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ISSN: 0122-8455 (Impreso)

cult.drog. Manizales - Colombia Año 24 No. 27 236 p. enero-junio 2019


ISSN: 2590-7840 (En línea)
UNIVERSIDAD DE CALDAS Josep María Fericgla González
Antropólogo, Ph.D.
ISSN: 0122-8455 (Impreso) Universidad de Barcelona
ISSN: 2590-7840 (En línea) Jorge Ronderos Valderrama
Fundada en 1993 Sociólogo, Ph.D.
Periodicidad semestral Universidad de Sevilla
Tiraje 300 ejemplares Jim A. Bauml
Año 24 No. 27, 236 p. Biologist, P.h.D.
enero-junio, 2019 Angeles Arboretum and hedonic Golden
Luis Miguel Alvarez
Manizales - Colombia
Ingeniero Agronómo
Universidad de Caldas
Rector Beatriz Acevedo Holguín
Universidad de Caldas Sistemas y Gerencia, Ph.D.
Alejandro Ceballos Márquez University of Hull
Vicerrector Académico Manuel Villaescuza de los Hero
Marco Tulio Jaramillo Salazar Psicólogo, M.Sc.
Vicerrectora de Investigaciones y Postgrados Societat d'Etnopsicologia Aplicada i Studis Cognitius
Luisa Fernanda Giraldo Zuluaga
Vicerrector Administrativo
Manuel Humberto Jiménez Ramírez COMITÉ TÉCNICO
Vicerrectora de Proyección Universitaria Juan David Giraldo Márquez
Patricia Salazar Villegas Coordinador Comité Técnico
Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales Julián Andrés Corredor
Carlos Augusto Agudelo Corrección de estilo
Alejandra López Getial
EDITOR Asistente editorial
Manuel Ignacio Moreno Ospina Silvia L. Spaggiari
Sociólogo, M.Sc. Correctora de abstracts
Universidad de Caldas Melissa María Zuluaga Hernández
Diagramación
Carlos Eduardo Tavera Pinzón
COMITÉ EDITORIAL
Soporte técnico
Xavier Andrade
Antropólogo, Ph.D.
FLACSO Ecuador
Ilustración portada:
New School for Social Research
Autor: Hugo Fernando Tangarife
Constantino Manuel Torres
Título: Etnografías psiconauticas
Arqueólogo, Ph.D.
en busca de las plantas enteogenas.
Universidad de la Florida
Técnica: Pirograbado sobre madera
Ana María Llamazares
Antropóloga, Ph.D.
Editado por:
Universidad Nacional de Tres de Febrero
Universidad de Caldas
Joaquín Muñoz de Mendoza
Vicerrectoría de Investigaciones y Postgrados
Antropólogo, Ph.D.
Fundación Eduard Seler
Indexada en EBSCO, REDIB, CLASE, ESCI
Jorge Eduardo Duque Parra
Neurociencia y Comportamiento, Ph.D.
Acceso en línea:
Universidad de Caldas
http://culturaydroga.ucaldas.edu.co

CONSEJO DE REDACCIÓN
César Enrique Moreno Baptista VENTAS, SUSCRIPCIONES Y CANJES
Antropólogo, Ph.D. Vicerrectoría de Investigaciones y Postgrados
Universidad de Caldas Universidad de Caldas - Sede Central
Ana Patricia Noguera de Echeverri Calle 65 No 26 - 10
Filósofa, Ph.D. Apartado Aéreo: 275
Universidad Nacional de Colombia Teléfonos: (+6) 8781500 ext. 12222-12442
Danilo Antón Giudice E-mail: [email protected]
Geógrafo, Ph.D. [email protected]
Universidad de Montevideo Manizales – Colombia

La responsabilidad de lo expresado en cada artículo es exclusiva del


autor y no expresa ni compromete la posición de la revista.
El contenido de esta publicación puede reproducirse citando la fuente.
Publicación semestral adscrita a la Facultad de
Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad
de Caldas. Presenta artículos científicos e
información de actualidad sobre investigación
y desarrollo de conocimientos y experiencias
referentes a las fuentes y aplicaciones culturales
de enteógenos y otras sustancias psicoactivas.
Acoge artículos de diversas disciplinas: sociales y
humanas, naturales, médicas, artísticas, filosóficas,
botánicas. Igualmente, conocimientos indígenas
tradicionales. Se divulga por medio de canje
y actividades académicas o de divulgación de
la universidad.

ISSN: 0122-8455 (Impreso)


cult.drog. Manizales - Colombia Año 24 No. 27 236 p. enero-junio 2019
ISSN: 2590-7840 (En línea)
CONTENIDO / CONTENT
EDITORIAL 7
EDITORIAL
Alejandro Romero-Miranda

PRODUCCIÓN CIENTÍFICA E INTELECTUAL


SCIENTIFIC AND INTELLECTUAL PRODUCTION

COCAÍNA PERUANA: ANÁLISIS BIBLIOGRÁFICO DE LA INVESTIGACIÓN SOBRE EL 15


TRÁFICO ILÍCITO DE DROGAS COCAÍNICAS EN PERÚ
PERUVIAN COCAINE: LITERATURE REVIEW OF RESEARCH ON ILLICIT TRAFFICKING
OF COCAINE AND RELATED DRUGS IN PERU
Hernán Manrique-López, Néstor Álvaro Pastor-Armas

DROGAS EN LA FRONTERA URUGUAY-BRASIL: PERCEPCIONES DE AGENTES 39


DE LA JUSTICIA Y SEGURIDAD DURANTE LA IMPLEMENTACIÓN DE LA LEY DE
REGULACIÓN DEL MERCADO DE CANNABIS EN URUGUAY
DRUGS IN THE URUGUAY-BRAZIL BORDER: PERCEPTIONS OF LEGAL AND SECURITY
AGENTS DURING THE IMPLEMENTATION OF THE LAW FOR THE CANNABIS MARKET
REGULATION IN URUGUAY
Juan Scuro

APORTES DE LA SOCIOLOGÍA ARGENTINA A LA COMPRENSIÓN DE LOS USOS DE 62


LAS DROGAS: UNA REVISIÓN SISTEMÁTICA
CONTRIBUTIONS FROM ARGENTINIAN SOCIOLOGY TO THE UNDERSTANDING OF THE
USES OF DRUGS: A SYSTEMATIC REVIEW
Victoria Sánchez-Antelo

MEDICINA Y FILOSOFÍA EN LAS PRÁCTICAS CHAMÁNICAS DE MARÍA SABINA 90


MEDICINE AND PHILOSOPHY IN THE SHAMANIC PRACTICES OF MARÍA SABINA
Andrea Pantoja-Barco

CANNABIS Y LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN INTERNET, UN ANÁLISIS DESDE LA 113


JURISPRUDENCIA ARGENTINA
CANNABIS AND FREEDOM OF EXPRESSION ON THE INTERNET, AN ANALYSIS FROM
ARGENTINE JURISPRUDENCE
Marcos Antonio Torti-Iermini

EL CONSUMO DE DROGAS EN JÓVENES CON PROBLEMAS DE CONDUCTA: 135


DELINCUENCIA Y CONFLICTOS JUDICIALES
DRUG CONSUMPTION IN YOUNG PEOPLE WITH BEHAVIORAL PROBLEMS: CRIME AND
JUDICIAL CONFLICTS
Isabel María Martínez

ISSN: 0122-8455 (Impreso)


cult.drog. Manizales - Colombia Año 24 No. 27 236 p. enero-junio 2019
ISSN: 2590-7840 (En línea)
PACIFICANDO EL BARRIO: ORDEN SOCIAL, MICROTRÁFICO Y TERCERIZACIÓN DE 157
LA VIOLENCIA EN UN BARRIO DEL DISTRITO DE AGUABLANCA (CALI, COLOMBIA)
PERCEIVED QUALITY OF THE EDUCATIONAL PROGRAM FOR THE PREVENTION OF
ADDICTIONS, UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA, MEDELLÍN
Diana Vinasco-Martínez

REPRESENTACIONES CONTABLES DE LA CULTURA COMO TESTIGOS PARA SU 188


CONSERVACIÓN
ACCOUNTING REPRESENTATIONS OF CULTURE AS WITNESSES FOR THEIR
CONSERVATION
Lina Marcela Sánchez-Vásquez

EVALUADORES 203

AUTORES 205

POLÍTICAS ÉTICAS 207


NORMAS EDITORIALES 215
JOURNAL ETHICS POLICY 220
EDITORIAL GUIDELINES 228
EDITORIAL Romero-Miranda, A. (2019). Editorial. Revista
Cultura y Droga, 24 (27), 7-12.
DOI: 10.17151/culdr.2019.24.27.1.

Desde el advenimiento de la drogomaterialidad, –o nacimiento de múltiples


discursos en torno al uso de drogas como resultado de la destrucción del metarrelato
premoderno (uso enteógeno) producto de la secularización y la revolución
industrial–, las drogas dejan de cumplir una función eminentemente prosocial
(que favorece el funcionamiento y pervivencia), y pasan a concebirse como un
elemento intrínsecamente antisocial (que impide o dinamita la cohesión), dado
que en adelante atentan contra la base misma del nuevo mundo que surge tras la
imposición de la razón cartesiana y la invención de la máquina: el homo faber, el
hombre que trabaja, que manipula la naturaleza en pos del progreso, en una idea: el
hombre cuya realización y esencia queda indefectiblemente unida a la producción
–o reproducción del capital que antes sustentaba con su sangre y que hoy glorifica
con la tarjeta de crédito–, donde ha de encontrar su autorealización y felicidad.
A partir de esta conjetura es que las drogas se transforman en un problema social y
adquieren la impronta de flagelo.

Así, a partir de este momento, de esta nueva essentia, que Marx (2010) logra suavizar
apelando a la capacidad creadora subyacente en el trabajo y su puesta al servicio del
bien social, y que posteriormente el capitalismo resignificará asociándola sólo a la
producción (por ende alejada de la creatividad, la felicidad y la autorrealización,
imbuida solo de alienación), es que el hombre termina siendo estandarizado,
hiperracionalizado, en palabras de Marcuse (2016): unidimensionalizado, quedando
proscritas todas aquellas imágenes o representaciones que lo conciben desde la
antítesis (homo ludens). Con esto, las drogas se trasforman en un problema inmanente
de las sociedades modernas, pues sólo aquí devastan la aducida esencia del hombre:
su productividad.

La cautelación de esta productividad es la base del discurso hegemónico de las


drogas, que en nuestro continente judicializó su uso en los años 20, lo satanizó en

7
los años 40, lo proscribió y entregó a los narcos entre el 50 y 60, lo patologizó entre
los 70 y 90, y lo terminó criminalizando y volviéndolo un tema de seguridad pública
hasta nuestros días. He aquí el alma de las sesiones de la Convención Única sobre
Estupefacientes del 1961 promovida (e impuesta) por los Estados Unidos y adoptada
como plantilla por varios países del orbe.

Con esto, el uso de drogas (sobre todo las ilegales) se proscribe no por el daño
concomitante contra el propio hombre, sino más bien, por atentar contra una forma
determinada de concebirlo: es decir; por atentar contra una construcción impuesta
que se asume inherente y fundacional validada en detrimento de otras visiones,
que a partir de ese momento perviven –parafraseando a Foucault (2000)– como
saberes sometidos que se movilizan por eclosionar y disputar el sentido del uso.
De aquí entonces, que el problema de las drogas hoy por hoy no se reduzca a la
sustancia, sino más bien, a los discursos que permiten, niegan, facilitan o restringen
su utilización. La llamada lucha contra las drogas no es más que la lucha por la
imposición de sentido, en palabras de Pierre Bourdieu (1997), de la superposición de
un determinado capital subjetivo en todos los campus imaginables.

De aquí la consideración de que los esfuerzos de nosotros, los cientistas sociales, no


deba girar ni principiar por el mero consumo de la sustancia (en este sentido, desde
la dosis y sus efectos sobre el organismo, tarea propia de la medicina), sino más bien
sobre el uso que lo sustenta y significa (develar la representación subyacente para
comprender desde allí).

Así los hechos, analizar el fenómeno de las drogas desde la óptica de uso y no del
consumo nos entrega nuevas claves para su abordaje, pues, permite salir del paradigma
hegemónico de la productividad/flagelo (de la pétrea Pangea) para fijar en adelante
la atención en esos archipiélagos de diásporas que flotan en la modernidad líquida
–en palabras de Zygmunt Bauman (2006)–, donde es posible identificar nuevos
discursos que avalados por cosmovisiones divergentes, no harán sino expandir la
comprensión de fenómeno, y con ello, del propio entramado social desdela tolerancia,
el respeto por la diversidad, y por ende, de la más profunda convicción democrática.

La idea, entonces, es abrazar una firme convicción cual rutilante piedra fundacional,
la imperiosa necesidad de consensuar los usos de las drogas, pero no desde la
hegemonía, sino desde el pleno ejercicio ciudadano y responsable que supone un
consenso de coexistencia entre la totalidad de los usos/discursos que se cuadren con

8
la responsabilidad de generar oportunidades y condiciones de felicidad, bienestar,
igualdad y desarrollo para los sujetos, y no con el mero subyugamiento económico y
sumisión libidinal a la sustancia.

De esta praxis surgirá la drogocracia, acuerdo refundacional que permitirá la


convivencia armónica de todos aquellos discursos (oratios) del uso que promuevan el
bienestar, el desarrollo personal, la igualdad de oportunidades y la vida en comunidad,
excluyendo a aquellos que operen en sentido inverso. Por tanto, la drogocracia no
se fundamenta en la abierta aceptación de cada discurso de uso (en este sentido,
toda la justificación del consumo), sino más bien, en la confluencia de aquellos que
buscan la validación y aceptación de sus representaciones y cosmovisiones, en las
que la droga juega un rol emérito como medio (uso) y en ningún caso como simple
fin (consumo), esencia que a la postre le asigna y atribuye su calidad prosocial base
de la propia reivindicación.

De esta forma, la drogocracia no es un simple sistema de administración de espacios


para la eclosión de los discursos, no es la mera vitrina de neón que exhibe las
justificaciones de uso más aceptadas, ni menos apela a la lógica de conglomerado
drogopolítico que busca suplantar el discurso hegemónico por otro fragmentado que
posibilite imponer sus demandas en detrimento de otras. La drogocracia se posiciona
en otro derrotero, en este sentido, en el pacífico camino amarillo del diálogo
respetuoso, para desde allí, generar las condiciones que posibiliten avanzar hacia
otros consensos que erradiquen la negación de la subjetividad del otro como forma
de relación social y elemento articulador de realidad, negación que se encuentra
en la base –como señala Michel Wieviorka (2006)–, de toda odiosidad, de toda
beligerancia, y por ende, de toda violencia.

Es esta dinámica drogomaterial –en especial la disputa por los usos y los significantes,
pero sobre todo la imperiosa necesidad de avanzar hacia una drogocracia–, el hilo
conductor que subrepticiamente une las presentes contribuciones.

Así, en el artículo Cocaína peruana: análisis bibliográfico de la investigación sobre


el tráfico ilícito de drogas cocaínicas en Perú de Hernán Manríquez López y Néstor
Pastor Armas, los autores a partir de la revisión bibliográfica establecen una serie de
reflexiones que median en el tráfico ilícito de drogas en Perú y las dinámicas sociales
que de ello deviene.

9
Desde una línea sociojurídica, Juan Scuro en su contribución Drogas en la frontera
Uruguay-Brasil: Percepciones de agentes de justicia y seguridad durante la
implementación de la ley de regulación del mercado de cannabis en Uruguay,
evidencia que tras la implementación de la política de regulación del uso y cultivo en
ese país, sólo se evidencian como cambios significativos la mayor visibilización del
consumo en los espacios públicos y más fácil acceso en la adquisición de marihuana.
Al indagar en la contribución académica de los usos de drogas, en su artículo Aportes
de la sociología argentina a la comprensión de los usos de las drogas: una revisión
sistemática, Victoria Sánchez Antelo evidencia cómo esta disciplina ha prescindido
de elementos trascendentales en su análisis comprensivo como lo son la propia
experiencia corporal y del género.

Por su parte –y trayendo a la mesa toda la tradición premoderna del uso de drogas–
Andrea Pantoja Barco en su trabajo Medicina y filosofía en las prácticas chamánicas
de María Sabina, expone el saber y las contribuciones de esta figura en la tradición
filosófica y médica ancestral de los antiguos mexicanos.

El artículo Cannabis y libertad de expresión en internet: un análisis desde la


jurisprudencia argentina de Marcos Torti-Iermini plantea la imperiosa necesidad
de replantear la interpretación que se desprende de la ley N° 23.737 en atención a
situar el debate en torno a las formas de acceso y los actos de compartir información
en el internet, más que apuntar a sanciones que restrinjan la libertad de expresión
de los cibernautas. En una línea temática similar pero aterrizada en la infracción
de ley, Isabel María Martínez en su artículo El consumo de drogas en jóvenes con
problemas de conducta: delincuencia y conflictos judiciales, expone cómo en la
mayor parte de los sujetos investigados, el consumo de drogas aparece como un
hecho recurrente iniciado antes de cumplir la mayoría de edad, que entre otros
elementos se relacionaría con la manifestación de conductas violentas, incivilidades
y actos reñidos con la justicia.

Posteriormente, al explorar una de las múltiples formas de uso antisocial, Diana


Vinasco Martínez en su texto Pacificando el barrio: orden social, microtráfico
y tercerización de la violencia en un barrio del Distrito de Aguablanca (Cali,
Colombia), evidencia cómo el microtráfico en el sector señalado ha incidido en la
creación de pandillas, disminuido la agencia de sus habitantes y la tercerización
de la violencia (sicariato), en especial, por parte de jóvenes contratados por

10
bandas externas al barrio, todo lo cual ha contribuido a crear un falso ambiente de
pacificación en el sector.

Finalmente, Lina Marcela Sánchez nos expone el artículo Representaciones contables


de la cultura como testigos para su conservación. Puede dar la impresión de ser
un artículo que no se ajusta a los parámetros “comunes” de nuestra publicación.
Pero al contrario, es un esfuerzo que la autora hace para articular las ciencias contables
con el concepto de la cultura. La contabilidad asume formas de acercamiento a la
realidad que se transforman conforme las prácticas sociales, pudiera expresarse
como producto de la cultura, más la globalización y su tendencia homogeneizadora
desdibuja las particularidades de los territorios, lo que convierte en un riesgo la
posibilidad de mantener la información derivada de las prácticas sociales como
factores identitarios. En este caso hace la lectura desde el paisaje cultural cafetero.

Las obras de arte que se exponen en la presente edición, son del maestro Hugo
Tangarife Puerta. La obra titula: Etnografías psiconauticas en busca de las plantas
enteogenas. La intención de la obra es el de registrar el movimiento psíquico,
visionario, geográfico y simbólico provocado por las plantas y las huellas que ha
quedado de él. Así que estas huellas han dejado su marca en escritos, libros de artista,
dibujos, acciones y diversidad de objetos.

Temor, sanción y reconocimiento del uso de las drogas, son las pinceladas que resumen
las presentes contribuciones, pinceladas que bien pueden considerarse como notas
de campo que refuerzan la necesidad de un nuevo consenso, ya no eminentemente
cartesiano (o empotrado en la lógica del homo faber), sino uno que recoja la totalidad
de usos y cosmovisiones que contribuyan al desarrollo humano desde la diversidad,
la igualdad de oportunidades sociales (especialmente de los más desfavorecidos y
maginados), y con ello a la propia democracia. Utilizando el silogismo sartreano,
debemos elegir entonces aquella alternativa que nos permita seguir eligiendo para
perpetuar el juego de la libertad, juego que para quien redacta estas sentidas líneas,
se inicia con esta entelequia llamada drogocracia.

11
Referencias bibliográficas

Foucault, M. (2000). Defendamos la sociedad. Argentina: Fondo Cultura Económica

Marcuse, H. (2016). 3° Edición. El hombre unidimensional. España: Austral

Marx, K. (2010). 6° Edición. El capital. Barcelona: Alianza Editorial

Wieviorka, M. (2006). La violencia: destrucción y construcción del sujeto.


En Espacio Abierto N° 15 (1 y 2), pp. 239-248.

Bourdieu, P. (1997). Capital cultural, escuela y espacio social. España: Siglo XXI
Editores.

Bauman, Z. (2006). Vida líquida. Barcelona: Paidos.

12
PRODUCCIÓN CIENTÍFICA E INTELECTUAL
COCAÍNA PERUANA: ANÁLISIS BIBLIOGRÁFICO
DE LA INVESTIGACIÓN SOBRE EL TRÁFICO
ILÍCITO DE DROGAS COCAÍNICAS EN PERÚ*

Manrique-López, H. y Pastor-Armas, N.Á. (2019). HERNÁN MANRIQUE-LÓPEZ **


Cocaína peruana: análisis bibliográfico de la
investigación sobre el tráfico ilícito de drogas
NÉSTOR ÁLVARO PASTOR-ARMAS ***
cocaínicas en Perú. Revista Cultura y Droga,
24 (27), 15-38. DOI: 10.17151/culdr.2019.24.27.2. Recibido: 30 de julio de 2018
Aprobado: 26 de septiembre de 2018

RESUMEN

Objetivo. Analizar investigaciones recientes sobre el tráfico ilícito de drogas cocaínicas


en Perú. Metodología. La selección se basó en tres criterios: i) que aborden algún
aspecto sobre el tráfico de cocaína; ii) debían ser trabajos publicados por editoriales
académicas o centros universitarios; y iii) ser publicaciones de las dos últimas
décadas. Resultados. Se identificaron sesenta investigaciones que fueron divididas en
cuatro áreas temáticas: a) investigaciones que estudian la institucionalidad peruana
en la lucha contra las drogas; b) aquellas que analizan el despliegue del Estado en
las zonas de cultivos de coca; c) estudios sobre los actores de “la orilla opuesta”
como los movimientos cocaleros, traficantes de drogas, entre otros; y d) los estudios
de “otras temáticas” del tráfico de drogas cocaínicas. Conclusiones. Esta revisión
permite establecer una serie de reflexiones en torno al tráfico ilícito de drogas en el
país y sus principales dinámicas, así como una agenda de investigación.

Palabras clave: cocaína, tráfico ilícito de drogas, políticas de drogas, Perú.

*
Las opiniones de los autores no representan las de las instituciones en las que trabajan.
**
Licenciado en Sociología de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Candidato a Magíster en Desarrollo
Sostenible por KU Leuven (Bélgica). E-mail: [email protected]. orcid.org/0000-0003-1039-7518.
Google Scholar
***
Licenciado en Sociología de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Asistente de investigación del Grupo
Interdisciplinario de Criminología de la PUCP. E-mail: [email protected]. orcid.org/0000-0001-5358-7819.
Google Scholar

Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 15-38


ISSN: 0122-8455 (Impreso) ISSN: 2590-7840 (En línea)
Hernán Manrique–López y Néstor Álvaro Pastor–Armas

PERUVIAN COCAINE: LITERATURE REVIEW


OF RESEARCH ON ILLICIT TRAFFICKING OF
COCAINE AND RELATED DRUGS IN PERU

ABSTRACT

Objective. To analyze recent research on the illicit trafficking of cocaine and


related drugs in Peru. Methodology. The selection was based on three criteria:
i) that research works addressed some aspects of cocaine trafficking; ii) that research
works should have been published by academic publishers or university centers;
and iii) that publications should have been published in the last two decades.
Results. Sixty research projects were identified and divided into four thematic areas:
a) research studies of Peruvian institutional character in the war against drugs;
b) research analyzing the deployment of the State in coca-growing areas; c) studies on
the actors of 'the opposite side´ such as the cocalero movements and drug traffickers
among others; and d) studies of 'other issues' on trafficking of cocaine related drugs.
Conclusions. This review allows establishing a series of reflections on illicit drug
trafficking in the country and its main dynamics, as well as a research agenda.

Key words: cocaine, illicit drug trafficking, drug policy, Peru.

INTRODUCCIÓN

Desde inicios de la presente década, el interés por comprender las múltiples


dimensiones del tráfico ilícito de drogas en Perú se ha incrementado. Debido a que en
el país las principales drogas de exportación son las cocaínicas, las investigaciones
se han centrado principalmente en estas mercancías. Si bien en las últimas décadas
del siglo pasado hubo importantes investigaciones sobre este fenómeno (Kay, 1999;
Cotler, 1999; Morales, 1989), actualmente los trabajos han incorporado nuevos
niveles de análisis, casos de estudio, metodologías y miradas teóricas, cuyos
resultados se han plasmado en libros, artículos científicos y tesis.

16 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 15-38


Cocaína peruana: análisis bibliográfico de la investigación sobre el tráfico ilícito de drogas...

El creciente interés por comprender este fenómeno requiere de una explicación.


Dos factores pueden ayudar a entender esta tendencia. El primero de ellos es el
contexto global de reforma de las políticas de drogas, donde ha ganado terreno el
enfoque crítico sobre las implicancias sociales y políticas del sistema global de control
de drogas en la vulneración de los derechos humanos y la salud, entre otros aspectos1.
Pese a la amplia evidencia disponible, la posición peruana se diferencia claramente
del camino que hoy siguen en este tema Europa, Estados Unidos, Australia y varios
países de América Latina para reformar las políticas de drogas. Perú ha destacado
más bien por ir en la dirección contraria de sus pares dentro y fuera de la región, y
por aplicar, sin variación sustancial, fórmulas del siglo pasado como la erradicación
de cultivos para luchar contra un tráfico ilícito de drogas mucho más dinámico y
globalizado. El segundo factor es que en el año 2012 Perú fue proclamado como
el principal productor mundial de cocaína, hecho que, además de deslegitimar los
esfuerzos nacionales en la lucha contra las drogas, generó la necesidad de conocer
cómo se había llegado a dicha situación2.

El presente trabajo analiza el reciente cuerpo de literatura sobre el tráfico de drogas.


La privilegiada posición del Perú en el mercado de la cocaína lo constituye como un
importante caso para analizar la relación del Estado y la sociedad alrededor de las
economías ilícitas. El presente análisis bibliográfico tiene como objetivo mostrar los
principales alcances de un amplio conjunto de investigaciones recientes centradas
en Perú. La selección de las investigaciones analizadas se basó en los siguientes
criterios: i) estas debían abordar algún aspecto sobre el tráfico de drogas cocaínicas
en el Perú como sus dinámicas, las acciones estatales para mitigar o reemplazar
su presencia, el involucramiento de actores a las economías ilegales, el rol de los
movimientos cocaleros, entre otros3; ii) estas debían ser trabajos publicados por
editoriales académicas o centros universitarios, sea a través de libros, artículos en
revistas indexadas o tesis; y iii) aquellas debían ser publicadas en las dos últimas
décadas del presente siglo. Los portales revisados para acceder a estas investigaciones
fueron Wiley Online Library, EBSCO Host, Science Direct, Dialnet, Google Scholar
y otros repositorios académicos. Para las tesis universitarias, se revisó el portal oficial
RENATI. Al seguir estos filtros, se seleccionó un total de 60 investigaciones, mientras

1
Véase las reseñas de Gootenberg (2005, 2008) sobre varias de las más influyentes investigaciones sobre el tráfico
global de drogas cocaínicas.
2
En la actualidad, el Perú ha dejado de ser el primer productor de cocaína y ahora es el segundo, por detrás de
Colombia.
3
De esta manera, se descartaron los artículos o tesis que abordan el tema del consumo tradicional de la hoja de coca.

17
Hernán Manrique–López y Néstor Álvaro Pastor–Armas

que los trabajos de consultoría para las agencias estatales se excluyeron por no contar
con acceso abierto. Del mismo modo, las opiniones y reflexiones publicadas en fuentes
de divulgación fueron excluidas por no contar con el criterio académico establecido.
El análisis bibliográfico identifica cuatro áreas de interés. Un primer grupo de
literatura se centra en estudiar la institucionalidad peruana en la lucha contra las
drogas. Algunos de estos temas incluyen, principalmente desde la sociología y la
ciencia política, el rol y desarrollo institucional de la política de drogas, así como la
formulación de las estrategias de lucha contra las drogas. Un segundo tema de interés
ha sido el despliegue del Estado en el campo, especialmente en las denominadas
“zonas marrones” donde la legalidad del Estado no tiene lugar (O’Donnell, 1993).
Un elemento distintivo de estas investigaciones es la incorporación de trabajos
de campo para estudiar al Estado en sus áreas de intervención. Parte de estas
investigaciones analizan las limitaciones de la implementación del control de drogas
en valles cocaleros como el Valle de los Ríos Apurímac Ene y Mantaro (VRAEM), el
Alto Huallaga, y en las fronteras del país. Otro tipo de políticas públicas como las de
desarrollo alternativo, cuyo objetivo es reemplazar los cultivos ilícitos en las zonas
cocaleras por una economía legal, han sido también objeto de varias investigaciones.

Las investigaciones actuales desde las ciencias sociales no se reducen solo a las
acciones y obstáculos del Estado. El tercer campo de investigaciones analizadas
en este trabajo involucra a aquellas centradas en “la orilla opuesta”, que estudian
el movimiento cocalero, los burriers4, y los microcomercializadores de drogas.
Finalmente, hemos agregado la categoría ‘otros’ para los trabajos que abordan temas
no referidos a ninguna de las tres áreas ya mencionadas.

Tras esta sección introductoria, la segunda sección abordará las investigaciones


centradas en la institucionalidad peruana en la lucha contra las drogas. La tercera
sección se enfocará en las investigaciones sobre el despliegue del Estado en el campo.
La cuarta sección abordará las investigaciones que contemplan las dinámicas que
ocurren en la “orilla opuesta”. La quinta parte presentará los hallazgos de la sección
‘otros’. Finalmente, la sexta sección resume los principales hallazgos y presenta las
conclusiones del trabajo.

4
Generalmente se describe a las personas que en el proceso de distribución como persona que intenta sacar droga del
país o que transporta drogas de un lugar a otro.

18 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 15-38


Cocaína peruana: análisis bibliográfico de la investigación sobre el tráfico ilícito de drogas...

Estado, instituciones y política de drogas

El primer cuerpo de trabajos sobre el tráfico de drogas cocaínicas analiza al


Estado y sus instituciones de control de drogas. En este campo, la formación de
la institucionalidad de la política de drogas peruana ha sido un importante tema
de investigación. El trabajo de Ponce (2016) sobre la evolución de la política de
drogas en el país señala que la presión internacional ha sido un factor importante
en los grados de represión de la política de drogas peruana. Así, identifica que el
gobierno norteamericano históricamente ha condicionado a los países de la región
andina a que se alineen a su agenda de prohibición de las drogas. Ello a través del
ofrecimiento de incentivos económicos por medio de acuerdos bilaterales y tratados
internacionales a cambio de la reducción de las hectáreas de hoja de coca y el aumento
de las incautaciones de cocaína. En esa línea, el papel de la ayuda estadounidense
para la implementación de las estrategias de control de drogas en las últimas décadas
del siglo XX es también resaltado en el trabajo de Hutchinson (2009), quien discute
la persistencia de las estrategias centradas en la oferta, pese a su inefectividad. Por
su parte, Torres (2012) da cuenta de la importancia que tiene Estados Unidos para la
realización de nuevas estrategias de control de drogas por el Estado peruano. Para
este autor, el no emprendimiento de una política de interdicción marítima del tráfico
de drogas se relacionaría con la negativa de auspicio de parte de los Estados Unidos.

El desarrollo institucional de la política de drogas a partir del nuevo milenio es


abordado con mayor detalle en otros trabajos. La tesis de Ramírez (2013) estudia
cómo, tras el retorno a la democracia, la política pública de control de drogas
cambió de una postura de concertación a una alineada a la política de “coca cero”.
Además de Estados Unidos –el cual en el contexto post 11 de setiembre presionó
con mayor fuerza para lograr la erradicación de cultivos–, el trabajo encuentra en
sectores del gobierno y los medios de comunicación –particularmente en el diario
El Comercio– a actores capaces de influir en la formación y legitimación de las
políticas represivas de control de drogas. El trabajo de Koven y McClintock (2014),
centrado especialmente en la cooperación entre Estados Unidos y Perú en materia de
control de drogas, muestra que gran parte del presupuesto de las acciones de control
proviene del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Así, si bien durante
el gobierno de Humala hubo tímidos intentos de reforma de la política de drogas,
no fue posible revertir esta tendencia, debido a lo que Torres (2013) denomina una
profundización de la dependencia hacia los postulados de política pública contra las
drogas impulsados por Estados Unidos.

19
Hernán Manrique–López y Néstor Álvaro Pastor–Armas

De manera más acotada a un tipo de intervención, el trabajo de Santillán (2016)


estudia las limitaciones en torno a esta estrategia. Según el autor, los problemas
en torno a ella empiezan dentro de la burocracia del Estado desde la etapa de
planeamiento y se extienden hasta la implementación. Entre los problemas que
este señala se encuentran los de tipo administrativos, la falta de formación policial
especializada y los problemas de coordinación. Asimismo, Zevallos (2014) señala
que la Estrategia Nacional de Lucha Contra las Drogas 2007-2011 logró cumplir
metas operativas, pero no aportó significativamente al objetivo general de la política,
que era reducir los cultivos de hoja de coca. Identifica que la principal limitación
fue enfocarse en atacar la extensión de cultivos ilícitos sin atender integralmente los
intereses de los agricultores, en aspectos de desarrollo agrícola y económicos.

Al expandirse los cultivos a diferentes distritos del país, se analizaron algunos casos
sobre la institucionalidad de los gobiernos locales en zonas de producción cocalera.
Zevallos y López (2010) sostienen que la gestión de los gobiernos locales se encuentra
entre dos frentes: por un lado, los interesados en hacer sostenible la economía ilícita,
y por otro, los que disponen de la política antidrogas. Así, el trabajo de López (2014)
sobre los discursos políticos de las autoridades municipales sobre la hoja de coca
en dos distritos del VRAEM, evidencia que las autoridades no son necesariamente
‘prococaleros’ o ‘anticocaleros’, sino que la existencia o no de la defensa de la coca
es estratégica y acorde a una serie de variables como la cercanía a las elecciones,
el trabajo conjunto con agencias de cooperación internacional, entre otras.
Asimismo, el autor encuentra una reducción en las alusiones a la coca entre
las elecciones del 2006 y el 2010 como consecuencia del debilitamiento de las
asociaciones cocaleras. Finalmente, Vizcarra (2017) explora las tensiones entre el
Gobierno Local de Pichari y el Gobierno Central con respecto a las negociaciones
de la implementación de la política de drogas. Demuestra que, por medio de la
escenificación y las narrativas tradicionales sobre la hoja de coca, las autoridades
locales han construido redes de apoyo para la defensa política y legal de la hoja que,
si bien no necesariamente pueden evitar la erradicación, al tener el soporte de la
población aumentan los costos sociales de una intervención de ese tipo.

El despliegue del Estado en el campo

Las investigaciones de esta sección abordan el desenvolvimiento local del Estado,


principalmente en torno a las acciones de control de drogas en las zonas de

20 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 15-38


Cocaína peruana: análisis bibliográfico de la investigación sobre el tráfico ilícito de drogas...

producción. Una de las principales características de varias de estas investigaciones


es la incorporación de la metodología de trabajo de campo y de archivo.

La importancia del Estado se observa, incluso, en la formación de los centros de


producción de cocaína. En el trabajo de Paredes y Manrique (2018) se estudia los
orígenes del Valle del Alto Huallaga como el principal centro de producción de
cocaína del siglo XX, y se sostiene que este se construyó a partir del fracaso de los
proyectos desarrollistas y de colonización en esta zona caracterizada por una débil
presencia estatal y baja fertilidad de los suelos. En estas condiciones, afirman, el
único cultivo rentable era la coca. Este trabajo se alinea con la literatura reciente
que encuentra el mismo patrón de proyectos desarrollistas y de colonización en
los Andes amazónicos como factores que permitieron la creación de grandes
bolsones de pobreza en zonas tropicales aptas para el cultivo ilícito (Gootenberg
y Dávalos, 2018)

Ya con el problema del cultivo de coca en agenda, Felbab-Brown (2010) estudia


las limitaciones de la política antidrogas y plantea el concepto de capital político
para comprender el efecto negativo de esta política en contextos subversivos.
A través del estudio comparativo de Perú, Colombia y Afganistán, muestra que las
políticas represivas de control de drogas –como la erradicación– benefician a las
organizaciones subversivas al permitirles incrementar su capital político a través de
la defensa de los cultivos ilícitos que sostienen a la población local. En esta vertiente,
el trabajo de Manrique (2015) usa este concepto para analizar los errores iniciales
del despliegue de la estrategia contrasubversiva y contra las drogas en la región San
Martín, y cómo su modificación logró el restablecimiento de la autoridad estatal.

El desarrollo alternativo ha sido abordado a través del estudio de casos en varias


regiones del país. El trabajo de Nacimento (2015, 2016) analiza la implementación
de estos programas en Satipo y muestra cómo los funcionarios y campesinos
comparten la visión en torno al mínimo impacto de estas intervenciones. Pese a ello,
su participación en ellas se seguiría realizando por una especie de inercia, ya que ello
favorece sus intereses inmediatos a través de la provisión de recursos económicos,
agrícolas, entre otros. Por su parte, Stöckli (2017) estudia la capacidad relacional del
Estado a través del estudio del desarrollo alternativo en el valle de Aguaytía y muestra
que aquella se adecúa a los contextos locales por medio de negociaciones informales
entre funcionarios de DEVIDA y beneficiarios. Estos acuerdos, que muestran un

21
Hernán Manrique–López y Néstor Álvaro Pastor–Armas

cierto grado de autonomía de los funcionarios frente al nivel central, flexibilizan la


normativa sobre la siembra de cultivos de hoja de coca hacia indicadores y objetivos
más realistas, así como también permiten una erradicación paulatina –contraria a lo
establecido oficialmente– para generar confianza y paliar los efectos colaterales de
la erradicación forzosa (Stöckli, 2017).

El desarrollo alternativo también ha sido estudiado a través de tesis sobre las


organizaciones de agricultores participantes. Entre estas, cabe destacar los trabajos de
Ugarte (2014) y Hernando (2018), realizados en Tocache (San Martín) y Shambillo
(Ucayali), quienes analizan las motivaciones de los agricultores para participar en
los programas de desarrollo alternativo. Ambos autores coinciden que los incentivos
que motivaron a los agricultores a participar no solo fueron económicos, sino
también aspiracionales, como el deseo de vivir en un ambiente de paz y seguridad, y
el prestigio de dedicarse a una actividad lícita. Sin embargo, ambos autores también
destacan las dificultades de sus asociaciones para sacar adelante a sus miembros.
En esta línea, Wildey (2016) estudia las oportunidades y limitaciones de los agricultores
para articularse con las nuevas estructuras del desarrollo alternativo centradas en la
comercialización de los cultivos lícitos a través del estudio etnográfico del caserío de
Miguel Grau de Neshuya (Ucayali) y la iniciativa internacional Alianza Perú Cacao.

El desenvolvimiento estatal en los casos de éxito de desarrollo alternativo pregonados


por el Estado peruano ha sido también estudiado. En el caso del Monzón, el cual
simbolizaba la debilidad estatal para controlar la producción ilegal de la cocaína,
Heuser (2017) sostiene que, entre los años 2000-2012, el Valle estuvo estructurado
bajo la economía ilícita del narcotráfico, en donde los actores se vinculaban en
función de dicha actividad y actuaban con base en la defensa de la hoja de coca.
A partir de la intervención del Estado, se trastoca la distribución de poder, ya que
la conexión con el Estado y los recursos públicos se convirtieron en la nueva forma
de obtener recursos y legitimidad dentro del valle. Ahora bien, tanto Zevallos
(2016) como Casas y Ramírez (2017) sostienen que la intervención de la zona no se
debió únicamente a determinantes estatales, como la voluntad política, los mayores
recursos logísticos y la posición unitaria de los actores estatales con respecto a
la erradicación. En cambio, afirman que la intervención progresiva del Estado se
logró gracias a una interrelación de variables, como el enfrentamiento entre las
facciones terroristas del valle; el debilitamiento de las organizaciones de cocaleros;
y la contratación de empresas privadas con personal de experiencia en otros valles

22 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 15-38


Cocaína peruana: análisis bibliográfico de la investigación sobre el tráfico ilícito de drogas...

cocaleros para que implementen las actividades de desarrollo alternativo. Esto daría
cuenta de la importancia de los actores y escenarios como determinantes del éxito de
la política de drogas.

De manera similar, la investigación de Manrique (2016, 2017) sostiene que el caso


de desarrollo alternativo conocido como el “milagro de San Martín” no fue producto
de una política de drogas uniforme y coherente, sino de variaciones sustanciales en
las intervenciones a lo largo de tres décadas, las cuales se beneficiaron de la derrota
de los grupos terroristas, factores ecológicos que afectaron el cultivo de coca, y la
participación activa de la sociedad civil y los gobiernos regionales y locales a través
de acuerdos establecidos en la década pasada. En otro trabajo, Manrique (2015b)
compara las dinámicas de intervención estatal en ambos casos y analiza la creación
y apropiación de la figura del éxito de ambos en el discurso oficial como medio para
legitimar la lucha antidroga.

Los estudios sobre las políticas de interdicción también han abordado las limitaciones
de sus implementaciones. Las investigaciones han concluido que los factores que
más limitan el accionar efectivo del trabajo policial y de inteligencia en diferentes
valles cocaleros del país son: i) las inadecuadas condiciones de trabajo para la
seguridad de los oficiales, en términos de infraestructura y aspectos logísticos como
el uso de tecnología adecuada; ii) los problemas geográficos de acceso a terrenos
inhóspitos, sobre todo en zonas de la Amazonia y sus rutas fluviales; iii) los bajos
salarios y la poca estabilidad laboral que aumentan las posibilidades de concurrir en
prácticas de corrupción; y iv) la desconfianza de la población hacia la policía, que le
imposibilita establecer lazos de confianza con la ciudadanía (López y Tuesta, 2015;
Oviedo, 2017; Rojas, 2015, 2016). Por su parte, en el caso del control de los insumos
químicos (IQ), Vizcarra (2014) sostiene que la descoordinación entre las entidades
estatales involucradas en el Sistema de Fiscalización de IQ genera las condiciones
para que, desde el comercio formal, los empresarios vean en el desvío de IQ una
oportunidad de generar mayores ingresos económicos a un bajo riesgo de sanción
penal. Además, tanto en el Alto Huallaga como en el VRAEM comprueba que al
haber altas probabilidades de desvío de IQ para el procesamiento de drogas, también
existe una alta concentración de actores formales que se dedican al comercio de estos
productos, sin fiscalización alguna.

23
Hernán Manrique–López y Néstor Álvaro Pastor–Armas

La “orilla opuesta”: cocaleros y comercializadores de drogas

Con base en las investigaciones que discutiremos en esta sección, podemos dividir
a los actores de “la orilla opuesta” en dos grandes grupos: i) el de los productores
de hoja de coca –el insumo básico para la elaboración de la cocaína–, y ii) el de los
distribuidores y comercializadores de drogas. Ambos tipos de actores, ubicados en
“la orilla opuesta” de la legalidad, comparten como característica el ser considerados
como desafiantes de la política de drogas y, por lo tanto, posibles sujetos de las
acciones represivas del Estado. No obstante, se diferencian claramente por una serie
de criterios entre los cuales podemos destacar la posición en la que se encuentran
dentro de la cadena de valor de la cocaína –los primeros en los eslabones de
producción de hoja de coca y los segundos en la distribución y venta de derivados
cocaínicos–, ubicación geográfica, estrato social, entre otros.

La mayor proporción de los trabajos identificados sobre los actores no estatales se


concentra en el estudio de los productores de hoja de coca. Los primeros estudios
en este tema analizaron el auge del movimiento cocalero en el país, el cual tenía
como razón de ser la defensa del cultivo de hoja de coca frente a la radicalización
de la política de drogas. El trabajo de Durand Guevara (2005) presenta uno de los
primeros perfiles sobre los productores de hoja de coca, los cuales se ubican en
zonas caracterizadas por la pobreza, necesidades básicas insatisfechas y altas tasas
de analfabetismo. En estos lugares, la hoja de coca es cultivada como parte de
una estrategia de reducción del riesgo –la cual es alternada con otros productos–
y su cultivo se caracteriza por requerir una baja inversión y generar más ingresos
a comparación de otros cultivos (Durand Guevara, 2005, pp. 105-107). Esta
caracterización aparece de manera similar en trabajos posteriores (Durand-Ochoa,
2012; Van Dun, 2009; Zevallos, 2012).

El retorno a la democracia y la mayor presencia de agencias de control de drogas


junto con la amenaza de la erradicación motivó la organización política de los
cocaleros. Durand Guevara (2008) resalta los problemas que dificultan la cohesión
de los cocaleros del Valle de los Ríos Apurímac y Ene (VRAE) como la poca
articulación con federaciones de otros valles –sumado a las tensiones con ellos–
y los vínculos con actores ilegales con la imposibilidad de visualizar problemáticas
y adversarios comunes, entre otros. En el Valle del Río Aguaytía (VRA), la tesis
de Laurente estudia la implementación de las políticas de control de drogas local a
inicios de los 2000 y sostiene que los deficientes resultados del desarrollo alternativo

24 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 15-38


Cocaína peruana: análisis bibliográfico de la investigación sobre el tráfico ilícito de drogas...

y sus promesas incumplidas, junto con la erradicación forzosa de cultivos, crearon


las condiciones para el enfrentamiento de los cocaleros –quienes participarían de
la organización cocalera por la seguridad y respaldo que esta ofrece– con el Estado
(Laurente, 2010, pp. 130-132).

Desde la antropología, la tesis de Van Dun (2009)5 explora un abanico más grande de
temas a través de una etnografía en el Valle del Alto Huallaga (VAH). Van Dun describe
en profundidad las dificultades económicas de los cocaleros y sus motivaciones para
cultivar coca; las restricciones y riesgos de participar en la economía de la coca; su
relación violenta con los patrones, terrucos y el Estado; la formación de la identidad
cocalera, así como también la incursión en la carrera delictiva como productores
o distribuidores de la cocaína –volveremos a esta más adelante–. Las reticencias y
el temor de los agricultores a sembrar coca o de colaborar con la economía ilícita
debido al legado de violencia del boom de cocaína de los años 80 y 90 son exploradas
en el trabajo etnográfico de Kernaghan (2009), también centrado en el VAH.

Investigaciones más recientes sobre el movimiento cocalero realizadas desde


la ciencia política han brindado una nueva mirada al problema del control de
cultivos en el país. La tesis de Zevallos (2012) señala que el Estado prioriza las
consecuencias antes que las causas de fondo del cultivo de coca y que su agenda
se limitaría al cumplimiento de metas burocráticas a través de respuestas técnicas
y administrativas medibles como la cantidad de hectáreas erradicadas, ampliar la
base social de los programas de desarrollo alternativo, etc. El análisis de Zevallos
vincula la postura cerrada al diálogo y el avance operativo del Estado para cumplir
sus metas operativas con la dinámica de intermediación del movimiento cocalero.
La necesidad del movimiento cocalero lo habría llevado a recurrir a estrategias de
intermediación que oscilan entre la legalidad y la ilegalidad, incluso de manera
simultánea según el contexto (Zevallos y Mujica, 2013). Así, la intermediación toma
tres formas distintas, ya sea a través de i) partidos políticos en la arena institucional,
ii) asociaciones gremiales cuando es necesario generar presión pública, y iii) grupos
insurgentes cuando las arenas legales no puedan resolver los conflictos (Zevallos,
2012, p. 168).

5
Si bien hacia fines del siglo pasado el trabajo de Morales (1989) analizó exhaustivamente a los cocaleros del
Alto Huallaga durante la etapa del auge del cultivo de coca a través del método etnográfico, son pocos los trabajos
actuales que usan este método. Los trabajos de Van Dun, Kernaghan y Wildey reseñados aquí representan las únicas
excepciones al respecto.

25
Hernán Manrique–López y Néstor Álvaro Pastor–Armas

La aparición del movimiento cocalero en la región andina ha motivado su estudio


desde una perspectiva comparativa. Una importante diferencia que destaca
entre Perú y Bolivia es la dispersión geográfica de los valles cocaleros y, por lo
tanto, de los agricultores. Mientras en el Perú existían 14 valles cocaleros en 10
departamentos poco conectados, en Bolivia la coca se concentra solo en dos, en un
espacio geográficamente homogéneo que facilita su coordinación (Castillo y Durand,
2008; Durand-Ochoa, 2011). Otra importante diferencia radica en la trayectoria
organizativa, puesto que los cocaleros peruanos se componen de peones agrarios
o pequeños propietarios, mientras que los bolivianos son indígenas del altiplano o
mineros con una larga tradición organizacional y sindical (Castillo y Durand, 2008).
Por su parte, el trabajo de Busnel (2017) señala que, debido a la mayor importancia
de la coca para la economía boliviana en el Trópico de Cochabamba, los gremios
cocaleros tuvieron una mayor fortaleza y capacidad tanto para regular esta actividad
económica como para movilizarse políticamente que su contraparte peruana en La
Convención. Asimismo, la variable temporal es sumamente importante, pues el
momento de la criminalización de la coca en el Perú en 1978 motivó la organización
de los cocaleros en Bolivia, quienes ya se encontraban políticamente empoderados
y próximos a consolidar un movimiento social cuando la coca fue criminalizada
en 1988 (Durand-Ochoa, 2014). Finalmente, a diferencia de Bolivia, la incursión
de Sendero Luminoso en las principales zonas cocaleras del Perú y la represión
estatal restringió el acceso a la participación política de los cocaleros peruanos
(Durand-Ochoa, 2014).

Estas dificultades produjeron resultados claramente distintos. En Bolivia, mediante


una construcción de una identidad política, los cocaleros al defender la coca se
convirtieron en los defensores de la soberanía nacional, las culturas indígenas
y los excluidos frente a la intervención estadounidense. Mientras tanto, en Perú,
la dispersión geográfica y las limitaciones señaladas no permitieron articular un
movimiento unificado con una agenda política clara (Durand-Ochoa, 2012; 2014).

Por otro lado, el segundo grupo de investigaciones explora diferentes aspectos de


la experiencia de los actores involucrados en actividades de procesamiento, tráfico
y micro-comercialización de drogas ilegales. Al respecto, Van Dun estudia, a través
de un trabajo etnográfico de 26 meses durante el 2003 y 2007, el entramado de
relaciones sociales que existen entre grupos de traficantes de drogas, la población
local, los remanentes de Sendero Luminoso y las fuerzas estatales en un distrito
del Alto Huallaga. La autora identifica las diferentes estrategias que tuvieron estos

26 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 15-38


Cocaína peruana: análisis bibliográfico de la investigación sobre el tráfico ilícito de drogas...

actores para evitar o utilizar mecanismos violentos con miras a instalar un orden y
legitimidad en el territorio. Su principal hallazgo refiere a que mientras la estructura
del negocio ilegal no se vea amenazada –desde el cultivo, el transporte de insumos
químicos, el procesamiento y el tráfico tanto nacional como internacional–, los actores
evitarán el uso de la violencia. Por el contrario, cuando sienten alguna amenaza
–sea desde el Estado, por el ingreso de nuevos grupos de traficantes de drogas y
bandidos, o por la inseguridad en la zona– los actores sienten que no tienen más
opciones que desplegar mecanismos violentos para recuperar el control del territorio
(Van Dun, 2012, 2014b, 2014a, 2016).

La autora sostiene que las ‘firmas’ son pequeñas organizaciones locales que
dedican todos sus esfuerzos a la producción y tráfico de cocaína, poseen una
estructura informal y flexible, cuyo grupo más estable y jerárquico son las redes de
‘socios’, quienes son “el patrón” y sus familiares o amigos de larga data (Van Dun,
2014a, 2017). Su estructura es flexible porque depende de muchos colaboradores
temporales, ya sea en el cultivo, en el procesamiento o en el transporte de cocaína a
través de mochileros. Es por ello que las diferentes firmas prefirieron evitar utilizar
mecanismos violentos para no perjudicar el desarrollo del negocio de la cocaína
y establecer cierta legitimidad en el territorio. Para ello instituyen acuerdos entre
‘firmas’ sobre espacios y rutas, otorgan coimas a las fuerzas del orden, mantienen
códigos de conducta con la población, ocupan cargos de autoridad local y/o apoyan
a alguna autoridad, entre otras estrategias (Van Dun, 2014b, 2016, 2017).

Este orden y legitimidad establecidos se quiebran con la intervención estatal a


través de la erradicación de cultivos de hoja de coca en el año 2005. Según la
autora, la reducción de la provisión de hoja de coca, el debilitamiento del poder
y legitimidad de los patrones locales y sus vínculos con las fuerzas policiales, y
el ingreso de nuevas bandas de ladrones y traficantes, generaron un ambiente de
alta competencia por el control del territorio y la producción de drogas cocaínicas
(Van Dun, 2014b, 2016, 2017). En ese contexto, los niveles de violencia letal
aumentaron, mientras que las fuerzas militares y policiales eran débiles a la hora
de proteger a la población de los conflictos entre ladrones y grupos de traficantes
armados. Ante ello, surgen las iniciativas de organización de autodefensa armada
por parte de los residentes para intentar establecer justicia en su territorio; si bien
mantuvieron vínculos con las autoridades policiales y militares, su relación era
tensa y, en algunos casos, de mutua desconfianza (Van Dun, 2012). Por otra parte, la
estructura de la economía ilegal se fragmenta y dispersa hacia varios territorios del

27
Hernán Manrique–López y Néstor Álvaro Pastor–Armas

país, lo cual implicó disputas por el territorio entre nuevos traficantes, asesinatos,
secuestros y la configuración de nuevos flujos de cocaína hacia zonas de la triple
frontera amazónica (Van Dun, 2016, 2017).

Otro grupo de investigaciones han estudiado el involucramiento de actores en el


tráfico de drogas cocaínicas a distintos niveles de la cadena de valor. Por ejemplo,
Van Dun (2014b) describe la dinámica de las personas que transportan pequeñas
cantidades de droga desde las zonas de producción a puntos de frontera, conocidos
como mochileros. Mientras tanto, Campos (2016) estudia las narrativas de mujeres
encarceladas por delitos de tráfico internacional y microtráfico de drogas en Lima.
De igual forma, San y Sikkens (2017) exploran el caso de mujeres holandesas
encarceladas en Perú por tráfico de cocaína. El común denominador es que estos
actores que, en su mayoría son mujeres, son vulnerables a ser encarceladas porque son
mano de obra reemplazable para la industria internacional de la cocaína y carecen de
protección armada o monetaria por parte de las personas que las convocan. Muchas
de ellas se involucran por necesidades económicas y por el contexto social en el
que residen, caracterizado por los vínculos familiares (esposos, hermanos e hijos) o
amicales relacionados al tráfico de drogas. Por otra parte, Pastor (2016, 2017) estudia
el involucramiento de siete jóvenes universitarios en el microtráfico de drogas.
A través de sus narrativas, evidencia que las redes de amistad en las que participan
los jóvenes y los ambientes físicos en donde realizan las ventas –que son privados y
protegidos del control policial o paternal– facilitan una deriva hacia el intercambio
de drogas. Aun así, cuando incrementa la frecuencia en las ventas, ello no se traduce
en una identidad como ‘microtraficante’ ni en el desarrollo de una carrera delictiva.

