5 Fabulas
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El león y el mosquito
Sin embargo, el mosquito era muy jactancioso y conocía bien sus propias
habilidades y las ventajas de su diminuto tamaño.
—¡No te tengo miedo! —exclamó el mosquito—. Puedes ser mucho más fuerte
que yo, pero tus afilados dientes y garras no me harán el menor daño. Para
comprobarlo, te desafío a un combate.
Lleno de orgullo, el mosquito comenzó a volar sin mirar hacia a donde iba. Fue de
esta manera que tropezó con una telaraña y quedó atrapado entre los hilos de
seda. Entonces, se dijo entre lamentos:
– Qué triste es mi final; vencer al rey de todas las bestias y acabar devorado por
una insignificante araña.
Un perro muy hambriento caminaba de aquí para allá buscando algo para comer,
hasta que un carnicero le tiró un hueso. Llevando el hueso en el hocico, tuvo que
cruzar un río. Al mirar su reflejo en el agua creyó ver a otro perro con un hueso
más grande que el suyo, así que intentó arrebatárselo de un solo mordisco. Pero
cuando abrió el hocico, el hueso que llevaba cayó al río y se lo llevó la corriente.
Muy triste quedó aquel perro al darse cuenta de que había soltado algo que era
real por perseguir lo que solo era un reflejo.
Una noche cualquiera, una mosca se posó sobre un frasco rebosante de miel y
comenzó a comerla alrededor del borde. Poco a poco, se alejó del borde y entró
desprevenida en el frasco, hasta quedar atrapada en el fondo. Sus patas y alas se
habían pegado con la miel y no podía moverse.
Justo en ese momento, una polilla pasó volando y, al ver la mosca forcejear para
liberarse, dijo:
—¡Oh, mosca insensata! ¿Era tanto tu apetito que terminaste así? Si no fueras tan
glotona estarías en mejores condiciones.
Fue tanta la risa que estas palabras le causaron, que el león decidió soltarlo.
Al cabo de unas pocas horas, el león quedó atrapado en las redes de unos
cazadores. El ratón, fiel a su promesa, acudió en su ayuda. Sin tiempo que perder,
comenzó a morder la red hasta dejar al león en libertad.
El león agradeció al ratón por haberlo salvado y desde ese día comprendió que
todos los seres son importantes.
Durante todo un verano, una cigarra se dedicó a cantar y a jugar sin preocuparse
por nada. Un día, vio pasar a una hormiga con un enorme grano de trigo para
almacenarlo en su hormiguero.
—Pues yo no voy a preocuparme por nada —dijo la cigarra—, por ahora tengo
todo lo que necesito.