Argentina Descolonizando Simbolos

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Argentina: La memoria amputada.

El
detalle es el todo

Por: Marcelo Valko*
La historia oficial nos enseña que los argentinos tenemos un origen excepcional y
diferente del resto de Latinoamérica. Desde temprano en la escuela nos intentan
convencer de la “excepcionalidad argentina” aquí “todos descienden de los barcos, son
europeos” de ese modo lavaron y amputaron todo lo que tuviera relación con lo
originario.

Producido la revolución en 1810, y simultaneo con el despliegue militar de patriota, un


combate de igual trascendencia se desarrolló a nivel simbólico con el propósito de
destronar los emblemas ligados a la dominación colonial y reemplazarlos por lo
americano. Por ejemplo el sol de la bandera es de procedencia incaica y es el mismo que
asoma en el escudo y concuerda en un todo con las estrofas del Himno alusivas a los
cuzqueños sancionado por la Asamblea del 11 de mayo de 1813. Como cualquiera
puede constatar la letra completa del Himno afirma: “Se conmueven del Inca las tumbas
/ y en sus huesos revive el ardor / lo que ve renovado a sus hijos / de la Patria el antiguo
esplendor”. Estos versos no sólo imaginan la emoción del Inca ante el despertar de
Argentina, sino que además nos sitúa en calidad de “hijos” recordando “el antiguo
esplendor” del Tahuantinsuyo, es decir, de la nueva Patria que asoma a la historia para
cobijar a todos sus descendientes. Dichas estrofas, presentan a la argentina como
herederos de los incas. Tiempo después, fueron cercenadas del Himno tras un decreto
del Poder Ejecutivo del 30 de marzo de 1900, siendo presidente casualmente Julio A.
Roca uno de lso mayores asesinos de indios.

Consideraciones sobre el Escudo


Cuando se proclama de la Independencia se promulga en castellano, quechua, aymará y
guaraní, justamente para que los originarios conocieran los objetivos y beneficios de la
Revolución. En aquella oportunidad, Belgrano hizo moción para gobernarnos por medio
de una monarquía atemperada perteneciente a la Cuna de los Incas. Esta adscripción de
los revolucionarios al imaginario andino no es antojadiza. No olvidemos que los incas
habían llegado hasta Tucumán y Santiago del Estero, donde aún subsisten hablantes de
quechua, y que a su vez, el límite norte del Virreynato del Río de la Plata incluía no sólo
los yacimientos de Potosí, sino también a Tiahuanaco. Estas preocupaciones por
posicionarse en el contexto de las naciones desde una determinada conciencia histórica,
dejó huellas perdurables en nuestros emblemas oficiales. Uno de estos vínculos
intelectuales con lo andino será el sol Inca que aún flamea en la Bandera y asoma en el
Escudo, en este último, en la terminación del gorro frigio los revolucionarios de Mayo
añadieron un elemento que juzgamos fundamental: la borla incaica que luego sería
amputada.
Las pruebas

Afortunadamente existe un escudo original pintado en madera, destinado a la escuela


que sería construida con el dinero recibido por Belgrano como recompensa por sus
victorias ante los realistas. Tomado de la revolución francesa que había proclamado la
Libertad, Igualdad y Fraternidad, el gorro frigio condensaba aquellos ideales integrados
en la nueva América. Sin embargo, a primera vista se impone una diferencia
fundamental entre el gorro frigio de Belgrano y su homólogo francés. En aquel escudo
que se encuentran en la actualidad en el Salón de las Banderas del Palacio de Gobierno
de Jujuy, aparece en forma notoria la borla incaica como suplemento o remate del gorro
frigio.

En su momento le encomendaron la creación del escudo al platero y grabador Juan de


Dios Rivera. Rivera había participado de la rebelión de Túpac Amarú. Tas la derrota de
1781 y a raíz de la represión posterior, como decenas de miles de desplazados huyó de
Potosí dirigiéndose a Buenos Aires. Lo que verdaderamente importa es que el gorro
frigio del escudo esta americanizado. Esa borla o tulma es la misma que usan los
indígenas del noroeste y del altiplano como remate de las orejeras de sus gorros. El
tricornio de la revolución francesa le decía muy poco a Rivera quien decidió vestirlo de
acuerdo a la cosmovisión Americana. De esa forma, el Escudo Argentino surgió ligado
al ideario de Tupac Amarú. Un decreto fechado el 27 de abril de 1813 le asigna ya
carácter de emblema nacional.

La puja heráldica que terminó por eliminar la borla del gorro frigio, provocaría una
anarquía de diseños como puede apreciarse en numerosos frontispicios de edificaciones
de fines del siglo XIX y principios del XX. El cercenamiento actual del diseño del
escudo quedó establecida en 1900 por el ministro Zeballos casualmente gran
coleccionista de cráneos indígenas. La amputación experimentada por el escudo para
eliminar los rastros americanos no es un tema menor. Los vaivenes heráldicos que
acompañaron a la eliminación de los principales revolucionarios, expresan en última
instancia un modelo de país “blanco y excepcional”, que opta por enquistarse en el
puerto de Buenos Aires con la mirada fija en Europa y luego en EEUU, en lugar de
integrarse al continente.

Conclusión
Proponemos un retorno a las fuentes de nuestro destino Americano. Es hora de regresar
al espíritu revolucionario que buscaba verdadera integración defendiendo al pueblo
esquilmado y no a quienes ayer hoy se dedican al saqueo en todas las formas
inimaginables. Es imprescindible que regrese la borla incaica al Escudo Nacional y
dejar de persistir en el error ideológico que ausentificó la presencia de Latinoamérica.
EN ESTE CASO EL DETALLE ES EL TODO. Hace unos días volví a presentar en el
Congreso Nacional el Proyecto de Ley ahora con mayores fundamentos para recuperar
el Escudo Nacional. Ya pasamos Mesa de Entradas. Veremos si algún diputado se
anima a apoyarlo y presentarlo. Recuperar el escudo original es recuperar la patria
grande, inclusiva, fraterna de raíz ancestral. Hoy, que tanta gente comienza a derribar en
el mundo símbolos que representan la opresión, símbolos que nos obligan a pensar con
categorías mentales opresoras, es imprescindible que Argentina recupere la borla
incaica del gorro frigio de nuestro escudo como fuera diseñado por aquellos fundadores
de nuestra Patria que aspiraba a ser Grande en la Patria Grande de Latinoamérica.

*Psicólogo, docente universitario, especialista en etnoliteratura y en investigar


genocidio indígena, autor de numerosos textos como Pedestales y Prontuarios y
Pedagogía de la Desmemoria.
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ARDÍO RECONOCIMIENTO AL RECLAMO DE ABORÍGENES DE LA PUNA, EN 1946

En memoria del Malón de la Paz


Los tres sobrevivientes de la gesta que protagonizaron 174 kollas, que marcharon a
Buenos Aires en reclamo de sus tierras, reciben desde septiembre una pensión. Pero
siguen viviendo en predios ajenos y su historia no se cuenta en las escuelas.

La marcha por recuperar las tierras que fueron de sus ancestros partió hace 63 años desde su
Puna natal y originaria. Pero desde entonces, la casi totalidad de los 174 kollas que formaron el
llamado Malón de la Paz, en 1946, para recorrer todo el país con el fin único de reclamar ante
el gobierno de Juan Domingo Perón, no obtuvieron respuestas hasta el día de su muerte.
Recién ahora, desde septiembre, tres sobrevivientes de aquel histórico peregrinaje reciben una
reivindicación simbólica, a través de una pensión de 596 pesos al mes, por iniciativa del bloque
de diputados de Libres del Sur. “El reclamo por sus tierras y para que la educación formal
incorpore su historia a la currícula, quedan pendientes”, aseguró Marcelo Valko, autor del libro
Los indios invisibles del Malón de la Paz, impulsor del reconocimiento a los aborígenes.
“Aquella gesta, aún hoy, es un paradigma de la lucha de los pueblos originarios para que les
reconozcan la prexistencia de sus culturas”, resaltó.

“Reivindicar la historia de los pueblos originarios es algo que pocos toman en cuenta porque no
tiene impacto social. Pero el Estado argentino se fundó sobre las bases de un genocidio y hay
que reconocerlo, debatirlo y pedir disculpas como otros Estados del mundo lo han hecho”,
argumentó la diputada Cecilia Merchán, impulsora del proyecto para otorgarles una pensión
graciable a los sobrevivientes y que, con su compañera de bloque, Victoria Donda, promueve
un proyecto para reemplazar la imagen de Julio Argentino Roca de los billetes de cien pesos.

La historia de los maloneros comenzó meses antes de la llegada de Perón a la presidencia,


cuando tres representantes del pueblo Kolla, envueltos en la jornada del 17 de octubre de
1945, se pusieron en contacto con el inspector de Tierras de la Nación, Mario Augusto
Bertonasco, para reclamar porque la familia Saravia –ancestros del líder chalchalero– les
estaba cobrando altas tarifas de arrendamiento por los campos que habitaban sus ancestros.

Aunque no existía ningún artículo de la Constitución que reconociera la preexistencia cultural y


étnica de los pueblos originarios –como figura desde la reforma constitucional de 1994–,
Bertonasco, con el visto bueno de Perón, se desprendería de su traje verde oliva y
acompañaría emponchado la peregrinación del Malón de la Paz desde su salida, en Abra
Pampa, Jujuy, hasta la entrada por la Avenida de Mayo al balcón de Perón, el 3 de agosto de
1946. Hicieron todo ese recorrido a pie y a caballo.

