Leccion 5 Obligaciones y Contratos

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LECCIÓN 5

LA OBLIGACIÓN Y EL CONTRATO

1. La obligación. Concepto de obligación y fuentes. Clases de obligaciones.


Régimen del cumplimiento e incumplimiento de las obligaciones.
2. El contrato y la autonomía privada. Elementos del contrato
3. La ineficacia y resolución del contrato.

1. LA OBLIGACIÓN. CONCEPTO Y FUENTES

Por medio de las obligaciones se realizan la mayor parte del intercambio de bienes y servicios
entre las personas. Precisamente el contrato tiene por efecto jurídico la producción de
obligaciones entre las partes que lo conciertan. Si un sujeto quiere vender una finca de su
propiedad será el contrato de compraventa el medio por el cual satisfará su interés y se traducirá
en la creación de dos obligaciones: una, la del vendedor que se obliga a entregar la finca y, otra,
la del comprador que se obliga a entregar el precio. Desde el punto de vista jurídico, la
obligación constituye una relación jurídica entre dos personas, el acreedor, que es titular del
derecho a que se cumpla la misma, y, el deudor que es el obligado a realizarla. En nuestro
ejemplo, diríamos que el contrato de compraventa produce dos obligaciones distintas: una, la del
vendedor, que sería acreedor del precio, mientras que el comprador sería el deudor del mismo, y
otra, en la que el comprador sería el acreedor de la cosa, siendo el vendedor deudor de su
entrega.

Sin embargo, como veremos, el contrato no es la única fuente de las obligaciones, sino que
existen otros hechos que originan relaciones obligatorias entre las personas. Con todo, se
evidencia que el desarrollo económico de la persona y de la empresa se realiza,
fundamentalmente, a través de las obligaciones. De ahí la importancia del presente tema.

Podemos definir la obligación como la relación jurídica constituida en virtud de ciertos hechos
por la que una persona, denominada acreedor, puede exigir a otra, llamada deudor, el
cumplimiento de una determinada prestación. Del concepto de obligación podemos deducir sus
elementos:

1. Los sujetos: Distinguimos, un sujeto activo, el acreedor, que es quien tiene la facultad
de exigir el cumplimiento de la prestación; y, un sujeto pasivo, el deudor, que tiene el
deber de cumplir la misma.
2. El objeto, que es la actividad a desplegar, que puede consistir en un dar algo, hacer
alguna cosa o no hacerla. Se denomina "prestación".
3. Un vínculo jurídico que liga a las partes y que constituye la relación jurídica obligatoria
entre los sujetos (un contrato, un hecho ilícito, etc).
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El Código civil no da un concepto de obligación, sino que se limita a señalar el contenido de esa
prestación, al decir que toda obligación puede consistir en dar, hacer o no hacer alguna cosa (art.
1088 Cc).

1.2. FUENTES DE LAS OBLIGACIONES

Hemos dicho que las obligaciones derivan de ciertos hechos, que adquieren, así, categoría de
hechos jurídicos. El Código civil alude a los mismos, al decir que "Las obligaciones nacen de la
Ley, de los contratos y cuasicontratos y de los actos y omisiones ilícitos o en los que intervenga
cualquier género de culpa o negligencia" (art. 1089). Enumera así las fuentes de las
obligaciones, esto es, los hechos jurídicos de los que derivan las mismas. Aludiremos a ellas
brevemente.

a) La ley: La ley puede establecer directamente determinadas obligaciones.


Por ejemplo, el artículo 395 Cc obliga a todo copropietario a contribuir a sufragar los gastos
necesarios para la conservación de la cosa común. Así, siempre que varias personas tengan una
cosa en copropiedad, son deudores de una obligación legal: el atender conjuntamente a la
conservación de la misma.
Respecto de ellas, el Código civil dice que las obligaciones derivadas de la ley no se presumen,
por lo que deben constar de manera expresa en la propia ley.

Art. 1090 Cc: "Las obligaciones derivadas de la ley no se presumen. Sólo son exigibles las expresamente
determinadas en este Código o en las leyes especiales, y se regirán por los preceptos de la Ley que las hubiere
establecido; y, en lo que ésta no hubiere previsto, por las disposiciones del presente libro".

b) Los contratos: es la fuente ordinaria de las obligaciones. Cuando las partes celebran
un contrato quedan obligadas al cumplimiento exacto del mismo. El Código expresa con
claridad la obligatoriedad del contrato al decir que "Las obligaciones que nacen de los contratos
tienen fuerza de ley entre las partes contratantes y deben cumplirse al tenor de los mismos" (art.
1091).

c) Actos y omisiones ilícitos: La comisión de un delito conlleva, por lo general, la


obligación de reparar el daño causado. Esta reparación se realiza a través de la responsabilidad
civil derivada del ilícito penal.
Art.1.092.: "Las obligaciones civiles que nazcan de los delitos o faltas se regirán por las
disposiciones del Código Penal".

d) Actos y omisiones en los que intervenga cualquier género de culpa o negligencia:


La realización de una acción/omisión que, sin constituir un delito o falta, cause daño a otro,
interviniendo culpa o negligencia da lugar al nacimiento de la obligación de reparar aquél. Se
realiza a través de la responsabilidad civil extracontractual. Pensemos en el empresario de
hostería que no conserva adecuadamente el suelo de su establecimiento. Cuando un cliente
tropieza con una baldosa rota, cayendo y sufriendo determinados daños físicos, surge una
obligación a su cargo de compensar económicamente a la persona lesionada. El fundamento de
esa obligación es la existencia de un daño directamente atribuible a la propia negligencia del
empresario que abandona el suelo de un local público.
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1.3. CLASES DE OBLIGACIONES

Atenderemos a tres criterios clasificatorios.

1.3.1. Obligaciones unilaterales y recíprocas

Las obligaciones unilaterales o simples son aquéllas en las que existe una sola obligación entre
el deudor y el acreedor. El deudor debe una prestación al acreedor. Por ejemplo, el contrato de
donación produce una obligación unilateral del donante que debe entregar la cosa donada al
donatario.

Las obligaciones recíprocas son aquéllas en las existen dos obligaciones correlativas o
recíprocas: el acreedor es a su vez deudor y viceversa. El ejemplo típico es el contrato de
compraventa, en el que el vendedor es deudor de la obligación de entrega de la cosa y acreedor
del precio; a su vez, el comprador es deudor del precio y acreedor de la obligación de entrega de
la cosa.

La nota característica de las obligaciones recíprocas consiste en la facultad que la Ley reconoce
al contratante que cumple su obligación o está dispuesto a cumplir a optar entre exigir el
cumplimiento o pedir la resolución del contrato cuando la otra parte incumple la obligación. Por
ejemplo, en un contrato de compraventa, si el vendedor cumple con su obligación de entrega de
la cosa, pero, en cambio, el comprador no paga el precio, el primero puede optar entre exigir el
pago del precio, o bien, pedir la resolución del contrato, en cuyo caso, el comprador incumplidor
deberá devolver la cosa al vendedor.

Esta especialidad fundamental de las obligaciones recíprocas viene establecida en el art.1.124 Cc: "La facultad de
resolver las obligaciones se entiende implícita en las recíprocas, para el caso de que uno de los obligados no
cumpliere lo que le incumbe.
El perjudicado podrá escoger entre exigir el cumplimiento o la resolución de la obligación, con el resarcimiento
de daños y abono de intereses en ambos casos. También podrá pedir la resolución, aun después de haber optado
por el cumplimiento, cuando éste resultare imposible.
El Tribunal decretará la resolución que se reclame, a no haber causas justificadas que le autoricen para señalar
plazo .. ".

1.3.2. Obligaciones de dar, hacer y no hacer

1º Obligaciones de dar.

La obligación de dar alguna cosa se compone, a su vez, de tres prestaciones:

a) El obligado a dar alguna cosa lo está también a conservarla con la diligencia propia
de un padre de familia (por ejemplo, si la cosa que se debe entregar sufre un daño, el obligado a
su entrega responderá del mismo como consecuencia de haber incumplido esta prestación).
b) La obligación de dar cosa determinada comprende la de entregar todos sus
accesorios, aunque no hayan sido mencionados (por ejemplo, los títulos de propiedad o
pertenencia, intereses en las deudas de dinero, etc).

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c) Además, el deudor debe entregar los frutos que produzca la cosa desde que nace la
obligación de entregarla (por ejemplo, una finca rústica dedicada a la producción de fruta, un
inmueble alquilado, crías de animales, etc. En todos estos casos, se deberá entregar la cosa -
finca, inmueble o animal- junto con los "frutos" por ellas producidos desde que nace la
obligación de entrega -frutas, rentas, crías-).

2º Obligaciones de hacer.

