La Inseguridad Ciudadana en El Perú
La Inseguridad Ciudadana en El Perú
La Inseguridad Ciudadana en El Perú
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
POLICÍA NACIONAL DEL PERÚ
DIRECCIÓN DE EDUCACIÓN Y DOCTRINA
ESCUELA DE EDUCACIÓN SUPERIOR TÉCNICO
PROFESIONAL PNP-TARAPOTO
CURSO
COMUNICACIÓN
TEMA
ALUMNO
CATEDRÁTICO
DEDICATORIA
AGRADECIMIENTO
DEDICATORIA
AGRADECIMIENTO
Agradecer a Dios por darme la vida, también a los
catedráticos que contribuyen a la educación para la
formación policial, nos brindan la ayuda necesaria para lograr
nuestros objetivos en educarnos.
2
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
INDICE
DEDICATORIA...............................................................................................................................2
AGRADECIMIENTO......................................................................................................................2
INDICE.............................................................................................................................................3
I. INTRODUCCIÓN....................................................................................................................4
II. DESARROLLO.......................................................................................................................5
1 Utilidad de un índice de inseguridad ciudadana..........................................................5
3 PONDERACIÓN DE LA GRAVEDAD DE LOS DELITOS...............................................7
4 Aproximaciones cuantitativas a la inseguridad en el Perú........................................7
5 Un ensayo de interpretación y de prospección..........................................................12
III. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.............................................................................24
3
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
I. INTRODUCCIÓN
La problemática de la inseguridad ciudadana en el Perú ha sido cada vez más
notoria conforme van pasando los años, no solamente en Lima metropolitana si
no que en cada parte del país nos vemos afectados con esta situación, pero ¿Qué
es la inseguridad ciudadana? La inseguridad ciudadana es aquella acción que
afecta la convivencia pacífica de una sociedad, estas ponen en peligro los
derechos fundamentales de cada ciudadano. Es evidente que a lo largo de los
años la inseguridad ciudadana no ha disminuido, por el contrario con el pasar de
tiempo ha ido aumentando. Según el INEI en el 2019, entre mayo y octubre, 9 de
cada 10e personas se siente en riesgo ya que pueden ser víctimas de algún robo.
Algo que es muy interesante es ver como en plena crisis sanitaria 2020 la
inseguridad no ha cesado, ya que según el INEI entre enero y junio del presente
año 2020 entre 14,3 y 14,6 personas mayores de 15 años han sufrido del robo de
celular, dinero o cartera; de
4,8 a 5,1 personas fueron víctimas de intento de robo y de 1,8 a 1,9 personas han
sido víctimas del robo de su vehículo por último según encuestas el 81% de
ciudadanos considera inservible la opción de poner una denuncia ya que la policía
no llega a detener a los ladrones, esto nos hace pensar ¿Es que acaso aún están
en una emergencia sanitaria nadie nos garantiza nuestra seguridad? Y es que la
verdad el problema se hace más grande ya que ni nuestras propias autoridades
que son los encargados de administrar la justicia y seguridad no tienen nuestra
entera confianza. Por otro lado, el 62% de ciudadanos consideran que su distrito o
vecindario no es seguro lo cual es alarmante, los ciudadanos no se sienten
seguros ni en su propio domicilio, es muy alarmante ver en las noticias como
4
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
roban a plena luz del día, como se meten en los domicilios y se llevan todo y
sobre todo ver como las autoridades no hacen lo necesario
5
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
II. DESARROLLO
6
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
2 que tiene cada departamento respecto al total nacional de esos casos, con el
porcentaje de la población que cada uno de ellos tiene con respecto a la
población nacional. La hipótesis es que un igual porcentaje de intervenciones
policiales es más grave si ocurre en una población menor.
Las cifras utilizadas para el caso de la extensión territorial de cada
departamento son las oficiales, ofrecidas por el Instituto Nacional de
Estadística e Informática (INEI). Para los datos poblacionales hemos utilizado
los resultados finales del Censo Nacional de Población de 1993.
Ahora bien, los delitos todos no tienen el mismo nivel de gravedad. Por ello,
para cada departamento se ha elaborado índices de inseguridad para el
período 1990 - 1996 por cada variable delictiva o de violencia.
Además de la operación de relacionar la incidencia de cada variable a la
población departamental hemos considerado un valor de ponderación
diferente a dichas variables según la gravedad relativa del tipo de delincuencia
o de violencia involucrada.
