Fallo Granada CSJN 1985
Fallo Granada CSJN 1985
Fallo Granada CSJN 1985
1°) Que el beneficiario del presente hábeas corpus, Mayor Jorge Horacio Granada, fue
arrestado en virtud de lo dispuesto en los decretos 2049 y 2070/85, dictados ambos con
base en las facultades atribuidas al Poder Ejecutivo durante el estado de sitio por el art. 23
de la Constitución Nacional. Fundados en las prescripciones del art. 4°, incs. 1° y 2°, de la
ley 23.098, los defensores del Mayor Granada cuestionaron, en 1° y 2° instancias, la
legitimidad de la declaración del estado de sitio y la razonabilidad de la orden de arresto
que lo afecta. En 1° instancia fue acogido el segundo de los planteos mencionados, en
tanto que ambos fueron rechazados por el a quo, contra cuya sentencia se ha entablado el
presente recurso extraordinario que ha sido bien concedido dado el carácter de los
agravios que se plantean.
2°) Que las disposiciones contenidas en el. art. 49 de la ley 23.098, referentes a las
facultades de control que se reconocen a los jueces, respecto de las limitaciones a la
libertad de las personas que imponga el Poder Ejecutivo durante el estado de sitio, deben
ser interpretadas a la luz de las pautas elaboradas en la jurisprudencia de la Corte sobre
los alcances del art. 23 de la Constitución Nacional.
3°) Que ello es así, en virtud de la regla hermenéutica según la cual la ley ha de
interpretarse evaluando la totalidad de sus preceptos y de los propósitos que la animan, a
fin de lograr su armonía con todas las normas del ordenamiento jurídico vigente, del
modo que mejor concuerden con los principios y garantías de la Constitución Nacional
(FalIos: 285:60; 292:211; 296:22; 302:1209 y 1284, entre otros).
4°) Que, a los fines de resolver el presente caso, es preciso determinar el sentido del
mencionado art. 4° de la ley 23.098, en tanto estatuye que el procedimiento de hábeas
corpus, en supuestos en que la libertad del beneficiario esté restringida a raíz del estado
de sitio, podrá tender a comprobar:
1) La legitimidad de la declaración del estado de sitio.
2) La correlación entre la orden de privación de la libertad y la situación que dio origen al
estado de sitio.
5°) Que, en lo concerniente al primero de estos puntos, no cabe entender que haya sido
intención del legislador apartarse de la reiterada jurisprudencia del Tribunal, que ha
reconocido como facultades privativas de los poderes legislativo y ejecutivo las referentes
a apreciar las circunstancias de hecho que toman aconsejable la adopción de tal recurso,
por lo cual la decisión de dichos poderes que instaura el estado de sitio no resulta
revisable por los jueces (Fallos: 195 :439; 196: 584; 236:632 y 657; 246:205; 247:708;
248:529 y 800; 249:522; 250:832; 298:441; 305:269 y otros).
La razón de este criterio se atiene a la naturaleza misma de la aludida institución, a la que
la Corte Suprema se ha referido expresando que "es un arma de defensa extraordinaria
que la Constitución ha puesto en manos de los poderes políticos de la Nación para que en
épocas también extraordinarias puedan defenderse de los peligros que la amenazan tanto
a ella como a los poderes que crea. Consiste en una legislación especial establecida en
tiempos de paz para ser aplicada en los momentos de conmociones políticas y sociales o
de ataque exterior como medio de asegurar el orden y la disciplina colectiva en resguardo
del imperio de la Constitución y con ella el de la libertad y de las garantías individuales"
(Fallos: 167:267, págs. 316/317).
Si esos son los perfiles del instituto, se comprende la necesidad de dar carácter excluyente
al juicio del poder legislativo, o del ejecutivo en su caso, respecto del grado real de riesgo
que importen las situaciones de emergencia que determinen la declaración del estado de
sitio. De la misma manera, resulta definitivo el criterio de los poderes legislativo y
ejecutivo en punto a la oportunidad del ejercicio de las atribuciones correspondientes al
manejo de las relaciones exteriores y a la intervención federal (Fallos: 53:420; 54:180;
141:271; 143:131; 211:162, entre otros) .
