Emocion y Cognicion en El Envejecimiento
Emocion y Cognicion en El Envejecimiento
Emocion y Cognicion en El Envejecimiento
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Autora: Mª Carmen Requena Hernández
Aunque está bien establecido que la ciencia debe guiar y establecer el conocimiento,
comprobaremos que los temas centrales de este módulo, no han seguido este recorrido. El
envejecimiento “se nos vino encima” y hubo que dar respuestas a las necesidades sentidas de este
colectivo. En cuanto a las emociones, la psicología apartó la emoción y se aferró a la cognición,
como rasgo distintivo del ser humano durante finales del siglo XX. En la década de los ochenta, un
grupo de investigadores (ver Smith y Lázarus, 1990; Watson y Clark, 1997) consiguen el
reconocimiento del estudio legítimo de las emociones y éstas dejan de verse como productos y
obstáculos de la racionalidad. En la actualidad, las emociones se consideran como las estrategias,
imprescindibles, de adaptación en la última etapa de la vida.
Hecha una panorámica de la dificultad de este módulo, haremos de ella un acicate que nos dote del
entusiasmo suficiente para dar el triple salto al conocimiento de emoción, cognición y
envejecimiento.
En las últimas décadas la investigación está produciendo gran cantidad de estudios empíricos
acerca del envejecimiento, cognición, emoción y la interacción entre ambos. Una de las grandes
contribuciones es la de considerar que, en la madurez, las estrategias de adaptación siguen
trayectorias inversas; mientras la cognición disminuye, en una variedad de tareas cognitivas (véase
Zacks, Hasher y Li, 2000), la emoción despierta especial interés. Un creciente número de estudios
demuestran que la experiencia emocional no sólo está intacta en la vejez, sino que contribuye a
mejorar el rendimiento de tareas cognitivas (Blanchard-Fields, 2005).
Este bloque aborda el mito del dualismo emoción-cognición. En oposición a este dualismo, el
presente documento sostiene la continuidad entre ambos y su extensión hacia los memes. Durante
el resto del módulo trataremos de la emoción, conocimiento imprescindible para abordar el
desarrollo óptimo de la vejez.
El estudio de las emociones ha sido abordado desde diferentes ángulos. Para muchos
investigadores, la definición sólo se refiere a manifestaciones externalizadas y agudas de la
reacción emocional (expresiones) y a los síntomas fisiológicos internos, ignorando la experiencia
íntima y subjetiva. W. James (1884) lo hace explícito en esta frase: estamos tristes porque
lloramos. Caracteriza la emoción como un asunto del cuerpo. Captamos y transmitimos una
emoción sin que medie ninguna palabra, razón o lógica (Ejercicio 1).
Es un hecho que los sentimientos permanecen después de que los componentes somáticos de las
emociones han desaparecido. Ello muestra que la aparición y persistencia de los procesos
cerebrales conscientes que acompañan a la emoción no dependen de la activación de los
componentes fisiológicos de la emoción. Luego en la emoción concurren estados funcionales
dinámicos del organismo que implican la activación de grupos particulares de sistemas efectores
(visceral, endocrino y muscular) y sus correspondientes estados subjetivos (vivencias), lo que
implica una participación cognitiva del organismo. Véase este ejemplo: En cierta ocasión Andrés
caminaba por una calle solitaria un día de verano a las 6 de la tarde. De pronto comienza a oír
pasos detrás de él que se aproximan más y más. La sombra alargada de una figura tras él se va
acercando y Andrés observa de reojo que corresponde a un individuo que se le aproxima y lleva
algo en la mano con forma de porra. Andrés está alerta ante la cercanía del cuerpo que se le
acerca por la espalda. Su corazón late con fuerza, siente encogerse el pecho y le atraviesan
señales de alerta y de peligro. Andrés siente que se dispara el sistema químico, eléctrico y muscular
de su organismo. En milésimas de segundo observa cómo el individuo a su espalda levanta la mano
y ve alzar la sombra de la porra. Al tiempo se vuelve Andrés suplicando al desconocido: “¡por favor,
por favor! No me haga daño”. El desconocido mira desconcertado y aparta los brazos de Andrés
que estaban enganchados a su chaqueta. No había tal porra, el hombre llevaba un periódico
enrollado y había levantado el brazo con intención de rascarse la cabeza.
Como lo ilustra la experiencia por la que acaba de pasar Andrés, las emociones comprenden una
mezcla de 1. surgimiento fisiológico (el corazón que late), 2. expresión exterior (de miedo) y 3.
experiencia consciente (interpretación de la conducta de la otra persona). Pero el rompecabezas
es: ¿cómo encajan esas tres piezas? ¿Andrés se percató en primer lugar de que su corazón latía,
las cejas elevadas, los ojos abiertos con los párpados tensos y los labios extendidos hacia atrás y
después sintió miedo o viceversa? Son éstas las preguntas a las que vamos a tratar de dar
respuesta en este primer módulo, pero antes revisemos algunas de las asunciones más frecuentes
acerca de la emoción y la cognición.
La memoria, el razonamiento, la atención, la conciencia no son los únicos procesos que ocupan el
cerebro, también las emociones como mecanismos no conscientes están presentes e interactúan
con aquellos, prueba de ello son los sentimientos que más adelante explicaremos. Todos
realizamos a diario diversas tareas mentales, resolvemos problemas, tomamos decisiones,
buscamos motivos de las reacciones de los demás, aprendemos nuevos conceptos. Ejemplo: “voy
a grabar un CD de un documental que encontré en You Tube. Sé que le hará ilusión a María”. Pero
¿cómo realiza la mente estas operaciones? O ¿Por qué nos equivocamos cuando tomamos
decisiones? Para explicar la mente recurrimos a metáforas como “es una pizarra en blanco” sobre
la que se van realizando impresiones o la asemejamos a un ordenador. Aunque a día de hoy ningún
modelo explicativo de la mente resulta satisfactorio, la mayoría de los expertos en ciencia cognitiva
coinciden en que el conocimiento consiste en representaciones mentales. Por ejemplo, usamos las
palabras para representar cosas, deseos, creencias. La palabra “entusiasmo” expresa entusiasmo.
Cuando decimos: Estoy entusiasmado de volver a verte, La palabra “entusiasmado”, en la frase,
expresa que estoy entusiasmado. Pero también podemos usar las palabras para hablar de ellas
mismas. La palabra “entusiasmo” habla de su palabra, no del entusiasmo mismo. Por ejemplo,
“entusiasmo” termina en o, mientras que el entusiasmo no, en todo caso puede acabar en un
premio o un éxito... La palabra “entusiasmo” tiene once letras, pero el entusiasmo no tiene letras,
es un sentimiento.
El conocimiento, las infinitas cosas pensables o decibles que “caben” en nuestra pequeña, frágil,
inhábil cabeza se debe a que, existe un procedimiento funcional de compilar una compleja infinitud
de resultados, en una simple colección de reglas. Confiamos en nuestro pensamiento a pies
juntillas, es infalible y desechamos lo que dicta el corazón porque nos engaña. Sin embargo, la
razón surge a partir de la emoción a lo largo de un largo, lento y sistemático proceso evolutivo
como aseguraron algunos de los grandes filósofos griegos y también Hume (1711-1776),
naturalistas de la talla de Darwin (1809-1882), o más contemporáneos, el neurocientífico Damasio
en su libro El error de Descartes (1996).
Nuestro razonamiento puede errar, ni mucho menos es perfecto. Por el contrario, a menudo nos
sentimos confusos ante tareas que aparentemente contradicen nuestro sentido común, recurrimos
a las falacias. La emoción nos embarga y sentimos la fragilidad y la limitación de nuestro
pensamiento. En estos casos, nos defendemos con expresiones como: “no tiene solución” “tiene
truco”. Cualquier cosa antes que aceptar que nuestro razonamiento falla. Antes de seguir
avanzando en la lectura del texto, invito al lector a que intente resolver los ejercicios del 2 al 5.
Hemos realizado estos ejercicios con personas mayores que acuden a participar en actividades de
ocio en centros de mayores y hemos observado que en general, les crean incomodidad, desagrado,
porque van en contra de su sentido común. Para la solución de las tareas se pone en alerta tanto
la emoción como la cognición. Compiten entre ellas con expresiones “qué lío” o “es de tontos” “me
pongo nervioso” “si…entonces…”, “si, porque…” o “no, porque…”. Finalmente encuentran la
solución o no, en función de la curiosidad (emoción) o por los conocimientos adquiridos.
Otro tipo de razonamiento que nos incomoda es el que empleamos con las paradojas
martirizantes. En este caso, no dependen de si ignoramos o no datos, ni de nuestra falta de
empeño, sino del estado abierto e incompleto de nuestra racionalidad. Compruébelo, resolviendo el
ejercicio 6.
Nuestra racionalidad aborda problemas desde un estado lógico en marcha, no cerrado, sino
pluralista y fruto de las adaptaciones naturales de nuestra especie, en lugar de leyes ideales y
normativas del pensamiento. Nuestras estrategias exitosas de adaptación han ido evolucionando
desde, por ejemplo, el camuflaje de la serpiente naxis naxis hasta la todavía incompleta
racionalidad.
