CTSAyV - CLASE 5 - ETICA Y MEDIO AMBIENTE
CTSAyV - CLASE 5 - ETICA Y MEDIO AMBIENTE
CTSAyV - CLASE 5 - ETICA Y MEDIO AMBIENTE
Luego de la lectura del texto “Etica y medio ambiente: el desafío del siglo XXI”, trabajen con un
compañero debatiendo y resolviendo las siguientes actividades:
Junto a este concepto globalizador, debe existir el criterio de que no habrá salud individual sin salud
ambiental y que de poco servirá lo que hagamos por el bienestar de nuestros pueblos si esta acción
no es acompañada del cuidado y conservación del medio ambiente, de la sociedad en general y de la
democracia en particular. Justamente porque es solamente en justicia y libertad que el hombre
alianza en profundidad sus logros.
Lo interesante aquí es la aparición de «lo moral» en el panorama como sistema de ética científica y
la toma de conciencia de que la catástrofe ecológica ha tomado prioridad sobre la guerra nuclear
como amenaza planetaria, sobre todo considerado en el contexto de una globalización de la
economía y una caída de las hasta ahora denominadas «ideologías».
El problema del medio ambiente significa un desafío de supervivencia para la humanidad que está
pisando los umbrales del siglo XXI. El hombre se está enfrentando al holocausto medioambiental y
obligado a un ‘mea culpa’ frente a la devastación de la tierra, el agotamiento de los recursos naturales
y el deterioro de la biosfera. Conciencia ecológica plantea, pues, una nueva reformación de la
justificación del hombre sobre la tierra y su relación íntima con ella.
Felix Guaira opina que se debe crear en este campo una eco-sofía, una filosofía del medio ambiente,
lo que nosotros llamamos ética del medio ambiente, muy cercana conceptualmente a nuestro
programa nacional de bioética. Este autor opina, justificadamente que no puede existir una
dimensión material en la solución de los problemas del medio ambiente sin una dimensión moral que
le sirva de sustento que, a nuestro criterio, no solamente están en peligro las especies animales y
vegetales y los paisajes naturales, sino también las especies morales, tales como los valores de
solidaridad, de internacionalismo – el «patriotismo planetario» al que nos referíamos mas arriba -,
los culturales y existenciales tales como la tendencia a la renovación del gusto por la vida, la iniciativa
y la creatividad.
Tres son las posturas que desarrollamos para la comprensión del problema del medio ambiente a
nivel educacional y el análisis ético del mismo.
La primera de ellas: la naturaleza debe ser conquistada. Este razonamiento pertenece a la primera
etapa, la más primitiva del hombre. Para esta teoría, el hombre se halla en la tierra para dominarla,
para crear cultura y, a través de ella, manipular a la naturaleza para sus propios propósitos. Podemos
colegir entonces que el descubrimiento y adquisición de conocimientos fueron virtudes preciosas
para el hombre primitivo. Veamos sino el caso de la agri-cultura, la cultura de la tierra en la cual el
hombre empieza a dominar la naturaleza y dirigirla en el sentido de sus apetencias. La aplicación de
este concepto ético trajo como consecuencia una ética de la manipulación y el intento de control de
la tierra por el hombre.
Una segunda postura anunció: «el hombre en la naturaleza o el hombre como parte de la
naturaleza». Aquí se inscribieron los ambientalistas más radicales y reactivos en una etapa de la
ecología no totalmente superada. Esta concepción afirma: «el hombre no es único, no pudiendo
reclamar para sí la posesión de todo el mundo biótico y abiótico». Aquí existen dos puntos de vista,
uno religioso y uno secular. El primero opina que la naturaleza es contemplable, como una parte de
la creación de Dios, que tiene que ser protegida y cuidada por buenos administradores; todos los
integrantes de la naturaleza pasan a poseer, pues, autonomía espiritual. En una primera etapa de
nuestra formación ecológica adherimos a este principio, creyendo en la actualidad que sigue siendo
válido para un mejor desarrollo de la formulación de problemas en ecología, y así lo hemos venido
propiciando a través de trabajos y desarrollo docente. La forma secular proponía a la naturaleza y al
hombre como una sola cosa, el ser humano merecía consideración y respeto extremos a la primera.
Esta concepción fue origen de terrorismo de estado y de organizaciones ecologistas que esperan el
juicio de la historia para evaluar su accionar, y que no nos corresponde juzgar ni tratar aquí.
Queda una tercera postura, a nuestro entender más equilibrada que las anteriores, que es el punto
de vista teleológico – del griego teleos, forma final – que afirma que «hay un propósito y una lógica
que se debe encontrar en la naturaleza», y el estudio de esta teoría puede aportar importantes
puntos de vista aplicables a la conducta humana. La diferencia con los puntos de vista anteriores es
que, mientras todavía usamos la naturaleza y la cambiamos, la finalidad no debe ser subyugarla ni
vivir de ella. El sistema ético derivado de esta teoría establece que los seres humanos deben crear
sus propias normas éticas, pero la naturaleza debe proporcionarles las guías para desarrollar una
buena vida moral con y sin ella. De ello se trata el denominado «desarrollo sostenible», que no se
trata de un desarrollo que no toque o no transforme la naturaleza, sino un tipo de desarrollo que no
la degrade o no la erosione en sus propias bases ambientales de producción y habitabilidad. Es éste
un concepto a la vez filosófico y natural, un camino ético hacia la calidad de vida, en el que la
manipulación de la estructura y función de los ecosistemas no entra en colisión con ellos,
minimizando el conflicto de intereses y maximizando los beneficios a obtener. Es decir, un adecuado
balance de la ecuación coste-beneficio, tan cara a la reflexión ética en los problemas del ambiente y
el hombre.
La crisis ecológica muestra cómo la naturaleza ha pasado de ser «medio» de producción a ser
«objeto» universal del conocimiento y fin fundamental del ser humano.
La degradación ambiental no es sólo un problema que exige soluciones científico técnicas, también
requiere del hombre una toma de conciencia y un cambio de actitud.
La pregunta de la ética es entonces ¿cómo debemos vivir?, al menos para sobre-vivir, pero
conciliando el imperativo de supervivencia con el de dignidad humana y con el de libertad. Adaptando
un principio ético de Kant podríamos decir: «Actúa de tal manera que las consecuencias de tu acción
sean compatibles con la permanencia de una vida genuina en la tierra».
Debemos llegar, en definitiva, a una ética de la naturaleza, que promocione una relación armónica
de equilibrio entre las necesidades, los deseos y las actividades humanas y nuestro interés deberá
estar centrado, al menos, en tres objetivos inmediatos:
*Ambiente óptimo.
Con respecto al ambiente óptimo, se logrará por la concientización de la población, al menos en cinco
niveles básicos: