritar y a contraer
su culo. Esa debía ser la próstata. Gabe apretó los
nudillos contra ella y levantó la vista cuando la
cabeza de Angelo se hundió de ida y vuelta.

Oh ese es el billete.

—Te gusta, ¿verdad? —Él se sentó, con los dedos


aún dentro de Angelo—. Cuando toco ese punto, te
derrites —para demostrarlo, se retiró y se sumergió
de nuevo, las yemas de sus dedos vinculándose con el
nudo.

148
Angelo se arqueó, con la boca abierta y los ojos
brillantes mientras sus músculos trabajaban los dedos
de Gabe.

—Sí, te gusta eso —murmuró Gabe, mientras se


apoderaba y follaba a Angelo con los dedos—. Quieres
venirte, ¿no? Lo puedo ver, la tensión en tu rostro —
se inclinó, retorciéndose a sí mismo para lamer la
cabeza de la polla de Angelo—. Déjate ir. Vente en mi
garganta —él selló sus labios alrededor de Angelo y
lo chupó.

—Ungh, Gabe. No... ¡joder! —Angelo se levantó de


los dedos de Gabe y se lanzó hacia abajo.

Gritaron al unísono. La polla en la boca de Gabe


se hinchó, alargada. Empujó otro dedo en Angelo,
haciendo que los dígitos hicieran un trío mientras
apretaba ese nudo esponjoso.

Duro.

—¡Gabe! —Angelo se empujó hacia arriba, chocando


contra Gabe y poniendo su polla en su jodida tráquea,
mientras se venía, su culo apretando dolorosamente,

149
llenando la boca de Gabe con su semen. Con los ojos
abiertos, Gabe farfulló alrededor de la carga en su
boca, tirando de su pene por la expresión en el
rostro de Angelo. Sus bolas se prepararon y liberó a
Angelo con una sacudida, tambaleándose en posición
vertical y se arrastró sobre el cuerpo de Angelo.

Gabe se puso a horcajadas sobre el torso de


Angelo, mientras su pecho se movía. Se movió sobre su
cuello y lo miró con los ojos entornados.

—Abre —ordenó Gabe.

Angelo obedeció y Gabe pintó los labios de su


hombre con su pre-semen.

—Voy a venirme —sonaba diferente, áspero, duro—,


y tú me chuparas cuando lo haga.
Los ojos de Angelo se abrieron, sus fosas nasales
se dilataron. Se humedeció los labios y permaneció en
silencio. Gabe guió su polla en la boca de Angelo con
su mano derecha, palmeó el cuello de Angelo con la
izquierda, apretando suavemente. Angelo le chupó, su
boca caliente y húmeda, deslizando su lengua en la
parte inferior de la corona de Gabe como el maldito
cielo.

150
—Me encanta —dijo Gabe suavemente—, la forma en
que me chupas —su mano en la garganta de Angelo se
flexionó—, la forma de entregarte, tan jodidamente
dulce.

Angelo se quejó a su alrededor, el sonido


vibrando en las bolas de Gabe. Él se resistió,
conduciendo su polla más profundamente en la boca de
Angelo.

—Hazlo —Él apretó la garganta de Angelo de nuevo


y sintió el pulso tartamudear y luego acelerar—.
Llévame. Haz que llegué.

Las pestañas de Angelo revolotearon, pero no


antes de que Gabe captara la felicidad. La alegría en
sus profundidades doradas. La imagen llegó a él y
comenzó a follar la boca de Angelo.

Áspero y sin coordinación. Angelo cerró los ojos


y aspiró, la boca cálida, Gabe nunca quisiera
terminar, pero tenía el calor revelador en la base de
su columna en espiral hacia arriba y a través de su
cuerpo.

Se quedó sin aliento mientras su cuerpo temblaba.


Angelo metió la lengua en la ranura y luego se

151
deslizó a la cresta en la parte inferior de la
corona.

—¡Mierda! —Él agarró el pelo de Angelo en un puño


y tocó su rostro—. ¡Joder has que me venga!

Angelo gruñó, podría haber sido una risa, y lamió


esa cresta de nuevo.

—¡Joder! —Gabe se dobló al mismo tiempo que su


simiente se vertió en la garganta de Angelo. Siguió
empujando cuando Angelo palmeó su culo y lo mantuvo
en posición vertical—. Hijo de... ¡joder!

Angelo no dejó de chupar, gimiendo alrededor de


la polla de Gabe mientras tragaba y lamía. Gabe
temblaba encima de él mientras cabalgaba las olas,
con gritos ahogados que salían de su garganta. Angelo
lo mantuvo firmemente hasta que el temblor se alivió
un poco y luego lo soltó. Gabe se derrumbó encima de
él, su polla suave deslizándose libre cuando Angelo
se apretó cerca de él.

Se dio la vuelta a su lado, colocando a Angelo


encima de él y lo besó. Gabe metió la lengua dentro
de la boca de Angelo, saboreando a su hombre en medio
del sabor amargo de su propio semen. Angelo le

152
devolvió el beso, hambriento e insistente, robandole
el aliento a Gabe.

Él apartó su boca. —Maldita sea, esta mierda es


jodidamente intensa.

Angelo sonrió y acarició su mejilla. —Y se va a


poner más intenso —él rozó sus labios con los de
Gabe.

Gabe empuñó su cabello y lo miró a los ojos. —


Llévame a la habitación. Te follaré esta noche —poner
las palabras ahí y decirlas en voz alta, hizo que su
necesidad se intensificara más y se lamió los labios
mientras los ojos de Angelo se pusieron vidriosos.

—Habitación —Gabe golpeó el hombro de Angelo—.


Ahora, si no quieres que nuestra primera vez sea en
el piso —él tomó la barbilla de Angelo y obligó a
mirarlo—. ¿Quieres que te tome aquí?

Angelo saltó de pie, balanceándose inestable


sobre sus pies. —Habitación, sí —dijo arrastrando las
palabras, su voz sonaba como un borracho. Tirando de
sus vaqueros arriba, Angelo se dirigió a la escalera
de caracol que conducía a la segunda planta del loft.

153
Gabe sonrió lobunamente y se quitó los
pantalones, buscando en sus bolsillos su cartera
antes de subir por las escaleras detrás de Angelo
solo en calzoncillos. Alcanzó a Angelo en la entrada
de la habitación y pasó un brazo alrededor de él
desde atrás, mordisqueando su cuello y hombros.

Angelo gimió y apretó su culo al frente de Gabe


cuando puso las palmas de las manos en la pared para
no perder el equilibrio. Gabe empujó hacia él, con
las manos delante de las caderas de Angelo, agarrando
sus bolas y apretando.

—Hmm —Angelo echó la cabeza hacia atrás y rodó


sus caderas—. Joder, Gabe.

Gabe cepilló el pelo de Angelo de su cuello con


una mano, hundiendo sus dientes mientras su otra mano
trabajaba en los vaqueros de Angelo, empujándolos
fuera de sus caderas. Acarició la erección de Angelo,
deslizando todo el líquido pre-seminal en la cabeza y
mojando su dedo en la ranura.

—Aah. Aah —Angelo se alternó empujando en la mano


de Gabe y moliendo el culo en su polla.

154
Gabe trabajó la polla pulida en la punta de
Angelo, consiguiendo sus dedos lubricados antes de
que los quitase. Colocando la palma de la mano en la
parte posterior de la cabeza de Angelo, escupió en
sus dedos lubricados y los llevó al agujero de
Angelo.

—Te voy a follar aquí —susurró Gabe. Su voz era


áspera, quebrada mientras empujaba en Angelo. El
calor más increíble lo saludó. Apretó los dientes y
se hundió más profundo—. Es tan jodidamente bueno.

—Sí —Angelo se estremeció, ensanchando su postura


y doblando la cintura. Su cuerpo se abrió más y Gabe
se hundió en él, poco a poco, buscando ese nudo con
las yemas de los dedos.

Angelo se sacudió. —Dios —su voz destemplada


retumbó en el silencio, encendiendo la sangre de
Gabe.

Él sacó sus dedos y los golpeó de vuelta más


duro. Angelo gimió con cada embestida, balanceándose
para satisfacerse en Gabe, los dedos arañando las
paredes.

—Eres tan sexy así —Gabe le dio un beso en la

155
espalda—. Quiero joderte toda la noche, bebé. Te
necesito mucho, pero no quiero hacerte daño —retorció
sus dedos y Angelo se resistió.

—Mierda, ah. Tengo...Tengo lubricante —articuló


Angelo.

—¿Oh, tú? —Gabe golpeó una mejilla del culo.


Angelo respiró hondo— ¿Dónde está?

—En la habitación.

Gabe se echó a reír. —Entonces, ¿por qué estamos


en la puerta? —Sacó sus dedos de Angelo y se inclinó,
lamiendo su camino por la grieta de Angelo —Dime
donde está el lubricante—. Pasó una caricia de su
lengua por el agujero de Angelo.

—Hmm, joder. Mesilla de noche, segundo cajón —


Angelo empujó su culo en la cara de Gabe.

Gabe le dio unos cuantos golpes de la lengua


antes de enderezarse y alejarse. —Desnúdate y llega a
la cama —le ordenó.

156
Entraron en la habitación y Angelo hizo lo
ordenado, quitándose los pantalones, los calcetines y
sacando la camiseta sobre su cabeza antes de subir a
la enorme cama con dosel. La cama y la mesita de
noche era todo lo que Gabe notó en la habitación. Fue
en línea recta a la mesita de noche y abrió el
segundo cajón, allí encontró un tubo de lubricante a
base de agua.

Sus bolas se prepararon, su polla palpitó. Joder.


La caliente anticipación quemaba bajo su piel.
Deseaba desesperadamente tomar a Angelo Pagan. No
podía pensar en otra cosa que hacer.

Él enganchó un dedo en la cintura de sus


calzoncillos cortos y se los quitó. En cuanto vio a
Angelo, se tragó la lengua. Su hombre yacía en la
cama, con las rodillas dobladas, envolviendo
alrededor su polla, por una parte acariciándose
mientras trabajaba su agujero con la otra mano, dos
dedos entrando y saliendo lentamente.

Gabe se acercó a los pies de la cama y observó.


Angelo levantó una mirada soñolienta a él, con las
mejillas sonrojadas, los dientes mordiendo el labio
inferior.

157
—Veo que empezaste sin mí —Gabe se arrastró hasta
la cama y entre las piernas.

Angelo sonrió, la palma de su mano acariciando su


polla roja, por otro lado metiendo los dedos dentro y
fuera. —Te estabas tomando demasiado tiempo, amado —
sonaba gutural, acercándose al punto del no-retorno.

Gabe le dio un beso a la rodilla de Angelo


cercana a él. Abrió el condón que había pescado de su
cartera con dedos temblorosos y se puso la funda,
rechinando los dientes.

El simple toque de su mano sobre su polla era


suficiente para que llegara a toda velocidad hacia el
orgasmo. Poniendo aire en sus pulmones, inhaló el
olor del sudor y sexo mientras los jadeos roncos de
Angelo llenaron sus oídos. Apretó un poco de
lubricante en su palma y se lubricó antes de arrojar
el tubo a un lado.

—Te ves tan jodidamente sexy en este momento —


tirando de las piernas de Angelo, se trasladó en el
medio, como si supiera qué demonios estaba haciendo—.
Tan caliente para mí, tan necesitado. —Él cubrió la
mano de Angelo con la suya y los dos se movieron,
acariciando arriba y abajo.

158
—Sí, amado. Al igual que tú —Angelo se arqueó
fuera de la cama, con los anillos de los pezones
brillando a la luz.

Gabe alineó su polla en la entrada de Angelo,


deslizándose hacia arriba y abajo de su grieta. —Dime
lo que quieres —le susurró—. Muéstrame lo que te
gusta. —Sus testículos doloridos se quejaban para
sumergirse en Angelo, pero se contuvo. Esto tenía que
ser bueno para los dos.

—Te quiero a ti. Te quiero —Angelo soltó su polla


y llegó a sus glúteos, separando sus nalgas. Él
inclinó sus caderas hacia delante—. Sólo te quiero,
cualquier cosa que hagas va a estar bien, Gabe.
Dame...danos lo que necesitamos.

Gabe miró esos ojos dorados, perdiéndose cuando


tomó su polla en la mano y se lanzó hacia delante,
empujándose en ese agujero apretado, presionando en
el interior. Angelo le sostuvo la mirada, moviendo
los labios, pero la sangre corriendo en los oídos de
Gabe ahogaban los sonidos. La cabeza de su polla se
abrió paso entre el anillo exterior del músculo y se
sumergió en el interior.

159
El calor le inundó.

La opresión lo estranguló.

Se esforzó por respirar por la nariz, luchó para


quedarse quieto cuando todos sus instintos
insistieron en moverse en el horno de terciopelo que
le daba la bienvenida.

—Ángel —el nombre salió de detrás de sus dientes


apretados—. Bebé —la emoción obstruía su garganta y
le quemó los ojos—. Podria quedarme así para siempre.
Encajas en mí tan bien.

Los ojos de Angelo ardían, brillaban. Su nuez de


Adán se balanceaba. —Sí, tan bien —sus músculos se
apretaron alrededor de Gabe.

—Aah, ¡joder! —Gabe echó la cabeza hacia atrás y


rodó sus caderas—. Estoy dividido entre quedarme así
o moverme en ti —él clavó los dedos en los muslos de
Angelo—. Dime qué hacer —Gimió—. Dime.

—Follame, amado —Angelo se apretó alrededor de él


otra vez—. Follame.

160
Gabe se empujó, hundiéndose más y más en todo ese
calor. Todo su cuerpo se calentó, sudor goteaba en
sus ojos y por esa hendidura se hundió hasta las
pelotas contra el culo de Angelo, tocando fondo.

—Estoy en ti, tan jodidamente profundo —él miró a


su hombre, con los labios curvados y el hambre
impreso allí—. Te voy a joder ahora.

—Sí. Gabe, por favor.

Gabe se echó hacia atrás y se empujó dentro.

—Nnng, ¡siiiii! —Angelo se arqueó.

—Tírate de los anillos —dijo Gabe con voz ronca—.


Déjame verte jugar con ellos.

Angelo tiró de los anillos de plata en sus


pezones, maldiciones españolas caían de sus labios
mientras su cuerpo se apretaba alrededor de Gabe.

161
—Joder, sí —Gabe salió hasta que solo la punta
quedó en Angelo y luego embistió volviendo a entra—.
¡Joder!

—¡Mierda!

Sus piernas se debilitaron y su visión se


oscureció por un momento. El dolor en sus testículos
se hizo insoportable.

—Dios, bebé. No puedo durar, se siente tan bien —


salió y se estrelló de nuevo—. Me exprimes tan
jodidamente bien.

—Hazlo. Haz que me venga —Angelo palmeó su polla


y se acarició al ritmo de los empujes de Gabe,
utilizando los muslos de refuerzo—. Voy a venirme.

—Sí —Gabe inclinó sus caderas hacia delante y se


hundió mientras su polla estalló—. Oh mierda. ¡Oh,
mierda! —Se vació a sí mismo en el condón, mirando
con los ojos entrecerrados como Angelo disparó hilos
de esperma sobre su propio estómago.

Una vista follable.

162
Siguió empujando hasta que sus piernas se
derrumbaron debajo de él y cayó boca abajo sobre
Angelo. Unos brazos lo mantuvieron cerca, firmes
labios presionaron unos besos en su sien y en su
frente. Permanecieron tranquilos, los pechos
jadeantes hasta que sus cuerpos se enfriaron.

—¿Cómo te sientes? —Angelo le susurró al oído.

Gabe se alzó sobre el codo. —¿No debería ser yo


quien haga esa pregunta? Eres tú el que acaba de ser
follado por primera vez.

Los ojos de Angelo se arrugaron en las esquinas.


—Sí, pero yo siempre he sido gay. He hecho esto, solo
en el lado lanzador. Tú eres nuevo en todo esto, así
que voy a volver a preguntar, ¿cómo te sientes?

Gabe hundió los dedos en el cabello de Angelo y


lo atrajo hacia sí hasta que sus narices se tocaron.
—Siento que quiero hacer esto una y otra vez. Siento
que puedo tocarte durante horas y no parar nunca.
Podría emborracharme de ti, de hecho —Él hizo un
gesto con la mano entre ellos—. Yo todavía quiero
más.

163
Angelo buscó con la mirada y luego tiró de la
manta hacia arriba y por encima de ellos.

—Todavía hay veces que no puedo creer que


estamos donde estamos, que podamos estar contentos
con esto, pero no quiero cambiar nada.

—Bien —Gabe lo besó, suave y fugaz. Se acurrucó


en los brazos de Angelo, apoyando la cabeza en su
pecho—, no vamos a cambiarlo.

164
Capítulo Cinco
El sonido de su teléfono lo despertó. Angelo dio
la vuelta e hizo una mueca. Le dolía el culo y el
pesado brazo colgando sobre su pecho lo mantuvo
atrapado en la cama. Gabe lo cubría con la cabeza en
el hueco del cuello de Angelo y una pierna alrededor
de su cadera.

Jodida manera dulce de despertar. No estaba


familiarizado, pero era dulce. Apartó un mechón de
pelo de la frente de Gabe y lo besó suavemente antes
de rodar por debajo de él.

—Mmm —Gabe abrió un ojo—. Hey —él rodó sobre su


espalda y pasó una mano por su cara—. ¿Qué hora es?

Angelo cogió el teléfono de la mesita de noche.


Una llamada perdida de Pablo. —Es un poco más de las
cuatro.

—Mierda —Gabe se dejó caer sobre las almohadas.

165
—Vuelve a dormir, tengo que hacer una llamada —él
salió de la habitación mientras marcaba de nuevo a
Pablo.

—Hey, jefe.

—¿Qué pasa? —Angelo bajó por las escaleras hasta


la cocina.

—Encontramos a Gordo.

—Bien. —Cogió un vaso de agua y apoyó la cadera


contra el mostrador.

—En realidad no —Pablo hizo una pausa—. Lo


encontramos en la Autoridad Portuaria, a punto de
abordar un autobús a Texas.

—Huh, no me digas —Angelo se quedó mirando su


vaso de agua—. Eso realmente no suena como las
acciones de un hombre inocente, ¿No crees?

—No, pero él no está hablando.

166
—Sin embargo —se olvidó del agua, Angelo se
dirigió al piso de arriba para vestirse—. ¿Dónde lo
tienes?

—Estamos todos aquí, en la casa de la


Quincuagésima tercera.

—Llévalo al lugar en el este de Nueva York.


Estaré ahí dentro de poco —La planta de
almacenamiento abandonada en la avenida Williams
serviria muy bien para lo que Angelo tenía en mente.
Se requería una total privacidad.

—¿Necesita algo más?

—No —él puso fin a la llamada cuando volvió a


entrar en el dormitorio. Gabe estaba envuelto en las
mantas, sólo su rizada cabeza visible. Una sonrisa se
asomó en los labios de Angelo. Anoche. Una noche de
primeras veces, una que nunca olvidaría. No daría
marcha atrás ahora, para cualquiera de ellos.

Gabe podía pensar que él sabía lo que estaba


haciendo con Angelo Pagan, pero no tenía ni idea.
Angelo sabía que iba a encontrar la manera de joderlo

167
todo y Gabe lo sabía también. Lo sabía al igual que
él sabía que estaba enamorado del policía en su cama.

Se vistió y puso su pelo en una trenza antes de


inclinarse y besar a Gabe en la mejilla. Su policía
se estiró y abrió los ojos.

—Me tengo que ir, bebé. Lo siento.

—Está bien —sus ojos se cerraron.

—Quédate —le dijo Angelo—. Duerme hasta que estés


listo para salir. Todas las puertas tienen
cerraduras, por lo que es bueno. ¿Quieres que te
lleve de vuelta?

Los ojos de Gabe se abrieron. —Por supuesto que


no. Puedo tomar un taxi a casa, no te preocupes.

—Mierda. Yo sólo...me siento mal dejándote aquí


solo.

—Jesús, estaré bien —Gabe se enterró debajo de


las mantas—. Vete a manejar tu negocio. Asegúrate de

168
llamarme más tarde.

Angelo se rió entre dientes. —Lo haré —él besó a


Gabe en los labios—. Gracias por lo de anoche —sintió
la curva de la boca de Gabe en una sonrisa—. Te
llamaré —él se retiró, la cosa más difícil que había
hecho hasta ahora, y se alejó.

—Pagan.

Se detuvo en la puerta del dormitorio y miró por


encima del hombro. Gabe lo miró a los ojos.

—Ten cuidado. Es una jodida orden —la suavidad en


sus ojos no suavizó las palabras.

—Sí, señor —Angelo soltó un saludo militar y se


fue.

169
En veinte minutos, entraba a zancadas por las
puertas fuertemente custodiadas del edificio en la
avenida Williams. Los chicos de la puerta estaban
sombríos, asintiendo con la cabeza hacia él en
silencio al pasar. Angelo sintió sus preocupaciones y
confusión. Ellos esperaban que hiciera las cosas
bien, que llegara hasta el fondo de la muerte de
Auggie, y él lo haría.

El primer paso era tratar con Gordo.

Encontró a Pablo y Gordo sentados en una pequeña


habitación sin ventanas en la parte posterior de la
instalación. Pablo se puso de pie tan pronto como
Angelo caminó dentro. Gordo se quedó sentado, pero su
color se volvió considerablemente más pálido. Angelo
ignoró a Gordo y se puso las manos en los bolsillos
cuando Pablo habló.

—Trató de ser invisible, jefe. Cortándose el


pelo, poniéndose lentes de contacto y un sombrero,
pero lo conseguimos —señaló con la barbilla hacia
Gordo—. Tuvimos que tirar de él prácticamente fuera
del autobús, el hijo de puta no quería bajar.

—Jefe, puedo explicarlo —Gordo habló entonces—.

170
Yo iba a visitar a mi hermana.

Angelo le lanzó una mirada y se hundió de nuevo


en su silla.

—Déjanos, Pablo.

—Sí, jefe —le concedió a un Gordo agitando una


mirada compasiva, luego salió de la habitación.

—Deja la puerta abierta —dijo Angelo suavemente.


Las próximas actividades actuarían como un ejemplo
para cualquier persona, incluso los que pensaban
actuar por la espalda, por lo traicionero.

Doblando la cintura, Angelo sacó un pequeño


cuchillo y un garrote de alambre de sus botas. Puso
los artículos al lado de la mesa y cogió una silla.
Después de colocar la silla en frente de Gordo, se
sentó y cruzó los tobillos.

—Te escucho cuando estés listo para comenzar a


hablar —con los dedos en la barbilla, se encontró con
la mirada llena de miedo de Gordo.

171
—Jefe, por favor. Yo no he hecho nada —Gordo
sollozó. Las lágrimas llenaron sus ojos, pero no se
vertieron.

—Trata con otro, Gordo —Angelo mantuvo su tono


cortés y bajo, cuando dentro su sangre hervía—. Un
hombre inocente no huye y sale de la ciudad.

—Mi hermana...

—Tu familia está en Florida, Gordo. Y no tienes


una hermana —Angelo se inclinó hacia delante—. Quiero
saber lo que mi tío te prometió que valía más que tu
vida, porque tenía que saber que te mataría si me
daba cuenta.

—Yo no hice nada, jefe.

Angelo sacó la .22 de su cintura y apretó el


gatillo, haciendo un agujero en la rodilla derecha de
Gordo. Gordo gritó, doblándose, con las manos
agarrando su pie mientras se deslizaba hasta el suelo
de hormigón frío.

172
—Tengo muchas más balas y un lugar donde
ponerlas, Gordo. Podemos hacer este baile de puta
madre toda la noche.

—¡Mi rodilla! —Gordo se meció adelante y atrás en


el suelo— ¡Mi pie!

La saliva goteaba por su barbilla, mocos


corriendo de la nariz a la boca.

No era un cuadro bonito.

—¿Qué te prometió? —Angelo colocó el cañón de la


pistola debajo de la barbilla de Gordo y la levantó.
Ojos llorosos, vidriosos por el dolor, le devolvieron
la mirada—. ¿O es que tiene algo de ti?

Los ojos de Gordo parpadearon y Angelo sonrió.

—Ah, él tenía algo sobre tu cabeza. ¿Qué era?

—Tengo un problema —susurró Gordo—. Carlos lo


sabía, porque él lo creó, y cuando él necesitaba
arremeter contra ti, lo explotaba.

173
Lo más coherente que había oído de Gordo desde
que entró, Angelo asintió. —Es lo que hace mi tío.
Advertí a mi gente de él hace años, Gordo. Tú sabías
cómo operaba desde el primer día, así que no entiendo
cómo quedaste atrapado en su trampa.

—Él y su equipo han estado tratando con drogas en


las sombras por un tiempo —Gordo bajó la cabeza. El
sudor corría en su cuero cabelludo recién afeitado—.
Traté con la heroína. Me enganché. Las únicas
personas que se ocupaban de ello cerca era la banda
de Carlos y tuve que conseguir la solución —él miró a
los ojos de Angelo—, para alimentar mi costumbre
tenía que ir a la guarida de Carlos. Tenía fotos,
videos de mí drogándome.

—Y él los utiliza para chantajearte.

—Sí —Gordo se movió y gimió. La sangre salió a


borbotones de su rodilla. Angelo lo miró
desapasionadamente—. Él me llamó. Me dijo que tenía
un trabajo para mí y si yo no lo hacía, haría que
todo el mundo supiera de mi hábito.

Típico de Carlos. Siempre con tácticas de mano


dura. —¿Qué es lo que quería?

174
—Él quería que yo probara unas pastillas en uno
de mis amigos para ver si trabajaban —Gordo se
encogió de hombros—. Yo no sabía lo que eran, pero
sabía que eran de Carlos y sabía que las píldoras
eran un mal asunto. Auggie estaba colgado durante
todo el año, así que lo emborraché una noche y lo
convencí de tomar algunas. Al día siguiente vino por
más, sobrio. Y al siguiente.

El frío paso por las venas de Angelo. —Lo tuviste


enganchado.

Gordo asintió. Parecía genuinamente arrepentido.


O podría ser el dolor en su rodilla. —No tengo ni
idea de lo que eran las pastillas, pero se llevó a
Auggie con una correa.

—¿Y el día de su muerte?

—Me quedé sin ellas, Carlos no había enviado más


para mí y Auggie estaba ansioso por ello. Discutimos
y le dije que la única persona que tenía las malditas
pastillas era Carlos así que tal vez debería ir allí.
Esa fue la última vez que lo vi.

175
—¿Qué sabe mi tío de mi operación?

Gordo palideció. —Jefe...

—Porque conozco a mi tío, y no hay manera de que


tuviera a alguien de mi equipo en su seno y no
excavar en busca de información —él se puso de pie y
levantó el garrote—. ¿Qué le dijiste?

—Por favor, tenía que decirle —gritó Gordo—.


Amenazó a mi madre.

—Eso es muy malo —Angelo se acercó a él y le


colocó sus rodillas en la espalda—. Los soplones no
viven mucho tiempo en nuestra línea de trabajo,
Gordo. Lo sabes. También sabes lo que Carlos le hizo
a mi familia. Esto es jodidamente personal y has
escogido su lado.

—Lo siento. Lo siento —Gordo se dio la vuelta—.


Él me hizo decirle todos tus proveedores y las fechas
de tus próximos envíos.

—Yo también lo siento —Angelo envolvió el garrote


de alambre alrededor de su cuello y tiró. Las piernas

176
de Gordo se movían, raspando en el suelo mientras
luchaba. Angelo apretó los dientes, apretando su
agarre hasta que el alambre cortó la garganta de
Gordo. Siguió tirando hasta que el cuerpo se relajó y
el olor de la orina caliente llenó su nariz.

Las manos y los hombros le dolían. Se alejó del


cuerpo sin vida ante él cuando Pablo entró en la
habitación.

—Pásame el cuchillo —Angelo no le quitaba los


ojos de encima a Gordo. La aflicción lo devoraba. Sin
embargo, otro de sus hombres moría a causa de Carlos.
Él podría haberle perdonado la vida de Gordo, pensó
seriamente en hacerlo, pero ¿qué tipo de mensaje le
envía a los hombres que manejaba?

¿Y a su tío? Las lecciones eran necesarias


enseñarlas, pero mientras se arrodillaba frente a
Gordo y le cortaba la garganta de oreja a oreja a lo
largo de las marcas de alambre, prometió que la
próxima y última vida que tomaba sería la de su tío.

—Trae a los hombres aquí —le ordenó a Pablo—, los


que están afuera también.

Permaneció de rodillas mientras los hombres se

177
presentaban, se enfrentaban sin expresión al cuerpo
en el suelo. Ellos comprendian la naturaleza de la
bestia.

—Hay drogas en nuestras calles. Heroína y


pastillas, que yo sepa a ciencia cierta. No sé lo que
son las pastillas todavía, pero lo haré —miró a cada
hombre a los ojos—. Está a punto de haber una guerra,
una que nunca hayan visto antes, y es personal.
Jodidamente personal.

—Estamos con usted todo el camino, jefe.

—¿En serio? —Él se puso de pie—. Voy a cortar


personalmente la garganta de cualquiera que se
relacione con Carlos. Él es una serpiente, trafica
con drogas a nuestros soldados y nuestros niños. Él
quiere el control del territorio de Los P y hará
cualquier cosa para conseguirlo. Está marcado con la
muerte, pero también es mío. Nadie lo tocará, sólo
yo.

—¿Qué quiere que hagamos, jefe?

—Descubran lo que las pastillas son. Puede que


sea con receta o algo completamente diferente, de
cualquier manera lo necesitamos saber. Mantengan los

178
ojos en la tripulación de Carlos, vean sus
movimientos e infórmenmelo a mí. No les hagan caso,
entre menos derramamiento de sangre para Los P, mejor
—él hizo un gesto con la mano al cuerpo en el suelo—.
Gordo permitió ser tomado. Créanme cuando les digo,
que había sido advertido. Si decides que quieres
joder con Carlos, traicionar a Los P y todo lo que
representamos, pues esto se verá misericordioso
comparado con lo que voy a repartir la siguiente vez.

El silencio se encontró con sus palabras.

—Limpien este lugar y todo el mundo vuelva a


casa.

Los hombres se apresuraron a sus funciones.

—Jefe, ¿quiere que lo deje o ... —Pablo levantó


una ceja.

O hacer que nunca lo encuentren. —Al vertedero.

179
El teléfono de Gabe sonó al entrar en el recinto.
Lo sacó de su chaqueta, curvó los labios al ver el
nombre de su interlocutor. En serio, ¿se suponía que
debía sentirse tan bien? Haciendo su camino a la
oficina de su capitán, respondió al llamado de
Angelo.

—Hey.

—¿Llegaste bien a casa esta mañana?

—Lo hice. Me fui pronto después de ti —la cama se


había vuelto fría, así que en realidad no haría
ningún uso en quedarse hasta que saliese el sol—.
¿Estás bien? —Él no quería empujar a Angelo a confiar
en él. Sólo si él quería y Gabe tenía que hacer las
paces con eso. Entró en la oficina vacía de su
capitán y cerró la puerta tras él.

Angelo suspiró a su oído. Eso en sí mismo decía

180
mucho. —No estoy bien, y no lo estaré por un largo
tiempo.

Gabe captó la tensión y el cansancio que Angelo


intentó ocultar. —Tú... —Él se sentó en una silla y
cerró los ojos— Estoy aquí si quieres hablar. Sólo tú
y yo, sin condiciones. Ya lo sabes, ¿verdad?

—Lo sé y quizás algún día tomaré esa oferta.

—Cool —cambiando la silla para conseguir una


mejor visión de la puerta, bajó la voz.

—Me fui de compras hoy.

—Oh.

Gabe sonrió. Se imaginó los ojos dorados de


Angelo brillando, una ceja levantada mientras
esperaba a Gabe para que continuara. —Sí, he gastado
una pequeña fortuna en golosinas del tipo hábil y
elástico —Su cuerpo vibraba por un rápido suspiro de
Angelo. Al presionar la palma de la otra mano sobre
su bulto, se movió en su silla. Había gastado una
gran cantidad de dinero en la farmacia local, pero la

181
mayor parte de sus compras habían sido online. Había
salivado por la cantidad de mierda que tenían
disponible. Las cosas que quería probar con Angelo,
hacerle gemir y rogar.

—¿No me digas? —La voz de Angelo sonaba ronca—


Debería ir a echarle un vistazo, ¿no? ¿Traes tú la
cena?

Gabe se echó a reír. —Suena como un plan —vio que


su superior se dirigió a su despacho y bajó la voz—.
Me tengo que ir, pero ven cuando estés listo, ¿de
acuerdo?

—Muy bien.

—Adiós —Colgó cuando el Capitán Kowalski abrió la


puerta de su despacho y se acercó con una ceja
elevada.

—Ashby —un hombre grande, tanto de tamaño como de


altura caminó alrededor del escritorio y se sentó.

—Capitán —Gabe asintió con la cabeza, esperando


que Kowalski abriera el cajón y se limpiara las manos

182
y la boca con una toalla de papel.

—No he dicho que tenías que venir en forma


inmediata, Ashby —Kowalski hizo una bola la toalla de
papel y la arrojó al tacho de basura a unos metros de
distancia. Ignoró el lío en el suelo y se atusó el
bigote con el dedo pulgar y el dedo índice.

—No tengo nada más que hacer hoy, así que pensé
en venir inmediatamente —su corazón había dejado de
latir momentáneamente cuando le llegó el correo de
voz de Kowalski esta mañana, ladrandole para que
fuera a la comisaría. Su primer pensamiento, mierda,
su único pensamiento era que había sido descubierto.
Todo el mundo sabria lo de él y Angelo, pero a pesar
de su temor al venir aquí, nadie lo miró divertido.
Todo el mundo lo recibió con aplausos y palmadas en
la espalda.

Él se había sentido como un falso en ese momento.


Un traidor.

—¿Ninguna terapia física hoy?

Él hizo un gesto con atención a la cara de


Kowalski. —Uh, no. Vuelvo mañana —se negó a parpadear
bajo la mirada azul directa de Kowalski.

183
—Hmm —Kowalski cogió una carpeta de la pila en su
escritorio, lo abrió, y la empujó hacia Gabe—. ¿Lo
reconoces?

Gabe levantó la carpeta arriba de la mesa y echó


un vistazo al granoso blanco y negro. El hombre joven
con el pelo muy corto y una sonrisa burlona en su
rostro lleno de cicatrices le resultaba familiar. —
Ese es el tipo en el almacén.

—Manuel Duarte —Kowalski suministró el nombre.

El Manny de Angelo. El hombre que había querido


matar a Gabe.

—Creemos que es él quien te disparó.

Se puso rígido y miró a Kowalski. Obviamente, su


capitán esperaba que corroborara la historia. —Él
estaba allí —Evadió Gabe— Su arma estaba apuntándome,
pero no puedo recordar si él apretó el gatillo.

—Lo encontramos a él y al arma sepultados en

184
Spring Creek.

—¡Joder! —El estallido cayó de sus labios,


dibujando una mueca en Kowalski.

—Suenas sorprendido. Enojado incluso, Ashby —


Instalándose en su silla, Kowalski lo estudió—. Me
parece que Los Pescadores están limpiando en casa.

Jesús, Angelo. ¿Por qué no le había dicho a Gabe


que se había encargado de Manny?

—¿Por qué Los P matarían a uno de los suyos por


el intento de asesinato de un policía? —su boca se
movió, pero Gabe no podía estar seguro de que estaba
hablando. Su instinto le decía que Angelo lo hizo
porque Manny quería matar a Gabe. Este asesinato era
personal y todo estaba sobre los hombros de Gabe.

—Escucha, Pagan es un montón de cosas viles, pero


no es un asesino de policías. Si uno de sus hombres
fue por tu espalda y trató de dispararte, Pagan
podría hacer un ejemplo de él.

Qué es exactamente lo que hizo Angelo. Gabe

185
sintió un tic muscular en la mandíbula mientras le
preguntó: —¿Cuál es la causa de la muerte?

—Sólo una herida de bala en la cabeza —Kowalski


asintió con la cabeza frente al archivo en la mano de
Gabe—. La balística de la pistola muestra que es la
misma utilizada en ti.

—¿Pero por qué enterrarlo con la pistola? ¿Ellos


quieren que sepamos que lo hizo? —Gabe arrastró sus
rigidos dedos por el pelo—. Pero podría fácilmente
haber salido mal, habernos inclinado en Los P aún
más. —¿Qué demonios estaba pensando Angelo para hacer
esta mierda?

—Que es lo que haremos. Esto no cambia nada de lo


que podía esperar Pagan —Kowalski se acercó más, con
los codos sobre la mesa—. La gran cantidad de ellos
tienen que ser exterminados. Anteanoche, uno de los
hombres de Pagan murió de sobredosis. Parece que se
esta metiendo en el tráfico de drogas. Vamos a estar
inclinándonos sobre ellos con fuerza, incursiones
cada pocos días, paradas al azar, los estaremos
vigilando muy de cerca.

Gabe no oyó nada después de "tráfico de drogas".


¿Cuándo Los P cruzaron a la venta de drogas? El dolor
le atravesó el pecho. Un error. Había cometido un

186
gran error. Dios, tenía que vomitar.

—Le di el punto a Phelps en esto, así que


empezaremos apartir de mañana. —Prácticamente podía
ver a Kowalski echando espuma por la boca.

Jeremy Phelps era un policía decente. Gabe había


colaborado con él en algunos casos cuando se había
trasladado primero a Connecticut y se sintió a gusto
con el hombre dedicado a su familia. Ahora ese hombre
estaría en la mira de Angelo.

Joder. Él apretó los puños. Ahora estaba en la


posición más insostenible que alguna vez estuvo.
¿Advertiría a Angelo acerca de los ataques? ¿Instaría
a Phelps y a su equipo de hipervigilar?

Las drogas, las putas drogas.

—Te he llamado para decirte que el tirador fue


capturado —Kowalski dijo mientras se ponía de pie—, y
para hacerte saber que vamos tras los bastardos que
te hicieron dispararon. Me gustaría que pudieras
estar allí cuando los atrapemos.

187
Gabe sonrió débilmente. —Yo también —se puso de
pie y se acercó a la puerta—. Con suerte, estaré de
vuelta a tiempo.

—Esperemos —Kowalski le dio una palmada en la


espalda, sacandole un gemido ahogado.
—Hasta luego, Capitán —estrechó la mano de
Kowalski y enderezó la espalda mientras caminaba a
través de la sala de la brigada.

—Hey, Ashby.

¡Mierda! Se detuvo con una parada de Phelps que


se alejó de la multitud de oficiales y se fue hacia
él. Maldita sea, ¿cómo vería al hombre a los ojos?

—¿Qué pasa, Jeremy? —le tendió una mano y Phelps


la estrechó con fuerza.

—¿Acaso Cap no te lo dijo?

Gabe asintió con la cabeza al otro hombre. Phelps


era treinta centímetros más bajo que su metro ochenta
y dos—. Sí, él me dio los puntos destacados.

188
—Sí, hombre —Asintió Phelps—. Parece que Pagan
trató con el tipo que te disparó, pero tenemos una
sorpresa para su culo.

Gabe fingió la expresión alegre obligatoria y se


quedó quieto cuando Phelps se regodeó sobre los
planes que tenían para Los Pescadores y Angelo Pagan.
Gabe se desconectó. Se debatía entre su ira contra
Angelo y con las ganas de golpear a Phelps en la cara
por su evidente sed de sangre cuando se trataba de
Angelo.

—Te lo estoy diciendo, Ashby. Esta vez no podemos


perder —Phelps esbozó una sonrisa brillante—. Vamos a
llegar a ese cabrón, seguro.

—Bueno, buena suerte —Gabe pasó junto a él, pero


Phelps lo siguió de vuelta.

—¿Cómo está tu hombro, por cierto? Apuesto que la


damita que tienes en casa te mima ¿eh? —Phelps le
guiñó el ojo con una sonrisa de complicidad.

Gabe abrió la puerta y salió a la calle, Phelps


allí con él. —No, nos separamos hace un tiempo atrás

189
—no se sentía tan raro como antes al decir eso.

—Ah, hombre, eso apesta. Lo siento —Phelps puso


una mano en el antebrazo de Gabe—. ¿Estás bien?

Gabe frunció el ceño. —Sí, ¿por qué no habría de


estarlo? —Corrió hasta el aparcamiento para recoger
su coche y sin darse cuenta, Phelps estaba justo a su
lado.

—Hey, hombre, yo sólo digo. En primer lugar te


disparan y entonces tu mujer te abandona. La mayoría
de la gente no estaría bien.

Gabe se encogió de hombros. —Yo no soy la mayoría


de la gente.

—He oído eso —Phelps le dio una palmada en la


espalda—. Escucha, no he podido pedírtelo antes de...
—Phelps bajó la voz y se puso más cerca de Gabe—. ¿No
te acuerdas de nada sobre el tiroteo, me refiero a
cualquier cosa en absoluto?

Los pelos de la nuca de Gabe se pusieron de


punta. No tenía ni idea de por qué, pero él dio un

190
paso atrás. ¿Tenía que perder algo? ¿Por qué Phelps
le preguntaría sobre esto ahora? —Uh, no, hombre.
Todavía no puedo recordar mucho.

Vale, él no se imaginaba el brillo depredador en


los ojos de Phelps cuando se encogió de hombros y le
ofreció una pequeña sonrisa. —Sólo preguntaba. Si
recuerdas no dudes en llamarme, estoy corriendo en
este punto así que cualquier cosa en absoluto podría
ayudar. Más munición contra Pagan y Los P, ¿eh?

Gabe se echó a reír con alegría que no sentía. De


repente todo se sentía como si hubiera entrado en una
realidad alternativa. Su amante estaba matando a las
personas en su nombre, sus colegas estaban en una
cacería humana por dicho amante, y el número de
muertos podría acumularse si se quedaba en silencio y
no advertía a nadie.

Pero, ¿A quién?

A quien eligiera para advertir, estaría


traicionando al otro. Sabía que tendría que tomar una
decisión, él no se había dado cuenta de que sería tan
pronto. Él se pasó la mano por la cara y se alejó de
Phelps.

191
—Escucha, tengo que irme. Gracias por la charla.

—Sí, yo también. Tengo un punto de referencia.

Phelps deambulaba lejos y Gabe lo siguió con la


mirada. Todas las veces que había trabajado codo a
codo con Phelps, nunca había estado tan incómodo como
lo hizo hace un momento. ¿Era por él, sin embargo?
¿Una parte de su conciencia se culpaba o había algo
que se estaba perdiendo?

Sacudiendo la cabeza, Gabe abrió su coche y se


sentó al volante. Tenía que dejar de pensar en lo
correcto y poner sus prioridades en orden. Todo se
estaba volviendo demasiado real con tan poco tiempo,
y tenía que hablar con Angelo antes de hacer
cualquier otra cosa.

Necesitaba hacerlo esta noche, pero lamentó que


todos sus otros planes se derrumbaran.

192
Capítulo Seis
—¿Cuánto estás buscando para descargar? —Angelo
dio un golpecito en su portátil, ejecutando una
búsqueda de las mismas armas que estaba negociando
para comprar. Él era un hombre de negocios y como tal
tenía que saber el origen de sus productos. Si las
armas de los brasileños que estaban descargando no
estaban limpias, él pasaría.

—Tengo tres cajas en su camino a un muelle de


carga en Jersey. Cincuenta en cada caja —la profunda
voz baja, al otro lado de la línea era familiar, no
es que él supiera como Faro lucia. Incluso, Angelo
dudaba que el nombre del hombre fuera Faro, pero
había hecho negocios con ellos dos veces antes y no
tuvieron problemas.

Aún así, no podía confiarse de esos brasileños.


Podrían ser traicioneros.

—No necesito toda esa mercancía —dijo Angelo—.


Mis compradores en su mayoría están llenos y los que
necesitan no lo quieren todo. No me hace ningún bien
poner todo mi dinero en tal cosa, entonces no hay
manera de moverse con rapidez. —Aquí habría de medir

193
la desesperación de Faro, si el otro hombre empujaba
demasiado duro o demasiado blando, Angelo se alejaría
de la negociación.