Quienes todavía pueden contar la hazaña, ahora reconocidos por la pensión del Congreso, son
Ciriaco Condorí, que recorría sus tempranos veinte, Buenaventura Solano que recién pasaba
su primera década de vida, y Narciso López que, con sólo siete años, llegó arriba de un caballo
tironeado por su padre (foto).

Aquella gesta reivindicativa sólo llegó hasta el balcón presidencial. Luego, el gobierno “mantuvo
durante semanas a los maloneros, en el Hotel de los Inmigrantes, hasta que el jefe de la policía
encabezó una golpiza que los llevó en un tren de vuelta a Jujuy, para ser olvidados”, cuenta el
historiador Valko.

“En Jujuy, la escuela enseña las guerras europeas, pero los chicos no saben sobre el Malón de
la Paz”, apuntó Valko. Hasta 2005, cuando reflotó la historia con su investigación, nadie retomó
el tema. Desde 2006, el autor de Los indios invisibles... –primer tomo de la colección Osvaldo
Bayer de la editorial de las Madres de Plaza de Mayo– redactó un proyecto de ley con el que
golpeó puertas de autoridades municipales, provinciales y nacionales para pedir tres puntos:
homenajear al malón, que su gesta se integre a la currícula de la educación formal y una
pensión vitalicia para los sobrevivientes.

Después de numerosas respuestas del tipo “no joda con los kollas”, Valko consiguió que el
municipio de Abra Pampa declarara ciudadanos ilustres a Ciriaco Condorí, a Narciso López y
su mujer, pero la inclusión en el calendario escolar, al menos de los establecimientos
educativos de la región, quedó sólo en “una promesa” del Concejo Deliberante.

“La educación es un tema fundamental, cuando llega el 12 de octubre en las escuelas se habla
del ‘descubrimiento de América’, muy lejano a la violencia que sufrieron los pueblos originarios.
Además, es el espacio para revertir los estereotipos despectivos que circulan en la sociedad,
como decirle ‘indio’ a un chico que se comporta mal”, indicó Merchán, que no logró que el
Congreso incorpore el tema a la agenda educativa.

Para Valko, titular de la cátedra Imaginario Etnico, Memoria y Resistencia en la Universidad de


las Madres, el avasallamiento sobre las tierras originarias es algo difícil de resolver porque
“toca muchos intereses”, pero los pueblos ni siquiera “tienen derecho a una vida digna,
despojados de un territorio donde estar”, porque continúan siendo “invisibles” para el Estado.

Informe: Nahuel Lag.

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Narciso López, de siete años, llegó a lomo de caballo junto con su padre.

Promotor de la Ley de Reconocimiento al Malón de la Paz Nº de Expediente


2294-D-2009 Trámite Parlamentario Nº 046 (13/05/2009): Rendir homenaje y
declarar su reconocimiento a los ciento setenta y cuatro kollas del Noroeste
argentino que conformaron el Malón de la Paz, homenaje que busca reivindicar
el reclamo que llevaron adelante por la titularidad de sus tierras usurpadas.
Cámara de Diputados, Congreso Nacional.
Conjuntamente aprobaron el proyecto de subsidio económico para tres
sobrevivientes del Malón de la Paz, efectivizado por intermedio del Congreso
Nacional en agosto de 2009 donde la diputada Cecilia Merchán fue de enorme
ayuda. Se trata de aquellos niños que en 1946 acompañaron a sus padres en
la travesía de dos mil kilómetros de la Puna a Buenos Aires. Se concede una
pensión graciable para los maloneros: Ciriaco Condori, Buenaventura Solano y
Narciso López. Resaltado por distintos medios.
ARGENTINA | Desmemoria y la parte
por el todo

n argentina nos robaron hasta el verdadero


escudo nacional. Hoy que se conmemora el Día
del Escudo, vuelvo a la carga. Ya es la cuarta vez
que presenté en el Congreso Nacional un
Proyecto de Ley (P. Nº 191/2009, P. Nº 070/2010,
P. 0010/2021 t P. 0145/2021
http://marcelovallko.com) para recuperar el
símbolo inclusivo que los esbirros de la
desmemoria oficial nos quitaron.
Por: Marcelo Valko
Estos escribas de la historia pequeña nos enseña que los argentinos
tenemos un origen “excepcional” y diferente del resto de Latinoamérica.
Desde temprano en la escuela nos intentan convencer de la
“excepcionalidad argentina” aquí “todos descienden de los barcos, son
europeos” de ese modo lavaron y amputaron todo lo que tuviera relación
con lo originario, con la Patria Grande.

Producido la revolución en 1810, y simultaneo con el despliegue militar de


patriota, un combate de igual trascendencia se desarrolló a nivel simbólico
con el propósito de destronar los emblemas ligados a la dominación
colonial y reemplazarlos por lo americano. Por ejemplo el sol de la bandera
es de procedencia incaica y es el mismo que asoma en el escudo y
concuerda en un todo con las estrofas del Himno alusivas a los cuzqueños
sancionado por la Asamblea del 11 de mayo de 1813. Como cualquiera
puede constatar la letra completa del Himno afirma: “Se conmueven del
Inca las tumbas / y en sus huesos revive el ardor / lo que ve renovado a sus
hijos / de la Patria el antiguo esplendor”. Estos versos no sólo imaginan la
emoción del Inca ante el despertar de Argentina, sino que además nos sitúa
en calidad de “hijos” recordando “el antiguo esplendor” del Tahuantinsuyo,
es decir, de la nueva Patria que asoma a la historia para cobijar a todos sus
descendientes. Dichas estrofas, presentan a la argentina como herederos
de los incas. Tiempo después, fueron cercenadas del Himno tras un decreto
del Poder Ejecutivo del 30 de marzo de 1900, siendo presidente
casualmente Julio A. Roca uno de los mayores asesinos de indios.

Consideraciones sobre el Escudo


Cuando se proclama de la Independencia se promulga en castellano,
quechua, aymará y guaraní, justamente para que los originarios conocieran
los objetivos y beneficios de la Revolución. En aquella oportunidad,
Belgrano hizo moción para gobernarnos por medio de una monarquía
atemperada perteneciente a la Cuna de los Incas. Esta adscripción de los
revolucionarios al imaginario andino no es antojadiza. No olvidemos que
los incas habían llegado hasta Tucumán y Santiago del Estero, donde aún
subsisten hablantes de quechua, y que a su vez, el límite norte del
Virreynato del Río de la Plata incluía no sólo los yacimientos de Potosí, sino
también a Tiahuanaco. Estas preocupaciones por posicionarse en el
contexto de las naciones desde una determinada conciencia histórica, dejó
huellas perdurables en nuestros emblemas oficiales. Uno de estos vínculos
intelectuales con lo andino será el sol Inca que aún flamea en la Bandera y
asoma en el Escudo, en este último, en la terminación del gorro frigio los
revolucionarios de Mayo añadieron un elemento que juzgamos
fundamental: la borla incaica que luego sería amputada.
Las pruebas
Afortunadamente existe un escudo original pintado en madera, destinado a
la escuela que sería construida con el dinero recibido por Belgrano como
recompensa por sus victorias ante los realistas. Tomado de la revolución
francesa que había proclamado la Libertad, Igualdad y Fraternidad, el gorro
frigio condensaba aquellos ideales integrados en la nueva América. Sin
embargo, a primera vista se impone una diferencia fundamental entre el
gorro frigio de Belgrano y su homólogo francés. En aquel escudo que se
encuentran en la actualidad en el Salón de las Banderas del Palacio de
Gobierno de Jujuy, aparece en forma notoria la borla incaica como
suplemento o remate del gorro frigio.
En su momento le encomendaron la creación del escudo al platero y
grabador Juan de Dios Rivera. Rivera había participado de la rebelión de
Túpac Amarú. Tas la derrota de 1781 y a raíz de la represión posterior,
como decenas de miles de desplazados huyó de Potosí dirigiéndose a
Buenos Aires. Lo que verdaderamente importa es que el gorro frigio del
escudo esta americanizado. Esa borla o tulma es la misma que usan los
indígenas del noroeste y del altiplano como remate de las orejeras de sus
gorros. El tricornio de la revolución francesa le decía muy poco a Rivera
quien decidió vestirlo de acuerdo a la cosmovisión Americana. De esa
forma, el Escudo Argentino surgió ligado al ideario de Tupac Amarú. Un
decreto fechado el 27 de abril de 1813 le asigna ya carácter de emblema
nacional.

La puja heráldica que terminó por eliminar la borla del gorro frigio,
provocaría una anarquía de diseños como puede apreciarse en numerosos
frontispicios de edificaciones de fines del siglo XIX y principios del XX. El
cercenamiento actual del diseño del escudo quedó establecida en 1900 por
el ministro Zeballos casualmente gran coleccionista de cráneos indígenas.
La amputación experimentada por el escudo para eliminar los rastros
americanos no es un tema menor. Los vaivenes heráldicos que
acompañaron a la eliminación de los principales revolucionarios, expresan
en última instancia un modelo de país “blanco y excepcional”, que opta por
enquistarse en el puerto de Buenos Aires con la mirada fija en Europa y
luego en EEUU, en lugar de integrarse al continente.

