Argentina Descolonizando Simbolos
Argentina Descolonizando Simbolos
Argentina Descolonizando Simbolos
El
detalle es el todo
Por: Marcelo Valko*
La historia oficial nos enseña que los argentinos tenemos un origen excepcional y
diferente del resto de Latinoamérica. Desde temprano en la escuela nos intentan
convencer de la “excepcionalidad argentina” aquí “todos descienden de los barcos, son
europeos” de ese modo lavaron y amputaron todo lo que tuviera relación con lo
originario.
La puja heráldica que terminó por eliminar la borla del gorro frigio, provocaría una
anarquía de diseños como puede apreciarse en numerosos frontispicios de edificaciones
de fines del siglo XIX y principios del XX. El cercenamiento actual del diseño del
escudo quedó establecida en 1900 por el ministro Zeballos casualmente gran
coleccionista de cráneos indígenas. La amputación experimentada por el escudo para
eliminar los rastros americanos no es un tema menor. Los vaivenes heráldicos que
acompañaron a la eliminación de los principales revolucionarios, expresan en última
instancia un modelo de país “blanco y excepcional”, que opta por enquistarse en el
puerto de Buenos Aires con la mirada fija en Europa y luego en EEUU, en lugar de
integrarse al continente.
Conclusión
Proponemos un retorno a las fuentes de nuestro destino Americano. Es hora de regresar
al espíritu revolucionario que buscaba verdadera integración defendiendo al pueblo
esquilmado y no a quienes ayer hoy se dedican al saqueo en todas las formas
inimaginables. Es imprescindible que regrese la borla incaica al Escudo Nacional y
dejar de persistir en el error ideológico que ausentificó la presencia de Latinoamérica.
EN ESTE CASO EL DETALLE ES EL TODO. Hace unos días volví a presentar en el
Congreso Nacional el Proyecto de Ley ahora con mayores fundamentos para recuperar
el Escudo Nacional. Ya pasamos Mesa de Entradas. Veremos si algún diputado se
anima a apoyarlo y presentarlo. Recuperar el escudo original es recuperar la patria
grande, inclusiva, fraterna de raíz ancestral. Hoy, que tanta gente comienza a derribar en
el mundo símbolos que representan la opresión, símbolos que nos obligan a pensar con
categorías mentales opresoras, es imprescindible que Argentina recupere la borla
incaica del gorro frigio de nuestro escudo como fuera diseñado por aquellos fundadores
de nuestra Patria que aspiraba a ser Grande en la Patria Grande de Latinoamérica.
La marcha por recuperar las tierras que fueron de sus ancestros partió hace 63 años desde su
Puna natal y originaria. Pero desde entonces, la casi totalidad de los 174 kollas que formaron el
llamado Malón de la Paz, en 1946, para recorrer todo el país con el fin único de reclamar ante
el gobierno de Juan Domingo Perón, no obtuvieron respuestas hasta el día de su muerte.
Recién ahora, desde septiembre, tres sobrevivientes de aquel histórico peregrinaje reciben una
reivindicación simbólica, a través de una pensión de 596 pesos al mes, por iniciativa del bloque
de diputados de Libres del Sur. “El reclamo por sus tierras y para que la educación formal
incorpore su historia a la currícula, quedan pendientes”, aseguró Marcelo Valko, autor del libro
Los indios invisibles del Malón de la Paz, impulsor del reconocimiento a los aborígenes.
“Aquella gesta, aún hoy, es un paradigma de la lucha de los pueblos originarios para que les
reconozcan la prexistencia de sus culturas”, resaltó.
“Reivindicar la historia de los pueblos originarios es algo que pocos toman en cuenta porque no
tiene impacto social. Pero el Estado argentino se fundó sobre las bases de un genocidio y hay
que reconocerlo, debatirlo y pedir disculpas como otros Estados del mundo lo han hecho”,
argumentó la diputada Cecilia Merchán, impulsora del proyecto para otorgarles una pensión
graciable a los sobrevivientes y que, con su compañera de bloque, Victoria Donda, promueve
un proyecto para reemplazar la imagen de Julio Argentino Roca de los billetes de cien pesos.
Quienes todavía pueden contar la hazaña, ahora reconocidos por la pensión del Congreso, son
Ciriaco Condorí, que recorría sus tempranos veinte, Buenaventura Solano que recién pasaba
su primera década de vida, y Narciso López que, con sólo siete años, llegó arriba de un caballo
tironeado por su padre (foto).
