Módulo I: ¿Por Qué Hablar de Educación Emocional?

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MÓDULO I

¿POR QUÉ HABLAR DE EDUCACIÓN EMOCIONAL?


Rafael Bisquerra (2003), presidente de la Red Internacional de Educación Emocional y Bien-
estar (RIEEB), define dicha educación como:

“Un proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo


emocional como complemento indispensable del desarrollo cognitivo, constituyendo
ambos los elementos esenciales del desarrollo de la personalidad integral. Para ello
se propone el desarrollo de conocimientos y habilidades sobre las emociones con el
objeto de capacitar al individuo para afrontar mejor los retos que se planteen en la vida
cotidiana. Todo ello tiene como finalidad aumentar el bienestar personal y social”.

Siguiendo esta línea, nuestro rol como profesionales de la educación es contribuir a


la construcción de ciudadanos de manera integral. Es decir, que las áreas del conoci-
miento que abordamos diariamente sean complementadas con dinámicas que fomen-
ten el desarrollo emocional, social, moral y cognitivo de nuestros estudiantes.

Esto implica que asumamos el compromiso de llevar adelante una formación paralela,
constante y permanente, con el fin de enfrentarnos a los nuevos conocimientos y ac-
tualizar día a día nuestra formación.

Y es que, no podemos esperar resultados exitosos en nuestras prácticas sobre compe-


tencias emocionales si nos formamos desde una didáctica tradicional donde las emo-
ciones y sentimientos no tenían un espacio en clase y, además, no asumimos el com-
promiso de profundizar conocimientos y experiencias en una didáctica más integral.
Veamos un poco más a continuación.

1. DESARROLLO INTEGRAL
Como lo mencionamos en la introducción, una educación integral pone en juego todas
nuestras habilidades físicas, cognitivas, sociales, emocionales y lingüísticas para desa-
rrollarnos como personas y ciudadanos que conviven en sociedad.

Esta educación implica un fuerte carácter vivencial, es decir, un aprendizaje a través de


la experiencia que genere una retroalimentación entre el estudiante y su entorno.

A modo general, y revisando brevemente la historia, este tipo de pedagogía no siem-


pre fue tomada en cuenta. La mirada del paradigma educativo que existía décadas
atrás se centraba más en el aprendizaje de contenidos académicos y la importancia de
aprobar el año escolar.

Incluso, el rol del docente y el estudiante eran muy distintos. Por ejemplo, el profesor
tendía a ser muy directivo, con una interacción distante, guiada por una perspectiva
más conductista y que hacía referencia al aprendizaje a través de estímulo – respuesta,
lo que ocasionaba que los estudiantes basaran el aprendizaje en lo memorístico, pasivo
y poco participativo (Schunk, 2012).

Poco a poco, esta visión ha evolucionado, abriendo campo a otros paradigmas educa-
tivos que procuraron centrarse más en el estudiante que en el maestro.

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De hecho, actualmente, se han realizado diversas investigaciones a nivel mundial que
han propiciado un mayor interés en otro tipo de educación. Una educación global,
donde el estudiante tiene un papel activo en su propio proceso, construyendo así un
aprendizaje significativo e interrelacionado donde no se dejan de lado los contenidos
disciplinares, sino que se trabajan en conjunto con el aspecto socio-emocional.

Y es que es innegable que, si algo nos afecta, ya sea física, social o emocionalmen-
te, nuestro desempeño académico y capacidad para focalizar nuestra atención en el
aprendizaje cambian. Por ejemplo:

Si un estudiante se quedó hasta la madrugada mirando la televisión, jugando a video-


juegos o realizando cualquier otra actividad que haya influido en que su descanso no
sea el adecuado, va a clases sin desayunar, y/o llega y no se siente socialmente inte-
grado a su grupo de pares, seguramente no tendrá las condiciones adecuadas para
obtener un desempeño exitoso. Ya no solo hablamos del aspecto físico sino también
del ámbito emocional, donde no tendrá la motivación adecuada y sus emociones y
aprendizajes se verán impactados por preocupaciones.

1.1. Los docentes como pilares de un aprendizaje integral


Tener en cuenta a cada estudiante, simultánea y diariamente, considerando los diferen-
tes contextos y condiciones personales, familiares y sociales nos permitirá brindar una
atención adecuada y empática. Esto implica que podamos habilitar estrategias para
captar su interés.

Se han realizado diversos estudios que demuestran que una educación que tiene en
cuenta dichos aspectos previene conductas y cuestiones psicosociales como la deser-
ción escolar, la violencia física, psicológica y abuso de sustancias, entre otros.

Por ello, como docentes, podemos brindar herramientas que promuevan la explora-
ción y experimentación en un ambiente propicio para el aprendizaje, con el objetivo
de que nuestros estudiantes puedan explotar al máximo sus potencialidades (autodes-
cubrimiento).

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1.2. El aprendizaje enfocado a la formación integral
La UNESCO, entidad no gubernamental dedicada al trabajo e investigación de educa-
ción integral a nivel internacional, propuso un enfoque de trabajo centrado en el ser
humano de manera integral como parte de su formación personal, ética y moral.

Dicha propuesta se basa en un concepto


de cuatro pilares fundamentales: Apren-
der a conocer, a hacer, a ser y a convivir.
Así, la educación del siglo XXI no tiene
que basarse únicamente en la adquisi-
ción de los conocimientos sino también,
en una formación personal a lo largo
de la vida y que aporte a una sociedad
digna para el futuro. Estos cuatro pilares
planteados son (Delors, 1996):

Aprender a conocer: Mediante la formación académica basada en una am-


plia gama de información sobre las diferentes culturas y cultura general pro-
fundizando en las diferentes materias para aprovechar las posibilidades que
ofrece la educación a lo largo de la vida de los estudiantes.

Aprender a hacer: No solamente lograr una calificación, se trata de adquirir


competencias que capaciten al individuo para enfrentarse a diferentes si-
tuaciones (trabajo en equipo, por ejemplo) y las experiencias sociales o de
trabajo que tienen los jóvenes (por ejemplo, enseñanza por alternancia).

Aprender a vivir juntos: Desarrollando la comprensión del otro y la percep-


ción de las formas de interdependencia. Esto mediante la realización de pro-
yectos comunes y de la formación y preparación de los individuos para tratar
conflictos respetando los valores de la pluralidad, comprensión y paz.

Aprender a vivir juntos: Desarrollando la comprensión del otro y la percep-


ción de las formas de interdependencia. Esto mediante la realización de pro-
yectos comunes y de la formación y preparación de los individuos para tratar
conflictos respetando los valores de la pluralidad, comprensión y paz.

La Organización Internacional UNESCO menciona que la educación: “Se basa en la


creencia que los valores no se aprenden de la misma manera como un conocimiento,
sino que las personas se apropian de éstos a través de la construcción de vínculos de
sentido a partir de experiencias pertinentes. Por ello, el espacio formativo más impor-
tante es el de la convivencia, pues allí se ejercen y experiencian de manera significativa
los valores” (Blanco, 2008).

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