Culturaydroga24 (27) Completa
Culturaydroga24 (27) Completa
Culturaydroga24 (27) Completa
CONSEJO DE REDACCIÓN
César Enrique Moreno Baptista VENTAS, SUSCRIPCIONES Y CANJES
Antropólogo, Ph.D. Vicerrectoría de Investigaciones y Postgrados
Universidad de Caldas Universidad de Caldas - Sede Central
Ana Patricia Noguera de Echeverri Calle 65 No 26 - 10
Filósofa, Ph.D. Apartado Aéreo: 275
Universidad Nacional de Colombia Teléfonos: (+6) 8781500 ext. 12222-12442
Danilo Antón Giudice E-mail: [email protected]
Geógrafo, Ph.D. [email protected]
Universidad de Montevideo Manizales – Colombia
EVALUADORES 203
AUTORES 205
Así, a partir de este momento, de esta nueva essentia, que Marx (2010) logra suavizar
apelando a la capacidad creadora subyacente en el trabajo y su puesta al servicio del
bien social, y que posteriormente el capitalismo resignificará asociándola sólo a la
producción (por ende alejada de la creatividad, la felicidad y la autorrealización,
imbuida solo de alienación), es que el hombre termina siendo estandarizado,
hiperracionalizado, en palabras de Marcuse (2016): unidimensionalizado, quedando
proscritas todas aquellas imágenes o representaciones que lo conciben desde la
antítesis (homo ludens). Con esto, las drogas se trasforman en un problema inmanente
de las sociedades modernas, pues sólo aquí devastan la aducida esencia del hombre:
su productividad.
7
los años 40, lo proscribió y entregó a los narcos entre el 50 y 60, lo patologizó entre
los 70 y 90, y lo terminó criminalizando y volviéndolo un tema de seguridad pública
hasta nuestros días. He aquí el alma de las sesiones de la Convención Única sobre
Estupefacientes del 1961 promovida (e impuesta) por los Estados Unidos y adoptada
como plantilla por varios países del orbe.
Con esto, el uso de drogas (sobre todo las ilegales) se proscribe no por el daño
concomitante contra el propio hombre, sino más bien, por atentar contra una forma
determinada de concebirlo: es decir; por atentar contra una construcción impuesta
que se asume inherente y fundacional validada en detrimento de otras visiones,
que a partir de ese momento perviven –parafraseando a Foucault (2000)– como
saberes sometidos que se movilizan por eclosionar y disputar el sentido del uso.
De aquí entonces, que el problema de las drogas hoy por hoy no se reduzca a la
sustancia, sino más bien, a los discursos que permiten, niegan, facilitan o restringen
su utilización. La llamada lucha contra las drogas no es más que la lucha por la
imposición de sentido, en palabras de Pierre Bourdieu (1997), de la superposición de
un determinado capital subjetivo en todos los campus imaginables.
Así los hechos, analizar el fenómeno de las drogas desde la óptica de uso y no del
consumo nos entrega nuevas claves para su abordaje, pues, permite salir del paradigma
hegemónico de la productividad/flagelo (de la pétrea Pangea) para fijar en adelante
la atención en esos archipiélagos de diásporas que flotan en la modernidad líquida
–en palabras de Zygmunt Bauman (2006)–, donde es posible identificar nuevos
discursos que avalados por cosmovisiones divergentes, no harán sino expandir la
comprensión de fenómeno, y con ello, del propio entramado social desdela tolerancia,
el respeto por la diversidad, y por ende, de la más profunda convicción democrática.
La idea, entonces, es abrazar una firme convicción cual rutilante piedra fundacional,
la imperiosa necesidad de consensuar los usos de las drogas, pero no desde la
hegemonía, sino desde el pleno ejercicio ciudadano y responsable que supone un
consenso de coexistencia entre la totalidad de los usos/discursos que se cuadren con
8
la responsabilidad de generar oportunidades y condiciones de felicidad, bienestar,
igualdad y desarrollo para los sujetos, y no con el mero subyugamiento económico y
sumisión libidinal a la sustancia.
Es esta dinámica drogomaterial –en especial la disputa por los usos y los significantes,
pero sobre todo la imperiosa necesidad de avanzar hacia una drogocracia–, el hilo
conductor que subrepticiamente une las presentes contribuciones.
9
Desde una línea sociojurídica, Juan Scuro en su contribución Drogas en la frontera
Uruguay-Brasil: Percepciones de agentes de justicia y seguridad durante la
implementación de la ley de regulación del mercado de cannabis en Uruguay,
evidencia que tras la implementación de la política de regulación del uso y cultivo en
ese país, sólo se evidencian como cambios significativos la mayor visibilización del
consumo en los espacios públicos y más fácil acceso en la adquisición de marihuana.
Al indagar en la contribución académica de los usos de drogas, en su artículo Aportes
de la sociología argentina a la comprensión de los usos de las drogas: una revisión
sistemática, Victoria Sánchez Antelo evidencia cómo esta disciplina ha prescindido
de elementos trascendentales en su análisis comprensivo como lo son la propia
experiencia corporal y del género.
Por su parte –y trayendo a la mesa toda la tradición premoderna del uso de drogas–
Andrea Pantoja Barco en su trabajo Medicina y filosofía en las prácticas chamánicas
de María Sabina, expone el saber y las contribuciones de esta figura en la tradición
filosófica y médica ancestral de los antiguos mexicanos.
10
bandas externas al barrio, todo lo cual ha contribuido a crear un falso ambiente de
pacificación en el sector.
Las obras de arte que se exponen en la presente edición, son del maestro Hugo
Tangarife Puerta. La obra titula: Etnografías psiconauticas en busca de las plantas
enteogenas. La intención de la obra es el de registrar el movimiento psíquico,
visionario, geográfico y simbólico provocado por las plantas y las huellas que ha
quedado de él. Así que estas huellas han dejado su marca en escritos, libros de artista,
dibujos, acciones y diversidad de objetos.
Temor, sanción y reconocimiento del uso de las drogas, son las pinceladas que resumen
las presentes contribuciones, pinceladas que bien pueden considerarse como notas
de campo que refuerzan la necesidad de un nuevo consenso, ya no eminentemente
cartesiano (o empotrado en la lógica del homo faber), sino uno que recoja la totalidad
de usos y cosmovisiones que contribuyan al desarrollo humano desde la diversidad,
la igualdad de oportunidades sociales (especialmente de los más desfavorecidos y
maginados), y con ello a la propia democracia. Utilizando el silogismo sartreano,
debemos elegir entonces aquella alternativa que nos permita seguir eligiendo para
perpetuar el juego de la libertad, juego que para quien redacta estas sentidas líneas,
se inicia con esta entelequia llamada drogocracia.
11
Referencias bibliográficas
Bourdieu, P. (1997). Capital cultural, escuela y espacio social. España: Siglo XXI
Editores.
12
PRODUCCIÓN CIENTÍFICA E INTELECTUAL
COCAÍNA PERUANA: ANÁLISIS BIBLIOGRÁFICO
DE LA INVESTIGACIÓN SOBRE EL TRÁFICO
ILÍCITO DE DROGAS COCAÍNICAS EN PERÚ*
RESUMEN
*
Las opiniones de los autores no representan las de las instituciones en las que trabajan.
**
Licenciado en Sociología de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Candidato a Magíster en Desarrollo
Sostenible por KU Leuven (Bélgica). E-mail: [email protected]. orcid.org/0000-0003-1039-7518.
Google Scholar
***
Licenciado en Sociología de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Asistente de investigación del Grupo
Interdisciplinario de Criminología de la PUCP. E-mail: [email protected]. orcid.org/0000-0001-5358-7819.
Google Scholar
ABSTRACT
INTRODUCCIÓN
1
Véase las reseñas de Gootenberg (2005, 2008) sobre varias de las más influyentes investigaciones sobre el tráfico
global de drogas cocaínicas.
2
En la actualidad, el Perú ha dejado de ser el primer productor de cocaína y ahora es el segundo, por detrás de
Colombia.
3
De esta manera, se descartaron los artículos o tesis que abordan el tema del consumo tradicional de la hoja de coca.
17
Hernán Manrique–López y Néstor Álvaro Pastor–Armas
que los trabajos de consultoría para las agencias estatales se excluyeron por no contar
con acceso abierto. Del mismo modo, las opiniones y reflexiones publicadas en fuentes
de divulgación fueron excluidas por no contar con el criterio académico establecido.
El análisis bibliográfico identifica cuatro áreas de interés. Un primer grupo de
literatura se centra en estudiar la institucionalidad peruana en la lucha contra las
drogas. Algunos de estos temas incluyen, principalmente desde la sociología y la
ciencia política, el rol y desarrollo institucional de la política de drogas, así como la
formulación de las estrategias de lucha contra las drogas. Un segundo tema de interés
ha sido el despliegue del Estado en el campo, especialmente en las denominadas
“zonas marrones” donde la legalidad del Estado no tiene lugar (O’Donnell, 1993).
Un elemento distintivo de estas investigaciones es la incorporación de trabajos
de campo para estudiar al Estado en sus áreas de intervención. Parte de estas
investigaciones analizan las limitaciones de la implementación del control de drogas
en valles cocaleros como el Valle de los Ríos Apurímac Ene y Mantaro (VRAEM), el
Alto Huallaga, y en las fronteras del país. Otro tipo de políticas públicas como las de
desarrollo alternativo, cuyo objetivo es reemplazar los cultivos ilícitos en las zonas
cocaleras por una economía legal, han sido también objeto de varias investigaciones.
Las investigaciones actuales desde las ciencias sociales no se reducen solo a las
acciones y obstáculos del Estado. El tercer campo de investigaciones analizadas
en este trabajo involucra a aquellas centradas en “la orilla opuesta”, que estudian
el movimiento cocalero, los burriers4, y los microcomercializadores de drogas.
Finalmente, hemos agregado la categoría ‘otros’ para los trabajos que abordan temas
no referidos a ninguna de las tres áreas ya mencionadas.
4
Generalmente se describe a las personas que en el proceso de distribución como persona que intenta sacar droga del
país o que transporta drogas de un lugar a otro.
19
Hernán Manrique–López y Néstor Álvaro Pastor–Armas
Al expandirse los cultivos a diferentes distritos del país, se analizaron algunos casos
sobre la institucionalidad de los gobiernos locales en zonas de producción cocalera.
Zevallos y López (2010) sostienen que la gestión de los gobiernos locales se encuentra
entre dos frentes: por un lado, los interesados en hacer sostenible la economía ilícita,
y por otro, los que disponen de la política antidrogas. Así, el trabajo de López (2014)
sobre los discursos políticos de las autoridades municipales sobre la hoja de coca
en dos distritos del VRAEM, evidencia que las autoridades no son necesariamente
‘prococaleros’ o ‘anticocaleros’, sino que la existencia o no de la defensa de la coca
es estratégica y acorde a una serie de variables como la cercanía a las elecciones,
el trabajo conjunto con agencias de cooperación internacional, entre otras.
Asimismo, el autor encuentra una reducción en las alusiones a la coca entre
las elecciones del 2006 y el 2010 como consecuencia del debilitamiento de las
asociaciones cocaleras. Finalmente, Vizcarra (2017) explora las tensiones entre el
Gobierno Local de Pichari y el Gobierno Central con respecto a las negociaciones
de la implementación de la política de drogas. Demuestra que, por medio de la
escenificación y las narrativas tradicionales sobre la hoja de coca, las autoridades
locales han construido redes de apoyo para la defensa política y legal de la hoja que,
si bien no necesariamente pueden evitar la erradicación, al tener el soporte de la
población aumentan los costos sociales de una intervención de ese tipo.
21
Hernán Manrique–López y Néstor Álvaro Pastor–Armas
cocaleros para que implementen las actividades de desarrollo alternativo. Esto daría
cuenta de la importancia de los actores y escenarios como determinantes del éxito de
la política de drogas.
Los estudios sobre las políticas de interdicción también han abordado las limitaciones
de sus implementaciones. Las investigaciones han concluido que los factores que
más limitan el accionar efectivo del trabajo policial y de inteligencia en diferentes
valles cocaleros del país son: i) las inadecuadas condiciones de trabajo para la
seguridad de los oficiales, en términos de infraestructura y aspectos logísticos como
el uso de tecnología adecuada; ii) los problemas geográficos de acceso a terrenos
inhóspitos, sobre todo en zonas de la Amazonia y sus rutas fluviales; iii) los bajos
salarios y la poca estabilidad laboral que aumentan las posibilidades de concurrir en
prácticas de corrupción; y iv) la desconfianza de la población hacia la policía, que le
imposibilita establecer lazos de confianza con la ciudadanía (López y Tuesta, 2015;
Oviedo, 2017; Rojas, 2015, 2016). Por su parte, en el caso del control de los insumos
químicos (IQ), Vizcarra (2014) sostiene que la descoordinación entre las entidades
estatales involucradas en el Sistema de Fiscalización de IQ genera las condiciones
para que, desde el comercio formal, los empresarios vean en el desvío de IQ una
oportunidad de generar mayores ingresos económicos a un bajo riesgo de sanción
penal. Además, tanto en el Alto Huallaga como en el VRAEM comprueba que al
haber altas probabilidades de desvío de IQ para el procesamiento de drogas, también
existe una alta concentración de actores formales que se dedican al comercio de estos
productos, sin fiscalización alguna.
23
Hernán Manrique–López y Néstor Álvaro Pastor–Armas
Con base en las investigaciones que discutiremos en esta sección, podemos dividir
a los actores de “la orilla opuesta” en dos grandes grupos: i) el de los productores
de hoja de coca –el insumo básico para la elaboración de la cocaína–, y ii) el de los
distribuidores y comercializadores de drogas. Ambos tipos de actores, ubicados en
“la orilla opuesta” de la legalidad, comparten como característica el ser considerados
como desafiantes de la política de drogas y, por lo tanto, posibles sujetos de las
acciones represivas del Estado. No obstante, se diferencian claramente por una serie
de criterios entre los cuales podemos destacar la posición en la que se encuentran
dentro de la cadena de valor de la cocaína –los primeros en los eslabones de
producción de hoja de coca y los segundos en la distribución y venta de derivados
cocaínicos–, ubicación geográfica, estrato social, entre otros.
Desde la antropología, la tesis de Van Dun (2009)5 explora un abanico más grande de
temas a través de una etnografía en el Valle del Alto Huallaga (VAH). Van Dun describe
en profundidad las dificultades económicas de los cocaleros y sus motivaciones para
cultivar coca; las restricciones y riesgos de participar en la economía de la coca; su
relación violenta con los patrones, terrucos y el Estado; la formación de la identidad
cocalera, así como también la incursión en la carrera delictiva como productores
o distribuidores de la cocaína –volveremos a esta más adelante–. Las reticencias y
el temor de los agricultores a sembrar coca o de colaborar con la economía ilícita
debido al legado de violencia del boom de cocaína de los años 80 y 90 son exploradas
en el trabajo etnográfico de Kernaghan (2009), también centrado en el VAH.
5
Si bien hacia fines del siglo pasado el trabajo de Morales (1989) analizó exhaustivamente a los cocaleros del
Alto Huallaga durante la etapa del auge del cultivo de coca a través del método etnográfico, son pocos los trabajos
actuales que usan este método. Los trabajos de Van Dun, Kernaghan y Wildey reseñados aquí representan las únicas
excepciones al respecto.
25
Hernán Manrique–López y Néstor Álvaro Pastor–Armas
actores para evitar o utilizar mecanismos violentos con miras a instalar un orden y
legitimidad en el territorio. Su principal hallazgo refiere a que mientras la estructura
del negocio ilegal no se vea amenazada –desde el cultivo, el transporte de insumos
químicos, el procesamiento y el tráfico tanto nacional como internacional–, los actores
evitarán el uso de la violencia. Por el contrario, cuando sienten alguna amenaza
–sea desde el Estado, por el ingreso de nuevos grupos de traficantes de drogas y
bandidos, o por la inseguridad en la zona– los actores sienten que no tienen más
opciones que desplegar mecanismos violentos para recuperar el control del territorio
(Van Dun, 2012, 2014b, 2014a, 2016).
La autora sostiene que las ‘firmas’ son pequeñas organizaciones locales que
dedican todos sus esfuerzos a la producción y tráfico de cocaína, poseen una
estructura informal y flexible, cuyo grupo más estable y jerárquico son las redes de
‘socios’, quienes son “el patrón” y sus familiares o amigos de larga data (Van Dun,
2014a, 2017). Su estructura es flexible porque depende de muchos colaboradores
temporales, ya sea en el cultivo, en el procesamiento o en el transporte de cocaína a
través de mochileros. Es por ello que las diferentes firmas prefirieron evitar utilizar
mecanismos violentos para no perjudicar el desarrollo del negocio de la cocaína
y establecer cierta legitimidad en el territorio. Para ello instituyen acuerdos entre
‘firmas’ sobre espacios y rutas, otorgan coimas a las fuerzas del orden, mantienen
códigos de conducta con la población, ocupan cargos de autoridad local y/o apoyan
a alguna autoridad, entre otras estrategias (Van Dun, 2014b, 2016, 2017).
27
Hernán Manrique–López y Néstor Álvaro Pastor–Armas
país, lo cual implicó disputas por el territorio entre nuevos traficantes, asesinatos,
secuestros y la configuración de nuevos flujos de cocaína hacia zonas de la triple
frontera amazónica (Van Dun, 2016, 2017).
Desde la historia, el libro Cocaína Andina de Gootenberg (2008b) ha sido uno de los
trabajos más influyentes para comprender los orígenes, desarrollo y consecuencias
del mercado global de la cocaína. Enfocado en la región andina, Gootenberg utiliza
un amplio y novedoso material de archivo, y divide la historia de la cocaína en tres
períodos. La primera etapa se inicia a mediados del siglo XIX con la creación y difusión
como droga legal de uso médico, la cual coincide con su establecimiento como una
importante mercancía nacional de exportación en el Perú6. Durante la segunda etapa,
en la primera mitad del siglo XX, y desde la perspectiva de la economía política, el
autor muestra cómo la cocaína fue ensombrecida por un conjunto de regulaciones a
su comercio que terminaría por prohibirla completamente hacia mediados de siglo.
Finalmente, la tercera etapa está enfocada en la cocaína ilegal, específicamente en el
nacimiento de los ‘narcos’, el boom de la cocaína en la década de 1970, y el inicio
de la guerra contra las drogas. Influenciada por el trabajo de Gootenberg, la tesis de
Alquizar (2017) estudia las dinámicas de las fábricas de cocaína y la instauración del
Estanco de la coca en el norte del Perú en la primera mitad del siglo XX. El trabajo
muestra que el establecimiento del monopolio de la coca a través del Estanco de la
coca hacia 1949 daría el golpe final a la economía de la coca y la cocaína en Trujillo.
29
Hernán Manrique–López y Néstor Álvaro Pastor–Armas
de la conservación del Parque Nacional que tienen tanto los agricultores cocaleros
como los de cultivos convencionales. Con base en encuestas realizadas entre 2006
y 2008, encuentra que los cultivadores de café tienden a tener actitudes menos
favorables pues requieren utilizar mayores áreas de cultivo para lograr beneficios
económicos en comparación a los cultivadores de hoja de coca. Sin embargo, estos
últimos tienden a disminuir su actitud favorable conforme mayor es su percepción
que los cultivos de coca han aumentado en la región. Ello porque consideran que a
más hojas de coca mayores probabilidades de que se lleve a cabo la erradicación y,
por tanto, se restrinja el uso a recursos remotos que proporciona el área natural, lo
que a su vez reduce su soporte hacia un área natural protegida (García-Yi, 2015).
DISCUSIÓN Y CONCLUSIÓN
31
Hernán Manrique–López y Néstor Álvaro Pastor–Armas
La tercera área temática, dedicada a lo que hemos denominado como ‘la orilla opuesta’,
se centra en los agricultores cocaleros y los traficantes de drogas en distintos niveles
de la cadena. Las investigaciones sobre el movimiento cocalero en el país tienen varios
años de actividad y actualmente han disminuido, precisamente por el debilitamiento de
los principales gremios cocaleros. Esto no implica, sin embargo, que la defensa política
del cultivo de coca por los agricultores y otros actores haya dejado de existir. Por el
contrario, creemos que para comprender sus dinámicas actuales es necesario estudiar
las nuevas formas de representación de los intereses de los agricultores cocaleros en las
regiones con mayor prevalencia del cultivo de coca, como por ejemplo en la zona del
VRAEM con su movimiento regional pro-cocalero Qatun Tarpuy o la Federación de
Productores Agropecuarios del VRAE (FEPAVRAE). Por su parte, las investigaciones
recientes centradas en los traficantes y microtraficantes abren un nuevo abanico de
posibilidades para comprender el tráfico ilícito de drogas, desde el incremento del
encarcelamiento de mujeres por delitos por drogas hasta el análisis de intercambios
y venta de drogas en espacios universitarios, temáticas hasta ahora poco exploradas.
Ahora bien, los principales hallazgos de estas investigaciones muestran que las redes
familiares, de amistad o noviazgos son vitales para el inicio de los actores en actividades
vinculadas al tráfico de drogas cocaínicas. De manera que las personas no ingresan a
ambientes desconocidos, sino dan un paso hacia dinámicas medianamente familiares
(Pastor, 2016). Con respecto a estos temas, próximos estudios abordarán el análisis de la
estructura del crimen organizado del tráfico de drogas en Perú –desde la producción de
hoja de coca hasta el lavado de dinero –con base en el enfoque de “guiones criminales”
y la cadena de valor del TID (Zevallos, 2017).
Finalmente, consideramos necesario el estudio sobre las dinámicas del tráfico ilícito
de drogas en el país desde otras disciplinas como la geografía y la historia. El trabajo
de Salisbury y Fagan (2011) y García-Yi (2015) presentan una serie de hallazgos
que contravienen el conocimiento convencional sobre la presencia de los cultivos
ilícitos en el país, y da cuenta de sus impactos ambientales tanto en el territorio
como en las percepciones de los agricultores, temas que no han sido considerados
seriamente como objeto de investigación, pese a su expansión en zonas de mayor
riesgo ambiental. Por otro lado, el monumental trabajo de Gootenberg (2008b) ha
motivado a emprender el estudio histórico de múltiples aspectos del tráfico ilícito
de drogas en varios países de la región, pero encontramos que en el Perú –país tres
veces coronado como el principal productor global de cocaína– este llamado no ha
sido respondido. Alquizar (2017) y, en menor medida, Paredes y Manrique (2018),
suponen excepciones en este sentido.
Referencias bibliográficas
33
Hernán Manrique–López y Néstor Álvaro Pastor–Armas
García-Yi, J. (2015). Drugs and Protected Areas: Coca Cultivation and Social
Acceptance of Bahuaja-Sonene National Park in Peru. Sustainability, 7, 7806-
7832.
Gootenberg, P. (2005). Scholars on Drugs: Some Qualitative Trends. Qualitative
Sociology, 28(4), 479-491.
Gootenberg, P. (2008a). More and more scholars on drugs. Qualitative Sociology,
31(4), 425-436.
Gootenberg, P. (2008b). Andean cocaine: the making of a global drug. Chapel Hill:
The University of North Carolina Press.
Gootenberg, P. (2010). La invención de la cocaína: la historia olvidada de Alfredo
Bignon y la Ciencia Nacional Peruana (1884 - 1890). Lima: Instituto de Estudios
Peruanos.
Gootenberg, P., and Dávalos, L. (2018). The Origins of Cocaine: Colonization and
Failed Development in the Amazon Andes. New York: Routledge.
Hernando, D. (2018). Transitando de la coca a la palma: el desarrollo alternativo
y el modelo de asociatividad en el valle de Shambillo (tesis de licenciatura).
Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, Perú.
Heuser, C. (2017). Después del auge. Campos de poder en el valle del Monzón.
Revista de Ciencia Política y Gobierno, 4(7), 105–132.
Hutchinson, K. (2009). The “War on Coca” in Peru: An Examination of the 1980s
and 1990s U.S. “Supply Side” Policies (tesis de licenciatura). Western Oregon
University, Oregon, USA.
Kay, B. (1999). Violent Opportunities: The Rise and Fall of “King Coca” and Shining
Path. Journal of Interamerican Studies & World Affairs, 41 (3), 97-127.
Kernaghan, R. (2009). Coca’s gone of might and right in the Huallaga Post-Boom.
Stanford: Stanford University Press.
Koven, B.S. & McClintock, C. (2014). Cooperation and Drug Policies: Trends in
Peru in the Twenty-First Century. En: Zepeda, R. & Rosen, J. (Eds). Cooperation
and Drug Policies in the Americas: Trends in the Twenty-First Century. Lanham:
Lexington Books, pp. 53-80
Laurente, D. (2010). Los movimientos cocaleros y las políticas públicas en la lucha
antidrogas del Perú, el caso del Valle del Río Aguaytía: 2001 - 2004 (tesis de
licenciatura). Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú.
López, N. (2014). Los discursos políticos de las autoridades municipales sobre la
hoja de coca en los distritos de Kimbiri y Pichari 2006-2010. Revista de Ciencia
Política y Gobierno, 1 (1), 157-178.
López, N., y Tuesta, D. (2015). Economías ilícitas y orden social: la frontera de Perú,
Brasil y Colombia. Revista CIDOB d’Afers Internacionals, 111, 79-104.
Manrique, H. (2015a). Las bases históricas del «milagro de San Martín»: control
territorial y estrategias estatales contra el narcotráfico y subversión (1980-1995).
Politai.
Manrique, H. (2015b). Política de Drogas y Narcotráfico en el Perú: del triunfalismo
peruano al laberinto de la cocaína. Revista Cultura y Drogas, 20(22), 64–85.
Manrique, H. (2016). El fin de la guerra de la cocaína: construcción del Estado y
desarrollo alternativo en la región San Martín (1978-2015) (tesis de licenciatura).
Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, Perú.
Manrique, H. (2017). El largo camino hacia la economía lícita: Estado y estrategias
de desarrollo alternativo en el «milagro de San Martín». Revista de Ciencia
Política y Gobierno, 4 (7), 161-189.
Morales, E. (1989). Cocaine: White Gold Rush in Peru. Arizona: University of
Arizona Press.
