Sustentabilidadok PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 281

See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.

net/publication/329453751

Cambio climático, vulnerabilidad y adaptación

Chapter · July 2018

CITATIONS READS

0 305

4 authors, including:

Ramiro Ahumada Luis Carlos González Márquez


Universidad Autónoma de Occidente Universidad Autónoma de Occidente, Guasave, Sinaloa
17 PUBLICATIONS   50 CITATIONS    29 PUBLICATIONS   214 CITATIONS   

SEE PROFILE SEE PROFILE

Some of the authors of this publication are also working on these related projects:

Evaluación de metales pesados y plaguicidas en el Distrito de Riego de Repelón. View project

All content following this page was uploaded by Ramiro Ahumada on 19 January 2022.

The user has requested enhancement of the downloaded file.


Sustentabilidad, teoría,
perspectivas y realidades
Sustentabilidad, teoría
perspectivas y realidades

Coordinación de la publicación:
Fridzia Izaguirre Díaz de León

Editor:
Sigfrido Bañuelos

Maqueta y diseño:
Pepe Ceniceros

: 978- 607-7834-46-5

Prohibida la reproducción de este libro sin autorización


escrita de los propietarios de los derechos patrimoniales.

Hecho en México / Printed in Mexico


Sustentabilidad,
teoría, perspectivas
y realidades

Fridzia Izaguirre Díaz de León


Jesús Damián Cordero Ramírez
Luis Carlos González Márquez
Guadalupe Arlene Mora Romero
(Compiladores)

universidad autónoma de occidente


ediciones del lirio
Contenido

9 Prólogo
Fridzia Izaguirre Díaz de León
Duván Emilio Ramírez Ospina

i. Sustentabilidad y sociedad

17 Cambio climático, vulnerabilidad y adaptación


Paúl A. García López / Ramiro Ahumada Cervantes
Luis Carlos González Márquez / Iván G. Martínez Álvarez

39 Educación y transición a la sustentabilidad


Gisela Cota Yucupicio / Guadalupe Arlene Mora Romero Rosa
María Verduzco Durán / Cecilia de los Ángeles Romero Urías
Fridzia Izaguirre Díaz de León

57 Los planes de ordenación de manejo de la cuenca


hidrográfica en la sostenibilidad del territorio:
caso Río Guabas (Colombia)
Luis Fernando Marmolejo Muñoz
Duván Emilio Ramírez Ospina

ii. Sustentabilidad y la gestión

79 Gestión sustentable en micros, pequeñas y medianas


empresas en México
Gabriel González Cázarez / Ramiro Ahumada Cervantes

101 Estrategia, competitividad y sustentabilidad en el


sector agrícola
Fridzia Izaguirre Díaz de León / Óscar Lizárraga Armenta
Duván Emilio Ramírez Ospina / Heleodoro Sotelo Sánchez

133 Responsabilidad social y rentabilidad en las pymes:


un análisis de literatura
Dulce Livier Castro Cuadras
María de los Ángeles Cervantes Rosas
153 El marketing verde para un consumo sustentable
Mariela López Aguilar / Fridzia Izaguirre Díaz de León

175 Sustentabilidad corporativa y creación de valor empresarial


Rosa Elena de Anda Montaño
María de los Ángeles Cervantes Rosas
Daniel García Urquídez
Raúl Portillo Molina

201 Municipio y políticas públicas ambientales


Zulma Karina Gámez Cervantes / Daniel García Urquídez
Julio César Rodríguez Valdez

iii. Naturaleza y sustentabilidad

223 Fijación biológica de nitrógenos y abonos orgánicos: alternativas


para el cultivo sustentable de frijol en Sinaloa
Guadalupe Arlene Mora-Romero / Nataly López-Soto
Damián Cordero Ramírez / Carmen Martínez-Valenzuela
Rosa María Longoria-Espinoza

239 Microorganismos con potencial antagónico de fitopatógenos y


promotores de crecimiento vegetal: una alternativa para su uso en
la agricultura sinaloense
Jesús Damián Cordero-Ramírez
Alejandro Miguel Figueroa-López / Fridzia-Izaguirre Díaz de León
María del Carmen Martínez-Valenzuela
Cecilia Urías-Romero / Guadalupe Arlene Mora-Romero
Ignacio Eduardo Maldonado Mendoza

255 Aplicación de procesos tecnológicos en ingredientes vegetales


para la sustentabilidad económica del cultivo de tilapia
(Oreochromis niloticus) en México
Francisco Valdez-González / Breidy Cuevas-Rodríguez
Iram Zavala-Lea / Marcial Ruiz Velazco-Arce
Juan Pacheco-Vega / Iván Díaz-Vázquez

271 Los Autores


Prólogo

Fridzia Izaguirre Díaz de León


Duván Emilio Ramírez Ospina

Este libro puesto a consideración de la comunidad académica y científica


internacional es el primer resultado del trabajo investigativo del Docto-
rado en Sustentabilidad de la Sede Guasave de la Universidad Autóno-
ma de Occidente de Sinaloa, México.
Por tanto, a manera de prólogo se analiza la importancia de los
programas de Doctorado en la generación de un pensamiento latinoa-
mericano que contribuya a interpretar la realidad sociohistórica del
continente desde su matriz histórica y cultural, de manera que pueda
avanzarse en la ruptura de la colonialidad del saber, tradicional en las
academias latinoamericanas, lo que ha llevado a que corrientes de pen-
samiento, marcos teóricos o paradigmas producidos a partir de las ex-
periencias y los saberes ancestrales de otros contextos –y que respon-
den a otras realidades– sean tomados como referentes para interpretar

9
nuestra realidad, generando el abandono de la cultura y el conocimiento
latinoamericano.
Para la preparación de este documento, se parte de que en el cono-
cimiento sobre sustentabilidad se han logrado importantes avances en
América Latina, constituyéndose en uno de los campos de conocimien-
to en los que podrían reconocerse significativos aportes de los científi-
cos de esta parte del mundo al conocimiento universal.
Además, resulta interesante responder a las siguientes preguntas:
¿qué sentido tiene un programa de Doctorado en Sustentabilidad en la
Sede Guasave de la Universidad Autónoma de Occidente de Sinaloa, Mé-
xico, y cuáles son los aportes al conocimiento universal de la comunidad
científica? Responder estas preguntas requiere seguramente de un tra-
bajo mucho más profundo del que podría exponerse en este escrito,
pero aquí se plantean algunas ideas que pueden servir como soporte
para intentos futuros de encontrar respuestas, o que pueden constituir-
se en guías para la acción investigativa de la comunidad académica.
La mejor forma de responder estas preguntas parte de la ubicación
espacio temporal del Doctorado, de los sujetos involucrados y de quie-
nes se involucrarán. Para que adquiera sentido todo el esfuerzo que esta
apuesta ha significado, sus actores deberán avanzar en descubrir las in-
teracciones sociales, la forma en que las sociedades mexicanas y lati-
noamericanas se relacionan entre ellas y con la naturaleza, lo que San-
tos (2011) ha denominado las epistemologías emergentes, resultantes de
encontrar las epistemologías ausentes en el discurso sobre sustentabili-
dad de las comunidades científicas y las universidades mexicanas y lati-
noamericanas, que responden más a los marcos teóricos desarrollados
para otros contextos, no para los propios.
Esta obra, puesta a consideración de la comunidad científica inter-
nacional, contiene los primeros avances en el desarrollo de la primera
cohorte del Doctorado en Sustentabilidad de la Universidad Autónoma
de Occidente, los cuales se convierten en una semilla que deberá cuidar-

10 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


se por los involucrados en el programa para que sobre ella se siga cons-
truyendo conocimiento, convencidos de que los avances en el mundo de
la ciencia son el resultado del trabajo de muchas personas durante mu-
chos años y que en ese proceso la universidad tiene un papel importante
para lograr la promoción del conocimiento y la cultura.
En este orden de ideas, Consuegra Higuins (1972) afirma que la pro-
moción cultural ha constituido el más caro ideal de la universidad, con-
siderando que tradicionalmente las universidades han cargado con la
responsabilidad de buena parte de la promoción de la cultura. Esto se ve
determinado por sus actividades en los campos del arte, la ciencia y la
técnica. Sin embargo, señala que, a su vez, las universidades son la ex-
presión de la dependencia cultural; han servido como vehículo apropia-
do para la penetración de patrones culturales exóticos, deformadores de
los valores vernáculos y alejados de la realidad y el destino nacional.

Sentido del Programa de Doctorado

Por tanto, el programa de Doctorado en Sustentabilidad de la Universi-


dad Autónoma de Occidente, si pretende mantenerse fiel a lo expuesto,
no podrá convertirse en instrumento de la dependencia cultural refleja-
da en las tradiciones científicas de otros contextos. Por el contrario, de-
berá dar cuenta de los conocimientos, de las formas propias de relacio-
narse con el entorno que permanecen ocultas a los marcos teóricos y a
los desarrollos del pensamiento propio y que, por medio de los procesos
de investigación que se adelanten en el programa, deberá construir ele-
mentos teóricos para una práctica sustentable que responda a las condi-
ciones culturales de Latinoamérica, avanzando así en el cumplimiento
de la función de promoción del arte, la ciencia y la técnica, en elementos
liberadores de la dependencia.
Este primer libro, resultado de los procesos investigativos de los
estudiantes y docentes del programa, pretende mostrar formas de

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 11


pensamiento propio latinoamericano que sirvan como base para desa-
rrollos posteriores, tanto de otros estudiantes y docentes del Doctorado
como de la misma universidad, pero además de otros científicos y uni-
versidades latinoamericanas, como aporte de la Universidad Autónoma
de Occidente y del Doctorado en Sustentabilidad a la promoción del
arte, la ciencia y la técnica desde esta parte del mundo, sin desconocer
los desarrollos teóricos que se logran en diversos lugares del planeta.
De la misma manera, Consuegra Higuins (1972) señala un concepto
de universidad que va más allá de aquel que la concibe como simple con-
ciencia crítica de la sociedad. Al lado del papel crítico, también agrega su
función responsable, creadora, aportadora de condiciones insinuantes
para un arte, una técnica y una ciencia que puedan responder a las exi-
gencias del proceso y el cambio social.
De acuerdo con lo anterior, la responsabilidad de un programa
como este y de quienes participan en él debe resistirse a traducir las
realidades mexicanas y latinoamericanas en lo que Escobar (2012) de-
nomina discursos estandarizados, ordenados y en cursos de acción
burocráticos, lo cual supone, a la vez, resistirse a comprender el mun-
do de la sustentabilidad sólo mediante las conceptualizaciones ofreci-
das por la experiencia profesional y de los discursos construidos en
otros territorios y para otras realidades.
También es importante tener en cuenta el planteamiento de Naime
(2011) cuando afirma que la realidad del mundo actual exige pensar di-
ferente, buscar nuevos paradigmas que le den sentido al mundo. Hay
que tener la valentía de enfrentar los riesgos y lanzar nuevos retos al
pensamiento para generar la posibilidad de que el pensamiento latinoa-
mericano aporte algo al pensamiento universal y no se convierta en
mero reproductor de paradigmas, autores o corrientes.
De esta manera, para que el programa de Doctorado en Sustentabi-
lidad tenga sentido, es necesario comprometerse con la construcción de
los marcos teóricos, epistemológicos y metodológicos que interpreten la

12 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


realidad de su contexto, es decir, la realidad mexicana y latinoamerica-
na, y desde estas realidades contribuir con el conocimiento universal so-
bre la sustentabilidad, teniendo en cuenta que la formación de doctores
debe avanzar hacia el desarrollo de formas de pensamiento propio que
respondan a la necesidad de toda sociedad, de manera especial la lati-
noamericana, de desarrollar una reflexión teórica libre y universal, ca-
paz de englobar también todos los ideales y el ideal de todo (Pérez, 2011).
Por tanto, no debe olvidarse que la actual división internacional del
trabajo está determinada por los países que producen conocimiento y
los que producen bienes primarios y manufactura. El tránsito de países
productores de bienes básicos y manufactura a productores de conoci-
miento sólo será posible en la medida en que se desarrollen formas de
pensamiento propias para que emerja el conocimiento presente en
nuestra cotidianidad, entendiendo que hay muchas formas de conocer
más allá de lo institucionalizado; en este caso, el discurso sobre la sus-
tentabilidad debe construirse a partir de la propia realidad.
En este orden de ideas, resulta interesante entender cuáles son los
marcos metodológicos que se utilizarán en los procesos investigativos,
pero también cuáles son los marcos teóricos desde los que se observa-
rán las realidades de los sujetos que intervienen en el Doctorado. Si se
mantiene la observación de la realidad desde los discursos instituciona-
lizados, se seguirá avanzando por la línea de legitimar las prácticas y los
discursos tradicionales producidos en otros contextos y que no respon-
den a la realidad latinoamericana, lo cual seguirá impidiendo el surgi-
miento del pensamiento, conocimiento y de las epistemologías ausentes
del discurso sobre sustentabilidad, en especial aquel que responde a las
visiones del mundo industrializado.
Esto significa apartarse del eurocentrismo y del nortecentrismo
que caracteriza la mayor parte de los programas de doctorado en Amé-
rica Latina. No significa que se llegue a desconocer el recorrido teórico
construido hasta hoy en esas latitudes; por el contrario, significa que

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 13


desde allí se puede partir para descubrir lo que ha permanecido oculto
en la cultura latinoamericana a causa de la monocultura del saber y el
rigor del saber, o por la monocultura del tiempo lineal, las lógicas de
clasificación social, de la escala dominante o de la productividad (Mo-
nedero, 2011) a lo que se debe contraponer la ecología de los saberes
mexicanos y latinoamericanos, así como la ecología de los tiempos que
permita reconocer la contemporaneidad de los otros. La ecología del
reconocimiento que horizontaliza los saberes y la ecología de la pro-
ductividad que recupera los sistemas alternativos de producción más
respetuosos con la naturaleza.
Todo el esfuerzo que se ha hecho en la Universidad Autónoma de
Occidente, desde la perspectiva financiera, académica y administrativa,
no tiene sentido si esta realidad del Doctorado se trabaja desde una
perspectiva tradicional e institucionalizada de la sustentabilidad, si los
problemas del desarrollo sustentable, de las relaciones del ser humano
con la naturaleza, si la sosteniblidad de las culturas son abordados sólo
desde los marcos teóricos y epistemológicos tradicionales. El sentido de
este Doctorado debe guiarse por la necesidad de abordar la formación
de pensadores desde una perspectiva latinoamericana.
Para lograrlo, es necesario tener en cuenta que no se trata de aban-
donar los postulados teóricos que han guiado el pensamiento sobre la
sustentabilidad, sino buscar en lo que Santos (2012) ha denominado las
epistemologías emergentes que rescaten las experiencias sociales que
han permanecido ocultas bajo el poder del saber dominante y que ha
conducido a leer a los autores europeos o norteamericanos desde su rea-
lidad, abandonando la del investigador latinoamericano, bajo la creen-
cia de que lo que se considera cierto en Europa o Norteamérica también
es cierto para América Latina. Por tanto, este Doctorado tiene sentido si
los procesos investigativos que se están desarrollando en él y que se de-
sarrollarán, se orientan a comprender las realidades y necesidades de
las sociedades mexicana y latinoamericana.

14 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


La generación de pensamiento latinoamericano debe llevar a la
transformación de las prácticas sociales y las interpretaciones sobre lo
que se considera la verdad y las dimensiones del ejercicio del poder en
América Latina; por tanto, éste debe ser un pensamiento liberador, no
sólo de la dependencia relacionada con el conocimiento, sino también
de las prácticas sociales que contribuyen a consolidar la realidad y el
futuro latinoamericano. Siendo el tema de la sustentabilidad un proble-
ma crítico para el futuro del continente, es importante que el pensa-
miento latinoamericano contribuya al desarrollo epistemológico de la
sustentabilidad, sin perder de vista su contexto.
De esta manera, no se trata sólo de abordar el estudio de una pro-
blemática local a partir de discursos teóricos o categorías generados en
otros contextos. Se trata de ver las categorías que emergen de las prácti-
cas sociales propias y retomar a los pensadores de esta parte del mundo
que se han ocupado de los problemas de la sustentabilidad y del desarrollo
sustentable. Además, recuperar ese conocimiento que ha permanecido
oculto o que ha sido ignorado aún en los análisis de los temas asociados a
la sustentabilidad por los investigadores latinoamericanos, los cuales res-
paldan las prácticas sociales o se nutren de ellas.

Referencias

Arturo, E. (2012). La invención del desarrollo. Popayan: Universidad del


Cauda.
Consuegra H., J. (1972). Cómo se reprime la universidad en Colombia. Barran-
quilla: Perijá.
De Souza, B. (2011). El milenio huérfano. Madrid: Trotta, Ilsa.
Monedero, J.C. (2011). Pensamiento crítico para tiempos modernos: Boa-
ventura de Souza Santos y el sur al otro lado del abismo. B. de Souza
Santos, El milenio huérfano. Madrid: Trotta.
Naime, A. (2011). A las puertas de Jano: de la adminsitración a los estudios
organizacionales. Revista Electronica Forum Doctoral, 3. Edición especial.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 15


Nussbaum, M.C. (2015). Emociones políticas. ¿Por qué e amor es omportante
para la justicia? Serie Estado y Sociedad. Barcelona: Paidós.
Pérez, A. (2011). Pensar el sentido, la teleología, las normas. La filosfía y su
función rectora de la humanidad según Husserl. Laguna.
Santos, B.D. (2012). Una epistemología del sur: la reinvención del conocimiento
y la emancipación social. México: clacso, Siglo xxi.

16 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Parte I
Sustentabilidad y Sociedad

Cambio climático, vulnerabilidad y


adaptación

Paúl A. García López


Ramiro Ahumada Cervantes
Luis Carlos González Márquez
Iván G. Martínez Álvarez

E  l cambio climático es un problema de actualidad con afectación a


escala global (Hidalgo, 2016). La elevación de la temperatura pro-
medio del planeta afecta el ciclo del agua y la frecuencia e intensidad de
los fenómenos climatológicos extremos (sequías, huracanes y olas de ca-
lor, entre otros). Estos cambios en el sistema climático dañan a las comu-
nidades (su bienestar y patrimonio), los cultivos y los ecosistemas, rom-
piendo el equilibrio ecológico en el que se sustenta la vida (semarnat,
2012).
No hay duda de que hay incrementos en la temperatura a escala
global originados por las actividades antropogénicas, en específico
aquellas relacionadas con el uso de combustibles fósiles, con la defores-
tación excesiva y con algunos procesos industriales que emiten enor-
mes cantidades de bióxido de carbono, uno de los principales gases de
efecto invernadero (gei; Arámbura, 2007).

17
La ubicación geográfica de México, sus condiciones climáticas, oro-
gráficas e hidrológicas, entre otros factores, contribuyen para que el
país sea una de las zonas más vulnerables del planeta al cambio climáti-
co (Greenpeace, 2010). En ese sentido, el gobierno mexicano ha colocado
como punto primordial de su agenda la creación e implementación de
respuestas a este fenómeno para mitigar sus emisiones de gei y reducir
las consecuencias de sus impactos, así como aprovechar las posibles
oportunidades que las transformaciones en el clima pudieran presen-
tar. Nuestro país se encuentra expuesto a fenómenos como huracanes,
sequías, temperaturas extremas y lluvias torrenciales. Estos eventos
tienen consecuencias sociales, económicas y ambientales: ponen en
riesgo la vida de miles de personas, su bienestar y patrimonio, compro-
meten la conservación de los ecosistemas, su biodiversidad y los servi-
cios que proveen, y limitan las oportunidades de desarrollo en el corto y
mediano plazo (encc, 2017). Las afectaciones de los eventos hidrome-
teorológicos y climáticos extremos muestran la importancia de reducir
la vulnerabilidad y fortalecer la adaptación al cambio climático en el
país (Enríquez, 2016).
La presente investigación documental desglosa tres aspectos rele-
vantes del cambio climático. La primera parte refiere el estado cambian-
te de la atmósfera y los factores que interactúan de manera compleja en
el clima. Asimismo, se menciona lo referente al cambio climático y su
reconocimiento como un problema global con graves dimensiones am-
bientales, sociales, económicas, distributivas y políticas. También se
aborda la forma en que los países se enfrentan el problema, en especial
los países en desarrollo. En el segundo apartado se analiza la vulnera-
bilidad ante el cambio climático, principalmente su conceptualización
y forma de estudiarla. Finalmente, en la tercera parte se aborda el
tema de la adaptación, necesaria para minimizar el impacto del cam-
bio climático.

18 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


El clima y el cambio climático

Hoy día, se piensa que el clima es un estado cambiante de la atmósfera,


mediante sus interacciones con el mar y el continente; de igual manera,
depende de un gran número de factores que interactúan de forma com-
pleja; entre ellos, la altitud, la latitud y las corrientes marinas (Magaña,
2010).
El clima es un bien común, relacionado con muchas condiciones
esenciales para la vida humana. Incide en los sistemas socioambientales
de las regiones del planeta y cualquier cambio impone impactos en los
sistemas socioeconómicos (Conde, 2016). Cuando un parámetro meteo-
rológico, como la precipitación o la temperatura, sale de su valor medio
de muchos años, se habla de una anomalía climática, que puede ser for-
zada por agentes internos, como inestabilidades en la atmósfera o en los
océanos, o por agentes externos, como el aumento en la intensidad de la
radiación solar o en las características del planeta (Magaña, 2010).
Es evidente que hoy ocurre un cambio climático acelerado, en compa-
ración con los del pasado, probablemente asociado a la creciente presión
antropogénica que, a su vez, es resultado del crecimiento de la economía
mundial (Malik, 2012). El cambio climático es uno de los principales de-
safíos que enfrenta la humanidad. Por esa razón, y en gran medida,
este proceso se ha desencadenado a partir de la creciente utilización de
combustibles fósiles, junto con la incidencia de actividades agrícolas e
industriales y la deforestación a escala global (Hidalgo, 2016). Dichas
actividades generan emisiones de gases de efecto invernadero (gei);
entre ellos, dióxido de carbono (CO2), monóxido de carbono (CO), me-
tano (CH4) y óxido nitroso (NO) (Sosa, 2015).
El calentamiento antropogénico ha modificado el clima, como lo
evidencian los aumentos en las temperaturas oceánica y terrestre, las
variaciones en la precipitación, los cambios en los patrones de viento y

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 19


la mayor ocurrencia e intensidad de fenómenos hidrometeorológicos
extremos, como las sequías, las olas de calor y los ciclones tropicales
(Sosa, 2013). El ipcc (2014) menciona que la emisión continua de gei cau-
sará mayor calentamiento y cambios duraderos en todos los componen-
tes del sistema climático, lo que aumentará la probabilidad de impactos
graves, generalizados e irreversibles, para las personas y los ecosistemas.
Para contener el cambio climático, será necesario reducir sustancial y
sostenidamente las emisiones de gei que, junto con la adaptación, pue-
de limitar los riesgos del cambio climático. De igual manera, en todos
los escenarios de emisiones evaluados las proyecciones señalan que la
temperatura en superficie continuará aumentando a lo largo del siglo
xxi (ipcc, 2014). Es probable que las olas de calor ocurran con mayor
frecuencia y duren más y que los episodios de precipitación extrema
sean más intensos y frecuentes en muchas regiones. El océano se segui-
rá calentando y acidificando y el nivel medio global del mar continuará
elevándose.
En este orden de ideas, se puede afirmar que el cambio climático
debe reconocerse como un problema de gestión de riesgo, en donde éste
es el resultado de combinar una amenaza y una vulnerabilidad a esa
amenaza (Magaña, 2010). Si la tendencia continúa, este siglo podría
atestiguar cambios climáticos inauditos y una destrucción sin prece-
dentes de los ecosistemas, con graves consecuencias para todos los seres
vivos (Hidalgo, 2016).

El cambio climático y los países

Es posible que en las próximas décadas todos los países se enfrenten a


riesgos climáticos graves. Sin embargo, los impactos más severos recae-
rán probablemente en los países en desarrollo; probablemente también
serán los más expuestos a los efectos del cambio climático. En ese senti-
do, la población más pobre será la más afectada, ya que sus medios de

20 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


vida dependen, en gran medida, de los servicios que prestan los ecosis-
temas, como la agricultura, la pesca y los recursos forestales (Bele, 2013).
Por esas razones, con regularidad son los menos capaces para enfrentar
sus impactos, debido a sus restricciones financieras y tecnológicas que
limitan sus capacidades para crear tecnología o construir grandes obras
de infraestructura (Sosa, 2015). En contraparte, los que tienen más re-
cursos y poder económico o político parecen concentrarse en enmasca-
rar los problemas o en ocultar los síntomas. Por tanto, es el momento de
enfrentar los riesgos que conlleva el cambio climático, aunque aquellos
cuyas decisiones inciden más sobre este fenómeno son los que menos
prioridad dan a la búsqueda de soluciones (ipcc, 2014).
Las próximas dos décadas serán decisivas, debido a la transforma-
ción estructural profunda de la economía mundial. En el futuro próxi-
mo, la economía global continuará creciendo. Más de mil millones de
personas se desplazarán a entornos urbanos y la tecnología continuará
evolucionando. Además, se estima que se invertirán cerca de 90 billones
de dólares en nuevas infraestructuras urbanas, en sistemas para mejo-
rar uso de la tierra y en sistemas de energía. La manera como se admi-
nistren todos estos cambios determinará los patrones de crecimiento,
productividad y estándares de vida futuros, así como los escenarios de
emisiones de gei (Hidalgo, 2016).
De acuerdo con el Banco Mundial, los países de altos ingresos pue-
den y deben reducir sus huellas de carbono. Asimismo, los países en
desarrollo necesitan grandes expansiones en energía, transporte, sis-
temas urbanos y producción agrícola, ya que si continúan utilizando
tecnologías tradicionales, lo que genera gran cantidad de emisiones de
carbono, estas expansiones tan necesarias producirán más gei (Sosa,
2013). Es urgente actuar sobre un cambio a un mundo con bajas emisiones
de carbono con la innovación tecnológica y las reformas institucionales,
con una acción inmediata y agresiva de los países de altos ingresos, ya que
con nuevas tecnologías a precios competitivos puede reducirse el cambio

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 21


climático sin sacrificar el crecimiento. En contraparte, aún hay margen
para que los países en desarrollo cambien hacia trayectorias de menor
emisión de carbono sin comprometer su desarrollo, pero esto varía de
un país a otro y dependerá del alcance financiero. Los impactos de los
gei liberados en la atmósfera se sentirán durante décadas, incluso mile-
nios, haciendo que el regreso a un nivel seguro sea bastante difícil (The
World Bank, 2010).

México ante el cambio climático

Con la firma de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio


Climático (cmnucc) en 1992, en México se dan los primeros pasos para
construir un marco institucional para enfrentar el cambio climático. La
Comisión Intersecretarial de Cambio Climático (cicc), creada por el go-
bierno federal, se constituyó como el organismo principal para la toma
de decisiones en la materia. A partir de ahí, se elaboraron las primeras
tres Comunicaciones Nacionales que constituyeron instrumentos para re-
saltar y diseminar los estudios sobre cambio climático. La Primera Comu-
nicación Nacional, presentada en 1997, contiene los resultados del Estudio
de país sobre cambio climático (1994-1996), representando el primer diag-
nóstico nacional. La Segunda Comunicación Nacional, presentada en 2001,
contiene la actualización del Inventario Nacional de Emisiones de gei al
año 1996. Incluyó la descripción de las políticas de mitigación en el área
forestal y energía, los escenarios de emisiones y las actividades de inves-
tigación y cooperación internacional. La Tercera Comunicación Nacional se
presentó en 2006 e incluyó información relevante sobre las condiciones
de vulnerabilidad y las capacidades de adaptación en México (inecc, se-
marnat, 2012a).
El tema de la adaptación al cambio climático es incluido por prime-
ra vez en el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 (pnd) y en trece pro-
gramas sectoriales. En 2007 se presentó la primera Estrategia Nacional

22 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


de Cambio Climático (enacc). En ella se asume la visión de la adaptación
como una construcción de capacidades, tanto institucionales como so-
ciales y de los sistemas naturales (inecc, semarnat, 2012b). En este
mismo año, se creó el Grupo de Trabajo para Estrategias y Políticas de
Adaptación. Los miembros de este Grupo trabajaron para elaborar el
componente de adaptación del Programa Especial de Cambio Climático
2009-2012 (pecc; Moreno y Urbina, 2008). En este sentido, México fue
uno de los primeros países en desarrollo que propuso un programa ante
el cambio climático. El pecc fue un instrumento de política transversal
del gobierno federal buscando la mitigación y adaptación al cambio cli-
mático, sin afectar el crecimiento económico (inecc, semarnat, 2012b).
A escala estatal, desde 2008 se vienen desarrollando acciones para
elaborar los Programas Estatales de Acción ante el Cambio Climático (pe-
acc). El Instituto Nacional de Cambio Climático (inecc) ha colaborado
con los gobiernos estatales para su elaboración y a la fecha varios esta-
dos ya lo tienen formado. Además de los peacc, se han creado algunas
Comisiones Intersecretariales Estatales que tienen atribuciones para la
coordinación de las políticas estatales. A escala municipal se están pro-
moviendo los Planes de Acción Climática Municipal (pacmun). Su objetivo
consiste en orientar las políticas públicas municipales en vulnerabili-
dad, adaptación y mitigación al cambio climático en el ámbito local
(inecc, semarnat, 2012a). Actualmente hay 242 municipios que tienen
su pacmun en proceso de validación, elaboración o inicio de actividades
(pacmun, 2013).
De 2009 a 2012 se elaboraron otras dos comunicaciones nacionales.
La Cuarta Comunicación, publicada en 2009, actualiza y complementa la
información presentada en la anterior. Identifica las principales accio-
nes de adaptación en programas nacionales y sectoriales y presenta un
diagnóstico de vulnerabilidad y adaptación que debe retomarse para
instrumentar las políticas públicas (inecc, semarnat, 2012a). Por su
parte, la Quinta Comunicación, publicada en 2012, evidencia los avances

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 23


significativos de México. Lo más destacable es el incremento de accio-
nes y estudios en materia climática en todas las facetas de la actividad
nacional (inecc, semarnat, 2012b).
En 2012, México se convirtió en el primer país en desarrollo en con-
tar con una Ley General de Cambio Climático (lgcc). Esa Ley propone
crear el inecc, establece la política nacional de cambio climático enfoca-
da a la mitigación y adaptación y le da estructura al Sistema Nacional de
Cambio Climático, entre otros (dof, 2012). En este sentido, a principios
de 2013 se creó el inecc, cuya misión es contribuir a la formulación,
conducción y evaluación de la política nacional en cambio climático, cre-
cimiento verde y sustentabilidad con base en la elaboración, coordina-
ción y difusión de estudios e investigaciones científicas o tecnológicas
(inecc, 2013).
En junio de 2013 entró en vigor el Plan Nacional de Desarrollo 2013-
2018, teniendo como una de sus estrategias fortalecer la política nacio-
nal de cambio climático y el cuidado al medio ambiente para transitar
hacia una economía competitiva, sustentable, resiliente y de bajo carbo-
no. El pnd también contempla la elaboración del nuevo Programa Espe-
cial de Cambio Climático (pnd, 2013), publicado en el Diario Oficial de la
Federación el 28 de abril de 2014 (dof, 2014). Finalmente, la nueva Estra-
tegia Nacional de Cambio Climático (enacc), Visión 10-20-40, que también
entró en vigor en junio del mismo año, «es el instrumento rector de la
política nacional en el mediano y largo plazo para enfrentar los efectos
del cc y transitar hacia una economía competitiva, sustentable y de ba-
jas emisiones de carbono» (encc, 2013).

Impactos observados en el sistema climático

Las observaciones del sistema climático se basan en mediciones directas


y en la teledetección desde satélites y otras plataformas. Las observacio-
nes de la temperatura y otras variables a escala mundial comenzaron a

24 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


efectuarse en la era instrumental, a mediados del siglo xix, y desde 1950
se dispone de conjuntos de observaciones más completos y diversos. Las
reconstrucciones paleoclimáticas aportan registros que se remontan a
siglos o millones de años. Conjuntamente, proporcionan una visión glo-
bal de la variabilidad y los cambios a largo plazo en la atmósfera, los
océanos, la criósfera y la superficie terrestre (ipcc, 2014).
De acuerdo con los hallazgos del ipcc (2014), los impactos observa-
dos en el sistema climático son los siguientes:

■ El calentamiento en el sistema climático es inequívoco y, desde la dé-


cada de los cincuenta del siglo pasado, muchos de los cambios obser-
vados no han tenido precedentes en los últimos decenios.
■ La atmósfera y el océano se han calentado, mostrando un aumento
en la temperatura de 0.85 ºC en el periodo 1880-2012, y el incremento
total entre el promedio del periodo 1850-1900 y el periodo 2003-2012
es de 0.78 ºC.
■ Los volúmenes de nieve y hielo han disminuido de 34 Gt/año en el
periodo 1992-2001 a 215 Gt/año en el periodo 2002-2011.
■ El nivel del mar se ha elevado en el período 1901-2010 y el nivel medio
global del mar se elevó 0.19 metros.
■ Las concentraciones de gases de efecto invernadero han aumentado
considerablemente de tal manera que ya no es posible ocultarlo.
■ El calentamiento de los océanos ha provocado mayor concentración
de salinidad en ellos.
■ En las regiones oceánicas donde han aumentado las precipitaciones,
la concentración de salinidad ha disminuido.

Impactos esperados del cambio climático

Las proyecciones de los cambios en el sistema climático se elaboran


empleando una jerarquía de modelos climáticos, que van de modelos

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 25


climáticos sencillos a otros integrales, pasando por modelos de comple-
jidad intermedia, así como modelos del sistema Tierra. Esos modelos
simulan cambios basados en un conjunto de escenarios de forzamientos
antropógenos (ipcc, 2014).
Las proyecciones para los próximos decenios muestran unos patro-
nes espaciales de cambio climático similares a los proyectados para el
final del siglo xxi, aunque de menor magnitud. La variabilidad interna
natural continuará ejerciendo una importante influencia en el clima,
especialmente a corto plazo y a escala regional (ipcc, 2014).
De acuerdo con los hallazgos del ipcc (2014), los impactos espera-
dos en el sistema climático son los siguientes:

■ Se proyecta que el cambio en la temperatura media global en super-


ficie para el periodo 2016-2035 esté en el rango de 0.3 °C a 0.7 °C, en
relación con el periodo 1986-2005, en el supuesto de que no se produ-
cirán erupciones volcánicas importantes ni alteraciones persistentes
en la irradiación solar total, y para 2100 se espera que esté en el rango
de 0.3°C a 4.8 °C.
■ En las zonas continentales se producirán temperaturas extremas. Por
ejemplo, en temporada de verano las temperaturas altas tendrán un
periodo de duraciones más prolongadas, mientras que los periodos
invernales la cantidad de frío será menor y con duración más corta.
■ De altas temperaturas con mayor frecuencia en temporada de verano,
mientras que en temporada invernal serán menos frías en la mayor
parte de las zonas continentales.
■ Las olas de calor se manifestarán con mayor frecuencia y de forma
más duradera, y continuarán produciéndose temperaturas frías extre-
mas en invierno de manera ocasional.
■ A finales de este siglo se espera que los fenómenos extremos de pre-
cipitación sean más intensos y frecuentes en la mayor parte de las
masas térreas de latitud media y en las regiones tropicales húmedas.

26 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


■ Se proyecta que a escala mundial la extensión abarcada por los siste-
mas monzónicos aumente a lo largo del siglo veintinuno.
■ El calentamiento del océano en los primeros 100 metros de profundi-
dad será de aproximadamente entre 0.6 °C y 2.0 °C, y a unos 1 000 m
de profundidad, entre 0.3 °C y 0.6 °C.
■ Es muy probable que la circulación de renuevo meridional del Atlánti-
co se debilite su circulación cerca del año 2050.
■ La cubierta de hielo del Ártico seguirá menguando y haciéndose más
delgada, y el manto de nieve en primavera en el hemisferio norte dis-
minuirá a lo largo del siglo veintiuno.
■ El nivel medio global del mar seguirá aumentando durante el siglo
veintiuno.

Vulnerabilidad al cambio climático

La vulnerabilidad al cambio climático es una condición dinámica ante


una amenaza particular, en un tiempo y espacio geográfico determina-
dos, que se entiende como la propensión o predisposición a ser afectado
negativamente, y comprende una variedad de conceptos y elementos
que incluyen la sensibilidad o susceptibilidad al daño y la falta de capa-
cidad de respuesta, así como adaptación ante los cambios en el clima
(ipcc, 2014). La vulnerabilidad refiere el contexto físico, social, econó-
mico y ambiental de una región, sector o grupo social susceptible de ser
afectado por un fenómeno meteorológico o climático, y que resulta cla-
ve para entender el origen de los desastres (ineec, 2013).
El reto de las investigaciones actuales es realizar a escala regional
estudios de vulnerabilidad y adaptación de los sistemas humanos sobre
los que descansa la productividad y bienestar de la sociedad (Conde et
al., 2008). Las evaluaciones de vulnerabilidad y adaptación ante el cam-
bio climático son variadas y tienen su grado de dificultad. A la fecha, se
han utilizado diferentes enfoques y escalas para evaluar este tipo de

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 27


problemas. Por ejemplo, se ha evaluado la vulnerabilidad en relación
con un determinado estresor, como pueden ser eventos extremos o ries-
gos climáticos (Pandey y Kumar, 2012). Otro enfoque utilizado es la eva-
luación de la vulnerabilidad a partir de considerar el sistema impactado
(Monterroso et al., 2012); por ejemplo, la vulnerabilidad social respecto
al impacto del cambio climático en algún sector o actividad productiva,
como pueden ser la agricultura (Ojeda et al., 2010; Ravindranath et al.,
2011; Amoako y William, 2012), el turismo (Moreno y Becken, 2009) o el
sector salud (Malik et al., 2012).
Para asegurar que las estrategias orientadas a minimizar la afecta-
ción del cambio climático en los sistemas sociales y económicos, de tal
forma que reduzcan la vulnerabilidad de las personas al cambio climáti-
co, es necesario conocer quién o qué es vulnerable, a qué es vulnerable,
qué tan vulnerable es, cuáles son las causas de su vulnerabilidad y qué
respuestas pueden disminuir su vulnerabilidad (Bele, 2013; Magaña,
2013). Esta información es valiosa para el diseño, implementación, mo-
nitoreo y evaluación de dichas estrategias (Soares, 2016).
La vulnerabilidad al cambio climático está en función de la exposi-
ción, sensibilidad y capacidad adaptativa (Monterroso et al., 2012; Pandey
y Kumar, 2012; Bele et al., 2013) de un país, una región o una comunidad,
según sea el nivel que se requiera estudiar. El cambio climático conduce a
desórdenes climáticos y se está moviendo cada vez más hacia un enfoque
en las afectaciones provocadas a la sociedad más vulnerable. Hay mu-
chas vías directas e indirectas mediante las cuales el cambio climático
puede influir en las exposiciones ambientales e inducir efectos negati-
vos para la sociedad (Portier et al., 2010). Por ejemplo, algunas eviden-
cias científicas mencionan que los riesgos en la salud tienen relación
directa con la exposición a eventos de climas extremos de las personas
más vulnerables (Collins, 2013).
El ipcc (2014) menciona que el cambio climático causará más olas
de calor intensas y más largas en todo el mundo, lo cual puede causar

28 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


efectos agudos en la salud de la sociedad en general; lo anterior se ha
manifestado en poblaciones urbanas de países de ingresos bajos y me-
dianos con alta sensibilidad a los efectos del cambio climático y con baja
capacidad adaptativa. En este sentido, el mundo menos desarrollado se
ve afectado negativamente y puede ser en especial vulnerable en el fu-
turo a los impactos directos del calor extremo, como resultado del cam-
bio climático debido a su baja resiliencia (ipcc, 2014).
Otro de los efectos que se ponen de manifiesto, resultado del cam-
bio climático, es el aumento en la ocurrencia de eventos de precipitación
extrema. Se espera que las inundaciones sean más frecuentes afectando
la salud e integridad de las poblaciones socialmente más vulnerables,
debido a la falta de infraestructura de protección (baja capacidad adap-
tativa) en sus hogares (Collins, 2013).
En ese sentido, a consecuencia del cambio climático, el peligro oca-
sionado por las condiciones meteorológicas extremas provoca incre-
mento en la vulnerabilidad, aumentan los niveles críticos de riesgos,
exigiendo la cuantificación de los peligros y la vulnerabilidad, y esto
puede conseguirse a través de la construcción de escenarios de riesgos
cuantitativos; los tomadores de decisiones podrán priorizar las acciones
de adaptación necesarias para prepararse a un clima diferente al actual
(ineec, 2013).
Los estudios de los impactos ambientales provocados por el cambio
climático han sido estudiados durante mucho tiempo en las ciencias na-
turales, pero recientemente, están cediendo terreno a otras disciplinas,
como físico-climáticas, dimensiones políticas, sociales, económicas y
culturales. A partir de esto, se ha ido generalizando un consenso en la
comunidad científica que sostiene que la vulnerabilidad a los cambios y
variaciones del clima tiene abordajes interdisciplinarios. Hoy día, los
enfoques y métodos utilizados tienden a reproducir una tradición positi-
vista y las dimensiones sociales se incorporan a los estudios de los im-
pactos del cambio climático en su versión más instrumental, sin llegar a

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 29


replicar los modelos de generación de conocimiento de las ciencias
exactas y naturales (Musseta, 2016). A partir del reconocimiento de la
vulnerabilidad como un elemento multifactorial, es preciso que se do-
cumente en su pasado más reciente y proyectarla a futuro para conside-
rar los impactos potenciales del cambio climático y de esta forma ver las
necesidades de adaptación. Si se considera que no hay una forma única
para calcular la vulnerabilidad ante el cambio climático, se vuelve nece-
sario contar con elementos mínimos para evaluarla (ipcc, 2012).
En esta línea, los indicadores de vulnerabilidad han sido un camino
utilizado por muchos autores (Cutter et al., 2003; García et al., 2005;
Azuz et al., 2010; Collins et al., 2012; Malik et al., 2012; Monterroso et
al., 2012; Monirul et al., 2013; Ahumada et al., 2015; Colburn et al., 2016;
Ramos et al., 2016; Musseta et al., 2017) para evaluar los efectos del cam-
bio climático sobre los grupos sociales, con el propósito de cuantificar la
vulnerabilidad con miras a fortalecer las capacidades para la adapta-
ción, hacer más eficiente la gestión del riesgo y asignar recursos a las
poblaciones, localidades, regiones o países que más lo necesitan. Un as-
pecto insuficientemente tenido en cuenta es que el uso de indicadores
no sólo prioriza la producción de un tipo de conocimiento, sino que
también respalda ciertas respuestas políticas al cambio climático (Mus-
seta, 2016).
Un indicador «es un parámetro, o valor derivado de otros paráme-
tros, dirigido a proveer información y describir el estado de un fenómeno,
ambiente o área, con un significado añadido mayor que el directamente
asociado a su propio valor» (oecd, 2003). Los indicadores son «variables
individuales con alguna conexión lógica con el proceso u objeto de
evaluación que reflejan de alguna manera inequívoca su estado, cau-
sas o resultados» (Scholes et al., 2013). Los indicadores de manera
agregada o ponderada forman índices; en este caso, índices de vulne-
rabilidad al cambio climático.

30 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Es recomendable que la identificación y definición de indicadores
sigan un proceso participativo considerando diferentes visiones y pun-
tos de vista, sobre todo de las comunidades involucradas en el proceso
de evaluación (Bossel, 1999; Scholes et al., 2013). Por lo general, se debe
incluir un número pequeño de indicadores individuales. Sin embargo, el
conjunto de indicadores no debe ser tan pequeño o simple, ya que se
pueden ignorar aspectos importantes de la problemática que se está
evaluando (Scholes et al., 2013:119). Las investigaciones que evalúan la
vulnerabilidad a partir de indicadores buscan establecer relaciones de
causalidad entre eventos (Pahl Wostl et al., 2013), cuantificar las dimen-
siones sociales del problema y establecer generalizaciones que conduz-
can la política pública (Birkenholtz, 2011).

Adaptación al cambio climático

La naturaleza y gravedad de los impactos adversos ocasionados por fe-


nómenos climáticos extremos no dependen sólo de los propios fenóme-
nos, sino también de la exposición y la vulnerabilidad. Estos impactos
se consideran desastres cuando producen daños generalizados y provo-
can alteraciones graves en el funcionamiento normal de las comunida-
des o sociedades. Los fenómenos climáticos están influidos por factores,
incluidos el cambio climático antropógeno, la variabilidad natural del
clima y el desarrollo socioeconómico (ipcc, 2014). Es importante men-
cionar que incluso ante el escenario de mitigación más ambicioso, si se
redujeran drásticamente y con carácter inmediato las emisiones de gei,
los efectos del cambio climático se sentirían durante décadas, probable-
mente más allá del siglo xxi, por lo que es necesario adoptar medidas de
adaptación. En tanto no se alcance un acuerdo global de reducción de
emisiones ambicioso para limitar el calentamiento global, la senda ac-
tual indica que será necesario adaptarse al cambio climático con una
intensidad probablemente mayor a la deseable y afrontar, en todo caso,

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 31


muchas incertidumbres sobre el tipo y magnitud de los efectos, y sobre
nuestra capacidad para hacerlos frente (Castro, 2011).
De acuerdo con el ipcc (2014), la gestión de riesgos de desastre y la
adaptación al cambio climático se centran en la reducción de la exposi-
ción y la vulnerabilidad y el aumento de la resiliencia a los posibles im-
pactos adversos de los fenómenos climáticos extremos. A pesar de que
los riesgos no pueden eliminarse completamente, la adaptación y la mi-
tigación la pueden reducir su impacto; por tanto, la adaptación requiere
anticipar los efectos adversos del cambio climático y tomar medidas
para prevenir y minimizar el daño (Lucas, 2016).
Para el ipcc (2014), la adaptación en los sistemas humanos es el
proceso de ajuste al clima real o proyectado y sus efectos, a fin de mode-
rar los daños o aprovechar las oportunidades beneficiosas (ipcc, 2104).
En el mismo sentido, Lucas (2016) define la adaptación como las políti-
cas, prácticas y proyectos encaminados a moderar o reducir los daños o
aprovechar las oportunidades asociadas al cambio climático.
En este contexto, se sabe que el planeta sufrirá importantes im-
pactos por la inercia del sistema climático, lo que vuelve necesario im-
plementar políticas de adaptación para aminorar estos impactos y de
esta manera contribuir a incrementar la resiliencia (o capacidad de re-
cuperación) de nuestros sistemas económicos, ambientales y sociales
(Lucas, 2016).
Todos los análisis señalan que los efectos negativos del cambio su-
perarán significativamente a los positivos y, así, la adaptación se plan-
tea como una estrategia defensiva frente a esos impactos desfavorables.
En ese sentido, es recomendable anticiparse a los riesgos para reducir o
minimizar los efectos negativos (Castro, 2011).
La adaptación debe ser una gran labor colectiva de la sociedad, donde
es conveniente que participen los actores y niveles de acción (sector públi-
co, sector privado, acción individual, acción colectiva y administración
central-regional-local), donde hay mucho camino que recorrer, donde las

32 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


experiencias deben servir de base de aprendizaje mutuo y donde una
estrecha coordinación a todos los niveles es imprescindible para benefi-
ciarse de las acciones de cada escala (Castro, 2011).
Hacer un análisis del costo-beneficio para la adaptación, definitiva-
mente es algo complejo a causa de la incertidumbre en el tiempo y la
magnitud de los impactos del cambio climático. Sin embargo, si no se
opta por la adaptación podría reflejarse en pérdidas de empleos prima-
rios, incremento en los precios debido a la escasez de dichos insumos y
su efecto sobre la inversión y el crecimiento económico, y la merma en el
bienestar socioeconómico de la población. Asimismo, los costos de la no
adaptación también reflejan costos, derivados de desastres por eventos
climáticos extremos que afectarían periódicamente al país con cuantio-
sas pérdidas económicas. En ese sentido, los beneficios de políticas de
adaptación podrían conceptualizarse como los costos esperados, evitados
en el largo plazo, menos los costos propios de implementación, sujetos a
un cierto estado de vulnerabilidad socioeconómica y a un proceso de
adaptación. De esta manera, el diseño de políticas implica la identifica-
ción de aquellas acciones que faciliten una transición hacia la adaptación
de forma costo-eficiente a largo plazo (semarnat, 2012).

Conclusiones

El cambio climático no es una predicción, sino un fenómeno real. Sus


impactos ya se están manifestando en nuestro país y los datos científi-
cos más recientes lo están demostrando. La problemática climática ac-
tual está por encima de las condiciones climáticas anteriores y está más
que claro que los impactos ambientales esperados serán mucho más in-
tensos.
Es importante considerar la realidad del cambio climático para de
esta forma tomar conciencia y buscar alternativas de adaptación con
anticipación. De igual manera, es indispensable para las medidas de

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 33


mitigación ante las emisiones de gei, que son los principales causantes
del calentamiento global. Este problema genera una gran responsabilidad
en las áreas públicas y privadas, desde lo local hasta lo nacional. Cabe
mencionar que este problema debe abordarse a escala mundial, princi-
palmente por los países desarrollados, que son los que emiten mayor
concentración de gei, ocasionando problemas climáticos severos, razón
suficiente para que tomen la iniciativa para enfrentar la crisis climática.
Aunque los países en desarrollo tienen menor grado de responsabi-
lidad histórica ante la crisis climática, también deben contribuir con
este esfuerzo global en la medida de sus posibilidades. Para alcanzar las
reducciones de emisiones que garanticen que el aumento de la tempera-
tura global no supere niveles peligrosos, es indispensable que estos paí-
ses moderen entre un 15 y un 30% sus emisiones de gei e implementen,
por su cuenta, las medidas que estén a su alcance sin necesidad de ayuda
externa.
Si se toma conciencia de la problemática mundial referente al cam-
bio climático, es importante considerar los daños que esto puede ocasio-
nar y quiénes son los más vulnerables y la capacidad que tiene para
adaptarse a la crisis del cambio climático

Referencias

Bele, M.Y., Tiani, A.M., Somorin, O.A. et al. (2013). Exploring vulnerability
and adaptation to climate change of communities in the forest zone of Ca-
meroon. Springer Science+Business Media Dordrecht, Climatic. Change.
Bossel, H. (1999). Indicators for sustainable development: theory, method,
applications. Canada: International Institute for Sustainable Develop-
ment.
Castro, A.S., Gutiérrez, A., Picatoste, J. (2011). La adaptación al cambio
climático en España. Cambio Climático: Aspectos Económicos e Internacio-
nales, 862.

34 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Collins et al. (2013). Mapping vulnerability to climate change-related hazards:
children at risk in a us–Mexico border metropolis. Springer Science+Busi-
ness Media.
Conde, A.A. y López, B.J. (2016). Variabilidad y cambio climático. Impactos,
vulnerabilidad y adaptación al cambio climático en América Latina y el Ca-
ribe. Ciudad de México: Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climá-
tico.
dof (2012). Ley General de Cambio Climático. México: Diario Oficial de la Fe-
deración.
_____ (2014). Programa Especial de Cambio Climático 2014-2018. México: Dia-
rio Oficial de la Federación.
encc (2013). Estrategia Nacional de Cambio Climático. Visión 10-20-40. Méxi-
co: Gobierno de la República.
Greenpeace (2010). México ante el cambio climático. Evidencias, impactos,
vulnerabilidad y adaptación. México: Printerman.
Golovanevsky, L. (2006). Vulnerabilidad y transmisión intergeneracional de
la pobreza, un abordaje cuantitativo para Argentina en el siglo xxi. Buenos
Aires: Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Económicas.
Henríquez, C. (2016). Impactos, vulnerabilidades y desafíos frente al cam-
bio climático. Revista de Geografía Norte Grande, 63.
Hidalgo, L.A. (2016). Cambio climático: el clima como bien común. Revista
de Fomento Social, 71.
inecc (2017). Acerca del inecc. <http://www.inecc.gob.mx/acerca/mision>.
inecc, semarnat (2012a). Adaptación al cambio climático en México: visión,
elementos y criterios para la toma de decisiones. México: semarnat.
_____ (2012b). México, quinta comunicación nacional ante la Convención Marco
de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. México: semarnat.
Lucas, J., M. Escapa, I. Galarraga (2016). adaptecc: un juego de rol sobre la
adaptación al cambio climático. Revista Electrónica sobre la Enseñanza de
la Economía Pública, 19.
Magaña, V.O. (2010). Guía para generar y aplicar escenarios probabilísticos re-
gionales de cambio climático en la toma de decisiones. México: Centro de
Ciencias de la Atmósfera, Universidad Nacional Autónoma de México.
Malik, S.M., Awan, H., Khan, N. (2012). Mapping vulnerability to climate
change and its repercussions on human health in Pakistan. Toronto, Cana-
dá: Globalization and Health.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 35


Moreno, A.R., Urbina, J. (2008). Impactos sociales del cambio climático en
México. México: ine.
Moreno, A., Becken, S. (2009). A climate change vulnerability assessment
methodology for coastal tourism. Journal of Sustainable Tourism, 4, vol. 17.
Mussetta, P., Barrientos, M.J., Acevedo, E. et al. (2017). Vulnerabilidad al
cambio climático: dificultades en el uso de indicadores en dos cuencas
de Colombia y Argentina. EMPIRIA, Revista de Metodología de las Ciencias
Sociales, 36.
Ocampo, O. (2011). Climate change and its impact on the agriculture, <rev.
ing>. Bogotá, Colombia: Universidad de los Andes.
Ojeda, B.W., Sifuentes, I.E., Íñiguez, C.M. et al. (2011). Climate change
impact on crop development and water requirements. Agro Ciencia, 45.
Instituto Mexicano de Tecnología del Agua 1-11.
oecd (2003). Environmental indicators. Development, measurement and
uses. Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
pacmun (2013). Municipios pacmun. <http://pacmun.org.mx/munici-
pios-participantes/>.
Pandey, R., Jha, S.H. (2011). Climate vulnerability index-measure of clima-
te change vulnerability to communities: a case of rural Lower Himalaya,
India. Springer Science+Business Media.
pnd (2013). Plan Nacional de Desarrollo 2013-2014. México, Gobierno de la
República.
Ruiz, C.J., Medina, G.G., Báez, G.A. et al. (2009). Evaluación de la vulnerabi-
lidad y propuesta de medidas de adaptación a nivel regional de algunos cul-
tivos básicos y frutales ante escenarios de cambio climático. Guadalajara,
Jalisco: inifap.
Salazar, A., O.Masera (2010). México ante el cambio climático: resolviendo
Necesidades locales con impactos globales. México.Sandoval, C., Soares,
D., Munguía, M.T. (2015). Vulnerabilidad social y percepciones asocia-
das al cambio climático: una aproximación desde la localidad de Ixil, Yu-
catán. Sociedad y Ambiente, 5, vol. 1.
Scholes, R., Biggs, R., Palm, Ch. and Duraiappah, A. (2013). Assessing
state and trends in ecosystem services and human well-being. Neville
Ash, Hernán Blanco, Clair Brown, Keisha Garcia, Thomas Henrichs,
Nicolas Lucas, Ciara Ruadsepp-heane, David Simpson, Robert Scholes,
Thomas Tomich, Bhaskar Vira, and Monika Zurek (coords.), A Manual
for Assessment Practitioners. United States of America: Island Press.

36 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Soares, D., Sandoval, A., Norma, C. (2016). Percepciones sobre vulnerabi-
lidad frente al cambio climático en una comunidad rural de Yucatán.
Tecnología y Ciencias del Agua, 4, vol. vii.
Sosa, R. (2015). Política del cambio climático. Instituto Nacional de Estadísti-
ca y Geografía. México.
Tejada, M.F. (2013). Experiencias locales en adaptación al cambio climático
en Bolivia. T’inkazos. Revista Boliviana de Ciencias Sociales, 34.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 37


Educación y transición a la
sustentabilidad

Gisela Cota Yucupicio


Guadalupe Arlene Mora Romero
Rosa María Verduzco Durán
Cecilia de los Ángeles Romero Urías
Fridzia Izaguirre Díaz de León

E  l papel otorgado a la educación en sustentabilidad se refleja en las


políticas internacionales que emanan de organismos como la onu,
unesco, oei, Banco Mundial y ocde. Su importancia se identifica a par-
tir de la proclamación por la onu en 2002 de la Década de la Educación
para el Desarrollo Sostenible (deds; de 2005 a 2014), cuyo objetivo es la
integración de los principios, valores y prácticas del desarrollo sosteni-
ble en educación y el aprendizaje, buscando promover cambios de com-
portamiento tendientes a preservar la integridad del medio ambiente y
la viabilidad de la economía, y para que las generaciones actual y veni-
deras gocen de justicia social. Desde esta perspectiva, se considera la
educación como un elemento vital para construir un futuro sostenible
(onu, 2012).
La unesco es designada como organismo de seguimiento y evalua-
ción de este Decenio; ofrece a los gobiernos el contexto para integrar la

39
Educación para el Desarrollo Sostenible (eds) en sus agendas de reformas
en educación, favoreciendo a la par el desarrollo sostenible y la calidad
educativa, mediante el trabajo en red, el establecimiento de vínculos, el
diálogo y la interacción entre las partes interesadas en la eds, así como
con la promoción de una mayor calidad de enseñanza, aprendizaje, inves-
tigación y capacitación en eds.
Con estas acciones, se pretende proporcionar apoyo a los países
para que cumplan con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (odm) consi-
derando a la eds como la base conceptual general para nuevas formas de
educación, como la educación sobre el cambio climático o la reducción
de los riesgos de desastre (unesco, 2012).
En los primeros años de implementación del Decenio, la unesco y
varios gobiernos focalizaron sus esfuerzos en desarrollar las eds y pun-
tualizar acciones estratégicas prioritarias. En su segunda mitad, el foco
de atención se centra en lograr resultados concretos presentados en el
informe de seguimiento y evaluación de deds, en el que se demuestra
que diversos individuos, instituciones educativas, organismos no guber-
namentales y autoridades, que van desde el ámbito local al federal, se han
sumado a este esfuerzo convocado por la onu y han incorporado acciones
para promover la eds, contribuyendo así al avance de la educación, hacia
la creación de un futuro más sostenible (unesco, 2012).
En ese contexto, se identifica la importancia de implementar enfo-
ques institucionales donde participen diversos interlocutores en la reor-
ganización de la totalidad del sistema para generar mayor impacto en el
desarrollo sostenible. Esto demanda un liderazgo con visión de futuro,
así como formar redes sociales, establecer nuevos caminos en la investi-
gación e incrementar los niveles de participación.
De igual manera, la unesco (2012) plantea que para la reorgani-
zación se requiere implementar diversas modalidades de aprendizajes
innovadoras que han surgido en el marco de la eds, como procesos de
aprendizaje y mecanismos de transformación adaptados al plano local,

40 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


aprendizaje mediante la transmisión de conocimientos, aprendizaje so-
cial con numerosos interlocutores, e interdisciplinario, aprendizaje fun-
dado en el pensamiento crítico y sistémico, aprendizaje centrado en la
disciplina y colaborativo. Asimismo, reportan avances hacia el apren-
dizaje transdisciplinario, en el que se interrelacionan de manera más
frecuente tanto el aprendizaje formal, informal y no formal. A partir
de estos resultados, «la eds como educación general tiene la capacidad
de convertirse en un factor que impulsa el cambio y la innovación en la
educación, la enseñanza y el aprendizaje» (unesco, 2012:63).
En este tenor, Bak Ki-Moon, secretario general de la onu, en el docu-
mento El desarrollo sostenible (2014) comienza por la educación: expresa la
necesidad de continuar fortaleciendo los esfuerzos de los gobiernos, orga-
nizaciones y comunidades tendientes a lograr un desarrollo verdadera-
mente sostenible en los próximos decenios. Los llama a trabajar juntos,
con colaboración, liderazgo e inversiones enfocadas en la educación para
alcanzar el verdadero cambio en la vida de las personas, las economías
de los países y nuestro mundo en general, con base en el poder transfor-
mador de la educación (unesco, 2014).
En este sentido, se observa una orientación importante hacia esta
dirección en el documento de la onu, Transformar nuestro mundo: la
agenda 2030 para el desarrollo sostenible. De él emanan 17 Objetivos del
Desarrollo Sostenible (ods) propuestos para después de 2015, donde se
enfatiza de nuevo en que el logro del desarrollo sostenible para todos los
países solo se puede cristalizar con profundos esfuerzos intersectoria-
les que necesariamente deben partir de la educación e impulsar así ac-
ciones para el logro de los ods.
Por otra parte, la educación ambiental en las instituciones implica
un modelo educativo que no se basa únicamente en temáticas ambienta-
les, sino en el impulso en la formación de valores que lleven al reconoci-
miento de la relación del ser humano con la naturaleza, transformando
sus hábitos y costumbres y articulándolos bajo un esquema sociopolítico

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 41


que lleve al análisis del uso de recursos y los conflictos presentados
(González-Gaudiano y Arias-Ortega, 2015). Esta disciplina, sin duda,
contribuye a la alfabetización de las instituciones en la temática am-
biental y promueve la traducción en componentes de actitud y compor-
tamiento con cualidades positivas (Cantú-Martínez, 2016).

