005 Obligaciones
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Obligaciones
Sumario: 1. Concepto. 2. Comparación con los derechos reales. 3. Elementos. 4. Fuentes de las
obligaciones (causa). 5. Efectos de las obligaciones. 5. 1. Sujetos afectados. 5. 2. Facultades. 5. 3.
Efectos en cuanto al tiempo (mora y purga de la mora). 5. 4. Daños y perjuicios. 5. 5. Intereses. 6.
Clasificación de las obligaciones. 6.1. Obligaciones de dar dinero 6.2. Obligaciones en moneda
extranjera. 6.3. Obligaciones simplemente mancomunadas y solidarias. 6.4. Obligaciones con
cláusula penal. 7. Modos de extinción de las obligaciones. 7. 1. Pago. 7. 2. Prescripción liberatoria. 7.
3. Otros modos de extinción de las obligaciones; 8. La obligación de rendir cuentas.
1. Concepto
El Código comienza el libro tercero que se titula “Derechos Personales” dando una
definición de obligación. Indica que se trata de una relación o vínculo entre dos
sujetos regulado por el derecho, en el que uno de esos sujetos (acreedor o sujeto
activo), tiene la facultad de exigirle al otro (deudor o sujeto pasivo) que cumpla una
prestación y a obtener su ejecución forzada en caso de incumplimiento (CCC, art.
724).
Esa prestación a la que hace referencia la definición, es una conducta del deudor,
que puede consistir en dar, hacer o no hacer. Asimismo, esa prestación debe
cumplir cinco requisitos: posibilidad, licitud, determinación, patrimonialidad e
interesar al acreedor (CCC, art. 725).
A los elementos que forman parte de una obligación, su nacimiento, sus efectos y su
extinción, nos referimos en los puntos siguientes.
2. Comparación con los derechos reales
Dentro de la categoría de derechos subjetivos patrimoniales, se distinguen entre los
derechos personales, creditorios, crediticios u obligaciones, por un lado, y los
derechos reales (*) por otro. Las obligaciones son derechos personales, es decir,
dan al acreedor la facultad de exigir una conducta del deudor.
Se denominan derechos personales por su origen. En la antigüedad el deudor
respondía frente al incumplimiento con su propia persona, ya que se permitía que el
acreedor lo tomara como esclavo, lo vendiera y hasta podía darle muerte.
Este derecho “personal” evoluciona luego para transformarse en una relación que,
frente al incumplimiento del deudor, permite agredir jurídicamente solamente los
bienes que integran su patrimonio y no la “persona” del deudor. Son derechos
personales porque el acreedor puede exigir una conducta de su deudor (una
prestación de dar, hacer o no hacer).
Los derechos reales, en cambio, implican una relación directa entre una persona y
una cosa, como el derecho de dominio que es el más extenso que existe (se suele
usar la palabra propiedad para denominarlo, pero el derecho de propiedad es un
concepto más amplio ya que comprende también derechos que no se ejercen sobre
una cosa).
Si bien existen muchas zonas grises, apuntamos las tres diferencias más
importantes que presentan ambas categorías de derechos:
1°) Los derechos personales son relativos, lo cual significa que sólo se ejercen en
contra del deudor de la obligación y no afectan a terceros. A diferencia de los
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derechos reales que son absolutos, en el sentido que pueden ser ejercidos contra
todos, sin que tengan un destinatario especial. Así, por ejemplo, todos deben
respetar mi derecho de propiedad sobre la lapicera que tengo en el bolsillo. En
cambio, el derecho a que me sea entregada una lapicera que compré, sólo podré
ejercerlo en contra de la persona que me la vendió.
2°) Los derechos personales son bilaterales, es decir, entre sus elementos se
encuentran dos personas (acreedor y deudor). Los derechos reales involucran una
relación directa e inmediata de un sujeto con una cosa (como sucede con el
derecho real de dominio) y tienen una vinculación mediata con todas las demás
personas, que están obligadas a respetar dicho derecho real;
3°) La ley ha dejado librada a la autonomía de la voluntad de los sujetos, la creación
de obligaciones. Así, por ejemplo, en las cláusulas de un contrato, se pueden
convenir las más variadas obligaciones. En cambio, sólo existen los derechos reales
que han sido creados exclusivamente por la ley, que no permite la creación de otros
diferentes. Ampliaremos en el capítulo que tratamos los derechos reales sobre estas
diferencias.
3. Elementos
Individualizamos los siguientes elementos esenciales que integran las obligaciones:
a) Sujetos:
Pueden ser sujetos (activos o pasivos) de una obligación todas las personas físicas
o jurídicas. Cuando la obligación surge de un acto jurídico, requiere capacidad. Si
nace de un acto ilícito, no es necesaria. Ejemplos: Si un conductor de un automóvil
atropella a un demente (incapaz de hecho), éste es acreedor de la indemnización
por los daños que hubiere sufrido. Si un menor, mayor a 10 años, causa un daño a
un peatón, éste es acreedor del menor (y también de sus padres).