Nacimento, M. (2015). Interpreting drug-policy inertia and resistance to change:
the case of the Alternative Development policies (tesis de maestría). Institut
Barcelona D’Estudis Internacionals, España.
Nacimento, M. (2016). Inercia y resistencia al cambio en las políticas de drogas: El
caso. Revista de Ciencia Política y Gobierno, 3(5), 39-58.
O’Donnell, G. (1993). Acerca del Estado, la democratización y algunos problemas
conceptuales. Una perspectiva latinoamericana con referencias a países
poscomunistas. Desarrollo Económico, 33.
Oviedo, J. (2017). La implementación de la inteligencia policial para la interdicción
del transporte terrestre de derivados cocaínicos en el VRAEM hacia Lima en el
2014 (tesis de maestría). Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, Perú.
Paredes, M. and Manrique, H. (2018). Ideas of Modernization and Territorial
Transformation in the Rise of Coca: The Case of the Upper Huallaga Valley, Peru.
In P. Gootenberg y L. Dávalos (Eds.), The Origins of Cocaine: Colonization and
Failed Development in the Amazon Andes (p. 3). New York: Routledge.
Pastor, A. (2016). El riesgo de ser un dealer: el involucramiento de jóvenes
universitarios en el microcomercio de marihuana en Lima Metropolitana. Debates
en Sociología, 43, 63-92.
Pastor, A. (2017). La carrera delictiva de dealers universitarios: deriva, riesgos y
ambigüedades en los jóvenes micro-traficantes de Lima Metropolitana (tesis de
licenciatura). Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, Perú.
35
Hernán Manrique–López y Néstor Álvaro Pastor–Armas
Ponce, A. (2016). From Freedom to Repression and Violence: The Evolution of Drug
Policy in Peru. In B.C. Labate, C. Cavnar, & T. Rodrigues (Eds.), Drug Policies
and the Politics of Drugs in the Americas (pp. 123-148).
Ramírez, M. (2013). La alineación a la política de “coca cero” durante el gobierno
de Alejandro Toledo (2001-2003) (tesis de licenciatura). Pontificia Universidad
Católica del Perú, Lima, Perú.
Rojas, F. (2015). Una lectura a las capacidades estatales desde limitaciones
burocráticas para el control de la corrupción en las acciones de interdicción
de drogas en el VRAEM (tesis de maestría). Pontificia Universidad Católica del
Perú, Lima, Perú.
Rojas, F. (2016). Limitaciones para el control de la corrupción en las acciones de
interdicción de drogas en el VRAEM. Revista de Ciencia Política y Gobierno,
3(5), 59–83.
Salisbury, D. and Fagan, C. (2013). Coca and conservation: cultivation, eradication,
and trafficking in the Amazon borderlands. GeoJournal, 78 (1), 41-60.
Samorini, G. (2014). ‘Aspectos y problemas de la arqueología de las drogas
sudamericanas’. Cultura y Droga, 19 (21), 13-34.
San, M., and Sikkens, E. (2017). Families, Lovers, and Friends: Women, Social
Networks, and Transnational Cocaine Smuggling from Curacao and Peru. The
Howard Journal of Crime and Justice, 56 (3), 343-357.
Santillán, W. (2016). Los planes de interdicción como mecanismo para el control
de lucha contra las drogas ilegales (tesis de maestría). Pontificia Universidad
Católica del Perú, Lima, Perú.
Stöckli, G. (2017). Estrategias de negociación e intervención entre agentes
gubernamentales y actores locales en el marco del desarrollo alternativo. Revista
de Ciencia Política y Gobierno, 4 (7), 59-82.
Torres, J. (2012). La herramienta que hace falta: un análisis de la negativa
estadounidense al auspicio de la interdicción marítima en el Perú para el control
del tráfico ilícito de drogas (tesis de licenciatura). Pontificia Universidad Católica
del Perú, Lima, Perú
Torres, J. (2013). Buscando autonomía. Análisis de la continuidad de la política
exterior peruana en tráfico ilícito de drogas (tesis de maestría). Pontificia
Universidad Católica del Perú, Lima, Perú.
Ugarte, D. (2014). Después de la coca: la persistencia del cambio institucional
en Tocache (tesis de licenciatura). Pontificia Universidad Católica del Perú,
Lima, Perú.
Van Dun, M. (2009). Cocaleros. Violence, Drugs and Social Mobilization in the
Post-Conflict Upper Huallaga Valley, Peru (tesis de doctorado). Utrecht
University, Holanda.
Van Dun, M. (2012). The drugs industry and peasant self-defence in a Peruvian
cocaine enclave. International Journal of Drug Policy, 23 (6), 442-448. https://
doi.org/10.1016/j.drugpo.2012.01.007
Van Dun, M. (2014a). Exploring Narco-Sovereignty/Violence: Analyzing Illegal
Networks, Crime, Violence, and Legitimation in a Peruvian Cocaine Enclave
(2003-2007). Journal of Contemporary Ethnography, 43 (4), 395-418.
Van Dun, M. (2014b). “It’s never a sure deal”: Drug trafficking, violence, and coping
strategies in a Peruvian cocaine enclave (2003-2007). Journal of Drug Issues,
44(2), 180-196.
Van Dun, M. (2016). Cocaine Flows and the State in Peru’s Amazonian Borderlands.
Journal of Latin American Studies, 48 (3), 509–535.
Van Dun, M. (2017). Narco-Territoriality and Shadow Powers in a Peruvian Cocaine
Frontier. Terrorism and Political Violence, 1-23.
Vizcarra, S. (2014). El impacto de los problemas de implementación del régimen
de control de Insumos Químicos en la cadena del tráfico ilícito de drogas entre
los años 2007 y 2011 en las principales cuencas cocaleras del Perú (tesis de
maestría). Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, Perú.
Vizcarra, S. (2017). Instrumentalización de la imagen de la hoja de coca en las
tensiones entre el Gobierno Local y el Gobierno Nacional en la ciudad de Pichari.
Revista de Ciencia Política y Gobierno, 4 (7), 133-160.
Wildey, A. (2016). De la Coca al Cacao: Un Análisis Etnográfico sobre las
Nuevas Tendencias en la Amazonía Peruana el Caso de la Alianza Cacao Perú
en el Caserío Miguel Grau, Neshuya - Ucayali (tesis de maestría). Pontificia
Universidad Católica del Perú, Lima, Perú.
Zevallos, N. (2012). El impacto de las Estrategias de Control de Cultivos en la
Dinámica de la Defensa Política de la Hoja de Coca en el Perú (tesis de maestría).
Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, Perú.
Zevallos, N. (2014). Hoja de coca y la Estrategia Nacional de Lucha contra las
Drogas 2007-2011: el problema público en el control de cultivos. Revista de
Ciencia Política y Gobierno, 1 (1), 97-113.
37
Hernán Manrique–López y Néstor Álvaro Pastor–Armas
RESUMEN
Objetivo. Analizar las percepciones de los agentes de seguridad y actores del sistema
de justicia uruguayos de la zona fronteriza con Brasil en relación con la nueva política
de regulación del mercado de cannabis en Uruguay. Metodología. Se realizaron
entrevistas en profundidad, semiestructuradas, en las ciudades de Artigas, Rivera,
Río Branco y Chuy. Discusión. Se analizaron los discursos relacionados con: las
impresiones generales sobre la ley; sus efectos sobre la seguridad; impresiones
sobre los usuarios de drogas en general y de marihuana en particular. Resultados.
Cierto desconocimiento de la normativa en la zona fronteriza, incertidumbre respecto
a los efectos sobre seguridad. El problema que vincula ‘drogas’ y ‘seguridad’ es
la PBC y no la marihuana. Conclusiones. No hay mayores cambios que llamen
significativamente la atención. Los usuarios tienen más libertad para hacer público
sus hábitos y acceder más fácilmente a la marihuana.
*
Este artículo es una versión del informe “Monitoreo y evaluación de los efectos de la nueva política uruguaya de
regulación del mercado de cannabis sobre la seguridad en la zona de frontera” (Scuro, 2017), elaborado en el marco
de una investigación llevada adelante por el Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (IPEA) de Brasil, y cuyos
resultados generales pueden ser consultados en los informes finales citados en la introducción de este artículo.
**
Doctor en Antropología Social. Universidad de la República, Uruguay. Sistema Nacional de Investigadores (SNI),
Agencia Nacional de Investigación e Innovación. (ANII). Montevideo, Uruguay. E-mail:[email protected].
orcid.org/0000-0002-8837-0019. Google Scholar
ABSTRACT
Objective. To analyze the perception of security agents and actors of the Uruguayan
justice system in the border area with Brazil in relation to the new regulation policy of
the cannabis market in Uruguay. Methodology. in-depth, semi-structured interviews
were conducted in the cities of Artigas, Rivera, Río Branco and Chuy. Discussion.
the areas analyzed were related to: general impressions about the law; the effects of
the law on security issues; impressions on drug users in general and, particularly,
marihuana users. Results. Lack of awareness of the regulations in the border area
and uncertainty regarding the efffects on security were identified. The main problem
that links "drugs" and "security" is freebase cocaine, not marihuana. Conclusions.
There are no significant changes worth mentioning. Drug users have more
freedom to bring to light their habits in public and, therefore, have an easier access
to marihuana.
INTRODUCCIÓN
legalización o regulación de diferentes aspectos de los usos del cannabis, por parte
de algunos países, hacen de la ley uruguaya un interesante objeto de estudio y
monitoreo. Así lo entendió el Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (IPEA) de
Brasil, desarrollando una investigación binacional coordinada por Alexandre dos
Santos Cunha, que contó con los consultores uruguayos Marcelo Rossal y quien
escribe. Rossal, junto con Magdalena Curbelo y Emmanuel Martínez, produjeron
un informe de investigación con el que analizan las percepciones sobre drogas y
efectos de esta nueva ley en las áreas de la salud y la educación (Rossal, Curbelo
& Martínez, 2017). En mi caso, se trató del análisis de las percepciones sobre
drogas y sobre la nueva ley por parte de actores de las áreas de seguridad y justicia,
cuyo informe también se suma a los resultados generales publicados por el IPEA
(Scuro, 2017), del cual este artículo es una versión adaptada a los efectos de esta
publicación. Del lado brasilero de la frontera, por su parte, Beatriz Franchini
coordinó un equipo de investigación que llevó adelante estudios cuantitativos sobre
consumo de drogas y salud pública en la frontera (Franchini, 2017). Completó esta
instancia de investigación impulsada por el IPEA el estudio dirigido por Alexandre
dos Santos Cunha realizado junto a Olivia Pessoa y Milena Soares centrado en el
análisis de las percepciones sociales sobre políticas de drogas en la mencionada
frontera (Cunha, Pessoa & Soares, 2017).
Antecedentes
41
Juan Scuro
El proceso que concluyó en la aprobación de esta ley fue largo e involucró a diferentes
actores sociales y políticos tanto locales como internacionales. Por un lado, existe en
Uruguay una larga tradición reguladora por parte del Estado en lo que refiere a los
usos de sustancias psicoactivas. En el ensayo “Marihuana y otras yerbas. Prohibición,
regulación y uso de drogas en Uruguay”, Guillermo Garat muestra precisamente un
panorama amplio de esta temática, rastreando incluso la introducción del cáñamo
en Brasil por parte de los portugueses, hasta llegar a épocas más recientes en las
que permite visualizar el lugar de los movimientos sociales vinculados al uso de
cannabis y su voz en el proceso de regulación que devino en la ley en cuestión (2012).
Por otra parte, recientemente ha sido publicado un exhaustivo trabajo analítico de
las relaciones entre drogas y derecho penal en el Uruguay. El trabajo de Diego Silva,
abogado que participó en el proceso de redacción de la ley 19.172, es de un gran
valor, ya que presenta meticulosamente los meandros del derecho penal y la cuestión
de las drogas a lo largo de la historia jurídica del Uruguay, llegando incluso a los
días actuales y a las pocas intervenciones jurídicas en el marco de la vigencia de la
ley 19.172 (Silva, 2016).
Sin duda, como bien lo plantea Jonas von Hoffman (2016), la actual reforma en
la política de drogas en el Uruguay, que incluye la aprobación de la ley 19.172, se
da en un marco de relaciones internacionales favorables a dicho proceso, debiendo
entonces ser necesario el análisis de los elementos ‘domésticos’, como los llama
el autor, y los internacionales (Hoffman, 2016). En lo que respecta a los aspectos
domésticos, el mencionado libro de Garat resume algunos aspectos del proceso de
visibilización y luchas por la adquisición de mayores derechos en torno a los usos
del cannabis. También, en los años previos a la aprobación de la ley hubo una serie
de encuentros, debates e intercambios locales que fueron permitiendo una mayor
amplitud y profundidad en los caminos posibles. El resultado del Debate Nacional
Sobre Drogas ha sido plasmado en una publicación que cuenta, entre otros, con
el aporte de Filardo, Aguiar, Musto y Pieri (2012). En ese artículo los autores
reparan en los vínculos entre drogas y espacio público en el Uruguay, trazan ciertas
1
Para el acceso a cannabis psicoactivo de uso no médico, la ley prevé tres modalidades diferentes, siendo necesario,
actualmente, optar por una y solo una de ellas. Las modalidades son: el registro como autocultivador, el registro en
un club de membresía o el registro como usuario para proveerse de cannabis en las farmacias. Al momento de realizar
este trabajo estaban en vigencia únicamente las dos primeras modalidades. Actualmente están vigentes las tres.
Como bien apunta Hoffman (2016) es evidente que un cambio global en torno a
las políticas sobre drogas fue favorable al proceso uruguayo y que la comunidad
de expertos internacionales ha contribuido mucho al discernimiento y la búsqueda
de alternativas a la conocida “guerra a las drogas”. Con esa coyuntura favorable,
Uruguay se convirtió, en 2013, en el primer país en regular toda la cadena del
cannabis desde su cultivo hasta su comercialización y consumo para fines recreativos,
industriales y científicos. Cabe señalar que la ley 19.172 no legaliza el consumo de
marihuana. Esta posibilidad está vigente en el sistema legal uruguayo desde 1974,
cuando el decreto ley 14.294 (que entre otras cosas puso en práctica las convenciones
internacionales sobre drogas en el Uruguay) previó la posibilidad del uso legal de
drogas siempre que fueran para consumo personal. Con la ley 19.172, de 2013, no se
legaliza entonces el consumo de marihuana, pues esta ya era legal, sino que se regula
exhaustivamente toda su cadena de producción, distribución y consumo. El decreto
ley 14.2943, de 1974 y la redacción dada por la ley 17.016, de 1998, continúan siendo
el marco legal vigente en materia de drogas. La ley 19.172, que regula el mercado
de marihuana, introduce varias posibilidades más, entre ellas, establece cantidades
en gramos y plantas para uso personal, la posibilidad de crear clubes, de comprar
en farmacias, etc. Sin duda, la ley 19.172 plantea grandes desafíos cuyos resultados
están aún por ser evaluados.
2
Ver también, respecto a este punto, los aportes de María Fernanda Boidi, Rosario Queirolo y José Miguel Cruz
(2016)
3
Los artículos 30 a 35, en redacción dada por ley 17.016, son los más comúnmente utilizados para realizar los
procesamientos. El artículo 31, por ejemplo, termina diciendo: “Quedará exento de pena el que tuviere en su poder
una cantidad razonable destinada exclusivamente a su consumo personal.” Luego, la ley 17.016 agregó a ese
artículo: “con arreglo a la convicción moral que se forme el juez a su respecto, debiendo fundamentar en su fallo las
razones que la han formado”.
43
Juan Scuro
METODOLOGÍA
45
Juan Scuro
Cuadro 1. Entrevistas realizadas por ciudad y área. *Incluye jefes de policía, personal de investigaciones, Dirección
General de Represión al Tráfico Ilícito de Drogas.
Las actividades de campo se realizaron entre los meses de enero y julio de 2016.
Se procuró entrevistar a la mayor cantidad posible de agentes involucrados,
alcanzando al menos a las principales autoridades en cada una de las ciudades.
Cabe mencionar que en Artigas y Rivera, por ser esas ciudades las capitales de los
respectivos departamentos, están allí, entre otros, los jefes de policía. En cambio,
Río Branco y Chuy, que no son las capitales departamentales, no cuentan con la
máxima autoridad policial. De todos modos, en todos los casos se tuvo acceso a las
autoridades competentes tanto policiales como judiciales. A todos ellos se les realizó
entrevistas en profundidad, semiestructuradas. En las entrevistas se buscó conocer
las impresiones de los protagonistas en al menos cinco puntos clave. En primer
lugar se buscó conocer sus percepciones sobre aspectos político institucionales y
sobre los eventuales efectos que su institución pueda haber tenido antes, durante
o después de la aprobación de la ley 19.172. Por otra parte, se indagó acerca de
los vínculos entre la institución en cuestión y su homóloga brasileña (diálogos o
no, intercambios de información, cooperación internacional, etc.). Un tercer punto
abordado en las entrevistas tuvo relación con la seguridad propiamente dicha y los
efectos de la aprobación de la ley en la zona de frontera (percepciones en torno a los
comportamientos delictivos, tendencias, factores de cambio, etc.). En cuarto lugar,
las entrevistas pretendieron conocer las impresiones de los entrevistados acerca de
los usuarios de drogas en general, obtener caracterizaciones, vínculos entre drogas
y delitos, etc. Finalmente, las entrevistas apuntaron a conocer las opiniones de los
entrevistados en términos generales acerca de la nueva ley y las políticas de drogas.
Cabe destacar que la cantidad de entrevistas realizadas fue suficiente para lograr los
propósitos de este estudio y que alcanzaron para saturar los contenidos, en muchos
casos repitiendo varios argumentos y posiciones.
Presentación de datos
47
Juan Scuro
Las particularidades y diferencias de uno u otro juez y los comentarios que sus
personalidades o formas de accionar despiertan entre sus colegas y otros agentes
del sistema en cuestión (los más ‘bravos’, los ‘excelentes’, etc.), aparecen también
en fiscalía, pero de algún modo prevalece allí una suerte de ‘rigor’ mayor, de
despersonalización de los asuntos en juego y, tanto por lo que se desprende de
sus narrativas como de los comentarios que sobre ellos/as realizan otros agentes,
este ámbito podríamos colocarlo, en la tipología propuesta antes, entre jueces y
policías ya que, de modo general, prevalece en fiscalía una cierta idea de que se está
combatiendo de algún modo una serie de problemas que atañen a la sociedad en
su conjunto. Es decir, si bien en el ámbito de los juzgados “se aplica la ley”, no se
construye necesariamente un ‘aura’ de institución que vela por todos los intereses,
haciendo uso de la abstracción del concepto de ‘sociedad’ como un organismo
único, homogéneo y autónomo, con intereses propios y bien definidos. En fiscalía,
en cambio, prevalece una concepción de la ‘sociedad’ como un ente homogéneo con
intereses propios, de los cuales fiscalía es su guardián. Aunque es evidente el peso
de “la justicia” y que la figura del juez porta un poder simbólico diferente al resto
de los agentes en juego, sus discursos son más cercanos a los sujetos involucrados,
usuarios del sistema judicial. Aunque pesa la norma, y eso es, de hecho, lo que rige,
según sus discursos, sus acciones, esa norma debe ser adaptada y aplicada cada vez
a situaciones diferentes con actores diferentes, y la “sana crítica del juez” abre un
espacio de convergencia de moralidades que pondrán en práctica esas normas4. En
los discursos que emanan del ámbito de fiscalía, en cambio, la ‘abstracción’ hacia el
conjunto de lo social los aleja un poco más de los sujetos concretos involucrados y
se construye un discurso de mayor ‘rigidez’, donde entran en juego más variables de
mayor grado de abstracción de la situación concreta en disputa.
Hacia esa dirección tiende también la policía, auxiliares de la justicia y fuerzas del
orden. A pesar de contadas excepciones y de gran amplitud de respuestas, prevalece
en el ámbito policial una ‘demonización’ de “la droga” como principal productora de
los hechos delictivos contra los cuales la policía lucha. Aquí, el foco está colocado
en las sustancias concretas, aquello a observar, a vigilar y sobre lo cual, dar cuenta
a la justicia. Si bien pueden encontrarse en el ámbito policial algunos discursos que
hagan referencia a las libertades individuales o los matices y casos específicos ante
los cuales se pueda estar, prevalecen allí unas asociaciones de tipo droga=tráfico/
venta=delincuencia. La policía fue el ámbito de enunciación de mayor cantidad
de “contradicciones” y en cierta medida de “desconocimiento” de la ley 19.172.
4
Sobre este punto, refiriéndose al artículo 31 del decreto ley 14.294, Gianella Bardazano (2012) produce una
importante reflexión que muestra las ambigüedades y usos de la “sana crítica del juez”.
49
Juan Scuro
La policía es, por otra parte, la única de las instituciones o espacios que están siendo
analizados aquí que mantiene un diálogo y cooperación con sus pares brasileños.
Con relación al primer punto se obtuvieron respuestas que van desde pensar que la ley
tiene “grandes principios” y que “fue un gran salto a nivel internacional y mundial”
(afirmación de una defensora), pasando por la repetida idea de que “no cambió nada”
(afirmación recurrente en los diferentes ámbitos), hasta las divergentes afirmaciones
en torno a su redacción y armonización con el resto del sistema penal uruguayo.
Allí encontramos interpretaciones de que la ley “es clara” y “está bien redactada”
(afirmación de un juez) y también de que “la ley no es buena”, “no es clara respecto
a la libertad de consumo”, “la ley permite que se aplique erróneamente”, como
sostuvo algún juez y defensor. Del punto de vista estrictamente jurídico, también
cabe señalar la apreciación de una fiscal que entiende que “la ley no se armoniza con
la sistemática del derecho penal uruguayo”. Otras impresiones generales sobre la ley
han sido, por ejemplo, las siguientes afirmaciones de un defensor: “La ley se hizo
para la galería, como para quedar bien a nivel internacional pero todavía no se puede
comprar en las farmacias”. “El mundo sabe la parte linda de la historia” [pero] “sigue
existiendo una fuerte represión”.
Otro aspecto ampliamente señalado por los diferentes actores, respecto a este primer
punto, ha sido la confusión generalizada que existe en torno a la nueva normativa.
En ese sentido se señalan elementos diferentes. Por un lado, la aprobación de la
ley habría generado (según se desprende de las impresiones de la amplia mayoría
de los entrevistados) gran confusión internacional. Específicamente, en las
localidades en estudio aquí, frontera con Brasil, se ha hecho mención en reiteradas
oportunidades respecto a la desinformación de muchos brasileros que, sabiendo
o no las especificidades de la ley, se han visto curiosos, cometiendo o no delitos
asociados a la normativa. Por ejemplo, muchos farmacéuticos, dueños de growshops
y público en general han afirmado que han sido varios los brasileros que, desde la
aprobación de la ley, han cruzado la frontera para informarse, preguntar o conseguir
marihuana del lado uruguayo. En la mayoría de los casos esas personas desconocían
la imposibilidad de vender marihuana a extranjeros o el hecho de que existe un
mecanismo de inscripción de usuarios para poder acceder legalmente a la marihuana.
También ha sucedido que otros ciudadanos brasileros han cometido, sabiéndolo o
no, diferentes delitos asociados a la marihuana. Un caso repetido en Rivera fue el de
un brasilero procesado con prisión por producción de estupefacientes siendo que su
argumento era que él estaba haciendo eso en Uruguay porque era legal y que estaba
en proceso de regulación de su situación.
51
Juan Scuro
En tercer lugar, la confusión alcanza a los propios entrevistados. Aquí, quienes corren
con mayor ventaja son los defensores, por el hecho de aportar la ley más elementos
a la hora de defender a sus clientes. Policías, jueces y fiscales insisten en que la
mayor claridad que aporta la nueva ley es que la misma menciona explícitamente las
cantidades consideradas legales para uso personal. El hecho de establecer medidas
hace que, por ejemplo, un policía afirme que “Ahora hay un criterio”. Para los jueces
también hace las cosas más fáciles, aunque algunos defensores sostengan que aun
la “sana crítica del juez” sigue imperando. Respecto a las cantidades, sin embargo,
una fuente de confusión es lo relativo a la cantidad de plantas autorizadas por la
ley para quienes están debidamente registrados. Si bien la ley menciona que son
seis las plantas legales por hogar (para quien esté registrado como autocultivador),
la norma se refiere a seis plantas de cannabis psicoactivo. Para definir la planta de
cannabis como psicoactiva, la ley dice: “se entiende por Cannabis psicoactivo a las
sumidades floridas con o sin fruto de la planta hembra del Cannabis” (Uruguay,
ley 19.172). Esta apreciación hace muy difícil el reconocimiento por parte de
jueces, fiscales o policías, de las situaciones particulares en las que se encuentren.
Es decir, la redacción tal como está en la ley hace posible que un individuo tenga en
determinado momento una cantidad de plantas en su haber mayor que seis sin que
esto sea necesariamente un delito. Como destacan policías, fiscales y jueces, ellos
no tienen los conocimientos necesarios para identificar si una planta cumple o no
con la definición que presenta la ley. Esta zona incierta hace que un juez afirme, por
ejemplo, que “La regulación de la ley está bien, la ley está bien. Para el que consume
está bien, pero con toda ley pasa lo mismo porque da pie a que otros la aprovechen
para otros fines, como el suministro”. Algunos jueces y fiscales han expresado que
cantidades por encima de seis son interpretadas rápidamente como suministro.
Por otra parte, existen también posturas diferentes. Por ejemplo, la de un juez que
sostiene que “Aunque no esté registrada la persona, si tiene la cantidad de plantas
que permite la ley yo no la proceso”.
Para concluir esta sección y retomar lo que decía antes acerca cierto desconocimiento
del “mundo cannábico” por parte de los agentes entrevistados, la siguiente afirmación
de una fiscal resume de buena manera el proceso que se está dando y que tiene un
componente generacional muy claro. Me refiero a la afirmación de una fiscal que
sostiene que “Los adolescentes dan clase en los juzgados”, refiriéndose al amplio
conocimiento que esos jóvenes tienen de todo lo que rodea al cannabis.
