El 13

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Según un estudio del Observatorio de Recursos Humanos el 13,5% de los trabajadores

realizan sus funciones de manera vocacional. Es decir, a esta cantidad reducida de


empleados les gusta lo que hacen, han nacido para ello, se concentran en su profesión y
la ejercen con sentido.
Para la encuesta utilizaron seis categorías las cuales determinaron la predisposición del
empleado en relación a sus funciones: quienes no quieren estar en su empresa, están
perdidos, quienes trabajan por dinero, quienes disfrutan trabajando de lo que sea y
donde sea, aquellos que trabajan por vocación y les gusta lo que hacen y,
finalmente, quienes evolucionan, actualizan su potencial y lo desarrollan hasta alcanzar
la autorrealización.
Un 10% de trabajadores son quienes no quieren estar en su empresa Están hartos de ese
puesto con lo que conlleva, responsabilidades, funciones, tareas, de los compañeros, de
sus jefes y/o del lugar. En resumen: están quemados.
El 16,5% está perdido en sus respectivos trabajos. En este perfil encajan aquellos que se
encuentran desganados, desanimados, tristes, con intereses que no coinciden con el
puesto en el que están o echan de menos hacer otro tipo de actividades.
El mismo porcentaje, un 16,5%, está en su actual trabajo por dinero: su motivación
principal es acumular más dinero o, por el contrario, ganar el necesario para salir
adelante. Es decir, aquí encajan quienes ambicionan vender todo lo posible sin entrar a
valorar el objeto de venta y aquellos que se conforman con tener para cubrir sus
necesidades básicas, pero que están completamente desconectados del puesto.
Un 40.5% de las personas evaluadas entran en la categoría de trabajadores, sin ningún
otro cuestionamiento o autoexigencia más allá de realizar las tareas asignadas.  este
perfil encajan las personas que tienen un elevado concepto de la responsabilidad, que se
entregan al puesto y que asumen funciones con tanta eficiencia que podrían cubrir el
puesto de otros tres empleados.
Un reducido 3% encajaría en la categoría denominada ‘autorrealización’, la cual define
a las personas que trabajan para experimentar una mejora continua de sus habilidades
productivas y, de ese modo, crecer a nivel profesional, independientemente de si el
trabajo está más o menos lejos de su vocación. Estas personas tienen un objetivo claro y
suelen conquistarlo: mejorar en lo que hacen.
Finalmente, como ya se ha dicho, solo un 13% de los encuestados trabaja por
vocación. Estas personas asumen sus funciones porque se sienten
comprometidas con ellas, les gusta lo que hacen, sienten que su trayectoria
profesional va en la dirección correcta, pues es la que han elegido. Son
eficientes por pura identificación con el trabajo. En definitiva: están ejerciendo
su vocación.
Según Carmen Sánchez, CEO de la consultora Intelema y creadora del Método
Zisne, «en base a los datos, podemos establecer que casi el 60% de los
trabajadores analizados asumen una carga pesada que no les corresponde, la
carga de una minoría de profesionales que no quieren estar en sus puestos,
están perdidos o simplemente están por el dinero y nada más. De esa carga no
suelen ser conscientes ni los unos ni los otros«, afirma la consultora. «Hay
empresas con capacidad para generar riqueza que se podría transformar en
más puestos de trabajo, en aumentar sus ingresos, en consolidar puestos de
trabajo estables y dedicar menos horas a la jornada laboral; pero todo eso se ve
ensombrecido por el mal encaje de las diferentes inquietudes individuales».
1. Escucha a tu voz interior
En primer lugar busca en ti lo que realmente sientes que quieres hacer con tu vida y
qué cambio profesional es necesario que hagas. Es importante que desactives los filtros
mentales que pueden interferirte: miedos, falsas creencias adquiridas, inseguridades…
Puedes preguntarte por ejemplo cómo te ves de aquí a 5 años. Si estás leyendo esto,
seguramente es que ya lo tienes bastante claro. Puede que te hayas dado cuenta que tu lo
que estás haciendo ahora no te llena lo suficiente. O quizás quieras organizar el horario
a tu gusto y necesidad. A lo mejor tienes un hobby y quisieras convertirlo en tu
profesión. O puede que no tengas trabajo y estés pensando en la opción de emprender.
Sea cuál sea el motivo, encuentra el momento para poder meditar y reflexionar
sobre ello, hasta que lo sientas verdaderamente factible.

