La Inseguridad Ciudadana en El Perú

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 25

“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”

“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”
POLICÍA NACIONAL DEL PERÚ
DIRECCIÓN DE EDUCACIÓN Y DOCTRINA
ESCUELA DE EDUCACIÓN SUPERIOR TÉCNICO
PROFESIONAL PNP-TARAPOTO
CURSO

COMUNICACIÓN

TEMA

LA INSEGURIDAD CIUDADANA EN EL PERÚ

ALUMNO

HUAMÁN VILCHEZ YERSIN DEYMER

CATEDRÁTICO

MARIA LUISA DEL CASTILLO MOREY

TARAPOTO – SAN MARTÍN


“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

DEDICATORIA

AGRADECIMIENTO

DEDICATORIA

Este trabajo está dedicado a todos mis familiares que


me han ayudado en mis estudios, para hacer posible
este sueño de convertirme en profesional.

AGRADECIMIENTO
Agradecer a Dios por darme la vida, también a los
catedráticos que contribuyen a la educación para la
formación policial, nos brindan la ayuda necesaria para lograr
nuestros objetivos en educarnos.

2
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

INDICE

DEDICATORIA...............................................................................................................................2
AGRADECIMIENTO......................................................................................................................2
INDICE.............................................................................................................................................3
I. INTRODUCCIÓN....................................................................................................................4
II. DESARROLLO.......................................................................................................................5
1 Utilidad de un índice de inseguridad ciudadana..........................................................5
3 PONDERACIÓN DE LA GRAVEDAD DE LOS DELITOS...............................................7
4 Aproximaciones cuantitativas a la inseguridad en el Perú........................................7
5 Un ensayo de interpretación y de prospección..........................................................12
III. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.............................................................................24

3
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

I. INTRODUCCIÓN
La problemática de la inseguridad ciudadana en el Perú ha sido cada vez más
notoria conforme van pasando los años, no solamente en Lima metropolitana si
no que en cada parte del país nos vemos afectados con esta situación, pero ¿Qué
es la inseguridad ciudadana? La inseguridad ciudadana es aquella acción que
afecta la convivencia pacífica de una sociedad, estas ponen en peligro los
derechos fundamentales de cada ciudadano. Es evidente que a lo largo de los
años la inseguridad ciudadana no ha disminuido, por el contrario con el pasar de
tiempo ha ido aumentando. Según el INEI en el 2019, entre mayo y octubre, 9 de
cada 10e personas se siente en riesgo ya que pueden ser víctimas de algún robo.

La inseguridad ciudadana siempre va a ser motivo de investigación, es por ello


que a lo largo de los años se han redactado diferentes artículos, ensayos e
investigaciones sobre este tema .Todos los días vemos diferentes tipos de
noticias, vemos como ciudadanos son privados de su derecho a la vida, como son
asesinados por el robo de un celular o camioneta, vemos como un mal golpe
propiciado por diferentes razones puede dejar en estado vegetativo a un
ciudadano.

Algo que es muy interesante es ver como en plena crisis sanitaria 2020 la
inseguridad no ha cesado, ya que según el INEI entre enero y junio del presente
año 2020 entre 14,3 y 14,6 personas mayores de 15 años han sufrido del robo de
celular, dinero o cartera; de

4,8 a 5,1 personas fueron víctimas de intento de robo y de 1,8 a 1,9 personas han
sido víctimas del robo de su vehículo por último según encuestas el 81% de
ciudadanos considera inservible la opción de poner una denuncia ya que la policía
no llega a detener a los ladrones, esto nos hace pensar ¿Es que acaso aún están
en una emergencia sanitaria nadie nos garantiza nuestra seguridad? Y es que la
verdad el problema se hace más grande ya que ni nuestras propias autoridades
que son los encargados de administrar la justicia y seguridad no tienen nuestra
entera confianza. Por otro lado, el 62% de ciudadanos consideran que su distrito o
vecindario no es seguro lo cual es alarmante, los ciudadanos no se sienten
seguros ni en su propio domicilio, es muy alarmante ver en las noticias como

4
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

roban a plena luz del día, como se meten en los domicilios y se llevan todo y
sobre todo ver como las autoridades no hacen lo necesario

5
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

II. DESARROLLO

1 Utilidad de un índice de inseguridad ciudadana.


Un índice de esta naturaleza para un país como el Perú tiene un valor
aproximativo, no absoluto ni definitivo. Su aporte consiste en que ayuda a seguir
las tendencias y a establecer comparaciones respecto a fenómenos complejos
como la violencia y la delincuencia.
Ello es así porque, por una parte, dichos fenómenos involucran aspectos
cualitativos difíciles de rastrear estadísticamente. Y por otro lado, las estadísticas
disponibles presentan limitaciones de diverso tipo, siendo una de las más
corrientes el margen más o menos importante de subestimación de los eventos
delictivos o hechos de violencia que esas estadísticas recogen por diversas
razones.
Por esto, aun cuando creemos que los índices elaborados contribuyen a
establecer las tendencias generales y la situación relativa de los diversos
departamentos del Perú respecto a la inseguridad, ellos todavía podrían ser
potenciados a partir de una mejora en la calidad de las estadísticas disponibles,
del acceso a datos más desagregados que los que presentan las fuentes oficiales,
o a la incorporación de indicadores que recojan las dimensiones subjetivas, como
ser la percepción de la población.
Para proceder a la evaluación de la inseguridad en el Perú, hemos tomado en
cuenta las variables siguientes: delitos contra la vida, el cuerpo y la salud; delitos
contra el patrimonio; violaciones de derechos humanos; narcotráfico, terrorismo;
accidentes de tránsito y consumo de drogas. Estas variables son las consideradas
en los informes oficiales sobre criminalidad. Para los casos de delitos contra la
vida, el cuerpo y la salud; delitos contra el patrimonio; tráfico ilícito de drogas;
consumo de drogas y accidentes de tránsito, las fuentes consultadas son las
intervenciones policiales que consignan las estadísticas del Ministerio del Interior.
Para el caso de terrorismo nos hemos remitido a los registros policiales incluidos
también en las estadísticas del Ministerio del Interior. En lo que se refiere a las
violaciones de derechos humanos, la fuente ha sido las denuncias presentadas
ante el Ministerio
1. Las fuentes utilizadas en el presente ensayo son las siguientes: Para
los delitos contra la vida el cuerpo y la salud, delitos contra el patrimonio,
accidentes de tránsito, tráfico ilícito de drogas, consumo de drogas y
acciones terroristas. Ministerio del Interior, Dirección de Planificación de la
Policía Nacional del Perú: Delitos registrados por la Policía Nacional, por
clase y tipo, según departamento.
En: Instituto Nacional de 7 Nuestros índices han sido construídos
relacionando el porcentaje de intervenciones policiales

