Resumen Completo de Psicología Social (2021)

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Resumen de Psicología social (2021)

● Bibliografía:
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● Pruebas de practica:
https://drive.google.com/drive/folders/1DeHk9Wgsmu5r805EYgRMOmUSQrzrvyy6?u
sp=share_link
● Resúmenes de Ciclo Inicial: https://psicoresumenes.weebly.com/primerano.html
● Resúmenes de segundo año:
https://psicoresumenes.weebly.com/segundoano.html
● Resúmenes de tercer año: https://psicoresumenes.weebly.com/tercerano.html

Módulo 1 - ¿Una Psicología Social? Desde la tensión individuo pág 2


sociedad a la construcción social histórica de la producción de
subjetividad

Módulo 2 - Psicología Social como Psicología de lo colectivo pág 30

Módulo 3 - Interaccionismo Simbólico y Teoría de las pág 38


Representaciones Sociales

Módulo 4 - Perspectivas socioconstruccionistas en Psicología Social pág 57

Módulo 5 - Psicología Comunitaria Latinoamericana pág 76

Módulo 6 - Psicología Social del Río de la Plata pág 94

Módulo 7 - Institucionalismo pág 119

Módulo 8 - Postestructuralismo pág 146

Módulo 9 - Psicología Social como campo de conocimientos pág 156

Alejandro Busto
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Modulo 1 - ¿Una Psicología Social? Desde la tensión individuo sociedad a la
construcción social histórica de la producción de subjetividad

- ¿Cómo considerar la relación entre las nociones de individuo, sujeto y subjetividad


desde Psicología Social?
- ¿De qué hablamos cuando hablamos de subjetividad?
- ¿Es la subjetividad un fenómeno que podamos comprender en la circunscripción de
lo que se ha dado en llamar individuo?Si no es así, ¿cómo concebirla?
- Sobre la subjetividad ¿Es dado pensarla como un efecto de las relaciones más
relevantes de nuestra sociedad?
- ¿La subjetividad, entendida como modos de sentir-pensar-actuar, es consecuencia
de un cierto funcionamiento social, o puede ser pensada como constitutiva,
condición necesaria para cualquier fenómeno colectivo y a la vez efecto de creación
de cualquier modalidad de acción o producción?

● Sobre la caja de herramientas


- ¿Cuáles serían esas herramientas?
- ¿Qué nos posibilitan?
- ¿Qué implica una mirada transdisciplinaria de la subjetividad que interrogue sobre
cómo se produce, y que no se centre en esencias o sustancias invariantes?
- ¿Para qué sirve pasar de los criterios unidisciplinares a los transdisciplinares para
pensar los problemas de la actualidad?
- ¿Cómo se constituye una “caja de herramientas”?
- ¿Cómo interrogar categorías de pensamiento que se nos han presentado cómo
a-históricas y universales?

- ¿Cómo podemos pensar los elementos “psicoafectivos” o “psicosociales” a partir de


los contenidos del primer módulo?
- ¿Cuál es la noción de realidad que se maneja en estas perspectivas?
- ¿Qué nociones de sujeto y de subjetividad están en juego en los problemas así
planteados?
- ¿Qué nuevos procesos de subjetivación están teniendo lugar?

Alejandro Busto
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Dos definiciones de Psicología Social:
1) “(...)es el campo científico que busca comprender la naturaleza y causas de la
conducta y pensamiento de los individuos en situaciones sociales”.
2) “La psicología social es una disciplina que estudia cómo los fenómenos psicológicos
estan determinados y conformados por procesos sociales y culturales” (Ibañez,
2004)

Cualquier cosa, pero sobre todo la psicología social, está situada social, histórica y
geográficamente. La PS no surge en cualquier lado y en cualquier momento, sino que surge
en un contexto donde estan pasando determinadas cosas.

La PS no tiene un claro momento fundacional. Los orígenes de la PS se sitúan en general,


en el S. XIX en algunos países de Europa como Alemania, Francia, Reino Unido, y algún
otro. USA también se constituye rápidamente como un centro de producción de
conocimiento de la PS. “Situar” esos orígenes implica interpretar el contexto.

Se constituye interesada en el comportamiento colectivo. Este interés deriva directamente


de los acontecimientos sociales de la época, como el nacionalismo, el colonialismo, la
revolución industrial y la burguesa, todas constituyen el marco social en el que se plantean
problemas sobre el comportamiento colectivo.

Charles Darwin y su teoría evolucionista y desarrollista se pueden identificar como uno de


los influyentes del contexto de surgimiento de la Psicología Social. En palabras de Darwin
(1871):
“Si consideramos al hombre como animal social, es muy probable que tenga que
heredar determinadas tendencias a guardar fidelidad a los compañeros y a
someterse al jefe de la tribu, ya que ambas cualidades son propias de la mayoría
de los animales sociales. Bajo la influencia de esta herencia estará dispuesto a
salir en defensa de sus camaradas en convivencia con el resto y a prestarles
colaboración en cualquier circunstancia, siempre que no sea con un detrimento
excesivo de su propio bienestar o de sus aspiraciones más profundas.”

Grabiel tarde introduce el concepto de “proceso de socialización”, es decir, el proceso que


hace que nosotros incorporemos, a medida que crecemos, elementos que hacen a la vida
social, a la cultura, etc. Se basa en la imitación, y le presta atención a los procesos micro
más que a los macro. Sitúa al sujeto en un rol activo, en tanto sujeto con capacidad de
imitar y con un rol selectivo.

En esta época la sugestión hipnótica se comienza a utilizar como técnica de abordaje de


enfermedades mentales. En esta técnica está implícita la idea de sujeto pasivo e ingenuo (el
hipnotizado), quien es controlado por el hipnotizador. Esta idea tendrá mucha influencia en
la psicología social, en lo que se refiere a la “influencia social”.

Alejandro Busto
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Giambattista Vico (1668-1744) y los significados compartidos: Vico convirtió el
racionalismo en un historicismo, al presentar la razón como una realidad que actúa por sí
misma con una inagotable fecundidad creadora. Desarrolló una serie de conceptos que
serán claves para la psicología social.
- La idea según la cual las sociedades presentan una dimensión histórica ineludible:
se constituyen, evolucionan y cambian en el transcurso de la historia. Esta idea
sencilla y evidente, en su momento fue difícil que se aceptara, debido a que el
carácter concreto de la sociedad está tan presente en la persona que nace y se
desarrolla en ella que parece que siempre haya existido y que sea inmutable.
- Insistió en el carácter construido de la sociedad, para él, la sociedad es un producto
puramente humano que resulta de la actividad desarrollada por los individuos.

Investigó la manera en que se iban constituyendo las significaciones compartidas que


constituyen el fundamento de una sociedad y sin las cuales no sería posible la interacción
entre los que la integran. Explica cómo se constituyeron los primeros significados
compartidos a partir de las reacciones comunes que tenían los seres humanos ante los
acontecimientos naturales.

Crespo (1995) plantea que la psicología colectiva se origina en dos formas:


1. Como Psicología de los pueblos: donde lo que interesa son las características
psicológicas de los colectivos, entendidos habitualmente como unidades estables,
sean estos pueblos o naciones, y qué hace que tengan una psicología en común.
Wundt desarrolla su teoría desde esta perspectiva. Según Graumann (1990), la
psicología de los pueblos es una psicología comparativa, histórica-social y cultural.
2. Como Psicología de las masas: que tiene que ver más bien con eventos muy
intensos de acción colectiva, pero que no son tan permanente como la de los
pueblos. Se interesa por los procesos de transformación de los sujetos individuales
cuando participan en actividades colectivas.

Psicología de los pueblos

La obra de Wilhelm Wundt tiene dos componentes:


1) El referido a los contenidos de la conciencia y los procesos sensoriales básicos, los
cuales los aborda con el método de la introspección, que era la percepción interna
de los elementos de la conciencia propia. En este las variables psíquicas eran
cuantificadas y controladas.
2) El referido a la psicología social-histórica, etnopsicologia o Völkerpsychologie, que
estudiaba las formas de comportamiento colectivo, los mitos, las costumbres y el
lenguaje, buscando desarrollar la historia psicológica de la humanidad abordando la
mente de los pueblos, buscando como la diversidad se transforma en comunidad. El
lenguaje era muy importante para Wundt, era lo que compartía un pueblo y lo que
conformaba esta especie de psicología colectiva. Estos debían ser abordados de
manera interpretativa, hermenéuticamente.

Para Wundt la causalidad tenía un sentido diferente en los procesos físico-naturales y en los
procesos psíquicos. La causalidad psíquica la concibe independiente de la física, dado que
entre ambos ámbitos se da más bien un paralelismo. La vida mental, para Wundt, es
creativa y supone la transformación de los simples hechos de experiencia. La vida psíquica
se caracteriza por la capacidad de una síntesis creadora. La percepción, más que una suma
de sensaciones como se concebía en la tradición empírico-materialista, es concebida como
síntesis creadora, como “apercepción”.
Alejandro Busto
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Sus ideas acerca del lenguaje tuvieron una gran influencia en la posterior PS. Wundt
consideraba que “unido al lenguaje va el pensamiento”. Consideraba que los principios de la
evolución de las especies eran aplicables a la evolución de la mente humana, entendida
como psicología de los pueblos, en el sentido de que las razas más poderosas han
desplazado con su más fuerte creación espiritual, el lenguaje, a los débiles, es decir, las
tribus invadidas por otras fueron conquistadas, y con esas conquistas el lenguaje de esa
tribu se perdía.

Wundt considera que el lenguaje de gestos es una especie de lenguaje primitivo, a partir del
cual se puede comprender el origen de la comunicación y del pensamiento. El inicio de una
comunicación supone que “la representación afectiva no sea solo mera expresión individual,
sino que despierte análogos movimientos afectivos e iguales representaciones en otros
individuos, los cuales, a su vez, mediante la in fluencia de los afectos en ellos suscitados,
respondan con movimientos expresivos iguales o modificados. Así se desenvuelve un
pensamiento común en el cual los actos impulsivos van gradualmente pasando a ser
voluntarios y, al propio tiempo, los contenidos representativos entran en relación con los
gestos más expresivos correspondientes”.

Este primer lenguaje es altamente intuitivo y , por ello, inmediatamente inteligible. Es este
concepto de lenguaje como proceso comunicativo y elemento de la psicología de los
pueblos más que como propiedad comprensible en términos de inteligencia individual lo que
atrajo el interés de algunos psicosociologos por su obra.

Psicología de las masas

Si la psicología de los pueblos se caracteriza por intentar captar los aspectos subjetivos de
la vida colectiva estable, la psicología de las masas pretende comprender la función que los
procesos psicológicos, y más concreto, emocionales, tienen en el desarrollo de las
agrupaciones humanas transitorias.

El conjunto de caracteres comunes que impone la herencia a todos los individuos de una
raza constituye el alma de esta raza. Pero cuando un determinado número de individuos se
encuentran reunidos en multitud para obrar, del solo hecho de su aproximación resultan
ciertos caracteres psicológicos nuevos que, sobreponiéndose a los caracteres de raza, los
hace diferir, a veces, de una manera profunda.

Gustave Le Bon plantea que en las masas “Un hombre baja algunos peldaños en la
escalera de la civilización. Un individuo en una multitud es como un grano de arena que el
viento maneja como quiere”, haciendo referencia a que las personas en situación de
multitudes, de masas, se vuelve primitivo, manipulable.

Le Bon es el primero que plantea el estudio de la psicología de las masas como una tarea
científica. Si bien ya se había hablado anteriormente de ella.

Las ideas generales de Le Bon son que


- En ciertas circunstancias, una aglomeración de hombres posee caracteres nuevos
muy diferentes de los individuos que componen esta aglomeración.
- Estas multitudes son poco aptas para el razonamiento, pero por el contrario, muy
aptas para la acción.

Alejandro Busto
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Características de las multitudes

La multitud se caracteriza por una unidad mental o psicológica, lo que implica un


desvanecimiento de la personalidad de los individuos que la componen, el rebajamiento
intelectual de estos y el establecimiento de un predominio de los sentimientos, que pueden
ser tanto heroicos como criminales.

Las muchedumbres son primarias, impulsivas, conservadores y sugestionables.

Las masas admiten o rechazan las ideas en bloque, no soportan discusión o contradicción y
son impresionables por la imaginación, lo que les hace que carezcan de sentido de la
verosimilitud y que les atraiga lo maravilloso y legendario. Las convicciones de las
multitudes tienen el carácter de lo religioso por su sumisión a una voluntad exterior.

La raza,la tradición y el tiempo son los factores remotos más potentes en el mantenimiento
de un sistema de creencias. Las instituciones políticas y sociales, así como la ilustración y
educación, tienen una escasa influencia en el cambio de opinión de las multitudes.

Entre los factores inmediatos que influyen en la formación de las opiniones de las
muchedumbres estan el poder de las palabras cuando son capaces de evocar imágenes, lo
que les da un carácter mágico, las ilusiones y la repetición.

Psicología colectiva y psicología social

Tanto la psicología de los pueblos de Wundt o la psicología de las masas de Le Bon


intentaron dar respuestas a una problemática social que está en el trasfondo de las
preocupaciones de la psicología social. Estos problemas estan relacionados con la crisis de
algunas de las ideas que caracterizan el pensamiento moderno, en concreto, de la
confianza en la razón como fundamento de la libertad y felicidad, tanto de los
individuos como de los pueblos.

Un buen ejemplo de esta actitud de sospecha de este pensamiento moderno es el


planteado en la obra de Freud. Lo que Freud plantea y defiende es que la razón no es una
cualidad humana supuestamente superior, por encima de la pasión y el sentimiento, sino
que está preñada de deseo, de deseo erotico y de destrucción. Lo sublime está así
inextricablemente vinculado a lo perverso, la libertad va paradójicamente unida a la
represión, y el progreso al sufrimiento.

Dos (o tres) tipos de Psicología Social

El trabajo de Wundt tuvo como consecuencias el surgimiento de dos vertientes de la


psicología social:
1. La Psicología social psicológica (PSP): se refiere a una una psicología social,
paradójicamente, poco “social”. Se extiende el punto de vista de la psicología
experimental a “lo social”. Asume una entidad ontológica diferenciada entre individuo
y sociedad, y estudia cómo “lo social” afecta, influye lo individual, al individuo y su
conducta. Sus métodos son “objetivistas”. Admite que es posible proporcionar
definiciones diferenciadas tanto de los fenómenos psicológicos como de los sociales,
admite que entre estos fenómenos hay relación, pero que es de mera exterioridad, y
mantiene que es posible utilizar los métodos de las ciencias positivas para analizar

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esta relación y encontrar leyes generales que la regulen. Los fenómenos sociales y
los individuos son las unidades de análisis.
2. La Psicologia social sociologica (PSS): desarticula la antinomia
“individuo-sociedad” buscando aproximarse a las prácticas concretas y a las
significaciones que allí (en las prácticas) se producen, incluida en estas
construcciones está la categoría y autoconcepto de individuo. En este sentido, las
categorías de individuo y de sociedad se entienden como producidas y situadas
socio-históricamente, y que en realidad no estan separadas, sino que las entiende
como una suerte de tejido sin costuras, por lo que resulta difícil poner un límite que
marque donde empieza un fenómeno y donde el otro. La relación que se postula
entre procesos psicológicos y sociales es de mera interioridad y se emplean
métodos interpretativos para entenderla. Entiende a la subjetividad como parte de
cualquier proceso de producción de conocimiento, es decir, postula que el sujeto de
conocimiento y el proceso de conocimiento no son distintos del propio objeto de
conocimiento. Para esta perspectiva, la dimensión simbólica de la realidad es crucial
a la hora de comprender cómo lo psicológico se constituye a partir de lo social. Se
toman la interacción social y la dimensión social como unidad de análisis.

Psicología Social Construccionista (PSC): En los años ~1960 la PSP tuvo una
importante crisis, y luego de esto se ha acercado a los planteamientos de la PSS, de esta
forma se ha desarrollado una tercera vía, creada después de los años ‘70, que intenta
superar la división disciplinar entre psicologia y sociologia restituyendo a la dimensión social
toda la importancia que tiene en el análisis psicosocial y rescatando el papel fundamental
del lenguaje en la construcción de los fenómenos psicológicos.

Alejandro Busto
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El cómo y el porqué de la psicología social - Ibañez

En sus inicios los temas fundacionales de la PS tenían que ver con los instintos sociales, la
imitación, la sugestión y los fenómenos colectivos, posteriormente, cuando se había
institucionalizado, las temáticas que se destacan son el análisis de la formación de la
identidad social, los procesos de normalización y socialización, la formación y cambio de las
actitudes, la violencia y la agresión social, y los procesos de influencia (mayoritaria y
minoritaria), conformidad y obediencia.
- Los instintos: en la segunda mitad del siglo XIX la influencia de Darwin era muy
importante, esto explica porque la PS prestara una gran atención, igual que toda la
psicología, a la cuestión de los instintos e intentara explicar la conducta de los seres
humanos en términos de diferentes instintos sociales. Detrás de cada fenómeno
psicosocial se buscaba el instinto que lo producía. Entre ellos:
a) instinto gregario: explicaba que las personas tienden a buscar la compañía
de sus semejantes
b) instinto agresivo: para dar cuenta de la hostilidad interpersonal o intergrupal
c) instinto altruista: para explicar la solidaridad de las personas
La tendencia a buscar la explicación de los fenómenos sociales en las
características innatas de las personas se encuentra muy presente en los primeros
momentos de la psicología social.

- La imitación: la observación de la conducta de los niños conduce a los primeros


psicólogos sociales, entre ellos, Gabriel Tarde. Ve en el fenómeno de la imitación la
explicación de la manera en que los seres humanos aprenden a desarrollar las
conductas consideradas como “normales” y deseables en su sociedad. Se trata de
un primer intento de explicar el fenómeno de la socialización, es decir, el mecanismo
mediante el cual los individuos que nacen en una sociedad interiorizan los valores,
creencias, los esquemas relacionales y las pautas de comportamiento propios de
esta sociedad. En estos, el adulto es pasivo, se comporta como lo hace siempre y el
niño lo imita por lo que el niño es el sujeto activo.
- La sugestión: mediante esta se pretende explicar la manera como las personas se
amoldan al contexto social y acaban reproduciendo sus características
sometiéndose a las indicaciones y a las exigencias de los otros; es decir, en
definitiva, a las exigencias de la sociedad. En estos, el adulto es activo y el niño es el
sujeto pasivo de las influencias ejercidas que lo rodean. Desde este fenómeno lo
que se estudiaba era la manera como la sociedad consigue imponer las pautas de
actuación socialmente establecidas sin que las personas sean realmente
conscientes de esta imposición y así puedan conservar el sentimiento que las
asumen para ellas mismas.

Más adelante, el concepto de sugestión se abandonó y se reemplazó por el


concepto más amplio de “influencia social”. De esta manera se abrió una de las líneas de
investigación más importantes de la disciplina. Los estudios sobre la influencia social
abrazaron progresivamente todas las situaciones en las que las personas adoptan el punto
de vista expresado por los otros o se aproximan a él, y también las situaciones en las que
las personas adoptan tanto las conductas desarrolladas por los otros como su manera de
ser o se aproximan a ellas.

Alejandro Busto
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- Los fenómenos colectivos: el estudio de estos dio lugar a la preocupación por
conocer las producciones colectivas de los pueblos, como las tradiciones culturales,
las peculiaridades lingüísticas, los mitos y las creencias colectivas, los hábitos de
todo tipo. Es esta línea de investigación la que quedará ejemplificada en la obra de
Wundt, así como también está incluida en los planteamientos de Le Bon.

Hay 3 temáticas que determinan la historia de la disciplina:


1. la definición que se hace tanto de lo social como de lo psicológico
2. la conceptualización que se proporciona de su relación
3. la propuesta metodológica que se realiza para el estudio de esta relación

En tanto disciplina científica y campo de estudio con identidad propia, su origen se


localizaría en la segunda mitad del siglo XIX en un amplio conjunto de estudios realizados
en diferentes países de Europa. Así , “la psicología social tendría un largo pasado pero
solamente una breve historia”.

Anteriormente a este origen es posible encontrar etapas previas, de reflexión filosófica


social, en donde las cuestiones centrales de esas reflexiones eran:
a) Si la persona, en tanto que individuo, es única o idéntica a los otros
b) Si la persona es producto de la sociedad o, a la inversa, la sociedad es una función
de los individuos que la componen
c) Si la relación entre individuo y sociedad es un problema con sentido o la expresión
de una ideología latente
d) Si la naturaleza de los seres humanos es egoísta y necesita de procesos de
socialización o si los seres humanos son sociales por naturaleza
e) Si las personas son agentes libres o estan determinadas por fuerzas sociales y
culturales

La aproximación a la disciplina que hace Ibañez tiene características más sociológicas:


1) Enfatiza la importancia que tiene la historicidad de los fenómenos sociales y
del conocimiento que se puede elaborar sobre ellos, ya que muestra el
carácter cambiante de la realidad social y se aleja de la necesidad de considerar
los fenómenos psicosociales como acontecimientos universales prefijados y propios
de una naturaleza humana que trascenderia sus determinantes culturales.
2) Acepta que los fenómenos psicológicos estan socialmente construidos, de manera
que lo social y lo psicológico son las dos caras de una misma moneda.
3) A la hora de explicar y comprender la relación entre lo social y lo psicológico, la
dimensión simbólica aparece como factor determinante.

Hay otras aproximaciones, como por ejemplo la de E Aronson (1954), las cuales tienen
características más psicológicas, y describe a la realidad social con los siguientes rasgos:
1) No manifiesta el aspecto simbólico
2) Constituir el mundo percibido antes que interpretado en relación con los otros. Es
decir, la realidad cotidiana parece depender más de los propios esquemas
percibidos del individuo que de los procesos de producción y reproducción social.
3) Mostrar personas que se guían por pequeños indicadores estimulantes que
observan en el ambiente o en las otras personas como si fueran meros receptáculos
llenos de normas y sin capacidad de agencia.
4) Creer que los grupos elaboran normas de convivencia para que cada uno de ellos
encuentre su función social en un universo armonioso en el cual no hay lugar para el
conflicto.
Alejandro Busto
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5) Eludir las relaciones de poder determinantes que imponen presiones y generan
estructura social y determinación de la identidad.

En este sentido, se puede ver como hay distintas perspectivas de abordar la psicología
social, pero incluso dentro de una misma perspectiva, las presentaciones que se pueden
hacer de la psicología social varían ostensiblemente.

Por ejemplo, dentro de la perspectiva más sociológica, encontramos lo planteado por


Ibañez, en donde el carácter histórico, tanto de la realidad social como del conocimiento que
producimos sobre ella y su dimensión simbólica, aparecen en un primer plano. Pero a su
vez, dentro de esta misma perspectiva, también encontramos la propuesta de Martin-Baró,
donde lo simbólico pasa a un segundo plano y la acción de la ideología adquiere la
máxima relevancia para la psicología social.

Martin-Baró define la psicología social como el estudio científico de la acción en cuanto a la


ideología, entendiendo por ésta aquellos esquemas cognoscitivos y valorativos producidos
por los intereses objetivos de la clase dominante en una sociedad determinada e impuestos
a las personas que los asumen como propios.

Para este autor, la importancia que tiene la ideología en la determinación de la realidad


social ocupa la primera línea de sus formulaciones y propone que la psicología social actúe
como herramienta crítica de los dispositivos de poder que se ponen en funcionamiento con
esta finalidad.

Así, se puede ver que los efectos que se derivan del cómo se presenta la disciplina son
importantes y notorios. En el caso de Martin-Baró, la PS se considera como compromiso
político, como herramienta de crítica del status quo y como apuesta por una liberación de la
conciencia ideológicamente enajenada de los individuos. Para él, el ejercicio científico de la
disciplina está al servicio de unos grupos oprimidos y aspira a una pedagogía de su
liberación. En el caso de Ibañez, se presenta una PS de corte más teórico, que aspira a
comprender e interpretar los procesos psicosociales en sus dimensiones históricas y
simbólicas.

Ibañez plantea, en cuanto al conocimiento, que:


- Tanto los fenómenos psicosociales como el conocimiento que tenemos son
provisionales y cambiantes. Se forman mediante prácticas determinadas y se
modifican con la evolución de estas prácticas
- La PS pretende construir respuestas y no encontrarlas, esto significa que las
respuestas aportadas por la ciencia psicosocial resultan de una actividad
investigadora que se encuentra enmarcada en un contexto social y cultural particular
y situada históricamente. Estas respuestas estan marcadas por esta actividad y por
este contexto particular. No se puede decir, entonces, que son literalmente objetivas
y definitivas.

Alejandro Busto
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La separación entre lo social y lo psicológico

El ser humano es un ser plenamente social que necesita la presencia y las aportaciones de
los otros para poder desarrollarse satisfactoriamente. Son los otros quienes construyen el
tejido de relaciones, de estímulos, es decir, el entorno en cuyo seno el bebe es acogido y es
amparado. Este entorno social va cambiando a medida que la persona se va desarrollando
pero está siempre presente y es siempre indispensable, lo marca profundamente y
configura progresivamente su propia manera de ser.

Sin embargo, a pesar de que todo lo anteriormente dicho es algo que se sabe, no hay un
consenso en el grado en el que la dimensión social incide sobre los procesos psicológicos y
en la manera en que esta incidencia se produce.

Hace algunos años se llegó a la conclusión de que es imposible separar aquello que es
innato y aquello que se adquiere, aunque si hay un acuerdo en que la interacción entre
ambos componentes es incesable e inextricable.

Sin embargo, hay quienes plantean que a pesar de estas características, hay dos realidades
bien diferentes: la psicológica por un lado, y la social por otro. Estos postulan que la parte
psicológica es primera y constituye la materia básica, mientras que la social viene después
y alimenta la psicológica con contenidos concretos dándole formas particulares.

El impacto de los estímulos sociales sobre los procesos psicológicos

Esta idea de una diferenciación entre las realidades psicológica y la social ha sido, a lo largo
de los años, muy influyente en cuanto a las decisiones sobre qué hay que estudiar.

Algunos de estos son, por ejemplo, el experimento de Bruner y Postman, en donde se


concluye que los factores sociales, en este caso el dinero, inciden en los procesos
perceptivos. Otros experimentos han llegado a la conclusión de que no solo inciden en la
percepción, sino también en el resto de los procesos psicológicos que configuran al ser
humano.

La idea según la cual los factores sociales impactan en los procesos psicológicos está en la
base de una concepción de la psicología social que la sitúa como disciplina complementaria
de la propia psicología. Según esta concepción, la psicología estudia los procesos
psicológicos básicos que se dan en el individuo, mientras que la psicología social estudia la
manera como estos procesos psicológicos se ven afectados por los fenómenos sociales.

La intersección entre sociologia y psicologia

La PS se situaría en la intersección que separa la


psicología y la sociología. En el espacio delimitado
por la intersección se encuentran los fenómenos
psicológicos demasiado cargados de
determinaciones sociales para que la psicología
pueda analizar debidamente, y los fenómenos
sociales demasiado cargados de determinaciones
psicológicas para que la sociología los pueda analizar
debidamente.

Alejandro Busto
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La fusión entre lo social y lo psicológico

Cada vez hay más psicologo/as que se alejan de la concepción separatista de lo social y lo
psicológico.

La importancia creciente que se ha concedido al lenguaje en el desarrollo de la persona ha


contribuido decisivamente a difuminar la separación entre lo psicológico y lo social. El
lenguaje es un objeto eminentemente social, que se presenta al mismo tiempo como un
producto y como un elemento constitutivo de la cultura en la cual se desarrolla la persona.
Es una pieza clave para el desarrollo del pensamiento, el lenguaje es aquello que
proporciona al niño las categorías que le servirán para estructurar la percepción del mundo,
la afectividad y para desarrollar las relaciones con los otros.

La construcción social de lo psicológico

Con el lenguaje, lo social está directamente presente en el desarrollo mismo de los


procesos psicológicos, y más generalmente, podemos considerar que es por medio de la
propia relación con los otros como lo social interviene desde el primer momento en la
construcción de los procesos psicológicos. Psiquis y sociedad no son dos realidades
independientes vinculadas entre sí por meras relaciones de influencia recíproca, sino que
constituyen un todo inextricablemente entrelazado. La dimensión social no corre
paralelamente a la dimensión psicológica, sino que es constitutiva de está.

Para entender plenamente que lo social es constitutivo de lo psicológico es necesario


abandonar la idea que individuo y sociedad estan separados. En este sentido, el lenguaje
es una referencia que nos permite entender el primer planteo. ¿El lenguaje está dentro o
fuera de nosotros? En efecto, está dentro y fuera de nosotros al mismo tiempo y de manera
inseparable.

La comunicación es posible porque el lenguaje está fuera, lo que permite que todos
accedamos a él. Pero si no estuviera dentro, ni siquiera podríamos saber que existe, y sin
duda tampoco podríamos comunicarnos plenamente con los demás. La comunicación es
posible porque disponemos del lenguaje, porque está instalado dentro de nosotros igual que
el resto de las capacidades que tenemos. Lo mismo pasa con lo social, está dentro y fuera
de nosotros al mismo tiempo.

Desde esta perspectiva, el objeto que define a la psicología social como disciplina deja de
ser el estudio del impacto que tienen los factores sociales en los procesos psicológicos y
pasa a definirse como el estudio de la construcción social de los procesos psicológicos.

Alejandro Busto
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Interaccionismo simbólico (IS)

Es la corriente dominante en la Psicología Social Sociológica.

Blumer define la IS de esta manera:


“La (...) ‘interacción simbólica’ hace referencia (...) a la interacción, tal como se
produce entre los seres humanos. (...) estos interpretan o definen las acciones
ajenas, sin limitarse únicamente a reaccionar. Su ‘respuesta’ no se elabora
directamente como consecuencia de las acciones de los otros, sino que se basa
en el significado que otorgan a estas acciones. (...) la interacción humana se ve
mediatizada por el uso de los símbolos, la interpretación y la comprensión del
significado de las acciones del prójimo. (...) tal mediación equivale a intercalar un
proceso de interpretación entre el estímulo y la respuesta”

La IS nacio de los trabajos de George Mead a comienzos del siglo XX y se asienta sobre
tres premisas básicas:
1) La importancia de los significados: el ser humano no actúa tanto con relación a
las supuestas características objetivas de los objetos con los que se relaciona, como
sobre la base del significado que atribuye a los mencionados objetos. Es
fundamental conocer cuál es la interpretación subjetiva que una persona hace de
una situación si queremos entender su conducta en esta situación.

La creación de los objetos: “El hombre vive en un medio simbólico tanto como en
un medio físico y puede ser ‘estimulado’ a actuar tanto por símbolos como por estímulos
físicos. Un símbolo se define como un estímulo que tiene un significado aprendido y un
valor para la gente, y la respuesta del hombre al símbolo se hace en términos del
significado y valor que tienen, en lugar de términos de la estimulación física de los órganos
sensoriales.”

2) La importancia de la interacción social: los significados no los traen los objetos en


sí mismos, sino que emergen a partir del intercambio y de las relaciones con las
otras personas. Es en la interacción con los otros donde se forja nuestra forma de
interpretar la realidad.
3) La importancia del carácter activo de la persona: no son los otros quienes nos
indican a nos transmiten estos significados, sino que somos nosotros mismos
quienes los elaboramos, aunque para hacerlo sea necesaria la interacción con el
otro. En efecto, la persona ejerce un papel activo, seleccionando, transformando,
negociando los significados adecuados en función de las acciones que pretende
desarrollar en las diferentes situaciones.

Alejandro Busto
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Psicologia Social Psicologica

A lo largo de la historia, 3 orientaciones tuvieron gran influencia en ella: la orientación


conductista, la orientación psicoanalítica y la orientación cognitiva.

- Socioconductismo: para predecir la conducta que desarrollará una persona, hace


falta conocer, por una parte, las características concretas de la situación en la que se
encuentra y conocer, por otra, la experiencia previa que haya tenido la persona con
estas características o con características similares. La idea básica es que, mediante
estas experiencias previas, la persona aprende a establecer determinadas
relaciones estables entre las características de una situación (estímulos) y las
conductas adecuadas a dichas características (respuestas). A partir de estos
supuestos, los conductistas interesados en la psicología social han dedicado
muchos de sus esfuerzos a dilucidar los procesos de aprendizaje social mediante los
que las personas consiguen desarrollar las pautas de comportamiento adecuadas a
su vida social.
- La orientación psicoanalítica: se inspira en las formulaciones de Freud para
explicar los fenómenos psicosociales. Fred desarrolló importantes análisis
psicosociales sobre la constitución de los grupos sociales, las relaciones
interpersonales y los fenómenos de liderazgo. Sus seguidores también realizaron
contribuciones importantes a la psicología social, estudiando, por ejemplo, la
formación del autoritarismo como rasgo de personalidad. Sin embargo, la principal
aportación del psicoanálisis a la PS no proviene tanto de las investigaciones
realizadas por los seguidores de esta corriente teórica como de las huellas que las
formulaciones de Freud han dejado en los conocimientos de todos los psicólogos
sociales y en el conocimiento culto en general.

Freud planteaba que:


“En la vida de un individuo, el otro ejerce el papel de un modelo, de un objeto, de
un socio o de un adversario; o sea que de alguna manera la psicología individual
es también desde el inicio una psicología social”

- La teoría de la Gestalt y el sociocognitivismo: mucho antes de que se produjera


la revolución cognitiva en psicología, la PS prestaba ya una atención particular a los
procesos cognitivos y participaba de unas formulaciones de indudable carácter
cognitivista. Esto se debe al impacto que tuvo la teoría de la Gestalt, o la teoría de la
forma, en psicología social.

La orientación cognitiva se centra en el estudio de los procesos inferenciales que


caracterizan el pensamiento humano y, en el campo de la PS, analiza el impacto que tienen
los factores sociales en los mecanismos y en los resultados de la actividad intelectiva. A
partir de los años sesenta esta orientación se ha convertido en la principal orientación de la
psicología social convencional.

El estudio de la cognición social hace referencia a la manera como las personas dan
cuenta de las otras personas y de sí misma. Se centra en la comprensión que tienen las
personas de la vida cotidiana. Se refiere, por lo tanto, a la manera como las personas
piensan sobre el mundo social.

Alejandro Busto
15
El socioconstruccionismo

Al final de los años sesenta se empezaron a desarrollar una serie de enfoques alternativos
que pretendian situarse en una postura crítica con respecto a la psicología social en uso y
que pretendian configurar una nueva forma de entender la disciplina. Gran parte de estos
enfoques alternativos se pueden reagrupar bajo la denominación de Psicología Social
Construccionista (PSC).

Desde esta perspectiva, la investigación social ya no corre el riesgo de limitarse a ser una
actividad secundaria, preocupada solamente de elaborar las implicaciones sociales de los
fenómenos psicológicos más fundamentales, el núcleo explicativo de la acción humana deja
de ubicarse en las interioridades de la mente para pasar a situarse en la estructura y el
proceso del intercambio humano. Las explicaciones ya no se formulan aludiendo a un
determinado estado o proceso psicológico, sino considerando las relaciones entre las
personas.

La PSC retoma en buena medida las premisas del interaccionismo simbólico:


- Concede gran importancia a la dimensión subjetiva de la realidad social, a los
significados y a la consideración de la actividad del individuo
- Acentúa todavía más el papel que ejerce el lenguaje en la formulación de la realidad
psicológica, a la vez que extiende la consideración del papel del lenguaje a las
teorías elaboradas por los psicólogos y muestra cómo inciden las convenciones
puramente lingüísticas en los conocimientos que elaboran las ciencias humanas y
sociales

El construccionismo social pone atención en el hecho de que la realidad social y todo


aquello que la compone se construye literalmente mediante las prácticas sociales concretas
que desarrollan las personas y los colectivos en la vida cotidiana. Al mismo tiempo, la
realidad social construida por estas prácticas revierte en ellas mismas y define el marco de
posibilidad. Está dependencia entre el marco social que incide sobre nuestras actividades y
las actividades que inciden, a su vez, sobre la conformación del marco social ha sido
teorizada por el sociólogo Anthony Giddens con el nombre de dualidad estructural, La
insistencia en el papel constructivo de las prácticas sociales desemboca inmediatamente en
el reconocimiento de la historicidad de lo social. Dicho de una manera más simple, nuestras
costumbres producen cosas y estas cosas modifican las costumbres que las han producido.

Desde esta perspectiva entonces queda claro que, cambiando las costumbres, los seres
humanos tienen la posibilidad de cambiar a la sociedad que resulta y cambiarse ellos
mismos.

Alejandro Busto
16
¿Para qué sirve la psicología social?

La psicología social se preocupó desde los primeros momentos no solo de producir


conocimientos sobre los fenómenos psicosociales, sino también de diseñar los instrumentos
para poder intervenir en la realidad social y contribuir a resolver algunos de sus problemas.
Así, por ejemplo, se ha manifestado una preocupación prácticamente constante a lo largo
de toda la historia de la PS para facilitar la reducción de la hostilidad entre los grupos
humanos y para atenuar los fenómenos de discriminacion que nacen de los prejuicios
sociales.

Los psicosociologos han intentado conocer los mecanismos que conducen al


enfrentamiento entre los grupos para poder articular, a partir de este conocimiento, los
procedimientos susceptibles de reducir los conflictos. Una de las observaciones más
interesantes es que, si se establecen relaciones de competencia entre los grupos, aunque
sea sobre la base de actividades puramente lúdicas, pronto se fortalece la cohesión interna
de cada grupo pero también se desarrollan descalificaciones y prejuicios mutuos entre
ambos grupos lo cual multiplica las ocasiones de fricción y agresión.

Una manera de romper este clima consiste en proponer unas metas que ningún grupo
pueda alcanzar para sí mismo, sin la participación de los otros grupos. Esto es lo que
Muzafer Sherif denominó como metas supraordenadas: básicamente se refieren a una
meta en común entre los grupos, un objetivo compartido.

Las aplicaciones de la psicología social

Los conocimientos que ha establecido la PS tienen un campo de aplicación muy extenso.


Algunos ejemplos son:
- Los conocimientos sobre la dinámica de los grupos humanos permiten incidir sobre
el fortalecimiento de la cohesión de los grupos, o decidir cuales son los modelos de
liderazgo más adecuados a los objetivos que se marquen los grupos, o indicar qué
mecanismos de toma de decisión pueden ayudar a conseguir los mejores resultados
- Los estudios sobre la influencia social han permitido diseñar las actuaciones más
adecuadas para persuadir a las personas a adoptar puntos de vista más de acuerdo
con las normas de una convivencia social que no discriminen a aquellos que son
diferentes a la mayoría (racismo, estereotipos, prejuicios, etc), aunque también se
pueden utilizar, y de hecho se utilizan, para convencer a la gente de que tal marca
es mejor que la otra o que tal candidato merece más confianza que el otro.
- etc

Alejandro Busto
17
El conocimiento de la realidad social y los efectos del saber psicosocial

Hay una diferencia fundamental entre los conocimientos que producen las ciencias sobre
los fenómenos naturales y los conocimientos que versan sobre los fenómenos humanos. La
Luna, por ejemplo, continuará su movimiento elíptico alrededor de la Tierra con total
independencia del hecho de que conozcamos las leyes que la gobiernan. Nuestro
conocimiento no incide de ninguna manera sobre este fenómeno.

Sin embargo, esto no ocurre con el conocimiento de los fenómenos humanos. Si una
persona se entera de que su conducta obedece a una influencia u otra, porque así lo ha
establecido el conocimiento producido por los psicólogos sociales, esta persona puede
tomar las medidas oportunas para que dichas influencias no tenga los efectos esperados, y
contradecir, de esta manera, las leyes establecidas por la psicología social.

Eso se puede hacer deliberadamente, pero en la mayoría de los casos el conocimiento que
se ha adquirido de las ciencias sociales y humanas afecta nuestra conducta sin que ni
siquiera nos demos cuenta de ello.

Dicho de otra manera, el mismo conocimiento producido por los investigadores puede
engendrar efectos sobre el fenómeno estudiado, sin que haya que recurrir a ningún
procedimiento de aplicación. Esta característica peculiar de los saberes psicosociales ha
sido denominada por el psicólogo social Kenneth Gergen como Ilustración
(Enlightenment).

Gergen plantea que esta característica debería incitarnos a reflexionar sobre la


responsabilidad de los investigadores en ciencias humanas y sociales, no sólo en cuanto a
los tipos de aplicaciones en las que pueden dar lugar los conocimientos que producen, sino
también (y sobre todo) en cuanto al conocimiento que son capaces de producir.

Alejandro Busto
18
Acerca del dualismo individuo-sociedad / psíquico-social

El dualismo funciona como una verdad, carente de historia y universal. Estan naturalizados,
no se reconocen como parte de una construcción.

Los dualismos funcionan produciendo exclusiones, jerarquías, correspondencias, modelos


de interacción y articulaciones. Es decir, en general, el pensamiento binarista se produce a
partir de una exclusión o una grieta entre un polo y otro polo, una separación entre lo bueno
y lo malo, entre lo mejor y lo peor, etc. Habitualmente, este pensamiento destaca uno de los
polos sobre el otro, lo bueno es mejor que lo malo, lo mejor es lo bueno y lo peor es lo malo,
etc.

Las diferentes perspectivas de la Psicología Social dan cuenta de los límites de articular
aquello que previamente se ha imaginado como perteneciente a áreas diferentes.

“En el campo de las psicologías puede verse que una vez que se ha imaginado que lo
psíquico es interior y lo social es exterior los obstáculos conceptuales suelen llevar a
impasses teóricos de difícil resolución”.

Es decir, algunas perspectivas han intentado conectar el dualismo, articular esos polos, han
pensado los modos de interacción de esos polos, de esa manera han surgido perspectivas
que plantean que un polo determina a otro, entre otras, sin embargo muchas han llegado a
algún punto en que se han visto dificultades por preguntas como ¿el psiquismo está
adentro?, ¿adentro de donde?, ¿lo social está afuera?, ¿afuera de donde?, etc

¿De qué hablamos cuando hablamos de “individuo”?

El “individuo” no solo ha sido uno de los modos de subjetivación de la Modernidad (el


visible), ha sido también un dominio de objeto alrededor del cual se han constituido, en
complemento/suplemento con su par antinómico “la sociedad” el conjunto de las disciplinas
que constituyeron las llamadas ciencias humanas y/o sociales. Una vez separados como
territorios disciplinarios se ha intentado hasta el infinito establecer puentes, relaciones,
articulaciones.

El dualismo individuo sociedad cobra presencia en el escenario liberal europeo de los siglos
XVII y XVIII. El polo individuo es una falacia de las teorías que creen que la sociedad puede
definirse como una agregación de individuos. La etimología de su palabra hace del
concepto individuo una negación, es decir, el individuo es un ser en el límite del no ser, dado
que no puede ser fragmentado, sin perder caracteres propios.

IN DIVIDUUS

negación divisible, reducible

El individuo es producido en una formación social histórica particular. Es una sólida ilusión
del capitalismo naciente por la que es pensada a la persona como indivisa, libre y
autónoma.

La noción se produce en el momento de la historia de occidente en el que la sociedad es


pensada como un conjunto de productores libres, y sostiene las indagaciones de las

Alejandro Busto
19
filosofías del sujeto que se interrogan por el conocimiento del mundo, abandonando las
certezas de la fe y la religión.

Tal cuestión viene de la mano del nacimiento y crecimiento de las ciencias humanas, dado
que el Hombre se constituye desde diferentes saberes para ser pensado, abriendo un
espacio propio a los humanismos. Luego, este sujeto no dividido de la conciencia,
sustentará prácticas y teorías del libre mercado, la gobernabilidad a través del contrato, el
consumo y la representatividad de las democracias de la modernidad, es decir nuevas
formas políticas de pensar la vida.

¿De qué hablamos cuando hablamos de subjetividad?

Procesos, de modos y deformaciones, por medio de los cuales se producen formas de


existencia, pensamientos, acciones, afectos, etc.

Trasciende lo que se entiende clásicamente como “los sentimientos”, y por tanto no se


opone a “lo objetivo”. La forma -dualista- de concebir lo subjetivo y lo objetivo también es
una producción de subjetividad.

Permite abrir visibilidad e interrogar las narrativas del campo psi, particularmente aquellas
que han colocado la subjetividad como interioridad.

La subjetividad se fabrica, en estrecha relación con un contexto socio histórico. El contexto


actual está diagramado por lo que Guattari denomina como Capitalismo Mundial Integrado
(CMI); el mismo captura la producción de subjetividad a través de la operatoria del deseo
como una de las fuentes de extracción de plusvalía.

En este sentido, todos nosotros nos pensamos como individuos porque somos hijos de la
subjetivación capitalista, de ese capitalismo que nació en el siglo XVII y que ahora está
naturalizado, incorporado en nuestras prácticas y discursos, en nuestros afectos y maneras
de relacionarnos.

La producción de subjetividad opera en dos extremos:


1) en uno se oprime y se genera homogeneidad de acuerdo a ciertos modos
hegemónicos establecidos
2) en otro se puede generar una relación de creación que implica la ampliación de los
límites de la libertad, y que deriva en producciones singulares

Alejandro Busto
20
Crítica del dualismo - De Brasi

La crítica del binarismo requiere tomarlo en las matrices donde sus elementos son
ordenados cuidadosamente, donde sus ilusiones generan divisiones principales,
subordinadas y dependientes de un régimen arborescente que puede llegar hasta el infinito,
siempre y cuando respetemos el “axioma” de no tomarlo como punto de partida, como punto
“en si” partido, desde el comienzo mismo.

A las antinomias interno/externo, fuera/dentro, individuo/sociedad, etc, le cabrán denodados


esfuerzos por construir reglas de correspondencia, modalidades vinculares, modelos de
interacción y otras “arquitecturas” que intentan ser los paradigmas de la solidez y
racionalidad del “edificio” científico, artístico, conjetural o problemático que se halle en
ejecución. Por eso no resulta extraño que a las divisiones-descripciones de las nociones y
conceptos, les siga un previsible fenómeno de “naturalización” de las mismas.

Es natural concebirlos, percibirlos, manejarlos como si desde siempre hubiesen estado ahí.
La “naturalización” no es ahistórica, pero se constituye como acontecimiento sin historia en
la historia misma.

Los cortes que se han dado en la historia de las ideas son innumerables. Atraviesan las
nociones, creaciones y acciones más diversas. Se las puede encontrar dispersas,
escondidas, establecidas con firmeza, en las argumentaciones más burdas o sutiles.
Alma/cuerpo, profundo/superficial, afecto/intelecto, teórica/práctica, etc. De hecho, las
elaboraciones y cuadros conceptuales de distintas disciplinas estan plagadas de ellas,
cuidadas con fervor por los distintos estratos de especialistas como si no fueran
obstáculos a superar, sino el tesoro a preservar.

La cesura básica que inunda todas nuestras reflexiones y prácticas es la que pasa por
separar lo subjetivo de lo objetivo, estableciendo además entre los “polos” relaciones de
dependencia, causalidad y hegemonía. Así, se asumen y transmiten. Como si no fuera lo
que deberíamos poner en duda, sino el “hecho consumado”, el principio que rige cualquier
cuestión, y por eso incuestionable.

Por ejemplo, la dicotomía que se establece entre el adentro y el afuera. Espacio propio y
espacio ajeno, en ella resuena la contraposición entre subjetividad y objetividad.

La división entre el a-dentro y el a-fuera es una división autonegada. Los mismos términos
indican que la separación es arbitraria, y que la misma entraña cortes en las continuidades
espacio-temporales. Discontinuidades que permiten analizar, estimular y captar los
fenómenos, ordenarlos, construir los objetos que diseñarán territorios científicos acotados,
métodos, instrumentos, procedimientos, formas de intervención en situaciones y estructuras
complejas, etc.

Sin embargo, los horizontes de un sujeto humano son objeto de figuración, imaginarización,
modelización, etc, pero básicamente son producidos en una formación social-histórica
particular donde el sujeto singular está implicado de miles de formas conocidas y
desconocidas.

La dupla a-dentro/a-fuera navega por un canal con dos brazos suplementarios: la existencia
imaginaria de un límite y un límite imaginario de la existencia. La primera está circunscrita
por la envoltura de la piel. Hacía dentro contenedora de órganos, soportes de funciones
Alejandro Busto
21
sencillas o harto complicadas. Hacía afuera todo lo que ella no puede recubrir, aunque sí
ser la base membranosa de todo tipo de recepciones.

Esa delgada tela fisiológica, estética, mítica, que es la piel ya separa uniendo y une
separando. Pero esa línea divisoria se repliega sobre algo más cercano, contornea el propio
cuerpo o el de otros, los considera como próximos o lejanos, semejantes o disímiles. Así
ocupa una posición en el espacio, un territorio real o alucinadamente conquistado, que va
desde “mi juguete”, “mi grupo”, “mi institución”, “mi patria”, etc. De ese modo se significa lo
que está de este lado y lo que se encuentra del otro. Lo que me pertenece y su ajenidad. Y
solo porque me pertenezco puedo reconocerme en diferentes momentos y circunstancias
como siendo yo mismo. Mi absoluta pertenencia se torna posible sobre el fondo de una
constante permanencia, de una compacta identidad (personal, profesional, etc). Fuera de
ella estará lo heterogéneo, lo diferente a mi, pero esas diferentes surgen por comparación,
negación, semejanza, de lo que ya ha sido con antelación. Así, la barrera entre
adentro/afuera ha quedado definitiva y artificialmente instalada. Por eso puedo creerme
in-dividuo, indiviso (creer es la palabra clave, porque a fin de cuentas, es solo una
creencia), y paralelamente, considerar la división como el principio universal por excelencia.

Hay otra dualidad, segunda respecto a la de adentro/afuera, pero que también se ha


instalado fuertemente entre nosotros, es la de arriba/abajo. “Arriba” está fundamentalmente
connotado por lo alto, y “abajo” por lo que está hundido o yace en profundidad. Así el aliento
moral y psicológico disemina e impregna esas dimensiones. Los “altos ideales” son los que
pertenecen a “hombres mayores”, quienes a su vez han tenido “altas miras”. Los héroes
realizan su peregrinaje siempre en “lo alto” y desde allí observan el curso de la historia. La
“bajeza moral”, que no es otra cosa que haber sacado a pasear los sentimientos por los
“bajos fondos” de los instintos.

Adentro/afuera, arriba/abajo aparecen, de esta manera, como limitaciones de las formas de


representación que nos hacemos de nosotros y de las cosas mundanas, más que de
nos-otros y de las cosas como realmente son y se van transformando.

Las personas nacen divididas, fragmentadas, su unidad en el yo, el grupo o la sociedad son
un logro mítico, una ilusión necesaria totalizadora. Lo social-histórico no es un afuera ni una
extensión o posterioridad temporal de una sustancia subjetiva, sino aquello con que está
tramado el mismo inconsciente.

Alejandro Busto
22
Subjetividad e historia - Guattari

Subjetividad - ideología - representación versus producción: el sujeto, según toda una


tradición de la filosofía, es algo de naturaleza humana. En cambio, Guattari propone la idea
de una subjetividad de naturaleza industrial, maquínica, esencialmente fabricada.

Las máquinas de producción de subjetividad varían. En los sistemas tradicionales, la


subjetividad era fabricada por máquinas más territorializadas; en el sistema capitalista, la
producción es industrial y se da a escala internacional.

Todas las cuestiones de la economía colectiva del deseo dejan de parecer utópicas a partir
del momento en el que se considera la producción de subjetividad como materia prima de la
evolución de las fuerzas productivas en sus formas más “desarrolladas” (los sectores de
vanguardia de la industria). La materia prima del propio movimiento que anima la actual
crisis mundial, esa especie de voluntad de potencia productiva que revoluciona la propia
producción a través de las revoluciones científicas y biológicas, a través de la incorporación
masiva de la telemática, de la informática y de la ciencia de los robots,a través del peso
cada vez mayor de los equipamientos colectivos y de los medios de comunicación de
masas.

La producción de subjetividad tal vez sea más importante que cualquier otro tipo de
producción, más esencial que el petróleo y que las energías.

Las mutaciones de la subjetividad no funcionan solo en el registro de las ideologías, sino en


el propio corazón de los individuos, en su manera de percibir el mundo, de articularse con el
tejido urbano, con los procesos maquínicos del trabajo y con el orden social que soporta
esas fuerzas productivas.

Todo lo que es producido por la subjetivación capitalistica - todo lo que nos llega por el
lenguaje, por la familia y por los equipamientos que nos rodean- se trata de sistemas de
conexión directa entre las grandes máquinas productivas, las grandes máquinas de control
social y las instancias psíquicas que definen la manera de percibir el mundo.

Las sociedades “arcaicas” que aún no se han incorporado al proceso capitalistico, los niños
aún no integrados en el sistema o las personas que estan en los hospitales psiquiátricos y
que no consiguen (o no quieren) entrar en el sistema de significación dominante, tienen una
percepción del mundo completamente diferente, eso no quiere decir que la naturaleza de su
percepción de los valores y de las relaciones sociales sea caótica. Corresponden
simplemente con otros modos de representación del mundo, igual de válidos e importantes.

La producción de un bien manufacturado no se restringe a una esfera, a la esfera de la


fábrica. La división social del trabajo implica una cantidad enorme de trabajo asalariado
fuera de la entidad productiva, y de trabajo no asalariado, sobre todo el trabajo hecho por
las mujeres. La producción de subjetividad constituye la materia prima de toda y
cualquier producción.

La noción de ideología no nos permite comprender esta función, literalmente productiva, de


la subjetividad. La ideología permanece en la esfera de la representación, cuando la
producción esencial del CMI (Capitalismo Mundial Integrado) no es solo la de la
representación, sino la de una modelización de los comportamientos, la sensibilidad, la
percepción, etc.
Alejandro Busto
23
La problemática micropolítica no se sitúa en el nivel de la representación, sino en el nivel de
la producción de subjetividad.

Aquellos a los que se ha convenido llamar “trabajadores sociales”, los periodistas,


psicólogos, asistentes sociales, gente que desarrolla cualquier tipo de trabajo pedagógico o
cultural en comunidades de periferia, etc, actúan de alguna manera en la producción de
subjetividad. ¿Pero quien no trabaja en la producción social de subjetividad? Estamos
embarcados en este proceso de división social general de la producción de subjetividad y
no hay vuelta atrás.

Es por eso mismo, que debemos interpelar a todos aquellos que ocupan una posición
docente en las ciencias sociales y psicológicas, o en el campo del trabajo social. Se
encuentran en una encrucijada política y micropolítica fundamental. O hacen el juego a
esa reproducción de modelos que no nos permiten crear salidas a los procesos de
singularización o, por el contrario, trabajan para el funcionamiento de esos procesos en la
medida de sus posibilidades y de los agenciamientos que consigan poner a funcionar. Eso
quiere decir que no hay objetividad científica alguna en ese campo, ni una supuesta
neutralidad en la relación, como la supuesta neutralidad analítica.

Subjetividad: sujeto versus agenciamientos colectivos de enunciación: en lugar de


sujeto, de sujeto de enunciación o de las instancias psíquicas en Freud, prefiero hablar de
agenciamiento colectivo de enunciación. El agenciamiento colectivo no corresponde ni a
una entidad individuada, ni a una entidad social predeterminada.

La subjetividad es producida por agenciamientos de enunciación. Los procesos de


subjetivación o de semiotización no estan centrados en agentes individuales (en el
funcionamiento de instancias intrapsíquicas, egoicas, microsociales), ni en agentes
grupales. Implican el funcionamiento de máquinas de expresión que pueden ser tanto de
naturaleza extrapersonal, extra-individual (sistemas maquínicos, económicos, sociales
tecnológicos, de medios de comunicación de masas, etc), como de naturaleza infrahumana,
infrapsiquica, infrapersonal (sistemas de percepción, de sensibilidad, de afecto, de deseo,
orgánicos, biológicos, fisiológicos, etc).

Producción de subjetividad e individualidad: sería conveniente disociar radicalmente los


conceptos de individuo y de subjetividad. Para Guattari, los individuos son el resultado de
una producción en masa. El individuo es serializado, registrado,modelado.

Una cosa es la individuación del cuerpo. Otra la multiplicidad de los agenciamientos de


subjetivación: la subjetividad está esencialmente fabricada y modelada en el registro de lo
social.

La producción del habla, de las imágenes, de la sensibilidad, la producción del deseo no se


ajustan en absoluto a la representación del individuo. Esa producción es adyacente a una
multiplicidad de agenciamientos sociales, a una multiplicidad de procesos de producción
maquínica, de mutaciones de los universos de valor y de los universos de la historia. Por
eso es necesario un cuestionamiento radical de las nociones de individuo como referente
general de los procesos de subjetivación.

Alejandro Busto
24
El lucro capitalista es, fundamentalmente, producción de poder subjetivo. La subjetividad no
se sitúa en el campo individual, su campo es el de todos los procesos de producción social
y material. Usando el lenguaje de la informática, un individuo siempre existe, pero sólo en
tanto terminal; esa terminal individual se encuentra en la posición de consumidor de
subjetividad. Consume sistemas de representación, de sensibilidad, etc, que no tienen nada
que ver con categorías naturales universales.

Los agenciamientos colectivos de subjetivación, en algunas circunstancias, en algunos


contextos sociales, pueden individualizarse. Tomemos como ejemplo el lenguaje para
explicarlo mejor: Ferdinand de Saussure estableció el carácter fundamentalmente social del
lenguaje, su carácter de hecho social que se encarna en lenguas y agentes individuados. Es
decir, existe el lenguaje como hecho social y existe el individuo hablante. Lo mismo ocurre
con los hechos de subjetividad. La subjetividad está en circulación en grupos sociales de
diferentes tamaños: es esencialmente social, asumida y vivida por individuos en sus
existencias particulares.