De este modo el índice de inseguridad para una variable delictiva en un
departamento se obtiene de dividir la proporción de delitos del departamento
respecto al total nacional de dichos delitos entre la proporción de la población
del departamento respecto a la población nacional.
A esta cifra se le multiplica por el valor de ponderación de gravedad de cada
tipo de delito. Estadística e Informática (INEI): Perú: compendio estadístico
1989 - 1990, Lima, 1990; Perú: Compendio Estadístico 1991 - 92. Lima, 1992;
Compendio estadístico 1993-94, Lima, 1994. Perú: Compendio estadístico
1994-95, Lima, 1995; Perú: Compendio estadístico 1995-96, Lima, 1996;
Perú: estadísticas de la criminalidad 1989-1990, Lima, 1990; Perú:
estadísticas de la criminalidad 1993-1994, Lima, 1995. Para las violaciones de
Derechos Humanos. Ministerio Público, Fiscalía Especial de Defensoría del
Pueblo y Derechos Humanos: Denuncias ingresadas en el Ministerio Público
sobre violación de Derechos Humanos, según departamento de ocurrencia,
1990-1993. En: Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI): Perú:
estadística de la criminalidad 1993-1994, Lima, 1995. Ministerio Público,
Departamento de Estadística: Denuncias ingresadas sobre violación de
Derechos Humanos, según departamento, 1991-1995.
En: Instituto Cuánto: Perú '96 en números, anuario estadístico, Lima, 1996.
Ministerio Público, anuario estadístico 1996: Denuncias ingresadas a la
fiscalía especial de Defensoría del Pueblo sobre violación de Derechos
Humanos, según departamento de ocurrencia, 1996. En: Instituto Cuánto:
Perú '97 en números, anuario estadístico, Lima, 1997.
Es obvio que "intervención policial" no es lo mismo que un hecho delictivo y
que la suma de las primeras muy posiblemente sea menor que la suma de los
segundos. Pero es posible utilizar esta información para evaluar la evolución
de las tendencias.
7
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
8
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
9
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
10
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
11
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
12
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
g) Accidentes de tránsito.
En este caso, la información por departamento sólo está disponible
para los años 1994, 1995 y 1996. Se le ha dado un peso de 0.05.
En términos nacionales el índice resultante es de 0.03 y los
departamentos que muestran mayor incidencia son Lima y Moquegua,
con índices de 0.1 y 0.09 12 respectivamente.
A continuación, entre 0.08 y 0.03, están Tacna (0.08), Junín (0.08),
Arequipa (0.08), Callao (0.07) e Ica (0.06).
Estos dos bloques suman, en conjunto, el 45% de la población nacional.
Con una menor incidencia, ubicados en el promedio del país, están
Ancash, La Libertad, Ayacucho, Lambayeque, Tumbes, Huánuco, Piura
y Puno. Todos ellos muestran un índice entre 0.03 y 0.02. Por otra
parte, Ucayali, Madre de Dios, Cajamarca, San Martín, Cusco,
Amazonas y Loreto tienen un índice de 0.01.
Mientras tanto, Huancavelica, Pasco y Apurímac muestran un índice de
0.00. (Véanse Cuadros 14 y 15 3.
Este ambiente de optimismo que primó entre 1992 y 1994 fue deteriorándose
paulatinamente y, junto a ello, la inseguridad ciudadana empezó a mostrarse
como una de las principales preocupaciones de los peruanos.
Según una encuesta de la Compañía Peruana de Investigación de Mercados
(CPI), llevada a cabo en Lima en diciembre de 1997, un 58.4% no creía realmente
que el Perú creció económicamente durante 1997, siendo esta opinión similar
entre los sectores socioeconómicos alto y medio (55.3%) y bajo y muy bajo (59.4).
13
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
En ese mismo mes y lugar, una encuesta de Apoyo S.A.dio como resultado que
un 65% no creía que el nivel de vida de la mayoría de los peruanos mejoraría.
El declive de las expectativas ciudadanas que mostraban las encuestas coincidió
con la percepción de una mayor inseguridad.
En setiembre de 1996 Apoyo mostró que el 53% de los limeños afirmaban que la
delincuencia había crecido durante los últimos meses. Dos años después, en abril
de 1998, una encuesta de la Compañía Peruana de Investigación de Mercados
S.A. (CPI) afirmó que el 31.4% de los habitantes de Lima consideraba que los
principales problemas de la ciudad eran la delincuencia, la violencia, las pandillas
y la falta de seguridad. El 21% dijo que eran la basura y la limpieza pública y el
13.3% la falta de semáforos y la congestión vehicular. Este dato fue corroborado
por la encuestadora Imagen.
