Hermida - Jornadas Antropologia Filosofica

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V Jornadas Nacionales de Antropología Filosófica

"Transformaciones y usos de lo político en la sociedad de hoy"


A 20 años de la publicación de "Poder y representación" por Ernesto Laclau

El poder y lo político en Trabajo Social: cruzando los bordes de la Modernidad

Maria Eugenia Hermida.1


Eje temático: El poder y lo político en lo social: usos, suturas, tensiones, transmutaciones

Introducción
Este trabajo presenta una línea de ruta para el análisis de las categorías de poder y política, en tanto
conceptos centrales para el Trabajo Social, presentando una serie de críticas en relación al
tratamiento que las teorías modernas le han dado a a estos conceptos. De estas críticas, inspiradas
en el pensamiento post-etructural y el enfoque decolonial, se derivan reflexiones para pensar una
intervención -otra en Trabajo Social. El objetivo entonces no es ofrecer un análisis conceptual
pormenorizado de la producción de un corpus de autores sino trazar una cartografía posible, claves
para un viaje -otro, en el camino de una intervención social, por los territorios que nos esperan
cruzando los bordes de la Modernidad.

Poder y Política en el Trabajo Social Moderno


El Trabajo Social como disciplina integrante de las ciencias sociales, surge en el marco del
pensamiento racional ilustrado, influenciada por los paradigmas vigentes en los distintos momentos,
tanto de corte comprensivista (fenomenología, hermenéutica), positivista (funcionalismo, ciertas
versiones del estructuralismo2), así como el materialista dialéctico 3. En tanto profesión, se reconoce,
el surgimiento del Trabajo Social tanto desde el marxismo como desde el postestructuralismo como
una práctica asociada al control y el disciplinamiento. Sin embargo, otras miradas encuentran el
origen de esta profesion ligado al reconocimiento de los derechos de los sectores vulnerables, y al
interés de las llamadas “pioneras” del Trabajo Social por generar integración y mejores condiciones
de vida4. Pero incluso desde esta mirada, no puede escindirse el inicio del Trabajo Social del
sinnúmero de otras prácticas y dispositivos que instrumentalizaron las máximas del pensamiento
moderno racional ilustrado: la educación escolarizada, el higienismo, y otras tantas prácticas que

1
Licenciada en Servicio Social por la UNMDP. Doctaranda del Doctorado en Trabajo Social UNR. Becaria Tipo II
CONICET. Profesora Adjunta y ATP en la FCSySS de la UNMDP.
2
La influencia en el origen del Trabajo Social de otras corrientes como el pragmatismo y el interaccionismo
simbólico ha sido trabajada por Miranda Aranda (2004)
3
En Latinoamérica, la llegada del marxismo al Trabajo Social se da con el movimiento de Reconceptualización
(1965-1975) interrumpido por las dictaduras cívico-militares de la región. Un resurgimiento de las lecturas
marxistas se da en la década del 90, a partir de producciones de autores del Servicio Social brasileño, cuyo mayor
exponente es José Paulo Netto.
4
Confrontar con Travi (2006)
pueden ser vistas desde su perfil disciplinador como también desde un lugar de intervención en
favor de derechos como son la educacion y la salud. Es esta contradicción entre control y
emancipación, propia de la Modernidad, la que se encuentra en el origen mismo de la profesión y la
acompaña hasta el presente, la que nos pone en situación de interrogarnos, haciéndonos poner el
foco en las preguntas sobre el poder y la política
El pensamiento moderno ha sido particularmente fructífero en el análisis de estas categorías, dando
a luz a contractualistas, consensualistas, agonistas, así como también partidarios del conflicto 5 como
eje del devenir social, en el que el acontecimiento 6 y la confrontacion se manifiestan. Así, diversas
perspectivas han mantenido vivo el debate desde el siglo XVI hasta nuestros días. El materialismo
histórico ha calado hondo en la teoría social del siglo XX demarcando a la política en una
superestructura, dependiente de la economía, y al poder como resultado de la apropiación de los
medios de producción por parte de una clase dominante. Ésta se adjudica la legalidad a través del
Estado burgués con su prerrogativa del uso de la fuerza. Esta visión, presente en el Trabajo Social 7,
reconoce que vivimos en una sociedad capitalista, y que es esta estructura económica la que rige la
política desde un Estado burgués que reproduce la desigualdad, incluso (o de forma privilegiada) a
través de las herramientas de la política pública. Confrontando con esta postura encontramos los
enfoques tecnicistas, donde el acento está puesto en la formación técnica para la gestión social, y en
los aportes de la psiciologia sistémica, la psicología social y el empirismo sociológico, en desmedro
de un análisis epistemológico y político de los contextos de intervención 8. Si desde los enfoques que
reproducen una cierta versión marxista, la política en el marco de la intervención es reproducción de
la desigualdad y el poder es herramienta de opresión, desde esta otra visión tecnicista, la política no
hace mella en la intevención, y el poder es un fenómeno psicosocial que interfiere en las relación
profesional-asistidio, debiendo ser monitoreado.

