CSJN - 1999 - Fayt, Carlos S.

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F. 100. XXXV.

Fayt, Carlos Santiago c/ Estado Nacional


s/ proceso de conocimiento.

Corte Suprema de Justicia de la Nación

Buenos Aires, 19 de agosto de 1999.


Vistos los autos: @Fayt, Carlos Santiago c/ Estado Na-
cional s/ proceso de conocimiento@.
Considerando:
1°) Que la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Contencioso Administrativo Federal -Sala III- revocó la sen-
tencia dictada en la instancia anterior en cuanto había de-
clarado la invalidez de la reforma constitucional y la con-
firmó en cuanto a la procedencia de la acción declarativa. En
los términos del art. 322 del Código Procesal Civil y Comer-
cial de la Nación afirmó que el art. 99, inciso 4°, párrafo
tercero, de la Constitución Nacional reformada, no altera la
garantía de inamovilidad de que goza el actor, juez de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación, en razón de su desig-
nación bajo el régimen constitucional anterior a la reforma de
1994. Contra ese pronunciamiento, la parte demandada interpuso
el recurso extraordinario federal, que fue concedido a fs.
221/221 vta.
2°) Que los argumentos por los cuales el Estado
Nacional pretende la apertura del recurso extraordinario son
los siguientes: a) es errónea la línea divisoria entre magis-
trados federales designados bajo el régimen previsto por la
Constitución, en su texto anterior a la reforma de 1994, y los
magistrados nombrados por el nuevo régimen; no existen
derechos adquiridos frente a la modificación de la norma que
otorgaba el ejercicio vitalicio del cargo; b) el nuevo texto
constitucional no modificó la garantía de la inamovilidad de
los jueces, pues el art. 99, inciso 4°, de la Ley Fundamental
contiene, tal como fue la intención de los señores convencio-
nales, una exigencia de carácter objetivo e impersonal; c) la
reforma constitucional en el punto que se halla en discusión,
-//-
-//-es válida y responde a los términos de la norma que la
convocó y que le atribuyó competencia; ello es así, pues tanto
el art. 2 de la ley 24.309, como el "Núcleo de Coincidencias

-1-
Básicas", contemplaron como materia de revisión lo relativo a
la "designación de los jueces federales"; d) la sentencia está
viciada por incongruencia, por no aplicar una norma
constitucional sin pronunciarse sobre su validez; e) también
incurre en arbitrariedad, por no rebatir los fundados
argumentos de su parte, contrarios a la admisibilidad de la
acción declarativa en el sub lite.
3°) Que en lo concerniente a la procedencia formal de
la demanda en los términos del art. 322 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación, los agravios de la demandada
son inadmisibles por los fundamentos expuestos por el señor
Procurador General de la Nación en el dictamen que antecede, a
cuyos argumentos corresponde remitirse por razones de
brevedad.
4°) Que el Tribunal comparte, asimismo, la opinión
vertida por el señor Procurador General en el capítulo VII de
su dictamen, en cuanto al fundamento y alcance de la admisi-
bilidad formal del recurso federal, pues se halla en tela de
juicio la validez e interpretación de cláusulas de la Consti-
tución Nacional y de otras normas federales relativas al cum-
plimiento del procedimiento previsto en el art. 30 de la Ley
Fundamental, y la decisión definitiva del superior tribunal de
la causa es contraria al derecho que en ellas fundó el
apelante.
Cabe recordar que en la tarea de establecer la in-
teligencia de las normas federales a las que se refiere el
art. 14 de la ley 48, la Corte no se encuentra limitada por
las posiciones del tribunal inferior y del recurrente, sino
-//-
-//- que le incumbe realizar una declaratoria sobre el punto
disputado, según la interpretación que rectamente le otorga
(doctrina de Fallos: 308:647; 317:1773; 320:2647, entre
muchos otros).
5°) Que la conclusión precedente importa afirmar el
carácter justiciable de la cuestión sub examine, pues son

-2-
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Corte Suprema de Justicia de la Nación

aplicables las consideraciones efectuadas por el Tribunal, al


respecto, en el precedente de Fallos: 318:1967.
En efecto, la presente resulta -en primer lugar-
una "causa", pues el actor ha invocado ante el Poder Judicial
la protección de un derecho: el de mantener la inamovilidad en
el cargo de juez de este Tribunal para el cual fue designado
según el procedimiento vigente para entonces en la Cons-
titución Nacional y de acuerdo al alcance que dicha garantía
le reconocía. El Estado Nacional ha resistido tal pretensión,
de modo que se configura una controversia entre partes que
sostienen derechos contrapuestos, esto es una controversia
"definida y concreta" (Fallos: 242:353) que remite al estudio
de puntos regidos por normas constitucionales e infraconsti-
tucionales de naturaleza federal, lo cual es propio del men-
cionado poder (arts. 1° y 2°, ley 27; arts. 116 y 117 de la
Constitución Nacional).
No obsta a lo afirmado la circunstancia de que lo
atinente al contenido de una reforma constitucional haya sido
atribuido válidamente a un poder distinto del judicial, pues
aun en tales hipótesis siempre este departamento, a la luz de
la Constitución, está habilitado para juzgar en los casos que
se le planteen, si el acto impugnado ha sido expedido por el
órgano competente, dentro del marco de sus atribuciones y con
arreglo a las formalidades a que está sujeto.
El mandato de la Constitución que pesa sobre el
-//-

-//- Poder Judicial es el de descalificar todo acto que se


oponga a aquélla (Fallos: 32:120); planteada una causa, no hay
otro poder por encima del de esta Corte para resolver acerca
de la existencia y de los límites de las atribuciones
constitucionales otorgadas a los otros poderes y del deslinde
de atribuciones de éstos entre sí. No admite excepciones, en
esos ámbitos, el principio reiteradamente sostenido por este
Tribunal, desde 1864, en cuanto a que "es el intérprete final
de la Constitución" (Fallos: 1:340).