53
Juan Scuro
Con relación a las implicancias que la aprobación de la ley 19.172 está teniendo
sobre la seguridad, las impresiones de los entrevistados son, por supuesto, variadas.
El espectro de respuestas abarca desde aquellas que entienden que la ley no tiene
ningún tipo de efecto en asuntos de seguridad (no favorece ni desfavorece), hasta
quienes creen que sí tiene implicancias en ese asunto, y aquí las posibilidades son:
que tiene implicancias positivas respecto a la seguridad, y que tiene implicancias
negativas respecto a la seguridad. Respecto a este tema surgen dos dimensiones
de análisis diferentes. Por un lado, si la ley es o no efectiva para la reducción del
narcotráfico, uno de los objetivos o argumentos con los que se defendió a la ley
durante su proceso de redacción y aprobación en el parlamento. En otro plano, los
efectos de la ley sobre la seguridad están relacionados a las posibles incidencias en los
pequeños delitos contra la propiedad (robos a farmacias, robos de plantas, aumento
en general de la delincuencia, etc.). Respecto al primer punto, la incidencia de la ley
sobre el narcotráfico, las impresiones de los entrevistados son variadas. Por ejemplo,
en términos macro, una jueza entiende que “A grandes escalas la ley no sirve para
nada”, afirmación que coincide con la de un policía que entiende que “Con esa ley
no se combate al narcotráfico”. Incluso, el mismo policía, como es común entre sus
narrativas, afirma que, más allá de la ley, “Hay más narcotráfico, han aumentado las
bocas. Nosotros las combatimos fuertemente”, o que, “Ha aumentado la violencia en
torno a la droga”. Ese tipo de afirmaciones que provienen del ámbito policial tienen
sentido si pensamos que las autoridades entrevistadas deben justificar su accionar y
eficacia y necesidad de su trabajo para el conjunto de la sociedad. Resultaría muy
difícil encontrar a una autoridad de la Brigada de Narcóticos o similar que realmente
pudiera expresar que el narcotráfico ha disminuido o que las drogas no generan
tantos problemas, dado que, con esas afirmaciones, estaría yendo contra la propia
existencia de su trabajo. Sin embargo, es justo mencionar que un policía entiende
que “Parece una buena política en el sentido del combate al narcotráfico”. Por otra
parte, una defensora entiende que la ley puede contribuir a reducir el narcotráfico y
afirma que “Todo lo que les podamos sacar a los narcos está bueno, vos tenés que
invadirles el territorio”.
la pasta base de cocaína (PBC) tiene sobre la seguridad y los que tiene la marihuana
(esto lo veremos mejor en el tercer punto). Siguiendo con los temas vinculados al
tráfico y la venta de drogas, desde la policía se entiende que “El gran problema
social es el microtráfico”. De hecho, desde los diferentes ámbitos policiales se me
informó que hace un tiempo están especialmente abocados al combate a las ‘bocas’
de venta, realizando allanamientos periódicos. En relación con las ‘bocas’ de venta
y la aprobación de la ley 19.172, un policía entiende que “Con la ley ya no se vende
tanta marihuana en las bocas”, aunque de todos modos, como afirma una defensora
en relación a quienes efectivamente son procesados, “Nunca va en cana el de arriba,
al que agarramos es a la doña que le vende chasquis al consumidor”.
55
Juan Scuro
La secuencia de los puntos colocados hasta aquí nos va conduciendo de las miradas o
impresiones más macro y generales respecto a la normativa, pasando por sus efectos
prácticos en torno a la seguridad y nos conducen, en última instancia, a un cierto
núcleo de argumentaciones o enunciados que visibilizan algunos mecanismos de
clasificación social que traen consigo las ‘drogas’, entendidas aquí como elementos
sociotécnicos (Viana Vargas, 2008). En relación con este último punto surgen
entonces algunos elementos a considerar. En primer lugar cabe señalar que si bien
puede ser recurrente encontrarse con ideas del tipo “No hay drogas buenas, son
drogas”, como sostiene un policía; o que un juez entienda que “Todas las drogas
que son inhibidoras del sistema nervioso central no conducen a nada bueno”; o en
definitiva, que “Todos consumen drogas”, como afirma una fiscal, y que esa misma
persona afirme que: “Estoy absolutamente convencida de que tiene que haber una
lucha contra el tráfico de las drogas”, es justo introducir algunos matices que resultan
de los enunciados de los entrevistados.
57
Juan Scuro
Otra línea que produce diferencias es la segmentación etaria, siendo que, como
sostiene un juez, “Los jóvenes son quienes más consumen y quizá también los que
más delinquen”. En relación con factores generacionales, el uso de la PBC y de la
marihuana se asocia a jóvenes y adolescentes. La idea de que el consumo de ‘drogas’
comienza, por ejemplo, con tabaco o alcohol y que este se va derivando, por ejemplo,
hacia el cannabis y luego a otras drogas (gateway theory5) es común entre los
entrevistados. Y aquí caben algunas apreciaciones. Mayormente se asocia el consumo
de alcohol, tabaco, marihuana y PBC a los más jóvenes (incluso adolescentes),
aunque el alcohol es una droga utilizada, según los mismos entrevistados, por todas
las franjas etarias. Lo interesante es que se detecta un cierto proceso de reducción de
la edad de consumo de marihuana, tendiendo cada vez más hacia los adolescentes,
al tiempo que estos estarían al mismo tiempo ‘alejándose’ del consumo de alcohol
o incluso de tabaco. Lo que sucede con la marihuana, como afirma una defensora,
es que “Hoy consumir marihuana es como tomar un vaso de agua”. Es decir, existe
una idea generalizada de que actualmente hay una suerte de “baja en la percepción
de riesgo” hacia la marihuana. En ese contexto, un juez entiende, por ejemplo, que
“La mayoría empezó con marihuana”, aludiendo a la popularidad de la droga actualmente,
ya que, como sostiene un policía, “Todo el mundo tiene acceso a la marihuana”.
CONCLUSIONES
5
Tanto John Kleining (2015), como Kristen Bell y Helen Keane (2014), plantean importantes críticas a las
formulaciones de Robert DuPont de 1984 sobre la Gateway drugs, haciendo visible la importancia de reformulaciones
sobre la hipótesis de los años 80.
5. Más allá de matices, existe una idea generalizada de que el mayor problema
que vincula ‘drogas’ y ‘seguridad’, es la PBC, siendo esta sustancia, en las
percepciones de los entrevistados, responsable en buena medida de la mayoría
de los delitos contra la propiedad, mientras que la marihuana no necesariamente
interviene en esa ecuación.
En definitiva, se puede afirmar que las hipótesis 2 y 3 se cumplen tal cual previstas,
mientras que la 1 muestra las mayores discrepancias y problematizaciones, al
encontrar alto grado de rechazo o mayor grado de confirmación según los diferentes
ámbitos investigados, tal como fue desarrollado a lo largo de este artículo.
59
Juan Scuro
Referencias bibliográficas
61
APORTES DE LA SOCIOLOGÍA ARGENTINA
A LA COMPRENSIÓN DE LOS USOS DE LAS
DROGAS: UNA REVISIÓN SISTEMÁTICA
Sánchez-Antelo, V. (2019). Aportes de la sociología VICTORIA SÁNCHEZ-ANTELO *
argentina a la comprensión de los usos de las drogas:
una revisión sistemática. Revista Cultura y Droga, Recibido: 22 de agosto de 2018
24 (27), 62-89. DOI: 10.17151/culdr.2019.24.27.4. Aprobado: 30 de septiembre de 2018
RESUMEN
Objetivo. Describir modos en que se han analizado los usos de las sustancias
psicoactivas desde la sociología argentina. Metodología. Se realizó una revisión
crítica de publicaciones académicas, seleccionada con los siguientes descriptores:
“consumo/uso”, “droga/sustancia psicoactiva”, “Argentina” y “sociología” y sus
variantes. Se realizó un análisis comprensivo y crítico organizado en ejes temáticos.
Resultados. Existe un vacío sobre la crítica a las metodologías implícita en las
medidas epidemiológicas. Se desconocen la agencia del sujeto, o bien caen en el
sesgo individualista, poniendo tensión conceptos como autonomía/dependencia o
racionalidad/compulsión. La “sociología de la desviación” omite las significaciones
corporales y de género del uso de drogas. Finalmente, se describe el paradigma
posmoderno o de “normalización”. Conclusiones. Es necesario articular la agencia
individual a los condicionantes sociales; dar cuenta de la experiencia corporal y de
género de las prácticas de consumo, en tanto dimensiones políticas de los (no) usos
de drogas.
*
Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires, Instituto de Ciencias de la Salud, Universidad
Nacional de Tres de Febrero, Ciudad de Buenos Aires, Argentina. E-mail: [email protected].
orcid.org/0000-0003-4892-0394. Google Scholar
ABSTRACT
Objetive. To describe ways in which the uses of psychoactive substances have been
analyzed from Argentinian sociology. Methodology. A critical review of academic
publications, selected with the following descriptors, was carried out: “consumption/
use”, “drug/psychoactive substance”, “Argentina” and “Sociology” and its variations.
A comprehensive and critical analysis organized in thematic axes was carried out.
Results. There is a gap on the criticism of the methodologies which is implicit in the
epidemiologic measures. The agency of the subject is unknown or it falls into the
individualist bias stressing concepts such as autonomy/dependence or rationality/
compulsion. “Sociology of deviance” omits the corporal and gender meanings of drug
use. Finally, the postmodern or “normalization” paradigm is described. Conclusions.
It is necessary to articulate the individual agency and social conditioning factors and
to give an account of the corporal and gender experience of consumption practices,
as political dimensions of the (non) use of drugs..
INTRODUCCIÓN
63
Victoria Sánchez-Antelo
MATERIALES Y MÉTODOS
Selección
Para una segunda fase se realizó la lectura completa de los documentos y, a partir
de la bibliografía citada en los mismos, se fueron seleccionando nuevos materiales
al corpus de análisis (“selección por bola de nieve”). Esto último supuso incorporar
publicaciones no digitalizadas, ampliar el recorte temporal, sumar otros trabajos de
los mismos autores no “traídos en las búsquedas”, así como trabajos de autores que
no son argentinos citados para analizar la realidad del país.
65
Victoria Sánchez-Antelo
de género donde la droga está presente pero no es el tema central), a los aspectos
biomédicos del consumo, así como relativos a la dimensión económica.
Para su análisis, la revisión fue primero descriptiva y segundo por contenido, el cual
se organizó por ejes conceptuales (temas). Se expone un análisis comprensivo y
crítico de esos temas, buscando destacar los hallazgos y los vacíos en el conocimiento
sociológico.
Alcances y limitaciones
En primer lugar, se debe aclarar que cuando se usa el término ‘drogas’ se hace
referencia al conjunto de sustancias que poseen un efecto psicoactivo en el cuerpo
humano, sean legales o ilegales. En este sentido, ‘droga’ se está utilizando como
sinónimo de SP.
Cabe aclarar que, según la legislación citada, no se penaliza el uso de SP, sino
la tenencia y el tráfico de sustancias controladas sin autorización de la autoridad
competente, ya que el bien legal que busca proteger es la salud pública (Torres,
2014a, 2014b). La “ley 27.373 de estupefacientes” posibilita, por ejemplo, penalizar
la venta de misoprostol sin prescripción facultativa, una sustancia legal que se utiliza
(sin la prescripción médica) para inducir un aborto farmacológico, práctica también
penalizada en Argentina (Sánchez Antelo, 2016a). En este sentido, se penalizan un
conjunto de prácticas en las cuales las sustancias, independientemente de su estatus
legal, son el eje de gravitación.
RESULTADOS
Los trabajos que hacen foco en las magnitudes de los consumos de sustancias anclan
sus conceptualizaciones en las estadísticas oficiales. Se debe reconocer que, entre
las funciones estatales, se encuentra proveer registros sobre diferentes procesos
que afectan a una población, como conocer la extensión de prácticas que afectan la
salud de esta. Esto posibilita al Estado, por ejemplo, realizar previsiones y elaborar
políticas asistenciales.
Como advierte Aureano (1997), esa epidemiología no puede asumirse como neutra.
Para comprenderla se debe analizar el proceso histórico por el cual se produce
la objetivación de las nociones en torno al consumo de drogas. Su investigación
destaca cómo, al menos hasta mediados de los años 90, se han sacado conclusiones
utilizando estadísticas sesgadas, basadas en subpoblaciones como la carcelaria.
Esto ha contribuido a reafirmar la construcción social del consumidor de drogas como
un peligro para la seguridad y, en el mejor de los casos, como un problema social y
de salud al cual atender. En términos de Husak (2001) habilitó a “generalizaciones
no demostradas de los peores escenarios, que pocas veces coinciden con la realidad”
(p. 51). La persistencia de la falacia individualista, han convertido el temor a la
epidemia en la base ideológica de las políticas públicas omitiendo sistemáticamente
la epidemia real que representa del consumo de alcohol (Sánchez Antelo, 2018a).
67
Victoria Sánchez-Antelo
Más allá del problema institucional, si se tiene en cuenta que los datos se obtienen
en un contexto donde se penaliza el consumo de determinadas SP y en que existe
una fuerte sanción moral, muchos de los casos registrados como “no consumo” o de
rechazado a responder la encuesta, representarán omisiones significativas (Bourgois,
2010). Aun cuando es posible reconocer que legalmente y en la opinión pública1 se ha
extendido la mirada más flexible sobre determinadas sustancias, como la marihuana,
en términos estadísticos no se cuenta con parámetros de referencia para evaluar si un
incremento en el consumo se debe a personas nuevas en consumos o respuestas que
antes se omitían.
1
Si bien reconozco que el concepto de opinión pública es polisémico y utilizado en singular, reduce una amplia
diversidad de discursos y posturas enunciadas públicamente. Las opiniones públicas involucran a diferentes
actores, colectivos, institucionales o no, e intereses. En este sentido, utilizo el término para referir a un conjunto
de discursos enunciados públicamente (a través de medios de difusión masivos, cristalizadas en medidas de estado
o de organizaciones de la sociedad civil) y que aparecen como hegemónicas. Asimismo, al referir a medios de
difusión masiva, hago referencia exclusivamente a prensa escrita, radio y televisión y excluyo medios ‘actuales’
como “redes sociales virtuales”, aun cuando reconozco que son espacios de expresión pública de opiniones cada
vez más relevantes. Estos actores son producidos y productores de “la opinión pública” hegemónica para ellos está
constituida por las voces que desde ellos se visibilizan, no otras.
2
El orden temporal secuencial, que separa tiempo productivo del tiempo de otro, ha sido hegemónico y marca
distintiva de la modernidad. Sobre la base de ese criterio temporal, por ejemplo, se elaboran indicadores como “¿Ha
tenido que tomar alcohol en las mañanas?” (OAD, 2017). Sin embargo, la flexibilidad socio-temporal evidencia
que “tomar por las mañanas” no puede linealmente asumirse como “consumo problemático” de alcohol (Sánchez
Antelo, 2016b).
69
Victoria Sánchez-Antelo
Se trata de estudios que solo analizan el uso de una sustancia, cuando las personas
analizadas tienden a ser policonsumidores. Esta decisión de los investigadores,
basada más en un criterio de comodidad metodológica que reflejo de la realidad que
buscan analizar, omiten la omnipresencia alcohol y sus combinación con otras SP
(Menéndez & Di Pardo, 2005; Sánchez Antelo, 2015).
El segundo argumento que ubica la problemática del consumo como algo externo
al sujeto, viene de trabajos que destacan que el problema no es el uso de SP en
sí, sino la matriz cultural ‘consumista’ que se replica en cada una de las prácticas
sociales (Camarotti, Güelman & Azparren, 2016). Esta perspectiva, a diferencia de
la anterior, refleja la relevancia de los procesos de dominación social y destaca que
Sin embargo, estos argumentos tiene varios límites: deja de reconocer la especificidad
propia de las SP para devenir en “una mercancía más”, intercambiable con poder
de seducción como cualquier otra, negando toda agencia por parte los sujetos;
asimismo, conduce a la asociación entre “privación socio-económica” y “uso de
drogas”, miradas que invisibilizan la extendida participación de sectores medios y
altos en los consumos de SP ilegales y la extensión de los consumos de SP legales
(Arizaga, 2007; Epele, 2010).
Si bien se puede reconocer una mirada crítica que destaca la lógica mercantil
de la práctica, se hace desde una postura moralista que confunde consumo con
consumismo (Sassatelli, 2012), lo que dificulta ver la multiplicidad de sentidos que
pueden adquirir esas prácticas de usos de SP para los protagonistas. En suma, los
trabajos sociológicos destacan que ambos argumentos desconocen la agencia del
sujeto, se focalizan en las propiedades de las sustancias, desconociendo el entramado
de prácticas que intervienen en la reificación de las conciencias sociales y negando
la agencia de los sujetos (Lewkowicz, 1999; Stolkiner, 2010).
71
Victoria Sánchez-Antelo
Durante el siglo XX, esa tensión atravesó las disputas entre la criminología y la
psicopatología en Argentina. Incluso, en ciertos períodos los juristas se respaldaron
en los criterios médicos y estos últimos en los jurídicos, para sostener la intervención
del Estado en la vida privada de los ciudadanos (Aureano, 1997; Sánchez Antelo,
2018a; Weissmann, 2002).
3
La dependencia física o fisiológica “se refiere a la tolerancia y los síntomas de abstinencia (…) en sentido aún
más estricto para designar exclusivamente la aparición de síntomas de abstinencia al suspender el consumo de la
sustancia.” (WHO, 1994) Tolerancia y dependencia se refieren exclusivamente a los síntomas físicos derivados de
la neuroadaptación, que es definida como las alteraciones neuronales derivadas del uso de una sustancia. Aun así,
en algunos casos, “es posible que una persona presente neuroadaptación sin mostrar las manifestaciones cognitivas
o conductuales de la dependencia. Por ejemplo, los pacientes operados que reciben opiáceos para aliviar el dolor
sufren a veces síntomas de abstinencia, pero pueden no considerarse como tales o no presentar deseo alguno de
seguir tomando estos fármacos” (WHO, 1994). Por tanto, este no es un indicador certero de tolerancia o dependencia.
4
Específicamente, como alerta Aureano (2003), la teoría de la escalada le “atribuye a determinadas moléculas
–en general, al THC– la capacidad de inducir a consumir otras supuestamente más ‘duras’ o ‘pesadas’– cocaína,
opiáceos, psicofármacos”.
Los límites que ha presentado esta perspectiva binaria, para comprender patrones
de consumo de SP legales como el alcohol o psicofármacos de venta legal, han
introducido nuevas clasificaciones que buscan justificar la intervención experta
(sea médica o jurídica). El término “consumo excesivo episódico” de alcohol busca
delimitar con mayor precisión un espectro de prácticas que una visión binaria no
llegaría a dar cuenta (Cremonte, Conde & Remaggi, 2009).
En la lógica binaria, los sujetos “sin control de sí” quedan por fuera de la racionalidad
moderna, ya que sus prácticas son leídas en términos de incapacidad social y falta
de voluntad moral para llevar adelante el tipo de vida exigido (Giddens, 1995b).
Concebir la posibilidad de conductas puramente racionales, ha dado sustento a la
legislación, así como a las acciones preventivas y de promoción de la salud basadas
en proveer información para facilitar la toma de decisiones. Estos modelos de
intervención presuponen que la falta de información sobre los riesgos y daños a
los que se enfrentan es una de las causas por las cuales las personas se inician en el
consumo (Camarotti, 2006; Camarotti et al., 2016).
Los supuestos de esta mirada binaria desconocen las diversas formas de apropiación
y de sentidos que, frente a una misma información, pueden poner en juego los
individuos. Desconoce además que, más allá del acceso a la información, en las
prácticas se entrelazan un entramado de emociones, expectativas y valoraciones,
así como de condicionantes del orden socio-estructural que modulan esas prácticas
(Epele, 2010).
En suma, la perspectiva binaria no permite explicar, entre otros aspectos, por qué
un conjunto de la población consume durante una etapa de su vida, para luego
abandonar el consumo definitivamente. Su mirada, centrada en el individuo, niega
los significados colectivos asignados a los usos de las SP, como el hábito del
consumo de alcohol las festividades familiares o el uso de éxtasis como catalizador
de emociones en contextos recreativos (Camarotti, 2010). Es decir, se pierde de vista
la relevancia de las SP en el proceso de socialización y se omite que un conjunto de
73
Victoria Sánchez-Antelo
los consumidores de drogas –legales e ilegales– transitan por una fase de aprendizaje
acerca de cómo utilizar las drogas, sin que eso se traduzca en pérdida de su integración
social (Sánchez Antelo, 2016b, 2018b).
Este conjunto de abordajes tiene que ver con la tendencia a subsumir los estudios
sobre drogas a la teoría de la conducta desviada. Logrando superar los determinismos
biológico y psicológico, la sociología de esta tradición señala que fallasen la
socialización primaria explican que un conjunto de la población viole las normas
socialmente compartidas. La dificultad para salir de esta mirada es clara: toda
una tradición se ha desarrollado basándose en el estudio de estas prácticas como
desviación normativa (Becker, 2009).
Siguiendo a Merton (1964), estos estudios señalan que determinados grupos despliegan
una serie de prácticas que quebrantan normas sociales para dar respuesta a la tensión
derivada de los parámetros de éxito social –valores culturales consensuados– y una
realidad social que los constriñe –la limitación material–. En un contexto de falta de
igualdad de oportunidades, determinados grupos buscan medios ‘innovadores’ por
fuera de la norma, o bien se incorporan a una subcultura desviada como resultado de
la frustración que les produce la imposibilidad de una integración exitosa.
En el análisis sobre los usos de las drogas, estas perspectivas tienen al menos cuatro
limitaciones: por lógica deja por fuera los consumos de drogas legales (Comas
Arnau, 1994); suponen que un acto desviado convierte a la persona en desviada;
asocia mecánicamente la falta oportunidades de integración social con desviación,
no explicando el espectro de consumos que se producen en grupos “altamente
integrados”; supone una sociedad con valores homogéneos y consensuados, lo cual
desconoce contradicciones y conflictos.
Para superar estas limitaciones, Howard Becker en la “teoría del etiquetado” invierte
los elementos. Aquí la desviación es producto de la acción de determinados grupos
que definen normas y señalan a determinados individuos como marginales. Son los
mecanismos de control social los que crean al sujeto desviado en tanto lo definen y
etiquetan como tal. Los “emprendedores morales” crean reglas y combaten aquello
que esas reglas se han encargado de crear: “es desviado quien ha sido exitosamente
Esto encuentra una seria limitación entre determinados grupos que han sido
activamente etiquetados como ‘desviados’ y han sido víctimas de sanción social,
pero que más que apropiarse de la etiqueta, han estructurado un discurso que se
contrapone desde un cuestionamiento de orden político, como puede ser el caso
de los grupos de consumidores de drogas que demandan por la legalización
(Aureano, 2003).
Son estas argumentaciones las que sustentan la idea de un proselitismo por parte
de los consumidores y que, en Argentina, por ejemplo, llevan a multar a quien
“preconizare o difundiere públicamente el uso de estupefacientes, o indujere a otro a
consumirlos; el que usare estupefacientes con ostentación y trascendencia al público”
(Boletín Oficial de la República Argentina, 1989).
75
Victoria Sánchez-Antelo
Esto ha orientado el análisis a subculturas del uso de drogas donde las desigualdades
de clase aportan explicaciones que pivotan entre seguridad/delincuencia (si se trata de
los sectores marginales) y problema estético “modos de vida no saludables” (Hughes
& Bellis, 2006) o ‘alternativos’ (Bobes García & Sáiz Martínez, 2003), si se trata
de sectores acomodados. En todos los casos se pone el acento en el despliegue de
conductas individualistas, fruto de la desarticulación de las identidades colectivas,
en la tendencia hacia el hedonismo, creciente deseos de “encerrarse sobre sí” y de
aislamiento frente a un mundo que los ha desencantado (Calafat et al., 2004).
El talón de Aquiles de esta tesis es negar la dimensión política del ordenamiento social
y no logra explicar las tensiones derivadas de los cambios sociales, donde lo que es
desviado en un momento histórico, deviene norma en otro. Ejemplos de esto son la
anómala tendencia generalizada de las juventudes de los años 60 y 70 del siglo XX a
consumir drogas (Best, 2005) y los actuales procesos de despenalización del cannabis.
Tal vez a excepción de Becker (2009), que contempla una dimensión de poder y
dominación, las teorías de la desviación tienden a naturalizar en la sociedad, o en los
grupos, una supuesta homogeneidad y un consenso que desconoce el conflicto como
motor de la historia social.
Silencios profundos sobre las drogas: usuarios sin cuerpo, género ni política
Estas transgresiones poco tienen que ver con una naturaleza biológica subyacente y no
pueden reducirse a un déficit o vulnerabilidad subjetiva.
Cabe señalar que, salvo contadas excepciones, los trabajos sobre género y drogas
son casos aislados e incluso, en Latinoamérica (Saavedra & Sánchez Antelo,
2017), sigue siendo un ‘no-campo’ de investigación (Kalant, 1980). Esta vacancia
dificulta la comprensión la cultura de las drogas (Ettorre, 2007; Measham, 2002),
y no permite dar cuenta de cómo la definición de normas, reglas, expectativas y
estilos de participación en el consumo de un modo diferencial según la identidad
de género que se trate, oculta la producción sistémica de cuerpos ‘desviados’ y
objeto de marginación. El silencio sobre el género no oculta solo cómo se producen
las clasificaciones, sino cómo la desigualdad se define, se transita, se reafirma y
se encarna en los espacios y los tiempos del consumo de drogas (Ettorre, 2004;
Saavedra & Sánchez Antelo, 2017; Sánchez Antelo, 2017).
Las reglas y las categorías morales que son aplicadas a determinados grupos –‘mujeres’,
‘homosexuales’, ‘adictos’– son normas arbitrarias impuestas por un orden político.
En parte de los estudios sobre usos de drogas, la omisión crítica de la moral hegemónica
impide reconocer identidades políticas diversas y continúan tratando este fenómeno
como una ‘anormalidad’ despolitizada, donde cualquier argumento contrahegemónico
es reducido a una “lógica de auto justificación” (Casermeiro de Pereson et al., 2013).