Idea clave 1
La idea principal del texto es mostrar la continuidad entre
emoción y racionalidad, ambas localizadas en el cerebro. Por otro
lado, la racionalidad no es infalible, nos equivocamos, pues no
buscamos la verdad sino lo más conveniente.
¿Hasta qué punto los impulsos y los instintos, por sí solos, pueden asegurar la supervivencia de un
individuo? Nuestra especie se ha adaptado a ambientes diversos. Nos hemos basado en
mecanismos biológicos de base genética y muy evolucionados así como en estrategias de
supervivencia supra-instintiva que se han desarrollado en la sociedad y que se transmiten mediante
la cultura, y requieren para su aplicación, consciencia, deliberación razonada y fuerza de voluntad.
Esta es la razón por la que en los seres humanos la ira no conduce al asesinato. Freud hablaba de
la creación de un superyó que acomodaría los instintos a los dictados sociales. Uno de los retos de
la neurobiología es considerar la conexión de la biología con fenómenos sociales a través de
supra-reguladores adaptativos. El comportamiento cultural se da en individuos que forman parte de
una cultura, ésta no puede surgir de individuos únicos.
En la sociedad humana existen convenciones sociales y normas éticas por encima de las que ya
proporciona la biología. Estas capas adicionales de control modelan el comportamiento instintivo
de modo que pueda adaptarse de forma flexible a un ambiente complejo, de este modo se
aseguran la supervivencia para él y para otros. Estas convenciones precisan ser transmitidas, a
través de la educación y la socialización, de una generación a la siguiente; el conocimiento y los
medios de ponerlos en práctica están ligados a la representación neuronal de procesos biológicos
regulares innatos. ¿Qué pasa entonces con el altruismo, la bondad, el libre albedrío, la compasión,
amor, etc.? ¿Son todos ellos medidos, premeditados, egoístas? Todo lo contrario, merecen
entenderse como humanizados si tales sentimientos llegan mediante el esfuerzo intelectual puro o
por la fuerza de voluntad. ¿Cómo eres más tú, si eliges cómo comportarte o te comportas por
inercia?
Los seres humanos son organismos que llegan a la vida con automatismos de supervivencia y a los
que la aculturación añade un conjunto de estrategias de toma de decisiones que socialmente son
permisibles y deseables, que mejoran la supervivencia y sirven para construir una persona. Al nacer,
llega el cerebro dotado de impulsos e instintos que incluyen no sólo mecanismos fisiológicos para
regular el metabolismo sino mecanismos para vérselas con la cognición y el comportamiento social.
La base neurofisiológica de esas estrategias añadidas con la del repertorio de los instintos, no sólo
modifica su uso sino que se extiende su alcance. Los mecanismos neurales que sostienen el
repertorio suprainstintvo pueden ser similares a los que gobiernan los impulsos biológicos y
limitados por ellos. Pero requieren de la sociedad. Esta dualidad permite al ser humano
comportarse moralmente incluso transcendiendo a los intereses del grupo inmediato e incluso de
especie.
El filósofo Daniel Dennet, en su libro La peligrosa idea de Darwin (1995) define el término “memes”,
al igual que los genes, como paquetes de instrucciones con actitudes, que hacemos nuestro a
través de la cultura. Señala que la cultura es una expresión más de lo que denomina darwinismo
universal. Richard Dawkins, en su libro El gen egoísta (1976), considera que el egoísmo
constituye una metáfora que explica que la prosperidad de un gen depende de su adecuación al
medio. Sugiere que entre los humanos ha surgido un nuevo replicante, el meme, o unidad de
transmisión cultural. La transmisión cultural humana es análoga al concepto de gen, y está sujeta,
pues, a las mismas reglas básicas evolutivas, maximizar la utilidad: fecundidad (algunas ideas son
especialmente efectivas), longevidad (persisten durante mucho tiempo) y fidelidad en la replicación
(conservadurismo tradicional, especialmente el enseñado como parte de la educación infantil).
Los seres humanos tenemos la capacidad de imitar y el lenguaje. Con ambas cosas podemos crear
cultura, y transmitirla dentro de cada generación, horizontalmente, y a lo largo de ellas, en vertical.
Los padres transmiten a sus hijos sus genes y sus valores. En el pasado cuando las comunidades
cerradas eran la norma, a los memes anti-natalistas les costaba sobrevivir, porque la educación era
el canal de transmisión dominante y los memes venían de las mismas personas que legaban sus
genes. Hoy en día, la transmisión vertical (padres-hijo) es menos relevante, hay personas que, por
su éxito social, se transforman en fuente de memes: los demás imitan sus maneras, su apariencia,
su estilo, etc.
Los referentes ya no son los padres y los parientes, ahora, son los medios de comunicación
masivos, la transmisión memética: una canción, un eslogan, la frase afortunada o desafortunada de
algún famoso o su vestimenta, todo es susceptible de ser imitado, de convertirse en meme que
fluye de mente en mente. La memética nos impone una visión de la Historia cultural. Pero qué
sostiene esta visión ¿su verdad o su éxito? Susan Blackmore es una de las científicas que más
empeño ha dedicado a desarrollar y explorar los memes a sí como sus implicaciones. En su libro La
Máquina de Memes (2000), el ser humano no sería solamente un producto de la selección natural
cuyos genes, en cierto sentido, dictarán su comportamiento. El hecho de ser un ente social, capaz
de comunicarse y de imitar, también influye. Esta investigadora explica que la convivencia de los
genes y los memes es posible si se forman grupos cohesionados y no circulan muchos individuos
entre grupos. También debe haber presiones selectivas que destruyan algunos grupos y dejen a
otros persistir.
Cuando se dan estas condiciones, la selección natural opera sobre características grupales en vez
de individuales. Los memes que son compartidos por un grupo y no por otro deben ser capaces de
aumentar la probabilidad de la selección grupal. Por ejemplo si los miembros de un grupo imitan
conductas de compartir o de protección mutua eso da una ventaja al grupo. De este modo, los
memes están causados, en ocasiones, por genes inadaptados; después de todo los memes son
parte del ambiente, y como tales los genes desadaptativos están por definición mal adaptados
incluso si el entorno relevante para un gen particular es un determinado meme. Los memes pueden
ser adaptativos en un sentido y desadaptativos en otro. Por ejemplo, el meme del martirio es
beneficioso para la religión en que ocurre (inspira a otros a ser mártires y a extender la religión aún
más) pero es deletéreo para los genes del portador, que se mata. Estos memes no están
generados por genes mal adaptados, sino por una larga historia de memes que han usado a los
humanos para copiarse y reproducirse. Simplemente ocurre (probablemente por buenas razones
genéticas relacionadas con otros aspectos de la vida humana) que tenemos cerebros que aceptan
ideas como Dios, cielo, castigo eterno, fe, etc.
El yo, es exitoso pero no es verdad . Algunos científicos como Dennet argumentan que el “yo”
debe tener alguna ventaja biológica, para haber evolucionado y ser tan poderoso. Blackmore
considera que la conciencia del yo es producto de los memes y por lo tanto la ventaja es memética,
no genética. Cuando se trata de proteger el cuerpo nos las arreglamos bien: encontramos comida,
compañeros, luchamos contra los enemigos, etc. Podemos hacer todo esto, sin creer en un yo
consciente con voluntad propia y responsabilidad por nuestros actos. El yo, comienza en torno a
esa palabra, por el uso que le damos al lenguaje, nos imaginamos que se origina un pequeño yo
dentro. Va en interés de los memes que yo utilice el lenguaje así, me engaño a mí misma pensando
que soy un yo con libre albedrío y conciencia. Hay personas que van por el mundo haciendo las
cosas importantes y otras creyéndose importantes, protegiendo a ese yo imaginario que habita ahí
dentro. Sin embargo, hay gente capaz de liberarse de ese engaño, mediante la meditación o algún
tipo de práctica como la concepción del amor universal que proclamaba Spinoza.
Finalmente, ¿los memes son un reflejo de los genes?, o lo que es lo mismo, ¿son sustancias
distintas? Estamos como al principio del dualismo cartesiano. Cada vez más los genes son
almacenados, copiados y alterados por máquinas. Este es el futuro para los memes, que dejen de
necesitarnos a nosotros o a un planeta biológico. En tal caso los memes podrían sobrevivir aunque
la especie humana no lo haga. Esto equivale a decir que podríamos destruir las bases de la
civilización. El cambio climático, las guerras, el poder, los grupos de exclusión social entre los que
se encuentra el envejecimiento; la vida tal como la concebimos hoy, es insostenible y los memes no
se preocupan (Ejercicio 7).
Idea clave 2
La idea principal del apartado es sugerir que los memes, ideas que
dependen de la cultura, podrían heredarse y servir de base a la
racionalidad.
3. Emociones
Paul Ekman, catedrático de psicología de la Universidad de San Francisco y uno de los mayores
expertos en cómo expresamos nuestras emociones, en su obra La expresión de las emociones
(1975) considera, al igual que Darwin, que las emociones son una forma primitiva de comunicación
que fundamentalmente se concentra en la cara, a través de tres tipos de señales: estáticas,
pigmentación de la piel, forma de la cara, tamaño, formas, depósitos de grasa; lentas, influye el
paso del tiempo como en las arrugas y el tono; rápidas, se producen por movimientos faciales
dando como resultado cambios temporales en la apariencia de la cara, en la localización y tamaño
de los rasgos faciales y arrugas temporales. Estos cambios duran fracciones de segundos.
