De Administrando Imperio

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CROATAS Y SERBIOS EN EL DE ADMINISTRANDO

IMPERIO DE CONSTANTINO VII PORPHYROGENIT0(1)

José Marín Riveros (2)

"Nuestro siglo abunda en teorías en que los


orígenes duermen en los escritorios de los erudi­
tos, a veces inocentes o desinteresados; esas teo­
rías, transplantadas por los publicistas, son explo­
tadas por los gobiernos, y llegan a ser, en sus ma­
nos, un instrumento poderoso de violencia políti­
ca, de anexión y de conquista"
('Zaleski, 1872)

Hace ya más de un lustro, la caída del Muro de Berlín, símbolo ominoso del
dominio comunista en Europa Oriental, presagiaba, para los más optimistas, una nueva
era de paz para la Humanidad. Francis Fukuyama, no más que un comentador del
comentador de Hegel -verdadero artífice, éste, de la teoría original-, en un alarde de
ingenuidad, llegó a proclamar El Fin de la Historia (3). Los hechos se encargarían de
demostrar la falacia que ocultaba su atractiva tesis, dándole la razón a los pesimistas, o,
mejor dicho, realistas, que veían el futuro con incertidumbre al ponderar de manera
adecuada las tensiones que existían en los estados hasta ese entonces socialistas.

1. Este trabajo fue presentado originalmente en el II Coloquio de Estudios Medievales, organizado por
el Depto. de Historia y Geografía de la Universidad del Bío-Bío, en Noviembre de 1994.
2. Magister en Historia. Profesor en las universidades Católica de Valparaíso, Adolfo lbáñez, Marítima
de Chile, Católica de Chile, y colaborador permanente del Centro de fatudiosBizantinos y Neohelénicos
"Folios Malleros" de la Universidad de Chile.
3. Fukuyama, F., El Fin de la Hi�toria y el Ultimo Hombre, Trad. de P. Elías, Planeta, 2' Reimpresión,
1992 (NewYork, 1992), Bs. Aires. 474 pp.

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Así, la situación de la Ex-Yugoslavia, prevista por algunos intelectuales, como
Milovan Djilas, a comienzos de la década de los ochenta, después de la muerte de
Tito (4), y a pesar de las recientes conversaciones y acuerdos de paz -cuyo futuro, con
todo, es incierto-, sigue teniendo una dramática actualidad. El bombardeo informativo,
que nos ha vuelto prácticamente insensibles al problema, ha llevado al público a for­
marse una imagen sólo periodística, presentista, del conflicto, sin perspectiva históri­
ca alguna. En verdad parece que en el mundo de hoy, mientras el espacio se minimiza
gracias a la Revolución Informática (5), el tiempo se sobredimensiona en un presente
absoluto que niega a la Historia. De tal modo que las raíces del conflicto serbo-croata
se buscan en explicaciones simplistas y corrientes, sin calibrar adecuadamente el ver­
dadero peso de la Historia. En consecuencia, los Balcanes parecen condenados, por
una suerte de predestinación, a la anrquía; el conflicto actual es un episodio más locura
balcánica; fatalmente se sumaron los nacionalismos serbio y croata con el
fundamentalismo islámico, mezcla, supuestamente, altamente explosiva; la guerra ac­
tual es sólo un ajuste de cuentas por guerras o conflictos pasados (los serbios quieren
vengarse de las matanzas de cientos de miles de compatriotas a manos de los ustachas
de Ante Palevich, ocurridas entre 1941 y 1945; los croatas, de la llamada Tragedia de
Bleiburg de 1945), un problema doméstico, por tanto, en el cual la comunidad interna­
cional, respetando la llamada autodeterminación de los pueblos, no debe intervenir; o,
explicación que es simplista aunque con un fondo de verdad, que se trata de un conflic­
to religioso entre católicos y ortodoxos (6). Sin embargo, cabe preguntarse si acaso el
nacionalismo balcánico no es sino un monstruo creado a imagen y semejanza de los

4. v. Bogdan, H., La Hl�1oria de los Países del E.<.1e, Trad. de A. Forns de Gioia, javier Vergara Ed.,
1991 (1990), Bs. Aires, Cap. XXV, pp 330 y ss. v. lb. lgnatieff, M., "La tragedia de los Balcanes", en:
El Mercurio de Santiago, mayo 16 d� 1993, pp. E-8 y s.; Ramet, S.P., "War in the Balkans", en:
Foreign AtTairs, Fall 1992, Vol. 71, Nº 4, p. 81; Gagnon, V.P., "Yugoslavia: Prospects for Stability",
en: Forelgn AtTairs, Summer 1991, Vol. 70, Nº 3, pp. 17-35.
5. Gracias a la velocidad de las comunicaciones, hoy en día podemos saber del estallido de una bomba
incluso antes de que los cadáveres sean retirados del lugar del suceso, y ello, apenas si nos emociona.
En 1945, en relación al estallido de la bomba de Hiroshima, la reacción de la opinión pública fue
descrita de la siguiente manera por Knox, R., Dios y el Alomo, Trad. de J. Wigel y R. Tejerla, Zig­
Zag, 1948, Santiago de Chile, pp 13 y ss.: "En el momento en que parecía que se agotaban todas
nuestras capacidades de ser sorprendidos, un día en agosto pa.,;ado abrimos los diarios con el resultado
de encontrarnos equivocados,( ... ) Con algo de repentino, tan carcterístico del acontecimiento narrado,
la noticia estalló en la mesa del desayuno y nos dejó insensibles". En ese entonces eran la radio y la
prensa, hoy les la televisión, el medio de comunicación de ma.,;as por excelencia, la gran responsable.
6. v. lgnatieff, M., (n.4), p�m; Baverez, N., "Yugoslavia: ¿1992 ó 1936?", en: El Mercurio de Santiago,
Mayo 16 de 1993, p.E-6; Kennan, G., "La crisis de los Balcanes: 1913 y 1993", en: El Mercurio de
Santiago, Julio 25 de 1993, pp.E-9 y ss.; Ramet, S.P., (n.4), pp.80 y ss.

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nacionalismos europeos de fines del siglo XIX y comienzos del XX que irrumpe, digá­
moslo así, extemporáneamente, causando a los propios europeos una extraña repulsión
(7); o, por otro lado, si las explicaciones o justificaciones históricas, que los propios
protagonistas se encargan de divulgar, constituyen sólo un argumento ideológico que
desconoce una tradición secular de vida pacífica (8) para tratar de convencernos, por
una parte, de que se trata de un problema relativamente reciente, o, por otra, y paradó­
jicamente, que el conflicto siempre ha existido. No basta, nos parece, con remontarse
hasta las Guerras Balcánicas de 1912 y 1913 o a la Primera Guerra Mundial
(1914-1918) (ni siquiera a la época de la Gran Serbia que tanto gusta evocar Slobodan
Milosevic), para encontrar una explicación medianamente satisfactoria del problema.
Es cierto que gran parte de los problemas actuales se derivan de los años en que se creó
el Reino de los Croatas, Serbios y Eslovenos, cuando, por primera vez, se obligó a
estas naciones a vivir dentro de un estado unitario, pero ¿acaso antes no habían convi­
vido pacíficamente, con los roces propios de los pueblos limítrofes, pero sin que sus
relaciones se tiñeran por el odio? (9) Y de ser cierto lo anterior, ¿hasta dónde puede ser
ello una lección y una esperanza para el futuro de los Balcanes? ¿Puede el odio, acu­
mulado, acrecentado y cultivado en los últimos años, haberse convertido en algo más
poderoso que la vocación de vida pacífica que los pueblos balcánicos han demostrado
en otras etapas de su historia?
Estamos convencidos de que los argumentos ideológicos, intencional y cons­
cientemente, ocultan profundas rafees que, incluso, deben buscarse en los orígenes
históricos de croatas y serbios. Ellos se asentaron, en el siglo VII, en una región poten­
cialmente -y no determinadamente- conflictiva, l)or cuanto existía allí una frontera
cultural entre Oriente y Occidente -no es casualidad que la antigua frontera del Imperio
Romano, sancionada por Teodosio el Grande en 395 d.C., divida, precisamente a am­
bos pueblos-, la que llegó a ser étnica, con la instalación de serbios y croatas, para
derivar en religiosa después de su evangelización. Es sintomático, por otra parte, que
sólo en el siglo XI los croatas se hayan definido por el cristianismo latino-romano y sus
vecinos por el greco-bizantino, después de siglos de recibir influencias de uno y otro
ámbito.
El trabajo que hoy presentamos es sólo un adelanto de una investigación más
amplia cuyo fin es estudiar la historia de Croacia y Serbia en la Edad Media, con el
propósito de descubrir, si es posible, tensiones o constantes que permitan analizar el

7. v. lgnatieff, M., (n.4), passlm


8. v. Ramet, S.P., (n.4), p. 80
9. Id.