En suma, no parece razonable estimar que la intención del legislador haya sido la de
apartarse de la inteligencia del art. 23 que esta Corte mantiene. Así se desprende de lo
expuesto por el autor del proyecto que se transformó en la ley 23.098 quien, al informar
en el Senado expresó respecto de la norma examinada: " ...no se trata de que el Poder
Judicial pueda expedirse sobre la oportunidad con que estos poderes declaran el estado
de sitio o la apreciación que hagan de los hechos que lo fundamentan. Lo que puede
examinar el Poder Judicial es la legitimidad del marco en el que se declara el estado de
sitio y la competencia del órgano que lo establece, y 10 que hace a la validez
constitucional de la disposición. .." (Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores de la
Nación, 23° reunión, 15°sesión ordinaria, 19 de septiembre, de 1984, pág. 2033).
El juicio de legitimidad al que remite el art. 4° de la citada ley 23.098 no ha de versar,
pues, sobre las características de la situación en la cual se proclama el estado de sitio, sino
sobre otros elementos que son realmente referibles al concepto de legitimidad. ,
Este concepto fue ya utilizado en el dictamen del Procurador General de Fallos: 279: 193,
diferenciándolo del de razonabilidad, aunque con relación al alcance de las atribuciones
que el estado de sitio confiere al Presidente. Este es el sentido de dicho dictamen cuando
alude a los supuestos en que el Poder Ejecutivo superara las barreras del art. 23, aplicando
una pena, o negando el derecho de optar por salir del territorio argentino, o arrestando a
un miembro del Congreso, o delegando la facultad de detener a funcionarios inferiores. "
Luego de tales ejemplos se concluye en ese mismo dictamen: ". ..Se trata, pues, de
cuestiones que se resuelven mediante la determinación del ámbito dentro del cual es
aplicable el art. 23 de la Constitución, con arreglo a su texto y espíritu, y a su vinculación
sistemática con el restante articulado de aquélla. .." (pág. 195).
Pero, dado el texto del art. 4° de la ley 23.098, lo que interesa es la legitimidad del acto
mismo de declaración del estado de sitio. Esto es, excluido al examen de fondo -o sea el
atinente a la apreciación de los hechos determinantes del acto--, resta el juicio que
concierne a los requisitos de competencia y de forma en el cual queda incluido lo relativo
no sólo a las modalidades extrínsecas de la ley o el decreto declarativos del estado de
sitio, sino también a posibles requisitos sobre el contenido necesario del acto, como lo son
el plazo expreso y la determinación del lugar, puntos estos últimos reiteradamente
considerados en la jurisprudencia del Tribunal (Fallos: 236:632; 247:708; 248:529;
250:832; 253:44 y otros).
6°) Que, sentado lo anterior, la siguiente cuestión a considerar es; la del sentido del inciso
2°, del ya mentado art. 4° de la ley 23.098.
En los fundamentos del proyecto respectivo se expresa lo siguiente: " ...El inciso 2°, no se
refiere ya a la declaración en sí misma sino a la orden de privación de libertad contra un
habitante que ella autoriza. El decreto respectivo debe guardar razonable relación con la
autorización legal de que emana,; esta última tiene su fundamento en una situación
concreta que encuadra en la previsión constitucional -conmoción interior o ataque
exterior- y contiene en ella misma los límites de su aplicación, incluso territoriales. Cuando
el decreto que ordena la detención no guarda correlación con la declaración que lo
autoriza, los jueces pueden y deben amparar al habitante por él afectado, lo que en el
idioma constitucional se ha dado en llamar control de razonabilidad. .." (Diario de
Sesiones citado, pág. 2031) .
Cabe precisar que -como se lo destacó en el precedente de Fallos: 300: 816- el examen de
razonabilidad puede abarcar un doble aspecto: a) la relación entre la garantía afectada y
el estado de conmoción interior, y b) la verificación de si el acto de la autoridad guarda
proporción con los fines perseguidos mediante la declaración del estado de sitio ( pág.
820) . Evidentemente, el art. 4°, inc. 2°, de la ley 23.098, alude al segundo de dichos
sentidos de la expresión "control de razonabiIidad". Empero, es de advertir que la
jurisprudencia de la Corte que admite el control de razonabilidad de las medidas de
arresto fundadas en el estado de sitio lo hace a título excepcional y limitada a los
supuestos de arbitrariedad en el ejercicio de las facultades pertinentes (Fallos: 256:359 y
531; 293:298).
