Una Abogacía Por La Danza: Por Marten Spangberg Traducción de Emilio Carrera Quiroga
Una Abogacía Por La Danza: Por Marten Spangberg Traducción de Emilio Carrera Quiroga
Una Abogacía Por La Danza: Por Marten Spangberg Traducción de Emilio Carrera Quiroga
Presentación
Este párrafo propone poner en contexto al lector frente a esta traducción, que en
realidad es una conferencia que dio el autor, Marten Spangberg en el marco de un
encuentro internacional de danza en Suecia, de donde es oriundo. De esa
conferencia podemos suponer que fueron personalidades importantes del mundo de
la danza, estudiantes curiosos y algunos críticos de arte. Me gustaría, sin embargo,
plantear un contexto imaginario que abra la posibilidad de asumir este texto como
un punto de fuga -de lo que cada quien quiera- hacia nuevas perspectivas del arte
escénico en México. Aquí va pues el contexto ficticio: estamos la comunidad teatral
reunida en un Encuentro Nacional de Teatro porque se nos ha dicho que nos
hablará el fantasma de un foro abandonado. Llegaron estudiantes, investigadores,
creadores escénicos, todos reunidos en el lobby bar para escuchar las palabras del
antiguo edificio. En el escenario aparece un médium. Camina. Se sienta en una silla
y empieza a surgir de su garganta esta conferencia impresa en papel como símbolo
material de lo sucedido, y de la cual propongo esta línea a modo de resumen:
“Asumir el teatro como potencia autorreflexiva para elaborar, desde sus tablas,
figuras de destrucción frente a la sofisticación del mundo”.
También podría sugerir, ya que es una revista de teatro, que el lector sustituya la
palabra danza por la palabra teatro, y la palabra coreografía por el concepto puesta
en escena.
En los últimos días, aquí en la conferencia, me ha dado una vibra de que lo post en
la post-danza es entendido como algo negativo, algo que restringe a la danza de lo
que puede ser, o entre los menos abiertos, de lo que debe ser. Lo que intento
proponer no es una abogacía por lo post, sino por la danza en o a través de la
post-danza. En realidad, lo que necesitamos hacer es rescatar a la danza de su
anclada posición, y aprender a hablar danza desde un nuevo conjunto de
circunstancias, situaciones y ambientes, y dejarle adquirir nuevas formas de agencia
1
que resuenen con su estar aquí y ahora y hacia el futuro.
La post-danza es, en sí misma, una defensa para la danza, sin embargo, no es una
defensa para volverla inocente (para que pueda volver a lo ‘normal’) sino una
defensa que empodera a la danza para que sea una parte activa de su pasado,
presente y futuro como una fuerza activa o una intensidad en nuestras sociedades,
en la formación de las realidades sociales, humanas, relacionales, políticas y
económicas. La post-danza puede entenderse como la inauguración de un momento
en que la danza dentro y fuera de sí misma empieza a ser una capacidad activa en
la formación de cómo queremos vivir todos juntos. Precisamente, dentro y fuera de
ella, no respecto a ser una danza que trate de esto o de aquello –en el sentido de un
tema que se muestra como una narración- sino dentro y fuera de ella como danza.
Es hacia este lugar que tenemos que encontrar un camino.
Sigamos adelante
Tal vez pueda parecer extraño empezar una oda a la danza con epistemología, pero
como veremos, es precisamente en relación a la epistemología que la post-danza
opera y que ha logrado identificar un cambio fundamental.
Para que algo pueda ser posible, para que tenga una función en la realidad, para
que pueda ser conocido y sujeto a cambio, localizado, etc, necesita estar inscrito
dentro del conocimiento. Necesita participar en forma de conocimiento y por lo tanto
está inscrito en alguna u otra forma de epistemología.
1
Del término aristotélico agencia: capacidad que posee alguien para actuar en el mundo. En el original el autor
utiliza el término agency.
La epistemología no es solamente un asunto de razón, racionalidad, escritura,
números y matemáticas. El lenguaje es un tema ciertamente dominante y poderoso
en relación a la epistemología, pero cualquier conocimiento por definición está
envuelto en la epistemología, se sepa o no, incluyendo el cuerpo, el movimiento, los
sueños, intimidad, espiritualidad, poesía, carpintería o jardinería. Todos los tipos de
conocimiento participan en el mundo de forma diferente, y el entendimiento de esta
participación es lo que llamamos epistemología. La ciencia, por ejemplo, para no
estropear el universo o la salud de las personas, necesita tener una articulación muy
precisa y reglas claras respecto a su epistemología, mientras podría parecer que las
prácticas artísticas tienen una menos rígida, lo cual es una ilusión; lo que sucede es
que la premisa para lograr precisión es completamente diferente. Así mismo, es
anterior el momento en que algo puede ser definido como conocimiento, como una
dinámica autónoma de conocimiento, que puede también construir una
epistemología. Es una señal de sofisticación cuando un conjunto de procedimientos,
una técnica o una manera de hacer las cosas entra en un proceso de elaboración de
epistemología, pues implica que nos hemos alejado, direccionalmente, de la
posibilidad de autoreflexión.