77
Victoria Sánchez-Antelo
En esta línea crítica, se han destacado tres procesos convergentes que sustraen
el “problema social de los usos de drogas” de sus condiciones estructurales de
producción y reproducción (Pecheny, 2010): la medicalización –la creencia
en el poder médico y farmacológico para resolución de problemas sociales–;
la judicialización –promoción de la acción judicial como único mecanismo
reparador–; y la victimización –el acceso a una respuesta estatal de asistencia se
da por la condición de “víctimas de” y no como derecho ciudadano. Estos tres
procesos garantizan la despolitización, en este caso, de los usos de las drogas, en
tanto que niegan su dimensión ideológica y conflictiva.
CONCLUSIONES
Este artículo ha buscado describir críticamente los modos en que se han analizado
los usos de las SP desde la sociología argentina. Según se ha señalado, su producción
ha señalado límites y sesgos en las lecturas de otras disciplinas (jurídica, médica y
psicología) o incluso dentro del campo de las ciencias sociales y humanas (ciencia
política, sociología y antropología). Sobre esto último, una vacancia para destacar
es la incorporación acrítica de la lógica epidemiológica sin introducir una crítica
metodológica a cómo y para qué se elaboran esas estadísticas, pero también qué usos
políticos tienen.
79
Victoria Sánchez-Antelo
Si bien se han introducido categorías que buscan matizar esos polos y así explicar
patrones de consumo de SP legales como el alcohol o psicofármacos de venta legal,
persiste la dificultad para dar cuenta de las diferentes formas de apropiación y la
diversidad de sentidos puestos en juego por quienes consumen.
En los trabajos sociológicos analizados, haciendo uso de encuadres teóricos como los
de Bourdieu (Bourdieu, 2007) o Giddens (1995a), se destaca la persistente omisión
acerca de cómo las prácticas consumo de SP, independientemente de su status legal, se
entrelazan en un entramado de emociones, expectativas y valoraciones individuales,
al tiempo que están condicionadas por orden socio-estructural. Es decir, se pierde
de vista la relevancia de las SP en el proceso de socialización y se omite que un
conjunto de los consumidores de drogas –legales e ilegales– transitan por una fase
de aprendizaje acerca de cómo utilizar las drogas, sin que eso se traduzca en pérdida
de su integración social (Sánchez Antelo, 2016b, 2018b).
El recorrido por los distintos ejes sugiere lineamientos para las nuevas investigaciones
sobre los usos de las drogas: en primer lugar, sin descuidar la necesidad de conocer
sus magnitudes, aporte a un debate teórico-metodológico sobre qué, cómo y para
qué medir esos usos; segundo, se enfatice el componente social de esas mediciones
y contrapese las miradas patologizantes y criminalizadoras; tercero, es necesario dar
cuenta de los usos de las drogas como un fenómeno histórico y situado; así como
contemplar perspectivas que reconozcan elementos estructurantes de los procesos
sociales, como las tensiones derivadas de los cambios en las temporalidades sociales
sin perder de vista la capacidad de agencia e innovación de los actores sociales
individuales; en cuarto lugar, esto exige tomar distancia de las falsas dicotomías.
Esto supone reconocer que, en el contexto de los usos de las SP, se ponen en juego
una compleja trama de significaciones, procesos, experiencias y decisiones más o
menos reflexivas. Por último, se enfatiza la necesidad de dar cuenta de la experiencia
corporal y genérica desplegada en las prácticas de consumo, así como de la dimensión
política de los (no)usos.
AGRADECIMIENTOS
81
Victoria Sánchez-Antelo
Referencias bibliográficas
Calafat, A., Fernández, C., Juan, M., Anttila, A., Bellis, M.A., Fenk, R., et al.
(2004). Cultural Mediators in a Hegemonic Nightlife - Opportunities for Drug
Prevention. Palma de Mallorca: IREFREA.
Camarotti, A.C. (2006). Política sobre drogas en Argentina: disputas e implicancias
de los programas de supresión del uso y de reducción de daños (tesis de maestría).
Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina.
Camarotti, A.C. (2010). Prácticas, discursos y nuevos espacios de sociabilidad
en torno al consumo de éxtasis de jóvenes de sectores medios de la Ciudad de
Buenos Aires (tesis de doctorado). Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires,
Argentina.
Camarotti, A.C. y Kornblit, A.L. (2015). Abordaje integral comunitario de los
consumos problemáticos de drogas: Construyendo un modelo. Salud Colectiva,
11 (2), 211-221.
Camarotti, A.C., Güelman, M. y Azparren, A.L. (2016). Perspectivas de referentes de
centros de tratamiento religiosos y espirituales sobre las causas de los consumos
de drogas. En XII Jornadas Nacionales de Debate Interdisciplinario en Salud y
Población. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: IIGG-FSOC-UBA.
Campbell, N., and Ettorre, E. (2011). Gendering Addiction. The Politics of Drug
Treatment in a Neurochemical World. London, New York: Palgrave Macmillan.
DOI: 10.1057/9780230314245
Campbell, N., and Ettorre, E. (2011). Gendering Addiction.The Politics of Drug
Treatment in a Neurochemical World. Unites States: Palgrave Macmillan.
Carneiro, H. (2010). Bebida, abstinência e temperança na história antiga e moderna.
Senac: São Paulo.
Casermeiro de Pereson, A., Carballo, M., Cilley, C., Hermelo, R. y Plá, J. (2013).
Consumo de sustancias psicoactivas en jóvenes de Gran La Plata. La Plata:
Observatorio de la Deuda Social Argentina Pontificia Universidad Católica
Argentina.
Comas Arnau, D. (1994). Los jóvenes y el uso de drogas en la España de los años
90 (tesis de doctorado). Universidad Complutense de Madrid, Madrid, España.
Corda, R.A., Galante, A. y Rossi, D. (2014). Personas que usan estupefacientes en
Argentina. De “delincuentes-enfermos” a sujetos de derechos.. Buenos Aires:
Intercambios Asociación Civil; Universidad de Buenos Aires.
Cremonte, M., Conde, K., y Remaggi, M. (2009). Consumo excesivo episódico de
alcohol en estudiantes universitarios. Revista de Salud Pública, XXI (2), 77–85.
83
Victoria Sánchez-Antelo
85
Victoria Sánchez-Antelo
87
Victoria Sánchez-Antelo
89
MEDICINA Y FILOSOFÍA EN LAS PRÁCTICAS
CHAMÁNICAS DE MARÍA SABINA
Pantoja-Barco, A. (2019). Medicina y filosofía ANDREA PANTOJA-BARCO *
en las prácticas chamánicas de María Sabina.
Revista Cultura y Droga, 24 (27), 90-112.
Recibido: 2 de julio de 2018
DOI: 10.17151/culdr.2019.24.27.5. Aprobado: 6 de septiembre de 2018
RESUMEN
Objetivo. Establecer una relación entre las prácticas chamánicas de María Sabina y la
tradición médica y filosófica náhuatl. Metodología. A partir de una combinación del
método biográfico y el análisis documental, establecer una serie de inferencias que
permitan establecer el vínculo enunciado a partir de su biografía y de textos culturales
mazatecos y náhuatl. Resultados. Las prácticas de conocimiento de María Sabina
manifiestan continuidades respecto del sistema médico mazateco, pero también es
posible trazar vínculos y conexiones con el sistema médico ticiotl y con la figura del
tlamatine náhuatl, estas conexiones e innovaciones se realizan a través del dominio
de las técnicas del éxtasis basadas en el consumo de niños santos. Conclusiones.
María Sabina tiene amplio dominio del saber médico local, pero realiza dentro del
sistema médico y de saber mazateco, interesantes innovaciones, además, podría
ser considerada como heredera de la tradición filosófica y médica ancestral de los
antiguos mexicanos.
*
Antropóloga. Docente Universidad del Tolima, investigadora del Grupo AIÓN –Antropologías Contemporáneas-
de la Universidad del Tolima. E-mail: [email protected]. orcid.org/0000-0001-7842-6165. Google Scholar
ABSTRACT
María Sabina
(Estrada, 1977, p. 46)
91
Andrea Pantoja-Barco
INTRODUCCIÓN
Exploraremos a partir del texto biográfico de María Sabina, la relación que existe
entre su práctica chamánica con niños santos (hongos psilocybe) y la tradición médica
náhuatl ancestral. Esta relación está marcada por la metáfora del Libro de Sabiduría,
que le sirve a María Sabina para fundamentar su auto reconocimiento como Sabia,
concepto que no obstante, por la naturaleza de su conocimiento y praxis, deviene
en el de maga de arte de curar, entendiendo por mago a aquel que “tiene poder para
obrar” (Bruno, 2007). Partimos entonces de la pregunta: ¿de qué manera la práctica
médica y filosófica de María Sabina puede vincularse con prácticas médicas y de
conocimientos ancestrales como la del tlamatini y del ticiotl?
Para establecer algunos elementos que conduzcan a una posible respuesta a esta
pregunta, abordaremos en primer lugar lo que significa ser una mujer u hombre
de conocimiento entre los mazatecos, para luego trazar una conexión entre María
Sabina y el ticitl, Chotá-a Tchi-née y tlamatini ancestrales; seguidamente, nos
centraremos en la figura del Chikón para establecer la manera como este personaje
de la cosmovisión mazateca establece un tipo concreto de saber médico y saber
filosófico; por último, nos ocuparemos de establecer las generalidades de los rasgos
de la filosofía náhuatl y el conocimiento mazateco a fin de esbozar las conexiones
entre sistemas, conexiones que toman cuerpo en la figura de María Sabina.
METODOLOGÍA
Los apartes que constituyen este texto surgen del encuentro del método biográfico
por un lado y, por otro, del análisis de contenido. En este último lo que se busca
“no es el estilo del texto (…) sino las ideas expresadas en él, siendo el significado
de las palabras, temas o frases lo que intenta cuantificarse.” (López, 2002, p. 173), y
que en esa medida, al partir de la ‘inferencia’, “se mueve entre dos polos: el del rigor
de la objetividad y el de la fecundidad de la subjetividad. Disculpa y acredita en el
investigador esa atracción por lo oculto, lo latente, lo no aparente, lo potencial inédito,
lo «no dicho», encerrado en todo mensaje.” (López, 2002, p. 173). Los documentos
que han sido sujetos de análisis son básicamente fuentes secundarias: Biografía
de María Sabina recogida por Álvaro Estrada, estudios etnográficos y etnológicos
sobre la cosmovisión mazateca, comentarios a códices y libros de traducción de
textos antiguos como los que realiza Sahagún y más contemporáneamente Miguel
León Portilla. Por tanto, aunque aborda algunas cuestiones sobre etnomedicina y
chamanismo, no se trata ni se persigue lo que la caracteriza a la etnografía, tampoco
pretende centrarse en el ritual y lo sagrado partiendo de los estudios de Eliade por
ejemplo, sino más bien eso que señalaba más arriba, la inferencia –e intuiciones– de
cierto tipo de conexiones que ensayan una posible respuesta a la pregunta inicial, sin
que esto constituya una explicación o un asunto zanjado.
Discusión
María Sabina se reconoce a sí misma como ágrafa –lo dice en la biografía realizada
por Estrada–, no obstante, uno de los rasgos más interesantes de su práctica
chamánica es que alude constantemente a la imagen del Libro blanco de la sabiduría,
en la cual aparece el conocimiento en el arte de curar. La imagen del libro (los seres
principales, le otorgan un libro con la sabiduría, pero el libro no tiene nada escrito,
es un libro blanco de sabiduría), recuerda mucho a las hojas de amate pitadas con
tinta roja y negra de los antiguos sabios náhuatl y es justamente esa imagen la que
permitirá crear las conexiones que presento a continuación.
Los hombres y mujeres de conocimiento han sido catalogados con el término shamán
(tengu, Siberia: el que sabe) o chamán en nuestra lengua, término complejo e impreciso
pero que sirve en muchos casos para dar cuenta de las prácticas de ciertos sujetos
vinculadas con los conocimientos sagrados, aunque en cada contexto el shamán, en
adelante chamán, tenga su propio nombre. Sin embargo, para propósitos prácticos,
y dado que María Sabina ha sido catalogada como tal, seguiremos utilizando el
término, no sin aclarar que lo que nos interesa en su acepción original: el que sabe.
Si María Sabina sabe, tendríamos en consecuencia que inferir que al saber, es
una sabia (el que posee conocimientos). Como chamán, María Sabina es la “gran
especialista del alma humana” (Eliade, 2009, p. 1976).
93
Andrea Pantoja-Barco
Así, el acceso a lo sobrenatural que tiene el sabedor o sabedora, hace de ellos sujetos
ambivalentes a los ojos de la sociedad. Por un lado, son vistos como fuente de
sabiduría, con la capacidad para controlar lo sobrenatural, sobre todo lo maligno
que causa la enfermedad. En algunos casos la acción u omisión de los curanderos
es sancionada, incluso con violencia si de ella se deriva un mal para la comunidad
(Nahmad, 1965).
Pese a que muchos tipos de conocimiento han sido demonizados a través de los
contactos interculturales, un ejemplo de ello es el caso de los chamanes frente al
cristianismo de los clérigos españoles en el periodo de conquista y colonización.
Lo cierto que es que estos saberes han sobrevivido no sin sufrir transformaciones, sin
embargo, quienes poseen conocimientos en el arte de curar, o sabiduría para conocer
lo humano y lo divino, aún gozan de un estatus en sus comunidades.
Considero pues a María Sabina como una sabia, sabia ticitl, Chotá-a Tchi-née
y tlamatini; así lo expresa ella misma en la biografía realizada por Álvaro Estrada
95
Andrea Pantoja-Barco
(1977), pero como sabia que es, su sabiduría debe ser explicitada, asentada en una
reflexión que tenga en consideración eso que se manifiesta como “poder para obrar” a
partir de su contexto cultural concreto. Entiendo además que en María Sabina el saber
tiene que ver con su participación en un sistema de conocimiento vinculado con lo
sagrado. Este sistema se expresa en un conjunto de prácticas de triple configuración:
de la naturaleza (saber de las plantas, del cuerpo), del orden de lo divino (saber de la
dualidad, de lo niños santos) y, geométrica o de las conjunciones (del convertirse en
dios) (Bruno, 2007). La primera como una experiencia de dominio de los cuerpos, la
segunda como entrada y participación en lo sagrado y la tercera, del orden del lenguaje
de lo prodigioso. Si consideramos a María Sabina como ticitl, debemos referirnos a la
manera como la relación con el cuerpo establece un sistema médico complejo, relación
que en María Sabina implica ligar este componente del sistema con la facultad para
usar efectivamente hongos, esto es lo que hace de ella una ticitl, una chotá-a tchi-née y
que en esa medida, al estar todo atravesado por el canto, sea también tlamatine.
El papel de María Sabina como filósofa (por lo que implica su saber), ‘sabedora’,
mujer de conocimiento, ticitl, chotá-a tchi-née o simplemente Chjota Chjine
(la que sabe), le confiere dentro de la comunidad un lugar como intérprete del
tiempo y las fuerzas sobrenaturales, y por lo tanto influencia el mundo mazateco
en sus dimensiones secular y religiosa. Como chjota chjine, su poder se reviste de
elementos ‘mágicos’, entendida la magia como un complejo sistema de técnicas con
las cuales enfrenta e influye en los fenómenos sobrenaturales que se perciben en la
cosmovisión mazateca. Estas técnicas si bien han sufrido toda una serie de cambios,
conservan el núcleo que animaba las prácticas prehispánicas en un sistema religioso
panteísta y politeísta, que entendía que la espiritualidad estaba conectada con el
medio natural circundante.
solar), las frías del tlalliehécatl (aire terrestre), del ehécatlatl (aire acuático) y del
mictlanehécatl (aire del inframundo) (López Austin, 1970, 1976, 1996, 2003).
Las enfermedades en su conjunto responden en su etiología a razones de tipo causal,
así por ejemplo el netonalcahualiztli náhuatl responde a la enfermedad causada por
el susto, pero era el médico el que determinaba las singularidades de este grupo
de enfermedades, las patologías asociadas y los significados trascendentes que
pudiera tener su acontecimiento. No olvidemos que, en la cosmovisión náhuatl,
las enfermedades provienen de las relaciones con el mundo sobrenatural que está
habitado por dioses y espíritus, por lo tanto, el proceso salud-enfermedad entraña
siempre connotaciones sagradas. El origen de la enfermedad a su vez, en tanto
relacionado con la presencia de fuerzas y seres sobrenaturales, tiene carácter
punitivo, el padecimiento es muchas veces un castigo por las faltas. Ello incentivó
el desarrollo de rituales colectivos o bien para curar o bien para ganarse el favor de
las deidades y evitar así la enfermedad. Es en este contexto que la figura del sabio,
del Chjota Chjine como María Sabina adquiere relevancia, al estar vinculada desde
sus aptitudes con el conocimiento y manejo de plantas medicinales y oraciones, pero
sobre todo por el manejo de los niños santos y sus cantos sanadores.
97
Andrea Pantoja-Barco
El sistema médico de María Sabina –como otros de Meso y Norte América–, relaciona
los estados de salud y enfermedad a las dinámicas de tipo ecológico, económico,
histórico, demográfico, político, social, cultural y religioso mazatecos, de modo que
la salud no es entendida como la ausencia de enfermedad, sino –si se quiere– como
un estado positivo, en el cual el individuo es autónomo y puede cumplir sus roles
sociales (De Miguel y Rodríguez, 1990, p. 1). De modo que la salud es un proceso
complejo en el que interactúan todos los aspectos de la vida del ser humano (Mansilla
y Figallo, 2004). La enfermedad será entonces, “la expresión de una triple situación
etiológica: física, social y cultural” (Timio, 1979, p. 27).
99
Andrea Pantoja-Barco
estamos en el ámbito de una práctica chamánica en la que se juega una relación con
los dioses –sin mayor profundización y sin atender a sus aspectos contradictorios
y usos eufemísticos en el campo de los estudios antropológicos–, para referirnos a
eso que Gordon Wasson junto a otros científicos planteó en 1979, cuando dijo que
enteógeno conllevaba la idea de “Dios dentro de nosotros” (Wasson et al., 1979,
1994) –del griego entheos: dios dentro–. A partir de ese momento el término será
utilizado para describir estados de inspiración y posesión por el dios que entra en el
cuerpo, se aplica también a todos esos estados de trance proféticos, a la pasión erótica,
la creación artística y, los ritos que implican el consumo de sustancias vinculadas
con las divinidades. Esta consideración terminológica es importante en la medida
en que los cantos de María Sabina que aquí se consideran, fueron producidos bajo
el consumo de sustancias que consideraremos ontogénicas y en contextos sagrados
–no recreativos ni seculares–, lo cual dota de unas características singulares a la
discursividad de los cantos y sus implicaciones gnoseológicas.
que según Peter Frust (1976) podría tratarse del ololiuhqui o sagrada semilla de la
virgen. León-Portilla en la traducción que realiza de los poemas de Netzahualcóyotl,
encuentra referencias a los prodigios que producen las plantas sagradas:
Sacerdotes, yo os pregunto:
¿De dónde vienen las flores que embriagan?
¿De dónde vienen los cantos que embriagan?
1
Para una apreciación de las imágenes del códice, revisar la página electrónica del Fondo para el avance de los
estudios mesoamericanos: http://www.famsi.org/spanish/research/graz/vindobonensis/index.html
101
Andrea Pantoja-Barco
que llaman peiotl, y los que la comían y tomaban, la usaban en lugar de vino,
y lo mismo hacían de los que llaman nanacatl que son los hongos malos que
emborrachan también como el vino; y se juntaban en un llano después de
haberlo bebido, donde bailaban y cantaban de noche y de día a su placer, y
esto el primer día, porque el siguiente, lloraban todos mucho, y decían que se
limpiaban y lavaban los ojos y caras con sus lágrimas. (p. 118)
De manera general, las visiones coloniales acerca del uso de los hongos están
envueltas en el manto de las prácticas demoniacas, abundan las descripciones
parciales y deformadas, los juicios y las condenas a dichas prácticas. No obstante,
mucho del temor que los hongos encarnaban, permitió que las prácticas pudieran
sobrevivir, siendo objeto de culto en toda la región. Los datos y referencias a estas
prácticas sólo llegan hasta 1726, no se tienen datos para años posteriores, habrá
que esperar a los últimos años del siglo XIX, pero fundamentalmente al siglo XX
para que se dé una abundante referencia de su existencia y usos. Entre los primeros
en llamar la atención sobre la importancia de los hongos en México se encuentra
Karl Sapper en 1898, posteriormente seguirán científicos como Heim en 1956 que
aportará al conocimiento del hongo Psilocybe a partir de las observaciones de los
esposos Wasson a partir de 1957. Posteriormente aparecerán trabajos como los de
Hofmann en 1969 y Schultes en 1939, 1940 y los de Blas Reko en 1945 y 1949
entre otros. En el caso de Oaxaca, “Las primeras investigaciones etnomicológicas
sobre los hongos alucinógenos en Oaxaca las inició Johnson, quien observó una
ceremonia nocturna con los hongos alucinógenos en Huautla de Jiménez en 1939”
(Ramírez et al., 2006 p. 28). A estos estudios se sumarán posteriormente otros, como
los de Aguirre Beltrán (1963), Fernando Benites (1964), Peter Frust (1976) y autores
como Wasson, Heim, Hofman y Schultes –proseguirán durante las décadas sucesivas
estudios sobre el tema–, por solo nombrar unos cuantos.
103
Andrea Pantoja-Barco
RESULTADOS
105
Andrea Pantoja-Barco
Como tlamatini, sabio de la flor y canto, la figura de María Sabina permite trazar
conexiones interesantes. Al considerarse a sí misma como sabia, necesariamente
hemos de revisar la noción de sabio en el mundo náhuatl. León-Portilla (1974) en
La filosofía náhuatl, señala que se cuenta con abundantes fuentes históricas que
muestran la existencia de un complejo sistema de pensamiento acerca del universo,
la divinidad y el hombre. Las fuentes que dan cuenta de este sistema son abundantes,
entre ellas tenemos los textos de los “informantes indígenas de fray Bernardino de
Sahagún” recogidos a partir de 1574: Códice Matritense del Palacio Nacional, el
Códice Matritense de la Real Academia de la Historia, el Códice Florentino, los
Anales de Cuauhtitlán y la Colección de Cantares Mexicanos.
¿A dónde iremos?
Sólo a nacer venimos.
Que allá es nuestra casa:
donde es el lugar de los descarnados.
Como podemos determinar a partir de los interrogantes precedentes, hay entre los
nahuas un afán por reflexionar sobre la vida cotidiana y contemplarla como problema,
lo cual hace preciso el surgimiento de una clase de hombres y mujeres capaces de
usar la razón para resolver tales cuestiones, para ello se crearon doctrinas acerca del
hombre, el mundo y la divinidad, estos seres fueron conocidos como tlamatinime:
sabios o filósofos, para quienes el conocimiento no es un fin en sí mismo, sino
una revelación. Muchas de estas revelaciones quedaron expresadas con términos
abstractos, y otros a través de metáforas, así por ejemplo, la doctrina acerca del ser
humano se expresa bajo la consideración del ser como posible dueño de un rostro
y un corazón; las del saber mismo a través de la idea de la flor y canto; o la idea
de verdad en términos de su consideración como “fijación sólida o enraizamiento
profundo” (p. 61).
107
Andrea Pantoja-Barco
En los cantos de María Sabina, así como en muchos de los pasajes de su vida referidos
en la biografía recogida por Estrada (1977), estas cualidades, sumamente valoradas
por ella, serán reiterativamente manifestadas –y en efecto, el nivel alcanzado por
María Sabina en el dominio de las técnicas, si así quiere decirse, para utilizar una
expresión de Eliade, del éxtasis–, mostrando que si no fuera por este carácter del
sabio, la relación entre el consumo de hongos y la discursividad extática de la sabia
mazateca sería imposible, una extrema fuerza intelectiva y afectiva se necesita para
sobrevolar los terrenos complejos del océano interior al que empuja la experiencia
de conocimiento de lo sagrado.
llevan consigo
la tinta negra y roja,
los códices y pinturas,
la sabiduría (tlamatiliztli).
Llevan todo consigo:
Los libros de canto y la música de flautas. (León-Portilla, 1974, p. 81)
CONCLUSIONES
Referencias bibliográficas
109
Andrea Pantoja-Barco
111
Andrea Pantoja-Barco
Ruck, C.A.P., Bigwood, J., Staples, D., Ott, J. and Wasson, R.G. (1979). Entheogens.
Journal of Psychedelic Drugs, 11 (1-2), 145-146.
Sahagún, fray B. de. (1830). Historia general de las cosas de Nueva España. (T.III).
México, México: Imprenta del ciudadano.
Sahagún, fray B. de. (1938). Historia general de las cosas de Nueva España. (T I-II).
México D.F., México: Editorial Pedro Robredo.
Timio, M. (1979). Clases sociales y enfermedad. Introducción a una epidemiología
diferencial. México D.F., México: Editorial Nueva Imagen.
Viesca, C. (1986). Medicina Prehispánica de México. México D.F., México:
Panorama Editorial.
Viesca, C., Aranda, A. y Ramos, M. (2001). Antecedentes para el estudio de la
clasificación de las enfermedades en la medicina náhuatl prehispánica. Estudios
de Cultura Náhuatl, 30 (30), 183-201.
Villanueva, R. (2007). Enteógenos y sueños en la práctica chamánica de los
Chota Shinée de la Sierra Mazateca (tesis de licenciatura). Escuela Nacional de
Antropología e Historia, México.
VV.AA. (2018). Poemas Náhuatl. Barcelona, España: Red Ediciones S.L.
Wasson, R.G. (1983). El hongo maravilloso Teonanácatl. Micología en Mesoamérica.
México D.F., México: FCE.
Wasson, R.G. (1957). Seeking the magic mushroom. Life, 17, 100-120.
Wasson, R.G., Cowan, G.F., and Rhodes, W. (1974). María Sabina and her Mazatec
mushroom velada. Nueva York: United States of America: Harcourt Brace
Jovanovich.