En el caso de que el obligado a hacer alguna cosa se negare a hacerla, el acreedor no puede
forzarle físicamente a su realización, sino, necesitará contar con el auxilio judicial a fin de que
sea el juez quien ordene que se ejecute la obligación a costa del deudor. Por eso establece el
Código civil que "Si el obligado a hacer alguna cosa no la hiciere, se mandará ejecutar a su
costa" (art. 1098 Cc).
En el supuesto de la obligación no pueda ser realizada por un tercero por ser de carácter
personalísimo, esto es, se haya tenido en cuenta la calidad o circunstancias de la persona del
deudor -un pintor famoso, un determinado profesional, etc-, entonces, deberá indemnizar daños
y perjuicios.

3º Obligaciones de no hacer.

El no hacer puede consistir en una omisión -por ejemplo, no edificar en un terreno para no
impedir las vistas de la finca colindante-; o bien, puede consistir en permitir un determinado
comportamiento del acreedor -por ejemplo, pasar por el portal de una vivienda para acceder al
garaje colindante-.
Si el obligado a no hacer ejecutare lo que le había sido prohibido, dice el Código, se podrá
decretar que se deshaga lo mal hecho. Así, si el propietario de una finca edifica una valla que
tenía prohibida hacer, su vecino puede obligarle a que la destruya.

1.3.3. Obligaciones mancomunadas y solidarias

Puede ocurrir que una obligación se componga de varios acreedores o de varios deudores. En
estos casos, debemos distinguir dos clases de obligaciones:

1º Obligaciones mancomunadas.

Las obligaciones mancomunadas son aquellas en las que cada deudor debe o, cada acreedor
tiene derecho sólo a una parte de la prestación.

Por ejemplo, si A, B y C deben 3.000 € a D.


A le debe 1.000 € a D
B, también, le debe 1.000 € a D
C, por último, le debe 1.000 € a D

Así, D solamente podrá reclamar 1.000 € a cada unos de los deudores mancomunados,
y si uno no puede pagar, los otros no tienen por qué cubrir su parte.

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El Código estable la presunción de mancomunidad en los casos de pluralidad de sujetos. Por
eso, dice que "La concurrencia de dos o más acreedores o de dos o más deudores en una sola
obligación no implica que cada uno de aquéllos tenga derecho a pedir, ni cada uno de éstos
deba prestar íntegramente las cosas objeto de la misma". En estos casos, "el crédito o la deuda
se presumirán divididos en tantas partes iguales como acreedores o deudores haya,
reputándose créditos o deudas distintos unos de otros" (art. 1137 Cc)
En consecuencia, será necesario que los sujetos que intervienen en la obligación establezcan la
solidaridad para excluir esta presunción. Sin embargo, no es necesario que se pacte de forma
expresa, siendo suficiente que se deduzca claramente la voluntad de solidaridad cuando se
constituye la obligación.
También, la ley excepciona el régimen de la mancomunidad en determinados supuestos. Por
ejemplo, el art. 1084 Cc establece la responsabilidad solidaria de los coherederos frente al
acreedor del causante.

2º Obligaciones solidarias.

La obligación es solidaria cuando todos y cada uno de los deudores debe prestar; o todos y cada
uno de los acreedores puede exigir, por entero la totalidad de prestación.

Por ejemplo, A, B y C deben 3.000 € a D.

Todos y cada uno de los deudores, A, B y C deben las 3.000 € a D.


A su vez, D puede exigir la totalidad de la deuda a cualquiera de los
deudores o a todos ellos.
Por supuesto, cumplida la obligación por entero por parte de un deudor se
extingue la obligación.

El caso típico es la solidaridad de deudores, en la que existen varios deudores solidarios frente a
un acreedor, sin que sea necesario que deban todos por igual (por ejemplo, A debe 10.000 € y B
debe sólo 100 ambos solidariamente a C. El acreedor, C, puede dirigirse contra cualquiera de
ellos en reclamación de la totalidad de la deuda: 10.100 €).

Reglas:

- El acreedor puede dirigirse contra cualquiera de los deudores solidarios o contra todos ellos
simultáneamente. Las reclamaciones entabladas contra uno no serán obstáculo para las que
posteriormente se dirijan contra los demás, mientras no resulte cobrada la deuda por completo.

-El pago hecho por uno de los deudores solidarios extingue la obligación.

- Si uno de codeudores paga la deuda, puede reclamar de sus codeudores la parte que a cada uno
corresponda, con los intereses del anticipo.

- La falta de cumplimiento de la obligación por insolvencia de un deudor solidario será suplida


por sus codeudores, a prorrata de la deuda de cada uno.

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1.4. RÉGIMEN DEL CUMPLIMIENTO E INCUMPLIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES.

1.4.1. PAGO O CUMPLIMIENTO NORMAL DE LAS OBLIGACIONES

El pago o cumplimiento de las obligaciones se produce cuando el deudor ejecuta la prestación debida, liberándose de
su deuda y satisfaciendo, así, el interés del acreedor.

a) Persona que realiza el pago.

El pago lo realiza, por lo general, el mismo deudor o un representante en su nombre.

Pero, también es válido el pago hecho por un tercero, dado que lo que prima es la satisfacción del interés del
acreedor y, en principio, salvo que la prestación sea personalísima, le es indiferente quién sea la persona que le
pague la deuda.

Así establece el Código civil que "Puede hacer el pago cualquier persona, tenga o no interés en el cumplimiento de
la obligación, ya lo conozca y lo apruebe, o ya lo ignore el deudor. El que pagare por cuenta de otro podrá
reclamar del deudor lo que hubiese pagado, a no haberlo hecho contra su expresa voluntad.
En este caso sólo podrá repetir del deudor aquello en que le hubiera sido útil el pago" (art. 1158).

Respecto del tercero que paga la deuda, como se aprecia del texto de la norma, puede realizar el pago, tanto la
persona que tiene interés en el cumplimiento de la obligación –por ejemplo, el fiador tiene interés porque evita la
reclamación judicial del acreedor contra el deudor y contra él mismo-, como la persona que no tiene interés en el
mismo –como sería el pago que hace un familiar o un amigo del deudor-. En cualquier caso, el tercero podrá
reclamar del deudor lo que hubiera pagado al acreedor. Pero si pagó contra la expresa voluntad del deudor, sólo
podrá exigirle la parte en que le hubiera sido útil el pago (por ejemplo, si el tercero pagó al acreedor una deuda
prescrita del deudor, en nada le es útil y nada le podrá reclamar).

b) Persona a la que se realiza el pago.

El pago deberá hacerse a la persona en cuyo favor estuviese constituida la obligación, o a otra autorizada para
recibirla en su nombre. También es válido el pago hecho a un tercero en cuanto se hubiere convertido en utilidad del
acreedor –por ejemplo, cuando el deudor paga al acreedor de su acreedor-.
Por último, se estable que el pago hecho de buena fe al que estuviere en posesión del crédito liberará al deudor (sería
el caso, por ejemplo, del deudor que paga al portador del documento en el que conste un reconocimiento de deuda,
cuando resulta que no es el verdadero acreedor). Es el caso del llamado “acreedor aparente”, porque presenta la
apariencia de ser el verdadero acreedor con base en la posesión del título donde consta la deuda.

c) Requisitos del pago.

El pago, para estar bien hecho, debe reunir las siguientes condiciones:

1º Identidad.

Establece el art. 1166 Cc que "El deudor de una cosa no puede obligar a su acreedor a que reciba otra diferente,
aun cuando fuere de igual o mayor valor que la debida.
Tampoco en las obligaciones de hacer podrá ser sustituido un hecho por otro contra la voluntad del acreedor".

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2º Integridad.

Señala el Código que "No se entenderá pagada una deuda sino cuando completamente se hubiese entregado la cosa
o hecho la prestación en que la obligación consistía" (art. 1157).

3º Indivisibilidad.

"A menos que el contrato expresamente lo autorice, no podrá compelerse al acreedor a recibir parcialmente las
prestaciones en que consista la obligación.
Sin embargo, cuando la deuda tuviere una parte líquida y otra ilíquida, podrá exigir el acreedor y hacer el deudor
el pago de la primera sin esperar a que se liquide la segunda" (art. 1169 Cc). Por ejemplo, en las deudas de dinero,
el deudor no puede obligar al acreedor a recibir parcialmente la deuda. Sin embargo, si la obligación consiste en una
parte líquida (por ejemplo, una cantidad de dinero determinada), y una parte ilíquida (un valor que todavía no se ha
calculado, como sería el valor en venta de un inmueble), el deudor podrá entregar la cantidad líquida, y después
entregar el resto, una vez se liquide (precio de la venta del inmueble).

d) Lugar del pago.

El pago deberá ejecutarse en el lugar que hubiese designado la obligación. Esto es, donde las partes hayan pactado.
No habiéndose expresado y tratándose de entregar una cosa determinada, deberá hacerse el pago donde ésta existía
en el momento de constituirse la obligación. En cualquier otro caso, el lugar del pago será el del domicilio del
deudor (art. 1171 Cc).

e) Prueba del pago.

