Biografías de Próceres Mexicanos
Biografías de Próceres Mexicanos
Biografías de Próceres Mexicanos
(José de la Cruz Porfirio Díaz Mori; Oaxaca, 1830 - París, 1915) Del nombre de este
militar y estadista mexicano procede la designación de todo un periodo de la historia
moderna de México: el Porfiriato (1876-1911). Y el mismo sufijo ya sugiere lo que fue:
una férrea dictadura personalista y paternalista que reprimió toda oposición y anuló la
libertad de prensa.
Como los monarcas del antiguo despotismo ilustrado, Porfirio Díaz pensaba estar
sirviendo a su país al dotarlo, después de medio siglo de guerras y convulsiones, de la
paz y de la estabilidad imprescindibles para el progreso económico, social y cultural.
Ciertamente logró, aunque a sangre y fuego, la pacificación del país y su despegue en
muchas áreas. Pero, hacia el final de su mandato, su política había abierto una
enorme brecha entre ricos y pobres; y, en 1910, su decisión de mantenerse en el
poder prendió la mecha de la Revolución mexicana.
Biografía
Huérfano de padre desde los tres años, Porfirio Díaz ingresó en el Seminario de
Oaxaca para seguir la carrera eclesiástica, pero pronto cambió de opinión. Cursó
luego estudios de leyes en el Instituto de Ciencias y Artes, donde fue discípulo del
futuro presidente liberal Benito Juárez, quien impartía derecho civil; en adelante sería
seguidor suyo en lo político. El Instituto fue clausurado por orden del presidente Santa
Anna en 1854. Ese mismo año intervino en la Revolución de Ayutla y apoyó al general
Juan Álvarez para derrocar a Antonio López de Santa Anna.
Poco después, Porfirio Díaz ingresó en el ejército, y su carrera militar fue meteórica.
En la guerra de Reforma (1858-1861), conflicto civil en el que se enfrentaron
conservadores y liberales, apoyó la causa liberal. La guerra concluyó con la victoria de
los liberales y llevó a la presidencia a Benito Juárez (1861); finalizada la contienda,
Porfirio Díaz fue ascendido a general y elegido diputado.
Apenas un año más tarde tomó de nuevo las armas contra la invasión francesa (1862-
1863) y la coronación de Maximiliano I (1864-1867) como emperador de México. Fue
jefe de brigada en Acultzingo en abril de 1862 y ese mismo año participó en la batalla
de Cinco de Mayo al lado de Ignacio Zaragoza. En 1867 protagonizó una brillante
acción militar en Puebla: tras sitiar la ciudad, realizó un asalto sangriento y rápido
contra las tropas del emperador Maximiliano, que se refugiaron en los cerros de Loreto
y Guadalupe. Sin perder tiempo, avanzó hacia la capital de la República y la tomó el 2
de abril de 1867, hecho que fue de gran trascendencia militar, pues adelantó la caída
del Imperio de Maximiliano y el triunfo de Juárez.
El Porfiriato (1876-1911)
Todo ello fue posible porque Porfirio Díaz, ejerciendo su poder omnímodo, había ido
reduciendo las instituciones políticas liberales a una mera farsa democrática: ordenó la
eliminación de todos los adversarios políticos posibles, y la prensa fue sometida o
perseguida cuando intentaba mantenerse independiente. Puede afirmarse que, a partir
de 1890, Porfirio Díaz gobernó al margen de la Constitución, y prescindió de la división
de poderes y de la soberanía de los estados. El Congreso, sumiso a sus deseos,
modificaba las leyes según sus caprichos y le confería facultades extraordinarias a su
conveniencia; existía un partido único y los sufragios eran puro trámite.
