Factores Socioeconómicos y Rendimiento Académico en Estudiantes Universitarios: Una Aproximación Teórica

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 70

See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.

net/publication/305736303

Factores socioeconómicos y rendimiento académico en estudiantes


universitarios: una aproximación teórica

Article · January 2015

CITATION READS

1 8,198

1 author:

William Campos Lizarzaburu


magister sac
30 PUBLICATIONS   30 CITATIONS   

SEE PROFILE

Some of the authors of this publication are also working on these related projects:

Uso de la estadística en investigación View project

Uso de la estadística en investigación View project

All content following this page was uploaded by William Campos Lizarzaburu on 01 August 2016.

The user has requested enhancement of the downloaded file.


Factores socioeconómicos
y rendimiento académico
en estudiantes universitarios:
una aproximación teórica

WILLIAM CAMPOS LIZARZABURU

Serie
Artículos
Perú, junio 2006
Factores socioeconómicos y rendimiento académico
en estudiantes universitarios: una aproximación
teórica

William Campos Lizarzaburu


Magister en Docencia Universitaria.

Artículo original.

Formato recomendado para citar:


Campos L., William. (2006). Factores socioeconómicos y rendimiento
académico en estudiantes universitarios: una aproximación teórica.
Moquegua, Perú: Magister SAC.

Las opiniones que se presentan en este trabajo, así como los análisis e interpretaciones que
en él se contienen, son de responsabilidad exclusiva de sus autores y no reflejan
necesariamente los puntos de vista de Magister SAC ni de las instituciones a las cuales se
encuentran vinculados.
ÍNDICE

ÍNDICE ....................................................................................................... 3
RESUMEN.................................................................................................. 4
1. EL PROCESO ENSEÑANZA – APRENDIZAJE ..................................... 8
1.1. HACIA UNA CONCEPTUALIZACIÓN DEL PROCESO
ENSEÑANZA – APRENDIZAJE ............................................................. 8
1.2. OBJETO DEL PROCESO ENSEÑANZA – APRENDIZAJE ............ 9
1.3. EVALUACIÓN EN EL PROCESO ENSEÑANZA – APRENDIZAJE
.............................................................................................................. 11
2. EL RENDIMIENTO ACADÉMICO ........................................................ 13
2.1. DEFINICIÓN .................................................................................. 13
2.2. DIMENSIONES .............................................................................. 15
2.3. FACTORES QUE INCIDEN EN EL R.A. ........................................ 17
3. FACTORES SOCIOECONÓMICOS Y RENDIMIENTO ACADÉMICO . 26
3.1. FACTOR SOCIODEMOGRÁFICO ................................................. 26
3.2. FACTOR SOCIAL .......................................................................... 37
3.3. FACTOR ECONÓMICO ................................................................. 46
4. REFLEXIONES FINALES..................................................................... 57
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ......................................................... 67

3
RESUMEN
Este documento presenta un análisis teórico de la posible influencia de
diferentes factores socioeconómicos en el rendimiento académico de
estudiantes de educación superior. En primer lugar, se hace una
aproximación al proceso enseñanza – aprendizaje y se define el rendimiento
académico, considerando tres dimensiones: cognitiva, procedimental, y
actitudinal y valorativa. Posteriormente, en el constructo factores
socioeconómicos, se identifican tres grandes factores: factor
sociodemográfico, factor social y factor económico, y se analiza la posible
relación de estos factores con el rendimiento académico. Finalmente, a
modo de conclusiones, se presenta un conjunto de reflexiones en torno al
análisis realizado, que se organiza en cuatro líneas de interpretación:
amplitud, aplicación y capacidad heurística del marco teórico desarrollado, y
emergencia de un nuevo constructo de análisis: el factor sociocultural, sobre
la base de la redefinición teórica de los factores socioeconómicos.
Palabras clave: rendimiento académico, factores socioeconómicos, factores
sociodemográficos, factores socioculturales.

4
INTRODUCCIÓN
La preocupación por los resultados del proceso enseñanza – aprendizaje
en el ámbito universitario o, en forma general, en la educación superior, no
es nueva; no es tampoco un aislado que responde a intereses inmediatos de
autoridades y docentes. Por el contrario, constituye una de las inquietudes
más fuertes y permanentes que atañen a la educación superior. Constituye
el móvil más recurrido de la investigación en el ámbito universitario; no sólo
por la intención de evaluar los resultados académicos en el plano individual
o, de ser el caso, institucional, sino también por la necesidad de entender la
pertinencia y relevancia de la actividad formativa de las instituciones de
educación superior en la sociedad.
En ese marco, trascendiendo las limitaciones de las aproximaciones
puramente descriptivas, centradas en los resultados o en el proceso de
enseñanza y en variables propias del hecho pedagógico, la investigación
académica ha buscado permanentemente explicaciones a las deficiencias
encontradas en los resultados estudiantiles y a las diferencias identificadas
entre distintos grupos de estudiantes. En ese esfuerzo, se pasó de una
búsqueda de respuestas en el mismo ámbito académico, al abordar los
procesos formativos, las acciones docentes, los componentes curriculares,
etc., a una búsqueda más amplia y ambiciosa que empezó a proponer
explicaciones en esferas de acción que, si bien se vinculan estrechamente
con el estudiante y su actividad como tal, conceptual y materialmente se
definen y se identifican fuera del ámbito académico.
Surgió, así, la preocupación de autoridades, docentes e investigadores
universitarios, por establecer relaciones entre diferentes variables de orden
familiar, social, económico, e incluso psicológicas en el plano individual, y el
aprendizaje o, su expresión de logro, el rendimiento académico. Esta
orientación ha encontrado repercusión en estudios realizados en diferentes
espacios físicos y culturales, que recorren países y ciudades desde Europa,
Estados Unidos, hasta América Latina; y manifestaciones y aspiraciones
distintas y distantes, desde instituciones de educación superior altamente
reputadas a nivel internacional, hasta aquellas que podrían calificarse de
poco reconocidas.
Sin embargo, aunque muchos estudios han conseguido identificar una
serie de factores que se relacionan con los resultados estudiantiles,
concebidos como aprendizajes o como rendimiento académico, y los
explican, con mayor o menor eficacia, lo cierto es que muy pocos se han
ocupado de describir cómo operan estas relaciones, qué elementos internos
se ponen en juego o qué procesos internos se desarrollan. En otras