Pensar el poder y política desde la otra orilla


Queremos aquí introducir otras maneras de pensar las categorías de poder y politica, entendiendo
que las mismas, manteniendo su carácter de abstracción por ser conceptos, son a su vez y por lo
mismo, prácticas, realidades. No existen los hechos en sí mismos en la intervención, sino
interpretaciones de los mismos. Y las concepciones de poder y política que tengamos, nos harán
pausible o no reconocer en las prácticas profesionales diferentes situaciones.

5
En la tradición schmittiana asociada a la idea de amigo/enemigo como estructurante de la política
6
Confrontar con Badiou (1999)
7
Ver nota al pie nº4
8
No desconocemos la existencia de otras corrientes y perspectivas al interior de la profesión, sino que resaltamos
aquellas que creemos más vigentes en la actualidad. Para una lectura de los diferentes enfoques consultar: Quesada,
B et al (2001)
Así rescatamos los aportes del pensamiento post-estructural 9 y del enfoque decolonial10, como
movimientos epistémicos que se diferencian de las máximas modernas, para pensar desde un lugar
otro la política y el poder. Mientras el post-estructuralismo nace en el marco del pensamiento
francés desarrollándose durante la segunda mitad del siglo XX (y teniendo un fuerte impacto en el
pensamiento poscolonial a fines de siglo), el enfoque decolonial reconoce otra genealogía, que va
desde Waman Poma de Ayala a Frantz Fanon, tomando aspectos de la resistencia indígena, la teoria
crítica frankfurtiana y el anticolonialismo. Ambos mantienen una mirada crítica a la Modernidad
pero desde diferentes postulados y en pos de distintos objetivos.
En ese marco se presenta a continuación la sistematización de una serie de críticas que desde estos
enfoques se han hecho de forma más o menos explícitas a las propuestas modernas de
conceptualizar el poder y la política.

Crítica a la visión moderna de separación entre vida y politica


El iusnaturalismo11 como paradigma de la visión moderna del problema del poder, la política y el
Estado, postula la escisión absoluta entre vida/naturaleza y política. “Claramente se trata de un
modelo dicotómico: el devenir histórico de la humanidad es explicado como un paso del estado de
naturaleza a estado civil y eventualmente como una recaída del estado civil al estado de naturaleza.”
(Bobbio, 1996:52-53). Ya no nos encontramos dentro del modelo aristotélico en el que el
surgimiento del Estado se presenta como el resultado de un proceso en el que el primer eslabón es la
constitución de la familia, al que le sigue la aldea y finalmente la ciudad. Cae entonces la idea de un
continum naturaleza-política que va de la familia al Estado, para proponerse entonces una antítesis
naturaleza-política. El valor que se le otorga al estado de naturaleza y al estado civil en los distintos
autores de la Teoría Política moderna es diferente. Sin embargo la constante es la contraposición.
Dentro del pensamiento postestructural biopolítico, Esposito (2006) plantea una oposición a esta
postura desde el paradigma de la inmunidad12, en el que se reúne en un mismo origen estos dos
elementos. No se los presupone como entidades diferenciadas, sino que poder y vida se configuran