Sin embargo, con el paso del tiempo se hizo evidente que la prosperidad era sólo para
unos pocos. Creció el descontento por la miseria en que vivía la mayor parte de la
población, y amplios sectores sociales tomaron conciencia de que Díaz llevaba
demasiado tiempo en el poder. Cada vez fue más difícil mantener el orden: en los
últimos años del Porfiriato reinó un clima de represión en el que la fuerza de las armas
se utilizaba con violencia creciente. De ello dan muestra la torpeza con que se
negociaron y la dureza con que se reprimieron las huelgas de Cananea (1906), en
Sonora, y de Río Blanco (1907), en Veracruz, así como el modo en que se persiguió a
los periodistas que criticaban al régimen y a cualquiera que manifestara una opinión
que no fuese la oficial.
Logros e injusticias
México tuvo un crecimiento económico nunca visto, pero, como poca gente tenía
dinero para invertir o podía conseguirlo prestado, el desarrollo sólo favoreció a unos
cuantos mexicanos y a los extranjeros. Los capitales foráneos, principalmente
estadounidenses, pudieron cobrar la deuda externa, pero también se hicieron con el
control del petróleo y de la nueva red ferroviaria con sus inversiones. La desigualdad
entre los muy ricos, que eran muy pocos, y los muy pobres, que eran muchísimos,
abrió una profunda brecha en la sociedad mexicana. El despojo de las tierras a los
campesinos indígenas en favor de los grandes latifundistas nacionales y extranjeros
fue sistemático; se formaron así enormes latifundios, los indígenas perdieron muchas
tierras, y la mayor parte de los habitantes del campo tuvieron que ocuparse como
peones en las haciendas.
Con todo, se hicieron grandes esfuerzos por extender la educación pública (si bien con
mayor atención a las ciudades que al campo), lo que permitió que se educaran más
niños; cada vez más mexicanos pudieron seguir estudios superiores y se empezó a
formar en todo el país una clase media de profesionales y empleados públicos. Se
enriqueció la vida cultural con nuevos periódicos, revistas y libros escritos e impresos
en México; los teatros presentaban compañías y actores europeos, y se extendió el
cinematógrafo. La vida intelectual tuvo hitos importantes. Justo Sierra inauguró la
Universidad Nacional. José María Velasco plasmó en cuadros maravillosos el
esplendor del paisaje mexicano; Saturnino Herrán pintó una impresionante serie de
cuadros con gente del pueblo y con alegorías a la mexicanidad, y José Guadalupe
Posada logró vigorosos grabados con escenas de la vida diaria.
Del Porfiriato a la Revolución Mexicana
Uno de esos líderes fue Francisco I. Madero. Había estudiado y viajado fuera de
México, pues venía de una familia de hacendados y empresarios, y no tenía
dificultades económicas. Madero fundó el partido Anti reeleccionista, del que se
postuló candidato; después se dedicó a viajar por todo el país para explicar sus ideas
políticas, algo que no se veía desde los tiempos de Juárez. Madero se hizo muy
popular y despertó grandes esperanzas de cambio.
El ejército de Porfirio Díaz, que había mantenido la paz durante décadas, parecía muy
fuerte, pero en realidad era débil frente al descontento general. En sólo seis meses las
fuerzas maderistas triunfaron sobre las del viejo dictador. La acción definitiva fue la
toma de Ciudad Juárez por los revolucionarios Pascual Orozco y Pancho Villa, que se
habían unido a Madero. En esa misma ciudad, en mayo de 1911, se firmó la paz entre
el gobierno de Díaz y los maderistas. Porfirio Díaz renunció a la presidencia (que pasó
a ocupar Francisco I. Madero tras ganar las elecciones) y salió del país rumbo a
Francia, donde murió en 1915.
Emiliano Zapata
Emiliano Zapata Salazar nació el 8 de agosto de 1879 en Anenecuilco, en la ciudad
mexicana de Morelos, sus padres fueron Gabriel Zapata y Cleofas Gertrudis Salazar,
la pareja tuvo 10 hijos de los cuales Emiliano fue el noveno, eran pequeños
terratenientes de origen españo. El padre de Gabriel Zapata había participado en la
Toma de Cuernavaca en los enfrentamientos que sucedieron durante la guerra en
contra de Maximiliano. Debido a la situación económica, que para el momento era
crítica, la familia Zapata se vio en la necesidad de ampliar sus labores, realizando
trabajos de ganadería; asi pues, lograron obtener la autonomía de la hacienda
azucarera cercana.