5
palabras, no basta saber que una variable se relaciona con otra, ni es
suficiente conocer la dirección que toma esta relación, sino que su valor
explicativo sólo puede ser alcanzado y entendido en la medida que se
conoce qué ocurre en el escenario donde se dan esas relaciones, y de qué
modo las variables en juego implican algún tipo o calidad de respuesta en el
sujeto o los sujetos que intervienen en ese proceso.
Este estudio apunta a cubrir ese vacío; no se centra en identificar cuáles
son los factores, familiares, sociales, económicos, etc., que, a la luz de
diferentes perspectivas de análisis y estudio, se relacionan con el
aprendizaje y el rendimiento académico, sino que procura entender y
describir cómo se producen esas relaciones. Una propuesta de esta
naturaleza puede ayudar a la investigación sobre el proceso enseñanza –
aprendizaje y el rendimiento académico en educación superior en varios
sentidos: primero, para constatar si algunos factores y sus variables
constitutivas adquieren la suficiente relevancia teórica como para ser
examinados empíricamente tal cual se les define, como posibles factores
relacionales o explicativos. Segundo, para ser reevaluados a la luz de otras
configuraciones u ordenamientos de las variables constitutivas que ameriten
un mayor poder explicativo. Tercero, para considerar la posibilidad de
desestimarlos como factores explicativos si, por el contrario, la debilidad
argumental es tal que no se podría sostener su valor hipotético. Y con ello, la
importancia de este esfuerzo se hace patente en la medida que los
resultados constituyan motivo de propuesta de hipótesis en torno al proceso
enseñanza – aprendizaje y el rendimiento académico en educación superior,
y permitan una aproximación conceptual más completa a las variables
implícitas y al modo en que éstas se manifiestan en el hecho del cual dan
cuenta.
Quizá sea posible identificar otras formas en que los resultados de este
estudio puedan contribuir a la investigación del hecho educativo universitario
y esperar con ello que su capacidad heurística proporcione más amplios
derroteros en ese sentido o incluso en otros; pensamos, por ejemplo, en
otros fenómenos de orden social, enfocados en el individuo, que pueden
alinearse con esta perspectiva. Sin embargo, hoy por hoy, estas otras
formas escapan a nuestro escrutinio.
Finalmente, cabe destacar nuestra deuda con diferentes autores y obra,
algunos de los cuales se han convertido en auténticos clásicos en el ámbito
latinoamericano. Si bien muchos de ellos están citados en las referencias,
hacemos especial mención de Juan Díaz Bordenave y Adair Días Pereira
que, con un obra de 1982, han marcado una pauta en la comprensión de la

6
didáctica universitaria a la luz de perspectivas que hoy podrían resultar
novedosas, aunque ya tienen largo tiempo de presentadas. Se destaca,
asimismo, nuestra deuda con los maestros norteamericanos Howard
Gardner y Daniel Goleman, que desde hace casi una década, nos
introdujeron en una perspectiva distinta de concebir la inteligencia y los
resultados académicos en las instituciones académicas. Quisiéramos
también señalar nuestra deuda teórica con los argumentos de Rolando
Arellano, cuando sostiene que algunos criterios de estratificación social
todavía en uso resultan insuficientes para aprehender la realidad social tal
cual se identifica en la actualidad.
Los argumentos de Arellano, examinados y reelaborados a la luz del
discurso de Robert Kiyosaki y Sharon Lechter, nos permitieron reconocer
que distintos factores y diferentes variables de referencia social han
experimentado, si no un cambio significacional directo y evidente, sí una
necesaria modificación de su interpretación, a la luz de los cambios sociales
incuestionables en los cuales se inscriben. Son precisamente estos
argumentos los que nos llevan a sugerir la necesidad de redefinir el dominio
teórico de algunas de las nociones utilizadas aquí en el análisis realizado.
No queda sino dejar en claro que cualquier posible error de interpretación,
cualquier omisión o distorsión del pensamiento de los autores citados, es de
responsabilidad únicamente nuestra.

7
1. EL PROCESO ENSEÑANZA – APRENDIZAJE
1.1. HACIA UNA CONCEPTUALIZACIÓN DEL PROCESO ENSEÑANZA –
APRENDIZAJE
El acto educativo constituye una unidad en la cual se articulan en íntima
relación la enseñanza y el aprendizaje. “Es preciso aclarar que no son dos
procesos independientes que pueden sucederse uno después de otro, o
que, aun dándose de manera simultánea, no están involucrados entre sí”1, si
bien, “cuando se piensa sobre la base de las ideas didácticas antiguas, se
considera que hay dos fases distintas y sucesivas en el tiempo: primero, la
enseñanza, y luego, el aprendizaje”2. Sin embargo, esta perspectiva de
análisis que, si bien con fines de estudio podía ser válida e incluso
necesaria, “en la medida que permitía separar las dimensiones del proceso,
para interpretar el hecho educativo desde una perspectiva más próxima a la
realidad es incorrecta”3.
Así, “en el acto educativo hay actividades que se dan simultáneamente: la
actividad del estudiante, que es dirigida, y la actividad del maestro, que es
quien dirige”4. No cabe, pues, considerar dos momentos en el mismo acto
educativo. Si hay enseñanza debe haber aprendizaje, pues no se concibe el
uno sin el otro término. En consecuencia, “en el proceso educativo se
distinguen dos funciones complementarias: la función del docente, que como
técnico pone su experiencia al servicio del alumno; y la función del alumno,
que sobre la base de una buena conducción logra los aprendizajes
deseados”5.
De acuerdo a la nueva concepción del proceso educativo, que toma como
elemento central de su propuesta el proceso constructivo de los
aprendizajes, se deben considerar los siguientes aspectos:
La identificación y atención a la diversidad de intereses, necesidades
y motivaciones de los estudiantes en relación con el proceso
enseñanza – aprendizaje.
Replanteamiento de los contenidos curriculares, orientados a que los
sujetos aprendan a aprender sobre contenidos significativos.

1
COSI, Arturo. Proceso Enseñanza – Aprendizaje y Técnicas e Instrumentos de Evaluación
en las asignaturas de especialidad de Ingeniería Mecánica, de la Universidad “José Carlos
Mariátegui”, de Moquegua, 2004. Tesis para optar el grado de magíster en docencia
universitaria y gestión educativa. Universidad Privada de Tacna, Tacna, Perú. 2005. pág. 6
2
ídem
3
ídem
4
ídem
5
ídem

8
El reconocimiento de la existencia de diversos tipos y modalidades de
aprendizaje, otorgando una atención más integrada a los
componentes intelectuales, afectivos y sociales.
Importancia de promover la interacción entre el docente y los
estudiantes, así como entre los mismos estudiantes, a través del
manejo del grupo mediante el empleo de estrategias de aprendizaje
cooperativo.
La revaloración del rol del docente, no sólo en lo que se refiere a sus
funciones de promotor del aprendizaje, sino en sus funciones como
guía o facilitador y/o mediador de los mismos.
En consecuencia, el proceso constructivo de los aprendizajes permite
obtener una visión de cómo el ser humano va progresando y adquiriendo
nuevos saberes sobre la base de los esquemas cognoscitivos que ya posee,
es decir, con lo que ya construyó, en relación con el medio que lo rodea. El
éxito de este proceso dependerá, en primer lugar, de los saberes previos o
representaciones que se tengan de la nueva información o de la actividad a
resolver y, segundo, de la actividad externa o interna que el aprendiz realiza
al respecto.
En otras palabras, para que se dé un aprendizaje eficaz, este debe reunir
varias condiciones: en primer lugar, la nueva información debe relacionarse
de modo arbitrario y sustancial con lo que el estudiante ya sabe; pero, por
otro lado, también depende de la disposición, de la motivación y de la actitud
del estudiante por aprender, así como de la naturaleza de los materiales o
contenidos de aprendizaje.
En ese sentido, Ausubel plantea y defiende la teoría del aprendizaje
significativo, que sostiene que la construcción de significados involucra al
alumno en su totalidad, y no sólo implica su capacidad para establecer
relaciones entre el conocimiento previo y el nuevo material de aprendizaje.
De esta manera exige ir mucho más allá de los procesos cognitivos del
estudiante, para introducirse en el tema del sentido del aprendizaje.
1.2. OBJETO DEL PROCESO ENSEÑANZA – APRENDIZAJE
El proceso enseñanza – aprendizaje está dirigido al logro de
competencias, es decir, a promover el “saber hacer”, lo cual significa lograr
un conjunto de capacidades complejas que permiten a las personas actuar
con eficiencia en los distintos ámbitos de su vida cotidiana y resolver allí
situaciones problemáticas reales.