En lo que se refiere a los sujetos, el sistema permite: 1°) La indeterminación inicial
de los sujetos; 2°) Que se transmita a otra persona la calidad de sujeto –acreedor o
deudor- de una obligación (CCC, arts. 398, 1614, 1632 y 1633). 3°) La pluralidad de
sujetos (varios acreedores y deudores).
b) Contenido u objeto:
Consiste en la conducta del deudor para satisfacer al acreedor. El objeto inmediato
de una obligación es una prestación de dar, hacer o no hacer (CCC, art. 725). El
objeto mediato sería la cosa que debe darse o el hecho que debe realizarse por el
deudor.
Las prestaciones que pueden ser objeto de obligaciones deben cumplir con algunos
requisitos. Se exigen: 1°) Posibilidad: El objeto debe ser física y jurídicamente
posible (no se puede prendar un inmueble ni hipotecar un automóvil); 2°) Licitud: no
contrario a la moral y las buenas costumbres; 3°) Que sea determinable: Debe
existir su especificación por género, cantidad y calidad, si se trata de una cosa
fungible o en su individualidad si se trata de un cuerpo cierto; 4°) Patrimonialidad:
sobre bienes que estén en el comercio susceptibles de apreciación pecuniaria
(CCC, art. 725); y 5°) Que exista interés del acreedor (CCC, art. 725) el cual puede
exceder lo económico como cuando éste contempla necesidades espirituales o de
otro tipo.
c) Vínculo:
Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones 3
Una obligación importa que el deudor esté sujeto a ciertos deberes y sometido a los
poderes jurídicos que se reconocen al acreedor (CCC, art. 730).
Destacamos dos aspectos, en los que se manifiesta ese poder: Se otorga al
acreedor: 1°) acción para reclamar el cumplimiento (por ejemplo: iniciando juicio
para que un juez condene al deudor a cumplir y utilice la fuerza pública para que
ello ocurra); y 2°) excepción (o poder de defenderse) para retener lo percibido frente
al reclamo del deudor. Este segundo aspecto se destaca y cobra especial
importancia al considerar la prescripción liberatoria (que vemos más abajo).
Asimismo, frente al incumplimiento de una obligación, nace normalmente la
responsabilidad del deudor de indemnizar los perjuicios que hubiere causado dicho
incumplimiento.
El vinculo no solo atrapa al deudor imponiéndoles deberes y cargas, sino también al
acreedor, sobre quien pesa el deber de cooperar para que el deudor pueda cumplir
y liberarse de la obligación.
4. Fuentes de las obligaciones (causa)
En el punto anterior se han considerado los elementos esenciales que contiene toda
obligación. A estos elementos esenciales debe sumarse la causa fuente, que no se
trata de un elemento interno como los demás, sino que es externo a la obligación
por cuanto es lo que le da nacimiento.
Nos estamos refiriendo al origen del vínculo jurídico. La obligación no nace sin una
causa (*) que la genere, de allí que debe sumarse la causa fuente como uno de los
elementos esenciales para darle nacimiento (CCC, art. 726).
El Código trae algunos principios generales. En primer lugar, no presume la
existencia de una obligación. Pero si se llegara a probar la existencia de una
obligación, solamente por ello, la ley supone que tiene una causa legítima, poniendo
en cabeza del deudor la demostración que no tiene causa legítima para eximirse de
ella (CCC, art. 727).
Históricamente, se ha indicado que las obligaciones se originan en alguna de las
siguientes causas: contratos, cuasicontratos (*), delitos (*), cuasidelitos (*) y la ley.
La fuente de las obligaciones que más interesa a los fines de este curso y en el
mundo de los negocios, es el contrato. De los contratos nacen obligaciones. Por
ejemplo, de un contrato de compraventa nacen esencialmente dos obligaciones.
Una en cabeza del vendedor, que consiste en entregar la cosa vendida y otra, en
cabeza del comprador, que consiste en entregar una suma de dinero (pagar el
precio).
De los actos ilícitos, es decir de un delito civil (cuando existe dolo) o de un
cuasidelito (cuando existe culpa o negligencia), nace la obligación de indemnizar a
la víctima por los perjuicios que el daño le ha causado (más adelante analizaremos
los rubros que pueden reclamarse como indemnización).
Una ley que establece el pago de un impuesto también es fuente de obligaciones;
en cabeza del contribuyente (como deudor) y a favor del Estado (como acreedor).