—Se trata de la crema de la cosecha —dijo Faro


suavemente—. Directamente desde el fabricante. Usted
sabe su valía y creo que puede derribar las tres
cajas en poco tiempo con su argumento de venta
habitual.

Ah, la adulación. —¿Usted ha estado en el extremo


receptor de mi argumento de venta? —No lo dudaría.
Hacía sus argumentos de venta por teléfono sobre
todo, comunicándose con los compradores de todo el
mundo.

—Lo he hecho.

—Entonces sabes que la adulación no forja efecto


en mí. ¿Su empleador tiene a alguien dentro de la
planta de producción?

—Tal vez.

Eso sería un sí. —Entonces ustedes consigue la

194
mercancía en el peor de los casos a la mitad del
precio, pero me las están vendiendo con el costo —O
Faro se olvidó con quien estaba hablando, o
deliberadamente dejó la parte sobre el fabricante.
Esto último sin duda, pero que que pondrían a Angelo
—el comprador— en una posición mejor que la del
vendedor. ¿Por qué sería?

—Los contratos con nosotros han sido muy


provechosos para ambas partes —dijo Faro—.
Acostumbramos tratar más con personas que nos hacen
ganar dinero.

No era broma. —Estás hablando un montón, pero no


dices nada. No trates de joderme y tengo que
preguntar cuántas veces lo has hecho y ¿cuánto puedo
obtener por mi participación en el placer?

—¿Qué quieres? —la molestia se arrastró en la voz


de Faro.

Angelo sonrió. —Quiero las tres cajas a un tercio


de su precio y que todas las transacciones futuras
sigan su ejemplo.

Escuchó bajas voces realizadas a través del


teléfono cuando Faro consultó con su jefe. Angelo

195
estiró las piernas sobre la mesa, el teléfono entre
la oreja y su hombro. Frente a él, Pablo trabajaba en
otro ordenador portátil, enviando una llamada a todos
los compradores que tenían más existencias. La rápida
repartición del trabajo siempre fue lo mejor en su
línea de trabajo.

—Bueno, eso es factible —Faro regresó en la


línea—. Esto es lo que necesitas.

Angelo anotó la información pertinente para su


envío y del contacto en Jersey con una sonrisa de
suficiencia.
—El precio final será de quinientos mil y...

—Espera un momento, Faro. Tengo una condición


más.

Pablo levantó la vista de la pantalla del


ordenador con una ceja alzada. Angelo solo le sonrió.

—¿Y ahora qué?

Maldita sea, Faro sonaba como si estuviera en el

196
borde de su punto de partida.

—Quiero ser el único que venda sus armas en la


costa este. Corta con los compradores en Filadelfia y
Miami y estamos en el negocio.

La boca de Pablo se abrió. El silencio acogió sus


palabras en el teléfono. Él estaba apuntando
ambiciosamente, pero los beneficios valían la pena y
no tenía ninguna duda de que el jefe de Faro llegaría
a la misma conclusión.

—¿Y si decimos que no? —desafió Faro.

—Entonces usted pierde un cliente muy rentable y


las ventas de Nueva York, que sé que representa un
tercio de sus ventas totales de armas... además de
las tres cajas en Jersey.

—Esa es una amenaza muy costosa Sr. Pagan —Faro


habló despacio, con cuidado—. ¿Lo puede respaldar?

—Tú sabes que puedo y lo haré. Demonios, incluso


podría retirar mis negosaciones con los rusos y
trabajar con ustedes a largo plazo. —Esa amenaza

197
particular debía encender un fuego en el jefe de
Faro. Los brasileños y los rusos habían estado en una
dura competencia para el comercio de armas en EE.UU.
durante años.

Faro suspiró. —Voy a tener que hablar con mi


jefe.

—Tienes cinco segundos —No podía actuar suave y


maleable con estas personas. Tenía que hacer entender
lo serio que era y qué pasos estaría dispuesto a
tomar para asegurar su objetivo. Los Pescadores era
una pequeña banda en comparación con la de Blood and
Crips, no eran tan notorios fuera de Nueva York, pero
mientras los tontos se mataran entre sí, dirigiesen
poco tiempo y tuvieran el ojo puesto en las nubes.

—Hecho.

La palabra sonó con una finalidad concreta. Una


amplia sonrisa le estalló en la cara y le dirigió a
Pablo un pulgar hacia arriba. Su segundo sonrió.

—Es un placer hacer negocios con usted, Faro.


Debe pasar por Brooklyn alguna vez, me gustaría
invitarle una Corona.

198
Faro gruñó. —Con todo el dinero que sacaste de
nosotros hoy, mejor que sea algo mucho más potente...
y caro.

Angelo rió mientras el teléfono de Pablo se


apagó. —Hecho.

—Hablaremos otra vez, Sr. Pagan.

—Estoy deseando que llegue —colgó y entrelazó los


dedos detrás de la cabeza. Hoy había sido un día
productivo, habría sido estupendo si no fuera por el
incidente de Gordo esa mañana. Él salvó un montón de
dinero, alineó un contrato más inalcanzable, y habló
con Gabe. Este último trajo un escalofrío a su piel y
el calor a su ingle.

No podía esperar que los negocios terminasen para


poder dirigirse a Queens para ver a su hombre. Nunca
pensé que conseguiría decir, mi hombre.

—Jefe, era uno de los nuestros infiltrados —Pablo


puso su teléfono celular en la mesita junto a los
pies de Angelo—. Él quiere reunirse, tiene noticias.

199
Pablo maniobró el SUV a través de la ventanilla
para conductores de un restaurante de comida rápida,
mientras Angelo mantenia los ojos bien abiertos. Él
vio el Toyota verde y abrió el SUV. Una figura
encapuchada saltó del Toyota y fue hacia ellos,
abriendo la puerta del coopiloto y saltando adentro.

Angelo rodó los ojos. Pablo luchó por ocultar su


mueca. Tratar con el detective delirante era siempre
un trámite, pero el hombre tenía sus usos.

—¿Qué pasa, Phelps?

—Angelo. Pablo —Phelps se inclinó hacia delante—.


¿Van a pedir algo? —Le preguntó a Pablo—. Me vendría
bien un refresco. Estoy sediento.

Angelo asintió cuando Pablo lo miró en busca de

200
confirmación. —Usted dijo que tenía noticias, Phelps.

—Sí, hoy nos dieron órdenes directamente de


arriba para comenzar a inclinarnos en Los P más duro.
A partir de mañana vamos a hacer redadas de todos tus
edificios y almacenes.

Angelo gruñó. Esto no lo esperaba. —¿Encontraste


el cuerpo donde te dije que miraras?

—Lo hice y mi capitán trajo a Ashby para


identificar a Manny.

Maldita sea, Gabe lo sabía. Joder. Joder.

—¿Por qué siguen jodiendo con ese tema? —Pablo


preguntó mientras le entregaba a Phelps su bebida—.
Tienen el cuerpo del hombre que disparó contra el
policía.

—Sí, pero perdieron a uno de sus chicos en una


sobredosis el otro día —Phelps tomó un sorbo de soda—
. Ahora piensan que han tomado hasta el tráfico de
drogas por lo que están en todos los sistemas.

201
—¡Maldita sea! —Angelo golpeó en el salpicadero.
Todo lo que podía pensar era en que Gabe sabía que él
mató a Manny y quizás… ¿Pensaria que Angelo había
comenzado a introducir drogas en su propio barrio
también?
—No te preocupes —Pablo lanzó a Phelps una mirada
de suficiencia—. No van a encontrar nada, no importa
lo duro que busquen.

—Traté de preguntarle a Ashby sobre lo que vio en


el almacén ese día, pero él estaba actuando raro.
Creo que lo hace porque recuerda algo —dijo Phelps—.
¿Tal vez él pueda tener un accidente o algo así? Ya
sabes, ¿callarlo para siempre?

Me gustaría verte intentarlo. —Matar a un policía


no es algo que Los P hagan —dijo Angelo fríamente—. Y
si lo hiciéramos, sería el encargado de hacer esa
llamada. Le sugiero que recuerde su papel, Phelps. No
cometa el error de pensar que estás a salvo. Al
final, no eres más que una rata y los roedores
consiguen siempre ser pisoteados.

202
Angelo estacionó su SUV a tres cuadras de la casa
de Gabe y saltó a la acera con una caja de pizza en
la mano. Se apresuró a enviar un mensaje de texto a
Gabe.

Estaré allí en cinco minutos.

Aspiró una bocanada de aire sorprendentemente


suave y caminó hacia la casa con el corazón en la
garganta. Esperando no ver la condena y la decepción
en los ojos de Gabe. Sus acciones en el cuidado de
eliminar a Manny estaban justificadas, pero Gabe no
lo vería de esa manera.

Su teléfono vibró en el bolsillo y lo sacó con


miedo, esperando ver las palabras "no te molestes en
venir". En cambio, leyó, La puerta de atrás está
abierta. Aceleró el paso, cada uno acercándolo a la
última persona que quería que pensara mal de él.

203
Desenganchando el pestillo de la puerta principal
de Gabe, dio un paso hacia la propiedad y la cerró
tras él, rodeó la casa hasta que llego a la puerta
trasera. Él la abrió y entró en la cocina.

Cuando cerró la puerta detrás de él, miró


alrededor para ver a Gabe, pero lo único que vio fue
dos latas de cerveza vacías en la mesa de la cocina.

Joder. Colocando la pizza en la mesa, le gritó a


Gabe. No hubo respuesta por lo que entró en la sala
de estar. Gabe estaba sentado en el sofá en la
oscuridad mirando la TV. Angelo movió su mirada del
rostro impasible de Gabe al televisor y se congeló.
Su barrio estaba en las noticias, una imagen de
Auggie en el primer plano cuando unas letras rojas
intrépidas brillaron Drogas que infestan las calles
de Sunset Park.

—¡Cristo! —Él se pasó los dedos por el pelo


mientras se acercaba a Gabe—. Amado, puedo
explicarlo.

—Lo puedes intentar —Gabe no lo miró.

Angelo encendió la luz del techo y se sentó


frente a Gabe. El rostro de su hombre era duro, sus

204
ojos implacables como él, se negaron a encontrarse
con la mirada de Angelo. —Sin ti... mírame, ¿por
favor?

Gabe lo hizo después de una pausa, pero su mirada


seguía siendo hostil. —Bueno, vamos. Explica.

Jesús. Angelo no pudo encontrar sus palabras de


repente. —Q...¿qué quieres que te diga?

Las primeras señales de vida despertaron en los


ojos de Gabe. Con incredulidad, miró a Angelo. —¿Qué
quiero que digas? ¿Estás jodidamente bromeando con
esta mierda? —Gabe se levantó de un salto del sofá—.
Mataste a alguien por mí, ¿qué crees, que no lo
descubriría? ¿No creíste que me enteraría de que
estás introduciendo drogas en las calles?

—No soy...

Gabe avanzó hacia él, el dolor grabado en la cara


y le dolía a Angelo, quería atraparlo en sus brazos y
eliminar el dolor.

—No puedo creer que me hayas puesto en esta

205
posición —el aliento de Gabe se quedó atrapado en su
garganta—. No puedo creer que te dejé hacerlo —se dio
la vuelta y Angelo lo agarró del brazo.

—Por favor, Gabe —se puso de pie, su dominio


sobre Gabe fue más fuerte. Sus disculpas estaban en
la punta de su lengua, pero si hablaba en voz alta,
solo serían palabras. No se arrepentía por matar a
Manny—. Yo soy el jefe de Los P, tengo que hacer de
los desviados un ejemplo para los demas.

—¿Eso es todo lo que eres? ¿El líder de Los P? —


Gabe tiró de su mano— ¿Por qué no me dijiste lo que
hiciste la última vez que hablamos acerca de Manny?

Angelo se encogió de hombros. —¿Por qué habría de


hacerlo? Es el trabajo de Los P y...

—No estoy jodiendo con Los P. —Con los puños


apretados, Gabe se puso frente a su cara, sus fosas
nasales dilatadas y los ojos muy abiertos—. Yo no
estoy en una relación con Los P. Yo estoy contigo.
Estoy jodiendo contigo. Me debes una explicación.

La garganta de Angelo le quemó. Gabe tenía razón,


por supuesto. Él ahuecó la mandíbula sin afeitar de
su amante y presionó sus frentes juntos. —Tienes

206
razón. Lo siento —rozó un beso sobre los labios
rígidos de Gabe y señaló el sofá—. Siéntate y te
explicaré.

La frente de Gabe se arrugó, pero estaba sentado.


Pesadamente apagó el televisor y se dejó caer al
suelo junto al sofá.

Tomando la mano de Gabe en la suya, dijo, —Yo no


trato con drogas. Nunca lo he hecho y nunca lo haré.

—Entonces, ¿por qué están en las calles que


controlas?

La boca de Angelo se apretó. —Esa es una historia


muy larga y requiere comida —se levantó de un salto y
corrió a la cocina, donde cogió la pizza y dos
botellas de agua de la nevera.

De vuelta en la sala de estar, le entregó una de


las aguas a Gabe y puso la pizza en el sofá junto a
él. Le había desaparecido el apetito, vio a Gabe
comer cuando empezó a hablar.
—Cuando mi madre tenía dieciocho años, conoció a
dos hermanos en una fiesta. Mi padre y mi tío. A ella
le gustaba mi padre y a él le gustaba ella, pero él

207
estaba con otra persona, así que cuando mi tío le
pidió salir ella dijo que sí.

Tomó un sorbo de agua para refrescar la garganta.

—Mi madre y mi tío comenzaron a salir, pero


pronto descubrió que era terriblemente dominante y
agresivo. Quería irse, pero él la amenazó para que
ella se quedara. Durante ese tiempo, mi padre y mi
madre se veian y una noche mi mamá y él estuvieron
juntos.

Gabe lo miró. —¿Ella engañó a tu tío con tu


padre?

Angelo asintió. —Se amaban, pero no sabían cómo


decirle a mi tío. Él era violento y temía que le
haría daño a Mami. Los dos comenzaron una aventura
bajo sus narices y unos meses más tarde Mami se
enteró que estaba embarazada.

Los ojos de Gabe consiguieron ponerse más


amplios.

—Mi madre no sabía quién era el padre.

208
—¡Mierda!

—Si. El tiempo total de su embarazo, los hombres


pensaban que eran los padres. Mi padre, en secreto, y
mi tío, en público. Cuando ella dio a luz, mi tío
estaba en la habitación y de inmediato lo supo, al
ver mi cara, que yo no era su hijo. Se volvió loco.

—Puedo comprender que se volviera loco. Había


sido traicionado —dijo Gabe.

—Sí. Nos llevó como rehenes ese día, mi mamá y yo


en la habitación del hospital a punta de pistola.
Amenazando con matarme primero y luego entonces a
ella.

Gabe dejó escapar un sonido y metió los dedos en


el cabello de Angelo.

—Se calmó después de unas horas y nos dejó salir,


pero eso no fue lo último de él. Había sido engañado
y traicionado y tenía que hacernos pagar. No sólo a
mi mamá y mi papá, sino que mi también. Él trató de
sobornar a mis niñeras para llevarme con él. Cuando
se negaron, trató de amenazarlas. Mis padres estaban

209
ahora juntos y mi padre estaba haciendo grandes cosas
con la banda en ese momento. Entonces, un día, cuando
tenía tres años, desaparecí.

—¿Qué pasó?

—Finalmente encontró una niñera débil que cedió a


la cantidad de dinero que le ofreció, me dijeron que
era una gran cantidad —Nunca había averiguado si
debía sentirse halagado por la cantidad de dinero que
Carlos estaba dispuesto a ofrecer por él.

—¿Tus padres te dieron la espalda?

Angelo se encogió de hombros. —Mi padre torturó a


la niñera hasta que ella habló. Cuando me encontraron
en Long Island, había estado ausente durante tres
días.

—¿Cómo es que nada de esto se encuentra en el


archivo?

—Mis padres no lo informaron, mi padre lo trató


él mismo. Incluso hoy en día, sólo un puñado de
personas lo saben. Ellos me enviaron después de eso a

210
Seattle a vivir con un amigo de un amigo de la
familia. Crecí seguro para ser un niño feliz, pero
perdí a mis padres, hablar con ellos no era
suficiente, así que escapé. Me dirigí a Nueva York
cuando tenía diecisiete años.

—Jesús.

—Sip. Especialmente cuando la gente de mi tío me


encontró caminando por una acera de Manhattan. Me
trajeron a él. Parece que había una recompensa por mi
cabeza y me mantuvo durante meses—. Se estremeció al
recordar el dolor de ese período de tiempo.

—¿Acaso ... ¿Qué te hizo? —vacilantes dedos


tocaron su mejilla.

—Él me había encadenado en todo momento. Me


exhibía desnudo para él y su banda solo por
diversion. Él me azotaba con un cinturón cada vez que
lo desobedecía, lo cual era bastante a menudo, y se
olvidó de darme de comer muchas, muchas veces.

—Dios.

211
Angelo se quedó mirando a la nada. —Podía tomar
el dolor del castigo, pero no de la manera enferma,
retorcida, que buscaba para recompensarme cuando
hacía algo que le gustaba.

—¿Qué hizo?

Angelo tragó. —Hizo venir a sus putas, las


mujeres que vendían sus cuerpos en las calles para
él, y las dejó sueltas para mí. Tenía que funcionar
sexualmente con ellas, a veces más de una a la vez,
en frente de una audiencia. Yo había sabido desde que
tenía catorce años que era gay y sigue siendo lo más
duro que he hecho jamás.

Gabe se deslizó en el suelo y puso sus brazos


alrededor de los hombros de Angelo. —Dios, bebé. Lo
siento mucho.

Angelo lo apretó mientras sus ojos ardían. —


Sobreviví. No dejé que me rompieran y nunca dudé de
que mi padre me encontraría. Pasó un tiempo más
tarde. Volví con mi familia , la que me amaban y
protegía, y me fui a la universidad.

—Eso está en tu archivo —Gabe besó su cuello— La


dejaste a solo un año para graduarte.

212
—Fue entonces cuando mi padre murió. Herido de
bala en la parte posterior de la cabeza y acuchillado
por mi tío.

—¿Por qué sigue vivo entonces?

—Un día después del apuñalamiento, lo metieron a


la carcel por un cargo de armas, estuvo ocho años.
Lleva casi seis meses de vuelta.

—¿Y estás en una guerra? —Gabe se apartó y miró a


Angelo—. ¿Te vas a rebajar tan bajo como lo ha hecho
él?

—Mató a Catarina, Gabe. Él contrató a Manny para


matarla.

—¿Es por eso que lo mataste?

—Sí, pero también por ti —Gabe abrió la boca,


pero Angelo no le hizo caso—. No pueden tratar de
alejarte de mí y no ser castigados.
Gabe rodó los ojos. —Háblame de las drogas y el

213
hombre que perdiste.

—Auggie —Angelo negó con la cabeza—. Esa mierda


era absurda y vil, orquestada por mi tío para que las
calles se volviesen en contra mía. Siempre me he
prometido no tener drogas, que es una de mis reglas
firmes, sin embargo, uno de mis soldados muere de una
sobredosis. Todo el territorio de Los P está en un
alboroto.

—Exactamente lo que tu tío quería.

—Sí —Él agarró la barbilla de Gabe y lo miró


fijamente a los ojos—. Yo no trato con drogas. Nunca
lo he hecho y nunca lo haré. Estoy trabajando para
saber exactamente qué tipo de pastillas llegó a
Auggie, pero no habido suerte todavía. Voy a tener
que ir directamente a la fuente.

—¿Es una buena idea? —Los brazos de Gabe se


apretaron alrededor de él.

—La mejor que tengo.

Se aferraron el uno al otro en silencio. Angelo

214
sintió el latido constante del corazón de Gabe con su
amante presionándose con tanta fuerza contra él. Pasó
los dedos por el cabello de Gabe, acariciando el
cuero cabelludo. Gabe le correspondió, retorciendo
los hilos del cabello de Angelo en un dedo mientras
este se estremeció y suspiró.

—Estaba tan enojado contigo —Gabe confesó con sus


labios llegando hasta el cuello de Angelo—. Sentí
como si tuviera que elegir entre tú y mi trabajo y no
tenía ni idea de la que sería mi decisión.

Angelo echó la cabeza hacia atrás para mirar los


ojos de Gabe. —Sé que pido mucho, pero eso no es ni
la mitad de lo que quiero. Soy un bastardo egoísta.

—¿Estás dispuesto a dar lo mismo?

—Sí —No tenía ni una jodida duda— Sí.

—Quiero la verdad de ti. Siempre —Los ojos de


Gabe eran serios—. Esa mierda como la de hoy, que me
cegué con la noticia de Auggie, Manny y las drogas.
Que no vuelva a suceder.
Angelo consiguió esbozar una sonrisa mientras
pasaba el pulgar sobre el labio inferior de Gabe. —

215
¿Supongo que las reglas que establecimos
anteriormente se están quedando en el camino?

Gabe se inclinó hacia delante, rozando sus labios


sobre la frente y la nariz de Angelo. —Uh-huh.

Angelo sonrió y le acarició la nuca, le acarreó


más cerca mientras tapaba la boca de Gabe con la
suya, besando a su hombre con trazos ávidos de la
lengua y mordiscos. Gabe se abrió para él, moviéndose
hasta que se sentó a horcajadas sobre Angelo,
meciendo su culo con los jeans-vestido sobre la
entrepierna igualmente cubierta de Angelo.

Angelo cogió el culo de Gabe, instándole a


moverse más rápido, más duro a medida que su pelvis
se inclinaba hacia adelante. Sus pesadas bolas
suplicaban liverarse, pero él no les hizo caso a
favor de un poco de molienda de Gabe. Rompiendo el
beso, arrastró su boca a través de la mandíbula de
Gabe en la oreja izquierda, donde atrapó el lóbulo en
la boca.

—Dijiste algo acerca de las compras antes. ¿Qué


has comprado exactamente? —Él apretó la mano por la
parte de atrás de los pantalones vaqueros de Gabe y
debajo de la cinturrilla de su ropa interior.

216
—Hmm —los dedos de Gabe en el cabello de Angelo
apretaron dolorosamente—. Tengo alrededor de un mes
de suministro de gomas y toda una variedad de
lubricantes.

Angelo pasó un dedo por la grieta y Gabe se


estremeció. Su pecho se agitaba mientras sus palabras
se frenaron a un murmullo.

—No sabia qué tipo tenía que conseguir, así que


compre de todos —se agarró a los hombros de Angelo
cuando tartamudeó—. Yo...Yo también hice algunas
compras en línea.

—No me digas —Angelo pasó la yema de su dedo


índice sobre el agujero de Gabe mientras se ocupaba
del lóbulo de la oreja con los dientes—. ¿Qué has
comprado en línea, amado?

—Ah —las caderas de Gabe se sacudieron. Echó la


cabeza hacia atrás, los dientes hundidos en el labio
inferior—. Tengo juguetes y tapones anales.

Angelo sonrió. —¿En serio? —Insertando la punta


de su dedo meñique en Gabe, le preguntó: —¿Vas a

217
querer usar esos juguetes y tapones en mí, amado?

Las pestañas de Gabe se abrieron. —Esa era mi


esperanza, sí —una sonrisa se dibujó en las comisuras
de su boca.

Angelo trabajó más de su dedo meñique en el


cuerpo de Gabe, saboreando el calor apretado y
suavidad. —¿Tengo que corresponder?

—Jodidamente sí —Gabe se movió, atrayendo la


longitud restante del dedo de Angelo en él—. Dios —
sus músculos realizaron un apretar y soltar alrededor
del meñique de Angelo.

Angelo tomó su boca, metiendo su lengua


profundamente, follando la boca de Gabe mientras
encorvó el dedo en el culo con pequeños gruñidos. Le
encantaba el sonido que Gabe hacía cuando estaba
excitado, la mirada en sus ojos que hablaba tan
claramente de su necesidad por Angelo. Después de
estar tan solo durante tanto tiempo, Angelo no podía
aislar su cabeza en torno a lo que Gabe significaba
para él.

Muerto de hambre por el tacto en todos estos


años, podía felizmente emborracharse en las caricias

218
de la palma de Gabe en su mejilla o los labios de
Gabe en él. No tenía que preocuparse por no tener
nada en el culo de Gabe, sin embargo, él realmente
amaria tocar fondo en estos momentos.

Basando a Gabe.

—¿Sabes lo que quiero? —Susurró en el oído de


Gabe mientras empujaba contra él—. Quiero que me
folles sin barreras, sin condón.

Gabe se puso rígido y se apartó. —¿Qué?

—Mañana me hago una prueba y entonces no quiero


que haya ninguna barrera entre nosotros —Él miró a
los nublados ojos grises de Gabe, tratando de medir
su reacción.

—Nunca lo he hecho a pelo con nadie ni siquiera


Trish —Gabe se humedeció los labios—. Nunca pensé en
ello en lo que respecta a nosotros.

—¿Lo quieres, con nosotros? —Angelo ni siquiera


pensó en ello hasta que las palabras salieron, pero
se sentía bien. Lo que él compartía con Gabe, no

219
debía de tener barreras, físicas o de otro tipo.

—Me hice uno en el físico hace unas semanas.


Estaba limpio, y desde entonces sólo he estado
contigo con los condones. Estoy bien —Gabe asintió
con la cabeza, una sonrisa brillante floreciendo en
su rostro—. Vamos a hacerlo.

Angelo lo puso cerca, metiendo la barbilla en el


hombro de Gabe —vamos a hacerlo —besó a Gabe y quitó
la mano de la parte trasera de sus pantalones.
Levantando a Gabe de su regazo, él se puso de pie y
le tendió la mano—. Vamos.

—¿A dónde vamos? —Gabe le cogió la mano y tiró de


él hacia su cuerpo.

—Mami me dio algo que te ayudará con tu hombro.


Hay que sumergirte en una tina —Angelo volvió a la
cocina, recuperando la caja de sales de Epsom que
mantuvo para Gabe —. Se supone que debo hacer un baño
caliente, verterlo en este, y tienes que tomarlo por
un tiempo.

Gabe frunció el ceño. —Pero ¿qué pasa con esto? —


Señaló a su erección delineando su cremallera— Pensé
en que íbamos a ponernos sucios.

220
Angelo se echó a reír. —¿Sucios? ¿En serio?

—Lo que sea —Gabe lo agarró por la cintura al


pasar—. ¿Sólo me calientas malditamente duro y luego
te alejas, burlándote? —Él palmeó la dolorida polla
de Angelo—Estás tan listo —Gabe lo apoyó en la pared
y se frotó la entrepierna sobre Angelo.

—Aahh —Angelo se resistió cuando Gabe hundió sus


dientes en el hombro—. Maldita sea, eso es para más
adelante. —Se apretó contra Gabe, el aliento
sacándolo en jadeos—Primero te das el baño y entonces
follamos.

—¡Maldita sea! —Gabe se alejó con una última


lamida húmeda en el hombro de Angelo—. Está bien —él
se dirigió hacia las escaleras—, vamos a terminar con
esto.

221
Capítulo Siete
Angelo se sentó en el suelo junto a la bañera
donde Gabe estaba sumergido en el agua caliente. Sus
tobillos y la cabeza eran las únicas cosas visibles.

—Dime otra vez, ¿cómo se supone que funciona?

Angelo sonrió ante el tono escéptico de Gabe. —


Mami vio algo en la tele... o tal vez lo leyó en
alguna parte, que esto relaja los musculos —metió la
mano en el agua y dibujó círculos sobre el pecho de
Gabe.

—El sexo hubiera hecho lo mismo, ¿no? —Gabe le


sonrió y Angelo se rió.

—¿Eso es en todo lo que puedes pensar?

—Bueno, tenías un dedo en mi culo hace unos


minutos —Gabe se encogió de hombros—. ¿Debería pensar
en otra cosa?

222
Angelo negó con la cabeza y fingió fulminarlo con
la mirada. —Tal vez estoy siendo una mala influencia
para ti, jovencito.

—Sí, lo eres —Gabe atrapó la mano de Angelo y lo


arrastró abajo, cubriendo su entrepierna—. Influye un
poco más.

Angelo lo apretó haciéndolo arquear. —Sé un buen


chico y haz lo que te digo y tal vez tendrás una
recompensa.

—Recompensa, ¿hmm? —Gabe lo miró—. ¿Tiene algo


que ver con venirme en tu garganta? Porque estoy a
favor de eso.

Angelo alargó las palabras y las caricias en su


polla. —¿Dónde está el inocente, el joven detective
que conocí una vez, huh? Ha desaparecido o quizás lo
han cambiado por un pervertido.

Gabe pasó su mano mojada sobre él. —Tú me


convertiste en un pervertido y yo no soy joven. Da la
casualidad que soy tres años mayor que tú, hijo.

223
—Sí que lo eres, viejo —Angelo se rió con la
mirada de muerte que Gabe le dedicó con la mirada.

—Hablando de eso, tu cumpleaños se acerca en dos


días.

—¿Cómo lo has...?

—Tu archivo.

—Ah.

—Entonces, ¿qué harás para celebrar cumplir los


treinta y dos? —Gabe entrelazó sus dedos—. ¿Una
fiesta?

Angelo negó con la cabeza. —No, tenía planes con


Catarina —él miró hacia otro lado—. Cada año en mi
cumpleaños íbamos a Miami. Comenzó cuando cumplió
veintiún años. No tengo nada planeado este año.

—Lo siento —Gabe le besó los dedos—. Yo sé que


soy un pobre sustituto de Catarina o Miami, pero me
encantaría estar contigo en ese día. Si tú quieres.

224
Angelo se quedó mirando sus dedos, las emociones
quemando en la garganta. Levantó la mirada hacia la
mirada vacilante de Gabe. —Eres algo más que un pobre
sustituto. Yo no quiero estar con nadie más.
Los ojos de Gabe se iluminaron.

—Probablemente tendría que pasar algún tiempo con


mi madre, pero después de eso soy todo tuyo.

—Bien —Gabe sonrió—, he pensado en ello, ya


sabes.

—Hmm, ¿el qué?

—Cumplir con ella. Tu madre. Me gustaría.

—¿Qué? ¿Estas seguro?

Gabe se veía un poco verde alrededor del cuello


cuando rió. —No, no estoy seguro. Muerto de miedo, en
realidad, pero todavía quiero conocerla.

225
Angelo se inclinó y lo abrazó con fuerza. —Ella
te amará —besó la frente de Gabe—. Gracias. —Él no se
había dado cuenta de lo mucho que quería que los dos
cumplieran hasta ahora. Quería que su madre supiera
de Gabe y viera que el policía era un buen hombre.
Uno que Angelo no se merecía, pero lo mantendría de
todos modos.

—De nada —Susurró Gabe—. Ahora, vamos a salir de


aquí, así me puedes recompensar adecuadamente como me
gusta.

Angelo le agarró por las axilas y lo ayudó a


salir de la bañera. Una vez que tenía los pies
plantados en el suelo de baldosas, Gabe presionó su
cuerpo mojado contra Angelo, empapando su frente.

—Parece que tendrás que desvestirte —Gabe se


alejó con una sonrisa—. También es posible que desees
unirte conmigo en la ducha —le guiñó un ojo y se
metió en la ducha, mientras que Angelo se quedó
boquiabierto.

—¿Crees que eres hábil, no? —Angelo se quitó los


pantalones mientras hizo un gesto al jersey y se lo
quitó por la cabeza. Él oyó reírse a Gabe en la ducha
abierta.

226
—Trae ese precioso culo aqui —dijo Gabe en voz
alta—. Necesito ayuda con mi um... ¿espalda?
Angelo no pudo evitar carcajearce mientras se
acercaba a un lado de la puerta de cristal y entró en
la ducha.

Gabe se puso bajo la ducha frente a él, el agua


caía en cascada sobre su cabeza y sobre sus hombros,
barriendo en sus pectorales y el torso.

—Hey —gotas de agua brillaban sobre Gabe y sus


pestañas cuando parpadeó. Abrió sus brazos y puso a
Angelo en ellos.

—Hey —sus labios se encontraron, húmedos y


hambrientos, lenguas juntas, luchando. Gabe palmeó su
culo, tirando de él más cerca, meciendo sus
erecciones juntas.

Angelo gimió ante la fricción con sus pollas


deslizándose una sobre la otra. Él rompió el beso,
mordiendo el cuello y el hombro de Gabe, hundiendo
las uñas en la espalda mientras rodaba sus caderas.
Él lamió su camino por el pecho de Gabe, moviendo la
punta de la lengua por el pezón marrón plano.

227
El aliento de Gabe se quedó atrapado. —Oh, sí.

Angelo capturó un pezón con los dientes,


mordiendo suavemente y luego más fuerte cuando las
uñas de Gabe agarraron sus hombros. Él cambió su
atención al otro pezón, lamiendo y mordiendo hasta
que Gabe lo empujó por los hombros.

Se enderezó, limpiando el agua de los ojos y vio


que Gabe le enjabonó, delante y detrás, y luego su
polla. Gabe se acariciaba con las manos con jabón y
Angelo hizo lo mismo, tirando de su erección, con los
ojos clavados en las manos de Gabe.

—Para.

Su mirada voló a Gabe.

—Manos fuera de tu polla, Pagan —Gabe se enjuagó


con una sonrisa torcida—. Te quiero de rodillas.

—Yo... —Angelo se humedeció los labios. La


anticipación le hizo caer de rodillas ante él,

228
sabiendo lo que haría. Las frías, duras baldosas del
piso de la ducha dolían en su carne, pero él lo
ignoró, mirando a la mirada de adoración en los ojos
de Gabe.

Agarrando su erección, Gabe se acercó más, lejos


del agua que caía directa de la ducha, y la llevó a
los labios de Angelo. —Quiero tu boca sobre mí —Gruñó
Gabe—, quiero joder esa boca sexy tuya.

Angelo gimió. Sus bolas y polla palpitaban y se


frotó la palma de la mano sobre su entrepierna.

—No te toques a ti mismo —dijo Gabe. Una gota de


líquido pre-seminal brillaba en la punta roja de su
polla y se lo pasó por el labio inferior de Angelo.

Angelo la lamió a lo largo.

—Vamos a ver cuánto tiempo puedes mantenerte sin


venirte —Gabe empujó su polla, la cabeza latía
caliente en sus labios—. Abre.

Angelo obedeció, separando sus labios, y Gabe


entró.

229
—Las manos apoyadas en los muslos —Instruyó Gabe.
Angelo obedeció y Gabe deslizó los dedos por el pelo,
acariciándolo—. Chupame.

Angelo rodó la lengua por la hendidura de Gabe,


gimiendo ante el sabor potente de sal-amarga antes de
sellar sus labios a su alrededor, ahuecando sus
mejillas y lo chupó.

—Aahh —Gabe plantó una palma en la pared y se


trasladó a pequeños empujes.

Angelo le chupaba con los ojos cerrados,


disfrutando de los sonidos húmedos de su boca, de las
respiraciones duras de Gabe por encima de su cabeza y
el sabor de su fusión en la lengua. Nunca había
tenido la oportunidad de hacer nada de esto antes, no
se lo había permitido a nadie, excepto a Gabe y él se
alegraba de ello.

Las caderas de Gabe aceleraron y comenzó a


empujar más duro. Angelo abrió los ojos y miró hacia
arriba. Gabe lo miró con los ojos entrecerrados, los
labios húmedos entreabiertos, pómulos sonrojados.

230
—Lo amas, ¿verdad? ¿Chupar mi polla?

Él asintió con la cabeza, tomando a Gabe más


profundo y su amante tiró de su cabello, señalando
con la cabeza hacia arriba. Angelo gimió.

—Te encanta chupar mi polla, ¿no? —El intenso


calor ardía en el fondo de los ojos grises de Gabe,
quemando la piel de Angelo.

Él asintió con la cabeza.

Gabe se echó hacia atrás, tomando su polla fuera.


Angelo gimió de frustración, pero Gabe sonrió. —Boca
abierta.

Angelo dejó caer su mandíbula.

—Sí, sólo mantente de esa manera —Gabe inclinó


sus caderas hacia delante, deslizando su polla entre
los labios de Angelo antes de retirarse—. Te ves tan
jodidamente caliente por mí —él se deslizó de nuevo.

Las bolas de Angelo se agitaron con la necesidad

231
de venirse. Él amaba eso, el camino que Gabe
naturalmente se hizo cargo, tomando la toma de
decisiones de las manos de Angelo. Ordenándole
alrededor. A él le encantaba.

—Abre más amplio.

La tensión apretó las líneas del cuerpo de Gabe.


Su polla parecía hincharse en los labios de Angelo y
él sonrió para sus adentros. Él no era el único en el
borde.

—Te voy a follar duro —Gabe golpeó en la boca de


Angelo. Ellos gimieron. El orgasmo en las bolas de
Angelo viajaba hacia arriba, arriba, arriba.

—Me voy a venir en tu garganta —las palabras de


Gabe eran apenas audibles por encima del zumbido en
los oídos de Angelo.

—Oh ¡joder! —Gabe se arqueó. Sostuvo la parte de


atrás de la cabeza de Angelo cuando la crema inundó
sus papilas gustativas.

Angelo se dejó ir, las caderas salvajemente

232
moviéndose mientras vaciaba su semilla en el suelo de
la ducha. Él gimió mientras Gabe se metia en su boca
de nuevo.

—Oh Dios. Sí, bebé —Gabe se estremeció—. Tragame.

Angelo se tragó toda la polla de Gabe.

Gabe gritó, echando más, llenando su boca. Angelo


luchó para tragar tanto como podía mientras Gabe
salió y ordeñó lo último de su semen en la boca y la
mejilla de Angelo.

—Jooder —Gabe parpadeó hacia él—. Eres tan


jodidamente caliente, bebé —limpió el semen de la
mejilla de Angelo con dos dedos y se los ofreció a
Angelo para que los chupara en su boca.

—Hmm —Él gimió alrededor de los dedos, cuando los


lamió.

La mirada de Gabe se volvió inescrutable. Se


llevó los dedos, limpió el resto de su semen en la
cara de Angelo y se lamió a sí mismo. Cuando terminó,
torció un dedo.

233
—Ven aquí.

Angelo se puso lentamente de pie, las rodillas


protestando por el tiempo empleado en el piso. Gabe
lo agarró por el cuello y Angelo se estremeció, los
párpados revoloteando. Le encantaba cuando Gabe lo
mantenía así.

Gabe le besó los labios suaves y se aferró. —


Gracias por confiar en mí.

Angelo enterró su cara en el hombro de Gabe. —Oh


amado. Haces que sea tan fácil.

Gabe le tomó la cabeza con las dos manos hasta


que Angelo abrió los ojos y se encontró con su tierna
mirada. —Ve a la habitación —Gabe lo besó de nuevo,
esta vez duro y lleno de promesas—. Me montarás.

234
Angelo se sentó en el borde de la cama y esperó a
Gabe para salir del baño. Su pelo mojado se aferró a
sus hombros, haciéndole cosquillas en la piel tensada
con anticipación. Acariciando su polla
tranquilamente, cerró los ojos y recordó la mirada en
los ojos de Gabe cuando Angelo le chupó,la ardiente
adoración, todo por él.

Joder. Él podría venirse por el recuerdo de esa


mirada solo.

Un sonido llamó su atención y sus ojos se


abrieron. Gabe se paró frente de él, el agua
brillando en su piel, la polla de color ciruela
curvada hacia arriba a la izquierda. Angelo lo
acarició con la mirada, lamiéndose los labios.

Gabe pasó una pierna por encima de Angelo, a


horcajadas sobre él mientras estaba de pie,
enterrando sus dedos en el cabello de Angelo y echó
la cabeza hacia arriba.

235
Esa mirada gris brillaba con un millón de
hogueras, barriendo el rostro de Angelo en una
caricia caliente. Angelo envolvió con sus brazos
alrededor de la cintura delgada de Gabe y presionó su
frente en su torso. Se quedaron así, con los dedos de
Gabe pasando a través de su pelo.

-A veces me da miedo lo natural que es esto. -


Murmuró Gabe. -El cómo no cuestiono la manera que me
siento por ti. No creo que nadie más pueda hacerme
sentir como cuando te estoy follando, me derrito cada
vez que te miro a los ojos. Lo hago. -Cogió un puñado
de pelo de Angelo y tiró la cabeza hacia atrás. -Cada
vez que lo haces.

-Amado, es lo mismo para mí. -¿Qué más podía


decir Angelo? Se sentía a la deriva, sin timón, y el
pensamiento no le inspiró pánico o desesperación.
Gabe estaba con él, experimentando la misma cosa.

Se inclinó hacia delante, deslizando la lengua


por el estómago de Gabe, tratando de dejar su toque
hablar. Transmitir sus sentimientos a Gabe a través
de cada trazo, cada lamida.

Ahuecando el culo de Gabe, amasó la carne

236
mientras besaba su camino por el cuerpo de su amante,
siguiendo el rastro del tesoro oscuro para el premio
final. Él lamió el líquido translúcido de la punta
bulbosa enrojecida y luego metió la lengua en la
ranura, sondeando cuando el agarre de Gabe en el pelo
apretó y él se arqueó. Angelo se retiró, chupó la
cabeza una vez, dos veces, y luego volvió a la
ranura.

-No...aah, Dios. -Gabe se estremeció. -Amor,


jodeme con la lengua.

Angelo sostuvo las caderas de Gabe, ahuecando sus


mejillas y se tragó la longitud de Gabe.

-Hmm. Oh sí. Eso está bien.

Relajando sus músculos de la garganta, Angelo


asintió con la cabeza, tomando a Gabe más profundo
hasta que la cabeza de la polla se empujó en la parte
posterior de la garganta. La fuerte sensación de Gabe
contra su lengua le excitó. Aspiró, teniendo el
almizcle limpio de Gabe en sus pulmones.

No había nada mejor que esto.

237
Las caderas de Gabe se movieron hacia adelante,
empujando su polla más profundo, los dientes de
Angelo rasparon. Gabe gritó. Angelo rodó su lengua
sobre él, y luego a la cresta en la parte inferior de
la cabeza. Como lo anticipó, Gabe empezó a moverse
salvajemente.

-Joder, ¡para! -Gabe tiró de la cabeza de Angelo


lejos y dio un paso atrás, tambaleándose. -Los
condones y lubricante en el cajón. -Señaló la mesita
de noche y subió a la cama. -Dame tu culo. -
Apoyándose en las almohadas, Gabe se echó hacia atrás
y se acarició a sí mismo.

Angelo dio un tirón al cajón, buscando a tientas


la mercancía, sin apartar los ojos de su hombre en la
cama. Su mano se cerró alrededor de una caja, por lo
que la sacó y la miró.

Trojans.3

Comprobado.

Metió su mano y encontró un tubo.

238
Hola, lubricante.

Lanzó su captura junto a Gabe, saltó sobre la


cama y él se sentó a horcajadas. Juntó las pollas,
las frotó, silbando en la deliciosa fricción.

-Oh, sí. -Echó la cabeza hacia atrás,


retorciéndose, rectificando en Gabe mientras que su
amante echaba el lubricante en sus dedos.

-Date la vuelta.

Angelo hizo lo indicado, presentando su culo a


Gabe ya que invirtió su posición. Fríos, dedos
resbaladizos presionaron su entrada, robandole el
aliento . Hundió los dedos en la carne del muslo de
Gabe mientras empujaba dentro.

-Tan firme y suave aquí. -Murmuró Gabe. Empujó


sus dedos más profundo, girando, empujando como
Angelo jadeó en busca de aire.

Los escalofríos trajeron la carne de gallina en


la piel de Angelo con cada roce de los dedos de Gabe
por encima de su próstata. -Más. Dame más. -Se

239
inclinó hacia delante, la cara baja en los tobillos
de Gabe cuando puso el culo más alto.

Gabe cumplió con un gruñido, sacando y chocando


contra él. Angelo gritó, arqueándose. No sabía
cuántos dedos Gabe tenía dentro de él, pero esa
mierda traía una quemadura a su culo y venas que le
aguaba los ojos. Acostado con la mejilla sobre la
cama, metió la mano detrás de él y separó sus nalgas.

