Los Desafios Batthyany PDF
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BATTHYÁNY
Los desafíos de las ciencias sociales
en la coyuntura latinoamericana
Karina Batthyány
Consejo Latinoamericano
de Ciencias Sociales
Conselho Latino-americano
de Ciências Sociais
Equipo Editorial
Lucas Sablich - Coordinador Editorial
Solange Victory y Marcela Alemandi - Producción Editorial
Batthyány, Karina
Los desafíos de las ciencias sociales en la coyuntura latinoamericana / Karina
Batthyány; prólogo de Gloria Beatriz Chicote. 1a ed. - Ciudad Autónoma de
Buenos Aires: CLACSO, 2023.
Libro digital, PDF - (Masa crítica)
ISBN 978-987-813-426-0
1. Ciencias Sociales. 2. Ciencias Sociales y Humanidades. I. Chicote, Gloria Beatriz,
prolog. II. Título.
CDD 300.98
Prólogo
por Gloria Chicote 11
GLORIA CHICOTE*
13 | PRÓLOGO
complejizan desde la política, la historia y las
medialidades.
Nos atraviesan necesidades urgentes en te-
mas nodales que requieren atención desde los Es-
tados, las instituciones y la reflexión intelectual:
el mundo del trabajo, el movimiento feminista, la
problemática de género y los cuidados, el medio-
ambiente, la redefinición de centro y periferia en
el proceso de construcción de un conocimiento
complejo, constituyen el desafío de estos diálo-
gos que aspiran a hacer oír voces diferentes que
visibilicen los conflictos existentes.
Ante la pregunta sobre si hay lugar para la
intervención de las ciencias sociales y humanas
en este debate candente, la respuesta es positi-
va. Se impone una reformulación del paradigma
científico en su conjunto que trabaje transver-
salmente con todo el espectro disciplinario, una
epistemología mixta que incluya reflexiones
provenientes de la ciencia occidental en con-
tacto con el conocimiento ancestral indígena y
las creaciones artísticas. Este libro nos demues-
tra cómo las ciencias sociales y humanas han
tenido en los últimos años un rol central en la
construcción de este modelo epistemológico en
el que coparticipan no solo diferentes actores
GLORIA CHICOTE | 14
sino también diferentes comunidades de cono-
cimiento y diferentes lenguajes lingüísticos, vi-
suales y audio-visuales.
El discurso articulado por Karina Batthyány
en los distintos apartados del libro constituye a
la vez una denuncia y una arenga, porque se-
ñala reiteradamente la debilidad de la institu-
cionalidad estatal y, paralelamente, advierte la
necesidad imperiosa de comprometer a quienes
trabajamos e investigamos en las ciencias so-
ciales y humanas a constituir redes que ayuden
a subsanar esas ausencias, que contribuyan a
visibilizar a millones de latinoamericanos ocul-
tos detrás de las construcciones efectuadas por
los discursos hegemónicos de “intelectuales,
técnicos y funcionarios que controlan la infor-
mación y el conocimiento para que no se hagan
públicos”.
Tal como se destaca enfáticamente, nuestro
desafío es construir un conocimiento complejo
en el que todos los paradigmas y las perspec-
tivas complementarias puedan mostrarse. Esta
clase de convivialidad no se supone que sea
única e unívoca sino que debe llevar adelante
los procesos, las tensiones y los conflictos en sí
mismos. Educación, género, medioambiente, la
15 | PRÓLOGO
fragilidad de la democracia, la paz y los dere-
chos humanos en confrontación constante con
el conservadurismo, el avance de las derechas,
las demandas del indigenismo y múltiples face-
tas del racismo y la racialización, junto con los
conflictos de la movilidad migratoria, son algu-
nos de los temas inaplazables que debemos en-
carar en aras de la fundación una sociedad más
justa y equitativa.
Las ciencias sociales y humanas poseen un
marco teórico y una metodología sumamen-
te eficientes para atravesar esta coyuntura, ya
que en los momentos de inestabilidad política
y ausencia de políticas públicas contribuyen a
la producción y difusión del conocimiento para
incidir en la realidad y transformarla. Nuestras
disciplinas saben tejer una red que acciona y
articula entre las instituciones académicas, las
asociaciones internacionales, ya sean legales,
políticas y culturales, los diferentes tipos de
asociaciones y movimientos civiles, y los múlti-
ples activismos.