El carácter especialmente restrictivo del control de razonabilidad de los actos de arresto
dispuestos por el Poder Ejecutivo, en virtud de las facultades emergentes del art: 23 de la
Constitución Nacional, proviene de que la detención sin observancia de las formas legales
ha sido prevista, clásicamente, como medio excepcional para frustrar conjuraciones y
salvar el orden constitucional cuando los medios ordinarios pudieran ser insuficientes (v.
Fallos: 167:267, pág. 318).
Esta es la idea que expone Montesquieu en el pasaje del "Espíritu de las Leyes", citado en
los considerandos del decreto 2049/85 (Libro XI, cap. 6°, pág. 190, Bs. As. 1971, Editorial
Claridad, traducción de Nicolás Estévanez) . –
Pero el autor invocado pone el acento, en el párrafo aludido, en que la privación de la
libertad sea por tiempo corto y limitado. Precisamente, en la limitación temporal de la
suspensión de la libertad personal que importa el estado de sitio, se halla el punto de
equilibrio entre la salvaguardia del orden constitucional buscada mediante el remedio
excepcional previsto por el art. 23 y la exclusión de las facultades extraordinarias que
condena el art. 29 de la Ley Fundamental.
En este sentido, en la sentencia del juez federal de San Juan, que hizo suya la Corte
Suprema en el precedente de Fallos: 11:423, se declaró que las facultades del estado de
sitio se diferencian de las facultades extraordinarias porque aunque dependan en su
ejercicio de la discreción y juicio propio del poder autorizado para ejercerlas, llevan
consigo limitaciones de tiempo y objeto (págs. 427/428; v. también Fallos: 54:432, pág.
455).
Tal es la innegable doctrina constitucional sentada con la firma de algunos de los autores
de nuestra Carta Magna y que debe ser reafirmada por la existencia de precedentes más
recientes que, a partir de Fallos: 236:632, no insisten en el requisito concerniente al plazo
que debe contener la declaración del estado de sitio.
Dicho plazo resulta condición de validez del acto de suspensión de las garantías y, además,
debe ser breve. Téngase en cuenta al respecto que, aun cuando las condiciones que
dieron lugar a la declaración del estado de sitio se mantuviesen en el tiempo, la fijación de
un corto lapso a la vigencia de aquél obliga a los poderes ejecutivo y legislativo a la
discusión periódica de la medida, lo cual se compadece con los sanos principios que deben
imperar en un gobierno republicano y representativo.
La extensión indefinida del estado de sitio demostraría, en realidad, que ha caducado el
imperio de la Constitución que con él se quería defender. Si una democracia se ve
enfrentada a modos de ataque duraderos y peligrosos, no es válido ni justo someter
indefinidamente al juicio discrecional del poder administrativo a la más preciada de las
libertades. Si se diere ese supuesto, habría que recurrir ala formulación de normas
penales y procesales que importen un ejercicio especialmente acentuado de las facultades
de policía de emergencia y que puedan converger con la reglamentación legislativa de las
facultades del ejecutivo durante los casos de conmoción interior o ataque exterior.
La institución del estado de sitio en su forma clásica no merece estos reproches, si se
respetan su naturaleza y propósitos. En su marco adquiere significado razonable la
afirmación, efectuada en Fallos: 54: 484, de que el estado de sitio importa la autorización
de arrestar sin causa legal u ordinaria o intervención de juez competente (pág. 495).
7°) Que, por otra parte, el arresto del Mayor Granada, beneficiario de este hábeas corpus,
no puede estimarse carente de motivación asertiva acerca de la relación entre tal arresto
y las causas del estado de sitio (doctrina de la sentencia dictada in re: "Garibotto, Estela
Cristina s/recurso de hábeas corpus", G.54.XVIII, del 4 de enero de 1979).
Cabe señalar, en cuanto al punto concierne, que si bien la restricción a la libertad que el
interesado sufre actualmente emana del decreto 2069/85, que estableció el estado de
sitio y del N° 2070/85 que dispuso su detención en virtud de las facultades propias del
Poder Ejecutivo, tampoco cabe olvidar que el decreto 2049/85, al cual se remite como
necesario antecedente el decreto 2069/85, expresa de manera inequívoca que se dispone
el arresto de quienes se habrían concertado para atentar contra el orden constitucional y
entre los sujetos de la orden de arresto figura el Mayor Granada.