Finalmente, en el art. 728 el Código establece que cuando se entrega algo en
cumplimiento de un deber moral o de conciencia o de lo que solía denominarse
obligación natural (no se hizo en cumplimiento de una obligación legalmente
exigible), no puede luego arrepentirse y pedir que le devuelvan lo entregado. Sería
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éste el caso de quien cumple con una obligación que ya está prescripta (ver
prescripción liberatoria). No podría luego pedir que le devuelvan lo pagado, a pesar
que el acreedor había ya perdido la facultad de iniciar acción judicial para
reclamarle.
5. Efectos de las obligaciones
Las obligaciones producen diversos efectos en cuanto a los sujetos obligados, las
facultades de éstos, el tiempo, etc., los que pasamos a sintetizar a continuación.
5. 1. Sujetos afectados
Como regla general, las obligaciones sólo producen efectos entre las partes, vale
decir, entre acreedor y deudor y sus sucesores (*). También se presenta
frecuentemente, la situación en que una sola obligación tenga varios acreedores y
varios deudores. Las que tienen sujetos múltiples pueden ser obligaciones solidarias
(*) o simplemente mancomunadas (*). Cuando nada han indicado las partes o la ley,
se presume que se trata de una obligación simplemente mancomunada (CCC, art.
828).
5. 2. Facultades
La ley confiere al acreedor poderes para lograr la satisfacción de su interés, en
especie o su equivalente, como efecto principal de las obligaciones (CCC, art. 730).
Ejemplo: Si el vendedor (deudor) no entrega la cosa vendida, el comprador
(acreedor de esa obligación que surge del contrato de compraventa) puede usar los
medios legales para que se la quiten y se la entreguen. Si ello no es posible, podrá
reclamar indemnización, otorgándosele también los medios legales para cobrarla.
El medio previsto legalmente para dar satisfacción al acreedor es un juicio o proceso
judicial, en el cual la autoridad le quitará la cosa vendida al vendedor y se la
entregará al comprador. Si ello no es materialmente posible, se embargarán y
rematarán bienes del deudor suficientes para que se obtenga el dinero necesario
para pagarle la indemnización que corresponda al comprador.
Una opción que confiere la ley a favor del acreedor, cuando la naturaleza de la
prestación la permita, es hacer que un tercero cumpla con la obligación, cargando
con los costos correspondientes al deudor incumplidor (CCC, art. 730, inc. B).
Como efecto secundario, el acreedor tiene la facultad a mantener incólume el
patrimonio de su deudor, a cuyo fin puede requerir medidas precautorias (la más
común es el embargo) e iniciar acciones por simulación o fraude en contra del
deudor y también la acción subrogatoria (*) o acción directa (*) en los casos que
corresponde.
El acreedor asimismo tiene derecho a pedir la declaración de quiebra de su deudor,
lo cual le otorgaría la ventaja de provocar la investigación de la conducta del deudor,
previa a la quiebra, que debe hacer la sindicatura, generando la posibilidad de
recuperar bienes que pudieran haberse enajenado fraudulentamente (ley 24522).
No solamente el acreedor tiene derechos o facultades. El deudor también tiene
ciertos derechos, como a la cooperación del acreedor y a cumplir (CCC, art. 879). El
cumplimiento exacto de la obligación le confiere el derecho de obtener la liberación
de la misma y a rechazar cualquier acción que le iniciara el acreedor (CCC, art.
731).
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Así, si una persona debe entregar una suma de $ 10000 el día 10 de abril próximo
tiene la posibilidad de hacerlo aún después de incurrir en mora. Y, como principio
general, puede purgarse la mora de manera indefinida, mientras no se opere alguna
causa que extinga la obligación (como la resolución de contrato a la que nos
referimos en el capítulo siguiente o la prescripción).
No existe mora y en cambio se presenta un incumplimiento definitivo (obviamente
no es posible la purga de la mora), frente a aquellas obligaciones en las que el
cumplimiento tardío no resulte ya admisible para el acreedor. Son estas
excepciones supuestos denominados como de plazo esencial porque no admiten la
posibilidad de cumplimiento tardío y cuyo ejemplo tradicional es el incumplimiento
de la orquesta que se contrata para tocar en un cumpleaños (por la propias
circunstancias del caso ya no podrá cumplirse tardíamente con esta obligación,
presentándose un incumplimiento definitivo).
Para purgar la mora, además de cumplir con la obligación, el deudor debe pagar
también los daños e intereses que ha generado su incumplimiento (CCC 730, inc. C
y 1716).
Por último, se puede producir también la mora del acreedor, cuando éste no
colabora con el deudor para que cumpla o no le recibe el pago (CCC, art. 886 parte
final). En estos casos el deudor deberá recurrir al pago por consignación para
liberarse de la deuda (CCC, art. 904, inc A), al que tratamos en otro punto.