Conclusión
Proponemos un retorno a las fuentes de nuestro destino Americano. Es
hora de regresar al espíritu revolucionario que buscaba verdadera
integración defendiendo al pueblo esquilmado y no a quienes ayer hoy se
dedican al saqueo en todas las formas inimaginables. Es imprescindible que
regrese la borla incaica al Escudo Nacional y dejar de persistir en el error
ideológico que ausentificó la presencia de Latinoamérica. EN ESTE CASO EL
DETALLE ES EL TODO. Hace unos días volví a presentar en el Congreso
Nacional el Proyecto de Ley ahora con mayores fundamentos para
recuperar el Escudo Nacional. Ya pasamos Mesa de Entradas. Veremos si
algún diputado se anima a apoyarlo y presentarlo.
Recuperar el escudo original es recuperar la patria grande, inclusiva,
fraterna de raíz ancestral. Hoy, que tanta gente comienza a derribar en el
mundo símbolos que representan la opresión, símbolos que nos obligan a
pensar con categorías mentales opresoras, es imprescindible que Argentina
recupere la borla incaica del gorro frigio de nuestro escudo como fuera
diseñado por aquellos fundadores de nuestra Patria que aspiraba a ser
Grande en la Patria Grande de Latinoamérica.

o afro ingresa a la curricula


académica

I. El año venidero,  la negritud, la misma que


integro nuestros ejércitos revolucionarios e hizo
la Patria ingresa en la curricula académica. Esta
es una medida pionera en Argentina y la realiza
Santiago del Estero que como otras provincias
tuvo y tiene una proporción de afrodescendientes
sorprendente aunque mayormente mestizada.
Por: Marcelo Valko*
Siempre tuve en claro que el río de sangre del genocidio perpetrado a partir de 1492
tiene dos orillas muy nítidas, de un lado los pueblos originarios y del otro lo afro. No
son temas separados como algunos gustan creer, sino dos caras de una misma moneda
sangrienta y “Esclavitud y Afrodescendientes” la otra cara del genocidio americano lo
demuestra.
El desastre demográfico causado por la Conquista diezmó a los pueblos originarios al
utilizarlos in extremis como combustible biológico para maximizar la rentabilidad y
obligó a buscar sustitutos provocando un segundo genocidio. Del mismo modo que la
hecatombe en tiempo y espacio perpetrado contra los indígenas americanos no tiene
parangón en los anales de la humanidad, el secuestro y cosificación de africanos para
introducirlos en el Nuevo Mundo constituyó el mayor y más bestial desplazamiento
forzado de seres humanos del que se tenga memoria.

El tema es simple. El trabajo inhumano al que sometían a los indígenas aniquiló etnias
enteras y obligó a importar nuevas piezas del engranaje procedente de África”. Ambos
genocidios Conquista y Esclavitud son dos aspectos de un mismo crimen perpetrado en
América por el imperialismo movido por un desmedido afán de riquezas.

II. Argentina hizo cuanto pudo por diferenciarse del resto de los países americanos
apelando a una supuesta “excepcionalidad”, es decir, el país se considera blanco y la
historia oficial lo reafirma asegurando que todos vinimos de los barcos, es decir de la
inmigración europea. Sin embargo, la realidad es otra, basta salir a la calle.
Aunque el imaginario nacional lo niegue, Argentina tiene mayor cantidad de personas
que se reconocen originarios que Brasil. Además cuando se produjo la Revolución de
Mayo en 1810 una de cada cuatro habitantes de Buenos Aires era oriunda de Congo,
Angola o Mozambique y en algunas provincias del interior como Santiago del Estero la
proporción de afros era a la inversa, es decir tres de cada cuatro eran esclavos. ¿Cómo
se ocultó esta realidad? Negar las evidencias de tal densidad poblacional e importancia
y su posterior destino tiene un único propósito: demostrar la excepcionalidad Argentina
que desentona en una geografía rodeada de la “oscuridad” de paraguayos y bolivianos.

La manipulación de la historia que arroja todo lo que desentona fuera de los márgenes
es antigua como el mundo, superar esa falsedad ideológica al servicio del status quo y
su narración impostora es la tarea que tenemos entre manos.

III. En este contexto de forzado blanqueamiento y poderosa invisibilidad que la


negritud ingrese por primera vez en la curricula académica de una provincia Argentina
es un acontecimiento que es necesario resaltar. En Santiago del Estero a partir del año
venidero estará como tema educativo resaltando su importancia no solo en las guerras
revolucionarias sino por sus aportes intelectuales, basta consignar que en la segunda
mitad del XIX se editaban en Buenos Aires una docena de periódicos afro, demostrando
que excede en demasía el aspecto musical o carnavalesco al que muchos quieren
reducirlo.
Me interesa comentar cómo se gestó tal cuestión que no surgió de la noche a la mañana
sino que llevó largos años de maduración donde el Centro Popular de Educación
Gramsci cuyo mentor es el infatigable Diego Ramos es el motor fundamental
recorriendo la provincia de punta a punta desde comunidades de base a estudiantes del
profesorado, convocando a intendentes lucidos y funcionarios comprometidos con la
realidad.

En mi caso, me incorporé a esta hermosa gesta a partir de 2015 dictando seminarios de


perfeccionamiento docente. Desde ese momento viajé con regularidad tocando
Clodomira, San Andrés, Frías, Pozo Hondo, San Pedro de Guasayán y Santiago capital,
espacios donde Diego Ramos y equipo habían sembrado ideas de inclusión y de
rompimiento con la desmemoria.
Incluso en mayo de 2018 como expongo en “Esclavitud y Afrodescendientes” el Centro
Gramsci con el auspiciado por el Ministerio de Justicia y DDHH provincial organizó un
homenaje al afrodescendiente David Melián uno de los 44 submarinistas fallecidos en el
ARA San Juan.

El punto indicado fue San Andrés su lugar de nacimiento adonde se dirigió una extensa
caravana de buses que trasladó cientos de estudiantes del profesorado y sus docentes
para realizar un encuentro de dos días reflexionando sobre “Política, Educación e
Historicidad. La idea de la convocatoria en lo profundo del monte santiagueño además
de recordar al submarinista era visibilizar la presencia de los afrodescendientes en
nuestro país.

IV. Al año siguiente continuamos realizando estos encuentros en distintos puntos de


aquella geografía en cómodos centros culturales y otros muy humildes. Tal vez las
autoridades provinciales necesitaban algo que les diera un empujón final, la gota que
rebase el vaso para que la negritud ingrese en los establecimientos educativos que
inicialmente impulsó el Gramsci comenzando con comunidades de base.
Ese “algo” fue la aparición de “Esclavitud y Afrodescendientes” en octubre de 2021. En
el último viaje, realizado a comienzos de diciembre y ya con el fin de año acelerando las
decisiones hicimos lo de siempre, pero esta vez la prensa tenía un objeto concreto de
que hablar: el libro con el tema, un disparador al que el gobierno provincial podía
aferrarse, apenas la frutilla del postre de una gran labor previa.

De ese modo junto a Diego Ramos fuimos recibidos por el Vicegobernador Silva Neder
que ya tenía firmado el decreto declarando al texto de interés provincial, social y
cultural y en la extensa conversación se comprometió a que la negritud ingrese en 2022
en la curricula provincial. Además en estos momentos existe una iniciativa en el
Congreso Nacional para declararlo de interés de la Cámara de Diputados. Ojo al piojo,
no menciono estos trámites a efectos de un absurdo autoelogio, a lo largo de los años
pude comprobar que ciertos funcionarios para romper con la invisibilidad y moverse
requieren de un aval burocrático de magnitud como los mencionados.

Retomando una medida que será pionera en Argentina que ojala otras provincias imiten
para ir dejando atrás la desmemoria, el catecismo de la amnesia que profesa el país.
Esta disposición necesitó tiempo, fue levando como una masa hasta que un disparador le
dio el toque final, ese empujón que faltaba. Ya veremos cómo se irá implementando,
seguramente habrá marchas y contramarchas, acuerdos y desacuerdos hasta afinar las
cosas pero iremos despegando. Lo esencial es no rendirse, podemos transformar la
realidad apuntando siempre a una Patria Grande, justa, fraterna e inclusiva. Más
convencido que nunca, es lento, pero viene…

* Autor de numerosos textos como Cazadores de Poder, Pedestales y Prontuarios,


El Malón que no fue, Esclavitud y Afrodescendientes y Pedagogía de la
Desmemoria http://marcelovalko.com.
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rgentina | Escudo originario o


terrorismo simbólico

Nuevamente presenté ante la Cámara de


Diputado el proyecto de ley para recuperar el
verdadero Escudo Nacional de inspiración
originaria, algo en que vengo insistiendo desde
2009 para recuperar el símbolo inclusivo que los
esbirros de la desmemoria oficial nos quitaron.
Por: Marcelo Valko*
Estos escribas de la historia mezquina nos enseña que los argentinos tenemos un origen
“excepcional” y diferente del resto de Latinoamérica. Desde temprano en la escuela nos
intentan convencer de la “excepcionalidad argentina” aquí “todos descienden de los
barcos, son europeos” de ese modo lavaron y amputaron todo lo que tuviera relación
con lo originario, con la Patria Grande.

Producido la revolución en 1810, y simultaneo con el despliegue militar de patriota, un


combate de igual trascendencia se desarrolló a nivel simbólico con el propósito de
destronar los emblemas ligados a la dominación colonial y reemplazarlos por lo
americano. Por ejemplo el sol de la bandera es de procedencia incaica y es el mismo que
asoma en el escudo y concuerda en un todo con las estrofas del Himno alusivas a los
cuzqueños sancionado por la Asamblea del 11 de mayo de 1813. Como cualquiera
puede constatar la letra completa del Himno afirma: “Se conmueven del Inca las tumbas
/ y en sus huesos revive el ardor / lo que ve renovado a sus hijos / de la Patria el antiguo
esplendor”. Estos versos no sólo imaginan la emoción del Inca ante el despertar de
Argentina, sino que además nos sitúa en calidad de “hijos” recordando “el antiguo
esplendor” del Tahuantinsuyo, es decir, de la nueva Patria que asoma a la historia para
cobijar a todos sus descendientes. Dichas estrofas, presentan a la argentina como
herederos de los incas. Tiempo después, fueron cercenadas del Himno tras un decreto
del Poder Ejecutivo del 30 de marzo de 1900, siendo presidente casualmente Julio A.
Roca uno de los mayores asesinos de indios.

