De Todo
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Caribe
REVISTA HISTORIA CARIBE
ISSN 0122-8803
Depósito Legal 3121 Ministerio de Cultura
Volumen XI N° 28. Enero-Junio de 2016
Editor: Dr. Luis Alarcón Meneses Director: Dr. Jorge Conde Calderón
Editor invitado: Dr. Gilberto Loaiza Cano
Fundadores: Nacianceno Acosta, José Ramón Llanos, César Mendoza Ramos, Jorge Conde Calde-
rón, Luis Alarcón Meneses (1995)
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Contenido
Editorial 9
Artículos
Dossier: Sociabilidad y cultura política 13
Presentación
Isidro Vanegas Useche. El vínculo social en Nueva Granada 1780- 17
1816
Mónica García Salgado y Janet Reinaldo Delgado. Movimiento
asociativo en Santiago de Cuba: un acercamiento a sus orígenes y evo- 51
lución durante el siglo XIX
Alfonso Rubio Hernández. La calle, el café y el prostíbulo. Espacios
de sociabilidad en la obra de Pedro Herreros (1890-1937), un poeta 77
español emigrante en Buenos Aires
Ramiro José Santana Caraballo. Protestas sociales, cultura política
y debates de los trabajadores del transporte en Cartagena (Colombia), 109
durante la República Liberal (1930-1945)
Álvaro Acevedo Tarazona. Ideología revolucionaría y sociabilidad
política en los grupos universitarios maoístas de los años 60 y 70 en 149
Colombia
Gilberto Loaiza Cano. Temporalidad, sociabilidad y democracia
(Colombia y su siglo XIX) 177
Tema abierto
Nelson Eduardo Rodríguez Hernández. La amenaza cuna: po-
lítica de indios del gobernador Andrés Ariza en el Darién durante su 211
primera década de gobierno en el siglo XVIII
Hugues Rafael Sánchez Mejía. Haciendas de trapiche, hatos, hati-
llos y “rozas”: el mundo rural en la Gobernación de Santa Marta (1700- 241
1810)
Reseñas 275
Normas para autores 285
HISTORIA CARIBE 28 Vol. XI N° 28 - 2016-1
Content
Editorial 9
Articles
Dossier: Sociability and culture politcs 13
Presentation
Isidro Vanegas Useche. The social bond in Nueva Granada 1780-
1816 17
Mónica García Salgado y Janet Reinaldo Delgado. Associations
in Santiago de Cuba: an approach to its origins and evolution during 51
the nineteenth century
Alfonso Rubio Hernández. The street, coffee and brothel. Spaces
of sociability in the work of Pedro Herreros (1890-1937), an immigrant 77
Spanish poet in Buenos Aires
Ramiro José Santana Caraballo. Social unrest, political culture
and debates of transport workers in Cartagena (Colombia), during the 109
Liberal Republic (1930-1945)
Álvaro Acevedo Tarazona. Revolutionary ideology and sociability
policy in university maoists groups from the 60’s and 70’s in Colombia 149
Gilberto Loaiza Cano. Temporality, sociability and democracy
(Colombia and its 19th century) 177
Open topic
Nelson Eduardo Rodríguez Hernández. The threat Cuna: Indian
policy Governor Andres Ariza in Darien during its first decade of 211
government in the eighteenth century
Hugues Rafael Sánchez Mejía. Trapiche farms, ranches, little ranches
and slash-and-burn farming: the rural world in the Government of 241
Santa Marta (1700-1810)
Reviews 275
Submission Guidelines 285
HISTORIA CARIBE 28 Vol. XI N° 28 - 2016-1
Conteúdo
Editorial 9
Artigos
Dossiê: Sociabilidade e cultura política 13
Apresentação
Isidro Vanegas Useche. O vínculo social em Nova Granada 1780-
1816 17
Mónica García Salgado y Janet Reinaldo Delgado. Movimento
associativo em Santiago de Cuba: Uma aproximação a sua origem e 51
evolução durante o século XIX
Alfonso Rubio Hernández. A rua, o café e o bordel. Espaços
da sociabilidade na obra de Pedro Herreros (1890-1937), um poeta 77
espanhol imigrante em Buenos Aires
Ramiro José Santana Caraballo. Social unrest, political culture
and debates of transport workers in Cartagena (Colombia), during the 109
Liberal Republic (1930-1945)
Álvaro Acevedo Tarazona. Ideologia revolucionária e sociabilidade
política em grupos universitários maoístas dos anos 60 e 70 na Colômbia 149
Gilberto Loaiza Cano. Temporalidade, sociabilidade e democracia
(Colômbia e o século XIX) 177
Questão em aberto
Nelson Eduardo Rodríguez Hernández. A ameaça cuna: Política
dos índios do governador Andrés Ariza no Darién durante a primeira 211
década de governo no século XVIII
Hugues Rafael Sánchez Mejía. Fazendas de trapiche, manadas,
trouxas e “rozas”: O mundo rural na secretaria de governo de Santa 241
Marta (1700-1810)
Resenhas 275
Regras e instruções para autores 285
HISTORIA CARIBE 28 Vol. XI N° 28 - 2016-1
DOI: http://dx.doi.org/10.15648/hc.28.2016.0
Pero para que este tipo de conductas no se vuelva un virus que ponga
Historia Caribe - Volumen XI N° 28 - Enero-Junio 2016 pp 9-10
en riesgo la seriedad de las publicaciones científicas, se requiere seguir
contando con una comunidad académica crítica que desde su rol de pares
contribuya de manera efectiva al proceso de arbitraje y evaluación de los
artículos, lo cual en la práctica garantiza su calidad científica. Sin la dedica-
ción y compromiso de los árbitros sería imposible darle sostenibilidad a las
revistas científicas; a ellos nuestra gratitud y reconocimiento.
Este dossier, integrado por seis trabajos, es complementado por dos artí-
culos de tema libre, conformando así un número compuesto por ocho
trabajos que seguramente serán leídos críticamente por nuestros lectores,
a quienes ya no se les puede pretender ‘echar el mismo cuento’ a blanco y
negro, pues hoy más que nunca las tonalidades de colores y la diversidad
de los procesos históricos afloran ante el nuevo tipo de preguntas que se
están planteando los estudiosos de la historia.
10
Sociabilidad:
objeto historiográfico
Sin embargo, no es así del todo. Primero, a pesar de las pocas definiciones
esclarecedoras de lo que puede quedar contenido en el término sociabili-
dad, no se trata de un invento caprichoso de algunos especialistas. Se trata,
mejor, de una manera de comprender a los individuos y sus relaciones
puestas en evidencia en la vida pública. El individuo y sus relaciones es
un principio de comprensión de una aptitud humana, su sociabilidad; eso
ayudó a entenderlo Norbert Elias en varias de sus investigaciones socioge-
néticas. Ahora bien, los estudios de casos concretos que hicieron célebre
al historiador Maurice Agulhon mostraron que la sociabilidad es un fenó-
meno abigarrado que, grosso modo, puede descomponerse en aquella so-
ciabilidad basada en las relaciones no elegidas por los mismos individuos,
provenientes de sus vínculos de parentesco, por ejemplo; una sociabilidad
de relación que, además, puede estar determinada por la esfera pública, ya
sea por el predominio de relaciones autoritarias, fuertemente jerárquicas
en las que los sujetos muestran escasa capacidad de elección; ya sea por la
existencia de un régimen de libertades civiles que les otorga un universo
de relaciones mucho más móvil.
Ahora bien, los estudios sobre formas de sociabilidad poseen otros ma-
tices decisivos. Por ejemplo, la sociabilidad asociativa marcada por inven-
14 tarios más o menos evidentes de asociaciones formales, es relativamente
fácil de detectar. Los listados pueden seguirse con cierta facilidad en la
prensa, en registros de una gaceta oficial, en actas de un ministerio encar-
Los ensayos aquí reunidos muestran las múltiples perspectivas que pueden
funcionar alrededor de la sociabilidad como categoría de análisis en mu-
chas formas de investigación historiográfica. Evidencia las posibilidades
y la necesidad de un objeto que, en otras partes, ha sido medular en la
comprensión de los procesos de cambio social y, quizás más, en la com-
prensión de la índole de determinadas comunidades humanas. Unas socie-
dades han tenido lazos de unión más sólidos que otras; unas sociedades
han tenido una vida asociativa más densa que otras; unas sociedades han 15
vivido etapas de déficit asociativo que pueden ayudar a explicar estados de
anomia o de cercenamiento de libertades civiles.
DOI: http://dx.doi.org/10.15648/hc.28.2016.1
16
DOI: http://dx.doi.org/10.15648/hc.28.2016.2
* Este artículo forma parte del proyecto: “Historia de Boyacá siglo XIX. Primera etapa” financiado
por Dirección de Investigaciones de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (Colom-
bia). 17
Esta publicación está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0
Resumen
El vínculo social es una noción que remite tanto a la experiencia que los hombres cons-
truyen de su coexistencia como a la representación que se hacen de ella. Este artículo
muestra cómo la Revolución Neogranadina de la década de 1810 constituyó un punto
de ruptura del vínculo social tejido por los habitantes del Nuevo Reino de Granada. En
el orden monárquico, este se había caracterizado por estar fundado en una desigual-
dad jerárquica; por estar investido fuertemente de sacralidad, sujeto al imperativo de la
incorporación, y preceder al individuo; rasgos todos que encontraban su síntesis en la
figura del monarca. Con la revolución, emerge un nuevo tipo de vínculo social cuyos
atributos centrales consisten en su fundamentación en el principio de la igualdad, su ca-
rácter mundano, la necesidad que tiene del consentimiento, así como su obligatoriedad.
Abstract
The social bond is a concept that refers both to the experience men build from their
coexistence as the representation they make of it. This article shows how the Neogra-
nadina Revolution of the 1810s was a breaking point of the social bond planned by the
inhabitants of the Nueva Granada Kingdom. In the monarchy system, characterized by
a hierarchical inequality and a strong sense of sacredness, subject to the imperative of
incorporation, and preceding the individual; all traits that based their synthesis in the
monarch’s figure. With the revolution, a new type of social bond emerges, whose core
attributes consist of its foundation on the principle of equality, their worldly character,
the need for consent, as well as its obligation.
18 Resumo
O vínculo social é uma noção que remite tanto à experiência que os homens constro-
em da sua coexistência quanto à representação que eles fazem dela. Este artigo mostra
Résumé
Le lien social est une notion qui renvoie tant à l’expérience que les hommes construisent
de leur coexistence qu’à la représentation qu’ils s’en font. Cet article montre comment la
Révolution Néo-grenadine de la décennie de 1810 constitua un point de rupture du lien
social tissé par les habitants du Royaume de la Nouvelle Grenade. Dans l’ordre monar-
chique, celui-ci s’était caractérisé par son fondement sur l’inégalité hiérarchique ; par son
fort penchant vers la sacralité, assujetti à l’impératif de l’incorporation, et par précéder
à l’individu ; des traits qui rencontraient tous leur synthèse dans la figure du monarque.
Dans la révolution, on assiste à l’émergence d’un nouveau type de lien social dont les
attributs principaux consistent en son fondement sur le principe d’égalité, son caractère
mondain, son besoin de consentement, ainsi que son caractère obligatoire.
Las revoluciones conllevan un cambio sustancial del vínculo social, esto es,
una mudanza en la experiencia que los hombres hacen de su coexistencia y
en el desciframiento que elaboran de ella. En 1792 Henry Bancal escribió
que la Revolución Francesa había roto las cadenas que ataban al pueblo
19
pero al costo de sumirlo en un estado anti-natural, pues la consumación
de esa ruptura había precisado la destrucción del “vínculo social” y había
1 Henry Bancal, Du nouvel ordre social (París: Imprimerie du Cercle Social, 1792), 7. En 1829 Lamen-
nais escribió que el rasgo distintivo de su época consistía en “la abolición absoluta de todo vínculo
social”, tarea que había adelantado triunfalmente la Revolución Francesa, o la teoría filosófica mo-
20 derna, que venían a ser lo mismo. Félicité Robert de Lamennais, Des progrès de la Révolution et de
la guerre contre l’Église (Lovaina: Vanlinthout et Vandenzande, 1829), 5.
2 Véase al respecto Isidro Vanegas, “Los inicios del régimen democrático en la Nueva Granada: la
noción y sus dilemas (1790-1830)”, Historia Crítica No. 58 (2015): 57-75.
6 José Manuel Pérez, Causas célebres a los precursores, T. I (Bogotá: Imprenta Nacional, 1939), 517-
519.
7 Guillermo Hernández, Documentos para la historia de la educación, T. VII (Bogotá: Patronato Co-
22 lombiano de Artes y Ciencias, 1986), 27-28, 36. Véase también Felipe Salgar, Plan de creación de una
escuela pública de primeras letras en Girón, 1789, en AGN, Colonia, Colegios, t. 2, f. 949-950.
8 Véase Manuel del Socorro Rodríguez, “Sigue el Apéndice sobre el Ensayo de la política”, Papel Pe-
riódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá, No. 246, 27 de mayo de 1796.
9 Rafael Gómez Hoyos, “Un ensayo manuscrito de 1800”, Boletín de Historia y Antigüedades Vol.
XLIX Nos. 567, 568, 569, (1962): 86.
10 Ubi nullus ordo es una expresión de Job harto conocida. La usa, entre muchos otros escritores, Bernard 23
Lamy, en Entretenimiento sobre las ciencias, T. I (Madrid: Oficina de Benito García, 1800), 151.
11 Manuel del Socorro Rodríguez, “Sigue el rasgo apologético de la Legislación de Neméquene”, Papel
Periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá, No. 122, 27 de diciembre de 1793.
16 Consulta de Doña Ángela Isidra del Campo a Don Felipe de Vergara, y su respuesta sobre ¿si en San-
tafé de Bogotá será, o no lícito cenar la Noche buena, y cenar buñuelos y pescado? (Bogotá: Instituto
Caro y Cuervo, 1993); Manuel del Socorro Rodríguez, sin título y “Continuación al No. 25”, Papel
Periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá, Nos. 22, 26, 8 de julio y 5 de agosto de 1791.
17 José Celestino Mutis, 1801, en Apolinar Federico Gredilla, Biografía de José Celestino Mutis con
la relación de viaje y estudios practicados en el Nuevo Reino de Granada (Madrid: Establecimiento
Tipográfico de Fortanet, 1911), 50, 51, 58; Manuel del Socorro Rodríguez, “Sigue la materia del nú-
mero anterior”, Papel Periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá, No. 169, 5 de diciembre de 1794.
18 Discurso acerca del Derecho Público ofrecido en un acto literario llevado a cabo en el Colegio de San
Bartolomé, en Archivo Histórico Javeriano (AHJ), Fondo Camilo Torres, carpeta 79, f. 5v. 25
19 “Edicto para manifestar al público el indulto general, concedido por nuestro Católico Monarca el
Sr. D. Carlos III a todos los comprendidos en las revoluciones acaecidas en el año pasado de mil
setecientos ochenta y uno” (Santafé de Bogotá: s.e., 1782), XIV-XV.
20 “Fin de la disertación”, Papel Periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá, No. 164, 31 de octubre
de 1794.
26 21 Joaquín Lorenzo Villanueva, Catecismo del estado según los principios de la religión (Madrid: Im-
prenta Real, 1793), X-XIII.
22 Manuel del Socorro Rodríguez, “Advertencia”, Papel Periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá
No. 33, 23 de septiembre de 1791.
a la especie. Para permanecer fieles a los designios de Dios. De ahí que las
eventuales pretensiones de separarse de la familia, la Iglesia o la nación,
sean delirantes y condenen de antemano a quien las sostiene a la pérdida
de lo más valioso que tiene un ser humano, que es su honor, sus virtudes,
su alma. Mostrar esa pretensión sería contrariar todos los cánones de la
existencia social, separarse de la sociedad y vagar en las penumbras de un
desierto metafísico. La articulación sin fisuras de los hombres en el cuerpo
social, ese es el canon de normalidad, mientras que el deseo de indepen-
dencia es considerada una absoluta anomalía, llegando a ser asociada por
algún cura a los designios de Satanás23.
“Fingid un hombre aislado sin conexiones, sin dependencia, sin trato, sin
23 Antonio Julián, Monarquía del diablo en la gentilidad del Nuevo Mundo americano (Bogotá: Institu-
to Caro y Cuervo, 1994), 183; Nicolás Moya, “Pieza remitida al autor del periódico”, Papel Periódico
de la Ciudad de Santafé de Bogotá No. 239, 8 de abril de 1796; Memorial de Salvador Plata, 1782c,
en Manuel Lucena, El memorial de Don Salvador Plata (Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura
Hispánica, 1982), 94-95, 103, 200.
24 Representación de Manuel del Socorro Rodríguez al Secretario de Gracia y Justicia, abril de 1793, en
Archivo General de Indias (AGI), Estado, 53, No. 84-H, s.f.; Joaquín Lorenzo Villanueva, Catecismo
del estado, 85; Manuel del Socorro Rodríguez, “Plan elemental del buen gusto en todo género de
materias”, 1800c, Biblioteca Nacional, RM 435, pza. 11, f. 93r. 27
25 “Retrato histórico de Luis XVI. Sobre el trono”, Papel Periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá,
No. 138, 18 de abril de 1794; “Carta pastoral del Ilmo. y Rmo. Señor D. Fr. Adeodato Turchi del
orden de capuchinos (Valencia: impreso por Martín Antonio Peris, 1790), 6-7.
auxilios, sin objetos, sin fines, y concluiréis la verdad, de que sería el animal
más desgraciado e infeliz”, escribieron en un periódico de la capital virrei-
nal26. Pretender la independencia sería querer persistir en la falta primige-
nia del hombre, pues el pecado de Adán consistió justamente en su amor
a la independencia27. Tal vez por narrar la vida de un hombre solitario, un
hombre en una situación tan ajena a las disposiciones de Dios, el libro de
Daniel Defoe que relata las aventuras de Robinson Crusoe fue considera-
do peligroso y por lo tanto prohibido en toda la monarquía española28. De
ahí que si algunos publicistas llegan a aceptar la existencia de unos “dere-
chos de los hombres”, estos sean esencialmente distintos a los que asocian
a la Revolución Francesa. En primer lugar porque la noción de derechos
no les habla de una potestad de los individuos para reclamar algo que les
pertenezca por su mera condición humana. En segundo lugar, porque ad-
miten no los derechos de un tipo de hombre independiente sino de hom-
bres reunidos, juntados por unos deberes y una autoridad irrecusables29.
Antes del pecado original, escribió hacia 1789 el cura Joaquín de Finestrad,
los hombres estuvieron cobijados por la gracia de nacer y permanecer li-
bres e iguales, redimidos, además, de todas las pasiones que les provocan la
infelicidad. A raíz de la desgraciada acción del padre Adán, los hombres se
corrompieron, olvidaron el interés común, vieron multiplicarse sus pasio-
nes, sus intereses y sus guerras, situación que los llevó a querer congregarse
en sociedad y hacer que la seguridad dependiera de sus enlaces mutuos. Y
efectivamente, los hombres instituyeron la comunidad política y con ella la
legislación, y así restablecieron sus derechos naturales y el mundo se tornó
feliz y armonioso, afirma Finestrad. En este punto habría comenzado la
verdadera historia de la humanidad, pues “sucedió la subordinación a la in-
dependencia, el orden a la confusión, a las violencias la justicia y la pública
tranquilidad a las inquietudes”30. Pero el tipo de vínculo social que habrían
establecido los hombres en aquel momento en que trataban de superar el
caos post-edénico, no habría sido el fruto de una escogencia que les hubie-
ra permitido poner en marcha cualquier tipo de experiencia humana. En
aquel instante primigenio en que reformaban el vínculo social buscando
instaurar las condiciones para el desarrollo de una vida virtuosa, los hom-
bres optaron por la única forma buena de orden: aquel orden hecho a la
imagen de un solo hombre hipereminente, dotado de una autoridad fun-
dada y ratificada por Dios. Esa decisión, pues, no nació de una voluntad
que pudiera considerarse propiamente libre, pues anhelando coincidir con
los designios divinos, los hombres estaban obligados de antemano a seguir
unos cánones de singular fuerza31. El orden social inspirado en la figura del
príncipe católico era por lo tanto un destino y no una escogencia. Desde
el punto de vista de los publicistas del poder monárquico absoluto, no es
que el régimen monárquico logre hacer retornar al hombre al estado bien-
aventurado de que había gozado en el paraíso, pero sí cumple la función
de aproximarlo en cuanto limita la acción disolvente de los vicios que le
impiden recibir la gracia divina. La monarquía se erige en garante de que
el hombre pueda acceder a la ciudad de Dios, pues se ocupa de no dejarlo
pecar y da toda la amplitud posible a la verdad católica para que tome po-
sesión de criaturas que de otro modo se despeñarían en el pecado.
29
30 Joaquín de Finestrad, El vasallo instruido (Bogotá: Universidad Nacional, 2000), 331-332, 380.
31 Joaquín de Finestrad, El vasallo instruido, 201, 307, 308, 312-314.
30 32 Joaquín de Finestrad, El vasallo instruido, 255. Una alusión similar en Manuel del Socorro Rodríguez,
sin título, Papel Periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá, No. 22, 8 de julio de 1791.
33 Manuel del Socorro Rodríguez, “La república feliz, fundada sobre los principios de la verdadera
filosofía. Discurso dirigido a todos los hijos de la Ciudad de Santafé, por uno de sus más ingenuos y
amantes Compatriotas”, 1794, en AHJ, Fondo Camilo Torres, carpeta 89, f. 2-19. La Real Audiencia
aludió en 1795 a los “verdaderos derechos del hombre”, los cuales ven supeditados a unas “sagradas
obligaciones de los hombres para con la Religión, con el Rey, con la Patria, con la Sociedad” (José
Manuel Pérez, Causas célebres, 88-89).
34 Quizá hubo grandes semejanzas en la concepción del rey en la sociedad neogranadina y en la so-
ciedad metropolitana. Esto lo sugiere la lectura del libro de María Pilar Monteagudo, La Monarquía
ideal. Imágenes de la realeza en la Valencia moderna (Valencia: Universitat de València, 1995).
35 Nicolás Moya, “Sigue la materia del n° anterior”, Papel Periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá, 31
No. 190, 1 de mayo de 1795.
36 Juan Friede, Rebelión comunera de 1781. Documentos, T. II (Bogotá: Instituto Colombiano de Cul-
tura, 1982), 893.
que la redención del reino, operada a partir del 20 de julio de este año,
había podido verificarse porque ella había radicado en el principio de la
“anarquía”, es decir, en la “justa reasumisión que una sociedad hace de
sus derechos que otra sociedad le tenía usurpados, y a quien oprimía en
nombre de la Divinidad”. El joven cucuteño comparó esa anarquía con
la “santa igualdad”, la cual constituía el fundamento de la felicidad de los
pueblos. Por otro lado, un año después el gobierno de la Provincia de An-
tioquia utilizó la expresión “perfecta anarquía” para significar que los “vín-
culos sociales” habían quedado rotos luego que el 20 de julio en la capital
virreinal los “sátrapas” habían sido despojados del “trono de la tiranía”37.
Esa anarquía que revelaba la completa ruina de los lazos sociales y abría la
posibilidad a la felicidad podía, sin embargo, generar simplemente el caos.
Lo expresó gráficamente un periódico a mediados de 1813 cuando alertó
que sin la virtud, la instrucción y el patriotismo, la tan exaltada búsqueda
de la libertad no llegaría sino a un “grosero y brutal libertinaje, digno de
compararse con aquel horrible nullus ordo del infierno”38.
43 José Antonio de Torres y Peña, “Memorias sobre la revolución y sucesos de Santafé de Bogotá”, en
Memorias del Presbítero José Antonio de Torres y Peña (Bogotá: Editorial Kelly, 1960), 122; Oswal-
do Díaz, Copiador de órdenes del Regimiento de Milicias de Infantería de Santafé (1810-1814),
(Bogotá: Fuerzas Armadas, 1963), 231-232.
44 “Un extranjero domiciliado en la N G a los Colegios Electorales y Constituyentes sobre la duración
de los empleos”, Argos de la Nueva Granada, No. 73, Santafé de Bogotá, 14 de mayo de 1815.
45 Bases fundamentales de la Constitución del Socorro, agosto 1810, en AHJMR, fondo I, Vol. 4, f. 66r.
46 Relación de las Providencias que se han dado por el MIC de Cartagena de Indias (Cartagena: Impren-
34 ta del Real Consulado, 1810), 26.
47 Constitución de la República de Tunja (Santafé de Bogotá: Imprenta de D. Bruno Espinosa, 1811),
5, 48-49; “Continúa la prevención contra los esfuerzos de los Realistas”, Gazeta Ministerial de Cun-
dinamarca, No. 188, Santafé de Bogotá, 1 de septiembre de 1814.
35
48 Proclama de la Junta de Santafé, en AHJMR, fondo I, Vol. 4, f. 74r. En enero de 1811 la Junta de Pore
juró adhesión a la Junta de Tunja “ante el Supremo Ser y los hombres” (AHJMR, fondo I, Vol. 4,
f. 442r).
49 Véase: “Contestación de los editores a la carta tercera del Sr. P.”, El Argos Americano, No. 37, Carta-
gena, 10 de junio de 1811; “Oficio circular de los Representantes nombrados para el Congreso gene-
ral por las provincias libres del Reino dirigido a sus respectivos gobiernos”, El Argos Americano, No.
54, Cartagena, 30 de septiembre de 1811; “Cartagena de Indias”, El Español, No. XXVI, Londres, 30
de junio de 1812, 145; Constitución del Estado de Cartagena de Indias sancionada en 14 de junio del
año de 1812 (Cartagena: Imprenta del Ciudadano Diego Espinosa, 1812), 5; “Continuación del núm.
6 del Observador Colombiano”, Gazeta Ministerial de Cundinamarca, No. 153, Santafé de Bogotá,
20 de enero de 1814.
50 Carta de un payanés anónimo, septiembre de 1810, en AGI, Estado, 57, No. 29, 1, sin foliación.
51 Cabildo de Antioquia, diciembre de 1814, en AHJMR, fondo I, Vol. 7, f. 468v-469r; Constitución
provisional de Antioquia, revisada en Convención de 1815 (Medellín: Imprenta del Gobierno, 1815),
8.
36 52 Miguel de Pombo, Constitución de los Estados Unidos de América (Santafé de Bogotá: Imprenta Pa-
triótica, 1811), XLI; Francisco Florido, Sermón que en la fiesta de Santa Librada hecha en obsequio
del Excmo. Señor Presidente Don Antonio Nariño por el Ilustre Cabildo de la Villa de Bogotá, pro-
nunció el P. L. Francisco Florido de la Orden de San Francisco (Santafé de Bogotá: Imprenta de D.
Bruno Espinosa, 1812), 12; Actas del Serenísimo Colegio Constituyente y Electoral de la Provincia 37
de Cundinamarca. Congregado en su capital la ciudad de Santafé de Bogotá para formar y establecer
su Constitución (Santafé de Bogotá: Imprenta Real, 1811), 51-52.
53 Constitución del Estado de Cartagena, 24.
La impronta del ideal mundano sobre el vínculo social constituye una hu-
manización del mundo, en el sentido que la divinidad tiende a ser retirada
de la escena para dejar en primer plano a los hombres, con sus ideales, sus
necesidades, sus defectos. La Revolución Neogranadina llevó a la sociedad
a organizarse bajo el supuesto de que ella estaba originada en la acción de
los hombres y destinada ante todo a servir a su perfeccionamiento.
