Menores Infractores 1 PDF
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I. LIMINAR
Para realizar una breve reflexión inicial de los menores que cometen in-
justos, basta abrir los periódicos o ver las noticias por televisión, donde
podemos encontrar un sinfín de casos verdaderamente macabros, en los
que aparecen como protagonistas menores de edad.
Cuando me hicieron el honor de invitarme a dar esta conferencia no
tuve más que recordar mi estancia en España, donde, no hace mucho
tiempo, apareció en las noticias el escabroso caso del llamado “juego de
rol”, que consiste en una especie de juego de mesa en el cual se reúnen
unos jóvenes quienes al azar deciden matar a personas, generalmente in-
defensas; por ejemplo, debemos matar al primer anciano que vaya cami-
nando con un paraguas en “x” avenida a “y” hora.
Recordemos también la oleada de asesinatos que se han venido susci-
tando en las escuelas primarias o secundarias de diversos lugares de los
Estados Unidos de América, en donde alumnos entran armados a matar a
compañeros y profesores. Pero este fenómeno ha trascendido hasta tierra
mexicana, donde también podemos encontrar diversos casos de jóvenes
que cometen conductas tipificadas como delictivas en el Código Penal;
ejemplo de ello sucedió aproximadamente hace un mes, donde al entre-
vistar a un joven de unos quince o dieciséis años de edad, quien había
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1. El modelo tutelar
2. El modelo educativo
Este modelo fue adoptado por los Estados Unidos de América, Holan-
da, Bélgica y los Países Nórdicos.
1 Minoría de edad penal y derecho penal juvenil, Granada, Comares, 1998, pp.
105-107.
DR © 2005. Universidad Nacional Autónoma de México - Instituto de Investigaciones Jurídicas
Esta obra forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
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A partir de los años setenta, derivado del fracaso de los programas re-
socializadores y el incremento de la tasa de criminalidad, se retomó la
idea frontal del retribucionismo como finalidad eficaz en la lucha contra
la criminalidad. Sus características son:
Dentro de los países que se han inclinado por este sistema podemos
mencionar a España, Brasil, El Salvador, Panamá, Honduras, Costa Rica,
Colombia, Ecuador y Paraguay, entre otros.
Esta corriente sostiene que el derecho procesal del menor debe ser
analizado como una rama autónoma del derecho procesal, esto es, al
igual que existe un derecho procesal penal, civil, laboral, etcétera, debe
existir un derecho procesal del menor. Esta construcción debe ser reali-
zada al amparo de principios básicos sobre los que se pueda sustentar es-
te nuevo proceso. Esta doctrina ha sido planteada por Chiovenda y Cala-
mandrei, entre otros.
A. Sistema judicial
B. Sistema administrativo
te sentido, cuando el menor comete alguna conducta tipificada por las le-
yes penales, se deben poner en funcionamiento los mecanismos adminis-
trativos de protección, considerándose inútil y cruel la imposición de una
pena.
del derecho interno de cada Estado parte haya alcanzado antes la mayo-
ría de edad; sin embargo, el mismo convenio establece a los Estados
miembros una directriz en la cual indica que cada legislación debe con-
templar una segunda edad, por supuesto inferior a los dieciocho años, en
la que se presumirá que los niños no tienen la capacidad para infringir
las leyes penales (artículo 40.3, inciso a).
En este sentido, para los menores de edad de los cuales se presuma
que no tengan la capacidad para infringir las leyes penales, el citado
Convenio establece que los Estados miembros deberán adoptar trata-
mientos, sin recurrir a los procedimientos judiciales, en los que se debe-
rán respetar plenamente los derechos humanos y las garantías individua-
les del menor.
Para todo lo relativo a la impartición de justicia de menores infracto-
res rige como piedra angular el principio del “interés superior del niño”
(artículo 3o.). A tal grado que dicho interés superior está por encima, in-
clusive, de la propia voluntad del menor (artículo 9.1). Así también se
establece el derecho inalienable de la dignidad humana (artículo 37, inci-
sos a y c).
En todo procedimiento entablado contra un menor de edad por la co-
misión de alguna conducta tipificada por las leyes penales de cada país
regirá el principio de privacidad del menor (artículos 16 y 40, inciso b,
vii) y, por ende, debe regir el principio de secrecía de las actuaciones so-
bre el principio de publicidad.
A su vez, se erige el principio de igualdad de armas o equilibrio entre
las posiciones, de acuerdo con el reconocimiento de los derechos de las
minorías étnicas dentro de cada Estado parte, relativas al respeto de sus
costumbres, religiones, idiomas, cultura, etcétera (artículo 30). Esta si-
tuación repercute directamente en el procedimiento de menores infracto-
res, al exigir traductores para que auxilien a los intereses defensivos del
menor en los casos de miembros de comunidades indígenas.
Rige el principio de legalidad procesal (artículos 25 y 40) y el princi-
pio de jurisdiccionalidad (artículo 40, inciso b, v). De igual forma, rige el
principio de presunción de inocencia, el principio de contradicción y el de
igualdad de armas (artículo 40, inciso b, iii).
También se encuentra consagrado el derecho de defensa, señalado ex-
plícitamente por el artículo 37, inciso d, el cual indica que “todo niño
privado de su libertad tendrá derecho a un pronto acceso a la asistencia
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1. Principio de jurisdiccionalidad
2. Principio de contradicción
4. El principio de inmediación
a) Protección policial.
b) Ocultamiento del menor.
c) Ocultamiento de los datos de identidad del menor.
d) Conservación de datos falsos de identidad con los que otros copar-
tícipes del evento criminal lo conocen.
e) Cambio de identidad.
Dentro de las directrices que nos han señalado los instrumentos inter-
nacionales cabe recalcar las fórmulas anormales de terminación por con-
ducto del principio de oportunidad, en el que se pueda someter al menor
a las posibles figuras de la conciliación, inclusive esta última como trata-
miento, o medidas de seguridad.
V. EL MENOR ARREPENTIDO
Por otra parte, ¿qué sucede en los supuestos en los que el menor de
edad se encuentra involucrado con el crimen organizado?, ¿se podrá
aplicar algún tipo de sanción premial respecto a medidas de seguridad,
cuando éstas han sido diseñadas para educar o reeducar a un menor de
edad? En este sentido, ¿se podrá otorgar algún tipo de premio a un me-
nor, conmutando o alterando la medida de seguridad que debiera ser la
adecuada para la educación o formación del menor de edad?
Sabemos que la figura del arrepentimiento se encuentra establecida en
muchos países, entre ellos México, para combatir a la delincuencia orga-
nizada, sin embargo, además de que dicha figura debe estar ligada a las
medidas de protección, también sabemos que la sanción premial, impreg-
nada del principio de oportunidad, puede dar lugar a negociaciones donde
se evadirían grandes responsabilidades como la educación y adaptación
social del menor, además de que podrían provocar una insatisfacción vic-
timal y social, por quedar la primera sin la reparación del daño.
Por ello se vuelve aconsejable abordar todos estos temas y plasmarlos
con seriedad y prudente desarrollo en las legislaciones venideras.