El papel de la educación superior en la transición


hacia una sociedad sustentable

Desde la Carta de la Organización de los Estados Americanos (oea), o La


Carta de Bogotá (tratado interamericano que crea la oea, firmado en la
ix Conferencia Internacional Americana, del 30 de abril de 1948), se señaló
que la educación superior obliga a replantear el papel de la universidad en
la sociedad, en el marco del nuevo orden mundial, que consideraba la in-
clusión de la dimensión ambiental (revisado en González Gaudiano et al.,
2015). De la misma manera, diversos autores citan el encuentro de auto-
ridades académicas de educación superior en Talloires, Francia, en 1990,
en donde manifestaron su compromiso con la sustentabilidad y el me-
dio ambiente. Propusieron que las Instituciones de Educación Superior
(ies) tendrían como misión ser ejemplo de responsabilidad ambiental.
Sugirieron, además, involucrar a la sociedad y el gobierno en busca de so-
luciones integrales (revisado en Martínez-Fernández y González-Guadi-
nano, 2015).
A partir de la xiii Reunión Ordinaria del Consejo de Universidades Pú-
blicas e Instituciones Afines (cupia), celebrada en 1999, la Asociación Na-
cional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (anuies)
y el Centro de Educación y Capacitación para el Desarrollo Sustentable
(cecadesu), de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales,
presentaron la propuesta del Plan de Acción para el Desarrollo Sustentable
en las Instituciones de Educación Superior, la cual pretende generar la par-
ticipación de las instituciones en el análisis, prevención y solución de

42 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


problemas ambientales, así como el establecimiento de acciones estraté-
gicas para el desarrollo de sus funciones sustantivas.
Algunas ies en México (como la Universidad Autónoma de San Luis
Potosí, la Universidad Autónoma Metropolitana, la Universidad La Salle,
la Universidad de Guanajuato, la Universidad Nacional Autónoma de
México, la Universidad Iberoamericana y el Instituto Politécnico Nacio-
nal, entre otras) fueron pioneras en emprender acciones con la incorpo-
ración de planes institucionales y programas ecológicos en sus agendas
ambientales (Gutiérrez-Barba y Martínez-Rodríguez, 2010).
Desde el Plan de Desarrollo Institucional Visión 2030 (pdi V2030) de la
anuies se retoma de manera específica de la Agenda 2030 de la onu el
objetivo 4 para el desarrollo sostenible, en el que se plantea asegurar una
educación inclusiva, equitativa y de calidad, promoviendo oportunida-
des de aprendizaje durante toda la vida y para todos, además de plantear
las metas relacionadas con el empleo, el fomento de la innovación y el
desarrollo tecnológico. Entre las metas planteadas en este objetivo, y que
impactan en la educación superior, se encuentra la de asegurar la apro-
piación por los estudiantes de un estilo de vida saludable y de una cultu-
ra de desarrollo sostenible (anuies, 2016).
Por otra parte, el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 de nuestro país
plantea en su objetivo 3 (referido como México con Educación con Cali-
dad) generar el desarrollo regional sustentable mediante la generación de
profesionales, de tecnologías y de investigación con base en políticas dise-
ñadas para que las entidades federativas fomenten la formación de recur-
sos humanos de acuerdo con sus necesidades.
En el contexto anterior, la educación y la política requieren del pen-
samiento crítico que promueva la reflexión y participación práctica de
los problemas, como parte de la filosofía de una sociedad sustentable
(Barraza, 2002). Desde una perspectiva holística, la sustentabilidad bus-
ca un pensamiento sistémico, es normativa y exhorta hacia la transfor-
mación de la sociedad mediante la incorporación de diferentes valores y

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 43


principios éticos de las sociedades vigentes (Dieleman y Juárez-Nájera,
2008).
Carranza (2007) postula que la sustentabilidad es entendida como
el equilibro a lograr entre el hombre y su entorno, el hombre y la natu-
raleza, el hombre y los otros y el hombre con él mismo, considerando
que la sustentabilidad alberga todos los ámbitos de la vida humana, des-
de una óptica del equilibrio y el bienestar integral.
La educación sustentable es considerada por Barraza (2002) como
el eje de cambio hacia una sociedad más justa, en la que se promueve la
participación de los individuos para resolver problemas socioambienta-
les a través de un aprendizaje creativo, considerando que es posible de-
sarrollar habilidades en la toma de decisiones, basadas en el principio
de equidad en la sociedad. En este contexto, afirma que «si queremos
una sociedad sustentable necesitamos eliminar la pobreza en el mundo.
Lo cual requiere, entre otras acciones, incrementar el acceso y la calidad
de la educación para todos. Necesitamos una sociedad que tenga acceso
y permanencia a la educación» (Barraza, 2002:2).
Por su parte, Carranza (2007) considera que se deben forman ciudada-
nos con base en la construcción de valores, actitudes, habilidades, con un
sentido ético fundamentado en la modernidad mediante una educación
integral; coincide con Barraza (2002), quien plantea dirigir los esfuerzos
hacia la formación de actitudes y valores que promuevan la participación
de la ciudadanía en el tema de sustentabilidad a través de la práctica edu-
cativa. Algunas de sus estrategias de aprendizaje utilizadas en las experien-
cias formativas en sustentabilidad son los estudios de caso, excursiones,
estancias en comunidades, prácticas en contextos reales, experiencias de
vida, juegos de roles y la observación reflexiva, entre otras.
Desde esa perspectiva, se considera la educación un elemento priori-
tario en la reconstrucción o construcción del tejido social y cultural, que
favorezca la aplicación de valores para fortalecer las identidades, el res-
peto a las diferencias y el pensamiento crítico reflexivo de las relaciones

44 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


entre los seres humanos, sus culturas y la naturaleza (Carranza, 2007),
de tal manera que se pueda transformar al individuo y a la sociedad des-
de una pedagogía sustentable para, desde una visión transformadora,
constructiva y participativa, ser capaces de analizar, investigar y teorizar
con base en la acción y principios filosóficos del desarrollo sustentable
(Barraza, 2002).

Tabla 1. La educación y su papel en el logro de los ods

ods Contribución de la educación

Permite que quienes tienen un empleo for-


mal remunerado reciban salarios más eleva-
dos
Ofrece mejores medios de vida a quienes
Reducción de la pobreza
trabajan en el sector no formal
Contribuye a un aumento de los ingresos de
Objetivo 1. Poner fin a la pobreza
los agricultores
en todas sus formas en el mundo
Tiene una importancia decisiva para escapar
de la pobreza crónica
Impide que la pobreza se transmita de una
generación a otra

Lleva a los padres a adoptar prácticas higiéni-


Mejora la nutrición cas y de salud adecuadas
Ayuda a garantizar una dieta variada, que
Objetivo 2. Poner fin al hambre, comprende micronutrientes esenciales
lograr la seguridad alimentaria y En los países de altos ingresos, la educación
la mejora de la nutrición y pro- ayuda a reducir la obesidad
mover la agricultura sostenible La educación de las madres mejora la nutri-
ción de sus hijos

Beneficios para la salud Un mayor nivel de educación reduce las


muertes infantiles prevenibles
Objetivo 3. Garantizar una vida La educación desempeña un papel muy
sana y promover el bienestar importante en la contención de las enferme-
para todos en todas las edades dades

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 45


continúa tabla 1

Cuando el aprendizaje inicia en la primera


infancia, los logros y resultados son mejores
en la escuela primaria y después de ella
Si los educandos de hoy día finalizaran más
Prestación de educación años de escolarización, la generación siguien-
te tendría una educación mejor aún
Objetivo 4. Garantizar una edu- La buena calidad de la educación es esencial
cación inclusiva, equitativa y de para que ésta reporte beneficios
calidad y promover oportunida- La equidad y la inclusión en la educación son
des de aprendizaje durante toda esenciales para lograr los mejores resultados
la vida para todos... posibles del aprendizaje
Cuando se dispone de programas de aprendi-
zaje no formal y de segunda oportunidad, se
abren nuevas posibilidades de recibir educa-
ción y adquirir competencias

Se convierte en un pasaporte para que las


mujeres pasen a formar parte de la población
activa
Ayuda a las mujeres a hacer oír su voz
Igualdad de género y empodera- La educación de las mujeres ayuda a evitar el
miento matrimonio infantil
Proporciona a las mujeres mayor capacidad
Objetivo 5. Lograr la igualdad de decisión sobre en qué momento tener su
entre hombres y mujeres y el primer hijo
empoderamiento de todas las Puede infundir mayor confianza a las mujeres
mujeres y niñas y mejorar la opinión que éstas tienen de su
libertad
En última instancia, la educación influye en
las decisiones de las mujeres respecto del
tamaño de la familia

Sostenibilidad de los recursos


hídricos y energéticos Influye en la manera en que las personas
utilizan estos recursos, especialmente en
Objetivo 6. Garantizar la disponi- aquellas zonas en las que escasean
bilidad de agua y su ordenación Al lograr mayor grado de sensibilización y
sostenible y el saneamiento de preocupación, la educación puede alentar a
todos las personas a reducir los efectos adversos
que causan en el medio ambiente con medi-
Objetivo 7. Garantizar el acceso das como un uso más eficiente de la energía
de una energía asequible, segura, y el agua
sostenible y moderna para todos

46 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Crecimiento económico

Objetivo 8. Promover el creci- Da lugar a aumentos de la productividad que


miento económico sostenido, impulsan el crecimiento económico
inclusivo, sostenible, el empleo La calidad de la educación es crucial para el
pleno y productivo y el trabajo crecimiento económico, por lo cual, cuando
decente para todos la calidad de la educación es escasa, la base
Objetivo 9. Construir infraes- de competencias de la economía no puede
tructuras resilentes, promover la convertirse en motor del crecimiento
industrialización inclusiva y sos-
tenible y fomentar la innovación

Reducción de la desigualdad Ampliar la educación puede lograr una dismi-


nución de la desigualdad dentro de los países
Objetivo 10. Reducir la desigual- La ampliación de la educación puede reducir
dad en y entre los países la desigualdad de los ingresos

La concentración de poblaciones con instruc-


ción en zonas urbanas estimula el desarrollo
económico y la innovación
El desarrollo de la educación en las ciudades
Desarrollo urbano
atrae a personas con ambición, gusto del
riesgo y talento, y puede fomentar la vitali-
Objetivo 11. Lograr que las ciuda-
dad, la innovación y la creatividad en el mer-
des y los asentamientos humanos
cado de trabajo
sean inclusivos, seguros, resilen-
Contribuye a responder a los problemas de la
tes y sostenibles
vida urbana
Un sistema equitativo de enseñanza es esen-
cial para ocuparse de las raíces del descon-
tento en las ciudades

Protección ambiental/resilencia Favorece un aumento de la conciencia y la


preocupación ambientales, así como cambios
Objetivos 12, 13, 14 y 15 de conducta al potenciar el compromiso de
Garantizar modalidades de con- los ciudadanos
sumo y producción sostenibles Niveles de educación más altos redundan
Adoptar medidas urgentes para en una mayor preocupación por el medio
combatir el cambio climático y ambiente
sus efectos

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 47


continúa tabla 1

Conservar y utilizar en forma


sostenible los océanos, los mares
y los recursos marinos para el
desarrollo sostenible Ayuda para que las personas se adapten a las
Promover el uso sostenible de consecuencias del cambio climático, fomen-
los ecosistemas terrestres, lucha tar la resilencia y a reducir la vulnerabilidad
contra la desertificación, detener ante las consecuencias del cambio climático
e invertir la degradación de las
tierras y frenar la pérdida de la
diversidad biológica

Sociedades pacíficas, justas e


Refuerza la toma de decisiones incluyente,
incluyentes
participativa y representativa
Es un mecanismo fundamental para promo-
Objetivo 16. Promover socieda-
ver la tolerancia de la diversidad
des pacíficas e inclusivas para el
Ayuda a prevenir los conflictos y a superar
desarrollo sostenible, facilitar el
sus consecuencias
acceso a la justicia para todos y
Ayuda a que disminuya la corrupción política
crear instituciones eficaces, res-
y es imprescindible para que funciones el
ponsables e inclusivas a todos los
sistema de justicia
niveles
Para que la agenda de desarrollo sostenible
sea eficaz, se necesitan alianzas entre los
gobiernos, el sector privado y la sociedad
Objetivo 17. Fortalecer los medios
civil. Estas alianzas inclusivas se construyen
de ejecución y revitalizar la Alian-
sobre la base de principios y valores, una
za Mundial para el Desarrollo
visión compartida y objetivos comunes que
Sostenible
otorgan prioridad a las personas y al planeta,
y son necesarias a escala mundial, regional,
nacional y local

Fuente: Elaborado a partir del documento El desarrollo sostenible comienza por


la educación. unesco, 2014.

En este contexto, la educación, además de ser un derecho universal esen-


cial de todo ser humano, se convierte en pilar para el desarrollo después
de 2015 y en el motor que facilita avances importantes en el logro de estos
17 objetivos de desarrollo sostenible, por lo que los países, organismos,

48 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


organizaciones y personas tienen que apostar a establecer acuerdos de
colaboración para consolidar sinergias en pro de un futuro sostenible
teniendo como pilar nodal la educación.
Sin embargo, Dieleman y Juárez-Nájera (2008) afirman que la sus-
tentabilidad ha enfrentado diversos obstáculos, debilidades y retos en
su camino hacia una educación participativa que puede contribuir a
cambios sociales y culturales.

Una razón importante por la cual muchos programas de educación


ambiental no contribuyen a sus objetivos transformadores se pue-
de localizar dentro del diseño de estos programas. Lo que se puede
encontrar es que dentro de la educación ambiental el concepto de
sustentabilidad es poco claro y como consecuencia el uso de ciertos
enfoques y métodos no está muy bien fundado. Como consecuencia,
la educación ambiental también es poco clara y tiene varios enfoques
frecuentemente contradictorios (145).

De acuerdo con Leal-Filho (2000), es importante eliminar las ideas fal-


sas o interpretaciones erróneas que se tiene sobre la sustentabilidad,
que es demasiado abstracta, amplia, un tema para especialistas, que no
tiene bases científicas y que es cara. Es necesaria la sensibilización, la
concientización y la formación para adoptar una cultura ambiental.
La sustentabilidad debe comprenderse, más allá de un simple con-
cepto que involucra la articulación de los componentes ecológicos, so-
ciales y económicos, como una prioridad para la que se deben realizar
acciones encaminadas para lograrse como objetivo. La explotación de
los recursos naturales, como fuentes de bienes para satisfacer necesida-
des de la raza humana, se está haciendo a tasas más elevadas a las de la
regeneración natural de los ecosistemas. El inadecuado manejo de los
recursos ha conducido a la alteración drástica de los procesos ecológicos.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 49


Experiencias en educación y sustentabilidad en
educación superior

En el caso de México, algunas universidades consideraron la incorpora-


ción de la temática ambiental en las funciones universitarias (Gutié-
rrez-Barba et al., 2010) como un experimento con diferentes nombres
acorde a la estructura de cada universidad. Entre los pioneros se en-
cuentran el Programa Ambiental Universitario de la Universidad Autóno-
ma de Baja California (uabc), la Agenda Ambiental de la Universidad
Autónoma de San Luis Potosí (uaslp), el Programa de Medio Ambiente
de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam), el de la Uni-
versidad de Guadalajara (udeg; Martínez-Fernández y González-Gua-
dinano, 2015) y el Plan Maestro para la Sustentabilidad de la Universidad
Veracruzana (uv; Martínez-Fernández y González-Guadinano, 2016), a
las que se sumaron un considerable número de ies. Con el Plan Maestro
para la Sustentabilidad de la Universidad Veracruzana (PlanMasuv) se
instauró de manera simultánea una Coordinación que lo ejecutaría.
Martínez-Fernández y González-Guadinano (2016) han evaluado el
PlanMasuv cuatro años después a su implementación. Observan que
los ejes de dicho Plan han sido aplicados con grandes diferencias, infil-
trándose en algunas áreas con mayor facilidad que en otras, donde prác-
ticamente no han logrado ingresar ni conectarse.
Una encuesta creada en 2001 por la University Leaders for a Sus-
tainable Future (ulsf), aplicada a 59 universidades estadounidenses
comprometidas con la declaración de Talloires, revelan que en las institu-
ciones las medidas operativas usuales aplicadas para la sustentabilidad se
basan principalmente en el reciclaje; que las instituciones muestran resis-
tencia a actividades más ambiciosas, como la promoción de medidas al-
ternativas de transporte o de energía renovable. Además, las políticas
para la sustentabilidad no ingresan a la agenda institucional, por lo que

50 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


tampoco son prioritarias (revisado en Martínez-Fernández y Gonzá-
lez-Gaudiano, 2015).
En específico, Dieleman y Juárez-Nájera (2008), desde el paradigma
de la sustentabilidad, diseñaron una experiencia en educación ambien-
tal como proyecto comunitario, con base en un modelo de aprendizaje
experiencial, así como en el modelo de conocer y hacer de manera artís-
tica con la participación de alumnos y docentes como actores principales
en el proceso de educación; hicieron hincapié en los principios y métodos
que faciliten la construcción de significado contextual, la investigación
integral, en acción, el impulso de valores, el pensamiento crítico y el uso
de multimétodos. Desde esta visión de proyecto comunitario, se plan-
tean como metas de enseñanza comprender los procesos sociales, eco-
nómicos y ecológicos en una comunidad en particular relacionando lo
local, regional y global; asimismo, entender la relación entre la natura-
leza, el ambiente y lo sustentable.
Por su parte, Barraza (2002) aborda la propuesta pedagógica de
educación para el medio rural a cargo del Centro de Estudios para el
Desarrollo Rural (cesder), en la que se propone la educación como un
elemento esencial de un proyecto de lucha por la defensa social, cultural
y productiva de un grupo social, partiendo de posturas pedagógicas y
didácticas cotidianas basadas en prácticas pedagógicas que permitan
desarrollar capacidades en los jóvenes para enfrentar situaciones no
previstas, habilidades para buscar nuevos conocimientos científicos a la
resolución de problemas. Desde esta experiencia, se pretender analizar
y transformar la realidad concreta.
Sin embargo, de acuerdo con González-Gaudinao et al. (2015), la cul-
tura de la sustentabilidad no ha logrado permear, sino sólo de manera
superficial y limitada, en las ies, a pesar de su sentido de responsabilidad
con la sociedad inherente a su misión; tampoco se han convertido en
modelo ambiental para las sociedades.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 51


El reto actual de las ies en educación y sustentabilidad

Es importante insistir en la función de la universidad, su compromiso e


influencia con la sociedad. Las universidades, además de implementar
internamente la sustentabilidad en la comunidad universitaria, pueden
y deben generar efectos que permeen a la sociedad a su alcance. Porque
deben formar ciudadanos profesionales con capacidad para influir en
otras comunidades próximas o distantes de la localización de la ies que
las formó (González-Gaudiano et al., 2015).
Además de la docencia, las ies tienen el compromiso de desarrollar
proyectos de investigación que incluyan esta dimensión «sustentable»
para satisfacer necesidades y demandas de la sociedad, mediante la inno-
vación y generación de conocimientos/tecnologías que propicien el desa-
rrollo del país. En este sentido, el gobierno tiene un rol importante para
el financiamiento de dichos proyectos en las universidades públicas.
Para los impulsores de la sustentabilidad, en las universidades
persiste la necesidad de encontrar una estrategia. Aun cuando no sea
determinante, podría ayudar que los comités de acreditación para las
diferentes áreas incluyeran, entre los criterios de evaluación, indicado-
res en materia ambiental que contribuyan a adoptar esta cultura en las
ies y la sociedad de influencia; aunado a esto, que los programas para la
obtención de recurso financieros por el gobierno tomen esto en consi-
deración para otorgar los apoyos.
Todas las ies deberían incluir en su currícula el diseño de estrate-
gias transversales con tópicos ambientales, en la docencia y el modelo
de educación integral, que contribuyan al cambio de hábitos actuales en
la sociedad para transitar a la sustentabilidad.
Asimismo, las ies deberían concretar cambios en las instalaciones,
que contribuyan al ahorro de energía y agua, así como promover el uso de
tecnologías que ayuden a disminuir el uso de papel. Es decir, establecer

52 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


medidas para alcanzar certificaciones de la ISO 14001. Esto serviría de
ejemplo para otras instancias públicas, privadas y la sociedad.
Es imperativo romper el ‘techo de cristal’ al que hacen referencia
González-Gaudiano et al. (2015), el cual evita hacer cambios sustantivos
y estructurales para lograr la cultura de la sustentabilidad no sólo en las
ies, sino en todas las instancias.
Por otra parte, Dieleman y Juárez-Nájera (2008) plantean que la
sustentabilidad no es un concepto científico o técnico, y de manera ge-
neral se aplica un método basado en el pensamiento científico y técnico
para conocer la realidad en las sociedades contemporáneas hacia lo que
es sustentable. En esta lógica, desde la educación básica hasta la educa-
ción superior, esta temática se aborda con un enfoque científico, analíti-
co, lógico y técnico, el cual no corresponde con la interpretación de
transformación social que implica el camino hacia la sustentabilidad.
En el camino de transformar sociedades, intervienen tanto los pro-
cesos racional como emocional para lograr cambios permanentes en el
comportamiento habitual de los individuos.
Se mantiene, a la fecha, una considerable distancia entre los objeti-
vos de sustentabilidad formulados en las ies y los logros alcanzados.
Esto puede deberse, entre otros factores, a que las universidades aún
conservan la herencia del modelo humboldtiano en la que los cambios
suceden de manera lenta, se filtran a través de la organización de la ies,
en la que confluyen y se mueven todo tipo de actores que metabolizan y
hacen compleja la transición a la evolución para la sustentabilidad
(Martínez-Fernández y González-Guadinano, 2015).
Barraza (2002) plantea que sólo logrando que la escuela promueva
situaciones significativas de aprendizaje y que tengan una utilidad
práctica en el contexto de los grupos humanos, se podrá avanzar hacia
la sustentabilidad en las instituciones.
Para lograr la transición hacia la sustentabilidad, tendría que haber
un cambio en los hábitos de los individuos, y tiene, donde juega un papel

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 53


importante la educación, integrando en su formación valores y prácti-
cas en desarrollo sostenible para promover cambios de comportamiento
que ayuden a preservar la integridad del medio ambiente.

Referencias

anuies (2000). La educación superior en el siglo xxi. Líneas estratégicas de de-


sarrollo. Una propuesta de la anuies. México: anuies.
_____ (2016). Plan de Desarrollo Institucional. Visión 2030. México: anuies.
Barraza, L. (2002). El desarrollo sustentable y la educación de adultos. Desicion
4:3-6 <http://wwww.anea.org.mx/docs/Barraza-ArticuloCrefal.pdf>.
Cantú-Martínez, P.C. (2016). Sustentabilidad y educación. Ciencia uanl19, 79.
Carranza y S., M. (2007). Las tic, sustentabilidad y educación ambiental.
Razón y Palabra, 12.
Dieleman, H. (2007). The competencies of artful doing and artful knowing
in higher education for sustain–ability. Conference Proceedings of the
Second International Conference on Higher Education for Sustainable
Development. World in Transition–Sustainability Perspectives for Higher
Education, July 5. México: Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
Dieleman, H., Juárez-Nájera, M. (2008). ¿Cómo se puede diseñar educación
para la sustentabilidad? Revista Internacional de Contaminación Ambien-
tal, 24(3). <http://www.scielo.org.mx/pdf/rica/v24n3/v24n3a4.pdf>.
González Gaudiano, E. (2006). Campo de partida. Educación ambiental y
educación para el desarrollo sustentable: ¿tensión o transición? Trayecto-
rias, viii (20-21). <http://www.redalyc.org/pdf/607/60715248006.pdf>.
González Gaudiano, É.J., Meira-Cartea, P.Á., Martínez-Fernández, C.N.
(2015). Sustentabilidad y universidad: retos, ritos y posibles rutas. Re-
vista de la Educación Superior, 44(175). <http://www.scielo.org.mx/scie-
lo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-27602015000300004&lng=es&t-
lng=es>.
González-Gaudiano, E., Arias-Ortega, M.A. (2016). La investigación en
educación ambiental para la sustentabilidad en México, 2002-2011.
Revista de la Educación Superior 4(180). Asociación Nacional de Univer-
sidades e Instituciones de Educación Superior.
Gutiérrez Barba, B.E., Martínez Rodríguez, M.C. (2010). El plan de
acción para el desarrollo sustentable en las instituciones de educa-

54 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


ción superior: escenarios posibles. Revista de la Educación Superior,
39(154. <http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pi-
d=S018527602010000200006&lng=es&tlng=es>.
_____ (2010). El plan de acción para el desarrollo sustentable en las institu-
ciones de educación superior. Escenarios posibles. Revista de la Educa-
ción Superior 39(2).
Martínez-Fernández, C., González Gaudiano, E. (2015). Las políticas para
la sustentabilidad de las instituciones de educación superior en Méxi-
co: entre el debate y la acción. Revista de Educación Superior, 44(174).
<http://publicaciones.anuies.mx/pdfs/revista/Revista174_S3A3ES.
pdf>.
Leal Filho, W. (2000). Dealing with misconceptions on the concept of sus-
tainability. International Journal of Sustainability in Higher Education, 1(1).
Martínez-Fernández, C. González-Gaudiano, E. (2015). Las políticas para
la sustentabilidad de las instituciones de educación superior en México:
entre el debate y la acción. Revista de Educación Superior 44(174).
Martínez-Fernández, C.N., González Gaudiano, É.J. (2016). La sus-
tentabilidad en la Universidad Veracruzana al término del decenio
de la educación para el desarrollo sustentable. Revista Iberoamerica-
na de Educación Superior, [S.l.], 19, vol. 7. <https://ries.universia.net/
article/view/1129>. Recuperado de: <https://doi.org/10.22201/ii-
sue.20072872e.2016.19.1129>.
onu (2012). Forjar la educación del mañana. Informe 2012. Decenio de las Naciones
Unidas de la Educación para el Desarrollo Sostenible. Seguimiento y evaluación
del deds. <http://unesdoc.unesco.org/images/0021/002191/219155S.pdf>
Gobierno de la República. Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018. México.
unesco (2005). Decenio de las Naciones Unidas de la Educación con miras al
desarrollo sostenible (2005-2014): Plan de Aplicación Internacional. París:
unesco. <http://unesdoc.unesco.org/ images/0014/001486/148654so.
pdf>.
_____ (2012). esd Sourcebook. Learning & Training Tools, 4. París: unesco.
<http://unesdoc. unesco.org/images/0021/002163/216383e.pdf>.
_____ (2012). Forjar la educación del mañana. Decenio de las Naciones Unidas
de la Educación para el Desarrollo Sostenible–Informe 2012. <http://unes-
doc.unesco.org/images/0021/002191/219155S.pdf>.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 55


_____ (2014). El desarrollo sostenible comienza por la educación. Cómo pue-
de contribuir la educación a los objetivos propuestos para después de 2015.
<http://unesdoc.unesco.org/images/0023/002305/230508s.pdf>.

56 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Los planes de ordenación de manejo de la
cuencas hidrográfica en la sostenibilidad
del territorio: caso Río Guabas
(Colombia)

Luis Fernando Marmolejo Muñoz


Duván Emilio Ramírez Ospina

E  n Colombia, la organización del territorio se ha desarrollado a par-


tir de una estructura política y administrativa, en la cual el país ha
sido dividido en departamentos, municipios, corregimientos y veredas.
Este tipo de organización territorial responde, en parte, al fracciona-
miento ocasionado por las guerras civiles sucedidas después de la cam-
paña libertadora y la posterior organización como república. Puesto que
para la división del territorio se trazaron fronteras o líneas divisorias
teniendo en cuenta la estructura geográfica y la tenencia de la tierra por
latifundistas que para la época de la naciente república existían como
reducto de la colonización española y que pasada a manos de criollos
burgueses continúan con su propiedad, es así que surge la unidad terri-
torial denominada departamento, que obedece a una estructura territo-
rial como espacio de habitación, de asentamientos humanos formando
territorios geográficos y económicos.

57
Sin embargo, con el avance y desarrollo que ha tenido Colombia, el
departamento ha dejado de ser sólo una porción de tierra. Al territorio
se le han sumado las variables económicas y también las pluricultura-
les. En la división política administrativa actual en Colombia, los depar-
tamentos son los entes territoriales de primer nivel, con un régimen de-
partamental consagrado en la constitución nacional, con funciones
administrativas, de vigilancia y control. De la misma manera, los munici-
pios, que son estamentos territoriales con funciones autonómicas, tam-
bién consagradas en la constitución nacional colombiana elaborada y pro-
mulgada a partir de 1991, en donde se otorgan poderes al colectivo, al
pueblo y a sus integrantes se les convierte en ciudadanos mucho más par-
ticipativos, pues la constitución nacional colombiana reconoce un estado
social de derecho, pluriétnico y participativo, capaz de ordenar su propio
territorio, de acuerdo con sus creencias y su cultura. Esta vez, se ordena el
territorio desde una visión mucho más holística, en donde juegan un pa-
pel preponderante las creencias, saberes y la cultura.
Uno de esos elementos de participación aparece en los planes de or-
denación de las cuencas, con lo cual se asume una nueva visión de espacio
territorial, al que convergen todas las dimensiones ambientales, sociales,
económicas, políticas y culturales, y la cuenca hidrográfica se presenta
como «una unidad de territorio donde las aguas fluyen naturalmente
conformando un sistema interconectado, en la cual interactúan aspec-
tos biofísicos, socioeconómicos y culturales» (Corporación Autónoma
del Valle del Cauca y Asociación de Usuarios de la Cuenca Hidrográfica
del Río Guabas, 2010); de igual manera, también se conceptualiza como

[...] un proceso de planificación, permanente, sistemático, previsi-


vo e integral adelantado por el conjunto de actores que interactúan
en y con el territorio de una cuenca, conducente al uso y manejo de
sus recursos naturales, de manera que se mantenga o restablezca un
adecuado equilibrio entre el aprovechamiento social y económico de

58 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


tales recursos y la conservación de la estructura y la función físico
biótica de la cuenca (Instituto de Hidrología, Meteorología y Estu-
dios Ambientales, ideam, 2002).

Para esta esta nueva resignificación del territorio, se hace necesario que
en su construcción se dé una adecuada participación de diversos actores
sociales que tienen algún nivel de involucramiento e intereses en el te-
rritorio, lo cual se hace por medio de convocatoria de organizaciones en
las que los actores sociales sean quienes tomen decisiones trascenden-
tales sobre el adecuado manejo de los recursos involucrados. Es así como
la Asociación de Usuarios del Río Guabas convoca a todos los actores
pertenecientes a la cuenca hidrográfica par que se hagan presentes y
participen con su acervo cultural e imaginario de territorio, en donde el
río juega un papel importante, no sólo por el recurso hídrico esencial
para la vida y para el quehacer económico de la región, sino también por
los aportes a la recreación y al paisajismo, convirtiendo al río en el eje
principal del territorio. El río es el objetivo común.
Lo anterior, entendiendo que pensar, defender, administrar y ges-
tionar un territorio, requiere del concurso, la unión de todos los pobla-
dores residentes y no residentes en la cuenca hidrográfica, para lo que es
necesario asociar, solidarizar e integrar a los actores en la construcción
del territorio deseado, en donde los deseos y los sueños en la defensa,
mantenimiento y usufructo del Río Guabas estén presentes todos los
ciudadanos y organizaciones que de alguna manera tengan relación con
el territorio; para lograr una adecuada acción colectiva en los procesos
territoriales alrededor del Río Guabas se vuelve necesario algún grado
de institucionalidad y acumulación de capital social que permita la ge-
neración de confianza entre los actores que tienen interés en la cuenca.
Para ello, resulta importante generar una serie de valores como la
confianza, no sólo en las personas, sino también en las instituciones
públicas o privadas que tienen su asentamiento en la zona; por tanto, el

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 59


capital social generado por esta comunidad es vital, pues este capital
social, que ha sido definido por Hanifan (1916)

[...] como esas sustancias tangibles que cuentan para la mayoría en


las vidas diarias de la gente: denominadas buena voluntad, compa-
ñerismo, simpatía y relaciones sociales entre los individuos y las fa-
milias que integran una unidad social […] Si un individuo entra en
contacto con su vecino y ellos con otros vecinos, habrá una acumula-
ción de capital social, que puede satisfacer inmediatamente sus nece-
sidades sociales y que puede tener una potencialidad suficiente para
la mejora sustancial de las condiciones de vida de toda la comunidad
(https//capitalsocialenespanol.wordpress.com, 2017).

Y para este caso, la necesidad social de los usuarios de la cuenca del Río
Guabas es solucionar el conflicto del agua y del territorio, logrando no
sólo diseñar el plan de manejo y ordenación de la cuenca, sino también
logrando la perdurabilidad de éste en el tiempo pactado, asegurando el
desarrollo sostenible de la región.
En el presente escrito se muestra cómo el capital social que se ha lo-
grado acumular mediante la constitución de la Asociación de Usuarios
del Río Guabas se convierte en un factor que contribuye a la construcción
del territorio, bajo el concepto de desarrollo sostenible, que se sustenta
en el capital social generado entre las personas integrantes de la Asocia-
ción de Usuarios del Río Guabas, con el reconocimiento de sus saberes,
creencias y principios culturales, estando presentes todos los actores con
su pluriculturalidad y plurietnicidad, como son los indígenas, los afro-
descendientes y mestizos residentes en la región de la cuenca del Río
Guabas.
En este territorio, la población se hace visible con un aproximado de
4200 personas, mayormente campesinos e indígenas de la etnia páez,
pendiente de reconocimiento como resguardo indígena denominado Lili

60 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Páez. En cuanto a las personas afrodescendientes, éstos hacen presen-
cia sin figura de propiedad colectiva legalmente constituida y se dedican
en su mayoría a la explotación del oro de manera artesanal, denomina-
da barequeo. En el Plan de Ordenación y Manejo de la Cuenca Hidrográfica
del Río Guabas se plantea un reencuentro y potencialización de los valo-
res de confianza y solidaridad, de manera que se crean redes que permi-
ten generar grupos que valoren la biodiversidad en la región.
A continuación, se presenta una mirada analítica a la construcción
del Plan de Ordenación y Manejo de la Cuenca Hidrográfica del Río Guabas
haciendo uso de una metodología de tipo descriptivo cualitativo, a par-
tir de la revisión y análisis de la información consignada en el documen-
to Plan de Ordenación y Manejo de la Cuenca del Río Guabas 2009-2019,
cuenca educadora 2009.

2. La teoría del capital social

Los planteamientos de la teoría económica neoinstitucionalista seña-


lan la importancia de las instituciones en el crecimiento económico y el
mejoramiento de la calidad de vida de la sociedad. El grado de institu-
cionalidad está relacionado con un conjunto de reglas que organizan las
interacciones económicas, sociales y políticas entre los individuos, los
grupos sociales y el Estado. Caben en esta órbita las políticas públicas,
las modalidades de asociatividad de la sociedad civil y, en general, las
formas de regulación de la conducta de los individuos.
Las últimas investigaciones en este sentido han señalado el compro-
miso cívico como uno de los principales componentes del capital social y
factor determinante del desarrollo socioeconómico y de la efectividad
institucional del Estado. En otras palabras, una sociedad fuerte genera
tanto una economía como un Estado fuerte. El compromiso cívico, que
es la base de la corriente del republicanismo, consiste en un alto grado

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 61


de identificación de los ciudadanos con los intereses de la comunidad en
la que viven.
Según el planteamiento anterior, una comunidad cívica se caracte-
riza por una ciudadanía activa, preocupada por lo público, por las rela-
ciones públicas igualitarias y por un tejido social basado en la confianza
y la cooperación a escala regional, lo cual puede generar redes y normas
de participación cívica, mientras que su ausencia puede llevar a una polí-
tica estructurada verticalmente, a una vida social fragmentada y aislada
y una cultura de desconfianza. En este sentido, la principal manifesta-
ción del compromiso cívico es la asociatividad, o sea, la propensión de los
ciudadanos a participar en asociaciones que busquen el bien común.
En este punto, los enfoques del aprendizaje colectivo y de las redes
de cooperación a escala regional se complementan con el enfoque de
capital social. Este último genera una condición necesaria para que los
beneficios de la nueva dinámica de las relaciones entre las organizacio-
nes y de éstas con los mercados, los trabajadores y los proveedores, pue-
dan manifestarse plenamente.
Los principales elementos de una economía regional en red son:
una densa trama de instituciones de apoyo públicas y privadas; inteli-
gencia de mercados laborales de alto nivel y los correspondientes meca-
nismos de educación vocacional, rápida difusión de las transferencias
tecnológicas y empresas receptivas a la innovación. La misma densidad
de estas redes y el apoyo institucional son con frecuencia interpretados
como signos del dinamismo de la economía regional. Según Fukuyama
(1999), sólo las sociedades con un alto nivel de confianza social podrán
crear organizaciones empresariales flexibles y de gran escala, necesaria
para competir exitosamente en la economía global.
Sobre el capital social,1 en los últimos años se ha desarrollado una
importante fuente de documentación que, al posicionarlo como catego-
1 El concepto de capital social está lejos de tener un uso uniforme. Es un concepto que
parece promisorio, que intenta utilizarse con posibilidades de confrontación empírica
para fortalecerlo como categoría de análisis.

62 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


ría de análisis, se torna en elemento sustancial en los estudios sociales
contemporáneos; en particular, en el área económica se ha visto como
clave en el crecimiento económico.

El capital social y la cultura han comenzado a instalarse en el centro


del debate sobre el desarrollo, no como adiciones complementarias a
un esquema de alto vigor que se perfecciona un poco más con ellos.
El esquema está sufriendo severas dificultades por sus distancias con
los hechos, y las críticas procedentes de diversos orígenes se encami-
nan de un modo u otro a «recuperar la realidad» con miras a producir,
en definitiva, políticas con mejores chances respecto a las metas fina-
les (Kliksberg, 2002:100).

Varios trabajos de organismos internacionales muestran una correla-


ción positiva entre los indicadores de Desarrollo Humano y el Capital
Social. En general, lo que se encuentra es que a mejores indicadores de
Desarrollo Humano, el ranking de capital social es más alto.
Los desarrollos teóricos sobre el Capital Social en general parten de
tres importantes fuentes: los trabajos de Putnam, Leonardi y Nanetti
(1994), los planteamientos hechos en los años setenta e inicios de los
ochenta por el reconocido sociólogo francés Pierre Bordieu y los aportes
que se encuentran en el trabajo del notable sociólogo James Coleman. El
concepto de capital social no es original de ninguno de ellos.
Para Putnam, Leonardi y Nanetti (1994), el capital social se refiere

[...] al valor colectivo de todas la redes sociales las diferentes formas de


asociación de los agentes sociales y la interdependencia que generan
y desarrollan patrones de confianza que permiten coordinar acciones
de cooperación para un beneficio mutuo y a las posibles vías que estas
inclinaciones generan en las relaciones de las personas; acorde con
Putnam y sus seguidores el capital social es un componente clave en

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 63


la construcción y mantenimiento de la democracia (Putnam, Leonar-
di y Nanetti, 1994:183).

Desde la mirada de Field (2008), el trabajo de Coleman (1990) es más


amplio en su análisis que el de Bordieu y se aleja de la estrechez de las
proposiciones de Putnam. Coleman desarrolla en Foundations of Social
Theory (1990) las relaciones de los actores sociales en la sociedad y sus
elementos clave (en su visión) para llegar al concepto de capital social.
El concepto de capital social en ciencias sociales es anterior al utili-
zado en economía. Durkheim, desde la sociología, reveló su importan-
cia al plantear la integración como elemento dinamizador del progreso
de los pueblos (Durkheim, 1998:32). Bourdieu abordó el problema al ex-
plicar las prácticas sociales en medio de la dominación [...] sostuvo que
la dominación social no sólo estaba sustentada en la posesión de capita-
les económicos, financieros o tecnológicos, sino también de capitales
culturales como el capital social y el capital simbólico (Bourdieu, 1986).
Una amplia discusión sobre el tema se desprende de la argumentación
de Bordieu; allí se encuentra una mirada enriquecedora del Capital So-
cial relacionado con la idea de redes permanentes, pertenencia a gru-
pos, lo que permite generar activos a los miembros en recursos actuales
o potenciales por tales relaciones.
En la mirada de Coleman, las interacciones de los individuos permi-
ten construir una serie de vínculos que se desenvuelven en estructuras
más complejas a través del tiempo, llegando a establecer relaciones de
autoridad, relaciones de confianza, asignaciones de derechos estableci-
das por consenso. De allí se desprende el planteamiento de que hay di-
ferentes clases de capital social desarrolladas de forma argumentativa
en el trabajo de Coleman. Una interesante contribución de este autor,
partiendo de los argumentos del capital social, es que critica explícita-
mente la ficción en versión de la teoría neoclásica de la mano invisible,
que se refuerza por un mundo individualizado en donde los actores bus-

64 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


can su bienestar particular. Lo que es cierto en Coleman es que los indi-
viduos «no actúan de manera independiente, sus metas no lo son y sus
intereses no son totalmente egoístas» (Coleman, 1990).
Estas definiciones, que no coinciden estrictamente, se encuentran
en la línea que considera el capital social vital para las sociedades con-
temporáneas. En esta teoría, el desarrollo del concepto redes sociales o
redes de capital social ha permitido una serie de trabajos empíricos que
miden el impacto en educación, economía del bienestar, la salud y el
crimen (Field, 2008), lo que ha generado interesante evidencia para ser
utilizada en la aplicación de políticas públicas.
Otra definición de capital social es la de cepal (2001), cercana a la
de Putnam, y que plantea que es «el conjunto de normas, instituciones y
organizaciones que promueven la confianza y la cooperación entre las
personas, las comunidades y la sociedad en su conjunto» (Atria, Siles,
Arriagada, Robinson y Whiteford, 2003:128). En este contexto, se perci-
be que el Capital Social se encuentra en la órbita de los grupos sociales,
no en el del individuo.
Si bien el capital social como categoría de análisis está bien recibido
en los medios académicos, aunque hay una polémica valida sobre cómo
considerar este tipo de capital, que no se asemeja al capital físico, natural
o al humano, lo que es claro es que es un activo que suministra benefi-
cios. Así, «el capital social es una acumulación de varios tipos de activos
sociales, psicológicos, culturales, cognoscitivos, institucionales, etc., que
aumentan la cantidad (o la probabilidad) de un comportamiento coope-
rativo mutuamente beneficioso para las personas que lo poseen y para
la sociedad en general».
Para Novakovsky (2003), la subjetividad del concepto hace que sea
difícil cuantificar el capital social. Una gran debilidad del capital social
es como se mide (Fukuyama, 1999).
El capital social afecta sin duda el desarrollo de las regiones, la
existencia de redes formales e informales dentro de la estructura social

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 65


potencia actividades y hace menos costosas éstas; la toma de decisiones
colectivas y el compartir la información, de diferentes actividades per-
mite, entre otras, las innovaciones.
En Colombia,μ J. Sudarsky (2002:19) ha explorado el tema con bas-
tante rigor. Según su planteamiento, el Capital Social

[...] es el que existe en las relaciones entre las personas y entre la


gente y las instituciones, cuando permiten hacer cosas que de otra
manera no se podrían lograr. Se caracteriza por una confianza recí-
proca y abundante. Es fundamental en temas como las instituciones,
la administración de justicia y el control social.

Sudarsky (2002:311) cree que éste es absolutamente indispensable para


un crecimiento económico suficiente y sostenido, lo que considera ha co-
rroborado en su trabajo sobre las regiones colombianas. Los hallazgos de
Sudarsky muestran que las «regiones en donde existe alto capital social
han crecido más del doble frente a las que no [lo] tienen». El trabajo de
crece y pnud consignado en el Informe Regional de Desarrollo Humano
(irdh, 2004) en la región cafetalera analiza estos elementos encontrados
por Sudarsky, haciendo referencia al capital social y a su importancia.
Los indicadores utilizados por Sudarsky (2002) muestran resultados
que se consideran regulares en este enfoque. El indicador de confianza
interpersonal es bajo en Colombia. Sólo el 9% de la población confía en
los demás. El trabajo de María Mercedes Cuéllar entrega igualmente in-
teresantes datos sobre el país. En cuanto al Viejo Caldas, Sudarsky dice:
«encontré que es la región de Colombia donde menos capital social
existe. Tiene mucho que ver con la baja participación política, la falta
de confianza en las instituciones legales y en los medios de comunica-
ción» (Sudarsky, 2002:252).

2 El trabajo de Cuéllar, Colombia, un proyecto inconcluso, es un interesante referente


sobre el tema, al igual que los trabajos de la Misión Alessina, de reciente difusión.

66 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


La idea de que en Colombia hay un «capital social perverso» ha sido
presentada por diversos economistas como un punto de partida para su-
perar dos visiones tradicionales de la violencia y el delito en nuestro país.
Por un lado, aquellas teorías culturalistas, según las cuales tales fenóme-
nos son la expresión de una cultura inherente al pueblo colombiano que
se mantiene, no obstante la existencia de normas en su contra y, por
otro, aquellas explicaciones conocidas bajo la etiqueta de teoría de la de-
pendencia (marxismo), según la cual la violencia y el incumplimiento al
derecho tienen origen en causas objetivas ligadas a la pobreza y la mar-
ginalidad social (Sudarsky, 2012).

3. La identidad del territorio

La cuenca hidrográfica del Río Guabas se ubica en el territorio geográfi-


co sobre la base occidental de la Cordillera Central de la República de
Colombia, hacia el sur-oriente del Departamento del Valle del Cauca;
limita al norte con las cuencas hidrográficas de los ríos Sonso y Guada-
lajara, por el oriente con las cuencas hidrográficas de los ríos Amaime y
Tuluá, al sur con la cuenca hidrográfica del Río Zabaletas y al occidente
con el Río Cauca. Tiene una extensión de 23.774 032 hectáreas, a partir
del cauce del Río Cauca hasta el Páramo de las Domínguez en la Cordi-
llera Central, con alturas que van de los 940 a los 4.000 msnm. El 30.6%
del área de la cuenca corresponde a la zona plana que comprende un
total de 7.264 83 ha y el 69.4% restante, 16.509 20 ha a la zona montaño-
sa (Corporación Autonoma del Valle del Cauca y Asociación de Usuarios
de la Cuenca Hidrográfica del Río Guabas, 2010).

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 67


Figura 1. Ubicación de la Cuenca del Río Guabas.
Fuente: <https://www.cvc.gov.co/cvc/RecursoHidrico/aplicativos/Cuencas-
WEB/#>.

La cuenca hidrográfica está ubicada en el centro del departamento del


Valle del Cauca y están presentes los municipios de Ginebra, Guacari, El
Cerrito y Guadalajara de Buga, de donde los habitantes de dichos muni-
cipios cercanos a sus aguas no sólo derivan el agua como líquido potable,
encontrándose allí 18 acueductos veredales y dos acueductos municipa-
les para Ginebra y Guacarí, sino que es la base de la actividad agrícola,
pecuaria, industrial y minera en la parte alta y plana de la cuenca, en
donde están ubicadas grandes industrias y agroindustrias, como son los
ingenios Pichichi y Providencia, al igual que la planta de empaques de

68 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Carvajal, sa, y una de sus filiales, Curtiembres, sas, es una empresa de-
dicada a la transformación del cuero de vaca y es filial de Empaques
Carvajal, empresa de importancia en la región, por ser una empresa
multilatina colombiana y una gran fuente de empleo en la región anali-
zada. A este uso del agua también se le suma la explotación aurífera de
manera legal e ilegal, contaminando con cianuro las aguas del Río Gua-
bas, principal afluente de la cuenca protegida (Vargas, 2015).
En este territorio se puede evidenciar la influencia ejercida históri-
camente por algunas clases sociales, en donde, valiéndose de su poder
económico, político y social, ocupan las mejores y más productivas tie-
rras de la cuenca. Es el caso que el Ingenio Pichichi, con una historia en
la que se registra que la hacienda del mismo nombre del hoy ingenio fue
propiedad de uno de los presidentes de Colombia para finales del siglo
xix, llamado Manuel Antonio San Clemente, y hoy como ingenio explo-
ta 14 500 hectáreas sembradas en caña de azúcar, mientras que en la
parte alta de la cuenca se encuentran ubicadas las familias más pobres
que han ocupado estas zonas invadiendo en su mayoría el territorio de
manera ilegal, tumbando bosque, deforestando y sembrando pastos
para su actividad silvopastoril, ocasionando un grave daño ambiental a
la cuenca, contribuyendo a conformar lo expresado por Bourdieu en el
sentido de que

[...] el espacio social, un espacio de diferencias en el cual las clases


se encuentran de algún modo en estado virtual, no como algo dado,
sino como algo a hacerse. Esto quiere decir que, si el mundo social,
con sus divisiones, es algo que los agentes sociales tienen que hacer,
que construir, individualmente y sobre todo colectivamente, en la
cooperación y el conflicto (Jiménez, 2012).

Conflicto que se da, en parte, por la posesión de la tierra y el uso del


agua, puesto que la explotación y producción de la caña de azúcar en

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 69


Colombia requiere de 80 litros por tonelada en sus ciclos de siembra y
cosecha; ya en el ciclo de producción de los diferentes productos como
azúcar, mieles y alcohol carburante, se requiere de mayor número de li-
tros de agua.
Para solucionar el conflicto social y económico en la región de la
cuenca, como lo presenta Vargas (2015), este problema se da por el aforo
del agua y por los usos dados a la misma. Es así que en la primera fase
desarrollada en la construcción del plan de manejo y ordenación de la
cuenca se identificaron y contactaron los actores presentes, con el fin de
lograr su participación en una mesa de concertación, en donde se evi-
denciaron las diferentes problemáticas en la región, para lo que se desa-
rrollaron una serie de talleres, dando como resultado que la primera
problemática a tratar, o que uno de los «problemas con mayor peso es la
debilidad organizacional de los actores (comunitarios e institucionales),
distintos a los integrados en la organización asociación de Usuarios del
Río Guabas» (Corporación Autónoma del Valle del Cauca y Asociación
de Usuarios de la Cuenca Hidrográfica del Río Guabas, 2010:57).
En la siguiente fase se planteó la visión de futuro deseado, en donde
se recogen los sueños, deseos e intereses por los actores, quienes vieron
la necesidad de confiar unos en otros y mediante el desarrollo de una
cartografía social identifican los problemas de la cuenca y posterior-
mente, basados en su percepción, construyen una visión ideal de la
cuenca (Corporación Autonoma del Valle del Cauca y Asociación de
Usuarios de la Cuenca hidrográfica del Río Guabas, 2010), y es mediante
esta metodología que se construye un nuevo

[...] mapa que representa la división político-administrativa del te-


rritorio, en donde se identifican las viviendas, los caminos, trochas
o carreteras, las escuelas, las iglesias y toda la demás infraestructura
existente, delimitando barrios, veredas o áreas de influencias de las
denominadas acequias (Corporación Autónoma del Valle del Cauca

70 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


y Asociación de Usuarios de la Cuenca Hidrográfica del Río Guabas,
2010:39).

Este nuevo reconocimiento territorial se podría denominar desterrito-


rialización, pues con esta zona, como muchas otras del país, se había
ordenado el territorio, bajo el mandato de los más dominantes, que para
este caso son los tenedores de la tierra, quienes definían su uso y formas
de explotación. La comunidad no era tenida en cuenta para la resolución
de conflictos, mucho menos para la planificación del territorio, lo que
Santos (2010) denominaría un nuevo mapa de las relaciones de domina-
ción, en la que los grupos sociales toman otra dinámica y los dominados
o marginados pueden pasar a ser dominadores, pues mediante la unión
de fuerzas logran mayor representación comunitaria, alcanzando así un
superávit de capital social que coadyuve, a que el poder no sólo se logré
por la riqueza económica, pues esta vez la «riqueza se da por la integra-
ción de aspectos de las organizaciones sociales, como la confianza y las
redes que pueden mejorar la eficiencia de la sociedad facilitando la ac-
ción coordinada» (https//capitalsocialenespanol.wordpress.com, 2017).
En esta nueva definición de territorio, como acción fundamental de
reconocimiento de éste, se hace uso de los saberes presentes en comuni-
dades de campesinos, indígenas afrodescendientes, pues es de uso co-
mún que en el campo se transite por trochas o caminos que van tomando
nombre de acuerdo con el dado por dichas comunidades, pero que no
aparecen en ningún mapa que ayude a identificar la zona. De igual ma-
nera, los saberes se hacen presentes cuando se logra ubicar cauces que
habían sido abandonados por el río al ser encauzado por otra vía hecha
por la mano del hombre y que ya estaba olvidada en las mentes de los
residentes de la zona. Este tipo de herramienta no sólo es importante
para dar nombre y reconocimiento del territorio, sino también con el
objeto de obtener información necesaria para la administración del
riesgo y la toma de decisiones por el colectivo.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 71


En la construcción de la cartografía social de la cuenca hidrográfica
fue importante reconocer el territorio y el movimiento social «asocia-
ción de usuarios» porque redefine las fronteras agrícolas, logrando, me-
diante la compra de predios que se encontraban en poder de familias
que habían llegado a convertirse en propietarios de manera ilegal,
irrumpiendo en el bosque nativo y sembrando pastos para actividades
ganaderas. Mediante esta actividad, el movimiento social asociativo lo-
gra recuperar estos terrenos y desarrolla una actividad de regeneración,
reforestación y conservación de aproximadamente 2000 hectáreas que
han servido para la cobertura boscosa en la microcuenca de la Cecilia,
importantísima por ser tributaria de la cuenca del Río Guabas y garante
del proceso resiliente del sistema biofísico de la región (Corporación Au-
tónoma del Valle del Cauca y Asociación de Usuarios de la Cuenca Hi-
drográfica del Río Guabas, 2010).
En esa misma construcción identitaria del espacio y del territorio,
el colectivo asociativo también encuentra que para la solución de otra de
las problemáticas identificadas, como es la explotación de oro y mate-
rial de arrastre que de manera ilegal la practican algunos actores pre-
sentes en la región, y no sólo por la contaminación por mercurio de las
aguas, sino también por los altos pasivos ambientales ocasionados en el
sistema biofísico de la cuenca hidrográfica, lo cual lesiona ostensible-
mente la calidad ambiental de la cuenca, por lo que deciden hacer visible
dichas prácticas y mediante talleres de sensibilización a la comunidad
dedicada a la explotación de minerales en el Río Guabas se logra un
acuerdo para que se abandone el uso de cianuro y se retorne a la explo-
tación aurífera de manera artesanal y de barequeo,3 logrando así una
disminución de los pasivos ambientales; de la misma manera, para la
explotación del material de arrastre se logra con la comunidad que
esta actividad se realice en lugares controlados minimizando el uso de
3 En este proceso se aplica el artículo 155 del Código de Minas, en el cual se especifica
que el barequeo, como actividad popular de los habitantes de terrenos aluviales ac-
tuales, consiste en el lavado de arenas por medios manuales, sin ayuda de maquinaria
o medios mecánicos, con el objeto de separar y recoger metales.

72 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


maquinaria pesada y retornando a la explotación manual de dicho ma-
terial, lográndose una disminución del daño al lecho del río.
La tercera fase desarrollada por la comunidad y por los demás acto-
res institucionales es la gestión de evaluación y seguimiento del plan de
ordenación y manejo de la cuenca hidrográfica, consiste en una evalua-
ción de los procesos planteados y ejecutados en el pomch, con el diseño
de indicadores que permitan medir las metas y logros esperados por la
comunidad en el manejo de la cuenca. Para adelantar esta medición, la
comunidad y demás actores se convocaron para la formación de un ob-
servatorio territorial, en donde se constituyó una secretaría técnica
para que lidere y promueva el desarrollo sostenible de las comunidades
en la cuenca. Este instrumento se constituirá como la herramienta
principal para contribuir con el mejoramiento de la gestión e implemen-
tación de las políticas públicas en la cuenca en general, y en particular
en la ejecución del pomch.
Las herramientas de gestión planteadas y adaptadas por la comuni-
dad «aumentan la eficacia del plan de ordenación y manejo de la cuenca
al establecer vinculaciones claras entre las intervenciones pasadas, pre-
sentes y futuras y los resultados» (Corporación Autónoma del Valle del
Cauca y Asociación de Usuarios de la Cuenca Hidrográfica del Río Gua-
bas, 2010:253). La evaluación y seguimiento permiten evidenciar desvia-
ciones de los procesos diseñados y en operación, lo que permite detectar
a tiempo fallas y garantizar su ajuste. «Dicho proceso debe ser participa-
tivo, ya que la determinación del progreso de las actividades en la obten-
ción de los objetivos, debe ser un trabajo de conciencia y diálogo entre los
actores que afectan el territorio de la cuenca» (Corporación Autónoma
del Valle del Cauca y Asociación de Usuarios de la Cuenca Hidrográfica
del Río Guabas, 2010:253).
Aplicadas las actividades de seguimiento y evaluación, se deben
analizar los datos para así medir el cumplimiento de los objetivos traza-
dos en el plan de manejo de la cuenca. En este análisis se valoran los

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 73


resultados logrados en las alianzas firmadas con otras instituciones, el
diálogo de políticas y la respectiva promoción y difusión de éstas; asi-
mismo, se evalúa el aprendizaje colectivo de los actores de la cuenca,
así como se evalúa el reposicionamiento de las instituciones referentes
a la gestión de la cuenca.
Los factores de asociacionismo, solidaridad y confianza presentes
en la comunidad de personas residentes en la cuenca hidrográfica del
Río Guabas ha logrado que se genere una importante red institucional
de larga duración, con un importante superávit4 de capital social, en
donde la asociación de usuarios del Río Guabas ha logrado descolonizar
y redefinir el territorio, tomando conceptualmente lo manifestado por
Coleman (1990); el capital social son «aspectos de la estructura social
que facilita ciertas acciones comunes de los agentes dentro de la estruc-
tura» (https//capitalsocialenespanol.wordpress.com) a lo cual se podría
plantear que por ser la entidad objeto de estudio una organización de
carácter solidario, debería sumarse o integrarse a su orden administra-
tivo y social algunos de los principios y valores universales cooperativos,
como es el principio número dos «Gestión democrática por parte de los
asociados», al igual que el principio cuatro «autonomía e independencia»
la presencia de estos valores en el movimiento social asociativo permiti-
ría mayor cohesión e impediría que algunos actores presentes en la zona
de alguna forma coaccionaran al órgano directivo en la toma de decisio-
nes, impidiendo su autonomía y gestión de los recursos naturales; para
este caso, las aguas de la cuenca del Río Guabas.

Conclusiones

El superávit de capital social logrado y desarrollado en la Asociación de


Usuarios de la Cuenca del Río Guabas, tal vez en el inició sólo buscando

4 Superávit se presenta cuando hay un exceso de un recurso necesario, como cuando


los ingresos superan los costos y los gastos.