9
La competencia tiene tres componentes, los cuales son considerados
como contenidos y que son objeto de aprendizaje. En este sentido se tienen:
a) Aprendizaje de contenidos declarativos.
Se llaman también contenidos conceptuales. Este tipo de saber es
imprescindible en todas las asignaturas o cuerpos de conocimiento
disciplinarios, ya que constituyen el entramado fundamental sobre el que
éstas se estructuran. Como primera aproximación se puede definir como
“aquella competencia referida al conocimiento de datos, hechos, conceptos y
principios”6.
Cabe destacar que el conocimiento conceptual es más complejo que
factual; es construido a partir del aprendizaje de conceptos, principios,
explicaciones, las cuales no tienen que ser aprendidas en forma literal, sino
subyacen su significado esencial o identificando las características
definitorias y las reglas que los componen.
b) Aprendizaje de contenidos procedimentales.
El saber hacer o saber procedimental es aquel conocimiento que se
refiere a la ejecución de procedimientos, estrategias, técnicas, habilidades,
destrezas, métodos, etc. De acuerdo con Carrero, los procedimientos
pueden ser definidos como “un conjunto de acciones ordenadas o dirigidas
hacia la consecución de una meta determinada”7.
Se puede decir que se diferencia del saber de contenidos conceptuales,
en que el saber procedimental es de tipo práctico, porque está basado en la
realización de varias acciones u operaciones. Precisamente por eso, el
aprendizaje procedimental es un proceso gradual en el que deben
considerarse varias dimensiones, desde los momentos cruciales de
aprendizaje hasta los finales del mismo.
c) Aprendizaje de contenidos actitudinales.
Las actitudes son constructos que median las acciones del ser humano y
que se encuentran compuestas de tres elementos básicos: un componente
cognitivo, un componente afectivo y un componente conductual.
El aprendizaje de las actitudes es un proceso lento y gradual, donde
confluyen distintos factores como las experiencias personales previas, las
actitudes de otras personas significativas, la información y experiencias
novedosas y el contexto sociocultural.

6
CARRERO, S. El constructivismo y el aprendizaje significativo. 1999. pág. 89
7
Op.cit. pág. 92

10
1.3. EVALUACIÓN EN EL PROCESO ENSEÑANZA – APRENDIZAJE
En términos generales, se puede definir la evaluación como el “proceso
social de asignación de valores a un determinado producto o proceso con la
finalidad de contribuir a su perfeccionamiento”.8
En esta definición destacan dos propiedades importantes, que
complementan la definición académica: la temporalidad y la finalidad. Es
decir, en tanto proceso, la evaluación se da en el transcurso del tiempo,
como sucesión de etapas continuas enlazadas por una correspondencia
intrínseca.
Orientando la definición hacia el área pedagógica, el diccionario de la
Academia Española dice que la evaluación consiste en “Estimar los
conocimientos, aptitudes y rendimiento de los alumnos.” En este sentido, se
puede decir que evaluar significa valorar o estimar los conocimientos,
aptitudes y rendimiento de los alumnos. Sobre la base de las ideas
expuestas, la evaluación referida al proceso enseñanza – aprendizaje puede
definirse en los siguientes términos: proceso social de asignación de valores
al proceso enseñanza – aprendizaje, en tanto proceso y producto, con la
finalidad de contribuir a su perfeccionamiento.
Con esta idea en cuenta, es posible atender a las diferencias que se
vislumbran en su concepción de acuerdo a los enfoques que la consideran.
En la actualidad los enfoques pedagógicos se pueden agrupar en torno a
dos grandes corrientes de pensamiento: el constructivismo, que da origen a
los enfoques constructivistas; y el conductismo, que sostiene los enfoques
basados en principio del estímulo – respuesta.
Siguiendo los enfoques conductistas, Tapia concibe la evaluación como
“un proceso permanente, integral, sistemático y flexible que revela los
resultados y las modificaciones conductuales del aprendiz, según los
objetivos diseñados, proporcionando las bases para un juicio de valor en la
toma de decisiones pedagógicas”9.
Por otro lado, de acuerdo a los enfoques que recogen los planteamientos
del constructivismo, la evaluación del aprendizaje es el “proceso de
obtención de información sobre los niveles de desarrollo de las
competencias y de las necesidades de un estudiante, para formar un juicio

8
DINESST. Sistema de Evaluación de Educación Secundaria. Marco general. Ministerio de
Educación. pág. 2
9
TAPIA, Isaac. Evaluación según el Nuevo Enfoque Educativo. Arequipa: ITARE. 2001.
pág. 33.

11
de valor razonado con el propósito de tomar decisiones en relación con el
curso de las actividades de aprendizaje”.10
Sobre la base de estos conceptos, se puede establecer que la evaluación
es un proceso de obtención de información, que, comparada con los criterios
establecidos, permite formular juicios de valor sobre los resultados obtenidos
en el proceso de enseñanza – aprendizaje y dar validez a las decisiones
instruccionales tomadas11. En ese sentido, “la evaluación educativa [...]
implica el enjuiciamiento valórico, individual y colectivo, sobre el proceso
educativo y su producto con la finalidad de tomar decisiones para su
mejoramiento permanente.”12
La evaluación tiene como finalidad perfeccionar el producto o proceso
sobre el cual recae su acción. No se queda en la simple acción de estimar su
valor, sino que este valor debe servir para tomar una decisión respecto al
objeto que se evalúa. Con referencia al proceso enseñanza – aprendizaje,
proporciona bases para un juicio de valor en la toma de decisiones
pedagógicas. Los resultados a que se arriba con la evaluación, proporcionan
las ideas fundamentales para que, en el aula, el profesor, y en la institución,
las personas implicadas en el proceso, emitan un juicio de valor, con el que
tomarán decisiones posteriores, en aras de mejorar el sistema y el
rendimiento del aprendiz.
El proceso enseñanza – aprendizaje permite a los estudiantes lograr
aprendizajes que están orientados al desarrollo integral a través de la
obtención de conocimientos, habilidades y actitudes y valores.
Durante este proceso el docente tiene que ir verificando si va obteniendo
las capacidades previstas o bien que dificultades enfrentan para su
obtención, para, de esta manera, en forma oportuna plantear las medidas
más pertinentes para bien consolidar los aprendizajes, o bien superar los
problemas presentados.
En este sentido el docente tendrá que saber elegir y aplicar la técnica y el
instrumento pertinente eficaz para cada uno de los tipos de aprendizaje que
van logrando los estudiantes.