Consideraciones sobre el Escudo


Cuando se proclama de la Independencia se promulga en castellano, quechua, aymará y
guaraní, justamente para que los originarios conocieran los objetivos y beneficios de la
Revolución. En aquella oportunidad, Belgrano hizo moción para gobernarnos por medio
de una monarquía atemperada perteneciente a la Cuna de los Incas. Esta adscripción de
los revolucionarios al imaginario andino no es antojadiza. No olvidemos que los incas
habían llegado hasta Tucumán y Santiago del Estero, donde aún subsisten hablantes de
quechua, y que a su vez, el límite norte del Virreynato del Río de la Plata incluía no sólo
los yacimientos de Potosí, sino también a Tiahuanaco. Estas preocupaciones por
posicionarse en el contexto de las naciones desde una determinada conciencia histórica,
dejó huellas perdurables en nuestros emblemas oficiales. Uno de estos vínculos
intelectuales con lo andino será el sol Inca que aún flamea en la Bandera y asoma en el
Escudo, en este último, en la terminación del gorro frigio los revolucionarios de Mayo
añadieron un elemento que juzgamos fundamental: la borla incaica que luego sería
amputada.

Las pruebas
Afortunadamente existe un escudo original pintado en madera, destinado a la escuela
que sería construida con el dinero recibido por Belgrano como recompensa por sus
victorias ante los realistas. Tomado de la revolución francesa que había proclamado la
Libertad, Igualdad y Fraternidad, el gorro frigio condensaba aquellos ideales integrados
en la nueva América. Sin embargo, a primera vista se impone una diferencia
fundamental entre el gorro frigio de Belgrano y su homólogo francés. En aquel escudo
que se encuentran en la actualidad en el Salón de las Banderas del Palacio de Gobierno
de Jujuy, aparece en forma notoria la borla incaica como suplemento o remate del gorro
frigio.

En su momento le encomendaron la creación del escudo al platero y grabador Juan de


Dios Rivera. Rivera había participado de la rebelión de Túpac Amarú. Tas la derrota de
1781 y a raíz de la represión posterior, como decenas de miles de desplazados huyó de
Potosí dirigiéndose a Buenos Aires. Lo que verdaderamente importa es que el gorro
frigio del escudo esta americanizado. Esa borla o tulma es la misma que usan los
indígenas del noroeste y del altiplano como remate de las orejeras de sus gorros. El
tricornio de la revolución francesa le decía muy poco a Rivera quien decidió vestirlo de
acuerdo a la cosmovisión Americana. De esa forma, el Escudo Argentino surgió ligado
al ideario de Tupac Amarú. Un decreto fechado el 27 de abril de 1813 le asigna ya
carácter de emblema nacional.

La puja heráldica que terminó por eliminar la borla del gorro frigio, provocaría una
anarquía de diseños como puede apreciarse en numerosos frontispicios de edificaciones
de fines del siglo XIX y principios del XX. El cercenamiento actual del diseño del
escudo quedó establecida en 1900 por el ministro Zeballos casualmente gran
coleccionista de cráneos indígenas. La amputación experimentada por el escudo para
eliminar los rastros americanos no es un tema menor. Los vaivenes heráldicos que
acompañaron a la eliminación de los principales revolucionarios, expresan en última
instancia un modelo de país “blanco y excepcional”, que opta por enquistarse en el
puerto de Buenos Aires con la mirada fija en Europa y luego en EEUU, en lugar de
integrarse al continente.

Conclusión
Proponemos un retorno a las fuentes de nuestro destino Americano. Es hora de regresar
al espíritu revolucionario que buscaba verdadera integración defendiendo al pueblo
esquilmado y no a quienes ayer hoy se dedican al saqueo en todas las formas
inimaginables. Es imprescindible que regrese la borla incaica al Escudo Nacional y
dejar de persistir en el error ideológico que autentificó la presencia de Latinoamérica en
un claro acto de terrorismo simbólico. EN ESTE CASO EL DETALLE ES EL TODO.
Hace unos días volví a presentar en el Congreso Nacional el Proyecto de Ley ahora con
mayores fundamentos para recuperar el Escudo Nacional. Ya pasamos Mesa de
Entradas. Veremos si algún diputado se anima a apoyarlo y presentarlo. Recuperar el
escudo original es recuperar la patria grande, inclusiva, fraterna de raíz ancestral. Hoy,
que tanta gente comienza a derribar en el mundo símbolos que representan la opresión,
símbolos que nos obligan a pensar con categorías mentales opresoras, es imprescindible
que Argentina recupere la borla incaica del gorro frigio de nuestro escudo como fuera
diseñado por aquellos fundadores de nuestra Patria que aspiraba a ser Grande en la
Patria Grande de Latinoamérica. Es lento, pero viene…

*Psicólogo docente universitario, especialista en etnoliteratura y en investigar


genocidio indígena.
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entina: La memoria amputada. El


detalle es el todo
Por: Marcelo Valko*
La historia oficial nos enseña que los argentinos tenemos un origen excepcional y
diferente del resto de Latinoamérica. Desde temprano en la escuela nos intentan
convencer de la “excepcionalidad argentina” aquí “todos descienden de los barcos, son
europeos” de ese modo lavaron y amputaron todo lo que tuviera relación con lo
originario.

Producido la revolución en 1810, y simultaneo con el despliegue militar de patriota, un


combate de igual trascendencia se desarrolló a nivel simbólico con el propósito de
destronar los emblemas ligados a la dominación colonial y reemplazarlos por lo
americano. Por ejemplo el sol de la bandera es de procedencia incaica y es el mismo que
asoma en el escudo y concuerda en un todo con las estrofas del Himno alusivas a los
cuzqueños sancionado por la Asamblea del 11 de mayo de 1813. Como cualquiera
puede constatar la letra completa del Himno afirma: “Se conmueven del Inca las tumbas
/ y en sus huesos revive el ardor / lo que ve renovado a sus hijos / de la Patria el antiguo
esplendor”. Estos versos no sólo imaginan la emoción del Inca ante el despertar de
Argentina, sino que además nos sitúa en calidad de “hijos” recordando “el antiguo
esplendor” del Tahuantinsuyo, es decir, de la nueva Patria que asoma a la historia para
cobijar a todos sus descendientes. Dichas estrofas, presentan a la argentina como
herederos de los incas. Tiempo después, fueron cercenadas del Himno tras un decreto
del Poder Ejecutivo del 30 de marzo de 1900, siendo presidente casualmente Julio A.
Roca uno de lso mayores asesinos de indios.

Consideraciones sobre el Escudo


Cuando se proclama de la Independencia se promulga en castellano, quechua, aymará y
guaraní, justamente para que los originarios conocieran los objetivos y beneficios de la
Revolución. En aquella oportunidad, Belgrano hizo moción para gobernarnos por medio
de una monarquía atemperada perteneciente a la Cuna de los Incas. Esta adscripción de
los revolucionarios al imaginario andino no es antojadiza. No olvidemos que los incas
habían llegado hasta Tucumán y Santiago del Estero, donde aún subsisten hablantes de
quechua, y que a su vez, el límite norte del Virreynato del Río de la Plata incluía no sólo
los yacimientos de Potosí, sino también a Tiahuanaco. Estas preocupaciones por
posicionarse en el contexto de las naciones desde una determinada conciencia histórica,
dejó huellas perdurables en nuestros emblemas oficiales. Uno de estos vínculos
intelectuales con lo andino será el sol Inca que aún flamea en la Bandera y asoma en el
Escudo, en este último, en la terminación del gorro frigio los revolucionarios de Mayo
añadieron un elemento que juzgamos fundamental: la borla incaica que luego sería
amputada.
Las pruebas

Afortunadamente existe un escudo original pintado en madera, destinado a la escuela


que sería construida con el dinero recibido por Belgrano como recompensa por sus
victorias ante los realistas. Tomado de la revolución francesa que había proclamado la
Libertad, Igualdad y Fraternidad, el gorro frigio condensaba aquellos ideales integrados
en la nueva América. Sin embargo, a primera vista se impone una diferencia
fundamental entre el gorro frigio de Belgrano y su homólogo francés. En aquel escudo
que se encuentran en la actualidad en el Salón de las Banderas del Palacio de Gobierno
de Jujuy, aparece en forma notoria la borla incaica como suplemento o remate del gorro
frigio.

En su momento le encomendaron la creación del escudo al platero y grabador Juan de


Dios Rivera. Rivera había participado de la rebelión de Túpac Amarú. Tas la derrota de
1781 y a raíz de la represión posterior, como decenas de miles de desplazados huyó de
Potosí dirigiéndose a Buenos Aires. Lo que verdaderamente importa es que el gorro
frigio del escudo esta americanizado. Esa borla o tulma es la misma que usan los
indígenas del noroeste y del altiplano como remate de las orejeras de sus gorros. El
tricornio de la revolución francesa le decía muy poco a Rivera quien decidió vestirlo de
acuerdo a la cosmovisión Americana. De esa forma, el Escudo Argentino surgió ligado
al ideario de Tupac Amarú. Un decreto fechado el 27 de abril de 1813 le asigna ya
carácter de emblema nacional.