-Duro. -Suplicó. -Gabe, por favor. -Le temblaba


la voz, su boca seca como astillada, pero se
deleitaba con el dolor dulce cuando Gabe se empujó en
él.

Duro e implacable, los dedos seguros golpeaban


contra su lugar con asombrosa precisión. Se balanceó,
follándose a sí mismo en los dedos de Gabe.

-Eres tan malditamente caliente cuando estás


necesitado de esta manera. -Gabe gruñó cuando se
estrelló contra Angelo y otra vez. -Tengo cuatro
dedos en tu culo apretado, bebé, y tú estás tomándolo
todo. Tómalo.

¡Mierda! Con las palabras de Gabe, así como sus


acciones, y esa voz ronca, tenían el orgasmo en sus

240
bolas apretadas. Apretó los músculos alrededor de los
dedos.

-Dios, policía. Vas a hacer que me venga.

-No lo hagas.

Angelo calmó todos los movimientos en esa palabra


fuerte.

-Ven a sentarte conmigo, quiero venirme dentro de


ti. -Gabe sacó sus dedos lentamente, arrastrándolos
contra la próstata de Angelo.

-¡Joder! -Apenas podía moverse, pero Angelo se


sentó y se retorció alrededor hasta que se enfrentó a
Gabe, una vez más. Al ver la polla de Gabe ya
enfundada, Angelo pasó una pierna por encima de él y
se dejó caer.

Hacia abajo.

Oh la jodida quemaba.

241
-Aahh.

-Hijo de puta. -Gabe le agarró del pelo y tiró de


él hacia abajo. -¿Estás tratando de matarme? -Lo
besó, alejado la respuesta de Angelo, mordiendo,
lamiendo.

Sus dientes chocaron, los labios machacándose


juntos como Angelo se movía en él, montando la polla
en su culo, sus gemidos se derramaban en la boca del
otro.

Las manos de Gabe se mudaron del cabello de


Angelo y acariciaron la espalda, y ahuecó sus nalgas
mientras le animó a moverse. Pasando la lengua por la
barbilla y la nariz de Gabe, Angelo sacó sus rodillas
a los lados del torso de Gabe y se movió.

Su cuerpo se consumía por la preparación


anteriormente de Gabe, pero se encontró con que ardía
con facilidad en el placer de ahora. Apretó los
músculos, realizando una captura y liberación de la
polla de Gabe, y observó las emociones que volaban a
través de la cara de su amante, la alegría llenaba de
encanto el color de sus mejillas mientras que la
emoción suavizaba la lujuria y el hambre en sus ojos

242
tormentosos.

Angelo le dio un beso. Suaves labios pegados


hasta que Gabe apretó sus nalgas y luego se empujó
hacia arriba, golpeando su próstata.

-Ugh. -Angelo se cogió a la cabecera, los


nudillos blancos mientras se sostenía en ella. -
Fóllame, amado. Haz que me venga. -Se estrelló hacia
abajo, abriendo la boca en un gruñido silencioso.

-Mierda. -Gabe levantó la cabeza, los labios


rozando el pecho de Angelo, antes de capturar un
anillo en el pezón entre los dientes y tirar.

-¡Argh! -Angelo se corcoveó violentamente,


apretando el culo mientras luchaba por mantenerse en
pie. Gabe tiró con más fuerza sobre el anillo,
mientras que algo se unía con su polla empujando en
Angelo.

Su dedo.

-Jesús. -El hormigueo en sus bolas y la columna


se hizo más fuerte, más grande. -Gabe, tengo que...

243
-Sí.

Gabe se estrelló contra él, el dedo y la polla, y


Angelo gritó su liberación, disparando cuerdas
blancas en todo el estómago de Gabe. Su amante se
arqueó, su polla se hinchaba y palpitaba dentro de
Angelo, y luego una sensación de calor hormigueó su
interior.

Gabe llegó en el condón, protegiéndolos.

Los miembros de Angelo dolían, en una misma


posición durante demasiado tiempo, pero Gabe lo
mantuvo quieto y Angelo ni siquiera consideró
moverse. En su interior latía Gabe, suavizándose
lentamente. Limpió el sudor de Gabe con el pulgar y
luego dibujó círculos ociosos en el cuero cabelludo
de su amante. Gabe inclinó la barbilla hacia arriba,
encontrando su mirada. Se miraron a los ojos, no
había palabras que decir, no era necesario, Gabe
deslizó una mano por el hombro de Angelo por su
parte, y unieron sus dedos.

Había vulnerabilidad ante los ojos de Gabe que no


había visto antes. Reflejaba la sensación en el pecho
de Angelo. Una extraña tranquilidad flotaba en el

244
aire alrededor de ellos, envolviéndolos en suavidad.
Tal vez él se estaba poniendo blando, pero a Angelo
no le importaba en ese momento.

No había un montón de veces en su vida que se


había sentido así y al infierno si no le encantaba.
Al infierno si no quería más. Todo el tiempo.

Jesús. El miedo se deslizó entonces, porque no


creía que fuera capaz de sobrevivir a la pérdida de
Gabe.

Gabe le hizo rodar de repente, su longitud


flácida dejando el cuerpo de Angelo. Angelo se
encontró de espaldas, parpadeando con ojos feroces.

-Estoy aquí. -Gabe murmuró contra sus labios. -


Estoy aquí.

Angelo agarró sus hombros, abriendo la boca como


la lengua de Gabe se deslizó sobre sus dientes y
encías. Angelo gimió dentro del beso, acariciando la
espalda de Gabe, abandonando el miedo en favor de
actividades más placenteras.

245
-¿Puedo pasar la noche? -Le preguntó.

Gabe levantó la cabeza, con los labios húmedos,


las fosas nasales dilatadas. Su expresión era
cautelosa. -¿Quieres?

Joder, nunca querría dejar los brazos de Gabe. -


Sí.

Gabe destelló la sonrisa más grande que Angelo


había visto en su vida. -Me encantaría que te
quedaras esta noche. -Gabe se quitó el condón y lo
tiró en el suelo junto a la cama antes de volver al
lado de Angelo. Le besó el tatuaje de la cruz
envuelta en hiedra en el bíceps izquierdo de Angelo y
pasó un brazo sobre su pecho.

Angelo retiró las mantas y luego se inclinó y


apagó la lámpara de la mesita de noche. Gabe se
acurrucó con él, su cálido aliento rozando el pecho
de Angelo. Apretando el brazo alrededor de Gabe,
Angelo le besó la sien.

-Buenas noches, policía.

246
Capítulo Ocho
Un fuerte golpe arrancó a Gabe del sueño. Él se
irguió, parpadeando al sol que entraba por las
ventanas y miró a su alrededor por Angelo.

El lugar a su lado en la cama estaba deshecho. Él


puso una palma allí. Todavía estaba caliente, por lo
que Angelo no se había ido hacía mucho tiempo.

Otro estruendo provenía de la planta baja,


sacudiendo la cama.

-¡Jodidamente no te muevas!

¿Kane? ¿Era la voz de su hermano? Gabe saltó de


la cama, tirando de sus pantalones vaqueros de la
noche anterior mientras agarraba su arma desde el
interior de la mesita de noche.

-¿Kane? -Tomando las escaleras de dos en dos,


llamó a su hermano. -Kane, ¿qué hay de malo?

247
-No me jodas, Gabe. -La voz de su hermano vino de
la cocina, sonando más enojado.

Gabe se coló en la habitación, pistola en mano y


se quedó mirando. Angelo estaba con la espalda
apoyada en el fregadero en sólo sus apretados
pantalones negros, un .9mm apuntando a Kane que
estaba al otro lado de la mesa vuelta hacia arriba,
la Glock apuntando a Angelo.

-Chicos. -Gabe metió la pistola en la cintura de


sus pantalones vaqueros y pasó por encima de una
silla rota que ensuciaba el suelo. -Las armas, por
favor.

-¿Qué carajo es esto, Gabe? -Kane le devolvió la


mirada con los ojos muy abiertos, respirando
agitadamente. -¿Por qué este hijo de puta está en tu
casa?

Gabe movió su mirada al calmado Angelo, su


expresión casi aburrida y a Kane con la conducta de
buscar sangre. -Las armas hacia abajo, y luego
hablamos.

Angelo señaló con la barbilla hacia Kane. -


Después de ti, el Mariscal.

248
Los ojos de Kane se estrecharon. -Puedo matarte
ahora mismo, Pagan, y me gustaría tener una jodida
medalla. -Sus dedos apretaron el gatillo, los
músculos abultados.

-Puedes intentarlo. -Gabe se puso delante de


Angelo. -No voy a pedirlo otra vez. ¡Las armas abajo!

Los ojos de su hermano brillaron con


incredulidad. -¿Qué está pasando, Gabe? -Bajó la
pistola lentamente, agachándose y colocandola en el
suelo. Enderezándose, Kane ladró, -Empieza a hablar.

-Cuida tu tono, Mariscal. -El aliento caliente de


Angelo arremetió en el cuello de Gabe antes de que
sus labios rozaran la piel de Gabe. -Buenos días,
bebé.

Kane tragó.

Gabe echó la cabeza hacia atrás, colocándola


sobre el hombro de Angelo. Levantando una mano, buscó
detrás y tomó la cabeza de Angelo. -Hey.

249
-¿Estás jodidamente bromeando? -Kane atacó. -¿Tú
y él, Gabe? ¿Desde cuándo eres...?

-Desde él.

-Pero sabes quién es. Lo que él hace. -Kane dio


un paso hacia él. -Es un asesino. Un traficante de
drogas. Su trabajo es poner a la gente que no le
gusta fuera, no duerme con ellos. -Su boca se torció
con desprecio evidente.

-No hablaré contigo a menos que te calmes de una


puta vez. -Le dijo Gabe. -Deja de actuar como un niño
haciendo un berrinche.

-¿Estoy haciendo un berrinche? -Kane lo empujó en


el pecho. -Entonces, ¿qué estás haciendo tú, tienes
una crisis de mediana edad?

-Por supuesto que no.

-Entonces, ¿qué es esto? De repente, eres gay ¿y


encontraste a la persona peor posible para
experimentar?

250
Angelo se inclinó hacia Gabe. -¿Debo dejaros
solos?

Gabe asintió. -Si. Gracias, bebé. -Él se dio la


vuelta en los brazos de Angelo y envolvió sus brazos
alrededor de la cintura desnuda de Angelo. -Pensé que
te habías ido.

Angelo esbozó una sonrisa. -Vine para hacerte


café. -Le guiñó un ojo. Me gusta eso de despertarme a
tu lado.

-Vamos a hacerlo de nuevo. -Gabe le besó la


garganta. -Ve a cubrir toda esa deliciosa piel.

Angelo soltó un saludo y salió de la habitación


después de destellar una sonrisa a Kane.

Una vez que Angelo desapareció por las escaleras,


Gabe se dio la vuelta a su hermano. -¿Has traído
café?

La vena grande en el medio de la frente de Kane

251
creció más pronunciada. Su boca se abrió y se cerró
rápidamente. Gabe juró que si miraba lo suficiente,
vería el humo salir de las orejas de su hermano.
Aunque contuvo una sonrisa. Su hermano tenía todas
las razones para estar confundido, todos los motivos
para cuestionar la cordura de Gabe.

-Vamos. -Entró en la sala de estar. -Tienes que


sentarte. -Antes de que te caigas del shock. Esa
parte la mantuvo para sí mismo. Su hermano mayor no
apreciaría el humor.

Kane se sentó en el sofá, le sorprendió la


expresión como de borracho en su rostro. Sus ojos, el
azul claro al gris de Gabe, lo miraban como lo haría
con un extraño.

-¿Qué está pasando contigo? -Negó con la voz


Kane. -¿Fue por el tiroteo? Habla conmigo.

Kane agarró su rodilla con las manos temblorosas


y Gabe se dio cuenta de que su hermano estaba
asustado.

Por mí. -Mírame.

252
Kane volvió la mirada hacia arriba.

-Realmente mírame. -Dijo Gabe. -Estoy bien. Todo


está bien.

-¡Todo lo que no puedes estar bien! -Kane


explotó. -Esta es...esta mierda autodestructiva no
eres tú. -Su voz se alzó en toda la casa y Gabe hizo
una mueca. -Incluso si te sientes como si ... como si
quisieras estar con un hombre, ¿por qué él? Ayúdame a
entender.

Gabe se sentó en silencio mientras su hermano


despotricaba. -No tienes que entender. Es mi vida, mi
decisión de que quiero estar con él. Con quién quiero
dormir.

Kane entrecerró los ojos. -Estás siendo


deliberadamente denso y no te conviene. ¿Por qué él?
Cuando salga, cuando la gente lo descubra y lo harán,
si no lo ha hecho...tu carrera habrá terminado. La
fama que has trabajado tan difícilmente para
construir será diezmada y para qué?

Ninguna de esas preguntas eran nuevas para Gabe.


Él mismo se las había echo él mismos todos los días
desde que conoció a Angelo, desde el primer beso.

253
-¿Recuerdas la primera vez que viste a Bailey?

Kane se quedó inmóvil ante la mención de su


compañero muerto.

-¿Te acuerdas de la primera vez que lo miraste a


los ojos y te derretiste? -Gabe tocó el hombro de
Kane. -Lo sé, porque viniste a casa y no podías dejar
de hablar de él. Te enamoraste de él cuando lo
miraste a los ojos ... por sus palabras.

-N...no compares a Bailey y Angelo Pagan. -La voz


de Kane era un débil hilo de sonido. Sus ojos
brillaron salvajemente y su rostro se arrugó
lentamente antes de que inhalara y se recogió
visiblemente. -Lo que Bailey y yo teníamos...

-Fue increíble. Impresionante. Acabó demasiado


pronto. -Gabe asintió. -Pero yo sabía lo de los
chicos, y Kane. -Agarró el brazo de su hermano y
apretó con fuerza, -Angelo me mira y me derrito. Él
me toca y me olvido de mi nombre.

Kane negó con la cabeza y se pasó la mano por la


cara. -¿Qué hay de sus crímenes, qué convenientemente

254
bloquea aquellos que se acercan demasiado?

Como si pudiera. -Soy muy consciente de los


pecados de Angelo. No puedo barrerlos debajo de la
alfombra y no lo intento. No me gusta lo que hace y
la vida que lleva, pero hay una diferencia entre eso
y lo que es. No puedo odiarlo. No quiero.

Kane dejó escapar un largo suspiro. -¿Desde


cuándo has estado atraído por los hombres, de todos
modos?

-No lo soy.

Kane lo miró como si estuviera loco.

Gabe se encogió de hombros. -No me atraen los


hombres de esa manera.

-Excepto el desnudo en la cocina.

-Sólo el desnudo en mi cocina.

255
Los labios de Kane se crisparon. Los hermanos se
sentaron en un silencio pesado hasta que Gabe lo
rompió.

-¿Así que realmente no trajiste café?

Kane se echó a reír. -Te dejé un mensaje en tu


teléfono la noche anterior, dije que iba a venir para
llevarte a desayunar.

-No lo vi.

-Huh. Ya lo veo.

Se quedaron en silencio de nuevo, también


escucharon el crujido sobre sus cabezas como Angelo
se movía arriba.

-Tienes mucho más que perder que él. -Dijo Kane


suavemente. -Mucho más.

-Sí, pero también sé más sobre su organización en


estos últimos días que la NYPD alguna vez.

256
-¿Él habla contigo? -Los ojos de Kane se
abrieron. -¿Eso es lo que se conoce como hablar con
la almohada hoy en día?

-Hablamos. -Dijo Gabe. -Él confía en mí. Confío


en él.

-Espero que la confianza no esté fuera de lugar.

-¿Cuándo te volviste tan cínico? Solías ser


savio. -Con voz suave, dijo: -Ya han pasado cuatro
años, ¿cuando vas a darte permiso para vivir otra
vez? -Últimamente Kane era consumido por su trabajo,
cazando a los criminales por todo el mundo sin fin a
respirar en el medio.

-¿En serio? -Kane miró por el rabillo del ojo,


como pasos retumbaron por las escaleras. -No hagas
esto por mí, por favor.

Gabe abrió la boca, pero la cerró cuando Angelo


quedó a la vista vestido con su ropa del día
anterior, la camiseta blanca y chaqueta de cuero,
jeans oscuros caídos y sus Timberlands4, su gorra
yanqui estaba puesta hasta los ojos.

257
-¿Estás bien? -Su mirada se desvió de Gabe a Kane
y su espalda.

-Sí. -Gabe asintió. -Mi hermano y yo estamos


bien.

Kane gruñó.

Angelo sonrió.

Gabe frunció el ceño. -Espera. ¿Se conocen entre


sí, chicos? Porque estoy recogiendo un ambiente de
odio definitivamente.

Angelo se encogió de hombros. -Nos conocimos


cuando tu hermano estaba cazando a un ex asociado
mío.

-Asociado, mi culo. -Gruñó Kane. -Ese bastardo


fue tu proveedor de armas durante años.

Angelo suspiró mientras se apartó el pelo de sus

258
hombros. -¿Resulta que tienes la prueba, Mariscal? No
lo creo. Sin embargo, la captura de Reynarde hizo mi
vida un poco ... difícil. -Él hizo un guiño a Kane.

Gabe rodó los ojos. -Basta, tú. -Agarró el borde


de la chaqueta de Angelo y lo atrajo hacia sí. -¿Te
vas ahora?

-Sí. -Angelo bajó la cabeza y rozó sus labios


sobre los de Gabe. -Tengo que ir a ver a mi tío. -
Susurró.

-Jesús. -Gabe lo mantuvo apretado. -¿Estás seguro


de esto? -Se apartó y se encontró con la mirada de
Angelo.

-Yo, sí. -La determinación brilló en los ojos de


Angelo. -Cuanto antes, mejor.

-Joder. -Gabe se pasó los dedos por el pelo como


el miedo corría por él. -Cuídate. -Él ahuecó la
mandíbula de Angelo. -Es una jodida orden.

-La tengo. -Pegándose sobre su pecho, Angelo le


besó profundamente, con hambre hasta que Kane tuvo el

259
descaro para aclararse la garganta.

-Todavía estoy en la habitación maldita sea.

Angelo levantó la cabeza, su mirada nunca dejando


a Gabe mientras se dirigía a Kane. -Sí, pero ¿por
qué?

-Está bien, adiós, bebé. -Él besó la barbilla de


Angelo. -Ven por la tarde y tal vez cocine para ti.

-Oh estaré aquí sin duda alguna por la tarde. -Su


mirada dorada acariciaba el rostro de Gabe
persistentemente, entonces él hizo un gesto con
atención. -Ha sido un placer, Mariscal. -Él salió por
la puerta principal con un guiño.

Gabe miró su culo hasta que la puerta se cerró


detrás de él. Maldición, no puedo creer que tenga la
oportunidad de joder a Angelo Pagan.

-Bueno, -Kane habló desde el sofá. -Hablando


estrictamente como un hombre gay, el cuerpo de ese
bastardo es un jodido problema. -El brillo en sus
ojos dijo que era una cosa muy buena.

260
La risa burbujeó y se derramó de los labios de
Gabe. -Vamos, hermano mayor. Llévame a desayunar.

Angelo fue a ver a su madre, y se sentó a


desayunar y concluir un día para cenar con Gabe,
antes de que condujera hacia el garaje que su tío
usaba como lugar para pasar el tiempo.

Deliberadamente se había quedado lejos de Carlos,


cuando el hombre aparecía, eligiendo el ordenar a
sus hombres para vigilarlo en su lugar. No se habían
encontrado cara a cara en años. Angelo siempre temía
que perdería la calma y golpearía a su tío allí con
sus manos desnudas por todo el dolor que Carlos
perpetró contra él y su familia a lo largo de los
años. Las heridas todavía estaban allí en los ojos de
su madre, rondando día y noche.

Estaba sentado en el SUV en la calle del garaje

261
de Carlos, ventanas cerradas mientras observaba a los
hombres de pie en la entrada. Su postura casual y
bromas ligeras no le engañaban. Eran los
guardaespaldas, el bulto en las pretinas de sus
pantalones vaqueros holgados haciéndole saber lo que
eran. Apagó la 99 Problems de Jay-Z y se echó hacia
atrás, respirando hondo para calmar los nudos en el
estómago.

Estos nudos no eran por Carlos. No, eran los


recuerdos resucitados mirándole fijamente a los ojos
y Angelo necesitaba prepararse. Vació los bolsillos
de todo menos de sus teléfonos celulares, se subió el
cuello de su abrigo de lana y saltó del coche.

Probablemente debería haberle dicho a Gabe lo que


siento por él. Angelo se puso los guantes de cuero
negro mientras se apresuraba a cruzar la calle. Las
voces y las risas cesaron. Los hombres bajaron sus
manos a la cintura, apretando sus piezas sin duda, y
él levantó sus manos, con las palmas extendidas.

Al entrar en la guarida del león con ningún


respaldo, sin protección. Nadie más que Gabe sabía
que estaría allí hoy.

-Tranquilos, caballeros. -Se detuvo delante del


grupo, cumpliendo con los ojos de Hugo, el hombre más

262
leal de Carlos. Más de una vez Angelo deseó haber
cortado la garganta de Hugo cuando tuvo el bastardo
de rodillas y lloriqueando. -Hugo, mucho tiempo sin
verte. Espero que te hayan crecido un par desde
entonces.

Un rubor oscureció el rostro de Hugo, el odio


llenaba sus ojos mientras daba un paso hacia
adelante.

Angelo se permitió una sonrisa perezosa a la


curva de sus labios. -Atrás de una puta vez, Hugo.
Los dos sabemos que no parpadeas sin una orden.
Llévame a ver a mi tío.

Hugo gruñó cuando uno de sus amigos puso una mano


en el bíceps, pero él tomó ese paso atrás.

-Tengo una bala con tu nombre en él. -Prometió


Hugo.

-¿En serio? -Angelo rió. -Huelo el miedo desde


aquí. -Escupió en el pavimento. -Fuerte, como orina
caliente.

263
Hugo se quedó inmóvil, sólo por un segundo
rápido, antes de dirigirse a la parte trasera del
garaje, pero Angelo lo cogió. Ese comentario dio en
el blanco. Hugo se había cabreado a sí mismo cuando
Angelo le metió el cañón de su .9 mm en la boca.
Sonrió ante el recuerdo.

Como Hugo desapareció por una puerta trasera,


tres chicos flanquearon a Angelo donde estaba, ahora
manos entrelazadas detrás de la espalda. Esperando.
Los ignoró, mirando la pintura de caramelo-azul sobre
un bajo-Chevrolet Impala.

Bonito.

El garaje era una fachada para cualquier desastre


que Carlos decidió meter sus sucias manos, pero era
legítimo e hizo un buen trabajo. Antes, cuando Carlos
estaba encerrado, el lugar estaba repleto de
clientes. Hoy en día, además de Angelo y el equipo de
tres hombres que le dieron ojo, el lugar estaba
desierto.

Carlos era un jodido parásito, chupaba la sangre


de lo que sea y quien lograra encontrarse atrapado en
su web.

264
Su tiempo estaba casi abajo sin embargo, Angelo
se encargaría de ello.

Una puerta se golpeó en el interior del garaje y


miró hacia arriba. Hugo volvió a salir, la mandíbula
tensa, los ojos disparando dagas a Angelo.

-Registrenlo.

Angelo sonrió mientras los hombres lo empujaron


contra la pared y le palparon, las manos ásperas
sumergiendo entre él y deslizándose por sus piernas
antes de vaciar sus bolsillos. No había nada allí,
sólo sus teléfonos celulares y las llaves del coche.
Ellos le permitieron mantener la posesión de aquellos
sin dejar su busqueda.

Cuando terminaron, dieron un paso atrás,


frunciendo el ceño jugando en sus cejas.
Probablemente preguntándose si era lo suficientemente
loco como para intervenir voluntariamente en la
guarida de Carlos sin armas.

-Sígueme. -Hugo señaló a los hombres de pie junto


a Angelo. -Tú, quédate aquí. Ojos bien abiertos,
¿entendido? -Se agachó de nuevo en el garaje oscuro y
Angelo lo siguió.

265
Hugo lo condujo a una habitación pequeña,
polvorienta y con mala iluminación. Carlos estaba
sentado en un sofá raído, una mujer vestida sólo con
un tanga rojo dormida en su regazo. Otra mujer, la
mitad de la cabeza afeitada, yacía en la alfombra
oscura al lado del sofá, desnuda, el culo al aire.

El fumar hierba y alcohol estaba mezclado con el


olor a rancio de sexo duro y sudor. Otro par de
lacayos de Carlos se sentaban en sillas de plástico,
los ojos de Angelo fueron a las pistolas en sus
regazos.

-Sobrino, vienes a darme la bienvenida al fin. -


Carlos se sentó, dejando a la mujer en su regazo en
el sofá. Su camiseta blanca se aferraba a su piel,
manchas de sudor en el cuello y las axilas.

Angelo se metió las manos en los bolsillos,


arrugando la nariz con disgusto altanero. -Todavía
barrio-bajero, ya veo.

-No por mucho tiempo, te lo aseguro. -Carlos


sonrió, arrugando los ojos en las esquinas. -Pronto
voy a estar donde debería haber estado todo este
tiempo.

266
Se parecía mucho a su hermano.

Angelo negó con la cabeza y levantó una ceja. -¿Y


dónde es eso exactamente? ¿En el Sing Sing5 o en la
sala de psiquiatría?

Carlos lo miró con ojos claros y estables. -


Tienes el legendario humor Pagan, sobrino. Espero que
ayude.

Cansado de las bromas inane, Angelo se balanceó


sobre los talones. -Mantente alejado del territorio
de Los P, tú y los idiotas que mantienes como
mascotas. Tu plan, sea lo que sea, no va a funcionar.

Carlos se cruzó de brazos, su baja risita dando


paso a carcajadas. Sus hombres miraron a su
alrededor, el uno al otro y a él, antes de unirse.

5 El Sing Sing Correctional Facility es una


prisión del Departamento de Servicios Correccionales
del Estado de Nueva York en Ossining, Nueva York. El
nombre proviene original del pueble Ossining.

267
Angelo rodó los ojos. ¿Por qué me siento como que
estoy en una mala película de gángster en este
momento?

-Y ¿qué sabes de mi plan, sobrino? -Poniendo la


mano sobre su cabello oscuro y ondulado aclarado en
la parte superior, Carlos hizo un guiño. -Permaneces
oculto detrás de las faldas de tu madre ¿y piensas
que sabes lo que pasa en las calles? Eran mis calles
antes que nunca creyeras que las reclamarías como
tuyas.

-Pero las sostengo, tío. Y corro en ellas. -Él


hizo un gesto con la mano en la sala en general. -Te
permito tener este agujero infestado de ratas en la
pared. Y permito jodidamente que tú y tus mascotas
respiren y decides tomar la vida de tu sobrina. Las
calles que decides inundar con drogas. -Maldita sea,
estaba de quicio. -Estás más loco de lo que pensé si
crees que te permitiré jodidamente respirar después
de lo que le hiciste a Catarina.

-Ah, pero ha pasado más de un mes desde que tu


querida hermana se inició. -Carlos dibujó el signo de
la cruz con una sonrisa. -¿Cómo está Liliana? Ella
debe estar devastada.

La furia hervía dentro de Angelo. Él curvó sus

268
puños en los bolsillos de la chaqueta y se mordió el
interior de la mejilla, extrayendo sangre. No daría
señales. No daría señales. Él no le daría al bastardo
la satisfacción de una expresión. No le haría hacerle
saber lo crudo que eran esas heridas. En su lugar,
Angelo imaginó la mirada en los ojos de Gabe de esa
mañana.

Esa mirada tan suave e íntima, calmándolo.


Centrándolo.

-Mi madre es la persona más fuerte que conozco. -


Dijo Angelo suavemente. -Más fuerte que tú, lo
suficientemente fuerte como para meterse contigo y
sobrevivir. Ella sobrevivirá, te puedo prometer eso.

Los ojos de Carlos brillaron. -No hagas promesas


que no puedes mantener, sobrino. Catarina y el
soldado tuyo, sus muertes son sólo la punta del
iceberg. -Se inclinó hacia delante, como si
compartiera un secreto. -Yo sólo estoy entrando en
calor y, a diferencia de la muerte de tu hermana, la
tuya no será rápida. La verás venir.

Angelo se echó a reír. -¿Ahora quién está


haciendo promesas que no puede mantener? No soy ese
asustado muchacho de diecisiete años, que
secuestraste en las calles, tío. Yo contraataco a

269
diferencia de ti, yo pongo mis manos sucias. -Él miró
a los oscuros charcos de odio que eran los ojos de su
tío y sonrió. -Siempre has sido un cobarde, atacando
por detrás, yendo tras las mujeres y niños. No tienes
las pelotas para las grandes ligas. Nunca lo has
hecho.

Los dos hombres sentados se pusieron de pie,


armas en mano. Angelo no les hizo caso, sosteniendo
la mirada de su tío. Carlos no rompió su mirada, pero
él hizo un gesto a sus hombres y se puso de pie. La
mujer en el suelo hizo un sonido, un poco ronco
durante el sueño como Carlos se acercó a ella y se
paró delante de Angelo.

-Por ti, sobrino, voy a estar haciendo una


excepción. -Cerveza rancia y sudor quemaban la nariz
de Angelo como Carlos se acercó más. -¿Miras estas
manos? -Levantó las dos manos, la suciedad apelmazada
negra debajo de las uñas de los dedos en toda la
extensión. -Estas manos estarán exprimiendo la vida
fuera de ti y luego tocaran a tu madre. Es una
ocasión especial, después de todo.

Angelo ansiaba darle un puñetazo en la cara, para


sentir el crujido satisfactorio de como los huesos se
agrietaban y se rompían bajo sus puños, pero él se
mantuvo firme, poniendo una expresión de
aburrimiento.

270
-Vas a tener que hacerlo mejor. No me asustas.

-Pero lo hice, ¿no? Cuando fuiste encadenado a


una cama, completamente desnudo. -Una serena sonrisa
brilló en el rostro de Carlos. -Cuando rogaste y me
suplicaste que te dejase ir. Cuando llamaste a Papá
Sal en tu sueño.

La garganta de Angelo ardía. Sintió que su


fachada tranquila se desmoronaba centímetro a
centímetro con cada palabra que su tío hablaba.

-Estabas roto. -Dijo Carlos en voz baja. El


regocijo iluminó sus ojos, lo que le hacía parecer
más feliz y más como su hermano, el padre de Angelo.
-Yo te había golpeado y te tenía dispuesto a hacer
cualquier cosa.

Garrapata. Garrapata. Garrapata. Angelo contaba


las garrapatas en su templo como Carlos habló.

-¿Te acuerdas, sobrino? Rogaste y suplicaste, me


dijiste que harías cualquier cosa. -La sonrisa más
repugnante aún curvada en la boca de Carlos.

271
El miedo se abrió paso a través de las entrañas
de Angelo. Su mente le gritaba que se alejara, pero
él optó por no escuchar. Era Angelo Pagan, el líder
de Los P. Podía lidiar con las palabras de su tío.
Podía tratar con...

-Haré cualquier cosa, tío. -Carlos puso su voz


más aguda, imitando al Angelo de diecisiete años de
edad. -Por favor, tío. No me obligues a hacerlo, no
me obligues a hacerlo.

Los recuerdos se estrellaron sobre Angelo duros y


rápidos. Sentimientos de impotencia total de hambre,
de dolor. Látigos. Bofetadas. La completa
oscuridad ... y las mujeres. Una tras otra vinieron,
violándolo mientras su tío miraba.

Y se reía.

Su visión se tornó borrosa, oscureciendo las


características de Carlos como Angelo recordó todo.
Incluso aquellos que había, en realidad, nunca
olvidado. La risa llenó sus oídos, a su alrededor,
tirando de él de vuelta al presente como Carlos y sus
hombres tuvieron el placer de los recuerdos que
preferiría olvidar.

272
Angelo agarró a Carlos por el cuello, tirando de
él en su cuerpo mientras retrocedía hacia la pared.
Los hombres de Carlos le gritaban, apuntando con sus
armas, pero Angelo se centró en su tío, volteándolo
alrededor y usando su cuerpo como un escudo.

-Ese placer que tomas del dolor de un niño, tío.


Voy a tomar aún más en tu muerte. -El pulso bajo sus
dedos se aceleró. Apretó más fuerte y Carlos
farfulló, arañando su mano. -Yo conozco tu debilidad.
-Dijo Angelo. -La veo. Oigo tu corazón tronando en el
pecho, siento tu pulso y lo sé. Me tienes miedo.

Los hombres avanzaron lentamente, gritando a


Angelo para liberar a su jefe.

-Tú empezaste este juego cuando era sólo un niño,


pero voy a terminarlo.

Soltó el cuerpo de Carlos, sus uñas en la piel de


Angelo mientras buscaba aire.

-Cómo tus medicamentos en mis calles. -Soltó a


Carlos bruscamente y las rodillas del otro hombre se
doblaron.

273
-Jefe, ¿estás bien? -Uno de los hombres de su tío
lo mantuvo en posición vertical, mientras que los
otros dos agarraron los brazos de Angelo y lo
estrellaron contra la pared.

Sus hombros protestaron y se tragó una mueca de


dolor, respirando con el dolor. Alguien le dio un
rodillazo en las pelotas y se mordió la lengua,
negándose a luchar. Este no era el momento ni el
lugar para una pelea. Él vino para decir su palabra y
ya lo tenía, por lo tanto, la próxima vez que Carlos
decidiera actuar, Angelo reaccionaría, no se podía
decir que no le advirtió.

-Estoy bien. -Carlos jadeó y alzó una mano. La


boca del cañón de la pistola presionando la sien de
Angelo desapareció. -Mi sobrino estaba simplemente
actuando. -Cerca de Angelo, Carlos masajeó la
garganta. -¿No eras tú, Angelo?

-He dicho lo que vine a decir. -Empujándose fuera


de la pared, Angelo se puso pecho a pecho con Carlos.
-Tú me quieres, ven a buscarme. Pero debes saber, yo
no juego ningún juego que no pueda ganar.

Los labios de Carlos se retorcieron. -Señores,

274
escolten a mi sobrino fuera, Por Favor.

Pivotante, Angelo salió del lugar por delante de


los hombres que le insistían en la espalda con sus
armas. Nada más salir, la luz del sol lo cegó
brevemente y él parpadeó ante el brillo antes de
lanzar a Hugo, con el ceño fruncido, un guiño.

-Adiós,pichiruchi.6 -Él no rompió su paso,


caminando con seguridad fuera y cruzando la calle con
un gesto de despedida. Dentro del SUV, él respiró
profundo y arrancó el vehículo, alejando el sudor que
corría por su rostro y su ropa humedecida.

Dos cuadras más, salió a un lado de la carretera


y tomó su celular del bolsillo de su chaqueta.
Activando la grabadora de voz, reproduciendo la
conversación que tuvo con su tío.

Con los botones borrosos mientras marcaba a Gabe,


los recuerdos y el dolor luchaban para que los dejase
salir. Él tragó y tragó saliva, su respiración
agitada, el único sonido en el espacio cerrado.

-Hey, ¿qué pasa?

275
Abrió su boca en el saludo de Gabe, pero no salió
nada. Tenía la garganta cerrada. Sus ojos ardían. El
nudo en su pecho se hizo más y más fuerte.

-¿Angelo? ¿Bebé?

Había preocupación en la voz de Gabe.


Preocupación por él. Angelo curvó el puño y luchó por
respirar, luchó para controlar a los demonios con
muchas ganas de arrastrarlo abajo.

-¿Angelo? -Gabe levantó la voz. -Respóndeme,


bebé. ¿Estás bien?

-Yo...si. -Se aclaró la garganta y consiguió


soltar un graznido. -Estoy aquí.

-¡Cristo! Estás ahí, pero ¿estás bien?

Esa emoción desnuda vertiéndose de Gabe por


teléfono, envolviéndose alrededor de Angelo y
calentando sus entrañas. El nudo se aflojó lo
suficiente para que pudiera respirar. -Sí, estoy bien
ahora. -Algo le hizo cosquillas en la mejilla
izquierda y lo rozó con un dedo que al verlo estaba

276
mojado.

Gabe suspiró profundamente. -Me has asustado. No


me asustes así.

-Lo siento. -Angelo miró fríamente a su dedo


mojado. -Lo siento. -Echó la cabeza hacia atrás
mientras las lágrimas caían por la barbilla y en los
muslos.

6 Es un modismo que se usa para referirnos a


algún objeto de poco valor. Común, vulgar, poca cosa.
-¿Qué pasa?

Era espeluznante que Gabe supiera de sus estados


de ánimo y lo pudiera leer, incluso a través del
teléfono. Espeluznante, pero bueno. -Acabo de salir
de la casa de mi tío.- Pulsando la palma de la mano
en los ojos, Angelo confesó: -Yo no estaba preparado.
-Su voz vaciló. -Yo no estaba preparado para los
recuerdos.

-Oh Dios. Oh Dios. -Las palabras de Gabe


temblaban. -Lo siento, bebé. ¿Qué ha pasado?

277
Sus labios se curvaron en una sonrisa amarga. -Es
exactamente como si fuera hace tantos años, un
monstruo, y se concentró en ese chico de diecisiete
años, asustado como un tiburón olfateando sangre en
el agua.

Gabe juró. -¿Te rompiste delante de él? ¿Le


mostraste alguna debilidad?

-No, pero apenas logré mantenerlo unido.

-Pero lo hiciste y eso es bueno. Nunca dejes que


te vean sudar.

Angelo sonrió. -Sí.

-¿Dónde estás ahora?

-En el coche, a dos cuadras de distancia. Se


supone que debo ir al hospital para mis pruebas en un
rato. -Entonces él tenía que comprobar la entrega de
armas de fuego, asegurarse de que todo iba según lo
previsto. Tendría que ir en persona a Jersey para

278
conseguirlo. Los compradores estaban ya alineados.

-Respira profundamente. -Dijo Gabe suavemente. -


Consigue recomponerte y pon la cabeza hacia atrás en
el juego. No dejes que tu tío saque lo mejor de ti.
Ya no eres ese chico. ¿Me entiendes?

Angelo se rió entre dientes. -Lo entiendo.

-Bien. No te puede tocar a menos que se lo


permitas. ¿Y tú?

Reprimió una sonrisa. -Yo no lo creo.

-Luego de joder a ese bastardo loco, vuelve a


casa conmigo. -Gabe fue vehemente y apasionado. El
orador motivacional perfecto.

-Lo haré. Gracias, policía.

-Es por eso que estoy aquí. -Oyó la sonrisa en la


voz de Gabe.

279
-Gracias por la charla. -Dijo Angelo. -Y por
escuchar. -Le asombraba lo natural que era hablar con
Gabe, como el sonido de la voz de su amante lo
calmaba rápido, como nada ni nadie más podría
hacerlo.

-En cualquier momento. Nos vemos más tarde.

-Más tarde.

Gabe dio un paso dentro de su puerta y se quedó


mirando a la mujer sentada en su porche, que le
sonreía con los ojos cautelosos.

-Trish. ¿Qué estás haciendo aquí? -Subió las


escaleras, bolsas de comestibles en las dos manos y
se inclinó, rozando sus labios sobre su mejilla
suave.

280
-Hola, Gabe. -Se puso de pie, cuerpo esbelto
cubierto con pantalones oscuros y abrigo ajustado
desenvolviendo gracia. Sus ojos castaños eran
vacilantes mientras hablaba. -Yo he venido para la
caja que dejé en el sótano.

-Oh. -Se había olvidado de la caja de las novelas


románticas que había dejado a un lado y prometió
volver por ella. Dejó una de las bolsas de la compra
y rebuscó en el bolsillo por las llaves, abrió la
puerta e hizo un gesto a su interior.

Ella le concedió una pequeña sonrisa y cogió la


bolsa que había sacrificado. La siguió hasta la casa,
golpeando la puerta cerrada y entrando en la cocina.
Colocaron las bolsas en la mesa de la cocina después
de la escapada de Kane y Angelo por la mañana.

Se quedaron en lados opuestos de la mesa y se


miraron. Dios, se sentía muy incómodo y no era justo.
Esta era alguien con quien había pasado tres años
viviendo y durmiendo, alguien que pensó que estaría
siempre.

-Así que …

281
-¿Cómo has estado? -Le preguntó en voz baja.

Sus ojos, siempre tan expresivos, se abrieron un


poco. -Yo...Yo he estado ocupada con el trabajo y la
escuela.

Él asintió con la cabeza e hizo un gesto para que


se sentara. Ambos lo hicieron y cruzó las manos sobre
la mesa. -¿Cómo son los cursos, más duros? -Trish era
asistenta jurídica y terminaba las clases de derecho
en una universidad comunitaria en la noche. Había
estado allí con ella cuando empezó, ayudándola a
estudiar, interrogándola.

La nostalgia lo golpeó.

-Las clases son más difíciles, pero están a punto


de terminar. El trabajo es agotador, pero me gusta el
ritmo, como tú sabes. -Ella frunció los labios.

Él lo sabía. Trish funcionaba a pleno


rendimiento, todo el tiempo. Siempre le había gustado
eso de ella.

-¿Qué hay de ti? -Preguntó. -¿Cómo está tu

282
hombro?

-La curación muy bien. -Hizo girar lentamente. -


La semana que viene tengo la prueba y si paso, vuelto
a trabajar.

-Lo pasarás. -Su mirada se aferró a él


brevemente, suave y familiar, antes de que ella
rompiera el contacto visual y volvió su atención a
sus bolsas de la compra. -Por último, haces la
compra, ya veo. ¿Qué tienes ahí?

-Uh. -Gabe se levantó de la mesa y agarró las


bolsas. Él los llevó al mostrador cerca del
fregadero, dándole la espalda mientras ponía la
comida. -No es nada especial, sólo lo esencial. Tengo
que llenar los armarios más, si no moriría de hambre.
-Forzó una risa.

-Sólo lo esencial, ¿huh?

Saltó a la vibración de su voz en su oído. Gabe


se dio la vuelta, no preparado para la devastación en
los ojos de Trish.

283
-Trish...

La sonrisa que trató tambaleó. -Espagueti. El


plato que cocinaste para mí en nuestra primera cita.
-Sus ojos se abrieron anormalmente brillantes. -Me
enamoré de ti esa noche.

El mismo plato que hacía cada vez que quería


cortejarla o pedir disculpas por algo. El mismo plato
que estaría haciendo para Angelo esta noche.

-Has encontrado a alguien más.

-Trish...-Él le tendió la mano y ella se alejó,


sacudiendo la cabeza. -Rompimos, Trish. -¿Por qué
demonios sentía que tenía que pedir disculpas? -Lo
hemos estado durante un tiempo. -Mucho antes de que
ella se fuera.

-No. -Las lágrimas manchaban las mejillas de


color caramelo. -Tú hiciste esa decisión sin
consultarme, marchándote de nuestra relación, sin
darnos la oportunidad de trabajar.

¿Qué demonios era eso, la dimensión desconocida?7

284
Capturando las muñecas, la llevó a la mesa. Se sentó
y sacó una silla a su lado e hizo lo mismo. -No
deberíamos tener que trabajar tan duro para mantener
nuestra relación, Trish. Dejó de funcionar y es
necesario un fin. Fuiste la fuerte, caminando fuera.
-Agarrando la barbilla, la obligó a mirarlo a los
ojos. -Yo ya no quería estar en nuestra relación,
pero era un cobarde, no quería caminar lejos tampoco.

Su mandíbula se tensó. -¿Estabas engañándome, por


eso no querías seguir? -Ella mantuvo la voz firme,
pero vio por sus ojos que temía la respuesta.

-No. -Sacudió la cabeza. -Nunca pensé en eso. Yo


era cien por cien fiel a ti en todo momento. -
Deberían haber tenido esta conversación el día que se
fue, pero había estado cansado y con ganas de escapar
de la molestia de discutir. Ella había hablado y
había gruñido respuestas sin sentido.

-¿Y ahora? -Trish levantó la barbilla. -¿Hay


alguien más?

Gabe suspiró. -Ha pasado más de un mes, Trish. Te


fuiste, tomaste todo lo que poseías, menos la caja en
el sótano.