6
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

2 que tiene cada departamento respecto al total nacional de esos casos, con el
porcentaje de la población que cada uno de ellos tiene con respecto a la
población nacional. La hipótesis es que un igual porcentaje de intervenciones
policiales es más grave si ocurre en una población menor.
Las cifras utilizadas para el caso de la extensión territorial de cada
departamento son las oficiales, ofrecidas por el Instituto Nacional de
Estadística e Informática (INEI). Para los datos poblacionales hemos utilizado
los resultados finales del Censo Nacional de Población de 1993.
Ahora bien, los delitos todos no tienen el mismo nivel de gravedad. Por ello,
para cada departamento se ha elaborado índices de inseguridad para el
período 1990 - 1996 por cada variable delictiva o de violencia.
Además de la operación de relacionar la incidencia de cada variable a la
población departamental hemos considerado un valor de ponderación
diferente a dichas variables según la gravedad relativa del tipo de delincuencia
o de violencia involucrada.
De este modo el índice de inseguridad para una variable delictiva en un
departamento se obtiene de dividir la proporción de delitos del departamento
respecto al total nacional de dichos delitos entre la proporción de la población
del departamento respecto a la población nacional.
A esta cifra se le multiplica por el valor de ponderación de gravedad de cada
tipo de delito. Estadística e Informática (INEI): Perú: compendio estadístico
1989 - 1990, Lima, 1990; Perú: Compendio Estadístico 1991 - 92. Lima, 1992;
Compendio estadístico 1993-94, Lima, 1994. Perú: Compendio estadístico
1994-95, Lima, 1995; Perú: Compendio estadístico 1995-96, Lima, 1996;
Perú: estadísticas de la criminalidad 1989-1990, Lima, 1990; Perú:
estadísticas de la criminalidad 1993-1994, Lima, 1995. Para las violaciones de
Derechos Humanos. Ministerio Público, Fiscalía Especial de Defensoría del
Pueblo y Derechos Humanos: Denuncias ingresadas en el Ministerio Público
sobre violación de Derechos Humanos, según departamento de ocurrencia,
1990-1993. En: Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI): Perú:
estadística de la criminalidad 1993-1994, Lima, 1995. Ministerio Público,
Departamento de Estadística: Denuncias ingresadas sobre violación de
Derechos Humanos, según departamento, 1991-1995.
En: Instituto Cuánto: Perú '96 en números, anuario estadístico, Lima, 1996.
Ministerio Público, anuario estadístico 1996: Denuncias ingresadas a la
fiscalía especial de Defensoría del Pueblo sobre violación de Derechos
Humanos, según departamento de ocurrencia, 1996. En: Instituto Cuánto:
Perú '97 en números, anuario estadístico, Lima, 1997.
Es obvio que "intervención policial" no es lo mismo que un hecho delictivo y
que la suma de las primeras muy posiblemente sea menor que la suma de los
segundos. Pero es posible utilizar esta información para evaluar la evolución
de las tendencias.

7
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

3 PONDERACIÓN DE LA GRAVEDAD DE LOS DELITOS

 Variable delictiva Peso Delitos contra la vida,el cuerpo y la salud 0.3


 Delitos contra el patrimonio 0.2
 Violaciones de DD.HH. 0.2
 Narcotráfico 0.1
 Terrorismo 0.08 Accidentes de tránsito 0.05
 Consumo de drogas 0.05
 Amenazas de otros Estados 0.02.
En conclusión, el índice de inseguridad general de un departamento se
obtiene de sumar los índices de inseguridad por cada tipo de delito.
Al resultado de cada departamento se le multiplica por 0.6, un factor de
ajuste arbitrario para obtener cifras situadas entre 1 y 0.
El índice de inseguridad general del país en un año se obtiene del
promedio de los índices de inseguridad de los 25 departamentos. Para
hallar el índice de inseguridad del país en el periodo 1990 -1996 también
se recurre al promedio de los índices en los 7 años.
Para hallar el índice de inseguridad del país en el periodo 1990 -1996
también se recurre al promedio de los índices en los 7 años. En conclusión,
el índice de inseguridad general de un departamento se obtiene de sumar
los índices de inseguridad por cada tipo de delito. Al resultado de cada
departamento se le multiplica por 0.6, un factor de ajuste arbitrario para
obtener cifras situadas entre 1 y 0.
El índice de inseguridad general del país en un año se obtiene del
promedio de los índices de inseguridad de los 25 departamentos.
Para hallar el índice de inseguridad del país en el periodo 1990 -1996
también se recurre al promedio de los índices en los 7 años.
Para hallar el índice de inseguridad del país en el periodo 1990 -1996
también se recurre al promedio de los índices en los 7 años.

4 Aproximaciones cuantitativas a la inseguridad en el Perú


En promedio, sobre un máximo de 1, el índice de inseguridad del Perú, con
datos ya reajustados, es de 0.41 durante esos años, alcanzando su nivel
más alto en 1995, cuando registra 0.50, y el nivel más bajo en 1991, con
0.34. En general, lo que se aprecia es que hasta 1994 no existían grandes
desniveles entre año y año, sino una tendencia a fluctuar en un término
medio-alto, pero en 1995 se evidencia una notoria alza en los índices de
inseguridad. Para proceder a un primer nivel de estratificación por niveles
de inseguridad hemos formado cuatro grupos, teniendo como referencia los
índices departamentales. Se ha procedido a ajustar estos índices con la
finalidad de que queden incorporados dentro del rango de evaluación que
hemos construído.
El primer grupo sería de "máxima inseguridad" y sus índices son superiores
a 0.8; el segundo, de "inseguridad media alta", tiene un rango que va de

8
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

0.5 a 0.8; el tercero lo denominamos de "inseguridad media baja" y sus


índices están entre 0.2 y 0.5; finalmente, el cuarto es el de "baja
inseguridad" y sus índices son menores a 0.2. En el primer grupo se
encuentra el departamento de Lima.
Este departamento es el 3% del territorio nacional. Sin embargo,
representan nada menos que el 28% de la población nacional.
El segundo grupo incorpora a los departamentos de Junín, Ayacucho,
Amazonas, 9 Tacna, Arequipa y Callao. Estos hacen un 16% de la
extensión del Perú y el 17% de la población. Respecto al tercer grupo,
tenemos que allí se encuentran los siguientes departamentos, en orden
decreciente: Lambayeque, La Libertad, San Martín, Ica, Apurímac,
Tumbes, Huánuco, Ancash, Ucayali, Moquegua, Pasco, Huancavelica,
Cusco, Madre de Dios, Piura y Puno. Todos ellos hacen el 50% del
territorio nacional y el 46% de la población. En el cuarto grupo están los
departamentos de Loreto y Cajamarca. Estos suman el 31% del territorio
peruano y el 9% de la población.
a) Delitos contra la vida, el cuerpo y la salud .
En esta variable se incluyen homicidios, abortos, lesiones y otros
(exponer al peligro o al abandono a las personas, genocidios, etc.). Se
le ha considerado como el principal síntoma de inseguridad, por lo que
se le asigna una ponderación de gravedad de 0.3. El resultado
promedio de inseguridad por este rubro para 1990-1996 es de 0.26,
producto de una evolución que mantuvo sus puntos más altos en los
años 1995 y 1996 (ambos con 0.27), y su nivel más bajo en 1994
(0.22).
Por lo que puede verse, no existe una variabilidad notable entre año y
año.
Los promedios del quinquenio nos indican que los departamentos de
Lambayeque (0.52) y Amazonas (0.50) resultan tener el mayor impacto
relativo en este tipo de delitos. Entre ambos reúnen el 6% de la
población nacional.
Asimismo, Arequipa, Callao, Lima y Tacna, ubicados en un rango entre
0.4 y 0.5, conformarían la siguiente agrupación.
En todos ellos tendríamos una incidencia media alta en este tipo de
delitos, y estaría involucrada el 37% de la población nacional.
Sobre la media nacional, es decir entre 0.2 y 0.3, estarían los
departamentos de Junín, La Libertad, Moquegua, Ica, Cusco, Madre de
Dios, Tumbes y Ancash. En conjunto, representan el 24% de la
población. Una baja incidencia en este tipo de delitos es la que reportan
los departamentos que promedian entre 0.0 y 0.2. Son San Martín,
Piura, Huánuco, Apurímac, Ucayali, Puno, Pasco, Ayacucho,
Cajamarca, Loreto y Huancavelica. Todos ellos totalizan el 33% de la
población peruana. (Véanse Cuadros 2 y 3).
b) Delitos contra el patrimonio.
Aquí se incluyen los hurtos, robos, apropiaciones ilícitas, estafas,
fraudes y otros (extorsión, usurpación, daños. etc.).