Otras investigaciones sobre el tráfico de drogas cocaínicas en Perú

Debemos reconocer que, pese al esfuerzo de categorización de las investigaciones


presentadas en este artículo, no es posible abarcar la totalidad de los diversos temas
de investigación que se vienen realizando sobre el tráfico de drogas cocaínicas en el
país. En los últimos años, trabajos desde disciplinas como la historia y la geografía,
a partir de nuevas miradas, han brindado significativos aportes a la comprensión
del fenómeno en el país. En esta sección, presentaremos estas investigaciones junto
con otros trabajos cuyo objeto de análisis no se ha incluido en ninguna de las tres
categorías previas.

28 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 15-38


Cocaína peruana: análisis bibliográfico de la investigación sobre el tráfico ilícito de drogas...

Desde la historia, el libro Cocaína Andina de Gootenberg (2008b) ha sido uno de los
trabajos más influyentes para comprender los orígenes, desarrollo y consecuencias
del mercado global de la cocaína. Enfocado en la región andina, Gootenberg utiliza
un amplio y novedoso material de archivo, y divide la historia de la cocaína en tres
períodos. La primera etapa se inicia a mediados del siglo XIX con la creación y difusión
como droga legal de uso médico, la cual coincide con su establecimiento como una
importante mercancía nacional de exportación en el Perú6. Durante la segunda etapa,
en la primera mitad del siglo XX, y desde la perspectiva de la economía política, el
autor muestra cómo la cocaína fue ensombrecida por un conjunto de regulaciones a
su comercio que terminaría por prohibirla completamente hacia mediados de siglo.
Finalmente, la tercera etapa está enfocada en la cocaína ilegal, específicamente en el
nacimiento de los ‘narcos’, el boom de la cocaína en la década de 1970, y el inicio
de la guerra contra las drogas. Influenciada por el trabajo de Gootenberg, la tesis de
Alquizar (2017) estudia las dinámicas de las fábricas de cocaína y la instauración del
Estanco de la coca en el norte del Perú en la primera mitad del siglo XX. El trabajo
muestra que el establecimiento del monopolio de la coca a través del Estanco de la
coca hacia 1949 daría el golpe final a la economía de la coca y la cocaína en Trujillo.

Por su parte, a través de información levantada en el campo, el trabajo proveniente de


las ciencias geográficas de Salisbury y Fagan (2013) muestra la presencia de cultivos
de coca en las fronteras amazónicas del país cercanas al río Ucayali y Purús, pese a su
inexistencia declarada en los reportes oficiales. En estas partes del país, el autor muestra
que, a diferencia de otras zonas, el cultivo de coca depende de los ríos en lugar de
carreteras, y de tierras bajas en lugar de la agricultura de laderas. Asimismo, el cultivo
en esta zona remota se habría originado como parte del ciclo de migración que genera la
erradicación forzada. De acuerdo con la investigación, la erradicación forzada anima a
los cocaleros a migrar a zonas más remotas y poco protegidas como el Parque Nacional
Serra do Divisor en Brasil o el Parque Nacional Alto Purús en Perú. Con respecto a esto
último, García-Yi (2015) también ha señalado que la erradicación ha empujado a los
cultivos de coca a áreas más lejanas, como lo es el área protegida del Parque Nacional
Bahuaja-Sonene, en las provincias de Tambopata (Madre de Dios) y Sandia (Puno).

En este territorio, donde no se ha llevado a cabo la erradicación, la autora considera


importante analizar la influencia de la presencia de cultivos de coca en la aceptación
6
Para un análisis más detallado sobre la ciencia nacional peruana y la cocaína, véase Gootenberg (2010). Un trabajo
centrado más bien en la materia prima -la hoja de coca-, entre otras plantas, a partir de la evidencia arqueológica es
el de Samorini (2014).

29
Hernán Manrique–López y Néstor Álvaro Pastor–Armas

de la conservación del Parque Nacional que tienen tanto los agricultores cocaleros
como los de cultivos convencionales. Con base en encuestas realizadas entre 2006
y 2008, encuentra que los cultivadores de café tienden a tener actitudes menos
favorables pues requieren utilizar mayores áreas de cultivo para lograr beneficios
económicos en comparación a los cultivadores de hoja de coca. Sin embargo, estos
últimos tienden a disminuir su actitud favorable conforme mayor es su percepción
que los cultivos de coca han aumentado en la región. Ello porque consideran que a
más hojas de coca mayores probabilidades de que se lleve a cabo la erradicación y,
por tanto, se restrinja el uso a recursos remotos que proporciona el área natural, lo
que a su vez reduce su soporte hacia un área natural protegida (García-Yi, 2015).

DISCUSIÓN Y CONCLUSIÓN

La revisión de bibliografía realizada en este artículo permite establecer una serie de


reflexiones en torno a la literatura sobre el tráfico ilícito de drogas en el país y sus
principales hallazgos, así como el establecimiento de temas que requieren un mayor
desarrollo para la obtención de una comprensión del fenómeno. En un balance
de investigación, Zevallos (2017) encontró una serie de elementos relacionados a
las dinámicas del tráfico ilícito de drogas cocaínicas, entre los que destacan i) el
progresivo debilitamiento de las resistencias locales contra la implementación de
la política de drogas; ii) la progresiva expansión de la presencia estatal en las zonas
cocaleras; iii) la realización por parte del Estado de estrategias informales y flexibles
para lograr sus objetivos de política; y iv) los éxitos relativos de las resistencias
locales manifestados en la fragmentación de la posición del propio Estado. Si bien en
este artículo compartimos los hallazgos de la investigación mencionada, el objetivo
de este trabajo consistió en realizar una revisión de literatura con el objetivo de
identificar y discutir los hallazgos, metodologías, enfoques, disciplinas y limitaciones
de las investigaciones recientes sobre drogas cocaínicas.

En primer lugar, encontramos que la literatura sobre el Estado y las instituciones ha


estudiado profundamente el desarrollo institucional de la política de drogas peruana.
El hallazgo común entre estos trabajos es el del papel preponderante de Estados
Unidos en la formación y radicalización de la política pública de drogas peruana.
No obstante, cabe señalar que trabajos no centrados en el desarrollo institucional
(Felbab-Brown, 2010; Manrique, 2016) han mostrado que, en ciertos contextos
específicos, ha sido posible lograr una autonomía frente a la presión y recursos

30 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 15-38


Cocaína peruana: análisis bibliográfico de la investigación sobre el tráfico ilícito de drogas...

estadounidenses para influenciar la política de drogas. Consideramos que una mirada


demasiado centrada en la presión extranjera deja de lado la importancia de los actores
locales. En este sentido, el trabajo de Ramírez (2013) es una fuente para estudiar la
importancia que tienen las élites nacionales y los medios de comunicación sobre
el curso a seguir de la política de drogas. La literatura identificada en esta área de
estudio se detiene en otro importante ámbito concerniente a la institucionalidad de la
política de drogas en donde los trabajos de Zevallos y López (2010), López (2014) y
Vizcarra (2017) abren el estudio de la relación de los gobiernos locales con el tráfico
ilícito de drogas. Dada la permanencia de zonas con alta densidad de cultivos en
regiones con una concentración del tráfico ilícito de drogas, consideramos necesario
el desarrollo de este tipo de investigaciones a través de más estudios de casos con
distintos enfoques y metodologías, así como también trabajos comparativos.

La segunda área temática identificada en este trabajo, el despliegue del Estado en


el campo, muestra que las investigaciones han abarcado temas tan diversos como el
origen de los centros de producción de drogas, la recuperación del control territorial
en ciertos valles, y la relación entre los burócratas de a pie y los agricultores.
Muchos de estos trabajos estudian la implementación de la política de desarrollo
alternativo local en el campo, la cual muestra un grado de flexibilidad no presente
en los documentos de política (Stöckli, 2017). Asimismo, varios de estos estudios
muestran que la política y la “voluntad política” no son suficientes para su éxito, sino
que es necesario considerar los actores y escenarios específicos que hacen posible
las intervenciones exitosas (Manrique 2017; Casas y Ramírez 2017). El estudio de
casos de desarrollo alternativo exitosos (Manrique 2016, 2017), otros oficialmente
exitosos, pero aún no consolidados (Casas y Ramírez 2017; Heuser, 2017), y
otros cuyo éxito es difícil de sostener (Hernando 2018) permite tener un amplio
conocimiento de las intervenciones públicas en esta materia. Estas investigaciones,
sin embargo, se encuentran circunscritas a áreas vinculadas desde hace muchos años
al tráfico ilícito de drogas. Hoy en día, con la expansión de los cultivos hacia la selva
baja y a áreas naturales protegidas se hace necesario el estudio de estas nuevas zonas
y la respuesta del Estado. Sin duda, la respuesta del Estado más impactante para los
agricultores no es el desarrollo alternativo ni la interdicción, sino la erradicación
de cultivos. Esta actividad aún no ha sido estudiada y urge contar con trabajos que
investiguen su impacto. El trabajo de Salisbury y Fagan (2011), aunque no centrado
en analizar esta política, da algunos indicios para emprender esta tarea. Un último
tema que consideramos relevante pero inexplorado es el del desempeño del Estado
en el ámbito de la prevención y la rehabilitación de personas con drogodependencias.

31
Hernán Manrique–López y Néstor Álvaro Pastor–Armas

La tercera área temática, dedicada a lo que hemos denominado como ‘la orilla opuesta’,
se centra en los agricultores cocaleros y los traficantes de drogas en distintos niveles
de la cadena. Las investigaciones sobre el movimiento cocalero en el país tienen varios
años de actividad y actualmente han disminuido, precisamente por el debilitamiento de
los principales gremios cocaleros. Esto no implica, sin embargo, que la defensa política
del cultivo de coca por los agricultores y otros actores haya dejado de existir. Por el
contrario, creemos que para comprender sus dinámicas actuales es necesario estudiar
las nuevas formas de representación de los intereses de los agricultores cocaleros en las
regiones con mayor prevalencia del cultivo de coca, como por ejemplo en la zona del
VRAEM con su movimiento regional pro-cocalero Qatun Tarpuy o la Federación de
Productores Agropecuarios del VRAE (FEPAVRAE). Por su parte, las investigaciones
recientes centradas en los traficantes y microtraficantes abren un nuevo abanico de
posibilidades para comprender el tráfico ilícito de drogas, desde el incremento del
encarcelamiento de mujeres por delitos por drogas hasta el análisis de intercambios
y venta de drogas en espacios universitarios, temáticas hasta ahora poco exploradas.
Ahora bien, los principales hallazgos de estas investigaciones muestran que las redes
familiares, de amistad o noviazgos son vitales para el inicio de los actores en actividades
vinculadas al tráfico de drogas cocaínicas. De manera que las personas no ingresan a
ambientes desconocidos, sino dan un paso hacia dinámicas medianamente familiares
(Pastor, 2016). Con respecto a estos temas, próximos estudios abordarán el análisis de la
estructura del crimen organizado del tráfico de drogas en Perú –desde la producción de
hoja de coca hasta el lavado de dinero –con base en el enfoque de “guiones criminales”
y la cadena de valor del TID (Zevallos, 2017).

Finalmente, consideramos necesario el estudio sobre las dinámicas del tráfico ilícito
de drogas en el país desde otras disciplinas como la geografía y la historia. El trabajo
de Salisbury y Fagan (2011) y García-Yi (2015) presentan una serie de hallazgos
que contravienen el conocimiento convencional sobre la presencia de los cultivos
ilícitos en el país, y da cuenta de sus impactos ambientales tanto en el territorio
como en las percepciones de los agricultores, temas que no han sido considerados
seriamente como objeto de investigación, pese a su expansión en zonas de mayor
riesgo ambiental. Por otro lado, el monumental trabajo de Gootenberg (2008b) ha
motivado a emprender el estudio histórico de múltiples aspectos del tráfico ilícito
de drogas en varios países de la región, pero encontramos que en el Perú –país tres
veces coronado como el principal productor global de cocaína– este llamado no ha
sido respondido. Alquizar (2017) y, en menor medida, Paredes y Manrique (2018),
suponen excepciones en este sentido.

32 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 15-38


Cocaína peruana: análisis bibliográfico de la investigación sobre el tráfico ilícito de drogas...

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DROGAS EN LA FRONTERA URUGUAY-
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IMPLEMENTACIÓN DE LA LEY DE REGULACIÓN
DEL MERCADO DE CANNABIS EN URUGUAY*
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DOI: 10.17151/culdr.2019.24.27.3.

RESUMEN

Objetivo. Analizar las percepciones de los agentes de seguridad y actores del sistema
de justicia uruguayos de la zona fronteriza con Brasil en relación con la nueva política
de regulación del mercado de cannabis en Uruguay. Metodología. Se realizaron
entrevistas en profundidad, semiestructuradas, en las ciudades de Artigas, Rivera,
Río Branco y Chuy. Discusión. Se analizaron los discursos relacionados con: las
impresiones generales sobre la ley; sus efectos sobre la seguridad; impresiones
sobre los usuarios de drogas en general y de marihuana en particular. Resultados.
Cierto desconocimiento de la normativa en la zona fronteriza, incertidumbre respecto
a los efectos sobre seguridad. El problema que vincula ‘drogas’ y ‘seguridad’ es
la PBC y no la marihuana. Conclusiones. No hay mayores cambios que llamen
significativamente la atención. Los usuarios tienen más libertad para hacer público
sus hábitos y acceder más fácilmente a la marihuana.

Palabras clave: cannabis, Uruguay, frontera, política de drogas, justicia, seguridad.

*
Este artículo es una versión del informe “Monitoreo y evaluación de los efectos de la nueva política uruguaya de
regulación del mercado de cannabis sobre la seguridad en la zona de frontera” (Scuro, 2017), elaborado en el marco
de una investigación llevada adelante por el Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (IPEA) de Brasil, y cuyos
resultados generales pueden ser consultados en los informes finales citados en la introducción de este artículo.
**
Doctor en Antropología Social. Universidad de la República, Uruguay. Sistema Nacional de Investigadores (SNI),
Agencia Nacional de Investigación e Innovación. (ANII). Montevideo, Uruguay. E-mail:[email protected].
orcid.org/0000-0002-8837-0019. Google Scholar

Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 39-61


ISSN: 0122-8455 (Impreso) ISSN: 2590-7840 (En línea)
Juan Scuro

DRUGS IN THE URUGUAY-BRAZIL BORDER:


PERCEPTIONS OF LEGAL AND SECURITY AGENTS
DURING THE IMPLEMENTATION OF THE LAW FOR
THE CANNABIS MARKET REGULATION IN URUGUAY

ABSTRACT

Objective. To analyze the perception of security agents and actors of the Uruguayan
justice system in the border area with Brazil in relation to the new regulation policy of
the cannabis market in Uruguay. Methodology. in-depth, semi-structured interviews
were conducted in the cities of Artigas, Rivera, Río Branco and Chuy. Discussion.
the areas analyzed were related to: general impressions about the law; the effects of
the law on security issues; impressions on drug users in general and, particularly,
marihuana users. Results. Lack of awareness of the regulations in the border area
and uncertainty regarding the efffects on security were identified. The main problem
that links "drugs" and "security" is freebase cocaine, not marihuana. Conclusions.
There are no significant changes worth mentioning. Drug users have more
freedom to bring to light their habits in public and, therefore, have an easier access
to marihuana.

Key words: cannabis, Uruguay, border, drug policy, justice, security.

INTRODUCCIÓN

El 10 de diciembre de 2013 el senado uruguayo aprobó la ley 19.172, que regula el


mercado de cannabis en ese país. De este modo, mostraba prometedores pasos hacia
un cambio de paradigma en torno al vínculo con esta planta, que a lo largo del siglo
XX fue siendo objeto de diferentes políticas prohibicionistas en todo el mundo.
El proceso que permitió la aprobación de esa ley fue largo, involucró a diferentes
actores sociales y políticos y se inscribió en un marco de sanción de importantes
leyes que amplían libertades y profundizan los preciados valores democráticos
del Uruguay. Promover una estricta regulación del cannabis con el Estado como
protagonista, en el marco de un creciente, pero aún minoritario, proceso de

40 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 39-61


Drogas en la frontera Uruguay-Brasil: percepciones de agentes de la justicia...

legalización o regulación de diferentes aspectos de los usos del cannabis, por parte
de algunos países, hacen de la ley uruguaya un interesante objeto de estudio y
monitoreo. Así lo entendió el Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (IPEA) de
Brasil, desarrollando una investigación binacional coordinada por Alexandre dos
Santos Cunha, que contó con los consultores uruguayos Marcelo Rossal y quien
escribe. Rossal, junto con Magdalena Curbelo y Emmanuel Martínez, produjeron
un informe de investigación con el que analizan las percepciones sobre drogas y
efectos de esta nueva ley en las áreas de la salud y la educación (Rossal, Curbelo
& Martínez, 2017). En mi caso, se trató del análisis de las percepciones sobre
drogas y sobre la nueva ley por parte de actores de las áreas de seguridad y justicia,
cuyo informe también se suma a los resultados generales publicados por el IPEA
(Scuro, 2017), del cual este artículo es una versión adaptada a los efectos de esta
publicación. Del lado brasilero de la frontera, por su parte, Beatriz Franchini
coordinó un equipo de investigación que llevó adelante estudios cuantitativos sobre
consumo de drogas y salud pública en la frontera (Franchini, 2017). Completó esta
instancia de investigación impulsada por el IPEA el estudio dirigido por Alexandre
dos Santos Cunha realizado junto a Olivia Pessoa y Milena Soares centrado en el
análisis de las percepciones sociales sobre políticas de drogas en la mencionada
frontera (Cunha, Pessoa & Soares, 2017).

Este artículo se limita exclusivamente a la presentación y análisis de los datos


obtenidos a partir de la indagación de las percepciones de los actores de seguridad y
justicia criminal uruguaya. Se trata de una exploración sobre las percepciones de los
agentes mencionados, por lo tanto, no tiene como objetivo mostrar datos empíricos
sobre la situación de la seguridad y las políticas de drogas en la zona de frontera,
sino las percepciones, los discursos que emiten diferentes actores involucrados con
la seguridad y justicia en la zona de frontera.

Antecedentes

La ley 19.172, del 20 de diciembre de 2013 entró en vigencia en todo el territorio


nacional a través de sus decretos reglamentarios: a) 120/2014, del 6 de mayo de
2014; b) 372/2014, del 16 de diciembre de 2014; c) 46/2015, del 4 de febrero de
2015. Los decretos mencionados reglamentan los tres principales ejes de regulación

41
Juan Scuro

del cannabis en Uruguay: el psicoactivo de uso no médico1, el cáñamo industrial y el


psicoactivo o no psicoactivo de uso científico y medicinal, respectivamente.

El proceso que concluyó en la aprobación de esta ley fue largo e involucró a diferentes
actores sociales y políticos tanto locales como internacionales. Por un lado, existe en
Uruguay una larga tradición reguladora por parte del Estado en lo que refiere a los
usos de sustancias psicoactivas. En el ensayo “Marihuana y otras yerbas. Prohibición,
regulación y uso de drogas en Uruguay”, Guillermo Garat muestra precisamente un
panorama amplio de esta temática, rastreando incluso la introducción del cáñamo
en Brasil por parte de los portugueses, hasta llegar a épocas más recientes en las
que permite visualizar el lugar de los movimientos sociales vinculados al uso de
cannabis y su voz en el proceso de regulación que devino en la ley en cuestión (2012).
Por otra parte, recientemente ha sido publicado un exhaustivo trabajo analítico de
las relaciones entre drogas y derecho penal en el Uruguay. El trabajo de Diego Silva,
abogado que participó en el proceso de redacción de la ley 19.172, es de un gran
valor, ya que presenta meticulosamente los meandros del derecho penal y la cuestión
de las drogas a lo largo de la historia jurídica del Uruguay, llegando incluso a los
días actuales y a las pocas intervenciones jurídicas en el marco de la vigencia de la
ley 19.172 (Silva, 2016).

Sin duda, como bien lo plantea Jonas von Hoffman (2016), la actual reforma en
la política de drogas en el Uruguay, que incluye la aprobación de la ley 19.172, se
da en un marco de relaciones internacionales favorables a dicho proceso, debiendo
entonces ser necesario el análisis de los elementos ‘domésticos’, como los llama
el autor, y los internacionales (Hoffman, 2016). En lo que respecta a los aspectos
domésticos, el mencionado libro de Garat resume algunos aspectos del proceso de
visibilización y luchas por la adquisición de mayores derechos en torno a los usos
del cannabis. También, en los años previos a la aprobación de la ley hubo una serie
de encuentros, debates e intercambios locales que fueron permitiendo una mayor
amplitud y profundidad en los caminos posibles. El resultado del Debate Nacional
Sobre Drogas ha sido plasmado en una publicación que cuenta, entre otros, con
el aporte de Filardo, Aguiar, Musto y Pieri (2012). En ese artículo los autores
reparan en los vínculos entre drogas y espacio público en el Uruguay, trazan ciertas
1
Para el acceso a cannabis psicoactivo de uso no médico, la ley prevé tres modalidades diferentes, siendo necesario,
actualmente, optar por una y solo una de ellas. Las modalidades son: el registro como autocultivador, el registro en
un club de membresía o el registro como usuario para proveerse de cannabis en las farmacias. Al momento de realizar
este trabajo estaban en vigencia únicamente las dos primeras modalidades. Actualmente están vigentes las tres.

42 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 39-61


Drogas en la frontera Uruguay-Brasil: percepciones de agentes de la justicia...

caracterizaciones sociodemográficas de los usuarios2 de marihuana en el Uruguay y


se lanzan al análisis de discursos sobre los posibles caminos regulatorios en torno
al cannabis. Un aporte fundamental de ese capítulo es la puesta a punto de los
elementos ‘domésticos’ que intervinieron en el proceso de regularización, uniendo a
movimientos sociales y partidos políticos (Filardo et al., 2012).

Como bien apunta Hoffman (2016) es evidente que un cambio global en torno a
las políticas sobre drogas fue favorable al proceso uruguayo y que la comunidad
de expertos internacionales ha contribuido mucho al discernimiento y la búsqueda
de alternativas a la conocida “guerra a las drogas”. Con esa coyuntura favorable,
Uruguay se convirtió, en 2013, en el primer país en regular toda la cadena del
cannabis desde su cultivo hasta su comercialización y consumo para fines recreativos,
industriales y científicos. Cabe señalar que la ley 19.172 no legaliza el consumo de
marihuana. Esta posibilidad está vigente en el sistema legal uruguayo desde 1974,
cuando el decreto ley 14.294 (que entre otras cosas puso en práctica las convenciones
internacionales sobre drogas en el Uruguay) previó la posibilidad del uso legal de
drogas siempre que fueran para consumo personal. Con la ley 19.172, de 2013, no se
legaliza entonces el consumo de marihuana, pues esta ya era legal, sino que se regula
exhaustivamente toda su cadena de producción, distribución y consumo. El decreto
ley 14.2943, de 1974 y la redacción dada por la ley 17.016, de 1998, continúan siendo
el marco legal vigente en materia de drogas. La ley 19.172, que regula el mercado
de marihuana, introduce varias posibilidades más, entre ellas, establece cantidades
en gramos y plantas para uso personal, la posibilidad de crear clubes, de comprar
en farmacias, etc. Sin duda, la ley 19.172 plantea grandes desafíos cuyos resultados
están aún por ser evaluados.

2
Ver también, respecto a este punto, los aportes de María Fernanda Boidi, Rosario Queirolo y José Miguel Cruz
(2016)
3
Los artículos 30 a 35, en redacción dada por ley 17.016, son los más comúnmente utilizados para realizar los
procesamientos. El artículo 31, por ejemplo, termina diciendo: “Quedará exento de pena el que tuviere en su poder
una cantidad razonable destinada exclusivamente a su consumo personal.” Luego, la ley 17.016 agregó a ese
artículo: “con arreglo a la convicción moral que se forme el juez a su respecto, debiendo fundamentar en su fallo las
razones que la han formado”.

43
Juan Scuro

METODOLOGÍA

El objeto de estudio de esta investigación fueron las percepciones de los agentes de


seguridad y responsables del sistema judicial sobre los efectos de la ley 19.172 en las
ciudades de Artigas (40.658 habitantes), Rivera (64.465), Río Branco (14.604) y Chuy
(9.675). El objetivo fue identificar sus representaciones sociales sobre el consumo
de drogas en esas localidades y su relación con la seguridad en las mismas. Cabía
preguntarse, por ejemplo, en qué medida estas autoridades estaban en conocimiento
de las nuevas disposiciones y cuál era su grado de adhesión a las mismas. O qué
efectos esta nueva legislación ya estaba produciendo o podría producir en relación
con el consumo de drogas y la seguridad en la zona de frontera. Surgían entonces
algunas hipótesis, tal como explican dos Santos Cunha, Pessoa y Soares en su informe
(2017). Algunas, relativas a las autoridades y efectos en Uruguay, son las siguientes:

1. Existe gran adhesión de las autoridades de seguridad y justicia a la política de


drogas uruguaya.
2. Hasta el momento no es posible observar grandes alteraciones en los usos de
drogas y en la seguridad en la frontera.
3. Aumentará la disponibilidad y consumo de cannabis.

El trabajo se limitó y concentró al estudio en las cuatro ciudades escogidas, siendo


que en sus hermanas brasileras trabajaron los colegas brasileros. Las duplas Artigas/
Quaraí, Rivera/Santana do Livramento, Río Branco/Jaguarão, Chuy/Chui son una
muestra significativa de la frontera entre Uruguay y Brasil, cubriendo prácticamente
toda la frontera de Norte a Sur. En dos casos, Artigas/Quaraí y Río Branco/Jaguarão
la frontera es húmeda, existiendo puentes binacionales que unen ambas ciudades.
En los casos de Rivera/Santana do Livramento y Chuy/Chui, la frontera es seca y es
apenas una calle la que separa un país de otro, siendo posible el tránsito de un lugar
a otro sin necesariamente reparar en qué momento se está en un país o en el otro.

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Drogas en la frontera Uruguay-Brasil: percepciones de agentes de la justicia...

Figura 1. Ciudades fronterizas donde se realizó el estudio.


Fuente: Google Earth.

En Uruguay, los organismos involucrados en las actividades de seguridad y justicia


son, principalmente, el Ministerio del Interior, el poder judicial y el Ministerio Público
y Fiscal. Del Ministerio del Interior dependen las jefaturas departamentales (con un
jefe de policía por departamento) y sus respectivas direcciones de investigaciones.
Del Ministerio del Interior también depende directamente, y no a través de las jefaturas,
la Dirección General de Represión al Tráfico Ilícito de Drogas. El Poder Judicial y la
Fiscalía General de la Nación cuentan con sus respectivos juzgados, defensorías y
fiscalías en las cuatro ciudades. En las jornadas de campo en estas ciudades se han
visitado y entrevistado a diferentes actores de todas estas instancias, y también se
han realizado otras observaciones de carácter etnográfico que pudieran contemplar
otros vértices del asunto que se pretende conocer. Otros interlocutores han sido la
Dirección Nacional de Aduanas, prefectura y, dada la especificidad de la ley 19.172,
que involucra a las oficinas del correo uruguayo (centros de registro de usuarios,
cultivadores y clubes cannábicos) y las farmacias (puntos de venta al público), también
fueron consideradas sus percepciones durante el desarrollo de este trabajo.

45
Juan Scuro

El siguiente cuadro muestra el total de entrevistas realizadas y su discriminación por


ciudad y área.

Artigas Rivera Río Branco Chuy Total


Policía* 2 3 3 3 11
Defensoría 1 2 1 1 5
Jueces 1 3 3 2 9
Fiscales 1 1 1 1 4
Total 5 9 8 7 29

Cuadro 1. Entrevistas realizadas por ciudad y área. *Incluye jefes de policía, personal de investigaciones, Dirección
General de Represión al Tráfico Ilícito de Drogas.

Las actividades de campo se realizaron entre los meses de enero y julio de 2016.
Se procuró entrevistar a la mayor cantidad posible de agentes involucrados,
alcanzando al menos a las principales autoridades en cada una de las ciudades.
Cabe mencionar que en Artigas y Rivera, por ser esas ciudades las capitales de los
respectivos departamentos, están allí, entre otros, los jefes de policía. En cambio,
Río Branco y Chuy, que no son las capitales departamentales, no cuentan con la
máxima autoridad policial. De todos modos, en todos los casos se tuvo acceso a las
autoridades competentes tanto policiales como judiciales. A todos ellos se les realizó
entrevistas en profundidad, semiestructuradas. En las entrevistas se buscó conocer
las impresiones de los protagonistas en al menos cinco puntos clave. En primer
lugar se buscó conocer sus percepciones sobre aspectos político institucionales y
sobre los eventuales efectos que su institución pueda haber tenido antes, durante
o después de la aprobación de la ley 19.172. Por otra parte, se indagó acerca de
los vínculos entre la institución en cuestión y su homóloga brasileña (diálogos o
no, intercambios de información, cooperación internacional, etc.). Un tercer punto
abordado en las entrevistas tuvo relación con la seguridad propiamente dicha y los
efectos de la aprobación de la ley en la zona de frontera (percepciones en torno a los
comportamientos delictivos, tendencias, factores de cambio, etc.). En cuarto lugar,
las entrevistas pretendieron conocer las impresiones de los entrevistados acerca de
los usuarios de drogas en general, obtener caracterizaciones, vínculos entre drogas
y delitos, etc. Finalmente, las entrevistas apuntaron a conocer las opiniones de los
entrevistados en términos generales acerca de la nueva ley y las políticas de drogas.

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Drogas en la frontera Uruguay-Brasil: percepciones de agentes de la justicia...

Como se mencionó, también se realizaron algunas otras entrevistas no detalladas


en el cuadro 1, como la directora del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay
en Artigas, a personal de Aduanas también en Artigas, a personal de Prefectura en
Río Branco así como también se mantuvieron conversaciones con varios dueños
y funcionarios de farmacias, 3 en Artigas, 3 en Rivera, 4 en Río Branco y 3 en
Chuy. En todos los casos se conversó también con funcionarios de oficinas del
Correo para conocer sus impresiones acerca del proceso de registro de usuarios,
autocultivadores y clubes.

Cabe destacar que la cantidad de entrevistas realizadas fue suficiente para lograr los
propósitos de este estudio y que alcanzaron para saturar los contenidos, en muchos
casos repitiendo varios argumentos y posiciones.

Presentación de datos

En términos generales fueron entrevistados sujetos pertenecientes a los diferentes


ámbitos del sistema judicial y policial. A efectos de establecer un ordenamiento de las
narrativas encontradas en campo, propongo a continuación atender la especificidad
de los discursos según el ámbito en que se desarrolla la actividad del entrevistado
(defensores/as; jueces/zas; fiscales; policías).

En primer lugar, los resultados de las entrevistas muestran algunas tendencias


identificables, tanto transversalmente entre los diferentes ámbitos mencionados,
como también tendencias internas a cada uno de esos cuatros espacios. También
se observan algunas ‘contradicciones’ o representaciones antagónicas sobre algunos
puntos específicos, nuevamente, tanto entre los diferentes espacios como dentro de
algunos discursos individuales.

Para ir esbozando el conjunto de las respuestas obtenidas propongo una primera


tipología donde, la defensoría ocupa un extremo, seguida luego por los juzgados
y la fiscalía en una zona intermedia, y donde la policía ocupa el extremo opuesto
a la defensoría. Esa distribución responde al lugar que ocupa en esas instituciones
un posicionamiento general del tema desde una perspectiva de derechos, donde el
sujeto ocupa un lugar central y no las sustancias. Es decir, los discursos que emanan
de defensoría colocan en el centro al cliente, al sujeto, haya cometido este un delito o
no. Prevalece en ese ámbito una identificación del sujeto/cliente/usuario en términos
de derechos. Rápidamente se asocia a esos clientes con situaciones de precariedad

47
Juan Scuro

y vulnerabilidad socio-económica y se llama la atención respecto al alto porcentaje


(un promedio de un 80% según impresiones generales de los/as defensores/as
entrevistados/as) de casos, dentro del total de procesos, que pasan por defensoría
pública. Desde el ámbito de defensoría muchas veces se denuncian ciertas tendencias
represivas, de encarcelamiento y de rápida asociación entre un sujeto vinculado de
alguna forma a una sustancia ‘droga’ y un delito reprimible y condenable, visiones
que prevalecen en los otros tres ámbitos (juzgado, fiscalía, policía). A pesar de la
amplitud de respuestas obtenidas entre defensores y defensoras y de las impresiones
personales sobre la ley y temas aledaños, se observa en el ámbito de defensoría cierta
homogeneidad en las respuestas, que en la amplia mayoría de los casos tienden a
buscar aunque sea el mínimo elemento del cual poder sostenerse para argumentar sus
defensas en términos de derechos.

Contrario a lo que sucede en el ámbito de defensoría, donde los discursos son


más ‘homogéneos’, encontramos, entre jueces, una gran amplitud de discursos e
impresiones personales sobre las temáticas en cuestión. Lo único que efectivamente
une todos los discursos en los ámbitos de juzgados y fiscalías es la permanente
retórica de que ellos son simples agentes que “aplican las normas”, como también
sucede en los ámbitos policiales. Es decir, los defensores tienen mucha más libertad
de expresarse en términos personales y de centrarse en “los humanos concretos”,
mientras que la embestidura de quienes están al frente de los juzgados, fiscalías y
policías, encuentran mucha más dificultad para expresarse en esos términos y deben
recurrir permanentemente a su lugar socialmente asignado como representantes
de unas instituciones incorruptibles, prácticamente autónomas de cualquier “vicio
humano”. En defensoría se coloca al sujeto individual en primer plano, mientras que
en los otros ámbitos se coloca al “contrato social”, al Estado, en ese primer plano.
Decía entonces que entre jueces las representaciones sobre las temáticas en cuestión
son de mayor heterogeneidad, siendo un espacio donde resulta mucho más difícil
que en el de defensoría o policía, encontrar patrones o tendencias, puesto que cada
juez, aunque intente mantener su ‘neutralidad’ sobre la ley ya que, como repiten,
no importan sus impresiones personales sino la aplicación de las normas, dejan
ver sus posicionamientos de orden, digamos, más ‘humanitarios’ y conocedores
de las especificidades en torno a temáticas de drogas, o bien, más ‘represivos’ y
desconocedores de esas temáticas.

Las particularidades y diferencias de uno u otro juez y los comentarios que sus
personalidades o formas de accionar despiertan entre sus colegas y otros agentes

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Drogas en la frontera Uruguay-Brasil: percepciones de agentes de la justicia...

del sistema en cuestión (los más ‘bravos’, los ‘excelentes’, etc.), aparecen también
en fiscalía, pero de algún modo prevalece allí una suerte de ‘rigor’ mayor, de
despersonalización de los asuntos en juego y, tanto por lo que se desprende de
sus narrativas como de los comentarios que sobre ellos/as realizan otros agentes,
este ámbito podríamos colocarlo, en la tipología propuesta antes, entre jueces y
policías ya que, de modo general, prevalece en fiscalía una cierta idea de que se está
combatiendo de algún modo una serie de problemas que atañen a la sociedad en
su conjunto. Es decir, si bien en el ámbito de los juzgados “se aplica la ley”, no se
construye necesariamente un ‘aura’ de institución que vela por todos los intereses,
haciendo uso de la abstracción del concepto de ‘sociedad’ como un organismo
único, homogéneo y autónomo, con intereses propios y bien definidos. En fiscalía,
en cambio, prevalece una concepción de la ‘sociedad’ como un ente homogéneo con
intereses propios, de los cuales fiscalía es su guardián. Aunque es evidente el peso
de “la justicia” y que la figura del juez porta un poder simbólico diferente al resto
de los agentes en juego, sus discursos son más cercanos a los sujetos involucrados,
usuarios del sistema judicial. Aunque pesa la norma, y eso es, de hecho, lo que rige,
según sus discursos, sus acciones, esa norma debe ser adaptada y aplicada cada vez
a situaciones diferentes con actores diferentes, y la “sana crítica del juez” abre un
espacio de convergencia de moralidades que pondrán en práctica esas normas4. En
los discursos que emanan del ámbito de fiscalía, en cambio, la ‘abstracción’ hacia el
conjunto de lo social los aleja un poco más de los sujetos concretos involucrados y
se construye un discurso de mayor ‘rigidez’, donde entran en juego más variables de
mayor grado de abstracción de la situación concreta en disputa.

Hacia esa dirección tiende también la policía, auxiliares de la justicia y fuerzas del
orden. A pesar de contadas excepciones y de gran amplitud de respuestas, prevalece
en el ámbito policial una ‘demonización’ de “la droga” como principal productora de
los hechos delictivos contra los cuales la policía lucha. Aquí, el foco está colocado
en las sustancias concretas, aquello a observar, a vigilar y sobre lo cual, dar cuenta
a la justicia. Si bien pueden encontrarse en el ámbito policial algunos discursos que
hagan referencia a las libertades individuales o los matices y casos específicos ante
los cuales se pueda estar, prevalecen allí unas asociaciones de tipo droga=tráfico/
venta=delincuencia. La policía fue el ámbito de enunciación de mayor cantidad
de “contradicciones” y en cierta medida de “desconocimiento” de la ley 19.172.

4
Sobre este punto, refiriéndose al artículo 31 del decreto ley 14.294, Gianella Bardazano (2012) produce una
importante reflexión que muestra las ambigüedades y usos de la “sana crítica del juez”.

49
Juan Scuro

La policía es, por otra parte, la única de las instituciones o espacios que están siendo
analizados aquí que mantiene un diálogo y cooperación con sus pares brasileños.

Análisis de los discursos de los agentes entrevistados

La amplitud de afirmaciones que se desprendieron de las entrevistas realizadas devela


las tendencias señaladas antes y permite analizar ciertos patrones o aspectos que se
repiten en las mismas. Al seguir la pauta de entrevista elaborada para dar cuenta de
las preguntas e hipótesis de investigación, podemos agrupar esas tendencias según
las siguientes dimensiones:

A. Impresiones generales sobre la ley (sus principios, si es buena o mala, si


sirve o no sirve, si está bien redactada o no, si es clara o confusa, simple o
compleja, etc.).
B. Sus efectos sobre la seguridad (aumento o no del consumo, aumento o no de
los delitos, aumento o no del narcotráfico, etc.).
C. Impresiones sobre los usuarios de drogas en general y de marihuana en
particular (adictos, delincuentes, diferentes perfiles sociales, trayectorias de
consumo, etc.).

A. Impresiones generales sobre la ley

Con relación al primer punto se obtuvieron respuestas que van desde pensar que la ley
tiene “grandes principios” y que “fue un gran salto a nivel internacional y mundial”
(afirmación de una defensora), pasando por la repetida idea de que “no cambió nada”
(afirmación recurrente en los diferentes ámbitos), hasta las divergentes afirmaciones
en torno a su redacción y armonización con el resto del sistema penal uruguayo.
Allí encontramos interpretaciones de que la ley “es clara” y “está bien redactada”
(afirmación de un juez) y también de que “la ley no es buena”, “no es clara respecto
a la libertad de consumo”, “la ley permite que se aplique erróneamente”, como
sostuvo algún juez y defensor. Del punto de vista estrictamente jurídico, también
cabe señalar la apreciación de una fiscal que entiende que “la ley no se armoniza con
la sistemática del derecho penal uruguayo”. Otras impresiones generales sobre la ley
han sido, por ejemplo, las siguientes afirmaciones de un defensor: “La ley se hizo
para la galería, como para quedar bien a nivel internacional pero todavía no se puede
comprar en las farmacias”. “El mundo sabe la parte linda de la historia” [pero] “sigue
existiendo una fuerte represión”.

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Drogas en la frontera Uruguay-Brasil: percepciones de agentes de la justicia...

Otro aspecto ampliamente señalado por los diferentes actores, respecto a este primer
punto, ha sido la confusión generalizada que existe en torno a la nueva normativa.
En ese sentido se señalan elementos diferentes. Por un lado, la aprobación de la
ley habría generado (según se desprende de las impresiones de la amplia mayoría
de los entrevistados) gran confusión internacional. Específicamente, en las
localidades en estudio aquí, frontera con Brasil, se ha hecho mención en reiteradas
oportunidades respecto a la desinformación de muchos brasileros que, sabiendo
o no las especificidades de la ley, se han visto curiosos, cometiendo o no delitos
asociados a la normativa. Por ejemplo, muchos farmacéuticos, dueños de growshops
y público en general han afirmado que han sido varios los brasileros que, desde la
aprobación de la ley, han cruzado la frontera para informarse, preguntar o conseguir
marihuana del lado uruguayo. En la mayoría de los casos esas personas desconocían
la imposibilidad de vender marihuana a extranjeros o el hecho de que existe un
mecanismo de inscripción de usuarios para poder acceder legalmente a la marihuana.
También ha sucedido que otros ciudadanos brasileros han cometido, sabiéndolo o
no, diferentes delitos asociados a la marihuana. Un caso repetido en Rivera fue el de
un brasilero procesado con prisión por producción de estupefacientes siendo que su
argumento era que él estaba haciendo eso en Uruguay porque era legal y que estaba
en proceso de regulación de su situación.

Otra población confundida, según se desprende de las afirmaciones de los


entrevistados, ha sido la propia juventud uruguaya. Uno de los principales puntos
que se mencionan respecto a esto, y que provienen principalmente del ámbito de
defensoría, tiene relación con la supuesta complejidad del registro. Lo que más se
repite en ese y otros ámbitos es que la ley no tiene un impacto visible en los sectores
más vulnerables de la población. Sobre este aspecto retomo en el tercer punto
mencionado antes (impresiones sobre los usuarios), pero cabe señalar aquí que un
elemento mencionado ha sido que para la población más vulnerable, resulta, según
se desprende de las afirmaciones de varios entrevistados, demasiado compleja la
comprensión del mecanismo de funcionamiento de la ley. Se sostiene, principalmente
desde defensoría y policía, que “la gente bien” (como dijeron, por ejemplo, un juez y
también un policía para referirse a poblaciones de sectores sociales más favorecidos)
son los que van a ir a comprar a las farmacias, porque pueden informarse y comprender
el mecanismo de registro. En cambio, “El bandido quizá no vaya a comprar a la
farmacia, va a seguir por la más fácil”, afirma un policía al tiempo que una defensora
sostiene que “tienen que simplificar el proceso de llegada a la legalidad”. “No veo a
ninguno de estos gurises entrando a la farmacia, es un tema cultural”.

51
Juan Scuro

En tercer lugar, la confusión alcanza a los propios entrevistados. Aquí, quienes corren
con mayor ventaja son los defensores, por el hecho de aportar la ley más elementos
a la hora de defender a sus clientes. Policías, jueces y fiscales insisten en que la
mayor claridad que aporta la nueva ley es que la misma menciona explícitamente las
cantidades consideradas legales para uso personal. El hecho de establecer medidas
hace que, por ejemplo, un policía afirme que “Ahora hay un criterio”. Para los jueces
también hace las cosas más fáciles, aunque algunos defensores sostengan que aun
la “sana crítica del juez” sigue imperando. Respecto a las cantidades, sin embargo,
una fuente de confusión es lo relativo a la cantidad de plantas autorizadas por la
ley para quienes están debidamente registrados. Si bien la ley menciona que son
seis las plantas legales por hogar (para quien esté registrado como autocultivador),
la norma se refiere a seis plantas de cannabis psicoactivo. Para definir la planta de
cannabis como psicoactiva, la ley dice: “se entiende por Cannabis psicoactivo a las
sumidades floridas con o sin fruto de la planta hembra del Cannabis” (Uruguay,
ley 19.172). Esta apreciación hace muy difícil el reconocimiento por parte de
jueces, fiscales o policías, de las situaciones particulares en las que se encuentren.
Es decir, la redacción tal como está en la ley hace posible que un individuo tenga en
determinado momento una cantidad de plantas en su haber mayor que seis sin que
esto sea necesariamente un delito. Como destacan policías, fiscales y jueces, ellos
no tienen los conocimientos necesarios para identificar si una planta cumple o no
con la definición que presenta la ley. Esta zona incierta hace que un juez afirme, por
ejemplo, que “La regulación de la ley está bien, la ley está bien. Para el que consume
está bien, pero con toda ley pasa lo mismo porque da pie a que otros la aprovechen
para otros fines, como el suministro”. Algunos jueces y fiscales han expresado que
cantidades por encima de seis son interpretadas rápidamente como suministro.
Por otra parte, existen también posturas diferentes. Por ejemplo, la de un juez que
sostiene que “Aunque no esté registrada la persona, si tiene la cantidad de plantas
que permite la ley yo no la proceso”.

Por último, en relación con el conocimiento o desconocimiento de las especificidades


de la normativa en cuestión, se podría decir que son pocos los protagonistas
entrevistados que tienen amplio conocimiento de la ley. En buena medida, existía
un desconocimiento generalizado sobre los mecanismos de inscripción, sobre
las especificidades de las plantas, sobre cantidades y protocolos de actuación.
Por ejemplo, respecto al registro, algunas afirmaciones han sido “Registrado no
está ninguno, nadie quiere el registro”. O, “La parte del registro no funciona, los
autocultivadores no se registran”. Otro punto que me llamó mucho la atención está

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Drogas en la frontera Uruguay-Brasil: percepciones de agentes de la justicia...

relacionado con algunas afirmaciones de un policía que había tenido oportunidad de


participar de diferentes instancias de formación en torno a la temática de drogas, y
que incluso capacitaba otros policías en la temática. Si bien su performance hacía
alusión a la capacitación recibida, algunas afirmaciones parecen ir en dirección
contraria a lo que establecen algunas normativas policiales. El Ministerio del
Interior ha publicado, en agosto de 2015, un Protocolo de Actuación Policial sobre
Ley de Marihuana y sus Derivados. Según establece dicho Protocolo, “No existe
un carnet que acredite ser usuario de cannabis” (Uruguay, Ministerio del Interior.
Protocolo de Actuación Policial, 2015), es decir, no existe un documento a través
del cual un usuario registrado pueda mostrar su condición como tal. A continuación,
el mismo Protocolo aclara: “La Ley 19.172 establece que los registros de usuario
o cultivador en el IRCCA [Instituto de Regulación y Control del Cannabis] tienen
carácter de dato sensible. El personal no podrá exigir el registro como usuario o
cultivador. En el marco de un procedimiento, el juez o la jueza podrá solicitar al
IRCCA la información necesaria del registro”. Este protocolo ha sido publicado
desde el Ministerio del Interior, firmado por el ministro Eduardo Bonomi, es decir,
promulgado por la autoridad competente a la cual todo el sistema policial responde.
Sin embargo, algunos policías me han expresado que, o no sabían de la existencia de
tal protocolo, o sabían que existía, pero no lo habían leído. Respecto del policía al que
me venía refiriendo, capacitado en temáticas de drogas, según él mismo expresara,
manifestó que “Hay gente con toda la documentación”, lo cual no necesariamente es
un contrasentido, pero luego afirmó que “Lo de que el allanado puede no presentar
su documento de registro es un mito”, con lo cual se abren algunas interrogantes
respecto al funcionamiento de la normativa y la capacitación de los responsables de
ponerla en práctica.

Para concluir esta sección y retomar lo que decía antes acerca cierto desconocimiento
del “mundo cannábico” por parte de los agentes entrevistados, la siguiente afirmación
de una fiscal resume de buena manera el proceso que se está dando y que tiene un
componente generacional muy claro. Me refiero a la afirmación de una fiscal que
sostiene que “Los adolescentes dan clase en los juzgados”, refiriéndose al amplio
conocimiento que esos jóvenes tienen de todo lo que rodea al cannabis.

53
Juan Scuro

B. Efectos sobre la seguridad

Con relación a las implicancias que la aprobación de la ley 19.172 está teniendo
sobre la seguridad, las impresiones de los entrevistados son, por supuesto, variadas.
El espectro de respuestas abarca desde aquellas que entienden que la ley no tiene
ningún tipo de efecto en asuntos de seguridad (no favorece ni desfavorece), hasta
quienes creen que sí tiene implicancias en ese asunto, y aquí las posibilidades son:
que tiene implicancias positivas respecto a la seguridad, y que tiene implicancias
negativas respecto a la seguridad. Respecto a este tema surgen dos dimensiones
de análisis diferentes. Por un lado, si la ley es o no efectiva para la reducción del
narcotráfico, uno de los objetivos o argumentos con los que se defendió a la ley
durante su proceso de redacción y aprobación en el parlamento. En otro plano, los
efectos de la ley sobre la seguridad están relacionados a las posibles incidencias en los
pequeños delitos contra la propiedad (robos a farmacias, robos de plantas, aumento
en general de la delincuencia, etc.). Respecto al primer punto, la incidencia de la ley
sobre el narcotráfico, las impresiones de los entrevistados son variadas. Por ejemplo,
en términos macro, una jueza entiende que “A grandes escalas la ley no sirve para
nada”, afirmación que coincide con la de un policía que entiende que “Con esa ley
no se combate al narcotráfico”. Incluso, el mismo policía, como es común entre sus
narrativas, afirma que, más allá de la ley, “Hay más narcotráfico, han aumentado las
bocas. Nosotros las combatimos fuertemente”, o que, “Ha aumentado la violencia en
torno a la droga”. Ese tipo de afirmaciones que provienen del ámbito policial tienen
sentido si pensamos que las autoridades entrevistadas deben justificar su accionar y
eficacia y necesidad de su trabajo para el conjunto de la sociedad. Resultaría muy
difícil encontrar a una autoridad de la Brigada de Narcóticos o similar que realmente
pudiera expresar que el narcotráfico ha disminuido o que las drogas no generan
tantos problemas, dado que, con esas afirmaciones, estaría yendo contra la propia
existencia de su trabajo. Sin embargo, es justo mencionar que un policía entiende
que “Parece una buena política en el sentido del combate al narcotráfico”. Por otra
parte, una defensora entiende que la ley puede contribuir a reducir el narcotráfico y
afirma que “Todo lo que les podamos sacar a los narcos está bueno, vos tenés que
invadirles el territorio”.

Si bien es común que en ámbitos policiales se piense en términos de ‘drogas’ en


general, y se justifiquen sus acciones de combate al narcotráfico, de incautaciones y
allanamientos, también aparecen en determinados momentos sutilezas respecto a la
particularidad de la marihuana y aparece una clara distinción entre los efectos que

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Drogas en la frontera Uruguay-Brasil: percepciones de agentes de la justicia...

la pasta base de cocaína (PBC) tiene sobre la seguridad y los que tiene la marihuana
(esto lo veremos mejor en el tercer punto). Siguiendo con los temas vinculados al
tráfico y la venta de drogas, desde la policía se entiende que “El gran problema
social es el microtráfico”. De hecho, desde los diferentes ámbitos policiales se me
informó que hace un tiempo están especialmente abocados al combate a las ‘bocas’
de venta, realizando allanamientos periódicos. En relación con las ‘bocas’ de venta
y la aprobación de la ley 19.172, un policía entiende que “Con la ley ya no se vende
tanta marihuana en las bocas”, aunque de todos modos, como afirma una defensora
en relación a quienes efectivamente son procesados, “Nunca va en cana el de arriba,
al que agarramos es a la doña que le vende chasquis al consumidor”.

Yendo del narcotráfico y el microtráfico hacia otros delitos (principalmente contra


la propiedad) nos acercamos a las diferentes percepciones sobre los perfiles de
los usuarios y de las diferentes drogas y su incidencia en la seguridad. Así, por
ejemplo, tenemos afirmaciones del tipo “No aumentó el consumo” o “van a ir a
robar a las farmacias”, o “roban para consumir”, pronunciadas por algún defensor,
hasta afirmaciones contrarias, enunciadas también por una defensora, por ejemplo:
“Va a ser bueno que se venda marihuana en las farmacias, esa y todas, porque esto es
el comienzo de esta política”. O, “El argumento de que van a robar a las farmacias
no está bueno y no es adecuado”. Sobre este punto aparecen miradas diferentes.
Por ejemplo, aunque del ámbito de un juzgado penal se afirme que “las drogas son
malas” o que “cualquier tipo de consumo de marihuana es malo”, de ese mismo
ámbito emergen afirmaciones tales como “De todos los hurtos en realidad son pocos
los que están asociados al uso de drogas”. O por ejemplo, como también afirma un
juez, “Es difícil que estés procesando a alguien que robó o golpeó y que consuma
marihuana”, introduciendo de ese modo también las diferencias entre los consumos
de PBC y de marihuana. Desde fiscalía, por ejemplo, en relación a este punto, emergen
afirmaciones del tipo: “El que hurta dice que hurtó para comprar pasta base”, o,
“Todos los hurtos están vinculados a la PBC o al crack”. Sobre la asociación entre el
uso de drogas y la delincuencia, entre diferentes policías se encuentran afirmaciones
contradictorias. Una, por ejemplo, que afirma: “Asociamos las rapiñas y el arrebato
con el delincuente que usa droga”, o, “Los hurtos siempre están relacionados al
consumo/venta de drogas”, mientras que otro policía entiende que “El consumo no
se deriva en actos delictivos”.

Lo que se desprende de este tipo de afirmaciones es que lo que está en juego a la


hora de determinar variables o indicadores de delincuencia por parte, por ejemplo,

55
Juan Scuro

de policías o incluso jueces, pesa menos el componente sustancial en sí mismo y


acaban siendo más determinantes las variables socioeconómicas de los involucrados.
Lo que de todos modos prevalece es una directa asociación entre PBC y delincuencia,
como veremos a continuación en el siguiente punto, que nos ayuda a comprender las
representaciones en juego en torno a los consumos de diferentes drogas.

C. Impresiones sobre los usuarios de drogas en general y de marihuana y PBC en


particular. Seguridad y clasificación social

La secuencia de los puntos colocados hasta aquí nos va conduciendo de las miradas o
impresiones más macro y generales respecto a la normativa, pasando por sus efectos
prácticos en torno a la seguridad y nos conducen, en última instancia, a un cierto
núcleo de argumentaciones o enunciados que visibilizan algunos mecanismos de
clasificación social que traen consigo las ‘drogas’, entendidas aquí como elementos
sociotécnicos (Viana Vargas, 2008). En relación con este último punto surgen
entonces algunos elementos a considerar. En primer lugar cabe señalar que si bien
puede ser recurrente encontrarse con ideas del tipo “No hay drogas buenas, son
drogas”, como sostiene un policía; o que un juez entienda que “Todas las drogas
que son inhibidoras del sistema nervioso central no conducen a nada bueno”; o en
definitiva, que “Todos consumen drogas”, como afirma una fiscal, y que esa misma
persona afirme que: “Estoy absolutamente convencida de que tiene que haber una
lucha contra el tráfico de las drogas”, es justo introducir algunos matices que resultan
de los enunciados de los entrevistados.