Aquella gesta reivindicativa sólo llegó hasta el balcón presidencial. Luego, el gobierno “mantuvo
durante semanas a los maloneros, en el Hotel de los Inmigrantes, hasta que el jefe de la policía
encabezó una golpiza que los llevó en un tren de vuelta a Jujuy, para ser olvidados”, cuenta el
historiador Valko.
“En Jujuy, la escuela enseña las guerras europeas, pero los chicos no saben sobre el Malón de
la Paz”, apuntó Valko. Hasta 2005, cuando reflotó la historia con su investigación, nadie retomó
el tema. Desde 2006, el autor de Los indios invisibles... –primer tomo de la colección Osvaldo
Bayer de la editorial de las Madres de Plaza de Mayo– redactó un proyecto de ley con el que
golpeó puertas de autoridades municipales, provinciales y nacionales para pedir tres puntos:
homenajear al malón, que su gesta se integre a la currícula de la educación formal y una
pensión vitalicia para los sobrevivientes.
Después de numerosas respuestas del tipo “no joda con los kollas”, Valko consiguió que el
municipio de Abra Pampa declarara ciudadanos ilustres a Ciriaco Condorí, a Narciso López y
su mujer, pero la inclusión en el calendario escolar, al menos de los establecimientos
educativos de la región, quedó sólo en “una promesa” del Concejo Deliberante.
“La educación es un tema fundamental, cuando llega el 12 de octubre en las escuelas se habla
del ‘descubrimiento de América’, muy lejano a la violencia que sufrieron los pueblos originarios.
Además, es el espacio para revertir los estereotipos despectivos que circulan en la sociedad,
como decirle ‘indio’ a un chico que se comporta mal”, indicó Merchán, que no logró que el
Congreso incorpore el tema a la agenda educativa.
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Narciso López, de siete años, llegó a lomo de caballo junto con su padre.
La puja heráldica que terminó por eliminar la borla del gorro frigio,
provocaría una anarquía de diseños como puede apreciarse en numerosos
frontispicios de edificaciones de fines del siglo XIX y principios del XX. El
cercenamiento actual del diseño del escudo quedó establecida en 1900 por
el ministro Zeballos casualmente gran coleccionista de cráneos indígenas.
La amputación experimentada por el escudo para eliminar los rastros
americanos no es un tema menor. Los vaivenes heráldicos que
acompañaron a la eliminación de los principales revolucionarios, expresan
en última instancia un modelo de país “blanco y excepcional”, que opta por
enquistarse en el puerto de Buenos Aires con la mirada fija en Europa y
luego en EEUU, en lugar de integrarse al continente.
Conclusión
Proponemos un retorno a las fuentes de nuestro destino Americano. Es
hora de regresar al espíritu revolucionario que buscaba verdadera
integración defendiendo al pueblo esquilmado y no a quienes ayer hoy se
dedican al saqueo en todas las formas inimaginables. Es imprescindible que
regrese la borla incaica al Escudo Nacional y dejar de persistir en el error
ideológico que ausentificó la presencia de Latinoamérica. EN ESTE CASO EL
DETALLE ES EL TODO. Hace unos días volví a presentar en el Congreso
Nacional el Proyecto de Ley ahora con mayores fundamentos para
recuperar el Escudo Nacional. Ya pasamos Mesa de Entradas. Veremos si
algún diputado se anima a apoyarlo y presentarlo.
Recuperar el escudo original es recuperar la patria grande, inclusiva,
fraterna de raíz ancestral. Hoy, que tanta gente comienza a derribar en el
mundo símbolos que representan la opresión, símbolos que nos obligan a
pensar con categorías mentales opresoras, es imprescindible que Argentina
recupere la borla incaica del gorro frigio de nuestro escudo como fuera
diseñado por aquellos fundadores de nuestra Patria que aspiraba a ser
Grande en la Patria Grande de Latinoamérica.
El tema es simple. El trabajo inhumano al que sometían a los indígenas aniquiló etnias
enteras y obligó a importar nuevas piezas del engranaje procedente de África”. Ambos
genocidios Conquista y Esclavitud son dos aspectos de un mismo crimen perpetrado en
América por el imperialismo movido por un desmedido afán de riquezas.