54 “La Suprema Junta en su Cuerpo Ejecutivo”, Diario Político de Santafé de Bogotá, No. 25, Santafé
de Bogotá, 20 de noviembre de 1810; “Acuerdo del Supremo Poder Ejecutivo”, Gazeta Ministerial
de Cundinamarca, No. 141, Santafé de Bogotá, 11 de noviembre de 1813.
55 José Antonio Torres y Peña, Viva Jesús. La voz de la religión, contra el papel sacrílego, que con agra-
38 vio de lo más sagrado se titula falsamente: la voz de la verdad (Santafé de Bogotá: Imprenta de Jesús,
1813), 6-9.
56 El Buen Patriota, “Observaciones que dirige un amigo a otro que le pregunta sobre la actual situa-
ción del Reyno en agosto de 1810”, Biblioteca Nacional, Fondo Pineda 184, pza. 8.
59 Ramón de la Infiesta Valdés, “Ramón de Infiesta habla”, Biblioteca Nacional, VFDU1-445, pza. 947.
60 En este punto los revolucionarios sin duda encontraron inspiración en Thomas Paine, quien se ocu-
pa detallada y repetidamente de recusar a los gobiernos “por sucesión hereditaria”. Estos se oponen,
para él, a los gobiernos “por elección y representación”, que entrañan todas las virtudes. Ver Thomas
Paine, La Independencia de la Costa Firme justificada por Thomas Paine treinta años ha (Filadelfia:
Imprenta de T. y J. Palmer, 1811), 18-66.
61 “Constitución del Estado libre de Neiva revisada en el año de 1815”, AGN, Archivo Academia Co-
lombiana de Historia, Colección Camilo Torres, rollo 1, f. 485; AGN, Sección Archivo Anexo, Fondo
40 Gobierno, t. 19, f. 952r. Véase también Juan Fernández de Sotomayor, Sermón que en la solemne
festividad del 20 de Julio, aniversario de la libertad de la Nueva Granada predicó en la Santa Iglesia
Metropolitana de Santafé el Ciudadano Dr. Juan Fernández de Sotomayor (Santafé de Bogotá: Im-
prenta del Ciudadano Bruno Espinosa, 1815), 27-28.
62 “Bando en que se publicó la Constitución, o leyes fundamentales que deben gobernar en el Estado
de Cundinamarca”, Semanario Ministerial del Gobierno de la Capital de Santafé en el Nuevo Reyno
de Granada, No. 15, 23 de mayo de 1811. Una idea similar fue planteada por el editor del periódico
Estrella del Occidente en “Antioquia”, Gazeta Ministerial de Cundinamarca, No. 221, Santafé de
Bogotá, 4 de mayo de 1815.
63 Camilo Torres, “Continúa la contestación al Reverendo Obispo de Cuenca”, Diario Político de San-
tafé de Bogotá, No. 30, 7 de diciembre de 1810. 41
64 “Cali”, La Aurora de Popayán, No. 16, Popayán, 12 de junio de 1814; “Variedades. Investigaciones
políticas de la Gazeta de la Provincia de Cundinamarca”, Argos de la Nueva Granada, No. 95, San-
tafé de Bogotá, 15 de octubre de 1815.
65 Antonio Nariño, “Otra fraternal advertencia al público”, La Bagatela, No. 6, Santafé de Bogotá, 18
de agosto de 1811.
66 “Discurso sobre la organización de poderes en la Suprema Junta de esta Capital de Santafé”, Suple-
mento al número 19 del Diario Político, Santafé de Bogotá, 27 de octubre de 1810. Hubo muchos
42 casos de extrañamiento de la nueva comunidad política. Véase, por ejemplo, el proceso contra Igna-
cio Vargas, 1810, en AGN, Sección Archivo Anexo, Fondo Justicia, t. 8, f. 648rv. También el castigo
impuesto al Doctoral de la Catedral de Santafé, Rafael Lasso de la Vega, en Eduardo Posada, El 20
de Julio (Bogotá: Biblioteca de Historia Nacional, 1914), 237.
69 Representación al Senado de Cundinamarca, julio 14 de 1812, en José Vicente París, “Vida del licen-
ciado Don José León Armero”, Boletín de Historia y Antigüedades, año X, No. 110 (1915): 71.
70 Nicolás de Valenzuela y Moya, Oración gratulatoria y parenética, pronunciada el día 10 de sep-
44 tiembre de 1816 en la Parroquial de la Ciudad de Neiva, ante el Consejo de Guerra del Ejército
Expedicionario, y solemne concurso en acción de gracias por el feliz éxito de las Armas Reales en
la reconquista del Nuevo Reino de Granada (Santafé de Bogotá: Imprenta del Superior Gobierno,
1817).
La conexión directa que durante este periodo fue establecida entre vínculo
social y régimen político remite a una perspectiva en la que lo político es
axial, en la que lo político posee un carácter instituyente que las mutacio-
nes de la democracia y de los estudios políticos tendieron a desvalorizar.
Bibliografía
Fuentes primarias
Archivo
Archivo General de Indias (AGI), Sevilla, Estado, 53, 57.
Archivo General de la Nación (AGN), Bogotá, Archivo Academia Colom-
biana de Historia, Colección Camilo Torres, rollo 1.
Archivo General de la Nación (AGN), Bogotá, Sección Archivo Anexo,
Fondo Justicia, t. 8, 9.
Archivo General de la Nación (AGN), Bogotá, Sección Archivo Anexo,
Fondo Historia, t. 12.
Archivo General de la Nación (AGN), Bogotá, Sección Archivo Anexo,
Fondo Gobierno, t. 19.
Archivo General de la Nación (AGN), Bogotá, Sección Colonia, Colegios,
t. 2.
Archivo General de la Nación (AGN), Bogotá, Sección Colonia, Genea-
logías, rollo 13.
Archivo Histórico Javeriano (AHJ), Bogotá, Fondo Camilo Torres, carpe-
tas 79, 89.
Archivo Histórico José Manuel Restrepo (AHJMR), Bogotá, fondo I, vols.
4, 7. 45
Archivo Histórico Municipal de Cali, Fondo Cabildo, t. 38.
Biblioteca Nacional, Bogotá. Fondo Pineda 184 y Manuscritos, RM435.
Publicaciones periódicas
Argos de la Nueva Granada, Santafé de Bogotá, 1815.
Correo Curioso, Erudito Económico y Mercantil, Santafé de Bogotá, 1801.
Diario Político de Santafé de Bogotá, Santafé de Bogotá, 1810.
El Argos Americano, Cartagena, 1811.
El Español, Londres, 1812.
El Republicano, Tunja, 1815.
Gazeta Ministerial de Cundinamarca, Santafé de Bogotá, 1813-1815.
Gazeta Ministerial de la República de Antioquia, Medellín, 1814.
La Aurora de Popayán, Popayán, 1814.
La Bagatela, Santafé de Bogotá, 1811.
Papel Periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá, 1791-1796.
Semanario Ministerial del Gobierno de la Capital de Santafé en el Nuevo
Reyno de Granada, 1811.
Fuentes secundarias
Para citar este artículo: Vanegas Useche, Isidro. “El vínculo social en 49
Nueva Granada 1780-1816”, Historia Caribe Vol. XI No. 28 (Enero-Junio
2016): 17-49. DOI: http://dx.doi.org/10.15648/hc.28.2016.2
Historia Caribe - Volumen XI N° 28 - Enero-Junio 2016 pp 17-49
Movimiento asociativo en
Santiago de Cuba: un acercamiento
a sus orígenes y evolución
durante el siglo XIX*
Mónica García Salgado
DOI: http://dx.doi.org/10.15648/hc.28.2016.3
* Este artículo forma parte del proyecto: “Procesos migratorios en la historia local de Santiago de
Cuba (1800-1950)”, financiado por la Universidad de Oriente (Cuba). 51
Esta publicación está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0
Resumen
En las últimas décadas, los estudios de sociabilidad han sido protagonistas de grandes
avances. Desde el momento en que son asumidos por los historiadores en sus investi-
gaciones, se obtienen herramientas que les permiten repensar tales estudios y aportar
elementos para una reconstrucción histórica más compleja e integral de una comunidad.
Sobre esta base teórica, el presente artículo de investigación científica asume el estudio
del proceso asociativo desarrollado en Santiago de Cuba, desde sus orígenes hasta su
posterior evolución durante todo el siglo XIX.
Abstract
In recent decades, studies of sociability have been involved in significant progress.
From the moment they are assumed by historians in their research, the tools obtained
allow them to rethink their studies and provide elements for a more complex and com-
prehensive historical reconstruction. On this theoretical basis, this scientific research
article assumes the study of associative process developed in Santiago de Cuba, from
its origins to its future development throughout the nineteenth century.
Resumo
Nas últimas décadas, os estudos de sociabilidade tem sido protagonistas de grandes
avanços. Desde o momento em que eles são assumidos por historiadores em suas in-
52
vestigações obtém-se ferramentas que permitem-lhes repensar seus estudos e forne-
cer elementos para uma reconstrução histórica mais complexa e integral. Nessa base
Résumé
Pendant les dernières décennies, les études de sociabilité ont gagné de plus en plus
d’importance et ont beaucoup avancé. Depuis qu’elles ont été entreprises par des histo-
riens dans leurs recherches, on obtient des outils qui leur permettent de les repenser et
d’apporter des éléments pour une reconstruction historique plus complexe et intégrale
d’une communauté. Sur cette base théorique, cet article de recherche scientifique entre-
prend l’étude du processus associatif développé à Santiago de Cuba, depuis ses origines
jusqu’à son évolution tout au long du XIXe siècle.
Introducción
6 Maykel Fariñas Borrego, Sociabilidad y cultura del ocio. Las élites habaneras y sus clubes de recreo
(1902-1930) (La Habana: Fundación Fernando Ortiz, 2009), 7-18; así como de Javier Escalera Reyes,
“Sociabilidad y relaciones...”, 2-5. 55
7 Dolores Guerra López, “Las sociedades regionales de beneficencia de los inmigrantes hispanos en
Cuba”. (Tesis en opción al título de Doctora en Ciencias Históricas, Biblioteca Museo de la Revolu-
ción, 2003), 29.
8 Para más información con respecto a las sociedades destinadas a estas funciones véase: Dolores
Guerra López, “Las sociedades regionales de …”, y de la misma autora Legado social de los españo-
56 les en Cuba (España: Junta de Galicia, 2008).
9 Dolores Guerra López, Las sociedades regionales de beneficencia…, 30.
10 Rafael Mesoneros Romanos, Manual histórico-topográfico, administrativo y artístico de Madrid (Ma-
drid: A. Yenes, 1881), 302.
14 Véase, Elsa Isabel Almaguer Andreu, “El Cabildo Congo en Santiago de Cuba” (Maestría en, Uni-
versidad de Oriente, 2010); María de los Ángeles Meriño y Aisnara Perera, El Cabildo Carabalí Viví
(Santiago de Cuba: Editorial Oriente, 2014).
15 Para más información respecto a la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago de
Cuba ver: María de los Ángeles Meriño Fuentes y Carlos Rafael Fleitas Salazar, “Trayectoria y oca-
so de la Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago de Cuba”, Santiago No. 90 (2000):
112-125; M. Navarrete, “Apuntes sobre la Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago de
Cuba”, Catálogo 2 No. 1 (1972): 2-6; I. Álvarez, “Los amigos del País en Santiago de Cuba”, Santiago
No. 79 (1995): 53-74; L. Provencio: “Clase, poder y matrimonio: configuración de una élite dirigente.
La sociedad Económica de Amigos del País de Santiago de Cuba”, Contraste Nos. 9-10 (1994-1997):
60 49-90.
16 Es preciso destacar la presencia en esta sociedad de personalidades como Carlos Manuel de Céspe-
des, el Conde de Valmaseda, José A. Saco, Felipe Poey, Nicolás José Gutiérrez, Muñoz del Monte y
Juan Bautista Sagarra.
17 Es preciso destacar que junto a los momentos señalados la sociedad aparece reconstituida en dos
ocasiones más, 1881 y 1903 manteniendo siempre el mismo nombre; el rasgo distintivo es que ya
para 1903 se manifiesta un gran salto dentro de la misma organización pues se incluye la práctica de
manifestaciones artísticas como la literatura y la declamación además de la música.
18 Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba (AHPSC), Fondo Gobierno Provincial, Legajo
2450, expediente 2. Para más información véase, Juan María Ravelo, La ciudad de la historia y la
Guerra del 95 (La Habana, [s.c.e], 1951), 152.
19 AHPSC, Fondo Gobierno Provincial, leg. 2668, exp. 5.
20 Para más información sobre esta sociedad véase, Amparo Barrero y Bertha del Castillo, “Apuntes
sobre los espectáculos culturales en Santiago de Cuba (1910-1930)”, Santiago No. 54 (1984): 119. 61
21 Véase, Oriente contemporáneo (La Habana: Ediciones Panamericana, 1962), s/p.
22 Eduardo Torres-Cuevas, Historia de la masonería en Cuba. Seis ensayos (La Habana: Imagen con-
temporánea, 2005), 82.
23 Con respecto a las citadas leyes especiales para mayor información ver: Olga Portuondo Zúñiga,
Cuba. Constitución y liberalismo (1808-1841) (Santiago de Cuba: Editorial Oriente, 2008), 182-214.
T. II.
24 María del Carmen Barcia Zequeira, Capas populares y modernidad en Cuba (1878-1930) (La Haba-
na: Fundación Fernando Ortiz, 2005), 23.
25 AHPSC, Fondo Gobierno Provincial, leg. 2655, exps. 1 y 8; leg. 2662, exp. 1.
26 Con respecto a la fundación de la sociedad existen divergencias de criterios, aunque la mayoría de las
fuentes coinciden en la dada en el texto. Para más información respecto a la evolución de la sociedad
62 véase, Lianne Zayas, “La Sociedad de Instrucción y Recreo Club San Carlos” (tesis pregrado en,
Universidad de Oriente, 2007-2008).
27 Oriente contemporáneo (La Habana: Ediciones Panamericana, 1962), s/p.
28 El Club San Carlos. Historia y Memoria Anual. ([s.l.e.]: [s.c.e.], 1942), 21.
29 Con el decursar de los siglos el consuelo o ayuda a los pobres ha sido entendido o denominado por
el cristianismo como caridad, asistencia social o beneficencia. De tal suerte, el empleo de cualquiera
de estas denominaciones puede ser estimado como el mecanismo asumido por la sociedad para paliar
las inestabilidades generadas, por la pobreza. Sobre estas bases, es preciso destacar entonces que la
beneficencia ha respondido más que a las penurias de los menesterosos, a los intereses de quienes
la practican. En tal sentido, el ejercicio de esta actividad en España hasta finales del siglo XVIII y
principios del XIX estará basado en el otorgamiento de limosnas por parte de la Iglesia Católica y de
particulares, momento a partir del cual la misma será reflejo de una transformación hacia un interés
social y estatal, conforme con la teoría del liberalismo burgués decimonónico español. Este giro de-
vino idea del movimiento español de la Ilustración, más conocido como Despotismo Ilustrado, y que
planteaba en sentido general, un conjunto de reformas en las estructuras imperiales con un marcado
carácter centralista y de consolidación del Estado a través del cual, si bien no modificó las estruc-
turas socioeconómicas sí coadyuvó al desarrollo de la mentalidad moderna poniendo en evidencia
la necesidad de grandes transformaciones en todos los ámbitos del mundo hispano. Sobre estas
bases, la ilustración reconoció en la pobreza una amenaza al nuevo orden socioeconómico que se
comenzaba a instaurar y buscó, ante la ineficacia de la beneficencia practicada, impulsar una política
que posibilitara paliar la pobreza existente, desterrando la concepción básicamente religiosa aceptada
hasta entonces. A partir de aquí se invertirá el sentido de las cosas: si bien a la sazón la práctica había
consistido en proteger al pobre, a partir de entonces y con el ejercicio de las ideas ilustradas, será
proteger a la sociedad del comportamiento del indigente, asumido como una agresión o amenaza
hacia la misma. De tal suerte, la forma de solucionarlo implicará dos elementos de suma importancia:
la incorporación de estos individuos al trabajo –como labradores o artesanos– por medio del cual
pudiesen ganarse su propio sustento; así como el aislamiento a través de su inserción en sociedades
o instituciones.
30 María del Carmen Barcia, Capas populares y modernidad…, 79-80. 63
31 Aunque entre los fines de la Sociedad Económica Amigos del País de Santiago de Cuba se manifes-
taran los benéficos, no se tiene conocimiento de que la primera institución benéfica de la localidad
fuera fruto de sus intereses.
Todas estas fundaciones solo extendieron sus acciones hasta inicios del
siglo XX, como consecuencia –a nuestro juicio– de dos factores: primero,
el resultado ejercido, en cierta medida, por el plan de higiene y salubridad
desarrollado por el nuevo poder que comenzó a disminuir el número de
niños, ancianos, desamparados y enfermos deambulantes por las calles; se-
gundo, las autoridades tanto provinciales como municipales, comenzaron
a reducir la cuota que subvencionaba a estos establecimientos, de manera
que, al no contar con el poder financiero sufragador de sus servicios, se
vieron obligados a cerrar sus puertas al público. Existieron otras de corta
duración e intrascendentes por lo cual no se han tenido en cuenta.
32 Para mayor información sobre esta sociedad ver: Isyaneidis Planes Terrero,“Algunas instituciones
benéficas de Santiago de Cuba: 1898-1909” (tesis pregrado en, Universidad de Oriente, 2005).
33 Posteriormente fue fundado el Asilo “San José”, pero no estará acorde con las instituciones bené-
ficas de entonces, dedicadas no solo a la atención médica, sino también a la instrucción de materias
64 modernas que facilitaban la inserción del individuo en sociedad. Inaugurada en el año 1890 gracias
a la gestión de José Planas Tur acogió a los ancianos que se encontraban en la Casa de Beneficencia
y a los deambulantes de las calles sin distinción de raza. Se sostenía además, por las subvenciones
otorgadas por las autoridades eclesiásticas.
Desde la década del 60 del siglo XIX los descendientes de los naturales
de Haití fundaron organizaciones semejantes a los cabildos africanos exis-
tentes en Cuba, para la ayuda mutua y la división: “Los esclavos haitianos
asentados en las dotaciones cafetaleras de Guantánamo, Santiago de Cuba,
San Luis, Sagua de Tánamo y otras regiones organizaron lo que hoy se
conoce como tumba francesa. Esta era una forma de asociación con el
fin de celebrar durante el descanso del fin de semana […]”37. En Santiago
de Cuba este tipo de sociedad se fundó el 24 de febrero de 1862 bajo el
nombre de “Sociedad La Fayette”38, en honor al general francés. Nació en
las plantaciones francesas de los señores Venet y Danger convirtiéndose
en una agrupación protectora de los esclavos y sus descendientes. Con el
tiempo perdería su exclusivo carácter monoétnico a partir de la inclusión
34 Mónica García Salgado, “La sociedad del Muy Ilustre Centro Gallego en Santiago de Cuba (1909-
1930)” (Maestría en, Universidad de Oriente, 2008), 16; David Jou y Andreu, Els sitgetans a América: I
diccionari d’Americanos (Sitges: Grup d’estudis Sitgetans, 1994), 139. Este último autor defiende la tesis de
que esta sociedad constituye el antecedente de la Colonia Española de Santiago de Cuba, es decir,
que de la primera se desprendió la segunda; sin embargo, investigadores del tema migratorio español
en Santiago de Cuba no lo conciben de esta manera. Para más información ver: Manuel Pevida Pupo,
“La Sociedad Centro de la Colonia Española de Santiago de Cuba (1899-1940)” (Maestría en, Uni-
versidad de Oriente, 2002).
35 AHPSC, Fondo Gobierno Provincial, leg. 2655, exp. 10.
36 A partir de 1880 perdió importancia con el inicio del período de tregua fecunda, sin embargo con el
reinicio de la guerra en 1895 reasumirían su posición de centro político, absorbiendo a los españoles
más reaccionarios e integristas. 65
37 Raymundo Gómez Navia, “Lo haitiano en lo cubano”, en De dónde son los cubanos, eds. Graciela
Chailloux Laffita (Coord.) (La Habana: Editorial Ciencias Sociales, 2005), 31.
38 En 1905 toma su actual nombre: Sociedad Tumba francesa “La Caridad de Oriente”.
39 También conocida como Sociedad Centro Artístico Cultural de Oriente “Sociedad Beethoven”.
AHPSC, Fondo Gobierno Provincial, leg. 2450, exp. 6.
40 Emilio Bacardí, Crónicas de Santiago de Cuba (Santiago de Cuba: Tipografía Arroyo Hermanos,
1924), 245. T.VI.
41 AHPSC, Fondo Gobierno Provincial, leg. 2655, exp. 11 y 13.
42 Juan María Ravelo, Páginas del ayer. “Narraciones de Santiago de Cuba” (Manzanillo, Cuba: Editorial
66 “El Arte”, 1943), 110.
43 Estas fueron, según el criterio de la Dra. María del Carmen Barcia, la más antigua forma de asociarse,
para cuyo establecimiento se denominaron sociedades de socorros mutuos, conocidas también como
gremios. María del Carmen Barcia, Capas populares y modernidad…, 59-61.
44 Sobre estas sociedades en el AHPSC solo aparecen las constancias de documentos relacionados con
solicitudes hechas por los gremios de zapateros y de carnicería; sin embargo, con respecto a las refe-
ridas en el texto véase: Rabel Gutiérrez, Oriente Heroico (Santiago de Cuba: Tipografía “El Nuevo
Mundo”, 1915), 117.
45 AHPSC, Fondo Gobierno Provincial, leg. 722, exps. 2, 3 y 4. 67
46 AHPSC, Fondo Gobierno Provincial, leg. 2655, exp. 6.
47 María Teresa Fleitas Monnar, Sociedad e imagen urbana. “Santiago de Cuba a fines del siglo XIX”
(Santiago de Cuba: Ediciones Santiago, 2010), 55.
68
48 Estas sociedades aunque tuvieron como objetivo desarrollar la cultura, la instrucción y el recreo, se
ocuparon de la contratación de los servicios médicos en diferentes centros de salud e incluso erigie-
ron panteones para brindar los servicios funerarios.
dades –con excepción del Club San Carlos cuyas puertas se mantuvieron
abiertas- fue la Luz de Oriente49, fundada el 29 de abril de 1899 con este
fin. Integrada exclusivamente por lo más selecto de los habitantes de la
raza negra de la sociedad santiaguera, cuya afiliación solo les era permitida
a aquellos mulatos con determinado prestigio social y estatus económi-
co50. Fue una de las pocas asociaciones con una publicación propia bajo el
mismo nombre de la institución. A pesar de ser presentada como literaria,
abordaba temas tan importantes como la instrucción, la salud y hasta la
masonería, otra de las formas asociativas también presente en Santiago de
Cuba51.
49 Para mayor información con respecto a la sociedad Luz de Oriente: Yenislaysi Abreu Ges, “La so-
ciedad Luz de Oriente (1899-1961)”, Del Caribe, No. 51 (2007): 93-103; “Origen y desarrollo de la
Sociedad Luz de Oriente”, en Cuba Contemporánea. Oriente (La Habana: Ediciones Panamericanas,
1962).
50 AHPSC, Fondo Gobierno Provincial, leg. 2659, exp. 2.
51 El 18 de noviembre de 1805 comienza a funcionar en Santiago de Cuba la logia Réunion de Coers,
integrada por emigrantes franceses. Más adelante se funda la logia San Andrés No. 3, que sí es regular
por tener carta patente de la Gran Logia de Carolina del Sur, sus miembros serían cubanos en su
mayoría, incluidos sus altos funcionarios. Más tarde en 1859 será fundada la Gran Logia de Colón,
bajo la orientación de Andrés Cassard, cubano de nacimiento aunque de origen francés, y que es
considerado el padre de la masonería en la Isla por su papel en la reanimación de la fraternidad. Para
mayor información véase a Eduardo Torres-Cuevas, Historia de la masonería cubana, seis ensayos
(La Habana: Imagen contemporánea, 2005).
52 Janet Reinaldo Delgado, “Las sociedades deportivas: asociacionismo y cultura del ocio en la ciudad
de Santiago de Cuba (1902-1930)” (tesis pregrado en, Universidad de Oriente, 2011).
53 En Santiago de Cuba desde los años 80 empiezan a crearse varios clubes de béisbol como el club
Santiago de Cuba, El Colón, El Juraguá Iron Co, El Central y El Oriente pero no se han reconocido 69
como las primeras sociedades deportivas de la ciudad por el hecho de que se sabe que existieron pero
no se encontraron sus reglamentos ni otra información al respecto.
54 AHPSC, Fondo Gobierno Provincial, leg. 2469, exp. 2 y leg. 2657, exp. 2.
de las actividades marinas. Pocos serían sus socios, más bien propiamente
amigos entre quienes se destacaba Germán Michaelsen por su entusiasmo
con la sociedad naciente55.
55 Mónica García Salgado, “Acercamiento a la vida y obra de Germán Michaelsen Schroeder”. CD-
ROM II Encuentro de Jóvenes Investigadores de las Brigadas Técnicas Juveniles (Santiago de Cuba:
70 Universidad Oriente, Facultad de Ciencias Sociales, 2007), ISBN 978-959-207-306-7.
56 Se les denominaba así por representar a miembros provenientes de una misma región o comarca
española.
57 AHPSC, Fondo Gobierno Provincial, leg. 2373, exps. 1 y 2.
Conclusiones
Como se observa, se manifestó desde finales del siglo XVIII, toma mayor
impulso a partir de la segunda mitad del siglo XIX como resultado de la
tradición asociacionista desarrollada en España a partir de 1840, la llegada
de extranjeros procedentes de diversas partes del mundo y los deseos de la
aristocracia criolla de buscar las recreaciones espirituales a su alcance. Has-
ta 1878 la creación de sociedades fue limitada en número aunque variada
en naturaleza. Sin embargo, este proceso se revertirá con la proclamación
de la Ley de Asociación en 1886 con la cual esta tendencia se tornará
masiva dando paso a la fundación de una cantidad desmesurada de asocia-
71
58 Manuel Pevida Pupo, “La Sociedad Centro de …”; así como del mismo autor “Apuntes sobre la
labor cultural de la Sociedad Centro de la Colonia Española de Santiago de Cuba entre 1899 y 1940”,
Revista SIC. No. 42 (2009). Una versión más acabada aparece en la revista Santiago No. 128 (2010).
Bibliografía
Archivo
Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba (AHPSC), Fondo Go-
bierno Provincial, Legajo 2450, expediente 2.
AHPSC, Fondo Gobierno Provincial, leg. 2668, exp. 5.
AHPSC, Fondo Gobierno Provincial, leg. 2655, exps. 1 y 8; leg. 2662,
exp. 1.
AHPSC, Fondo Gobierno Provincial, leg. 2450, exp. 6.
AHPSC, Fondo Gobierno Provincial, leg. 2655, exps. 11 y 13.
AHPSC, Fondo Gobierno Provincial, leg. 722, exps. 2, 3 y 4.
AHPSC, Fondo Gobierno Provincial, leg. 2655, exp. 6.
AHPSC, Fondo Gobierno Provincial, leg. 2659, exp. 2.
AHPSC, Fondo Gobierno Provincial, leg. 2469, exp. 2 y leg. 2657, exp. 2
AHPSC, Gobierno Provincial, leg. 2625, exp. 3.
AHPSC, Fondo Gobierno Provincial, leg. 2655, exp. 10.
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sidad Oriente, Facultad de Ciencias Sociales, 2007), ISBN 978-959-
207-306-7.
Profesor del Departamento de Historia de la Universidad del Valle (Colombia). Correo electrónico: alfonso.