8°) Que, en otro orden de ideas, no cabe duda de que el decreto 2049/85 puede ser
invocado como norma vigente, pues con arreglo a los considerandos del decreto 2070/85
resulta que, ante la discusión ocasionada sobre la validez del primero, fue propósito del
segundo ratificarlo o perfeccionarlo lo cual, con arreglo a la doctrina de Fallos: 23:257,
disipa toda duda acerca de su validez y vigencia actuales en cuanto integrativo del
complejo de normas que constituyen los decretos 2069 y 2070/85.
9°) Que en cuanto a la cuestión suscitada por el decreto 2049/85 relativa a determinar si
la suspensión de garantías puede limitarse a una sola de ellas, conviene transcribir uno de
los párrafos del voto del que fuera Presidente de esta Corte, Alfredo Orgaz, en el caso de
Fallos: 243: 504. Allí dijo: " ...Con respecto a la conexión del estado de sitio con las causas
que lo determinaron, también su consideración tiene importancia fundamental. Como
depende él de las causas concretas que tuvo en vista la declaración, no hay un solo estado
de sitio, aplicable con idéntico alcance en todas las circunstancias del país, sino varios y
diferentes estados de sitio, de extensión singular y diversa según la necesidad pública que
ellos tienden a satisfacer. En otros términos, no se trata de aplicar en todos los casos un
concepto, abstracto e invariable, de estado de sitio, sino una ley concreta, cuyos
fundamentos y extensión pueden ser más o menos amplios o limitados y admitir o no
distinciones de situaciones o de circunstancias. Como toda ley, la que declara el estado de
sitio necesita, para su aplicación, la previa interpretación de su inteligencia y de su
alcance, el conocimiento cabal de las causas que la determinaron y de la necesidad
pública concreta que quiere remediar. .." (pág. 530).
10) Que, por último, es preciso rechazar la idea de que el Poder Ejecutivo necesite probar
judicialmente el fundamento de las decisiones que motivan el acto de arresto.
Como lo expresó la Corte Suprema en el caso de Fallos: 1.67:267 arriba citado, el poder
atribuido al Presidente por el art. 23 de la Constitución para arrestar las personas : "Es un
poder político limitado puesto que no envuelve la competencia necesaria para condenar o
aplicar penas; presupone la obligación del Presidente de poner a los detenidos a
disposición de los jueces cuando existen indicios vehementes de su culpabilidad para que
aquéllos los juzguen y condenen, con lo cual se contempla el orden público que sirve de
fundamento a la declaración , del estado de sitio y se obtiene el castigo de los culpables.
Cuando no existen aquellos indicios vehementes de culpabilidad o cuando los que se
creían tales se han desvanecido y así lo declaran los jueces, el Presidente mantiene aquel
poder y lo ejercita bajo su exclusiva responsabilidad, en mira de la paz y de la tranquilidad
de la Nación confiado a sus previsiones, pero con las limitaciones impuestas por la Carta
Fundamental" (pág. 318).
Igualmente, el Procurador General en el caso de Fallos: 293:298 expresó que: "la privación
de libertad de un encausado implica necesariamente semiplena prueba de que éste ha
cometido un delito que merece pena corporal y sólo puede mantenerse en aras del
interés general de no facilitar la impunidad del delincuente (Fallos: 280:297 y sentencia
del 26/12/1974 en la causa K. 90. LXVI), mientras que el arresto autorizado por la citada
norma constitucional remite al prudente juicio del Poder Ejecutivo fundado en otros
elementos acerca de que la libertad de determinada persona contribuye a mantener o
acrecentar la conmoción interior que da lugar al estado de sitio. ..". El Poder Ejecutivo se
ha atenido estrictamente a las pautas indicadas en los dos párrafos anteriores en los
procedimientos seguidos en virtud de los decretos 2069 y 2070/85.