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presente con una perspectiva más amplia, así como matizar el mito de la absoluta
catolicidad de los croatas frente a la absoluta ortodoxia de los serbios. En esta oportu­
nidad nos ocuparemos sólo de los orígenes y de los comienzos del proceso de evange­
lización, esto es, la historia de ambos pueblos entre los siglos VII y X, según el De
Administrando Imperio (=D.A.l.) de Constantino VII Porphyrogénito.
Un estudio de esta naturaleza. en principio, plantea dos problemas metodológicos:
primero, la documentación disponible, a pesar de su escasez, permite, por cierto, un
primer acercamiento serio al tema, pero las conclusiones a las que se puede llegar
corren el riesgo de ser erróneas por apriorísticas. Segundo, el material bibliográfico es
también exiguo, con el agravante de que no existen estudios en español y, más aún,
gracias a las referencias bibliográficas sabemos de la existencia de muchos estudios
importantes en lenguas eslavas, inaccesibles por tanto para nosotros. En este caso sólo
podemos confiar en que algunos trabajos, por estar incorporados en textos recientes,
no son necesariamente imprescindibles de consultar; empero, la duda permanecerá
restándole, quizá, credibilidad a nuestras conclusiones. Con todo, nos parece que se
trata de un tema que, por su actual interés, merece ser abordado, aunque sea como una
mera aproximación.

11
El origen de croatas y serbios constituye un enigma no resuelto por los histo­
riadores. Unos cuantos datos dispersos permiten a los investigadores aventurar la hi­
pótesis de una raíz no eslava sino oriental, estepárica, probablemente sármata. Plinio
en su Historia Natural (10) (s. I a.C.) menciona a unos serbi que habitan entre el Mar
de Azov y el Cáucaso, testimonio que Ptolomeo (s. II d.C.) ratificaría en su Geografía
(11) cuando se refiere al pueblo de los serboi, quienes viven en la región caucásica.
Por otra parte, las inscripciones griegas halladas en la desembocadura del río Don y
fechadas en los siglos II y III d.C., cuando la región era ocupada por sármatas, inclu­
yen el término Chorouatos (12). Un estudioso de origen eslavo, Sakac, ha creído

10. Hist. Nat. VI, 19. v Dvornik, F., Les Slaves. Hl�1olre et Clvilisation de l'Antiqulté aux débuts de
l'époque contemporalne, Trad. de J' anglais par D. Pavleski avec la collaboration de M. Oipolyansl..)',
Ed. Du Seuil, 1970 (Boston, 1956), Paris, p. 35, n. 10; Constantine Porphyrogenitus, De Administrando
Imperio, Vol. 11: Commentary (desde ahora: Comm.), by Dvornik et alt., The Athlone Press, 1962,
London, p. 132.
11. Geog., V, 8, 13; V, 9, 12. v. Dvornik, F., (n.10), p. 35, n. 10; Dvornik, F., Comm. (n. 10), p. 132
12. Dvornik, F., (n.10), p. 35; Dvornik, F., Comm. (n. 10), p. 115.

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identificar en las Inscripciones de Darío, del siglo VI a.C., el nombre de una provin­
cia de Persia cuyos habitantes son llamados Harahvaiti, Harahvatis o Horohoati,
quienes, presionados desde los confines sur-orientales de Persia habrían atravesado
toda la meseta iránea buscando un lugar donde establecerse, para terminar instalándo­
se en las inmediaciones del Cáucaso (13). Francis Dvornik cuestiona esta tesis porque
estima, y con razón, que es muy difícil sostener seriamente que en tan largo periplo
los Horohoati no hayan encontrado un lugar apropiado donde establecerse. Cree
Dvornik que si bien no puede aceptarse la hipótesis de una migración sur-norte, sí se
puede pensar en una norte-sur: una parte de algunas de las tribus iráneas, en su movi­
miento hacia la futura Persia, en la época de las grandes migraciones indoeuropeas, se
quedó rezagada en la región caucásica; el tronco original terminaría instalándose en
los confines del Irán y de allí la coincidencia de nombres ( 14). Sería aceptable, enton­
ces, la relación semántica que establece Sakac, no así su explicación histórica de la
misma. Por último, hay que citar el testimonio de Constantino VII Porphyrogénito
quien, en el De Ceremoniis Aulae Byzantinae (s. X), refiriéndose a la manera de diri­
gir protocolarmente la correspondencia a los pueblos del Cáucaso, nombra a los sarbans
y krevatas (15). Si aceptamos que serbi, serboi y sarbans significa serbios, y que
Chorouatos, Horohoati y Krevatas quiere decir croatas, tenemos que concluir que, al
menos onomásticamente, se trata de pueblos de procedencia oriental, iránea, o sármata
más probablemente, o, cuando menos, que, por su situación geográfica, recibieron
fuerte influencia de aquellos pueblos, incluso tal vez goda y helénica (16).
Duramente golpeados por los hunos, que provenían desde el fondo de la estepa,
a fines del siglo IV, los croatas y serbios se habrían dividido en dos: un grupo buscó
refugio internándose en el Cáucaso, donde habrían permanecido por lo menos hasta el
siglo X -los serbans y krevatas de Constantino VII-, mientras que otro habría iniciado,
empujado por el movimiento de pueblos asiáticos, una lenta migración hacia Occiden-

13. !bid. p. 115; Dvornik, F., (n 10), p. 35,n. 9.


14. Id.
15. Constantini Porphyrogeneti De Cerimoniis Aulae Byzantinae, 11, 48, en: Migne, J.P., Patrología
Griega,tomoCXII,col. 1269. v. Dvornik, F.,(n.10),pp. 36y s :. Dvornik,F., Comm. (n. JO),p.115
y 132.
16. v. !bid., p. 115 y 132; Dvornik, F., (n. JO), pp. 35-37, v. tb. p. 141, donde el autor, refiriéndose a
algunas características orientales del arte croata, señala que quizás "la tesis del origen sármata de los
primeros croatas vaya finalmente a ayudar a los historiadores del arte para encontrar el medio de
resolver esta dificultad".v. tb. Vlasto, A.P.,The Entry ofthe Slavs into Christendom,At the University
Press, 1 970,Cambidge, p. 375,n. 117.

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te (17). No es una hipótesis improbable considerando que otros pueblos también se
edividieron en dos grandes ramas, cada una con su propia historia: los visigodos y
ostrogodos formaron un solo pueblo hasta el siglo IV; los búlgaros se establecieron,
unos, en la región danubiana, y otros, los búlgaros negros, en el curso medio del río
Volga; los normandos se separaron en una rama occidental, los vikingos, y otra orien­
tal, los variegos.
Después de la etapa caucásica, y como primer hito en su avance hacia el oeste,
ambos pueblos se habrían instalado en el alto Dniéster, en las inmediaciones de los
Cárpatos, luego de atravesar la estepa póntica (18). De esta época datarían los primeros
contactos con los eslavos.que han comenzado ya su migración hacia el este, los antae,
y hacia el sur los sklavenoi; presumiblemente los serbios y croatas se impusieron a
éstos gracias a su poderosa caballería de tipo iráneo sármata (19). En fecha incierta,
entre los siglos IV y V, tal vez incluso en el VI a consecuencia del empuje ávaro, ambos
pueblos continuaron su viaje hacia Occidente para establecerse entre los ríos Elba y
Oder los serbios, y entre el Oder y el Vístula los croatas, formando la Serbia Blanca y
la Croacia Blanca, respectivamente. Se trata de dos "estados" de base eslava -y tam­
bién germánica en el caso del primero- y organizados por una estirpe extranjera, tal vez
ya eslavizada en algún grado (20). Es este, pues, un argumento que refuerza aquella
idea según la cual los eslavos son incapaces de gobernarse a sí mismos, debiendo ser
organizados por extranjeros, como ocurrió con el franco Samo, en el siglo VII , que
fundó el primer reino eslavo, que podóamos llamar "protomoravo"; o el caso de los
rusos, que deben a los variegos su orden político; también el nacimiento de Bulgaria,
reino de base eslava pero con una minoría dirigente que es turca, búlgara, y que termi­
nó por eslavizarse y, finalmente, Polonia, cuyo primer duque, Miezko, era de origen
nórdico y no eslavo.
Se podría decir que la constitución de la Serbia Blanca y de la Croacia Blanca
abandonamos el terreno de la especulación, para entrar de lleno en el de la Historia. La
fuente más importante y la más antigua para el estudio de este peóodo, es el D.A./. de
Constantino VII (21 ), obra de la cual nos ocuparemos a continuación.