-3-
Si la esencia de nuestro sistema de gobierno radica
en la limitación de los poderes de los distintos órganos y en
la supremacía de la Constitución, ningún departamento puede
ejercer lícitamente otras facultades que las que le han sido
acordadas (Fallos: 137:47) y es del resorte de esta Corte
juzgar "la existencia y límites de las facultades privativas
de los otros poderes" (Fallos: 210:1095) y "la excedencia de
las atribuciones" en la que éstos puedan incurrir (Fallos:
254:43).
En suma, incluso en los casos en que la interpreta-
ción constitucional lleve a encontrar que determinadas deci-
siones han sido atribuidas con carácter final a otras ramas
del gobierno, el Tribunal siempre estará habilitado para de-
terminar si el ejercicio de una potestad de dicha naturaleza
ha sido llevado a cabo dentro de los límites de ésta y de
acuerdo con los recaudos que le son anejos. El quebrantamiento
de algunos de los mentados requisitos o el desborde de los
límites de la atribución, harían que la potestad ejercida no
fuese, entonces, la de la Constitución y allí es donde la
cuestión deja de ser inmune a la revisión judicial por parte
del Tribunal encargado -por mandato de aquélla- de preservar
-//-
-//- la supremacía de la Ley Fundamental.
6°) Que, además, la doctrina del control judicial
sobre el proceso de reforma de la Constitución fue elaborada
por el Tribunal hace más de treinta años, pues surge de la
recta interpretación de la sentencia dictada in re: "Soria de
Guerrero, Juana Ana c/ Bodegas y Viñedos Pulenta Hnos. S.A.".
En ese precedente, se aplicó a la actividad de una
convención reformadora el principio jurisprudencial que limi-
taba las facultades jurisdiccionales respecto del procedi-
miento de "formación y sanción" de las leyes. Sin embargo, se
afirmó que esa regla general sólo cedería si se demostrase la
falta de concurrencia de los "requisitos mínimos e indispen-
sables" que condicionan la sanción de la norma constitucional
reformada (conf. considerandos 3° y 4° de Fallos: 256:556).

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Al respecto, es elocuente que el Congreso de la


Nación -al emitir en diciembre de 1993 la declaración de ne-
cesidad de la reforma y fijar mediante una ley, según la
práctica constitucional argentina, los puntos a revisar- haya
expresado mediante términos inequívocos -aun cuando no era
necesario- su conocimiento y aceptación del carácter justi-
ciable de los límites del poder reformador, puesto que al
prever la sanción de nulidad de las "modificaciones, deroga-
ciones y agregados que realice la Convención Constituyente
apartándose de la competencia establecida..." (art. 6° de la
ley 24.309), dicha prescripción presupone la existencia de un
poder dotado de facultades suficientes para realizar el con-
trol sobre el alcance de las disposiciones y derogaciones
adoptadas por la convención, que permita privar de efectos a
las realizadas en infracción a los límites impuestos, el cual
no puede ser otro que aquel que tiene como atribución esencial
la de preservar la supremacía constitucional: el Judi-
-//-
-//-cial.
Por lo demás, la invalidez del procedimiento de
reforma de la Constitución dista de ser una materia novedosa
en los antecedentes que dieron lugar a nuestra Carta Magna,
pues Alberdi prevenía en 1852 sobre la ineficacia de la pro-
posición de reformas que no estuvieren apoyadas por dos ter-
ceras partes del Congreso, o por dos terceras partes de las
legislaturas provinciales (art. 39 del proyecto de constitu-
ción acompañado a Las Bases).
7°) Que en cuanto al fondo del asunto, la facultad de
reformar la Constitución no puede exceder el marco de la
regulación -constitucional- en que descansa. Este Tribunal ha
afirmado recientemente esta doctrina respecto del poder cons-
tituyente derivado provincial (Fallos: 316:2743), con cita de
la opinión coincidente de Manuel Gorostiaga, en el sentido de
que las facultades atribuidas en nuestro sistema constitucio-
nal a las convenciones constituyentes están limitadas (conf.

-5-
Manuel Gorostiaga, "Facultades de las Convenciones Constitu-
cionales", Rosario, 1898, págs. 52 y 53). Restricción que
también resulta del texto del art. 30 de la Constitución Na-
cional que, tras declarar la posibilidad de que aquélla sea
reformada "en el todo o en cualquiera de sus partes" y confe-
rir al Congreso de la Nación la función de declarar la nece-
sidad de la reforma, atribuye su realización a "una Convención
convocada al efecto" (el énfasis es agregado); precisamente,
la expresión que se subraya, situada al final del artículo
citado, pone de manifiesto que la convención se reúne con la
finalidad de modificar aquellas cláusulas constitucionales que
el Congreso declaró que podían ser reformadas y sobre las que
el pueblo de la Nación tuvo oportunidad de pronunciarse al
elegir a los convencionales y no otras, sobre
-//-
-//- las que no concurren dichos requisitos.
8°) Que tanto es esencial esta característica de la
convención reformadora de contar con poderes limitados que por
ello, metodológicamente, la declaración de necesidad de
reforma de la Constitución Nacional no se incluye entre las
atribuciones del Congreso que reglamenta la parte segunda de
la Ley Fundamental, sino en la primera parte que contempla las
"Declaraciones, derechos y garantías", pues es una afirmación
sobre la naturaleza de la propia Constitución que se sitúa
como ley suprema del país.
El constituyente originario quiso que el procedi-
miento del art. 30 reflejase verdaderamente la voluntad sobe-
rana del pueblo en cada una de sus etapas y que toda reforma
fuese fruto de una reflexión madura. Por ello, al órgano donde
naturalmente está representado ese poder soberano le compete
declarar la necesidad de reforma e incluir las partes o puntos
cuya revisión justifica la convocatoria y a otro cuerpo
legislativo distinto, también representativo de la soberanía,
le corresponde llevar a cabo la actividad reformadora dentro
de ese marco. En un régimen republicano, fundado sobre el
principio de la soberanía del pueblo, debe ser la misma

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constitución política del Estado la que establezca y asegure


su propia existencia, imposibilitando reformas inopinadas o
antojadizas (conf. Juan A. González Calderón, Derecho Consti-
tucional Argentino, tomo 1, Buenos Aires, 1917, págs. 330,
334, 335, 340).
En la adecuación o en el exceso respecto de esos
límites reside la cuestión a resolver en el sub lite y este
Tribunal centrará su juicio en las relaciones entre la ley
24.309 y el ejercicio de la actividad reformadora. Cabe re-
cordar que no se trata de confrontar un acto legislativo
-//-
-//-material típico con un acto emanado de la convención re-
formadora, pues la declaración por el Congreso de la necesidad
de reforma bajo las condiciones que expresa el texto de la
Constitución, es un acto del poder preconstituyente -aun
cuando en la historia constitucional argentina se haya imple-
mentado mediante la forma de leyes-, que se funda directamente
en la Constitución.
9°) Que, por ello, no parece conducente -como postula
el señor Procurador General- un examen de la intención de los
convencionales que resulta de los debates realizados en el
seno de la convención, sino la profundización de la intención
de quienes fijaron los puntos habilitados para su revisión,
tal como resulta de la letra y del espíritu de la ley 24.309 y
de sus antecedentes.
Sin duda, quien tiene poderes para realizar un co-
metido, debe contar con las facultades implícitas necesarias
para llevar a buen término la misión deferida. Mas predicar la
presencia de poderes de dicha naturaleza es únicamente
reconocer ciertas atribuciones que son imprescindibles para el
ejercicio de las expresamente concedidas, que puedan con-
siderarse adecuadas y compatibles con el diseño general de la
Constitución, pero que no son substantivas ni independientes
de los poderes expresamente concedidos, sino auxiliares y
subordinadas (Fallos: 300:1282; 301:205). La invocación de la
denominada teoría de los poderes implícitos no puede justifi-