Algo siempre está inscrito en la ontología de alguna u otra forma, pero así como
nosotros los humanos tenemos acceso al mundo a través del conocimiento, a través
de la episteme, no podemos tener acceso a la ontología de algo, al ser de algo. El
estudio y el trabajo de la ontología, sin embargo, ofrece nuevos modos de pensar y
brindan la posibilidad de especular un mundo sin conocimiento, de experiencias más
allá de la comprensión; además de la posibilidad de que el cuerpo, en cierta forma,
opere -si no fuera, al menos en el borde del conocimiento- al igual que las
sensaciones, afectos, eventos, energía, etc; aunque cuando las encontremos se
transformen en representación, en conocimiento. Dicha posibilidad es tal que su
naturaleza no está en la base epistemológica ni en la del conocimiento.
¿Por qué es esto importante? Porque si las herramientas del coreógrafo no son
causales a la danza esto permite un cambio de la coreografía entendida como
instrumento a, en su lugar, entenderla como capacidad, lo cual propone que el
coreógrafo puede aplicar para apoyos económicos para generar proyectos cuyo
resultado no sea una danza -en el escenario o no- sino que el proyecto del
coreógrafo es definido en relación a las herramientas usadas. Por lo tanto, el
2
En el original, el autor utiliza la palabra: essentializing.
coreógrafo puede aplicar para un apoyo económico de un filme aunque éste no
incluya ninguna danza pero se realice a través de las competencias coreográficas.
O el coreógrafo puede escribir una novela sin ninguna aspiración a ser reconocido
como un autor sino como un coreógrafo cuya expresión resulta ser la literatura. De
hecho, si la caja de herramientas del coreógrafo es genérica, nada dice que la
expresión del coreógrafo está dentro de la esfera de la estética; así como el
departamento de planeación de la ciudad tiene un montón de arquitectos en su
oficina, también deberían tener una horda de coreógrafos diseñando y analizando
flujos y movimientos en la ciudad.
3
En el original el autor escribe ‘languaged’. Se refiere a que la consciencia tiene un lenguaje.
campo de lo posible. Uno solo puede imaginar lo que el lenguaje permite que
imaginemos. Uno solo puede imaginar lo que es posible y lo que no es posible, pero
eso, como sabemos, es de nuevo solo lo anverso.
Hace algunos años Zizek utilizó una frase prestada de Fredric Jameson que
propone que hoy es más difícil imaginar un camino fuera del capitalismo que el
apocalipsis. En efecto, si, como Franco Bifo Berardi, Maurizio Lazzarato y otros han
propuesto, el capitalismo ha cooptado el lenguaje, o como dice Bifo, vivimos en un
semio-capitalismo, no hace falta decir que no podemos imaginar un camino fuera
del capitalismo porque en primera instancia, la imaginación se mantiene dentro de lo
posible, y en segunda instancia, si el capitalismo ha cooptado al lenguaje, entonces
lo que sea que imaginemos es y será una imaginación capitalista.
Y ahora, la identidad. No importa qué tanto Judith Butler sea una superheroína
incondicional, la identidad, especialmente en contextos no tan escolares, y aún más
las identidades políticas, causa problemas. Sabemos, por Ranciere, que ‘la esencia
de la política es la manifestación del disenso, como la presencia de dos mundos en
uno’, lo cual implica que la política, para Ranciere, es algo que sucede dentro del
campo de la razón, y por lo tanto del lenguaje, y de este modo apoya lo posible. La
política es la manutención de una negociación infinita. La política son dos mundos
en uno y siempre en el campo de lo posible, lo cual quiere decir que la identidad,
cuando es entendida como política, se consolida como una infinita negociación, sin
argumentos (si tuviera argumentos tiene que estar en un solo mundo, por lo tanto no
en la política) simultáneamente entre el sujeto que nunca es uno y entre el sujeto y
el mundo, pero siempre es una negociación entre estos dos mundos dentro del
campo de lo posible. El problema de la política de identidad visto desde este lente
es que acaba fijando lo que uno puede posiblemente ser o no, lo cual es también
posible. La política de identidades es profundamente antropocéntrica y pasivamente
agresiva. La coreografía, la imaginación, y la identidad son estructuras posibles que
refuerzan formas de causalidad y determinación que a su vez le permiten a formas
de poder permanecer en el poder.