[email protected]. El autor es Filólogo de la Universidad de Zaragoza (España), magíster y
doctor en Sistema de información y Documentación de la Universidad de Zaragoza (España). Miembro
del Grupo de investigación Nación-Cultura-Memoria de la Universidad del Valle (Colombia). Entre sus
publicaciones recientes tenemos: “Luis Carlos López: un poeta que mira a su alrededor” en Acta Literaria
No. 51 (2015) y “Las librerías de la Compañía de Jesús en Nueva Granada: un análisis descriptivo a través de
sus inventarios” en Información, cultura y sociedad No. 31 (2014). Entre sus temas de interés están historia
social de la cultura escrita e historia archivística.
DOI: http://dx.doi.org/10.15648/hc.28.2016.4
* Este artículo forma parte del proyecto: “Pedro Herreros (1890-1937): poeta del sencillismo. Estudio
y recopilación de su obra completa”, financiado por la Universidad del Valle (Colombia). 77
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Resumen
A principios del siglo XX, la escena artística de Buenos Aires propulsó la creación de
una esfera pública de debate y de crítica y configuró un espacio que articulaba la iniciati-
va privada e institucional con la sociabilidad del mundo artístico en lugares como plazas,
parques o bibliotecas, y en establecimientos como cafés, clubes, librerías o sociedades
literarias. Las marcas autobiográficas que recorren la obra poética de Pedro Herreros y
su mirada de desprotegido emigrante nos sirven aquí para describir el contexto políti-
co-social de la época, en el que espacios como la calle, el café y el prostíbulo propiciaron
la expansión de nuevas formas de sociabilidad.
Palabras clave: lugares de sociabilidad, Buenos Aires, siglo XX, poesía, Pedro Herre-
ros.
The street, coffee and brothel. Spaces of sociability in the work of Pedro
Herreros (1890-1937), an immigrant spanish poet in Buenos Aires
Abstract
In the early twentieth century, the art scene in Buenos Aires encouraged the creation of
a debate and criticism public sphere and set up a space that articulates private and insti-
tutional initiative with the sociability of the art world in places such as squares, parks or
libraries, cafes, clubs, bookstores or literary societies. Autobiographical traits that spread
throughout Pedro Herreros’ poetry and his unprotected emigrant gaze serve here to
describe the political and social context of the time, in which spaces like the street, cafés
and brothels led to the expansion of new forms sociability.
Key words: places of sociability, Buenos Aires, twentieth century, poetry, Pedro He-
rreros.
Resumo
78 A princípios do século XX, o cenário artístico de Buenos Aires propulsou a criação
de uma esfera pública de debate e crítica, e configurou um espaço que articulava a
iniciativa particular e institucional com a sociabilidade do mundo artístico em lugares
Palavras chave: lugares de sociabilidade, Buenos Aires, século XX, poesia, Pedro Her-
reros.
Résumé
Aux débuts du XXe siècle, la scène artistique de Buenos Aires a favorisé la création
d’une sphère publique de débat et de critique et a configuré un espace qui articulait l’ini-
tiative privée et institutionnelle avec la sociabilité du monde artistique dans des lieux tels
que des places, des parcs ou des bibliothèques, et dans des établissements tels que des
cafés, des clubs, des librairies ou des sociétés littéraires. Les marques autobiographiques
qui parcourent l’œuvre poétique de Pedro Herreros, et son regard d’émigrant démuni
nous servent ici à décrire le contexte politique-social de l’époque où les espaces comme
la rue, le café et le bordel ont facilité l’expansion de nouvelles formes de sociabilité.
Mots clés: lieux de sociabilité, Buenos Aires, XXe siècle, poésie, Pedro Herreros.
La Busca
Temor
Pedro Herreros
Introducción
Para abordar la relación entre los hábitos sociales empleados por Pedro
Herreros en su cotidianidad, descritos en su obra poética, y el contexto
histórico bonaerense de las tres primeras décadas del siglo XX en que
vivió, Lewis A. Coser y Jürgen Habermas nos proporcionan dos útiles
puntos de partida. El café como lugar libre de reunión que se apoya en el
ingenio y la inteligencia y no en consideraciones de privilegios sociales o
morales, representa, como nos dijo Coser, una categoría de índice demo-
cratizador y una forma de integración, de intercambio y compensación
de ideas, de comunicación y producción oral y escrita, de observación
de tipos humanos1. Los principios sociales de la profesionalización del
escritor, así como el ascenso de la producción y consumo de lo escrito a
través de “formas de sociabilidad” que van evolucionando sus concepcio-
nes burguesas y su público culturalmente racionante hacia una cultura de
masas, ampliamente publicitada por kioscos callejeros, librerías y prensa,
donde se vio envuelta, sea nuestro caso, la capital argentina a partir de los
comienzos del siglo XX, fueron expuestos por Habermas2.
80 1 Lewis A. Coser, Hombres de ideas. El punto de vista de un sociólogo (México DF: Fondo de Cultura
Económica, 1968), 35-41.
2 Jürgen Habermas, Historia y crítica de la opinión pública (México DF: Gustavo Gili, 1994 [1962]),
172-208.
3 Maurice Agulhon, “La sociabilidad como categoría histórica”, en Formas de sociabilidad en Chile,
1840-1940 (Santiago de Chile: Fundación Mario Góngora, 1992), 1-10. Un análisis del concepto
y sus usos historiográficos, en Pilar González Bernaldo de Quirós, “La sociabilidad y la historia
política”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En línea]. URL: http//nuevomundo.revues.org/24082;
y Stéphane Van Damme, “La sociabilité intellectuelle. Les usages historiographiques d’une notion”,
Hypothèses, 1 (1997): 121-132.
4 Maurice Agulhon, El círculo burgués. La sociabilidad en Francia, 1810-1848 (Buenos Aires: Siglo
XXI, 2009), 37. 81
5 Edward Said, Reflexiones sobre el exilio (Barcelona: Mondadori, 2005), 17; y Abdelmalek Sayad, La
doble ausencia. De las ilusiones del emigrado a los padecimientos del inmigrado (Barcelona: Anthro-
pos, 2010), 183-198.
hon y Jürgen Habermas, han tenido en Argentina durante las tres últimas
décadas, al menos tres líneas de actuación: en relación con la vida política
del siglo XIX, con los sectores populares y la élite social, y con las asocia-
ciones étnicas. La noción de sociabilidad se ha ligado a los estudios de la
historia política y la historia social, pero no tanto al concepto de cultura, el
concepto que es tenido en cuenta aquí y nos permita hablar por tanto de
“sociabilidades culturales”6.
82 6 Paula Bruno (Dir.), “Introducción” a Sociabilidades y vida cultural. Buenos Aires, 1860-1930 (Bue-
nos Aires: Universidad Nacional de Quilmes, 2014), 9-10. Esta introducción (9-26) muestra un pa-
norama historiográfico heterogéneo de la cuestión, en diferentes periodos de la historia argentina y
con distintas miradas.
Desde esta consideración social, que mostraba los nuevos espacios sur-
gidos de nuevas aptitudes ante lo público y relacionaban lo político y lo
cultural con la difusión del ocio, este texto es una versión resumida y frag-
mentada de una investigación mayor que estudia las relaciones existentes
entre la obra de Pedro Herreros y las experiencias vivenciales que lo lle-
varon a frecuentar espacios de reunión pública. Sus poemarios, por tanto,
y la bibliografía referente a los aspectos políticos, sociales y literarios que
atraviesan la época en la que vivió en Argentina, han sido nuestras prin-
cipales fuentes de información. Historia social y cultural confluyen en el
conjunto de nuestro estudio, que inevitablemente pasa por la constatación
y la descripción de las formas de sociabilidad en las que el poeta español
se vio inmerso y es aquí el aspecto en el que ponemos énfasis.
84
8 Roger Chartier, Espacio público, crítica y desacralización en el siglo XVIII. Los orígenes culturales
de la Revolución Francesa (Barcelona: Gedisa, 2003) y Georg Simmel, Sociología. Estudios sobre
formas de socialización (Madrid: Alianza, 1986).
1. El desengaño de un emigrante
85
9 Pedro Herreros, Buenos Aires grotesco y otros motivos (Buenos Aires: Editorial Samet, 1922); Poe-
mas egotistas (Buenos Aires: Talleres Gráficos Damiano, 1923) y Las Trompas de Falopio (1915-
1923) (Buenos Aires: Sagitario, 1924).
10 Diario La Rioja, año XXIV, No. 7464, p. 1 (31-XII-1912) y Diario La Rioja, año XXVI, No. 7906, p. 1
(25-III-1914). Citados en Pedro A. Gurría García y Mercedes Lázaro Ruiz, Tener un tío en América.
86 La emigración riojana a ultramar (1880-1936) (Logroño: Instituto de Estudios Riojanos, 2002), 70-71
y 107.
11 Pedro Herreros, Poemas egotistas, 12.
12 Pedro Herreros, Poemas egotistas, 51 (Como un perro).
En el poema que dedica a Lucette, “amiga”, dice el primer verso, del poeta,
y prostituta; después de manifestarle que “…esta sociedad corrompida/
te lanzó en la vorágine del mar de la tristeza”, viendo como un consuelo
2. La calle
Buenos Aires grotesco describe la cotidiana realidad del poeta, muy transfor-
mado ya respecto a los ingenuos ambientes que mostraba en 1915 El libro
de los desenfados. Es un libro que resulta ser un diario de cafés, tabernas,
17 Pedro Herreros, Buenos Aires grotesco y otros poemas, 26 (Marineros), 69 (A Lucette), 70 (Temor)
y 83 (La busca).
88 18 Sobre los rasgos característicos de la bohemia y sus extremos en el Buenos Aires de la época, Pablo
Ansolabehere, “La vida bohemia en Buenos Aires (1880-1920): lugares, itinerarios y personajes”, en
Bruno, Paula (Dir.), Sociabilidades y vida cultural. Buenos Aires, 1860-1930 (Bernal: Universidad
Nacional de Quilmes, 2014), 155-185.
calles y prostíbulos. Aparecen sus paseos por el paisaje de los bosques del
parque de Palermo, por el Parque Lezama, por la Plaza y la Avenida de
Mayo, por el Paseo de Julio, espacios rebosantes de autos, coches, teatros,
hoteles, floristas, mercaderes, rameras, funcionarios, cines, kioskos, casas
de cambio, cafés-concierto, diarios y periodistas, poetas, libros, hambre
y atorrantes. Se hacen presentes los tranvías de Lacroze por la Avenida
Huergo, los tranvías que van en las sombras abriendo boquetes de luz, la
boca del Riachuelo, la Torre de los Ingleses, la Casa Rosada y el Río de la
Plata en una mañana de invierno; la flaca costurera y la muchachita que
vende mandarinas y bananas en el hueco que forma una puerta cerrada,
lo inmigrado y la esclavitud por una calle del barrio sud, el puerto en una
noche de verano y en una mañana de niebla, las casas de la isla Maciel y las
calles, en fin, “brillantes como lunas de espejos”19.
19 El artículo de Pedro Herreros titulado “El viejo Paseo de Julio”, Caras y Caretas, No. 1371 (1925):
96-97. En él describe “si no la muerte definitiva”, al menos, “la agonía de un viejo y pintoresco”
Paseo de Julio “tan cosmopolita, tan pintoresco y tan henchido de sugestiones y de evocaciones uni-
versales”, que con las nuevas dinámicas capitalistas de la ciudad se va transformando aceleradamente.
20 Jorge Luis Borges, “La presencia de Buenos Aires en la poesía”, Diario La Prensa, Buenos Aires, 11
de julio de 1926 (s.p.). Nicolás Olivari (El gato escaldado, 1924; La musa de la mala pata, 1926), Raúl
González Tuñón (El violín del diablo, 1926; Miércoles de ceniza, 1928) y el propio Borges (Fervor
en Buenos Aires, 1923) introducen en sus poemas las calles de Buenos Aires: el tranvía, el ómnibus 89
colectivo, referencias a medios de locomoción, figuras o tipos humanos en ambientes deplorables;
andanzas por el puerto, el Paseo de Julio, la Boca del Riachuelo; ambientes, hechos y tipos que mez-
clan lo poético con lo social y la realidad urbana con sus imaginarios.
Durante los años 20 y 30 del siglo XX se hace proclive a los cruces cul-
turales y sociales sustentados en el cambio demográfico. La heterogenei-
dad (social, urbana, artística, arquitectónica) del espacio público de la calle
como lugar común de ocupación simbólica, establece un sistema fluido de
circulación y préstamos o intercambios estéticos o culturales y en el cam-
po de la literatura se constata una fuerte presencia de un público medio y
21 Rafael Alberto Arrieta, La ciudad y los libros. Excursión bibliográfica al pasado porteño (Buenos
Aires: Librería del Colegio, 1955), 170. Arrieta sigue la obra del viajero inglés Thomas A. Turner, que
residió en Buenos Aires de 1885 a 1890: Argentina and the Argentines. Notes and impressions of a five years’
90 sojourn in the Argentine Republic, 1885-1890 (London: Swan Sonnenschein & Co., 1892).
22 La caracterización de las ciudades burguesas y las ciudades masificadas respecto a las ideas que atra-
viesan las relaciones entre individuo y sociedad está dada en la obra de José Luis Romero, Latinoa-
mérica: las ciudades y las ideas (Medellín: Universidad de Antioquia, 1999 (1976), 295-471.
En el gran espacio urbano que considera la calle lugar común, que hace lo
diferente visible, que confunde lo público con lo privado, que permite una
gran variedad de cruces culturales y sociales, el anonimato resalta la mirada
asombrada o curiosa a gentes, escenas y lugares; potencia el vagabundeo
callejero. El poeta argentino Baldomero Fernández Moreno comenta la
amistad que tenía con Pedro Herreros en Vida y desaparición de un médico,
la segunda parte de sus memorias. Ofrece detalles nimios de ambientes y
personajes, de cómo, después de acabar su trabajo como médico, juntos
vagabundeaban por las calles de Buenos Aires en busca de las librerías de
viejo, de casas de antigüedades y de cines baratos:
“El médico, asustado, daba paso al poeta, que acababa por reu-
nirse con su amigo Pedro Herreros, y se cenaba frugalmente en
cualquier lado. Había un almacén en la calle Bolívar, con un co-
medor donde solíamos acomodarnos entre gente de trabajo, más
o menos próspero. Se comía sobre el hule y, si todo era simple,
todo era sabroso, y siempre sin apearse de la conversación en
torno a libros y a poemas hechos o por hacer. […] Por muy po-
cos centavos que tuviéramos, podíamos irnos a dar una vuelta
por la calle Lavalle, ya clasificada de feérica […] Buscábamos los
cines más baratos y, si no, ahí estaban las librerías de viejo en que
revolviendo estantes y canastos, podíamos echárnoslas de cono-
cedores y eruditos y, a veces, descubrir la pieza rara al alcance o
no de nuestros bolsillos. También abundaba la calle en casas de
antigüedades. […] Otras veces, el vagabundeo, desde el Riachue-
lo a Palermo. Y, por último, ya agotado el vuelo del riojano, pues
23 Beatriz Sarlo, “Modernidad y mezcla cultural”, en Buenos Aires, 1880-1930. La capital de un imperio 91
imaginario, Horacio Vázquez Rial (Dir.) (Madrid: Alianza Editorial, 1996), 183-190. Sobre la forma-
ción de públicos lectores heterogéneos a través de proyectos editoriales, Adolfo Prieto, Sociología del
público argentino (Buenos Aires: Ediciones Leviatán, 1956), 47-85.
En el capítulo dedicado al siglo XX, en uno de los recorridos por las li-
brerías y puestos de ventas de libros propuesto por el autor, cuando ya
se acercaba la segunda república española de 1931, aparece, por cierto, el
logroñés Martín García, emigrado desde la misma provincia natal donde
nació Pedro Herreros, la Provincia española de Logroño. Tenía su librería
en Rivadavia, una de las calles que atravesaba Florida. Después de visitar
en Florida 32S, el establecimiento del librero y también editor Arnaldo
Moen (Arnaldo Moen y Hermano Editores), pasa a la librería del español:
24 Baldomero Fernández Moreno, Vida y desaparición de un médico (Buenos Aires: Editorial Kape-
lusz, 1968), 167-169. Baldomero continúa narrando su recorrido en el apartado siguiente, dedicado a
la revista Caras y caretas: “Abandonaba a Herreros en la calle y me refugiaba generalmente en Caras
y caretas, en aquel primer piso que hervía de versos y de colores, en aquella sala de trabajo, bajo la luz
cruda de sus focos y la charla o el mutismo de Mayol, que a ambos extremos hacía. Y a su alrededor,
92 como polluelos, estaban Sirio, Álvarez, Málaga Grenet, o poetas como los hermanos Pérez Valiente,
uno de ellos dibujante; Leguina, un escritor español; Eduardo del Saz, que entraba y salía, Castella-
nos, etcétera” (p. 169).
25 Pedro Herreros, Buenos Aires grotesco, 23 (Paseo de Julio) y 73 (Florida).
El paseo continúa, a pocos pasos, por Mitchell’ Book Stores, y de ahí se dirige
a Corrientes, calle todavía angosta, y algunas que otras transversales como
Lavalle. La atmósfera de este núcleo callejero es bien descrita por Roberto
Arlt en su texto titulado Corrientes, por la noche. Las imágenes son nu-
merosas y la aglomeración de personajes, cosas y escenas es abrumadora.
Con una técnica que corresponde a la gran cantidad de imágenes distintas,
recurre a la yuxtaposición, como Herreros hizo en poemas de Buenos
Aires grotesco como Avenida de Mayo, Paseo de Julio, Lienzo suburbano
o Junto al Plata, y al respecto de los libros, Arlt los vivifica tal si se tratara
de un elemento más en movimiento: “Más que calle parece una cosa viva,
una creación que rezuma cordialidad por todos su poros […] Vigilantes,
canillitas, fiocas, actrices, […] revendedores […] cómicos, poetas, ladrones
[…] autores, vagabundas, críticos teatrales, damas de medio mundo […]
Y libros, mujeres, bombones y cocaína, y cigarrillos verdosos, y asesinos
incógnitos […] Librerías de viejo y nuevo con volúmenes hinchados de
pornografía, junto a la millonésima edición de Martín Fierro”27.
93
26 Rafael Alberto Arrieta, La ciudad y los libros, 198.
27 Roberto Arlt, “Corrientes, por la noche”, en Cuentos y aguafuertes (Buenos Aires: Ediciones LEA,
1994), 133-135.
3. El café
Signo de esa dedicatoria es la portada del libro, la caricatura del autor rea-
lizada por el artista plástico, ilustrador y caricaturista Antonio Bermúdez
Franco, a quien en el mismo libro Herreros dedica un poema. La caricatu-
ra, donde aparece en actitud pensativa cubriéndose con la mano derecha
su barbilla, es la imagen inaugural de Buenos Aires grotesco y representa la
consagración de la vida del poeta frente a la mesa y la taza de café, con el
lápiz y el papel siempre dispuestos a utilizarse. El primer verso del libro es
este: “Yokohama. Rincón. Lectura”, y de inmediato, en su tercer poema,
continúa: “Estoy en el Yokohama./ La blanca luz se desparrama/ en el
espacio y sobre los clientes”. Al Café Yokohama le siguen el Café de La
Puñalada, donde se ven los rostros de los “pobres artistas fracasados”
que se “fueron a la bohemia”, donde “dos bohemios de rostro sibilino/
meditan sobre el plan de una opereta” y no muy lejos, “un feto de poeta/
lee risueñamente al Aretino”. Continúa con el Café Paulista, “alto zócalo
de roble/ en las paredes blanquísimas” donde el poeta sueña “mientras los
ventiladores giran”; con un café entre las calles Perú y Venezuela, donde
un rabí de Galilea escribe mientras su pipa humea; el Café de La Coseche-
ra en un día de lluvia a raudales; y el “Rey de los cafés”, que, a juzgar por
94
sus mesas “verdes y transparentes/ como espejos de fuentes” que todavía
mantiene, era el Café Tortoni. Fundado en 1858, después de sufrir varios
28 Pedro Herreros, Buenos Aires grotesco, 5 (Se lo ha tragado el piso), 7 (Un cura, en el café), 24 (Agua), 50 (En
el Rey de los cafés), 62 (Aquí, en La Puñalada), 75 (El café de La Puñalada), 81 (Paulista) y 87 (El hermano de
Jesús). Véase también el poema de 1929 de Baldomero Fernández Moreno, titulado Viejo café Tortoni,
donde se emplea la misma expresión denotativa de presencia permanente que utilizara Herreros: “…
Estoy sentado/ bajo el toldo tirante y empapado/ de este viejo Tortoni conocido”. En su antología
personal que, según el propio Baldomero, transparenta y prefigura su “Obra Ordenada”: Antología,
1915-1940 (Buenos Aires: Espasa-Calpe Argentina, 1941), 42 de la primera sección: Ciudad.
29 Luis Canela (Luis Cané), “Un café de la Avenida”, Crítica, Buenos Aires, 4 de octubre de 1940. En 95
César Fernández Moreno, Introducción a Fernández Moreno (Buenos Aires: Emecé Editores, 1956), 149,
de donde se extraen también las precedentes observaciones. Cané se refiere a esa generación argen-
tina de 1920 donde se encontraban los hermanos, historiadores y políticos, Julio y Rodolfo Irazusta.
Un modesto café por cada dos horas de tertulia resultaba un negocio rui-
noso para los dueños de La Cosechera, así que, perdido el afecto de estos,
La Peña se trasladó al Café Tortoni, donde fueron bien recibidos por su
dueño, que por aquel entonces se llamaba Pedro Curuchet. El francés Cu-
ruchet les abrió espacio a medida que La Peña crecía y les ofreció unos
preceptos que quedaron como lemas del grupo:
Ici no peut causer, dire, boire, avec mesure, et donner de son savoir faire la
mesure. Mais seul l’art et esprit, ont le droit de sans mesure se manifester
ici31.
30 Conrado Nalé Roxlo, Borrador de memorias (Buenos Aires: Editorial Plus Ultra, 1978), 153 y 156-
157. La Cosechera quedaba al lado del antiguo Club del Progreso, entre las calles Perú y Avenida de
Mayo: “vasto salón revestido de oscuras maderas y claros espejos, con sus mesas de vidrio con patas
de verdosos hierros, con las dos enormes vidrieras que formaban su frente sobre una avenida en la
que aún se podía pasear con paso reposado”.
31 “Aquí se puede conversar, decir, beber con mesura y dar de su savoir faire la medida. Pero solo el arte y
el espíritu tienen el derecho de sin medida manifestarse aquí”. Asistentes frecuentes a la tertulia, ade-
más del propio Quinquela y Viñes, según la relación que trae Quinquela, fueron también Francisco
Osernia, Tomás Allende Iragorri, Antonio González Pintor, Francisco Balbi, Carlos Taralli, Augusto
González Castro, Gastón O. Talamón, Isaac Castro, Pascual de Rogaris, Alfredo Schiuma, Juan José
de Soiza Reilly, Héctor Pedro Blomberg, José María Samperio, Celestino Fernández, Manuel López
Palmero, Atilio García Mellid, Germán de Elizalde, Luis Perlotti, Alejandro S. Tomatis, Juan de Dios
96 Filiberto, Carlos de Jovellanos y Passeyro, Daniel Marcos Agrelo, Rafael de Diego, Miguel A. Ca-
mino, Pedro V. Blake, Enrique Loudet, Celestino Piaggio, Manuel López de Mingorance, Gregorio
Passianoff y nuestro poeta Pedro Herreros. Intelectuales y figuras de todos los gremios artísticos y
los medios periodísticos.
“En el Royal Keller era donde todos los jóvenes nos encontrá-
bamos con más frecuencia, como un campo neutral. Allí íbamos
escritores, pintores, escultores, y trasnochadores de toda deno-
minación. Ernesto Palacio, Conrado Nalé Roxlo, Pablo Suero,
Carlos Muñoz (el futuro Carlos de la Púa), Pedro Herreros, y
tantísimos otros que no puedo recordar de improviso, llenába-
mos el local con nuestras discusiones, poniendo en solfa las cosas
serias y filosofando sobre las ridículas, como les es habitual a los
jóvenes”34.
32 Andrés Muñoz, Vida de Quinquela Martín (Buenos Aires: [B. U. Chiesino], 1971), 157-166.
33 Sandra Gayol, Sociabilidad en Buenos Aires: hombres, honor y cafés: 1862-1910 (Buenos Aires:
Ediciones del Siglo, 2000), 35.
34 Julio Irazusta, Memorias (Historia de un historiador a la fuerza) (Buenos Aires: Ediciones Culturales 97
Argentinas, 1975), 69. Citado en Karina Vásquez, “De la modernidad y sus mapas. Revista de Occi-
dente y la ‘nueva generación’ en la Argentina de los años veinte”, Revista Intellectus, Vol. II (2003):
19-20 (www.2.uerj.br/intellectus).
4. El prostíbulo
No eran frecuentes las mujeres entre los inmigrantes y había una diferen-
cia de casi 600 mil a favor de los varones sobre las mujeres. Se produjo
una segregación de los nativos hacia el arrabal y de los inmigrantes hacia
el conventillo: miseria, alcoholismo, enfermedades y prostitución. Así, se
importan prostitutas de Europa (polacas –polacs– y francesas –“franchu-
chas”, “franchutas”–, sobre todo) y se organiza el mercado de burdeles. El
arrabal se extendió en rancheríos discontinuos y marginales: contrabandis-
tas, garitos, prostíbulos rudimentarios, casas de juego, cuchilleros… Si en
los cuartos de las chinas, negras, pardas, mulatas, mestizas, indias y algunas
blancas, la actividad aglutinante era la música (con un repertorio indígena
y africano en su etapa pretanguera), la prostitución se convierte en el oficio
cotidiano36.
36 Ernesto Goldar, “La mala vida”, en Buenos Aires, 1880-1930. La capital de un imperio imaginario, 99
Horacio Vázquez-Rial, (Dir.) (Madrid: Alianza Editorial, 1996), 228-229.
37 Albert Londres, El camino de Buenos Aires (La trata de blancas) (Santiago de Chile: Editorial Ercilla,
1936), 56-57.
38 H.B. [Héctor Blomberg], “Damos noticias de Pedro Herreros, poeta dócil a las emociones simples y
a los trastornos de su vida pintoresca”, en La literatura argentina. Revista bibliográfica, vol. 2, Loren-
zo J. Rosso (Buenos Aires: Talleres Gráficos argentinos L. J. Rosso, 1929), 132.
39 El Frontispicio reza de esta manera: “La Prostitución es la afrenta ignominiosa y sucia que tiene
100 sobre el alma y sobre el cuerpo la envilecida Humanidad”. Del mismo Buenos Aires grotesco y otros mo-
tivos, incluye en Las trompas de Falopio, los poemas Por nacer pobre y Lo divino, este último con cambios
formales y sustituyendo el nombre de Ofelia la Romántica por el de Antonia la Romántica, menos
poético y más abiertamente real.
La Boca era el reino de los polacs (polacos, rusos, tchecos, que trafican con
las judías de Polonia), y allí se encontraba lo que, según Albert Londres,
testigo presencial, daba carácter al barrio, lo que hacía a los polacs firmar
contratos en las chozas israelitas de Polonia: la casita de La Boca, algo “in-
sospechado” para el periodista francés, que describe así:
40 Las “milongas”, a principios de siglo, eran antesalas del “cabaret”. Una institución originaria del
cabaret (y de la prostitución) es el Café de Camareras, que derivaba de las “brasseries” (cervecerías
francesas) y se caracterizaba por el servicio que era realizado por mujeres.