11) Que, de acuerdo con lo expuesto, los decretos aludidos no resultan descalificables ni
en orden a su legitimidad ni tampoco en cuanto hace a la correlación entre la orden de
detención y las causas motivantes del estado de sitio, en tanto el. art. 4°, incs. 1° y 2° de la
ley 23.098 sean entendidos con arreglo a esta inteligencia que la doctrina del Tribunal ha
conferido al art. 23 de la Constitución Nacional en el. aspecto que al caso interese.
Por ello, y lo concordemente dictaminado por el señor Procurador General, se confirma la
sentencia apelada.
Considerando:
3°) Que el Mayor Jorge Horacio Granada fue detenido en virtud de lo dispuesto por el
Poder Ejecutivo Nacional por los decretos 2049/ 85 y 2070/85, de acuerdo con las
facultades que le confiere el estado de sitio ya los fines de asegurar la "defensa de la
sociedad amenazada por un estado generalizado de perturbación de la tranquilidad
pública en grado tal de unidad y concertación que exigen proteger el orden constitucional
y la vida democrática". Se señaló asimismo "la existencia de un grupo de personas quienes
actúan coordinadamente en aras de un propósito común de violencia contra las
instituciones democráticas y del pueblo -integrado fuera y dentro del país-".
4°) Que la cuestión a decidir se centra en la racionalidad de la orden de arresto que afecta
al recurrente, ya que la legitimidad de la declaración del estado de sitio no ha sido motivo
de agravio en esta instancia. No obstante, a este respecto, corresponde señalar que desde
antiguo esta Corte ha resuelto que el Poder Ejecutivo Nacional tiene el derecho y el deber
de investigar la violencia y el terrorismo, prevenir .los atentados a la seguridad pública,
resguardar la convivencia pacífica y el funcionamiento normal de las instituciones y
contribuir al fortalecimiento de la democracia. En ese sentido, el estado de sitio constituye
un instrumento de la defensa del orden interno y autoriza al Congreso, y, en su receso, al
Presidente, a disponer medidas de seguridad, librando a su discreción determinar su
objeto y el área de aplicación, según la extensión o intensidad de la alteración del orden
interno, la mayor o menor gravedad de ataque exterior, el grado y naturaleza de los
hechos, en la forma y con los efectos que la propia Constitución determina.
Los acontecimientos que justifiquen la adopción del estado de sitio deben ser de una
gravedad que racionalmente obliguen al uso de las medidas defensivas, en sus aspectos
preventivos o represivos, y pongan en riesgo inminente a las autoridades constituidas o a
la Constitución. Su fundamento responde a la necesidad de poner en manos del Poder
Político los recursos indispensables para reprimir o prevenir la grave a1teración del orden
o la seguridad pública -la situación excepcional o anómala-- frente a la cual los recursos
ordinarios para garantir el orden y la paz pública sean, a criterio del Congreso, o en su
caso del Poder Ejecutivo, insuficientes o impotentes.
Se trata, pues, de una medida de seguridad preconstituida para la crisis, y por tanto, de un
recurso excepcional para circunstancias excepcionales, que la propia Constitución limita,
toda vez que proporciona a la autoridad ejecutiva poderes superiores a los ordinarios que
sólo temporariamente deben quebrantar el equilibrio entre las prerrogativas
gubernamentales y las inmunidades personales.
5°) Que esta Corte tiene establecido (Fallos: 298:441) que la declaración del estado de
sitio por las causales del art. 23 de la Ley Fundamental no es susceptible de revisión por
los jueces, en cuanto cuestión política en que el juicio prudencial del Congreso y del
Ejecutivo es necesario y final para alcanzar los objetivos de la Constitución. Pero, en
cambio, sí está sujeta al control jurisdiccional la aplicación concreta de los poderes de
excepción del Presidente sobre las garantías constitucionales, control que debe
desarrollarse hasta donde convergen sus competencias y los valores de la sociedad
argentina confiados a su custodia. En diversos precedentes, esta Corte ha fundado ese
control de razonabilidad en la adecuación de causa y grado entre las restricciones
impuestas y los motivos de excepción. Dicho control es un deber del Poder Judicial, en
especial de la Corte Suprema como tribunal de garantías constitucionales, pero es
impuesto en interés del buen orden, de la comunidad y del propio órgano político (Fallos:
298:441; 300:816; 303:397; 305:269 y otros).