9
El post-estrucrturalismo puede ser caracterizado por su interés en la discursividad, por su crítica al realismo ingenuo,
por la problematización que hace del racionalismo cientificista, por la capacidad de complejizar los analisis recurriendo
a corpus teoricos de diversa procedencia (desde versiones neo-marxistas, pasando por la biopolítica, a las versiones del
psicoanálisis como la lacaniana, entre otras influencias), por haber sido claramente influenciados por el estructuralismo
y haber hecho una contorsion teorica que lo critica, lo recupera en algunos de sus desarrollos y a la vez lo trasciende.
10
La perspectiva descolonial tiene como referencia obligada la constitución del Proyecto Modernidad-Colonialidad-
Decolonialidad, propuesta que surge en las últimas dos décadas, “a partir de preocupaciones comunes de un grupo de
intelectuales quienes, procedentes de distintas disciplinas teóricas y diversos recorridos intelectuales, reconocen el
agotamiento y/o colapso de la potestad críticas de las teorias críticas euro-anglo-centradas, es decir, intramodernas”
(Borsani en De Oto, 2012: 61).
11
Un desarrollo más profundo en relación al vinculo poder/vida en la biopolitica y sus alcances para el Trabajo Social
puede leerse en Hermida (2012a)
12
Para un análisis más detallado en torno al paradigma de la inmunidad en relación al Trabajo Social, puede consultarse
Hermida (2012b)
como un proceso en el que la diferenciación es analítica pero no genealógica. La relación sin
embargo, es compleja. En las entrañas mismas de la lógica inmunitaria, cuyo objeto es la protección
de la vida, respira latente el peligro de sus propios excesos: la autoeliminación. Aquí el pensador
italiano diferencia entonces la política de la vida, entendida como proceso de subjetivación, de la
política sobre la vida, donde se objetiviza definitivamente al sujeto. El poder, viabilizado por la
soberanía inmunitaria, no siempre instrumenta políticas sobre la vida. El mismo Foucault no
descarta esta posibilidad cuando afirma: “Habría que hablar de “biopolítica” para designar lo que
(…) convierte al poder-saber en un agente de transformación de la vida humana; esto no significa
que la vida haya sido exhaustivamente sometida a técnicas que la dominen o administren, escapa a
ellas sin cesar”. (Foucault, 2009: 135) Este escape, es entendido en Esposito como una apertura a
políticas de la vida asociadas a procesos de subjetivización.

Critica a la visión de la política como fenómeno administrativo


Es común encontrar en la teoría política moderna una concepción tácita o explícita que confunde
políca con gestión o administración de la cosa pública. Se desconoce desde esta visión el problema
filosófico del fenómeno político. Varios autores del postestructuralismo han resuelto esta cuestión a
partir de la díada “lo político/la política”, diferenciando las dimensiónes ontológica y óntica de la
cuestión. Mientras el campo de la política es el de la intervención legislativa, ejecutiva,
institucional, se entiende que es el campo de lo político en tanto sustrato de fundamentos
contigentes, el que permite pensarnos/hacernos como sociedad, . No podemos subsumir el concepto
de política a gestión, ni es el camino del consensualismo de Habermas el que nos va a permitir
desandar las logicas des-humanizantes de la vieja institucionalidad. Por el contrario, es el
antagonismo, inherente a la lógica política, el que nos abre un camino. Es una batalla discursiva la
que se nos presenta en la intervencion social y en la academia, para confrontan significaciones que
permitan fundar sociedad. En esa batalla la política pensada, hecha, cuestionada, se convierte en lo
político, sustrato de sentidos que construyen realidad. El conflicto de las interpretaciones (Gruner)
es el conflicto entre modelos de significar a los diversos sujetos sociales, y a sus derechos.13