41 El Farol colorado (un “turbio atracadero” en Isla Maciel, un barrio de Dock Sud) está descrito inme- 101
jorablemente en la conocida letra de tango de la canción homónima El Farol colorado, de Enrique
Domingo Cadícamo (1900-1999), poeta y autor de otras famosas letras de tango como La casita de
mis viejos o Nostalgias.
[…]
Hay una guardiana, sin otra misión que dar un silbido en caso de
disputa. Entonces acude el vigilante, un vigilante a quien el chulo
da dos pesos diarios […]
¡La guardiana! Es una china muy vieja, que ronca en una jaula, de
mal humor, con un hueso de pollo y una cáscara de banana en
las rodillas […]
En 1910, cuando la oligarquía liberal porteña organiza los festejos del Cen-
tenario de la Emancipación, las prostitutas francesas invaden la Argentina.
Los tiempos de la segunda década del siglo XX fueron gloriosos para los
caftenes (proxenetas) franceses que llegaban de París o Marsella: grandes
casonas con 18, 20 y hasta 25 mujeres. Después de 1919 se institucionaliza
el prostíbulo de una sola mujer y una madama que no debe tener menos
de 45 años. Las prostitutas francesas monopolizan este tipo de estable-
cimiento. Los maquereau (los macrós franceses) llenan la ciudad de maisons
français (casas francesas) y organizan todo lo relativo al negocio. El centro
de operaciones de los macrós era la trastienda de la Librería Francesa, en
Cerrito 445. Por la tarde, en pequeños grupos las prostitutas se reunían en
102 los cafés de la calle Esmeralda, en el entrepiso del Pasaje Güemes y en la
Nueve años, que van de 1915 a 1923, son más que suficientes como para
entablar confianza y llegar a conocer algunas intimidades: “La Polaca, esta
tarde,/ recibió un telegrama: “Muertas madre y hermana”./ La guerra en-
tró en su casa […] Hace diez años que no las veía/ porque se fue de casa
43 Sobre estas localizaciones aquí referidas y otras cfr. Ernesto Goldar, “La mala vida”, 241-248.
44 Pedro Herreros, Buenos Aires grotesco y otros motivos, 28 (Por nacer pobre). 103
45 De acuerdo a la categoría de la prostituta, algunas estimaciones de la época daban como ingreso
diario las siguientes cifras: cocotte, 100 pesos; cabaretera, 30; prostituta clandestina, 20; girante, 15; y
alcahueta, menos de 5.
Sin olvidar a los “cultivadores del ano” del Paseo de Julio, por el libro des-
filan numerosos tipos que llenaban estos nuevos lugares de sociabilidad
como el inmigrante español y viejo, como el marido brasileño que “viene
e medio abrochar”, como el señor “muy galán, muy respetable y muy cí-
nico”, los marineros ingleses y alemanes, “el gran catedrático/ de la timba
carreril”, o el gallego “canflinflero y fuñador”. En esta “selva de falos
erguidos,/ palpitantes y enrojecidos,/ rumbo a las grutas de rosicler”, el
poeta nos advierte (“Ya lo sabes, lector”), que “aquí hay mujeres/ de todo
el universo”. Y, efectivamente, no falta poema para cada una de ellas: A
una árabe, Una criolla, La polaca, Amor de negra, Lucette la francesa, La bilbaína,
La catalana y La gallega.
5. Conclusión
Pedro Herreros fue testigo y partícipe directo del ambiente literario de las
tres primeras décadas del siglo XX bonaerense, una época de transforma-
ciones sociales fundamentales para innovar en todos los terrenos artísti-
cos. Es una figura, por tanto, la del poeta español, que inevitablemente nos
conduce al estudio del contexto histórico argentino y de sus relaciones con
escritores fundamentales de la literatura argentina de la época.
Bibliografía
Para citar este artículo: Rubio Hernández, Alfonso. “La calle, el café y
el prostíbulo. Espacios de Sociabiliad en la obra de Pedro Herreros (1890-
108 1937), un poeta español emigrante en Buenos Aires”, Historia Caribe Vol.
XI No. 28 (Enero-Junio 2016): 77-108. DOI: http://dx.doi.org/10.15648/
hc.28.2016.4
Historia Caribe - Volumen XI N° 28 - Enero-Junio 2016 pp 77-108
Protestas sociales, cultura política
y debates de los trabajadores
del transporte en Cartagena
(Colombia), durante la República
Liberal (1930-1945)*
Ramiro José Santana Caraballo
DOI: http://dx.doi.org/10.15648/hc.28.2016.5
* Este artículo forma parte del proyecto realizado para obtener el título de Magister en Historia en la
Universidad Nacional Autonóma de México (México). 109
Esta publicación está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0
Resumen
Este artículo analiza en primera medida los debates entre los trabajadores de la ciudad
de Cartagena por las nuevas ideas que estaban en boga (socialismo y comunismo), tam-
bién la reacción frente a las medidas que en materia laboral implantaron los gobiernos
Liberales (1930-1945). En segunda medida se ventilan las principales protestas de los
trabajadores de los transportes (Ferrocarrileros y Portuarios); qué motivaciones tenían,
cómo se desarrollaron y qué impacto tuvieron en la región Caribe. En tercera medida:
se dilucida la lucha de los trabajadores por mantener la institución de la contratación
colectiva frente a los empresarios, que era un proceso organizativo del mercado laboral
que venía desde principios del siglo XX. A lo largo del trabajo se utilizan fuentes prima-
rias como prensa comercial de Cartagena (Diario de la Costa, El Mercurio, El Fígaro, El
Mundo Diario de Cartagena), de Barranquilla se consultó La Prensa. Periódicos adscri-
tos al Partido Comunista Colombiano (El Bolchevique y El Diario Popular).
Abstract
At first, this article analyses discussions among workers in the city of Cartagena in rela-
tion to the new ideas that were in vogue (socialism and communism), also the reaction
to the measures implemented by Liberal governments (1930-1945) in labor matters.
In the second place, major protests by transport workers (Railway and dock workers)
are disclosed, what motivations they had, how they were developed and what impact
they had in the Caribbean region. Thirdly: it is elucidated the workers struggle in order
to maintain the institution of collective bargaining against employers, which was an
organizational process of the labor market coming from the early twentieth century.
Throughout the paper, primary sources are used such as Cartagena press (Diario de la
Costa, El Mercurio, El Figaro, El Mundo Diario de Cartagena) and from Barranquilla
La Prensa was consulted and some newspapers linked to the Colombian Communist
110 Party (El Bolchevique y El Diario Popular) newspapers as well.
Key words: Cartagena, workers, unions, transport, collective bargaining, social unrest.
Resumo
Este artigo analisa primeiramente os debates entre os trabalhadores da cidade de Car-
tagena pelas novas ideias que estavam no auge (socialismo e comunismo), e também
a reação frente às medidas que os governos liberais implantaram em matéria laboral
(1930-1945). Em segundo lugar, analisam-se os principais protestos dos trabalhadores
de transportes (maquinistas e portuários), quais motivações eles tinham, como elas se
desenvolveram e qual é o impacto que elas tiveram na região do Caribe. Em terceiro
lugar aclara-se a luta dos trabalhadores por manter a instituição da contratação cole-
tiva frente aos empresários, o que era um processo organizativo do mercado laboral
que acontecia desde os princípio do século XX. Ao longo deste trabalho utilizam-se
fontes primarias como a imprensa comercial de Cartagena (os jornais De La Costa, El
Mercurio, El fígaro, El Mundo Diario de Cartagena,) de Barranquilla consultou-se La
Prensa, jornais adstritos ao Partido Comunista Colombiano (El Bolchevique y El diário
Popular).
Résumé
Cet article analyse les débats entre les travailleurs de la ville de Cartagena à cause des
nouvelles idées qui étaient en vogue (le socialisme et le communisme), aussi la réaction
face aux mesures en matière de travail qui furent implantées par les gouvernements
Libéraux (1930-1945). Dans une deuxième mesure les mouvements principaux des tra-
vailleurs des transports (Ferroviaires et Portuaires) sont révélés, quelles motivations ils
avaient, comment ils se sont développés et quel impact ils ont eu dans la région des
Caraïbes. Dans une troisième mesure: la lutte des travailleurs pour maintenir l’institution
du recrutement collectif face aux entrepreneurs est élucidée, ce qui était un processus
organisationnel du marché du travail qui venait depuis des principes du XXe siècle.
111
Tout au long du travail on utilise des sources primaires comme la presse commerciale de
Cartagena (Diario de la Costa, El Mercurio, El Fígaro, El Mundo Diario de Cartagena,)
Introducción
En la primera década del siglo XXI los estudios sobre los trabajadores
portuarios han tomado un impulso importante. Bajo esa tendencia encon-
tramos el libro “Puertos, sociedad y conflictos en el Caribe Colombiano,
1850-1930” de Sergio Paolo Solano de las Aguas, que tiene como objetivo
estudiar la vida portuaria como escenario de formación del sector más
significativo de la clase obrera costeña y en consecuencia, del conflicto
112
social que más marcó a Barranquilla, Santa Marta y Cartagena durante la
primera mitad del siglo XX. Estudia el proceso de formación de las clases
1 Sergio Paolo Solano de las Aguas, Puertos, sociedad y conflictos en el Caribe Colombiano, (1850-
1930), (Cartagena de Indias: Ministerio de Cultura-Universidad de Cartagena-Observatorio del Cari- 113
be Colombiano, 2003).
2 León Arredondo, “Liberalism, working-class formation and historical memory: dockworkers in a
Colombia frontier”, (Tesis de doctorado, University of New York, 2005), 4-5.
3 Héctor Porfirio Ochoa Rodríguez, “Los estibadores del puerto de manzanillo entre el porfiriato y la
posrevolución”, (Tesis de Doctorado, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropo-
logía Social CIESAS, 2012). Sobre el caso mexicano es importante revisar: Pablo Xicoténcatl Eligaza,
“Entre el riel y los muelles: Liguistas, confederados y patronos en el puerto de Veracruz, (1911-
1925)”, (Tesis de licenciatura, Universidad Autónoma de México, sede Iztapalapa, 2000). Elizabeth
Jean Norvell, “Sindicalim and citizen. Postrevolutionay worker mobilization in Veracruz” en Border
Crossings. Mexican and Mexican-American workers, John Mason (ed), Wilmington, Deleware: Ed.
Scholarly Resources Inc, 1998, 93-115. Olivia Domínguez Pérez, “Entre los muelles y los trabajado-
res portuarios de Veracruz” ver., Xalapa, Anuerio Vol. X 1995, 89-104. Fausto José Martínez Díaz,
“Movimiento obrero en Yucatán: el caso de los portuarios del progreso (1910-1929)”, (Tesis de
114 maestría, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, CIESAS, 2010).
4 Fernando Teixeira da Silva, Operários sem patróes: os trabalhadores de cidade de santos no entre-
guerras (Sao Paulo: Ed. UNICAMP, 2003).
5 Trabajadores sin patrones.
el mercado del trabajo), pero con el pasar de los años los trabajadores que
mantuvieron las reivindicaciones en ese sentido fueron los astilleros que
tenían gran influencia de las ideologías anarquistas y socialistas.
6 Geoffroy De Laforcade, “Dockworkers, mariners, and the countours of class identity in the port of
Buenos Aires, 1900-1950” (Tesis Doctoral, University de Yale, 2001). Para el caso de la Argentina
existe trabajos importantes ver: Ricardo, Falcón El mundo del trabajo urbano (1890-1914), (Buenos
Aires: Centro editor de América Latina, 1986). Del mismo autor consultar, La Barcelona argentina:
migrantes obreros y militantes en Rosario (1870-1942), Rosario Laborde Editor, 2005. Es clave con- 115
sultar el balance historiográfico de: Natalia Paula Fanduzzi, “El lugar de los trabajadores portuarios
en la historia laboral (Argentina 1880-1930)”, Revista Antítesis, Universidad de Londrina ver., Lon-
drina, Vol. 3 No. 7 (2011), 223-245.
El anterior balance nos arroja luces que debemos analizar con detenimien-
to. En la historiografía de América Latina se nota un avance significativo
sobre los trabajadores portuarios, pero frente a los trabajadores ferrocarri-
leros el avance ha sido poco. Para el caso colombiano la mayoría de los es-
tudios se centran en el periodo de finales del siglo XIX y las primeras tres
décadas del siglo XX. Simultáneamente la tendencia ha sido estudiar a los
obreros en su conjunto y con una mirada nacional, sin embargo las investi-
gaciones sobre la región del Caribe colombiano7 han avanzado en otras lí-
neas de estudio, pero los trabajadores de los ferrocarriles se han analizado
en menor medida que los portuarios. El periodo de estudio de 1930 a 1945
llamado la “República Liberal”, ha sido tangencialmente abordado desde
otra perspectiva, pero no han abordado el comportamiento colectivo de
los trabajadores del transporte (puertos y ferrocarrileros) en Cartagena.
7 Para el Caribe colombiano existen trabajos importantes sobre la problemática de las protestas so-
ciales y las luchas obreras ver: Jorge Armando Sará Marrugo, “Identidad, actores sociales y acción
colectiva en Cartagena (1909-1930)”, (Tesis de Licenciatura, Universidad de Cartagena, 2009). María
Bernarda Lorduy Flórez, “La protesta popular en Cartagena: (1920-1930)”, Tesis de Licenciatura,
Universidad de Cartagena, 2003. Jesús Bolívar, “La clase obrera en Barranquilla (1900-1950)”, Tesis
de Maestría, Universidad Nacional de Colombia, 1997.
8 Es importante tener claro que el periodo de la llamada República Liberal tuvo cuatro periodos presi-
denciales el presidente Olaya Herrera (1930-1934), Alfonso López Pumarejo (1934-1938), Eduardo
Santos 1938-1942 y repetiría nuevamente Alfonso López (1942-1945). Los historiadores liberales
popularizaron y generaron una visión apologética sobre “República Liberal”, lo que hace percibir
este periodo como una coyuntura que contó con unos intereses políticos definidos, una identidad y
un proyecto de modernización nacional. En ese sentido, Ver: Eduardo Zuleta Ángel, El presidente
116 López, (Medellín: Ed. Albon, 1966). Carlos Lleras Restrepo, Crónica de mi propia vida (Bogotá: Cír-
culo de Lectores, 1984). Con una visión más crítica y analítica se encuentran estudios que revisan de
manera detallada cada periodo presidencial y se esfuerzan en mostrar las contradicciones e intereses
de los distintos actores políticos y sociales de la época. Ver: Miguel Ángel Urrego Ardila, La Revo-
118
10 Jorge Sará, identidad, actores sociales…. 80-92.
11 Ver: “La carrera administrativa”, Diario de la Costa, Cartagena, 2 de septiembre, 1937, Biblioteca
Nacional de Colombia (BNC).
119
12 Mauricio Avella Gómez, Las instituciones laborales en Colombia. Contexto histórico de sus antece-
dentes y principales desarrollos hasta 1990, Borradores de economía del Banco de la República No.
613 (2010): 50.
13 Ver: “Anoche sesionó la liga obrera departamental para tratar asuntos importantes”, Diario de la
Costa, Cartagena, 5 de febrero, 1932. La resolución N° 1 de 1932 va en el mismo sentido “La liga 121
obrera del departamento define su actitud ante los problemas del obrerismo” Diario de la Costa, 4
de marzo, 1932. Ver: “La liga obrera define la ruta del obrerismo” El Mercurio, 4 de marzo, 1932,
(BNC).
Freyle, otro delegado de los braceros, expresó que el gobierno era “enemi-
go enorme del hombre trabajador, usurpador de los derechos, ante el cual
hay que luchar aún cuando haya necesidad de ir hasta el sacrificio”, lo que
incendió los ánimos de un sector de los asistentes. Habló el delegado del
Sindicato de Artes Gráficas y expresó que eso era “producto de una mente
exaltada por doctrinas exóticas en nuestro medio y costumbres”, además
se declaró enemigo de las huelgas por el hecho de formar escándalos “el
cual era materia aprovechable por los comunistas con el propósito de agi-
tar las masas por caminos extraviados apartándolos de nobles objetivos”15.
14 Un elemento que reafirma esta idea, fue el telegrama de protesta que presentó la Fedenal por la
suspensión de la personería jurídica por 30 días al Sindicato de Seberos de Barranquilla por parte
del gobierno nacional. Las razones que argumentaban era por el bloqueo que realizaron los trabaja-
dores sindicalizados a un buque que iba a zarpar, pero la razón de fondo era que la mayoría de sus
miembros militaban en el Partido Socialista Democrático. Ver: “Insolente telegrama de la Fedenal al
presidente López” La Prensa, Barranquilla, 2 de septiembre, 1942, Archivo Histórico del Atlántico
(AHA). En ese sentido también es clave la editorial de La Prensa –periódico que estaba influenciado
por los intereses de los empresarios del transporte– donde expresaba: “El doctor Alfonso López
les dio cuerda demasiado larga, como generalmente se dice, a los líderes obreros durante su primera
administración, hasta el punto de que aquellos llegaron a imaginarse que el gobierno era su querer y
nada más, en asuntos de trabajo. Hoy el señor presidente no dejará de percibir, por el telegrama de
la Fedenal que venimos comentando, la intención que abrigan en aquella organización. Implantar
otra vez su predominio, hacer toda clase de coacciones, sembrar el desorden y el desconcierto en la
navegación fluvial”, no obstante, esta editorial mantiene una mirada despectiva a los trabajadores del
transporte y siempre consideraban que sus reivindicaciones eran exorbitantes y no estaban acorde a
la realidad nacional. Después de realizar una revisión exhaustiva al contenido del telegrama es impor-
122 tante anotar que las afirmaciones del diario, son muy sesgadas, realizan una interpretación arbitraria y
acorde a los intereses de los navieros. Ver: “La Fedenal contra el gobierno”, La Prensa, Barranquilla,
2 de septiembre de 1942, (AHA).
15 “La instalación de la asamblea sindical” Diario de la Costa, Cartagena, 29 de enero, 1936, (BNC).
que solo buscaban tener un pretexto para dar rienda suelta a sus instintos
perversos, delictuosos, pecaminosos. Además señalaban:
123
16 “El Fracaso de la Asamblea Obrera”, Diario de la Costa, Cartagena 11 de febrero, 1936, (BNC).
17 Jorge Armando Sará Marrugo, “Trabajadores, acción colectiva y ciudadanías, Cartagena (Colombia),
1886-1930”, TRASHUMANTE, Revista Americana de Historia Social No. 4 (2014): 78.
territorio nacional, además lo más importante era que los obreros dejarían
la senda de la honradez y respetabilidad ante la sociedad.
18 “La confederación sindical del trabajo y las próximas elecciones”, Diario de la Costa, 14 de enero,
1937. Otra noticia que reflejaba este debate es: “El sindicalismo y la política”, Diario de la Costa, 14
de enero, 1937, (BNC). La Federación Sindical de Colombia fue creada en el marco de la convención 125
nacional sindical en 1935, a través del III Congreso de Trabajadores en la ciudad de Cali en el año de
1938 se decidió cambiar el nombre de la institución por el actual de Confederación de Trabajadores
de Colombia (CTC).
19 “La investigación del conflicto de los braceros de Calamar constituyó un problema de Estado, nos
dijo el inspector del trabajo”, Diario de la Costa, Cartagena 1 de agosto, 1937, (BNC).
20 Ver: “Los “camaradas” irán a las elecciones de representantes con candidatos de su seno”, El Mer-
curio, 2 de mayo, 1931, (BNC)...
21 Sobre los inicios de la celebración del 1° de mayo en Colombia. Ver: Renán Vega Cantor, Gente muy
rebelde protesta popular y modernización capitalista en Colombia 1909-1929. Tomo IV Socialismo,
cultura y protesta popular (Bogotá: Ed. Pensamiento Crítico, 2002), 20-35. Centro de Investigación
Libertaria y Educación Popular (Cilep), “Los orígenes del Primero de Mayo en Colombia y la influen-
cia del anarcosindicalismo”, en Los orígenes libertarios del Primero de Mayo: de Chicago a América
Latina (1886-1930), compilado por José Antonio Gutiérrez D. (Santiago: Hombre y sociedad/Qui-
126 mantú/Libre Iniciativa, 2010), 247-262. José Antonio Gutiérrez D., “Los mártires de Chicago: histo-
ria de un crimen de clase en la tierra de la ‘democracia y la libertad’”. En Los orígenes libertarios del
Primero de Mayo: de Chicago a América Latina (1886-1930), compilado por José Antonio Gutiérrez
D. Chile: Hombre y Sociedad/Quimantú/Libre Iniciativa, 2010, 13-58.
Pero esta reacción de los comunistas era por la forma como el DOBD
festejaba el día de los trabajadores en la ciudad. En el año de 1932 dicha
celebración contó con la participación de delegaciones de todos y cada
uno de los centros obreros y de empleados que funcionan en el departa-
mento. El “gremio obrero femenino” brindó una ofrenda floral al padre
de la Patria (Simón Bolívar) con el acompañamiento de alumnas del Cole-
gio del Carmen y de la Escuela Primera de Niñas del Distrito. Otros actos
de importancia fueron el homenaje a la insignia nacional en lo alto del
Cerro de San Felipe de Barajas; un desayuno para niños pobres en la Casa
Cuna; reparto de artículos de primera necesidad a los pobres en el Parque
del Centenario; una misa solemne en el templo de San Pedro Claver y la
inauguración de una moderna farola obsequiada por el Sindicato de Cho-
feres a la Municipalidad. Como acto principal se impartió una conferencia
de Miguel Gómez Fernández sobre asuntos sociales en el Teatro Heredia
que contó con una nutrida asistencia22.
Vale la pena decir que esta conmemoración del 1° de mayo para el DOBD
tenía más un carácter cultural, académico, formativo y festivo, en la cual se
mostraban la creatividad y riqueza simbólica del pueblo trabajador. Pero
de igual manera, era la ocasión propicia para manifestar públicamente las
virtudes y los valores que caracterizaban a este sector. Finalmente, estos
debates entre las organizaciones obreras de la ciudad era un reflejo de las
transformaciones que en materia de legislación laboral, de recepción de
nuevas ideas venían incidiendo en los gremios.
22 “Los Obreros celebran el día del trabajo hoy”, El Mercurio, 1 de mayo de 1932, (BNC).
la huelga”, “Se vislumbra posible solución de la huelga”, “Ayer se solucionó la huelga”, en: Diario de
la Costa, Cartagena, 19, 20, 22, 24, 26 y 29 de enero, 1937, (BNC). Ver: “Una huelga de trabajadores
del ferrocarril de aquí va a estallar dentro de poco”, “Ayer se inició la huelga”, “El problema de la
huelga de ferroviarios está ya en vía de solucionarse”, “Los ferroviarios rechazaron una fórmula para
el arreglo de la huelga propuesta por la C.I.A.”, “Continúa aún sin solución la huelga de los obreros
del ferrocarril de Cartagena”, “En el día de ayer quedó solucionada la huelga del ferrocarril de Car-
tagena”, en: El Fígaro, Cartagena, 15, 19, 26, 27, 28 y 29 de enero, 1937, (BNC).
Ver: “Los ferroviarios han recibido una negativa”, “La huelga de ferroviarios no ha sido solucionada
aún”, en: El Mundo Diario de Cartagena, Cartagena, 16 y 19 de enero, 1937, (BNC).
La huelga de los ferroviarios fue registrada por tres periódicos de la ciudad que tenían una circula-
ción diaria, eran de carácter comercial, pero respondían a intereses políticos distintos, todos estaban
130 alineados bajo el pensamiento conservador. El cubrimiento que hacen de los hechos no varía, el
contenido presentado es muy homogéneo y se nota un interés de plasmar la opinión de las partes
implicadas en el conflicto.
26 “Paralización del transporte ferroviario sigue”, Diario de la Costa, 21 de enero, 1937, (BNC).
los temas centrales fue el apoyo económico para sostener la protesta, los
principales contribuyentes a dicha causa fueron los sindicatos locales y
nacionales, la segunda forma de recolectar fue a través de los “ficheros”
de acopio de fondos que consistía en dejar afuera de las instalaciones de la
empresa una caja de gran tamaño para recibir alimentos y dinero por parte
de cualquier persona que sintiera la necesidad de apoyar el proceso.
crearía una local de higiene para ellos. Cuarto, la empresa concedió cada
tres meses pasajes gratuitos a sus empleados y obreros y a familiares de
estos hasta cinco personas. Quinto, la empresa respetaría y garantizaría el
cumplimiento del pacto celebrado el 30 de agosto de 1935 entre la Geren-
cia y el Sindicato en aquellos puntos que no quedaran modificados por el
convenio. Sexto, la empresa se comprometió a no ejercer represalia directa
ni indirecta en contra de los trabajadores que tomaron parte en el movi-
miento que motivó la cesación colectiva. Séptimo, las partes contratantes
declaran que se ajustan a las leyes de las autoridades competentes. Octavo,
el convenio tiene validez por un año. Noveno, como consecuencia de este
convenio desde el día siguiente los obreros reiniciarían sus labores.
27 Las declaraciones fueron expuestas por los miembros de la comisión de prensa del sindicato: Orlan-
do Salgado y Gabriel Merlano. Ver: “Los trabajadores del ferrocarril de Cartagena declararán un paro
el lunes”, Diario de la Costa, Cartagena, 19 de agosto de 1939, (BNC). Los trabajadores mediante
una misiva dirigida al presidente Eduardo Santos, mostraban su desespero ante la situación económi-
ca de la empresa y lo describían así: “Nuevamente hacemos revivir en su conocimiento la angustiosa
situación que atravesamos los trabajadores del ferrocarril de Cartagena- Calamar careciendo de los
más elementales prestaciones sociales, padeciendo de hambre nuestros hogares, víctimas de enfer-
medades por la falta de asistencia médica, higiene y hospitalaria nuestros sueldos y salariaros se nos
adeudan hasta 5 y 6 meses de atraso, y este cumulo de calamidades, la empresa se declara incapacitada
para pagar los sueldos de sus trabajadores amenazándonos con que ella no tiene con qué pagarnos y
que suspendamos labores si queremos. Nosotros no hemos suspendido labores, obedeciendo la Fe-
deración Nacional de Ferroviarios, pero de seguir este estado de cosas, tendremos forzosamente que
declararle a la empresa el paro a la empresa hasta tanto se efectué la nacionalización, pero informa-
mos a su excelencia nuestra situación y de cuando las consecuencias que puedan sobrevenir, para que
132 mañana nuestro paro, no se nos culpe de proceder ligeramente, ni intransigente, sino que lo hemos
hecho aminorados por el hambre por la desesperación y por las vicisitudes que estamos soportando”
[sic]. Ver: 27 de octubre, 1939, Archivo General de la Nación Colombia (AGN), Sección despacho
del señor presidente, Sindicatos, caja 71, carpeta 15, Folio 105.
Los intentos por parte de distintos sectores por contener la huelga fue-
ron infructuosos, el periódico Diario de la Costa en su editorial del 17 de
noviembre de 1939, mostraba su preocupación por los diez días de paro
que tenía la huelga de los obreros del ferrocarril –la estrategia que utiliza-
ron los trabajadores para mantener el cese de actividades fue la huelga de
brazos caídos que consistía en que los trabajadores llegaran diariamente al
sitio de su labor, pero no realizaban las funciones que tenían asignadas–,
señalaba que el principal motivo era la insolvencia económica de la empre-
sa por falta de ingresos suficientes y regulares para atender el pago de sus
trabajadores, además coincidía con los planteamientos que esgrimían los
obreros y empresarios, que la mejor salida era que la Nación adquiriera la
compañía y le diera una nueva organización para sanearla económicamen-
te. También llamaba la atención sobre la poca preocupación e inquietudes
que generaba la parálisis del puerto y para todos los renglones económicos
de la ciudad, además solicitaba la intervención inmediata del gobierno na-
28 La respuesta a dicho pliego la realizó el gerente de la compañía “The Colombia Railways & Naviga- 133
tion Company Ltd.” M. Verhels. Ver: “El conflicto entre los obreros del ferrocarril de Cartagena y la
empresa”, Diario de la Costa, 23 de agosto de 1939, (BNC).