10
PLANCAD – 2000. Evaluación del aprendizaje. Ministerio de Educación (DIRELL).
Universidad Nacional de Trujillo. 2000. pág. 1
11
GIL Malca, Guillermo. Tecnología de la enseñanza – aprendizaje. Trujillo: INDDEP. 1990.
pág. 77.
12
DINESST. Op.cit. pág. 2

12
Así, sabrá elegir y aplicar la técnica e instrumento que convenga para
realizar una evaluación diagnóstica, una evaluación formativa o bien una
evaluación sumativa.
En igual forma, sabrá elegir y aplicar la técnica e instrumento pertinentes
para evaluar el logro de conocimientos, para el logro de habilidades y
destrezas, así como para el logro de actitudes y valores.
De todo lo expresado anteriormente se desprende la importancia que
tiene el hecho que el docente debe ser lo suficientemente hábil para elegir y
aplicar técnicas e instrumentos de evaluación que le permiten recoger
información útil y válida para asegurar los aprendizajes que quiere lograr.
En otras palabras debe existir una congruencia entre lo que se está
aprendiendo y la forma de comprobarlo.
Una manera de abordar la eficacia del proceso enseñanza – aprendizaje
y, por ende, de la calidad educativa es aquella que la relaciona con el
rendimiento de los estudiantes; es decir, con el resultado de su desempeño
en el aula escolar, el cuál puede ser de éxito aprobación o fracaso
repitencia y registrar distintos niveles de rendimiento.
En consecuencia, el rendimiento representa el grado de dominio exhibido
por los estudiantes respecto a los contenidos de los aprendizajes
desarrollados en el proceso escolar13, que es susceptible de ser medido a
través de pruebas estándar. Mediante la evaluación se establecen niveles
alto, medio o bajo de rendimiento, originando una escala que permite
hacer comparaciones.

2. EL RENDIMIENTO ACADÉMICO
2.1. DEFINICIÓN
Desde un enfoque científico, el rendimiento académico es un proceso
mediante el cual se exterioriza información, actitudes, destrezas y
habilidades adquiridas a lo largo del proceso enseñanza – aprendizaje.
El Diccionario de Psicología de Howard ofrece algunas definiciones más
rigurosos, pero igualmente útiles, sobre el rendimiento: “1. Aprovechamiento
en la ejecución, medido generalmente por una tarea o prueba estandarizada.
2. Hecho de alcanzar un fin o conseguir un propósito.” 14

13
UNESCO. Documento de políticas para la Educación Superior. 1994.
14
HOWARD C., Warren. Diccionario de Psicología. México, Fondo de Cultura Económica,
1991. Pág. 315

13
En educación, el término rendimiento se aplica más bien al resultado en
pruebas pedagógicas; es decir, implica una demostración de pericia
adquirida y no una capacidad congénita.
En torno al término rendimiento en el ámbito educativo, Alves expone:
“El verdadero rendimiento escolar consiste en la suma de
transformaciones que se operan: a) en el pensamiento, b) en el lenguaje
técnico, c) en la manera de obrar, y d) en las bases actitudinales del
comportamiento de los alumnos en relación con las situaciones y problemas
de la materia que enseñamos.”15
Sin embargo, la propuesta de Alves refiere las transformaciones internas
que se operan en el individuo, mientras que la concepción más utilizada del
término tiene que ver con su posibilidad operacional, es decir, con la
posibilidad de interpretar esas transformaciones en forma de alguna manera
perceptible. De aquí que para García el rendimiento escolar es “la expresión
de capacidades del estudiante, desarrolladas y actualizadas a través del
proceso de enseñanza – aprendizaje que le posibilita obtener un nivel de
funcionamiento y logro académico a lo largo de un período o año escolar”.16
En ese sentido, el rendimiento puede entenderse como el
aprovechamiento de contenidos conceptuales o cognoscitivos,
procedimentales o técnicos, actitudinales o de personalidad, que demuestra
un desempeño coherente con los perfiles establecidos.
Ávalos va más allá e interpreta el rendimiento académico en términos
cada vez más operacionales. Así, el rendimiento académico es “el resultado
cuantitativo de la evaluación de un período de tiempo, que puede ser un
bimestre o un año lectivo.”17 En ese sentido, constituye “el producto de las
evaluaciones por unidades que realiza el profesor de las muestras de trabajo
intelectual que desarrolla el alumno.”18

15
ALVES de Mattos, Luis. Compendio de Didáctica General. Buenos Aires: Kapelusz. 1963.
págs. 365–66
16
GARCÍA Zapatero, Giannina. Ansiedad debilitadora y rendimiento escolar. Psicología,
Año 1, Vol. I. PUCP, 1983. pág. 61 – 65
17
ÁVALOS Aurora, Edilberto. Correlación entre la motivación de logro y rendimiento
académico de los alumnos de quinto grado de Educación Secundaria del C.E. Fe y Alegría
Nº14 de Chimbote. Tesis para optar el Grado de Maestro en Psicología Educativa.
Universidad Nacional de Trujillo, Trujillo, Perú. 1995. pág. 21
18
Ídem

14
2.2. DIMENSIONES

2.2.1. Dimensión cognitiva


Respecto a la dimensión cognoscitiva del aprendizaje, el rendimiento
académico expresa el conjunto de conocimientos que han sido adquiridos
por el individuo respecto a un objetivo prefijado que se identifica como
parámetro de evaluación. Sin embargo, debe considerarse que, en tanto el
rendimiento académico hace referencia al proceso docente – educativo, en
realidad, su expresión no explora los conocimientos que el individuo puede
haber adquirido por medio de otras fuentes y en el proceso cotidiano de
interacción con su medio, aunque pudieran influir directa o indirectamente en
el proceso docente – educativo. En ese sentido, hace referencia a los
conocimientos que se imparten o se procura impartir en el proceso docente –
educativo, considerando los objetivos o competencias que se han
especificado como logros del proceso19. Por esta razón, en esta área, el
rendimiento académico ha gozado de un uso relativamente exitoso como
reflejo del aprendizaje del individuo.

2.2.2. Dimensión procedimental


El rendimiento académico también, como en el caso de la dimensión
cognoscitiva, expresa el resultado que ha alcanzado el individuo respecto a
los objetivos conductuales o competencias relativas a destrezas o
procedimientos que deben adquirirse según las expectativas de logro
especificadas en el proceso docente educativo.20 En este caso, el
rendimiento académico intenta reflejar el resultado del aprendizaje en áreas
de desempeño del individuo que probablemente son difíciles de discriminar
respecto a lo que trae desde antes de insertarse en el proceso docente –
educativo. Su uso como concepto evaluativo en esta área de aprendizaje, no
ha sido tan exitoso como en el caso de la dimensión cognoscitiva; sin
embargo, en la práctica pedagógica son cada vez mayores los esfuerzos por
asimilarlo como tal.