Corresponde al deudor la prueba de haber realizado el pago, por lo que deberá pedir al acreedor un recibo del
mismo. Además, establece el Código que "El recibo del capital por el acreedor, sin reserva alguna respecto a los
intereses, extingue la obligación del deudor en cuanto a éstos.
El recibo del último plazo de un débito, cuando el acreedor tampoco hiciere reservas, extinguirá la obligación en
cuanto a los plazos anteriores" (art. 1110).

f) Formas especiales de pago.

Podemos señalar las siguientes:

1º Imputación de pagos.

Cuando entre el mismo acreedor y el mismo deudor existen varias deudas de la misma especie, líquidas y vencidas,
surge el problema de determinar a cuál de ellas se debe aplicar el pago. Por ejemplo, A debe a B tres deudas
diversas, una de 5.000 €, otra de 3.000 € y otra de 15.000 €. En el caso de que A entregue a B 10.000 € en pago, se
deberá determinar a cuál de ellas se imputa.

Las reglas que establece el Código son las siguientes (arts. 1172 y ss):

a) El deudor pueda imputar el pago a la deuda que desee al tiempo de hacer el pago.

b) Quedará hecha la imputación, si el deudor acepta del acreedor un recibo en que se hiciese la aplicación
del pago.

c) Si la deuda produce interés, no podrá estimarse hecho el pago por cuenta del capital mientras no estén
cubiertos los intereses.

d) Cuando no pueda imputarse el pago según las reglas anteriores, se estimará satisfecha la deuda más
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onerosa al deudor entre las que estén vencidas. Si éstas fueren de igual naturaleza y gravamen, el pago
se imputará a todas a prorrata.

2º Pago por cesión de bienes.

El deudor puede ceder sus bienes a los acreedores en pago de sus deudas. Esta cesión, salvo pacto en contrario, sólo
libera a aquél de responsabilidad por el importe líquido de los bienes cedidos.

3º Ofrecimiento del pago y de la consignación.

La consignación es una forma especial de pago que consiste en el depósito de la cosa o prestación debida ante la
autoridad judicial y a disposición del acreedor, cuando éste no pueda o no quiera sin razón a admitir el pago.

• La consignación procede en los siguientes casos (art. 1176):

a) Cuando el acreedor se negare sin razón a admitir el pago.

b) Cuando el acreedor está ausente o incapacitado para recibir el pago en el momento en que deba hacerse.

c) Cuando varias personas pretendan tener derecho a cobrar.

d) Cuando se haya extraviado el título de la obligación.

• Requisitos:

a) El ofrecimiento de pago. Con carácter previo a la consignación, el deudor debe ofrecer el cumplimiento
exacto de la prestación debida al acreedor, salvo en los casos b), c) y d) antes vistos (Dice el art. 1176.2 que "La
consignación por sí sola producirá el mismo efecto cuando se haga estando el acreedor ausente o cuando esté
incapacitado para recibir el pago en el momento en que deba hacerse, y cuando varias personas pretendan tener
derecho a cobrar, o se haya extraviado el título de la obligación).

b) Anuncio de la consignación. También, con carácter previo, para que la consignación de la cosa debida
libere al obligado, deberá ser previamente anunciada a las personas interesadas en el cumplimiento de la obligación
(ej. fiadores, etc).

c) Consignación propiamente dicha. La consignación se hará depositando las cosas debidas a disposición
de la Autoridad judicial, ante quien se acreditará el ofrecimiento, en su caso, y el anuncio de la consignación en los
demás.

d) Notificación. Hecha la consignación, deberá notificarse también a los interesados.

• Efectos:

1. Hecha debidamente la consignación, podrá el deudor pedir al Juez que mande cancelar la obligación.

2. Mientras el acreedor no hubiere aceptado la consignación, o no hubiere recaído la declaración judicial de


que está bien hecha, podrá el deudor retirar la cosa o cantidad consignada, dejando subsistente la obligación.

3. Si, hecha la consignación, el acreedor autorizase al deudor para retirarla, perderá toda preferencia que
tuviere sobre la cosa. Los codeudores y fiadores quedarán libres.

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• Gastos:

Los gastos de la consignación, cuando fuere procedente, serán de cuenta del acreedor.

1.4.2. INCUMPLIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES

Existe incumplimiento de la obligación cuando el deudor no realiza la prestación debida, o cuando la realiza de
manera defectuosa (mal o tarde). El incumplimiento puede ser de dos tipos: definitivo o defectuoso.

1º. Incumplimiento definitivo.

Se produce cuando el deudor incumple con su obligación de manera definitiva, bien porque el objeto de la prestación
ha desaparecido (por ejemplo, destrucción del coche que se obligó a entregar), bien porque, sin haber desaparecido,
una ejecución distinta de la pactada ya no satisface el interés del acreedor (por ejemplo, entrega del traje de novia
después de la boda).

2º. Cumplimiento defectuoso.

En este caso, se cumple la prestación, pero de manera distinta de la pactada. Ej. Se entrega la cosa con algún defecto,
o se hacer la obra con retraso.

Ahora bien, ambos tipos de incumplimiento tienen consecuencias distintas según sea imputable o no al deudor.

1.4.2.1. Incumplimiento imputable al deudor.

Cuando el incumplimiento de la obligación es imputable o atribuible al deudor debemos, a su vez, distinguir dos
casos, según exista voluntariedad o dolo del mismo (el deudor no cumple con la prestación porque no quiere
cumplir), o exista culpa o negligencia en su actuación que provoque la falta de cumplimiento (el deudor quiere
cumplir, pero negligentemente se retrasa en el pago).

a) Dolo

El deudor incumple la obligación voluntariamente. Lo determinante es que el deudor pudiendo cumplir prefiere no
cumplir (Ej. el obligado a dar una cosa a A, prefiere entregársela a B porque le ofrece un mejor precio: el
incumplimiento con A es completamente voluntario).
No es preciso que tenga intención de causar un daño al acreedor, simplemente no le importa las consecuencias del
incumplimiento.

b) Culpa

El deudor incumple la obligación por descuido, o lo que es igual, por no desarrollar una conducta diligente en el
cumplimiento de la obligación. No hay intención o voluntad de no cumplir, pero se incumple por no ser cuidadoso.

Para determinar el incumplimiento imputable al deudor de manera culposa, debemos tener en cuenta el nivel o grado
de diligencia exigible para el cumplimiento de la obligación. Por ejemplo, el vendedor debe conservar la cosa hasta
que la entregue al comprador. Si la cosa sufre daños antes de la entrega, deberemos saber qué grado de diligencia
observó en su custodia para determinar si los daños le son o no imputables, pongamos varios supuestos contrarios:
- el vendedor guardó la cosa negligentemente detrás de una puerta que al abrirse produce el daño: daño
imputable.
- el vendedor guarda la cosa en el almacén que tiene destinado al efecto, pero el almacén se inunda como
consecuencia de una tormenta de una fuerza imprevisible: el daño de la cosa no es imputable al deudor porque la
guardó de forma diligente y el daño procede de una causa incontrolable por él.

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El Código señala el nivel de diligencia exigible en el cumplimiento de las obligaciones al decir que "la culpa o
negligencia del deudor consiste en la omisión de aquella diligencia que exija la naturaleza de la obligación y
corresponda a las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar.
Cuando la obligación no exprese la diligencia que ha de prestarse en su cumplimiento, se exigirá la que
correspondería a un buen padre de familia" (art. 1104). Por eso, la diligencia de un profesional en el cumplimiento
de una obligación es superior a la que corresponde a una persona que no lo sea.

Por último, el Código establece la presunción de que el incumplimiento de una obligación se produce por culpa del
obligado. Por lo que al acreedor le incumbiría la prueba que el incumplimiento fue doloso y, por su parte, al deudor
la prueba de que el incumplimiento fue sin culpa suya.

c) Efectos del incumplimiento

Cuando se produce un incumplimiento imputable al deudor, debemos distinguir dos supuestos:

1º Cumplimiento forzoso de la obligación (ejecución forzosa en forma específica).

El acreedor puede exigir que se cumpla la prestación tal y como había sido pactado, de forma coactiva, siempre que
sea posible (ej. obligando al deudor a entregar la cosa que se había negado; ejecutar la obra a costa del patrimonio
del deudor, etc).
El Código alude a los diferentes tipos de obligación para determinar el cumplimiento forzoso:

a) En las obligaciones de dar, el acreedor puede compeler al deudor a que realice la entrega. Si se trata de
cosas genéricas, el acreedor puede obtenerlas a expensas del deudor.

b) En las obligaciones de hacer, se mandará ejecutar la prestación a costa del deudor.

c) En las obligaciones de no hacer, se podrá decretar que se deshaga lo mal hecho.

2º Cumplimiento por equivalencia.

Cuando no sea posible el cumplimiento forzoso de la obligación, el acreedor podrá exigir el equivalente pecuniario
de la misma (ej. por haberse destruido la cosa que debía entregarse, haber perdido el acreedor el interés en el
cumplimiento, por tratarse de un "hacer" personalísimo -cuadro de pintor-, etc; en todos estos casos en los que no es
posible el cumplimiento forzoso, se valorará económicamente la prestación, recibiendo el acreedor dicho valor).