29 Ver: “No habrá huelga de ferroviarios”, Diario de la Costa, 1 de septiembre de 1939, (BNC).
Tabla 1
Censo Sindical de Bolívar 1942
Número
Organización Sindical
de afiliados
Sindicato general de celadores, Cartagena 38
Sociedad de miembros unidos, Montería 44
Sindicato de empleados de Cine, Cartagena 49
Sindicato ferroviario, Cartagena 265
Sociedad fraternal de carpinteros navales, Cartagena 30
Sindicato unido de empleados y obreros del terminal de Mamonal, Cartagena 128
Sindicato de braceros portuarios y navegantes, Zambrano 25
Sindicato de obreros portuarios y navegantes, Cartagena 270
Sindicato de seberos, sopleteros y aprendices de máquina de Bolívar, Cartagena 108
Sociedad de braceros, Cartagena 70
Sindicato de seberos, sopleteros y aprendices del sector de Magangué, Magangué 38
Sindicato fluvial de subsistencia sector de Magangué, Magangué 94
Sindicato de braceros portuarios y navegantes, Magangué 52
Sindicatos de pilotos prácticos del río Magdalena y sus afluentes, Magangué 77
Sindicatos de obreros portuarios y navegantes de Yatí 88
Sindicato fluvial de subsistencia, Cartagena 120
Sindicatos de pilotos prácticos timoneles y aprendices de máquina, Cartagena 110
Sindicatos de paileros de Bolívar, Cartagena 110
Asociación colombiana de contadores, Cartagena 185
Sindicatos de empleados de comercio de Bolívar, Cartagena 107
Sindicatos de empleados oficiales de Bolívar, Cartagena 107
Sindicato de estibadores, Calamar 29
Sindicato de ingenieros, electricistas y mecánicos de Bolívar, Cartagena 52
Sindicatos de trabajadores del terminal marítimo de Cartagena, Cartagena 280
Sindicato de braceros portuarios y navegantes, Calamar 280
Sindicato de agricultores, Sincelejo 60
Sindicato de choferes, Cartagena 468
Sindicato de agricultores, Ovejas 165
Sindicato de agricultores y obreros, Carmen de Bolívar 34
Sindicato de artesanos y obreros, San Jacinto 180
138 Total 4.051
Fuente: Publicado 6 de enero de 1942, Diario de la Costa, (BNC).
Las cifras fueron suministradas por Inspección Seccional del Trabajo de Bolívar
Solano destaca que la segunda etapa tuvo la impronta del contratista, pro-
ducto de la expansión de la economía portuaria que le delegó la respon-
sabilidad del control sobre los trabajadores y el manejo de la carga. Tanto
el significativo crecimiento de los volúmenes de carga, como el estableci-
miento de grandes empresas comerciales y del transporte, empezaron a
demandar la subordinación de los braceros. En esta etapa, el vínculo con
la empresa empezó a depender del criterio selectivo del contratista, quien
38 Ver: “Se firmó un convenio sobre trabajo para el terminal de Cartagena”, Diario de la Costa, Carta-
gena, 7 de diciembre, 1940, (BNC).
39 “La total ausencia de tecnología para movilizar la carga pesada obligó a que la forma de organización
del trabajo de los braceros fuera la cuadrilla, institución social propia del trabajo no calificado que
había surgido en la minería y la hacienda colonial, y en diversos oficios urbanos, y empleada durante
la república en la prestación del servicio personal subsidiario y en la construcción de obras públicas”. 141
Sergio Paolo Solano de las Aguas, Puertos, sociedad y conflictos en el Caribe Colombiano, 1850-
1930, (Cartagena: Observatorio del Caribe Colombiano - Universidad de Cartagena - Ministerio de
Cultura, 2001), 23.
En ese sentido se puede entender el caso del piloto Agustín Del Valle. La
empresa “Naviera Colombiana”42 resolvió solicitar el enrolamiento del pi-
loto Agustín del Valle en la tripulación del vapor “Catatumbo” que partiría
de la ciudad de Barranquilla. Pero este había sido expulsado de los sindi-
catos y su llamamiento a trabajar por parte de los empresarios sin duda
era una clara violación e incumplimiento al contrato de trabajo y al fallo
arbitral que regulaba las relaciones entre patronos y obreros. En respuesta
a esa acción la Fedenal profirió una resolución donde daba la orden de que
ningún trabajador afiliado a las organizaciones sindicales entrara a formar
parte de la tripulación donde figura Valle. Sin embargo, el intendente flu-
vial dio la orden al barco para que zarpara sin tripulación sindicalizada. La
40 La lucha por la contratación colectiva estuvo presente en la mayoría de las zonas portuarias a nivel
mundial. Ver: Pablo Xicoténcatl Eligaza, “Entre el riel y los muelles…”, Natalia Paula Fanduzzi, “El
lugar de los trabajadores... Elizabeth Jean Norvell, “Syndicalism and citizen… Movimiento obrero en
Yucatán…”, Héctor Porfirio Ochoa Rodríguez, “Los estibadores del puerto…” Fernando Teixeira
da Silva, “Operários sem patróes…”.
142 41 Sergio Paolo Solano de las Aguas, “Las disputas por el control del mercado laboral en los puertos
del Caribe colombiano, 1850-1930”, Asociación para el fomento de los estudios históricos, Vol. 47
(2010): 20.
42 “Defiende la Fedenal los contratos de trabajo”, Diario Popular, 1 de junio de 1943 (BNC).
Agustín del Valle. Pero los empresarios del transporte salieron inmunes
de este conflicto, teniendo en cuenta que fueron los grandes responsables.
Estos hechos nos dejan elementos que hay que considerar trascendenta-
les en la lucha por la contratación colectiva de los portuarios; en primera
medida, la actuación de la empresa Naviera Colombiana fue premeditada
y tenía como objeto desmoralizar el movimiento obrero del transporte; la
violación de los acuerdos vigentes por parte del gobierno nacional, que
habían sido ratificados por la Gran Comisión de Conciliación y Arbitraje
mediante las Resoluciones 143 y 145, a las cuales hizo caso omiso el Mi-
nistro de Transporte cuando consideró que los empresarios no tenían la
obligación de contratar personal sindicalizado. Las actuaciones tanto del
Estado y los empresarios tenían como fin, la intención de quebrantar la
moral combativa de los trabajadores.
Reflexiones finales
Bibliografía
Fuentes primarias
Fuentes secundarias
Para citar este artículo: Santana Caraballo, Ramiro José. “Protestas so-
ciales, cultura política y debates de los trabajadores del transporte en Car-
148 tagena (Colombia), durante la República Liberal (1930-1945)”, Historia
Caribe Vol. XI No. 28 (Enero-Junio 2016): 109-148. DOI: http://dx.doi.
org/10.15648/hc.28.2016.5
Historia Caribe - Volumen XI N° 28 - Enero-Junio 2016 pp 109-148
Ideología revolucionaria
y sociabilidad política en los grupos
universitarios maoístas de los años
60 y 70 en Colombia*
Álvaro Acevedo Tarazona
DOI: http://dx.doi.org/10.15648/hc.28.2016.6
* Este artículo forma parte del proyecto: “¿Colombia indignada?: estudiantes y movilización por la
educación superior, 2011. Un análisis histórico-retrospectivo”, financiado por la Universidad Indus-
trial de Santander (Colombia). 149
Esta publicación está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0
Resumen
El presente artículo investiga la historia de la ideología revolucionaria de los grupos
universitarios maoístas en Colombia, con referencia a su sociabilidad política. Se tra-
ta de agrupaciones creadas por jóvenes universitarios para organizar acciones hacia el
cambio social. El trabajo realizado se apoya en una reflexión investigativa sobre los mo-
vimientos estudiantiles y el gobierno universitario en Colombia en los años 60 y 70 y en
una serie de recopilaciones y estudios documentales realizados por el CINEP sobre las
izquierdas sociales y políticas. Diversas agrupaciones de izquierda, en disputa por con-
trolar la gobernabilinidad universitaria, hicieron presencia en los campus universitarios
para desde allí propiciar acciones de cara a los desafíos de transformar la sociedad, sobre
el entendido de cambiar la institucionalidad educativa como fase previa a la revolución
socialista, según las distintas tendencias ideológicas del amplio espectro de la izquierda
mundial y nacional.
Abstract
This article researches the revolutionary ideology history of the Maoists university
groups in Colombia, related to his political sociability. This is a group set up by univer-
sity students in order to organize actions towards social change. This work is supported
by a research reflection on the university student movements and government in Co-
lombia in the 60s and 70s, and in a series of collections and documentary studies by the
CINEP on the social and political left-wing. Various left-wingers groups, in dispute over
control the university governance, were present on university campuses to promote ac-
tions facing the challenges of transforming society on the basis of an understanding the
educational institutions changing, as a preliminary phase to the socialist revolution. Ac-
cording to the different ideological trends of a global and national left broad spectrum.
150
Key words: ideology, Maoism, revolution, political sociability.
Resumo
Este artigo investiga a história da ideologia revolucionaria dos grupos universitários
maoístas na Colômbia, com referência a sua sociabilidade política. Trata-se de agrupa-
ções criadas por jovens universitários para organizar ações de mudança social. O projeto
se apoia em uma reflexão investigativa sobre os movimentos estudantis e o governo
universitário na Colômbia nos anos 60 e 70, e em uma série de recolecções e estudos do-
cumentais realizadas pela CINEP sobre as esquerdas sociais e políticas. Vários grupos
de esquerda, em disputa por controlar a governabilidade universitária fizeram presença
em campus universitários para propiciar ações de cara aos desafios para transformar a
sociedade, sobre o acordo de mudar a institucionalidade educativa como fase previa à
revolução socialista, segundo as diversas tendências ideológicas do amplo espectro da
esquerda mundial e nacional.
Résumé
Cet article examine l’histoire de l’idéologie révolutionnaire des groupes universitaires
maoïstes en Colombie, par rapport à sa sociabilité politique. Il s’agit de groupes créés
par des jeunes universitaires pour organiser des actions visant le changement social.
Le travail accompli s’appuie sur une recherche faite sur le mouvement étudiant et le
gouvernement universitaire en Colombie des années 60 et 70, et sur une série de compi-
lations et d’études documentaires menées par le CINEP sur les gauches sociales et poli-
tiques. De différents groupes de gauche, en dispute pour le contrôle de la gouvernabilité
universitaire, ont fait présence dans les campus pour y encourager des actions vis-à-vis
des défis de transformer la société, y compris le changement de l’institutionnalité édu-
cative comme étape préalable à la révolution socialiste, d’après les différentes tendances
idéologiques du vaste spectre de la gauche mondiale et nationale.
151
Mots clés: idéologie, maoïsme, révolution, sociabilité politique.
Introducción
1 Estas nociones han sido trabajadas desde muchas orillas teóricas; luego un abordaje exhaustivo de
152 las mismas rebasa los objetivos de esta introducción. Pueden mirarse los estudios de autores como
Sidney Tarrow, Alain Touraine y Alberto Melucci sobre los movimientos sociales.
2 Luis Alberto Restrepo, El potencial democrático de los movimientos sociales y de la sociedad civil
en Colombia (Bogotá: Corporación Viva la Ciudadanía, 1993), 15-32.
153
3 Pilar González Bernaldo, “La sociabilidad y la historia política”, en: Nuevo Mundo Mundos Nuevos
[En línea], Puesto en línea el 17 febrero 2008. BAC - Biblioteca de Autores del Centro, http://nue-
vomundo.revues.org/24082
5 Gerardo Molina, Las ideas socialistas en Colombia (Bogotá: Tercer Mundo, 1987). Fabio López de
la Roche, Izquierdas y cultura política: ¿oposición alternativa? (Bogotá: CINEP, 1994).
6 Recientemente, los estudios sobre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el
Ejército de Liberación Nacional (ELN) tuvieron un resurgimiento interesante, especialmente, por
los enfoques de análisis. Lamentablemente, predomina el estudio de su ya larga duración y las muta-
ciones en su lucha armada. Ver: Eduardo Pizarro León-Gómez, Las FARC 1949-2011: de guerrilla
campesina a máquina de guerra (Bogotá: Norma, 2011). Carlos Medina Gallego, FARC-EP: temas y
problemas nacionales. 1958-2008 (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, s.f.). Carlos Medina
Gallego, “FARC-EP: notas para una historia política, 1958-2006” (tesis de Doctorado en Histo-
ria, Universidad Nacional de Colombia, s.f.). Carlos Medina Gallego, “ELN-Ejército de Liberación
Nacional: notas para una historia de las ideas políticas: 1958-2007” (tesis Doctorado en Historia, 155
Universidad Nacional de Colombia, s.f.).
7 Mauricio Archila, Una historia inconclusa: izquierdas políticas y sociales en Colombia (Bogotá: CI-
NEP/COLCIENCIAS, 2009).
157
9 Mauricio Archila, “El maoísmo en Colombia: la enfermedad juvenil del marxismo-leninismo”, en
Una historia inconclusa: izquierdas políticas y sociales en Colombia, Mauricio Archila (Bogotá: CI-
NEP/Colciencias, 2009), 179-183.
(UCR). Con influencia durante casi toda la década del 70, la UP logró un
importante posicionamiento en el interior de la universidad colombiana,
en regiones como Cundinamarca, Tolima, Meta y Santander. Entre sus
prioridades políticas, además de reafirmar cotidianamente su adhesión a
las verdades que Mao había señalado en sus tesis filosóficas, esperaban
vincularse ideológica y políticamente al proletariado industrial, ligarse a
las masas campesinas, en especial al proletariado agrícola para desarrollar
una organización política con ellos y, como era obvio, lograr la aplicación
de las “verdades universales” del Marxismo-Leninismo-Maoísmo en “si-
tuaciones concretas”. Como parte de este proceso, este grupo también se
acercó a la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC), espe-
cíficamente a los Comités de Educación, mientras que en la ciudad logra-
ron la organización de los primeros sindicatos de vendedores ambulantes.
Para 1980 y luego de un acercamiento al mundo electoral como parte del
Frente por la Unidad del Pueblo que agrupaba varios núcleos maoístas,
tanto la UP como la Liga ML desaparecieron de la escena política nacional.
10 Frank Molano, “La izquierda maoísta colombiana: organizaciones y mentalidades en la década de 159
1970” en: Para reescribir el siglo XX: memoria, insurgencia, paramilitarismo y narcotráfico, editado
por Olga Yanet Acuña Rodríguez y Javier Guerrero Barón. Medellín: La Carreta/UPTC, 2011, 361-
371. Mauricio Archila, “El maoísmo en Colombia…”, 187-192.
11 José Abelardo Díaz Jaramillo, “Del liberalismo al maoísmo: encuentros y desencuentros políticos en
Francisco Mosquera Sánchez, 1958-1969”, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura- 161
Vol. 38 No. 1 (2011): 141-176.
12 Una revisión desde el maoísmo de la trayectoria política del PC, en: ¿De dónde venimos, hacia dónde
vamos, hacia dónde debemos ir? (Medellín: Editorial 8 de junio, 1975), 390-420.
16 Por revolución de nueva democracia Mao entendía una revolución antiimperialista y antifeudal de las
grandes masas populares bajo la Dirección del proletariado: “En su primera etapa o primer paso, tal
revolución de un país colonial o semicolonial, aunque por su carácter social sigue siendo fundamen-
talmente democrático-burguesa y sus reivindicaciones tienden objetivamente a desbrozar el camino
al desarrollo del capitalismo, ya no es una revolución de viejo tipo, dirigida por la burguesía y desti-
nada a establecer una sociedad capitalista y un Estado de dictadura burguesa, sino una revolución de
nuevo tipo, dirigida por el proletariado y destinada a establecer, en esa primera etapa, una sociedad
de nueva democracia y un Estado de dictadura conjunta de todas las clases revolucionarias. Por con-
siguiente, esta revolución abre precisamente un camino aún más amplio al desarrollo del socialismo”.
166 Mao Tse-tung, “Sobre la nueva democracia”, en Obras Escogidas de Mao Tse-tung, Pekín Tomo II,
Ediciones en lenguas extranjeras, 1976, 359.
17 Entrevista realizada por Álvaro Acevedo Tarazona a Armando Martínez Garnica el 26 de octubre de
1999.
18 Luz Mary Giraldo, Diez años sin Moreno-Durán, El Espectador (22 de noviembre de 2015): 38-40.
168 19 Armando Martínez Garnica recuerda que muchos de sus colegionarios adoptaron la costumbre de
dormir en el suelo, a lo sumo sobre una estera, como símbolo de su compromiso con el pueblo pobre
al que deseaban defender. Entrevista realizada por Álvaro Acevedo Tarazona a Armando Martínez
Garnica el 26 de octubre de 1999.
20 Entrevista realizada por Álvaro Acevedo Tarazona a Armando Martínez Garnica el 26 de octubre de
1999. 169
21 Entrevista realizada por Álvaro Acevedo Tarazona a Lya Fernández el 29 de octubre de 1999.
22 Entrevista realizada por Álvaro Acevedo Tarazona a Lya Fernández el 29 de octubre de 1999.
23 Frank Molano, La izquierda maoísta colombiana, 371-373.
A manera de cierre
24 Mauricio Archila, El maoísmo en Colombia, 193-213. Por su parte, Frank Molano refiere varios
aspectos enunciados por Archila, específicamente, en lo relacionado con la mentalidad anticapitalista
y antimoderna. Es así como afirma que los miembros de la Liga ML tenían prohibido ver televisión
“burguesa”, escuchar cadenas radiales “burguesas e imperialistas” así como leer prensa procapita- 171
lista. Sus fuentes de información únicamente podían ser aquellas que provenían de la República
Popular China: Radio Pekín, Radio Tirana, el periódico de la Liga Nueva Democracia o las revistas,
literatura o cine chino. Frank Molano, La izquierda maoísta colombiana, 364.
25 De acuerdo con Ricardo Sánchez, el significado de la palabra mamerto para esta época, tenía que
ver con el cansancio y abandono de los miembros del PC de la causa revolucionaria:“[…]esta ex-
presión de mamerto quiero aclarar tiene un profundo contenido popular, es decir, es algo que surge
de la crítica de sectores populares y consiste sencillamente en la expresión común entre nosotros
de habérsele “mamado” a la lucha revolucionaria”. Ver Umberto Valverde, Colombia: tres vías a la
revolución (Bogotá: Círculo Rojo Editores, 1973), 166. En un reciente artículo publicado en la revista
El Malpensante, Julia Londoño sugiere que si bien el significado del término mamerto no se ha esta-
172 blecido con claridad, este pudo haberse derivado de un juego de palabras consistente en que varios
de los fundadores del PC tenían nombres que terminaban en “erto”: Gilberto, Roberto, Alberto. Por
extensión, a los militantes del partido se les llamaba mamertos. Ver: Julia Londoño, “La diva de la
JUCO: testimonio de Amalia Lú Posso”, El Malpensante, No. 126 (2011): 39.
Bibliografía
26 Rodolfo Posada recuerda que “Sí, andaban, bueno, todo mundo usaba gorra… Sí, pero los maoístas,
los maoístas una gorra. Ah, la famosa gorra, las botas de gamuza, la chaqueta y la bufanda. Y algunos
adicionaban las gafas, sí, y los trotskistas con una mochila cruzada, eran como los símbolos de su
adhesión a la causa.” Entrevista realizada por Álvaro Acevedo Tarazona a Rodolfo Posada el 15 de
noviembre de 2008.
27 Para una aproximación al mundo de la cotidianidad universitaria en Colombia, a propósito de las
diferentes agrupaciones de izquierda, véase: Acevedo Tarazona, Álvaro. La experiencia histórica del
cogobierno en la Universidad Industrial de Santander: Concepciones y divergencias en disputa por
la autonomía universitaria, 1971-1976. Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2015, 230 173
28 Martha Cecilia García Velandia, “El presente es de lucha: el futuro socialista”, en Una historia incon-
clusa: izquierdas políticas y sociales en Colombia, Mauricio Archila (Bogotá: CINEP/COLCIEN-
CIAS, 2009), 141-178.
Profesor titular del departamento de Historia, Universidad del Valle (Colombia). Correo electrónico:
[email protected]. El autor es licenciado en Filología, magíster en Historia de la Universidad
Nacional (Colombia) y doctor en Sociología del Instituto de Altos Estudios de América Latina (IHEAL),
París III (Francia). En la actualidad es jefe del departamento de Historia de la Universidad del Valle (Colom-
bia). Entre sus publicaciones recientes tenemos: “Las primeras constituciones de Colombia (1811-1821)”,
en revista Historia y Espacio No. 42 (2014) y “Poder letrado. Ensayos sobre historia intelectual de Colom-
bia, siglos XIX y XX” (Cali: Universidad del Valle, 2014). Fue Premio Ciencias Sociales y Humanas de la
Fundación Ángel Escobar (2012). Sus líneas de investigación son: historia intelectual de Colombia, siglos
XIX y XX, historia del Estado en Colombia.
DOI: http://dx.doi.org/10.15648/hc.28.2016.7
Resumen
Este artículo, apoyado en fuentes primarias y en una historiografía sobre el tema, plan-
tea que la sociabilidad, en Colombia, debe entenderse dentro de los procesos históricos
de la democracia representativa y de la cultura letrada. En consecuencia, la sociabilidad
es un fenómeno colectivo relacionado con la historia de la opinión pública, con las
mutaciones en la vida pública, con la presencia de un personal político muy variado.
Finalmente, el ensayo examina lo que puede ser el horizonte de futuras investigaciones
sobre la sociabilidad en Colombia.
Abstract
This article, supported on primary sources and a historiography on the subject, suggests
that sociability, in Colombia, must be understood within the historical processes of re-
presentative democracy and the literate culture. Consequently, sociability is a collective
phenomenon related to the history of public opinion, with mutations in public life, with
the presence of very diverse political staff. Finally, this paper examines what may be the
horizon of future research on sociability in Colombia.
Resumo
Este artigo, apoiado em fontes primárias e em uma historiografia sobre o assunto, pro-
põe que a sociabilidade na Colômbia deve entender-se dentro dos processos históricos
da democracia representativa e da cultura letrada. Consequentemente, a sociabilidade é
um fenômeno coletivo relacionado com a história da opinião pública, com as mutações
178 na vida pública, com a presença de uma equipe política muito variada. Finalmente, o en-
saio examina o que pode ser o horizonte de investigações futuras sobre a sociabilidade
na Colômbia.
Résumé
Cet article, fondé sur des informations primaires et sur une historiographie sur le sujet,
manifeste que la sociabilité en Colombie doit s’entendre à l’intérieur des processus his-
toriques de la démocratie représentative et de la culture érudite. En conséquence, la
sociabilité est un phénomène collectif mis en relation avec l’histoire de l’opinion publi-
que, avec les mutations dans la vie publique, avec la présence d’un personnel politique
très varié. Finalement, cet essai examine ce qui peut être l’horizon de futures recherches
sur la sociabilité en Colombie.
Introducción
1. Temporalidad y sociabilidad
1 La historiografía colombiana es poco arriesgada en este asunto, prefiere reproducir lugares comunes
en la disección del tiempo histórico; reproducimos divisiones y clasificaciones muy viejas que forman
parte de lo que alguien llamó “prisiones historiográficas”. Muy tenue, Germán Colmenares alguna
vez se aproximó al asunto en un ensayo que anunciaba más de lo que dijo: “Sobre fuentes, tempora- 181
lidad y escritura de la historia”, Boletín Cultural y Bibliográfico, Bogotá, XXI (10 de marzo de 1997):
3-18. Algunos destellos de reflexión sobre el asunto, pero no más de eso, en los ensayos de Renán
Silva reunidos en A la sombra de Clío (Medellín: La Carreta Histórica, 2007).
182
2 La reflexión, al respecto, es de Fernand Braudel. Fue él, por supuesto, quien nos ha legado una de
las más consistentes y productivas formas de descomponer el tiempo en estructuras. Véase: Braudel
Fernand, La historia y las ciencias sociales (Madrid: Alianza Editorial, 1968).
Aquí estamos, por tanto, ante otra gran estructura temporal que ha adqui-
rido fijeza, con la cual hemos ido definiendo nuestro proceso colectivo de
existencia. La representación es un mecanismo expandido en formas orga-
nizativas de la sociedad a cualquier nivel, en diferente intensidad. Hemos
sido usuarios cotidianos del sistema representativo e, incluso, quienes se
han colocado por fuera o en contra de ese sistema han tenido algún tipo
de relación, algún tipo de diálogo o de aproximación con ese sistema po-
183
lítico. No lo perdamos de vista, son más o menos doscientos años de vida
pública en esas coordenadas de la organización política.
3 Señalo por ahora dos contribuciones que desde diferentes puntos de partida y con distintos resul-
tados, coinciden en mostrar el peso de los agentes letrados en la definición del hecho político revo-
lucionario que dio origen al sistema político representativo en lo que había sido el Nuevo Reino de
Granada. Me refiero a: Mauricio Nieto Olarte, Orden natural y orden social. Ciencia y política en el
Semanario del Nuevo Reyno de Granada (Bogotá: Uniandes, 2007); Isidro Vanegas, La revolución
neogranadina (Bogotá: Ediciones Plural, 2013). Sin despreciar un estudio pionero y lejano que dio
cuenta del vínculo entre Ilustración y política: Renán Silva, Prensa y revolución a finales del siglo
XVIII. Contribución a un análisis de la formación de la ideología de Independencia nacional (Bogo-
tá: Banco de la República, 1988).
184 4 Algunos textos pueden considerarse seminales en la exaltación de las virtudes ordenadores de los
legisladores, de los hombres capacitados para enunciar leyes. Por ejemplo, Fundamentos de la inde-
pendencia, por Francisco Antonio de Ulloa (1814) y algunos artículos del Diario político de Santafé
de Bogotá, 1811.
Ahora bien, urge precisar en este ensayo la estructura temporal que con-
cierne, en el caso colombiano, al predominio de esa cultura letrada ins-
taurada desde los estertores del proceso de independencia. Mientras esa
cultura letrada haya sido la matriz reguladora y ordenadora del sistema
político, mientras haya tenido preeminencia en el espacio público de opi-
nión, y haya sido la principal y a veces exclusiva productora de todas las
formas discursivas del orden, podemos hablar de una unidad temporal
con una personalidad histórica más o menos bien definida. Esa cultura
letrada sustentó su expansión hegemónica mediante el control de la pro-
5 Digamos que aquí la historia intelectual halla una aplicación fecunda para entender cómo una revolu-
ción política tuvo fundamento en la actividad muy interesada de unos grupos sociales que buscaban
algún nivel de protagonismo en el control de la sociedad. Algunos estudios prosopográficos, algunos
estudios sobre autores y obras permiten percibir la importancia originaria de una república de ilustra-
dos que logró estabilidad y legitimidad relativas con la imposición de la soberanía de la razón en vez
de la soberanía del pueblo. Para este asunto, sugiero, por ejemplo, además del libro ya mencionado
de Vanegas, las siguientes obras: Rafael Rojas proporciona una mirada panorámica y certera del
asunto en Las repúblicas de aire. Utopía y desencanto en la revolución de Hispanoamérica (México:
Taurus, 2009); el estudio de Elías José Palti sobre el pensamiento político mexicano del siglo XIX es
generoso en la demostración, sin ser ese su principal propósito, del peso de la cultura letrada en la
diseminación de discursos políticos: La invención de una legitimidad. Razón y retórica en el pensa-
miento mexicano del siglo XIX (un estudio sobre las formas del discurso político) (México: Fondo
de Cultura Económica, 2005). Un par de ensayos de Gilberto Loaiza Cano: “El criollo: de súbdito
a ciudadano”, en: Ensayos de historia cultural y política: Colombia, siglos XIX y XX, eds. Gilberto 185
Loaiza Cano, Maira Beltrán (Cali: Universidad del Valle, 2013), 153-171; “El pueblo en la república
de los ilustrados”, en: Conceptos fundamentales de la Independencia, eds. Francisco Ortega, Yobenj
Chicangana, (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia-University of Helsinki, 2012), 221-258.
tenemos una zona tensa de transición moderna que llevó a la sociedad co-
lombiana al cercano y traumático siglo XX colombiano. Entendemos que
acabamos de decir algo que merece debate, eso será después en otra parte
porque no podemos distraernos del propósito original de este ensayo.