9
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

La ponderación de gravedad asignada a esta variable es de 0.2. Los


años 1990-1996 arrojan un índice de 0.14.
A diferencia de los otros índices, éste marca un aumento que, aunque
mínimo, es constante.
Así, si para 1990 el promedio es de 0.13, para 1991, 1992 y 1993 es de
0.14, y para 1994, 1995 y 1996 es de 0.15. En términos
departamentales, Lima, Callao y Arequipa encabezan la lista, con
índices de 0.37, 0.34 y 0.33, respectivamente.
En esta incidencia, por encima del promedio nacional, está involucrada
el 36% de la población.
En un segundo grupo, también por encima del promedio nacional,
estarían los departamentos de Tacna (0.28), La Libertad (0.21), Ica
(0.21), Tumbes (0.18), Moquegua (0.17), Lambayeque (0.17), Junín
(0.15) y Ancash (0.15). Ellos representan el 24% de la población. En el
promedio nacional están Amazonas (0.14), Ucayali (0.12) y Cusco
(0.11).
Estos departamentos son el 8% de la población.
Por debajo del promedio nacional se encuentran los departamentos de
Huánuco (0.09), Madre de Dios (0.08), Piura (0.08), Loreto (0.07), San
Martín (0.07), Puno (0.06), Pasco (0.06), Ayacucho (0.04), Apurímac
(0.04), Cajamarca (0.03) y Huancavelica (0.01).
Todos ellos suman el 32% de la población nacional. (Véanse Cuadros 4
y 5).
10 c)
c. Violaciones de derechos humanos
A diferencia de los otros rubros, éste es el único que mide la
inseguridad ciudadana generada por el Estado.
Incluye los siguientes aspectos: demanda de garantías individuales,
fallecimiento, detención, abuso de autoridad, situación jurídica,
ejecución extrajudicial y lesiones.
Se le ha otorgado un peso de 0.2.
Debemos anotar que para este caso no hemos incluido las denuncias
sobre desapariciones porque resulta imposible, a partir de los datos
oficiales, discernir sobre las causas de este tipo de casos.
El promedio general para los años tratados es de 0.13. En 1990 el
promedio es de 0.14, disminuye en 1991 a 0.12, sube en 1992 a 0.15,
baja a 0.14 en 1993 y vuelve a subir a 0.15 en 1994. En 1995 el índice
fue de 0.11 y en 1996 disminuyó a 0.08. Una de las características que
muestra esta variable es la evidente concentración de sus frecuencias
en algunos departamentos.
De esa manera, el grupo que manifiesta mayor incidencia está formado
por Ayacucho (0.51), Apurímac (0.46), Lima (0.43), Junín (0.35) y
Huancavelica (0.25).
Esto significa que el 39% de la población peruana está enmarcada en
un ambiente de incidencia media alta en la violación de derechos
humanos.

10
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

Un segundo conjunto es el de aquellos departamentos que se ubican en


el promedio nacional.
Estos son Huánuco (0.16), Pasco (0.14), Amazonas (0.13) y San Martín
(0.17).
Ellos totalizan el 8% de la población peruana.
A continuación se ubican todos aquellos departamentos que se hallan
por debajo del promedio nacional.
Debemos considerar que el índice más alto en este conjunto es de 0.10,
alcanzado por Ancash.
Igualmente, es importante anotar que cuatro departamentos (Tumbes,
Tacna, Madre de Dios y Moquegua), resultan con un índice de 0.
(Véanse Cuadros 6 y 7).
c) Tráfico ilícito de drogas.
Bajo esta variable se consignan todas las intervenciones policiales
realizadas para los años 1993, 1995 y 1996 pues son los únicos, entre
los que hemos tomado en consideración, que tienen una información
desagregada por departamentos.
Se le ha asignado una ponderación de gravedad de 0.1.
El índice promedio nacional es de 0.11.
Los departamentos con índices más altos son Tumbes (0.41) y Ucayali
(0.28). Son seguidos por San Martín (0.25), Tacna (0.25), Amazonas
(0.22), Huánuco (0.20), Loreto (0.19), Ayacucho (0.12) y Lima (0.12).
Todos ellos representan el 45% de la población nacional.
En el promedio nacional están Madre de Dios (0.11), La Libertad (0.11),
Lambayeque (0.09), Piura (0.08), Pasco (0.08) e Ica (0.06).
Todos ellos suman el 20% de la población peruana. Por debajo del
índice promedio están Cusco (0.05), Ancash (0.05), Junín (0.04), Callao
(0.03), Arequipa (0.02), Puno (0.02), Cajamarca (0.02) y Moquegua
(0.02).
También Huancavelica y Apurímac, ambos con índice 0 en este rubro.
Tales cifras muestran visibles distorsiones con relación a lo que
acontece en la realidad y estarían reflejando, al parecer, una seria
deficiencia en los registros.
Como podrá notarse la acción policial parece realizar más
intervenciones en las habituales puertas de salida de la droga y no en
los lugares en que se produce.
Por eso encontramos que sitios como Tumbes, Tacna y Callao (es
decir, zonas fronterizas y de embarque), son los que encabezan los
índices, siendo sintomático que las regiones productoras, ya sea
Huánuco, Ayacucho y en cierta medida Cusco, no se hallen entre los
departamentos en donde se ha realizado la mayor cantidad de
intervenciones, en términos relativos. (Véanse Cuadros 8 y 9).
d. Terrorismo.
Las estadísticas utilizadas son las acciones subversivas registradas por
la policía, para los años 1990-1996.

11
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

Se debe tomar en consideración que para este caso la información


concerniente al Callao, está resumida en la de Lima.
La ponderación de gravedad asignada es de 0.08. Los índices anuales
promedios reflejan, como puede verse en el cuadro respectivo, una
notoria distorsión que hace aparecer a los años 1995 y 1996 con una
incidencia mayor que los años anteriores. La explicación reside en el
siguiente fenómeno: a inicios de la década el terrorismo comprometía
una gran parte del territorio nacional, pero a partir de 1994 se fue
concentrando en departamentos de baja densidad poblacional, dando
como resultado unos índices relativos altos que sobredimensionan el
promedio anual.
De esa manera, señalado el efecto estadístico que produce el
fenómeno terrorista, podemos concluir que el índice promedio para el
período 1990-1996 es de 0.06. En términos departamentales, un grupo
de ellos se establece claramente por encima de la media nacional.
Estos son Ayacucho (0.21), San Martín (0.19), Huancavelica (0.16),
Junín (0.15), Pasco (0.13) y Lima-Callao (0.09). Todos ellos suman el
44% de la población del Perú. En el promedio nacional se encuentran
los departamentos de Ucayali (0.06), Ancash (0.06), Puno (0.05), La
Libertad (0.05) y Apurímac (0.04).
Representan el 18% de la población nacional. Los restantes, ubicados
en un rango entre 0.04 y 0, se ubican de la siguiente manera:
Amazonas (0.03), Cusco (0.03), Piura (0.03), Lambayeque (0.03),
Cajamarca (0.02), Ica (0.02), Arequipa (0.02), Tacna (0.02), Loreto
(0.01), Tumbes (0.01), Moquegua (0.01) y Madre de Dios (0.00).
Véanse Cuadros 10 y 11).
f) Consumo de drogas
La fuente utilizada, las intervenciones policiales, están desagregadas
por departamentos sólo para los años 1993, 1995 y 1996.
A esta variable se le ha asignado una ponderación de gravedad de
0.05. El promedio nacional resultante es de 0.03.
Encabezan la lista los departamentos de Lima y La Libertad, con
índices de 0.09 y 0.08 respectivamente.
Son seguidos por Tumbes (0.07), Ica (0.06) y Lambayeque (0.06).
Este grupo de departamentos, en donde estaría localizada la mayor
incidencia de consumo de drogas, contienen el 42% de la población
nacional.
Luego tenemos una franja limitada por 0.05 y 0.3, que incorpora a los
departamentos de Tacna (0.05), Ucayali (0.05), Huánuco (0.04), Loreto
(0.04), Piura (0.03) y Junín (0.03). Son los que se hallan dentro de los
términos promediales del país e incluyen al 20% de la población. Entre
0.02 y 0.00 están San Martín (0.02), Ancash (0.02), Cajamarca (0.02),
Amazonas (0.02), Pasco (0.01), Moquegua (0.01), Madre de Dios
(0.01), Puno (0.01), Cusco (0.01) y Callao (0.01). También
Huancavelica, Apurímac, Arequipa y Ayacucho, todos ellos con un
índice de 0.00. (Véanse Cuadros 12 y 13).