Indemnización. En ambos casos, ya sea posible el cumplimiento forzoso, o sólo el equivalente económico
de la prestación, el deudor deberá indemnizar los daños y perjuicios causados al acreedor. En este sentido, dice el
Código que "Quedan sujetos a la indemnización de los daños y perjuicios causados los que en el cumplimiento de
sus obligaciones incurrieren en dolo, negligencia o morosidad, y los que de cualquier modo contravinieren al
tenor de aquéllas" (art. 1101).

La indemnización de daños y perjuicios comprende, no sólo el valor de la pérdida que hayan sufrido (daño
emergente), sino también el de la ganancia que haya dejado de obtener el acreedor (lucro cesante).

Cuando el incumplimiento se produce por negligencia del deudor, el Código faculta a los Tribunal para moderar el
importe de la indemnización en atención a su buena fe. Facultad que no tienen en caso de dolo (art. 1103 Cc).

d) Caso especial de la mora del deudor

La mora del deudor consiste en el retraso en el cumplimiento de la obligación. Además de este retraso es necesario
que le sea imputable al mismo (debe ser un retraso culpable) y que no impida el cumplimiento tardío de la
obligación por seguir siendo útil al acreedor. Así, si el tiempo del cumplimiento era esencial para el acreedor y el
deudor se retrasa, ya no hay mora, sino total y verdadero incumplimiento (ej. si el pastelero entrega la tarta de
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cumpleaños después de la celebración, no hay mora, sino incumplimiento total de la obligación).

Requisitos de la mora

El art. 1100 Cc establece que "Incurren en mora los obligados a entregar o a hacer alguna cosa desde que el
acreedor les exija judicial o extrajudicialmente el cumplimiento de su obligación.
No será, sin embargo, necesaria la intimación del acreedor para que la mora exista:
1º. Cuando la obligación o la ley lo declaren así expresamente.
2º. Cuando de su naturaleza y circunstancia resulte que la designación de la época en que había de entregarse la
cosa o hacerse el servicio, fue motivo determinante para establecer la obligación.
En las obligaciones recíprocas ninguno de los obligados incurre en mora si el otro no cumple o no se allana a
cumplir debidamente lo que le incumbe. Desde que uno de los obligados cumple su obligación, empieza la mora
para el otro".

Por lo tanto, son los requisitos de la mora los siguientes:

1º Obligación positiva.

Incurren en mora, dice el Código, los obligados a entregar o a hacer alguna cosa. Si se trata de una obligación de no
hacer y el deudor hace aquello que le estaba prohibido, hay un verdadero incumplimiento.

2º Exigibilidad de la deuda.

Para que el deudor se retrase en el cumplimiento de la obligación, es necesario que la deuda le sea exigible (no es
exigible, por ejemplo, una deuda que tenga señalado plazo).

Si la deuda es pecuniaria, para que sea exigible debe ser líquida, esto es, debe estar determinada la cantidad debida
(o determinable por simples operaciones matemáticas). Así, es ilíquida la deuda, y, por tanto, no exigible, cuando no
se conoce su cuantía: ej. Me pagarás el valor de la tercera parte de tu cosecha. Para que sea exigible, primero habrá
que liquidarse la deuda, esto es, calcular el valor real de la "tercera parte de la cosecha". Una vez calculado, la deuda
ya es líquida, y en consecuencia, exigible.

3º Culpabilidad del deudor.

El retraso debe ser imputable al deudor. En caso contrario, si se debió a caso fortuito, como se verá, no incurre en
responsabilidad. (Ej. el retraso en la entrega de un coche motivado por una huelga de transportistas, es un
acontecimiento incontrolable por deudor y, por tanto, no habrá mora al no serle imputable).

4º Interpelación del acreedor.

El acreedor debe exigir judicial o extrajudicialmente el cumplimiento de la obligación al deudor.

Sin embargo, el Código prevé unos supuestos en los que no es necesaria la intimación del acreedor para que la mora
exista, que por eso se denomina "mora automática" y, son los siguientes:

1º. Cuando la obligación o la ley lo declaren así expresamente.

2º. Cuando de su naturaleza y circunstancia resulte que la designación de la época en que había de entregarse la cosa
o hacerse el servicio, fue motivo determinante para establecer la obligación.

Mora en las obligaciones recíprocas.

En las obligaciones recíprocas ninguno de los obligados incurre en mora si el otro no cumple o no se allana a
cumplir debidamente lo que le incumbe. Desde que uno de los obligados cumple su obligación, empieza la mora
para el otro.
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Efectos de la mora

El efecto fundamental de la mora es el deber de indemnizar los daños y perjuicios.

Si la deuda es pecuniaria, establece el Código que "Si la obligación consistiere en el pago de una cantidad de
dinero, y el deudor incurriere en mora, la indemnización de daños Y perjuicios, no habiendo pacto en contrario,
consistirá en el pago de los intereses convenidos, y a falta de convenio, en el interés legal" (art. 1108).

1.4.2.2. Incumplimiento NO imputable al deudor: El caso fortuito y la fuerza mayor.

Cuando el incumplimiento no es imputable al deudor, no cabe exigirle responsabilidad por el mismo. El Código
establece que nadie responderá de aquellos sucesos que no hubieran podido preverse, o que, previstos, fueran
inevitables (art. 1105). Parece, así, distinguir el caso fortuito (suceso que no puede preverse) y la fuerza mayor
(suceso que, aun previsto, es inevitable), sin embargo, el punto importante es la no imputabilidad de la causa de
incumplimiento al deudor.

El efecto fundamental es la liberación del deudor de su obligación. Ahora bien, si fuera posible cumplir sólo parte
de la obligación, el deudor deberá hacer el cumplimiento parcial y, si la imposibilidad de cumplimiento es temporal,
el deudor deberá cumplir cuando desaparezca aquélla.

Por último, existen unos supuestos en los que el deudor responde del incumplimiento, aunque exista caso fortuito o
fuerza mayor:

a) Cuando así lo disponga la ley.

b) Cuando se haya pactado en la obligación.

c) Cuando se constituye en mora el deudor o se ha comprometido a entregar una misma cosa a dos o más
personas diversas.

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2. EL CONTRATO Y LA AUTONOMÍA PRIVADA

No se puede dar un concepto de contrato sin hacer referencia, con carácter previo, al principio de
autonomía privada, origen y fin del sistema contractual.

2.1. EL PRINCIPIO DE AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD

La Autonomía de la voluntad o autonomía privada es el poder de la persona para reglamentar y


ordenar las relaciones jurídicas en las que es o va a ser parte. La autonomía privada es libertad
individual. El individuo no es sólo libre, sino que además es soberano para dictar su ley en su
esfera jurídica.

Como señala DE CASTRO, es, por tanto, el poder de autodeterminación jurídica de la persona.
Es un poder complejo reconocido al hombre para el ejercicio de sus facultades, sea dentro del
ámbito de libertad que le pertenece como sujeto de derecho, sea para crear reglas de conducta,
para sí y en relación con los demás, con la consiguiente responsabilidad en cuanto a su actuación
en la vida social.

El Prof. BUSTOS PUECHE subraya que “el fundamento último de la autonomía privada reside
en la dignidad de la persona, a quien corresponde decidir, ordenar, organizar su propia vida, sin
injerencias ajenas, y mucho menos del Estado”, reconociendo este poder la propia Constitución,
cuando en su artículo 10, garantiza, entre otras cosas, «… el libre desarrollo de la
personalidad».

El contrato es, sin duda, la máxima expresión del principio de autonomía de la voluntad. A
través del contrato, las personas pueden desarrollar su faceta económica, pueden contratar o no
contratar, según quieran y, si deciden celebrar el contrato, pueden desarrollar su contenido
conforme a sus propios intereses por medio de pactar las cláusulas que libremente acepten.

Es en el art. 1255 Cc donde se recoge este principio al decir que "Los contratantes pueden
establecer los pactos, cláusulas y condiciones que tengan por conveniente siempre que no sean
contrarios a las leyes, a la moral ni al orden público".

Los límites del Principio de Autonomía de la Voluntad

Este principio de autonomía de la voluntad no es absoluto, sino que está sometido a


determinados límites, que pueden ser extrínsecos, intrínsecos y conceptuales.

1º Límites extrínsecos

Son los que se imponen desde la esfera externa del propio contrato. El art. 1255 los enumera al
decir que el contenido del contrato no puede ser contrario a las leyes, a la moral ni al orden
público.

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Las leyes. - El contrato debe someterse a las normas de derecho imperativo, especialmente las
referidas a capacidad de las personas, objeto del contrato y forma del mismo.

