Bipolaridad de La Guerra Fria

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En este contexto: Estados Unidos, a pesar de su poder económico y militar,

señala la necesidad de una estructura diplomática activa que le permita llegar a un


consenso para actuar internacionalmente, ya que la acción unilateral lleva a la
acción aislada y puede convertirse fácilmente en objeto de crítica y hostilidad.
viene sólo de los oponentes de este poder.
Sin embargo, los hechos muestran que, aunque los EEUU. En otras palabras, un
poder que parece fuera de alcance, incluso uno que casi puede gobernar y
gobernar el mundo solo, es en realidad un poder cuyo tamaño, objetivos y alcance
requieren una estructura diplomática activa que permita que el consenso opere
internacionalmente. las acciones unilaterales conducen a acciones aisladas que
fácilmente pueden convertirse en objeto de críticas y hostilidad por parte de los
opositores de este poder único. Se están produciendo cambios fundamentales en
la política nacional e internacional como parte de esta descentralización, lo que
sugiere que se abrirán nuevos campos de competencia entre los países, mientras
que al mismo tiempo tendrán que lidiar con organizaciones no gubernamentales
que se lucran abiertamente. internacional, con reserva previa solo para el primero.
Zakaria adoptó un enfoque agresivo, declarando públicamente que lo que es
nuevo en el siglo XXI es el surgimiento de lo que él llama "otro mundo no
occidental" y que, contrariamente a lo que los medios informan a diario, las
economías de muchos países emergentes están comenzando a desmoronarse.
desarrollar. . entrar en conflicto directo con los Estados Unidos. Sin embargo, el
cambio en las tendencias geopolíticas e internacionales se produjo en el contexto
de una ruptura dinámica con la segunda mitad del siglo XX. Después de la Guerra
Fría: el camino hacia un vacío internacional
En la Unión Soviética, donde utilizó el término Guerra Fría para referirse a su
antecesor, Franklin D. Estas paradojas características de las construcciones de
política exterior de las grandes potencias no han sido ni han sido totalmente
resueltas durante las últimas dos décadas; más bien, debe decirse que cada
gobierno norteamericano en funciones desde 1992 ha brindado lo que considera
suficiente. 3. El segundo escenario, que condujo al colapso de la Unión Soviética,
se caracterizó por la apertura de la competencia geopolítica en Europa Central,
Europa del Este y Asia Central. La competición ya había comenzado gracias a
medidas políticas aprobadas por el gobierno de Mikhail Gorbachev, como la
transición política en Polonia y la unificación de Alemania, que facilitó directamente
el líder soviético. Desde la Guerra de Crimea en 1853 hasta el final de la llamada
Guerra de Baluchistán, Rusia adquirió durante mucho tiempo países que
desaparecieron, como los Estados bálticos, y países que aparecieron en el
territorio del antiguo Kanato en la década de 1920. La contención de la Guerra
Fría ayudó a limitar la violencia al tiempo que predeterminaba las condiciones para
el cambio político en diferentes sociedades, países y continentes, de modo que las
disputas políticas tanto a nivel nacional como internacional se definían de acuerdo
con los supuestos ideológicos y modelos económicos de cada país. poder de
representación. Esta situación ha llevado incluso a la supresión del crimen global a
través de los mecanismos de persecución o tolerancia en las condiciones
permanentes de los sectores más vulnerables de la política mundial. De esto
podemos afirmar que la llamada paz en América en la segunda mitad del siglo XX
tuvo mucho que ver con la antigua Unión Soviética. Al respecto, es importante
resaltar que con el final de la Guerra Fría, también terminó el siglo XX y se inició
un nuevo período en la historia mundial, cuando la dinámica de la posguerra fría
destruyó los supuestos ideológicos que mantenían la competencia entre las
economías. El modelo de dos estados, un solo poder. Como ha señalado Peñas
Esteban, la Guerra Fría estuvo más cerca de la convergencia que de la
confrontación a gran escala, imponiendo un modelo de gobernanza internacional
basado en el realismo como consideración fundamental de los asuntos
internacionales y el pragmatismo como método de toma de decisiones. Cuando
terminó este período, quedó claro que se había producido una nueva
ideologización de la política internacional. La paradoja y el significado de la
revolución iraní radica en el hecho de que la mayoría de los analistas occidentales
u occidentales en ese momento despreciaron la posible viabilidad de un régimen
basado en la formación de un estado teocrático y, por lo tanto, se negaron a
comprender el papel de Irán en Irán. revolución. Siglo XXI, creer que el Tiempo va
perdiendo importancia