2. Investiga tu mercado
Tampoco te estoy diciendo que tires por la borda lo que tienes ahora. Medita bien tu
idea. No sólo que te apasione va a ser suficiente. Para poder vivir de lo que más te gusta
primero asegúrate de que tu producto o servicio va a cubrir una necesidad real en
el mercado actual. Si no es así lo tienes crudo. Nos guste o no, nuestro trabajo no va a
ser sólo para llenarnos el alma, sino también el bolsillo. Elabora un plan de
empresa antes de poner en marcha tu proyecto y evitar correr algún riesgo financiero.
Puedes asistir a conferencias y cursos para emprendedores. Seguro que no te vienen
mal. Comenta tu idea a tus amigos y familiares para que te den su punto de vista
objetivo. Pero luego decide tú.

3. Pasa a la acción
Por mucho que quieras tener claro cómo va a ser todo, no lo verás hasta que empieces, y
entonces sí que será el momento de evaluar, redefinir y crecer. Si ya tienes tu idea y
resueltos los primeros cabos para ejecutarla, es momento para pasar a la acción. No
pretendas crear un súper mega proyecto con mil y un servicios o productos. Empieza
por lo más básico y esto te llevará a los siguientes pasos. 

Yo me he entretenido muchísimo pensando en la mejor manera de tal y lo otro,


revisando continuamente mis servicios, mis contenidos… quería hacerlo tan bien que
nunca llegaba la hora de lanzarlo. Por dudas, por inseguridad, por no tener la certeza
que iba a escoger la mejor opción… Dudar vas a dudar constantemente, pero no
dejes que esto impida sacar adelante tu proyecto. Si ya lo tienes claro… ¡al abordaje!

4. Delega y sé cauto a la hora de invertir


Uno de los principales obstáculos para el emprendedor es la falta de economía, pero si
quieres ahorrar tiempo y vas en serio, te recomiendo que no dudes en delegar
determinados trabajos. Que sea tu propio proyecto no quiere decir que lo tengas que
hacer todo tú.

Confiar a otros profesionales aquellas tareas que te están quitando tiempo y


dinero, te ayudará a cumplir tus objetivos y a recuperar la inversión
rápidamente. Un gestor puede ahorrarte dolores de cabeza en tu contabilidad,
y contratar a un diseñador gráfico o un diseñador web te ayudará a dar a conocer tu
negocio y conectar con tus primeros clientes sin tener que hincharte a videotutoriales de
Photoshop o WordPress.

Pronto verás como lo que ahora te parece un gasto, en realidad es una inversión en tu
consolidación y crecimiento. Eso sí, invierte con cabeza. Lo importante es ser capaz de
discernir entre lo que es extremadamente necesario y lo que no. A lo mejor puedes
alquilar o tomar prestado en lugar de comprar. O puedes trabajar desde casa o compartir
un espacio en lugar de tener tu propio local. Empieza con lo indispensable y ve
invirtiendo en tu negocio poco a poco sin arruinarte en dos días.

5. Sé constante, perseverante, y confía en ti


Vas a tener momentos de subidón, y otros de dudas, miedo e inseguridad. ¡Es normal! A
mí me pasa constantemente. Pero entonces lo que hago es pensar en el lado bueno, en lo
que me aporta, en lo a gusto que estoy mientras diseño y sobretodo en lo contentos que
están mis clientes con mi trabajo.

Algunas veces te equivocarás, pero no te martirices. Los errores están para aprender


y mejorar. Y si de verdad lo sientes y es lo que quieres hacer, entonces es que eres
capaz y que todo te va a ir bien. Ten paciencia, no tengas prisa por recoger tus frutos,
llegarán en su momento. Tú mantente firme y perseverante. Tú pones tus límites así
que: ¡confía en ti!

6. Reserva tiempo para relajarte y desconectar


Trabajar por tu cuenta también quiere decir tener libertad horaria, lo que puede sonar
muy bien, pero que sepas que posiblemente vas a entregarte tanto a tu proyecto que no
hallarás momento para el descanso. Me pasa muchísimo. Es lo que tiene que te guste lo
que haces, que no tienes la sensación de que estás trabajando. Por eso es importante
marcarse un horario y si no puede ser, marcar límites.

Reserva un espacio en tu día a día para hacer actividades que te permitan


desconectar. Puedes hacer la actividad física que más te guste: correr, bailar, yoga…
o tomarte un baño relajante, quedar con amigos, etc. ¡Es importantísimo que no
olvides cuidar tu salud! Y aunque parezca obvio, cuida tu dieta y duerme bien. Y
para terminar, ¡rodéate de personas positivas!

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