En ese sentido surge una primera diferenciación importante. Es prácticamente


unánime el entendimiento de que un problema real y serio para la seguridad
está vinculado al consumo de PBC, y no necesariamente al de marihuana.
Como afirma un juez, la PBC, “es la madre de los delitos”. En cambio, como afirma
un policía, “La marihuana no nos causa tantos problemas”. Esta diferenciación entre
las consecuencias de los usos de marihuana y PBC son prácticamente uniformes
entre los diferentes entrevistados. Rafael Bayce se ha encargado de mostrar, en
el caso uruguayo, los imaginarios en juego a la hora de establecer tipologías de
las drogas según los supuestos riesgos asociados a sus efectos (Bayce, 2012).
Aunque “El que consume PBC consume marihuana también”, según afirma un
policía, la recíproca no se desprende de ninguno de los entrevistados. El mundo
de la PBC y el de la marihuana son diferentes, y aunque quienes usan PBC pueden
también consumir marihuana, no necesariamente lo hacen, según sostienen algunos

56 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 39-61


Drogas en la frontera Uruguay-Brasil: percepciones de agentes de la justicia...

entrevistados, de un modo que no genere otras consecuencias negativas, como


sí lo hacen los consumidores de cannabis que tienen una “cultura del cannabis”.
Es que, es común escuchar que “La marihuana incluye una cultura”, esa ‘cultura’,
parece estar restringida a quienes “Fuman de toda la vida y nunca molestaron a
nadie”, como expresa un juez para referirse al público consumidor de marihuana
que lo hace en ámbitos más privados que públicos, que “es gente bien”, como se
expresó ese mismo juez en el caso de un procesado con prisión por producción de
estupefacientes pero que era un ‘estudioso’ del tema (caso del ciudadano brasilero
procesado en Rivera, ya mencionado). Esa ‘cultura’ del cannabis a la que algunos
se refieren está asociada principalmente a jóvenes con determinados capitales
socioeconómicos y culturales, muchas veces universitarios, pertenecientes a los
sectores sociales más favorecidos o lejanos a las situaciones de vulnerabilidad a la
que están expuestos los usuarios de PBC.

Aunque en alguna oportunidad un juez hizo referencia a que la PBC ha experimentado


un “ascenso social” en el sentido de que cada vez más sujetos de sectores medios –
trabajadores formales– la consumen, es común restringir su circulación y consumo
entre los espacios de sujetos menos favorecidos. En términos generales, en ámbitos
policiales, el usuario de PBC es pensado rápidamente en términos de ‘delincuente’.
Por otra parte, el mismo sujeto, visto de defensoría, es pensado en términos de
“población vulnerable”. Es decir, se entiende que “La PBC causa un problema
mayor, le roba a la madre, a quien sea, va y hace cualquier cosa. El usuario de
marihuana no tiene ese problema”. La construcción de esos espacios diferenciados
encuentra entremedios permanentemente, pero se producen unos polos, digamos:
marihuana-cultura-“gente bien” / PBC-delito-adictos. El alto poder adictivo de la
PBC es el motivo por el cual, ante su ausencia y la falta de recursos para obtenerla,
se recurre al delito de hurto o rapiña para adquirirla. Esa es la regla que se repite en
los discursos de todos los entrevistados. El consumo de PBC conduce directamente
a cometer delitos y viceversa, la mayoría de los delitos contra la propiedad (mayoría
a su vez del total de delitos) son producidos por el efecto adictivo que genera la
PBC, haciendo que ante su ausencia el sujeto se vea obligado a generar dinero
de alguna forma que le permita volver a comprar PBC. O sea, “Si tienen medios
la compran y no entran en delitos, pero si no tienen medios cometen delitos”.
La PBC produce, siguiendo estos argumentos, individuos aislados, adictos,
enfermos, delincuentes, zombies, todo lo que se aleja de una ‘humanidad’
representada por la ‘cultura’ del cannabis.

57
Juan Scuro

Otra línea que produce diferencias es la segmentación etaria, siendo que, como
sostiene un juez, “Los jóvenes son quienes más consumen y quizá también los que
más delinquen”. En relación con factores generacionales, el uso de la PBC y de la
marihuana se asocia a jóvenes y adolescentes. La idea de que el consumo de ‘drogas’
comienza, por ejemplo, con tabaco o alcohol y que este se va derivando, por ejemplo,
hacia el cannabis y luego a otras drogas (gateway theory5) es común entre los
entrevistados. Y aquí caben algunas apreciaciones. Mayormente se asocia el consumo
de alcohol, tabaco, marihuana y PBC a los más jóvenes (incluso adolescentes),
aunque el alcohol es una droga utilizada, según los mismos entrevistados, por todas
las franjas etarias. Lo interesante es que se detecta un cierto proceso de reducción de
la edad de consumo de marihuana, tendiendo cada vez más hacia los adolescentes,
al tiempo que estos estarían al mismo tiempo ‘alejándose’ del consumo de alcohol
o incluso de tabaco. Lo que sucede con la marihuana, como afirma una defensora,
es que “Hoy consumir marihuana es como tomar un vaso de agua”. Es decir, existe
una idea generalizada de que actualmente hay una suerte de “baja en la percepción
de riesgo” hacia la marihuana. En ese contexto, un juez entiende, por ejemplo, que
“La mayoría empezó con marihuana”, aludiendo a la popularidad de la droga actualmente,
ya que, como sostiene un policía, “Todo el mundo tiene acceso a la marihuana”.

CONCLUSIONES

Del trabajo de análisis de las percepciones de agentes de seguridad y justicia sobre


la nueva política uruguaya de regulación del mercado de cannabis y sus efectos en
la zona de frontera Uruguay-Brasil, pueden obtenerse las siguientes conclusiones.

1. Es muy pronto para obtener resultados sobre los efectos concretos de la


aprobación de la ley ya que ésta no estaba completamente implementada en el
momento de realizar esta investigación.

2. No hay mayores cambios que llamen significativamente la atención de los


involucrados en este trabajo, que tengan relación directa con la aprobación de
la ley.

5
Tanto John Kleining (2015), como Kristen Bell y Helen Keane (2014), plantean importantes críticas a las
formulaciones de Robert DuPont de 1984 sobre la Gateway drugs, haciendo visible la importancia de reformulaciones
sobre la hipótesis de los años 80.

58 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 39-61


Drogas en la frontera Uruguay-Brasil: percepciones de agentes de la justicia...

3. Hay cierto grado de desconocimiento, de parte de los entrevistados, de las


especificidades de la normativa en la zona de frontera.

4. Existe una percepción de incertidumbre respecto al funcionamiento concreto de


la ley (procesos de inscripción, procedimientos ante allanamientos, detenciones,
etc.) y del impacto real que pueda tener, principalmente en lo que respecta a la
seguridad, en el futuro inmediato.

5. Más allá de matices, existe una idea generalizada de que el mayor problema
que vincula ‘drogas’ y ‘seguridad’, es la PBC, siendo esta sustancia, en las
percepciones de los entrevistados, responsable en buena medida de la mayoría
de los delitos contra la propiedad, mientras que la marihuana no necesariamente
interviene en esa ecuación.

6. Los jóvenes y adolescentes son quienes más utilizan marihuana, a la que se


asocia muchas veces una “cultura cannábica”, de modo diferente a lo que sucede
entre usuarios de PBC, más próximos a la delincuencia.

7. No aumenta necesariamente el consumo de marihuana, sino que los usuarios


tienen más libertad para hacer público sus hábitos y acceder más fácilmente
a la misma.

8. Baja la edad de inicio del consumo de marihuana.

En definitiva, se puede afirmar que las hipótesis 2 y 3 se cumplen tal cual previstas,
mientras que la 1 muestra las mayores discrepancias y problematizaciones, al
encontrar alto grado de rechazo o mayor grado de confirmación según los diferentes
ámbitos investigados, tal como fue desarrollado a lo largo de este artículo.

59
Juan Scuro

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61
APORTES DE LA SOCIOLOGÍA ARGENTINA
A LA COMPRENSIÓN DE LOS USOS DE LAS
DROGAS: UNA REVISIÓN SISTEMÁTICA
Sánchez-Antelo, V. (2019). Aportes de la sociología VICTORIA SÁNCHEZ-ANTELO *
argentina a la comprensión de los usos de las drogas:
una revisión sistemática. Revista Cultura y Droga, Recibido: 22 de agosto de 2018
24 (27), 62-89. DOI: 10.17151/culdr.2019.24.27.4. Aprobado: 30 de septiembre de 2018

RESUMEN

Objetivo. Describir modos en que se han analizado los usos de las sustancias
psicoactivas desde la sociología argentina. Metodología. Se realizó una revisión
crítica de publicaciones académicas, seleccionada con los siguientes descriptores:
“consumo/uso”, “droga/sustancia psicoactiva”, “Argentina” y “sociología” y sus
variantes. Se realizó un análisis comprensivo y crítico organizado en ejes temáticos.
Resultados. Existe un vacío sobre la crítica a las metodologías implícita en las
medidas epidemiológicas. Se desconocen la agencia del sujeto, o bien caen en el
sesgo individualista, poniendo tensión conceptos como autonomía/dependencia o
racionalidad/compulsión. La “sociología de la desviación” omite las significaciones
corporales y de género del uso de drogas. Finalmente, se describe el paradigma
posmoderno o de “normalización”. Conclusiones. Es necesario articular la agencia
individual a los condicionantes sociales; dar cuenta de la experiencia corporal y de
género de las prácticas de consumo, en tanto dimensiones políticas de los (no) usos
de drogas.

Palabras clave: uso de drogas, sociología, revisión sistemática, Argentina.

*
Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires, Instituto de Ciencias de la Salud, Universidad
Nacional de Tres de Febrero, Ciudad de Buenos Aires, Argentina. E-mail: [email protected].
orcid.org/0000-0003-4892-0394. Google Scholar

Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 62-89


ISSN: 0122-8455 (Impreso) ISSN: 2590-7840 (En línea)
Aportes de la sociología argentina a la comprensión de los usos de las drogas...

CONTRIBUTIONS FROM ARGENTINIAN


SOCIOLOGY TO THE UNDERSTANDING OF THE
USES OF DRUGS: A SYSTEMATIC REVIEW

ABSTRACT

Objetive. To describe ways in which the uses of psychoactive substances have been
analyzed from Argentinian sociology. Methodology. A critical review of academic
publications, selected with the following descriptors, was carried out: “consumption/
use”, “drug/psychoactive substance”, “Argentina” and “Sociology” and its variations.
A comprehensive and critical analysis organized in thematic axes was carried out.
Results. There is a gap on the criticism of the methodologies which is implicit in the
epidemiologic measures. The agency of the subject is unknown or it falls into the
individualist bias stressing concepts such as autonomy/dependence or rationality/
compulsion. “Sociology of deviance” omits the corporal and gender meanings of drug
use. Finally, the postmodern or “normalization” paradigm is described. Conclusions.
It is necessary to articulate the individual agency and social conditioning factors and
to give an account of the corporal and gender experience of consumption practices,
as political dimensions of the (non) use of drugs..

Key words: drug use, sociology, systematic review, Argentina.

INTRODUCCIÓN

A comienzos de 2008, en la 51ª Sesión Extraordinaria sobre Consumo de Drogas y


Narcotráfico de la ONU realizada en Viena, el representante argentino expuso ante la
asamblea la nueva postura del gobierno frente al consumo de drogas. La novedad del
cambio en la postura, que desde comienzos del siglo XX ha estado vinculada a los
lineamientos políticos del prohibicionismo norteamericano (Sánchez Antelo, 2012,
2018a), parecería asumir un discurso que se presenta como opuesto al sostenido
hasta ese momento. Ese reposicionamiento se enuncia en el contexto de un activo
debate sobre la legislación vigente en materia de drogas y sobre cuáles deberían ser
las transformaciones internacionales, pero también locales.

63
Victoria Sánchez-Antelo

En Argentina esta discusión, que data del retorno a la democracia, se expresará en


distintos cambios y tensiones: en 2010 se aprueba la ley 26.657 que ubica a “las
adicciones” como objeto de la política de salud mental, sin embargo, los numerosos
obstáculos para su aplicación la han dejado casi sin efecto, e incluso se ha buscado
derogarla. En 2014, a través de la ley 26.934 se crea el “Plan integral para el abordaje
de los consumos problemáticos” de sustancias legales e ilegales, e introduce, entre
otros aspectos, la incorporación de los tratamientos al Plan Médico Obligatorio y
la ampliación de los efectores de salud con perfil comunitario. Su aplicación en
las distintas provincias y municipios ha estado condicionada por la disposición del
ejecutivo nacional a dar continuidad a las erogaciones presupuestarias para hacerla
efectiva. Por su parte, la vigente “Ley 23.737 de Estupefacientes”, aprobada en
1989, privilegia la mirada penal de los consumos y su tratamiento compulsivo.
Finalmente, a inicios del 2017, se aprobó la ley 27.350 que establece “un marco
regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal, terapéutico
y/o paliativo del dolor de la planta de cannabis y sus derivados, garantizando y
promoviendo el cuidado integral de la salud” (Boletín Oficial, 2017). Este entramado
jurídico se traduce en tensiones cotidianas que involucran una variedad de actores
institucionales y cristalizan solo una parte del debate político sobre los usos de las
drogas en Argentina (Cunial, 2016, 2018).

La complejidad del tema de los consumos de sustancias psicoactivas (SP) y su


innegable carácter multifactorial, se ver reflejada en los numerosos trabajos que han
lo han analizado desde el campo jurídico (Corda, Galante & Rossi, 2014; Torres,
2014a, 2014b), asistencial (Camarotti & Kornblit, 2015; Jeifetz & Tajer, 2010;
Ministerio de Salud de la Nación, 2011), político (Cunial, 2016, 2018; Pecheny,
2010), económico (OAD, 2011), así como de las relaciones internacionales, la
defensa y la seguridad (Renoldi, 2014; Soprano, 2015; Tokatlian, 2009, 2010).

Sin embargo, la amplia producción de la sociología argentina aparece menos


sistematizada. Como han destacado otros autores, esta disciplina proporciona
un enfoque que posibilita comprender por qué las personas llevan adelante
determinados comportamientos, así como las maneras individuales y colectivas de
crear una experiencia significativa de la propia vida (Giddens, 1995a). Este artículo
se interroga acerca de los modos en que se han analizado los usos de las SP desde la
sociología argentina. Su producción ha señalado límites y sesgos, al tiempo que ha
dejado vacancias para la propia disciplina.

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Aportes de la sociología argentina a la comprensión de los usos de las drogas...

MATERIALES Y MÉTODOS

Este trabajo se enmarca en el campo de la sociología de la salud orientada a


comprender los procesos sociales por los cuales se delimitan como ‘problema’ para
la salud, individual y colectiva, ciertas prácticas y sujetos. No se trata de contraponer
una mirada “no problemática” sobre los usos de las SP, sino identificar cómo desde la
sociología se han señalado o producido un conjunto de inconsistencias sistemáticas.

Selección

Para esta sistematización se realizó una revisión crítica de la bibliografía en


sociología. La primera selección de artículos se basó en estudios publicados en
revistas académicas indexadas, comunicaciones en eventos académicos y libros de
autores sobre Argentina. Esta selección se realizó con los siguientes descriptores:
[“consumo” or “uso”] and [“droga” or “sustancia psicoactiva” or “alcohol” or
“marihuana” or “cocaína” or “éxtasis” or “pasta base” or “psicofármacos” or
“antidepresivos” or “estimulantes” or “tranquilizantes”] and “argentina” and
“sociología”. Se consideraron además palabras relacionadas a cada término, así
como sus variantes en plural/singular, tanto en castellano como en inglés, publicados
entre 2010 y 2018. Mediante la función búsqueda en “todo el artículo” se obtuvo un
primer conjunto (307 artículos) al que se sometió a escrutinio a partir de la lectura
del título y el resumen. Luego de remover los documentos repetidos, se excluyeron
aquellos que no referían a la Argentina. La búsqueda se realizó en Google Scholar,
BIREME/PAHO/WHO - Virtual Health Library, Dialnet, NHI-PUBMED, Scielo y
en el acervo de la biblioteca “Prof. Norberto Rodríguez Bustamante” de la Facultad
de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

Para una segunda fase se realizó la lectura completa de los documentos y, a partir
de la bibliografía citada en los mismos, se fueron seleccionando nuevos materiales
al corpus de análisis (“selección por bola de nieve”). Esto último supuso incorporar
publicaciones no digitalizadas, ampliar el recorte temporal, sumar otros trabajos de
los mismos autores no “traídos en las búsquedas”, así como trabajos de autores que
no son argentinos citados para analizar la realidad del país.

Se realizó una selección de trabajos teniendo como criterios de exclusión la no


pertinencia con el tema estudiado. Se excluyeron los relativos al narcotráfico, a los
que el foco de atención no eran el consumo (por ejemplo, trabajos sobre violencia

65
Victoria Sánchez-Antelo

de género donde la droga está presente pero no es el tema central), a los aspectos
biomédicos del consumo, así como relativos a la dimensión económica.

Para su análisis, la revisión fue primero descriptiva y segundo por contenido, el cual
se organizó por ejes conceptuales (temas). Se expone un análisis comprensivo y
crítico de esos temas, buscando destacar los hallazgos y los vacíos en el conocimiento
sociológico.

Alcances y limitaciones

En primer lugar, se debe aclarar que cuando se usa el término ‘drogas’ se hace
referencia al conjunto de sustancias que poseen un efecto psicoactivo en el cuerpo
humano, sean legales o ilegales. En este sentido, ‘droga’ se está utilizando como
sinónimo de SP.

Cabe aclarar que, según la legislación citada, no se penaliza el uso de SP, sino
la tenencia y el tráfico de sustancias controladas sin autorización de la autoridad
competente, ya que el bien legal que busca proteger es la salud pública (Torres,
2014a, 2014b). La “ley 27.373 de estupefacientes” posibilita, por ejemplo, penalizar
la venta de misoprostol sin prescripción facultativa, una sustancia legal que se utiliza
(sin la prescripción médica) para inducir un aborto farmacológico, práctica también
penalizada en Argentina (Sánchez Antelo, 2016a). En este sentido, se penalizan un
conjunto de prácticas en las cuales las sustancias, independientemente de su estatus
legal, son el eje de gravitación.

En segundo lugar, este trabajo es parte de un programa de investigación más


amplio que involucra relevamientos empíricos. La delimitación de la búsqueda a
la República Argentina, así como el recorte temporal del trabajo se ajustan a este
marco más amplio de investigación. Asimismo, si bien algunas conclusiones pueden
ser válidas para otros contextos, excede a las posibilidades de este trabajo dar cuenta
de geografías más amplias, ya que se desconocen detalles sobre la producción
sociológica, la legislación y los procesos históricos específicos.

En tercer lugar, este trabajo no es una reseña sobre la producción de un autor u


otro. Varios de los mencionados en el texto han realizado aportes significativos a la
temática y un análisis minucioso de su producción es algo que excede los propósitos
del presente artículo.

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Aportes de la sociología argentina a la comprensión de los usos de las drogas...

RESULTADOS

Énfasis en la magnitud y la ideología epidémica

Los trabajos que hacen foco en las magnitudes de los consumos de sustancias anclan
sus conceptualizaciones en las estadísticas oficiales. Se debe reconocer que, entre
las funciones estatales, se encuentra proveer registros sobre diferentes procesos
que afectan a una población, como conocer la extensión de prácticas que afectan la
salud de esta. Esto posibilita al Estado, por ejemplo, realizar previsiones y elaborar
políticas asistenciales.

Ahora bien, algunos estudios retoman las definiciones epidemiológicas utilizadas


por los organismos del Estado como medidas descriptivas. Estos trabajos, aun
cuando afirman ser críticos, han incorporado las definiciones epidemiológicas sin
introducir matices que las pongan en cuestión (Casermeiro de Pereson, Carballo,
Cilley, Hermelo & Plá, 2013; Míguez, 2007, 2009; Teselman, Laplacette, Rodríguez
Guevara, & Sánchez Antelo, 2003).

Como advierte Aureano (1997), esa epidemiología no puede asumirse como neutra.
Para comprenderla se debe analizar el proceso histórico por el cual se produce
la objetivación de las nociones en torno al consumo de drogas. Su investigación
destaca cómo, al menos hasta mediados de los años 90, se han sacado conclusiones
utilizando estadísticas sesgadas, basadas en subpoblaciones como la carcelaria.
Esto ha contribuido a reafirmar la construcción social del consumidor de drogas como
un peligro para la seguridad y, en el mejor de los casos, como un problema social y
de salud al cual atender. En términos de Husak (2001) habilitó a “generalizaciones
no demostradas de los peores escenarios, que pocas veces coinciden con la realidad”
(p. 51). La persistencia de la falacia individualista, han convertido el temor a la
epidemia en la base ideológica de las políticas públicas omitiendo sistemáticamente
la epidemia real que representa del consumo de alcohol (Sánchez Antelo, 2018a).

Recién en 1999, se publica el primer estudio poblacional sobre el consumo


(Sedronar, 1999). Desde esa fecha hasta el último realizado (OAD, 2017), no solo
han intervenido distintos organismos en su elaboración sino que, las modificaciones
introducidas de un relevamiento a otro, impiden su comparación; además de
contar, en un mismo año con datos distintos organismos sobre el mismo tema.

67
Victoria Sánchez-Antelo

Esto pone en evidencia el conflicto político en torno a los consumos de drogas y


sobre los distintos actores involucrados.

Más allá del problema institucional, si se tiene en cuenta que los datos se obtienen
en un contexto donde se penaliza el consumo de determinadas SP y en que existe
una fuerte sanción moral, muchos de los casos registrados como “no consumo” o de
rechazado a responder la encuesta, representarán omisiones significativas (Bourgois,
2010). Aun cuando es posible reconocer que legalmente y en la opinión pública1 se ha
extendido la mirada más flexible sobre determinadas sustancias, como la marihuana,
en términos estadísticos no se cuenta con parámetros de referencia para evaluar si un
incremento en el consumo se debe a personas nuevas en consumos o respuestas que
antes se omitían.

Asimismo, la incorporación acrítica de estas medidas epidemiológicas otorga


legitimidad a magnitudes sesgadas, e incrementa el carácter difuso de los análisis.
Siguiendo a Vasilachis (2006), debe advertirse que los investigadores llevan a cabo
una preinterpretación de los procesos, de las situaciones sociales que analizan y de
las identidades de los sujetos que en ellas participan. Estas preinterpretaciones se
encuentran enraizadas en situaciones de poder que, además, tienden a conservar o
reproducir los discursos creados por los investigadores son retomados, reutilizados y
reproducidos por actores institucionales –como los medios de comunicación masiva
o agencias del Estado– a modo de marcas de legitimación de modelos interpretativos
que se instauran como hegemónicos. Son utilizados “como recursos cognitivos
por los actores sociales para comprender y definir su situación y para determinar
la propia capacidad y posibilidad de modificar esa situación”. Esto garantizar la
hegemonía de algunos modelos interpretativos por sobre aquellos que presentan
disensos (Vasilachis de Gialdino, 2006).

1
Si bien reconozco que el concepto de opinión pública es polisémico y utilizado en singular, reduce una amplia
diversidad de discursos y posturas enunciadas públicamente. Las opiniones públicas involucran a diferentes
actores, colectivos, institucionales o no, e intereses. En este sentido, utilizo el término para referir a un conjunto
de discursos enunciados públicamente (a través de medios de difusión masivos, cristalizadas en medidas de estado
o de organizaciones de la sociedad civil) y que aparecen como hegemónicas. Asimismo, al referir a medios de
difusión masiva, hago referencia exclusivamente a prensa escrita, radio y televisión y excluyo medios ‘actuales’
como “redes sociales virtuales”, aun cuando reconozco que son espacios de expresión pública de opiniones cada
vez más relevantes. Estos actores son producidos y productores de “la opinión pública” hegemónica para ellos está
constituida por las voces que desde ellos se visibilizan, no otras.

68 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 62-89


Aportes de la sociología argentina a la comprensión de los usos de las drogas...

En este sentido, la conformación de estadísticas, no solo en Argentina, presenta


numerosas dificultades dado que busca reflejar un fenómeno complejo desde una
metodología sustentada en la reducción de la complejidad de esa realidad social.
Aun cuando fuere posible conocer estas magnitudes, es necesario comprender las
prácticas y los saberes vinculados al consumo y qué sentidos asumen para una
población específica, para luego definir qué parte del espectro total del consumo
resulta problemático, en qué sentido lo sería y para quién lo es (Edwards & Arif,
1981). Estas preguntas convierten al problema de “cuántos consumen” en un desafío
político, pero también de orden metodológico (Bourgois, 2010; Burris, 2017; Lopez
et al., 2013). Solo a modo de ejemplo, algunos indicadores utilizados para identificar
consumos problemáticos poseen implícitos un orden temporal que en el contexto
de flexibilidad socio-temporal perderían validez (Sánchez Antelo, 2016b, 2018b)2.
Los estudios sociológicos no han aportado respuestas a los siguientes interrogantes
¿cómo se define y operacionaliza “lo problemático”? ¿Cuál es el criterio para
registrar el consumo de determinadas sustancias y no de otras? ¿Cómo y para qué se
miden esos consumos?

Explicaciones del dominio externo: el sistema concentrado en una sustancia

Este apartado identificados argumentos complementarios, cuyo rasgo común es


ubicar la problemática de las drogas por fuera del sujeto consumidor: el primero,
otorga a la sustancia el poder de transformar la subjetividad y niega la capacidad de
agencia de los individuos; el segundo, toda explicación acerca del consumo la ubica
en los condicionantes estructurales.

Distintos trabajos sociológicos, en consonancia con lo desarrollado por Escohotado


(1986, 1998), han señalado que estudios de corte bio-psicológico ubican en la
sustancia el poder de dominar la voluntad de los sujetos que las utilizan. Incapaces
de explicar las causas del primer consumo desde el sustrato orgánico, se focalizan

2
El orden temporal secuencial, que separa tiempo productivo del tiempo de otro, ha sido hegemónico y marca
distintiva de la modernidad. Sobre la base de ese criterio temporal, por ejemplo, se elaboran indicadores como “¿Ha
tenido que tomar alcohol en las mañanas?” (OAD, 2017). Sin embargo, la flexibilidad socio-temporal evidencia
que “tomar por las mañanas” no puede linealmente asumirse como “consumo problemático” de alcohol (Sánchez
Antelo, 2016b).

69
Victoria Sánchez-Antelo

en los efectos atribuyéndole el poder de producción de una subjetividad y conducta


determinada, siempre definidas como problemáticas (Lewkowicz, 1999). La sustancia
ocupa el lugar del Ser y los análisis tienden a reduciendo toda existencia de las
personas, como pueden ser las que consumen cocaína, a una práctica definiéndolas
como ‘cocainómanas’ (De Leonardis, 2001).

Se trata de estudios que solo analizan el uso de una sustancia, cuando las personas
analizadas tienden a ser policonsumidores. Esta decisión de los investigadores,
basada más en un criterio de comodidad metodológica que reflejo de la realidad que
buscan analizar, omiten la omnipresencia alcohol y sus combinación con otras SP
(Menéndez & Di Pardo, 2005; Sánchez Antelo, 2015).

La noción de policonsumos de drogas (polydrug use), refiere: al uso de varias


drogas simultáneamente (consumo concurrente); al uso de dos o más sustancias en
la misma ocasión; al uso alternado de una sustancia a otra a lo largo de un tiempo
acotado de consumo (por ejemplo, en el transcurso de una salida nocturna puede
consumirse momento alcohol junto con cocaína y luego marihuana); el uso de
diferentes SP en una trayectoria o ‘carrera’ de consumo. Es decir, estos cambios de
una sustancia a otra o el consumo simultáneo, pueden responder a la etapa vital, a
la época del año, de las relaciones que se entablan en un contexto festivo o incluso
laboral (Ives & Ghelani, 2006; Mendes Diz, Sánchez Antelo, & Schwarz, 2013;
Sánchez Antelo, 2015).

En diferentes períodos históricos, los expertos han concentrado su atención en


determinadas sustancias: primero el opio, morfina y cocaína; luego la marihuana;
recientemente pasta base de cocaína (“PBC/paco”) y las drogas de diseño.
Esas “modas académicas” tienen en común el desconocer u omitir las prácticas de
policonsumo, y ocultan que un conjunto de los consumidores son sujetos activos
para decidir sobre qué, cómo y cuándo consumir (Campbell, & Ettorre, 2011; Parker,
& Measham, 1994; Sánchez Antelo, 2018a; Weissmann, 2002).

El segundo argumento que ubica la problemática del consumo como algo externo
al sujeto, viene de trabajos que destacan que el problema no es el uso de SP en
sí, sino la matriz cultural ‘consumista’ que se replica en cada una de las prácticas
sociales (Camarotti, Güelman & Azparren, 2016). Esta perspectiva, a diferencia de
la anterior, refleja la relevancia de los procesos de dominación social y destaca que

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Aportes de la sociología argentina a la comprensión de los usos de las drogas...

sería limitado focalizar toda la problemática solo en el usuario y su entorno cercano


(Míguez, 2010; Morán, 2008).

Sin embargo, estos argumentos tiene varios límites: deja de reconocer la especificidad
propia de las SP para devenir en “una mercancía más”, intercambiable con poder
de seducción como cualquier otra, negando toda agencia por parte los sujetos;
asimismo, conduce a la asociación entre “privación socio-económica” y “uso de
drogas”, miradas que invisibilizan la extendida participación de sectores medios y
altos en los consumos de SP ilegales y la extensión de los consumos de SP legales
(Arizaga, 2007; Epele, 2010).

Si bien se puede reconocer una mirada crítica que destaca la lógica mercantil
de la práctica, se hace desde una postura moralista que confunde consumo con
consumismo (Sassatelli, 2012), lo que dificulta ver la multiplicidad de sentidos que
pueden adquirir esas prácticas de usos de SP para los protagonistas. En suma, los
trabajos sociológicos destacan que ambos argumentos desconocen la agencia del
sujeto, se focalizan en las propiedades de las sustancias, desconociendo el entramado
de prácticas que intervienen en la reificación de las conciencias sociales y negando
la agencia de los sujetos (Lewkowicz, 1999; Stolkiner, 2010).

Perspectivas binarias: tensiones entre autonomía/


dependencia, acción racional/compulsiva

A diferencia de las enfermedades, que pueden ser producto de eventos independientes


de la voluntad individual, el uso de SP requiere de una acción individual para
obtener la sustancia e ingerirla. Es decir, no responde en sí a “…una perturbación
accidental de equilibrio fisiológico” (Aureano, 1997; Husak, 2001). Sobre este
sustrato conductual, se erige una perspectiva binaria que clasifica a los sujetos entre
los poseedores de una capacidad racional que, con información completa, podrían
decidir no utilizar drogas (Galante, Pawlowicz & Moreno, 2010). La contracara de
esos supuestos ubica al consumo de drogas entre las acciones compulsivas, fruto de
una personalidad deficiente o patológica (O’Malley, & Valverde, 2004).

Estas posturas, donde la “falta de dominio de sí” –self-regulation, self-control–


(Hull & Slone, 2004; Mamayek, Paternoster, & Loughran, 2017)– es la que llevaría
a una conducta anómala, se sostiene en la operación lógica por la cual todo uso de

71
Victoria Sánchez-Antelo

SP es asociado, inevitablemente, a la noción de dependencia3. En los casos en que


esa asociación resulta difícil de sostener, la “teoría de la escalada” –Stepping Stone
Theory (Kandel, 1975)- se ocupó de argumentar que hay sustancias que funcionan
como primer paso4 para una trayectoria que acabará indefectiblemente en drogas
de mayor poder adictivo (Baggio, Spilka, Studer, Iglesias, & Gmel, 2016; Leal &
Jackson, 2018)

Durante el siglo XX, esa tensión atravesó las disputas entre la criminología y la
psicopatología en Argentina. Incluso, en ciertos períodos los juristas se respaldaron
en los criterios médicos y estos últimos en los jurídicos, para sostener la intervención
del Estado en la vida privada de los ciudadanos (Aureano, 1997; Sánchez Antelo,
2018a; Weissmann, 2002).

Como advierte Husak (2001), el concepto de ‘autonomía’ implícito en clasificaciones


de este tipo es de orden sustantivo, más que formal. Según el autor, asumir que por
usar drogas se está actuando “sin autonomía”, no puede ser justificación suficiente
para habilitar que una autoridad externa recorte la autonomía de las personas.

Asimismo, la emergencia de los estudios que hacen foco en los consumos de SP en


espacios y con fines ‘recreativos’ obligó a introducir matices entre ‘uso’ y ‘abuso’
(Mendes Diz, 2013; Mendes Diz et al., 2009; Mendes Diz, Di Leo, Schwarz, Adaszko,
& Camarotti, 2010), y utilizar términos como “uso problemático o inadecuado”
(Carneiro, 2010; WHO, 1994). Como advierte Escohotado (1986, 1998), los criterios
utilizados para delimitar uno u otro resultan opacos y presentan la difícil situación
de no poder escapar de la tautología, ya que “problemático es aquel consumo que
genera problemas”. Así resurgen preguntas como ¿Qué es lo problemático? ¿Y para
quién lo es?

3
La dependencia física o fisiológica “se refiere a la tolerancia y los síntomas de abstinencia (…) en sentido aún
más estricto para designar exclusivamente la aparición de síntomas de abstinencia al suspender el consumo de la
sustancia.” (WHO, 1994) Tolerancia y dependencia se refieren exclusivamente a los síntomas físicos derivados de
la neuroadaptación, que es definida como las alteraciones neuronales derivadas del uso de una sustancia. Aun así,
en algunos casos, “es posible que una persona presente neuroadaptación sin mostrar las manifestaciones cognitivas
o conductuales de la dependencia. Por ejemplo, los pacientes operados que reciben opiáceos para aliviar el dolor
sufren a veces síntomas de abstinencia, pero pueden no considerarse como tales o no presentar deseo alguno de
seguir tomando estos fármacos” (WHO, 1994). Por tanto, este no es un indicador certero de tolerancia o dependencia.
4
Específicamente, como alerta Aureano (2003), la teoría de la escalada le “atribuye a determinadas moléculas
–en general, al THC– la capacidad de inducir a consumir otras supuestamente más ‘duras’ o ‘pesadas’– cocaína,
opiáceos, psicofármacos”.

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Aportes de la sociología argentina a la comprensión de los usos de las drogas...

Los límites que ha presentado esta perspectiva binaria, para comprender patrones
de consumo de SP legales como el alcohol o psicofármacos de venta legal, han
introducido nuevas clasificaciones que buscan justificar la intervención experta
(sea médica o jurídica). El término “consumo excesivo episódico” de alcohol busca
delimitar con mayor precisión un espectro de prácticas que una visión binaria no
llegaría a dar cuenta (Cremonte, Conde & Remaggi, 2009).

En la lógica binaria, los sujetos “sin control de sí” quedan por fuera de la racionalidad
moderna, ya que sus prácticas son leídas en términos de incapacidad social y falta
de voluntad moral para llevar adelante el tipo de vida exigido (Giddens, 1995b).
Concebir la posibilidad de conductas puramente racionales, ha dado sustento a la
legislación, así como a las acciones preventivas y de promoción de la salud basadas
en proveer información para facilitar la toma de decisiones. Estos modelos de
intervención presuponen que la falta de información sobre los riesgos y daños a
los que se enfrentan es una de las causas por las cuales las personas se inician en el
consumo (Camarotti, 2006; Camarotti et al., 2016).

Los supuestos de esta mirada binaria desconocen las diversas formas de apropiación
y de sentidos que, frente a una misma información, pueden poner en juego los
individuos. Desconoce además que, más allá del acceso a la información, en las
prácticas se entrelazan un entramado de emociones, expectativas y valoraciones,
así como de condicionantes del orden socio-estructural que modulan esas prácticas
(Epele, 2010).

Si bien se puede reconocer en los individuos el registro reflexivo de sus conductas,


donde devienen capaces de hacer un relato coherente de sus actividades y justificar
sus decisiones y opciones vitales (Giddens, 1995b), el análisis de las creencias sobre
los riesgos derivados de los usos de SP enfatizan las “confusiones o distorsiones”
perceptivas sobre las que justifican su consumo (Green, & Murphy, 2014).

En suma, la perspectiva binaria no permite explicar, entre otros aspectos, por qué
un conjunto de la población consume durante una etapa de su vida, para luego
abandonar el consumo definitivamente. Su mirada, centrada en el individuo, niega
los significados colectivos asignados a los usos de las SP, como el hábito del
consumo de alcohol las festividades familiares o el uso de éxtasis como catalizador
de emociones en contextos recreativos (Camarotti, 2010). Es decir, se pierde de vista
la relevancia de las SP en el proceso de socialización y se omite que un conjunto de

73
Victoria Sánchez-Antelo

los consumidores de drogas –legales e ilegales– transitan por una fase de aprendizaje
acerca de cómo utilizar las drogas, sin que eso se traduzca en pérdida de su integración
social (Sánchez Antelo, 2016b, 2018b).

El consumo como “comportamiento desviado”: una tradición sociológica

Este conjunto de abordajes tiene que ver con la tendencia a subsumir los estudios
sobre drogas a la teoría de la conducta desviada. Logrando superar los determinismos
biológico y psicológico, la sociología de esta tradición señala que fallasen la
socialización primaria explican que un conjunto de la población viole las normas
socialmente compartidas. La dificultad para salir de esta mirada es clara: toda
una tradición se ha desarrollado basándose en el estudio de estas prácticas como
desviación normativa (Becker, 2009).

Siguiendo a Merton (1964), estos estudios señalan que determinados grupos despliegan
una serie de prácticas que quebrantan normas sociales para dar respuesta a la tensión
derivada de los parámetros de éxito social –valores culturales consensuados– y una
realidad social que los constriñe –la limitación material–. En un contexto de falta de
igualdad de oportunidades, determinados grupos buscan medios ‘innovadores’ por
fuera de la norma, o bien se incorporan a una subcultura desviada como resultado de
la frustración que les produce la imposibilidad de una integración exitosa.

En el análisis sobre los usos de las drogas, estas perspectivas tienen al menos cuatro
limitaciones: por lógica deja por fuera los consumos de drogas legales (Comas
Arnau, 1994); suponen que un acto desviado convierte a la persona en desviada;
asocia mecánicamente la falta oportunidades de integración social con desviación,
no explicando el espectro de consumos que se producen en grupos “altamente
integrados”; supone una sociedad con valores homogéneos y consensuados, lo cual
desconoce contradicciones y conflictos.

Para superar estas limitaciones, Howard Becker en la “teoría del etiquetado” invierte
los elementos. Aquí la desviación es producto de la acción de determinados grupos
que definen normas y señalan a determinados individuos como marginales. Son los
mecanismos de control social los que crean al sujeto desviado en tanto lo definen y
etiquetan como tal. Los “emprendedores morales” crean reglas y combaten aquello
que esas reglas se han encargado de crear: “es desviado quien ha sido exitosamente

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Aportes de la sociología argentina a la comprensión de los usos de las drogas...

etiquetado como tal, y el comportamiento desviado es el comportamiento que la


gente etiqueta como tal” (Becker, 2009).

Esto posee dos consecuencias: por una parte, la etiqueta de ‘desviado’ no


necesariamente contiene a todos aquellos que infringen la norma sino solo aquellos
que son señalados como tales. En la definición del uso de drogas es claro que lo que
es rotulado como desviación para los grupos marginales, contrasta con las prácticas
de sectores de clase media y alta (Becker, 2009). La segunda consecuencia es que,
para que un sujeto construya una imagen de sí como desviado, debe “mediar un
proceso psicológico” por el cual se apropia de la etiqueta a partir de su interacción
con los demás. Ese proceso genera el efecto de profecía autocumplida, donde la
persona comienza a accionar según la imagen que los demás han construido de ella
(Comas Arnau, 1994).

Esto encuentra una seria limitación entre determinados grupos que han sido
activamente etiquetados como ‘desviados’ y han sido víctimas de sanción social,
pero que más que apropiarse de la etiqueta, han estructurado un discurso que se
contrapone desde un cuestionamiento de orden político, como puede ser el caso
de los grupos de consumidores de drogas que demandan por la legalización
(Aureano, 2003).

A esta “apropiación crítica” de la etiqueta o procesos de “resignificación del estigma”,


la teoría del etiquetado ha contrapuesto la noción de “ideología de autojustificación”.
Esta lógica se organiza a partir del sentimiento de comunidad y de destino compartido
que desarrollan estos grupos y que los lleva a desarrollar una “subcultura desviada”:
les otorga a sus miembros una serie de nociones y puntos de vista que les permiten
explicarse a sí mismos por qué son lo que son y hacen lo que hacen. Se trata de una
“filosofía funcional” que opera para neutralizar los sentimientos que cuestionen esas
prácticas, reafirma al individuo en sus conductas desviadas e instruye a los nuevos
adeptos (Becker, 2009).

Son estas argumentaciones las que sustentan la idea de un proselitismo por parte
de los consumidores y que, en Argentina, por ejemplo, llevan a multar a quien
“preconizare o difundiere públicamente el uso de estupefacientes, o indujere a otro a
consumirlos; el que usare estupefacientes con ostentación y trascendencia al público”
(Boletín Oficial de la República Argentina, 1989).

75
Victoria Sánchez-Antelo

Esto ha orientado el análisis a subculturas del uso de drogas donde las desigualdades
de clase aportan explicaciones que pivotan entre seguridad/delincuencia (si se trata de
los sectores marginales) y problema estético “modos de vida no saludables” (Hughes
& Bellis, 2006) o ‘alternativos’ (Bobes García & Sáiz Martínez, 2003), si se trata
de sectores acomodados. En todos los casos se pone el acento en el despliegue de
conductas individualistas, fruto de la desarticulación de las identidades colectivas,
en la tendencia hacia el hedonismo, creciente deseos de “encerrarse sobre sí” y de
aislamiento frente a un mundo que los ha desencantado (Calafat et al., 2004).

El talón de Aquiles de esta tesis es negar la dimensión política del ordenamiento social
y no logra explicar las tensiones derivadas de los cambios sociales, donde lo que es
desviado en un momento histórico, deviene norma en otro. Ejemplos de esto son la
anómala tendencia generalizada de las juventudes de los años 60 y 70 del siglo XX a
consumir drogas (Best, 2005) y los actuales procesos de despenalización del cannabis.

Tal vez a excepción de Becker (2009), que contempla una dimensión de poder y
dominación, las teorías de la desviación tienden a naturalizar en la sociedad, o en los
grupos, una supuesta homogeneidad y un consenso que desconoce el conflicto como
motor de la historia social.

Silencios profundos sobre las drogas: usuarios sin cuerpo, género ni política

Desde el campo crítico del feminismo y de los movimientos políticos situados en la


ciudadanía sexual y de despenalización de los usos de drogas se pueden retomar un
conjunto de omisiones (Aureano, 2003; Campbell & Ettorre, 2011; Ettorre, 2004).
Estos ‘silencios’, señalados por la sociología, se pueden ordenar en tres ejes: uno
corporal, otro referido a la dimensión de género, y el tercero, sustentado en los
anteriores, al carácter político de los usos de las drogas.

En primer lugar, vale introducir el concepto de ciudadanías neuroquímicas (Rose, 2012),


para señalar que la biopolítica del siglo XXI produce una reubicación de la patología –en
este caso la adicción a SP– del cuerpo al cerebro. Esto permite afirmar que la adicción,
se conceptualiza como una “desviación encarnada” –en el sentido de hecha cuerpo,
embodied–, que deviene en una de las muchas formas de “desviación neuroquímica”
(Campbell, & Ettorre, 2011). En tanto biopolítica, esta concepción es denunciada como
productiva de sujetos e identidades problemáticas, que para identificar y definir qué es
la ‘adicción’ utiliza como “síntomas visibles” las transgresiones culturales y sociales.

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Aportes de la sociología argentina a la comprensión de los usos de las drogas...

Estas transgresiones poco tienen que ver con una naturaleza biológica subyacente y no
pueden reducirse a un déficit o vulnerabilidad subjetiva.

Estas miradas resultan funcionales a la producción de la patología, reniegan del


carácter social de los consumos de SP y reducen las prácticas individuales a una
“esencia desviada” (Ettorre, 2015). Todo consumo es una adicción y la adicción, que
pertenece al campo inespecífico de los “problemas sociales”, es un objeto que indica
“la instauración cualitativa de un tipo nuevo de subjetividad socialmente instituida”
(Lewkowicz, 1999). Desde una mirada crítica, lo que debe analizarse es no tanto los
factores sociales que llevan a un individuo a la ‘adicción’ sino las prácticas sociales e
históricas de constitución de subjetividades en las que la adicción sea una posibilidad
siempre dada (Sánchez Antelo, 2018a, 2018b; Stolkiner, 2010).

Desde la perspectiva de género, se ha marcado la necesidad de dar cuenta de las


diferencias entre varones y mujeres en los modos de acceso, usos de las drogas, las
drogas utilizadas, los cambios de unas SP a otras según los ciclos vitales, así como en
las necesidades durante los tratamientos (Romo, 2010; Romo, Camarotti, Tarragona,
& Touris, 2015; Sánchez Antelo et al., 2018).

Cabe señalar que, salvo contadas excepciones, los trabajos sobre género y drogas
son casos aislados e incluso, en Latinoamérica (Saavedra & Sánchez Antelo,
2017), sigue siendo un ‘no-campo’ de investigación (Kalant, 1980). Esta vacancia
dificulta la comprensión la cultura de las drogas (Ettorre, 2007; Measham, 2002),
y no permite dar cuenta de cómo la definición de normas, reglas, expectativas y
estilos de participación en el consumo de un modo diferencial según la identidad
de género que se trate, oculta la producción sistémica de cuerpos ‘desviados’ y
objeto de marginación. El silencio sobre el género no oculta solo cómo se producen
las clasificaciones, sino cómo la desigualdad se define, se transita, se reafirma y
se encarna en los espacios y los tiempos del consumo de drogas (Ettorre, 2004;
Saavedra & Sánchez Antelo, 2017; Sánchez Antelo, 2017).

Las reglas y las categorías morales que son aplicadas a determinados grupos –‘mujeres’,
‘homosexuales’, ‘adictos’– son normas arbitrarias impuestas por un orden político.
En parte de los estudios sobre usos de drogas, la omisión crítica de la moral hegemónica
impide reconocer identidades políticas diversas y continúan tratando este fenómeno
como una ‘anormalidad’ despolitizada, donde cualquier argumento contrahegemónico
es reducido a una “lógica de auto justificación” (Casermeiro de Pereson et al., 2013).

77
Victoria Sánchez-Antelo

Cabe advertir que, en Argentina se ha registrado una creciente politización de


grupos sociales antes estigmatizados. Esta tendencia a demandar derechos de nueva
generación ha alcanzado a grupos de consumidores (específicamente de marihuana)
y han impulsado su organización política para demandar modificaciones en la
legislación que despenalice sus prácticas (Cunial, 2016, 2018).

En esta línea crítica, se han destacado tres procesos convergentes que sustraen
el “problema social de los usos de drogas” de sus condiciones estructurales de
producción y reproducción (Pecheny, 2010): la medicalización –la creencia
en el poder médico y farmacológico para resolución de problemas sociales–;
la judicialización –promoción de la acción judicial como único mecanismo
reparador–; y la victimización –el acceso a una respuesta estatal de asistencia se
da por la condición de “víctimas de” y no como derecho ciudadano. Estos tres
procesos garantizan la despolitización, en este caso, de los usos de las drogas, en
tanto que niegan su dimensión ideológica y conflictiva.

Paradigma posmoderno: normalización y las grietas en la


legislación prohibicionista

En los debates sobre el creciente uso de SP en espacios de sociabilidad y con fines


recreativos se ha instalado lo que se puede denominar “enfoque postmoderno”
(Ettorre, 2004) o la “tesis de la normalización” (Duff, 2005; Parker, 2005; Pennay, &
Measham, 2016). La misma reconoce las dimensiones sociales, la interseccionalidad
de clase, género, etnia y edad (Jiménez Rodrigo & Guzmán Ordaz, 2012; Miller,
2008; Miller & Carbone-Lopez, 2015). También reconoce estas prácticas como
cambios culturales en la vida cotidiana.

La noción misma de normalización lleva implícita la idea de un conjunto de prácticas


que se pueden designar como ‘normales’ –aquellas que responden a las reglas
socialmente compartidas– o como desviadas –las cuales caen por fuera del consenso
social más extendido–. En el campo del uso de SP, esto se vincula con ese proceso
por el cual prácticas, sujetos y cuerpos considerados desviados, migran “desde
los márgenes hacia el centro de la cultura” (Bobes García & Sáiz Martínez, 2003)
haciéndose norma común. Este proceso se puede definir como multidimensional,
donde el consumo de drogas adquiere cada vez más una clara importancia para los
jóvenes cuyos estilos de vida están vueltos a responder a los cambios estructurales y
globales de las sociedades posmodernas.

78 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 62-89


Aportes de la sociología argentina a la comprensión de los usos de las drogas...

Se han descrito el proceso de normalización a través de cinco cambios sociales:


(1.) Una creciente disponibilidad y accesibilidad de las sustancias, particularmente de
las ilegales. (2.) Un incremento en las tasas de consumo con propósitos experimentales
o recreativos. (3.) Una cada vez mayor proporción de población ha tenido un
consumo regular de drogas durante su juventud. (4.) Una creciente aceptación de usos
‘sensatos’ de drogas, incluso entre personas cuyos perfiles previos tendían a censurar
enfáticamente el consumo –como los abstemios y exconsumidores–, registrándose
la conformación de grupos donde coexisten no-consumidores y consumidores.
(5.) Una creciente banalización del uso de drogas a nivel mediático (Parker, 2005).

Aun así cabe destacar que, lo distintivo de la normalización no es la aceptación de la


difusión del uso de drogas, sino el registro de estas prácticas en “coexistencia” con
indicadores de un alto grado de integración social entre sus usuarios (Ehrenberg,
1994; Parker, 2005; Sánchez Antelo, 2016b).

CONCLUSIONES

Este artículo ha buscado describir críticamente los modos en que se han analizado
los usos de las SP desde la sociología argentina. Según se ha señalado, su producción
ha señalado límites y sesgos en las lecturas de otras disciplinas (jurídica, médica y
psicología) o incluso dentro del campo de las ciencias sociales y humanas (ciencia
política, sociología y antropología). Sobre esto último, una vacancia para destacar
es la incorporación acrítica de la lógica epidemiológica sin introducir una crítica
metodológica a cómo y para qué se elaboran esas estadísticas, pero también qué usos
políticos tienen.

Algunos “padres fundadores” de la propia sociología, han influido en otras disciplinas,


marcado una lógica que piensa la problemática de las drogas por fuera del sujeto
consumidor. Son estudios que tienden a perder de vista la capacidad de agencia de
los individuos haciendo énfasis en el poder de la sustancia o en los determinantes
estructurales. Por el contrario, los estudios con énfasis en el individuo, en el sustrato
conductual del consumo, quedan atrapados en una lógica binaria que péndula entre
racionalidad/compulsión o autonomía/dependencia. Estudios de sociología histórica
han encontrado que durante el siglo XX, esa tensión atravesó las disputas entre la
criminología y la psicopatología en Argentina, e incluso, en ciertos períodos, su
discursos se han sido subsidiarios unos de otros para sostener el avance del Estado

79
Victoria Sánchez-Antelo

en la vida privada de los ciudadanos (Aureano, 1997; Sánchez Antelo, 2018a;


Weissmann, 2002).

Si bien se han introducido categorías que buscan matizar esos polos y así explicar
patrones de consumo de SP legales como el alcohol o psicofármacos de venta legal,
persiste la dificultad para dar cuenta de las diferentes formas de apropiación y la
diversidad de sentidos puestos en juego por quienes consumen.

En los trabajos sociológicos analizados, haciendo uso de encuadres teóricos como los
de Bourdieu (Bourdieu, 2007) o Giddens (1995a), se destaca la persistente omisión
acerca de cómo las prácticas consumo de SP, independientemente de su status legal, se
entrelazan en un entramado de emociones, expectativas y valoraciones individuales,
al tiempo que están condicionadas por orden socio-estructural. Es decir, se pierde
de vista la relevancia de las SP en el proceso de socialización y se omite que un
conjunto de los consumidores de drogas –legales e ilegales– transitan por una fase
de aprendizaje acerca de cómo utilizar las drogas, sin que eso se traduzca en pérdida
de su integración social (Sánchez Antelo, 2016b, 2018b).

Los estudios inspirados en la teoría de la conducta desviada, si bien logran superar


los determinismos biológico y psicológico, presentan limitaciones. Una de las más
destacadas es dejar por fuera los consumos de drogas legales.

Asimismo, Howard Becker a través de la “teoría del etiquetado” establece que la


desviación es producto de la definición de normas por grupos hegemónicos para
señalar a determinados individuos como marginales. Una crítica a esta teoría ha
sido que determinados grupos etiquetados como ‘desviados’ y víctimas de sanción
social, han estructurado un discurso que se contrapone desde un cuestionamiento
de orden político.

Desde el campo crítico, en el cual se engloban las demandas de los colectivos de


usuarios de drogas, se ha destacado que omitir aspectos como la experiencia corporal,
así como las diferencias de género, ponen de relieve, nuevamente, la necesidad de
atender a la dimensión social y política de los usos de las drogas legales e ilegales.

En algunos estudios sobre usos de drogas, la omisión crítica de la moral


hegemónica impide reconocer identidades políticas diversas y continúan tratando
este fenómeno como una ‘anormalidad’ despolitizada, donde cualquier argumento

80 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 62-89


Aportes de la sociología argentina a la comprensión de los usos de las drogas...

contrahegemónico es reducido a una “lógica de auto justificación”. Esta tendencia a


la demanda de derechos de nueva generación ha alcanzado a grupos de consumidores
(específicamente de marihuana), y han impulsado su organización política para
demandar modificaciones en la legislación que despenalice sus prácticas.

El recorrido por los distintos ejes sugiere lineamientos para las nuevas investigaciones
sobre los usos de las drogas: en primer lugar, sin descuidar la necesidad de conocer
sus magnitudes, aporte a un debate teórico-metodológico sobre qué, cómo y para
qué medir esos usos; segundo, se enfatice el componente social de esas mediciones
y contrapese las miradas patologizantes y criminalizadoras; tercero, es necesario dar
cuenta de los usos de las drogas como un fenómeno histórico y situado; así como
contemplar perspectivas que reconozcan elementos estructurantes de los procesos
sociales, como las tensiones derivadas de los cambios en las temporalidades sociales
sin perder de vista la capacidad de agencia e innovación de los actores sociales
individuales; en cuarto lugar, esto exige tomar distancia de las falsas dicotomías.
Esto supone reconocer que, en el contexto de los usos de las SP, se ponen en juego
una compleja trama de significaciones, procesos, experiencias y decisiones más o
menos reflexivas. Por último, se enfatiza la necesidad de dar cuenta de la experiencia
corporal y genérica desplegada en las prácticas de consumo, así como de la dimensión
política de los (no)usos.