No existe una subjetividad de tipo “recipiente” donde se colocarían cosas esencialmente


exteriores, que serían “interiorizadas” por las personas. El individuo está en la encrucijada
de múltiples componentes de subjetividad. Entre esos componentes algunos son
inconscientes. Otros son más del dominio del cuerpo, otros del dominio de aquello que los
sociólogos americanos llaman “grupos primarios” como “el clan”, “el grupo”, “la banda”, y
hay otros, incluso, que son del dominio de la producción de poder, estos se sitúan en
relación con la ley, la policía e instancias de género. Guattari plantea que existe también
una subjetividad aún más amplia: él la denomina subjetividad capitalistica.

La subjetividad individual resulta de un entrecruzamiento de determinaciones colectivas de


varias especies, no solo sociales, sino económicas, tecnológicas, de medios de
comunicación de masas, entre otras. En este sentido, un hecho subjetivo es siempre
engendrado por un agenciamiento de niveles semióticos heterogéneos.

Hasta la Revolución Francesa y el romanticismo, la subjetividad permaneció ligada a modos


de producción territorializados que no reconducían la subjetividad operativa al nivel
específico del individuo. Con la emergencia de un nuevo tipo de fuerza colectiva de trabajo,
con la delimitación de un nuevo tipo de individuación de la subjetividad, se instaló la
cuestión de cómo inventar nuevas coordenadas de producción de la subjetividad.

La noción de responsabilidad individuada es una noción tardía, así como las nociones de
error y de culpabilidad interiorizada.

Con la Revolución Francesa, no sólo todos los individuos se volvieron de derecho, y no de


hecho, libres, iguales y hermanos, sino que también tuvieron que rendir cuentas a las leyes
trascendentales, leyes de la subjetividad capitalistica. En esas condiciones, fue necesario
fundar el sujeto y sus relaciones sobre otras bases: la relación del sujeto con el
pensamiento (cogito cartesiano), la relación del sujeto con la ley moral (el numen kantiano),
la relación del sujeto con la naturaleza (otro sentimiento con respecto a la naturaleza y otra
concepción de naturaleza), la relación con el otro (la concepción del otro como objeto).

Alejandro Busto
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La caja de herramientas - Fernandez

Las diferentes corrientes de la Psicología Social dan cuenta de los límites de articular
aquello que previamente se ha imaginado como perteneciente a áreas diferentes.

Para que aquello que se universalizó pueda particularizarse es necesario realizar, por lo
menos, dos operaciones en estrecha interrelación:
a) una elucidación crítica de las nociones universalizadas, es decir, des-esencializar
b) trabajar una dimensión socio-histórica en la noción de subjetividad

Para el trabajo de des-encialización han sido y son importantes instrumentos conceptuales,


como las nociones de:
- Elucidación crítica de Castoriadis
- Deconstrucción de Derrida
- Análisis genealógico de Foucault

Esto no significa tener una posición ecléctica, sino un modo de trabajo de los conceptos
donde se operacionalizan nociones en el sentido de “caja de herramientas”.

La importancia de abrir visibilidad y por ende crear condiciones de enunciabilidad de las


dimensiones sociohistóricas de la subjetividad y sus nociones derivadas es, al menos,
doble:
1) Permite ejemplificar sobre el abordaje de criterios multireferenciales
2) Permite pensar de otro modo la relación entre lo “individual” y lo “social”, de tal forma
que no queden de entrada territorios separados que luego se vuelven tan difíciles de
articular

Caja de herramientas: deconstrucciones, genealogías y relatos únicos

Derrida ha puesto en marcha a lo largo de sus escritos lo que se ha dado en llamar “la
estrategia general de la deconstrucción”. Tiene como antecedente a la Destruktion de
Heidegger, esta última “no quiere decir aniquilar ni sepultar en el pasado los conceptos de la
tradición, sino atender a lo que ellos han omitido, a lo no pensado, que es el don más
sublime que un pensar tiene para ofrecer”.

De la misma forma, deconstruir es desmontar, problematizar la relación inmediata y “natural”


del pensamiento unido a la verdad y el sentido. Supone una rigurosa problematización de
los supuestos hegemónicos que legitiman la búsqueda y garantía del origen como
fundamento último de la razón patriarcal.

Deconstruir implica analizar en los textos las operaciones de la diferencia, y las formas en
que se hace trabajar a los significados.

El modo deconstructivo provisto por Derrida articula la inversión y el desplazamiento de las


oposiciones binarias, de manera tal de hacer visible la interdependencia de términos
aparentemente dicotómicos y como su significado se relaciona con una historia
genealógica y particular y construidos para “propósitos particulares en contextos
particulares”. Have visible que las oposiciones no son naturales sino construidas.

La deconstrucción posibilita en tanto desnaturaliza patrones de significado que son


utilizados diariamente y que los cuerpos teóricos incorporan sin advertir sus implicancias
Alejandro Busto
26
epistémicas y políticas. Puede considerarse una herramienta fructífera para quebrar el
hábito de pensar las categorías conceptuales como ahistóricas y universales.

A su vez, otras herramientas son el análisis genealógico, que permite encontrar los
puentes entre las narrativas teóricas y los dispositivos histórico-sociales-políticos-subjetivos
que sostienen; y el criterio de elucidación de Castoriadis.

Con estas 3 herramientas se puede operar críticamente respecto de:


- la institución de regímenes de verdad en las teorías
- permiten desmontar las teorías que se han cristalizado en cuerpos de doctrina
- abren visibilidad y consiguiente enunciabilidad, permitiendo nuevas teorizaciones
- permiten pensar problemas y no dejan instituir sistemas
- permiten pensar con criterios multireferenciales y no unidisciplinarios
- no anulan los campos unidisciplinarios, sino que relativizan los efectos de verdad
que estos instituyen

Un modo de crítica: la elucidación

Castoriadis dice “elucidar es el trabajo por el cual las personas intentan pensar lo que hacen
y saber lo que piensan”.

Este modo de estrategia en la producción de pensamiento no evitará la adhesión u


oposición a los autores con los que se trabaje sino que intentará interrogar los problemas
que tales teorizaciones han hecho posibles. Para poder indagar en sus impensables, para
poder sostener un desafío: ¿como hacer para pensar tales problemas de otro modo?

Lo invisible dentro de una teoría es el resultado necesario y no contingente de la forma en


que se ha estructurado dentro de ella el campo de lo visible. Por lo tanto “crítica” aquí no
significa “evidenciar los errores, mostrar desacuerdos o adhesiones”, sino más bien
presuponer que aquello que una teoría no ve es interior al ver; en tal sentido sus invisibles
son sus objetos prohibidos o denegados; puede pensarse entonces que el nivel de lo
enunciable que una teoría despliega sera la transacción, el compromiso discursivo, pero
también institucional-histórico de sus visibilidades y sus invisibilidades, de aquello que le es
posible pensar y de sus impensables, de sus objetos afirmados y sus objetos denegados.

El criterio propuesto entonces no se sostiene en la premura de legitimar lo que ya se sabe,


sino en abrir interrogaciones sobre lo enunciado y sus prácticas que permita, a su vez,
pensar los problemas de otro modo.

Una actitud de elucidación crítica implica necesariamente buscar criterios de lectura que se
aparten del texto-verdad, es decir, se distancien del supuesto por el cual la práctica de
lectura es un acto de revelación; esta forma “bíblica” de pensar el texto como continente de
una verdad-revelada-ahí. Las consecuencias de leer el texto de esta última forma son
varias, una de las más relevantes es la dogmatización del cuerpo teórico; este proceso
posibilita en el plano teórico mismo la gestión de una ilusión: la teoría completa; a partir de
esta ficción ninguna invisibilidad será posible de ser pensada, la actitud de interrogación
caerá bajo sospecha, las falacias de autoridad serán una práctica cotidiana de legitimación.

La tradición de la teoría crítica ha evitado la producción de sistemas teóricos cerrados,


prefiriendo el contrapunto y la interrogación con los diversos sistemas de pensamiento. En
este sentido es que es preferible elegir un criterio de lectura de
Alejandro Busto
27
deconstrucción/reconstrucción donde los enlaces teóricos puedan realizarse a través de
confrontaciones locales y NO globales; donde las teorías puedan pensarse desde lo
múltiple y no desde lo uno.

Al trabajarse los conceptos local y no globalmente, estos vuelven a adquirir la polivalencia


teórica imprescindible para producir nuevas nociones, para pensar articulaciones hasta
ahora invisibles, cuestionar sus certezas, pensar aquello que había quedado como
impensable.

Desde esa perspectiva, la legitimación de un campo no pasaría por constituir una teoría, un
sistema, sino por plantearse tal espacio como un campo de problemáticas en el seno del
cual habría que discutir sus criterios de demarcación, los rigores epistémicos y
metodológicos para que sus contrapuntos locales y no globales puedan operar como “caja
de herramientas” y no como patch-work teóricos.

El par antinómico: individuo versus sociedad exige su elucidación crítica. La deconstrucción


de este a priori conceptual abre la posibilidad de realizar un pasaje de un criterio antinómico
de individuos versus sociedades, hacía una operación conceptual que pueda evitar una
“resolución” reduccionista y se permita sostener la tensión singular-colectivo.

Es necesario interrogar críticamente la epistemología de las ciencias positivas que


fundamentaban muchos tramos de las ciencias humanas - el psicoanálisis inclusive. Tal
epistemología supone un objeto discreto, autónomo, reproducible, no contradictorio y
unívoco. Implica una lógica de lo uno donde la singularidad del objeto no se vea afectada
por eventuales aproximaciones disciplinarias.

Estas lógicas de objeto discreto, seguramente imprescindibles en los momentos


fundacionales de las ciencias humanas, suelen ocasionar sus propias dificultades para
comprender situaciones de transferencias múltiples en diferentes territorialidades.

La aparición de propuestas transdisciplinarias da cuenta del surgimiento de otras formas de


abordaje de la cuestión, así como de la necesidad de utilizar criterios epistemológicos
pluralistas. Con esta propuesta de atravesamientos disciplinarios, esta tendencia se inscribe
en un nuevo intento de superación de los reduccionismos psicologistas o sociologistas.

La invención de los atravesamientos disciplinarios crea las condiciones para hacer


sacar a ciertos objetos científicos de su referencialismo dogmático e invita a
construir una red epistemológica a partir de intercambios locales y no globales.

Obviamente, este movimiento que desdibuja los objetos teóricos discretos, unívocos,
implica no solo el intercambio entre diferentes áreas de saber sino la crítica interna de
variadas regiones de una disciplina que, al transversalizarse con otros saberes, pone en
interrogación muchas de sus certezas teóricas.

Un criterio transdisciplinario supone replantear varias cuestiones:


1) un trabajo de elucidación crítica sobre los cuerpos teóricos involucrados, que
desdibuje una intención legitimante de lo que ya se sabe para poder desplegar la
interrogación de hasta dónde sería posible pensar de otro modo.
2) Implica el abandono de cuerpos nacionales hegemónicos de disciplinas “reinas” a
cuyos postulados, códigos y orden de determinaciones se subordinan disciplinas
satelizadas; sobre estos presupuestos se crean las condiciones para la articulación
Alejandro Busto
28
de contactos locales y no globales entre diferentes territorios disciplinarios, como así
también que aquellos saberes que las disciplinas hegemónicas habían satelizado,
recobren su potencialidad de articulaciones multivalentes con otros saberes afines.

De esta forma los cuerpos teóricos funcionan como “caja de herramientas”, es decir, aportan
instrumentos y no sistemas conceptuales; instrumentos teóricos que incluyen en su reflexión
una dimensión histórica de las situaciones que analizan; herramienta que junto a otras
herramientas se produce para ser probada en el criterio de su universo, en conexiones
múltiples, locales y plurales con otros quehaceres teóricos.

Este movimiento que propone el atravesamiento de diferentes áreas de saberes, a partir de


“themas” a elucidar, sostiene varias y complejas implicancias:
1) cuando cierta región de una disciplina se transversaliza con otros saberes, pone en
crisis muchas de sus zonas de máxima evidencia
2) exige la constitución de redes de epistemología crítica abocadas a la elaboración de
aquellos criterios epistemológicos que en su rigurosidad hagan posible evitar
cualquier tipo de patch-work teóricos.
3) en el plano de las prácticas, vuelve necesaria otra forma de constitución de los
equipos de trabajo; si no hay disciplinas “reinas” tampoco habrá profesiones
hegemónicas.

Psicoanálisis y subjetividad

Los aportes psicoanalíticos son de suma importancia en una caja de herramientas del
campo de problemas de la subjetividad. Pero para ello, como con cualquier otra teoría que
haya organizado férreos sistemas teórico-institucionales, es necesario:
- Problematizar los efectos de verdad del dispositivo psicoanalítico
- Genealogizar sus condiciones históricas de producción de sus conceptos
- Elucidar sus efectos en el disciplinamietno social
- Deconstruir los binarismos donde ha quedado atrapado su tratamiento de la
diferencia

Pensar de otro modo

Para pensar una noción de subjetividad más allá de los dominios de objeto, se hace
necesario no solo el aporte de diversas disciplinas, sino demarcar las cuestiones de otro
modo.

Un “campo” de problemas supone una resistencia activa a reducirse a alguno de los


elementos heterogéneos que lo componen. Su producción de conocimientos se inscribe no
sólo en sus historicidades de hecho, sino en la indagación crítica de las mismas. Se
compone de estrategias discursivas y extradiscursivas en un campo o constelación de
sentido determinada.

Campo y no objeto. Multiplicidad de miradas, en los saberes y prácticas. Entrecruzamiento


en actos y discursos. Campo que rescata lo diverso como aquello que agrupa lo
discontinuo, sin cultivar lo homogéneo.

Para poner en juego este “pensar de otro modo” se vuelve necesario que concurran a este
campo problemático:

Alejandro Busto
29
- La circulación de lo excluido de la visibilidad de las formas instituidas de los saberes,
desplegando sus impensados.
- Desde contactos locales y no globales, es decir, desde criterios transdisciplinarios,
puntuales y no desde la molaridad de sus cuerpos doctrinales.
- Desde la resignificación de las antinomias clásicas de las ciencias humanas:
individuo/sociedad, naturaleza/cultura, idéntico/diferente, estructura/acontecimiento,
razón/pasión, público/privado, etc. Por fuera de sus versus, violentar
transdisciplinariamente sus visibles, para pensar de otro modo.

Si bien los lugares institucionales donde se intenta realizar este tipo de articulaciones son
generalmente académicos, la voluntad de realizarlas es política, porque:
- Se inscribe en las luchas simbólicas por la apropiación de sentido
- No se reduce a un análisis crítico de los discursos en cuestión, sino que indaga las
estrategias de poder que tales discursos legitiman
- Si bien el anhelo de pensar de otro modo pareciera inscribirse en el mundo de las
ideas, sus acciones se motorizan en profundos malestares colectivos

Alejandro Busto
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Módulo 2 - Psicología Social como Psicología de lo colectivo

Según Crespo (1995), el nacionalismo, el colonialismo, la revolución industrial, así como las
revoluciones burguesas constituyen el marco social en el que se plantean los problemas
sobre el comportamiento colectivo. Los científicos sociales del momento que, como hemos
señalado, son igualmente reformadores sociales, creen posible la comprensión del orden
social -percibido frecuentemente como desorden- mediante el estudio del comportamiento
colectivo.

Se plantean dos posturas:

1. Teorías psicologistas (G. Tarde): el individuo es una realidad en sí mismo, los


procesos psíquicos ocurren en los individuos. Los fenómenos colectivos son de
naturaleza psíquica individual. Las acciones colectivas son la sumatoria de las
acciones individuales.
2. Teorías sociologistas (E. Durkheim): los fenómenos colectivos tienen leyes
propias. La conciencia colectiva está compuesta por elementos distintos de la
conciencia individual. El individuo aislado es una ficción. El individuo es agente de
condiciones externas.

Distinciones conceptuales:
- Muchedumbre efímera: numerosidad espontánea, satisfacen una misma
motivación (por ejemplo las personas que estan en la playa veraneando)
- Muchedumbre organizada: numerosidad, establecida a través de un acuerdo, con
objetivos comunes (una marcha, por ejemplo la del 8 de Marzo)
- Masa: no remite a la numerosidad, formación indiferenciada donde hay lazos.
- Multitud: innumerables formas singulares que actúan en común y siguen siendo
diferentes.

Nota a tener en cuenta: la concepción de multitud que tiene Le Bon es diferente a la que
utiliza Negri.

Según Fernandez Christlieb, es posible decir que, junto con Le Bon y Tarde, Wundt
construye con su Psicología de los pueblos el basamento de la Psicología social y
particularmente de la Psicología colectiva.

Freud - Psicología de las masas

La oposición entre psicología individual y psicología social o de las masas, que a primera
vista quizás nos parezca muy sustancial, pierde buena parte de su nitidez si se la considera
más a fondo. En la vida anímica del individuo, el otro cuenta, con total regularidad, como
modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo, y por eso desde el comienzo mismo la
psicología individual es simultáneamente psicología social.

De acuerdo a los aportes de Melanie Klen, estas relaciones sociales externas se


internalizan, y forman vínculos internos, que reproducen en el ámbito del Yo relaciones
grupales o ecológicas. En este sentido, toda la vida mental inconsciente debe ser
considerada como la interacción entre objetos internos (grupo interno), en permanente
interrelación dialéctica con los objetos del mundo exterior.

Alejandro Busto
31
La relación del individuo con sus vínculos tiene derecho a reclamar que se la considere
fenómeno social. Ahora bien, cuando se habla de psicología social o de las masas, se suele
prescindir de estos vínculos y distinguir como objeto de la indagación la influencia
simultánea ejercida sobre el individuo por un gran número de personas con quienes está
ligado por algo. Por tanto, la psicología de las masas trata del individuo como miembro de
un linaje, de un pueblo, o como integrante de una multitud organizada en forma de masa
durante cierto lapso y para determinado fin. Parecería indicado considerar los fenómenos
que se muestran bajo estas particulares condiciones como exteriorizaciones de una pulsión
especial, la pulsión social, que en otras situaciones no se expresaría, sin embargo, es
difícil que deba adjudicarse al factor numérico -de las personas- una importancia tan
grande, hasta el punto de que fuera capaz de suscitar por sí solo en la vida anímica una
pulsión nueva, inactiva en otra circunstancia. Por eso lo más acertado es inclinarse más
bien en favor de que la pulsión social no sea originaria e irreductible, sino que sus
comienzos se puedan hallar en los círculos estrechos, como el de la familia.

Le Bon plantea:
He aquí el rasgo más notable de una masa psicológica: cualesquiera que sean los
individuos que la componen y por diversos o semejantes que puedan ser su modo
de vida, sus ocupaciones, su carácter o su inteligencia, el mero hecho de hallarse
transformados en una masa los dota de una especie de alma colectiva en virtud
de la cual sienten, piensan y actúan de manera enteramente distinta de como
sentiría, pensaría y actuaría cada uno de ellos en forma aislada. Hay ideas y
sentimientos que solo emergen o se convierten en actos en los individuos ligados
en masas. La masa psicológica es un ente provisional que consta de elementos
heterogéneos; estos se han unido entre sí durante un cierto lapso, tal como las
células del organismo forman, mediante su unión, un nuevo ser que muestra
propiedades muy diferentes que sus células aisladas.

Es fácil verificar la gran diferencia que existe entre un individuo perteneciente a


una masa y un individuo aislado, pero es más difícil descubrir las causas de esa
diferencia. Para llegar al menos a entreverlas es necesario recordar que los
fenómenos inconscientes desempeñan un papel preponderante no solo en la vida
orgánica, sino también en el funcionamiento de la inteligencia.

Nuestros actos conscientes derivan de un sustrato inconsciente creado en lo


fundamental por influencias hereditarias. Este sustrato incluye las innumerables
huellas ancestrales que constituyen el alma de la raza. La mayoría de nuestras
acciones cotidianas son efecto de motivos ocultos, que escapan a nuestro
conocimiento.

Entonces, para Le Bon, en la masa, desaparecen las adquisiciones de los individuos y, por
tanto, su peculiaridad. Aflora el inconsciente racial, lo heterogéneo se hunda en lo
homogéneo. Diríamos que la superestructura psíquica desarrollada tan diversamente en los
distintos individuos es desmontada, despotenciada, y se pone al desnudo (se vuelve
operante) el fundamento inconsciente, uniforme en todos ellos.

Alejandro Busto
32
Le Bon halla que los individuos también muestran nuevas propiedades que no habían
poseído hasta entonces, y busca la razón de ello en 3 factores:
- La primera causa consiste en que dentro de la masa el individuo adquiere, por el
solo hecho del número, un sentimiento de poder invencible que le permite
entregarse a instintos que, de estar solo, habría sujetado forzosamente. Por ser la
masa anónima, desaparece totalmente el sentimiento de la responsabilidad que
frena de continuo a los individuos.

Para Freud, por otro lado, el individuo, al entrar en la masa queda sometido a condiciones
que le permiten echar por tierra las represiones de sus mociones pulsionales inconscientes.
Las exteriorizaciones de ese inconsciente contiene, como disposición constitucional, toda la
maldad del alma humana; en estas circunstancias, la desaparición de la conciencia moral o
del sentimiento de responsabilidad no ofrece dificultad alguna.

- La segunda causa, el contagio, contribuye igualmente a hacer que en las masas se


exterioricen rasgos especiales y, al mismo tiempo, a marcar la orientación de estos.
El contagio es un fenómeno fácil de comprobar, pero inexplicable. En la multitud,
todo sentimiento y todo acto son contagiosos, y en grado tan alto que el individuo
sacrifica muy fácilmente su interés personal al interés colectivo. Está aptitud es
enteramente contraria a su naturaleza, y el ser humano solo es capaz de ella cuando
integra una masa.
- La tercera causa es la más importante, y determina en los individuos de una masa
particulares propiedades, muy opuesta a veces a las del individuo aislado, está es la
sugestionabilidad, de la cual el contagio es solo un efecto. Algunas observaciones
parecen demostrar que el individuo inmerso durante cierto lapso en una masa activa
muy pronto se encuentra en un estado singular, muy próximo a la fascinación en la
que cae el hipnotizado bajo la influencia del hipnotizador. La personalidad consciente
desaparece por completo, la voluntad y el discernimiento quedan abolidos.
Sentimientos y pensamientos se orientan en la dirección que les exprime el
hipnotizador. Tal es el estado del individuo perteneciente a una masa psicológica. No
tiene ya conciencia de sus actos. En el, lo mismo que en el hipnotizado, al par que
ciertas aptitudes se encuentran neutralizadas, otras pueden elevarse hasta un grado
extremo de exaltación. Este impulso es todavía más irrefrenable en las masas que
en el hipnotizado, porque siendo la sugestión idéntica para todos los individuos que
la componen, se acrecienta por la reciprocidad, es decir, el efecto de contagio que
los individuos ejercen unos sobre otros y por el cual se refuerza la sugestión
originaria.

Los principales rasgos del individuo integrante de la masa son, entonces: la


desaparición de la personalidad consciente de los sentimientos e ideas en el
mismo sentido por sugestión y contagio, y la tendencia a transformar
inmediatamente en actos las ideas sugeridas. El individuo deja de ser el mismo;
se ha convertido en un autómata carente de voluntad.

Para Freud, ni el contagio ni la sugestionabilidad acrecentada se encuentran en el mismo


nivel de igualdad, ya que el contagio ha de ser una exteriorización de la sugestionabilidad.
Además considera, que los efectos de ambos factores no estan nítidamente separados. Sin
embargo, está de acuerdo, en que los fenómenos de sugestión en la masa remiten a una
fuente externa.

Alejandro Busto
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Descripción del alma de las masas

Le Bon plantea que el alma de las masas coincide con la vida anímica de los primitivos y de
los niños. La masa es impulsiva, voluble y excitable. Es guiada casi con exclusividad por lo
inconsciente. Los impulsos a que obedece pueden ser nobles o crueles, heroicos o
cobardes, pero son tan imperiosos que nunca se impone lo personal, ni siquiera el interés
por la autoconservación. Nada en ella es premeditado. La masa no soporta dilación entre su
apetito y la realización de lo apetecido. Abriga un sentimiento de omnipotencia, el concepto
de lo imposible desaparece para el individuo inmerso en ella.

La masa es extraordinariamente influible y crédula; es acrítica, lo improbable no existe para


ella. Piensa por imágenes que se evocan asociativamente unas a otras, tal como
sobrevienen al individuo en los estados de libre fantaseo; ninguna instancia racional mide su
acuerdo con la realidad.

Pasa pronto a los extremos, la sospecha formulada se le convierte enseguida en


certidumbre incontrastable.

Puesto que la masa no abriga dudas sobre lo verdadero o lo falso, y al mismo tiempo tiene
la conciencia de su gran fuerza, es tan intolerante como obediente ante la autoridad.
Respeta la fuerza, y sólo en escasa medida se deja influir por las buenas maneras, que
considera signo de debilidad. Lo que pide de sus héroes es fortaleza, y aún violencia.
Quiere ser dominada y sometida, y temer a sus amos. Totalmente conservadora en el fondo,
siente profunda aversión hacía las novedades y progresos, y una veneración sin límites por
la tradición.

La moralidad de las masas: al reunirse los individuos de la masa, desaparecen todas las
inhibiciones y son llamadas a una libre satisfacción pulsional todos los instintos crueles,
brutales, destructivos, que dormitan en el individuo como relictos del tiempo primordial.

Freud dice, en cambio, que mientras que el rendimiento intelectual de la masa es siempre
muy inferior al del individuo, su conducta ética puede tanto sobrepasar con creces ese nivel
como quedar muy por debajo de el.

Le Bon plantea que las masas no conocen la sed de la verdad. Piden ilusiones, a las que no
pueden renunciar. Lo irreal siempre prevalece sobre lo real, lo irreal las influye casi con la
misma fuerza que lo real. Su visible tendencia es no hacer distingo alguno entre ambos.

En esto último, Freud encuentra un síntoma de la neurosis, ya que para los neuróticos, no
vale la realidad objetiva, corriente, sino la realidad psíquica.

Le Bon plantea que tan pronto como unos seres vivos se encuentran reunidos en cierto
número, sean animales o humanos, se ponen instintivamente bajo la autoridad de un jefe.
La masa es un rebaño obediente que nunca podría vivir sin señor- Tiene tal sed de
obedecer que se subordina instintivamente a cualquiera que se designe su señor.
Este “señor” tiene que corresponderle con ciertas propiedades personales. Para suscitar la
creencia de la masa, el mismo tiene que estar fascinado por una intensa creencia (en una
idea), debe poseer una voluntad poderosa, imponente, que la masa sin voluntad le acepta.
Esas ideas, así como sus conductores, tienen un poder misterioso, irresistible, que Lebon
denomina como “prestigioso”. El prestigio es una suerte de imperio que ejerce sobre

Alejandro Busto
34
nosotros un individuo, una obra o una idea. Paraliza por completo nuestra capacidad de
crítica y nos llena de asombro y respeto.

Dos masas artificiales: iglesia y ejército (teoría de Freud)

Lo que une a las masas, para Freud, son:


1) La libido: concepto de amor ampliado, extenso. Liga a los miembros entre sí y con
el líder. Proviene de la teoría de la afectividad.
2) La identificación: procesos inconscientes. Primera manifestación de enlace afectivo
en las personas. Es una condición de posibilidad para que haya sujeto.

Hay distintos tipos de identificaciones:


- Edípica: se introyectan rasgos del padre (objeto ideal) para ser como él.
- Neurosis histérica: se asimilan rasgos de la persona amada
- Formación de masa: se reduce una coincidencia entre varios Yo al colocar
en el ideal del Yo el mismo objeto, idea, persona.

En las masas, cada individuo tiene una doble ligazón libidinosa: con el conductor y con
los otros individuos de la masa.

El conductor es muy importante para la psicología de las masas, ya que a través de este se
explica el principal fenómeno de la psicología de las masas: la falta de libertad del
individuo dentro de ellas. Si todo individuo está sujeto a una ligazón afectiva tan amplia en
dos direcciones, no nos resultará difícil derivar de ese nexo la alteración y la restricción
observada en su personalidad.

Otro indicio que la esencia de una masa consiste en las ligazones libidinosas existentes en
ella nos lo proporciona también el fenómeno del pánico.

El pánico se genera cuando una masa de está clase (artificial) se descompone. Lo


caracteriza el hecho de que ya no se presta oídos a orden alguna del jefe, y cada uno de los
individuos cuida por sí sin miramiento por los otros. Los lazos recíprocos han cesado, y se
libera una angustia enorme, sin sentido.

La identificación

El psicoanálisis conoce la identificación como la más temprana exteriorización de una


ligazón afectiva con otra persona. Desempeña un papel en la prehistoria del complejo de
Edipo. El varón manifiesta un particular interés hacía su padre; querría crecer y ser como él,
hacer sus veces en todos los terrenos. Digamos, simplemente: toma al padre como su ideal.

Con su madre muestra una directa investidura sexual de objeto, con el padre, una
identificación que lo toma por modelo. Ambos coexisten un tiempo, sin influirse ni
perturbarse entre sí. Pero la unificación de la vida anímica avanza sin cesar, y a
consecuencia de ella ambos lazos confluyen a la postre, y por esa confluencia nace el
complejo de Edipo normal. El pequeño nota que el padre le significa un estorbo junto a la
madre; su identificación con él cobra entonces una tonalidad hostil.

Entonces, desde el comienzo mismo, la identificación es ambivalente; puede darse vuelta


hacía la expresión de la ternura o hacía el deseo de eliminación.

Alejandro Busto
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La ligazón recíproca entre los individuos de la masa tiene la naturaleza de una
identificación, y a su vez, esa comunidad (la masa) reside en el modo de la ligazón con el
conductor.

En la masa, en sus integrantes hay lazos que juntan a las personas, que las hacen estar
enlazadas entre sí, pero al mismo tiempo se produce una coincidencia entre los Yo de las
personas. Esa coincidencia tiene que ver con colocar en su Yo aspectos o trozos del mismo
objeto, idea o persona.

Esto ocurre cuando las personas usan ese objeto, idea o persona, en tanto que es lo que
quieren seguir, como parte del ideal de su Yo. Es decir, cada persona usa eso que quieren
seguir como parte del ideal de su propio Yo, y coincidentemente es lo mismo para todos.
Por ejemplo, “la bondad” de Dios, es un rasgo que las personas religiosas toman como un
parte del ideal de su Yo, y en ese sentido, todos siguen esa bondad, he ahí la formación de
la masa religiosa. (Este ejemplo puede estar mal, lo hice yo a partir de la lectura)

Otra forma de decirlo, todos los Yo de las personas integrantes de la masa se ligan entre sí
libidinalmente usando para sí, entre todos, unos aspectos que lideran eso con lo que ellos
se identifican.

Freud explica el Ideal del Yo de la siguiente manera:

“mientras que el Yo obedece al SuperYó por miedo al castigo, se somete al ideal del Yo por
amor”.

En relación al origen de las dos instancias psíquicas, Freud dice “el ideal del Yo se formaria
principalmente sobre la imagen de los objetos amados y el superyó sobre la de los
personajes temidos”.

Así mismo, D. Lagache plantea que “el superyó corresponde a la autoridad, y el ideal del Yo
a la manera en que el sujeto debe comportarse para responder a lo que espera la autoridad”

En este sentido, en los integrantes de la masa hay una doble ligazón:


1. Hay un proceso identificatorio con el “jefe/idea”, que es colocado en el lugar del ideal
del Yo, y como cada miembro hace eso, todos los ideales del Yo de cada miembro
quedan conectados entre ellos, y ahí se produce la homogeneidad en la masa, por
eso es que una formación de masa nos produce como iguales.
2. Hay una zona de comunión afectiva entre los integrantes, que tiene que ver con el
“ser parte de” una masa o unas masas

Alejandro Busto
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Pichon Riviere plantea que Freud alcanzó por momentos una visión integral del problema
de la interrelación hombre-sociedad, sin poder desprenderse, sin embargo, de una
concepción antropocéntrica, que le impide desarrollar un enfoque dialéctico.

Pese a percibir la falacia de la oposición dilemática entre psicología individual y


psicología colectiva, su apego a la “mitología” del psicoanálisis, la teoría
instintivista y el desconocimiento de la dimensión ecológica le impidieron
formularse lo vislumbrado, esto es, que toda psicología en un sentido estricto, es
social.

Raggio - La explosión del sujeto

La identidad no es otra cosa que la cristalización del proceso identificatorio, su detencion y


clausura es el punto donde sutilmente se instala la ficción moderna del “individuo” y su
sacrosanta “mismidad”.

Los procesos identificatorios son fenómenos que estan indisolublemente ligados y


abiertos a una diversidad de formaciones colectivas y sus modos específicos de producción
subjetiva. Lo social es, desde este punto de vista, el material mismo con el cual está
constituida nuestra “interioridad”.

El problema hace referencia directa a un área de desconocimiento, a un área donde el


requerimiento es justamente la producción de conocimiento. Es la elección del investigador,
que es también una elección ética: la ubicación de la producción de conocimientos por
encima de cualquier adhesión doctrinaria y su correlativa voluntad de adoctrinamiento.

La idea de inconsciente que Freud despliega en “Psicología de las masas”, es la de un


inconsciente que es proceso de trabajo colectivo, un entramado de procesos identificatorios
inconscientes encarnados en comunidades afectivas e inmanentes a formaciones siempre
colectivas.

Negri - Multitud
En muchos aspectos, la producción económica es, al mismo tiempo, cultural y política. La
producción contemporánea, que ejerce su hegemonía sobre las demás, crea “bienes
inmateriales” tales como ideas, conocimiento, formas de comunicación y relaciones. En este
trabajo inmaterial, la producción desborda los límites de lo económico según la concepción
tradicional para abordar directamente lo cultural, lo social y lo político. No se producen sólo
bienes materiales, sino relaciones sociales reales y formas de vida. Este tipo de producción
se ha denominado “biopolítica” para destacar que sus productos tienen carácter general y
afectan directamente la vida social en su totalidad.

El biopoder y la producción biopolítica afectan a toda la vida social, de ahí el común prefijo
“bio”, pero lo hacen de manera muy diferente. El biopoder está situado por encima de la
sociedad, trascendente, a título de autoridad soberana que impone su orden. En cambio, la
producción biopolítica es inmanente a la sociedad y crea relaciones y formas sociales a
través de las formas colaborativas de trabajo.

Hoy día sólo es posible conducir la acción política encaminada a la transformación y a la


liberación sobre la base de la multitud.
No se debe confundir multitud con, por ejemplo, el concepto de pueblo. El pueblo es uno,
sintetiza o reduce las diferencias sociales en una identidad. La multitud, por otro lado, no
Alejandro Busto
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está unificada, sigue siendo plural y múltiple. En este sentido, la multitud se compone de un
conjunto de singularidades.

Sin embargo, aunque la multitud sea múltiple, no está fragmentada, ni es anárquica ni


incoherente.

Conviene contrastar el concepto de multitud con otros conceptos que designan colectivos
plurales como “las gentes”, “las masas” y “la turba”. Los componentes de estas últimas no
son singularidades, y sus sujetos sociales son fundamentalmente pasivos, en el sentido de
que no son capaces de actuar por sí mismos, de que necesitan ser conducidos. Si bien la
gente, o las turbas pueden ejercer efectos sociales, no actúan por voluntad propia. Por eso
es que son tan vulnerables a la manipulación externa.
La multitud, en cambio, es un sujeto social activo, que actúa partiendo de lo común, de lo
compartido por esas singularidades. La multitud es un sujeto social internamente diferente y
múltiple, cuya constitución y cuya acción no se fundan en la identidad ni en la unidad (ni
mucho menos en la indiferenciación), sino en lo que hay en común.

El concepto de multitud desafía la verdad aceptada de la soberanía. La multitud, aunque


siga siendo múltiple e internamente diferente, es capaz de actuar en común y, por lo tanto,
de regirse a sí misma.
Las formas contemporáneas de producción, es decir, la producción biopolítica, no se limitan
a los fenómenos económicos, sino que tienden a abarcar todos los aspectos de la vida
social, incluidos la comunicación, el conocimiento y los afectos.

El concepto de multitud o similares, hace tiempo que viene formando parte de las poderosas
corrientes políticas del feminismo y el antirracismo. Cuando decimos que no deseamos un
mundo en el que no hayan diferencias raciales o de género, un mundo en que la raza y el
género no importen, nos referimos en el sentido de que no determinen jerarquías de poder,
un mundo en que las diferencias puedan expresarse libremente, ese deseo se refiere a la
multitud. Y por supuesto, para que las singularidades que componen la multitud despojen a
las diferencias de sus aspectos restrictivos, negativos y destructivos, y para hacer de ellas
nuestra fuerza.

Alejandro Busto
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Módulo 3 - Interaccionismo Simbólico y Teoría de las Representaciones Sociales

- ¿Cómo concibe el interaccionismo simbólico la tensión individuo sociedad?


- ¿Cuáles son sus premisas principales en torno a dicha tensión?
- En relación con esas preguntas, ¿qué tipo de relaciones establece esta perspectiva,
entre lo microsocial y lo macrosocial?
- ¿Qué lugar tiene “el significado” y “el acto social” en la perspectiva del
- interaccionismo simbólico?
- ¿Cómo podemos pensar las nociones de comunicación, la acción, la producción de
sentido y el “sí mismo”?
- ¿Están vinculadas desde está perspectiva? y, por lo tanto, ¿Cómo entiende lo
psíquico y la conducta humana?

- ¿Qué elementos del Interaccionismo Simbólico son tomados en la Teoría de las


Representaciones Sociales?
- ¿Qué son o cómo se definen las mismas?
- ¿En qué se distinguen de otros conceptos vinculados a procesos cognitivos, como la
opinión, la percepción, los estereotipos, los prejuicios, etc.?
- ¿Qué función cumplen en nuestra vida social, cuál es su utilidad?
- ¿Qué significa que ellas se ubican entre lo simbólico y la acción?
- ¿Qué elementos hacen posible que se construyan, o qué es lo que las
desencadena?
- ¿Cuál es el proceso de conformación de las Representaciones Sociales?
- ¿A qué se llama objetivación y anclaje en ese proceso?
- ¿Qué dimensiones las componen y cuál es la relación entre ellas?

Alejandro Busto
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Según Moscovici (1979), 3 las influencias básicas del modelo de las representaciones
sociales son:
- La Etnopsicología de Wundt
- El Interaccionismo Simbolico de Mead
- El concepto de Representaciones Colectivas de Durkheim

Interaccionismo simbólico explicado en breve

Mead se centra en la acción humana, en el acto social. Para Mead el acto social siempre
tiene un carácter reflexivo, en dos sentidos:
1. en el sentido de la capacidad reflexiva del ser humano
2. en el sentido reflexivo de influencias mutuas

Es decir, él plantea cómo el proceso de comprender algo va afectando la propia situación y


a su vez va surgiendo de la propia situación en la que estamos actuando. La acción humana
entonces no es previa, sino que se produce en la misma situación en la que estamos
actuando.

En este sentido, como el acto social se da en la misma situación en la que estamos


actuando, Mead jerarquiza un espacio de intermediación, interactivo, social, como un campo
en el que se van a producir las significaciones y por lo tanto los símbolos, y por lo tanto todo
un nivel simbólico, esto así como el lenguaje y todo lo relacionado a la comunicación
humana es de gran importancia para Mead.

Introduce así la idea de rol, en la medida en que todo acto social, toda instancia
comunicativa va a implicar un lugar de los otros que todos vamos a ir incorporando para
hacer posible esa instancia de acción social.

Mead rechaza la idea de un espacio interior previo a la acción, es decir, un espacio interior
jerarquizado del cual supuestamente emanan las acciones, la comunicación etc. Para Mead
lo central es el espacio interactivo, que no tiene que ver con lo biológico, sino que es un
espacio interactivo eminentemente social percibido en términos de significaciones que son
los símbolos. En este sentido, es pertinente comprender los fenómenos psicosociales
partiendo de este espacio interactivo no biológico.

O sea que es la situación y la interacción lo que hace posible el símbolo y el significado, y


es justamente a partir de ahí que podemos pensar que pasa en los individuos.

Acerca de la tensión individuo-sociedad, Mead plantea que el “yo individual” no estaría


determinado de manera previa al acto social, sino que surge en él. Es decir, el yo surge en
el acto social comunicativo y el sí mismo es una derivación de esa interacción comunicativa.

Explicado de otra forma, el yo “es individual” en la medida en que tiene que ver con la
intervención de un individuo en el acto social pero en realidad no es individual porque es
propio del acto social (que se da en un campo interactivo).

Lo que se plantea de está forma es que el Yo surge espontáneamente inscripto en la


acción, no hay un Yo previo a la acción sino que emerge espontáneamente en la acción, en
la medida en que cuando se tiene algo para hacer o para comunicar (lenguaje
verbal/paraverbal) esto es siempre en el contexto de un campo interactivo.

Alejandro Busto
40
Con respecto al sí mismo, como a su vez, quien se comunica con los otros también puede
comunicarse consigo mismo, es decir pensar, la persona puede tomarse a uno mismo como
objeto de comunicación. Así, como la comunicación que se va haciendo con los demás va
creando la realidad, ya que la realidad es realidad en la medida que es significativa para las
personas, y como la significación se construye en el espacio interactivo; el sí mismo, y está
relación comunicativa con uno mismo resulta de la internalización de esa interacción.
Entonces es porque hay una interacción con otros que yo puedo internalizar esa interacción,
y el sí mismo, es decir, la relación conmigo mismo y la posibilidad de desarrollo del
pensamiento es posible porque hay un espacio interactivo.

Dicho de otra manera, es porque podemos comunicarnos con los demás que a su vez
podemos comunicarnos con nosotros mismos (pensar), y como la comunicación con los
demás crea la realidad, la comunicación con nosotros mismos interioriza esa realidad, es
decir, interioriza las significaciones, y, al interiorizarlas, se crea el sí mismo, y como
justamente la creación de la realidad se da por la comunicación, y la comunicación se da en
un espacio interactivo, entonces el sí mismo emerge por la existencia de ese espacio
interactivo.

Mead plantea lo que él denomina como habla significante: el proceso de dirigirse a otra
persona es un proceso de dirigirse también a uno mismo, y de provocar en sí la reacción
que provoca en el otro. Es decir, cada vez que nosotros nos relacionamos con los otros de
alguna forma también nos estamos relacionando con nosotros mismos, y estamos
provocando en nosotros una reacción que está relacionada con la reacción que provoca en
los otros nuestra acción. Eso es lo que Mead quiere decir con la capacidad asumir el rol del
otro; las personas pueden afectar a los demás en la medida en que pueden asumir como el
otro puede ser afectado, justamente, porque nosotros mismos somos afectados por nuestra
propia acción, y en ese sentido, las fronteras entre espacio interior y espacio exterior se
desdibujan, y por ello para Mead no tiene sentido hablar de estos dos espacios ya que no
hay una diferencia entre ellos, sino que lo realmente relevante es el espacio interactivo de la
comunicación.

Respecto al Yo, al Mi, al sí mismo y al otro generalizado, Mead plantea que el Yo es el que
irrumpe en la situación interactiva porque hay algo para hacer en el contexto del acto social,
emerge en esa situación y aparece para comunicar, para compartir algo en esa situación
interactiva. El Mi es el punto de vista colectivo respecto a uno mismo que uno asume,
cuando una persona puede pensarse a uno mismo es porque uno está asumiendo un punto
de vista colectivo respecto a si mismo, es como ver al Yo pero desde el punto de vista de los
otros, el self o sí mismo ya tiene que ver con el actuar con uno mismo del modo como los
otros actúan con nosotros, ya no tiene que ver con percibirse o sentirse a uno mismo sino
actuar con uno mismo del modo como los otros actúan con uno, decirse cosas, entrar en
conflicto con uno mismo de la misma forma que puede pasar en una situación interactiva
con los demás, por último, el otro es siempre un otro generalizado, este otro generalizado
es el que evalúa en términos de criterios colectivos y sociales las cosas e incluso a nosotros
mismos, ese otro generalizado es el marco social en el cual se construye el sí mismo y
permite que este tenga una unidad para el individuo, es decir, este otro generalizado de
alguna forma nos da la posibilidad de que el sí mismo tenga una unidad para el individuo

Desde está perspectiva, los objetos no tienen un significado inherente, sino que son las
personas en la interacción quienes les asignan un significado particular. Es decir, las cosas
no significan nada por sí mismas, sino que su significación se le asigna en la medida en que
hay una práctica, un acto social, una instancia comunicativa. En este sentido, la conducta
Alejandro Busto
41
del individuo responde al significado que este atribuye a los objetos, atribuirle significado no
es en sí misma una conducta, sino que es una consecuencia, es una práctica que no es
individual sino que se hace siempre en el campo de un espacio interactivo y comunicativo, y
la conducta de los individuos responde a ese significado atribuido a los objetos, o sea que
en primer lugar está la producción de sentido, es decir, primero está la atribución de
significado que se produce en el campo interactivo, y por lo tanto no es posible comprender
la conducta humana sin comprender que parte de un significado que parte de un espacio
social.

El ser humano construye, en sus relaciones con otros y consigo mismo, la realidad en la
cual vive, entonces la realidad no es una cosa dada para el ser humano, sino que los seres
humanos la construimos en la relaciones con los demás y con nosotros mismos.

Teoría de las Representaciones Sociales explicado en breve

A Moscovici le interesa cómo el conocimiento científico es convertido en conocimiento


común o espontáneo. Él dice que hay algo del orden de la invención que transforma el
proceso de construcción de conocimiento común, y en este sentido marca una diferencia
entre:
1. las sociedades tradicionales donde el vocabulario y nociones que describen y
explican la experiencia cotidiana provienen del lenguaje y la sabiduría acumulada en
la memoria comunitaria, y de esa memoria cultural compartida la ciencia y la filosofía
toman sus materiales constituyentes para luego ser devueltos procesados,
transformados y convertidos en filosofía y teorías científicas
2. las sociedades contemporáneas donde el trabajo y el desarrollo científico son los
que inventan y proponen la mayoría de los objetos, conceptos, analogías y formas
lógicas que son luego utilizadas para comprender y actuar en las distintas esferas de
la vida diaria

De esa manera Moscovici invierte el origen del conocimiento científico, por una parte en las
sociedades tradicionales dice que es la ciencia la que toma de la comunidad su lenguaje
para producir conocimiento científico, y por otra, en las sociedades contemporáneas son los
constructos teóricos los que son tomados por la comunidad para hacerlos propios y
utilizarlos en la vida cotidiana.

Las representaciones sociales son para Moscovici formas de conocimiento social, desde las
cuales las personas interpretan, piensan la realidad cotidiana, son imágenes que de alguna
manera condensan un conjunto de significados, sistemas de referencia que permiten
interpretar lo que sucede o incluso darle un sentido a algo que todavía no ha sucedido o a
algo inesperado, son categorías que sirven para clasificar las circunstancias, individuos o
grupos que están en relación, son teorías profanas que permiten establecer hechos sobre
lo que sucede, poder comprender, categorizar, mediante un sistema de referencias que es
lo que está aconteciendo.

La representación no es el objeto, sino que es lo que lo representa, como una sustitución


cognoscitiva del objeto, es algo que se representa en la mente. El acto cognoscitivo de
representar es semejante a lo que un actor o actriz hacen en el escenario, representan un
personaje, pero no son ese personaje.

Las representaciones sociales son una modalidad particular de conocimiento, que tienen
como función generar comportamientos y facilitar la comunicación entre individuos,
Alejandro Busto
42
estableciendo un orden y proporcionando un código común en el grupo social, en ese
sentido, la representación se convierte en el sentido común del grupo social.

La condición significante de la representación refiere a las dos caras que tiene ésta, por un
lado lo figurativo y simbólico, que tiene que ver con que toda figura de la representación
tiene un sentido, y todo sentido se va a constituir en una imagen, la otra cara es lo dinámico
de la representación y esto tiene que ver con que está se construye y reconstruye, en tanto
el sujeto que tiene esa representación es autor y actor de la representación, es decir,
siempre hay un proceso de elaboración cognoscitiva y también de marco para el
comportamiento del sujeto.

La representación es también social debido a que la construcción de está se da en función


de encuentros e interacciones con individuos y con grupos.

George H. Mead y el interaccionismo simbólico - Mora

Mead basa su Psicología social en la lectura de Darwin y la etnopsicología de Wundt. Y así


mismo toma nociones del conductismo pero no se limita a las conductas observables.

Mead plantea que los conductistas pasaron por alto lo que él define como el acto: ciertas
características que tienen las cosas y ciertas experiencias que poseen los individuos
pueden ser consideradas como acontecimientos dentro de un acto. Parte del acto reside
dentro del organismo y sólo más tarde cobra expresión. Por tanto, la conducta es algo más
amplio y más complejo que la mera conducta observable. Dentro del acto, afirma Mead,
existe un campo que no es externo, sino que pertenece al acto, y hay características de esa
conducta orgánica interna que se revelan en nuestras actitudes, especialmente las
relacionadas con el habla.

El acto social es algo más complejo que el estímulo y la respuesta, “debe ser tomado como
un todo dinámico -como algo que está sucediendo-, ninguna parte del cual puede ser
considerada o entendida por sí misma, sino como un complejo proceso orgánico que se
halla implícito en cada estímulo particular y en cada reacción individual involucrado en el.
En este sentido, Mead dice que “nuestro enfoque es conductista, pero, a diferencia del
conductismo watsoniano, reconoce las partes del acto que no aparecen a la observación
externa, y pone el acento sobre el acto del individuo humano en situación social natural”. A
su vez, agrega que para explicar la conducta consciente es necesario el estudio no solo de
la perspectiva grupal o social sino también lo que ocurre en el comienzo del acto en relación
incluso con el SNC.

Mead plantea que “la conciencia es un emergente de las conductas. La conciencia no es


una precondición del acto social, el acto social es una precondición de la conciencia. El
mecanismo del acto social puede ser rastreado sin necesidad de introducir en él la
concepción de la conciencia como un elemento separable dentro de dicho acto; de ahí que
el acto social, en sus etapas o formas más elementales, sea posible fuera o aparte de
alguna forma de conciencia”.

Con el acto social, Mead plantea la existencia de un espacio interactivo, no biológico sino
social, en las interacciones entre individuos, que es percibido en términos de
significaciones, y por lo tanto su materia es el símbolo. Justamente el autor toma como
unidad de análisis el “acto social”. Considera a este como la “unidad más primitiva” de su

Alejandro Busto
43
teoría, es el concepto-base de donde emergen todos los demás aspectos del análisis que
hace.

El símbolo y su significado son propiedad de la situación interactiva, no estan afuera ni


tampoco adentro. A su vez, la existencia de tal significado no implica necesariamente la
consciencia del mismo, ya que esa existencia del significado se consigue simplemente a
través de la simbolización.

Mead se centra en la acción humana, en el acto social. Para Mead el acto social siempre
tiene un carácter reflexivo, en dos sentidos:
3. en el sentido de la capacidad reflexiva del ser humano
4. en el sentido reflexivo de influencias mutuas

Es decir, él plantea cómo el proceso de comprender algo va afectando la propia situación y


a su vez va surgiendo de la propia situación en la que estamos actuando. La acción humana
entonces no es previa, sino que se produce en la misma situación en la que estamos
actuando.

Según Ritzer (1995), “la unidad de estudio era el acto porque comprende tanto aspectos
encubiertos como aspectos descubiertos de la acción humana. Dentro del acto, la totalidad
de las diferentes categorías de las psicologías ortodoxas tradicionales encuentran su lugar.
La atención, la percepción, la imaginación, el razonamiento, la emoción, etc, son
consideradas como parte del acto...el acto, pues, engloba todos los procesos implicados en
la actividad humana”.

Para Mead, el acto social puede ser definido como: un acto en que la ocasión o estímulo
que libera a un impulso se encuentra en el carácter o conducta de un individuo vivo que
pertenece al ambiente específico del individuo que experimenta un impulso”.

El acto social tiene entonces componentes externos e internos. El acto externo que
observamos constituye una parte del proceso que se ha iniciado en el interior. (...) La
conducta objetivamente observable encuentra expresión dentro del individuo, no en el
sentido de encontrarse en otro mundo, un mundo subjetivo, sino en el sentido de hallarse
dentro un organismo. Parte de esa conducta aparece en lo que podemos denominar
“actitudes”, los comienzos de los actos. (...) Ciertas características que tienen las cosas y
ciertas experiencias que poseen los individuos pueden ser consideradas como
acontecimientos de un acto.

Mead identificó 4 fases fundamentales e interrelacionadas del acto social. Las 4 representan
un todo orgánico, estan interrelacionadas dialécticamente:
1) Impulso: se refiere a la necesidad de hacer algo como respuesta. Por ejemplo el
hambre. En un impulso como el hambre también está involucrado el entorno. El
impulso puede estar motivado por la presencia de comida en el entorno o por lo
contrario, es decir, por su escasez o falta de disponibilidad. Así como en los demás
elementos de la teoría de Mead, estan implicados tanto el actor como el entorno.
2) Percepción: las personas perciben a través de los sentidos, pero implica no sólo
estímulos sino también las imágenes mentales que crean. No se trata de una
respuesta automática, existe un proceso de selección entre todos los estímulos, de
elección entre todos los que se perciben. Es el acto de percibir un objeto lo que hace
que sea un objeto para la persona; la percepción y el objeto, dialécticamente
relacionados, no pueden separarse uno de otro.
Alejandro Busto
44
3) Manipulación: es la acción que la persona emprende con respecto al objeto
percibido. Está fase supone una pausa durante la cual los humanos estudian elegir
una respuesta entre varias. En este proceso de elección cuentan las experiencias
pasadas, pero también el futuro, es decir, las consecuencias de su acción.
4) Consumación: se refiere a la consumación del acto, es decir, equivale a emprender
la acción que satisface el impulso original.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que a pesar de está presentación del concepto de
acto social en fases sucesivas, Mead mantenía que existía una relación dialéctica entre las
fases. No se trata de un proceso lineal sino que los aspectos de cada fase estan presentes
en todo momento desde el principio hasta el final del acto, de manera que cada fase afecta
a las demás.

Mead lo plantea de está forma:


El acto social no es explicado construyendolo a partir de estímulo más reacción,
debe ser tomado como un todo dinámico -como algo que está sucediendo-
ninguna parte del cual puede ser considerada o entendida por sí misma- como un
complejo proceso orgánico que se halla implícito en cada estímulo particular y en
cada reacción individual involucrados en el. (...) Las etapas posteriores del acto
estan presentes en las primeras etapas, no simplemente en el sentido de que
estan preparadas para ponerse en funcionamiento, sino en el de que sirven para
controlar el proceso mismo. Ellas determinan cómo nos acercamos al objeto, y los
pasos de nuestra primera manipulación del mismo. Podemos reconocer, pues,
que la inervación de ciertos grupos de células del sistema nervioso central puede
iniciar, de antemano, las etapas posteriores del acto. El acto, como conjunto,
puede estar presente determinando el proceso.

El gesto es, para Mead, el mecanismo básico del acto social en particular y del proceso
social en general.
El gesto representa cierta resultante del acto social, una resultante con respecto a
la cual existe una reacción definida por parte de los individuos involucrados en
ella; de modo que la significación es dada o expresada en términos de reacción.

El factor central de lo anteriormente planteado es la significación, la cual:


Surge y reside dentro del campo de la relación entre el gesto de un organismo
humano dado y la subsiguiente conducta de dicho organismo, en cuanto es
indicada a otro organismo humano por ese gesto. Si el gesto indica efectivamente
a otro organismo la conducta subsiguiente (o resultante) del organismo dado,
entonces tiene significación. En otras palabras, la relación entre un estímulo
determinado -como gesto- y las fases posteriores del acto social de las que es
una de las primeras fases (si no la inicial) constituye el campo dentro del cual se
origina y existe significación.

Acerca de la estructura lógica de la significación, Meade plantea que:


Puede ser encontrada en la triple relación del gesto con la reacción de adaptación
y la resultante del acto social dado. La reacción por parte del segundo organismo
al gesto del primero es la adaptación (en tanto inteligencia) -y hacer surgir la
significación- de dicho gesto como indicador de la resultante del acto social que
inicia y en el que ambos organismos quedan de tal modo involucrados. Está
relacion triple entre el gesto, la reaccion de adaptacion y la resultante del acto
social que el gesto inicial, es la base de la significación; porque la existencia de la
Alejandro Busto
45
significación depende del hecho de que la adaptación del segundo organismo se
dirija hacía la resultante del acto social dado tal como es iniciada e indicada por el
gesto del primer organismo. Así la base de la significación está objetivamente
presente en la conducta social o en la naturaleza en su relación con tal conducta.

Como decíamos antes, Mead plantea la existencia de un espacio interactivo, no biológico


sino social, en las interacciones entre individuos, que es percibido en términos de
significaciones. El argumento básico de Mead es que en este espacio interactivo radican los
símbolos y sus significados, por lo que solo ahí puede formarse la mente, conformada en el
proceso de la comunicación. Los individuos no existen como tales sino como la persona
(Self), cuyo tamaño abarca su espacio social teniendo a la sociedad como fondo. En
consecuencia, Mead enfatiza dos características de está interacción:
a) quién se comunica puede comunicarse consigo mismo
b) está comunicacion crea la realidad

En este sentido, el habla significante se refiere a que el individuo que escucha una palabra
emplea, en cierto sentido, esa misma palabra con referencia a sí mismo. El proceso de
dirigirse a otra persona es un proceso de dirigirse también a uno mismo, y de provocar en sí
la reacción que provoca en el otro.