La posguerra fría: el camino al vacío internacional:


Con la disolución de la URSS, el 25 de diciembre de 1991, los Estados Unidos
ganaron una competencia geopolítica que se libró en varios frentes: el económico,
el armamentista y el científico. Una de sus principales características fue la
división del mundo en bloques geopolíticos constituidos con base en alianzas
ideológicas Esta competencia se inició en 1947 con las hostilidades abiertas por el
presidente de los Estados Unidos, Harry Truman, contra la URSS, en la que utilizó
el término cold war, para dar a entender que los acuerdos y las alianzas realizadas
entre su predecesor Franklyn D. Roosevelt y José Stalin, el gobernante soviético,
se rompían definitivamente. La disolución de la URSS generó varios escenarios
inmediatos: el primero, y más obvio, era que dejaba a los EEUU como una
superpotencia mundial, de alcance planetario y sin rivales. Esto trajo algunas
paradojas geopolíticas:
 ¿Debían los EEUU pasar a reasumir la antigua posición del aislacionismo,
dado que desaparecía la posibilidad de una confrontación directa, nuclear
específicamente, y que se abría un período de paz, libertad y prosperidad
internacional, según la interpretación prevaleciente en los años posteriores
a 1991?

 ¿O deberían los EEUU pasar a convertirse en el gobierno global al que


podían aspirar por su nueva posición dominante y por ser el centro de la
nueva revolución industrial?
El segundo escenario que engendró la disolución de la URSS se caracterizó por la
apertura de la competencia geopolítica en Europa Central, Europa Oriental y Asia
Central. Esta competencia ya se venía dando por medidas políticas que el
gobierno de Mijaíl Gorbachov había aprobado, como la transición política en
Polonia, y la reunificación alemana, que fue promovida directamente por el
dirigente soviético.
Los primeros antecedentes de la finalización de la Guerra Fría se registran en la
década de 1970: primero, a comienzos de la década mencionada el gobierno de
los Estados Unidos, presidido por Richard Nixon, y dirigido en política internacional
por Henry Kissinger, estableció relaciones especiales con la República Popular
China, de forma tal que estas relaciones llevaran a que esta China, y no la China
Nacionalista, ocupara el puesto que le correspondía a este país en el Consejo de
Seguridad de la ONU en el 2008.
Segundo, en 1978 comenzó una intensa movilización política que llevó a que entre
enero y febrero de 1979 el ayatolá Jomeini tomara el poder en Irán, dando al traste
con uno de los aliados más importantes de los Estados Unidos en Asia Central, el
Sha Reza Pahlevi. La Guerra Fría no permitió ver las consecuencias de estos
acontecimientos que posteriormente han afectado el desarrollo del siglo XXI.
Empero lo anterior, la Guerra Fría finalizó de la forma más imprevista posible: por
la implosión del más agresivo de los competidores, la URSS, que era además el
Estado que tenía menos presión interna para la toma de decisiones políticas, y el
que jugaba más fríamente al realismo político internacional.

Estados Unidos: de potencia victoriosa a Estado “neo-


aislacionista”
Ante la caída del muro de Berlín, George H. W Bush aseguró que en las
competencias internacionales solo se aceptarían las reglas del derecho
internacional público reconocidas. Estas declaraciones marcaban, al parecer, el
inicio de un período de optimismo, progreso económico y de finalización de las
rivalidades geopolíticas globales. Esta interpretación parecía corroborarse con los
hechos: la disolución de la URSS acababa con uno de los grandes protagonistas
de las tensiones mundiales desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Pero la intervención en Somalia fue mucho más que solo una intervención
desastrosa: indicó cómo se habían transformado las dinámicas internacionales en
diferentes niveles. De esto se pueden desprender cuatro puntos:
 Primero, la Posguerra Fría indicó que se estaba produciendo una retracción
de la geografía estatal que se había consolidado desde el proceso de la
descolonización que sobrevino al final de los imperios europeos en el siglo
XX, especialmente en los escenarios de Asia y África.