17 v. Dvornik, F., (n. 10), p 35; Dvornik, F., Comm. (n. 10), p. t 15.
18. V. Jbid., p. 116.
19. lbid., pp. 115 y s.
20. v. lbid., pp. 116 y ss.; Dvornik, F., (n. 10), pp. 36; Vlasto, A.P., (n. 16), pp. 142, 147, 187.
21. v. lbid., p. 187; Dvornik, F., Comm. (n. 10), pp. 94 y ss.

60
111
Constantino VII, llamado Porphyrogénito por haber nacido en la Sala de Pórfido
del Palacio Imperial -hijo, por tanto, de un emperador en ejercicio, y con legítimos
derechos a sucederle en el trono-, vástago de León VI el Sabio (866-912) y de su cuarta
esposa, Zoé Carbonopsina, vio la luz a comienzos del siglo X (22). Coronado empera­
dor a los cinco años de edad sólo ejerció el poder efectivamente entre los años 945 y
959 (23). Constantino no debe su fama a su genio político ni a una carrera militar
coronada de victorias; gobernante mediocre, pasó la mayor parte de su vida en Palacio
-mientras otros, especialmente Romano Lecapeno (24), se hacían cargo de la conduc­
ción del Imperio- dedicando su tiempo y energías a su mayor interés: las letras. Infati­
gable estudioso y prolífico escritor, se deben a su inspiración o a su pluma importantes
obras del llamado "primer humanismo bizantino" (25). En sus escritos -en los que
intervino directa o indirectamente- se cuentan el ya citado De Ceremoniis Aulae
Byzantinae, preciosa fuente para el conocimiento de la liturgia imperial que animaba a
Bizancio; los Excerpta, "voluminosa enciclopedia de temas selectos" (26), obra de la
cual apenas se conservan algunos fragmentos; una biografía de Basilio I, su abuelo,
incorporada a la Cronographia del Continuador de Teophanes, y que fue encargada
por el mismo Porphyrogénito, o tal vez escrita por él; el De Thematibus, interesante

22. Sobre su fecha de nacimiento, v. Jenkins, R., "The Chronological Accuracy ofthe "Logothete" for the
years A. D. 867-913", en: Dumbarton Oaks Papers, 19,965, pp. 108 y s. Acerca de León y Zoé v.
Diehl, C., Figures Byzantines, Libraire Armand Colin, 13' Ed., 1948, Paris, Premiere série, pp. 197
y SS.
23. v. !bid., pp 208 y ss. Malleros, F.,El Imperio Bizantino (395-1204), Ediciones del Centro de Estudios
Bizantinos y neohelénicos "Fotios Malleros" de la Universidad de Chile, 2' Ed. revisada, aumentada
y actualizada, 1987 (1951),Santiago de Chile, pp. 241 y s.; Ostrogorsk-y, G., Hl�tory of the Byzantine
State, Transl. by J. Hussey, Rutgers University Press, 1957, New Brunswick - New Jersey, pp. 246 y
ss.; Vasiliev, A., History of the Bizantine Empire, Toe University of Wisconsin Press, 1964 (1928),
Madison and Milwaukee, vol. I, p. 302.
24. v. en general: Runciman, S., The Emperor Romanos Lecapenus and his Reign. A Story of Tenth­
century Byzantium, University Press, 1963 (1929), Cambridge.
25. v. Lemerle,P., Le Premler humanisme Byzantln. Notes et remarques sur enseignement et culture
a Byzance des origines au Xe siecle, P.U.F., 1971, París pp. 297-299.
26. Herrera, H., "Los estudios superiores en Bizancio", en: Byzantlon Nea Hellás, 11-12, 1991-1992,
Santiago de Chile, p. 40. v. tb. Dain, a., "La transmission des textes littéraires cla.,;siques de Photius á
Constantin Porphyrogénete", en: Dumbarton Oaks Papers, 8, 1954, p. 43; Wilson, N.G., Filólogos
Bizantinos. Vida Intelectual y educación en Blzancio, Trad. de A. Cánovas y F. Piñero, Alianza,
1994 (1993), Madrid, pp. 204 y ss.

61
exposición histórico-geográfica acerca de las provincias imperiales. Quizá su obra más
interesante sea el De Administrando Imperio, escrita entre los años 948 y 952, un im­
presionante manual acerca del cómo debe administrarse el Imperio, dedicado a su hijo
Romano -que murió a los veinticuatro años-, a quien se lo habría entregado como
obsequio (27).
La edición que hemos consultado s.e publicó por primera vez para el milenario
del D.A.I., en 1948, en Budapest; se trata de una edición bilingüe producto del trabajo
de G. Moravcsik, quien estableció el texto griego, y de R. Jenkins, responsable de la
versión inglesa (28). En 1962, en Londres, se publicó un segundo tomo, complementa­
rio, que consiste en un minucioso y acabado análisis del documento a cargo de
bizantinistas tan renombrados como R. Jenkins, B. Lewis, G. Moravcsik, D. Obolensky
y S. Runciman. Los capítulos relativos a croatas y serbios fueron comentados, en for­
ma brillante, por F. Dvornik, reconocido especialista en la historia de los pueblos eslavos
(29). La lectura del citado comentario fue imprscindible para la elaboración del pre­
sente trabajo.
En el Proemio (30), después de afirmar que es por Dios que los reyes reinan,
señalando el origen divino del poder, dice a su hijo que debe instruirse en aquellas
materias que son de interés para el Imperio, conociendo no sólo su presente, sino tam­
bién su pasado, con el fin de obtener una experiencia que le permita enfrentar con
vigor los problemas propios de la conducción del Imperio, sabiendo, por ejemplo, cuá­
les son las fortalezas y debilidades de las naciones vecinas y "cómo tratar y conciliar
con alguno, u oponerse y hacer la guerra"(3l ); para ello el joven deberá estudiar "las
diferencias entre otras naciones y sus órdenes y costumbres y modo de vida, y la posi­
ción y ubicación y clima de la tierra que los cobija, su descripción y sus medidas, y más
todavía lo concerniente a los eventos que han acontecido a través de las edades entre
los Romanos y las diferentes naciones..."(32).

27. v. Diehl, C., (n. 22), p. 220 y ss.; Wilson, N.G., (n. 26), pp. 205 y ss.; Vasiliev, A., (n. 23), pp. 362 y s.;
Ostrogorslry, G., (n. 23), pp. 190 y s.; Malleros, F., (n. 23), pp. 243 y s.; Constantine Porphyrogenitus,
De Adminh1rando Imperio, Greek text edited by G. Moravcsik, English Transl. by R. Jenkins,
Corpus Fontium Historiae Byzantinae, Trustees for Harvard University, vol. !, Titird Impression,
1993 (1948), Washington, General lntroduction by R. Jenkins, pp. 7 y ss.
28. v. !bid., IX+341 pp. Text and translation: pp. 44-287.
29. v. (n. 10), supra.
30. v. D.A.I., Proemio (P), pp. 44-47.
31. D.A.I., P, 26-27, p. 46.
32. D.A.I., P, 14-22,pp. 44 y SS.

62
El D.A.l. no es, pues, sólo un tratado teórico que verse sobre el deber ser del
buen emperador, a la manera de los espejos de los príncipes, de los cuales hay numero­
sos ejemplos en la historia bizantina (33), sino un manual práctico para el buen gobier­
no del Imperio, y como tal, de carácter reservado, secreto. A Constantino Je interesa
que su hijo conozaca adecuadamente el "estado" sobre el cual habrá de gobernar, así
como su entorno, para que aprenda a relacionarse con éste de la manera más provecho­
sa para Bizancio. Desde este punto de vista, estamos frente a una fuente de valor ex­
cepcional para el estudio de la política exterior del Imperio, así como para la compren­
sión de los imperativos y principios que regulan su diplomacia. Además la obra es
valiosa por los numerosos datos históricos que el autor incluye en su escrito en rela­
ción a los pueblos limítrofes del Imperio, entregando al lector, en cincuentra y tres
capítulos, una verdadera descripción del mundo de la época, desde la península Ibérica
hasta la estepa póntica habitada por rusos y petchenegos, en el eje occidente-oriente, y,
de norte a sur, desde Moravia hasta el Africa Islámica, pasando por pueblos como los
francos, lombardos, venecianos, húngaros, eslavos balcánicos, búlgaros, jázaros, por
nombrar sólo a los más relevantes. Para el estudio de la historia de prácticamente todos
esos pueblos, y evidentemente de sus relaciones con Bizancio, el D.A.l. es de consulta
obligada, como lo es para el caso de croatas y serbios, que ahora nos ocupa, pues no
existe ninguna otra fuente, anterior, que aluda a los mismos temas (34); ello significa,
desde otro punto de vista, que no es posible contrastar este documento con otros para
establecer su grado de veracidad, punto de partida de las controversias historiográficas
que han surgido de su estudio (35). Sin duda que no se puede caer en posturas
hipercríticas negando todo aquello que Constantino dice y que no es posible corrobo­
rar. En efecto, que el letrado emperador manifieste en sus obras un adecuado manejo
de las fuentes, así como un relato ajustado a la realidad, nos parece, por ahora, garantía
suficiente para aceptar la información que nos proporciona sobre croatas y serbios.