Los movimientos rápidos participan en la manifestación del humor, los emblemas y la expresión
facial. Cuando hablamos de humor, la expresión facial no se mantiene, en todo caso se observan
trazos de la emoción concreta que sintamos (por ejemplo tristeza: mandíbula apretada, hombros
caídos). Los emblemas, se caracterizan por usar gestos aislados. Por ejemplo, arrugar la nariz
quiere decir disgusto aunque en ese momento no esté disgustado emocionalmente. La expresión
facial se compone de microexpresiones por lo que tenemos que estar muy atentos si queremos
entenderlas.
Sin embargo, cuando mantenemos una conversación raramente miramos a la cara de forma
contínua, se evita la mirada por cortesía o porque no deseamos implicarnos en cómo se siente la
persona. Normalmente miramos para ver señales de acuerdo, emoción, estados para determinar el
turno, si durante un rato no hay respuesta audible, para dar la oportunidad de marcharse.
La emoción de enfado ¿tiene la misma expresión en todas las culturas? ¿Son las expresiones
faciales un lenguaje cuyo significado debemos aprender de nuevo cada cultura, como aprendemos
el lenguaje? Darwin (1984), estudioso de las emociones en los animales y las personas, afirmó que
las emociones primarias: sorpresa, miedo, desagrado, ira, alegría y tristeza, son universales, no
aprendidas de forma diferente por cada cultura, están biológicamente determinadas y son producto
de la evolución.
Idea clave 3
En definitiva, si bien el semblante del rostro para las emociones
primarias es el mismo para todos, hay dos aspectos en los que se
observan diferencias transculturales en las expresiones faciales:
aquello que provoca la emoción.
Por ejemplo, las personas se sienten tristes o sienten miedo según la cultura, y las convenciones
que la gente sigue para controlar y dirigir la expresión de sus rostros en la situación social son
aprendidas. Por ejemplo las personas pueden sentir tristeza por la muerte y disimular poniendo un
semblante alegre.
Emociones secundarias
Pero también es cierto que nuestras emociones se desencadenan después de un proceso mental
evaluador, voluntario, no automático. Debido a nuestra experiencia asociamos situaciones con
estímulos que causan emociones. Estamos predispuestos a responder con una emoción de forma
preorganizada cuando se perciben determinadas características de los estímulos del mundo
(tamaño, tipos de movimiento, formas, sonidos) o de nuestro cuerpo (dolor, placer), pero no a
objetos concretos (serpiente, araña, enchufe, sirena). El paso siguiente es la sensación de la
emoción en conexión con el objeto que la excitó. A partir de ese momento se asocia el estímulo
que desencadena la emoción con la escena que en ese momento estaba presente, se congela, y tal
cual se graba en nuestro cerebro. Pero el proceso no se detiene aquí, tomamos conciencia de los
cambios corporales y la escena. Pero ¿para qué poner la conciencia si ya existe un medio de
responder adaptativo y automático? Pues porque la conciencia es un seguro de adaptación; si
identificamos lo que nos causa emoción lo podemos manejar y/o prever. Además podemos
generalizar a situaciones similares. Ser conscientes, nos permite flexibilizar las respuestas.
3.2 Sentimientos
Supongamos que volvemos a visitar el colegio al que fuimos cuando éramos niños. Posiblemente
se activará en nosotros una serie de señales, procedentes de la piel, los vasos sanguíneos, las
vísceras, los músculos, las articulaciones, que irán a determinadas regiones del cerebro como la
somatosensorial. A partir de aquí se produce una activación de múltiples áreas cerebrales, en
función de los circuitos que se ven implicados. Pero además, también hay una activación química,
las hormonas y los péptidos, que activan distintas áreas cerebrales (véase el efecto de algunas
sustancias como la cocaína). A partir de aquí nos damos cuenta de nuestro cambio corporal y
hacemos el seguimiento, a la vez en nuestro pensamiento hay una serie de contenidos específicos.
Estos pensamientos, en ese momento en que somos conscientes de lo que pasa en nuestro
cuerpo, son los sentimientos.
Idea clave 4
Podríamos concluir que emoción es un conjunto de cambios
corporales. Emoción secundaria es la conexión de estos estados
corporales con imágenes mentales. El sentimiento es darse cuenta
de los cambios corporales en yuxtaposición con las imágenes
mentales que los iniciaron.
Precisamente esta yuxtaposición, que no fusión, es lo que explica que a veces se hagan presentes
determinados estados corporales que nada tienen que ver con el contenido de los pensamientos
que se desencadenan y, por ejemplo, nos sintamos contentos o tristes sin motivo.
Sentimientos de fondo
Algunos sentimientos no están relacionados con las emociones. Todas las emociones generan
sentimientos pero no todos los sentimientos parten de las emociones. Estos se denominan
sentimientos de fondo. Es el tipo de sentimiento que nos permite contestar a la pregunta “¿cómo
estás?”. Es el que predomina entre emociones. Pero aunque nuestra atención está donde se la
requiere, no quiere decir que esté ausente. Si cambiamos de posición o movemos el cuello después
de estar mucho tiempo delante del ordenador sentimos nuestro cuerpo. El sentido corporal de
fondo es continuo, aunque no nos demos cuenta de nada específico ya que la representación del
mismo es general. No olvidemos que se desarrolló una mente para acrecentar la supervivencia del
organismo. No habría sido posible regular y proteger el organismo sin representar su anatomía y
fisiología en detalle a la vez básico y actual (Ejercicio C).
No hay un consenso sobre el constructo de emoción. Por lo que propongo un enfoque holístico,
definiendo emociones como estados funcionales dinámicos del organismo, que implican la
activación de grupos particulares de sistemas efectores (visceral, endocrino y muscular) y sus
correspondientes estados subjetivos (vivencias).
Izard (1993) propone una teoría compleja basada en el feed-back facial. Entre los músculos
faciales y ciertas estructuras cerebrales se forman dos tipos diferentes de conexiones. El primero
se establece entre los impulsos cerebrales y los músculos faciales, lo que hace que se generen
ciertas expresiones faciales determinadas genéticamente. El segundo establece una información
retroactiva con el cerebro sobre la tensión facial generada. La hipótesis sobre el feed-back facial
consiste en considerar que la información que mandan los músculos faciales al cerebro es la que
genera la experiencia emocional. La existencia de distintas emociones se debe a que las diversas
expresiones faciales mandan información diferente al cerebro, lo que, a su vez, genera emociones
cualitativamente diferentes.
Esto significa que habría interacción entre emoción y cognición. Esta interacción implicaría: (1) la
posibilidad de generar o regular emociones subjetivas y, (2) la posibilidad de recurrir la intensidad o
duración de la expresión innata de una emoción. Por último, Izard considera el nivel de la
experiencia subjetiva. Para Izard, la emoción es un proceso que influye en otro tipo de procesos de
experiencia, como sería el caso de la percepción selectiva, el aprendizaje y el recuerdo.
Idea clave 5
Resumiendo, la teoría de Izard sobre la emoción intenta recoger e
integrar todos los aspectos de las emociones: actividad
fisiológica, expresivo-conductual y subjetiva.
Los instrumentos de medida de las emociones van a depender del concepto que se tenga sobre su
propia naturaleza o estructura, lo que concretará la técnica a utilizar, los objetivos a medir. Al no
existir un consenso, en ocasiones se han usado medidas poco rigurosas (hipnosis, recuerdos,
manipulación de expresión, lecturas de frases, audición musical, películas). A continuación
proponemos dos modelos de evaluación: discreto, el FACS, y continuo, el IAPS; ambos pueden
emplearse de forma complementaria.
El Sistema de Codificación de Acción Facial, FACS, de Ekman, Friesen & Hager (2002) es uno de
los instrumentos más utilizados en la codificación de la expresión facial, que permite la investigación
sobre la expresión de las emociones en aras de clarificar el análisis y la comprensión en el estudio
del campo de la emoción. Se basa en la actividad muscular facial. El FACS parte de una base
anatómica y un desarrollo experimental. El instrumento muestra que no existe una relación unívoca
entre la acción muscular y una determinada expresión y, además, requiere de otros parámetros
relevantes para identificar una emoción: la intensidad de cada acción facial (escala de 5 puntos), su
duración y las unidades de acción (UA) implicadas. Evalúa la expresión facial y, en particular, la
expresión facial de las emociones a partir de la acción combinada de una serie de varios músculos
faciales que otorgan un cambio en
la apariencia facial. Aunque no todos los grupos faciales representan cambios en la musculatura
facial (ejemplo, posición de la cabeza).