12
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

g) Accidentes de tránsito.
En este caso, la información por departamento sólo está disponible
para los años 1994, 1995 y 1996. Se le ha dado un peso de 0.05.
En términos nacionales el índice resultante es de 0.03 y los
departamentos que muestran mayor incidencia son Lima y Moquegua,
con índices de 0.1 y 0.09 12 respectivamente.
A continuación, entre 0.08 y 0.03, están Tacna (0.08), Junín (0.08),
Arequipa (0.08), Callao (0.07) e Ica (0.06).
Estos dos bloques suman, en conjunto, el 45% de la población nacional.
Con una menor incidencia, ubicados en el promedio del país, están
Ancash, La Libertad, Ayacucho, Lambayeque, Tumbes, Huánuco, Piura
y Puno. Todos ellos muestran un índice entre 0.03 y 0.02. Por otra
parte, Ucayali, Madre de Dios, Cajamarca, San Martín, Cusco,
Amazonas y Loreto tienen un índice de 0.01.
Mientras tanto, Huancavelica, Pasco y Apurímac muestran un índice de
0.00. (Véanse Cuadros 14 y 15 3.

5 Un ensayo de interpretación y de prospección


Hasta aquí tenemos una imagen estática, basada en las estadísticas, de los
niveles de inseguridad relativa a nivel nacional y las variaciones departamentales
de los mismos hasta 1996, año hasta donde cubren las estadísticas oficiales.
Para una visión de las tendencias en los niveles de seguridad en los años más
recientes y lo que pueda suceder en años posteriores hay un revelador punto de
partida que es el análisis de la percepción de los ciudadanos.
En los años analizados, existe uno que presenta un notorio cambio en dicha
percepción: 1992. En este año se hacen visibles el control de la inflación y la
atenuación del terrorismo después de la captura de sus principales dirigentes.
Ambos sucesos determinaron que la población sintiera temporalmente una mayor
seguridad.
Hacia julio de 1994 una encuesta de opinión de Apoyo S.A. concluía en que por lo
menos un 59% de los peruanos creía que el país tendía hacia el progreso y la
recuperación del bienestar.
a) Percepciones sobre la inseguridad y deterioro socio-económico.

Este ambiente de optimismo que primó entre 1992 y 1994 fue deteriorándose
paulatinamente y, junto a ello, la inseguridad ciudadana empezó a mostrarse
como una de las principales preocupaciones de los peruanos.
Según una encuesta de la Compañía Peruana de Investigación de Mercados
(CPI), llevada a cabo en Lima en diciembre de 1997, un 58.4% no creía realmente
que el Perú creció económicamente durante 1997, siendo esta opinión similar
entre los sectores socioeconómicos alto y medio (55.3%) y bajo y muy bajo (59.4).

13
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

En ese mismo mes y lugar, una encuesta de Apoyo S.A.dio como resultado que
un 65% no creía que el nivel de vida de la mayoría de los peruanos mejoraría.
El declive de las expectativas ciudadanas que mostraban las encuestas coincidió
con la percepción de una mayor inseguridad.
En setiembre de 1996 Apoyo mostró que el 53% de los limeños afirmaban que la
delincuencia había crecido durante los últimos meses. Dos años después, en abril
de 1998, una encuesta de la Compañía Peruana de Investigación de Mercados
S.A. (CPI) afirmó que el 31.4% de los habitantes de Lima consideraba que los
principales problemas de la ciudad eran la delincuencia, la violencia, las pandillas
y la falta de seguridad. El 21% dijo que eran la basura y la limpieza pública y el
13.3% la falta de semáforos y la congestión vehicular. Este dato fue corroborado
por la encuestadora Imagen.
En abril de 1998 el 77,8% de la población en Lima opinaba que la delincuencia
había aumentado en el último año. Según Apoyo, el 78% de la población
manifestó que el mayor problema que afecta a Lima era la seguridad ciudadana.
Entre las causas de la violencia que pudo identificar Apoyo en su consulta 13
estaban: la pobreza y la falta de empleo (69%), la falta de valores y principios
(37%), la ineficacia de la policía (17%) y la falta de leyes adecuadas (15%).
En otras palabras, la asociación entre dificultades económicas y mayor
delincuencia está muy presente en la interpretación que la ciudadanía otorga a la
falta de seguridad.
b. Percepciones sobre las instituciones del orden.
Junto al empeoramiento económico y mayor inseguridad que registra la opinión
ciudadana, deben colocarse los avances poco significativos o nulos en la
confianza que merecen las instituciones públicas, especialmente aquellas ligadas
con los aspectos de seguridad.
En julio de 1995, un sondeo a nivel de Lima Metropolitana, realizado por Apoyo
S.A., reveló que el 42% de sus encuestados desaprobaba al Poder Judicial. En
marzo de ese mismo año otra encuestadora, IMASEN, señalaba que el 53% de la
población creía que la policía era la institución más corrupta del país. Según
DATUM, en encuesta realizada en agosto de 1996 en Lima Metropolitana, un 36%
de los encuestados afirmó que el principal problema del país era la corrupción,
mientras que un 23% manifestó que era la inseguridad, los asaltos y robos,
quedando a continuación el narcotráfico (10%), el terrorismo (6%), la mala
educación (5%), la inestabilidad económica (3%) y los sueldos bajos (2%).
Cabe anotar que si en esta encuesta unimos las variables inseguridad,
narcotráfico y terrorismo el resultado sería de 39 %, el más alto.
Otra encuesta de Apoyo S.A., realizada en Lima durante la primera semana de
septiembre de 1996, arrojaba como resultado que las instituciones más confiables
del país eran la Iglesia Católica, los medios de comunicación y el organismo de