2.2.2.3 Dimensión actitudinal y valorativa


Respecto a la dimensión actitudinal, el rendimiento académico procura
reflejar las variaciones ocurridas en las actitudes del individuo, como
resultado del proceso docente – educativo21. Las actitudes que se procuran

19
DÍAZ B., Juan y MARTINS P., Adair. Orientaciones didácticas para la docencia
universitaria. San José: Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura. 1982.
20
Ídem
21
Ídem

15
modelar, consideradas dentro del proceso, abarcan desde conceptos
ideales, como la patria, la familia, el respeto, el honor, hasta entidades e
instituciones cívicas, educativas, etc.
Sin embargo, aunque en teoría se pretende establecer criterios para
obtener el rendimiento del individuo en esta área, lo cierto es que no ha sido
una tarea fácil, pues, desde el punto de vista del proceso docente –
educativo, se requeriría de un despliegue ambicioso de técnicas e
instrumentos de investigación poder observar con alguna validez y
confiabilidad las variaciones operadas en el individuo como resultado de su
participación en el proceso docente educativo.
Por otro lado, se entiende que los procesos de aprendizaje de todo nivel
educativo no se pueden apartar de las necesidades educativas en relación
con las tendencias actuales de la economía y sus consecuencias sociales.
La educación ya no puede limitarse a la transmisión de unas tradiciones.
Participar en una educación, en el sentido que tiene la palabra, equivale a
ser capaz de contribuir al proceso de renovación, a participar en el cambio, a
vivir verdaderamente este cambio y a encontrar en él las nuevas bases para
el desarrollo tanto individual como colectivo. Se verifica, entonces, un
cambio del paradigma de la educación centrada en la enseñanza por el
paradigma de la educación centrada en el aprendizaje.
Dentro de este marco se considera necesario que los estudiantes
aprendan a aprender, aprendan a hacer, aprendan a ser y aprendan a
convivir, como medios que les permita aprender durante toda su vida.
Los estudiantes aprenden a aprender principalmente cuando desarrollan
sus capacidades para observar, comparar, analizar, sintetizar, razonar
lógicamente y poder formular sus propios conceptos y principios; asimismo,
cuando desarrollan sus capacidades para obtener y sistematizar la
información, registrar datos, formular y comprobar sus hipótesis y elaborar
conclusiones, resúmenes e informes escritos y orales, haciendo uso de
imágenes o soportes informáticos.
Los estudiantes aprenden a hacer cuando desarrollan sus capacidades de
fortalecer su creatividad y aplicar sus aprendizajes a la práctica, o mejor
cuando construyen sus conocimientos a partir de la práctica, en el marco de
un proceso de educación en la vida y para la vida.
Los estudiantes aprenden a ser y a convivir principalmente cuando
desarrollan sus capacidades para fortalecer su autoestima, a través de la
práctica de los valores humanos, como la justicia, la honestidad, la
honradez, la responsabilidad, la veracidad, la solidaridad, el respeto de sí

16
mismos y de los demás, el comportamiento democrático y el compromiso
para construir una cultura de paz.
2.3. FACTORES QUE INCIDEN EN EL R.A.

2.3.1. Factores biológicos


2.3.1.1. Factor genético o hereditario
El factor genético determina las aptitudes que posee el estudiante y que
debidamente identificadas, canalizadas y potencializadas constituyen la
manifestación externa de la inteligencia del individuo. En la actualidad la
discusión sobre la heredabilidad de la inteligencia ha cobrado nuevo vigor,
en la medida que la genética ha obtenido descubrimientos que una década
atrás hubieran parecido inconcebibles. Los profesores Herrnstein y Murray 22
lanzaron una tesis atrevida: que la inteligencia constituye un carácter
principalmente hereditario, hecho que se torna preocupante en la medida
que se pueden aventurar diferencias de rendimiento e inteligencia entre las
diversas razas o etnias, en virtud de sus capacidades y habilidades
intelectuales.
Esta tesis tiene como corolarios los siguientes aspectos de preocupación:
primero, que los genes juegan un rol más importante que el medio ambiente
para determinar el nivel intelectual; segundo, que cabe esperar diferencias
de coeficiente intelectual entre los diversos grupos étnicos; y tercero, que
como consecuencia es posible predecir diferencias en el rendimiento
académico de los individuos, según su pertenencia a un determinado grupo
étnico. Cabe destacar, sin embargo, que los descubrimientos aun se
encuentran en fase incipiente y no pueden dar por establecidas las tesis que
se formulan, aunque el peso que las características genéticas tienen en el
desempeño estudiantil es innegable.
Por otra parte, cada vez son mayores las evidencias respecto a la
heredabilidad de muchos rasgos de la personalidad que tienen que ver con
el equilibrio emocional del estudiante. Se sabe que existen dos tipos de
depresión, la más peligrosa de las cuales, la que tiene su origen en una
tendencia heredada por la persona, no es superable, aunque sí controlable,
mientras que el otro tipo, que constituye un estado pasajero de depresión
obedece más a razones circunstanciales.
La evidencia empírica apoya la tesis de que el empleado que padece
depresión heredada es una persona que no consigue adaptarse
favorablemente al medio de trabajo, razón por la cual su productividad es
22
Citados en Praxis, abril 97, N° 6. Universidad Católica de Santa María. pág. 15

17
mucho menor que la de un individuo sano. Por otro lado, el mismo
desinterés que manifiesta hacia lo que le rodea y, peor aún, hacia sí mismo,
lo convierten en un sujeto susceptible de incurrir en ausentismos
prolongados e incluso en el abandono del puesto de trabajo.
De ello cabe destacar que, aunque en el ámbito estudiantil no se hayan
efectuado gran cantidad de estudios sobre la incidencia de este tipo de
depresión en el rendimiento estudiantil, extrapolando los hallazgos del
ámbito empresarial al ámbito estudiantil, se puede sostener que un individuo
afectado por una tendencia heredada a la depresión verá disminuida la
posibilidad de obtener de sí mismo una respuesta favorable en el proceso
enseñanza – aprendizaje, lo que se traducirá en un menor rendimiento
académico. Por otro lado, la alta probabilidad de abandono de las labores en
las cuales se ve comprometido un estudiante con un cuadro como el
descrito, puede ser clave en la identificación de los motivos subyacentes que
derivan en deserción e incumplimiento, lo que se traduce en un menor
rendimiento.
Por otra parte, muchos de los talentos y habilidades de una persona
tienen su sustento en aptitudes heredadas. Sin importar cuánto y cuán bien
puede hacer las cosas un individuo, es necesario recordar que todas las
personas tienen fortalezas y debilidades, algunas innatas y otras adquiridas.
En términos generales, estas fortalezas y debilidades se traducen en un
conjunto de habilidades que se involucran en sus actividades. Precisamente,
la habilidad es lo que hace a unos superiores o inferiores frente a otros en
las actividades del diario quehacer.
Pero cabe preguntarse, en términos específicos, qué son las habilidades.
Para ello, es importante interrogarse cuánto y cómo puede hacer un
individuo determinada tarea. En ese sentido, se puede entender que
habilidad se refiere a la capacidad de un individuo, en este caso, el
estudiante, de realizar varias tareas ya sea dentro o fuera de su centro de
estudios.
La habilidad está conformada por dos grupos de factores: habilidades
intelectuales y físicas. Si bien es cierto que, en la concepción de la diferente
dimensionalidad en que se expresa el desempeño estudiantil, se puede, en
teoría, reconocer algún grado de participación de las habilidades físicas, lo
cierto es que son las habilidades intelectuales las más directa y fuertemente
implicadas en las actividades propias del quehacer universitario. De aquí la
necesidad de referirse específicamente a éstas, obviando las primeras.