Mead coloca a la intersubjetividad dentro de lo que llama conversación interior, el


pensamiento, y plantea que está constituido por 3 interlocutors:
1) el Yo: que actúa, se aparece, emerge de repente y sin aviso.
2) el Mi: constituye el percatamiento de lo que hizo el Yo.
3) el Otro: es el bagaje de criterios con que cuenta el Mi para evaluar los actos
espontáneos de ese Yo. Para Mead, el Otro es un Otro Generalizado, en tanto
corresponde a la colectividad, a la realidad social, a la comunicación en la cual el Yo
y el Mi existen.

En síntesis, el Mi supone asumir el punto de vista colectivo con respecto a uno mismo, y el
Otro Generalizado es la gran colectividad con la que uno se relaciona y que tiende a ser
interiorizada: la sociedad crea a los individuos.

Para Mead, la función fundamental de los gestos es social: los gestos son el principio de los
actos sociales, dado que sirven de estímulos para que otros puedan responder.

El objeto social es aquel que se corresponde con todas las partes del acto social, aun
cuando dichas partes se encuentren en las conductas de diferentes individuos. Un objeto
social completo solo es posible en grupos humanos.

Mead plantea que “la especialización del ser humano dentro de este campo del gesto ha
sido responsable, en definitiva, del origen y desarrollo de la actual sociedad humana y de
sus conocimientos, con todo el dominio sobre la naturaleza y sobre el medio humano que
hace posible la ciencia.

De entre todos los gestos significantes, los gestos vocales son particularmente importantes.
Solo el gesto vocal está adaptado para está clase de comunicación, porque es el único al
cual uno reacciona o tiende a reaccionar como lo hace otra persona, sin embargo, no todos
los gestos vocales humanos son significantes. Un gruñido, por ejemplo, no lo es. Lo son los
que constituyen el lenguaje. Es el lenguaje el factor más importante que hizo posible el
desarrollo de la vida humana en sociedad.
Alejandro Busto
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El lenguaje es parte de la conducta social. Mead considera el lenguaje como un principio de


organización social, que ha hecho posible a la sociedad distintivamente humana. Lo que el
lenguaje parece expresar es una serie de símbolos que responden a cierto contenido
mensurablemente idéntico en la experiencia de los distintos individuos. Si ha de haber
comunicación como tal, el símbolo tiene que significar lo mismo para todos los individuos
involucrados.

Sin embargo, las peculiaridades de la comunicación específicamente humana no son solo


las causantes de la organización social del ser humano, sino también de la aparición del self
y la mente. El mecanismo de la comunicación es el principio y base estructural de la
emergencia del self (sí mismo) y de la mente y a la vez, es la base de la socialidad natural
tal como está aparece en el nivel humano de conducta.

Para la configuración del self y de la mente, la sociedad tiene una importancia central para
Mead.

En el pensamiento de Mead, los responsables de la evolución son factores biológicos y


sociales. De esa forma habría así un peso del evolucionismo de Darwin, pero con una
diferencia fundamental: Mead le añade el factor de interacción social como otro de los
responsables de dicha evolución.

El ser humano adquiere conciencia de sí mismo a través de la comunicación lingüística, del


intercambio de gestos significativos, con otros seres humanos. Así, lo social queda
indudablemente ligado a lo individual, de tal manera que sin la presencia y la contribución
de los otros individuos sería difícil adquirir la autoconciencia.

En este sentido, para Mead, los demás son una condición sine qua non para conseguir la
conciencia del sí mismo.

Lo que Mead defiende es entonces la teoría interaccional, la interacción recíproca entre la


sociedad y el sí mismo: ni la sociedad humana podría existir sin mentes y sí mismos, ni las
mentes y sí mismos podrían surgir sin la sociedad humana.

Los procesos mentales y la mente: Mead plantea el tema de la mente en términos de


procesos más que de estructuras o contenidos. La mente, no es algo biológico, o un órgano
determinado del cuerpo, sino un proceso a través del cual mediante significados de
percepción y comunicación, los seres humanos seleccionan e interiorizan el significado.

Pero ¿qué es lo que se entiende por mente? ¿la reflexión?, ¿la conciencia? La respuesta
más apropiada es que el término mente puede corresponder a ambas.

En la perspectiva de Mead, existen diversos niveles de conciencia desde las sensaciones


de algunos animales hasta la conciencia simbólica humana. El nivel más bajo de conciencia
iría unido a las percepciones. Hay otro tipo de conciencia que es específicamente humana:
la que va unida al significado. Ésta implica la capacidad del lenguaje y la capacidad de
mantener una conversación interna. Pero en Mead, además de está acepción de mente,
tenemos otra, que trata de la inteligencia reflexiva o conciencia reflexiva, es la forma más
alta de conciencia que aparece a través del uso de símbolos significantes. Este tipo de
conciencia es además la que nos permite unir pasado, presente y futuro dado que,
aprovechamos las experiencias del pasado, adoptamos una decisión entre varias, teniendo
Alejandro Busto
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en cuenta sus implicaciones para el futuro. Además está capacidad de prever las
consecuencias de nuestras decisiones en el futuro, puede modificar nuestras decisiones en
el presente. La inteligencia reflexiva es pues uno de los aspectos fundamentales de la
mente que explica la diferencia de la conducta animal y la del hombre: la reflexividad del
hombre le permite anticipar el futuro, imaginar una situación de futuro y tomar decisiones
tendentes a construir ese futuro. Lo más importante de la inteligencia reflexiva de los
humanos es su capacidad de inhibir temporalmente la acción, de demorar sus reacciones
ante los estímulos.

Así, para Mead y los interaccionistas simbólicos, la mente deriva de la interacción en el


siguiente sentido:

A través del proceso interactivo de socialización, el individuo desarrolla el lenguaje y la


habilidad de tomar el rol de los otros, y de tratar al sí mismo como objeto. El lenguaje y la
existencia de un self que participa en el diálogo interno capacita al animal humano a
situarse a sí mismo en el futuro, y a imaginar las consecuencias de su conducta,
convirtiéndose por ello en una criatura que planifica, esto es, en una criatura con mente.

Mead no tiene una concepción espacial de la mente, no se trata de algo físico localizable en
el cerebro, sino que tiene una concepción funcional de relación entre el individuo y los
objetos (el entorno). La mente es entonces un fenómeno social. Surge y se desarrolla
dentro del proceso social y es una parte fundamental del mismo. Así el proceso social
precede a la mente y no es un producto de está.

La mente entonces, para Mead, significa la organización de nuestras experiencias, de


nuestras actitudes, pero no significa la conciencia de sí, la autoconciencia de sí mismo o el
hacerse a sí mismo objeto para sí. La mente es esencial al sí mismo, es una condición para
su surgimiento, pero ambos términos no son idénticos. Sí mismo significa la capacidad de
verse desde los otros, de integrar las perspectivas de los otros en un objeto para sí mismo.

Para el Interaccionismo Simbólico el sí mismo es un producto social, sería la interiorización


de la imagen que los otros tienen de uno mismo, sería una especie de espejo de cómo nos
ven los otros. Mead lo expresa así:

La persona es algo que tiene desarrollo, no está presente inicialmente, en el nacimiento,


sino que surge en el proceso de la experiencia y las actividades sociales, es decir, se
desarrolla en el individuo dado, como resultado de sus relaciones con ese proceso como un
todo y con los otros individuos que se encuentran dentro de ese proceso. El individuo se
experimenta a sí mismo como tal, desde el punto de vista particular de los otros miembros
individuales del mismo grupo social, o desde el punto de vista generalizado del grupo social,
en cuanto un todo.

El “Mi” y el “Yo”: Las actitudes de los otros constituyen el “mi” organizado, y uno reacciona
entonces frente a este como un “yo”. El “mi” es, entonces, el aspecto del sí mismo del que el
individuo es consciente en una situación dada.

El “yo” sería la parte individual de cada sujeto, ya que constituye la reacción de cada uno
ante cada situación tal y como es percibida por él. Por su parte el “mi” sería el resultado del
proceso de analizarse a sí mismo desde el punto de vista de los demás.

Alejandro Busto
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El otro generalizado: La comunidad o grupo social organizados que proporciona al
individuo su unidad de persona pueden ser llamados “el otro generalizado”. La actitud del
otro generalizado es la actitud de toda la comunidad. Es en la forma del otro generalizado
que los procesos sociales influyen en la conducta de los individuos involucrados en ellos y
que los llevan a cabo, es decir, que es en esa forma que la comunidad ejerce su control
sobre el comportamiento de sus miembros individuales; porque de esa manera, el proceso o
comunidad social entra, como factor determinante, en el pensamiento del individuo.

El “mi” sería así el “deber ser”, la manera de concretarse el control social puesto en que
cada sujeto va interiorizando las actitudes que el “yo generalizado” proyecta hacía él. Para
Sanchez de la Yncera (1994) el “otro generalizado” en Mead no es otra cosa que la
organización de las expectativas normativas generales que constituyen una comunidad. Por
eso, este es para él, con buen fundamento, el elemento central del control social.

“Y es así como el control social, en cuanto funciona en términos de autocrítica, se ejerce tan
íntima y extensamente sobre la conducta individual, sirviendo para integrar al individuo con
sus acciones, con referencia al proceso social organizado de la experiencia y la conducta el
cual él está involucrado. Gracias a la autocrítica, la fiscalización social sobre la conducta
individual opera en virtud del origen y base sociales de tal crítica. Es decir: la autocrítica es
esencialmente crítica social, y la conducta controlada por la autocrítica es en esencia
conducta controlada socialmente.

En la interpretación de Úriz (1993) el “yo” es el aspecto activo del sí mismo, mientras que el
“mi” es el aspecto pasivo, conservador, que interioriza las actitudes de los otros. Lo
característico de la respuesta del “Yo” es su carácter novedoso, incierto, que constituye la
especificidad del “yo”. De está característica del “yo” proviene la capacidad de iniciativa, de
novedad, que se puede observar en la conducta humana.

Recapitulando, los aporte más significantes de Mead a las ciencias sociales:


a) Enfatiza la noción de una realidad simbólica distinta de una probable realidad
natural; susceptible de creación, de transformación y de destrucción.
b) Anticipa la visión epistemológica que cuestiona lo que es o no científico por medio
del consenso significativo y el criterio de objetividad científica como una construcción
simbólica
c) Su análisis de la sociedad contempla la posibilidad de la incorporación total del
individuo a un universo de razon, actividad consciente y voluntaria, hacía una esfera
pública no restrictiva
d) La naturaleza social del lenguaje y la naturaleza simbólica de la sociedad, dejan de
ser objeto de especulación filosófica haciéndose accesibles al análisis empírico

Blumer (1982), fundamenta su teoría sobre el interaccionismo simbólico en la obra de Mead


y sostiene 3 premisas:
- El ser humano orienta sus actos hacía las cosas en función de lo que estas
significan para el
- El significado de estas cosas surge como consecuencia de la interacción social
- Los significados se manipulan y modifican mediante un proceso interpretativo
desarrollado por la persona al enfrentarse con las cosas que va hallando a su paso.

Blumer sostiene que, además, la objetividad social no debe disociarse nunca de la


subjetividad de los actores. Metodológicamente,el investigador debe siempre enfocar el

Alejandro Busto
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mundo a través de los ojos del actor, y no suponer que aquello que él observa “es idéntico a
lo que el actor observa en la misma situación.

Durkheim y el concepto de representación colectiva

Al igual que Wundt, Durkheim diferencia entre las representaciones individuales y las
representaciones colectivas, explicando que lo colectivo no puede ser reducido a lo
individual. La conciencia colectiva trasciende a los individuos como una fuerza coactiva y
puede ser visualizada en los mitos, la religión, las creencias y demás productos colectivos.

La conciencia colectiva, dice Baró (1985) consiste en un saber normativo, común a los
miembros de una sociedad e irreductible a la conciencia de los individuos, ya que constituye
un hecho social.

El modelo de Serge Moscovici

Representación social (RS): es una modalidad particular del conocimiento, cuya función
es la elaboración de los comportamientos y la comunicación entre los individuos. La
representación es un corpus organizado de conocimientos y una de las actividades
psíquicas gracias a las cuales las personas hacen inteligibles la realidad física y social, se
integran en un grupo o en una relación cotidiana de intercambios, liberan los poderes de su
imaginación.

Es decir, es el conocimiento de sentido común que tiene como objetivos comunicar, estar al
día y sentirse dentro del ambiente social, y que se origina en el intercambio de
comunicaciones del grupo social. Es una forma de conocimiento a través de la cual quien
conoce se coloca dentro de lo que conoce.

Según Farr (1983), las representaciones sociales tienen una doble función: “hacer que lo
extraño resulte familiar y lo invisible perceptible”, ya que lo insólito o lo desconocido son
amenazantes cuando no se tiene una categoría para clasificarlos. Y las describe de la
siguiente manera:

Sistemas cognoscitivos con una lógica y un lenguaje propios. No representan


simplemente opiniones acerca de, “imágenes de”, o “actitudes hacía” sino “teorías
o ramas del conocimiento” con derechos propios para el descubrimiento y la
organización de la realidad. Sistemas de valores, ideas y prácticas con una
función doble: primero, establecer un orden que permita a los individuos
orientarse en su mundo material y social y dominarlo; segundo, posibilitar la
comunicación entre los miembros de una comunidad proporcionándoles un código
para el intercambio social y un código para nombrar y clasificar sin ambigüedades
los diversos aspectos de su mundo y de su historia individual y grupal.

Banchs (1984) plantea que las RS son una forma de reconstrucción mental de la realidad
generada en el intercambio de informaciones entre sujetos.

Varios autores plantean otras definiciones, que en resumen caracterizan a las RS como:
- Forma del pensamiento natural, no formalizado ni institucionalizado (Paez, 1987)
- Regulan los comportamientos intra e intergrupales (Di Giacomo, 1987)
- Estructuran la comunicación y las conductas de los sujetos (Acosta y Uribe)

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- Otorgan un sentido a la realidad y procuran una guía operacional para la vida social
(Paez, 1987)

Cuando hablamos de RS, partimos de algunas premisas. En primer lugar, consideramos


que no hay un corte dado entre el universo exterior y el universo del individuo o del grupo.
En el fondo, el sujeto y el objeto no son heterogéneos en su comportamiento y solo existe
en función de los medios y los métodos que permiten conocerlo.

Además, la RS es una “preparación para la acción”, no solo en la medida en que guía el


comportamiento, sino sobre todo en la medida en que remodela y reconstituye los
elementos del medio en el que el comportamiento debe tener lugar. Le da sentido al
comportamiento, lo integra en una red de relaciones donde está ligado a su objeto. Al
mismo tiempo proporciona las nociones, las teorías y el fondo de observaciones que hacen
estables y eficaces a estas relaciones.

Por ejemplo, una persona que responde a un cuestionario no hace sino elegir una categoría
de respuestas; nos transmite un mensaje particular. Está persona es perfectamente
consciente de que, frente a otro encuestador, o en otras circunstancias, su mensaje sería
diferente. Esa variación no indica, de su parte, una falta de autenticidad o una actitud
maquiavélica destinada a ocultar una opinión “verdadera”. Solo se cuestiona el proceso
usual de interacción, que pone de relieve tal o cual aspecto del problema discutido o exige
el empleo del código adaptado a la relación fugaz establecida en esa ocasión. El proceso
mismo moviliza y otorga un sentido a las representaciones en el flujo de las relaciones entre
grupos y personas.

Los conceptos de imagen, de opinión, de actitud no tienen en cuenta esas vinculaciones, ni


la apertura que las acompaña. En estos últimos, se considera a los grupos de forma
estética, no por lo que crean y comunican, sino porque utilizan y seleccionan información
que circula en la sociedad. Pero por el contrario, las RS son conjuntos dinámicos, su
característica es la producción de comportamientos y de relaciones con el medio, es una
acción que modifica a ambos y no una reproducción de esos comportamientos o de esas
relaciones, ni una reacción a un estímulo exterior dado.

En resumen, las RS son sistemas que tienen una lógica y un lenguaje particulares, una
estructura de implicaciones que se refieren tanto a valores como a conceptos, un estilo de
discurso que le es propio. No se las considera “opiniones sobre” o “imágenes de”, sino
teorías de las ciencias colectivas sui generis, destinadas a interpretar y a construir lo real.

Sui generis según la RAE significa: “De un género o especie muy singular y excepcional.”

Como ejemplo para representar mejor cómo funcionan las RS:

Supongamos un documentalista (Los documentalistas son profesionales que están


formados para gestionar la información dentro de las organizaciones, con independencia del
soporte -videos, textos, fotos, etc- en que se encuentre), este trabaja sobre textos (u otras
cosas) acabados que reúne, recorta y combina en función de un código de análisis y de
clasificación materializados en una serie de ficheros.

En su trabajo, el documentalista no tiene que juzgar ni puede juzgar sobre la verdad, sobre
la calidad de los textos a los que aplica su código y hace entrar en su fichero. Por ende, no
experimenta ninguna de las restricciones del especialista que registra o desmenuza lo que
Alejandro Busto
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lee para saber si el contenido tiene valor, si corresponde a las normas de la ciencia, de la
técnica o del arte y si a su vez puede utilizarla. El documentalista es libre de efectuar una
construcción, puede asociar a su gusto las nociones, los datos, los artículos pertenecientes
a los campos y las escuelas más diversas. Las únicas barreras con que tropieza son las del
costo y la autoridad de sus técnicas para el manejo de la información. La tentación del
enciclopedismo y de un sistema único es muy fuerte.

Cada uno de nosotros, como “personas comunes”, es decir, fuera de nuestras profesiones,
nos comportamos del mismo modo ante todos los “documentos”, es decir, ante los artículos
de un diario, un accidente en la calle, una discusión en un café o un club, la lectura de un
libro, un reportaje televisado, etc. Los resumimos, recortamos, clasificamos y padecemos la
misma tentación que el documentalista de fundirlos en un mismo universo. Nada nos
impone la prudencia del especialista, nada nos prohíbe juntar los elementos más dispares
que nos hayan transmitido, incluirlos o excluirlos de una clase “lógica”, de acuerdo con las
reglas sociales, científicas, prácticas de las que disponemos. El objetivo de esto no es hacer
avanzar el conocimiento, sino “estar al corriente”, “no ser ignorante”, fuera del círculo
colectivo. De este trabajo, mil veces comenzado, repetido y desplazado de un punto al otro
de la esfera, los acontecimientos y sorpresas que captan la atención dan nacimiento a
nuestras representaciones sociales.

Una representación hace circular y reúne experiencias, vocabularios, conceptos, conductas,


que provienen de orígenes muy diversos. Así, reduce la variabilidad de los sistemas
intelectuales y prácticos, y también de los aspectos desunidos de lo real. Lo no habitual se
desliza hacía lo acostumbrado, lo extraordinario se hace frecuente. En consecuencia, los
elementos que pertenecen a distintas regiones de la actividad y del discurso sociales se
trasponen unos en los otros, sirven como signos y/o medios de interpretación de los otros.
Los esquemas y el vocabulario políticos se mezclan con la clasificación o el análisis de los
fenómenos psíquicos; concepciones o lenguajes psicológicos describen o explican procesos
políticos, y así siguiendo. Las teorías y los significados particulares respectivos se unen y
pasan de un campo al otro. En un comienzo, estas asociaciones parecen arbitrarias,
convencionales. Pero pronto se hacen orgánicas, motivadas.

Entonces en las RS tenemos, por un lado, su naturaleza de proceso psíquico apto para
volver familiar, situar y hacer presente en nuestro universo interno lo que se halla a cierta
distancia de nosotros, lo que de alguna manera está ausente. Resulta una “apropiación” del
objeto y se mantiene tanto tiempo como la necesidad de hacerlo se hace sentir. Desaparece
en el laberinto de nuestra memoria o se afina en un concepto cuando pierde su necesidad o
su vigor.

Para penetrar en el universo de un individuo o de un grupo, el objeto entra en una serie de


relaciones y articulaciones con otros objetos que ya estan allí, de los cuales toma
propiedades y las hace suyas. Una vez convertido en propio y familiar, es transformado y
transforma.

En resumen, representar un objeto es al mismo tiempo conferirle la categoría de un signo y


conocerlo haciéndolo significante. Lo dominamos de un modo particular y lo internalizamos,
lo hacemos nuestro. Se entiende, entonces, por representación como aquello que permite
atribuir a toda figura un sentido y a todo sentido una figura.

Alejandro Busto
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Condiciones de emergencia de una RS

Según Moscovici, las RS emergen determinadas por las condiciones en que son pensadas
y constituidas, teniendo como denominador el hecho de surgir en momentos de crisis y
conflictos.

Tajfel, por su parte, propone que las representaciones sociales requieren responder a 3
necesidades:
1) Causalidad: clasificar y comprender acontecimientos complejos y dolorosos
2) Justificación: justificar acciones planeadas o cometidas contra otros grupos
3) Diferenciación social: para diferenciar un grupo respecto de los demás existentes,
en momentos en que pareciera desvanecerse esa distinción.

A raíz de su investigación, Moscovici infiere 3 condiciones de emergencia de las RS:


A) Dispersión de la información: la información que se tiene nunca es suficiente y por
lo regular está desorganizada. Los datos de que disponen la mayor parte de las
personas para responder a una pregunta, para formar una idea de un objeto, son
generalmente, a la vez insuficientes y superabundantes. Es decir, nunca se posee
toda la información necesaria o existente acerca de un objeto social que resulta
relevante. La multiplicidad y desigualdad cualitativa entre las fuentes de información
vuelven precarios los vínculos entre los juicios, y por ende, compleja la tarea de
buscar todas las informaciones y relacionarlas.
B) Focalización: una persona o una colectividad se focalizan porque estan implicadas
en la interacción social como hechos que conmueven los juicios o las opiniones.
Aparecen como fenómenos a los que se debe mirar detenidamente. Para Banchs
(1990) la focalización es señalada en términos de implicación o atractivo social de
acuerdo a los interés particulares que se mueven dentro del individuo inscrito en los
grupos de pertenencia. La focalización será diversa y casi siempre excluyente.
C) Presión a la inferencia: socialmente se da una presión que reclama opiniones,
posturas y acciones acerca de los hechos que estan focalizados por el interés
público. En la vida corriente, las circunstancias y las relaciones sociales exigen del
individuo o del grupo social que sean capaces, en todo momento, de estar en
situación de responder. Para Banchs (1984) el propósito de estas exigencias
grupales para el conocimiento es no quedar excluido del ámbito de las
conversaciones, sino poder realizar inferencias rápidas, opiniones al respecto y un
discurso más o menos desarrollado.

Estas 3 condiciones de emergencia constituyen el pivote que permite la aparición del


proceso de formación de una RS y, en mayor o menor grado, al conjuntarse hacen posible
la génesis del esquema de la representación.

Alejandro Busto
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Dimensiones de la RS

Las representaciones sociales definidas por Moscovici como “universos de opinión”, pueden
ser analizadas en 3 dimensiones:
1) La información: es la organización o suma de conocimientos con que cuenta un
grupo acerca de un acontecimiento, hecho o fenómeno de naturaleza social.
Conocimientos que muestran particularidades cualitativas y cuantitativas; carácter
estereotipado o difundido sin soporte explícito y trivialidad u originalidad.
2) El campo de representación: expresa la organización del contenido de la
representación en forma jerarquizada, variando de grupo a grupo e inclusive al
interior del mismo grupo. Permite visualizar el carácter del contenido, las
propiedades cualitativas o imaginativas, en un campo que integra informaciones en
un nuevo nivel de organización en relación a sus fuentes inmediatas. Banchs
(19984) agrega que “debe analizarse en función de la totalidad del discurso sobre un
objeto y no solo en un párrafo o en una frase”. Enfatiza así el carácter global del
campo de representación y la dificultad metodológica para abarcarlo. Además,
según Herzlich (1979), deben considerarse los factores ideológicos en la
estructuración del campo de representación.
3) La actitud: es la dimensión que significa la orientación favorable o desfavorable en
relación con el objeto de la representación social. Se puede considerar, por lo tanto,
como el componente más aparente, fáctico y conductual de la representación, y
como la dimensión que suele resultar más generosamente estudiada por su
implicación comportamental y de motivación. La actitud es la más frecuente de las 3
dimensiones y, quizá, primera desde el punto de vista genético. En consecuencia, es
razonable concluir que nos informamos y representamos una cosa únicamente
después de haber tomado posición y en función de la posición tomada.

Dinámica de una RS

Moscovici distingue 2 procesos básicos que explican cómo lo social transforma un


conocimiento en representación colectiva y como está misma modifica lo social. Estos
conceptos se refieren a la elaboración y al funcionamiento de una RS mostrando la
interdependencia entre lo psicológico y las condiciones sociales:
1. La objetivación: selección y descontextualización de los elementos, formación del
núcleo figurativo y naturalización. El proceso de objetivación va desde la selección y
descontextualización de los elementos hasta formar un núcleo figurativo que se
naturaliza enseguida. Es decir, lo abstracto como suma de elementos
descontextualizados debe tornarse una imagen más o menos consistente en la que
los aspectos metafóricos ayuden a identificarla con mayor nitidez. Se constituye así
un edificio teórico esquematizado. En un primer momento, la concepción científica
se confronta con el sistema de valores sociales resultando una elección de entre sus
elementos. La naturalización otorga a la representación social el carácter de
evidencia válida: se convierte en una “teoría profana” autónoma que sirve para
categorizar las personas y sus comportamientos. La RS es objetivada junto con una
carga de afectos, valores y condiciones de naturalidad. Los conceptos así
naturalizados se transforman en auténticas categorías del lenguaje y del
entendimiento.
2. El anclaje: con el anclaje la RS se liga con el marco de referencia de la colectividad
y es un instrumento útil para interpretar la realidad y actuar sobre ella. A través del
proceso de anclaje, la sociedad cambia el objeto social por un instrumento del cual
puede disponer, y este objeto se coloca en una escala de preferencia en las
Alejandro Busto
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relaciones sociales existentes. Al insertarse el esquema objetivado dentro de una
red de significaciones, la RS adquiere una funcionalidad reguladora de la interacción
grupal, una relación global con los demás conocimientos del universo simbólico
popular. El anclaje implica la integración cognitiva del objeto de representación
dentro del sistema preexistente del pensamiento y sus respectivas transformaciones.
Jodelet (1984) señala, que el anclaje genera conclusiones rápidas sobre la
conformidad y la desviación de la nueva información con respecto al modelo
existente y proporciona marcos ideológicamente constituidos para integrar la
representación y sus funciones.

Moscovici (1979) aclara ambos procesos argumento que la objetivación traslada la ciencia
al dominio del ser y que el anclaje la delimita en el de el hacer; así como la objetivación
presenta como los elementos de la ciencia se articulan en una realidad social, el anclaje
hace visible la manera en que contribuyen a modelar las relaciones sociales y también
cómo se expresan.

Determinación de una RS

Además de las dimensiones, de la dinámica y de las condiciones de emergencia de una RS,


existen formas de determinación social:
- La determinación social central: regularía el surgimiento de la representación y su
contenido. Banchs (1984) puntualiza que la influencia de las condiciones
socioeconómicas e históricas de una sociedad aluden a la determinación central.
- La lateral: menos directa y dirigida hacía aspectos propiamente cognoscitivos y
expresivos. Banchs (1984) puntualiza que en este caso, es la huella del individuo, su
aporte como sujeto de una colectividad, lo que se traduce en la determinación social
lateral.

Moscovici agrega también que debe entenderse por un lado la determinación que produce
la totalidad de las circunstancias y por el otro una orientación más psicológica, combinación
de experiencias y factores motivacionales. Se expresa así la manera como el individuo toma
conciencia y responde socialmente.

A su vez, la importancia de la distinción que hace Banch entre determinaciones sociales


permite clarificar los papeles que tanto la sociedad como el individuo juegan en la
construcción de las RS. Banchs(1984) en este sentido expone:

La determinación lateral cobra importancia en la medida en que aumenta el grado


de democracia y de movilidad dentro de una sociedad; mientras que la
determinación central adquiere mayor relevancia en la medida en que aumenta el
grado de totalitarismo e inmovilidad dentro de una sociedad.

Alejandro Busto
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Elaboraciones alrededor del modelo de Moscovici

1. La hipótesis de la polifasia cognitiva: Moscovici encuentra en la base de la forma


de pensamiento, dos principios que correlaciona con aspectos de la representación
social:
- La analogía: corresponde a la agrupación de nociones en una misma
categoría, a la génesis de un nuevo contenido. Contribuye a fundar las
características representadas del objeto, es decir, se centra en el objeto.
- La compensación: se refiere a la organización de las relaciones entre los
juicios. Edifica las significaciones y enlaces que le corresponden al objeto,
esto es, con el marco de referencia que controla y guía el razonamiento.

Moscovici plantea que “una vez que ha dominado el universo físico e ideológico, el niño, el
adolescente, estan muy lejos de llegar a un empleo general de su instrumento intelectual.
Por otra parte, la sociedad no se lo pide. La capacidad de hacerlo no está asegurada (...) la
coexistencia de diversos sistemas cognitivos se convierte más en la regla que en la
excepción”. Los mismos individuos o grupos, son capaces de emplear lógicas variables de
acuerdo a los distintos dominios de su actividad. Registros lógicos que dependen, según
Moscovici, del grado de dominio y profundidad del medio ambiente objetivo, de la naturaleza
de las comunicaciones, las acciones y resultados buscados y de la interacción entre
colectividad y medio social físico. Visto de manera global, se puede estimar la coexistencia
de modos distintos del conocimiento que corresponden a relaciones definidas del hombre y
de su medio: un estado de polifasia cognitiva.

2. La representación social y otros conceptos cognitivos: Moscovici aclara que la


representación social es ubicada como un constructo teórico intermedio entre lo
psicológico y social, pero que sin embargo, no es una mediadora sino un proceso
que hace que concepto y percepción de algún modo sean intercambiables porque se
engendran recíprocamente:

Es bajo la forma de representaciones sociales como la interacción social influye


sobre el comportamiento (o el pensamiento) de los individuos implicados en ella, y
es al tratar de poner en práctica sus reglas cuando la sociedad forja las relaciones
que deberá haber entre sus miembros individuales.

La representación social es una teoría natural que integra conceptos cognitivos distintos
como la actitud, la opinión, la imagen, el estereotipo, la creencia, etc, de forma que no sea
una mera suma de partes o aglomeraciones acrítica de conceptos. Definidas las
representaciones sociales como una forma de conocimiento de sentido común, estructural y
funcionalmente se distinguen de otras nociones cognitivas.

La RS se diferencian de los estereotipos en tanto, estos últimos, son categorías de


atributos específicos a un grupo o género que se caracterizan por su rigidez, por otro
lado, las RS se distinguen por su dinamismo, a pesar de que tienen una estructura o núcleo
figurativo relativamente estable.

La percepción social: se refiere a rasgos que la persona le atribuye al blanco de su


percepción. La percepción es descrita como una instancia mediadora entre el estímulo y el
objeto exterior, y el concepto que de él nos hacemos. La representación social no es una
intermediaria sino un proceso que hace que concepto y percepción sean intercambiables
puesto que se engendran recíprocamente.
Alejandro Busto
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La imagen: la RS no es (a pesar de ser muchas veces usado) un sinónimo de imagen. La
representación no es un mero reflejo del mundo exterior, no es una reproducción pasiva de
un exterior en un interior, concebidos como radicalmente distintos. Las RS se presentan en
varias formas con mayor o menor grado de complejidad. Imágenes que condensan un
conjunto de significados, sistemas de referencia interpretativa y que dan sentido a lo
inesperado, categorías para clasificar circunstancias, fenómenos, individuos; teorías
naturales que explican la realidad cotidiana.

3. Representaciones sociales: ciencia e ideología: a diferencia de los mitos, las RS


no tienen la posibilidad de asentarse y solidificarse para convertirse en tradiciones
ya que los medios de información de masas exigen el cambio continuo de
conocimientos y la existencia de un receptor típico de nuestro tipo al que Moscovici
llama el “sabio aficionado o amateur”. Este, es el aficionado consumidor de ideas
científicas ya formuladas y que convierte en sentido común cuanta información
recibe.

Además de distinguirse de la ciencia, el conocimiento de sentido común tiene rasgos


que lo diferencian de la ideología:
La ciencia se preocupa por controlar la naturaleza o por decir la verdad sobre ella;
la ideología se esfuerza más bien por proporcionar un sistema general de objetivos o
por justificar los actos de un grupo humano. Subsecuentemente reclaman conductas
y comunicaciones adecuadas.

La RS entonces contribuye exclusivamente al proceso de formación de conductas y a la


orientación de las comunicaciones. Resolver problemas, dar forma a las interacciones
sociales, proporcionar un patrón de conductas son motivos para constituir una
representación y separarse de lo que es la ciencia y lo que es la ideología.

Para Paez (1984), las RS son la forma presistematizada o vulgarizada, en el discurso del
sentido común, de las ideologías. Son un auténtico discurso ideológico no institucionalizado:
la ideología es el discurso social de la legitimación de la hegemonía sustentada en la
división del trabajo y en el lenguaje. Además, la ideología no se concreta a un conjunto de
representaciones, sino que implica una serie de instituciones productoras del discurso de
legitimación y de las prácticas sociales que lo concretizan.

Consideraciones finales

Las RS son características de nuestra época principalmente por la abundancia de las


informaciones circulantes, por su vigencia relativamente breve como opiniones y la
consecuente improbabilidad de estructurar tantas ideas en un esquema teórico permanente.
Es decir, el sentido común se impone como la explicación más extendida y determinante de
las relaciones de intercambio social. Por ello, su análisis y deconstrucción se presenta como
una vía de abordaje deseable y pertinente.

Alejandro Busto
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Módulo 4 - Perspectivas socioconstruccionistas en Psicología Social

● Crisis de la Psicología Social


- ¿A qué refiere está crisis y por qué se da?
- ¿Qué debate existía en su base?
- ¿Qué cuestionamientos teóricos, metodológicos y prácticos, al decir de Gergen, se
ponen en juego aquí?

- ¿Cuáles han sido los aportes del socioconstruccionismo a la Psicología Social?.


- ¿Qué es el movimiento socioconstruccionista?
- Si no es un cuerpo teórico único, ¿qué es lo que lo define como movimiento y que es
lo que los une?

Socioconstruccionismo en breve

Gergen plantea que el conocimiento no es algo que las personas tienen en la cabeza, sino
que es algo que las personas construyen y hacen juntas, y el lenguaje es el riel en ese
hacer juntos. En ese sentido, desde este movimiento más que indagar la base psicológica
del lenguaje, se va a centrar en el uso performativo del mismo.

Cualquier relato del mundo siempre va a favorecer algo, tiene siempre valores implícitos,
cualquier relato es una práctica social y está derivado de las prácticas sociales.

Desde está perspectiva no existe una esencia de nada, es antiesencialista, el mundo lo


construimos como seres humanos en función de las realidades y de las relaciones que
vamos estableciendo en nuestra vida, nada es esencia de nada. En este sentido, es
también relativista, no hay una verdad absoluta, la realidad no es independiente del
conocimiento que tenemos de ella, y es justamente ahí donde la determinación social e
histórica del conocimiento conjuga su relevancia, el contexto socio histórico y el nivel de
conocimiento que hay en determinado punto de la historia, en determinado punto del mundo
constituyen una influencia en la manera en cómo abordamos nuestro entorno; el lenguaje
de está forma juega un papel central en tanto la “verdad” es construida socialmente, en
determinado lugar y tiempo mediante los discursos que en ellos se establecen, por lo que
cuestionar “la verdad” es extremadamente central e importante.

Alejandro Busto
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La construcción social del socioconstruccionismo: retrospectiva y perspectivas -
Ibañez

Los antecedentes más directos del socioconstruccionismo se hallan en el fuerte


cuestionamiento interno al que fue sometida la Psicología Social a finales de los años
sesenta y principios de los setenta, en el periodo de la llamada “crisis de la Psicología
Social”.

Durante este periodo de crisis, se desarrolló un doble cuestionamiento de los principales


supuestos metodológicos, teóricos, y también prácticos de la disciplina.

Uno de esos cuestionamientos cuestionamientos era de índole epistemológica, focalizados


sobre todo en la denuncia de la asunción acrítica de los postulados positivistas y
neopositivistas por parte de la disciplina, y se nutría de la quiebra del positivismo lógico para
fundamentarse.

La segunda vertiente de los cuestionamientos era de naturaleza “política”, y se dirigía a la


nula implicación social, y a la escasa utilidad práctica de las aportaciones realizadas por la
investigación psico sociológica. Este último cuestionamiento se conectaba muy
directamente con la agitación social de la época y el inicio de una profunda recomposición
de los movimientos sociales.

El papel desempeñado por Kenneth Gergen en la formulación del socioconstruccionismo es


crucial. Sus publicaciones “Hacia la transformación en el conocimiento social” (1982) y “El
movimiento del construccionismo social en la psicología moderna” (1985) son las bases
que designan definitivamente la nueva propuesta.

El socioconstruccionismo no habría conseguido consolidarse, ni presentaría las


características que lo definen actualmente, si el clima intelectual de finales de los años
setenta y principios de los ochenta no hubiese estado marcado por:
- Los planteamientos de Foucault
- Los desarrollos del segundo “giro lingüístico” protagonizado por la escuela de Oxford
- El resurgimiento del pragmatismo de la mano de Rorty
- El auge del post estructuralismo
- La constitución del paradigma de la complejidad de Morin
- La creciente atención prestada a “la discursividad” y a los planteamientos
postmodernos

Gergen definió al construccionismo social como un “movimiento”. Como un conjunto de


elementos teóricos en progresión, laxo, abierto, y con contornos cambiantes e imprecisos,
más que como una doctrina teórica fuertemente coherente y bien estabilizada, lo cual fue
acertado. Privilegiar la dimensión instituyente del socioconstruccionismo por encima de su
dimensión instituida, su carácter de “proceso” en desarrollo por encima de su carácter de
“producto” más o menos acabado, logró su rápida difusión y consolidación en la disciplina.

Se le puede atribuir al socioconstruccionismo los siguientes resultados y efectos:


- El haber conseguido alentar una permanente e incisiva sensibilidad crítica en
relación a los diversos procedimientos de auto legitimación articulados por las
corrientes tradicionales y dominantes de la Psicología Social.
- El haber forzado, ensanchandolos considerablemente, los espacios de legitimación
de la propia disciplina, par así dar cabida a metodologías de investigación, a
Alejandro Busto
59
planteamientos teóricos y a intereses de investigadores que poco tiempo atrás
habrían sido vehemente descalificados
- El haber contribuido a tornar más permeables las fronteras disciplinarias, impulsando
flujos de intercambio con la Sociología, la Antropología, la Filosofía o la Lingüística
- El haber realizado aportaciones sustantivas en la investigación de un amplio
conjunto de fenómenos psicosociales, entre ellos: la identidad, la subjetividad, la
discriminacion o las relaciones interpersonales
- El haber elevado el grado de sensibilidad hacía la dimensión política de las diversas
prácticas de investigación u otras, que se desarrollan en y desde la propia Psicología
Social
- El haber constituido una importante red de soportes de publicación susceptibles de
acoger los textos que no encajan en los parámetros estándar de la disciplina

Debilidades del socioconstruccionismo:

Dos de sus grandes fortalezas han constituido también dos de sus debilidades:
- Su flexibilidad, su carácter abierto y su configuración como un “movimiento”. Esto es
su capacidad para acoger en su seno formulaciones y planteamientos tan diversos,
lo cual ha generado varios efectos problemáticos. Uno de ellos es el haber adquirido
poco a poco cierta apariencia de cajón de sastre, donde casi todo tiene cabida. Esto
justamente conlleva a efectos preocupantes, como por ejemplo, las dificultades para
encarar seriamente las divergencias, y en algunos casos, las contradicciones entre
los diversos planteamientos que conforman el construccionismo social.
- Su rápida y fuerte consolidación en el seno de la disciplina y su reconocimiento
como una de las corrientes legítimas de la Psicología Social. Está misma
consolidación, necesaria para poder subsistir y desarrollarse en condiciones
aceptables, erosionó notablemente la potencialidad crítica del
socioconstruccionismo.

Alejandro Busto
60
El construccionismo social y la práctica pedagógica - Gergen

Las prácticas educativas normalmente estan ligadas a una red de supuestos, es decir, un
discurso compartido acerca de la naturaleza de los seres humanos, sus capacidades y su
relación con el mundo y los otros. En el caso de la educación, tal vez el concepto
fundamental es el del conocimiento mismo. Las creencias acerca del conocimiento
informan, justifican y sostienen nuestras prácticas educativas.

Existen dos concepciones del conocimiento tradicionales en occidente, que hoy continúan
informando a la gran mayoría de las prácticas educativas en las que participamos: Estos
sistemas de creencias, que estan estrechamente relacionados, resultan profundamente
problemáticos, en términos de sus compromisos epistemológicos e ideológicos. Es
justamente en este sentido que el construccionismo social ofrece una alternativa
significativa, ofrece una nueva manera de entender las prácticas educativas existentes y
abre las puertas a un nuevo rango de posibilidades.

Concepciones tradicionales acerca del conocimiento

Ambas orientaciones acogen un dualismo mente/mundo, en el cual la existencia de un


mundo externo (realidad material) se contrapone a la existencia de un mundo psicológico
(cognitivo, subjetivo, simbólico).

● Concepción exogénica: está centrada en el mundo. Está concepción puede


rastrearse hasta las filosofías empiristas del conocimiento, desde Locke hasta el
positivismo lógico. Plantea que el conocimiento se obtiene cuando los estados
internos del individuo reflejan o representan de manera precisa los estados
existentes del mundo exterior. Pone un gran énfasis sobre la observación cuidadosa,
y se tiende a ver la emoción y los valores personales como riesgos potenciales para
la atención neutral que se requiere para registrar el mundo de manera precisa, es
decir, “tal cual como es”. Para los exogenistas, el mundo es primariamente dado, y la
mente opera mejor cuando lo refleja de manera precisa.
● Concepción endogénica: está centrada en la mente. Está concepción puede
rastrearse hasta la tradición racionalista, desde Descartes y Kant hasta el
movimiento de la inteligencia artificial. En cuanto a sus fundamentos dualistas y su
énfasis en la neutralidad valorativa, es similar a la tradición exogénica, sin embargo,
desde está perspectiva para adquirir el conocimiento, se pone el énfasis en los
poderes de la razón individual, en las capacidades intrínsecas del ser humano para
el desarrollo intuitivo, lógico o conceptual. Se tiende a ver el mundo mental como
algo evidente por sí mismo, y plantea preguntas sobre el modo en que opera la
mente, para funcionar adecuadamente en la naturaleza.

En los debates acerca de la influencia de la crianza versus la de la naturaleza


(ambientalistas versus innatistas), el exogénico favorece los efectos que la naturaleza tiene
sobre el individuo; es posible realizar moldeamientos infinitos y continuos sobre la menta
individual. Por el contrario, el endogenista centrará la atención sobre las capacidades
inherentes o naturales y el desarrollo de la mente individual. Los límites del aprendizaje,
para este, pueden rastrearse a las fases del desarrollo del sistema cognitivo.

Alejandro Busto
61
Concepciones tradicionales del conocimiento en la práctica educativa

Cada una de estas orientaciones respecto al conocimiento también funcionan para justificar
o racionalizar ciertas formas de la práctica educativa.

● Concepción exogénica: está centrada en el currículo o la materia de estudio. El


estudiante es visto como una tabula rasa sobre la cual el proceso educativo debe
inscribir los rasgos esenciales del mundo.
- Se favorece la observación directa del estudiante o el enriquecimiento experimental
de la experiencia, mediante, por ejemplo, experimentos de laboratorio, salidas de
campo, etc.
- Los libros y clases son medios donde el individuo puede adquirir grandes cantidades
de información.
- Favorece los exámenes en los cuales el énfasis principal está puesto en la
evaluación de los niveles del conocimiento individual. Instrumentos como las
preguntas de respuesta con múltiple opción o pruebas estandarizadas revelan la
medida en que la “pizarra (tabula) ha sido llenada”.
● Concepción endogénica: está centrada en el niño o el estudiante. Pone énfasis
primario en las capacidades racionales del individuo. Lo importante no es tanto la
cantidad de información en la mente de uno sino la forma en que uno delibera
acerca de ella.
- Se pone un fuerte énfasis en las matemáticas, filosofía o idiomas extranjeros, ya que
éstas son materias que mejoran las propias capacidades para pensar.
- Se favorece la discusión en clase, puesto que a través de la participación activa se
potencian las habilidades cognitivas.
- Se prefieren los exámenes de ensayo y los artículos, ya que el análisis racional no
solo se entrena mejor, sino que debe ser dirigido hacía la calidad más que hacía la
cantidad.

El deceso del conocimiento como posesión individual

Estas tradiciones rápidamente se estan deshaciendo debido a que el problema del


conocimiento como una relación entre la mente y el mundo no puede resolverse, ya que
desde estas perspectivas está mal concebido desde el principio. Al concebir una distinción
entre lo que está afuera y adentro de la mente del individuo, se crea un problema
inherentemente insoluble para determinar la manera en que la mente registra de forma
precisa al mundo.

Tanto la tradición exogénica como la endogénica localizan al conocimiento dentro de las


mentes de los individuos singulares. Es el individuo el que observa y piensa, y también a
quien se reta para adquirir el conocimiento. Es solo en virtud de la posesión individual del
conocimiento que alguien puede sobrevivir o prosperar en un mundo complejo.

O sea que esencialmente, ambas concepciones del conocimiento son aliadas de la


ideología del individualismo autocontenido o posesivo. Ver el conocimiento como posesión
de las mentes individuales resulta consistente con otras proposiciones que sostienen que
los individuos son los dueños de sus propios motivos, emociones o esencias
fundamentales.

Estas creencias no solo favorecen una disposición narcisista de “primero yo” hacía la vida,
sino que puede poner a los otros, y al ambiente físico, en un rol secundario o instrumental.
Alejandro Busto
62
Las personas y los ambientes son vistos primariamente en términos de lo que pueden hacer
por uno, y dado el sentido fundamental de aislamiento (“yo solo”) generado por está
orientación, las relaciones humanas son vistas como artificiales, prácticamente puestas
contra el estado natural de la independencia. No solo eso, sino que a medida que las
personas del mundo se vuelven crecientemente interdependientes, y que ganan la
capacidad para la aniquilación mutua, ya sea a través de las armas o de la contaminación,
la ideología del individualismo autocontenido plantea una amenaza para el bienestar de la
humanidad.

La construcción social del conocimiento

A medida que estos problemas con las visiones tradicionales del conocimiento se han
hecho evidentes, ha habido un creciente interés en los diálogos socioconstruccionistas.

Estos se han centrado en devolver a la cultura aquello que se ha declarado natural, es decir,
reemplazar el supuesto de la verdad verificada mediante la naturaleza por la verdad creada
por la comunidad. Esto es ver al conocimiento no como producto de las mentes individuales
sino de las relaciones comunitarias. Se plantea que todas las proposiciones con sentido
acerca de lo real y de lo bueno tienen sus orígenes en las relaciones, es decir, el sitio de la
generación de conocimiento está en el proceso continuo de coordinar la acción entre las
personas.

De está forma, se pone en primer plano el intercambio momento-a-momento, entre y en


medio de interlocutores, y se localiza el significado dentro de los patrones de
interdependencia.

Desde está perspectiva cualquier cosa que sea dicha o escrita no tiene un significado
intrínseco, no porta un mensaje unívoco en sí mismo. Ni tampoco el significado de una serie
de palabras o acciones está determinado únicamente por el receptor. Sino que más bien,
las acciones de un individuo (tanto lingüísticas como otras) operan como indicadores de
posibles secuencias relacionales, provocando ciertas líneas de acción en vez de otras. Y en
este sentido, al responder con una u otra línea de acción, el receptor confiere a la acción
inicial una forma potencial de significado, en vez de otras formas posibles.

Por está razón, las conferencias y los libros no tienen significado hasta que los estudiantes
le dan ese privilegio, y de hecho, ni las conferencias ni los libros pueden determinar el
significado que les será asignado. Abren solo una variedad de alternativas entre las que los
estudiantes posiblemente seleccionarán algunas entre otras, y los profesores, mediante la
retroalimentación y evaluación, pueden estrechar el rango de posibles alternativas, llevando
a los estudiantes hacía las “aprobadas”. Sin embargo, la retroalimentación y la evaluación
estan en la misma posición que las conferencias y los libros: sujetas a una multiplicidad de
complementos sobre los cuales no tienen ningún control determinativo.

Alejandro Busto
63
Características de las perspectivas socioconstruccionistas

Indeterminación: la inteligibilidad nunca está completa, cualquier significado establecido


está abierto a infinitas resignificaciones. A medida que el tiempo y las conversaciones
continúan, la “verdad y belleza” de la clase de hoy pueden ser revisadas como “trilladas” o
“sospechosas ideológicamente”, y lo que hoy es sujeto de desprecio puede tornarse
fascinante.

Polivocalidad: a medida que los interlocutores entran en nuevas relaciones e intentan crear
una inteligibilidad juntos, se apoyan en las prácticas anteriores que dan sentido. Y, puesto
que normalmente han sido parte de muchas relaciones, dispersas a través del tiempo y las
circunstancias, traen al presente un vocabulario sustancial de palabras y acciones. En este
sentido, entramos en cada relación como polivocales: cargamos con nosotros numerosas
voces que hemos apropiado del pasado.

Contextualización: la generación relacional de significado emplea mucho más que las


palabras y acciones de los interlocutores. Su coordinación frecuentemente usará varios
tipos de objetos y tendrá lugar en condiciones materiales específicas. Según Wittgenstein
(1953), nuestros juegos de lenguaje tienen lugar dentro de formas de vida, cada forma de
vida puede hacer una contribución a los recursos traídos por el individuo a cualquier
relación nueva. Uno no entra meramente como polivocal, sino como polipotenciado, en
términos de las capacidades de introducir objetos o dar lugar a contextos con los cuales
construir significado en cualquier relación específica.

Pragmática: el lenguaje funciona principalmente como rasgo constitutivo de las relaciones.


De la misma forma que los amantes pueden requerir de un vocabulario de las emociones
para crear un escenario de amor romántico, un equipo de laboratorio en
neuroendocrinología también requiere términos como hipotálamo y aminoácidos para
coordinarse alrededor de los procedimientos experimentales.

Variedades de perspectivas construccionistas/constructivistas

Puesto que las visiones de la construcción han tenido un rol importante en las
deliberaciones más recientes de la pedagogía, es necesario explorar las diferencias entre el
construccionismo social, el constructivismo radical y el socioconstructivismo.

Constructivismo radical de Von Glasersfeld: está fuertemente influenciado por la teoría


piagetiana y tiene mucho en común con las orientaciones cognitivas de la educación en
general. Los constructivistas comparten con el socioconstruccionismo fuertes dudas
respecto a la epistemología exogénica, cada una de las perspectivas cuestiona la visión del
conocimiento como algo “construido” dentro de la mente a través de la observación astuta.
Sin embargo, más allá de estas afinidades también existen diferencias sustanciales.
- El constructivismo radical suscribe al dualismo mente/mundo y pone su interés en el
proceso cognitivo (endogénico)

Según Glasersfeld (1987), “el conocimiento no se recibe pasivamente ni a través de los


sentidos ni por medio de la comunicación, sino que es construido activamente por el sujeto
cognoscente”. Según este autor, desde está perspectiva “redefinimos al ‘conocimiento’
como refiriéndose a invariabilidades en la experiencia del organismo viviente más que a
entidades, estructuras y eventos en un mundo que existe independientemente.
Correspondientemente, redefinimos la ‘percepción’. No es la recepción o duplicación de la
Alejandro Busto
64
información que viene de afuera, sino la construcción de las invariabilidades por medio de
las que el organismo puede asimilar y organizar la experiencia.

Sin embargo, si cada uno de nosotros simplemente está atrapado en su propia experiencia,
para construir el mundo como podamos, tal cual lo expresa este autor, entonces todo lo que
aceptamos por “mundo”, todo lo que creemos acerca de las “otras personas” son
simplemente productos de nuestro propio diseño. Simplemente, me invento la idea de que
existe un mundo, y que hay otros en el que poseen mentes. No existe una explicación,
entonces, acerca de cómo logramos estar en el mundo, o, en efecto, si de hecho existe un
mundo que reta nuestras capacidades adaptativas.

En respuesta a estos problemas, Glasersfeld añade una dimensión pragmática a la teoría:


“la función de la cognición es adaptativa y sirve a la organización que el sujeto tiene del
mundo experiencial, es decir, el constructivismo radical es instrumentalista. El concepto de
adaptación que se pretende aquí es el concepto biológico básico de la teoría de la
evolución. Se refiere a la adaptación al ambiente.”

El problema ahora es que, para sostener está última posición se requieren dos
reconocimientos:
1) Que hay un mundo real separado de las experiencias que uno tenga de el,
reiterando así la presunción dualista.
2) Que una versión endogénica del conocimiento es insuficiente, y por lo tanto debe
complementarse con una preocupación exogénica por el mundo real al cual el
individuo se adapta, lo cual también plantea los mismos problemas.

No solo eso, sino que los problemas se exacerban cuando el constructivista intenta dar
cuenta de la comunicación. Como lo plantea Glasersfeld (1987), “el significado de las
señales, los signos, los símbolos y el lenguaje no puede ser otra cosa que subjetivo”.

Pero entonces, ¿cómo podría hacer uno para determinar que otros poseen subjetividades,
que sus acciones, de hecho, estaban intentando comunicar estas subjetividades, que
ciertas acciones comunicaban subjetividades mientras que otras no, o los vínculos entre las
acciones específicas de los otros y una serie específica de los estados subjetivos?

Glasersfeld plantea que “en el mejor de los casos podemos llegar a la conclusión de que
nuestra interpretación de sus palabras y oraciones parece compatible con el modelo que
hemos construido de sus formas de pensar y actuar en el curso de nuestras interacciones
con ellos”.

Constructivismo social: en ciertos aspectos, el construccionismo social encuentra un


aliado más cercano en está perspectiva. Mediante el constructivismo social se intenta
delinear un cuerpo de trabajo en el que son centrales los procesos cognitivos y el entorno
social. Las formulaciones vygotskianas y otras teorías de la acción son ejemplares. Tanto
está perspectiva como el construccionismo social miran al conocimiento o a la
racionalidad humana como un producto de lo social. En ambos casos, las relaciones
anteceden al individuo. Y aunque el rol específico del profesor es diferente, ambos ven la
relación entre el profesor y el estudiante como central para el proceso educativo.

Sin embargo, para los construccionistas la orientación del constructivismo social aún
permanece atada a la epistemología dualista y a todos los problemas filosóficos que de ella
hereda. En este sentido, el constructivista social frecuentemente hará de los procesos
Alejandro Busto
65
mentales el objeto principal de investigación, mientras que los socioconstruccionistas se
centrarán en el discurso, el diálogo, la coordinación, la construcción conjunta de
significado, el posicionamiento discursivo, y similares.

Finalmente, existe una fuerte tendencia en el constructivista social a permanecer atado


a los principios empiristas de la neutralidad de valores. Las demostraciones
empíricas típicamente son usadas para fundamentar conceptos centrales, pero sin el
tipo de reflexividad política y ética que el construccionista favorece. Para el
construccionista social, las implicaciones pragmáticas tanto de la interpretación
teórica como de la implementación metodológica son consideraciones críticas.

Políticas educativas y la práctica pedagógica

El construccionismo no proclama ser una filosofía primera, un fundamento sobre el cual


puede erigirse un nuevo mundo. No intenta reemplazar todas las tradiciones en nombre de
la verdad, los principios éticos, las visiones políticas o cualquier otro criterio universal. En
cambio, la esperanza es aumentar y expandir los recursos existentes en servicio del
bienestar del planeta.

No existen políticas ni pedagogías que no puedan entenderse a través del lente del
construccionismo social. Es importante destacar que todas las prácticas tradicionales sirven
para construir mundos de lo real y lo bueno, todas realizan ciertas contribuciones al mar de
la inteligibilidad. Lo que la conciencia construccionista puede hacer, en ese sentido, es abrir
nuevas avenidas de salida.

A medida que se exploran imágenes, metáforas y narraciones inmersas en los puntos de


vista del construccionismo social acerca del conocimiento, se puede ver que muchas
innovaciones existentes son compatibles con la inteligibilidad construccionista. A medida
que sus afinidades se articulan, también se pueden localizar nuevos horizontes de
inteligibilidad, entre ellos, estan estos 5:

De la jerarquia a la heterarquía: las instituciones educativas estan construidas sobre lo


que Freire (1985) llama un modelo “nutricionista”, el cual presenta varios problemas:

Problemas de poder: el modelo es esencialmente jerárquico, en donde la autoridad última


reside en las comunidades de producción del conocimiento. Los expertos como los
cientificos y academicos descubren o revelan la verdad, que luego se le enseñara (se le
“dará de comer”) a los estudiantes. Desde este modelo, tal como Megan (1979) lo plantea,
los estudiantes generalmente permanecen pasivos y se espera de ellos que simplemente
absorban el conocimiento que se les presenta.

En varias formas significativas, el construccionismo social añade una dimensión a estas


críticas. En principio, los construccionistas ven todas las aseveraciones sobre el
conocimiento como inmersas dentro de comunidades particulares de creación de sentido.
Como resultado, varios cuerpos de conocimiento inevitablemente favorecerán visiones
particulares de lo bueno: por ejemplo, el materialismo sobre el espiritualismo, la “razón”
sobre la “emoción”, etc. En este sentido, una jerarquía de conocimiento se presta al
totalitarismo.