14
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

recaudación tributaria (SUNAT), mientras que las menos confiables eran las
Fuerzas Armadas y el Congreso. Un año después, en agosto de 1997, una
encuesta de Analistas y Consultores en Lima concluyó que la labor de la policía
era aprobada por el 33.8% de los limeños, la de las fuerzas armadas por un
26.3% y el desempeño del Poder Judicial por sólo un 16.0%. El grado de
desconfianza ante las instituciones encargadas de la seguridad fue incluso mayor
a nivel nacional. En ese mismo mes de agosto de 1997, Analistas y Consultores
dio como resultado un 6.8% de confiabilidad en las Fuerzas Armadas y policía y
un 3.7% para el caso del Poder Judicial.
En marzo de 1998, los resultados a los que llegó una encuesta de la Universidad
de Lima, realizada en la capital, fue de que un 69.4% de los entrevistados
consideraba que la policía actuaba deficientemente.
En términos generales, entonces, tenemos que la percepción ciudadana sobre la
inseguridad de su entorno ha ido aumentando en la medida que estima que
aumentan los delitos, pero también porque se mantienen o aumentan la ineficacia
o la corrupción de las instituciones que deben garantizar el orden público.
Es probable que esta percepción sobre la mayor gravedad relativa de la
inseguridad esté influida debido a que otros problemas antes muy acuciantes han
sido atenuados, por ejemplo el de la inflación. Sin embargo, en general la opinión
ciudadana sobre la mayor inseguridad coincide con las estadísticas para 1990 -
1996 en Lima. Efectivamente, existe una tendencia global hacia el aumento de las
diversas expresiones de la delincuencia y de la violencia en la capital.
b) Algunas expresiones delictivas notorias.
Si bien en algunas modalidades se presencia una tendencia hacia la disminución,
han aparecido otras que son las que contribuyen al crecimiento de los índices de
delincuencia en Lima. Por ejemplo, las estadísticas de la Asociación de Bancos
aseguran que los asaltos contra agencias bancarias descendieron de una forma
muy notoria entre 1991 y 1997. 14 Según las estadísticas, durante 1991
alcanzaron los 132 casos. En 1992 descendió a 111. Para los años 1993 y 1994
la tendencia decreciente fue más notable al pasar a los 58 y 30 casos,
respectivamente.
Prosiguiendo la misma tendencia, durante 1995 se registraron 14 casos de
asaltos y al año siguiente la cifra bajó a 11. En 1997, se presentó un ligero
aumento con relación al año anterior al llegar a los 17 casos. En lo que a montos
se refiere, en 1996 la delincuencia se apoderó de US$300,290 del sistema
bancario; cifra significativamente menor en comparación a las cantidades
sustraídas a otros sectores en Lima y el Callao, que sufrió robos en el período
señalado por US$19'558,422. En 1997 la delincuencia se apoderó de
US$1'074,548 del sistema bancario contra US$13'314,031 sustraídos a otros
sectores de Lima y el Callao. Estas últimas cifras muestran que si bien la
seguridad bancaria muestra notorios progresos, no ocurre lo mismo en el resto de
la sociedad. Un Informe de la División de Robos de la DININCRI indica que en

15
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

1995 recibieron 14 890 denuncias, de las cuales resolvió 7 837 e intervino a 3 630
personas
Asimismo, la DININCRI reportó 2 738 ocurrencias contra la vida en ese año. De
ellas resolvió 1 381.
En ese año se cometieron 381 homicidios: 220 por arma de fuego y 69 por
arma blanca, 56 por accidentes y 2 por estrangulamiento.
Hubo 1 111 lesiones. De ellas, 678 se produjeron por arma de fuego (163
causaron muertes) y 15 fueron quemaduras.
Se registraron 380 muertes repentinas y 143 suicidios. Por otro lado, un informe
de la Fiscalía de la Nación dio a conocer que las 47 fiscalías provinciales penales
de Lima recibieron más de 16 mil denuncias en el primer semestre del año 1996,
que se referían a los siguientes delitos:
7 307 asaltos y robos, 2 145 crímenes y lesiones graves, 1 808 raptos y
secuestros.
1 367 delitos contra la seguridad pública, 1 156 contra la administración pública, 2
393 delitos comunes.
En términos internacionales la tasa de homicidios es el estándar para medir los
índices de criminalidad de un país. Durante la presente década América Latina
viene obteniendo un promedio de veinte homicidios por cada cien mil habitantes,
casi el doble que Estados Unidos. Colombia figura como el país con un mayor
índice de violencia, con 89.5 homicidios por cada 100 000 habitantes, seguido de
Jamaica (70), Brasil (19.7), México (17.8) y Venezuela (15.2), Trinidad y Tobago
(12.6) y el Perú (11.5).
En contraste, Chile figura como el país que más contribuye a reducir el promedio
regional, con un índice de tres homicidios por cada 100,000 habitantes.
Paraguay figura con 4, Costa Rica con 4.1, Uruguay con 4.4 y con 4.8 Argentina.
Por otro lado, según un estudio que la ONU presentó en la Comisión para la
Prevención del Crimen, reunida en Viena en mayo de 1997, el Perú tiene un
índice de víctimas mortales por armas de fuego de 1.18 por cada 100 mil
habitantes, de los cuales 1.06 corresponde a los homicidios, 0.10 a suicidios y
0.02 a muertes por accidente. Brasil encabeza la lista mundial con un índice de
26.97 víctimas mortales por armas de fuego por cada 100 mil habitantes, frente a
sólo 0.07 en el caso de Japón. Asimismo, según la investigación "La violencia en
el Perú" que realizara el Instituto Apoyo, el costo económico de la violencia
delincuencial en 1996 fue entre 640 y 984 millones de dólares.
El referido estudio también asevera que en ese año el 70% de víctimas de robos
y asaltos pertenecieron a los sectores socioeconómicos A y B, mientras que el 80
por ciento de víctimas de agresiones pertenecieron a los sectores
socioeconómicos C y D.

16
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

Ahora bien, según refirió el Presidente de la Corte Superior de Lima y titular de la


15 Comisión de Alto Nivel del Poder Judicial, en octubre de 1996, el 50% de los
procesos penales del país quedan impunes debido a que los inculpados evaden la
justicia. En ese momento se encontraban pendientes de resolución alrededor de
600 mil expedientes a nivel nacional.

c) La violencia urbana
Según los indicadores de inseguridad que hemos elaborado, las diferencias entre
los departamentos sugieren que los de mayor población y con ciudades más
grandes, particularmente los departamentos con ciudades costeñas, presentan
mayores niveles de inseguridad relativa. En otras zonas las estadísticas revelan
una tendencia más estable si no decreciente. Esto estaría mostrando que el
incremento de la inseguridad sería sobre todo un fenómeno urbano. Un análisis
más desagregado de las cifras dentro de cada departamento, a nivel de
provincias o de distritos, mostraría eso con mayor precisión.
Hay algunas manifestaciones de delincuencia o de violencias urbanas que han ido
ganando mayor protagonismo en los últimos años tanto en Lima como en otras
ciudades del país. Los secuestros de muy corta duración, los asaltos a
automóviles en vías públicas, la violencia juvenil expresada en barras bravas y
pandillas, la actividad de jóvenes en el transporte ilegal de drogas hacia el exterior
y la mayor proliferación de lugares para el expendio de droga destacan como las
principales de esas manifestaciones.
En el vértice de la delincuencia urbana se encontraría la actividad de bandas
ocasionales conformadas por asaltantes de alta peligrosidad. La tendencia en
este sentido sería la de un mayor sofisticación para la preparación y ejecución de
sus actos, el incremento en los niveles de violencia desplegados durante los
mismos, y la disposición de armas con capacidad de fuego frecuentemente
superior a la de los policías.
En parte, esto sería posible por el enrolamiento en estas bandas de ex integrantes
de las diversas fuerzas del orden. No debe descartarse como otra manifestación
importante de la mayor inseguridad urbana en los últimos años a los mayores
niveles de riesgo en el tráfico automotor . Lima y otras ciudades del país han sido
afectadas por un notable crecimiento del parque automotor, por el ingreso masivo
de unidades de transporte público frecuentemente inapropiadas para la seguridad
del tráfico, y por la tensa competencia que estas unidades libran en las vías para
captar a los pasajeros.
d) Violencia rural y narcotráfico.
Las manifestaciones de delincuencia o de violencia en los espacios rurales
podrían estar subregistradas debido al escaso desarrollo de los registros
estadísticos en el país o a razones culturales que llevan a la no denuncia de los
hechos.

