Latente
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FIGURA 2. Solemos suponer que el progreso se da de manera lineal y ascendente. Por lo menos esperamos que suceda rápido.
En la realidad, los resultados de nuestros esfuerzos suelen tomar tiempo y retrasarse. No es sino meses o incluso años después
cuando nos damos cuenta del verdadero valor de todo el trabajo que hemos realizado. Esto puede tener como resultado un «abismo
de desilusión», un punto en el que la gente se siente descorazonada tras haber puesto semanas o incluso meses de trabajo duro sin
experimentar ningún resultado aparente. Sin embargo, su trabajo no se desperdició. Tan solo se acumuló. No es hasta mucho
tiempo después cuando el verdadero valor del esfuerzo previo es revelado.
Todas las cosas importantes provienen de comienzos modestos. La semilla de cada hábito es una
pequeña decisión.21 Pero conforme esa decisión se repite, un hábito nuevo surge y se va
fortaleciendo. Las raíces se afianzan y las ramas crecen. La tarea de eliminar un hábito pernicioso
es parecida a arrancar de raíz un poderoso roble que crece en nuestro interior. Y la tarea de
desarrollar un buen hábito es equivalente a cultivar una delicada flor cada día.
Pero, ¿qué es lo que determina que mantengamos un hábito el tiempo suficiente para sobrevivir
la meseta del potencial latente y conseguir llegar al otro lado? ¿Qué es lo que provoca que algunas
personas regresen a sus malos hábitos mientras otras consiguen disfrutar de los efectos
acumulativos de los hábitos favorables?