RESUMEN
*
Estudiante de Abogacía en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE). Integrante del Área de Política de
Drogas de la Asociación Pensamiento Penal. Buenos Aires, Argentina. E-mail: tortiierminimarcosantonio@gmail.
com. orcid.org/0000-0002-9042-5410. Google Scholar
ABSTRACT
Objective. The paper seeks to describe the current analysis of Argentinan jurisprudence
regarding crimes related to the dissemination and transmission of information about
the cannabis plant. Methodology. Resolutions relevant to the subject were searched
through the jurisprudence databases in the country. Results. Two current veredicts
were found analyzing the use of social networks and internet sites to share data
regarding the cannabis plant. The reviews are based on the foundations of the
judges who, at the time of resolving, analyzed how the current criminal law should
be adapted to the use of the media through the Internet. Conclusion. The offences
referred to narcotics, as contemplated in Law No. 23,737, must be adapted to the
forms of access and to the sharing of information, without being in conflict with the
right to freedom of expression.
INTRODUCCIÓN
Es claro que, ante este contexto, unos de los puntos de conexión y comunicación entre
todas las personas de la Argentina que se encontraban interesadas y movilizadas por
la temática, refiere a las redes sociales y a las distintas páginas en internet. En este
sentido, el crecimiento de los actores sociales relacionados a la temática logró poner
en agenda la cuestión y promover revisiones de las políticas públicas no solo en la
Argentina, sino en toda América Latina y el Caribe (Corda y Fusero, 2016).
1
La sanción de lo que sería la Ley 27.350 comienza en noviembre del 2016, cuando la Cámara de Diputados del
Congreso Nacional de la Argentina aprobó el proyecto de ley presentado para regular los usos medicinales de la
planta de cannabis. Luego, en el mes de marzo, más precisamente el 29 de marzo del 2017, la Cámara de Senadores
del Congreso Nacional sancionó la Ley 27.350. Finalmente, y aunque con muchas críticas en el país, el día 22 de
septiembre del 2017 se publicó la reglamentación de la ley, que marca la regulación actual que se mantiene sobre los
usos terapéuticos de la planta de cannabis en la Argentina.
115
Marcos Antonio Torti-Iermini
Por otro lado, el valor salud refiere a lo expuesto por la Organización Mundial de la
Salud al explicar que el estado ‘salud’ es el completo bienestar físico, mental y social
del sujeto, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades (Falcone, 2014,
p. 83) y el carácter de ‘público’ refiere al número indeterminado de personas afectadas.
Uno de los defectos más importantes que mantiene la Ley 23.737 refiere a su intención
de abarcar la mayor cantidad de conductas relacionadas a los estupefacientes y, por
lo tanto, penar la mayor cantidad de acciones posibles con relación a las personas
que usan estupefacientes (Falcone, 2014, p. 204).
Entonces, lo dicho hasta aquí nos permite comenzar a considerar y evaluar si, desde
la letra de la Ley 23.737, aún hoy en la actualidad, se podría incurrir en algún delito
por el mero hecho de transmitir y compartir información respecto a la planta de
cannabis, o por lo menos, en principio, si una persona puede verse enfrentada a un
proceso penal por ello. Esto así, porque el castigo de los delitos referidos a estas
acciones tendría en miras prevenir la propagación del consumo de drogas en la gente
(Cornejo, 2014, p. 228).
Entonces, como los delitos que se analizarán intentan quitarle visibilidad al fenómeno de
la droga (en su faceta de elaboración y consumo) como forma de evitar su propagación
(Cano, 2016, p. 203), resulta necesario observar como los tribunales entendieron las
normas penales y sus posibles contradicciones con derechos de raigambre constitucional
como la libertad de expresión, libertad de prensa, etc. (Cornejo, 2014, p. 231).
Para poder examinar este punto referido a la información que se crea y se comparte
a través de las redes sociales y las páginas de internet, a continuación, se reseñarán
dos casos actuales de la jurisprudencia argentina. En estos, los tribunales argentinos
tuvieron que resolver sobre la temática de la información que constantemente se
transmite a través de las redes, y cómo las personas que compartían la misma se
encontraron frente a procesos penales en su contra por estar contempladas sus
acciones en la legislación penal vigente en el país. Todo esto, enmarcado en la
cuestión del uso de estupefacientes.
Cabe destacar que el presente trabajo, más que conformar un trabajo de derecho
penal, intenta presentarse como una descripción concreta del entendimiento que da
la jurisprudencia a una realidad a la que podrían enfrentarse muchas personas, desde
una consideración de las resoluciones de los tribunales de la Argentina. La idea es
poder destacar los puntos más importantes de cada uno de los fallos judiciales, y
mantener un lenguaje concreto y simple, a fin de que se pueda entender lo más llano
posible el fundamento dentro de cada resolución.
METODOLOGÍA
En primer lugar, el Centro de Información Judicial2 fue creado por la Corte Suprema
de Justicia de la Nación de la República Argentina, mediante la Acordada 17/06 como
un espacio de comunicación entre los miembros del poder judicial y la sociedad.
En este sistema se pueden encontrar informes de prensa, bases de sentencias
judiciales, notas demás cuestiones relativas al poder judicial de la Argentina.
Por otro lado, y con base en los criterios estipulados, es importante mencionar que
se dejaron de lado todas aquellas resoluciones judiciales en el marco de procesos
penales que solo referían a la mera descripción de mensajes en redes sociales como
2
Se puede acceder al CIJ a través del siguiente enlace: cij.gov.ar.
3
Se puede acceder al SAIJ mediante el siguiente enlace. saij.gob.ar.
117
Marcos Antonio Torti-Iermini
RESULTADOS
En este punto, se debe indicar que solo fueron encontrados dos fallos que refieran a
un análisis completo desde la perspectiva del uso de las redes sociales para compartir
y difundir información y datos relacionados a los usos y consumo de la planta de
cannabis, y cómo esta utilización de internet por parte de cualquier persona podía ser
susceptible de una persecución penal. Cabe destacar que, en ambos casos descritos,
la red social sobre la cual se realiza una consideración como medio para compartir la
información es Facebook, haciendo mención además a páginas de internet.
Por otro lado, y conforme fuera tenido en cuenta por los dos fallos encontrados, se
tomará en cuenta para las reseñas, el fallo “Vita, Leonardo” de la Cámara Nacional
de Casación Penal de la Argentina. Este fallo resulta ser el principal antecedente
con relación a la temática, aunque, a los fines prácticos del presente trabajo, solo se
menciona dentro de la descripción de cada una de las resoluciones, y en la medida
que fuera referenciado en cada una, dado que el fallo data del año 2002, y por este
motivo, se encuentra desactualizado.
El primer fallo es de fecha 3 de agosto del 2017, y fue dictado por la Sala B de
la Cámara Federal de la provincia de Córdoba, en el marco del expediente FCB
4
Cámara Federal de Córdoba (2016). Expediente FCB 4080/2016/2/CA1 “Legajo de Apelación en autos -Gallardo,
Gonzalo Agustín s/ Infracción Ley 23.737-”. Disponible en: https://www.cij.gov.ar/scp/include/showFile.php?acc=
showFAR&tipo=fallo&id=184579008&origen=SGU
El día 13 de junio del 2016, Gonzalo Agustín Gallardo, quien residía en la ciudad de
Río Cuarto, Provincia de Córdoba fue procesado por el Juzgado Federal de Primera
Instancia de Río Cuarto, por suponerlo autor penalmente responsable de los delitos
que se encuentran en el Art. 12, inciso a) y Art. 28 primer párrafo, ambos de la Ley
23.737 de Estupefacientes.
El hecho por el cual Gonzalo Gallardo era acusado refería a utilizar una cuenta de
Facebook para promocionar su local comercial de nombre “Kaya Workshop Río
Cuarto” donde tenía a la venta productos relacionados al cultivo de plantas de
Cannabis sativa, mientras que compartía consejos e información desde dicha cuenta
sobre cuestiones relativas al consumo, así como también, lo hacía desde la página
web del local comercial.
En primer lugar, cabe aclarar la extensión de los delitos por los cuales era juzgado
Gonzalo Gallardo. El Art. 12 de la Ley 23.737 marca que será reprimido con prisión
de dos a seis años y multa de seiscientos a doce mil australes: a) El que preconizare o
difundiere públicamente el uso de estupefacientes, o indujere a otro a consumirlos.
El diccionario de la lengua española de la Real Academia define ‘preconizar’ de
la siguiente forma: “Encomiar, tributar elogios públicamente a alguien o a algo”.
Mientras que, el Art. 28, primer párrafo de la Ley 23.737 estipula una pena de prisión
de dos a ocho años de prisión para quien públicamente imparta instrucciones acerca
de la producción, fabricación, elaboración o uso de estupefacientes.
119
Marcos Antonio Torti-Iermini
A continuación, se observará, voto a voto, los fundamentos que plantearon los jueces
que intervinieron en el caso, a fin de resolver la cuestión sobre la temática.
(…) Preconiza `el que encomia su uso personal en forma general´ (Núñez),
esto es, ensalzar los beneficios de su uso y no explicar los modos de utilización
(que puede encuadrar en la figura 2° párrafo del art. 28 de la ley). Difunde el
que divulga de persona en persona. Según Núñez cualquiera de las formas
comisivas `deben realizarse de manera pública por el lugar en que se ejecutan o
la posibilidad de personas indeterminadas a ese lugar´. Induce el que persuade
a otro al consumo de estupefacientes, no basta la simple insinuación, sino que
debe persuadirlo, para esta forma típica no se requiere la realización pública;
se diferencia de la instigación (art. 45 CP) en que ésta requiere la creación
en el instigado de la idea de la comisión del injusto y la ejecución o inicio de
ejecución del mismo por parte de éste. (Balcarce, 2016, p. 707)
En este punto, y para explicar esta cuestión, la jueza Navarro citó jurisprudencia de
la Cámara Nacional de Casación Penal, correspondiente al fallo “Vira, Leonardo
G.”5, en el cual se analizó el tema:
5
En este antecedente jurisprudencial de la Cámara Nacional de Casación Penal, el tribunal resolvió, con fecha 13
de marzo del 2002, revocar el procesamiento de Leonardo Gustavo Vita como autor del delito previsto por el art. 12
inc. a) de la Ley 23.737 en concurso ideal con el delito contenido en el art. 28 de la Ley 23.737, y el procesamiento
de Matías González Eggers por idénticos delitos; y en consecuencia sobreseer a los nombrados. En este caso, se les
imputaba a los Sres. Vita y Eggers, a través de la creación de las páginas de “Internet” www.canabis.com.ar (respecto
de Vita) y www.fasito.cjb.net (respecto de González Eggers) haber preconizado y difundido públicamente el uso de
estupefacientes y han inducido a otros a consumirlos. Por este hecho el juez subsumió la conducta de ambos en el
tipo penal previsto por el art. 12 inc. a) de la Ley 23.737.
Por otra parte, el juez de grado sostuvo que a través de la inclusión de la página de enlace (link) http://porros.
freehomepage.com/links.htm en las páginas de ‘internet’ de los nombrados, éstos habían llevado adelante la conducta
de haber impartido públicamente instrucciones acerca de la producción, elaboración y uso de estupefacientes (art.
28 de la Ley 23.737).
121
Marcos Antonio Torti-Iermini
Por este motivo, la magistrada entendió que no cabía reproche penal alguno y, por
lo tanto, no se podía mantener una acusación en contra de Gonzalo Gallardo, por los
contenidos expuestos en páginas de internet ajenas, y solo enlazadas en su página a
través de un enlace.
Por último, la Jueza Navarro valoró que, en “sentido estricto”, la única publicidad
que realizaba Gonzalo Gallardo refería a los productos que tenía a la venta en su
local comercial, entre los cuales se podían encontrar fertilizantes, plaguicidas, pipas,
picadoras, ralladoras entre otras. Pero, además, estos productos no solo son utilizables
para el cultivo y consumo de material estupefaciente, sino que son empleados para el
cultivo de otras especies de planta, tanto de pipas y demás elementos que se utilizan
para el consumo de tabaco.
En este punto, quien analizaría el caso sería el Juez Abel G. Sánchez Torres, que
mantuvo la postura de confirmar el procesamiento de Gonzalo Gallardo. Al igual
que para la Jueza Navarro, el punto central era la publicidad de los actos llevados a
cabo por el acusado. En este sentido, el magistrado también distinguió mediante la
doctrina, en primer lugar, la conducta que se reprime en el Art. 12, inciso “a” de la
Ley 23.737:
123
Marcos Antonio Torti-Iermini
Luego, el Dr. Sánchez Torres planteó que la publicidad debía entenderse tanto por el
medio (página de internet en este caso) y por la indeterminación de sujetos, no limitada
por el número de observadores. Es decir, que el carácter de público de ambos delitos
constituye la posibilidad de llegar a conocimiento de un número indeterminado de
personas, con el fin de conseguir adherentes, adeptos, consumidores o espectadores.
Para ello, sostuvo mediante doctrina que:
Dicho lo anterior, el juez resaltó el bien jurídico protegido por la Ley 23.737, la salud
pública, la cual se ponía en riesgo ante los hechos que encuadraban en los delitos
que se le imputaban a Gonzalo Gallardo. Esto último, porque estos delitos son de
peligro abstracto, y no necesitan que se cause efecto en los destinatarios, sino que
se intenta proteger la salud en general, y evitar los riesgos del consumo de drogas
en la población. Entonces, el bien jurídico protegido se pone en riesgo al momento
que las conductas llevadas a cabo por Gonzalo Gallardo pudieron hacerse efectivas
públicamente, es decir, cuando llegan a un número indeterminado de personas.
Por otro lado, el magistrado resaltó negativamente, además de todas las herramientas
para el cultivo de plantas de cannabis en el local comercial, que dicho comercio
tuviera calcomanías de la cuenta de Facebook de Gonzalo Gallardo. En este sentido,
cualquier persona podría mediante un buscador de internet, acceder a la cuenta y
al contenido que se publicase en ella. Esto marcaría la indeterminación necesaria
para configurar la característica de públicas de las acciones por las cuales estaba
siendo acusado Gonzalo Gallardo y, además, que el Juez Sánchez Torres entendió
que poseían el objetivo de captar potenciales clientes para su local, por lo tanto,
futuros compradores de elementos para la producción y consumo de cannabis.
todas estas acciones, tendían a que los usuarios pusieran “Me Gusta” y compartieran
la página, logrando que dicha cuenta tuviera acceso masivo a sujetos indeterminados,
configurándose así, la ‘preconización’.
Otro punto indicado por el Dr. Sánchez Torres, refería a que los artículos publicados
no derivaban en otras páginas y tampoco se citaban autores, por lo que se presumía
que eran de autoría del acusado.
Por último, llegó el turno de votar al Juez Luis Roberto Rueda quien terminaría
por adherir a lo votado por la Jueza Liliana Navarro, en cuanto debía revocarse
el procesamiento de Gonzalo Gallardo y sobreseerlo respecto a los delitos por los
cuales era acusado.
La primera consideración del Juez Rueda refirió al impacto que podría tener su
decisión, no solo en lo personal respecto a Gonzalo Gallardo, sino en el contexto
social. Esto, por la situación actual de la cuestión de los estupefacientes, y como se
interviene en la vida política y social de nuestro país en relación con el tema. Por lo
tanto, en los casos como el analizado, resultaba necesario “hacer algo más” que solo
125
Marcos Antonio Torti-Iermini
El Juez Rueda tuvo en cuenta que el caso de Gonzalo Gallardo debía ser leído desde
una perspectiva más actual, teniendo en cuenta los paradigmas sociales, pero también
los científicos y médicos, y los jurídico-legales que imperan hoy en día. Sumado a
esto, consideró que la ley 23.737 fue sancionada en el año 1989, hace casi treinta años
(al momento del fallo), siendo que en la actualidad se debate una liberación respecto al
uso del cannabis, tanto para el uso medicinal como para el consumo personal.
Asimismo, a los debates actuales, hay que sumarle los diferentes tiempos entre los
cuales el derecho debe resolver la realidad concreta de las personas, lo que genera
nuevos desafíos a las herramientas institucionales que regulan la vida en la sociedad.
El Juez Rueda resaltó en este aspecto, lo resuelto por la Corte Suprema de Justicia
de la Nación en el fallo “Arriola”6, en el que de alguna manera se intentó responder
a las concepciones sociales más contemporáneas. Pero también, se debe tener en
cuenta la gran apertura a la discusión que ofrecen las múltiples plataformas de debate
y difusión como revistas, medios de prensa y digitales y demás. Siendo que, desde
una perspectiva más autoritaria, estas plataformas también podrían ser susceptibles
de sospechas o de actividades reprochables.
Para finalizar, el Juez Rueda hizo referencia a la distinción conceptual que existe entre
lo que significa “control social” y “control penal”, considerando que la atribución a
los sistemas penales modernos de la función social es errónea y que desconoce tanto
la historia, de los orígenes del concepto y de sus aplicaciones en las ciencias sociales.
En palabras del doctrinario Roberto Bergalli:
6
En el fallo “Arriola” de 2009, la Corte Suprema de Justicia de la Nación resolvió declarar la inconstitucionalidad
de la figura penal de tenencia de estupefacientes para consumo personal, prevista en el Art. 14, segundo párrafo de
la Ley 23.737.
…una cosa es que el tal control se ejerza con la aprobación del o de los
controlado/s, quienes aceptan la corrección que se refleja en la actividad
de control, y otra que dicho control suponga la aplicación de un castigo,
cuando se verifique que lo que se controla ha constituido una transgresión al
orden constituido. (…) Puede decirse, entonces, que aunque el control social
descuente una cierta coerción, el control punitivo es por naturaleza el más
coercitivo y su aplicación conlleva la violencia, en el caso que tenga que
ser cumplido contra la voluntad del/los controlado/s. Y este procedimiento
está legitimado porque su ejercicio corresponde a la propia esencia de los
sistemas penales modernos elaborados y constituidos en el marco de la
forma del Estado constitucional de derecho. (Bergalli, 2001, p. 112)
Por todo lo dicho, el juez Rueda votó por revocar el procesamiento de Gonzalo
Gallardo y disponer su sobreseimiento. Consecuentemente, la Sala B de la Cámara
Federal de Córdoba resolvió revocar la resolución dictada con fecha 13 de junio
del 2016 por el Juez Federal de Río Cuarto en cuando dispuso el procesamiento de
Gonzalo Gallardo con relación a los delitos previstos en los Arts. 12, inciso “a” y 28,
primer párrafo, ambos de la Ley 23.737, ordenando el sobreseimiento del nombrado.
Ahora bien, una perspectiva que solo fuera esbozada por el Juez Rueda refiere al
derecho de libre expresión a la hora de crear y compartir información a través de las
redes sociales, y en específico, respecto a la planta de cannabis.
Para ampliar este punto de análisis, tomaremos lo dicho en otro fallo, el cual fuera
dictado por la Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro Rivadavia, Provincia de
Chubut, en el marco del Expediente 10845/2014/1/CA17, donde se investigaba a un
hombre por exhibir plantas de cannabis en su perfil de Facebook y, por lo tanto, por
una posible infracción a la Ley 23.737.
En este caso, el Juez Federal de la Ciudad de Ushuaia, Provincia de Tierra del Fuego,
había ordenado el archivo del expediente por no poder continuar con la investigación.
Mediante distintas investigaciones, se comprobó que la persona acusada realizaba un
cultivo indoor y que no fue visto llevando adelante alguno de los delitos de la Ley
7 Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro Rivadavia (2015). Expediente FCR 10845/2014/1/CA1 “Legajo de
Apelación por Averiguación de Infracción Ley 23.737”.
127
Marcos Antonio Torti-Iermini
23.737. Esta decisión había sido apelada por el Fiscal Federal interviniente, el cual
expuso que se había omitido considerar el delito previsto en el Art. 12, inciso “a”
de la ley 23.737, y que se había omitido analizar si el cultivo y preconización que el
hombre realizaba podía trascender a sus hijos menores de edad.
En el caso analizado, los jueces valoraron que, del perfil del hombre acusado, entre
las fotos obtenidas de su cuenta, también se encontraban comentarios que hacían
referencia a la siembra y cultivo de Cannabis sativa. Además, se podían observar
intercambios de experiencias relacionadas al tema, como así también, referencias
a los beneficios terapéuticos de la planta de cannabis, y la necesidad de legalizar la
planta en sí.
Los magistrados consideraron, al igual que el juez Rueda en su voto del caso visto
anteriormente, que las cuestiones publicadas en el perfil de Facebook del hombre
acusado no eran ajenas a todo el debate público alrededor del consumo de marihuana,
su despenalización o su legalización. Asimismo, resaltaron que jurisprudencialmente,
la cuestión fue analizada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el
fallo “Arriola”.
Entonces, se tuvo en cuenta que las publicaciones que se desprendían del perfil
de Facebook del hombre acusado solo eran expresiones y creencias del usuario en
relación a la marihuana. Además, las mismas no fueron plasmadas en una página
de acceso irrestricto sino en una red social a la que se accede a un perfil luego de
incorporar los datos personales de a quien se busca contactar.
Ahora bien, en este punto del análisis, se tuvo en cuenta que, la contracara de todo
lo expuesto en cuanto al bien jurídico tutelado, es el derecho a la libre expresión
consagrado tanto por las leyes internas como por los tratados internacionales de
derechos humanos.
129
Marcos Antonio Torti-Iermini
Mientras que, el artículo 32 de la Carta Magna dice que: “El Congreso federal
no dictará leyes que restrinjan la libertad de imprenta o establezcan sobre ella la
jurisdicción federal.”
Ello a partir de los principios de libertad que contiene nuestra Constitución desde su
mismo Preámbulo. (Bidart Campos, 1998)
Por último, y al igual que el fallo de la Cámara Federal de Córdoba, se resaltó el fallo
“Vita, Leonardo”, aunque en este caso, se tomó como referencia lo resuelto por la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de Capital Federal, el
13 de marzo del 2002 y al momento de resolver sobre la apelación del procesamiento
del acusado Vita. En este fallo, la Cámara de Apelaciones se basó en el artículo
“Injurias, desacatos y solicitadas: el significado central de la libertad de expresión”
de Alejandro Carrió, donde se resume el denominado test del “peligro claro y actual”
(clear and present danger) desarrollado por la jurisprudencia estadounidense en
casos en que se encuentra en riesgo el derecho a la libertad de expresión de ideas a
partir de una prohibición:
De acuerdo con este test el Estado, en salvaguarda del bien jurídico que
se encuentra amenazado, puede restringir formas de expresión cuando el
discurso esté dirigido a promover en forma inmediata acciones contrarias
a la ley, y siempre, cuando este discurso pueda razonablemente derivar en
tales acciones contrarias a la ley. A su vez, la restricción a la libertad de
expresión para ser válida, debe ser impuesta en función de la protección de
un interés estatal serio y no cualquier bien que el Estado quisiese considerar
como digno de tutela. (La Ley, Tomo 1989-E, p. 147).
Para sumar a lo analizado por el Tribunal, cabe destacar lo dicho por la Cámara Nacional
de Casación Penal en el ya nombrado fallo “Vita, Leonardo”, cuando explica que:
131
Marcos Antonio Torti-Iermini
CONCLUSIÓN
En el mundo de hoy, es claro que el debate trasciende las fronteras de todos los países
que se encuentran en posiciones y situaciones similares. El medio de comunicación
por excelencia en la actualidad lo configuran las redes sociales e internet, y desde
la reseña de los casos vistos, se demuestra que la legislación penal en materia de
estupefacientes puede resultar antigua e impráctica en relación con el avance de los
nuevos medios de comunicación. A causa de esto, una persona puede ser perseguida
penalmente por solo compartir información en estas formas actuales donde las
personas comparten información.
Asimismo, sin perjuicio que los fallos reseñados se enmarquen en la ley penal vigente
en la Argentina, y en específico a los delitos contemplados en la Ley N° 23.737 que
regula las acciones relacionadas a estupefacientes, lo cierto es que resulta de interés
Finalmente, cabe destacar en los casos vistos, como la intervención de los tribunales
resultó de suma importancia para que, desde el análisis de casos en concreto, se
pueda realizar un análisis aún más profundo en el que se tenga en cuenta, no solo
el aspecto normativo, sino, además, el contexto social, el político y el cultural en
la actualidad. Debido a esto, no se puede más que concluir en la necesidad de un
cambio de legislación en general y de mayor profundidad, basado en todos los
avances logrados en relación con la temática de estupefacientes hoy en día por
la sociedad.
Referencias bibliográficas
133
Marcos Antonio Torti-Iermini
Cano, D.F. (2016). Estupefacientes y derecho penal. Buenos Aires, Argentina: Ed.
Ad-Hoc.
Corda, A. y Fusero, M. (2016). De la punición a la regulación: políticas de cannabis
en América Latina y el Caribe. Informe sobre políticas de drogas, Transnational
Institute. Recuperado de https://www.tni.org/files/publication-downloads/
informe_sobre_politicas_de_drogas_48.pdf.
Cornejo, A. (2014). Estupefacientes. Santa Fe. Ed. Rubinzal – Culzoni.
Falcone, R., Conti, N. y Simaz, A. (2014). Derecho penal y tráfico de drogas. Buenos
Aires, Argentina: Ed. Ad-Hoc.
Fusero, M. (2017). Ley 27.350 sobre uso medicinal del cannabis. Un fracaso en lo
jurídico y un logro en lo político. Revista Pensamiento Penal. Recuperado de
http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2017/11/doctrina45957.pdf.
Maier, J.B. (2011). Derecho Procesal Penal, Tomo III, Parte General. Buenos Aires,
Argentina. Editores del Puerto S.R.L.
Navarro, G.R., Asturias, M.Á. y Leo, R. (2009). Delitos contra la salud pública y el
medio ambiente. Buenos Aires, Argentina: Ed. Hammurabi.
Real Academia Española. (2014). Diccionario de la lengua española (23.a ed.).
Madrid, España.
Tazza, A.O. (2008). El comercio de estupefacientes. Buenos Aires. Ed. Nova Tesis.