II. Argentina hizo cuanto pudo por diferenciarse del resto de los países americanos
apelando a una supuesta “excepcionalidad”, es decir, el país se considera blanco y la
historia oficial lo reafirma asegurando que todos vinimos de los barcos, es decir de la
inmigración europea. Sin embargo, la realidad es otra, basta salir a la calle.
Aunque el imaginario nacional lo niegue, Argentina tiene mayor cantidad de personas
que se reconocen originarios que Brasil. Además cuando se produjo la Revolución de
Mayo en 1810 una de cada cuatro habitantes de Buenos Aires era oriunda de Congo,
Angola o Mozambique y en algunas provincias del interior como Santiago del Estero la
proporción de afros era a la inversa, es decir tres de cada cuatro eran esclavos. ¿Cómo
se ocultó esta realidad? Negar las evidencias de tal densidad poblacional e importancia
y su posterior destino tiene un único propósito: demostrar la excepcionalidad Argentina
que desentona en una geografía rodeada de la “oscuridad” de paraguayos y bolivianos.
La manipulación de la historia que arroja todo lo que desentona fuera de los márgenes
es antigua como el mundo, superar esa falsedad ideológica al servicio del status quo y
su narración impostora es la tarea que tenemos entre manos.
El punto indicado fue San Andrés su lugar de nacimiento adonde se dirigió una extensa
caravana de buses que trasladó cientos de estudiantes del profesorado y sus docentes
para realizar un encuentro de dos días reflexionando sobre “Política, Educación e
Historicidad. La idea de la convocatoria en lo profundo del monte santiagueño además
de recordar al submarinista era visibilizar la presencia de los afrodescendientes en
nuestro país.
De ese modo junto a Diego Ramos fuimos recibidos por el Vicegobernador Silva Neder
que ya tenía firmado el decreto declarando al texto de interés provincial, social y
cultural y en la extensa conversación se comprometió a que la negritud ingrese en 2022
en la curricula provincial. Además en estos momentos existe una iniciativa en el
Congreso Nacional para declararlo de interés de la Cámara de Diputados. Ojo al piojo,
no menciono estos trámites a efectos de un absurdo autoelogio, a lo largo de los años
pude comprobar que ciertos funcionarios para romper con la invisibilidad y moverse
requieren de un aval burocrático de magnitud como los mencionados.
Retomando una medida que será pionera en Argentina que ojala otras provincias imiten
para ir dejando atrás la desmemoria, el catecismo de la amnesia que profesa el país.
Esta disposición necesitó tiempo, fue levando como una masa hasta que un disparador le
dio el toque final, ese empujón que faltaba. Ya veremos cómo se irá implementando,
seguramente habrá marchas y contramarchas, acuerdos y desacuerdos hasta afinar las
cosas pero iremos despegando. Lo esencial es no rendirse, podemos transformar la
realidad apuntando siempre a una Patria Grande, justa, fraterna e inclusiva. Más
convencido que nunca, es lento, pero viene…
Las pruebas
Afortunadamente existe un escudo original pintado en madera, destinado a la escuela
que sería construida con el dinero recibido por Belgrano como recompensa por sus
victorias ante los realistas. Tomado de la revolución francesa que había proclamado la
Libertad, Igualdad y Fraternidad, el gorro frigio condensaba aquellos ideales integrados
en la nueva América. Sin embargo, a primera vista se impone una diferencia
fundamental entre el gorro frigio de Belgrano y su homólogo francés. En aquel escudo
que se encuentran en la actualidad en el Salón de las Banderas del Palacio de Gobierno
de Jujuy, aparece en forma notoria la borla incaica como suplemento o remate del gorro
frigio.
La puja heráldica que terminó por eliminar la borla del gorro frigio, provocaría una
anarquía de diseños como puede apreciarse en numerosos frontispicios de edificaciones
de fines del siglo XIX y principios del XX. El cercenamiento actual del diseño del
escudo quedó establecida en 1900 por el ministro Zeballos casualmente gran
coleccionista de cráneos indígenas. La amputación experimentada por el escudo para
eliminar los rastros americanos no es un tema menor. Los vaivenes heráldicos que
acompañaron a la eliminación de los principales revolucionarios, expresan en última
instancia un modelo de país “blanco y excepcional”, que opta por enquistarse en el
puerto de Buenos Aires con la mirada fija en Europa y luego en EEUU, en lugar de
integrarse al continente.