Entre los múltiples interrogantes sobre cuá-
les son las posibilidades concretas que tienen
las ciencias sociales y humanas de interpelar e
incidir, una pregunta crucial es hoy cuál es el
GLORIA CHICOTE | 16
impacto de la digitalización en la sociedad la-
tinoamericana. El mundo de la comunicación
digital nos enfrenta a nuevas inequidades, ya
que promueve una nueva movilidad de saberes,
re-organiza el archivo conceptual por adentro,
establece nuevas cooperaciones institucionales,
abre espacios de interacción y construye nuevos
archipiélagos de conocimiento, pero al mismo
tiempo produce fragmentaciones, desacoples y
crea nuevas interdependencias y asimetrías.
La interacción de un universo digital de últi-
ma tecnología en convivencia con las necesida-
des básicas insatisfechas de nuestras sociedades
refuerza ese vivir en la cornisa que a los y las
latinoamericanas nos invita a reinventarnos día
a día. Las reflexiones de este libro cumplen con
creces el objetivo de ubicar a las ciencias socia-
les y las humanidades en el centro de ese desa-
fío de reinvención en el presente y en el futuro.
17 | PRÓLOGO
América Latina y el
Caribe: un escenario
de contradicciones y
ambivalencia
Si una imagen puede sintetizar el momento ac-
tual de América Latina y del mundo, es la de la
encrucijada: una encrucijada compleja, debido a
que se produce por una conjunción de fenóme-
nos económicos, ambientales, políticos, ideo-
lógicos, culturales, sociales y sanitarios. Esta
complejidad trasciende los graves problemas de
la pobreza, la falta de empleo o la concentración
de la riqueza, e involucra otras dimensiones,
como los derechos humanos, las desigualdades,
las migraciones, la corrupción, la violencia, la
inseguridad, la postergación de los derechos de
los pueblos indígenas, la ausencia de institucio-
nalidad estatal, la movilización social, la calidad
de la democracia, las derivas autoritarias de al-
gunos gobiernos, la falta de oportunidades y la
debilidad institucional del Estado.
Durante las últimas dos décadas, se produje-
ron en nuestra región muchas transformaciones,
en dimensiones diferentes y, en muchos casos,
contrapuestas: a la par de programas antielitistas
y perspectivas inclusivas, también se mantuvo o
incluso se profundizó, por ejemplo, la dependen-
cia económica de la explotación de los recursos
naturales. Asimismo, el Estado comenzó a ganar
nuevamente sustancia institucional y poder de
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y reproducido incluso en perío-
dos de crecimiento y prosperi-
dad económica. Sus altos niveles
representan un claro obstáculo
para ejercicio de los derechos de
las personas y para la ampliación
de la ciudadanía y la democracia.
En nuestra región, la dificultad de muchas per-
sonas para acceder a oportunidades de progre-
so no solo es consecuencia de la desigualdad de
sus ingresos, también está ligada al lugar de na-
cimiento, a la identidad de género, grupo étni-
co, raza, religión, orientación sexual, y al acceso
a los sistemas de salud, educativos, a los bienes
culturales, simbólicos y recreativos, entre otros;
dimensiones en las que la desigualdad sigue
siendo muy amplia en nuestros países.
Más de la mitad de los habitantes de América
Latina aún vive en condiciones de pobreza o ex-
trema pobreza. Por su parte, la clase media que
está en riesgo de caer en la misma situación y cuya
mayoría trabaja en empleos informales sin protec-
ción social, representa el cuarenta por ciento de la
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empresariales, sociales, comerciales y de trans-
porte, que representan un 64 por ciento de este
sector, fueron de los más afectados por las me-
didas de confinamiento durante la pandemia.