AGRADECIMIENTOS

El presente trabajo es un resultado parcial del proyecto de investigación que


actualmente desarrollo en el marco del Programa de Estudios Posdoctorales (PEP)
de Universidad Nacional de Tres de Febrero, con la dirección del Dr. Daniel Mato.
El proyecto de investigación está financiado por la Agencia Nacional de Investigaciones
Científicas y Tecnológicas, Préstamo BID-PICT 2977, otorgado en 2015.

81
Victoria Sánchez-Antelo

Referencias bibliográficas

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Aureano, G.R. (1997). La construction politique du toxicomane dans l’Argentine
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MEDICINA Y FILOSOFÍA EN LAS PRÁCTICAS
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en las prácticas chamánicas de María Sabina.
Revista Cultura y Droga, 24 (27), 90-112.
Recibido: 2 de julio de 2018
DOI: 10.17151/culdr.2019.24.27.5. Aprobado: 6 de septiembre de 2018

RESUMEN

Objetivo. Establecer una relación entre las prácticas chamánicas de María Sabina y la
tradición médica y filosófica náhuatl. Metodología. A partir de una combinación del
método biográfico y el análisis documental, establecer una serie de inferencias que
permitan establecer el vínculo enunciado a partir de su biografía y de textos culturales
mazatecos y náhuatl. Resultados. Las prácticas de conocimiento de María Sabina
manifiestan continuidades respecto del sistema médico mazateco, pero también es
posible trazar vínculos y conexiones con el sistema médico ticiotl y con la figura del
tlamatine náhuatl, estas conexiones e innovaciones se realizan a través del dominio
de las técnicas del éxtasis basadas en el consumo de niños santos. Conclusiones.
María Sabina tiene amplio dominio del saber médico local, pero realiza dentro del
sistema médico y de saber mazateco, interesantes innovaciones, además, podría
ser considerada como heredera de la tradición filosófica y médica ancestral de los
antiguos mexicanos.

Palabras clave: enteógeno, ticiotl, tlamatine, mazateco, María Sabina.

*
Antropóloga. Docente Universidad del Tolima, investigadora del Grupo AIÓN –Antropologías Contemporáneas-
de la Universidad del Tolima. E-mail: [email protected]. orcid.org/0000-0001-7842-6165. Google Scholar

Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 90-112


ISSN: 0122-8455 (Impreso) ISSN: 2590-7840 (En línea)
Medicina y filosofía en las prácticas chamánicas de María Sabina

MEDICINE AND PHILOSOPHY IN THE


SHAMANIC PRACTICES OF MARÍA SABINA

ABSTRACT

Objective. To establish a relationship between the shamanic practices of María


Sabina and the Nahuatl medical and philosophical tradition. Methodology. Starting
from a combination of the biographical method and documentary analyses, a series
of inferences was established which allowed building the link enunciated from her
biography and from Mazatec and Nahuatl cultural texts. Results. María Sabina's
knowledge practices show continuities regarding the Mazateco medical system, but
it is also possible to draw links and connections with the ticiotl medical system and
with the figure of the Nahuatl tlamatini. These connections and innovations are made
through the mastery of the techniques of the ecstasy based on the consumption of holy
children. Conclusions: María Sabina has a extensive expertise of the local medical
knowledge, but she makes interesting innovations within the medical system and
knowledge of Mazatec. In addition, she could be considered the heir to the ancestral
philosophical and medical tradition of the ancient Mexicans.

Key words: entheogen, ticiotl, tlamatine, mazatec, Maria Sabina.

En verdad, yo nací con mi


destino. Ser sabia. Ser hija de
los niños santos.

María Sabina
(Estrada, 1977, p. 46)

91
Andrea Pantoja-Barco

INTRODUCCIÓN

Exploraremos a partir del texto biográfico de María Sabina, la relación que existe
entre su práctica chamánica con niños santos (hongos psilocybe) y la tradición médica
náhuatl ancestral. Esta relación está marcada por la metáfora del Libro de Sabiduría,
que le sirve a María Sabina para fundamentar su auto reconocimiento como Sabia,
concepto que no obstante, por la naturaleza de su conocimiento y praxis, deviene
en el de maga de arte de curar, entendiendo por mago a aquel que “tiene poder para
obrar” (Bruno, 2007). Partimos entonces de la pregunta: ¿de qué manera la práctica
médica y filosófica de María Sabina puede vincularse con prácticas médicas y de
conocimientos ancestrales como la del tlamatini y del ticiotl?

Para establecer algunos elementos que conduzcan a una posible respuesta a esta
pregunta, abordaremos en primer lugar lo que significa ser una mujer u hombre
de conocimiento entre los mazatecos, para luego trazar una conexión entre María
Sabina y el ticitl, Chotá-a Tchi-née y tlamatini ancestrales; seguidamente, nos
centraremos en la figura del Chikón para establecer la manera como este personaje
de la cosmovisión mazateca establece un tipo concreto de saber médico y saber
filosófico; por último, nos ocuparemos de establecer las generalidades de los rasgos
de la filosofía náhuatl y el conocimiento mazateco a fin de esbozar las conexiones
entre sistemas, conexiones que toman cuerpo en la figura de María Sabina.

METODOLOGÍA

Los apartes que constituyen este texto surgen del encuentro del método biográfico
por un lado y, por otro, del análisis de contenido. En este último lo que se busca
“no es el estilo del texto (…) sino las ideas expresadas en él, siendo el significado
de las palabras, temas o frases lo que intenta cuantificarse.” (López, 2002, p. 173), y
que en esa medida, al partir de la ‘inferencia’, “se mueve entre dos polos: el del rigor
de la objetividad y el de la fecundidad de la subjetividad. Disculpa y acredita en el
investigador esa atracción por lo oculto, lo latente, lo no aparente, lo potencial inédito,
lo «no dicho», encerrado en todo mensaje.” (López, 2002, p. 173). Los documentos
que han sido sujetos de análisis son básicamente fuentes secundarias: Biografía
de María Sabina recogida por Álvaro Estrada, estudios etnográficos y etnológicos
sobre la cosmovisión mazateca, comentarios a códices y libros de traducción de
textos antiguos como los que realiza Sahagún y más contemporáneamente Miguel

92 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 90-112


Medicina y filosofía en las prácticas chamánicas de María Sabina

León Portilla. Por tanto, aunque aborda algunas cuestiones sobre etnomedicina y
chamanismo, no se trata ni se persigue lo que la caracteriza a la etnografía, tampoco
pretende centrarse en el ritual y lo sagrado partiendo de los estudios de Eliade por
ejemplo, sino más bien eso que señalaba más arriba, la inferencia –e intuiciones– de
cierto tipo de conexiones que ensayan una posible respuesta a la pregunta inicial, sin
que esto constituya una explicación o un asunto zanjado.

Discusión

Primera inferencia: el Libro

María Sabina se reconoce a sí misma como ágrafa –lo dice en la biografía realizada
por Estrada–, no obstante, uno de los rasgos más interesantes de su práctica
chamánica es que alude constantemente a la imagen del Libro blanco de la sabiduría,
en la cual aparece el conocimiento en el arte de curar. La imagen del libro (los seres
principales, le otorgan un libro con la sabiduría, pero el libro no tiene nada escrito,
es un libro blanco de sabiduría), recuerda mucho a las hojas de amate pitadas con
tinta roja y negra de los antiguos sabios náhuatl y es justamente esa imagen la que
permitirá crear las conexiones que presento a continuación.

De mujeres y hombres de conocimiento y de otros saberes en la Alta Mazateca

Los hombres y mujeres de conocimiento han sido catalogados con el término shamán
(tengu, Siberia: el que sabe) o chamán en nuestra lengua, término complejo e impreciso
pero que sirve en muchos casos para dar cuenta de las prácticas de ciertos sujetos
vinculadas con los conocimientos sagrados, aunque en cada contexto el shamán, en
adelante chamán, tenga su propio nombre. Sin embargo, para propósitos prácticos,
y dado que María Sabina ha sido catalogada como tal, seguiremos utilizando el
término, no sin aclarar que lo que nos interesa en su acepción original: el que sabe.
Si María Sabina sabe, tendríamos en consecuencia que inferir que al saber, es
una sabia (el que posee conocimientos). Como chamán, María Sabina es la “gran
especialista del alma humana” (Eliade, 2009, p. 1976).

Dentro del conjunto de prácticas médicas ‘tradicionales’ o ancestrales por ejemplo,


son muchas las especialidades y por lo tanto, diversas también las maneras de llamar
a los hombres y mujeres que las ponen en práctica. En algunos contextos al hombre y
la mujer especialista en el arte de curar se le conoce como curandero o curandera, sin

93
Andrea Pantoja-Barco

que evidentemente la palabra ‘curandero’ dé cuenta de la variabilidad de posibilidades


de consideración y tratamiento de la enfermedad, de las técnicas empleadas para
restablecer el equilibrio del binomio salud-enfermedad, y de las funciones sociales
que estos actores cumplen en cada uno de sus contextos. No obstante, para los
curanderos y sabedores en el campo de la salud, el oficio se aprende principalmente
a través de la práctica empírica, básicamente a partir de la observación de este tipo
de prácticas en el entorno familiar. Esto no excluye la posibilidad de que algunos
curanderos, sabedores y sanadores adquieran su conocimiento a través de formas
como los sueños, el estudio o el pago por el aprendizaje con un curandero o sabio de
mayor edad, y, en casos específicos, a través de la ingestión de enteógenos (hongos
Psylocybe o las semillas de Turbina corymbosa entre los mazatecas y mixes de
Oaxaca). Este último sería el caso de María Sabina, quien además reiteradamente
establece diferencias entre su arte de curar y el del curandero que usa huevos de
guajolote o el hechicero que daña. Heim junto a Wasson (1958) documentó como
“curanderos mazatecas de ambos sexos, así como mixes y chinantecos, utilizan
el Psylocybe o la Turbina corymbosa para asistirse en la posibilidad de ‘llegar’ a
la obtención del diagnóstico correcto, o para prescribir tratamientos eficientes”
(Heim y Wasson, 1958). El uso de este tipo de plantas —llamadas erróneamente
alucinógenas— en algunas de las sociedades de la Alta Mazateca, se basa en la
concepción según la cual las plantas favorecen la comunicación con el mundo
sobrenatural. Por ello son tratadas con profundo respeto, rodeadas de toda una
serie de tabúes, tomadas en lugares especiales, silenciosos y oscuros, y sólo en
ocasiones especiales, es decir, con una compleja ritualización que acompaña su uso,
generalmente colectivo. Los niños santos, como se conoce a los hongos entre los
mazatecos, muestran el grado de reverencia y aprecio del que gozan estas plantas en
la cosmovisión y también el grado de sincretismos en tanto la santidad de los hongos
tiene que ver con su vínculo con Jesucristo. Dichos hongos serían el producto de la
sangre derramada por la deidad cristiana y al mismo tiempo el recordatorio del culto
a las flores, culto extendido en toda la Mesoamérica prehispánica. Entre los mixes
por ejemplo, la figura del curandero que usa hongos (a quienes llaman “nuestros
señores”) se ve reforzada por el hecho de que los curanderos usan con frecuencia
plegarias de clarividencia y ofrecimientos (como los sacrificios animales), con lo
cual la población los percibe como individuos ‘diferentes’ del resto de la comunidad,
gozando de mayor prestigio y poder que otros de sus colegas (Lipp, 1991).

Pero es este papel diferenciado del hombre de conocimiento el que también


complejiza su relación con la comunidad y el modo como su saber es considerado.

94 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 90-112


Medicina y filosofía en las prácticas chamánicas de María Sabina

Así, el acceso a lo sobrenatural que tiene el sabedor o sabedora, hace de ellos sujetos
ambivalentes a los ojos de la sociedad. Por un lado, son vistos como fuente de
sabiduría, con la capacidad para controlar lo sobrenatural, sobre todo lo maligno
que causa la enfermedad. En algunos casos la acción u omisión de los curanderos
es sancionada, incluso con violencia si de ella se deriva un mal para la comunidad
(Nahmad, 1965).

Pese a que muchos tipos de conocimiento han sido demonizados a través de los
contactos interculturales, un ejemplo de ello es el caso de los chamanes frente al
cristianismo de los clérigos españoles en el periodo de conquista y colonización.
Lo cierto que es que estos saberes han sobrevivido no sin sufrir transformaciones, sin
embargo, quienes poseen conocimientos en el arte de curar, o sabiduría para conocer
lo humano y lo divino, aún gozan de un estatus en sus comunidades.

Uno de estos casos, entre la enorme diversidad de expresiones y acciones de este


tipo de actor social, al menos en las sociedades prehispánicas ––meso y norte
americanas––, es el ticitl en sus diferentes especialidades, principalmente bajo el
nombre de Chotá-a Tchi-né, también lo es en la figura de tlamatini. El primero
que vincula su sabiduría a la medicina y todas las artes que curan. El segundo al
manejo y conocimiento de los hongos y el tercero al pensamiento metafísico, los
tres en el mundo náhuatl, vinculados pero con grandes diferencias en cuanto al tipo
de conocimiento, las técnicas curativas empleadas, los nombres según las distintas
configuraciones sociales, los roles y significados sociales de su presencia. En este
texto me interesa lo que de común tienen estas tres expresiones de ese saber, pues
lo que se desea es mostrar el modo cómo el hombre y la mujer de conocimiento
mazateco se relaciona con otras formas ancestrales de saber, sobre todo con lo que
de tlamatine sobrevive en sus prácticas. Ahora, el uso del término sabio en este texto,
no debe entenderse como una generalización, sino como una manera ‘relativa’ para
llamar a cierto tipo de acciones. Nos parece que es preciso y conveniente, asumir en
este texto al sabio como aquel que aliado del saber tiene un poder para obrar. En
el caso de María Sabina el poder tendría que ver con el decir del canto y su poder
curativo, pues lo que el canto dice, describe un momento especial de revelación.

La sabia de los hongos como sabia ancestral

Considero pues a María Sabina como una sabia, sabia ticitl, Chotá-a Tchi-née
y tlamatini; así lo expresa ella misma en la biografía realizada por Álvaro Estrada

95
Andrea Pantoja-Barco

(1977), pero como sabia que es, su sabiduría debe ser explicitada, asentada en una
reflexión que tenga en consideración eso que se manifiesta como “poder para obrar” a
partir de su contexto cultural concreto. Entiendo además que en María Sabina el saber
tiene que ver con su participación en un sistema de conocimiento vinculado con lo
sagrado. Este sistema se expresa en un conjunto de prácticas de triple configuración:
de la naturaleza (saber de las plantas, del cuerpo), del orden de lo divino (saber de la
dualidad, de lo niños santos) y, geométrica o de las conjunciones (del convertirse en
dios) (Bruno, 2007). La primera como una experiencia de dominio de los cuerpos, la
segunda como entrada y participación en lo sagrado y la tercera, del orden del lenguaje
de lo prodigioso. Si consideramos a María Sabina como ticitl, debemos referirnos a la
manera como la relación con el cuerpo establece un sistema médico complejo, relación
que en María Sabina implica ligar este componente del sistema con la facultad para
usar efectivamente hongos, esto es lo que hace de ella una ticitl, una chotá-a tchi-née y
que en esa medida, al estar todo atravesado por el canto, sea también tlamatine.

El papel de María Sabina como filósofa (por lo que implica su saber), ‘sabedora’,
mujer de conocimiento, ticitl, chotá-a tchi-née o simplemente Chjota Chjine
(la que sabe), le confiere dentro de la comunidad un lugar como intérprete del
tiempo y las fuerzas sobrenaturales, y por lo tanto influencia el mundo mazateco
en sus dimensiones secular y religiosa. Como chjota chjine, su poder se reviste de
elementos ‘mágicos’, entendida la magia como un complejo sistema de técnicas con
las cuales enfrenta e influye en los fenómenos sobrenaturales que se perciben en la
cosmovisión mazateca. Estas técnicas si bien han sufrido toda una serie de cambios,
conservan el núcleo que animaba las prácticas prehispánicas en un sistema religioso
panteísta y politeísta, que entendía que la espiritualidad estaba conectada con el
medio natural circundante.

En ese sentido, la concepción mágico-religiosa prehispánica que aún sobrevive


en Mesoamérica, penetra todas las prácticas médicas, y explica la manera como
se entiende el proceso de salud-enfermedad. Como se mencionó, la enfermedad
proviene del influjo de fuerzas externas al individuo, por acción de dioses
(la dupla básica Quetzalcoatl-Tezcatlipoca) y hombres, o de fuerzas de la naturaleza.
Principios como el de la dualidad frío-calor fueron un eje central en el pensamiento
médico prehispánico náhuatl, de modo que la influencia de los seres celestes, por
ejemplo, se manifestaba bajo la categoría de enfermedad caliente, en contraposición,
el influjo de seres del inframundo, que se asociaba con enfermedades frías.
Para los nahuas, las enfermedades calientes provienen del tonal ehécalt (aire

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Medicina y filosofía en las prácticas chamánicas de María Sabina

solar), las frías del tlalliehécatl (aire terrestre), del ehécatlatl (aire acuático) y del
mictlanehécatl (aire del inframundo) (López Austin, 1970, 1976, 1996, 2003).
Las enfermedades en su conjunto responden en su etiología a razones de tipo causal,
así por ejemplo el netonalcahualiztli náhuatl responde a la enfermedad causada por
el susto, pero era el médico el que determinaba las singularidades de este grupo
de enfermedades, las patologías asociadas y los significados trascendentes que
pudiera tener su acontecimiento. No olvidemos que, en la cosmovisión náhuatl,
las enfermedades provienen de las relaciones con el mundo sobrenatural que está
habitado por dioses y espíritus, por lo tanto, el proceso salud-enfermedad entraña
siempre connotaciones sagradas. El origen de la enfermedad a su vez, en tanto
relacionado con la presencia de fuerzas y seres sobrenaturales, tiene carácter
punitivo, el padecimiento es muchas veces un castigo por las faltas. Ello incentivó
el desarrollo de rituales colectivos o bien para curar o bien para ganarse el favor de
las deidades y evitar así la enfermedad. Es en este contexto que la figura del sabio,
del Chjota Chjine como María Sabina adquiere relevancia, al estar vinculada desde
sus aptitudes con el conocimiento y manejo de plantas medicinales y oraciones, pero
sobre todo por el manejo de los niños santos y sus cantos sanadores.

Como mujer de conocimiento, María Sabina fue considerada como intermediaria


entre lo divino y lo terrenal; por (desde) ella ‘hablan’ los niños santos y ese hablar
augura, muestra, sana. Su rol como Chjota Chjine se da por varias razones, tal
como su biografía lo revela. En primer lugar, por ser, como ella lo dice, elegida
al nacer, pero también por haber sobrevivido al hongo mismo (su toxicidad), a su
ingestión precoz para calmar el hambre. En este sentido, la terapéutica mazateca
y específicamente la de María Sabina, tiene una naturaleza mágica, pues no sólo
depende de las propiedades medicinales de las sustancias y actos que realiza en los
enfermos, sino que depende también de quien la administre (chamán), del lugar en
el que se administre y sobre todo de cómo se realice la administración, es decir, de
los rituales que constituyen el núcleo de la terapéutica ancestral y contemporánea
náhuatl. Que estos rituales, como el de la ingesta de niños santos sobreviva se debe
entre otras razones a ese complejo sistema de rituales y al hecho de que una suerte
de resistencia cultural impidió que la “extirpación de idolatrías” terminara con las
prácticas ancestrales. Por otro lado, las condiciones geográficas y la persistencia
de la lengua aseguraron su continuidad, no sin transformaciones evidentes, como
el sincretismo en los nombres de plantas y dioses, en las oraciones e invocaciones
de los cantos (Frisancho, 2012; Cárdenas, 2003; Fernández, 1958; López, 1983;
Martínez, 1965; Viesca et al., 1986, 2001).

97
Andrea Pantoja-Barco

El sistema médico de María Sabina –como otros de Meso y Norte América–, relaciona
los estados de salud y enfermedad a las dinámicas de tipo ecológico, económico,
histórico, demográfico, político, social, cultural y religioso mazatecos, de modo que
la salud no es entendida como la ausencia de enfermedad, sino –si se quiere– como
un estado positivo, en el cual el individuo es autónomo y puede cumplir sus roles
sociales (De Miguel y Rodríguez, 1990, p. 1). De modo que la salud es un proceso
complejo en el que interactúan todos los aspectos de la vida del ser humano (Mansilla
y Figallo, 2004). La enfermedad será entonces, “la expresión de una triple situación
etiológica: física, social y cultural” (Timio, 1979, p. 27).

Para comprender en este contexto el binomio salud-enfermedad, se debe considerar


las dimensiones implicadas en estos dos componentes del proceso: salud-enfermedad.
El proceso en cuestión constituye un sistema de representaciones, valores y prácticas
culturales concretas, y por lo tanto los rituales son la expresión de ese todo al que
llamamos cultura, de ahí que el éxito de las prácticas médicas esté sujeto a la ejecución
del ritual. Es este espacio: el ritual, el que asegura según Pollak (1994) tanto la
efectividad de la terapéutica como el rol del hombre y la mujer de conocimiento en
su sociedad (citado en Pérez, 2009). Por otro lado, es el ritual el espacio donde se
nos revela la complejidad e imbricación del pensamiento de un grupo social, el ritual
es un espacio de escenificación de técnicas médicas especializadas que combaten la
enfermedad (que no es sólo biológica ni individual) y conservan y restablecen la salud.

Aguirre Beltrán (1963) en Medicina y magia, el proceso de aculturación en la


estructura colonial, así como en Antropología médica (1986) desarrolla, una serie de
elementos que definen al Ticiotl (sistema médico) y al ticitl (médico) y resalta el carácter
místico del pathos médico. El argumento central de Beltrán radica en considerar que
la medicina del mundo precortesiano está en el plano de lo sobrenatural. El ticitl actúa
en casos específicos de enfermedad, sobre todo cuando estas escapan de las formas
tradicionales de uso común que la población practicaba, por añadidura el ticitl era
agorero, experto en resolver ansiedades (Beltrán, 1963). Su papel en la sociedad es
valioso, pues se encarga de velar por la seguridad del grupo en el aspecto de la salud-
enfermedad que no se refiere sólo al carácter biológico. Si bien goza de prestigio
y reconocimiento, lo cual hacía apetecible dicho rol, ser ticitl entrañaba grandes
peligros, en caso de fallar, recibía un castigo ejemplarizante (Beltrán, 1963). Se
había establecido y “era ley que muriese sacrificado y abierto por los pechos” (p. 45).
La práctica médica se trasmitía a través de linajes, pasaba de los ancianos a los jóvenes
vía predominantemente patrilineal, el hijo o bien la hija recibía del padre la enseñanza.

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Medicina y filosofía en las prácticas chamánicas de María Sabina

Ticiotl (la medicina) es un complejo sistema teórico-simbólico y empírico, basado en


la estructuración como un todo de las distintas dimensiones del mundo. El sistema
como tal expresa un vínculo entre el cuerpo y el entorno, de modo que todo lo que
ocurra afuera –en el entorno– ocurre en el cuerpo, así pues, el proceso de salud-
enfermedad en este sistema médico no trabaja solamente en la sintomatología
sino sobre todo en el plano de las causas que producen la enfermedad, asumiendo
que las causas no necesariamente son biológicas, sino también culturales y que la
enfermedad se explica y se combate entendiendo las dinámicas de interrelación entre
el paciente y el ecosistema.

Así, el proceso salud-enfermedad constituye toda una dimensión simbólica-


sobrenatural de descripción, interpretación y manejo de la realidad bio-cultural.
Entender la enfermedad como castigo, azar, prueba impuesta por las divinidades,
implica como bien lo dice Aguirre Beltrán (1963), considerar que los nahuas
relacionan la enfermedad y la salud con el alma, y que ésta implica tres cocepciones:
el tonalli, el teyolia y el ihiyotl (López Austin, 1996). El alma se refiere entre los
nahuas al carácter, a la personalidad, así por ejemplo, menciona Sahagún en el Libro
IV, capítulo X (Tomo I), de su Historia general de las cosas de Nueva España (1938)
que los nacidos bajo el signo matlactli cuauhtli “eran venturosos en cosas de guerra
y valentía; eran osados y animosos”. (p. 323). El “tonalli” –calor del sol, destino–
(su falta o deterioro produce la enfermedad del susto) expresa todo aquello relacionado
con el hado, este concepto fue interpretado como alma por los misioneros católicos,
dando lugar a la condena del sistema médico náhuatl. Al no entender la base del
ticiotl, los hispánicos considerarán que este conocimiento no poseía una base teórico-
conceptual como forma de expresión de una lógica particular que soportaba las
prácticas terapéuticas médicas y en consecuencia fueron extirpadas al considerarse
idolatrías. Pero el sistema médico de los nahuas, implicaba un complejo entramado
de elaboraciones conceptuales y una conjunto complejo de prácticas y técnicas, en su
conjunto se trataba de “una totalidad orgánica donde se mezclan estrechamente los
aspectos materiales y los aspectos mentales” (Descola, 1986, p. 19).

En esta correlación el papel de los enteógenos (Ott, 1996), especialmente los


hongos, tiene una tradición reconocida y ampliamente estudiada. Los enteógenos,
término con que se llama en ciertos sectores académicos a toda la gama de plantas
visionarias, en contraste con polémicos términos ‘alucinógenos’, ‘psicodélicos’,
‘psicotrópicos’ y ‘psicomiméticos’ –que se usaron indistintamente aunque cada uno
describe estados de conciencia diferentes–, serán tomados en este texto debido a que

99
Andrea Pantoja-Barco

estamos en el ámbito de una práctica chamánica en la que se juega una relación con
los dioses –sin mayor profundización y sin atender a sus aspectos contradictorios
y usos eufemísticos en el campo de los estudios antropológicos–, para referirnos a
eso que Gordon Wasson junto a otros científicos planteó en 1979, cuando dijo que
enteógeno conllevaba la idea de “Dios dentro de nosotros” (Wasson et al., 1979,
1994) –del griego entheos: dios dentro–. A partir de ese momento el término será
utilizado para describir estados de inspiración y posesión por el dios que entra en el
cuerpo, se aplica también a todos esos estados de trance proféticos, a la pasión erótica,
la creación artística y, los ritos que implican el consumo de sustancias vinculadas
con las divinidades. Esta consideración terminológica es importante en la medida
en que los cantos de María Sabina que aquí se consideran, fueron producidos bajo
el consumo de sustancias que consideraremos ontogénicas y en contextos sagrados
–no recreativos ni seculares–, lo cual dota de unas características singulares a la
discursividad de los cantos y sus implicaciones gnoseológicas.

Las prácticas médicas y de conocimiento que utilizan plantas visionarias, no pueden


reducirse entonces a la asociación a estados alucinatorios o imaginativos, implican
otro tipo de construcciones cognitivas y afecciones corporales, por tanto es clara
la insuficiencia –o mejor inconveniencia– del término psicodélico para describir y
analizar como lo expresaba Osmond en 1956, los estadios, los momentos, y muestras
de aquello que llamamos alma (citado en Villanueva, 2007). Igual inconveniente se
presenta con el término huxleyano Fanerotime, como “manifestador del alma”, pero
cuyo vocablo “thymos” redujo el término a las emociones intensas vinculadas con la
pasión y la ira (Villanueva, 2007).

En México el empleo de enteógenos es de vieja data. Conocemos por los primeros


registros históricos el uso de enteógenos en toda Mesoamérica, especialmente el hongo,
el peyote (anhalonium sp.) y el ololiuhqui (Turbina corymbosa Ipomea vioalcea).
El registro de esa evidencia se observa en códices, lienzos, mapas, arquitectura
sagrada como la de Teotihuacán, cerámica, estelas, esculturas. Es bien conocida la
figura tallada en piedra de Xochipilli “príncipe de las flores”, encontrada cerca del
Popocatépetl en el siglo XIX y en exhibición en el Museo Nacional de Antropología
e Historia en Ciudad de México. La escultura de Xochipilli sugiere, según algunas
interpretaciones como la de Wasson (1983), una conexión entre este dios, las flores y
los hongos; León-Portilla (1983) muestra como las plantas sagradas decoran extensa
y profusamente la estatuaria prehispánica. Descubrimientos realizados en la década
de los 30 del siglo XX revelaron fragmentos de un mural alusivo al “Árbol florido”,

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Medicina y filosofía en las prácticas chamánicas de María Sabina

que según Peter Frust (1976) podría tratarse del ololiuhqui o sagrada semilla de la
virgen. León-Portilla en la traducción que realiza de los poemas de Netzahualcóyotl,
encuentra referencias a los prodigios que producen las plantas sagradas:

Sacerdotes, yo os pregunto:
¿De dónde vienen las flores que embriagan?
¿De dónde vienen los cantos que embriagan?

Los bellos cantos sólo vienen


de su casa, de dentro del cielo,
Sólo de su casa vienen las bellas flores. (León-Portilla, 1974, p. 144)

O en este fragmento del monólogo de Nezahualcoyotl:

Hay cantos floridos: que se diga yo bebo


flores que embriagan,
Ya llegaron las flores que
causan vértigo,
Ven y serás glorificado.
(VV.AA., 2018, p. 101)

En los códices los hongos aparecen referidos extensamente, el Códice Vindobonense1


presenta en una de sus páginas a Quetzalcóatl, ataviado con máscara de pico de
ave y, cerca de él, una mujer sentada encarna el espíritu de los hongos, en opinión
de Wasson (1983), la iconografía corresponde a una escena religiosa, se trataría
de una velada mazateca. El pictograma “Nanacatepeque” conocido también como
Códice indígena núm. 27, de 1549, está formado por tres palabras: nanácatl= hongo,
tépetl=cerro y c=locativo que significa lugar (León-Portilla, 1983b), este pictograma
se refiere a Cerro del hongo, abundante, en muchos de los códices (Wasson, 1983).

Durante la colonia, los enteógenos también fueron mencionados, Sahagún en el tomo


III de Historia general de las cosas de la Nueva España (1830), dice:

Tenían así mismo gran conocimiento de yerbas y raízes, y conocían sus


calidades y virtudes; ellos mismos descubrieron, y usaron primero la raíz

1
Para una apreciación de las imágenes del códice, revisar la página electrónica del Fondo para el avance de los
estudios mesoamericanos: http://www.famsi.org/spanish/research/graz/vindobonensis/index.html

101
Andrea Pantoja-Barco

que llaman peiotl, y los que la comían y tomaban, la usaban en lugar de vino,
y lo mismo hacían de los que llaman nanacatl que son los hongos malos que
emborrachan también como el vino; y se juntaban en un llano después de
haberlo bebido, donde bailaban y cantaban de noche y de día a su placer, y
esto el primer día, porque el siguiente, lloraban todos mucho, y decían que se
limpiaban y lavaban los ojos y caras con sus lágrimas. (p. 118)

Un poco más adelante menciona que:

Hay unos honguillos en esta tierra que se llaman teonanacatl,


críanse debajo del heno en los campos ó páramos: son redondos, tienen el
pie altillo, delgado y redondo, comidos son de mal sabor, dañan la garganta
y emborrachan: son medicinales contra las calenturas y la gota: hanse de
comer dos ó tres no más: los que los comen ven visiones y sienten bascas en
el corazón, á los que comen muchos de ellos provocan á lujuria, y aunque
sean pocos. (p. 242)

De manera general, las visiones coloniales acerca del uso de los hongos están
envueltas en el manto de las prácticas demoniacas, abundan las descripciones
parciales y deformadas, los juicios y las condenas a dichas prácticas. No obstante,
mucho del temor que los hongos encarnaban, permitió que las prácticas pudieran
sobrevivir, siendo objeto de culto en toda la región. Los datos y referencias a estas
prácticas sólo llegan hasta 1726, no se tienen datos para años posteriores, habrá
que esperar a los últimos años del siglo XIX, pero fundamentalmente al siglo XX
para que se dé una abundante referencia de su existencia y usos. Entre los primeros
en llamar la atención sobre la importancia de los hongos en México se encuentra
Karl Sapper en 1898, posteriormente seguirán científicos como Heim en 1956 que
aportará al conocimiento del hongo Psilocybe a partir de las observaciones de los
esposos Wasson a partir de 1957. Posteriormente aparecerán trabajos como los de
Hofmann en 1969 y Schultes en 1939, 1940 y los de Blas Reko en 1945 y 1949
entre otros. En el caso de Oaxaca, “Las primeras investigaciones etnomicológicas
sobre los hongos alucinógenos en Oaxaca las inició Johnson, quien observó una
ceremonia nocturna con los hongos alucinógenos en Huautla de Jiménez en 1939”
(Ramírez et al., 2006 p. 28). A estos estudios se sumarán posteriormente otros, como
los de Aguirre Beltrán (1963), Fernando Benites (1964), Peter Frust (1976) y autores
como Wasson, Heim, Hofman y Schultes –proseguirán durante las décadas sucesivas
estudios sobre el tema–, por solo nombrar unos cuantos.

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Medicina y filosofía en las prácticas chamánicas de María Sabina

Sobre el chamanismo en la sierra Mazateca, resulta relevante para nosotros mostrar


algunos de los elementos centrales de esta zona cultural, en la medida en que
la ceremonia con hongos que realiza María Sabina hace parte de esta expresión
concreta, y nos permitirá dar cuenta de las características de María Sabina como
sabia mazateca, bajo la inferencia de una correlación sabio-tlamatine- ticitl-
Chotá-a Tchi-née.

Los chikones y el sistema de conocimiento mazateco

En la cosmovisión mazateca se distinguen dos tipos de seres: los seres ‘naturales’ y


los ‘sobrenaturales’, los primeros relativos a este mundo, los segundos a una suerte
de “otro mundo”, este otro mundo se encuentra dividido en tres niveles paralelos:
el mundo de abajo o inframundo; este mundo o mundo humano y, el cielo, morada
de los dioses de mayor rango. Esta geografía sagrada (sobrenatural) dota a los
seres que habitan cada espacio de cualidades y características humanas concretas.
La comunicación entre espacios es continua y posible para todos y su dominio no
es potestad exclusiva del ‘chamán’ (Aguirre Beltrán, 1963, 1986; Beaucage, 2012;
Cárdenas, 2003; De Miguel, 1990; Fernández, 1958; Flores, 2003; Frisancho,
2012; Incháustegui, 1994; López Austin, 1976; López Austin, 1970; López, 1983;
Martínez, 1965; Pérez, 2009; Viesca, 1986; Viesca et al., 2001; Villanueva, 2007)

En el mundo de arriba las deidades proveen la fuerza creadora, sostienen y regulan


la tierra, en el de abajo, los barrancos y las cuevas, ríos y sótanos son residencia de
seres nocturnos y fríos, seres maléficos, victimarios de los humanos. Estos lugares
permiten encuentros con seres sobrenaturales. El dueño de la tierra Chikón Nindó,
es el dueño de la montaña mayor, suele tomar la forma de un ave; es el chikón el
que se invoca en los rituales, de tal modo que cobra incluso mayor importancia
que el dios cristiano, aunque en el ritual contemporáneo, el nombre con el que el
Chikón Nindó aparezca sea Dios o Jesucristo, lo interesante es que la personalidad
de este ser mazateco, sus potencias y su forma de obrar aparece bajo el nombre de
las divinidades cristiano-católicas.

Como dueño de la tierra es celoso, sólo mediante rituales es posible conseguir su


favor. Como puede observarse, lo sagrado es un ámbito de negociación, abierto a la
intervención y mediación humana. En Huautla de Jiménez, la entidad sobrenatural
dominante es el ‘dueño’, el Chikón Tokosho, quien habita en el Cerro de Adoración,
este ser se invoca constantemente en los rituales de curación y es costumbre que

103
Andrea Pantoja-Barco

se le lleven ofrendas para cualquier tipo de pedimento. El encuentro con el chikón


tiene sus consecuencias, puede ser catastrófico o benéfico, o no tener consecuencias
notables a primera vista. Puede pasar del simple susto hasta la pérdida del espíritu;
en otras ocasiones puede otorgar algún tipo de poder o saber a cambio de ofrendas, o
simplemente tomando forma humana se limita a saludar a los lugareños.

El chikón es de gran importancia en la vida espiritual mazateca, de modo que las


montañas están presentes en todos los relatos, ritos y ceremonias, especialmente en
el shinée. Como dueño de la tierra el Chikón está dotado de cualidades humanas:
voluntad, habla, conocimiento. Puede ser femenino o masculino y existe entre ellos
una jerarquía. Como dueños de los cerros y de los pueblos se vinculan con la fuerza
del pueblo. Entendemos entonces porque el Chikón Tokosho es el más importante.
Hay así mismo un “dueño del mal”. Éste habita en la oscuridad, sus emanaciones se
conocen como “mal aire” y afecta con ello la salud de las personas. Pero también el
mal aire puede ser asumido como una maldición; es la palabra mala pronunciada por
un enemigo, la palabra que descompone. Existen por otra parte duendes, llamados
láa, seres de menor jerarquía que los chikones, que habitan generalmente las cuevas.
El contacto con ellos puede ser también en los sueños, y puede ocasionar la pérdida
del espíritu y llevar a la muerte si no se atiende prontamente. El robo del espíritu
tiene curación a través de los hongos.

RESULTADOS

El universo mazateco, como buena parte de los universos indígenas de Mesoamérica,


está dominado por fuerzas duales; así, al oriente se encuentra El Padre Eterno y al
poniente El Maligno. “Más allá de los confines geográficos se extiende un mundo
sobrenatural, pero en el centro se encuentra este mundo, cuyos dueños son los
güeros, los chikones” (Incháustegui, 1994, p. 36). La actuación de las divinidades en
este ámbito determina el devenir de los sucesos sociales colectivos e individuales.

En las sesiones de ritual, es siempre el nombre de Dios, “nuestro padre” el que se


invoca. Las ceremonias con hongos deben contar con un permiso, de ahí que se
consagren las acciones y el lugar a la deidad, en este caso católica, y luego, una
vez consagrado el tempus y el templum, el nombre de Dios es reiterativamente
pronunciado, así como nombres de santos, nombres y advocaciones marianas, pero
siempre sujetas a la deidad encarnada en el padre-madre, ‘diosito’.

104 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 90-112


Medicina y filosofía en las prácticas chamánicas de María Sabina

Entender el conocimiento como invocación introduce en esta consideración


filosófica el sentido de lo poético, y este sentido es fundamental para entender
lo que los cantos expresan en la velada con hongos que ejecuta María Sabina, en
la medida en que pone en juego el principio de la dualidad al que se referían los
antiguos filósofos nahuas:

1.–Y se refiere, se dice


2.–que Quetzalcóatl, invocaba, hacia su dios a algo (que está) en el interior
del cielo.
3.–a la del faldellín de estrellas, al que hace lucir las cosas;
4.–Señora de nuestra carne, Señor de nuestra carne;
5.–la que está vestida de negro, el que está vestido de rojo;
6.–la que ofrece suelo (o sostiene en pie) a la tierra, el que la cubre
de algodón.
7.–Y hacia allá dirigía sus voces, así se sabía, hacia el lugar de la Dualidad,
el de los nueve travesaños con que consiste el Cielo… (León-Portilla,
1974, p. 90)

El carácter dual se manifiesta a partir de características masculinas y femeninas


y sus contrapartidas frío-caliente, seco-húmedo, activo-pasivo, arriba-abajo, etc.
Este carácter dual es importante a la hora de entrar en la comprensión de los cantos
de María Sabina, pues en ellos la alusión a esta dualidad es fundamental y ayuda a
entender la intensidad de la experiencia mística de la sabia mazateca. Por otro lado,
la dualidad explica la presencia de la enfermedad en la comunidad, lo maléfico y lo
benéfico coexisten como elementos constitutivos de la cultura, lo malo está vinculado
con el maligno, pero también con la acción concreta de personas, animales, plantas,
lugares. Esto nos recuerda la manera como se entendía la enfermedad en el ticiotl,
sistema médico náhuatl, la correspondencia entre la enfermedad y la acción divina,
natural y humana explica la dependencia con respecto a los dioses y el ritual.

La condición de persona, tan importante para entender la categoría de tlamatini que


vemos en María Sabina, es compleja pues como lo menciona López Austin (1970,
1976, 2003), la condición de ser humano implica la existencia de entidades anímicas
o almas; en efecto, el cuerpo contiene entidades anímicas, como sustancias de origen
sobrenatural alojada en distintas partes del cuerpo y por lo tanto con funciones
específicas, estas entidades anímicas son las que hacen del ser humano un ser vivo
y con conciencia, trazan su destino, sus capacidades de conocimiento, voluntad,
afección, carácter, tendencias. En el mundo mesoamericano la existencia de una

105
Andrea Pantoja-Barco

‘coesencia’ es fundamental para entender la vida y la muerte y la manera como el


ser humano se vincula en su trayecto por la vida con el mundo sobrenatural que
lo rige en muchos sentidos. Tres son desde los estudios realizados por Austin, las
entidades anímicas mayores: el tonalli–crecimiento-, el teyolia–pertenencia- y el
ihiyotl–trascendencia-, el primero alojado en la cabeza, el segundo en el corazón y el
último en el hígado (López Austin, (1970, 1976, 2003).

Como tlamatini, sabio de la flor y canto, la figura de María Sabina permite trazar
conexiones interesantes. Al considerarse a sí misma como sabia, necesariamente
hemos de revisar la noción de sabio en el mundo náhuatl. León-Portilla (1974) en
La filosofía náhuatl, señala que se cuenta con abundantes fuentes históricas que
muestran la existencia de un complejo sistema de pensamiento acerca del universo,
la divinidad y el hombre. Las fuentes que dan cuenta de este sistema son abundantes,
entre ellas tenemos los textos de los “informantes indígenas de fray Bernardino de
Sahagún” recogidos a partir de 1574: Códice Matritense del Palacio Nacional, el
Códice Matritense de la Real Academia de la Historia, el Códice Florentino, los
Anales de Cuauhtitlán y la Colección de Cantares Mexicanos.

Como sistema organizado de ideas, la filosofía náhuatl se centra en problemas


filosóficos concretos que lo dotan de un ‘tono’ (un estilo) particular, entre estas
inquietudes y problemas debemos resaltar aquellas concernientes al valor de todo
cuanto existe y al modo como las cosas nos satisfacen, “¿Qué era lo que acaso tu
mente hallaba? ¿Dónde andaba tu corazón? Por esto dar tu corazón a cada cosa, sin
rumbo lo llevas: vas destruyendo tu corazón. Sobre la tierra, ¿acaso puedes ir en pos
de algo?” (León-Portilla, 1974, p. 234). De igual modo se plantearon el problema de
la acción humana en cuanto a su finalidad. Reiteradamente buscaron explicaciones
filosóficas a hechos como la vida, más adelante transcribirá los siguientes versos:

¿A dónde iremos?
Sólo a nacer venimos.
Que allá es nuestra casa:
donde es el lugar de los descarnados.

Sufro: nunca llegó a mí alegría, dicha.


¿Aquí he venido sólo a obrar en vano?
No es ésta la región donde se hacen las cosas.
Ciertamente nada verdea aquí:
abre sus flores la desdicha. (p. 59)

106 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 90-112


Medicina y filosofía en las prácticas chamánicas de María Sabina

Poner en cuestión la finalidad de la acción humana, los condujo a dudar de lo


contenido en los mitos sobre el más allá; así pues, ante las respuestas dadas por el
mito y el saber religioso, los sabios se preguntan: “¿Se llevan las flores a la región
de la muerte? ¿Estamos allá muertos o vivimos aún?” (p. 59.). “¿Dónde está el lugar
de la luz pues se oculta el que da la vida?” (p. 59.), la insatisfacción que el mito
produce en la resolución de dichas controversias hace que la vida toda sea sometida a
reflexiones, a serios y profundos cuestionamientos sobre la realidad de esta en tanto
hecho efímero. “¿Acaso hablamos algo verdadero aquí, dador de la vida? ...sólo es
un sueño... Nadie habla aquí de verdad…” (p. 59). A este tono inquisitivo se suman
los interrogantes emanados de la experiencia de la fugacidad de las cosas, en cuyo
fondo está la pregunta por el fundamento del mundo y del ser humano: “¿Acaso son
verdad los hombres? Por tanto, ya no es verdad nuestro canto. ¿Qué está por ventura
en pie? ¿Qué es lo que viene a salir bien? (p. 61).

Como podemos determinar a partir de los interrogantes precedentes, hay entre los
nahuas un afán por reflexionar sobre la vida cotidiana y contemplarla como problema,
lo cual hace preciso el surgimiento de una clase de hombres y mujeres capaces de
usar la razón para resolver tales cuestiones, para ello se crearon doctrinas acerca del
hombre, el mundo y la divinidad, estos seres fueron conocidos como tlamatinime:
sabios o filósofos, para quienes el conocimiento no es un fin en sí mismo, sino
una revelación. Muchas de estas revelaciones quedaron expresadas con términos
abstractos, y otros a través de metáforas, así por ejemplo, la doctrina acerca del ser
humano se expresa bajo la consideración del ser como posible dueño de un rostro
y un corazón; las del saber mismo a través de la idea de la flor y canto; o la idea
de verdad en términos de su consideración como “fijación sólida o enraizamiento
profundo” (p. 61).

León-Portilla, en La filosofía náhuatl (1974) transcribe un fragmento de Sahagún,


fragmento clave para entender el papel del sabio en el mundo prehispánico
mesoamericano, lo cual nos da una idea muy precisa del modo como entre el tlamatini
y María Sabina podemos extender interesantes correlaciones.

El sabio –escribe Sahagún hablando de las varias profesiones existentes


entre los indios– es como lumbre o hacha grande, espejo luciente y pulido de
ambas partes, buen dechado de los otros, entendido y leído; también es como
camino y guía para los demás. El buen sabio, como buen médico, remedia
bien las cosas y da buenos consejos y doctrinas, (…). (p. 64)

107
Andrea Pantoja-Barco

En los cantos de María Sabina, así como en muchos de los pasajes de su vida referidos
en la biografía recogida por Estrada (1977), estas cualidades, sumamente valoradas
por ella, serán reiterativamente manifestadas –y en efecto, el nivel alcanzado por
María Sabina en el dominio de las técnicas, si así quiere decirse, para utilizar una
expresión de Eliade, del éxtasis–, mostrando que si no fuera por este carácter del
sabio, la relación entre el consumo de hongos y la discursividad extática de la sabia
mazateca sería imposible, una extrema fuerza intelectiva y afectiva se necesita para
sobrevolar los terrenos complejos del océano interior al que empuja la experiencia
de conocimiento de lo sagrado.

En el Códice Matritense Sahagún consigna lo siguiente, refiriéndose al sabio:

llevan consigo
la tinta negra y roja,
los códices y pinturas,
la sabiduría (tlamatiliztli).
Llevan todo consigo:
Los libros de canto y la música de flautas. (León-Portilla, 1974, p. 81)

Encontramos ya una referencia sumamente importante en esta relación que


pretendemos señalar entre el tlamatinime y el Choita-shinne: el libro, la escritura,
el canto como metáfora de la sabiduría. De él son los códices y los cantos (León-
Portilla, 1974) de él, de ella, de María Sabina el lenguaje de los niños santos, un
lenguaje que de muchos modos habla de la magia: del poder para obrar.

Si de ella son los códices, el libro de la sabiduría, y como sabia-filósofa es espejo


luciente, tea que alumbra y hace aparecer el rostro, da forma; como sabia-médica
recobra el rostro, el carácter, restablece el tonalli, armoniza en caso de requerirse
el alma: el tonalli, el teyolia y el ihiyotl y con ello, da forma a la persona. En este
complejo papel, los hongos preparan el cuerpo a la entrada en terrenos de lo sagrado,
porque es en el espacio de lo sagrado, en esa geografía particular que el conocimiento
se revela y convertido en canto, en lenguaje, tiene el poder para obrar.

108 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 90-112


Medicina y filosofía en las prácticas chamánicas de María Sabina

CONCLUSIONES

La práctica chamánica de María Sabina, expresada de manera concreta en sus cantos,


revela dos cosas:

1. El sistema de conocimiento local, es decir el conocimiento médico mazateco,


se domina a través del uso de los hongos, llamados niños santos, sin embargo,
la lectura cuidadosa de la biografía de María Sabina, y el audio de sus cantos
recogido por Wasson, revela también que ella debe ser considerada no totalmente
como representante del saber médico mazateco, esto por el grado de innovación y
creatividad que sus prácticas y sus cantos muestran. Estamos frente a un sistema
singular de saber con continuidades y rupturas, conceptos y afectos muy particulares.

2. La reflexión tan profunda que realiza María Sabina a la cuestión de la sabiduría,


usando la imagen del Libro, así como la referencia en sus cantos al principio de
la dualidad, muestran la complejidad de su entramado conceptual, en ese sentido
no hay duda de su papel como filósofa, muy a pesar de verse eclipsada por las
lecturas –muchas antropológicas– que no cesan de reducir su conocimiento al uso
de enteógenos.

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112 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 90-112


CANNABIS Y LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN INTERNET,
UN ANÁLISIS DESDE LA JURISPRUDENCIA ARGENTINA
Torti-Iermini, M.A. (2019). Cannabis y libertad MARCOS ANTONIO TORTI-IERMINI *
de expresión en internet, un análisis desde la
jurisprudencia argentina. Revista Cultura y Droga,
Recibido: 30 de julio de 2018
24 (27), 113-134. DOI: 10.17151/culdr.2019.24.27.6. Aprobado: 12 de septiembre de 2018

RESUMEN

Objetivo. El trabajo busca describir el análisis actual de la jurisprudencia de la


Argentina respecto a los delitos referidos a la difusión y transmisión de información
sobre la planta de cannabis. Metodología. Se buscaron resoluciones relevantes a la
temática a través de las bases de datos de jurisprudencia en el país. Resultados.
Se encontraron dos fallos actuales al analizar el uso de redes sociales y páginas de
internet para compartir datos respecto a la planta de cannabis. Las reseñas se asientan
en los fundamentos de los jueces que al momento de resolver analizaron como la
ley penal vigente debe adecuarse al uso de los medios de comunicación a través
de internet. Conclusión. Los delitos referidos a estupefacientes contemplados en la
Ley N° 23.737 deben adecuarse a las formas de acceso y a los actos de compartir
información, sin entrar en contraposición con el derecho a la libertad de expresión.

Palabras clave: libertad de expresión, estupefacientes, derecho penal.

*
Estudiante de Abogacía en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE). Integrante del Área de Política de
Drogas de la Asociación Pensamiento Penal. Buenos Aires, Argentina. E-mail: tortiierminimarcosantonio@gmail.
com. orcid.org/0000-0002-9042-5410. Google Scholar

Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 113-134


ISSN: 0122-8455 (Impreso) ISSN: 2590-7840 (En línea)
Marcos Antonio Torti-Iermini

CANNABIS AND FREEDOM OF EXPRESSION


ON THE INTERNET, AN ANALYSIS FROM
ARGENTINE JURISPRUDENCE

ABSTRACT

Objective. The paper seeks to describe the current analysis of Argentinan jurisprudence
regarding crimes related to the dissemination and transmission of information about
the cannabis plant. Methodology. Resolutions relevant to the subject were searched
through the jurisprudence databases in the country. Results. Two current veredicts
were found analyzing the use of social networks and internet sites to share data
regarding the cannabis plant. The reviews are based on the foundations of the
judges who, at the time of resolving, analyzed how the current criminal law should
be adapted to the use of the media through the Internet. Conclusion. The offences
referred to narcotics, as contemplated in Law No. 23,737, must be adapted to the
forms of access and to the sharing of information, without being in conflict with the
right to freedom of expression.

Key words: Freedom of expression, narcotics, criminal law.

INTRODUCCIÓN

En la actualidad, es innegable que la información relacionada a la temática de


la planta de cannabis y su consumo con distintos usos se incrementó de forma
exponencial. Los dos grandes ejes sobre los cuales de debate hoy en día, refieren a
los usos medicinales de la planta de cannabis y sus derivados, y a la despenalización
de las conductas de quienes consumen la planta, o incluso la legalización de esta.
Esto condujo a que cada vez más personas se interesen en todos los aspectos que
conciernen a la cuestión, teniendo en cuenta la confluencia de disciplinas, ciencias,
creencias, mitos y aspectos relacionados a la regulación desde el Estado de la planta
de cannabis y sus usos (Torti-Iermini, 2017, p. 1).

114 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 113-134


Cannabis y libertad de expresión en internet, un análisis desde la jurisprudencia argentina.

En la Argentina, todo el debate de la sanción de la Ley 27.350 de “investigación


médica y científica de los usos medicinales de la planta de cannabis y sus derivados”1
incrementó el debate en todos los sectores de la sociedad. Asimismo, a través de todo
el trabajo de las asociaciones de personas usuarias de cannabis y personas que usan
sus derivados de forma terapéutica se pudo conseguir una mayor visibilización de
una realidad social (Fusero, 2017). El principal objetivo de las asociaciones era poder
conseguir una normativa nacional que proteja a todas las personas usuarias, y reconozca
el ejercicio de sus derechos, principalmente a la vida y a la salud (Fusero, 2017).

Es claro que, ante este contexto, unos de los puntos de conexión y comunicación entre
todas las personas de la Argentina que se encontraban interesadas y movilizadas por
la temática, refiere a las redes sociales y a las distintas páginas en internet. En este
sentido, el crecimiento de los actores sociales relacionados a la temática logró poner
en agenda la cuestión y promover revisiones de las políticas públicas no solo en la
Argentina, sino en toda América Latina y el Caribe (Corda y Fusero, 2016).

Así, los nuevos medios de comunicación se transformaron en una gran fuente de


información y conocimiento para que muchas personas se fueran interiorizando en
la cuestión. De esta forma, a lo largo y ancho de internet se pueden encontrar videos,
imágenes, instructivos y demás informes referidos a la planta de cannabis y sus usos,
tanto con fines terapéuticos, o con el fin de mostrar una realidad de miles de personas
que día a día sufren la criminalización por las leyes penales vigente en el país.

En Argentina, la ley que se encarga de reprimir las acciones relacionadas a los


estupefacientes es la 23.737. El bien jurídico protegido por la ley 23.737 es la salud
pública, el cual, a su vez, fuera entendida dentro de la seguridad común, y por este
motivo, es que se establecen en la ley delitos de peligro indeterminado, es decir, por
el mero peligro que pueden ocasionar las acciones entendidas como delitos (Falcone,
2014). En otras palabras, se intenta proteger la salud pública, al penar acciones por
el mero hecho de llevarlas a cabo, mientras que dicha afectación no requiere una
afectación a la salud particular de distintas personas (Navarro, 2009).