En abril de 1998 el 77,8% de la población en Lima opinaba que la delincuencia
había aumentado en el último año. Según Apoyo, el 78% de la población
manifestó que el mayor problema que afecta a Lima era la seguridad ciudadana.
Entre las causas de la violencia que pudo identificar Apoyo en su consulta 13
estaban: la pobreza y la falta de empleo (69%), la falta de valores y principios
(37%), la ineficacia de la policía (17%) y la falta de leyes adecuadas (15%).
En otras palabras, la asociación entre dificultades económicas y mayor
delincuencia está muy presente en la interpretación que la ciudadanía otorga a la
falta de seguridad.
b. Percepciones sobre las instituciones del orden.
Junto al empeoramiento económico y mayor inseguridad que registra la opinión
ciudadana, deben colocarse los avances poco significativos o nulos en la
confianza que merecen las instituciones públicas, especialmente aquellas ligadas
con los aspectos de seguridad.
En julio de 1995, un sondeo a nivel de Lima Metropolitana, realizado por Apoyo
S.A., reveló que el 42% de sus encuestados desaprobaba al Poder Judicial. En
marzo de ese mismo año otra encuestadora, IMASEN, señalaba que el 53% de la
población creía que la policía era la institución más corrupta del país. Según
DATUM, en encuesta realizada en agosto de 1996 en Lima Metropolitana, un 36%
de los encuestados afirmó que el principal problema del país era la corrupción,
mientras que un 23% manifestó que era la inseguridad, los asaltos y robos,
quedando a continuación el narcotráfico (10%), el terrorismo (6%), la mala
educación (5%), la inestabilidad económica (3%) y los sueldos bajos (2%).
Cabe anotar que si en esta encuesta unimos las variables inseguridad,
narcotráfico y terrorismo el resultado sería de 39 %, el más alto.
Otra encuesta de Apoyo S.A., realizada en Lima durante la primera semana de
septiembre de 1996, arrojaba como resultado que las instituciones más confiables
del país eran la Iglesia Católica, los medios de comunicación y el organismo de
14
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
recaudación tributaria (SUNAT), mientras que las menos confiables eran las
Fuerzas Armadas y el Congreso. Un año después, en agosto de 1997, una
encuesta de Analistas y Consultores en Lima concluyó que la labor de la policía
era aprobada por el 33.8% de los limeños, la de las fuerzas armadas por un
26.3% y el desempeño del Poder Judicial por sólo un 16.0%. El grado de
desconfianza ante las instituciones encargadas de la seguridad fue incluso mayor
a nivel nacional. En ese mismo mes de agosto de 1997, Analistas y Consultores
dio como resultado un 6.8% de confiabilidad en las Fuerzas Armadas y policía y
un 3.7% para el caso del Poder Judicial.
En marzo de 1998, los resultados a los que llegó una encuesta de la Universidad
de Lima, realizada en la capital, fue de que un 69.4% de los entrevistados
consideraba que la policía actuaba deficientemente.
En términos generales, entonces, tenemos que la percepción ciudadana sobre la
inseguridad de su entorno ha ido aumentando en la medida que estima que
aumentan los delitos, pero también porque se mantienen o aumentan la ineficacia
o la corrupción de las instituciones que deben garantizar el orden público.
Es probable que esta percepción sobre la mayor gravedad relativa de la
inseguridad esté influida debido a que otros problemas antes muy acuciantes han
sido atenuados, por ejemplo el de la inflación. Sin embargo, en general la opinión
ciudadana sobre la mayor inseguridad coincide con las estadísticas para 1990 -
1996 en Lima. Efectivamente, existe una tendencia global hacia el aumento de las
diversas expresiones de la delincuencia y de la violencia en la capital.
b) Algunas expresiones delictivas notorias.
Si bien en algunas modalidades se presencia una tendencia hacia la disminución,
han aparecido otras que son las que contribuyen al crecimiento de los índices de
delincuencia en Lima. Por ejemplo, las estadísticas de la Asociación de Bancos
aseguran que los asaltos contra agencias bancarias descendieron de una forma
muy notoria entre 1991 y 1997. 14 Según las estadísticas, durante 1991
alcanzaron los 132 casos. En 1992 descendió a 111. Para los años 1993 y 1994
la tendencia decreciente fue más notable al pasar a los 58 y 30 casos,
respectivamente.