6°) Que, en primer término y de modo explícito, el ejercicio del contralor de razonabilidad
debe ser realizado respetando la naturaleza del poder atribuido por el art. .23 de la
Constitución Nacional para arrestar a las personas, el cua1, con arreglo a tradicional
doctrina de este Tribunal, no está subordinado a la existencia de indicios vehementes de
culpabilidad en orden a la comisión de un delito, y no se altera por la circunstancia de que
así lo hayan declarado los jueces (Fallos: 167:267, consid. 10).
En segundo término, se debe configurar una situación claramente irrazonable o arbitraria
para que el Poder Judicial pueda rever los arrestos dispuestos por el Poder Ejecutivo, en
virtud del estado de sitio, ya que una distinta decisión importaría exceder el contralor
relativo de la razonabilidad del acto del Poder Ejecutivo con menoscabo a la esfera de
reserva que le confiere la Constitución Nacional (Fallos: 295:458; 303:696, entre muchos
otros).
Así y a título de ejemplo, el ejercicio del control de razonabilidad estuvo referido a la
prolongación de la restricción impuesta, por casi siete años, a la libertad corporal de
Hipólito Solari Yrigoyen y la ausencia de fundamentos específicos que pudieran justificar la
subsistencia de las restricciones entonces vigentes, lo que transformaba la medida de
excepción, en la aplicación por parte del Poder Ejecutivo, en una verdadera pena sine die,
accionar éste prohibido expresamente por el art. 23 de la Constitución Nacional. Esta
circunstancia excepcional hizo que el Tribunal pusiera fin a la restricción a la libertad
ambulatoria que le impedía entrar y permanecer en territorio argentino.
7°) Que, en consecuencia, la decisión por la cual se declara el estado de sitio -el que
cumple una función útil, en tanto está destinado a preservar y no a suprimir el imperio de
la Constitución (Fallos: 54: 432)- no es revisable judicialmente. Sí, en cambio, es admisible
el control de razonabilidad del ejercicio concreto de las facultades que en esa situación se
asignan al Poder Ejecutivo (Fallos: 243:504; 248:800; ver cita del consid. 8°).
8°) Que las disposiciones invocadas por el recurrente contenidas en el art. 4° de la ley
23.098, referentes a las facultades de control de razonabilidad reconocido a los jueces,
respecto de. las limitaciones a la libertad de las personas en virtud de la declaración
prevista en el art. 23 de la Constitución Nacional, deben ser interpretadas de acuerdo a
criterios elaborados al respecto en la jurisprudencia de la Corte.
En ese sentido: a) la puesta en práctica de los poderes presidenciales de arrestar o
trasladar a las personas en las situaciones de emergencia que pueden dar lugar a la
declaración del estado de sitio, deben carecer de todo sentido punitivo y constituir
medidas de seguridad pública o defensa transitoria, que se aplican a título preventivo para
resguardo de la paz interna y externa de la Nación (Fallos: 158:391; 170: 246; 250:832,
entre otros); b) la detención o el arresto no deben estar fundados en la sola arbitrariedad,
ni sus motivos ser falaces o enconados (Fallos: 254:487). El ejercicio por el Poder Ejecutivo
de sus facultades no debe ser irrazonable o arbitrario; c) incumbe a los jueces establecer,
de una manera objetiva, si el Poder Ejecutivo ha excedido o no los límites de la declaración
del estado de sitio que invoca y aplica (Fallos: 243:504, voto de Alfredo Orgaz); d) la
revisión judicial del arresto dispuesto por el Poder Ejecutivo no es procedente, si en
ejercicio de las facultades que le confiere la Constitución Nacional, el Presidente ha
dispuesto "la detención" de aquellos que él considera que interfieren en el
restablecimiento de la paz. Esos arrestos no son necesariamente un castigo, sino que son
una forma de precaución para prevenir el ejercicio de un poder hostil, siempre y cuando
dichos arrestos sean hechos de buena fe y en la creencia honesta de que son necesarios
en orden a la eliminación. .."de la perturbación" de .la tranquilidad pública (Moyer v.
Peabody, enero de 1909; 212 US78, opinión del Justice Holmes) ; e) por último, el control
de razonabilidad de las medidas de arresto dispuesto por el Poder Ejecutivo autoriza a
verificar si el acto de la autoridad guarda proporción con los fines perseguidos mediante la
declaración del estado de sitio y, en cada caso concreto, si la privación de la libertad lo es
por tiempo breve y limitado.