1
La sanción de lo que sería la Ley 27.350 comienza en noviembre del 2016, cuando la Cámara de Diputados del
Congreso Nacional de la Argentina aprobó el proyecto de ley presentado para regular los usos medicinales de la
planta de cannabis. Luego, en el mes de marzo, más precisamente el 29 de marzo del 2017, la Cámara de Senadores
del Congreso Nacional sancionó la Ley 27.350. Finalmente, y aunque con muchas críticas en el país, el día 22 de
septiembre del 2017 se publicó la reglamentación de la ley, que marca la regulación actual que se mantiene sobre los
usos terapéuticos de la planta de cannabis en la Argentina.

115
Marcos Antonio Torti-Iermini

Por otro lado, el valor salud refiere a lo expuesto por la Organización Mundial de la
Salud al explicar que el estado ‘salud’ es el completo bienestar físico, mental y social
del sujeto, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades (Falcone, 2014,
p. 83) y el carácter de ‘público’ refiere al número indeterminado de personas afectadas.

Uno de los defectos más importantes que mantiene la Ley 23.737 refiere a su intención
de abarcar la mayor cantidad de conductas relacionadas a los estupefacientes y, por
lo tanto, penar la mayor cantidad de acciones posibles con relación a las personas
que usan estupefacientes (Falcone, 2014, p. 204).

Entonces, lo dicho hasta aquí nos permite comenzar a considerar y evaluar si, desde
la letra de la Ley 23.737, aún hoy en la actualidad, se podría incurrir en algún delito
por el mero hecho de transmitir y compartir información respecto a la planta de
cannabis, o por lo menos, en principio, si una persona puede verse enfrentada a un
proceso penal por ello. Esto así, porque el castigo de los delitos referidos a estas
acciones tendría en miras prevenir la propagación del consumo de drogas en la gente
(Cornejo, 2014, p. 228).

Entonces, como los delitos que se analizarán intentan quitarle visibilidad al fenómeno de
la droga (en su faceta de elaboración y consumo) como forma de evitar su propagación
(Cano, 2016, p. 203), resulta necesario observar como los tribunales entendieron las
normas penales y sus posibles contradicciones con derechos de raigambre constitucional
como la libertad de expresión, libertad de prensa, etc. (Cornejo, 2014, p. 231).

Para poder examinar este punto referido a la información que se crea y se comparte
a través de las redes sociales y las páginas de internet, a continuación, se reseñarán
dos casos actuales de la jurisprudencia argentina. En estos, los tribunales argentinos
tuvieron que resolver sobre la temática de la información que constantemente se
transmite a través de las redes, y cómo las personas que compartían la misma se
encontraron frente a procesos penales en su contra por estar contempladas sus
acciones en la legislación penal vigente en el país. Todo esto, enmarcado en la
cuestión del uso de estupefacientes.

Cabe destacar que el presente trabajo, más que conformar un trabajo de derecho
penal, intenta presentarse como una descripción concreta del entendimiento que da
la jurisprudencia a una realidad a la que podrían enfrentarse muchas personas, desde
una consideración de las resoluciones de los tribunales de la Argentina. La idea es

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Cannabis y libertad de expresión en internet, un análisis desde la jurisprudencia argentina.

poder destacar los puntos más importantes de cada uno de los fallos judiciales, y
mantener un lenguaje concreto y simple, a fin de que se pueda entender lo más llano
posible el fundamento dentro de cada resolución.

METODOLOGÍA

Respecto a la búsqueda de los fallos que serán indicados a continuación, se utilizaron


las dos bases de datos de jurisprudencia más importantes de la Argentina: el Centro
de Información Judicial (CIJ) y el Sistema Argentino de Información Jurídica (SAIJ).

En primer lugar, el Centro de Información Judicial2 fue creado por la Corte Suprema
de Justicia de la Nación de la República Argentina, mediante la Acordada 17/06 como
un espacio de comunicación entre los miembros del poder judicial y la sociedad.
En este sistema se pueden encontrar informes de prensa, bases de sentencias
judiciales, notas demás cuestiones relativas al poder judicial de la Argentina.

Luego, la Dirección Nacional del Sistema Argentino de Información Jurídica (SAIJ)3, es


un organismo dependiente de la Secretaría de Justicia del Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos de la Nación de la República Argentina, que tiene como fin brindar información
jurídica a magistrados, abogados, docentes, estudiantes y a la comunidad en general.

En primer lugar, la elección de los fallos que se reseñarán se basó en la búsqueda a


través de palabras clave como Facebook, cannabis, redes sociales, internet y libertad
de expresión y en un rango de fechas que comprende desde enero del 2015 al mes de
julio del 2018, debido a la pretensión de actualidad que se espera puedan representar
en relación a las redes sociales y distintas plataformas de comunicación a través de
internet. En este sentido, la búsqueda intentó comprender todas aquellas investigaciones
judiciales en las que se debatió respecto a las acciones de difundir a través de diferentes
medios de comunicación el uso de la planta de cannabis para distintos fines.

Por otro lado, y con base en los criterios estipulados, es importante mencionar que
se dejaron de lado todas aquellas resoluciones judiciales en el marco de procesos
penales que solo referían a la mera descripción de mensajes en redes sociales como

2
Se puede acceder al CIJ a través del siguiente enlace: cij.gov.ar.
3
Se puede acceder al SAIJ mediante el siguiente enlace. saij.gob.ar.

117
Marcos Antonio Torti-Iermini

un medio de incriminación de la persona acusada de algún delito, pero sin llegar a


debatirse el punto del presente trabajo.

RESULTADOS

En este punto, se debe indicar que solo fueron encontrados dos fallos que refieran a
un análisis completo desde la perspectiva del uso de las redes sociales para compartir
y difundir información y datos relacionados a los usos y consumo de la planta de
cannabis, y cómo esta utilización de internet por parte de cualquier persona podía ser
susceptible de una persecución penal. Cabe destacar que, en ambos casos descritos,
la red social sobre la cual se realiza una consideración como medio para compartir la
información es Facebook, haciendo mención además a páginas de internet.

Por otro lado, y conforme fuera tenido en cuenta por los dos fallos encontrados, se
tomará en cuenta para las reseñas, el fallo “Vita, Leonardo” de la Cámara Nacional
de Casación Penal de la Argentina. Este fallo resulta ser el principal antecedente
con relación a la temática, aunque, a los fines prácticos del presente trabajo, solo se
menciona dentro de la descripción de cada una de las resoluciones, y en la medida
que fuera referenciado en cada una, dado que el fallo data del año 2002, y por este
motivo, se encuentra desactualizado.

Finalmente, al momento de la presentación, se comienza con el fallo más actual, de


agosto del 2017, y se continúa con la resolución de octubre del 2015. Además de
elegir este orden por una cuestión de actualidad, también obedece a la perspectiva
de análisis planteada por los jueces que resolvieron en los casos. En el primer caso
reseñado, se hace un análisis más exhaustivo desde el punto de vista del delito de
compartir y difundir información en relación con la planta de cannabis, mientras que,
en el segundo caso, se hace un análisis desde el derecho a la libertad de expresión.

Expediente de la Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba4

El primer fallo es de fecha 3 de agosto del 2017, y fue dictado por la Sala B de
la Cámara Federal de la provincia de Córdoba, en el marco del expediente FCB

4
Cámara Federal de Córdoba (2016). Expediente FCB 4080/2016/2/CA1 “Legajo de Apelación en autos -Gallardo,
Gonzalo Agustín s/ Infracción Ley 23.737-”. Disponible en: https://www.cij.gov.ar/scp/include/showFile.php?acc=
showFAR&tipo=fallo&id=184579008&origen=SGU

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Cannabis y libertad de expresión en internet, un análisis desde la jurisprudencia argentina.

4080/2016/2/CA1 caratulado “Legajo de Apelación en autos Gonzalo Agustín


Gallardo por infracción ley 23.737”.

El día 13 de junio del 2016, Gonzalo Agustín Gallardo, quien residía en la ciudad de
Río Cuarto, Provincia de Córdoba fue procesado por el Juzgado Federal de Primera
Instancia de Río Cuarto, por suponerlo autor penalmente responsable de los delitos
que se encuentran en el Art. 12, inciso a) y Art. 28 primer párrafo, ambos de la Ley
23.737 de Estupefacientes.

En primer lugar, y a los fines de simplificar el concepto de ‘procesamiento’, se puede


decir que este consiste en la decisión judicial sobre la presunta participación del
imputado en el hecho punible que se le atribuye, el cual no requiere de la certeza que
se puede encontrar en una sentencia de condena, solo bastando la probabilidad de
que se establezca dicha sentencia condenatoria en el futuro, y por medio del proceso
judicial (Maier, 2011, p. 360).

La Defensora Oficial Pública de Gonzalo Gallardo, la Dra. María Mercedes Crespi


apeló la decisión del Juzgado Federal, por lo que, el expediente llegó a conocimiento
de la Cámara Federal de Córdoba.

El hecho por el cual Gonzalo Gallardo era acusado refería a utilizar una cuenta de
Facebook para promocionar su local comercial de nombre “Kaya Workshop Río
Cuarto” donde tenía a la venta productos relacionados al cultivo de plantas de
Cannabis sativa, mientras que compartía consejos e información desde dicha cuenta
sobre cuestiones relativas al consumo, así como también, lo hacía desde la página
web del local comercial.

En primer lugar, cabe aclarar la extensión de los delitos por los cuales era juzgado
Gonzalo Gallardo. El Art. 12 de la Ley 23.737 marca que será reprimido con prisión
de dos a seis años y multa de seiscientos a doce mil australes: a) El que preconizare o
difundiere públicamente el uso de estupefacientes, o indujere a otro a consumirlos.
El diccionario de la lengua española de la Real Academia define ‘preconizar’ de
la siguiente forma: “Encomiar, tributar elogios públicamente a alguien o a algo”.
Mientras que, el Art. 28, primer párrafo de la Ley 23.737 estipula una pena de prisión
de dos a ocho años de prisión para quien públicamente imparta instrucciones acerca
de la producción, fabricación, elaboración o uso de estupefacientes.

119
Marcos Antonio Torti-Iermini

La Sala B de la Cámara Federal de la Provincia de Córdoba, que debía resolver sobre


la situación de Gonzalo Gallardo estaba integrada por tres jueces: La Dra. Liliana
Navarro, el Dr. Luis Roberto Rueda y el Dr. Abel G. Sánchez Torres. En el fallo, la
Jueza Navarro y el Juez Rueda votaron por revocar el procesamiento de Gonzalo
Gallardo, mientras que, el Juez Sánchez Torres votó por confirmarlo. Por mayoría,
prevaleció la decisión de revocar el procesamiento, y sobreseer al Sr. Gallardo.

A continuación, se observará, voto a voto, los fundamentos que plantearon los jueces
que intervinieron en el caso, a fin de resolver la cuestión sobre la temática.

Voto de la jueza Navarro

Al analizar el caso, la Jueza Liliana Navarro se detuvo en considerar la característica


de pública que debe mantener tanto la “acción de preconización” como el “impartir
instrucciones” sobre el uso de estupefacientes, contempladas en los delitos antes
mencionados. En cuanto a la difusión o preconización penada en el Art. 12 de la Ley
23.737, la magistrada citó doctrina al respecto explicando que:

(…) Preconiza `el que encomia su uso personal en forma general´ (Núñez),
esto es, ensalzar los beneficios de su uso y no explicar los modos de utilización
(que puede encuadrar en la figura 2° párrafo del art. 28 de la ley). Difunde el
que divulga de persona en persona. Según Núñez cualquiera de las formas
comisivas `deben realizarse de manera pública por el lugar en que se ejecutan o
la posibilidad de personas indeterminadas a ese lugar´. Induce el que persuade
a otro al consumo de estupefacientes, no basta la simple insinuación, sino que
debe persuadirlo, para esta forma típica no se requiere la realización pública;
se diferencia de la instigación (art. 45 CP) en que ésta requiere la creación
en el instigado de la idea de la comisión del injusto y la ejecución o inicio de
ejecución del mismo por parte de éste. (Balcarce, 2016, p. 707)

Luego, en relación con el delito previsto en el Art. 28 de la Ley de Estupefacientes,


sobre difusión de instrucciones, se cita doctrina al respecto, aclarando que:

(…) la acción típica del primer párrafo es la de enseñar en forma pública


`el procedimiento, método o técnica para producir, fabricar o emplear
estupefacientes´ (Núñez). Se realiza en forma pública `si va dirigida al
público en razón de sus destinatarios y de su forma o del lugar de la acción
(sitio al público o expuesto al público) o por la manera de realizarla (prensa

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Cannabis y libertad de expresión en internet, un análisis desde la jurisprudencia argentina.

oral, escrita o televisada) o, finalmente por la naturaleza del grupo que la


recepta (multitud, reunión o círculo de personas no delimitado personal o
numéricamente)´ (Núñez). (Balcarce, 2016, p. 713)

En este sentido, la magistrada entendió que el acceso a la información en la cuenta de


Facebook de Gonzalo Gallardo solo era posible a través de la voluntad de quien accede.
Es decir, quien entra en la cuenta de Facebook mantiene una conducta activa buscando
dichos contenidos, y para ello, debe poner “Me gusta” en la página (planteo que hizo
la defensa en la apelación). Esto demuestra, que la información en sí no se encuentra
accesible a todos, por lo que no era pública en sí, sino que era decisión de quien buscaba
y entraba en la cuenta tomar conocimiento de todo lo que compartía la misma.

Entonces, alguien que accede a la información en una página de internet lo hace


mediante una expresa voluntad de obtener dicha información. La característica de
‘publicidad’ se entiende en relación con el número indeterminado de personas a las
que se puede llegar, pero en este caso, el universo de personas era limitado, debiendo
existir una voluntad de quien accede a la información, mediante previa búsqueda de
dicha persona de la información a la que finalmente accede.

En este punto, y para explicar esta cuestión, la jueza Navarro citó jurisprudencia de
la Cámara Nacional de Casación Penal, correspondiente al fallo “Vira, Leonardo
G.”5, en el cual se analizó el tema:

Resulta improcedente subsumir en el delito previsto en el artículo 12, inc.


a), ley 23.737, la conducta de quienes vertieron en una página de Internet
manifestaciones favorables al consumo de estupefacientes, toda vez que el
concepto de publicidad consignado en tal tipo penal no se refiere a que la

5
En este antecedente jurisprudencial de la Cámara Nacional de Casación Penal, el tribunal resolvió, con fecha 13
de marzo del 2002, revocar el procesamiento de Leonardo Gustavo Vita como autor del delito previsto por el art. 12
inc. a) de la Ley 23.737 en concurso ideal con el delito contenido en el art. 28 de la Ley 23.737, y el procesamiento
de Matías González Eggers por idénticos delitos; y en consecuencia sobreseer a los nombrados. En este caso, se les
imputaba a los Sres. Vita y Eggers, a través de la creación de las páginas de “Internet” www.canabis.com.ar (respecto
de Vita) y www.fasito.cjb.net (respecto de González Eggers) haber preconizado y difundido públicamente el uso de
estupefacientes y han inducido a otros a consumirlos. Por este hecho el juez subsumió la conducta de ambos en el
tipo penal previsto por el art. 12 inc. a) de la Ley 23.737.
Por otra parte, el juez de grado sostuvo que a través de la inclusión de la página de enlace (link) http://porros.
freehomepage.com/links.htm en las páginas de ‘internet’ de los nombrados, éstos habían llevado adelante la conducta
de haber impartido públicamente instrucciones acerca de la producción, elaboración y uso de estupefacientes (art.
28 de la Ley 23.737).

121
Marcos Antonio Torti-Iermini

instigación se dirija a muchas personas, sino a que no exista una limitación


en el círculo de destinatarios, debiendo remarcarse que el acceso al contenido
de una página de Internet no es posible sin la expresa voluntad de adquirir la
información allí existente. (CNCP, 2005, p. 43)

Además, sumado a lo anterior, no se le podía reprochar a Gonzalo haber compartido


contenidos que no eran de su autoría o elaboración, ya que solo eran artículos de otras
personas enlazados mediante un link, no pudiendo entenderse las frases compartidas
como un llamado del propio acusado al consumo de estupefacientes.

Por este motivo, la magistrada entendió que no cabía reproche penal alguno y, por
lo tanto, no se podía mantener una acusación en contra de Gonzalo Gallardo, por los
contenidos expuestos en páginas de internet ajenas, y solo enlazadas en su página a
través de un enlace.

En este sentido, y retomando el antecedente jurisprudencial referenciado por los


jueces en el expediente, en el fallo “Vita, Leonardo” se entendió que informar a
través de una página de internet la existencia de otro sitio relacionado a la temática
de la marihuana no puede atribuírsele al acusado como delito:

En efecto, tal como surge de fs. 3/26 es en la página http://porros.


freeehomepage.com en la que se muestran los distintos usos de la marihuana
y no en las páginas www.cannabis.com.ar y www .fasito.cjb.net. Por lo
expuesto, puede concluirse que ni Vita ni González Eggers tenían el control o
dominio sobre el contenido publicado en el sitio http://porros.freeehomepage.
com. Esta circunstancia impide imputarle a los nombrados el delito por el que
el juez los sometió a proceso. En el marco de esta imputación, la conducta
de ambos se limitó a informar, en sus respectivos sitios, la existencia de la
página http://porros.freeehomepage.com. Por lo tanto, la mera acción de
colocar en la página de ‘Internet’ un aviso que informaba sobre la existencia
de dicha página no puede considerarse un elemento suficiente como para
sostener la imputación subsumida en el tipo penal previsto por el art. 28 de
la Ley 23.737. Por estos argumentos, habrá de resolverse, sobre este tramo
de la imputación, la desincriminación de los imputados.

Por último, la Jueza Navarro valoró que, en “sentido estricto”, la única publicidad
que realizaba Gonzalo Gallardo refería a los productos que tenía a la venta en su
local comercial, entre los cuales se podían encontrar fertilizantes, plaguicidas, pipas,

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Cannabis y libertad de expresión en internet, un análisis desde la jurisprudencia argentina.

picadoras, ralladoras entre otras. Pero, además, estos productos no solo son utilizables
para el cultivo y consumo de material estupefaciente, sino que son empleados para el
cultivo de otras especies de planta, tanto de pipas y demás elementos que se utilizan
para el consumo de tabaco.

Respecto a esto, la magistrada destacó que, el momento de realizar un allanamiento


en el local comercial “Kaya Grow Shop” del acusado, no se secuestró ningún material
estupefaciente, sino solo los productos que el nombrado se dedicaba a comercializar
en dicho comercio, o mismo a través de internet. Finalmente, la Jueza Navarro
concluyó que debía revocarse el procesamiento de Gonzalo Gallardo y sobreseerlo
respecto a los delitos que se le acusaban.

Voto del juez Sánchez Torres

En este punto, quien analizaría el caso sería el Juez Abel G. Sánchez Torres, que
mantuvo la postura de confirmar el procesamiento de Gonzalo Gallardo. Al igual
que para la Jueza Navarro, el punto central era la publicidad de los actos llevados a
cabo por el acusado. En este sentido, el magistrado también distinguió mediante la
doctrina, en primer lugar, la conducta que se reprime en el Art. 12, inciso “a” de la
Ley 23.737:

(…) Preconizar consiste en ‘encomiar, tributar elogios públicamente a


una persona o cosa” y difundir significa “instigar, persuadir, mover a uno,
ocasionar, causar…’. (Cornejo, 2014, p. 182).

Respecto al delito de impartir públicamente instrucciones acerca de la producción,


fabricación, elaboración o uso de estupefacientes, el Juez Sánchez Torres sumó que
la conducta prohibida consiste en:

Repartir, comunicar, dar; y, en el caso concreto, esta acción debe recaer


sobre exposiciones acerca de la producción, fabricación, elaboración o uso
de estupefacientes (…) Sumado a ello, el accionar delictivo no solo debe
referirse a narcóticos, sino que, como bien explica Puricelli “…debe tener
por contenido una enseñanza sobre el know how, sobre las distintas etapas
de elaboración de tóxicos prohibidos o sobre su uso’. (Baigún y Zaffaroni,
2013, p. 120)

123
Marcos Antonio Torti-Iermini

Luego, el Dr. Sánchez Torres planteó que la publicidad debía entenderse tanto por el
medio (página de internet en este caso) y por la indeterminación de sujetos, no limitada
por el número de observadores. Es decir, que el carácter de público de ambos delitos
constituye la posibilidad de llegar a conocimiento de un número indeterminado de
personas, con el fin de conseguir adherentes, adeptos, consumidores o espectadores.
Para ello, sostuvo mediante doctrina que:

La publicidad así entendida puede advertirse por el medio que se utiliza


para realizar la conducta típica (medio masivo de difusión), tanto en forma
oral (televisión, radio) como en forma escrita (prensa, página de Internet,
libros, etcétera) (…) la publicidad está dada por aquella característica de
indeterminación subjetiva y no por el número de observadores.” (Baigún y
Zaffaroni, 2013, p. 121)

Dicho lo anterior, el juez resaltó el bien jurídico protegido por la Ley 23.737, la salud
pública, la cual se ponía en riesgo ante los hechos que encuadraban en los delitos
que se le imputaban a Gonzalo Gallardo. Esto último, porque estos delitos son de
peligro abstracto, y no necesitan que se cause efecto en los destinatarios, sino que
se intenta proteger la salud en general, y evitar los riesgos del consumo de drogas
en la población. Entonces, el bien jurídico protegido se pone en riesgo al momento
que las conductas llevadas a cabo por Gonzalo Gallardo pudieron hacerse efectivas
públicamente, es decir, cuando llegan a un número indeterminado de personas.

Por otro lado, el magistrado resaltó negativamente, además de todas las herramientas
para el cultivo de plantas de cannabis en el local comercial, que dicho comercio
tuviera calcomanías de la cuenta de Facebook de Gonzalo Gallardo. En este sentido,
cualquier persona podría mediante un buscador de internet, acceder a la cuenta y
al contenido que se publicase en ella. Esto marcaría la indeterminación necesaria
para configurar la característica de públicas de las acciones por las cuales estaba
siendo acusado Gonzalo Gallardo y, además, que el Juez Sánchez Torres entendió
que poseían el objetivo de captar potenciales clientes para su local, por lo tanto,
futuros compradores de elementos para la producción y consumo de cannabis.

Sumado a lo anterior, el magistrado valoró negativamente el ofrecimiento de los


productos vía Facebook por parte de Gonzalo Gallardo, ya que los instructivos que
vendía, los comentarios referidos al consumo de cannabis, y los sorteos que realizaba,
tendían a captar potenciales clientes. Esto último, porque una de las condiciones de

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Cannabis y libertad de expresión en internet, un análisis desde la jurisprudencia argentina.

todas estas acciones, tendían a que los usuarios pusieran “Me Gusta” y compartieran
la página, logrando que dicha cuenta tuviera acceso masivo a sujetos indeterminados,
configurándose así, la ‘preconización’.

Otro punto indicado por el Dr. Sánchez Torres, refería a que los artículos publicados
no derivaban en otras páginas y tampoco se citaban autores, por lo que se presumía
que eran de autoría del acusado.

Luego, el magistrado difirió de la interpretación de la Dra. Navarro al analizar el


antecedente de la Cámara Nacional de Casación Penal, el fallo “Vita, Leonardo”, por
considerar que los hechos en consideración y las pruebas con las que se contaban se
diferenciaban. En este sentido, valoró negativamente en contra de Gonzalo Gallardo
que tuviera dos medios de publicación masiva creados por él mismo, como lo son
la cuenta de Facebook y una página de internet, siendo que en los mismos ofertaba
productos para la producción como para el consumo de marihuana.

Finalmente, el Dr. Sánchez Torres explicó que el procesamiento constituye un


estado de mérito que puede ser revocable en la medida que pudieran surgir nuevos
elementos que así lo determinen. Además, que el procesamiento solo exige que
resulte posible la existencia del delito y la responsabilidad de quien sea culpado,
aún a través de indicios, no siendo necesario que el juez de instrucción tenga certeza
absoluta, como así tampoco se le exige contar con la totalidad de los datos necesarios
para dilucidar el hecho. Por lo tanto, el Magistrado votó que correspondía confirmar
el procesamiento del Juzgado Federal de Río Cuarto.

Voto del juez Rueda

Por último, llegó el turno de votar al Juez Luis Roberto Rueda quien terminaría
por adherir a lo votado por la Jueza Liliana Navarro, en cuanto debía revocarse
el procesamiento de Gonzalo Gallardo y sobreseerlo respecto a los delitos por los
cuales era acusado.

La primera consideración del Juez Rueda refirió al impacto que podría tener su
decisión, no solo en lo personal respecto a Gonzalo Gallardo, sino en el contexto
social. Esto, por la situación actual de la cuestión de los estupefacientes, y como se
interviene en la vida política y social de nuestro país en relación con el tema. Por lo
tanto, en los casos como el analizado, resultaba necesario “hacer algo más” que solo

125
Marcos Antonio Torti-Iermini

interpretar la ley penal para resolver la cuestión, teniendo en cuenta la perspectiva de


la vida política y social de la Argentina, contaminada semánticamente de los diversos
discursos que se emplean sobre la cuestión de los estupefacientes.

El Juez Rueda tuvo en cuenta que el caso de Gonzalo Gallardo debía ser leído desde
una perspectiva más actual, teniendo en cuenta los paradigmas sociales, pero también
los científicos y médicos, y los jurídico-legales que imperan hoy en día. Sumado a
esto, consideró que la ley 23.737 fue sancionada en el año 1989, hace casi treinta años
(al momento del fallo), siendo que en la actualidad se debate una liberación respecto al
uso del cannabis, tanto para el uso medicinal como para el consumo personal.

Asimismo, a los debates actuales, hay que sumarle los diferentes tiempos entre los
cuales el derecho debe resolver la realidad concreta de las personas, lo que genera
nuevos desafíos a las herramientas institucionales que regulan la vida en la sociedad.
El Juez Rueda resaltó en este aspecto, lo resuelto por la Corte Suprema de Justicia
de la Nación en el fallo “Arriola”6, en el que de alguna manera se intentó responder
a las concepciones sociales más contemporáneas. Pero también, se debe tener en
cuenta la gran apertura a la discusión que ofrecen las múltiples plataformas de debate
y difusión como revistas, medios de prensa y digitales y demás. Siendo que, desde
una perspectiva más autoritaria, estas plataformas también podrían ser susceptibles
de sospechas o de actividades reprochables.

El magistrado resaltó el precedente jurisprudencial mencionado por los jueces


anteriores, que en el marco del fallo “Vita, Leonardo” de la Cámara Nacional de
Casación Penal puso en manifiesto la tensión que se establece entre la norma penal
estipulada en el Art. 12 de la Ley 23.737 y las garantías constitucionales que protegen
tanto la libertad de expresión como la libertad de prensa.

Para finalizar, el Juez Rueda hizo referencia a la distinción conceptual que existe entre
lo que significa “control social” y “control penal”, considerando que la atribución a
los sistemas penales modernos de la función social es errónea y que desconoce tanto
la historia, de los orígenes del concepto y de sus aplicaciones en las ciencias sociales.
En palabras del doctrinario Roberto Bergalli:

6
En el fallo “Arriola” de 2009, la Corte Suprema de Justicia de la Nación resolvió declarar la inconstitucionalidad
de la figura penal de tenencia de estupefacientes para consumo personal, prevista en el Art. 14, segundo párrafo de
la Ley 23.737.

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Cannabis y libertad de expresión en internet, un análisis desde la jurisprudencia argentina.

…una cosa es que el tal control se ejerza con la aprobación del o de los
controlado/s, quienes aceptan la corrección que se refleja en la actividad
de control, y otra que dicho control suponga la aplicación de un castigo,
cuando se verifique que lo que se controla ha constituido una transgresión al
orden constituido. (…) Puede decirse, entonces, que aunque el control social
descuente una cierta coerción, el control punitivo es por naturaleza el más
coercitivo y su aplicación conlleva la violencia, en el caso que tenga que
ser cumplido contra la voluntad del/los controlado/s. Y este procedimiento
está legitimado porque su ejercicio corresponde a la propia esencia de los
sistemas penales modernos elaborados y constituidos en el marco de la
forma del Estado constitucional de derecho. (Bergalli, 2001, p. 112)

Por todo lo dicho, el juez Rueda votó por revocar el procesamiento de Gonzalo
Gallardo y disponer su sobreseimiento. Consecuentemente, la Sala B de la Cámara
Federal de Córdoba resolvió revocar la resolución dictada con fecha 13 de junio
del 2016 por el Juez Federal de Río Cuarto en cuando dispuso el procesamiento de
Gonzalo Gallardo con relación a los delitos previstos en los Arts. 12, inciso “a” y 28,
primer párrafo, ambos de la Ley 23.737, ordenando el sobreseimiento del nombrado.

La cuestión de la libertad de expresión

Ahora bien, una perspectiva que solo fuera esbozada por el Juez Rueda refiere al
derecho de libre expresión a la hora de crear y compartir información a través de las
redes sociales, y en específico, respecto a la planta de cannabis.

Para ampliar este punto de análisis, tomaremos lo dicho en otro fallo, el cual fuera
dictado por la Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro Rivadavia, Provincia de
Chubut, en el marco del Expediente 10845/2014/1/CA17, donde se investigaba a un
hombre por exhibir plantas de cannabis en su perfil de Facebook y, por lo tanto, por
una posible infracción a la Ley 23.737.

En este caso, el Juez Federal de la Ciudad de Ushuaia, Provincia de Tierra del Fuego,
había ordenado el archivo del expediente por no poder continuar con la investigación.
Mediante distintas investigaciones, se comprobó que la persona acusada realizaba un
cultivo indoor y que no fue visto llevando adelante alguno de los delitos de la Ley

7 Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro Rivadavia (2015). Expediente FCR 10845/2014/1/CA1 “Legajo de
Apelación por Averiguación de Infracción Ley 23.737”.

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Marcos Antonio Torti-Iermini

23.737. Esta decisión había sido apelada por el Fiscal Federal interviniente, el cual
expuso que se había omitido considerar el delito previsto en el Art. 12, inciso “a”
de la ley 23.737, y que se había omitido analizar si el cultivo y preconización que el
hombre realizaba podía trascender a sus hijos menores de edad.

En este caso, la Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro Rivadavia estaba


compuesta por la Jueza Hebe Corchuelo de Huberman, el Juez Javier Leal de Ibarra y
el Juez Aldo Suárez quienes, con fecha 21 de octubre del 2015, resolvieron confirmar
el archivo del expediente.

En primer lugar, y al igual que los jueces de la Cámara Federal de Córdoba, se


analizó la definición de las acciones consideradas como delitos en el Art. 12 de la
Ley 23.737. Tomando en cuenta el Diccionario de la Lengua Española se define
a “preconizar” como “encomiar, tributar elogios públicamente a alguien o algo”.
Mientras que “difundir” se define como “propagar o divulgar conocimientos,
noticias, actitudes, costumbres, modas, etc.” Cabe considerar que estas acciones
deben ser llevadas a cabo de forma pública.

Respecto a la doctrina, Alejandro Tazza en su obra “El Comercio de Estupefacientes”,


de Editorial Nova Tesis explica que:

Una conversación entre particulares en la que se alaba y resalta las bondades


del uso de sustancias tóxicas, que se hace pública por cualquier circunstancia
(por ejemplo, por haberse grabado o filmado inadvertidamente) no la
convierte en un hecho típico. (…) Así, habrá publicidad en el sentido típico
cuando el agente comisivo preconice o difunda el uso de estupefacientes en
una plaza pública, aun cuando solo lo presencie un único sujeto, a la vez
que contrariamente a ello, no existirá preconización publica cuando el autor
del hecho se dirija a una cierta cantidad de oyentes, en un lugar privado, y
concretamente determinados en su individualidad. (p. 179)

En el caso analizado, los jueces valoraron que, del perfil del hombre acusado, entre
las fotos obtenidas de su cuenta, también se encontraban comentarios que hacían
referencia a la siembra y cultivo de Cannabis sativa. Además, se podían observar
intercambios de experiencias relacionadas al tema, como así también, referencias
a los beneficios terapéuticos de la planta de cannabis, y la necesidad de legalizar la
planta en sí.

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Cannabis y libertad de expresión en internet, un análisis desde la jurisprudencia argentina.

Los magistrados consideraron, al igual que el juez Rueda en su voto del caso visto
anteriormente, que las cuestiones publicadas en el perfil de Facebook del hombre
acusado no eran ajenas a todo el debate público alrededor del consumo de marihuana,
su despenalización o su legalización. Asimismo, resaltaron que jurisprudencialmente,
la cuestión fue analizada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el
fallo “Arriola”.

En un mismo sentido, se reconoció el papel de los medios de comunicación, y en


especial consideración, a una de las más publicitadas revistas en la Argentina, como
lo es la Revista THC, cuya temática se centra en toda la temática en la planta de
cannabis, y que, además, se encuentra a la venta en los quioscos.

Entonces, se tuvo en cuenta que las publicaciones que se desprendían del perfil
de Facebook del hombre acusado solo eran expresiones y creencias del usuario en
relación a la marihuana. Además, las mismas no fueron plasmadas en una página
de acceso irrestricto sino en una red social a la que se accede a un perfil luego de
incorporar los datos personales de a quien se busca contactar.

Por otro lado, la trascendencia de fotografías e imágenes de plantas de cannabis (y


sus componentes) por sí solas no preconizan ni divulgan el consumo de la sustancia
estupefaciente.

Ahora bien, en este punto del análisis, se tuvo en cuenta que, la contracara de todo
lo expuesto en cuanto al bien jurídico tutelado, es el derecho a la libre expresión
consagrado tanto por las leyes internas como por los tratados internacionales de
derechos humanos.

El artículo 14 de la Constitución Nacional argentina expresa que:

Artículo 14.- Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes


derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber: de
trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de peticionar a
las autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino;
de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de
su propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su culto;
de enseñar y aprender.

129
Marcos Antonio Torti-Iermini

Mientras que, el artículo 32 de la Carta Magna dice que: “El Congreso federal
no dictará leyes que restrinjan la libertad de imprenta o establezcan sobre ella la
jurisdicción federal.”

En el ámbito internacional, la libertad de expresión se encuentra resguardada en el


artículo 13, inciso 1° de la Convención Americana de Derechos Humanos, la cual
establece que:

Artículo 13. Libertad de Pensamiento y de Expresión. 1. Toda persona


tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho
comprende la libertad de buscar recibir y difundir informaciones e ideas
de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente por
escrito o en forma impresa o artística o cualquier otro procedimiento
de su elección.

Además, en el artículo 1° de la Ley Nacional N° 26.032 que refiere al servicio de


internet se expresa que: “La búsqueda, recepción y difusión de información e ideas
de toda índole, a través del servicio de Internet, se considera comprendido dentro de
la garantía constitucional que ampara la libertad de expresión.”

Ahora bien, desde una perspectiva analizada en el fallo “Vita, Leonardo” de la


Cámara Nacional de Casación Penal, se citó al doctrinario Germán Bidart Campos
quien explica:

Se halla normada la libertad de prensa y en cambio, no encontramos


expresamente ninguna norma que se refiera a la libertad de expresión
en cualquiera de sus modos, incluso los diferentes a la prensa, ‘decimos
que respecto a la expresión a través de medios que ´no son prensa´ hay una
carencia histórica de norma, o sea, una laguna en el orden normativo. Esa
laguna suscita la integración del orden normativo para llenar el vacío’ y ‘nos
remite en primer lugar a la norma análoga, (es decir a la más parecida que
hallamos en la Constitución, que es la referida a la prensa) y a los valores y
principios generales del derecho constitucional’. (Bidart Campos, 1998, p. 12)

También sostiene Bidart Campos en tal dirección, y haciendo una interpretación


dinámica en el tiempo de la Constitución que toma los cambios y formas de expresión
actuales que no eran conocidos por el constituyente histórico, que se puede, sin dudas,
concluir que nuestra Ley Fundamental da claro resguardo a la libertad de expresión.

130 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 113-134


Cannabis y libertad de expresión en internet, un análisis desde la jurisprudencia argentina.

Ello a partir de los principios de libertad que contiene nuestra Constitución desde su
mismo Preámbulo. (Bidart Campos, 1998)

Sumado al aspecto normativo, también se cuenta con jurisprudencia en la Argentina


relacionada a la libertad de prensa y expresión, la cual puede resumirse desde el
fallo “Ponzetti de Balbin” (Fallos 306:1892) al reciente “Rodríguez, María Belen
c/Google Inc. s/ daños y perjuicios”, R.522 XLIX del 28/11/2014, referido a la
responsabilidad de los buscadores de Internet.
En este sentido, se entendió que no existía una real puesta en peligro del bien
jurídico protegido por la ley 23.373, es decir, la salud pública, y que justifique el
cercenamiento de la libertad de expresión ya que las publicaciones no exceden lo
que a diario se discute en los medios de comunicación. Mientras que, el fiscal había
requerido que se continuara con la investigación por entender que podrían verse
afectados los propios hijos del acusado, lo cual no pudo ser probado en el expediente.

Por último, y al igual que el fallo de la Cámara Federal de Córdoba, se resaltó el fallo
“Vita, Leonardo”, aunque en este caso, se tomó como referencia lo resuelto por la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de Capital Federal, el
13 de marzo del 2002 y al momento de resolver sobre la apelación del procesamiento
del acusado Vita. En este fallo, la Cámara de Apelaciones se basó en el artículo
“Injurias, desacatos y solicitadas: el significado central de la libertad de expresión”
de Alejandro Carrió, donde se resume el denominado test del “peligro claro y actual”
(clear and present danger) desarrollado por la jurisprudencia estadounidense en
casos en que se encuentra en riesgo el derecho a la libertad de expresión de ideas a
partir de una prohibición:

De acuerdo con este test el Estado, en salvaguarda del bien jurídico que
se encuentra amenazado, puede restringir formas de expresión cuando el
discurso esté dirigido a promover en forma inmediata acciones contrarias
a la ley, y siempre, cuando este discurso pueda razonablemente derivar en
tales acciones contrarias a la ley. A su vez, la restricción a la libertad de
expresión para ser válida, debe ser impuesta en función de la protección de
un interés estatal serio y no cualquier bien que el Estado quisiese considerar
como digno de tutela. (La Ley, Tomo 1989-E, p. 147).

Para sumar a lo analizado por el Tribunal, cabe destacar lo dicho por la Cámara Nacional
de Casación Penal en el ya nombrado fallo “Vita, Leonardo”, cuando explica que:

131
Marcos Antonio Torti-Iermini

Por lo expuesto, las publicaciones de Vita y González Eggers se encuentran


alcanzadas por las garantías que protegen tanto la libertad de expresión como
la libertad de prensa. En efecto, más allá de las discusiones doctrinarias
sobre el alcance de la libertad de prensa, es claro que nos encontramos ante
un nuevo medio de comunicación, “Internet”, en el que conviven y mediante
el cual se expresan -entre otras- actividades científicas, comerciales,
periodísticas y personales. Por ello, corresponde, a la luz de los hechos del
caso, y al amparo de la Ley Fundamental, considerar a la “red de redes”
como otro medio comunicacional público y masivo, en el que se vierten
diversas formas de expresión, lo cual incluye a la prensa.

Finalmente, los tres jueces de la Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro


Rivadavia resolvieron confirmar el archivo del expediente.

CONCLUSIÓN

Como referencia final, es importante mencionar que aún hoy en la actualidad, el


debate respecto a la planta de cannabis se desarrolla con mayor crecimiento, y esto
conlleva, que se puedan visibilizar, cada vez más, situaciones reales referidas a
las vidas cotidianas de las personas en toda la sociedad. No solo se habla de los
pacientes y personas que hacen un uso terapéutico de la planta de cannabis y sus
derivados, sino de aquellas personas que cada día debaten en relación con las leyes
que penalizan las acciones entorno a los estupefacientes, y al reconocimiento de los
derechos de estas.

En el mundo de hoy, es claro que el debate trasciende las fronteras de todos los países
que se encuentran en posiciones y situaciones similares. El medio de comunicación
por excelencia en la actualidad lo configuran las redes sociales e internet, y desde
la reseña de los casos vistos, se demuestra que la legislación penal en materia de
estupefacientes puede resultar antigua e impráctica en relación con el avance de los
nuevos medios de comunicación. A causa de esto, una persona puede ser perseguida
penalmente por solo compartir información en estas formas actuales donde las
personas comparten información.

Asimismo, sin perjuicio que los fallos reseñados se enmarquen en la ley penal vigente
en la Argentina, y en específico a los delitos contemplados en la Ley N° 23.737 que
regula las acciones relacionadas a estupefacientes, lo cierto es que resulta de interés

132 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 113-134


Cannabis y libertad de expresión en internet, un análisis desde la jurisprudencia argentina.

observar el análisis propuesto en las resoluciones al estudiar los actos de compartir


información respecto a la planta de cannabis y la adecuación de la normativa nacional
a la forma de acceso a dicha información, sin entrar en contraposición con el derecho
de libertad de expresión.

Finalmente, cabe destacar en los casos vistos, como la intervención de los tribunales
resultó de suma importancia para que, desde el análisis de casos en concreto, se
pueda realizar un análisis aún más profundo en el que se tenga en cuenta, no solo
el aspecto normativo, sino, además, el contexto social, el político y el cultural en
la actualidad. Debido a esto, no se puede más que concluir en la necesidad de un
cambio de legislación en general y de mayor profundidad, basado en todos los
avances logrados en relación con la temática de estupefacientes hoy en día por
la sociedad.

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134 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 113-134


EL CONSUMO DE DROGAS EN JÓVENES CON
PROBLEMAS DE CONDUCTA: DELINCUENCIA
Y CONFLICTOS JUDICIALES

Martínez, I.M. (2019). El consumo de drogas en ISABEL MARÍA MARTÍNEZ *


jóvenes con problemas de conducta: delincuencia
y conflictos judiciales. Revista Cultura y Droga,
Recibido: 30 de julio de 2018
24 (27), 135-156. DOI: 10.17151/culdr.2019.24.27.7. Aprobado: 11 de septiembre de 2018

RESUMEN

Objetivo. Analizar la relación existente entre el consumo de drogas en jóvenes


almerienses con problemas de conducta y su vinculación posterior en actos delictivos.
Metodología. Se llevaron a cabo 50 entrevistas personales con jóvenes, menores
de 35 años, que pertenecieron a programas específicos por problemas de conducta,
otros que han estado en centros para menores infractores y que una vez cumplida
la mayoría de edad, han pasado directamente a un centro penitenciario. Resultados.
Los resultados muestran que la mayoría de los encuestados han consumido algún
tipo de sustancia antes de cumplir la mayoría de edad, observando la relación entre el
consumo de sustancias y conductas violentas, provocando problemas con la justicia.

Palabras clave: consumo de drogas, jóvenes con problemas de conducta, jóvenes infractores,
actos delictivos.

*
Licenciada en Ciencias del Trabajo. Trabajadora Social. Profesora de Trabajo Social de la Universidad de Almería.
Almería. España. E-mail: [email protected]. orcid.org/0000-0001-8859-5309. Google Sholar

Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 135-156


ISSN: 0122-8455 (Impreso) ISSN: 2590-7840 (En línea)
Isabel María Martínez

DRUG CONSUMPTION IN YOUNG PEOPLE


WITH BEHAVIOR PROBLEMS: CRIME
AND JUDICIAL CONFLICTS

ABSTRACT

Objective. To analyze the relationship between drug consumption in young Almería


citizens with behavioral problems and their subsequent involvement in criminal acts.
Methodology. Fifty personal interviews were conducted with young people under 35
years of age who belonged to specific programs due to behavioral problems, others
who had been in centers for juvenile offenders and who, once reached the legal
age, had gone directly to a penitentiary. Results. The results show that most of the
survey respondents had consumed some type of substance before reaching the legal
age, observing the relationship between the consumption of substances and violent
behavior and causing problems with justice.

Key words: drug consumption, young people with behavioral problems, young offenders,
criminal acts.

INTRODUCCIÓN

Partiendo del término adolescencia, el cual deriva del latín adolescere que significa
“crecer hacia la adultez” (Breinbauer y Maddaleno, 2005), podemos decir que
la adolescencia es la etapa de desarrollo de un individuo que tiene lugar entre la
infancia y la adultez. En ella tiene lugar el desarrollo progresivo de maduración
física, psicológica y social que llevará al ser humano a transformarse en un adulto.
Asimismo, tienen lugar cambios importantes en la persona ya que se forma tanto de
manera biológica, como psicológica y socialmente madura, además de ser capaz de
vivir de forma independiente (Sawyer, Afifi y Bearinger, 2012).

La adolescencia tiene sus propias fases de desarrollo. En éstas tienen lugar la


realización de determinadas tareas, las cuales si son desarrolladas de manera óptima
llevarán a la felicidad y éxito futuro del individuo, pero la no realización de dichas

136 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 135-156


El consumo de drogas en jóvenes con problemas de conducta...

tareas de forma positiva, pueden contribuir al fracaso y posterior infelicidad de la


persona, desaprobación social y problemas en la consecución de logros y objetivos
posteriores (Florenzano, 1996).

Según la teoría de Erikson, este periodo consiste en la búsqueda de una identidad


(Muuss, 1996). La necesidad de identificarse y saber quién se es, hace a la persona
única e irrepetible, diferente al resto (Hazen, 2008). Esta etapa de adquisición de
la propia identidad lleva aparejada diferentes aspectos tales como la aceptación
del propio cuerpo y de la personalidad, el conocimiento objetivo, la identidad
sexual, vocacional e incluso una propia ideología, incluyendo valores propios.
El autoconocimiento que el adolescente hace de sí mismo es el resultado de su propio
proceso de búsqueda activa (Muuss, 1996).

Los jóvenes pueden adoptar diversas conductas, estilos de vida con el fin de buscar
su propia identidad. En este proceso también se da lugar acierto grado de rebeldía
con respecto a la imagen familiar. Cuando un individuo es capaz de conseguir su
propia identidad, se sentirá en armonía consigo mismo, aceptando a su vez todas sus
capacidades, así como sus limitaciones (Muuss, 1996).

Otra característica de la etapa adolescente es el desarrollo emocional y social


(Sanders, 2013).La competencia emocional tiene lugar con la capacidad del individuo
de dirigir sus emociones. La competencia social tiene que ver con la habilidad de
relacionarse con otros, contribuyendo además a su bienestar personal y desarrollo
psicosocial (Culbertson, Newman y Willis, 2003).

Por todo esto, la adolescencia es un período en la vida del individuo en el cual


siente una enorme curiosidad por cosas que le hacen sentir nuevas sensaciones y
experiencias. Curiosidad por aquello que le ha sido prohibido, en la mayoría de
ocasiones, por esa situación de dependencia de los padres o tutores. Se trata de un
período crítico donde el individuo puede adoptar una serie de conductas antisociales,
dadas en su mayoría, por la necesidad de expresar su propia identidad, la cual viene
acompañada en numerosas ocasiones de cierta rebeldía. En esta etapa, pueden
manifestarse pautas de consumo e incluso, un abuso de sustancias con las que los
adolescentes manifiestan sentirse bien, porque sienten reducido su nivel de estrés y se
sienten a su vez como personas adultas. A veces también ese consumo es provocado
por la necesitad de sentirse parte de determinados grupos de iguales.

137
Isabel María Martínez

Hemos de tener en cuenta para nuestro estudio que analizaremos a menores que
han presentado graves problemas de adaptación en su entorno, tanto familiar como
educativo. Estos problemas han sido definidos como jóvenes con trastornos de
conducta, considerando los trastornos de conducta según Martín (2015) como aquel
conjunto de comportamientos disruptivos (contrarios a la norma básica), que pueden
desembocar en daños perjuicios para sí mismo o para el entorno que le rodea.

Tras la modificación en nuestro país del sistema de protección a la infancia y


adolescencia con la Ley Orgánica 8/2015, de 22 de julio, se expone que los menores
integrados en los centros específicos por problemas de conducta serán ingresados
a demanda de los propios familiares, debido a las situaciones de conflicto, en la
mayoría de los casos, que un comportamiento agresivo supone, rebeldías familiares,
ambientes de violencia hacia los progenitores, además de la dificultad para llevar a
cabo una correcta responsabilidad parental. El menor se encuentra en una situación
psicosocial diferente a otros menores ingresados en centros de protección ordinarios,
con lo cual, también precisará de la adopción de medidas distintas. Por todo esto se
hace preciso su ingreso en un centro especializado.

Existen numerosos estudios que manifiestan la relación entre determinadas actividades


de ocio y el consumo de drogas, tendiendo lugar en personas con altos niveles de
integración social (Antona, Madrid y Aláez, 2003). Destaca el comportamiento que
lleva aparejado el inicio en el consumo de alcohol y tabaco en jóvenes y adolescentes,
sobre todo, durante los fines de semana y como un acto de necesidad de cara a sus
relaciones con iguales, siendo éste el patrón a adoptar como modo de ocupación del
tiempo libre y diversión. Incidiendo que en el ocio nocturno el consumo de sustancia
cobra mayor importancia, puesto que, ante la falta de agentes de control social, este
uso esporádico puede llegar a convertirse en permanente.

No podemos obviar que, en España, el consumo de drogas no está legalizado,


destacando que está prohibida la venta y consumo de alcohol para aquellos menores
de 18 años. El problema surge cuando el consumo de alcohol está socialmente
admitido, llegando incluso a normalizar que el consumo de otras sustancias
prohibidas, como puede ser la marihuana, sea algo corriente en el consumo habitual
por parte de diferentes grupos de adolescentes, incluso valorando el consumo de
esta sustancia entre iguales (Gates et al., 2012). En la adolescencia, el consumo de
alcohol y tabaco está aceptado, incluso se tolera el consumo de cannabis-sustancia
ilegal en España- con normalidad (Limonero et al., 2013).

138 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 135-156


El consumo de drogas en jóvenes con problemas de conducta...

Tal y como contemplan Willits, Broidy y Denman (2015), el adolescente no tiene aún
una madurez desarrollada como para detener el consumo de sustancias determinadas,
lo que en ocasiones puede dar lugar a un abuso de ellas. Este sería un determinante que
podría llegar a desencadenar la comisión de un delito. La dependencia no llega en el
primer día, tal y como señalan Kelly, Davies y Schlesinger (2015), donde explican la
evolución del uso inicial a la dependencia final, que ocurre cuando los adolescentes
se acostumbran al consumo de drogas en sus momentos de relación o socialización,
en ámbitos como el colegio, el trabajo o con los amigos, etc. Estas relaciones y
hábitos de consumo que llegan a normalizar, pueden derivar en la transformación de
un uso hacia la dependencia de las drogas. Musitu (2008) destaca que la distinción
entre uso y abuso dependerá en la mayoría de situaciones del grado de marginación
o exclusión social en la que se encuentre el adolescente.

No hay un motivo único o común por los que los adolescentes consuman drogas.
Tal y como contemplan Calafat et al. (2008), muchos adolescentes consumen
solamente por pertenecer y obtener la aprobación en determinados grupos de iguales.
Según Robles (2015), hay otros adolescentes que abusan de las drogas conscientemente
e incluso otros de forma inconsciente, sin llegar a saber los verdaderos efectos
que pueden llegar a provocar. Ruiz-Olivares et al. (2010), destaca que algunos
adolescentes, no siendo un número muy elevado, llegan a ser dependientes de
determinadas sustancias, llegándoles a perturbar en cualquier ámbito de sus vidas.

Las primeras investigaciones llevadas a cabo en torno a los niveles de salud emocional
en la adolescencia hacían hincapié en que si durante la preadolescencia se había
mantenido un contacto habitual en el consumo de drogas, ello podría acarrear un
riesgo futuro para la estabilidad del adolescente (Domínguez, 2005).Otros estudios
científicos como los de Santamaría y Chait (2004); Márquez (1990); Harrison(2000)
o Delgado(1999), ponen de manifiesto que la droga lleva a la delincuencia y que
dicha combinación forma parte de un estilo de vida, fruto de una mala conducta
cuyo origen deberíamos localizar en una serie de factores tales como su perfil socio
demográfico, tipologías y patrones de consumo, así como características individuales
de cada uno como la agresividad, el egocentrismo, la depresión, una baja autoestima
y variadas características que pueden inducir a tales comportamientos antisociales.

Pero en la actualidad, el consumo de drogas no sólo va asociado a grupos marginales,


sino que los registros de consumo corresponden a personas con niveles adecuados
de integración. Este proceso ha llevado a que la creencia social sobre el consumo de

139
Isabel María Martínez

drogas asociado a determinado grupos (marginales, delincuentes, etc.) haya caído de


forma notable (Musitu, 2008). Tal y como contemplan González y Manzano (2006),
el consumo de drogas ha pasado a formar parte de la cultura adolescente, y además,
cuenta con la aceptación social del entorno.

Para la elaboración de nuestro estudio, tendremos en cuenta el art. 40 de la Ley


1/1998, de 20 de abril, de los Derechos y la Atención del Menor, el cual hace
referencia a los menores “en conflicto social” definidos como “aquéllos que por su
situación de grave inadaptación pudiesen encontrarse en riesgo de causar perjuicios
a sí mismo o a otros. Asimismo, tendremos en cuenta la Exposición de motivos I.4
de la Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad penal
de menores, la cual sólo reconoce a los jóvenes mayores de14 años y menores de
18 años como adolescentes en conflicto con la ley siempre que hayan cometido una
infracción tipificada tanto en el Código Penal como en leyes específicas, así como
haber sido detenido por la policía, acusados por la justicia y con una resolución
judicial firme o cautelar.

Autores como Andrews y Bonta, (2006); Lösel y Bender, (2003); Simoes, Matos
y Batista-Foguet, (2008) han llevado a cabo numerosos estudios en base a las
conductas delictivas en los jóvenes. Se observa un gran interés por descubrir cuáles
son las motivaciones que llevan a un joven a mostrar problemas de conducta, o
conductas delictivas. Las investigaciones refieren que son múltiples los factores y
variables que pueden afectar al desarrollo de un individuo para que éste adopte una
conducta antisocial o infractora.

La delincuencia en la adolescencia es tenida en cuenta como una manifestación


confusa dada cuando se presentan situaciones vulnerables y de exclusión social,
como puede ser una situación de desempleo, una familia desestructurada, vivir en
entornos desfavorables, el fracaso escolar, el abuso de las drogas, y otras situaciones
de riesgo para el individuo. Pero estas causas, no pueden ser motivo único para la
comisión de actos delictivos, sino que han de ser tenidas en cuenta como parte del
proceso o como un elemento más (Uceda, 2011).

El consumo de drogas o la drogodependencia ha sido la variable que ha mostrado


más influencia hacia este tipo de comportamientos delictivos. Las investigaciones
llevadas a cabo por Muñoz, Graña, Peña y Andreu (2002); Mulvey, Schubert y
Hassin (2010), muestran una correlación directa entre el consumo de drogas y las

140 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 135-156


El consumo de drogas en jóvenes con problemas de conducta...

conductas delictivas. Autores como Crespo, Perles y San Martín (2006); San Juan,
Ocáriz y Germán (2009), muestran un estándar común y consistente de consumo
de diversas sustancias adictivas en los menores con problemas de conducta y
menores infractores.