Además, el propio Código civil establece unos límites concretos, que se traducen en
prohibiciones cuya infracción provoca la nulidad del contrato (v. gr. prohibición de celebrar
determinados contratos que se impone a los cargos tutelares, respecto del patrimonio de su
pupilo). También, existen leyes especiales que limitan extraordinariamente el principio de
autonomía de la voluntad, como la Ley de Arrendamientos Urbanos, la Ley General para la
defensa de los Consumidores y Usuarios, el Estatuto de los Trabajadores, etc.

La moral. - Su concepto es ambiguo y relativo; cambiante al compás del paso del tiempo y de la
evolución de las costumbres sociales.

Se puede definir, con O´CALLAGHAN, como "la normativa ética, de buena fe, necesaria para
la convivencia mínima en la sociedad". Se configura como un modelo de conducta que se
considera honesta y justa en una sociedad y época determinadas.

En cuanto al orden público, se califica como tal, a aquellas normas que alcanzan valor
preferente respecto de otras, también imperativas, del mismo Ordenamiento jurídico.

2º Límites intrínsecos

Son aquellos que se derivan de la propia naturaleza jurídica de la autonomía privada y son
principalmente dos: la buena fe y, la prohibición del abuso del propio derecho (art. 7 Cc), cuyo
estudio se hizo al tratar el ejercicio de los derechos subjetivos.

a) Buena fe. - El principio de buena fe ilumina toda la materia contractual, desde los tratos
precontractuales hasta el cumplimiento del contrato. Así puede dar lugar a responsabilidad una
actuación contraria a la buena fe, como sería entablar negociaciones con la única finalidad de
prevalerse de la información conseguida, o para impedir que celebrara el contrato con otra
persona, o bien, ocultar extremos importantes relativos a la cosa o servicio contratado, etc.

b) Prohibición del abuso del propio derecho. La persona puede ejercer su derecho dentro de los
límites normales que le corresponden. Cuando se sobrepasan estos límites se incurre en
responsabilidad para con el perjudicado.

3º Límites conceptuales

Las partes contratantes pueden celebrar un contrato y determinar su contenido, pero en ningún
caso pueden desnaturalizar el propio contrato. Ej. Las partes pueden celebrar un contrato de
compraventa, así como determinar su contenido, pero no podrían pactar que no exista un precio
o que la cosa no sea entregada el comprador, ya que, entonces, no sería el contrato de
compraventa, sino otro distinto.

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2.2. CONCEPTO DE CONTRATO

Podemos definir el contrato como "negocio jurídico bilateral productor de obligaciones".


De este concepto podemos deducir sus características:

- Se trata de un negocio jurídico. El negocio jurídico es una declaración de voluntad a la


que el Derecho atribuye efectos coincidentes con la misma (O´Callaghan Muñoz); por tanto, los
sujetos declaran su voluntad de producir obligaciones y efectivamente las producen.

- Es un negocio jurídico bilateral, por cuanto que siempre intervienen dos o más partes
(cada una, a su vez, formada por una o varias personas).

- El contrato produce obligaciones, es por ello, un negocio jurídico que crea una relación
contractual, que incluye la modificación o extinción de la obligación (art. 1.089 Cc).

2.3. CLASES DE CONTRATOS

La doctrina clasifica los contratos conforme a los siguientes criterios:

1º Contratos consensuales, reales y formales.

Los contratos consensuales son aquellos que se perfeccionan por el mero consentimiento. Siendo ésta la regla
general en nuestro Derecho.

Los contratos reales son aquellos que requieren, además, la entrega de la cosa objeto de contrato. Por ejemplo, el
contrato de depósito es un contrato real, porque necesita para su perfección que el depositante entregue la cosa al
depositario.

Los contratos formales son aquellos que necesitan determinada formalidad para su perfección, como el contrato de
donación de bienes inmuebles, que necesariamente precisa formalizarse en escritura pública.

2º Contrato unilaterales y bilaterales o recíprocos.

Los contratos unilaterales son aquellos que producen obligaciones sólo para una de las partes contratantes. Como,
por ejemplo, el contrato de donación sólo produce la obligación de entrega de la cosa donada a cargo del donante,
pero el donatario no tiene ninguna obligación respecto de aquél.

Los contratos bilaterales o recíprocos son aquellos contratos que producen obligaciones recíprocas entre las partes.
Por ejemplo, el contrato de compraventa, que produce una obligación a cargo del comprador, de pagar el precio, y
correlativamente, otra obligación a cargo del vendedor de entregar la cosa.

No podemos confundir esta categoría de clasificación de los contratos con la de los negocios jurídicos. Ya dijimos
que el contrato es un negocio jurídico bilateral, en el sentido de que siempre existen dos partes en todo contrato. En
cambio, los negocios jurídicos unilaterales, son aquellos que sólo interviene un sujeto, como el caso de l testamento.

3º Contratos onerosos o gratuitos.

Contrato oneroso es aquel que cada parte pretende una ganancia a costa de la otra del otro contratante, esto es, la
ganancia o perdida de cada contratante está compensada con la que sufre la otra parte. Por ejemplo, el contrato de
compraventa es un contrato oneroso, porque cada parte espera una ganancia a costa del otro, el comprado gana la
cosa comprada a cargo del vendedor; y éste quiere ganar el precio a cargo del comprado.
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Los contratos onerosos pueden ser, a su vez de dos tipos:

- Conmutativos: son aquellos contratos onerosos cuya ganancia o pérdida está determinada desde la perfección
del contrato. Por ejemplo, en la compraventa, desde su perfección el comprador ya sabe lo que compra, y el
vendedor ya sabe el precio que va a recibir.
- Aleatorios: Son aquellos contratos onerosos en los que las partes asumen, cada uno, un riesgo de perdida o
ganancia. Por ejemplo, el contrato de apuesta o azar.

Los contratos gratuitos o lucrativos son aquellos en los que la pérdida de un contratante no está compensada con la
que podría sufrir la otra parte. Por ejemplo, la donación, la perdida que sufre el donante, no tiene compensación por
parte del donatario.

4º Contratos típicos o atípicos.

Los contratos típicos son aquellos que tienen una regulación específica en la ley. Los contratos atípicos, son aquellos
contratos que no están previstos en la misma y son fruto de la autonomía privada de los particulares.

5º Contratos de tracto único y de tracto sucesivo.

Los primeros son aquellos que producen obligaciones de cumplimiento simultáneo, como, por ejemplo, el contrato
de compraventa, que, salvo pacto en contrario, la entrega de la cosa y el pago del precio deben hacerse al mismo
tiempo.
Los contratos de tracto sucesivo son aquellos que producen obligaciones de ejecución periódica. Como por ejemplo
el contrato de arrendamiento de viviendas, cuya se va pagando mes a mes.

2.4. ELEMENTOS DEL CONTRATO

Denominamos elementos del contrato a aquellas condiciones que lo integran y que contribuyen
a la validez y formación del mismo. Se clasifican en:

A/ ESENCIALES: Son aquellos sin los cuales, el contrato no puede darse.

A su vez pueden ser:

- Necesarios para la existencia del contrato: su falta produce la inexistencia del contrato,
siendo insubsanable. Son el consentimiento, el objeto y la causa (artículo 1261 Cc).
- Necesarios para la validez del contrato: su falta produce la insubsistencia del contrato,
cuando sea alegada y probada, siendo subsanable por prescripción o confirmación; podemos
señalar, como de este tipo, los vicios del consentimiento y, los defectos de capacidad, siempre
que, en este último caso, no sea total y no llegue a producir la falta absoluta de consentimiento.

B/ NATURALES: Son aquellos que acompañan normalmente al contrato, como


derivados de su índole particular y, se sobreentienden o presumen por la ley, pero pueden ser
excluidos por la voluntad de las partes. Por ejemplo, en el contrato de mandato, la ley presupone
que es gratuito; la gratuidad es, por ello, un elemento natural del contrato de mandato, pero
puede ser excluido del mismo mediante un pacto en el que se establece una remuneración al
mandatario.

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C/ ACCIDENTALES: Son los que existen sólo cuando las partes los agregan
expresamente al contrato para limitar o modificar sus efectos normales (podemos señalar como
elementos de este tipo, la condición, el término y el modo).

2.4.1. ELEMENTOS ESENCIALES DEL CONTRATO

El artículo 1261 Cc establece cuales son los elementos esenciales del contrato al decir
que "No hay contrato sino cuando concurren los requisitos siguientes:

1º Consentimiento de los contratantes.


2º Objeto cierto que sea materia del contrato.
3º Causa de la obligación que se establezca."

1º EL CONSENTIMIENTO

El consentimiento se manifiesta por el concurso de la oferta y de la aceptación sobre la cosa y la


causa que han de constituir el contrato (art. 1262-1 Cc).
Los requisitos del consentimiento son los siguientes:

1º Pluralidad de sujetos, si bien se admite, excepcionalmente la posibilidad de


autocontratación, cuando no haya conflictos de intereses (se produce cuando una misma persona
posee la representación de dos patrimonios).

2º Capacidad para prestarlo.

3º Voluntad, que debe ser consciente y libre y, no estar viciada.