5. 4. Daños y perjuicios
Si no existe una razón que lo justifique, quien causa daño a otra persona está
legalmente obligado a indemnizarlo. El art. 1716 del Código, reconoce el deber de
no dañar a otro y la obligación de reparar el daño frente al incumplimiento de una
obligación. Asimismo, el art. 1737 da un concepto amplio de daño como toda lesión
a un derecho o interés no reprobado por el ordenamiento jurídico.
Es civilmente responsable y está obligado a indemnizar los perjuicios ocasionados,
quien comete un ilícito o quien no cumple (o cumple tardíamente) una obligación
cualquiera sea su origen.
El perjuicio sufrido se debe reparar reponiendo las cosas a su estado anterior o -si
el damnificado lo pide o es imposible volver las cosas a su estado anterior-,
indemnizándolo con el pago de una suma de dinero (CCC, art. 1740).
La indemnización debe ser integral y comprender dos rubros principales; uno
relativo a la pérdida o empobrecimiento del patrimonio o daño emergente. Y por
otro lado la frustración de una ganancia, la pérdida de la posibilidad de acrecentar el
patrimonio o lucro cesante y también la pérdida de chance u oportunidades (*)
(CCC, art. 1738).
Se comprende además del daño material o patrimonial, también el daño moral que
consiste en los padecimientos de índole espiritual que sufre una persona,
comprendiendo las molestias a la seguridad personal, al goce de los bienes y a la
lesión en los sentimientos (CCC, art. 1738, última parte).
El daño que produce el incumplimiento de la obligación de pagar una suma de
dinero (*) (por ejemplo, pagar el precio de una compraventa), tiene un régimen
especial establecido por el art. 768 del Código y que consiste básicamente en el
pago de intereses moratorios.
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puede dar el deudor ni recibir el acreedor una prestación distinta a la debida (CCC,
art. 868).
Es decir, se puede pactar válidamente que una obligación deba pagarse en moneda
extranjera, pudiendo el deudor cumplir en la especie pactada, pero se encuentra
facultado por la ley para pagar en pesos a la cotización de la moneda oficial al día
del vencimiento. De esta manera se cambia el régimen anterior.
Igualmente, para alguna doctrina, se trata solamente de una facultad que la ley
concede al deudor, interpretando que puede ser renunciada ya que no se trata de
una disposición de orden público (Alterini). Así también ha empezado a ser resuelto
por la jurisprudencia que aplica el nuevo Código. Se ha resuelto que dado que el
nuevo Código admite las obligaciones en moneda extranjera para determinados
contratos nominados, una interpretación armónica y coherente de dicho cuerpo legal
no puede sino concluir en que la norma del art. 765 no es imperativa, ni mucho
menos de orden público; por lo que no existen inconvenientes en que las partes, en
uso de la autonomía de la voluntad, pacten que el deudor debe entregar la cantidad
correspondiente a la especie de moneda designada.
De todas maneras, frente a disposiciones que prohíben o restringen la
comercialización de moneda extranjera derivaría igualmente en la aplicación de esta
disposición y el pago en moneda nacional a la cotización oficial de la moneda
extranjera.
Debe tenerse en cuenta que a partir de la ley 23.928, en 1991, quedó prohibida toda
“indexación” por precios, actualización monetaria, variación de costos o cualquier
otra forma de repotenciación de las deudas, prohibición que ha mantenido el art. 4º
de la vigente ley 25.561 del año 2002.
Por tanto, no podría usarse la variación de la moneda extranjera como cláusula de
indexación o ajuste, ya que la prohibición es de orden público. Solo podría pactarse
el pago en moneda extranjera si ha sido ésta la verdadera intención e interés de las
partes, todo lo cual puede generar situaciones de incertidumbre.
6.3. Obligaciones simplemente mancomunadas y solidarias
Las obligaciones con sujeto plural pueden ser simplemente mancomunadas
cuando se fracciona en tantas relaciones como acreedores o deudores haya. Si la
prestación es divisible (por ejemplo, si consiste en el pago de una suma de dinero),
cada deudor está obligado a pagar solamente la parte de la deuda que le
corresponde y no responde por lo que deben los demás. Si existen varios
acreedores, cada uno podrá cobrar solamente su parte proporcional. La relación se
fracciona en tantas partes iguales como acreedores o deudores haya (CCC, art.
825). Si la prestación en cambio es indivisible (por ejemplo de entregar una
vivienda) se aplican las reglas de las obligaciones solidarias.
Las obligaciones con sujeto plural son solidarias cuando puede exigirse el total a
cualquiera de los deudores por parte de cualquiera de los acreedores (CCC, art. 827
y 833). La solidaridad no se presume, razón por a cual debe estar especialmente
establecida (CCC, art. 828). Los deudores no tienen el derecho a pedir la división de
la deuda y el que paga tiene derecho a reclamarle a los demás la devolución
proporcional a cada uno (CCC, art. 840) soportando a los insolventes también entre
todos (CCC, art. 842).