-7-
car un desconocimiento de que el principio que sostiene el
diseño institucional de la república es que ningún poder
puede arrogarse mayores facultades que las que le hayan sido
expresamente conferidas, pues si de un poder expreso pudiera
implicarse otro de análoga consistencia se destruyen los lí-
mites de la concesión y no tardaría en echarse por tierra
-//-
-//-todo el aludido equilibrio de la Constitución (Fallos:
318:1967).
Esos poderes implícitos, en el caso, son los que
resultan de la finalidad, el sentido y el alcance de la re-
forma, que se definieron en los acuerdos de fuerzas políticas
que precedieron la declaración del Congreso y que, en la his-
toria constitucional argentina, han contribuido a formar el
consenso necesario para el cumplimiento del procedimiento
establecido en el art. 30 de la Constitución Nacional (conf.
debate de la ley 24.309, Diario de Sesiones Cámara de Diputa-
dos de la Nación, sesión del 20/21 de diciembre de 1993, pág.
4092). Esta finalidad, sentido y alcance, se expresaron en las
llamadas "coincidencias básicas" y se hicieron constar en el
art. 2° de la ley 24.309.
10) Que la sanción explícita de nulidad contenida en
el art. 6° de la ley 24.309, para todo aquello que comportase
una modificación, derogación o agregado a la competencia
establecida en los arts. 2° y 3° de ese cuerpo normativo,
revela el carácter de restricción explícita que el Congreso
atribuyó a aquello que alterase o excediese el marco de la
habilitación, sin perjuicio de la prohibición contenida en el
art. 7° de la ley bajo examen. Sin duda, la sanción representa
un énfasis innecesario -que revela la indudable intención de
los representantes del pueblo, según resulta del debate en el
seno del Congreso-, dirigido a aventar los "fantasmas" que
pudiesen obstruir la convocatoria a una reforma sobre la base
de infundados argumentos relativos a los peligros de una con-
vención de poderes ilimitados (conf. debate de la ley 24.309,

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Diario de Sesiones Cámara de Senadores, sesión del 21 de oc-


tubre de 1993, intervención del senador Eduardo Menem, pág.
3869).
-//-
-//- 11) Que la sección tercera del título primero de la
segunda parte de la Constitución Nacional, relativa al Poder
Judicial, trata en el capítulo I: "De su naturaleza y dura-
ción". El art. 96 de este capítulo, en la numeración anterior
a la reforma, disponía, en lo que interesa en el sub lite: que
"Los jueces de la Corte Suprema y de los tribunales inferiores
de la Nación conservarán sus empleos mientras dure su buena
conducta...". Esta norma, consagrada en el texto cons-
titucional de 1853, no fue incluida entre las cláusulas que la
convención reformadora estaba habilitada para revisar, según
los arts. 2° y 3° de la ley 24.309. En ningún caso se mencionó
el recordado art. 96 y, antes bien, esa cláusula mantuvo
intacta su redacción en el texto sancionado en 1994 (art.
110).
12) Que en el "Núcleo de Coincidencias Básicas"
tampoco aparece explícita ni implícitamente la mención a la
garantía de inamovilidad con el contenido con el cual había
sido establecida para los jueces federales por el citado art.
96 de la Constitución. En ningún párrafo de los puntos I y J
del "Núcleo de Coincidencias Básicas", relativos a la desig-
nación y a la remoción de los magistrados federales -temas que
correspondían a las reformas de los arts. 86, inc. 5, y 45 de
la Constitución Nacional-, aparece algún contenido que pudiera
interpretarse racionalmente como relativo a la posibilidad de
fijar un término a la garantía de inamovilidad de los jueces
federales con motivo del cumplimiento de una edad determinada.
El único punto vinculado de alguna manera a la cesación de la
garantía de la inamovilidad en los términos en vigencia fue el
relativo al modo de remoción de los magistrados federales de
tribunales inferiores, que debía instrumentarse por un jurado
de enjuiciamiento (punto J, ap. 2, del
-//-

-9-
-//-citado "Núcleo..."), en tanto, con relación a los miembros
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la reforma debía
mantener la remoción "únicamente por juicio político, por mal
desempeño o por delito en el ejercicio de sus funciones, o por
crímenes comunes" (punto J, ap. 1).
13) Que si bien el art. 2, inciso a, de la ley
24.309 habilitó a modificar el art. 99 -numeración anterior a
la reforma- del capítulo I, sección tercera, título primero,
de la segunda parte de la Constitución Nacional, y que el art.
2, inciso c, de la ley que se examina, autorizó la in-
corporación de un nuevo artículo en este capítulo -que, como
se ha dicho, está dedicado a tratar la naturaleza del Poder
Judicial de la Nación-, ello sólo se correlaciona con el
apartado H del "Núcleo de Coincidencias Básicas" y responde a
la voluntad de crear el Consejo de la Magistratura, cuyo rol
institucional y atribuciones conciernen al Poder Judicial de
la Nación.
14) Que no puede razonablemente admitirse que, con
motivo de la reforma de una cláusula relativa a las atribu-
ciones del Poder Ejecutivo Nacional, a saber, la intervención
del señor presidente de la Nación en la designación de los
magistrados federales -art. 99, inciso 4, de la Constitución
reformada- materia que estaba explícitamente habilitada puesto
que el art. 86, inc. 5, del texto anterior, había sido
incluido en el art. 2, inciso a, de la ley 24.309-, la con-
vención reformadora incorpore una cláusula nítidamente extraña
a las atribuciones del Poder Ejecutivo de la Nación, puesto
que todo lo concerniente a la inamovilidad de los jueces es
inherente a la naturaleza del Poder Judicial de la Nación y
configura uno de los principios estructurales del sistema
político establecido por los constituyentes de 1853, al punto
-//-
-//- que es uno de los dos contenidos sobre los que se asienta
la independencia de este departamento y que ha sido calificada
por el Tribunal, antes que de un privilegio en favor de
quienes ejercen la magistratura, como una garantía en favor de

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la totalidad de los habitantes (Fallos: 319:24).