9°) Que el arresto del Mayor Granada no puede estimarse carente de motivación asertiva
acerca de la relación entre tal arresto y las causas del estado de sitio. La restricción a la
libertad que el recurrente sufre actualmente emana del decreto 2069/85 que declaró el
estado de sitio y del 2070/85 que dispuso su detención. Por lo demás, en el decreto
2049/85, necesario antecedente del decreto 2069/85 se enunciaron los motivos del
arresto. En consecuencia, corresponde concluir que el Poder Ejecutivo no ha excedido los
límites de la declaración del estado de sitio al disponer la detención del recurrente, como
forma de precaución para prevenir la agudización del "estado generalizado de
perturbación de la tranquilidad pública:”- obrando dentro del marco de razonabilidad
expuesto precedentemente:
10) Que, de acuerdo con lo expuesto, los decretos aludidos no resultan descalificables ni
en orden a su legitimidad ni tampoco en cuanto hace a la correlación entre la orden de
detención y las causas motivantes del estado de sitio, en tanto el art. 4°, incs. 1° y 2°, de la
ley 23.098 sean entendidos con arreglo a la inteligencia que la doctrina del Tribunal ha
conferido al art. 23 de la Constitución Nacional en el aspecto que al caso interesa.. Por
ello, y lo concordemente dictaminado por el señor Procurador General, se confirma la
sentencia apelada.
CARLOS S. FAYT.
Considerando :
1°) Que el doctor Eduardo F. Marquardt promovió denuncia de hábeas corpus en favor del
mayor del Ejército Argentino Jorge Horacio Granada, en razón de haber sido detenido a
disposición del Poder Ejecutivo nacional como consecuencia del decreto 2049/85.
2°) Que, en trámite las actuaciones, por decreto 2069/85 se dispuso la declaración de
estado de sitio en todo el territorio del país, y por decreto 2070/85, la detención de
Granada a disposición del Poder Ejecutivo. En tal situación, el denunciante requirió
pronunciamiento por la ilegitimidad del estado de sitio y la irrazonabilidad de la privación
de libertad del beneficiario de la denuncia.
3°) Que la sentencia de primera instancia declaró la legitimidad y constitucionalidad del
decreto 2069/85, y la inconstitucionalidad del 2070/85, y; en consecuencia, admitió la
denuncia de hábeas corpus disponiendo 1a libertad del mayor Granada, sobre la base de
estimar que la única referencia a antecedentes tenidos en consideración por el Poder
Ejecutivo estaba dado a los puestos a disposición de la señora juez en lo criminal y
correccional federal doctora Amelia Berraz de Vidál, los cuales no habían motivado
ninguna orden restrictiva de la libertad y ni siquiera la declaración a tenor del art. 236,
segunda parte, del Código de Procedimientos en Materia Penal, sin que existiera elemento
alguno del cual pudiera inferirse que Granada hubiese cometido alguno de los hechos
mencionados en el decreto de declaración del estado de sitio, ni pudiera ahondarse en el
examen de la prueba en virtud del secreto sumarial subsistente.
5°) Que la causa viene a conocimiento del Tribunal en virtud del recurso extraordinario
deducido por los letrados del arrestado, que fue concedido por el a quo, en el cual se
insiste en el control de razonabilidad de la medida sobre la base de la jurisprudencia de la
Corte y de lo dispuesto en el art. 4°, inc. 2°, de la ley 23.098.
6°) Que, a partir de la causa de Fallos: 243:504, la Corte admitió la facultad judicial de
controlar la razonabilidad de las medidas dispuestas por el Poder Ejecutivo en aplicación
del estado de sitio legítimamente. declarado; en especial, en relación con la privación de
libertad de las personas, la de la relación entre la causa constitucional del estado de sitio y
las actividades que puedan contribuir a mantener, expandir, excitar o agravar dicha causa.