4º Declaración, no basta el consentimiento como hecho interno, sino que ha de


manifestarse.

5º Concordancia entre la voluntad interna y externa.

De estos requisitos, vamos a tratar a continuación dos de ellos, la discordancia entre la


declaración y la voluntad y, los vicios del consentimiento.

a) Discordancia entre la declaración y la voluntad

La discordancia entre declaración y voluntad se puede producir porque una u otra de las partes contratantes, declaran
algo distinto a su voluntad por error obstativo, reserva mental o "iocandi causa".

- El error obstativo es el desacuerdo inconsciente entre la voluntad y la declaración. Excluye la voluntad y


hace que el contrato sea inexistente, ya que falta el elemento esencial del consentimiento.

- La declaración de voluntad con reserva mental es la que el sujeto hace con la reserva de no querer lo
declarado; implica un engaño para la otra parte y, presupone la ignorancia de esta última de la verdadera voluntad de

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la otra. La reserva mental no impide la validez y eficacia de la declaración, en aras de la seguridad del tráfico
jurídico.

- La declaración iocandi causa, es la que se hace sin la voluntad de producir un negocio jurídico, sino por
broma o jactancia. Esta declaración no implica un verdadero consentimiento contractual, siempre que, para la otra
parte quede clara la "iocandi causa".

b) Vicios del consentimiento

Los vicios del consentimiento son el error, la violencia, la intimidación y el dolo (art. 1265 Cc).
Siguiendo a CASTÁN, podemos sistematizar los distintos tipos de vicios del consentimiento del
siguiente modo:

• El error

El error es el conocimiento falso de una cosa o un hecho; a diferencia del error obstativo, este
error (es el error propio) recae, no en la declaración, sino en la formación de la voluntad.
Puede ser:

1º Error de derecho: recae sobre la existencia, contenido o interpretación de una norma


jurídica.

Frente a la opinión clásica que negaba toda eficacia al error de derecho (sobre la base del
principio de que la ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento), la opinión moderna
tiende a equiparlo, en sus efectos, al error de hecho. La jurisprudencia admite, también, la
eficacia del error de derecho, si bien, con carácter excepcional y de aplicación restringida.
Por su parte, el artículo 6.1 Cc dice que "el error de derecho producirá únicamente los efectos
que las leyes determinen".
Ejemplo: La compra de un bien del pupilo por parte de su tutor es nula por declararlo así el
artículo 1459 Cc. Aunque el tutor desconozca la existencia de esa norma (error de derecho), la
compra es nula.

2º Error de hecho: recae sobre un hecho u objeto, sobre una realidad.

El error de hecho, por razón de los diversos elementos a que puede afectar, puede ser:

• Error "in negotio": error sobre la naturaleza o causa del contrato; su efecto es la inexistencia
del mismo, ya que supone que no hay acuerdo de voluntades, falta el consentimiento (Ej. una
parte cree estar vendiendo algo y, la otra, cree que lo está alquilando).

• Error "in persona": puede recaer sobre el nombre, identidad o, sobre la cualidad de la
persona. Tratándose de contratos no es, por lo general, causa de nulidad, pues éstos se
celebran en consideración a las cosas más bien que en consideración a las personas, por eso,
dice el Código civil que el error sobre la persona sólo invalidará el contrato cuando la
consideración a ella hubiese sido la causa principal del mismo.

• Error sobre los motivos del contrato: no invalidará el contrato como no se hayan elevado,
expresamente dichos motivos, a causa o condición del mismo.

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• Error "in re": el error recae sobre el objeto del contrato.

El error in re puede ser, a su vez:

- Error "in corpore": el error recae sobre la identidad de la cosa


confundiéndola con otra. Su efecto es la inexistencia del contrato por falta de objeto.

- Error "in sustantia": recae sobre la esencia o cualidades esenciales de la


cosa. Su efecto es la anulabilidad del contrato. Como ocurre cuando el error recae sobre
la materia de la que está hecha una cosa, por ejemplo, un contratante cree que compra
una joya de oro, cuando en realidad es un simple metal dorado.

- Error "in qualitate": recae sobre las cualidades secundarias de la cosa. No


vicia el consentimiento.

- Error "in quantitate": recae sobre la cantidad. Vicia el consentimiento


cuando, en atención a la extensión o disminución de la cosa, se haya celebrado el
contrato. El simple error de cuenta sólo da lugar a su corrección.

• El dolo

Está definido por el artículo 1.269 del Código Civil: Hay dolo cuando, con palabras o
maquinaciones (conducta) insidiosas por parte de uno de los contratantes, es inducido el otro a
celebrar un contrato que, sin ellas, no hubiera hecho. Es el engaño fraudulento causante del
contrato.

Se distingue entre dolo malo o fraudulento y el llamado dolo bueno o tolerado; este último es la
conducta artificiosa que no implica engaño porque no es inmoral, sino supone un planteamiento
exagerado de un negocio o propaganda excesiva.

Sus requisitos son los siguientes:

1º El dolo, para viciar el consentimiento, ha de ser determinante del contrato. El llamado


dolo incidental que no es determinante, sino que influye en las condiciones del contrato
no produce anulabilidad, sino la obligación de indemnizar daños y perjuicios.

2º Debe ser grave.

3º No ha de haber sido empleado por las dos partes contratantes.

El dolo puede llegar a ser un delito de estafa, cuando se defraude a la contraparte por medio de
una conducta tipificada como delito. Entonces, el negocio jurídico sería nulo y, previa
declaración de condena del autor, se obtendrá la reparación por la vía de la acción civil derivada
del delito.

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• Violencia e Intimidación.

Según el Artículo 1.267 Cc hay violencia cuando para arrancar el consentimiento se utiliza
una fuerza irresistible (la utilización de la fuerza física o absoluta), e intimidación cuando se
inspira a uno de los contratantes el temor racional y fundado de sufrir un mal inminente y grave
en su persona o bienes, o en los de su cónyuge, ascendientes y descendientes (la amenaza o
fuerza moral).

Sus requisitos son los siguientes:

a) "Mal inminente" debe interpretarse en sentido amplio, como amenazar con un mal en
un futuro próximo y no remoto. Con mayor razón se comprende la amenaza de un mal actual.

b) Para calificar la intimidación debe atenderse a la edad, y a la condición de la persona


(artículo 1.267.2 y 3). Se trata pues de un mal subjetivo apreciado con base a la personalidad y
las circunstancias del amenazado. El límite es el temor reverencial, puesto que, según el Código
civil, el temor de desagradar a las personas a quienes se debe sumisión y respecto no anulará el
contrato.

c) El mal ha de ser injusto. No lo sería amenazar con ejercitar un derecho contra otra
persona.

d) La violencia e intimidación vician el consentimiento, aunque se hayan empleado por


un tercero que no intervenga en el contrato.

2º EL OBJETO DEL CONTRATO

La voluntad debe recaer sobre una realidad: cosas o servicios.

Así, el artículo 1271 Cc dice que pueden ser objeto de contrato todas las cosas que no están
fuera del comercio de los hombres, aún las futuras. Pueden ser igualmente objeto de contrato
todos los servicios que no sean contrarios a las leyes o a las buenas costumbres.
Además de las cosas y los servicios, pueden ser objeto de contrato los derechos (por ejemplo, la
venta de los derechos de un cantante sobre una determinada canción a una casa discográfica).

Técnicamente, el objeto del contrato no es tanto la cosa o servicio que contempla el contrato,
sino la prestación, es decir, el comportamiento a que el vínculo obligatorio (que crea el
contrato), sujeta al deudor y tiene derecho a exigirle el acreedor.

Requisitos del objeto

El Código civil exige que el objeto de todo contrato sea posible, sea lícito y sea determinado
(arts. 1271 ss. Cc):

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1º Posible

No pueden ser objeto de contrato las cosas o servicios imposibles (Ej. que no existan o no
puedan humanamente realizarse).

2º Lícito

No pueden ser objeto de contrato las cosas de tráfico prohibido (fuera del comercio de los
hombres, dice el Código), o los servicios no permitidos por la ley o por las buenas costumbres.

3º Determinado

El objeto de todo contrato debe ser una cosa determinada en cuanto a la especie (ej. vino, agua,
trigo, etc). La indeterminación en cuanto a la cantidad no es obstáculo para la existencia del
contrato, siempre que sea posible determinarla sin necesidad de nuevo convenio entre los
contratantes. Por ejemplo, la venta de una tercera parte de la cosecha de trigo del año que viene:
el género está determinado, trigo; la cantidad no, pero puede determinarse sin necesidad de un
nuevo pacto, ya que comprenderá una parte concreta de la totalidad de la cosecha.

3º LA CAUSA DEL CONTRATO

La causa del contrato es la función económico-social del mismo que el derecho considera
relevante y con base a la cual le otorga su protección jurídica.
No son los motivos subjetivos que cada parte persigue con la celebración del contrato, sino su
razón jurídica, así, en el contrato de compraventa, la causa será el intercambio de una cosa por
precio.