15) Que, por las razones expuestas, esta Corte no
comparte la afirmación de que el Congreso, en cumplimiento de
su función preconstituyente, habilitó una modificación de
significativa trascendencia a la garantía de la inamovilidad
de los magistrados judiciales federales a partir del cumpli-
miento de una edad determinada, ya que una alteración tan
substancial no reconoce habilitación suficiente en las facul-
tades implícitas que se derivan de la expresa atribución de
reformar -en los términos del apartado I del ANúcleo de Coin-
cidencias Básicas@ incorporado a la ley 24.309- el régimen de
designación, ni jamás puede entenderse como implicado en una
mera adecuación o actualización de las facultades del Poder
Ejecutivo.
El tribunal a quo, además, se equivoca al fundar la
no aplicación al actor de las cláusulas impugnadas en la doc-
trina de los derechos adquiridos al amparo de un régimen
constitucional diferente. La discusión que versa sobre la
posibilidad de invocar derechos adquiridos frente a las dis-
posiciones sancionadas regularmente por una convención refor-
madora de la Constitución Nacional, resulta abstracta en la
presente causa, pues el art. 99, inciso 4, párrafo tercero de
la Constitución reformada, no puede aplicarse al actor por
vicio de nulidad absoluta, en virtud de haberse configurado un
manifiesto exceso en las facultades de que disponía la
convención, conforme al procedimiento reglado por el art. 30
de la Constitución Nacional y a lo dispuesto en la declara-
-//-
-//-ción de necesidad instrumentada mediante la ley 24.309.
16) Que esta sentencia no comporta un pronuncia-
miento sobre aspectos de naturaleza substancial que conciernen
a la conveniencia o inconveniencia de la norma impugnada
-juicio que no está en las atribuciones propias del Poder
Judicial-, sino en la comprobación de que aquélla es fruto de
un ejercicio indebido de la limitada competencia otorgada a la
convención reformadora.

-11-
En un pronunciamiento reciente (causa G.405 XXXIII
"Gómez Diez, Ricardo y otros c/ P.E.N. - Congreso de la Na-
ción", sentencia del 31 de marzo de 1999) este Tribunal ha
puntualizado la necesidad de preservar al Poder Judicial de
"la sobrejudicialización de los procesos de gobierno" (consi-
derando 9°), mas con parejo énfasis ha destacado en dicho
precedente que esa autorrestricción en modo alguno supone que
este poder abdique del control de constitucionalidad de las
normas o actos emanados de los otros poderes del Estado -como
es una convención reformadora-, cuando se observen -como en el
caso- los recaudos constitucionales que habiliten su ju-
risdicción (considerando 18).
De ahí, pues, que la transgresión verificada en el
sub lite determina que esta Corte deba restablecer la vigencia
de la Constitución Nacional, en cumplimiento de la primera y
más elevada misión que constitucionalmente le corresponde. Con
igual celo por esta función propia, los jueces de la Nación
incluidos los actuales magistrados de esta Corte Suprema, tras
la reforma de 1994, hemos jurado "cumplir y hacer cumplir la
Constitución Nacional conforme al texto sancionado en 1853,
con las reformas de 1860, 1866, 1898, 1957 y las
modificaciones realizadas por la reciente Convención Consti-
tuyente, en los términos de las normas que habilitaron su
-//-
-//-funcionamiento" (acordada de la Corte Suprema 58, Fallos:
317:570; Libro de Actas de la Corte Suprema, folios 339, 343,
347, donde constan nuestros juramentos). Este compromiso re-
publicano impone el deber de decidir este asunto con arreglo a
las consideraciones precedentes.
Por ello, oído el señor Procurador General, se declara
procedente el recurso extraordinario en los términos señala-
dos, se revoca la sentencia apelada y, en los términos del
art. 322 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,
se hace lugar a la demanda y se declara la nulidad de la re-
forma introducida por la convención reformadora de 1994 en el
art. 99, inc 4, párrafo tercero -y en la disposición transi-

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s/ proceso de conocimiento.

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toria undécima- al art. 110 de la Constitución Nacional. Cos-


tas al vencido (art. 68 Código Procesal Civil y Comercial de
la Nación). Notifíquese y devuélvanse los autos. JULIO S.
NAZARENO - EDUARDO MOLINE O=CONNOR - AUGUSTO CESAR BELLUSCIO .
ANTONIO BOGGIANO - GUILLERMO A. F. LOPEZ - GUSTAVO A. BOSSERT
(disidencia parcial) - ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ (según mi voto).
ES COPIA
VO-//-

-//-TO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ


Considerando:
1°) Que la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Contencioso Administrativo Federal -Sala III- revocó la sen-
tencia dictada en la instancia anterior en cuanto había de-
clarado la invalidez de la reforma constitucional y la con-
firmó en cuanto a la procedencia de la acción declarativa. En
los términos del art. 322 del Código Procesal Civil y Comer-
cial de la Nación afirmó que el art. 99, inc. 4°, párrafo
tercero, de la Constitución Nacional reformada, no altera la
garantía de inamovilidad de que goza el actor, juez de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación, en razón de su desig-
nación bajo el régimen constitucional anterior a la reforma de
1994. Contra ese pronunciamiento, la parte demandada interpuso
el recurso extraordinario federal, que fue concedido a fs.
221/221 vta.