285
-He estado viviendo en el sótano de mis padres, a
la espera para que llamases. Esperando a que te
presentaras, esperando que lucharas. -Sus ojos
brillaron. -¿Fue tan fácil de tirar tres años por el
desagüe y seguir adelante? ¿No significaba nada? -Sus
hombros temblaban y su rostro se arrugó.

-Dios, Trish. -Él se acercó más y pasó un brazo


alrededor de ella. -No me arrepiento de nuestro
tiempo juntos, pero yo opté por aprender y seguir
adelante.

Ella sollozó más fuerte y le dio unas palmaditas


en la espalda torpemente.

-Lo siento mucho, Trish. -Besó su pelo. -No


llores, por favor.

-Es ella...-Trish levantó la cabeza y lo miró con


los ojos húmedos. -¿Ella te trata bien?

7The Twilight Zone, conocida en América Latina


como La dimensión desconocida, en España como
Dimencion Desconocida, fue una serie de televisión
estadounidense especializada en el género de la
ciencia ficción, la fantasía y el terror.

286
Joder. -Yo...uh...- Ella. Por supuesto Trish no
sospecharía que estaría con un hombre. ¿Por qué iba a
hacerlo?

-¿La quieres?

-Estoy feliz. -Reconoció. -Vamos a dejar las


cosas así.

Ella buscó su mirada. -¿Es esa perra de tu unidad


que siempre me miraba raro cuando me encontraba por
el camino?

-¿Qué? -Gabe frunció el ceño. -¿Phyllis? No, ¡no!

-Bueno. -Se mordió el labio.

-Lo siento, Trish. Yo realmente lo siento. -No


podía darle más que su disculpa. -Siento que no
funcionó, que pusieras tu felicidad en esperarme.

-Yo también. -Su expresión se suavizó mientras


asentía. -Yo también.

287
-Ven aquí. -Extendió sus brazos y ella se sentó
en su regazo, serpenteando sus brazos alrededor de
sus hombros. Su respiración calentaba un lado de su
cuello y él deslizó sus palmas hacia arriba y abajo
de su espalda, presionando sus labios en su pelo.

Un carraspeó de garganta y volvió la cabeza para


encontrarse con la expresión cerrada de Angelo.

Mierda.

Trish se apartó de él y se recostó en su silla,


cuando los ojos de Angelo la miraron.

-Dejaste la puerta abierta. -Dijo Angelo. -He


traído vino. -Levantó una bolsa de papel con la
botella de vino asomándose en la parte superior.

-Ah ... Trish, se trata de Angelo. Angelo, Trish,


mi ex. -Sostuvo la mirada de Angelo tratando de
evaluar los pensamientos de su amante, pero Angelo
tenía todo cerrado a cal y canto.

288
-Um, voy a ir a buscar esa caja. -Trish se puso
de pie y se secó los ojos.

-Oh, no tienes que hacerlo. -Gabe arrastró su


atención de Angelo. -Yo puedo hacerlo.

Ella lo miró a través de sus pestañas. -¿Está en


el mismo lugar?

Él asintió con la cabeza.

-Entonces la encontraré. -Ella corrió hacia las


escaleras del sótano y Gabe esperó hasta que
desapareció antes de que él se volvió hacia Angelo.

Su amante lo miraba fríamente.

-¿Qué? -Gabe lo agarró del brazo. -¿Qué estás


pensando?

-¿Por qué está aquí? -La pregunta era puro hielo,


era cien por ciento Angelo Pagan.
Gabe consiguió-casi-no rodar los ojos. -Ella dejó

289
una caja de cosas en el sótano, regresó por ella.

Una ceja se alzó. -¿Por qué estaba en tus brazos?

-No lo sé, Angelo. ¿Por qué piensas eso? -Jodidas


preguntas ridículas, todas. Al parecer, Angelo no lo
creía porque él frunció el ceño y pasó junto a Gabe,
abrió la puerta trasera y salió.

La puerta se cerró detrás de él.

¿Qué demonios estaba pasando aquí? Pasos en la


escalera del sótano sonaron antes de que Trish
apareció con una caja de cartón de tamaño mediano en
la mano.

-¿Dónde está tu amigo? -Ella miró a su alrededor.

Gabe se encogió de hombros. -Necesitaba aire.

Ajustando la caja sobre la mesa, se quitó el


abrigo y miró a Gabe.

290
-Lo amas.

Tosió, el pavor jodiendo en su respiración. -


¿Qué? ¿Qué te hace decir...?

-En los tres años que he estado contigo ni una


vez me has mirado de la forma en que te limitaste a
mirarlo. -De hecho, ella sonrió, genuinamente. -En
realidad estoy un poco aliviada de que no me dejaste
por un nuevo coño. Estaba enojado porque estaba en tu
regazo, ¿verdad?

-Umm ...-¿Qué exactamente tenía que responde a


esa cuestión?

-Creo que es dulce. -Le dio un beso en la


mejilla.

-Lo siento mucho.

Cogió la caja y se dirigió a la puerta principal.


-Me lo guardaría, si yo fuera tú.

Él abrió la puerta y ella le dedicó una sonrisa.

291
Él esperó a que ella se metiera en su coche y se
marchó. ¿Qué demonios ha pasado?

292
Capítulo Nueve
Él no encontró señales de Angelo cuando abrió la
puerta de atrás y miró afuera. Gabe se encogió de
hombros y se fue para hacer la salsa para su pasta.
Quién perdía era Angelo si decidió irse sin decir una
palabra. Gabe aún necesitaba procesar toda la
situación de Trish.

Ella había estado esperando a que volviera por


ella. No había perdido ningún pensamiento
significativo sobre ella después de que se fuera,
atrapado en el torbellino de Angelo, pero había
estado esperando por él.

¿Cómo mierda fue eso?

Tres años con la mujer y Angelo entró y borró


todos sus recuerdos lejos. Él había amado a Trish,
amado, construyó una casa con ella y se sentía menos
que la basura por permitir que este asunto con Angelo
se hiciese cargo de todos los aspectos de su vida.

Añadiendo los tomates cortados en cubitos a la


olla a fuego lento en la estufa, Gabe sacudió la

293
cabeza. Trish se merecía a alguien mucho mejor que
él. Mucho mejor de lo que él le había dado en los
últimos años.

¿La había amado, si su vida en común se pudo tan


fácilmente borrar?

Dejó caer la pasta en el agua hirviendo como la


puerta de atrás se abrió de golpe. Se puso tenso,
pero no se volvió, manteniendo su atención en las
ollas, revolviendo la salsa que su abuela le enseñó a
hacer.

Unos fuertes brazos rodearon su cintura y Angelo


puso la cabeza en el hombro de Gabe.

Soltando una respiración contenida, Gabe


preguntó. -¿Terminaste de hacer pucheros?

-Yo no hago pucheros. -Angelo hizo una pausa. -


Además, no me gusta venir para encontrarme a tu ex en
tu regazo, llorando en tu hombro.

Gabe removió la pasta, reduciendo el calor para


la salsa, y se volvió en los brazos de Angelo. -Ella

294
ha estado esperando por mí para que cambiase de
opinión y volviera con ella.

El shock brilló en los ojos de Angelo. -¿Qué? ¿No


te dejó ella?

-Sí, pero al parecer se trataba de algún tipo de


prueba. Darme cuenta de lo que me estaba perdiendo, o
algo así. -Él se frotó la mandíbula con un movimiento
de cabeza. -Estaba completamente sorprendido por eso.

Angelo entrecerró los ojos y dio un paso atrás. -


¿Qué significa eso exactamente?

Gabe avanzó.

Angelo dio un paso atrás de nuevo.

-¿Qué crees que significa y por qué me siento


como si te estuviera persiguiendo?

-¿Quieres volver con ella, ahora que sabes que


está disponible? -Angelo rompió el contacto visual,
sus palabras planas y carente de emociones. -¿Quieres

295
que vuelva?

Gabe ladeó la cabeza. -Listo para deshacerte de


mí, ya veo. -La vulnerabilidad que Angelo tanto luchó
para ocultar era bastante evidente para Gabe, lo
indicaba claramente en su postura y el tic en su
mandíbula. -Mírame.

Angelo se tomó su tiempo dulce volviéndose hacia


Gabe y cuando lo hizo, Gabe se mudó a su espacio,
deslizando una mano por debajo de su camiseta blanca
y sobre el plano caliente de su estómago.

Los músculos tensos se contrajeron.

-No he pasado ningún tiempo pensando a fondo


sobre Trish ya que tú y yo empezamos en esto. La
quise, me pasé tres años con ella, así que ¿por qué
es que siento que mi vida comenzó cuando tú y yo
empezamos?

Vio cómo el hielo en la mirada dorada de Angelo


se desvaneció, centímetro a centímetro.

-Trish pasó todo este tiempo esperando por mí,

296
pensando en mí, y yo me lo pasé pensando en ti,
necesitándote. Queriéndote.

Angelo se estremeció bajo su mano. Acariciando


con la yema de un dedo sobre las crestas en su
estómago, Gabe continuó. -¿Qué dices acerca de que no
puedo borrar la vida que Trish y yo tuvimos juntos? -
Le suplicó a Angelo en busca de respuestas. -
¿Realmente la amé?

-Por supuesto que sí. -Angelo tomó su cara,


rozando el pulgar sobre su mejilla. -Tú la amabas, sé
que lo hiciste.

Gabe cerró los ojos. -Me gustaría pensar que sí,


pero se siente como si nada, nadie más existía antes
de que llegaras. Eso puede ser una buena cosa. -Abrió
los ojos y se encontró con la mirada de Angelo. -Pero
puede ser malo también.

La mano de Angelo en su rostro se tensó. -Lo


siento. Lo siento.

-No, no te disculpes. No lo hagas. -Él cogió las


dos manos de Angelo y lo tiró más cerca hasta que sus
pechos se tocaron. -No necesito disculpas. -Murmuró
Gabe. -Dame un beso en su lugar.

297
Inclinó la barbilla y Angelo lo besó suavemente.
Gabe se aferró a él, separando sus labios, tocando la
lengua de Angelo. Su amante profundizó el beso,
tomando su boca hambrienta. Gabe igualó su fervor,
saboreando el sabor adictivo de su amante antes de
alejarse con un gemido.

-Vamos a quemar la cena.

Angelo se humedeció los labios y Gabe casi se


abalanzó sobre él. En su lugar, rodó el pulgar por el
labio inferior del otro hombre y se alejó.

-Abre el vino. -Instruyó al probar la salsa. -


Vasos, aquí. -Señaló el armario con las copas de
vino. Apagando la estufa bajo la salsa, sacó platos y
cubiertos.

Angelo hizo estallar el corcho del vino tinto,


viendo como Gabe colmaba sus platos con comida.

-¿Quieres comer aquí o en la sala de estar? -Gabe


lamió la salsa de sus manos y luego se las lavó.

298
-Los Knicks están jugando en Miami esta noche,
por lo que la sala de estar.

Angelo cogió el vino y los vasos mientras Gabe


conseguía los platos y caminó a la sala de estar.
Puso los platos sobre la mesa y se dirigió a la
cocina por el queso parmesano rallado.

Se sentaron en el sofá, con la espalda a ambos


extremos, las piernas una sobre la otra como Angelo
se volvió al juego. Cayeron en un silencio cómodo,
sorbiendo su pasta, bebiendo vino y mirando el juego.

Antes del descanso, la comida había desaparecido,


tres cuartas partes del vino se había bebido y
estaban jugando con los pies por debajo de la mesa.
Angelo arrastró sus dedos sobre las costillas de
Gabe, haciéndole cosquillas, y Gabe intentó
corresponderle, pero Angelo cogió sus tobillos y se
negó a dejarlo ir.

Gabe se arqueó con una carcajada tan fuerte que


su costado y mejillas le dolieron. -Maldito seas,
juega limpio.

-Deberías saber ahora que no lo hago. -Angelo


rió. Sacó un calcetín del pie de Gabe y raspó la uña

299
por la parte inferior.

-¡Joder! -Gabe pateó para zafarse de él. -Para.


Para.

Angelo se rió y dio un beso a la planta del pie


de Gabe. -Tú, amado, eres demasiado fácil. -Dejó caer
el pie de Gabe y se arrastró sobre él, tumbándose
encima de Gabe.

-Eres muy fácil también. -Gabe inhaló el almizcle


de Angelo, del hombre y de la indirecta más desnuda
de su curva, el olor a su amante favorecido.
Deslizando los dedos por el pelo grueso de Angelo,
Gabe le besó la nariz. -Es muy bueno verte reír,
relajado.

-Me siento mucho mejor de lo que hice el día de


hoy. -Pasó un dedo por la nariz de Gabe, Angelo
sonrió. -Has resultado ser la cura para todos mis
males.

El calor floreció en el pecho de Gabe. -Rx 5 Gabe.


Me gusta.

5
Símbolo de una receta médica.

300
Angelo sonrió. -Sabía que te gustaría. -Inclinado
sobre el sofá, cogió el vino y levantó la botella. -
Hay un poco más, ¿quieres terminarlo? -Tomó un trago.

-Podría también. -Gabe cogió la botella y le dio


un sorbo. Se pasaron la botella de un lado a otro,
comerciando el vino con sabor a besos. Cuando la
botella finalmente se acabó, Angelo la puso de nuevo
en el suelo y lamió el cuello de Gabe.

-Háblame de ti y Kane. -Dijo Angelo. -¿Qué tan


cerca estáis?

Gabe apoyó la cabeza sobre el brazo del sofá con


una sonrisa. -Siempre hemos estado muy unidos. Eramos
sólo nosotros dos, ya que nuestros padres murieron
cuando yo tenía quince años y él tenía veintiún años.

-Lo siento. -Angelo frotó la palma de la mano


sobre el pecho de Gabe en un patrón circular.

-Gracias, eran muy buenos padres. Un conductor


ebrio mató su rutina de la noche de cita. Kane se
encargó de mí con la ayuda de la abuela materna. -Los
recuerdos de aquel entonces, todo el dolor, era un

301
dolor sordo que podía tolerar ahora.

-¿Dónde creciste?

-Connecticut. -Gabe sonrió. -Eramos una familia


ordinaria. Mi madre era una profesora, aunque ella no
tenía que trabajar. Su familia tenía dinero. Mi padre
era abogado.

-Suena como una familia increíble. -Las palabras


de Angelo retumbaban sobre la TV silenciada.

-Sí, tuvimos suerte, pero nunca fuimos mimados.


Nuestros padres querían que supiéramos que el dinero
que teníamos de nuestra familia no era nuestro. Kane
y yo teníamos que ganar nuestros derechos, pero
cuando murieron todo fue para nosotros.

-Espera. -Angelo se levantó sobre un codo. -¿Tú


eres como rico?

Gabe se echó a reír. -Tengo un poco de dinero.


Nuestros padres se aseguraron de que Kane y yo
estaríamos cómodos en la vida y cuando murió mi
abuela, ella también nos dejaron un lugar en los

302
Poconos. Una cabaña. -Si la estructura bureada-
fuera-de dos pisos con todas las comodidades
disponibles conocidos por el hombre, se podría llamar
una cabaña.

-Bonito.

-Sí, Kane y yo sólo fuimos allí dos veces. Se ha


convertido un poco en solitario ya que su compañero
de vida falleció.

-¿Qué pasó?

Gabe se aclaró la garganta. -Un hombre armado


mantuvo como rehenes a todo el edificio de Bailey.
Trabajaba como abogado de oficio. Cuando se asentó,
dos estaban muertos, tres heridos. -Ese momento era
todavía crudo para él.

-Kane estaba fuera de la ciudad, persiguiendo un


saltador bajo fianza. -Tragó saliva sobre la
quemadura en la garganta. -Tuve que llamarlo, decirle
por teléfono.- Mirando a los ojos de Angelo, Gabe
dijo, -Eso fue lo más difícil que jamás había hecho,
decirle a mi hermano que el hombre que amaba, el
hombre al que consideraba mi hermano, estaba muerto.

303
Los brazos de Angelo apretaron a su alrededor. -
Lo siento.

Gabe asintió. -Conseguimos al tipo, lo mataron,


pero desde eso Kane se ha centrado exclusivamente en
su trabajo. Apenas ha hablado nunca más de Bailey.

-Él lo amaba. -Dijo Angelo en voz baja. -Eso no


puede ser fácil de superar.

-Sé que no lo es, pero tiene que seguir viviendo.


Es como si hubiera renunciado a tener una vida fuera
del trabajo y sé que Bailey habría odiado a eso.

Angelo se encogió de hombros. -Se necesita


tiempo. Dale tiempo.

Gabe se reunió cerca de Angelo, besando la frente


y los párpados de su amante. -Voy a intentarlo.

Angelo le guiñó un ojo y bajó la cabeza,


hundiendo sus dientes en el pectoral derecho de Gabe
a través de su suéter.

304
-Hmm. -Gabe clavó los talones en el sofá y se
arqueó.

Angelo agarró el borde de su suéter y lo levantó,


tirando de el sobre la cabeza de Gabe y colocándolo
en el suelo. Recorrió con la mirada el cuerpo de Gabe
con una sonrisa apreciativa.

-Te ves bien, amado. -Estabilizándose entre las


rodillas de Gabe, él movió su lengua sobre el pezón.

-Oh, sí. -Gabe hundió los dedos en el cabello de


Angelo, tirando de él como su amante raspó sus
dientes sobre cada pezón y luego amamantó. -Mierda,
eso se siente bien.

Angelo tarareó, arrastrando la lengua hasta el


estómago y abdominales de Gabe mientras sus dedos
trabajaban la cremallera de Gabe. Presionando su
erección contra Angelo, Gabe abrió las piernas y dejó
que su amante desabrochase los pantalones.

La cremallera hizo un claro sonido como Angelo


tiró de él hacia abajo y palmeó a Gabe.

305
-Aah. -Gabe se resistió en el calor de los dedos
ásperos de Angelo, la cabeza dando vueltas con una
sobrecarga de placer. Y vino. El aliento de Angelo
chamuscó su corona antes de que su polla estuviera
rodeada por succión caliente y húmeda.

-Joder, sí. Chupame.

Angelo hizo justamente eso, tomándolo


profundamente, tragó hasta la raíz con una bajada de
cabeza.

Gabe echó la cabeza hacia atrás con un gemido,


levantando las caderas, empujándose en la boca de
Angelo. Los sonidos de sorber llenó la habitación
mientras Angelo se balanceaba, tirando de los
pantalones vaqueros de Gabe con una mano, la otra
acariciando su longitud.

El aliento salió de los labios entreabiertos de


Gabe y él levantó sus caderas de la cama, apretando
el culo como Angelo sacó sus pantalones hasta la
mitad del muslo. Angelo aplanó la lengua hasta la
parte inferior de la polla de Gabe, siguiendo la
cresta allí con la punta rígida.

306
-Ungh. -Gabe retorció los dedos en el pelo de
Angelo y tiró, balanceó sus caderas, enviando su
polla más profundamente en la garganta de su amante.
La saliva se deslizó hacia abajo en su polla,
goteando en su pubis. El olor del sexo y la
excitación llenó su nariz y se fundió en la lengua.

Angelo cambió a la parte inferior, lamiendo sus


bolas, los dedos bailando sobre el área sensible
entre las bolas y el culo. Gabe se puso rígido y se
obligó a mantener la calma. No estaba preparado para
la penetración real todavía, pero Angelo sabía eso de
su amante y no haría cualquier cosa que no quería.

Amaba la boca de Angelo en él y sus dedos


forrajeando en el interior, pero Gabe aún no estaba
listo para eso.

La lengua de Angelo lo lamió, su amante haciendo


esos sonidos sexys generalmente reservados para
cuando Gabe estaba hasta las bolas enterradas
profundamente en su interior. Moviéndose aún más
bajo, Angelo enterró su rostro entre las mejillas de
Gabe, lamiendo, tensó la lengua sondeando.

Gabe intentó ampliar sus muslos, pero los


vaqueros agrupados en las rodillas detuvieron
cualquier movimiento. Con su boca en él, la lengua

307
sumergiéndose en su entrada, Angelo lo ayudó, tirando
hasta que el artículo en cuestión de la ropa se movió
más abajo.

Trabajó un dedo en Gabe, Angelo se alejó,


finalmente tirando de los pantalones vaqueros con una
mano. Con las piernas libres, Gabe tiró una sobre el
respaldo del sofá, la otra plantada en el suelo
mientras otro dedo se unió al primero en su interior.

-Joder, Ángel. -Agarró los cojines del sofá y


apretó alrededor de los dedos de tijera dentro de él.
-Más.

Angelo chupó la polla de Gabe en la boca otra


vez, la lengua deslizándose sobre y dentro de la
ranura cuando empujó tres dedos, torciéndolos, los
nudillos raspando ese delicioso nudo.

-Dios.

Angelo empujó dentro y fuera, duro, fuerte, y


Gabe levantó sus caderas, mirando hacia abajo a su
cuerpo con la cabeza gacha de Angelo mientras
cabalgaba esos dedos.

308
-Follame. -Gabe le instó. -Follame más, Ángel.
Duro.

Angelo levantó la cabeza, sacó sus dedos lejos y


separó las mejillas de Gabe toscamente. Ojos en Gabe,
Angelo besó su entrada, húmedo y caliente.

Decadente.

Se estremeció al ver la expresión de puro placer


en la mirada de su amante. -Tan jodidamente caliente.
Jesús. Me encanta verte.

Los párpados de Angelo revolotearon. Dos dedos


provistos volvieron de vuelta al agujero aflojado de
Gabe con facilidad y miraba a Angelo mientras
cabalgaba y le golpeaba dentro. Así como se metió a
Gabe en la garganta, la piel tirando apretado, Angelo
retiró sus dedos. Un gemido hambriento salió de la
garganta y Angelo miró a Gabe con un brillo travieso
en los ojos magníficos.

-Paciencia, obtendrás lo que necesitas. -Lamió la


entrada de Gabe y luego chupó los dedos, la mirada
fija en Gabe.

309
Gabe tragó, esperando que todo su cuerpo le
doliera, mordiéndose el grito de mandar a Angelo
seguir adelante con ello ya. Que hiciera algo. Que le
hiciera venir. Él siguió los movimientos lentos de
Angelo con los ojos entrecerrados. Su amante,
finalmente remontó a su agujero con un dedo antes de
deslizarse dentro de él.

Un dedo. Dos dedos.

-Aah. -Inclinó la mitad superior, los músculos


contrayéndose alrededor de la intrusión de Angelo.

Tres dedos.

Más.

-Aah.

-Joder, policía. -Los ojos de Angelo destellaban


fuego. -Es tan hermoso verte.

Gabe echó la cabeza hacia atrás por la sensación


completa. Tan jodidamente caliente. Angelo se deslizó

310
más profundo y luego se detuvo. Gabe se apretó
alrededor de él.

-Mírame. -Dijo Angelo. -Mira.

Gabe abrió los ojos como Angelo sacó casi todo el


camino y luego empujó con un giro de su muñeca.

-Oh. Oh. -Los puntos bailaban delante de sus


ojos. -Ángel.

-Sí, mírame jodiéndote. -Angelo empujó de nuevo,


su cuerpo se deslizó del sofá hasta que se arrodilló
en el suelo. -Tan jodidamente caliente, tan sucio.

-Ungh. -Esas palabras aceleraron las caderas de


Gabe. Alzó los hombros del brazo del sofá, utilizando
sus brazos como palanca mientras se sentaba. Un
empuje fuerte envió a Angelo deslizándose sobre su
próstata y se quedó sin aliento.

Sus bolas se apretaron.

Esparcimiento sus muslos, plantó sus palmas en el

311
sofá y levantó su cuerpo fuera y luego se deslizó
hacia abajo en los dígitos de su amante.

-Sssí. Eso es todo, amado. Jodete tú mismo.


Hazlo.

Temblores viajaron hacia arriba y a la espalda de


Gabe. Su culo y pulmones ardían, pero se levantó y
luego bajó él mismo, una y otra vez, follándose a sí
mismo como los gritos cayeron de sus labios y le
instaron a Angelo.

-Precioso, muy bien.

Se miró a sí mismo, a sus piernas extendidas, tan


anchas, los dedos de Angelo desapareciendo dentro y
fuera de su cuerpo, y sintió el orgasmo construirse.

-Ángel, Ángel. ¡Joder! -Trabajó sus caderas cada


vez más rápido, las extremidades fusionándose ya que
cada movimiento enviaba los nudillos de Angelo
raspando contra su próstata. Tan bueno.

Angelo envolvió su mano libre alrededor de la


polla de Gabe y tiró, él mismo masturbándose con

312
movimientos descoordinados ásperos.

-Sí, vente por mí. Dámelo.

Angelo empujó más duro. Gabe se hundió hacia


abajo. Esos putos dedos entraron a la perfección y un
grito ronco gorgoteó en su garganta mientras su polla
estalló, el semen inundando toda la mano de Angelo.

-Ugh. Joder. Joder. -Sus caderas se mantuvieron


tronzando y Angelo no lo dejó, una mano todavía
hundiéndose en él, la otra ordeñando a Gabe. -Dios.
Ángel.

Angelo se sentó sobre sus cuclillas, la mano


todavía envuelta alrededor de Gabe, y sonrió.

-Jodidamente caliente.

Gabe se echó a reír. -Loco de mierda. -Sus


palabras salieron mal pronunciadas.

-Sí. -Angelo le soltó y lamió el semen en sus


dedos con un gemido. -Estamos locos. Sabes como

313
amargo y dulce y tengo tu semen pegado a mi pubis.

Gabe se derrumbó en el sofá y riendo cuando


Angelo se puso de pie y se arrastró sobre él,
envolviendo los brazos alrededor de él, los labios
pegándose, transfiriendo el esperma de Gabe con él.

-Hmm. ¿Estás bien? -Le preguntó a Angelo.

-Claro que sí, estoy bien. -Angelo acarició su


cuello. -Me he venido en mí mismo, simplemente
mirándote. ¿No es para estar bien al respecto?

Gabe mordisqueó su oreja. -¿Quieres ir a arriba a


la cama?

Angelo gruñó. -Dentro de un rato, cuando pueda


sentir mis piernas.

Un rato después, Gabe sacudió a Angelo para


despertar y los dos se tambalearon arriba,
aferrándose el uno al otro, ya que cayeron en la
cama. Angelo estaba todavía completamente vestido y
Gabe tuvo el disgusto de desnudar a su amante
mientras yacía boca abajo, como un peso muerto.

314
Gruñendo, se sentó en cuclillas y quitó las botas
y los pantalones vaqueros de Angelo, dejándolo en
apretados pantalones negros con la camiseta blanca.
Gabe se permitió una mirada indulgente a la espalda
de su amante, todo tatuado para arriba, y sonrió.
Él lo amaba. Amo a Angelo. Se inclinó sobre el
cuerpo de su hombre, trasladó el pelo de la cara de
Angelo y rozó con los nudillos sobre la frente.
Angelo se movió, una pequeña sonrisa en sus labios.

-Buenas noches, policía. -El sueño le volvió la


voz ronca y áspera.

Gabe besó su hombro, presionando sus labios sobre


la frase en español tatuado allí, que podría
traducirse en "Jode lo que has oído". Estabilizándose
al lado de Angelo, tiró las cubiertas por encima de
ellos y se acurrucó en el calor hipnótico de su
amante.

Él estaba enamorado de Angelo Pagan.

315
Una polla dura, la punta mojada y resbaladiza,
empujó en la grieta de Angelo, tirando de él de su
sueño. Su erección se agitó como el aliento caliente
de Gabe estaba en su nuca. Empujó su mitad inferior a
la dureza de lo follaba por detrás, la mano
remontando a tomar el flanco de Gabe.

-No te desperté, ¿verdad? -El humor entrelazó las


palabras de Gabe como él movió su lengua dentro de la
concha de la oreja de Angelo.

-Hmm. -Angelo rodó sus caderas lentamente


mientras Gabe se deslizó hacia arriba y abajo por su
grieta, deslizándose en ella. -Lo hiciste y me
alegro.

-Bien. -Dando vueltas a la cintura, Gabe deslizó


la palma de la mano sobre el pecho de Angelo y tiró
de un anillo en el pezón. -Quiero seguir así,
frotándonos uno contra el otro hasta que me venga
todo en tu culo. -Tiró con fuerza el anillo.

316
-Aahh. -Angelo se arqueó, los dedos clavándose en
el flanco de Gabe. -Eres un sádico hijo de puta, ¿no
es así?

Los dientes se hundieron en su hombro. -Pero te


gusta. De hecho...-Gabe soltó el anillo y viajó hacia
abajo, tocando la pollada de Angelo goteando. -Creo
que lo amas cuando te llevo, cuando tomo el control
de Angelo Pagan.

Succionó el hombro de Angelo duramente. -Porque


entonces no eres el líder de Los P, eres mi amante.

Él se resistió contra Angelo, el calor, la


longitud lisa de él con el hinchazón grueso mientras
acariciaba a Angelo.

-Eres mi hombre. Sólo mío. -Él ahuecó las bolas


de Angelo, apretando como Angelo cogió un puñado de
sábana y se empujó hacia atrás en la pulsante polla
entre sus nalgas.

Angelo jadeó, la cabeza echada hacia atrás sobre


el hombro de Gabe como su amante le chupaba el hombro
hasta que la piel quemó y acarició su polla mientras

317
la molía en el culo. La alegría simple lo inundó y el
deseó de nunca tener que dejar el mundo, nunca tener
que volver a un mundo invadido por la violencia y la
muerte, la mayoría de los cuales era su propio hacer.

-Ah, policía. -Un orgasmo perezoso viajó por su


columna vertebral. -Lo que me haces, no puedo
explicarlo.

-Entonces no lo intentes. -Gabe presionó su


pulgar en la ranura de Angelo, los sonidos
resbaladizos de su polla deslizándose, alcanzó los
oídos de Angelo. -Sólo vente por mí. -Acarició a
Angelo, una vez más, apretando con fuerza, y Angelo
se vino, fuertemente sobre los dedos de Gabe.

El aliento de Gabe se entrecortaba en la oreja,


un calor se extendió por su mejilla izquierda del
culo y goteó en su grieta. Angelo cogió la mano de
Gabe, enlazando sus dedos y sosteniendo su vida
mientras continuaban moviéndose, meciéndose entre sí.

Girando la cabeza, Angelo buscó los labios de


Gabe, capturando los suspiros de su amante. Mantuvo
el beso gentil, suave, saboreando el gusto del hombre
al que amaba tanto.

318
Había sabido por mucho tiempo que esto no sería
ningún asunto de una noche y estaba en lo cierto.
Amaba a Gabe y él se iba más allá del miedo por lo
que podría sucederle.

A ellos.

-Policía.

Gabe se estremeció contra él. -Sí.

Esas tres palabras estaban en la punta de la


lengua, pero no podía poner voz a ellas, todavía no.
En cambio, dijo, -Tengo que salir de la ciudad hoy.

Gabe se apartó de él y salió de la cama, tomando


su calidez y confort. Con el rostro estoico,
desapareció en el cuarto de baño. Angelo se quedó
donde estaba en la cama, escuchando el agua
corriente, mirando hacia el techo.

Esperando.

Gabe volvió a entrar en la habitación y se

319
dirigió a la cómoda donde se puso un par de
pantalones cortos, los ojos en todas partes, pero no
sobre Angelo.

-Policía.

Gabe se encogió. -No lo hagas. Sólo ... no lo


hagas.

-¿Por qué estás enojado?

-Si te preguntara dónde exactamente vas y por


qué, ¿me lo dirías? -Gabe estaba frente a él, con los
brazos cruzados sobre el pecho, los músculos
abultados, cara dura e inescrutable.

-Sí. -Angelo respondió a su pregunta con un


movimiento de cabeza.

-¿A dónde vas y por qué?

Angelo se sentó, haciendo una mueca en la masa


pegajosa que él tenía en el culo. -¿Estás preguntando
como mi amante o como policía?

320
El dolor cruzó el rostro de Gabe y Angelo se
maldijo a sí mismo.

-Si tienes que preguntar luego de todo esto, -


Gabe hizo un gesto con la mano entre ellos, -será un
error.

Angelo se levantó de la cama y se puso delante de


él. -¿Perdón? -Se negó a permitir que el escalofrío
del miedo abriera sus poros para disuadirlo. -¿Nos
estás llamando un error?

Un músculo palpitó en la mandíbula de Gabe. -Si


te niegas a verme tanto como tu amante y policía,
entonces sí, somos un error.

Angelo le agarró del brazo, tirando de él sobre


su pecho. -Déjame decirte algo, policía, no hay
manera en el infierno de que vayas a deshacerte de
mí. ¿Entiendes? Yo sé quién eres, eres el hombre que
adormece mi dolor. Quién ahuyenta las cosas malas.
Quién me hace querer ser mejor.

Gabe se mordió el labio inferior y miró hacia


otro lado.

321
-Joder mírame. -Angelo cogió la barbilla y obligó
a su atención de nuevo a él. Esos ojos grises le
quemaban, lo señalaban. -Tú eres mi amante, pero
también eres un policía. Esas dos mezclas juntas hace
algo difícil y ahora eres el hombre que simplemente
no puedo vivir sin él. Me niego a vivir sin ti.

Los labios de Gabe se separaron y Angelo lo besó,


la lengua sumergida en los rincones cálidos,
empujando. El hombre en sus brazos le devolvió el
beso con abandono hambriento como Angelo jodía su
boca.

Gabe tiró lejos. -Esas palabras no significan


nada si no las respaldas. Quiero saber a dónde vas y
por qué.

Angelo se humedeció los labios, saboreando a


Gabe, y pasó los dedos por el pelo. -Está bien. -Se
sentó en el borde de la cama y miró a su amante
mirándole con los ojos entrecerrados. -Negocio un
acuerdo con Cartel Delatorre.

Los ojos de Gabe se abrieron, la sangre


drenándose de su rostro. -Tú, ¿estás haciendo
negocios con Delatorres?

322
Cartel Delatorre era notorio por la trata de
seres humanos, armas, drogas, sexo, niños. Cualquier
cosa ilegal, ellos estaban sobre Delatorres y hasta
la cintura en el mismo.

-Soy un hombre de negocios. Tienen armas y


necesito armas.

-Ponen a las mujeres y niños para el sexo. -Gritó


Gabe. -¡Venden a la gente!

-Ya lo sé, pero ahora soy el único proveedor de


armas en la costa este. -Gabe miró boquiabierto y
Angelo se apresuró a explicar. -He estado comprando
sus armas durante años. Simplemente estoy ampliando
nuestra relación.

Gabe se apartó de él, sacudiendo la cabeza. -Yo


no...no puedo ... no puedo creerlo.

-Hay un panorama más amplio que no puedes ver


todavía, y me gustaría poder explicarlo, pero no
puedo. Yo no tengo la foto para la pintura, sólo sé
que no todo es lo que parece.

323
-No empieces con esa mierda críptica conmigo.
Dímelo o no lo hagas. -Gabe dio la espalda a Angelo.

¡Mierda! -Gabe, por favor. -Se levantó y puso una


mano sobre el hombro desnudo de Gabe. -Yo no
puedo...¡joder! -Envolvió sus brazos alrededor de
Gabe, que se puso rígido. -Quieres todos mis
secretos, amado, y me doy cuenta de que quiero poner
todos al descubierto para ti. -Pasando los labios
sobre la nuca de Gabe, ordenó, -Date la vuelta.
Mírame.

Gabe lo hizo a regañadientes, levantando los ojos


nublados al rostro de Angelo.
-Estoy trabajando con alguien para acabar con
Delatorres, alguien que ha sido quemado por ellos.
Badly.

-¿Qu-? -Las cejas de Gabe se arrugaron. -¿Estás


jodidamente bromeando con esto?

-No. -Los labios de Angelo s retorcieron. -Parte


del plan era hacerse con el control del mercado de
armas en toda la costa este. Lo tengo. Mi viaje de
hoy es a Jersey para tomar posesión de un cargamento
de armas que viene de Phoenix.

324
Ojos cautelosos buscaron su rostro. -¿Qué otra
cosa consiste el plan?

Angelo se encogió de hombros. -Voy a aprender más


hoy. Sólo quiero que sepas que esto no es personal
para mí, al menos no en la forma que piensas. Mi
reputación hace que sea fácil para la gente como
Delatorres trabajar conmigo y mi co-conspirador lo
vio y se acercó a mí.

-¡Jesús! ¿Sabes lo que estás haciendo? -Gabe


clavó las uñas en el brazo superior. - Delatorres
descubre que tienes un conspirador y te desaparece.

-Estoy consciente de eso, pero recuerda, soy


Angelo Pagan. -Angelo hizo un guiño. -El notorio
líder de Los P. ¿Quién iba a pensar que mi plan es
más que la compra de armas ilegales?

Gabe se pasó una mano por la cara. -¿Quién está


trabajando? ¿ATF, ICE, FBI?

Angelo se echó a reír. ¿Podría ser su amante tan


ingenuo? -Ah, policía. Esto es una mierda personal,
nada de chicos alfabetos están involucrados. Mi socio

325
en el crimen es un civil y sin escrúpulos como yo.

-¡Maldito seas! -Gabe le golpeó el hombro.

Angelo gruñó.

-Si te metes en cualquier tipo de problema voy a


estar seriamente enojado. -El miedo se escondía en
los ojos de Gabe, crudo y desolado.

Angelo le tomó la cara. -Mientras estés aquí


esperando, voy a estar bien. Voy a estar bien. -Él
tomó los labios de Gabe, besando a su amante
profundamente. Cuando lo soltó, Gabe rodó el pulgar
sobre el labio inferior.

-¿Cuándo vas a volver?

-Mañana.

-Tu cumpleaños.

326
Angelo asintió. -Podría costarme llegar por lo
que no te asustes si llamas y no contesto.

El rostro de Gabe se nubló.

-Tengo algo para ti. -Recogiendo los vaqueros del


suelo, Angelo buscó en los bolsillos hasta que
encontró lo que buscaba. Levantó el juego de tres
llaves en un llavero. -Estas son las llaves para el
lugar en Coney Island. El código para el garaje es tu
cumpleaños.

Gabe se echó a reír. -Mi cumpleaños, ¿uh? -Tomó


las llaves de Angelo y las añadió a su propio llavero
tirado en el aparador. -Gracias, bebé.

-Puedes ir allí en cualquier momento, yo no tengo


que estar allí. -Angelo se puso de pie y miró a su
alrededor. -Ahora tengo que tomar una ducha e irme. -
Se dirigió al baño y luego se detuvo y se volvió. -
Por cierto, mi madre ha decidido que todos nos veamos
después de la cena de mañana.

Sonrió mientras Gabe tragó saliva.

327
-Ah, está bien.

-Ten cuidado, amado. -Angelo se rió mientras se


alejaba. -Parece que estás a punto de perder el
conocimiento.

Cerró la puerta con un "Vete a la mierda" de


Gabe.

Angelo llegó a Nueva Jersey para el mediodía y


reservó una habitación en el Motel 6. El envío no
debía llegar hasta la noche, pero tenía que alcanzar
el lugar y asegúrese de que todos los patos estaban
en una fila.

Por lo general, tendría a Pablo y al menos otros


dos hombres con él, pero este viaje lo hizo solo. Su
trato con Delatorres necesitaba ser mantenido bajo
estricto secreto hasta que llegara el momento de que

328
la mierda golpeara el ventilador.

No lamentaba decírselo a Gabe sin embargo. Su


amante tenía derecho a saberlo, necesitaba saber que
Angelo confiaba en él. Por un momento, de pie en el
dormitorio mirando el dolor en los ojos de Gabe,
Angelo temía que había perdido a su amante.
No quería volver a sentir esa rebanada caliente
de miedo otra vez.

Se despojó de su ropa y se dejó caer sobre la


cama, las armas en la mesita de noche. Nadie sabía de
su viaje hasta aquí, sólo Pablo, Gabe y Faro, pero
aún así se preparó para los matones que podían haber
oído que el líder de Los P estaba en la ciudad y
decidieran tomar un tiro en él.

Aún no había ocurrido, pero siempre había una


primera vez.

Con la muerte de Catarina, él no había esperado


su cumpleaños, pero lo hacía ahora. Él sonrió
mientras miraba hacia el techo. Gabe le había dado
muchas ganas de otro cumpleaños, otro día. No podía
esperar para ver lo que tenía su amante en el almacén
para ellos.

329
También necesitaba decirle a Gabe cómo se sentía.
Su amante sentía lo mismo, podría decirlo por la
mirada en los ojos de Gabe. Por la forma en que su
amante le tocaba, lo besaba.

Amor.

Él nunca pensó que lo tendría, nunca miró por


ello, pero la emoción lo encontró de todos modos.
Ahora tenía que asegurarse de que lo guardara para
siempre, tenía que proteger su futuro y el de Gabe.

No tenía ni idea de cómo iban a manejarse cuando


Gabe volviera a su trabajo, pero Angelo era
ingenioso. Encontraría una manera de mantener su amor
a su lado y mantenerlo a salvo. Primero tenía que
hacer frente a Carlos y la amenaza que representaba
para todo el mundo y todo lo que Angelo amaba.

Su celular sonó con un mensaje de texto y lo


cogió de su lado. Mensaje de "S".

Ultimas noticias.

En el jardín, Angelo escribió de nuevo,

330
recogiendo las golosinas.

Bien. Avísame de los detalles.

Lo haré. Angelo lanzó el teléfono en la cama y se


giró sobre su estómago, agarrando la almohada
mientras cerraba los ojos. No tenía participaciones
personales en el derribo de Delatorres. Su trabajo
era atrapar los perros grandes en sus propias redes y
dejarlos expuestos a la intemperie. En este caso, los
elementos estaban fuera de la sangre, a la yugular, y
Angelo se alegraba de tener asientos de primera fila
en las líneas laterales.

Dormiría un poco, conseguiría algo de comida y


regresaría rápidamente con Gabe.

Cuando se despertó, estaba helado y su teléfono


personal estaba pitando.

331
-Hmph. -Se dio la vuelta en la oscuridad,
encendió la lámpara de noche y agarró los teléfonos
al lado.

Él tenía un mensaje de Pablo en su teléfono de


negocios.

Angelo lo ignoró y miró el personal para


cualquier cosa de su madre o de Gabe. Nada de su
madre, pero Gabe le había enviado un mensaje de
texto.

Coney Isle mañana. 8 p.m.

La anticipación trajo una sonrisa a su cara. No


podía esperar para saber lo que Gabe había planeado
para ellos. En primer lugar tengo que levantarme e ir
a hacer mi recogida.

Salió de la cama, se dio una ducha rápida antes


de vestirse y salir. Se metió en el coche de alquiler
negro, llevándolo un par de manzanas a un restaurante
donde rápidamente se comió una hamburguesa y papas
fritas.

332
El envío no debía llegar dentro de una hora, pero
él pasó por encima el lugar de todos modos,
quedándose en el interior del vehículo mientras
miraba la zona vacía. Un mensajero estaría trayendo
las armas de fuego en la calle, pero por el lugar de
reunión era por el agua. Utilizaron este método antes
y entonces, como ahora, no tenía ni idea de por qué
Faro y Delatorres optaron por trabajar así.

Sin embargo, la forma en que sacaran su mierda no


era su problema. Estaba simplemente allí para
comprar.

Un escalofrío se deslizó en el coche y subió el


termostato, ajustando la bufanda alrededor de su
cuello. Sus dedos ya estaban enguantados, pero ellos
también sintieron el frío. Realmente debería haber
tenido a alguien más para hacer esta mierda. ¿Cuál
era la razón para ejecutar una empresa criminal si no
podía tener recaderos? Al menos podría haber enviado
a Pablo.

Negó con la cabeza. Este acuerdo era demasiado


importante, demasiado había invertido para poner en
manos de nadie más sino de él. Lo hacía mucho, se dio
cuenta, hacía su mierda él mismo, incluso con todos
los hombres que tenía en nómina. Los hombres que eran
sus amigos, su familia, en la mayoría de los casos,

333
pero no confiaba en ellos.

Después del lío con Manny y el Gordo, no confiaba


en ninguno de ellos. Eso no era un sitio para estar,
rodeado de gente que no confiaba. Él siempre había
estado allí con ellos, uniéndose a ellos en las
trincheras, dispuesto a ensuciarse las manos. Para
conseguir la suciedad debajo de las uñas.