 Segundo, demostró que el prestigio norteamericano era contradictorio: era


el Estado victorioso de la Guerra Fría, pero no era capaz de ganar las
guerras luchadas contra grupos tribales mal armados, escasamente
entrenados y pobremente equipados como los que enfrentó en Somalia, o
contra ejércitos irregulares como los que fueron apareciendo articulados a
las economías ilícitas que se globalizaron al mismo ritmo de los cambios
tecnológicos y financieros globales.

 Tercero, los hechos de Somalia fueron tomados por la opinión pública y por
los políticos estadounidenses como el establecimiento de un límite para la
acción militar y política de mediano alcance, más que como un desafío
estratégico para la que se suponía era la potencia hegemónica global.

 Y cuarto, los organismos de inteligencia norteamericanos también dejaron


entrever un patrón que se siguió de forma constante por lo menos hasta los
ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington: fueron
reducidos, carecían de información actualizada, y perdieron a cientos de
especialistas en diferentes áreas, quienes acumulaban cualidades
académicas e información necesaria.

Bush, el 11 de septiembre y la hegemonía suicida.


Los ataques del 11 de septiembre destaparon una situación nueva y que estaba
en la misma línea de lo que ya representaban los fracasos de Somalia: una
profunda transformación de las realidades de la Posguerra Fría en un nuevo
entorno geopolítico. Estos ataques fueron a su vez la mayor penetración terrorista
en suelo estadounidense realizada por un grupo extranjero que reivindicaba un
discurso y una realidad absolutamente nueva comparada con las medidas y los
discursos ideológicos heredados en la segunda mitad del siglo XX. La dimensión
de los ataques, su destrucción absolutamente espectacular desde la perspectiva
de los terroristas y el impacto global que tuvieron, llevaron a la administración
Bush a tomar medidas que superaran las instancias diplomáticas directas. De esta
forma, la ONU y otras instituciones, impulsadas por los mismos Estados Unidos al
final de la Segunda Guerra Mundial, quedaron relegadas por la acción directa de
la Casa Blanca.
El gobierno de Bush actuó inmediatamente condenando los atentados con
términos inadecuados como los de convocar a una nueva “cruzada”, lo que de
inmediato creó diferentes actitudes que iban desde el apoyo de grupos cristianos
radicales en los Estados Unidos hasta la reacción más anti-norteamericana de los
islamistas más extremos.
pudiera existir en el mundo contemporáneo. Desconocieron deliberadamente la
realidad que se imponía mundialmente desde 1979: las sociedades musulmanas
se encuentran, desde entonces, en un proceso revolucionario de reconstitución de
sus instituciones islámicas, y una parte de estos procesos han estado inspiradas
por la revolución shiíta encabezada por el ayatola I. R. Jomeini (Burleigh, 2008).
Adicionalmente, las sociedades de Asia Central y Medio Oriente están constituidas
por estructuras tribales muy diferentes de las sociedades de masas e individuos
que constituyen a las occidentales, y sobre ese presupuesto resultaba imposible
establecer objetivos políticos mundiales comunes, aunque Bush y sus funcionarios
lo pudiesen llegar a pensar.

Obama y el sueño del liderazgo global renovado.