En términos generales, la CEPAL espera que la
desaceleración del crecimiento antes menciona-
da produzca una disminución del ritmo de cre-
cimiento del número de ocupados en la región,
que pasaría de un 6,7 por ciento en 2021 a un
3,2 por ciento en 2022. Por su parte, la tasa de
desocupación promedio regional se incremen-
taría levemente, pasando del 9,3 por ciento en
2021 al 9,4 por ciento en 2022. Al mismo tiempo,
se proyecta que la tasa de participación regional
sería de un 62,6 por ciento, cifra que representa
un incremento respecto del nivel registrado en
2021, pero que sigue siendo inferior a los valo-
res precrisis (CEPAL, 2022).
Mientras el discurso dominante en los últi-
mos años se ha centrado en la crisis económica
y sus efectos, las miradas deberían dirigirse a
las fisuras de un orden cultural
y político que, agravado por una
situación económica negativa,
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concentración extrema de la riqueza, que se re-
laciona, en muchos casos, con la concentración
del poder y que deriva en sistemas democráti-
cos capturados por quienes detentan ese poder.
Como resultado, constatamos la existencia de
políticas públicas planificadas y ejecutadas por
los sectores dominantes, políticas que refuerzan
las dinámicas de producción y reproducción de
las desigualdades y degradan las condiciones de
vida de las mayorías.
Entonces, una de las dinámicas que genera
la producción y reproducción de las desigualda-
des es justamente esta captura de las políticas
públicas por parte de los grupos dominantes.
Dicha captura, es decir, el uso de dispositivos
e instituciones de lo común para mantener los
privilegios y posiciones dominantes de unos
pocos, se expresa también en los discursos so-
ciales y públicos que se legitiman y consagran
para naturalizar este tipo de políticas. Estos
discursos invisibilizan realidades (por ejemplo,
las condiciones de vida de los pueblos subal-
ternizados, la precarización de la vida de las
mayorías o la distribución de los cuidados y
los tiempos), ocluyen discusiones (como las de
la estructura fiscal, la distribución de la renta
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y funcionarios que controlan la información y
el conocimiento para que no se hagan públicos.
Vivimos en un momento en el que, junto a las
demandas de reconocimiento de identidades
culturales, asistimos a fenómenos que ponen
en cuestión el horizonte de sociedades basa-
das en la convivencia pacífica de las diferencias.
Varios riesgos amenazan la cons-
trucción de democracias pluri-
culturales: el aumento de la into-
lerancia, las dinámicas de segre-
gación en las ciudades, la pérdi-
da de libertades democráticas en
nombre de la seguridad, la crimi-
nalización de las migraciones, el
desconocimiento de diversida-
des y autonomías o los conflic-
tos que en los últimos años se
están generando entre libertades
como la religiosa y de expresión.
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es fundamental enfocarse en la reducción de los
gases de efecto invernadero y la contaminación
del aire, así como en desarrollar mayor resilien-
cia al cambio climático. Asimismo, es impres-
cindible revertir la cada vez más profunda pér-
dida de la biodiversidad planetaria, tarea en la
cual la recuperación de los saberes y memorias
bioculturales de los pueblos originarios será
fundamental. Las sociedades latinoamericanas
sufren de manera directa las consecuencias so-
ciales y ambientales del cambio climático global.
La devastación, las pérdidas de vidas humanas
y los cuantiosos daños materiales se presentan
como resultado de la expansión de modelos de
desarrollo extractivistas, con matrices y patro-
nes energéticos visiblemente predatorios.
TRABAJO Y EDUCACIÓN
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sociedades actuales. La precarización laboral es
moneda corriente y se ha profundizado en los
últimos años.
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En todos los casos, estas dimensiones operan de
manera combinada, vulneran los derechos hu-
manos en la mayoría de los países de la región y
refuerzan las situaciones de violencia que viven
amplios sectores sociales, entre los cuales los
más expuestos son siempre las mujeres, los/as
niños/as, los/as jóvenes y los/as migrantes.
Frente a este panorama, se vuelve necesario
impulsar las siguientes alternativas desde Amé-
rica Latina y el Caribe:
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reemplazar las visiones antropocéntricas e ins-
trumentales de la tierra para retomar la idea de
que formamos parte de un todo. La defensa de
la vida en su conjunto es la condición para la
supervivencia de la humanidad.