Durante un período, la mayoría del Tribunal limitó ese control de razonabilidad a los casos
de exceso claro y ostensible de las facultades acordadas por el art. 23 de la Constitución,
como cuando el arresto implicase una pena o se negara el ejercicio del derecho de opción
por salir del país, o fuese dispuesto por una autoridad diferente del Poder Ejecutivo
nacional (Fallos: 247: 708 ; 252:90; 254:487), en tanto que la minoría juzgó también
irrazonable la aplicación a hechos sin vinculación con los que habían dado origen al estado
de sitio ( disidencia de los doctores Orgaz y Boffi Boggero, en Fallos: 243:504, y del doctor
Boffi Boggero en Fallos: 247:469, 708; 254:487).
7°) Que, con posterioridad, la doctrina del Tribunal se orientó en el sentido de que es
irrevisable la declaración del estado de sitio, pero corresponde ejercer el control
jurisdiccional de la aplicación concreta de los poderes de excepción que confiere dicha
situación, determinándose al menos la pertinencia entre las razones de la detención y las
causas del estado de sitio (Fallos: 298:441; 300:816; 303:397,696; 304: 1098, 1429;
305:269). En especial, en el caso de Fallos: 304: 1098, se precisó que el control de
razonabilidad abarca la apreciación de circunstancias concretas a partir de las siguientes
pautas: a) relación existente entre la garantía afectada y los motivos que determinaron el
estado de sitio; b) proporcionalidad entre el acto restrictivo y los fines perseguidos con la
declaración de aquel estado; c) obligación del Poder Ejecutivo de brindar a los jueces en
cada caso información suficiente sobre las causas que originaron la medida que se
cuestiona; d) consideración de la situación fáctica y jurídica existente al momento de
resolver las actuaciones. Añadióse que "la esencia del control de razonabilidad regulado
por estos principios radica, pues, en una adecuada comparación entre la magnitud del
gravamen que se pretende reparar con el hábeas corpus y los hechos invocados en la
causa para justificar la restricción impugnada. Para efectuar esta valoración adquieren
particular relevancia la precisión de los informes suministrados por las autoridades
competentes, los antecedentes del beneficiario, la duración de la medida restrictiva y el
tiempo durante el cual se haya negado el derecho de opción a la persona afectada". A su
vez, en Fallos: 298:441, considerando 6°, se descalificaron respuestas genéricas e
imprecisas, por no ser válidas para la justificación del ejercicio de los poderes
constitucionales del Poder Ejecutivo, ya que "el órgano político está obligado, frente a los.
requerimientos de los jueces competentes, a una aserción inequívoca en cada caso
concreto, a fin de que éstos puedan respetar sin controversia la esfera de reserva del
Poder Ejecutivo. Esa información, que hace aplicable el estado de excepción respecto de
cada persona privada de libertad, importa para los dos Poderes, Ejecutivo y Judicial,
asumir su propia pero complementaria responsabilidad en la defensa del orden en la
comunidad".
9°) Que, en el caso por resolver, los informes se reducen a la nota del señor Ministro de
Defensa de fs. 29, quien se remite a los elementos agregados a la causa 4731 "Ministerio
de Educación y Justicia de la Nación s/denuncia presunta infracción art. 210 bis del Código
Penal", en trámite por ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N° 4,
los cuales no pudieron ser compulsados por el juez de primera instancia actuante en esta
causa en razón del secreto sumarial, pero que no han servido para decretar medida
concreta alguna en el proceso penal (fs. 30 y vta.).
11) Que no se trata, pues, de que el Poder Ejecutivo esté obligado a contar con elementos
de juicio de los cuales resulte la semiplena prueba o indicios vehementes de existencia de
delito penal -requerimiento que contrariaría las facultades derivadas del art. 23 de la
Constitución, puesto que limitaría su aplicación a los procesados, haciéndolas inocuas-
sino de que suministre a los jueces los informes que éstos le requieran, de los cuales surja
que la excepcional medida de privar de la libertad a un ciudadano sin causa judicialmente
demostrable se aplica ,sobre la base de elementos de juicio suficientemente serios para
sospechar su vinculación con los hechos que han dado lugar a la declaración del estado de
sitio.
Por ello, ofíciese al Presidente de la Nación, a fin de que imparta las órdenes necesarias
para que se informe, con urgencia, a esta "Corte, sobre tal requerimiento en las
condiciones exigidas en esta resolución que se remitirá en fotocopia para su mejor
conocimiento.