Torti-Iermini, M.A. (2017). Ley 27.350 de Investigación médica y científica del
uso medicinal de la planta de cannabis y sus derivados. Análisis jurisprudencial,
legislativo, aspectos de investigación y proyecciones sociales. Revista Derechos
en Acción, 3 (Edición Otoño). Recuperado de https://revistas.unlp.edu.ar/ReDeA/
article/view/3462.
RESUMEN
Palabras clave: consumo de drogas, jóvenes con problemas de conducta, jóvenes infractores,
actos delictivos.
*
Licenciada en Ciencias del Trabajo. Trabajadora Social. Profesora de Trabajo Social de la Universidad de Almería.
Almería. España. E-mail: [email protected]. orcid.org/0000-0001-8859-5309. Google Sholar
ABSTRACT
Key words: drug consumption, young people with behavioral problems, young offenders,
criminal acts.
INTRODUCCIÓN
Partiendo del término adolescencia, el cual deriva del latín adolescere que significa
“crecer hacia la adultez” (Breinbauer y Maddaleno, 2005), podemos decir que
la adolescencia es la etapa de desarrollo de un individuo que tiene lugar entre la
infancia y la adultez. En ella tiene lugar el desarrollo progresivo de maduración
física, psicológica y social que llevará al ser humano a transformarse en un adulto.
Asimismo, tienen lugar cambios importantes en la persona ya que se forma tanto de
manera biológica, como psicológica y socialmente madura, además de ser capaz de
vivir de forma independiente (Sawyer, Afifi y Bearinger, 2012).
Los jóvenes pueden adoptar diversas conductas, estilos de vida con el fin de buscar
su propia identidad. En este proceso también se da lugar acierto grado de rebeldía
con respecto a la imagen familiar. Cuando un individuo es capaz de conseguir su
propia identidad, se sentirá en armonía consigo mismo, aceptando a su vez todas sus
capacidades, así como sus limitaciones (Muuss, 1996).
137
Isabel María Martínez
Hemos de tener en cuenta para nuestro estudio que analizaremos a menores que
han presentado graves problemas de adaptación en su entorno, tanto familiar como
educativo. Estos problemas han sido definidos como jóvenes con trastornos de
conducta, considerando los trastornos de conducta según Martín (2015) como aquel
conjunto de comportamientos disruptivos (contrarios a la norma básica), que pueden
desembocar en daños perjuicios para sí mismo o para el entorno que le rodea.
Tal y como contemplan Willits, Broidy y Denman (2015), el adolescente no tiene aún
una madurez desarrollada como para detener el consumo de sustancias determinadas,
lo que en ocasiones puede dar lugar a un abuso de ellas. Este sería un determinante que
podría llegar a desencadenar la comisión de un delito. La dependencia no llega en el
primer día, tal y como señalan Kelly, Davies y Schlesinger (2015), donde explican la
evolución del uso inicial a la dependencia final, que ocurre cuando los adolescentes
se acostumbran al consumo de drogas en sus momentos de relación o socialización,
en ámbitos como el colegio, el trabajo o con los amigos, etc. Estas relaciones y
hábitos de consumo que llegan a normalizar, pueden derivar en la transformación de
un uso hacia la dependencia de las drogas. Musitu (2008) destaca que la distinción
entre uso y abuso dependerá en la mayoría de situaciones del grado de marginación
o exclusión social en la que se encuentre el adolescente.
No hay un motivo único o común por los que los adolescentes consuman drogas.
Tal y como contemplan Calafat et al. (2008), muchos adolescentes consumen
solamente por pertenecer y obtener la aprobación en determinados grupos de iguales.
Según Robles (2015), hay otros adolescentes que abusan de las drogas conscientemente
e incluso otros de forma inconsciente, sin llegar a saber los verdaderos efectos
que pueden llegar a provocar. Ruiz-Olivares et al. (2010), destaca que algunos
adolescentes, no siendo un número muy elevado, llegan a ser dependientes de
determinadas sustancias, llegándoles a perturbar en cualquier ámbito de sus vidas.
Las primeras investigaciones llevadas a cabo en torno a los niveles de salud emocional
en la adolescencia hacían hincapié en que si durante la preadolescencia se había
mantenido un contacto habitual en el consumo de drogas, ello podría acarrear un
riesgo futuro para la estabilidad del adolescente (Domínguez, 2005).Otros estudios
científicos como los de Santamaría y Chait (2004); Márquez (1990); Harrison(2000)
o Delgado(1999), ponen de manifiesto que la droga lleva a la delincuencia y que
dicha combinación forma parte de un estilo de vida, fruto de una mala conducta
cuyo origen deberíamos localizar en una serie de factores tales como su perfil socio
demográfico, tipologías y patrones de consumo, así como características individuales
de cada uno como la agresividad, el egocentrismo, la depresión, una baja autoestima
y variadas características que pueden inducir a tales comportamientos antisociales.
139
Isabel María Martínez
Autores como Andrews y Bonta, (2006); Lösel y Bender, (2003); Simoes, Matos
y Batista-Foguet, (2008) han llevado a cabo numerosos estudios en base a las
conductas delictivas en los jóvenes. Se observa un gran interés por descubrir cuáles
son las motivaciones que llevan a un joven a mostrar problemas de conducta, o
conductas delictivas. Las investigaciones refieren que son múltiples los factores y
variables que pueden afectar al desarrollo de un individuo para que éste adopte una
conducta antisocial o infractora.
conductas delictivas. Autores como Crespo, Perles y San Martín (2006); San Juan,
Ocáriz y Germán (2009), muestran un estándar común y consistente de consumo
de diversas sustancias adictivas en los menores con problemas de conducta y
menores infractores.
Peterson y Leigh (1990) señalan que estos jóvenes con problemas de conducta tienden
a culpabilizar la causa de sus actos a situaciones externas, lo que conlleva a que nunca
se hagan responsables de los hechos cometidos. Horvath y Zuckerman (1993) reflejan
141
Isabel María Martínez
MÉTODO
Muestra
Se han realizado 50 entrevistas, entre mujeres y hombres, con edades inferiores a los
35 años. Se ha elaborado un cuestionario para llevar a cabo el análisis de la muestra,
así como entrevistas individualizadas con cada participante.
Diseño y procedimiento
RESULTADOS
143
Isabel María Martínez
Hombres 26 6 3 5
Mujeres 8 1 1
Nivel educativo
Alumnos Porcentaje
Bachiller 2 4%
Formación profesional 1 2%
Universitarios 0 0%
1
Educación secundaria obligatoria. Sistema educativo español de enseñanza secundaria.
Ámbito familiar
Vivienda en Vivienda en
Vivienda Vivienda Vivienda
propiedad libre propiedad
ocupada arrendada cedida
de cargas con cargas
Familia monoparental 5 8 3
Familia nuclear 8 3 3
Familia extensa 7 3
Patrones de consumo
145
Isabel María Martínez
y otras sustancias, la edad media ronda los 16 años, siendo un hábito prioritario
durante los fines de semana y festivos como parte de su ocio y diversión, salvo uno
de ellos, que su hábito de consumo es diario, presentando muestras de los efectos que
ello le está produciendo a través de trastornos psíquicos como ideas paranoides de
seguimiento y persecución o cambios repentinos de humor, entre otros.
Otro dato para destacar dentro de los extraídos es la respuesta de los encuestados
sobre el conocimiento de alguna enfermedad asociada al consumo de sustancias
psicoactivas. El 57,89% manifiestan no tener conocimiento alguno y el resto, aunque
dicen que sí saben de la existencia de estas, tampoco hacen definiciones muy claras
sobre ellas.
Programas de deshabituación
A través de este apartado, sabremos quiénes de ellos han llevado a cabo un programa
de deshabituación y su resultado.
Aunque en los centros que han estado, tanto para menores infractores, como ya en el
penitenciario existieran programas para la deshabituación en el consumo de drogas,
sólo 18 de los encuestados han asistido alguna vez a dichos programas.
Jóvenes Porcentaje
Delincuencia y consumo
Con respecto a la hora de llevar a cabo los delitos, destacan aquellos en los que
no actuaron solos, siendo el de robo el más cometido entre ellos frente al delito
de violencia, tanto en ámbito familiar como fuera de éste, que fueron llevados a
cabo de forma individual. En cuanto a la relación entre delito y consumo, 24 de los
encuestados afirman que su actividad delictiva no está relacionada con el consumo,
igualando al resto de los encuestados, donde si bien no todos lo confirman con
un sí rotundo, responden con afirmaciones del tipo: “puede ser...”, “algunos...”.
Sólo dos de los participantes manifiesta no saber si esto tiene relación o no.
Sin embargo, cuando cometieron el delito, la mayoría de ellos sí reconocen haberlo
realizado bajo efectos de sustancias psicoactivas, por lo que podemos presuponer
el efecto de desinhibición que les lleva a esa delincuencia inducida a la que hacen
referencia Delgado (1999) y Márquez (1990), entre otros, poniendo al descubierto
la posible ignorancia de algunos de los encuestados ante la reflexión de existencia
de relación entre delito y consumo, pues hay que destacar que aquellos que la han
reconocido, son en su totalidad policonsumidores. Por tanto, hemos de presuponer
que nos encontramos ante un grupo que practica la delincuencia funcional para
conseguir los recursos económicos necesarios para la adquisición de la sustancia
dado el coste elevado que posee frente al cannabis, el cual, en un momento dado,
puede llegar a ser cultivado por el propio consumidor.
147
Isabel María Martínez
Actuaba solo * 7 43
Cabe señalar que la edad media de iniciación en conflicto con la ley no coincide con
la de la comisión del primer delito pues, en la mayoría de los casos, los encuestados
ya habían cometido algunos delitos con anterioridad, bajando así la edad media en la
comisión de estos hasta los 13,68 años.
De igual forma, únicamente en los delitos por robo, los entrevistados manifestaron
no actuar solos, siendo utilizados en las hazañas como lazarillos, por grupos de
mayor edad que sabían de los beneficios que ofrece la ley de menores en caso de
que pudiesen llegar a ser detenidos a la vez que los menores infractores, recibían
el reconocimiento y adhesión al grupo, haciéndoles sentir adultos y valorados.
Una situación determinada por un gran número de factores de riesgo que ofrecen
como resultado directo el propio medio social, los espacios y comunidades en las
que se desenvuelven.
Situación penitenciaria
El delito más cometido es el de robo con una edad media de ingreso en prisión que
ronda los 21,53 años, unas condenas medias de 44,64 meses y unas permanencias
actuales en el centro penitenciario de 22,6 meses, lo que supone estar cumpliendo
más de la mitad de la condena. Sin embargo, existe uno que sí representa una cifra
oscura y preocupante dado el número de delitos que han podido realizar sin que
cuerpos de seguridad del Estado ni justicia hayan podido encontrar a su responsable.
Estas cifras confirmarían la inmersión de los encuestados en una carrera delictiva
donde ya no importa si la droga llevó al delito o éste a la droga. Sea como fuere, lo
cierto es que están inmersos en un mundo de drogodelincuencia del que desearían
salir sin saber cómo, ya que preguntado por sus sueños, la mayoría sueña con un
trabajo estable y la creación de una familia lejos del mundo en el que se encuentran.
Según esta ley, el tratamiento penitenciario pretende hacer del preso una persona con
la intención y capacidad de vivir respetando a la sociedad.
149
Isabel María Martínez
Por último, se tendrán que propiciar y fomentar los contactos del interno con el
exterior haciendo uso de los recursos disponibles, con el objetivo de promover una
adecuada reinserción de éste en la sociedad.
Si continuamos con dicho reglamento penitenciario, su Art. 112 RP nos habla sobre
la participación del interno en el tratamiento, estimulando su participación en la
planificación y ejecución de este.
CONCLUSIONES
Según la tesis de Uceda (2011) sobre adolescentes en conflicto con la ley, la edad
media que obtiene de su investigación está alrededor de los 16 años. Sin embargo, en
la población objeto de estudio de este trabajo, dicha edad baja hasta los 14,22 años
sin que esté relacionada con la primera vez que cometieron el delito pues, en este
caso, la edad baja hasta los13,68 años.
Con respecto al consumo de sustancias psicoactivas, legales o no, éstas han pasado
a formar parte en sus espacios de ocio y diversión con una edad media de inicio al
consumo, según el EDADES (2013), de 16,7 años; un dato muy lejano del obtenido
en este trabajo y que va desde los10,2 años para el consumo de tabaco, pasando por
los 13,6 años de media en el consumo de alcohol, los 14años para el cannabis y los
15,7 años en el consumo de cocaína.
Los datos manejados son tan preocupantes que las medidas de prevención se hacen
necesarias y urgentes en la población más joven; aunque no de cualquier manera pues,
las campañas de prevención que se han desarrollado durante décadas, demuestran su
escasa efectividad dados los resultados obtenidos, probablemente, por una falta de
observación en los cambios que se han ido produciendo en nuestra sociedad, con
un aumento de la diversidad cultural, una publicidad centrada en el consumo como
símbolo de bienestar y felicidad y unos medios digitales que, si bien han favorecido
la globalización, ésta ha favorecido a los jóvenes la importación de unos patrones de
ocio y diversión que nada se asemejan a lo deseado por nuestra sociedad y mucho
menos, a la realidad.
151
Isabel María Martínez
Sólo desde el testimonio directo del entorno y la realidad que lo reproduce, podremos
desarrollar programas efectivos de prevención, atendiendo a las necesidades de
estos jóvenes adolescentes, en riesgo de conflicto para, desde allí mismo, dotarles de
recursos suficientes que les facilite un estilo de vida con hábitos saludables, a la vez
que los aleja del mundo de la drogodelincuencia.
Referencias bibliográficas
Andrews, D.A. and Bonta, J. (2006). The psychology of criminal conduct. Cincinnati,
OH: Anderson Publishing Co.
Antona, A., Madrid, J. y Aláez, M. (2003). Adolescencia y salud. Papeles del
Psicólogo, 84, 45-53.
Breinbauer, C. and Maddaleno, M. (2005). Youth: Choices and change. Promoting
healthy behaviors in adolescents. Washington, D.C.: Pan American Health
Organization; 257-68. (Scientific and Technical Publication No. 594).
Calafat, A., Montserrat J., Becoña E. y Mantecón A. (2008). Qué drogas se prefieren
para las relaciones sexuales en contextos recreativos. Adicciones 20 (1): 37-47.
Calvete, E. y Estévez, A. (2009). Consumo de drogas en adolescentes: el papel
del estrés, la impulsividad y los esquemas relacionados con la falta de límites.
Adicciones, 21, 49-56.
153
Isabel María Martínez
Helstrom, A., Bryan, A., Hutchison, K.E., Riggs, P.D. and Blechman, E.A. (2004).
Tobacco and alcohol use as an explanation for the association between externalizing
behavior and illicit drug use among delinquent adolescents. Prevention Science,
5, 267-277. doi:10.1023/B:PREV.0000045360.23290.8f
Herrero, C. (2003). Riesgos del ocio juvenil. Barcelona: Sisterra.
Hornberger L. (2006). Adolescent psychosocial growth and development. J Pediatr
Adolesc Gynecol; 19, 243-6.
Horvath, P., and Zucherman, M. (1993). Sensation seeking, risk appraisal and risky
behavior. Personality and individual differences, 14, 41-52. Doi: 10.1016/0191-
8869(93)90173-Z
Kelly, J., Davies C., and Schlesinger, C. (2015). “Substance use by Same Sex
Attracted Young People: Prevalence, Perceptions and Homophobia”. Drug and
Alcohol Review 34 (4): 358-365. http://dx.doi. org/10.1111/dar.12158.
Limonero, J.T., Gómez, M.J., Fernández-Castro, J. y Sabadó, J.T. (2013). Influencia
de la inteligencia emocional percibida y la impulsividad en el abuso de cánnabis
en jóvenes. Ansiedad y Estrés,19 (2/3): 223-234.
Loeber, R. y Stouthamer-Loeber, M. (1986). La prédiction de la délinquance. La
prédiction de la carrière criminelle. 19(2).Les Presses de l’Université de Montréal.
Lösel, F. and Bender, D. (2003). Protective factors and resilience. En D. P. Farrington
y J. W. Coid (Eds.), Early prevention of antisocial behavior (pp. 130-204).
Cambridge, MA: Cambridge University Press.
Ley Orgánica General Penitenciaria (LO 1/1979 de 26 de septiembre).
López, C. y López, J. (2003). Rasgos de personalidad y conducta antisocial y
delictiva. Psicopatología Clínica, Legal y Forense, 3,5-19.
López-Torrecilla, F., Martín, I., De la Fuente, I. y Godoy, J.F. (2000).Estilo
atribucional, autocontrol y asertividad como predictores de la severidad en el
consumo de drogas. Psicothema, 12, 331-334.
Márquez, A. (1990). Drogadicción y Delincuencia. Revista de Estudios Penitenciarios,
243, 21-23.
Márquez-Cervilla, A. (1990). Drogadicción y delincuencia. Revista de Estudios
Penitenciarios.
Martín Azcano, E.Mª. (2015). El acogimiento residencial de menores con problemas
de conducta en la Ley Orgánica 8/2015, de 22 de julio, de modificación del sistema
de protección a la infancia y a la adolescencia. La Ley, Derecho de Familia.
Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Plan Nacional sobre Drogas (2013).
La encuesta sobre alcohol y drogas en España, EDADES. Recuperado de http://www.
pnsd.mscbs.gob.es/profesionales/sistemasInformacion/sistemaInformacion/
encuestas_EDADES.htm
Monahan, K.C., Steinberg, L., Cauffman, E. y Mulvey, E.P. (2009).Trajectories of
antisocial behavior and psychosocial maturity from adolescence to young adult
hood. Developmental Psychology, 45, 1654-1668. Doi: 10.1037/a0015862
Mulvey, E.P., Schubert, C.A. and Chassin, L. (2010). Substance use and delinquent
behavior among serious adolescent offenders. Office of Juvenile Justice and
Delinquency Prevention. Recuperado de www.ncjrs.gov/pdffiles1/ojjdp/23279.pdf
Muñoz, M.J., Graña, J.L., Peña, M.E. y Andreu, J.M. (2002). Influencia de la
conducta antisocial en el consumo de drogas ilegales en población adolescente.
Adicciones, 14, 313-320.
Muuss, R. (1996). Erik Erikson’s theory of identity development. Theories of
adolescence, 6th ed, McGraw-Hill, 1996. pp. 42-57.
Muuss, R. (1996). Theoretical expansion and empirical support for Erikson’s theory.
Theories of adolescence, 6th ed, McGraw-Hill, 1996. pp. 58-83.
Musitu, G. (2008). Problemas en la adolescencia: delincuencia y drogas. Ponencia
presentada en la II Jornadas Ley y Menores. Unidad de Prevención Comunitaria
Arzobispo Miguel Roca. Proyecto Hombre-Valencia, España.
Navarro, J.J. y Galiana L. (2015). Prevención del conflicto escolar en primer ciclo de
primaria. Prisma Social 15: 562-608.
Navarro, J.J. (2014). Estilos de socialización en adolescentes en conflicto con la
ley con perfil de ajuste. Riesgos asociados a su comportamiento (disertación
doctoral). Universidad de Valencia, España.
Peterson, G.W. and Leigh, G.K. (1990). The family and social competence in
adolescence. En T.P. Gullota, G.R. Adams y R. Montemayor (Eds.), Developing
social competence in adolescence. Advances in adolescent development (Vol. 3,
pp. 97-139). Thousand Oaks, CA: Sage.
Robles, G. (2009). Cambios y tendencias en el consumo de sustancias psicoactivas
como factor de riesgo hacia la exclusión social. Zerbitzuan45: 123-134.
Ruiz-Olivares, R., Lucena, V., Pino, M.J. y Herruzo, J. (2010). Análisis del consumo
de drogas legales como el alcohol, el tabaco y los psicofármacos, y la percepción
del riesgo en jóvenes universitarios. Psychology, Society & Education,2 (1): 25-37.
Sanders, R.A. (2013). Adolescent psychosocial, social, and cognitive development.
Pediatr Rev., 34:354-8.
155
Isabel María Martínez
RESUMEN
*
Este artículo forma parte de la investigación sobre Orden social, microtráfico y outsocurcing criminal en Cali,
ralizada para obtener el título de Magister en Estudios sociales y políticos de la Universidad Icesi.
**
Magister en Estudios sociales y políticos. Universidad Icesi (Cali-Colombia). E-mail: [email protected]
orcid.org/0000-0002-0580-1160. Google Scholar
ABSTRACT
Key words: urban violence, drug micro-trafficking, social order, social inequality.
INTRODUCCIÓN
Tal como señala Salazar (2015), no se puede entender la situación actual de Cali sin
tener en cuenta cómo ha evolucionado durante varias décadas la interacción entre
los negocios ilegales, la violencia y el poder político, que ha generado una violencia
estable, reguladora de un orden social en el que se combinan prácticas legales e
ilegales, lo que explica la permanencia de la violencia y la imposibilidad de construir
un proyecto incluyente de ciudad.
Estos fenómenos no golpean de igual forma a todos los sectores de la ciudad, pues
la violencia asociada al narcotráfico y el sobresaliente aumento de las dinámicas del
microtráfico1, se concentra más en ciertos barrios y zonas de la ciudad, reconfigurando
relaciones sociales entre diferentes actores locales, estatales y armados ilegales.
Tal es el caso de zonas como el Distrito de Aguablanca, que puede caracterizarse por
su alta concentración de desventajas socioeconómicas y trabajo informal. También
concentra el mayor porcentaje de afrodescendientes de la ciudad, debido a las olas
de desplazamiento provenientes del Pacífico colombiano, como consecuencia del
conflicto armado. Los altos índices de violencia presentes en esta zona de la ciudad,
unidos a la concentración de la pobreza y el alto componente étnico afrodescendiente,
han terminado por reproducir un discurso que asocia clase, raza y espacio urbano
como productores de dinámicas de violencia en la ciudad.
1
El microtráfico es entendido como uno de los fenómenos insertos dentro del narcotráfico. El Observatorio de
Drogas de Colombia describe el narcotráfico como un sistema que incluye, a su vez, cuatro subsistemas: producción,
distribución, comercialización y capital circulante. El microtráfico se ubica en la fase de distribución de las sustancias
psicoactivas, pero se orienta exclusivamente al mercado nacional y tiene su fase final en el narcomenudeo, que se
refiere al abastecimiento de los expendedores locales y la venta del producto al consumidor (ODC, 2016).
159
Diana Vinasco-Martínez
mantenimiento. Los habitantes de estos sectores, sin embargo, no deben ser vistos de
manera dicotómica: únicamente como actores pasivos (solo víctimas), o únicamente
como auspiciadores de la violencia y el delito (actores armados o cómplices); pues
las realidades de la violencia en las localidades pueden llegar a ser mucho más
complejas y pasan por la multiplicidad de interacciones, tensiones y prácticas que se
establecen en un espacio.
Para ello, esta investigación se sustenta en un trabajo que combina a)la exploración
de las trayectorias de vida de algunos habitantes de El Barrio, a partir de un trabajo
de campo etnográfico4, b)un análisis del fenómeno del narcotráfico, la violencia y
la desigualdad en Cali y el Distrito de Aguablanca desde una perspectiva histórica
y, c)el análisis de las cifras de homicidios en la ciudad, el Distrito de Aguablanca
y El Barrio, tomando como base los datos del Observatorio Social de Cali en sus
informes anuales 2005-2017. A través de ello, se busca entender cómo este sector y
sus habitantes han sido impactados por la violencia, cómo la interpretan, confrontan
y negocian con ella.
Para analizar los matices que adquiere la incursión y presencia de actores armados
en un determinado espacio, resulta pertinente, más que analizar la forma como éstos
controlan el espacio, plantear los tipos de relaciones que se establecen entre quienes
habitan un espacio con alta presencia de actores armados y violencia. Para ello, el
presente análisis se sustenta en la noción de orden social, que es definida por Lilian
Bobea como el “conjunto de normas implícitas y explícitas que regulan la interacción
entre individuos en una comunidad o localidad dada, a partir de normas preestablecidas
y compartidas por la colectividad” (2017, p. 78). Es decir que los tipos de relación
entre diversos actores van configurando formas de habitar el territorio, negociar con
la violencia y tramitar el peligro; no en términos de una negación de la violencia y la
victimización a la que están sometidos los habitantes de un lugar, sino en términos
de las estrategias que cada sujeto adopta para permanecer en una zona marcada por
la violencia. La forma en que el orden social se configura en un determinado espacio
depende de los actores que lo habiten, así como de sus prácticas cotidianas y del
poder que ejerzan sobre él. Hace referencia a los patrones de organización social y
cómo se desarrolla la vida social y política en un determinado espacio, en la cual se
conjugan distintos tipos de orden que pretenden ser impuestos: el estatal, el de los
grupos armados y el de la vida cotidiana de los habitantes de una localidad.
4
Las entrevistas fueron realizadas entre abril de 2017 y enero de 2018.
161
Diana Vinasco-Martínez
Por otro lado, el trabajo realizado por García et al. (2011, 2014a, 2014b), sobre ordenes
locales en contextos de violencia en nueve municipios de Colombia, se sustenta en
una idea de orden social que refiere a patrones y acuerdos intersubjetivos que regulan
la interacción entre quienes componen una sociedad, cualquiera sea su escala socio-
espacial. Dichos acuerdos permiten orientar las cotidianidades de los actores, en cuanto
a sus relaciones sociales, políticas, económicas y simbólicas. Además, el orden social
no significa una ausencia o eliminación de la violencia, pues en zonas de conflicto
armado, orden y violencia no pueden ser vistos como opuestos, sino que la violencia
puede ser un factor determinante y co-presente en el mantenimiento del orden social
(García et al., 2014a). Romper la dicotomía entre orden y violencia, plantea una mirada
amplia sobre la forma en que han sido constituidas las relaciones sociales, políticas y
económicas, en contextos atravesados por el conflicto (García, 2011, p. 57).