Problemas de descontextualización: el modelo jerárquico tiende a suprimir las


condiciones contextuales y pragmáticas que dan al lenguaje autorizado su relevancia.
Alejandro Busto
66
Desde el punto de vista construccionista, “las proposiciones informadas” ganan su
significado dentro de contextos particulares de uso y funcionan como formas de coordinar la
acción dentro de esos contextos. Pero en el modelo jerárquico, esas proposiciones
informadas estan fuera de esos contextos. Los educadores extraen cuerpos del discurso de
las disciplinas profesionales y lo pasan a aquellos que estan debajo en la jerarquía. La
función pragmática de esos discursos dentro de las comunidades mismas se pierde. Si bien
la función pragmática está presente en la comunidad original, cuando los discursos se
trasladan a comunidades de menor jerarquía, está deja de existir. Por ejemplo, uno puede
aprender la tabla periódica de los elementos y llevar a cabo experimentos abstractos en el
laboratorio, pero la vitalidad del lenguaje, su importancia práctica y sus potenciales
vivificadores en una comunidad relevante de acción, se oscurecen, y en este sentido, ese
discurso se torna irrelevante.

Más aún, ya que los discursos autorizados reciben el trato de sacrosantos, tienden a
desplazarse a través de la jerarquía en forma aislada, es decir, no van de las comunidades
de administradores a los profesores, a los estudiantes, como invitaciones para la
complementación de la conversación, sino que van tal cual fueron planteados originalmente,
y como resultado, esos discursos autorizados no son fácilmente apropiados para su uso en
dominios externos de la vida. Uno no puede utilizar fácilmente el argot de la física, la
psicología experimental o el álgebra en la vida cultural de modo general, porque sus
significados estan completamente ligados a dominios específicos de usos académicos. En
este sentido, los discursos profesionales funcionan no tanto a la manera de alterar formas
existentes de conducta en el mundo, sino como coexistiendo en aislamiento relativo.

Problemas de creación de sentido: el construccionista señala los problemas de los


procesos monológicos versus dialógicos de creación de sentido. Al receptor de un
monólogo (como en el caso del conocimiento autorizado), se le niega la voz propia. El punto
final a obtenerse mediante la educación monológica es un estudiante que ha absorbido
completamente aquello que se le ha presentado, o, en efecto, se convierte en un simulacro
de la autoridad. Cualquier talento, intuición o educación especializada que el individuo
posea encuentra poca entrada en la conversación, tal como lo describe Jackson (1968), las
relaciones jerárquicas en las escuelas desaniman la creatividad y la innovación entre los
estudiantes. De la misma forma ocurre con los profesores, tal como lo plantea Wise (1979),
los académicos y los gobiernos imponen currículos y métodos en las escuelas que, en gran
medida, silencian al profesor.

Una vez que atendemos los aspectos relacionales de la producción del conocimiento,
también podemos ver que la inhabilitación no sucede de la misma manera en todos los
grupos sociales. Más bien, puesto que el conocimiento profesional se genera en gran
medida dentro de un segmento particular de la sociedad en general (predominantemente
blancos, angloparlantes, hombres de clase media alta), sus discursos son más significativos
dentro de este contexto que otros. Los estudiantes que confrontan estos discursos desde
otros sectores de la sociedad pueden encontrarlos remotos e irrelevantes en sus funciones
pragmáticas. Es en este sentido que se puede apreciar cómo ciertos grupos históricamente
desfavorecidos -debido a su etnia, género o clase- sufren desproporcionadamente bajo el
sistema educativo tradicional.

Desde el construccionismo: se llama a una desacralización del conocimiento profesional.


En vez de asumir que los creadores del conocimiento tradicional proveen la “mejor” palabra,
démonos cuenta de que todas las aseveraciones sobre el conocimiento crecen a partir de
tradiciones histórica y culturalmente situadas. Con lo cual no se busca negar su valor, sino
Alejandro Busto
67
hacer ver que dichos valores también son contingentes. De está forma se piensa que las
disciplinas ofrecen recursos que pueden o no ser valiosos, dependiendo de una condición
de vida particular. Al situar de está manera al conocimiento se cambia del monólogo al
diálogo, de la jerarquía a la heterarquía.

Desde este enfoque todo el conocimiento es perspectivo y está saturado de valores. De


está forma entrar en un dominio de conocimiento es intervenir en una forma particular de
vida, es adquirir una voz, posiblemente a expensas de otra.

Lenguaje y práctica

El construccionista tiene una concepción del lenguaje basado en el uso, en el cual el


significado de las palabras se rastrea hasta las relaciones activas en las que cumplen un
papel. Las palabras tienen un carácter polisémico, y es está capacidad de ser usadas en
múltiples contextos de las relaciones, lo que inyecta flexibilidad al lenguaje y permite la
matización sutil de la acción en cualquier escenario dado. De está forma, la palabra
“Agresivo” no se deriva de un dato específico del mundo, sino de los contextos lingüísticos
en los que las personas lo usan para hacer cosas, por ejemplo, categorizar una acción,
culpar, preparar una respuesta, y en este sentido, dependiendo de su uno está trabajando
para desplegar tropas, desarrollar una estrategia de negocios o combatir células
cancerígenas, el significado de la palabra “agresivo” cambiará de manera significativa.

El lenguaje entonces adquiere su valor social y su significado por la forma en que la gente lo
usa en contextos específicos. En este sentido, el construccionista favorece una reducción
del currículo canonizado que exige que los estudiantes tomen cursos porque son
prerrequisitos de otros cursos o de un grado. Este material del curso está ligado a un
contexto de uso práctico o inmediato y frecuentemente el material del curso solo es
aplicable dentro de la delimitada atmósfera del sistema educativo. En cambio, el
construccionista favorece las prácticas en las cuales el estudiante trabajó junto a los
profesores y otros para decidir sobre asuntos de importancia, y sobre el tipo de actividades
que mejor puedan dar lugar a una participación significativa.

Para el construccionista, los diálogos educativos deberían estar estrechamente ligados a las
circunstancias de aplicación.

Hacía relaciones generativas: las visiones tradicionales conciben al profesor como el que
“sabe” y los estudiantes son puestos en el lugar de objetos sobre los cuales se opera:
mentes a ser llenadas con contenidos o racionalidades. Desde el punto de vista
construccionista, el individuo no posee contenidos ni racionalidades, sino que participa en
ellos. Las declaraciones informadas y racionales no son expresiones externas de la mente
interna, sino logros relacionales. Lo que aparece como razón, memoria, motivación,
intención, y similares, es el resultado de una acción y negociación coordinada dentro de una
comunidad.

Para el educador construccionista, el principal reto es contribuir a las relaciones generativas


a partir de las cuales el estudiante emerge con un potencial ampliado para relacionarse
efectivamente. El rol del estudiante deja de ser el de objeto, y pasa a ser un sujeto dentro
de relaciones. De está manera enfocarse en las relaciones puede enriquecer el proceso
pedagógico.

Alejandro Busto
68
A medida que nos desplazamos desde el individuo hacía las relaciones como centro de
atención, se puede apreciar el trabajo de los constructivistas sociales acerca de los
procesos de aprendizaje asistidos por profesores, los aprendizajes semióticos y las
relaciones en la zona de desarrollo proximal. Desde esa perspectiva se localiza el sitio de
aprendizaje dentro de la matriz relacional. Sin embargo, tal vez el resultado más visible del
pensamiento construccionista hasta ahora es el surgimiento del aprendizaje cooperativo o
colaborativo.

El aprendizaje colaborativo es un proceso en el cual el intercambio continuo entre


estudiantes sirve como el medio educativo principal. Uno aprende involucrándose,
incorporando y realizando exploraciones críticas, junto a otros. Idealmente, a través del
intercambio social se desarrollan habilidades sociales de articulación y respuesta, y se
abren nuevas posibilidades de construcción del mundo. El aprendizaje se convierte en un
“cambio en nuestras relaciones, constituidas en el lenguaje con otros”.

Nuevos debates, nuevas ideas y nuevas prácticas en la psicología social de la era


post-construccionista - Iñiguez

Como hemos podido observar, algunas de las características principales del


socioconstruccionismo son su posición crítica, su posición de continuo cuestionamiento de
aquello que venimos considerando como obvio, correcto,natural o evidente.

En efecto, los elementos que definen una posición construccionista son:


1. Antiesencialismo: las personas y el mundo social somos el resultado, el producto,
de procesos sociales específicos
2. Relativismo: la “realidad” no existe con independencia del conocimiento que
producimos sobre ella o con independencia de cualquier descripción que hagamos
de ella
3. El cuestionamiento de las verdades generalmente aceptadas: el continuo
cuestionamiento de la “verdad”, poniendo en duda sistemáticamente el modo como
hemos aprendido a mirar el mundo y a mirarnos a nosotros mismos
4. Determinación cultural e histórica del conocimiento, y el papel conferido al
lenguaje en la construcción social: la realidad se construye socialmente y los
instrumentos con los que se construye son discursivos

En opinión del autor, las características que han sido útiles en la empresa construccionista y
que pueden ser todavía útiles en el futuro, son:

1. El carácter histórico del conocimiento: asumir plenamente el sentido de la


historicidad y que el papel de las ciencias y de sus objetos no se reduce a una
propuesta de explicación lineal de la constitución del presente, abre la posibilidad de
pensar el presente pero también la de construir futuros distintos. Por ello, enfocar
genealógicamente el estudio de un objeto de conocimiento nos permite comprender
nuestro presente, resaltando al mismo tiempo que su repetición no es obligatoria en
el futuro.
2. El carácter interpretativo del ser humano: ningún proceso social, y
específicamente ni la Ciencia ni el sujeto pueden darse sin interpretación, pues
nuestro conocimiento del mundo y de nosotros/as mismos/as está vinculado a la
interpretación que realizamos desde el marco lingüístico y cultural en el que nos
desenvolvemos. No es posible entonces delimitar la objetividad del sujeto sin la
interpretación y sin que medie el juego hermenéutico.
Alejandro Busto
69

Una de las equivocaciones del construccionismo es probablemente la acrítica acomodación


a la paulatina institucionalización que ha tenido. En este proceso de 20 años, no se ha
posicionado siempre de forma crítica y contundente, sino que, frecuentemente, con un
talante conformista y acomodaticio.

Nuevas ideas y cuestionamientos han emergido en los últimos años, nuevas formas de
pensar así como nuevas propuestas y prácticas distintas. Entre ellas se encuentran:

- La teoría de la actriz-red (Actor network theory): está teoría ha reconocido el


valor positivo de las aportaciones del socioconstruccionismo pero argumenta que
este ha comportado como efecto un “esencialismo social” que ha asumido de forma
acrítica la dicotomía natural/social, humano/no-humano y la separación de lo natural
or un lado y lo social por otro. Entre algunos de sus aportes, la ANT nos descubre
las implicaciones que el dualismo natural-social tiene y nos abre un campo nuevo de
posibilidades de conceptualización de agentes, sujetos u objetos. Nos permite
equilibrar el balance entre lo natural-social recolocando lo material y creando una
nueva hibridación conceptual alejada de esencialismos culturalistas o materialistas.

- La epistemologia feminista: ha cuestionado ypuesto de manifiesto la relacion


intima e inextricable existente entre un sujeto que percibe y aborda la comprension
de un objeto, y el objeto concreto sobre el que se enfoca su mirada. Plantea que
ningún objeto es neutro, siempre está teñido y atravesado por significados e
implícitos, y la mirada con que se aborda, la epistemología y metodologías que lo
“desentrañan”, es una mirada de género. Todo ello no es sino una prueba más de
que el modelo de conocimiento de las sociedades occidentales es ideológico, y que
procede y se contrasta fundamentalmente a partir de las experiencias masculinas.
Un sujeto de conocimiento es un sujeto con una preconcepción del mundo, no un
individuo abstracto, ahistórico e incorpóreo. Por tanto, la subjetividad está situada y
se encuentra tanto en el sujeto como en el objeto, así como en la relación que se
establece entre ellos.

Utilizar las producciones y formulaciones de la epistemologia feminista implica


considerar que cualquier teoria de la ciencia no puede establecer de manera
estandar la comprension de su objeto de estudio sin reflexionar acerca de quien es
el sujeto de conocimiento, que posicion ocupa, como está influyendo el genero en
los metodos utilizados y, una cuestion central, qué podemos entender por ciencia.

- El pensamiento queer: la performatividad: una de las críticas más crudas al


construccionismo ha consistido en atribuirle un cierto idealismo lingüístico. No hay
problema en reconocer que al enfatizar la importancia del lenguaje y la naturaleza
discursiva de las prácticas sociales, el socioconstruccionismo ha contribuido a
desencializar, desnaturalizar y des-psicologizar al individuo y a los procesos
psico-sociales. Pero eso también le ha llevado a desatender lo que podría ser
llamado “prácticas no lingüísticas”.

La emergencia del “pensamiento queer” o “teoría queer” y específicamente el


enfoque de la performatividad de Judith Butler, ayuda a subsanar este problema y a
abrir un campo nuevo de interés. Butler ha perfilado la noción de performatividad.
Máxima representante de está teoría, su planteamiento viene a revolucionar las
nociones de identidad, subjetividad y prácticas de subjetivación que se ilustra en su
Alejandro Busto
70
análisis-propuesta en torno a la producción performativa de la identidad sexual. Se
trata de una posición antiesencialista que niega tanto el carácter natural de la
identidad como su carácter fijo y estable. La identidad es una construcción social,
efectivamente, pero una construcción que debe entenderse como un proceso abierto
a constantes transformaciones y redefiniciones.

Siguiendo a Butler, la cuestión no es si todo es una construcción social o si todo se


construye discursivamente, porque cuando se plantean las cosas así, se está
negando la fuerza constitutiva de la performance. Lo que Butler está proponiendo es
una noción de construcción que implica una especie de “vuelta” a la materia. Pero
una materia que no es sitio o superficie como ella misma dice, sino materia como
“proceso de materialización que se estabiliza a través del tiempo para producir el
efecto frontera, de permanencia y de superficie que llamamos materia”. La
construcción “no solo se realiza en el tiempo, sino que es en sí mismo un proceso
temporal que opera a través de la reiteración de normas”.

El mantenimiento de una psicología social crítica: una psicología social crítica sería la
consecuencia de un continuo cuestionamiento y problematización de las prácticas de
producción de conocimiento y por tanto tiende a recoger la mayor parte de las
características anteriores:
- La historicidad del conocimiento
- El carácter interpretativo del ser humano
- Un punto de vista construccionista
- La reflexividad del conocimiento
- Las aportaciones de la epistemologia feminista y del conocimiento situado
- La eclosión de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología
- La performatividad
- etc

Alejandro Busto
71
La psicología social como dispositivo desconstruccionista - Ibañez
Hay 3 razones por las cuales los psicólogos sociales deberían sentirse permanentemente
dispuestos a deshacer minuciosamente los productos científicos que tanto trabajo les
cuesta elaborar.

Una primera razón ontológica: desde los tiempos en que Giambattista Vico pusiera el
acento sobre ello, se ha ido consolidando progresivamente la idea de que la realidad social
no es independiente de las prácticas humanas, y de que constituye precisamente un
resultado de esas prácticas.

El reconocimiento de que la realidad social no tiene otro origen que la propia actividad de
los seres humanos tiene consecuencias sobre el tipo de conocimiento que podemos
construir acerca de ella. Pero sobre todo, este reconocimiento no deja otra opción más que
la de resaltar la insoslayable dimensión histórica de los fenómenos sociales, con todo lo que
ello implica.
1. Primero, porque todos los fenómenos sociales son producciones históricamente
situadas, y por lo tanto son por naturaleza, cambiantes con las épocas.
2. Segundo, porque la modificación de los fenómenos sociales resulta inevitable si se
piensa que las prácticas humanas que lo constituyen presentan, precisamente, la
peculiaridad de ser unos procesos que crean en el transcurso de su desarrollo las
condiciones para su propia transformación.

En ese sentido, ninguno de los fenómenos sociales es invariante y atemporal, y, por lo


tanto, el conocimiento que elabora la psicología social sobre sus objetos de estudio es un
conocimiento que cambia, no solo porque se hace más preciso, sino porque también es
cambiante porque cambian las características de los objetos sobre los que se versa.

El psicólogo social construye conocimientos que será preciso deshacer algún tiempo
después de que hayan sido construidos. Es conveniente, por lo tanto, que el psicólogo
social adquiera la mentalidad de un constructor de obras efímeras, además de que se
adiestre en el ejercicio de deshacer con cierta periodicidad sus propias obras, o las que le
han legado sus colegas, aunque solo sea porque el hecho de confiar en conocimientos que
ya son caducos tuerce el camino de la investigación.
3. Tercero, los fenómenos sociales no sólo son históricos porque cambian con el
tiempo y porque son relativos al periodo histórico en el que se manifiestan, sino que
son intrínsecamente históricos en el sentido de que tienen memoria. Es decir, las
características actuales (presentes) del fenómeno, su forma actual, resulta de las
prácticas sociales y de las relaciones sociales que lo fueron constituyendo. Se puede
considerar que todo fenómeno social lleva incorporada la memoria de las relaciones
sociales que lo intuyeron como tal y que han quedado sedimentadas en su seno, por
lo tanto, no es posible dar cuenta de un fenómeno satisfactoriamente si no se
dilucida también su proceso de constitución.

El problema para quienes pretenden apresar los fenómenos sociales actuales es que no
solo deberían incorporar referencias de su genealogía, sino que estas referencias varían a
medida que transcurre la historia. Ciertos fenómenos sociales, por ejemplo ciertas
determinaciones sociales, constituyen “no-acontecimientos” en la medida en que son
literalmente invisibles en un periodo histórico dado, y estos “no acontecimientos” solo se
transforman en auténticos acontecimientos a la luz de los desarrollos que ocurren con
posterioridad. Y es en este sentido, que el propio pasado adquiere algunas de sus
características en función del futuro. De todos los “no-acontecimientos” que estan presentes
Alejandro Busto
72
en una situación histórica dada, solo se concretizarán aquellos que se puedan ver desde el
futuro que efectivamente se ha realizado. Los otros permanecerán ocultos para siempre,
puesto que ninguno de los posibles futuros que hubieran podido evidenciarlos se ha
realizado. De está forma, la genealogía de un fenómeno social cambia a medida que se
producen acontecimientos posteriores, y por lo tanto, esto significa que nunca se puede
acceder a un conocimiento total de esa genealogía. Las consecuencias de esto son obvias:
si para conocer un fenómeno es preciso conocer su genealogía, y si está es cambiante,
entonces también debe ser cambiante el conocimiento del fenómeno.

Por otra parte, si la genealogía de un fenómeno no es nunca totalmente cognoscible,


tampoco lo es el fenómeno, con lo cual el conocimiento psicosocial es necesariamente
incompleto.

Una segunda razón epistemológica: el conocimiento que podemos producir en un periodo


histórico dado es dependiente del entramado socio-cultural que caracteriza ese período, y
en este sentido, ningún investigador social puede pensar la sociedad en la que vive desde
fuera de ella misma.

El reconocimiento de que el saber sobre la sociedad está en la sociedad, implica el


abandono de la creencia de una supuesta “objetividad” de los saberes psicosociales.

El hecho de que los conocimientos psicosociales sean “interiores” a la sociedad en la que


se formulan, en el doble sentido de que dependen de las categorias analiticas que tienen
curso en esa sociedad, y de que dependen de las reglas que rigen el diálogo racional en el
seno de una comunidad particular, produce a su vez dos consecuencias ineludibles:
1. que esos conocimientos son intrínsecamente provisionales, ya que ninguna forma
sociocultural es invariante
2. que esos conocimientos deben ser permanentemente deconstruidos para poder
hacer aflorar las determinaciones socioculturales implícitas que vehiculan de forma
acrítica

Resumiendo entonces, en el plano de la ontología, los objetos de conocimiento de la


psicología social son objetos eminentemente históricos, y en el plano de la epistemología,
los conocimientos psicosociológicos también son, a su vez, intrínsecamente históricos. Es
por estas dos primeras razones que los psicólogos sociales deberían sentirse
permanentemente dispuestos a deshacer minuciosamente los productos científicos que
tanto trabajo les cuesta elaborar.

Una tercera razón situada en la intersección de las dos primeras: que se apoya en la
peculiar relación que tienen entre sí los fenómenos sociales por una parte, y su
conocimiento por otra. A diferencia de lo que ocurre en el ámbito de los fenómenos
naturales, cuando se entra en el ámbito de los fenómenos sociales, el nivel epistemológico
se convierte en una fuente de producción ontológica, esto es lo que Gergen ha llamado el
efecto de ilustración: al hecho de que los conocimientos producidos acerca de un
determinado fenómeno social revierten sobre ese fenómeno, modificandolo. Lo que ocurre
es que nuestros conocimientos influyen nuestra percepción de la realidad y a su vez,
nuestra percepción de la realidad incide sobre nuestras actuaciones, más aún, no es
únicamente nuestra percepción de la realidad la que se ve afectada por los conocimientos
producidos, sino la propia naturaleza de esa realidad social. En otras palabras, no es el
nivel fenomenológico sino el nivel propiamente ontológico el que queda parcialmente
constituido por los saberes a los que recurrimos para conceptualizarlo.
Alejandro Busto
73

En este sentido, el efecto ilustración tiene una consecuencia de orden político o normativo,
que los psicólogos sociales no pueden eludir. Si es cierto que los conocimientos científicos
que se inyectan en el tejido social transforman la realidad social, entonces el productor de
esos conocimientos adquiere una responsabilidad política evidente. Sean cuales sean las
opciones políticas del psicólogo social, este se encuentra en la necesidad de interrogar
permanentemente los conocimientos que produce para saber cuales son las formas
sociales que contribuye a reforzar o a subvertir, y para saber en definitiva cuales son los
intereses que está sirviendo.

De está manera, el psicólogo social debe recurrir a la deconstrucción sistemática como


método básico para producir conocimientos relevantes en el marco de su disciplina, para así
poder analizar críticamente todas las evidencias que estructuran el tipo de entendimiento de
lo social que caracteriza a nuestra época, y en torno a las cuales se organiza nuestro
funcionamiento cotidiano como seres sociales.

Presupuestos epistemológicos
Aunque la “nueva psicología social” se enfrenta a muchos problemas de difícil solución, sin
embargo, se han alcanzado una serie de logros sólidamente establecidos que constituyen
algo así como puntos irreversibles, o puntos de no-retorno, a partir de los cuales pueden y
deben desarrollarse las nuevas líneas de investigación.
- El giro hermenéutico: ya no se puede ignorar la dimensión hermenéutica de los
hechos sociales, como tampoco se puede pasar por alto la dimensión hermenéutica
de las explicaciones que ofrecen las ciencias sociales
- Las relaciones de poder: si bien se puede discrepar con el análisis planteado por
Foucault, este análisis en sí mismo nos impide pensar en el poder de la misma
manera en que se pensaba antes de su planteo
- Concepción no-representacionista del conocimiento: no solo está claro que las
tesis sobre la “verdad como correspondencia” son incapaces de resolver la
problemática de un supuesto acceso independiente a la realidad, sino que tienen
serias dificultades para asumir plenamente las consecuencias de dos cuestiones
firmemente establecidas:
1. la dimensión construida de los hechos científicos
2. la influencia recíproca parcial entre enunciados observacionales y
enunciados teóricos

Presupuestos ontológicos
- Reconocimiento de la naturaleza simbólica de la realidad social: esto no
significa que la realidad social se agota en su dimensión simbólica, sino que está
dimensión es insoslayablemente constitutiva de los fenómenos sociales. No es la
naturaleza del objeto sino el tipo de relación en el que este objeto está prendido
quien le confiere su dimensión social, y está relación es de naturaleza
eminentemente simbólica. Lo social no aparece hasta el momento en que se
constituye un mundo de significados compartidos entre varias personas, y es este
fondo común de significaciones el que permite a los individuos investir a los objetos
con una serie de propiedades que no poseen “de por sí”, sino que son construidas
conjuntamente a través de la comunicación y que se sitúan, por lo tanto, en la esfera
de los signos.

Alejandro Busto
74
Por su vinculación con la dimensión simbólica y con la construcción y circulación de
significados, queda claro que cualquier cosa que denominemos “social” está íntima y
necesariamente relacionada con el lenguaje y con la cultura. Nada es social si no es
instituido como tal en el mundo de significados comunes propios de una colectividad
de seres humanos, es decir, en el marco y por medio de la intersubjetividad. Esto
implica que lo social no radica en las personas, ni tampoco fuera de ellas, sino que
se ubica precisamente entre las personas, es decir, en el espacio de significados del
que participan o que construyen conjuntamente.
Lo social se construye efectivamente, al igual que los significados y la
intersubjetividad, en la interacción entre las personas. Pero esto no significa que sea
suficiente con que exista una interacción o una relación interpersonal para que
también exista la dimensión social. La interacción es tan solo una condición,
necesaria pero no suficiente, para que emerja lo social.

La dimensión simbólica de la realidad es problemática, es bastante frecuente


encontrar formulaciones que establecen una clara oposición entre lo real y lo
simbólico: si algo es simbólico entonces no es real y recíprocamente. Sin embargo,
no existe tal oposición. Lo simbólico es tan real como cualquier otro objeto que
podamos calificar razonablemente como real. De hecho, lo simbólico tiene la
capacidad de constituirse en fuente de producción de la realidad. Es justamente por
está razón que los conocimientos elaborados por las ciencias sociales tienen la
capacidad de revertir eficazmente sobre las propias características de la realidad,
modificandolas. Si la realidad social no tuviera una dimensión simbólica, y si lo
simbólico no tuviera la capacidad de generar realidades, no tendría sentido hablar de
un efecto de ilustración.
- Reconocimiento de la naturaleza histórica de la realidad social: reconocer la
naturaleza histórica de lo social tiene implicaciones que afectan tanto al plano
ontológico como al epistemológico. En el plano ontológico esto significa que los
fenómenos sociales tienen memoria, y que lo que son en un momento dado es
indisociable de la historia de su producción. Además, decir que la realidad social es
intrínsecamente histórica es decir que resulta en buena medida de las
peculiaridades culturales, de las tradiciones, del modo de vida que una sociedad ha
ido construyendo a lo largo de su desarrollo, y esto significa que todo fenómeno
social es en cierta medida sui generis, idiosincrático y concreto, referido a una
sociedad particular.

En el plano epistemológico, el hecho de que los fenómenos no solo tengan memoria,


sino que tengan también un “futuro”, es decir, que experimenten una evolución de
sus características presentes, invalida que se los trate como productos separados de
los procesos que los sustentan, en este sentido, el estudio de los fenómenos
sociales debe tener siempre en cuenta el carácter procesual de esos fenómenos.
- Reconocimiento de la importancia que reviste el concepto y el fenómeno de la
“reflexividad”: es la calidad de animal reflexivo, la capacidad que tiene el ser
humano de romper la disyunción objeto/sujeto y de fundir ambos términos en una
relación circular lo que posibilita la construcción de la naturaleza social de ese
mismo ser humano. Es porque el sujeto es capaz de tomarse a sí mismo como
objeto de análisis por lo que puede constituirse un mundo de significados
compartidos y un espacio intersubjetivo sin los cuales la dimensión social no podría
constituirse como tal. Hacer que seamos inteligibles para los otros, y
recíprocamente, es posible, debido a la conciencia que tenemos de nosotros mismos
y que nos permite la reflexividad.
Alejandro Busto
75
- Reconocimiento de la “agencia humana”: en el sentido de que el ser humano es
capaz de constituirse en fuente de determinación última de sus propias conductas;
es capaz de dirigir sus conductas con base a unas decisiones internamente
elaboradas. La relativa autonomía del ser humano obliga a aceptar la idea de que
pueden darse casos en que ninguna condición sea ontológicamente suficiente para
producir un efecto, o sea, existen casos en los cuales estando reunidas todas sus
causas, un efecto puede producirse o no. De está forma, el reconocimiento de que
las intenciones desempeñan un papel en la actividad humana conduce a un
replanteamiento radical en el plano ontológico y epistemológico, en tanto el ser
humano presenta unas propiedades que lo excluyen del tipo de objetos susceptibles
de ser tratados desde los supuestos del positivismo.
- Reconocimiento del carácter dialéctico de la realidad social: la dicotomía
ontológica entre individuo y sociedad no tiene cabida, puesto que ninguno de los dos
términos es definible con independencia del otro: es decir, la sociedad sólo adquiere
un estatus de existencia a través de las prácticas desarrolladas por los individuos y a
la vez, estos no existen como seres sociales si no es mediante su producción por la
sociedad. Se trata de un proceso de mutua construcción, en el que las causas y los
efectos intercambian continuamente su estatus. La concepción dialéctica de la
realidad social enfatiza especialmente 2 aspectos:
1. la naturaleza relacional de los fenómenos sociales: los actos sólo
adquieren sentido en el contexto en que se expresan, pero este contexto no
es independiente de los actos; el contexto está construido por los actos que
resultan de el.
2. el carácter procesual de estos fenómenos: los objetos sociales no estan
constituidos de una vez por todas, sino que se encuentran en un proceso de
constante devenir, de continua creación y recreación, de constante
reproducción y transformación.

En este sentido el concepto de Giddens denominado dualidad estructural es


relevante para la nueva psicología social. Este concepto da cuenta del carácter
simultáneamente estructurado y estructurante de la sociedad y de las prácticas
sociales. Es entonces el proceso mismo de su desarrollo donde se va configurando
cualquier fenómeno social de una forma que no se encuentra enteramente
predefinida por las condiciones antecedentes. Lo “ya hecho” abre, pero no
determina, las posibles líneas de desarrollo de lo que acontecerá.
- Reconocimiento de la adecuación de la perspectiva construccionista para dar
cuenta de la realidad social: la asunción del punto de vista construccionista exige
una actitud de duda metódica ante cualquier atribución de realidad a los fenómenos
u objetos cuya existencia parece estar sólidamente acuñada en nuestro lenguaje.

Está preocupacion por desnaturalizar los fenomenos sociales exige al menos 3


cuestiones:
1. Acotar el papel, más o menos predominante según los casos, que
desempeñan las convenciones lingüísticas en la producción de los
fenómenos
2. Dilucidar la naturaleza del proceso mediante el cual los procesos discursivos
tienen la capacidad de engendrar, aunque sea parcialmente, los objetos
sociales
3. Especificar el mecanismo mediante el cual confundimos las propiedades de
nuestra forma de hablar de las cosas con las propiedades de las propias
cosas
Alejandro Busto
76
Módulo 5 - Psicología Comunitaria Latinoamericana

- ¿Qué características ha tenido la Psicología Comunitaria en nuestro país?


- ¿Cómo dialogaron las prácticas, el desarrollo académico, la construcción de
categorías, la mirada ética y su incidencia pública en el Uruguay?
- ¿Por qué hablamos de una Psicología Comunitaria Latinoamericana?
- ¿Qué la distingue de la que se origina en EEUU y que luego se extiende en Europa?
- ¿Cuáles son sus principales características?
- ¿Qué paradigma la sostiene y qué dimensiones lo componen?
- ¿Cuáles son las principales características del desarrollo de la Psicología
Comunitaria en Uruguay?
- Luego de los profundos cambios acontecidos entre el surgimiento de Psicología
Comunitaria en América Latina y la actualidad, ¿podemos decir que los fundamentos
que le dieron origen son vigentes?
- ¿Qué aspectos es necesario interrogar críticamente para que su intencionalidad
transformadora no se vea debilitada?

Contexto de surgimiento
- Fuertes movimientos de protesta con propósitos de transformación social
- Movimientos de liberación nacional y gobiernos socialistas

Respuestas políticas y represivas:


- Políticas: en respuesta a calmar los dos puntos anteriores, se da lo que se
denomina Alianza para el progreso por parte de USA, la cual tiene como objetivo la
“lucha contra la pobreza”. Parte de la necesidad de restaurar el orden económico
latinoamericano inyectando dinero a través de distintos préstamos para
infraestructura y políticas sociales, de modo de calmar los movimientos de protesta.
- Represivas: dictaduras con el objetivo de “reordenar” el sistema político y socavar
las voluntades de cambio que se daban en la región

Contexto académico
- Principios del S XX: fuerte impronta positivista en ciencias sociales que otorga un
carácter fragmentado, experimental y predictivo que reducía el área de trabajo de la
psicología social en tanto que no daba respuesta a los problemas sociales y
sufrimientos generados por las precarias condiciones de vida de grandes
poblaciones del continente

Influencias conceptuales
- Construccionismo social
- Salud mental comunitaria de EEUU
- Sociología crítica de Fals Borda
- Psicología de la salud
- Psicoanálisis
- Educación popular de Pablo Freire
- Materialismo histórico
- Fenomenología
- Etnometodologia

Alejandro Busto
77
Definición PSC: la PSC busca conocer e intervenir sobre “los factores psicosociales que
permiten desarrollar, fomentar y mantener el control y el poder que los individuos pueden
ejercer sobre su ambiente individual y social para solucionar problemas que los aquejan y
lograr cambios en esos ambientes y en la estructura social.

Desafíos actuales
1) Contexto de surgimiento y avance del neoliberalismo: desigualdad e injusticias
que determinan altos niveles de sufrimiento cotidiano para grandes sectores de
nuestra población
2) Problematización de categorías conceptuales: uso genérico de los términos y
vaciamiento de sentidos, institucionalización y captura, pérdida de una perspectiva
crítica
- Comunidad y formas comunitarias: instrumentalización y desterritorialización de la
comunidad. Sentido de comunidad y acción colectiva
- Participación: despolitización y formalización de la participación
- Pobreza e inclusión social: los excluidos han sustituido en nuestros discursos a los
oprimidos, dominados y a los sujetos explotados en otros tiempos
- El sujeto: de la psicología social comunitaria y el sujeto de las políticas sociales,
contribuyendo a construir un sujeto carente, receptor pasivo de las intervenciones
diseñadas fuera de su contexto cotidiano

Origen y desarrollo de la psicología comunitaria - Montero

Durante los años 60 y 70 se producen una serie de movimientos sociales que difunden
ideas políticas y económicas que van a influir los modos de hacer y pensar en las ciencias
sociales, entre esos cambios, se dan:
- Un cambio de la concepción de sujeto pasivo hacía la de sujeto activo, dinámico,
constructor de su realidad
- Concepción distinta de salud y enfermedad

Está tendencia responde a un movimiento de las ciencias sociales y humanas que había
comenzado a fines de los años 50 a producir una sociología comprometida, militante,
dirigida fundamentalmente a los oprimidos, en sociedades donde la desigualdad se hacía
cada vez más extrema, y en psicología donde la concepción de sujeto pasivo no permitía
hacer aportes efectivos a la solución de problemas urgentes en esas sociedades.

En américa latina la psicología comunitaria nace a partir de la disconformidad con una


psicología social predominantemente individualista y que no daba respuesta a los
problemas sociales, es decir, surge a partir del vacío provocado por el carácter subjetivista
de la psicología social psicológica además de ser influenciada por la perspectiva
macrosocial de otras disciplinas sociales volcadas hacía la comunidad.

La psicología comunitaria latinoamericana es una psicología que mira críticamente las


experiencias y prácticas psicológicas y el contexto en el que debe lidiar.

Los psicólogos, en este contexto, miraban a la psicología social y la consideraban


insuficiente, tardía, inocua, limitada al diagnóstico y produciendo intervenciones fuera de
foco. Se buscará de esa manera formas alternativas de hacer psicología, lo cual da lugar a
la reivindicación de líneas de pensamiento hasta entonces dejadas de lado por no ajustarse
a la tendencia dominante:
- fenomenología
Alejandro Busto
78
- corrientes marxianas
- formas cualitativas de investigar

Los paradigmas y teorías dominantes en ese entonces solo alcanzaban para tratar el
malestar de unos pocos e ignorar las dolencias de muchos.

Así, por fuerza de las condiciones sociales presentes en muchos países latinoamericanos y
de la poca capacidad que mostraba la psicología para responder a los problemas urgentes,
comienza a desarrollarse una nueva práctica que exigirá la redefinición de los psicólogos y
de su objeto de estudio e intervención.

Este nuevo modo de hacer buscaba producir un modelo alternativo al modelo médico
enfocado en aspectos negativos, en la enfermedad, por uno enfocado en los aspectos
positivos, centrado en los recursos de las comunidades, buscando su desarrollo y
fortalecimiento. Los miembros de dichas comunidades dejaban de ser sujetos pasivos para
ser vistos como actores sociales, constructores de su realidad. El énfasis estará en la
comunidad y no en el fortalecimiento de las instituciones.

Se caracterizaba por definirse más como una práctica que como una nueva rama de la
psicología. Se hacía psicología comunitaria sin saberlo, al menos durante la mayor parte de
los 70. Otros aspectos que marcaron a la psicología comunitaria latinoamericana en sus
inicios son:
- La búsqueda de teorías, métodos y prácticas que permitiesen hacer una psicología
que contribuyese no solo a estudiar, sino, principalmente, a aportar soluciones a los
problemas urgentes que afectaban a las sociedades.
- Le redefinición de la psicología social,a la vez que se va más allá del objeto de esa
rama de la psicología
- La carencia de una definición
- Carencia de un lugar académico y profesional propio hasta la década de los 80
- Orientación hacía la transformación social en función de la noción de desarrollo,
pero no de desarrollo económico sino en ubicándolo dentro de los parámetros que
para una comunidad significan mejor calidad de vida, mayor satisfacción vital, más
posibilidades de expresión y control sobre las circunstancias de vida.
- La certeza del carácter histórico de la psicología social, de la comunidad como grupo
y del sujeto humano
- La búsqueda de modelos teóricos y metodológicos que ayudasen a entender y
explicar los fenómenos en los cuales se trabajaba. Esto le aportó una amplia
perspectiva multidisciplinaria, ya que ante las pocas respuestas que presentaba la
psicología, se acudió a campos variados como la educación popular, la filosofía,
sociología y antropología.
- La concepción desde el inicio muy clara de que el “sujeto de investigación” es una
persona no sujeta a la voluntad y los designios de quien investiga. Es alguien
dinámico, activo que construye su realidad, actor social cuya voz forma parte de la
polifonía de la vida social y que al ser parte de la acción y de la investigación que se
realizan con su comunidad tiene derechos y deberes que lo relacionan con ambas
tareas.
- La necesidad de redefinir el rol de los psicólogos sociales, ya que no podían seguir
manteniendo una práctica distanciada ni marcada por una auto-definición basada en
la “experticia” a la cual evidentemente le faltaba el conocimiento de la comunidad
producido desde ella.

Alejandro Busto
79
La psicología comunitaria entonces nace de una práctica transformadora, enfrentada en
situación, que apela a una pluralidad de fuentes teóricas para intentar luego elaborar
modelos teóricos propios que respondan a las realidades con las que se trabaja. Buscando
generar una metodología basada en la acción y la participación, que sea una respuesta
alternativa a los modos convencionales de estudiar las comunidades específicas. Donde
investigadores y sujetos estan del mismo lado en la relación de estudio, ya que ambos
forman parte de la misma situación.

En América anglosajona la psicología comunitaria “nace” en Estados Unidos en 1965.

Comparación de las fases de desarrollo de la psicología comunitaria


América latina Estados Unidos

Generación de una nueva práctica Creación de una nueva práctica psicológica


psicosocial orientada hacía la solución de que responde a exigencias de legitimidad
problemas sociales y la transformación social y transformación de las instituciones
social, con participación de los sujetos. y supone el rechazo del modelo médico.

Se define como una nueva subdisciplina Estructura un nuevo campo disciplinario a


partir de su definicion, delimitacion del
Generación de teorías, reflexión sobre ella, area, etc
y de su estructura paradigmática (aspectos
ontológicos, epistemológicos, Desarrollo de dos grandes corrientes
metodológicos, éticos y políticos) paralelas: una con énfasis psicosocial y
otra de carácter clínico preventivo con
Ampliación del campo incorporando y énfasis en los aspectos de salud
desarrollando aspectos ligados a la salud, comunitaria.
organizaciones, educación, ambiente y
clínica. Relación con la psicología de la Ampliación del campo con incorporación de
liberación y con la corriente crítica. reflexión sobre la estructura paradigmática
y de las perspectivas freiriana y de la
psicología de liberación.

A medida en que ambos ámbitos de surgimiento crecen, las relaciones de intercambio e


interinfluencia también crecen, coincidiendo en varios aspectos:
- Unión de teoría y práctica
- Concepción de psicólogo como agente de cambio social, generativo, reflexivo
- Relación dialógica entre psicólogos y sujetos y reconocimiento de carácter activo del
sujeto
- Generación de nuevas formas de investigar e intervenir para transformar el medio
ambiente y fortalecer a las personas
- Relación entre problemas socioambientales y vida cotidiana
- Interinfluencia de ciertos modelos como la psicología, teología y filosofía de la
liberación, educación freiriana
- Necesidad de sustituir el modelo médico por modelos psicológicos.
- Reconocimiento del carácter histórico y cultural de los fenómenos psicosociales, con
la consiguiente aceptación de la diversidad

Algunas de las propuestas de la psicología comunitaria son:


- Predominio de relaciones horizontales entre los miembros del grupo
- Generación de conciencia entre los participantes acerca de los problemas, sus
causas, las vías para solucionarlos y sus dificultades

Alejandro Busto
80
- Desarrollo de vías para obtener recursos y manejar ayudas oficiales, sin hipotecar el
control y la dirección, incorporando, con diversos grados de compromiso, a muchos
miembros de la comunidad.
- Participación integrada para la identificación de necesidades y su jerarquización, así
como de recursos, búsqueda de soluciones y toma de decisiones
- Acción conjunta en la ejecución de las tareas, incorporando la mayor cantidad de
personas posibles de la comunidad
- Educación continua de miembros de la comunidad en diferentes áreas relacionadas
no solo con la satisfacción de las necesidades y manejo de recursos, sino además
con su crecimiento como grupo y su mejoramiento personal
- Toma de decisiones por grupos organizados de la comunidad que escuchan las
voces de las personas interesadas dentro de la misma

El paradigma de la psicología comunitaria y su fundamentación ética y relacional

La psicología comunitaria es una manifestación del paradigma relativista cuántico que se


venía gestando desde el siglo XIX y que pasa a ocupar un lugar relevante a partir de 1980.
Se evidencia esto en que la psicología comunitaria nace marcada por los signos de la
complejidad, el holismo y la ambigüedad (borrosidad).

Según Montero, el modelo que estructura y sistematiza el saber, durante un tiempo, a la


psicología comunitaria es el paradigma de la construcción y transformación crítica.

El paradigma de la construcción y transformación crítica ha tenido mucha influencia y


estrecha relación con el construccionismo crítico, pero no es equivalente, ya que tienen
aspectos no compartidos. El paradigma de la construcción y transformación crítica indica los
aspectos fundamentales que guían el quehacer comunitario en América Latina, esa praxis
que surgió y se ha asumido en ese continente específico.

Paradigma de la construcción y la transformación crítica

Dimensión ontológica: la psicología comunitaria en vez de trabajar con sujetos trabaja con
actores sociales. Se trata de un ser activo, que construye realidad y que protagoniza la vida
cotidiana. El actor social es alguien que posee conocimientos y que continuamente los
produce, por lo tanto, es alguien que piensa, actúa y crea conocimiento, este conocimiento
se denomina conocimiento popular. El conocimiento creado desde este paradigma es tanto
científico como popular. El actor social es también un sujeto que critica, actúa y reflexiona
desde la propia realidad que construye, a partir del discurso y de las acciones. En este
sentido, se plantean como guia de trabajo comunitario 4 supuestos:
- La comunidad tiene derecho a decidir qué tema se va a intervenir-investigar y cómo
desea que esto se haga
- La comunidad es quien más se ve afectada por cualquier tipo de
intervención-investigación. Por lo tanto, nadie tiene el derecho a intervenir-investigar
sin su consentimiento.
- La comunidad posee recursos para realizar sus propias
intervenciones-investigaciones sin necesidad de que vengan extraños a realizar
dicha tarea.
- El rol del profesional en este trabajo debe ser de facilitador y no de experto.

Dimensión epistemológica: la relación entre sujeto y objeto es monista (monismo


dinámico), entre ellos no hay distancia. No se los trata como entidades separadas e
Alejandro Busto
81
independientes. Ambos son considerados parte de una misma dimensión en una relación de
mutua influencia. El sujeto construye una realidad, que a su vez lo transforma, limita e
impulsa. Ambos son construidos continuamente en un proceso dinámico, dialectico y que
también puede ser analectico (por analectica se entiende la extensión de la dialéctica que
permite incluir en la totalidad formada por la tesis, su antítesis y la síntesis de ambas, la
diversidad y la extrañeza del otro no imaginado, que al entrar en esa relación la enriquece y
amplía al mismo tiempo).

Además, está construcción es social y por lo tanto relativa, ya que responde a un momento
y espacio determinados, es producida históricamente. La realidad para está concepción del
saber, es inherente a los sujetos que la construyen cada día activa y simbólicamente,
dándole existencia, y que son parte de ella. No es posible separar realidad de sujeto, ambos
estan dentro de cada uno.

Se plantea una relación dialógica, horizontal, de unión de conocimiento científico y popular y


de devolución sistemática del conocimiento científico producido a las comunidades, a la vez
que de entrega del conocimiento popular construido por los agentes externos (psicólogos).

Dimensión metodológica: se asume la investigación-acción participativa, enriqueciéndola


con aspectos provenientes de los métodos tradicionales, de carácter dinámico y colectivo.

Está dimensión además se ve en la necesidad de generar métodos que se transformen al


mismo ritmo que cambian las comunidades. Métodos capaces de producir preguntas y
respuestas ante sus transformaciones y ante los planteamientos que éstas provocan.

En este sentido, se busca construir una metodología dialógica, dinámica y transformadora


que incorpora a la comunidad “a su autoestudio”.

Dimensión ética: tiene como objetivo principal la relación con el Otro en términos de
igualdad y respeto, incluyendo la responsabilidad que cada uno tiene respecto del Otro,
entendiendo por responsabilidad no el responder a, sino el responder por el Otro. Se trata
de reconocer la existencia independiente de la comunidad como forma de grupo y de sus
miembros en su singularidad, en su carácter de dueños de una historia construida por ellos,
anteriores a la intervención comunitaria y posteriores a ella.

La comunidad tiene voz propia, y sus miembros activos cuentan con capacidad para tomar y
ejecutar sus propias decisiones, tienen la capacidad y el derecho de participar.

- La ética de la relación: se trata de una ética fundamentada en la relación, la cual


supone una forma de expresión de la rectitud que va más allá del derecho a la
afirmación del propio interés, para pasar a considerar el interés común por encima
del bienestar individual. La equidad de la ética de la relación supone reconocer no
solamente el carácter humano y digno del otro, sino también que la otredad no es
una brecha, una diferencia, algo que distingue, que separa, sino que es parte del yo.
Que cada uno es otro y que cada otro es un yo.

En la psicología comunitaria el respeto del otro, su inclusión en toda su diversidad, su


igualdad, sus derechos y obligaciones se expresan de las siguientes maneras:
- El Otro no es un objeto creado por el Uno: más allá de la construcción que se
haga de ese Otro, hay una existencia que a su vez se construye a sí misma y a
quienes la rodean.
Alejandro Busto
82
- La cultura y sus modalidades se reflejan tanto en la comunidad y en sus agentes
internos como en los agentes externos. Y los patrones de relación para comprender
y para equivocarse, a la vez que se desarrollan culturalmente, se transforman en la
relación.
- La relación es siempre dialógica y tiene un carácter discursivo. Esto significa que las
relaciones humanas tienen que ser abiertas a una multiplicidad de voces.
- La psicología comunitaria está abierta a la pluralidad de modos de producir
conocimiento y transformación.
- El aspecto crítico se expresa en la permanente reflexión sobre lo que se está
haciendo y lleva a la concientización sobre lo que es presentado como una forma
natural de ver las cosas.

Desde este paradigma, al haber un doble sujeto cognoscente, es decir, al haber dos
productores de conocimiento (internos y externos), hay también una autoría compartida
para el conocimiento producido en el trabajo comunitario. En este sentido, en los informes
se debe explicitar lo que hicieron las personas de la comunidad, se debe obtener su
permiso para publicar obras académicas, etc.

Está consideración de los miembros de la comunidad como coproductores no es solamente


un ejercicio de respeto que se debe tener por el Otro, sino además el reconocimiento de su
igualdad en la diferencia.

Dimensión política: tiene que ver con el tener voz y hacerla oír y con el generar espacios
para que aquellos que han sido relegados al silencio puedan hablar y ser escuchados y se
establezca el diálogo. De está forma, la relación dialógica que se propone en la psicología
comunitaria, al generar un espacio de acción transformadora, crea al mismo tiempo un
espacio de acción ciudadana que permite la expresión de las comunidades y, por lo tanto,
es ejercicio de la democracia.

La psicología comunitaria propone una participación cuyo carácter político se muestra en la


función desalienante, movilizadora de la conciencia y socializadora, que puede tener la
praxis llevada a cabo.

Asimismo, la generación de conocimiento y el respeto a la diversidad tienen consecuencias


políticas y pueden ser el producto de políticas públicas específicas.

Una episteme de la relación

La psicología comunitaria se define como una psicología de relaciones creada para un


mundo relacional. Su objeto versa sobre formas específicas de relación entre personas
unidas por lazos identitarios construidos en relaciones históricamente establecidas, que a su
vez construyen y delimitan un campo: la comunidad. No es posible entonces llevar a cabo
acciones comunitarias a partir de una concepción fragmentaria de la comunidad, construida
a partir de la sumatoria de individuos aislados.

Una perspectiva holista del paradigma

Las 5 dimensiones anteriormente mencionadas deben verse como una suma integradora;
son consideradas en la psicología comunitaria como aspectos inherentes al proceso de
construcción del conocimiento, que, de modo consciente o inconsciente, estan siempre
presentes y marcan el modo de conocer. Y eso ocurre porque los límites entre las 5
Alejandro Busto
83
dimensiones no son impermeables. No se trata de 5 esferas separadas, sino de una
totalidad que las incluye a todas. No hay jerarquía entre ellas.

La psicología comunitaria en Uruguay - Giorgi

El proceso constitutivo de la psicología comunitaria como subdisciplina recorre casi 4


décadas y se entrelaza con la historia política social y cultural del país. Proceso que transita
desde prácticas y acciones que los psicólogos y otros actores desarrollaban en
comunidades movidos por lecturas politico ideologicas de las necesidades populares y la
responsabilidad de los universitarios de dar respuestas acorde a la realidad histórica, hasta
su actual reconocimiento académico y profesional como subdisciplina con niveles de
especificidad, desarrollos e instrumentos propios.

El Prof. Juan Carlos Carrasco es el pionero en el trabajo con comunidades, utilizando la


expresión “psicología comunitaria.” Se interesó por la realidad social y propuso una
Psicología Crítica Alternativa que se ocupe de los problemas de las mayorías vulneradas en
sus derechos fundamentales, para esto propone redefinir los conceptos para cada contexto
social, así como una confrontación de estos permanente con la práctica.

Es recién en los años 90 que se comienza a hablar de Psicología Comunitaria en nuestro


país, si bien anteriormente existieron prácticas asociadas como “salidas a la comunidad”;
“trabajo del psicólogo en comunidad” o “salud mental comunitaria”.

Fases históricas del surgimiento

Si tuviéramos que delimitar temporalmente el surgimiento de la PC en Uruguay, podríamos


diferenciar 5 fases:

Fase 1 - Los orígenes de una identidad. Desde los orígenes hasta 1973: los primeros
acercamientos a lo que hoy llamamos Psicología Comunitaria se asociaron a la Extensión
Universitaria. Se utiliza por primera vez la expresión “Psicología Comunitaria” en un artículo
publicado por Juan Carlos Carrasco en 1969.

Fase 2- Represión y silencio (1973-1980): etapa de la dictadura militar. Las actividades en


el campo de lo comunitario se caracterizaron por su baja visibilidad quedando circunscritas
al espacio de las ONGs.

Fase 3 - La primavera instituyente (1980-1989): restauración democrática en 1985. Este


período puede caracterizarse como una especie de “primavera instituyente” donde muchos
desarrollos que permanecieron invisibles en el periodo anterior salieron a la luz pública.

Podríamos caracterizar está etapa como el inicio de la profesionalización propiamente


dicha: hay un respaldo académico para la formación, con un desarrollo teórico y
experiencias prácticas, hay una promoción del trabajo comunitario en las instituciones
sanitarias, comienzan a crearse cargos rentados tanto en el sector público como privado.

Fase 4 - Neoliberalismo y crisis (1990-2004): periodo de auge neoliberal en la región. La


atmósfera cultural y social se caracteriza por la resignación, el descrédito de las iniciativas
colectivas, el auge del consumismo como meta de los individuos, la fragmentación y la
competencia. El periodo se cierra con la crisis del 2002 que golpea fuertemente a todos los
sectores de la sociedad y con especial crueldad a los más vulnerables, aumentando
Alejandro Busto
84
exponencialmente los índices de indigencia y pobreza. Resurgen las iniciativas colectivas y
autogestivas como forma de afrontar las situaciones de adversidad a las que se ve
enfrentada la población.

Fase 5 - Esperanza: entre los cambios y las continuidades (2005 - actualidad): es un


momento de desarrollo de las políticas sociales y de elaboración de planes en los cuales se
incorporan concepciones propias de la Psicología Comunitaria.

Se incorporan en los discursos del gobierno principios históricos sostenidos por la


Psicología Comunitaria tales como el protagonismo de los que hasta entonces fueron
considerados como meros beneficiarios de las políticas sociales, la preocupación por
dignificar la situación de los sectores más desposeídos, etc.

Los Psicólogos de las nuevas generaciones con nociones teóricas e instrumentos de la


Psicología Comunitaria se integran a muchas experiencias manteniendo una postura crítica
pero colaborando activamente, dado que se es la primera vez que es posible ver ciertas
coincidencias entre el discurso gubernamental y las posturas históricas de la Psicología
Comunitaria. Esto conlleva oportunidades pero también riesgos, en tanto dicho discurso
pueda vaciarse de contenido y convertirse en una construcción encubridora. Solo el trabajo
riguroso, la permanente crítica y autocrítica y la capacidad de escuchar a las personas
podrán minimizar estos riesgos.

Características de la PC

Puede decirse que desde la perspectiva teórica la Psicología Comunitaria adoptó una
postura ecléctico-crítica recogiendo aportes de las más diversas escuelas y corrientes
articulándolas en función de definiciones que hacen a las intencionalidades presentes en
sus prácticas y posicionamientos.

Desarrollo académico (Fase 4)

Es recién en 1990 con la implementación del Plan de Estudios aprobado en 1987 que se ve
por primera vez en la currícula y estructura académica de la facultad a la Psicología
Comunitaria ocupando un lugar definido.

El hecho de que la prehistoria de la Psicología Comunitaria estuviera directamente


involucrada a las actividades de Extensión; que más adelante no se preparara a los
psicólogos para el trabajo comunitario, y que luego, durante la intervención militar, se
despojara la producción de conocimiento de la actividad académica, hace que los gérmenes
de la Psicología Comunitaria surgieran básicamente por fuera del mundo académico,
aunque con claras intenciones de ligarse a él apenas ello le fuera posible,

La Psicología Comunitaria nace muy ligada a las transformaciones de las ciencias de la


salud y sus paradigmas, y progresivamente se vuelca al campo de lo social.

El nuevo plan de estudios sienta las bases para el desarrollo académico de la Psicología
Comunitaria en Uruguay. Desde los comienzos se jerarquizó el diálogo con otras disciplinas
y sectores sociales. En el marco de los movimientos regionales vinculados al campo de la
llamada Salud Mental Comunitaria, en el año 1990 se realiza el Primer Foro Uruguay de
Salud Mental Comunitaria que reunió a profesionales de la salud y a miembros de
organizaciones sociales y comunitarias, en la reflexión sobre diversos aspectos
Alejandro Busto
85
relacionados con la calidad de vida. El carácter horizontal y colectivo de la producción
resultante de este Encuentro habla por sí mismo de la emergencia de la subdisciplina.

Inicialmente la PC en el ámbito académico se presenta como alternativa al modelo


tradicional ligado a la práctica liberal en el consultorio, con un abordaje del sujeto aislado de
su contexto y centrado en la enfermedad. En este sentido, al principio se instaló una
dicotomía entre Psicología Comunitaria y Psicología Clínica, pero a medida que los
desarrollos de la Psicología Comunitaria se fueron consolidando fue posible ir superando
esa falsa dicotomía incorporando componentes del método clínico a la intervención y
redefiniendo conceptos provenientes del campo psicoanalítico que mostraron ser útiles a la
misma.

En este periodo la PC retoma la vieja tradición de la extensión universitaria, lo cual permite


que se acerque a otras disciplinas, desde las más próximas como las del campo de la salud
y las ciencias sociales, hasta otras más alejadas, como la agronomía, veterinaria y
arquitectura. En estas experiencias la PC aportó herramientas conceptuales y
metodológicas a otros campos disciplinarios y le posibilitó a sí misma una aproximación a
diferentes ámbitos y problemáticas. Desde estas experiencias fue posible que cada vez más
la población y las organizaciones públicas y privadas lograran identificar al psicólogo en un
rol distinto, capaz de intervenir en los problemas psicosociales cotidianos y de acompañar
los procesos colectivos vinculados al mejoramiento de la calidad de vida.

Desarrollo académico (Fase 5)

Es en está última etapa que el desarrollo académico de la Psicología Comunitaria toma una
inclinación más decisiva hacía el campo de las políticas públicas, y enfatiza la cuestión de
los movimientos sociales como actores que contribuyen a la construcción de éstas desde su
función reivindicativa y de presión.

Finalmente en el año 2009 se inaugura la Maestría en Psicología Social que incluye


componentes de la Psicología Comunitaria.