Emiliano Zapata continuó las instrucciones primarias en el colegio de la aldea, del cual
recibió una educación con algunas limitaciones, su maestro fue Emilio Vera. En 1895
muere su madre, a la edad de 16 años, en ese mismo año muere su padre, once
meses después. Los bienes heredados no fueron muchos, pero alcanzó para evitarle
trabajar como peón en alguno de las propiedades de clase alta, que bordeaban
Anenecuilco.
Ya en su infancia, Emiliano era conmovido por el trato injusto que era cometido hacia
las personas que labraban la tierra. Algunos años antes de que estallara la revolución,
había trabajado en una de las haciendas de Ignacio de la Torre, quien estaba casado
con la hija de Porfirio Díaz, Zapata era considerado un empleado de confianza, por lo
que sería el único en cuidarle sus caballos.
En 1902 colaboró con los habitantes del poblado de Yautepec en Morelos, los cuales
enfrentaban problemas con el pudiente Pablo Escandón, en esta ocasión los
acompañó a la capital mexicana para reclamar se cumpliera la ley par con los
trabajadores.
Ya Madero tenía la intención de culminar con la dictadura de Porfirio Díaz, por su parte
Emiliano Zapata inició su propio ejército en mayo de 1911, comenzarían entonces la
toma de los pueblos, Jojutla, Chinameca y Cuautla que estaba siendo defendida por
los adeptos a Porfirio. Más adelante sitió Cuernavaca, con la victoria de Madero,
Zapata se negaba a la deposición de sus armas ya que aún no se les habían
regresado las tierras a los indígenas. A su vez, los dueños de las haciendas crearon
una campaña para dañar su imagen, tildándolo de bandolero.
Perdido desde entonces su poder político y militar, Villa fue asesinado en 1923; la
misma suerte había corrido, cuatro años antes, Emiliano Zapata. Pese a la justicia de
sus reivindicaciones (se calcula que, en 1910, un millar de terratenientes daba empleo
a tres millones de campesinos sin tierras), ni siquiera sus ideales sobrevivieron a su
fracaso. Los sucesivos presidentes se reclamaron herederos de la Revolución, pero
Venustiano Carranza y sus inmediatos sucesores (Álvaro Obregón y Plutarco Elías
Calles, que dominaría la escena política hasta 1936) se limitaron a domesticarla, sin
llegar nunca a emprender una verdadera reforma agraria.
Biografía
A los dieciséis años mató a un hombre. Todas las versiones sobre el caso coinciden
en tres puntos: por una parte, en que el muerto era un personaje de cierta relevancia,
al menos de mucha mayor relevancia que Doroteo Arango; por otra, en que había
intentado forzar a una de las hermanas Arango; finalmente, en que Doroteo escapó y
se refugió en el monte a resultas de este hecho.
El hecho de haber cometido un asesinato no ponía fuera de la ley por mucho tiempo a
un mexicano de 1894, aunque el matador fuera un "pelado" y la víctima un personaje
relevante. Pero la vida en las montañas tampoco era fácil y había que robar para
sobrevivir. Y ese delito se perseguía con dureza, sobre todo cuando un antiguo peón
tenía la osadía de robar ganado a los hacendados ricos.