33. v. Barker, E., Social and Political Thought In Bizantlum. From Justinian I to the last Palaelologus,
passages from byzantine writers and documents translated with an introduction and notes by E. Barker,
Al Toe Oarendon Press, 1957, Oxford, pa.c;sim.
34. Ello explica que, desde fines del siglo XIX y comienzos del XX, se hayan realizado ediciones y
traducciones de la fuente en Croacia y Serbia: Fr. Racki, Documenta Hl�1oriae Croaticae Periodum
Antiquam Ilustrantla (Monumenta Spectantia Slavorum Meridionallum VII), Zagreb, 1877,
pp. 264-419; F. Sisic, Provijest Hrvata u vrijeme narodnih vladara, Zagreb, 1925, p. 239; Vjesnik
kr Hrvatsko-Slavonsko-Dalmatlnskoga Zemaljskog Arkiva, 20, 1918, pp. 1-91; Vjesnik kr.
DrzavnogArkiva u Zagrebu, 3, 1928, pp. 1-70. v. D.A.I., (n. 27), Critica! lntroduction , pp. 24
y s.
35. v. Dvomik, F., Comm. (n. 10), pp. 94 y ss.

63
Los capítulos que revisten interés para nuestro tema son: XXIX, "Sobre Dalmacia
y los pueblos vecinos"; XXX, "Exposición acerca de la provincia de Dalmacia"; XXXI,
"Sobre los Croatas y el país que ahora habitan"; XXXII, "De los serbios y del país que
ellos habitan"; XXXIII, "De los Zachlumi y del país que habitan"; XXXIV, "De los
Terbouniotas y Kanalites; XXXV, "De los Dioclecianos y del país que habitan", y,
XXXVI , "De los Pagani, también llamados Arentani, y del país que habitan". En esta
oportunidad nos concentraremos en los capítulos XXX, XXXI y XXXII, por tratarse
de los que dicen relación más directa con el tema, haciendo las referencias correspon­
dientes a los otros capítulos cuando sea necesario.

IV
La primera parte del capítulo XXX (36) es un relato abreviado acerca de la
situación de Dalmacia a mediados del siglo VI y comienzos del VII; específi-camente,
se relata cómo la provincia sucumbió bajo el poderío ávaro-eslavo, reiteración, con
algunos cambios, de lo que ya se ha narrado en el capítulo precedente. El relato, aun­
que simplificado, se ajusta a la realidad o, al menos, no la cont.radice. En otra oportuni­
dad nos referimos ya detalladamente al itinerario de las migraciones eslavas al sur del
Danubio y cómo estas se precipitan después del año 558 cuando irrumpen, al norte de
dicho río, los ávaros, causando serios inconvenientes al Imperio Bizantino; bástenos
por ahora recordar que entre 580 y 620 los eslavos, muchas veces junto con sus
dominadores, los ávaros, han ocupado gran parte de los Balcanes, incluida Dalmacia.
Diversas fuentes dan cuenta de estos hechos: las crónicas de Juan de Biclar, de Juan
Malalas, la Historia Eclesiástica de Evagrio, la Crónica de Monemvasía o la
Cronographia de Teophanes (37). Esta primera parte concluye con la toma de Dalmacia
por los ávaro-eslavos hacia el año 614. Cabe destacar que, desde entonces, la pobla­
ción mayoritaria será eslava, mientras que la población autóctona -o lo que de ella
queda- se reducirá sólo a unos pocos asentamientos costeros. A pesar de su inferiori­
dad numérica, estos núcleos -especialmente ciudades como Spalato y Durazzo- serán
vitales en el futuro proceso de evangelización de los recién llegados, todos paganos, y
que desarticulaban completamente la organización eclesiástica preexistente (38).

36. D.A.I., XXX, 2-60, W· 138 y ss.


37. v. Marín, J., "La cuestión eslava en el peloponeso bizantino (siglos Vi-X)", en: Byzantion Nea Hellás,
11-12, 1991-1992, Santiago de Chile, pp. 208 y ss.
38. v. Vlasto, A.P., (n.16), p. 188.

64
En la segunda parte del capítulo XXX Constantino se refiere a unos croatas
(Xpropmot) (39) que viven más allá de Bohemia, "donde los Belocroatas
(BEAoxpropmot) están ahora" (40). Estos son los "croatas blancos (amtpot
Xpropmot)", de quienes, como se señala en el capítulo siguiente, descienden los croatas
dálmatas (41 ). hacia el año 620 o 626, más probablemente en esta última fecha y apro­
vechando la debilidad de los ávaros después de su frustrado asalto contra Constantinopla
(42), una parte de los belocroatas emigró hacia el sur, mientras que otra permaneció en
Bohemia oriental, en la región del Vfstula superior, entre Hungría y el ducado de Polo­
nia, quedando, en el siglo X, bajo la suzeranfa de Otón el Grande. Por otra parte, en el
capítulo XXXII se afirma que los serbios son descendientes de aquellos llamados "blan­
cos" (acrnpot) (43), que en época de Constantino vivían, más allá de Hungría, entre
francos y croatas blancos� sus descendientes son los sorabos (44 ), que en el siglo X
dejaron de existir como unidad independiente para integrarse al Sacro Imperio Roma­
no Germánico. Así, pues, Serbia Blanca y Croacia Blanca aparecen por primera vez
como conceptos históricos en el De Administrando Imperio; otros documentos corro­
boran su existencia, pero ninguno es tan temprano como aquél.
Es notable que en la obra del Porphyrogénito se recoja el término "belocroata",
cuyo prefijo, bel, de beo, significa, en lengua eslava, "blanco". Ello implica que para
esta época los croatas ya se encuentran eslavizados, pues se trataría, como ya veremos,
de una denominación propia y no de un nombre atribuido por extranjeros (el caso de
los serbios, aunque no se recoja el dicho prefijo, sería el mismo). La identificación con
colores dice relación con la localización geográfica: cada color es un punto cardinal y,
por extensión de este simbolismo esencialmente cósmico, que incluye las dimensiones
temporal y espacial, una estación del año.Así, el color negro se identifica con el Norte,
lo hiperbóreo y oscuro, y corresponde al Invierno; el Sur, el mediodía, el espacio del
calor extremo, así como el Verano, son representados con el rojo; el verde es el Oriente
y la Primavera, espacial y temporalmente fuentes de la vida; el blanco, en fin, Occi­
dente y Otoño. Se trataría originalmente de un sistema de coordenadas de procedencia

39. D.A.I., XXX, 61-62, p. 142.


40. !bid. XXX, 63, p. 142.
41. !bid., XXXI, 4, p. 146.
42. v. Stratos, A., "Toe Avar's Attack on Byzantium in the Year 626", en: Polychordia. Festschritl
Franz Dolger zun 75. Geburtstag, ed. P. Wirth, II = Byzantinische Forschungen 11, Amsterdarn,
1967, ahora en: Stratos, A., Studles In 7th-Century Byzantine Political Hlstory, Variorum Reprints,
1983, London, IV, pp. 370-376.
43. D.A.I., XXXII, 3, p. 152.
44. Dvomik, F., Comm. (n. 10), p. 124.

