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Además de estas consideraciones sobre las características generales del grupo, debe
analizarse a cada alumno en su singularidad, para que cada uno alcance el mayor grado de
desarrollo de acuerdo a sus intereses y potencialidades.
Al alumno le agrada ser considerado parte de un todo (el grupo de la clase a la cual pertenece)
pero además lo motiva que se lo tome como persona particular, con necesidades y gustos
propios. Es bueno que el maestro o profesor los llame por su nombre de pila, que les pregunte
por sus inquietudes y preferencias, e ir adaptando en la medida de lo posible, las tareas a cada
uno de ellos.
Este sujeto de la educación es un sujeto educado, que cuanta con una educabilidad, es decir,
que tiene posibilidades de ser educado.
Ahora bien, lo propio de lo humano no es esta capacidad de aprender, sino, en todo caso, las
posibilidades de constituirse en sujeto de una cultura. Es decir, la capacidad de educarse para
pertenecer a una sociedad.
Proceso de aprendizaje
Así, ante cualquier estímulo frente al cual las estructuras mentales del ser humano resulten
insuficientes para darle sentido y las habilidades práxicas no le permitan actuar de manera
adaptativa, el cerebro realiza una serie de operaciones afectivas (valorar, proyectar y optar).
Esto tiene como función contrastar la información recibida con las estructuras previamente
existentes, generándose interés (curiosidad por saber de esto), expectativa (saber qué pasaría
si supiera al respecto) y sentido (determinar la importancia o necesidad de un nuevo
aprendizaje). En últimas, se logra la disposición atencional del sujeto. En adición, la
interacción entre la genética y la crianza es de gran importancia para el desarrollo y el
aprendizaje que recibe el individuo.
Si el sistema afectivo evalúa el estímulo o situación como significativa, entran en juego las
áreas cognitivas encargándose de procesar la información y contrastarla con el conocimiento
previo. A partir de procesos complejos de percepción, memoria, análisis, síntesis, inducción,
deducción, abducción y analogía, se da lugar a la asimilación de la nueva información.
Posteriormente, a partir del uso de operaciones mentales e instrumentos de conocimiento
disponibles para el aprendizaje, el cerebro humano ejecuta un número mayor de sinapsis
entre las neuronas para almacenar estos datos en la memoria de corto plazo.
Sujeto de la Educación
El cerebro también recibe eventos eléctricos y químicos dónde un impulso nervioso estimula
la entrada de la primera neurona que estimula la segunda, y así sucesivamente, para lograr
almacenar la información y/o dato.
Todo nuevo aprendizaje es por definición dinámico, por lo cual es susceptible de ser revisado
y reajustado a partir de nuevos ciclos que involucren los tres sistemas mencionados.10 Por
ello, se dice que es un proceso inacabado y en espiral. En síntesis, se puede decir que el
aprendizaje es la cualificación progresiva de las estructuras con las cuales un ser humano
comprende su realidad y actúa frente a ella (parte de la realidad y vuelve a ella).
A pesar de que todos los factores son importantes, debemos señalar que sin motivación
cualquier acción que realicemos no será completamente satisfactoria. Cuando se habla de
aprendizaje, la motivación es el «querer aprender», resulta fundamental que el estudiante
tenga el deseo de aprender. Aunque la motivación se encuentra limitada por la personalidad y
fuerza de voluntad de cada persona.
Por último, nos queda la inteligencia y los conocimientos previos, que al mismo tiempo se
relacionan con la experiencia. Con respecto al primero, decimos que para poder aprender, el
individuo debe estar en condiciones de hacerlo, es decir, tiene que disponer de las
capacidades cognitivas para construir los nuevos conocimientos.
También intervienen otros factores, que están relacionados con los anteriores, como la
maduración psicológica, la dificultad material, la actitud activa y la distribución del tiempo
para aprender y las llamadas Teorías de la Motivación del Aprendizaje (teorías del
aprendizaje).
Tipos de aprendizaje:
Sujeto de la Educación
Llevar a cabo la tarea de aprender es algo complicado, más aun cuando no sabemos cuáles
son las características que tenemos como aprendices; conocer la manera en la que llevamos a
cabo el proceso de la información nos permitirá desarrollar los aspectos que facilitan o
complican nuestro aprendizaje.