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2°) Que los argumentos por los cuales el Estado
Nacional pretende la apertura del recurso extraordinario son
los siguientes: a) es errónea la línea divisoria entre magis-
trados federales designados bajo el régimen previsto por la
Constitución, en su texto anterior a la reforma de 1994, y los
magistrados nombrados por el nuevo régimen; no existen
derechos adquiridos frente a la modificación de la norma que
otorgaba el ejercicio vitalicio del cargo; b) el nuevo texto
constitucional no modificó la garantía de inamovilidad de los
jueces, pues el art. 99, inc. 4°, de la Ley Fundamental con-
tiene, tal como fue la intención de los señores convenciona-
les, una exigencia de carácter objetivo e impersonal; c) la
reforma constitucional en el punto que se halla en discusión
es válida y responde a los términos de la norma que la convocó
y que le atribuyó competencia; ello es así, pues tanto el
-//-
-//-art. 2 de la ley 24.309, como el "Núcleo de Coincidencias
Básicas", contemplaron como materia de revisión lo relativo a
la "designación de los jueces federales"; d) la sentencia está
viciada por incongruencia, por no aplicar una norma
constitucional sin pronunciarse sobre su validez; e) también
incurre en arbitrariedad por no rebatir los fundados argumen-
tos de su parte, contrarios a la admisibilidad de la acción
declarativa en el sub lite.
3°) Que en lo concerniente a la procedencia formal de
la demanda en los términos del art. 322 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación, los agravios de la demandada
son inadmisibles por los fundamentos expuestos por el señor
Procurador General de la Nación en el dictamen que antecede, a
cuyos argumentos corresponde remitirse por razones de
brevedad.
4°) Que el Tribunal comparte, asimismo, la opinión
vertida por el señor Procurador General en el capítulo VII de
su dictamen, en cuanto al fundamento y alcance de la admisi-
bilidad formal del recurso extraordinario, pues se halla en

-14-
F. 100. XXXV.
Fayt, Carlos Santiago c/ Estado Nacional
s/ proceso de conocimiento.

Corte Suprema de Justicia de la Nación

tela de juicio la validez e interpretación de cláusulas de la


Constitución Nacional y de otras normas federales relativas al
cumplimiento del procedimiento previsto en el art. 30 de la
Ley Fundamental, y la decisión definitiva del superior
tribunal de la causa es contraria al derecho que en ellas
fundó el apelante.
5°) Que la conclusión precedente importa afirmar el
carácter justiciable de la cuestión sub examine, pues son
aplicables las consideraciones efectuadas por el Tribunal, al
respecto, en el precedente de Fallos: 318:1967.
En efecto, la presente resulta -en primer lugar- una
"causa", pues el actor ha invocado ante el Poder Judicial
-//-
-//-la protección de un derecho: el de mantener la inamovili-
dad en el cargo de juez de este Tribunal para el cual fue
designado según el procedimiento vigente para entonces en la
Constitución Nacional y de acuerdo al alcance que dicha ga-
rantía le reconocía. El Estado Nacional ha resistido tal pre-
tensión, de modo que se configura una controversia entre par-
tes que sostienen derechos contrapuestos, esto es una contro-
versia "definida y concreta" (Fallos: 242:353) que remite al
estudio de puntos regidos por normas constitucionales e in-
fraconstitucionales de naturaleza federal, lo cual es propio
del mencionado poder (arts. 1° y 2°, ley 27; arts. 116 y 117 de
la Constitución Nacional).
6°) Que la cuestión de fondo sometida a conocimiento
de esta Corte ha sido considerada en anterior oportunidad por
el voto del juez Vázquez en la sentencia del día 22 de junio
del corriente año recaída en la causa I.90 XXIV "Iribarren,
Casiano Rafael c/ Santa Fe, Provincia de s/ acción de-
clarativa". El análisis efectuado en ese caso, con adecuación
a las circunstancias propias del sub lite, constituirá el eje
de la presente decisión.
7°) Que, en ese orden de ideas, corresponde recordar
que el Congreso Nacional, en ejercicio de sus poderes

-15-
preconstituyentes, sancionó la ley 24.309 declarativa de la
necesidad de la reforma parcial de la Constitución Nacional de
1853 con las modificaciones de 1860, 1866, 1898 y 1957 (art.
1°).
Que en los arts. 2° y 3° de esa ley se fijaron los
puntos y artículos que quedaban habilitados para su trata-
miento, debate y resolución por la convención reformadora
convocada para sancionar la reforma.
8°) Que una detenida lectura de tales preceptos
-//-

-//- muestra que ninguno habilitó la modificación de los al-


cances de la garantía de inamovilidad vitalicia consagrada en
el art. 96 de la Constitución Nacional de 1853 (actual art.
110), en virtud de la cual los jueces de la Corte Suprema y de
los tribunales inferiores de la Nación conservarán sus empleos
mientras dure su buena conducta. En tal sentido, el art. 2° de
la ley 24.039 autorizó a la convención reformadora
exclusivamente a modificar el texto de los arts. 45, 46, 48,
55, 67 (inc. 27), 68, 69, 70, 71, 72, 76, 77, 78, 80, 81, 82,
83, 84, 85, 86 (incs. 1, 3, 5, 10, 13 y 20), 87 y 99 de la
Carta Magna. Por su parte, el art. 3° habilitó solamente la
reforma de los arts. 63, 67, 86, 106, 107 y 108 del texto
constitucional de 1853. Es decir, en ningún caso se mencionó
al recordado art. 96 y, antes bien, esta última cláusula man-
tuvo intacta su redacción en el texto sancionado en 1994 (art.
110).
9°) Que, por otro lado, en el "Núcleo de Coinciden-
cias Básicas" contenido en el propio art. 2° de la ley 24.309,
cuyo objetivo era aclarar la finalidad, sentido y alcance de
las reformas que quedaban habilitadas para su tratamiento y
resolución por la convención reformadora, tampoco se contempló
en forma explícita o implícita la posibilidad de modificar los
alcances de la garantía de inamovilidad vitalicia del art. 96
de la Constitución Nacional de 1853, y mucho menos disponer

-16-
F. 100. XXXV.
Fayt, Carlos Santiago c/ Estado Nacional
s/ proceso de conocimiento.