65
china que, recogido por los pueblos esteparios fue transmitido posteriormente a los
pueblos eslavos. Los ejemplos son numerosos: la Bielorrusia es la Rusia del oeste;
Be/grado, la fortaleza o ciudad occidental; los Hunos Blancos o Hephtalitas son aque­
Jlos que, rechazados por los chinos hacia el siglo III, emigraron hacia Occidente; los
Búlgaros Negros, establecidos en el curso medio y superior del Volga, son los búlgaros
del Norte; los Sabartoiasfaloi, nombrados por Constantino V II en el D.A./., al referirse
a los magyares que vivían cerca de Khazaria, cuyo prefijo, sabani, significaría negro,
como está atestiguado en fuentes armenias (45). A veces es difícil establecer claramen­
te los puntos de referencia para los colores, ya que cada pueblo se considera el centro
del mundo, un mundo que se ordena en torno a él. Los croatas y serbios blancos, serían,
pues, aquellos que están más al oeste, y quizá tal denominación evocaba los antiguos
orígenes orientales, lo que constituiría una prueba más en favor de su origen estepario.
Volviendo a la fuente, según el capítulo XXX, a comienzos del siglo V II una
parte de los belocroatas, liderada por cinco hermanos -Kloukas, Lobelos, Kosentzis,
Mouchlo y Chrobatos- y dos hermanas -Touga y Bouga- (nombres todos de origen
incierto, en ningún caso eslavos) (46), dejaron su tierra natal para emigrar a Dalmacia
donde, después de combatir y vencer a los ávaros, ocuparon el territorio (47). Algunos
estudiosos postulan que Chrobatos sería el mismo que la breve Crónica del Patriarca
Nicéforo Barna Kouvratos, que se rebeló contra el khan de los ávaros en alianza con el
emperador Heraclio (610-641 ); en los Miracula Sancti Demetrii se dice que dos gene­
raciones después que los ávaros hubieron asolado Iliria y deportado un gran número de
griegos a Sirmium, un tal Kouver, quizá el mismo Chrobatos, se alzó contra el khan, lo
venció, cruzó el Danubio y se estableció con su gente al sur de este río; envió luego una
embajada al emperador bizantino para que se le reconocieran sus derechos sobre el
territorio en cuestión ( 48). Como veremos más adelante, es sintomático que en el cita­
do capítulo del D.A.l. no se haga referencia alguna al emperador Heraclio, a quien,
siguiendo ahora el relato del capítulo XXXI, pidieron protección los croatas (49), agre-

45. v. Vlasto, A.P., (n. 16), pp. 187, 375 y s., n. 118; Vernadsky, G., A hlstory of Rus.!.ia, !, Anclent
Russia, Toe Colonial Press !ne., Sixth ed., 1964 (1943), Massachusetts, pp. 127, 223, 270 y ss., 303;
Cirlol,J., Diccionario de Símbolos,Labor,3' ed.,1979,Barcelona, p. 140,240; Dvornik, F.,(n. 10),
p. lo<J4.
46. v. Dvornik, F., Comm. (n. 10),pp. 116-117.
47. D.A.I.,XXX,63-69, p. 142.
48. v.,para las fuentes, bibliografía y discusión C01Tespondiente, Lemerle, P., "Invasions et migratios
dans les Balkans depuis la fin de l'époque romaine jusqu'au VIIIe siecle", en: Revue Historique,
211, París, 1954, ahora en: Lemerle, P., E� sur le Monde Byzantln, Varium Reprints, 1980,
London,I, pp. 297 y ss. v. tb. Dvornik, F., Comm. (n. 10), p. 117.

66
gando el autor que "por orden del emperador Heraclio, estos mismos croatas derrota­
ron y expulsaron a los ávaros de aquellas partes, y, por mandato de Heraclio, el empe­
rador, se instalaron en el mismo país de los ávaros, donde habitan ahora" (50). En el
caso de los serbios, cuya migración sería independiente y paralela a la de los croatas, el
relato es similar: "Cuando dos hermanos sucedieron a su padre en el poder de Serbia,
uno de ellos, tomando una mitad del pueblo, solicitó la protección de Heraclio, el
emperador de los Romanos, y el mismo emperador Heraclio los recibió y les dió un
lugar" donde establecerse (51 }.
Es también importante hacer notar que en el capítulo XXX apenas si aparece el
Imperio Bizantino, y cuando lo hace, es secundariamente y para confirmar un fait
accompli, como es el dominio en la región de los eslavo-croatas. En efecto, en tal
capítulo se narra cómo los croatas, que al principio estaban bajo el poderío franco,
llegan a ser independientes con casi total dominio sobre la región, tanto así que a
Basilio I (867-886), consultado por la población autóctona y no por la croata, no le
queda otra salida que disponer que "todo lo que entonces era pagado al gobernador
militar debía ser pagado a los eslavos... Y desde aquel tiempo, todas aquellas ciudades
llegaron a ser tributarias de los eslavos" (52). Ello contrasta claramente con los capítu­
los XXXI y XXXII, en los que Constantino se esfuerza por demostrar que, desde el
comienzo, croatas y serbios han estado "en obediencia y servidumbre de los Romanos"
(53). Señala el emperador que ambos pueblos se instalaron en una región que, antaño,
en la época de Diocleciano (285-304), había sido poblada por romanos (54) -que el
Porphyrogénito llama romanoi para diferenciarlos de los romaioi de Constantinopla-,
argumento que aparece dos veces en el capítulo XXXI y que es reiterado en el XXXII
(55). Tal insistencia tiene como fin dejar claramente establecido que croatas y serbios
se han instalado en un territorio que históricamente, legítimamente por tanto, pertene­
ce a Bizancio, aún cuando durante algún tiempo, "por la negligencia e inexperiencia"
de algunos emperadores, como señala el autor en el capítulo XXXIX (56), el Imperio

49. D.A.I., XXXI, 8-10, pp.146-148.


50. !bid., XXXI, 17-20, p. 148.
51. !bid., XXXII,,7-10, p. 152.
52. !bid., XXX, 127-133, p. 146.
53. !bid., XXXI, 26-27, p. 148; XXXI, 58-59, p. 150; XXXII, 27, p. 154; XXXII, 37-38, p. 154; XXXII,
79, p. 156. v. Ostrogorsky, G., "Toe Byzantine Ernpire in the World of the Seventh Century", en:
Dumbarton Oaks Papers, 13, 1959, p. 4.
54. D.A.I., XXXI, 10-15, p. 148.
55. v. (n. 53), supra
56. D.A.I.,XXIX, 59, p. 124.

67
haya perdido el dominio efectivo sobre la región, -hecho que, en la teoría imperial
bizantina, no anula los títulos de pertenencia, pues se trata sólo de una situación de
facto-. También se preocupa Constantino en el capítulo XXXI -nada de ello se mencio­
na en el XXX- de enfatizar que nunca el príncipe de los croatas "fue hecho súbdito del
príncipe de Bulgaria" (57), y que "nunca los croatas han pagado tributo a los búlgaros"
(58); en el capítulo XXXII, después de narrar las confusas y conflictivas relaciones
entre serbios y búlgaros, se deja en claro que los primeros nunca dejaron de "enviar
habitualmente misiones al emperador de los Romanos, para permanecer en obediencia
y servidumbre suya" (59), puesto que entendían "que el emperador de los Romanos
debía ser su soberano" (60), para concluir diciendo que los serbios que "nunca fueron
súbditos del príncipe de Bulgaria" (61 ). El interés del Porphyrogénito en este caso es
más inmediato: frente a las aspiraciones búlgaras de crear un gran imperio en la penín­
sula balcánica -cuestión que causó más de un dolor de cabeza a Bizancio entre los
siglos IX y XI-, Constantino insiste e_n los legítimos derechos del Imperio sobre la
región.
En lo que se refiere, pues, al establecimiento de croatas y serbios en el norte
balcánico, encontramos dos versiones que, a pesar de todo, no son contradictorias: una
nos informa que los croatas, de motu propio, combatieron a los ávaros de Dalmacia y,
por derecho de conquista, ocuparon el territorio de Ilírico y Panonia, permaneciendo
bajo la suzeranía franca hasta la primera mitad del siglo IX; la otra señala que el asen­
tamiento de ambos pueblos se debió a un gesto gratuito y magnánimo del emperador
Heraclio, que acogió benignamente su petición de ser súbditos del Imperio, cediéndo­
les un territorio. ¿Cómo conciliar ambos relatos, si es posible hacerlo? Se puede pensar
que encontrándose croatas de un lado, y serbios del otro, combatiendo a los ávaros, y
comprendiendo Heraclio que éstos eran un enemigo común, envió él mismo emisarios
para concertar una alianza anti-ávara (una política similar explicaría las relaciones
franco-bizantinas, contemporáneas, cuyo fin era el contener a los ávaros por el flanco
occidental (62)). Quizá la ambición de Heraclio pudo ser el utilizar a los pueblos bár­
baros de Occidente, francos al norte y croatas y serbios al sur, para aplastar a los ávaros

57. !bid., XXXI, 60, p. 150.