17
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

Es conocida la subsistencia en algunas zonas del país de expresiones arcaicas


como el abigeato y el bandolerismo. Pero más importante es la actividad de los
narcotraficantes en casi toda la ceja de selva peruana.
Como se sabe, el narcotráfico es la mayor expresión de la delincuencia
organizada contemporánea y conlleva secuelas de grave perturbación a la
seguridad como el despliegue 3 Según la División de Centros Educativos de la
Policía en 1995 existían alrededor de 100 pandillas juveniles a nivel nacional.
Para abril de 1998, estudios realizados por diversas instituciones sobre pandillas
juveniles y violencia, dan cuenta que desde 1996 a marzo de 1998, más de 1 000
pandillas existentes en Lima Metropolitana han efectuado 13 000 acciones
delictivas.
En 1996 las pandillas ocasionaron entre 5 y 10 muertes y la Dirección de
Investigación Criminal realizó 1 318 operativos para controlarlas.
El núcleo donde se concentra el mayor número de infractores juveniles
corresponde a adolescentes que están entre los 15 y 18 años de edad, según la
Gerencia Operativa de la Secretaría Ejecutiva del Poder Judicial.
4 El jefe de seguridad vial de la VII región policial (Lima) señaló en julio de 1997
que entre 1980 y ese mes fallecieron más de 36 mil personas por accidentes de
tránsito en todo el país y 255 mil personas quedaron heridas.
Cifras superiores a las víctimas causadas por el terrorismo. 16 de bandas
armadas y la corrupción de funcionarios públicos, civiles o uniformados. En la
selva ocasiona, inclusive, notorios daños ecológicos por la erosión de suelos
dedicados a la hoja de coca y por el uso de insumos químicos para producir
precursores de la cocaína. Pero lo más grave es que su presencia puede ser
percibida como necesaria por los campesinos cultivadores de hoja de coca y por
las poblaciones cuya actividad comercial es estimulada por el consumo de dichos
narcotraficantes.
Entre los años 1992 y 1996 surgieron indicios de que la actividad de los
narcotraficantes peruanos había sido afectada por el aumento en las medidas de
represión adoptadas por el Estado peruano y por la mejor coordinación entre los
EE.UU., Perú y Colombia. En particular ha sido dificultado el puente aéreo entre
estos dos últimos países. Hubo un descenso de los precios de la pasta básica de
cocaína producida en la ceja de selva.
Otro factor señalado por los especialistas es que habría una menor demanda en
el mercado mundial de la cocaína por un sobreabastecimiento de esta droga. Sin
embargo, tales especialistas coinciden también en que mientras las economías
campesinas no dispongan de cultivos más rentables y de actividades con
posibilidades comerciales similares a la producción de hoja de coca y pasta
básica, los alcances de la represión y de los llamados proyectos de desarrollo
alternativo van ser muy limitados. En 1996, junto con eventos positivos como la
captura de capos locales del narcotráfico, hubo indicios de una recuperación en

18
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

los precios de la pasta, de una mayor producción y exportación de cocaína desde


el Perú, y de un aumento del consumo interno de la droga. El narcotráfico se
perfila como uno de los más graves problemas del Perú de finales del siglo.
De hecho es uno de los más importantes en la agenda de temas entre el Perú y
los EE.UU. La ceja de selva es la zona de producción de hoja de coca, pero la
actividad de los narcotraficantes fluye a través de una intrincada red de rutas
aéreas, fluviales y terrestres que cruzan virtualmente todo el país para llevar la
droga hacia el exterior mediante puertos, fronteras y ciudades. Paradójicamente el
narcotráfico, con sus dimensiones rurales y urbanas, es una de las actividades
que enlaza a la mayor diversidad de ámbitos en el país5 . Para el instituto
CEDRO, en información entregada a los medios de comunicación a mediados de
1997, son cerca de 800 000 mil las personas que viven, directa o indirectamente,
de la economía de la droga. De este total, se calcula que serían 346 448
campesinos los que dependen del cultivo de la planta de coca para su
subsistencia y, de ellos, sólo el 5% trabajaría de manera legal. Se estimaba que
entre 1995 y 1996 la producción de hoja de coca en el Perú descendió de 183 600
a 174 700 toneladas y el área cocalera de 115 300 a 94 400 hectáreas. En 1997
el Perú logró que los cultivos de coca decrecieran en un 27 por ciento, pasando
de 94 000 a 70 000 hectáreas. Colombia pasó al primer lugar en cultivos de coca
pues, según las autoridades antinarcóticos estadounidenses, este país pasó de
68 280 hectáreas en 1996 a 75 200 el año 1997. Para fines de 1998, según lo
reveló el Ministro de Salud y Presidente de Contradrogas, el Perú espera que sólo
existan 46 300 hectáreas cultivadas con hojas de coca, lo que supone una
reducción del 31 por ciento sobre las 70 000 hectáreas que estaban bajo cultivo a
fines de 1997. Se estima que la mayor reducción de hectáreas cultivadas deba
ocurrir en el Valle del Aguaytía con 11 100 hectáreas seguido por el Valle del
Apurímac, donde se 5 En 1995 la Dirección Nacional Antidrogas de la Policía
Nacional capturó 10 164 personas involucradas con el narcotráfico.
De ellas, 6,512 fueron consumidores, 3,460 fueron traficantes, y 202 fueron
menores detenidos por posesión de drogas. Igualmente se incautaron 127
inmuebles, 128 automóviles y 12 avionetas. Se destruyeron 193 pozas de
maceración de pasta básica, 61 pistas de aterrizaje y 19 laboratorios de cocaína.
En 1996 fueron detenidas 5,428 personas por el delito de tráfico ilícito de drogas
(TID). Esta cifra representó el 23.4% de la población penal, según estadísticas del
Ministerio de Justicia. 17 quiere reducir el cultivo en 8 400 hectáreas. Sin
embargo, la exitosa reducción de las áreas cultivadas de hoja de coca en el Perú
ha provocado un efecto paralelo y no deseado; el mayor empobrecimiento de los
campesinos y una mayor oferta de droga a precios reducidos en el país. Cabe
precisar que el agricultor cocalero también se dedicaba a la elaboración,
transporte y comercialización de pasta bruta, al parecer porque carece de otras
opciones. Utiliza ahora su propia producción de hoja de coca, compra insumos
químicos, paga mano de obra, elabora pasta básica y se arriesga sacando el
producto en busca del comprador que ahora espera en las ciudades fuera de las
zonas cocaleras. Una consecuencia visible de este nuevo esquema del negocio
de las drogas se evidencia en las estadísticas oficiales de decomisos de drogas

19
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

entre 1992 y 1997. Estas muestran un incremento notable de incautación de


clorhidrato de cocaína en el Perú, lo que conduce a aseverar que existe un mayor
consumo localizado especialmente en las ciudades. Informes de la DINANDRO
señalan, por ejemplo, que en 1992 se decomisó a nivel nacional sólo 185 kilos de
esta droga. En 1995 el decomiso fue de 7 659 kilos; en 1996 fue de 1 006 y hasta
el primer semestre de 1997 la cifra llegó a 1 112 kilogramos.
e) El terrorismo
El terrorismo es otra de las manifestaciones de violencia que involucra
dimensiones rurales y urbanas. Ha sido afectado fuertemente por la captura de
sus principales dirigentes entre 1990 y 1992 y sus niveles de actividad han caído
notablemente, tanto en el número de sus acciones como en el impacto político de
los mismos . No obstante desde 1995 hay evidencias de una relativa
recomposición de su organización y de un ligero aumento de su actividad,
especialmente para el caso de Sendero Luminoso.
Sus focos de actividad son muy pequeños pero se encuentran dispersos en zonas
tan variadas como el Alto Huallaga, la selva central, la sierra Norte, la ceja de
selva de Ayacucho, y las barriadas de Lima. Actualmente si bien la escisión de
sus filas -a raíz de las propuestas de negociar la paz que ha hecho su líder
Abimael Guzmán- es un elemento importante para analizar el futuro de esta
organización, ésta ha devenido en accesoria en tanto lo primordial radica en la
menguada pero aún activa capacidad militar que posee.
Los especialistas en el terrorismo peruano tienden a coincidir en que ha dejado de
ser una amenaza a la estabilidad política del Estado o del régimen democrático
pero coinciden en que puede permanecer por un plazo prolongado como un factor
de riesgo para las poblaciones civiles en las provincias andinas o selváticas o
para aquellas ubicadas en la periferia urbana de Lima. Especialmente peligroso
puede ser el terrorismo para los líderes de esas poblaciones que optan por vías
pacíficas y democráticas para canalizar las demandas o expectativas de progreso.
Para mayores avances en la desarticulación del terrorismo y en su ulterior
erradicación, los especialistas coinciden en señalar la necesidad de enmarcar a
las acciones militares y policiales en una línea de fortalecimiento de las
instituciones y de los liderazgos democráticos locales y de la promoción del
desarrollo
En el caso del grupo Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), es
evidente que quedó mucho más debilitado de lo que ya estaba luego de la acción
armada que perpetrara contra la residencia del embajador japonés en Lima, en
diciembre de 1996, y el 6 Según cifras registradas por DESCO, en 1991 hubo 2
144 acciones subversivas.
En 1995 esas acciones sumaron 751, un promedio de 63 por mes. En 1996
fueron 600, con un promedio de 50 por mes. Por último, en 1997 el total de
atentados terroristas fue de 660 y tuvo un promedio mensual de 55.