Uno, la definición del lugar del pueblo en el nuevo orden. Fue, inicialmen-
te, el principio abstracto que le dio fuerza legitimadora al sistema demo-
crático representativo. En el pueblo residió todo el poder simbólico en
la instauración del nuevo orden; pero el pueblo como población, como
comunidad de individuos fue difícilmente incorporado al campo político.
Los primeros publicistas políticos, hasta por lo menos la guerra civil de
Los Supremos (1839-1842), se dedicaron a argumentar a favor de una so-
beranía racional, en desmedro de la soberanía popular; ese fue el caso, por
ejemplo, de Vicente Azuero y su tesis de la “democracia ficticia” o “go-
bierno popular representativo” difundida especialmente en sus artículos
de La Indicación (1822)6. Después de esa guerra, otros escritores siguieron
exaltando las virtudes de una capa selecta e ilustrada para cumplir funcio-
nes tutelares. Algunos ensayos de Manuel Ancízar y José María Samper,
hicieron notar que la soberanía de las capacidades era un principio orde-
nador de la política mucho más eficiente que aquel que invocaba al pueblo
como depositario fundamental de la legitimidad política7. Sin embargo, la
6 Por ejemplo: “Autoridad del pueblo en el sistema constitucional”, La Indicación, Santafé de Bogotá,
No. 5, 24 de agosto de 1822, pp. 19 y 20; también La Indicación, Nos. 3 a 6, 17, 24 y 31 de agosto de
1822.
188 7 Manuel Ancízar, quizás más cercano al pensamiento de François Guizot, legó sus tesis de la sobe-
ranía de las capacidades en sus Lecciones de psicolojía i moral, escritas en 1845. Mientras tanto,
José María Samper hizo una vindicación del papel fundacional del hombre blanco e ilustrado en su
Ensayo sobre las revoluciones políticas i la condición social de las repúblicas colombianas (1861).
irrupción política de las gentes del pueblo fue inevitable y se volvió, sobre
todo desde las movilizaciones asociativas de mitad de siglo, en elemento
determinante de la democratización de la vida pública. La tensión entre
una élite de política y la cultura y sectores populares que fueron adquirien-
do alguna experiencia en los asuntos públicos fue una fuente de conflictos,
negociaciones, alianzas esporádicas que contribuyeron, de todos modos a
la ampliación del campo político.
8 El libro de Ángel Rama, La ciudad letrada, intentó hacer la caracterización general de esa obsesión
por el orden en el personal político-letrado que emergió de los procesos de emancipación en Amé-
rica Latina; Ángel Rama, La ciudad letrada, (Santiago de Chile: Tajamar Editores, 2004, 1984). Un
aporte más reciente, la biografía intelectual escrita por Iván Jaksic, Andrés Bello: La pasión por el
190 orden (Santiago de Chile: Editorial Universitaria, Universidad de Chile, 2001).
9 Un lector avisado se dará cuenta de que no estamos afirmando nada radicalmente novedoso ni inde-
mostrable; por ejemplo, ver los ensayos de Julio Ramos, Desencuentros de la modernidad en Amé-
rica Latina. Literatura y política en el siglo XIX, (México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1989).
Eso sí, se trata de algo que exige un estudio sistemático con el apoyo de algún medio cuantitativo y de
un método de análisis discursivo que permitan mostrar el peso de determinadas formas de escritura
y, sobre todo, que permitan mostrar las variaciones y las regularidades de esos discursos ordenadores.
10 Una pieza documental muy representativa de esa intención reglamentaria de un Estado moderniza- 191
dor es Elementos de ciencia administrativa, por Florentino González, en 1839.
11 Un libro inspirador de un análisis de lo que ha sido y ha hecho históricamente el Estado es el de
Pierre Rosanvallon, L´État en France. De 1789 à nos jours, (Paris: Editions du Seuil, 1990).
13 Lucas Alphonse, Les clubs et les clubistes. Histoire complète, critique et anecdotique des clubs et
comités électoraux fondés à Paris depuis la Révolution de 1848, (Paris: É. Dentu éditeur, 1851), 5. El
autor y la obra no son muy conocidos y escasamente citados, incluso entre la misma historiografía
francesa; pero tiene, a nuestro modo de ver, la singularidad de hacer parte del listado de obras men-
cionadas por la novela póstuma e inconclusa de Gustave Flaubert, Les dossiers de Bouvard et Pécuchet.
Esta inconclusa novela de Flaubert es una especie de reorganización crítica de los saberes que dis-
tinguieron al siglo XIX; en la arcana información que circula en la novela, aparece referido el libro
de Lucas como una de las tantas obras que le sirvió de “documentación política” al novelista. Véase 193
al respecto: Rosa María Palermo, Stephanie Dord-Crouslé, Stella Mangiapane, Éditer le chantier
documentaire de Bouvard et Pécuchet. Explorations critiques et premières réalisations numériques
(Messina: Università degli Studi di Messina, 2010).
16 Los capítulos 4, 5 y 6 son vitales en su análisis: “Le grand essor de la sociabilité populaire”, “L’évo-
lution des rapports entre peuple et notables”, “La descente de la politique vers les masses”, en:
Maurice Agulhon, La République au villlage. Les populations du Var, de la Révolution à la Seconde 195
République, (Paris: Editions Plon, 1970).
17 “La sociabilité (…) a cette fois envahi la sphère du pouvoir”, François Furet, Penser la révolution fran-
çaise (Paris: Editions Gallimard, 1978), 83.
18 “La legitimité (et la victoire) appartiennent à ceux qui figurent symboliquement sa volonté et qui
196 parviennent à monopoliser l’instance”, Furet, Penser la révolution française, 84.
19 El pueblo queda encarnado en dos elementos asociativos emergentes del nuevo orden, la Asamblea
Constituyente y los clubes políticos, ese doble sistema, agrega Furet, se institucionaliza progresiva-
mente alrededor de los clubes jacobinos; Furet François, Penser la révolution française, 84-89.
20 De ahí que Furet, en su lectura de la obra de Augustin Cochin, nos hable de “sociétés de pensée”
(asociaciones de ideas debería ser la mejor traducción, aunque algunos autores se inclinan por asocia-
ciones de pensamiento). La société de pensée es, en resumen, “un instrumento que sirve a la fabricación
de la opinión unánime”; Francois Furet, Pensar la revolución, p. 272. Esta reflexión de Furet no es
nada lejana de la definición de Pierre Bourdieu de opinión pública: “la opinión pública es aquella de
quienes son dignos de tener una opinión”; Bourdieu Pierre, Sur l’État. Cours au Collège de France,
1989-1992, (Paris: Éditions Raisons d’agir-Éditions du Seuil, 2012), 105. Furet, Bourdieu y Rosanva-
llon, por demás, han desentrañado en sus obras el fundamento capacitario del poder después de la
Revolución Francesa. 197
21 Pierre Rosanvallon, Pour une histoire conceptuelle du politique, (Paris: Éditions du Seuil, 2003).
22 Nos referimos a su libro Sociabilidad, religión y política en la definición de la nación. Colombia,
1820-1886 (Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2011).
¿De qué pueblo hablan? ¿Del auditorio que los rodea, compuesto
por la mayor parte de artesanos y jornaleros, y hasta de mujeres?
¿Son estos jueces idóneos para dar su voto sobre materias de go-
bierno? […] No hallamos en la historia el menor indicio de que
Esparta, Atenas ni Roma tuviesen establecimientos parecidos
a los clubs. Bien amantes de la libertad fueron sus legisladores;
pero por lo mismo no quisieron permitir o autorizar instituciones
que al fin conducen al despotismo del populacho, el más intole-
rable de todos23.
Una opinión controlada y una vida asociativa limitada fueron los requisitos
para modelar un campo político ceñido a las intenciones de un personal
letrado que se autoconsideraba destinado para ser tutor de la sociedad.
Por eso, el primer universo asociativo en la formación de la república es-
tuvo circunscrito a un notablato dispuesto a prolongar la voluntad estatal
y de ahí el contenido elitista de esa primera etapa asociativa. Luego, en la
199
23 “Las Sociedades Populares”, La Indicación, Bogotá, No. 23, 29 de diciembre, 1822, 98, 99.
24 Código Penal de 1837, artículo 769, 541.
202
25 Ambrosio López, El desengaño (Bogotá: Imprenta Espinosa, 1851), 7.
26 “Prospecto”, El Sufragante, Cartagena, No. 1, 21 de diciembre, 1848, 1.
27 “Prospecto”, El Pueblo, Bogotá, No. 1, 13 de julio, 1851, 1.
203
Estos vínculos de la sociabilidad con el sistema político representativo y
con la consagración de los principios de comunicación de la cultura letrada
Otra razón tiene que ver con la índole propia de lo que somos, en Colom-
bia, como comunidad de científicos de las Ciencias Humanas y Sociales.
No hemos sido, hasta hoy, buenos lectores de los paradigmas de estudios
sobre sociabilidad. Maurice Agulhon, pionero historiográfico de ese obje-
to de estudio, murió siendo un gran desconocido entre nosotros. Su obra
clásica al respecto, La république au village, ha tenido muy pocos lectores y
comentaristas. En contraste, mientras la obra de Agulhon ha pasado entre
nosotros casi inadvertida o ceñida a algunas frases de cajón, ha habido
una inclinación más entusiasta a favor de los estudios sobre la acción co-
lectiva impulsados por la ya abundante obra de Charles Tilly. En vez de
hablar acerca de sociabilidad, se ha preferido a la “racionalidad de la acción
colectiva” o de redes y modelos de organización de la acción colectiva
popular. Todo esto tiene que ver, presumimos, con el interés por hallar y
entender los comportamientos políticos de los llamados sectores subal-
ternos y, quizás, por la equivocada presunción según la cual los estudios
sobre sociabilidad, provenientes en su mayoría de la escuela historiográfica
francesa, no tenían un vínculo sólido con ese interés por los asuntos de la
subalternidad. En suma, esta disputa simbólica por la aplicación de mo-
delos de análisis ha favorecido, al parecer, la perspectiva analítica de Tilly
y sus seguidores.
30 El uso del término mismo ha sido más bien tímido. Habría que destacar, como excepciones, además 205
del estudio mencionado de Loaiza Cano, los ensayos primigenios de Fabio Zambrano y el estudio
de Gloria Mercedes Arango, Sociabilidades católicas, entre la tradición y la modernidad. Antioquia,
1870-1930 (Medellín: Universidad Nacional de Colombia-DIME, 2004).
Bien, esto es apenas una muestra de los dilemas inherentes a los estudios
históricos sobre sociabilidad aquí y acullá. Por ahora nos sirven para en-
tender que estamos en una zona de estudios todavía incipiente, aunque
indispensable en la comprensión del proceso histórico de la vida pública
207
tanto en Colombia como en el resto de América Latina en los últimos
doscientos años.
Bibliografía
Fuentes primarias
Artículos de prensa
El Neogranadino, Bogotá, No. 84, 25 de enero, 1850.
“El 7 de marzo”, La Civilización, Bogotá, No. 21, 27 de diciembre de 1849.
“Prospecto”, El Pueblo, Bogotá, No. 1, 13 de julio de 1851.
“Las Sociedades Populares”, La Indicación, Bogotá, No. 23, 29 de diciem-
bre de 1822.
“Prospecto”, El Sufragante, Cartagena, No. 1, 21 de diciembre de 1848.
Libros y folletos
González, Florentino. Elementos de ciencia administrativa. Bogotá: Im-
prenta de José A. Cualla, 1839.
Lucas, Alphonse. Les clubs et les clubistes. Histoire complète, critique et
anecdotique des clubs et comités électoraux fondés à Paris depuis la
Révolution de 1848. Paris: É. Dentu éditeur, 1851.
López, Ambrosio. El desengaño. Bogotá: Imprenta Espinosa, 1851.
Código penal de 1837. Paris: Imprenta de Bruneau, 1837.
De Ulloa, Francisco Antonio. Fundamentos de la independencia. Bogotá:
Imprenta del Gobierno, 1814.
Fuentes secundarias
DOI: http://dx.doi.org/10.15648/hc.28.2016.8
* Este artículo forma parte del proyecto: “Bárbaros en el Corazón del imperio: interacción y disputa
entre cunas y europeos en el Darién durante 1774-1792”, realizado para la elaboración de la tesis de
pregrado para obtener el título de historiador en la Universidad de los Andes (Colombia). Financia-
ción solidaria.
♦ Agradezco a Carl Langebaek y al grupo de Historia Colonial de la Universidad de los Andes por los
comentarios y sugerencias. 211
Esta publicación está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0.
Resumen
Este artículo estudia la primera década del gobierno de Andrés Ariza en el Darién
(1774-1784) y la respuesta de los grupos autónomos a sus iniciativas. El objetivo es
presentar los dos ejes estratégicos para la reducción de los indígenas, analizando sus
alcances y el impacto social en los pueblos cunas. Aborda un problema poco explorado
por la historiografía colonial de la región y aporta elementos de análisis para el estudio
de las fronteras hispano-indígenas de la América española, desde las particularidades del
proceso de reducción y resistencia en el Darién.
The threat Cuna: Indian policy Governor Andres Ariza in Darien during its
first decade of government in the eighteenth century
Abstract
This article examines the first decade of Andres Ariza’s government in Darien (1774-
1784) and the autonomous groups’ response to his initiatives. The aim is to present the
two strategies in order to reduce indigenous people, analyzing their scope and social
impact on Cuna peoples. Addresses a little explored issue by the colonial historiogra-
phy of the region, and provides elements of analysis for the study of Spanish-Indian
borders of the Spanish America, from the particularities of the reduction process and
resistance in Darien.
Resumo
Este artigo estuda a primeira década do governo de Andrés Ariza no Darién (1774-
1784) e a resposta dos grupos autônomos as suas iniciativas. O objetivo é apresentar os
212
dois eixos estratégicos ao reduto indígena, analisando os seu alcance e impacto social
nos povos cuna. Aborda um problema pouco explorado pela historiografia colonial da
Résumé
Cet article étudie la première décennie du gouvernement d’ Andrés Ariza dans le Darién
(1774-1784) et la réponse des groupes autonomes à ses initiatives. L’objectif est celui de
présenter les deux axes stratégiques pour la réduction des indigènes, en faisant l’analyse
de ses atteintes et de l’impact social dans les villages berceaux. Il aborde aussi un pro-
blème peu exploré par l’historiographie coloniale de la région et apporte des éléments
d’analyse pour l’étude des frontières hispano indigènes de l’Amérique Espagnole, à par-
tir des particularités du processus de réduction et résistance dans le Darién.
Introducción
Andrés Ariza hizo parte de los funcionarios que llegaron a América para
mediar con los problemas estructurales de la administración colonial, en
el marco de implementación de las Reformas Borbónicas1. Estas apunta-
ban, en el ámbito militar, a mediar con las tensiones inter-imperiales, la
defensa de España y la respuesta frente a los indígenas no reducidos al
orden colonial2. Los enfrentamientos con Inglaterra en ultramar alertaron
a la Corona española de la necesidad de mejorar su sistema defensivo en
América. En el virreinato de la Nueva Granada, los virreyes De la Cerda
y Guiror resaltaban la importancia de traer soldados profesionales para
reforzar la seguridad en las plazas marítimas. Inglaterra era una amenaza
latente después de la toma de Cartagena (1741) y ellos advertían sobre la
importancia estratégica de sus costas en el circuito territorial español. Esta
preocupación se acentuaba por la existencia de grupos de indígenas que
mantenían relaciones con los enemigos de la Corona3. En ese momento,
los mosquitos de Nicaragua daban licencia a los ingleses provenientes de
Jamaica para que se asentaran en sus costas4. Las alianzas entre bárbaros
1 Para conocer el contexto general de las campañas de frontera indígena en la América española en
el marco de las Reformas Borbónicas véase David J. Weber, Spanish Bourbons and Wild Indians
(Charles Edmondson Historical Lectures). (Waco, TX: Baylor University Press, 2004).
2 En el texto se utiliza el término Reforma, para hacer relación a la implementación de la política de
indios desplegada por Andrés Ariza, en el marco de las Reformas Borbónicas y la confrontación de
España contra los indígenas no sujetos a la administración colonial. Véase. Allan Kuethe, “Carlos III:
absolutismo ilustrado e imperio americano”, en Soldados del Rey: El ejército borbónico en América
colonial en vísperas de la independencia. Ed: Allam Kuethe y Juan Marchena, Barcelona: Universidad
Jaume I, 2005, 17-30. Para conocer el contexto de rivalidad inter-imperial que sustentaron a Refor-
mas, véase. John Fisher, ”Imperial reforms and rivalries”, en: Thomas H. Holloway, ed. A companion
to Latin American history (John Wiley & Sons, 2011).
3 Pedro Messia De la Zerda, “Relación del estado del virreinato de Santa Fe”, (1772), en: Relaciones
e informes de los gobernantes de la Nueva Granada. ed: Germán Colmenares (Bogotá: Banco Po-
pular, 1989), Vol. 1. 144-150; Manuel Guiror, “Instrucción que deja a su sucesor en el mando” en:
Relaciones e informes de los gobernantes de la Nueva Granada. ed: Germán Colmenares (Bogotá:
Banco Popular. 1989). Vol. 1, 334-354.
4 Manuel Guiror, “Instrucción que deja a su sucesor en el mando”…. 362. Para conocer sobre este
214 proceso de integración en otros contextos, véase: Claudia García, Etnogénesis, hibridación y conso-
lidación de la identidad del pueblo Miskitu, (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
2007); Nicholas Rogers, “Caribbean Borderland. Empire, Ethnicity, and the Exotic on the Mosquito
Coast”, en Eighteenth-Century Life, Vol. 26, No. 3.
e ingleses era una de las razones para emplear mejoras en la tropa y sus
actividades.
Pero los mosquitos no eran los únicos que, con complicidad de extran-
jeros, hostilizaban los poblados españoles en el Virreinato de la Nueva
Granada. En Veraguas los guamiles, ubicados al sur de la intendencia de
Nicaragua, se convirtieron en una amenaza permanente para las inmedia-
ciones de la provincia, debido al apoyo de algunos extranjeros5. No solo
los ingleses mantuvieron relaciones con grupos indígenas al margen del
poder español. En el sur del virreinato, en límites con Brasil, los indígenas
establecieron relaciones de intercambio con colonos portugueses, que pre-
ocupaban a los virreyes. No obstante, estos lugares eran aún más remotos
para el control español que las fronteras indígenas de la costa Atlántica,
por lo que desconocían la situación y los alcances de dichas relaciones. La
existencia de grupos indígenas autónomos, como los que se mencionaron,
era preponderante en el continente y el problema que estos representaban
para afianzar el control territorial y la expansión de las áreas productivas,
por ejemplo en la intendencia de Chile y el virreinato de La Plata, condujo
a un reordenamiento de las estrategias militares y de evangelización en el
continente6.
5 Francisco Antonio Moreno y Escandón, “Estado del virreinato de Santafe”, 170. 215
6 David Weber, Barbaros: los españoles y sus salvajes en la era de la Ilustración (Madrid: Crítica, 2005),
207-266.
7 Pedro Messia De la Zerda, “Relación del estado del virreinato de Santa Fe”, 125-128.
8 Sobre los proyectos de evangelización de la década del cuarenta: Ignacio Gallup Diaz, “The Spanish
Attempt to Tribalize the Darién, 1735-50”, Ethnohistory 49: 2 (2002): 281-317; Carl Langebaek, El
diablo vestido de negro y los cunas del Darién en el siglo xviii (Bogotá: Uniandes, 2006).
216 9 Francisco Antonio Escandón y Moreno, “Estado del virreinato de Santafe”… 190.
10 Bárbaros hace referencia a la categoría colonial para denominar a los indígenas autónomos no redu-
cidos que se mantuvieron en confrontación permanente con los imperios del Atlántico. Véase: David
Weber, Bárbaros: los españoles y sus salvajes…
11 Agustín Crame organizó un plan para defender la plazas de Panamá y algunos flancos del istmo
como Chagres y el Darién, consistía en articular la defensa de la costa, pero conservando la auto-
nomía a algunas plazas para que puedan responder ante ataques imprevistos. Esto no se realizó.
AGMM. Fondo de Ultramar. Rollo (GD.58.5-2-7-1). “Plan de defensa de la plaza e istmo de Pana-
má”. Agustín Crame. 1779.
12 También hubo algunas expediciones organizadas desde Portobelo dirigidas a las inmediaciones de
Calidonia, que estuvieron conformadas por negros e indígenas dirigidos por militares del batallón
fijo de Panamá, por ejemplo: Archivo General de la Nación. Sección Colonia. Fondo Historia Civil.
Legajo 20. “1773-1777. Nicolás Quijano, de Panamá y su cooperación en la conquista de los indíge-
nas del Darién y notas sobre el mismo asunto”. 1773, f. 1-5. 217
13 Archivo General de la Nación (AGN), Sección Colonia. Fondo Historia Civil. Legajo 14. “Sobre
protección de la navegación en el Sinú, contra hostilidades de los indígenas del Darién y medidas que
se tomarán para combatirlos”. 1768-1770, f. 923-1006.
14 Esta zona tenía presencia mayoritariamente de grupos zinues, pero en los informes se hace explícito
que los indígenas de las hostilidades eran cunas, ya que durante los interrogatorios a los cautivos
confesaban habitar las costas de Calidonia.
15 AGN. Sección Colonia. Fondo Historia Civil. Legajo 14. “Las providencias contra los indios bárba-
218 ros del Darién”. Pedro De la Cuesta. 1770, f. 918.
16 AGN. Sección Colonia. Fondo Historia Civil. Legajo 14. “Las providencias contra”, f. 946.
17 AGN. Sección Colonia. Fondo Historia Civil. Legajo 14. “Las providencias contra”, f. 953.
18 AGN. Sección Colonia. Fondo Historia Civil. Legajo 14. “Las providencias contra”, f. 954.
19 Francisco Moreno y Escandón, “Estado del virreinato de Santa Fe, Nuevo Reino de Granada”…
180.
20 El río Caimán, según las proyecciones de la época, era un afluente del Atrato cercano al río Turbo.
21 Manuel Guiror, “Instrucción que deja a su sucesor en el mando”, 348.
22 El problema del contrabando hace parte de otro fenómeno distinto al del intercambio de bienes de
lujo de indígenas autónomos; no obstante, la presencia de contrabandistas completaba el escenario 219
donde los europeos no españoles afectaban, con su comercio, la seguridad de las costas y plazas
marítimas. Véase, Juan Sebastián Gómez Gonzales, “Las tensiones de una frontera ístmica: alianzas,
rebeliones y comercio ilícito en el Darién, siglo XVIII”. Historia y Sociedad No. 15 (2008): 143-163.
23 Francisco Moreno y Escandón, “Estado del virreinato de Santa Fe, Nuevo Reino de Granada”, 202.
220 24 AGMM. Fondo de Ultramar. Rollo (G.D. 57. 5-2-6-5) “Discurso sobre los reparos necesarios para la
defensa del istmo de Panamá y advertencias criticas del estado de las milicias y plazas”. 1771 AGN.
Sección Colonia. Fondo Milicias y Marina. Legajo 118. “Pueblo de Cana: provincia del Darién, su
extinción.”1771, f. 30-31.
25 Andrés Ariza, “Comentarios de la rica y fertilísima provincia del Darién 1774”, en: La gobernación
del Darién a finales del siglo XVIII, 38.
26 Manuel Lucena Giraldo sostiene que muchos estudios que analizan el papel de los funcionarios de
esta época desconocen el contexto general de las discusiones reformistas. Véase: Manuel Lucena
Giraldo, “Las nuevas poblaciones de Cartagena de Indias. 1774-1794”. Revista de Indias, Vol. LIII, 221
No. 199 (1999): 762-781.
27 Andrés Ariza, Detalle de la provincia del Darién (1774), en: La gobernación del Darién a finales del
siglo XVIII, 31-77.
Cuadro 1.
Pueblos que existían antes de la llegada de Ariza
Pueblo N. de Estatus N. de hombres Productos Guarnición Afluente
vecinos en armas
Yavisa 170 Pardos y 59 Mampostería Chucunaque
españoles
Real de 180 Pardos y 26 Palmas Pierre
Santa María españoles y estacas
Cana 26 Pardos, 10 Oro Palmas
españoles y y estacas
esclavos
Chapigana 5 Pardos y 26 Palmas Río Tuira
españoles y estacas
Tichichi 170 Indios ? Cacao, -
maíz
Pinogana 180 Indios ? Cacao -
Morineca - Indios
Tucuty Pardos
Fuente: Elaborado por el autor con base en las descripciones del Gobernador Andrés Ariza
Los ingenieros militares se dirigieron a estos pueblos para conocer las cos-
tumbres cunas. Sus informaciones, más que ser observaciones de carácter
etnológicos, son el reflejo de la perspectiva oficial sobre los indios reduci-
dos28. Las descripciones retratan la organización al interior de los pueblos
porque tenían el interés de conocer sus jerarquías (Ver Imagen 1)29.
28 Sobre la información etnológica cuna que contienen estos documentos, Jaime Peralta Aguádelo
sostiene que “los documentos coloniales no solo son una fuente importante de conocimiento que
permite realizar un acercamiento etnohistórico a los conocimientos y destrezas médicas de los cuna
del pasado, sino que estos textos son un reflejo directo de la forma de pensar y de comportarse de
las élites coloniales frente a la diferencia cultural que estaban hallando en esta sección del virreinato
neogranadino”. Véase: Jaime Peralta, “Los cuna y sus saberes médicos. La ciencia de los bárbaros
bajo la mirada del mundo ilustrado”, en: Historia Crítica No. 46 (2012): 44-65.
222 29 Andrés Ariza, “Noticia de algunos propietarios de los indios gentiles de la Provincia de Santa María
la Antigua del Darién: Cual es el instituto de los principales magnates de sus pueblos: y el modo de
proporcionar sus hostilidades contra los españoles”. 1774, en: La gobernación del Darién a finales
del siglo XVIII.
Imagen 1
Mapa que representa el curso de los ríos que fertilizan el curso de la provincia de
Santa María la Antigua del Darién32
Los funcionarios descartaron la relevancia social de los leres, pero les atri-
224
33 Antonio Arévalo, “Provincia del Darién...”, 49.
34 Antonio Arévalo, “Provincia del Darién...”, 47.
35 Antonio Arévalo, “Provincia del Darién...”, 47.
Los cuestionarios que implementó con los cautivos indagaban por el nom-
bre, pueblo, empleo, “modo de pagar su vida” y demás concerniente al
interior de los pueblos autónomos. El indígena más viejo del grupo cap-
turado se llamaba “Chue-lere”, de Ganor, quien respondió no tener nin-
gún empleo y “que pasaba su vida haciendo rozas”38. Bartolomé García
le preguntó por los poblados y su funcionamiento. Este respondió que él
conocía el poblado y este no excedía las 20 casas, pero todos contaban con
varias piraguas. Estas, a diferencia de las balandras del virreinato, no tenían
cañoneros.