Doroteo Arango, a cuya cabeza se había puesto precio, cambió de nombre y adoptó el
de Pancho Villa, un nombre como cualquier otro pero con alguna peculiaridad, pues, si
bien hay muchos Panchos en México, el apellido era el que debería haberle
correspondido si su abuelo Jesús Villa hubiera reconocido como legítimo a Agustín, su
padre. Acababa de nacer Pancho Villa, un hombre con una legitimidad recuperada por
la fuerza, que rápidamente se convirtió en un bandido generoso, en una especie de
Robin Hood mexicano. Era el "amigo de los pobres", como recoge John Reed en su
libro México insurgente; sus hazañas se difundían oralmente con rapidez y se
convertían en letras de los corridos que se cantaban en las haciendas, las plazas y las
cantinas.
Así las cosas, se le atribuían todo tipo de gestas o de delitos, según la óptica de cada
cual, independientemente de su simultaneidad en el tiempo o de su distancia en el
espacio. Hacia 1900 se estableció en el estado de Chihuahua, donde terratenientes y
empresarios, al amparo de inicuas leyes, incrementaban sus grandes propiedades con
nuevas y mejores tierras.
La Revolución Mexicana
Pero Victoriano Huerta no estaba tan seguro de poder convertir a Villa en lo que él
entendía por respetable ciudadano, máxime después de esa victoria sobre Orozco;
sospechaba que Villa estaba de algún modo implicado en la rebelión de Orozco en
defensa de las aspiraciones sociales del campesinado, que Madero había postergado.
Huerta acusó a Villa de insubordinación por no haber obedecido una orden suya y lo
hizo comparecer ante un consejo de guerra, el cual decidió en quince minutos que
debía ser fusilado. Algunas versiones aseguran que tal orden especificaba que Villa
debía devolver a su legítimo propietario, un personaje local, un caballo pura sangre del
que se había adueñado, mientras que otras hablan vagamente de una orden
transmitida por telégrafo y que Villa negó haber recibido.
Gobernador de Chihuahua
El comercio se reavivó, pero la plata y el papel moneda oficial seguían ocultos. Dos
decretos consecutivos lograron hacer que afloraran los capitales. Por el primero, se
condenaba a prisión a quien hiciera circular otra moneda que no fuera la villista; por el
segundo, se fijó un día a partir del cual no se cambiaría más plata acuñada ni moneda
mexicana. Como la posición de Villa se fortalecía en el terreno político y militar, el
cambio se efectuó, su moneda fue aceptada y Villa pudo comprar suministros con la
moneda oficial que había obtenido a cambio de la suya.
Ello no impidió el triunfo revolucionario. Pancho Villa tomó Zacatecas en junio de 1914,
victoria decisiva que abría el camino a Ciudad de México; Victoriano Huerta firmó la
renuncia y partió al exilio. La toma de Zacatecas, efectuada por Villa contrariando las
órdenes de Carranza, que quería evitar que Villa se acercase a la capital, tuvo como
consecuencia serias fricciones entre los dos dirigentes, resueltas con la firma del pacto
de Torreón. Entre otras cosas, se acordaba que Carranza, al asumir el poder,
establecería un gobierno con civiles tanto villistas como carrancistas y que ningún jefe
podría ser candidato a la presidencia. Ello obstaculizaba las ambiciones políticas de
Carranza.
De general a guerrillero
En julio de 1915, un derrotado Pancho Villa tuvo que retirarse hacia el norte, y su
estrella empezó a declinar. Regresó a Chihuahua, pero ya no como general en jefe de
un poderoso ejército, sino a la cabeza de un grupo que apenas contaba con mil
hombres. En octubre de 1915, tras obtener el gobierno de Carranza el reconocimiento
de los Estados Unidos, Villa decidió jugar una carta arriesgada: atacar intereses
estadounidenses para mostrar que Carranza no controlaba el país y enemistarle con el
presidente norteamericano, Woodrow Wilson. Se trataba de provocar una intervención
norteamericana que obligara a Carranza, como representante del gobierno mexicano,
a pactar con los invasores, para poder así presentarse él mismo como jefe máximo de
la lucha patriótica y recuperar el terreno perdido.