6.4. Obligaciones con cláusula penal
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Se denomina así a la cláusula de un contrato que establece una multa o pena para
el caso de incumplimiento o mora (CCC, art. 790). Cumple la función de permitir
prever anticipadamente cuales van a ser las consecuencias de dicha mora o
incumplimiento, por lo que el acreedor no tiene derecho a reclamar otra
indemnización que la multa pactada (CCC, art. 793). Cumple una función parecida a
la seña penitencia, que permite dejar fijados anticipadamente las consecuencias del
incumplimiento.
Cuando en un contrato las partes frente al incumplimiento de una de ellas pactan
una tasa de interés punitorio, el mismo cumple la función y se rige por lo dispuesto
para las cláusulas penales (CCC, art. 769).
7. Modos de extinción de las obligaciones
La ley ha regulado los diferentes modos por los cuales se extinguen las
obligaciones. El modo normal es el pago, pero también existen otros, a los cuales
nos vamos a referir a continuación.
7. 1. Pago
a) Concepto:
Pagar, en derecho, es equivalente a cumplimiento y no sólo se refiere a las
obligaciones que tienen como prestación dar una suma de dinero. El pago se refiere
al cumplimiento de cualquier clase de obligación (CCC, 865). Por lo tanto, paga
tanto el que entrega una suma de dinero, el que pinta una pared o entrega las
mercaderías prometidas.
El efecto que produce el pago es extinguir la obligación y liberar al deudor. Por eso
el deudor no sólo está obligado a pagar, sino que tiene derecho a hacerlo, y el
acreedor debe colaborar para que cumpla y se libere.
Asimismo, el deudor que cumple tiene derecho a exigir recibo (CCC, art. 897).
Cuando una obligación no se cumple, el deudor incurre en mora (*), salvo que exista
alguna causa que justifique tal incumplimiento como sería por ejemplo un caso
fortuito (*).
Reiteramos que la mora se produce en forma automática (CCC, art. 886) salvo
plazo tácito en el que debe mediar interpelación (*) o plazo indeterminado que debe
ser fijado por el juez (CCC, art. 897).
b) Sujetos:
¿Quién puede pagar? Básicamente, una obligación vincula a dos sujetos: acreedor
y deudor. El acreedor está facultado para exigir el pago y el deudor está obligado a
hacerlo (conforme definición de obligación que tiene el art. 724 del CCC).
Sin embargo, debe precisarse que el deudor no sólo puede pagar, sino que tienen
derecho pagar (CCC, art. 879), exigiendo al acreedor que le cobre (ver más abajo
“pago por consignación” que se aplica cuando el acreedor se niega
injustificadamente a cobrar).
También puede pagar un tercero. Y en este caso deben distinguirse dos
situaciones. Puede suceder que se trate de un tercero interesado en el
cumplimiento (CCC, art. 881). Se considera como tercero interesado a quien puede
sufrir un menoscabo o perjuicio propio en su derecho si no paga, como por ejemplo
un fiador o garante de un contrato de locación, si el inquilino (deudor principal
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garantizado) no cumple.
Si estamos frente a un tercero interesado, con respecto al acreedor, el mismo se
encuentra en la misma situación que el deudor. Vale decir, puede exigirle al
acreedor que le cobre para liberarse.
En cambio un tercero no interesado sólo puede pagar si acepta el acreedor. Estos
terceros no tienen derecho a exigir que se les cobre a ellos. Y no podrán por tanto
iniciar un pago por consignación si el acreedor se niega a cobrarles.
Si paga un tercero, el acreedor es desinteresado, pero la obligación no desaparece,
ya que este tercero puede pedir luego al deudor el valor de lo dado (CCC, arts. 881
y 882).
Cuando quien paga es un tercero se opera el pago por subrogación (*). El efecto
jurídico que se produce es que el tercero reemplaza en los derechos del acreedor y
puede reclamar al deudor la restitución de lo que hubiera pagado.
Así, si una persona es fiador de un préstamo bancario y paga la deuda, puede luego
reclamarle al deudor principal que le devuelva lo que ha pagado, colocándose en el
mismo lugar que tenía el acreedor, subrogándose en los derechos de dicho
acreedor (CCC, arts. 914 y 918).
c) Objeto del pago:
Es objeto del pago la prestación (CCC, art. 867). Y el mismo debe ser exacto y fiel.
Para que el pago sea exacto, debe cumplir con algunos requisitos que pasamos a
considerar y que reconocemos como los principios de identidad e integridad del
pago.