Uno de los acontecimientos más importantes de la política internacional en los
años 2008 y 2009 fue el surgimiento de la figura de Barack Obama, el primer
candidato demócrata mestizo, popularmente asumido como negro, que contó un
gran respaldo de las elites del Partido Demócrata y con un evidente apoyo
popular, representado por millones de jóvenes que veían en el joven candidato a
una figura renovadora. Y en efecto, durante 2008 se produjo una evolución
importantísima de la política de los Estados Unidos al despertar el interés mundial
con una figura que simbolizaba valores, ideales y compromisos políticos opuestos
al desgastado e internacionalmente detestado gobierno de Bush. Obama ganó
especial relevancia cuando derrotó en las elecciones primarias de este partido a la
favorita Hillary Clinton, con lo que se consolidó como una figura de proyección
global. Luego se confrontó con un candidato sin carisma que representaba al
Partido Republicano, John McCain, quien además tampoco contaba con un apoyo
unánime de su partido, y que terminó perdiendo terreno frente a su candidata para
la vicepresidencia, la gobernadora de Alaska Sarah Palin.
América Latina el gobierno de Obama se ha visto confrontado y desafiado
permanentemente por Hugo Chávez, aunque terminó restableciendo relaciones
con su gobierno en el primer semestre de 2010, a la vez que iniciaba unas
relaciones llamadas “especiales” con Brasil.
La posguerra fría: más allá del mito de la hegemonía de EEUU.
El problema principal para los Estados en este escenario es que las condiciones
de la simetría comienzan a dejar de ser prioritarias en el contexto de las políticas
de seguridad y son desplazadas por la necesidad de contener las disoluciones
interiores, al estilo soviético, yugoslavo, o como en el fantasma afgano. Pero quizá
el problema más importante es que los ejércitos de la segunda mitad del siglo XX,
empezando y terminando por los de Estados Unidos y la antigua URSS y actual
Rusia, fueron diseñados, preparados, entrenados y armados para una guerra de
contención en el marco de la Guerra Fría. Esto ha conllevado a que en el marco
de los conflictos interestatales el liderazgo de los EEUU sea incontestable, aunque
seguido de cerca por países como Rusia, China, e India. Pero la mayoría de los
conflictos en la Posguerra Fría no son de carácter interestatal, sino que son
conflictos de carácter intra-social o incluso en zonas de frontera de confuso
dominio. En tal situación las fuerzas militares en sentido convencional, y como se
desarrollaron en el siglo XX, son realmente inservibles. A esta situación se suma
la transformación que ha supuesto la aparición de una nueva tecnología nuclear,
tendiente a crear armamentos portátiles y reemplazar los viejos sistemas
misilísticos por sistemas novedosos, más precisos, guiados, con mayor autonomía
y con capacidad de destrucción regulada en el establecimiento de objetivos
específicos.
Sin embargo, este panorama lo que hace es demostrar que en la Posguerra Fría
se impone un vacío internacional, solo contenido por el fantasma de las
intervenciones, en ocasiones presentadas sobre la idea de las acciones
humanitarias, y otras veces en defensa de la imagen del poco funcional orden
internacional del siglo XX. Aquí se marca el primer punto de la ambigüedad
contemporánea con respecto a las reformas militares y la concepción de la
seguridad hoy, pues si bien es cierto que se acrecientan las exigencias de fuerzas
militares exitosas y bien equipadas, el grueso de los conflictos y de las actividades
bélicas parece ir por tendencias.

Guerras del siglo XXI.


Kaldor sostiene que las nuevas guerras son un fenómeno de la Posguerra Fría, y
que como tal se definen alrededor de tres elementos: Primero, aparece el uso de
políticas identitarias como elemento que motiva a la acción, fragmenta la
población, y permite generar un enfrentamiento de una parte de la población
contra otra. Segundo, la violencia es descentralizada, ejercida por milicias y por
bandas criminales, y en algunas ocasiones por fuerzas regulares. Esto hace que
no exista una diferencia clara entre guerra política, crimen organizado,
delincuencia común y violación de los derechos humanos. Pero lo primordial es
que la violencia no es dirigida contra enemigos armados, sino contra los civiles,
gracias a que la violencia vuelve a ser un recurso privado. Tercero, estas guerras
se desarrollan en escenarios donde los Estados de alguna forma han fracasado y
no logran contener la emergencia de una economía de guerra. Para Münkler,
muchas de las llamadas nuevas guerras se mantienen en pie en la medida en que
combinan diversas situaciones tales como “ansias de poder personales,
convicciones ideológicas, contraposiciones étnico-culturales, así como codicia y
corrupción, y a menudo se emprenden por objetivos y fines que no son
reconocibles”

Consecuencias no previstas.
Igualmente tienen un rol destacado otras características contemporáneas como el
terrorismo, las diversas formas de guerra y el impacto global de las economías
ilícitas contemporáneas. En últimas, el orden internacional y las tendencias
geopolíticas del siglo XXI están camino sobre la diversidad, la imprevisibilidad y la
multiplicidad de escenarios, en donde el llamado “efecto mariposa” puede ser tan
real como cualquier conflicto internacional, como lo demostró la guerra
aparentemente sin importancia de Rusia Vs. Georgia de 2008.
Colegio Techniciencia del
lago.

Henry Santiago Bocel Vásquez.

Maylen Elizabeth Coroxón Sanic.

Formación ciudadana.

TEMA: Bipolaridad al fracaso


de la Unipolaridad.
FECHA:13-03-2023

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