Corte Suprema de Justicia de la Nación

que la superación de cierta edad por parte de los jueces


federales obraría por sí misma como causal de cesación de esa
garantía.
Que, sobre el particular, debe ser observado que en
ningún párrafo de los puntos I y J del citado "Núcleo de
Coincidencias Básicas" (referidos, respectivamente, a la
-//-
-//- designación de los magistrados federales y a su remo-
ción), se prevé como tema habilitado el relativo al estable-
cimiento de la caducidad de la garantía de inamovilidad de los
jueces por cumplimiento de cierta edad. Es más: en lo que
específicamente concierne a la remoción, el punto J del "Nú-
cleo de Coincidencias Básicas" señaló expresamente, como con-
tenido material de la reforma, que las únicas causales admi-
tidas para el desplazamiento de los magistrados, tanto de la
Corte Suprema como de los tribunales inferiores, serían la de
mal desempeño, delito en el ejercicio de las funciones o au-
toría de crímenes comunes. Tales causales ya estaban previs-
tas, como únicas y excluyentes de otras, en el texto consti-
tucional de 1853 (art. 45).
10) Que, en lo que aquí cabe destacar, las modifi-
caciones a la Constitución de 1853 que autorizó la ley 24.309
con incidencia en la cesación de la garantía de inamovibilidad
vitalicia consagrada por el art. 96, se refirieron pura y
exclusivamente al modo de remoción de los magistrados federa-
les de tribunales inferiores, lo cual debía instrumentarse
según la nueva Constitución a través de un Jurado de Enjui-
ciamiento (punto J, ap. 2, del "Núcleo de Coincidencias Bási-
cas"), implicando la reforma que para tales magistrados ya no
sería necesario el juicio político, extremo que se mantenía
sólo para los jueces de la Corte Suprema de la Nación (cit.
punto J, ap. 1).
11) Que tampoco puede ser afirmado que lo dispuesto
por el sancionado art. 99, inc. 4°, párrafo tercero, hubiera
estado habilitado dentro del elenco de modificaciones y re-
formas autorizadas por la ley 24.309 relativamente a las

-17-
atribuciones del Poder Ejecutivo Nacional. En ese orden de
ideas, en el punto A del "Núcleo de Coincidencias Básicas"
-//-

-//- contenido en el art. 2° de la ley 24.309, se clarificó


exclusivamente sobre cuál debía ser el alcance que asumirían
las reformas al art. 86 de la Constitución de 1853, con el fin
de que sus incs. 1, 10, 13 y 20 se adecuaran en su redacción a
la aparición de la nueva figura del jefe de Gabinete de
Ministros. Como se ve, la cuestión no concernía a la aquí
tratada.
Que, asimismo, ninguno de los temas habilitados por
el art. 3° de la ley 24.309 respecto de las atribuciones pre-
sidenciales guardaba relación, ni siquiera incidental, con la
regla finalmente introducida en el art. 99, inc. 4°, párrafo
tercero. Al respecto, dicha disposición de la ley declarativa
de la reforma constitucional sólo aludió a la posibilidad de
establecer -por nuevo inc. al art. 86 de la Constitución de
1853- el acuerdo del Senado para la designación de ciertos
funcionarios de organismos de control y del Banco Central,
excluida la Auditoria General de la Nación (punto D), y a la
actualización de las atribuciones del Poder Ejecutivo Nacional
(punto E), lo cual, bien entendido, significaba "...eliminar y
dejar sin efecto aquellas normas (del artículo) 86 que habían
sido derogadas por desuetudo, ya que no se aplicaban y el
tiempo las había tornado inútiles, inservibles y obsoletas..."
(confr. Diario de Sesiones de la Convención Nacional
Constituyente, intervención del convencional Llano, versión
taquigráfica de la 34a. Reunión, 3a. Sesión Ordinaria del
18.8.94, pág. 4629. En análogo sentido, convencional Auyero,
pág. 4616; convencional Cullen, pág. 4658), pero no introducir
ex novo aspectos no habilitados expresa y claramente por el
Congreso de la Nación.
12) Que en el seno de la Convención Nacional Cons-
-//-

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Fayt, Carlos Santiago c/ Estado Nacional
s/ proceso de conocimiento.

Corte Suprema de Justicia de la Nación

-//-tituyente hubo quienes destacaron muy especialmente, por


una parte, la ausencia de una habilitación legal para que el
cuerpo sancionara una cláusula como la que finalmente se in-
trodujo en el art. 99, inc. 4°, párrafo tercero, de la Cons-
titución de 1994, y, por la otra, que no había sido propuesta
tampoco por la ley 24.309 la modificación del alcance y efec-
tos de la garantía de inamovilidad vitalicia de los jueces
establecida por el art. 96 de la Constitución de 1853 (confr.
cit. Diario de Sesiones de la Convención Nacional Constitu-
yente, intervención del convencional Cullen, págs. 4660/4661;
convencional Maeder, pág. 4665).
13) Que los propios antecedentes de la ley 24.309
corroboran lo que se ha expuesto hasta aquí en orden a que no
era tema de reforma constitucional habilitado el atinente a la
cesación de la garantía de inamovilidad por cumplimiento de
cierta edad.
En efecto, sobre el particular guardaron un signi-
ficativo silencio: a) el documento del 1° de diciembre de 1993,
relativo a los puntos de acuerdo sobre la reforma cons-
titucional de las comisiones del radicalismo y del justicia-
lismo para ser puestos a consideración de los organismos par-
tidarios; b) el Acuerdo para la Reforma de la Constitución
Nacional del 13 de diciembre de 1993 firmado por el señor
presidente de la Nación y presidente titular del Partido Jus-
ticialista, y por el presidente del Comité Nacional de la
Unión Cívica Radical; y c) el debate parlamentario de la ley
24.309, tanto en la Honorable Cámara de Senadores como en la
de Diputados de la Nación.
14) Que, a esta altura, es menester poner de relieve
que, de ningún modo, los poderes conferidos a una Convención
Constituyente pueden reputarse ilimitados, porque el
-//-
-//- ámbito de aquéllos se halla circunscripto por los térmi-
nos de la norma que la convoca y le atribuye competencia. En
sentido coincidente vale destacar que, las facultades atri-

-19-
buidas a las convenciones constituyentes están condicionadas
"...al examen y crítica de los puntos sometidos a su resolu-
ción, dentro de los principios cardinales sobre que descansa
la constitución..." (Manuel Gorostiaga, "Facultades de las
Convenciones Constitucionales", págs. 52 y 53, Rosario, 1898;
Fallos: 316:2743).
15) Que lo dicho precedentemente no se ve alterado
por la invocación que se ha hecho en autos acerca del necesa-
rio reconocimiento que debe hacerse sobre la existencia de
facultades implícitas en cabeza de la convención reformadora.
Sin duda, quien tiene poderes para realizar un co-
metido, debe contar con facultades implícitas necesarias para
llevar a un buen término la misión deferida. Mas predicar la
presencia de facultades de esa naturaleza es únicamente reco-
nocer ciertas atribuciones imprescindibles para el ejercicio
de los poderes expresamente concedidos, pero que no son
substantivas ni independientes de estos últimos, sino auxi-
liares y subordinadas. De ahí que no quepa inferir que una
modificación de significativa trascendencia, como es la que
atañe a establecer una limitación por razón de edad a la ga-
rantía de la inamovilidad de los magistrados judiciales fede-
rales, hubiera quedado habilitada suficientemente en las
facultades implícitas que se derivan de la expresa atribución
de reformar -en los términos del apartado I del ANúcleo de
Coincidencias Básicas@ incorporado a la ley 24.309- el régimen
de designación, ni jamás puede entenderse como implicado ese
tema en el de la adecuación o actualización de las facultades
del Poder Ejecutivo.
-//-
-//- 16) Que toda vez que la ley 24.309 que declaró la
necesidad de la reforma constitucional, dispuso expresamente
en su artículo sexto que "...serán nulas de nulidad absoluta
todas las modificaciones, derogaciones y agregados que realice
la Convención Constituyente apartándose de la competencia
establecida en los arts. 2° y 3° de la presente ley de decla-
ración..." (art. 6°), resulta incuestionable que esta Corte en

-20-
F. 100. XXXV.
Fayt, Carlos Santiago c/ Estado Nacional
s/ proceso de conocimiento.