20
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

Las víctimas en 1997 sumaron 162, de las cuales 70 fueron civiles. 7 Ver Reporte
Especial de DESCO, "Conversatorio sobre terrorismo USIS-DESCO-IEP",
septiembre de 1996. 18 posterior rescate llevado a cabo por un grupo de
comandos de las Fuerzas Armadas.
f) La autodefensa y el rebasamiento de la policía.
Un resultado de la supervivencia o crecimiento de las diversas formas de
delincuencia o de violencia sería la del rebasamiento de la capacidad de las
fuerzas encargadas de controlarlas. Ello se aprecia ya no tanto en las estadísticas
sino en procesos bastante conocidos. Un signo bastante elocuente de ese
rebasamiento ha sido el surgimiento de diversas formas de autodefensa individual
o colectiva en las esferas civiles. La más antigua de estas formas son las rondas
campesinas surgidas en los años setenta como respuesta de caseríos y
comunidades campesinas a la delincuencia local por fuera de las instituciones
estatales existentes. Resistidas inicialmente por el Estado luego, en los 80, fueron
reconocidas legalmente y permanecen especialmente en el norte del país pero ya
no sólo reprimen a la delincuencia sino asumen cierto tipo de administración de
justicia y de solución de conflictos locales. En los casos más desarrollados, las
rondas han intervenido en proyectos de desarrollo o sus dirigentes han asumido la
conducción de municipalidades distritales. Otra forma posterior, de finales de los
80, han sido los llamados serenazgos. Los municipios han asumido funciones de
cuidado del orden público formando y equipando cuerpos de vigilantes que
rondan sus jurisdicciones. Inicialmente aparecieron en los municipios con más
recursos de Lima, y ya existen en la mayoría de ellos. También hubo resistencias
iniciales, especialmente en las instituciones de la policía, pero luego unos y otros
han funcionado en una línea de colaboración pragmática .
También es notable el crecimiento de los servicios privados de seguridad10.
Tuvieron sus niveles más altos entre 1989 y 1992. Con la declinación del
terrorismo hubo un descenso en los años siguientes, pero habría experimentado
un repunte en el último año. Estos servicios van desde simples vigilantes
improvisados pagados por vecinos de los barrios, hasta servicios sofisticados
provistos por empresas especializadas, sobre todo para empresas financieras,
mineras y petroleras. En éstas, la seguridad ha pasado a ser un rubro importante
dentro de sus costos. Una siguiente manifestación del rebasamiento es
protagonizada por los propios efectivos policiales.
Ellos suelen contratar sus servicios para clientes particulares, especialmente
bancos, fuera del horario de guardia en sus unidades. Cuando usan el uniforme
una parte del pago va a su institución. La ley de la policía actualmente en
discusión propone institucionalizar este servicio a terceros.
Otra evidencia de los límites de la Policía Nacional para enfrentar a los problemas
Hasta octubre de 1994 existían, según estadísticas del Comando Conjunto de las
Fuerzas Armadas, 4 628 comités de autodefensa integrados por 232,668
ronderos en todo el país. 9 En agosto de 1996 el alcalde de San Isidro y
presidente de la Comisión de Seguridad Ciudadana de la Asamblea Metropolitana

21
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

de Alcaldes, precisó que buscaban establecer un Sistema Nacional de Seguridad


Ciudadana, el cual trataría de aunar el esfuerzo de todos los organismos
competentes a partir de los gobiernos locales con organizaciones como la PNP.
Estimó que un cambio de esta naturaleza no sería posible en un tiempo menor a
15 años. En Lima son 20 los distritos que cuentan con Serenazgo, cuyos efectivos
fluctúan entre 50 y 240. Son Ancón, Ate-Vitarte, Barranco, Breña, Chorrillos,
Jesús María, La Molina, La Victoria, Lince, Magdalena, Miraflores, Pueblo Libre,
Puente Piedra, Rímac, San Borja, San Isidro, San Luis, Santiago de Surco y
Surquillo. 10Según el órgano regulador de las empresas de seguridad,
DISCAMEC (Dirección de Control de Servicios de Seguridad, Control de Armas,
Munición y Explosivos de Uso Civil), en el Perú existen 247 empresas que se
dedican a la seguridad privada a establecimientos privados y públicos, así como a
seguridad personal a ejecutivos, funcionarios y sus residencias. Cabe precisar
que en esta actividad también hay un elevado nivel de informalidad, debido sobre
todo, a los costos en que se incurre al contratar personal permanente, entre otros.
19 del orden público o de la delincuencia ha sido la intervención de los militares
en responsabilidades en ese campo.
Primero fue para asumir la conducción de las operaciones antiterroristas y luego
se les encargó también la represión al narcotráfico, aunque luego se dispuso su
retiro de las acciones contra los narcos. Recientemente, ante el importante
crecimiento de la actividad delincuencial, el Poder Ejecutivo obtuvo del Congreso
la delegación de facultades extraordinarias para legislar sobre esta materia, en
donde las principales medidas fueron la tipificación de "terrorismo agravado" para
los casos graves de delincuencia, la extensión de la penalidad a los menores de
edad que participasen en la comisión de estos delitos, la activación del fuero
militar para casos de delincuencia común y la incorporación del Servicio de
Inteligencia Nacional en tareas de represión a la delincuencia.
Todas éstas son respuestas que se ubican en las fronteras de la normatividad
vigente en el Perú respecto a los problemas de la seguridad y del orden público.
De acuerdo a ella, esta es una responsabilidad que se concentra virtualmente en
las fuerzas policiales. Tal normatividad, por lo expuesto, necesita ser reformulada.
La urgencia de ello parece ser perentoria por cuanto también hay respuestas a la
delincuencia y a la violencia que se ubican por fuera y en contra de las normas
vigentes. Entre ellas figuran, por una parte, los linchamientos de delincuentes que
ocurren cada cierto tiempo en barriadas limeñas, y por otro lado la práctica de
maltratar o incluso torturar a los delincuentes o terroristas de parte de efectivos de
las fuerzas del orden. También debemos advertir sobre la proliferación de armas
de fuego entre la población civil.
El clima de violencia e inseguridad obligó a muchos ciudadanos a adquirir estos
artefactos, sin embargo, el control estricto que debió ejercerse sobre ellas dejó
mucho que desear al punto tal que se desconoce cuál es la cantidad que
realmente existe y circula entre la población.
g) La violencia doméstica