Marcos y referentes teóricos

La Psicología Comunitaria que se desarrolló en Uruguay ha incorporado aportes de la


Psicología Comunitaria latinoamericana, sin abandonar una fuerte impronta psicoanalítica
característica de la psicología uruguaya desde la cual se resignifican y potencializan
nociones y conceptos originados en otros sistemas de pensamiento.

En la fase 1 los psicólogos intervenían con herramientas teóricas de la psicología clásica:


psicometría, técnicas proyectivas, teorías del aprendizaje aplicadas a la educación.

A finales de la década de los 60 llegan a Montevideo las influencias de la Psicología Social


de Pichon Riviere.

En la fase 2, periodo de la dictadura, se puede reconocer la influencia poco visible de la


Educación Popular latinoamericana y cierta incidencia de los aportes de la Psicología no
directiva de Car Rogers aplicados a procesos educativos no formales impulsados en los
barrios.

Alejandro Busto
86
En la fase 3, la incidencia de la Educación Popular en las prácticas comunitarias se hace
cada vez más evidente, retornan docentes exiliados lo cual favorece la incorporación de
nuevos aportes teóricos como la teoría sistémica y la sociología clínica.

En la fase 4 la creación y consolidación de un espacio para la Psicología Comunitaria en el


ámbito académico exigió, y al mismo tiempo fue una oportunidad para la realización de
avances significativos en los componentes teóricos y metodológicos.

Se van integrando aportes de la Educación Popular latinoamericana, de la Psicología Social


rioplatense, Psicología Crítica Alternativa de J. C. Carrasco y una fuerte influencia de la
Psicología Comunitaria producida en otras partes de latinoamérica.

La proximidad de la Psicología comunitaria al campo de la salud ha redundado en un


diálogo permanente con la psicología sanitaria y de la salud. Al mismo tiempo, la
concepción de desarrollo humano y de calidad de vida de Max Neef y su Teoría de las
Necesidades Humanas se constituyeron en un insumo fundamental.

En la fase 5 se suma la necesidad de profundizar en una concepción de políticas públicas y


sobre los procesos de exclusión-inclusión social, tomando aportes de diversos autores
nacionales y regionales.

El relacionamiento con el Estado y sus instituciones

A pesar de que la PC y el Estado han estado históricamente “enfrentados”, la vocación de la


primera ha sido de permanente inserción en los espacios público-estatales.

Es a partir de la fase 5 donde se introducen diversos cambios y elementos nuevos, dos de


ellos son:
- Se propone recuperar el lugar del Estado como organizador y regulador de la vida
social: toman fuerte impulso las políticas sociales
- Se procura evitar el retorno al Estado paternalista y benefactor proponiendo un
nuevo contrato social basado en la corresponsabilidad para la cual estimulan la
participación social en la búsqueda de implementación de respuestas a las graves
problemáticas de exclusión e inequidad

Surgen así políticas sociales que hacen énfasis en la participación y muchos psicólogos
comunitarios son convocados para hacer desde el Estado lo que hasta ahora habían hecho
fuera y muchas veces contra el.

Asistimos a una coyuntura nueva donde el encuentro de lo Estatal y lo comunitario coexiste


con la colisión entre lógicas diferentes, con las tensiones entre burocracia y participación,
entre centralismo y organizaciones territoriales, donde se abre el desafío de la articulación
al servicio de procesos transformadores, lo que hasta ahora aparecía como irreconciliable.

Reconstrucción resumida

Es posible rescatar algunas características propias que la PC en Uruguay ha ido


construyendo en su constitución como subdisciplina:
- Desde su prehistoria hasta hoy aparece indisolublemente ligada a la UdelaR y a las
estructuras académicas

Alejandro Busto
87
- Su desarrollo se dio en permanente dialogo con propuestas teoricas y metodologicas
que no se encuadran en sentido estricto dentro de la Psicología Comunitaria, pero
que fueron tomadas, recreadas y resignificadas desde una posición claramente
identificada con las definiciones básicas de la subdisciplina a nivel latinoamericano

Rodriguez (2018): “Las condiciones socio-históricas que originaron la PC en América


Latina variaron sustantivamente. No obstante, las desigualdades sociales que motivaron su
desarrollo permanecen y se han profundizado, lo que nos lleva a considerar su vigencia. Sin
embargo, a la luz de las transformaciones experimentadas es necesario revisar algunas
categorías conceptuales evitando que pierdan su carácter político”.

La Psicología Social Comunitaria ante los cambios en la sociedad contemporánea: de


la reificación de lo común a la articulación de las diferencias - Montenegro y
Rodriguez

La praxis de la PSC se dirige a subsanar los problemas concretos derivados de un modelo


de sociedad que reproduce y consolida relaciones de dominacion, ancladas en las formas
hegemónicas de pensar y actuar enquistadas en las ciencias sociales. Se trata de potenciar
la capacidad de acción de la comunidad para la transformación social.

En este sentido, es importante recordar que los cambios socioeconómicos y las formas en
que se desarrolla la práctica comunitaria estan interrelacionadas. No podemos pensar los
avatares que la PSC ha sufrido sin relacionarlos con los cambios sociales acontecidos en
las últimas décadas y con su impacto en las relaciones sociales y en las condiciones de
posibilidad para incidir en ellas.

La fragmentación y disolución post-fordista de la comunidad: la progresiva


implantación de lo que se ha venido a llamar post-fordismo o capitalismo cognitivo supone
una mutación del capitalismo que interactúa intensamente con los procesos de creación de
identidad, a la vez que se dirige a la conquista de la esfera cultural.

En otras palabras, las formas de acumulación capitalista han entrado en fuerte resonancia
con las formas de regulación social que inciden significativamente en la constitución de
nuevas prácticas sociales y formas de subjetividad que dificultan la implantación de
intervenciones comunitarias. La interrelación entre la esfera económica y la cultural debilita
los pilares básicos sobre los que se asienta la PSC: sujetos con sentimiento de comunidad
anclados en un espacio e identidad común y susceptibles de ofrecer su tiempo y esfuerzo
para mejorar la comunidad.

La mutación del sujeto de la intervención comunitaria: el individuo post-fordista se ve


sometido a fuertes exigencias de autonomía, siendo responsable de su biografía, identidad
y futuro, a través de un proyecto reflexivo y autónomo. Las situaciones de marginalidad
social se construyen social y subjetivamente a partir de la culpabilización y
responsabilización individual. La inclusión social es comprendida como un proceso de
carácter individual, adaptativo y en soledad, en donde se ponen en juego las propias
capacidades para el aprovechamiento de las oportunidades que ofrece el contexto social.

Es relevante en este sentido la noción de exclusión-inclusión social que se ha impuesto a


partir de los análisis sociológicos. Los excluidos han sustituido en nuestros discursos a los
oprimidos, a los dominados y a los explotados de otros tiempos. A los excluidos parecen
oponerse los incluidos, como destinos resultantes de caminos paralelos, aparentemente sin
Alejandro Busto
88
conexión, ocultándose de ese modo, la relación dialéctica entre ambos términos y las
relaciones de poder que producen la exclusión.

Los organismos internacionales y estados nacionales han adoptado el desafío de la


inclusión social de los sectores de la población que ilusoriamente “habrían quedado por
fuera”.

Es decir, las políticas sociales, como resultado de un proceso de discriminacion positiva al


seleccionar a sus destinatarias, las instituye como sujetos de carencia. El agente externo
(interventor) se aproxima a ellas desde un diagnóstico predefinido con el consiguiente
riesgo de que el sujeto desaparezca en su singularidad.

De está manera, suele instituirse un sujeto agradecido que personifica la política en la


persona que ejerce como operadora social y donde aquella queda invisibilizada en su más
profundo sentido político de incidir sobre la desigualdad social.

La instrumentalización y desterritorialización de la “comunidad”: las acciones


comunitarias toman como delimitador el criterio geográfico, en base al alcance de las
relaciones cotidianas de las personas participantes, por lo que se intensifica la acción en
aquellos espacios donde confluyen la mayor parte de las relaciones. Está aproximación
tiende a vincular la nocion de comunidad con el espacio y el territorio; y si bien algunas
autoras plantean que la subjetividad, es decir, el sentido de comunidad, es el componente
central, en la práctica comunitaria se tiende a superponer ambos aspectos (geográfico y
subjetivo).

Sin embargo, los procesos de segregación residencial y fragmentación social característicos


de las sociedades contemporáneas, efecto de la globalización y de las transformaciones en
el mundo del trabajo, obligan a reconsiderar la dimensión subjetiva.

Las formas de agregación geográfica estan dejando paso, potenciadas por el desarrollo de
los medios de comunicación digital, a comunidades culturales basadas en características
identitarias y grupales, comunidades que no necesariamente comparten un espacio común.

En la denominada supermodernidad nos encontramos frente a una profunda transformación


de los elementos básicos que configuran la “comunidad”: tiempo, espacio e individuo.
- Tiempo: los eventos significativos, situados culturalmente, que constituyen el
sustrato histórico que conforma la comunidad son sustituidos por una abundante y
constante producción de presente, donde la historia es reconstruida constantemente
bajo premisas presentistas.
- Espacio: el espacio es progresivamente transformado en un “no-lugar”, espacios de
tránsito que han perdido todo contacto con la historia social y económica de la
geografía que ocupan, donde el sujeto que lo transita se disocia del entramado
geográfico que habita.
- Individuo: la des-significación temporal y espacial de la comunidad sitúa al sujeto
en el centro de la producción de significado, un significado que debe articular sin las
coordenadas históricas y espaciales que configuran a la comunidad, llevando a una
producción narcisista del yo que se desvincula material y emocionalmente de un
entorno que, a su vez, lo construye publicitariamente como centro de la experiencia
del presente.

Alejandro Busto
89
De está manera los fenómenos de fragmentación social y segregación residencial han
impactado en las relaciones interpersonales, debilitando las capacidades de construcción de
lo colectivo en los espacios locales, en las comunidades y en la ciudad en su conjunto. A
ello se suman fenómenos de discriminacion y estigmatización. La sensación de inseguridad,
al impactar en las relaciones de protección cercanas en las relaciones de vecindad,
condicionan las posibilidades de encuentro con el otro, los vínculos de confianza y las
experiencias colectivas. El miedo y la desconfianza ligados a lo desconocido son constantes
en los espacios microurbanos.

La liquidez de la amalgama deshace las comunidades del capitalismo tardío: la


subjetividad post-fordista, en el seno de una comunidad fragmentada, hace difícil el
desarrollo de una participación implicada con la comunidad. La ruptura de los lazos sociales
nos aboca a una sociedad líquida donde la libertad derivada de la disolución de los amarres
sociales nos desvinculan del resto de nuestros vecinos/as al tener que, obligatoriamente,
construirnos en función de un determinado proyecto individual.

La vida se transforma en un proyecto personal en la que se es responsable individualmente


de los éxitos y fracasos.

Desaparecen los aspectos constitutivos de la comunidad (compartir una historia, cultura,


intereses, espacio, temporalidades, relaciones habituales, presencia o cotidianeidad) y son
sustituidos por la identidad, el sentido de pertenencia o la vinculación emocional, aspectos
que exceden los límites del espacio geográfico. Al mismo tiempo, en una misma zona,
habitan múltiples comunidades con distintas historias, formas de conocer y sentir, o
proyectos vitales. Una acción “comunitaria” puede entrar en conflicto con una o varias de las
“otras” comunidades que habitan el mismo espacio geográfico, reforzando la fragmentación
o intentando imponer una idea de comunidad inexistente.

Así, los procesos de fragmentación del vínculo comunitario dificultan la construcción de un


interés común que fundamente una acción transformadora.

De lo común a lo diverso: apuntes para la comunidad rizomática: cada fragmento


comunitario es, en sí mismo, una comunidad basada en pertenencia étnica, religiosa, social
o identitaria que habitan fragmentariamente un mismo espacio, imposibilitando la
constitución de una comunidad geográfica frente a las comunidades
identitarias/laborales/étnicas, etc. Fomentar la fractura social entre vecinos deseables e
indeseables permite la implantación de políticas neoliberales que, al fin y al cabo, son
ciertamente presentadas como deseadas por la ”comunidad”, pero que en realidad se
alinean con algunas de las comunidades que habitan ese espacio.

El desafío para la PSC consiste en desarrollar intervenciones sociales en un contexto de


alta movilidad geográfica y diversidad identitaria sin potenciar procesos de exclusión social
sobre la base de distintos ejes de segmentación social identitarios y/o socioeconómicos.

El concepto de comunidad de PSC naturaliza la noción de entendimiento mutuo propio de la


vida comunal precapitalista, tendiendo a una concepción homogeneizadora e idealizada de
comunidad. Pero hay que tener cuidado con los riesgos de está idealización. La
intervención en PSC ha estado orientada frecuentemente a conocer, a fortalecer y a
acompañar la construcción de lo común, a través del rescate del sentido de comunidad
como elemento esencial de la misma. Sin embargo, los cambios socioeconómicos ponen en
cuestión la idea de “una” comunidad delimitada geográficamente.
Alejandro Busto
90

En este sentido, existen distintas formas propuestas de contribuir a la reconstrucción del


sentido geográfico de comunidad, entre ellas está la metáfora arborescente, la cual nos
permitirá pensar la comunidad en términos de unas características comunes que la
organizan (el tronco) con múltiples ramificaciones, casi infinitas, que darían cuenta de la
diversidad y complejidad de la comunidad. Sin embargo, está metáfora sigue reproduciendo
los principios de orden, simetría, jerarquía, equilibrio y unidad que caracterizan a aquellas
aproximaciones a los sistemas simples, y la cuestión es que las comunidades líquidas del
capitalismo tardío se constituyen como sistemas complejos.

Dicho esto, se plantea en su lugar una forma de comprender la comunidad que pueda
recoger los procesos de complejidad y diversidad que imprimen las actuales formas de
producción y gestión poblacional. Quizás la metáfora del rizoma nos pueda permitir pensar
la comunidad en términos de sistema complejo, en un grupo heterogéneo de elementos
semiótico-materiales interrelacionados en asociaciones que no son ni jerárquicas ni
horizontales y que no tienen un elemento organizador común. La comunidad, desde este
esquema, formaría parte de un rizoma más amplio, de una red compleja de interrelaciones
entre elementos híbridos. Dar importancia a la interrelación, más que a los nodos, permite
situar al evento como el aspecto central de la acción comunitaria. No se trata, desde está
perspectiva, de identificar aquellos agentes centrales de la comunidad, en tanto que nos
situaría en la identificación de nodos. Se trata de identificar y promover, en su lugar, eventos
que articulan tanto nodos como formas de relación. Similar a las redes neuronales, los
“eventos comunitarios” articularían nodos y relaciones de características dispares, pudiendo
conectar distintas geografías, historias, identidades y emociones.

Pensar la comunidad en términos de conexión de diferencias en lugar de agrupaciones de


comunalidades nos permite conceptualizar los espacios en que intervenimos como
intrínsecamente diaspóricos, con una tensión constante entre los espacios identitarios que
nos constituyen, potencialmente diversos geográficamente y los lugares físicos que
habitamos, inherentemente interseccionales.

Diáspora (en griego antiguo: διασπορά [diáspora] ‘dispersión’) implica la dispersión de


grupos étnicos o religiosos que han abandonado su lugar de procedencia originaria y que
se encuentran repartidos por el mundo.

Los eventos comunitarios permiten articular epistemologías de la diferencia donde, a modo


de una epistemología diaspórica, elementos en principio contrapuestos se articulan en la
conformación de una acción común sin que ello suponga renunciar a los elementos
diferenciadores que los constituyen y mucho menos, a la conflictividad que esos elementos
puedan implicar. Así, la acción comunitaria nos permite pensar una comunidad sin lo
común.

Es necesario ser sensible a las formas en que el diseño de las políticas sociales y procesos
de intervención pueden contribuir -o no- a la segmentación de la población a partir de
intervenciones sectorializadas que definen ciertos colectivos como problemáticos o
indeseables frente a otros definidos como deseables en contextos determinados. Desde las
herramientas críticas de la PSC se trata de contribuir a visibilizar los efectos perversos de
algunos procesos de intervención y aunar esfuerzos hacía la transformación de las
relaciones de poder que estos puedan estar manteniendo.

Alejandro Busto
91
Psicología Social Comunitaria: vigencias y disonancias en los escenarios actuales -
Rodriguez

La crítica es inherente a la PSC. Es fundamental practicarla para sí misma y no sólo en


relación a los procesos que estudia y en los que interviene, en el entendido que se
constituye en condición de libertad y abre la posibilidad a pensar que las cosas pueden ser
de otra manera. Ello implica estar dispuestas/os a atravesar zonas de incomodidad ante la
constatación de que nuestras teorías y prácticas pueden estar contribuyendo a mantener un
status quo injusto.

Las políticas sociales en el mundo contemporáneo instituyen una suerte de inevitable


dependencia en los antes llamados “actores sociales”. Sujetos a quienes se les ha
arrebatado la potencia de la reflexión y de la acción, y que a partir de esa distribución
desigual de la reflexividad, unos parecen tener más posibilidades que otros para pensarse a
sí mismos por el hecho de no tener que luchar diariamente por la sobrevivencia.

Es necesaria la recuperación del sujeto como condición de posibilidad para la construcción


de un sujeto político, esto es posible singularizando, historizando, empatizando, conociendo
y comprendiendo su modo de vida, recuperando o escuchando su voz y visibilizando su
potencia que es resistencia para la sobrevivencia.

Los Psicólogos sociales comunitarios deben ser permanentemente reflexivos y vigilantes de


sus propios mundos de vida, de las categorías teóricas que aportan a la construcción de los
problemas de las políticas sociales, de las tecnologías que emplean y de su
posicionamiento ético-político. No deben operar con categorías a priori en ningún sentido, ni
las que suelen instituir las políticas sociales como otredades desingularizantes (“ser pobre”
entre otras) o con pretensión de universalidad (“sujetos de derecho”), ni tampoco las que
instituye el paradigma de la PSC como sujeto anhelado (Actor social y protagonista de las
transformaciones sociales).

Solo en los encuentros singulares y situados, donde el campo de intervención es inmanente


al campo de análisis es posible desplegar procesos en los que ni los profesionales ni los
sujetos de la política queden sujetados a posiciones o a significados fijos construidos desde
la exterioridad.

El concepto de exclusión-inclusión

Varios autores han criticado estas nociones, proponiendo alternativas como la noción de
desafiliación en vez de exclusión, en tanto proceso de pérdidas económicas y sociales
producto de la caída de la sociedad salarial. Otras autoras entienden la idea de exclusión y
las caracterizaciones que de ella se han realizado ocultan sus condiciones de producción
ligadas a factores socio-económicos estructurales, que condenan a muchos a producir
modalidades subjetivas por fuera de las instituciones de la modernidad.

Desde la PSC es imprescindible problematizar estas categorías que nos hablan de fronteras
simbólicas construidas socialmente al naturalizar las relaciones de dominacion que se
renuevan con la profundización del neoliberalismo, el que agudiza las desigualdades
materiales ya existentes.

Además de desnaturalizar las condiciones de producción de la exclusión social y de


visibilizar las relaciones de poder que los fenómenos categorizados como tales denuncian,
Alejandro Busto
92
es fundamental considerar que lo que ha sido afectado es la cualidad del vínculo social y su
potencialidad, no solo para sostener mínimos niveles de cohesión social, sino
fundamentalmente para generar acciones colectivas transformadoras.

Finalmente, es fundamental considerar que significa estar incluidos socialmente en los


actuales contextos.

Para algunos el cambio significativo experimentado en sus vidas -que los “incluyó” es
resultado de un proceso individual, adaptativo y en soledad, donde han sido fundamentales
sus capacidades para el aprovechamiento de las oportunidades que se presentan en la
vida.

La inclusión social es de está forma significada como acceso a los bienes de manutención y
consumo y como ascenso en la escala social.

Otras personas ubican lo más significativo de sus transformaciones vitales en la vivencia


resultante del involucramiento en experiencias colectivas, ya sea que este adoptará el
sentido de acción política, o bien, el de soporte afectivo que permite descubrir la propia
potencia y la potencia de la reciprocidad.

Comunidad como concepto a problematizar

En el trabajo en barrios urbanos nos encontramos con expresiones, con discursos, con
vivencias y acciones que ponen en cuestión fuertemente la idea de comunidad, porque el
sentido de comunidad se presenta como un ausente entre la mayor parte de sus habitantes.
La diversidad, producto de historias no compartidas, de pertenencias socioeconómicas y
culturales diferentes, de distintas experiencias en la construcción de los espacios
residenciales, y de múltiples identidades sociales y urbanas, es significada en clave de
desconfianza, de estigmatizaciones mutuas y de discriminacion, y experimentada como
fragmentacion.

La consecuencia es la sensación de pérdida de lo comunitario y de la ilusión de comunidad.

Los barrios se han visto trastocados en su potencia para la producción de sentidos de


pertenencia y de sujetos colectivos a partir de dos procesos:
1. las transformaciones territoriales operadas en los barrios populares como producto
de los fenómenos de desindustrialización a partir de la segunda mitad del S. XX
2. las afectaciones que han experimentado los lazos sociales y comunitarios como
efecto de las mutaciones del capitalismo

Al pensar nuevas formas de intervención entonces no se trata sólo de cuestionar el


componente territorial de la noción de comunidad, sino también el relacional.

Es necesario poner el acento en la cualidad del nosotros y en el tratamiento de la diferencia


que tiene lugar en las diversas formas de ser-con-otros, lo que nos permite transitar desde
la comunidad a lo comunitario como horizonte ético-político que oriente las acciones
colectivas y nuestras intervenciones, donde el sentido de lo común adopte el carácter de
formas alternativas a las que instituye el capitalismo.

En los contextos actuales es necesario considerar dos esferas para el despliegue de


procesos participativos que se constituyen en motivo de analisis e intervencion para la PSC:
Alejandro Busto
93
1) Es necesario prestar atención a las formas que adoptan los procesos participativos y
las expresiones colectivas de los sectores populares en la actualidad, tanto en los
niveles micro como macro sociales. Se tratan hoy en día de espacios abiertos, no
formalizados, cuyas fronteras son porosas de modo que sus integrantes varían,
incorporan la diversidad, asumen un funcionamiento en red hacía su interior y en la
relación con otros, y donde son en tanto van siendo y haciendo, jerarquizando la
inmanencia de los procesos y la contingencia sobre la permanencia y la
trascendencia de la organización en el tiempo.

Es necesario también considerar los Movimientos Sociales propiamente dichos,


algunos constituidos como experiencias autogestionadas, de prácticas alternativas y
autónomas, o bien, organizados en torno a la protesta y la presión y disputando
significados sobre los problemas sociales. Los Movimientos Sociales se presentan
como vía para analizar e intervenir en relación a problemas sociales diversos que se
expresan en las comunidades territoriales pero que las trascienden, y suelen colocar
en el centro el conflicto y las tensiones sociales lo que favorece procesos de cambio.
Los Movimientos Sociales son una vía regia para comprender los procesos de
cambio social y por tanto para que la PSC resignifique sus propias categorías
conceptuales y construya o incorpora otras nuevas.

2) La participación de los sujetos de las políticas en su diseño e implementación. Se


hace fundamental en este nivel, una reflexión crítica acerca del carácter de las
propuestas participativas que frecuentemente incorporan los programas sociales que
conforman las políticas públicas. El sujeto que la sociedad contemporánea y las
propias políticas públicas construyen son un aspecto central a considerar: sujetos
anómicos y desposeídos tenderán a generar estrategias individuales e
individualistas para la sobrevivencia; sujetos dependientes y agradecidos generarán
prácticas de colaboración y se someterán -o no, y por ello serán sancionados- a las
prácticas de contraprestación, con la dificultad de generar procesos críticos en
relación a dichas políticas. Sujetos políticos generarán formas de participación crítica
y autónoma, incidencia en la toma de decisiones e intencionalidades emancipatorias.

Alejandro Busto
94
Módulo 6 - Psicología Social del Río de la Plata

Psicología Social. Enrique Pichón Riviere. - Texto complementario no incluido en


bibliografía

Enrique Pichón Riviere fue un pionero en el campo de la Psicología Social en


Latinoamérica. Su práctica clínica y su reflexión lo llevan a construir una Psicología Social
de base psicoanalítica, centrada en el estudio de los individuos, grupos e instituciones
insertas en una vida cotidiana históricamente determinada.

La historia de la Psicología Social desde el punto de vista teórico, es la historia de las


dificultades y posibilidades para lograr una explicación científica en la articulación de los
conceptos de individuo y sociedad.

Es en este contexto de las ciencias sociales, atrapadas en ese falso dilema


individuo-sociedad que nace la Psicología Social propuesta por Pichón.

Somos conscientes de las pautas y normas sociales, pero no somos conscientes de las
pautas, modelos y prohibiciones “internalizadas” mediante las cuales la sociedad se hace
presente desde dentro nuestro.

Pichon intenta una síntesis entre la teoría psicoanalítica predominantemente intrapsíquica y


la investigación social, considerando al individuo como una resultante dinámica del
interjuego establecido con los objetos internos y externos, en constante relación de
interacción dialéctica que dará como producto sus diversos comportamientos.

Las fuentes o antecedentes que influyen en su teoría son: su historia personal (medicina,
deporte, pintura, poesía), la psiquiatría, el psicoanálisis, la poesía surrealista, el marxismo y
materialismo histórico, y la tristeza.

Con respecto a la tristeza, Pichón manifiesta que “en una primera época, sentía la tristeza
como algo presente, fijo, lastimándome siempre y sin saber el motivo real. Desde entonces
no he hecho otra cosa que estudiar para revelar algo más de mi propio misterio.”

En este sentido, pese a los nuevos desarrollos y la superación de muchas “nociones”,


podemos reconocer en la obra de Pichon el inicio de una Psicología Social cuya identidad
está dada por el interés en las condiciones concretas de existencia de los individuos, grupos
e instituciones que interactúan en una vida cotidiana históricamente determinada; y que
apunta, a través de la interpretacion a elucidar y explicitar la multiplicidad de
determinaciones que los y nos determinan en nuestras diversas prácticas.

Sus trabajos acerca del comportamiento humano ante situaciones límites tienen su origen
en hechos acaecidos en su infancia y experimentados personalmente. En relación a su
situación familiar, ésta le fue determinando un carácter triste, era el único medio hermano
con las circunstancias de las vinculaciones confusas entre hermanos y sus padres.

Pichón se recibe en julio de 1936, y comienza a trabajar en el Hospicio de las Mercedes,


donde se desempeña por más de 15 años. Allí se dedicó entre otras cosas, a capacitar
grupos de enfermeros para que entendieran sobre la problemática de la salud mental, que
implicaba salud y enfermedad. Uno de sus primeros trabajos es el de organizar grupos de
enfermeros e instruirlos en el trato del paciente; pues en esos momentos uno de los
Alejandro Busto
95
principales problemas era el maltrato que por desconocimiento impartían los enfermeros a
los pacientes. En estas circunstancias desarrolla la técnica del “Grupo Operativo. De está
forma, las condiciones mejoraron notoriamente, pero más adelante, luego de un paro
prolongado de enfermeros, debió capacitar a los enfermos que mejor se encontraban para
ocupar ese rol; estos internos mejoraban ostensiblemente su salud mental, tenían una
nueva adaptación dinámica a la sociedad, especialmente porque se sentían útiles.

Todo esto generó diversos posicionamientos sobre las concepciones actuales de salud, que
ejercian un predominio a nivel del campo médico, que generaban exclusión, aislamiento,
desconocimiento y una postura político-social de abordar los problemas relacionados a la
Salud y la Enfermedad, donde todo se mantenía sin cambios y la hegemonía del poder
médico era quien determinaba esos criterios. Con la incidencia de los planteamientos de
Pichón se empezaron a generar fisuras y cuestionamientos a lo establecido, abriéndose
paso a nuevas posturas y concepciones en todo el campo del saber médico, hechos que
generaron muchos problemas y dificultades para Pichón en relación a sus postulados
teóricos y a la pragmática de sus trabajos.

Junto a Garma, Carcano y Rascovsky fundan en 1940 la Asociación Psicoanalítica


Argentina (APA), de la cual se distancian en 1959.

Progresivamente va interesándose por la actividad de los grupos en la sociedad hasta dejar


la concepción del psicoanálisis ortodoxo por el desarrollo de un nuevo enfoque
epistemológico que lo llevará a la Psicología Social.

Esquema conceptual referencial y operativo (ECRO)

La teoría de Pichon implica una praxis permanente de el aprender a pensar en grupo y en


relación a la vida cotidiana. Se trata de ir configurando a partir del Aprendizaje, un ECRO.
Esto implica la estructuración de un determinado tipo de pensamiento, aprender a pensar
desde un modelo conceptual que nos permita elaborar y abordar los procesos, ordenarlos e
interpretarlos.

La conducta de una persona enferma sólo podrá ser comprendida en el contexto de la


interacción familiar y de la propia historia de la persona.

El ECRO pichoniano está conformado por 3 grandes campos disciplinares que son las
Ciencias Sociales, el Psicoanálisis y la Psicología Social. Estas 3 disciplinas constituyen las
3 principales apoyaturas de su marco conceptual. Ello hace a la condición de
interdisciplinariedad de su Psicología Social.

Pichon considera 3 elementos de la subjetividad que se dan en este ECRO:

Sentir-Pensar-Actuar

Este proceso lo desarrollan las personas en la trama de la historia, en el desarrollo de su


actividad productiva. Cada persona va recogiendo el conocimiento de su tiempo; y a partir
de su propia práctica, lo reelabora y lo vuelve a ordenar, y así va evolucionando, a partir del
interjuego dialéctico del presente y la historia.

Alejandro Busto
96
El ECRO será entonces, la teoría y el repertorio metodológico con los cuales abordaremos
al sujeto en sus condiciones concretas de existencia, para comprender así su conducta en
los diferentes ámbitos en los que se encuentra inmerso.

Este esquema referencial, este “aparato para pensar” nos permite percibir, distinguir, sentir,
organizar y operar en la realidad.

La característica de la modernidad es el cambio y con ello la inevitable modificación del


marco referencial con el cual percibimos nuestra realidad. Esto hace que Pichon visualice el
sujeto en una permanente interrelación dialéctica con el mundo, única condición para que
este sujeto pueda construir una lectura adecuada de su realidad. La pérdida de está
interrelación dialéctica hace que el marco referencial, la manera de percibir, discriminar y
operar con el mundo se vuelva anacrónica y con ello se pierda la posibilidad de una
interrelación mutuamente transformante con el medio.

El aprendizaje desde la teoría de Pichón se entiende como la acción de realizar una lectura
de la realidad, lectura coherente, no aceptación acrítica de las normas y valores. Se apunta
a una lectura que implique capacidad de evaluación y creatividad (transformación de lo
real). Está concepción de aprendizaje como praxis, como relación dialéctica, nos lleva
necesariamente a postular que el enseñar y el aprender constituyen una unidad, que debe
darse como proceso unitario, como continua y dialéctica experiencia de aprendizaje en la
cual el rol docente y el rol humano son funcionales y complementarios.

Concepción de hombre en el pensamiento de Pichon:

“El hombre es un ser de necesidades que solo se satisfacen socialmente, en relaciones que
lo determinan”

“Entiendo al hombre como configurándose en una actividad transformadora, en una relación


dialéctica mutuamente modificante con el mundo, relación que tiene su motor en la
necesidad”

El proceso de conocimiento humano tiene su fundamento en necesidades materiales que


las personas resuelven a partir del establecimiento de relaciones sociales. Así, el
conocimiento humano, los sistemas sociales de representación de lo real tienen una historia
que no es otra que la historia social, la historia de las relaciones establecidas entre las
personas para abordar la naturaleza en la intención de resolver las inaplazables exigencias
de la subsistencia.

Vida cotidiana: el análisis de la vida cotidiana permite comprender las experiencias


concretas, las formas vinculares, los sistemas de significación en que se desarrolla y
configura la subjetividad. Tomar la vida cotidiana como objeto de análisis implica romper con
la actitud natural, interpelar los hechos, problematizarlos, ganar un espacio donde puedan
ser pensados por sus propios actores.

Adaptación, salud y enfermedad:

Pichón relaciona directa y fundamentalmente el concepto de adaptación con sus


concepciones sobre la salud y la enfermedad mental, en cuanto diferencia un proceso de
adaptación activa (salud) y un proceso de adaptación pasiva (enfermedad) a la realidad,
proceso este último también designado como alienación.
Alejandro Busto
97
Adaptación pasiva: se destaca la confusión que suele hacerse al homologar adaptación
pasiva con curación. “En la práctica psiquiátrica, es frecuente observar que muchos
pacientes son dados de alta tomando como índice de curación el hecho de que comen bien,
se visten correctamente, etc., es decir presentan una conducta aparentemente “normal”,
han llegado a construir un estereotipo con el cual se manejan en forma casi automática en
su vida cotidiana. En este estereotipo, el médico, la familia y los allegados se integran como
contexto. El sujeto puede comer, dormir, etc, pero no se dan en él modificaciones profundas,
ni tampoco actúa como una gente modificador de su medio.

Adaptación activa: el concepto de adaptación activa que propone es un concepto


dialéctico en el sentido de que en tanto el sujeto se transforma, modifica al medio, y al
modificar el medio se modifica a sí mismo. Entonces, se configura una espiral permanente,
por el cual un enfermo que está en tratamiento y mejora opera simultáneamente en todo el
círculo familiar, modificando estructuras en ese medio (produciendo una desalienación
progresiva del intra y del extragrupo).

Pichon establece una fuerte vinculación entre adaptación activa y aprendizaje, definiendo a
este último como adaptación activa a la realidad. En efecto, “la adaptación activa a la
realidad y el aprendizaje estan indisolublemente ligados. El sujeto sano, en la medida en
que aprehende el objeto y lo transforma, es decir, que hace ese aprendizaje operativo, se
modifica también a sí mismo entrando en un interjuego dialéctico con el mundo en el que la
síntesis que resuelve una situación dialéctica se transforma en el punto inicial o tesis de una
antinomia que deberá ser resuelta en ese continuo proceso en espiral”.

La familia es el grupo primario donde comienza este proceso. Como indica Pichon “la tarea
del grupo familiar es la socialización del sujeto, proveyéndole un marco y basamento
adecuados para lograr una adaptación activa a la realidad en la que se modifica el y
modifica al medio, en un permanente interjuego dialéctico”.

Alejandro Busto
98
Declaración del grupo Plataforma - Langer

Consideramos que la obra de Freud, el psicoanálisis, produjo una revolución en las ciencias
sociales con su aporte específico de conocimiento científico y que ese surgimiento estuvo y
está determinado, pese a su autonomía relativa, por el contexto socio-económico-político en
el que se practica. Entendemos que el psicoanálisis ha sido distorsionado y detenido
necesitando para retomar su línea de innovación y desarrollar, de la imprescindible
contribución de otras ciencias así como de una distinta y explícita inscripción social,
ineludible en este momento histórico.

Nuestra disciplina provee el conocimiento de las determinaciones inconscientes que regulan


la vida de las personas, pero la misma, como conjunto de prácticas sociales articuladas,
está regida también por otros órdenes determinantes: fundamentalmente el sistema de
producción económica y la estructura política. Tales relaciones generan en los individuos
sistemas de creencias acerca del lugar que ocupan en la Sociedad, configurando las
Ideologías de clase.

El ejercicio científico, indisolublemente ligado a nuestro estilo de vida y a la organización


institucional a la que pertenecemos, está igualmente condicionado e ideologizado en todos
los aspectos por su inserción en el sistema.

La razón de nuestro alejamiento pasa por disidencias con la organización societaria


psicoanalítica a todos los niveles: teórico, técnico, económico, pero sobre todo, el
ideológico.

Está separación, producto de un largo y difícil proceso, es indispensable, y no puede ser


callada y resignada. Nos declaramos abiertamente partidarios de una inscripción cualitativa
y cuantitativamente distinta dentro del proceso Social, económico y político nacional y
latinoamericano. Como científicos y profesionales tenemos el propósito de poner nuestros
conocimientos al servicio de las ideologías que cuestionan sin pactos al sistema que en
nuestro país se caracteriza por favorecer la explotación de las clases oprimidas, por
entregar las riquezas nacionales a los grandes monopolios y por reprimir toda manifestación
política que tienda a rebelarse contra el. Nos pronunciamos, por el contrario,
comprometiéndonos con todos los sectores combativos de la población que, en el proceso
de liberación nacional, luchan por el advenimiento de una patria socialista.

Queremos practicar el verdadero psicoanálisis. Está es una decision que nos compromete
en el trabajo y la denuncia erolandonos junto a otros científicos y profesionales que
entienden que su ciencia no puede ni debe utilizarse para construir un muro aislante que
enajene de la realidad social ni enajene a la misma de su instrumento teórico convirtiéndolo
de está manera en herramienta mistificante y mistificada al servicio del no-cambio. Para
nosotros, desde aquí en más, el Psicoanálisis no es la Institución Psicoanalítica oficial. El
Psicoanálisis es donde los psicoanalistas sean, entendiendo el ser como una definición
clara que no pasa por el campo de una ciencia aislada y aislante, sino por el de una ciencia
comprometida con las múltiples realidades que pretende estudiar y transformar.

Alejandro Busto
99
Introducción al pensamiento grupalista en la argentina y algunos de sus problemas
actuales - Percia

El pensamiento grupal en la Argentina no tiene una sola puerta de entrada, pero de forma
general se pueden distinguir dos corrientes del grupalismo:
1) La primera llamada “Tendencia de aplicación”: se da en la década del 50, los
primeros grupalistas eran psicoanalistas pertenecían al régimen de disciplinamiento
institucional de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Se interesaron por la acción
terapéutica en grupos y su objetivo era trasladar las referencias y metodos del
psicoanalisis hegemónicos de la época (individualistas) sobre los grupos
(situaciones de índole plural)

En este sentido ésta corriente puede describirse como de mudanza o de aplicación


del psicoanálisis al grupo. Creyeron que se trataba solo de cambiar de territorio:
pasaron a lo grupal con modelos del psicoanálisis y regresaron a su institución
explicando que nunca habían dejado de ser psicoanalistas. Hacían así un viaje a
ninguna parte.

Este intento contribuyó a uno de los equívocos más importantes que afrontaron los
grupalistas: la propuesta de un psicoanálisis de grupo.

De está forma se advierten, en está perspectiva, pretensiones de legitimidad o de


aplicacion, en el sentido de que a pesar de abordar un territorio nuevo (los grupos)
siguen al psicoanálisis como un dogma de forma que “el seguir siendo
psicoanalistas” legitime su quehacer en los grupos.

2) La segunda llamada “Tendencia de ruptura o desvío”: está tendencia es


cultivada en la Argentina y dio origen a una riquísima tradición grupalista.

La “ruptura” o “desvío” refiere a la ruptura del encierro unificante dentro de la


institución psicoanalítica oficial y de la esclerosis del pensamiento de la época. Se
intentaba inaugurar lo grupal no subordinado a una legalidad o serie de principios
explicativos únicos.

Alejandro Busto
100
Tendencia de ruptura o desvio

Contexto de la época, subjetividad e intelectualidad crítica en los sesenta-setenta: se


reconoce en aquel periodo una notable vocación por la política y por el trabajo en los
espacios públicos. Prevalecía la idea de que el cambio social era posible, que iba a ser
profundo y que estaba inscripto en el sentido de la historia. Se enfatizaba, sobre todo, que
el cambio social no solo era posible sino además necesario e impostergable.

Aquellos actores “psi” que formaron parte de la intelectualidad crítica, confiaban en el futuro
y creían que los profesionales tenían un papel en la construcción de una sociedad más
justa. La interrogación del lugar social del especialista y responsabilidad del intelectual
como crítico es la fórmula que resume el clima subjetivo dominante.

Tambalean muchos criterios establecidos como normas: por ejemplo en el espacio “psi” las
ideas de apoliticismo y de neutralidad social del analista.

El pensamiento de esa intelectualidad crítica era irradiado por:


- las producciones culturales: crítica histórica, expansión literaria y artística, el
marxismo y las disciplinas sociales
- los acontecimientos sociales e históricos que se daban a conocer en el
mundo: adquiere mayor visibilidad el tercer mundo, la guerra de vietnam, la
revolución cultural china, la insurgencia estudiantil del mayo francés

En fin, se pensaba que seguramente la Argentina se iba a incorporar a las transformaciones


que ya se habían iniciado en otros lugares.

En aquel tiempo se leía predominantemente a Marx, Freud, Reich, Lacan, Levi-Strauss,


Foucault, Deleuze y Guattari, entre otros. Para los lectores de los 60-70 no pasaban
inadvertidas las diferencias entre estos discursos, pero lo que articulaba esas lecturas era el
presupuesto de que el campo de las ideas debía de servir para transformar las condiciones
de la vida social.

Leer no se parecía a un gesto de contemplación de lo escrito, era buscar fundamentos para


la acción. El trabajo intelectual, se decía por esos tiempos, es una práctica para la
construcción de un otro lugar.

Lo grupal justamente se inició, entre los psicoanalistas y las primeras camadas de


psicólogos universitarios, como una otra obra posible en salud mental y de entrada se
planteó el problema de la acción.

El espacio cultural y universitario de los 70, golpeado en 1966 por la dictadura de Onganía,
se reestructuró bajo una forma de resistencia intelectual que inauguró una particular red de
pensamiento alternativo a las instituciones oficiales. Los docentes perseguidos y expulsados
del sistema de enseñanza oficial recompusieron sus prácticas en una especie de red
contrainstitucional que se conoció con el nombre de grupos de estudio.

Los psicoanalistas no estuvieron al margen de esa tendencia. A principios de los años 70 se


fractura la Asociación Psicoanalítica Argentina y muy pronto dicha fractura tomó formas no
solo “locales” sino históricas, políticas y sociales. Gilberto Simoes, uno de los protagonistas
de dicha separación plantea que el movimiento se da debido a que:

Alejandro Busto
101
- El poder era acumulado por unos pocos y el apoliticismo que se exigía a los
psicoanalistas tendía a preservar ese poder.
- El fervor político de aquellos días, a partir del Cordobazo, del cual los psicoanalistas
no podían permanecer marginados.
- Se comenzaron a plantear cuestiones gremiales y asistenciales a las cuales habían
estado la mayoría ajenos. De está forma comienza allí la presencia masiva de
psicoanalistas en las instituciones públicas asistenciales.

Este cuestionamiento, impulsado por la subjetividad e intelectualidad crítica de la época,


abrió el camino para autorizar a los psicoanalistas a pensar e inventar otras prácticas
posibles en el campo de la salud.

La vocación pública: el trabajo institucional: una de las características de está tendencia


que importa subrayar es la idea de que el discurso de los intelectuales del campo “psi”
debía ser significativo para la sociedad y especialmente para los “sectores populares”. No
se trata de un mero gesto de ayuda entendida como postura personal, sino de una posición
respecto del derecho social.

De entrada estas nuevas prácticas “psi” se configuran en una relación de contigüidad con
los ideales políticos y sociales de la época. Lo grupal era uno de los modos de intervención
que en el terreno de la salud y la educación podían producir formas de subjetividad
alternativas.

La esfera pública interrogaba cualquier práctica, y en este sentido, el criterio de validación


de una práctica “psi” se medía por su capacidad de inserción en el medio político y social.

El trabajo en el espacio público gestó otro estilo. Tanto por el cruce con otros saberes, como
por la necesidad de plantearse articulaciones prácticas con otras dimensiones de la
experiencia social. El moverse en situaciones no tradicionales arrojó como resultado la
detección de cuestiones como:
- El trabajo institucional: Los analistas entran en relación con las instituciones
porque era allí a donde llegaban los pedidos de asistencia de la población.
- El equipo de salud: es otro de los efectos de la entrada en las instituciones. Los
profesionales se encontraron desde el inicio de sus prácticas hospitalarias y
comunitarias con una obviedad: nadie podía concebirse trabajando solo. El problema
que se planteaba era cómo producir un equipo de salud que no fuera un mero
agregado de actores diversos.
- La diversidad de las prácticas terapéuticas: el cambio de perspectiva estímulo las
críticas presentes en los debates de la época sobre el modo de trabajo en el circuito
privado. No servía la transposición mecánica de unos dispositivos ideados para otras
realidades. Instalarse en el espacio público obligó a dar respuesta en situaciones
inéditas: familias, parejas, grupos de padres, grupos terapéuticos, etc. El trabajo en
las instituciones los impulsaba a investigar otras figuras y dispositivos para la acción.
Si ningún modelo previo daba cuenta de la nueva situación de trabajo, lo único que
podría posibilitar un lugar para los profesionales era la innovación, la diversificación
de las experiencias y el desarrollo de nuevos instrumentos.

Alejandro Busto
102
Crítica de la institucionalización del psicoanálisis: todos los trabajos de los autores de
está tendencia plantean la puesta en cuestión de los límites que imponía el pensamiento
dogmatizado. En estos escritos se advierte un desafío y un intento inaugurador.

En todas estas producciones se mezclan 2 temas:


1) las relaciones de poder en la situación clínica, formativa e institucional
2) las relaciones entre psicoanálisis y otras teorías

Ambos temas complementarios.

La inauguración de una práctica es, para está tendencia, una de las formas de rebeldía y
resentimiento ante la religiosidad de la cultura de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Lo
grupal se inaugura en la Argentina sobre un vacío y en contra del dogmatismo que siempre
llena con certezas inútiles.

Se destaca de lo grupal en nuestro medio su salida del sendero autorizado. La urgencia de


prácticas innovadoras en los espacios públicos de la salud y la ruptura con una institución
que limitaba el pensamiento, son dos de los factores que influyeron en el estilo y la riqueza
de sus producciones.

Son muchos los autores incluidos en la ruptura de 1971. No pretendo sugerir que todos
hagan el orgullo de lo grupal. Pero sí que sus diferencias producen, precisamente, aquello
que los une: una misma convicción de que el trabajo intelectual era parte del campo de
batalla social y de que lo grupal tenía algo de insidioso: la insidia penetrante de un
cuestionamiento.

El lacanismo entraba en la misma época pero por otro lado. En los años 50 Jacques Lacan
había tenido el acierto de dirigir un cuestionamiento vigoroso a las diferentes formas de
terapias y curas, sobre todo al psicoanálisis americano, denunciando sus funciones
adaptadoras e integradoras a través de su giro teórico en el sentido de una psicología del
yo. Pero en la Argentina el tiempo histórico fue penosamente amputado durante la mitad de
la década del 70 y estas producciones no tuvieron, hasta el momento, oportunidad de
encontrar muchas mediaciones.

Transformaciones de la subjetividad en los años 80 y encrucijadas de lo grupal:

Ensayar la crítica es interrogar nuestra manera de pensar. Es una inflexión que


desacomoda. Un cuestionamiento puesto sobre uno mismo. El pensamiento, hoy, valora la
paradoja y la vacilación antes que la afirmación de una idea. Invade a la conciencia una
sensación de que se han quebrado las nociones vinculantes entre el hombre y las
condiciones de la historia social; entre el sujeto y el acontecimiento.

Santiago Kovadloff expresa “Al parecer, la sensibilidad del presente, ya no reclama rígidos
principios, ni normas petrificadas para poder convivir consigo misma. Mejor identificados
con lo hipotético que con lo inequívoco”.

Pero estas ideas interesan más por lo que posibilitan que por lo que anuncian. No se
avanza mucho si en lugar de un pensamiento fundado en la certidumbre, se adopta el
esquema de la incerteza. Declararse en contra no es lo que cuenta. Importa, en cambio, la
duda sobre nosotros mismos, sobre la propia inercia que busca seguridad en la verdad o
detrás de algún héroe intelectual.
Alejandro Busto
103
Tampoco se trata de una sospecha trágica que siempre nos halle culpables de jactarnos de
poseer la verdad. Es, en cambio, una propuesta de acción que imagina que siempre es
posible pensar y obrar de otro modo.

Propongo pensar en el agotamiento de una concepción del saber y del héroe intelectual,
que nos replantea nuestro lugar en la escena clínica. El cuestionamiento alcanza, por
ejemplo, el lugar del sujeto en el análisis, el del psicoanalista o el del coordinador en
situación de grupo. Al desvanecerse el lugar del saber, el poder se vuelve molesto y más
modesto. Se ejerce con la interrogación antes que con la afirmación, con la conjetura antes
que con la constatación del modelo.

Si el pensamiento grupal quiere contribuir a la propuesta de un espacio alternativo para el


posicionamiento subjetivo, el análisis de las instituciones y las relaciones de poder, tiene
que darse tiempo en el presente para examinar numerosas cuestiones. Elijo 3:
1. la legitimidad de su saber
2. su crítica
3. la distinción entre lo grupal y los grupos

¿Los grupalistas tenemos un saber y un discurso o simplemente un discurso, es decir, una


manera de hablar, de relatar o de ficcionalizar lo que pasa en situación de grupo?

El rechazo de los grupos sin más, es tan inutil como el festejo irreflexivo de lo grupal.
Ambas son posiciones que no practican la crítica.

Presentó la preocupación por la singularidad como uno de los problemas de la situación


grupal y destacó sus condiciones.

A propósito, recuerdo que De Brasi explica que es necesario referirse a lo singular y no a


las individualidades, porque “mientras el individuo marca el acabamiento del self como
noción doctrinaria y, por lo tanto, irrealidad concreta, una singularidad existe solo a partir de
sus conexiones, vecindades y relaciones. No es significable ni pasible de ser absorbida en
el plano categorial. Una singularidad es real cuando se practica y realiza como tal.

Por lo tanto, ocuparse de la singularidad es distinto a fijarse en la individualidad. La


singularidad se practica. Y si la subjetividad es un posicionamiento, o como diría Foucault,
una ejercitación de uno mismo en el pensamiento; la singularidad es la huella que queda
dibujada en el sendero de lo subjetivo. Es una posición realizada.

Interrogarse sobre está dimensión, en situación de grupo, no busca la detección


simplificadora de lo personal, sino que persigue, en cambio, el tanteo de su afectación.

El grupo es la producción de un espacio común en que se realiza una implicación diferente.


Hay una convergencia, pero la manera en cada cual es afectado por las situaciones es
singular.

La voluntad de síntesis de lo grupal, cuando no contempla las diferencias o el recorrido de


las singularidades existentes, se manifiesta como un acto de violencia sobre el conjunto. Un
error frecuente es la imposición de la unificación de afectaciones diversas.

Alejandro Busto
104
Pero las contradicciones de la unidad, es decir, sus diferencias, pueden muchas veces
apresurar la unificación. Es difícil pensar en términos de la fragmentación y sostener la
perspectiva de la unidad.

Por ello, el desafío que tenemos por delante es pensar en una situación grupal que no
aplane las diferencias, niegue la singularidad o reduzca la diversidad. El grupo como
espacio de articulación discursiva en el que cada uno dice lo suyo, pero no en un desierto o
en una cámara de eco; tampoco en un coro regido por la adhesión al director o a una
partitura con la que hay que sintonizar o identificarse. Unidad que se funda, a su vez, en un
lugar distinto: el entrecruzamiento de múltiples discursividades no sólo grupales, sino
institucionales, históricas y sociales.

El pensamiento crítico del campo intelectual de estos últimos años nos invita a pensar de
otro modo. Insistir en las diferencias nos lleva a inventar otra perspectiva: en lugar de
preguntarnos a partir de una unidad supuestamente dada, nos preguntamos cuánta
diversidad soportamos, cuanto caos y cuanta heterogeneidad.

Todo grupo está situado, determinado como posición por la coordinación, las consignas y
las reglas que encuadran su trabajo, el espacio institucional en el que se desenvuelve y la
coyuntura social en que se inscribe. Por ello el análisis de la relación de un grupo con el
dispositivo de su conformación es imprescindible.

El dispositivo fija una posición y asigna determinadas condiciones de producción. Sin un


dispositivo, no se funda un grupo; pero ese mismo esquema puede cercar sus producciones
cerrándole todas las salidas que conducen a lo impensado. La misma acción que inaugura
el espacio de producción colectiva puede rodearla como un vallado y, en ese caso, las
formas instituidas operan como un muro o una pared, y no como un horizonte siempre
abierto.

Para que un grupo pueda instituir sus acciones como propias, es necesario un trabajo crítico
sobre su dispositivo de producción.

La perspectiva que propongo entiende que la comunicación es la acción de un desvío, la


oportunidad o la excusa para realizar un salto, una rotación hacía otra conexión del sujeto
con su propio discurso. Para este criterio el otro es necesario.

Y si decimos, por ejemplo, que comunicarse es extraviar la propia palabra y recuperarla en


la del otro,no lo hacemos tanto por acentuar la idea de distorsión comunicativa o de
deformación del interlocutor, como por fundamentar la producción de imágenes a partir de
los fragmentos comunicativos dispersos y actualizados en el campo grupal. El trabajo de
lectura se presenta, entonces, como la reconstrucción de la singularidad de cada
trayectoria, en medio de la simultaneidad de enlaces y desvíos.

Alejandro Busto
105
La demanda por los grupos - Fernandez

Resumen de momentos epistémicos

Primer momento epistémicos: se descubre el plus grupal, el coordinador tiene una


posición de líder, el grupo es entendido como una isla con fronteras claramente establecidas
y donde se trabaja solamente sobre lo explícito, manifiesto. Se trabaja con la preocupación
de la democracia, de la representación y liderazgos, de la producción, etc.

Segundo momento epistémico: las perspectivas tienen su foco puesto en la atención de


la salud, el grupo sigue siendo entendido como una isla con fronteras claramente
establecidas, pero se comienzan a trabajar dimensiones que no estan tan a la vista,
inconscientes, afectivas, las cuales requieren que quien coordina ya no sea un líder sino
que sea alguien que “sabe” porque puede interpretar y dar sentido a lo que pasa, este es el
coordinador oráculo.

Tercer momento epistémico: todas las características de los dos momentos epistémicos
anteriores se ponen en interrogación, pensando las teorías como “caja de herramientas”. Se
deja de entender el grupo como una isla con fronteras, donde hay un “afuera” y un
“adentro”. El lugar del coordinador en este momento es el de puntuador interrogante.

La ilusión de los orígenes: el conjunto de conocimientos cuya preocupación son los


grupos humanos tiene uno de sus puntos de origen en la demanda proveniente de la
práctica social empresarial en USA durante los años 20.

Las primeras intervenciones que luego darán lugar a la microsociología o estudio de los
pequeños grupos, fueron las de Elton Mayo (1924), donde se “descubre” que los
trabajadores constituyen espontáneamente entre sí grupos informales, con vida y
organización propias y cuyo código implícito determina la actitud de los mismos hacía el
trabajo. Dentro de dichos grupos se desarrollan “redes informales”, es decir, vínculos entre
sus integrantes, como así también con los superiores y con los reglamentos de la empresa.
Su mejor rendimiento depende más de la interrelación afectiva entre los trabajadores que de
las mejoras en sus condiciones de trabajo.

Aquí comienza a vislumbrarse la noción de un plus que tendrá el grupo con respecto a la
simple sumatoria de sus integrantes; dicho plus se evidenciará por sus efectos: mayor
rendimiento.

Este tipo de experiencias puso a los grupos por primera vez en el campo de mira de
investigadores sociales, empresarios y estados de los principales países centrales.

La dinámica de grupos: Kurt Lewin aportó principios de la Gestalttheorie al estudio de la


personalidad y posteriormente al estudio de los grupos. La teoría de la gestalt puso en
evidencia cómo en ciertas condiciones “el todo es más que la suma de las partes”.

Lewin explicará la acción individual a partir de la estructura que se establece entre el sujeto
y su ambiente en un momento determinado. Tal estructura es un campo dinámico, es decir
un sistema de fuerzas en equilibrio. Cuando el equilibrio se quiebra, se crea una tensión en
el individuo, y su comportamiento tiene por tonalidad su restablecimiento.

Alejandro Busto
106
En 1938 utiliza el método experimental para trabajar la noción de campo dinámico. A través
de la construcción experimental de 3 climas sociales:
1. autoritario
2. democratico
3. laissez faire (dejar hacer, dejar pensar)

Mediante estos experimentos concluye que las reacciones, en este caso agresivas, de los
sujetos, variaban según los climas grupales, dependiendo esto del estilo de coordinación.
Está experiencia da fundamento científico a la valoración del ideal democratico al demostrar
que en los grupos conducidos democráticamente la tensión es menor, pues la agresividad
se descarga en ellos de manera gradual en lugar de acumularse y producir apatía o
estallidos, como en los otros dos grupos. Concluye que el grupo democratico, al alcanzar
más fácilmente el equilibrio interno, es más constructivo en sus actividades.

A partir de allí Lewin comienza a desarrollar sus hipótesis centrales sobre los grupos:
- El grupo es un todo cuyas propiedades son diferentes a la suma de las partes.
- El grupo y su ambiente constituyen un campo social dinámico, cuyos principales
elementos son los subgrupos, los miembros, los canales de comunicación, las
barreras.
- Modificando un elemento se puede modificar la estructura.

El grupo es un campo de fuerza en “equilibrio casi estacionario”. Este equilibrio no es


estático, sino dinámico, resultante de un juego de fuerzas antagónicas: por un lado, las
fuerzas que constituyen las partes en un todo; por otro las fuerzas que tienden a desintegrar
al conjunto.

De está manera nace la Dinámica de Grupos.

Para Kurt Lewin, el grupo es una realidad irreductible a los individuos que la componen,
más allá de las similitudes o diferencias de objetivos o temperamentos que pudieran
presentar sus miembros. Es un específico sistema de interdependencia, tanto entre los
miembros del grupo como entre los elementos del campo (finalidad, normas, percepción del
mundo externo, división de roles, status, etc).

El funcionamiento del grupo se explica por el sistema de interdependencia propio de dicho


grupo en determinado momento, sea este funcionamiento interno (subgrupos, afinidades o
roles) o referido a la acción sobre la realidad exterior. En esto reside el sistema de fuerzas
que lo impulsa, o sea, su dinámica.