Corte Suprema de Justicia de la Nación

su carácter de interprete final de la Constitución Nacional,


se halla facultada para cumplir con el mandato implícito
contenido en tal precepto resolviendo lo propio. La misma
presencia del art. 6° de la ley 24.309 presupone la existencia
de un poder dotado de facultades suficientes para realizar el
control de la competencia actuada por la convención
reformadora, que permita privar de efectos aquello realizado
en infracción a los límites impuestos, el cual no puede ser
otro que aquel que tiene como atribución esencial la de pre-
servar la supremacía constitucional: el Judicial.
17) Que, en las condiciones que anteceden, por razón
de no responder a habilitación alguna contenida en la ley
24.309, corresponde considerar nula de nulidad absoluta la
cláusula del art. 99, inc. 4°, párrafo tercero, de la Consti-
tución Nacional sancionada en 1994 (art. 6° de la ley citada),
así como, por lógica implicancia, la disposición transitoria
undécima.
18) Que tal conclusión torna abstracto el trata-
miento de la cuestión que versa sobre la posibilidad de dis-
tinguir la situación de los magistrados designados bajo el
régimen constitucional vigente hasta 1994 frente a los nom-
brados con posterioridad, como asimismo la que versa sobre la
imposibilidad de invocar derechos adquiridos frente a las
disposiciones sancionadas regularmente por una convención
-//-
-//- reformadora de la Constitución Nacional.
19) Que, valga aclararlo, esta sentencia no comporta
un pronunciamiento sobre aspectos de naturaleza substancial
que conciernen a la conveniencia o inconveniencia de la
cláusula impugnada -juicio ajeno a la tarea que incumbe al
Poder Judicial-, sino que se asienta en la comprobación de que
aquélla es fruto de un ejercicio indebido de la limitada
competencia otorgada a la convención reformadora.
20) Que, por lo demás, el juramento que el Tribunal
ha brindado a la Constitución Nacional sancionada en Santa Fe,

-21-
Paraná, en el año 1994, no importó enervar el irrenunciable
deber que le compete de ejercer el control pertinente en los
casos que requieran del examen de la validez de las dis-
posiciones sancionadas por la convención en ejercicio de su
poder constituyente derivado (ley 24.309), ni menos aún, el
desempeño en modo alguno de la función legitimante que le
confiere el propio ordenamiento que se manda jurar.
Por ello, oído el señor Procurador General, se declara
procedente el recurso extraordinario; se revoca la sentencia
apelada y, en los términos del art. 322 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación, se hace lugar a la demanda,
por lo que se declara nula de nulidad absoluta la cláusula
contenida en el art. 99, inc. 4°, apartado tercero de la
Constitución Nacional (art. 6° de la ley 24.309), así como, por
lógica implicancia, su disposición transitoria undécima.
Costas al vencido (art. 68 del código citado). Notifíquese y
devuélvanse los autos. ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ.
ES COPIA

DISI-//-

-//-DENCIA PARCIAL DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON GUSTAVO A.


BOSSERT
Considerando:
1°) Que la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Contencioso Administrativo Federal -Sala III- revocó la sen-
tencia dictada en la instancia anterior en cuanto había de-
clarado la invalidez de la reforma constitucional y la con-
firmó respecto a la procedencia de la acción declarativa. En
los términos del art. 322 del Código Procesal Civil y Comer-
cial de la Nación afirmó que el art. 99, inc. 4°, párrafo
tercero, de la Constitución Nacional reformada, no altera la
garantía de la inamovilidad de que goza el actor, doctor Car-
los Santiago Fayt, juez de la Corte Suprema de Justicia de la

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s/ proceso de conocimiento.

Corte Suprema de Justicia de la Nación

Nación, en razón de su designación bajo el régimen constitu-


cional anterior a la reforma de 1994. Contra ese pronuncia-
miento, la parte demandada interpuso el recurso extraordinario
federal, que fue concedido a fs. 221/221 vta.
2°) Que los argumentos por los cuales el Estado
Nacional pretende la apertura del recurso extraordinario son
los siguientes: a) es errónea la línea divisoria entre magis-
trados federales designados bajo el régimen previsto por la
Constitución, en su texto anterior a la reforma de 1994, y los
magistrados nombrados por el nuevo régimen; no existen
derechos adquiridos frente a la modificación de la norma que
otorgaba el ejercicio vitalicio del cargo; b) el nuevo texto
constitucional no modificó la garantía de la inamovilidad de
los jueces, pues el art. 99, inc. 4°, de la Ley Fundamental
contiene, tal como fue la intención de los señores convencio-
nales, una exigencia de carácter objetivo e impersonal; c) la
reforma constitucional en el punto que se halla en discusión,
es válida y responde a los términos de la norma que la convo-
-//-
-//-có y que le atribuyó competencia; ello es así, pues tanto
el art. 2° de la ley 24.309, como el "Núcleo de Coincidencias
Básicas", contemplaron como materia de revisión lo relativo a
la "designación de los jueces federales"; d) la sentencia está
viciada por incongruencia, por no aplicar una norma
constitucional sin pronunciarse sobre su validez; e) también
incurre en arbitrariedad por no rebatir los fundados argumen-
tos de su parte, contrarios a la admisibilidad de la acción
declarativa en el sub lite.
3°) Que en lo concerniente a la procedencia formal de
la demanda en los términos del art. 22 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación, los agravios de la demandada
son inadmisibles por los fundamentos expuestos por el señor
Procurador General de la Nación en el dictamen que antecede, a
cuyos argumentos corresponde remitirse por razones de bre-
vedad.