Los estudios de Navarro (2014) concluyen que la socialización de los adolescentes


en conflicto con la ley se crea a través de los mismos trastornos que ya existen en
sus vidas y en sus relaciones. Tal y como contempla Gutiérrez (2002), las amistades
aumentan en función de los entornos con los que el adolescente se relaciona, teniendo
en cuenta también si los entornos de relaciones generan algún tipo de riesgo. El grupo
puede influenciar de forma excesiva en la capacidad de actuar del adolescente, según
Herrero (2003), así como potenciar conductas incorrectas, incluidas el consumo de
alcohol, tabaco, otras drogas, así como favorecer diversos problemas de conducta.

La pertenencia al grupo de adolescentes con problemas de conducta y habituales


consumidores conllevará, como demuestran diversos estudios, a la ejecución de
actos delictivos. Las drogas forman parte del entorno que rodea al adolescente y
junto con otros elementos igual o más provocadores que las drogas (Sedó, 2000).

Investigaciones de Monahan, Steinberg, Cauffman y Mulvey (2009); Contreras,


Molina y Cano (2011), detectan determinadas características psicológicas comunes
en menores con problemas de conducta y el consumo habitual de drogas. La relación
viene dada por el bajo autocontrol del adolescente y la conducta delictiva que
desarrolla. Los menores con problemas de conductas antisociales o delictivas son
muy impulsivas y carecen de un buen autocontrol, lo cual provoca que la satisfacción
de sus necesidades deba realizarse a la mayor celeridad posible, sin dejar lugar a la
demora (López y López, 2003). Otros estudios han analizado el papel de algunas
de estas características psicológicas como son la impulsividad (Fantín, 2006),
el autocontrol, el estilo atribucional y la asertividad (López-Torrecilla, Martín,
De la Fuente y Godoy, 2000) como posibles promotores del consumo de sustancias.
También son considerados promotores de consumo una baja tolerancia a la frustración
(Calvete y Estévez, 2009; González, García-Señorán y González, 1996) y la escasez
de autocontrol (Espada, Méndez, Griffin y Botvin, 2003).

Peterson y Leigh (1990) señalan que estos jóvenes con problemas de conducta tienden
a culpabilizar la causa de sus actos a situaciones externas, lo que conlleva a que nunca
se hagan responsables de los hechos cometidos. Horvath y Zuckerman (1993) reflejan

141
Isabel María Martínez

la relación existente entre el consumo de drogas y las características psicológicas del


individuo, como puede ser la impulsividad y la búsqueda de nuevas sensaciones y
experiencias, dada a su vez con la conducta antisocial de la adolescencia.

Autores como Helstrom, Bryan, Hutchison, Riggs y Blechman (2004) atribuyen a


que los problemas de conducta externalizantes son el factor de riesgo más importante
para el consumo de drogas en menores, y que esta relación está mediada por el
consumo previo de drogas legalizadas como son el tabaco y el alcohol.

El objetivo principal de este trabajo es analizar el consumo de drogas en jóvenes


almerienses con problemas de conducta que, además han acabado cometiendo alguna
infracción y se vieron inmersos en un conflicto con la ley, y a día de hoy, ya cumplieron
mayoría de edad y han estado privados de libertad por conductas delictivas, dando a
conocer la realidad de la conducta desviada que les ha llevado a vivir inmersos en el
mundo de la delincuencia y el consumo de sustancia psicoactivas, siendo necesaria
una actuación de prevención, intervención y tratamiento en ésta población.

MÉTODO

Muestra

A través de un enfoque metodológico cualitativo nos acercamos a la narración


subjetiva de personas que estuvieron en:

• Programas para menores con problemas de conducta


• Centros para menores infractores
• Centros penitenciarios
• Que hayan consumido o sean consumidores de sustancias psicoactivas

Se han realizado 50 entrevistas, entre mujeres y hombres, con edades inferiores a los
35 años. Se ha elaborado un cuestionario para llevar a cabo el análisis de la muestra,
así como entrevistas individualizadas con cada participante.

Hemos tratado de indagar en la realidad familiar, social, educativa, así como el


consumo de sustancias psicoactivas de aquellos jóvenes que cometieron una falta
y estuvieron bajo los programas autonómicos para menores con problemas de

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El consumo de drogas en jóvenes con problemas de conducta...

conducta. Y también a aquellos menores que cometieron alguna infracción tipificada


en el Código Penal siendo adolescentes, que fueron detenidos por los cuerpos
de Seguridad del Estado, acusados ante la justicia, con una resolución judicial
condenatoria y que, una vez cumplida la mayoría de edad, cumplieron el resto de su
condena en un centro penitenciario.

Queremos conocer y detectar las distintas variables socio demográficas, nivel


educativo, histórico delictivo, situación penitenciaria, sus hábitos de consumo, con
la intención de conocer los itinerarios de cada uno de ellos a fin de crear unos perfiles
que nos permitan averiguarlas características más destacadas con las que poder
participar en la elaboración de metodologías de prevención e intervención.

El análisis estadístico de los datos obtenidos se ha llevado a cabo mediante el


programa Microsoft Excel.

Diseño y procedimiento

Según los cuestionarios cumplimentados y las entrevistas realizadas, nos encontramos


ante un estudio de tipo descriptivo. La información es recogida a través de una
plantilla informática elaborada para tal fin.

Las categorías de cada variable que se han tenido en cuenta son:

• Variables demográficas: género, edad, nacionalidad, nivel educativo, ámbito


familiar.
• Variables psicosociales: patrones de consumo de drogas, tipo de drogas,
programas de deshabituación.
• Actos delictivos: antecedentes penales, tipo de delito, estancia en centros,
pertenencia a programas.

RESULTADOS

La participación ha sido de manera voluntaria con un objetivo cumplido del 100%


sobre los posibles candidatos que reunían los criterios establecidos, suponiendo así
un total de 50 jóvenes menores de 35 años. Con respecto a la identificación social de
la población encuestada, destacamos que 10 son mujeres y el resto varones.

143
Isabel María Martínez

Tabla 1. Género y nacionalidad.

  Española Marroquí Rumana Lituana

Hombres 26 6 3 5

Mujeres 8 1 1  

Fuente: elaboración propia.



Hemos de señalar la variable etnia, la cual no se ha tenido en cuenta en la tabla,
destacando que de los 26 hombres españoles, ocho son de étnica gitana, y de las seis
mujeres españolas, tres de ellas también son de etnia gitana.

Nivel educativo

Al tomar como referencia el nivel educativo alcanzado en sus últimos estudios


finalizados, algo más de la mitad de ellos (52%), no ha logrado siquiera alcanzar la
ESO1. Le sigue quienes sí la han finalizado (42%), e incluso dos de ellos superaron
el bachiller. Una chica de las entrevistadas ha conseguido finalizar sus estudios de
formación profesional, especializándose en técnico en cuidados sociosanitarios.
Ninguno de los entrevistados ha llegado a realizar estudios universitarios, manteniendo
un gran desfase curricular debido al absentismo y la falta de motivación.

Tabla 2. Nivel educativo.

Alumnos Porcentaje

Sin estudios 26 52%

Enseñanza secundaria obligatoria 21 42%

Bachiller 2 4%

Formación profesional 1 2%

Universitarios 0 0%

Fuente: elaboración propia.

1
Educación secundaria obligatoria. Sistema educativo español de enseñanza secundaria.

144 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 135-156


El consumo de drogas en jóvenes con problemas de conducta...

Ámbito familiar

Con respecto a la estructura familiar a la que pertenecen y con la que conviven,


así como el inmueble en que habitan, podemos apreciar familias de todo tipo:
monoparentales, nucleares y extensas. La mayoría de ellos habitan en viviendas
propiedad de los padres, si bien el dato más preocupante lo ofrece la población
extranjera al manifestar que viven solos o con compatriotas en viviendas ocupadas.

Tabla 3. Convivencia y situación del inmueble.

Vivienda en Vivienda en
Vivienda Vivienda Vivienda
propiedad libre propiedad
ocupada arrendada cedida
de cargas con cargas

Solo o con compatriotas 10

Familia monoparental 5 8 3

Familia nuclear 8 3 3

Familia extensa 7 3

Fuente: elaboración propia.

Patrones de consumo

En este apartado, conoceremos los patrones de consumo que posee la población


encuestada, así como las sustancias psicoactivas que consumen, edad de iniciación y
su posible relación con los delitos cometidos.

Al observar la tabla expuesta a continuación y elaborada con los datos extraídos, la


edad media de inicio en el consumo de alcohol de la población encuestada es cuanto
menos preocupante (12 años), si bien los que más consumen, lo hacen a diario y su
edad media sube hasta los 14 años, ascendiendo a un año más demedia (15 años) en
aquellos cuyo hábito de consumo es durante los fines de semana. Con respecto al
consumo de tabaco, el dato más relevante que podemos observar es que la mayoría
de los participantes, fuma a diario con una edad media de inicio de 12,5 años.

En relación con el consumo de cannabis, la población encuestada que lo hace a diario


coincide con la fumadora, si bien la edad media de inicio en el consumo llega a los
14 años. Por otro lado, en el análisis de resultados en función al consumo de cocaína

145
Isabel María Martínez

y otras sustancias, la edad media ronda los 16 años, siendo un hábito prioritario
durante los fines de semana y festivos como parte de su ocio y diversión, salvo uno
de ellos, que su hábito de consumo es diario, presentando muestras de los efectos que
ello le está produciendo a través de trastornos psíquicos como ideas paranoides de
seguimiento y persecución o cambios repentinos de humor, entre otros.

Otro dato para destacar dentro de los extraídos es la respuesta de los encuestados
sobre el conocimiento de alguna enfermedad asociada al consumo de sustancias
psicoactivas. El 57,89% manifiestan no tener conocimiento alguno y el resto, aunque
dicen que sí saben de la existencia de estas, tampoco hacen definiciones muy claras
sobre ellas.

Tabla 4. Frecuencia de consumo, tipo de sustancia psicoactiva y edad media de inicio.

Fuente: elaboración propia.

Programas de deshabituación

A través de este apartado, sabremos quiénes de ellos han llevado a cabo un programa
de deshabituación y su resultado.

Aunque en los centros que han estado, tanto para menores infractores, como ya en el
penitenciario existieran programas para la deshabituación en el consumo de drogas,
sólo 18 de los encuestados han asistido alguna vez a dichos programas.

146 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 135-156


El consumo de drogas en jóvenes con problemas de conducta...

Tabla 5. Asistencia a programas de deshabituación de consumo.

Jóvenes Porcentaje

Inmersos en programas de deshabituación 3 6%

Asistieron a programas de deshabituación 18 36%

Nunca asistieron a tales programas 29 58%

Fuente: elaboración propia.

Delincuencia y consumo

En el siguiente apartado analizaremos la edad media en la detección de los primeros


problemas de conducta, así como la edad media de la comisión del primer delito.
Es curioso como esta última coincide con la edad media de iniciación en el consumo
de alcohol y anterior a la del consumo de cannabis, que ronda los 14 años.

Con respecto a la hora de llevar a cabo los delitos, destacan aquellos en los que
no actuaron solos, siendo el de robo el más cometido entre ellos frente al delito
de violencia, tanto en ámbito familiar como fuera de éste, que fueron llevados a
cabo de forma individual. En cuanto a la relación entre delito y consumo, 24 de los
encuestados afirman que su actividad delictiva no está relacionada con el consumo,
igualando al resto de los encuestados, donde si bien no todos lo confirman con
un sí rotundo, responden con afirmaciones del tipo: “puede ser...”, “algunos...”.
Sólo dos de los participantes manifiesta no saber si esto tiene relación o no.
Sin embargo, cuando cometieron el delito, la mayoría de ellos sí reconocen haberlo
realizado bajo efectos de sustancias psicoactivas, por lo que podemos presuponer
el efecto de desinhibición que les lleva a esa delincuencia inducida a la que hacen
referencia Delgado (1999) y Márquez (1990), entre otros, poniendo al descubierto
la posible ignorancia de algunos de los encuestados ante la reflexión de existencia
de relación entre delito y consumo, pues hay que destacar que aquellos que la han
reconocido, son en su totalidad policonsumidores. Por tanto, hemos de presuponer
que nos encontramos ante un grupo que practica la delincuencia funcional para
conseguir los recursos económicos necesarios para la adquisición de la sustancia
dado el coste elevado que posee frente al cannabis, el cual, en un momento dado,
puede llegar a ser cultivado por el propio consumidor.

147
Isabel María Martínez

Tabla 6. Consumo y actos delictivos.

Edad Media sí No ns/nc

Edad detección problema de conducta 8,6

Edad comisión primer delito 14,2

Actuaba solo * 7 43

Cree que su delito está relacionado con el consumo * 24 24 2

Delito cometido bajo efectos de las drogas * 29 21  

Fuente: elaboración propia.

Ámbito de adolescencia en conflicto con la Ley

Adentrándonos en la dimensión judicial, podemos comprobar que la edad media de


inici0 en conflicto con la Ley es de 14,2 años, siendo la infracción más cometida la
del robo (en todas sus dimensiones: con fuerza, con violencia...), seguida de violencia
y maltrato familiar, con medidas impuestas de internamiento, principalmente, en los
centros para menores infractores, cuya permanencia media total fue de 10,55 meses.

Tabla 7. Acto/delito, programa/centro y período.

Programa Menores Centros para


Permanencia
Acto/Delito con problemas de menores
media
conducta infractores

Mala conducta en la escuela 8 6 meses

Mala conducta en el ámbito familiar 8 8 meses

Conducta antisocial 10 8 meses

Robo 8 10,16 meses

Violencia familiar 4 17,5 meses

Agresión con lesiones   2 18,5 meses

Fuente: elaboración propia

Cabe señalar que la edad media de iniciación en conflicto con la ley no coincide con
la de la comisión del primer delito pues, en la mayoría de los casos, los encuestados
ya habían cometido algunos delitos con anterioridad, bajando así la edad media en la
comisión de estos hasta los 13,68 años.

148 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 135-156


El consumo de drogas en jóvenes con problemas de conducta...

De igual forma, únicamente en los delitos por robo, los entrevistados manifestaron
no actuar solos, siendo utilizados en las hazañas como lazarillos, por grupos de
mayor edad que sabían de los beneficios que ofrece la ley de menores en caso de
que pudiesen llegar a ser detenidos a la vez que los menores infractores, recibían
el reconocimiento y adhesión al grupo, haciéndoles sentir adultos y valorados.
Una situación determinada por un gran número de factores de riesgo que ofrecen
como resultado directo el propio medio social, los espacios y comunidades en las
que se desenvuelven.

Situación penitenciaria

El delito más cometido es el de robo con una edad media de ingreso en prisión que
ronda los 21,53 años, unas condenas medias de 44,64 meses y unas permanencias
actuales en el centro penitenciario de 22,6 meses, lo que supone estar cumpliendo
más de la mitad de la condena. Sin embargo, existe uno que sí representa una cifra
oscura y preocupante dado el número de delitos que han podido realizar sin que
cuerpos de seguridad del Estado ni justicia hayan podido encontrar a su responsable.
Estas cifras confirmarían la inmersión de los encuestados en una carrera delictiva
donde ya no importa si la droga llevó al delito o éste a la droga. Sea como fuere, lo
cierto es que están inmersos en un mundo de drogodelincuencia del que desearían
salir sin saber cómo, ya que preguntado por sus sueños, la mayoría sueña con un
trabajo estable y la creación de una familia lejos del mundo en el que se encuentran.

Si recurrimos a la ley penitenciaria, el tratamiento penitenciario queda definido en


la Ley Orgánica General Penitenciaria como el conjunto de actividades culturales,
educativas, deportivas y terapéuticas encaminadas a la consecución de los fines
establecidos de reeducación y reinserción establecidos constitucionalmente para las
penas privadas de libertad (Art. 59 y ss. LOGP).

Según esta ley, el tratamiento penitenciario pretende hacer del preso una persona con
la intención y capacidad de vivir respetando a la sociedad.

Para ello, el reglamento penitenciario establece en su Art. 110 RP que la administración


penitenciaria diseñará programas formativos orientados a desarrollar aptitudes de
los internos, enriquecer sus conocimientos, mejorar sus capacidades técnicas o
profesionales y compensar sus carencias.

149
Isabel María Martínez

Así mismo, utilizará programas y técnicas de carácter psicosocial orientadas a


mejorar las capacidades de los internos y a abordar aquellas problemáticas que
pueden haber influido en su comportamiento delictivo anterior.

Por último, se tendrán que propiciar y fomentar los contactos del interno con el
exterior haciendo uso de los recursos disponibles, con el objetivo de promover una
adecuada reinserción de éste en la sociedad.

Si continuamos con dicho reglamento penitenciario, su Art. 112 RP nos habla sobre
la participación del interno en el tratamiento, estimulando su participación en la
planificación y ejecución de este.

Además, el profesional del equipo técnico encargado de su seguimiento, le informará


de los objetivos a alcanzar durante el internamiento, de los medios y los plazos más
adecuados para conseguirlos.

En el apartado 3º del Art. 112 RP ya referenciado, el interno podrá rechazar


libremente o no, colaborar en la realización de cualquier técnica de estudio de su
personalidad, sin que ello tenga consecuencias disciplinarias, regimentales ni de
regresión de grado.

CONCLUSIONES

Las drogas han evolucionado y su consumo ya no se encuentra específicamente


relacionado con grupos marginales o delincuentes. Actualmente, las drogas forman
parte de los procesos de socialización, siendo el propio adolescente el que usa,
abusa o depende de las drogas. El riesgo es un agente actual en la socialización
del adolescente en general y del adolescente con problemas de conducta. A mayor
consumo, mayor probabilidad de comisión de acto delictivo, teniendo que resaltar
que no sólo es la droga lo que afecta de forma negativa en el adolescente, sino
también aquellas circunstancias difíciles que le pudieran rodear, provocando que éste
asuma complicadas situaciones capaces de condicionar el consumo, incrementando
de esta manera la situación de riesgo.

El tiempo transcurrido desde su salida del Centro de Menores hasta su ingreso


en prisión ronda un lustro sin que durante ese período hayan mejorado su nivel

150 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 135-156


El consumo de drogas en jóvenes con problemas de conducta...

educativo, formativo o laboral, encontrándonos ante individuos policonsumidores


sin llegar a tener claro si qué llevo a qué.

Según la tesis de Uceda (2011) sobre adolescentes en conflicto con la ley, la edad
media que obtiene de su investigación está alrededor de los 16 años. Sin embargo, en
la población objeto de estudio de este trabajo, dicha edad baja hasta los 14,22 años
sin que esté relacionada con la primera vez que cometieron el delito pues, en este
caso, la edad baja hasta los13,68 años.

Aunque en familias desestructuradas, con problemas económicos y en situación


de exclusión, el riesgo puede incrementarse, hemos de resaltar que hoy día, la
drogodelincuencia ya no es única de clases sociales o económicas concretas.

Con respecto al consumo de sustancias psicoactivas, legales o no, éstas han pasado
a formar parte en sus espacios de ocio y diversión con una edad media de inicio al
consumo, según el EDADES (2013), de 16,7 años; un dato muy lejano del obtenido
en este trabajo y que va desde los10,2 años para el consumo de tabaco, pasando por
los 13,6 años de media en el consumo de alcohol, los 14años para el cannabis y los
15,7 años en el consumo de cocaína.

Los datos manejados son tan preocupantes que las medidas de prevención se hacen
necesarias y urgentes en la población más joven; aunque no de cualquier manera pues,
las campañas de prevención que se han desarrollado durante décadas, demuestran su
escasa efectividad dados los resultados obtenidos, probablemente, por una falta de
observación en los cambios que se han ido produciendo en nuestra sociedad, con
un aumento de la diversidad cultural, una publicidad centrada en el consumo como
símbolo de bienestar y felicidad y unos medios digitales que, si bien han favorecido
la globalización, ésta ha favorecido a los jóvenes la importación de unos patrones de
ocio y diversión que nada se asemejan a lo deseado por nuestra sociedad y mucho
menos, a la realidad.

La educación preventiva en la socialización es fundamental para evitar conflictos en


la adolescencia (Navarro y Galiana, 2015).Se considera interesante una prevención
con más atención en los lugares proclives donde pueda llevarse a cabo el consumo,
principalmente en los espacios de ocio y diversión ya que sería el lugar más adecuado
para abordar y explicar esta realidad, centrándose en el problema específico de cada
lugar, de cada ciudad, de cada barrio o incluso, de cada calle.

151
Isabel María Martínez

Sólo desde el testimonio directo del entorno y la realidad que lo reproduce, podremos
desarrollar programas efectivos de prevención, atendiendo a las necesidades de
estos jóvenes adolescentes, en riesgo de conflicto para, desde allí mismo, dotarles de
recursos suficientes que les facilite un estilo de vida con hábitos saludables, a la vez
que los aleja del mundo de la drogodelincuencia.

Pasar de la prevención al tratamiento conlleva la aceptación del fracaso en el primer


proceso, agudizándose aún más el problema ante la falta de medios materiales y
humanos, pero sobre todo, de falta de voluntad por parte de todos los que componen
su entorno (entorno familiar, comunidad, escuela, institución, etc.), alimentando así
un futuro poco esperanzador para estos jóvenes.

Por ello, consideramos que el mejor tratamiento para la drogodelincuencia es la


prevención, con la implicación de la familia, la sociedad, las instituciones y centros
educativos pues, como manifiestan los franceses Loeber y Stouthamer-Loeber, en
su libro “La prédiction de la délinquance” (“La predicción de la delincuencia”):
“el fracaso escolar es un anunciador de la delincuencia futura y, en el caso de los
adolescentes con trayectorias consolidadas, no es anunciador sino determinante”.

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violencia en un barrio del distrito de Aguablanca
Recibido: 26 de julio de 2018
(Cali, Colombia). Revista Cultura y Droga, 24 Aprobado: 6 de octubre de 2018
(27), 157-187. DOI: 10.17151/culdr.2019.24.27.8.

RESUMEN

El artículo analiza la forma de reconfiguración del orden social en un barrio del


Distrito de Aguablanca en Cali, a partir de los cambios y reacomodamientos regionales
y nacionales del negocio del narcotráfico. Con base en un trabajo etnográfico, se
indaga la incidencia del microtráfico en el sector analizado, cómo ha transformado a
las pandillas, disminuido la agencia de sus habitantes e introducido nuevas formas de
violencia como la contratación de jóvenes por bandas criminales externas al barrio
y la adopción de nuevos repertorios de violencia no cuantificables, que suponen
una ‘pacificación’ del barrio debido a la disminución de las cifras de homicidios.
Se argumenta que los escenarios más vulnerables a estas dinámicas son sectores
con mayores desventajas socioeconómicas, pues los discursos que asocian clase,
raza y espacio urbano como factores productores de violencia, crean geografías
racializadas que se convierten en escenarios propicios para reclutamiento de jóvenes
por bandas criminales.

Palabras clave: violencia urbana, microtráfico, orden social, desigualdad social.

*
Este artículo forma parte de la investigación sobre Orden social, microtráfico y outsocurcing criminal en Cali,
ralizada para obtener el título de Magister en Estudios sociales y políticos de la Universidad Icesi.
**
Magister en Estudios sociales y políticos. Universidad Icesi (Cali-Colombia). E-mail: [email protected]
orcid.org/0000-0002-0580-1160. Google Scholar

Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 157-187


ISSN: 0122-8455 (Impreso) ISSN: 2590-7840 (En línea)
Diana Vinasco-Martínez

PACIFYING THE NEIGHBORHOOD: SOCIAL ORDER,


DRUG MICRO-TRAFFICKING AN OUTSOURCING
OF VIOLENCE IN A NEIGHBORHOOD OF THE
AGUABLANCA DISTRICT (CALI, COLOMBIA)

ABSTRACT

This article analyzes the form of reconfiguration of social order in a neighborhood


of the Aguablanca District in Cali, based on changes and regional and national
rearrangements of the drug trafficking business. From ethnographic work, the
incidence of micro-trafficking in the analyzed sector is analyzed, as well as how it
has transformed gangs, diminished the agency of its inhabitants, and introduced new
forms of violence such as the hiring of young people by criminal gangs outside the
community, and the adoption of new non-quantifiable violence repertoires which
represent a ‘pacification’ of the neighborhood due to the decrease in homicide figures.
It is argued that the most vulnerable scenarios to these dynamics are the sectors with
greatest socioeconomic disadvantages because the discourses that associate class,
race and urban space as factors create racialized geographies that become favorable
scenarios for the recruitment of young people by criminal gangs.

Key words: urban violence, drug micro-trafficking, social order, social inequality.

INTRODUCCIÓN

El escenario de postconflicto en Colombia, luego de la firma del Acuerdo de Paz


entre el gobierno colombiano y las Farc en 2016, generó un amplio debate sobre las
temáticas que debían incluirse en la agenda pública para la construcción de paz; una
de ellas ha sido el papel de las ciudades en este proceso, teniendo en cuenta que en los
escenarios urbanos se están desarrollando nuevas formas de criminalidad y violencia
y que la urbanización del país ha estado acompañada, por diversos motivos, de una
urbanización del conflicto armado en las últimas décadas. Por ello, desde las ciencias
sociales se han realizado llamados a incluir las problemáticas de la violencia urbana
entre los retos que debe enfrentar el país en el postconflicto (Ávila, 2016; Pérgolis y
Ramírez, 2015; Patiño, 2013).

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Pacificando el barrio: orden social, microtráfico y tercerización de la violencia en un barrio...

Sin embargo, el interés por el estudio de la violencia en las ciudades colombianas no


se limita a los años recientes ni a su relación con el acuerdo de paz firmado en 2016.
Desde finales de los años ochenta, autores como Camacho y Guzmán para el caso
de Cali (1988; 1990; 1993), centraron sus análisis en la relación entre narcotráfico
y violencia urbana, debido a la fuerza que empezó a cobrar el narcotráfico en el
país en ese momento, con gran notoriedad en esta ciudad y en Medellín, y que
continúa vigente ante la evidente relación entre narcotráfico, estructuras criminales
y delincuencia común.

Tal como señala Salazar (2015), no se puede entender la situación actual de Cali sin
tener en cuenta cómo ha evolucionado durante varias décadas la interacción entre
los negocios ilegales, la violencia y el poder político, que ha generado una violencia
estable, reguladora de un orden social en el que se combinan prácticas legales e
ilegales, lo que explica la permanencia de la violencia y la imposibilidad de construir
un proyecto incluyente de ciudad.

Estos fenómenos no golpean de igual forma a todos los sectores de la ciudad, pues
la violencia asociada al narcotráfico y el sobresaliente aumento de las dinámicas del
microtráfico1, se concentra más en ciertos barrios y zonas de la ciudad, reconfigurando
relaciones sociales entre diferentes actores locales, estatales y armados ilegales.

Tal es el caso de zonas como el Distrito de Aguablanca, que puede caracterizarse por
su alta concentración de desventajas socioeconómicas y trabajo informal. También
concentra el mayor porcentaje de afrodescendientes de la ciudad, debido a las olas
de desplazamiento provenientes del Pacífico colombiano, como consecuencia del
conflicto armado. Los altos índices de violencia presentes en esta zona de la ciudad,
unidos a la concentración de la pobreza y el alto componente étnico afrodescendiente,
han terminado por reproducir un discurso que asocia clase, raza y espacio urbano
como productores de dinámicas de violencia en la ciudad.

Es pues necesario reconocer la multiplicidad de actores y procesos que dan pie a la


reproducción de la violencia y que interactúan, implícita o explícitamente, para su

1
El microtráfico es entendido como uno de los fenómenos insertos dentro del narcotráfico. El Observatorio de
Drogas de Colombia describe el narcotráfico como un sistema que incluye, a su vez, cuatro subsistemas: producción,
distribución, comercialización y capital circulante. El microtráfico se ubica en la fase de distribución de las sustancias
psicoactivas, pero se orienta exclusivamente al mercado nacional y tiene su fase final en el narcomenudeo, que se
refiere al abastecimiento de los expendedores locales y la venta del producto al consumidor (ODC, 2016).

159
Diana Vinasco-Martínez

mantenimiento. Los habitantes de estos sectores, sin embargo, no deben ser vistos de
manera dicotómica: únicamente como actores pasivos (solo víctimas), o únicamente
como auspiciadores de la violencia y el delito (actores armados o cómplices); pues
las realidades de la violencia en las localidades pueden llegar a ser mucho más
complejas y pasan por la multiplicidad de interacciones, tensiones y prácticas que se
establecen en un espacio.

Como forma de visibilizar estas interacciones en la violencia en Cali, desde lo local,


este artículo se centra en la reconfiguración de los órdenes sociales que establece
la violencia asociada al microtráfico, a partir del trabajo etnográfico realizado en
un barrio ubicado en el Distrito de Aguablanca, oriente de la ciudad, que aquí será
denominado El Barrio2. Con ello se busca aportar una visión local sobre la relación
entre actores locales, Estado y actores externos, más allá de las cifras que muestran
un espacio violento que invisibiliza las estrategias de sus habitantes para lidiar con
la violencia. También se pretende demostrar la influencia de los actores externos en
el mantenimiento y reconfiguración de la violencia y el poder que adquieren para
controlar a los actores armados internos y al resto de la población, evidenciando
la reproducción de las dinámicas regionales y nacionales en la violencia local, y el
papel que juegan las desigualdades sociales de la ciudad en el mantenimiento de
espacios violentos y marginados. Dicha perspectiva permite argumentar que, a pesar
del poder intimidante que significa el uso de la violencia armada de ciertos grupos,
sus formas de actuación también se reconfiguran a partir de las dinámicas propias del
lugar en el que se imponen, conformando diversos tipos de orden social.

Esto implica que la coexistencia de actores armados y la comunidad, no sea vista


aquí como una simple relación dicotómica (legal-ilegal, amigo-enemigo, víctima-
victimario), por el contrario, ésta implica tensiones, interacciones y constantes
transformaciones. Relaciones que se hacen más evidentes en sectores marginados
donde las desventajas socioeconómicas, terminan siendo un escenario propicio para
el ejercicio de diversas formas de violencia que impactan de diferentes formas y en
grados variables a sus habitantes. Esto se hará evidente a través del rastreo de nuevas
formas de ejercer la violencia como el outsourcing criminal3 y las estrategias para
controlar los negocios ilegales –como la ‘pacificación’ de los barrios a través de
2
Los nombres de los entrevistados también han sido cambiados, para evitar cualquier inconveniente de seguridad.
3
El outsourcing criminal se puede definir como la contratación de jóvenes que demuestran mayores capacidades
para delinquir, a bandas criminales asociadas al microtráfico, para actividades de sicariato, extorsión, microtráfico,
etc. Para ampliar este tema ver: (Valencia, 2015) (Valencia y Vinasco, forthcoming).

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Pacificando el barrio: orden social, microtráfico y tercerización de la violencia en un barrio...

nuevos repertorios de violencia menos visibles para las autoridades; y la construcción


de geografías racializadas (Alves, 2017), que crea discursos de focalización de la
violencia en ciertas zonas, como estrategia para imponer políticas de represión sobre
poblaciones vulnerables y mostrar éxito en las políticas de seguridad.

Para ello, esta investigación se sustenta en un trabajo que combina a)la exploración
de las trayectorias de vida de algunos habitantes de El Barrio, a partir de un trabajo
de campo etnográfico4, b)un análisis del fenómeno del narcotráfico, la violencia y
la desigualdad en Cali y el Distrito de Aguablanca desde una perspectiva histórica
y, c)el análisis de las cifras de homicidios en la ciudad, el Distrito de Aguablanca
y El Barrio, tomando como base los datos del Observatorio Social de Cali en sus
informes anuales 2005-2017. A través de ello, se busca entender cómo este sector y
sus habitantes han sido impactados por la violencia, cómo la interpretan, confrontan
y negocian con ella.

Orden social y violencia en contextos locales

Para analizar los matices que adquiere la incursión y presencia de actores armados
en un determinado espacio, resulta pertinente, más que analizar la forma como éstos
controlan el espacio, plantear los tipos de relaciones que se establecen entre quienes
habitan un espacio con alta presencia de actores armados y violencia. Para ello, el
presente análisis se sustenta en la noción de orden social, que es definida por Lilian
Bobea como el “conjunto de normas implícitas y explícitas que regulan la interacción
entre individuos en una comunidad o localidad dada, a partir de normas preestablecidas
y compartidas por la colectividad” (2017, p. 78). Es decir que los tipos de relación
entre diversos actores van configurando formas de habitar el territorio, negociar con
la violencia y tramitar el peligro; no en términos de una negación de la violencia y la
victimización a la que están sometidos los habitantes de un lugar, sino en términos
de las estrategias que cada sujeto adopta para permanecer en una zona marcada por
la violencia. La forma en que el orden social se configura en un determinado espacio
depende de los actores que lo habiten, así como de sus prácticas cotidianas y del
poder que ejerzan sobre él. Hace referencia a los patrones de organización social y
cómo se desarrolla la vida social y política en un determinado espacio, en la cual se
conjugan distintos tipos de orden que pretenden ser impuestos: el estatal, el de los
grupos armados y el de la vida cotidiana de los habitantes de una localidad.

4
Las entrevistas fueron realizadas entre abril de 2017 y enero de 2018.

161
Diana Vinasco-Martínez

Por otro lado, el trabajo realizado por García et al. (2011, 2014a, 2014b), sobre ordenes
locales en contextos de violencia en nueve municipios de Colombia, se sustenta en
una idea de orden social que refiere a patrones y acuerdos intersubjetivos que regulan
la interacción entre quienes componen una sociedad, cualquiera sea su escala socio-
espacial. Dichos acuerdos permiten orientar las cotidianidades de los actores, en cuanto
a sus relaciones sociales, políticas, económicas y simbólicas. Además, el orden social
no significa una ausencia o eliminación de la violencia, pues en zonas de conflicto
armado, orden y violencia no pueden ser vistos como opuestos, sino que la violencia
puede ser un factor determinante y co-presente en el mantenimiento del orden social
(García et al., 2014a). Romper la dicotomía entre orden y violencia, plantea una mirada
amplia sobre la forma en que han sido constituidas las relaciones sociales, políticas y
económicas, en contextos atravesados por el conflicto (García, 2011, p. 57).

Sin embargo, los estudios que han indagado por el orden social en contextos de
violencia en Colombia han puesto un mayor énfasis en el orden impuesto por los
actores armados y el apoyo o la resistencia a éstos, con lo cual se ha dado poca atención
a las interacciones que surgen entre actores armados y no armados. Por ello, para
comprender cómo se estructura el orden social, es necesario ir más allá del análisis de
cómo una población colabora, obedece o se somete a un grupo que predomina a través
de la violencia; es necesario analizar las resistencias, disputas y negociaciones y cómo
aportan éstas a la estructuración del orden social (García, 2011, pp. 72-73).

Asimismo, se debe tener en cuenta que los análisis macro no permiten evidenciar la
forma en que operan estas interacciones entre actores armados y no armados. Sería
entonces, como señala Arjona (2016), en lo local –en las zonas rurales, el pueblo
y en las ciudades, el barrio– donde se podrían rastrear las diversas dimensiones
implicadas en la construcción de las relaciones sociales. Dicha escala de análisis
permite determinar las variaciones del orden social, teniendo en cuenta que los
grupos armados pueden variar sus estrategias de una comunidad a otra dependiendo
de la forma en que éstas reaccionan a sus actuaciones. La localidad es entonces, para
la misma autora, la unidad ideal para analizar las formas que adquiere el orden social
en la violencia, pues una unidad geográfica mayor pasaría por alto las variaciones
que el orden social puede adquirir dentro de una ciudad o localidad:

En cuanto a la interacción entre grupos armados y comunidades, es importante


resaltar que, si bien la guerra siempre trae consigo victimización en las zonas
donde los grupos están presentes, tal fenómeno tiene lugar no solo en distintas

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Pacificando el barrio: orden social, microtráfico y tercerización de la violencia en un barrio...

proporciones sino también en diferentes contextos y procesos de transformación


de la vida local. Para entender los efectos del conflicto sobre las poblaciones que lo
viven cotidianamente es necesario explorar las diversas maneras como la presencia
de los grupos armados transforma la vida local. Para hacerlo, es fundamental
preguntarnos por las alternativas de la población civil. (Arjona, 2008, p.161).

Dichas alternativas no se refieren a formas directas o explícitas de oponerse o enfrentar a


los grupos armados, por el contrario, se relacionan con las prácticas cotidianas que cada
habitante realiza para asumir los peligros presentes en su entorno. Asimismo, refiere a
la forma en que éstos perciben la violencia, la vida cotidiana y las relaciones sociales.

Sin embargo, los análisis basados en la categoría de orden social en relación con
el conflicto armado y la violencia en Colombia se han centrado principalmente en
zonas rurales y municipios pequeños. Este énfasis tiene que ver con que el escenario
de mayor confrontación de los grupos armados fue el campo y, a su vez, la mayoría
de actos violentos fueron cometidos en contra de las comunidades rurales (masacres,
desplazamientos, violaciones a los derechos humanos). Ello no significa que las
ciudades no hayan sufrido las consecuencias del conflicto, sino que la crudeza del
conflicto armado en el campo relativizó los análisis sobre la violencia urbana y sobre
las conexiones campo-ciudad del conflicto.

Lo que se propone, entonces, es un análisis de la violencia urbana y el microtráfico en


Cali desde la perspectiva del orden social y a escala local, a partir de la descripción
de cómo los actores asumen su vida cotidiana con relación a las prácticas de violencia
presentes en un barrio de Cali con altas cifras de violencia. Con ello se busca indagar
cómo los actores locales las enfrentan, las interpretan, se relacionan con ellas o las
ignoran. Esto supone reconocer que la violencia puede ser percibida y asumida de
diversas maneras en una misma localidad e implica analizarla como una estructura
interrelacionada, en la cual sus formas, propósitos, actores y consecuencias, varían de
acuerdo con las dinámicas locales, nacionales y globales. Dichas dinámicas pueden ser
las políticas antidrogas del país y de la región, los intereses y negocios de los carteles
del narcotráfico o las agendas políticas de los gobernantes. De esta manera no solo los
actores externos deben ser tenidos en cuenta, ya que a pesar del poder intimidante que
significa el uso de la violencia armada de los grupos que ejercen el microtráfico, los
habitantes de un sector también pueden crear estrategias y dinámicas que les permitan
seguir ocupando y movilizándose estratégicamente en un espacio, dinámicas que,
incluso, pueden terminar reproduciendo o legitimando la violencia.

163
Diana Vinasco-Martínez

Cali: migración, desigualdad social y narcotráfico

Los cambios ocurridos en las estructuras regionales e internacionales del narcotráfico,


han terminado por afectar las localidades, debido a las nuevas dinámicas de
comercialización dentro de los barrios, así como a la imposición de prácticas de
violencia, intimidación y miedo. Pues, aunque los grupos asociados al negocio de la
droga han variado en su estructura y actuación, desde los grandes carteles de la droga
surgidos en la década de los años ochenta hasta las bandas de microtráfico en la
actualidad, el papel que continúan ejerciendo en la explicación sobre la permanencia
y los altos índices de violencia en la ciudad es innegable.

La ciudad de Cali, capital del Valle del Cauca, se encuentra ubicada en el suroccidente
del país, como punto intermedio y de conexión entre el centro del país, la región
costera del Pacífico colombiano y los departamentos vecinos de Cauca y Chocó. Su
ubicación geográfica la convierte en paso obligado para el tránsito de exportaciones
e importaciones por su cercanía al municipio de Buenaventura, principal puerto
sobre el Pacífico. Como capital del Valle del Cauca, Cali ha sido protagonista del
desarrollo de la economía regional, convirtiéndose en el centro económico, político
y cultural de la región y en la tercera ciudad más importante del país. Es además uno
de los centros urbanos más poblados del país al contar en la actualidad con más de
dos millones de habitantes, cifra superada sólo por Bogotá y Medellín.

Las características geográficas, económicas y urbanas de la ciudad también han


convertido a Cali en atractiva para el asentamiento de actividades criminales; proceso
impulsado, a su vez, por el surgimiento del Cartel de Cali. La ciudad conecta a los
municipios del norte del Valle del Cauca, con alta incidencia del narcotráfico, con
municipios como Buenaventura y Tumaco, principales rutas de salida de la droga del
país y con el Cauca como uno de los principales productores de droga. Esto ha convertido
a Cali en un escenario de articulación de las dinámicas locales e internacionales de la
criminalidad (Ortega, 2014: 89). Además, Cali ha sido receptora de grandes olas de
desplazamiento, causadas por el conflicto armado, provenientes principalmente de la
Costa Pacífica colombiana, de departamentos como Chocó, Cauca, Nariño, y desde
municipios del Valle del Cauca. Las dinámicas del conflicto armado en estos territorios
han sido la principal causa de expulsión del campo hacia la ciudad.

Al largo conflicto armado que vivió el país durante gran parte del siglo XX, se sumaron
en las últimas décadas las disputas por el control de los territorios entre grupos

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Pacificando el barrio: orden social, microtráfico y tercerización de la violencia en un barrio...

guerrilleros, paramilitares y estatales, propiciada por el negocio del narcotráfico.


La importancia de la Costa Pacífica como corredor estratégico para el comercio
internacional de la droga, ha dejado a los habitantes de estas zonas, en su gran mayoría
afrodescendientes, en medio de la violencia y el abandono estatal, encontrando como
única alternativa, el abandono de sus territorios y la llegada a la ciudad.

La migración es uno de los fenómenos que más caracterizó el desarrollo urbano de


Cali en el siglo XX y que, aún en la actualidad, continúa definiendo muchas de sus
políticas en diversos aspectos. Uno de los problemas más evidentes de la ciudad ha
sido el déficit de vivienda, que ha repercutido en un continuo y acelerado crecimiento
de los denominados “asentamientos subnormales”, barrios informales en los que se
han asentado las familias más empobrecidas, y la mayoría de las desplazadas.

La gran cantidad de barrios que a lo largo del siglo XX surgieron de manera informal
y posteriormente fueron legalizados, mediante largos procesos de negociación con
el Estado y a través de la organización y luchas de sus habitantes, llevaron a Cali
a ser reconocida como “la ciudad de las invasiones” (Mosquera, 1984, pp. 9-10).
Además de sus precarias condiciones socio- económicas, dichos barrios, ubicados
principalmente en la zona oriental de la ciudad y en las laderas, han concentrado gran
parte de las problemáticas de violencia e ilegalidad que atraviesa la ciudad, creando,
a su vez, un estigma e imaginario que asocia pobreza y violencia de manera causal.
Desconociendo que los conflictos que atraviesan estas zonas son un reflejo de las
problemáticas que enfrenta la ciudad en su conjunto.

Uno de los lugares con mayor concentración de desplazados y que refleja de manera
más clara las desigualdades sociales de la ciudad es, como ya se ha señalado, la zona
oriental de la ciudad conocida como Distrito de Aguablanca. Teniendo en cuenta que
Cali no se encuentra dividida en distritos, sino en comunas y barrios5, es necesario
aclarar que el Distrito de Aguablanca corresponde a una construcción sociohistórica
y no formal, que se ha quedado en el imaginario de los habitantes de Cali como un
sector deprimido y peligroso, debido a las altas cifras de pobreza y violencia que
presenta. Asimismo, la alta presencia de afrodescendientes que habitan este sector ha
servido para crear un discurso que asocia raza y pobreza como factores explicativos
de la violencia en la ciudad; estigmatizando a sus habitantes y aumentando sus

5
Cali se encuentra dividida en 21 comunas, que agrupan barrios con condiciones sociodemográficas, físicas y
urbanísticas similares. Forma de división establecida mediante el Acuerdo N°15 de 1988.

165
Diana Vinasco-Martínez

condiciones de desigualdad social y falta de oportunidades. Las comunas 13, 14, 15,
16 y 21, que concentran aproximadamente el 70% de la población afrodescendiente
de la ciudad, también concentran las tasas más altas de trabajo informal y el mayor
número de homicidios (mapa 1).

El espacio donde se asientan hoy estas comunas fue conocido hasta la década de
1970 como el distrito de riego de Aguablanca, extensa zona que se encontraba
por fuera del perímetro urbano de la ciudad, donde se ubicaban varias haciendas
agrícolas y, además, era la zona de inundación del río Cauca. Aunque en principio la
zona fue desecada con el fin de destinarla a la agricultura, la demanda de vivienda
que atravesaba la ciudad, además de diversos intereses de sectores políticos y
económicos, cambiaron su uso de agrícola a urbanizable, a pesar de ser un terreno
no apto para vivienda

Su poblamiento se inició a finales de los setenta mediante diversas modalidades


como ocupación popular de terrenos, urbanizadores clandestinos y algunos proyectos
estatales que entregaban lotes con servicios. Como señala González “en términos
generales la población organizada diseñó y construyó el equipamiento urbano y las
redes de servicios públicos y, posteriormente, llegó el Estado a rectificar o consolidar
dichas estructuras.” (González, 2012, p. 19). Cabe aclarar que independiente de la
modalidad de ocupación, la administración municipal, al regularizar los barrios,
cobró a todas las familias un valor por el lote que ocupaban.

En este mismo periodo, en los años ochenta, se configuró el Cartel de Cali como
organización narcotraficante y criminal en los años ochenta y se consolidó cuando
conformó un aparato coercitivo que permitió articular narcotraficantes, estructuras
delincuenciales y criminales bajo su dominio (Escobedo, 2013). La desarticulación
del Cartel de Cali hacia finales de los años noventa, a raíz de las capturas o entregas
de sus jefes principales, fue uno de los grandes logros del gobierno nacional. Además
del golpe que significaba para la estructura de la droga a nivel mundial, suponía el
fin de una época de violencia, ilegalidad y cultura del crimen que había permeado a
una buena parte de la sociedad caleña.

Sin embargo, su fin no significó una reducción de la violencia, sino una reconfiguración
de los grupos narcotraficantes, ya que, para comienzos de la década del 2000, se
posicionó con fuerza el Cartel del Norte del Valle, que logró mantener su unidad, y
se forjó en el marco de enfrentamientos con los remanentes del Cartel de Cali y en

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Pacificando el barrio: orden social, microtráfico y tercerización de la violencia en un barrio...

particular con el llamado Clan de los Herrera. Para mediados de la década del 2000,
estos grupos comenzaron a atomizarse y transformarse en grupos más pequeños que
ampliaron sus estrategias de comercialización de la droga a través del microtráfico
en los barrios de la ciudad y de la agencia de las oficinas de cobro6, que se utilizaron
para zanjar disputas entre sus facciones internas.

Mapa 1. Relación entre número de homicidios e índice de pobreza


extrema en comunas de Cali (2005-2010).

Fuente: (Alves, Moreno y Ramos; 2014).


6
Las oficinas de cobro han sido definidas como una red de relaciones o estructuras que coordinan sicarios al servicio
de narcotraficantes para hacer cobros, proteger su seguridad, neutralizar la competencia y en general, garantizar las
condiciones del negocio con una remuneración económica

167
Diana Vinasco-Martínez

A esta nueva dinámica de medianos carteles se sumó el reacomodamiento de


bandas criminales después de la desmovilización de grupos paramilitares en 2005.
Los herederos de estas estructuras paramilitares, denominados bandas criminales
(bacrim) se dedicaron a controlar el expendio de drogas para el mercado local
(combinado con prácticas extorsivas, sicariato, oficinas de cobro), incursionando
con mayor fuerza en las áreas urbanas (Ordóñez, 2017; Pérez y Montoya, 2013).
Arévalo y Guáqueta (2014) afirman que las bacrim que operan en el Valle del Cauca,
conformadas por paramilitares que no se desmovilizaron o que lo hicieron, pero
retornaron a la ilegalidad, han tenido a Cali como epicentro de sus acciones, debido
a su ubicación estratégica.

Resulta importante resaltar que el impacto del narcotráfico no operó únicamente


a través de las llamadas oficinas de cobro, las bandas delincuenciales y las
organizaciones de limpieza, que elevaron los niveles de homicidios. En Cali, las
pandillas no se pueden concebir por fuera del espectro criminal determinado por el
narcotráfico, pues son las que aportan parte de los sicarios que le hacen trabajos al
narcotráfico y a las estructuras criminales. Son la cantera de la que las oficinas de
cobro echan mano para reproducirse, renovarse y persistir, más aún en coyunturas
en que son golpeadas, bien sea por el accionar legítimo de las autoridades, o en
el marco de disputas entre los mismos criminales (Escobedo, 2013). Lo anterior
permite reiterar la importancia de explorar las transformaciones y dinámicas de la
violencia, ahora asociada al microtráfico, en los sectores periféricos de la ciudad que
presentan los índices más altos de violencia y homicidios.

Como ya se ha señalado, los barrios que conforman el denominado Distrito de


Aguablanca se han hecho tristemente célebres debido a las altas cifras de violencia
que allí se concentran. Sin embargo, la violencia y la delincuencia no son fenómenos
exclusivos del oriente de la ciudad, y las cifras de violencia que aporta este sector,
no explican por sí solas que Cali se encuentre entre las ciudades más violentas del
país. A pesar de ello, como lo demuestran varios trabajos (Escobedo, 2013; Arévalo
y Guáqueta, 2014), las expresiones de la violencia en la ciudad sí se han focalizado
y han mantenido sus niveles más altos al oriente de la ciudad, en las comunas
13,14, 15 y 21.

Además de la estigmatización del Distrito de Aguablanca, los fenómenos allí presentes


han sido vistos de manera dicotómica, planteando la violencia como ejercida por
unos actores armados sobre otros no armados e indefensos, y de la cual el resto de

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Pacificando el barrio: orden social, microtráfico y tercerización de la violencia en un barrio...

la ciudad no participa. Esta postura ha prevalecido en las interpretaciones sobre la


violencia en Latinoamérica, en donde muchas veces “las ciudades aparecen en los
discursos académicos y mediáticos como espacios de miedo y delincuencia, donde
la llamada sociedad civil es concebida como un grupo homogéneo, amenazada por
aquellos vistos como potenciales criminales. (Alves et al., 2014, p. 4).

Intentando sobre pasar esta dicotomía, algunas investigaciones han avanzado en el


reconocimiento de zonas grises, planteando que entre la legalidad y la ilegalidad no
existe una línea divisoria sino diversos puntos de contacto entre lo establecido y lo
sancionado, tanto formal como socialmente (Marulanda, 2013; Perea y Jaramillo,
2014). A escala local, en El Barrio es posible observar estas zonas grises y puntos
intermedios de negociación, a través de las narraciones de algunos de sus habitantes,
que dan cuenta de la forma en que logran tramitar la violencia y negociar con ella,
a partir de las estrategias que asumen para movilizarse en el territorio e interactuar
con actores armados y con las dinámicas que el microtráfico impone. Pero también,
a partir de la forma en que interpretan lo que sucede en su barrio.

Microtráfico y outsourcing criminal: Cambios en


las formas de violencia de El Barrio

La economía de la droga hoy conecta su producción, comercialización y finanzas


en una intrincada red que hace caso omiso de las fronteras nacionales, y que se
extiende a todos los continentes. El narcotráfico ejerce su poder para penetrar en las
estructuras de la sociedad civil, para intervenir en las redes de toma de decisiones
y para controlar parte de los territorios nacionales. Por una parte, ha generado
relaciones políticas, clientelas e intermediaciones atadas al poder económico de la
droga y al miedo. Por otro lado, ha recurrido a diversas formas de fuerza como la
vinculación con grupos armados para desestabilizar al Estado y ganar territorios,
imponiendo así sus propias leyes y valores. (Valencia, 2015).

En el caso colombiano, sobresalen las transformaciones que ha tenido el narcotráfico


en los últimos años, al estrechar la relación con grupos armados ilegales que
provienen de las estructuras paramilitares que se desmovilizaron en 2003. Bajo la
denominación de autodefensas se desmovilizó entre 2003 y 2006 una variada gama
de grupos armados, que buscó un tratamiento político por parte del Estado o justificó
su existencia en razón a la amenaza de la guerrilla, para encubrir sus verdaderos
intereses relacionados con negocios ilegales. Teniendo en cuenta que el nacimiento

169
Diana Vinasco-Martínez

de las bacrim se puede ubicar hacia 2005, claramente sus orígenes son el resultado
de un periodo de expansión e internacionalización de las dinámicas del narcotráfico
que suceden desde el 2003 hasta el 2008. Daniel Rico (2013) sostiene que esta fase
de expansión de las bacrim se caracteriza por tres factores: un mejor encadenamiento
productivo frente a las organizaciones mexicanas, una expansión geográfica nacional
y un avance en el marco internacional.

El escenario del microtráfico ha significado entonces, aproximadamente desde


2005, la disputa del espacio por parte de diversos grupos que pretenden ampliar
su dominio en los barrios, como forma de aumentar sus ingresos, lo que a su vez
ha significado un cambio en la forma de actuación de las pandillas juveniles en
los barrios. Como lo describe Jorge Ordóñez (2017), la progresiva influencia de las
bandas criminales en los barrios de la ciudad, implicó cambios en la actuación de las
pandillas; pues, como afirma el mismo autor, los jóvenes pandilleros abandonaron un
tipo de violencia ritual, que implicaba fuertes vínculos identitarios con su territorio,
reglas simbólicas asociadas a la amistad, la calle y el peligro, así como un código
de honor que implica defender al grupo de cualquier ataque de otro grupo; pasando
a una violencia instrumental, en la que los jóvenes que por su prontuario delictivo
resulten más atractivos para las bandas de microtráfico, son contratados por una
estructura delincuencial organizada y con jerarquías. Este paso de la violencia ritual
a la instrumental muestra las profundas diferencias de cómo operaban las pandillas
en los años noventa, a cómo lo hacen ahora al servicio de la empresa criminal.