Si bien el FACS es un procedimiento que permite identificar las emociones a partir de grupos
faciales, el reconocimiento de las mismas está modulado por la información proporcionada por el
contexto y el propio observador (experiencia, atribuciones). El estudio de la expresión o
manifestación de las emociones requiere la consideración de las tres dimensiones de respuesta
(cognitiva/subjetiva; conductual/expresiva y fisiológica/adaptativa) para abordar la complejidad del
fenómeno emocional y, ello en consonancia con la definición de emoción que sostienen: “una
experiencia afectiva en cierta medida agradable o desagradable, que supone una cualidad
fenomenológica característica y que comprende tres sistemas de respuesta: cognitivo-subjetivo;
conductual-expresivo y fisiológico adaptativo» (Fernández-Abascal y col., 2001, p.12).
Con dichos procedimientos de evaluación facial se pretende ir más allá y corroborar los postulados
teóricos darwinistas relativos a la existencia de seis emociones básicas, y que tanto su expresión
como su reconocimiento es innato y universal. Estos postulados siguen sin confirmarse
experimentalmente aunque no niegan el papel del aprendizaje como modulador de la expresión y
como factor capaz de modificarla.
El Sistema internacional de imágenes afectivas, IAPS, de P.J. Lang (1997, 2005) ha sido
desarrollado en el Center for Study of Emotion and Attention, que dirige el profesor Lang, en la
Universidad de Florida. Este instrumento, proporciona un conjunto de estímulos emocionales
normativos en las investigaciones experimentales sobre emoción y atención. Para Lang la emoción
es una disposición para la acción, que se origina ante estímulos significativos para el organismo, y
que se produce en tres sistemas reactivos: cognición o experimental-subjetivo, el motor o
conductual-expresivo y el neurofisiológico-bioquímico.
Este bloque ofrece una visión del enfoque cognitivo-emocional en el desarrollo de la madurez.
Además se detallan investigaciones que facilitan la comprensión de la emoción, como principal
proceso de adaptación en la vejez.
La idea principal del apartado es mostrar el manejo de los componentes principales de la emoción,
en la madurez.
Durante cientos de años, los estudiosos han considerado la posible relación entre la emoción y la
cognición. Hipócrates especuló sobre la localización entre emoción y cognición en el cerebro.
Buda habló sobre la interdependencia entre sabiduría y compasión. Aunque los psicólogos
cognitivos que estudian los procesos de envejecimiento son ciertamente conscientes de las
influencias potenciales de la emoción en la cognición, esta influencia se ha visto a menudo como
negativa y, por consiguiente, anulada en el proceso de desarrollo en las etapas tempranas de la
vida (Powell, 1994). En contraste, los investigadores de la emoción han prestado una atención
considerable a la cognición. De hecho, muchas de las teorías extensamente conocidas de la
emoción incluyen la experiencia emocional dentro de la base cognitiva; consideran que las
emociones ocurren como resultado de apreciaciones cognitivas o interrupciones de metas
(Lazarus, 2000). Sin embargo, con algunas excepciones importantes por ejemplo, Blanchard-Fields
(1998), ha habido pocos esfuerzos por entender bien los procesos cognitivos a través de la
comprensión de las emociones.
Algunas teorías sobre la emoción afirman explícitamente que la cognición precede a la emoción
(Stein & Trabasso, 1992). Otros modelos anteponen la activación del sistema nervioso autónomo
(Levenson, Carstensen, Friesen & Ekman, 1991) y las respuestas faciales a la cognición (Zajonc,
2000). Este enfoque considera que el aprendizaje no es posible sin la presencia de estímulos con
valencia positiva.
En relación a la expresión
La investigación llevada a cabo por Levenson, Carstensen & Gottman (1994) en el laboratorio
consistió en evaluar los tres componentes básicos de la emoción a adultos, jóvenes y mayores. Se
pidió a los participantes que identificasen eventos con fuerte carga emocional en el pasado, a
través de imágenes que se les proyectaba en un video. Las medidas recogidas fueron: tasa
cardíaca, actividad somática, presión de sangre y respiración. Además, tenían que evaluar la
intensidad emocional subjetiva de cada inducción a la vez que se registraba la expresión facial.
Los resultados muestran similitud en la experiencia subjetiva y expresión de emoción en todos los
grupos de participantes. Además, el perfil psicofisiológico de emociones específicas entre los
grupos de edad era el mismo.
Por ejemplo, si la activación del corazón aumenta con el enfado y la actividad somática disminuye
con el miedo más que con el enfado y la sorpresa, se observaba este mismo patrón en todos los
grupos; aunque la activación era algo más reducida en las personas mayores, o sea, mayor control.
Intensidad emocional
Aunque los episodios de ansiedad y depresión en las personas mayores, pueden no afectar el
funcionamiento diario, es posible que sus efectos se manifiesten de forma sutil, pero no menos
importante, en dominios cognitivos como atención, funciones ejecutivas y memoria.
Una revisión de la investigación en la memoria en situaciones de estrés (Bunce, Handley & Gaines,
2008) indica que se recuerdan mejor los eventos centrales frente a los detalles secundarios o la
información neutra. Por ejemplo, en un estudio se indujo a participantes de diferentes grupos de
edad a sentirse felices, tristes o en estado neutro; posteriormente se les pidió que evocaran los
pensamientos no pertinentes que habían tenido mientras completaban una tarea de memoria. En
una segunda fase se les pidió que dijesen en alto los pensamientos durante la tarea (Siebert y Ellis,
1991). En ambos casos, la valencia de los pensamientos correlacionó con el humor, y los
pensamientos no pertinentes negativos interferían en la actuación. Además, estudios llevados a
cabo con personas mayores deprimidas encuentran que la actuación cognitiva es más pobre en
tareas que involucran memoria y velocidad psicomotora. (Sliwinski, Smyth, Hofer, & Stawski, 2006).
La ansiedad, al igual que la depresión, interfiere en tareas cognitivas al aumentar los pensamientos
intrusivos. Una revisión llevada a cabo por Eysenck, MacLeod y Mathews (1987), en relación a la
influencia de la ansiedad en tareas cognitivas, concluyó que cuando las tareas son sencillas la
interferencia con el humor es mínima, no así cuando la tarea es difícil.
Otro estudio posterior en relación al humor -congruente con rendimiento de tareas de memoria
(Matt, Vazquez y Campbell, 1992)- concluye que hay una relación asimétrica entre el humor y la
memoria; los no depresivos recuerdan más información positiva que negativa frente a los
depresivos, que no muestran diferencias en el recuerdo del material en función de si es positivo o
negativo.
Bower (1992) propone un modelo denominado propagación de activación para explicar la relación
entre los estados emocionales, la memoria y el aprendizaje. Considera que el aprendizaje se
acompaña de un estado de humor particular que actúa como un código disposicional. Dicho código
media para que se recuerde la información congruente con el humor que tenga el sujeto. Así, en
participantes a los que previamente se les activan recuerdos con contenido triste o feliz, dicho
contenido repercutirá en el tipo de información que posteriormente recordarán. Se ha constatado
que el prejuicio, a favor de la información congruente con el humor, se extiende a la percepción que
nos hacemos de las personas. Forgas, Bower y Krantz (1984) mostraron que participantes que
fueron inducidos para sentirse felices e inmediatamente se les pidió que evocasen atributos sobre
una persona concreta, destacaban características positivas o negativas en función de código de
memoria activado. Además, actúa a favor de detalles centrales pero desatiende información
complementaria. Esto justifica por qué los testimonios de testigos oculares pueden recordar
detalles centrales pero no periféricos -por ejemplo, recuerdan el arma pero no si había más
personas presentes (Christianson & Loftus, 1991)-. Teóricamente, las emociones distintas son
representadas por nodos específicos a través de redes asociativas, los nodos se unen entre ellos
en función de su relación conceptual. Un nodo de emoción específica está conectado a un tipo de
respuesta automática, apreciaciones cognitivas y recuerdo de otros eventos de experiencias
similares.
El control
Las personas mayores informan de mayor control que los jóvenes en auto-informes de control
emocional (Gross, Carstensen, Götestam, Tsai, & Hsu, 1997) en resolución de dilemas sociales.
Más aún, los resultados de la investigación cognitiva sugieren que el éxito está en función de que
la variable de control sea de índole emocional en vez de cognitiva (Labouvie-Vief, 1997).
Las investigaciones han encontrado que las personas mayores tienen un control de las emociones
positivas similar a los más jóvenes, la duración es la misma. Sin embargo, las personas mayores
tienen un control mayor en la duración de las emociones negativas, éstas duran menos (Bunce,
Handley, & Gaines, 2008).
Idea clave 6
La investigación observacional de diferencias de edad en la
expresión emocional durante las interacciones sociales sugiere
que los adultos más viejos son mejores que los adultos jóvenes al
regular sus emociones.
Se llevó a cabo un estudio con matrimonios en dos situaciones experimentales, induciendo
situaciones alegres e infelices a la vez que se les grababa y registraba su actividad fisiológica.