No había nada que le preguntaría a sus hombres


para hacer que él no estaba dispuesto a hacerlo
también. Pero las cosas habían cambiado
definitivamente y no pedía a nadie a hacer algo, lo
hacía todo él solo.

Era hora de salir.

Las palabras fuertes resonaron en su cabeza,


rebotando en su cráneo como su columna vertebral se
tensó. No las había hablado, pero él sentía el peso
de esas cuatro palabras en la piel.

La sensación de lo correcto en sus poros.

Apretó los dedos enguantados en el volante, el

334
más intenso miedo mezclado con el alivio en el
espacio cerrado.

Voy a salir. Por su madre.

Por Gabe.

Por Catarina.

Y por mí.

Faros brillantes lo cegaron como un vehículo giró


hacia el camino que llevaba a la línea de costa
abandonada. Angelo se recompuso, secándose la cara y
tragando respiraciones profundas. Su siguiente paso
vendría cuando este trato estuviera detrás de él,
pero la voz en su cabeza instándole a salir del juego
era fuerte e insistente y se encontró que quiera
escucharla.

Necesitandolo.

335
Él volvió a su motel después de la recolección.
Después de aparcar en un lugar apartado, arrastró las
bolsas ofensivas pesadas llenas de armas en la
habitación de una en una. Cuando terminó, le dolían
los hombros como una madre y estaba bañado en sudor.

Se quitó las botas, se subió a la cama y encendió


el televisor. No todavía relajado, envió a su socio
silencioso un texto.

Cambio de planes.

Su teléfono sonó segundos después.

¿Qué ha cambiado?

Mis planes.

336
Él esperó, casi sin prestar ninguna atención a la
demostración de la realidad en la televisión. Cuando
los dos hicieron sus planes, era todo depende de su
ser y seguir siendo dónde estaba exactamente. La
mayor parte de las transacciones y ofertas que hizo
fueron todos orientados a derribar Delatorres y si
Angelo Pagan no estaba alrededor como el líder de Los
P, el plan sería ir línea recta al retrete.

Él no necesitaba ningún permiso pero quería el


uso del poder del otro hombre. Esto contribuiría en
gran manera con el plan formándose en la parte
posterior de la cabeza.

Su teléfono sonó.

¿Deseas salir?

Nuestro pln permanece igual, pero quiero salir dl


juego. Período.

Segundos después llegó la respuesta. Dime q


tienes en mente.

337
Capítulo Díez
-Sí, señor. Gracias. -Gabe colgó el teléfono a su
capitán y se volvió hacia su hermano que lo miraba
con las cejas levantadas.

-¿Qué dijo Kowalski que quiere? -Kane robó las


papas fritas del plato de Gabe y sonrió a su ceño
fruncido.

Gabe cogió su plato y apretó la salsa de tomate


en su hamburguesa. -Me quitó el día de mañana en el
físico y quería encender un fuego debajo de mí para
volver allí y empezar a encerrar a los miembros de
Los P.

Kane hizo una mueca. -Eso no puede ser bueno


cuando estás durmiendo con el líder, ¿no?

-Baja la voz, ¿quieres? -Gabe miró a su alrededor


al restaurante casi vacío y se encogió de hombros. -
Es difícil, pero trato de no pensar en ello. -Además
seguramente perdería su puta cabeza.

338
-¿Cómo está funcionando para ti? -Kane se inclinó
hacia adelante, la mirada intensa cerrada en la cara
de Gabe. -Estás decidiendo enterrar tu cara en la
arena, hermano. Es un criminal, un gángster para
todos los intentos y propósitos, y tarde o temprano,
la vida se pondrá al día con él. Y a ti.

Gabe mordió la hamburguesa que no tenía sabor y


con despreocupación afectada. -Hasta entonces
continuaremos como hasta ahora hemos estado. -Kane
abrió la boca y Gabe lo interrumpió. -¡No voy a dejar
que se vaya!

Kane se echó hacia atrás, sorprendido con el


rostro nublando mientras sus ojos se suavizaron. -
Gabe, dime que tu no...Dime que no lo amas.

Gabe apartó la mirada, con los dedos entumecidos


liberando la comida en sus manos. La hamburguesa se
cayó en el plato con un plop audible. Se quedó
mirando a la mesa. -No puedo.

-¿No puedes qué?

Él levantó la vista. -Yo no puedo decir que no lo


amo, eso sería una mentira. No puedo renunciar. -La
presión en el pecho se hizo más grande, más caliente.

339
-No puedo.

-Gabe. -La expresión de Kane igualó su voz, suave


y compasiva. -Tienes que saber...

-¿Qué? -Gabe atacó. -¿Qué tengo que saber? ¿Él


podría terminar muerto o en la cárcel? ¿Podría perder
mi trabajo y mi credibilidad? Sé todo eso ya. -Se
agarró al borde de la mesa, tratando de calmar sus
manos temblorosas como su susurro se volvió áspero. -
También sé que no tiene sentido tener esperanza, pero
yo quiero un futuro con él. -Su voz se quebró,
vaciló. -Soy egoísta y delirante y tal vez la mitad
de loco, pero yo lo quiero.

Silencio, Kane tomó un pañuelo de la mesa y se lo


entregó a Gabe. Él miró a su hermano y antes de darse
cuenta de la quemadura en sus ojos había lágrimas,
ahora corriendo por su rostro.

-Joder. -Se limpió con enojo sus ojos, mirando


alrededor del comedor. Nadie le prestaba atención a
ellos, gracias a Dios. -Lo siento. Estoy perdiendo mi
mente clara.

-Estás enamorado, es la misma diferencia.

340
Gabe se atragantó, los labios separados cuando se
reunió con los ojos brillantes de su hermano. La risa
brotó en su pecho y se derramó de sus labios. Kane se
unió y pronto estaban gritando de risa. Los clientes
dispersos en la hamburguesería tomaron nota de ellos,
entonces, deteniéndose y mirando como Gabe se
desplomó en su silla, los hombros temblando.

-Me siento como si estuviera en una burbuja. -


Confesó en voz baja.

La risa de Kane se apagó abruptamente.

-Cuando estamos juntos, no hay nada mejor. No hay


nada tan intenso o que se sienta tan bien. Estamos en
una burbuja, que estoy seguro de que estallará cuando
vuelva a trabajar. No estoy deseando que llegue.

Kane asintió. -Lo entiendo. ¿Qué dice Angelo?

-No hemos hablado de eso. -Gabe tomó un sorbo de


agua. -Creo que ambos estamos pretendiendo que si no
hablamos de ello, nos quedaremos como estamos
siempre.

341
-La negación.

-Sí.

-No es sólo un río en...

-¡Oh, cállate! -Gabe se puso de pie y dejó caer


un poco de dinero sobre la mesa. -Yo estoy fuera.

-¿Dónde vas? -Kane añadió algo de dinero para la


pila de Gabe.

-Es el cumpleaños de Angelo hoy, tenemos planes.

Kane lanzó un silbido. -Suena interesante. -


Deslizó un brazo alrededor del hombro de Gabe
mientras salían del restaurante. -¿Compartes?

Gabe se burló. -Por supuesto que no.

342
-Haz lo que quieras. -Kane sacó sus llaves
mientras subían a su coche en el estacionamiento. -Me
he estado preguntando si, ¿cómo es el sexo?

La mandíbula de Gabe se cayó.

-Quiero decir, mira a Angelo Pagan. -Kane abrió


el coche y abrió la puerta del lado del conductor. -
El hombre tiene que ser una bestia en la cama.

-Vete a la mierda. -Gabe le golpeó el hombro. -


Nunca lo sabrás.

-¡Feliz cumpleanos, hijo!

-Gracias, mami. -Angelo besó la mejilla de su


madre mientras ella lo abrazó. Apretó su pequeño
cuerpo, inhalando su aroma de flores y pan al horno.

343
Le soltó, dio un paso atrás. -Tú cocinaste.

-Por supuesto. -Ella le dio un manotazo en el


brazo. -Es el cumpleaños de mi hijo, apuesta tu culo
a que estoy cocinando.

-El lenguaje, Mami. -Él fue a la cocina, los ojos


muy abiertos por la cantidad de comida y postres
apilados en mesas y encimeras. -¿Murió alguien?

Su madre se rió tontamente.

Rió tontamente.

-No, pensé que tus amigos podrían pasar por aquí.


-Ella agitó las manos en el botín en la cocina. -Esto
es sólo un "por si acaso".

-Uh. No me gustaría ver lo que sucede cuando en


realidad planees para una fiesta.

-¿Debo hacerte un plato?

344
-Si. -Se dirigió al sótano. -Voy a tomar una
ducha y luego nos dirigiremos hacia fuera. -Quería
visitar la tumba de Catarina, poner unas flores. -Me
encontraré con Gabe más tarde.

La sonrisa en el rostro de su madre no podría


haber sido más grande si lo intentaba en ella. -¿Y
cómo está mi hijo-en-ley? No puedo esperar a
conocerlo mañana.

Si. No estaba seguro de lo que sentía por ese


brillo salvaje cerca de su ojo. -No puede esperar
para verte también. -Una pequeña mentira piadosa
porque sabía que Gabe estaba aterrorizado. -Estaré de
vuelta pronto y podremos irnos.

Veinte minutos más tarde, fue al piso de arriba,


limpiándose la comida en la boca.

-Hmm, esto es bueno, Mami. -Él tomó un bocado más


y puso el plato. -Está bien. -Se lamió los labios. -
Vamos.

Se dirigieron hacia el cementerio y tomó una


oportunidad, le dijo a su madre de sus planes aún en
formación para salir de Los P.

345
-¿Estás seguro de esto, hijo? -Se volvió con los
ojos muy abiertos a él. -Este plan tuyo, seguramente
va a hacer que te maten.

-Entonces estarán haciendo lo que estoy haciendo


ahora.

-Esta persona con la que estas trabajando,


¿puedes confiar en él?

Él se encogió de hombros. -Tanto como cualquier


otro, supongo. En este caso, soy más útil vivo. Él no
puede conseguir lo que quiere con mi muerte, así que
sí.

Ella se quedó en silencio por un momento y luego


preguntó: -¿Qué piensa tu hombre?

Él flexionó sus dedos alrededor del volante. -Él


no lo sabe.

Su madre balbuceó. -¿Estás tomando decisiones


sobre tu futuro sin su aportación?

346
-Pero de eso se trata, Mami. -Se obligó a
pronunciar las palabras. -No estoy seguro de que ni
siquiera tenemos un futuro.

Ella negó con la cabeza. -Yo no creo eso. Ambos


comenzaron esto sabiendo que sería difícil, ¿por qué
las dudas ahora?

A veces le gustaba hablar con su madre. Algunos


días no lo hacía. Hoy no lo hacía porque estaba
sonando como la parte cuerda. Y ahora, sonaba como un
tonto.

Balanceó en la entrada del cementerio, suspiró. -


Difícil es una cosa. Esto ... esto es algo diferente
y yo no lo culparía si él se fuera. -Trajo el SUV a
una parada en un lugar de estacionamiento y apagó el
motor.

Su madre se detuvo con la mano en el pomo de la


puerta. -Suena como si ya te has resignado a que él
te dejará cuando se lo digas.

Levantó un hombro en la derrota. -Yo no le


echaría la culpa.

347
Su madre salió del coche con un movimiento de
cabeza. Sí, sabía que estaba tomando decisiones por
Gabe, pero con la idea plantada en la cabeza, tenía
que poner las cosas en marcha. Una vez que todo
estaba en marcha le diría a Gabe.

Esperemos que tuviera suerte y Gabe no lo


odiaría.

No contengas la respiración.

En la tumba de Catarina le estrechó la mano a su


madre entre las suyas y se arrodillaron, las cabezas
inclinadas, en su lápida. Su madre puso el precioso
ramo de rosas y rosas blancas que Catarina amaba en
el mármol de piedra y Angelo susurró una oración e
hizo la señal de la cruz.

-Te extraño, hermana. Todos los días. -Su madre


se movió a su lado. Lágrimas obstruyendo su garganta
y tragó. -Lo siento. Lo siento. -Repitió las palabras
una y otra vez mientras las lágrimas corrían por sus
mejillas y su madre le tiró a sus brazos.
-La mejor manera de hacer las paces con ella,
para mí, es salir. -Le susurró a su madre.

348
-Y tomar a ese hombre tuyo contigo. Darle una
opción.

Él debería, Angelo lo sabía. Tenía miedo de la


elección que haría Gabe, cualquiera de ellas podría
ser malo para ellos.

Apartándose de su madre, se limpió la cara con el


dorso de la mano. -Me iré, tu saldrás. Tu tarea
consistirá en elegir cualquier lugar que desees
vivir.

Su rostro se iluminó. -Yo puedo hacer eso.

-Bien. -Su teléfono de negocio sonó. Miró el


identificador de llamadas y luego respondió. -¿Qué
pasa, Pablo?

-Jefe, ¿dónde estás?

Tuvo que concentrarse para escuchar las palabras


de Pablo con la cantidad de ruido en el otro extremo.
-En el cementerio con Mami. ¿Por qué?

349
-¡Necesitas conseguir pasar por aquí ahora mismo!
-La voz frenética de Pablo se levantó por encima del
ruido en su extremo.

-Aquí, ¿dónde? -Angelo cogió la mano de su madre


y la llevó de vuelta al SUV. -¿Qué está pasando?

-Estamos en la Quincuagésima tercera. Ven aquí


rápido.

-¿Qué demonios es... -El tono de marcación zumbó


en su oído.

-¿Qué pasa? -Su madre lo miró con ojos


preocupados.

-No tengo ni idea. -Él la ayudó a entrar en el


vehículo y luego corrió hacia el lado del conductor y
lo puso en marcha. -Te llevaré a casa y conseguiré
algunos de los chicos para asentarse en la casa,
mientras yo voy a al quincuagésimo tercero .

-Ten cuidado.

350
-Siempre, Mami. Siempre.

En el momento en que él trajo a su madre de


vuelta a la casa y se dirigió hacia el lugar
frecuentado en el Quincuagésimo Tercero, había
llamado a Pablo tres veces y no obtuvo respuesta.
Todos los tipos de escenarios locos jugaban en su
cabeza, lo que implicaba a su tío.

En el momento en que dobló y aparcó delante de la


casa de piedra rojiza en ruinas, estaba sudando y la
sangre le llenó la boca por apretar el interior de la
mejilla. Los vehículos estaban estacionados al azar
en la calle, incluso hasta en la acera. Él contó
hasta veintitrés antes de saltar al SUV y subió
corriendo los escalones de la entrada, la mano en la
culata de la pistola asomando en la cadera.

La casa estaba a oscuras, pero la puerta estaba

351
entreabierta.

Mierda. Él empujó más lejos con un hombro. -Yo,


Pablo. -Progresivamente en la oscuridad, sacó su
arma, sosteniéndola en la mano. -¿Pablo, qué pasa?

-¡Sorpresa!

Tiró hacia atrás cuando se oyeron los gritos y la


luz brillante le quemaba los ojos. Él parpadeó ante
los rostros sonrientes hacinados en el lugar con
sombreros de fiesta, bebidas en la mano.

-Feliz cumpleaños, jefe. -Pablo habló al oído


desde atrás. Una mano se deslizó por delante y
entregó a Angelo una botella de Moet.

Metió la pistola en su cintura y agarró la


botella.

-Feliz cumpleaños, Ángel. -Piper se acercó a él,


esas tetas gordas presionadas contra su pecho cuando
ella lo besó en la mejilla.

352
Dio un paso atrás y le guiñó un ojo, los labios
de color rojo brillante hicieron pucheros
perfectamente. Hubo un tiempo en que habían estado
envueltos alrededor de su polla, ahora le disgustaba.

La multitud convergió en Angelo, los hombres le


ofrecían abrazos y palmadas en el hombro, mientras
que las mujeres ofrecían besos, presionándose
demasiado, demorándose un poco demasiado largo. Se
encontró con los ojos de Pablo sobre la multitud,
disparándole una mirada condenándole.

-Necesitabas esto, incluso si te niegas a


admitirlo. -Pablo sonrió mientras hacía una seña a
alguien. -Confía en mí, jefe.

Música fuerte sacudió el suelo y todo el mundo


empezó a aplaudir, asociándose rápidamente mientras
bailaban el último hit de Pitbull.

Angelo miró su reloj con un suspiro. Él todavía


tenía unas horas antes de tener que cumplir con Gabe
para que pudiera permanecer un poco. Tendría que
tener una charla con Pablo acerca de desobedecerle,
pero mientras miraba el pastel en una mesa en la
esquina, decidió que no masticaría la cabeza de
Pablo. Con eso se instaló, abrió la parte superior
del Moet, tomando la botella en la cabeza.

353
-¿Quieres algo de comer? -Pablo asintió con la
cabeza hacia el lugar donde la comida fue presentada
en forma de bufé. -Tu madre hizo todos tus favoritos.

Esa mujer. -Así que por eso ella cocinó toda esa
comida. -Él negó con la cabeza. No puedo creer que
Mami consiguió mantener esto de mí.

Pablo asintió con la cabeza. -Y en el último


minuto también. La llamé ayer por la noche con mi
plan.

Angelo retrocedió hacia la pared, lejos de la


multitud bailando, y tomó otro sorbo de champán. -No
puedo creer que hayas hecho todo esto. Después de que
específicamente te dije que no.

Pablo no se disculpó, en cambio, se colocó


delante de Angelo, bloqueando su visión de la
multitud, dijo: -Has estado un poco... preocupado por
tu tío y su mierda, más todo lo de Auggie y Gordo.
Pensé que necesitabas un poco de tiempo de
inactividad.

A medida que su segundo al mando, lo miró a los

354
ojos, Angelo vio algo allí que realmente deseó no
haberlo hecho. Algo suave y casi tierno, una mirada
no del todo reservada para la relación que siempre
había tenido con Pablo-el de los amigos, el jefe y el
empleado.

Pablo parpadeó y la emoción en sus ojos


desapareció como si nunca hubiera estado. Angelo miró
hacia otro lado. Él y Pablo crecieron juntos, él fue
el primero en estar junto a Angelo cuando se hizo
cargo de Los P y había demostrado su lealtad en el
tiempo.

Angelo le amaba como a un hermano más joven, un


amigo, y ahora se daba cuenta de que estaba tan
ocupado escondiendo lo que era que no se dio cuenta
que Pablo estaba haciendo lo mismo.

-No estás realmente loco, ¿verdad? -Con una


sonrisa torcida, Pablo tocó el hombro de Angelo y se
alejó.

-No, no estoy loco. Yo...gracias. -Angelo ignoró


el destello de dolor en los ojos de Pablo y volvió a
hablar. -Esto fue genial.

Pablo buscó con la mirada y luego sacudió la

355
cabeza. -De nada.

Se dio la vuelta para irse y Angelo lo agarró del


brazo.

-Has hecho un gran trabajo con el negocio. -


Intentó una sonrisa tentativa. -Creo que hay que
sentirse orgulloso. Estoy orgulloso de llamarte mi
amigo. Mi hermano.

Pablo visiblemente se tensó ante esas dos últimas


palabras. Angelo le sostuvo la mirada, tratando de
transmitir su mensaje sin palabras. Nunca podrían ser
otra cosa, alguien sostenía su corazón. El rostro de
Pablo se suavizó, su cuerpo se relajó y asintió.

-¿Estamos de acuerdo?

Pablo sonrió. -Siempre. -Se alejó y Angelo se


quedó mirándolo.

¿Cómo podría yo no haberlo visto? ¿Estaba


realmente tan profundo en su propia mierda que no se
dio cuenta de que su segundo también se escondía?

356
-Mierda. -Él se pasó una mano por la cara y se
dirigió a las escaleras. Tenía que hacer pis.

Delgados brazos se envolvieron alrededor de su


cintura.

Él gimió.

-¿A dónde vas Ángel? -Piper ronroneó en su oído.


Su aliento caliente le atacó mientras hablaba. -
¿Quieres saber lo que tengo para tu cumpleaños?

-No, gracias. -Él quitó sus manos y siguió por


las escaleras sin mirarla. Dos veces ella le había
chupado, y desde entonces había estado caliente en su
rastro. Lo que le hizo pensar que no era más que una
de usar y tirar, utilizada por los hombres para tener
sexo y nada más.

Él hizo todo lo posible para no herir sus


sentimientos, pero maldita sea, la perra estaba
jugando cerca. Lástima que no podía salir y decirle
que él no estaba interesado en su coño, o cualquier
coño.

357
Se dirigió a uno de los baños en el segundo piso,
tomando una meada mientras. Después se lavó las
manos, se dirigió a la habitación más cercana, pateó
la puerta, la cerró y cayó de espaldas sobre la cama.
Con los aplausos y gritos y la música que venía de
abajo, en silencio, él podría conseguir unos minutos
de descanso antes de ir con Gabe. Había pasado la
mitad de la noche anterior y la planificación del
día, para conseguir su mierda junta, trabajando con
su socio en el crimen para llegar a una ruta viable
de escape.

En todas las partes que se volvía, no importaba


lo que hiciera o la ruta que tomase, la gente iba a
salir lastimada. Gabe, los hombres que tenía en su
nómina, su madre.
Yo.

Estaría dolido también, sí, pero su dolor no era


nada comparado con lo que tendría que poner a través
a la gente que amaba. Ellos no se lo merecían, pero
no veía manera de evitarlo. Era curioso, nunca había
considerado pensar en cortar antes.

Ni una sola vez.

358
Pero su madre no merecía morir en las calles de
Brooklyn porque se negaba a dar media vuelta.

Nunca pensó que iba a encontrar a alguien, a


cualquiera. Angelo Pagan no merecía la felicidad y el
amor, pero él lo tenía con Gabe y su amante se
merecía una vida en la que no estuvieran escondidos,
en que su amor no era un secreto sucio para ser
utilizado en su contra.

Al final, él era egoísta. Quería una vida con


Gabe. Quería noches y madrugadas, pero no había
garantías. Cuando su amante se enterase de sus planes
podría no querer quedarse.

Y yo no lo culparía.

Colocó la botella de champán en el suelo y se


echó hacia atrás, con las manos detrás de la cabeza
mientras miraba hacia el techo. Allí estaba el
accidente de Pablo de esta noche.

De ninguna manera podría haber confundido esa


mirada en los ojos de su segundo. ¿Cómo mierda fue
eso? ¿E incluso cómo pudo Pablo creer que pudiera
bajar la guardia con Angelo?

359
¿He bajado yo la guardia?

Pablo tuvo su cuota de momentos de diversión con


las chicas de usar y tirar como Angelo lo hizo. Pero
mientras Angelo nunca las llevó al nivel de
relaciones sexuales con ninguna de ellas, él sabía
que Pablo si las tenía. Antes, cuando habían
trabajado con la marihuana, algunos de los chicos
habían tenido una fiesta de humo en esa misma casa.
Todo un lote había sobrevenido entre los cuatro
hombres, Angelo y Pablo incluidos, y unas seis chicas
de usar y tirar. Lo único que había conseguido fue
una mamada, pero Pablo fue a por todas con dos de las
mujeres.

Angelo lo había visto. Ni una sola vez había


considerado que su amigo escondiera su verdadero yo.
Debería tenerlo, ¿no? Después de todo, él estaba
haciendo lo mismo. Al igual que debería reconocerlo
como su igual, ¿no?

La mierda iba más allá de lo complicado. Quizás


Gabe podría ayudarle a averiguar algo de ello. Cerró
los ojos con ese pensamiento.

360
Los labios y la piel suave y cálida le
despertaron. La excitación fuerte nubló su nariz
antes de que él parpadeó con los ojos abiertos. Dedos
ahuecaban su polla dando sacudidas mientras alguien
chupaba su cuello.

Qué...

-Oh Ángel.

Él se resistió poniéndose en posición vertical y


se despojó de la mujer desnuda, retorciéndose en él.
Tirando de su pistola debajo de la almohada, Angelo
la amartilló y apuntó a la frente de Piper.

-¿Qué. Carajo?

Piper se agachó en el suelo, el terror en sus

361
grandes ojos, los pezones duros y le apuntó. Angelo
se revolvió en la cama y se acercó a ella.

-¿Quieres que te dispare, Piper? ¿Eso es todo? -


La rabia sacudió sus palabras. -¿Qué diablos crees
que estás haciendo?

-Te estaba dando tu regalo de cumpleaños.


Yo..pensé que me querías.

Cristo. Angelo dio unas palmaditas en el bolsillo


por su teléfono y frunció los labios. -¿Has oído
hablar de una tarjeta de cumpleaños de mierda? Si te
quisiera tehabría tenido hasta ahora, Piper.

Las lágrimas brillaron en sus ojos, sus pechos


muy turgentes empujaron.

Sacando su teléfono de su bolsillo, Angelo miró


la hora. 12:50 a.m.

-¡Mierda! -Se suponía que debía cumplir con Gabe


a las ocho. Se metió la pistola en la cintura y
agarró las llaves. -Vístete y de ahora en adelante
mantente alejada de mí, Piper. De lo contrario, te

362
pego un tiro.

Él salió corriendo de la habitación y bajó las


escaleras. La multitud de la fiesta prácticamente se
había triplicado en tamaño. Se dio la vuelta, se
dirigió a la puerta trasera, y alguien lo agarró del
brazo.

-Jefe. -Pablo gritó para hacerse oír por encima


del ruido. -¿Estás bien?

-Sí, tengo que irme. -Él se apartó y salió


corriendo por la puerta de atrás. Rodeó el edificio,
corrió hacia el SUV y lo encendió. Después de que lo
había sacado fuera y metido en marcha, se dio cuenta
de que había apagado su teléfono personal y lo dejó
en la guantera.

-Mierda.

Él dividió su atención entre la carretera y la


guantera, abriéndola y agarrando el teléfono. Sí,
apagado.

Lo encendió, esperando hasta que fuera funcional

363
de nuevo. Los pitidos se produjeron muy seguidos,
diciéndole que tenía tres llamadas perdidas y cinco
textos perdidos, todos de Gabe.

Oh, y su batería se estaba agotando.

Marcó a Gabe, los dedos tecleando con impaciencia


en el volante. El teléfono sonó y sonó, finalmente,
fue al correo de voz.

Angelo dejó escapar un suspiro. -Policía, -habló


cuando el sistema le dio el visto bueno. -Lo siento,
me quedé dormido y mi teléfono estaba apagado. Me
dirijo hacia allí ahora, llego en unos quince
minutos. Quiero que me llames y me dejes saber si tú
todavía estás allí. -Hizo una pausa. -Lo siento.

No recordaba la carrera loca que dio a través de


las calles llenas de gente, lo único que recordaba
era las miradas impacientes a su teléfono, donde
estaba en el asiento del pasajero, deseando que
sonara.

Nada.

364
Veintitrés minutos más tarde, saltó del SUV en el
estacionamiento subterráneo de su edificio de Coney
Island y corrió hacia la puerta, golpeando el código
con los dedos congelados.

No vio el coche de Gabe. Su amante probablemente


se hartó y se fue.

Angelo entró en el ascensor, cantando: -Vamos.


Vamos, -mientras presionaba el botón de encendido al
PH2 y esperó, con los pies golpeando.

Miedo. Él denominó sus emociones dejando rastros


de frío por la espalda. ¿Por qué estaba asustado? No
quería decepcionar a Gabe. El ascensor sonó y él
soltó un suspiro antes de salir, haciéndose eco sus
pisadas al caminar los pocos pasos hasta la puerta
del apartamento.

Abrió la puerta y entró, cerrando firmemente


detrás de él. El lugar estaba a oscuras, la TV
silenciada sintonizaba uno de los canales 24/7
locales de noticias. Encendió la luz y entró más en
la habitación, deteniéndose cerca del sofá. Su amante
se quedó allí, la manta hasta su pecho desnudo, con
el teléfono en el suelo.

365
-Gabe. -Se arrodilló junto al sofá, una mano en
el hombro de Gabe para despertarlo hasta que vio que
su amante estaba despierto, con los ojos brillantes.
Vigilantes. -Lo siento, llego tarde.

Gabe se sentó lentamente, soltando la sábana. El


material cayó al suelo, dejando al descubierto el
pecho liso de Gabe y la cintura con uno de los
pantalones del pijama de Angelo. Quitándose un mechón
de cabello de los ojos, Gabe lo miró a los ojos.

Ira. No, la ira y el miedo al fuego vivo.

Angelo ahuecó su mandíbula. -Lo siento. Me quedé


dormido.

Gabe levantó una ceja. -¿Es por eso que hueles a


alcohol? ¿Has estado bebiendo en tu sueño? -Él se
apartó, se puso de pie y se dirigió a la cocina.

Mierda. -Uh, Pablo me hizo una fiesta sorpresa.


Tuve un poco de champán.

Gabe gruñó. Abrió la nevera y sacó una botella de


agua, exponiendo los envases de alimentos y la

366
magdalena con una sola vela en la parte superior.

-Amado, por favor. Mírame.

Gabe tenía los ojos grises ardiendo. -Tenía miedo


por ti, ¿te das cuenta? -Sus palabras estallaron a
Angelo y él negó con la cabeza.

-Lo siento.

-Mierda que lo sientes. -Gabe avanzó hacia él con


los puños cerrados y la agonía en sus ojos. -He
estado muerto de miedo todo el día. Nunca te
molestaste en hacerme saber que estabas de vuelta en
Brooklyn, así que he estado pegado a las noticias,
aterrado de no saber nada.

-Gabe…

-Es la única manera que puedo averiguar algo. -


Dijo Gabe. -Porque nadie sabe de nosotros. Yo no
estoy en la lista de las personas a llamar si algo te
sucede. -Su boca se apretó en una línea en blanco. -
Aquí estoy, muy preocupado por ti, y tu has estado de
fiesta con tus chicos del barrio.

367
-No es lo que piensas. -Angelo dio un paso
adelante.

-¿Qué mierda crees que pienso? -Gritó Gabe. -¿Te


importa lo que pienso cuando vienes a mí con lápiz
labial en la cara y el cuello y oliendo a coño?

¡Oh joder! Angelo se miró a sí mismo y Gabe lo


agarró por el cuello, golpeándolo contra la pared.

-Ahh. -Cerró los ojos mientras el dolor le


atravesó el cráneo.

-¡Mírame! -La voz de Gabe se sacudió.

Angelo levantó la mirada, la mirada fija en los


ojos de su amante nublados por el dolor y la ira.

Y el miedo.

-¿Te estoy compartiendo con las chicas de usar y


tirar?

368
Capítulo Once
Todo el cuerpo de Gabe se sacudió con miedo. La
idea de compartir a Angelo con cualquier persona,
hombre o mujer, sabía a ceniza sobre la lengua. Se
había pasado toda la noche pensando y preocupándose,
navegando por Internet, viendo las noticias locales
para cualquier información. Miedo en la cabeza,
sabiendo que si algo le sucedía él sería el último
absolutamente en saberlo, y aquí su amante estaba,
con lápiz labial de color rojo oscuro en el cuello y
el cuello de su camisa blanca, bañado con el hedor de
un coño de las chicas de usar y tirar.

El dolor de la idea llevó a su pecho a doler.


Apretó la garganta de Angelo.

-Respóndeme. -Gruñó Gabe. -¿Te estoy


compartiendo?

Los labios de Angelo se separaron mientras


intentaba tragar saliva en el aire. Sus fosas nasales
se dilataron y sus ojos brillaron.

-P-policía.

369
-¿Era yo tan ingenuo pensando que podía confiar
en ti, Pagan? -Agarró el hombro de Angelo y volvió a
su amante de cara a la pared. -¿Y pensar que yo sería
el único?

-Joder, lo eres.

Hizo caso omiso de las palabras agudas y llegó al


frente, se reunió con el material de la camisa de
Angelo y tiró. Los botones saltaron, rasgó el
material.

Su amante gimió.

Gabe tiró de su cabello, señalando con la cabeza


hacia atrás. -No te puedo compartir. -Mordió el
hombro descubierto de Angelo, la mano trabajando en
la sujeción de sus vaqueros. -En especial, no
comparto contigo. Tú eres mío.

Liberando la polla de Angelo de sus vaqueros,


Gabe acarició la dura longitud mientras ponía los
pantalones vaqueros por las caderas de Angelo. Lo
dejó liados en sus rodillas y apretó una pierna entre
sus muslos abiertos, muy abiertos.

370
Angelo arqueó la espalda, empujándose en el
agarre de Gabe en su polla húmeda en la punta.

-Nadie conseguirá tenerte. -Acarició a Angelo


ásperamente, apretando sus bolas y la raíz de su
polla. -Nadie te tocará más que yo. -Trasladó la
retención de la polla de Angelo en su mano izquierda.
Escupiendo en los dedos, los llevó al agujero
expuesto de Angelo y los hundió dentro.

-¡Joder! -Angelo dio un cabezazo en la pared


mientras sus rodillas se doblaron. Gabe le mantuvo en
posición vertical con un puño en su cabello.

-Nadie. -Gabe jadeó en su oído. -Nadie tiene


permiso para tocarte. -Sacó los dedos libres de la
calidez caliente del culo de Angelo y su músculo se
contrajo antes de conducir tres más.

-Ugh. -Angelo puso sus palmas de las manos en la


pared frente a él, empujando hacia atrás en los dedos
de Gabe, sus músculos internos luchando por llevarlo
más profundo.

Gabe hundió sus dientes en el cuello de Angelo,

371
directamente sobre esa mancha de color rojo oscuro, y
lo chupó.

Gruñidos y gemidos cayeron de Angelo mientras se


mecía hacia atrás, sacando el culo en el aire,
pidiendo más.

Gabe tiró abajo el pantalón del pijama y se


alineó, sin preservativo, sólo él y Angelo. Piel a
piel.

Usando su saliva como lubricante, humedeció su


corona y la empujó dentro, viendo desaparecer su
cabeza crecida dentro de su amante.

El fuego le robó el aliento. Las contracciones


del culo de Angelo lo llevaron al borde de inmediato.
Al presionar la palma de la mano en la nuca de
Angelo, obligó a su amante a bajar. Cerrando los
ojos, tragando alrededor de una garganta seca, se
echó hacia atrás y se hundió dentro.

El raspar de uñas de Angelo en la pared combinaba


con sus gruñidos y pequeños gritos. El hombro de Gabe
hacía poco para que Angelo sofocara sus propios
sonidos. Poniéndose de puntillas, hundió los dedos en
las caderas de Angelo y se sumergió en él, desatando

372
toda la ira y el dolor y el miedo.

Y el amor.

Todo el amor que tenía tanto miedo a expresar.

Angelo se reunió con él para el empuje,


inclinando sus caderas y meciéndose, con el juego
feroz de golpes de Gabe. El calor del canal de Angelo
apretaba y ardía las venas de su polla y provocó una
hoguera en bolas de Gabe. Envolvió el pelo de Angelo
alrededor de su puño y trajo su cabeza hacia atrás.

-Voy a venirme dentro de ti. -Gruñó. -Te inundaré


con mi semen.

Los músculos de Angelo se contrajeron


dolorosamente.

Gabe soltó un respiro. -Voy a marcarte, dentro y


fuera. -Él empujó dentro una y otra vez. -Así todo el
mundo sabrá que eres mío. Mío.

Una cadena constante de español salió de los

373
labios de Angelo, ronca y sexy, empujando a Gabe
sobre el borde.

Él ladeó la cadera, golpeando la próstata de su


amante con cada embestida.

-Sí, Gabe. Por favor. Por favor. -Angelo se


estremeció en sus brazos, el culo ordeñando a Gabe.

-¡Mierda! -El orgasmo se estrelló a través de


Gabe, tirando un grito gutural de sus labios cuando
estalló, derramándose en el interior del calor de
Angelo.

-Argh, ¡Gabe! -Angelo bruscamente se estremeció


cuando se vino, viniéndose en su propia mano.

Gabe no alivió los golpes, manteniendo el ritmo,


golpeando el punto dulce de Angelo hasta que no pudo
sentir sus extremidades y sus ojos se cruzaron.
Finalmente se calmó, su polla se desinfló con las
sacudidas dentro del culo contraído de Angelo. Cuando
su amante llegó con una mano detrás de él, para tocar
a Gabe, salió.

374
Ahogando un gemido por la pérdida de todo el
calor y la suavidad, él se apartó. Miró a su amante,
con las piernas débiles mientras se apoyaba en la
pared, los pantalones vaqueros alrededor de sus
rodillas como la semilla de Gabe corría por el
interior de sus muslos.

Él quería caer de rodillas, lamer todo ese


pegajoso semen lejos, limpiar a su amante con su
lengua, pero Gabe murmuró, "feliz cumpleaños", en voz
baja, se subió los pantalones y subió las escaleras.

-Policía.

La suave voz de Angelo le llegó a mitad de las


escaleras. Se quedó inmóvil, apretando los dedos
alrededor de la barandilla.

-Te amo.

Gabe bloqueó las rodillas y cerró los ojos,


tratando de atrapar las lágrimas, pero se desbordaron
de todos modos. Echó la cabeza hacia atrás, contó
hasta diez en la cabeza y luego continuó subiendo las
escaleras, escapando a la habitación sin una mirada
retrospectiva a Angelo.

375
Sin decirle esas tres palabras.

El sueño se alejaba de él. Se revolvió en el


dormitorio fresco, las sábanas arremolinándose
alrededor de su mitad inferior, la falta de calidez
de Angelo. Lo que le faltaba. Repetía la escena de
abajo, en la cabeza, con violencia e ira.

Todo el temor.

Y esas tres palabras rebotando en su cráneo. Las


palabras que casi lo llevaron a sus rodillas. Las
palabras que él nunca pensó que oiría, a pesar de que
se lo decía las caricias de Angelo y que en el fondo,
lo miraba con una mirada conmovedora en sus ojos.

Había desnudado su corazón y Gabe lo recompensó

376
alejándose, sin siquiera molestarse en mirarlo a los
ojos.

Estaba enfadado, sí. Todas las horas que se sentó


a la espera, como la pareja del paciente, obediente,
mientras que Angelo estaba por ahí haciendo Dios sabe
qué.
El lápiz labial en la camisa y el cuello. El
hedor de la mujer por todo el cuerpo. De ninguna
manera Gabe iba a tolerar que Angelo se compartiera
con nadie más, pero en retrospectiva, debería haber
pensado las cosas. Angelo estaba en una posición
insostenible, tal vez tenía que acercarse a las
mujeres para preservar su secreto.

Gabe parpadeó hacia el techo, un nudo en el


estómago. No podía lidiar con eso.

A quemarropa.

No pudo.

Tenían que hablar, resolver las cosas de una vez


por todas. Angelo tenía que conocer las líneas que
Gabe nunca permitiría que cruzara. Contuvo el aliento
y escuchó, tratando de determinar si Angelo siquiera

377
estaba en la casa o si la había dejado, pero no oyó
ningún sonido.

No escuchaba la televisión.

La casa estaba en silencio.

Después de ese show que tiró abajo, no le


sorprendería que Angelo se había ido. Él no lo
lamentaba, pero tal vez las cosas podrían haber sido
menos calientes. Angelo no podía esperar hacer una
aparición como lo hizo, y no estar preparado para
Gabe perder sus malditos nervios.

Dándose la vuelta, encendió la lámpara de noche y


cogió su celular, marcando a Angelo. El reloj marcaba
las 4:03 am, pero si Angelo se había ido de la casa
estaría teniendo esta conversación por teléfono.

Esto era demasiado importante como para esperar.

Angelo lo cogió al tercer tono, la voz clara y


fuerte. -Amado.

378
-¿Dónde estás?

Una pausa siguió, en el que Gabe pudo contar


hasta cinco.

-En la planta baja. Sofá.

Gabe parpadeó lentamente. -¿No te fuiste? -Eso me


sorprende.

Angelo se detuvo de nuevo. -¿Debería haberlo


hecho?

Gabe se sentó erguido, apretando los dedos


alrededor del teléfono cuando se levantó y se puso
los pantalones de pijama que había descartado
anteriormente.

-Policía.

Él levantó la cabeza al oír el tono agudo de


Angelo. -Sí. -Él se dirigió a la puerta, la abrió y
miró a los ojos dorados.

379
Angelo lo bloqueó en la puerta, apagando su
teléfono cuando su mirada inescrutable miró a Gabe
inmóvil.

-¿Debería haberme ido?

Gabe se encogió de hombros, luchando por


encontrar su voz. Angelo se acercó cada vez más a él,
sus pechos desnudos tocándose como el teléfono de
Gabe cayó de sus dedos rígidos sobre la alfombra.

-Yo pensé que te habías ido. -Se lamió los


labios. -Después...

-Después de que afirmaste tu dominio. -Llamas


saltaron de los ojos de Angelo. -Después de
reclamarme.

Su gruñido gutural hizo a Gabe estremecer. Se


quedó clavado en su lugar como Angelo sus frentes
juntas.

-Tengo un nudo en la parte de atrás de mi cabeza.

380
-Dijo Angelo suavemente. -Mi cuello y culo están
heridos, por lo que mi pregunta es, ¿Cuándo voy a
obtener mi reclamo?

El pulso de Gabe se disparó. Apoyado en el marco


de la puerta, Angelo le había atrapado, con los
brazos de Angelo como jaulas y frotó su nariz y los
labios sobre los labios y la garganta de Gabe. Cada
toque haciendo temblar a Gabe.

-Te dije que te amaba y te alejaste. - Angelo


susurró en la esquina de su boca. -Te alejaste sin
mirar atrás. -Frotando la mandíbula sin afeitar sobre
la mejilla de Gabe, le preguntó: -¿Qué debo tomar de
eso? ¿Qué no te importo? ¿Qué no me amas también?

Gabe agarró los antebrazos de Angelo, sólo un


poco avergonzado por los gemidos que se le escapaban.
Sólo un poco.

-Ángel. -Él no podía sonar más sin aliento si lo


intentaba. -Yo...yo...

Angelo le soltó bruscamente y retrocedió. -


Quítate los pantalones. -Sus ojos se quedaron en Gabe
mientras rápidamente se bajó los pantalones del
pijama y los echó a un lado.

381
La mirada de Angelo lo tenía sin aliento, sin
habla. Tan intenso y caliente, lleno de toda esa
emoción que Gabe nunca había creído capaz. Todo
centrado en él, todo por él.

La mirada de Angelo viajó por el cuerpo de Gabe,


una caricia perezosa y áspera, la apreciación que
brillaba en ellos haciendo que Gabe se sintiera más
deseable que nunca. La mirada de Angelo volvió a sus
ojos mientras enganchó el pulgar en el cinturón y los
bajó. La boca de Gabe regaba, su garganta se movió al
ver a Angelo, duro y listo, su corona hinchada húmeda
y brillante.

Su culo se apretó. Necesitado, vacío, pidiendo a


gritos ser llenado. Un gemido interrumpido el aire.
Era suyo.

-Ven a mí.

Antes de Angelo terminó de hablar, Gabe estaba en


sus brazos, frotándose contra él, piel caliente sobre
la piel caliente, sonidos hambrientos cayendo de sus
labios.

382
Angelo lo levantó y terminó con sus piernas
alrededor de la cintura de Angelo, dedos hurgando
todo ese espesor y sedoso cabello.

En cuanto a que la espalda de Gabe estaba en la


puerta, Angelo habló. -Nadie me ha tenido antes,
nadie me ha tendido desde que estás tú, y nadie me
tendrá después de ti.

Gabe cerró los ojos, apretando los dedos como su


enorme polla dura se presionaba en el estómago de
Angelo.

-Abre los ojos. -Angelo besó su barbilla. -Tienes


que entender algo, Gabe.

Gabe tragó saliva y abrió los ojos, su


respiración se cortó por la intensidad de la mirada
de Angelo.

-Ángel.

-Te amo. -Las palabras eran una maldición, duras


y para castigar. -No puedo cambiarlo y no quiero. Tú
eres para mí. -El cuerpo de Angelo se sacudió entre

383
las piernas de Gabe. -Yo te di mi corazón en ese
maldito cuarto de interrogatorios, policía, pero lo
he estado guardando como rehén tuyo por mí.