Critica a la estrategia de distribucion disciplinar para el estudio del poder y la politica


El poder y la política han sido construidos por la epistemología tradicional como objetos de estudio
de las ciencias jurídicas y políticas. Al respecto Foucault afirma que:
“...tradicionalmente, se ha recurrido a formas de pensar en el poder basadas en modelos legales, esto es: ¿qué
legitima el poder? O se ha recurrido a formas de pensar el poder basadas en modelos institucionales, esto es
¿qué es el Estado? Por lo tanto considero que es necesario ampliar las dimensiones de la definición del
poder.” (Foucault, 2001:s/n)
13
Puede leerse un análisis más pormenorizado de la distinción la política/lo político y sus efectos para la construcción
de una nueva institucionalidad en Hermida y Meschini (2012b)
A los lugares tradicionales de la lógica institucional substancialista y de la legalidad jurídica que
hegemonizaron a las ciencias políticas, Foucault contrapone el de la genealogía. Así detecta
procesos, tecnologías, prácticas, saberes y discursos que se entrelazan en relevos, donde el poder no
es un fenómeno ni una sustancia sino una(s) relación(es); donde el Estado no es una institución sino
un efecto histórico.14
Por su parte Wallerstein (1999) con su análisis de los sistemas-mundo nos advierte sobre el
problema de la división del trabajo intelectual. La Modernidad al asignar objetos de estudio
particulares a cada disciplina genera en ese mismo movimiento la dificultad/imposibilidad de
comprender el devenir de los problemas de los sujetos que son en su génesis y en sus
manifestaciones entramados políticos-economicos-sociales y culturales. El poder y la política han
sido asignados a la ciencia política que en nuestro país tiene una fuerte impronta pragmatista,
positiva y cuantitativa, a la filosofía política en general de corte eurocéntrico, y en alguna medida a
la sociología para el estudio de casos. No siempre estas disciplinas han podido franquear su
mandato originario de adherirse a su pertinencia profesional, en detrimento de un pensar colectivo
situado. El giro decolonial, que tiene también en su genealogía los aportes de Wallerstein, toma este
desafío, planteando que el poder y la política no son sólo meros objetos de estudio de disciplinas
herederas de la epistemologia moderna, sino que son desafíos categoriales y vivenciales a ser
abordados desde perspectivas-otras, en las que las reflexiones y prácticas de los colectivos sociales,
los saberes ancentrales, y las experiencias de resistencia y construcción, sean verdaderas usinas de
produccion de conocimiento para estos dos ejes de construccion de realidad. En este sentido la
cuestion de la racialización del poder hace ver por ejemplo cómo una disciplina como la
antropología debe abrevar en estos temas. En nuestro caso, el Trabajo Social, que desarrolla su
accionar en el marco de la política pública, y en algunos casos en procesos de resistencia y de
construcción de poder popular, puede encontrar en la propuesta de indisciplinar las ciencias sociales
(Palermo, 2009) con el resto de los cientistas sociales, intelectuales, y sujetos vinculados a la
cuestión social, un camino de construcción colectiva de un saber otro.

Crítica al desconocimiento del colonialismo y la racialización como elementos constitutivos del