Se denomina principio de identidad del pago, el que exige al deudor entregar al
acreedor la misma cosa a cuya entrega se obligó. El acreedor no puede ser
obligado a recibir una cosa por otra, aunque sea de igual o mayor valor (CCC, art.
868). El mismo principio de identidad rige para las obligaciones de hacer, no
admitiéndose la ejecución de otro hecho.
Vinculado también con el objeto del pago se aplica el principio de integridad del
pago: cuando el acto de la obligación no autorice los pagos parciales, no puede el
deudor obligar al acreedor a que acepte en parte el cumplimiento de la obligación
(CCC, art. 869).
Este principio de integridad también se aplica cuando se deben intereses. El
acreedor se puede negar a recibir el pago si el deudor sólo ofrece el capital (CCC,
art. 870).
Recuérdese que todos estos principios se aplican en forma subsidiaria a lo que las
partes acuerden y, por lo tanto, sólo se aplican en caso de falta de acuerdo especial
en contrario.
d) Lugar:
Cuando no se hubiere designado expresa o tácitamente un lugar donde deba
cumplirse la obligación (CCC, art. 873) se ha establecido como regla general que el
lugar de pago es el domicilio del deudor al tiempo del nacimiento de la obligación
(CCC, art. 874). El principio se ha fijado para favorecer la situación del deudor y
facilitar que se libere.
Existen algunas excepciones a este principio general, para facilitar al deudor el
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cumplimiento y su liberación: Cuando el objeto del pago es de dar una cosa cierta,
debe entregarse donde éste se encuentra habitualmente (CCC, art. 874 inc. A). Si
se trata de obligaciones bilaterales de cumplimiento simultáneo, en el lugar donde
deba cumplirse la obligación principal (CCC, art. 874 inc. B).
Si el domicilio de pago es el del deudor o del acreedor y se mudan, se le da la
opción a la otra parte de reclamar que el pago se haga en cualquiera de los dos
domicilios (el anterior o el nuevo conf. CCC, art. 874).
e) Tiempo:
¿Cuándo se debe pagar? Las obligaciones puras y simples son de exigibilidad
inmediata. Cuando están sujetas a un plazo determinado (cierto o incierto), se
deben pagar cuando vencen, es decir, cuando acaece el hecho futuro y cierto al
cual se han sujetado (ejemplo: cuando llega el día del vencimiento que se ha
establecido). Las obligaciones sujetas a plazo tácito son exigibles según resulte de
la naturaleza y circunstancia de la obligación. Para las obligaciones sujetas a plazo
indeterminado, el vencimiento se debe fijar judicialmente, conforme ya lo hemos
indicado (CCC, art. 871).
Finalmente, dispone el Código que el pago anticipado no da derecho a exigir un
descuento (CCC, art. 872). Se vincula esto con la presunción que establece la ley,
en el sentido que el plazo es a favor del deudor (CCC, art. 351). Si el plazo es a
favor del deudor, éste está facultado para pagar antes del vencimiento, pero, como
señalamos, no tiene derecho a exigir que el acreedor haga un descuento por pago
anticipado.
f) Recibos (casos especiales):
El pago generalmente se prueba a través de un instrumento escrito firmado por el
acreedor, que se denomina recibo (CCC, art. 896). Se trata de un derecho que tiene
el deudor el de exigir que se le otorgue un recibo (CCC, art. 897).
Apuntamos más abajo algunos casos especiales que se contemplan en la ley,
vinculados con la emisión y entrega de recibos de pago de los que se derivan las
precauciones que deben tenerse al momento de emitir o exigir un recibo.
Advertimos que el deudor está facultado a que se incluyan reservas de derechos en
el texto del recibo, no pudiendo negarse el acreedor, pero tampoco perjudicándole
dichas reservas (CCC, 898).
En caso de hacerse esas reservas, una precaución que surge del sentido común, es
exigir al deudor que firme un segundo ejemplar del recibo. Ello le permitirá al
acreedor probar que ha hecho la reserva, para el caso que el deudor lo
desconociera.
Pasamos a enumerar las principales disposiciones del Código sobre el contenido de
los recibos, las cuales están enumeradas principalmente en el art. 899, el cual
contiene una serie de presunciones (aunque las mismas admiten prueba en
contrario, tal como surge del encabezado de dicho artículo):
1°) Pago de saldo: El recibo “por saldo” extingue toda la deuda (CCC, art. 899, inc
A).
2°) Pago en cuotas: Cuando el pago deba ser hecho en prestaciones parciales y en
períodos determinados, el pago hecho por el último período hace presumir el pago
de los anteriores, salvo la prueba en contrario (CCC, art. 899, inc B). Aquí no se
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pierde el período o cuota anterior que no ha sido abonada. En este caso sólo se
coloca en cabeza del acreedor la carga de acreditar que los períodos anteriores no
han sido pagados para poder reclamarlos. Si no lo puede probar, funcionará la
presunción legal a favor del deudor y deberá considerarse extinguida la deuda. El
mismo principio se aplica especialmente para los intereses en el contrato de mutuo
o préstamo de consumo (CCC, art. 1527, última parte).