18
En ese sentido las habilidades intelectuales son definidas como las
capacidades necesarias para llevar a cabo cualquier actividad mental, de las
cuales se citan siete de las dimensiones más frecuentes que componen las
habilidades intelectuales, y que definitivamente, según Garfield, tienen su
mayor sustento en la herencia, aunque pueden ser mejoradas mediante el
ejercicio:
Aptitud numérica, que consiste en la habilidad para la velocidad y la
precisión aritmética.
Comprensión verbal, identificada como la habilidad para entender lo
que se lee o escucha y la relación entre las palabras.
Velocidad perceptual, que se reconoce como la habilidad de
identificar las similitudes y diferencias visuales rápidamente y con
precisión.
Razonamiento inductivo, que consiste en la habilidad por la cual se
identifica la secuencia lógica en un problema para, luego, resolverlo.
Razonamiento deductivo, que se identifica como la habilidad por la
cual se usa la lógica y se evalúa las implicaciones de un argumento.
Visualización espacial, que consiste en la habilidad para imaginar los
cambios de forma y posición de los objetos.
Memoria, que está constituida por habilidades específicas para
retener y recordar hechos pasados.
En consecuencia, resulta prácticamente evidente el hecho de que una
persona cuyas aptitudes naturales y capacidades innatas son coherentes
con el tipo de actividades que realiza, verá incrementada la posibilidad de un
mejor desempeño, en comparación con otra persona que, para ejecutar una
actividad específica, debe oponerse a las tendencias físicas o cognoscitivas
que por su propio desarrollo posee.
En ese sentido, cabe sostener que el estudiante cuyas aptitudes
numéricas, de comprensión verbal y memorísticas son relevantes,
encontrará multiplicadas las probabilidades de obtener éxito en el ámbito
académico, debido precisamente a que estas aptitudes son las que reclaman
principalmente los estudios superiores.
Por el contrario, un estudiante que, aunque esforzado y decidido, posea
un desarrollo alto de otras aptitudes, verá relativamente estorbados sus
esfuerzos para alcanzar niveles altos de rendimiento académico, debido a
que este criterio no evalúa esas otras aptitudes.

19
2.3.1.2. Factor fisiológico
Diversos estudios han demostrado la estrecha vinculación de la
alimentación con el rendimiento académico. Los resultados más importantes
encuentran que los estados carenciales (cuadros de avitaminosis, anemia,
desnutrición aguda o severa) constituyen impedimentos para alcanzar un
rendimiento académico no sólo suficiente, sino eficiente. La explicación
radica en que los bajos niveles nutricionales, en especial cuando hay
deficiencias de carbohidratos complejos, del complejo vitamínico B y de los
minerales potasio (K) y fósforo (P), influyen negativamente en el aprendizaje
y en la capacidad de respuesta de la persona. Se produce retardo en la
velocidad de transmisión de los impulsos electroquímicos que efectúan los
neurotransmisores, lo que se manifiesta en fatiga, pérdida de la atención y
lentitud en las reacciones vinculadas con la atención.
Por otro lado, es innegable la importancia que adquiere el hecho de
contar con un estado general de salud equilibrado en toda actividad humana,
ya sea en las que requieren de destrezas físicas o en las que ejercitan y
exigen de concentración y atención prolongadas, como el estudio. Tapia, no
sin razón, sostiene que un estudiante enfermo no podrá alcanzar el mismo
rendimiento que un estudiante sano.23

2.3.2. Factores psicológicos


2.3.2.1. Personalidad
En los estudiantes en quienes todas sus facultades se han desarrollado
armoniosamente, éstas constituyen una sólida estructura de personalidad,
ajustada emocionalmente, sin desórdenes ni conflictos internos. Estos
alumnos son responsables y disciplinados, con amplias perspectivas futuras
de autorrealización y gran ajuste y sincronismo con la vida real, que funciona
en concordancia con su medio ambiente. Asimismo, tienen una alta
capacidad de respuesta para sobreponerse a los problemas y dificultades
que les plantea la vida, así como facilidad de adaptación y una gran energía
interior para luchar por lo que se proponen. Manifiestan también seguridad
en sí mismos y una disposición constante para afrontar nuevos retos.
Estos estudiantes activos tienen actitudes y pensamientos divergentes, y
están siempre predispuestos para interpretar, deducir, comentar, resumir,
graficar, analizar, juzgar y solucionar situaciones problemáticas con
originalidad y creatividad.

23
TAPIA, Isaac. Evaluación Educativa. Arequipa: Ediciones ITARE. 1993.

20
Entendida como lo que es, entonces, la personalidad, puede ejercer una
influencia considerable en el desempeño del estudiante, derivando en
resultados mucho más satisfactorios para aquellos quienes presentan
cualidades positivas de la personalidad. En contraste, aquellos estudiantes
cuya personalidad se caracteriza por aspectos considerados negativos serán
percibidos por sus docentes como estudiantes problemáticos, difíciles y otra
suerte de calificativos que derivan en calificaciones menores. Asimismo, el
mismo estudiante se verá inscrito en un proceso del cual no puede extraer
todo su potencial porque no encuentra la manera de focalizar sus
cualidades.
2.3.2.2. Atributos de personalidad
Entre los atributos de personalidad se tiene el locus de control, que se
define como la percepción que una persona tiene sobre la fuente de su
destino24. Existen personas que creen que controlan su destino; a estos se
les identifica como personas de locus interno, o simplemente internos. En
contraste, hay quienes ven su vida bajo el control de las fuerzas exteriores; a
estos se les denomina personas de locus externo o, simplemente, externos.
En el ámbito laboral, aquellos trabajadores que califican alto como
internos se muestran responsables, y por ende, involucrados en sus labores;
mientras que los que califican como externos se muestran ajenos e
insatisfechos con sus tareas.
En el caso de los estudiantes, es esperable un comportamiento afín:
mayor involucramiento y responsabilidad del estudiante interno, en tanto
asume la responsabilidad de su desempeño y, en consecuencia, de su
rendimiento, frente a una baja responsabilidad y mayores formas de
justificación e incumplimiento de quienes califican como externos.
Por otro lado, entre los atributos de personalidad también se tiene el
maquiavelismo. Este atributo describe cómo es que la persona obtiene o
consigue las cosas y el uso que hace del poder.25 En ese sentido, se uede
sostener que un estudiante con un alto maquiavelismo es pragmático,
mantiene una distancia emocional y cree que el fin justifica los medios;
mientras que los estudiantes que califican bajo en maquiavelismo son poco o
menos persuasivos y más fáciles de persuadir que los altos en
maquiavelismo.
Asimismo, la autoestima constituye otro de los atributos de la
personalidad. Esta se entiende como el grado en que el individuo se gusta o
24
ROBBINS, Stephen P. Comportamiento Organizacional. México: Prentice Hall. 1999.
25
Op.cit. pág. 85.