Posteriormente se les pidió un autoinforme de cómo se habían sentido. Los resultados muestran
que en la situación infeliz, en la que mantenían una discusión, mostraban un clima emocional con
menos enfado, más beligerancia en el grupo de los más viejos. Daban muestras de una modulación
de emociones negativas, combinando episodios de afecto durante la sesión (Carstensen, Graff,
Levenson, & Gottman, 1996). En otro estudio llevado por Lawton et al. (1992) con 1000
participantes de diferentes edades, recogieron que el modelo global de experiencia emocional
autoinformada era similar en todos los participantes y el grupo de los más viejos muestra una
reducción de la excitabilidad, pero no por ello aumento de emociones negativas con la edad. Es
más, se observa una mayor presencia de emociones positivas por encima de los 80 años (Poon,
Martin, & Margrett, 2010). No obstante, sigue siendo un tema de discusión la mayor o menor
presencia de emociones de uno u otro signo (Denburg, Buchanan, Tranel, & Adolphs, 2003).
En primer lugar, cabe aclarar que se entiende por pensamiento formal o lógico aquel pensamiento
que se caracteriza por aplicar reglas y estar libre de contenido. Los investigadores neo-piagetianos,
sostienen que las características del pensamiento adulto son muy heterogéneas, no son
universales y no necesariamente se construyen a partir del pensamiento lógico, típico de los
adolescentes (Ejercicio 8).
Antonia tiene 64 años y ha aprendido y hecho suyo este aforismo: “lo mejor es decir la verdad”. No
obstante, aún estando de acuerdo con este valor, pasaría a considerar la idea opuesta: “la verdad
puede herir los sentimientos y, por lo tanto, a veces no es mejor”. A partir de estas conclusiones
conflictivas, Antonia puede extraer por síntesis una nueva idea: la verdad es un objetivo deseable
en las relaciones humanas porque fomenta la confianza, pero la verdad no debe entrar en conflicto
con hacer daño a otras personas.
Sin embargo, esta idea no termina aquí, ya que esta nueva síntesis se refina constantemente con
nuevas situaciones de la vida diaria. Pues, ¿significa, este aforismo que no hacer daño a otra
persona pasa por felicitar a alguien por un mal resultado del que se siente orgulloso y ha trabajado
mucho, por ejemplo?. La respuesta a esta pregunta puede variar dependiendo de diversos
factores: si la persona es un niño o un adulto, si ha llegado al tope de su capacidad, etc. O sea,
Antonia intenta discernir cómo, por qué y mediante qué manera de expresión es mejor decir la
verdad, reconociendo que sea cual sea la decisión que tome, deberá ser reconsiderada a la luz de
las nuevas informaciones o de los cambios de circunstancias.
Como podemos observar, el modelo de las etapas de la vida adulta es no-determinista, no-lineal y,
por tanto, probabilístico. Si el conocimiento es una actividad inacabable, el pensamiento, en cuanto
instrumento de aquel, no puede darse como concluido. Por el contrario no deja nunca de
evolucionar, renovarse y reconstruirse.
– La experiencia laboral previa tenía poco que ver en las aptitudes físicas y cognitivas.
– La edad sí influía, ya que los jóvenes tenían mejores condiciones físicas, mayor
capacidad para memorizar y calculaban mejor.
– Cuando se comparó la actuación laboral, los empleados de más edad superaban a
los más jóvenes en el número de clientes servidos en las horas punta y en los días
tranquilos.
– Los empleados de mayor edad creaban estrategias cognitivas para compensar la
disminución de sus otras aptitudes.
En el nivel intrasistémica aprendemos a controlar las emociones y a describir los estados internos
en términos abstractos. Las cogniciones nos permiten aplicar estrategias para olvidar o ignorar los
problemas.
En el nivel integrado o dinámico, se integra el conocimiento objetivo del mundo con las experiencias
subjetivas y las preocupaciones filosóficas de la existencia humana. Estamos preparados para
explorar la tensión entre el mundo físico y mental. El adulto reconoce la multiplicidad de factores
que influyen en las situaciones y que no hay una única verdad. La progresión por todas estas
fases no va a depender de la edad cronológica, aunque también, sino que los cambios están en
función de la madurez, es decir del desarrollo del yo.
Una mayor experiencia hace que la mayoría de los adultos acepten y se adapten a las
contradicciones e incoherencias de la experiencia diaria, antes que resolverlas de una vez por
todas. Un rasgo distintivo del pensamiento adulto maduro consiste en darse cuenta que de que la
mayoría de la respuestas que se dan en la vida son provisionales. Parece que lo que se pierde es
capacidad cuantitativa pero se gana capacidad cualitativa. ¿Cuáles son estas ganancias
cualitativas?
Capacidad de integración
Desarrollo del propio control sobre la acción de la propia mente
Una mayor capacidad para extraer conocimiento de las propias experiencias vividas
Un mayor distanciamiento de los problemas complejos
Superior habilidad y pericia para manejar las habilidades prácticas de la vida
Mayor competencia para enfrentarse a los problemas mal estructurados.
Idea clave 7
Podríamos concluir que, bajo este punto de vista, la vida adulta y
por ende la vejez, se caracteriza por consolidar estrategias
cognitivas adaptativas, es decir, emociones, entendiendo éstas
como formas automatizadas de comportamiento en virtud del
éxito que han mostrado a lo largo de su experiencia vital.
5.1.2 Lógica modal (Chinen, 1984; Van Benthem, 2009)
Todos sabemos que Clark Kent es el periodista de Metrópolis que es Supermán. Lo que es verdad
sobre Clark Kent es verdad sobre Supermán. Sin embargo, Loris Lane ama a Supermán y no a
Clark Kent, de modo que hay enunciados verdaderos acerca de Supermán que no lo son acerca de
Clark Kent. Por ejemplo, el predicado “Loris Lane cree que vuela” es verdad de Supermán y no de
Clark Kent.
La diferencia semántica entre términos y oraciones que tienen las mismas condiciones de verdad
pero distinto significado es una diferencia de carácter modal. “Ser el mamífero más grande sobre el
planeta” y “ser ballena azul” tienen la misma extensión, por cuanto son verdad de los mismos
objetos, pero tienen distinta intensión o significado. “Ser Clark Kent” y “ser Supermán” tienen la
misma extensión, son verdad de los mismos objetos, pero tienen distinta intensión. El tiempo, los
verbos que expresan actitudes proposicionales de distinto tipo (creer, pensar, querer, saber…),
operadores subjuntivos, aléticos, epistémicos, etc., son todos ejemplos de modalidades lingüísticas.
También hay modalidades relacionadas con la acción estratégica y los juegos, modalidades
deónticas, etc. La lógica modal es el estudio general de los patrones válidos de inferencia que
preserva la verdad en contextos intensionales (Ejercicios A y B ).
Chinen (1984) inicia la aplicación de categorías semánticas modales en la psicología del desarrollo,
que permiten integrar mediante índices modales cuerpos de información que de otro modo serían
contradictorios. Por ejemplo, bajo el punto de vista de Loris, el conjunto de enunciados verdaderos
es distinto que bajo otro punto de vista. E igualmente, operadores temporales permiten explicar
qué objetos satisfagan predicados contradictorios en distintos momentos de tiempo.
Las investigaciones dirigidas por Labouvie-Vief (1997) proporcionan evidencia de la tercera etapa
postformal en la madurez en la resolución de problemas. En un estudio de investigación, adultos de
varias edades describían, en función de su propia experiencia emocional, la evaluación y las
respuestas más convenientes ante problemas de índole social. Los resultados indican que los
individuos relativamente maduros valoraban la situación problema de forma compleja (incluyendo
variables cognitivas y emocionales), teniendo en cuenta una perspectiva del yo y mayor modulación
emocional. Estos datos contradicen algunas investigaciones encontradas en la literatura científica
que tachan el envejecimiento de egocéntrico. Además, la rigidez que caracteriza las tareas
cognitivas como la visual-motora no se observa ni en la resolución de problemas de tipo social ni en
silogismos integrados en contextos cotidianos (Sebby y Papini, 1991).
La cognición no sólo controla la emoción sino que ésta le informa. Así, una persona que ha
integrado la emoción y la cognición tiene una buena habilidad para equilibrar aspectos de su mundo
interno y externo y, por consiguiente actúa con más sabiduría. Ardelt & Oh (2010) y Blanchard-
Fields (1986) han estudiado las diferencias de edad en el razonamiento a través de dilemas sociales
utilizando como variable la activación emocional. En general, los resultados muestran que los más
jóvenes dan respuestas más absolutistas y con prejuicios (por ejemplo, qué hacer ante un
embarazo no deseado, decisiones en situaciones de guerra, etc.), a medida que los participantes se
acercan a la madurez, razonan con un tipo de razonamiento modal.
Además, cuando se tenía en cuenta el grado de activación que generaba el dilema, los
adolescentes desplegaban niveles torpes de razonamiento a medida que el nivel de activación
emocional era mayor. Entre los pensadores inmaduros, la activación emocional disocia el
razonamiento y la emoción, frente al pensamiento adulto que lo hace más flexible, entiende que las
variables emocionales complican las decisiones pero no por ello las dejamos fuera.
Otro aspecto que muestra diferencias entre los grupos de edad es la flexibilidad del uso de
estrategias en función de si el problema es interpersonal o instrumental (Blanchard-Fields y Camp,
1990). Por ejemplo, no hay diferencias entre adultos y mayores en el uso de estrategias activas
cuando los problemas están relacionados con asignación de responsabilidad en tareas de la casa.