Frank, habitante de El Barrio, relata cómo actuaban las pandillas en la década del
noventa y cómo actúan ahora:

Lo que pasa es que las pandillas de ahora no son como las de antes.
Antes habían ¿cómo decirlo? como unos códigos de honor, vos tenías
problema con alguno de otro lado, pero podías seguir pasando cerca y no te
pasaba nada; si pasabas y tu enemigo quería pelear te decía “andáarmatepa’
que nos demos” pero no te atacaba por la espalda porque eso era mal visto,
era como una traición. Ahora te van dando por la espalda sin preguntar.
Desde hace diez años para acá, esto se puso feo, porque estos muchachos se
mataban entre ellos y ni siquiera sabían quién era el jefe. Eso pasó porque
los narcos tuvieron que empezar a vender la droga aquí en el país porque los
estaban atacando. Allí la cosa se puso fea. Ahora está más calmado, pero hace
unos tres años mataron por aquí, sin mentirle, unos 250 muchachos. Todos
eran niños de 13, 14 o 16 años. Antes, el que iba a vender su marihuana, la

170 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 157-187


Pacificando el barrio: orden social, microtráfico y tercerización de la violencia en un barrio...

compraba afuera y la vendía en su casa y no pasaba nada. Pero ya después


no se podía, aquí vendían droga dos grupos, uno de Buenaventura y otro
de aquí de Cali; cada uno tenía la droga marcada, si un muchacho estaba
consumiendo droga con la marca de un grupo y los del otro grupo lo pillaban,
lo mataban. (Entrevista a Frank, comunicación personal, abril 15 de 2017)

Otro de los entrevistados es El Fiscal, quien a través de las labores que ejerció en el
Distrito, evidencia las transformaciones de las pandillas de acuerdo con las dinámicas
de la violencia en la ciudad:

Yo llegué a trabajar al Distrito en 1995 y estuve hasta 2007 y durante esa época
la estructura de las pandillas cambió, porque mientras el Estado es demorado
para ajustarse a las nuevas realidades, el delincuente no; la delincuencia muta
y se transforma. Yo empecé a ver en el Distrito de Aguablanca el fenómeno
de reclutamiento de los muchachos para cometer actos terroristas, entonces
llegaban tipos con plata y contrataban muchachos que por 200 o 300 mil pesos
iban a poner una bomba, hacer un atentado, quemar un bus. En el Distrito
de Aguablanca, cuando el narcotráfico con las bacrim comienza a reclutar a
los pelados, a las pandillas para cometer acciones de sicariato, las oficinas
de cobro empiezan a constituirse en barrios aledaños al Distrito. Todas esas
formas delincuenciales comienzan a captar “sardinitos” (adolescentes) del
Distrito de Aguablanca para hacer sus acciones de sicariato. (Entrevista a
Fiscal, comunicación personal, agosto 10 de 2017)

Adelmo, otro habitante del sector, afirma que a mediados de los años noventa
aumentaron las muertes violentas. La causa no era la guerra entre las cuatro pandillas
reconocidas en el sector, sino enemistades más personales y acciones de sicariato
que intentaban acabar con personas que se dedicaban al hurto y cuya actividad era
reconocida por los habitantes del barrio. Pero argumenta que las formas de violencia
han cambiado: “antes los ladrones respetaban a los conocidos y todo el mundo los
conocía a ellos. Ahora roban a cualquiera, hay demasiada gente y entonces ya no
es fácil identificarlos”. Esto muestra la discontinuidad en la relación de los jóvenes
que cometían actos delictivos en los años noventa y los que lo hacen ahora, lo que
puede considerarse como un orden social en el que los habitantes no involucrados
con las pandillas tenían cierto control sobre dichos jóvenes. Lo que ha significado
una disminución de la agencia de los habitantes del barrio y su legitimidad para
ejercer control u oponerse de manera pacífica a la delincuencia, pues en las formas
de violencia anteriores los pandilleros veían restringidos sus actos por la sanción

171
Diana Vinasco-Martínez

social de sus vecinos y por el respeto que les podían llegar a tener. En la actualidad
el poder es ejercido por agentes externos, un poder violento sin rostro al que es difícil
y muy peligroso enfrentarse.

De esta manera, se hace evidente la forma en que se han percibido los cambios que el
negocio del microtráfico generó en los jóvenes asociados a las pandillas, debido a la
incorporación de una lógica tercerizada dentro de la estructura definida en la cadena
productiva de economía de la droga, que significa nuevas formas de vinculación a la
delincuencia y la ilegalidad. Esto puede ser definido como un modelo de outsourcing
criminal (Valencia y Vinasco, Forthcoming), que como ya se ha señalado, refiere a
la integración de los jóvenes que demuestran mayores capacidades para delinquir, a
redes criminales que mantienen el negocio de la droga y sus actividades asociadas, a
través de una estructura con jerarquías en la que dichos jóvenes representan el último
–y más vulnerable– eslabón de la cadena productiva de la droga.

La nueva lógica tercerizada de la violencia y el microtráfico, sustentada en las


estructuras asociadas a las bandas criminales, demuestra la capacidad del narcotráfico
para transformarse, a través de la diversificación y flexibilización de su cadena
productiva (Valencia, 2015). Características que le han permitido a las estructuras
del narcotráfico mantener su poder e incidir en la violencia de la ciudad con mayor
especialización en los últimos años. Además, la utilización de nuevos repertorios de
violencia relacionados con el desarrollo de actividades ligadas al microtráfico y a la
prestación de servicios, introduce nuevas dinámicas como el miedo, las amenazas,
las extorsiones y los asesinatos.

A pesar de este panorama, aunque el microtráfico haya inundado la ciudad y las


dinámicas de la violencia hayan aumentado, existe una focalización de la violencia.
Es decir, aunque alejándose de una explicación causal que vincule pobreza con
violencia, no se debe desconocer que la falta de oportunidades, las necesidades
económicas y las desigualdades sociales sí son un escenario que sirve como catalizador
del microtráfico y sus consecuencias violentas. Problemáticas relacionadas, a su vez,
con dinámicas más globales en torno a los intereses geopolíticos de producción de
drogas y rutas del narcotráfico que conectan las costas del Pacífico colombiano con
Centroamérica y los países del norte (Arévalo y Guáqueta, 2014, p. 121).

Estos cambios en lo local, reflejo de las dinámicas regionales y nacionales del negocio
de la droga, permiten evidenciar que, como señala Escobedo, las pandillas en Cali no

172 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 157-187


Pacificando el barrio: orden social, microtráfico y tercerización de la violencia en un barrio...

pueden concebirse por fuera del espectro criminal determinado por el narcotráfico y
por la relación con estructuras asociadas a las bacrim (Escobedo, 2013, p. 5). Pero al
mismo tiempo, el fenómeno del microtráfico no puede ser entendido sin comprender
el escenario en el que se desarrolla, ya que, como afirma Camacho, los fenómenos
sociales sólo adquieren sentido cuando se insertan en una estructura compleja que
además de producirlos, los dota de significado; por ello, el significado social de la
droga pasa por el análisis de la población involucrada, la economía que genera y los
espacios en los que se desarrolla (Camacho, 1988).

¿Pacificación o nuevos repertorios de violencia?

Estas nuevas lógicas de la violencia han creado para los habitantes de El Barrio nuevas
formas de negociar con ella y de interpretarla. Son evidentes para los entrevistados
las nuevas lógicas del reclutamiento de menores de edad para los negocios de la
droga y el delito, que llevan a los jóvenes delincuentes a involucrarse en crímenes de
mayor peso y a someter sus vidas al control de estructuras criminales a cambio de las
ganancias que éstas les ofrecen, tal como lo afirma Junior:

Pues pandillas de pronto hay, pero ya no se están dedicando a lo mismo de


antes, que porque esta persona mató a mi primo entonces yo lo voy a matar,
o por cobrar venganza, o porque alguien está vendiendo droga y yo también
voy a vender, eso ya casi no se ve. Yo creo que lo que hay ahora es una persona
que debe estar al mando, y entonces les da potencial a los pelados y los pone
a hacer robos mucho más grandes. Por ejemplo, yo me he dado cuenta de
pelados de 15 o 16 años que ya roban motos, hacen fleteos y se vuelven
asesinos a sueldo. Tiene que ser alguien que los esté liderando, alguna banda
que tenga gente aquí en el barrio y afuera, porque he escuchado que roban
carros y son menores de edad. Yo creo que eso ha contribuido a que el barrio
cambie, aunque esa no debería ser la solución, pero los pelados ya ven el
negocio mucho más grande, ya no se preocupan por robar un celular o 20 mil
pesos, sino que ya quieren tener más y tener poder. Entonces como piensan
es en esos negocios más grandes, pues ya no roban en el barrio, entonces
hay menos problemas aquí. Igual el robo ha bajado mucho aquí en el barrio,
no es que ya no roben, pero igual ya ha bajado mucho. Aunque yo creo
que hay alguien más grande, que tiene mucho poder, que los controla y les
dice que hacer; pero creo que esa persona también influye para que ellos no
sigan robando aquí. Lo que debe querer esa persona es que haya tranquilidad
en el barrio, para que la policía no esté viniendo a hacer rondas y llevarse

173
Diana Vinasco-Martínez

gente, para él poder seguir vendiendo su droga sin problema. Yo lo veo así.
(Entrevista a Junior, comunicación personal, enero 14 de 2018)

Esto implicaría que las nuevas estructuras del crimen organizado buscan evitar la
violencia para garantizar el negocio del microtráfico y evitar la incursión de las
autoridades policiales, así como garantizar el suministro de jóvenes para actos
delincuenciales. Esto implica el aumento del control ejercido por las bandas
criminales sobre el barrio, que ha significado una paradójica disminución en los
índices de delincuencia y homicidios en el sector:

Yo creo que ahora hay más expendios de droga en el barrio, pero lo que creo
es que ahora, quienes los manejan, los manejan como una industria, como
un verdadero negocio. Eso (la droga) ya no es de los que venden aquí, sino
de quienes lo traen y les trabajan a otros. Esas son las famosas guerras o la
razón de muchos muertos. Por ejemplo, ¿usted no ha notado que en este
barrio hace mucho rato que no hay muertos? Lo que sucede es que cuando un
grupo que expende droga entra a dominar un sector, lo primero que hacen es
tratar de bajar el índice de robos, de asesinatos, porque no les conviene que
la policía esté aquí metida. Entonces los expendios venden la droga, pero eso
no es de ellos, es de una persona del barrio que les entrega la droga, y esa
persona le responde a otra que está fuera del barrio y de allí a otra, etc. Por
eso es que ya no se escuchan tantos robos como antes. (Entrevista a Adelmo,
comunicación personal, enero 27 de 2018)

Efectivamente, las cifras de homicidios han venido disminuyendo en la ciudad y en el


Distrito de Aguablanca (Ver Tabla 1). Aunque Cali continúa siendo una de las ciudades
con mayor número de homicidios del país, sus tasas han venido disminuyendo en
los últimos años, presentando, incluso, cifras históricas de reducción de homicidios
como la de 2017 con 1240 homicidios, la más baja de los últimos 25 años.
En el caso de El Barrio encontramos un fenómeno paralelo; según los informes del
Observatorio Social, sus cifras de homicidios han tenido una tendencia al descenso,
llegando incluso, en algunos de los últimos años, a salir de la lista de los 20 barrios
con mayor número de homicidios.

Sin embargo, a pesar de coincidir en la reducción, la proporción de homicidios en el


Distrito continúa siendo mucho más alta que en el resto de la ciudad. Es decir que,
la mayor proporción de la violencia presente en la ciudad continúa concentrada en
sectores que, como El Barrio, han sufrido las peores consecuencias de la violencia.

174 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 157-187


Pacificando el barrio: orden social, microtráfico y tercerización de la violencia en un barrio...

De allí la importancia de analizar los barrios del Distrito de Aguablanca para


interpretar de manera más precisa las cifras sobre violencia, pues la cifra global
de la ciudad muestra una reducción general que esconde las particularidades de las
localidades y la persistencia de áreas en las que se concentran los mayores impactos
de la violencia.

Lo anterior se hace evidente, además, en las interpretaciones sobre las causas de


esta reducción de las cifras, pues las autoridades municipales y departamentales
lo han mostrado como un triunfo de sus estrategias de seguridad y lucha contra la
delincuencia, mientras en El Barrio se interpreta esta reducción como una estrategia
de los grupos de microtráfico para garantizar el éxito de su negocio.

Tabla 1. Contribución del número de homicidios ocurridos en el Distrito


de Aguablanca7 a la cifra global de Cali 2005-2016.

Fuente: Elaboración propia con base en datos tomados del Observatorio Social de Cali.

Esta última interpretación supone entonces que la reducción de los homicidios es igual
a un aumento exponencial del poder de las bandas criminales en la ciudad, un poder

7
Para efectos estadísticos, el Observatorio Social de Cali divide a la ciudad por sectores. En el Sector Oriente incluye
las comunas 13, 14, 15, 16 y 21 que se asume aquí como Distrito de Aguablanca.

175
Diana Vinasco-Martínez

criminal capaz de revertir la tendencia en los homicidios de una ciudad para su beneficio
económico, basando su estrategia en el control del espacio, el miedo y las amenazas:

Ahora la venta de droga está organizada de otra manera porque ya no es como


antes que si a usted le gustaba, estaba pelado y no tenía nada más qué hacer, se
ponía a vender droga. Ahora cualquiera no puede vender, porque el negocio ya
tiene dueño. El problema de que alguien domine la droga en el barrio es cuando
a esa persona la matan o la coge la policía; ese parte entre la desaparición de
esa persona y la aparición del siguiente que controle, es el momento en que
el barrio se daña, pero, lamentablemente, la tranquilidad la dan ellos mismos.
(Entrevista a Adelmo, comunicación personal, enero 27 de 2018)

Esto supone la paradoja de una relativa tranquilidad y pacificación, producto de la


dominación ejercida por las bandas criminales que controlan el negocio de la droga.
¿Se podría entonces asumir que la disminución en los homicidios es un indicador
de tranquilidad en el barrio y de triunfo de la seguridad en la ciudad? Y que, a pesar
de las problemáticas que genera, ¿el microtráfico ha salvado la vida de muchos
habitantes del distrito y de la ciudad? Todo a través de las estrategias de control del
territorio para el negocio del microtráfico.

Arjona (2011) llama la atención sobre los problemas que pueda significar asumir
las cifras sobre violencia como un indicador de mayor o menor presencia de actores
armados en una localidad, pues dicha disminución podría deberse a que el grupo
armado hace presencia en el territorio sin ejercer el tipo de violencia que registran
las estadísticas, es decir, la violencia podría ser ejercida mediante formas que no son
cuantificables. Otra explicación es que los grupos armados podrían utilizar estrategias
para no dejar rastro de sus acciones, por ejemplo, en el caso de los asesinatos, podrían
desaparecer a sus víctimas o trasladar sus cuerpos a otros lugares, con el fin de no
dejar rastro de sus acciones en determinados contextos.

Respecto a la primera opción, la posibilidad de que las bandas criminales estén


ejerciendo otras formas de violencia, menos visibles, podría ser posible para el caso
de El Barrio, si se tiene en cuenta que la disminución en las cifras de homicidios,
ha estado acompañada, como aseguran los entrevistados, de un aumento del
microtráfico y el consumo de drogas, del poder de actores armados externos y de
la incertidumbre que generan los reacomodamientos constantes del negocio de la
droga; es decir, un aumento y reconfiguración de los repertorios de violencia que

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Pacificando el barrio: orden social, microtráfico y tercerización de la violencia en un barrio...

escapa a las estadísticas. Un punto que se debe tener en cuenta es que la reducción
en las cifras no representa un cambio sustancial en las realidades de la ciudad, pues
ésta continúa presentando más de 1200 muertes violentas al año. En cuanto a la
delincuencia, aunque los entrevistados ya citados aseguren que ha bajado, también
narran historias recientes sobre cómo este flagelo continúa sucediendo a familiares,
amigos y a ellos mismos; además de hablar sobre las zonas ‘calientes’ y del temor
que sienten en determinados horarios o en zonas específicas del barrio.

En cuanto a la segunda posibilidad, si tenemos en cuenta la lógica que han seguido


muchos de los asesinatos registrados en los últimos meses en Cali, esta última
explicación podría cobrar mucho sentido, pues se han incrementado los hallazgos
de personas asesinadas en las afueras de la ciudad, en zonas rurales de municipios
limítrofes y en barrios de clase media y alta; la mayoría han sido relacionados por las
autoridades caleñas con “ajustes de cuentas” entre bandas dedicadas al narcotráfico
provenientes del Pacífico colombiano. Sin embargo, las problemáticas señaladas en
el anterior párrafo evidencian que ésta no es una problemática importada, pues el
microtráfico y las bandas que lo manejan, no son ajenas a la ciudad ni a sus barrios,
por el contrario, han aumentado su poder y sus estrategias violentas. Por ello, la
disminución en las cifras sí podría relacionarse con una estrategia de las bandas
criminales para cuidar su negocio y evitar acciones de la fuerza pública, ya sea
ubicando los cuerpos de sus víctimas en zonas apartadas de la ciudad o utilizando
estrategias como el miedo y las amenazas, ya que en ciertos casos la amenaza del
uso de la violencia les podría resultar mucho más efectiva que la violencia misma.

En cuanto a los discursos de tranquilidad de El Barrio por parte de sus habitantes,


estos podrían significar no una disminución de la violencia, sino un mecanismo para
esconder sus nuevas realidades. Lo que puede estar sucediendo es que las pocas
garantías de seguridad que se perciben por parte del Estado terminen llevando a
muchos habitantes a aceptar las actuaciones de los grupos armados, en cuanto al
control de la delincuencia común mediante la delincuencia organizada, aun sabiendo
que sus estrategias son mucho más perversas y letales y que significan una amenaza
latente para el bienestar y la seguridad de la comunidad.

Sin embargo, que los entrevistados aseguren que El Barrio es más seguro ahora, no
significa que desconozcan las realidades de la violencia, sino que las aceptan y construyen
su cotidianidad con estas nuevas lógicas, llegando a naturalizar muchas de las realidades
de la violencia y encontrando estrategias para habitar en este lugar, evitando la violencia:

177
Diana Vinasco-Martínez

Aquí se manejan ciertos códigos. Dependiendo de cómo haya sido la reacción


de uno después de que lo hayan robado, los ladrones no toman represalias con
uno si uno les guarda cierto respeto. Eso es lo que me ha pasado y lo que he visto.
O si hay alguna persona que te conoce, pues esa persona puede entrar a interceder
por vos. Yo lo veo así y es lo que me ha pasado, aunque ellos también deben
sentir miedo. (Entrevista a Junior, comunicación personal, enero 14 de 2018)

Los habitantes de El Barrio han creado sus propias dinámicas de negociación, estilos
de transitarlo y habitarlo, formas de interactuar con los actores armados, negociación
con los espacios que se consideran más peligrosos, normas implícitas o explícitas
sobre cómo actuar ante el peligro y estrategias de convivencia. Ello se evidencia
también en la construcción de fronteras simbólicas (entre zonas problemáticas, y
otras no) como estrategias para espacializar la violencia y hacerle el quite a ella y
como mecanismos de negociación, también a través de los discursos y estereotipos
sobre algunos habitantes del barrio. Así, cada habitante crea su propio mapa mental
del peligro y con él resignifica estratégicamente el territorio. Todas estas estrategias
son las que permiten afirmar que la construcción de orden social en las localidades
con altos índices de violencia, no solo depende de los actores armados, pues los
demás habitantes también encuentran sus propias lógicas de actuación alrededor de
la violencia; lo que supone una serie de relaciones mucho más amplias y complejas
que las planteadas desde una visión reduccionista de buenos-malos.

Un factor que alimenta estas nuevas formas de violencia es el aumento en el pie de


fuerza policial en los barrios populares. Aumento que se relaciona con las estrategias
estatales para reducir la criminalidad y el delito, y que encuentra su justificación,
como ya se ha señalado, en la reducción de las cifras de violencia interpretadas como
un triunfo de las políticas de seguridad.

Las interacciones entre la comunidad y actores estatales, principalmente la


policía, introduce un componente de conflicto y violencia, que evidencia las
relaciones complejas con las autoridades y la forma en que se tramita, por
parte del Estado, las problemáticas de los sectores populares:

En estos días también tuvimos un problema grave, porque mi hijo se fue para la
casa de mi hermana, pero como ella no lo dejó entrar, él le golpeó la puerta y le tiró
piedras. Mi hermana me reclamó y yo tuve que llamar a la policía, y como ellos
ya saben dónde vive él, vinieron hasta aquí, se metieron a mi casa y lo golpearon,

178 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 157-187


Pacificando el barrio: orden social, microtráfico y tercerización de la violencia en un barrio...

yo sentí mucho pesar y me arrepentí de haberlos llamado. Ese error no lo vuelvo a


cometer, lo hice por quedar bien con mi hermana, porque ella me ayuda y me culpa
por lo que mi hijo hace. Pero yo le digo que no es mi culpa. Además, los policías que
ya lo conocen le dicen: “cuando usted robe, no lo haga cerca, robe lejos y comparta
con nosotros” y el vicio (droga) que le quitan se lo meten (consumen) ellos mismos.
Pero los vecinos no me creen, dicen que estoy mintiendo; yo sé quiénes son los
policías que hacen eso, pero uno no se puede arriesgar, no puede decir nada porque lo
pueden matar. (Entrevista a Gloria, comunicación personal, diciembre 18 de 2017)

La represión y los abusos de autoridad, no solo revictimizan a los habitantes de El


Barrio, sino que van creando sentimientos de rechazo a las estrategias de seguridad del
Estado. Este rechazo podría ser un factor que contribuya a la aceptación de los habitantes
a las formas de control de la delincuencia impuestas por los actores armados externos.
Ante la falta de garantías por parte de las autoridades para garantizar la seguridad en El
Barrio y desdibujar su papel mediante la represión y los abusos de autoridad.

Estos tipos de relación entre las autoridades policiales y El Barrio se encuentra mediada
por fenómenos más complejos, relacionados con la criminalización y discriminación
hacia los habitantes del Distrito de Aguablanca y que se puede notar, no sólo en las
relaciones e interacciones dentro del barrio, sino en las interacciones que sus habitantes
establecen fuera de él y en los que su condición de habitantes del Distrito de Aguablanca,
prevalece por encima de sus capacidades, generando formas explícitas de discriminación:

Una vez iba a entrar a trabajar a la empresa X; yo ya iba derecho porque iba
recomendado, y cuando me preguntaron dónde vivía, porque iba a trabajar
en una parte donde me relacionaba con modelos y personas de clase alta,
se echaron para atrás, no me volvieron a llamar. A la gente del Distrito la
bloqueaban. (Entrevista a Junior, comunicación personal, enero 14 de 2018)

Estas formas de discriminación hacen evidente que los habitantes de El Barrio y


del Distrito, deben sumar a la violencia explícita sufrida en el barrio, otras formas
de violencia (implícita o simbólica) dentro y fuera de él, ya sea por parte de las
instituciones del Estado o de la sociedad en general. La estigmatización de los
barrios del oriente aumenta la vulnerabilidad de los jóvenes que allí viven, pues
ante las pocas oportunidades de inserción social, cultural y laboral en la ciudad,
la delincuencia se presenta como una vía rápida para conseguir dinero. De allí la
importancia de analizar, desde lo local, las dinámicas de la violencia en los barrios

179
Diana Vinasco-Martínez

del oriente de la ciudad, contribuyendo a visibilizar los diferentes tipos de violencia


(estatal, racial, simbólica, estructural) que en interacción con la que ejercen las
bandas criminales, produce espacios de mayor concentración de violencia urbana.

El predominio de los homicidios en las áreas geográficas de la ciudad donde hay la


mayor concentración de los afrodescendientes nos permite hacer inferencias sobre
los nexos entre raza, clase y espacio urbano en las dinámicas de la violencia urbana
en Cali. El estado (sic) es actor político central en la producción de las geografías
racializadas de la violencia en sus múltiples manifestaciones (Alves, 2017, 27).

Los espacios racializados de las ciudades son fundamentales para explicar la


violencia, debido a que sobre ellos se producen ideas sobre el crimen y sobre la
forma en que deben ser ordenados, basadas en el racismo y la represión. Trabajos
como los de Vergara (2018) y Pulido (2016) argumentan que los estereotipos y
prejuicios sobre ciertas zonas, a partir de discursos racistas o de clase, configuran
territorios útiles al poder, pues permiten crear sobre ellos discursos que justifican la
intervención, la represión, la extracción de sus recursos y el abandono estatal.

Estas ideas sobre determinadas áreas geográficas tienen que ver con el contexto en el
que se han formado, pues como señala Vergara “territories are historical formations that
need to be understood with in the context in whicht hey are conceived, produced, lived,
re-produced, and unproduced.” (p. 27)8. A través de su análisis del departamento del
Chocó en Colombia, argumenta que los discursos histórico-hegemónicos creados sobre
determinados territorios y personas, se construyen a partir de narrativas de subdesarrollo,
marginalidad y barbarie, lo que termina convirtiéndolos en “territorios vaciados” y a
sus habitantes en “cuerpos vaciados”. Este vaciamiento anula al otro desconociendo su
historia, su lugar en la sociedad y sus capacidades, creando además una relación de
dominación, en la que el sujeto o territorio vaciado es representado de acuerdo con lo que
el dominador considera; representación que regularmente define estos espacios como
pobres, racialmente negros y atrasados en términos políticos, económicos y culturales.

Pulido, por su parte, argumenta que el racismo funciona como un proceso ideológico
que da forma y produce lugares racialmente devaluados. Al analizar el caso de la
ciudad de Flint en Estados Unidos y la contaminación a la que fue sometida el agua

8
“Los territorios son formaciones históricas que necesitan ser entendidos dentro del contexto en el que son
concebidos, producidos, vividos, re-producidos y no producidos”. Traducción por Diana Vinasco.

180 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 157-187


Pacificando el barrio: orden social, microtráfico y tercerización de la violencia en un barrio...

que consumían sus habitantes, afirma que este lugar fue considerado por el Estado
como desechable debido a la predominancia de habitantes pobres y negros. Aunque
Flint no sea un lugar habitado exclusivamente por afroamericanos y los blancos
también hayan sufrido las consecuencias de esta contaminación, la autora argumenta
que los blancos pobres que allí residen se ven obligados a vivir en circunstancias
similares a las de los residentes negros; pues los blancos que viven en un espacio
con mayoría de gente negra encuentran que su blancura es de utilidad limitada
para escapar de la devaluación asociada con la gente y los lugares negros pobres.
No se trata pues de que los territorios marginados estén habitados exclusivamente
por personas afrodescendientes, sino que este componente es el que prevalece a la
hora de crear discursos, aplicar políticas públicas y ejercer control sobre estas áreas.

Para el caso del Distrito de Aguablanca, este puede ser considerado también un
territorio vaciado, pues su lugar en la historia y en el desarrollo de la ciudad de Cali
ha sido anulado, convirtiéndolo en un lugar devaluado, lo cual justifica la represión
policial y el abandono por parte del Estado. Asimismo, ha sido representado por las
instituciones y la sociedad caleña a partir de discursos de pobreza, desplazamiento,
racismo y violencia, debido a la alta concentración de afrodescendientes –provenientes
principalmente de la costa pacífica por causa del conflicto armado–, que habitan este
espacio, pues tal como lo demuestra Barbary (2004) en su investigación: “A nivel
global en la ciudad de Cali, el proceso de concentración residencial de las poblaciones
parece seguir una jerarquía racial estricta asociando sistemáticamente los contextos
urbanos más pobres a mayor oscuridad en el tono de piel de la población” (p. 182).

Al ser estigmatizados los barrios del Distrito, sus habitantes son excluidos de
las oportunidades que ofrece la ciudad. Asimismo, estos espacios terminan
representando una utilidad, pues se les atribuyen los problemas urbanos de la ciudad,
librando al Estado de su papel como agente reproductor de violencia socio-espacial.
Este discurso ya era evidente desde la formulación de los primeros planes de desarrollo
de la ciudad, que adoptaron la idea de dos ciudades separadas por una autopista
afirmando que las problemáticas de la ciudad se concentraban en el oriente de la
ciudad y, por ello, la solución consistía en intervenir estas áreas, institucionalizando
con ello un lenguaje racista y criminalizador sobre el Distrito de Aguablanca, a través
de una división tajante ciudad legal-ciudad ilegal9.

9
El primer plan formulado fue el Plan General de Desarrollo de Cali (1969) y le siguió el Plan Integral de Desarrollo
de Cali (1980).

181
Diana Vinasco-Martínez

Mantener un espacio como el distrito representa amplias ventajas económicas y


políticas para la ciudad, pues además de servir como escenario para la implantación
de políticas represivas y policiales que permitan mostrar éxito en contra del crimen;
el distrito es un proveedor de mano de obra barata para la ciudad, trabajadores que
muchas veces terminan aceptando condiciones laborales precarias, ante el riesgo
de no conseguir otras opciones de empleo por la discriminación laboral que supone
vivir en el distrito.

A esto se debe añadir el discurso sobre las drogas cuya criminalización termina
golpeando en mayor medida a los barrios populares, a pesar de que, como lo
demuestran algunos estudios, el mayor consumo de droga se ubica en barrios de
estrato medio y alto. El distrito termina siendo un proveedor de drogas para la ciudad
y recibiendo a cambio sus consecuencias de violencia, degradación juvenil y pobreza.
Esta conexión entre el distrito y el resto de la ciudad, a través de la comercialización
de drogas, es una más de las cuestiones que pone en evidencia la forma en que el
resto de la ciudad estigmatiza a los barrios populares, pero, a su vez, participa en la
reproducción de sus problemáticas, aunque negando su evidente responsabilidad.

Como espacio que concentra el mayor porcentaje de afrodescendientes de la ciudad,


y los índices más altos de pobreza, el distrito termina constituido en un espacio
segregado y estigmatizado, cuyos habitantes son señalados como potenciales
delincuentes y, en consecuencia, excluidos de la ciudad. Estas condiciones son
aprovechadas por las bandas criminales, pues tienen claro que la pobreza y la falta
de oportunidades terminan siendo un escenario propicio para el reclutamiento de
jóvenes que han carecido de garantías sociales, económicas y culturales. Con estas
afirmaciones no se asume que la racialización del Distrito sea sólo una cuestión del
color de piel de sus habitantes, pues no todos son afrodescendientes, lo que significa
es que la alta concentración de afrodescendientes en estos barrios sí les impone a sus
habitantes un discurso racializado que contribuye al mantenimiento de la violencia
estructural presente en el Distrito de Aguablanca.

Esta concentración geográfica de la violencia y su relación con dinámicas raciales


y de clase, se hace evidente, como señalan Urrea y otros (2015), en los índices
de mortalidad que, analizados por edad, sexo, lugar de residencia, etnia y causa
del deceso, muestran a Cali como una ciudad peligrosa para la sobrevivencia de
adolescentes y jóvenes debido a la violencia homicida; dicha peligrosidad aumenta
si se es habitante del Distrito, y aún más si se es afrodescendiente. Esto indica que

182 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 157-187


Pacificando el barrio: orden social, microtráfico y tercerización de la violencia en un barrio...

los habitantes de la ciudad de Cali aumentan o disminuyen su riesgo de ser víctimas


de violencia homicida a medida que acumulan, o no, los factores de juventud, lugar
de residencia y pertenencia étnica.

Por ello, es posible proponer que la concentración geográfica de la violencia a


partir de dinámicas raciales y de clase, analizada por Urrea a partir de los índices
de mortalidad, podría aplicar también para el reclutamiento de jóvenes por parte
de bandas criminales. Es decir que, en Cali, el riesgo de ser reclutado para la
criminalidad a través de las lógicas de tercerización de la violencia, también podría
aumentar o disminuir a medida que se acumulen los factores de juventud, lugar de
residencia y pertenencia étnica. Las realidades descritas por los entrevistados sobre
el reclutamiento de jóvenes a edades cada vez más tempranas, en un barrio con las
características socioeconómicas y étnicas ya descritas, sugieren que sí.

CONCLUSIONES

Este artículo ha pretendido explorar las implicaciones de la reconfiguración de la


violencia en Cali “desde abajo”, teniendo en cuenta las voces de los habitantes de
un barrio marginado de Cali. Mostrando de qué manera los cambios regionales y
nacionales del narcotráfico y de actores armados ilegales como las bandas criminales,
reconfiguran el orden social de las localidades, transformando la vida cotidiana de
sus habitantes y las relaciones sociales.

Se puede concluir que la reconfiguración del orden social en El Barrio, se hace


evidente a partir de los reacomodamientos en las estructuras criminales regionales,
que conllevan la entrada de nuevos actores a las localidades, disputándose el negocio
del microtráfico y transformando las lógicas de las pandillas. Estas últimas han
pasado de grupos de jóvenes enfrentados entre sí por el territorio y dedicados a la
delincuencia común, a ser reclutados por bandas criminales externas al barrio, para
realizar actividades de microtráfico, sicariato y extorsiones, mediante una lógica de
tercerización de la violencia u outsourcing criminal, que demuestra la capacidad
de las estructuras del narcotráfico para transformarse y diversificarse, lo que les ha
permitido mantener su poder en la ciudad.

Asimismo, los grupos de microtráfico controlan la venta de droga en el barrio y las


actividades criminales que se le asocian. Dicho control reconfigura los repertorios

183
Diana Vinasco-Martínez

de violencia, pues, aunque las cifras evidencian una disminución de los homicidios
en el barrio y los entrevistados aseguran que los homicidios y delincuencia común
han disminuido, esto obedece a una lógica perversa que aumenta otras formas de
victimización como la venta y consumo de droga, el poder criminal de actores
externos en el barrio y la incertidumbre y temor que generan los continuos
reacomodamientos del negocio del microtráfico. A esto se añade la victimización a la
que están sometidos los jóvenes, la mayoría menores de edad, contratados por estas
estructuras, induciéndolos al delito y la drogadicción, aprovechando su condición de
vulnerabilidad socioeconómica.

La disminución en las cifras de homicidios que ha llevado a sugerir una pacificación


del barrio y una disminución de la violencia se podría explicar por la adopción de
formas de violencia que no son cuantificables, como las amenazas, las extorsiones y
el miedo. También podría relacionarse con estrategias de las bandas criminales, que
en la última época han ubicado los cuerpos de sus víctimas a las afuera de la ciudad.
El discurso de tranquilidad de algunos habitantes podría entonces relacionarse, no
con la reducción real de la violencia, sino con la adopción de nuevos repertorios
de violencia y que, ante la ausencia de garantías estatales de seguridad, termina
justificando formas perversas de disminuir la delincuencia común.

Los habitantes de El Barrio le han otorgado un nuevo sentido a la violencia y


por ello sus prácticas se centran más en la protección de sus vidas que en la
confrontación a la violencia, lo que denota una disminución de la agencia, evidente
en épocas pasadas, basada en dimensiones afectivas y comunitarias, pero que está
siendo destruida por las dinámicas macro y externas de la violencia que ahora
dominan El Barrio. Una variación del orden social local, a partir de las dinámicas
regionales del narcotráfico.

Esta forma de pacificación impuesta por los actores armados y aceptada por los
habitantes de El Barrio, como la única estrategia capaz de reducir la delincuencia,
sería entonces la nueva forma de orden social que se impone, como acuerdo
intersubjetivo que permite regular la vida cotidiana en medio de la violencia.
La forma de negociación de los habitantes con los actores armados es la aceptación
de estos nuevos repertorios y las estrategias para transitar El Barrio y establecer
relaciones sociales con mayor precaución, debido a la dificultad de reconocer quién
se encuentra reclutado por una estructura criminal externa al barrio, pero conserva
una fachada de legalidad ante sus vecinos.

184 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 157-187


Pacificando el barrio: orden social, microtráfico y tercerización de la violencia en un barrio...

Esto sugiere que entre los retos del postconflicto está la urgencia de entender las
nuevas lógicas de los grupos armados, pues el ‘nuevo’ actor de la violencia en las
ciudades es la estructura organizada del microtráfico, su capacidad de diversificación
y su composición jerárquica, así como su lógica de outsourcing criminal, factores que
hacen cada vez más difícil su desarticulación por parte de las autoridades estatales.
Esto implicaría incluir a los jóvenes pandilleros y a los actores locales como sujetos
legítimos, que también deben ser escuchados, pues como el último eslabón en la
cadena del microtráfico y la violencia, son el insumo más importante para las bandas
criminales a la hora de mantener su dominio en las ciudades.

Por último, es necesario tener en cuenta que uno de los principales factores
reproductores de estas lógicas de violencia y criminalidad, es la desigualdad
social que atraviesa Cali, pues las condiciones de vulnerabilidad social y falta de
oportunidades son un escenario propicio para el reclutamiento de jóvenes por parte
de estas estructuras criminales. A ello se añade la necesidad de analizar la violencia
en Cali desde un enfoque de racialización, pues como ciudad que concentra el
mayor número de afrodescendientes del país, sus dinámicas y problemáticas han
estado atravesadas por factores raciales como reproductores de exclusión, violencia
estructural y segregación urbana.

Las condiciones estructurales de pobreza, racismo y clasismo a las que ha sido sometida
la población del Distrito de Aguablanca, se han convertido en una oportunidad de
las bandas criminales para sus objetivos de vinculación de jóvenes y adolescentes
a sus estructuras. Por ello, es necesario avanzar en el análisis interseccional de la
violencia en Cali, pues se hace evidente que la relación entre los factores de raza,
clase y espacio urbano incrementa la vulnerabilidad de los habitantes de Cali y los
fenómenos de violencia.

185
Diana Vinasco-Martínez

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COMO TESTIGOS PARA SU CONSERVACIÓN
Sánchez-Vázquez, L.M. (2019). Representaciones LINA MARCELA SÁNCHEZ-VÁSQUEZ *
contables de la cultura como testigos para su
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188-202. DOI: 10.17151/culdr.2019.24.27.9. Aprobado: 11 de diciembre de 2018

RESUMEN

Objetivo. Presentar una reflexión sobre la contabilidad y sus formas de acercamiento


a la realidad, entendiendo que se transforman según las prácticas sociales; producto de
la globalización y su tendencia homogeneizadora se desdibujan las particularidades
de los territorios, convirtiendo en un riesgo la posibilidad de mantener la información
derivada de prácticas culturales como factores identitarios. Metodología. A partir
de revisar estudios de caso en el territorio colombiano de trabajos investigativos
contables y su relación con posturas heterodoxas contables, con el propósito de
servir como guardián de la confianza pública para la conservación de las prácticas
culturales. Resultados y conclusiones. Las declaratorias de patrimonio por la
UNESCO, así como las demandas informativas alternas en lo contable, condicionan
la relevancia de estudiar la manera como la contabilidad mantiene un capital social
basado en prácticas multidimensionales y complejas, que requieren la reformulación
de cimientos sobre los que se elaboran reportes contables sobre cultura.

Palabras clave: contabilidad cultural, conservación, patrimonio cultural, representaciones


contables.

**
PhD ©, Investigadora Asociada. Profesora de planta. Facultad de Contaduría Púbica, Universidad Autónoma
Latinoamericana UNAULA de Medellín, Colombia. E-mail: [email protected].
orcid.org/0000-0003-3911-8367. Google Scholar

Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 188-202


ISSN: 0122-8455 (Impreso) ISSN: 2590-7840 (En línea)
Representaciones contables de la cultura como testigos para su conservación

ACCOUNTING REPRESENTATIONS OF CULTURE


AS WITNESSES FOR THEIR CONSERVATION

ABSTRACT

Objective. To present a reflection on accounting and its forms of approaching reality,


understanding that they are transformed according to social practices. As a product
of globalization and its homogenizing tendency, the particularities of the territories
blur changing into a risk the possibility of maintaining the information derived
from cultural practices as identity factors. Methodology. Review of case studies in
the Colombian territory in accounting research works and their relationship with
the heterodox accounting positions with the purpose of serving as a guardian of
public trust for the conservation of cultural practices. Results and conclusions.
The declarations of heritage by UNESCO, as well as alternative information demands
in accounting, determine the relevance of studying the way in which accounting
maintains a social capital based on multidimensional and complex practices which
require the reformulation of the foundations on which accounting reports on culture
are made.

Key words: cultural accounting, conservation, cultural heritage, accounting representations.

INTRODUCCIÓN

La contabilidad puede entenderse como saber histórico, surge como producto de


las necesidades de los grupos sociales por mantener el orden y el control sobre sus
recursos, pudiera decirse también, un esfuerzo humano por comprender y capturar
sus impresiones sobre los mismos. En este contexto, la cultura es una categoría
social entendida como trasversal, no es posible la comprensión del conocimiento
sin el marco cultural que permite dar sentido a las formas de relacionamiento, su
significado en el contexto particular de análisis y su uso en beneficio social.

No obstante, las prácticas homogeneizantes y hegemónicas en lo contable, han


extendido su uso generalizado para propósitos financieros que prevalecen en amparo
del interés económico por sobre el interés social; de acuerdo con lo expresado por

189
Lina Marcela Sánchez-Vásquez

(Ronderos Valderrama, 2013), hoy día somos espectadores de cambios profundos en


el ser humano y la naturaleza, y en el planeta mismo como organismo vivo, entendido
desde la hipótesis Gaia; son cambios producto de la creación y construcción de
condiciones materiales de la civilización occidental para la existencia de la vida
actual, en estrecha relación con los ritmos y formas del crecimiento demográfico.
Es por esto necesario trazar una ruta que permita la comprensión de la ruptura
histórica que acompaña a las actuales prácticas contables de las demandas sociales
por la cobertura de intereses y formas de comunicación alternas a las tradicionales y
dominantes en las esferas organizacionales, toda vez que la crisis de humanidad por la
cual atraviesa la sociedad impone retos que superan los lenguajes comunicacionales
y su mensaje cimentado en el modelo de estandarización financiera internacional
como hegemónico.

Para este propósito el artículo presenta una reflexión sobre las visiones contables
de la cultura, las preocupaciones por el acercamiento a la representación contable
como lenguaje y forma de dar vida a realidades circundantes, complejas y retadoras
a las actuales prácticas contables funcionalistas y que responden a las propuestas
financieras dominantes de los organismos reguladores internacionales. Se acude en
su desarrollo, en principio, a la comprensión de la categoría conceptual de la cultura
en lo contable, para revertir luego el sentido de lo contable hacia la cultura desde sus
formas de representación y esbozar los espacios de diálogo que le permitan cumplir
con su papel de guardián del bien común como cuidadora del patrimonio social
expresado en la cultura y sus manifestaciones. Para ello, toma algunos ejemplos
ilustrativos en escenarios sociales específicos colombianos desde la perspectiva
contable, como una provocación a la construcción de bases teóricas y metodológicas
que permitan el tránsito hacia una contabilidad e integre formas de comprensión
multidimensionales y pluridialógicas de la realidad social.

Como se expresó previamente el documento constituye una reflexión académica para


lo cual se acude a un estudio de tipo exploratorio, con una metodología cualitativa y
se acude en sus técnicas a tres estudios de caso representativos de investigaciones en
el marco de los desarrollos teórico instrumentales sobre contabilidad y cultura como
punto de referencia para la construcción de posteriores desarrollos disciplinares e
invitación a su consolidación.

190 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 188-202


Representaciones contables de la cultura como testigos para su conservación

La cultura en lo contable

La historiografía contable conduce la senda del conocimiento del saber a través de


las prácticas que las civilizaciones realizaron para dejar vestigios sobre los cuales
cimentar la relevancia sobre el uso, sentido y formas de realización de lo contable.
Cada civilización aportó su visión de mundo a la forma de relacionarse con sus
recursos, desde el uso de quipus, hasta la realización de pictogramas, pasando por
los papiros, hasta llegar a libros elaborados con cuidado y esmero; cada forma de
realización de las prácticas contables, hablan de una representación, de una manera
de percibir la atención a los detalles, diferenciar las tradiciones y legar a las próximas
generaciones una base que conservar (al menos eso esperarían). De acuerdo con lo
expresado por (Ronderos Valderrama, 2014), se trata de representar las formas como
se relacionan e integran vitalmente en el entramado de la vida a través de desarrollos
científicos (interdisciplinarios, ambientales, ecológicos y bioéticos)

Al concepto de representación subyace algo supremo, la valoración, lo que se aprecia


como valioso, para León (2016), la representación contable de los objetos debe tener
una continuidad histórica, y ella debe ser la base del valor en libros. No se trata
de una discusión menor, ya que es el reconocimiento de un elemento central de la
representación del objetivo de la contabilidad y sus prácticas, en donde la contabilidad
no solo reconoce realidades (organizacionales, económicas y financieras), sino que
según las pautas que esta siga (arbitrariedades instituidas), también crea realidades
intencionadas.

Lo expresado previamente pudiera entregar una preocupación sobre la realidad que


se ha privilegiado, la que se registra, la que se valora, sería propio decir, la que se
aprecia. Si las civilizaciones que cimentaron sus prácticas sobre la base del cuidado
de los recursos para mantener su supervivencia en el tiempo pidieran cuentas sobre
el estado actual de la conservación de la riqueza en otrora valiosa, tendríamos una
deuda histórica como saber, es posible que lo contable no haya dado relevancia a la
realidad que socialmente protegiera el interés colectivo.

Es importante entonces comprender que el lenguaje de lo contable, es producto de


las relaciones sociales y su forma de construir cultura desde su forma de control y
asignación de recursos, para Vaca-López y Ramírez (2018), evaluar el impacto de
la cultura en la economía, cohesión social y equilibrio ambiental de un territorio
supone una tarea compleja de cuantificar, se requiere en instrumentos que permitan

191
Lina Marcela Sánchez-Vásquez

reconocer, medir e informar la naturaleza y alcance de las relaciones entre cultura


y desarrollo. El desarrollo se ha privilegiado sobre la cultura dado que se proponen
modelos de desarrollo abarcadores, que desconocen las dinámicas propias de los
territorios, sus pobladores y sus intereses identitarios, de allí que exista la necesidad
de cubrir frentes informativos que entreguen voces a quienes por su posición
poco relevante como aportantes de capital en las organizaciones, no han tenido la
alternativa de incidir sobre la relevancia y pertinencia de la información generada
para fines de interés público.

Lo anterior permite observar la necesidad de la información contable como un


elemento que contribuya a determinar el potencial e impacto de la cultura en el
desarrollo de los territorios (Vaca López & Ramírez, 2018); así y las cosas lo
contable se encuentra entre la encrucijada de responder a las dinámicas propias del
desarrollo y su tendencia globalizadora (cabría decir homogeneizante) que uniforma
las prácticas contables, sus diálogos, sus formas de comprensión; soslayando las
visiones alternas del desarrollo y privilegiando la cultura hegemónica como ideal
de sociedad. En este punto es importante rescatar las prácticas que consolidan la
riqueza social por la vía de las prácticas, manifestaciones, construcciones, formas
de vida, entre otras que generan la forma de hacer diversa la realidad cultural en su
esencia social.

Las representaciones contables de la cultura

La adhesión social del saber contable genera reflexiones en torno a la manera


como la contabilidad representa sus formas de expresión, la cultura es una de ellas.
Durante décadas se ha abordado la discusión sobre lo que representa lo contable,
para Vaca y Ramírez (2018) algunos objetos de representación contable son: el
dinero, compromisos, desempeño, implicaciones financieras de escoger un plan en
lugar de otro, oportunidades, resultados financieros de actividades de organización,
el desarrollo de operaciones del ente económico, resultados operacionales.

Atendiendo a lo expresado, pudiera indicarse un claro interés en lo contable por la


conservación de recursos que pasan por la lógica económica, atendiendo intereses
de mantenimiento del capital financiero. No obstante, en el acápite previo se expresó
que el estadio primario en que surge y se desarrolla la contabilidad es la organización
social como forma original de los acuerdos sociales; en tal sentido, Machado (2009)
indica que “estos diversos objetos de representación contable convergen, en general,

192 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 188-202


Representaciones contables de la cultura como testigos para su conservación

en ese espacio social denominado organizaciones… lo anterior indica que la mente


de los contables ha de interpretar y representar el mundo de las organizaciones
desde sus diferentes manifestaciones”; así, no pueden confundirse las cosas, el
término organización con el de empresa, al entenderlos como sinónimos, las
organizaciones sin fines de lucro o de la sociedad civil escaparían como propósito de
representación contable.

En el contexto de la cultura, la representación toma una connotación de construcción


de sentido social, para Van Dijk (2002), las representaciones sociales son,

(…) en primera instancia, formas de cognición social, y por eso necesitan


análisis cognitivo y análisis social, usando las teorías más sofisticadas que
tenemos en la psicología y en las ciencias sociales. (…) Al mismo tiempo, las
representaciones sociales son representaciones compartidas por (miembros
de) grupos y culturas, y por eso necesitamos trabajos detallados de etnografía,
adquisición, uso y funciones socioculturales de esas representaciones
sociales. (p. 21)

Por lo expresado previamente, es indispensable para capturar las dimensiones de


esta categoría de análisis la confluencia de saberes en el seno de lo social, sin ellos
la visión contable queda relegada a incorporar las prácticas financieras derivadas de
la conservación de bienes culturales más que de expresiones sociales construidas
por y para la cultura; para construir sentido contable es importante comprender
que la diversidad inmersa en la escena cultural implica, en principio, reconocer sus
actores, sus funcionamientos, sus acuerdos y la manera cómo se valora su existencia
y conservación social.

En atención al hecho de que la cultura responde a contextos históricos definidos, es


necesario comprender que las representaciones son transitorias, se van modificando
en el tiempo. Por tanto, al intentar representar una escena cultural es importante
entender tanto su carácter transitorio como su transformación en el tiempo; este es
un reto importante para la contabilidad, la cual en su lenguaje formalizado ha dado
cuenta de hechos históricos y de naturaleza poco dinámica, aspectos que en el caso
de la realidad social y específicamente la cultural son superados dada la trama de
relaciones en que su sustenta y la multiplicidad de intereses que abarca.

193
Lina Marcela Sánchez-Vásquez

Previamente se abordó la problemática de los intereses que se imprimen en la


generación de información contable, de manera generalizada en la aportación de
capital o la participación en la propiedad privada; esto entrega posibilidades que
las personas tengan una mayor o menor participación sobre las decisiones de las
organizaciones. No obstante, socialmente esta realidad también es frecuente,
Bourdieu (2015) nos dice que,

la representación que los agentes se forjan de su posición en el espacio


social es producto de un esquema de percepción y de apreciación (habitus),
a su vez producto incorporado de una condición definida por una posición
determinada en la distribución de las propiedades materiales (objetividad
1) y del capital simbólico (objetividad 2), y que toma no solamente en
cuenta las representaciones (en observancia de esas mismas leyes) que los
demás acunan a propósito de esta posición y cuya sumatoria define el capital
simbólico (que usualmente recibe la designación de prestigio, autoridad,
etc.), sino también la posición de las distribuciones generadas retraducidas
simbólicamente en estilo de vida. (p. 205)

Así las cosas, existen formas de participación en la vida social sustentadas en la


capacidad de agenciamiento y de interacción con los tomadores de decisiones.
Para lograr la representación cultural es importante atender a la visión generalizada
del contexto, de otra forma las formas de impresión de la realidad son sesgadas por
las visiones que del desarrollo y sus formas más representativas se adquieren en los
territorios, que no por ser las más reconocidas constituyen el sentir colectivo.

El análisis presentado por Bourdieu reivindica el papel social de lo contable, la


diversidad y la pluralidad conceptual han de acompañar la comprensión de las
realidades culturales; para León (2016), el campo contable se considera una estructura
viva, llena de relaciones y de complejidades, un espacio social donde diversos agentes
pugnan sobre lo que es contable, su práctica, en términos de capitales. Los diferentes
conceptos de campos presentes en la obra de Bourdieu nos abren la posibilidad de
interrogación sobre unas prácticas que son sujeto de descripción.

Un elemento de reflexión adicional lo constituyen los bancos de sentido en


que soportamos las prácticas contables relacionadas con la cultura, de manera
generalizada es necesario acudir al diálogo con la sociología, la antropología y la
psicología social, entre otras, para comprender la trama de las relaciones sociales y
su producto, la cultura. Un primer elemento de análisis estará dado por la capacidad

194 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 188-202


Representaciones contables de la cultura como testigos para su conservación

de interlocución entre campos del saber, como lo expresa León (2016), la lucha
por la práctica contable es una lucha por la representación social. Se trata de la
construcción de una historia en torno al origen sublime de la profesión contable,
de la necesidad de que ciertos eventos sucedieran, de lo importante que son los
agentes (o ciertos agentes) en el lugar de los eventos, y de lo importante que es
que el ejercicio contable como práctica sea lo que es. Un estudio detenido sobre el
sentido de lo que lo contable comunica, los intereses que prevalecen en su mensaje y
las formas como son representadas en los reportes, llevarán a resignificar el rol social
de la contabilidad.

En consecuencia, se entiende que la contabilidad para la cultura implica un cambio


en la visión del contable mismo, es necesario generar desde las aulas universitarias la
conexión con lo social y la capacidad para develar la importancia de las construcciones
colectivas y humanizando las prácticas contables, comprender la relevancia de
capturar el sentido del bien común en las relaciones sociales, como lo expresa León
(2016), las representaciones sociales de los agentes nos acercan a su dimensión más
humana, la del sentido vivido, por la experiencia y por la fuerza de vivir y ser, en un
campo concreto, en este caso, el campo contable; para el logro de tal propósito la
construcción de redes de trabajo asociativo se hace indispensable, lo común alude al
acuerdo generalizado por la relevancia de lo representado, así lo advierte (Ostrom,
2000) al expresar que los valores individuales en sí no son suficientes para solucionar
los problemas de esta índole. Sin instituciones que faciliten la construcción de
reciprocidad, confianza y honradez, los ciudadanos enfrentan un reto real.

Contabilidad cultural, un aporte a la sostenibilidad

En el contexto social actual, la preocupación por la prevalencia de prácticas


depredadoras, han generado una suerte de convenciones que promueven la prevalencia
de los valores identitarios de los territorios y su inclusión tanto en las agendas de
desarrollo como en los inventarios para la protección del patrimonio denominado
de la humanidad, lo cual conlleva una responsabilidad por su conservación, con un
propósito de sostenibilidad. Para Vaca y Ramírez (2018), la cultura en su dimensión
social permite una mirada amplia ya que:

Es en las dimensiones micro sociales en donde las sociedades se matizan,


en donde es posible aprehender aquellos elementos que las conforman y

195
Lina Marcela Sánchez-Vásquez

las dotan de sentido peculiar, que las singularizan y distinguen. Recuperar


estos elementos significa recuperar la cultura, que es conciencia y voluntad,
síntesis y expresión de una memoria, creación de presente y proyección
hacia el futuro. (p. 7)

Lo expresado en el párrafo previo de acuerdo con (Zemelman, 1992) permite indicar


que la contabilidad puede reconocer, medir y representar los vínculos entre la
dimensión social de la cultura y el desarrollo sostenible. Estos aspectos indican una
confluencia de corresponsabilidad por la salvaguarda de los factores diferenciales
de las comunidades que les entregan unos rasgos de arraigo y apropiación de su
territorio, sus tradiciones y formas de comprensión social.

Concordante con lo anterior, en la esfera contable, la comprensión y aprehensión


de esta intencionalidad puede ser abordada desde corrientes heterodoxas, para
Franco (2013), es importante aclarar que desde la corriente crítico-interpretativa de
la contabilidad, se ha insistido en reconocer la naturaleza social de la contabilidad
(Hopwood, 2000), pero no se han aportado desarrollos, dado que no existe una
producción teórica ni tecnológica, pues su acción se ha concentrado en las acciones de
interpretación y crítica. Esto no quiere decir que estas vertientes sean poco relevantes
a efectos de generar dinámicas integradoras en lo contable, sin embargo se hace
imperativo hacer el tránsito hacia estadios propositivos dado que existe la necesidad
de generar desde lo contable las formas de lectura a lo cultural, cuya naturaleza teje
tramas de relaciones que por su sensibilidad social ha de considerar los aspectos de la
realidad susceptibles de ser incorporados por la vía de las representaciones contables,
sin desconocer su carácter dinámico y de prevalencia, más en la conservación de la
riqueza social como garante para su sostenibilidad.