74 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


cumplir con la normatividad presente en Colombia, para efectos de
garantizar que todos, o por lo menos una parte de los actores en la
cuenca participaran en el diseño y puesta en marcha del plan de ma-
nejo de la cuenca hidrográfica; pero una vez que se adelanta la convo-
catoria, a la cual acuden no solamente los asociados a la organización
no gubernamental Asoguabas, sino que está reunión se nutre aún más
con los demás actores presentes y no presentes en la cuenca, lo cual hace
que en el desarrollo de cada una de las actividades sociales de construc-
ción del plan de manejo, así como en cada uno de los talleres, se van
acrecentando las redes sociales institucionales y no institucionales, lo
cual tiende lazos de confianza y solidaridad en los mismos, haciendo
que se dirijan y se centren todos los esfuerzos en un solo objetivo, que es
el del crear, mantener y evaluar el «Plan de ordenación y manejo de la
cuenca hidrográfica del Río Guabas», en donde, gracias a los comités y me-
sas de concertación y disertación, se ha logrado una visión de futuro a la
que denominaron «Cuenca educadora», entendiéndose la educación am-
biental, la asociatividad y la identidad del territorio, como herramientas
vitales en la concepción de un territorio con desarrollo sostenible.
De igual manera, se puede dilucidar que la unión del colectivo pre-
sente en una región permite identificar problemáticas mediante con-
sensos, otorgando niveles de importancia a las mismas y tomar decisio-
nes y acciones frente a ellas de manera colectiva, en donde todos se
vuelven partícipes de las posibles soluciones. «Quién más puede conocer
mejor sus problemas, que su propio pueblo». En este escrito se evidencia
la generación de estructuras de redes sociales fuertes y duraderas alrede-
dor de un objetivo común: cuidar y hacer prevalecer la cuenca del Río
Guabas. De la misma manera, en la construcción del documento se invi-
ta a crear lazos fuertes de confianza y solidaridad, como los construidos
entre los actores de la cuenca hidrográfica del Río Guabas, quienes, re-
conociendo y aplicando sus saberes ancestrales, aportan a una nueva
visión del territorio y a un desarrollo sostenible en la región, creando

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 75


sus propios modelos que garanticen el derecho de autonomía de los pue-
blos y aseguren la biodiversidad y el respeto por el medio ambiente.
La pluriculturalidad y multidiversidad en el territorio mencionado
han hecho que se enriquezcan mucho más los espacios de concertación
y disertación entre los actores, pues a la discusión se le suman otros
puntos de vista diferentes que no habían sido considerados en otras la-
titudes y en otras construcciones, pues por lo regular la planeación del
territorio se realizaba y ejecutaba desde los escritorios burócratas de
algunas oficinas de las administraciones públicas de Colombia, preten-
diendo que las comunidades aceptaran este tipo de planes y programas
ajenos a su cultura e idiosincrasia, lo cual hace que algunos planes fun-
cionen a muy corto plazo, pero luego se olvidan y no funcionan, simple-
mente porque no encajan en la comunidad presente en el territorio. Por
esto vale la pena resaltar la reconstrucción del territorio por los actores
vinculados a la asociación de usuarios del Río Guabas y su loable labor
de enriquecimiento de la región con un superávit de capital social y cul-
tural, garantizando así un punto de equilibrio entre oferta y demanda
medioambiental en el uso de recursos naturales para la producción de
bienes y servicios sostenibles.

Referencias

Arrow, K. (2000). Observations on Social Capital. Washington, dc: The


World Bnak.
Atria, R., Siles, M., Arriagada, I. et al. (2003). Capital social y reducción de
la pobreza en América Latina y el Caribe. En busca de un nuevo paradig-
ma. Santiago de Chile, Chile: Comisión Económica para América Latina
(cepal).
Bourdieu, P. (1986). Éléments Pour une Sociologie du Champ Juridique. Paris,
Francia: La Force du Droit.
cepal (2001). Capital social-parte del problema, parte de la solución. Santiago
de Chile, Chile: cepal.

76 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Coleman, J. (1990). Foundations of Social Theory. Harvard, Estados Unidos:
Harvard University Press.
Corporación Autónoma del Valle del Cauca y Asociación de Usuarios
de la Cuenca Hidrográfica del Río Guabas (2 de enero de 2010). <http://
www.asoguabas.com>. De <http://www.asoguabas.com>.
Durkheim, É. (1998). Las reglas del método sociológico y otros escritos sobre
filosofía de las Ciencias Sociales. Madrid, España: Alianza.
Field, J. (2008). Social capital. Londres, Reino Unido: Routledge.
Fukuyama, F. (1999). Social Capital and Civil Society. The Institute of Public
Policy George Mason University.
<https//capitalsocialenespanol.wordpress.com>. De <https//capitalso-
cialenespanol.wordpress.com>.
Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, ideam
(23 de octubre de 2002). <www.ideam.gov.co>. De <www.ideam.gov.co:
http//www.ideam.gov.co>.
Jiménez, I. (2012). Pierre Bourdieu, capital cultural, escuela y espacio social.
Madrid: siglo xxi.
Kliksberg, B. (2002). Capital social y cultura, claves olvidadas del desarrollo.
Washington, Estados Unidos: Indes, bid.
Novarkovsky, N. (2003). Capital social y ética aplicada a proyectos de desarro-
llo. Caracas, Venezuela: Corporación Andina de Fomento.
Putnam, R., Leonardi, R., Nanetti, R. (1994). Making Democracy Work: Civic
Traditions in Modern Italy. Princeton, Estados Unidos: Princeton Univer-
sity.
Santos, B.D. (2010). Descolonizar el saber, reiventar el poder. Montevideo:
Trilce.
Sudarsky, J. (2002.). El capital social en Colombia. Principales hallazgos.
Reflexiones sobre la investigación en Ciencias Sociales y estudios políticos.
Bogotá.
Vargas, G. (diciembre de 2015). <https://www.researchgate.net/pu-
blication/307920694>. De <https://www.researchgate.net/publica-
tion/307920694>.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 77


Parte II
Sustentabilidad y Gestión

Gestión sustentable en micros, pequeñas


y medianas empresas en México

Gabriel González Cázarez


Ramiro Ahumada Cervantes

E  n nuestro país y en el mundo, los empresarios se han dedicado


durante muchos años a la explotación de los recursos naturales
para obtener utilidades en sus empresas, sin prestar atención al daño
que pueda hacerse al medio ambiente y los efectos que estas alteracio-
nes puedan producir en nuestro planeta.
Pero desde finales del siglo pasado surgió una preocupación por el
medio ambiente, acogida por la mayor parte de los países. A raíz de di-
versos tratados internacionales se ha originado el interés por incorpo-
rar la sustentabilidad como un elemento esencial para el cuidado del
medio ambiente.
En México, la mayor parte de las empresas son micros y pequeñas
empresas familiares. Éstas tienen puesta su atención en resolver sus pro-
blemas de crecimiento y en algunos casos de supervivencia. No están

79
atendiendo los problemas que pueda causarse al medio ambiente y en la
mayor parte de los casos no trabajan de manera socialmente responsable.
Las empresas que en sus procesos incluyen la preocupación por el
medio ambiente son generalmente medianas o grandes, ya que se necesi-
ta destinar recursos para introducir estas prácticas. Algunas están certi-
ficadas como Empresa Socialmente Responsable, pero por desgracia las
pequeñas y micro empresas no cuentan con recursos económicos que
puedan destinar para obtener este tipo de certificaciones. Sin embargo,
pueden implementar prácticas de sustentabilidad en sus procesos pro-
ductivos y administrativos y generar beneficios ambientales que les pue-
den redituar en beneficio económico, así como en bienestar social.

Marco contextual
Medio ambiente y desarrollo

La protección del medio ambiente es una tendencia planetaria que al


paso del tiempo cobra mayor fuerza. No es para menos. La amenaza de
la extinción se cierne incluso sobre la raza humana, resultado de la ex-
plotación irracional y abusiva de los recursos naturales. A estas alturas,
las evidencias, por ejemplo, de que el cambio climático se deriva en bue-
na medida de las actividades antropogénicas, son irrefutables.
Por la magnitud de los problemas ambientales, el desarrollo susten-
table es una imperiosa necesidad que no puede descuidarse por los gobier-
nos, ni por los agentes económicos, que más que obedecer a regulaciones
jurídicas tienen la responsabilidad moral de promover la operación y cre-
cimiento de sus empresas en el marco de respeto a los ecosistemas. Al
final de cuentas, la Tierra es la casa de todos los seres vivos, incluyendo
los humanos, así que es obligación cuidarla para que sea disfrutada por
las actuales y venideras generaciones.

80 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


No es exagerado afirmar que nuestro planeta ha cambiado, en mu-
chos casos de manera irreversible, con la expansión y desarrollo de
nuestra civilización.

Los alimentos, la madera que empleamos para la construcción, los


muebles, el papel, los plásticos que envuelven los artículos de la vida
moderna, o los químicos que se emplean en la industria, agricultura
o el hogar, todos de alguna manera están relacionados con ligeras
perturbaciones o severos daños al ambiente (semarnat, 2007:3).

Con el argumento falaz de que su responsabilidad consiste en generar


empleo y dinamizar la economía, la mayoría de los empresarios no se
interesa por preservar la riqueza natural. Ese comportamiento cuestio-
nable ha afectado seriamente las condiciones de los bosques, selvas,
ríos, lagos y mares.
En el caso local del estado de Sinaloa, en específico de Guasave,
puede constatarse, por citar unos ejemplos, según datos de la Asocia-
ción de Agricultores del Río Sinaloa Poniente (aarsp), la erosión del va-
lle agrícola por el uso indiscriminado de pesticidas, la contaminación de
la costa por los drenes que conducen residuos de agroquímicos y otros
productos contaminantes, la destrucción de los manglares por falta de
planeación en el avance de la acuicultura, la desaparición casi total del
ecosistema que brinda refugio a diversas especies de aves, mamíferos y
de insectos, para dar paso a la expansión del valle agrícola. En Guasave,
el 52.40% de su territorio se dedica a la agricultura –más de 200 000
hectáreas de riego–, siendo la actividad preponderante en el municipio,
pero desgraciadamente este crecimiento ha provocado con sus efectos
una importante afectación negativa en el medio ambiente regional.
Es imposible actuar como si nada estuviera pasando, y se hace tarde
para que los empresarios de todas las ramas, sin excepción, asuman que

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 81


comparten la responsabilidad de conducir sus empresas con espíritu de
sustentabilidad, sin importar el tamaño de las mismas.

La sustentabilidad y el desarrollo
El desarrollo sustentable

En la segunda mitad del siglo xx surgen situaciones provocadas por la


sobreexplotación de los recursos naturales que agravan la problemática
ambiental generándose una preocupación global, la cual obliga a las na-
ciones a focalizar su atención en el cuidado del medio ambiente.
El Informe elaborado por la Comisión de las Naciones Unidas en-
cabezada por Gro Brundtland (publicado en 1987) ha logrado poner en
primer plano y con fuerza a la opinión pública en todo el mundo proble-
mas de medio ambiente y desarrollo económico. Dicho Informe define
que «el medio ambiente es el lugar donde vivimos todos y el desarrollo, lo
que todos hacemos al tratar de mejorar nuestra suerte en el entorno»
(Informe de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo,
1987:12).
El desarrollo sustentable requiere satisfacer las necesidades básicas
de todos y extender a todos la oportunidad de poner en práctica sus as-
piraciones a una vida mejor. La satisfacción de las necesidades esencia-
les requiere no sólo una nueva era de crecimiento económico para las
naciones en que la mayoría de los habitantes son pobres, sino también
la garantía de que los pobres tengan una participación justa de los re-
cursos necesarios para sostener este crecimiento (Informe de la Comisión
Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, 1987).
Para Urteaga (2008), el desarrollo sustentable es un concepto polí-
tico, sinónimo de alto crecimiento, de pleno empleo y de elevado nivel
de vida, surgido a finales de la década de los setenta, que surge como
uno de los principales retos para el siglo veintiuno. Por su parte, Loren-
zo (2012) señala que hoy se perfila una nueva concepción de empresa,

82 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


que no sólo debe ser una unidad de producción y distribución de bienes
y servicios requeridos por la sociedad, sino, según la empresa, tiene el
compromiso de actuar conforme a una responsabilidad social que, ade-
más, debe centrar su actuación en la preservación del medio ambiente y
en la racionalidad en el consumo de energía.
Otros autores centran su atención en la contaminación como daño
colateral provocado por la industrialización desmedida en los últimos
años. «Un componente clave de la conservación ambiental consiste en
minimizar los niveles de contaminación producidos por las actividades
de la sociedad: industriales, urbanas, agrícolas y la vida social en gene-
ral» (Guevara, 2012:83), pero en las pequeñas empresas es escasa la aten-
ción que prestan sus directivos al problema ambiental al anteponer sus
necesidades de supervivencia.
Chiarella (2002) resalta dos tipos de fenómenos como la base de las
transformaciones ocurridas: la crisis ambiental, que nos lleva a repen-
sar la relación del hombre con la naturaleza y modifica sus formas de
relacionarse, y la revolución científico-tecnológica, que permite las mo-
dificaciones en la base tecnoproductiva de la economía y genera cam-
bios fundamentales en la organización del trabajo. Ambos fenómenos
redefinen los estilos de vida, la ética y la cultura, la dinámica política y
social, la organización del espacio global y de los territorios nacionales
y la geopolítica.
Estamos en la era del desarrollo sostenible y los países se ponen de
acuerdo para tomar medidas para lograrlo.

[...] en 2015 se aprueban los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el


Vaticano publica la Encíclica Papal Laudato Si, donde se establecen
orientaciones para la preservación de la vida y directrices para un
accionar ético. Paralelamente, en París se realiza la xxi Conferencia
Ambiental COP21, de la cual se extraen acuerdos para reducir la emi-
sión de gases contaminantes, y ello sin duda implica repensar temas

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 83


inobjetables como el crecimiento económico que han predomina-
do en las agendas durante las últimas décadas (Tejedor y Álvarez,
2016:215).

Acontecimientos internacionales ambientales

La necesidad de impulsar el desarrollo económico de manera sostenible


es un desafío para los países y las empresas, obligadas a buscar solucio-
nes mediante protocolos, convenios y acuerdos pactados en las cumbres
internacionales.
Un tratado internacional, según la Real Academia de la Lengua Es-
pañola, es un acuerdo entre Estados u organizaciones, regido por el de-
recho internacional, con la finalidad de establecer normas de relación o
de resolver problemas concretos. Para Cuéllar (2015), protocolo son sim-
plemente los documentos que se anexan con posterioridad a un tratado,
pacto, convenio o convención, y tiene como objetivos la ampliación de
derechos o la fijación de procedimientos para detallar aplicaciones o
quejas, mientras que una declaración son documentos en los que se es-
criben y describen los diferentes derechos, pero con la desventaja de que
dichos documentos no son de carácter obligatorio para los gobiernos
porque no son leyes internacionales.
Uno de los primeros acuerdos fue el Convenio de Ramsar (1971) en
Irán, suscrito en la ciudad de Ramsar el 2 de febrero de 1971. De su página
oficial obtenemos que su finalidad consiste en proteger los humedales o
zonas húmedas del planeta y las especies de aves acuáticas en peligro de
extinción.
En 1972 tuvo lugar en Estocolmo la Primera Conferencia Mundial so-
bre el Medio Ambiente (onu, 1972), importante marco para los debates
sobre el desarrollo y el medio ambiente. Su importancia radicó en que
definió el inicio de la búsqueda de información que permitiera mitigar
los efectos del cambio climático. En ese mismo año se crea el Programa

84 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (pnuma), cuyos objetivos
consisten en coordinar las actividades relacionadas con el medio ambien-
te, asistiendo a los países en la implementación de políticas ambientales
adecuadas, así como fomentar el desarrollo sostenible.
En 1985 se firma el Convenio de Viena para la Protección de la Capa de
Ozono, en el que las partes se comprometen a proteger la salud humana
y el medio ambiente de los efectos adversos, resultantes de las modifica-
ciones en la capa de ozono (pnuma, 1985). En 1987, el Protocolo de Mon-
treal, consecuencia de la Convención de Viena, impone limitaciones a la
emisión de gases que dañan la capa de ozono. En ese mismo año, la Co-
misión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo de la onu
aprueba el Informe Brundtland (onu, 1987) con el propósito de encontrar
medidas para revertir los problemas ambientales y de desarrollo del
mundo. En este Informe, elaborado para la onu por distintas naciones,
se utilizó por primera vez el término «desarrollo sostenible», que se de-
fine como aquel que satisface las necesidades del presente sin compro-
meter las necesidades de las futuras generaciones.
El tema de la sostenibilidad adquiere mayor notoriedad a partir de
los años noventa cuando tiene lugar en Río de Janeiro la Conferencia de
las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (cnumad) (Informe
de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desa-
rrollo, 1992), en la que se promovieron y recomendaron políticas para un
desarrollo sostenible. Reunidos expertos, junto con los gobiernos y con
la sociedad civil de 169 países, consensuaron un proceso que culminaría
en la cnumad de 1992. En esa Conferencia se aprobaron los siguientes
acuerdos y declaraciones: la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y
Desarrollo, la Agenda 21, el Convenio sobre la Diversidad Biológica, la Con-
vención Marco sobre el Cambio Climátic y la Declaración de Principios sobre
los Bosques. Resalta por su importancia la Agenda 21, programa de acción
que representa el intento más ambicioso y global para promover a esca-
la mundial un nuevo modelo de desarrollo, combinando los tres ejes de

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 85


la sostenibilidad, la protección del medio ambiente, la justicia social y la
eficiencia económica.
Estos principios fueron creados con el objetivo de establecer una
alianza mundial nueva y equitativa mediante la creación de nuevos ni-
veles de cooperación entre los Estados, los sectores clave de las socieda-
des y las personas, procurando alcanzar acuerdos internacionales en los
que se respeten los intereses de todos y se proteja la integridad del siste-
ma ambiental y de desarrollo mundial. Aunque estos principios no son
jurídicamente vinculantes, han sido la base para que los Estados legis-
len en materia ambiental (Informe de la Conferencia de las Naciones Uni-
das sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, Río de Janeiro, 1992).
En 1997, con el Protocolo de Kyoto se busca promover el desarrollo
sostenible mediante el cumplimiento de los compromisos de limitación
y reducción de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfe-
ra (Informe de la Convención, Protocolo de Kyoto. Marco de las Naciones Uni-
das sobre Cambio Climático, 1997).
En 1999 se firma el Pacto Mundial de las Naciones Unidas (cinu, 1999)
en Davos, Suiza, compuesto por diez principios de ciudadanía corpora-
tiva que se fundamentan en convenciones y tratados acordados interna-
cionalmente sobre los derechos humanos, las relaciones laborales, la
protección ambiental y la lucha contra la corrupción. La importancia de
este Pacto Mundial es su carácter universal, de manera que proporciona
un marco de actuación común a las empresas de diferentes países.
El Convenio de Rotterdam (1998) fue aprobado el 11 de septiembre de
1998 para proteger la salud humana y el medioambiente mediante la re-
gulación y control de las importaciones y exportaciones de productos
químicos y plaguicidas considerados como peligrosos. En el año 2000, la
Declaración del Milenio de las Naciones Unidas (onu, 2000) trata el tema del
desarrollo sostenible, considerando el respeto a la naturaleza y la res-
ponsabilidad común como valores esenciales para las relaciones interna-
cionales en el siglo veintiuno.

86 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


El Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología en el año
2000 es un acuerdo complementario del Convenio de Biodiversidad apro-
bado el 29 de enero de 2000 y en vigor desde el 11 de septiembre de 2003,
destinado a controlar y evitar los riesgos que pudieren ocurrir en el co-
mercio transfronterizo y la dispersión accidental de organismos vivos
modificados por medio de la biotecnología moderna.
Otro acontecimiento importante en este sentido tiene lugar en el
año 2001 cuando la Comisión de las Comunidades Europeas (cce)
aprueba el Libro Verde (2001). En él se refuerza la importancia del tema
de la sostenibilidad con el objetivo de fomentar un marco europeo para
la responsabilidad social de las empresas.
En el año 2002, en Johannesburgo, se lleva a cabo la Cumbre Mun-
dial sobre Desarrollo Sostenible (2002) promovida por las Naciones Uni-
das. En este evento se trata el multilateralismo como una estrategia
clave en el cumplimiento y aplicación de los principios del desarrollo
sostenible. Otro hecho destacable es el Informe Stern del año 2006, rela-
tivo al impacto de la economía y de los cambios climáticos. Según Stern
(2006), el cambio climático requiere una respuesta mundial con la coo-
peración internacional y el liderazgo.
En el año 2007, el Cuarto Informe de Evaluación del Panel Interguberna-
mental del Cambio Climático (ipcc, pnuma, 2007) confirma que el planeta
está sufriendo un proceso de calentamiento global por causas antropo-
génicas y reitera que las iniciativas llevadas a cabo por los gobiernos, las
empresas y la sociedad en los últimos años no son suficientes. En abril de
2009 tiene lugar en Londres la Cumbre del G-20 (2009). El Grupo de los
Veinte (G-20) está compuesto por los ministros de finanzas y por los go-
bernadores de los bancos centrales de Argentina, Australia, Brasil, Cana-
dá, China, Francia, Alemania, India, Indonesia, Italia, Japón, México,
Rusia, Arabia Saudí, África del Sur, Corea del Sur, Turquía, Reino Unido
y Estados Unidos.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 87


En diciembre de 2009 tuvo lugar en Copenhague la xv Cumbre de las
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (cop-15). Los gobiernos de 189
países se reunieron para llegar a un acuerdo vinculante sobre el cambio
climático que sustituiría al Protocolo de Kyoto, ya que éste expiró en el
año 2012.
RIO + 20 (2014) es el nombre abreviado de la Conferencia de las Nacio-
nes Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, que tuvo lugar en Río de Janei-
ro, Brasil, veinte años después de la histórica Cumbre de la Tierra en Río
en 1992. Río + 20 fue también una oportunidad para mirar hacia el
mundo que queremos tener en veinte años. Las conversaciones oficia-
les se centraron en dos temas principales: cómo construir una econo-
mía ecológica para lograr el desarrollo sostenible y sacar a la gente de la
pobreza, y cómo mejorar la coordinación internacional para el desarro-
llo sostenible.
El 12 de diciembre de 2015, en el Acuerdo de París, Convención Marco
sobre el Cambio Climático (2015), 195 naciones alcanzaron un acuerdo his-
tórico para combatir el cambio climático e impulsar medidas e inversio-
nes para un futuro bajo en emisiones de carbono, resiliente y sostenible.
El objetivo principal del acuerdo universal consiste en mantener el au-
mento de la temperatura en este siglo muy por debajo de los 2 grados
centígrados e impulsar los esfuerzos para limitar el aumento de la tem-
peratura incluso más, por debajo de 1.5 grados centígrados sobre los ni-
veles preindustriales.
A partir de la creación de las Naciones Unidas, muchos países han
acordado compromisos ambientales, siendo factor muy importante la
participación de la sociedad, las empresas y los gobiernos, fundamental
para que dichos compromisos puedan tener éxito en la persecución de
los objetivos del nuevo orden mundial.
Aunque los acuerdos internacionales no son vinculantes, sí han
sido un factor real para elaborar legislación ambiental en todos los paí-
ses que has suscrito los acuerdos. La sociedad ha sido demandante en el

88 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


cuidado del planeta y el desarrollo no puede sustraerse a esto. En la ta-
bla 1 se muestra una línea del tiempo con los principales acuerdos am-
bientales internacionales en el mundo.

Tabla 1. Línea del tiempo de eventos relacionados con el medio


ambiente y la sustentabilidad

)( ,(#Ų /',ŲˆďÆÄ


&-Ų#)(- ™—Ų/',ŲŲ&-
(#-Ų-), .)Ų #)(-Ų(#-
#)Ų'#(. /(#& -),Ų&Ų'#)
3Ų-,,)&&) Ų&- &#'X.#)
)(0(#) )(0(#) #)(- #,)Ų, ( ),' /,)
Ų'-, Ų#( (#- Ų&Ų„„† .,( Ų,c-

ãëéã ãëéä ãëêç ãëêé ãëëä ãëëé ãëëë äâââ äââã äââä äââè äââé äââë äâãæ äâãç

,#', ,).))&) ,).))&) &,#j( /', /,.) c)ŲİÆÄ


)( ,(# Ų )(.,& Ų 3).) &Ų #&() /(#& ( ),'Ų
/(#& ( ),' ,).))&)Ų -), 0&/#j(Ų
-),Ų& ,/(.&( ,.!( -,,)&&) &Ų(&
#) /-.(.& (.,!/,(ď
'#(. '(.&Ų&
'#)Ų&#'X.#)

Fuente: Elaboración propia; González 2017, a partir de Gil La Fuente.

Micros, pequeñas y medianas empresas

La Secretaría de Economía (sedeco) dio a conocer la clasificación de las


empresas mexicanas, mediante el Acuerdo por el que se establece la es-
tratificación de las micro, pequeñas y medianas empresas, publicado en
el Diario Oficial de la Federación el 30 de junio de 2009. Las empresas se
clasifican por su tamaño en micro, pequeña, mediana y grande. En la

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 89


tabla 2 se encuentra la estratificación de las empresas mexicanas esta-
blecida por la sedeco.
Para la sedeco, el total de empresas consideradas en la En-
cuesta Nacional sobre Productividad y Competitividad de las Micro,
Pequeñas y Medianas Empresas (enaproce 2015), 97.6% son mi-
croempresas y concentran el 75.4% del personal ocupado total. Le
siguen las empresas pequeñas, que son 2%, y tienen el 13.5% del
personal ocupado. Las medianas representan 0.4% de las unidades
económicas y tienen poco más del 11% de los ocupados.

Tabla 2. Clasificación de empresas mexicanas

rango del rango del


tamaño de sector
número de monto de ventas
la empresa económico
trabajadores anuales (mdp)

Micro Todas Hasta 10 Hasta 4

Pequeña Comercio Desde 11 hasta 30 Desde 4.01 hasta 100

Industria y Ser-
Pequeña Desde 11 hasta 50 Desde 4.01 hasta 100
vicios

Desde 100.01 hasta


Mediana Comercio Desde 31 hasta 100
250

Desde 100.01 hasta


Mediana Servicios Desde 51 hasta 100
250

Desde 100.01 hasta


Mediana Industria Desde 51 hasta 250
250

Comercio, Servi-
Grande Mayores de 250 Más de 250
cios e Industrial

Fuente: Elaboración propia, González (2017), a partir del dof, 2009.

90 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Las pymes

La mayor parte de las pymes son empresas familiares. Por eso es que
nos imaginamos que no pueden ser grandes empresas, pero algunas
han llegado a desarrollarse de manera importante, como son los casos
de las conocidas Bimbo y Comex que hoy compiten en el mercado como
grandes empresas trasnacionales. Las empresas familiares son muy im-
portantes para el desarrollo de cualquier país debido a su gran número;
se calculan del 60 al 80% a escala mundial, representando el 50% del pib
mundial (Davian, 2011).
Para (Murillo (2007), en la revista Documentación Social (citando a
Enderle, 2004), las pequeñas empresas luchan por la sobrevivencia día a
día, y es esta lucha por el mercado lo que las hace fortalecer una red de
interdependencia y colaboraciones, traduciéndose en reputación, ima-
gen de profesionalidad e incremento en el factor confianza y lealtad.
En opinión de Molina, López y Contreras (2014), las pequeñas y me-
dianas empresas poseen características muy convenientes para enfrentar
la apertura económica internacional en términos de competitividad, tan-
to por su productividad, como por su potencial social. Esta clase de em-
presas conforma el eje económico en países como Japón, Italia y Brasil.
La situación de las pymes hacia la sustentabilidad social difiere de
las grandes corporaciones y dependen en gran medida de los valores del
propietario y su preocupación por el bienestar de sus trabajadores.

La microempresa

La microempresa surge ante la necesidad de obtener ingresos de mu-


chas familias que por la dificultad de obtener un empleo bien renume-
rado que les permita satisfacer sus necesidades necesitan emprender
un negocio por su cuenta, muchas veces con escaso capital económico y
humano.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 91


Para Díaz (2010), al no contar con alternativas, la población se ve
forzada a acceder al mercado por cuenta propia al no recibir los benefi-
cios de un empleo formal ni la garantía de una calidad de vida aceptable;
surge así la microempresa como respuesta a los actuales procesos de
transformación excluyente.
La microempresa juega un papel muy importante en el desarrollo.
Es reconocida por su potencial aportación al crecimiento y desarrollo en
el país. Como lo describe Vázquez (2005), el surgimiento de empresarios
y de pequeñas empresas se apoya en redes personales, lo que les permite
personalizar la atención y madurar el proyecto de empresa a partir de la
información que les proporcionan y comenzar su realización a través
del conocimiento del negocio con personas de su confianza, de personas
que los empresarios conocían antes de que la empresa se formara.
La microempresa, por su tamaño, posee importantes ventajas com-
petitivas: flexibilidad y cercanía al cliente, lo cual la hace ver como un
importante actor social. Para Martínez (2004), el tamaño de la microem-
presa es una ventaja que le permite concentrar su importancia en el sector
mismo; hoy día, más que centrar la atención en los agentes y factores pro-
ductivos, surge la necesidad de enfatizar en la dinámica relacional de ac-
tores que tiene lugar en el territorio, impulsando el desarrollo regional.

Gestión de la sustentabilidad

Para Muriel (2006), la gestión forma parte de la estrategia formulada


por los ideólogos del desarrollo. La sustentabilidad ha ido apareciendo
como conceptos en distintas disciplinas naturales, técnicas o sociales,
con la finaldad precisamente de plantear la relación entre lo socioeconó-
mico y tecnológico con las leyes de la naturaleza.
La gestión es un proceso que comprende determinadas funciones y
actividades organizativas que deben llevarse a cabo para lograr los obje-
tivos y metas deseadas. El proceso de gestión se considera integrado,
por regla general, por las funciones de planificar, ejecutar y controlar.

92 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


La planificación determina qué resultados ha de lograr la organiza-
ción. La función de planificar representa el núcleo de la gestión. Planifi-
car implica realizar actividades a lo largo del tiempo, cuyo resultado es
la fijación de objetivos que se deriven en planes y éstos, a su vez, en
programas y proyectos que se requieren para lograr los objetivos.
La función de ejecución es realizar lo planificado, según cronogra-
ma de programas y proyectos y flujograma de inversiones en el tiempo.
La función de control es comprobar si se han logrado o no los resultados
previstos.

Responsabilidad social y medio ambiente

En este marco, han surgido iniciativas como la Responsabilidad Social


Empresarial (rse), que nace como una nueva visión de la gestión estra-
tégica y de la ética corporativa de las organizaciones empresariales,
donde el cambio tecnológico, económico y cultural, han redefinido la
relación que éstas tienen con sus públicos y con el entorno. Consideran-
do a las pequeñas y medianas empresas (pymes) como un elemento
trascendental en la economía y composición social latinoamericana,
este trabajo revisa y analiza el rol que la rse puede cumplir en la gestión
administrativa y en la producción de valor en este tipo de formato em-
presarial.
Los cambios globales en el ámbito social, económico y cultural, han
rediseñado la manera de relacionarse entre la sociedad, su entorno y la
empresa, requiriéndose una mayor y más frecuente comunicación y en-
tendimiento entre éstas y sus públicos. En términos generales, según
Enderle (2004, citado por Murillo, 2007), la premisa empresarial ha sido
modificada desde una visión centrada sólo en los beneficios y en el fun-
cionamiento orgánico de las partes de la empresa a una visión sistémica
aplicada a la sociedad del conocimiento, donde la solución pasa por
adaptarse y ser responsables ante el entorno para ser rentables y pro-
longarse en el tiempo.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 93


Visto así, se podría llegar a pensar que la rse es sólo una moda de
nuestros tiempos, pero bastantes argumentos demuestran que la rse se
ha convertido en un elemento estratégico fundamental para la organi-
zación e identidad de la empresa, la cual puede apreciarse de manera
positiva por sus clientes, sobre todo al mostrar preocupación y acciones
a favor del medio ambiente, redituándole en aceptación en su mercado.

La rse como gestión corporativa

La realidad socioeconómica en el nuevo milenio ha generado un nuevo


planteamiento en la relación entre la empresa y la sociedad. Pretende
armonizar su fin económico con aspectos sociales y medioambientales
con el propósito de evitar la desigualdad generada por la globalización.
Para Fernández (2009), los numerosos escándalos empresariales de fi-
nales del siglo pasado han hecho que la opinión pública esté castigando
a las firmas, cuya ética empresarial quede en entredicho, convirtiéndo-
se en estrategia de negocios lo que antes fue presión social.
Surge la Responsabilidad Social Empresarial como una visión de ne-
gocios en la que la organización asume voluntariamente un rol social más
amplio, pero no en sentido caritativo ni filantrópico en sí mismo, sino con
el objeto de beneficiarse en conjunto con todos sus públicos. Este cambio
de mentalidad conlleva, entonces, la incorporación de las expectativas de
estos públicos en las prácticas empresariales. Su ejecución no implica ne-
cesariamente cambiar todas las actividades desarrolladas a diario por
cada empresa, sino gestionarlas considerando el impacto que éstas produ-
cen en la sociedad.
Según Tinto (2007), el conocimiento y desarrollo de habilidades or-
ganizacionales para ser cada vez más responsables con nuestra sociedad,
es una buena inversión que proporciona ventajas competitivas en aque-
llas organizaciones que entienden que la responsabilidad empresarial
es una actitud gerencial, con miras a generar un producto social con la

94 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


inclusión de los integrantes de la organización, así como la sociedad
buscando lograr relaciones duraderas que generen valor para ambos.
Romero (2010, citado por Chirinos, Fernández y Sánchez, 2012) nos
dice que la rse trata de minimizar y suavizar los efectos negativos que
han venido generando al ambiente y a la sociedad, ya sea por convenien-
cia económica para atraer público; sin embargo, continúan manteniendo
los principios básicos del sistema capitalista.
Otro factor característico de la Responsabilidad Social es el surgi-
miento de los stakeholder, o parte interesada, que es todo grupo o perso-
na que puede verse afectado o afectar a una corporación, que incluye a
sus propios trabajadores, consumidores o usuarios, proveedores, admi-
nistraciones públicas y ong, quienes evalúan a las empresas.
Un factor muy importante es mencionado por Rodríguez (2011),
quien afirma que el éxito o fracaso de cualquier proyecto usualmente
está determinado por las percepciones de éxito o fracaso de los stakehol-
ders, por lo que es importante la identificación de quienes integran este
grupo de poder.
Dopico, Rodríguez y González (2011), se refieren a los trabajos de
Freeman (1984), donde afirma que no son los accionistas de una empre-
sa, sino una amplia variedad de colectivos los que provocan el éxito o
fracaso de una empresa, mientras que Las Casas (2011) muestra sobre la
teoría de los stakeholders, la cual está fincada en la ética y los valores
morales, contrapuesta con la de otros estudiosos de las organizaciones y
economistas que expresan que las empresas existen sólo para generar
ganancias.

Conclusiones

En los últimos años, el desarrollo económico mundial ha originado la


preocupación de las naciones por el cuidado del planeta para tratar de
encaminar el progreso hacia el desarrollo sustentable, siendo también

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 95


el caso de nuestro país, el cual ha participado en muchas cumbres, con-
ferencias y suscrito varios acuerdos internacionales comprometiéndose
a cuidar el medio ambiente, involucrando al Estado, empresarios y ciu-
dadanía para estar acorde con el interés mundial por la sustentabilidad.
En nuestro país, la mayor parte de las fuentes de empleo provienen
de las pequeñas y microempresas, pero este tipo de organizaciones tie-
nen mayores dificultades para dirigir sus políticas hacia el desarrollo
sustentable, debido a que su mayor preocupación en la mayor parte de
los casos es la supervivencia. Caso diferente es el de las empresas media-
nas y grandes, las cuales pueden acceder con mayor facilidad a despachos
que les ayuden a implementar políticas ambientales o de responsabilidad
social. Sin embargo, muchos pequeños empresarios están descubriendo
que el manejo sustentable de sus empresas les proporciona una ventaja
competitiva que los hace atractivos ante sus públicos y agentes con los
que se relacionan.
Por lo anterior, es importante implementar la gestión sustentable
en este tipo de empresas en la medida en que sea posible y según sus ca-
pacidades para contribuir al cuidado del medio ambiente y contribuir al
desarrollo sustentable, logrando al mismo tiempo incrementar el apre-
cio de los clientes y proveedores, lo cual reditúa en mejorar la economía
elevando el nivel de vida de las personas involucradas en la empresa.

Referencias

aarsp (2017). Portal Oficial Asociación de Agricultores Río Sinaloa Ponien-


te. <http://aarsp.com/cms/jl25/final/asociación-topmenu/anteceden-
tes.html>.
Chiarella Quinhoes, R. (2002). Reflexiones sobre el desarrollo sustentable.
<http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/espacioydesarrollo/article/
view/8107>.
Chirinos, M.E., Fernández, G. Sánchez, L. (2012). Responsabilidad empre-
sarial o empresas socialmente responsables. Razón y Palabra, 81, vol. 17,

96 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


noviembre-enero. Estado de México: Instituto Tecnológico y de Estu-
dios Superiores de Monterrey.
cinu (1999). Centro de Información de las naciones Unidas para México,
Cuba y República Dominicana. <http://www.cinu.org.mx/pactomun-
dial/index.htm>.
onu (2015). Convención Marco sobre el Cambio Climático. Organiza-
ción de las Naciones Unidas. <https://unfccc.int/resource/docs/2015/
cop21/spa/l09s.pdf>.
Acerca de la Convención de Ramsar. Sitio web oficial. <https://www.
ramsar.org/es/acerca-de-la-convencion-de-ramsar>.
China.Org (2018). Cumbre de G-20. En Londres (2009). <http://spanish.
china.org.cn/specials/09ldfh/node_7064227.htm>.
Cuéllar Roa, L. (2015). Convenios y tratados internacionales. <https://
prezi.com/trmpfrv6wboa/convenios-y-tratados-ambientales-interna-
cionales/>.
Dabián, C. (2011). Empresas familiares. ¿El sector dominante? <http://www.
pwc.com/mx/es/servicios-especializados-en-riesgos/empresa-familiar.
html>.
Díaz Arreguín, S. (2010). La microempresa en el desarrollo perspectivas.
Revista Perspectivas, 25, enero-junio. Universidad Católica Boliviana San
Pablo Cochabamba. Bolivia.
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (2017). <http://
www.rae.es/obras-academicas/diccionarios/diccionario-de-la-len-
gua-espanola>.
Dopico Parada, A., Rodríguez Daponte, R., González Vázquez, E. (2011). A
responsabilidade social empresarial e os stakeholders: unha análise clús-
ter1 Universidade de Vigo.
Fernández, R. (2009). Responsabilidad Social Corporativa. España: Club
Universitario.
Gil Lafuente, A.M., Barcellos Paula, P.L. (2011). Los desafíos para la sos-
tenibilidad empresarial en el siglo xxi. Revista Galega de Economía, 2,
vol. 20. España: Universidade de Santiago de Compostela Santiago de
Compostela.
Guevara Pérez, E. (2012). Estrategias de gestión para la sustentabilidad
ambiental. Ingeniería Industrial. Actualidad y Nuevas Tendencias, 8, vol.
iii, enero-junio. Carabobo, Venezuela: Universidad de Carabobo.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 97


Informe de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el De-
sarrollo (1987). Desarrollo y Cooperación Económica Internacional. Me-
dio Ambiente. onu.
Las Casas Campos, T. (2006). Políticas para stakeholders: um objetivo ou
uma estratégia organizacional? RAC-Revista de Administração Contem-
porânea, 4, vol. 10, outubro-dezembro. Associação Nacional de Pós-Gra-
duação e Pesquisa em Administração Rio de Janeiro, Brasil.
Lorenzo Díaz, M.M. (2002). Marketing ecológico y sistemas de gestión am-
biental: conceptos y estrategias empresariales departamento de organiza-
ción de empresas y marketing. Facultad de Ciencias Empresariales de Ou-
rense. Universidad de Vigo.
Martínez Pellégrini, S.E. (2004). Necesidades y prioridades de las microem-
presas y su potencial como arraigadoras de la población mediante generación
de empleo e ingreso en México. México: usaid.
Molina Sánchez, R., A. López Salazar, R. Contreras Soto (2014). El em-
prendimiento y crecimiento de las pymes. Acta Universitaria, 1, vol. 24,
diciembre. Universidad de Guanajuato, Guanajuato, México.
Muriel F., R.D. (2006). Gestión Ambiental. Ideas Sostenibles, 13, año 3.
Murillo B., D. (2007). Responsabilidad social de la empresa. La rse en las py-
mes. Gráficas Arias Montaño. issn-0417-8106.
onu (2002). Cumbre Mundial Sobre Desarrollo Sostenible. onu.
<http://www.cinu.org.mx/prensa/eventos/unctadxi/aconf199d20&c1_
sp.pdf>.
_____ (2014). Río + 20.
<https://rio20.un.org/sites/rio20.un.org/files/a-conf.216-l-1_spanish.
pdf.pdf>.
_____ (2002).Cumbre Mundial Sobre Desarrollo Sostenible.
<http://www.cinu.org.mx/prensa/eventos/unctadxi/aconf-
199d20&c1_sp.pdf>.
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (1985).
Convenio de Viena para la Protección de la Capa de Ozono. Viena.
Programa (2007). Cambio climático. Informe de síntesis.
<https://www.ipcc.ch/pdf/assessment-report/ar4/syr/ar4_syr_
sp.pdf>.
Rodríguez, A. (2013). Gestión de stakeholders. Gestión de grupos de in-
terés. Revista Escuela de Administración de Negocios, 75, julio-diciembre.
Universidad ean. Bogóta, Colombia.

98 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Secretaría del Convenio sobre la Diversidad Biológica. Protocolo de Cartage-
na sobre Seguridad de la Biotecnología. 2000. isbn: 92-807-1924-6.
<https://www.conacyt.gob.mx/cibiogem/images/cibiogem/comunica-
cion/publicaciones/cartagena-protocol-es.pdf>.
Stern, N. (2006). The Stern Review of the Economics of Climate Change. Vrije
and Carnegie Mellon Universities.
Tejedor Estupiñán, J.M., J.F. Álvarez (2016). La era del desarrollo sos-
tenible. Revista Finanzas y Política Económica, 2, vol. 8, julio-diciembre.
Bogotá, Colombia: Universidad Católica de Colombia.
Tinto, J.A. (2007). El nuevo paradigma empresarial: las organizaciones so-
cialmente responsables. Visión Gerencial, 2, julio-diciembre. Mérida, Ve-
nezuela: Universidad de Los Andes.
Urteaga, E. (2008). El debate internacional sobre el desarrollo sostenible.
Investigaciones Geográficas, 46. Universidad de Alicante.
Vázquez Barquero, A. (2005). Las nuevas fuerzas del desarrollo. Barcelona:
Antoni Bosch Editor. ¿Y el medio ambiente? Problemas en México y el
mundo. Impreso en México. isbn 978-968-817-877-5. semarnat, 2007.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 99


Estrategia, competitividad y
sustentabilidad en el sector agrícola

Fridzia Izaguirre Díaz de León


Óscar Lizárraga Armenta
Duván Emilio Ramírez Ospina
Heleodoro Sotelo Sánchez

E  n los últimos años, la creciente conciencia acerca del impacto am-


biental, social y cultural de prácticas de la agricultura moderna,
como es el uso ineficiente de insumos sintéticos derivados del petróleo,
ha ocasionado erosión y salinización de suelos, contaminación de aguas
y aumento de gases de efecto invernadero. Otras prácticas han ocasio-
nado la pérdida de cultivos tradicionales, aumento de plagas y enferme-
dades, entre otros (Altieri, 2008). De igual manera, para Pretty ( 2008) el
aumento del área para la agricultura ha ocasionado pérdida de hábitats
y su biodiversidad asociada y con ellos la pérdida de los servicios ecosis-
témicos. En este sentido, la agricultura moderna ha aumentado la mar-
ginación de la población rural que ve deteriorarse sus niveles de vida, en
especial respecto a las condiciones de trabajo y a los niveles de alimenta-
ción (Altieri y Toledo, 2011).

101
Según Giuffré, Viglizzo y Gudynas (2003), señalan que hoy día el
ámbito agropecuario ha pasado de una concepción utilitarista de la ac-
tividad hacia otra denominada naturalista. La primera, de línea antro-
pocéntrica, coloca al hombre por encima de la naturaleza y del resto de
las especies, representó un coto tecnológico importante para el desarro-
llo de la agricultura, ya que permitió resolver problemas de hambruna en
varios países subdesarrollados. No obstante, la presión antrópica en aras
de lograr mayor producción con una visión a corto plazo de la rentabili-
dad ocasiona el uso irracional y abusivo de las tecnologías, de insumos
surgidas en esta etapa (semillas híbridas, agroquímicos, maquinaria agrí-
cola, irrigación), acentuando externalidades no deseadas, como degrada-
ción de los agroecosistemas, pobreza y abandono rural.
De igual manera, y en atención a las consecuencias de la agricultura
moderna o industrial, la segunda concepción naturalista más reciente
aumenta el rol de todas las especies vivas y del ambiente como factores
de equilibrio natural. Exhorta a reconocer una visión que no sea sólo la
de producir, sino que sea más bien ética e integral del medio ambiente
para la satisfacción de las necesidades humanas. Este enfoque holístico
de la actividad agraria supone la integración de aspectos ambientales,
sociológicos, económicos y culturales (Giuffré, 2003; Viglizzo, 2003;
Gudynas, 2003).
Aunado a lo anterior, tenemos la problemática ambiental que ha ge-
nerado la agricultura en el mundo, en México particularmente, por el
uso de plaguicidas. En 1999 comenzaron las actividades de investigación
y validación en varias regiones agroecológicas del país para promover el
uso de biofertilizantes entre los agricultores, creando el gobierno el Pro-
grama Nacional de Biofertilizantes del gobierno federal, llevado a cabo
por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural (sagar)
y apoyado por Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agríco-
las y Pecuarias (inifap). Asimismo, se establece que el uso de biofertili-
zantes en la agricultura mexicana tiene gran futuro. Sin embargo, se

102 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


necesita más investigación en áreas que han quedado descubiertas para
que esta tecnología sustentable alcance los beneficios y resultados espe-
rados (Irízar, Garza, Tut y Couoh, Rojas, Trujillo, García, Martínez, Al-
varado, Grageda, Valero y Aguirre, 2003).
En este mismo orden de ideas, se asume que las organizaciones
agrícolas en el desarrollo de su actividad deben considerar el desarrollo
sustentable, el cual puede ubicarse en 1983, cuando la Organización de
las Naciones Unidas (onu) creó la Comisión sobre el Medio Ambiente y
el Desarrollo, y se define como el desarrollo que satisface las necesida-
des de la generación presente, sin comprometer la capacidad de las ge-
neraciones futuras, para satisfacer sus propias necesidades, entendido
como el crecimiento y evolución de los ciudadanos del mundo sin com-
prometer el futuro de los mismos y de su ambiente físico y social. Sin
embargo, estamos presenciando que hay un desequilibrio y sólo podre-
mos pensar en la sustentabilidad cuando el actuar del ser humano se
centre en sí mismo y en su hábitat, con base en el respeto de la democra-
cia, los derechos humanos y la equidad. La sustentabilidad es la equidad
ecológica, económica y social, tanto para las presentes como para las
futuras generaciones humanas. Con esta perspectiva, debe abarcar to-
dos los derechos humanos: económicos, sociales, culturales, civiles y
políticos (Quintana, Díaz, Salinas, Casas, Huitrón y Beltrán, 2011).
En un entorno como el actual, sujeto a una fuerte dinámica de cam-
bio, no es posible subsistir desde posicionamientos estáticos; es indis-
pensable responder con estrategias creativas. El éxito de la empresa de-
pende hoy de su competitividad y este es un concepto relativo;
simplemente se es o no competitivo en relación con aquellos con los que
se compite y al variar éstos sus estrategias, puede trastocarse la posi-
ción competitiva relativa de todos (Vilariño y Rodrigo, 2007).
Es con las estrategias que se puede lograr que las organizaciones
sean competitivas, lo cual se considera indispensable para toda organi-
zación. Para Porter, la competitividad es la capacidad de una empresa

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 103


para producir y mercadear productos en mejores condiciones de precio,
calidad y oportunidad que sus rivales. El origen de la competitividad
surge paralelamente en dos ámbitos: desde la perspectiva macroeconó-
mica, es decir, desde el punto de vista de la administracion guberna-
mental y de cómo puede ejercer los instrumentos de política económica
con el objeto de crear un medio ambiente favorable para el desempeño
de las empresas en la región; y desde una óptica microeconómica, en la
que las empresas se imponen por sí mismas incrementar la eficiencia,
productividad, calidad, entre otros, con el objeto de obtener un grado de
desempeño superior al de sus competidores (Morales y Pech, 2000).
Es necesario precisar cuáles son las capacidades y condiciones idó-
neas para alcanzar la competitividad de la actividad agrícola y cuáles
son las capacidades humanas e institucionales que permiten desarro-
llar la competitividad y los medios disponibles para alcanzar cada vez
mayores niveles de productividad. Esto, por supuesto, tiene que ver con
capacitación, educación y herramientas disponibles para realizar las ta-
reas necesarias individuales e institucionales. Por otra parte, las condi-
ciones tienen que ver con las facilidades que el país o región dispongan
o que se tengan que crear para generar altos niveles de competitividad.
Entre otras, se pueden mencionar las regulaciones, leyes, distorsiones e
infraestructura física que permiten o no el desarrollo efectivo de la
competitividad agroproductiva. Adicionalmente, todo lo anterior debe
sustentarse en procesos que coadyuven a la creación y desarrollo de
agroempresarios, que fortalezcan los eslabones de los diversos niveles
de la economía (cadenas productivas, actividad rural y aspectos nacio-
nales e internacionales) agregando valor en cada uno de ellos, que no
generen cambios indeseables en el medio ambiente y utilicen con racio-
nalidad los recursos naturales, de tal forma que beneficien a la mayoría
de los agentes involucrados en el proceso de desarrollo (sagarpa, 2016).

104 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


I. Estrategia teorías y realidades

En el contexto actual surge la pregunta recurrente de investigación


acerca de por qué unas empresas triunfan y otras no. El campo de cono-
cimiento de la gestión, en particular de la estrategia, ha generado con-
ceptos y marcos teóricos para tratar de avanzar en su respuesta, la cual
sigue en evolución, debido a la complejidad y la acelerada turbulencia en
la que se mueven los mercados (Grant, 2006). Asimismo, el autor señala
que el origen de la estrategia se remonta a más de 2000 años, con las
aportaciones a la estrategia militar de Sun Tzu e interpretada por R. L.
Wing (1988) a la estrategia empresarial. Sin embargo, es a partir de me-
diados del siglo xx cuando inicia una evolución acelerada de la discipli-
na de la estrategia.
Los elementos que intervienen en la estrategia de éxito son la defini-
ción del propósito y de los objetivos empresariales, el conocimiento profun-
do del entorno competitivo y la valoración objetiva de recursos, proceso que
puede también implementarese a nivel personal (Grant, 2006).
La estrategia es considerada como un plan o finalidad referente al
futuro, el cual plantea que puede iniciarse con una evaluación de la si-
tuación actual de la organización, presentando atención a las cualida-
des y deficiencias internas, así como de las oportunidades y amenazas
externas (Ivancevich, 2003). En este mismo sentido, Thomson y Stric-
kland (2003) afirman que la estrategia de una organización es el plan de
acción que debe llevar a cabo una empresa para accionar en el mercado
y competir con éxito.
Según Galbraith (2013), la estrategia se debe enfocar a cumplir los
objetivos de la organización; es decir, si el objetivo definido es el creci-
miento, la creación de un nicho de mercado, la incorporación de nuevos
mercados, o bien la permanencia en el mismo. Dicho autor desarrolló el
«Modelo Estrella», basado en cinco niveles: la estrategia organizacional
ocupa el lugar más importante, determina la dirección y es, en palabras

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 105


del autor, la fórmula para ganar. En el segundo nivel incluye la estructu-
ra que determina el lugar donde se localiza el centro de la toma de deci-
siones; los procesos definen el flujo de la información y forman parte del
tercer nivel; el cuarto nivel lo ocupan los premios e incentivos y deciden
el comportamiento; finalmente, la selección y el desarrollo de la gente
apropiada para que la organización pueda operar a su máxima eficiencia.
A lo que Mintzberg (2010) señala que el gerente puede diseñar es-
trategias de manera deliberada para que los demás las implementen, ya
que el mundo de la estrategia es desordenado y revuelto. Las estrategias
pueden surgir del aprendizaje informal y sin necesidad de crearse por
medio de la planeación formal.
Asimismo, Martínez y Paniagua (2010) señalan que en la medida
en que las empresas posean la capacidad para diseñar y ejecutar la estra-
tegia por medio de la eficiencia operativa y el desarrollo de valor, las
empresas tendrán garantizada larga vida. La implementación de las es-
trategias adecuadas es la diferencia entre las organizaciones exitosas y
las que no lo son.
En este sentido, Bueno (2003) señala cuatro ámbitos principales
con sus correspondientes situaciones y acciones de los que se derivan
los caracteres que explican cada ámbito y son comunes en cada situa-
ción (tabla 1).

106 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Tabla 1. Concepto de estrategia: ámbitos de aplicación y caracteres comunes

ámbito: guerra ámbito: juegos

■ Campo de batalla: entorno (conjun- ■ Campo de juego: entorno (conjunto


to de factores externos, no controla- de factores externos, no controla-
bles, pero predecibles) bles, pero predecibles)
■ Situación de conflicto: rivalidad ■ Situación de conflicto. Rivalidad
■ Sistema de objetivos (en esencia ga- ■ Sistema de objetivos (en esencia,
nar) y conducta inteligente ganar) y conducta inteligente
■ Recursos y capacidades ■ Recursos y capacidades

ámbito: política ámbito: negocios


■ Circunscripción administrativa. En-
torno (conjunto de factores exter- ■ Campo de actividad (mercado). En-
nos, no controlables, pero predeci- torno (conjunto de variables exter-
bles) nas, no controlables, pero previsi-
■ Situación de rivalidad. Colusión de bles)
intereses ■ Situación de rivalidad. Competencia
■ Sistema de objetivos (en esencia, ■ Sistema de objetivos (en esencia ga-
ganar y coaliciones) y conducta in- nar y crecer) y conducta inteligente
teligente ■ Recursos y capacidades
■ Recursos y capacidades

Fuente: Elaboración a partir de Bueno (2003).

De acuerdo con Porter (2004), la estrategia es la búsqueda de una posi-


ción favorable en una industria, escenario fundamental en la que se lle-
va a cabo la competencia, donde se asume que su finalidad es establecer
una posición más rentable y sustentable frente a las fuerzas que rigen la
competencia en la industria. De la misma forma, Hill y Jones (2009)
señalan que la estrategia es el resultado de un proceso formal de plani-
ficación estratégica.
Bruce Henderson, fundador del prestigioso Boston Consulting
Group, definió la estrategia de tal manera que limita dos tendencias: la

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 107


competencia estratégica y la competencia natural. En la tabla 2 se mues-
tran las características fundamentales de ambas tendencias:

Tabla 2. Características de la competencia estratégica y de la


competencia natural

competencia estratégica competencia natural

■ La capacidad de entender la interac-


ción entre competidores como un sis-
tema dinámico completo ■ Es tremendamente oportunista en
■ La capacidad de predecir las conse- las interacciones de cada momento
cuencias de una intervención concreta ■ Extremadamente conservadora en
■ La disponibilidad de recursos no com- el cambio de comportamiento
prometidos que pueden dedicarse ac- ■ Evolutiva y procede por tanteos,
tualmente a diferentes usos y fines por pequeños incrementos y con
■ La buena disposición para actuar de- poco riesgo
cididamente y comprometer esos re-
cursos son características

Fuente: Elaboración a partir de Zapata (2007).