La puja heráldica que terminó por eliminar la borla del gorro frigio, provocaría una
anarquía de diseños como puede apreciarse en numerosos frontispicios de edificaciones
de fines del siglo XIX y principios del XX. El cercenamiento actual del diseño del
escudo quedó establecida en 1900 por el ministro Zeballos casualmente gran
coleccionista de cráneos indígenas. La amputación experimentada por el escudo para
eliminar los rastros americanos no es un tema menor. Los vaivenes heráldicos que
acompañaron a la eliminación de los principales revolucionarios, expresan en última
instancia un modelo de país “blanco y excepcional”, que opta por enquistarse en el
puerto de Buenos Aires con la mirada fija en Europa y luego en EEUU, en lugar de
integrarse al continente.

Conclusión
Proponemos un retorno a las fuentes de nuestro destino Americano. Es hora de regresar
al espíritu revolucionario que buscaba verdadera integración defendiendo al pueblo
esquilmado y no a quienes ayer hoy se dedican al saqueo en todas las formas
inimaginables. Es imprescindible que regrese la borla incaica al Escudo Nacional y
dejar de persistir en el error ideológico que ausentificó la presencia de Latinoamérica.
EN ESTE CASO EL DETALLE ES EL TODO. Hace unos días volví a presentar en el
Congreso Nacional el Proyecto de Ley ahora con mayores fundamentos para recuperar
el Escudo Nacional. Ya pasamos Mesa de Entradas. Veremos si algún diputado se
anima a apoyarlo y presentarlo. Recuperar el escudo original es recuperar la patria
grande, inclusiva, fraterna de raíz ancestral. Hoy, que tanta gente comienza a derribar en
el mundo símbolos que representan la opresión, símbolos que nos obligan a pensar con
categorías mentales opresoras, es imprescindible que Argentina recupere la borla
incaica del gorro frigio de nuestro escudo como fuera diseñado por aquellos fundadores
de nuestra Patria que aspiraba a ser Grande en la Patria Grande de Latinoamérica.

*Psicólogo, docente universitario, especialista en etnoliteratura y en investigar


genocidio indígena, autor de numerosos textos como Pedestales y Prontuarios y
Pedagogía de la Desmemoria.
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Letra del Himno Nacional Argentino


Letra completa en sus dos versiones

El 30 de marzo de 1900 se sancionó un decreto para que en las festividades


oficiales o públicas, así como en los colegios o escuelas del Estado, sólo se
cante la primera y la última cuarteta y el coro de la canción sancionada por la
Asamblea General del 11 de mayo de 1813.

(Versión original)
Letra: Vicente López y Planes
Música: Blas Parera Coro

Sean eternos los laureles


que supimos conseguir:
Coronados de gloria vivamos
O juremos con gloria morir. Oid ¡mortales! el grito sagrado:
¡Libertad, libertad, libertad!
Oid el ruido de rotas cadenas:
Ved en trono a la noble Igualdad. Se levanta a la faz de la tierra
Una nueva y gloriosa Nación:
Coronada su sien de laureles
Y a su planta rendido un León. Coro De los nuevos campeones los rostros
Marte mismo parece animar;
La grandeza se anida en sus pechos,
A su marcha todo hacen temblar. Se conmueven del Inca las tumbas
Y en sus huesos revive el ardor,
Lo que ve renovando a sus hijos
De la Patria el antiguo esplendor. Coro Pero sierras y muros se sienten
Retumbar con horrible fragor:
Todo el país se conturba con gritos
de venganza, de guerra y furor. En los fieros tiranos la envidia
Escupió su pestífera hiel
Su estandarte sangriento levantan
Provocando a la lid más cruel. Coro ¿No los veis sobre Méjico y Quito
Arrojarse con saña tenaz?
¿Y cual lloran bañados en sangre
Potosí, Cochabamba y la Paz?
¿No los veis sobre el triste Caracas
Luto y llanto y muerte esparcir?
¿No los veis devorando cual fieras
todo pueblo que logran rendir? Coro A vosotros se atreve ¡Argentinos!
El orgullo del vil invasor,
Vuestros campos ya pisa contando
Tantas glorias hollar vencedor. Mas los bravos que unidos juraron
Su feliz libertad sostener. A esos tigres sedientos de sangre
Fuertes pechos sabrán oponer. Coro El valiente argentino a las armas
Corre ardiendo con brío y valor,
El clarín de la guerra cual trueno
En los campos del Sud resonó;
Buenos Aires se pone a la frente
De los pueblos de la ínclita Unión,
Y con brazos robustos desgarran
Al ibérico altivo León. Coro San José, San Lorenzo, Suipacha,
Ambas Piedras, Salta y Tucumán,
La Colonia y las mismas murallas
Del tirano en la Banda Oriental;
Son letreros eternos que dicen:
"Aquí el brazo argentino triunfó."
"Aquí el fiero opresor de la patria
Su cerviz orgullosa dobló." Coro La victoria al guerrero argentino
Con sus alas brillantes cubrió,
Y azorado a su vista el tirano
Con infamia a la fuga se dio;
Sus banderas, sus armas se rinden
Por trofeos a la Libertad.
Y sobre alas de gloria alza el pueblo
Trono digno a su gran majestad. Coro Desde un polo hasta el otro resuena
De la fama el sonoro clarín.
Y de América el nombre enseñado,
Les repite ¡mortales! Oíd:
¡Ya su trono dignísimo abrieron
las Provincias Unidas del Sud!
Y los libres del mundo responden:
¡Al Gran Pueblo Argentino, Salud!

(Versión que se canta actualmente)


Letra: Vicente López y Planes
Música: Blas Parera Oid Mortales, el grito sagrado:
¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!
Oid el ruido de rotas cadenas:
Ved en trono a la noble Igualdad.

Ya su trono dignísimo abrieron


las Provincias Unidas del Sud,
y los libres del mundo responden
¡Al gran Pueblo Argentino salud! Coro
Sean eternos los laureles
que supimos conseguir:
coronados de gloria vivamos
o juremos con gloria morir.

Fuente: Museo de la Casa Rosada, Área Biblioteca


Instituto de Musicología

¿Cómo se creó el
Escudo Nacional
Argentino?
10 DE MARZO DE 2021
HISTORIA
 
EFEMÉRIDES

Cada 12 de marzo, se celebra en la Argentina el


Día del Escudo Nacional, en conmemoración de su
creación y declaración como símbolo patrio, en
1813. Hasta la instauración de la Asamblea del
año XIII, el sello que se utilizaba para los
documentos del Virreinato era el de las armas
reales. Sin embargo, ante la necesidad de contar
con un distintivo propio, nació una insignia nueva
que incluía, a su vez, la constitución de una
identidad. Enterate más en esta nota.
El Escudo Argentino es la fiel reproducción del sello que usó la Soberana
Asamblea General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la
Plata, ordenado el 12 de marzo de 1813. Hasta que se instaló la Asamblea
General Constituyente, el 31 de enero de 1813, no existía un sello para legislar
los actos gubernativos. Para estampar los documentos, durante el Virreinato, se
utilizaba la figura de las armas reales.
"Elevadas las Provincias Unidas en Sud América al rango de una Nación después
de la declaratoria solemne de su independencia, será su peculiar distintivo la
bandera celeste y blanca que se ha usado hasta el presente y se usará en lo
sucesivo exclusivamente en los Ejércitos, buques y fortalezas, en clase de
Bandera menor, ínterin, decretada al término de las presentes discusiones la
forma de gobierno más conveniente al territorio, se fijen conforme a ella los
jeroglíficos de la Bandera nacional mayor", reza uno de los textos oficiales de la
época.
Ante tal necesidad, la Asamblea comenzó a utilizar el sello que hoy
constituye el Escudo Nacional. Como testimonio de ello, se conservan dos
cartas de ciudadanía expedidas por la Asamblea el 22 de febrero de 1813,
donde figura el escudo estampado en lacre: una de ellas se conserva en el
Museo Histórico Nacional (MHN), extendida a favor de Don Antonio
Olavarría, y está firmada por el presidente del cuerpo, general Carlos María de
Alvear, y el secretario, Don Hipólito Vieytes.
Antes de su sanción legislativa, Manuel Belgrano lo usó como símbolo central
de las tropas emancipadoras, y fue reconocido por pueblos y gobiernos
provinciales como símbolo del naciente Estado argentino.
Gentileza: El arcón de la historia.

"Hay que tener en cuenta que durante aquel momento, la guerra contra los
realistas era moneda corrientes, una situación cotidiana. Manuel Belgrano, en
una de sus cartas, expresa algo, quizá, absolutamente práctico, eficaz: la
necesidad de un tipo de distintivo porque, si no, en las batallas no sabemos
quién está de un lado y quién está del otro", expresó en una entrevista el
historiador argentino, Javier Trímboli. Y agregó: "No solamente se trató de
inculcar un espíritu de cuerpo patriótico, de la constitución de un nuevo
nosotros (soldados, gauchos, etc.), sino también de esa otra cuestión muy
práctica: distinguirse. Esto tiene que ver con la potencia que tienen los símbolos
en la consitución de nosotros, de comunidades políticas. Esto ya era un
aprendizaje que estaba en la Revolución francesa que, rápidamente, las
revoluciones en América y, en particular, en el Río de la Plata, adoptan como
propia".
La Asamblea Constituyente ordenó al diputado por la provincia de San Luis,
Agustín Donado, la confección del nuevo símbolo patrio. Donado eligió al
orfebre peruano Juan de Dios Rivera Túpac Amaru, a quien se le atribuye el
primer grabado del Escudo Nacional (según un diseño, como se comenta,
del mismo Donado). Rivera, de origen inca, vivía en la ciudad de Buenos Aires y
diseñó el Escudo con su propia impronta, al incluir el sol incaico.
Diseño que llevó a cabo Juan de Dios Rivera, un primo de Túpac Amaru, a quien se le adjudica la creación del Escudo Nacional. 

