Qué Son Las Heridas de Infancia

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¿Qué son las heridas de infancia?

Por Terapify: Psicólogos en línea / Familia / 14 comentarios / 04/07/2022

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Las heridas de la infancia son los patrones que repetimos según lo que


vivimos en nuestros primeros años de vida. Surgen a partir de ciertas
dificultades o experiencias dolorosas, por las cuales desarrollamos ciertas
conductas para “sobrevivir” o tolerar lo que vivimos en ese momento. Sin
embargo, pasa que seguimos repitiéndolas a lo largo de nuestra vida, una y
otra vez, a pesar de que ya no sean necesarias,  y, en ocasiones, sean
inconvenientes.
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¿Cómo se ven las heridas de la infancia?


Podemos ver estas heridas en distintos aspectos de nuestra vida. Quizás
aparecen en nuestras relaciones, en emociones que nos es difícil controlar, o
en los pensamientos que tenemos sobre nosotros mismos. Es importante
recordar que TODOS tenemos estas heridas. No tenemos que haber tenido
una infancia sumamente dolorosa para que estén. Surgen a partir de cualquier
experiencia difícil, porque tuvimos padres imperfectos y porque no hay
manera de salir ilesos de nuestros primeros años de vida.
Si bien cada persona tiene tendencias o patrones particulares según lo que ha
vivido, existen 5 heridas de infancia principales que podemos tener en
distintas formas o intensidades. Hoy te contamos cuales son:

Herida #1: Rechazo
Se refiere a las experiencias donde sentimos que no fuimos completamente
aceptados por nuestro cuidador. Esta percepción puede haberse dado a
partir de una experiencia muy clara de rechazo, como también a partir de
experiencias que fueron interpretadas como tal. Quizás en ese momento no
pudimos entender lo que realmente estaba pasando con nuestros cuidadores.
Nos puede llevar a desarrollar patrones como:
 Buscar la perfección: Tratar de no equivocarnos y nunca ser
criticados.
 Ser complacientes: Evitar desagradar a las personas para que
nunca se molesten con nosotros.
 No ser auténticos en nuestras relaciones: En el intento de
buscar agradar podemos tender a adaptarnos mucho a las
personas para ser queridos.

Herida #2: Abandono


El abandono se refiere a experiencias de soledad profunda. Puede ser
porque una de las figuras parentales no estuvo presente o porque no hubo
una conexión emocional profunda. Si bien actualmente se puede comprender
qué estaba pasando realmente con nuestros cuidadores, en la niñez es
probable que estas experiencias se tomen de manera personal. Nos puede
llevar a desarrollar patrones como:
 Tener una gran necesidad de aceptación: Podemos estar muy
preocupados por la percepción que los demás tienen de
nosotros. Incluso, más preocupados por cómo nos ven que por
cómo nos sentimos en esa relación.
 Hiper independencia: El depender de otros puede dar miedo,
por lo que podemos preferir mantener cierta distancia en
nuestras relaciones. Por ejemplo, al cuidar a otros
emocionalmente, pero evitar que ellos nos cuiden.
 Minimizar la importancia de las personas en nuestra
vida: Puede suceder que por miedo a que nos dejen,  nos
encontremos fingiendo que las personas en nuestra vida no nos
importan tanto, que nos da igual si están o si no quieren estar.
Incluso, podemos tener la tendencia a salir de una relación de
manera anticipada, por miedo a que la otra persona nos deje.

Herida #3: Humillación


Se refiere a experiencias en las que los cuidadores dieron el mensaje de
que éramos “insuficientes”, “malos”, o que algo en nosotros
era “inaceptable” o no merecedor de amor. Nos puede llevar a desarrollar
patrones como:
 Tener dificultades con el disfrute: Podemos sentir miedo frente
a las emociones agradables, quizás pensar que no las merecemos
o que habrá una consecuencia.
 Tener baja autoestima: Podemos sentir que no nos merecemos
cosas buenas, que no tenemos valor o que somos inferiores a los
demás. También, puede aparecer una tendencia narcisista para
compensar la baja autoestima.
 Tener dificultades con el autocuidado: Podemos no sentirnos
merecedores de autocuidado, lo que se puede evidenciar en una
falta de atención a nuestro cuerpo y necesidades emocionales.
Herida #4: Traición
Se refiere a experiencias en las que alguien importante en nuestra vida
realiza una conducta que rompe nuestra confianza o interfiere con
nuestro bienestar. Se da con personas con las que hay una dependencia,
especialmente en el caso de los cuidadores en edades tempranas, pero
también se puede dar en la adultez en relaciones cercanas. Nos puede llevar a
desarrollar patrones como:
 Control: Podemos tener el deseo de influir en la vida de los
demás, en sus decisiones y en su conducta.
 Percepción negativa de los demás: Quizás asumamos
precipitadamente que los demás tienen malas intenciones.
 Percepción negativa y pesimista del mundo: Podemos asumir
que el mundo es un lugar inseguro, complicado y que vamos a
tener experiencias negativas frecuentemente.

Herida #5: Injusticia
Se refiere a la experiencia de haber tenido cuidadores fríos y autoritarios.
Quizás solo nos dieron afecto a partir de nuestros logros, por lo que hubo una
necesidad de “actuar” para recibir amor. Nos puede llevar a desarrollar
patrones como:
 Miedo a perder el control: Podemos buscar mantenernos
controlados a toda costa. Que todo nos salga bien y no generar
problemas.
 Dureza: Podemos exigirle demasiado a nuestro cuerpo. Quizás
no evidenciamos el sentirnos mal, el estar cansados, así como el
tener dificultades emocionales. Podemos querer mostrarle al
mundo que todo siempre está bien.
 Búsqueda de poder y logro: Al haber recibido afecto cuando
lográbamos algo, podemos mantener esta tendencia, teniendo
expectativas muy altas para nosotros mismos.
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¿Cómo sanar las heridas de la infancia?


Sanar las heridas emocionales de la infancia no es una tarea fácil. Venimos de
patrones que hemos tenido por años, por lo que no los vamos a cambiar en un
segundo. Tenemos condicionamientos que están tan profundos en nosotros
que no se van a ir de un momento a otro porque los razonemos o porque los
entendamos, pues sanar es un trabajo diario. 
Es un trabajo de notar cuando algo nos gatilla, ver a qué situación pasada nos
lleva, darnos espacio de sentir nuestras emociones y elegir responder
distinto. Recuerda que solo sanamos cuando sentimos, y lo que resistimos,
persiste. Y cuando finalmente nos damos la oportunidad de conectar con el
dolor, validarlo y procesarlo es cuando las cosas realmente cambian.
Si crees necesitar ayuda para este proceso, no dudes en buscarla. Un proceso
terapéutico te puede ayudar y guiar en este camino, te puede brindar
herramientas para regular tus emociones, cambiar aquello que ya no te gusta
y construir una vida más consciente y con mayor bienestar. Si quieres saber
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