Sin embargo, las personas de más edad eligen estrategias más pasivas cuando se trata de
problemas interpersonales, especialmente si éstos desencadenan activación emocional. En otro
estudio (Blanchard-Fields, 1997) donde se pedía que los participantes escribiesen detalladamente
cómo actuarían en situaciones problemas con fuerte carga emocional, de nuevo los participantes
de mayor edad se centran en cómo abordan emocionalmente el problema más que el problema en
sí. Para enfrentarse al problema optan por la pasividad, es decir, no tratan de “arreglar” el problema
sino que lo aceptan. Los más jóvenes, sin embargo, tienden a resolver el problema de forma activa,
sin tener en cuenta las emociones. Los resultados vuelven a confirmar que el nivel de aserción es
mayor en los grupos de más edad. El tema central, en cuanto a las diferencias de edad en el
manejo de los problemas, está en no disociar la activación emocional del proceso cognitivo sino
integrar ambos.
Según esta teoría, los objetivos que se marcan las personas están en función de un contexto
temporal. Los jóvenes ven el tiempo expansivo y se centran en ampliar sus conocimientos, ampliar
sus horizontes, en definitiva, en programarse para el futuro. Los mayores ven el tiempo limitado y
se centran en aspectos emocionales como el deseo de llevar una vida significativa, tener intimidad
emocional, relaciones sociales y sentirse socialmente integrados. Esta oposición podría explicarse
como una medida de compensación en el envejecimiento, teniendo en cuenta que se componen de
dos tipos de estrategias bien distintas a la hora de la toma de decisiones y juicio: las emocionales,
rápidas y automáticas y el razonamiento, más deliberativo, lento, controlado y de mayor esfuerzo
(Kahneman, 2003).
La TSS mantiene que las metas cambian en la vejez. Específicamente, esta teoría predice que las
metas emocionales tienen mayor protagonismo en la edad adulta y la vejez (Carstensen,
Isaacowitz & Charles, 1999). El cambio hacia intereses emocionales está motivado por la
convexidad del tiempo, unido indisolublemente a la edad. Así, la TSS predice que el envejecimiento
está asociado con la motivación reducida por adquirir nuevos conocimientos y la motivación mayor
para lograr satisfacer estados de bienestar emocional.
La teoría difiere de otras teorías motivadoras en el constructo del tiempo del futuro, es decir, en
vez de pesar la experiencia adquirida como ocurre con la teoría del descompromiso, cuentan los
cambios de metas en función del futuro que le queda. La teoría del descompromiso explica la
respuesta que las personas mayores dan a la sociedad ante el hecho inminente de la muerte Dibner
(1980).
Uno y otro, sociedad y vejez, se liberan mutuamente de los compromisos sociales mediante un
proceso mutuo y de adaptación progresiva, el descompromiso es inevitable y gradual. Ya Freud
(1936) hablaba del aislamiento social como un mecanismo de defensa y Berezin (1980) lo
consideraba como normal y digno de ser respetado.
La TSS se formuló en respuesta al mismo fenómeno del contacto social reducido que caracteriza a
las personas mayores. Sin embargo, considera que la proximidad del final de la vida sirve de acicate
para que aumente el interés social y emocional en la vejez. Lejos de prever que las emociones se
disuelven, toman mayor protagonismo en las metas que se marcan, aumenta la regulación, y el
interés por las relaciones emocionales va en aumento. La reducción del contacto social es una
poda intencional, una forma de regular las emociones y perfeccionar la relación con los seres
queridos (Gross et al., 1997).
No obstante, la TSS predice que las metas cambian igualmente, sin tener en cuenta la edad,
cuando el tiempo se percibe como limitado; y la evidencia experimental ha confirmado la predicción
(Carstensen & Fredrickson, 1998). Sin embargo, debido a la asociación inextricable y negativa entre
edad cronológica y tiempo limitado en la vida, las metas emocionales se ven más comprometidas
con el aumento de la edad. En la juventud, se presupone el interés por metas en relación a adquirir
conocimiento (Gráfico 1).
El principio central de la TSS es que los fines que se priorizan son metas emocionales (Carstensen,
1993, 1995; Gross et al., 1997). Se investigó con grupos de adultos y personas mayores acerca de
la preferencia de amigos potenciales. Para ello se les presentaron 18 tarjetas, que debían agrupar
en función del tipo de interacción que establecerían con las personas que aparecen (profesiones,
personas valoradas socialmente, personas de diferentes edades) (Carstensen & Mikels, 2005). Los
resultados revelaron tres dimensiones: tipo de emoción que se activaba, juicios en función del tipo
de interacción que establecerían, oportunidades futuras de contacto para el conocimiento
potencial. Consistentemente con la teoría, estas dimensiones sugieren que los sujetos del estudio
se interesaron por los aspectos afectivos. En el grupo de edades más jóvenes, el interés por
obtener información de las personas que aparecían en las tarjetas estaba en función de posibles
interacciones futuras. En adición, también se observó diferencias entre las personas mayores que
tenían una salud delicada. Éstas se interesaban más por los aspectos afectivos que los del grupo
de la misma edad pero con buena salud.
Estos investigadores querían matizar si es la edad o la cercanía del final de la vida lo que motiva el
interés afectivo. Se seleccionaron jóvenes con una media de edad de 37 años con la enfermedad
del UIH y variedad en la esperanza de vida. Se les presentaron 18 tarjetas con posibles personas
con las que podrían interactuar. Se repitieron los datos del estudio anterior en cuanto a que el
orden de las tarjetas estaba en función de la dimensión afectiva.
Otra investigación, llevada a cabo con el fin de evaluar las preferencias sociales de participantes
entre 11 y 92 años, mostró que las personas de mayor edad elegían a miembros de la familia como
compañía, frente a posibles amigos potenciales de personas que acaban de conocer o el autor de
un libro que aborda temas de su interés. Sin embargo, los participantes de edades más jóvenes no
mostraban preferencias sistemáticas.
No obstante, cuando a estos mismos participantes se les pidió que imaginasen que
irremediablemente se tenían que ir del país y que sólo disponían de 30 minutos para despedirse,
prácticamente hubo unanimidad en la elección hacia los familiares. Siguiendo con la investigación,
esta vez sólo con el grupo de mayores, se les pidió que imaginasen que habían recibido una
llamada telefónica de su médico, que les decía que un avance médico agregaba a su edad 20 años
más. En este caso las repuestas que daban los participantes más mayores no fueron unánimes.
Una vez admitido que el rendimiento de la memoria es mejor con material emocional que no
emocional, pasemos a analizar qué tipo de información se retiene mejor la positiva o la negativa.
Los estudios han encontrado que los adultos de mayor edad tienen tendencia a no procesar la
información negativa en la toma de decisiones (Baumeister, Bratslavsky, Finkenauer, y Vohs,
2001).
La explicación que dan algunos autores es que centran la atención en el material que promueve la
satisfacción emocional. En un estudio llevado a cabo con sujetos con grupos etarios entre 18-29
años, 41-53 años y 65-85, los sujetos tenían que memorizar, para un posterior reconocimiento y
recuerdo, imágenes positivas, negativas y neutras que se les presentaba mediante un ordenador.
Los sujetos eran evaluados con resonancia magnética y los resultados mostraban que la activación
de estructuras relacionadas con la emoción, como la amígdala, se producía en todos los sujetos
cuando se presentaban imágenes emocionales pero significativamente más en las personas
mayores cuando las imágenes eran positivas. Es decir, que el hecho de que las personas mayores
atiendan más a las imágenes positivas podría estar relacionado con un cambio a nivel neuronal
(Jacques, Delcos, & Cabeza, 2010).
En otro estudio, se examinó la atención a dos pares de imágenes, una neutral y la otra como una
emoción positiva o negativa (Mather y Carstensen, 2003). Previa a la aparición de las imágenes,
aparece un punto que indicaba donde se ubicaría la foto a la que tenían que atender. Se observó
que los adultos de menos edad, atendían a la misma velocidad imágenes positivas que negativas.
Sin embargo, las personas mayores respondieron más rápido cuando la cara de las imágenes era
positiva. Esto indica que cuando se apareaba la cara negativa con la neutra tendía a fijarse en la
neutra.
Otra investigación llevada a cabo con monjas de clausura sobre memoria autobiográfica (Kennedy,
Mather, y Carstensen, 2004; Sullivan, Mikels & Carstensen, 2010) muestra evidencia de que
recuerdan el pasado de forma más positiva a medida que pasa el tiempo. El estudio se inició en el
año 1987, cuando las monjas cubrieron un cuestionario sobre bienestar físico y emocional. En el
año 2001 se les pidió que volviesen a completar el cuestionario. Pero en esta ocasión se formaron
dos condiciones cuasi-experimentales, a un grupo se le pidió que se ciñese a contestar de forma
precisa a lo que se les preguntaba y en la otra condición se les pidió que, para contestar, se
centrasen en sus emociones.
Las instrucciones se les repetían en reiteradas ocasiones mientras rellenaban el cuestionario. Los
resultados mostraron que tanto las participantes mayores como las jóvenes que se centraron en la
información que se les pedía, mostraban una tendencia a recordar el pasado de forma más
negativa de lo que originalmente habían informado, mientras que si se centraban en las emociones,
tendían a recordar el pasado de forma más positiva que lo que originalmente habían informado.
Estos resultados dejan en entredicho que la tendencia a la positividad pueda ser explicada por
cambios en el sistema nervioso (Ejercicio D).
1. nuestra memoria no sólo recupera información sino que la elabora; selecciona información
emocional significativa con sus metas y prioriza el equilibrio emocional.
2. concentrarse en material positivo frente al negativo opera en favor del bienestar
emocional.
3. Es posible que el efecto de positividad pueda contribuir a disminuir el riesgo de
psicopatologías como la ansiedad y la depresión, frecuentes en la madurez.
No obstante, todas las etapas de la vida se acompañan de ganancias y de pérdidas. Es posible que
esta tendencia a positivar que caracteriza el envejecimiento y, como consecuencia, sesga
información hacia contenidos emocionales frente al conocimiento, pueda conducir a decisiones de
peor calidad (Löckenhoff & Carstensen, 2004).
Idea clave 8
Las diferentes perspectivas teóricas en la madurez que hemos ido
mostrando a lo largo de este apartado coinciden en señalar a la
emoción como la herramienta principal de adaptación en la vejez.
Asimismo, se destaca la positividad en el envejecimiento.
El repaso de la investigación sugiere que las personas mayores se interesan por el contenido
emocional y los resultados neurológicos constatan mayor activación en las áreas comprometidas
con la emoción.
Se llevó a cabo una investigación para ver la influencia de las emociones negativas en el recuerdo
de información cuando ésta es inconsistente. Los participantes eran adultos de diferentes edades.
El estudio consistió en leer información descriptiva acerca de personas. Posteriormente volvían a
leer información adicional de las personas, incoherente con la original. Los resultados no muestran
diferencias para integrar la información. Sin embargo, las diferencias de edad se muestran en la
valoración positiva o negativa de la personas. Cuando la información es negativa tienden a
mantener la valoración negativa, independientemente del momento en el que se presentase la
información. Algunos autores explican esta tendencia en función de las creencias que las personas
mayores tienen acerca de la dificultad de cambiar comportamientos negativos (MacKay & Abrams,
1996) .También podría interpretarse por la rigidez creciente o incapacidad de descentrar la atención
focal a un aspecto del estímulo (Looft, 1972; Samanez-Larkin, Robertson, Mikels, Carstensen &
Gotlib, 2009). Sin embargo, los resultados podrían explicarse en función de la regulación emocional.
Ante información negativa los mayores la interpretan desde la perspectiva de compañero potencial.
Las características negativas supondrían una mayor presencia de conflictos y emociones intensas,
así la rechazan y se ahorran problemas (Lawton, Kleban, Rajagopal & Dean, 1992). Estudios
posteriores mostraron que cuando la información incongruente atañe a sus vidas (por ejemplo, un
posible policía para su barrio), el manejo de información incongruente no presenta diferencias
significativas entre edades (Hess, Bolstad, Woodburn, & Auman, 1999).
Esto va en detrimento de atender información que no sea pertinente para la experiencia emocional.
Otra posible explicación es plantear la desinhibición emocional como intencional ya que la
información de datos importa menos en esta edad y además el control es mayor ante hechos
conocidos (Charles & Carstensen, 2010) (Ejercicio 10). En un estudio con seis parejas de adultos
de diferentes edades, éstas tenían que narrar una experiencia vacacional (Gould & Dixon, 1993).
Las historias que contaban las personas mayores eran más subjetivas (por ejemplo, anécdotas en
el aeropuerto con las maletas), frente a los adultos que hacían más descripciones sobre itinerarios.
Los investigadores especularon con dos tipos de explicaciones: un enfoque motivador, es decir,
eligen ser “cuentistas” porque es más ameno. En este sentido las parejas de adultos más jóvenes,
reconocían que podían resultar pesados, pero para ellos era más importante dar información
detallada. Sin embargo, los mayores comentaban que obviaban los detalles porque lo interesante
eran los momentos vividos.
Idea clave 9
En resumen, los estudios repasados ilustran diferentes formas de
interpretar la edad, la emoción y la cognición. Las especulaciones
pueden ir en ambas direcciones: o bien que la atención hacia
aspectos emocionales obedece a falta de control en la inhibición,
si ignoramos el planteamiento de la TSS, o que la maximización de
los aspectos emocionales en el envejecimiento forma parte del
proceso de desarrollo normativo en el envejecimiento.
La idea principal de apartado es mostrar la relación entre el tiempo limitado de la vida con el cambio
de metas y su repercusión en tareas de rendimiento cognitivo.
La emoción parece estar omnipresente en las metas y pensamientos de las personas mayores por
lo que, si pasa inadvertida en situaciones experimentales de procesos cognitivos como tareas de
memorización, la consecuencia es que se llegue a resultados erróneos. Las diferencias de
motivación en las diferentes etapas del ciclo vital obedecen al cambio de contenidos de las metas
en el periodo de la madurez. Este cambio podría estar motivado por el aumento de la regulación
emocional (que resulta ser más efectiva para enfrentar los problemas) y que se extiende a los
procesos cognitivos. Este enfoque está en consonancia con la teoría de los nodos de Bower, que
asegura que se establecen circuitos neuronales en función de la experiencia y que finalmente éstos
determinan a qué información atenderemos.
Idea clave 10
Cuando el tiempo es limitado las metas son afectivas y sociales.
Este interés en la emoción deja menos disponibles los recursos
para procesar otro tipo de información menos pertinente.
Irónicamente, es este tipo de información la que miden los
estudios experimentales (por ejemplo, atención a los datos) para
establecer las diferencias de desempeño entre los adultos y las
personas mayores (Ashok & Rashid, 1999).
Resumen final
En este último apartado pretendo mostrar una reflexión sobre el concepto de emoción en general y
su repercusión específica en la vejez.
Los organismos llegan a la vida sin manual de instrucciones pero con disposiciones de
supervivencia que emplean desde el primer momento: placer o dolor, productos de las emociones
primarias. Posteriormente, en la etapa escolar, toma protagonismo el desarrollo de la neocorteza:
es tiempo de desarrollar el pensamiento formal, de aprender reglas de racionalidad. No obstante
los aprendizajes que traemos de serie (de especie), más rápidos, compiten con el razonamiento y, a
menudo, se cuelan, dando como resultado respuestas racionalmente inadecuadas pero útiles. En la
juventud, desarrollamos una conciencia de nuestra existencia, que concretamos en infinitos “yoes”:
“mi familia”, “mis amigos”, “mi país”, “mi vida”, “mi casa”, “mi trabajo”. En la madurez aprendemos a
sincronizar nuestros “yoes” con el de los demás. Es tiempo de considerar el cómo ven los otros el
mundo, que es también mi mundo. Partimos de las mismas estrategias de especie para recrear
nuestros mundos personales, a menudo, un poco chapuceramente. O si no, ¿a qué viene
sacudirnos la mano cuando nos hacemos daño o nos quemamos? O ¿por qué nos sentimos mejor
si insultamos a nuestros superiores cuando nos enfadamos? Formas fosilizadas de apartar el dolor
en nuestros antiguos antepasados.
“Se hace lo que se puede”, decimos. Así por ejemplo, encontramos gente con un gran despliegue
de amabilidad, son los que han tenido un tipo de apego seguro, diría el psicólogo evolucionista.
Claro que también habrá entre este grupo, personas amables sin apego seguro. Hacen lo que sea
para conseguir que les quieran. (Por ejemplo, en cierta ocasión, supe de una señora que cada vez
que conocía a alguien le tejía un jersey). Pero también, hay personas que no se interesan por los
otros, no han aprendido a dar ni a recibir (los despegados o cardos, que decimos). En fin, son
formas idiosincrásicas de ser en función de nuestro nicho ecológico. Partimos de rudimentarias
estrategias que traemos de serie, y en virtud de estructuras cerebrales que nos permiten operar
(percepción, atención, memoria, lenguaje), recreamos nuestro propio mundo.
Somos organismos abiertos, inacabados y de momento parece que seguirá siendo así, ya que la
vida es inespecífica, interactiva, futura, limitada. Es fácil aceptar que en la vejez dejemos de
competir, de ser mejores, porque ¿para qué? Ya no hay futuro, es tiempo de ayudar, de dar paso a
otros. Opino que no, ya que la vida está en función del organismo y el medio, ambos cambiantes.
En la vejez no está todo dicho, ni mucho menos. El hecho de creer que el envejecimiento es tiempo
de repliegue, de volver a la universalidad de la emoción, o no, es cosa de cada cual. Si echamos un
vistazo ahí fuera, encontramos argumentos a favor y en contra: a favor, la heterogeneidad que
caracteriza el envejecimiento: Saramago, Punset, Llinás, Levi, o cualquier anónimo que se empeña
hacer de su vida una obra de arte. En contra, una inmensa mayoría de personas mayores que
siguen la inercia de un patrón de vejez desgastado, y es que cuesta mucho sacudirse el
estereotipo. Es posible que si propongo que se visualice la imagen de una persona mayor, ésta
esté más cerca de “doña Rogelia” que de Lucía Bosé. ¿Qué explica estas tendencias? Como
señalaba en el apartado de los memes, los medios de comunicación son el mejor vehículo para
globalizar. Se cambian expresiones como “es palabra de Dios” por “lo han dicho en la tele” o “si no
estas en Google, no existes”. La globalización puede obrar a favor o en contra de un
envejecimiento pasivo o entusiasta. Queda siendo cosa de la ciencia desentrañar los equívocos del
desconocido ciclo vital.