El 10 de enero de 1916 los villistas pararon un tren, hicieron bajar a los dieciocho
viajeros extranjeros (quince de los cuales eran norteamericanos) y los fusilaron. Como
el incidente sólo dio lugar a protestas diplomáticas, el 9 de marzo una partida al mando
del propio Villa se presentó a las cuatro de la madrugada en la población
estadounidense de Columbus, mató a tres soldados e hirió a otros siete, además de a
cinco civiles, y saqueó e incendió varios establecimientos.
Esta vez sí se produjo la intervención, pero fue definida como "punitiva", y en teoría
quedaba restringida a capturar a los rebeldes. Wilson envió un ejército bajo el mando
del general Pershing al norte de México para acabar con Pancho Villa; pero el
conocimiento del terreno y la cobertura que le daba la población campesina le
permitirían sostenerse durante cuatro años, a medio camino entre la guerrilla y el
bandolerismo. Aunque se produjeron enfrentamientos entre villistas y
norteamericanos, y entre norteamericanos y constitucionalistas, la fuerza
estadounidense se retiró de México en febrero de 1917 sin mayores consecuencias.
Redactó entonces desde el exilio el Plan de San Luis, un programa político que incluía
un llamamiento a alzarse en armas contra el régimen dictatorial de Díaz el 20 de
noviembre de 1910, fecha de inicio de la Revolución mexicana. El triunfo
revolucionario lo elevó a la presidencia (1911-1913), pero, incapaz de contentar a los
líderes agraristas radicales y presionado a la vez por los sectores conservadores y por
los Estados Unidos, acabó siendo traicionado y asesinado por Victoriano Huerta, uno
de sus generales de confianza. De este trágico modo terminaron los empeños
reformadores de un hombre honesto; un final que, por desgracia, no fue infrecuente en
los turbulentos inicios de la Revolución.
Biografía
La estabilidad política y las mejoras económicas que logró Díaz, sin embargo, no
fueron a la par con la situación que vivía la mayoría de la población, que no se
beneficiaba por igual de las ventajas de la industrialización y del comercio. Los
desequilibrios sociales se agudizaron, y se extendió el deterioro de las condiciones de
vida entre el campesinado y el proletariado urbano. La inactividad del Parlamento
impidió la puesta en marcha de los cauces apropiados para corregir los desequilibrios.
En los últimos años del Porfiriato, el descontento no se limitaba a las clases más
desfavorecidas; surgieron voces críticas entre las mismas élites, se gestaron nuevos
partidos políticos y aparecieron nuevos líderes, entre ellos Francisco Madero. Hacia
1905, los abusos de poder del gobernador de Coahuila, Miguel Cárdenas,
determinaron el inicio de su activismo político: fundó el Partido Democrático
Independiente y empezó a exponer sus ideas en el rotativo El Demócrata.
De la elección a la Revolución
Pero un repentino cambio de opinión de Díaz, que volvió a postularse candidato, dio al
traste con las expectativas y causó gran indignación. Todo ello no hizo sino intensificar
el activismo de Madero. En 1909 fundó el Centro Antirreeleccionista de México, al
frente del cual difundió sus ideas por todo el país. En la convención celebrada en abril
de 1910, el Partido Nacional Antirreeleccionista designó a Madero candidato a la
presidencia. Temeroso de su popularidad, Porfirio Díaz ordenó el acoso a Madero, que
fue detenido en Monterrey el 7 de junio, en plena campaña electoral, y trasladado a
San Luis Potosí; con su rival bajo libertad vigilada, el Congreso reeligió a Díaz para un
nuevo sexenio.
Para Madero, esta manifiesta imposibilidad de acceder al poder por la vía democrática
evidenciaba que sólo el levantamiento armado podía llevar a un verdadero cambio. En
octubre de 1910, tras lograr eludir la vigilancia, Francisco Madero huyó a Estados
Unidos y, desde su exilio en San Antonio (Texas), hizo público el programa político
llamado Plan de San Luis (en alusión a San Luis Potosí, donde fue fechado el
documento pese a hallarse ya en el país vecino).