Para Mintzberg, Ahlstrand y Lampel (2003), la formulación de la estra-


tegia puede hacerse de acuerdo con las distintas perspectivas que se
tengan en la organización. Es por ello que se sugieren las siguientes es-
cuelas para la formación de la estrategia a través de un proceso: (a) dise-
ño: concepción; (b) planeación: formal; (c) posicionamiento: analítico;
(d) empresarial: visionario; (e) cognoscitiva: mental; (f) aprendizaje:
emergente; (g) poder: negociación; (h) cultural: colectivo; (i) ambiental:
recreativo, y (j) configuración: de transformación.
La escuela del diseño, en su modelo clásico, enfatiza en la evalua-
ción de situaciones externas, amenazas y oportunidades e internas,
fuerzas y debilidades de la organización, de tal modo que cuando una
estrategia ha sido señalada, llega el momento de evaluarla por medio de

108 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


la consistencia, consonancia, ventaja y viabilidad, consideradas como
de los mejores marcos para ello. Con base en lo anterior, Mintzberg,
Ahlstrand y Lampel (2003) indican que es difícil anticiparse al futuro,
pero a su vez es importante ir a lo desconocido y siempre buscar riesgos,
aprender de nuestras debilidades, anticipándonos a los sucesos, ya que
esta es una era cambiante y nada segura.
En la escuela del posicionamiento se argumenta que la posición de la
economía en el mercado debe definirse en el momento actual o a futuro,
por lo que las estrategias deben hacerse a medida para cada organización
y no adaptarse a las existentes, como la escuela de la planeación. Esta
escuela también indica la necesidad de aplicar herramientas específicas
para que concuerden con cada una de las estrategias (Mintzberg, Ahls-
trand y Lampel, 2003).
En consecuencia, Mintzberg, Ahlstrand y Lampel (2003) señalan
que Porter analiza los factores externos y encuentra cinco fuerzas del
medio ambiente que intervienen: amenazas de nuevos integrantes, tra-
to del poder de los proveedores de la firma, trato del poder de los com-
pradores de la firma, amenaza de productos sustitutos e intensidad de
rivalidad entre firmas de la competencia. A partir de lo anterior, estas
fuerzas nos indican por qué una empresa adopta una estrategia en par-
ticular y origina factores genéricos o fuerzas internas que se clasifican
en dos tipos básicos para obtener ventajas en la competición: bajos cos-
tos o diferenciación, encaminado a buscar segmentos de mercado, dan-
do lugar a tres estrategias genéricas para alcanzar porcentajes en la
industria: costo, diferenciación y enfoque, ya que toda empresa debe
decidirse por una estrategia en la búsqueda de la ventaja competitiva
en los mercados.
Finalmente, la escuela del posicionamiento contribuye a crear lí-
neas de investigación, la cual busca establecer si se quiere entrar en un
mercado global o regional por su gran competencia, tomando en cuenta

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 109


el tamaño y estructura de la empresa para competir en grandes merca-
dos (Mintzberg, Ahlstrand y Lampel, 2003).
Por otro lado, la escuela empresarial está orientada a la formación
de estrategias como un proceso visionario, que consiste en la formación
de estrategias por parte exclusiva del líder, quien desarrolla procesos
mentales, intuición, juicio, inteligencia, experiencia y capacidad de dar-
se cuenta, por medio del cual se forma la visión estratégica, que origina
una perspectiva de imagen y sentido de dirección, mejor conocida como
visión (Mintzberg, Ahlstrand y Lampel, 2003).
A partir de ello, la estrategia emprendedora puede ser deliberada y
emergente. La deliberada se divide en planeadas, ideológicas y desarti-
culadas. La primera formula y articula estrategias por medio de una
centralización de liderazgo en un entorno controlable o predecible. En
la segunda, la visión colectiva de todos los miembros de la organización,
se controlan a través de normas rígidas que todos deben cumplir, y en la
última los miembros de las subunidades no mantienen una cohesión
real con el resto de la organización, mientras que la estrategia emergen-
te y deliberadamente emergente es dividida en empresarial, sombrilla y
de proceso: en la primera, las intenciones existen como una visión per-
sonal de un solo dirigente, adaptadas a nuevas oportunidades, bajo el
control personal del líder, y se ubica en un nicho protegido por su entor-
no y pueden surgir de manera espontánea. En la segunda hay un control
parcial de las acciones de la organización y en la última el jefe controla
cada uno de los aspectos del proceso estratégico, es decir, quién es o será
controlado (Mintzberg, Ahlstrand y Lampel, 2003).
La escuela cognoscitiva es conocida por la formación de estrategias
como un modelo mental que percibe el hombre, que lo rodea; es decir, lo
que ocurre en la mente del estratega; se ve la estrategia como resultado
del conocimiento humano y muy relacionado con la escuela del posiciona-
miento. Con anterioridad, las estrategias se consideraba que eran con
base en la experiencia y sus actitudes; es decir, eran autodidactas. A partir

110 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


de lo anterior, Mintzberg, Ahlstrand y Lampel (2003) señalan que sur-
gen dos grandes ramas en la escuela cognoscitiva: la objetiva y la subje-
tiva, donde la primera es más positivista, cómo el hombre ve las cosas,
y en la segunda las interpretaciones que da el hombre de lo que lo ro-
dea, la forma de percibir su medio ambiente.
Continuando con escuela del aprendizaje, señala que el conoci-
miento es algo que se adquiere en el transcurso del tiempo en la mayor
parte de las veces enseñado por alguien, aunque la creatividad indivi-
dual es muy importante en cualquier grupo de trabajo, por lo que el co-
nocimiento lo definen como información relevante, accionable y basada
en experiencias particulares pasadas, en sentido subjetivo como un co-
nocimiento tácito contra el conocimiento explícito, donde el conoci-
miento tácito es basado en la intuición y con decisiones basadas en el
sentir básico, mientras que el conocimiento explicito es codificado, es-
tructurado y basado en un sentir racional, por lo que se considera a los
directivos como artistas creativos, con conocimientos tácitos y el reto
consiste en saber utilizar (Mintzberg, Ahlstrand y Lampel, 2003).
Mientras que la escuela del Poder considera la estrategia como un
proceso de negociación y su formación como unos procesos abiertos
de influencias, donde el poder va más allá de lo puramente económico,
es decir, la competencia del mercado, sino también la legitimidad en
él, lo que significa la aceptación que la organización tiene en dicho
mercado (Mintzberg, Ahlstrand y Lampel, 2003).
Por su parte, la escuela de la cultura está compuesta esencialmente
de las interpretaciones de un mundo y las actividades y artefactos que
éstas reflejan. Por todo lo anterior, Mintzberg, Ahlstrand y Lampel
(2003) indican que las organizaciones cuentan con culturas fuertes, ca-
racterizadas por un conjunto de suposiciones asentadas, protegidas por
una red de artefactos culturales, incluyendo la forma en que la gente se
comporta hacia cada una, la historia, el lenguaje que usan, y señalan
cómo las culturas nacionales influyen en la manera en que el medio es

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 111


interpretado, creando diferentes respuestas estratégicas por la misma
compañía en distintos países y demostrando el impacto de las culturas
nacionales en las estructuras y el estilo de hacer decisiones, y de qué
forma los recursos con que cuenta la cultura se obtienen como ventaja
competitiva y los engloban en (1) tangibles: máquinas, edificios, etc., y
(2) intangibles: conocimientos y sistemas presupuestales.
Del mismo modo que las anteriores escuelas, la del ambiente tam-
bién es expuesta por Mintzberg, Ahlstrand y Lampel (2003), en la cual
argumentan que surge de la teoría contingencial, tomando en cuenta
uno de sus factores de estudio, el ambiente o entorno. Esta escuela tiene
el panorama completo de la formación de la estrategia en el equilibrio,
posicionando el ambiente como una de las tres fuerzas en el proceso,
liderazgo y organización, que ayuda a describir los diferentes ambientes
frente a las estrategias; aunque en otras escuelas no se ha dejado de lado
el ambiente, no es abordado tan ampliamente, como en la del posiciona-
miento se toma en forma económica enfocándolo a la industria, compe-
tencia y mercado; por su parte, en la cognoscitiva igualmente se retoma
este factor, pero en relación con la experiencia para aprender de él.
Por tanto, algunos estudiosos del área consideran que el liderazgo y
la organización están subordinadas al medio ambiente, y que el ambien-
te es el que toma el control, identificando sus dimensiones en cuatro
puntos: (1) estabilidad; puede ser de estable a dinámico; (2) complejidad,
de sencillo a complejo; (3) diversidad, de integradas a diversificadas, y
(4) hostilidad, de munificentes a hostiles (Mintzberg, Ahlstrand y Lam-
pel, 2003).
Por último, la escuela de la configuración se basa en la organización y
el contexto circundante como configuración. Es decir, se basa en figuras o
configura dos aspectos, estados o modelos y tipos ideales, a partir de lo
cual se basa en periodos de tiempo distinguibles, interrumpidos ocasio-
nalmente por algunos procesos de transformación y saltos cuánticos,
ordenados a sí mismos en un tiempo dentro de una secuencia modelada
en el tiempo, por medio de un diseño conceptual o planeación formal, la

112 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


cual toma la forma de planes o modelos, posiciones o perspectivas en su
propia situación (Mintzberg, Ahlstrand y Lampel, 2003).
En esta escuela da lugar a que Mintzberg (1984, 1991) proponga los
siguientes tipos de organización: (1) organización empresarial, organi-
zación simple y joven, con una estructura informal y flexible; (2) orga-
nización como una máquina, organización con operaciones programa-
das altas, con trabajos de alta especialidad, y jerarquías bien marcadas;
(3) organización profesional, alta profesionalización, estructuras alta-
mente descentralizadas, dando independencia al desarrollo profesional;
(4) organización diversificada, organización de unidades independien-
tes, con múltiples sucursales o división estructurada. Asimismo, (5), la
organización como adhocracia, de industrias contemporáneas, basadas
en expertos de diferentes áreas de especialidad y con una estructura de
matriz que se basa en la figura línea-staff y orientada a los clientes; (6)
organización misionaria, dominada por una fuerte cultura, con división
del trabajo, pequeños trabajos especializados y distinción entre directo-
res, grupos de staff, y operadores; por último, (6) organización política,
basada en un sistema de poder con elementos de dominación; general-
mente se dan en los periodos de transformación (Mintzberg, Ahlstrand
y Lampel, 2003).
Cabe destacar que cada una de estas escuelas tiene un peso específico
y el tipo de estrategia que se requiere utilizar dependerá de la situación
que se presente; en el caso de un problema netamente cultural, la escuela
de la cultura plantea la posibilidad como indispensable de fomentar y mo-
tivar a la organización a la búsqueda de nuevas estrategias que conduzcan
a la organización a adaptarse ante las exigencias del mercado.
Es importante señalar que cada de estas escuelas tiene un peso es-
pecífico, por lo cual la estrategia a utilizar dependerá de cada situación
particular que se presente en las organizaciones. En la tabla 3 se presen-
ta un resumen de las escuelas planteadas por Mintzberg, señalando sus
características principales.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 113


Tabla 3. Resumen de las escuelas planteadas por Mintzberg

palabra que descri-


escuela características
be cada escuela

Enfrentarse a lo desconocido y siem-


Diseño Concepción
pre buscar riesgos
Analizar las fortalezas y debilidades
Desarrollar planes y estrategias, pro-
Planeación Formal
gramación de actividades, implemen-
tación y revisión
Analizar la demanda actual y la de-
Posicionamiento Analítico
manda futura

El proceso de formación es exclusivo


del líder, por medio de procesos men-
Empresarial Visionario
tales, intuición, juicio, inteligencia,
experiencia y capacidad
A partir de lo que le rodea, forma
Cognoscitiva Mental
esquemas mentales
El conocimiento se adquiere con el
tiempo, ya que éste se define por
Aprendizaje Emergente
información relevante, accionable y
basada en experiencias pasadas
Se refiere a procesos abiertos a in-
Poder Negociación fluencias no únicamente en lo econó-
mico, sino en la legitimidad
Son un conjunto de suposiciones
asentadas y protegidas por una red
Cultural Colectivo
de artefactos culturales que incluye
historia, lenguaje, entre otros

Sitúa el ambiente como una de las


Ambiental Recreativo tres fuerzas en el proceso, liderazgo y
organización

Se refiere a la organización y al con-


Configuración Transformación texto circundante como configura-
ción

Fuente: Elaboración a partir de Vega (2012).

114 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Niveles de la estrategia

Johnson y Scholes (2001) describen las siguientes estrategias y afirman


que operan en los distintos niveles de una organización:

1. Estrategia corporativa. Está relacionada con el objetivo y alcance global


de la organización para satisfacer las expectativas de los propietarios o
principales stakeholders y añadir valor a las partes de la empresa.

2. Estrategia de unidad de negocio. La estrategia se refiere a cómo competir


con éxito en un determinado mercado. Una Unidad Estratégica de Ne-
gocio (uen) es una parte de la organización para la que hay un mercado
externo concreto de bienes y servicios.

3. Estrategias operativas. Se ocupa de cómo los componentes de la organi-


zación, recursos, procesos, personas y sus habilidades, contribuyen de
manera efectiva a la dirección estratégica, corporativa y de negocio.

Criterios para evaluar una estrategia

Mintzberg, Quinn y Voyer (1998) sugieren ciertos criterios básicos para


evaluar una estrategia:

1. Objetivos claros y decisivos. No todas las metas requieren escribirse o pre-


cisarse numéricamente, pero sí deben entenderse bien y ser decisivas; es
decir, el logro de esas metas deben asegurar la viabilidad continua de la
empresa u organización frente a sus contrincantes.

2. Conservar la iniciativa. Una posición reactiva prolongada engendra cansan-


cio, hace descender la moral, cede la ventaja del tiempo y los intangibles

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 115


a los contrincantes. Por último, tal posición incrementa los costos, dismi-
nuye el número de opciones disponibles y baja la probabilidad de alcanzar
el éxito necesario para asegurar la independencia y la continuidad.

3. Concentración. Una competencia diversificada permite mayor éxito con


menos recursos, lo cual representa la base fundamental para obtener las
mayores ganancias o utilidades que los competidores.

4. Flexibilidad. El reforzamiento de habilidades, un ámbito planeado de ac-


ción y la ubicación renovada permiten mantener a los contrincantes con
un mínimo de recursos, en relativa desventaja.

5. Liderazgo coordinado y comprometido. Los líderes deben ser seleccionados


y motivados, de tal manera que sus propios intereses coincidan con las
necesidades del papel que se les asigne. Las estrategias exitosas requie-
ren de compromisos, no sólo de aceptación.

6. Sorpresa. La velocidad, el silencio y la inteligencia para atacar, en mo-


mentos inesperados, a desprevenidos y desprovistos contrincantes. Jun-
to con una correcta sincronización, la sorpresa puede alcanzar un éxito
fuera de toda proporción en cuanto a la energía utilizada y puede cambiar
de manera decisiva posiciones estratégicas.

7. Seguridad. Se debe tomar en cuenta si la estrategia asegura la base de


recursos y demás aspectos operativos fundamentales para la empresa,
si desarrolla la logística imprescindible para sustentar cada uno de los
impulsos principales.

II. Estrategias genéricas

Mintzberg et al. (1998) argumentan que en 1965 Igor Ansoff propuso


una matriz de cuatro estrategias que se volvieron populares: penetra-

116 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


ción en el mercado, desarrollo del producto, desarrollo del mercado y
diversificación. Sin embargo, estas estrategias resultaron poco com-
prensibles. Quince años después, Michael Porter incluyó la que fuera la
lista más conocida de estrategias genéricas: costo del liderazgo, diferen-
ciación y un punto central, o foco. No obstante, la lista de Porter también
estaba incompleta: Ansoff, mientras tanto, se enfocaba en la estrategia
de ampliaciones del negocio, Porter se centraba en primer lugar en la es-
trategia de identificación del negocio.
Por lo que Mintzberg et al. (1998) proponen reorganizarlos en cinco
grupos: ubicación del negocio medular: se concibe con la existencia de
un negocio en conexión con una red de industrias que, mediante la ven-
ta y compra de materias primas entre unos y otros, producen varios ar-
tículos terminados; la diferenciación del negocio medular consiste en
identificar el negocio, ampliarlo y distinguir las características que
permiten a una organización lograr la ventaja competitiva y con ello
sobrevivir en su propio contexto; elaboración de los negocios medula-
res, radica en preguntarse cuáles son las estrategias de naturaleza ge-
nérica que hay para elaborar los negocios medulares pudiéndose hacer
de varias maneras; ampliación de los negocios medulares, reside en di-
señar estrategias para ampliar los negocios y, por último, la reconside-
ración de los negocios medulares para reconstruirlos y consolidarlos a
través de expansiones, integraciones, diversificación entre otros.
Por lo que Suárez (1997) señala que, según Mintzberg, estas son las
estrategias genéricas (tabla 2.1):

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 117


Tabla 4. Estrategias genéricas

e. Estrategias para expandir el núcleo


estrategias para ubicar el núcleo
de la empresa
de la empresa
19. De penetración
1. Corriente arriba
20. De desarrollo de mercados
2. Intermedia
21. De expansión geográfica
3. Corriente abajo
22. De desarrollo de productos
f. Estrategias para expandir el núcleo
a. Estrategias para distinguir el núcleo
de la empresa
de la empresa
23. De integración de la cadena
4. De suministros
24. De diversificación
5. De desarrollo del proceso
25. De entrada y control (adquisicio-
6. De desarrollo del producto
nes, joinventure, franquicias, etc.)
7. De distribución y servicio
26. Combinadas
8. De apoyo
27. De salida
b. Estrategia de diferenciación
9. De precio
g. Estrategias de rediseño del núcleo
10. De imagen
28. De redefinición de la empresa
11. De apoyo
29. De recombinación de la empresa
12. De calidad
30. De reubicación del núcleo
13. De diseño
14. De no diferenciación
c. Estrategias de alcance
15. De no segmentación Las estrategias (f)cierran el ciclo en
16. De segmentación que se inició con la distinción para ini-
17. De nicho estratégico ciar de nuevo el recorrido con (g) y (a)
18. De «clientilización»

Fuente: Elaboración a partir de Suárez (1997).

En relación con la ubicación del negocio medular, involucra las siguien-


tes estrategias: en las etapas de operación; son clasificadas de acuerdo
con sus actividades económicas, por lo general primaria, secundaria o
terciaria, y se dividen en estrategias de los negocios corriente arriba,
fuertes en tecnología y capital, más que elemento humano; estrategias

118 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


de los negocios entre corrientes, utiliza diversos materiales para un solo
proceso productivo del que surge un solo producto para diferentes usua-
rios; estrategia de los negocios corriente abajo, cuentan con una gran
variedad de productos, como las tiendas departamentales; las estrate-
gias industriales incluyen tantos factores que es imposible establecer
una clasificación genérica precisa; aunado a lo anterior, se señala que el
núcleo de operaciones en la base de cualquier organización se encuen-
tran sus operarios, aquellas personas que realizan el trabajo básico rela-
cionado directamente con la fabricación de los productos o de prestar los
servicios que la entidad entrega a la comunidad. Los operadores realizan
cuatro funciones principales: aseguran los insumos para la producción,
transforman los insumos en producción, distribuyen las producciones y
proveen apoyo directo a las funciones de entrada, transformación y pro-
ducción. El núcleo operativo es el corazón de la organización, la parte
que produce la producción esencial que la mantiene viva (Mintzberg et
al., 1998).
Respecto a la diferenciación del negocio medular, según Mintz-
berg et al. (1998), se basa en la distinción de los productos que ofrecen,
a diferencia de los de sus competidores. Estas diferencias se pueden
basar en el precio, imagen, apoyos, calidad y diseño. Por otro lado, la
estrategia de alcance busca la extensión de los mercados, en donde su
dimensión dependerá de la variedad de productos que ofrezca a merca-
dos definidos, en los cuales se pueden utilizar estrategias donde se trata
de dividir el mercado, según las variables de segmentación. Las varia-
bles de segmentación se dividen en: sin segmentación, con segmenta-
ción, nicho de mercado y fabricación sobre pedido, donde el segmento
consiste en una estrategia que abarca un rango de mercado, con una
estrategia de segmentación sencilla, hasta una estrategia hiperfina,
donde pueden abarcar hasta dos segmentos de mercado. En el nicho, la
estrategia es más específica y se enfoca a un segmento en particular, con
características geográficas, y por último la de fabricación a pedido, puede

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 119


ser desde cero que no haya nada y que cada cliente sea un segmento nue-
vo, o las que se hacen a la medida, donde cambia algo en el proceso de
fabricación.
Posterior a la diferenciación del negocio medular, de qué manera la
organización puede crear un negocio medular, es decir, buscar la parti-
cipación del negocio en los mercados, obteniendo presencia en ellos y
colocando sus productos competitivamente. Para lograrlo, el negocio
puede utilizar diferentes estrategias como la de penetración, en donde
se puede obtener participación del mercado a través de la expansión, es
decir, de ganar mercado a la competencia, o por medio de la incorpora-
ción, lo que implica la fusión del negocio con la competencia. De igual
forma, es posible que el negocio utilice la estrategia de desarrollo del mer-
cado, lo que significa que deberá buscar nuevos mercados en dónde ven-
der sus productos o elegir la estrategia de expansión geográfica, lo que
permitirá al negocio tener nuevos mercados en otros lugares. Asimismo,
podrá utilizar la estrategia de desarrollo de productos para obtener nue-
vos productos que ofrecer al mercado (Mintzberg et al., 1998).
Continuando con las estrategias genéricas, se encuentra la estrate-
gia de ampliación de los negocios medulares, diseñada para llevar a las
organizaciones más allá de sus propios negocios a partir de tres mane-
ras: vertical, horizontal y combinación de ambos. En la cadena operativa,
en la forma vertical significa hacia atrás como hacia delante y formal-
mente es conocida como integración vertical o cadena de integración.
Por otro lado, la diversificación horizontal, mejor conocida como diversi-
ficación, se refiere al englobamiento dentro de la organización, pero no
en la misma cadena operativa, sino en otros negocios paralelos. Este tipo
de estrategias se divide en estrategias de cadena de integración, de di-
versificación, de entrada y control, combinadas de integración-diversifi-
cación y de retirada (Mintzberg et al., 1998).
En este mismo orden de ideas, la estrategia de negocios medula-
res de cadena de integración, corriente abajo o corriente arriba, las

120 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


organizaciones amplían sus cadenas de operaciones, es decir, incorpo-
ran las actividades de sus clientes en la etapa final de distribución y la
de sus proveedores en la etapa final del aprovisionamiento; la de diver-
sificación, acceso a un negocio existente, pero no a la misma cadena de
operaciones para su fortalecimiento, la cual puede ser relacionada y
no relacionada o conglomerado; de entrada y control, se logra median-
te un desarrollo interno o una adquisición, pudiendo acceder a un ne-
gocio nuevo, ya sea desarrollándolo o comprándolo y contando con
una propiedad total y un control formal del negocio diversificado, pu-
diendo existir control parcial entre las que se encuentran las licencias,
franquicias, etc. (Mintzberg et al., 1998).
De igual forma, dentro de las mismas estrategias de negocios me-
dulares de cadena de integración se encuentra la combinada de integra-
ción-diversificación, combinando la integración con la diversificación,
llevando a los negocios a establecer redes de negocios nuevos, como la
de diversificación por producto derivados, así como vender en distintos
mercados; la de diversificación articulada amplia del negocio, conllevan-
do a su ampliación simultánea, ya sea integrado vertical o diversificado
horizontal, y la diversificación cristalina, donde impulsa la estrategia
anterior hasta su límite máximo, por lo cual resulta imposible distinguir
la integración de la diversificación; y la de retirada, la revocación de to-
das las anteriores (Mintzberg et al., 1998).
Por último, se busca la reconsideración de los negocios medulares
con base en la consolidación o redefinición del negocio que con una eva-
luación de su desarrollo se pueden utilizar estrategias para reconfigurar
el negocio, evitando con ello que desaparezca del mercado; al contrario,
se trata de mantenerlo realizando en él los cambios necesarios; para
conseguirlo, se proponen utilizar estrategias como la redefinición del
negocio reconsiderando la receta bajo la cual opera. Asimismo, el nego-
cio puede elegir la estrategia de recombinación del negocio, lo que impli-
caría considerar a la empresa como un sistema en donde varios negocios

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 121


se manejan interactuando entre sí y buscando aprovechar las ventajas
de dicha operación. Considerando esta estrategia, se finaliza buscando
volver al inicio en donde, a través de la utilización de la estrategia de
reubicación medular, la empresa trata de identificar el negocio medular
en el que se concentran sus principales capacidades y «el corazón cultu-
ral» de la organización (Mintzberg et al., 1998).
En conclusión, las estrategias genéricas se pueden clasificar en dos
grandes grupos: las que se dirigen a los clientes y las enfocadas a los
competidores. Las primeras buscan destacar cualidades del producto y
las últimas se enfocan a alcanzar niveles de competitividad, lo cual pue-
de ser posible de dos maneras: mediante la búsqueda de factores compe-
titivos, como precio o calidad, lo que lleva a la utilización de estrategias
llamadas competitivas; también las empresas buscan asegurar su posi-
ción competitiva por medio de la búsqueda de relaciones privilegiadas
con agentes del medio en el que se encuentre. Este tipo de estrategias se
denominan relacionales, ya que buscan disminuir la competencia y au-
mentar su seguridad competitiva por medio de asociaciones con ele-
mentos del medio en el que se encuentra inmerso, y esto puede darse a
través de alianzas con productores, integración con productores y dis-
tribuidores, conformación de redes e hipogrupos, consiguiendo con ello
posiciones favorables que permiten a la empresa lograr niveles de com-
petitividad elevados (Mintzberg et al., 1998).

III. Estrategias para la competitividad

En las últimas décadas, la competencia se ha incrementado con el abando-


no del proteccionismo comercial de algunos gobiernos. En consecuencia, el
término competitividad ha incrementado su uso, lográndose utilizar en
una empresa, sector económico o país, sin contar con una definición del
mismo. Siendo la semántica de la palabra competitividad resultado del tér-
mino competencia y en ocasiones utilizados como similares; contrario a

122 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


ello, competencia y competitividad son conceptos diferentes, relacionán-
dose competencia con la rivalidad comercial y la competitividad con la
medida de la intensidad de la competencia en un mercado o sector de-
terminado. En microeconomía, la competencia implica rivalidad: las
empresas rivalizan unas contra otras, disminuyendo costos y vendien-
do mayores volúmenes para lograr el máximo beneficio (Morales y Pech,
2000). Por su parte, Porter (2000) indica que la competencia establece
las acciones que la empresa debe llevar a cabo para contribuir a su des-
empeño, como las innovaciones, cultura cohesiva o una buena imple-
mentación.
Según Kenneth (2000), la estrategia competitiva es el patrón de los
principales objetivos, propósitos o metas, las políticas y planes esencia-
les para alcanzar los objetivos; en ésta se definen la clase de negocios, o
si la empresa está o quiere estar y la clase de empresa que es y quiere ser.
A lo que Porter (2000) afirma que la estrategia competitiva es la
acción que lleva a desarrollar una amplia fórmula de cómo la empresa
va a competir, cuáles deberían ser sus objetivos y qué políticas serán
necesarias para alcanzar tales objetivos. La estrategia competitiva con-
siste en ser diferente. Significa la selección deliberada de un conjunto
de actividades distintas para entregar una mezcla única de valor. Asi-
mismo, afirma que la estrategia competitiva es una combinación de los
fines (metas) por los cuales se está esforzando la empresa y los medios
(políticas) con los que se está buscando llegar a ellas; para ello, el autor
propone que las empresas pueden llevar a cabo tres estrategias compe-
titivas genéricas: (a) liderazgo en costos; ello se justifica cuando los con-
sumidores de determinadas industrias son sensibles a los precios,
cuando a los compradores no les interesa diferencia entre una marca y
otra o cuando hay gran cantidad de compradores con un poder de ne-
gociación considerable; (b) diferenciación; se lleva a cabo cuando se
introduce en los productos o servicios características distintas a los de
la competencia, y (c) enfoque o de alta segmentación; se implementa

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 123


cuando las organizaciones atienden a mercado muy segmentados y ge-
neralmente pequeños en comparación con los mercados de las empresas
o industrias.
En este mismo orden de ideas, Villalba (2006) asume que las estra-
tegias competitivas se pueden clasificar en cuatro categorías: la primera
se refiere a las de disuasión, destinadas a evitar o atenuar la severidad
de los conflictos entre empresas y los competidores. La segunda a las
ofensivas, orientadas a eliminar o debilitar la competencia, o también a
aumentar la participación de un competidor establecido. La tercera a las
defensivas, diseñadas para resistir los ataques de los competidores o in-
fringir pérdida al ataque lo suficientemente elevada para hacerlo desis-
tir de su propósito, y la última categoría se relaciona con las estrategias
de cooperación, dirigidas a sumar la capacidad de varias empresas con
el fin de competir en mejores condiciones.
Aunado a lo anterior, Fred (2003), Hill, Ireland y Hoskisson (2004),
plantean que el proceso de formulación de estrategia competitiva inclu-
ye la identificación de las debilidades y fortalezas internas de la organi-
zación, la determinación de sus amenazas y oportunidades externas, el
establecimiento de la misión, la fijación de objetivos, el desarrollo de
estrategias alternativas, el análisis de dichas alternativas y la decisión
de cuáles escoger. En este proceso, la de formulación, la misión puede
verse como aquella que identifica el alcance de las operaciones de una
organización, que debe formularse de forma clara, ser difundida y cono-
cida por los miembros de la empresa; las fortalezas internas se refieren
a las actividades que se llevan a cabo de manera exitosa. Las debilidades
internas, en cambio, se refieren a las actividades de mercado, finanzas y
desarrollo que imitan e inhiben el éxito general de una organización.
Para Villalba (2006), hay cuatro etapas para la formulación de es-
trategias competitivas: el análisis de la estructura de mercado, etapa en
la que la empresa debe preguntarse cuál es la estructura de mercado
objeto de estudio (competitivo, oligopólico o monopólico). La segunda
etapa se refiere a la evaluación de las ventajas competitivas; implica que

124 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


la organización debe considerar sus fortalezas y evaluar sus ventajas
competitivas. La tercera etapa trata sobre la definición de las estrate-
gias genéricas; en esta etapa, la empresa debe definir sobre cuál base se
va a competir (costo o valor). La cuarta etapa se refiere a establecer cuá-
les acciones debería llevar a cabo la organización para enfrentar a sus
competidores, tanto para las condiciones actuales del mercado como
para las que se espera que haya en el futuro.
Ante este contexto, se puede identificar que cada una de las conside-
raciones planteadas por los diferentes autores, sobre la formulación de
estrategias competitivas, contemplan una visión diferente del reconoci-
miento al valor o utilidad de dicho proceso en una organización; se consi-
dera como un factor clave que contribuye de manera primordial y que
puede cambiar o fortalecer la situación competitiva de las organizaciones.
Mediante el siguiente esquema podemos describir e interpretar el
análisis entre la relación entre estrategia y competitividad (figura 1).

†•“‚ŠŽ†•‚„Š®

&(#j(ŲŲ (.!,#j(ŲŲ&Ų,!(#4#j(
†™ŠƒŠŠ…‚…

ŠœŽŠ„‚
„Š†…‚…

„Š†…‚…

“‚ƒ‚‹
-,,)&&)Ų ˆ“–‘‚
}(##j(Ų ,)*)(,
)$.#0)-Ų)Ų'.-Ų -.,.!#-Ų(Ų&Ų
*)&c.#-Ų *,)-) „•“†”
Ų),.)ûŲ'#()Ų
3Ų&,!)Ų*&4) -.,._!#- '#(#-.,.#0)
‘“†…Š›‚‹†
‡Š„•
0&/#j(ŲŲ&-Ų-.,.!#-
*,Ų.,'#(,Ų-/Ų(#0&
Ų0(.$Ų)'*.#.#0
–•Ž§‚
†•“‚ŠŽ†•‚„Š®

Figura 1. Esquema de la relación estrategia y competitividad.


Fuente: Elaboración a partir de ola (2017).

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 125


IV. Estrategias competitivas para el sector agrícola

La demanda de productos agrícolas es para satisfacer necesidades bási-


cas, por lo que la elasticidad de demanda suele ser baja y descendente a
largo plazo. Por ello, el mecanismo de ajuste a los precios es diferente al
de otros sectores. En la agricultura, una baja del ingreso se traduce en
reducción de precios. De igual manera, otra particularidad de esa activi-
dad se refiere a la distribución del poder de monopolio y a la capacidad
de proteger los beneficios ante caídas de precios. Ello no sólo se deriva
del reducido margen de manejo de los stocks en la mayor parte de los
productos de la agricultura, sino a las particulares relaciones entre la
agricultura y la agroindustria: allí, en esas relaciones, concurre la pre-
sencia de estructuras de mercado diferentes en las etapas de la cadena
productiva, poderes de negociación diferentes entre oferentes y deman-
dantes y márgenes de manejo de precios distintos entre los agricultores
y los procesadores de bienes agroindustriales (Kenneth, 1971).
Las actividades agrícolas propiamente dichas suelen caracterizarse
como actividades competitivas, en el sentido de que tienen gran número
de participantes, cada uno de los cuales participa con una magnitud redu-
cida en las operaciones y que opera bajo decisiones altamente descentra-
lizadas. Los productores agrícolas son tomadores de precios y producen
bienes homogéneos o con muy poca diferenciación; en estructuras de pro-
ducción, por lo general heterogéneas, las funciones de producción se ca-
racterizan por la estacionalidad, por ser producciones geográficamente
dispersas y sometidas a riesgos e incertidumbres mayores que en cual-
quier otro sector, incertidumbres asociadas no sólo al nivel del producto
esperado, sino a las consecuencias del clima y a la exposición de enfer-
medades y plagas, cuyo control depende de condiciones agroecológicas
específicas (Timmer, Peter, Falcon, Peter y Scott, 1985).
Asimismo, para Henneberry, Shida y Luther (1990), la producción
agrícola se caracteriza por la inflexibilidad, es decir, por la dificultad de

126 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


recombinar los factores de producción empezado el proceso productivo,
aparte de la inmovilidad relativa, lo que significa que estos factores no
tienen mayores posibilidades de uso fuera de la producción agropecua-
ria. Ello conduce, por lo general, a que la elasticidad de la producción
agrícola sea baja en el corto plazo y que se requiera tiempo para respon-
der a los incentivos y a las nuevas condiciones propiciadas por los mer-
cados.
Aunado a lo anterior, se asume que las estrategias están orientadas
a resolver los problemas y que reglas simples como liberar mercados,
diversificar la producción o invertir en productividad, no son suficiente-
mente específicas como para guiar su preparación, pues no indican los
instrumentos de política necesarios para llevarlas a la práctica. En gene-
ral, el propósito de las estrategias agrícolas consiste en generar creci-
miento duradero que sea ampliamente compartido. Pero se requiere
creatividad para proponer soluciones concretas y detalladas para los
problemas específicos y que además sean viables en ese contexto. Bási-
camente, las razones del éxito residen, en gran medida, en los detalles
del proceso de transición (Martin, Larivière y Staatz, 1995).
Las variables económicas o factores de crecimiento que promueven
el desempeño de la agricultura, como a los enfoques de desarrollo; o sea,
las maneras de fortalecer los factores de crecimiento. La producción
agrícola es una parte de la cadena de actividades que se extiende desde
la oferta de insumos y el desarrollo tecnológico a la producción, la pos-
cosecha, el mercado y el procesamiento. Así, la agricultura no puede
prosperar si no se forjan lazos eficientes con los mercados locales e in-
ternacionales. Los mercados son cada vez más exigentes en términos de
calidad de los productos y condiciones de entrega.
El papel de los mercados es fundamental, tanto para los pequeños
agricultores como para las grandes organizaciones. Los mercados van
de la mano con los precios. Las políticas juegan un papel indirecto, pero
esencial, en facilitar el acceso a los mercados y tienen influencias más

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 127


directas sobre los precios que reciben los agricultores. Para responder a
las oportunidades del mercado y a los incentivos de los precios, los agri-
cultores deben aumentar sus diversos tipos de capital: capital humano,
como la educación y el conocimiento tecnológico, capital social, es decir,
la organización de los agricultores y las comunidades; capital institucio-
nal, y capital físico. Por tanto, los factores más importantes para generar
crecimiento agrícola son: condiciones adecuadas de precios y mercados,
así como el suficiente capital productivo (Damiani, 2002).
En este mismo sentido, se asume que en la economía mundial hay
un amplio número de productores rurales del tercer mundo que no pue-
de competir en los mercados mundiales con productos alimentarios bá-
sicos y otros productos primarios: la tecnología y financiamiento de los
productores en las naciones ricas puede combinarse con la necesidad
política de exportar sus excedentes para bajar los precios internaciona-
les, con frecuencia por debajo de los costos reales de producción en el
tercer mundo, especialmente si estos agricultores fueran a recibir un
salario competitivo. Sus productos tradicionales no podrían comerciali-
zarse fuera de las mismas comunidades pobres (Barkin, 1999).
Los productores rurales marginados ofrecen una promesa impor-
tante: si se fomenta su producción, pueden sostenerse por sí mismos y
hacer contribuciones importantes al resto de la sociedad. En contraste,
si prevalecen las políticas rurales que los países del tercer mundo defi-
nen como eficiencia por el criterio del mercado internacional, basadas
en la estructura política y tecnológica de las naciones industrializadas,
los campesinos serán arrebatados de sus campos de siembra tradiciona-
les y las importaciones de alimentos comenzarán a competir fuertemen-
te por las divisas, desplazando los bienes de capital y otras prioridades
nacionales, como ha sucedido en muchos países (Barkin, Rosemary y
Bille, 1991).
Según Barkin (1999), una estrategia para promover la sustentabili-
dad debe enfocarse en la importancia de la participación local y en la

128 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


revisión de la forma en que la gente vive y trabaja. La cuestión de la au-
tonomía e independencia locales o regionales es una parte importante
de cualquier discusión sobre la integración nacional o internacional.
Los defensores de la sustentabilidad reconocen que las elecciones no
son así de simples: los productos y tecnologías industriales no serán re-
chazados simplemente porque implican control jerárquico y trabajo
alienado. La respuesta debe ser reflexiva y debe confrontar las realida-
des de la sociedad global urbanizada en crisis, en la cual algunas nacio-
nes son incapaces de ofrecer los medios para resolver las necesidades
más elementales a sus ciudadanos, mientras que, al mismo tiempo,
otros se enriquecen saqueando los tesoros de la naturaleza.

Conclusión

En el entorno actual, el ámbito agropecuario ha pasado de una concep-


ción utilitarista de la actividad hacia otra denominada naturalista, ante
lo cual se exhorta a reconocer una visión que no sea sólo la de producir,
sino que sea más bien ética e integral del medio ambiente para satisfacer
las necesidades humanas. Este enfoque holístico de la actividad agraria
supone la integración de aspectos ambientales, sociológicos, económicos
y culturales. En este mismo orden de ideas, se establece que el uso de
biofertilizantes en la agricultura mexicana tiene gran futuro, por lo que
las organizaciones agrícolas en el desarrollo de su actividad deben con-
siderar el desarrollo sustentable. Sin embargo, estamos encontrando
que aún hay un desequilibrio y sólo podremos pensar en la sustentabili-
dad cuando el actuar del ser humano se centre en sí mismo y en su hábi-
tat, con base en el respeto a la democracia, los derechos humanos y la
equidad.
Aunado a lo anterior, se asume que en un entorno como el actual,
sujeto a una fuerte dinámica de cambio, no es posible subsistir desde

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 129


posicionamientos estáticos; es indispensable responder con estrategias
creativas. Es por ello que las estrategias competitivas sustentables pro-
porcionan a las organizaciones una visión del entorno en el que se desa-
rrollan y a través de ellas dependerá si se tiene o no éxito en su gestión
empresarial.
En este estudio se resaltó la importancia que tiene el hecho de que
las organizaciones definan la estrategia competitiva que llevarán a cabo
para competir eficientemente en los mercados. Si la organización preten-
de lograr ser competitiva, debe tener claro cuáles serán las estrategias de
negocio y en qué segmento se concentrará. Es importante señalar que no
todos los sectores ofrecen las mismas oportunidades; de ahí la relevan-
cia de tomar en cuenta todos los elementos estratégicos básicos para es-
tablecer una estrategia objetiva y posible de alcanzar.

Referencias

Altieri, M.A., Toledo, V. (2011).  The agroecological revolution in Latin


America: rescuing nature, ensuring food sovereignty and empowering
peasants. The Journal of Peasant Studies, 38(3).
Altieri, M., Nicholls, C. (2008). Optimizando el manejo agroecológico de
plagas a través de la salud del suelo. Revista Agroecología, 1. issn electró-
nico: 1989-4686.
Barkin, D. (1999). The economic impacts of ecotoursim: conflicts and solu-
tions in highland Mexico. P. M. Godde, M. F. Price and F. M. Zimmer-
mann (eds.), Tourismand Development in Mountain Areas. London: ca-
binternational.
Barkin, D.R.B., Billie, W. (1991). Alimentos versus forrajes: la sustitución glo-
bal de granos en la producción. México: Siglo xxi.
Bueno, C. (2003). Desarrollo de la estrategia y análisis de casos. Madrid: Pirámide.
Damiani, O. (2002). Small Farmers and Organic Agriculture: Lessons Learned
from Latin America. Roma: Office of Evaluation and Studies, Fondo In-
ternacional para el Desarrollo Agrícola.

130 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


F. Martin, Larivière, S. y Staatz, J.M. (1995). Success stories of adjustment:
results and lessons from Africa and Latin America. G. H. Peters and
Douglas D. Hedley (eds.), Agricultural Competitiveness: Market forces and
policy choice, proceedings of the Twenty-Second International ConFerence of
Agricultural Economists. Aldershot, Reino Unido: Dartmouth Publishing
Company Limited.
Fred, R.D. (2003). Concepto de administración estratégica. Novena edición.
México: Prentice Hall-México.
Giuffré, L. (coord., 2003). Impacto ambiental en agroecosistemas. 2ª edición.
Buenos Aires: Facultad de Agronomía, Universidad de Buenos Aires.
Grant, R.M. (2006). Dirección estratégica: conceptos, técnicas y aplicaciones.
5ª ed. Madrid: Civitas.
Gudynas, E. (2003). Ecología, economía y ética del desarrollo sostenible. Mon-
tevideo: Coscoroba.
Hill, C.W.; Gareth, R.J. (2009). Administración estratégica. México: Mc-
Graw-Hill. isbn 13:978-970-10-7269-1.
Hitt, M.A., Ireland, R., Hoskisson, R. (2004). Administración estratégica: com-
petitividad y conceptos de globalización. México: Internacional Thomson.
Irízar, M., P. Garza, Garza, D. et al. (2003). Respuesta de cultivos agrícolas
a los biofertilizantes en la región central de México. Revista Agricultura
Técnica en México, 2, vol. 29.
Johnson y Scholes (2001). Dirección estratégica. España: Prentice Hall.
Kenneth, A. (1984). El concepto de la estrategia en la empresa. Barcelona: Or-
bis. isbn: 10: 8475307590. isbn: 13: 9788475307596.
_____ (2000). El concepto de la estrategia en la empresa. McGraw-Hill.
Martínez, E., M. Paniagua (2010). Tiempo de estrategia: implementa tu visión.
México: Limusa.
Mintzberg, H. (2010). Managing. usa: Berret-Koehler Publishers, Inc.
Mintzberg, H., Ahlstrand, B., Lampel, J. (2003). Safari a la estrategia. Una
visita guiada por la jungla del management estratégico. Argentina: Granica.
Mintzberg, H., Quinn, J., Voyer, J. (1998). El proceso estratégico: conceptos,
contextos y casos. México: Prentice Hall.
Morales, M., Pech, J. (2000). Competitividad y estrategia: el enfoque de las
competencias esenciales y el enfoque basado en los recursos. <http://www.
ejournal.unam.mx/rca/197/RCA19705.pdf>.
Palacios, L.C. (2010). Dirección estratégica. Bogotá: Ecoe.
Porter, M.E. (2000). Estrategias competitivas. México: cecsa.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 131


_____ (2004). Ventaja competitiva: creación y sostenimiento de un desempeño
superior. México: Compañía Editorial Continental.
Pretty, J. (2008). Agricultural sustainability: concepts, principles and evi-
dence. Philosophical Transactions. The Royal Society, 363.
Quintana, G., Díaz, O., Salinas, G., Casas, M., Huitrón, J., Beltrán, R.
(2011). Desarrollo sustentable en el contexto actual. isbn: 978-1-4583-
7188-1.lulu.com. usa: Morrisville. NC.
sagarpa (2004). Desarrollo de la competitividad en cadenas agroalimenta-
rias. <http://www.sagarpa.gob.mx/programas2/evaluacionesExternas/
Lists/Otros%20Estudios/Attachments/1/desarrollo.pdf>.
Suárez, T. (1997). El proceso directivo en la pequeña empresa. Contaduría y Ad-
ministración, 86. Investigaciones de la fca-unam.
Timmer, C., P., Falcon, P. y Walter, P. et al. (1985). Análisis de políticas alimen-
tarias. Madrid: Banco Mundial, Tecnos.
Vega, L. (2012). Formas de organización de las actividades de producción y co-
mercialización de las empresas hortícolas sinaloenses. México: Ediciones
del Lirio.
Vilariño, C., J. Rodrigo (2007). Las estrategias competitivas: lo esencial
para la gestión estratégica. Ciencias Holguín, 13(4).
Villalba, J. (2006). Menú estratégico. El arte de la guerra competitiva. Octava
edición. Caracas Venezuela: iesa.
Zapata Villegas, R. (2016). Olas paradigmáticas de la estrategia: enfoque
hermenéutico Revista Ciencias Estratégicas, 15. Enero-Junio. <http://
www.redalyc.org/articulo.oa?id=151320347005>. issn 1794-8347>.

Páginas de internet

<http://www.sagarpa.gob.mx/programas2/evaluacionesExternas/Lists/
Otros%20Estudios/Attachments/1/desarrollo.pdf>.
<https://chapingo.mx/revistas/phpscript/download.php?file=comple-
to&id>.

132 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Responsabilidad social y rentabilidad en
las pymes: un análisis de literatura

Dulce Livier Castro Cuadras


María de los Ángeles Cervantes Rosas

S  egún la Secretaría de Economía, las mipymes son fundamentales


para el desarrollo económico de México, ya que constituyen el 99%
del total de las unidades económicas y representan alrededor del 52%
del Producto Interno Bruto (pib) al generar más del 70% de los empleos
formales, por lo que es necesario buscar las condiciones idóneas para
que puedan desarrollarse y proliferar. En esta búsqueda, las pymes se
encuentran con ciertas dificultades que les impiden permanecer. Esto
las ha forzado a desarrollar estrategias con el propósito de sobrellevar la
incertidumbre que genera el mercado globalizado.
Una de las problemáticas alrededor de las pymes es la introduc-
ción de prácticas que contribuyan a un desarrollo sustentable, debido
a que en las últimas décadas se ha vuelto primordial que se genere tan
deseado desarrollo, sobre todo a partir del Informe Brundtland (Nues-
tro futuro común, 1987), por lo que los gobiernos de distintos países se

133
han comprometido a generar las condiciones para que esto se produz-
ca no sólo en lo político, sino que también se refleje en la economía y la
sociedad en general.
Una manera de contribuir al desarrollo sustentable es por medio de
la rse (Responsabilidad Social Empresarial), ya que, como lo mencio-
nan Amato et al. ( 2015), la rse es un estadio anterior a la sustentabili-
dad, que además de favorecer el desarrollo permite al mismo tiempo
responder a las exigencias de los grupos de interés, cada día están más
informados y exigen mayor responsabilidad por las organizaciones.
Todo esto favorece en gran medida a las empresas, pues incorporando
prácticas de rse contribuyen al desarrollo sustentable, responden a sus
grupos de interés y generan una ventaja competitiva que las diferencia
del resto de sus competidores, lo que al final se refleja en la rentabilidad
de la organización. Además, se reducirían costos, mejorarían su ima-
gen, atraerían nuevos clientes, lo que al final repercute en sus ingresos.

1. Pymes
1.1 Antecedentes

Las pymes son de gran importancia en la economía del país. Generado-


ras de empleo, contribuyen al crecimiento económico, desarrollo regio-
nal y participación en el comercio internacional de México. Según la
Secretaría de Economía, las Pequeñas y Medianas Empresas (pymes)
son elemento fundamental para el desarrollo económico de México por
su contribución al empleo, su aportación al Producto Interno Bruto (pib)
y su competitividad. Según el inegi, operan 4’230 745 unidades empresa-
riales; 99.8% de ellas son pymes, generadoras del 52% del pib nacional y
72% del empleo.
La mayoría surge como una inquietud por buscar el sustento fami-
liar, sin analizar profundamente todos los factores que intervienen en
la permanencia o el fracaso de una empresa. En muchas ocasiones, los

134 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


empresarios carecen de la información necesaria para gestionar apoyos
del gobierno y mejorar así un poco su situación (Padilla, 2008).
Por su parte, el Estado define un plan nacional de desarrollo, espe-
cifica un programa sectorial para fomentar las micro, pequeñas y me-
dianas empresas, en el que participa un sinnúmero de dependencias
públicas como la Secretaría de Economía, Nacional Financiera, Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología, Secretaría de Desarrollo Social, Secre-
taría del Trabajo y Previsión Social y Secretaría de Hacienda y Crédito
Público, entre otras.
Las empresas cada vez tienen mayor competencia, derivado de la
globalización. En consecuencia, se les exige cada día más eficiencia, com-
petitividad y ofrecer productos o servicios de calidad. Aunado a esto, los
grupos de interés son mayormente estrictos y por ello las pymes tienen
un gran compromiso, sumado a su preocupación por mantenerse en el
mercado.
De acuerdo con la Comisión de las Comunidades Europeas, las em-
presas se clasifican de la siguiente manera:
Las microempresas son los negocios que tienen menos de 10 trabaja-
dores, generan anualmente ventas hasta por cuatro millones de pesos y
representan el 95% del total de las empresas y el 40% del empleo en el
país; además, producen el 15% del Producto Interno Bruto.
Las pequeñas empresas son los negocios dedicados al comercio que
tienen entre 11 y 30 trabajadores o generan ventas anuales superiores a
los cuatro millones y hasta 100 millones de pesos. Son entidades inde-
pendientes, creadas para ser rentables, cuyo objetivo consiste en dedi-
carse a la producción, transformación o prestación de servicios para
satisfacer determinadas necesidades y deseos en la sociedad. Represen-
tan más del 3% del total de las empresas y casi el 15% del empleo en el
país; asimismo, producen más del 14% del Producto Interno Bruto.
Las medianas empresas son los negocios dedicados al comercio que
tienen de 31 a 100 trabajadores, y generan anualmente ventas que van
de los 100 millones y pueden superar hasta 250 millones de pesos.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 135


Son unidades económicas con la oportunidad de desarrollar su compe-
titividad con base en la mejora de su organización y procesos, así como
de mejorar sus habilidades empresariales.
Las grandes empresas son los negocios dedicados a los servicios y que
tienen de 101 a 251 trabajadores y tienen ventas superiores a los 250 mi-
llones de pesos. Una gran empresa tiene entre sus características sobre-
pasar una serie de límites ocupacionales o financieros, los cuales depen-
den de cada país.

1.2 Problemática

Hoy día, las empresas se desarrollan en un entorno cambiante al que


deben adaptarse con rapidez. Es importante que permanezcan en alerta
a los factores en que operan y estar conscientes de que sus competidores
están en constante búsqueda de estrategias para sobresalir. Un tema
relevante en las dos décadas recientes y que las involucra directamente
es la búsqueda de un desarrollo sustentable, el cual les genera la proble-
mática de cómo integrar la sustentabilidad en su quehacer. Aunado a
esto, sus grupos de interés generan cada vez mayor presión sobre el
cumplimiento de sus responsabilidades frente a este nuevo reto que en-
frentan las pymes; para contribuir a esto, las empresas han buscado
cumplir con ciertos criterios que se les ha denominado por diferentes
autores como Responsabilidad Social Empresarial.
Accinelli y de la Fuente (2013) mencionan que en los últimos años el
compromiso de la sustentabilidad ha cobrado gran relevancia en las
agendas políticas, empresariales y sociales, y que es necesario el involu-
cramiento no sólo de unos cuantos países y empresas, sino de todo el
mundo, lo que ha generado que las empresas realicen cambios impor-
tantes en su conducta como respuesta a la responsabilidad que se men-
cionaba en el párrafo anterior, ya que ambas (sustentabilidad y rse)
comparten los mismos ejes: económico, social y ambiental (Amato et
al., 2015).

136 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


De lo mencionado parte la importancia que la organización se plan-
tee acerca de cuáles deben ser las acciones que debe emprender para
responder a estas exigencias y que del mismo modo obtenga beneficios
económicos. Vaca et al. (2007) refieren que la empresa no solo debe bus-
car el beneficio económico, sino también debe generar beneficios socia-
les y ambientales.
En consecuencia, esto implicaría un cambio en el proceso productivo,
en las estrategias empresariales y en el comportamiento social, según
Moreno (2004, citado por Accinelli y de La Fuente, 2012). Si los objetivos
de un comportamiento socialmente responsable se incorporan en los ob-
jetivos y en el sistema de gestión de la empresa, se hace un despliegue a
toda la organización.

2. rse
2.1 Antecedentes

La percepción de la responsabilidad que tiene la empresa con la socie-


dad ha sido diversa en la historia de la literatura, desde el concepto de
Bowen (1953) hasta llegar a Toca (2017), y en ese lapso se han propuesto
gran cantidad de conceptos muy válidos, ya que cada autor observa la
rse desde un punto de vista particular, lo que aporta a esclarecer y en-
tender este concepto relativamente nuevo y que ha cobrado auge en las
últimas décadas.
El concepto de la rse tiene su inicio en 1953, cuando Bowen plantea
en su libro Social Responsibilities of the Businessman la interrogante acer-
ca de cuáles son las responsabilidades que las empresas deben o no asu-
mir con la sociedad. Presenta como necesaria la vinculación de políticas
y toma de decisiones en las firmas, con base en los objetivos y valores de
la sociedad. Es lógico pensar que cualquier empresa que obtiene benefi-
cios de una comunidad debe corresponder de algún modo, ya que de cier-
ta manera adquiere poder sobre la colectividad. Es por ello que Davis en
1960 propone que la responsabilidad de la empresa se da en función de la

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 137


cantidad de poder que tiene sobre la sociedad. Dicho de otra manera,
aquellas que despliegan mayor derrama económica, proveniente de la
interacción con ciertos grupos de interés, tendrán mayor responsabili-
dad social.
Por su parte, Friedman (1960) contradice lo anterior al afirmar que
la responsabilidad de los directivos no puede ser otra que aumentar los
beneficios de sus accionistas, y esto no es tan descabellado como se pu-
diera considerar, pues finalmente esa es la mística de una empresa, ge-
nerar utilidades; también, cuál sería el sentido. Lo importante es que
parte de esas utilidades fuesen destinadas a actividades encaminadas a
la responsabilidad social, como mencionan Abreu y Cruz (2011), quienes
proponen que la finalidad de la economía es que ésta pueda proporcio-
nar bienestar a la sociedad.
Por otra parte, Johnson, en 1971, señaló que hay cuatro visiones del
concepto, que se pueden complementar en la práctica. En la primera se-
ñala lo importante que es para las empresas conocer el entorno en que
desarrollan sus actividades. La segunda se relaciona con la puesta en
marcha de programas sociales con la intención de generar mayores ga-
nancias. En la tercera, se centra el interés de las empresas en obtener
máxima ganancia en lo económico y en lo social, y la cuarta tiene que ver
con el peso específico de los grupos de interés y la generación de riqueza.
Sethi, en 1975, propuso un esquema de tres etapas en función de las
obligaciones y responsabilidades que la empresa tiene y que va inte-
grando en sus operaciones: (1) una etapa obligatoria, ya sea por el mer-
cado o por la regulación vigente; (2) una etapa política, determinada por
las presiones que la sociedad genera alrededor de la empresa y, (3) una
etapa socialmente responsable, definida por la capacidad de anticiparse
y prevenir los impactos que genera una empresa en su accionar diario.
Otro estudioso de la rse es Carroll, quien en 1979 creó un modelo
centrado en el desempeño socialmente responsable por las empresas, en
el cual se definen cuatro categorías interrelacionadas: económica (ligada

138 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


a la generación de utilidades), legal (establece el cumplimiento con la
normatividad que le compete como empresa), ética (relacionada con el
desempeño basado en valores y principios morales, y discrecional (rela-
tiva a juicio de cada empresa según su entorno en que se encuentra).
Estas categorías no son mutuamente excluyentes, sólo que algunas pre-
sentan un impacto mayor que otras.
Así, Drucker en 1984 plantea que para lograr la puesta en marcha
de la rse es necesario que los negocios conviertan sus responsabilidades
sociales en oportunidades de negocio, para que de este modo se generen
capacidades, competencias, empleos mejor pagados y oportunidades
para acceder a los servicios de salud para la sociedad. Es una simbiosis
entre la comunidad y la empresa; ambas se necesitan, por lo que debe-
rían comprometerse mutuamente para que una y otra obtengan benefi-
cios. La empresa hace mejoras en la comunidad y ésta como gratitud
muestra lealtad y, por consecuencia, genera ganancias económicas para
la empresa. Como bien lo mencionan Donalson y Preston (1995), quie-
nes enfatizan en las relaciones y fundaciones normativas que reconocen
el valor intrínseco de los grupos de interés externos, los cuales influyen
en gran medida en los resultados de la empresa. De esta manera, se ge-
nera una visión de la rse como una forma de gestionar las relaciones
con los grupos de interés desde un aspecto normativo u operativo.
En otro sentido, Hart (1997) señala que debido a los retos ambienta-
les a que enfrenta el mundo, es necesario vincular la estrategia y el de-
sarrollo tecnológico con el concepto de sustentabilidad expresado en
1986 por la onu con la finalidad de generar ventaja competitiva. De esta
forma, se agrega una nueva dimensión a la rse. Por otro lado, junto con
los aspectos económico y social expresados en los grupos de interés, se
considera también el aspecto ambiental, muy importante, ya que las
empresas son generadores de grandes contaminantes y deben asumir su
responsabilidad y solucionar los males que aquejan a la sociedad en el
tema ambiental como parte de su responsabilidad social.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 139


De ahí que Elkington (1997) propone un modelo, llamado triple bo-
ttom line (tbl), o la triple cuenta de resultados. En esta etapa, la rse deja
de centrarse en el interior de la empresa, en especial en sus accionistas
y empleados; empieza a considerarse a actores internos y externos,
como es el caso de clientes y proveedores. De manera más amplia lo ex-
presan Chirinos, Fernández y Sánchez (2013), afirmando que las empre-
sas socialmente responsables deben plantearse un nuevo modelo que
vaya más allá de lo económico, y que en realidad adquieran un compro-
miso con la sociedad y no conformarse con la filantropía, si no bien te-
ner un panorama amplio de sus responsabilidades, que abarquen los
tres ejes que pueden rescatarse del análisis de la literatura: social, am-
biental y económico.
De este modo, surge una oportunidad de mejora, y las empresas
que modifiquen su actuar, como menciona De la Fuente (2012), serán la
‘punta de lanza’ a un nuevo modelo empresarial que busca corregir si-
tuaciones internas o externas, como puede ser optimizar sus procesos
productivos o ir más allá implementando estrategias enfocadas a resol-
ver problemáticas ambientales, las cuales van ligadas una de otra, ya
que si se busca eficientar el proceso habrá menor impacto en el medio
ambiente. Las empresas deben tomar conciencia de que ellas forman
parte de la sociedad; por tanto, su interacción con el resto de los grupos
juega un papel clave para alcanzar el desarrollo sustentable, como lo
menciona Gómez (2012), afirmando que son la fuente principal del im-
pacto ambiental, las cuales aportan tecnología y en algunas ocasiones
conocimiento, y de igual modo son responsables de ofrecer productos y
servicios amigables con el medio ambiente.
De ahí parte la importancia de que la empresa identifique sus gru-
pos de interés y cuáles son sus necesidades; como lo asegura Jacob
(2012), si la empresa tiene esta información, puede accionar en conse-
cuencia, obteniendo como resultado mejora en la reputación y mayores
ganancias. Esto le servirá en tiempo de crisis, debido a que contará con
la lealtad de sus grupos de interés previamente y no como remediación,

140 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


ya que algunas empresas aprovechan la rse como una limpieza de ima-
gen y la aplican de manera ventajosa como lo menciona Aid (2004),
quien afirma que ciertamente hay ya muchas empresas que buscan im-
plementar acciones encaminadas a la rse y tratan en la medida de sus
posibilidades actuar siempre responsablemente, mientras que otras lo
hacen sólo cuando es conveniente y se torna un paisaje desigual.
Por su parte, Toca (2017) comenta que las organizaciones privadas
aún tienen un pensamiento errado, creyendo que las problemáticas so-
ciales son responsabilidad del Estado o de las organizaciones del tercer
sector. También menciona que las empresas presentan la reparación de
daños como rse, olvidando que la reparación es una obligación moral, y
la rse va más allá de sólo resarcir los daños que ha ocasionado la misma
empresa.
Los grupos de interés han empezado a exigir a las empresas que
adquieran mayor responsabilidad en los ejes económico, ambiental y so-
cial, y que se dé un cambio de actitud con la sociedad. Esta presión ha
generado que las organizaciones consideren practicar la rse para cum-
plir estas exigencias, pero del mismo modo han observado que esto les
acarrea beneficios, como es la lealtad de los clientes, la reputación; en
consecuencia, mayor rentabilidad; además de cumplir con los pedidos
de sus grupos de interés y generar ventaja (McElhaney, 2009).
Para orientar a las organizaciones, han surgido distintos elementos
que ofrecen una guía para tener una base en la implementación de prác-
ticas responsables. Algunos de ellos son el Libro Verde, de la Comisión
Europea, en donde se refieren buenas y malas prácticas de rse. También
se dispone de la ISO 26000, guía dirigida al cumplimiento de la responsa-
bilidad social. Por su parte, la ISO 14001 tiene el propósito de apoyar la
aplicación de un plan de manejo ambiental en cualquier organización del
sector público o privado, mientras que el sistema de gestión y auditoría
ecológica (emas, por sus siglas en inglés) es una herramienta voluntaria
diseñada por la Comisión Europea para la inscripción y reconocimiento

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 141


público de las empresas y organizaciones que han implantado un sistema
de gestión ambiental con el propósito de evaluar, gestionar y mejorar sus
impactos ambientales, asegurando así un comportamiento excelente en
este ámbito. Por último, el gri es una organización internacional inde-
pendiente y pionera en informes de sostenibilidad desde 1997. Ayuda a
empresas y gobiernos del mundo a comprender y comunicar su impacto
en cuestiones críticas de sostenibilidad, como el cambio climático, los
derechos humanos, la gobernanza y el bienestar social.

2.2 Marco conceptual de la responsabilidad social

Davis en 1960 propuso que la responsabilidad de las empresas se da en


función de la cantidad de poder que éstas tienen sobre la sociedad. Di-
cho de otra manera, cuanto mayor beneficio obtenga una empresa de la
sociedad con la que interactúa, mayor responsabilidad adquiere con
ésta, ya que, como lo menciona Carroll (1997), la responsabilidad social
de las empresas enmarca las expectativas económicas, legales y éticas
que tiene la sociedad sobre las organizaciones. Por otra parte, la Comi-
sión de las Comunidades Europeas (2001) señala que la Responsabilidad
Social Empresarial es la integración voluntaria de acciones para respon-
der a las preocupaciones sociales y medioambientales. En la misma idea,
Fernández (2004) se refiere a la rse como la contribución voluntaria
que hace la empresa para favorecer a la mejora de la sociedad y un
medioambiente más limpio.
Castellanos (2007) integra al concepto, además de lo social y
medioambiental, lo laboral y el respeto a los derechos humanos, con la
finalidad de que esto dé lugar a elaborar políticas, estrategias y procedi-
mientos que contribuyan a satisfacer a los distintos grupos de interés,
ya que, como lo menciona Drucker (1984), los negocios deben procurar
que la rse se vuelva una oportunidad de negocio y en este sentido los
grupos de interés juegan un papel importante en la proliferación de las
organizaciones.

142 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Davidson y Griffin (2000) señalan que el nivel de responsabilidad
social demostrado por una organización es representado por una conti-
nua preocupación por responder a la sociedad; como bien lo menciona
Zaratustra (citado por Abreu y Badii, 2007), esto se refleja en buenos
pensamientos, buenas palabras y buenas acciones.
Para ello, es necesario que estas buenas acciones se reflejen en la
selección de metas corporativas y la evaluación de resultados no sólo
por el criterio de ganancias y bienestar organizacional, sino por los es-
tándares éticos o juicios de deseo social (Boatright, 2000). En el mismo
sentido, Epstein (1987) asegura que la responsabilidad social se relacio-
na con alcanzar resultados de las decisiones organizacionales que im-
pacten en los grupos de interés.
cemefi (2013, citado por Reséndiz y Rodríguez, 2015) menciona que
la rse es el compromiso consciente y congruente de cumplir integral-
mente con la finalidad de la empresa, tanto en lo interno como en lo
externo, considerando las expectativas económicas, sociales y ambien-
tales de todos sus participantes, demostrando respeto por la gente, los
valores éticos, la comunidad y el medio ambiente, contribuyendo así a la
construcción del bien común, mientras que el World Business Council
for Sustainable Development (2002) hace referencia a que la rse se ve
como un compromiso que asume una empresa para contribuir al desa-
rrollo económico sostenible por medio de colaboración con sus emplea-
dos, sus familias, la comunidad local y la sociedad en pleno, con el objeto
de mejorar la calidad de vida.
Prince of Wales Business Leadership Forum (pwblf), en Inglaterra,
define la rse como un «conjunto de prácticas empresariales abiertas y
transparentes basadas en valores éticos y en el respeto hacia los emplea-
dos, las comunidades y el ambiente». Por último, la Comisión de la Co-
munidades Europeas (2001) propone que ser socialmente responsable no
sólo significa cumplir a plenitud las obligaciones jurídicas, sino también
ir más allá de su cumplimiento, invirtiendo más en el capital humano, el

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 143


entorno y las relaciones con los grupos de interés, lo que contribuirá a
incrementar la competitividad de las empresas.