Las relaciones descubiertas en laboratorio sobre grupos “artificiales” pasan a ser estudiadas
luego en agrupamientos de la vida cotidiana: talleres, escuelas, barrios, etc., en la
convicción de que el pequeño grupo permite vencer las resistencias al cambio y provoca la
evolución de las estructuras del campo social.

Lewin “descubre” que tomar una decisión en grupo compromete más a la acción que una
decisión individual; que es más fácil cambiar las ideas y las normas de un grupo pequeño
que las de los individuos aislados y que la conformidad con el grupo es un elemento
fundamental frente a la resistencia interna para el cambio.

La teoría del campo elaborada por Lewin ofreció una gran posibilidad de estudio de los
grupos y dio lugar a vastísimas aplicaciones en sus discípulos; hizo posible la consolidación
Alejandro Busto
107
de las “técnicas de laboratorio social” y la “Investigación-Acción”. Los aportes de la Teoría
del Campo han tenido gran influencia en ámbitos muy disímiles; puede observarse incluso,
la impronta de algunos de sus postulados en autores argentinos como Pichón Riviere y
Bleger. También fueron tomados, en sus inicios, por los psicoanalistas de la escuela
kleiniana.

P. Sbandi (1976) plantea que la concepción lewiniana del grupo como un todo significa el
abandono de la posición que coloca al individuo en primer plano. Señala, sin embargo, que
si bien Lewin acentúa la interdependencia de los miembros, mantiene invisibles los
presupuestos sobre los que se funda tal interdependencia; considera que serán los aportes
psicoanalíticos respecto a los procesos identificatorios, las relaciones emocionales y los
procesos inconscientes los que harán posible ahondar en está cuestión.

Criterios epistémicos de Kurt Lewin: para este autor el acontecimiento depende de la


totalidad de la situación. En el campo formado por la unidad funcional de persona y
ambiente, la situación es única, cambiante y caracterizada por la totalidad de las
interrelaciones que se dan en un momento determinado. Por ello, en Psicología, según
Lewin, se debe proceder de acuerdo al criterio de la física galileana, que obliga a tener en
cuenta, ante todo, la totalidad de la situación.

La concepción estructural de Lewin no tuvo en cuenta la perspectiva histórica. En virtud de


que el campo sólo da cuenta de la conducta en un momento dado, se inscribe en una
psicología de los estados momentáneos. De tal manera, el dinamismo del campo estructural
fue pensado por Lewin en términos estrictamente espaciales, dejando la dimensión
temporal y con ella la perspectiva histórica.

Resumiendo, es a partir de Elton Mayo y Kurt Lewin y sus continuadores que se desarrolla
una nueva disciplina, la Microsociología. Más allá de sus derivaciones posteriores, estan
allí, en germen, muchas de las ideas que aún hoy es necesario elucidar.

Para Lewin entonces un grupo es un conjunto de personas reunidas por razones


experimentales o de su vida diaria, para realizar algo en común y que establecen relaciones
entre sí, conformarán de esa manera una totalidad que produce mayores efectos que los
mismos individuos aislados. Es decir que el grupo es irreductible a los individuos que lo
componen, en tanto estos establezcan un sistema de interdependencia; en esto radicará la
fuerza o dinámica de un grupo.

Primer momento epistémico - el todo es más que la suma de las partes: este aporte de
la Gestalt a las primeras conceptualizaciones sobre los grupos resalta la idea de totalidad,
afirmando un jalón importante a favor de la búsqueda de la especificidad disciplinaria; crea
las bases para que pudieran particularizarse estos conjuntos, hasta el momento diluidos
entre Individuos y Sociedades.

Muchas veces, al pensar la relación partes-todo desde criterios homogeneizantes, se


subordinan las particularidades, diferencias, singularidades a una totalidad homogénea,
global y masificadora. Un todo pensado como un gran Único y no como las diversidades de
lo Múltiple.

Algunos pensadores post-estructuralistas intentan inclinarse a considerar otras formas de


relación todo-partes. En ese sentido resultan de interés para la reflexión del tema los
aportes de Deleuze y Guattari. Estos autores señalan que está cuestión ha sido
Alejandro Busto
108
tradicionalmente mal planteada tanto por el vitalismo como por el mecanicismo clásicos, en
tanto el todo es considerado como totalidad derivada de partes, o como totalización
dialéctica.

Es interesante la reformulación planteada por estos autores en tanto acentúan el carácter


que posee lo múltiple: irreductible a la unidad. De tal manera piensan el todo como
producido, como una parte al lado de las partes que ni las unifica ni las totaliza sino que se
aplica a ellas organizando relaciones transversales entre elementos que mantienen toda su
diferencia en sus propias dimensiones.

El grupo imaginado como un todo más que la suma de las partes, constituye un primer
momento epistémico en la institucionalización de saberes y prácticas grupales. De allí la
importancia de su puntualización para una genealogía de lo grupal.

Análisis de la demanda: ¿cual es la situación político-económica que atraviesa la sociedad


norteamericana en el momento en que Elton Mayo realiza su intervención? Es la época de
la organización científica del trabajo (el taylorismo). El técnico sobresaliente en ese
momento de la sociedad industrial es el ingeniero-organizador con su gran aporte
tecnológico: el trabajo en cadena.

Con respecto a Lewin, también desarrollará sus trabajos en un candente momento político.
La democracia entendida como libre discusión; la discusión democrática como resorte de
los pequeños grupos para aliviar tensiones.

Las primeras investigaciones sobre grupos surgen entonces en respuesta a una demanda
económico-política, dando lugar al “Dispositivo Grupal”. He allí una de las características del
dispositivo foucaultiano: “formación que en un momento histórico determinado, ha tenido
como función principal responder a una urgencia; el dispositivo tiene pues una función
estratégica dominante”.

¿Cuál urgencia? Sin duda, mantener y mejorar el nivel de producción de la gran empresa,
estimulando las relaciones informales entre los operarios; la futura disciplina de las
Relaciones Humanas ha construido aquí uno de sus pilares fundacionales. Pero también
reforzar los ideales democráticos, operar sobre el consumo, etc. Por tanto, urgencia situada
históricamente, en función de imperativos económicos y políticos del sistema del que forma
parte.

Interesa contrastar la demanda social en la que se inscribió la microsociología empresarial


norteamericana con las condiciones de producción que hicieron posible la invención y
posterior despliegue de los grupos operativos a partir de Pichon Riviere en Argentina.

Tal vez la diferencia más significativa sea que en Argentina no surge desde un
requerimiento de los centros de poder institucional, ni los orienta la intención de consolidar
hegemonías instituidas. Muy por el contrario, sus localizaciones iniciales, como muchos de
sus desarrollos posteriores, se implantaron en los márgenes de las instituciones o en los
intersticios de las hegemonías; en muchos casos fueron animados por marcadas utopías
contrainstitucionales.

Está demanda por los grupos en Argentina (décadas del 60 y 70) se produce en un cuerpo
social agitado, momento de auge de las luchas populares. Gran parte de la intelectualidad
de los 60 se caracterizó por estar imbuida de fuertes utopías sociales. Muchos de los
Alejandro Busto
109
profesionales del campo “psi” que implementaron estas prácticas fueron críticos de los
autoritarismos institucionales: jerarquías médico-hospitalarias, autoritarismo
psiquiátrico-manicomial, verticalidad en los espacios educativos, etc.

Junto con otras formas de abordajes grupales, como el psicodrama analítico, los grupos
operativos fueron instrumentos claves para el trabajo en los espacios públicos.

Visibilidades e invisibilidades: el análisis de un campo disciplinario -en este caso los


discursos y técnicas grupales- debe pensarse en tanto conjuntos de conocimientos que
produce dicho campo. Dicho campo disciplinario crea condiciones para poder delimitar qué
zonas cobrarán visibilidad e invisibilidad para sí mismo y cuales se mantendrán
necesariamente invisibles o no enunciables.

En este sentido, los dispositivos grupales que se produjeron desde Mayo-Lewin,


necesariamente, dada la demanda social a la que respondieron, debieron mantener en la
invisibilidad los atravesamientos institucionales, políticos e ideológicos en los que, sin
embargo, quedaron inscriptos tanto sus discursos de la grupalidad como sus intervenciones
técnicas.

También es importante puntúar que cuando un campo teórico se rearticula, transforma en


nuevas territorialidades aquellas zonas que en la demarcación anterior ni siquiera habían
sido advertidas. De allí la importancia para una genealogía de lo grupal de puntualizar las
zonas de visibilidad y enunciabilidad que una corriente abre, y cuáles quedan por fuera de
su óptica, a la espera de futuros investigadores.

El nacimiento de lo grupal: la microsociología al instituir dispositivos grupales localizó uno


de los nacimientos a lo grupal. Sin embargo, es importante destacar que antes de ella los
grupos estaban ahí, pero estaban en una inmediatez tal que no se veían. Lo que hicieron
los Dispositivos de los Grupos, en ese sentido, fue volver a los grupos observables,
comprobables, explicables, experimentables, teorizables, es decir, enunciables.

Hacía una clínica grupal

Primeros dispositivos grupales terapéuticos: se considera que los primeros intentos de


abordajes colectivos con fines terapéuticos fueron las actividades iniciadas por Pratt en
1905. El mérito de Pratt fue utilizar en forma sistemática y deliberada las emociones
colectivas con una finalidad terapéutica. Su técnica se apoyaba en 2 pilares:
1. activar en forma controlada la aparición de sentimientos de emulación y solidaridad
en el grupo
2. asumir, él mismo, el papel de una figura paternal idealizada

El método incentivaba un fuerte enlace emocional del enfermo con el médico, esto se
ilustraba claramente en el sistema de promociones que mantenía en el cual premiaba “al
buen paciente”, permitiéndole sentarse cada vez más cerca de él en las reuniones.

Considerando la importancia de la idealización del médico, no es de extrañar que la


estructura y función de este tipo de grupo fuera similar a la de ciertos grupos religiosos que
persiguen fines parecidos.

A partir de está primera corriente se produjo una interesante diferenciación: las terapias que
actúan “por” el grupo, pero con una estructura fraternal.
Alejandro Busto
110
Está corriente, en lugar de idealizar al médico, estimula una fraternidad que busca el mayor
sostén entre sus miembros, disminuyendo al máximo el liderazgo centrado en el técnico. El
ejemplo más acabado de está tendencia es la de “alcohólicos anónimos (A.A.)”

Este tipo de terapia busca, a través de su carácter “fraternista”, crear condiciones para que
las personas que concurren a estas instituciones encuentren en ellas -a través de sus
grupos- un espacio de soporte solidario de restitución de la dignidad personal, y/o de la
identidad trastocada. Estas organizaciones proveen redes de sostén pérdidas generalmente
en el espacio familiar, inhallables en el ámbito macrosocial.

A modo resumen, las primeras formas de psicoterapia colectiva tienen un tronco común,
caracterizado por su “dinámica”, que consiste en la actuación por las emociones del grupo.

Uno de los principales recursos de la eficacia terapéutica de la primer corriente, es decir, de


las terapias exhortativas de Pratt, está centrado en la sugestión; efecto, ella misma, de los
vínculos libidinales de cada integrante con el médico líder.

Por otro lado, si bien no deben subestimarse los aspectos sugestivos en las terapias con
estructura fraternal, tiene importancia decisiva aquí, la red entre “iguales”; en ellas el grupo
y la institución en la que este actúa, disparan significaciones imaginarias donde predomina
la configuración de un espacio microsocial que opera como sostén yoico, soporte solidario,
espacio restitutivo de la dignidad perdida y/o de la identidad trastocado.

Aplicaciones iniciales del psicoanálisis a los grupos: los aportes psicoanalíticos de


orientación anglosajona en el trabajo y teorización sobre lo grupal tuvieron alta incidencia en
nuestro medio y fue pionera en la organización de dispositivos grupales con fines
psicoterapéuticos.

Está corriente tuvo una importancia mucho mayor que las anteriores no solo por su gran
difusión sino por las consideraciones teórico-técnicas que la animaron. Inspirada en el
psicoanálisis, sus figuras pioneras más representativas son Slavson, Schilder y Klapman.

Está corriente introdujo la interpretación en la situación colectiva, aplicando al grupo el


“setting” psicoanalítico; a través de estos recursos crea las condiciones para descentrar la
coordinación de liderazgo y para superar el procedimiento sugestivo propio de las terapias
“por” el grupo.

Pero al pasar del análisis “individual” al “colectivo”, inmediatamente se presenta un


problema, ¿a quien interpretar?

Tanto Slavson como Klapman buscaron la solución a está dificultad, incluyendo como parte
de su dispositivo un artificio consistente en tratar de unificar al grupo de varias maneras de
modo que la interpretación dada en su seno valiera para todos -o para la mayoría- de los
participantes. De está forma se intentaba “para obtener la unificacion del grupo”, integrar al
mismo con pacientes de similares caracteristicas en cuanto a grados de enfermedad, sexo,
edad, nivel socioeconomico, etc.

Con la solución encontrada en agrupar a personas con un mismo tipo de problemas; se


presuponía que la interpretación realizada a uno de sus integrantes debería ser válida para
la mayoría de los mismos. Por esa razón se denomina a está primera aplicación del
psicoanálisis a los grupos como terapia interpretativa individual en grupo.
Alejandro Busto
111

Otro tipo de respuesta técnica al problema de la interpretación fue la técnica interpretativa


de grupo: este tipo de terapia toma al grupo como fenómeno central y punto de partida de
toda interpretación. Concibe al grupo como una totalidad, considerando que la conducta de
cada uno de sus miembros siempre se ve influida por su participación en ese colectivo. Este
tipo de enfoque considera que lo individual debe ser siempre contemplado dentro del marco
colectivo donde se manifiesta.

Está orientación tuvo gran desarrollo en Argentina. Pioneros de está forma de trabajo grupal
plantean que solo con un planteo que toma al grupo como una gestalt, entramos en el
terreno de la microsociología. Aquí se considera el campo multipersonal como un fenómeno
digno de ser estudiado por sí mismo. Es una psicoterapia “del” grupo y no del individuo “en”
el grupo, o de los pacientes “por” el grupo.

Advierten, a su vez, la importancia de interpretar a los participantes en su sesión


únicamente en función del aquí y ahora dado que está forma técnica permite que las
respuestas provocadas integren al grupo. Agregan que la interpretación dirigida a uno solo
de los pacientes produciría un cambio de clima inmediato en el grupo, los demás
participantes se sentirían excluidos, se distanciarían y entrarían en rivalidad con la persona
a la que se ha interpretado.

El todo no lo es todo: como se ha visto las psicoterapias de grupo psicoanalíticas suelen


agruparse en 2 tendencias:
1. Psicoanálisis en grupo
2. Psicoanálisis del grupo

Más allá de las críticas que se le podrían realizar a está forma de trabajo, sea cual sea de
las 2, es importante resaltar que está corriente abrió dispositivos grupales de número
restringido con fines terapéuticos, es decir, instituyó grupos en un nuevo campo de
aplicación: la clínica psicoanalítica.

Al incorporar al nuevo dispositivo las cuestiones básicas de la técnica psicoanalítica clásica


abrió virtualidades que permitieron descentrar la coordinación con respecto a los liderazgos,
y creó las condiciones para la lectura de los procesos inconscientes circulantes en los
grupos.

Ahora bien, en el dispositivo que monta el psicoanálisis de grupos, se recicla en el campo


psicoanalítico una polémica que se había desatado en la psicología académica entre
totalistas y elementalistas, o como los denomina Asch, entre individualistas y mentalistas.
Para los primeros el grupo era una combinación construida a partir de elementos
individuales, mientras que el segundo convierte al grupo en un gran individuo, de la misma
clase que los individuos humanos y con los mismos mecanismos de funcionamiento interno.

El psicoanálisis del grupo, junto con la concepción operativa de Pichon Riviere y el


Psicodrama Psicoanalítico, operaron persistentemente con el reduccionismo señalado, por
lo que se constituyen como fieles exponentes de la mentalidad de grupo. Son varias las
figuras de este reduccionismo:
- Una de ellas es la tendencia a visualizar un grupo como una “persona” lo cual
permite al coordinador “entender” lo que acontece a través de una imagen integrada,
unificadora

Alejandro Busto
112
- Otra consecuencia típica de la personificación es el tomar la parte por el todo, en
estos casos se supone que “el emergente” mantiene con el grupo la misma relación
de representación que la sustentada por un segmento de conducta respecto de la
persona total. La lógica de este supuesto parte de la premisa de que “la conducta de
un elemento es función del todo”, es decir, cualquier conducta de un miembro
representa o expresa la situación que atraviesa el grupo

Segundo momento epistémico - del líder al oráculo: como vimos, la unificación de


liderazgo y coordinación propia de la microsociología (corriente de Pratt) es superada por el
psicoanálisis del grupo; este aporte psicoanalítico, al necesitar re-crear las condiciones
técnicas de la escucha psicoanalítica incorpora en su trabajo con grupos sus condiciones de
posibilidad, es decir neutralidad y abstinencia.

Sin embargo, en tanto sus lecturas de lo grupal se encontraron dentro de una teoría de la
representación-expresión y sostenían una noción de todo en el que se subsumen las partes,
se organizaron las condiciones para re-investir en otro lugar de hegemonía a la
coordinación. De está manera surge el coordinador-oráculo, quien si bien devuelve
sistemáticamente los liderazgos al grupo, solo el sabe-comprende a través de las
manifestaciones visibles el sentido oculto del acontecer grupal. Es decir, básicamente se
instituye en otra forma de liderazgo: el sabe que dice un grupo cuando sus integrantes
hablan.

El nudo grupal

Tercer momento epistémico - lo grupal como campo de problemáticas: en el intento de


salvar el riesgo del reduccionismo, las producciones grupales se realizan a través de la
imbricación caleidoscópica de sus organizadores; a partir de allí es que se orienta la
indagación hacía la necesidad de abordajes transdisciplinarios para la teorización de lo
grupal.

Un criterio transdisciplinario supone replantear varias cuestiones. En primer lugar, un trabajo


de elucidación crítica sobre los cuerpos teóricos involucrados, que desdibuje una intención
legitimante de lo que ya se sabe para poder desplegar la interrogación de hasta dónde sería
posible pensar de otro modo. Implica asimismo el abandono de cuerpos nacionales
hegemónicos de disciplinas “reinas” a cuyos postulados, códigos y orden de
determinaciones se subordinan disciplinas satelizadas; sobre estos presupuestos se crean
las condiciones para la articulación de contactos locales y no globales entre diferentes
territorios disciplinarios, como así también que aquellos saberes que las disciplinas
hegemónicas habían satelizado, recobren su potencialidad de articulaciones multivalentes
con otros saberes afines.

De está forma los cuerpos teóricos funcionan como “cajas de herramientas” es decir,
aportan instrumentos y no sistemas conceptuales; instrumentos teóricos que incluyen en su
reflexión una dimensión histórica de las situaciones que analizan; herramientas que junto a
otras herramientas se produce para ser probada en el criterio de su universo, en conexiones
múltiples, locales y plurales con otros quehaceres teóricos.

Junto a está forma de utilización de las producciones teóricas como cajas de herramientas,
un enfoque transdisciplinario presupone un desdisciplinar las disciplinas de objeto discreto y
seguramente en el plano del actuar, cierto desdibujamiento de los perfiles de
profesionalización, por lo menos en aquellos más rigidizados.
Alejandro Busto
113

Los criterios transdisciplinarios buscan formas de articular lo uno y lo múltiple. En su


propuesta de contactos locales y no globales localizan un “thema” en su singularidad
problemática y este es atravesado por diferentes saberes disciplinarios; sin embargo no
pretenden unificarlos en una unidad globalizante. Por lo tanto, más que una búsqueda de
universales, indaga matrices generativas, problemas en relación a los cuales los
atravesamientos disciplinarios puedan dar cuenta de las múltiples implicancias del tema en
cuestión. Esto hace posible elucidar tanto las convergencias como las divergencias
disciplinarias en relación al mismo.

Este movimiento que propone el atravesamiento de diferentes áreas de saberes, a partir de


“themas” a elucidar, sostiene varias y complejas implicancias. En primer lugar, cuando cierta
región de una disciplina se transversaliza con otros saberes, pone en crisis muchas de sus
zonas de máxima evidencia. En segundo lugar, exige la constitución de redes de
epistemología crítica abocadas a la elaboración de aquellos criterios epistémicos que en su
rigurosidad hagan posible evitar cualquier tipo de patch-works teóricos. En tercer lugar, y ya
en el plano de las prácticas, vuelve necesaria otra forma de constitución de los equipos de
trabajo; si no hay disciplinas “reinas” tampoco habrá profesiones hegemónicas.

En función de lo aquí esbozado es que se ha propuesto pensar los grupos, más como
campos de problemáticas que como campos intermediarios entre lo individual y lo social o
como eventuales objetos teóricos; en ese sentido es que se los enuncia como “nudos
teóricos”, aludiendo al des-disciplinamiento disciplinario que se vuelve necesario
instrumentar para su conceptualización. De tal manera, una eventual teoría de los grupos
tendrá que bascular permanentemente en un doble movimiento, investigando en la
especificidad de lo que en un grupo acontece y trabajando -al mismo tiempo- el entramado
de tal especificidad e inscripciones más abarcativas.

En cada acontecimiento grupal operan todas las inscripciones transversalmente;


obviamente, no todas se vuelven evidentes pero siempre estan ahí, altamente eficaces,
altamente productivas. La noción de atravesamiento se ofrece como una herramienta válida
en el desdibujamiento de los grupos islas, como también para repensar lo singular y lo
colectivo por fuera de la tradicional antinomia individuo-sociedad. Al pensar los grupos en el
atravesamiento de sus múltiples inscripciones se crean las condiciones de posibilidad de
incluirlos en campos de análisis más abarcativos. Este criterio permite trabajar el
desdibujamiento del grupo-isla ya que necesariamente remite al anclaje institucional de los
grupos. Al mismo tiempo, contribuye a desmarcar la antinomia individuo-sociedad en tanto
implica significantes sociales operando, no como efecto de influencia sobre el individuo, sino
como fundamentos del sujeto.

Un número numerable de personas (cuerpos discernibles): como es sabido la


identificación en su doble dimensión constitutiva es -a la vez- base libidinal del lazo colectivo
como de la fundación del sujeto. Está es la base estructural de los más diversos lazos
sociales; pero los agrupamientos que aquí interesan tienen la particularidad de producirse
entre un número numerable de personas.

El carácter numerable del grupo introduce peculiaridades de los procesos identificatorios, en


tanto los cuerpos de los otros se hacen discernibles. La distribución circular del dispositivo
opera efectos más allá de lo espacial, haciendo posible una particular organización de los
intercambios entre los integrantes; todos estan expuestos a la visión de los otros y pueden,
a su vez, ver a todos y a cada otro.
Alejandro Busto
114

Está característica de los procesos identificatorios de un número numerable de personas


donde los cuerpos se hacen discernibles, afectados unos y otros a juegos de mirada,
establece las condiciones para la organización de redes identificatorias y transferenciales.
Tal peculiaridad en red hace del pequeño grupo un nudo. Nudo que se constituye en las
alternancias de enlaces y desenlaces de subjetividades. Se propician, de tal modo,
singulares anudamientos y desanudamientos que orientan al pequeño colectivo por los
avatares de sus producciones, institucionalizaciones y disoluciones.

¿qué acontece cuando un número numerable de personas hace nudo? Se producen redes
de procesos identificatorios y transferenciales propios y únicos de ese grupo. Puede
considerarse que dicha red constituye una primera formación grupal. También, en tanto el
grupo es un espacio táctico, genera efectos singulares e inéditos, despliega la producción
de sus formaciones, la generación de multiplicidades imaginadas e imaginarias, invenciones
simbólicas y fantasmáticas, como así también sus niveles de materialidad. En síntesis, el
grupo inventa sus formaciones, es decir inventa las formas o figuras de sus significaciones
imaginarias. Estas sostienen la tensión de inventarse en su singularidad y en su
atravesamiento socio-histórico-institucional. Es en este cruce donde despliega sus
acontecimientos, relatos, actos, intervenciones, producciones materiales, afectaciones, etc.

La relación texto-contexto grupal: ¿cómo puede ser pensada la articulación entre todo
aquello que sucede en un grupo y el acontecer social en que tales actividades se
desarrollan? Tradicionalmente, está relación suele expresarse en términos antinómicos,
tales como el “adentro” y el “afuera” grupal; se propone, entonces, la interrogación de las
supuestas barreras adentro-afuera grupal.

El llamado contexto es, en rigor, texto del grupo; es decir que no hay una realidad externa
que produce mayores o menores efectos de influencia sobre los acontecimientos grupales,
sino que tal realidad es parte del propio texto grupal, en sus diversas modalizaciones; es por
ende fundante de cada grupo; más que escenografía, drama grupal.

La palabra con-texto alude a aquello que va con el texto, que lo rodea, ahora bien, ¿que
sería el texto grupal?

El uso aquí dado de texto no se circunscribe a su sentido verbal-escrito, sino que hace
referencia a las formas propias que el grupo construye, desmarcando de está forma el
término texto de su connotación estrictamente lingüística y rescatando su sentido más
amplio, aquel que lo refiere a su productividad. Se quiere resaltar en lo que en un grupo
acontece, en las formas propias que un grupo produce.

Se afirma así que más allá de sus dimensiones expresiva y comunicativa, el texto grupal
tiene un poder generador de sentidos. Implica, por tanto, un juego infinito, donde el sentido
que en algún momento de lectura se le otorga, no agota su productividad. El texto mismo es
un permanente generador de sentidos, que en virtud de sus atravesamientos, se inscribe en
múltiples significaciones. Así, no solo lo dicho y lo no dicho, sino también los movimientos
corporales, los movimientos espaciales, los silencios, pactos, etc, van conformando el
complejo entramado de las configuraciones o formas de un grupo, que en un juego
inagotable son, a su vez, generadores de otros múltiples sentidos. Sentidos diversos que,
por otra parte, operarán particularizadamente en y desde los diferentes integrantes
“abrochando” en forma singular en cada uno de ellos.

Alejandro Busto
115
Así, la intervención interpretante, lejos de constituir una unidad cerrada, lejos de la intención
de encontrar el sentido, puntua; esto es, marca algún punto de la red de sus producciones
simbólico-imaginarias; momento de una secuencia, finalizacion y principio plurivalente
donde las unidades generadoras de sentido se hacen, se envuelven y se deshacen
continuamente. La intervención interpretante puntúa algún sentido, señala un sinsentido,
resalta una paradoja. En ese movimiento, no descubre sino que crea las condiciones de
posibilidad para que otros sentidos puedan ser enunciados.

Si pueden pensarse los grupos en tanto espacios de enlaces y desenlaces de


subjetividades, se insiste en el uso metafórico de nudos; de tal forma los grupos pueden
ofrecerse a la indagación en tanto anudamientos-desanudamientos de subjetividades.

Así, al desdibujar el adentro-afuera, el arriba-abajo, los nudos grupales pueden ser


pensados como complejos entramados de múltiples inscripciones. Nudo, múltiples hilos de
diferentes colores e intensidades lo constituyen: deseantes, históricos, institucionales,
económicos, sociales, ideológicos, etc. Pero en realidad, lo efectivamente registrable no son
los hilos que lo constituyen sino el nudo mismo. Complejo entramado de múltiples
inscripciones: todo está ahí latiendo, todas las inscripciones estan presentes en cada uno
de los acontecimientos grupales; lo que sí variarán son sus combinatorias en cada momento
grupal como también su nivel de relevancia en tal momento; pensar la cuestion de está
manera implica, obviamente, aceptar que en un grupo se estan generando muchísimas más
producciones que aquellas que pueden leerse o anunciarse.

La latencia grupal: todo está ahí, latiendo. Sin embargo, no todo acontecer cobra igual
grado de visibilidad, ni toma forma de enunciado; tampoco sus insistencias son registradas
por todos los integrantes de la misma manera. Si el acontecimiento es producción de
sentido, dependerá de las figuras que el caleidoscopio identificatorio-transferencial invente;
de las implicaciones en que se afecte la coordinación, del momento en que se encuentre la
producción de ilusiones, mitos y utopías grupales; del contrato en tanto organizador
institucional explícito e implícito; de sus atravesamientos socio-históricos. Estas implicancias
organizan aquel universo de significaciones que será disruptivamente atravesado por la
producción de la singularidad de sentido.

El lugar del coordinador: aquello que circula en el plano discursivo, gestual, la


organización de los espacios y tiempos grupales, etc, suele ser interpretado desde una
particular teoría de la lectura por la cual los acontecimientos grupales serían expresión de
un sentido oculto, profundo, que la interpretación debe develar y en ese acto llevarlo a la
superficie.

Pero el acontecimiento no representa ni expresa; está todo ahí, en tal inmediatez que suele
volverse invisible. Si se acepta que el nudo grupal está atravesado por múltiples sentidos y
más de un sinsentido, siempre excederán aquellos que desde la implicación interpretante se
pueden puntuar; el coordinador sólo podrá puntuar algun sentido, interrogar alguna rareza,
indicar alguna insistencia y ya no será quien descubra la verdad de lo que en el grupo
acontece.

Al resitúar la función interpretante desde el lugar develador de verdades profundas hacía la


puntuación interrogante, la otra escena no es una escena escondida; ha estado ahí todo el
tiempo, late, insiste, y aun así muchas veces su presencia permanece denegada. Esto sin
duda redefine un cierto lugar de “poder” del coordinador.

Alejandro Busto
116
Como se vió anteriormente, cuando los psicoanalistas incorporan su trabajo a los grupos, el
lugar del coordinador se redefine, se pasa del coordinador-líder al coordinador-oráculo.

Actualmente, otro descentramiento se vuelve posible en tanto la función interpretante se


propone puntuar insistencias, interrogar rarezas, paradojas, etc. Ellos laten-insisten en los
textos grupales; el coordinador desde su implicación -y no fuera- solo registra algunos. Por
ende, función interpretante realizada desde un lugar de ignorancia; lo cual requiere
necesariamente la renuncia al saber de la certeza.

Tal renuncia no exime a quien se posicione como coordinador de una formación específica
en los conocimientos teóricos y técnicos que lo legitimen para su función. Es necesaria una
observación permanente, por parte del coordinador, de su lugar y una rigurosa formación
especializada en grupos.

Múltiples sentidos y algún sinsentido que circulan entrecruzados en el acontecer grupal; la


intervención interpretante al puntuar algunos de ellos intenta evitar el cierre-obturación que
toda evidencia de verdad produce. De está forma la coordinación hace posible aperturas a
nuevas producciones de sentido. El coordinador no es el poseedor de una verdad oculta,
sino alguien interrogador de lo obvio, provocador-disparador y no propietario de las
producciones colectivas; alguien que más que ordenar el caos busca aquella posición que
facilite la capacidad imaginante singular-colectiva.

La dimensión institucional de los grupos: la dimensión institucional no se agota en sus


aspectos funcionales. Tiende a normativizar el tipo de enunciados que es pertinente en
cada una de ellas autorizando algunos y excluyendo otros; por fuerte que sea su inercia
burocrática, no es una cosa, sus límites son siempre provisionales y siempre es posible
desplazarlos en los juegos instituyentes. En ese sentido una institución es una red simbólica
socialmente sancionada en la que se articula junto a su componente funcional un
componente imaginario.

Desde está noción de institución, puede pensarse a los grupos desplegándose en lo


imaginario institucional donde inscriben sus prácticas; lo imaginario institucional tanto puede
promover como dificultar las actividades de grupo.

Por ejemplo, la distribución circular (sentarse en círculos) de los dispositivos, a pesar de ser
la misma, puede variar en su significación imaginaria dependiendo del dispositivo en donde
se aplique. En un aula de clase en el liceo, sentarse en círculos puede tener una
significación imaginaria de “panóptico grupal” en donde todos quedan bajo una mirada de
control por parte de docente, sin embargo, en el grupalismo el propósito de la organización
circular del espacio se sostiene en la intención de favorecer determinado tipo de
enlaces-desenlaces de las subjetividades que se supone ha de propiciarse al estar todos a
la vista de todos.

Pero ¿está figura del “panóptico grupal” será exclusiva de significaciones imaginarias de
grupos inscriptos en instituciones disciplinarias o también se forma en los dispositivos
clínicos?

Como hemos visto, lo imaginario institucional puede promover o incentivar la producción


grupal. Por ejemplo, en el circuito profesional privado la dimensión institucional se
constituye a partir del sistema de reglas que el coordinador instituye conformando un
sistema simbólico. Coordinación y sistema de reglas operan como disparadores de lo
Alejandro Busto
117
imaginario y crean algunas de las condiciones necesarias para que ese grupo comience a
diseñar sus propias formaciones grupales.

La inscripción institucional de los grupos constituye su impensado, lo negativo, lo invisible,


su inconsciente.

Es necesario resaltar que las producciones de un grupo nunca dependeran exclusivamente


de la particular combinatoria de identificaciones, transferencias, etc entre sus integrantes.
Tampoco será mero reflejo o escenario donde lo imaginario institucional podrá desplegarse.
En cada grupo, la combinatoria de sus diferentes inscripciones producirá un nudo propio
singular irreductible.

De está forma, se pretende inscribir lo grupal en lo institucional, sin perder lo específico de


la grupalidad. Es necesario sostener tal especificidad sin hacer de los grupos islas y, al
mismo tiempo, tomar como vector de análisis la dimensión institucional. Se piensa más bien
en un movimiento tal, donde grupo e institución se significan y resignifican mutua y
permanentemente. Porque si bien no hay grupos sin institucion, ¿que institucion podra ser
aquella que no sea habitada por grupos por momentos aliados o antagónicos, en conflicto, o
naciendo a su vez a redes solidarias; vacilando entre los caminos de la burocratización,
repetición, invención y nacimiento de lo nuevo? En síntesis, un grupo se inscribe en un
sistema institucional dado, de la misma manera que la institución solo vive en los grupos
humanos que la constituyen.

Algunos impensables: volviendo al lugar del coordinador, es importante resaltar que en la


figura de este no solo se transfieren imagos familiares, sino también transferencias
institucionales; así muchas veces este es vivido como el “representante” de la institución
donde el grupo inscribe su práctica. Y lo que es más, estas transferencias muchas veces
transfieren dimensiones actuales de conflicto social. Este criterio amplio de transferencia
suele quedar en invisibilidad en la lectura de los acontecimientos grupales; cuando así
sucede se produce un particular reduccionismo. Se instrumenta allí una noción de fantasma
“privatizado”, es decir viciado de sus posibles afectaciones institucionales, sociales y
políticas. De tal forma, se crean las condiciones para descontextuar al grupo; para que esto
sea posible ha sido necesario denegar las dimensiones institucionales y socio-politicas, es
decir, lo público. Pero, si el contexto es texto grupal, en realidad, haciendo eso des-textúan,
es decir, vacían, exilian, desterritorializan del propio grupo la dimensión socio-institucional
que late en él permanentemente.

Lo que se deniega es lo que ilusoriamente se ha puesto en un “afuera” grupal,


invisibilizando problemáticas tan específicas como por ejemplo los juegos de poder dentro
del grupo y/o en relación a la institución, la problemática del dinero, los conflictos surgidos
en función de los niveles de apropiación de los bienes simbólicos y materiales que un grupo
produce, etc. En síntesis, se exilia la política de los grupos.

La propia existencia grupal implica para subsistir reglas y obligaciones, invisibilizadas.


Cuando estas se vuelven visibles a sus integrantes, se define la dimensión política del
grupo, es decir, la dimensión de sentido con respecto al poder, cuyo ejercicio puede llevarse
a cabo a través de diversas figuraciones y modalidades: la propiedad de los bienes -sean
materiales o simbólicos-, la economía de los intercambios, la localización de las instancias
normativas ideales, los valores cognoscitivos, etc. De alguna manera, cuando se invisibiliza
la política de los grupos -sus propios juegos de poder- se ejerce una violencia: la
apropiación de sentido, que politiza, despolitizando su lectura.
Alejandro Busto
118
El contrato grupal: dentro de los dispositivos grupales existe un contrato grupal operando
como un verdadero organizador institucional, pero también organizador subjetivo de las
prácticas de los integrantes del grupo. Al explicitar normas de funcionamiento establece un
acuerdo entre las partes, un código y sus rituales. Está es su dimensión explícita funcional;
a partir de ella se disparan diversas significaciones imaginarias.

Nunca está todo dicho en un contrato. Sus dimensiones no dichas, implícitas, operan sus
efectos en latencia. A partir de allí puede inferirse que en el contrato grupal se instala una
cierta concepción de las cosas que no son las mismas fuera de ese mundo, es decir se
produce un sistema de significaciones que construye y da sentido al contrato grupal.

Me refiero a que el contrato grupal rige la interacción grupal entre coordinador e integrantes,
los contratantes (coordinadores) despliegan sus prácticas en una institución inventada a tal
efecto. El contrato organiza una visión del mundo: didáctica, excluyente y en varias maneras
extraña a la visión del mundo donde evolucionan los individuos ordinariamente; se instaura
allí una cierta concepción de las cosas del mundo grupal que no son las mismas fuera de
ese mundo.

Es importante resaltar que no se está diciendo que se deban pensar dispositivos grupales
por fuera de contratos, esto no es algo que se pueda hacer. Estos normativizan enunciados
y prácticas como también sus lógicas estableciendo que es pertinente, en determinada
inscripción institucional y que no lo es; por lo tanto, al demarcarlo, hacen posible el campo
de intervención.

Alejandro Busto
119
Módulo 7 - Institucionalismo
1. ¿Cuándo y dónde surge el Análisis Institucional y cuál es su proyecto político y
epistemológico?
2. ¿Cómo define a la institución y en qué medida este concepto nos aporta a
problematizar la tensión individuo-sociedad?
3. ¿Por qué lo imaginario cumple un rol particular en los procesos institucionales?
4. ¿Qué estrategias se plantean para el análisis de las instituciones, entre ellas la
institución de el/la analista institucional?
Notas de clase: El rebasamiento que hacía el análisis institucional se hacía en el sentido
de un desplazamiento disciplinar que iba desde la psicosociología lapassadiana hacía la
sociología lourauniana. Está sociologia lourauniana se autodefinia como “contrasociológica”,
contrasociológica en el sentido de que es una sociología que tiene postulados sociológicos
de sentido contrario a la ideología dominante.

Aportes del análisis institucional a la psico social


● La priorización del terreno frente al efecto Goody y la institucionalización de la
investigación, para no transformar la investigación en otra cosa que no sea
investigación, una manera de desbordar esa idea de una investigación en la cual
una vez que la inicias ya sabes que va a pasar, es la de priorizar el terreno.
● Colectivización del análisis, tiene que entenderse como un concepto político, en el
sentido de deponer el poder del intelectual y el poder del interviniente, de dinamizar
cualquier intento de “altar” en donde el intelectual se sitúa, para situarse en el mismo
lugar que la colectividad en la que interviene, incluyéndose en dicho análisis de esa
colectividad. Es un concepto que se extrae de elementos históricos y de
consideraciones políticas dentro de las revoluciones. El modelo de colectivización es
un modelo que plantea que hay que salirse de los modelos hegemónicos. Se trata
de colectivizar el análisis, no la ciencia ni el saber o el conocimiento. Se trata de la
supresión del lugar tradicional del analista, se trata de hacer análisis a partir de
métodos que son completamente opuestos a los métodos de unificación del saber,
donde lo que interesa son los saberes en alteridad, saberes en lucha entre si,
saberes contradictorios como los saberes que producen los analizadores, lo cual
implica renunciar a las figuras del conocimiento que lo plantean como verdades
universales e inamovibles, por lo contrario, se concibe el conocimiento como menos
estructurado, no universal ni ahistórico, sino situado y temporal; un conocimiento que
tiene validez sin lugar a dudas en el sentido de que son certezas de que en cierto
tiempo se caen, ciertas interpretaciones que pronto perderán su vigencia, es decir,
un saber consciente de sus propias limitaciones.
● Las intervenciones desde el planteamiento del análisis institucional no pretenden
resolver nada, se sitúan en el campo del saber, tratan de que se produzca un
análisis colectivo sobre nuestros espacios cotidianos, lo que se hace con lo que se
produce mediante ese proceso de análisis le corresponderá a cada grupo, a cada
colectividad, como instrumentarlos. Los efectos de un análisis son imprevisibles,
puede que no pase nada o que se produzcan efectos a mediano o largo plazo, en el
corto plazo es muy difícil que suceda algo.
● Institución: muy brevemente, etimológicamente, refiere a “algo que no es estático
sino que permanentemente se está ‘parando’ adentro de algo”, es decir, no es algo
que se paró y quedó ahí, sino que continúa parándose. En este sentido, la institución
es parte del equilibrio psicológico de las personas. Una institución no puede

Alejandro Busto
120
sobrevivir si no se está transformando permanentemente, (acá viene lo de instituido
e instituyente

Los imaginarios sociales y la producción de sentido - Fernandez

Los imaginarios sociales

La teorización de este campo de problemas fue inaugurada por Cornelius Castoriadis, quien
acuñó este término en 1964.

La noción de imaginario social alude al “conjunto de significaciones por las cuales un


colectivo (grupo, institución, sociedad) se instituye como tal; para que como tal advenga, al
mismo tiempo que construye los modos de sus relaciones sociales-materiales y delimita sus
formas contractuales, instituye también sus universos de sentido. Las significaciones
sociales, en tanto producciones de sentido, en su propio movimiento de producción inventan
(imaginan) el mundo en que se despliegan.

Lo imaginario remite no como “imagen de”, sino como capacidad imaginante, como
invención o creación incesante social-histórica-psíquica, de figuras, formas, imágenes, es
decir, producción de significaciones colectivas. Es siempre simbólico y refiere a la capacidad
de inventar-imaginar significaciones, constituyéndose en el modo de ser de lo histórico
social.

Lo imaginario al referir a la capacidad imaginante, a la capacidad de inventar lo nuevo, tiene


para Castoriadis dos vertientes:
1. histórico-social: los imaginarios sociales instituyentes o imaginario radical
2. psíquica: la imaginación radical, la psique

Con respecto a los imaginarios sociales en tanto dimension historico-social, Castoriadis


distingue entre:
- Imaginario social efectivo (instituido): a este pertenecerían aquellos conjuntos de
significaciones que consolidan lo establecido; en está dimensión los universos de
significaciones operan como organizadores de sentido de los actos humanos
estableciendo líneas de demarcación de lo lícito y lo ilícito, de lo permitido y lo
prohibido, de lo bello y lo feo, etc. El imaginario efectivo es lo que mantiene unida a
una sociedad, haciendo posible su continuidad y grados de cohesión.
- Imaginario social radical (instituyente): para que una institución, un grupo, se
conforme como colectivo no solo es necesario que construya sus relaciones tanto
materiales como sociales y defina sus formas contractuales sino que - al mismo
tiempo- debe instituir sus significaciones imaginarias, es importante, entonces, poner
en consideración que lo histórico-social no crea o inventa de una sola vez y para
siempre significaciones imaginarias; el desorden social se despliega cuando
aparecen nuevos organizadores de sentido. Esos nuevos organizadores de
sentido y las prácticas sociales que le son inherentes refieren a lo imaginario
social no instituido, radical, instituyente, que permite la irrupción de nuevos
organizadores de sentido.

Su capacidad de conservar lo instituido pero también su potencialidad instituyente de


transformación -ya que establece líneas de fuga de los disciplinamientos sociales- sitúa la
dimensión de la producción de significaciones colectivas como una temática inseparable del
problema del poder o, dicho de otra manera, establece la relación entre imaginarios
Alejandro Busto
121
sociales, subjetividad y producción de transformaciones sociales e instala la dimensión del
poder en el centro mismo de la producción de subjetividad.

Una de las características más profundas de lo simbólico es su relativa indeterminación. La


urdimbre inmensamente compleja de significaciones orienta y dirige toda la vida de los
individuos concretos que corporalmente constituyen una sociedad. Dios, dioses,
ciudadanos, nación, Estado, dinero, hombre, mujer, etc, hoy son lo que son en virtud de las
significaciones imaginarias sociales que los hacen ser. Estas significaciones son imaginarias
porque estan dadas por creación o invención, es decir, no corresponden a elementos
estrictamente reales, y son sociales porque solo existen siendo objeto de participación de
un ente colectivo o anónimo.

Las significaciones imaginarias operan en lo implícito -es decir, no son explícitas para la
sociedad que las instituye- y establecen el modo de ser de las cosas, los valores, los
individuos. Las significaciones no son aquello que los individuos se representan consciente
o inconscientemente, ni lo que piensan; son aquello por medio de lo cual y a partir de lo cual
los individuos son producidos como individuos sociales con capacidad para participar en el
hacer y en el representar-decir social, y en tal sentido pueden representar, accionar y
pensar de manera compatible y coherente aun en el conflicto.

Una sociedad es también un sistema de interpretación del mundo, de construcción, de


creación, invención de su propio mundo. Según Castoriadis, una sociedad inventa
significaciones.

Estas producciones de sentido, de sentido organizador, no estan ahí para representar otra
cosa, sino que estos esquemas organizadores son condición de representatividad de
aquello que esa sociedad puede darse. Aquello que mantiene unida a una sociedad es su
institución. En otras palabras, el proceso por el cual la sociedad se instituye como totalidad,
la institución de normas, valores y lenguaje, no son solo herramientas o procedimientos
para hacer frente a las cosas, sino más bien son los instrumentos para hacer las cosas; en
particular para “hacer individuos”. De conformidad con sus formas, la institución produce
individuos, quienes, a su vez, estan en condiciones de reproducir la institución de la
sociedad. En tal sentido, la institución de la sociedad está hecha de múltiples instituciones
particulares que, funcionando en coherencia, hacen que, aun en crisis, una sociedad sea
esa misma sociedad.

Lo instituido y su autoalteración: las significaciones imaginarias centrales

Castoriadis distingue 2 tipos de significaciones imaginarias sociales:


- Las centrales: creadoras de ideas organizadoras
- Segundas o derivadas

La emergencia de una significación central reorganiza, redetermina, reforma, resuelve una


multitud de significaciones sociales ya disponibles, a las que altera. Se dan justamente con
y no pueden darse sin transformaciones de las actividades y de los valores de la sociedad
en cuestión como tampoco sin transformaciones en los individuos y objetos sociales.

Más allá de las argumentaciones que instituye, la institución de una significación central
siempre opera en lo implícito. Esto es válido para todas las significaciones sociales
centrales, se trate de la familia, la ley, el Estado, etc.

Alejandro Busto
122
Las significaciones centrales no son significaciones de algo ni agregadas o referidas a algo.
Son ellas las que dan existencia a una sociedad determinada, a la coparticipación de
objetos, actos, individuos. No tienen “referente” sino que instituyen un modo de ser de las
cosas y los individuos referidos a ellas. En tanto tales no son necesariamente explícitas
para la sociedad que las instituye, por ello mismo condicionan y orientan el hacer y el
representar sociales, en y por los cuales ellas continúan alterandose.

Las significaciones sociales son condición de lo representable y frecuentemente de lo


practicable. Por tal motivo para Castoriadis toda “exploración” de lo social a partir de lo
individual, toda reducción de la sociedad a alguna psicología, lleva a un callejón sin salida.

La institución de una sociedad es en cada momento institución de significaciones


imaginarias sociales y la sociedad, sea como instituyente o como instituida, es
intrínsecamente historia-temporalidad, es decir, autoalteración.
La sociedad instituida no se opone a la instituyente como un producto muerto a una
actividad, sino que representa la fijeza-estabilidad relativa y transitoria de las formas-figuras
instituidas en y por las cuales la imaginación radical puede ser y darse existencia como
histórico-social.

Una sociedad es siempre autoalteración perpetua en un juego inacabado entre sus


formas-figuras relativamente fijas y estables y el estallido de estas que serán
posición-invención de otras formas-figuras.

En el grupo

Si bien en todo recorte social, por ejemplo un pequeño grupo un un grupo amplio, laten en
diferentes intensidades diversos núcleos de significaciones que caracterizan el momento
sociohistórico en que se despliegan sus prácticas, operan también en latencia las
significaciones imaginarias que dan sentido a las instituciones donde estan inscriptos. En
las instancias institucionales se reactualiza la tensión instituido-instituyente tanto en su
dimensión reproductiva como transformadora.

Un grupo no solo es tributario de las producciones de significación más generales que la


sociedad instituye. En un imaginario grupal las figuras y las formas que ese número
numerable de personas inventa a lo largo de su historia común dan cuenta de sus razones
de ser como colectivo; aquí adquieren toda su potencia las improntas de los
atravesamientos institucionales y sociohistoricos tanto como los atravesamientos
identificatorios y deseantes, propios de su singularidad grupal.

Es decir que en la producción de significaciones de un pequeño grupo se hallan presentes


como un verdadero anudamiento líneas de significación propias y específicas de ese grupo,
atravesadas por la dimensión institucional y sociohistórica.

Desde está perspectiva habrá que incluir en la indagación el movimiento por el cual un
agrupamiento deviene grupo, es decir, los momentos en los que un grupo instituye sus
creencias y consolida sus mitos; podría decirse que un grupo se instituye como tal cuando
ha inventado sus significaciones imaginarias.

La importancia de operar en el campo grupal con la noción de significaciones imaginarias


es, al menos, doble, ya que:

Alejandro Busto
123
- Permite ejemplificar sobre el abordaje de criterios multireferenciales (los criterios
unidisciplinarios se han vuelto reductivos para pensar lo grupal), lo cual hace
necesarios nuevos requisitos metodológicos, y que muchas de las certezas
constituidas al interior de un campo unidisciplinario entren en interrogación.
- Permite pensar de otro modo la relación entre lo subjetivo y lo social, de manera que
no queden de entrada en territorios separados que luego se vuelven muy difíciles de
articular. En este sentido, la incorporación de está noción tiene una importancia
estratégica en la confrontación con un modo de pensar la subjetividad como
interioridad psicológica.

La indagación de los imaginarios sociales es inseparable de la indagación de las prácticas


que motorizan o de las que son tributarios, sea que sus articulaciones presenten armonías,
discrepancias o ambas cuestiones a la vez. Imaginarios y prácticas son dos de las
instancias que intervienen en los dispositivos históricos, institucionales, comunitarios, de
producción de subjetividad.

¿Cuál es la importancia estratégica de la noción de imaginario social para la


construcción de un campo de problemas de la subjetividad?

Su importancia radica en la pertinencia que tiene como herramienta de trabajo en la


“construcción de una idea de subjetividad histórica y no esencial, en proceso de devenir y
no como entidad sustancialista, instituyéndose en la diversidad de sus lazos sociales y no
pensada desde categorías de un sujeto solipsista”.

Ya no se podrá pensar “lo social” como el todo social objetivado ni “el sujeto” psíquico
construido básicamente en el solo juego de sus identificaciones tempranas. Como noción
provoca al desdisciplinamiento disciplinario, a construir una apuesta que ponga en fuerte
incomodidad los binarismos de individuos y sociedades. ¿Cómo sostener adentros y
afueras, interioridades psicológicas y exterioridades sociales, cuando pueden considerarse
las instituciones fundando, inventando cuerpos, prácticas y subjetividades? ¿Cómo pensar
“la sociedad” como todo social si en su permanente autoalteración nunca se produce como
totalidad?

Los sentidos encarnados: un real más real que lo real

Lo social-histórico es lo colectivo anónimo, lo humano impersonal que llena una formación


social dada, pero que también la engloba, que ciñe cada sociedad entre las demás y las
inscribe a todas en una continuidad en la que de alguna manera estan presentes los que ya
no son, los que quedan fuera e incluso los que estan por nacer. Es, por un lado, unas
estructuras dadas, unas instituciones y unas obras, “materializadas”, sean materiales o no;
y, por otro lado, lo que estructura, instituye, materializa. En una palabra, es la unión y la
tensión de la sociedad instituyente y la sociedad instituida, de la historia hecha y de la
historia que se hace.

Las relaciones individuo-sociedad no pueden ser consideradas relaciones de dependencia o


relaciones de influencia, sino como relaciones de inherencia. Está relación de inherencia,
evidente y al mismo tiempo oscura, supera indefinidamente nuestra aprehensión de la
misma. Desde está perspectiva se vuelve reductivo todo intento de cercarla, reducirla,
explicarla desde enunciados de leyes históricas, del mismo modo como nuestra corporeidad
no puede reducirse a leyes biológicas, o un sueño no puede agotarse en sus

Alejandro Busto
124
interpretaciones posibles cualesquiera sean las legalidades puestas en juego para pensar lo
inconsciente.

¿Como en determinados momentos históricos se produce la autoalteración del


social-histórico, transformándose prácticas y/o imaginarios que parecían inmutables
o naturales?

La dimensión de la subjetividad se torna acá decisiva. Dimensión subjetiva que no podrá ya


pensarse desde un sujeto de mera interioridad psicológica.

Si bien lo social-histórico no puede pensarse fuera de las sinergias de lo instituido y lo


instituyente que conforman las instituciones que lo componen, aquí también se presentifica
ese algo más que establecerá la distancia entre los movimientos instituyentes de una
sociedad y lo que está instituido.

Con respecto al lenguaje, en el que puedo decirlo todo y no cualquier cosa, en el cual estoy
a la vez determinado y libre, Castoriadis hace una distinción significativa al considerar que
el lapsus y el delirio no son posibles más que en el lenguaje pero no son el lenguaje.

Con respecto al problema del sentido, afirma que es imposible sostener que el sentido
resulta de la combinación de los signos. Considera, por el contrario, que la combinación de
los signos resulta del sentido ya que el mundo está hecho de gente que interpreta el
discurso de los demás; para que los signos existan, primero es necesario que las personas
hayan hablado. Pero hablar es ya elegir signos, dudar, rectificarse, rectificar los signos ya
elegidos, en función de un sentido. Insiste en que un sentido jamás puede ser dado
independientemente de todo signo, pero a su vez es distinto de la oposición de los signos y
no está forzosamente vinculado a una estructura significante particular. Es algo más que
oposición de signos en una estructura.

Castoriadis establece una fuerte demarcación cuando plantea que considera el sentido
como “resultado” de la diferencia de signos es transformar las condiciones necesarias de la
lectura de la historia en condiciones suficientes de su existencia. Sin duda, no hay historia
sino del hecho de que los seres humanos comunican por un medio simbólico. Pero este
simbolismo es él mismo inventado.

A su criterio, una de las consecuencias más fuertes de pensar el sentido como combinatoria
de signos es que se elimina la cuestión histórica por excelencia: la génesis de sentido. Esto
es, la producción de nuevos sistemas de significado y significante.

Por ejemplo, en el mundo antiguo el esclavo era visto como un zoon vocale (animal
hablante). El esclavo imaginado de tal forma da cuenta de la producción colectiva y
anónima de un universo de significaciones imaginarias por las cuales en un momento
histórico específico es “natural” imaginar y accionar con/desde ese grupo de personas como
si fueran animales hablantes. Pero esos imaginarios y sus prácticas no son autónomos sino
que forman parte de los dispositivos de poder que objetivizan y subjetivizan tales
significaciones.

Para que aquellos que se encuentran en situacion de subordinacion permanezcan en ella y


para que tal relación de fuerzas pueda reproducirse a través de largos períodos históricos
es necesaria la producción de modos de objetivación que argumenten y legitimen y modos
de subjetivación que “naturalicen” su posición social desventajosa.
Alejandro Busto
125
Las significaciones imaginarias sociales no existen al modo de una representación sino que
son de otra naturaleza. No pueden ser captadas más que de modo derivado y oblicuo ya
que dan cuenta de la distancia entre la vida de una sociedad y las explicaciones
racionales-funcionales sobre ella que ella misma produce. Las significaciones imaginarias
sociales -particularmente las significaciones centrales de una sociedad- no denotan nada y
connotan prácticamente todo.

En el planteo de Castoriadis no puede pensarse la historia fuera de la imaginación


productiva o creadora que él ha denominado como imaginación radical. Está se manifiesta
tanto en el hacer histórico como en la constitución de sus universos de significación.

Hacer histórico y significaciones, como aspectos de lo imaginario social, se rigen por un


cierto nivel de indeterminación y constituyen el mundo social.
Este se encuentra articulado en función de redes de significaciones que existen -una vez
inventadas- al modo de lo imaginario efectivo.

El papel de las significaciones es producir un modo particular de respuestas a interrogantes


fundamentales de una colectividad en tanto cada sociedad debe definir su identidad, su
mundo, sus relaciones con él y los objetos que contiene, sus necesidades y sus deseos.
Sin universos de sentido frente a estas cuestiones no hay modo de constituir una sociedad.

No son preguntas ni respuestas explícitas sino que en el hacer de un colectivo en sus


prácticas sociales y en sus prácticas de sí se producen estos “sentidos encarnados”, que
vuelven inteligibles, coherentes y naturales para quienes lo componen: sus acciones,
valoraciones, sistemas de prioridades, criterios éticos, estéticos, políticos, etc.

El análisis de las implicaciones - Manero

El conocimiento no es únicamente descripción más o menos controlada de un objeto de la


realidad, sino que aparece como producción o resultado de acciones recíprocas entre el
sujeto y el objeto. El conocimiento contiene en sí mismo las formas singulares por las que
se establece: supone, evidentemente, la elucidación del acto mismo de conocer.

Sin embargo, si observamos los planteos de filósofos y académicos en la historia, todo hace
parecer que el conocimiento, en la medida en la que nos revela la constitución y la forma en
la que el mundo está organizado y se produce, también oculta el modo en el que él mismo
se produce y organiza. El saber especializado se asienta sobre la ignorancia y el
ocultamiento de sus propias condiciones de producción.