actual patrón de poder mundial
Las teorías eurocéntricas en tanto desconocen como elemento constitutivo de la Modernidad el
elemento colonial, no lo incluyen en el tratamiento que hacen del orden geopolítico actual y de la
conceptualización en torno al poder. El enfoque decolonial hace hincapié en el elemento colonial,
analizando el llamado nuevo patrón de poder mundial (Quijano, 2011). El mismo, centrado en el
capitalismo colonial / moderno y eurocentrado, es un proceso que comienza con la constitución de
14
Una reflexión más extendida en torno a la crítica foucaultiana a la noción de poder de las ciencias legales puede
leerse en Hermida (2012a)
América y culmina con la globalización. Uno de sus ejes fundamentales es la clasificación social de
la población mundial sobre la idea de raza. La racialización implicó que los pueblos dominados
fueron situados en una posicion natural de inferioridad: tanto sus rasgos fenotípicos, como sus
descubrimientos mentales y culturales. El actual patrón de poder mundial, instaurado en la
conquista, es el primero efectivamente global. Es el primero donde, según el autor, cada una de las
estructuras de la existencia social está bajo la hegemonía de una institución: en el control del
trabajo, está la empresa capitalista; en el del sexo, la familia; en el de la autoridad, el Estado-
nación; en el de la intersubjetividad: el eurocentrismo. Cada una de esas instituciones existe en
relación de interdependencia con las otras. Y es este entramado que describe Quijano, el que nos
permite conceptualizar desde un lugar otro los fenómenos que atraviesan el poder y la política en
nuestra coyuntura actual.

Crítica a la noción epifenoménica de poder y política


Así como el enfoque decolonial nos advierte del entramado de elementos interrelacionados que
configuran la matriz colonial de poder, como modelo de análisis diferenciado del determinismo
económico, tambien el pensamiento postestructural nos permite pensar el rebasamiento de lo
económico por lo político. Tal como afirma Lander:
“…con las categorías de infraestructura y superestructura, y su articulación dentro de un modelo explicativo
de determinación en última instancia de la superestructura por la infraestructura –especialmente en el
marxismo soviético y en el trabajo de la escuela de Althusser–, se introduce un esquematismo simplificador
que amputa severamente la posibilidad de explorar las múltiples determinaciones recíprocas entre diferentes
ámbitos de la vida histórica social.” (2006: 231)
En esta linea Laclau y Mouffe (1987) retoman y resignifican la categoría gramsciana de
hegemonía en la que el determinismo económico es cuestionado. Un repaso por la historia de las
luchas latinoamericanas por la emancipación, nos permite observar la primacía de lo político, tanto
en las conquistas y resistencias pasadas como presentes, en términos de recupero de la soberanía, de
ampliación de derechos, de salida de la dependencia feroz a los organismos internacionales, de
construcción de su propia agenda, de redireccionamiento de la renta nacional. Estos avances en gran
medida se entienden en tanto la política ha resurgido como instancia de modificación de las
situaciones materiales y simbólicas. En este sentido, la política ya no sería una manifestación
superestructural de una base económico material. El movimiento de las clases sociales, su pasaje de
ser clases en sí a ser clases para sí, no es un recorrido garantizado por la predestinación de la clase
proletaria a ser sujeto histórico. Es una construcción discursiva y material propiciada por el
resurgimiento del factor político, apuntalado por la participación popular, las expresiones de
organización que precedieron al surgimiento de gobiernos populares, y el movimiento instituyente
donde aquello que se hacía de forma paralela o antagónica al Estado neoliberal, hoy, en muchos
casos, se recupera e instituye como política pública15.