2.3 Estudios previos

En Argentina, Amato, Buraschi y Peretti, hicieron un estudio que tiene


como problemática discernir si los empresarios objeto de estudio se
orientan hacia la sustentabilidad o hacia la rse, en función de su consi-
deración acerca de determinadas variables económicas, sociales y am-
bientales. Para esto, se propusieron tres objetivos: (1) identificar varia-
bles relacionadas con los aspectos económicos, sociales y ambientales
que permiten catalogar a una empresa como responsable en el contexto
de estudio; (2) relacionar dichas variables con los constructos de susten-
tabilidad o rse, y (3) determinar hacia qué constructo se orientan los
empresarios que conforman el objeto de estudio.
Se hicieron dos estudios: uno, exploratorio, de tipo conceptual, ten-
diente a determinar las variables correspondientes a los constructos de
sustentabilidad y rse, y otro empírico, a fin de verificar con cuál de es-
tos constructos se identifican los empresarios objeto de análisis. El es-
tudio se hizo en 127 organizaciones tomadas como muestra, ubicadas
en la Provincia de Córdoba, Argentina.
Se concluye que los constructos de la sustentabilidad y la rse res-
ponden a diferentes enfoques de una misma realidad desde el punto de
vista teórico. La concepción que ubica la sustentabilidad como un enfo-
que superador de la rse implicaría que la escasa incorporación de prácti-
cas responsables que presentan las organizaciones en Argentina, según
los estudios, podría deberse a una falta de identificación de los empresa-
rios con el ideal de la sustentabilidad. Se identificaron una serie de varia-
bles económicas, sociales y ambientales relacionadas con los constructos
de la rse y de la sustentabilidad, por separado, ajustadas al contexto de
estudio seleccionado.

144 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Así se logró una contribución de tipo metodológico en cuanto a la
operacionalización de variables, ya que se identificaron variables específi-
cas para cada uno de los constructos, procurando avanzar en la contrasta-
ción empírica de las diferencias de enfoque señaladas en la literatura.
Identificadas esas variables, se indagó en una muestra representativa de
empresas de la provincia de Córdoba, Argentina, acerca de la orienta-
ción de sus empresarios hacia uno u otro constructo con la finalidad de
evaluar si se manifestaba en ellos lo que, según algunos estudios, suce-
de en la generalidad de las organizaciones argentinas, en cuanto a que
se encuentran en una etapa incipiente de aplicación de prácticas susten-
tables y, en consecuencia, se orientan en mayor medida hacia la rse.

3. Rentabilidad
3.1 Antecedentes

Cano et al. (2013) mencionan que una rentabilidad adecuada permitirá


retribuir a los accionistas y al mismo tiempo le consentirá mejorar su
posición respecto a la competencia. Si la empresa no tiene una rentabi-
lidad que le asegure las condiciones necesarias para que se den ambas
cosas, se verá comprometido su desarrollo, conduciéndola a una posi-
ción por debajo de sus competidores, lo que pondrá en riesgo su perma-
nencia en el mercado.
Para evaluar la rentabilidad de las organizaciones, hay algunas me-
didas de ejecución como el Retorno sobre la Inversión (roi) y la Renta-
bilidad Financiera (roe).
El roi (Return On Investment) es una razón que relaciona el ingre-
so generado por un centro de inversión a los recursos (o base de activos)
usados para generar ese ingreso.
La fórmula usada es:

ROI= ingreso / Inversión en activos

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 145


La roe (Return on Equity) relaciona los beneficios obtenidos netos en
una determinada operación de inversión con los recursos necesa-
rios para obtenerla. Puede verse como una medida para valorar la ga-
nancia obtenida sobre los recursos empleados y se suele presentar como
porcentaje.

ROE= Beneficio Neto después de Impuestos / Capitales propios

En un mercado competitivo, las pymes necesitan medirse respecto a su


competencia y analizar la evolución de su actuar para establecer estra-
tegias que le permitan sobresalir. Para ello, se utilizan indicadores fi-
nancieros que informan sobre la liquidez, endeudamiento, rentabilidad,
productividad, crecimiento y actividad del negocio; todos ellos detallan
la situación financiera de la empresa. Es por ello importante evaluar la
rentabilidad de la empresa y medir la eficiencia reflejada en utilidades,
ya que entre mayor sea la rentabilidad, mayor será la competitividad de
la empresa, puesto que una empresa rentable otorga rendimientos ade-
cuados sobre la inversión.
En el ámbito de las pymes, una buena rentabilidad refleja una empre-
sa estable y en crecimiento, lo que a su vez se refleja en empleos, impues-
tos y aportaciones sociales, por lo que se puede decir que la rentabilidad es
un indicador importante para la organización y la economía global.
Reconocida la importancia de la rentabilidad como factor básico
para la competitividad de la empresa a mediano y largo plazo, se vuelve
indispensable el análisis de la rentabilidad de las pequeñas y medianas
empresas para garantizar un mejor sistema que permita optimizar la
toma de decisiones y que le garanticen su permanencia en el mercado.
De acuerdo con Cano et al. (2013), la rentabilidad es la capacidad de
la empresa para generar utilidades, es el indicador financiero más habi-
tual a la hora de medir el nivel de acierto o fracaso en la gestión empre-
sarial y concede la evaluación a partir de valores reales, lo que permite
hacer un comparativo de la eficiencia de las estrategias aplicadas, con

146 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


resultados anteriores y del mismo modo hacer comparativos con sus
competidores.

3.2 La rentabilidad y la rse

Tradicionalmente, el objetivo de la empresa consistía en procurar la


rentabilidad para cumplir el deseo de los accionistas, como lo menciona
Friedman (1960), quien afirma que la responsabilidad de la empresa es
sólo generar utilidades; hoy día, la empresa se preocupa por generar ga-
nancias, al mismo tiempo que lucha por mantenerse en el mercado, ya
que la globalización ha generado cierta cantidad de retos que las organi-
zaciones deben enfrentar, aunado a la presión de los grupos de interés.
Lo mencionado ha generado una evolución en el sentido de esta
teoría y se han sumado nuevas corrientes que reconocen una función
social de la empresa, más allá del beneficio de los accionistas, e incorpo-
ra a los grupos de interés como receptores de sus acciones y a quienes
también se les debe dar respuesta, sin descuidar los intereses de los ac-
cionistas.
Según Vives (2007), el incremento de los ingresos de una empresa
se puede dar porque los consumidores valoran los productos o servi-
cios brindados con base en la diferenciación de la empresa sobre sus
competidores.
Una empresa podrá ser competitiva si es rentable, sea porque ofrece
productos con alguna ventaja competitiva o porque son mejores que los
de sus competidores, o bien esta diferenciación puede ser la que genere
las prácticas de rse. Tales prácticas pueden ser, por ejemplo, mayor
compromiso con el medio ambiente, con la comunidad o bien con los
colaboradores. Esto le ofrecería una oportunidad a la empresa de dife-
renciarse del resto de sus competidores, aportándole quizá nuevos
clientes o nuevos mercados y por tanto lograr mayores ingresos (Padi-
lla, 2008).

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 147


Otro beneficio de la rse es que ofrece una imagen positiva frente a
los grupos de interés y que igualmente impacta de manera directa en los
ingresos, ya que esta imagen ayuda a obtener una buena reputación, lo
cual da una ventaja en los mercados donde la calidad de los productos y
servicios no es suficiente, ya que cada vez más los consumidores están
informándose de los problemas globales, y como las empresas forman
parte de él y exigen la participación de las organizaciones para solucio-
nar estas problemáticas Jacob (2012) menciona que construir una reser-
va de buena reputación ayudará a sobrevivir a los tiempos difíciles.
Por su parte, Blázquez (2006, citado por Blázquez y Peretti, 2012),
menciona que tanto la rentabilidad como la imagen dan un valor con-
junto a la organización, ya que es el resultado de la adaptabilidad de lo
que espera la sociedad de la empresa (imagen) y lo que espera la empresa
de la sociedad (rentabilidad), ofreciendo un equilibrio entre la maximi-
zación de ingresos, que es el deseo de los accionistas, y contribuir a la
sociedad, que es lo que esperan los grupos de interés.
Esto, a su vez, atraería otros beneficios como la fidelización de
clientes, que resulta de gran importancia en una economía globalizada,
ya que se exige cada vez más el desempeño ético, social y ambiental de
las empresas, debido a que hay una creciente tendencia a que los consu-
midores observen la conducta de las organizaciones y se inclinen por
consumir a empresas que se conduzcan de modo responsable.
Madueño et al. (2014) refieren que una de las limitantes para la apli-
cación de la rse es la escasez de recursos financieros y humanos, la falta
de formación y de tiempo, así como la percepción de costos que la rse
acarrea para la empresa. Quizá sea por el desconocimiento de esas prác-
ticas, ya que éstas dependerán de la capacidad e ingeniosidad de las orga-
nizaciones. En fin, la práctica de la rse ofrece grandes estímulos a las
organizaciones, las cuales recaen en el aumento de su rentabilidad y nue-
vas oportunidades de negocios.

148 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


4. Conclusión

La pequeña y mediana empresa es de suma importancia por ser genera-


doras de empleo y por su aportación a la economía. Del mismo modo, es
significativo su participación en el deseado desarrollo sustentable, ya
que su actividad impacta directamente en el ambiente. Es por ello que
se requiere de un cambio en su pensamiento y en su actuar.
Asimismo, los consumidores están cambiando sus comportamientos
de consumo tanto de forma grupal como individual; como consecuencia
de la tendencia irreversible de buscar la sustentabilidad, los consumido-
res y otros grupos de interés generan presión sobre las empresas para que
modifiquen su actuar. En este sentido, son muchas las empresas que han
comenzado a responder a esta exigencia, incorporando la rse y cumplien-
do con normativas que sugieren algunas organizaciones.
Desde esta perspectiva, se puede analizar que la incorporación de la
rse, además de ayudar a responder a los grupos de interés, genera gran-
des beneficios en las organizaciones, como el valor de la imagen, fideli-
zación de los clientes, reserva de reputación, competitividad y mayor
rentabilidad.
En el mercado globalizado, la empresa necesita diferenciarse del
resto de sus competidores, por lo que es primordial que realice activida-
des que le dé esta diferencia; es ineludible que vaya más allá de ofrecer
un producto o servicio de calidad, sino que además procure reducir el
impacto en el medio ambiente, las personas y las economías.
La rse es una forma de autorregulación incorporada a la gestión del
negocio que considera los aspectos sociales, económicos y ambientales,
la cual tiene como objetivo satisfacer las necesidades de todas las partes
interesadas, sin dejar de lado todos los beneficios económicos que esto
traería consigo, ya que la finalidad de la empresa es la rentabilidad, por
lo que las organizaciones deberían contemplar esto como una oportuni-
dad para mejorar su rentabilidad.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 149


Referencias

Abreu, J.L. y Badii, M. (2007). Análisis del concepto de responsabilidad so-


cial empresarial. Daena: International Journal of Good Conscience, 2(1).
Abreu, J. y Cruz, J. (2011). Responsabilidad social empresarial una visión
integral, Innovaciones de Negocios, 8.
Accinelli, E. y De la Fuente, J. (2012). Responsabilidad social corporativa,
actividades empresariales y desarrollo sustentable Modelo matemático
de las decisiones en la empresa, Contaduría y Administración, 58.
_____ (2013). Responsabilidad social corporativa, actividades empresariales
y desarrollo sustentable Modelo matemático de las decisiones en la em-
presa. Contaduría y Administración, 58.
Amato, C., Buraschi, M., Peretti, M. (2015). Orientación de los empresarios
de Córdoba, Argentina, hacia la sustentabilidad y la responsabilidad so-
cial empresarial: identificación de variables asociadas a cada constructo.
Contaduría y Administración, 61.
Blázquez, M. y Peretti, M. (2012). Modelo para gestionar la sustentabilidad
de las organizaciones a través de la rentabilidad, adaptabilidad e ima-
gen. Estudios Gerenciales, 28.
Boatright, J.R. (2000). Ethics and the Conduct of Business, 3rd edition. NJ:
Prentice Hall, Upper Saddle River
Bowen, H. (1953). Social Responsibilities of Businessman. New York: Harper
& Brothers.
Cano, M., Olivera, D., Balderrabano, J., Pérez, G. (2013). Rentabilidad y
competitividad en la PYME. Ciencia Administrativa, 2.
Carroll, A. (1979). A three-dimensional conceptual model of corporate so-
cial performance. Academy of Management Review, 4.
Castellanos, M., Martín, I., Caro, F. (2007). Propuesta de una escala de
medición de la Responsabilidad Social Corporativa (rsc) en la actividad
turística. Conocimiento, innovación y emprendedores: camino a futuro.
Chirinos, M., Fernández, L., Sánchez, G. (2013). Responsabilidad Empresa-
rial o Empresas Socialmente Responsables. Razón y Palabra, 81.
Christian, A. (2004). Behind the Mask: the Real Face of Corporate Social Res-
ponsibility. London: Christian Aid.

150 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Comisión de las Comunidades Europeas (2001). Libro Verde: fomentar un
marco europeo para la responsabilidad social de las empresas. Belgica: Co-
misión de las Comunidades Europeas.
Davidson, P. y R. W. Griffin. 2000. Management: Australia in a global context.
Wiley, Brisbane.
Davis, K. (1960). Can Business Afford to Ignore Social Responsibilities? Ca-
lifornia Management Review, 2.
Donaldson, T. y L. Preston (1995). The Stakeholder Theory of the Corpo-
ration: Concepts, Evidence, and Implications. Academy of Management
Review, vol. 20, núm. 1.
Drucker, P.F. (1984). The New Meaning or Corporate Social Responsibility.
California Management Review, 26(2).
Elkington, J. (1998). Cannibals with Forks: The Triple Bottom Line of 21st
Century Business: The Triple Bottom Line of the 21st Century Business. New
Society Publishers.
Epstein, E.M. (1987). The Corporate Social Policy Process: Beyond Business
Ethics, Corporate Responsibility, and Corporate Social Responsiveness.
California Management Review 29(3).
Fernández, D. (2004). Auditorías y sistemas de gestión ambientales en la
Unión Europea: evolución, régimen vigente y perspectivas futuras. No-
ticias de la Unión Europea, 228.
Friedman, M. (2000). The Social Responsibility of Business is to Increase
its Profits, in Des Jardins, J. R. and J.J. Mc Cal. led. Contemporary Issues
in Business Ethics. Wadsworth, Belmont, ca.
Hart, S. (1997). Strategies for a Sustainable World. Harvard Business Review,
75.
Jacob, C. (2012). El impacto de la crisis financiera en la responsabilidad
social corporativa y sus implicaciones para la gestión de riesgo de repu-
tación. Journal of Management and Sustainability, 2.
Johnson, H.L. (1971). Business in Contemporary Society: Framework and Is-
sues. Belmont, ca: Wadsworth.
Madueño, J., Larrán, M., Lechuga, M. y Martínez, D. (2014). Responsabi-
lidad social en las pymes: análisis exploratorio de factores explicativos.
Revista de Contabilidad-Spanish Accounting Review, 19.
Padilla, S. (2008). Conocimiento tecnológico: el desafío para las pymes en
México. Economía y Sociedad, 14.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 151


Reséndiz, A., y Rodríguez, M. (2015). Responsabilidad Social Empresarial.
¿Beneficio real de las empresas o solo cuestión de moda? Vinculategica
Efan, 1.
Sethi, S. (1975). Dimensions of Corporate Social Performance-an Analytical
Framework. California Management Review, 17.
Toca, C. (2017). Aportes a la responsabilidad social. Revista Mexicana de
Ciencias Políticas y Sociales, 230.
Vaca, R., Moreno, M. y Riquel, F. (2007). Análisis de la responsabilidad so-
cial corporativa desde tres enfoques: stakeholders, capital intelectual y
teoría institucional. Conocimiento, innovación y emprendedores: camino a
futuro. España. Ayala Calvo, J.C. y grupo de investigación fedra.
Vives, A., (2007). Corporate Social Responsibility: The role of law and mar-
kets and the case of developing countries. Chicago-Kent Law Review, 83.

152 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


El marketing verde para un
consumo sustentable

Mariela López Aguilar


Fridzia Izaguirre Díaz de León

C  on el crecimiento tan acelerado de la población al pasar los años,


la sociedad se ve envuelta en el aumento de necesidades para su
quehacer diario. Estas necesidades para cubrir necesitan del abasto de
recursos renovables y no renovables. El planeta tiene la capacidad de
autorrenovarse, pero hay un gran inconveniente que cada vez ocasio-
na más alerta: no nos ponemos límites, lo que nos hace demandar re-
cursos excesivamente con el consumo desmedido. Las modas, el estatus
social, los estilos de vida, los medios de comunicación y el poder adqui-
sitivo, son situaciones por las que nos dejamos influir para adquirir pro-
ductos o servicios que en numerosas ocasiones no son una necesidad
real, artículos que dejan de pertenecer a la canasta básica y con los que
cubrimos deseos, no necesidades.

153
Todo esto no sólo hace que explotemos los recursos y no les demos
el tiempo suficiente para que se renueven, sino que, encima, hemos ido
modificando las características de los productos de tal manera que sean
reemplazados o desechados con rapidez y vernos influidos a adquirir
nuevos, generando con ello gran cantidad de residuos y contaminantes
que repercuten en el agua, tierra y aire, ocasionando desabasto, pérdida
de biodiversidad, erosiones, cambio climático, enfermedades y un des-
equilibrio tremendo en el planeta, derivado de una explotación de los
recursos y un consumo no sustentable.

Marketing verde

El marketing verde es conocido con diversos nombres. Dependiendo del


autor, es nombrado como marketing ecológico, sustentable, medioambien-
tal o ecomarketing. Todas estas son formas de sumar prácticas encami-
nadas al desarrollo sustentable a las conocidas características del mar-
keting tradicional, la cual no basa sus decisiones en pro del entorno y
los recursos naturales.
Para Colomarde (2000), el marketing verde es un modo de concebir y
ejecutar la relación de intercambio, con la finalidad de que sea satisfacto-
ria para las partes que en ella intervienen, la sociedad y el entorno natu-
ral, mediante el desarrollo, valoración, distribución y promoción por una
de las partes de los bienes, servicios o ideas que la otra parte necesita, de
forma que, ayudando a la conservación y mejora del medio ambiente,
contribuyan al desarrollo sustentable de la economía y la sociedad.
Por otro lado, la Asociación Americana de Marketing (ama, 2016) de-
fine el marketing verde como el esfuerzo de una empresa para producir,
promover, empacar y recuperar los productos con un enfoque de respon-
sabilidad y sensibilidad ecológica. Churchill Jr. y Peter (en Dalmoro et
al., 2009) señalan que el marketing verde consiste en actividades desti-
nadas a minimizar los efectos negativos sobre el ambiente físico o mejo-
rar su calidad.

154 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


De acuerdo con Vélez (2001, en Moreno, 2012), el marketing verde en
el ámbito mundial ha venido creciendo, expandiéndose hacia la genera-
ción de productos y servicios derivados de la biodiversidad y el avance de
la biotecnología. Las causas de esta expansión están relacionadas con la
necesidad emergente de las empresas por reciclar sus productos y reno-
var el interés de los consumidores por productos ecológicos.
En 1995, Peattie en Díaz (2002:7) resalta la palabra gestión en su
concepto de marketing verde, diciendo que es «un proceso de gestión
integral, responsable de la identificación, anticipación y satisfacción de
las demandas de los clientes y de la sociedad, de una forma rentable y
sostenible».
Son varios los puntos en los que convergen estos conceptos, pero
sobresalen dos en especial: la sociedad y el medio ambiente, pues resal-
tan la importancia de que los consumidores como sociedad deben ad-
quirir bienes y servicios que ayuden a la conservación medioambiental,
pero ello no es posible si las empresas no ofrecen los productos con esas
características de responsabilidad y sensibilidad ecológica. Las empresas
hoy día están obligadas a orientar sus estrategias de marketing hacia el
desarrollo sustentable en todo el ciclo de vida del producto. A través de
éstas es como todos los stakeholders1 se verán involucrados y beneficia-
dos al mismo tiempo, pues para que la sociedad se desarrolle en condi-
ciones óptimas en su calidad de vida es necesario que el medio ambiente
se encuentre en las mismas condiciones.
Según Grant (2007, en Echeverri, 2010), el marketing verde tiene
tres componentes:

1. Establecer nuevos estándares: se basa en los objetivos comerciales, co-


municando que la marca y sus productos son más verdes que las demás
alternativas. Se busca establecer la diferencia.

1 «Aquellos grupos que pueden afectar o ser afectados por el logro de los propósitos de
la organización» (Freeman, 1984:24, citado en Fernández y Bajo (2012:134 ).

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 155


2. Compartir responsabilidades: se tienen objetivos comerciales y ambien-
tales al mismo tiempo; se busca cambiar la forma en que las personas
usan los productos por medio de experiencias de marca, eventos y educa-
ción.
3. Soportando innovación: además de lo anterior, se suman los objetivos
culturales, los cuales generan nuevas formas de vida y nuevos modelos
de negocios.

Ottman (2006, en Monteiro et al., 2015) menciona que lo principal tanto


del marketing tradicional como del marketing verde es dirigir sus estrate-
gias en los beneficios de sus productos y hacérselos notar a sus clientes. El
autor enumera cinco reglas para la práctica del marketing verde:

1. Lograr que los consumidores estén interesados y preocupados por las


cuestiones ambientales en relación con los productos que adquieren.
2. Lograr que los consumidores entiendan que utilizar productos respetuo-
sos con el medio ambiente hace la diferencia.
3. Lograr que los consumidores crean en los valores de la empresa.
4. Lograr que sus consumidores prefieran un producto verde sobre un pro-
ducto competidor «no verde».
5. Lograr que los consumidores entiendan el valor correcto de los produc-
tos verdes.

Mezcla de marketing verde

Hacer cumplir la meta del marketing verde es una tarea difícil; coor-
dinar y sintonizar los objetivos comerciales, ambientales y sociales
requiere de llevar a cabo una planeación metódica de sus estrategias y
para ello se apoya en sus cuatro pilares fundamentales, las 4 Ps, que
abarcan dimensiones diferentes en el proceso de los bienes o productos,
desde su planeación hasta el punto de venta para el consumidor final.

156 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Producto verde

Según Monteiro et al. (2015), el producto verde es aquel que responde a


necesidades y requerimientos ambientales. Estas necesidades del clien-
te deben considerarse necesarias para mejorar y desarrollar nuevos
productos, como también ambientes más seguros y saludables deben
tomarse en cuenta.
Mientras que para Hernández y López (2012) es el que cumple las
mismas funciones que los productos tradicionales, sólo que éste causa
menor daño al medio ambiente en su ciclo de vida. Para que un produc-
to sea verde, no sólo se debe tomar en cuenta el producto final, sino
todo su proceso de elaboración.
Para que un producto sea verde, Coddington (1993, en Castellano y
Urdaneta, 2015) refiere que para posicionar un producto que siga linea-
mientos ecológicos es necesario tomar en cuenta factores como:

1. Las características del usuario.


2. Los canales de distribución que han de establecerse.
3. Los beneficios ecológicos del producto.
4. El etiquetado.
5. La política medioambiental de la empresa.
6 El precio del producto.

Parte importante en la planificación de un producto verde es tomar en


cuenta su diseño, materiales, empaque y etiquetado, ya que esto hará la
diferencia entre un producto tradicional y uno con características ecoló-
gicas. El consumidor debe estar consciente de que va a adquirir un pro-
ducto con un valor agregado, orientado a un consumo sustentable.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 157


Ecodiseño

Se entiende por ecodiseño, o diseño ambiental, la forma en que la fun-


ción de diseño puede mejorar el impacto ambiental de una empresa.
Aunque generalmente se hace referencia al diseño del producto, tam-
bién puede incluir el diseño de determinados aspectos del proceso pro-
ductivo para fabricar el producto (Massolo, 2015).
Según Conde (2003, en Pastorino, 2007), el ecodiseño de los produc-
tos puede ayudar a aminorar la degradación de los ecosistemas, pues
reduce el uso de combustibles fósiles, se adapta a sistemas de reciclaje,
emplea energía con baja proporción de azufre o usa materiales que no
contienen sustancias dañinas.

Etiquetado ecológico

Es la posibilidad de poner un determinado logotipo en la etiqueta del


producto que indica que se ha fabricado siguiendo procedimientos regu-
lados y controlados por normas internacionales. Es un distintivo, de
carácter voluntario, concedido a los productos que demuestren que tie-
nen impactos reducidos sobre el ambiente en las diferentes fases de su
ciclo de vida (Massolo, 2015).
Si bien todos los componentes de la mezcla de marketing son im-
portantes, el producto es una parte primordial, ya que será en gran par-
te el que logre que el consumidor se decida a la compra, pues es el que al
final de cuentas cubrirá con la necesidad de quien lo adquiera, y si logra
satisfacer las expectativas puede crear lealtad a la marca y, aunado a
eso, un consumidor responsable, consciente de la problemática ambien-
tal y comprometido no sólo con los productos verdes, sino con una acti-
tud ecológica de consumo.

158 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Precio verde

Se refiere al precio especificado a la luz de las políticas de la empresa


respecto a las consideraciones ambientales impuestas por las normas e
instrucciones de la empresa, o de sus iniciativas ecológicas (Monteiro et
al., 2015).
Por su parte, la Escuela de Negocios (2005) menciona que para fijar
el precio verde puede ser necesario recurrir a una estrategia de precios
superiores a la competencia, sobre todo porque la empresa soportará
unos costos mayores provenientes de la internalización de los costos
medioambientales. Debe tomarse en cuenta que el precio será una for-
ma de informar al consumidor sobre la calidad del producto; así, éstos
considerarán que el atributo ecológico es un valor añadido.
Cuando un producto es más costoso que el resto de sus competido-
res, podría tornarse como un arma de doble filo, pero también le da con-
fianza al consumidor de que lo que está por comprar es mejor que el
resto, además de saber que vale la pena a largo plazo porque está contri-
buyendo con el cuidado del planeta; por tanto, todas las personas que
tienen actitudes ecológicas estarán dispuestas a pagar por ello aun si el
precio está por encima de la media.

Plaza (distribución) verde

Hernández y López (2012) resaltan que la distribución verde debe permi-


tir poner el producto a disposición del consumidor en el momento y en
lugar adecuado, en la cantidad deseada, con un costo para la empresa que
sea aceptable y de tal forma que al consumidor le sea atractiva, además de
fomentar la redistribución (reciclado y devolución de envases), así como el
ahorro de recursos naturales en los canales de distribución y generar sen-
sibilidad al respecto en los consumidores desde el punto de venta.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 159


De acuerdo con Monteiro et al. (2015), afirman algo similar, ya que
para ellos se refiere a la distribución de productos ecológicos adecuados
para los consumidores, con el fin de facilitar la entrega y garantizar pro-
cedimientos de reciclaje, cumpliendo con las condiciones y requisitos
medioambientales.
En el proceso de la distribución verde, según Chamorro (2001), se
deben tomar en cuenta tres condiciones:

a. Disminuir el uso de recursos escasos y la generación de residuos al


transportar, manipular y almacenar físicamente el producto.
b. Seleccionar a los distribuidores tomando en cuenta el impacto medio
ambiental causado como una variable más.
c. Establecer un sistema eficiente de distribución que se lleve a cabo
de manera inversa; es decir, que reincorpore los residuos originados
como materia prima secundaria del sistema productivo.

Si bien los atributos directos de un producto verde son los primeros que
toma en cuenta el consumidor, es de suma importancia que éste conti-
núe con los objetivos medioambientales al salir de la empresa; todo ese
recorrido que hace desde la línea de producción hasta el anaquel del
punto de venta debe estar regido por condiciones ecológicas. No sería
coherente un producto elaborado bajo normas ambientales si la distri-
bución no se lleva a cabo de manera responsable, aislada de esas nor-
mas.

Promoción verde

Se refiere al suministro de información real acerca de los productos, de


manera que no perjudique los intereses de los consumidores (Monteiro
et al., 2015).

160 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


La promoción verde debe tener un propósito doble: educar a los con-
sumidores sobre el medioambiente, además de buscar la creación de una
imagen de respeto hacia el medio ambiente, ya sea de forma directa o
indirecta, para lograr así un efecto positivo en las ventas de la empresa.
Es preciso, entonces, que para informar y educar a los consumido-
res de las características ecológicas de sus productos y de las cuestiones
ambientales que inciden en él, se cuente con las estrategias necesarias
para comunicarlo.

Comunicación ecológica

Según Calomarde (2000, citado en Moreno (2012), la comunicación eco-


lógica deberá informar sobre los atributos de los productos, sus benefi-
cios para el medio ambiente y transmitir tanto una imagen de empresa
bien informada y activa en temas ambientales como los mensajes a los
posibles clientes sobre los ecoproductos.
Si se orienta la evaluación de la Comunicación Integral de Marke-
ting (cim) dentro de la gestión ambiental hacia el proceso, más que ha-
cia el resultado, esto supone admitir que la determinación de ésta en las
organizaciones debe basarse en las percepciones que los consumidores y
demás audiencias tienen sobre el producto o servicio (Chan, 1999, en
Moreno, 2012).

Publicidad ecológica

La publicidad ecológica forma parte de la publicidad social. Contiene


información o reclamos sobre cómo el producto o productor que se está
anunciando logra ayudar en la mejora del medio ambiente o reducir su
degradación (Polonsky et al., 1997, en Rodríguez y Montoro, 2008).
Cuando se trata del contenido de la publicidad ecológica, para Pera-
les (http://www.crana.org/themed/crana/files/docs/087/189/informe-

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 161


medioambienteauc1_1.pdf….), la relación entre el medio ambiente y los
productos anunciados se diferencian por dos tipos de valor: por su valor
de uso se refiere a la publicidad de productos que tienen un impacto di-
recto con el medio ambiente en su consumo, aquellos que los protegen,
lo gestionan o la relación es clara; y por su valor simbólico se refiere a la
publicidad donde la argumentación ecológica se da de forma retórica o
claramente arbitraria.

Greenwashing

Es una manera de vender más y de saltar barreras con el objetivo de


entrar en el mercado, donde las empresas hacen publicidad en los me-
dios o a través de sus envases, realzando características con las que en
realidad no están cumpliendo (Carrasco, 2012, en Aguilar, 2016).
Al respecto, Bur (2013:140) destaca que el greenwashing puede apli-
carse de las siguientes maneras:

■ Ambigüedad e imprecisión: utilizar los términos «verde», «ecológico» o


«sustentable» sin aportar las pruebas que los demuestren.

■ Afirmación irrelevante: presentar beneficios que, normalmente, ofre-


cen cualquier tipo de producto.

■ Falsedad: declarar que los productos han sido certificados respecto a


alguna norma de calidad ambiental, cuando esto no es verdad.

■ Ocultar información: informar sólo sobre un parámetro en el que se com-


portan adecuadamente, pero sus prácticas respecto al resto de los pa-
rámetros pueden ser nocivas desde el punto de vista medioambiental.

■ Producto nocivo: promocionar las ventajas de la fabricación de un pro-


ducto respecto a la competencia en lo referente al impacto ambiental

162 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


cuando, en realidad, dichas ventajas suelen ser insignificantes en
comparación a otros aspectos del producto.

La mayor parte de las cosas puede tener una dualidad, la parte positiva
y la negativa, y el marketing verde no es la excepción; si este no se rige
por su esencia y características particulares, será pretencioso y falso.
Para ello, es necesaria la ética en sus prácticas y al informar sobre sus
atributos en la publicidad, ya que, si por el contrario se cae en el
greenwashing, podría generar el rechazo del consumidor y una mala
imagen en el mercado, completamente el objetivo opuesto que busca
una marca o empresa.

Los cinco puntos clave del marketing verde

Para Grant (2007), las empresas deben seguir una línea que sirva de guía
para evitar errores y greenwashing. Menciona cinco puntos clave que
permiten desarrollar prácticas de marketing verde de forma eficaz:

1. Intuitivo: crear mejores alternativas, accesibles y fáciles de entender, y así


conseguir que los productos o servicios verdes parezcan normales. Las
empresas deberán lograr que de manera más intuitiva los consumidores
opten por valorar una forma de vida más sustentable.

2. Integrativo: el objetivo principal de este punto clave se centra en la sus-


tentabilidad mediante la combinación de desarrollo de sus tres ejes: el
económico, el social y el ambiental, asociando el comercio detallista a la
tecnología, la sociedad y la ecología.

3. Innovador: productos que sean novedosos y contribuyan a nuevos estilos


de vida. Para muchos, el futuro, el espíritu empresarial y la innovación

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 163


ambiental, serán como la información y la tecnología espacial a lo largo
de las últimas décadas.

4. Invitador: un producto verde es generalmente mejor, más eficiente, dura-


ble, saludable, accesible, entre otros atributos positivos. Pero la elección
positiva de un producto no es obligatoria; las organizaciones deben lidiar
con la cultura y los nuevos estilos de vida de los consumidores, lo que
crea un gran desafío para las empresas al elaborar un producto con estas
características.

5. Informativo: si los consumidores no tienen la información adecuada so-


bre los productos o servicios, eso afectará su comportamiento de compra.
Las bases para el desarrollo del marketing verde residen en la educación y
la participación.

El consumo sustentable

Para hablar de consumo sustentable, primero es necesario entender


qué es el consumo. Según Cortina (en Rodríguez, 2012), el consumo ha
llegado a convertirse en una actividad valiosa por sí misma al canalizar
una de las capacidades más profundas del ser humano: la capacidad de
desear, que se materializa en objetos en los que se espera encontrar
algo de lo que falta, y lleva implícita la idea de que lo novedoso es más
valioso.
Para Díaz (2012), el consumo es algo más que un momento en la
cadena de la actividad económica. Es una manera de relacionarse con
los demás y de construir la propia identidad. De hecho, en las socieda-
des denominadas como avanzadas, desde la irrupción de la producción
en masa, el consumo, especialmente el consumo de mercancías no nece-
sarias para la supervivencia, se ha convertido en una actividad central,
hasta el punto de que se puede hablar de una «sociedad consumista».

164 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Para Bauman (en González, 2009), el consumo es algo natural. Con-
sumimos antes de nacer, desde el vientre materno estamos consumiendo,
a la vez que generamos materiales de desecho o residuales en el proceso.
Consumir no sólo es natural para nosotros los humanos; el consumo es
parte de los procesos naturales de sostenimiento y reproducción de la
vida. Todos los seres vivos consumimos y producimos desechos o resi-
duos. Consumir es una parte del proceso de intercambio de los seres vivos
con el ambiente inmediato y mediato.
En estos conceptos, aunque en esencia pueden tener algunos tintes
parecidos, podemos observar que tienen diferentes enfoques, sobre
todo Bauman es quien se orienta más a asociarlo con la producción de
residuos. Entonces, si nos encontramos en la era de la sociedad consu-
mista, consumimos productos sin ser de canasta básica, sería bueno
cuestionarnos el nivel de impacto que estamos generando en los recur-
sos que nos ofrece el medio ambiente.
Es importante resaltar que, como menciona Gudziol (1999), los ge-
rentes de las empresas deben pensar que no es justo dejar en manos de
los consumidores la responsabilidad por el impacto de sus productos en
el medio ambiente. Ellos deben ser responsables por el ecobalance de sus
productos, la minimización de riesgos e impactos a través del ciclo de
vida, desde la adquisición de materiales hasta la disposición final. Si se
dan a conocer los atributos ambientales de algunos productos, es proba-
ble que por lo menos un segmento del mercado se convierta en consumi-
dor de bienes y servicios amigables con el medio ambiente. Además,
ayuda a que el público estimule a las empresas a producir de manera
sustentable (semarnat, 2006).
Hoy día, las empresas están obligadas no sólo a investigar las nece-
sidades y deseos del mercado y sus consumidores, sino a conocer sus
preferencias y valores ecológicos; hoy es de gran importancia que el pro-
ceso de compra se lleve a cabo en armonía con el medio ambiente. Es por

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 165


ello que es de suma importancia orientar los atributos de los productos
y servicios hacia un consumo sustentable.

El uso de bienes y servicios que responden a necesidades básicas y


proporcionan una mejor calidad de vida, al mismo tiempo que mi-
nimizan el uso de recursos naturales, materiales tóxicos y emisiones
de desperdicios y contaminantes sobre el ciclo de vida, de tal manera
que no se ponen en riesgo las necesidades de futuras generaciones
(Simposio de Oslo, 1994).

Mientras que para Trujillo y Vera (2011) el consumo sustentable es un


comportamiento ético que orienta a la toma de decisiones inteligentes y
responsables al adquirir sus productos, donde éstos deban ser favora-
bles para el medio ambiente, sin provocarle algún tipo de daño.
Ahora bien, hay una gran diversidad de personalidades en estas so-
ciedades de consumo; por lo mismo, hay diversidad en las referencias y
actitudes de los consumidores. La variedad de productos y marcas es
tan grande que se logran abarcar las preferencias de todos los segmen-
tos del mercado; por tanto, es interesante conocer a aquellos consumi-
dores que tienen algún tipo de preferencia por los temas ambientales.

Consumidor verde

Es aquel consumidor consciente de la responsabilidad y crea un compro-


miso con su entorno y la sociedad en la que vive, manifestándolo de
manera activa a través de sus hábitos al comprar (Aguilar, 2016).
Según Colomarde (2000), unos consumidores se diferencian de otros,
generando diferentes grupos en relación con sus actitudes ecológicas:

■ Conciencia ecológica: los conocimientos y valores ecológicos que tiene el


consumidor, así como el grado de información que recibe y recuerda.

166 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


■ Ecopostura: se relaciona con la afectividad hacia los productos ecoló-
gicos. Está influida por la cultura del grupo social al que pertenece o
espera pertenecer el consumidor, además de la educación e informa-
ción que ha recibido.
■ Ecoactividad: reside en la personalidad del individuo. Es la tendencia a
actuar ecológicamente.

Modelos de comportamiento verde

Laroche et al. (2001, en Conraud et al., 2008) enlistan las características


de los modelos de comportamiento verde:

■ Orientación hombre-naturaleza: representa los valores que rigen la re-


lación entre el ser humano y la naturaleza.
■ Conocimiento ecológico: define el conjunto de conocimiento ecológico
que un individuo posee acerca de temáticas ambientales.
■ Control percibido: estipula el grado de responsabilidad que resiente
una persona de cara a la posibilidad de llevar a cabo acciones dirigidas
a la minimización de problemas de contaminación.
■ Consecuencias personales: determina el nivel de conocimiento que tie-
ne una persona acerca de las consecuencias particulares de un proble-
ma de contaminación o de prácticas más amigables con su entorno.
■ Consecuencias ambientales: establece el grado de conocimiento que tie-
ne un individuo sobre los efectos ambientales de un estilo de vida y de
un comportamiento.

Debido a lo anterior, se puede destacar que si hay tanta diversidad en las


personalidades de las personas que conforman la sociedad, es obvio que
en ese sentido difícilmente las características de todos los consumidores
serán iguales, menos si para el consumidor verde son necesarios conoci-
mientos y valores sobre la problemática medioambiental y los impactos

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 167


negativos que como consumidores causamos en el planeta, o bien for-
mar parte del camino a la solución orientándonos a la compra inteligen-
te para un consumo sustentable.

El marketing verde y el consumo sustentable en México

Según Díaz (2005, en Conraud et al., 2008), en términos generales el


mexicano tiene la apatía de actuar de manera responsable con su entor-
no, culpando a los demás de la contaminación y esperando que sean
otros los que tomen medidas. Procura el bienestar de su familia, sin to-
mar en cuenta la interrelación con los demás miembros de la sociedad,
prefiere el bienestar individual sobre el bienestar colectivo.
Asimismo, Budar et al. (2004) mencionan que el consumidor mexi-
cano sí tiene cierto interés en el consumo sustentable, pero carece de
conocimiento sobre el mismo, aunque se siente parte de llevar a cabo un
desarrollo sustentable. No consideran importante que el cuidado del
medio ambiente deba ser una parte fundamental en la creación y com-
pra de un producto. Se puede notar que en este sentido hay un alto gra-
do de incoherencia, porque si se sienten parte de lograr un desarrollo
sustentable es contradictorio que el cuidado medioambiental no sea un
factor de importancia para la producción y compra de bienes y servicios.
Por otro lado, Conraud et al. (2008) resaltan que el consumidor
mexicano está en una etapa introductoria en relación con las estrate-
gias de marketing verde, a diferencia de otros países, ya que no tiene
conectada la publicidad en los medios con los productos que protegen el
medio ambiente. Por su parte, las empresas mexicanas no están aprove-
chando los beneficios que proporcionan las estrategias de marketing
verde para atraer a nuevos consumidores y también incrementar sus
ventas.
Estudios de Kantar tns México (2017) precisaron que los consumido-
res mexicanos consideran que los atributos de un producto relacionados

168 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


con el impacto ambiental son el tercer lugar en orden de importancia en
su decisión de compra, después del factor de calidad y el precio, que ocu-
pan los primeros lugares, donde los productos amigables con el medio
ambiente más deseados son los autos híbridos o eléctricos, seguidos de
los paneles solares, sistemas de captación de lluvia y actividades de tu-
rismo responsable.
Para Goñi (2006, en Trujillo y Vera, 2011), hay cuatro diferentes seg-
mentos de consumidores verdes en México: los indiferentes, los inician-
tes, los comprometidos y los conscientes. La mayoría de los consumidores
son los más alejados de este último, ya que no tienen un consumo cons-
ciente sobre el ambiente. Los consumidores con un nivel socioeconómico
alto son los que generalmente tienen menor interés sobre conciencia am-
biental, y aquellos con un nivel de escolaridad de preparatoria o mayor,
aunados a los adultos jóvenes, realizan ocho de cada diez acciones con
conciencia ambiental.
Es de suma importancia que las empresas tomen en cuenta el desco-
nocimiento de los consumidores; si tienen interés en enfocarse en la sus-
tentabilidad, deberán crear estrategias de comunicación que habitúen al
consumidor con todo lo relacionado a este tema. Deberán aprovechar las
oportunidades de posicionamiento y la disposición de los consumidores
por hacer compras más responsables, ya que son pocas las marcas que se
relacionan en la actualidad con la sustentabilidad o consumo verde (Tru-
jillo y Vera, 2011).
Si bien el paso del consumidor mexicano hacia la sustentabilidad es
lento, debido a la falta de conocimiento sobre los temas de carácter am-
biental y los impactos negativos que como consumidores realizamos en
el entorno, se ha ido avanzando, sobre todo con las generaciones más
jóvenes, que son las que tienen más apego al flujo de información relacio-
nado con estos temas. En torno a esto, el gobierno nacional ha buscado
opciones para apoyar a la población mexicana a encaminarse hacia la
sensibilización de un consumo sustentable.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 169


Para ello, la semarnat desde 2015, a través de la Subsecretaría de
Fomento y Normatividad Ambiental, desarrolla el Programa Especial de
Producción y Consumo Sustentable, con el que busca promover la adop-
ción de prácticas productivas y de consumo para hacer más con menos
y de la mejor forma posible, con la finalidad de reducir el uso de los re-
cursos, la degradación y la contaminación a lo largo del ciclo de vida del
producto.
También cuenta con la Estrategia Nacional de Producción y Consumo
Sustentable, planeada como herramienta que inducirá la modificación
de los hábitos de producción y consumo. Impulsa y orienta un creci-
miento verde incluyente y facilitador que preserve nuestro patrimonio
natural, al mismo tiempo que genera riqueza, competitividad y em-
pleos. Además, México forma parte del Consejo del Marco Decenal de
Producción y Consumo Sostenible de la onu.
Las empresas mexicanas deben aprovechar el despertar de la socie-
dad en su conciencia ecológica y ayudar a quienes desconocen en menor
o mayor medida las problemáticas medioambientales y de consumo
irresponsable; para ello, deben apoyarse en las estrategias de marketing
verde. Si se fomenta una educación por el consumo sustentable, a través
de sus productos y publicidad verde, nuestras generaciones y las genera-
ciones futuras estaremos en armonía con los sectores económico, social
y ambiental.

Conclusiones

Vivimos en un mundo apresurado, donde la cantidad de habitantes he-


mos ido creciendo de manera sumamente acelerada con el paso de las
décadas. Por consiguiente, este aumento de población exige una deman-
da fuerte de opciones que cubran nuestras necesidades. Con esto nos
referimos a alimentación, vestimenta, servicios públicos, de salud, vi-
vienda, empleo, etc., pero se ha llegado a un punto donde gran parte de

170 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


la sociedad ya no se siente satisfecha con la simple idea de cubrir necesi-
dades. Vamos más allá, nos volvemos más exigentes y según sea el nivel
socioeconómico esos productos deben contener un listado de requisitos
que le den un valor agregado para entonces sí creer que satisfacemos
esas «necesidades»; queremos marcas, estatus social y todavía hay quie-
nes gracias a su alto poder adquisitivo buscan permanecer a una élite
exclusiva, donde puedan proyectar poder por medio de sus hábitos de
consumo. Nos volvemos día con día personas consumistas. Llenamos
vacíos con compras que no necesariamente ocupamos para nuestra
vida diaria, excesos de consumo que traen consigo la explotación de
recursos naturales, contaminación del medio ambiente, desequilibrios
de ecosistemas y pérdida de biodiversidad, entre otras situaciones que
han logrado que no podamos seguir con estas prácticas, porque se han
vuelto insostenibles.
Como consumidores, hay quienes rara vez volteamos a ver estas
problemáticas; otros creemos que no existen o, peor aún, pasamos de
largo porque no nos importan. Un consumidor desinformado, que no se
involucra, no tiene valores medioambientales o carece de conocimien-
tos al respecto de esta problemática, es gran parte de que no podamos
avanzar hacia el desarrollo sustentable.
Las opciones de marcas y competidores en el mercado son muchas,
pero como consumidores estamos obligados a conocer lo que las empre-
sas nos ofrecen, no sólo en el producto final, sino en las acciones que
llevan a cabo en todo el proceso que hay desde su elaboración hasta su
exhibición en el mercado, y con esto tomar la mejor decisión de compra.
Para ello, es de suma importancia el desarrollo de estrategias de
marketing verde en las empresas. Con ellas, no sólo se ofrecen alternati-
vas de productos con conciencia medioambiental, sino también procesos
con responsabilidad al respecto, además de fomentar en los consumido-
res sensibilidad, información y educación sobre las problemáticas insos-
tenibles, el cuidado de los recursos y nuestro entorno, generando hábitos

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 171


de consumo y decisiones de compra inteligentes en pro de la sustentabi-
lidad.

Referencias

Aguilar, A. (2016). Marketing verde, una oportunidad para el cambio orga-


nizacional. Realidad y Reflexión, 16.
American Marketing Association (2016). <https://www.ama.org/re-
sources/Pages/Dictionary.aspx?dLetter=M>.
Budar, K. et al. (2004). Perfil de consumidor mexicano como consumidor
sostenible. Ponencia presentada en la Academy of Marketing Science.
Bur, A. (2013). Marketing sustentable. Utilización del marketing sustenta-
ble en la industria textil y de la indumentaria. Cuaderno, 45.
Castellano, S., Urdaneta, G.J.A. (2015). Estrategias de mercadeo verde
utilizadas por empresas a nivel mundial. Telos.
Chamorro, A. (2001). El marketing ecológico. 5campus.org, Medio Ambien-
te. <http://www.5campus.org/leccion/ecomarketing>.
Colomarde, J. (2000). Marketing ecológico. Madrid: Pirámide.
Conraud Koellner, E., Rivas Tovar, L. (2008). Revisión de prácticas de mar-
keting ambiental en México en los ámbitos gobierno, empresa y ong.
Investigación Administrativa, 102. 
ceadu (2017). Consumo sustentable. <http://www.ceadu.org.uy/proyec-
tos/12-consumo-sustentable.html>.
Dalmoro, M., Cardona Venturini, J., Diniz Pereira, B.A. (2009). Marketing
verde: responsabilidade social e ambiental integradas na envolvente de
marketing. Revista Brasileira de Gestão de Negócios.
Díaz, S.R. (2012). Consumismo y sociedad:una visión crítica del homo con-
sumes. Nómadas.
Echéverri Cañas, L.M. (2010). Inserción del mercadeo verde en prácticas
empresariales en Colombia (Casos de estudio). Luna Azul.
Escuela de Negocios (2005). El nuevo marketing en las pymes: adaptación a
las exigencias de sostenibilidad. Necesidad de diferentes perfiles profesionales
en marketing y su repercusión en el empleo. Madrid: Escuela de Organiza-
ción Industrial.

172 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Fernández, J.L. y Bajo, A. (2012). La teoría del stakeholder o de los grupos
de interés, pieza clave de la rse,del éxito empresarial y de la sostenibi-
lidad. Revista Internacional de Investigación en Comunicación aDResearch
esic, 6, vol 6. Segundo semestre, julio-diciembre.
González, J.D. (2009). Consumo y consumismo. Algunos elementos traza
sobre estudiantes universitarios en México. Nómadas, 21.
Grant, J. (2007). The green marketing manifesto. England: John Wiley &
Sons Ltd.
Gudziol, J.A. (1999). Mercadeo, competitividad y sostenibilidad. Estudios
Gerenciales, 73.
Hernández, Y., López, D. (2012). El marketing ecológico y su integración en
la planificación estratégica. Telos, 14.
Kantar tns México (2017). El consumidor verde. <http://www.amap.com.mx/
wp-content/uploads/2017/06/Infografi%CC%81a_Di%CC%81a-Mun-
dial-del-medio-ambiente_VF2.jpg>.
Lorenzo Díaz, M.M. (2002). Marketing ecológico y sistemas de gestión
ambiental: conceptos y estrategias empresariales. Revista Galega de Eco-
nomía.
Massolo, L. (2015). Introducción a las herramientas de gestión ambiental. Ar-
gentina: Universidad de la Plata.
Monteiro, T., Giuliani, A., Cavazos-Arroyo, A.J. et al. (2015). Mezcla del
marketing verde: una perspectiva teórica. Cuadernos del Cimbage, 17.
Moreno, N.R. (2012). Las comunicaciones integradas de marketing (cim)
como pilar de la estrategia de marketing verde y sus implicaciones en la
gestión ambiental. Revista Facultad de Ciencias Económicas: Investigación
y Reflexión, 2, vol. 20.
Pastorino, A.H. (2007). La empresa: actor protagónico en la gestión am-
biental. Contabilidad y Negocios, 2, vol. 4.
Perales, A. (s/a). Publicidad y medio ambiente. Madrid: Asociación de Usua-
rios de la Comunicación.
Rodríguez, N., Montoro, F. (2008). El mensaje ecológico en la publicidad.
Análisis de su utilización y efectividad.
Rodríguez, S. (2012). Consumismo y sociedad: una visión crítica del homo
consumens. Nómadas, 2, vol. 34.
Rugel Carrasco, D., M. Nicolalde Calero, C. Alava Pincay (2015). Plan de
marketing ecológico para mitigar los impactos ambientales en la Uni-

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 173


versidad Politécnica Salesiana. Retos. Revista de Ciencias de la Adminis-
tración y Economía, 5(9). 
semarnat (2006). La gestión ambiental en México. México: semarnat.
_____ (2015). Producción y consumo sustentable. <https://www.gob.mx/
semarnat/acciones-y-programas/produccion-y-consumo-sustentable>.
Trujillo, A., Vera, J. (2011). El consumo verde en México: conocimiento,
actitud y comportamiento. xvi Congreso Internacional de Contaduría, Ad-
ministración e Informática. México.

174 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Sustentabilidad corporativa y creación
de valor empresarial

Rosa Elena de Anda Montaño


María de los Ángeles Cervantes Rosas
Daniel García Urquídez
Raúl Portillo Molina

U  na de las preocupaciones de cualquier empresa, independiente-


mente de su tamaño, es sin duda la búsqueda de estrategias que
impacten positivamente en sus resultados. Mejorar su rentabilidad, ser
más eficientes en el manejo de los recursos que le han sido conferidos,
mayor presencia o aceptación por el entorno, han sido directrices que
han marcado su actuar como ente económico.
Sin embargo, hoy día se ha cambiado de dirección al contemplar la
sustentabilidad corporativa y la creación de valor como nuevas estrate-
gias para permanecer en el entorno. El cuidado al medio ambiente ha em-
pezado a ser preocupación para obtener mejores resultados. Fruto de esas
estrategias ambientalistas, podemos señalar la rentabilidad desde el pun-
to de vista financiero y la explotación de sus activos intangibles, como lo
son su imagen corporativa, marca y nombre comercial, entre otros.

175
El presente artículo de investigación empírica aborda los conceptos
que se mezclan en las estrategias de cuidado del medio ambiente y su
analogía en dos de sus vertientes: rentabilidad financiera y activos in-
tangibles.
Conceptos como sustentabilidad, desarrollo sustentable, Empresa
Socialmente Responsable (esr), Responsablidad Social Empresarial
(rse) y Sustentabilidad Corporativa, entre otros, son atendidos desde
diferentes perspectivas. Su conceptualización, antecedentes y líneas
de acción se interpelan de manera clara y sencilla. De igual manera, se
aborda la importancia de los activos intangibles enfatizando en la
marca e imagen corporativa y por añadidura su impacto en la creación
de valor empresarial.

Antecedentes

El interés oficial por abordar el concepto de sustentabilidad surge en la


década de los setenta del siglo pasado con la primera conferencia mun-
dial organizada por la Organización de las Naciones Unidas (onu) sobre
el medio ambiente, llevada a cabo en Estocolmo, Suecia. Del ahí emanó
el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (pnuma; Garzón e
Ibarra, 2014).
A lo largo de los años se han realizado programas, conferencias,
acuerdos y pactos internacionales adoptados por algunos países, como
el Informe Brundtland en 1987, que propone medios prácticos para rever-
tir problemas ambientales; en 1992, en la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (cnumad) se firman cinco
acuerdos en lo que se conoce como la Declaración de Río sobre Medio Am-
biente y Desarrollo (Garzón e Ibarra, 2014, y Sánchez, 2012).

176 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


äââç
ãëéä ãëëä äââã ),)Ų
)( ,(# /', #,) 2*,.)- äâãä
Ų-.))&') Ųc) , ),Ų“”† c)Ųİäâ

ãëêé äâââ äââä äââë


( ),' &,#j(Ų /',Ų /(#& ™—Ų/',Ų
,/(.&( &Ų #&(#) -),Ų-,,)&&) &-Ų#)(-
/-.(.& (#-Ų-),
'#)Ų&#'X.#)

Gráfica 1. Antecedentes del concepto de sustentabilidad.


Fuente: Elaboración propia, a partir de Garzón e Ibarra (2014) y Sánchez
(2012).

De igual forma, en 2000 la Declaración del Milenio de la Naciones Unidas.


En 2001, el Libro Verde, de la Comisión de la Comunidad Europea. En
2002 la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible. Para 2005, en Colom-
bia, el foro de expertos sobre Responsabilidad Social Empresarial. En
2009, la 15va Cumbre de las Naciones Unidas Sobre Cambio Climático. En
2012 se evalúa lo establecido en la Cumbre de las Naciones Unidas de Río y
se agregan dos compromisos: el de una economía verde y se propone
una red institucional para el desarrollo sostenible (gráfica 1). Hasta el
día de hoy se siguen llevando a cabo distintas acciones internacionales
para lograr que tanto el sector público como el privado canalicen accio-
nes para lograr un mundo más sustentable (Garzón e Ibarra, 2014, y
Sánchez, 2012).
En resumen, la sustentabilidad surge en el contexto de la globaliza-
ción, apareciendo como «un criterio normativo para la recostrucción del
orden económico, como una condición para la sobrevivencia humana y
un soporte para lograr un desarrollo durable, problematizando las ba-
ses de la producción» (Leff, 1998:15).

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 177


Para ahondar en la conceptualización del término sustentabilidad,
se encuentra a Olmos y González (2013), quienes la puntualizan como la
habilidad de lograr una prosperidad económica sostenida en el tiempo
protegiendo; al mismo tiempo, los sistemas naturales del planeta y sumi-
nistrando una alta calidad de vida las personas. De igual forma, Bonilla y
González (2011) la definen como la capacidad de atender las necesidades
inmediatas, mantenerse y perdurar por medio de la utilización responsa-
ble de los recursos disponibles.
La mancuerna empresa y sustentabilidad emana desde la empresa
misma, debido a que una de las formas en que han ido aplicando e incor-
porando este concepto es por medio de la Responsabilidad Social Empre-
sarial (rse), la cual es una medida voluntaria que permite desarrollar
todas sus actividades en los tres ejes de la sustentabilidad: económico,
social y ambiental.
En 2001, la Comisión Europea, en su afán de concientizar e incenti-
var a las empresas para que lleven a cabo sus actividades de forma sus-
tentable, publica el Libro Verde, definiendo la Responsabiidad Social
como «la integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preo-
cupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales
y sus relaciones con sus interlocutores» (com, 2002:3). Otro significado
de rse se encuentra en Cajiga (2009), al definirla como

[…] el compromiso consciente y congruente de cumplir integralmente


con la finalidad de la empresa, tanto en lo interno como en lo externo,
considerando las expectativas económicas, sociales y ambientales de
todos sus participantes, demostrando respeto por la gente, los valo-
res éticos, la comunidad y el medio ambiente, contribuyendo así a la
construcción del bien común (4).

Al respecto, conviene señalar que Baltera, Díaz y Dussert (2005), la de-


finen como

178 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


[...] un estilo de gestión empresarial, que reconoce e incorpora la re-
lación de permanente interdependencia que existe entre la empresa
y sus interlocutores, cuyos intereses asume para el mutuo beneficio.
Para tal fin, la empresa debe armonizar en su actividad de producir la
dimensión de la rentabilidad económica con los derechos humanos
y laborales, con el bienestar social y con la protección ambiental. De
este modo, y conjuntamente con la sociedad civil y el Estado, la em-
presa asume un rol fundamental en el proceso destinado a lograr una
sociedad más justa y sustentable (19).

En esta revisión bibliográfica de rse, Capriotti y Schulze (2010) afirman


que la rse impacta de una forma positiva en la reputación de la empre-
sa, llegando a crear un valor que más que económico es un valor intan-
gible, pero que al mismo tiempo ayuda a generar el valor tangible o eco-
nómico (rentabilidad). Todas sus estrategias y visiones deben estar
adecuadas en la sustentabilidad, y todos los stakeholders deben traba-
jar bajo este sentido, ya que el proceso implica un cambio de mentalidad
y cultura empresarial.
Como antecedente de la rse, Wojtarowski, Silva, Piñar y Negrete
(2016) hacen constar que los estudios y trabajos comenzaron desde 1953
con el libro que escribió Howard R. Bowen, Border Social Responsabilities
of the Businessman. Veinte años después, se incrementan los interrogan-
tes sobre las obligaciones sociales y filantrópicas que debían asumir las
empresas, todo ello debido a las transformaciones sociales y políticas
llevadas a cabo en Estados Unidos, América Latina y Europa; pero fue
hasta 1987, con la importancia que adquirió el Informe Brundtland, don-
de se da a conocer el concepto de desarrollo sostenible cuando realmente
adquiere interés la rse.
En ese mismo sentido, Duque, Cardona y Rendón (2013), también
dan los créditos a Bowen al responsabilizarlo, en 1953, de los orígenes de
este concepto, al afirmar que las acciones como las decisiones tomadas

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 179


por los empresarios impactan directamente en la calidad y personalidad
del resto de la sociedad.
Lo anterior se hace evidente al explicar Frederick (1960) que

[…] la responsabilidad social en el análisis final implica una postura


pública hacia los recursos económicos y humanos de la sociedad y
una buena voluntad de considerar que esos recursos están utiliza-
dos para fines sociales y no simplemente para los intereses de per-
sonas privadas y de empresas (citado por Duque, Cardona y Rendón,
2013:198).