58. !bid., XXXI, 64-67, p. 150.
59. lbid.,XXXII, 115-116,p. 158.
60. !bid., XXXII, 109-110,p. 158
61. !bid., XXXII, 148,p. 160.
62. v. Herrera, H., "Dagoberto y Heraclio. Un capítulo de historia diplomática", en: Byzantlon Nea
Hellás, 2, 1971, Santiago de Oiile,pp. 135-151.

68
que, eventualmente, no resistirían un ataque simultáneo y en tres frentes. Hubo, enton­
ces, una coincidencia de intereses: serbios y croatas buscaban donde instalarse, mien­
tras que Heraclio necesitaba, imperiosamente, de aliados para combatir a los ávaros
que, en aquella época, alcanzaban el cenit de su poderío (63). Tal vez, incluso, el deseo
del emperador era que croatas, serbios y ávaros se aniquilaran mutuamente y, al quedar
solucionados tres problemas occidentales, poder concentrarse en la cuestión oriental:
Persia. Aquello no aconteció, lo que, a la larga, favoreció a Bizancio, pues Croacia, y
especialmente Serbia, cortaron las vías de comunicación entre el reino de los búlgaros
y el de los francos.
V
En cuanto a la evangelización de croatas y serbios, también el D.A.I. presenta
ciertos problemas. El capítulo XXX se limita a señalar que los croatas, en tiempos del
príncipe Porinos, siglos VII u VIII -la cronología no es clara-, recibieron obispos en­
viados desde Roma, de quienes recibieron el bautismo (64). Los capítulos XXXI y
XXXII, sin embargo, atribuyen la conversión a un gesto del emperador Heraclio, el
cual habría solicitado a Roma el envío de misioneros para tal efecto (65). En el siglo
VII la región de Dalmacia estaba bajo jurisdicción eclesiástica de Roma, por lo que la
actitud del emperador no debe sorprendernos (66). Según el capítulo XXXI, a Croacia
llegaron, procedentes de Roma, "un arzobispo, un obispo, y prebísteros y diáconos"
(67). Existe muy poca información acerca de los avances de la evangelización entre los
croatas, y todo lleva a pensar que no es posible sostener que en fecha tan temprana
Croacia haya tenido su propia jerarquía eclesiástica. La narración del Porphyrogénito
es exagerada: al parecer Heraclio tuvo la intención de evangelizar a los croatas, y envió
mensajeros a Roma para tal efecto, todo lo cual quedó registrado en los archivos que,
poco más de tres siglos después, consultó Constantino en la elaboración de su obra,
dando por hecho algo que en realidad no sucedió, ya que no hubo respuesta de parte de
Roma, por lo cual la gestión de Heraclio no tuvo resultaqos prácticos (68).
En el mismo capítulo XXXI se dice que, transcurridos muchos años (?), llegó a
Croacia un hombre llamado Martín, quien habría confirmado las supuestas disposicio-

63. v. Stratos, A., (n. 42), p. 376.


64. D.A.I., XXX, 87-90, p. 144.
65. !bid., XXXI, 21-34, p. 148; XXXII, 27-29, p. 154.
66. v. Dvornik, F., Comm. (n. 10), p. 125; Vlasto, A.P., (n. 16), p. 188.
67. D.A.I., XXXI, 23, p. 148.
68. v. Dvornik, F., Comm. (n. 10), pp. 125 y s.; Vla.�to, A.P., (n. 16), p. 188.

69
nes papales que acompañaron la conversión (69). Se ha podido establecer que Martín,
formado tal vez en Bobbio, fue enviado por el Papa Juan IV (640-642), él mismo de
origen dálmata, no con el fin de supervigilar o confirmar la evangelización, sino con el
de recobrar reliquias de las iglesias destruidas por la invasión eslavo-croata y, también
rescatar a los cristianos esclavizados por ellos (70). Esto último es una clara evidel)cia
de que estos pueblos en tal fecha no se han convertido totalmente al cristianismo; el
que Martín haya podido transitar libremente por aquellos territorios sugiere que existía
ya algún grado de cristianización entre los invasores y, por tanto, respeto hacia los
hombres consagrados. Sin embargo, ello se debería más bien a la influencia de la po­
blación cristiana de la costa Adriática y que había quedado fuera del alcance de los
dominadores y en contacto con el mundo civilizado a través del mar; quizá, por otra
parte, quienes negociaron con los invasores para salvar sus ciudades fueron los obispos
de cada una, única autoridad visible, por tanto, para los recién llegados. El influjo de
los núcleos cristianos costeros debió ser muy fuerte y, de hecho. la cristianización de
los croatas debe haber avanzado más rápido en las zonas costeras que en el interior.
Mayor información acerca del proceso de cristianización Constantino no entrega, aun­
que sí sus resultados: Croacia entra a formar parte de la constelación de pueblos cris­
tianos, prometiendo que "nunca irían a hacer la guerra a un país extranjero, sino que
más bien viv_irían en paz con todos los que quieran obrar de esa manera... y que si
algu�o de los paganos atacase el país de estos mismos croatas, llevando la guerra sobre
ellos, entonces podrá el Dios de los croatas combatir por los croatas y protegerlos, y
que Pedro, el discípulo de Cristo, les dé victorias" (71 ), notable expresión de lo que, en
el seno de la cristiandad, es una guerra justa. En una primera etapa, pues, en el siglo
VII, la evangelización fue lenta y con retrocesos, siendo fundamental el contacto con
ciudades cristianas como Zadar, Trogir y Split; en la segunda, siglos VIII al IX, la
situación cambia cuando Dalmacia pasa a ser jurisdicción bizantina y, al mismo tiem­
po, en Occidente se vive el auge del poderío carolingio que extiende sus intereses hasta
Istria en 788, y, tal vez, habría enviado misioneros a la región (72).
En el caso de los serbios, el D.A.l. nos informa, en su capítulo XXXII, que
Heraclio "llevo presbíteros desde Roma y los bautizó, y les enseñó cabalmente a cum­
plir fines piadosos y les explicó la fe de los cristianos" (73), relato que concuerda con

69. D.A.I., XXXI, 42-52, p. 147-150.


70. Vlasto, A.P., (n. 16), p. 188.
71. D.A.I., XXXI, 37-42, p. 148.
72. v. Vlasto, A.P., (n. 16), pp. 188 y s.s.
73. D.A.I., XXXII, 27-29, p. 154.

70
el del capítulo precedente, referido a los croatas. Además, se nombra a tres príncipes
serbios, Esteban, Pedro y Pablo (74), que viven a fines del siglo IX y comienzos del X,
nombres que son ya una clara señal de cristianización, bastante más tardía, por cierto,
que la pretendida por nuestro autor. Lo más probable es que hasta el siglo IX, por
encontrarse Serbia alejada de las regiones ya cristianizadas -en una posición, en
general, marginal, lo que explica la nula atención de los cronistas de la época, sean
ellos occidentales u orientales-, no hayan habido intentos serios de cristianización (75).
Esta situación cambia cuando Boris, khan búlgaro entre 852 y 889, se convierte al
cristianismo en 862 tomando el nombre de Miguel, y, después, con la influencia de los
discípulos de Cirilo y Metodio, especialmente Clemente y Naúm que, a fines del siglo
IX, misionaron en Macedonia. En efecto, la evangelización de los serbios se debe a
una acción compartida de bizantinos y búlgaros (76).

VI
Hasta aquí las noticias que nos proporciona el De administrando Imperio acer­
ca del origen y evangelización de croatas y serbios. Como hemos podido apreciar,
existen algunas diferencias entre el capítulo XXX y los capítulos XXXI y XXXII, no
sólo en los contenidos sino en el fondo, lo que podríamos llamar el "tono" del discurso.
Mientras en los capítulos XXXI y XXXII se insiste en la legitimidad de las aspiracio­
nes de Bizancio sobre croatas y serbios -que deben al Imperio su instalación y evange­
lización, esto es, su incorporación a la Historia Universal-, en el capítulo XXX no
encontramos ninguna alusión a ello. El claro objetivo político de los capítulos XXXI y
XXXII, enfatizar la soberanía bizantina, comparece también en los capítulos XXIX,
XXXIII, XXXIV, XXXV y XXXVI, que se refieren igualmente a Dalmacia.
El capítulo XXIX (77) anuncia una "narración concerniente a croatas y serbios",
la que el lector encontrará en los capítulos XXXI y XXXII, que coinciden con el "tono"
de aquél. Estos, los habría escrito el propio Porphyrogénito. entre 948 y 949, extrayen­
do su información de los archivos de la Cancillería imperial. El capítulo XXX aparece
como intercalado entre el XXIX y el XXXI, prácticamente como un relato indepen­
diente que interrumpe la continuidad natural del resto de la obra. En efecto, se ha

74. lbid., XXXII, 67, 69, 94, p. 156. Cf. Dvornik, F., Comm. (n. 10), p. 134; Vlasto, A.P., (n. 16), p. 208.
75. v. lbid., p. 207.
76. lbid., p. 208.
77. D.A.I., XXIX, 55-56, p. 124.