Sacó la cabeza hacia atrás, los ojos demasiado


brillantes, labios rojos e hinchados. -Quiero las
palabras. Me merezco esas palabras. -Su voz tembló y
se quebró. -Exijo esas palabras. Yo las necesito.

Una lágrima cayó del ojo izquierdo de Gabe,


haciendo un recorrido lento por la cara. Agarró el
rostro de Angelo en sus manos, acercándolo, tomando
sus labios, luchando contra las emociones que se
derramaban a través de él.

-Yo también te amo. -Gabe apretó sus piernas


alrededor de él. -Mucho. Mucho.

Angelo hundió los dedos en el pelo de Gabe,


abrazándolo mientras se besaban. Despacio. Profundo.
Como si se probaran entre sí por primera vez. Angelo
los llevó a la cama, por lo que bajó a Gabe y se
arrastró entre las piernas.

Gabe se abrió para él sin vacilación ni reserva,


los dedos retorciéndose en las sábanas como Angelo
besó un rastro mojado por su cuerpo, deteniéndose en

384
su polla cuando él la besó y lamió, acariciando y
apretando hasta que Gabe gritó, los músculos de su
estómago contrayéndose, la espalda arqueada.

Angelo le acarició mientras acercaba su boca a la


parte inferior, la lengua rodeando la entrada de
Gabe, los dedos con saliva empujando dentro y fuera.
Gabe llenó la habitación con sus gemidos, mendigando,
instando a Angelo hasta que su amante metió la lengua
dentro.

Jodiendolo.

Sondeándolo.

-Oh Dios. -Gabe se retorcía en esa lengua, los


muslos apretando alrededor de la cabeza de Angelo. -
Por favor, Angelo. Voy a venirme. -Lanzando una mano,
cerró los dedos alrededor del tubo de lubricante en
la mesita de noche. -Por favor. -Tocó a Angelo en el
hombro con el lubricante.

Acoplando la lengua hasta la parte inferior de la


polla de Gabe, Angelo empujó sus dedos en él una vez
más y luego se retiró, subiendo de rodillas entre las
piernas inquietas de Gabe.

385
-Gabe.

Miró a Angelo a través de los párpados pesados,


moviendo la cabeza ante la pregunta en voz alta en
los ojos de su amante. -Reclamame.

Angelo mantuvo la mirada en el rostro de Gabe


mientras se lubricada y se colocó.
Gabe respiró hondo y lo sacó como Angelo empujó
adentro. Adentro. Adentro. El dolor le robó el
aliento, sus articulaciones se contrajeron. Pero
mantuvo la mirada de Angelo y su amante se quedó
inmóvil, jadeando, y esperó.

Parpadeando la humedad de sus ojos, Gabe se


movió.

-Gabe. - Dijo Angelo con tensión y disciplina en


su voz.

-Muévete. -Gabe clavó los talones en el colchón,


se aferró a las sábanas y se movió como Angelo se
hundió más.

386
-Oh Dios. -Las palabras estallaron de Angelo,
tanto una oración y un grito.

Como Angelo se hundió más, arrastrando a lo largo


del conducto de Gabe, el dolor se transformó en un
dulce placer.

-Ah, sí. Se siente bien. -Él experimentó con unos


golpes tentativos. Angelo gritó, retrocediendo y
empujando adentro, golpeando su próstata. Fuego
atravesó en él.

-Dios. Dios. -Gabe se balanceaba de nuevo en él


ahora, levantando las piernas y envolviéndolas
alrededor de la cintura de Angelo.

Angelo dio un beso en la pantorrilla mientras se


hundía dentro y fuera, golpeando el lugar de Gabe con
cada golpe de sus caderas.

-Ángel. -Los dedos de Gabe desgarraron las


sábanas. -Hazlo. Haz que me venga.

387
-Amado. -Angelo se estremeció por encima de él. -
Te amo. Tan bueno. -Él comenzó a moverse con
movimientos circulares, con los dedos agarrando el
culo de Gabe dolorosamente. -Eres mío. Mío.

-Sí. -La respiración silbó entre los dientes de


Gabe, el sudor o eran lágrimas, inundaron sus ojos,
quemándole. -Dame más.

Las bolas de Angelo golpeaban contra la parte


posterior de sus muslos. Él se arqueó, abriéndose más
amplio para que su amante se deslizara dentro y
fuera. Todo dentro y fuera arrastrando por sus
paredes, dándole espasmos y contracciones por el
contacto.

-Jodidamente bueno.

-Sí. -Angelo se dejó caer sobre los codos, los


anillos de los pezones chocando temporalmente fríos
en el pecho caliente de Gabe. Angelo le lamió la
mejilla y la nariz antes de tomar su boca, sacando la
lengua, follando la boca de Gabe mientras se movía en
su interior.

Caliente y carnal y todo delicioso.

388
-Te amo, policía. -Murmuró Angelo en su boca. -
Vente por mí, vente en mi polla. -Doblando las
piernas de Gabe atrás hasta que sus rodillas casi
tocaban el pecho, Angelo se hundió dentro.

-¡Ah joder! -La espiral de calor en la base de la


columna vertebral de Gabe explotó a través de su
cuerpo. Su corazón latía con fuerza en sus oídos
mientras disparaba gruesas cuerdas lechosas en todo
el pecho y estómago.

Su culo se apretó alrededor de Angelo quien echó


la cabeza hacia atrás y gritó.
-¡Cristo!

El intenso calor inundó su interior, tirando otro


chorro de él. Se retorció debajo de Angelo, arañando
su culo mientras su amante golpeaba en él. Las
embestidas cónicas de su amante fueron desde nítidas
y fuertes a suaves y Angelo se derrumbó en el pecho.

-Mierda.

-Huh. -Gabe gimió en el cuello de Angelo. -Si. -

389
Ellos se aferraron el uno al otro, los cuerpos
calientes se pegaban entre sí por el sudor y semen,
los latidos del corazón sincronizados.

-Ya es oficial. -Angelo habló cuando su


respiración se calmó. -Hemos echo nuestras
reclamaciones.

Gabe se rió entre dientes, la lengua sacada para


probar la sal húmeda de la piel de Angelo.

-Nunca me vas a compartir. -Susurró Angelo. -Y yo


nunca te voy a compartir. Soy un celoso bastardo
codicioso.

Gabe se alejó de él, mirándole a los ojos. -¿Qué


fue eso, con el lápiz de labios y el resto?

Angelo hizo una mueca. -Me quedé dormido arriba


en la casa de la Cincuenta y tercera, que es donde
Pablo tuvo la fiesta sorpresa. Me desperté con una
Piper desnuda encima de mí.

El disgusto caía de sus palabras.

390
Gabe levantó una ceja. -¿Qué hiciste?

-¿Qué diablos crees que hice? Saqué mi arma sobre


ella.

La boca de Gabe se abrió.

-Entonces revisé la hora, vi que me había


atrasado para llegar contigo y salí pitanfo para
aquí.

-Has tenido relaciones con esa Piper antes,


¿verdad? -Gabe recordaba a Angelo mencionar eso
alguna vez. Acarició los mechones del cabello de
Angelo, rozando las almohadas.

-Sí. -Angelo miró hacia otro lado. -No estoy


orgulloso de ello, pero me dio unas mamadas dos
veces. Una antes de conocernos y otra después.

Gabe frunció el ceño. -¿Cuando después?

391
-Después de la primera vez que nos vimos. Estaba
tan de quicio, no tuvo gran importancia y ningún
alivio. -No parecía orgulloso de sí mismo en
absoluto.

-Así que la utilizaste. -Gabe agarró la barbilla


de Angelo y lo volvió para que sus ojos se
encontrasen.

-Lo hice. -Angelo se encogió de hombros. -Tenía


una boca cálida y tenía que sacarte de mi cabeza.

La boca de Gabe se retorció. -¿Cómo fue el


trabajo para ti?

-No fue bueno. -Angelo soltó una carcajada. -Ella


se puso de rodillas y de inmediato me desinflé. Ella
logró convencerme de nuevo, pero tuve que cerrar los
ojos y recordarte, tu cara y ojos hasta el final.

-Huh. -¿Debería sentirse halagado?

-Después de eso me alejé de ella.

392
-Pero se supone que volviste a verla. -Gabe
señaló. -Esa noche en el almacén.

-Oh, sí. -Resopló Angelo. -Nunca había estado tan


excitado, como para dejarle pasar una mamada.

Gabe lo miró en silencio.

-¿Qué?

-No voy a tolerar que estés tan cerca de alguien.


-Dijo. -Yo soy muy egoísta y codicioso.

Angelo sonrió y le besó en la frente. -Hecho.

-Quédate aquí. -Gabe caminó hacia el baño, donde


se limpió y luego se apresuró escaleras abajo hacia
la cocina. Tomó la magdalena de la nevera, encendió
la vela con una cerilla y tomó su mano alrededor de
la llama cuando regresó a la habitación.

-Feliz cumpleaños.

393
Valía la pena ver esa gran sonrisa tonta
extendida por el rostro de Angelo.

-Wow. -Angelo se sentó, moviendo de un tirón su


pelo sobre su hombro. -Gracias, amado.

Gabe se metió en su regazo, colocando su culo


sobre la semi polla de Angelo como él le entregó la
magdalena. -Parece terciopelo rojo. Pide un deseo.

Angelo le sostuvo la mirada y apagó la vela. -


Eres increíble. -Metió un dedo en el glaseado de
crema de queso y lo acercó a los labios de Gabe. -
Lame.

Gabe hizo lo que le ordenó, gimiendo ante el


sabor decadente y la mirada caliente en los ojos de
su amante. -¿Vas a compartir?

Como Angelo tomó un bocado del pastel, Gabe se


inclinó sobre la mesita de noche y abrió el cajón y
sacó el regalo que compró para Angelo.

Levantó su ofrenda cubierta de papel de regalo de


color rojo y azul. -Esto es tuyo.

394
-¿Qué? -Angelo puso la magdalena abajo, los dedos
ocupados desgarrando el envoltorio de su regalo.

Gabe cogió el pastel y dio un bocado, ojos


cerrados. Eso sabía increíble.

-Gabe.

Miró a Angelo, con el desconcierto en el rostro


de su amante.

-¿Un cuaderno de dibujo? -Angelo lo sostuvo en


alto. -¿Por qué?

-Sé que que has estudiado diseño y arquitectura


en la universidad. -Se encogió de hombros. -Me di
cuenta que ha pasado un tiempo desde que has creado o
diseñado algo, quizás te gustaría probarlo alguna
vez.

La garganta de Angelo trabajó rápidamente. Él


parpadeó un par de veces, la voz ronca cuando dijo: -
Me gustaría volver a hacerlo. Gracias.

395
-Es un placer.

-Te amo. -Angelo le tiró cerca, besándolo blando


y dulce y luego caliente y exigente.

-Yo también te amo. -Gabe terminó con sus brazos


alrededor del cuello de Angelo, las caderas unidas,
magdalena y el cuaderno de dibujo olvidados.

Un beso cálido en la parte posterior de su cuello


despertó a Gabe. Él gimió, con los ojos todavía
cerrados como Angelo se deslizó en él, meciéndose
suavemente, el placer exquisito era dulce y
tranquilo. No había mordeduras ni ruidos fuertes,
sólo sus dedos entrelazados descansando en la cadera
de Gabe, los pantalones de Angelo silenciaba los
besos húmedas en su oído, y el calor de él, duro e
insistente, entrando y saliendo de Gabe.

396
Algo a lo que podría acostumbrarse. Algo que él
pensó que podría tener cada mañana para toda la vida
sin quejarse.

Un aliento de Angelo y la aceleración de los


latidos del corazón en la espalda de Gabe le dijo que
su clímax se acercaba rápidamente. Gabe se apretó
alrededor de él, temblando como la contundente cabeza
de la polla de Angelo raspó ese lugar dentro de él.

Angelo movió sus manos unidas a la cadera de Gabe


de entre sus piernas, ahuecando las bolas, apretando,
y Gabe gritó, derramando en sus manos como Angelo le
inundó de calor pegajoso.

Permanecieron abrazados en sí, mientras que la


temperaturas bajaba y el ritmo cardíaco iba más
lento. Sólo entonces Gabe volvió la cabeza,
capturando la boca de Angelo en un beso suave.

-Hmm, buenos días.

-Buenos días.

397
-Me encanta el sexo de despertar, muy caliente. -
Gabe pellizcó la barbilla de Angelo, estremeciéndose
como Angelo se deslizó fuera de él. -Hmm, joder.

Riendo, Angelo besó el hombro y luego se alejó.

Gabe se puso boca arriba, con los ojos a media


asta en como Angelo desapareció en el cuarto de baño,
reapareciendo momentos después con un trapo que usó
para limpiar a Gabe con caricias suaves.

-¿Qué hora es? -A juzgar por el derrame de


brillante luz del sol que entraba por las ventanas,
habían dormido la mitad del día fuera.

-Casi la hora de comer. -Angelo gritó sobre el


agua corriendo en el cuarto de baño. -¿Tienes hambre?

El estómago de Gabe respondió con un gruñido.


Riendo como Angelo volvió a entrar en la habitación,
él asintió con la cabeza. -Parece que lo tengo.

-¿Desayuno en la cama? -Angelo subió de nuevo en


la cama, moviendo de lado el cuaderno de dibujo que
Gabe le dio anoche.

398
-Uh, sí, ¿pero no se llama almuerzo ya? -Gabe
cogió el cuaderno de dibujo, una ceja en aumento por
el boceto de él durmiendo. -Esto es bonito. -Pasó la
página y se quedó mirando el plano de algún tipo de
estructura. -¿Qué es esto?

-Una casa. La idea me vino a la cabeza así que


tuve que dibujarlo. -Angelo atrapó el boceto,
escondiéndolo en el cajón de la mesita de noche. -
Sobre el almuerzo, o el que sea el nombre correcto,
¿qué quieres comer?

-Aparte de la comida de la noche anterior, yo no


creo que haya nada más que comer en la nevera. -Gabe
se sentó y se apartó un mechón de cabello de los
ojos.

-Podría salir. -Angelo enmarcó las palabras en la


forma de una pregunta y Gabe sacudió la cabeza.

-No, no puedes.

-Bueno, hay gofres en el congelador. Yo podría


hacer eso.

399
-Aww. -Gabe se pellizcó la nariz. -Yo no sabía
que podías cocinar.

-Bueno, no puedo, ¿pero cuanto de difícil puede


ser descongelar gofres y rociar el jarabe en ellos?

Gabe se echó a reír. -No es difícil. No es


difícil en absoluto.

-Además hay café. -Miró a Gabe con ojos


esperanzados.

-Bueno, si hay café…

Angelo rodó los ojos. -Eres muy duro para


complacer, policía. -Se levantó de la cama y se puso
los pantalones vaqueros. -Te voy a hacer gofres y te
aseguro que va a ser los mejores que has tomado.

¿Ha sido una amenaza?

Gabe se rió, sacando la lengua al gesto temible

400
de Angelo. -Promesas. Promesas.

Angelo lanzó una camiseta hacia él y desapareció


por la puerta. Momentos más tarde, los sonidos
metálicos de ollas y sartenes alcanzó el oído de Gabe
y él amortiguó su risa en la camiseta de Angelo.

Felicidad.

El cálido resplandor se desplegaba en el pecho.


Él deseó fervientemente que pudiera embotellar ese
sentimiento, mantenerlo encerrado a cal y canto. Pero
no podía, por lo que debían dar un paso y un día más
a la vez. Nunca tomando el uno al otro por sentado.

Ellos todavía no habían hablado de cómo iban a


trabajar una vez que regresara a su trabajo.

Se levantó de la cama, tirando de los pantalones


del pijama de la noche anterior. Luego se cepilló los
dientes y se echó un poco de agua en su rostro, se
dirigió escaleras abajo.

La voz enojada de Angelo le llegó antes de que


estuviera a mitad de la escalera.

401
-Hay una razón por la que te pago la cantidad de
dinero que te doy, Phelps. Dime qué mierda está en
esa orden judicial.

El estómago de Gabe cayó. ¿Phelps? ¿Su compañero,


Phelps, estaba en la nómina de Angelo? Avanzando poco
a poco más cerca de la cocina, se esforzó por
escuchar más a Angelo ya que bajó la voz.

-Entonces encuentralo de una puta vez. -Gruñó


Angelo en el teléfono. -Cuelate o has lo que sea
necesario. No querrás estar en mi lado malo.

Dios, he sido un ingenuo. Gabe se reprendió.


Aquí, el hombre al que amaba de pie, amenazando a un
policía, el policía que tenía en el interior. Eres un
maldito idiota.

Entró en la cocina, aclarándose la garganta.


Angelo se dio la vuelta desde el fregadero, el
teléfono en la mano.

-Llámame en una hora. -Angelo terminó la llamada.

402
-¿Qué pasa? -Preguntó Gabe.

La boca de Angelo se torció, tratando de sonreír,


pero Gabe vio a través de él. Falsa.

-Hay una orden de arresto. -Angelo mantuvo su


tono práctico-de-hecho, pero sus ojos eran
cautelosos. Vigilantes.

Gabe frunció los labios. -¿Cuál es el cargo? -Se


puso de pie contra la pared, los brazos cruzados
sobre el pecho.

Angelo se dio la vuelta, jugando con Dios sabe


qué en el fregadero. -Se descubrió el cuerpo de uno
de mis hombres hace unas horas.

Huh. -¿Lo mataste? -Por supuesto que sí. Pero


Gabe tenía que preguntar, ¿no es así?

-Consiguió enganchar a Auggie a las drogas y lo


envió a Carlos. A su muerte. -Angelo se encogió de
hombros en un gesto despreocupado. -Su sentencia fue
justa.

403
Era curioso cómo Gabe podía oír su corazón
desgarrarse dentro de su pecho, cómo podía doler
tanto que se hundiría hasta las rodillas, se pondría
en un ovillo y lloraría, sin embargo, permaneció de
pie en medio de todo. Un sonido escapó de sus labios,
muy parecido al de un animal herido.

Angelo se volvió y corrió hacia él, extendiendo


las manos. Manos empapadas de sangre que había
permitido tocarlo y acariciarlo.

Sostenerlo.

Retrocedió, pero no había ningún lugar para ir.


El asco y la ira enturbiaban en sus entrañas, por
Angelo. Por sí mismo.

Él era policía, su trabajo era proteger. Para


poner a la gente como Angelo lejos, sin embargo, aquí
estaba, durmiendo con él, riendo con él, mientras que
él mataba tan fácilmente como le besaba.

-Gabe.

404
Él levantó la cabeza, se reunió con la
preocupación en la mirada de Angelo y él se rompió.
Sus rodillas cedieron y se desplomó.

-Mierda, ¡Gabe!

Angelo cayó con él, envolviendo los brazos


alrededor de su hombro. Gabe lo empujó.

-Aléjate de mí. -Espetó. -No te atrevas a


tocarme.

Angelo se quedó inmóvil, con la mirada


cuestionandolo, como si él no podía entender por qué
Gabe estaría abrumado y enojado.

-¿Qué pasa?

-No puedo seguir con esto. -Gabe sacudió la


cabeza, forzando las palabras atascadas en la
tráquea. -Se supone que debo ser quien te lleve a la
cárcel por esta mierda, no divertirme. No follarte.

La expresión de Angelo se cerró. -Tú conocías el

405
acuerdo. -Con tono plano, palabras dolorosamente
suaves, él sostuvo la mirada de Gabe.

-Yo sabía quién eras, pero también me pareció que


tenía una idea de lo que podrías ser. -Murmuró Gabe.
-Nunca he tratado de cambiarte, ni una sola vez, pero
pensé que tal vez, sólo tal vez, te gustaría ver que
había cosas por ahí que vale más que la vida que
llevas. Estaba equivocado.

-Gabe. -Mantuvo la expresión en blanco, pero el


nombre de Gabe estaba lleno de un tormento
desgarrador.

A pesar de que la garganta y los ojos quemaban,


Gabe quería llegar a más y abrazar a Angelo. Tirar de
él en sus brazos. Apretó los puños ante la idea.

-No hice caso a todo. -Dijo Gabe. -Mis creencias,


mi trabajo, a favor de estar contigo ¿y qué he podido
obtener? Todavía estás matando a la gente y regresas
a mí, tocándome con esas manos ensangrentadas. No
puedo enterrar la cabeza en la arena más. Ya está
hecho.

-No hagas esto. -Angelo cogió su muñeca cuando


Gabe se movió para alzarse. -Gabe, por favor. Te amo.

406
-La máscara cayó y el miedo brillaba en esos ojos
dorados.

-Y te amo, pero no puedo quedarme mientras matas


y haces lo que demás haces. -Gabe sacudió la cabeza.
-Me odio a mí mismo en este momento. He estado cegado
por ti, por lo que hay entre nosotros que no se basa
en la lógica o principios. No puedo hacer esto. -Su
voz tembló. Una lágrima cayó, salpicando en la muñeca
Angelo que sostuvo tan apretado.

Los temblores en su cuerpo crecieron más y más


grande y pronto él estaba temblando como una pequeña
rama bajo los vendavales.

-Gabe. -Angelo se levantó sobre sus rodillas,


envolviendo sus brazos alrededor de la cintura de
Gabe, temblando mientras él inclinó la cara hacia
arriba. Tenía los ojos enrojecidos y húmedos. -No lo
digas.

Gabe intentó una sonrisa, rozando una mano por el


cabello de Angelo. -Se acabó. Hemos terminado.

Angelo apretó la cara contra el estómago de Gabe,


el cuerpo temblando violentamente. Gabe se dio cuenta
que él no trató de disuadirlo de su decisión, por lo

407
que estaba de acuerdo, era una situación imposible y
estaban mejor sin el otro.

El dolor en su corazón era insoportable,


dejándolo inmóvil. La respiración era una lucha, una
que no sabía si podía ganar. No se molestó en ocultar
las lágrimas empapando sus mejillas. Hacía unas pocas
horas atrás estaban declarando su amor y ahora esto.

-Yo merezco algo mejor. -Dijo a través de las


lágrimas. -Alguien dispuesto a sacrificarse por mí. Y
te mereces a alguien que no se debate entre el amor y
la lealtad. -Las lágrimas cayeron más duro, más
rápido.

Angelo se aferró a él más fuerte, mojando su


estómago.

Se quedaron así, Angelo de rodillas, la cara en


el estómago de Gabe y Gabe acariciando su cabello,
hasta que sonó el teléfono de Angelo.

Gabe se apartó. -Contesta el teléfono, podría ser


Phelps de nuevo. -Se alejó sin mirar atrás.

408
Tras el envío de una orden a Pablo para que
pusiera las cosas en orden, Angelo entró en la
comisaría 72nd con su abogado. Todo el mundo lo
miraba, algunos incluso se burlaban, pero él no les
prestó atención.

Se sentía muerto por dentro.

Gabe había salido del Loft antes con un simple


adiós y aunque todos los instintos de Angelo le
habían exigido que lo detuviera con cualquier medio
necesario, vio a su amante de pie y fuera de su vida.

Gabe tenía razón. Angelo no había hecho ningún


sacrificio, mientras que Gabe se inclinó hacia atrás,
y había tocado al hombre al que amaba con las manos
ensangrentadas. Sabía que habría un momento en que
Gabe se cansaría de la situación actual, sólo
entonces pensó que podía compartir sus planes de
salir. Darle a Gabe alguna esperanza.

409
Pero esos planes estaban lejos de ser
solidificados y aún así, no había garantía de que
viviría con él después de eso. Así que tuvo que dejar
ir a Gabe.

Aparte de las muertes de su padre y de su


hermana, tenía que ser la cosa más dolorosa que jamás
había hecho.

Se sentó en la misma sala de interrogatorios que


había conocido a Gabe, parecía toda una vida, con un
dedo tocando la barbilla mientras ignoraba a su
abogado. Su rostro se mostrará en todo el noticiero
de la noche, y se estrellaría en las primeras páginas
de los periódicos de la mañana, para que su madre y
Gabe lo vieran.

Una vez más, estaría rompiendo su corazón. Su


madre sabía de sus planes, pero Gabe no.

-¿Tiene un bolígrafo? -Le preguntó a su abogado.

Peter Heppner de Stanislaus, Reid y Heppner, una


de las firmas de abogados más grandes del país-
asintió con la cabeza y sacó un bolígrafo del

410
bolsillo de su chaqueta.

Angelo lo tomó. -¿Papel?

Peter empujó una libreta amarilla a él y


rápidamente garabateó una nota antes de arrancar la
página y doblarla. Se la ofreció a Peter.

-Para los ojos de mi madre solamente. La


entregarás tú mismo.

-Sí, señor. -Peter se metió la nota en el


interior de su chaqueta cuando la puerta se abrió.

El asistente del fiscal y un detective con


características familiares entraron y se sentaron
frente a Angelo y Peter.

-Sr. Pagan, ¿es consciente de que encontramos el


cuerpo de uno de sus lugartenientes? -El asistente
del fiscal Krazinksy echó un vistazo a la carpeta en
la que tenía delante. -Un señor Gordon Ruiz, alias
Gordo.

411
-Lo he oído. -Angelo se encogió de hombros.

-¿Lo mataste? -El detective frunció el ceño a


Angelo. El pelo rojo, pecas casi imperceptibles ...
Fitz -o algo. ¿FitzRoy? Fitzsimons. Sí, eso es.

-¿Fue asesinado? -Preguntó Angelo.

-Estrangulado con una especie de garrote.


Degollado. Bala en el cráneo después de lo que se le
hizo. -Con el pelo castaño, llamativos ojos verdes y
un bigote bien recortado, el asistente del fiscal
Krazinksy realmente llamarría la atención de un
hombre de cierta edad. Las pequeñas arrugas alrededor
de los ojos y la boca, le dijo que se reía mucho. -
¿Esta es tu obra?

-No contestes. -Peter habló. -¿Qué es exactamente


lo que estás tratando de cargar a mi cliente con eso,
Krazinksy?

-Asesinato. -Krazinksy sostuvo la mirada de


Angelo. -Estamos tirando la casa de su madre y el
lugar en el Quincuagésima tercera. También estamos
buscando en sus muchos modos de transporte. Si nos
encontramos con un arma a juego con la bala en la
cabeza de Gordo, te voy a llevar abajo.

412
-A mi me gusta estar en la cima. -Se rió Angelo.
-Además, ¿por qué iba yo a matar a mi gente?

El detective hizo un ruido grosero. -Encontramos


el mismo tipo de medicamentos recetados en Gordo como
en el otro soldado muerto, August. Tal vez él
consiguió la sobredosis para August y lo mató por
castigo.

-Huh. En primer lugar, la gente cree que yo he


empezado a vender drogas en mis propias calles y
ahora qué, ¿Crees que maté a Gordo porque le dio
drogas a Auggie?

-Si usted está culpando a mi cliente con algo,


le sugiero que lo haga. -Dijo Peter a Krazinksy. -O
nos vamos y por una vez, usted y su oficina dejen de
parecer idiotas.

-Yo lo puedo sostener durante veinticuatro horas,


y lo haré, mientras buscamos en su propiedad. -
Krazinksy se levantó y caminó hacia la puerta. -
Echadle en el calabozo.

-Hey. -Peter se puso de pie. -Estaré presentando

413
una demanda en su contra y de la NYPD por su
enjuiciamiento exagerado de un inocente.

Angelo esbozó una sonrisa ante eso. Inocente.


Dicho como una palabra sucia.

-Peter, voy a estar bien. -Se levantó y le


ofreció su muñeca al detective Fitzsimons. -Asegúrese
de ver a mi madre lo primero. Y vuelve aquí mañana
para sacarme.

Peter asintió con la cabeza.

-Confiado, ¿no es así? -Fitzsimons sujetó las


esposas alrededor de las muñecas cálidas de Angelo,
extra fuerte.

Hizo caso omiso de la punzada de dolor y le guiñó


un ojo. -¿Hay alguna otra manera de ser?

414
Gabe no salió de la casa una vez que llegó desde
Coney Island. Ignorando el paquete de juguetes
sexuales que FedEx trajo, él estuvo alrededor de la
casa, limpiando, pasando la aspiradora y lavando la
ropa mientras trataba de no mirar la detención de
Angelo en la televisión local.

Se había puesto de pie, con un montón de ropa en


la mano como Angelo y su abogado llegaron a la
comisaría. Su amante estaba centrado, haciendo caso
omiso a la multitud de espectadores gritando y
cámaras de televisión. Las lentes con el zoom sobre
él y Gabe reconoció el chupetón y las quemaduras de
la barba que había dejado en el cuello de Angelo
anoche.

Sus marcas. Angelo las llevaba abiertamente.

Se obligó a alejarse del televisor, tratando de


aclarar su mente de todas las cosas de Angelo Pagan.
No era una buena idea el pensar en las cosas que él

415
no podía cambiar por lo que se centró en lo que pudo,
al igual que en su ropa de cama y los platos en el
fregadero.

En el momento en que había terminado sus tareas


autoimpuestas, los brazos le dolían de todo el
fregar, barrer y pasar la aspiradora, pero la casa
parecía increíble. Se dio una ducha y pasó algún
tiempo en el teléfono hablando con Kane. Su hermano
estaba preocupado por él después de ver a Angelo en
las noticias.

Gabe no le dijo que él había roto las cosas con


Angelo, pero se las arregló para tranquilizar a un
Kane escéptico de que estaba bien y no viese
cualquiera de los canales de noticias. Por la tarde
se pasó el tiempo revolcándose y al pasar casi todo
el día en sus pies, su estómago estaba haciendo
sonidos demoníacos.

Acababa de pedir una pizza cuando sonó el timbre.

Mirando a través de la mirilla, se las arregló


para ver la parte superior de la cabeza de una mujer.
Abrió la puerta lentamente.

-¿Puedo ayudarla?

416
Apenas llegando a los hombros, la mujer levantó
la cabeza. Los ojos oscuros se centraron en él, su
cara infinitamente familiar.

-¿Gabriel Ashby? -Las palabras con tintes


españoles sellaron su identidad.

Gabe asintió con la cabeza como el aliento tembló


de él. -Sí.

Su rostro se iluminó con una gran sonrisa


mientras pasó junto a él y entró en la casa.
-¿Creo que teníamos una cita esta noche? -Ella
levantó una ceja. -Soy Liliana Pagan, por cierto. Tu
madre-en-ley.

417
Capítulo Doce
-Uh, ¿vamos adentro? -Gabe cerró la puerta detrás
de él, entonces se enfrentó a la mujer que estaba en
su sala de estar. Su pelo era tan lujoso como el de
su hijo, brillante negro con hebras de plata
llevándolas con orgullo.

Llevaba un abrigo negro sobre pantalones rojos,


un chal multicolor lanzado en torno a su cuello.

-No te quedes ahí, cariño. -Se quitó los guantes


negros y extendió los brazos. -Dame abrazos.

Bueno, no podía desafiar sus órdenes, ¿no? Entró


en sus brazos y ella lo abrazó, apretándolo. Aspiró
flores y la delicada fragancia de la mujer,
totalmente en desacuerdo con su actitud de hacerse
cargo.

-Es un gran placer conocerte. -Susurró. -He oído


grandes cosas de ti. Grandes cosas.

418
Gabe se aclaró la garganta y dio un paso atrás.
Acompañándola para un asiento en el sofá, se sentó a
su lado. -¿Cómo has llegado hasta aquí?

-En taxi, por supuesto. -Su mirada vagó por la


habitación. -Un lugar encantador.

-¿Qué pasa con los hombres que te vigilan? ¿Dónde


están? -¿Había traído a los hombres de Angelo a su
puerta?

-Relájate, Gabe. -Ella le palmeó la mano. -Les di


esquinazo.

-Jesús. -¡Ella ha perdido su mente! -Pero, ¿por


qué has venido?

-Angelo me envió. -Lo dijo como si fuera la cosa


más natural del mundo. -Él no quería que estuviéramos
solos.

-No quería que...-Gabe se atragantó, tosió. -¿Él


te dijo eso? -¿Qué quería decir eso, que él no quería
que estuviera solo? ¿Que estaba tratando de hacer
Angelo?

419
-Me envió una nota desde la cárcel. -Dijo
Liliana. -Tu nombre y dirección.

Gabe soltó una carcajada rozando la histeria. -


¿También te dijo que rompí con él esta mañana?

-¿En serio? -Ella inclinó la cabeza hacia un lado


y lo miró fijamente. -¿Por qué?

-No quiero hablar de ello. -Se puso de pie y


caminó. "No deberías haber venido. Es demasiado
arriesgado. No debería haberte enviado aquí.

-Sabía que íbamos a extrañarlo.

¿Acaso no era la mujer quien perdía la calma? Su


tono era tranquilo y suave.

-Supongo que él pensó que estaríamos mejor si nos


teníamos el uno al otro para hablar.

Gabe se pasó una mano por el pelo. -No quiero

420
hablar.

Liliana se levantó y se acercó a él con pies


silenciosos, al igual que su hijo. -¿Qué quieres,
Gabriel?

Angelo. Pero por supuesto que no podía admitir


eso, por lo que en lugar de eso, dijo, -Tranquilidad.

Ella asintió con la cabeza. -Podemos estar en


silencio. Podemos hacer ruido. Podemos llorar y
maldecir a Ángel, pero lo haremos juntos. Eso es lo
que el tenía previsto que pasara.

-Bueno, él no puede controlar todo. -Espetó Gabe.


-Si pudiera, no estaría encerrado.

Una sombra cruzó el rostro de Liliana. -Tal vez.


-Ella tomó el brazo de Gabe y lo trajo de vuelta al
sofá. -¿Odias a mi hijo por sus decisiones?

Dios, si sólo pudiera. -Yo no lo odio, Liliana. -


Sus palabras fueron de angustia. -No puedo odiarlo.

421
-Porque lo amas.

-Pero no es suficiente. -Señaló. -El amor no es


suficiente. Él es quien es y no puedo estar con buena
conciencia estar con alguien así.

Ella apretó los dedos alrededor de su muñeca. -


Pero lo has conocido por un tiempo quién y qué es,
¿por qué la indignación ahora?

Él dejó escapar un suspiro. -Tal vez pensé que


iba a encontrar una razón para cambiar por estar
conmigo. Su intensidad me arrastró y yo no quería
detenerlo.

-Ahora lo haces.

-Ahora no tengo más remedio. -Él negó con la


cabeza. -¿No lo ves? Yo ya había empezado a odiarme
por hacer la vista gorda. He empezado a odiarlo
también.

-Ya veo. -Liliana juntó sus manos unidas en su


rodilla.

422
Gabe frunció el ceño. -¿Usted no va a tratar de
convencerme de hacerlo volver?

Ella soltó un bufido y sonrió.

-Me gustaría si yo pensaba que iba a funcionar. -


Ella se encogió de hombros. -Los dos son chicos
grandes. Usted puede trabajar sus líos fuera. Sólo
quería darte las gracias.

Ella lo tenía sin habla de nuevo. -Uh ... um,


está bien. ¿Gracias por qué?

-Por hacerlo feliz, porque él lo era. Por hacerlo


sonreír, porque lo hizo. Mucho. -Su sonrisa se
tambaleó. -Ha tenido que ocultar quién es desde hace
mucho tiempo y con usted...-Ella lo olió. -Con usted
tenía libertad para ser él mismo.

Ella acarició la mejilla de Gabe, rozó un beso


sobre la frente. -Gracias por eso, Gabriel Ashby.

Él se acercó más, la tomó en sus brazos y se

423
balanceó hacia atrás y hacia adelante. -Yo no hice
nada más que amarlo. Era egoísta en eso.

-Usted le dio lo que necesitaba. -Murmuró en su


hombro. -Amor. Tú. Y si nunca te veo de nuevo,
siempre estaré agradecida.

Se abrazaron en silencio, cada uno en su propio


pequeño mundo, hasta que ella se apartó.

-¿Te dijo lo de su tío y por qué se ha metido en


este negocio en primer lugar?

-Él lo hizo.

-Es todo culpa mía, se entiende. -Su expresión


vaciló, su voz se hizo filiforme. -A causa de mis
malas decisiones ha tenido que pasar por cosas
terribles y hacer cosas terribles. Carlos se hubiera
hecho cargo de la banda cuando Sal murió, pero una
vez que Angelo descubrió que Carlos había matado a su
padre, no había manera de que iba a dejar que eso
sucediera.

Gabe entendía eso, en realidad lo hacía. -Él es

424
un hombre leal. -Y mucho más.

-Lo es. -La voz de Liliana se hizo más fuerte, la


voz más alta. -A pesar de todo, él tiene un corazón
blando. -Su mirada desafió a Gabe a contradecir su
declaración.

-Lo amo, Liliana. -Él le concedió una pequeña


sonrisa. -No creo que hubiera podido si él no fuera
un hombre maravilloso.

Su sonrisa lo cautivó, amplia y sin


restricciones, iluminando los ojos y arrugando sus
esquinas.

El timbre sonó y ella agarró su brazo,


preocupación oscureciendo sus ojos.

-Está bien. -Él quitó sus dedos y se levantó. -


Pedí pizza.

Se sentaron en la sala de estar, comiendo pizza,


bebiendo una botella de vino blanco y Gabe se
encontró en la parte de atrás de su armario. En medio
de los golpes que se llevó y habló de su vida, su

425
hermano y su trabajo. A su vez ella le contó
historias hilarantes de la juventud de Angelo antes
de ser secuestrado, con los ojos brillando mientras
hablaba de las travesuras entre él y su hermana.

Gabe le apretó la mano sobre la mesa, prestando


su su fuerza sin palabras.

Su tiempo juntos pasó rápidamente, la presencia


de Liliana era cómoda y reconfortante. Y Gabe pensó
que de alguna forma, de alguna manera, Angelo sabía
que iba a ser así. Se encontró sonriendo mientras
ayudaba a Liliana a volver a ponerse el abrigo, el
taxi esperando en la acera para llevarla de regreso a
Brooklyn.

-¿Vas a estar bien? -Le preguntó.

Envolvió su bufanda alrededor de su cuello y


asintió. -Sí, lo estaré.

Él la miró por un segundo y luego sacó su


teléfono celular. -Dame un número para comunicarme
contigo. -El pensamiento de ella estar por sí misma,
mientras que Angelo se sentaba en el calabozo por
Dios sabe cuánto tiempo, no le sentaba bien.

426
Ella recitó su número y lo programó en su
teléfono, entonces le dio el suyo y ella hizo lo
mismo. Cuando terminó, ella lo abrazó.

-Dime. -Dijo en voz baja. -Si él se aleja de la


banda hoy o mañana, ¿volverías con él?

¿Lo haría? ¿Podría? Gabe suspiró en su pelo. -


Realmente no lo sé, Liliana. -Eso fue lo más honesto
que podía decir en el momento.

-Muy bien.

El coche tocó la bocina.

Liliana salió por la puerta y se quedó en la


escalera, mirando por encima del hombro a Gabe. -
Adiós, Gabriel. Espero que lleguemos a vernos otra
vez. -Con un gesto, ella salió por la puerta y se
metió en el taxi.

Gabe miró irse con un extraño dolor de pérdida en


el pecho. Estar con Liliana le hizo sentir como si

427
estuviera cerca de Angelo, algo que él no creía que
alguna vez sentiría de nuevo.

Al cerrar la puerta, marcó el número personal de


su capitán y esperó ansiosamente mientras el teléfono
sonaba y sonaba.

Kowalski finalmente respondió, sonando como si


hubiera estado corriendo. -Sí.

-Hey, Capitan.

-Ashby. ¿Qué pasa, hijo?

-Escuché que ustedes trajisteis a Pagan en


custodia. -Con ojos cerrados, le preguntó: -¿Tienes
algo concreto para encerrarlo?

Kowalski gruñó. -Sabes que es un maldito


bastardo. Krazinksy le tiene por veinticuatro horas,
y hemos estado buscando, pero hasta ahora, nada.
Parece que va a estar caminando en la mañana si
venimos con las manos vacías.

428
Gabe oyó la palabra no dicha. Una vez más.

-Eso es una mierda.

Otro gruñido de Kowalski.

-Mantenme informado, por favor. -Trató de no


parecer demasiado ansioso.

-Tienes que darte prisa y volver aquí, tal vez


unos nuevos ojos nos pueden ayudar.

-Lo haré, Capitán. -Terminó la llamada y se quedó


mirando el teléfono en la mano. Había tomado su
última físico para volver al trabajo, pero no tenía
ganas de ello. No tenía muchas ganas de volver a
trabajar con hombres que no podía permitirse el lujo
de confiar, los mismos hombres que se suponía iban a
vigilar su espalda.

Phelps estaba en la nómina de Angelo. ¿Quién más


lo compraba, no sólo por Angelo si no por los muchos
delincuentes que se suponía que vigilaba?

429
No puedo volver.

No quería volver.

Su vida había cambiado radicalmente desde ese día


que se encontró con Angelo Pagan, algunas buenas y
otras no tanto. No había forma de volver a la vida
que llevaba antes.

Él había estado en peligro de la peor manera por


caer en amor con el enemigo. Sus compañeros policías
no lo aceptarían en medio de ellos si lo sabían, lo
considerarían de la misma manera que él consideraba a
Phelps.

Él era el mayor hipócrita de todos ellos.

Todo el tiempo que había estado fuera del


trabajo, no había sentido ganas de volver a ello. No
tenía prisa, no le dolía por volver a trabajar.
Demonios, apenas pensaba en el trabajo.

Eso hablaba claro y más fuerte que cualquier otra


cosa.

430
La pasión que una vez tuvo se fue, al igual que
un impulso. A pesar de la agitación de sus
extremidades, la comprensión no le asustaba de la
forma en que probablemente debería hacerlo.

Él buscó su teléfono y llamó a Kane.

-¿Está resuelto todo? -Angelo le preguntó a


Peter. Se sentaron en la parte trasera de un coche en
su camino a la casa de la Quincuagésima tercera.
Tendría que sentarse finalmente y decirle sus planes
a Pablo.

Peter asintió con la cabeza. -Todas las cosas que


usted ha solicitado se nos ha hecho. El plan se ha
puesto en marcha.

431
Angelo sonrió. -¿Y el señor S?

-Está con su madre, finalizando sus planes.

-Cool. -Él se echó hacia atrás y se relajó. Su


horario había hecho ir más rápido de lo esperado.
Peter y el Sr. S hicieron el trabajo pesado,
trabajando toda la noche para asegurarse de que todo
estaba seguro y bien para ir.

Ahora, el siguiente paso era suyo.

El coche se detuvo delante de la casa de piedra


rojiza de la Quincuagésima tercera y Peter se volvió
hacia él.

-¿Estás seguro de esto?

-Lo estoy. -Peter había estado con él desde el


principio, defendiéndolo y actuando como
intermediario entre él y su compañero misterioso, el
Sr. S. Peter era buena gente y no le dolía hacer
mucho dinero de las malas decisiones de Angelo.

432
-Muy bien. -Asintió Peter. -Te veré mañana.

Angelo le tendió la mano. -Gracias, Pete. -Él


tomó la mano de su abogado en un firme apretón de
manos y luego se bajó del vehículo y corrió escaleras
arriba. Pablo esperaba dentro y Angelo no tenía idea
de cómo iba a reaccionar a la noticia.

Cerró la puerta tras de sí. Su mirada se dirigió


directamente a Pablo en el sofá, un ordenador
portátil sobre sus rodillas. Algunos otros chicos se
sentaron alrededor, hablando en voz alta.

Angelo se aclaró la garganta y se quedó en


silencio, toda la atención balanceándose hacia él.

-Jefe. -Pablo saltó del sofá, el alivio tangible


en su mirada. -¿Estás bien?

Los otros hombres se unieron, preguntando si


Angelo estaba bien. Él levantó una mano.

-Necesito que todas las personas salgan, todo el


mundo, menos Pablo.

433
Los hombres salieron sin lugar a dudas,
deteniéndose sólo para darle una palmadita en la
espalda, o darle un abrazo con un solo brazo. Estaban
orgullosos de él, lo vio en sus expresiones,
orgullosos que una vez más su jefe había balanceado y
tejido su salida de prisión.

No estaba orgulloso de la bomba que estaba a


punto de caer o el lío que él estaría dejando atrás.
Amaba a esos hombres, pero tenía que marcharse.