21
se disgusta a sí mismo, por lo cual la fuerza con que se manifiesta es distinta
en cada persona. Sin lugar a duda los individuos de autoestima alta están
seguros de poseer las habilidades necesarias para tener éxito; esto significa
que tendrá mayor seguridad en adquirir habilidades que le aseguren
estabilidad en el ámbito estudiantil y, posteriormente, en el ámbito laboral.
En contraste, aquellos individuos de autoestima baja son más
susceptibles a las influencias externas, ya que pueden cambiar de parecer o
verse involucrados en cambios repentinos. En ese sentido, cabe esperar
que aquellos estudiantes que califican alto en autoestima, también se
involucren en actividades y desafíos que los conduzcan a mayores logros,
mientras que aquellos estudiantes que califican bajo en autoestima
encontrarán que no se ajustan a los desafíos planteados en las actividades
académicas, lo que se traducirá en un menor rendimiento. De aquí que se
puede esperar una relación entre la autoestima y el rendimiento del
estudiante.
Por otro lado, no se puede desligar la relación entre la autoestima y la
satisfacción en la realización de las labores del estudiante; de ese modo, es
de esperar que aquel estudiante con alta autoestima se muestre más
satisfecho con lo que empezará y terminará por hacer.
Otro de los atributos de personalidad que empieza a tomar relevancia en
el quehacer estudiantil y empresarial es el automonitoreo. Se refiere a la
habilidad de un individuo de ajustar su comportamiento a los factores
situacionales externos26. Los estudiantes de alto automonitoreo muestran
mayor capacidad para adecuarse y comportarse ante situaciones distintas
en su entorno, por lo cual son capaces de presentar impresionantes
contradicciones entre su imagen pública y privada. En contraste, los de bajo
automonitoreo tienden a mostrarse como realmente son.
En relación con el ámbito académico, cabe esperar que un estudiante que
califica alto en automonitoreo pueda desarrollar una relación satisfactoria
con los docentes, que le permita negociar aspectos relativos a sus
quehaceres, lo cual se traduciría en una mayor posibilidad de alcanzar
niveles más altos de rendimiento, en contraste con aquello alumnos cuya
incapacidad en este atributo lo puede llevar a situaciones de conflicto e
incluso enfrentamientos con los docentes, lo cual se traduciría en una
percepción negativa de éstos hacia aquellos y se verificaría en menores
oportunidades, menores calificaciones y, en consecuencia, menor
rendimiento.

26
ROBBINS. Op.cit. pág. 87

22
Otro atributo importante es la toma de riesgos. Este atributo está
enfocado en saber aprovechar las oportunidades que aparecen en el
transcurso de la vida de un individuo. Si bien es cierto que las personas
toman decisiones distintas en momentos distintos, sin embargo, lo
importante en la toma de riesgos es la rapidez en efectuarla. En la medida
que una persona tiende a tomar decisiones más rápidamente, aun cuando la
probabilidad de error se incrementa, también se incrementa la capacidad
para reconocer las situaciones adversas y, en consecuencia, la posibilidad
de éxito.
Finalmente, uno de los atributos de personalidad que empieza a verse
ligado al ámbito estudiantil es la personalidad Tipo A, por sus características
de alto desempeño, actividad y desafío. Poseen la personalidad Tipo A
aquellas personas que muestran un vehemente interés por estar ocupados y
no concederse un “tiempo libre”.27 De esa manera, se ven agresivamente
involucrados en una lucha crónica e incesante por lograr más y más en
menos tiempo. En el ámbito estudiantil están constituidos por aquellos
individuos que participan en gran cantidad de actividades académicas,
consideran que los estudios son una carrera en la que deben alcanzar
mayores logros que sus compañeros y tienden a calificar negativamente a
quienes no comparten sus expectativas de logro y sus altos niveles de logro.
Por el contrario, se considera que los individuos con personalidad Tipo B
son aquellos que tienen la personalidad opuesta a la del Tipo A. En ese
sentido, los individuos con esta personalidad pocas veces se muestran
apresurados en sus quehaceres. Sin embargo, a pesar de su poca actividad,
en comparación con los de personalidad de Tipo A, en el largo plazo, en el
ámbito organizacional, es más probable que los de personalidad Tipo B
lleguen a ocupar cargos más exitosos.
2.3.2.3. La salud mental
La salud mental se concibe como una situación de equilibrio entre el
comportamiento del individuo y las necesidades o exigencias que le plantea
el medio con el cual interactúa. Significa mantener el dominio y ecuanimidad
sobre sí mismo aun cuando las circunstancias pudieran ser causantes de
presión, frustración o conflicto. La presión, según Clifford, se presenta
cuando el individuo se ve obligado a acelerar, intensificar o cambiar la

27
Op.cit. pág. 89

23
dirección del comportamiento, o cuando debe alcanzar un alto nivel de
ejecución.28
En parte, la sensación de presión nace del interior del individuo, de las
metas e ideales personales que se ha fijado. Cuando empuja al individuo
hacia niveles más altos de excelencia, la presión puede resultar constructiva;
en este sentido, se puede considerar la preocupación por la inteligencia, por
el aspecto, por la popularidad o los talentos que se poseen. Es decir, puede
llevar a la persona hacia nuevos niveles y ámbitos de aprendizaje. Sin
embargo, si los objetivos personales que se persiguen son imposibles de
conseguir, la presión puede resultar altamente destructiva.