ANEXOS
Contenidos Complementarios
Contenido complementario 1
Ejercicio 1
¿Qué ocurrirá si una persona que se siente triste coloca un lápiz en la boca que la obligue a realizar
el gesto de sonreír? Razone su respuesta en base al planteamiento de W. James.
Solución 1
Según el enfoque de W. James, cambiará su humor al poner el gesto de la sonrisa. Para este autor
la emoción es la percepción de reacciones fisiológicas. No comparte: (1) ocurrencia de un hecho,
(2) sensación de una emoción y (3) reacciones fisiológicas a esa emoción.
Ejemplo: supongamos que alguien nos atraca con un arma. Nuestra reacción sería de miedo y
sentiríamos que nuestro corazón late con más fuerza y más deprisa que lo habitual, o incluso que
nos tiemblan las piernas. James considera que esta secuencia de hechos no es real.
Contenido complementario 2
Ejercicio 2
¿Es correcta la conclusión?
El razonamiento ordinario suele cometer la falacia de dar por válido este razonamiento, al
equivocar el alcance del cuantificador “todos”. Ver los paréntesis que señalan el alcance: Todos
(son felices o pobres) no implica Todos (son felices) o todos (son pobres)
Ejercicio 3
¿Es correcta la conclusión?
Solución 3
No. Si entendemos la premisa como No (comes y dejas comer), se niega la conjunción de ambos
elementos: no es verdad que comes Y dejas comer. Por lo tanto no necesariamente se niegan los
dos elementos.
Por otra parte, si entendemos la premisa como No (comes) y dejas comer, entonces implica que
por una parte no comes y por otra dejas comer. Por tanto no se sigue la conclusión de que no
dejas comer.
Ejercicio 4
¿Es correcta la conclusión?
Solución 4
Ninguna x es tal que si x es deportista, entonces x es funcionaria. Por tanto toda x que sea
deportista no es funcionaria.
Sea “c” una actriz que no es deportista, No se sigue que sea funcionaria, pues sólo se sigue que si
fuese funcionaria no sería deportista.
Ejercicio 5
Nuestros seres queridos emplean la expresión “pon los pies en el suelo” como una forma de
llamarnos a la realidad firme y estable. Sin embargo, el planeta tierra es una nube de átomos que
se mueve a millones de kilómetros por hora. ¿Pero es creíble que nuestro suelo es el planeta
tierra?
Solución 5
Este ejercicio es un ROMPECABEZAS, o problema filosófico. Explicar que hay niveles o
perspectivas diferentes de la realidad: una, la manifiesta que se corresponde con el suelo, y otra, la
científica que se corresponde con el planeta.
Contenido complementario 3
Ejercicio 6
En un oscuro rincón del Bierzo hay un pueblín con unos pocos cientos de habitantes, la mayoría ya
mayores. En el pueblo hay un barbero que tiene un pequeño negocio de cortar y afeitar cabellos y
uñas a los varones del pueblo. Al ser una persona eficiente y además el único barbero del pueblo,
afeita a todos los varones del pueblo que no se afeitan a sí mismos en casa. La vida transcurre
apaciblemente en ese pueblín del Bierzo hasta que alguien demuestra con todo rigor que tal pueblín
con tal barbero no puede existir. ¿Qué respondería?, ¿es posible que exista un barbero con esas
características?
Solución 6
El ejercicio es una paradoja “martirizante”, que no parece admitir soluciones consistentes. Se puede
argumentar en un sentido y en el contrario:
Si lo hay, por ejemplo puede haber un barbero que corte irracionalmente el pelo a la gente y
a sí mismo, entonces no lo hay.
Si no lo hay, por ejemplo por considerarlo imposible en el Bierzo, entonces sí lo hay.
Contenido complementario 4
Ejercicio 7
Señala tres ejemplos de memes y razona por qué.
Solución 7
Una cruz, iconos de hombre y mujer, un trébol de cuatro hojas, el dibujo, de una sonrisa, la canción
“Image”, los cinco aros entrelazados de las olimpiadas. Todos ellos son memes porque se han
reproducido por encima de culturas y generaciones. Se heredan porque representan hechos
exitosos. No importa el símbolo sino el hecho que representan.
Contenido complementario 5
Ejercicio C
La diferencia entre emociones y sentimientos
Solución C
La a.
Al manejar emociones usamos estrategias de especie. No son aprendidas. Los sentimientos son
individuales los aprendemos, los hacemos nuestros con la experiencia.
Contenido complementario 6
Ejercicio 8
Dado el condicional: “Si te pego, lloras”
Contesta sí o no a:
Solución 8
Llamamos CONDICIONAL a cualquier expresión en la forma “si…, entonces…” [donde
denominamos antecedente a la información que ocupa el primer grupo de puntos suspensivos y
consecuente a la correspondiente al segundo grupo]. Prácticas, leyes, generalizaciones, reglas,
etc., son típicamente condicionales.
Ejemplo: Si veo venir un coche, no cruzo. El CONDICIONAL MATERIAL es la operación lógica más
simple que asigna al condicional un valor de verdad (1,0) en función del valor de verdad del
antecedente y del consecuente, de acuerdo con la siguiente tabla:
p q
1 1 1
1 0 0
0 1 1
0 0 1
El lector comprobará que esta particular asignación de valores es la más adecuada para reflejar el
condicional indicativo del lenguaje natural, supuesta una semántica con valores 1,0.
Según la tabla del condicional material: 1ª) no, 2ª) es posible, 3ª) es posible, 4ª) no necesariamente,
5ª) sí. Falazmente tendemos de modo natural a obviar el condicional material y responder no a la
2ª, sí a la 3ª, sí a la 4ª.
Contenido complementario 7
Ejercicio A
La extensión “emoción” es
a. La duración de la emoción
b. La emoción de la duración
c. La colección de todas las emociones
d. La longitud de la emoción
Solución A
La c.
Extensión son las cosas que comprende un concepto (ejemplo H2O es igual que agua)
Ejercicio B
La intesión de “Supermán” es
a. Clark Kent
b. Ekman
c. La definición de Supermán
d. La madre de Supermán
Solución B
La c.
Así como la extensión es la lista de todas las cosas del dominio que satisfacen el concepto, la
intensión es la colección de notas o características del propio concepto. O sea, en muchos casos,
su definición.
La intensión es el sentido que tiene el concepto para una persona en particular.
Contenido complementario 8
Ejercicio 9
Aquí estamos en el estadio viendo el final de la carrera. Faltan unas décimas de segundo para que
acabe la prueba y el corredor etíope a está a punto de ganar. En segundo lugar está el corredor
sueco b y tras él el corredor c, también etíope.
META
Compruebe el lector que cree ambos enunciados dada su situación en el estadio. Pues bien, la
regla más básica de la racionalidad, tanto teórica como práctica, es la regla de Modus ponens:
Si A, entonces B
A
________
B
3. Si no es a es c el que gana
Sin embargo, 3 es falso, ya que si no gana a, es razonable creer que ganará b. ¿Qué pasa? ¿Tiene
fallos la regla básica de la racionalidad?
Solución 9
Regla básica de la racionalidad es Modus ponens:
A B
A
------------------------
B
Esto es, si A y A B son VERDAD, entonces B es VERDAD. Esta regla no tiene excepciones y el
caso aducido no es excepción a esto.
Otra cosa es cuando hay un operador modal.
Es creíble que (A B)
Es creíble que A
-----------------------------
Es creíble que B
No es una regla válida, es decir no es necesariamente verdadera en toda interpretación, aunque
sea verdadera en varias interpretaciones.
Contenido complementario 9
Ejercicio D
La trayectoria inversa de la emoción y la cognición supone
a. una desadaptación
b. un grado más de racionalidad
c. volverse niños
d. universalidad
Solución
La b.
Contenido complementario 10
Ejercicio 10
La omnipresencia de las emociones en el razonamiento se debe a la desinhibición que caracteriza a
las personas mayores.
Argumente a favor y en contra esta afirmación.
Solución 10
Argumento a favor: el hecho de recurrir a estrategias de tipo emocional para la resolución de
problemas, supone una vuelta al uso de estrategias de especie, concretamente a procurarnos el
placer. Se atiende sólo información pertinente con el bienestar, desatendiendo la que nos origine
conflicto.
Otro argumento sería que la inclusión de variables emocionales para la resolución de problemas
supone simultanear una memoria de trabajo óptima, ya que al simpatizar, estamos considerando no
sólo nuestros intereses, creencias, ideas sino los de los otros.
Por consiguiente, las soluciones se multiplican, son abiertas e interpretables. No hay una solución
ideal sino que entre todas, seleccionamos la menos mala.
Figuras
Figura 1
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