La Fe Parte 1
La Fe Parte 1
La Fe Parte 1
1 William Hendriksen, Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio Según San Lucas (Grand
Rapids: Libros Desafío, 2002), 742.
1. La incapacidad del creyente: Fíjese mis hermanos queridos, los apóstoles
escuchan esta enseñanza por parte del Señor, que se le hizo bastante difícil de
aceptar. De hecho, todos hemos pasado por circunstancias donde la incapacidad
humana se hace notoria, y donde parece que la fe de uno es insuficiente. Son
esas las circunstancias, que nos desafían a buscar que nuestra fe aumente en el
Señor. Este es uno de los textos que debiéramos reflexionar y aplicar, porque la
fe tiende a fallarnos, en especial cuando vienen repentinas crisis o pruebas a
nuestras vidas.
Con esto se confirma que no es lo mismo creer en Dios que creerle a Dios. Esto
último, involucra los grados de la fe. La vida de estos hombres ordinarios que han visto
hacer a Jesús maravillas, prodigios, portentos y señales milagrosas, y han caído en
cuenta que el Maestro les ha reprendido por su falta de fe. Estos hombres necesitan una
fe más fuerte y firme.
(v.5) Entonces los apóstoles le rogaron al Señor: ¡Auméntanos la fe!
Auméntanos (gr) Prostítemi = agregar, aumentar y hacer un depósito en la
cuenta de banco.
Fe (gr) Pistis = fidelidad, fe y creer.
Es como si los discípulos le hubiesen dicho, “Señor, ya la poca fe que teníamos se
ha agotado; no tenemos mucha fe para hacer los milagros que la gente espera de
nosotros; por favor has el depósito a favor de nuestra cuenta para que esto sea posible”.
Mis hermanos cuantas veces nos hemos sentido como los discípulos.
Cuando le dicen los discípulos, Señor “Auméntanos la Fe” no es solo para creer lo
imposible sino para hacer realidad lo imposible que nos toca y poder llevar a cabo una
manifestación del Reino de Dios por medio de una vida marcada por esos valores y
acciones sobrenaturales en favor de los demás. Pero Jesús podía ver los corazones de
sus discípulos y sabía muy bien que sus motivos no eran puros, porque no estaban
confiando en Él, sino en su propia fe.
Esto es un desafío para nosotros hoy día:
- A no ser como los fariseos (orgullosos) que saben mucho, pero no son
capaces de llevar sus conocimientos de las Escrituras a la práctica con fe y
humildad.
- A ser como los discípulos y orar, con un sentido profundo de necesidad
urgente: “Señor, Auméntanos la fe”; no para creer que Dios hará lo
imposible en realidad, sino para poner nuestra seguridad y confianza en las
manos de Dios.
Eso nos lleva al siguiente punto
2. Cuando las enseñanzas de JESUCRISTO se hacen difícil (Lc. 17:1-4)
Aquí tenemos DOS enseñanzas por parte de Jesús, que preocupan a los apóstoles.
En primer lugar, tenemos: “los tropiezos”. Jesús afirma que todos debemos tener
mucho cuidado de no hacer que alguien tropiece por nuestras palabras o acciones. En
este caso, Jesús se está refiriendo a los que tientan o prueban a otros para que caigan en
pecado. “¡Ay de aquel que enseña a otros a pecar, o les hace perder la inocencia!” (los
pequeñitos).
En segundo lugar, Jesús nos enseña sobre el perdón y la importancia de practicar la disciplina
comunitaria de la confesión. No se trata de eximir a los pecadores de su culpa ni de aceptar los
pecados de otros, sino de estar dispuestos a perdonar, restaurar y renovar cuando alguien se
arrepiente sinceramente. La confesión y la oración son actos que agradan a Dios y nos liberan
de la culpa. Como dijo Dietrich Bonhoeffer, perdonar de corazón todo el mal que nos han
hecho nuestros hermanos refleja el perdón de Dios hacia nosotros, lo cual conduce a la
reconciliación y a la renovación de la comunión fraternal.
Estas enseñanzas desafían nuestro orgullo y nos llaman a poner nuestra seguridad y confianza
en las manos de Dios, a practicar el amor perdonador sin límites y a vivir de acuerdo con los
valores del Reino de Dios. En lugar de seguir las divisiones, resentimientos y rencores del
mundo, debemos actuar con amor, misericordia, humildad y paz, edificando y soportándonos
mutuamente como comunidad de fe. Al vivir de esta manera, nos convertimos en testigos
vivos del amor de Dios y participamos en la reconciliación y la renovación que Él desea para su
Iglesia.