22
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

El problema de la inseguridad, la delincuencia y la violencia tiene conexiones con


otras dimensiones más allá de las normas y de las instituciones. Entre ellas
destacan los entornos de violencia doméstica que afectan especialmente a niños
y mujeres. Según estadísticas de la Comisión Permanente de los Derechos de la
Mujer y del Niño y procesados por el centro de estudios Demus, en el Perú
ocurren 25 000 violaciones sexuales al año.
En el 92.7% de los casos correspondientes a mujeres y el 76.1% de hombres, las
víctimas eran menores de 14 años.
En Lima el 21.9% de las violaciones ocurren en la casa de la víctima; el 18.8% en
la casa del agresor y el 15.6% en la vivienda de una persona amiga del agresor o
de la víctima. El 31.3% de las denuncias hechas en las delegaciones policiales
señalan como el lugar del delito una zona solitaria o cerrada.
El 41.9% de las violaciones fue cometido utilizando los golpes como medio de
comisión del delito. En un 16.1% se utilizó drogas o alcohol.
Por otro lado, en 1996 las Defensorías Municipales del Niño y Adolescente
(DEMUNA) de Lima y Callao recibieron más de 10 500 denuncias por maltratos.
Según la ONG Radda Barnen las DEMUNAS atendieron aproximadamente 22
000 denuncias en Lima y Callao en 1997, de las cuales el 37% están referidas al
incumplimiento de la obligación de los padres de otorgar una adecuada
alimentación a sus hijos.

h) Suicidios
Otra manifestación de la violencia es la autoinfligida cuyo caso extremo es el
suicidio. Según los indicadores de la Oficina de Estadística e Informática del
Ministerio de Salud, en 1995 hubo 226 suicidios en todo el Perú, aunque de ese
total a Lima sólo le correspondía 6, mientras que en el Cusco fueron 51 y en Puno
35. Se asume que por cada suicidio efectivo existen al menos dos intentos, por lo
que la intencionalidad duplica la cifra de estos casos. El 70% de los casos
corresponden a hombres y el 30% a mujeres. Por otro lado, en 1996 más de 20
niños y adolescentes, cuyas edades fluctuaban entre los 12 y 18 años, se
suicidaron en Lima. En 1995 la cifra fue de 10.
CONCLUSIONES
Los comportamientos agresivos pueden ser aprendidos desde muy temprano y
asimilados no como una transgresión sino como actitudes habituales. Niños
abandonados o pasando una gran parte del día en las calles están aún más
expuestos a estos contextos de socialización negativa.
También las herencias de 15 años de violencia política con muchos episodios
atroces han llevado casi a la banalización de otros tipos de violencia. En los años
60 un episodio de torturas podía convertirse en un escándalo político. Hoy en día
apenas sería recogido por las crónicas policiales. La sensibilidad de la opinión

23
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

pública parece haber disminuido luego de las cruentas experiencias de los años
80.
El entorno económico también tiene una dimensión influyente sobre los procesos
de violencia y de delincuencia. Probablemente sea limitado un enfoque que
establezca una relación mecánica entre pobreza y delito. De hecho no son los
departamentos más pobres los que presentan mayores índices de inseguridad en
este informe. Pero acaso sea plausible la relación entre pérdida de ingresos
asociada a deterioro del status y expectativas de consumo frustradas, por un lado
y delito, por el otro. Ese tipo de circunstancias tienen que haber sido muy
frecuentes para amplios sectores sociales desde mediados de los 70 hasta el 92,
un período en el que las poblaciones urbanas soportan sucesivos ajustes y
períodos recesivos que dejan una secuela de salarios reales deprimidos12 y
aumento del llamado subempleo, y por otro lado la delincuencia sigue una
tendencia general de crecimiento.
El modelo de inserción del país en la economía global mediante políticas de
ajuste y libremercado está dejando rezagados, si no marginalizados, a amplios
sectores de la población cuyas economías tradicionales no tienen ni la
productividad, ni la competitividad, ni el acceso a la educación necesarios para
incluirse en las esferas más dinámicas y rentables. La expansión de las
comunicaciones y el aumento de la cobertura de la educación básica, que ocurren
más rápidamente en las ciudades, no modifican esta situación pero,
paradójicamente, pueden estimular actitudes transgresoras pues incrementan
expectativas que van a quedar insatisfechas. Difunden estilos y niveles de
consumo que escapan a las posibilidades de dichos sectores pero los impulsan a
forzar su incorporación a modos de vida presuntamente superiores mediante
comportamientos que se ubican en los límites o fuera de la legalidad vigente.
El escenario político e institucional también tiene un impacto sobre los procesos
de inseguridad y de violencia. Fenómenos como la corrupción policial y judicial
debilitan la legitimidad de los discursos sobre la ley y desalientan las conductas
regidas por ella. La crisis de los partidos políticos y de las organizaciones
populares suponen una pérdida de atracción de la actividad política y comunal.
Los impulsos gregarios y contestatarios de los niños y jóvenes pueden ser
canalizados por grupos que los expresan en comportamientos agresivos o
ilegales.
Así, el conjunto de dimensiones involucradas configura a la inseguridad como un
problema complejo que requiere la intervención de diversos actores, públicos y
privados, en diferentes planos y aspectos de la vida social del Perú. Este informe
aspira a ser una motivación para ello.

24
“PROTECTORES DE LA DEMOCRACIA”

III. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Aparicio Valdez, Luis (1996), “Mercado de trabajo y desarrollo social”, en: Victor
Tokman, Luis Aparicio Valdez y Gerard Giglio, Crecimiento, empleo y desarrollo
social, Universidad del Pacífico, INAPS. Lima
Asociación de Bancos (ASBANC) (1998), "Informe sobre actos ilícitos cometidos
contra agencias bancarias", en: diario Gestión, Lima, febrero.

Centro de Estudios Demus (1996), “Estadísticas de la Comisión Permanente de


los Derechos de la Mujer y del Niño”, en diario El Sol, Lima, septiembre.

Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas (1996), “Comités de autodefensa


(CAD) por departamentos (1995)”, en Carlos Iván Degregori y otros, Las rondas
campesinas y la derrota de Sendero Luminoso, IEP. Lima.

DESCO, Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo (1998), Reporte Especial.


Violencia y seguridad en el Perú de hoy, Nros. 8 (diciembre de 1991), 69 (enero
de 1997) y 81 (enero de 1998), Lima

Dirección Nacional Antidrogas de la Policía Nacional del Perú (DINANDRO),


“Cifras de la DINANDRO”, en diario El Comercio, Lima, septiembre.

Instituto CEDRO (1997), “Producción y comercio ilegal de droga moviliza a


800,000 personas”, en diario Expreso, Lima, junio.

nstituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) (1994), Censos nacionales


1993, IX de población y IV de vivienda. Resultados definitivos, Lima.

Ministerio del Interior, Dirección de Planificación de la Policía Nacional del Perú


(1990), (1992), (1994), (1995) y (1996), “Delitos registrados por la Policía
Nacional, por clase y tipo, según Departamento”, en Instituto Nacional de
Estadística e Informática (INEI), Perú, Compendio estadístico 1989-1990, Lima;

Perú, Compendio estadístico 1991-1992, Lima; Perú, Compendio estadístico


1993-1994, Lima; Perú, Compendio estadístico 1994-1995, Lima; Perú,
Compendio estadístico 1995-1996, Lima.

Ministerio Público, Fiscalía Especial de Defensoría del Pueblo y Derechos


Humanos (1995), “Denuncias ingresadas en el Ministerio Público sobre violación
de derechos humanos, según Departamento de ocurrencia, 1990-1993”

Naciones Unidas, Comisión para la Prevención del Crimen (1997), Reporte de la


Secretaría General sobre medidas para regular las armas de fuego, Viena

25

También podría gustarte