Tengo que elegir un camino diferente.

La puerta se cerró detrás del último de los


hombres y Angelo acercó una silla, instando a Pablo a
tomar asiento.

-¿Qué pasa, jefe? -Las líneas salieron en la


frente de Pablo.

-Voy a hablar un poco. -La voz de Angelo se


volvió ronca. Tragó saliva. -Voy a hablar y quiero
que me escuches y no interrumpas.

434
La confusión oscureció la mirada de Pablo, pero
asintió. -Está bien.

Angelo habló, manteniendo su tono como él explicó


sus planes. Vio cómo las muchas emociones de
filtraban sobre el rostro de Pablo, la primera,
sorpresa e incredulidad, y luego el dolor y la ira.
Su amigo prácticamente vibraba con la ira, los
nudillos pálidos con los puños a los costados.

Pablo logró mantener su lengua, mientras que


Angelo terminó su breve discurso de despedida.

-Puedes hacer lo mismo. -Le dijo Angelo. -O


puedes controlar las riendas. ¿Qué quieres hacer?

-Yo, esto es una mierda. -Pablo pasó una mano por


los ojos. -¿Vas a sólo sacar el pie de todo esto, de
todo lo que hemos construido?

-Es el momento, mi hermano. -Angelo mantuvo su


tono tranquilo. -Es hora de algo nuevo. No puedo
lidiar con toda la muerte y destrucción, así tampoco
mi madre. Sí, - continuó cuando Pablo abrió su boca:
-Yo sabía todo lo que iba a pasar y lo elegí, pero
ahora estoy eligiendo algo diferente. Quiero algo
diferente. ¿No lo haces tú?

435
Un músculo palpitó bajo el ojo izquierdo de
Pablo. -Esto se trata de él, ¿no es así?

Angelo intentó no reaccionar mientras su pulso se


aceleró. -¿Él quien?

-El policía de Queens. -Espetó Pablo. -El que


disparaste. El que tú estás jodiendo.

Angelo se recostó en su silla, cubriendo un brazo


por la espalda mientras trataba de calmarse y
mantener la compostura. -¿Qué sabes? -¿Y cómo lo sabe
Pablo?

-Has estado actuando raro, más retraído desde que


le dispararon. -Dijo Pablo. -Pensé que estabas
preocupado por eso ya que nunca habíamos cruzado la
línea anterior.

-Lo estaba.

-Pero eso no fue todo. Te he seguido, pensé que


tal vez harías una locura. -Fijando una mirada

436
acusadora a Angelo, la boca de Pablo se retorció. -No
esperaba que te fueras con él, ver como lo besabas a
través de la ventana.

Pablo se puso en pie. Angelo agarró la culata de


su arma y se preparó, pero Pablo le dio la espalda.

-Estabas descuidado, negligente, atrapado en él


hasta el punto de que no había nada más. Lo vi en tu
conducta. Durante todo este tiempo. -Pablo soltó una
carcajada. -Todo este tiempo has estado jodiendo a un
policía. -Sonaba como si estuviera llegando a
desquiciarse, rápidamente.

-Pablo. -Angelo se levantó y se acercó con


cautela a su amigo. -Lo siento.

-Ya sabes, pensé que tal vez lo estabas


utilizando. -Pablo se dio la vuelta.

Angelo se congeló a medio paso.

-Pensé que estabas tratando de conseguir que él


se comprometiera de alguna manera para que no pudiera
presentar cargos en tu contra. -Él negó con la

437
cabeza. -Pero yo sabía mejor. En el instante en que
lo besaste, yo sabía mejor.

Angelo se quedó callado y Pablo despotricó. No


había nada que decir para que todo esto fuera mejor
de todos modos.

-Ese policía tiene la nariz muy abierta.

-¿Estás enojado de que me estaba tirando a un


policía o es porque yo estaba con él?

Los ojos de Pablo brillaron. -¿Es la razón por la


que estás caminando lejos de todo esto?

Angelo se encogió de hombros. -Es parte de la


razón, no toda de la misma.

-¿Y confías en él?

-Lo amo.

438
El cuerpo de Pablo se sacudió como si hubiera
recibido un golpe físico y Angelo se acercó a él,
tirando de él en sus brazos.

-Lo siento. -No tenía nada más que decir, nada


más para consolar a Pablo.

Pablo se inclinó hacia él por un segundo y luego


se apartó. -Quiero el control de Los P. -Su voz era
fuerte, pero no se reunió con la mirada de Angelo.

-¿Estás seguro de esto?

-Sí. -Pablo asintió vigorosamente.

-Muy bien. Hecho.

Su amigo se fue, se dirigió a la puerta, y Angelo


habló.

-Pablo, lo siento, yo no fui honesto contigo


acerca de mí.

439
Pablo se quedó inmóvil en el umbral.

Angelo se acercó a él. -Has estado a mi lado


desde el principio, sabes la mierda que he pasado
porque has pasado la mayor parte de ella conmigo.
Debería haber confiado mis secretos a ti, y tal vez
yo podría haberte ayudado con lo tuyo.

.¿Ayúdame con mi qué? -La mano de Pablo en el


pomo de la puerta temblaba.

Angelo suspiró. -Yo sólo voy a decir que no


cometas el error que yo cometí. Si quieres a alguien,
si quieres ser abierto con alguien, esto no es el
negocio para ello. Piensa largo y tendido. Si estás
en esta posición, ¿qué pasará cuando te enamores? ¿Va
a mantenerlo escondido y satisfacerte con momentos
robados? Ninguno de los dos va a ser feliz.

-No sé de qué estás hablando. -Pablo salió por la


puerta y salió a la calle, entrando en su coche sin
mirar atrás.

Angelo se negó a creer que Pablo seguiría el


mismo camino que había visto a Angelo tomar. Estaba
herido y enfadado, pero Angelo tenía fe que una vez
que se calmara, Pablo se replantearía su siguiente

440
movimiento.

Ahora, sin embargo, Angelo tenía asuntos urgentes


que atender. Cabos sueltos que tenían que ser atados.
Tenía que ver a su madre por última vez. A
continuación, poner una llamada al asistente del
fiscal, Krazinksy.

-Hemos encontrado dos armas de fuego sin licencia


en su propiedad Sr. Pagan. -Krazinksy tenía la
sonrisa de satisfacción enorme en la cara. -Irás a la
cárcel. La única cuestión, por supuesto, es por
cuánto tiempo.

Angelo luchó por el impulso de rodar los ojos. -


Por supuesto.

-¿Quieres hablar conmigo para que retire los


cargos? -Una de las cejas de Krazinksy se disparó. -

441
¿Es por eso que usted pidió hablar conmigo en el
momento que su culo fue arrestado esta mañana?

En realidad, deberían dar al hombre una medalla.


Él era bastante rápido en la captación. Como si
Angelo tuviera cualquier arma sin licencia
simplemente tumbada alrededor, esperando que el
incompetente NYPD la encontrase. Habían irrumpido en
la casa de su madre antes del amanecer de esa mañana,
agitando órdenes y exigiendo que permaneciera fuera
de su camino.

Él lo hizo... y esperó a que descubrieran lo que


él quería que descubrieran.

-Dime, Krazinksy. ¿Sus chicos resultaron


encontrar el arma homicida que mató a Gordo? -Dio
unos golpecitos con el dedo en su sien.

Los ojos de Krazinksy se estrecharon. -Todavía


no, pero lo haremos.

-Usted la encontrará. -Peter habló. -Pero no


donde usted piensa. -Poniendo su maletín sobre el
escritorio del asistente del fiscal, Peter lo abrió y
sacó el teléfono de Angelo.

442
El que había grabado a Carlo confesando los
asesinatos de Catarina y Auggie.

-¿Qué es eso? -Krazinksy miró el teléfono con


cautela.

Peter reprodució la grabación de voz, y cuando


terminó, Angelo habló.

-Hay pruebas de que ha estado haciendo los


homicidios en el territorio de Los P y estoy seguro
de que con una orden, no dudo que procurará buscar en
la casa de mi tío, y podrás encontrar el arma que
utilizó para matar a Gordo.

El rostro de Krazinksy se volvió de un tono color


púrpura. -¿Me estás diciendo cómo hacer mi trabajo,
señor Pagan?

-Quiero decir ...- Angelo se encogió de hombros.


-Alguien tiene que hacer las cosas por aquí.

-Usted debe querer algo. -Krazinksy se ralló. -

443
Otra cosa que has tratado con su tío personalmente.

-Ah, pero estoy dando la vuelta a una nueva


página. -Angelo sonrió.

Peter se inclinó hacia delante, con los codos


sobre el escritorio. -Hablemos de un trato.

La decisión de renunciar a la NYPD, hizo que Gabe


se encontrara respirando de manera más fácil. Kane no
trató de disuadirlo, de hecho, su hermano le animó a
hacer un cambio, aunque Gabe sospecha que Kane
pensaba que el cambio era incluir su trato con
Angelo.

Su hermano aún no sabía que él había roto las


cosas con Angelo.

444
Y Gabe seguía viviendo el enfrentamiento con su
visitante desde el día anterior. La aparición de
Liliana Pagan le ayudó a entender mejor cómo se había
enamorado de su hijo. Con una madre como ella, a
pesar de todo lo malo, había cosas buenas todavía que
residía en el núcleo de lo que era Angelo.

Lástima que había enterrado todo el camino hacia


abajo.

Ahora sólo tengo que superarlo.

Al salir de la ducha, Gabe resopló ante su


reflejo en el espejo empañado. Esa mierda era mucho
más fácil decirlo que hacerlo. Y si se las arreglaba
para seguir adelante, dejar atrás a Angelo, ¿qué
haría después?

¿A quién vería después? ¿Hombre o mujer?

No pensaba que era gay, no en el sentido


tradicional, en todo caso. Aún tenía que encontrar a
un hombre que no era Angelo, atractivo. ¿Las mujeres,
entonces? Todavía le gustaba mirar sus cuerpos. ¿Eso
le hacía bi?

445
Todas esas malditas etiquetas. Ahora no era el
momento de decidir nada, no cuando él todavía sentía
la huella del contacto de Angelo en su piel. Dentro
de él.

Su teléfono celular sonó con un mensaje de texto


cuando entró en el dormitorio. Lo cogió de la cama.

Mensaje de A. Verse @ Coney Isle @ 8.

Miró la hora-6 :34-luego se atrapó a sí mismo.

Ellos habían terminado. De ninguna manera iba a


ver a Angelo nunca más.

Comenzó a escribir "Infiernos no" y el teléfono


sonó en la mano.

Su capitán.

-¿Qué pasa, Capitán?

446
-¡Ya lo tenemos!

Maldición. Sostuvo el teléfono en su oreja con el


ceño fruncido. ¿Qué pasaba con los gritos? -¿A quién
hemos cogido?

-Pagan. Continua, Ashby.

Las piernas se doblaron debajo de Gabe y él se


sentó en la cama. -¿Qué quieres decir? ¿Cómo? -¿Era
realmente su voz?

-La palabra está en torno en la oficina del


fiscal que dice que hizo un trato con ellos esta
mañana, pero no han anunciado nada todavía. -Kowalski
gruñó. -No es la acusación de asesinato que
esperábamos, pero todavía va a estar lejos. No sé por
cuánto tiempo.

-Ah, gracias por decírmelo, Capitán. Hasta


después. -Terminó la llamada con las protestas de
Kowalski y lanzó el teléfono a través del cuarto,
rompiéndolo.

447
Angelo llegó al Coney Island un poco después de
las ocho de p.m. No tenía ninguna expectativa de ver
a Gabe allí esperando desde que su ex amante no había
respondido a su texto, pero lo esperaba.

Esperaba que Gabe estuviera allí. Esperaba que


tuviera la columna vertebral de acero necesario para
mirar a los ojos de Gabe y decirle lo que había
hecho, y esperaba no avergonzarse a sí mismo,
rompiéndose y berreando a los pies de Gabe.

El lugar estaba a oscuras. Gabe no debía haber


llegado todavía, en todo caso. Angelo accionó el
interruptor de la luz y abrió la boca para gritar,
pero un movimiento en el rabillo del ojo lo detuvo.

Se volvió hacia su izquierda, tambaleándose hacia


atrás como el puño de Gabe conectó con su sien.

448
-¿Qué has hecho? -Gritó Gabe. -¿Qué mierda
hiciste?

-¿Qué demonios? -Angelo agarró el brazo de Gabe,


apretándolo. -¿Qué demonios te pasa?

Registró los ojos rojos e hinchados de Gabe y


Angelo lo liberó repentinamente.

-Policía, ¿qué pasa?

-¿Qué has hecho? -Esas palabras estaban en carne


viva, duras y llenas de emoción que Gabe no parecía
capaz de contener. Su mirada estaba torturada, los
ojos muy abiertos brillando demasiado brillantes.

-No entiendo de lo que estás hablando. -Angelo se


frotó la sien. Maldición, el policía podía golpear.

Gabe se abalanzó sobre él, los dedos fríos


cerrándose alrededor del cuello de Angelo como se
estrelló contra la puerta.

-Joder, policía. -Dejó escapar un suspiro

449
tembloroso. -Tienes que dejar de hacer eso.

Gabe no lo encontró divertido, en todo caso la


mirada de su amante se endureció aún más.

-¿Has hecho un trato con el fiscal? -Gabe habló


entre dientes, su aliento caliente en el rostro de
Angelo.

¡Mierda! ¿Cómo se ha enterado? La cosa entera


tenía que ser mantenido en secreto hasta la
comparecencia de Angelo.

-Lo hiciste. -Presionando contra Angelo, Gabe


negó violentamente. -Lo hiciste, hijo de puta.
Hiciste un trato. -Gabe desgarró la mano y se dio la
vuelta. Un ruido, similar a la de un animal herido lo
abandonó y casi trajo Angelo a sus rodillas.

-Amado.

-¡No! -Gabe se volvió para mirarlo, un escupitajo


voló como disputó el cariño de Angelo. -¿Soy tu
amado? Porque me parece que es todo acerca de ti.

450
-Gabe, por favor. -Angelo llegó a él y Gabe se
echó hacia atrás. Se tragó el dolor. -Lo siento, por
favor.

Ese enojo tangible nunca dejó la mirada de Gabe.


-¿Vas a la cárcel?

-Sí.

La manzana de Adán de Gabe se balanceó. -¿Por


cuánto tiempo?

-Gabe-

-¿Hasta cuándo? -El grito de Gabe rebotó en las


paredes. -¿No tengo derecho a saber? ¿No tengo
derecho a opinar? -Él suavizó su tono. -¿No merezco
eso?

-Sí, lo tienes. -Angelo cerró la brecha entre


ellos y tiró a Gabe en sus brazos. Esta vez su amante
no luchó, no se resistió. Gabe terminó con sus brazos
alrededor del cuello de Angelo y lo sostuvo con

451
fuerza. -Lo siento.

-Es demasiado tarde para eso. -Dijo Gabe contra


su cuello. -Dime cuánto tiempo.

-Sólo dos años.

Gabe se dejó caer al suelo y Angelo se fue con


él, palmeando la espalda de Gabe, besando su cabeza.

-Son dos miserables años. -Dijo Angelo. -Puedo


hacer eso mientras duermo, estaré de pie con mi
cabeza en alto.

La mancha de humedad en el cuello crecía.

Inclinó la cabeza hacia arriba, un débil intento


de ocultar sus propias lágrimas, pero caían por la
barbilla y en el jersey de Gabe. Esta noche bien
podría ser la última vez que llegara a sostener a
Gabe en sus brazos así. Su vida no estaba garantizada
en la cárcel, con todos los asociados y amigos que
tenía allí, tendría la misma cantidad de enemigos.
Aunque sobrevivió a la pena de prisión, no sabía si
Gabe siquiera lo miraría otra vez.

452
-¿No confías en mí lo suficiente como para
decirme esto? -Gabe lo dejó ir y se movió fuera de su
regazo. -Has estado planeando esto, ¿no es así? Y sin
embargo, aun cuando te acostaste conmigo y me dijiste
que me amabas, ni una vez me mencionaste esto. -El
dolor era muy evidente en su voz.

-Todo esto sucedió en el último minuto y


necesitaba asegurarme de que todo estaba en su lugar
antes de que hiciera nada. -Eso sonó poco convincente
incluso para Angelo, pero él no estaba tratando de
poner excusas, sólo explicando por qué hizo lo que
hizo.

Gabe se burló de sus palabras. -El fiscal lo


sabía antes que yo, la persona que dices que amas. -
Él se puso en pie y cogió su chaqueta. -Disculpa si
dudo de tus palabras.

-Gabe, por favor. -Angelo se levantó de un salto


y corrió a su lado. -No te vayas.

-No puedo quedarme. -Gabe sacudió la cabeza. -No


puedo mirarte y no sentirme traicionado y enojado.

453
-Todavía me amas. -¿Por qué demonios dijo eso?

Gabe entrecerró los ojos. -Por supuesto que aún


te amo. ¿Cree que eso desaparece en un puto día?

-Entonces, quédate. -Susurró Angelo. Pasó los


nudillos por la mejilla de Gabe, viendo como le
temblaba la mano. -Quédate conmigo. -Caería de
rodillas si tenía que hacerlo, rogaría y suplicaría
durante toda la noche. -Quédate conmigo esta noche,
no te tendré mañana.

Las pestañas de Gabe revolotearon. La chaqueta en


la mano cayó al suelo y Angelo agarró el frente de su
suéter, acercándolo.

-Te amo, policía. Nunca voy a dejar de hacerlo,


no importa lo que pase. -Besó a Gabe, duro y feroz,
derramando su amor en ese beso.

Gabe gimió en su boca, los labios se separaron,


las lenguas enroscadas. El ritmo fue de cero a
sesenta y Angelo tomó el control, tirando de la ropa
de Gabe, arrojándola lejos hasta que Gabe estaba
delante de él desnudo, su polla caliente y lista.

454
Las manos de Gabe se fueron al cinturón de
Angelo, y tirando de él para desabrochar sus
pantalones y calzoncillos abajo, liberando su
erección que se meneó. Escupió en la palma y luego
acarició a Angelo, tirando duro e insistente sobre su
polla.

Sus gruñidos fuertes llenaron la habitación.

Angelo se arrastró a las escaleras, los


pantalones vaqueros agrupados alrededor de sus
tobillos, y se sentó en el tercer escalón. Gabe a
horcajadas sobre él de pie, y Angelo le insistió a
más. Gabe obedeció, subiendo más alto en la escalera
hasta que se inclinó sobre el rostro de Angelo, la
punta de la polla húmeda empujando en los labios de
Angelo como los nudillos blancos se agarraron a la
barandilla por apoyo.

Acostando la cabeza hacia atrás, Angelo abrió la


boca y Gabe se metió dentro, duro.

-Hmm. -Angelo lo acariciaba con una mano, la otra


se hundió en la mejilla del culo de Gabe.

Gabe se estremeció, el penetrante olor de su


excitación llenaba la nariz de Angelo. Mantuvo la

455
boca abierta, la mandíbula floja como Gabe se hundió
dentro y fuera, saqueando su boca con empujes
fuertes.

-Joder.

Angelo quitó la mano del culo de Gabe y la llevó


a la boca, haciendo espacio para ponerse al lado de
Gabe. Consiguió el dedo todo resbaladizo y lo llevó a
la entrada de Gabe, empujando hasta el último
nudillo.

-¡Mierda! -Gabe se sacudió en la boca de Angelo,


fluyendo el líquido pre-seminal de él.

Angelo sacó su dedo y lo enroscó de nuevo,


curvando en la carrera ascendente.

Gabe susurró en un suspiro. -Sí, así. Sólo de esa


manera. -Movió sus caderas en pequeños círculos, la
polla deslizándose más profunda, la cabeza suave
golpeando la parte posterior de la garganta de
Angelo.

Angelo cerró los ojos, comprometiéndose a cada

456
embestida, cada trazo en la memoria. Catalogó el olor
de Gabe, sus sonidos, y el roce áspero de su piel
contra Angelo.

Y añadió otro dedo dentro de Gabe, girando y


girando, gimiendo cuando Gabe tomó medidas drásticas
contra él. El calor apretado trajo a sudar la frente
de Angelo y se arqueó.

Gabe se alejó, tomando su polla de la boca de


Angelo, y se movió más abajo, cerniéndose sobre la
erección de Angelo. Una de sus manos alrededor del
cuello de Angelo, Gabe se inclinó sobre su regazo.

Sus ojos se encontraron, los de Gabe eran ranuras


delgadas por sus pestañas reducidas, pero Angelo
captó la desesperada necesidad de parpadear allí.

Angelo palmeó su polla, haciéndola coincidir con


la entrada de Gabe, sin romper el contacto visual
mientras Gabe se dejó caer hacia abajo. Los músculos
en su polla se cerraron cómo un puño en él, lo besó
con todo, duro y suave. Dejó de respirar, los ojos
llorosos, el pecho dolorido.

El rostro de Gabe era borrosa, sus


características haciendo una danza macabra por el

457
líquido.

Gabe no se detuvo de hundirse hasta que sus


nalgas tocaron los muslos de Angelo. Cuando lo
hicieron, se detuvo y se inclinó hacia adelante,
presionando su frente contra Angelo.

-Ángel. Bebé. -Sus palabras fueron inestables,


lacrimosas. Rogando. -Ángel.

Angelo abrió los ojos cerrados, dejando fuera el


dolor en la mirada de Gabe. Se aferró a él, los dedos
de Gabe raspando su espalda, la palpitante polla
dentro de él. Gabe lo abrazó tan fuerte como su culo
se contrajo y su polla era atrapada entre sus
cuerpos, goteando.

-No me dejes. -Le rogó Gabe. -Ángel, por favor.


No me dejes.

Una explosión de sollozos salió de Angelo, las


emociones eran demasiado para ser negadas. Las
lágrimas escaparon tras sus párpados cerrados y la
lengua húmeda de Gabe les lamían lejos. Deseaba poder
tener todo de vuelta. Aquí, en este momento, le
gustaría poder tener todo de nuevo, dar a Gabe lo que
pedía y hacerlo bien.

458
Hacer sus vidas buenas.

-No puedo. -Susurró a través de las lágrimas. -


Gabe, no puedo.

Los hombros de Gabe se sacudieron. Él se levantó


de Angelo y luego bajó.

Duro.

El terrible dolor resonó en sus bolas, tirando


gritos de los dos. Angelo abrió los ojos, encontrando
el brillo impresionante de la traición en los ojos de
Gabe. Aún así, su amante no ralentizó o se retiró.
Gabe se levantó de nuevo y se lanzó hacia abajo,
envolviendo a Angelo en su cuerpo perfecto.

-Te odio por esto. -Gabe se echó hacia atrás,


rodeó su polla y tiró. Sus ojos permanecieron en
Angelo, con las mejillas mojadas. -No me gusta que
nos hayas hecho esto.

Angelo podría estar de acuerdo: él también odiaba

459
las decisiones que había hecho, los que se lo
llevaban lejor de Gabe durante lo que parecía una
eternidad en este punto. Ser noble, ir directamente,
nada de eso significaba nada si no tenía a Gabe.

Se mordió el labio. -Policía.

Gabe agarró un puñado de su pelo y tiró de él


hacia adelante, tomando su boca con una ferocidad
dura. Angelo se abrió para él y Gabe se lanzó a un
asalto oral, besando, mordiendo, pellizcando. Angelo
tomó todo como su castigo, aceptando la desesperación
de Gabe.

Coincidiendo con ello.

Gabe se balanceó sobre él, sus músculos ondulando


sobre su polla y tirando de su orgasmo abajo. Él
plantó sus pies a cada lado de Angelo y trabajó sus
caderas.

Apartando su boca, Gabe tiró la cabeza de Angelo


atrás y rozó sus dientes sobre su garganta. -Joder,
te amo, mucho. -Sus palabras vibraron en la piel de
Angelo. -Te amo. Te doy mi corazón, y me dejas así
como así.

460
Apretó alrededor de Angelo y luego lo liberó.

-¿Por qué, Ángel? ¿Por qué has hecho esto?

El orgasmo se agitó en bolas de Angelo y creció


más y más caliente, quemando su piel y dibujando sus
testículos hacia arriba. Angelo agarró las caderas de
Gabe y le instó.

-Gabe.

-Si. -La mano de Gabe trabajó entre ellos,


masturbándose y Angelo se empujó para arriba en él.

-Me gusta eso, sí.

-Dios, tan caliente.

Sus palabras se mezclaban entre sí, Gabe


meciéndose rápido, Angelo empujando más duro.

461
-Nnng. -El sonido brotó de la garganta de Gabe,
su culo contrayéndose salvajemente. Chorros calientes
de esperma manchaban en el estómago de Angelo como
Gabe disparó sobre él, lo que provocó su clímax.

Jalando a Gabe cerca, él ahuecó las mejillas de


su culo y empujó hacia arriba, su semilla inundando
el interior de Gabe. Su amante se estremeció, todavía
tirando de su polla y chorreando en Angelo.

Cuando sus espasmos menguaron y sus extremidades


se relajaron, Gabe mojó un dedo en la crema en el
cuerpo de Angelo, lo embarró en los labios de Angelo,
y luego lo lamió. Lo hizo una y otra vez en silencio
hasta que Angelo le cogió la muñeca y llevó el dedo a
la boca, chupándolo.

Gabe miró su boca, a su dedo en la boca de


Angelo, se puso de pie abruptamente.

-Aahh. -Angelo se estremeció mientras su polla


flácida se deslizó del cómodo agarre de Gabe.

-Tengo que...-La cabeza de Gabe se volvió de un


lado a otro. -Tengo que salir de aquí. -Cogió su ropa
en sus brazos y recogió sus llaves en la mesa de
café.

462
-¡Gabe! -Angelo se puso en pie sólo para tropezar
con los pantalones vaqueros agrupados alrededor de
sus tobillos. Se dejó caer contra la escalera como el
culo desnudo de Gabe desapareció por la puerta. -
Gabe.

463
Capítulo Trece
Gabe se puso su ropa en el ascensor, sus dientes
castañeando por el frío. O tal vez por la sobrecarga
de emociones. Él no lo sabía. Todo lo que sabía era
que necesitaba salir del lugar, lejos de Angelo.

De esos ojos dorados pidiendo comprensión y el


perdón.

Salió del edificio y había una nevada perezosa.


Sacó su sudadera arriba, metió las manos en los
bolsillos y la cabeza gacha, haciendo su camino a
través de la calle y hacia el paseo marítimo. El poco
viento en su piel, le hacía temblar como su
respiración se nublaba delante de su cara.

Con el parque de atracciones cerrado para el


invierno, no había luces brillantes iluminando la
noche y la luna llena brillaba como diamantes lejanos
sobre las aguas oscuras. Se acercó al embarcadero,
con la cara expuesta ya entumecida, y se apoyó en la
barandilla. Olas negras se estrellaban contra las
rocas dentadas que se avecinaban como sombras
desenfocadas.

464
Gabe tomó un profundo y tembloroso suspiro. Un
intento de despejar su mente de la picadura de la
traición definitiva. El aire frío no ayudaba, lo
único que hizo fue recordarle lo caliente de la piel
de Angelo se sintió junto a él.

Ellos nunca tendrían otra vez.

Angelo podría tratar de quitarle importancia,


pero ambos sabían que tenía enemigos en el interior,
todos los hambrientos tiburones dando vueltas,
esperando para tomar un bocado de Angelo.

¿Por qué?

Angelo aún no le había dado una respuesta.

¿Por qué ahora, después de tanto tiempo? ¿Qué ha


cambiado?

-Todo ha cambiado.

Gabe se dio la vuelta. ¿Había hablado en voz


alta? Angelo estaba detrás de él, con los brazos

465
envueltos alrededor de su cintura, temblando. Sin
pensar, Gabe se acercó y tiró de Angelo cerca,
frotándose las manos por los lados de Angelo.

Se sentía bien y familiar y necesario. Al igual


que el agua. Como el aire. Al igual que la jodida
respiración.

Angelo tarareó bajo en su garganta. -Pensé que te


ibas.

Gabe se apartó con un encogimiento de hombros. -


Necesitaba despejar mi cabeza. -Se dio la vuelta y se
apoyó en la barandilla, la cabeza inclinada hacia
arriba. Con los ojos cerrados, sintió a Angelo
acercarse más, sintió el calor de su cuerpo mientras
permanecía de pie junto a Gabe.

-¿La cabeza no se ha aclarado todavía?

-Va a tomar más que esto. -Él hizo una mueca ante
la mordedura en sus palabras, pero se negó a
retirarlo.

Unos dedos con guantes lo agarraron y apretaron.

466
-Lo sé.

Gabe abrió los ojos y miró a sus dedos. -¿Cuál es


el plan? ¿Haces tu intento y luego vuelves a lo de
siempre?

-No. Le pasé el control de Los P a Pablo. Yo me


voy, amado. Permanentemente.

La finalidad triste en esas palabras golpeó a


Gabe y él miró el perfil oscuro vestido de Angelo. Su
cabello se derramaba por debajo del gorro de lana
negro calado y caía sobre el cuello de su abrigo.

-Me encanta tu pelo. -Susurró.

Angelo sacudió la cabeza, la mirada en busca de


Gabe. -¿Te digo que voy a salir de la banda y quieres
hablar de mi pelo?

-¿Qué debo decir? -Gabe movió su mano fuera de


Angelo. -¿Debo esperar hasta que decidas dejarme
entrar en tus planes, alimentarme con las migajas que

467
te apetezca?

-¡No es así en absoluto! -Angelo agarró el hombro


de Gabe en una tenaza, obligandolo a mirarlo a los
ojos. -No es así. Tú has mirado para otro lado el
tiempo suficiente, ¿no crees?

-Es mi decisión. -Dijo Gabe con un obstinado


ceño. -Mi elección.

-No esto. No esta vez.

-¿En serio? ¿Y yo tengo que sentarme durante dos


años y tener la esperanza de que no te pase nada,
esperando que te envíen de nuevo a mí en una sola
pieza? -No podía hacer eso. No lo haría.

-¿Creí que rompiste conmigo? ¿Creí que no querías


nada más que ver conmigo? -Angelo levantó una ceja. -
¿O es que mi estancia inminente a prisión te hace
cambiar de opinión?

-¿Crees que esto es una broma? -La mandíbula de


Gabe cayó. -¿Crees que puedes jodidamente reírte a tu
manera por esto? ¿Crees que voy a estar esperando,

468
haciendo girar los pulgares hasta que salgas? -Él se
apartó. -Si sales.

Angelo se movió con él, envolviendo sus brazos


alrededor de la cintura de Gabe y apoyándose en él. -
No espero nada, salvo que vivas tu vida. Sé feliz.

Gabe se tragó el nudo en la garganta. -Te


necesito para eso. Te necesito.

Angelo le dio la vuelta y Gabe miró a los ojos


brillantes y la triste sonrisa.

-No me necesitas para ser feliz. -Dijo Angelo. Él


rozó sus nudillos sobre la mandíbula de Gabe. -Eres
un buen hombre. A pesar de todo, las cosas buenas
vendrán siempre a tu camino.

Alrededor de ellos el viento empezó a soplar y la


nieve cayó más rápido, las pequeñas escamas
transformándose en pelusas de tamaño mediano que se
pegaban en el pelo y la ropa de Angelo. Gabe inclinó
su rostro, las pestañas revoloteando como los copos
de nieve le besaban la cara y el cuello.

469
-Me enamoré de ti en una habitación fría y
estéril. -Habló a Angelo sin mirarlo. -Y desde
aquella noche en la sala de mi casa, después del
tiroteo, cuando te rompiste, me conecté a ti de
alguna manera. Podría llamarte o enviarte un texto y
con tu respuesta más breve, todo estaría bien.

Angelo le tocó la garganta en una pequeña caricia


y Gabe se detuvo. Él abrió los ojos y sonrió.

-Hiciste esto bien. -Gabe hizo un gesto entre


ellos. -Me enamoré de un hombre cuando yo ni siquiera
miraba a los hombres de esa manera. Me enamoré de ti
cuando se suponía que debía estar poniéndote en la
cárcel.

Angelo se rió entre dientes.

-Nunca había dudado de ti. -Dijo Gabe. -Nunca


guardé nada de ti.

-Sabíamos lo que esto era cuando empezamos.

-Sí. -Gabe asintió. -Pero esta relación ... era


mejor de lo que pensábamos, ¿verdad? -Estaban bien

470
juntos, Angelo no podía negar eso. No podía negar su
intensidad y la profundidad de sus sentimientos.

-Era lo más grande. -Angelo le abrazó. -Más


grande que cualquier otra cosa, Gabe. Cualquier cosa.

Gabe hundió el rostro en el cuello de Angelo. -¿Y


ahora decimos adiós? ¿Te alejas como si no
existiéramos, como si nuestro amor no es importante?

E simportante. En dos años voy a estar libre de


la cárcel y libre de Los P. -Angelo apretó a Gabe
hasta que no podía respirar, pero no protestó. Él
simplemente cerró los ojos y se aferró.

-En dos años voy a ser sólo otro hombre. -Susurró


Angelo. -Libre para amar y estar con quien yo quiera.

Gabe quería creer que realmente lo hacía. Pero él


sabía que no debía esperar, desear.

-Llévame al piso de arriba. -Dijo en voz baja.

471
Con las cortinas tiradas hacia atrás para dejar
que el claro de luna entrara, se desnudaron
mutuamente en silencio y luego se arrastraron hasta
el centro de la cama, Gabe en la parte superior.

Besó a su paso por el pecho de Angelo, la lengua


trazando el tapiz de los coloridos tatuajes como
Angelo pasó las uñas por la espalda y se resistió
contra él. La corona hinchada de Angelo goteaba
pegajoso pre-semen en el estómago, pero Gabe se
frotaba sobre ella mientras lamía los anillos en los
pezones de su amante.

Angelo se arqueó, la respiración jadeante de sus


labios entreabiertos, hinchados y rojos del asalto de
Gabe. Gabe se lamió la palma de la mano y rodeó la
polla de Angelo, acariciándolo tranquilamente
mientras mordisqueaba su camino por su rastro al
tesoro. Al llegar a su meta, la entrepierna de
Angelo, Gabe apretó la cara contra los pelos cortos y
rizados allí, haciendo una pausa para inhalar el
almizcle de Angelo, que despertaba una mezcla de

472
calor, necesidad y sudor.

Angelo le palmeó la parte posterior de la cabeza


más o menos, empujando la cara, y Gabe abrió la boca,
tragándolo todo.

-¡Ugh! -Angelo se resistió en la boca, los dedos


tirando de su cabello.

Gabe se retiró lentamente, arrastrando la lengua


por la longitud suave pulsante y el goteo de sal
amargo en sus papilas gustativas. Alisó sus palmas
sobre los muslos de Angelo, sintiendo los músculos
flexionados y tensos.

Con la rigidez de su lengua, él movió la punta en


la ranura de Angelo, sus pestañas descendiendo como
Angelo silbó y tiró de su cabello.

-Gabe, joder. -Angelo lo empujó de él. -Date la


vuelta, deja que te saboree también.

Un estremecimiento de anticipación se disparó por


la espalda, pero se tomó su tiempo, la lengua
deslizándola en la parte inferior surcada, moviéndose

473
en la polla de Angelo unas cuantas veces más antes de
que él se levantó y se sentó a horcajadas sobre
Angelo, de espaldas a él.

Ásperos dedos agarraron sus caderas, tirando de


él hacia atrás hasta que se tendió sobre Angelo, sus
muslos extendidos a ambos lados de la cabeza, la cara
de Gabe a la misma altura con la erección-rubí-en la
punta de Angelo. Él lamió la gota de líquido formado
allí, aplanando su lengua en la parte inferior
mientras acariciaba con una mano.

Su propia erección rozó la barbilla de Angelo


antes de que cálidos dedos le rodearon y lo
dirigieran a la caliente y húmeda boca de Angelo.

-Hmm. -Su culo se apretó, la piel de gallina


formándose en su piel.

Angelo agarró su culo, dedos hundiéndose en la


carne como él ahuecó sus mejillas y lo chupó. La
cabeza de Gabe se volvió pero correspondió, chupando
a Angelo hasta la parte posterior de la garganta,
trabajando un dedo lubricado y lo puso en la pequeña
entrada oscura esperando ser llenada.

Angelo gorgoteó alrededor de su polla, el sonido

474
vibrante a lo largo de su eje. Gabe giró sus caderas,
lo que facilitaba en la cara de Angelo y golpeó hacia
abajo, en esa boca.

El agarre de Angelo en él se apretó,


dolorosamente cuando Gabe triplicó los dedos en su
culo. Ellos habían convenientemente ignorado la
botella de lubricante por el brazo que no llegaba a
la mesita de noche y Gabe utilizó su saliva, la
segunda mejor opción, dejando que goteara desde la
boca y hacia abajo del eje de Angelo, reuniéndose
debajo de él en el colchón.

Se puso de rodillas, chupando cada una de las


bolas de Angelo en su boca, y su amante se movía con
él, las caderas sacudiéndose como Angelo se levantó
de la cama. El calor húmedo alrededor de la polla de
Gabe desapareció y él resopló con frustración
despertada.

Angelo se echó a reír y tiró de sus mejillas del


culo separandolas, ásperamente. Gabe detuvo todo
movimiento, la espalda arqueada, esperando con los
músculos calientes de Angelo reprimiendo los dedos.

Un cálido aliento susurró sobre su entrada. Él


contuvo el aliento, disminuyendo el pulso. Algo
húmedo y resbaladizo se arrastró por la grieta.

475
La lengua de Angelo.

-Dios. -Gabe volvió a empujar en Angelo, metiendo


la lengua en la mezcla, agitando y lamiendo como
Angelo rodeaba la entrada con toques de un peso de
una pluma.

-Culo al aire. -Angelo gruñó contra su piel.

Gabe obedeció sin titubear, inclinando su culo


arriba, la cara plana en el colchón. Él hizo todo lo
posible para mantener acariciando a Angelo,
manteniendo los dedos trabajando dentro de él, pero
renunció a la lucha una vez que Angelo metió su
lengua en él.

Todo en lo que se centraba aquel hombre era en


tener su camino en él, la punta de la lengua de
Angelo penetrando sus músculos guardianes y empujando
dentro.

-Ah, ¡mierda! -Gabe se encorvó con esa jodida


lengua, las caderas subiendo y bajando, sus dedos
dentro de Angelo olvidados hace mucho tiempo. Él se
sacudió y Angelo sujetó a su alrededor. Gabe pasó los

476
dedos más profundo, curvandolos, y los movimientos de
Angelo vacilaron.

Llegó detrás de él con la mano libre, ayudando


Angelo mediante abriéndose a sí mismo a la boca de su
amante. Angelo gimió y Gabe empujó de nuevo en él,
follando su lengua, jadeando mientras su cuerpo se
estremeció.

-Joder, sí. -Torció sus dedos dentro de Angelo. -


Hazme venir. -Cantó. -Llévame.

Angelo aumentó vorazmente, sus sonidos con hambre


cada vez más fuerte mientras empujaba un dedo en
Gabe.

-Ángel. Dios, Ángel. -Las piernas de Gabe


cedieron y se desplomó sobre Angelo, el semen
disparando en él y sobre el pecho de Angelo. La masa
pegajosa actuaba como pegamento, sosteniéndolos
juntos. Gabe se retorcía y Angelo se sacudió, un
sonido suave retumbó en su garganta cuando inundó la
mano de Gabe.

Gabe luchó por respirar, con palpitaciones en los


oídos como Angelo le acarició la espalda baja. Cuando
su ritmo cardíaco se redujo, Gabe se despegó de

477
Angelo y se dio la vuelta, acostado con las cabezas
juntas en la almohada, mirándose el uno al otro, las
respiraciones mezclándose.

-Te amo. -Angelo le dio un beso en la nariz. -


Estoy tan enamorado de ti ahora como la la primera
vez que nos conocimos. -Una sonrisa curvó su rostro,
triste y verdadera. -Mi sueño, mi mayor sueño es que
algún día pueda volver a ti. A esto.

Gabe trazó los labios de Angelo con un dedo. -El


mío es estar contigo, siempre. Sin embargo.

Angelo capturó los dedos y se los besó.

Gabe lo miró fijamente, tratando de leer sus


ojos, pero Angelo parpadeó, ocultando sus
pensamientos. Gabe se acercó más, lanzando una pierna
entre las de Angelo, apoyando la cabeza sobre su
pecho y se quedó dormido contando sus latidos.

478
Cuando volvió a abrir los ojos, ya era de día.
Oscuro y gris y lúgubre. Angelo estaba a su lado,
apoyado en las almohadas, la mirada fija en él.

Sus miradas se cruzaron y llegaron uno por el


otro, con besos suaves y tiernos, despidiéndose sin
palabras. Las lágrimas llegaron con el primer roce de
los labios de Angelo en Gabe y las permitió fluir, a
horcajadas sobre Angelo.

Los dedos se aferraban juntos, los labios


siguiendo su ejemplo, la piel siempre en contacto
como Gabe se dejó caer sobre su amante por lo que
ambos sabían que era la última vez. Trató de hacer
que durara, que fuera bueno para Angelo, pero no
podía ver a través de las lágrimas en los ojos.
Angelo los hizo rodar, estando en la parte superior,
a la cabeza, deslizándose en Gabe lento y constante.
Golpeando su lugar, lo que lo hizo gritar.

Las palabras cayeron de los labios de Angelo, las

479
palabras en español, fluyendo sobre Gabe como el
agua. Sonaban como promesas, esas palabras. Al igual
que su amante estaba prometiendo una vida que no
podía permitirse esperar. Sacudió la cabeza y
envolvió el puño alrededor del cabello de Angelo,
señalando con la cabeza hacia abajo y lo besó,
parando esas palabras.

Se entregó a la tristeza y la ira, empujando a


Angelo de él y sobre el colchón, lo que obligó a sí
mismo ponerse entre sus piernas y empujarse en él sin
preparación y finura. Y Angelo se lo tomó con una
mueca vacilante, sin dejar de mirar la cara de Gabe.

Gabe deseaba poder odiar al hombre cuyo cuerpo le


daba la bienvenida con dulzura. Pero no pudo.

Los labios de Angelo se movían. Te amo,


pronunciaba. Gabe ahogó un sollozo, un orgasmo se
alzaba para arriba, exigiendo la liberación. Golpeaba
a Angelo, dándole lo que querían.

Lo que necesitaban.

La boca de Angelo se abrió, sus ojos


desenfocados, y Gabe le golpeaba hasta que el cuerpo
de Angelo se inclinó y sus músculos se contrajeron a

480
su alrededor.

Sólo entonces se soltó, liberando el calor en el


interior y tirantez de Angelo. Marcando su territorio
con cada chorro de su semilla. Bajó la mirada hacia
Angelo, en el pecho agitado y las palabras arrancadas
de su alma, se derramaron de sus labios.

-Te amo. No me obligues a perderte. -Cayó encima


de Angelo, agarrándolo, la mirada fija en los ojos
húmedos y dorados. -Te amo, Ángel. Por favor. Por
favor. -No tenía vergüenza en mendigar, no tenía
vergüenza en pedir lo que quería. Por lo que él
necesitaba para sobrevivir.

A quién él necesitaba.

Angelo lo abrazó, acariciándole la espalda,


besando su pelo, hasta que su teléfono sonó en la
mesilla de noche.

Su tiempo había terminado.

-Te amo, policía. -Con voz ronca, Angelo le


susurró al oído. -Te amo. -Con un último beso en la

481
boca de Gabe, se rodó y desapareció en el cuarto de
baño.

Gabe se movió sobre su espalda, mordiendo el


puño, el cuerpo temblando como Angelo se limpiaba.
Quería ser fuerte, entenderlo, tragarse las lágrimas
y presentar un beso rígido con un adiós rápido.

Te veo dentro de dos años. Tal vez.

Pero no pudo. Su pecho se sentía como si alguien


lo hubiera tallado, abriéndolo con una cuchilla sin
filo, oxidada y recogió su corazón. Respirando, el
aire, era escaso y no importaba lo que tratara, las
lágrimas no dejaban de fluir.