A partir de esta premisa, McGuire (1963) explica que si bien las corpora-
ciones tienen obligaciones económicas y jurídicas, éstas no son las úni-
cas, que además tienen responsabilidades sociales que cumplir. Para
1990, este concepto evoluciona y tanto Wood como Carroll hace grandes
aportaciones para consolidar aún más el concepto de rse. El primero
afirma que tanto la empresa como la sociedad tienen objetivos en co-
mún y, por tanto, no pueden trabajar de manera aislada; y Carroll mani-
fiesta que si bien la empresa busca lograr un beneficio, también debe
cumplir las normas legales, ser ética y ser un buen ciudadano corporati-
vo. Pero esta concepción logra su máximo conceptualización hasta los
albores del nuevo siglo, cuando aparece el concepto de desarrollo soste-
nible, el cual tiene como uno de sus ejes la parte social (Duque, Cardona
y Rendón, 2013).
En el ámbito institucional, la Organización Internacional del Traba-
jo (oit) comienza a implicarse con la rse a partir del año 2000, cuando
acepta participar en la iniciativa el Pacto Mundial de las Naciones Unidas,
cuyo objetivo es promover la buena ciudadanía corporativa. En 2006 pu-
blica la iniciativa InFocus, la cual promueve los elementos de la Declara-
ción de principios sobre las empresas multinacionales y la política social (De-
claración emn), fundamento de las políticas y prácticas adecuadas en rse

180 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


(oit, 2006). En el año 2009, este mismo organismo crea el servicio Hel-
pdesk, que facilita a los mandantes y a las empresas información, asis-
tencia y asesoramiento en lo relacionado con la rse y la aplicación de las
normas de trabajo (oit, 2010).
La estandarización de la rse se encuentra a partir del año 2010,
debido al lanzamiento de la Norma ISO 26000:2010, «Guía de Respon-
sabilidad Social», mediante un documento internacional que brinda
una visión única y mundial del concepto de Responsabilidad Social (rs),
y define los lineamientos a seguir para incluir la rs en cualquier tipo de
organización (pequeña, mediana o grande empresa, pública o privada,
local o internacional), permitiéndoles contribuir al Desarrollo Susten-
table, otorgándoles beneficios mediante los cuales las organizaciones
crecerán y serán reconocidas (orsalc, 2017).
La guía de responsabilidad social enmarcada en la Norma ISO
26000 se caracteriza por ayudar a las organizaciones a operar de mane-
ra socialmente responsable, proporcionándoles facilidades para el cum-
plimento de los objetivos, principios, políticas y compromisos para una
rs efectiva. En la gráfica 2 se resume el contenido de los principales ejes
de la Norma en mención.
El esquema mostrado es sólo una guía que establece los lineamien-
tos a seguir por los entes económicos que deseen adentrase en el con-
cepto de rs, lineamientos para ser reconocida como empresa socialmen-
te responsable comprometida con el entorno. Marcan la pauta para
identificar conceptos, términos y definiciones relacionados con la rs;
identifican los principios, políticas y materias fundamentales, pero
principalmente aquilata los compromisos de las partes interesadas, así
como los medios de comunicación a utilizar para darlos a conocer con el
propósito de medir el desempeño y desarrollo de las acciones y respon-
sabilidades inmiscuidos hacia una responsabilidad social efectiva.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 181


)(*.)-Ų
._,'#()-Ų3
}(##)(-
,&#)()-Ų)(
&Ų,-*)(-#&#
)'/(##j(Ų -)#&
)'*,)'#-)-û (.(.-û
-'*i)Ų3Ų)., .((#-Ų3
#( ),'#j( ,.,c-.#-Ų
,&#)(Ų)(Ų& &Ų,-*)(-#&#
,-*)(-#&# -)#&
-)#&


äèâââ
,#(#*#)-Ų3
(.#}#j(Ų3
*,X.#-Ų,&.#0-
)'*,)'#-)Ų)(
Ų&
&-Ų*,.-
,-*)(-#&#
#(.,--
-)#&

(.!,#j(
#'*&'(.#j(Ų3 .,#-
*,)')#j(Ų /('(.&-Ų3
*)&c.#-Ų3 -/(.)-ŲŲ
*,X.#- ,-*)(-#&#
-)#&'(. -)#&
,-*)(-&

Gráfica 2. Esquematización del contenido de la Norma ISO 26000.


Fuente: Elaboración propia, con base en orsalc (2017).

Como conclusión final de este apartado, podría emanar un supuesto


teórico al señalar que las empresas que muestran cada día más interés
en sustentar todas sus actividades en los criterios que aborda el desa-
rrollo sostenible han obtenido mayores benefios a largo plazo, tanto
económicos como sociales.

182 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Desarrollo sustentable

Otro de los conceptos que ha generado polémica en su definición es sin


duda el término de desarrollo sustentable, también denominado desa-
rrollo sostenible. Algunos especialistas han afirmado que son sinóni-
mos, recayendo su diferenciación del término al decidir cómo traducirse.
Ambos emanan de la traducción inglesa sustainable development. El tér-
mino sostenible o sustentable establece la misma idea. En España se
utiliza el término sostenible y en México y otros países se adopta el tér-
mino sustentable, que se refiere a la misma definición (Larrouyet, 2015).
El término desarrollo sustentable se da a conocer oficialmente en
1987 en el informe Our Commom Future, elaborado por la Comisión
Mundial de Desarrollo y Medio Ambiente, definiéndolo como «satisfa-
cer las necesidades de la presente generación sin comprometer la habili-
dad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades»
(Leff, 1998:18). Pero fue a partir de la Conferencia de las Naciones Unidas
sobre Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro en 1992,
cuando el concepto de desarrollo sostenible comienza a difundirse am-
pliamente.
Ese mismo término volvió a tomar auge en el panorama internacio-
nal en un documento elaborado por la Organización Conservacionista
Unión Mundial para la Naturaleza; ahí se habla de este término por me-
dio de la llamada Estrategia Mundial para la Conservación (Hernani y Ha-
mann, 2013).
En el mismo contexto, Toro (2007) expone que este tipo de desarro-
llo es una alternativa positiva al modelo donde se han desempeñado las
organizaciones, una alternativa colateral, y en situaciones extremas el
único camino a seguir para enfrentar la crisis ecológica global y la gran
desigualdad social que ha generado el modelo de desarrollo dominante.
Esta alternativa permite que el desarrollo económico se encuentre en
armonía con el medio ambiente y con la sociedad, disminuyendo así

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 183


esta crisis ecológica y ayudando a que la sociedad viva con mejor calidad
de vida.
La intención básica del desarrollo sustentable es crear un proceso
que permita un desarrollo social, de tal manera que tanto los recursos
naturales como los escosistemas sigan permaneciendo en condiciones
que a las futuras generaciones les garantice una buena calidad de vida y
un bienestar adecuado (Ramírez, Sánchez y García,2004).
Ahora bien, Gómez (2014) hace una revisión literaria de los diferen-
tes enfoques que tiene el término de desarrollo. Cita a Latouche (2007) y
le atribuye una definición más completa de desarrollo sostenible: «eco-
nómicamente eficaz, ecológicamente sostenible, socialmente equitativo,
democráticamente fundado, geopolíticamente aceptable y culturalmen-
te diversificado» (39). Obsérvese que la definición anterior engloba tres
variables que caracterizan el desarrollo sostenible: economía, sociedad y
medio ambiente; sin embargo, olvida una variable mencionada por otros:
generaciones futuras (Leff, 1998; Ramírez, Sánchez y García, 2004).
Mientras que Galarza y otros (2002, citados por Hernani y Ha-
mann, 2013) señalan que «para que el desarrollo sea sostenible, deben
ser tomados en cuenta los factores sociales, los ecológicos, así como los
económicos, sobre la base de los recursos vivos y no vivos, y las ventajas
y desventajas de las acciones alternativas en el largo y corto plazo» (292).
Adicionalmente a las definiciones señaladas, encontramos que Ma-
cías y Téllez (2006) testifican que el desarrollo sustentable es un proceso
de cambio dando importancia a las metas establecidas y a las estrate-
gias empleadas para llegar a ellas. Retoman de nuevo la variable cuida-
do del entorno socioambiental y señalan que las metas no deben ser
estáticas, sino que deben irse adecuado de acuerdo con los problemas
que se presenten por la interacción social con el medio ambiente.
Lo expuesto abre la pauta para afirmar que la noción de desarrollo
sustentable se refiere inicialmente a nivel de Estados y naciones en el con-
texto global, pero en las últimas dos décadas el concepto se ha trasladado
al ámbito organizacional, utilizándose indistintamente las expresiones

184 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


desarrollo sustentable corporativo, sustentabilidad organizacional o sos-
tenibilidad corporativa (Amato, Buraschi y Peretti, 2015).
En el análisis de desarrollo sustentable y empresa, Remacha (2017)
asevera que para los entes económicos inmiscuidos en el desarrollo sus-
tentable es fundamental que forme parte de sus objetivos empresaria-
les, es decir, como parte de su filosofía empresarial.
Dichos objetivos son necesarios para que los directivos se encuentren
comprometidos realmente con el desarrollo sostenible, mejorando así el
desempeño de la organización, promoviendo prioridades compartidas y
buscando lograr los objetivos del desarrollo sostenible. En resumen, las
empresas deben dejar de pensar sólo en el beneficio económico; es necesa-
rio que vean el entorno, siendo el medio ambiente parte de él.
Ahora bien, las referencias relacionadas con la sustentabilidad cor-
porativa son presentadas por primera vez en 1994 por Elkington en su
propuesta denominada triple bottom line, al señalar las tres directrices
en la que desempeña sus actividades cualquier empresa que pretenda
laborar bajo este tipo de desarrollo (Gil y Barcellos, 2011).

)(j'#)

#)
)#&
'#(.&

Figura 1. Dimensiones de la sostenibilidad empresarial.


Fuente: Gil y Barsellos (2011), a partir de Elkington (1994).

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 185


De esta circuntancia nace el hecho que el Dow Jones Sustainability In-
dex (djsi) define la sostenibilidad corporativa «como un enfoque de ne-
gocio que persigue crear valor a largo plazo para los accionistas median-
te el aprovechamiento de oportunidades y la gestión eficaz de los riesgos
inherentes al desarrollo económico, medioambiental y social» (citado
por Pinillos y Fernández, 2011:6).
De igual manera, una empresa, para lograr sustentablidad, debe ser
competitiva y crear valor, lográndose sólo a través de la gestión óptima
de sus operaciones y sus relaciones, ya que de lo contrario corre el riesgo
de minimizar sus ganancias, perder posición en el mercado e incluso ser
excluido (Carillo, 2011).
Por su parte, Hart y Milstein (2003) hacen referencia a la sostenibi-
lidad empresarial como la oportunidad que pueden tener las empresas
para crear valor a través de las distintas estrategias y prácticas que per-
mitan contribuir a lograr que nuestro planeta sea más sostenible.
A su vez, Castañeda (2011), en su portal de internet, comenta que la
sustentabilidad empresarial consiste en «adoptar estrategias de nego-
cio para satisfacer las necesidades de la empresa y sus interesados,
mientras se protege y mantiene a los recursos naturales que serán nece-
sarios en el futuro y se favorece el desarrollo de la sociedad».

Estudios previos sobre sustentabilidad

Los antecedentes investigativos señalan que el concepto sustentabili-


dad ha sido abordado desde varias perspectivas, no sólo en el ámbito
nacional. Por un lado, encontramos que Navarrete (2015) analizó las
pequeñas y medianas empresas (pymes) de la Zona Metropolitana de
Guadalajara, México, con el fin de conocer el grado de rendimiento y
compromiso en prácticas sobre desarrollo sustentable empresarial. Ba-
sándose en un estudio descriptivo, aplicó a 421 pequeñas y medianas
empresas una encuesta, la cual arrojó como resultado que menos del

186 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


50% de las pymes de la zona metropolitana de Guadalajara, Jalisco, rea-
lizan prácticas de sustentabilidad, pero aclara que éstas no son parte de
sus objetivos empresariales; además, no existe una vinculación con to-
dos sus stakeholders.
En el mismo contexto, Canaleda et al. (2015) llevaron a cabo un
análisis con el objetivo de evaluar en forma comparativa la sustentabili-
dad de empaques de arándanos en la provincia de Tucumán, Argentina.
Para hacerlo, utilizaron una muestra de tres empresas, donde aplicaron
encuestas ad hoc con 13 indicadores, con el objeto de identificar el grado
de importancia de los ejes que comprende el desarrollo sustentable. Los
resultados señalan que las empresas le dan más importancia a los resul-
tados económicos, siguiendo el impacto social y en último lugar el cui-
dado al medio ambiente.
Por otro lado, Montoya y Barba (2012) presentan el caso de Sierra
Nevada, una organización sustentable; señalan que los establecimien-
tos de redes de organizaciones sustentables mejoran el bienestar de la
población, a través de modelos en organizaciones innovadoras consti-
tuidas de acuerdo con las necesidades de la comunidad, con lo que todos
los habitantes tienen mejor calidad de vida y conservan la naturaleza.
Otra investigación sobre el tema en cuestión pertenece a Cervantes
(2017), en la que estudió las prácticas de sustentabilidad en las socieda-
des cooperativas pesqueras del municipio de Guasave, en el estado de
Sinaloa, México. Con el propósito de analizar el grado de compromiso
asumido en materia de ecología y los principios y valores con las que
operan, utilizó una metodología cuantitativa, mediante la aplicación de
encuestas a una muestra de 86 pescadores, quienes demostraron una
preocupación por la implementación de estrategias de cuidado del me-
dio ambiente. Sin embargo, encontró que las necesidades alimentarias
diarias es el principal obstáculo para generar resultados positivos en
bien de su entorno.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 187


Por último, Fava, Thomé y Castro (2008), hicieron un estudio con el
objetivo de discutir un método para el desarrollo de proyectos de viabili-
dad y atracción de inversiones considerando la vertiente de la sustentabi-
lidad económica, la social y la ambiental. Determinaron que la viabilidad
técnica y económica financiera, la viabilidad organizativa, la competi-
tividad del Sistema Agroindustrial (sag) y la sustentabilidad, son di-
mensiones fundamentales para que sean incorporadas en proyectos de
viabilidad en agronegocios.

Creación de valor

En décadas pasadas, el modelo de desarrollo para los países y las empre-


sas estaba basado en lo económico, en el lucro o la ganancia, pero debido
a las graves problemáticas ambientales y sociales se vieron obligados a
cambiar este modelo por uno que no sólo tomara en cuenta este aspec-
to, sino también los aspectos ambientales y sociales. Es así cuando se
pasa del modelo de desarrollo económico al modelo de desarrollo sus-
tentable.
Las empresas creían que generaban valor únicamente cuando se re-
flejaba un aumento en sus utilidades, conociéndosele a esto como renta-
bilidad, medida que utiliza la empresa para saber si está utilizando sus
recursos financieros de manera eficiente. Angulo y Sarmiento (2000) la
describen como una medida que permite calcular las ganancias que tie-
ne una empresa a partir de un nivel dado de ventas, de sus activos o de
la inversión de los dueños. Esto es importante, ya que para que una em-
presa perdure en el mercado es necesario que genere utilidades.
También Sánchez (2002) sostiene que es la medida de rendimiento
que producen los capitales utilizados en un periodo determinado; es la
comparación de la utilidad generada y los medios utilizados para obte-
nerla, con el fin de elegir estrategias para optimizar o juzgar la eficien-
cia de las acciones.

188 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Por su parte, Cano, Olivera, Balderrabano y Pérez (2013), afirman
que la rentabilidad en las empresas es de suma importancia, ya que es
ahí donde se puede ver la capacidad que tienen para sobrevivir sin nece-
sidad de que los accionistas estén aportando capital continuamente, al
mismo tiempo que demuestran la competencia de la gerencia para ad-
ministrar los costos y gastos en búsqueda de generar utilidades. Hoz,
Ferrer y Hoz (2008) aseveran que la rentabilidad constituye uno de los
objetivos que toda empresa se plantea, ya que es necesario conocer si
sus actividades están generando rendimiento, al mismo tiempo que re-
presentan el resultado de las decisiones que están tomando los directi-
vos de la empresa.
Ahora bien, para medir o identificar la situación financiera de una
empresa, desde todos sus aspectos, uno de los indicadores comúnmente
utilizados es la rentabilidad y otro la creación de valor. Juárez (2013)
explica que hay indicadores financieros internacionales llamados Razo-
nes Financieras, las cuales permiten medir o cuantificar la realidad eco-
nómica y financiera de una empresa o unidad evaluada, y su capacidad
para asumir las diferentes obligaciones a que se haga cargo para poder
desarrollar su objeto social (5). Estos indicadores se pueden comparar
de periodo a periodo, para así evaluar el comportamiento de la empresa
y hacer proyecciones.
Dependiendo de sus características, se pueden clasificar en:

Ų&#+/#4
Ų),.)Ų*&4) Ų.#0#
Ų,(#'#(.)ŲĔ,(.#&#ĕ
4)(-
#((#,-
Ų(/'#(.)
Ų&,!)Ų*&4) Ų*,)/.#0#
Ų,#'#(.)

Gráfica 3. Clasificación de las Razones Financieras.


Fuente: Elaboración propia, a partir de Juárez (2013).

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 189


García (2014) las agrupa en cinco y retoma la subclasificación de indica-
dores de generación de valor:

1. Liquidez o solvencia: capacidad de pago que tiene una empresa a corto pla-
zo.
2. Estabilidad: capacidad para mantenerse en condiciones financieras sanas.
3. Productividad: eficiencia con la que se utilizan los resultados de la empre-
sa.
4. Rentabilidad: capacidad para generar utilidad.
5. Generación de valor: se crea cuando los recursos generados son superiores
al costo de los recursos obtenidos y utilizados.

Homologando la clasificación anterior, Delgado (2009) adiciona otras


áreas de estudio, como la administración de activos y valor de mercado,
definiendo la primera como la capacidad para medir la efectividad de la
actividad, y la última sirve para medir la aceptación que tiene una em-
presa en el mercado bursátil.
No obstante, Molinares (2012) asegura que si bien en décadas ante-
riores el objetivo de la gerencia se basó fundamentalmente en maximi-
zar las utilidades y el patrimonio de los accionistas (rentabilidad); hoy
día, la globalización de la economía obliga a que las empresas se admi-
nistren de manera eficiente y eficaz, no sólo con el ánimo de sobrevivir,
sino con la convicción de aumentar el valor de la compañía para que
sean competitivas.
En la actualidad, es evidente que en la empresa, independiente-
mente de su tamaño, la creación de valor es una variable no sólo de com-
petitividad, sino de supervivencia para cualquier organización que
quiera permanecer en el mercado. La directriz está clara: se crea valor a
las empresas o desaparece del mercado. El añejo concepto de rentabili-
dad, que afirmaba que la generación de utilidades era suficiente para

190 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


subsistir, ha dado paso a la concepción de creación de valor, un término
más completo que contempla la rentabilidad entre sus elementos.
Las aportaciones de Milla (2002), en relación con la creación de va-
lor, se refieren a diez conceptos clave. Llama poderosamente la atención
que el objetivo de crear valor tiene como último peldaño la maximiza-
ción de la riqueza de los accionistas, por lo que este nuevo objetivo resu-
me o agrupa los indicadores financieros señalados. Para Milla (2002),
valor y creación de valor no son conceptos equivalentes; una empresa
puede generar valor elevado respecto a otras empresas del sector o res-
pecto a sus valores contables, pero estar destruyendo dicho valor y vice-
versa.
En resumen, los elementos que aporta para entender la creación de
valor son:

■ El valor intrínseco o teórico de cualquier empresa depende de los flu-


jos futuros de caja que se estime generará.
■ Valor y creación de valor no son conceptos equivalentes.
■ Identificar la diferencia entre rendimiento de los accionistas y renta-
bilidad de la empresa.
■ Lo que determina la creación de valor para el accionista es que el ren-
dimiento obtenido de las inversiones de la empresa sea capaz de supe-
rar sus expectativas.
■ El aumento del beneficio no garantiza crear valor.
■ El Valor Actual Neto (van) de un proyecto es un criterio financiero de
evaluación utilizado ampliamente por las empresas.
■ El método aplicable a cualquier empresa o activo para estimar su valor
consiste en calcular el valor actualizado de las rentas monetarias futu-
ras que se prevé generará para su propietario.
■ El valor creado para el accionista se basa en el incremento del flujo
de efectivo esperado por los accionistas, que es más tangible que el
beneficio.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 191


■ Los indicadores más adecuados para medir el éxito de la empresa re-
lacionados con su capacidad para crear valor son Rentabilidad Econó-
mica (roi), Rentabilidad Financiera (roe), Valor Económico Añadido
(eva), Cash Value Added (cva), Cash Flor Return on Investments (cfroi),
total Shareholder Return (tsr), etcétera.

Como dice Rapallo (2002), el objetivo de toda empresa es la creación de


valor; por tanto, el conjunto de políticas que se lleven a la práctica en
ella deben tener coherencia con este objetivo. Dicho objetivo es pura-
mente financiero y responde a un criterio estrictamente técnico, no de
tipo filosófico. Esto quiere decir que en la empresa la maximización del
beneficio o del dividendo ha sido reemplazada por el objetivo único de
creación de valor para el accionista o para la empresa.
Por su parte, Laniado (2002) manifiesta que crear valor significa
llevar a cabo una serie de acciones que llevarán al propietario a obtener
una rentabilidad superior a la que obtendría con otra opción semejante;
también señala que en la actualidad crear valor es un desafío que toda
empresa está afrontando.
Rodríguez y Ricart (2000) afirman que las empresas pueden crear
valor tomando en cuenta la varible medioambiental, es decir, que los
entes económicos que se preocupan por incorporar prácticas sustenta-
bles en ellas, además de crearles una ventaja competitiva, los ayudará a
crear valor.
No se difiere de las aportaciones de Laniado (2002) y Rapallo (2002),
donde ven como una exclusividad la generación de rentabilidad para
crear valor; sin embargo, en contrasentido, Delgado (2010) va más allá
de los términos financieros al señalar que los activos intangibles tam-
bién pueden generar valor a las empresas. Tajantemente señala que

[…] actualmente existen muchas empresas en las cuales su presti-


gio, el reconocimiento de la gente y las marcas que manejan son

192 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


muy valiosas en el mercado, siendo esas marcas entre 80% y 90% el
valor de la empresa, lo cual resulta interesante, ya que un «nombre»
es difícil de medir, pero es muy importante para la toma de decisio-
nes de administradores e inversionistas (2).

A este valor generado por la empresa se le reconoce en contabilidad


como Activos Intangibles, el cual, según la Norma de Información Fi-
nanciera C8, son aquellos activos no monetarios identificables, que ca-
recen de sustancia física, pero sí generan beneficios económicos futuros
controlados por la entidad (nif, 2011). Ejemplos: la marca, la cultura or-
ganizacional, lealtad de los clientes e imagen de la empresa, entre otros,
mencionados por Delgado (2010).
Al respecto, Valencia (2006) señala que hoy los dirigentes de las em-
presas han observado que para tomar mejores deciciones en cuanto a la
generación de valor deben considerar los activos intangibles, que actúan
como elementos de mayor eficacia y competitividad que los tangibles,
siendo los primeros componentes difíciles de plagiar y con un monto
mayor de adquisición.
De esta circunstancia nace el hecho de lo que señalan Hall (1992)
y Fernández (1996) al clasificar los activos intangibles. Los segregan
en aquellos que son defendibles en un contexto legal y los que no caen
en esta categoría. A la par, forman una matriz entre aquellos que no se
separan del individuo (capital humano) y los que pueden desvincula-
rese del ser humano. Brevemente, encontramos en esta última catego-
ría las patentes, secretos industriales, imagen corporativa, marca y
nombre comercial, todos agrupados en el capital tecnológico de la em-
presa. Por otro lado, en el capital organizacional en la subclasificación
de no defendible en el contexto legal y separable del individuo señala
la cultura empresarial y las rutinas organizativas (citado por Fernán-
dez, Montes y Vázquez, 1998).

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 193


Dentro de esos intangibles, se dieron a la tarea de medir la impor-
tancia relativa a la contribución del éxito de la empresa, ubicando como
el intangible más importante la reputación de la empresa y del produc-
to; al know how de los empleados le dan una importancia relativa. De
hecho, por encima de la cultura empresarial y del kwow how de los pro-
veedores y distribuidores. Ubican como un intangible poco relevante el
secreto industrial y la propiedad intelecual. Se aclara que dicha valora-
ción emanó en la última década del siglo pasado; es decir, no se avala
que en el tiempo actual aún presenten el mismo grado de relevancia
para el éxito de una emprersa.
Los activos intangibles señalados en el párrafo anterior pueden
crear valor en las empresas. Sin embargo, su impacto en el desarrollo
sustentable podría no impactar considerablemente, por lo que se abre
un supuesto teórico para futuras investigaciones. Lo anterior marca la
pauta para analizar otros intangibles de que las empresas hacen uso y se
reflejan de manera automática en la generación de valor de la empresa al
canalizar sus esfuerzos en la reducción de sus costos; por ende, en au-
mentar su rentabilidad. En este último apartado se puede señalar: reduc-
ción en el consumo de energía y agua, reducción de la compra de materia
primas, reducción de desechos, reutilización de productos, reducción de
consumo de materiales tóxicos y reducción de costos de fabricación, en-
tre otros (Rodríguez y Ricart, 2000).
Se han llevado a cabo estudios en que se analiza la creación de valor,
como el de Chivite y Enciso de Yzaguirre (2015) donde demostraron, me-
diante el análisis a 122 empresas, en primer lugar, que las empresas que
incorporan en su organización prácticas de Responsabilidad Social Cor-
porativa (rsc) aumentan significativamente su valor como empresa, a la
vez que ejercen una mejora al medio ambiente y a la sociedad, pero, sobre
todo, algo que es muy importante para ellas, las vuelve rentables. En se-
gundo lugar, indicaron que generar informes de rsc hace que las empre-
sas se vean con más transparencia ante sus inversores. Afirmando que la

194 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


aplicación y publicación de las medidas de rsc, generan mayor rentabi-
lidad y más transparencia para la empresa, lo que las lleva a crear valor.
Gallardo et al. (2014) hicieron una investigación en la que afirman que
los empresarios productores de tilapia en la región de Guasave, Sinaloa,
México, crean valor económico a partir de la implementación de prácti-
cas de sustentabilidad en su organización, permitiéndoles identificar
las estrategias que aumenten la productividad, al mismo tiempo que
controlan sus finanzas con el propósito de seguir posicionados en el
mercado.
Para avanzar hacia el apartado de conclusiones, se señala que la crea-
ción de valor corporativo no debe verse desde el simple concepto de renta-
bilidad o la generación de utilidades; hoy las empresas están volteando a
ver los activos intangibles para generar valor a su ente económico.

Conclusiones

La aceptación de la empresa por la implementación de estrategias y ac-


ciones encaminadas a proteger el medio ambiente está empezado a ver-
se positivamente y, por ende, a ser aceptada por la sociedad. El binomio
creación de valor y sustentabilidad corporativa debe ser un camino a
seguir para avanzar hacia el desarrollo sustentable. La directriz ya está
marcada: ser una empresa socialmente responsable es la única salida
para salir avantes de ese vasto mundo de los negocios.
No hay excusas. Le entran a la sustentabilidad corporativa o en po-
cos años podrían desaparecer del mercado. Ya la rentabilidad no debe
verse desde el margen de utilidad. Hoy existen intangibles que las em-
presas podrían aprovechar o explotar de manera eficiente para la gene-
ración de valor, como fruto de las estrategias que implementen en el
cuidado del medio ambiente que, sin lugar a dudas, impactarán favora-
blemente a la sociedad misma.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 195


Es necesario romper ese paradigma que señala que sólo desde aden-
tro de la empresa se obtienen beneficios financieros; hoy la creación de
valor va más allá, al tomar en cuenta las acciones que la misma empresa
incorpora en el cuidado del medio ambiente y más aún en la explotación
directa de sus activos intangibles. No se duda de que a mayor aceptación
social por lo que hacen en beneficio de su entorno mayor es la rentabili-
dad empresarial. La creación o generación de valor ve con buenos ojos
las estrategias que se implementen para reducir los consumos de enegía
y cuidado del agua, reducción de la compra de materia primas, reduc-
ción de desechos, reutilización de productos y reducción de consumo de
materiales tóxicos, entre otras acciones.
Se concluye que es importante cumplir a cabalidad con el objetivo
principal del Desarrollo Sustentable, que no es otro más que el de satis-
facer las necesidades de la presente generación sin comprometer la ha-
bilidad de las futuras generaciones para satisfacer sus necesidades.
Ya no es permisible que se avance en detrimento del entorno. El me-
dio ambiente exige nuevas actuaciones y más responsabilidades de toda
la sociedad, no sólo de empresarios y del gobierno en cualquiera de sus
tres niveles; organizaciones internacionales han levantado la mano para
cuidarlo y protegerlo. No se puede ni debe dar marcha atrás. Es tiempo
de reflexionar y se puede crear valor empresarial asumiendo los compro-
misos en términos del desarrollo sustentable.

Referencias

Amato, C., Buraschi, M., Peretti, M. (2015). Orientación de los empresarios


de Córdoba-Argentina hacia la sustentabilidad y la responsabilidad so-
cial empresarial: identificación de variables asociadas a cada construc-
to. Contaduría y Administración, 61(1).
Angulo, M., Sarmiento, J. (2000). El concepto de rentabilidad en marke-
ting. Ponencia presentada en el Primer Congreso Nacional de Profesores
de Costos y Contabilidad Directiva. Santafé de Bogotá, dc.

196 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Bonilla, N., González, O. (2011). El enfoque de la sustentabilidad en Méxi-
co y los steakholders como instrumentos de creación de organizaciones
eficientes. Ciencia Administrativa, 1. iiesca.
Cajiga, J. (2009). El concepto de Responsabilidad Social Empresarial. Centro
Mexicano para la Filantropía (cemefi).
Canaleda, M., Guillén, S., Grancelli, S. et al. (2015). Evaluación de la sos-
tenibilidad en empaques de arándanos en Tucumán, Argentina. Rev.
Agron. Noroeste Arg., 2, vol. 35. issn 2314-369X.
Cano, M., Oliviera, D., Balderrabano, J. et al. (2013) Rentabilidad y compe-
titividad en la pyme. Ciencia Administrativa, 2.
Capriotti, P., Schulze, F. (2010). Responsabilidad Social Empresarial. Colec-
ción Libros de la Empresa. Executive Business School.
Carrillo, G. (2011). Sustentabilidad en las organizaciones: nuevos enfo-
ques y formas de entender del concepto. Administración y Organizacio-
nes, 27.
Castañeda, T. (2011). Sustentabilidad empresarial. Mundo Verde. <http://
totiizgreen.blogspot.mx/2011/07/el-desarrollo-sustentable-de-la-em-
presa.html>.
Cervantes, M. (2017). Sustentabilidad en las cooperativas sinaloenses. Evi-
dencia empírica en México. Firmy Rodzinne-roswój teori i praktikyzar-
dzania. Tomo xviii. Zeszyt 6. Czesc 1. Warzawa. ISSN: 1733-2486.
Chivite, M., Enciso de Yzaguirre, V. (2015). Alcance de la creación de va-
lor en las empresas responsables. ciriec-España. Revista de Eco-
nomía Pública, Social y Cooperativa.<http://www.redalyc.org/articulo.
oa?id=17443378005>. issn: 0213-8093.
com, Comisión de las Comunidades Europeas (2002). La responsabilidad so-
cial de las empresas: una contribución empresarial al desarrollo sostenible.
Bruselas.
Delgado, H. (2009). Análisis de los estados financieros. Fianzas para no finan-
cieros. Segunda edición. México: Trillas. ISBN: 9786071702340.
Delgado, T. (2010). Los activos intangibles dentro de las organizaciones. Cole-
gio de Contadores Públicos de México.
Duque, Y., M. Cardona, J. Rendón (2013). Responsabilidad social empresarial:
teorías, índices, estándares y certificaciones. Universidad del Valle. Cuader-
nos de Administración, 50, vol. 29.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 197


Fava, M., Thomé, L., Castro, L. (2008). Agronegocio y desarrollo susten-
table. Agroalimentaria, 14. Julio-diciembre. <http://www.redalyc.org/
articulo.oa?id=199216329004>. issn 1316-0354.
Fernández, E., Montes, J., Vázquez, C. (1998). Los recursos intangibles
como factor de competitividad de la empresa. Departamento de Admi-
nistración de Empresas y Contabilidad Universidad de Oviedo. Direc-
ción y Organización. Revista de Ingeniería de Organización. issn: 2171-
6323. Online.
Foladori, G., Tommasino, H. (2000). El concepto de desarrollo sustentable
treinta años después. Desenvolvimento e Meio Ambiente, 1.
Gallardo, L., Cervantes, M., Castro, A. et al. (2014). La creación de valor
bajo el enfoque estratégico de la sustentabilidad. Estudio de caso: granja
de tilapia. Ahumada, El Alamito, Guasave, Sinaloa. Revue Recherches en
Sciences de Gestion-Management Sciences-Ciencias de Gestión, 104.
García, V. (2014). Introducción a las finanzas. Segunda edición. México: Pa-
tria. isbn: 9786074387230.
Garzón, M., Ibarra, A. (2014). Revisión sobre la Responsabilidad Empre-
sarial. Revista de Estudios Avanzados de Liderazgo, 3, vol. 1, Escuela de
Negocios y Liderazgo. issn 2166‐2320.
Gil, A., Barcellos, L. (2011). Los desafíos para la sostenibilidad empresarial
en el siglo xxi. Revista Gallega de Economía, 2, vol. 20, Universidad de
Santiago de Compostela Santiago de Compostela, España.
Gómez Contreras, J. (2014). Del desarrollo sostenible a la sustentabili-
dad ambiental.  Revista Facultad de Ciencias Económicas: Investigación y
Reflexión, 22(1).
Hart, S., Milstein, M. (2003). Creating sustainable value. Academy of Mana-
gement Executive 17(2).
Hernani, M., Hamann, A. (2013). Percepción sobre el desarrollo sostenible
de las mype en el Perú. RAE-Revista de Administração de Empresas, 53(3).
Hoz, B., Ferrer, M., Hoz, A. (2008). Indicadores de rentabilidad: herramien-
tas para la toma decisiones financieras en hoteles de categoría media
ubicados en Maracaibo. Revista de Ciencias Sociales (Ve), 1, vol. xiv, ene-
ro-abril. Universidad del Zulia Maracaibo, Venezuela.
iso (2010). ISO 26000. Visión general del proyecto. Suiza.
Juárez, M. (2013). Razones financieras. Universidad Nacional Autónoma de
México, Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Oriente.

198 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Laniado, D. (2002). Creación de valor en las empresas: el papel de las finan-
zas y la gestión. Ejecutivos de Finanzas, vol. 12.
Larrouyet, C. (2015). Desarrollo sustentable. Origen, evolución y su imple-
mentación para el cuidado del planeta (trabajo final integrador). Uni-
versidad Nacional de Quilmes, Bernal, Argentina. Disponible en ridaa,
Repositorio Institucional de Acceso Abierto. <http://ridaa.unq.edu.ar/
handle/20.500.11807/154>.
Leff, E. (1998).  Saber ambiental: sustentabilidad, racionalidad, complejidad,
poder. México: Siglo xxi, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias
en Ciencias y Humanidades, unam, Programa de Naciones Unidas para
el Medio Ambiente, pnuma. isbn 968-23-2141 7.
Macías, H., Téllez, O. (2006). Los estudios de sustentabilidad. Ciencias, 81.
Milla. A. (2002). Diez conceptos clave para entender la creación de valor.
<http://www.altair-consultores.com/images/stories/articulos/co/
co03.pdf>.
Molinares, C. (2012). La creación de valor en las empresas: el valor econó-
mico agregado-eva y el valor de mercado agregado-mva en una empresa
metalmecánica de la ciudad de Cartagena. Saber Ciencia y Libertad, 7(1).
Montoya, M., Barba, A. (2012). Organizaciones sustentables. Sustentabili-
dad, responsabilidad social y organizaciones. Dimensiones, retos y discursos.
Coordinadores: Esther Morales Franco, Goria Nerty Navarro Castro y
Martha Beatriz Santa Ana Escobar. Grupo Editorial hessisbn: 978-607-
9011-12-3.
Navarrete, F. (2015). Las prácticas de desarrollo sustentable: un acerca-
miento descriptivo a las pequeñas empresas de Guadalajara, México.
Cuadernos de Administración, 53, vol. 31, enero-junio. Universidad del
Valle. Cali, Colombia. issn: 0120-4645.
nif (2011). Instituto Mexicano de Contadores Públicos.
oit (2006). Iniciativa InFocus sobre responsabilidad social de la empresa. Subco-
misión de Empresas Multinacionales. GB.295/MNE/2/1. 295a reunión.
_____ (2010). Helpdesk de la oit. Programa de Empresas Multinacionales.
Olmos, M., W. González (2013). El valor de la sustentabilidad. Ciencia y
Agricultura, 1, vol. 10, enero-junio. issn 0122-8420.
orsalc (2017). ISO 26000 Responsabilidad Social.
Pinillos, A., J. Fernández (2011). De la rsc a la sustentabilidad corporativa:
una evolución necesaria para la creación de valor. Harvard Dusto Business
Review, diciembre (2011).

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 199


Ramírez, A., J. Sánchez, A. García (2004). El desarrollo sustentable: inter-
pretación y análisis. Revista del Centro de Investigación, 1, vol. 6, julio-di-
ciembre. Universidad La Salle. México, Distrito Federal.
Rapallo, M. (2002). La creación de valor: una aproximación. Documentos de
Trabajo de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, 11. issn:
2255-5471.
Remacha, M. (2017). Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corpo-
rativa.
Rodríguez, M., J. Ricart (2000). Estrategia medioambiental y creación de va-
lor. Documento de investigación, 408. División de investigación de iese.
Barcelona, España: Universidad de Navarra.
Sánchez, N. (2012). La sostenibilidad en el sector empresarial. Importancia de
los distintos grupos de interés en el proceso de cambio. Universidad Politéc-
nica de Catalunya.
Toro Sánchez, F. (2007). El desarrollo sostenible: un concepto de interés
para la geografía. Cuadernos Geográficos, 40.
Valencia, M. (2006). Los intangibles y el crecimiento económico. Entrama-
do, 1, vol. 2, enero-junio. Cali, Colombia: Universidad Libre.
Wojtarowski, A., E. Silva, M. Piñar, M et al. (2016). La responsabilidad
social empresarial como pieza clave en la transición hacia el desarrollo
sustentable en el sector turístico. Revista de Turismo y Patrimonio Cultu-
ral, 1, vol. 14. issn 1695-7121. <www.pasosonline.org>.

200 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Municipio y políticas públicas
ambientales

Zulma Karina Gámez Cervantes


Daniel García Urquídez
Julio César Rodríguez Valdez

A  l paso del tiempo, la inconformidad social en contra de las autori-


dades de gobierno no para de crecer. La corrupción, la ineficacia y
los privilegios escandalosos de la clase política deterioran la imagen y la
credibilidad de quienes ejercen el poder. No importa el origen de parti-
do ni el nivel de gobierno en el que se desempeñen, los políticos parecen
no darse cuenta de que hoy día son severamente cuestionados por una
sociedad cada vez más informada, aunque no siempre participativa, de
los asuntos públicos.
En un país con más de 50 millones de pobres, 20 millones por deba-
jo de la línea de la pobreza extrema, con serias deficiencias en acceso a
una salud de calidad, una educación lejana de alcanzar los estándares
internacionales, con sus vastos recursos naturales amenazados por la
explotación irracional y hoy azotado por fenómenos naturales como hu-
racanes y temblores, es cada vez de mayor relevancia contar con un ejer-

201
cicio de gobierno que se convierta en motor del crecimiento económico
y el más sólido impulsor del bienestar social.
Los retos son colosales y ciertamente sólo pueden acometerse con
posibilidades de éxito mediante una visión de largo plazo y con modali-
dades distintas de hacer gobierno. Las actuales formas de ejercer el po-
der han demostrado hasta la saciedad sus limitaciones. El gobierno, en
vez de ser un motor, se asemeja más a un lastre, un costoso y amañado
aparato burocrático al servicio de élites económicas y políticas que usu-
fructúan los presupuestos en su beneficio.
En este marco, las políticas públicas son o tendrán que convertirse
en una alternativa para abordar y atender los rezagos económicos y so-
ciales del país con mayor certidumbre de éxito. No toda acción de gobier-
no es política pública. Una auténtica política pública intenta maximizar
los resultados con base en el uso racional de los recursos disponibles y lo
hace mediante un proceso que promueve la interacción de las instancias
de gobierno con los diversos grupos y sectores que pueden verse benefi-
ciados o perjudicados con las acciones gubernamentales que eventual-
mente pueden instrumentarse.
En este escrito se pretende dilucidar el concepto de política pública
a partir de las aportaciones de reputados autores extranjeros y naciona-
les que han abordado esta temática. Se exponen también ideas y con-
ceptos específicamente de política pública ambiental y de cómo se ha
entendido y aplicado en México el concepto de política pública.
Se examina también el papel que juega el municipio y su capacidad
para diseñar y llevar a la práctica políticas públicas dirigidas a preservar
el medio ambiente. Mucho se ha hablado de la importancia de fortalecer
esta instancia de gobierno, tomando en consideración que es la más cer-
cana a la gente… y a los problemas que sacuden a la sociedad. Y si bien es
cierto que en los últimos lustros se le ha dotado de más recursos y respon-
sabilidades, sigue siendo el eslabón más débil de la cadena de gobierno.
En específico, el municipio se observa impotente para afrontar la
cuantía y la gravedad de los fenómenos y las prácticas irracionales que

202 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


amenazan la estabilidad y la sostenibilidad de sus recursos naturales.
Por el formato de este capítulo no es posible profundizar en el tema; se
aspira sólo a describir en líneas generales algunos antecedentes en esta
materia y las responsabilidades que corresponden al municipio.
Debe añadirse que buena parte de las soluciones en materia am-
biental deben proyectarse desde las otras esferas de gobierno, pero eso
no implica en ningún momento que las autoridades municipales deban
permanecer separadas a una de las tareas que debería ser primordial y
prioritaria en su agenda: promover hoy el uso inteligente y adecuado de
los recursos naturales para que mañana las generaciones venideras pue-
dan también disfrutarlos.

El concepto de políticas públicas

En la actualidad, las políticas públicas son muy importantes para las


sociedades en general, ya que mediante éstas se diseñan actividades o
proyectos con la finalidad de atender las necesidades y problemática que
presentan las mismas. Hay diferentes definiciones con base en la opi-
nión de ciertos autores acerca de lo que son las políticas públicas y los
aportes que brindan a una sociedad.
Las políticas públicas implican establecer estrategias orientadas a
la resolución de problemas públicos, así como obtener mayores niveles
de bienestar social, resultado de decisiones tomadas a través de la co-
participación de gobierno y sociedad civil, en donde se establecen me-
dios, agentes y fines de las acciones a seguir para obtener los objetivos.
Las políticas públicas son representaciones de la acción pública que en
buena parte del siglo xx estuvieron centradas únicamente en la acción
estatal; en los últimos años, se han considerado como formas de enlace
entre el Estado, el gobierno y el ciudadano (López, 2007).
De acuerdo con algunas corrientes de análisis, López (2007) dice
que las políticas públicas deben constituirse en la representación del

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 203


acuerdo, consenso o forma de enlace entre la sociedad civil, un sector
social afectado por una problemática y el Estado, todo esto con el propó-
sito de involucrar a los grupos de interés a fin de obtener un mejor resul-
tado ante una problemática dada.
Para Aguilar (1993), las políticas públicas pueden considerarse
como decisiones de gobierno que incorporan la opinión, la participa-
ción, la corresponsabilidad y el dinero de los privados, en su calidad de
ciudadanos electores y contribuyentes, con la finalidad de resolver la
problemática presente en la sociedad donde son implementadas.
En otra de sus obras, Aguilar (1996, citado por Contreras y Tito,
2013:26) indica que «una política pública está formada por la suma del
diseño de una acción colectiva intencional, el curso que efectivamente
toma la acción como resultado de las muchas decisiones e interaccio-
nes que comporta y, en consecuencia, los hechos reales que la acción
colectiva produce».
Esto quiere decir que las políticas públicas son decisiones que se
deben tomar de manera colectiva con base en la opinión pública a fin de
diseñar acciones que atiendan las situaciones que les dieron origen.
Por otra parte, Fernández (1999:464) menciona que

Una política pública no es un fenómeno objetivo de perfiles claros y


definidos, su existencia debe ser puesta de relieve como fruto de la
investigación en el plano empírico mediante la identificación de sus
elementos constitutivos, sean estos declaraciones de intenciones,
programas, decisiones a cargo de uno o varios actores públicos, re-
sultados (outputs) y consecuencias (outcomes), a lo largo de un cierto
periodo. Dicho autor menciona que las políticas públicas para que
sean efectivas deben de estar diseñadas a largo plazo, ya que los
resultados de las mismas no se pueden ver de inmediato, requieren
de cierto tiempo.

204 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


En tanto, para Lahera (2002:8) una política pública se refiere «a cursos de
acción y flujos de información relacionados con un objetivo público defi-
nido en forma democrática, los que son desarrollados por el sector públi-
co y, frecuentemente, con la participación de la comunidad y el sector
privado».
Kraft y Furlong (2006:5) señalan que «una política pública es un
curso de acción o de inacción gubernamental, en respuesta a problemas
públicos. Las políticas públicas reflejan no sólo los valores más impor-
tantes de una sociedad, sino que también el conflicto entre valores».
Esta clase de políticas dejan en claro a cuál de los muchos diferentes
valores se le atribuye la más alta prioridad en una determinada deci-
sión. Por ejemplo, ¿debe el gobierno jugar un papel decisivo en la aten-
ción a un problema o sólo jugar el papel de facilitador para que desde la
propia sociedad se dé curso de acción a un problema determinado? Ade-
más, buscan cómo dar respuestas a las diversas demandas sociales a fin
de satisfacer sus necesidades y se pueden entender como uso estratégico
de recursos para aliviar los problemas nacionales.
La idea de las políticas públicas presupone una esfera o ámbito de la
vida que no es privada o puramente individual, sino colectiva. Lo públi-
co comprende aquella dimensión de la actividad humana que se cree que
requiere la regulación o intervención gubernamental o social, o por lo
menos la adopción de medidas comunes (Parsons, 2007). Esto es muy
importante porque de manera tradicional se confunde lo público con lo
gubernamental. Todo asunto que sea de materia pública plantea la nece-
sidad de intervención y aportación de grupos, organismos o actores di-
versos que emanan de la sociedad civil.
Las políticas públicas se reconocen como un proceso de aprendizaje
colectivo para aumentar la capacidad de resolver problemas (Vásquez,
2009) que influyen de manera decisoria en el momento de la formula-
ción y legitimación de la agenda pública mediante un proceso de interlo-
cución y comunicación democrática entre sociedad y gobierno.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 205


Cuando se habla de política pública, también se hace referencia a
los procesos, decisiones, resultados, pero sin que ello excluya conflictos
entre intereses presentes en cada momento, tensiones entre diferentes
definiciones del problema a resolver, entre diferentes racionalidades
organizativas y de acción y entre distintas perspectivas evaluadoras;
estamos, pues, ante un panorama lleno de poderes en conflicto, en-
frentándose y colaborando ante opiniones y cursos de acción específi-
cos (Aguilar y Lima, 2009).
Myriam Cardozo Brum (2013, citada por Aguilar y Lima, 2009)
afirma que las políticas públicas son consideradas como un fenómeno
social, administrativo y político específico, resultado de un proceso de
sucesivas tomas de posición, que se concretan en un conjunto de deci-
siones, acciones u omisiones, asumidas fundamentalmente por los go-
biernos, mismas que traducen, en un lugar y periodo determinados, la
respuesta preponderantemente del mismo frente a los problemas pú-
blicos vividos por la sociedad civil.
Nos estamos refiriendo a procesos, decisiones y resultados, pero sin
que ello excluya conflictos entre intereses presentes en cada momento,
tensiones entre diferentes definiciones del problema a resolver, entre di-
ferentes racionalidades organizativas y de acción y entre diferentes pers-
pectivas. Estamos ante un panorama pleno de poderes en conflicto, en-
frentándose y colaborando ante opciones específicas (Lindblom, 1979).
Lahera (2004) señala que una buena política pública corresponde a
aquellos cursos de acción y flujos de información relacionados con un
objetivo político definido en forma democrática, los que son desarrolla-
dos por el sector público y, con frecuencia, con la participación de la co-
munidad y el sector privado. Una política pública de calidad incluirá
orientaciones o contenidos, instrumentos o mecanismos, definiciones o
modificaciones institucionales y la previsión de sus resultados.

206 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Políticas públicas ambientales

El campo de acción de las políticas públicas se expande a la mayor parte


de las tareas que se asignan a un gobierno. Esto incluye, desde luego, los
asuntos que tienen que ver con el uso y cuidado de los recursos natura-
les. A continuación, se exponen diversas definiciones de políticas públi-
cas ambientales.
De acuerdo con Rodríguez y Espinoza (2002), las políticas son los ob-
jetivos, principios, criterios y orientaciones generales para la regulación y
protección del medio ambiente en una sociedad particular. Los autores
mencionan que dichas políticas se ponen en marcha mediante una am-
plia variedad de instrumentos y planes. Esto significa que las políticas
públicas ambientales promueven el desarrollo sustentable tomando en
cuenta los aspectos ambientales, sociales y económicos, entre otros.
Pajares (2008) expresa que la política implica una acción específica
ante una situación social deseada en materia ambiental. No obstante, el
autor manifiesta que el diseño y desarrollo de las políticas obedece a las
correlaciones de poder de los diversos actores sociales y la encrucijada de
realizar una planificación intelectual, tecnocrática o política con interac-
ción social y participación ciudadana con el fin de conllevar a una socie-
dad más favorable para generar mejores condiciones de bienestar social.
Por su parte, Maggiolo y Perozo (2007:75) identifican las políticas
públicas como un «proceso de formación colectiva para aumentar la ca-
pacidad de resolver problemas que influyen de manera definitiva en la
formulación y legitimación de la agenda pública a través de un proceso
de interlocución y comunicación democrática entre sociedad y gobierno».
Nicolo Gligio (1997), experto principal en Medio Ambiente de la Co-
misión Económica para América Latina y el Caribe, menciona que las
políticas ambientales públicas pueden ser explícitas o implícitas, las cua-
les se describen de la siguiente manera. Las políticas ambientales explí-
citas, por lo general, son reactivas, es decir, son las que de manera legal

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 207


se encuentran en funcionamiento y tratan de disminuir los efectos nega-
tivos que se generan en los procesos de producción y en el consumo, de-
bido a los efectos de la modalidad de desarrollo prevaleciente.
Mientras que las políticas implícitas, de acuerdo con Giglio, son las
decisiones que se toman en otros aspectos de la política y legislaciones
económicas, los cuales pueden traer cambios irreversibles en el ambien-
te, ya que los impactos derivados de las mismas no fueron previstos de-
bidamente; cabe mencionar que en este tipo de políticas puede haber
impactos tanto positivos como negativos, pero comúnmente predomi-
nan más los indeseables.
Rodríguez y Espinoza (2002) coinciden con esta clasificación de las
políticas y, en ese sentido, mencionan que las políticas ambientales son
las formuladas y publicadas en documentos oficiales aprobados o expe-
didas formalmente por algún organismo estatal y que tienen como ob-
jetivo la protección ambiental; en cambio, las implícitas son aquellas
que no se encuentran en documentos oficiales y surgen mediante acuer-
dos entre los gobiernos y los sectores productivos.
Para Charpentier e Higaldo (1999:12), la política pública explicita
tiene el propósito específico y definido de provocar un efecto en el com-
portamiento de los empresarios dedicados a las actividades económicas.
Además, los autores mencionados expresan que este tipo de políticas se
encuentran plasmadas en documentos o declaraciones provenientes de
autoridades nacionales (el presidente de la república, el Congreso), secto-
riales (los ministerios, las instituciones autónomas), o específicamente
ambientales (el Consejo Nacional del Ambiente, conam).
También Charpentier e Higaldo (1999:18) dan su punto de vista so-
bre la política implícita donde mencionan que políticas implícitas pue-
den emanar de medidas macroeconómicas de aplicación general o de
medidas sectoriales específicas, que pueden establecerse mediante con-
venios internacionales, en acuerdos de financiamiento externo o en
contratos entre el Estado y el sector privado.

208 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Con base en lo analizado respecto a los puntos de vista de los dife-
rentes autores en cuanto a lo que son las políticas públicas explicitas e
implícitas, se puede afirmar que las políticas públicas explicitas son las
que están plasmadas en documentos oficiales normados por la ley y son
las que se hallan en función en la mayor parte de los gobiernos de ma-
nera constante, mientras que las políticas implícitas surgen mediante
acuerdos o convenios entre los gobiernos y sectores productivos a fin de
solventar alguna necesidad, los cuales no son normados por la ley y en
ocasiones traen consecuencias y transformaciones al ambiente, ya que
en diseño de las mismas generalmente no hubo una planeación o visión
a futuro.
Por otra parte, Kessler, Ginniken, Cornelissen y Romijn (2001:130-
131) afirman que las políticas ambientales públicas son resultado de la
innovada tendencia de reformas institucionales, y se encuentran en
la nueva «Estrategia ambiental» que impulsa la agenda orientada ha-
cia una política ambiental sostenible para el crecimiento y la equidad.
En este marco, el gobierno asume y aborda el tema ambiental como la
combinación de políticas, instituciones, procesos, mecanismos, herra-
mientas e información que adecua a los países, sus gobiernos, los secto-
res público y privado y otros grupos para manejar conflictos, buscar
consensos, tomar decisiones informadas e implementar las acciones
necesarias para manejar efectivamente el capital natural.
En otras palabras, de acuerdo con Kessler et al. (2001), las políticas
públicas ambientales son las formuladas y publicadas en documentos
oficiales aprobados o expedidas formalmente por algún organismo es-
tatal y que tienen como objetivo la protección de los recursos naturales.
Son las denominadas políticas nacionales y subnacionales sobre medio
ambiente o las políticas que se refieren a recursos particulares como el
agua, los bosques o el aire.
Mientras tanto, Pajares (2008:23) refiere que no debe pasar por alto
la importancia de integrar y jerarquizar factores que optimicen los re-

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 209


sultados y que lleve a cabo gestiones capaces de provocar un cambio de
carácter en los procesos ambientales más deteriorantes, por mencionar
algunas, la forma en que se generan las políticas ambientales públicas
derivadas de la aplicación de la legislación vigente y de los programas de
gobierno. Hasta hoy, no se ha reconocido debidamente la importancia
de este factor para impulsar la incorporación del tema ambiental.
Las políticas enfocadas a los recursos naturales son el conjunto de
objetivos, principios, criterios y orientaciones generales para la protec-
ción del ambiente de una sociedad particular. En este sentido, constitu-
yen las visiones estratégicas, las visiones comunes y compartidas de
corto, mediano y largo plazo, orientadas a garantizar la sustentabilidad
del desarrollo.

Políticas públicas ambientales en México

Uno de los primeros antecedentes de las políticas públicas ambientales


en México se remonta a la creación en 1983 del Plan Nacional del Desarro-
llo, documento rector de la planeación gubernamental que incluyó por
primera vez el tema ecológico como factor explícito en el desarrollo social
y económico del país (Micheli, 2000). En dicho documento se plantearon
algunas estrategias para el uso adecuado de los recursos naturales, para
promover tecnologías eficientes, así como una estrategia con el objeto
de evitar el crecimiento urbano desordenado en las zonas concentradas
del df (hoy Ciudad de México), Guadalajara y Monterrey, mediante el
impulso a 59 ciudades de tamaño medio.
En otra de sus obras, Micheli (2002:139) menciona que

En 1983 se reformó el artículo 25 de la Constitución, para señalar en


él que las actividades económicas que hicieran uso de los recursos
naturales debían cuidar su conservación. En el mismo año, se firmó
el Convenio para la Protección y Mejoramiento del Ambiente en la Zona

210 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Fronteriza, entre los gobiernos de México y Estados Unidos. En 1984,
la Ley Federal del ramo fue transformada en su artículo primero para
abrir paso a una nueva concepción: el Estado debería generar normas
para defender el medio ambiente, función que estaba ausente en la
ley previa.

El derecho ambiental es definido como el conjunto de acciones que se


diseñan para lograr la ordenación del ambiente (Brañes, 2001:176). La
política ambiental en México es una pieza fundamental para la gestión
del medio ambiente. De acuerdo con Brañes, la política puede interpre-
tarse por tres vías diferentes: la legislativa, la administrativa y la de
planeación.
Respecto a la vía legislativa, Brañes indica que

La vía legislativa es la que lleva el sistema jurídico para la elabora-


ción de leyes, mediante un procedimiento legislativo, ya que conlleva
en el tema ambiental las reglas se emiten en categorías, además es
obligatorio para el estado y la sociedad. Mediante esta vía es la más
significativa para la protección ambiental, ya que está conectada con
la Ley General para el Equilibrio y la Protección al Ambiente, en esta ley
es donde figura la política ambiental mexicana (2001:178).

La vía administrativa, menciona Brañes (2001), es la que procede de la le-


gislación federal, elaborada por las autoridades facultadas por dicha legis-
lación con la finalidad de llevar a cabo una buena gestión ambiental, obli-
gando a la administración pública a operar conforme a los lineamientos
que la rigen, bajo el marco jurídico mexicano y sus instrumentos vigentes.
Este autor sostiene que la dependencia facultada en México para formu-
lar y aplicar políticas públicas en esta materia es la semarnat.
La tercera vía que cita Brañes (2001) es la planeación. Expresa que
rige las actividades gubernamentales y de manera más particular da se-

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 211


guimiento a la administración pública ambiental. La base primordial de
esta vía de planeación se encuentra en la Constitución en los artículos
25 y 26, los cuales son el fundamento de la Ley Federal de Planeación y del
Sistema Nacional de Planeación Democrática. La Ley General de Equili-
brio Ecológico y Protección al Ambiente (legeepa) da sustento al artículo
17 dentro del Sistema de Planeación Nacional para el Desarrollo, la cual
incluye la política ambiental y el ordenamiento ecológico.
Con la finalidad de dar respuesta a los problemas ambientales
presentes en México, se recurre a la Integración de la Política Ambien-
tal (ipa), que se conceptualiza como unos de los principales medios
por lo cual las entidades estatales «no dedicadas al medio ambiente»
ajustan sus políticas cuando éstas dañan el medio ambiente (Lens-
chow, 2002:13).
Por su parte, Jacob y Volkery (2004) mencionan que la ipa no debe
entenderse como un «enmendador» de políticas, sino como instrumento
para minimizar el daño al medio ambiente, que debe ser considerada
como una manera de organizar las políticas pertenecientes a entidades
sectorizadas para atacar problemas ambientales, que son, por naturaleza,
transversales. De tal manera que la ipa

[...] tiene la finalidad de coordinar y dirigir las áreas políticas y mo-


dificar los valores centrales de las dependencias y direcciones a nivel
Estado con la finalidad de que las políticas y programas gubernamen-
tales se caracterizan por mínima redundancia, mínima incoherencia
y lagunas mínimas (Peters, 1998:296).

Según Jacob, Volkery y Lenschow (2008), en su análisis de la ipa en Mé-


xico, destacan que éstas operan mediante «instrumentos comunicati-
vos», ya que se han establecido estrategias nacionales para el desarrollo
sustentable, planes ambientales nacionales, estrategias sectoriales e in-
forme de obligaciones. También los autores mencionan que las únicas
medidas organizacionales que encontraron en este análisis son el esta-

212 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


blecimiento de grupos de trabajo interdepartamentales e instituciones
independientes.
Cabe mencionar que las estrategias comunicativas han sido critica-
das por ser demasiado abstractas y por fracasar en abordar preocupacio-
nes en específico, denotan algún progreso y podrían tener importantes
repercusiones (Meadowcroft, 2007). Esto quiere decir que dichas estrate-
gias son muy cortas, que no presentan una visión amplia ante una situa-
ción dada, sólo atender situaciones del momento, dejando de lado los
acontecimientos futuros.
En relación con la opinión del autor respecto a este tema, se puede
decir que México es un país con que se queda corto en la implementa-
ción de políticas ambientales, ya que quienes elaboran las políticas pú-
blicas no cuentan con una visión amplia del espectro ambiental, lo cual
es un importante obstáculo para diseñar políticas integrales que den
resultados favorables para el país; esto quiere decir que las políticas es-
tán diseñadas para solventar los problemas que se van dando, no para
prevenir problemas futuros.
Según Carabias et al. (2007), fue a partir de la mitad de la década de
los noventa cuando las políticas públicas empezaron a ampliar el enfo-
que de la restauración más allá de la reforestación, aunque ésta sigue
siendo el programa y la acción dominante. Los autores señalan que la
creación de la semarnap (1994-2000) dio respuesta a la necesidad que
se tenía de integrar en una misma institución las funciones públicas
relativas a la protección y la restauración de los ecosistemas naturales
con las de su uso productivo (las actividades forestales y las pesqueras,
y el manejo del agua), logrando con esto ampliar el área de atención.
La integración de las políticas públicas ambientales permite involu-
crar más áreas de atención, a fin de no dejar espacios vacíos, indepen-
dientemente de que no presenten problemas momentáneos, todo esto
con la finalidad de atender los problemas actuales en esta materia y pre-

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 213


venir los acontecimientos futuros, logrando con este asegurar una me-
jor calidad de vida para las sociedades.