Madero denunció en aquel manifiesto los abusos de la dictadura y expuso, entre otros
proyectos, la intención de favorecer a los sectores agrarios restituyendo a los
campesinos los terrenos que el porfirismo les ha arrebatado arbitrariamente (Ley sobre
terrenos baldíos de 1894). Se señaló el 20 de noviembre de 1910 como fecha del
alzamiento, y, gracias a aquella apelación al apoyo rural, el campesinado terminaría
por responder al levantamiento en armas de manera unánime: era el inicio de la
Revolución mexicana.
Entre los insurrectos figuraban, junto a otros caudillos locales, algunos de los líderes
destinados a jugar un papel trascendental en la Revolución: Pascual Orozco, Emiliano
Zapata y Pancho Villa. Pese a los fracasos iniciales, entre la redacción del manifiesto y
el triunfo de Madero mediaron tan sólo seis meses. El desgaste del sistema había
convertido al ejército de Porfirio Díaz en una fuerza escasamente articulada y
debilitada, y, ante la impotencia del ejército y la incapacidad del Gobierno, la
Revolución no tardó en extenderse por todo México. La toma de Ciudad Juárez por los
rebeldes, a fines de mayo de 1911, supuso la renuncia de Porfirio Díaz y el fin de la
dictadura. El 7 de junio Madero entró triunfalmente en la capital mexicana.
La presidencia de Madero
Este gobierno de transición pronto hubo de hacer frente a las exigencias sobre la
puesta en marcha inmediata del Plan de San Luis: las tropas revolucionarias
reclamaban la restitución efectiva de las tierras a los campesinos como condición
previa a la entrega de las armas. La tensión y el descontento forzaron la convocatoria
de elecciones. Los comicios, celebrados en octubre de 1911, permitieron que, al
siguiente mes, Francisco I. Madero accediera al poder al frente del recién creado
Partido Constitucional Progresista.
Madero promovió medidas para redistribuir la tierra, pero a los campesinos les
parecieron demasiado tibias; los sectores más radicales exigían expropiaciones. En
otros ámbitos de la producción, como el textil y la minería, se inició una campaña de
huelgas para reclamar mejoras laborales. Entretanto, el gobierno de Madero puso en
marcha acciones para mejorar la atención sanitaria y educativa de la población, y
aprobó la reducción de la jornada laboral, que pasó de doce a diez horas. Intentó
también racionalizar la recaudación de impuestos y evitar el encarecimiento de los
artículos de primera necesidad.
En medio de estas luchas fue ganando relevancia el general Victoriano Huerta; gozaba
de la confianza de Madero y había logrado derrotar a Pascual Orozco. Comandante de
las fuerzas que debían defender al gobierno, Huerta protagonizó una célebre e
ignominiosa traición durante la llamada Decena Trágica, nombre con que son
conocidos los violentos sucesos acaecidos en la capital mexicana del 9 al 19 febrero
de 1913; con el beneplácito de Estados Unidos, Victoriano Huerta depuso a Madero y
mandó fusilarlo alegando que había intentado escapar. De este modo Francisco I.
Madero, que no había conseguido en vida mantener unidos a los revolucionarios, se
convirtió tras su muerte en un símbolo de la unidad de la Revolución contra el
usurpador Huerta.
Victoriano Huerta
(Colotlán, Jalisco, 1854 - El Paso, Estados Unidos, 1916) Militar y político mexicano,
presidente de México entre 1913 y 1914. Era de ascendencia india, lo cual no fue un
obstáculo para que fuese admitido en el Colegio Militar de Chapultepec, de donde
salió, en 1876, con el grado de teniente. Ascendió los primeros peldaños del escalafón
militar en la Comisión de Cartografía Mexicana, a cuyo servicio dedicó más de ocho
años de su vida.