Por mucho tiempo la danza ha sido domesticada por la coreografía, tal vez por tanto
tiempo que ya no recuerda cómo era cuando era ‘libre’. Hoy, o en los últimos años,
parece que la danza, por razones complejas, políticas, sociales, tecnológicas y
filosóficas, se ha vuelto observadora de las capacidades inherentes a ella que
exceden el campo de lo posible, imaginación y lenguaje, sin embargo, no para
convertirse, o conectarse a la autenticidad, la naturaleza o la verdad, sino quizá a
algo mucho más estremecedor pero necesario. En lugar de asumir la tarea de
generar oportunidades que vayan más allá del lenguaje y por lo tanto ser capaz de
producir irritaciones en el cuerpo, afecta aquello que nos intensifica a imaginar eso
que no podemos ni siquiera imaginar que imaginamos.
La danza no es performance.
Necesitamos hacer otra distinción entre danza y performance. Hace unos 50 años
era urgente disputar género y disciplina. Era políticamente importante enunciar la
importancia de lo cross-over , lo interdisciplinario, etc. Ambas cosas respecto a la
hegemonía dentro de las artes pero también respecto a la vida en general. Cuando
los bailarines insistieron en la improvisación en los 60s no era nada más porque se
sentía bien; era también una crítica política, no necesariamente de manera directa o
abierta sino respecto a la homogeneización de lo que el cuerpo podría ser o hacer.
Pero cuando miramos la situación de hoy, parece raro encontrar un artista o alguien
más en relación a esta materia que no sea multi-, inter-, post- algo, participativo con
todo el mundo, y así. Producir definiciones no es peligroso, no es una amenaza a
nuestras ya constitucionalizadas y autorizadas libertades, sino quizá incluso una
forma de impugnar y descifrar qué pueden realmente hacer esas libertades por
nosotros, o qué no podemos realmente hacer nosotros debido a ellas y a partir de
ahí utilizar nuestra fantasía para construir otro camino frente a ellas.
Posibilidad y potencialidad
Y de nuevo una ligera aclaración. Necesitamos hacer una distinción entre diferentes
tipos de nuevo. Nuestro tiempo celebra todo lo nuevo y simultáneamente ataca el
culto a lo nuevo. Lo nuevo es y todos estamos suscritos a celebrarlo, no menos el
artista cuyo trabajo, de acuerdo con, por ejemplo, Boris Groys, es producir
manifestaciones ‘únicas’.
Hace diez años, la propuesta de Groys hubiera parecido bastante ridícula, por lo
menos porque rima realmente mal con el post-estructuralismo, pero hoy parece
relevante, si no importante, pensar y hacer práctica de las líneas propuestas; en la
raíz de su propuesta radica la potencialidad del arte para cambiar el mundo. No
podemos imaginar la vía fuera del capitalismo, pero si el trabajo del arte es hacer
que algo llegue a su fin, esto, de acuerdo con Groys, debe hacerse a través de
producir la posibilidad de que algo emerja sin pertenecer al conocimiento. Lo que
además podemos entender estudiando a Groys es que el arte, o más bien la
experiencia estética –como hemos mostrado con anterioridad- no es una
experiencia imbuida en el conocimiento sino, por el contrario, la experiencia estética
es, digámoslo así, una experiencia ontológica que, en suma, esclarece que el arte y
la cultura son y deben seguir siendo dos capacidades distintas.
¿Cuáles son las herramientas, las máquinas que uno puede usar para hacer posible
que emerja la especulación? Debemos, porque no tenemos otra opción, usar la
coreografía –la tecnología- para permitir que sea posible que este momento suceda.
No obstante, porque ya sabemos que la coreografía domestica al movimiento,
necesitamos ahora revertir nuestro entendimiento de la coreografía y usarlo para
armar un aparato que nos dé la oportunidad de una danza especulativa.
Necesitamos usar la coreografía no para enjaezar y domesticar a la danza sino, en
su lugar, para liberar a la danza de nuestro deseo de situarla. Regresando a la
improvisación ¿qué sucede si la improvisación no quiere decir liberar al bailarín, sino
al sujeto? lo cual en cierta forma propone que una danza improvisada no es danza
sino un performance; pero en su lugar, salvando a la danza improvisada de
convertirse en performance, ¿podemos estimar a la improvisación como un medio
para liberar a la danza de nosotros? Y el conocimiento a través del cual podemos
producir la posibilidad de esto para suceder se llama coreografía.