El origen del municipio y su responsabilidad en la


protección ambiental

En el ámbito político y en la academia se reitera que el municipio es el


primer orden de gobierno, el más cercano al pueblo y sus necesidades.
Por desgracia, a pesar de convivir cotidianamente con los problemas y
rezagos, es el que cuenta con menos recursos para solucionarlos. Los
municipios tienen severas carencias presupuestales para diseñar e ins-
trumentar estrategias que les permitan abordar con relativo éxito la
gama de obligaciones y responsabilidades que se desprenden de la Cons-
titución y las leyes del país.
La mayoría de los más de 2400 municipios del país difícilmente
atienden los servicios públicos básicos de la población, menos aún tienen
capacidad para convertirse en eficientes gestores del bienestar económi-
co y, lo que atañe a este escrito, la protección de los recursos naturales. Al
mismo tiempo, debe señalarse con toda crudeza que aparte de la sempi-
terna crisis financiera de este nivel de gobierno, debe agregarse la crisis
de formación de sus autoridades que difícilmente dimensionan la com-
plejidad y la gravedad de los problemas ambientales. No son muchos los
municipios que tienen iniciativas y políticas públicas concebidas para
mejorar el manejo del capital natural.
A continuación, se exponen algunos datos sobre el origen de los
municipios y sus responsabilidades en materia ambiental.
El concepto de municipio es un vocablo de origen romano que eti-
mológicamente se deriva del latín municipium, que significa munis, carga,
y civitas, ciudad, es decir, «el trabajo de la ciudad». La palabra municipium
tiene tres significados: la población fortificada, el cargo de autoridad que

214 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


se posee dentro de dicha población, y los habitantes de las mismas pobla-
ciones (Añorve, 1998).
Mientras que para Rueda (2009) la palabra municipio se deriva del
latín y está compuesta por dos locuciones: el sustantivo munus, que se
refiere a cargas u obligaciones y el verbo capare, que significa tomar o
hacerse cargo de algo. Dicho autor menciona que de la unión de estas
dos palabras se forma el término municipium, el cual alude a los habitan-
tes que tomaban las cargas tanto personales como patrimoniales para
atender lo relativo a los servicios de la comunidad.
Para Torres (2005), no se puede entender el origen del municipio
sencillamente como una organización natural, pero tampoco como una
creación de la propia legalidad. Esto es algo más complejo. Este autor
señala que no puede haber ley sin municipio, pero tampoco no podrá
existir municipio sin ley, es decir, que la sola existencia de un grupo de
personas no es suficiente; este grupo debe tener la formalidad legal para
ser considerado municipio y esta formalidad legal se la proporciona el
mismo estado.
En su obra, Torres (2005) describe la importancia de relación entre
el nacimiento de un municipio y su reconocimiento legal, al describir que

[...] el nacimiento natural del municipio y su reconocimiento por par-


te de la ley son un binomio en el que se necesita de uno para la exis-
tencia del otro, y cuyo reconocimiento en la legislación por parte del
Estado no podrá atentar en contra de los atributos básicos y elemen-
tales de instituciones anteriores al mismo (23).

Robles (2003) menciona que el origen del municipio ha sido abordado


desde tres perspectivas: sociológica, jurídica y ecléctica. La primera sos-
tiene que es anterior al Estado, por lo que no puede ser una creación del
mismo. En sentido contrario, el aspecto jurídico sustenta que antes que
la ley declare al municipio como tal sólo son congregaciones humanas

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 215


asentadas en un territorio, por lo que la ley le da el estatus de municipio
cuando este asentamiento cumple con los requisitos de la misma ley; y,
por último, el aspecto ecléctico trata de hacer una combinación de los
dos aspectos anteriores al afirmar que es una formación natural recono-
cido por el Estado. Este autor se apega a la tesis jurídica, al criticar que
el municipio no puede ser antes que el Estado por que forma parte de él.
Mientras que Arellano (2011) señala que el municipio mexicano fue
fruto del siglo xx y que las jurisdicciones, ya sea denominadas departa-
mentos, partidos u otros, sobrevivieron hasta la Revolución Mexicana,
siendo sustituidas por el «municipio libre», estableciendo una relación
directa entre este nivel de gobierno y el estatal.
En la mayor parte de naciones, el municipio representa el tercer ni-
vel de gobierno. De éste emanan normas o reglas para regular las rela-
ciones de la comunidad; generalmente, la ley lo ha facultado para que se
acuda a él cuando se necesite la solución de algún problema social o po-
lítico, así como la exigencia de obras y servicios públicos (Meza, 2013).
En México, el municipio, considerado como una pieza fundamental
de la estructura gubernamental, reviste especial importancia para la
gestión ambiental, ya que territorial y políticamente es donde se pre-
sentan los problemas y las oportunidades en la materia y, por tanto, es
allí donde debe instrumentarse su atención directa e inmediata.
Las responsabilidades de los gobiernos municipales han cambiado
a través de la historia. En el Virreinato, por ejemplo, tenían la obliga-
ción de garantizar el abastecimiento de víveres y de diversos artículos
de primera necesidad, y vigilar que tanto mercancía y precios fueran
justos al nivel adquisitivo de la población municipal (Liehr, 1997:36).
Los gobiernos tienen la obligación de resolver problemas trascen-
dentales para la sociedad como son el empleo, vivienda, educación,
abastecimiento de agua, alcantarillado, medio ambiente, salud y seguri-
dad, entre otros. Para resolver o, incluso, prevenir estos problemas, por
lo que resulta necesario la eficiente implantación de las políticas públi-
cas, para lo cual se deberá contar con una estructura pública de carácter

216 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


administrativo que opere con efectividad y contribuya para satisfacer a
la sociedad en el cumplimiento a sus demandas. Con ello, se tendrán
elementos para catalogar al gobierno como efectivo en su caso.
En los años recientes, los municipios deben tener una visión más
amplia, ya de no sólo ser un prestador de los servicios públicos tradicio-
nales, como alumbrado, recolección de basura, parques y jardines, entre
otros y pasar a ser un agente central en el desarrollo económico.
Durante las dos décadas más recientes, los municipios han incre-
mentado su participación en la toma de decisiones en temas ambientales,
como consecuencia de los procesos democráticos y de descentralización
en lo países, lo cual tiende a que los municipios puedan compartir con
otras esferas de gobierno acciones para promover el desarrollo sostenible
(Linares, 2003).
Un gobierno puede valorarse y calificarse como eficaz si el objeto es
alcanzado, o los rendimientos permanecen y crecen ante los desafíos
públicos que tienen encomendados. El grado de alcance de ese objeto es
variable y, por consiguiente, es variable el grado de gobernabilidad
(Martinelli, 2002).
Cabrero (2003) señala que en las políticas públicas municipales en
México es posible encontrar la falta de propuestas que tengan como ori-
gen el ámbito municipal. Las agendas municipales responden más que
todo a la inercia de atender las demandas por servicios públicos o de-
mandas específicas sin ninguna visión integral de desarrollo.
Las políticas públicas municipales deben diseñarse con una visión
a largo plazo para que puedan tener un mejor resultado. Sin embargo,
la constante en este nivel de gobierno es que no tienen buenos resulta-
dos debido a que se elaboran con base en los presupuestos de los perio-
dos de gobierno y a sus tiempos. Es decir, no hay continuidad en las ac-
ciones ni en las estrategias. En todos los campos y, en especial, en
materia de protección ambiental, la atención de largo plazo es un requi-
sito imprescindible.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 217


Pichardo (2009) menciona que los municipios tienen una responsa-
bilidad directa, inmediata e ineludible, hacia el medio ambiente que
hasta hace pocos años no reconocían como primordial, sino como una
función secundaria. En los últimos tiempos, ya no se tiene que ver como
una obligación jurídica, sino como un compromiso de carácter social del
nivel de gobierno, el cual se encuentra más cercano a la sociedad.
Este autor también afirma que hace pocos años los ayuntamientos
entendían su responsabilidad hacia el medio ambiente como una cues-
tión adicional a sus funciones que tenían relativamente poca significa-
ción, ya que antes los problemas ambientales no eran tan notorios como
en los últimos tiempos. Además, se pensaba que los municipios eran un
nivel de gobierno que no tenían tanto peso para brindar aportes signifi-
cativos en materia ambiental a la sociedad.
Pese a algunos avances, en la actualidad la mayor parte de los mu-
nicipios no advierten la importancia de incluir en su agenda de priorida-
des el tema medioambiental; pareciera que olvidan el contacto directo
con la geografía y el medio ambiente de su territorio. Debido a las reper-
cusiones de los problemas ambientales en nuestra vida diaria, que siem-
pre serán en el territorio de algún municipio donde se desarrollen, es
tiempo de que este orden de gobierno asuma la responsabilidad que le
corresponde como rector de los esfuerzos y las acciones colectivas en su
demarcación territorial para avanzar en la sustentabilidad, sin descono-
cer en ningún momento que la precariedad de las finanzas municipales
obliga a que la Federación y los gobiernos estatales respalden con accio-
nes y recursos las iniciativas que surjan de los municipios.

Conclusiones

Hay suficiente evidencia de que el planeta está sufriendo los estragos de


las actividades antropogénicas. El abuso en la explotación de los recur-
sos naturales está llevando a la humanidad a un punto sin retorno. Los

218 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


esfuerzos para detener las amenazas por el agotamiento de los recursos
naturales y el cambio climático deben partir desde todos los ámbitos de
un país o una región específica. De ahí que los municipios están llama-
dos a convertirse en actores más relevantes en el entramado que se ne-
cesita para avanzar en la promoción de la sustentabilidad.
En la actualidad, las sociedades enfrentan una serie de problemas
ambientales que cada vez son más agudos y dramáticos. Por este motivo,
cada vez se demandan más acciones y mayor eficacia gubernamental que
mejore la calidad de vida de los ciudadanos. Estas acciones se deben tra-
ducir en la creación de políticas públicas ambientales que se instrumen-
tan hoy y que cuenten, al mismo tiempo, con una visión de largo plazo.
Urge que los gobiernos federal, estatales y municipales, instrumen-
ten políticas públicas de carácter ambiental de calidad, que optimicen
energía, presupuestos y recursos de manera tal que se equilibren creci-
miento económico y defensa del medio ambiente, a fin de lograr un
bienestar social que alcance a todas las regiones y estratos sociales.
Estas políticas tienen que englobar los tres ejes del desarrollo soste-
nible: la parte económica, lo social y lo ambiental. Además, las políticas
que implementen dichos gobiernos tienen que estar elaboradas median-
te la participación de los grupos de interés, los cuales se integran por los
ciudadanos, los empresarios, el gobierno y algunos sectores privados,
con el objeto de maximizar los resultados y los beneficios.

Referencias

Aguilar Astorga, C.R., Lima Facio, M.A. (2009). ¿Qué son y para qué sir-
ven las políticas públicas? Contribuciones a las Ciencias Sociales, septiem-
bre. <www.eumed.net/rev/cccss/05/aalf.pdf>.
Aguilar Villanueva, L. (1993). Antologías de política pública. México: Porrúa.
Añorve Baños, M. (1998). Servicios públicos municipales. México: Porrúa.
Arellano Ríos, A. (2011). El gobierno al interior del municipio mexicano: re-
flexiones en torno a su diseño institucional. Hermosillo, vol. 23, núm. 52.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 219


Brañes, R. (2001). El acceso a la justicia ambiental en América Latina y la le-
gitimación procesal en los litigios civiles de naturaleza ambiental en los
países de la región. Justicia ambiental. Santa Fe de Bogotá: Universidad
Externado de Colombia, Universidad Externado de Colombia.
Cabrero Mendoza, E. (2003). Políticas públicas municipales. Una agenda en
construcción. México: cide, Miguel Ángel Porrúa.
Carabias, J., Arriaga, V., Cervantes, V. (2007). Las políticas públicas de la res-
tauración ambiental en México: limitantes, avances, rezagos y retos. Méxi-
co: Universidad Nacional Autónoma de México.
Charpentier, S., Higaldo, J. (1999). Políticas ambientales en el Perú. Lima.
Contreras C., F., H. P.L., Tito H. (2013). La gestión del conocimiento y las
políticas públicas. Lima: Universidad María Auxiliadora.
Fernández, A. (1999). Las políticas públicas. M. Caminal (ed.), Manual de
ciencia política. 2ª ed. Madrid: Tecnos.
Fernández Vázquez, E. (2017). Gestión y política pública. 2a ed. Ebook. Mé-
xico. <http://www.redalyc.org/pdf/133/13331693006.pdf>.
Gligo, N. (1997). Institucionalidad pública y políticas ambientales explíci-
tas e implícitas. CEPAL, Revista de la cepal, 67. Santiago de Chile.
Jacob, K., Volkery, A. (2004). Institutions and instruments for government
self-regulation: environmental policy integration in a crosscountry
perspective. Journal of Comparative Policy Analysis, vol. 6, Iss. 3.
Jacob, K., Volkery, A., Lenschow, A. (2008). Instruments for environmen-
tal integration in 30 oecd countries. A. Jordan y A. Lenschow (eds.),
Innovation in Environmental Policy? Cheltenham, Elgar.
Kessler, J.J., van Ginniken, P., Cornelissen, W. et al. (2001). Environmental
Management; Towards a Conceptual Framework for Environmental Gover-
nance. Washington, dc: Inter-American Development Bank.
Kraft, M., Furlong, S. (2006). Public Policy: Politics, Analysis and Alternati-
ves. 2a ed. Washington, dc: cq Press.
Lahera, E. (2002). Introducción a las políticas públicas. Santiago de Chile:
Fondo de Cultura Económica.
Lahera, E. (2004). Política y políticas públicas. Santiago de Chile, Chile: ce-
pal, División de Desarrollo Social. issn 1680-8983.
Lenschow, A. (2002). Greening the European Union. A. Lenschow (ed.), En-
vironmental Policy Integration: Greening Sectoral Policies in Europe. Lon-
dres: Earthscan. 

220 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Liehr, R. (1971). Ayuntamiento y oligarquía en Puebla, 1787-1810. Tomo ii.
Sepsetentas. México: Secretaría de Educación Pública.
Linares, A.C. (2003). Institutions and the Urban Environment in Developing
Countries: Challenges, Trends, and Transitions. eua: Hixon Center for Ur-
ban Ecology, Yale School of Forestry & Environmental Studies.
Lindblom, Ch. (1979). Usable Knowledge: Social Science and Social Problema
Solving. Yale University Press.
López Becerra, M.H. (2007). El asunto de las políticas públicas. Revista
Luna Azul. issn 1909-2474. Manizales: Universidad de Caldas.
Maggiolo, I., Perozo, J. (2007). Políticas públicas: proceso de concertación
Estado-sociedad. Revista Venezolana de Gerencia, vol. 12, núm. 39.
Martinelli, J.M. (2002). Políticas públicas en el nuevo sexenio. México: Plaza
y Valdés.
Meadowcroft, J. (2007). National Sustainable Development Strategies:
Features, Challenges and Reflexivity. European Environment.
Micheli, J. (2000. Política ambiental en el sexenio 1994-2000. Antecedentes
y globalización del mercado ambiental mexicano. México: Universidad
Autónoma Metropolitana Azcapotzalco.
Michelli, J. (2002). Política ambiental en México y su dimensión regional.
Región y Sociedad, vol. 14, núm. 23.
Pajares, E. (2008). Instrumentos de gestión del ambiente y los recursos
naturales en el Perú. La definición de políticas públicas ambientales y
su aplicación en los sistemas territoriales. En publicación. Perú Hoy, 14.
desco, Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo: Perú. Diciem-
bre. 2008 978-9972-670-97-8. <http://www.desco.org.pe/ apc-aa-files/
d38fb34df77ec8a36839f7aad10def69/ PH_dic08.zip>.
Parsons, W. (2007). Una introducción a la teoría y la práctica del análisis de
políticas públicas. Traducción de Atenea Acevedo. México: flacso.
Peters, B.G. (1998). Managing Horizontal Government: the Politics of
Coordination. Public Administration, vol. 76, Issue 2.
Pichardo Pagaza, I. (2009). Responsabilidades municipales en materia am-
biental. Toluca, Estado de México: Universidad Autónoma del Estado de
México.
Robles, G. (2003). Diccionario de términos municipales. México: Universidad
de Occidente.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 221


Rodríguez Becerra, M., G. Espinoza (2002). Gestión ambiental en América
Latina y el Caribe: evolución, tendencias y principales prácticas. Washing-
ton, dc: Banco Interamericano de Desarrollo.
Rueda Olmos, V.H. (2009). El desarrollo del municipio en México y su confor-
mación en Guanajuato. <http://epikeia.leon.uia.mx/old/numeros/09/
epikeia09-el_municipio_en_mexico.pdf>.
Torres Estrada, P. (2005). La autonomía municipal y su garantía constitu-
cional directa de protección. Estudio comparado de los supuestos español y
mexicano. México, unam.
Vásquez, M.A. (s/f). Políticas públicas ambientales. Una reflexión. México:
Ecosur. <http://www.ecosur.mx/ecofronteras/ecofrontera/ecofront16/
pdf/politicaspu-ambientales.pdf>.

222 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Parte III
Naturaleza y sustentabilidad

Fijación biológica de nitrógenos y abonos


orgánicos: alternativas para el cultivo
sustentable de frijol en Sinaloa

Guadalupe Arlene Mora-Romero


Nataly López-Soto
Damián Cordero Ramírez
Carmen Martínez-Valenzuela
Rosa María Longoria-Espinoza

L  a agricultura, la principal actividad económica en el estado de Si-


naloa, es la más intensiva y altamente tecnificada del país. La enti-
dad federativa cuenta con aproximadamente 1’269 325 hectáreas de
siembra y en el 98% de éstas se utilizan fertilizantes químicos (sagar-
pa, 2016). Debido a que en Sinaloa predomina la agricultura tecnificada,
el mantenimiento de la capacidad productiva del suelo requiere integrar
prácticas de nutrición vegetal y de mejoramiento que permitan manejar
adecuadamente los nutrientes y la materia orgánica (Armenta et al.,
2010). Además, hoy el uso generalizado de fertilizantes químicos en las
prácticas agrícolas es objeto de debate por sus consecuencias en el medio
ambiente y para la salud, por lo que es de suma importancia la búsqueda
de estrategias sustentables.
Las raíces pueden establecer relaciones positivas en microorganis-
mos, como los hongos micorrízicos y las bacterias fijadoras de nitrógeno

223
(bfn; McNear, 2013), por lo que algunos microorganismos que habitan
la rizósfera pueden ser aislados y utilizados en beneficio de los sistemas
agrícolas, principalmente los microorganismos antagonistas a fitopató-
genos y los que promueven el crecimiento vegetal (Ortiz-Castro et al.,
2009). Un ejemplo de estos últimos son las bfn que se asocian a las raí-
ces de leguminosas. Estas bacterias presentes en la mayor parte de los
ambientes y que se encuentran ampliamente representadas en cuanto a
géneros, pueden aumentar la disponibilidad de nitrógeno (N) al trans-
formarlo a formas asimilables para la planta, por lo que son considera-
dos biofertilizantes (Rives et al., 2007).
Por otra parte, los desechos orgánicos procedentes del hogar, la
agricultura, mercado, entre otros, sirven de materia prima para la con-
versión de abonos orgánicos, una fuente importante para obtener canti-
dades importantes de nutrientes que puedan utilizarse en las prácticas
agrícolas actuales. El uso en la agricultura de abonos orgánicos ofrece
una alternativa al uso de fertilizantes químicos (Bhattacharyya & Jha,
2012). La industria alimentaria genera grandes cantidades de residuos
orgánicos, los cuales pueden aprovecharse como materia prima para la
elaboración de abonos.
El frijol común (Phaseolus vulgaris L.) es una de las leguminosas más
estudiadas en América Latina (Rosabal et al., 2013). Hay muchas varie-
dades de frijol que se caracterizan por su tamaño, color, forma y tipo de
crecimiento. En México se cultivan cerca de 70 variedades; de acuerdo
con la norma, son negros, pintos, bayos, amarillos y rosados (Sanger-
man et al., 2010). Las propiedades nutritivas que posee el frijol están
relacionadas con su alto contenido proteico y en menor medida a su
aportación de carbohidratos, vitaminas y minerales (Ramírez & Ran-
gel, 2011).
Sinaloa es el tercer productor a escala nacional de esta legumino-
sa (sagarpa, 2016). Sin embargo, la producción agrícola actual de este
y otros cultivos tiene problemas por el uso excesivo de fertilizantes

224 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


químicos que provocan la erosión de suelo, contaminación y eutrofización
de las aguas, por lo que requiere de estrategias en donde estos insumos se
reduzcan para seguir asegurando el rendimiento sin deterioro de la ferti-
lidad del suelo y otros factores involucrados (Hernández et al., 2010).
Tanto el uso de microorganismos benéficos, del tipo considerado
como biofertilizantes, que contribuyan a la absorción y asimilación de
nutrientes, como los abonos orgánicos, ofrecen efectos favorables que
influyen en la adecuada nutrición en las plantas y su rendimiento sin
contaminar al medio ambiente. La integración de ambos constituye
una estrategia sustentable que permitiría disminuir los efectos de la
fertilización química sin perder la rentabilidad de la actividad agrícola
(Hernández et al., 2010).
Por lo descrito, aquí se plantea la formulación de un abono orgánico
a base de residuos de la industria alimentaria que junto con organismos
aislados de la rizósfera de frijol (bacterias fijadoras de nitrógeno) pue-
dan utilizarse en el cultivo de esta especie, lo cual pueda contribuir a
disminuir el uso excesivo de fertilización química.

Situación agrícola en Sinaloa

La agricultura, la principal actividad económica en el estado de Sinaloa,


es la más intensiva y altamente tecnificada del país. La entidad cuenta
con aproximadamente 1’269 325 hectáreas de siembra y en el 98% de éstas
se utilizan fertilizantes químicos (sagarpa, 2016), como se mencionó.
El uso excesivo de agroquímicos es hoy objeto de debate por las con-
secuencias en el medio ambiente y la salud humana (Martínez-Valenzue-
la & Gómez-Arroyo, 2007). En la región norte del estado se ha observado
que la actividad agrícola es el factor más importante en la alteración de
los flujos de nutrientes provenientes de los eventos de fertilización
(particularmente de nitrógeno y fósforo) hacia las costas (Escobe-
do-Urías, 2016). Las actividades humanas han alterado el ciclo global

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 225


del nitrógeno (N); el elevado aporte de N asociado a la agricultura causa
profundos cambios en diversos ecosistemas. El exceso de fertilización
química tiene impactos negativos sobre el ambiente al provocar la ero-
sión de suelo, contaminación y eutrofización de las aguas cuando estos
productos son arrastrados por la lluvia, ocasionando muerte de peces y
otros seres vivos e importante pérdida de la diversidad biológica inclu-
yendo la de la microbiota de los suelos (Peña et al., 2002). Algunos ferti-
lizantes químicos también tienen impactos negativos sobre la salud,
como es el caso del amoníaco, utilizado como principal fuente de nitró-
geno en los cultivos agrícolas.
El frijol tiene un papel muy diverso e importante en los sistemas de
producción agrícola y en la dieta de gran parte de la población en muchas
regiones del mundo. Esta leguminosa es un componente significativo del
consumo en los países en desarrollo y en términos nutricionales comple-
menta los cereales como fuente de proteínas y minerales (Ramírez &
Rangel, 2011).
En el año agrícola 2015, la producción nacional de frijol fue de 1’208
756 toneladas en el estado de Sinaloa; con una superficie sembrada de
64 197 hectáreas, se obtuvo una cosecha de 131 206 toneladas (siap-sa-
garpa, 2016).
En México, el frijol es uno de los cultivos de mayor importancia en
el sector agrícola por la superficie que ocupa y el número de productores
que incorpora. Nuestro país es considerado como uno de los centros de
origen de varios tipos de frijol del género Phaseolus; entre ellos, el que
más destaca por su valor comercial es Phaseolus vulgaris (Ramírez &
Rangel, 2011).
En el estado de Sinaloa se sugiere sembrar este cultivo del 1 de octu-
bre al 10 de noviembre. El ciclo vegetativo puede variar de 80 a 180 días.
En el momento de la siembra, la semilla se entierra a una profundidad de
2 a 4 cm con humedad suficiente para que germine. Sin embargo, aunque
su fenología está determinada genéticamente en cada variedad, ésta se

226 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


ve afectada por las condiciones del medio ambiente, como temperatura,
humedad, duración e intensidad de la luz, por mencionar las más im-
portantes, y en la aplicación de la fertilización química se debe tomar en
cuenta la posible fijación de nitrógeno atmosférico por bacterias del gé-
nero Rhizobium. La demanda de nutrientes puede variar de 60 a 120 kg
de N/ha, pero dependerá de si el frijol se siembra después de sorgo o
maíz y se sugiere aplicar en presiembra de 80 a 100 kg de N/ha; en cam-
bio, si la siembra de frijol se da en forma inmediata a la cosecha y sus
residuos sean incorporados, es necesario adicionar 40 kg/ha de N, pero
si la siembra es en rotación con otra leguminosa u hortalizas aplicar 40
a 60 kg de N/ha, y es conveniente verificar la nodulación alrededor de
los 30 días después de la siembra; al observar nodulación escasa o nula,
agregar inmediatamente de 80 a 100 kg de N (antes o durante el primer
riego de auxilio), siempre que el análisis de suelo indique baja disponibi-
lidad de N en el suelo (Panorama Agropecuario, 2014).
La disponibilidad de nitrógeno en la mayor parte de los suelos es
baja, debido a pérdidas por lixiviación de nitrato soluble (NO3-) con la
infiltración de agua de lluvia, la fijación de amonio (NH4+) en las arcillas
y la materia orgánica del suelo, y la desnitrificación bacteriana (Bhatta-
charyya & Jha, 2012).
En la atmósfera, el 78% se encuentra en forma no disponible para
los seres vivos. Por esto, la fijación biológica (fb) juega un papel impor-
tante en el ciclo del elemento (figura 1). La fbn es la conversión enzimá-
tica de nitrógeno gaseoso a amonio; es una característica exclusiva de
procariontes y se encuentra distribuida en muchos géneros bacterianos
que se asocian a plantas y, en particular, un grupo de éstas (son las de
los géneros Rhizobium y otros relacionados) se asocian exclusivamente a
leguminosas, de modo que tiene que ser transformado en compuestos
absorbibles y metabolizables. Dicha reacción se lleva a cabo en estructu-
ras que se forman en las raíces de las plantas, resultado de la interacción
con las bacterias fijadoras de nitrógeno, llamadas nódulos (García,

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 227


2011). La asociación se basa en el intercambio de carbono por nitrógeno
entre ambos simbiontes, ya que para las plantas el nutriente más limita-
do es el nitrógeno (Romero, 2001). Esencialmente, la fijación de nitróge-
no consiste en la conversión de N atmosférico en las formas inorgánicas
de nitrato (NO3-) y amonio (NH4+), las cuales son disponibles para las
plantas (figura 1).
Todos los microorganismos que convierten el nitrógeno (N2) en amo-
niaco lo hacen gracias a la actividad del complejo enzimático llamado ni-
trogenasa, constituido por dos metaloproteínas: la proteína (I), llamada
hierro-molibdeno-proteína, y la proteína (ii), llamada hierro-proteína. La
enzima requiere de la colaboración de otras dos proteínas: ferrodoxina y
flavodoxina, que actúan como donadoras de electrones y reductores natu-
rales de la nitrogenasa. Los electrones son transportados a la nitrogenasa
por la ferrodoxina y llegan a la hierroproteína, ésta activa a la Mo-Fe-pro-
teína y se produce la reducción de nitrógeno, siendo luego fijado como
compuesto aminado (Mantilla et al., 2007).
Entre los mecanismos bioquímicos descritos en los microorganis-
mos promotores del crecimiento de plantas se encuentra fbn, que es
llevada a cabo por rizobacterias simbióticas como Rhizobium sp. u otras
de vida libre, como Azotobacter sp. y Azospirillum sp., que han sido em-
pleadas extensivamente como biofertilizantes para mejorar la disponi-
bilidad de nitrógeno en plantas (Luna et al., 2013).
El género Rhizobium incluye especies importantes para el desarrollo
de cultivos agrícolas. Fue el primer género bacteriano producido a gran
escala para ser utilizado como inoculante en diversos cultivos agrícolas
(Villanueva & Quintana, 2012).
Al convertir el N2 en forma asimilable para la planta (productores
primarios), así el resto de los organismos vivos, en los diferentes niveles
de las cadenas tróficas, integran el N en sus estructuras, utilizado para
la síntesis de diversas moléculas, ya que forma parte del adn y de los
aminoácidos que conforman las proteínas (Lassaletta & Rovira, 2005).

228 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Figura 1. Representación esquemática del proceso de fijación biológica del
nitrógeno por microorganismos de vidas libres y simbióticas.

La fijación biológica del nitrógeno consiste en la incorporación del ni-


trógeno atmosférico a las plantas, gracias a algunos microorganismos,
principalmente bacterias y cianobacterias presentes en el suelo y en
ambientes acuáticos. Esta fijación se da por medio de la conversión de
nitrógeno gaseoso (N2) en amoniaco (NH4+) o nitratos (NO3-), forma en
que solamente las plantas toman el nitrógeno directamente desde el
suelo. Las raíces pueden absorber ambas formas, aunque pocas especies
prefieren absorber nitratos que amoníaco. El amonio es convertido a ni-
trato gracias a los microorganismos por medio de la nitrificación; en la
fase de inmovilización se realiza en dos pasos por diferentes bacterias:
primero, las bacterias del suelo convierten el amonio en nitrito (NO2-);
luego, otra bacteria del suelo oxida el nitrito en nitrato. La nitrificación
les entrega energía a las bacterias y la asimilación ocurre cuando las
plantas absorben, a través de sus raíces, nitrato (NO3-) o amonio (NH4+),
elementos formados por la fijación de nitrógeno o por la nitrificación.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 229


Luego, estas moléculas son incorporadas tanto a las proteínas, como a
los ácidos nucleicos de las plantas. Así, cuando los organismos producen
desechos que contienen nitrógeno, éstos son descompuestos por bacte-
rias presentes en el suelo y en el agua, liberando el nitrógeno al medio,
bajo la forma de amonio (NH4+), y la inmovilización es el proceso contra-
rio a la mineralización, por medio del cual las formas inorgánicas (NH4+
y NO3-) son convertidas a nitrógeno orgánico y, por tanto, no asimilables.
La reducción de los nitratos (NO3-) a nitrógeno gaseoso (N2), y amonio
(NH4+) a amoniaco (NH3) se llama desnitrificación, y es llevado a cabo
por las bacterias desnitrificadoras que revierten la acción de las fijadoras
de nitrógeno, regresando el nitrógeno a la atmósfera en forma gaseosa.
El conocimiento de la biodiversidad de los rizobios y de las poblacio-
nes locales es importante para el diseño de estrategias de inoculación
exitosas que permitan la reducción de costos en la producción agrícola
(Rodríguez & López, 2009). Es relevante destacar también el papel que
juegan los rizobios en la fijación biológica del nitrógeno, uno de los pro-
cesos del ciclo biogeoquímico del elemento, de suma importancia para el
desarrollo de la vida en el planeta (Cerón & Aristizábal, 2012). Además,
la diversidad genética de las especies forma parte del capital genético
natural de nuestro país.
Los abonos orgánicos se han usado desde tiempos remotos y su in-
fluencia sobre la fertilidad de los suelos se ha demostrado; los campesi-
nos usaban el método tradicional de composteo con restos de cosechas
de leguminosas, turba y residuos animales, que era aplicado al suelo
como abono orgánico, siendo un producto natural resultante de la des-
composición de materiales de origen vegetal, animal o mixto, teniendo
la capacidad de mejorar la fertilidad del suelo y, por ende, la producción
y productividad de los cultivos (Valenzuela, 2005).
El abono orgánico a menudo crea la base para el uso exitoso de los
fertilizantes minerales. La combinación de abono orgánico/materia or-
gánica y fertilizantes minerales (Sistema Integrado de Nutrición de las
Plantas) ofrece las condiciones ambientales ideales para el cultivo,

230 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


cuando el abono orgánico/la materia orgánica mejora las propiedades
del suelo y el suministro de los fertilizantes minerales provee los nu-
trientes que las plantas necesitan (fao, 2002).
Se consideran abonos o fertilizantes orgánicos los residuos de origen
animal y vegetal, de los cuales las plantas pueden obtener cantidades im-
portantes de nutrientes, entre los cuales se incluyen los estiércoles, com-
postas, vermicompostas, abonos verdes, residuos de cosechas y residuos
industriales, aplicado en aquellas tierras sometidas a cultivo intenso con
el propósito de mantener y mejorar la estructura del suelo, aumentar la
capacidad de retención de humedad y facilitar la disponibilidad de nutri-
mentos para las plantas (Reyes et al., 2013).
El uso de abonos orgánicos mejora las condiciones de los suelos de-
teriorados por el uso excesivo de agroquímicos y su sobreexplotación
que ocasionan la pérdida de la materia orgánica, pérdida de la fertilidad
y la contaminación de los suelos, cuya producción agrícola puede estar
también contaminada (Hernández et al., 2010); actualmente, ya se dis-
pone de reportes donde se están probando estas estrategias.
Operan en la región industrias de conservas de productos agrícolas.
Un ejemplo de este rubro en la región es la planta de enlatados de Conser-
vas La Costeña, sa de cv, empresa que genera una cantidad de desperdi-
cios de alrededor de 4 a 5 toneladas diarias, dependiendo de las demandas
de procesamiento de materias primas que se tenga de acuerdo con su pro-
grama de trabajo. Este dato fue obtenido en comunicación personal con
el encargado del lugar donde se colectan los residuos agrícolas y que hoy
sólo se utilizan como alimento para ganado; por tanto, surge la idea de
que estos desperdicios pudieran reutilizarse para elaborar abonos orgá-
nicos y aplicarse en los cultivos agrícolas de la región.
Recientemente se han incrementado los impactos negativos sobre
el ambiente, derivado del uso excesivo de fertilizantes químicos, que
provocan la erosión de suelo, contaminación y eutrofización de cuerpos
de aguas (Escobedo, 2016).

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 231


La agricultura actual demanda retomar con fuerza los diversos cam-
bios para mejorar la producción, uso y aplicación de abonos orgánicos
con sus beneficios, considerado dos aspectos esenciales: (1) respetar la
diversidad de procesos, y (2) el buen manejo de suelo y de los nutrientes.
El uso de la materia orgánica se ha convertido en la base para el
desarrollo de la agricultura orgánica (Julca et al., 2006), pero desde hace
poco tiempo los desechos orgánicos han sido considerados como una
fuente de contaminación y no se han valorado como el subproducto de
la agricultura. Pero, por otro lado, la industria alimentaria genera gran-
des cantidades de residuos orgánicos en la región, sólo aprovechados
para alimento de ganado, no como materia prima para elaborar abonos.
Este dato fue obtenido en comunicación personal con personal de la em-
presa Conservas La Costeña, sa de cv.
Las actividades biológicas en los suelos impulsan muchos de los
procesos ecosistémicos clave que rigen el sistema global, especialmente
en el ciclo de elementos. La FB de N es un proceso natural de importan-
cia significativa en la agricultura mundial (Lassaletta & Rovira, 2005).
La demanda de determinaciones precisas de los insumos globales de N
biológicamente fijado es fuerte y continuará alimentada por la necesi-
dad de comprender y gestionar con eficacia el ciclo global del elemento
(Herridge et al., 2008). Se reportan trabajos como el de Salvageotti et al.
(2008); citan que aproximadamente del 50 a 60% de N requerido por las
plantas de soya es proporcionado por fbn. Sin embargo, se requiere más
investigación para dilucidar si los sistemas optimizados de fbn pueden
sostener rendimientos óptimos con un aporte mínimo de N adicional.
Además, la sustentabilidad de la capacidad productiva del suelo requiere
de integrar prácticas de nutrición vegetal y de mejoramiento que permi-
tan manejar adecuadamente los nutrientes. Hay, por una parte, la nece-
sidad de disminuir la dependencia de los fertilizantes químicos en los
distintos cultivos, lo que sustenta la búsqueda de alternativas ambien-
talmente amigables, como el caso de biofertilizantes y abonos orgánicos;

232 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


por otra, la necesidad de conocer y preservar la diversidad de dichos
microorganismos, sobre todo en el estado de Sinaloa, donde el conoci-
miento y uso de éstos es escaso. Las cepas de inoculantes nativas son un
recurso importante que debe preservarse y utilizarse en enfoques inte-
grados de fertilidad del suelo. El aislamiento y la caracterización para
identificar nuevas cepas ofrecen la oportunidad de mejorar la fijación
biológica de nitrógeno, debido a que los rizobios nativos presentan ge-
nes que pueden necesitarse para mejorar el rendimiento de éstos en los
procesos de fijación biológica, utilizando técnicas de biología molecular
(Appunu & Dhar, 2008); un requisito previo para este enfoque es una
mejor comprensión de la composición genética de los mismos y la diná-
mica de sus genomas. Es importante aislar cepas nativas y aprovechar
aquéllas con la mayor capacidad de fijación de nitrógeno para utilizarse
en la agricultura.
El presente trabajo propone explorar el potencial biotecnológico de
cepas de rizobios nativas que puedan utilizarse para el repoblamiento
de suelos agrícolas y así contribuir a: (1) la conservación de la biodiver-
sidad de los rizobios, (2) la reducción de contaminación por exceso de
aplicaciones de N en los suelos agrícolas, y (3) la reducción de costos en
la producción. Por esto, plantea además de la elaboración y uso de abo-
nos orgánicos, hacer un análisis exhaustivo para la estimación de la
abundancia y diversidad de bacterias simbióticas fijadoras de nitrógeno
en suelos agrícolas del estado de Sinaloa, que basado en el análisis expe-
rimental de diferentes combinaciones, encontrar la mezcla de abono
orgánico y cepas de bfn que contribuya a reducir en mayor medida la
aplicación de N inorgánico en cultivos de frijol.
Todo esto se plantea considerando que es de suma importancia (1)
la conservación de los rizobios como un importante recurso genético, y
(2) el diseño de estrategias sustentables en la agricultura actual, donde
el conocimiento y uso de la microbiota nativa juegan un papel muy im-
portante para la preservación del recurso suelo.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 233


Referencias

Abaidoo, R.C., Keyser, H.H., Singleton, P.W. et al. (2007). Population size,
distribution, and symbiotic characteristics of indigenous Bradyrhizo-
bium spp. that nodulate TGx soybean genotypes in Africa. Appl. Soil
Ecol, 35.
Appunu, C., Dhar, B. (2008). Isolation and symbiotic characteristics of two
Tn5-derived phage-resistant Bradyrhizobium japonicum strains that
nodulate soybean. Current microbiology, 57(3).
Armenta-Bojórquez, A.D., García-Gutiérrez, C., Camacho-Báezet, J.R. al.
(2010). Biofertilizantes en el desarrollo agrícola de méxico. Ra Ximhai,
6(1).
Bhattacharyya, P.N., Jha, D.K. (2012). Plant growth-promoting rhizobac-
teria (PGPR): emergence in agriculture.  World Journal of Microbiology
and Biotechnology, 28(4).
Bala, A., Giller, K.E. (2001). Symbiotic specificity of tropical tree rhizobia
for host legumes. New Phytologist, 149(3).
Caballero-Mellado, J., Martínez-Romero, E. (1999). Soil fertilization
limits the genetic diversity of Rhizobium in bean nodules.  Symbio-
sis, 26(2).
Cerón Rincón, L.E., Ancízar Aristizábal Gutiérrez, F. (2012). Dinámica del
ciclo del nitrógeno y fósforo en suelos. Revista Colombiana de Biotecnolo-
gía, 14(1). <http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pi-
d=S0123-34752012000100026&lng=en&tlng=>.
Escobedo Urías, D.C. (2010). Diagnóstico y descripción del proceso de eutro-
fización en lagunas costeras del norte de Sinaloa. Doctoral dissertation,
Instituto Politécnico Nacional. Centro Interdisciplinario de Ciencias
Marinas. 
García, S.C. (2011). Bacterias simbióticas fijadoras de nitrógeno. Cuader-
nos del Tomás, 3.
Graham, P.H. (1969). Selective medium for growth of Rhizobium. Applied
Microbiology, 17(5).
Graham, P.H. (1981). Some problems of nodulation and symbiotic nitrogen
fixation in Phaseolus vulgaris L.: a review. Field Crops Research, 4.

234 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Hernández-Rodríguez, O.A., Ojeda-Barrios, D.L., López-Díaz, J.C. et al.
(2010). Abonos orgánicos y su efecto en las propiedades físicas, quími-
cas y biológicas del suelo. Tecnocienc. Chihuahua, 4.
Herridge, D.F., Peoples, M.B., Boddey, R.M. et al. (2008). Global inputs of bio-
logical nitrogen fixation in agricultural systems. Plant and Soil, 311(1-2).
Lassaletta, L., Rovira, J.V. (2005). Agricultura industrial y cambio global.
El Ecologista, 45.
Martínez-Valenzuela, C., Gómez-Arroyo, S. (2007). Riesgo genotóxico
por exposición a plaguicidas en trabajadores agrícolas. Revista Interna-
cional de Contaminación Ambiental, 23(4).
Masson-Boivin, C., Giraud, E., Perret, X. et al. (2009). Establishing ni-
trogen-fixing symbiosis with legumes: how many rhizobium recipes?
Trends in Microbiology, 17(10).
McNear Jr., D.H. (2013). The rhizosphere-roots, soil and everything in be-
tween. Nature Education Knowledge, 4(3).
Miranda‐Sánchez, F., Rivera, J., Vinuesa, P. (2016). Diversity patterns of
Rhizobiaceae communities inhabiting soils, root surfaces and nodules
reveal a strong selection of rhizobial partners by legumes. Environmen-
tal Microbiology, 18(8).
O’Hara, G.W. (2001). Nutritional constraints on root nodule bacteria affec-
ting symbiotic nitrogen fixation: a review. Australian Journal of Experi-
mental Agriculture, 41(3).
Ortíz-Castro, R., Contreras-Cornejo, H.A., Macías-Rodríguez, L. et
al. (2009). The role of microbial signals in plant growth and develop-
ment. Plant Signaling & Behavior, 4(8).
Panorama Agroalimentario 2014 (internet). Dirección General Adjunta de
Inteligencia Sectorial - Dirección de Investigación Económica y Secto-
rial. Subdirección de Investigación Económica-Frijol 2011/12. <https://
www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/99095/Panorama_Agroali-
mentario_Frijol_2014.pdf>.
Peña Cabriales, J., Grageda Cabrera, O., Vera Núñez, J. (2002). Manejo de
los fertilizantes nitrogenados en México: uso de las técnicas isotópicas
(15n). Terra Latinoamericana, 20(1).
Ramírez, J.C.R., Rangel, I.B.E.U. (2011). El frijol (Phaseolus vulgaris): su
importancia nutricional y como fuente de fitoquímicos. Revista Fuen-
te, 3(8).

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 235


Rives, N., Acebo, Y., Hernández, A. (2007). Bacterias promotoras del creci-
miento vegetal en el cultivo del arroz (Oryza sativa L.). Perspectivas de
su uso en Cuba. Cultivos Tropicales, 28(2).
Rodríguez, B., López, M. (2009). Evaluación de la fertilización biológica del
frijol con cepas nativas de Rhizobium aisladas de un ultisol de la altipla-
nicie del estado guarico. Agronomía Tropical, 59(4).
Romero, E.M. (2001). Poblaciones de rhizobia nativas de México. Acta Zoo-
lógica Mexicana (nueva serie), (Es1).
Rosabal Ayan, L., Martínez González, L., Reyes Guerrero, Y. et al. (2013). Re-
sultados preliminares del efecto de la aplicación de Biobras-16 en el cultivo
del frijol (Phaseolus vulgaris L.). Cultivos Tropicales, 34(3). <http://scielo.
sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0258-59362013000300011&l-
ng=es&tlng=es>.
Ruschel, A.P., Saito, S.M., Tulmann Neto, A. (1979) Efficiency of Rhizo-
bium inoculation on Phaseolus vulgaris. I. Effects of nitrogen sources
and plant variety. R. bras. Ci. Solo, 3.
Sangerman-Jarquín, D.M., Acosta-Gallego, J.A., Schwenstesius de Rinder-
mann, R. et al. (2010). Consideraciones e importancia social en torno
al cultivo del frijol en el centro de México. Revista Mexicana de Ciencias
Agrícolas, 1(3). <http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_art-
text&pid=S2007-09342010000300007&lng=es&tlng=es>.
Salvagiotti, F., Cassman, K.G., Specht, J.E. et al. (2008). Nitrogen uptake,
fixation and response to fertilizer N in soybeans: a review. Field Crops
Research, 108(1).
Somasegaran, P., Hoben, H.J. (1985). Methods in legume-Rhizobium tech-
nology. Paia, Maui: University of Hawaii NifTAL Project and MIRCEN.
Department of Agronomy and Soil Science, Hawaii Institute of Tropical
Agriculture and Human Resources, College of Tropical Agriculture and
Human Resources.
Somasegaran, P., Hoben, H.J. (2012). Handbook for rhizobia: methods in le-
gume-Rhizobium technology. Springer Science & Business Media.
Sprent, J.I., Stephens, J.H., Rupela, O.P. (1988). Environmental effects on
nitrogen fixation. World crops: cool season food legumes. Springer Nether-
lands.
sagarpa (2016). Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera siap,
Secretaría de Agricultura Ganadería Desarrollo Rural Pesca y Alimen-

236 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


tación. <http://infosiap.siap.gob.mx/estacionalidad_gb/est_agricola/
est_anio_agricola.php>.
_____. Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera siap, Secretaría
de Agricultura Ganadería Desarrollo Rural Pesca y Alimentación. <ht-
tps://www.gob.mx/siap/documentos/siembras-y-cosechas>.
_____. Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera siap. Secretaría de
Agricultura Ganadería Desarrollo Rural Pesca y Alimentación. <https://
www.gob.mx/siap/documentos/tecnificacion>.
Valenzuela Solano, C. (2005). Elaboración y uso de compastas. Ensenada,
Baja California, México: Instituto Nacional de Nacionales de Investiga-
ciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias. 
Vessey, J.K. (1994). Measurement of nitrogenase activity in legume root no-
dules: in defense of the acetylene reduction assay. Plant and Soil, 158(2).
Villanueva Tarazona, E.E., Quintana Díaz Aníbal, A. (enero-junio, 2012).
Aislamiento y selección de bacterias nativas de rizobios fijadores de ni-
trógeno, a partir de nódulos radiculares de Phaseolusvulgari. REBIOL,
Revista Científica de la Facultad de Ciencias Biológicas. 32(1).
Weese, D.J., Heath, K.D., Dentinger, B. et al. (2015). Long‐term nitrogen
addition causes the evolution of less‐cooperative mutualists. Evolution,
69(3).

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 237


Microorganismos con potencial
antagónico de fitopatógenos y
promotores de crecimiento vegetal:
una alternativa para su uso en la
agricultura sinaloense

Jesús Damián Cordero-Ramírez


Alejandro Miguel Figueroa-López
Fridzia-Izaguirre Díaz de León
María del Carmen Martínez-Valenzuela
Cecilia Urías-Romero
Guadalupe Arlene Mora-Romero
Ignacio Eduardo Maldonado Mendoza

L  a principal actividad económica de Sinaloa es la agricultura. El es-


tado cuenta con una superficie agrícola de 1’469 443 ha, que repre-
sentan el 25% de su totalidad (siap-sagarpa, 2013). De ésta, 804 563 ha
son de riego, en las que se desarrolla una agricultura tecnificada con el
uso de gran cantidad de agroquímicos, principalmente fertilizantes y
plaguicidas, que incluyen herbicidas, insecticidas y fungicidas (Cifuen-
tes, 2003).
Las prácticas agrícolas modernas, como son el uso de híbridos tole-
rantes a plagas y enfermedades, mayor tolerancia a condiciones abióticas
adversas, así como el uso indiscriminado de agroquímicos ha permitido
obtener incrementos sustanciales en la producción. No obstante, sus
efectos adversos impactan significativamente la sostenibilidad de la agri-
cultura. La práctica del monocultivo y la contaminación por el de agro-
químicos ha reducido la biodiversidad de los agroecosistemas, causando

239
la inestabilidad de los mismos, la cual se manifiesta, entre otros efectos
nocivos, en una mayor incidencia de plagas y enfermedades en los culti-
vos. Aunado a lo anterior, los problemas de seguridad y salud pública
inherentes a la fabricación y uso de agroquímicos han conducido a la
búsqueda y establecimiento de alternativas de manejo de plagas y en-
fermedades para propiciar una agricultura sustentable (Zavaleta, 1999).
Por esto, es necesario el uso y desarrollo de nuevas estrategias que
permitan mantener o incrementar la producción actual, y a su vez bajo
un esquema de producción amigable y con una reducción de los efectos
nocivos para el medio ambiente. Una estrategia bien documentada es el
uso de microorganismos endémicos de suelo (Cordero-Ramírez et al.,
2012), rizósfera (Figueroa-López et al., 2016), endófitos (Sturz et al.,
2000; Eljounaidi et al. (2016) y filósfera (Lindow & Brandl, 2003). Estu-
dios previos en la región norte de Sinaloa han demostrado, bajo condi-
ciones de laboratorio (Martínez-Álvarez et al., 2016), experimentos en
invernadero y ensayos de campo, donde se observó un aumento en la
producción (Lizárraga-Sánchez et al., 2015); el potencial que presenta el
uso de microorganismos endémicos para controlar enfermedades fún-
gicas (específicamente maíz) fue muy benéfico (Figueroa-López et al.,
2016), además de disminuir el uso de fertilizantes químicos e, incluso,
aumentar la vida de anaquel de los productos ya cosechados (Zhang et
al., 2017).
Aun cuando desde hace mucho tiempo se conoce la existencia de
microorganismos naturales antagonistas de otros microorganismos,
fue hasta en la década de los los noventa del siglo pasado cuando se em-
pezó a probar el uso de éstos para la protección de las plantas. Este fenó-
meno fue denominado «biocontrol» (Nagórska et al., 2007).
La principal actividad económica de Sinaloa es la agricultura. Cuenta
con un elevado potencial de producción agrícola, resultando en una gran
variedad de cultivos de interés comercial, como los granos y hortalizas. El
conocimiento sobre los microorganismos asociados a estos cultivos, ya
sea endófitos, de la filósfera o de la rizósfera, tiene un gran potencial

240 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


biotecnológico; una vez elucidados sus mecanismos de acción o de promo-
ción del crecimiento, pueden ser aprovechados para el control de enfer-
medades y como biofertilizantes, con la finalidad de impactar de manera
positiva y significativa en la sustentabilidad agrícola del estado. Aun
cuando en otras zonas agrícolas a escala mundial se ha venido practican-
do en mayor medida tanto el uso de agrobiológicos, como el estudio de la
biodiversidad y la capacidad biotecnológica de los mismos. En nuestro
estado, a la fecha, son pocos los estudios que se han hecho en esta área,
tanto para el conocimiento de la biodiversidad microbiana, como para su
aprovechamiento en la agricultura. Hay estudios significativos del uso
de microorganismos promotores de crecimiento vegetal en cultivos
como el maíz (Figueroa-López et al., 2016; Lizarraga-Sánchez et al.,
2015), frijol (Mora-Romero et al., 2015) y tomate (Cordero-Ramírez et al.,
2012; Cordero-Ramírez et al., 2013; Mora-Romero et al., 2015).
El uso de microorganismos endémicos en sistemas agrícolas presen-
ta ciertas ventajas de tipo ecológico, ya que al usar microorganismos que
se encuentran adaptados a las condiciones edafoclimáticas de la región y
coevolucionar con los hospedantes y patógenos naturales, permite desa-
rrollar estrategias muy puntuales para cada uno de ellos e, incluso, en
algunos casos los microorganismos pueden presentar combinaciones de
mecanismos de biocontrol, lo cual, además de mayor efectividad, pudie-
ra permitir la aplicación de posibles agrobiológicos a base de estos orga-
nismos para más de un patógeno (Figueroa-López et al., 2016), y a su vez
contribuir en la aplicación de menor cantidad de agroquímicos.

Microorganismos bacterianos como potenciales


agentes de biocontrol

Las bacterias que se encuentran colonizando el suelo tienen la capaci-


dad de asociarse con las raíces de las plantas, estas bacterias de vida li-
bre y algunas endófitas pueden colonizar la rizósfera y el interior de las
raíces, y tener un efecto positivo sobre el crecimiento de la planta y sus

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 241


raíces. Estas asociaciones pueden presentar un efecto directo o indirec-
to sobre la planta. Se entiende como efecto directo aquellos compuestos
producidos por las bacterias que benefician directamente a la planta,
como la producción de fitohormonas (Vessey et al., 2003), ácidos orgáni-
cos involucrados en la solubilización de fosfatos (Gyaneshwar et al.,
2002) y producción de agentes quelantes llamados sideróforos (Buyer et
al., 1993; Raaijmakers et al., 1995). El efecto indirecto implica mecanis-
mos de acción como la inhibición del crecimiento de los fitopatógenos
entre los que destacan la producción de compuestos de tipo antibióticos
para ejercer una antibiosis, el parasitismo, la competencia por nutrien-
tes o espacio en la rizósfera o rizoplano y la activación de los mecanis-
mos de defensa de la planta como la resistencia sistémica inducida
(Glick, 2012).

Mecanismos directos de promoción de crecimiento vegetal

Hormonas. Las fitohormonas son compuestos producidos por algunas


bacterias. Éstas estimulan crecimiento de la parte área como de las raí-
ces, aumentando su densidad y la longitud de los pelos radicales. Este
incremento radical se ve reflejado en un aumento en la absorción de
agua y nutrientes del suelo (Volkmar y Bremar, 1998). Vessey et al.
(2003) analizaron varias cepas promotoras de crecimiento vegetal que
ejercen efecto positivo sobre la planta. Un ejemplo de fitohormona es el
ácido indolacético (aia), el cual está estrechamente relacionado con la
producción de etileno en la planta, la producción de aia por la bacteria,
sumado a la concentración de aia dentro de la planta, estimulan la sín-
tesis de la enzima acc sintasa que convierte el compuesto S-adenosil
metionina a 1-aminociclopropano-1-carboxilato (acc), el precursor in-
mediato de etileno. Esta hormona puede inducir el crecimiento de raíz,
estimular la germinación de semillas, activar la síntesis de otras fitohor-
monas, entre otras actividades (Glick, 2012). Se dispone de estudios don-
de se ha probado el aumento en el crecimiento de las plantas al utilizar

242 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


bacterias como Paenibacillus polymyxa L6 productoras de aia, induce el
desarrollo de plántulas de pino (Bent et al., 2001). Las citoquininas y gibe-
relinas son fitohormonas que de igual forma que el aia estimulan el cre-
cimiento (Gutiérrez-Manero et al., 2001). Este tipo de hormonas han sido
reportadas en bacterias de los géneros Azospirillum, Azotobacter spp.,
Rhizobium spp., Pantoea agglomerans, Rhodospirillum rubrum, Pseudomo-
nas fluorescens, Bacillus subtilis y Paenibacillus polymyxa (Yahalom et al.,
1990; Atzorn et al., 1998; Lorteau et al., 2001; Joo et al., 2005; Kang et
al., 2009).

Solubilización de fosfato. El fósforo es el segundo macronutriente más


importante requerido por las plantas para su desarrollo. El fósforo en el
suelo se encuentra en una forma no disponible para las plantas; aun
cuando haya concentraciones altas de este elemento, se estima que sólo
el 0.1% se halla en forma biodisponible (Stevenson y Cole, 1999). Los
microorganismos capaces de secretar ácidos orgánicos y enzimas fosfa-
tasas tienen la capacidad de convertir los fosfatos insolubles en iones de
fosfato monobásico (H2PO4-) y fosfato dibásico (HPO42-) para hacer
biodisponible este elemento (Gyaneshwar et al., 2002). Se han reporta-
do géneros bacterianos como Bacillus, Enterobacter, Erwinia y Pseudomo-
nas spp., los cuales han sido aislados de la rizósfera de algunas plantas
de cultivo. Estudios relacionados mencionan que Azotobacter chroococ-
cum (Kumar & Narula, 1999), Bacillus circulans en trigo (Singh & Kapoor,
1998), Enterobacter agglomerans en tomate (Kim et al., 1998b) y P. chloro-
raphis o P. putida en soya (Cattelan et al., 1999) tuvieron capacidad de
incrementar la toma de fosfato en la planta mediante un efecto solu-
bilizador. Dentro de los ácidos orgánicos reportados en bacterias pro-
motoras de crecimiento vegetal se encuentran el succinato, lactato y
citrato, siendo el 2 cetoglucónico el más representativo (Gyaneshwar
et al., 1999).

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 243


Producción de agentes quelantes. El hierro o fierro es un micronutriente
de plantas que funciona como cofactor enzimático. Al igual que el fósfo-
ro, el hierro se localiza en el suelo en una forma insoluble de hidróxido
férrico; debido a esto, su disponibilidad se ve reducida. Los microorga-
nismos son capaces de generar unos compuestos llamados sideróforos;
estos compuestos tienen una alta afinidad por el hierro, formándose un
complejo sideróforo/hierro (Fe2+) secuestrándolo de la solución del suelo
y haciéndolo biodisponible (Raaijmakers et al., 1995). Las plantas tienen
la capacidad de interaccionar con estos complejos y así tomar el hierro
de suelo (Wang et al., 1993). Dentro de las especies de microorganismos
que producen estos compuestos se encuentran las del género Pseudomo-
nas. Se han reportado sideróforos como quinolobactina, pioquelina,
pseudobactina y pioverdina (David et al., 2005). El efecto de estos com-
puestos se ve reflejado en la disponibilidad de hierro, causando una defi-
ciencia del elemento en el suelo e inhibiendo el desarrollo de los patógenos,
principalmente fúngicos. Existen reportes de especies de Pseudomonas ca-
paces de inhibir el desarrollo de hongos atribuido a la producción de estos
compuestos quelantes (Vandenburgh & Gonzalez, 1984; Buysens et al.,
1994; Kurek & Jaroszuk-Scisel, 2003).

Compuestos volátiles. Se han reportado compuestos volátiles capaces de


tener un efecto positivo en el crecimiento de las plantas. En un experi-
mento in vitro se demostró que las especies de Bacillus, B. subtilis y B.
amyloliquefaciens incrementaron el crecimiento de la planta Arabidopsis
thaliana y se observó también un decremento de los síntomas da enfer-
medad causada por Erwinia carotovora, siendo los compuestos volátiles
responsables de este efecto el 3-hydroxy-2-butanona (acetoína) y 2,
3-butanediol (Ryu et al., 2003, 2004).

244 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Mecanismos indirectos de promoción de crecimiento vegetal

Entre los mecanismos de inhibición de patógenos, no sólo uno puede


estar actuando; el efecto puede estar dado en respuesta a uno o más
mecanismos. Entre éstos se pueden encontrar la producción simultánea
de compuestos volátiles o no volátiles, agentes quelantes, antibióticos y
enzimas hidrolíticas, además de otros metabolitos como el acido cianhí-
drico (hcn) (Haas y Keel, 2003).