Angelo salió del baño con el pelo recogido en una


cola de caballo, su camisa blanca por dentro de los
pantalones. Se sentó en el borde de la cama y se puso
las botas, cada movimiento era como si tardara una
eternidad, pero terminó demasiado pronto. En poco
tiempo se puso de pie sobre la cama, simplemente
mirando a Gabe.

-Eres hermoso. -Dijo Gabe, suave y reverente.


Levantó una mano, los dedos separados y Angelo los
trajo a los suyos, torciendo sus dedos alrededor de

482
los suyos. -Te amo, Angelo Pagan. Y no me arrepiento
de ello. No me arrepiento de nosotros.

Los ojos de Angelo brillaron con ese fuego


familiar. -Yo también te amo. Siempre. Recuerda que
siempre lo haré.

Gabe asintió con la cabeza, la mirada catalogando


sus características. Su olor. Cerró los ojos mientras
Angelo se iba de él, sus pasos lo llevaban cada vez
más lejos.

Gabe apretó los puños. -Pagan. -Gritó sin abrir


los ojos y los pasos fueron más lentos. -Mantente con
vida y vuelve a mí. Esa es una jodida orden.

Angelo se paró frente al juez, con las manos


esposadas a la espalda, y ajustando los sonidos de
Peter y Krazinksy hablando. El acuerdo se llevó a

483
cabo, lo único que necesitaban era que el juez
estuviera de acuerdo con los términos y condenarle en
consecuencia.

Olía a Gabe, su noche juntos. No pudo conseguir


sacar de su mente los sonidos y las vistas de Gabe
rogándole no dejarlo. Sin embargo, no había revelado
su plan completo a Gabe. No tenía sentido en
conseguir sus esperanzas para arriba, no cuando
Angelo siquiera estaba seguro de que las cosas
saldrían bien.

Cumpliría, mantendría la cabeza hacia abajo y


haría lo que se proponía hasta que su tiempo hubiera
terminado. Dos años no era tan largo, no por
cualquier tramo. No para él, pero para Gabe podría
significar dos vidas.

Angelo se mordió los labios. ¿Estaba sentenciando


a Gabe también? Debería haberle dado permiso para ver
a otras personas, ¿verdad? Dos años, de ninguna
manera podría alguien como Gabe permanecer célibe
durante tanto tiempo.

¡Joder! El pensamiento de otra persona


consiguiendo lo que había tenido hace pocas horas no
le cayó bien. Por supuesto que no, no quería a Gabe
con nadie más. Hombre o mujer. Pero ¿qué diablos

484
podía hacer excepto sonreír y aguantar?

¡Mierda!

Un rubor cálido le calentó la nuca y él se puso


rígido. Miró por encima del hombro a la sala y su
corazón se alojó en su garganta. Gabe se deslizó en
la sala, los ojos en Angelo mientras se deslizaba en
un banco detrás de su madre.

¿Qué demonios estaba haciendo allí? Angelo


entrecerró los ojos y Gabe se encogió de hombros.

-Sr. Pagan, ¿está escuchando? -El juez golpeó a


lo lejos el mazo y Angelo sacudió su atención hacia
adelante.

-Uh, sí, señor.

-No estoy nada contento con este acuerdo que la


gente hizo, pero lamentablemente voy a tener que
cumplir con él. -Él miró los papeles de su
escritorio. -Lo condenó a dos años de prisión y
dedicará este tiempo en Clinton Dannemora.

485
Angelo se volvió desconcentrado, furtivamente dio
una mirada por encima del hombro. Su madre se secó
los ojos y Gabe se inclinó hacia delante, con la mano
justo por encima del hombro, apretando la parte
posterior de su banco. Angelo vio lo difícil que era
para su amante ver a su madre llorando. Los ojos de
Gabe también estaban enrojecidos, los labios
hinchados, la barba de Angelo le quemaba en la cara y
el cuello.

Esa visión lo emocionaba al extremo.

-Vamos. -Un alguacil le indicó y Angelo asintió.

Se arrastró hacia delante, oyó los sollozos de su


madre y prometió que sería la última vez que lloraba
por él. Él le lanzó un guiño sobre su hombro y ella
calló. La mirada de Gabe se deslizó sobre él como un
toque cálido y se detuvo en la puerta que lo llevó
fuera de la sala de audiencias y a lo desconocido.

Tomó una oportunidad, se dio la vuelta y miró


hacia donde su madre y Gabe estaban. -Amado. -Joder,
si su voz no temblaba.

486
Gabe se sacudió y llevó el puño cerrado a la
boca. Angelo sabía que se movía, sabía que su amante
estaba mordiendo los nudillos para ahogar los gritos.
Los brillantes ojos de Gabe devolvieron sus palabras,
y Angelo se aferró a ello como el alguacil abrió paso
entre la puerta y la cerró de golpe.

La carta llegó dos meses, tres semanas y cinco


días más tarde. Gabe volvió a casa de una noche con
su hermano, el pobre intento de Kane de hacerlo dejar
pensar en las cosas.

No había sucedido durante todo ese tiempo, Gabe


no vio que eso ocurriese en el corto plazo. Sin
embargo, él siguió la corriente a su hermano,
arrastrándose a lo largo ya que saltaron de bar en
bar. Gabe trató de pasar un buen rato, trató de estar
en el momento de los ruidos fuertes, música fuerte y
el olor a alcohol, pero no funcionaba y Kane comenzó
a notarlo después de un tiempo.

487
Finalmente Kane lo llevó a casa, sin decir nada
más sobre el viaje en taxi y simplemente abrazándolo
firmemente en su puerta.

Gabe notó el sobre como las luces traseras del


taxi desaparecieron a la vuelta, en su camino a casa
de Kane. Cogió el sobre amarillo desde su posición en
contra de su puerta y lo sostuvo en alto para leer
los datos del remitente.

Nada del remitente, excepto un apartado de


correos de Colorado.

Dentro de su casa, se quitó los zapatos y se


sentó en el sofá mientras rasgó el sobre abriéndolo.
Otro sobre estaba dentro, éste de la Prisión Estatal
con el matasellos de Nueva York y se dirigía al mismo
apartado de correos de Colorado.

Sus dedos temblaban, la garganta seca y


parpadeando mientras deslizaba su dedo debajo de la
solapa del sobre sellado y lo abrió. Un sobre blanco
delgado estaba dentro, la letra "G" garabateada en el
lateral. Su visión era borrosa después, el corazón
golpeando contra sus costillas.

No había tenido ningún contacto con Angelo desde

488
ese día en el tribunal y no había noticias de su
madre tampoco. Cuando Gabe intentó llamar al número
que le había dado, él recibió un mensaje de
desconectado.

Se quedó mirando el sobre en la mano, vacilante


para abrirlo, para hacerlo real. Las noches sin
dormir, los días solitarios. Serían reales. Abrir el
sobre haría todo real, y a pesar de la angustia de
los últimos meses, no estaba seguro de que estaba
dispuesto a escuchar la voz de Angelo, al leer sus
palabras.

Por otra parte, ¿qué tendría su amante que decir?


¿Estaba bien? ¿Mantenía la cabeza hacia abajo y
permanecería seguro como Gabe le mandó?

Rasgó el sobre, eliminando las hojas dobladas de


papel en el interior. Instalándose en el sofá, tomó
un aliento fortalecedor, desdobló el papel con dedos
cuidadosos y comenzó a leer.

Amado,
Comencé esta carta tantas veces y tantas veces me
detuve. No hay palabras lo suficientemente poderosas
para transmitir lo mucho que me gustaría poder
mirarte a los ojos. O tocarte, tocar tu mejilla y ver

489
tus párpados revolotear.
¿Sabías que lo hacías?
Estoy rodeado de ruido extremo y extremo silencio
y sueño contigo. Permanecí despierto preocupado por y
sobre ti. Por favor, no desaparezcas dentro de ti
mismo. No te condenes a ti mismo por estar este
tiempo conmigo. No es tu culpa, no es tu crimen.
Los dos sabíamos lo que era esto, lo que es, y
nosotros somos demasiado tercos para hablar lo que
deberíamos haber dicho en nuestra última noche
juntos.
Se acabó. Listo. No hay nada a lo que aferrarse,
ya que, como tú dices, no estamos seguros de si voy a
salir. Estoy manteniendo mis dedos cruzados para que
cuando llegue a mis dos años no hayan aumentado,
pero, policía, nosotros no podemos seguir.
No es justo. No hay derecho a que tú te sientes
en la noche en tu casa después de noches esperando
por mí, poniendo tu vida en suspenso. No es justo
para ti y tanto como me jode pensarte con alguien
más, he sido lo suficientemente egoísta. He tomado
suficiente de ti y te pedí demasiado.
No estoy siendo generoso, simplemente realista.
Tal vez egoísta en esta acción también, ya que una
vez más estoy tomando decisiones sin decírtelo. Sin
preguntar lo que tú piensas o deseas. Pero, amado, te
conozco y sé que estarías en tu cama, sin vivir.
Sin sonreír.

490
Haciendo tiempo como yo, y conmigo.
Esta será mi única carta. No escribas, por favor.
No lo hagas. Vive. Sigue adelante. No, no espero ni
quiero que me olvides. Quiero que estés conmigo,
siempre y para siempre, pero no es realista. Ahora
no. Y no es algo que yo escriba con tanta facilidad.
Me está matando escribir esto, pero tiene que ser
dicho.
Enfoca tu energía en tu trabajo, haciendo lo que
amas. Tal vez un día, pueda verte de nuevo. Tocar tu
cara de nuevo y ver que te derrites.
Tal vez algún día.
No voy a pedir disculpas por esto, porque una vez
que consigas sobrepasar la ira y el dolor, una vez
que estés más allá de la traición y maldiciendo mi
nombre, verás la verdad.
Tú me amas y yo te amo. Mucho, policía. Mucho,
pero esto termina aquí.
Termines ahora.

Firmó con una gran "A" al final, florecido y


todo. Gabe no podía reconocer los sonidos que
provenían de la garganta, cayendo de sus labios. El
intenso dolor en el pecho le robó el aliento y se
agarró la garganta, doblándose, deslizándose fuera de
la cama y en el suelo.

491
-¿Estás seguro de esto? -Kane apoyó una cadera
contra la puerta del coche y levantó una ceja.

Gabe asintió. -Necesito espacio y tiempo. -


Cerrando la cajuela, caminó hacia el lado del
conductor y entró. -Voy a estar en contacto, lo
prometo.

-Sigo pensando que estás huyendo. -Kane se


inclinó y lo miró con los ojos llenos de preocupación
y serios. -No creo que vaya a ayudar ni un poco.

Gabe hizo una mueca. -Gracias por ese fino y poco


conocimiento.

-Sólo estoy diciendo que estás empacando y


marchándote. Corriendo a los Poconos no resolverá
nada. Esa es la geografía.

492
-Necesito un cambio de escenario. -Gabe inició el
contacto. -Y un cambio de ritmo. - lugar que no me
inundada de recuerdos de Angelo. No habló las
palabras en voz alta, pero Kane parecía oírlo de
todos modos.

Su hermano le dio unas palmaditas en el hombro y


le ofreció una pequeña sonrisa. -Espero que ayude.

-Tú y yo, hermano. -Gabe saludó y se marchó,


dirigiéndose a su cabaña aislada en los Poconos. Él
no tenía planes inmediatos distintos que llegar allí,
ningún objetivo en mente, excepto para olvidar a
Angelo Pagan.

Tres días después de esa carta y su interior


todavía se sentía crudo y expuesto. No tenía ideas
sobre cómo volver a una normalidad sin Angelo, pero
lo intentaría.

Él tenía que hacerlo.

493
Seis meses de condena de dos años.
Prisión Dannemora Clinton.

Caras conocidas rodeaban a Angelo en el patio de


la prisión, algunos amigos, otros no tanto. Él
gravitó a Ricky Ruiz, miembro de alto nivel de los
Latin Kings y un amigo de la infancia. Aunque iba con
Ricky y sus muchachos, Angelo hizo que todo el mundo
supiera que no estaba afiliado.

Lo último que necesitaba era ponerse al día con


la misma mierda de siempre. En cambio, compartió
risas y recuerdos con Ricky, sirviendo tres cadenas
perpetuas por matar a un juez y toda su familia.

Una mierda horrible, pero Angelo en realidad no


podían lanzar piedras. En el fondo de su mente se
aferraba a la memoria de los ojos grises y las
caricias ásperas, orando de que Gabe no lo odiara por
esa jodida carta, sabiendo que lo haría. Él no se
arrepentía de la carta, sólo el dolor que traería.
Amaba a Gabe demasiado para permitir que él se
revolcase y consumiese.

Su amante era un hombre orgulloso, leal hasta la


exageración. No iba a darle la espalda a Angelo a
menos que le empujase.

494
Angelo hizo el empuje.

Un rostro muy familiar se balanceaba en la


multitud de jugadores en el campo de softbol de la
prisión. Su tío era uno de los nuevos residentes de
Clinton Dannemora tras declarar matar a Catarina y
Auggie. Carlos no había sido atrapado por matar a su
hermano, pero eso no importaba. Los tribunales le
dieron treinta y cinco años de su vida.

Esa sentencia llegaría más temprano que tarde en


su vida.

Angelo se alejó de los otros presos que lo


rodeaban, observando con una sonrisa mientras los
ojos de Carlos se hicieron más grandes y más amplios.
Nadie le dijo a su tío Carlos que su sobrino también
estaba en la residencia.

Ricky dejó de hablar y dio un codazo a Angelo. -


¿Es él, Ángel?

Angelo asintió. -Ese es él. -Se acercó a Carlos,


deslizándose a su lado mientras los guardias miraban.

495
-Hola, tío.

Carlos entrecerró los ojos. -¡Tú!

Angelo soltó una carcajada. -Sí. Yo. El de las


cadenas, el maestro de las marionetas. La razón por
la que estás aquí. Ahora.

El socio secreto de Angelo tuvo tirón, un alcance


largo y dinero para quemar. Y soborno. Uno de los
movimientos más inteligentes que nunca hizo fue
llegar a un acuerdo para asociarse con el Sr. S.

-De aquí en adelante mira por encima de tu


hombro. -Dijo Angelo a Carlos. -Cada vez que alguien
te mire de forma incorrecta, te preguntarás si están
trabajando conmigo en tu contra. Tu final es muy
pronto, tío. -Le guiñó un ojo. -Es como te he dicho,
no juego ningún juego que no puedo ganar.

Fuertes voces llegaron a su oído y Angelo miró


por encima del hombro. Uno de los hombres de Ricky y
uno de los Bloods estaban enfrentándose entre sí,
gritando como cuatro guardias les separaron.

496
Cuando los dos hombres se enfriaron, sus
respectivas bandas se habían reunido en torno a la
violencia y se arremolinaban en el calor polvoriento
de la tarde.

-Muy bien, chicos. -Uno de los guardias habló. -


Vamos a acabar con esto. Ahora.

La multitud retrocedió, pero Angelo sabía que la


violencia no había terminado. No por un largo tiempo.

Al día siguiente, la violencia reprimida desde el


día anterior se desbordó en el comedor. Las dos
bandas sobre los carriles uno al del otro desde las
mesas vecinas como los guardias llamaron al orden,
los dedos apretando en sus rifles.

497
Angelo estaba a un lado mientras la banda de
Ricky se puso en pie, haciendo un gesto bruscamente a
la banda de los Bloods una mesa más allá. Carlos y
algunos prisioneros más viejos sentados en la mesa en
el medio, observando el intercambio en voz alta
mientras comían.

En un abrir y cerrar de ojos, un alboroto estalló


como Ricky se abalanzó sobre la mesa de Carlos,
golpeando a Carlos en un intento de llegar a la mesa
de los Bloods. Todo el mundo saltó a la vez, con los
puños y los alimentos volando.

Disparos de advertencia llenaron el aire y Angelo


cayó al suelo, gruñendo cuando el pecho se puso en
contacto con el suelo.

Tan pronto como comenzó la guerra, todo había


terminado.

Los guardias esposaron a los hombres y los


condujo fuera de la habitación. Todo el mundo estaba
en sus pies.

Excepto Carlos.

498
Angelo se levantó una vez que los guardias
señalaron el visto bueno, deslizándose hacia el
centro de la lucha. Pasos corriendo alcanzaron su
cabeza, los guardias corriendo junto a él y cayeron
al suelo. Angelo vio los pies de su tío y luego su
cuerpo, con espasmos, sangrando por el corte fatal en
la garganta.

Todavía no estaba muerto, su mirada se desvanecía


rápidamente alcanzando y reconociendo a Angelo
rondando cerca. La boca de Carlos se abrió, la sangre
saliendo a borbotones cuando tosió y cayó inmóvil.

La mano enguantada de un guardia bajó los


párpados.

Angelo sonrió.

499
Quince meses de condena.

La vida de Gabe se había convertido en una


monotonía aburrida, marcada por los email de Liliana
Pagan, llamadas de teléfono de su hermano y las
cartas que encontró a sí mismo escribiendo a Angelo.

Las cartas que no podía enviar por correo.

Comenzó a escribir a Angelo la noche en que llegó


a los Poconos, unas enojadas diez páginas
despotricando y llamando a Angelo palabras como
cobarde y egoísta. Se sintió mejor, muchísimo mejor
después de escribir eso, así que cada vez que la
soledad y otras emociones intensas se convertían en
demasiado, escribía a Angelo.

Luego metía las letras en el cajón de su


escritorio.

Cada dos semanas, conducía los diez kilómetros en


la ciudad, tratándose a sí mismo con una película o
un corte de pelo o lo que sentía. Entonces compraba
víveres que necesitaba en el supermercado local.

500
El viejo Bodine le dio el control de su tienda a
su hijo. Trevor, lo que leyó en la etiqueta con su
nombre. Trevor quien sostuvo la mirada de Gabe un
poco demasiado largo y se quedó mirando su boca
cuando hablaba. Trevor de los ojos marrones
sonrientes y pelo oscuro rebelde bajo la gorra sucia.

Gabe no pensó en estar con alguien más. El sexo


cayó de alguna manera en el camino, el impulso se
acercaba a él en la oscuridad de la noche, cuando
estaba solo en su amplia cama. Se volcaba en la
memoria de los ojos dorados y el negro pelo que
fluía, y se trataba el mismo fuera, viniéndose a
borbotones en su mano mientras sus ojos ardían y le
dolía el pecho.

A pesar del interés apenas oculto de Trevor, Gabe


seguía desconcertado cuando el dueño de la tienda le
preguntó de ir a un bar. A pesar de que su cabeza le
dijo de ninguna manera, su boca estaba diciendo que
sí. Y más tarde esa noche de verano se encontró
pasando un buen rato, sonriendo una vez o dos, y
cuando Trevor se movió para darle un beso al final de
la noche, Gabe no lo detuvo.

Fue un beso dulce, los rastrojos de Trevor


pasando por su cara aún no era familiarizados. Él
sabía a cerveza y barbacoa que habían disfrutado
antes y Gabe le gustó, pero le faltaba algo.

501
Trevor no era Angelo.

Era injusto juzgar y destituir a un buen tipo


sobre la base de los criterios muy sesgados, por lo
que Gabe se encontró diciendo sí a otra cita.

Y otra.

502
Capítulo Catorce
-Pagan.

Angelo levantó la vista de su juego de ajedrez


con Ricky.

-Es hora de prepararte para tu visita. -Dijo el


guardia.

Ah, su visita. La única persona que estaría


viendo desde el exterior en casi dieciséis meses.
Hoy, él llegaría a conocer a su compañero misterioso,
el Sr. S.

Se sentó en el área de visita, la cabeza hacia


atrás, los ojos cerrados. Su tiempo en la cárcel
hasta el momento había estado relativamente libre de
emoción, excepto el día en que su tío fue asesinado.

Los miembros de las bandas que iniciaron la pelea


fueron arrojados en el calabozo durante treinta días
cada uno, incluyendo a Ricky, pero no tenían poderes

503
para saber quien en realidad habían ejercido la
cuchilla.

Resultaba que, Angelo tenía amigos aquí


dispuestos a hacer un favor a un precio justo. Todo
se reducía al dinero y él contaba con eso cuando él
había formulado su plan.

Una sombra se movió frente a él como a su


visitante se sentó detrás del vidrio transparente que
los separaba.

Syren Rua. Uno de los miembros restantes de la


familia Rua, de más larga duración de organización
criminal de Brasil.

Angelo nunca había visto al hombre cara a cara,


la comunicación a través de correos electrónicos,
textos y abogados. Personalmente Syren Rua era un
hombre pequeño, tal vez un metro sesenta y cinco, con
una cabeza de pelo blanco-rubio y ojos azul pálido.

La palabra delicado le vino a la mente al


instante. Luego hermoso.

504
El hombre era hermoso, sus altos pómulos, nariz
pequeña y labios carnosos que le daban un aspecto
casi juvenil. Pero sus ojos hablaban de dolor y
tácito, de oscuridad y un hombre mayor más allá de lo
que su edad era.

Rua cogió el teléfono en su extremo con una


sonrisa.

Angelo hizo lo mismo.

-¿Has llenado tu mirada, Pagan?

¡Hijo de puta! Conocía esa voz. Angelo se quedó


boquiabierto al hombre exigiendo silencio, con los
ojos brillantes.

Syren Rua, su socio en la toma por Delatorres,


era Faro, el de los negocios de Delatorres.

-¿Qué demonios? -¿Era el hombre un suicida,


operando tan lejos dentro del campamento del enemigo?

Rua se encogió de hombros. -Es lo de siempre Sr.

505
Pagan. Yo hago lo que hay que hacer.

Para conseguir su venganza contra el hombre que


ordenó la ejecución de su familia y lo vendió a los
diez años de edad, Syren fue un trabajador sexual.
Angelo lo sabía, aunque nadie más lo hizo. Todo el
mundo asumió que toda la familia Rua había sido
aniquilada. Aparte de Angelo, Peter y Syren, la única
persona que lo sabía era Ricardo Delatorre.

-¿Estás seguro de esto?

-Muy. -Syren hizo un gesto con la mano. -Pero no


se trata de mí hoy. Quería hacerle saber que estamos
a tiempo.

-¿La casa? -Angelo levantó una ceja. Le había


dado a Peter los planos del edificio que había
redactado con el bloc de dibujo que le dio Gabe y
dirigió al abogado y al Sr. S para construir la casa
en un estado y el área de su elección.

-La casa está saliendo bastante bien. -Syren


metió la mano en bolsillo de la chaqueta y sacó una
foto. -¿Usted va a ir a vivir con su amado? No lo
creo. -Syren golpeó la foto a través del cristal.

506
Era Gabe besando a otro hombre. Con los ojos
cerrados, los puños cerrados en la camisa de otro
hombre, besándolo.

A pesar de la agitación del ácido en el estómago


y las ganas de matar a alguien, Angelo se encogió de
hombros. -Lo obligué a pasar.

Syren rió. -No me engañas, pero está bien.


¿Sabías que renunció a su trabajo y se trasladó fuera
de la ciudad?

No, él no lo sabía, pero Angelo no parpadeó y


Syren se encogió de hombros, la cara bonita torsida
en una sonrisa. Puso la foto de nuevo en su chaqueta
y se inclinó hacia delante.

-Hay un poco de tiempo por delante. Manténgase


alejado de los problemas Sr. Pagan. Nos vemos en el
exterior.

507
Su libertad se retrasó dos meses, pero fue
finalmente libre. Angelo salió de la prisión con la
promesa de que no buscaría a Gabe.

Su amante había cambiado.

Con el tiempo él haría lo mismo.

El primer lugar al que iría, después de llamar a


su madre, era a Brooklyn, a celebrar con los hombres
que había llevado durante tanto tiempo. Para abrazar
a Pablo y darle las felicitaciones por un trabajo
bien hecho en mantener la droga fuera de las calles y
la libre violencia. Después de una fiesta ruidosa de
alcohol y risa, se iría a la casa de su madre.

Donde todo comenzó y donde todo iba a terminar.

508
Su madre había limpiado el lugar. Era una
cáscara, anduvo por las habitaciones por última vez
antes de ir sobre la fase final de su plan. Se duchó
y se afeitó, abriendo la puerta de atrás para dejar a
Pablo y a su amigo de la morgue.

Las dos ruedas con un cuerpo en una camilla y les


saludó con la mano al sótano cuando envió un mensaje
a Syren. El amigo de Pablo a la izquierda y Pablo se
quedó atrás, trabajando junto a Angelo en silencio,
ya que vertieron acelerante sobre el cuerpo situado
en la cama, vestido con la ropa de Angelo que tenía a
principios. Eso, más un dentista forense con una
cuenta bancaria gorda debía convencer a todos de que
el cuerpo era de Angelo.

Empaparon el sótano de gasolina y luego Angelo


prendió fuego. Los dos hombres corrieron por las
escaleras y salieron por la puerta de atrás, Angelo
se tomó el tiempo para configurar el bloqueo desde el
interior antes de azotar y cerrar.

Sentado en el coche de Pablo en la calle, vieron


la casa en llamas, ahuyentados sólo cuando las
sirenas sonaron en la distancia. Pablo lo llevó a un
motel cerca de la frontera de Brooklyn y Queens,
tirando de él en un abrazo.

509
-Buena suerte, amigo.

-Gracias. -Angelo lo abrazó con fuerza. -Gracias,


Pablo.

Consiguió una habitación y se volvió rápidamente


al televisor. Su casa estaba ardiendo en todas las
noticias, noticieros reportando verlo muerto, los
jefes de bomberos vacilando en confirmar o negar.

Una llamada a su madre más tarde, estaba en un


taxi, en dirección a una pista de aterrizaje privada.

El teléfono despertó a Gabe. Se dio la vuelta con


un gruñido, llegando a ciegas para la maldita cosa en
su mesita de noche.

Lo abrió con un ojo cerrado. -¿Sí?

510
-Hey, soy yo.

-Maldita sea, ¡Kane! Estaba durmiendo.

Su hermano vaciló. -Lo sé y lo siento, pero


tienes que saber que Angelo Pagan fue declarado
muerto en un incendio en su casa como hace dos horas.

Gabe se enderezó, lanzándose fuera de las


cubiertas. -¿Qué? ¿Me lo estás diciendo ahora?

-Cálmate. Maldita sea. -Kane suspiró al oído. -Lo


siento. Su cuerpo fue quemado más allá del
reconocimiento.

-¡Oh Dios mío! -Gabe se cayó de la cama y se puso


de rodillas. -Oh Dios. -Angelo se había ido. Ido. -Yo
no puedo-no puedo respirar.

-¡Gabe! -Kane gritó. -No te pongas enfermo.


Joder. Estoy hasta al final de California, si no la
cosa es que estaría en camino a ti en este momento.

511
-Tengo que ir allí. Tengo que verlo.

-No. -Dijo Kane bruscamente. -Echarías todo por


la borda si lo haces y sabes muy bien que no le
gustaría eso.

-Su madre. -Gabe se quedó sin aliento. -Tengo que


llegar a ella.

-Haz eso, llamame cuando hayas terminado. -Dijo


Kane. -Prométemelo.

Gabe lo hizo y rápidamente colgó el teléfono,


redactó un correo electrónico e hizo click en enviar.

Ahora a esperar.

-¡Joder! -Caminó y caminó hasta que sus rodillas


cedieron y se acurrucó en un rincón de su dormitorio,
con las rodillas a su pecho y lloró.

Un ruido lo despertó minutos o tal vez horas


después. Todavía estaba oscuro afuera, todavía de
noche. Él se puso de pie, con los ojos arenosos, la

512
boca como papel de lija.

Un golpe sonó en la parte delantera de la cabaña


y cogió su pistola de la mesilla de noche. El
teléfono celular en la mano sonó con la batería baja
e hizo una mueca. Se deslizó fuera de la sala de
estar como su puerta principal se abrió, el intruso
consiguió ir más allá de las cerraduras bastante
sofisticadas que había instalado.

Una figura oscura se arrastró, cerrando


suavemente la puerta detrás de él.

-Manos arriba, hijo de puta. -Gabe inclinó la


pistola. -Elegiste un mal momento para hacer esto.

-¿Yo? Pensé que mi tiempo era impecable, amado.

Gabe debió haber perdido el conocimiento debido a


que lo siguiente que supo, al abrir y cerrar los ojos
eran que esos ojos dorados miraban hacia él donde
yacía en el suelo y su arma se había ido.

Absolutamente vergonzoso, de verdad. Pero Angelo


estaba vivo y en su casa y parecía tan jodidamente-

513
Gabe retiró la mano y golpeó a Angelo en la
nariz. Los huesos crujieron, la sangre voló y Angelo
gritó.

-Ow, ¡joder! -Él ahuecó su nariz mientras la


sangre goteaba. -¿Qué demonios fue eso?

-¡Te cortaste el jodido pelo! -Gabe luchó por


erguirse, mirando a Angelo. Se había cortado todo el
pelo. Dejando sólo una sombra en su cuero cabelludo.
Sus ojos estaban más definidos, sus pómulos más
prominentes. Había perdido demasiado peso.

Angelo se limpió la nariz con la manga y miró


hacia él. -En serio. ¿Eso es todo lo que tienes que
decirme?

-¿Por qué estás aquí? -El entumecimiento


impactante en las extremidades de Gabe se disipó y se
aferró a la pared mientras se ponía de pie. -Pensé
que estabas muerto.

-Tú me ordenaste volver a ti, entonces, ¿dónde


más podría estar si no contigo? -Angelo le guiñó un
ojo, pero su sonrisa era un poco tensa. -Y yo estoy

514
muerto, al menos Angelo Pagan lo está.

Bueno, Gabe necesitaba un trago. Y poner los pies


de nuevo en tierra firme. -No creo que quiera saber
de lo que estás hablando. Tampoco entiendo por qué
estás aquí. Rompiste conmigo, ¿recuerdas la carta?

Angelo se ensombreció. -Lo necesitaba hacer.


Tenía que protegerte. Mi correo no era seguro en la
cárcel, ya lo sabes. Las llamadas telefónicas se
controlan y se escuchan, ya sabes eso. -Angelo le
tocó el hombro brevemente. -También sabemos que
habrías perdido el tiempo en tratar de ponerte en
contacto conmigo de la forma que podías. Necesitaba
cerrar eso.

-¿Sabes lo que esa carta me hizo? -Gabe agarró el


brazo de Angelo, sosteniéndolo con fuerza. -Tú
rompiste mi corazón. -El dolor de ese día volvió con
fuerza y él se apartó, dándole la espalda a Angelo.

-¿Crees que escribirla no destrozó el mío? -El


aliento caliente de Angelo atacó la nuca de Gabe. -
Pero funcionó, ¿verdad? Te fuiste con otra persona.

Gabe se puso rígido. -¿Ha tenido a la gente


mirándome todo el tiempo? -¿Por qué demonios le

515
sorprendía? Angelo le gustaba estar en control.

-Ellos se aseguraban de que estabas bien. -Angelo


lo agarró del hombro y le dio la vuelta. -Estaban
mirando hacia fuera por ti y cuando vi la foto tuya
besando a ese tipo, los llamé para que se retiraran.

¡Cristo!

Lo oyó, el dolor y los celos que Angelo intentó


ocultar. Gabe le sostuvo la mirada. -¿Por qué
llamaste para retirarlos?

Angelo se encogió de hombros. -Estabas siguiendo


adelante y estabas a salvo. Mis enemigos no sabían
acerca de ti, así que no había necesidad de aferrarse
a lo que ya no era mío.

A Gabe le dolió al darle un puñetazo de nuevo.

-Eres un hijo de puta, ¿lo sabías? Hice lo que me


pediste, me mudé. Por lo menos lo intenté, pero esa
mierda no estaba trabajando. Él me tocaba y lo
comparaba contigo. Él me miraba y quería ver tus
ojos. -Lo de Trevor se convirtió en un gran choque de

516
trenes muy rápido.

Angelo lo miró fijamente. -¿Te has acostado con


él?

-No.

-¿Lo quieres?

-¿Qué jodidos es esto, las veinte preguntas? -


Gabe se dio la vuelta, pero Angelo lo cogió de la
muñeca, manteniéndolo en su lugar.

-Respóndeme, policía.

Esas palabras fluían sobre él, gruesas y roncas,


dejando su ritmo cardíaco al galope. Gabe tragó
saliva y negó con la cabeza.

-Yo no lo quiero, pero quería desearle. Quería


olvidar toda la mierda que habías hecho y entregarme
a otra persona. -Miró hacia arriba desde debajo de
sus pestañas. -Alguien que no fueras tú.

517
Los labios de Angelo se curvaron. Se movió cerca,
muy cerca. Lo suficientemente cerca de Gabe para
inhalar su calor y gemir.

-¿Funcionó para ti? -Preguntó Angelo. Se inclinó,


rozando sus labios sobre el cuello de Gabe. -¿Todavía
me odias? ¿Aún quieres olvidarme?

Gabe lo agarró por el cuello, apretando como


Angelo se estremeció. -Eso no va a suceder. Estás
atrapado conmigo. -Él le dio un beso, la lengua
haciendo un buen trabajo en buscar los huecos
calientes de su boca.

Angelo se frotó contra él, su pesada erección


debajo de los pantalones vaqueros que llevaba. Gabe
le palmeó el culo, tiró de él con fuerza, girando
sobre ese bulto.

Sonidos hambrientos retumbaron en la garganta de


Angelo y Gabe rompió el beso para mirar profundamente
a los ojos dilatados.

-Angelo Pagan está muerto, ¿no? -Desabrochó el


cinturón de Angelo, desabrochando sus pantalones

518
vaqueros como Angelo con la punta se quitó sus botas.
Moviendo una mano entre la piel caliente y los
boxers, Gabe rodeó la erección de Angelo. -¿Cómo te
llamas?

-Hmm. -Angelo echó la cabeza hacia atrás, yendo a


la palma de Gabe. -Raphael Soto, pero puedes llamarme
Rafe.

Gabe se puso de rodillas, bajando los pantalones


de Angelo-Rafe y los tiró a un lado. -¿Cuáles son tus
planes después de esto, Rafe? ¿Recibes una
oportunidad de escupir fuera y te irás a la carretera
y desaparecerás? -Acarició la polla en la mano con un
pulso constante, aunque su voz temblaba y sus
entrañas se estremecieron. ¿Dónde encajaba él en esta
nueva vida?

Rafe inclinó sus caderas hacia delante, las


extremidades temblando. -¡Mierda! Mi plan es amarte
siempre y cuanto tú me dejes.

Gabe apretó la cara contra la entrepierna de


Rafe, escondiendo su sonrisa. Dedos temblorosos
pasaron a través de su pelo y él levantó la cabeza,
encontrando la mirada de Rafe mientras abría su boca
y lo llevó adentro.

519
Rafe se sacudió, el aliento corriendo de él y
Gabe gimió por esa fusión de especias familiarizadas
con la lengua. Ahuecando sus mejillas, él bajó la
cabeza, arrastrando sus labios a lo largo de la
longitud. Rafe palpitaba y goteaba. Gabe trabajó con
la boca y las manos, chupando mientras acariciaba
desde la base hasta la corona, apretando la raíz de
Rafe, la lengua deslizándose por esa cresta sensible.

No se había permitido pensar en conseguir esto de


vuelta, este sentimiento, este sabor, así que cerró
los ojos y saboreó, la saliva fluyendo, la mezcla con
el sabor natural de Rafe. Él ahuecó las bolas pesadas
dibujadas a cal y canto, acariciándolas como Rafe
abrió los muslos más ampliamente.

Gabe pasó la yema del pulgar sobre la zona


comprendida entre las bolas y el culo y luego se
trasladó hacia el sur, llegando a Rafe con el dedo
resbaladizo de saliva.

Los músculos los sujetó hacia abajo, quemándolo,


manteniéndolo apretado.

-Ugh, Gabe. -Rafe rodó sus caderas, enviando su


polla más profundamente en la boca de Gabe mientras

520
cabalgaba el dedo en el culo.

Se quedaron así, con gruñidos y gemidos llenando


la habitación, hasta que las rodillas y la mandíbula
de Gabe le dolían. Soltó a Rafe y se puso de pie con
una mano.

-Habitación.

Tiró de Rafe después de él, lanzándolo en el


colchón, tomando un segundo para admirar la piel
tatuada expuesta a él. Rafe se inclinó de rodillas,
acariciando su polla mientras Gabe se desnudaba y
arrebató el lubricante de la cómoda.

Él subió a la cama y se colocó entre las rodillas


de Rafe. Lubricando su erección con el lubricante,
Gabe empujó dos dedos hacia adentro de Rafe,
estirándolo, enganchándose y presionando en esa
glándula.

Rafe se corcoveó.

Gabe quitó los dedos y se estrelló dentro. Todo


el calor y la tensión casi lo hacen perder su mente.

521
Rafe apretó las sábanas, arqueándose,
retorciéndose en Gabe.

Gabe no se permitió tiempo para pensar, no había


tiempo para las palabras, sólo saliendo y entrando.

-Dios, sí. -Rafe se acariciaba.

Gabe lo miró con los ojos entrecerrados. -No me


importa cuál es tu nombre. -Dijo con voz ronca. -Te
amo.

Esos ojos dorados se abrieron, se iluminaron y se


dejó caer sobre sus codos, hundiéndose dentro y fuera
del canal caliente de Rafe. Él tomó la boca de su
amante, sus gemidos mezclándose.

-Te amo, policía. -Rafe habló cuando se separaron


para tomar aire. -Quédate conmigo.

-Sí. -Gabe lamió su cuello, un poco en su piel


como los músculos de Rafe se contrajeron alrededor de
él. -No importa qué, no te irás con nadie. -Él se

522
echó hacia atrás, las palmas de las manos en la
garganta de Rafe mientras miraba hacia él. -Nadie.

-Hmm, ¡joder! -El semen pegajoso se disparó de


Rafe y en el estómago de Gabe.

-Sí, justo así. -Las contracciones salvajes en el


culo de Rafe sacaron a Gabe hacia abajo mientras
besaba a Rafe, con la boca abierta y desesperado, y
se derramó en su interior. Sellando su amor.

-No voy a dejarte ir. -Advirtió mientras luchaba


por respirar. -No de nuevo.

Rafe lo acercó, sus cuerpos pegados entre sí por


su semen. -¿Recuerdas la casa que me viste dibujar en
mi regalo de cumpleaños?

Gabe asintió con la cabeza, apoyando la cabeza


sobre el pecho de Rafe. Aún como un capullo dentro de
Rafe, su polla se sacudió. -Sí.

-La he construido. En Carolina del Norte.

523
Gabe levantó la cabeza. -¿Ese es el plan de
escape? ¿Construir una casa y vivir en Carolina del
Norte como Rafe Soto?

-Sí. Sé mi compañero de vida, o mi marido. Sé


quien quieras ser, sólo estate conmigo.

La mandíbula de Gabe cayó. -¿Qué-supone que debo


cambiar mi nombre y desaparecer en la oscuridad
contigo? -Y realmente, ¿por qué esa apelación?

-No tienes un trabajo desde que dejaste el NYPD.


Como Raphael Soto, voy a tener mi propia empresa de
arquitectura. Voy a necesitar un socio de negocios.

Gabe levantó una ceja.

-O secretario, es tu elección.

Gabe se mordió el labio inferior. ¿Podría dejar


todo atrás y estar con Angelo-uh, Rafe?

-¿Tengo que llamarte Rafe?

524
-Sí.

-No, creo que me quedo con Ángel. -Frotó la palma


de la mano sobre el cuero cabelludo de Rafe. -Quiero
que dejes crecer tu pelo hacia atrás. ¿Qué se supone
que voy a tirar mientras te estoy jodiendo?

Rafe sonrió. Grande y ampliamente y lleno de


alivio. -Hecho.

-Yo aún no sé. -Gabe miró hacia otro lado y luego


a él. -¿Quieres casarte?

Rafe entrelazó sus dedos y se los llevó a los


labios. -Si quieres. Quiero que estemos juntos, y
punto.

Yo quiero lo mismo. -No sé si eso es legal en


donde estaremos viviendo, pero podemos hacer esto.
Comprometámonos con el otro. -Dios, ¿cómo se las
arregló para sonar cursi y pesado al mismo tiempo?

Rafe se rió. -Mami le encantará.

525
-A mi hermano no. -Gabe se pellizcó la barbilla.
-¿Dónde está tu madre de todos modos? Hemos estado
enviándonos correos electrónicos de ida y vuelta,
pero ella no me dice dónde está.

-En Carolina del Norte. En su propia casa. -Dijo


Rafe rápidamente. -Diez minutos de distancia de la
nuestra.

Gabe suspiró. -¡Gracias a Dios!

526
Epílogo

Estaban en la playa a juego con camisas blancas,


el oleaje rompiendo en sus tobillos desnudos. A unos
simples pies de distancia de su casa, aislada de
cualquier persona.

Su casa.

Rafe miró a los ojos llorosos de su madre con una


sonrisa. Parecía más joven, relajada. Iba a sí misma
con una gracia y confianza que había esperado mucho
tiempo para ver. Junto a ella estaba Kane, con
pantalones marrones y una camisa rosa pálida. Él se
veía bien, ese aire de desaprobación de él se había
ido. Había pasado suficiente tiempo con ellos para
presenciar la sonrisa permanente en el rostro de su
hermano, la ligereza de su paso y la alegría y la
risa que llenaba su casa.

Seis meses desde que salió de la cárcel y Rafe


todavía tenía que pellizcarse. Habían creado una vida
y un negocio, hecho algunos amigos y se establecieron
en la comunidad. Nadie los miraba dos veces. Fueron
aceptados y Gabe estaba feliz, por lo tanto, Rafe era
feliz.

527
Miró más allá del ministro sonriendo amablemente
a su amante de pie junto a él, con los ojos llorosos,
sonrisa temblorosa, y Rafe se sintió a punto de
estallar.

Nunca pensó que iba a terminar aquí, pero no


tenía ninguna queja. Sus enemigos pensaban que había
muerto, nadie lo iría a buscar. Él no había sabido
nada de Syren Rua más allá la la planta que había
enviado para la inauguración de la casa. Rafe había
contado todo a Gabe y su amante había tomado todo con
calma. Ninguno de ellos sabía del plan de Syren
contra Delatorres pero Rafe había hecho su parte. Si
Syren lo necesitaba más adelante en el camino, le
ayudaría de cualquier forma posible sin poner en
peligro a su familia.

La familia era lo primero.

-Rafe. Gabe. -El ministro hizo un gesto para que


se pusieran de pie juntos.

Lo hicieron, hombro con hombro, Gabe en el lado


izquierdo de Rafe.

528
Gabe entrelazó sus dedos, acariciando el anillo
de oro en el dedo anular de Rafe. Gabe llevaba uno a
juego en su dedo anular, anillos que habían
intercambiado la noche en que se mudaron a su casa.

Rafe le apretó.

-Te amo. -Susurró Gabe.

Rafe sonrió. -Te amo, policía.

-Hoy juras tu amor y dedicación al otro. -Dijo el


ministro. -Por favor, repita después de mí …

Fin.

529
Sobre el Autor.

Trasladada desde el Caribe, Avril ahora vive en


Brooklyn, N. Y., con un equivalente nupcial
tolerante. Juntos crían a una hija que ama la lectura
y la escuela (la escuela ya no tanto). Los primeros
recuerdos de la lectura de Avril giran en torno a las
discusiones con una madre igualmente mimada con
libros sobre los puntos de la trama de Nancy Drew y
los Hardy Boys.
Siempre enamorada de la escritura, Avril
finalmente decidió escribir en el agosto del 09 y
nunca miró hacia atrás. Escenas picantes de amor,
deliciosos héroes y mujeres malvadas queman las
páginas de las historias de Avril, pero siempre habrá
un final feliz, Av. sigue siendo una creyente del
amor en todas sus formas.

530
Coordinación del Proyecto

Elonoe

Traducción

Elonoe

Corrección/Revisión

JoCora

Diseño/Edición y Formato

Miriam

Limpieza de Portada

Miriam

¡¡Si quieres leer más!! Pásate por el blog:

http://estoesloquedeseo.blogspot.com.es/

¡¡Y no olvides comprar a los autores, sin ellos no


podríamos disfrutar de todas estas historias!!

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