A lo largo de los diez años siguientes, en los distintos puestos que ocupó en el seno
del Estado Mayor durante la última parte del mandato de Porfirio Díaz, acumuló
experiencia en las fidelidades, traiciones y entresijos de la vida política. A las órdenes
del general Ignacio A. Bravo, Victoriano Huerta (cuya afición por la bebida era
desmesurada, al decir de los historiadores) participó en 1903 en la represión de las
rebeliones de los indios mayas (descendientes del pueblo prehispánico que forjó
la cultura maya), y posteriormente, durante varios años, en el sometimiento de los
indios yaquis del Estado de Sonora.
La crisis del régimen dictatorial de Porfirio Díaz (1876-1911), tocado de muerte con la
campaña antirreeleccionista de Francisco I. Madero, lo llevó a participar en una
conspiración contra el régimen, no sin antes solicitar la baja del ejército, aunque ésta
le fue denegada. El estallido de la Revolución mexicana (20 de noviembre de 1910)
condujo a una rápida derrota del ejército del dictador. Gracias a su pragmatismo,
Huerta se convirtió en pieza clave de la comisión que había de acompañar a Porfirio
Díaz al destierro.
Durante la interinidad de Francisco León de la Barra y hasta el nombramiento del
presidente Francisco I. Madero (1911-1913), Victoriano Huerta se dedicó a combatir
con saña y tenacidad a los seguidores del revolucionario agrarista Emiliano Zapata.
Tras ocupar Francisco Madero la presidencia de la República en noviembre de 1911,
el general Huerta decidió abandonar la milicia, pero posteriormente fue convencido
para continuar la lucha contra los líderes agraristas: Pascual Orozco y Emiliano
Zapata; este último había lanzado el Plan de Ayala, programa político entre cuyas
exigencias se encontraba la inmediata devolución a los indígenas de las tierras que les
habían sido arrebatadas bajo el régimen de Porfirio Díaz.
Huerta formó en Torreón la División del Norte, derrotó a los orozquistas en Conejos,
Rellano, La Cruz y Bachimba y estuvo a punto de fusilar a Pancho Villa. Poco después
de que el levantamiento de Pascual Orozco fuera derrotado, el general Huerta y el
ejército se convirtieron en la base principal de la continuidad de la presidencia de
Madero por sus conexiones reaccionarias y gracias también al bloqueo en el
suministro de armas con destino a los antimaderistas impuesto por el gobierno
norteamericano. En septiembre, Madero lo nombró secretario de Guerra en la capital
de la República y consiguió derrotar una nueva rebelión.
La Decena Trágica
Sin embargo, los violentos sucesos acaecidos durante la llamada Decena Trágica (del
9 al 19 de febrero de 1913) habían de cambiar definitivamente el destino de México. El
9 de febrero de 1913 estalló una segunda sublevación contrarrevolucionaria dirigida
por los generales Reyes y Mondragón. Tras asaltar la Penitenciaría y liberar al general
Félix Díaz, Victoriano Huerta, que había fingido estar a favor de la presidencia legal de
Madero, fue nombrado por éste Comandante Militar de Ciudad de México, en
sustitución del general Lauro Villar, muerto en los combates.
Pero Huerta preparaba desde esa posición la traición que le ha hecho pasar a la
historia. Tras reunirse en secreto con los conspiradores y luego con el embajador de
Estados Unidos Henry Lane Wilson (siniestro artífice del llamado Pacto de la
Ciudadela o de la Embajada, como de las dos maneras se le conoce), Victoriano
Huerta diseñó un plan para impedir que llegaran los refuerzos de Felipe Ángeles a la
capital y dio un golpe de Estado.
Victoriano Huerta
Pero su mayor error fue atacar los intereses norteamericanos al decidirse por las
ofertas de los británicos en cuestiones relacionadas con las concesiones petroleras. El
nuevo presidente demócrata norteamericano, Woodrow Wilson, optó entonces por
retirar el apoyo a Huerta y decantarse abiertamente por los revolucionarios
constitucionalistas. Tras la ocupación de Veracruz por los marines norteamericanos y
la derrota de los federales de Huerta en Zacatecas a manos de Pancho Villa, el
presidente Huerta entregó la renuncia a su cargo en la persona del licenciado
Francisco S. Carvajal e inició su exilio, que lo llevó primero Londres y luego a España.