Conclusiones
A partir de contextualizar al Trabajo Social como un producto de la Modernidad, e hilvanar una
serie de críticas al tratamiento que las teorías modernas han dado al problema del poder y política,
se puso en discusión estos términos, en pos de pensar desde un lugar otro su conceptualización.
Así, la crítica a la visión moderna de separación entre vida y política, nos alerta sobre dos
concepciones muy extendidas en Trabajo Social: las que escinden lo público de lo privado,
subsumiendo las intervenciones al ámbito de la vida doméstica, catalogando la intervención directa
en la política como cosa pública, de desvío militante; y las que entienden a la política como una
politica sobre la vida, subsumiendo lo político a lo normalizante y disciplinador de la vida,
desconociendo la posibilidad de politicas de la vida que intervengan en procesos de subjetivación,
para una vida otra, a partir de la construccion de identidades singulares y colectivas, y del ejercicio
de derechos. La crítica a la visión de la política como fenómeno administrativo nos alerta sobre las
concepciones consensualistas ingenuas que aparecen en todos los niveles de intervención en Trabajo
Social, presuponiendo que la comunicación racional y la mediación son el método primario, la
gestión eficiente el horizonte, y la armonía social el fin último, desconociendo al conflicto como
realidad y posibilidad. Por su parte, la crítica a la noción epifenoménica de poder y política nos
advierte sobre la posibilidad misma de intervenciones con algun nivel de impacto o significatividad,
ya que no está todo determinado por la estructura económica, y es en el campo de la política
entendida no en términos solamente partidarios, en las que se puede hacer una diferencia, desde
prácticas profesionales instituyentes. La crítica a la estrategia de distribucion disciplinar para el
estudio del poder y la politica, nos convoca a relegar corporativismos, a bregar por reformas
curriculares, a desarrollar el ámbito de la investigación académica interdisciplinar, a promover la
formación de posgrado en nuestros profesionales, a dialogar con los espacios de construcción de
saberes otros (movimientos sociales, organizaciones populares, etc), a recuperar los saberes que
nuestra propia experiencia profesional en territorio nos arroja a través de mejores prácticas de
registro y sistematización, y mayores esfuerzos de problematización de las mismas. Por último, la
crítica al desconocimiento del colonialismo y la racialización como elementos constitutivos del
actual patrón de poder mundial nos permite comprender mejor los desafíos cotidianos que la
intervención nos presenta, en el marco del trabajo con sectores populares que son atravesados por
cuestiones de género, étnicas, económicas, educativas, sanitarias, culturales, etarias, desafiándonos
con una complejidad profunda que no puede ser desentrañada por modelos unicausales.
Esta exploración suscinta abre apenas algunos interrogantes, y señala algunos recorridos posibles.

15
La cuestión del rebasamiento de lo económico por lo político ha sido tratada en Hermida y Meschini (2012a)
Es una cartografía más, que busca crear un itinerario diferente, salir desde la otra orilla, la de la
crítica al pensamiento ilustrado eurocentrado, sin otro rumbo que el de la intuición abierta por las
viejas banderas de la liberación y los nuevos desafíos que en quehacer profesional cotidiano nos
interpelen.

Referencias
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Bobbio, N, Bovero, M (1996) Sociedad y Estado en la Filosofía Moderna. El modelo iusnaturalista y el
modelo hegeliano-marxiano. México: Fondo de cultura económica.
Esposito, R (2006) Bíos. Biopolítica y filosofía. Buenos Aires: Amorrortu editores.
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Foucault, M. El sujeto y el poder. En Dreyfus, H. y Rabinow, P (2001) Michel Foucault. Más allá del
estructuralismo y la hermenéutica. Buenos Aires: Nueva Visión
Hermida, M (2012a). Gubernamentalidad e Inmunidad: pensar el Estado fuera de la Teoría del Estado. En:
Misseri, Lucas (comp) Estado, cultura y desarrollo: entre la utopía y la crítica: Actas de la I Jornadas
Internacionales de Filosofía y Ciencias Sociales / Susana Barbosa... [et.al.]; compilado por Lucas Emmanuel
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Hermida, M (2012b) Inmunidad,comunidad y Trabajo Social: tensiones de la intervención desde la
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despliegues, matices, definiciones / Laura Catelli y María Elena Lucero. - 1a ed. - Rosario : UNR Editora.
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Hermida, M; Meschini, P (2012b) Notas sobre una nueva institucionalidad del ciclo de gobierno
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Buenos Aires: CICCUS, CLACSO. Págs 219-264.
Trabi, V. (2006). La dimensión técnico-instrumental en Trabajo Social. Buenos Aires: Espacio.
Wallerstein, I (1999) Impensar las ciencias sociales. Mexico: Siglo XXI

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