Requisitos de la causa:

1º Existencia

Los contratos sin causa, no produce efecto alguno.

Así ocurre cuando las partes realizan un contrato sólo en apariencia pero que carece de todo
contenido real, como en el caso de la llamada simulación absoluta, en la que, por ejemplo, se
realiza un contrato de arrendamiento pero ni el que aparece como arrendador cede el uso de la
cosa, ni el supuesto arrendatario paga renta, sino que sólo buscan la apariencia de ese contrato
con cualquier finalidad, como empadronarse en la localidad, defraudar al adjudicatario de la
subasta del inmueble, etc.

2º Veracidad

La expresión de una causa falsa en los contratos dará lugar a su nulidad, si no se probase que
estaban fundados en otra verdadera y lícita. Por ejemplo, cuando se pretende realizar una
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donación de un bien, pero, en cambio, se formaliza una escritura de compraventa consignando
un precio ficticio con la finalidad de pagar menos impuestos. En este caso, el contrato será nulo
como compraventa, pero podrá ser válido como donación.

3º Licitud

Los contratos con causa ilícita no producen efecto alguno. Es ilícita la causa cuando se opone a
las leyes o a la moral.

2.4.2. ELEMENTOS ACCIDENTALES DEL CONTRATO

Recordemos que son aquellos que sólo existen cuando los contratantes los agregan
expresamente al negocio jurídico para limitar o modificar sus efectos normales.

Pueden ser de tres tipos: condición, término y modo. Nosotros estudiaremos los dos primeros.

a) La condición

La condición es aquella cláusula contractual por la que las partes sujetan o vinculan los efectos
del contrato a que ocurra un suceso futuro e incierto o a un suceso pasado que ignoren.

Pueden ser de dos tipos:

a) Condición suspensiva: Cuando los contratantes establecen que los efectos del contrato
no se produzcan sino hasta la concurrencia de la condición. Por ejemplo, te vendo mi casa si me
toca la lotería: el contrato se supedita a un acontecimiento futuro e incierto como es el que toque
la lotería.

b) Condición resolutoria: Cuando los contratantes establecen que el contrato produzca


plenos efectos, pero hasta que tenga lugar el suceso incierto –si es que se produce-. Por ejemplo,
te alquilo mi local de negocio, pero me lo devolverás si mi hijo decide abrir una tienda en el
mismo: aquí, el contrato de arrendamiento produce plenos efectos desde la celebración del
contrato, pero queda condicionado a un suceso futuro e incierto como es que el hijo del
arrendador abra la tienda.

Requisitos:

- El suceso del que depende los efectos del contrato debe ser incierto.
- La condición debe ser posible y lícita. Así establece el artículo 1116 Cc que las
condiciones imposibles, las contrarias a las buenas costumbres y las prohibidas por la ley
anularán la obligación que de ellas dependa.

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b) El término.

El término, a diferencia de la condición, representa un acontecimiento cierto, ya sea una fecha


determinada -me devolverás el dinero prestado el 15 de octubre- ya sea una fecha indeterminada
pero que vendrá inevitablemente -me devolverás el préstamo cuando fallezca Luis-.

Puede ser también suspensivo o resolutorio según indique el comienzo o el fin de los efectos del
contrato, por eso se denominan respectivamente término inicial y término final -te presto el
dinero el 15 de octubre (término inicial); me devuelves el dinero el 15 de octubre (término
final)-.

c) El modo.

El modo es una carga o gravamen que se impone al destinatario de una atribución patrimonial gratuita. Por ejemplo,
una persona dona a otra una casa, pero le impone que en verano permita al donante ir a la misma. De esta forma, el
modo es el gravamen que debe soportar el beneficiario de la donación para adquirir el objeto donado. Como se
aprecia el modo no es una contraprestación, no es el pago por la donación, que sigue siendo gratuita, sino es un
gravamen que acompaña a la donación.

2.5. LA FORMA DEL CONTRATO

2.5.1. El principio de libertad de forma

El ordenamiento jurídico español sigue el principio de libertad de forma en las relaciones


jurídico-contractuales. Así, con tal de que concurra el consentimiento de las partes sobre el
objeto y la causa, el contrato se perfecciona, sea cual sea la forma adoptada por los contratantes
(verbal, escrita, etc.).

El principio de libertad de forma está consagrado en nuestro derecho por el artículo 1278 Cc, a
cuyo tenor, "Los contratos serán obligatorios, cualquiera que sea la forma en que se hayan
celebrado, siempre que en ellos concurran las condiciones esenciales para su validez". En el
mismo sentido, el art. 1258 Cc dice que los contratos se perfeccionan por el mero
consentimiento; y el 1254 dice que el contrato existe desde que una o varias personas consienten
en obligarse, respecto de otras u otras, a dar alguna cosa o a prestar algún servicio.

2.5.2. Exigencia de una determinada forma

No obstante, el artículo 1280 Cc exige documento público para realizar determinados actos y
contratos (documentos públicos son los autorizados por un Notario o empleado público
competente, con las solemnidades requeridas por la ley).

Así señala el art. 1280 que, “Deberán constar en documento público:

1º Los actos y contratos que tengan por objeto la creación, transmisión, modificación o extinción
de derechos reales sobre bienes inmuebles.
2º Los arrendamientos de estos mismos bienes por seis o más años, siempre que deban perjudicar
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a tercero.
3º Las capitulaciones matrimoniales y sus modificaciones.
4º La cesión repudiación y renuncia de los derechos hereditarios o de los de la sociedad conyugal.
5º El poder para contraer matrimonio, el general para pleitos y los especiales que deban
presentarse en juicio; el poder para administrar bienes, y cualquier otro que tenga por objeto un
acto redactado o que deba redactarse en escritura pública, o haya de perjudicar a tercero.
6º La cesión de acciones o derechos procedentes de un acto consignado en escritura pública.

También, señala el mismo precepto que, deberán hacerse constar por escrito, aunque sea
privado, los demás contratos en que la cuantía de las prestaciones de uno o de los dos
contratantes exceda de 1.500 pesetas”.

2.5.3. Carácter de la exigencia de forma

Establece el Código civil que, si la ley exigiere el otorgamiento de escritura u otra forma
especial para hacer efectivas las obligaciones propias de un contrato, los contratantes podrán
compelerse (obligarse) recíprocamente a llenar aquella forma, desde que hubiese intervenido el
consentimiento y demás requisitos necesarios para su validez (art. 1279). En suma, si las partes
han realizado un contrato de compraventa de un inmueble verbalmente, el contrato es válido,
aunque no hayan rellenado la forma de escritura pública que exige el art. 1280 Cc, lo único que
el Código civil les faculta es a exigirse mutuamente a elevar el contrato a la mencionada
escritura pública.

CASTÁN sintetiza la interpretación que el Tribunal Supremo hace de esta norma:

- El artículo 1279 consigna una facultad, no una obligación.

- El contrato es válido, aunque no se haga en documento público, por eso, puede pedirse
y deberá cumplirse lo convenido aún antes de que se exija el cumplimiento de la escritura.

- En el supuesto de que no se hubiera llenado la forma exigida por la ley, sólo están
facultadas las partes para compelerse recíprocamente a llenar aquella forma, nunca para solicitar
la inexistencia del contrato.

- Por lo que, el artículo 1280 al exigir una forma especial, no modifica el artículo 1278
(principio de libertad de forma), ni tiene otro alcance, conforme al 1279, que el que pueda
cualquiera de las partes, imponer a la otra su cumplimiento, pidiendo la elevación del contrato a
escritura pública.

2.5.4. Excepciones al principio de libertad de forma

Hay algunos supuestos en nuestro derecho que se exige una determinada forma como requisito
esencial para la validez del contrato; son supuestos excepcionales y escasos en nuestra
legislación. Podemos señalar, entre otros, la donación de inmuebles, el contrato de sociedad en
la que se aporten bienes inmuebles, o la hipoteca inmobiliaria.

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3. LA INEFICACIA Y RESOLUCIÓN DEL CONTRATO.

3.1. INEFICACIA DEL CONTRATO.

Entendemos por ineficacia del contrato, la no producción de los efectos queridos por las partes.
La ineficacia es la sanción que el ordenamiento jurídico impone, cuando los contratantes
infringen sus preceptos. Los tipos de ineficacia son los siguientes:

3.1.1. Inexistencia del contrato

Se produce cuando falta alguno de los elementos esenciales del contrato, es decir, el
consentimiento, el objeto o la causa.
Su efecto es la ineficacia total del contrato, es apreciable de oficio por el juez, aunque no sea
alegada por las partes, es imprescriptible –el transcurso del tiempo no hace que el contrato
inexistente exista- y no convalidable –las partes intervinientes en el mismo no pueden subsanar
la falta del elemento esencial del contrato, sino que, en su caso, deberán realizar otro-.