Prosiguiendo la misma tendencia, durante 1995 se registraron 14 casos de
asaltos y al año siguiente la cifra bajó a 11. En 1997, se presentó un ligero
aumento con relación al año anterior al llegar a los 17 casos. En lo que a montos
se refiere, en 1996 la delincuencia se apoderó de US$300,290 del sistema
bancario; cifra significativamente menor en comparación a las cantidades
sustraídas a otros sectores en Lima y el Callao, que sufrió robos en el período
señalado por US$19'558,422. En 1997 la delincuencia se apoderó de
US$1'074,548 del sistema bancario contra US$13'314,031 sustraídos a otros
sectores de Lima y el Callao. Estas últimas cifras muestran que si bien la
seguridad bancaria muestra notorios progresos, no ocurre lo mismo en el resto de
la sociedad. Un Informe de la División de Robos de la DININCRI indica que en
15
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
1995 recibieron 14 890 denuncias, de las cuales resolvió 7 837 e intervino a 3 630
personas
Asimismo, la DININCRI reportó 2 738 ocurrencias contra la vida en ese año. De
ellas resolvió 1 381.
En ese año se cometieron 381 homicidios: 220 por arma de fuego y 69 por
arma blanca, 56 por accidentes y 2 por estrangulamiento.
Hubo 1 111 lesiones. De ellas, 678 se produjeron por arma de fuego (163
causaron muertes) y 15 fueron quemaduras.
Se registraron 380 muertes repentinas y 143 suicidios. Por otro lado, un informe
de la Fiscalía de la Nación dio a conocer que las 47 fiscalías provinciales penales
de Lima recibieron más de 16 mil denuncias en el primer semestre del año 1996,
que se referían a los siguientes delitos:
7 307 asaltos y robos, 2 145 crímenes y lesiones graves, 1 808 raptos y
secuestros.
1 367 delitos contra la seguridad pública, 1 156 contra la administración pública, 2
393 delitos comunes.
En términos internacionales la tasa de homicidios es el estándar para medir los
índices de criminalidad de un país. Durante la presente década América Latina
viene obteniendo un promedio de veinte homicidios por cada cien mil habitantes,
casi el doble que Estados Unidos. Colombia figura como el país con un mayor
índice de violencia, con 89.5 homicidios por cada 100 000 habitantes, seguido de
Jamaica (70), Brasil (19.7), México (17.8) y Venezuela (15.2), Trinidad y Tobago
(12.6) y el Perú (11.5).
En contraste, Chile figura como el país que más contribuye a reducir el promedio
regional, con un índice de tres homicidios por cada 100,000 habitantes.
Paraguay figura con 4, Costa Rica con 4.1, Uruguay con 4.4 y con 4.8 Argentina.
Por otro lado, según un estudio que la ONU presentó en la Comisión para la
Prevención del Crimen, reunida en Viena en mayo de 1997, el Perú tiene un
índice de víctimas mortales por armas de fuego de 1.18 por cada 100 mil
habitantes, de los cuales 1.06 corresponde a los homicidios, 0.10 a suicidios y
0.02 a muertes por accidente. Brasil encabeza la lista mundial con un índice de
26.97 víctimas mortales por armas de fuego por cada 100 mil habitantes, frente a
sólo 0.07 en el caso de Japón. Asimismo, según la investigación "La violencia en
el Perú" que realizara el Instituto Apoyo, el costo económico de la violencia
delincuencial en 1996 fue entre 640 y 984 millones de dólares.
El referido estudio también asevera que en ese año el 70% de víctimas de robos
y asaltos pertenecieron a los sectores socioeconómicos A y B, mientras que el 80
por ciento de víctimas de agresiones pertenecieron a los sectores
socioeconómicos C y D.
16
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
c) La violencia urbana
Según los indicadores de inseguridad que hemos elaborado, las diferencias entre
los departamentos sugieren que los de mayor población y con ciudades más
grandes, particularmente los departamentos con ciudades costeñas, presentan
mayores niveles de inseguridad relativa. En otras zonas las estadísticas revelan
una tendencia más estable si no decreciente. Esto estaría mostrando que el
incremento de la inseguridad sería sobre todo un fenómeno urbano. Un análisis
más desagregado de las cifras dentro de cada departamento, a nivel de
provincias o de distritos, mostraría eso con mayor precisión.
Hay algunas manifestaciones de delincuencia o de violencias urbanas que han ido
ganando mayor protagonismo en los últimos años tanto en Lima como en otras
ciudades del país. Los secuestros de muy corta duración, los asaltos a
automóviles en vías públicas, la violencia juvenil expresada en barras bravas y
pandillas, la actividad de jóvenes en el transporte ilegal de drogas hacia el exterior
y la mayor proliferación de lugares para el expendio de droga destacan como las
principales de esas manifestaciones.