Nuestra tarea más difícil, sin embargo, y aquí es donde necesitamos repensar la
danza conceptual, que es siempre una cuestión de traducción –y reconozcan la
danza conceptual- es el ensamblaje de una máquina que produce indeterminación
(concerniente a ambos el artista en el estudio y el espectador en relación a una
representación); es no desear a la danza, o valorarla, i.e. asignarle un valor pero
solo para permanecer indiferente a ella. Esto es una indiferencia que solo puede
obtenerse a través de un compromiso con el concepto. Es una indiferencia difícil de
manejar pues está lejos de ser no juiciosa. Es más bien para también volverse
indiferente a sí misma, o parafraseando a Deleuze, es una cuestión de volverse
indiferente a la propia indiferencia de uno.
Experiencia estética
Ahora, el problema con la experiencia estética es que debe ser autónoma y ser
contemplada sin interés para no acabar en una simple manufacturación y
determinación elemental. El precio a pagar por aquellos dos criterios, sin embargo,
es que la experiencia estética es una, y por lo tanto no puede participar activamente
en un contexto político. El arte no puede activamente activar una agenda política. El
arte, o la experiencia estética, no es algo que interpreta el implicado, no es algo de
lo que uno aprende, o por lo que alguien se ilumina, o por lo que uno cambia de
opinión. El dilema del artista desde finales del siglo XIX es o que el arte recibe cierto
tipo de autonomía pero no es político, o que el arte es político pero entonces acaba
siendo diseño, perdiendo su autonomía, y de pronto se ve a sí mismo implicado en
modelos de cumplimiento o eficiencia. Esto es obviamente lo que está pasando
cuando un gobierno neoliberal instrumentaliza el arte, no solo para estar al servicio
de la nación, sino que está dispuesto a hacer la experiencia transformativa para -o
en- el espectador o el implicado. La responsabilidad del arte en los tiempos
neoliberales, siguiendo a Bojana Cvejic, no difiere mucho de la manufacturación del
estilo de vida, y el estilo de vida está muy alejado de la estética de Kant.
Kant ha sido fuertemente desacreditado durante los últimos años porque su estética
implica formas de trascendencia. Evidentemente la ‘estética’ de Kant era una
palabra sucia para cualquiera que estuviera inscribiéndose en la agenda
post-estructuralista. Dentro de un clima filosófico donde la especulación es
favorecida, el pensamiento de Kant puede entenderse a través de un lente distinto.
Dentro de un capitalismo omnipresente no podemos entender que el trabajo del arte
deba ser considerado de forma distinta; algo que no necesita autonomía y
desinterés inmediatamente se convierte en un apoyo de o para el capital, y entonces
el arte se vuelve útil. La defensa del arte en contra de la política neoliberal solo
puede ser insistir en que sea algo sin valor, y como sabemos, algo siempre tiene
valor pero cualquier cosa no, y la emergencia de cualquier cosa implica llevar al
mundo, o algo, a un fin. Con una connotación ligeramente más positiva también
podemos leer ‘a un fin’ en términos del pensamiento griego, donde un gesto similar
equivale a traer algo a la existencia, dando a luz algo dentro del mundo i.e. desde la
potencialidad, poiesis.
Antes de llegar a una conclusión, una breve reflexión de lo que una experiencia
estética es o hace. ¿Qué es lo que el sujeto experimenta cuando tiene una
experiencia estética, un encuentro con el arte? Si el arte no se debe entender cara a
cara con la utilidad o diseño, sino más bien con autonomía, la experiencia debe ser
autorreferencial. Amo esta pieza de arte porque la amo. El momento en que uno
empieza a explicar por qué, telos o utilidad se vuelven difíciles de mantener a
distancia.
A través de mi vida experimento la vida como tal, una vida. La experiencia estética
5
es experiencia pura, es siempre materia-l , y ya que es autónoma, lo que trae solo
puede ser contingente a la vida. En otras palabras, la experiencia estética, como
nos dice Deleuze, es la experiencia de la potencialidad. Es precisamente aquí que el
arte, la producción artística y la posibilidad de la experiencia estética es importante
actualmente, porque el resultado o residuo de la experiencia estética es contingente
a la vida, lo que quiere decir que también puede portar diferentes formas de vivir en
comunidad, de compartir recursos, de entender la propiedad, de ser humanos.
La pos-danza en el Final.
4
Deleuze, Gilles. Pure Immanence: essays on A life.
5
En el original: ‘matter-ial’
alto y bajo son intercambiables, el post-colonialismo, los estudios del performance,
la investigación artística, la desordenada mezcla entre la práctica y la teoría,
Beyoncé y la tecnología, y lo hace todo a través de una emergente epistemología de
la danza.