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El aporte de las
ciencias sociales para
nuevas alternativas
políticas
¿Cómo pueden las ciencias sociales configurar
un nuevo paradigma que contribuya a escapar
del laberinto social y humano en el que están
inmersas nuestras sociedades?
Uno de los puntos centrales es entender
cuál es el objetivo de las ciencias sociales.
Una visión posible se enfoca en el rigor de su
metodología y en la comprobación de sus re-
sultados, lo que privilegia un modelo de cien-
cia “pura”. La otra visión es la que propicia el
ejercicio de un pensamiento crítico y se enfoca
en trabajar en unas ciencias que tengan capa-
cidad de incidir sobre la realidad o, dicho de
otra manera, que tengan capacidad de trans-
formación social. Este último es justamente
el vínculo entre ciencias sociales y política:
trabajar en torno a problemáticas que puedan
ser retomadas desde el campo político para
repercutir en transformaciones a nivel social.
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se busca igualmente incidir y transformar la
realidad, pero en sentido contrario.
Algunas propuestas que permi-
tirían comenzar a abordar estos
desafíos se vinculan, en términos
generales, con el cambio de pers-
pectiva que ofrece en nuestros
días el movimiento feminista.
En primer lugar, en la actualidad parece clave
profundizar en el entendimiento de la igual-
dad democrática como reconocimiento de las
diferencias, reto que el feminismo ha aborda-
do consecuentemente. Si partimos de un fe-
minismo entendido no solo como movimiento
reivindicativo de la plena igualdad de derechos
de mujeres y varones, sino también en tanto
teoría política, entendemos de qué modo este
debería convertirse en el fundamento y límite
de la democracia. Su lógica, sus presupuestos
y sus propuestas de estructuras sociales, cul-
turales y políticas alternativas son la base de
la profundización democrática que nos per-
mitirá avanzar en el diálogo entre culturas.
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y la igualdad, han mantenido y prorrogado la
opresión y la exclusión de más de la mitad de
la población.
En tercer lugar, es importante evidenciar
la dimensión política de la vida cotidiana.
En la búsqueda permanente
de ampliación de las ciudada-
nías políticas, un aspecto cen-
tral, pero generalmente ob-
viado, es la dimensión política
de la vida cotidiana o privada.
Tal dimensión representa para las mujeres un de-
safío adicional pues es allí donde su ciudadanía
–y la democracia que la permite– comienza a ser
devaluada y no respetada hasta límites extremos,
como la violencia de género y el femicidio. El
acceso a nuevas dimensiones ciudadanas impul-
sadas por nuevos sujetos portadores de derechos
no es solo una sumatoria a los derechos existen-
tes, sino que implica la redefinición de la propia
ciudadanía, al evidenciar cómo su construcción
asimétrica ha sido cubierta bajo el manto abs-
tracto de la universalidad. Este acceso implica
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con los movimientos y organizaciones sociales,
problematizando estos temas que mencionamos
más arriba y yendo en contra de los procesos de
naturalización de los mismos. Un ejemplo apro-
piado, aunque no el único, es el tema de los cui-
dados, noción que no existía como tal. Desde las
ciencias sociales se trabajó, se conceptualizó, se
demostró su importancia, lo que redundó luego en
la formulación de políticas concretas que hoy (tal
vez de manera escasa e insuficiente) se están im-
plementando y que permiten, por ejemplo, que las
mujeres tengan alternativas para dejar a sus hijos
cuando van a trabajar o que alguien se pregunte
qué hacemos con la población de tercera edad, si
es que van a ser también las mujeres quienes de-
ban hacerse cargo de sus cuidados. En resumen,
el tema de los cuidados es un buen ejemplo del
vínculo entre ciencias sociales y políticas públicas,
y eso responde a un enfoque teórico y epistemoló-
gico que tiene consecuencias metodológicas.
Lo otro que es importante y que por suer-
te está ocurriendo en América Latina, aunque
de manera reciente, desde el año 2000 en ade-
lante, es cómo las ciencias sociales lograron
posicionarse como un medio de conocimien-
to útil y con capacidad de reconocimiento.