226 37 AGN. Sección Colonia. Fondo Milicias y Marina. Legajo 120. “García Bartolomé, comandante de las
piraguas guardacostas del Darién, su diario sobre movimiento de naves”. 1774, f. 119.
38 AGN. Sección Colonia. Fondo Milicias y Marina. Legajo 80. Bartolomé García “Piraguas del Darién:
informe de sus actividades contra los indios de la región”, f. 836-847.
39 Pedrero: Boca de fuego antigua, especialmente destinada a disparar pelotas de piedra. Real Academia
de la Lengua Española. Edición 1780.
40 AGN. Sección Colonia. Fondo Milicias y Marina. Legajo 80. Bartolomé García “Piraguas del Darién:
informe de sus actividades contra los indios de la región”, 1777, f. 845.
41 El sistema de parentesco entre los cunas que habitan las islas de San Blas es bilineal, uxorilocal y
de corte exogamico estricto, véase. James Howe “Communal Land Tenure and the Origin Descent
Groups among the San BlasKuna”, 1976, in: M. Helms e F. O. Loveland (eds.), Frontier Adaptions
in Lower Central America. Philadelphia: ISHI. James Howe, 986. The Kuna Gathering. Austin: Texas 227
University Pres. Las exogámicas que relatan los textos oficiales hacen referencia de relaciones entre
mujeres cunas e ingleses de Jaimaica, tal vez el carácter estricto del que habla Howe en los cunas de
hoy tenía excepciones en esta época.
Imagen 2
Mapa particular del Golfo e Istmo del Darién42
42 Ocupados la mayor parte por indios gentiles enemigos crueles y alevosos de la Corona española
cuanto amigos de la inglesa. Para la inteligencia de los ataques que conviene hacernos para su rendi-
ción o aniquilación. Este mapa, a diferencia del elaborado por Ariza en 1774, tiene más información
sobre la costa del Mar del Norte y posiblemente sea consecuencia de las expediciones de Bartolomé
228 García.
43 AGN. Sección Colonia. Fondo Milicias y Marina. Legajo 116. “El gobernador del Darién repite a
vuestra excelencia la solicitud de que se le de sueldo a los seis oficiales de indios, según vuestra exce-
lencia y su antecesor lo tiene mandado. Capitán, teniente y alférez”, 1779. Andrés Ariza, f. 836-847.
Pese a su importancia, Ariza conocía las tensiones entre los indios reduci-
dos y los burócratas tribales, suscitadas por los constantes levantamientos
al interior de los pueblos. En esa vía, el modelo de militarización de líderes
tribales, necesitaba de otros dos frentes. Por una parte, era indispensable
construir fuertes en la zona y por otra fomentar el poblamiento. Los fuer-
tes eran lugares no solo de avanzada militar, también sirvieron para recibir
a los pobladores de otras provincias del virreinato.
44 AGN. Sección Colonia. Fondo Milicias y Marina. Legajo 116. “Miguel Valcárcel, gobernador del
Darién; su informe sobre hostilidades de los indios”, 1775, f. 355.
45 Véase: Ignacio Gallup Diaz, The Door of the Seas and Key to Universe: Indian Politics and Imperial
Rivalry in the Darien, 1640-1750 (Nueva York: Columbia University, 2004).
46 AGN. Sección Colonia. Fondo Milicias y Marina. Legajo 120. “Comercio de los indios del Darién:
comunicaciones al respecto”, 1775. Andrés Ariza, f. 787-790. 229
47 AGN. Sección Colonia. Fondo Milicias y Marina. Legajo 116. “El gobernador del Darién repite a
vuestra excelencia la solicitud de que se le de sueldo a los seis oficiales de indios, según vuestra exce-
lencia y su antecesor lo tiene mandado”, 1779. Andrés Ariza, f. 355.
48 José Manuel Serrano Álvarez, “La gobernación de Cartagena de indias y el sistema defensivo indiano
230 en el siglo XVIII”, Revista de Historia Militar Año XLIX No. 98 (2005): 37-75.
49 José Manuel Serrano Álvarez, “La gobernación de Cartagena de indias...”, 40.
50 Para conocer la amplitud de la reforma véase: Juan Marchena Fernández, “La institución militar en
Cartagena de Indias en el siglo XVIII” (Sevilla: Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1982).
hecho con materiales y diseño moderno en la región. Los que existían eran
estaciones para las guarniciones de la provincia, las cuales no contaban
con seguridad que les permitiera salvaguardarse de los ataques. El fuerte
de Yavisa, que se había erigido durante su estancia en el Darién, presen-
taba varios problemas que impedían la permanencia de tropas fijas. Los
principales eran las inundaciones y la ausencia de ventilación51. Por esta
razón, sugería a las autoridades que se erigiera uno nuevo que se utilizara
como base para los acercamientos militares y persuasivos con los indios.
Al respecto, lo justificaba de la siguiente manera:
51 AGMM. Fondo de Ultramar. Rollo (GD 57. 5-2-7-2). “Carta al virrey, obras en Caimán”, 1773. An-
tonio de Arévalo, f. 30.
52 AGN. Sección Colonia. Fondo Milicias y Marina. Legajo 135. “Agricultura del Darién: disposiciones
para fomentarla”, 1774, f. 872.
53 AGMM. Fondo de Ultramar. Rollo (G.D.58.5-2-7-2). “Carta al virrey, obras en Caimán”, 1773. An-
tonio de Arévalo, f. 45.
54 La correspondencia entre Arévalo y el virrey nos hace pensar en los líos burocráticos para conseguir
el presupuesto. También, el temor desde España y el virrey, de que no se utilizaran correctamente los
fondos destinados. En efecto, las listas de materiales necesarios abundan de elementos que podían 231
ser adquiridos sin el transporte desde Cartagena, como maderas, y algunos víveres. No obstante, Aré-
valo solicitó recursos para que los futuros vecinos pudieran ser autosuficientes. Para ese momento,
ya existían algunos cultivos pertenecientes a los pobladores franceses.
55 AGN. Sección Colonia. Fondo Milicias y Marina. Legajo 120. “Comercio de los indios del Darién:
comunicaciones al respecto”, f. 791.
56 Es difícil cuantificar los recursos destinados para la política militar en el Darién, debido a la ausencia
232 de recursos propios, pero durante la década del 70 se destinaron importantes cantidades que fueron
registradas. Para conocer la distribución de los presupuestos desde Veraguas hasta La Guajira Véase:
José Manuel Serrano Ávarez, “La gobernación de Cartagena de indias y el sistema defensivo indiano
en el siglo XVIII”, 37-75.
No solo los poblados nuevos fueron arrasados, Yavisa también fue des-
truida en 178059. El proyecto principal, con el tiempo, dejó de ser la cons-
trucción de un fuerte militar en el río Caimán y pasó a la Loma de las
Pulgas, cuyo valor estratégico radicaba en vigilar la entrada por el Atrato.
Pero al igual que Yavisa, fue atacado por los indígenas que ocupaban el
Chucunaque. El puesto de la Loma, destinado a la defensa del paso contra
los ingleses, fue incendiado por los indios en 178060.
Imagen 3.
Plano del río del Chocó que desagua en el golfo del Darién,
en que se comprende la Loma de las Pulgas. 178161
Fuente: Levantado por Juan Jiménez Donoso y realizado por Antonio de Arévalo. Archivo General
Militar de Madrid, Cartoteca
57 AGMM. Fondo de Ultramar. Rollo (GD.5-2-7-2). “Descripción de la provincia del Darién, Gran
Castilla de Oro”, 1781, Andrés Ariza, f. 12.
58 AGMM. Fondo de Ultramar. Rollo (GD.5-2-7-2). “Descripción de la provincia del Darién…”, f. 15.
59 AGMM. Fondo de Ultramar. Rollo (GD.5-2-7-2). “Descripción de la provincia del Darién....”, f. 17. 233
60 AGMM. Fondo de Ultramar. Rollo (GD.5-2-7-2). “Descripción de la provincia del Darién....”, f. 20.
61 Este plano tenía otras dimensiones al erigido por Ariza. Los perfiles daban cuenta de la zona inun-
dable y los cálculo para ello. El texto que lo acompaña son precisiones sobre el interior del fuerte.
62 AGN. Sección Colonia, Fondo Milicias y Marina. Legajo 118. “Sierra Gregorio, gobernador de Car-
tagena; su comunicación sobre envío de armas al Darién e incidencias que hubo con los ingleses que
explotaban cacao con los indios”, f. 806. La carta fue traducida por orden del Gobernador de Pana-
má de la siguiente manera: “Habiéndose concluido una firma de paz, amistad y comercio entre los
vasallos de su majestad británica y el capitán Tobías Fin que comanda el rio caimán, por tanto sirve
esta de recurrir a todos los vasallos de su majestad que fuese a aquel pasaje que de ninguna manera
234 molesten ni infieren al dicho capitán Tobías ni a los indios que están bajo su jurisdicción sino que el
contrario en todas ocasiones les asistan y traten como amigos”.
63 Carl Langebaek, “Cuna Long Distance Journeys. The Result of Colonial Interaction”, en: Ethnology
Vol. 30 No. 4 (1991): 371-380.
Si bien la diplomacia cuna con los imperios del Atlántico facilitó el acceso
a armas de fuego, esta por sí sola no explica el alcance de los ataques contra
los pueblos de indios reducidos y los poblados españoles. El manejo del
lugar y principalmente la coordinación al momento de hostilizar fueron
factores definitivos. No se trató de acciones espontáneas, guiadas por una
actitud natural al salvajismo, como los funcionarios creían64. Los ataques
consistían en emboscadas sorpresa durante la noche que aprovechaban la
fragosidad de los bosques darienitas. Al respecto, Ariza comentaba:
Las hostilidades no eran únicamente a los poblados del virreinato. Los cu-
nas también establecieron un circuito de vigilancia por los ríos más transi-
tados, para así atacar las piraguas y balastaras de las expediciones virreina-
les. Los indígenas intervenían a los transeúntes en las orillas, donde podían
refugiarse ante un posible desembarco. Ariza comentaba:
64 Aunque este grupo no era subalterno, vale la pena considerar las reflexiones que proponen los
estudios subalternos, véase: Ranajit Guha, “La prosa de la contrainsurgencia”, en: “Pasados poscolo-
niales. Comp: Saurabh Dube” (México: El Colegio de México, 1999). Y Ranajit Guha, “Elementary
aspects of peasant insurgency in colonial india” (London: Duke, 1999). El clásico, a propósito de
esta lectura de la agencialidad de grupos no hegemónicos, en: Antonio Gramsci, “Al margen de la
historia. Historia de los grupos sociales subalternos”, Cuadernos de la cárcel. Cuaderno 25 (1934).
Tomo VI (México: Universidad de Puebla. 1999).
65 AGN. Sección Colonia. Fondo Milicias y Marina. Legajo 122. “Andrés Ariza, gobernador del Darién, 235
su informe sobre hostilidades de los indios”, f. 389.
66 AGN. Sección Colonia. Fondo Milicias y Marina. Legajo 122. “Andrés Ariza, gobernador del Da-
rién”, f. 392.
A modo de conclusión
67 Esto contradice los postulados de Aline Helg, Liberty and Equality in Caribbean Colombia 1770-
236 1835. (Chapel Hill: The University of North Carolina Press, 2004). Este argumento se sugirió en otro
artículo, véase Nelson Eduardo Rodríguez, “El Imperio Contraataca: Las Expediciones Militares de
Antonio Caballero y Góngora al Darién (1784-1790)”. Historia Crítica No. 40 53 (August 1, 2014):
201-23.
nas en el Caribe durante la segunda mitad del siglo XVIII debe considerar
los aportes de la Historia Atlántica68. Los inconvenientes suscitados por la
destreza cuna llevaron al virrey Antonio Caballero y Góngora a ordenar
una expedición sin precedentes en la zona, donde convergieron funciona-
rios con experiencia en campañas de pacificación en otras provincias del
Virreinato de la Nueva Granada.
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237
68 Turner Amy, “Indigenous America and the Limits of the Atlantic world, 1493-1825”, en: Greeme
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238 Polo Acuña, José. Indígenas, poderes y mediaciones en La Guajira en la
transición de la Colonia a la República (1750-1850). Bogotá: Unian-
des, 2012.
DOI: http://dx.doi.org/10.15648/hc.28.2016.9
* Este artículo es resultado del proyecto “El desarrollo del mundo rural en la Gobernación de Santa
Marta” de financiación solidaria. 241
Esta publicación está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0
Resumen
Este artículo analiza el tema de los derechos de propiedad, funcionamiento y expansión
de la frontera agropecuaria en la Gobernación de Santa Marta en el siglo XVIII. Igual-
mente se presenta en detalle la estructura de varias unidades, su valor, inversiones y pro-
pietarios. Se recalca que el crecimiento económico propició la demanda de tierras para
instalar unidades productivas y, ante esto, la Corona española actuó dando privilegios y
acceso a la tierra vía mercedes realengas y composiciones a diversos vasallos. La muestra
que se presenta hace evidente el impacto de dicha política en una zona de frontera en el
Nuevo Reino de Granada. Para lo anterior se consultó el fondo Tierras del Magdalena
que reposa en el Archivo General de la Nación.
Trapiche farms, ranches, little ranches and slash-and-burn farming: the rural
world in the Government of Santa Marta (1700-1810)
Abstract
This article analyzes the issue of property rights, operation and expansion of the ag-
ricultural frontier in the Government of Santa Marta in the eighteenth century. Also,
it presents in detail the structure of several units, their value, investments and owners.
It emphasizes that economic growth led to the demand for land to set up production
units and above this, the Spanish Crown acted giving privileges and access to land via
Granting of Unallocated Crown Lands and compositions to various subjects. This arti-
cle discusses the impact of this policy on a border area in the Nuevo Reino de Granada.
In view of the above, the “Fondo Tierras del Magdalena” in the General Archive of the
Nation was consulted.
Resumo
Este artigo analisa o assunto dos direitos de propriedade, funcionamento e expansão da
fronteira agropecuária na secretaria de governo de Santa Marta no século XVIII. Igual-
mente apresenta-se em detalhe a estrutura de várias unidades, o seu valor, inversões e
proprietários. Enfatiza-se que o crescimento económico propiciou a demanda de terras
para instalar unidades produtivas e, diante disto, a coroa espanhola agiu dando privilé-
gios e acesso à terra a través de distribuição de realenga e composições para diversos
vassalos. A amostra apresenta o impacto da mencionada política em uma área de fron-
teira no novo Reinado de Granada. Foram consultadas o fundo de Terras de Magdalena,
que se encontra no Arquivo Geral da Nação (Archivo General de la Nación).
Résumé
Cet article analyse le sujet des droits de propriété, fonctionnement et expansion de la
frontière agricole dans le Gouvernement de Santa Marta au XVIII siècle. Il détaille éga-
lement la structure de plusieurs unités, leur valeur, leurs investissements et propriétaires.
Il faut remarquer que la croissance économique favorisa la demande des terres pour y
installer des unités productives et, vues les circonstances, la Couronne Espagnole a agi
en donnant de privilèges et accès à la terre vía mercedes realengas et de compositions
à des vassaux diverses. L’exposition présentée montre l’impact de la dite politique dans
une zone de frontière dans le Nouveau Royaume de Grenade. Pour ce faire, on a consul-
té le fond de Terres du Magdalena, lequel siège dans le bureau des Archives Générales
de la Nation.
Introducción
1 Como base principal para la elaboración del presente ensayo se utilizó como fuente principal la docu-
mentación que reposa en el Fondo Tierras del Magdalena del Archivo General de la Nación (AGN).
2 Gregorio Saldarriaga, Alimentación e identidades en el Nuevo Reino de Granada. Siglos XVI y XVII
(Bogotá: Universidad del Rosario, 2011).
3 Hugues Rafael Sánchez Mejía, “Composición, mercedes de tierras realengas y expansión ganade-
ra en una zona de frontera de la gobernación de Santa Marta: Valledupar (1700-1810)”, ACHSC
Vol. 39 No. 1 (2012): 81-117; Hermes Tovar Pinzón, “Grandes empresas agrícolas y ganaderas: su
desarrollo en el siglo XVIII” (Bogotá: Cooperativa de Profesores de la Universidad Nacional de
Colombia-Ediciones CIEC, 1980); Adolfo Meisel Roca, “Esclavitud, mestizaje y haciendas en la
244 provincia de Cartagena (1533-1851)”, Desarrollo y Sociedad Vol. 4 (1980): 227-277; Hugues Rafael
Sánchez Mejía, “De esclavos a campesinos, de la “roza” al mercado: tierra y producción agropecuaria
de los “libres de todos los colores” en la Gobernación de Santa Marta (1740-1810)”, Historia Crítica
No. 43 (2011): 130-155.
Así, de manera general, para el siglo XVIII observamos entonces una de-
manda de productos agrícolas y pecuarios para consumo interno de las
ciudades de Cartagena, Mompox, las minas de Guamacó y Simití y, ex-
terno, hacia las islas del Caribe vía Riohacha y, a partir de la libertad de
comercio de 1777, por el puerto de Santa Marta. Esta demanda propició
que varios empresarios asentados en las ciudades de Mompox, Cartage-
na, Santa Marta y un grupo de milicianos y de notables que dirigieron la
“conquista del Chimila” desde Valledupar y Valencia de Jesús solicitaran
tierras realengas y o en “moderada composición” para establecer allí hatos
ganaderos.
4 Para la segunda mitad del siglo XVII se hacen inversiones en la ciudad de Santa Marta, específi-
camente en el tema de su defensa, se restauró el fuerte de San Juan construido en el año 1602, se
construyó el castillo de San Vicente en 1644.
5 José Nicolás De la Rosa, “Floresta de la Santa Iglesia Catedral de la Ciudad y Provincia de Santa
Marta” (Bogotá: Banco de la República, 1975), 183; Julián Antonio, “La perla de América, Provincia
de Santa Marta, reconocida y observada y expuesta en discursos históricos” (Madrid: Editor Don
Antonio de Sacha, 1787).
6 “Antonio Narváez y La Torre y el informe sobre la provincia de Santa Marta y Río Hacha de 1778”,
en: Ensayos Costeños. De la Colonia a la República (1770-1890), Alfonso Múnera (Bogotá: Colcul-
tura, 1994), 35. 245
7 Narváez terminaba señalando que en la jurisdicción de esas ciudades “también crías de mulas, y de
caballos. De las primeras podrán sacarse cada año 300 a 400 que venden a 25 pesos, y de los últimos
como 500…”. “Antonio Narváez y La Torre…”, 41.
8 La composición de tierras fue instaurada por Felipe II, buscando aumentar los ingresos de la Corona
y reglar el uso de la tierra al derecho. Gilberto López Castillo, “Composiciones de tierras en un “país
lejano”: Culiacán y Chiametla (1691-1790). Actores sociales y mecanismos institucionales”, Región y
246 Sociedad No. 48 (2010): 243-279.
9 Toribio de la Torre recibió el 25 de enero de 1690 el título de Conde de Santa Cruz y fue alcalde de
la ciudad de Cartagena, capitán a guerra de Tamalameque y factor y veedor de la Real Hacienda.
10 Marco Tulio Vargas, “Anotaciones Históricas del Magdalena” (Bogotá: El Lince, 1948), 72.
En el año de 1756, Papare pasó a manos del alférez real Don Francisco Jo-
seph Núñez Dávila, quien, para la época, había sido expropiado de un pe-
dazo de tierras por parte del virrey Eslava para ser entregadas a los indios
de Ciénaga. Al momento de la expropiación Núñez señalaba que esas tie-
rras y “aguas” eran suyas por “haberlas heredado de mis progenitores cuia
posesión a 140 años ha que hemos gozado quieta y pacíficamente…”12.
De la familia Núñez Dávila la propiedad pasó a manos de Don Nicolás
Martínez, vecino de la ciudad de Santa Marta. Este último, en el año de
1797 otorgó escritura de testamento, declarando que su caudal, entre los
que se encontraba la hacienda Papare, lo dejaba a Nicolás de Jimeno y a su
legítima hermana Francisca Martínez13. Dos años después, en 1799, Anto-
nio de Samper, gobernador comandante general de la plaza y Provincia de
Santa Marta otorgaba escritura de adjudicación el 16 de diciembre de 1799
de las haciendas de Papare y Santa Rosa de Garabulla y demás bienes que
estaban a nombre de Francisca Martínez a sus herederos Andrés y José Ni-
colás de Jimeno14. En 1820, José Nicolás de Jimeno declaró como bienes
suyos dos haciendas de ingenio, Papare y Santa Rosa de Garabulla. Igual
señalaba ser propietario de un hato de ganados llamado Orihueca. Todo lo
anterior lo había heredado de su padre Andrés de Jimeno15.
11 Uno de sus hijos fue Antonio de Narváez y la Torre; gobernador de Santa Marta y esposo de María
Isidora Fernández de Castro. José Nicolás de la Rosa señalaba que en las orillas del río Cañas se en-
contraban las haciendas de Santa Cruz y Papare “sobre las cuales tituló la casa de los condes de Santa
Cruz, y hasta hoy permanece la Sabana inmediata a ellas, con el nombre de Toribio... Son haciendas
muy fértiles… si bien han escaecido mucho en la labor, después que la familia se avecindó en Carta-
gena”. José Nicolás de la Rosa, Floresta de…, 260.
12 “Adjudicación de tierras de la quebrada de Concha [1757] Archivo General de la Nación (AGN),
Tierras del Magdalena, t. 134, f. 14r. Se señalaba que al comenzar el reparto de las tierras a los indios
de Ciénaga “de acuerdo con las instrucciones reales”, estos reclamaron “a los dueños de las tierras
de Santa Cruz de Papare, cierta porción que de ellas se les usurpaba”.
13 “Testamentaria de Nicolás Martínez” [1798], Notaría Primera de Santa Marta (NPSM), t. 2, f. 93v a 247
96r.
14 “Testamentaria de Francisca Martínez” [1799], NPSM, t. 2, f. 34r a 38r.
15 “Testamentaria de José Nicolás de Jimeno” [1820], NPSM, t. 10, f. 7r a 23v.
Tabla 1
Avalúo de la Hacienda de Santa Cruz de Papare, 1808
Bienes Valor
82 esclavos: 68 grandes, 5 chicos y 9 hembras chicas 12.810
3 caballos, 40 mulas, 4 burros y 6 yuntas de bueyes 1286
Herramientas: 6 hachas, 2 serruchos, 1 sierra, 50 machetes, grilletes, cepos y cadenas 1381
3 canoas, una de mar y dos de miel, 6 fondos de hierro
10 cañaverales con 501 bancos de caña dulce 2188
1800 árboles de cacao, 84 de coco, 4 de mamey, 4 de zapote, 32 de aguacate y 1500 de plátano 2375
Prensa de algodón 80
Secadero de azúcar 100
Palomar 16
4 carretas 200
2 mesas para hacer panela 12
Casa de habitación 976
Casa de trapiche 2112
Casa de los fondos 1085
Casa del almacén 1071
Casa del bagazo 188
Tierras y aguas de pertenencia 500
Valor Total 26.380
Fuentes: Dolcey Romero, Esclavitud en la provincia de Santa Marta 1791-1850 (Santa Marta: Instituto
de Cultura y Turismo del Magdalena, 1997), 101
16 Hasta finales del siglo XVIII la hacienda cambió de propietario más de 10 veces, entre los cuales se
destacaron personalidades de notables apellidos como Mondragón, Orozco, Zubiría, De Mier, entre
otros.
17 Arturo E. Bermúdez, “Materiales para la historia de Santa Marta” (Bogotá: Editora L. Canal y Aso-
ciados, 1981), 281.
18 Arturo E. Bermúdez, Materiales para la historia…, 281. 249
19 Muñoz llegó a Santa Marta el 17 de agosto de 1750, tuvo un pleito con los indios de Mamatoco en el
año de 1774 por tierras de San Pedro Alejandrino. “Testamentaria de Manuel José de Zúñiga” [1788],
NPSM, t. 1, f. 36v a 145r.
Tabla 2
Avalúo de la hacienda San Pedro Alejandrino, 1800
Objeto inventariado Valor
29 esclavos (23 hombres y 6 mujeres) 5900
Casa de hacienda, trapiche, reverbero, 5729
30 fanegadas de tierra con dos pajas de agua 3000
34 bestias (mulas, bueyes, burros y caballos) 1068
158 árboles frutales 1004
12 cañaverales con 313 bancos sembrados 774
Un platanal con 40 bancos sembrados 60
Otros 1679
Total 19.214
Fuente: Joaquín Viloria de la Hoz, empresarios de Santa Marta: El caso de Joaquín y
Manuel Julián de Mier (1800-1896) (Cartagena: Banco de la República-Centro de Investigaciones
Económicas del Caribe Colombiano, 2000), 28
250 20 A diferencia de otras propiedades el valor de la tierra era alto, cuestión que se explica porque estaba
la hacienda atravesada por una acequia que le suministraba agua la mayor parte del año.
21 Varias de las unidades agropecuarias cercanas a Santa Marta estaban gravadas con censos/hipotecas
a nombre de órdenes religiosas.
22 Igual que otras propiedades de vecinos de Santa Marta, Guachaca estaba gravada con una principal
de capellanía por 600 pesos a favor de la Cofradía de las Benditas Ánimas del Purgatorio de la Santa
Iglesia Catedral de Santa Marta. “Escritura de Reconocimiento de Censo a favor de la Cofradía de las
Benditas Almas del Purgatorio” [1788], NPSM, t. 1, f. 219r a 226v.
23 “Testamentaria de Domingo Roco” [1791], NPSM, t. 1, f. 79v a 81v.
24 “Venta de Vicente Moré a José Francisco Múnive y Mozo” [1801] NPSM, t. 3, f. 161v a 164v. La
estancia se encontraba en el camino al desaparecido pueblo de Tamacá y lindaba con el camino real
y hacienda Lo Estrén. Las 70 fanegas de tierra valían 2200 pesos, la casa de habitación 200 pesos, la
casa de trapiche con 3 fondos montados 300 pesos, 2 esclavos bozales avaluados en 500 pesos, 3 ca-
ñaverales con 100 bancos en 275 pesos, un platanar 25 en pesos, para una suma total de 3500 pesos.
La propiedad se hallaba gravada en 800 pesos por un censo. Moré había adquirido la propiedad por
compra que realizó a doña Marcelina Jiménez de Mendoza, por escritura otorgada ante el escribano
público José Antonio del Rosal a 6 de junio de 1796.
25 El esposo de María Antonia Múnive era Juan Manuel Martínez, español, hijo del notable Don Nico-
lás Martínez Fonreiro y Noguerido, quien tenía hatos ganaderos en el área de Valledupar y sobrino de 251
doña Francisca Martínez. En 1788, Don Nicolás Martínez Fonreiro y Noguerido remató el empleo
de Regidor y Alférez Real del Cabildo de Santa Marta; era dueño de dos haciendas de trapiche con
sus esclavos y cuatro casas en Santa Marta, fue gobernador interino de la Provincia de Santa Marta
Una estancia de trapiche que producía mieles y aguardiente era Santa Cruz
de Valparaíso de propiedad de Pascual Díaz Granados, coronel del Regi-
miento de Infantería de Milicias Disciplinadas, marido de Joaquina Núñez
Dávila y Mozo. Pero la anterior estancia de trapiche no era la única pro-
piedad de Don Pascual Díaz Granados, este también reconocía en su tes-
tamentaria ser propietario de dos haciendas de ganados situadas en juris-
dicción de la ciudad de Valledupar nombradas Santa Bárbara de Verdecía
y San José de Guartinajas, con 11 esclavos y un número importante de
caballos y vacas. Declaraba también por bienes suyos un hato nombrado
María Angola, en la jurisdicción de Valencia de Jesús, donde tenía ganado
vacuno, de cerda y bestias caballares, con su casa de teja, corrales, entradas
y salidas, cuatro esclavos para su servicio y tierras constantes de sus títulos.