Lo descrito hasta el momento puede tener implicaciones sobre las tradicionales


formas de concebir lo contable, amparada en principios y normas que regulan su
actuación, para su relacionamiento con lo cultural necesita ser permeada por el
sentir e intencionalidad de los habitantes de los territorios, una visión integradora
de la contabilidad implica complementariedad en lugar de disección con las demás
áreas del conocimiento, como lo expresa Franco-Ruíz (2018), la base conceptual
de contabilidad integral pretende la ruptura con la tutela que consolidó a la
contabilidad como servidumbre del derecho y la economía al pretender construirla
como disciplina autónoma. Estos elementos se sintetizan en integridad cronológica
permitiendo la construcción de representaciones de diferentes momentos, pasado

196 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 188-202


Representaciones contables de la cultura como testigos para su conservación

presente e incluso futuro de manera integrada pero segmentada. Integridad métrica


que permite la concurrencia de diversas bases de medición y valoración de manera
integral pero segmentada; integridad de objetos diversos de información, más allá
de los aspectos eminentemente financieros para lograr su legitimación social y
diversas comprensiones.

En las visiones expuestas por los autores citados, puede evidenciarse una intención de
construcción en el seno de lo contable de formas alternas y el potencial de desarrollo
que las interconexiones con lo cultural genera para devolver el sentido social de la
contabilidad como saber, superando la visión financiera tradicional, mejorando las
formas en que son identificadas y medidas las manifestaciones de cultura en su esfera
tangible e intangible, y entregando en este contexto una visión de conocimiento en
construcción con un propósito científico de ser un proyecto disciplinar de largo
aliento. Uno de los aspectos de necesaria consideración para esta misiva la constituye
el autoconocimiento de las realidades circundantes, el principal laboratorio para el
sentido social de la contabilidad cultural se encuentra en los escenarios próximos que
han generado dinámicas con su territorio local; para Martín (2014), la contabilidad
así considerada incorpora nuevas dimensiones en su naturaleza y aplicación,
permite la reflexión, comprensión e interpretación de las proposiciones científicas
de los aportes de las escuelas latinoamericanas y sus investigadores, buscando una
nueva síntesis constructora de un saber liberatorio que integra las dimensiones
sociales, instrumentales, temporales y axiológicas, aportando a la construcción de
calidad de vida.

La cultura en lo contable, a propósito de algunos casos colombianos

Apelando a la pretensión de provocación de este escrito, es importante resaltar


algunos esfuerzos que desde lo local se generan como resistencia al hecho de
sucumbir a las tradicionales formas de concepción contable y que imprimen un aliento
a las generaciones actuales sobre escenarios posibles de construcción colectiva del
sentido contable de la cultura, claramente es este un terreno aún por abonar para
recibir frutos, como categoría que emerge a las condiciones sociales, planetarias y
bioéticas, la contabilidad como campo del saber está en desarrollo de la fundación
teórica que permita hacer frente a las prácticas rituales que se tornan convenientes
para ciertos grupos de interés.

197
Lina Marcela Sánchez-Vásquez

Para resaltar los desarrollos sobre cultura, en principio es necesario relevar la


existencia de la institucionalidad gubernamental así como la prevalencia de la
política pública como lugar de legitimación social para la custodia y conservación
del patrimonio cultural, estos elementos han legado a lo contable en el ámbito
público las herramientas teórico-metodológicas para reconocer, por la vía de la
contabilidad pública, las designaciones que por mandato normativo se hacen a los
entes territoriales sobre la restauración y conservación de los bienes de uso público
(parques, plazas, museos, bustos, entre otros); así como su protección a través del
Ministerio de Cultura al declararlos patrimonio. De acuerdo con Mincultura (2018),
en Colombia existen un sinnúmero de manifestaciones culturales que expresan
la variedad étnica, religiosa, de costumbres, tradiciones y formas de vida de su
población, así como su riqueza natural y diversidad de climas, geografías y paisajes,
entre otros. En tal sentido se dispone de herramientas que permiten el acercamiento
a los actores culturales de los territorios, lo referente a los tres contextos geográficos
se ha consultado a través de la herramienta “cartografía cultural”, la cual de
acuerdo con Arcila y López (2011), la UNESCO reconoce como una herramienta
y técnica cruciales para preservar los elementos culturales tangibles e intangibles,
facilita la identificación de los actores clave para la gestión de la cultura en el
territorio poniendo de relieve su lugar en la vida y transformación social como
actores del desarrollo.

Por otra parte, existen esfuerzos desde lo investigativo para conectar las realidades
locales con lo expresado en las agendas de política pública, para ello, los grupos de
investigación, actores de la sociedad civil y los grupos representativos de la vida
cultural de los territorios generan alternativas informativas para dar cuenta y razón
sobre el inventario de bienes y manifestaciones culturales en sus espacios geográficos,
si bien esta intencionalidad es aún primaria, es un insumo importante para permitir
la información sobre la existencia de esta riqueza, aspecto que con posterioridad
permite su medición en tanto sea posible establecer las métricas apropiadas a las
condiciones de las realidades propias de los escenarios sociales.

Es así como en su investigación “El carácter multidimensional de la medición


contable en los Makuna. Un estudio comparado” (Fuentes & Peña, 2016) se revelan
aspectos “simbólicos” de la contabilidad cultural, desde un punto de vista etnográfico,
explora las principales teorías y cuestiones relativas a la reconstrucción del carácter
multidimensional de la medición contable en los Makuna (o la gente de agua), desde

198 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 188-202


Representaciones contables de la cultura como testigos para su conservación

una perspectiva comparada entre Occidente y los saberes ancestrales y tradicionales


de este grupo étnico Tukano que vive en las selvas del Vaupés colombiano

De otra parte, Bucheli, Castillo y Villarreal (2011), del grupo de investigación


Identidad Contable de la Universidad Mariana de Pasto, establecen relaciones entre
la contabilidad y la cultura, presenta aproximaciones teóricas y de carácter legal
referidas al patrimonio cultural y describe los elementos para medir la cultura mediante
un inventario del patrimonio cultural. En su texto se describen metodologías que
rescatan el patrimonio cultural como una forma de representar el valor significativo
de la identidad de un territorio y es la noción de las características particulares de una
comunidad, el trabajo además exalta la necesidad de realizar una investigación de
tipo histórico que incluya elementos de trabajo de campo etnográficos. El propósito
de la realización de un inventario de los bienes tangibles e intangibles permite
constituirse en una fuente de información para su posterior validación y registro ante
las entidades encargadas de su protección y conservación.

Otro de los referentes relacionados con los aspectos culturales en territorios


colombianos lo constituye en la actualidad la declaratoria de paisaje cultural
cafetero (PCC), como patrimonio de la humanidad, la inclusión de este en la lista
de la UNESCO es una posibilidad de generación desde lo contable, de formas de
salvaguardar su existencia para las actuales y futuras generaciones. Esto conlleva
una necesidad de interrogar desde las lógicas no financieras su uso, apropiación,
clasificación y valoración.

Son cuatro los valores que determinan la excepcionalidad del PCC y son la base de su
postulación como patrimonio mundial: trabajo familiar, generacional e histórico para
la producción de un café de excelente calidad, en el marco de un desarrollo sostenible;
cultura cafetera para el mundo; capital social estratégico construido alrededor de una
institucionalidad; relación entre tradición y tecnología para garantizar la calidad y
sostenibilidad del producto.

Lo anterior cuenta la historia sobre las tradiciones, formas de vida y de habitar el


territorio, aspectos que contribuyeron a la inclusión del PCC en la lista de patrimonio
inmaterial de la UNESCO, es un paisaje vivo y dinámico, por esto su plan de
manejo debe establecer las condiciones de conservación y apropiación por parte de
los habitantes, de acuerdo con las actividades económicas que se desarrollan en la

199
Lina Marcela Sánchez-Vásquez

región. En lo referente a las características propias del paisaje cultural cafetero, los
rasgos distintivos y características incluidas en la declaratoria en razón a su clara
y explícita indicación dentro de la declaratoria se convierten en la brújula y banco
de sentido para la contabilidad en el departamento del Quindío, no como puerto
último sino como dirección en la cual desde su campo del conocimiento deberá
dar respuesta, solo a través de la construcción de nuevas y mejores formas de
identificación, medición, presentación y revelación de las realidades culturales será
posible cumplir la promesa de cuidadores del patrimonio cultural.

CONSIDERACIONES FINALES

Las posturas heterodoxas de lo contable son la cuna de las propuestas contables que
atienden preocupaciones sociales como el caso de lo cultural; es importante desarrollar
una visión innovadora de las formas en que se representan y valoran las dimensiones
asociadas a esta realidad, pretender dar respuesta desde las formas tradicionales
ha legado una respuesta insatisfactoria a las problemáticas concernientes al saber
contable lo que vuelve prioritario el desarrollo de metodologías que acerquen las
intenciones sociales a las visiones contables de la cultura.

En este contexto es importante recobrar el sentido social de lo contable desde


su concepción primigenia, ante un escenario formativo demandante en cuanto la
rendición de cuentas y adhesión a marcos técnicos, repensar los propósitos formativos,
sus relacionamientos con las humanidades y la humanización de la disciplina se
convierten en insumos sin los cuales no es posible aprestar las actuales y futuras
generaciones contables para los retos profesionales derivados de los problemas cada
vez más complejos de representación y valoración contable. El sujeto contable debe
reconocerse como miembro de la sociedad, apreciar sus construcciones colectivas,
querer hacer parte de ellas y reconocer su valor como agente transformador
de las realidades sociales, como garante de la confianza pública y custodio del
interés general.

Finalmente, se debe reconocer la preocupación por lograr desarrollos próximos que


desde lo técnico procedimental faciliten el tránsito de lo discursivo a lo aplicado
dentro de las esferas contables social, cultural y ambiental, como escenarios
próximos del desarrollo científico del campo del saber. Asiste a la contabilidad la
responsabilidad por definir las condiciones susceptibles de ser incorporadas sin

200 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 188-202


Representaciones contables de la cultura como testigos para su conservación

menoscabo del interés general y la prevalencia de la conservación como premisa


clave para el desarrollo; este predicamento excede las lógicas tradicionales por lo
cual, reconociendo su existencia y necesidad como medio para la protección legal
de los bienes culturales, ha de ser complementada con los desarrollos que no solo
permitan conocer su existencia, sino que faciliten saber su transformación puesto
que su carácter dinámico y cambiante convierten a la cultura en un objeto de estudio
multidimensional del cual habrá que reconocer la limitación disciplinar de capturar
todas sus variantes. No obstante, el empeño en que su presencia en el tiempo se
mantenga constituye el propósito fundamental de la contabilidad como testigo de la
historia y memoria para su apreciación en la construcción social.

Referencias

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202 Cultura y Droga, 24, (27), enero-junio 2019, 188-202


EVALUADORES

Abraham Felipe Gallego Jiménez. Magíster en Administración Económica y Financiera,


Universidad La Gran Colombia. E-mail: [email protected]
ORCID: 0000-0003-3536-7956. Google Scholar: https://bit.ly/2Ecd6G8

Alexander Castillo Garcés. Politólogo, Universidad del Cauca. Magíster en


Políticas Públicas, Universidad del Valle. E-mail: [email protected].
ORCID: 0000-0002-4673-2157.

Daniel Ávila Monroy. Profesional en Literatura y Periodismo. Bachiller en Literatura,


UNMSM. E-mail: [email protected] ORCID: 0000-0003-0123-9606.
Diana Carolina Zuluaga Restrepo. Magíster en Finanzas Corporativas, Universidad
de Barcelona. E-mail: [email protected]

Diego Sanjurjo, Doctor en Ciencia Política. Universidad de la República, Uruguay.


E-mail: [email protected] ORCID: 0000-0002-4028-0356.
Google Scholar: https://scholar.google.com.uy/citations?user=8PWkQzIAAAAJ&hl=es

Fernando María Lynch Casares. Licenciado en Ciencias Antropológicas,


Universidad de Buenos Aires, Argentina. E-mail: [email protected].
ORCID: 0000-0002-2547-0928.

Flavia Valgiusti. Magíster en Prevención de Drogodependencia, Universidad del


Salvador. E-mail: [email protected]

Gabriel Tenenbaum Ewig. Doctor en Ciencia Social con especialidad en Sociología,


Universidad de la República, Uruguay. E-mail: [email protected].
Google Sholar:https://scholar.google.com/citations?user=nMOHWtoAAAAJ&hl=en

Ismael Apud, PhD. Docente de la Facultad de Psicología, Universidad de la República.


E-mail: [email protected] ORCID: 0000-0003-4237-9365. Google Scholar:
https://scholar.google.es/citations?user=OSPr5WcAAAAJ&hl=es

203
Jesús David Suescún Arregocés. Magíster en Psicología Social Comunitaria,
Universidad del Magdalena, Colombia. E-mail: [email protected].
Google Scholar: https://scholar.google.es/citations?user=adL5SbEAAAAJ&hl=es

María Praenza López Giraldo. Trabajadora Social, Especialista en Educación


Ambiental, Magíster en Desarrollo Sostenible. E-mail: [email protected]

Mariana Malet Vásquez. Ph.D en Derecho y Ciencias Sociales, Universidad de la


República, Montevideo, Uruguay. E-mail: [email protected]

Marysol Rojas Pabón. Trabajadora Social. Ph.D. en Estudios Latinoamericanos.


Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM. Docente Investigadora.
Universidad Externado de Colombia. E-mail: [email protected].
ORCID: 0000-0003-0738-1072.

Martín Güelman. Licenciado en Sociología, UBA. Magíster en Ciencias Sociales,


IDES-UNGS. E-mail: [email protected]. ORCID: 0000-0003-4906-2336.
Google Sholar: https://scholar.google.es/citations?hl=es&user=kF7kGeIAAAAJ

Nidia Andrea Olvera Hernández. Licenciada en Etnohistoria y Maestra en


Antropología. Cursa el Doctorado en Historia Moderna y Contemporánea, Instituto
Mora, México. E-mail: [email protected] ORCID: 0000-0002-2059-8594.

Ramiro Enrique Borja. Magíster en Ciencias Sociales en Biopolítica Global. Universidad


de Laponia, Finlandia. E-mail: [email protected] ORCID: 0000-0001-8204-9833.
Google Sholar: https://scholar.google.com/citations?user=2j6fHTMAAAAJ

204
AUTORES

Alejandro Romero Miranda. Sociólogo, Universidad de Concepción, Chile.


Máster en Criminología y Delincuencia Juvenil, Universidad Castilla, La Mancha,
España. Director e investigador Programa de Investigación y Análisis Delictual
–PIAD-. Universidad La República, Chile. E-mail: alejandro.romero@ulare.
ORCID: 0000-0003-0390-5019 Google Scholar: https://scholar.google.com/
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Perú. Correo Electrónico: [email protected]. ORCID: 0000-0003-1039-7518.
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Isabel María Martínez Salvador. Master en intervención social, inmigración,


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Correo Electrónico: [email protected]. ORCID: 0000-0001-8859-5309.
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Andrea Pantoja Barco. Maestría en Estudios Latinoamericanos. Universidad de


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Nestor Álvaro Pastor Armas. Licenciado en Sociología. Pontificia Universidad


Católica de Perú. Lima, Perú. Correo Electrónico: [email protected].
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Victoria Sánchez Antelo. Doctora en Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Tres


de Febrero. Buenos Aires, Argentina. Correo Electrónico: [email protected].
ORCID: 0000-0003-4892-0394. Google Scholar: https://scholar.google.com.ar/citat
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205
Lina Marcela Sánchez Vásquez. Master en Desarrollo sostenible y medio ambiente.
Universidad Autónoma Latinoamericana UNAULA. Medellín, Antioquia, Colombia.
Correo Electrónico: [email protected]. ORCID: 0000-0003-3911-8367.
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Juan Agustín Scuro Somma. Doctor en Antropología Social. Universidad de la


República. Montavideo, Uruguay. Correo Electrónico: [email protected].
ORCID: 0000-0002-8837-0019. Google Scholar: https://scholar.google.es/citations
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Marcos Antonio Torti-Iermini. Estudiante de Abogacia. Universidad


Argentina de la Empresa. Buenos Aires, Argentina. Correo Electrónico:
[email protected]. ORCID: 0000-0002-9042-5410. Google
Scholar: https://scholar.google.com/citations?hl=es&user=d3G2qysAAAAJ

Diana Vinasco Martínez. Master en Estudios Sociales y Políticos. Universidad de


Icesi. Cali, Valle del Cauca, Colombia. Correo Electrónico: [email protected].
ORCID: 0000-0002-0580-1160. Google Scholar: https://scholar.google.com/citatio
ns?user=GGGteX8AAAAJ&hl=es

206
POLÍTICAS ÉTICAS DE LA REVISTA

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207
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208
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Política de retractación de artículos

Respecto a la eventualidad de retractación frente a las publicaciones incluidas en


la Revista; la cual consiste en la posibilidad de invalidar o anular, de forma total o

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parcial, lo que se dijo o incluyo con anterioridad en algún ejemplar de la misma, la
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por el COPE, relativos a las causales de retractación para los artículos publicados
en esta; frente a ello, serán causales generales de retracción para las publicaciones:

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2. La falsedad comprobada de información y con la cual se adelantó el
proceso editorial.
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4. El incumplimiento de los principios éticos que se debieron observar.
5. Incluir informaciones imprecisas o inexactas de manera deliberada.

Política de retracción de artículos

La retracción, como la acción de retraerse, reducirse o renunciar a algo, expresa la


facultad que le asiste al autor de una obra o artículo de manifestar su voluntad de
desconocer o renunciar a lo dicho o consignado con anterioridad y se manifiesta
de forma práctica, y en la posibilidad del autor, de hacerlo saber a sus lectores por
el mismo medio por el cual se dio a conocer el artículo u obra a la que renuncia.
La retracción es un hecho personal, derivado de la autonomía de la voluntad del
autor y de sus procesos de pensamiento y reflexión.

Procedimiento para la retractación y la retracción

Para los casos de retractación y retracción bajo los cuales se pretenda invalidar o
anular, de forma total o parcial, lo que se dijo o incluyó con anterioridad en algún
ejemplar de la Revista, así como retraerse o renunciar a una obra, articulo u opinión
consignada, el autor o tercero con intereses jurídicos demostrados que pretenda
hacer uso de esta política deberá enviar una comunicación escrita al Editor de la
Revista; en la cual, haciendo uso de su calidad de autor o enviando las pruebas sobre
su interés jurídico para la solicitud, según sea el caso, expondrá los argumentos y
aportará las pruebas necesarias para solicitar la retractación precisando el alcance
de la misma. Para los casos de retracción, el autor hará llegar la nota de retracción
que deba incluirse para ser sometida a consideración por parte del Editor y el
Comité Editorial.

210
Después de lo anterior, y una vez verificados los documentos enviados ―o después
de comprobar su calidad de autor para el caso de la retracción―, en un plazo no
mayor a 10 días hábiles, el Editor procederá a exponer el caso ante el Comité
Editorial; quienes deliberarán y decidirán por votación, bajo una mayoría simple
(la mitad más uno), sobre la solicitud; de ser aceptada, se tramitará en un plazo no
mayor a 30 días hábiles.

Contra la decisión no habrá recurso de apelación alguno; no obstante, el solicitante


u otra persona, con interés legítimo en el tema, podrán solicitar de nuevo la
retractación o retracción, según sea el caso, y aportar o mejorar las pruebas aportadas
con anterioridad. Cualquier miembro del Comité Editorial, podrá solicitar y tramitar
el procedimiento para la retractación. En el caso de la retracción, solo los autores o
titulares de derechos podrán realizar la solicitud.

Una vez se decidida sobre la procedencia de la retractación o retracción, según sea


el caso, esta se realizará en el siguiente número de la Revista publicada; siempre y
cuando, aún sea posible editorialmente; en caso contrario, se incluirá en la siguiente
edición. Para los casos de retracción, se incluirá la nota que proporcione el autor.

Procedimiento para la duplicación

Para la duplicación de textos, la cual consiste en la posibilidad de copiar o reproducir


de forma textual, una o más veces, un contenido u obra literaria, en un nuevo soporte
(digital o cualquier otro formato), la Revista se acoge al siguiente procedimiento
general: todo material editorial, respecto del cual se hubiese solicitado o determinado
su duplicación, se encabezará con una leyenda que identifique claramente su calidad
de duplicado y que lo diferencie del original.

Para llevar a cabo este tipo de reproducción, el solicitante deberá diligenciar el


formato interno de solicitud de duplicación y hacerlo llegar al correo de la revista
(ver formato). El formato deberá ser diligenciado por el responsable del procedimiento,
incluso cuando sea la misma revista la que determine su necesidad.

Procedimiento para incorporación de fe de erratas

La fe de erratas, para las publicaciones de la Revista, ha de ser entendida como


el método usual de edición y posterior de todo artículo, por medio de la cual se
corrigen todos los errores que se han detectado en un ejemplar de la revista.

211
Para este procedimiento se debe tener en cuenta que, si solo una parte del artículo
contiene algún error, este se puede rectificar posteriormente por medio de una nota
editorial o una fe de erratas.

En el evento de que un autor(a) o cualquier tercero, incluyendo al personal de la


revista, descubra un error grave en la publicación, este habrá de comunicarlo de
forma escrita y precisa al Comité Editorial con el fin de enmendarlo a través de la
“fe de erratas”.

Para llevar a cabo este tipo de correcciones al material editorial, una vez se ha
determinado la ocurrencia del hecho y la forma de darle solución, la fe de erratas se
incluirá en una de las páginas iniciales del próximo ejemplar de la revista; siempre y
cuando, aún sea posible editorialmente; en caso contrario, se incluirá en la
siguiente edición.

Procedimiento frente a la originalidad y plagio

Para efectos de esta política, ha de considerarse la originalidad desde dos perspectivas:


la primera, como la certeza de que la obra proviene de quien dice ser su autor;
la segunda, que la misma sea novedosa y diferente a otras creadas previamente.
El concepto de plagio hace referencia también a que la obra o artículo se distinga
de copias, falsificaciones o derivaciones no autorizadas o del uso no autorizado o
adecuado de fragmentos de otras obras.

Corresponde a los autores asegurar la originalidad de los artículos aportados a la


revista, así como la veracidad de los datos y resultados incluidos en estos, expresando
de forma clara y concisa que los contenidos son originales y que no han sido copiados,
inventados, distorsionados o manipulados.

El plagio o uso no autorizado de contenidos ajenos o de terceros, en todas sus formas,


es rechazado totalmente por parte de la Revista; de igual forma, la publicación
múltiple o redundante se consideran faltas graves a la ética.

Los autores se abstendrán de enviar a la Revista, textos que se han puesto al


mismo tiempo a consideración en otra revista; siendo posible publicar contenidos
que amplíen otros ya publicados o bajo consideración, siempre y cuando se cite
debidamente el texto sobre el cual se basa.

212
Igual que para los eventos de retractación, en los casos de plagio o uso no autorizado
de contenidos ajenos o de terceros debidamente comprobados, el denunciante deberá
enviar una comunicación escrita al Editor en la cual expondrá los argumentos y
aportará las pruebas necesarias para su denuncia. Después de lo anterior, y una vez
verificados los documentos enviados, en un plazo no mayor a 10 días hábiles, el
Editor procederá a exponer el caso ante el Comité Editorial; quienes decidirán sobre
su real y efectiva ocurrencia; además lo pondrán en conocimiento de las autoridades
respectivas, o de los afectados, según sea el caso.

Eventos de conflicto de intereses frente evaluadores

Corresponde a los evaluadores internos y externos de la Revista declarar cualquier


conflicto de intereses que se presenten en relación con las obras puestas a
su consideración.

El conflicto de intereses se presenta cuando, frente a una obra puesta a consideración


de un evaluador o de personas que forman parte del equipo editorial, existe con su
autor relación personal o profesional directa, de enemistad, o se tiene una relación
de cualquier tipo con la investigación que le dio origen; al igual que un profundo
conflicto moral o ético con el tema examinado. De forma general, los miembros del
equipo editorial y los evaluadores externos han de abstenerse a revisar obras cuando
incurran en alguna de estas o similares situaciones.

El equipo editorial de la revista se abstendrá de seleccionar evaluadores frente a los


cuales tengan conocimiento de que se hallen o puedan hallarse afectados por alguna
de esas situaciones mencionadas.

Declaración de confidencialidad de evaluadores

Siempre, sin excepción alguna, quien realice una evaluación o revisión de una obra
presentada a la Revista debe considerar esta como totalmente confidencial hasta su
publicación; por lo que no le será posible revelar ningún aspecto de su contenido o
sus opiniones personales durante todo el transcurso del proceso de revisión y hasta
terminada la publicación.

Es claro que, en ningún caso, es posible hacer público ni usar la información puesta
en consideración; así como detalles, argumentos o interpretaciones contenidos en el

213
texto objeto de revisión, ni para su propio beneficio o el de terceros. Únicamente en
casos especiales y debidamente justificados puede utilizar la asesoría de expertos en
la materia, circunstancia que ha de informar a la Revista.

Aspectos éticos

Cuando sea pertinente, se incluirá una explicación sobre los procedimientos seguidos
en la investigación a fin de garantizar el cumplimiento de los principios y normas
éticas de la Declaración de Helsinki de 1975 y posteriores revisiones.

Política de acceso abierto

Esta revista provee acceso libre a su contenido a través de su página Web


(http://culturaydroga.ucaldas.edu.co/) bajo el principio de que hacer disponible
gratuitamente investigación al público apoya a un mayor intercambio de
conocimiento global.

Los contenidos Web de la Revista se distribuyen bajo una licencia Creative


Commons de Atribución.

Esta licencia permite a otros distribuir, mezclar, ajustar y construir a partir de su


obra, incluso con fines comerciales, siempre que le sea reconocida la autoría de la
creación original.

Declaración de privacidad

La Revista Cultura y Droga autoriza la fotocopia de artículos y textos para fines


académicos o internos de las instituciones con la debida citación de la fuente.
Los nombres y direcciones de correos introducidos en esta Revista se usarán
exclusivamente para los fines declarados por ella y no estarán disponibles para
ningún otro propósito u otra persona.

Sistema DOI

Los artículos de la Revista se adhieren al sistema DOI, por medio del cual se establece
una infraestructura técnica y social para el registro y uso de identificadores para su
uso en las redes digitales.

214
NORMAS EDITORIALES

La Revista Cultura y Droga es una publicación científica que circula anualmente


en el ámbito nacional e internacional, adscrita a la Facultad de Ciencias Jurídicas y
Sociales, editada y financiada por la Universidad de Caldas. Recibe artículos en inglés,
portugués y español sobre investigaciones originales e inéditas que contribuyan al
avance del conocimiento y a la discusión académico-científica.

El propósito de la Revista Cultura y Droga es constituirse en un foro permanente


en el que se someten a examen crítico las teorías e hipótesis de los científicos sobre
la relación cultura y droga. Además, pública resultados sobre trabajos científicos
multidisciplinarios sobre las fuentes y aplicaciones de psicótropos en distintas
sociedades y culturas tanto del pasado histórico como contemporáneas. La Revista
tiene como principal finalidad promover y visibilizar la investigación de nuevos
desarrollos en el campo científico, técnico, educativo y cultural de las fuentes y
usos de sustancias psicoactivas en contextos culturales, por medio de artículos y
resultados científicos de procesos investigativos originales. Por último, la Revista
sirve de escenario para la divulgación de las actividades investigativas de la Maestría
en Culturas y Droga para América Latina y el mundo. La Revista se publica en
formato impreso y digital (PDF).

El autor que desee enviar artículos para consideración por parte del Comité Editorial
de la Revista deberá:

1. Enviar el artículo al correo electrónico: [email protected], el


artículo debe cumplir con una de las categorías propuestas por la Revista para
artículos científicos. Además, en el asunto del correo, debe indicarse el tipo
de artículo.

2. La Revista publica artículos originales de investigación, de acuerdo a la


siguiente tipología:

Artículos de investigación. Estos incluyen artículos resultados de


investigaciones originales o procesos documentados sobre la relación entre
cultura y droga. La estructura del artículo es la siguiente: introducción, referente
teórico y conceptual, materiales y métodos, resultados, discusión, conclusiones
y referencias.

215
Artículos de revisión. Estos artículos presentan una investigación terminada
en la que se analizan, sistematizan e integran los resultados de investigaciones
publicadas o no sobre un campo en ciencia o tecnología con el fin de dar cuenta
de los avances y las tendencias de desarrollo en el campo que se analiza.
El escrito debe indicar el período que comprende el trabajo y ser exhaustivo
frente al objetivo planteado, este debe ser preciso e incluirse al inicio del
artículo, también debe reportar el número de trabajos considerados y las bases
de datos y fuentes consultadas.

Este tipo de artículo se caracteriza por presentar una cuidadosa revisión


bibliográfica de por lo menos 50 referencias. Los autores deberán argumentar,
sustentar o controvertir la información contenida en la revisión; además harán un
aporte crítico sobre las fortalezas, debilidades y posibilidades de investigación
del tema propuesto.

Artículos de reflexión. Estos artículos presentan resultados de investigación


terminada desde una perspectiva analítica, interpretativa o crítica del autor,
sobre alguno de los objetos de estudio de la Revista; deben ser exhaustivos
en cuanto al análisis y la exposición de los argumentos que sustenten sus
conclusiones. Estos artículos incluyen introducción, discusión, conclusiones y
referencias; además de estar sustentados en fuentes originales.

La  Revista Cultura y Droga publica a consideración del Comité Editorial


otro tipo de artículos tales como cartas al editor, entrevistas, reseñas, así
como reproducciones y traducciones de otros trabajos o artículos publicados
previamente en otros medios académicos o revistas científicas; para ello se
deben indicar con claridad las fuentes y procedencia del texto original, así
como los respectivos permisos para la publicación.

3. El artículo debe estar en formato Word. De igual forma debe incluir: título del
artículo, autor o autores y dirección del contacto (correo electrónico y dirección
postal). Es indispensable indicar cuál autor se encargará de recibir y enviar la
correspondencia o de lo contrario se asumirá que el primer autor se hará cargo
de tal función. El texto debe estar digitado a espacio y medio, letra arial, tamaño
12. Al interior del artículo se deben especificar los datos centrales del autor o
autores, lo cual debe incluir: escolaridad máxima, la filiación institucional,
ciudad, Estado o departamento, país y el correo electrónico (institucional) y
ORCID (http://orcid.org/).

216
4. La remisión del artículo debe ir acompañada de la hoja de vida de cada uno de
los autores (ver formato en la Web) y de la carta de cesión de derechos firmada
por todos los autores (ver formato en la Web).

5. Escribir el artículo con una extensión máxima de 7000 palabras, el cual debe
ir precedido de un breve resumen analítico (objetivo, metodología, resultados
y conclusiones) del trabajo en castellano y en inglés que no sobrepase las 150
palabras. Inmediatamente después de este resumen deben ir de cuatro a seis
palabras clave para identificar las principales temáticas abordadas.

6. Redactar las críticas y reseñas de libros con una extensión máxima de 4000
palabras; la cual debe ir precedida de los nombres, apellidos y profesión de
quien realiza la crítica o reseña, así como de los elementos bibliográficos
completos (nombres y apellidos del autor, título completo del libro, número de
edición, ciudad de publicación, editorial, año de publicación).

7. Entregar artículos inéditos. Si se trata de un artículo traducido se debe indicar


con claridad las fuentes y procedencia del texto original, así como los respectivos
permisos para la publicación.

8. Enviar los gráficos, mapas y fotografías en una resolución mínima de 266 dpi en
formato jpg o gif. Junto a los cuadros deben ir los anexos al artículo, indicando
el lugar donde se pondrán dentro del texto. Todos estos recursos se deben
enumerar consecutivamente en numeración arábiga e indicar con claridad la(s)
fuente(s) correspondiente(s). En las tablas se deben usar únicamente líneas
horizontales de acuerdo a las normas APA sexta edición.

9. Citar las fuentes bibliográficas, menores a 40 palabras, dentro del texto


del siguiente modo: (autor, año, página). Ejemplo: (Ronderos, 2014, p. 30).
Las citas que tienen más de 40 palabras se escriben aparte del texto, con sangría,
sin comillas y sin cursiva. Al final de la cita se coloca el punto antes de los datos
―recuerde que en las citas con menos de 40 palabras el punto se pone después―.

10. Las notas al pie de página numeradas en orden consecutivo se utilizaran solo
para aclaraciones, comentarios, discusiones, envíos por parte del autor y deben
ir en su correspondiente página, con el fin de facilitar al lector el seguimiento
de la lectura del texto.

217
11. Las referencias bibliográficas se harán con base en las normas APA, sexta
edición. Recuerde que todas deben de llevar sangría francesa. Así:

Libro:
Apellido, Iniciales nombre del autor. (Año). Título del libro. Lugar de
publicación: Editorial.

Dolmatoff, R. (1990). Orfebrería y chamanismo. Un estudio iconográfico del


museo del oro. Medellín, Colombia: Editorial Colina.

Libro con editor:


Apellido, Iniciales nombre del autor (Ed.). (Año). Título del libro. Ciudad,
País: Editorial.

Lorenzo, P. et al. (Ed.). (2009). Drogodependencia: farmacología, patología,


psicología, legislación. Buenos Aires, Argentina: Editorial Médica
Panamericana.

Capítulo de libro:
Apellido, Iniciales nombre del autor. (Año). Título del capítulo. En Iniciales
nombre del editor o compilador. Apellido. (Ed.) o (Comp.). Título del libro
(pp. xx-xx). Lugar de publicación: Editorial.

Casas, M., Prat, G. y Roncero, C. (2004). Sistemas dopaminérgicos y trastorno


por dependencia de sustancias psicoactivas. En E. Bacca y M. Roca (Ed.).
Dopamina y esquizofrenia (pp. 121-139). Barcelona, España: Ediciones
Mayo.

Artículo revista:
Apellido, Iniciales nombre del autor. (Año). Título artículo. Nombre de la
revista, volumen (número), pp-pp.

Becoña, E. (2007). Resiliencia y consumo de drogas: una revisión. Adicciones,


19 (1), 89-101.

218
Artículo con DOI:
Apellido, Iniciales nombre del autor. (Año). Título del artículo. Nombre de la
revista, volumen (número), pp-pp. doi: xx.xxxxxxx.

Koob, G.F. and Le Moal, M. (1997). Drug abuse: Hedonic homeostatic


dysregulation. Science, 278 (5335), 52-58. doi: 10.1126/science.278.5335.52.

Artículo de periódico:
Apellido, Iniciales nombre del autor. (Fecha). Título artículo. Nombre del
periódico, pp-pp.

Melo, J.O. (3 de octubre de 2012). Poesía constitucional. Ámbito Jurídico, 8.

Tesis de grado o posgrado:


Apellido, Iniciales nombre del autor. (Año). Título de la tesis (tesis de pregrado,
maestría o doctoral). Nombre de la institución, lugar.

Ronderos, J. (2014). Dinámicas interétnicas y re-significación de identidades,


en el ritual de la etnomedicina indígena del yagé en Manizales-Colombia
(Tesis doctoral). Universidad de Sevilla, Sevilla, España.

Online:
Apellido, Iniciales nombre del autor. (Fecha). Título del artículo. Recuperado
de (URL).

Uprimny, R. (2011). La Constitución de la diversidad. Recuperado de


http://www.viva.org.co/cajavirtual/svc0020/articulo02.pdf.

Para mayor información comunicarse con:


Manuel Ignacio Moreno Ospina
Editor Revista Cultura y Droga
E-mail: [email protected], [email protected].
Maestría en Culturas y Droga, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad
de Caldas Sede Palogrande Segundo Piso.
Carrera 23, número 58-65, Manizales. Teléfono: 8862720. Ext. 22108.

219
JOURNAL ETHICS POLICY
 
Publication and authorship
 
The Journal does not accept previously published material. Authors are responsible
for obtaining the appropriate permissions to partially reproduce material (text,
tables or figures) from other publications and for citing the source correctly.
The collaborations that appear here do not necessarily reflect the thinking of the
Journal. Collaborations are published under the authors’ responsibility.
 
If the author of an article wants to include it later in another publication, the journal
in which it is published shall clearly identify the data of the original publication,
previous permission requested to the journal editor.

For its part, the Journal reserves the printing and total or partial reproduction of the
material rights as well as the right to accept or reject the article. It also reserves the
right to make any editorial changes it deems appropriate. In this case, the author
will receive written recommendations from both the Editorial Committee and the
evaluators. If the author accepts the recommendations he/she will deliver the article
with the suggested adjustments within the dates fixed by the journal to guarantee
its publication.

Peer Review Process


 
Each of the articles received is subjected to a process of review and selection.
The study and the initial selection of the writings are in charge of the Editorial
Committee, which accepts or rejects the original work based on the scientific quality,
agreement with the Journal themes, and the validity in time of the results. In addition,
the Committee may request changes and make recommendations they deem necessary
to adjust the document to the indications of the Journal. Following this review, the
article will undergo double-blind evaluation by two external academic peers who
will issue a concept in which the article is accepted without any changes, the article
is accepted subjected to minor changes and does not require a new evaluation, the
article is approved subject to major changes and requires a new evaluation or the
article is rejected. In the case the evaluators’ concept leads to disputes, such disputes
will initially be resolved by the Editor of the Journal or, if necessary, a second or
third academic peer evaluation will be requested.

220
Anonymity of both, the authors and evaluators, is required in the evaluation process.
Similarly, this evaluation will be reported to the author of the article via email in
order to make the necessary adjustments requested by the evaluators. Upon receipt
of the article with the corrections made, the Journal will verify compliance with the
suggestions of the evaluators and will analyze the justifications for those corrections
that have not been taken into account. Once approved this phase, the article will be
sent back to the author, and if necessary, the author will make adjustments as may be
appropriate. The review and acceptance process of the submitted material can take
an average of four months, and the article reception does not imply its approval and
automatic publication.

Authorship policy
 
The Journal receives articles only by a maximum of three authors Only those people
who have contributed intellectually to the development of the work must be included
In the list of signing authors. Having helped in data collection or having participated
in one of the techniques used are not by themselves, sufficient criteria for authorship.
In general, in order to be listed as an author, the following requirements must be met:

• Having participated in the design and implementation of the work that has
resulted in the article to be submitted.
• Having participated in the text writing and any revisions thereof.
• Having approved the version that will eventually be published.

The Journal accepts no responsibility for any possible disputes regarding the
authorship of the works published.
 
The Revista Cultura y Droga adheres to COPE COPE (Committee on Publication
Ethics http://publicationethics.org/files/u2/New_Code.pdf).
 
Transfer of Copyright
 
Along with the article, authors shall forward the “Declaration of Commitment by
the Authors” format respectively signed by each of the authors.
 

221
The judgments and opinions expressed in the articles and papers published in the
Journal are the author or authors’ judgments and opinions and not necessarily those
of the Editorial Committee.

Publication Rights
 
If the document is accepted for publication, copyright will be from Universidad
de Caldas. As mentioned, each article must be accompanied by the Declaration
of Commitment by authors in which it is specified that the article is unpublished
and indicates that copyrights are the exclusive property of the Journal, and other
aspects that are explicit in the document such as the article has not been submitted
simultaneously for publication elsewhere. Moreover, the author is responsible for
obtaining permission to reproduce any material protected by copyright and must
clearly specify which table, figure or text will be cited and full bibliographic
reference. The opinions, judgments and views expressed by the authors are their
own and do not reflect the opinion or policy of the Journal.

Conflict of Interest
 
The Journal expects authors to declare any commercial association that might pose a
conflict of interest in connection with the submitted article. 

By the nature of the articles that can eventually be published in the Journal,
conflicting interests conditions may occur that can affect the impartiality in the
editorial conditions or against the authors. Therefore, each author has to make an
effort to identify them.

In this sense the authors should attach along with the article and the declaration
of commitment, a communication to the Journal stating clearly and concisely if
conflicts of interest exist, specifying each. This communication also has to specify
the source of funding carried out for research, as well as the declaration of any
commercial, financial or personal relationship that may affect the article or the
publishing institution.

222
Article Recantation Policy

Regarding the possibility of recantation against the publications included in the


Journal, which consists in the possibility to totally or partially override or cancel
what was said or included previously in any copy of the Journal, Universidad de
Caldas establishes the following policy.

The Revista Cultura y Droga is protected strictly by the guidelines given by COPE
concerning detraction causes for articles published in it. Facing this situation, legal
causes for retraction for publications will be:

1. Failure to comply with requirements in the editorial process.


2. Verified false information and with which the editorial process was
carried out.
3. Verification of editorial malpractice by the authors.
4. Failure to comply with the ethical principles that should be observed.
5. Deliberate Inclusion of incorrect or inaccurate information.

Article Retraction Policy

Retraction, as the action of withdrawing, canceling or refuting something, expresses


the authority vested in the author of a work or article to express their willingness
to ignore or desist of what has been said or recorded previously and it manifests
practically and in the possibility for the author to let it be known by the readers using
the same means by which the article or work the author is weaving was published.
Retraction is a personal fact derived from the autonomy of the author and his thought
processes and reflection.

Recantation and retraction procedure

For recantation and retraction under which it is intended to override or cancel totally
or partially what was said or included previously in any copy of the Journal, as well
as to retract or give up to a work, article or review recorded, the author or third
party with proven legal interests seeking to make use of this policy should send
a written communication to the Journal Editor in which, using his authorship or
sending evidence of their legal interest for the request, as appropriate, will present the
arguments and provide the evidence necessary to request the withdrawal specifying

223
the scope thereof. For cases of retraction, the author will deliver the retraction
note that must be included to be submitted for consideration by the Editor and the
Editorial Committee.

After this, and after verification of the documents submitted, or after checking the
author’s authorship for the case of retraction, within no more than 10 working days
the Editor shall expose the case to the Editorial Committee who consider and decide
by vote, under a simple majority (half plus one), on the request. If accepted, it will
be processed within no more than 30 working days.

There will not be any appeal against the decision. However, the applicant or another
person with a legitimate interest in the subject, may reapply for recantation or
retraction, as appropriate, and provide or improve the evidence presented earlier.
Any member of the Editorial Committee may request and process the procedure for
retraction. In the case of recantation, only the authors or rights holders may make
the request.

Once it is decided on the merits of recantation or retraction, as appropriate, this


will be done in the following issue of the Journal to be published, provided it is still
possible editorially. Otherwise, it will be included in the following edition. For cases
of retraction, the note provided by the author will be included.

Procedure for duplication

For duplication of texts, which is the ability to copy or reproduce in textual form
one or more times a content or literary work in a new medium (digital or any other
format), the Journal bases on the following general procedure: all editorial material,
with respect to which duplication has been requested or set, shall be headed by
a legend that clearly identifies duplicate quality and that sets a difference from
the original.

To carry out this type of reproduction, the applicant must fill out the internal
application form for duplication and send it by mail to the Journal (see format).
The format should be completed by the responsible for the procedure, even if it is the
Journal that determines its need.

224
Procedure for incorporating errata sheet

Errata sheet, for publications of the Journal, must be understood as the usual method
of editing and subsequent to all articles, by which all errors detected in a copy of the
Journal are corrected. For this procedure it should be taken into account that if only
part of the article contains an error, it can be subsequently rectified by means of an
editorial or an errata sheet.

In the event that an author or any third party, including the staff of the Journal, finds
a serious error in the publication, they must communicate it in writing in a precise
way to the Editorial Committee to amend it through the “errata sheet”.

To carry out this type of corrections to the editorial material, once the occurrence of
the event and how to resolve it has been determined, the errata sheet will be included
in one of the initial pages of the next issue of the Journal provided it is still possible
editorially. Otherwise, it will be included in the following edition.

Procedure against the originality and plagiarism

For purposes of this policy, the originality must be considered from two perspectives:
first, as the certainty that the work comes from who claims to be its author; and
second, that it is new and different from other works created previously. The concept
of plagiarism also refers to the fact that the work or article distinguishes from copies,
counterfeits or unauthorized branches, or the unauthorized or non-suitable use of
fragments of another work.

Authors are responsible to ensure the originality of the articles provided to the
Journal, as well as the accuracy of the data and results included in them, stating
clearly and concisely so that the contents are original and have not been copied,
fabricated, distorted or manipulated.

Plagiarism or unauthorized use of other people’s or third-party’s contents, in all its


forms, is totally rejected by the Journal. Similarly, multiple or redundant publications
are considered serious offense to ethics.

The authors will refrain from sending to the Journal, texts that have been
simultaneously submitted to another journal. It is possible to publish content to

225
expand other contents published or under consideration, provided the text on which
it is based is properly cited.

As for the retraction events, in cases of plagiarism or unauthorized use of other


people’s or third-party’s contents duly verified, the complainant must send a written
communication to the Editor in which he explains the arguments and provide the
evidence necessary for his claim. After this, and after verification of the documents
submitted, within a period not exceeding 10 working days, the Editor shall expose the
case to the Editorial Committee who will decide on its real and effective occurrence.
They will also inform the respective authorities, or person affected, as applicable.

Events of conflict of interest against evaluators

It corresponds to the internal and external evaluators of the Journal to declare any
conflict of interest that arise in relation to works submitted for consideration.

The conflict of interest in relation to a work submitted for consideration of an


evaluator or people who are part of the editorial team arises when there exists direct
personal or professional relationship with the author, feud, or there is a relationship
of any kind with the research that gave rise to the article, as well as if there is a
deep moral or ethical conflict with the subject examined. Generally, members of the
editorial team and external evaluators have to refrain from reviewing works when
any of these or similar situations occur.

The editorial team of the Journal will refrain from selecting evaluators whom they
have knowledge they are or may be affected by any of the situations mentioned.

Evaluators’ Privacy Statement

Always, without exception, who conducts an evaluation or review of a work submitted


to the Journal should consider this as totally confidential until publication, reason
why it will not be possible to disclose any aspect of its content or the evaluator’s
personal opinions throughout the course of the review process and until after
the publication.

It is clear that, in any case, it is possible to make public or use the information put
into consideration, or give details, arguments, or interpretations contained in the text

226
under review neither for the evaluator’s own benefit nor for third parties’ benefit.
Only in special and duly justified cases, the evaluator can use the advice of experts
in the field which has to be informed to the Journal.

Ethical aspects

Where appropriate, an explanation of the procedures followed in the investigation


to ensure compliance with the principles and ethical standards of the Declaration of
Helsinki of 1975 and subsequent revisions.

Open Access policy


 
This journal provides free access to its content through its website
(http://culturaydroga.ucaldas.edu.co/) following the principle that making research
available free of charge to the public supports a larger exchange of global knowledge.

Web content of the journal is distributed under a Creative Commons Attribution


License  
 
This License allows others to distribute, mix, adjust and build from the authors’ work,
even for commercial purposes, whenever the authorship of the original creation is
recognized.

Privacy statement

The Revista Cultura y Droga authorizes article and texts photocopying for academic
purposes or for internal purposes in the institutions with the appropriate citation of
the source. The names and e-mail addresses introduced in the journal will be used
exclusively for the purposes stated in it and will not be made available for any other
purpose or to any other person.

DOI system

The Journal articles adhere to the DOI system whereby technical and social
infrastructure for the registration and use of identifiers for use in digital networks
is established.

227
EDITORIAL GUIDELINES

The Cultura y Droga Journal is a scientific publication that circulates annually in


the national and international scope. It is assigned to the Law and Social Sciences
Faculty, and it is edited and financed by Universidad de Caldas. The journal
accepts articles in English, Portuguese and Spanish about original and unpublished
research that contributes to the advance of knowledge and to the academic-scientific
discussion. The purpose of the Cultura y Droga Journal is to constitute a permanent
forum in which the theories and hypotheses of scientists on the relation between
culture and drug are subjected to a critical examination. In addition, the Journal
publishes results on multidisciplinary scientific work on the sources and applications
of psychotropic substances in different societies and cultures both in the historical
past and contemporary. The main purpose of the Journal is to promote and make
visible the research of new developments in the scientific, technical, educational
and cultural fields of the sources and uses of psychoactive substances in the cultural
contexts through articles and scientific results of original investigative processes.
Finally, the Journal serves as a scenario to disseminate investigative activities of
the Master in Culture and Drugs for Latin America and the world. The Journal is
published in printed and digital (PDF) format.

The authors wishing to submit articles for consideration by the Editorial Committee
of the Journal should:

1. Send article to the email [email protected] The article must meet


one of the categories proposed by the Journal for scientific articles. Moreover,
in the subject line, the type of article must be indicated.

2. The Journal publishes original research articles, according to the following


types:

Research articles: These include articles resulting from original research


or documented processes about the relationship between culture and drugs.
The structure of the article is as follows: introduction, theoretical and
conceptual reference, materials and methods, results, discussion, conclusions
and references.

228
Review articles: These articles present completed research in which the
results of published or non-published research results on a field of science or
technology are analyzed, systematized and integrated in order to account for
the progress and development trends in the field being analyzed. The paper
should indicate the period covered by the work and must be exhaustive against
the stated objective, which must be precise and be included at the beginning of
the article. Also, the number of works considered and databases and sources
consulted must be reported.

This type of article is characterized by a careful literature review of at least 50


references. The authors should argue, support or controvert the information
contained in the review. Besides, the authors will make a critical contribution
on the strengths, weaknesses and potential of research for the topic proposed.

Reflection articles: These articles present finished research results from


the author’s analytical, interpretative or critical perspective about any of the
Journal’s objects of study. The articles should be comprehensive in terms
of analysis and exposure of the arguments to support their conclusions.
These articles include introduction, discussion, conclusions and references,
besides being supported by original sources.

Cultura y Droga Journal publishes other articles the Editorial Committee


deems appropriate such as letters to the editor, interviews, reviews, as well as
reproductions and translations of other work or articles previously published in
other academic media or in scientific journals. For this purpose, the sources and
origin of the original text must be clearly indicated, as well as the respective
permits for publication.

3. The article must be in Word format. Similarly, it should include: article title,
author or authors, and contact address (email and postal address). It is essential
to indicate which author will be responsible to receive and send correspondence
or otherwise it will be assumed that the first author will take care of this function.
The text must be digitalized with 2.5 spacing, Arial font 12. The main data of
the author or authors must be specified inside the article, which should include:
highest education level, institutional affiliation, city, state or province, country
and email (institutional), and ORCID (http://orcid.org/).

229
4. The article reference must be accompanied by the CV resume of each of the
authors (see format on the Web) and the rights transfer letter signed by all
authors (see format on the Web).

5. The article must have maximum of 7000 words, and must be preceded by a
brief analytical abstract (objective, methodology, results and conclusions) of
the work, in both, Spanish and English not exceeding 150 words. Immediately
after this abstract, four to six keywords must be included to identify the main
issues under discussion.

6. Books critiques and reviews must be presented with a maximum of 4000 words
which must be preceded by the names and profession of the persons making the
critique or review, as well as the complete bibliographic elements (name of the
author, full book title, edition number, city of publication, publisher, and year
of publication).

7. Deliver unpublished articles. If it is a translated article, it should be clearly


indicated the sources and origin of the original text, as well as the respective
permissions for the publication.

8. Send the graphics, maps and photographs in a minimum resolution of 266


dpi in jpg or gif format. Attached to the tables should be the annexes to the
article, indicating the place where they will be placed within the text. All these
resources should be listed consecutively in Arabic numerals and clearly indicate
the corresponding source(s). Only horizontal lines must be used in the tables
according to the APA sixth edition standards.

9. Cite less than 40 words bibliographic sources, within the text as follows: (author,
year, page). Example: (Ronderos, 2014, p.30). Citations that have more than 40
words are written apart from the text, indented, without quotes and without
italics. At the end of the citation the period is placed before the data -remember
that in less than 40 words citations, the period is placed afterwards.

10. Footnotes numbered in consecutive order shall be used only for clarification,
comments, discussions, submissions by the author and must go on their
corresponding page in order to facilitate the reader to follow the reading of
the text.

230
11. Bibliographical references will be based on the APA standards, sixth edition.
Remember that all references must be done with French indentation as follows:

Book:
Last name, Author’s name initials. (Year). Title of the book. Publication place:
Publishing house.

Dolmatoff, R. (1990). Orfebrería y chamanismo. Un estudio iconográfico del


museo del oro. Medellín, Colombia: Editorial Colina.

Book with an Editor:


Last Name, Author’s name initials (Ed). (Year). Title. City,country: Publishing
house.

Lorenzo, P. et al. (Ed.). (2009). Drogodependencia: farmacología, patología,


psicología, legislación. Buenos Aires, Argentina: Editorial Médica
Panamericana.

Book Chapter:
Last name, Author’s name initials. (Year). Chapter Title. Initials of the editor or
Publisher name. Last name. (Ed) or (Comp), Title of the book (pp. xx-xx).
Place of Publication: Publising house.

Casas, M., Prat, G. y Roncero, C. (2004). Sistemas dopaminérgicos y trastorno


por dependencia de sustancias psicoactivas. En E. Bacca y M. Roca (Ed.).
Dopamina y esquizofrenia (pp. 121-139). Barcelona, España: Ediciones
Mayo.

Journal Article:
Last name, Author’s name initials. (Year). Article Title. Name of Journal,
volume (number), pp-pp.

Becoña, E. (2007). Resiliencia y consumo de drogas: una revisión. Adicciones,


19 (1), 89-101.

231
Artículo with DOI:
Last name, Author’s name initials. (Year). Article title. Name of Journal,
volume (number), pp-pp. doi: xx.xxxxxxx.

Koob, G.F. and Le Moal, M. (1997). Drug abuse: Hedonic homeostatic


dysregulation. Science, 278 (5335), 52-58. doi: 10.1126/science.278.5335.52.

Newspaper Article:
Last name, Author’s name initials (Year). Article title. Name of Newspaper
pp-pp.

Melo, J.O. (3 de octubre de 2012). Poesía constitucional. Ámbito Jurídico, 8.

Graduate or Undergraduate Thesis:


Last name, Author’s name initials (Year). Title of Thesis (Undergraduate,
Master’s or Doctoral Thesis). Name of Institution, place.

Ronderos, J. (2014). Dinámicas interétnicas y re-significación de identidades,


en el ritual de la etnomedicina indígena del yagé en Manizales-Colombia
(Tesis doctoral). Universidad de Sevilla, Sevilla, España.

Online:
Last name, Author’s name initials (Year). Title of Article. Taken from (URL).

Uprimny, R. (2011). La Constitución de la diversidad. Recuperado de


http://www.viva.org.co/cajavirtual/svc0020/articulo02.pdf.

For more information contact:


Manuel Ignacio Moreno Ospina
Cultura y Droga Journal Editor
E-mail: [email protected], [email protected].
Maestría en Culturas y Droga, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad
de Caldas Sede Palogrande Segundo Piso.
Carrera 23, número 58-65, Manizales. Teléfono: 8862720. Ext. 22108.

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Tel: 8781500 ext. 11222
Fax: 8781500 ext. 11622
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