Porfirio Díaz
Porfirio Díaz
Porfirio Díaz
En 1867 protagonizó una brillante acción militar en Puebla: tras sitiar la ciudad,
realizó un asalto sangriento y rápido contra las tropas del emperador
Maximiliano, que se refugiaron en los cerros de Loreto y Guadalupe. Sin perder
tiempo, avanzó hacia la capital de la República y la tomó el 2 de abril de 1867,
hecho que fue de gran trascendencia militar, pues adelantó la caída del Imperio
de Maximiliano y el triunfo de Juárez.
El Porfiriato (1876-1911)
Todo ello fue posible porque Porfirio Díaz, ejerciendo su poder, había ido
reduciendo las instituciones políticas liberales a una mera farsa democrática:
ordenó la eliminación de todos los adversarios políticos posibles, y la prensa
fue sometida o perseguida cuando intentaba mantenerse independiente. Puede
afirmarse que, a partir de 1890, Porfirio Díaz gobernó al margen de la
Constitución, y prescindió de la división de poderes y de la soberanía de los
estados. El Congreso, sumiso a sus deseos, modificaba las leyes según sus
caprichos y le confería facultades extraordinarias a su conveniencia.
Sin embargo, con el paso del tiempo se hizo evidente que la prosperidad era
sólo para unos pocos. Creció el descontento por la miseria en que vivía la
mayor parte de la población, y amplios sectores sociales tomaron conciencia de
que Díaz llevaba demasiado tiempo en el poder. Cada vez fue más difícil
mantener el orden: en los últimos años del Porfiriato reinó un clima de
represión en el que la fuerza de las armas se utilizaba con violencia creciente.
De ello dan muestra la torpeza con que se negociaron y la dureza con que se
reprimieron las huelgas de Cananea (1906), en Sonora, y de Río Blanco
(1907).
México tuvo un crecimiento económico nunca visto, pero, como poca gente
tenía dinero para invertir o podía conseguirlo prestado, el desarrollo sólo
favoreció a unos cuantos mexicanos y a los extranjeros. Los capitales foráneos,
principalmente estadounidenses, pudieron cobrar la deuda externa, pero
también se hicieron con el control del petróleo y de la nueva red ferroviaria con
sus inversiones.
La desigualdad entre los muy ricos, que eran muy pocos, y los muy pobres, que
eran muchísimos, abrió una profunda brecha en la sociedad mexicana. El
despojo de las tierras a los campesinos indígenas en favor de los grandes
latifundistas nacionales y extranjeros fue sistemático; se formaron así enormes
latifundios.
Con todo, se hicieron grandes esfuerzos por extender la educación pública (si
bien con mayor atención a las ciudades que al campo), lo que permitió que se
educaran más niños; cada vez más mexicanos pudieron seguir estudios
superiores y se empezó a formar en todo el país una clase media de
profesionales y empleados públicos. Se enriqueció la vida cultural con nuevos
periódicos, revistas y libros escritos e impresos en México. La vida intelectual
tuvo hitos importantes. Justo Sierra inauguró la Universidad Nacional. José
María Velasco plasmó en cuadros maravillosos el esplendor del paisaje
mexicano, José Guadalupe Posada logró vigorosos grabados con escenas de
la vida diaria.