3.1.2. Nulidad del contrato

El contrato es nulo, cuando infringe una norma imperativa o prohibitiva.

El artículo 6.3 Cc dice que "Los actos contrarios a las normas imperativas y a las prohibitivas
son nulos de pleno derecho, salvo que en ellas se establezca un efecto distinto para el caso de
contravención".

Las normas imperativas y prohibitivas son aquellas que imponen su regulación a los
particulares, sin que éstos puedan modificar su contenido; establecen, pues, una regulación
forzosa para el de supuesto que se trate. Suponen la exclusión de la autonomía privada (Por
ejemplo, la norma que prohíbe al tutor comprar los bienes de su pupilo, haría nulo ese contrato
de compraventa).

Recordemos que a estas normas se oponen, las normas dispositivas, que son aquellas que establecen una regulación
supletoria para el supuesto tratado; es decir, permiten que los particulares pacten el contenido de la relación jurídica
y, sólo cuando no hayan pactado, rigen estas normas dispositivas (Ej. el art. 1465 Cc dice que los gastos para la
entrega de la cosa vendida serán de cuenta del vendedor, salvo que se pacte otra cosa).
La determinación de cuándo una norma es imperativa o dispositiva, es una cuestión interpretativa, en la se deberá
tener en cuenta la finalidad de la norma, así como, la finalidad de la cláusula que la contradice.

Efectos de la nulidad. - Sus efectos son los mismos que en el caso de inexistencia, es decir,
produce la ineficacia total del contrato, es apreciable de oficio por el juez aunque no sea alegada
por las partes, es imprescriptible y no convalidable.

Cuando un contrato nulo tenga apariencia de válido, será preciso destruirla a través de la acción
de nulidad, que puede instar cualquier persona contra los partícipes en aquél.

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• Nulidad parcial del contrato

Si un mismo contrato contiene una pluralidad de estipulaciones, en el caso de que sólo alguna
sea nula, se mantiene la vigencia del resto. Sólo se declara la nulidad de la cláusula viciada. Hay,
por esto, una presunción favorable a la nulidad parcial con el fin de salvar, al menos, parte del
contrato.

3.1.3. Anulabilidad del contrato

La anulabilidad se produce, cuando el contrato adolece de un vicio que lo invalida con arreglo a
la ley.

Estos vicios son:


- el defecto de capacidad, siempre que no sea total que produzca la falta de
consentimiento (Insuficiencia en el contratante de capacidad de obrar plena, como el caso del
menor emancipado cuando precisa del asentimiento de sus padres o su defensor judicial, el del
discapacitado cuando necesita la intervención del curador, en caso de curatela representativa, o
si actúa sin la asistencia de quien le presta las medidas de apoyo, o el del menor de edad, pero
con discernimiento.
- los vicios del consentimiento, antes vistos.

La anulabilidad es una medida protectora de quien ha sufrido el vicio del consentimiento o no


tiene plena capacidad para realizar el acto.

• Acción de anulabilidad

El contrato anulable es un contrato válido, que despliega plenos efectos jurídicos hasta que se
insta judicialmente su nulidad por persona legitimada.

Legitimación activa: ¿Quién puede ejercitar esta acción?

a) Si la anulabilidad es por defecto de capacidad: el propio incapaz cuando alcanza la


capacidad de obrar y, antes de alcanzarla, sus representantes legales (además, se establece que,
las personas capaces no podrán alegar la incapacidad de aquéllos con quienes contrataron; por lo
tanto, el mayor de edad no puede impugnar el contrato alegando la minoría de edad del otro
contratante).
Si se trata de personas con discapacidad con medidas de apoyo, por la propia persona asistida de
la quien le preste el apoyo, así como por la persona a quien le hubiera correspondido prestar el
referido apoyo. En estos casos, la anulabilidad solo procederá si el otro contratante fuera
conocedor de la existencia de medidas de apoyo en el momento de la contratación o se hubiera
aprovechado de otro modo de la situación de discapacidad obteniendo de ello una ventaja
injusta.

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b) Si la anulabilidad es por vicios del consentimiento: la parte contratante que sufrió el
vicio (en este sentido, se especifica que, los que causaron la intimidación o violencia, o
emplearon el dolo o produjeron el error, no podrán fundar su acción en estos vicios del contrato).

Legitimación pasiva: ¿Contra quién se ejercita la acción?

La acción de anulabilidad debe dirigirse contra todas las personas que sean partes del contrato.

Caducidad de la acción:

La acción de anulabilidad caduca a los cuatro años.

Este tiempo empezará a correr:

1º En los casos de defecto de capacidad, desde que el menor alcanza la mayoría de edad
o desde la celebración del contrato, si se trata de contratos celebrados por personas con
discapacidad prescindiendo de las medidas de apoyo previstas cuando fueran precisas.

2º En los casos de vicios del consentimiento, si fue error o dolo, desde la consumación
del contrato, y, si fue violencia o intimidación, desde que éstas cesaron.

Efectos:

Instada y declarara judicialmente la anulabilidad, el contrato queda inválido e ineficaz con


efectos retroactivos, como si el contrato nunca se hubiera celebrado.

3.1.4. Rescisión del contrato

La rescisión es un remedio jurídico que posibilita instar judicialmente la ineficacia de un contrato válidamente
celebrado, cuando produce un daño patrimonial extremadamente injusto a una persona. La rescisión es una medida
extraordinaria y subsidiaria, sólo aplicable, cuando no existe otro remedio jurídico para evitar el daño.

Dice el artículo 1290 Cc que, los contratos válidamente celebrados pueden rescindirse en los casos establecidos por
la ley.

Las causas de rescisión pueden clasificarse en tres grupos: por lesión, por fraude o por otros motivos.

1º Causas de rescisión por lesión:

- Los contratos que pudieran celebrar los tutores o curadores con facultades representativas sin
autorización judicial, siempre que las personas a quienes representan hayan sufrido lesión en más de la cuarta parte
del valor de las cosas que hubieren sido objeto de aquéllos.

- Los celebrados en representación de los ausentes, siempre que éstos hayan sufrido la misma
lesión, siempre que no se hayan celebrado con autorización judicial.

2º Causas de rescisión por fraude:

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- Los celebrados en fraude de acreedores, cuando éstos no puedan de otro modo cobrar lo que se
les deba (es la llamada "acción pauliana").

- Los contratos que se refieran a cosas litigiosas, cuando hubiesen sido celebrados por el
demandado sin conocimiento y aprobación de las partes litigantes o de la Autoridad judicial.

- Los pagos hechos en estado de insolvencia por cuenta de obligaciones a cuyo cumplimiento no
podía ser compelido el deudor al tiempo de hacerlos.

3º Causas de rescisión por otros motivos:

- También son rescindibles, cualesquiera otros que especialmente lo determine la ley.

3.2. LA RESOLUCIÓN DEL CONTRATO

Distinto de la ineficacia del contrato, es su resolución. La resolución supone la desaparición de


la relación contractual, con efecto retroactivo, es decir, las partes vuelven a la situación jurídica
anterior a la perfección del contrato, reintegrándose las prestaciones que hubiesen recibido.

Las causas de resolución contractual son las siguientes:

3.2.1. Resolución por cumplimiento de una condición resolutoria expresa.

Cumplida la condición resolutoria, se resuelve el contrato con efecto retroactivo.

3.2.2. Resolución por incumplimiento de una de las partes en un contrato bilateral

Ya vimos que los contratos bilaterales son aquellos que producen obligaciones recíprocas entre
las partes. En estos contratos, se confiere la facultad de resolver el mismo a la parte que,
cumpliendo o estando dispuesto a cumplir su obligación, la otra no cumpliere lo que le incumbe
(art. 1124 Cc).

El perjudicado, puede optar:

- Por exigir el cumplimiento o,

- Por exigir la resolución de su propia obligación.

En ambos casos, puede pedir la indemnización por los daños y perjuicios que haya sufrido.

3.2.3. Resolución por pacto comisorio o pacto de lex commisoria.

El pacto comisorio o de lex commisoria es aquella cláusula contractual, en virtud de la cual, se


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eleva a la categoría de pacto expreso la resolución del contrato por incumplimiento de alguna
obligación esencial del mismo.

Esta resolución, como toda resolución, tiene efectos retroactivos, ex tunc, al momento de la
perfección del contrato. Es usual que este pacto vaya acompañado de una estipulación por la que
el incumplidor pierda lo que hasta entonces hubiese pagado -es el denominado comiso-, en su
caso, o se establezca cualquier otra cláusula penal. El supuesto normal es que el pacto se agregue
a un contrato de compraventa a fin de garantizar el pago del precio. Por ejemplo, se pacta una
venta de un piso por 100.000 € estableciéndose como forma de pago del precio 10
mensualidades de 10.000 €, si el comprador deja de pagar el piso a los cinco meses, el vendedor
puede instar la resolución del contrato, recuperando por tanto el piso, y además, el comprador
pierde lo que haya pagado hasta ese momento, esto, 50.000 €.

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