Un lobo encuentra un árbol que habla y se asusta. Luego usa al árbol para engañar a otros animales y comérselos. Engaña a varios animales diciéndoles que morirán si no dicen ciertas palabras al acercarse al árbol. Finalmente, engaña a una liebre pero esta se da cuenta de la trampa y escapa, contándole a los demás el plan del lobo.
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Un lobo encuentra un árbol que habla y se asusta. Luego usa al árbol para engañar a otros animales y comérselos. Engaña a varios animales diciéndoles que morirán si no dicen ciertas palabras al acercarse al árbol. Finalmente, engaña a una liebre pero esta se da cuenta de la trampa y escapa, contándole a los demás el plan del lobo.
Un lobo encuentra un árbol que habla y se asusta. Luego usa al árbol para engañar a otros animales y comérselos. Engaña a varios animales diciéndoles que morirán si no dicen ciertas palabras al acercarse al árbol. Finalmente, engaña a una liebre pero esta se da cuenta de la trampa y escapa, contándole a los demás el plan del lobo.
Un lobo encuentra un árbol que habla y se asusta. Luego usa al árbol para engañar a otros animales y comérselos. Engaña a varios animales diciéndoles que morirán si no dicen ciertas palabras al acercarse al árbol. Finalmente, engaña a una liebre pero esta se da cuenta de la trampa y escapa, contándole a los demás el plan del lobo.
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Había un lobo en la selva.
Un día, cuando estaba afuera paseando, encontró a un árbol
que tenía unas hojas que parecían caras de personas. Escuchó atentamente y pudo oír al árbol hablar. El lobo se asustó y dijo: -Hasta el día de hoy nunca me había encontrado con algo tan raro como un árbol que habla (1). Tan pronto como hubo dicho estas palabras, alguna cosa que no pudo ver lo golpeó y lo dejó inconsciente. No sabía durante cuánto tiempo había estado allí tendido en el suelo, pero cuando despertó estaba demasiado asustado para hablar. Se levantó inmediatamente y empezó a correr. El lobo estuvo pensando acerca de lo que le había ocurrido y se dio cuenta de que podía usar el árbol para su provecho. Se fue paseando de nuevo y se encontró a un antílope. Le contó lo del árbol que hablaba, pero el antílope no le creyó. -Ven y lo verás tú mismo -dijo el lobo-, pero cuando llegues delante del árbol, te advierto que digas estas palabras: “Hasta el día de hoy nunca me había encontrado con algo tan raro como un árbol hablante” (2). Si no las dices, morirás. El lobo y el antílope se acercaron hasta el árbol que hablaba. El antílope dijo: -Acepto que has dicho la verdad, lobo, hasta el día de hoy nunca me había encontrado con algo tan raro como un árbol que habla (3). Tan pronto como dijo esto alguna cosa lo golpeó y lo dejó inconsciente. El lobo cargó con él a su espalda y se lo llevó a casa para comérselo. “Este árbol que habla solucionará todos mis problemas”, pensó el lobo. “Si soy inteligente nunca más volveré a pasar hambre.” El lobo estaba orgulloso de sí mismo. Después del antílope, cazó una tortuga, un ave, un jabalí, y un ciervo. Nunca antes había comido mejor. Siempre usaba la misma estrategia. Un día que tenía hambre, el lobo fue a pasear de nuevo. Esta vez se encontró con una liebre. El lobo le dijo: -Hermana liebre, te aseguro que he visto algo que tú no has visto desde el tiempo de tus antepasados. -Hermano lobo, ¿qué puede ser? -preguntó la liebre. El lobo contó la misma historia de siempre a la liebre y se ofreció para llevarla a ver ese árbol hablante. Cuando se acercaban al árbol, el lobo le dijo: -No olvides lo que te he contado. -¿Qué me contaste? -preguntó la liebre. -Lo que debes decir cuando llegues junto al árbol, o si no, morirás –dijo el lobo. -¡Oh!, cierto -dijo la liebre-. Y empezó a hablar con el árbol. -¡Oh!, árbol, ¡oh!, árbol -dijo-. Eres un árbol precioso. -No, esto no -dijo el lobo. -Perdóname -dijo la liebre. Entonces habló de nuevo-. Árbol, ¡oh!, árbol, nunca pensé que pudieras ser tan maravilloso. -¡No, no! -dijo el lobo- no un árbol precioso, un árbol hablante. Te dije que dijeras: nunca me había encontrado con algo tan raro como un árbol que habla (4). Tan pronto como hubo dicho estas palabras, el lobo cayó inconsciente. La liebre se fue andando y mirando hacia el árbol y el lobo. Luego sonrió: -Entonces, este era el plan del señor Lobo -dijo-. Se pensaba que este lugar era un comedor, y yo su comida. La liebre se marchó y contó a todos los animales de la selva el secreto del árbol que hablaba. El plan del lobo fue descubierto, y el árbol, sin herir a nadie, continuó hablando solo.
Adaptación de “El árbol que hablaba”, de origen popular.
Se cuenta de un Rey de Israel que fue un tirano. Cierto día, mientras estaba sentado en el trono de su reino, vio que entraba un hombre por la puerta del palacio; tenía la pinta de un pordiosero, y un semblante aterrador. Indignado por su aparición, asustado por el aspecto, el Rey se puso de pie de un salto y preguntó: -¿Quién eres? ¿Quién te ha permitido entrar? ¿Quién te ordenó venir a mi casa? -Me lo ordenó el dueño de todo lo que existe. No necesito permiso de nadie para presentarme ante los reyes. Soy aquel del que nadie puede escapar. -Ahora entiendo... eres la Muerte. ¡Te ruego que me concedas el plazo de un día solamente para que pueda pedir perdón por los errores cometidos, así no tendré que pasar las angustias del juicio ni el dolor del castigo! ¿Puedes concedérmelo? -¿Cómo te puedo conceder un día, si los días de tu vida están contados y ya se agotaron? -¡Concédeme una hora al menos, por favor! -Las horas han transcurrido mientras te mantenías en la ignorancia... -¿Qué considerarán para juzgarme en el Más Allá? -Únicamente la bondad de tus obras. -¡No hice buenas obras! -Entonces, te condeno culpable. A continuación le arrebató el alma, y el Rey cayó del trono al suelo.
Adaptación de “La visita”, en Las Mil y una noches, Anónimo (ca. 900 a.c).