¿Sirve de algo preguntarse sobre las implicaciones?

En relación con los productos de las investigaciones, el análisis de las implicaciones parece
no formar parte medular del proceso mismo de investigación. Todo parece indicar que el
edificio científico se sostiene en independencia y completa autonomía respecto de los
actores o grupos sociales que lo generan. La autonomización de la ciencia en relación a la
sociedad que la instituye define claramente su característica enajenada, alienada.

Este fenómeno de alienación nos permite, de cierta manera, describir mínimamente la


lógica de dicho saber, y las formas de racionalidad que lo subtienden. Se trataría de ver, de
observar o elucidar las formas de nuestra propia racionalidad.

Alejandro Busto
126
La creencia evidentemente metafísica en las infinitas bondades de la Razón y la
racionalidad no es razonable. La lógica racional que estructura permanentemente nuestra
sociedad está estructurada sobre la mistificación de la razón. La misma idea de razón que
manejamos es producto de un imaginario social, históricamente producido, que lleva la
racionalidad a su límite.

El saber y la ciencia se han constituido históricamente como una institución. ¿Cómo,


entonces, realizar un análisis institucional de la institución científica?

Debemos entender estos métodos como producciones que no hacen únicamente al


problema del conocimiento de los objetos en sí, sino que al mismo tiempo producen
sistemas de relaciones, prácticas repetitivas que constituyen una institución. Al mismo
tiempo que elucidan parcialmente la realidad, estos verdaderos corpus teóricos aportan
nuevos significados y contenidos al proceso de alienación de la institución científica.

Toda investigación científica consiste en un acto de parcialización, de recorte y


resignificación de la realidad, y al mismo tiempo que nos permite conocer las “conexiones
parciales” entre elementos de la realidad, olvidando los fundamentos de su propia
racionalidad, la investigación científica es un acto de ocultamiento y de mistificación de la
institución científica.

El proyecto del análisis institucional de la institución científica solo puede correr de la mano
de transformaciones sociales más amplias, de un cuestionamiento generalizado de la
alienación entendida como autonomización de las instituciones respecto de la sociedad que
las instituye.

Si el gran proyecto de la transformación de la sociedad pasa por el autorebasamiento de la


razón, y este no es posible sin el cambio de nuestra relación con la institución del saber, de
la institución científica, el análisis de las implicaciones tiene una dirección y un sentido, y se
constituye como un proyecto de análisis institucional de dicha institución.

Algunas fuentes científicas del análisis de las implicaciones: Se podría plantear que el
análisis de las implicaciones se inicia con el proceso mismo de institucionalización del
conocimiento científico, es decir, como efecto de la institucionalización del saber.

Fuentes psicológicas: los descubrimientos freudianos sobre el psiquismo impactaron


fuertemente la relación sujeto-objeto como sistema de conocimiento. El proceso y los
métodos de conocimiento inventados por el psicoanálisis han estado cuestionados por el
análisis en acto de las implicaciones del analista. Desde el polo del analista, la cuestión de
la contratransferencia llevó a Ferenczi a sugerir modificaciones posibles al dispositivo
psicoanalítico. De ahí en adelante, el fenómeno de la contratransferencia ha jugado un
papel fundamental en los desarrollos teóricos y técnicos en el psicoanálisis.

A partir de los descubrimientos de Winnicott sobre los objetos transicionales, un grupo de


especialistas de una clinica psiquiatrica se dio cuenta de que la contratransferencia que
experimenta el psiquiatra-psicoanalista en el contexto hospitalario era incoprensible si no se
incluyen elementos de sexo, raza, clase social, etc. Es decir, que la contratransferencia
experimentada no se reducía al ámbito estrictamente psicológico, sino que había que
entenderla en tanto contratransferencia institucional.

Alejandro Busto
127
Fuentes sociológicas y antropológicas: en sus dimensiones colectivas, quizás hayan
sido los antropólogos y sociólogos quienes hayan reflexionado más profundamente sobre el
problema de sus propias condiciones e implicaciones en la producción de conocimiento.

En antropología, desde hace bastante tiempo es moneda corriente el debate sobre las
implicaciones políticas de la investigación etnológica. El debate acerca de la aculturación
permitía a los investigadores plantear los efectos devastadores que habían tenido sus
propios procesos de conocimiento en las realidades estudiadas.

Desde los inicios de la antropología el proyecto de conocimiento está en íntimo contacto,


subtendido por una serie de políticas que el investigador, consciente o inconsciente, se
niega a analizar. De está forma, el análisis diaristico (análisis de los diarios del investigador)
muestra otra faceta del proceso de conocimiento: las políticas inconfesables que se niega a
analizar se encuentran soportadas en la propia intimidad del investigador. Por ejemplo,
muchos años después de la publicación de su obra científica, el autor Condominas, luego
de leer el libro de Lourau, le escribe y amplía sus confesiones. En su fuero íntimo,
Condominas considera de mayor cientificidad su diario al texto científico, es decir, su
verdadera obra científica se encuentra en el diario, en el cual la reflexión sobre lo que
realmente está haciendo está presente.

En la sociología este tipo de reflexiones está presente de 2 maneras:


1. En la de los sociólogos que incluyen el análisis de sus implicaciones como parte
de su texto científico.
2. En los que no son sociólogos pero actúan como tales: en lo que se denomina
como sociología del conocimiento, muchos intelectuales no necesariamente
sociólogos actúan como tales en el análisis de las implicaciones de su pertenencia a
este estrato social.

Fuentes epistemológicas: la epistemología resulta ser el terreno natural de la


interrogación filosófica que guía el análisis de las implicaciones. Y si bien el debate entre
historiadores sobre la “historia interna” de la ciencia resulta importante, en el campo
epistemológico resulta especialmente interesante los aportes indirectos al debate sobre el
conocimiento, como resultado de investigaciones en áreas específicas del conocimiento.

Así, por ejemplo, los descubrimientos de Heisenberg en la física, que a través de su


“principio de incertidumbre”, pusieron en relieve, para la ciencia más dura, la intervención
subjetivo y transformadora del sujeto en el curso de los fenómenos que le interesa observar,
a través de sus instrumentos de medición.

Jack Goody, por su parte, mostró que la observación del investigador frecuentemente
estaba sobredeterminada por la representación que se formaba de su escritura final. Así,
Lourau concluye que el contexto de justificación determina, por la vía de la institución
científica, a partir del futuro, al contexto de descubrimiento.

El estudio de Foucault sobre diversos tipos de dispositivos sociales como cárceles, como
los dispositivos sobre la sexualidad, sobre la locura, etc., permitirán comprender más a
fondo los propios dispositivos de investigación. Si Heisenberg había descubierto la
intervención subjetiva del investigador en las ciencias físicas, Foucault mostrará la
producción que se deriva de la puesta en marcha de los dispositivos sociales, incluyendo
los dispositivos de investigación. Está idea del dispositivo como una máquina productora de

Alejandro Busto
128
los fenómenos sociales que está destinada a controlar es directamente aplicable al
conocimiento científico.

Concluyendo de está manera que los dispositivos de investigación producen los fenómenos
que desean observar. Así, el conocimiento de los fenómenos producidos desde la
artificialidad de los dispositivos de análisis será una representación de la realidad, distinta a
aquella que procede de la vivencia directa de la continuidad de lo social-histórico.

El análisis de las implicaciones en el análisis institucional: el análisis institucional, en


su proyecto de análisis generalizado de las instituciones, ha desarrollado, a través de su
concepto de análisis de las implicaciones, un intento de análisis institucional de la relación
que liga al investigador con la institución científica, es decir, el análisis institucional de la
institución científica.

Antes que el concepto de implicación, la noción de contratransferencia institucional hizo su


aparición como uno de los elementos básicos a tomar en cuenta en el dispositivo
socioanalítico.

El concepto de implicación aparece por primera vez en el libro de Lourau, “El análisis
institucional”. En ese momento, las fuentes más directas y primarias del concepto de
implicación se refieren más al contexto pedagógico y socioanalítico, en tanto reflexión sobre
el lugar del formador o el interviniente en el contexto de su intervención (pedagógica o
socioanalítica). Está primera reflexión sobre el concepto estará marcada por ser una
reflexión en torno a las implicaciones primarias, susceptibles de ser formuladas y analizadas
en la situación de intervención.

En la medida en la que el análisis institucional se manifestó de inicio en los terrenos de la


formación y psicosociológicos, no es de extrañar que la noción de contratransferencia
surgiera como síntesis de la transposición de la clínica dual a la clínica colectiva. En este
primer momento, el análisis de las implicaciones del interviniente, a través del concepto de
contratransferencia institucional, permitía en análisis las relaciones o interacciones
interindividuales in situ.

En un primer acercamiento al concepto, Lourau optó por proponer, para el análisis de las
implicaciones primarias (aquellas que tienen que ver con el análisis in situ, en el contexto de
intervención, del lugar del formador o del interviniente), un esquema más o menos calcado
de la lingüística de Jackobson.

Los años que van del 72 al 78 impondrán al movimiento socioanalítico un programa de


investigación centrado en dos conceptos básicos:
1. analizador
2. institucionalización

En 1978, con la publicación de “El Estado inconsciente” de Lourau, el problema de las


implicaciones toma básicamente dos direcciones.
a) Por un lado, en una sección destinada al análisis del Estado en el Análisis
Institucional, donde se plantea la figura del intelectual implicado en oposición al
intelectual comprometido de Sartre. Dicha oposición, en palabras de Lourau, no
consiste tanto en lo referido a la pureza del intelectual sino, en todo caso, por la
disposición a analizar lo que realmente está haciendo con sus prácticas
intelectuales, es decir, a analizar sus implicaciones.
Alejandro Busto
129

b) En el mismo texto, las condiciones sociopolíticas de posibilidad de estudio del


Estado permiten a Loruau iniciar una larga reflexión sobre la institucionalización de
los intelectuales, incluidos los institucionalistas. Predispuestos a la
institucionalización, los intelectuales serán incapaces de plantearse que “el lugar
social del intelectual predefine ya su propio dispositivo de observador”.

La primera obra que decididamente abordará el proyecto de un análisis institucional de la


institución científica será “Le lapsus des intellectuels”. Este texto es un intento de sociología
de la intelligentsia centrado en la noción de implicación. A diferencia de los textos
anteriores, en los cuales el concepto aparecía como un concepto básicamente descriptivo
de una posición, centrado en el espacio, o recordando un objeto propiamente interaccional
(Contratransferencia institucional), el concepto de implicación recuperara el enfoque
dinámico que originalmente tenía la contratransferencia institucional. Aquí, la intelligentsia
se constituía a partir de su relación no analizada con la institución del saber.

En síntesis, la implicación denotaba un proceso y un campo, que no está dado únicamente


por la posición del intelectual en la división del trabajo, o por sus relaciones subjetivas con el
objeto de estudio, sino por el rechazo activo y más o menos permanente al análisis de su
relación con la institución científica, y más ampliamente, con la institución del saber. Esto es
lo que Raul Villamil y Roberto Manero denominan como “mecanismo de denegación” sobre
el que se construye todo proyecto de investigación, y que constituye propiamente un campo
de implicación, concebido como proceso, que marcha a la par y contiene tanto al campo de
análisis omo al campo de intervención.

Le lapsus des intellectuels es un libro que contiene ya en sí mismo un primer proyecto de


análisis de las implicaciones desde la misma escritura. Allí Lourau incluirá su recibo de pago
de la universidad donde trabaja, así como el contrato para la publicación con la editorial.
Asimismo, incluye un diario que describe de cierta manera la construcción del libro. Estas
técnicas estarían inspiradas en las técnicas teatrales de Brecht: abrir los entretelones a la
observación del público, incluir en la obra el proceso de producción de la obra misma.

En 1983, circuló un proyecto de libro que finalmente no se publicó, en donde se dedica por
primera vez una parte completa y extensa al problema del análisis de las implicaciones. En
dicho libro, se ensayan dos técnicas para el análisis de las implicaciones:
1. Journal budget-temps
2. El análisis de los sueños

Durante este periodo, se desarrolla en el contexto del análisis institucional, pero está vez en
su corriente lapassadiana, el estudio de la etnometodología, a partir de los estudios de su
fundador, Harold Garfinkel. La exploración de los etnométodos y la indagación a partir de la
etnometodología proporcionarian al Análisis Institucional una fructífera interferencia, a partir
está vez de perspectivas constructivistas. A diferencia de las sociologías tradicionales, la
etnometodología lapassadiana permitía hipostasiar (considerar algo como una realidad
absoluta) el momento instituyente de los procesos sociales de conocimiento:
En la Sociología francesa de los años 60, y sobre todo en el pensamiento político,
el instituyente solía ser presentado como un acontecimiento extraordinario y raro,
una conmoción social constitutiva de los marcos sociales que culmina en los
momentos revolucionarios (...) El compromiso de los institucionalistas en los
acontecimientos de mayo del 68 reforzó está noción de un instituyente
extraordinario que surge en los momentos calientes de la historia. Pero (...) la
Alejandro Busto
130
etnometodología nos llama la atención sobre otra dimensión del instituyente, un
término que no pertenece a su vocabulario habitual, pero que nos parece apto para
expresar la manera en que los miembros de la vida social ordinaria producen el
orden social.

Mientras la Sociología tradicional ve en las instituciones el marco terminado y apremiante de


nuestras prácticas, la Etnometodología insiste en el instituyente ordinario operante en la
vida cotidiana, en el trabajo de institución día a día. Entiende la institución en el sentido
activo de instituir y no en su estabilidad reificada.

Cuando Lourau publica “El diario de investigación” ya hacía algún tiempo que el proyecto de
análisis de las implicaciones había tomado la forma inspirada en Brecht, donde se trataba
de “poner al desnudo el proceso de producción de la investigación y del texto mismo”.
En “El diario de investigación” aparece claramente formulado el fenómeno del diarismo. En
él, los grandes investigadores ponían al desnudo, o casi, las diferentes formas por las que
se iba construyendo su investigación y su texto científico.

El trabajo sobre el fenómeno diaristico correría por un doble riel:


- De cierta manera, la inquietante intimidad de los diarios de investigación, publicados
con posterioridad y en ocasiones después de la muerte del autor, mostraban
claramente los actos de censura y fragmentación que se determinaban desde la
escritura científica. La selección de los “observables”, de aquellos elementos que
deberían constituir el conjunto de datos sobre los que se levanta la obra científica es
ya una forma filtrada desde ciertos supuestos. La institución científica recortará,
desde sus propias exigencias, la riqueza de los materiales producidos en el terreno
de investigación. Pero también, como lo mostró Goody, la institución actúa desde el
futuro determinando la observación desde las finalidades mismas de la
investigación.
- Por otro lado, profundiza sobre cómo las implicaciones en el acto de investigación
hacen de este una cosa completamente diferente de lo que el investigador quería o
creía realizar. La investigación aparece, entonces, estructurada como un gran acto
fallido (lapsus), que permite la emergencia de una verdad: la institución que
subtiende a todo acto de investigación.

Alejandro Busto
131
¿Se puede analizar las implicaciones?

El terreno fundamental del Análisis Institucional en los últimos años ha sido el análisis de la
misma institución científica, una especie de análisis interno,si tomamos en cuenta la propia
institucionalización. Como toda institución, la condición misma de su análisis es su
constitución contradictoria. La institución, como momento instituido, está siempre roída por
el trabajo, en ocasiones sordo y callado, en otras explosivo y festivo, de la negatividad.

En la institución científica, está negatividad se ha manifestado de muy diversas maneras:


desviaciones ideológicas, desviaciones libidinales, organizacionales, que muestran la
presencia permanente de los procesos instituyentes.

El programa del análisis institucional en torno al problema de las implicaciones, es decir, el


análisis de la institución científica, está presuponiendo una lectura de la situación. En está
lectura, una constante es la presencia de diferentes dimensiones de los procesos de
investigación, una variada y riquísima producción imaginaria y simbólica que preside a
dichos proyectos, de los cuales una sola dimensión, predeterminada por la forma de una
razón, de una racionalidad, deja a las demás en la sombra.

Por así decirlo, la producción científica produce permanentemente sus propios analizadores,
sea a través de respuestas del terreno, sea en las escrituras extra-textuales, sea en la
esquizofrenia de la división vida pública-vida privada. De está manera, el objetivo de todo lo
anteriormente planteado es justamente, restituir, en el corazón mismo del dispositivo de
investigación, la problemática de las implicaciones en el proceso de investigación.

Si esta lectura resulta confirmada, estaremos en posición de plantearnos que las “trampas
de la historia”, los “efectos perversos”, las “malas utilizaciones” de la ciencia no son sino el
efecto de un acto fallido de la investigación, lapsus que consistiría en el olvido, la represión
o la denegación del análisis de las implicaciones, siempre presente en los procesos de
investigación.

El análisis de las implicaciones se enfrenta directamente a 2 obstáculos emanados de las


formas instituidas del saber:
1) En primer lugar, la fragmentación del conocimiento y de la escritura. Los recortes del
objeto son también formas en las que se encuentra diseñado un dispositivo.
Recortes que también son perceptuales: el dispositivo de observación, de
investigación, produce los efectos que desea observar, pero a veces no solo eso.
Informaciones fragmentarias, discursos que no pueden cobrar sentido en el
dispositivo, son denegados en el contexto de la producción de conocimiento.
2) El segundo, muy ligado al primero, está dado por el efecto Goody, es decir, la
determinación, desde el futuro, del proceso de observación por la institución
científica. La escritura no está determinada por la riqueza del proceso sino que, a la
inversa, éste se encuentra obturado por la preconcepción de la escritura final, del
texto científico. Y normalmente este texto no es un texto multidimensional y
multirreferencial, que pueda incluir en el texto mismo el análisis de las implicaciones
del investigador. Consecuentemente, las observaciones del objeto empírico, así
como la construcción del objeto de conocimiento, tenderán a descuidar este aspecto.

No obstante, estos obstáculos pueden ser, al menos, analizados, ya que contamos a favor
de esto con una serie de fenómenos interesantes inmanentes al proceso mismo de
producción de conocimiento. Por ejemplo, actualmente ya es claro que el contenido del
Alejandro Busto
132
saber no se considera como un simple reflejo de la realidad, o como “mundo exterior”.
Actualmente, podemos coincidir en que el conocimiento es una “representación”, vinculada
al sujeto, una significación social imaginaria constituyente de un “mundo” social. Así, el
análisis de las condiciones subjetivas de producción de la ciencia se justifica. Y justifica
también el análisis diaristico como análisis de las implicaciones, ya que nos habla
justamente de aquellos lugares negativos, de la negatividad reprimida o denegada presente
en el objeto de conocimiento. Conocemos, así, los mecanismos de fragmentación del
conocimiento.

Es importante destacar que, las técnicas del análisis de implicación no estaban totalmente
por inventar. Existían la dialéctica, la fenomenología; existía el cuestionamiento
psicoanalítico; existían también, en el análisis institucional, las implicaciones en la situación
de intervención socioanalítica o de otro tipo. Al menos hacía falta formular, en un lenguaje
que no fuera simple dialecto de subdesarrollados, esas intuiciones sobre un análisis
institucional del saber.

Recapitulando entonces un poco sobre estas técnicas, hay dos tendencias que se pueden
entrever:
1. mostrar los entretelones del proceso de producción de la investigación
2. el análisis de la producción de formas imaginarias, de latencias individuales o
colectivas que producen el acto mismo de investigación.

Creo que es posible, en el campo del análisis de las implicaciones, inventar nuevos
dispositivos, nuevas máquinas de producción y rescate de la profundidad,
multidimensionalidad y multirreferencialidad constituyente de los procesos de investigación.
Poco a poco, estos dispositivos, normalmente, marchan hacía el borramiento de la tajante
división entre el sujeto y el objeto, condición para la abolición de subjetivismo y
objetivismos.

El análisis institucional - Lourau

Usted es asalariado; tiene una familia. Régimen del salario, matrimonio; he ahí dos normas
universales, propias de nuestra sociedad. Con ellas se asocia todo un cortejo de normas,
modelos y valores de comportamiento.

1. Una norma universal, ya se trata del matrimonio, la educación, la medicina, del


régimen del salario, de la ganancia o del crédito, es designada institución.
2. El hecho de fundar una familia, el acta de matrimonio, así como el fundar una
asociación, un tipo de enseñanza; también estos fenómenos llevan el nombre de
institución.
3. Por último, formas sociales visibles por estar dotadas de una organización jurídica
y/o material: una empresa, una escuela, un hospital, el sistema industrial, el sistema
escolar, también son denominados instituciones.

Sin embargo, en los 3 casos, el concepto de institución no tiene el mismo contenido.


Analizado dialécticamente este se descompone en sus 3 momentos:
- Universalidad
- Particularidad
- Singularidad

Alejandro Busto
133
El momento de universalidad es el de la unidad positiva del concepto. Dentro de ese
momento el concepto es plenamente verdadero, vale decir, verdadero de manera abstracta
y general. El salario y la familia son normas universales de la sociedad, hechos sociales
positivos en lo abstracto; únicamente en lo abstracto.

El momento de la particularidad expresa la negación del momento de la universalidad. Es


así como, en nuestras sociedades regidas por el régimen del salario y el matrimonio, un
individuo puede ser no asalariado y soltero sin hacerse pasible de sanciones oficiales. Toda
verdad general deja de serlo plenamente tan pronto como se encarna, se aplica en
condiciones particulares, circunstanciales y determinadas, dentro del grupo heterogeneo y
cambiante de individuos que difieren por su origen social, edad, sexo, status. Toda idea es
tan -verdadera- como su contrario, no en general, sino desde que se encarna en la acción
de los individuos y de las colectividades.

Y sin embargo, la sociedad funciona, bien o mal, porque las normas universales, o así
consideradas, no se encarnan directamente en los individuos: pasan por la mediación de
formas sociales singulares, de modos de organización más o menos adaptados a una o
varias funciones. El momento de la singularidad es el momento de la unidad negativa,
resultante de la acción de la negatividad sobre la unidad positiva de la norma universal.

A menudo se confunde particularidad y singularidad, y se opone artificialmente lo universal


a lo particular, olvidando que está oposición es puramente abstracta, que nunca existe en la
práctica, sino solamente en la ideología y en la filosofía idealista.

Con la oposición entre lo particular y lo general, la dialéctica es reemplazada por antinomias


“racionales”, “naturales” o “fatales” entre el individuo y la sociedad, antinomias que se
resuelven acordando preeminencia ya sea a la sociedad o al individuo.

Otra confusión, consecuencia de la primera, consiste en asimilar las formas sociales


singulares a las normas universales, o bien en reducirlas a la mentalidad de los individuos.
En el primer caso, estamos frente a la concepción tradicionalista, autoritaria, que ve en el
orden establecido una positividad y una verdad intocables. En el segundo caso, se trata del
psicologismo o del espiritualismo, según los cuales todos los problemas sociales son
imaginarios, y es preferible “cambiar al hombre” antes de pensar en cambiar el orden social.

Dotada de una organización administrativa, de una organización material, o de ambas a la


vez, toda forma social se define negativamente con respecto a las otras formas sociales y
con respecto al conjunto del sistema social. En efecto, todo ordenamiento instituye una
ruptura entre lo que se puede y lo que no se puede hacer dentro de la forma social
considerada. La ruptura concierne también a lo que es deseable u obligatorio hacer y, por
otra parte, a lo que no es ni deseable ni obligatorio. Los modelos de acción posible, las
normas de la acción impuesta y sancionada y los modos de la acción simplemente deseable
constituyen, en el entrecruzamiento y en las contradicciones de una organización singular,
un universo diferente de los universos definidos por otros ordenamientos, en otras
organizaciones.

Por ejemplo, las finalidades y el funcionamiento de una cárcel no son idénticos a las
finalidades y al funcionamiento de una planta industrial o de una escuela. Sin embargo, a
veces ocurre que los presos son trabajadores, y que simultáneamente se los escolariza o
reeduca. El entrecruzamiento de las instancias ergológica, educativa y carcelaria remite
entonces al conjunto de un sistema social que, fuera de la cárcel, articula de modo
Alejandro Busto
134
singularmente más libre los modos de acción propios del trabajo, de la educación y de las
sanciones. La organización jurídico-técnica de la cárcel se sitúa negativamente con
respecto a la organización social “normal”.

Así también, como lugar donde se trabaja, la escuela no es una fábrica ni un cuartel; pero la
organización de las tareas, su control, la sanción de los resultados, la ideología del
esfuerzo, la interiorización de normas fijadas por los adultos, todo ello crea por lo menos
homologías entre el universo del trabajo explotado y el universo del aprendizaje escolar.

Toda forma social posee por consiguiente una unidad, un carácter específico producido por
su finalidad oficial (la educación, el control, etc), finalidad que, tomada en sí misma y
aisladamente, recibe el nombre de función.

Si se le llama “función” a esa finalidad autonomizada, ello se debe tan solo a que ese
concepto es el que mejor explica la existencia de un sistema social racional, profundamente
diferenciado, donde cada “órgano” del cuerpo social ocupa su legítimo lugar, presta
servicios irremplazables y ejerce un poder indiscutible.

Sociología de las organizaciones: si bien toda forma social posee una unidad “funcional”,
esa unidad sólo puede ser negativa. La finalidad más “operatoria” de la organización (su
función oficial) está ligada a otras finalidades creadas por la existencia de relaciones
continuas entre determinada organización y las otras organizaciones con diferente función,
así como por las relaciones que la primera mantiene con el conjunto del sistema social. No
basta con definir racionalmente una organización por los servicios que ésta brinda o que
está destinada a brindar. Hay que tener en cuenta además que la fábrica, o la compañía,
producen modelos de comportamiento, mantienen normas sociales, integran a sus usuarios
dentro del sistema total.

La fábrica, por ejemplo, tiene como función producir automóviles o gas natural; pero su
primera función es producir ganancia: toda su organizacion y todas las disfunciones de está
tienen como sistema de referencia real, y no imaginario, esa institución casi sagrada del
modo de producción capitalista que es la plusvalía. De igual modo, la escuela tiene como
funciones preparar para la vida profesional, etc, pero su función primera consiste en
interiorizar las normas oficiales del trabajo explotado, de la familia cristiana, del Estado
burgués.

Por lo tanto, la unidad de una organización consiste, por un lado, en un ordenamiento


específico de las funciones sociales en torno de una función oficialmente privilegiada y, por
el otro, en la exclusión oficial de algunas otras funciones, que entonces pasan a ser
latentes, accidentales o informales. Además, el sistema así formado se define a su vez
globalmente, con respecto a la globalidad más vasta que lo subsume: el sistema social
como totalidad de las relaciones entre elementos incluidos en una institución territorial (la
ciudad), un territorio nacional o un área de influencia político (estados).

Así, por ejemplo, las organizaciones económicas no son un universo ajeno a las
instituciones tradicionales (no productivas). Los fenómenos de poder, los sistemas de
acción, de decisión, de control, de negociación que las constituyen, no difieren
fundamentalmente de aquellos que pueden analizarse en las instituciones “no productivas”.
La misma diferenciación spenceriana, en el plano de la función oficial, entre instituciones
“reguladoras” (de control social) e instituciones “operativas” (de producción) no es decisiva
cuando se trata de construir un objeto de conocimiento sociológico. Al igual que la
Alejandro Busto
135
separación, instituida en el plano académico, entre etnología y sociología, la separación
entre una sociología de las instituciones y una sociología de las organizaciones se basa en
lo que Althusser llama el desconocimiento de lo económico: hay problemas económicos en
un organismo “no productivo”, así como hay problemas de control social y de connotación
política en un organismo económico. La materialidad de todas las instituciones, tengan o no
función económica, es un hecho sociológico fundamental.

La transversalidad de las más diversas funciones dentro de las instituciones en apariencia


tan opuestas como lo son un organismo deportivo, una iglesia, una empresa, un sistema de
enseñanza, es tan importante para el sociólogo como la transversalidad de las pertenencias
y de las referencias reveladas por los individuos y los grupos que componen aquellas
diversas formas sociales. Por consiguiente, la unidad de las formas sociales existe sin duda:
en la encarnación de una determinada imagen de la totalidad refractada por el conjunto del
sistema social. Se trata de una unidad negativa, que afirma una o varias funciones
privilegiadas, y que al mismo tiempo contradice otras funciones, otros sistemas de
pertenencia y referencia que son privilegiados en otras formas sociales. Estas funciones
negadas, presentes-ausentes, actúan simbólicamente por intermedio de actos y de
palabras, de no-actos y de silencios que no se pueden vincular unívocamente con una o
varias funciones privilegiadas.

Análisis institucional: Puede decirse que el análisis institucional es reclamado por está
característica del sistema social, así como por las carencias que revelan los métodos de
abordaje sociológicos, psicosociológicos y económicos.

La clínica sociológica, la observación sobre el terreno, la encuesta profundizada que se


basa en “bancos de datos” cuantificados, no responden enteramente al objeto del análisis
institucional, porque trabajan sobre datos positivos, sobre hechos perfectamente exteriores
al observador o al encuestador. El trabajo de lo negativo, entre los 3 momentos del
concepto y entre los momentos y la totalidad, indica que no existe un dato positivo (y
cuantificable) en estado puro, puesto que la unidad positiva no es más que un momento: el
momento de la universalidad.

Se habla de análisis institucional porque las organizaciones sociales de todo tipo no son
reducibles a sistemas positivos que bastaría desmontar, sino totalidades parciales, y como
tales doblemente trabajadas por la negatividad. Por ser totalidades, presentan la
negatividad formal que se adhiere a todo hecho social positivo, dado que toda positividad
simple e inmediata contiene ya su propia negación. Por ser parciales, es decir, por estar
subsumidas en el conjunto de las formas de organización que constituyen el sistema social,
pueden entrar en oposición absoluta con el sistema. Tomada entre la negatividad formal y la
negatividad absoluta, la organización no puede ser considerada como un hecho social
puramente objetivo: una intervención que compromete al observador supone un análisis de
este compromiso.

El análisis institucional no pretende producir un super-saber clandestino y misterioso, más


completo y más “verdadero” que los otros saberes fragmentarios. Aspira, simplemente, a
producir una nueva relación con el saber, una conciencia del no-saber que determine
nuestra acción.

El psicoanálisis, mejor que la sociología, permite captar la importancia del concepto de


no-saber. ¿Que se en cuanto a lo que determina mi acción y en cuanto a lo que obedece,
sobre mi deseo, mis inclinaciones y repulsiones, tanto en materia política como en materia
Alejandro Busto
136
de “gustos y colores”?. El psicoanálisis significa precisamente el descubrimiento del
no-saber como regla universal de la acción y, por consiguiente, como base de toda empresa
de conocimiento. Este es el primer aporte del psicoanálisis.

¿Y si el origen común del no-saber respecto de mi deseo y del no-saber respecto de la


historia fuera esa cosa, ni individual ni colectiva, descubierta por Freud?

El saber está marcado por un irreductible deseo de saber: este es el segundo aporte del
psicoanálisis.

El tercer aporte del psicoanálisis consiste en mostrar que cuando se “inicia el psicoanálisis”,
subjetivamente, para ver más claro en el propio deseo, se produce objetivamente un
reacondicionamiento de las relaciones que el analista y el cliente mantienen con el dinero
como forma universal del intercambio, y con el poder como forma habitual de las relaciones
de producción.

Lo primordial en el acto psicoanalítico no es solo la estructura libidinal del cliente y del


analista librados a la iluminación intermitente de la transferencia y la contratransferencia.
Nada -salvo una ideología no analizada, una ciega contratransferencia institucional- permite
postular una primacía del sistema de parentesco simbólico, de la libido o del aparato
inconsciente con respecto a las connotaciones materiales y sociales de la intervención. Si,
en la crisis instaurada por la institución del análisis, todo es significante con respecto al
deseo, está claro también que todo es significante con respecto al dinero, a la autoridad y a
las formas de poder, es decir, a las relaciones institucionales.

Hacía la intervención socioanalítica

La situación analítica: al hablar de intervención socioanalítica -es decir, de una aplicación


del análisis institucional en la práctica de los grupos, colectividades u organizaciones - ante
todo hay que tratar de definir las condiciones teóricas de dicha intervención.

En segundo lugar, se intentará delimitar las condiciones prácticas de la intervención


socioanalítica. Por condiciones prácticas entendemos, por un lado, todo aquello que
determina el lugar del analista (individual o colectivo) en la situación de intervención, el
estudio del puesto de trabajo analitico; y por otro lado, la técnica de investigación, es decir,
la aplicación concreta de los datos teóricos contenidos en el método.

El análisis institucional engloba por ahora un método de conocimiento inductivo, que se


sitúa junto al análisis funcional, estructural y estructural-funcional, y junto a diversos modos
de análisis económico, político, etc.; también engloba más específicamente, un modo de
análisis en situación más cercano a la terapia psicoanalítica. En el primer caso, se trata de
un análisis de gabinete, inspirado más o menos directamente en intervenciones o
investigaciones de campo. En el segundo caso, es una intervención institucional analizada
como tal. Solo la intervención en una situación permite un verdadero socioanálisis. El
análisis de gabinete puede aportar materiales, favorecer la aproximación activa a la
situación, contribuir a su dilucidación teórica, sugerir modos de evaluación y criterios de
validación. Tiene la desventaja de poner al sociologo, psicologo, economicista o teorico
politico en la situacion comoda y desarraigada a la vez del “sabio” o del “experto”.

Por consiguiente, no separaremos el análisis de la intervención, para señalar bien que el


sistema de referencia del análisis institucional está determinado estrictamente por la
Alejandro Busto
137
presencia física de los analistas en cuanto actores sociales en una situación social, y por la
presencia material de todo el contexto institucional.
¿Qué es lo que permite construir una situación analítica?
a. Una hipótesis: mediante análisis en situación, es posible descifrar las relaciones
que los grupos y los individuos mantienen con las instituciones. Más allá de las
racionalizaciones ideológicas, jurídicas, sociológicas, económicas o políticas, la
dilucidación de estas relaciones pone de relieve que el vínculo social es, ante todo,
un acondicionamiento del no saber de los actores respecto de la organización social.
b. Los instrumentos de análisis: estos residen en un conjunto de conceptos
articulados como sistema de referencia del análisis institucional:
- Segmentaridad: la unidad positiva de todo agrupamiento social se apoya en
un consenso o en una regla exterior al grupo, o en ambos a la vez. El
consenso puede ser el del sentido común, el de la creencia común, etc. El
reglamento puede estar más o menos interiorizado o ser vivido como una
coerción pura, según se trate de un reglamento elaborado por la colectividad
o aceptado por ella, o también impuesto por una parte de esa colectividad.
En todos los casos, la unidad positiva del agrupamiento, lo que le da su
carácter de formación social, funciona a la manera de la ideología. Desde
ese punto de vista, todo agrupamiento es una comunidad con intereses
convergentes. Tiene algo de sagrado y de intocable.

En el extremo opuesto a está visión ideológica, la acentuación de las


particularidades de los individuos que componen el agrupamiento produce la
negación, a veces absoluta, de la idea misma de comunidad. La unidad
positiva del grupo, de la organización, de la colectividad étnica o política, es
destruida por el peso de la negatividad cuando está última toma la forma del
individualismo, cuando se consideran irreductibles los interés o las
características individuales.

Se considera que la existencia de los agrupamientos es innegable, pero que


estos poseen una unidad negativa. Más allá de la unidad abstracta de la
ideología universalista, y más allá de la extrema división basada en las
particularidades individuales, se advierte que la unidad de los agrupamientos
observables es pluralista y heterogénea. Los individuos yuxtapuestos no
constituyen un agrupamiento: lo que da su unidad a la formación, y su forma
al agrupamiento, es la acción recíproca, y a menudo oculta, de una multitud
de grupos fragmentarios en el interior del agrupamiento. Los individuos no
deciden en abstracto vivir o trabajar juntos, pero sus sistemas de pertenencia
y sus referencias a numerosos agrupamientos actual de tal modo, que
pueden constituirse nuevos agrupamientos, agrupándose así a los sistemas
de pertenencia y de referencia ya-ahí que al mismo tiempo niegan en
diversos grados, puesto que los sistemas de pertenencia y de referencia
anteriores entrañan, en general, oposiciones y criterios exclusivos, los
cuales, sin embargo, son obligados a fundirse en la multitud de diferencias.

- Transversalidad: la ideología grupista o comunitaria tiende a construir la


imagen ideal del grupo monosegmentario, de la coherencia absoluta,
producida por una pertenencia única y omnipotente, que relega al segundo
plano todas las demás. El “grupo” se contempla narcisisticamente en el
espejo de la unidad positiva, excluyendo a los desviantes, aterrorizando a
aquellos de sus miembros que abrigan tendencias centrífugas, condenando y
Alejandro Busto
138
a veces combatiendo a los individuos y grupos que evolucionan en sus
fronteras. Este tipo de agrupamiento que rechaza toda exterioridad es un
primer caso de grupo-objeto.

Un segundo caso de grupo-objeto está constituido, a la inversa, por los


agrupamientos que no se reconocen a sí mismos ninguna existencia efectiva,
fuera de la que les confieren instituciones o agrupamientos exteriores a los
que se asigna la misión de producir las normas indispensables para el
grupo-objeto, y de controlar y sancionar el respeto o la falta de respeto hacía
esas normas exteriores.

Si el primer caso de grupo-objeto es el de la banda o la secta, el segundo es


el de agrupamientos definidos por el lugar que ocupan en la división del
trabajo y, por consiguiente, en las jerárquicas de poder. La estrategia de la
secta o de la banda consiste en someter al adversario; la de un grupo
totalmente dependiente consiste en “someterse” ante las instancias
superiores, y en compensar este sometimiento mediante la racionalización de
la polisegmentaridad absoluta, es decir, del individualismo.

En los dos casos de grupo-objeto hay negación de la transversalidad


constitutiva de todo agrupamiento humano. Se puede entonces definir la
transversalidad como el fundamento de la acción instituyente de los
agrupamientos, en la medida en que toda acción colectiva exige un enfoque
dialéctico de la autonomía del agrupamiento y de los límites objetivos de esa
autonomía. La transversalidad reside en el saber en el no saber del
agrupamiento acerca de su polisegmentaridad. Es la condición indispensable
para pasar del grupo-objeto al grupo-sujeto.

- Distancia institucional: el grupo del tipo “secta” mantiene una distancia


entre el y la acción de las instituciones; procura eludir el control de estas y
desdeña las posibilidades que ellas ofrecen para la acción social.

Por el contrario, el grupo del tipo opuesto a la secta, identifica en demasía su


acción, su funcionamiento y hasta su existencia, con la influencia de las
instituciones. Es decir, entre la secta y las instituciones la distancia pretende
ser infinita, y entre los grupos sometidos y las instituciones la distancia
pretende ser nula.

Se define la distancia institucional como el componente objetivo y subjetivo


de la conciencia que los actores tienen de su no integración, de la
insuficiencia de sus sistemas de pertenencia y, sobre todo, de la falta de
transversalidad en la acción del agrupamiento determinado al que
pertenecen.

En ambos casos, la subjetividad cumple una función determinante, ya que a


menudo condiciona la evaluación que hace el actor en cuanto al grupo que
encierra posibilidades privilegiadas para su acción.

- Distancia práctica: se habla de distancia práctica para designar la forma del


no saber referente a la función del sustrato material de todas las instituciones
y de la organización social. No hay institución sin sustrato material. El
Alejandro Busto
139
momento de singularidad del concepto de institución tiene como contenido,
no solamente la organización en el sentido de sistema de decisión y de
poder, sino también la organización material, el componente tecnológico y el
entorno físico. La importancia de la distancia práctica que separa los
individuos y los grupos de las instituciones, se manifiesta a propósito de los
medios de comunicación, información y aculturación.
- Implicación institucional: si se considera a la distancia institucional como la
divergencia entre la acción y sus bases racionales, se le llama implicación
institucional al conjunto de las relaciones, conscientes o no, que existen entre
el actor y el sistema institucional. La segmentaridad y la transversalidad
actúan en el sentido de especificar y modificar las implicaciones de cada uno
de ellos, mientras que la ideología procura uniformarlos.
- Implicación práctica: indica las relaciones reales que el actor mantiene con
lo que antes se denominó la base material de las instituciones. La implicación
institucional y la implicación práctica abarcan muchos niveles:

a. Implicación sintagmática: es la implicación inmediata que caracteriza la


práctica de los grupos, “la articulación de los datos disponibles para la
acción”. Estos sintagmas sociales, que son los grupos efímeros o
permanentes, pequeños o grandes, nos presentan las relaciones
interpersonales.
b. Implicación paradigmática: es la implicación mediatizada por el saber y por
el no-saber acerca de lo que es posible y lo que no es posible hacer y
pensar. Una serie de oposiciones y de homologías, de antónimos y de
sinónimos, regula sin cesar las acciones. Entre la rústica taxonomía del ama
de casa que clasifica y reclasifica indefinidamente su mundo y el mundo
mediante los códigos de su educación, sus prejuicios, su práctica social (de
mujer, esposa, madre, etc) y, por otro lado, la taxonomía erudita de la
biología o de la sociología, se advierte una diferencia de grado, no una
diferencia de naturaleza. El ama de casa, el alumno y el maestro, el obrero y
el patrón, producen ordenamientos más o menos primitivos de su saber
sobre la naturaleza y sobre la sociedad. En todos los casos se trata de “la
explotación reflexiva de lo adquirido”.
c. Implicación simbólica: es la implicación que más se expresa y menos se
piensa. Es el lugar donde todos los materiales gracias a los cuales la
sociedad se articula dicen, además de su función, otra cosa: la sociabilidad
misma, el vínculo social, el hecho de vivir juntos, entenderse y enfrentarse.
Uno de estos materiales privilegiados es el sistema de parentesco simbólico
que rige el ordenamiento y desordenamiento de una colectividad grande o
pequeña, a partir del momento en que una organización y determinadas
finalidades la constituyen como tal.
d. Transferencia institucional: decir que la estructura de la organización es
objeto de transferencia por todas las personas vinculadas con esa
organización, significa de hecho reconocer como algo esencial en la vida de
la organización la existencia de una implicación diversificada, según la
clasificación antes propuesta. La aplicación institucional simbólica ofrece
especialmente la posibilidad de analizar los fenómenos de transferencia.
Mientras que el análisis permanece en la etapa de decodificación de las
implicaciones paradigmática y sintagmática, el contenido de la transferencia
es, sobre todo, el de la demanda o el requerimiento de la intervención.

Alejandro Busto
140
La situación analítica no es todo el método. Las condiciones de intervención
de analistas deben ser especificadas, teniendo en cuenta el puesto de
trabajo del analista en la estructura de la institución-cliente definida por su
organización y por el desordenamiento que la situación analítica introduce en
esa organización.

Análisis institucional y socioanálisis - Gonzalez

Al dispositivo de intervención del análisis institucional se le denomina socioanálisis. Este


dispositivo tuvo sus primeros esbozos alrededor de 1963, en un taller sobre el tema de la
educación implementado por Lapassade. Pocos años después, en 1968, René Lourau
realizó el primer esfuerzo de conceptualización del campo del llamado “análisis institucional”
(AI)

Proyecto epistemológico del AI: a mediados de los años 70, Lourau presentó su
propuesta de AI como básicamente “contrasociológica”. Tres de los supuestos que la
propuesta de está “contra sociología institucionalista” pretende practicar son:
1. Superar los encasillamientos entre sectores y dominios de la sociología
2. Intentar un rebasamiento de la sociología, como disciplina rigurosa y artificialmente
separada de otras ciencias sociales
3. Rebasar la actividad de investigación de ciencias sociales, como práctica separada
de las prácticas sociales de los actores y observadores

El AI postula que tanto los individuos como los grupos son concebidos como
“entrecruzamiento de referencias y pertenencias” o como “revoltijos de instituciones”, por
ello es lógico que postule también que la sociología se proponga “como objeto la práctica
social como totalidad y no la refracción (división) de la totalidad en cuadros preestablecidos
de la ciencia instituida(es decir, en disciplinas)”. Sin embargo, cuando se intenta definir qué
se entiende por “totalidad”, comienzan a haber problemas.

Cuando Lourau piensa en la noción de “totalidad” adscrita al territorio de las ciencias


sociales, descarta, por lo pronto, una síntesis que termine por confundir todas las disciplinas
en una especie de magma indiferenciado. Ahora, si la “historia”, “la clase dominante” o “la
tradición académica” produjeron el grueso de estas divisiones [en disciplinas], hay otro
elemento no contemplado, que también jugó su papel y que no se sitúa en los niveles
descritos, sino que es de orden epistemológico. Lourau lo plantea de la siguiente forma:

Lo que se puede esperar es una serie de rectificaciones de fronteras entre la


sociología y sus vecinos inmediatos: parapsicología, psicología clínica y
experimental, teoría y filosofía del Estado. [Y añade] que la dificultad se manifiesta
en los dos polos opuestos [...] de un lado con el psicoanálisis [...] del otro con la
economía [...] Con el psicoanálisis la indeterminación del imaginario está privilegiada
en detrimento de las determinaciones socioeconómicas, para la economía solo
importan las grandes leyes deductivas a priori, de la producción, la acumulación y el
intercambio.

Entre los dos polos la sociología parece carecer a la vez de biografía individual y de
la estructura del modo de producción. Justamente, una contrasociología puede
fijarse por objeto el hacer manifiesto a la sociología los fragmentos del saber social
global recordado por los sistemas de las ciencias sociales.

Alejandro Busto
141
A partir de lo anterior podemos decir entonces que, en primer momento, la sociología está
definida en función de 2 carencias (biografía individual y estructura del modo de
producción). Por eso para Lourau es necesario una contrasociología, ya que está señalaría
desde adentro cuál debería ser el “verdadero objeto” de la sociología. Ese objeto “propio”
estaría compuesto por los “fragmentos de saber global recordado por las ciencias sociales”.

González al respecto de esto plantea que es lógico suponer que los productos de los
recortes no formen un todo coherente ni se sitúen en el mismo nivel. Además, esto
supondría que habría una especie de disciplina (la contrasociología) con una mirada
privilegiada, que sabría en donde incidir y que tipo de articulaciones deberían existir entre
los recortes, para rectificar lo que el conjunto de las disciplinas instituyó “erróneamente”.

Lourau plantea que no se trata tanto de “operar” la reconfiguración del campo teórico sino
de un desmembramiento de ese campo ya que se mueve en el campo móvil de la
sociología, psicosociología y psicoanálisis. A lo que Gonzalez responde que “si su campo
sigue siendo móvil, es que su estatuto teórico-metodológico no termina de consolidarse, a
menos que se piense en la movilidad como un valor en sí misma.

Lourau ha fluctuado en encontrar el objeto de está contrasociología. Primero afirmó que


está debe hacerse cargo de la “práctica social como una totalidad”; luego, cuestionó toda
“tentativa de síntesis”, y continuó con una supuesta “rectificación de fronteras”, constituida
“desde los fragmentos del saber social global, recortado por los sistemas de las ciencias
sociales”. Y termino dando como objeto la “desmembración” del campo de dichas ciencias.

Más adelante Lourau propone además una nueva rectificación y un nuevo objeto: el
problema de la institucionalización, de la burocratización del movimiento, grande ausente de
las ciencias sociales políticas, la teoría de la institucionalización.

Sin embargo, para esto último no es necesario andar tras los efectos de los recortes de
otros campos. Pero si se quiere hacer de la institucionalización un “enigma de enigmas”, en
ningún caso se invalida a los saberes producidos en otros ámbitos ni existen criterios
consistentes que digan que este problema sería el que debe unir a todas las ciencias
sociales, ni menos constreñirlas a “rectificar sus fronteras”.

Con todo lo anteriormente dicho, el segundo supuesto (Intentar un rebasamiento de la


sociología, como disciplina rigurosa y artificialmente separada de otras ciencias sociales)
quedaría solo como la promesa de desentrañar el problema de la institucionalización.

Con respecto al tercer intento de superación, el cual plantea la posibilidad de abolir “la
separación que rige las relaciones entre cientas y prácticas de los actores y observadores”,
Lourau prepara el terreno proponiendo dos tipos de “efectos”:
- Efecto Weber: a medida que la sociedad está más evolucionada y racionalizada,
más llega a ser opaca y desconocida para los individuos que la componen.
- Efecto Lukacs: este efecto es referido a la ciencia y dice que, en la medida en que
la ciencia progresa olvida progresivamente las bases materiales y sociales, de la
cual ella salió. Las condiciones sociales de su producción, de su desarrollo, y de sus
aplicaciones.

Está doble opacidad seria cuestionada por un postulado que pretende devolverle a los
actores sociales la capacidad básica de poder ser de alguna manera sociólogos de sí
mismos, ya que se afirma que “si la sociología es el asunto de todos, hay que abolir todas
Alejandro Busto
142
las oposiciones epistemológicas sobre la necesidad de una ruptura” y, sobre todo, evitar a
toda costa la autonomización de la teoría sobre la práctica.

Lourau agrega
Está contrasociología opta por la construcción democrática del saber confiscada por
la tecnoburocracia.

Lourau plantea que en los periodos “revolucionarios” se instaura una doble transparencia
luminosa, que arrasa con la opacidad marcada por el efecto Weber y que torna a la totalidad
social presente a sí misma. Y por otra parte, otra que les surge a los actores sociales que,
de pronto, muestran tal capacidad de análisis que vuelven obsoletos a los especialistas.

Lo curioso es que así como la transparencia se manifiesta, igual tiende a desaparecer, y


entonces vuelven los tiempos de convivencia obligada con los especialistas.

Sin embargo, dice Gonzales, en realidad no es “tan claro” que en los periodos
revolucionarios se de está totalización de la lucidez, tampoco habría que confundir el
aceleramiento y trastocamiento de la circulación de conocimientos en periodos calientes con
la capacidad para producirlos. Obviamente, no todos estan capacitados para producirlos, y
no solo en cuestiones de inteligencia, sino fundamentalmente a la posesión de herramientas
teórico-metodológicas, y a la capacidad de objetivar y analizar la propia posición.

Una cosa es afirmar que los actores sociales no viven en las simples y falsas evidencias en
lo que les concierne, y otra que solo los especialistas en ciencias sociales pueden opinar
acerca de las prácticas de aquellos. Contra está segunda dicotomía si parecen pertinentes
las afirmaciones de Lourau. No obstante, eso no descalifica a los sociólogos en su
capacidad de aportar otro tipo de conocimientos que no sea el puro pleonasmo del
producido directamente por los implicados.

A su vez, la búsqueda de rigurosidad no implica necesariamente el olvido de la génesis


social de lo que se produce ni tampoco deducir de dicha génesis la producción de
conceptos, porque entre la génesis teórica y la social existe una discontinuidad, aunque no
sea radical.

De estos 3 intentos de “superación” quedan algunas cosas rescatables. Entre otras, la


voluntad de tomar seriamente a los actores institucionales al grado de inventar un
dispositivo de análisis que intente dilucidar,. junto con ellos, lo que les sucede.

En años posteriores, los sugerentes desarrollos de Lourau acerca de la implicación


replantearán de otra forma las complejas relaciones del investigador con su objeto de
estudio. Relaciones que condicionan tanto el tipo de acercamiento como lo que se deja
fuera o silencia.

Es ahí donde el tercer intento de “superación” se recrea por un camino diferente a los
anteriormente señalados. El análisis de la implicación y sus diferentes planos, en efecto, es
un asunto que atraviesa a todas las disciplinas sociales. Esto amplia el campo del análisis y
permite que está “contrasociología” no quede encajonada en el territorio de las
intervenciones socioanalíticas. Pero no es Lourau el que inventa está cuestión.

Alejandro Busto
143
El proyecto político: Lourau supone que los momentos de transparencia revolucionaria
son intensos y puntuales, y los siguen grandes periodos de opacidad. De pronto, los
extralúdicos de ayer no atinan a penetrar la opacidad de la sociedad de hoy.

Lourau tiene “demasiado” claro que en esos periodos todos parecen volverse “sociológicos”,
y que fácilmente se dan cuenta del arbitrario que sostiene a todo orden social. Es el tiempo
de los “analizadores históricos”, concebidos como reveladores espontáneos de una
situación dada.

Coloca, también, al Estado como la gran institución omnipresente que constriñe y busca
imponer su lógica a todas las demás. Dos elementos básicos describe su accionar:

El análisis institucional parte del principio que el centro está siempre presente en la
periferia, esto quiere decir que las instituciones, lejos de ser formas neutras,
“herramientas” funcionales, no existen sino en la medida en que ellas estan basadas
en la fuerza del Estado. El Estado no existe más que en tanto está presente en todas
las formas sociales.

El otro efecto que sigue lógicamente a esa presencia estatal en las diferentes formaciones
institucionales es el de imponerles tarde o temprano su “ley” de equivalencia: que todo
movimiento termine institucionalizándose y se vuelva como los otros, es la marca brutal que
hace visible al Estado.

Si se acepta tal cual el primer postulado, entonces cualquier intervención institucional, por
más pequeña que sea, debería tener por rebote un efecto sobre el conjunto. Este
planteamiento maximalista tenía en esos años un sentido de justificación “progresista”; no
comprometerse a realizar un socioanálisis para contribuir a una reforma. De ahí que los
institucionalistas estuvieran fascinados con la palabra estallamiento de lo instituido,
creyendo que era la encarnación pura de lo instituyente, produciéndose una analogía entre
este y lo revolucionario. La lógica que primaba era la del aleteo de una mariposa en China
que tendría repercusiones en el resto del ecosistema político.

La noción de institución: la noción de institución en el AI remite a una serie de tríadas que


no implican lo mismo. Así, tenemos:
1) La que nos habla de lo instituido, lo instituyente y la institucionalización
2) La que establece como universalidad, particularidad y singularidad
3) La que es definida como el producto del cruce de los niveles o de las instancias, y
este producto sobredeterminado por el conjunto del sistema a través de la mediación
del Estado.
4) La que está más en el plano del socioanálisis, la de las implicaciones sintagmáticas
(grupales), paradigmáticas (sociales) y simbólicas (articulación de las dos series).

Las instituciones no son supraestructuras en el sentido marxista, sino el producto del cruce
de las instancias. Cruce que presumiblemente no sería el mismo en cada caso, so riesgo de
volverlas equivalentes antes de conocer su especificidad. Son el producto de la dialéctica
entre lo instituido y lo instituyente, que es lo que da lugar al proceso de institucionalización.

La institucionalización en el AI tiende a fluctuar entre algo que ya se fijó, y un proceso que


nunca puede suprimir lo instituyente que lo habita y constituye como negatividad radical.

Alejandro Busto
144
La institucionalización es vista como fase activa de estabilización que niega a la vez la
actividad de lo instituyente como negación de lo instituido y el inmovilismo de lo instituido.
Políticamente la institucionalización es el contenido del reformismo.

En su momento de universalidad, el concepto de institución tiene como contenido la


ideología, los sistemas de normas, etc. En su momento de particularidad el contenido del
concepto de institución no es otro que el conjunto de las determinaciones materiales y
sociales que vienen a negar la universalidad imaginaria del primer momento. En su
momento de singularidad, en fin, el concepto de institución tiene por contenido las formas
organizacionales necesarias para alcanzar tales objetivos.

Lourau relaciona está trilogía (universalidad, particularidad, singularidad) con la de


institucionalización (instituido e instituyente), aunque no son del todo equivalentes. Sin
embargo, el concepto de negatividad las recorre; de la misma forma que la transversalidad
es la “dimensión fundamental que atraviesa y funde a todos los niveles de la estructura
social vía el Estado, en la trilogía de las instancias. Es decir, la negatividad es a la primera y
segunda triada, lo que la transversalidad vía el Estado es a la tercer triada.

La “transversalidad”, noción tomada de Guattari -uno de los creadores de la terapia


institucional-, es descrita por el autor así:

La transversalidad tiende a realizarse cuando una comunicación máxima se efectúa


entre los diferentes niveles y fundamentalmente entre los diferentes sentidos: es el
objeto de investigación de un grupo sujeto.

“Grupo sujeto” es aquel que, a diferencia del “grupo objeto”, logra conectar al máximo los
diferentes niveles de lo institucional transversalizado. La transversalidad, en ese caso, será
el producto de una dilucidación, aunque al mismo tiempo es concebida como una
“dimensión fundamental”.

El socioanálisis: es el dispositivo de intervención institucional. Es una concepción


fundamentalmente sociológica que si bien haría énfasis en la dimensión grupal, la tendencia
será pasar rápidamente a la escena institucional que supuestamente saltaría al primer plano
con la sola puesta en juego del dispositivo.

El AI distingue entre el campo de intervención y el de análisis, siendo este mucho más


amplio, y no limitado a la intervención directa.

Lo esencial de las intervenciones se esfuerza por incidir en el análisis de las implicaciones


sintagmáticas (grupales) y el análisis de las implicaciones paradigmáticas (sociales) ahí en
donde ellas se articulan en el lenguaje a nivel simbólico.
Por simbólico se refiere a “la socialización total, el acceso al lenguaje de todo aquello que
quedaba como no dicho, indecible o privado de sentido”.
En el socioanálisis no se trata de analizar a los individuos y su inconsciente, sino a lo que
Lourau denomina como sus implicaciones sintagmáticas grupales para relacionarlas con las
paradigmáticas sociohistóricas.

Los “límites de la interpretación” en socioanálisis, entre otras cosas, implican no tocar lo


individual como tal, sino intentar incluirlo en una escena institucional -o interinstitucional- de
múltiples bandas. No se trata tampoco de reducir el nivel “psi” a puros mecanismos
“abstractos”, sin más carne que las que le ofrecen los contenidos de la escena institucional.
Alejandro Busto
145
Lo grupal en sus determinaciones “psi” y en la dinámica que se reconfigura con la puesta en
juego del dispositivo socioanalítico conforma un nivel fundamental de este tipo de
intervenciones, en las cuales no todo debe ser visto como la simple expresión de la escena
institucional.