Adopción oficial
En 1944, el Poder Ejecutivo Nacional mediante el Decreto 10.302, en su artículo
5.°, determinó la adopción del sello que usó la Soberana Asamblea General
Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, como representación
del Escudo Argentino. Esta acción logró dar uniformidad al escudo y quedó
conformado de la siguiente manera:
Es un escudo de forma oval cortado con su campo superior de azur (azul), y el
inferior de plata (blanco) con dos antebrazos humanos estrechados que
representan la unión de las provincias, el gorro de gules (frigio) es el símbolo de
la libertad que sostenido por la pica (lanza corta) identificado con la defensa. El
sol naciente anuncia una nueva nación, rodeado de los laureles del triunfo. La
cinta con los colores patrios hace alusión a la nacionalidad argentina.
Gentileza: El Litoral.

Simbolismo del Escudo Nacional 


En cuanto a su simbolismo, se considera que los antebrazos humanos que
estrechan sus diestras en el cuartel inferior, representan la unión de los pueblos
de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
El gorro de gules -comúnmente denominado frigio- es un antiguo símbolo de
libertad y la pica (lanza corta) evidencia el propósito de sostenerla, de ser
necesario, con las armas.
El sol incaico en su posición de naciente anuncia al mundo la aparición de una
nueva nación. Los laureles son símbolo heráldico de victoria y triunfo, y
evidencian las glorias ya adquiridas en los campos de batalla.
Las cintas celestes y blancas representan a la Nación Argentina.
Fuente: argentina.gob.ar.

nes, 11 de marzo de 2013

Bicentenario del Escudo Nacional


Para un Blog que se refiere a las manifestaciones de la Heráldica en la Argentina, la
fecha que celebramos en estos días no puede pasar desapercibida: mañana se
cumplen 200 años de la "creación" del Escudo Nacional.  

Imagen obtenida en  http://www.worldleadersindex.org

Cualquier lector de este Blog sabe que hablar de una fecha exacta de "creación" de
nuestro Escudo Nacional es ilusorio;   de todos modos, se toma como referencia la
primera mención "oficial" del sello que la Asamblea del Año XIII usó prácticamente
desde su instalación. 

A fin de celebrar este bicentenario sin caer en lo trillado o en lo obvio, hemos


decidido dedicar esta entrada a  las representaciones del sello de la Asamblea (o
Escudo Nacional)  que datan con seguridad de 1813,   y a otras representaciones
que, aunque no puede afirmarse a ciencia cierta que proceden de ese año,  son
generalmente  atribuidas a esa fecha.

Tomamos como punto de partida, para esta nota, dos artículos que hemos hallado
en la Red (y que coinciden, a veces a la letra, en gran proporción de su contenido), a
saber: una ponencia -de temática originalmente numismática- escrita por Luciano
Pezzano ("El anverso de las primeras monedas patrias, ¿sello de la Asamblea o
Escudo Nacional?"); y  el trabajo "Emblemas de libertad", de Fernando Ángel
Castro Pintos.

Siguiendo en líneas generales esas dos notas, trataremos  de recorrer, pues,  las
versiones del escudo que datan del año 1813, es decir, que cumplen 200 años en
2013.

Ante todo: Como sabemos, el escudo patrio fue originalmente el sello de la


Soberana Asamblea General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la
Plata,  es decir, de la Asamblea del Año XIII.   El sello fue encargado a  Juan de Dios
Rivera,  según su propio testimonio:  «la Soberana Asamblea inmediatamente
después de su instalación se sirvió mandarme trabajar los sellos de sus armas lo
que verifiqué a la brevedad posible».  

Sello  de la Asamblea del Año XIII  en lacre 

Los documentos con el  sello de la  Asamblea que han llegado hasta nosotros son
algunas  cartas de ciudadanía: la otorgada a Francisco de Paula Saubidet, fechada el
22 de febrero de 1813; la  otorgada a Antonio de Olavarría, firmada por Carlos
María de Alvear; y  la  otorgada al general Juan Antonio Álvarez de Arenales,
fechada el 6 de julio de ese mismo año, firmada por Gervasio Antonio de Posadas.

De 1813 es también el escudo pintado en la bandera blanca que Belgrano obsequió


al Cabildo de Jujuy el 25 de mayo de 1813.  Belgrano se refirió a la misma en una
comunicación al Gobierno, del 26 de mayo: «acostumbrados estos pueblos a
estandartes, deseó este Cabildo sacar una bandera y le franqueé la del ejército
para la víspera y fiestas, y habiendo preparado una bandera blanca en que
mandé pintar las Armas de la Soberana Asamblea General Constituyente, que usa
en su sello, después de haberla hecho bendecir, concluido el Tedeum se la entregué
al expresado cuerpo para que la conservara».

Asimismo,  hay que mencionar  el escudo confeccionado para colocar en la puerta
de la escuela que Belgrano donó a Jujuy;  esto ocurrió en  julio de 1813.  Dice
Belgrano:  «Dejé pintándose las armas para la puerta de la escuela. La inscripción
que debe ponerse alrededor de ellas es la siguiente: “Venid que de gracia se os da
el néctar agradable y el licor divino de la sabiduría”».

En la lista de representaciones bicentenarias del escudo, hay que mencionar la


descripción y reproducción del sello de la Asamblea del Año XIII en las “Memorias
Curiosas” de Juan Manuel Beruti, de mayo de 1813: «En este propio mes se han
quitado de orden superior todos los escudos de las armas de Castilla, que estaban
puestos en los frentes de las casas consistoriales, Fuerte, cajas reales, Consulado,
tribunal de cuentas, colegios, etcétera y mandado reemplazarlos  en lugar de
aquéllas, con el gran escudo de la nación de las Provincias Unidas del Río de la
Plata, cuyo jeroglífico es en campo blanco dos brazos cuyas dos manos están
agarradas del medio de ellas, sale un bastón cuya punta remata en un campo
celeste, sobre la cual está metido un gorro con su borla de color encarnado el cual
escudo está orlado de un tejido de hojas de olivo y por morrión el sol, que
simboliza, que ha amanecido nuestra felicidad. Las manos juntas significan la
unión de las provincias, y el gorro sobre el palo la libertad, la orla de olivas los
triunfos y victorias adquiridas, y los campos celeste y blanco nuestra bandera
nacional. El diseño aunque toscamente es el siguiente»:

Finalmente, sabemos que la Asamblea hizo acuñar  monedas en Potosí.  Por  ley del
13 de abril de 1813 se disponía:   «La moneda de Plata que de aquí en adelante
debe acuñarse en la Casa de Moneda de Potosí, tendrá por una parte el sello de la
Asamblea General, quitado el Sol que lo encabeza...».  
Al referirse a la moneda de oro, la ley  especifica que  llevará «lo mismo que la de
Plata con solo la diferencia, que al pié de la pica y baxo de las manos que la
afianzan se esculpan trofeos militares consistentes en dos banderas de cada lado,
dos cañones cruzados y un tambor al pié». La importancia de esta norma radica en
que nombra  específicamente tres de los elementos del sello/escudo: "el Sol que lo
encabeza", "la pica" y "las manos que la afianzan".

Además, también el Poder Ejecutivo usó el sello de la Asamblea, conforme


establecía el decreto que constituye la primera referencia oficial a las actuales armas
argentinas, decreto cuya fecha (12 de marzo) es justamente recordada cada año
como Día del Escudo Nacional. «Hecha una moción en este día por uno de los
ciudadanos representantes, para que se designase al Supremo Poder Ejecutivo el
sello que debía usar en sus diplomas y contestaciones oficiales, se acordó por
unanimidad de votos lo siguiente: DECRETO. La Asamblea General Constituyente
ordena que el Supremo Poder Ejecutivo use el mismo sello de este Cuerpo
Soberano, con la sola diferencia de que la inscripción del Círculo sea la de
“Supremo Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas del Río de la Plata». Este sello
también fue confeccionado por Juan de Dios  Rivera, según surge de la factura del
11 de mayo (que menciona un sello labrado en plata y otro en cobre).

Finalmente, el estandarte paseado en Salta en las fiestas mayas de 1813 llevaba en


una de sus caras «las armas del Estado, que son el árbol y gorra de la libertad
sostenidos de dos brazos unidos, y rodeado de dos guirnaldas; y por la parte
superior un sol naciente», según informó Feliciano Chiclana al Gobierno.  Este
estandarte  no se conserva, pero la descripción de Chiclana se refiere
inequívocamente al sello de la Asamblea, al que significativamente llama  "las
armas del Estado".

Entre las  representaciones del escudo que probablemente -aunque no con certeza-


datan de aquel mismo año 1813,   se hallan:

-El escudo  que se supone  estuvo colocado en la entrada del edificio  donde sesionó
la Asamblea General Constituyente. Fue donado al Museo Histórico Nacional por
Gervasio de Posadas, quien lo encontró entre trastos viejos

«...ostenta en el centro el emblema nacional dentro de un óvalo de treinta y tres


centímetros de alto por veinticinco de ancho, partido horizontalmente en dos
bandas, azul-celeste la superior y blanca la inferior [...]; dos manos con brazos
desnudos, entrelazados en en señal de unión, levantan la pica que sostiene el
gorro frigio de la libertad dibujado en el jefe del escudo; orlado todo por dos gajos
de laurel, [...] lo corona un sol naciente, el de los Incas, cuyos rayos, uno ondulado
y otro radiante, tocan casi a la bordura por el extremo superior; en el exergo la
fecha “1813”. En derredor de ese escudo y de izquierda a derecha están puntadas
en negro las letras: A.G.C.D.L.P.U.D.R.D.L.P., abreviatura de: “Asamblea General
Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata”». 