Conclusión
Proponemos un retorno a las fuentes de nuestro destino Americano. Es hora de regresar
al espíritu revolucionario que buscaba verdadera integración defendiendo al pueblo
esquilmado y no a quienes ayer hoy se dedican al saqueo en todas las formas
inimaginables. Es imprescindible que regrese la borla incaica al Escudo Nacional y
dejar de persistir en el error ideológico que autentificó la presencia de Latinoamérica en
un claro acto de terrorismo simbólico. EN ESTE CASO EL DETALLE ES EL TODO.
Hace unos días volví a presentar en el Congreso Nacional el Proyecto de Ley ahora con
mayores fundamentos para recuperar el Escudo Nacional. Ya pasamos Mesa de
Entradas. Veremos si algún diputado se anima a apoyarlo y presentarlo. Recuperar el
escudo original es recuperar la patria grande, inclusiva, fraterna de raíz ancestral. Hoy,
que tanta gente comienza a derribar en el mundo símbolos que representan la opresión,
símbolos que nos obligan a pensar con categorías mentales opresoras, es imprescindible
que Argentina recupere la borla incaica del gorro frigio de nuestro escudo como fuera
diseñado por aquellos fundadores de nuestra Patria que aspiraba a ser Grande en la
Patria Grande de Latinoamérica. Es lento, pero viene…
La puja heráldica que terminó por eliminar la borla del gorro frigio, provocaría una
anarquía de diseños como puede apreciarse en numerosos frontispicios de edificaciones
de fines del siglo XIX y principios del XX. El cercenamiento actual del diseño del
escudo quedó establecida en 1900 por el ministro Zeballos casualmente gran
coleccionista de cráneos indígenas. La amputación experimentada por el escudo para
eliminar los rastros americanos no es un tema menor. Los vaivenes heráldicos que
acompañaron a la eliminación de los principales revolucionarios, expresan en última
instancia un modelo de país “blanco y excepcional”, que opta por enquistarse en el
puerto de Buenos Aires con la mirada fija en Europa y luego en EEUU, en lugar de
integrarse al continente.
Conclusión
Proponemos un retorno a las fuentes de nuestro destino Americano. Es hora de regresar
al espíritu revolucionario que buscaba verdadera integración defendiendo al pueblo
esquilmado y no a quienes ayer hoy se dedican al saqueo en todas las formas
inimaginables. Es imprescindible que regrese la borla incaica al Escudo Nacional y
dejar de persistir en el error ideológico que ausentificó la presencia de Latinoamérica.
EN ESTE CASO EL DETALLE ES EL TODO. Hace unos días volví a presentar en el
Congreso Nacional el Proyecto de Ley ahora con mayores fundamentos para recuperar
el Escudo Nacional. Ya pasamos Mesa de Entradas. Veremos si algún diputado se
anima a apoyarlo y presentarlo. Recuperar el escudo original es recuperar la patria
grande, inclusiva, fraterna de raíz ancestral. Hoy, que tanta gente comienza a derribar en
el mundo símbolos que representan la opresión, símbolos que nos obligan a pensar con
categorías mentales opresoras, es imprescindible que Argentina recupere la borla
incaica del gorro frigio de nuestro escudo como fuera diseñado por aquellos fundadores
de nuestra Patria que aspiraba a ser Grande en la Patria Grande de Latinoamérica.
(Versión original)
Letra: Vicente López y Planes
Música: Blas Parera Coro
¿Cómo se creó el
Escudo Nacional
Argentino?
10 DE MARZO DE 2021
HISTORIA
EFEMÉRIDES
"Hay que tener en cuenta que durante aquel momento, la guerra contra los
realistas era moneda corrientes, una situación cotidiana. Manuel Belgrano, en
una de sus cartas, expresa algo, quizá, absolutamente práctico, eficaz: la
necesidad de un tipo de distintivo porque, si no, en las batallas no sabemos
quién está de un lado y quién está del otro", expresó en una entrevista el
historiador argentino, Javier Trímboli. Y agregó: "No solamente se trató de
inculcar un espíritu de cuerpo patriótico, de la constitución de un nuevo
nosotros (soldados, gauchos, etc.), sino también de esa otra cuestión muy
práctica: distinguirse. Esto tiene que ver con la potencia que tienen los símbolos
en la consitución de nosotros, de comunidades políticas. Esto ya era un
aprendizaje que estaba en la Revolución francesa que, rápidamente, las
revoluciones en América y, en particular, en el Río de la Plata, adoptan como
propia".