Sin embargo, los estudios que han indagado por el orden social en contextos de
violencia en Colombia han puesto un mayor énfasis en el orden impuesto por los
actores armados y el apoyo o la resistencia a éstos, con lo cual se ha dado poca atención
a las interacciones que surgen entre actores armados y no armados. Por ello, para
comprender cómo se estructura el orden social, es necesario ir más allá del análisis de
cómo una población colabora, obedece o se somete a un grupo que predomina a través
de la violencia; es necesario analizar las resistencias, disputas y negociaciones y cómo
aportan éstas a la estructuración del orden social (García, 2011, pp. 72-73).
Asimismo, se debe tener en cuenta que los análisis macro no permiten evidenciar la
forma en que operan estas interacciones entre actores armados y no armados. Sería
entonces, como señala Arjona (2016), en lo local –en las zonas rurales, el pueblo
y en las ciudades, el barrio– donde se podrían rastrear las diversas dimensiones
implicadas en la construcción de las relaciones sociales. Dicha escala de análisis
permite determinar las variaciones del orden social, teniendo en cuenta que los
grupos armados pueden variar sus estrategias de una comunidad a otra dependiendo
de la forma en que éstas reaccionan a sus actuaciones. La localidad es entonces, para
la misma autora, la unidad ideal para analizar las formas que adquiere el orden social
en la violencia, pues una unidad geográfica mayor pasaría por alto las variaciones
que el orden social puede adquirir dentro de una ciudad o localidad:
Sin embargo, los análisis basados en la categoría de orden social en relación con
el conflicto armado y la violencia en Colombia se han centrado principalmente en
zonas rurales y municipios pequeños. Este énfasis tiene que ver con que el escenario
de mayor confrontación de los grupos armados fue el campo y, a su vez, la mayoría
de actos violentos fueron cometidos en contra de las comunidades rurales (masacres,
desplazamientos, violaciones a los derechos humanos). Ello no significa que las
ciudades no hayan sufrido las consecuencias del conflicto, sino que la crudeza del
conflicto armado en el campo relativizó los análisis sobre la violencia urbana y sobre
las conexiones campo-ciudad del conflicto.
163
Diana Vinasco-Martínez
La ciudad de Cali, capital del Valle del Cauca, se encuentra ubicada en el suroccidente
del país, como punto intermedio y de conexión entre el centro del país, la región
costera del Pacífico colombiano y los departamentos vecinos de Cauca y Chocó. Su
ubicación geográfica la convierte en paso obligado para el tránsito de exportaciones
e importaciones por su cercanía al municipio de Buenaventura, principal puerto
sobre el Pacífico. Como capital del Valle del Cauca, Cali ha sido protagonista del
desarrollo de la economía regional, convirtiéndose en el centro económico, político
y cultural de la región y en la tercera ciudad más importante del país. Es además uno
de los centros urbanos más poblados del país al contar en la actualidad con más de
dos millones de habitantes, cifra superada sólo por Bogotá y Medellín.
Al largo conflicto armado que vivió el país durante gran parte del siglo XX, se sumaron
en las últimas décadas las disputas por el control de los territorios entre grupos
La gran cantidad de barrios que a lo largo del siglo XX surgieron de manera informal
y posteriormente fueron legalizados, mediante largos procesos de negociación con
el Estado y a través de la organización y luchas de sus habitantes, llevaron a Cali
a ser reconocida como “la ciudad de las invasiones” (Mosquera, 1984, pp. 9-10).
Además de sus precarias condiciones socio- económicas, dichos barrios, ubicados
principalmente en la zona oriental de la ciudad y en las laderas, han concentrado gran
parte de las problemáticas de violencia e ilegalidad que atraviesa la ciudad, creando,
a su vez, un estigma e imaginario que asocia pobreza y violencia de manera causal.
Desconociendo que los conflictos que atraviesan estas zonas son un reflejo de las
problemáticas que enfrenta la ciudad en su conjunto.
Uno de los lugares con mayor concentración de desplazados y que refleja de manera
más clara las desigualdades sociales de la ciudad es, como ya se ha señalado, la zona
oriental de la ciudad conocida como Distrito de Aguablanca. Teniendo en cuenta que
Cali no se encuentra dividida en distritos, sino en comunas y barrios5, es necesario
aclarar que el Distrito de Aguablanca corresponde a una construcción sociohistórica
y no formal, que se ha quedado en el imaginario de los habitantes de Cali como un
sector deprimido y peligroso, debido a las altas cifras de pobreza y violencia que
presenta. Asimismo, la alta presencia de afrodescendientes que habitan este sector ha
servido para crear un discurso que asocia raza y pobreza como factores explicativos
de la violencia en la ciudad; estigmatizando a sus habitantes y aumentando sus
5
Cali se encuentra dividida en 21 comunas, que agrupan barrios con condiciones sociodemográficas, físicas y
urbanísticas similares. Forma de división establecida mediante el Acuerdo N°15 de 1988.
165
Diana Vinasco-Martínez
condiciones de desigualdad social y falta de oportunidades. Las comunas 13, 14, 15,
16 y 21, que concentran aproximadamente el 70% de la población afrodescendiente
de la ciudad, también concentran las tasas más altas de trabajo informal y el mayor
número de homicidios (mapa 1).
El espacio donde se asientan hoy estas comunas fue conocido hasta la década de
1970 como el distrito de riego de Aguablanca, extensa zona que se encontraba
por fuera del perímetro urbano de la ciudad, donde se ubicaban varias haciendas
agrícolas y, además, era la zona de inundación del río Cauca. Aunque en principio la
zona fue desecada con el fin de destinarla a la agricultura, la demanda de vivienda
que atravesaba la ciudad, además de diversos intereses de sectores políticos y
económicos, cambiaron su uso de agrícola a urbanizable, a pesar de ser un terreno
no apto para vivienda
En este mismo periodo, en los años ochenta, se configuró el Cartel de Cali como
organización narcotraficante y criminal en los años ochenta y se consolidó cuando
conformó un aparato coercitivo que permitió articular narcotraficantes, estructuras
delincuenciales y criminales bajo su dominio (Escobedo, 2013). La desarticulación
del Cartel de Cali hacia finales de los años noventa, a raíz de las capturas o entregas
de sus jefes principales, fue uno de los grandes logros del gobierno nacional. Además
del golpe que significaba para la estructura de la droga a nivel mundial, suponía el
fin de una época de violencia, ilegalidad y cultura del crimen que había permeado a
una buena parte de la sociedad caleña.
Sin embargo, su fin no significó una reducción de la violencia, sino una reconfiguración
de los grupos narcotraficantes, ya que, para comienzos de la década del 2000, se
posicionó con fuerza el Cartel del Norte del Valle, que logró mantener su unidad, y
se forjó en el marco de enfrentamientos con los remanentes del Cartel de Cali y en
particular con el llamado Clan de los Herrera. Para mediados de la década del 2000,
estos grupos comenzaron a atomizarse y transformarse en grupos más pequeños que
ampliaron sus estrategias de comercialización de la droga a través del microtráfico
en los barrios de la ciudad y de la agencia de las oficinas de cobro6, que se utilizaron
para zanjar disputas entre sus facciones internas.
167
Diana Vinasco-Martínez
169
Diana Vinasco-Martínez
de las bacrim se puede ubicar hacia 2005, claramente sus orígenes son el resultado
de un periodo de expansión e internacionalización de las dinámicas del narcotráfico
que suceden desde el 2003 hasta el 2008. Daniel Rico (2013) sostiene que esta fase
de expansión de las bacrim se caracteriza por tres factores: un mejor encadenamiento
productivo frente a las organizaciones mexicanas, una expansión geográfica nacional
y un avance en el marco internacional.
Frank, habitante de El Barrio, relata cómo actuaban las pandillas en la década del
noventa y cómo actúan ahora:
Lo que pasa es que las pandillas de ahora no son como las de antes.
Antes habían ¿cómo decirlo? como unos códigos de honor, vos tenías
problema con alguno de otro lado, pero podías seguir pasando cerca y no te
pasaba nada; si pasabas y tu enemigo quería pelear te decía “andáarmatepa’
que nos demos” pero no te atacaba por la espalda porque eso era mal visto,
era como una traición. Ahora te van dando por la espalda sin preguntar.
Desde hace diez años para acá, esto se puso feo, porque estos muchachos se
mataban entre ellos y ni siquiera sabían quién era el jefe. Eso pasó porque
los narcos tuvieron que empezar a vender la droga aquí en el país porque los
estaban atacando. Allí la cosa se puso fea. Ahora está más calmado, pero hace
unos tres años mataron por aquí, sin mentirle, unos 250 muchachos. Todos
eran niños de 13, 14 o 16 años. Antes, el que iba a vender su marihuana, la
Otro de los entrevistados es El Fiscal, quien a través de las labores que ejerció en el
Distrito, evidencia las transformaciones de las pandillas de acuerdo con las dinámicas
de la violencia en la ciudad:
Yo llegué a trabajar al Distrito en 1995 y estuve hasta 2007 y durante esa época
la estructura de las pandillas cambió, porque mientras el Estado es demorado
para ajustarse a las nuevas realidades, el delincuente no; la delincuencia muta
y se transforma. Yo empecé a ver en el Distrito de Aguablanca el fenómeno
de reclutamiento de los muchachos para cometer actos terroristas, entonces
llegaban tipos con plata y contrataban muchachos que por 200 o 300 mil pesos
iban a poner una bomba, hacer un atentado, quemar un bus. En el Distrito
de Aguablanca, cuando el narcotráfico con las bacrim comienza a reclutar a
los pelados, a las pandillas para cometer acciones de sicariato, las oficinas
de cobro empiezan a constituirse en barrios aledaños al Distrito. Todas esas
formas delincuenciales comienzan a captar “sardinitos” (adolescentes) del
Distrito de Aguablanca para hacer sus acciones de sicariato. (Entrevista a
Fiscal, comunicación personal, agosto 10 de 2017)
Adelmo, otro habitante del sector, afirma que a mediados de los años noventa
aumentaron las muertes violentas. La causa no era la guerra entre las cuatro pandillas
reconocidas en el sector, sino enemistades más personales y acciones de sicariato
que intentaban acabar con personas que se dedicaban al hurto y cuya actividad era
reconocida por los habitantes del barrio. Pero argumenta que las formas de violencia
han cambiado: “antes los ladrones respetaban a los conocidos y todo el mundo los
conocía a ellos. Ahora roban a cualquiera, hay demasiada gente y entonces ya no
es fácil identificarlos”. Esto muestra la discontinuidad en la relación de los jóvenes
que cometían actos delictivos en los años noventa y los que lo hacen ahora, lo que
puede considerarse como un orden social en el que los habitantes no involucrados
con las pandillas tenían cierto control sobre dichos jóvenes. Lo que ha significado
una disminución de la agencia de los habitantes del barrio y su legitimidad para
ejercer control u oponerse de manera pacífica a la delincuencia, pues en las formas
de violencia anteriores los pandilleros veían restringidos sus actos por la sanción
171
Diana Vinasco-Martínez
social de sus vecinos y por el respeto que les podían llegar a tener. En la actualidad
el poder es ejercido por agentes externos, un poder violento sin rostro al que es difícil
y muy peligroso enfrentarse.
De esta manera, se hace evidente la forma en que se han percibido los cambios que el
negocio del microtráfico generó en los jóvenes asociados a las pandillas, debido a la
incorporación de una lógica tercerizada dentro de la estructura definida en la cadena
productiva de economía de la droga, que significa nuevas formas de vinculación a la
delincuencia y la ilegalidad. Esto puede ser definido como un modelo de outsourcing
criminal (Valencia y Vinasco, Forthcoming), que como ya se ha señalado, refiere a
la integración de los jóvenes que demuestran mayores capacidades para delinquir, a
redes criminales que mantienen el negocio de la droga y sus actividades asociadas, a
través de una estructura con jerarquías en la que dichos jóvenes representan el último
–y más vulnerable– eslabón de la cadena productiva de la droga.
Estos cambios en lo local, reflejo de las dinámicas regionales y nacionales del negocio
de la droga, permiten evidenciar que, como señala Escobedo, las pandillas en Cali no
pueden concebirse por fuera del espectro criminal determinado por el narcotráfico y
por la relación con estructuras asociadas a las bacrim (Escobedo, 2013, p. 5). Pero al
mismo tiempo, el fenómeno del microtráfico no puede ser entendido sin comprender
el escenario en el que se desarrolla, ya que, como afirma Camacho, los fenómenos
sociales sólo adquieren sentido cuando se insertan en una estructura compleja que
además de producirlos, los dota de significado; por ello, el significado social de la
droga pasa por el análisis de la población involucrada, la economía que genera y los
espacios en los que se desarrolla (Camacho, 1988).
Estas nuevas lógicas de la violencia han creado para los habitantes de El Barrio nuevas
formas de negociar con ella y de interpretarla. Son evidentes para los entrevistados
las nuevas lógicas del reclutamiento de menores de edad para los negocios de la
droga y el delito, que llevan a los jóvenes delincuentes a involucrarse en crímenes de
mayor peso y a someter sus vidas al control de estructuras criminales a cambio de las
ganancias que éstas les ofrecen, tal como lo afirma Junior:
173
Diana Vinasco-Martínez
gente, para él poder seguir vendiendo su droga sin problema. Yo lo veo así.
(Entrevista a Junior, comunicación personal, enero 14 de 2018)
Esto implicaría que las nuevas estructuras del crimen organizado buscan evitar la
violencia para garantizar el negocio del microtráfico y evitar la incursión de las
autoridades policiales, así como garantizar el suministro de jóvenes para actos
delincuenciales. Esto implica el aumento del control ejercido por las bandas
criminales sobre el barrio, que ha significado una paradójica disminución en los
índices de delincuencia y homicidios en el sector:
Yo creo que ahora hay más expendios de droga en el barrio, pero lo que creo
es que ahora, quienes los manejan, los manejan como una industria, como
un verdadero negocio. Eso (la droga) ya no es de los que venden aquí, sino
de quienes lo traen y les trabajan a otros. Esas son las famosas guerras o la
razón de muchos muertos. Por ejemplo, ¿usted no ha notado que en este
barrio hace mucho rato que no hay muertos? Lo que sucede es que cuando un
grupo que expende droga entra a dominar un sector, lo primero que hacen es
tratar de bajar el índice de robos, de asesinatos, porque no les conviene que
la policía esté aquí metida. Entonces los expendios venden la droga, pero eso
no es de ellos, es de una persona del barrio que les entrega la droga, y esa
persona le responde a otra que está fuera del barrio y de allí a otra, etc. Por
eso es que ya no se escuchan tantos robos como antes. (Entrevista a Adelmo,
comunicación personal, enero 27 de 2018)
Fuente: Elaboración propia con base en datos tomados del Observatorio Social de Cali.
Esta última interpretación supone entonces que la reducción de los homicidios es igual
a un aumento exponencial del poder de las bandas criminales en la ciudad, un poder
7
Para efectos estadísticos, el Observatorio Social de Cali divide a la ciudad por sectores. En el Sector Oriente incluye
las comunas 13, 14, 15, 16 y 21 que se asume aquí como Distrito de Aguablanca.
175
Diana Vinasco-Martínez
criminal capaz de revertir la tendencia en los homicidios de una ciudad para su beneficio
económico, basando su estrategia en el control del espacio, el miedo y las amenazas:
Arjona (2011) llama la atención sobre los problemas que pueda significar asumir
las cifras sobre violencia como un indicador de mayor o menor presencia de actores
armados en una localidad, pues dicha disminución podría deberse a que el grupo
armado hace presencia en el territorio sin ejercer el tipo de violencia que registran
las estadísticas, es decir, la violencia podría ser ejercida mediante formas que no son
cuantificables. Otra explicación es que los grupos armados podrían utilizar estrategias
para no dejar rastro de sus acciones, por ejemplo, en el caso de los asesinatos, podrían
desaparecer a sus víctimas o trasladar sus cuerpos a otros lugares, con el fin de no
dejar rastro de sus acciones en determinados contextos.
escapa a las estadísticas. Un punto que se debe tener en cuenta es que la reducción
en las cifras no representa un cambio sustancial en las realidades de la ciudad, pues
ésta continúa presentando más de 1200 muertes violentas al año. En cuanto a la
delincuencia, aunque los entrevistados ya citados aseguren que ha bajado, también
narran historias recientes sobre cómo este flagelo continúa sucediendo a familiares,
amigos y a ellos mismos; además de hablar sobre las zonas ‘calientes’ y del temor
que sienten en determinados horarios o en zonas específicas del barrio.
Sin embargo, que los entrevistados aseguren que El Barrio es más seguro ahora, no
significa que desconozcan las realidades de la violencia, sino que las aceptan y construyen
su cotidianidad con estas nuevas lógicas, llegando a naturalizar muchas de las realidades
de la violencia y encontrando estrategias para habitar en este lugar, evitando la violencia:
177
Diana Vinasco-Martínez
Los habitantes de El Barrio han creado sus propias dinámicas de negociación, estilos
de transitarlo y habitarlo, formas de interactuar con los actores armados, negociación
con los espacios que se consideran más peligrosos, normas implícitas o explícitas
sobre cómo actuar ante el peligro y estrategias de convivencia. Ello se evidencia
también en la construcción de fronteras simbólicas (entre zonas problemáticas, y
otras no) como estrategias para espacializar la violencia y hacerle el quite a ella y
como mecanismos de negociación, también a través de los discursos y estereotipos
sobre algunos habitantes del barrio. Así, cada habitante crea su propio mapa mental
del peligro y con él resignifica estratégicamente el territorio. Todas estas estrategias
son las que permiten afirmar que la construcción de orden social en las localidades
con altos índices de violencia, no solo depende de los actores armados, pues los
demás habitantes también encuentran sus propias lógicas de actuación alrededor de
la violencia; lo que supone una serie de relaciones mucho más amplias y complejas
que las planteadas desde una visión reduccionista de buenos-malos.
En estos días también tuvimos un problema grave, porque mi hijo se fue para la
casa de mi hermana, pero como ella no lo dejó entrar, él le golpeó la puerta y le tiró
piedras. Mi hermana me reclamó y yo tuve que llamar a la policía, y como ellos
ya saben dónde vive él, vinieron hasta aquí, se metieron a mi casa y lo golpearon,
Estos tipos de relación entre las autoridades policiales y El Barrio se encuentra mediada
por fenómenos más complejos, relacionados con la criminalización y discriminación
hacia los habitantes del Distrito de Aguablanca y que se puede notar, no sólo en las
relaciones e interacciones dentro del barrio, sino en las interacciones que sus habitantes
establecen fuera de él y en los que su condición de habitantes del Distrito de Aguablanca,
prevalece por encima de sus capacidades, generando formas explícitas de discriminación:
Una vez iba a entrar a trabajar a la empresa X; yo ya iba derecho porque iba
recomendado, y cuando me preguntaron dónde vivía, porque iba a trabajar
en una parte donde me relacionaba con modelos y personas de clase alta,
se echaron para atrás, no me volvieron a llamar. A la gente del Distrito la
bloqueaban. (Entrevista a Junior, comunicación personal, enero 14 de 2018)
179
Diana Vinasco-Martínez
Estas ideas sobre determinadas áreas geográficas tienen que ver con el contexto en el
que se han formado, pues como señala Vergara “territories are historical formations that
need to be understood with in the context in whicht hey are conceived, produced, lived,
re-produced, and unproduced.” (p. 27)8. A través de su análisis del departamento del
Chocó en Colombia, argumenta que los discursos histórico-hegemónicos creados sobre
determinados territorios y personas, se construyen a partir de narrativas de subdesarrollo,
marginalidad y barbarie, lo que termina convirtiéndolos en “territorios vaciados” y a
sus habitantes en “cuerpos vaciados”. Este vaciamiento anula al otro desconociendo su
historia, su lugar en la sociedad y sus capacidades, creando además una relación de
dominación, en la que el sujeto o territorio vaciado es representado de acuerdo con lo que
el dominador considera; representación que regularmente define estos espacios como
pobres, racialmente negros y atrasados en términos políticos, económicos y culturales.
Pulido, por su parte, argumenta que el racismo funciona como un proceso ideológico
que da forma y produce lugares racialmente devaluados. Al analizar el caso de la
ciudad de Flint en Estados Unidos y la contaminación a la que fue sometida el agua
8
“Los territorios son formaciones históricas que necesitan ser entendidos dentro del contexto en el que son
concebidos, producidos, vividos, re-producidos y no producidos”. Traducción por Diana Vinasco.
que consumían sus habitantes, afirma que este lugar fue considerado por el Estado
como desechable debido a la predominancia de habitantes pobres y negros. Aunque
Flint no sea un lugar habitado exclusivamente por afroamericanos y los blancos
también hayan sufrido las consecuencias de esta contaminación, la autora argumenta
que los blancos pobres que allí residen se ven obligados a vivir en circunstancias
similares a las de los residentes negros; pues los blancos que viven en un espacio
con mayoría de gente negra encuentran que su blancura es de utilidad limitada
para escapar de la devaluación asociada con la gente y los lugares negros pobres.
No se trata pues de que los territorios marginados estén habitados exclusivamente
por personas afrodescendientes, sino que este componente es el que prevalece a la
hora de crear discursos, aplicar políticas públicas y ejercer control sobre estas áreas.
Para el caso del Distrito de Aguablanca, este puede ser considerado también un
territorio vaciado, pues su lugar en la historia y en el desarrollo de la ciudad de Cali
ha sido anulado, convirtiéndolo en un lugar devaluado, lo cual justifica la represión
policial y el abandono por parte del Estado. Asimismo, ha sido representado por las
instituciones y la sociedad caleña a partir de discursos de pobreza, desplazamiento,
racismo y violencia, debido a la alta concentración de afrodescendientes –provenientes
principalmente de la costa pacífica por causa del conflicto armado–, que habitan este
espacio, pues tal como lo demuestra Barbary (2004) en su investigación: “A nivel
global en la ciudad de Cali, el proceso de concentración residencial de las poblaciones
parece seguir una jerarquía racial estricta asociando sistemáticamente los contextos
urbanos más pobres a mayor oscuridad en el tono de piel de la población” (p. 182).
Al ser estigmatizados los barrios del Distrito, sus habitantes son excluidos de
las oportunidades que ofrece la ciudad. Asimismo, estos espacios terminan
representando una utilidad, pues se les atribuyen los problemas urbanos de la ciudad,
librando al Estado de su papel como agente reproductor de violencia socio-espacial.
Este discurso ya era evidente desde la formulación de los primeros planes de desarrollo
de la ciudad, que adoptaron la idea de dos ciudades separadas por una autopista
afirmando que las problemáticas de la ciudad se concentraban en el oriente de la
ciudad y, por ello, la solución consistía en intervenir estas áreas, institucionalizando
con ello un lenguaje racista y criminalizador sobre el Distrito de Aguablanca, a través
de una división tajante ciudad legal-ciudad ilegal9.
9
El primer plan formulado fue el Plan General de Desarrollo de Cali (1969) y le siguió el Plan Integral de Desarrollo
de Cali (1980).
181
Diana Vinasco-Martínez
A esto se debe añadir el discurso sobre las drogas cuya criminalización termina
golpeando en mayor medida a los barrios populares, a pesar de que, como lo
demuestran algunos estudios, el mayor consumo de droga se ubica en barrios de
estrato medio y alto. El distrito termina siendo un proveedor de drogas para la ciudad
y recibiendo a cambio sus consecuencias de violencia, degradación juvenil y pobreza.
Esta conexión entre el distrito y el resto de la ciudad, a través de la comercialización
de drogas, es una más de las cuestiones que pone en evidencia la forma en que el
resto de la ciudad estigmatiza a los barrios populares, pero, a su vez, participa en la
reproducción de sus problemáticas, aunque negando su evidente responsabilidad.
CONCLUSIONES
183
Diana Vinasco-Martínez
de violencia, pues, aunque las cifras evidencian una disminución de los homicidios
en el barrio y los entrevistados aseguran que los homicidios y delincuencia común
han disminuido, esto obedece a una lógica perversa que aumenta otras formas de
victimización como la venta y consumo de droga, el poder criminal de actores
externos en el barrio y la incertidumbre y temor que generan los continuos
reacomodamientos del negocio del microtráfico. A esto se añade la victimización a la
que están sometidos los jóvenes, la mayoría menores de edad, contratados por estas
estructuras, induciéndolos al delito y la drogadicción, aprovechando su condición de
vulnerabilidad socioeconómica.
Esta forma de pacificación impuesta por los actores armados y aceptada por los
habitantes de El Barrio, como la única estrategia capaz de reducir la delincuencia,
sería entonces la nueva forma de orden social que se impone, como acuerdo
intersubjetivo que permite regular la vida cotidiana en medio de la violencia.
La forma de negociación de los habitantes con los actores armados es la aceptación
de estos nuevos repertorios y las estrategias para transitar El Barrio y establecer
relaciones sociales con mayor precaución, debido a la dificultad de reconocer quién
se encuentra reclutado por una estructura criminal externa al barrio, pero conserva
una fachada de legalidad ante sus vecinos.
Esto sugiere que entre los retos del postconflicto está la urgencia de entender las
nuevas lógicas de los grupos armados, pues el ‘nuevo’ actor de la violencia en las
ciudades es la estructura organizada del microtráfico, su capacidad de diversificación
y su composición jerárquica, así como su lógica de outsourcing criminal, factores que
hacen cada vez más difícil su desarticulación por parte de las autoridades estatales.
Esto implicaría incluir a los jóvenes pandilleros y a los actores locales como sujetos
legítimos, que también deben ser escuchados, pues como el último eslabón en la
cadena del microtráfico y la violencia, son el insumo más importante para las bandas
criminales a la hora de mantener su dominio en las ciudades.
Por último, es necesario tener en cuenta que uno de los principales factores
reproductores de estas lógicas de violencia y criminalidad, es la desigualdad
social que atraviesa Cali, pues las condiciones de vulnerabilidad social y falta de
oportunidades son un escenario propicio para el reclutamiento de jóvenes por parte
de estas estructuras criminales. A ello se añade la necesidad de analizar la violencia
en Cali desde un enfoque de racialización, pues como ciudad que concentra el
mayor número de afrodescendientes del país, sus dinámicas y problemáticas han
estado atravesadas por factores raciales como reproductores de exclusión, violencia
estructural y segregación urbana.