-El escudo que aparece en una bandera atribuida al Regimiento de Infantería Nº7
que se encuentra en el Museo Histórico de Montevideo.

«...tiene en su centro el Escudo de la Soberana Asamblea General Constituyente, y


en los ángulos las armas de Buenos Aires, del Escudo, de forma redonda, de
Buenos Aires, salen cuatro grupos de rayos de luz en forma de cruz y la orla esta
formada por ramos de rosas, símbolo de la Rosa de Lima, patrona de América del
Sur. Del Escudo central salen dos banderas, de los colores azul celeste y blanco,
los colores de la revolución americana y dentro de ellas, dos flechas y un arco
emblema de América y de los indígenas, que usaban todas la naciones
que luchaban por su independencia».  

-Finalmente, el escudo que habría estado en la bandera del Regimiento de


Infantería Nº 1 Patricios:   «El jueves 16 [se refiere al  mes de septiembre de
1813] salió el Nº 1 (...) con su bandera de la Patria entre azul y blanco y una cruz
al medio que tenía dicha bandera y arriba del escudo en la lanza, la insignia de la
libertad».  Esta bandera tampoco se conserva. Podría haber sido así:
Después de 1813, como también sabemos, el Escudo Nacional sufrió numerosos
cambios,   transformaciones y agregados, y fue dibujado de mil maneras distintas
(lo cual sigue ocurriendo  actualmente); pero para celebrar la fecha del
bicentenario, que se cumple mañana, baste con esto que hemos expuesto.  A lo
largo de este año del bicentenario volveremos más de una vez sobre el tema del
Escudo Nacional de la República Argentina.

https://es.wikisource.org/wiki/El_escudo_y_los_colores_nacionales

EL ESCUDO

Y
LOS COLORES NACIONALES

POR

ESTANISLAO S. ZEBALLOS

(Extracto de la REVISTA DE DERECHO, HISTORIA Y LETRAS)

BUENOS AIRES
Deconstruyendo el escudo nacional
Un comentario sobre la muestra de Liliana Avalos: Escuderas:
Identidad y nación.
PUBLICADO: 2021-05-11

 
 
 
El arte es un artefacto político para que la sociedad reflexione sobre sí misma.
Es un dispositivo para cartografiar el pasado, para apuntar hacia el presente y
para observar un conjunto de latencias no desarrolladas que podrían activarse
en el futuro. La notable exposición que la artista Liliana Avalos expone
actualmente en la galería del Centro Cultural Ricardo Palma demuestra la
potencia del arte para representar el país y la importancia que este debería
tener en colegios, universidades y en el debate político actual.

La muestra presenta 11 escudos peruanos, a manera de cojines, que han sido


bordados, con distintas técnicas que dan cuenta de la heterogeneidad cultural
del Perú. Encontramos ahí formas que vienen de la tradición asháninka, de las
arpilleras de Huaycán, de los mates burilados de la sierra central. La artista,
que ha trabajado con personas de cada una de estas comunidades, ha
aprendido sus formas de tejer a fin de elaborar estos objetos que desafían todo
discurso “nacionalista”.

IRMA COCIENDO / 40 X 32 CM

Lo que quiero decir es que ésta no es una muestra destinada a celebrar la


diversidad del patrimonio cultural del Perú. En las últimas décadas, la
apología de la diversidad ha tenido como contrapeso la invisibilización de la
desigualdad. De nada sirve celebrar lo diverso, si eso diverso continúa
sometido a formas de exclusión y dominación social. La simple apología de la
“riqueza cultural” de lo diverso resulta ofensiva cuando no hay camas UCI,
cuando no hay oxígeno, cuando todo el sistema económico ha sido diseñado
para que algunos se aprovechen lucrando con lo que debería ser igual para
todos.

Por eso mismo, en el centro de estos escudos no encontramos los conocidos


elementos que lo configuran, sino imágenes de mujeres anónimas del pasado y
del presente. Lejos de cualquier estereotipo o imagen de cliché, la artista le ha
interesado mostrar el anonimato mismo como una manera de sacar a la luz lo
que ha sido sistemáticamente excluido en la construcción del país. De todas
formas, más que a sujetos excluidos, vemos aquí oficios, formas de trabajo
que continúan sometidas a colonialidades diversas. Lejos de ser un espacio
idealizado, el mercado parece ser aquí un nuevo agente productor de la
desigualdad.

Estos escudos desconstruyen la narrativa clásica de la nación en el Perú.


Deconstruyen su patriarcalismo constitutivo (y constituyente) y desestabilizan
al mercado como instancia de libertad. ¿Son libres las mujeres que trabajan
actualmente en las agroexportadoras de Ica? En realidad, estos escudos se
deconstruyen a sí mismos porque lo excluido es la negación misma de toda
idea de comunidad. Una comunidad con un grado tan alto de exclusiones no
es una comunidad. Al negarse a incluir los símbolos y colores tradicionales,
estos escudos sostienen que la historia oficial del Perú (esa que nos siguen
enseñando en los colegios) es solo la autobiografía de una elite que hoy se
recompone con mucha fuerza y que poco tiene que ver con la vida diaria de
las grandes mayorías.
VENDEDORA DE ABARROTES / 38 X 32 CM

Nuestros políticos no saben de arte. En realidad, no saben de casi nada. La


crisis educativa en el país pasa por el descuido de las humanidades y de las
artes. Hace poco un amigo me comentaba que a su hijo, que estudia en un
colegio público en el Rímac, no le enseñaban nada de arte y sí sofismas de
“emprendedurismo” y demás. La muestra de Liliana Avalos debería ser
mostrada y discutida en todos los colegios del Perú.

Escuderas: Identidad y nación, exposición curada por la


antropóloga visual Karen Bernedo. La muestra va hasta el 16
de mayo en la Sala 770 del Centro Cultural Ricardo Palma.

Lo micro y lo macro y el terrorismo


simbólico
El que quiere ser gusano que se arrastre
y el que no grite cuando lo pisen
Emiliano Zapata
Por: Marcelo Valko*
Esta nota trata los eternos retornos que surgen en el río del tiempo donde habitan
terrores pero también las memorias de los pueblos. Un ejemplo. El 11 de marzo Gabriel
Boric asumió como presidente de Chile como consecuencia del salto que estudiantes
secundarios dieron para evadir los molinetes del Metro de Santiago de Chile negándose
a pagar el aumento del boleto del Metro el 18 de octubre de 2019.

Esa desobediencia, que algunos calificaron de “travesura” escondía el germen de una


rebelión que incendió el imaginario social chileno. Adviertan que el incremento que se
negaron a pagar los chicos era menos del 4%, tantas veces en nuestros países se castigó
mucho más a los bolsillos y todo fue como debía ser. Pero estamos en América y en la
profundidad de sus laberintos de sangre cuesta determinar el funcionamiento del
detonante que libera la ola. No hay recetas ni formulas, pero sí memoria. Hace siglos
América viene diciendo NO, una negación que en ocasiones es silenciosa, un no
resignado, apenas murmurado que no se expande.

En cambio en otros momentos el NO se transforma en grito que hizo gente que la


historia recuerda con nombre como Túpac Amaru, Sandino o Farabundo Martí por
mencionar apenas tres y tantos otros anónimos como los estudiantes de Santiago de
Chile. El salto del molinete más que una evasión del boleto es un NO rotundo a un
estado de profundas injusticias arrastrada durante décadas y por ello el contagio fue
instantáneo.

Las protestas se extendieron de norte a sur, muertos, millares de heridos, incontables


detenidos, toque de queda y estado de emergencia y el poder temblando. La esposa de
Sebastián Piñera en un audio que se filtró a la prensa expresó un sentimiento de clase
“estamos absolutamente sobrepasados, es como una invasión extranjera, alienígena” con
resignación aseguró “vamos a tener que disminuir nuestros privilegios y compartir con
los demás” (La Voz 22/10/2019).
El salto del moliente causó el llamado al referéndum para modificar la Constitución
dejada por Augusto Pinochet. El 79% exigió derogarla. Y como obra de la magia de ese
salto del Metro que se convirtió en semilla libertaria Boric llegó al palacio de La
Moneda donde fuera asesinado el socialista Salvador Allende. Ya veremos, por lo
pronto se avizora un cambio.

El 24 de marzo en Argentina se conmemora el Día de la Memoria por la Verdad y la


Justicia en relación al golpe de Estado de 1976 que instauró una dictadura que
desapareció 30.000 personas, torturo, violó y hasta se apropió de medio millar de niños
que la Abuelas de Plaza de Mayo y sus familiares continúan buscando, una dictadura
que buscó no solo destruir personas sino que demolió conquistas sociales y redujo a
cenizas el sistema económico. Argentina no fue la excepción sino la regla ya que el
Departamento de Estado impulso golpes en Latinoamericana que perpetraron una
limpieza ideológica promoviendo exilios, exterminios y un terrorismo simbólico
igualmente siniestro que el físico. Un ejemplo.