La Asamblea Constituyente ordenó al diputado por la provincia de San Luis,
Agustín Donado, la confección del nuevo símbolo patrio. Donado eligió al
orfebre peruano Juan de Dios Rivera Túpac Amaru, a quien se le atribuye el
primer grabado del Escudo Nacional (según un diseño, como se comenta,
del mismo Donado). Rivera, de origen inca, vivía en la ciudad de Buenos Aires y
diseñó el Escudo con su propia impronta, al incluir el sol incaico.
Diseño que llevó a cabo Juan de Dios Rivera, un primo de Túpac Amaru, a quien se le adjudica la creación del Escudo Nacional.
Adopción oficial
En 1944, el Poder Ejecutivo Nacional mediante el Decreto 10.302, en su artículo
5.°, determinó la adopción del sello que usó la Soberana Asamblea General
Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, como representación
del Escudo Argentino. Esta acción logró dar uniformidad al escudo y quedó
conformado de la siguiente manera:
Es un escudo de forma oval cortado con su campo superior de azur (azul), y el
inferior de plata (blanco) con dos antebrazos humanos estrechados que
representan la unión de las provincias, el gorro de gules (frigio) es el símbolo de
la libertad que sostenido por la pica (lanza corta) identificado con la defensa. El
sol naciente anuncia una nueva nación, rodeado de los laureles del triunfo. La
cinta con los colores patrios hace alusión a la nacionalidad argentina.
Gentileza: El Litoral.
Cualquier lector de este Blog sabe que hablar de una fecha exacta de "creación" de
nuestro Escudo Nacional es ilusorio; de todos modos, se toma como referencia la
primera mención "oficial" del sello que la Asamblea del Año XIII usó prácticamente
desde su instalación.
Tomamos como punto de partida, para esta nota, dos artículos que hemos hallado
en la Red (y que coinciden, a veces a la letra, en gran proporción de su contenido), a
saber: una ponencia -de temática originalmente numismática- escrita por Luciano
Pezzano ("El anverso de las primeras monedas patrias, ¿sello de la Asamblea o
Escudo Nacional?"); y el trabajo "Emblemas de libertad", de Fernando Ángel
Castro Pintos.
Siguiendo en líneas generales esas dos notas, trataremos de recorrer, pues, las
versiones del escudo que datan del año 1813, es decir, que cumplen 200 años en
2013.
Los documentos con el sello de la Asamblea que han llegado hasta nosotros son
algunas cartas de ciudadanía: la otorgada a Francisco de Paula Saubidet, fechada el
22 de febrero de 1813; la otorgada a Antonio de Olavarría, firmada por Carlos
María de Alvear; y la otorgada al general Juan Antonio Álvarez de Arenales,
fechada el 6 de julio de ese mismo año, firmada por Gervasio Antonio de Posadas.
Asimismo, hay que mencionar el escudo confeccionado para colocar en la puerta
de la escuela que Belgrano donó a Jujuy; esto ocurrió en julio de 1813. Dice
Belgrano: «Dejé pintándose las armas para la puerta de la escuela. La inscripción
que debe ponerse alrededor de ellas es la siguiente: “Venid que de gracia se os da
el néctar agradable y el licor divino de la sabiduría”».
Finalmente, sabemos que la Asamblea hizo acuñar monedas en Potosí. Por ley del
13 de abril de 1813 se disponía: «La moneda de Plata que de aquí en adelante
debe acuñarse en la Casa de Moneda de Potosí, tendrá por una parte el sello de la
Asamblea General, quitado el Sol que lo encabeza...».
Al referirse a la moneda de oro, la ley especifica que llevará «lo mismo que la de
Plata con solo la diferencia, que al pié de la pica y baxo de las manos que la
afianzan se esculpan trofeos militares consistentes en dos banderas de cada lado,
dos cañones cruzados y un tambor al pié». La importancia de esta norma radica en
que nombra específicamente tres de los elementos del sello/escudo: "el Sol que lo
encabeza", "la pica" y "las manos que la afianzan".