En esa misma jurisdicción poseía el hato nombrado San José de Quiebra
Hueso, con su casa de palma y dos corrales con solo ganado vacuno y
caballar y otro hato llamado Rafael de Guartinajas con casa de palma y
caballería, 3 esclavos, corrales y bestias y una parte de tierras del playón
del Mono, en compañía de los herederos de don Agustín de la Sierra y de
don José Campuzano, donde tenía “empotrerado porción de novillos”28.
entre 1780 y 1781, abogado de la Real Audiencia de Santafé, donde actuó para ciudadanos y gobier-
nos de las Provincias de Cartagena y Santa Marta y adjudicatario en 1796 del realengo “San Matías”
en Medialuna, a orillas del río Magdalena.
26 “Dote de María Antonia Múnive y Mozo” [1788], NPSM, t. 1, f. 128v a 130r.
27 “Testamento de María Manuela Mozo” [1818], NPSM, t. 8, f. 2v a 18r.
252 28 Díaz Granados declaró en el año de 1800 la mencionada estancia de Santa Cruz de Valparaíso como
parte de sus bienes y la ubicaba a una legua y media de la ciudad, la cual lindaba por la parte de arriba
con la hacienda de José Francisco Díaz Granados y por la parte de abajo con las tierras del pueblo
de Gaira, y se componía de 9 caballerías de tierra y su acequia partible con la de la citada hacienda
de José Francisco Díaz Granados, su ingenio a la inglesa, trapiche de hierro, con 6 fondos de los
mismos, dos baterías de reverso, casa de habitación con sus oficinas correspondientes, una ermita
con su campanario y demás adherentes necesarios para la administración, 15 cañaverales útiles en sus
frutos, 30 mulas, 6 esclavos más entre hombres, mujeres y niños. Reconocía al final que la hacienda se
hallaba gravada con un principal de 1480 pesos de censo, 1000 pertenecientes al Hospicio de Santo
Domingo y los 480 al de San Francisco de la ciudad de Santa Marta. “Testamentaria de Pascual Díaz
Granados” [1801], NPSM, t. 3, f. 241r a 246v.
29 El pleito se presentó porque Remigio –médico– “celebró con Doña Lucía Colet, mujer de don Fran-
cisco Racines” la compra del hato en 75 pesos y abonó la suma de 35 pesos y luego Racines no le
recibió el resto del dinero argumentando que la propiedad valía más de 300 pesos por ser especiales
“para criar ganados, abundando en ellas pasto en el invierno…”. “Francisco Racines contra Remigio
Márquez por las tierras de Los Cerritos en jurisdicción de Santa Marta” [1810], AGN, Tierras del
Magdalena t. 34, f. 1r.
30 Las tierras se dividieron entre tres hermanas que pagaron en 1724 la suma de 10 patacones por su
composición y se les asignaron por límites a los terrenos “20 fanegas de tierras en el río que llaman 253
de Melgarejo, término de dicha ciudad, río abajo hasta la playa por las cuales pasa el camino nuevo y
antiguo que va a la ciudad de Córdova y pueblo de la Ciénaga…”. [1810] AGN, Tierras del Magda-
lena t. 34, f. 34v.
31 “Medidas de tierras del sitio de Pestagua e isla de Salamanca” [1732], AGN, Tierras del Magdalena,
t. 134, f. 688r.
32 Cristóbal Araújo tenía el control del abasto de la ciudad desde comienzos de siglo y eso bastó para
que se le adjudicaran las tierras de la isla de Salamanca. “Adjudicación de tierras a Don Cristóbal
Araújo” [1728], AGN, Tierras del Magdalena, t. 134, f. 399r.
254 33 Un pleito se desató a la muerte de Araújo por sus bienes, ya que este al parecer donó 10000 pesos
para la fundación de un convento de los capuchinos en la ciudad de Santa Marta.
34 “Adjudicación de tierras de la quebrada de Concha” [1757], AGN, Tierras del Magdalena, t. 134, f. 1r
a 163v.
viembre de 1757 por el pueblo de Santa Ana de Bonda con Don Manuel
de Acevedo y mandó “que sean sitados los indios de este pueblo como
circunvecinos a las tierras que se van a medir… y a Don Pedro Joachim de
la Torre, como dueño que es del atillo y estancia de Cuacos o Dunama”35.
Así, desde los límites de las tierras del pueblo de indios de Bonda se pro-
cedió a la medición, pasando por la “guardia de Concha…”. La medición
arrojó la cifra de una caballería y una fanega y dos quintos de almudes, los
cuales se avaluaron en 60 pesos de “8 reales de plata”, bajo precio, según
los peritos, por ser “las más de montañas secas, mui agrias y de pocos pas-
tos y combatidas de brisas y de ningún servicio…”36.
35 “Adjudicación de tierras de la quebrada de Concha” [1757], AGN, Tierras del Magdalena, t. 134, f. 5r
a 6v. y 9v a 11r.
36 “Adjudicación de tierras de la quebrada de Concha” [1757], AGN, Tierras del Magdalena, t. 134,
f. 13r.
37 Las tierras eran utilizadas también por parte de un grupo de cabos que hacían guarda para avisar si
los piratas asediaban a la ciudad.
38 “Adjudicación de tierras de la quebrada de Concha” [1757], AGN, Tierras del Magdalena, t. 134,
f. 61r.
39 El 30 de junio de 1762, ante escribano, Juan Francisco Pardo, vecino de Santa Marta, señalaba que
junto con Don Francisco Manuel de Acevedo tenía ganado vacuno en la quebrada que llaman de
Concha y dado que Acevedo había hecho apelación en el proceso que llevaba con Delzo por las tie- 255
rras de Concha y sus ganados fueron lanzados, los llevaron a un paraje que llaman Jirocasa, “distante
del pueblo de Bonda, más de tres leguas, tierra doblada y realenga, con ánimo de talarla y cultivarla,
sin embargo de estar poseída por el lado de arriba de indios chimilas…”, por lo que las solicitan en
Otro personaje que solicitó tierras para la cría de ganados, cerdos y labran-
zas fue el teniente de milicias de españoles Don Antonio Alonso Caraballo,
quien solicitó merced real de los terrenos que iban desde la Ensenada de
Cintro, siguiendo la Punta de Juan del Guía, la de Naguanje y la cordillera
adentro hasta la quebrada de Jordán, Portachuelo y Fina, colindantes a los
linderos de las tierras que compró a la Corona Don Pedro Joaquín Mozo
de la Torre, para la época ya difunto42. La justificación para su petición era
que, al establecerse allí un grupo de personas estas, en tiempo de guerra,
podían avisar de ataques enemigos. Para el año de 1800 estas propiedades
aparecen en la mortuoria de Francisca Martínez.
composición, con la promesa de cultivarlas y pagar un buen “importe por ellas”. Se midieron una ca-
ballería, una fanega y seis almudes de “montañas secas y de pocos pastos y combatidas de brisas…”
y se adjudicaron a los solicitantes. “Pleito de Don Manuel Acevedo por tierras de Concha” [1760],
AGN, Tierras del Magdalena, t. 133, f. 958r.
40 Esta estancia y hatillo había sido comprada al alférez Don Francisco Josef Núñez Dávila.
41 “Don Pedro Joaquín Mozo de la Torre pide confirmación de las tierras de Cuacos y Dunama en
cercanías de Santa Marta [1763], AGN, Tierras del Magdalena, t. 140, f. 846r. Decía Mozo que pro-
256 piedad que había expandido con “más de cuatro fanegadas en el sitio que llaman del Portachuelo,
camino del referido Cuacos” por compra a “Doña Rita Teodora del Campo, como única y universal
heredera de Don Juan Álvarez de Ibarra, su poseedor…”.
42 “Sobre la adjudicación de las tierras de Naguanje” [1768], AGN, Tierras del Magdalena, t. 134, f. 853r.
rras aptas para la cría de ganados, forzó a los notables de esa ciudad a bus-
car tierras hacia el sur del pueblo de indios de San Juan de Ciénaga, donde
se encontraban sabanas y playones ricos en pastos naturales. Esto generó
una competencia entre los vecinos ganaderos de la ciudad de Santa Marta
en el tema del acceso a la tierra. De esto da cuenta una carta fechada en
agosto de 1762, donde Don Manuel Josef de Zúñiga, alcalde ordinario de
la ciudad de Santa Marta, y Don Gabriel Díaz Granados, le comentaban al
entonces gobernador Don Andrés Pérez Ruiz Calderón que ellos iban con
sus vaqueros “por el territorio de Río Frío a ver y reconocer sus haciendas
de ganados mayores que allí poseen” y, aprovechando el viaje, procedieron
a “seguir por el camino nuevo de San Andrés a reconocer si en los ríos
Sevilla y Origueca hay ganados altaneros por tener noticia de ello…”43 y de
indios chimilas. Esta misiva fue utilizada por Ramón Zúñiga, hijo de Don
Manuel Josef de Zúñiga en el año de 1804, para solicitar a las autoridades
locales que entrevistaran a un grupo de personas para que ratificaran si su
padre hacía usufructo de un playón que nombran Tierra Nueva, en el que
se hallaba “un corral de ganado vacuno de cría, con casa y esclavos…”, en
cercanías al pueblo de San Juan de Ciénaga y que él quería componer. Igual
buscaba que testificaran si era dueño del potrero llamado Sevillano y quien
era su heredero. Los testigos coincidieron en señalar que el padre de Ra-
món Zúñiga “montó” el potrero de Tierra Nueva y otro llamado Sevillano
y que los indígenas del pueblo de San Juan de Ciénaga no habitaban el
área y no la ocupaban con sus ganados, ya que estos “los mantienen en las
tierras que ganaron al sr. Conde de Pestagua, al otro lado de la barra…”44.
Al final Zúñiga dio poder a los procuradores de número de la Audiencia
de Santafé para que a su nombre soliciten derechos de propiedad vía com-
posición de los mencionados terrenos45.
43 “Don Ramón de Zúñiga pide título del playón de Tierranueva” [1804], AGN, Tierras del Magdalena,
t. 140, f. 921r a 945r.
44 “Don Ramón de Zúñiga pide título del playón de Tierranueva” [1804], AGN, Tierras del Magdalena,
t. 140, f. 925r.
45 Se menciona en el citado documento que en el mes de marzo de 1806, Don Nicolás de Jimeno, ve-
cino de la ciudad, alcalde de segundo voto, da poder a un procurador de Santa Fe para que denuncie
tierras del “playón de Santa Rita y Martinete en el paraje que media entre arroyo Orihuela de Piedra 257
y la boca del Río Frío…”. Estas tierras eran aptas para la cría de ganados y la siembra de maíz y se
localizaban al sur del pueblo de indios de San Juan de Ciénaga. Don Ramón de Zuñiga pide título del
playón de Tierranueva” [1804], AGN, Tierras del Magdalena, t. 140, 921r.
46 “Don José Francisco Díaz Granados contra Basilio García por tierras en Valencia de Jesús” [1798],
AGN, Tierras del Magdalena, t. 134, f. 387r.
47 “Don José Francisco Díaz Granados contra Basilio García” [1798], AGN, Tierras del Magdalena,
258 t. 133, f. 387r. García también poseía con Antonio Ángel García, la hacienda “San Antonio de Bue-
navista” en Valledupar, donde estuvo inicialmente avecindado.
48 “Don José Francisco Díaz Granados contra Basilio García” [1798], AGN, Tierras del Magdalena,
t. 133, f. 388v.
49 “Don José Francisco Díaz Granados contra Basilio García” [1798], AGN, Tierras del Magdalena,
t. 133, f. 389r.
50 “Don José Francisco Díaz Granados contra Basilio García” [1798], AGN, Tierras del Magdalena,
t. 133, f. 413r.
51 Este funcionario anotaba que García las denunció y recibió una Real Provisión de 8 de septiembre
de 1797, de la cual no había hecho uso.
52 En su providencia el virrey señalaba que García no había justificado por qué quería “muchas tierras”
y, además, espetaba que “el soberano quiere y expresamente ha mandado que los beneficios de las
tierras baldías no se refundan en uno solo, sino que se dividan entre diferentes a proporción de su
posibilidad y facultades…”. “Don José Francisco Díaz Granados contra Basilio García” [1798],
AGN, Tierras del Magdalena, t. 133, f. 537r.
53 Hijo de Don Josef Múnive y Mozo y Manuela Mozo de la Torre.
54 También compuso tierras Don José Francisco Díaz Granados y Fernández de Castro, quien en el año
de 1788 se postuló para Alférez Real de Santa Marta y le fueron adjudicadas, en 1787, las tierras de 259
Caracolí de Garupal en Valencia de Jesús y compraba Guayabal y Camperucho a doña Angela Ro-
mero –también en cercanías a Valencia de Jesús– y en 1801 se hacía a unas tierras cercanas al pueblo
de indios de Gaira.
58 “Pleito sobre tierras de Madariaga” [1750], AGN, Tierras del Magdalena, t. 134, f. 860r a 861r.
59 Adelaida Sourdis Nájera, “Estructura de la ganadería en el Caribe colombiano durante el siglo XVI- 261
II”, Huellas Nos. 47-48 (1996): 38-48.
60 José Agustín Blanco Barros, “El norte de Tierradentro y los orígenes de Barranquilla” (Bogotá:
Banco de la República, 1987), 241.
Tabla 3
Avalúo de la Hacienda Santa Bárbara de las Cabezas, 1766
131 vacas “mansas paridas”, 90 “escoteras”, 917 “cerreras” paridas, 3223 “es- 22.436
Ganados coteras” paridas, 695 novillos, 668 novillas “de año”, 762 toros, 626 toretes, 400
(8312) reses “altaneras” , 800 esparcidas “en diferentes parajes”
703 “ordinarios”, 67 “andones”, 194 potros “domadores”, 107 potros “de año”, 11.232
Caballos 67 padrones, 73 yeguas “mansas andonas”, 611 “ordinarias escoteras”, 277 “ce-
2.211 rreras”, 102 potrancas, 100 “bestias caballares altaneras”
Mulas, burros 37 mulas, burros y pollinos 508
y pollinos
Esclavos 82 17.550
Infraestructura Casa principal, 9 ranchos que sirven de hatillos, 3 barquetas, 9 escopetas, 50 sillas 1.270
y herramientas de jinetes, 7 hachas, 24 machetillos
Tierras 19 caballerizas, con 31 fanegas y 2 almudes 584
Total 53.580
Fuente: Vladimir Daza Villar, Los marqueses de Santa Coa: una historia económica del Caribe colombia-
no (1750-1810) (Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2009), 176
61 Campuzano fue alguacil mayor del Santo Oficio de la Inquisición, era natural de Burgos e hijo de los
condes de Manallay y se encontraba casado con Gertrudis Yanzi, hija de un notable que vivía en la
ciudad de Riohacha.
62 Exterminar los “indómitos chimilas” fue el papel de un grupo de milicianos asentados en Valencia de
Jesús. Para dirigir este proceso de pacificación se creó un cargo especial dentro del engranaje buro-
crático del virreinato: pacificador de los indios chimilas, con una remuneración anual de más de 700
pesos. El primero en llegar a ese cargo en el año de 1760 fue don Agustín de la Sierra, quien venía
del Perú; este, desde el año de 1762, con el apoyo de vecinos de Valencia de Jesús, inició los ataques
para la reducción de los chimilas en sitios específicos de la Gobernación entre las llamadas sabanas 263
de El Diluvio y el río Magdalena a la altura de la ciudad de Tenerife y el sitio de Plato, despejando
así sabanas aptas para la ganadería (sabanas de Garupal) y custodiando el camino entre Valencia de
Jesús y el río Magdalena construido en el año de 1760. En 1782, De la Sierra fue nombrado por el
gobernador Múnive y Mozo como Juez Privativo de tierras de Valencia de Jesús y Valledupar. Al
respecto ver: Marcela Quiroga Zuluaga, “Entre la inconstancia y la incuria: La experiencia fallida de
los pueblos de misión chimilas a finales del siglo XVIII, en las llanuras del Caribe”, Historia Caribe
264 Vol. X No. 26 (enero-junio 2015): 257-289; Miguel Suárez Araméndiz, “Para un mejor servicio al rey
y a la república: formas de acceso a la burocracia civil y redes sociales en Valledupar (provincia de
Santa Marta), c. 1770-1808”, Fronteras Vol. 19, No. 1 (2014): 96-122.
63 [1801], AGN, Fondo Abastos, t. 12, f. 634r.
tián Gutiérrez, Don Juan Antonio Araújo, Don Ignacio González, Joseph
Agustino Parodis, Mónica Daza, Pedro Venegas, Joseph Villeros, Bernar-
do Zeledón. Teniendo en cuanta los anteriores datos observamos que el
stock de ganados de estos 21 criadores subía a la cifra del stock a más de
30.000 mil cabezas de ganado.
A finales del siglo XVIII y comienzos del XIX observamos una avanzada
de vecinos de Valledupar, Valencia de Jesús y Santa Marta sobre las saba-
nas que se ubicaban cerca de los ríos Garupal y Ariguaní, las cuales esta-
ban en jurisdicción de Valencia de Jesús. Esta llegada de diversos actores
generó conflictos entre ellos por terrenos aptos para llevar ganados, así,
por ejemplo, la familia Pumarejo de Valledupar se enfrentó a los familiares
265
64 [1801], AGN, Fondo Abastos, t. 12, f. 634v.
65 [1801], AGN, Fondo Abastos, t. 12, f. 634v.
66 [1801], AGN, Fondo Abastos, t. 12, f. 677v.
266
67 Así, para lograr el incremento agropecuario, la doctrina política ilustrada indicaba a los funcionarios
reales –en este caso el virrey– que era necesario dar a los libres derechos de propiedad, así estos
fueran comunales.
68 Cerca de las ciudades y villas pobladas desde el siglo XVI, en las zonas de frontera, a orillas del río
Magdalena, Cauca, Sinú y San Jorge emergieron numerosos pueblos que ahora eran reconocidos con 267
la categoría de sitio y sus habitantes reconocidos como vecinos, para ser más exactos, según el censo
del año de 1779 existían más de 60 pueblos con dicha condición en la Gobernación de Cartagena y
25 en la de Santa Marta.
ganados”; añadiendo que sobre estas podían hacer usufructo “sin pensión
de pagar interés alguno a la Corona por razón de dichas tierras”69.
Veamos otro caso particular. Para el año de 1795 los habitantes del sitio de
libres de Chiriguaná se enfrentaron con el comerciante y hacendado mom-
posino Miguel López Bordel en un extenso pleito que duró alrededor de
10 años. Este último había adquirido el hato de San Antonio del Dividivi
en el año de 1789, en cuyos bordes se encontraba el sitio de Chiriguaná y,
a diferencia de los anteriores dueños decidió cobrar arrendamiento a los
habitantes del sitio por el uso de tierras que consideraba eran de su pro-
piedad, cuestión que no fue aceptada por la comunidad.
69 “Adjudicación de tierras a los vecinos de Nuestra Señora del Carmen de Barrancas de Guamal”
[1748], AGN, Tierras del Magdalena, t. 132, f. 938r.
268 70 “Adjudicación de tierras a los vecinos de Nuestra Señora del Carmen de Barrancas de Guamal”
[1748], AGN, Tierras del Magdalena, t. 132, f. 938r.
71 “Adjudicación de tierras a los vecinos de Nuestra Señora del Carmen de Barrancas de Guamal”
[1748], AGN, Tierras del Magdalena, t. 132, f. 949v.
Para conseguir dicho fallo positivo los habitantes del sitio levantaron a su
costa un censo que recogía el número de viviendas del sitio, su tamaño, sus
habitantes por sexo y nombre, su ocupación y las unidades productivas de
estos. De allí sabemos que el sitio tenía 2807 habitantes, los cuales se de-
dicaban a la cría de ganados y cultivo de maíz y caña de azúcar, y que eran
dueños de 7057 cabezas de ganado vacuno, 3717 caballos y yeguas, 3000
cerdos, 320 cabras y ovejas y 200 labores de plátano, cacao, maíz, arroz y
30 trapiches de caña73. Este censo, con los argumentos de sus habitantes
que sostenían que habían colaborado en las entradas contra indios infieles,
abastecían mercados mineros y la ciudad de Mompox, que eran capaces
del convenio político, ya que tenían iglesia, pagaban diezmos y contribuían
a los estancos reales del tabaco, naipes y aguardientes, llevó a que el sitio
de libres de Chiriguaná fuera tomado en cuenta por las autoridades reales
y se estudiara la posibilidad de ser ascendida a villa.
estos “deseosos de adelantar el referido terreno por ser tan corto que no
basta a mantener las haciendas que tienen”, decidieron “penetrar aquellos
parajes inmediatos en solicitud de cultivar lo más escondido de ellos”, para
así “lograr la extensión que apetecen…”74. En este proceso y gracias a la
“fuerza de su esmero y diligencias” encontraron “por medio de Antonio
de Córdoba, uno de dichos vecinos, una sabana y Palotar que se le ha pues-
to por nombre Tierras Nuevas” y “descubierto para socorro y retiro de
sus ganados en verano el nuevo playón titulado de Don Pedro”, cercano al
río “Ariguaní” en el “centro de la montaña, camino para el sitio de San An-
toñito”, los cuales quemaron y limpiaron “a fin de poderlas ocupar…”75.
Por ello solicitaban en composición los dos terrenos. Como vemos aquí la
fundación del sitio de españoles pobres llamado Los Venados era el fruto
de la avanzada que desde la ciudad de Valencia de Jesús iba hacia el área de
playones entre los ríos Garupal y Ariguaní.
270
74 “Merced de tierras a los vecinos de Los Venados” [1789], AGN, Tierras del Magdalena, t. 133, f. 628v.
75 “Merced de tierras a los vecinos de Los Venados” [1789], AGN, Tierras del Magdalena, t. 133, f. 628r.
76 “Merced de tierras a los vecinos de Los Venados” [1789], AGN, Tierras del Magdalena, t. 133, f. 630v.
Esta petición fue atendida por el oidor Don Benito Casal y Montenegro,
quien el 31 de mayo de 1783 dio la orden de que Agustín de la Sierra pro-
cediera a la medición de las tierras y se adjudicaran, de manera comunal a
los peticionarios80. Fue así como Don Lorenzo Marroquín, a nombre de
los vecinos de Los venados, en junio de 1785 consignó 138 pesos en las
Cajas Reales de Valencia de Jesús por una importante porción de terrenos
aptos para la cría de ganados en el centro de la Gobernación de Santa
Marta, especialmente en los bordes del río Garupal81.
77 “Merced de tierras a los vecinos de Los Venados” [1789], AGN, Tierras del Magdalena, t. 133, f. 635r.
78 “Merced de tierras a los vecinos de Los Venados” [1789], AGN, Tierras del Magdalena, t. 133, f. 637r.
Se cita a Solórzano y su libro de Política Indiana, especialmente el libro 3, capítulo 2, número 15.
79 “Merced de tierras a los vecinos de Los Venados” [1789], AGN, Tierras del Magdalena, t. 133, f. 638r.
80 Los terrenos deslindados sumaban en total 8 estancias de tierra aptas para la cría de ganados mayo- 271
res, valorados en 11 pesos cada estancia, y dos de ganados menores, valorados en 10 pesos cada una
y una estancia de pancoger valorada en 30 pesos; para un total de 138 pesos.
81 “Merced de tierras a los vecinos de Los Venados” [1789], AGN, Tierras del Magdalena, t. 133, f. 669r.
Consideraciones finales
Bibliografía
Fuentes primarias
Archivos
Archivo General de la Nación (AGN), Bogotá-Colombia, Sección Colo-
nia, Tierras del Magdalena, Abastos.
Archivo General de Indias (AGI), Sevilla-España, Santafé.
Notaría Primera de Santa Marta (NPSM).
En este contexto, una de loas principales vías de movilidad social fue el in-
greso a la milicia, que permitía a quienes se enlistaban ganancia económica
y honores, este último representado en el fuero de guerra que permitía a
los mulatos, negros y pardos evitar la justicia ordinaria y acceder a la mi-
litar. En otras palabras, eludir la autoridad civil y judicial ordinaria de los
alcaldes al esgrimir su condición de milicianos. Además la cédula real de
mayo de 1789, conocida como Código Negro, que reglamentó lo referente
a la educación, el trato y la ocupación de los esclavos, significó en el Caribe
colombiano, un cambio en el discurso de defensa de los esclavos, que se
centraba en la ley natural y la caridad cristiana, sin decir con ello que se
estuviera pensando en su libertad.
280 Si bien el proceso fue liderado por las élites de las localidades, el apoyo
popular fue central y en algunos casos, total, como en Valledupar. No obs-
tante, el conflicto en la región se expresó principalmente más por redes de
familias, como los Toledistas y los Piñeristas, que por otros cauces políti-
cos; los libres de todos los colores y esclavos carecieron de un movimiento
propio en el qué ventilar sus objetivos e intereses, y estuvieron sujetos
según la autora, a las redes de notables, a las relaciones de patronazgo.
El sexto capítulo del libro hace referencia al temor de las élites de la ins-
tauración de la pardocracia en el Caribe. En este caso se centra en el ge-
neral Padilla, un oficial pardo, con gran influencia y reconocimiento en
los sectores populares de La Heroica y otras localidades de la Costa. Pero
por su condición racial fue rechazado por la élite cartagenera, quien ter-
minó acusado de promover una guerra racial, a raíz de un pasquín que
el militar escribió en respuesta a la exclusión que tuvo su esposa en un
festejo de la élite. El asunto Padilla le permite a la autora sostener la tesis
de la instrumentalización del discurso racial y especialmente pardocrático
(el supuesto levantamiento de los pardos por el acceso al control político 281
regional o nacional), utilizado por la élite, con el propósito de neutralizar
políticamente a quienes habían logrado ascenso social en el nuevo orden
1 Los planteamientos de Aline Helg encajan con los sostenidos por Jorge Conde Calderón, al conside-
282 rar que la pardocracia fue una estratagema lingüística usada por los notables del Caribe en la primera
mitad del siglo XIX para expresar el miedo a la pardocracia y desprestigiar políticamente a sus ad-
versarios. Jorge Conde Calderón, Buscando la Nación. Ciudadanía, clase y tensión racial en el Caribe
colombiano, 1821-1855 (Medellín: La Carreta Histórica, Universidad del Atlántico, 2009), 179-197.
Proceso editorial
El Comité Editorial se reserva la última palabra sobre la publicación de
los artículos y el número en el cual se publicarán. Con base en ello se les
informará a los autores el número y las fechas aproximadas de su publica-
ción. Durante este proceso se podrán efectuar las correcciones menores
de estilo que considere la revista.
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en el que se debe incluir nombre, afiliación institucional, dirección, teléfo-
no, dirección electrónica, nombre del artículo, títulos académicos, cargos
actuales, sociedades a las que pertenece, estudios realizados y/o en curso
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réntesis después de la fórmula completa; las siguientes veces se usará
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recer referenciados y explicados en el texto. Deben estar, asimismo,
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tivos pies de imagen y fuente(s). Se ubican enseguida del párrafo don- 287
de se anuncian. Las imágenes se entregarán en formato digital (jpg o
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