El análisis de la demanda: todo análisis se ejerce en un campo de fuerzas y, de entrada, el


equipo que va a intervenir queda sujeto a los vaivenes disimétricos que ahí se juegan. Se
trata de un campo estratégico y plural.
Al interior de un establecimiento surgen una serie de demandas múltiples y contradictorias,
de acuerdo a los diferentes lugares que ocupan los integrantes de dicho establecimiento. La
encomienda de intervención, el encargo, surge en el momento en que una o un grupo de
demandas es privilegiada respecto de las otras, que son negadas, curvadas, desplazadas o
resignificadas. Al staff analítico llega, entonces, una demanda procesada ya por diversas
fuerzas al interior de la institución. El proceso analítico será el camino inverso de la
constitución de la encomienda. El o los analistas intentarán deconstruir el encargo hacía las
múltiples demandas contradictorias que le dieron origen.

Se trata de evitar a toda costa tomar la parte por el todo. Y como en un sueño, recorrer las
diferentes series que nos devuelven el rostro heterogéneo de una demanda que, en primer
momento, parecía homogénea.

La autogestión del tiempo, espacio y dinero: la autogestión quiere decir una negociación
entre el colectivo cliente y los analistas en vista de administrar las sesiones en cuanto a su
duración, su honorario, y su funcionamiento, y de determinar el modo de remuneración de
los analistas. Remuneración en la cual el monto no está fijado de entrada.

La proposición de la autogestión no sale espontáneamente del “grupo cliente” sino de los


postulados del dispositivo psicoanalítico.
En cuanto al dinero, se inscribe en una problemática social, en la cual habría que tomar en
cuenta el mercado de las intervenciones, el lugar de los intelectuales y las prácticas
universitarias. La regla fundamental es que el pago, su costo y su modalidad deben “hablar”
y “dar a ver” la dimensión institucional, el estado de las contradicciones que la atraviesan.

La asamblea general y el decirlo “todo”: ambos elementos resultan coherentes con el


planteamiento de incluir todos los niveles que configuran al establecimiento
-transversalidad-, con el fin de evitar los encapsulamientos y las fugas en los circuitos
paralelos del rumor y la fragmentación comunicativa: que nadie que tenga algo que decir
acerca de la marcha institucional quede afuera.
La reunión en presencia de todos los actores institucionales crea un efecto grupal
radicalmente diferente al funcionamiento habitual; este efecto grupal se acompaña, en
general, de situaciones de angustia.

Además, ese tipo de escenificación resulta muy exigente y complicada para quienes estan
en una situación jerárquica de subordinación, y a veces no solo para ellos.
La asamblea general del AI intenta, desde un inicio, incluir a todos; y por esto se paga un
precio.

En síntesis, de este poco profundo recorrido crítico por algunas de las aportaciones de
Lourau queda la impresión de la vulnerabilidad de su propuesta epistemológica, que fluctúa
entre la inconsistencia, la promesa, y la descripción.

Alejandro Busto
146
Módulo 8 - Postestructuralismo

1. ¿Cómo concibe una perspectiva postestructuralista la tensión individuo-sociedad?


2. ¿Qué elementos aporta para comprender los procesos de producción de
subjetividad?
3. ¿Cuál es su concepción epistemológica?
4. ¿Cuál es su concepción ontológica?
5. ¿En qué sentido considera que las teorías cumplen un papel político?
6. ¿Cuáles son sus principales aportes a la construcción de una Psicología Social
crítica?

Intervenciones posestructurales - Gibson-Graham

El posestructuralismo es una aproximación teórica al conocimiento y la sociedad que acoge


la incertidumbre de los significados, el poder constitutivo del discurso y la efectividad política
de la teoría y la investigación.

Comenzó en la década de 1960 como un movimiento dentro de la filosofía francesa, y


después emigró hacía el mundo angloparlante donde tuvo también un impacto
transformativo en la filosofía, al igual que en los estudios literarios y culturales.

Algunas veces, el posestructuralismo es equiparado al posmodernismo, pero no es lo


mismo. Lo que sí resulta posmoderno del posestructuralismo es su rechazo de ciertas
concepciones modernistas, claramente identificables, sobre el conocimiento, el conocedor y
lo conocido. Desde una perspectiva postestructural, el conocimiento es múltiple,
contradictorio y poderoso, en contraposición con la perspectiva modernista que lo
entiende como singular, acumulativo y neutral.

Quizás el antecedente más cercano del posestructuralismo sea el estructuralismo lingüístico


de Ferdinand de Saussure (1966), quien sostuvo que las palabras podían ser vistas como
signos constituidos por la relación entre dos partes, el significante -la imagen visual o
acústica- y el significado -el concepto evocado por está imagen-. En cualquier lenguaje el
significado no emerge de la relación entre las palabras y sus referentes extralingüísticos, lo
cual es enteramente arbitrario, sino de las relaciones de diferencia construidas socialmente
entre los signos.

Lo revolucionario de está declaración es afirmar que el significado se crea dentro de una


estructura social compleja de relación y diferencia y no por medio de palabras que operan
como sustitutos para los objetos, representándolos en su ausencia.

Las teorías lingüísticas de Saussure, culturales de Levi-Strauss, económicas de Marx y


psicoanalíticas de Freud, cada una a su manera, aducían el origen y la organización de
fenómenos sociales complejos a estructuras más profundas. Develar o descubrir esas
estructuras era la tarea de la ciencia estructural.

Aquellos filósofos que llegarian a ser conocidos como postestructuralistas confrontaron el


proyecto estructuralista, tomando una actitud escéptica hacía la determinación por
estructuras subyacentes y los intentos de encontrar la verdad última del lenguaje, la cultura,
Alejandro Busto
147
la sociedad y la psiquis. Pero quizá su movimiento más notorio fue cuestionar la relación
inmovil entre significante y significado, que caracterizaba a la lingüística saussuriana. Desde
una perspectiva posestructuralista, el lenguaje no existe como un sistema de diferencias
dentro de un conjunto único de signos. En cambio, las relaciones significante-significado se
crean y revisan continuamente, ya que las palabras se recontextualizan en una producción
eterna de textos. La creación de significado es un proceso inacabado, un sitio de constante
forcejeo -político- donde se generan significados alternos y cuya firmeza es apenas
temporal.

Así, el significado de la palabra mujer en el contexto de marido, hogar y familia, es muy


distinto a su significado en el conexto lesbiana, trabajo y politica. Las luchas políticas
feministas pueden considerarse un multiplicador de los contextos y significaciones de mujer,
que en el proceso desestabilizan aquellos significados inmóviles asociados a un orden
patriarcal.

Como se puede ver, el antifundamentalismo y el antiesencialismo caracterizan a la teoría


posestructuralista. Una epistemología antifundamentalista se rehúsa a considerar el
conocimiento como algo “basado en la realidad” o que está encargado de ser reflejo de o
reflejar el mundo. En vez de ser un reflejo que depende de una realidad independiente, el
conocimiento postestructural es un proceso social que interactúa plenamente con otros
procesos sociales y naturales que constituyen la vida social. La epistemología
antifundamentalista está relacionada directamente con una ontología antiesencialista. Si la
palabra mujer no corresponde directamente a un ser humano femenino genérico, su
significado no puede entenderse como fijado por una equivalencia esencial que unifica a
todas las mujeres. Al contrario, la palabra mujer se resignifica cada vez que se
recontextualiza. No hay un concepto esencial, fundamental o invariable de mujer que ancle
la palabra, sino una infinidad de contextualizaciones que proveen lecturas múltiples y
contradictorias de lo que es o puede ser mujer.

Los pensadores estructuralistas no ven el significado y al conocimiento como algo desligado


de otros aspectos de la vida social. Se entiende pues que el significado se produce bajo
condiciones sociales e intelectuales específicas y que el conocimiento no es un reflejo
verdadero sino una fuerza productiva y constitutiva. Aunque los conocimientos no pueden
ser diferenciados de acuerdo con un mayor o menor grado de precisión -su éxito o fracaso
para reflejar el mundo-, si pueden distinguirse por sus efectos -los diferentes sujetos a los
que otorgan poder, las instituciones y prácticas que permiten, al igual que aquellos que
excluyen o suprimen-. De está forma, el tipo de conocimiento producido es un problema de
consecuencia y no de indiferencia.

Alejandro Busto
148
Estrategias posestructurales

Deconstrucción (Jacques Derrida, 1977): Derrida cuestiona ciertos axiomas


fundamentales del pensamiento occidental, entre ellos:
- La ley de la identidad y la presencia del ser (si un edificio es fábrica es una fábrica)
- La ley de la no-contradicción que establece la identidad en relación con su “otro” (si
una cosa es una fábrica, no puede ser también una no-fabrica)
- La ley de exclusión del medio (fábrica y no-fabrica contienen todas las posibilidades
de una situación dada)

En conjunto, estas leyes nos dan objetos/identidades estables, circunscritos y que se


constituyen mediante una negación -de todo lo que no es fábrica-.

Lo que Derrida identifica como logocentrismo es el patrón occidental de producir significado


mediante una estructura binaria positiva y negativa (A /no A, fábrica/ no fábrica). Dentro del
marco del logocentrismo, el primer término de una estructura binaria está dotado de
positividad a expensas del otro -presencia y valor estan adjuntos a fabrica, mientras que el
término no-fabrica está ausente y devaluado. La estructura binaria establece una relación
de oposición y exclusión y no una relación de similitud y mezcla entre los dos términos- así,
si la fábrica es un sitio de producción, entonces la no-fabrica, algo como un hogar, no lo es;
o si la producción existe dentro del hogar, está es inferior a la que se lleva a cabo en la
fábrica-.

El feminismo posestructuralista ha cambiado el termino logocentrismo por falogocentrismo,


recalcando la forma en que la figura masculina -el falo- fija el significado, dando presencia y
positividad a un lado de la estructura binaria y produciendo una cadena alienada de
términos dominantes dentro del pensamiento europeo de la ilustración, como por ejemplo:

Hombre / Mujer
Mente / Cuerpo
Razón / Emoción
Objetividad / Subjetividad
Producción / Reproducción
Fabrica / Hogar

Como parte de un proyecto político para crear espacios de heterogeneidad radical, la


estrategia deconstructiva de Derrida se interesa en pensar las diferencias por fuera de las
estructuras binarias y jerárquicas. Una deconstrucción derrideana del signo FÁBRICA
puede comenzar por revalorar el término subordinado en la estructura binaria.

Por ejemplo, en la geografía económica es tradicional ver al hogar como el sitio de la


reproducción social -una serie de prácticas dependientes, tales como las labores
domésticas y el cuidado de los hijos, poco determinantes y que por lo general son
subvalorados-. Al revertir la estructura binaria producción/reproducción, la reproducción
podría representarse como la actividad que compromete a todas las personas durante todo
el tiempo; como el proceso íntegro de crear las condiciones para que la sociedad continúe
existiendo. Así, la reproducción es un concepto que abarca más que producción. Es el caso
general, el todo del cual la producción es solo una parte.

Sin embargo, uno de los problemas del proceso de revertir es que mantiene intacta la
estructura binaria, cambiando simplemente la jerarquía de valoraciones.
Alejandro Busto
149
Otra estrategia deconstructiva aún más potente es la de desdibujar los límites entre los
términos, socavando la solidez y fijeza de la identidad/presencia, mostrando como el otro
excluido se encuentra incrustado de tal forma dentro de la identidad primaria que su
diferencia resulta insostenible.

La deconstrucción ilumina los momentos de contradicción e indecisión de lo que parece ser


una estructura o texto nítidamente concebidos. Enseña la postergación indefinida del
significado dentro de un sistema de diferenciación y coloca en primer plano la incapacidad
que tiene el signo de personificar totalmente un significado esencial. El significado es
creado y re-creado dentro de textos y contextos específicos. Ya que no existe un término
maestro para fijar los conceptos a significantes específicos, el significado siempre está en
proceso e incompleto.

Genealogía y análisis discursivo (Michel Foucault): el proyecto de Foucault se dirige a


examinar la manera como ciertos conocimientos y significados son normalizados y
aceptados como Verdad. El trabajo de Foucault enfatiza sobre las formas en las que la
construcción de significado es una representación del poder que no solo se encuentra
trazada en el lenguaje sino también grabada sobre el cuerpo y re-constituida continuamente
en la vida social. Al usar el término discurso, Fouault se refiere a una práctica gobernada
por reglas, que incluye significados enmarcados de un sistema de conocimiento y en
instituciones y prácticas sociales que producen y mantienen estos significados.

Foucault desafía la universalidad y verdad del significado al desarrollar un método distintivo


para el análisis del discurso que involucra:
1) un análisis crítico de las violencias generadas por cualquier teoría o sistema de
significados (lo que excluye, prohíbe o niega)
2) un análisis genealógico de los procesos, continuidades y discontinuidades mediante
las que llega a formarse un discurso

Su trabajo dirige nuestra atención hacía las formas en que los conocimientos ejercen y
producen poder -por medio de aparatos de regulación; por ejemplo, instituciones como
escuelas, prisiones, casa de trabajo y fábricas en donde prevalecen las técnicas de
disciplina y vigilancia corporal-, y mediante el desarrollo y aplicación de tecnologías para
administrar el ser -por ejemplo, presupuestos, dietas, mapas, propagandas de productos de
higiene personal- que ayudan a organizar la vida diaria.

Por medio del proceso de genealogía, las nociones se desnaturalizan, se hacen visibles
como construcciones discursivas.

La influencia de Foucault sobre el postestructuralismo ha concentrado la atención sobre


cómo las diferentes formas de poder estan entrecruzadas con la producción de
conocimiento para crear ciertas concepciones valorizadas del asunto en cualquier periodo
histórico. Aunque gran parte del trabajo de Foucault parece enfatizar sobre la construccion y
consolidacion de discursos dominantes que someten al individuo a fuerzas poderosas fuera
de su control; su intervención abre también un espacio para examinar la proliferación y
multiplicidad de discursos que pueden crear sujetos capaces de resistir y reconstituir el
poder de diversas formas.

Alejandro Busto
150
Performatividad (Judith Butler): la performatividad es la práctica reiterativa y citacional
por medio de la que el discurso produce los efectos a los que da nombre.

El concepto de performatividad abre un camino a través de la, a veces, desconcertante falta


de piso del proyecto posestructuralista y apunta hacía las intervenciones comprometidas
que retan los sistemas de saber/poder hegemónicos trazados claramente por Foucault.

Butler está comprometida con el proceso de desestabilizar las categorías binarias de género
que sirven de soporte a la heterosexualidad obligatoria. Reconocer la performatividad del
discurso es reconocer su poder, su habilidad para producir “los efectos a los que da
nombre”. Sin embargo, el proceso de repetición mediante el cual el discurso produce sus
efectos se caracteriza por sus titubeos e interrupciones. Al enfatizar sobre esos titubeos,
esas incertidumbres y discontinuidades inherentes a los performances de género, saca a la
luz las posibilidades que existen para alterar e inventar dentro del proceso cultural de la
creación del género. De está forma, abre un espacio para la capacidad de actuar (agency) y
lo impredecible en un modo de subjetivación que comúnmente se asume como un dato
biológico o cultural.

El posestructuralismo asigna un nuevo papel a la teoría, considerándola como una


intervención política. El conocimiento posestructural da forma a la realidad en vez de
reflejarla pasivamente. La producción de nuevos saberes es una actividad que cambia el
mundo, reubicando otros saberes y validando nuevos sujetos, prácticas, políticas e
instituciones.

Así, por ejemplo, Jenny Cameron (1996) en su estudio encuentra en las economías
domésticas la usual iniquidad de género en la división de las labores domésticas, pero
escoge no interpretar la repartición desigual de las tareas domésticas como la persistencia
de las estructuras patriarcales de la dominacion masculina y explotacion femenina. Su
lectura meticulosa de los textos producidos en las entrevistas revela, en cambio, un proceso
complejo mediante el cual ciertas tareas domésticas construyen la identidad heterosexual
para los hombres y las mujeres. Acentuando la frontera precaria y móvil entre lo que es
masculino y femenino en la sociedad.

Así, Cameron muestra cómo los sujetos trabajan activamente para mantener la ficción de
una identidad de género estable y natural, minada constantemente por sus vidas y
contextos sociales. Más aún, los deslices y contradicciones inevitables entre los
performances sugieren la posibilidad de géneros alternos y las diferentes sexualidades que
señalan o permiten.

Papel político y producción de subjetividad

Posestructuralismo y políticas de investigación: hasta este punto, con su énfasis sobre


el poder constructivo y perturbador del discurso, la discusión sugiere que el
posestructuralismo alberga el potencial para ofrecer un nuevo modelo de investigación. Si al
conocimiento no se le asigna la tarea de proveer un reflejo preciso de la realidad, entonces
la investigación no revela simplemente lo que está allá afuera en el mundo. Reconocer la
efectividad del saber da a la investigación un papel importante como actividad productora y
transformadora de discursos, creando nuevas posiciones para los sujetos y posibilidades
imaginativas que impulsen proyectos y deseos políticos.

Alejandro Busto
151
En el contexto de silencios e interrupciones surgen discursos contradictorios y posiciones
subjetivas alternas, lo que significa que el discurso nunca es capaz de ejercer el poder
totalmente y de producir sujeción. De está manera, se puede ver que existe una posibilidad
para la “acción”, y para la reorientación creativa y la redefinición de las posiciones del sujeto
en la coexistencia de discursos contradictorios e inconmensurables.

El análisis discursivo desnaturaliza las subjetividades y prácticas sociales, volviéndolas


exóticas y extraordinarias como elementos de una formación en particular. El proceso de
analizar un discurso resalta el carácter contingente de sus alineamientos y lo muestra como
un intento de estabilización. De esa manera se sugiere, simultáneamente, su vulnerabilidad
a la desestabilización y a la reconstrucción.

Un diálogo sobre el poder - Deleuze y Foucault

Hace algunos años la politización de un intelectual se realizaba tradicionalmente a partir de


dos cosas:
1. su posición de intelectual en la sociedad burguesa, en el sistema de la producción
capitalista
2. en la ideología que produce o impone su propio discurso en tanto que revelaba una
cierta verdad, en tanto descubría relaciones políticas allí donde no se percibían

Es decir, el intelectual desde su posición de intelectual, decía la verdad a los que todavía no
la veían y en nombre de los que no podían decirla: conciencia y elocuencia.

Sin embargo, después de las recientes luchas, los intelectuales han descubierto que las
masas no los necesitan para saber; ellas saben perfectamente, mucho mejor que ellos, y
además lo dicen muy bien. Pero aun así, existe un sistema de poder que intercepta,
prohíbe, invalida ese discurso y ese saber. Poder que no está tan solo en las instancias
superiores de la censura, sino que penetra de un modo profundo, muy sutilmente, en toda la
red de la sociedad. Ellos mismos, los intelectuales, forman parte de ese sistema de poder, la
propia idea de que son los agentes de la “conciencia” y del discurso forma parte de ese
sistema.

El papel del intelectual ya no consiste en colocarse “un poco adelante o al lado” para decir
la verdad muda de todos; más bien consiste en luchar contra las formas de poder allí donde
es a la vez su objeto e instrumento: en el orden del “saber”, de la “verdad”, de la
“conciencia”, del “discurso”. Por ello, la teoría no expresa, ni traduce, ni aplica una práctica,
sino que la teoría es una práctica. Pero una práctica local y regional, no totalizadora. Lucha
contra el poder, lucha para hacerlo desaparecer y herirlo allí donde es más invisible y más
insidioso, o lucha por una “toma de conciencia”.

Eso es una teoría, exactamente como una caja de herramientas. Es preciso que sirva, que
funcione. Y no para sí misma. Si no hay gente para servirse de ella, empezando por el
mismo teórico que entonces deja de ser teórico, es que no vale nada, o que no ha llegado
su momento.

La teoría no se totaliza, se multiplica y multiplica. Es el poder el que por naturaleza efectúa


totalizaciones. La teoría está por naturaleza en contra del poder. Desde que una teoría
penetra en tal o cual punto, choca con su imposibilidad de tener la menor consecuencia
práctica, sin que se produzca una explosion, con la necesidad de otro punto. Es por está
razón por lo que la noción de reforma es tan estúpida e hipócrita. O bien la reforma es
Alejandro Busto
152
elaborada por gente que se pretende representativa y hace profesión de hablar por los
otros, en nombre de los otros, con lo cual se produce una instalación de poder, una
distribución de poder a la que se añade una represión acrecentada. O bien es una reforma
reclamada, exigida por aquellos a los que concierne, con lo cual deja de ser una reforma,
sino que es una acción revolucionaria que, desde el fondo de su carácter parcial, se ve
determinada a poner en cuestión la totalidad del poder y de su jerarquía.

Cada lucha se desarrolla alrededor de un lar particular de poder (uno de esos innumerables
pequeños lares que pueden ser un jefecillo, un director de prisiones, un juez, un
responsable sindical, un redactor jefe de un periodico). Y designar los lares, los núcleos,
denunciarlos, hablar de ellos públicamente, es una lucha, no es porque nadie tuviera
conciencia de ello, sino porque tomar la palabra sobre este tema, forzar la red de la
información institucional, nombrar, decir quien ha hecho qué, designar el blanco, es una
primera inversión del poder, es un primer paso para otras luchas contra el poder. Si
discursos como, por ejemplo, los de los detenidos o los de los médicos de las prisiones son
luchas, se debe a que al menos por un instante, confiscan el poder de hablar de la prisión,
actualmente ocupado por la administración a solas y sus cómplices reformadores. El
discurso, en ese sentido, se opone al secreto.

Tales luchas forman parte del movimiento revolucionario con la condición de que sean
radicales, sin compromiso ni reformismo, sin tentativas para habilitar el mismo poder con un
simple cambio de titular.

¿Qué es la ecosofía? - Guattari

Hacía una ecosofía: La crisis ecológica actual remite a una crisis más general de lo social,
de lo político y de lo existencial. Lo que aquí se plantea es una suerte de revolución de las
mentalidades a fin de dejar de avalar cierto tipo de desarrollo, un productivismo que ha
perdido toda finalidad humana.

Es conveniente recomponer medios de concertación y de acción colectivas adaptadas a una


situación histórica que devaluó de manera radical las viejas ideologías y las prácticas
sociales y políticas tradicionales. No se puede excluir que los nuevos instrumentos
informáticos contribuyan a la renovación de semejantes medios de elaboración y de
intervención. Pero no son ellos, como tales, los que desencadenarán las chispas creadoras,
los que engendrarán los focos de toma de conciencia capaces de desplegar perspectivas
constructivas. A partir de emprendimientos fragmentarios, de iniciativas a veces precarias,
de experimentaciones titubeantes, comienzan a buscarse nuevos agenciamientos colectivos
de enunciación, otras formas de ver y de hacer el mundo deben abrirse, otras formas de ser
y de poner al día modalidades de ser que serán capaces de irrigarse, de enriquecerse unas
a otras. Se trata de aprehender y crear bajo modos prácticos virtualidades existenciales
mutantes. En este sentido, toda una ecología de lo virtual resulta aquí traída a la luz, una
ecosofía que anude en el mismo compromiso ético-político nuestra responsabilidad
respecto de las formas vivientes ya ahí y respecto de las formas por venir que golpean a la
puerta de la inteligencia y de la imaginación colectiva.

Pero tal consideración de factores subjetivos de la historia y el salto de libertad ético que
conlleva la promoción de está ecología de lo virtual no implican de ningún modo un
repliegue sobre uno mismo, una renuncia al compromiso político. Implica, por el contrario,
una refundación de las praxis políticas.

Alejandro Busto
153
Desde fines del siglo XVIII, el impacto de las ciencias y de las técnicas sobre las sociedades
desarrolladas ha sido combinado con una bipolarización ideológica, social y política entre
corrientes progresistas y corrientes conservadoras, lo cual se constituyó en un eje
izquierda-derecha como una suerte de referencia natural.

Hoy en día, las social-democracias se han convertido, sino al liberalismo, al menos al


primado de la economía de mercado, mientras que el hundimiento generalizado del
movimiento comunista internacional ha dejado vacante uno de los términos extremos de
dicha bipolaridad.

Así, si bien el capitalismo mundial integrado aportó respuestas parciales en algunas de sus
ciudadelas -al precio de devastaciones ecológicas considerables y al precio de una
segregación temible-, es manifiestamente incapaz de liberar a los países del tercer mundo
de su hundimiento sin excluir la posibilidad de imponerles un orden por la fuerza, y
probablemente podrá suministrar solo respuestas muy parciales a problemas gigantescos
que acosan a los más desarrollados.

Una toma de conciencia ecológica ampliada debería conducir a poner en tela de juicio la
ideología de la producción por la producción, es decir polarizada únicamente sobre el
beneficio en el contexto capitalista del sistema de precios y de un consumismo debilitador.

El objetivo ya no es simplemente tomar el poder en lugar de las burguesías y de las


burocracias sino determinar con precisión lo que se pretende poner en su lugar. Respecto a
esto, me parece que dos temáticas complementarias deben pasar al primer plano en los
años por venir:
1. la redefinición del Estado, o más bien de las funciones estatales que son múltiples,
heterogéneas y a menudo contradictorias
2. la recentralización de las actividades económicas sobre la producción de
subjetividad

Hoy en día, la subjetividad individual y colectiva vive bajo el régimen del repliegue sobre sí
mismo, de la infantilización mass-mediática, del desconocimiento de la diferencia y de la
alteridad en el ámbito humano tanto como en el registro cosmico. Estos modos de
subjetivación solo saldrán de su “cerco” si aparecen a su alcance objetivos creadores. De lo
que se trata aquí es de la finalidad misma del conjunto de las actividades humanas. Más
allá de las reivindicaciones materiales y políticas emerge la aspiración a una reapropiación
individual y colectiva de la subjetividad humana.

Una ecosofía que articule entre sí el conjunto de las ecologías científicas, política,
medioambiental, social y mental está tal vez llamada a sustituir las viejas ideologías que
sectorizaban de forma abusiva lo social, lo privado y lo civil, y que eran en el fondo
incapaces de establecer conexiones transversales entre lo político, lo ético y lo estético.

El arte ha sido siempre un elemento esencial de la osamenta de toda sociedad. Pero desde
su puesta en “obra” por corporaciones especializadas, pudo aparecer como un “extra”, un
suplemento del alma, una frágil superestructura, cuya muerte se anuncia regularmente. Y
sin embargo, no ha cesado de ser una apuesta vital para la cristalización de las
subjetividades individuales y colectivas.

Estructurado en el socius, el arte se sostiene a sí mismo. ¿Qué es lo que le confiere está


perennidad de eclipse? A mi modo de ver su función de ruptura de las formas y
Alejandro Busto
154
significaciones que reinan trivialmente en el campo social. El artista y, más generalmente, la
percepción estética despegan, desterritorializan un segmento de lo real de forma de hacerle
jugar el rol de un enunciador parcial. El arte confiere una función de sentido y de alteridad a
un subconjunto del mundo exterior. Está toma de palabra de la obra tiene por consecuencia
remodelar la subjetividad tanto del artista como de su “consumidor”.

Nuestras sociedades estan hoy entre la espada y la pared, y deberían desarrollar siempre
más, para su supervivencia, la investigación, la innovación y la creación. Dimensiones que
implican una consideración de las técnicas de ruptura y de sutura propiamente estéticas.

¿Que es la ecosofía?: la idea de “ecosofía” nace mediante la articulación de 3 ecologías:


1. medioambiental
2. social
3. mental

El objeto ecosófico es un sistema de modelización que va más lejos que el objeto


ecosistémico. El objeto ecosófico se concibe articulado según 4 dimensiones:
1) La dimensión de flujo: en los ecosistemas siempre hay articulación de unos flujos
por relación a otros, en especial flujos heterogéneos.
2) La dimensión de máquina: ofrece una retroacción cibernética, autopoiética, es
decir, de auto-afirmación ontológica, sin caer en el mito animista o vitalista, puesto
que se trata en efecto de efectuar la unión entre las máquinas de los ecosistemas de
flujos materiales y de los ecosistemas de flujos semióticos. Se intenta, por tanto,
ampliarla noción de autopoiesis, sin reservarla al mero sistema viviente,
considerando que hay proto-autopoiesis en todos los otros sistemas: tecnológicos,
sociales, etc.

Nota: La autopoiesis (en griego: auto, [auto, poiesis] 'a sí mismo; creación,
producción') es un neologismo que designa la cualidad de un sistema capaz de
reproducirse y mantenerse por sí mismo.

3) Dimensión de valor: el objeto ecosófico es no solamente autopoiético, sino también


portador de valores, de registros y de perspectivas de valoración. Es importante para
repensar la problemática del valor, comprendido el valor económico, y para articular
el valor capitalísitico, el valor de intercambio en el sentido marxista, con los otros
sistemas de valorización segregados por los sistemas autopoiéticos: sistemas
sociales, grupos, individuos, sensibilidades individuales, artísticas, religiosas; para
articularlos entre sí, sin que el valor económico los domine y los aplaste a todos.
4) Dimensión de la finitud existencial: se refiere a lo que se denomina también como
territorios existenciales y que no son una entidad eterna, sino que están fundados en
coordenadas de determinación extrínsecas, independientes. En su sistema de
valores, el objeto ecosófico tiene un nacimiento y un final. Sin alcance universal, está
ligado en procesos de historicidad. Está finitud presenta también una dimensión de
alienación, de “encarnación” y al mismo tiempo de enriquecimiento procesual; pues
gracias a ella, existe siempre la posibilidad de una recarga a partir del caos y de
refundación de una complejidad.

El concepto de sistema de modelización, entonces, en su carácter creativo, de


aglomeración de componentes heterogéneas y al mismo tiempo de unidades autopoiéticas,
es el objeto.

Alejandro Busto
155
Toda aprehensión de un problema medioambiental postula el desarrollo de universos de
valores y por tanto de un compromiso ético-político. Apela también a la encarnación de un
sistema de modelización, para sostener dicho universo de valores, es decir prácticas
sociales, de campo, prácticas analíticas cuando se trata de producción de subjetividad.

No se trata de un sistema de valores totalizantes. Es preferible concebir procesos de


afirmación de valores que respeten su heterogeneidad y su singularidad.

Una aspiración ecosófica, en el caso de eventuales responsabilidades gubernamentales,


concierne a las responsabilidades locales, regionales. Se trata de concebir prácticas de
intervención social, comprendidas las políticas gubernamentales, que sean coherentes con
prácticas sociales en el territorio, con practicas de disenso, culturales, analiticas individuales
y de grupo, y estéticas, y de desarrollar una política y medios, dispositivos, que permitan
ese carácter de disenso. Hay que sobrepasar completamente lo esencial de nuestras
posiciones tradicionales entre movimientos, partidos o asociaciones y encontrar una nueva
forma que permita superponer, establecer una relación polifónica entre los diferentes
objetivos pragmáticos.

Lo que se propone acá es decir el problema. Hay actualmente un problema de redefinición


de las prácticas sociales, de reinvención de los modos de concertación, de los modos de
organización, de las relaciones con los medios de comunicación etc. Y eso deviene político:
saber que se quiere hacer. Justamente, ¿se quiere cambiar de manera radical los sistemas
de valorización? En cuyo caso, es preciso tomarlos en su globalidad, en su conjunto.

Se propone el término de ecosofía para mostrar justamente, la amplitud de la problemática


de valores.

Alejandro Busto
156
Módulo 9 - Psicología Social como campo de conocimientos

Los siguientes autores van a señalar que la noción de territorio, o mejor dicho, la
construcción de territorializaciones en nuestras prácticas, implica abordar las mismas desde
un saber disciplinar con determinadas características, propias del saber de lo Uno.
- ¿Cuáles son las mismas?
- ¿Qué papel se le asigna al profesional a la hora de la intervención desde este
enfoque?
- ¿Qué relación se da entre las dimensiones de la teoría, su traducción en técnicas y
su hacer práctico?
- ¿con qué tipo de objeto-sujeto se opera?.

Sobre el esquema de la Psicología de los ámbitos de José Belger, Maceiras y Bachino van
a plantearlo como una especie de bisagra entre las categorías de territorio y la de campo.
- ¿cómo fundamentarían los y las estudiantes esta afirmación?

- ¿Qué implica para el abordaje de la psicología, construir la realidad desde la noción


de campo de problemas?
- ¿Qué implica pensar en términos de campo de problemas de la subjetividad?
- ¿Cuál es la diferencia central con el pensamiento dicotómico de sujeto-objeto o
psiquismo - sociedad?
- ¿Qué implica pensar las prácticas en términos de objeto de conocimiento?
- ¿cómo se relacionan en esa propuesta teoría y práctica?
- ¿Qué aporta para pensar la intervención?
- ¿Qué implica el concepto de caja de herramientas y cómo se relaciona con la
intervención?
- ¿y la noción de elucidación crítica?.

Alejandro Busto
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Territorio, ámbito y campo - Maceiras-Bachino

Las categorías territorio, ámbito y campo estan vinculadas a posturas epistémicas. Tienen
que ver con las posibilidades de conocer y comprender lo que hay, en la delimitación de un
recorte de realidad puesto a consideración, que el sujeto que asume tal encargo despliega.
En otras palabras, tiene que ver con la naturaleza de la relación entre quien pretende
conocer y comprender y aquello que tiene por destino ser comprendido y conocido.

Estas 3 nociones no existen como categorías puras, sino que todo lo contrario, se hallan en
constante interpenetración y movimiento, a veces territorio, a veces ámbito, a veces campo.
Estas categorías en definitiva mantienen una relación de interconexión, continuidades y
discontinuidades.

Territorio: según las definiciones de la RAE, la palabra “territorio” sugiere una suerte de
soberanía y delimitación precisa de una cierta porción de realidad que está sujeta a
formaciones instituidas de gobierno que la rigen y administran, y que por tanto reivindican la
autonomía e independencia de acción sobre ella. Metáfora que nos sitúa en la perspectiva
de pensar las disciplinas invariablemente ligadas al territorio, ejerciendo poder, soberanía,
dominacion y exclusión de todo aquello que le es ajeno.

Está nocion es tributaria a una concepcion epistemologica positivista propia de la


modernidad, la que erige a las disciplinas como organizadoras del conocimiento, y en
términos globales de una cosmovisión del mundo regida por la primacía de la razón y el
progreso permanente y lineal. Es en este sentido donde advertimos que todo acto de
conocimiento que contempla un objeto a conocer y un sujeto cognoscente se concibe en
compartimentos estancos, fragmentados, separados.

La modernidad pone el énfasis en la razón como valor último, desplazando en este sistema
de conocimiento a la emoción del sujeto cognoscente. La emoción en este universo se
percibe como interferencia u obstáculo, por lo tanto en este momento la implicación queda
colocada en el lugar de lo impensado. Entendiendo por aquella al conjunto de relaciones
conscientes e inconscientes que los actores mantienen con los sistemas institucionales
donde despliegan el acto cognoscitivo. Queda entonces excluida la posibilidad de que el
sujeto se interpele por las circunstancias involucradas en la acción particular de conocer, lo
que estaría obturando la capacidad del pensar en relación a lo que se hace, así como en
relación al saber como se piensa en ese hacer.

El sujeto que conoce se ubica separado del objeto de estudio. Objeto formal y abstracto que
es medible, reproducible, cuantificable, autónomo, no contradictorio y univoco y que se halla
desligado de un sujeto cognoscente, que a su vez tiene las características de ser
a-histórico, aséptico, trascendente y que en su interpretación de la realidad buscará
verdades últimas regidas por la obtención de una pretendida objetividad. Clara primacía de
la lógica de lo uno e imposibilidad de considerar lo múltiple que conllevaría la inclusión en el
acto cognitivo de aproximaciones a otros campos disciplinarios.

Es un modo de pensar y operar que no supera los reduccionismos que son propios a las
lógicas de objeto discreto que se delimitaron en los momentos fundacionales de las ciencias
humanas y que territorializaron tales saberes en disciplinas académico-profesionales.

Se busca entonces generar visibilidad y comprensión a la vez que construir estrategias de


intervención desde un territorio disciplinario y disciplinante. La teoría y la técnica despliegan
Alejandro Busto
158
en este sentido su mayor violencia simbólica, ya que diagraman cual “lente” se antepone a
la mirada del técnico para indicarle y construirle el objeto de estudio que tiene ante sí.
Violencia simbólica que consiste en poner formas reconocidas como convenientes y
legítimas, produciendo efectos territorializantes que no se presentan como tales al
percibirse como universales. Foucault diría que una de las razones de la eficacia del
ejercicio de poder es que oculta parte de sus propios mecanismos; en este sentido, la
violencia simbólica nunca se presentaría como tal y sus axiomas y dogmas no se
cuestionarían sino que serían atribuidos al orden de las cosas, a lo natural.

Lo que el técnico busca, entonces, es el reconocimiento de ese universo teórico antes que
cualquier eventualidad de un conocimiento nuevo, impredecible, que sorprenda.

Estamos ante el gobierno de las técnicas (tecnocracia), y estas pasan a ser instrumentos
cristalizados, arrancados de las realidades que les dieron vida y considerados con un valor
“en sí” de carácter universal. Se considera que para la utilización de dichas técnicas en
otros territorios sólo es cuestión de trasladarlas sin necesidad de grandes modificaciones.

El dualismo teoría-práctica ostenta su mayor cristalización, ubicados en este registro


epistémico podemos pensar que el nivel de articulación se da a partir de la noción de praxis.
Entendida está como la puesta en juego de una intervención sobre un recorte de realidad
desde un referente teórico y que en el encuentro con el referente empírico, produce un
efecto de retorno sobre la teoría en donde ésta se ratifica o rectifica.

Ámbito: la noción de ámbito es una categoría que aunque por momentos remite al
disciplinamiento propio del territorio, por otros tiene la capacidad de abrir el abanico a
nuevas prácticas que muestran atisbos rupturistas. Estos involucran una ampliación de los
lugares de intervención, al tiempo que promueven el desarrollo de nuevos modelos
conceptuales, por ello, lo entendemos como una categoría bisagra, entre la noción de
territorio y la noción de campo.

La noción de ámbito es planteada por Bleger por los años 60 en su publicación


“Psicohigiene y psicología institucional”, en donde a veces aparece referida a un lugar físico
y otras como modelo conceptual. El autor por momentos refiere al ámbito como lugar de
trabajo entendido empíricamente (individuos, grupos, instituciones y comunidades) y es ahí
cuando se la encuentra más cercana a la noción de territorio. De todas formas, él intenta
hacer un movimiento para salirse de está restricción al establecer en un esquema la
siguiente distinción:

Conviene aclarar que no son sinónimos y que, por lo tanto, no coinciden psicología
individual y ámbito psicosocial, tanto como tampoco coinciden psicología social con
ámbito psicodinámico; la diferencia entre psicología individual y social no reside en el
ámbito particular que abarcan una y otra, sino en el modelo conceptual que utiliza
cada una de ellas; así, se puede estudiar la psicología de grupos (ámbito
psicodinámico) con un modelo individual, tanto com se puede estudiar al individuo
(ámbito psicosocial) con un modelo de la psicóloga social.

Es justamente en este sentido que nos permite pensar que la psicología social no se
encuentra definida ni por el número de personas con las que se trabaja, ni por el lugar
donde se trabaja, sino por el enfoque con el que se trabaja. Por ello entendemos que la
mayor potencia del término ámbito se encuentra cuando la referencia al mismo es en
términos de modelo conceptual, donde el ámbito “...comprende la extensión o amplitud
Alejandro Busto
159
particular en que los fenómenos son abarcados para su estudio o para la actividad
profesional”. Es decir, por ejemplo, que el ámbito psicosocial si bien se asocia a los
individuos, no es únicamente dirigido a individuos.

El autor en cierta medida problematiza el curso del desarrollo histórico que han seguido los
modelos psicológicos hegemónicos, y plantea que el desarrollo de la psicología ha seguido
el curso del sentido A del siguiente esquema, dirección que ha coincidido en cierta medida
con una extensión de los modelos de la psicología individual a todos los otros ámbitos, y
que es claramente insuficiente para manifestarse sobre las peculiaridades que en estas
tienen lugar.

El sentido A estaría mostrando que los ámbitos en términos de modelos conceptuales,


yendo del individuo al grupo, a la institución y a la comunidad, generan un efecto de
territorialización con la consecuente violencia simbólica.

El aporte de Bleger lo ubica en el terreno de la innovación, ya que plantea la apertura a la


movilidad y al uso de modelos conceptuales que provienen de diversos ámbitos. El autor
dirá que “...a medida que vamos abarcando en la práctica nuevos ámbitos y se estructuran
nuevos modelos conceptuales adecuados, se impone el sentido B”.

Está concepcion (sentido B) nos permite por ejemplo al trabajar en clínica con un sujeto
(individuo), poder pensar los distintos planos que lo componen así como las diversas
dimensiones que se hallan “jugadas” en esa singularidad; donde el mismo está incluido en
distintos grupos, su familia, una determinada comunidad, al tiempo que es subjetivado por
múltiples instituciones.

También nos habilita en la utilización de una herramienta, como por ejemplo el mapa de red,
surgido para intervenir en determinado ámbito como lugar empírico (comunidad), para
trabajar en otro como puede ser la clínica individual, donde se lo estaría utilizando para
abordar y comprender las redes sociales de un paciente determinado.

Alejandro Busto
160

Vemos claramente como Bleger propone una inflexión respecto al modelo conceptual
predominante, que estaba centrado en las disciplinas, con alto nivel de especificidad y bien
delimitadas unas de otras. En dicho modelo al individuo debía abordárselo con teoria y
tecnica de alguna rama de la psicología individual, igualmente con un grupo, al que debía
tratarse con teoria y tecnica de grupos, y por supuesto, siempre manteniendo la relación
entre el recorte espacial y la teoría y la técnica que para dicho ámbito se había gestado.

Campo: lo que nos sugiere la noción de campo antes que nada, es que no estamos ante un
objeto discreto con las cualidades que les son propias y que se constituyeron como tales en
el encuentro con una forma de posicionamiento epistémico del sujeto cognoscente. Sino
que está noción rescata lo diverso como aquello que agrupa lo discontinuo, sin cultivar lo
homogéneo, y nos ubica en una concepción epistemológica de la complejidad, esto último
implica una nueva manera de pensarnos a nosotros mismos, la ciencia que producimos y el
mundo que construimos gracias a nuestras teorías y nuestra capacidad creativa.

Está noción amplía las posibilidades respecto a lo que se investiga, pudiendo pensar ahora
si desde la lógica de la paradoja y de lo discontinuo, dejando atrás un pensamiento lineal
causa-efecto. Este movimiento de descentramiento estaría implicando posicionarse desde
una epistemología que contemple lo transdisciplinario, lo que posibilitaría generar mayor
visibilidad ya que se minimizarían ciertos puntos ciegos, entendiendo por éstos un cierto
campo de visión epistémico que no es advertido, fenómeno que también involucra el no
darse cuenta que no se ve, es decir, una “ceguera de segundo orden”. Es decir, nos permite
percibir los impensados de una teoría, o sea, aquellas invisibilidades producidas a partir de
sus condiciones de posibilidad de enunciación.

Nos permite plantear la relación de indeterminación en las díadas de términos, ya no


individuo-sociedad sino, individuo:sociedad. La relación es de incertidumbre, lo cual nos
remite a un camino de investigación. Hablamos de procesos a elaborar, porque la relación
no está marcada y no sabemos bien cual es la relación.

De está manera las fronteras que unen separando o separan uniendo se vuelven difusas,
porosas, de límites inexistentes o imprecisos, lo que nos habilita a pensar en términos de
conexiones y acoples. Condición de posibilidad para pensar en términos de multiplicidad, lo
que lleva implícito el trabajo en el entre, en él “y”, donde se establecen entre los elementos
la síntesis conectiva que es lo inmanente mismo del encuentro.

La figura que se ubicaría en el lugar del sujeto cognoscente, no es la del técnico, sino la del
investigador, ya que no hay técnicas que aplicar.

El término de campo permite intervenir y pensar en relación a un corte de realidad donde ya


no existe un sujeto cognoscente escindido de un objeto de conocimiento. Al primero lo
concebimos desterritorializándose para advenir constructor de un campo de conocimientos,
al tiempo que al segundo, campo de problemáticas a formular. Ninguno posee existencia
propia en tanto se conforman como tales en el encuentro, y es por ello que les corresponde
ser pensados en términos de inmanencia. El proceso de conocimiento es un espacio
abierto, interconectado y susceptible de adaptación y modificación en conexión con una
realidad que es antes que nada contextual.

El trabajo en campos de problemas y no de objeto unidisciplinario implica considerar que


pensar problematicamente es trabajar ya no desde sistemas teóricos que operen como ejes
Alejandro Busto
161
centrales sino pensar puntos relevantes, que operen permanentemente descentramientos y
conexiones no esperadas; el problema no es una pregunta a resolver sino que los
problemas persisten e insisten como singularidades que se despliegan en el campo.

En términos de campo no hay lugar para lo teórico por un lado y lo práctico por otro como
categorías disociadas, ya no teoría-práctica, sino relaciones de indeterminación, es decir,
teoría:práctica.

La práctica es un conjunto de conexiones de un punto teórico con otro, y la teoría un


empalme de una práctica con otra. Es en esto en lo que una teoría no expresa, no traduce,
no aplica una práctica; sino que es una práctica.

Desde este posicionamiento no se piensa ni opera desde un marco teórico que estaría
signado por la lógica de lo uno y sumido en criterios de verdad adhiriendo a relatos
totalizadores y totalizantes. Se trata de construir instrumentos para pensar campos de
problemáticas, donde la constitución del campo de conocimientos desde donde intervenir se
va construyendo atendiendo a lo específico, lo local y puntual, y donde no tienen cabida
cristalizaciones teórico-técnicas con criterio de universalidad.

Una teoría es exactamente como una caja de herramientas. Es preciso que sirva, que
funcione. Y no para uno mismo. Si no hay personas para utilizarla, comenzando por el
teórico mismo, que deja entonces de ser teórico, es que no vale nada, o que el momento no
llegó aún.

La tarea propositiva entonces apunta al desdisciplinamiento de los cuerpos disciplinarios,


cuestión que implica incurrir en procedimientos complejos por cierto y que estan
encaminados hacía una elucidación crítica, la que podríamos descomponer en 3 grandes
líneas:
1. desnaturalizar los dominios de objeto instituidos sin por ello invalidar los
conocimientos que ellos han producido y producen
2. deconstruir las lógicas desde donde han operado sus principios de ordenamiento
3. genealogizar, o al menos realizar algunos rastreos genealógicos que permitan
interrogar los a priori desde los que un campo de saberes y prácticas ha construido
sus conceptualizaciones

Es importante tener en cuenta, que donde se construye un campo de problemáticas siempre


existe también algún indicio de territorialización y a la inversa. Respecto a la primera
derivación, siempre en el campo aparece un efecto de teoría, es decir, surgen
micro-instancias donde lo procesual queda capturado bajo la égida del territorio. En cuanto
a la segunda, siempre en un efecto de territorialización se materializan líneas que
desatienden la captura, son desvíos que trascienden los dominios de ese territorio y que
podrían, si el técnico cede, ingresar en un proceso de desterritorialización. Situación que
solo es posible si se contempla al desvío y se da cabida a lo novedoso que insiste y no
puede ser comprendido desde un referente teórico disciplinario dado.

Alejandro Busto
162
Haciendo met-odhos - Fernandez

Pensar problemas: criterios de indagación:


¿Cuál es la relación entre lo psíquico y lo social? ¿Qué es lo psíquico? ¿Qué es lo social?

Si primero tuviéramos que definir con qué noción de sujeto y con qué noción de sociedad
fuéramos a trabajar, entraríamos en un callejón sin salida. No se trata de pereza intelectual
sino de cierta certidumbre de que -en el mejor de los casos- no podríamos salir de los
límites de la interdisciplina y -lo que sería más limitativo aún- del binarismo
individuo/sociedad. No se trata de reemplazar al individuo por un sujeto que incluya o parta
de su dimensión inconsciente. Tampoco, desde ya, de psicologizar lo social. Se trata de
abrir interrogaciones en un campo de problemáticas de la subjetividad.

Pensar las cuestiones a indagar como campo de problemas atravesados por múltiples
inscripciones: deseantes, históricas, institucionales, políticas, económicas, etc., implica un
doble movimiento conceptual que abarca el trabajo sobre las especificidades de las
diferentes dimensiones involucradas y -al mismo tiempo- su articulación con las múltiples
inscripciones que las atraviesen. Este modo de pensar intenta superar los reduccionismos
necesarios a las lógicas de objeto discreto para abrir, así, los modos de indagación hacía
criterios multireferenciales que den otra inscripción a la imbricación de lo “individual” y lo
“colectivo” en los procesos de producción de subjetividad.

Se trata de pensar en un campo de problemas. Este criterio de indagación supone


desdisciplinar las territorializaciones disciplinarias, para poder demarcar las cuestiones de
otro modo. Es la forma en que aquí se busca pensar por fuera de las antinomias clásicas:
individuo/sociedad, sujeto/objeto, estructura/acontecimiento, etc

Estos modos de demarcación suponen una resistencia activa a reducir este campo a
algunos de los elementos heterogéneos que lo componen. Pensar una noción de
subjetividad más allá de los dominios de objeto unidisciplinarios hace necesario no solo el
aporte de diversas disciplinas sino demarcar las cuestiones de otro modo.

Multiplicidad de miradas, en los saberes y en las prácticas. Entrecruzamiento en actos y


discursos. Campo que rescata lo diverso como aquello que agrupa lo discontinuo, sin
cultivar lo homogéneo.

El trabajo en campos de problemas implica considerar que pensar problematicamente es


trabajar ya no desde sistemas teóricos que operen como ejes centrales sino pensar en
puntos relevantes, que operen permanentemente descentramientos y conexiones no
esperadas; el problema no es una pregunta a resolver sino que los problemas persisten e
insisten como singularidades que se despliegan en el campo. Vuelven una y otra vez, a
punto tal que detener el movimiento problemático es crear condiciones de dogmatización en
un pensamiento; por lo tanto no referirá a verdades a descubrir sino a producir y será
necesariamente un pensamiento plural.

Desde está perspectiva se piensa la problemática como una categoría y no como una
dificultad o incertidumbre pasajera.

Se trata de pensar -entendiendo el pensamiento como un modo de experiencia- sabiendo


que en el camino de quiebre de sentidos comunes disciplinarios necesariamente se

Alejandro Busto
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transitarán zonas borrosas tal vez imposibles de evitar si se intenta eludir las comodidades
de lo ya sabido.

El pensamiento como modo de experiencia supone pensar en el límite de lo que se sabe.

Se trata de hacer de una serie de preguntas un problema o, mejor dicho, una problemática
en el sentido de un agrupamiento de problemas que se relacionan al interior de un campo
abierto. No se trataría tanto de una serie lineal de problemas que estarían unos dentro de
otros, sino de problemas que en sus derivas e insistencias presentan puntos y momentos de
conexión y desconexión que enlazan y desenlazan, que insisten y mutan, pero que al volver
una y otra vez sobre lo mismo van armando método. Se retoma aquí la acepción griega del
término met-odhos: ponerse en camino. En el camino se va armando método, trazando
circuitos de problematización recursiva.

Se trata, más que de responder a una pregunta, de demarcar o delimitar un campo de


problemas a partir de las múltiples cuestiones que en él confluyen. En tal sentido, se
presenta aquí un programa de indagación conceptual.

Programa en el sentido que le da Deleuze: programa se constituye por los puntos de


orientación que conducen una experimentación que desborda nuestra capacidad de
previsión y por tanto se modifican a medida que se implementa. En tal sentido un programa
será abierto e incompleto.

Indagación en el sentido foucaultiano: se refiere a una modalidad o forma específica de


construcción de un saber y a la gestión o ejercicio de adquirirlo y transmitirlo.

En tanto programa de indagación, se transitarán diferentes estrategias y escenarios de


acción en proceso de modificación en tanto interesa caminar en la heterogeneidad
eludiendo el camino de la constitución -o comprobación- de sistemas. Pensar problemas,
más que aplicar sistemas teóricos.

Se trata de mantener la propuesta de Maurice Merleau-Ponty que incita a no sentirse


intelectualmente cómodo con las propias evidencias. Así, abrir interrogaciones, dar curso y
no obturar la incomodidad, de modo que lo invisible opere visibilidad, lo impensado se
vuelva enunciable. Se intenta sostener una tensión, es decir, mantener una incomodidad
como caución metodológica frente a la consolidación de certezas que en tanto tales corren
el riesgo de dejar de operar como herramientas, para instituir regímenes de verdad.

Se trata entonces de establecer una demora que habilite un pensar como experiencia de
elucidación e indagación; un pensar, por tanto, necesariamente incómodo, desdisciplinario,
que se construye y reconstruye permanentemente, que se despliega en los límites mismos
de lo que ignora y que instituye su rigurosidad metodológica desde un criterio de
problematización recursiva.

Hacía un criterio de problematización recursiva: el criterio de trabajar en un campo de


problemas implica una serie de cuestiones epistémico-metodológicas. Se trata de pensar
problemas; está modalidad de pensamiento a su vez debe operar como caución
metodológica frente a los deslizamientos esencialistas, frente a la tendencia a tomar autores
como referentes de verdad y no como herramientas o instrumentos para pensar.

Alejandro Busto
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Desde está perspectiva, está propuesta de indagación conceptual no trabajara con un
marco teórico elaborado previamente sino con un criterio de construcción de caja de
herramientas. Está idea supone en principio dos cuestiones basicas:
- La elaboración conceptual no tomará las teorías y/o los autores de los que se nutra
como sistemas que operen como fundamentos de verdad o relatos totalizadores. Se
trata de construir instrumentos para pensar problemas
- Su composición no puede realizarse más que gradualmente a partir de la elucidación
de situaciones específicas.

Pensar problemáticamente implica construir estrategias de pensamiento que eviten


adhesiones u oposiciones a los autores con los que se trabaja; en tal sentido, supone
interrogar los problemas que sus teorizaciones han hecho posibles.

Problematizar es abrir a la elucidación. Elucidar supone pensar lo que se hace y saber lo


que se piensa. Para ello se ha ido conformando una modalidad específica de indagación:
desde las respuestas reconstruir sus preguntas, para poder así indagar sus impensables.
De ahí que desde un principio se ha planteado la tarea de pensar como elucidación,
entendiéndola cómo una labor propositiva, una exploración acerca de, inacabada, sujeta a
revisiones y ajustes provisorios, aunque no por eso menos rigurosos; se tratara de pensar
sobre lo hecho mientras se buscará conocer con mayor precisión eso que, como hecho,
deberá ser deshecho, para entender su irradiada composición. Un trabajo elucidativo se
nutre de diferentes procedimientos de indagación; los más frecuentes son:
- Las desnaturalizaciones de sentidos comunes disciplinarios
- Las deconstrucciones de las lógicas de la diferencia con que opera un campo de
saberes y prácticas
- El rastreo genealógico de la construcción de las nociones de los cuerpos teóricos
con que se trabaja

Una teoría enmarca sus áreas de visibilidad e invisibilidad, sus enunciados y sus silencios
desde una compleja articulación de un conjunto muy heterogéneo de factores. Las ideas no
son ideas; en sus condiciones de posibilidad de enunciación confluyen los a priori
epistémicos desde donde pueden pensarse las urgencias sociohistóricas a las que un
campo de saberes y prácticas responde, las tensiones institucionales que la atraviesan, etc.
En tal sentido lo que una teoría no ve, o no enuncia, no son sus eventuales errores o
defectos, sino sus objetos prohibidos, sus objetos denegados, sus impensables.

Estos factores actúan de modo implícito, pero operan en el centro mismo de un campo de
saberes y prácticas. Por todo lo dicho anteriormente es necesario aquí el trabajo de
pensamiento desde un criterio de caja de herramientas, la cual permite:
- Desmontar las teorías evitando su cristalización en cuerpos de doctrinas
- Abrir visibilidad y consiguiente enunciabilidad, permitiendo nuevas teorizaciones
- Pensar problemas y no instituir sistemas
- Pensar sin anular los aportes unidisciplinarios pero relativizando los efectos de
verdad que estos suelen instituir
- Recuperar la potencia enunciativa de nociones teóricas que la certeza de sus
sentidos comunes disciplinarios pudiera haber erosionado

Alejandro Busto
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La caja de herramientas, en nuestro caso, incluye el diseño de dispositivos de intervención
grupales, institucionales, comunitarios; estos artificios entendidos como máquinas de
visibilidad crean condiciones de posibilidad para la indagación de situaciones específicas.

Esto vuelve borrosa la distinción clásica de teoría y práctica, ya que los dispositivos en
acción son teorías en acto y a su vez “las prácticas” que ellos despliegan interpelan
permanentemente saberes instituidos y abren a reconceptualizaciones.

Saberes en acción, práctica o prácticas produciendo conceptus en recursividad permanente,


crean condiciones de posibilidad en ese pensar-hacer en situación para impedir la
dogmatización teórica y la esterilización de las prácticas. El resorte para ello es justamente
la caja de herramientas que habilita a pensar en situación. Por tal motivo, los diseños de
intervención y las tecnologías que desplegamos son propias de cada intervención, en
función de su especificidad.

Así como este programa de indagación conceptual se propone la conformación de una caja
de herramientas en permanente construcción y no un “marco teórico” a aplicar para analizar
materiales de terreno, lo mismo ocurre con sus consideraciones metodológicas. No se trata
aquí de una metodología que se define a priori, sino que a partir de los problemas que
necesita pensar se despliegan criterios y recaudos metodológicos en situación que van
gestando orgánicamente su propio estilo de indagación.

Alejandro Busto

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