-El escudo que se supone estuvo colocado en la entrada del edificio donde sesionó
la Asamblea General Constituyente. Fue donado al Museo Histórico Nacional por
Gervasio de Posadas, quien lo encontró entre trastos viejos
-El escudo que aparece en una bandera atribuida al Regimiento de Infantería Nº7
que se encuentra en el Museo Histórico de Montevideo.
https://es.wikisource.org/wiki/El_escudo_y_los_colores_nacionales
EL ESCUDO
Y
LOS COLORES NACIONALES
POR
ESTANISLAO S. ZEBALLOS
BUENOS AIRES
Deconstruyendo el escudo nacional
Un comentario sobre la muestra de Liliana Avalos: Escuderas:
Identidad y nación.
PUBLICADO: 2021-05-11
El arte es un artefacto político para que la sociedad reflexione sobre sí misma.
Es un dispositivo para cartografiar el pasado, para apuntar hacia el presente y
para observar un conjunto de latencias no desarrolladas que podrían activarse
en el futuro. La notable exposición que la artista Liliana Avalos expone
actualmente en la galería del Centro Cultural Ricardo Palma demuestra la
potencia del arte para representar el país y la importancia que este debería
tener en colegios, universidades y en el debate político actual.
IRMA COCIENDO / 40 X 32 CM
Los crímenes se evaporan, los muertos son invisibles, los culpables son inocentes y
poseen nombres y memorias inmaculadas y hasta tienen pedestales. Ese es el punto.
Que los autores permanezcan impunes no hace otra cosa que acentuar los graves efectos
psicosociales causados por la impunidad resultante. Eso es terrorismo simbólico.
Cabe preguntarse por último, que si bien toda pérdida siempre presenta un margen de
inelaborabilidad: ¿hasta qué punto ese margen se extiende cuando además de la no
justicia, se niega e invisibiliza la existencia del suceso? ¿Hasta dónde es posible
elaborar la percepción de la constante impunidad de los victimarios y la permanente
indefensión de las víctimas en tales circunstancias? Que la justicia no llegue y deje sin
sanción crímenes evidentes deja latente en el imaginario la posibilidad de la repetición,
que el crimen se reitere. Eso es terrorismo simbólico. La no-justicia es la otra cara de tal
inequidad que busca dominar a los pueblos.
Hoy el planteo del poder es diferente pero el problema no deja de ser el mismo. Las
atroces masacres de los ´70 y ´80 se convierten en muertes por goteo. Por el momento
eso les basta. Líderes sociales, indígenas, afrodescendientes sobre todo militantes
ambientales entran en el foco de las muertes por goteo. En nuestro continente encabeza
el tétrico listado Colombia, seguido por Brasil, Guatemala, México y Honduras siendo
las cuestiones más peligrosas los que tienen relación con las mineras y las represas, un
ejemplo es la hondureña Berta Cáceres asesinada en 2016 otro la brasilera Marielle
Franco en 2018.
Por eso, este 24 de marzo que Argentina conmemora una de las fechas más infaustas de
su historia es necesario tener muy presente lo ocurrido, y así como el poeta chileno
Pablo Neruda al subir por primera vez al Machu Pichu, en esas alturas escribió “Yo
vengo a hablar por vuestras bocas muertas” nosotros también al tomar las calles el 24 de
marzo presentificando tantas ausencias reclamaremos hoy y siempre Memoria, Verdad,
Justicia. Esa es la chispa que nos permitirá saltar el molinete de la injusticia, la valla de
la desmemoria. Es lento pero viene…
a elite que se adueñó del país tras las guerras civiles y se maquilló de argentinidad
redujo los sueños de los patriotas para enquistarnos en el puerto de Buenos Aires,
amputó las utopías de los mejores idealistas a las que consideró extravagancia del
momento y así cercenó el alcance territorial de la Patria Grande Americana.
Minimizó a Simón Bolívar y maximizó el “desencuentro” de Guayaquil. Provincializó
el internacionalismo de San Martín al mismo tiempo que nacionalizó las
aspiraciones porteñas. La historia oficial se dedicó a amputar todo aquello que
oliera a originario e hizo lo imposible por evadirse de la geografía latinoamericana.