En el vértice de la delincuencia urbana se encontraría la actividad de bandas
ocasionales conformadas por asaltantes de alta peligrosidad. La tendencia en
este sentido sería la de un mayor sofisticación para la preparación y ejecución de
sus actos, el incremento en los niveles de violencia desplegados durante los
mismos, y la disposición de armas con capacidad de fuego frecuentemente
superior a la de los policías.
En parte, esto sería posible por el enrolamiento en estas bandas de ex integrantes
de las diversas fuerzas del orden. No debe descartarse como otra manifestación
importante de la mayor inseguridad urbana en los últimos años a los mayores
niveles de riesgo en el tráfico automotor . Lima y otras ciudades del país han sido
afectadas por un notable crecimiento del parque automotor, por el ingreso masivo
de unidades de transporte público frecuentemente inapropiadas para la seguridad
del tráfico, y por la tensa competencia que estas unidades libran en las vías para
captar a los pasajeros.
d) Violencia rural y narcotráfico.
Las manifestaciones de delincuencia o de violencia en los espacios rurales
podrían estar subregistradas debido al escaso desarrollo de los registros
estadísticos en el país o a razones culturales que llevan a la no denuncia de los
hechos.
17
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
18
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
19
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
20
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
Las víctimas en 1997 sumaron 162, de las cuales 70 fueron civiles. 7 Ver Reporte
Especial de DESCO, "Conversatorio sobre terrorismo USIS-DESCO-IEP",
septiembre de 1996. 18 posterior rescate llevado a cabo por un grupo de
comandos de las Fuerzas Armadas.
f) La autodefensa y el rebasamiento de la policía.
Un resultado de la supervivencia o crecimiento de las diversas formas de
delincuencia o de violencia sería la del rebasamiento de la capacidad de las
fuerzas encargadas de controlarlas. Ello se aprecia ya no tanto en las estadísticas
sino en procesos bastante conocidos. Un signo bastante elocuente de ese
rebasamiento ha sido el surgimiento de diversas formas de autodefensa individual
o colectiva en las esferas civiles. La más antigua de estas formas son las rondas
campesinas surgidas en los años setenta como respuesta de caseríos y
comunidades campesinas a la delincuencia local por fuera de las instituciones
estatales existentes. Resistidas inicialmente por el Estado luego, en los 80, fueron
reconocidas legalmente y permanecen especialmente en el norte del país pero ya
no sólo reprimen a la delincuencia sino asumen cierto tipo de administración de
justicia y de solución de conflictos locales. En los casos más desarrollados, las
rondas han intervenido en proyectos de desarrollo o sus dirigentes han asumido la
conducción de municipalidades distritales. Otra forma posterior, de finales de los
80, han sido los llamados serenazgos. Los municipios han asumido funciones de
cuidado del orden público formando y equipando cuerpos de vigilantes que
rondan sus jurisdicciones. Inicialmente aparecieron en los municipios con más
recursos de Lima, y ya existen en la mayoría de ellos. También hubo resistencias
iniciales, especialmente en las instituciones de la policía, pero luego unos y otros
han funcionado en una línea de colaboración pragmática .
También es notable el crecimiento de los servicios privados de seguridad10.
Tuvieron sus niveles más altos entre 1989 y 1992. Con la declinación del
terrorismo hubo un descenso en los años siguientes, pero habría experimentado
un repunte en el último año. Estos servicios van desde simples vigilantes
improvisados pagados por vecinos de los barrios, hasta servicios sofisticados
provistos por empresas especializadas, sobre todo para empresas financieras,
mineras y petroleras. En éstas, la seguridad ha pasado a ser un rubro importante
dentro de sus costos. Una siguiente manifestación del rebasamiento es
protagonizada por los propios efectivos policiales.
Ellos suelen contratar sus servicios para clientes particulares, especialmente
bancos, fuera del horario de guardia en sus unidades. Cuando usan el uniforme
una parte del pago va a su institución. La ley de la policía actualmente en
discusión propone institucionalizar este servicio a terceros.