Las condiciones estructurales de pobreza, racismo y clasismo a las que ha sido sometida
la población del Distrito de Aguablanca, se han convertido en una oportunidad de
las bandas criminales para sus objetivos de vinculación de jóvenes y adolescentes
a sus estructuras. Por ello, es necesario avanzar en el análisis interseccional de la
violencia en Cali, pues se hace evidente que la relación entre los factores de raza,
clase y espacio urbano incrementa la vulnerabilidad de los habitantes de Cali y los
fenómenos de violencia.
185
Diana Vinasco-Martínez
Referencias bibliográficas
187
REPRESENTACIONES CONTABLES DE LA CULTURA
COMO TESTIGOS PARA SU CONSERVACIÓN
Sánchez-Vázquez, L.M. (2019). Representaciones LINA MARCELA SÁNCHEZ-VÁSQUEZ *
contables de la cultura como testigos para su
conservación. Revista Cultura y Droga, 24 (27),
Recibido: 7 de noviembre 2018
188-202. DOI: 10.17151/culdr.2019.24.27.9. Aprobado: 11 de diciembre de 2018
RESUMEN
**
PhD ©, Investigadora Asociada. Profesora de planta. Facultad de Contaduría Púbica, Universidad Autónoma
Latinoamericana UNAULA de Medellín, Colombia. E-mail: [email protected].
orcid.org/0000-0003-3911-8367. Google Scholar
ABSTRACT
INTRODUCCIÓN
189
Lina Marcela Sánchez-Vásquez
La cultura en lo contable
191
Lina Marcela Sánchez-Vásquez
193
Lina Marcela Sánchez-Vásquez
de interlocución entre campos del saber, como lo expresa León (2016), la lucha
por la práctica contable es una lucha por la representación social. Se trata de la
construcción de una historia en torno al origen sublime de la profesión contable,
de la necesidad de que ciertos eventos sucedieran, de lo importante que son los
agentes (o ciertos agentes) en el lugar de los eventos, y de lo importante que es
que el ejercicio contable como práctica sea lo que es. Un estudio detenido sobre el
sentido de lo que lo contable comunica, los intereses que prevalecen en su mensaje y
las formas como son representadas en los reportes, llevarán a resignificar el rol social
de la contabilidad.
195
Lina Marcela Sánchez-Vásquez
En las visiones expuestas por los autores citados, puede evidenciarse una intención de
construcción en el seno de lo contable de formas alternas y el potencial de desarrollo
que las interconexiones con lo cultural genera para devolver el sentido social de la
contabilidad como saber, superando la visión financiera tradicional, mejorando las
formas en que son identificadas y medidas las manifestaciones de cultura en su esfera
tangible e intangible, y entregando en este contexto una visión de conocimiento en
construcción con un propósito científico de ser un proyecto disciplinar de largo
aliento. Uno de los aspectos de necesaria consideración para esta misiva la constituye
el autoconocimiento de las realidades circundantes, el principal laboratorio para el
sentido social de la contabilidad cultural se encuentra en los escenarios próximos que
han generado dinámicas con su territorio local; para Martín (2014), la contabilidad
así considerada incorpora nuevas dimensiones en su naturaleza y aplicación,
permite la reflexión, comprensión e interpretación de las proposiciones científicas
de los aportes de las escuelas latinoamericanas y sus investigadores, buscando una
nueva síntesis constructora de un saber liberatorio que integra las dimensiones
sociales, instrumentales, temporales y axiológicas, aportando a la construcción de
calidad de vida.
197
Lina Marcela Sánchez-Vásquez
Por otra parte, existen esfuerzos desde lo investigativo para conectar las realidades
locales con lo expresado en las agendas de política pública, para ello, los grupos de
investigación, actores de la sociedad civil y los grupos representativos de la vida
cultural de los territorios generan alternativas informativas para dar cuenta y razón
sobre el inventario de bienes y manifestaciones culturales en sus espacios geográficos,
si bien esta intencionalidad es aún primaria, es un insumo importante para permitir
la información sobre la existencia de esta riqueza, aspecto que con posterioridad
permite su medición en tanto sea posible establecer las métricas apropiadas a las
condiciones de las realidades propias de los escenarios sociales.
Son cuatro los valores que determinan la excepcionalidad del PCC y son la base de su
postulación como patrimonio mundial: trabajo familiar, generacional e histórico para
la producción de un café de excelente calidad, en el marco de un desarrollo sostenible;
cultura cafetera para el mundo; capital social estratégico construido alrededor de una
institucionalidad; relación entre tradición y tecnología para garantizar la calidad y
sostenibilidad del producto.
199
Lina Marcela Sánchez-Vásquez
región. En lo referente a las características propias del paisaje cultural cafetero, los
rasgos distintivos y características incluidas en la declaratoria en razón a su clara
y explícita indicación dentro de la declaratoria se convierten en la brújula y banco
de sentido para la contabilidad en el departamento del Quindío, no como puerto
último sino como dirección en la cual desde su campo del conocimiento deberá
dar respuesta, solo a través de la construcción de nuevas y mejores formas de
identificación, medición, presentación y revelación de las realidades culturales será
posible cumplir la promesa de cuidadores del patrimonio cultural.
CONSIDERACIONES FINALES
Las posturas heterodoxas de lo contable son la cuna de las propuestas contables que
atienden preocupaciones sociales como el caso de lo cultural; es importante desarrollar
una visión innovadora de las formas en que se representan y valoran las dimensiones
asociadas a esta realidad, pretender dar respuesta desde las formas tradicionales
ha legado una respuesta insatisfactoria a las problemáticas concernientes al saber
contable lo que vuelve prioritario el desarrollo de metodologías que acerquen las
intenciones sociales a las visiones contables de la cultura.
Referencias
201
Lina Marcela Sánchez-Vásquez
203
Jesús David Suescún Arregocés. Magíster en Psicología Social Comunitaria,
Universidad del Magdalena, Colombia. E-mail: [email protected].
Google Scholar: https://scholar.google.es/citations?user=adL5SbEAAAAJ&hl=es
204
AUTORES
205
Lina Marcela Sánchez Vásquez. Master en Desarrollo sostenible y medio ambiente.
Universidad Autónoma Latinoamericana UNAULA. Medellín, Antioquia, Colombia.
Correo Electrónico: [email protected]. ORCID: 0000-0003-3911-8367.
Google Scholar: https://scholar.google.es/citations?user=UKy5pKYAAAAJ&hl=es
206
POLÍTICAS ÉTICAS DE LA REVISTA
Publicación y autoría
207
En el proceso de evaluación se exige el anonimato tanto de los autores como de los
evaluadores. De igual manera, esta evaluación será informada al autor del artículo
vía correo electrónico, con la finalidad de que realice los ajustes necesarios que
hayan solicitado los evaluadores. Ante la recepción del artículo con las correcciones
realizadas, la Revista verificará el acatamiento de las sugerencias de los evaluadores
y analizará las justificaciones de aquellas que no se hayan tenido en cuenta.
Una vez aprobada esta fase, el artículo será enviado de nuevo de ser necesario al autor
para realizar los ajustes a que hubiere lugar. El proceso de revisión y aceptación del
material entregado puede tardar en promedio cuatro meses, además su recepción no
implica la aprobación y publicación automática del mismo.
Política de autoría
208
Los juicios y opiniones expresados en los artículos y comunicaciones publicados
en la revista son del autor(es) y no necesariamente del Comité Editorial o de la
institución que los edita.
Derechos de publicación
Conflicto de intereses
La Revista espera que los autores declaren cualquier asociación comercial que pueda
suponer un conflicto de intereses en conexión con el artículo remitido.
209
parcial, lo que se dijo o incluyo con anterioridad en algún ejemplar de la misma, la
Universidad de Caldas establece la siguiente política.
Para los casos de retractación y retracción bajo los cuales se pretenda invalidar o
anular, de forma total o parcial, lo que se dijo o incluyó con anterioridad en algún
ejemplar de la Revista, así como retraerse o renunciar a una obra, articulo u opinión
consignada, el autor o tercero con intereses jurídicos demostrados que pretenda
hacer uso de esta política deberá enviar una comunicación escrita al Editor de la
Revista; en la cual, haciendo uso de su calidad de autor o enviando las pruebas sobre
su interés jurídico para la solicitud, según sea el caso, expondrá los argumentos y
aportará las pruebas necesarias para solicitar la retractación precisando el alcance
de la misma. Para los casos de retracción, el autor hará llegar la nota de retracción
que deba incluirse para ser sometida a consideración por parte del Editor y el
Comité Editorial.
210
Después de lo anterior, y una vez verificados los documentos enviados ―o después
de comprobar su calidad de autor para el caso de la retracción―, en un plazo no
mayor a 10 días hábiles, el Editor procederá a exponer el caso ante el Comité
Editorial; quienes deliberarán y decidirán por votación, bajo una mayoría simple
(la mitad más uno), sobre la solicitud; de ser aceptada, se tramitará en un plazo no
mayor a 30 días hábiles.
211
Para este procedimiento se debe tener en cuenta que, si solo una parte del artículo
contiene algún error, este se puede rectificar posteriormente por medio de una nota
editorial o una fe de erratas.
Para llevar a cabo este tipo de correcciones al material editorial, una vez se ha
determinado la ocurrencia del hecho y la forma de darle solución, la fe de erratas se
incluirá en una de las páginas iniciales del próximo ejemplar de la revista; siempre y
cuando, aún sea posible editorialmente; en caso contrario, se incluirá en la
siguiente edición.
212
Igual que para los eventos de retractación, en los casos de plagio o uso no autorizado
de contenidos ajenos o de terceros debidamente comprobados, el denunciante deberá
enviar una comunicación escrita al Editor en la cual expondrá los argumentos y
aportará las pruebas necesarias para su denuncia. Después de lo anterior, y una vez
verificados los documentos enviados, en un plazo no mayor a 10 días hábiles, el
Editor procederá a exponer el caso ante el Comité Editorial; quienes decidirán sobre
su real y efectiva ocurrencia; además lo pondrán en conocimiento de las autoridades
respectivas, o de los afectados, según sea el caso.
Siempre, sin excepción alguna, quien realice una evaluación o revisión de una obra
presentada a la Revista debe considerar esta como totalmente confidencial hasta su
publicación; por lo que no le será posible revelar ningún aspecto de su contenido o
sus opiniones personales durante todo el transcurso del proceso de revisión y hasta
terminada la publicación.
Es claro que, en ningún caso, es posible hacer público ni usar la información puesta
en consideración; así como detalles, argumentos o interpretaciones contenidos en el
213
texto objeto de revisión, ni para su propio beneficio o el de terceros. Únicamente en
casos especiales y debidamente justificados puede utilizar la asesoría de expertos en
la materia, circunstancia que ha de informar a la Revista.
Aspectos éticos
Cuando sea pertinente, se incluirá una explicación sobre los procedimientos seguidos
en la investigación a fin de garantizar el cumplimiento de los principios y normas
éticas de la Declaración de Helsinki de 1975 y posteriores revisiones.
Declaración de privacidad
Sistema DOI
Los artículos de la Revista se adhieren al sistema DOI, por medio del cual se establece
una infraestructura técnica y social para el registro y uso de identificadores para su
uso en las redes digitales.
214
NORMAS EDITORIALES
El autor que desee enviar artículos para consideración por parte del Comité Editorial
de la Revista deberá:
215
Artículos de revisión. Estos artículos presentan una investigación terminada
en la que se analizan, sistematizan e integran los resultados de investigaciones
publicadas o no sobre un campo en ciencia o tecnología con el fin de dar cuenta
de los avances y las tendencias de desarrollo en el campo que se analiza.
El escrito debe indicar el período que comprende el trabajo y ser exhaustivo
frente al objetivo planteado, este debe ser preciso e incluirse al inicio del
artículo, también debe reportar el número de trabajos considerados y las bases
de datos y fuentes consultadas.
3. El artículo debe estar en formato Word. De igual forma debe incluir: título del
artículo, autor o autores y dirección del contacto (correo electrónico y dirección
postal). Es indispensable indicar cuál autor se encargará de recibir y enviar la
correspondencia o de lo contrario se asumirá que el primer autor se hará cargo
de tal función. El texto debe estar digitado a espacio y medio, letra arial, tamaño
12. Al interior del artículo se deben especificar los datos centrales del autor o
autores, lo cual debe incluir: escolaridad máxima, la filiación institucional,
ciudad, Estado o departamento, país y el correo electrónico (institucional) y
ORCID (http://orcid.org/).
216
4. La remisión del artículo debe ir acompañada de la hoja de vida de cada uno de
los autores (ver formato en la Web) y de la carta de cesión de derechos firmada
por todos los autores (ver formato en la Web).
5. Escribir el artículo con una extensión máxima de 7000 palabras, el cual debe
ir precedido de un breve resumen analítico (objetivo, metodología, resultados
y conclusiones) del trabajo en castellano y en inglés que no sobrepase las 150
palabras. Inmediatamente después de este resumen deben ir de cuatro a seis
palabras clave para identificar las principales temáticas abordadas.
6. Redactar las críticas y reseñas de libros con una extensión máxima de 4000
palabras; la cual debe ir precedida de los nombres, apellidos y profesión de
quien realiza la crítica o reseña, así como de los elementos bibliográficos
completos (nombres y apellidos del autor, título completo del libro, número de
edición, ciudad de publicación, editorial, año de publicación).
8. Enviar los gráficos, mapas y fotografías en una resolución mínima de 266 dpi en
formato jpg o gif. Junto a los cuadros deben ir los anexos al artículo, indicando
el lugar donde se pondrán dentro del texto. Todos estos recursos se deben
enumerar consecutivamente en numeración arábiga e indicar con claridad la(s)
fuente(s) correspondiente(s). En las tablas se deben usar únicamente líneas
horizontales de acuerdo a las normas APA sexta edición.
10. Las notas al pie de página numeradas en orden consecutivo se utilizaran solo
para aclaraciones, comentarios, discusiones, envíos por parte del autor y deben
ir en su correspondiente página, con el fin de facilitar al lector el seguimiento
de la lectura del texto.
217
11. Las referencias bibliográficas se harán con base en las normas APA, sexta
edición. Recuerde que todas deben de llevar sangría francesa. Así:
Libro:
Apellido, Iniciales nombre del autor. (Año). Título del libro. Lugar de
publicación: Editorial.
Capítulo de libro:
Apellido, Iniciales nombre del autor. (Año). Título del capítulo. En Iniciales
nombre del editor o compilador. Apellido. (Ed.) o (Comp.). Título del libro
(pp. xx-xx). Lugar de publicación: Editorial.
Artículo revista:
Apellido, Iniciales nombre del autor. (Año). Título artículo. Nombre de la
revista, volumen (número), pp-pp.
218
Artículo con DOI:
Apellido, Iniciales nombre del autor. (Año). Título del artículo. Nombre de la
revista, volumen (número), pp-pp. doi: xx.xxxxxxx.
Artículo de periódico:
Apellido, Iniciales nombre del autor. (Fecha). Título artículo. Nombre del
periódico, pp-pp.
Online:
Apellido, Iniciales nombre del autor. (Fecha). Título del artículo. Recuperado
de (URL).
219
JOURNAL ETHICS POLICY
Publication and authorship
The Journal does not accept previously published material. Authors are responsible
for obtaining the appropriate permissions to partially reproduce material (text,
tables or figures) from other publications and for citing the source correctly.
The collaborations that appear here do not necessarily reflect the thinking of the
Journal. Collaborations are published under the authors’ responsibility.
If the author of an article wants to include it later in another publication, the journal
in which it is published shall clearly identify the data of the original publication,
previous permission requested to the journal editor.
For its part, the Journal reserves the printing and total or partial reproduction of the
material rights as well as the right to accept or reject the article. It also reserves the
right to make any editorial changes it deems appropriate. In this case, the author
will receive written recommendations from both the Editorial Committee and the
evaluators. If the author accepts the recommendations he/she will deliver the article
with the suggested adjustments within the dates fixed by the journal to guarantee
its publication.
220
Anonymity of both, the authors and evaluators, is required in the evaluation process.
Similarly, this evaluation will be reported to the author of the article via email in
order to make the necessary adjustments requested by the evaluators. Upon receipt
of the article with the corrections made, the Journal will verify compliance with the
suggestions of the evaluators and will analyze the justifications for those corrections
that have not been taken into account. Once approved this phase, the article will be
sent back to the author, and if necessary, the author will make adjustments as may be
appropriate. The review and acceptance process of the submitted material can take
an average of four months, and the article reception does not imply its approval and
automatic publication.
Authorship policy
The Journal receives articles only by a maximum of three authors Only those people
who have contributed intellectually to the development of the work must be included
In the list of signing authors. Having helped in data collection or having participated
in one of the techniques used are not by themselves, sufficient criteria for authorship.
In general, in order to be listed as an author, the following requirements must be met:
• Having participated in the design and implementation of the work that has
resulted in the article to be submitted.
• Having participated in the text writing and any revisions thereof.
• Having approved the version that will eventually be published.
The Journal accepts no responsibility for any possible disputes regarding the
authorship of the works published.
The Revista Cultura y Droga adheres to COPE COPE (Committee on Publication
Ethics http://publicationethics.org/files/u2/New_Code.pdf).
Transfer of Copyright
Along with the article, authors shall forward the “Declaration of Commitment by
the Authors” format respectively signed by each of the authors.
221
The judgments and opinions expressed in the articles and papers published in the
Journal are the author or authors’ judgments and opinions and not necessarily those
of the Editorial Committee.
Publication Rights
If the document is accepted for publication, copyright will be from Universidad
de Caldas. As mentioned, each article must be accompanied by the Declaration
of Commitment by authors in which it is specified that the article is unpublished
and indicates that copyrights are the exclusive property of the Journal, and other
aspects that are explicit in the document such as the article has not been submitted
simultaneously for publication elsewhere. Moreover, the author is responsible for
obtaining permission to reproduce any material protected by copyright and must
clearly specify which table, figure or text will be cited and full bibliographic
reference. The opinions, judgments and views expressed by the authors are their
own and do not reflect the opinion or policy of the Journal.
Conflict of Interest
The Journal expects authors to declare any commercial association that might pose a
conflict of interest in connection with the submitted article.
By the nature of the articles that can eventually be published in the Journal,
conflicting interests conditions may occur that can affect the impartiality in the
editorial conditions or against the authors. Therefore, each author has to make an
effort to identify them.
In this sense the authors should attach along with the article and the declaration
of commitment, a communication to the Journal stating clearly and concisely if
conflicts of interest exist, specifying each. This communication also has to specify
the source of funding carried out for research, as well as the declaration of any
commercial, financial or personal relationship that may affect the article or the
publishing institution.
222
Article Recantation Policy
The Revista Cultura y Droga is protected strictly by the guidelines given by COPE
concerning detraction causes for articles published in it. Facing this situation, legal
causes for retraction for publications will be:
For recantation and retraction under which it is intended to override or cancel totally
or partially what was said or included previously in any copy of the Journal, as well
as to retract or give up to a work, article or review recorded, the author or third
party with proven legal interests seeking to make use of this policy should send
a written communication to the Journal Editor in which, using his authorship or
sending evidence of their legal interest for the request, as appropriate, will present the
arguments and provide the evidence necessary to request the withdrawal specifying
223
the scope thereof. For cases of retraction, the author will deliver the retraction
note that must be included to be submitted for consideration by the Editor and the
Editorial Committee.
After this, and after verification of the documents submitted, or after checking the
author’s authorship for the case of retraction, within no more than 10 working days
the Editor shall expose the case to the Editorial Committee who consider and decide
by vote, under a simple majority (half plus one), on the request. If accepted, it will
be processed within no more than 30 working days.
There will not be any appeal against the decision. However, the applicant or another
person with a legitimate interest in the subject, may reapply for recantation or
retraction, as appropriate, and provide or improve the evidence presented earlier.
Any member of the Editorial Committee may request and process the procedure for
retraction. In the case of recantation, only the authors or rights holders may make
the request.
For duplication of texts, which is the ability to copy or reproduce in textual form
one or more times a content or literary work in a new medium (digital or any other
format), the Journal bases on the following general procedure: all editorial material,
with respect to which duplication has been requested or set, shall be headed by
a legend that clearly identifies duplicate quality and that sets a difference from
the original.
To carry out this type of reproduction, the applicant must fill out the internal
application form for duplication and send it by mail to the Journal (see format).
The format should be completed by the responsible for the procedure, even if it is the
Journal that determines its need.
224
Procedure for incorporating errata sheet
Errata sheet, for publications of the Journal, must be understood as the usual method
of editing and subsequent to all articles, by which all errors detected in a copy of the
Journal are corrected. For this procedure it should be taken into account that if only
part of the article contains an error, it can be subsequently rectified by means of an
editorial or an errata sheet.
In the event that an author or any third party, including the staff of the Journal, finds
a serious error in the publication, they must communicate it in writing in a precise
way to the Editorial Committee to amend it through the “errata sheet”.
To carry out this type of corrections to the editorial material, once the occurrence of
the event and how to resolve it has been determined, the errata sheet will be included
in one of the initial pages of the next issue of the Journal provided it is still possible
editorially. Otherwise, it will be included in the following edition.
For purposes of this policy, the originality must be considered from two perspectives:
first, as the certainty that the work comes from who claims to be its author; and
second, that it is new and different from other works created previously. The concept
of plagiarism also refers to the fact that the work or article distinguishes from copies,
counterfeits or unauthorized branches, or the unauthorized or non-suitable use of
fragments of another work.
Authors are responsible to ensure the originality of the articles provided to the
Journal, as well as the accuracy of the data and results included in them, stating
clearly and concisely so that the contents are original and have not been copied,
fabricated, distorted or manipulated.
The authors will refrain from sending to the Journal, texts that have been
simultaneously submitted to another journal. It is possible to publish content to
225
expand other contents published or under consideration, provided the text on which
it is based is properly cited.
It corresponds to the internal and external evaluators of the Journal to declare any
conflict of interest that arise in relation to works submitted for consideration.
The editorial team of the Journal will refrain from selecting evaluators whom they
have knowledge they are or may be affected by any of the situations mentioned.
It is clear that, in any case, it is possible to make public or use the information put
into consideration, or give details, arguments, or interpretations contained in the text
226
under review neither for the evaluator’s own benefit nor for third parties’ benefit.
Only in special and duly justified cases, the evaluator can use the advice of experts
in the field which has to be informed to the Journal.
Ethical aspects
Privacy statement
The Revista Cultura y Droga authorizes article and texts photocopying for academic
purposes or for internal purposes in the institutions with the appropriate citation of
the source. The names and e-mail addresses introduced in the journal will be used
exclusively for the purposes stated in it and will not be made available for any other
purpose or to any other person.
DOI system
The Journal articles adhere to the DOI system whereby technical and social
infrastructure for the registration and use of identifiers for use in digital networks
is established.
227
EDITORIAL GUIDELINES
The authors wishing to submit articles for consideration by the Editorial Committee
of the Journal should:
228
Review articles: These articles present completed research in which the
results of published or non-published research results on a field of science or
technology are analyzed, systematized and integrated in order to account for
the progress and development trends in the field being analyzed. The paper
should indicate the period covered by the work and must be exhaustive against
the stated objective, which must be precise and be included at the beginning of
the article. Also, the number of works considered and databases and sources
consulted must be reported.
3. The article must be in Word format. Similarly, it should include: article title,
author or authors, and contact address (email and postal address). It is essential
to indicate which author will be responsible to receive and send correspondence
or otherwise it will be assumed that the first author will take care of this function.
The text must be digitalized with 2.5 spacing, Arial font 12. The main data of
the author or authors must be specified inside the article, which should include:
highest education level, institutional affiliation, city, state or province, country
and email (institutional), and ORCID (http://orcid.org/).
229
4. The article reference must be accompanied by the CV resume of each of the
authors (see format on the Web) and the rights transfer letter signed by all
authors (see format on the Web).
5. The article must have maximum of 7000 words, and must be preceded by a
brief analytical abstract (objective, methodology, results and conclusions) of
the work, in both, Spanish and English not exceeding 150 words. Immediately
after this abstract, four to six keywords must be included to identify the main
issues under discussion.
6. Books critiques and reviews must be presented with a maximum of 4000 words
which must be preceded by the names and profession of the persons making the
critique or review, as well as the complete bibliographic elements (name of the
author, full book title, edition number, city of publication, publisher, and year
of publication).
9. Cite less than 40 words bibliographic sources, within the text as follows: (author,
year, page). Example: (Ronderos, 2014, p.30). Citations that have more than 40
words are written apart from the text, indented, without quotes and without
italics. At the end of the citation the period is placed before the data -remember
that in less than 40 words citations, the period is placed afterwards.
10. Footnotes numbered in consecutive order shall be used only for clarification,
comments, discussions, submissions by the author and must go on their
corresponding page in order to facilitate the reader to follow the reading of
the text.
230
11. Bibliographical references will be based on the APA standards, sixth edition.
Remember that all references must be done with French indentation as follows:
Book:
Last name, Author’s name initials. (Year). Title of the book. Publication place:
Publishing house.
Book Chapter:
Last name, Author’s name initials. (Year). Chapter Title. Initials of the editor or
Publisher name. Last name. (Ed) or (Comp), Title of the book (pp. xx-xx).
Place of Publication: Publising house.
Journal Article:
Last name, Author’s name initials. (Year). Article Title. Name of Journal,
volume (number), pp-pp.
231
Artículo with DOI:
Last name, Author’s name initials. (Year). Article title. Name of Journal,
volume (number), pp-pp. doi: xx.xxxxxxx.
Newspaper Article:
Last name, Author’s name initials (Year). Article title. Name of Newspaper
pp-pp.
Online:
Last name, Author’s name initials (Year). Title of Article. Taken from (URL).
232
FORMATO DE SUSCRIPCIÓN
Nombre / Name
Dirección / Address
Ciudad / City
País / Country
Profesión / Profession
Institución / Employer
Mayores informes:
Vicerrectoría de Investigaciones y Postgrados
Universidad de Caldas. Calle 65 N° 26 - 10
A.A. 275 Manizales - Colombia
Tel: 8781500 ext. 11222
Fax: 8781500 ext. 11622
E-mail: [email protected]
[email protected]