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de lo médico y lo estadístico, es decir, que la vida
cotidiana de las personas se vio alterada en as-
pectos mucho más variados y que era necesario
buscar respuestas que pudieran, no solo explicar,
sino también paliar esas consecuencias. Dichas
respuestas debieron venir necesariamente de las
ciencias sociales, que pusieron luz en ese sentido
sobre las cuestiones que no estaban visibilizadas:
el impacto sobre el empleo, el impacto sobre las
condiciones de vida, sobre la educación, impac-
tos que no fueron los mismos sobre mujeres que
sobre varones, no solo por el tema de los cuida-
dos que se mencionó antes, sino también por
cuestiones de violencia y de desigualdades eco-
nómicas de género.
Estos cruces entre las capacidades de las
ciencias sociales y su potencial para influir en
la toma de decisiones en torno a la planificación
y ejecución de las políticas públicas se tratan,
en definitiva, de entender qué ha sucedido en
América Latina en los últimos años, hacia dónde
vamos y qué podemos hacer para fortalecer la
construcción de alternativas democráticas que
superen los modelos de exclusión que amplían
las brechas de desigualdades de toda índole.
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La producción de tal tipo de
conocimiento comprometido y
socialmente relevante supone,
asimismo, repensar las lógicas
actuales de la evaluación cien-
tífica, temática que se consti-
tuye, así, como otro nudo crí-
tico en el que nuestras ciencias
sociales deberían focalizarse
actualmente.
Discutir críticamente las políticas de evalua-
ción en las ciencias sociales y humanidades es
una prioridad que debe emprenderse buscando
trascender la mera denuncia de las prácticas
que nos afectan a todos y todas, para poder de-
sarrollar una propuesta alternativa y con inci-
dencia en los espacios políticos decisorios que
la regulan.
En este sentido, un ejemplo de la actualidad
es la agenda del FOLEC (Foro Latinoamericano
sobre Evaluación Científica), que se propone
consolidar un espacio dialógico de trabajo (en la
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críticas, promover la reflexión y el debate en tor-
no a la cuestión, y pensar conjuntamente polí-
ticas científicas alternativas rigurosas y basadas
en la responsabilidad pública, el pluralismo y la
solidaridad.
En este sentido, es necesario abordar la
evaluación científica desde una visión críti-
ca, para el diseño de procesos e instrumentos
acordes con las necesidades actuales de pro-
ducción de conocimiento. Por ello, es clave el
fortalecimiento de las ciencias sociales y las
humanidades en el análisis y desarrollo de acti-
vidades científicas, tecnológicas, de innovación
y humanísticas, con miras a comprender mejor
los procesos sociales y a mitigar los principa-
les problemas, tanto sociales como ambientales,
que aquejan a la región.
Es fundamental proponer una nueva forma
de evaluar y lograr que esta permee las políticas
nacionales e institucionales que la regulan. Para
esto, en primer lugar, es vital generar consensos
en torno al sentido de la evaluación y, en fun-
ción de eso, articular un debate regional en tor-
no a los criterios de valoración y a los indicado-
res de medición. ¿Por qué consensuar el sentido
de la evaluación? Porque no estamos hablando
· Solidaridad
· Indagación crítica de la realidad y pluralidad
de perspectivas
· Articulación de diferentes tipos de conoci-
mientos y saberes
· Impactos, usos y potencial transformador
de tales saberes
· Priorización de prácticas de cooperación
e integración regionales de la investiga-
ción, docencia y extensión, contrarias a
las tendencias hegemónicas actuales de
internacionalización
· Inclusión de las premisas de los movimien-
tos transformadores de nuestro tiempo,
como el movimiento de mujeres, para consi-
derar la participación de las mujeres y otros
colectivos en la universidad y la ciencia.
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Por último, hay que definir instrumentos acor-
des con el sentido y los criterios antes propues-
tos. Lo que nos lleva nuevamente a la cuestión
central ya planteada: la necesidad de politizar
la discusión sobre la evaluación. No estamos
hablando de técnicas: estamos discutiendo pro-
puestas de producción de conocimientos para
un horizonte que definimos, políticamente,
como igualitario.
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Bibliografía
ISBN 978-987-813-426-0