3°) Recibo por capital sin hacer reserva por intereses: El recibo otorgado por el
acreedor, sin reserva alguna sobre los intereses, extingue la obligación del deudor
respecto de ellos. El principio se extiende a todo recibo que se extienda por el pago
de una prestación principal, respecto a cualquier accesorio (CCC, art. 899, inc. C).
Para mantener viva la obligación de pagar intereses (y accesorios como costas y
gastos), es necesario efectuar una reserva expresa sobre los mismos en el recibo.
En otras palabras, si no se hace reserva por los intereses y accesorios, los mismos
se pierden puesto que la ley presume que se ha renunciado a éstos.
4°) Recibo por capital e intereses: El caso es diferente al anterior. Si se otorga un
recibo por un pago parcial a cuenta de capital e intereses sin indicar las cantidades
de cada rubro, el pago se imputa primero a los intereses (CCC, art. 903)
5°) Si se adeuda daño moratorio: Al recibirse el pago sin hacer reserva por el
rubro daño moratorio, éste se extingue (CCC, art. 899, inc D). La situación es similar
a los intereses que se consideran renunciados si no se cobran y no se hace la
reserva al otorgar el recibo.
6°) Imputación del pago: Las dudas pueden presentarse cuando hay varias
deudas de la misma naturaleza y no alcanza para pagarlas a todas. La ley resuelve
quien es el que elige qué deuda cancelar, y los límites que tiene dicha elección. Y
también resuelve la situación que se presenta frente al caso en que se hubiere
hecho el pago y otorgado un recibo por parte del acreedor sin hacerse imputación a
cuál deuda se ha abonado.
En primer lugar, se dispone que el deudor es quien elige a cuál deuda se imputa el
pago (CCC, art. 900), aunque limita su elección, siempre que no sea deuda ilíquida
(*) o no vencida. También limita la elección indicando que no se puede imputar el
pago a capital si se deben intereses.
En segundo lugar, si el deudor no hace la imputación del pago la ley le atribuye al
acreedor la decisión, bajo las siguientes reglas: debe imputar el pago a una sola
deuda líquida y exigible. Una vez extinguida completamente la primera deuda, debe
imputar el saldo a otra deuda. Si alcanza para extinguirla completamente pasar a
otra y así sucesivamente (CCC, art. 901). Vale decir, no puede imputar el pago a
prorrata de todas las deudas. El único pago parcial será de la última deuda a la que
se impute el pago. Solamente una deuda quedará pagada parcialmente ya que las
demás estarán ya pagadas íntegramente o no pagadas también íntegramente.
Y finalmente, si ninguna de las partes formula la imputación del pago en el recibo, la
ley lo hace (CCC, arts. 902 y 903) disponiendo lo siguiente: Cuando en el recibo no
se expresa a qué deuda se hubiese hecho la imputación del pago, debe imputarse
entre las de plazo vencido, a la más onerosa al deudor (CCC, art. 902, inc A).
La ley no indica las razones por las que una deuda pueda ser considerada más
onerosa que otra. El criterio basado en el texto del viejo Código Civil, hace que
interpretemos que puede ser más onerosa una deuda, o porque lleve intereses o
14 Derecho Privado - Capítulo 5 - Obligaciones
ni puede ser abreviada; 3°) No puede declararse de oficio, sino que debe ser
planteada por las partes (CCC, art. 2552). 4°) Es de interpretación restrictiva ya que
es una situación de excepción.
El plazo de la prescripción liberatoria se inicia cuando el crédito puede ser exigido
(CCC, art. 2554). Aunque existen causales de suspensión, como la interpelación (*)
fehaciente (CCC, art. 2541) y de interrupción, como la promoción de petición judicial
(CCC, art. 2546).
La prescripción liberatoria se aplica en todas las ramas del derecho y los plazos han
sido fijados por las leyes. En el Código se ha fijado un plazo genérico de 5 años
cuando no se hubiera previsto uno diferente (CCC, art. 2560). Así por mencionar
algunas, tenemos que el art. 2562 enumera los pedidos y reclamos que prescriben
en el plazo de 2 años como las obligaciones que se devengan en cuotas periódicas
(inc. C); daños derivados del contrato de transporte (inc. D), para las acciones por
fraude y simulación, etc. El reclamo de daños derivados de la responsabilidad civil
prescribe a los 3 años (CCC, art. 2561) y para reclamar por vicios redhibitorios 1
año (CCC, art. 2564 inc A).