Antibiosis y parasitismo. La antibiosis es el fenómeno mediante el cual un


microorganismo antagonista inhibe o destruye a un organismo con la
producción de compuestos que evitan su crecimiento; estos metabolitos
dañan de forma irreversible a los microorganismos blancos causando un
daño adverso (Goldman et al., 1994). El parasitismo de los hongos patóge-
nos por las bacterias se lleva a cabo mediante la producción de enzimas
hidrolíticas que degradan los componentes de la pared celular. Las quiti-
nasas son las enzimas hidrolíticas más importantes, ya que la quitina es
el uno de los principales componentes de pared celular de los hongos fito-
patógenos. La antibiosis está dada principalmente por compuestos anti-
bióticos. Dentro de los compuestos de este tipo producidos por bacterias
destacan el amonio, butirolactonas, 2,4-diacetil fluoroglucinol (dapg), ka-
nosamina, oligomicina A, oomicina A, ácido fenacin-1-carboxílico, piolu-
teorina, pirrolnitrina, viscosinamida, xantobacina y zwitermicina A
(Whipps, 2001). El parasitismo y la predación generalmente son media-
dos por hongos. A la fecha, es poca la evidencia que demuestre o sugiera
que las bacterias posean este mecanismo de capacidad antagónica (Nel-
son et al., 1986). Es el mayor mecanismo de biocontrol de algunas espe-
cies de hongos (por ejemplo, Trichoderma); se basa en la destrucción de
la pared celular de los hongos (Harman et al., 2004; Baker, 1987). Gene-
ralmente, el microorganismo antagonista produce enzimas hidrolíticas
para facilitar la degradación de la pared celular del hospedero (Baker,

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 245


1987). Aunque no haya evidencia de que una bacteria parásita a un hon-
go patógeno, ésta puede inhibir su crecimiento al producir enzimas qui-
tinolíticas. Bacillis subtilis AF1 (Manjula et al., 2004), Serratia marcescens
(Ordentlich et al., 1998; Kishore et al., 2005) y S. plymuthica (Frankowski
et al., 2001) son consideradas como bacterias productoras de quitinasas.

Competencia. La competencia se da principalmente por nutrientes y es-


pacio; de esta manera, la causa más común de la muerte de un microor-
ganismo es por inanición, puesto que requieren de nutrientes exógenos,
como carbono y hierro para germinar, penetrar e infectar el tejido. Si los
sitios de infección están ocupados por el organismo benéfico, el fitopa-
tógeno tendrá dificultades para penetrar y prosperar (Cook & Baker
1983; Schippers et al., 1987; Thomashow & Weller, 1996; Kamilova et al.,
2005; Lugtenberg & Kamilova, 2009).

Inducción de mecanismos de resistencia. Las plantas pueden aumentar sus


respuestas de defensa a través de la inducción de resistencia al interac-
tuar con microorganismos, tanto patógenos como benéficos. Muchos
microorganismos de la rizósfera pueden inducir una respuesta sistémi-
ca en las plantas (Raaijmakers et al., 2008; Thomashow, 2016). Este tipo
de respuestas son típicamente eficaces contra un amplio espectro de
atacantes (Walters & Heil, 2007), aunque no confiere a la planta una
protección completa. La resistencia sistémica adquirida (rsa) y la resis-
tencia sistémica inducida (rsi) son los dos tipos de resistencias induci-
das; rsa resulta de la interacción con patógenos, mientras que la rsi de
la interacción con microorganismos benéficos como rizobacterias pro-
motoras del crecimiento vegetal y los hongos micorrízicos. En ambas
formas de resistencia inducida, la planta es preacondicionada por la
previa interacción o tratamiento con microorganismos que resulta en
una defensa mejorada ante el subsecuente ataque de patógenos o pará-
sitos (Conrath, 2011).

246 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Hay evidencia de que la colonización con HMA s reduce los niveles
de infección causada por patógenos y nemátodos que atacan la raíz. En-
tre los patógenos estudiados se encuentran Fusarium oxysporum, Rhizoc-
tonia solani y Phytophthora capsici. Respecto a patógenos foliares, sólo
por mencionar algunos trabajos, se ha observado que plantas de tomate
cv. Early Mech inoculadas con el hongo micorrízico arbuscular Glomus
mosseae mostraron síntomas menos severos de daños por fitoplasmas,
respecto a las plantas no inoculadas (Lingua et al., 2002). Liu et al.
(2007) demostraron que plantas de Medicago truncatula inoculadas con
G. intraradices mostraron mayor resistencia a la virulencia del patógeno
Xanthomonas campestris, se ha observado también la inducción de resis-
tencia por R. irregularis (antiguamente G. intraradices) en plantas de fri-
jol contra el patógeno Sclerotinia sclerotiorum (Mora-Romero et al., 2015)
y en tomate contra la bacteria Xanthomonas campestris pv. vesicatoria
(Cervantes-Gámez et al., 2015; Galindo-Flores, 2008).
Entre las especies de hongos micorrízicos más estudiadas a escala
internacional, tanto en laboratorio como en invernadero y campo, se
encuentran Funneliformis mosseae (G. mosseae), Rhizophagus irregularis,
G. Fasciculatum y G. versiforme en el control de enfermedades ocasiona-
da por hongos, bacterias, nemátodos e incluso insectos herbívoros.
Una de las mayores dificultades para el estudio de estas interaccio-
nes es que para muchos de los grupos de microorganismos aún no se ha
descubierto como cultivarlos in vitro en el laboratorio. Avances recien-
tes en métodos moleculares y genómicos proveen la oportunidad de co-
menzar a escudriñar los mecanismos de interacción entre las plantas y
las comunidades presentes en la rizósfera, y como estas aumentan o
disminuyen en relación con los patógenos presentes en las proximida-
des de las plantas (Mendes et al., 2011).
El control biológico de las plantas por microorganismos es una pro-
metedora alternativa al uso prolongado de plaguicidas, los cuales, además

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 247


de costosos, se acumulan en las plantas o suelo y con efectos adversos
en los humanos.

Uso de microorganismos promotores de crecimiento


vegetal en Sinaloa

De una colección de aislados bacterianos conformada por 11 520, Figue-


roa-López et al. (2016) seleccionaron en pruebas in vitro liquidas y sóli-
das, 42 aislados pertenecientes a los géneros Bacillus, Pseudomonas y
Paenibacillus con capacidad antagónica de más del 45% del hongo Fusa-
rium verticillioides (fv), causante de la pudrición de tallo y de la mazorca
en maíz. Los tres mejores aislados fueron identificados como pertene-
cientes al género Bacillus: B. megaterium (B5), B. cereus sensu lato (B25) y
Bacillus sp. (B35), y fueron seleccionados para pruebas in planta en con-
diciones de invernadero, encontrando que el aislado B25 mostró reduc-
ción en la severidad e incidencia de FV. Adicionalmente, los análisis de
actividad antagónica revelaron que los tres aislados seleccionados para
los ensayos en invernadero tienen la capacidad de producir glucanasas,
proteasas, quitinasas, sideróforos y auxinas.
Entre los hongos con un uso potencial para biocontrol se aisló e
identificó molecularmente una especie de hongo ascomiceto saprófito
de la familia Chetomiaceae que se localiza de manera ubicua en el Valle
de Guasave. Este hongo posee una actividad in vitro antagonista contra
dos hongos fitopatógenos de raíz: Fusarium oxysporum f. sp. lycopersici y
Rhizoctonia solani (Galindo et al., 2005).

Referencias

Atzorn, R., Crozier, A., Wheeler, C.T. et al. (1988). Production of gibbere-
llins and indole-3-acetic acid by Rhizobium phaseoli in relation to nodu-
lation of Phaseolus vulgaris roots. Planta, 175.

248 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Baker, R. (1987). Mycoparasitism: ecology and physiology. Canadian Jour-
nal of Plant Pathology, 9.
Bent, E., Tuzun, S., Chanway, C.P. et al. (2001). Alterations in plant growth
and in root hormone levels of lodgepole pines inoculated with rhizobac-
teria. Canadian Journal of Microbiology, 47.
Bernard R., G. (2012). Plant Growth-Promoting Bacteria: Mechanisms and
Applications. Scientifica, 15.
Buyer, J.S., Kratzke, M.G., Sikora, L.J. (1993). A method for detection of
pseudobactin, the siderophore produced by a plant-growth-promoting
pseudomonas strain, in the barley rhizosphere. Applied and Environmen-
tal Microbiology, 59.
Buysens, S., Poppe, J., Hofte, M. (1994). Role of siderophores in plant grow-
th stimulation and antagonism by pseudomonas aeruginosa 7NSK2. M.
H. Ryder, P. M. Stephens and G. D. Bowen (eds.), Improving plant produc-
tivity with rhizosphere 70 bacteria. Australia: Commonwealth Scientific
and Industrial Research Organization. Adelaide.
Cattelan, A.J., Hartel, P.G., Fuhrmann, J.J. (1999). Screening for plant
growth-promoting rhizobacteria to promote early soybean growth. Soil
Science Society of America Journal, 63.
Cifuentes, J.L., Gaxiola, J. (2003). Atlas de los ecosistemas de Sinaloa. Méxi-
co: Once Ríos.
Conrath, U. (2011). Molecular aspects of defence priming. Trends in Plant
Science, 16(10).
Cook, R.J., Baker, K.F. (1983). The Nature and Practice of Biological Control.
American Phytopathological Society, st. Paul, mn.
Cordero-Ramírez, J.D., López-Rivera, R., Calderón-Vázquez, C.L. et al.
(2012). Microorganismos asociados a la rizósfera de jitomate en un
agroecosistema del valle de Guasave, Sinaloa, México. Revista Mexicana
de Biodiversidad, 83.
Cordero-Ramírez, J.D., López-Rivera, R., Figueroa-López, A.M. et al.
(2013). Native soil bacteria isolates in Mexico exhibit a promising anta-
gonistic effect against Fusarium oxysporum f.sp. radicis-lycopersici. Jour-
nal of Basic Microbiology, 53.
David, C., Herve, C., Nicolás, F. et al. (2005). The crystal structure of the
pyoverdine outer membrane receptor FpyA from Pseudomonas aerugi-
nosa at 3.6°A resolution. Journal of Molecular Biology, 347.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 249


Eljounaidi, K., Lee, S., Bae, K. (2016). Bacterial endophytes as potential
biocontrol agents of vascular wilt diseases-Review and future pros-
pects. Biological Control, 103.
Figueroa-López, A.M., Cordero-Ramírez, J.D., Martínez-Álvarez, J.C. et
al. (2016). SpringerPlus 5:330. DOI 10.1186/s40064-016-1780-x.
Mora-Romero G.A., Cervantes-Gámez, R.G., Galindo-Flores, H. et al.
(2015). Mycorrhiza-induced protection against pathogens is both geno-
type-specific and graft-transmissible. Symbiosis. DOI: 10.1007/s13199-
015-0334-2.
Frankowski, J., Lorito, M., Scala, F. et al. (2001). Purification and proper-
ties of two chitinolytic enzymes of Serratia plymuthica HRO-C48. Archi-
ves of Microbiology, 176.
Galindo-Flores, H., Martínez-Álvarez, J.C., Nava-Pérez, E. et al. (2005).
A saprotrophic fungal isolate from Northern Sinaloa, México, with ho-
mology to members of the Chaetomiaceae behaves as an antagonist of
phytopathogenic fungi in vitro. Revista Mexicana de Fitopatología, 23(2).
Galindo-Flores, H. (2008). Resistencia inducida por micorrización en
tomate (Lycopersicon escullentum, Mill.) ante Xanthomonas campes-
tris pv. vesicatoria. Tesis de maestría en Recursos Naturales y Medio
Ambiente. Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo
Integral Regional Unidad Sinaloa.
Goldman, G.H., Hayes, C., Harman, G.E. (1994). Molecular and cellular bio-
logy of biocontrol by Trichoderma spp. Trends in Biotechnology, 12.
Gutiérrez-Manero, F.J., Ramos-Solano, B., Probanza, A. et al. (2001). The
plant growth-promoting rhizobacteria Bacillus pumilus and Bacillus
licheniformis produce high amounts of physiologically active gibbere-
llins. Physiologia Plantarum, 111.
Gyaneshwar, P., Kumar, G.N., Parek, L.J. et al. (2002). Role of soil microor-
ganisms in improving P nutrition of plants. Plant and Soil, 245.
Harman, G.E., Howel, C.H., Viterbo, A. et al. (2004). Trichoderma species–
opportunistic, avirulent plant symbionts. Nat. Rev. Microbiol, 2.
Joo, G.J., Kim, Y.M., Kim, J.T. et al. (2009). Gibberellins-producing rhizo-
bacteria increase endogenous gibberellins content and promote growth
of red peppers. Journal of Microbiology, 43.
Kamilova, F., Validov, S., Azarova, T. et al. (2005). Enrichment for enhan-
ced competitive plant root tip colonizers selects for a new class of bio-
control bacteria. Environ. Microbiol, 7.

250 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Haas, D., Keel, C. (2003). Regulation of antibiotic production in root-co-
lonized Pseudomonas spp. and relevance for biological control of plant
disease. Annual Review of Phytopathology, 41.
Kang, S.M., Joo, G.J., Hamayun, M. (2009). Gibberellin production and
phosphate solubilization by newly isolated strain of Acinetobacter cal-
coaceticus and its effect on plant growth. Biotechnology Letters, 31.
Kishore, G.K., Pande, S., Podile, A.R. (2005). Biological control of late leaf
spot of peanut (Arachis hypogaea) with chitinolytic bacteria. Phytopa-
thology, 95.
Kumar, V., Narula, N. (1999). Solubilization of inorganic phosphates and
growth emergence of wheat as affected by Azotobacter chroococcum
mutants. Biology and Fertility of Soils, 28.
Kurek, E., Jaroszuk-Scisel, J. (2003). Rye (Secale cereale) growth promo-
tion by Pseudomonas fluorescens and their interactions with Fusarium
culmorum under various soil conditions. Biological Control, 26.
Lindow, S.E., María, T., Brandl, M.T. (2013). Microbiology of the Phyllos-
phere. Applied and Environmental Microbiology, 69(4).
Lingua, G., D’Agostino, G., Massa, N.G. et al. (2002). Mycorrhiza-induced
differential response to a yellows disease in tomato. Mycorrhiza, 12.
Liu, J., Maldonado-Mendoza, I.E., López-Meyer, M. et al. (2007). Arbuscular
mycorrhizal symbiosis is accompanied by local and systemic alterations
in gene expression and an increase in disease resistance in the shoots.
The Plant Journal, 50.
Lizárraga-Sánchez, G.J., Leyva-Madrigal, K.Y., Sánchez-Peña, P. et al.
(2015). Bacillus cereus sensu lato strain B25 controls maize stalk and ear
rot in Sinaloa, Mexico. Field Crops Research, 176.
Lorteau, M.A., Ferguson, B.J., Guinel, F.C. (2001). Effects of cytokinin on
ethylene production and nodulation in pea (Pisum sativum) cv. Sparkle.
Physiologia Plantarum, 112.
Manjula, K., Kishore, G.K., Podile, A.R. (2004). Whole cells of Bacillus sub-
tilis AF 1 proved effective than cell free and chitinase-based formula-
tions in biological control of citrus fruit rot and groundnut rust. Cana-
dian Journal of Microbiology, 50.
Martínez-Álvarez, J.C., Castro-Martínez, C., Sánchez-Peña, P. et al.
(2016). Development of a powder formulation based on Bacillus cereus
sensu lato strain B25 spores for biological control of Fusarium verticillioi-
des in maize plants. World J Microbiol Biotechnol, 332.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 251


Mendes, R., Kruijt, M., de Bruijn, I. et al. (2011). Deciphering the rhizos-
phere microbiome for disease-suppressive bacteria. Science, 332.
Mora-Romero, G.A. (2008). Efecto de la micorrización con Glomus intrara-
dices y la tolerancia al moho blanco causado por Sclerotinia esclerotiorum
en tres líneas de frijol. Tesis de maestría en Recursos Naturales y Medio
Ambiente. Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo
Integral Regional Unidad Sinaloa. Guasave, Sinaloa, México.
Nagórska, K., Bikowski, M., Obuchowski, M. (2007). Multicellular beha-
viour and production of a wide variety of toxic substances support usa-
ge of Bacillus subtilis as a powerful biocontrol agent. Acta Biochimica
Polonica, 54.
Nelson, E.B., Chao, W.-L., Norton, J.M. et al. (1986). Attachment of Entero-
bacter cloacae to hyphae of Pythium ultimum: possible role in the biolo-
gical control of Pythium preemergence damping-off. Phytopathology, 76.
Ordentlich, A., Elad, Y., Chet, I. (1988). The role of chitinase of Serratia
marcescens in biocontrol of Sclerotium rolfsii. Phytopathology, 78.
Pan, Hua-Q.L., Qing-Lian, H., Jiang-Chun (2017). The complete genome se-
quence of Bacillus velezensis 9912D reveals its biocontrol mechanism as
a novel commercial biological fungicide agent. Journal of Biotechnology.
<http://dx.doi.org/10.1016/j.jbiotec.2017.02.022>.
Raaijmakers, J.M., Paulitz, T.C., Steinberg, C. et al. (2008). The rhizosphe-
re: a playground and battlefield for soilborne pathogens and beneficial
microorganisms. Plant and Soil DOI10.1007/s11104-008-9568-6.
Raaijmakers, J.M., van der Sluis, I., Koster, M. et al. (1995). Utilization of
heterologous siderophores and rhizosphere competence of fluorescent
Pseudomonas spp. Canadian Journal of Microbiology, 4.
Ryu, C.M., Farag, M.A., Hu, C.H. et al. (2004). Bacterial volatiles induce sys-
temic resistance in Arabidopsis. Plant Physiology, 134.
Schippers, B., Bakker, A.W., Bakker, pahm (1987). Interactions of delete-
rious and beneficial microorganisms and the effect on cropping practi-
ces. Annu. Rev. Phytopathol, 25.
Singh, S., Kapoo, K.K. (1998). Inoculation with phosphate-solubilizing mi-
croorganisms and a vesicular-arbuscular mycorrhizal fungus improves
dry matter yield and nutrient uptake by wheat grown in a sandy soil.
Biology and Fertility of Soils, 28.
Stevenson, F.J., Cole, M.A. (1999). Cycles of soil: carbon, nitrogen, phos-
phorous, sulfur, micronutrients. 2nd edition. New York: Wiley.

252 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Sturz, A.V., Christie, B.R., Nowak, J. (2000). Bacterial Endophytes: Poten-
tial Role in Developing Sustainable Systems of Crop Production, Critical
Reviews. Plant Sciences, 19.
Thomashow, L.S., Weller, D. (1996). Current concepts in the use of introdu-
ced bacteria for biological disease control: mechanisms and antifungal
metabolites. Plant-Microbe Interact, ed. G Stacey, nt Keen, New York:
Chapman & Hall.
Thomashow, L.S. (2016). Induced systemic resistance: a delicate balance.
Environ Microbiol Rep, 8(5). <https://doi.org/10.1111/1758-2229.12474>.
Vandenbergh, P.A., González, C.F. (1984). Method for protecting the growth
of plants by employing mutant siderophore producing strains of Pseudomo-
nas putida. U.S. patent No. 4479 936.
Vessey, J.K. (2003). Plant growth promoting rhizobacteria as biofertilizers.
Plant and Soil, 255.
Volkmar, K.M., Bremer, E. (1998). Effects of seed inoculation with a strain
of Pseudomonas fluorescens on root growth and activity of wheat in
well-watered and drought-stressed glass-fronted rhizotrons. Canadian
Journal of Plant Sciences, 78.
Wang, Y., Brown, H.N., Crowley, D.E. et al. (1993). Evidence for direct utili-
zation of a siderophore ferrioxamine B, in axenically grown cucumber.
Plant Cell and Environment, 16.
Whipps, J.M. (2001). Microbial interactions and biocontrol in the rhizos-
phere. Journal of Experimental Biology, 52.
Yahalom, E., Okon, Y.A., Dovrat, A. (1990). Possible mode of action of
Azospirillum brasilense strain Cd on the root morphology and nodule
formation in burr medic (Medicago polymorpha). Canadian Journal of
Microbiology, 36.
Zhang, H., Mahunu, G.K., Castoria, R. et al. (2017). Augmentation of bio-
control agents with physical methods against postharvest diseases of
fruits and vegetables, Trends in Food Science & Technology. Doi: 10.1016/j.
tifs.2017.08.020.
Zavaleta, M.E. (1999). Alternativas de manejo de las enfermedades de las
plantas. TERRA Latinoamericana, 17.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 253


Aplicación de procesos tecnológicos
en ingredientes vegetales para la
sustentabilidad económica del cultivo de
tilapia (Oreochromis niloticus) en México

Francisco Valdez-González
Breidy Cuevas-Rodríguez
Iram Zavala-Leal
Marcial Ruiz Velazco-Arce
Juan Pacheco-Vega
Iván Díaz-Vázquez

D  e acuerdo con la fao, la acuicultura es el sector productivo de ali-


mentos de origen animal que presenta mayor crecimiento, con
alrededor de 73.8 millones de toneladas (45% del total de producción
acuícola) con un valor aproximado de 160 200 millones de usd (Shamna
et al., 2015; fao, 2016). Y aunque se cultiva una gran variedad de organis-
mos acuáticos, el cultivo de peces es la actividad de mayor importancia
en muchos países y proporciona casi la mitad de todo el pescado destina-
do al consumo humano (Deng et al., 2015), siendo las especies dulceacuí-
colas las que ocupan el mayor volumen de producción (fao, 2016).
En ese grupo, la tilapia (Oreochromis niloticus) es la segunda especie
de mayor importancia en acuicultura tropical (Fitzsimmons, 2006;
Deng et al., 2015) por adaptarse a diversas condiciones de cautiverio
(Castillo, 2001). Además, por su valor comercial, sus cualidades para

255
consumo humano y sus hábitos alimenticios, su cultivo se ha extendido
por todo el mundo (Khalifa et al., 2016).
Por ejemplo, en Latinoamérica su cultivo se ha incrementado en los
últimos años (fao, 2014), siendo México uno de los países con gran po-
tencial acuícola, principalmente por sus condiciones ambientales y pre-
ferencias del consumidor por esta especie (Castillo-Campo, 2012). Sin
embargo, a medida que han aumentado las actividades acuícolas, tam-
bién han surgido necesidades importantes que limitan la rentabilidad
de dicha actividad. Entre éstas se encuentra todo lo relativo a la dieta
(Collins et al., 2012), que representa entre el 50 y el 70% total de los cos-
tos de producción en acuicultura intensiva y superintensiva (Val-
dez-González et al., 2017).
Los altos costos de la dieta están relacionados con la fuente de proteí-
na que se utiliza para su elaboración (El-Saidy y Gaber, 2011). La harina de
pescado es la materia prima más usada en la elaboración de alimentos
para organismos acuáticos. Sin embargo, en los últimos años su costo se
ha incrementado y su disponibilidad es limitada (Liu et al., 2011; Bowzer
et al., 2015). Por esas razones, y con el fin de reducir los costos de produc-
ción, se han hecho numerosas investigaciones donde se utilizan fuentes
de proteína de origen vegetal para reemplazar parcial o totalmente la ha-
rina de pescado (Oliveira et al., 2006; Valdez-González et al., 2017).

Generalidades de la tilapia

La tilapia del Nilo O. niloticus es una especie tropical originaria del sur
de África Central y a partir de 1939 comenzó su distribución en otros
países, de tal forma que hoy día se puede encontrar en diversas regiones
tropicales y subtropicales del mundo (Webster et al., 2016). En México
se introdujo en 1964 y a partir de esa fecha su cultivo está extendido en
la mayor parte de los estados (Castillo, 2001).

256 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Aunque se cultivan más de 22 especies de tilapia, las más utilizadas
han sido tilapia del Nilo (O. niloticus con sus diversas variedades), tilapia
de Mozambique (O. mossambicus) y tilapia plateada (O. aureus; fao,
2010). Cada una de estas especies presenta características específicas
que optimizan sus condiciones de cultivo (Rodríguez y García, 2009). La
talla y peso que alcanza en cada fase está directamente relacionada con
los factores ambientales, como alimentación, densidad de siembra y ca-
lidad de agua (Morales, 2003).

Crecimiento y desarrollo

El crecimiento de la tilapia se divide en cinco fases: huevos, alevín, cría,


juvenil y adulto. La talla y peso que se alcanza en cada estadio está di-
rectamente relacionada con los factores ambientales, como alimento,
espacio, calidad de agua (Morales, 2003).

Ventajas del cultivo de tilapia

Entre las especies piscícolas de mayor explotación las tilapias son consi-
deradas como las mejores para la acuicultura de agua dulce por las si-
guientes características (fao, 2010):

■ Son especies de aguas cálidas (Philipart y Ruwet, 1982).


■ Se adaptan a condiciones diversas de salinidad y de temperatura
(Chervinski, 1982).
■ Presentan alta fecundidad.
■ Son de rápido crecimiento.
■ Presentan tolerancia a desarrollarse en condiciones de alta densidad.
■ Son omnívoras (Morales, 2003).

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 257


Nutrición y alimentación de tilapia

Hay problemas de competitividad en la industria de la tilapia, ya que no


se pueden mantener niveles confiables de producción. Esto se debe a la
caída de precios, el incremento en el costo de producción, la falta de es-
trategias para el manejo de los sistemas de producción basadas en el
conocimiento científico y la carencia de información sobre el impacto
del cultivo en el ambiente (Valdez-González et al., 2017). Lo anterior,
aunado a que en los últimos años la intensificación de los sistemas de
cultivo ha generado un incremento en la demanda de materias primas
de buena calidad para la fabricación de alimentos, en los que tradicio-
nalmente se han empleado como principal fuente proteínica la harina
de pescado, por ser la que mejor suple las exigencias nutricionales de los
peces, lo que también la convierte en la materia prima que más incre-
menta los costos (fao, 2014).
Según Valdez-González et al. (2017), las prácticas de nutrición y
alimentación llegan a corresponder del 50 al 80% de los costos de pro-
ducción en acuacultura intensiva y superintensiva. Por tanto, con la
finalidad de reducir los costos de producción, diversos investigadores
han realizado trabajos sobre la sustitución de harina de pescado por
otras fuentes proteínicas en alimentos para especies acuícolas (Gardu-
ño-Lugo et al., 2008; Goncalves-Leal et al., 2009; Yuan et al., 2013, Val-
dez-González et al., 2016), encontrándose que puede ser sustituida en
grado variable por diferentes fuentes de proteína, como los extractos
proteínicos, los cuales se evalúan tomando en consideración principal-
mente el contenido de proteína y la digestibilidad, entre otras (Falaye et
al., 2014; Valdez-González et al., 2017).

Digestibilidad de nutrimentos

Los coeficientes de proteína y energía digerible son requeridos para formu-


lar alimentos balanceados que cubran los requerimientos nutricionales,

258 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


así como para permitir la sustitución efectiva de ingredientes con base
en su costo y para reducir la producción de desperdicios (Valdez-Gonzá-
lez et al., 2016). En la actualidad, los alimentos balanceados comerciales
están formulados con base en datos derivados de estudios en laborato-
rios o estanques en los que se miden parámetros de producción sin co-
nocimiento de la disponibilidad de los nutrientes (Falaye et al., 2014).
Estas formulaciones toman en cuenta la composición dietética bruta
que produjo un crecimiento óptimo y pueden formularse bajo el concep-
to de menor costo únicamente, sin considerar mantener fijos los reque-
rimientos dietéticos brutos (Valdez-González et al., 2017).
Las formulaciones que se basan exclusivamente en la composición
dietética y no en la composición digerible pueden producir alimentos
sobre formulados, incrementando su costo y los niveles de contaminan-
tes, ya que la proteína es el ingrediente más costoso en alimentos balan-
ceados y puede ocasionar la acumulación de nitrógeno orgánico en el
agua de cultivo (Adamidou et al., 2011; Vandenberg et al., 2012). Ade-
más, como se mencionó, el alimento constituye una gran parte de los cos-
tos de producción (Castillo-Campo, 2012), por lo que una formulación
elaborada con los valores de digestibilidad de los ingredientes permite
obtener ahorros adicionales con la optimización de sus formulaciones
(Valdez-González et al., 2016). En vista de ello, ha sido necesaria la deter-
minación de los coeficientes de digestibilidad de las materias primas más
utilizadas para la formulación de las dietas (Valdez-González et al., 2017).
Debido a lo anterior, uno de los valores que inicialmente se debe
evaluar es la digestibilidad de la fuente proteínica, con el fin de conocer
los valores nutricionales digestibles por la especie en estudio (Drew et
al., 2007). Los métodos más utilizados para determinar digestibilidad
son el método directo e indirecto. El primero consiste en la colecta total
de heces, mientras que el otro utiliza algún tipo de marcador no digeri-
ble. Para este método se conocen dos tipos de marcadores: los que se aña-
den a la dieta, o marcadores externos, como óxido de cromo (Akiyama et
al., 1989), y los que se encuentran en ella como componentes naturales o

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 259


marcadores internos, como la fibra cruda y la ceniza ácido-resistente
(De Silva y Perera, 1984). El óxido crómico ha presentado los mejores
resultados en peces (Akiyama et al., 1989; Glencross et al., 2007). Una
ventaja de este marcador es que su inclusión en la dieta se da en propor-
ciones relativamente bajas, por lo que la composición general de la dieta
no se ve afectada, como tampoco la palatabilidad y el tiempo de paso en
el tracto digestivo. En general, no hay diferencias en digestibilidad de
materia seca cuando la inclusión de óxido de cromo es de 1% (Akiyama
et al., 1989).

Requerimientos proteínicos en peces

La proteína para los peces es uno de los componentes energéticos más


importantes y por consiguiente se deben tomar en cuenta las fuentes
posibles de ésta a ser usadas en las dietas (Valdez-González et al., 2013).
Vanderberg y De la Noüe (2001) refieren que se necesita información
relativa a la disponibilidad de fuentes específicas de proteína para llevar
a cabo estudios de requerimientos y evaluación de insumos como posi-
bles candidatos de inclusión en dietas que tengan como característica
su bajo costo o costo moderado de fabricación y generen un mínimo im-
pacto en la contaminación del medio ambiente.
Los requerimientos de proteína por los peces están influidos por
muchos factores bióticos y abióticos, entre los cuales está la densidad de
animales, la calidad y temperatura del agua, los ingredientes utilizados,
la calidad de la proteína y digestibilidad entre otros (Valdez-González et
al., 2017). Algunos estudios no muestran consistencias en cuanto a estos
parámetros, aunque se observaron diferentes efectos de la temperatura
en términos de crecimiento, así como mayor requerimiento proteínico
absoluto a temperaturas más altas; en apariencia, dicha demanda fue
satisfecha al incrementar el consumo de las dietas con niveles de proteí-
na bajos (Rodríguez y García, 2009).

260 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


A través de los alimentos disponibles u ofrecidos, los peces deben
obtener suficientes cantidades de nutrientes esenciales necesarios
para garantizar la funcionalidad de sus procesos fisiológicos y meta-
bólicos, asegurando un adecuado crecimiento, salud y reproducción.
De manera general, se ha reconocido que las exigencias corresponden
a no menos de 44 nutrimentos esenciales que incluyen agua, aminoá-
cidos esenciales, energía, ácidos grasos esenciales, vitaminas, minera-
les y carotenoides, con algunas particularidades dependiendo de la
especie (Toledo-Pérez, 2005).
El nivel óptimo de proteína para cada especie de pez depende del
balance energético, la composición de aminoácidos, la digestibilidad de
la proteína y de la cantidad de fuentes de energía no proteica de la ración.
Hay en la actualidad una gran variedad de estudios sobre porcentajes de
inclusión de proteína cruda en los que se considera que una dieta alta en
proteína durante todo el periodo de cría no podrá ser capaz de utilizar
efectivamente el alimento al mismo grado día tras día (Valdez-Gonzá-
lez et al., 2016). Esta hipótesis fue probada en juveniles de O. niloticus,
mediante el uso de programas de alimentación combinados, en donde
una dieta alta en proteína (dieta con requerimiento óptimo de proteína)
fue alternada con una dieta baja en proteína (contenía 10% menos del
requerimiento óptimo). Los resultados experimentales apoyaron el ha-
llazgo de que cuando los peces son mantenidos en ciertos programas de
alimentación combinados crecen igual o mejor a aquellos mantenidos
con una dieta regular alta en proteína (De Silva, 2006).
El crecimiento de los organismos acuáticos en cautiverio está in-
fluido por factores externos entre los que destaca la ración alimenticia.
El conocimiento de la ración óptima para cualquier especie significa su-
ministrar el alimento necesario para alcanzar la mayor eficiencia en la
conversión del mismo, logrando el máximo crecimiento de los organis-
mos. La cantidad de alimento varía en función de la demanda energéti-
ca, que es principalmente caracterizada por el estado fisiológico de los

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 261


peces. La cantidad requerida para los primeros estadios de vida es ma-
yor debido a la energía demandada por el acelerado metabolismo que se
canaliza en la formación de tejido somático, derivando en un rápido cre-
cimiento (García-Ulloa, 2004).

Fuentes proteínicas vegetales en dietas para tilapia

Con el fin de reducir costos de producción, se han hecho grandes esfuer-


zos para incorporar ingredientes vegetales en dietas para tilapia con el
objetivo de reemplazar totalmente la harina de pescado. La tendencia
general de estos ensayos ha demostrado que el reemplazo de la harina
de pescado con una sola fuente proteínica vegetal arriba de 25-35% da
lugar a un bajo nivel de crecimiento, atribuido principalmente a los fac-
tores antinutritivos (Valdez-González et al., 2013). El reemplazo de la
harina de pescado con una mezcla compleja de fitoproteínas puede redu-
cir la exposición de pescados a los factores antinutritivos individuales y
mejorar su funcionamiento (Olvera- Novoa y Olivera-Castillo, 2000).

Cereales

El maíz se utiliza en la formulación de dietas para aves, cerdos, ganado


vacuno y en la acuacultura se ha empleado en la formulación de dietas
para peces como la trucha arcoíris Oncorhynchus mykiss (Gomes et al.,
1995). Wu et al. (1995) obtuvieron una digestibilidad de proteína de 97%
en dietas para tilapia Oreochromis sp.
También se han probado granos destilados secos de maíz en tilapia
con excelentes resultados en digestibilidad proteínica (Valdez-Gonzá-
lez et al., 2016). Asimismo, también se han utilizado concentrados pro-
teínicos de maíz (Khalifa et al. 2016).

262 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Leguminosas

Varios investigadores han hecho trabajos para sustituir la harina de


pescado por fuentes proteínicas derivadas de leguminosas (Gardu-
ño-Lugo et al., 2008; Goncalves-Leal et al., 2009; Adamidou et al., 2011;
Olivera-Castillo et al., 2011; Vandenberg et al., 2012) ), mostrando que
puede ser sustituida en diferentes porcentajes, dependiendo de la fuen-
te de proteína vegetal, tomando en consideración principalmente el
contenido de proteína, la digestibilidad y el balance aminoacídico (Drew
et al., 2007).
Entre las harinas de origen vegetal, las leguminosas de grano han
sido intensamente probadas a escala mundial como reemplazo de la ha-
rina de pescado en dietas acuícolas, concluyendo que dicho cambio debe
ser parcial para no alterar el crecimiento, la concentración de proteína
corporal, la digestibilidad de los nutrientes y el uso de la energía por
parte de los organismos (Glencross et al., 2004; Glencross et al., 2007;
Valdez-González et al., 2017).
Se han obtenido resultados alentadores con semillas y leguminosas
procesadas (Goncalves-Leal et al., 2009; Olivera-Castillo et al., 2011;
Vandenberg et al., 2012), semillas de algodón (El-Saidy y Saad, 2011),
semillas de ajonjolí fermentada (Olude et al., 2016), semillas de caucho
(Deng et al., 2015) y frijol (Valdez-González et al., 2017).

Procesamiento de granos y subproductos para su utilización


en alimentación en dietas acuícolas

Hay diferentes procesos para el mejoramiento y aprovechamiento de


grandes cantidades de fuentes vegetales, entre los que se encuentran el
descascarillado y la extrusión.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 263


Descascarillado

El descascarillado de las leguminosas disminuye el contenido de fibra


cruda y mejora la apariencia, textura, calidad de cocción, palatabilidad
y digestibilidad de las proteínas, así como la reducción de taninos
(Egounlety y Aworh, 2003).

Extrusión

Es un proceso que permite mayor aprovechamiento de las leguminosas,


el cual se lleva a cabo a temperaturas entre 150 a 200ºC y tiempos de
residencia relativamente cortos (Milán-Carrillo et al., 2002). Al tener
un proceso de cocción corto, se protege muy bien el sabor y los nutrien-
tes, además de que permite la inactivación de enzimas al mismo tiempo
de microorganismos y factores antinutricionales termolábiles, como los
inhibidores de tripsina y lectinas (Nikmaram et al., 2017), razón por la
cual es ampliamente utilizado en la industria alimenticia (Pastor-Cava-
da et al., 2011).

Bioprocesamiento

La fermentación (bioconversión) implica el empleo de microorganismos


para llevar a cabo transformaciones de la materia orgánica catalizadas
por enzimas. La fermentación ha sido realizada como un arte durante
muchos años (Cuevas-Rodríguez et al., 2004).
El término fermentación en estado sólido se ha definido como «el
crecimiento de microorganismos sobre materiales sólidos sin la presencia
de líquido libre» (Paredes-López y Harry, 1988). Este tipo de fermentación
presenta una serie de ventajas, entre las que se pueden mencionar: (1)
bajo costo, (2) pocos requerimientos de agua y energía, (3) se generan po-
cos desechos y (4) usualmente no se requieren condiciones asépticas es-
trictas (Reyes-Moreno et al., 2004).

264 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


El bioprocesamiento de ingredientes por fermentación en estado
sólido es una técnica de bajo costo para la preparación de dietas balan-
ceadas. Rhizopus oligosporus se ha utilizado como productor de alimen-
tos fermentados por bioconversión en estado sólido de subproductos
agroindustriales (Cañedo et al., 2016)
El género Rhizopus es especialmente importante por la producción
de proteínas con alta digestibilidad, evitando la formación de sustan-
cias tóxicas y ser considerado seguro para su aplicación en la industria
alimentaria (Bourdichon et al., 2012).

Conclusión

La aplicación de procesos tecnológicos en ingredientes vegetales es una


alternativa interesante en la industria acuícola en México. Estos proce-
sos son de bajo costo y permiten el aprovechamiento nutrimental de
distintas fuentes de origen vegetal, reduciendo costos de producción, lo
que incide directamente en la sustentabilidad económica de los cultivos
de tilapia en México y el mundo.

Referencias

Adamidou, S.; Nengas, I., Henry, M. et al. (2011). Effects of dietary inclu-
sion of peas, chickpeas and faba beans on growth, feed utilization and
health of gilthead seabream (Sparus aurata). Aquaculture Nutrition, 17.
Akiyama, D.; Coelho, S.R., Dominy, W.G. et al. (1989). Apparent digestibility
of feedstuffs by the Marine Shrimp Penaeus vannamei Boone. Nippon
Suisan Gakkaishi, 55.
Bowzer, J.; Trushenski, J., Rawles, S. et al. (2015). Apparent digestibility of
Asian carp-and common carp-derived fish meal in feeds for hybrid stri-
ped bass Morone saxatilis X M. chrysops and rainbow trout Oncorhynchus
mykiss. Aquaculture Nutrition, 21.
Bourdichon, F.; Casaregola, S., Farrokh, C. et al. (2012). Food fermenta-
tions: microorganisms with technological beneficial use. Int J Food Mi-
crobiol, 154.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 265


Cañedo, M.S.; de Paula, F.A., Vendruscolo, F. (2016). Protein enrichment of
brewery spent grain from Rhizopus oligosporus by solid-state fermenta-
tion. Bioprocess Biosyst Eng, 39.
Castillo, L. (2001). Una evolución de 20 años, de la incertidumbre al éxito,
doce años después. crc. Chemisth, 1.
Castillo-Campo, LF. (2012). Tilapia roja. Una evolución de 29 años, de
la incertidumbre al éxito. Editorial Académica Española. isbn: 13:978-
38473847355335.
Chervinski, J. (1982). Environmental physiology of tilapia. (R .S. V. Pullin
y R. H. Lowe McConnell, eds.), The biology and culture of tilapia iclarm.
Conference Proceedings 7. Manila, Philippines: International Center for
Living Aquatic Resources Management.
Collins, S.A., Desai, A.R., Mansfield, G.S. et al. (2012). The effect of increa-
sing inclusion rates of soybean, pea and canola meals and their protein
concentrates on the growth of rainbow trout: Concepts in diet formula-
tion and experimental design for ingredient evaluation. Aquaculture, 42.
Cuevas-Rodríguez, E.O., J. Millán-Carrillo, J. Mora-Escobedo, R. et al.
(2004). Quality protein maize (Zea mays L) tempeh flour though solid
state fermentation process. Lebesm Wiss und-Technology, 37.
Deng, J.M.; Wang, Y. , Chen, L.Q. et al. (2015). Effects of replaceing plant
proteins with rubber seed meal on growth, nutrient utilization and
blood biochemical parameters of tilapia (Oreochromis niloticus x O. au-
reus). Aquaculture Nutrition, 44.
De Silva, S.S., Perera, M.K. (1984). Digestibility. Sarotherodon niloticus fry:
effect of dietary protein level and salinity with further observations on
variability in daily digestibility. Aquaculture, 38.
_____ (2006). Reducción de costos en la alimentación acuícola: ¿es el uso
de programas de alimentación combinada la respuesta para la práctica
semi-intensiva? Aquaculture Asia, 10.
Drew, M.D., Borgeson, T.L., Thiessen, D.L. (2007). A review of processing
of feed ingredients to enhance diet digestibility in finfish. Animal Feed
Science and Technology, 138.
Egounlety, M., Aworh, O.C. (2003). Effect of soaking, dehulling, cooking
and fermentation with Rhizopus oligosporus on the oligosaccharides,
trypsin inhibitor, phytic acid and tannins of soybean (Glycine max
Merr.), cowpea (Vigna unguiculata L. Walp) and groundbean (Macrotylo-
ma geocarpa Harms). Journal of Food Engineering, 56.

266 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


El-Saidy Deyab, M.S.D., Saad Amal, S. (2011). Effects of partial and com-
plete replacement of soybean meal with cottonseed meal an growth,
feed utilization and hematological indexes for mono-sex male Nile tila-
pia, Oreochromis niloticus (L.) fingerlings. Aquaculture Research, 42.
Falaye, A.E., Omoike, A., Orisasona, O. (2014). Apparent Digestibility Co-
efficient of Differently Processed Lima Bean (Phaseolus lunatus L.) For
Clarias gariepinus Juveniles. Journal of Fish Biology, 9.
fao (2010). El estado mundial de la pesca y la acuacultura 2008. Roma, Italia:
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimenta-
ción.
_____ (2014). Fisheries Departament, fishery information, data and Statistics
Unit. fishstat Plus Version 2.3. 2000, Database Aquaculture Produc-
tion 1950-2009. Rome: fao.
_____ (2016). The state of world fisheries and aquaculture. Rome, Italy:
Food and Agriculture Organization of the United Nations (fao).
Fitzsimmons, K. (2006). Tilapia aquaculture in Mexico. B. A. Costa Pierce y
J. E. Rakocy (eds.), Tilapia aquaculture in the Americas, vol. 2. Louisiana,
United State: The World Aquaculture Society, Baton Rouge.
García-Ulloa, M. (2004). Efecto de la ración alimenticia en el crecimiento de
juveniles de tilapia Oreochromis aureus (Steindachner) bajo condiciones
experimentales de cultivo. Avances de Investigación Agropecuaria, 001,
vol. 8, febrero. Universidad de Colima, México.
Garduño-Lugo y Olvzera-Novoa, M. (2008). Potential of the use of peanut
(Arachis hypogea) leaf meal as a partial replacement for fish meal in diets
for Nile tilapia (Oreochromis niloticus L.). Aquaculture Research, 35.
Glencross, B., Evans, D., Hawkins, W. et al. (2004). Evaluation of dietary
inclusion of yellow lupin (Lupinus luteus) kernel meal on the growth,
feed utilisation and tissue histology of rainbow trout (Oncorhynchus my-
kiss). Aquaculture, 235.
Glencross, B.D., Booth, M.A., Allan, G.L. (2007). A feed is only as good as
its ingredients a review of ingredient evaluation strategies for aquacul-
ture feeds. Aquaculture Nutrition, 13.
Gomes, E., Rema, P., Sadasivam, J. et al. (1995). Replacement of fish meal
by plant proteins in the diet of rainbow trout (Oncorhynchus mykiss):
digestibility and growth performance. Aquaculture, 130.
Goncalves-Leal, A.L., de Castro, P.M. (2009) Use of shrimp protein hy-
drolysate in Nile tilapia (Oreochromis niloticus) feeds. Aquacult. Inter., 10.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 267


Khalifa, N.S.A., Belal, I.E.H., Tarabily, K.A. et al. (2016). Evaluation of re-
placing fish meal with Nile tilapia Oreochromis niloticus fingerlings com-
mercial diet. Aquaculture Nutrition, 17.
Liu, L.W., Su, J.M., Zhang, T. et al. (2011). Apperent digestibility of nu-
trients in Grass carp (Ctenopharyn godonidellus) diet supplement with
graded levels of neutral phytase using pretreatment and spraying me-
thods. Aquacult. Nutr, 19.
Milán-Carrillo, J., Reyes-Moreno, C., Camacho-Hernández, I.L. et al.
(2002). Optimisation of extrusion process to transform hardened chic-
kpeas (Cicer arietinum) into a useful product. Journal of the Science of
Food and Agriculture, 82(14).
Morales, D.A. (2003). Biología, cultivo y comercialización de tilapia. México:
agt.
Nikmaram N., Leong, S.Y., Koubaa, M. et al. (2017). Effect of extrusion on
the anti-nutritional factors of food products: An overview. Food Control,
79.
Oliveira, J.M., Oliveira de Souza, E., Singh, P. (2006). Utilization of shrimp
industry waste in the formulation of tilapia (Oreochromis niloticus) (Lin-
neaus) feed. ufp, Brazil, 58059-000.
Olvera-Novoa, M.A., Olivera-Castillo, L. (2000). Potencialidad del uso de
las leguminosas como fuente proteica en alimentos para peces. R. Cive-
ra-Cerecedo, C. J. Pérez-Estrada, D. Ricque-Marie y L. E. Cruz-Suárez
(eds.), Avances en nutrición acuícola iv. La Paz, bcs, México: Memorias
del iv Simposium Internacional de Nutrición Acuícola.
Olivera-Castillo, L., Pino-Aguilar, M., Lara-Flores, M. et al. (2011). Subs-
titution of fish meal with raw or treated cowpea (Vigna unguiculata L
Walp, IT86-D719) meal in diets for Nile tilapia (Oreochromis niloticus L.)
fry. Aquaculture. Nutrition, 17.
Paredes-López, O. y Harry, G.I. (1988). Food biotechnology review. Tradi-
tional solid-state fermentation of plant raw materials-Aplication, nu-
tritional significance and future prospects. Criticals Review Food Science
and Nutrition, 27: 159-187.
Pastor-Cavada, E., Drago, S.R., González, R.J. et al. (2011). Effects of the
addition of wild legumes (Lathyrus annuus and Lathyrus clymenum) on
the physical and nutritional proparties of extruded products based on
whole corn and brown rice. Food Chemistry, 128.

268 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Philippart y Ruwet (1982). Tilapias as Non-Indegenous Species in the
Americas: Environmental Regulatory and Legal Issues. Pages 18-33. B.
A. Costa-Pierce and J. E. Rakocy (eds.), Tilapia aquaculture in the Ameri-
cas. Vol. 1. Lousiana, United States: World Aquaculture Society, Baton
Rouge.
Reyes-Moreno, C., Cuevas-Rodríguez, E.O., Milán-Carrillo, J. et al. (2004).
Solid state fermentation process for producing chickpea (Cicer arietnum
L) tempe flour. Physochemical and nutritional characteristic of the pro-
duct. Journal ScienceFood Agriculture, 84.
Rodríguez, G.H., García, U.G. (2009). Producción de tilapia en invierno en el
norte de Sinaloa. Sinaloa, México: Fundación Produce Sinaloa.
Shamna, N., Sardar, P., Sahu, N.P. et al. (2015). Nutritional evaluation of
fermented Jatropha protein concéntrate in Labeo rohita fingerlings.
Aquacult. Nutr, 21.
Valdez-González, F.J., Gutiérrez-Dorado, R. García-Ulloa, M. et al. (2013).
Revisión del efecto de los antinutrientes y la fibra de leguminosas en la
alimentación para peces. Ciencia Nicolaita, 51.
Valdez-González, F.J., García-Ulloa, M., Hernández-Llamas, A. et al.
(2016). Effect of shrimp head silage hydrolysate and distiller’s dried
corn grain on digestibility and growth of red tilapia (Oreochromis mos-
sambicus). Animal Nutrition and Feed Technology, 16.
Valdez-Gónzalez, F., Gutiérrez-Dorado, R., Hernández-Llamas, A. et al.
(2017). Bioprocessing of common beans in diets for tilapia: in vivo diges-
tibility and antinutritional factors. J. Sci. Food Agric., 17.
Vanderberg, G.W., De la Noüe, J. (2001). Apparent Digestibility compari-
son in Rainbow trout (Onchorinchus mykiss) assessed Using Three Me-
thods of Feaces Collection and three digestibility Markers. Aquaculture
Nutrition, 7.
Vandenberg, G.W., Scott, S.L., De la Noüe, J. (2012). Factors affecting nu-
trient digestibility in rainbow trout (Oncorhynchus mykiss) fed a plant
protein–based diet supplemented with microbial phytase. Aquaculture
Nutrition, 18.
Webster, C.D., Rawles, S.D., Koch, J.F. et al. (2016). Bio-Ag reutilization
of distiller’s dried grains with solubles (ddgs) as a substrate for black
soldier fly larvae, Hermetia illucens, along with poultry by-product meal
and soybean meal, as total replacement of fish meal in diets for Nile
tilapia, Oreochromis niloticus. Aquacult Nutr, 22.

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 269


Wu, Y., Rosati, R., Sessa, J. et al. (1995). Evaluation of corn gluten meal a
protein source in Tilapia diets. Journal Agricultural Food Chemistry, 43.
1585-1588.
Yuan, Y.C., Lin, Y.C., Yang, H.J. et al. (2013). Evaluation of fermented
soybean meal in the practical diets for juvenile Chinese sucker, Myxo-
cyprinus asiaticus. Aquaculture Nutrition, 19.

270 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Los autores

Alejandro Miguel Figueroa-López. Profesor Investigador adscrito al


Departamento de Biotecnología y Ciencias Alimentarias del Instituto
Tecnológico de Sonora.
[email protected]

Breidy Cuevas-Rodríguez. Escuela Nacional de Ingeniería Pesquera,


Universidad Autónoma de Nayarit. San Blas, Nayarit, México.
[email protected]

Carmen Martínez-Valenzuela. Profesora del nab del Doctorado en


Sustentabilidad de la Unidad Guasave, Universidad Autónoma de Occi-
dente. Profesora Investigadora adscrita al Instituto de Investigación en
Ambiente y Salud de la Universidad Autónoma de Occidente.
[email protected]

271
Cecilia de los Ángeles Romero Urías. Profesora de Tiempo Completo
adscrita al Departamento de Ciencias Naturales y Exactas, Universidad
Autónoma de Occidente, Unidad Regional Los Mochis.
[email protected]

Daniel García Urquídez. Doctor en Ciencias Sociales por la Universi-


dad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. Profesor Investi-
gador de la Universidad Autónoma de Occidente, Unidad Regional Gua-
save. Profesor del nab del Doctorado en Sustentabilidad de la Unidad
Regional Guasave de la UAdeO. Miembro del Cuerpo Académico Desar-
rollo Regional y Organizacional. Miembro del Sistema Sinaloense de In-
vestigadores y Tecnólogos.
[email protected]; [email protected]

Duván Emilio Ramírez Ospina. Doctor en Administración. Magíster


en Gerencia del Talento Humano. Especialista en Mercadeo. Economis-
ta. Decano de la Facultad de Ciencias Contables, Económicas y Adminis-
trativas de la Universidad de Manizales. Profesor de posgrados en la
Universidad Simón Bolívar. Doctor en Administración por la Universi-
dad Andina Simón Bolívar. Investigador Asociado (I) de la Universidad
de Manizales, Caldas, Colombia.
[email protected]

Dulce Livier Castro Cuadras. Estudiante del Doctorado en Sustenta-


bilidad de la Universidad Autónoma de Occidente, Unidad Guasave. Re-
conocido en el Programa Nacional de Posgrados de Calidad por el cona-
cyt.
[email protected]

272 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Fridzia Izaguirre Díaz de León. Doctora en Estudios Organizaciona-
les por la Universidad Autónoma Metropolitana. Profesora Investigado-
ra de la Universidad Autónoma de Occidente, Unidad Guasave. Profesora
del Núcleo Académico Básico del Doctorado en Sustentabilidad de la
Unidad Guasave, Universidad Autónoma de Occidente. Directora de la
Unidad Guasave, Universidad Autónoma de Occidente. Cuerpo Académi-
co Desarrollo Regional y Organizacional (UAdeO, Unidad Guasave).
[email protected]

Francisco Valdez-González Escuela Nacional de Ingeniería Pesquera,


Universidad Autónoma de Nayarit, San Blas, Nayarit, México. Posgrado
en Ciencias Biológico Agropecuarias y Pesqueras, Universidad Autóno-
ma de Nayarit, México.
[email protected]

Gabriel González Cázarez. Estudiante del Doctorado en Sustentabi-


lidad de la Universidad Autónoma de Occidente, Unidad Guasave. Reco-
nocido en el Programa Nacional de Posgrados de Calidad por el cona-
cyt.
[email protected]

Gisela Cota Yucupicio. Cuerpo Académico Educación, Psicología y Sa-


lud, del Instituto de Investigación e Innovación Educativa, Universidad
Autónoma de Occidente.
[email protected]

Guadalupe Arlene Mora-Romero. Profesora Investigadora adscrita


al Instituto de Investigación en Ambiente y Salud de la Universidad Au-
tónoma de Occidente. Miembro del Núcleo Académico Básico del Docto-
rado en Sustentabilidad.
[email protected]

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 273


Heleodoro Sotelo Sánchez. Doctor en Estudios Organizacionales por
la Universidad Autónoma Metropolitana. Profesor Investigador de la
Universidad Autónoma de Occidente, Unidad Guasave.
[email protected]

Iván G. Martínez Álvarez. Posgrado en Ciencias Biológico Agropecua-


rias y Pesqueras por la Universidad Autónoma de Nayarit, México
[email protected]

Iván Díaz-Vázquez. Posgrado en Ciencias Biológico Agropecuarias y


Pesqueras por la Universidad Autónoma de Nayarit, México.
[email protected]

Ignacio Eduardo Maldonado Mendoza. Doctor en Ciencias con espe-


cialidad en Biología. Profesor Investigador Titular C del Departamento
de Ecología Molecular de la Rizósfera, Instituto Politécnico Nacional
Unida ciidir Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
Nivel II. Miembro Investigador Honorífico del Sistema Sinaloense de In-
vestigadores y Tecnólogos.
[email protected]

Iram Zavala-Leal. Escuela Nacional de Ingeniería Pesquera, Universi-


dad Autónoma de Nayarit. San Blas, Nayarit, México. Posgrado en Cien-
cias Biológico Agropecuarias y Pesqueras por la Universidad Autónoma
de Nayarit.
[email protected]

Jesús Damián Cordero Ramírez. Profesor del nab del Doctorado en


Sustentabilidad de la Unidad Guasave, Universidad Autónoma de Occi-
dente. Profesor Investigador adscrito al Departamento Académico
Ciencias Biológicas de la Unidad Guasave, de la Unuversidad Autónoma
de Occidente.
[email protected]

274 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Julio César Rodríguez Valdez. Profesor Investigador de Tiempo
Completo de la Universidad Autónoma de Occidente, adscrito al Depar-
tamento de Ciencias Económico Administrativas de la Unidad Regional
Guasave. Doctor en Estudios Fiscales por la Universidad Autónoma de
Sinaloa. Miembro del Núcleo Académico Básico del Doctorado en Sus-
tentabilidad.
[email protected]

Juan Pacheco-Vega. Escuela Nacional de Ingeniería Pesquera, Univer-


sidad Autónoma de Nayarit. San Blas, Nayarit, México. Posgrado en
Ciencias Biológico Agropecuarias y Pesqueras, Universidad Autónoma
de Nayarit.
[email protected]

Luis Carlos González Márquez. Doctor en Ciencias de la Tierra por la


Universidad Nacional Autónoma de México. Profesor Investigador en la
Universidad Autónoma de Occidente, adscrito al Departamento de Inge-
niería y Tecnología, Unidad Regional Guasave. Profesor del Núcleo
Académico Básico del Doctorado en Sustentabilidad, adscrito al pncp del
conacyt e integrante del Cuerpo Académico en Formación, Manejo y
Preservación del Medio Ambiente, clave UDO-CA-3.
[email protected]

Luis Fernando Marmolejo Muñoz. Doctorando en Desarrollo Soste-


nible Universidad de Manizales.
[email protected]

Marcial Ruiz Velazco-Arce. Escuela Nacional de Ingeniería Pesquera,


Universidad Autónoma de Nayarit. San Blas, Nayarit, México. Posgrado
en Ciencias Biológico Agropecuarias y Pesqueras por la Universidad Au-
tónoma de Nayarit.
[email protected]

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 275


María de los Ángeles Cervantes Rosas. Doctora en Ciencias Admi-
nistrativas por la Universidad Autónoma de Occidente, Unidad Culia-
cán. Miembro del núcleo básico del Doctorado en Sustentabilidad. Pro-
fesora Investigadora por la UAdeO.
[email protected]

Mariela López Aguilar. Estudiante del Doctorado en Sustentabilidad,


Universidad Autónoma de Occidente, Unidad Guasave. Reconocido en
el Programa Nacional de Posgrados de Calidad por el Conacyt.
[email protected]

Nataly López Soto. Estudiante del Programa de Doctorado en Susten-


tabilidad de la Universidad Autónoma de Occidente, Unidad Guasave.
[email protected]

Óscar Lizárraga Armenta. Doctorante en Innovación y Administra-


ción de las Organizaciones por la Universidad Autónoma de Occidente,
Unidad Los Mochis. Profesor de Tiempo Completo de la Universidad
Autónoma de Occidente, Unidad Guasave.
[email protected]

Paúl A. García López. Estudiante del Doctorado en Sustentabilidad,


Universidad Autónoma de Occidente de la Unidad Guasave. Reconocido
en el Programa Nacional de Posgrados de Calidad por el conacyt.
[email protected]

Ramiro Ahumada Cervantes. Doctor en Ciencias en Ingeniería por la


Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Profesor del NAB del Doctora-
do en Sustentabilidad de la Unidad Regional Guasave, Universidad Au-
tónoma de Occidente. Profesor Investigador adscrito al Departamento

276 universidad autónoma de occidente, unidad guasave


Académico de Ingeniería y Tecnología de la Unidad Regional Guasave, de
la Universidad Autónoma de Occidente.
[email protected]

Rosa María Verduzco Durán. Cuerpo Académico Educación, Psicolo-


gía y Salud del Instituto de Investigación e Innovación Educativa, Uni-
versidad Autónoma de Occidente.
[email protected]

Rosa Elena de Anda Montaño. Máster en Administración por la Uni-


versidad Autónoma de Occidente, Unidad Guasave. Estudiante del Docto-
rado en Sustentabilidad de la Universidad Autónoma de Occidente, Uni-
dad Guasave. Reconocido en el Programa Nacional de Posgrados de
Calidad por el conacyt.
[email protected]

Rosa María Longoria-Espinoza. Profesora del nab del Doctorado en


Sustentabilidad de la Unidad Guasave, Universidad Autónoma de Occi-
dente. Profesora Investigadora adscrita al Departamento Académico
Ciencias Biológicas de la Unidad Guasave, de la Universidad Autónoma
de Occidente.
[email protected]

Zulma Karina Gámez Cervantes. Estudiante del Doctorado en Sus-


tentabilidad de la Universidad Autónoma de Occidente, Unidad Gua-
save. Reconocido en el Programa Nacional de Posgrados de Calidad por
el conacyt.
lae.karina-gamez-c@hotmail

sustentabilidad, teoría, perspectivas y realidades 277


Sustentabilidad, teoría, perspectivas
y realidades, de Fridzia Izaguirre Díaz de León,
Jesús Damián Cordero Remírez, Luis Carlos González Márquez
y Guadalupe Arlene Mora Romero (compiladores),
terminó de imprimirse en julio de 2018 en los talleres gráficos
de Ediciones del Lirio, Ciudad de México.
Tiraje: 1000 ejemplares.
View publication stats

También podría gustarte