71
pcx:lido establecer que el capítulo XXX no fue escrito por Constantino VII sino por un
autor anónimo, probablemente de origen dálmata y que escribe presumiblemente por
encargo del emperador y que recoge una tradición local croata acerca de la migración
desde la Croacia Blanca (78). Es probable también que este informe acerca de los
croatas fuera a formar parte de una obra acerca de los pueblos (un nrpt ESvrov, que
seguiría el modelo del nrpt erµmrov, al mismo tiempo que lo completaría), la que
nunca llegó a terminarse y que se transformó en el D.A.l. (79) Ello explica claramente
por qué en un caso el emperador Heraclio tiene un rol protagónico, mientras que en
otro ni siquiera es mencionado. El hecho de que sólo en el capítulo XXX aparezca un
vocablo de origen eslavo, belocroata, viene a confirmar que se trata de una redacción
independiente y que recoge tradiciones propiamente croatas. La alusión a "Otón, el
gran rey de Francia y Sajonia" (80), permite datar la elaboración del capítulo en cues­
tión con posterioridad al 955 cuando, por un lado, la Croacia Blanca, anexada por
Bohemia, estaba de hecho -como también Bohemia- bajo la soberanía de Otón I, y, por
otro, cuando el rey sajón vence a los húngaros en la batalla de Lechfeld, ganándose el
apelativo de "el Grande" (81 ).
El D.A.l., así, es una fuente inapreciable para el estudio de los orígenes y evan­
gelización de croatas y serbios, y aún más si, sumando las versiones croata y bizantina,
podemos llegar a formarnos una visión más coherente de los hechos. A pesar de
Constantino, hay que reconocer que serbios y croatas se instalaron en territorios que
antaño habían sido bizantinos tal vez sin la autorización del Imperio, y que su evange­
lización fue un lento proceso en el que Bizancio no participó directamente hasta fines
del siglo VII por lo menos. Eso es lo que nos enseña el capítulo XXX. Las alusiones a
Heraclio -quien, contrariamente a lo que piensa el Porphyrogénito, habría solicitado a
serbios y croatas su ayuda contra los ávaros, creemos que deben analizarse no pensan­
do en una ficción intencional del emperador, de Constantino, sino viendo allí un sím­
bolo de lo que para los pueblos balcánicos significó la acción evangelizadora y civili­
zadora de Bizancio -ya sea directa o indirectamente-, obra que ya en la época del
Porphyrogénito -gracias no sólo a los esfuerzos de Heraclio, sino también de algunos
de sus ilustres sucesores, como Nicéforo I (802-811), Basilio I o León VI el Sabio­
había rendido importantes frutos: el sur de los Balcanes, Grecia propiamente tal, a
comienzos del siglo IX había sido completamente rehelenizado y recristianizado, des-

78. v. Dvornik, F., Comm (n. 10), p. 114.


79. c. Comm. (n. 10), General Introduction, pp. 4 y s.; Dvornik, F., Comm. (n. JO), p. 100.
80. D.A.I., XXX, 73-74, p. 142.
81. v. Dvornik, F., Comm. (n. 10), pp. 97 y ss.

72
pués de dos siglos de preponderancia de los eslavos paganos; al norte de la península,
el hijo díscolo, Bulgaria, ya está en el siglo X civilizada y cristianizada gracias a la
acción de los misioneros bizantinos; más al Occidente, Serbia, que,ya sea indirecta­
mente -a través de Bulgaria-, o directamente, ha recibido el influjo cristiano bizantino,
ligando indisolublemente -aunque para esa fecha no totalmente aún- su destino históri­
co con el legado bizantino; y, vecina de Serbia, Croacia, a medio camino entre Oriente
y Occidente, en la cual la poderosa influencia bizantina se hizo sentir ya a través de
Serbia, ya a través de las ciudades de la costa Adriática, al mismo tiempo que recibía
influencias de Venecia, Aquileia y Roma, imprimiendo en la zona un curioso carácter
de híbrido latino-bizantino que marcará profundamente la historia de la Croacia Me­
dieval.

73
APENDICE

CONSTANTINO PORPHYROGENITO
DE ADMINISTRANDO IMPERIO

CONSTANTINO
EN CRISTO ETERNO EMPERADOR DE LOS ROMANOS
A SU HUO ROMANO
EL EMPERADOR CORONADO POR DIOS Y NACIDO EN LA PURPURA

XXX. Exposición acerca de la provincia de Dalmacia.

Si el conocimiento es una cosa buena para todos, entonces nosotros también


nos aproximaremos a él mediante el conocimiento de los hechos. Por esta razón estoy
entregando, para el beneficio de todos los que vendrán después de nosotros, un infor­
me de esas materias y de algunas otras dignas de atención, tal que el resultado sea
doblemente bueno.
Ellos, así, quienes han inquirido sobre el tema de Dalmacia (LlEAµa-tuxc;) tam­
bién, cómo fue tomada por los pueblos eslavos (I:tla�t1Cffi EElVffiV), pueden aprender­
lo de lo que sigue; pero, primero que todo, debe ser descrita su posición geográfica. En
tiempos antiguos, por consiguiente, Dalmacia solía comenzar en los confines de
Dyrrachium (.!luppaxwu) o Antibari (Avn�apEffic;), y solía extenderse hasta las mon­
tañas de Istria (Icr'tptac;), expandiéndose hasta el río Danubio (Llavou�wu). Toda esta
área estaba bajo el poder de los Romanos (Pcoµmffiv apxr¡v), y esta provincia (ElEµa)
era la más ilustra de todas las provincias de occidente; sin embargo, fue tomada de la
siguiente manera por los pueblos eslavos. Cerca de Spalato (Acr1tw.a'tou) está la ciu­
dad (Kacr'tpov) llamada Salona (l:OA(J)va), construida por el emperador Diocleciano;
la misma Spalato fue construida también por el emperador Dioclesiano, y su palacio
estaba allí, pero en Salona habitaban sus nobles y un amplio número del pueblo. Esta
ciudad era la cabeza de toda Dalmacia. Ahora, cada año una fuerza de soldados de a
caballo (cr'tpanffi'tm E$t1t1tot) de las otras ciudades de Dalmacia, solía ser congrega­
da y despachada desde Salona, en un número de mil, y debía montar guardia sobre el
río Danubio, a causa de los ávaros (A�apffiv). En cuanto a los ávaros, tenían sus guar­
dias en el lado opuesto del río Danubio, donde ahora están los turcos (ToupKot), y
llevaban una vida nómada. Los hombres de Dalmacia que iban allí cada año, fre-

