Paisaje Souto Cap3
Paisaje Souto Cap3
Paisaje Souto Cap3
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representación de un ambiente exterior) surgido en el siglo
XVII en Holanda e Italia. En este tipo de representación, el
artista no siempre copiaba la naturaleza, sino que muchas
veces elaboraba una composición siguiendo un cierto or-
den armónico, tal como hacían los pintores de la escuela de
Barbizon, los pre-rafaelitas o los románticos en el siglo XIX.
Esta forma de componer el paisaje cambió con el impresio-
nismo y su énfasis en el trabajo de campo, el uso del color,
los encuadres y la captación de la luz.
La idea de paisaje, por otra parte, se utiliza para designar
al diseño de espacios exteriores y la reconstrucción deliberada
de cierta naturaleza: los parques y jardines. Aquí también se
presenta la idea de una composición armónica, pero en esta
ocasión tridimensional y construida a partir de diversos ele-
mentos (árboles, plantas, esculturas, lagunas, edificios, etc.)
En tercer lugar, el paisaje también se refiere al producto
visual de una cierta disposición de elementos físicos en una
parte de la superficie terrestre. En este sentido, es una por-
ción material del ambiente natural y cultural. Esta última
forma de concebir al paisaje tuvo su origen en la geografía
alemana del siglo XIX y a comienzos del siglo XX sería in-
troducida en Estados Unidos por Carl Sauer y la Escuela de
Berkeley.
Las dos primeras formas de interpretar el paisaje han sido
las que han permitido difundir la dimensión visual y estéti-
ca del mismo. El espacio vivido o visto se transformó, por
medio de la representación artística pictórica, en un paisaje
contemplado y percibido, en lo que Alain Roger denomina
un proceso de “artealización”, de asignación de un carácter
artístico o estético a un objeto cotidiano, un proceso que
se consolida alrededor del siglo XVI, pero que continúa en
constante producción. Recién en el siglo XIX, y con más
fuerza en el siglo XX, la noción de paisaje es empleada desde
otros enfoques que no se refieren al mismo exclusivamente
como representación artística sino que pretenden emplearlo
Las líneas que se alejan a la distancia parecen converger en un único punto, de-
nominado punto de fuga, ubicado sobre la línea de horizonte. Este punto de vista
presupone un ojo fijo y siempre es subjetivo.
Los colores con los que están pintadas las casas, la mezcla de materiales con los que
están construidas y el farol que remite a otros tiempos son algunos de los elementos
que le dan a Caminito, en La Boca, el carácter pintoresco que resulta atractivo para
el turismo. Esta peculiaridad se refuerza por el hecho de que, a diferencia de otros
barrios porteños, la imagen de La Boca se consolidó a través de la obra pictórica de
muchos artistas, entre los cuales se destaca Benito Quinquela Martín.
Foto: Silvia Cerdeira
Figura 3.5. Vista actual de los Jardines del Palacio de Versalles, París, Francia
Estos jardines presentan una elaboración cuidadosa y una marcada geometría que
se expresa en la disposición de los estanques, fuentes, arboledas, huertos, canteros
de flores y esculturas. El parque de Versalles se extiende sobre una superficie de
800 ha. Hoy en día, estos jardines constituyen uno de los principales atractivos
turísticos de Francia y reciben más de 6 millones de visitantes al año.
Foto: Adriana Romo
La imagen muestra el acceso y uno de los espacios comunes de este barrio privado
desarrollado en Pilar, que sigue la tendencia que se impuso a partir de la década
del noventa. La cortadera es una de las variedades de pasto pampeano más elegidas
por los paisajistas para recrear el pastizal.
Foto: Patricia Souto
Paisaje y género
Tal como sucede en las últimas décadas en otros campos
de la geografía, también los estudios del paisaje han sido
abordados y confrontados desde una perspectiva de géne-
ro, en algunos casos tomando inspiración de las teorías psi-
coanalíticas de Sigmund Freud y Jacques Lacan. Desde estas
interpretaciones, uno de los aspectos que se critican tanto a
la vieja tradición culturalista de Sauer como a la nueva geo-
grafía cultural es la asociación entre el paisaje y el placer de
observar, que siempre acompaña tanto al trabajo de cam-
po como al estudio de los paisajes. Esta mirada tendría sus
raíces en la complacencia del propietario que observa sus
tierras, así como también en el deseo masculino por la na-
Paisajes nacionales
Tal vez uno de los campos en los que la relación entre
paisaje y poder se vuelve más evidente es en el proceso de
construcción de un “paisaje nacional”, tan propio del perío-
do de consolidación de los Estados nacionales modernos, a
partir de mediados del siglo XIX. Las imágenes de uno o
varios “paisajes nacionales” permiten naturalizar la relación
entre un pueblo o nación y su territorio, y se transforma en
el aspecto visible de ese Estado nación. Si estos paisajes cons-
tituyen el reflejo del alma de un país, su protección y conser-
vación estarán legitimadas a partir de argumentos morales y
patrióticos (Lowenthal, 1994).
Como ya hemos mencionado anteriormente, la idea de
paisaje presupone una distancia, una separación física en-
tre el observador y el espacio geográfico contemplado. Esta
separación implica, en cierto modo, un dominio o control
por parte del observador. Esta particularidad sirve perfecta-
mente a la necesidad de conformar sentimientos patrióticos
de pertenencia a la tierra, pero también de destino común
para un pueblo determinado. Estos ideales, tan propios del
romanticismo decimonónico, también se manifiestan en la
pintura paisajista y se expresan a través de dos vías: la na-
turaleza indómita, salvaje, sublime o la pintura de escenas
rurales en las que se evidenciaba el trabajo del hombre sobre
la naturaleza. Los pintores comenzaron a retratar los pai-
sajes locales, reemplazando los tradicionales viajes a Italia
donde aprendían el clasicismo, y a mediados del siglo XIX
empezaron a surgir “escuelas nacionales”. En estos pintores
románticos, se planteaba una pretensión de mímesis con la
Bibliografía