Entretanto había estallado la Primera Guerra Mundial, y los plenipotenciarios
alemanes Franz von Rintelen y Franz von Papen le ofrecieron todo tipo de ayuda
económica y bélica para que regresara a México y (aprovechando las disensiones
internas del constitucionalismo) se hiciera de nuevo con el poder, a cambio de que
declarara la guerra a Estados Unidos. Victoriano Huerta se embarcó en Cádiz rumbo a
Nueva York, siendo detenido, junto a Pascual Orozco, en la estación ferroviaria de
Newman, en Nuevo México, acusado de conspirar en favor de Alemania violando la
neutralidad. Por su delicado estado de salud, se le dejó libre en una finca que poseía
en El Paso (Texas), pero, tras la fuga de Orozco, Huerta fue internado en la cárcel
militar de Fort Bliss, donde falleció víctima de una cirrosis hepática el 13 de enero de
1916.
Venustiano Carranza
(Cuatro Ciénegas, Coahuila, 1859 - Tlaxcalaltongo, Puebla, 1920) Político mexicano
que lideró la etapa constitucionalista de la Revolución. Venustiano Carranza logró
aunar las voluntades de los distintos caudillos revolucionarios frente a la dictadura
contrarrevolucionaria del general Victoriano Huerta (1913-1914), pero, tras una rápida
victoria, hubo de enfrentarse a las reivindicaciones de los dos líderes agraristas que le
habían apoyado: Pancho Villa y Emiliano Zapata. Después de afianzar su posición,
convocó un Congreso Constituyente en Querétaro del que saldría la Constitución de
1917 y que le eligió como presidente de la República (1917-1920), poniendo fin a la
fase más desgarradora de la Revolución mexicana.
En 1913, el presidente Madero fue asesinado por sicarios de quien sería su sucesor
en la presidencia: Victoriano Huerta, que instauró una férrea dictadura militarista
(1913-1914) de signo claramente contrarrevolucionario. Poco después del asesinato
de Madero, Venustiano Carranza proclamó el Plan de Guadalupe (marzo de 1913),
manifiesto a la nación en que negaba la autoridad del gobierno usurpador de
Victoriano Huerta y se nombraba a sí mismo Primer Jefe del Ejército
Constitucionalista. Su bandera política era la obediencia a la Constitución y la
restauración del orden alterado.
En su lucha contra Victoriano Huerta, Carranza recibió el apoyo de otros líderes
revolucionarios. En el norte contaba con la ayuda de Álvaro Obregón, Pablo González
y Pancho Villa, mientras que en el sur otro revolucionario, Emiliano Zapata, iniciaba
una lucha independiente. En 1914, los Estados Unidos invadieron México; Carranza
estableció acuerdos con los estadounidenses para evitar la intromisión en la política
interna mexicana. Mientras tanto, los ejércitos constitucionalistas triunfaban en todos
los frentes, obligando a Victoriano Huerta a renunciar a la presidencia en julio de 1914.
La retirada de Carranza a Veracruz dejó el camino libre a Villa y Zapata, que entraron
en Ciudad de México e instalaron en la presidencia primero a Eulalio Gutiérrez y luego
a Roque González Garza. Pero entre abril y junio de 1915, una serie de victorias de
Álvaro Obregón forzaron a Pancho Villa a abandonar la ciudad y permitieron a
Venustiano Carranza regresar a la capital del país. Carranza convocó entonces un
Congreso Constituyente en Querétaro que elaboró la nueva Constitución de 1917 y le
eligió como presidente constitucional. Terminaba con ello la Revolución mexicana, o al
menos su fase más convulsa.