Ana Maria Ezcurra
Ana Maria Ezcurra
Ana Maria Ezcurra
Su libro Igualdad en educación superior diagnostica la convergencia global de dos procesos en los
sistemas universitarios: masificación de la educación superior y altas tasas de abandono estudiantil. ¿Cuál
es la relación entre estos procesos? ¿Es casual o causal?
–La relación es causal. La investigación que llevamos adelante en la UNGS recorta la problemática de la
desigualdad en la educación superior a escala global, la desigualdad en el acceso. En el marco de esa
problemática se identifican ciertas tendencias internacionales, a modo de hipótesis. La masificación es una
tendencia estructural ya muy comprobada y reconocida, se da desde hace aproximadamente 40 años en
forma intensa y continua, y se estima que va a persistir. Esta masificación implica procesos de inclusión
social, de ingreso de sectores sociales antes excluidos, de franjas desfavorecidas en la distribución del
capital económico y cultural. Por supuesto, este proceso de masificación es desigual a nivel internacional,
hay diferencias entre regiones y dentro de las regiones, por ejemplo en América latina. Este ciclo
extraordinario de masificación se asocia con tasas de deserción muy altas, incluso en países del
capitalismo central. De hecho, Estados Unidos es el país con mayor deserción en educación superior. La
problemática de la desigualdad en educación superior hace a la justicia social, también al desarrollo
nacional, al poder de las naciones en el contexto de la globalización y la sociedad del conocimiento. La
hipótesis central es que esta alta deserción implica una desigualdad social aguda y en alza.
–¿Por qué?
–Porque afecta sobre todo a esa población desfavorecida en la distribución del capital económico y cultural
que, con la masificación, logra ingresar en el sistema educativo superior. Por eso decimos que hay un
proceso de inclusión que es, a la vez, excluyente. La relación es causal, son procesos vinculados: las
franjas sociales que se incluyen son luego las más afectadas por el abandono. Hay una imagen muy
ilustrativa del investigador Vincent Tinto: él dice que la presunta puerta abierta a la educación superior es
una puerta giratoria. Así como entran, rápidamente salen. Hay brechas de graduación muy fuertes, y son
brechas de clase. Una segunda hipótesis fuerte es que estos procesos de exclusión y abandono se
concentran en primer año, no sólo, pero sí principalmente. El primer año, el momento del choque con la
universidad, es un tramo crítico.
–Mientras la interpretación dominante atribuye la deserción a problemas de los estudiantes (su deficiente
formación escolar) y exculpa a las universidades, su planteo en el libro es que las instituciones trabajan
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como máquinas de reproducción de la desigualdad social y cultural.
–Hay una visión dominante a nivel global, y también acá, tanto en las instituciones como en las políticas
públicas –esa visión está estrechamente ligada a estrategias de intervención–, que considera que fallan los
alumnos. Se oculta, se enmascara el papel de las instituciones como factor causal o condicionante.
Entonces, las estrategias de intervención que se desarrollan son aproximaciones periféricas, actúan en los
márgenes del sistema académico, omiten la institución y la enseñanza. Esa es la razón por la cual fracasan
este tipo de intervenciones y los procesos de abandono continúan casi idénticos. Se invierten esfuerzos y
dinero sin resultados. Por lo general se trata de programas dirigidos a los alumnos y no a los docentes, son
cursos que se agregan a las asignaturas regulares y suelen estar poco o nada conectados con ellas. Lo
dominante son servicios de apoyo académico, tutorías individuales o grupales, focalizadas en algunos
alumnos considerados “en riesgo”. Ese es el formato. Desde una perspectiva alternativa, consideramos que
el abandono es usualmente un fenómeno educativo, aunque sobredeterminado por otros factores. Las
dificultades académicas son un factor causal dominante en el abandono, pero no exclusivo, operan en
concurrencia con otros factores, un conjunto de barreras convergentes e inherentes a una posición social
en desventaja. Uno es el factor económico, que puede ser fatal para la graduación, aun en los sistemas
gratuitos, por los costos privados que implican los estudios universitarios; otro es el trabajo de tiempo
completo, la dedicación parcial al estudio. También hay una estratificación jerárquica del circuito educativo
medio, la consolidación de segmentos de calidad dispar, brechas educativas que son brechas de clase
social. Pero creemos que el abandono responde, predominantemente, a dificultades educativas.
