De Los Rayos X A La Radiactividad

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De los rayos X a la radiactividad

Estudiando el mundo electromagnético, algunos científicos se dedicaron a observar qué pasaba cuando en un tubo
de cristal en el que se había hecho el vacío y posteriormente introducido un
gas, se establecía una diferencia de potencial entre dos electrodos colocados
en el interior del tubo. Así se encontraron unos rayos, denominados catódicos
(que más tarde, en 1897, se demostró que eran electrones). No fueron los
únicos que se detectaron. El 8 de noviembre de 1895 un físico alemán de
nombre Wilhelm Conrad Röetgen encontró una nueva radiación, a la que
bautizó como “rayos X”, ya que ignoraba su naturaleza. En este caso se
trataba de una radiación tan penetrante que era capaz de atravesar diversos tipos de sustancias, entre ellas las
partes blandas del cuerpo humano. Por esto, se convirtieron en poderosos instrumentos de análisis médico.
Las noticias del descubrimiento de los rayos X circularon con rapidez por toda Europa.
Corría el año 1896, en Francia, Antoine Henri Becquerel, científico y profesor, hijo y nieto de profesores, recibe la
novedad de que los rayos X excitaban fluorescencia en algunas sustancias. Este
descubrimiento lo incentivó a intentar comprobar si las sustancias fosforescentes,
después de ser expuestas a la luz, emitían rayos semejantes a los rayos X, si existía
una relación fundamental entre estos y la radiación visible. Para comprobar esta
hipótesis, en febrero de 1896 envolvió una placa fotográfica en papel grueso y
negro, la colocó a la luz del sol y puso encima del papel, un cristal de una sustancia
fosforescente, un compuesto de uranio. Al revelar la película, Becquerel vio que
estaba velada. Se formaba una imagen en la placa que era la silueta del trozo de
sal depositada sobre el papel. La luz del sol no podía atravesar el papel negro, pero
los rayos X sí, por lo que llegó a la conclusión de que la sal de uranio expuesta al sol emitía rayos X.
En espera de que el sol brillara en el cielo parisino, el científico guardó algunas cajas con las láminas recubiertas con
la sal de uranio y envueltas en papel negro en un cajón en el que también se hallaba una placa fotográfica. Hacia el 1
de marzo no aguantaba ya de impaciencia, salió el sol y nuestro protagonista, a pesar de ser domingo, no quiso
desaprovechar la ocasión para realizar sus experiencias. Sin embargo, antes de continuar su labor, tuvo el cuidado de
comprobar si la placa fotográfica permanecía inalterada como era previsible. Grande fue su sorpresa, al comprobar
que la placa fotográfica estaba velada por la radiación. ¿Cómo era posible esto, si debido a aquellos días nublados,
no había sometido las láminas con la sal de uranio a la luz del sol? No cabía duda, su primera interpretación era
errónea, no era la fosforescencia la que produjo la impresión de la placa. La radiación detectada era propia de las
sales de uranio, y era capaz de atravesar el papel y velar la placa, ya que esto ocurrió sin la influencia del sol y en una
caja oscura, fuera del alcance de toda radiación exterior. Bautizó al fenómeno como "emanaciones uránicas", al que
tiempo más tarde, Marie Curie llamó radiactividad, es decir, el fenómeno que muestra que existen elementos
químicos inestables, que emiten radiaciones. Como se vería más tarde, los elementos químicos radiactivos podían
transmutarse en otros elementos. El viejo sueño de los alquimistas hecho, por fin, realidad.
Aunque misteriosas, eran obvias las implicancias de este descubrimiento en el estudio de la estructura de la
materia. De entrada, tenemos que el propio número de elementos químicos se incrementó. En efecto, en 1898 Marie
Curie junto a su esposo, Pierre Curie, encontraron dos nuevos elementos químicos,
más radiactivos que el uranio: el polonio y el radio.
Marie Curie es un nombre muy conocido, una heroína de la ciencia, que se abrió
camino en un mundo tradicionalmente de hombres. Un mundo que había
discriminado (y seguiría haciéndolo durante mucho tiempo a las mujeres. Abrirse
camino en semejante medio, demostrar que las mujeres también pueden realizar
importantes contribuciones a la ciencia, merece ser tenido en consideración. Si bien
Curie, no descubrió la radiactividad, hizo de ella un dominio científico respetable y
prometedor.
Este crucial adelanto, llevó a que Henri Becquerel fuera galardonado con el Premio
Nobel de Física en 1903, compartido con Pierre y Marie Curie. Al mismo tiempo, ésta
se convirtió en la primera persona que recibió dos premios Nobel, el ya nombrado, y el segundo, de Química, en
1911.

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