Se percibieron inicialmente como un apéndice perdido de Europa y de un tiempo a
esta parte trasladaron su capital mental a Miami en donde se sienten a sus
anchas. Son aquellos devotos del país blanco que aseguran que todos los
argentinos venimos de los barcos, es decir de inmigración europea y que no
tenemos nada que ver con la piel cobriza del resto del continente algo que
Sarmiento sintetizo mediante su siniestra Civilización o Barbarie.
Origen y características
El escudo nacional argentino tiene su origen en el sello usado por la Soberana Asamblea General
Constituyente de 1813.
Antecedentes
En enero de 1794 la Corona de España creó el Real Consulado de Buenos Aires. Al frente del
edificio donde este funcionaba se colocó un escudo con los colores celeste y blanco. Estos colores
Hasta el momento en que se instaló la Asamblea del año XIII, el 31 de enero de 1813, el sello que
se utilizaba para los documentos del Virreinato era el de las armas reales. Cuando la Asamblea se
creó, y ante la necesidad de contar con un sello propio, se comenzó a utilizar uno inspirado en un
modelo que compuso el peruano Antonio Isidro de Castro en 1812 por disposición de Bernardino
El 12 de marzo de 1813 se hizo la primera mención expresa acerca del escudo, cuando se dispuso
que el Supremo Poder Ejecutivo (Segundo Triunvirato) usara el mismo sello que la Soberana
un decreto del 22 de febrero, firmado por Alvear y Vieytes, aparece el escudo en un sello de lacre.
Otro decreto del 27 de abril de ese mismo año asigna carácter de emblema nacional a ese sello, al
ordenar que las armas del rey, fijadas en lugares públicos o que figuren en los escudos y banderas
de algunas corporaciones sean sustituidas por las armas de la Asamblea (el escudo).
La forma definitiva del escudo nacional quedó fijada en 1900 por Estanislao S. Zeballos, en esos
momentos ministro de Estado, con el Decreto 10.302, dictado en Acuerdo General de Ministros el
24 de abril de 1944.
Características y significado
Nuestro escudo nacional tiene forma de elipse, cortada al medio: la mitad superior azul celeste,
que representa la justicia, la verdad, la lealtad y la fraternidad; y la mitad inferior, de color plata
Escudo Nacional argentino tiene su origen en el sello usado por la Soberana Asamblea General
Constituyente de 1813.
Hasta el momento en que se instaló la Asamblea del año XIII, el 31 de enero de 1813, el sello
que se utilizaba para los documentos del Virreinato era el de las armas reales. Cuando la
Asamblea se creó, y ante la necesidad de contar con un sello propio, se comenzó a utilizar uno
inspirado en un modelo que compuso el peruano Antonio Isidro de Castro en 1812 por
disposición de Bernardino Rivadavia y que le había sido presentado al Primer Triunvirato.
El 12 de marzo de 1813 se hizo la primera mención expresa acerca del escudo, cuando se
dispuso que el Supremo Poder Ejecutivo (Segundo Triunvirato) usara el mismo sello que la
Soberana Asamblea, aunque con la inscripción correspondiente alrededor de los atributos.
Los primeros documentos que se conocen con el sello de la Soberana Asamblea son de 1813.
En un Decreto del 22 de febrero, firmado por Alvear y Vieytes, aparece el escudo en un sello de
lacre. Otro Decreto del 27 de abril de ese mismo año asigna carácter de emblema nacional a
ese sello, al ordenar que las armas del rey, fijadas en lugares públicos o que figuren en los
escudos y banderas de algunas corporaciones sean sustituidas por las armas de la Asamblea
(el escudo).
La forma definitiva del escudo nacional quedó fijada en 1900 por Estanislao S. Zeballos, en
esos momentos Ministro de Estado, con el Decreto 10.302, dictado en Acuerdo General de
Ministros el 24 de abril de 1944.
Nuestro Escudo Nacional tiene forma de elipse, cortada al medio: la mitad superior azul celeste,
que representa la justicia, la verdad, la lealtad y la fraternidad; y la mitad inferior, de color plata
(blanco), símbolo de pureza, fe, hidalguía, integridad, firmeza y obediencia.
Moneda de oro de las Provincias del Río de la Plata, 1813, oro, diám.: 3,5 cm. Museo Histórico Cornelio
de Saavedra. Buenos Aires