Otra evidencia de los límites de la Policía Nacional para enfrentar a los problemas
Hasta octubre de 1994 existían, según estadísticas del Comando Conjunto de las
Fuerzas Armadas, 4 628 comités de autodefensa integrados por 232,668
ronderos en todo el país. 9 En agosto de 1996 el alcalde de San Isidro y
presidente de la Comisión de Seguridad Ciudadana de la Asamblea Metropolitana
21
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
22
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
h) Suicidios
Otra manifestación de la violencia es la autoinfligida cuyo caso extremo es el
suicidio. Según los indicadores de la Oficina de Estadística e Informática del
Ministerio de Salud, en 1995 hubo 226 suicidios en todo el Perú, aunque de ese
total a Lima sólo le correspondía 6, mientras que en el Cusco fueron 51 y en Puno
35. Se asume que por cada suicidio efectivo existen al menos dos intentos, por lo
que la intencionalidad duplica la cifra de estos casos. El 70% de los casos
corresponden a hombres y el 30% a mujeres. Por otro lado, en 1996 más de 20
niños y adolescentes, cuyas edades fluctuaban entre los 12 y 18 años, se
suicidaron en Lima. En 1995 la cifra fue de 10.
CONCLUSIONES
Los comportamientos agresivos pueden ser aprendidos desde muy temprano y
asimilados no como una transgresión sino como actitudes habituales. Niños
abandonados o pasando una gran parte del día en las calles están aún más
expuestos a estos contextos de socialización negativa.
También las herencias de 15 años de violencia política con muchos episodios
atroces han llevado casi a la banalización de otros tipos de violencia. En los años
60 un episodio de torturas podía convertirse en un escándalo político. Hoy en día
apenas sería recogido por las crónicas policiales. La sensibilidad de la opinión
23
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
pública parece haber disminuido luego de las cruentas experiencias de los años
80.
El entorno económico también tiene una dimensión influyente sobre los procesos
de violencia y de delincuencia. Probablemente sea limitado un enfoque que
establezca una relación mecánica entre pobreza y delito. De hecho no son los
departamentos más pobres los que presentan mayores índices de inseguridad en
este informe. Pero acaso sea plausible la relación entre pérdida de ingresos
asociada a deterioro del status y expectativas de consumo frustradas, por un lado
y delito, por el otro. Ese tipo de circunstancias tienen que haber sido muy
frecuentes para amplios sectores sociales desde mediados de los 70 hasta el 92,
un período en el que las poblaciones urbanas soportan sucesivos ajustes y
períodos recesivos que dejan una secuela de salarios reales deprimidos12 y
aumento del llamado subempleo, y por otro lado la delincuencia sigue una
tendencia general de crecimiento.
El modelo de inserción del país en la economía global mediante políticas de
ajuste y libremercado está dejando rezagados, si no marginalizados, a amplios
sectores de la población cuyas economías tradicionales no tienen ni la
productividad, ni la competitividad, ni el acceso a la educación necesarios para
incluirse en las esferas más dinámicas y rentables. La expansión de las
comunicaciones y el aumento de la cobertura de la educación básica, que ocurren
más rápidamente en las ciudades, no modifican esta situación pero,
paradójicamente, pueden estimular actitudes transgresoras pues incrementan
expectativas que van a quedar insatisfechas. Difunden estilos y niveles de
consumo que escapan a las posibilidades de dichos sectores pero los impulsan a
forzar su incorporación a modos de vida presuntamente superiores mediante
comportamientos que se ubican en los límites o fuera de la legalidad vigente.
El escenario político e institucional también tiene un impacto sobre los procesos
de inseguridad y de violencia. Fenómenos como la corrupción policial y judicial
debilitan la legitimidad de los discursos sobre la ley y desalientan las conductas
regidas por ella. La crisis de los partidos políticos y de las organizaciones
populares suponen una pérdida de atracción de la actividad política y comunal.
Los impulsos gregarios y contestatarios de los niños y jóvenes pueden ser
canalizados por grupos que los expresan en comportamientos agresivos o
ilegales.
Así, el conjunto de dimensiones involucradas configura a la inseguridad como un
problema complejo que requiere la intervención de diversos actores, públicos y
privados, en diferentes planos y aspectos de la vida social del Perú. Este informe
aspira a ser una motivación para ello.
24
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
Aparicio Valdez, Luis (1996), “Mercado de trabajo y desarrollo social”, en: Victor
Tokman, Luis Aparicio Valdez y Gerard Giglio, Crecimiento, empleo y desarrollo
social, Universidad del Pacífico, INAPS. Lima
Asociación de Bancos (ASBANC) (1998), "Informe sobre actos ilícitos cometidos
contra agencias bancarias", en: diario Gestión, Lima, febrero.
25