El Lazarillo de Tormes 2

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El Lazarillo de Tormes

Publicada en 1554, El Lazarillo de Tormes es la novela que inaugura el género de la novela


picaresca en España.
El Lazarillo de Tormes escrita como una extensa epístola que el supuesto autor le envía a un corresponsal
al que denomina Vuestra Merced. Esta epístola se divide en siete tratados que cuentan la historia de
Lázaro. El joven fue apodado Lazarillo de Tormes por dos sucesos: el primero, nacer en el río Tormes, en
Salamanca, siendo huérfano de padre, un molinero ladrón llamado Tomé González; el segundo, que su
madre, Antonia Pérez, le pusiera a servicio de un ciego a modo de lazarillo. Antonia, además, tiene un hijo
con un hombre de raza negra llamado Zaide, por lo que el Lazarillo tiene un hermanastro mulato.

Tratado Primero.
En el primer tratado se nos presenta a Lázaro, un niño que nació huérfano de padre en el río Tormes. Su padre, un
molinero que había sido ladrón, había sido descubierto y desterrado por sus robos. La madre de Lázaro, Antonia, se
casó con un hombre de raza negra llamado Zaide y tuvo un segundo hijo mulato. Antonia decide poner a Lázaro al
servicio de un mendigo ciego, comenzando así las aventuras del Lazarillo de Tormes: un pequeño niño que tiene que
buscar comida y ser un pícaro para sobrevivir.

El ciego al que servía Lázaro era un hombre muy avaro, por lo que le daba muy poca comida al niño. Era un mendigo
como el Lazarillo y decía que podía adivinar si el bebé que portaban las embarazadas en su vientre era niño o niña
sólo para ganar dinero. En ocasiones, también se hacía pasar por médico.

Aprovechando que era ciego, el Lazarillo decidió engañar a su amo para beber y comer más de lo que le estaba
permitido. Por ejemplo, hizo un agujero en la jarra de vino del ciego y lo tapó con cera. Utilizó el frío como excusa
para guarecerse bajo las piernas del ciego y esperaba a que el tapón de cera se derritiera con el calor de la lumbre
para beber del chorro que caía. También le engañó con una longaniza y un racimo de uvas. El ciego acabó
descubriendo el pastel y castigó severamente al pequeño.
Una noche de lluvia, Lázaro engañó al ciego diciéndole que había un río frente a ellos y que para cruzarlo tenía que
saltar con todas sus fuerzas para llegar a la otra orilla. El ciego obedeció y, cuando saltó se dio contra un pilar y se
quedó atontado. Lázaro decidió huir antes de que el ciego se recuperara y fue así cómo ambos se separaron.

Cabe resaltar que este amo fue el que más le enseñó a Lázaro, ya que era un mendigo como él y le enseñó cómo
hacer trampas para obtener comida y conseguir dinero. Aunque le enseñara a base de golpes, Lázaro guardó en su
mente todo lo que aprendió con el ciego para aprender a buscarse la vida él solo más adelante.
Tratado Segundo
Lázaro comienza a mendigar para sobrevivir y es así como conoce a un clérigo que necesitaba un ayudante para
misa, por lo que se queda con él. Al igual que el ciego, el clérigo era muy avaro y lo trataba mal, dándole buena
comida sólo cuando iban de entierro.

Un día, el Lazarillo encontró la llave de la vitrina donde el clérigo guardaba el pan, por lo que decidió comérselo a
escondidas y culpar a los ratones que entraban por los agujeros. El clérigo decidió entonces poner trampas para
ratones dentro de la vitrina, pero observó que el pan seguía menguando y empezó a sospechar de una culebra que
había visto rondando por allí.

Lázaro, que temía ser descubierto, decidió que se metería la llave en la boca para esconderla, hasta que un día se le
atravesó y empezó a silbar como una culebra. El clérigo, pensando que era la culebra que le robaba el pan, cogió un
garrote y golpeó allí donde escuchaba el silbido, descubriendo que le había golpeado al Lazarillo en la cabeza y que
éste tenía la llave. Esperó a que se recuperase y, entonces, decidieron separar sus caminos.
TRATADO TERCERO
El Lazarillo llega a Toledo, donde se encuentra con un escudero que le ofrece ser su criado. Lázaro acepta pensando
que el escudero tendrá grandes riquezas, le tratará bien y le dará mucha comida, pero cuando llega a su casa se
encuentra con un lugar triste y oscuro se percata de que el escudero es un pobre diablo que utiliza su aspecto para
disimular su auténtico estatus.
De nuevo, el escudero mata de hambre a Lázaro, dándole muy poca comida, por lo que el niño tiene que
ingeniárselas para comer más de lo que se le permite. El escudero, además, se negaba a trabajar y a mendigar por
prejuicios clasistas, obligando a Lázaro a pedir limosna para ambos porque él sí se lo podía permitir. El niño, harto de
la situación, decide abandonar al escudero al poco tiempo.

Tratado Cuarto
En este tratado Lázaro sólo habla de cómo sirvió a un fraile de la Merced, aficionado a andar mucho. Esta rutina
pudo con el Lazarillo, que decidió abandonar al fraile al cabo de poco tiempo. Destacable, eso sí, es que el fraile le
regaló zapatos a Lázaro.

Tratado Quinto
Lázaro se encuentra a su quinto amo: un buldero, es decir, un funcionario que servía a la iglesia católica y que
otorgaba bulas a cambio de dinero. Este hombre resultó ser el amo más mentiroso y ruin de todos, ya que era un
estafador que estaba aliado con el alguacil del pueblo para conseguir que la gente le comprara bulas.
Como nadie compraba las bulas, el buldero decidió inventarse que el alguacil se había metido en una pelea ficticia,
en la que el alguacil moriría pero luego resucitaría milagrosamente, todo porque Dios le protegía por haberle
comprado una bula. El Lazarillo, viendo todo lo que era capaz de hacer su amo por un poco de dinero, decidió
marcharse porque, además, le prestaba poca atención.
TRATADO SEXTO
En este tratado, el Lazarillo relata sus vivencias con su sexto amo, un hombre que pintaba panderos, pero lo dejó
porque decía que sufría mucho con su trabajo.

Más tarde conoció a su séptimo amo, un capellán oportunista que se valía de otras personas para recibir beneficios.
Esto le ayudaba a conseguir cantidades notables de dinero. Por eso, el capellán se permite ofrecerle a Lázaro su
primer trabajo con sueldo.

El Lazarillo estuvo cuatro años con el capellán, hasta poder recibir la cantidad de dinero suficiente como para
comprarse ropa decente (aunque usada) y una espada. Cuando el Lázaro realizó estas compras, le dijo al capellán que
no quería seguir trabajando para él y se marchó, dejando también su oficio.
Tratado Séptimo
En el último tratado, Lázaro cuenta cómo consiguió sirvió a su octavo amo, el alguacil, aunque lo abandona cuando
se da cuenta de lo peligrosa que era la profesión. Lázaro consiguió el oficio de pregonero de Toledo, cargo con el cual
esperaba poder ganar el suficiente dinero como para descansar y disfrutar de su vejez.

Su noveno y último amo fue el arcipreste de San Salvador, quien además le propone que se case con una criada
suya, algo que Lázaro acepta con gusto. Sin embargo, los rumores indican que esta criada tiene relaciones con el
arcipreste, aunque este asunto se aclara rápidamente.

Al final de la novela, Lázaro se casa con la criada y, por fin, disfruta de una vida feliz con una mujer a la que ama, un
descanso merecido, una vida tranquila y, sobre todo, comida que nunca le faltará en la mesa.

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