El general Ibérico Saint-Jean interventor de la provincia de Buenos Aires poco después


del golpe en un cena con altos oficiales: “primero mataremos a todos los subversivos,
luego mataremos a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, enseguida a aquellos
que permanecen indiferentes y finalmente, mataremos a los tímidos”. No se trató solo
de una bravuconada arrogante o un exabrupto que verbalizó en un descuido, por el
contrario se trató de un modus operandi. La idea que subyace en primera instancia
implica terrorismo simbólico: nadie está a salvo y quien detenta el poder lo ejerce con
impunidad. Al punto que el dictador Videla en aquella entrevista en la que vistiendo un
traje civil que no lograba humanizarlo aseguró “un desaparecido no tiene entidad no
está ni muerto ni vivo está desaparecido”. La profanación de vidas quebrando historias
personales pone de relieve la más siniestra de las violencias, tan desgarradora como la
física y seguramente más profunda y duradera ya que continúa atormentando después
que el dolor físico se apaga en la piel mediante pesadillas nocturnas y pavores diurnos.

Los crímenes se evaporan, los muertos son invisibles, los culpables son inocentes y
poseen nombres y memorias inmaculadas y hasta tienen pedestales. Ese es el punto.
Que los autores permanezcan impunes no hace otra cosa que acentuar los graves efectos
psicosociales causados por la impunidad resultante. Eso es terrorismo simbólico.

Tengamos presente que la discursividad emergente de tales situaciones intolerables


tiene como ejes la negación, la distorsión, la sustitución de los hechos y el silencio
cuyos efectos tienen profunda incidencia en la construcción de la autopercepción, del
nosotros inclusivo y de la relación de asimetría que se establece con el otro impune
como hoy en día se observa en El Salvador con la masacre de El Mozote ejecutada por
el batallón contrainsurgente Atlacatl.

La culpabilidad queda en el vacío, permanece suspendida retornando de alguna manera


sobre las víctimas catalogadas como “subversivos, colaboradores, simpatizantes,
indiferentes, tímidos o indígenas” quienes son depositarios naturales de la culpa de ser
otro. El discurso de silencio sobre el terror genera terror y sometimiento, la negación del
dolor genera dolor. Y ese terror sin anclaje concreto donde fijarse produce severos
trastornos. Es imprescindible acceder a la palabra que contribuye a la reparación de lo
traumático. La palabra acompañada de justicia. Nombrar es el comienzo de la
elaboración no sólo de la perdida, sino también del posicionamiento como individuo
dentro de una comunidad que fue golpeada con el asesinato que instauró en su relato de
ser-en-el-mundo una herida profunda en su mismidad como seres humanos.

Cabe preguntarse por último, que si bien toda pérdida siempre presenta un margen de
inelaborabilidad: ¿hasta qué punto ese margen se extiende cuando además de la no
justicia, se niega e invisibiliza la existencia del suceso? ¿Hasta dónde es posible
elaborar la percepción de la constante impunidad de los victimarios y la permanente
indefensión de las víctimas en tales circunstancias? Que la justicia no llegue y deje sin
sanción crímenes evidentes deja latente en el imaginario la posibilidad de la repetición,
que el crimen se reitere. Eso es terrorismo simbólico. La no-justicia es la otra cara de tal
inequidad que busca dominar a los pueblos.

Hoy el planteo del poder es diferente pero el problema no deja de ser el mismo. Las
atroces masacres de los ´70 y ´80 se convierten en muertes por goteo. Por el momento
eso les basta. Líderes sociales, indígenas, afrodescendientes sobre todo militantes
ambientales entran en el foco de las muertes por goteo. En nuestro continente encabeza
el tétrico listado Colombia, seguido por Brasil, Guatemala, México y Honduras siendo
las cuestiones más peligrosas los que tienen relación con las mineras y las represas, un
ejemplo es la hondureña Berta Cáceres asesinada en 2016 otro la brasilera Marielle
Franco en 2018.

Por eso, este 24 de marzo que Argentina conmemora una de las fechas más infaustas de
su historia es necesario tener muy presente lo ocurrido, y así como el poeta chileno
Pablo Neruda al subir por primera vez al Machu Pichu, en esas alturas escribió “Yo
vengo a hablar por vuestras bocas muertas” nosotros también al tomar las calles el 24 de
marzo presentificando tantas ausencias reclamaremos hoy y siempre Memoria, Verdad,
Justicia. Esa es la chispa que nos permitirá saltar el molinete de la injusticia, la valla de
la desmemoria. Es lento pero viene…

*Autor de numerosos textos, psicólogo, docente universitario, especialista en


etnoliteratura y en investigar genocidio indígena.
Comparte esto:

a elite que se adueñó del país tras las guerras civiles y se maquilló de argentinidad
redujo los sueños de los patriotas para enquistarnos en el puerto de Buenos Aires,
amputó las utopías de los mejores idealistas a las que consideró extravagancia del
momento y así cercenó el alcance territorial de la Patria Grande Americana.
Minimizó a Simón Bolívar y maximizó el “desencuentro” de Guayaquil. Provincializó
el internacionalismo de San Martín al mismo tiempo que nacionalizó las
aspiraciones porteñas. La historia oficial se dedicó a amputar todo aquello que
oliera a originario e hizo lo imposible por evadirse de la geografía latinoamericana.
Se percibieron inicialmente como un apéndice perdido de Europa y de un tiempo a
esta parte trasladaron su capital mental a Miami en donde se sienten a sus
anchas. Son aquellos devotos del país blanco que aseguran que todos los
argentinos venimos de los barcos, es decir de inmigración europea y que no
tenemos nada que ver con la piel cobriza del resto del continente algo que
Sarmiento sintetizo mediante su siniestra Civilización o Barbarie.
Origen y características

El escudo nacional argentino tiene su origen en el sello usado por la Soberana Asamblea General

Constituyente de 1813.

Antecedentes

En enero de 1794 la Corona de España creó el Real Consulado de Buenos Aires. Al frente del

edificio donde este funcionaba se colocó un escudo con los colores celeste y blanco. Estos colores

provenían de los colores borbónicos, de la casa de Fernando VII.

Origen del escudo nacional

Hasta el momento en que se instaló la Asamblea del año XIII, el 31 de enero de 1813, el sello que

se utilizaba para los documentos del Virreinato era el de las armas reales. Cuando la Asamblea se

creó, y ante la necesidad de contar con un sello propio, se comenzó a utilizar uno inspirado en un

modelo que compuso el peruano Antonio Isidro de Castro en 1812 por disposición de Bernardino

Rivadavia, y que le había sido presentado al Primer Triunvirato.

El 12 de marzo de 1813 se hizo la primera mención expresa acerca del escudo, cuando se dispuso

que el Supremo Poder Ejecutivo (Segundo Triunvirato) usara el mismo sello que la Soberana

Asamblea, aunque con la inscripción correspondiente alrededor de los atributos.


Los primeros documentos que se conocen con el sello de la Soberana Asamblea son de 1813. En

un decreto del 22 de febrero, firmado por Alvear y Vieytes, aparece el escudo en un sello de lacre.

Otro decreto del 27 de abril de ese mismo año asigna carácter de emblema nacional a ese sello, al

ordenar que las armas del rey, fijadas en lugares públicos o que figuren en los escudos y banderas

de algunas corporaciones sean sustituidas por las armas de la Asamblea (el escudo).

La forma definitiva del escudo nacional quedó fijada en 1900 por Estanislao S. Zeballos, en esos

momentos ministro de Estado, con el Decreto 10.302, dictado en Acuerdo General de Ministros el

24 de abril de 1944.

Características y significado

Nuestro escudo nacional tiene forma de elipse, cortada al medio: la mitad superior azul celeste,

que representa la justicia, la verdad, la lealtad y la fraternidad; y la mitad inferior, de color plata

(blanco), símbolo de pureza, fe, hidalguía, integridad, firmeza y obediencia.

 Escudo Nacional argentino tiene su origen en el sello usado por la Soberana Asamblea General
Constituyente de 1813.

Hasta el momento en que se instaló la Asamblea del año XIII, el 31 de enero de 1813, el sello
que se utilizaba para los documentos del Virreinato era el de las armas reales. Cuando la
Asamblea se creó, y ante la necesidad de contar con un sello propio, se comenzó a utilizar uno
inspirado en un modelo que compuso el peruano Antonio Isidro de Castro en 1812 por
disposición de Bernardino Rivadavia y que le había sido presentado al Primer Triunvirato.

El 12 de marzo de 1813 se hizo la primera mención expresa acerca del escudo, cuando se
dispuso que el Supremo Poder Ejecutivo (Segundo Triunvirato) usara el mismo sello que la
Soberana Asamblea, aunque con la inscripción correspondiente alrededor de los atributos.

Los primeros documentos que se conocen con el sello de la Soberana Asamblea son de 1813.
En un Decreto del 22 de febrero, firmado por Alvear y Vieytes, aparece el escudo en un sello de
lacre. Otro Decreto del 27 de abril de ese mismo año asigna carácter de emblema nacional a
ese sello, al ordenar que las armas del rey, fijadas en lugares públicos o que figuren en los
escudos y banderas de algunas corporaciones sean sustituidas por las armas de la Asamblea
(el escudo).

La forma definitiva del escudo nacional quedó fijada en 1900 por Estanislao S. Zeballos, en
esos momentos Ministro de Estado, con el Decreto 10.302, dictado en Acuerdo General de
Ministros el 24 de abril de 1944.

Nuestro Escudo Nacional tiene forma de elipse, cortada al medio: la mitad superior azul celeste,
que representa la justicia, la verdad, la lealtad y la fraternidad; y la mitad inferior, de color plata
(blanco), símbolo de pureza, fe, hidalguía, integridad, firmeza y obediencia.

Moneda de oro de las Provincias del Río de la Plata, 1813, oro, diám.: 3,5 cm. Museo Histórico Cornelio
de Saavedra. Buenos Aires

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