-23-
4°) Que el Tribunal comparte, asimismo, la opinión
vertida por el señor Procurador General en el capítulo VII de
su dictamen, en cuanto al fundamento y alcance de la admisi-
bilidad formal del recurso federal, pues se halla en tela de
juicio la validez e interpretación de cláusulas de la Consti-
tución Nacional y de otras normas federales relativas al cum-
plimiento del procedimiento previsto en el art. 30 de la Ley
Fundamental, y la decisión definitiva del superior tribunal de
la causa es contraria al derecho que en ellas fundó el
apelante.
5°) Que en la tarea de establecer la inteligencia de
las normas federales a las que se refiere el art. 14 de la ley
48, la Corte no se encuentra limitada por las posiciones del
tribunal inferior y del recurrente, sino que le incumbe
realizar una declaratoria sobre el punto disputado, según la
-//-
-//- interpretación que rectamente le otorga (doctrina de
Fallos: 308:647; 317:1773; 320:2647, entre muchos otros).
6°) Que la independencia de los jueces hace a la
esencia del régimen republicano y su preservación no sólo debe
ser proclamada sino respetada por los otros poderes y sentida
como una vivencia insustituible por el cuerpo social todo. Al
respecto, ha dicho la Suprema Corte de Estados Unidos de
Norteamérica que una justicia libre del control del Ejecutivo
y del Legislativo es esencial, si existe el derecho de que los
procesos sean resueltos por jueces exentos de la potencial
dominación de otras ramas del gobierno ("United States v.
Will", 449 U.S. 200, 217-218; 1980, citado en el fallo de esta
Corte I.90 XXIV "Iribarren, Casiano Rafael c/ Santa Fe,
Provincia de s/ acción declarativa", sentencia del 22 de junio
de 1999, considerando 11).
7°) Que el principio general de la inamovilidad de
los jueces establecido en el art. 110 de la Constitución Na-
cional, esencial para la preservación de su independencia de
criterio, ha sido limitado por el citado art. 99, inc. 4°, de

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la Constitución Nacional que tras establecer los actos nece-


sarios para el nombramiento de los jueces, dispone "un nuevo
nombramiento, precedido de igual acuerdo, será necesario para
mantener en el cargo a cualquiera de esos magistrados, una vez
que cumplan la edad de setenta y cinco años. Todos los
nombramientos de magistrados cuya edad sea la indicada o mayor
se harán por cinco años, y podrán ser repetidos indefini-
damente, por el mismo trámite".
Conforme a la disposición transitoria undécima, la
limitación temporal establecida en el art. 99, inc. 4°, entrará
en vigencia cinco años después de la sanción de la reforma
constitucional que fue sancionada el 22 de agosto de
-//-
-//- 1994.
8°) Que el primer método de interpretación al que
debe acudir el juez es el literal, conforme al cual debe
atenderse a las palabras de la ley. Esta Corte ha señalado que
la primera fuente de la ley es su letra y cuando ésta no exige
esfuerzos de interpretación debe ser aplicada directamente,
con prescindencia de consideraciones que excedan las
circunstancias del caso contempladas por la norma, y ello es
así pues no cabe apartarse del principio primario de sujeción
de los jueces a la ley, ni atribuirse el rol de legislador
para crear excepciones no admitidas por ésta, pues de hacerlo
podría arribarse a una interpretación que, sin declarar la
inconstitucionalidad de la disposición legal, equivaliese a
prescindir de su texto (Fallos: 313:1007).
9°) Que conforme a dicho principio interpretativo, la
limitación a la inamovilidad que impone el citado art. 99,
inc. 4°, ha sido establecida respecto de quienes después de la
sanción de la reforma constitucional "cumplan la edad de
setenta y cinco años". Conforme a ello, tal limitación no
afecta la inamovilidad del juez Fayt puesto que el actor,
nacido el 1° de febrero de 1918 (ver fs. 92), ya había superado
esa edad al sancionarse la reforma.

-25-
La limitación del art. 99, inc. 4°, alcanza tanto a
los jueces designados con posterioridad a la reforma consti-
tucional como a quienes hemos sido designados con anterioridad
a dicha reforma, pero impone como condición un hecho incierto
y futuro limitando su aplicación a quienes con posterioridad
a la reforma cumplan 75 años; el uso del tiempo futuro en la
norma no deja dudas sobre su alcance. Sostener lo contrario,
darle a la condición de un hecho futuro impuesta por la norma
un significado propio de otra expresión capaz de
-//-
-//-abarcar el pasado, significaría el absurdo hermenéutico de
convertir la limitación excepcional en regla general.
10) Que la limitación al principio básico de la
inamovilidad de los jueces, por su naturaleza, como toda ex-
cepción o límite a principios generales, debe ser interpretada
estrictamente y no extendiendo lo que surge del texto de la
norma (doctrina de Fallos: 316:2940, considerando 18).
Un principio general admite casi siempre excepciones
y lo restrictivo de la excepción es también ya establecido y
expresado en el derecho romano bajo la expresión exceptionis
strictissimae interpretationis (Rafael Bielsa, Metodología
Jurídica, Santa Fe, Librería y Editorial Castellví S.A., 1961,
pág. 146).
11) Que "la citada interpretación no admite discu-
sión en tanto se observe que el principio de inamovilidad de
los jueces es requisito esencial para la debida preservación
de las instituciones republicanas, razón por la cual resulta
necesario interpretar en forma restrictiva...las disposiciones
constitucionales que permiten la separación del cargo de
aquellos magistrados nombrados de conformidad con las leyes
(Fallos: 312:1686, disidencia del juez Belluscio). Este razo-
namiento se impone toda vez que el sistema constitucional de
designación y remoción de los jueces y las leyes que regla-
mentan la integración de los tribunales, ha sido inspirado en
móviles superiores de elevada política institucional con el
objeto de impedir el predominio de intereses subalternos sobre

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Corte Suprema de Justicia de la Nación

el interés supremo de la justicia y de la ley. Tal sistema se


ha estructurado sobre un pilar fundamental: la independencia
propia del Poder Judicial, requisito necesario para el control
que deben ejercer los jueces sobre los restantes poderes del
Estado (Fallos: 310:804 pág. 815 y 312:1686,
-//-
-//- disidencia del juez Belluscio).
Por ello, con el alcance de los fundamentos dados en esta
sentencia, se confirma lo resuelto por el a quo en cuanto hace
lugar a la acción declarativa del señor juez doctor Carlos
Santiago Fayt. Costas por su orden. Notifíquese y remítase.
GUSTAVO A. BOSSERT.
ES COPIA

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