Como la prescripción liberatoria no extingue en realidad la obligación, sino el
derecho a reclamar judicialmente el cumplimiento, si el deudor cumple a pesar que
la obligación se encuentra prescripta, el acreedor puede conservar lo que ha
recibido y el deudor no puede reclamar la restitución (CCC, art. 2538). Por eso
decimos que la obligación prescripta subsiste como un deber moral.
Existe otro tipo de prescripción, denominada prescripción adquisitiva o usucapión,
que a diferencia de la que estamos viendo, constituye un medio para adquirir el
dominio de una cosa. A ella nos referimos más adelante, al tratar los derechos
reales haciendo aquí presente que el art. 2532 del Código, sobre la base de un
elemento común, el transcurso del tiempo, ha reunido dos institutos que en realidad
tienen naturaleza distinta.
Como ya se indicó, el plazo de la prescripción empieza a correr en contra del
acreedor a partir del momento en que puede usar las vías legales para ejercer su
derecho y no lo hace. Por lo tanto, el plazo se interrumpe por el ejercicio del
derecho. La presentación de una demanda judicial es el típico acto que interrumpe
la prescripción (CCC, art. 2546 que extiende el efecto a toda petición judicial como
el pedido de un embargo o la iniciación de medidas preparatorias del juicio).
Otro acto que produce la interrupción de la prescripción es el reconocimiento de la
deuda que haga el deudor (CCC, art. 2545), aún en forma tácita, como puede serlo
el que resulta del pedido de refinanciación de deuda que éste dirige al banco
acreedor.
Finalmente, también se prevén causas de suspensión de la prescripción hasta por
el plazo de un año, lo cual se obtiene por medio de una interpelación (*) hecha al
deudor en forma fehaciente (CCC, art. 2541). Fehaciente se interpreta como que no
ofrezca dudas sobre su veracidad. Para ello puede recurrirse a una carta
documento (siempre que sea recibida en su destino) o un acta notarial (son los
principales medios que se utilizan).
7. 3. Otros modos de extinción de las obligaciones
Además de los modos de extinción que hemos visto, el artículo 724 enumera otros
modos por los que las obligaciones se extinguen:
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aprobadas.
g) Impugnación:
Una vez presentada la rendición de cuentas, el dueño del negocio está obligado a
expresar las observaciones que considere pertinentes, dentro del término de 30
días.
Ha precisado la jurisprudencia que dichas observaciones deben ser determinadas y
especificadas con precisión. La respuesta evasiva, genérica o indeterminada, debe
ser apreciada como aprobación tácita.
Las reclamaciones pueden ser judiciales o extrajudiciales. La rendición extrajudicial
de cuentas, se suele llevar a cabo entregando o enviando las cuentas por duplicado
al dueño del negocio, con los respectivos comprobantes. Este puede aceptarlas
expresamente, lo que hace devolviendo el duplicado conformado y firmado al pie. O
tácitamente dejando transcurrir el término legal de un mes desde la recepción de la
cuenta.
En caso de impugnaciones que no sean arregladas por las partes, deberá ocurrirse
a la vía judicial y las cuestiones serán decididas por sentencia.
Aclaramos que si bien no es necesario que la rendición de cuentas sea judicial,
cualquiera de las partes puede deducir acción judicial, a los fines de reclamar a la
otra el cumplimiento de las obligaciones a su cargo.
(*) Ver glosario.
Bibliografía
ALTERINI, Jorge H. (director) y otros: Código Civil y Comercial comentado. Tratado
exegético, La Ley Bs. As., 2015.
CURÁ, José María (director) y otros: Código Civil y Comercial de la Nación
Comentado, Orientado a contadores, La Ley Bs. As., 2014.
RIVERA, Julio C., MEDINA, Graciela (directores) y otros: Código Civil y Comercial
de la Nación comentado, La Ley, Bs.As. 2014.
Glosario
Acción directa: Facultad conferida a los acreedores, para reclamar en su beneficio
el cobro de lo que un tercero debe a su deudor, hasta el límite de su crédito (CCC,
art. 736). Se aplica en casos como el contrato de seguro, donde la víctima reclama
el crédito que tiene en contra del asegurado, en contra de un tercero, en este caso
la compañía de seguros, en forma directa. Esto es, sin reemplazar a su deudor (el
asegurado).
Acción subrogatoria: Facultad conferida a los acreedores, en virtud de la cual
pueden reemplazar a su deudor para gestionar los derechos que éste ha
abandonado. Tiende a prevenir que el deudor, en vez de intentar cobrar los créditos
que tiene se niega, para evitar que entren en su patrimonio. Se encuentra
establecida en el art. 739 del Código Civil y Comercial.
Caso fortuito: Acontecimiento que no ha podido preverse o, que previsto, no ha
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