–¿Por qué enfatiza la incidencia del “alumno esperado” por las universidades y los docentes?
–De acuerdo con nuestras hipótesis, los establecimientos de educación superior y, en particular, las
universidades no son un factor causal más sino que son un condicionante primario, una determinación
dominante en el desempeño académico, en la permanencia, en la graduación y, por lo tanto, en el
abandono. Desde la sociología de la educación hablamos del alumno esperado por las instituciones y, en
particular, del capital cultural esperado. ¿Qué significa esto? Es un sistema institucional de expectativas
respecto de los conocimientos, habilidades y hábitos académicos críticos que se presupone que los
alumnos ya poseen y, por lo tanto, no son materia de enseñanza. Es una enseñanza omitida. En las franjas
sociales donde ese capital cultural no está se generan “dificultades por desconocimiento”.
–¿Qué políticas concretas podrían ser útiles para propiciar una redistribución del capital cultural?
–De nuestras hipótesis surgen lineamientos generales de acción que, por supuesto, requieren mayor
desarrollo. La estrategia es actuar sobre la enseñanza y sobre las instituciones para enseñar lo omitido. Lo
que impulsamos es un proceso de reforma educativa que comprometa a la institución en su conjunto, no
esfuerzos aislados. Esa reforma tiene que ser sistémica, debe apuntar a este capital cultural esperado y a
aminorar la brecha con el capital cultural de los alumnos en el punto de partida. El eje tiene que estar
puesto en darle prioridad real al primer año del grado, con una asignación importante de recursos,
humanos y financieros. Los mejores docentes, ¿dónde van a estar?, ¿en posgrado o en primer año? Otro
aspecto necesario es un enfoque curricular del primer año, planificarlo como un todo. Es ahí donde se
puede analizar incorporar dispositivos ad hoc, como los llamados “seminarios de primer año” y las
“comunidades de aprendizaje”, que en otros países tienen resultados muy positivos.
–Los programas focalizados tienen algo de estigmatización. Son para los alumnos “con problemas”.
Además, nunca cubren a toda la población afectada, que en nuestras universidades masivas suele ser
mayoritaria. Por eso es tan valioso que incluso dispositivos pensados como de apoyo y orientación
académica, como las tutorías, puedan adquirir rango curricular: de esa manera dejan de ser un servicio
para algunos y pasan a ser una enseñanza de lo omitido para todos.
Ana María Ezcurra, Licenciada en Psicología y Doctora en Estudios Latinoamericanos. Ciencias Políticas y
Sociales, actualmente es Directora General del Instituto de Estudios y Acción Social. Es una investigadora
de vasta trayectoria, reconocida a nivel latinoamericano, especializada en relaciones internacionales, y
también en educación y, en particular, en estudios sobre la universidad. Ha dirigido numerosos programas
y proyectos de investigación en ambos campos, con la conducción de equipos interdisciplinarios.
Es experta en la postura externa de Estados Unidos, un objeto de estudio que inició en 1977 en México,
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con algunos trabajos pioneros sobre neoconservadurismo, entre otros, que luego prosiguió en Argentina en
el marco de IDEAS, en cuya creación intervino y donde se desempeñó desde el comienzo como Directora
de Estudios e Investigaciones –además participó en el área de Enseñanza Universitaria, en materia de
diseños curriculares.
Es autora de trece libros y participó en numerosos más, publicados en México, Buenos Aires, Nueva York,
Madrid, San Pablo, Ginebra, París y San José de Costa Rica, entre otros lugares. También ha producido
artículos en revistas especializadas y de divulgación, e intervino con conferencias y ponencias en múltiples
Congresos y Seminarios a nivel internacional.
3.Justifique, por qué el contenido del discurso de la entrevistada sobre la temática tratada, se sostiene en
argumentos del conocimiento científico. Identifique elementos que den cuenta de ello.