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cuentemente veían bestias y hombres en la ribera opuesta del río. En una ocasión, por
ello, decidieron cruzar e investigar quiénes eran esos que tenían allí su morada. Así,
cruzaron, y encontraron sólo las mujeres y los niños de los ávaros, encontrándose hom­
bres y jóvenes en una expedición militar. Cayendo repentinamente sobre ellos, por
tanto, los tomaron prisioneros y regresaron sin ser molestados, llevando su botín a
Salona. Cuando los ávaros volvieron de su expedición militar y comprendieron lo que
había sucedido, y las pérdidas que había sufrido, estuvieron confundidos, sin saber de
donde había venido esa tormenta a abatirse sobre ellos. Decidieron, así, aguardar un
tiempo y de esta manera descubrirlo todo. Y así, de acuerdo con la costumbre, la guar­
dia fue una vez más despachada desde Salona, no los mismos hombres que antes, sino
otros, que también decidieron hacer lo que sus predecesores habían hecho. Así, cruza­
ron, pero, encontrándolos reunidos y no alejados como en la ocasión previa, no sola­
mente no hicieron nada, sino que, de hecho, sufrieron un descalabro. Algunos de ellos
fueron muertos, y del resto que quedó vivo, ninguno escapó de las manos del enem\go.
Este les interrogó acerca de quiénes eran y de donde venían, y habiéndolo sabido, que
de ellos habían sufrido el susodicho desastre, y habiendo también conocido por pre­
guntas la naturaleza del pueblo donde vivían, y concebida una idea que hasta pudieron
saber de oídas, mantuvieron cautivos a los sobrevivientes y vistieron ellos mismos sus
ropas, justo como los otros lo habían hecho, y entonces, montando los caballos y to­
mando en sus manos las flámulas ($A.aµou).a) y el resto de los estandartes (<J11µEta)
que los otros habían llevado consigo, todos ellos partieron en formación militar y to­
maron rumbo a Salona. Y, además, habiéndose instruido, preguntando también, de
cuándo se esperaba el regreso de la guardia desde el Danubio (que era el Gran y Santo
Sábado (w µeya 1mt aywv cra��mov)), ellos mismos llegaron ese mismo día. Cuan­
do estuvieron cerca, el grueso del ejército fue ubicado ocultamente, pero sobre un
millar de ellos, los que, para jugar la treta, habían adquirido los caballos y los unifor­
mes de los dálmatas, cabalgaron al frente. Los de la ciudad, reconociendo sus insignias
y vestimentas, y también el día en que para ellos era costumbre el regreso, abrieron las
puertas y los recibieron con deleite. Pero ellos, tan pronto estuvieron dentro, se apode­
raron de las puertas y, señalando su hazaña al ejército, hicieron avanzar la retaguardia
para entrar con ellos, y así pasaron por la espada a todos en la ciudad y entonces se
hicieron a sí mismos señores de todo el territorio de Dalmacia y se asentaron allí. Sólo
las ciudades de la costa se sostuvieron contra ellos, y continuaron en manos de los
Romanos, porque obtenían su subsistencia del mar. Los ávaros, viendo que esta tierra
era más próspera, se instalaron allí. Pero los croatas (Xpro�mot) vivían más allá de
Bavaria (Bayt�apetac;), donde los belocroatas (Bewxpro�mot) están ahora. De ellos
surgió una familia de cinco hermanos, Kloukas y Lobelos y Kosentzis y Mouchlo y
Chrobatos, y dos hermanas, Touga y Bouga, quienes llegaron con su pueblo a Dalmacia
encontrando a los ávaros en posesión de esta tierra. Después que ellos se hicieron la

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guerra unos contra otros por algunos años, los croatas prevalecieron y dieron muerte a
algunos de los ávaros, y a los que quedaron los obligaron a ser sus súbditos. Y así,
desde esta época, esta tierra fue poblada por los croatas, y allí permanecen, en Croacia,
algunos que son descendientes de los ávaros, y son reconocidos como ávaros. El resto
de los croatas permanecieron frente a Francia, y son ahora llamados Belocroatas, esto
es., Croatas Blancos (mmpm Xpro�mot), y tienen su propio príncipe (cxpxov-m);
ellos son súbditos de Otón, el gran rey de Francia (!2'tro 'tffi µqw.ro Pll')'l <l>pcxyyt�).
y Sajonia CEcxstm;;), y están sin bautizar, y se han casado y contraído amistad con los
turcos. De los croatas que llegaron a Dalmacia una parte se dividió, y poseyeron por sí
mismos el Ilírico y la Panonia; ellos también tuvieron un príncipe soberano, quien
mantenía usualmente un contacto amistoso, aún cuando por medio de emisarios sola­
mente, con el príncipe de Croacia. Por un número de años los croatas de Dalmacia
también fueron súbditos de los francos, como que antes habían estado en su propio
país; pero los francos los trataron con tal brutalidad que habitualmente mataban niños
de pecho croatas y los arrojaban a los perros. Los croatas, incapaces de soportar tal
tratamiento de parte de los francos, se rebelaron, y dieron muerte a aquellos que tenían
por príncipes. A causa de ello un gran ejército de francos marchó contra ellos, y se
combatieron el uno al otro por un espacio de siete años, y al final se las ingeniaron los
croatas para prevalecer y destruir a todos los francos, con su líder, que se llamaba
Kotzilis. Desde esta época permanecieron independientes y autónomos ( cxmo&cr1to't0t
Km cxuwvoµot), y pidieron el santo bautismo al obispo de Roma, y fueron enviados
obispos que los bautizaron en el tiempo de su príncipe Porinos (floptvou). Su país fue
dividido en 11 zupanías ( �ou1tcxvt�). que eran Chlebiana, Tzenzina, Imota, Pleba,
Pesenta, Parathalassia, Breberi, Nona, Tnina, Sidroga, Nina; y su ban (�oavo�) poseía
Kribasa, Litza y Goutziska. Ahora, la dicha Croacia y el resto de las regiones eslavónicas
(:Etlcx�rivtm) están situadas así: Dioclea es vecina de los fuertes (K<XCT'tEAAa) de
Dyrrachium, esto es, de Elissus y de Helcynium y Antibari, y llega hasta Decatera, y en
el lado montañoso del territorio es vecina de Serbia (IEp�11m). Desde la ciudad de
Decatera comienza el dominio de los Zachlumi, que se extiende hasta el río Orontius;
en el lado costero es vecina de los Pagani, pero por el lado montañoso es vecina de los
croatas por el norte y de Serbia por el frente. Desde el río Orontius comienza Pagania,
y se extiende hasta el río Zentina; tiene tres zupanías; Rhastotza y Mokros y Dalen.
Dos de estas zupanías, Rhastotza y Mokros, están enclavadas sobre el mar, y poseen
embarcaciones (CT<XYflV�); pero la de Dalenos está lejos del mar y vive del trabajo de
la tierra. Vecinas a ellas hay cuatro islas, Meleta, Kourkoura, Bratza y Faros, más bella
y fértil, con ciudades desiertas y muchos olivares; en ellos habitan y guardan sus reba­
Í'íos, de los cuales viven. Desde el río Zentina comienza el país de Croacia, y se extien­
de por la costa hasta Istria, esto es, hasta la ciudad de Albunum, y por el lado montaño­
so del territorio rebasa los límites de la provincia de Istria, y en el de Zentina y Chlebena

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llega a ser vecina del país de Serbia. Respecto del país de Serbia está a la cabeza de
todo el resto de los otros países, siendo por el norte vecina de Croacia y por el sur de
Bulgaria (BouA:ya.pta). Después que los dichos eslavos se hubieron establecido, to­
maron posesión del territorio que rodea a Dalmacia; pero las ciudades de los Romanos
se empeñaron cultivando las islas y viviendo de ello; porque fueron con frecuencia
esclavizados y destruidos por los Pagani, dejaron las islas y decidieron cultivar la tierra
firme. Pero fueron detenidos por los croatas; ellos no eran aún tributarios de los croatas,
y solían pagar al gobernador militar ( CJ'tPCXTilYffi) todo lo que ahora pagan a los eslavos.
Encontrando imposible vivir así, se aproximaron al emperador Basilio y le relataron
todo lo anterior. Y así el glorioso emperador Basilio ordenó que todo lo entonces era
pagado al gobernador militar debía ser pagado a los eslavos, y vivir en paz con ellos y
que sólo algunos pagos menores debían ser hechos al gobernador militar, como una
simple muestra de obediencia y servidumbre (U1tO'tCXY11 Km 8ouA.root<;) al emperador
de los Romanos y sus gobernadores militares. Y desde aquel tiempo todas esas ciuda­
des llegaron a ser tributarias de los eslavos, pagándoles sumas fijas: la ciudad de Spalato,
200 nomismata; la ciudad de Tetragournia, 100 nomismata; la ciudad de Diadora, 11O
nomismata; la ciudad de Opssara, 100 nomismata; la ciudad de Arbe, 100 nomismata;
la ciudad de Vecla, 100 nomismata; así que el total asciende a 71 O nomismata, excep­
tuando el vino y varios otros productos, los cuales exceden el pago en efectivo. La
ciudad de Ragusa está ubicada entre los dos países de Zachlumi y de Terbounia; tiene
sus viñedos en ambos países, y paga al príncipe de Zachlumi y al príncipe de Terbounia
36 nomismata.

CROATS AND SERBS IN THE CONSTANTINUS PORPHYROGENITUS'


"DE ADMINISTR ANDO IMPERIO"

Many of the contemporary prnblems have its origins in very remotes ages and
its protagonists are not aware of it. This makes posible that the past can easily be
manipulated in many diferents ways -by unfair interests, often purely ideological ones-

This problem, which professor marin sees in the explanations found to explain

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