Si bien es cierto, la manera en que aprendemos es un proceso cultural pues nos enseñan a
aprender de modo muy semejante; de hecho hasta hace algunos años se pensaba que todos
aprendíamos igual; también es un proceso individual y único pues cada ser humano
construye según sus propias características su aprendizaje.
Según Ofelia Contreras y Elena del Bosque, en general aprender tiene que ver con la manera
en la que adquirimos, procesamos y empleamos la información, cada quien utiliza distintas
estrategias, diversos ritmos, con mayor o menor precisión aunque tengamos una misma
motivación, edad, religión, raza, etc. Esto se debe a que los estilos de aprendizaje son
distintos:
✓ Auditivo: se dirige a los estudiantes cuyo estilo de aprendizaje se orienta más hacia la
asimilación de la información a través del oído. Para un número menor de personas los
estímulos auditivos son una manera de adquirir aprendizaje, más que por estímulo
visual.
✓ Kinestésico: Cuando se procesa la información asociándola a las sensaciones y
movimientos del cuerpo, se está utilizando el sistema de representación kinestésico. Se
utiliza este sistema de forma natural cuando se aprende un deporte, pero también para
muchas otras actividades. A pesar de ser el sistema más lento de aprendizaje, es el más
efectivo, una vez que nuestro cuerpo aprende a hacer algo, nunca más se olvida, como
cuando un bebé aprende a caminar, o se aprende a ir en bicicleta.
La educación formal
Los objetivos que se plantea la educación actual, y se concreta a través de los sistemas
educativos son:
Es usual que en abordajes psicoeducativos, se apele a la explicación de las razones del fracaso
en los aprendizajes aludiendo al hecho de que los sujetos portan condiciones aparentemente
“deficitarias”. Los déficits que suelen señalarse han ido variando en las épocas, pero parecen
persistir como mirada privilegiada acerca de los alumnos. Como es sabido, por ejemplo,
hemos significado o seguimos significando con relativa frecuencia como condiciones
deficitarias o retrasos en el desarrollo de procesos de tipo sensomotor, a las razones que
explicarían las dificultades para aprender a leer y escribir en muchos niños. Si bien es cierto
que hay niños que pueden portar cuadros que ameriten intervenciones de tipo clínico o una
atención más personalizada, sabemos que, en verdad, las posibilidades y el proceso de
aprendizaje de la lecto-escritura están lejos de poder definirse ni explicarse por los grados de
maduración en los aspectos senso motores de los sujetos.
A falta de una mejor denominación y para entenderse, solemos denominar como fracaso
escolar masivo a las altas tasas de repitencia, deserción y bajos rendimientos de los alumnos.
Lo poco feliz de la denominación obedece a la misma significación de “fracaso”, pero, por
sobre todo, al hecho de que con mucha frecuencia se parta del supuesto de que quien fracasa
es el alumno. Como ya es recurrente señalar, y aun cuando la denominación de fracaso siga
sin ser la ideal, en todo caso debería advertirse que quien fracasa es la escuela, en tanto no
haber podido generar en los alumnos los aprendizajes esperados. El hecho de que persista, no
obstante, la idea de que son los alumnos quienes fracasan, obedece a la íntima lógica escolar y
al presupuesto de que estamos analizando sobre sus supuestos déficits.
Siguiendo en parte a María Angélica Lus, podemos encontrar, en general, tres tipos de
posiciones acerca de las razones atribuidas al fracaso escolar masivo:
• Posiciones centradas en las condiciones sociales y familiares del alumno: Muchas veces
se centra la explicación supuesta del fracaso escolar masivo en las difíciles condiciones
de vida de los niños y jóvenes, generalmente pertenecientes a los sectores populares.
• Posiciones centradas en la relación alumno-escuela: Se trata de posiciones que buscan
atrapar el problema en la interacción de las características de los alumnos y de las
prácticas escolares.
En el marco de las posiciones centradas en el alumno, las posturas más clásicas
respondieron al problema desde un enfoque clínico-médico o patológico individual.
Los alumnos que no se ajustaban a la propuesta pedagógica y expectativas escolares de
rendimiento eran sospechados de portar alguna anormalidad. Si el aprendizaje no se
produce, la razón de este no aprendizaje debería buscarse en los pliegues internos del
sujeto
El surgimiento y consolidación de la disciplina y prácticas psicoeducativas estuvo
signada, en buena medida, por la obsesión de clasificar a los alumnos de acuerdo a su
grado o modo de educabilidad.