2.3.3. Factores socioeconómicos familiares


La familia ejerce presión sobre el individuo al orientar y delimitar sus
selecciones, así como al moldear sus patrones de conducta, valores y,
muchas veces, sus apreciaciones. Los diferentes tipos de familia: dictatorial,
persuasiva o democrática, ejercen diferentes modos en que se manifiesta su
influencia. Se asume que en la familia democrática el individuo (en especial,
el adolescente) alcanza una realización personal más plena, en razón del
grado creciente de participación que tiene en las decisiones familiares.
Sin embargo, algunos investigadores, entre ellos Greenburger 29 (1983)
han encontrado que, cuando esta creciente autonomía se acompaña de
trabajo remunerado durante la adolescencia, el rendimiento escolar tiende a
perjudicarse. De aquí que, entre el conjunto de agentes familiares que
inciden en las actividades de sus miembros, tiene que ver el número de
personas que son parte de la familia, así como el número de personas que
efectúan aportes económicos a la misma.
En ese sentido el factor económico familiar está constituido por el
conjunto de aspectos que refieren la situación económica de la familia. Es
decir sentido, se tienen en cuenta aspectos tales como los ingresos, el gasto
familiar, la capacidad de ahorro, las prioridades de gasto y otros, que se
relacionan y son determinantes en el apoyo que recibirá el estudiante en sus
actividades académicas.
Por otro lado, entre los factores socieconómicos familiares se consideran
la ocupación de los padres, por dos razones principales: primero, porque
debido a una larga tradición, el estudiante tiende a elegir una carrera cuyo

28
CLIFFORD, Margaret. Enciclopedia práctica de la Pedagogía. Barcelona: Océano. 1987.
pág. 412
29
Citado en CLIFFORD, op.cit. pág. 320

24
tenor y contenidos están relacionados con el conocimiento que posee, el
cual generalmente se basa en lo que los padres tienen como oficio o
profesión. En consecuencia, cabe esperar que su rendimiento en áreas de
conocimiento relativamente conocidas sea mayor que en el caso de áreas no
conocidas.
En segundo lugar, porque cada vez son mayores las evidencias que
señalan una estrecha relación entre el tipo de ocupación de los padres y el
rendimiento del estudiante. Así, se ha observado que los hijos de padres que
han realizado estudios universitarios tienden a obtener mejores
calificaciones que los hijos de padres menos calificados.
Por otro lado, es importante considerar la situación laboral de los padres,
debido a que, en una situación de crisis como la que atraviesa el Perú, tanto
padre como madre participan en el ingreso familiar y, sobre todo,
demuestran con su actividad cuán preocupados o no se encuentran con las
expectativas de desarrollo de sus hijos. En ese sentido, es esperable que el
hecho de que los padres tengan un trabajo más o menos estable, les
garantice un nivel de suficiencia económica que les permita satisfacer sus
requerimientos y deseos de formación profesional, en contraste con quienes,
sin contar con esa condición, deben priorizar sus esfuerzos en la satisfacción
de necesidades más inmediatas.

2.3.4. Factores pedagógicos


La tarea docente es sumamente compleja. En ella intervienen diferentes
factores. Debe considerarse, en primer término, los referentes
socioculturales del docente en acción, su formación social e incluso la
institución o instituciones en las que fue formado, pues de todo ello asumirá
una concepción propia de la educación, que influirá en la orientación
pedagógica que asuma.
En segundo lugar, debe tenerse en cuenta, como plantea Ausubel, que es
necesario: “a) evaluar la fuerza lógica y la coherencia del conocimiento
académico del profesor; y b) medir su capacidad para presentar, explicar y
organizar la materia de estudio de manera lúcida, de manipular con eficacia
las variables que afectan el aprendizaje”.30
Este enfoque, si bien básicamente correcto, no considera la trascendencia
del docente, quien, muchas veces, se ve involucrado más allá de su tarea
específica de enseñar, y asume roles como el de padre, consejero, amigo,
facilitador, lo que revela la complejidad del mundo docente y, en especial, de

30
Citado en Avalos. Op.cit. pág. 65

25
la relación docente–alumno. El docente juega, entonces un rol importante en
el rendimiento de sus alumnos.
Inclusive, para algunos investigadores31, los incrementos en el
aprovechamiento de los alumnos se relacionan directamente con la
inteligencia de los profesores, en la medida que para generar el éxito entre
los estudiantes, el profesor debe constituirse en un modelo social de
capacidad académica, autosuficiencia, y otros valores intelectuales,
principalmente, y personales.

3. FACTORES SOCIOECONÓMICOS Y RENDIMIENTO ACADÉMICO


3.1. FACTOR SOCIODEMOGRÁFICO

3.1.1. Edad y Grupo Etario.


Si bien, como señala Arellano, la edad y, por tanto, el grupo etáreo, entre
otras variables, fueron consideradas tradicionalmente como criterios de
segmentación demográfica32, más que variables de comprensión del
comportamiento social, en la actualidad estos criterios no pueden sustraerse
a su significación social debido a una modificación cualitativa de las
características, los intereses e, incluso, los valores de la sociedad.
Esta modificación se verifica en varias dimensiones. En primer lugar, se
producen cambios en el mundo a una velocidad que no encuentra
precedentes en la historia de la humanidad. Estos cambios, han sido
introducidos, sobre todo, por la extensión de las comunicaciones, hecho
provocado por el acceso de gran parte de la población mundial al internet.
Por otro lado, la desarticulación del bloque socialista supuso la puesta en
duda de un modelo filosófico, político y económico explicativo de la
sociedad, con la consecuente esperanza de mucha gente de “disfrutar de la
libertad y la prosperidad económica de las economías de mercado
democráticas”33.
En tercer lugar, el surgimiento de la Globalización y la revolución de la
informática, favorecen el crecimiento del comercio mundial, creando un
mercado en el cual se valoran habilidades específicas renovables
continuamente.

31
Barr y Jones. Citados en AVALOS. Op.cit. pág. 72 – 33
32
ARELLANO, Rolando. Los Estilos de Vida en el Perú. Lima: Consumidores y Mercados.
2000.
33
SAMUELSON, Paul A. y NORDHAUS, William D. Economía. Madrid: McGraw Hill/
Interamericana de España. 2002.

26
Asimismo, la revolución de la genética y el descubrimiento de que la
inteligencia humana no se reduce a un único aspecto que podía centrarse y
objetivarse mediante las evaluaciones académicas34, cambian los supuestos
del éxito individual y social.
Y la paulatina valoración del capital humano como fuente de ventajas
competitivas para la empresa35, así como el surgimiento de un mercado
intelectual, constituyen expresión de una necesidad de cambio en la
concepción de los factores de producción, incorporando el conocimiento
quizá como el más importante.
Estos hechos han configurado un escenario social donde los jóvenes, en
los pueblos desarrollados y en los que aspiran a serlo, más que por
necesidad económica real, por una situación social, deben demostrar que
son capaces de valerse por sí mismos y de abrirse un espacio en la
sociedad. Asimismo, se genera una tendencia en la preferencia de la
juventud por carreras ligadas a la evolución tecnológica o al ámbito
empresarial, que se caracterizan por una rápida evolución de sus modelos
aplicativos, de sus sistemas, de su capacidad de respuesta ante desafíos
cambiantes del entorno, que obligan a una renovación constante de sus
principios y valores.
En este escenario es claro que una persona madura, que según la teoría
de Howard, dependiendo de la edad alcanzada aun cuando no se
reconoce un apagamiento de la inteligencia , empieza a ver que
paulatinamente las ventanas de oportunidad para el desarrollo de sus
múltiples inteligencias, empiezan a cerrarse, tiene menores oportunidades
de responder y adaptarse eficazmente a la velocidad de los cambios que
requiere la sociedad.
En ese sentido, contrariamente a lo que sucedía unas cuantas décadas
atrás, la edad ha dejado de verse como un indicador del incremento de la
sabiduría de un individuo, para convertirse casi en un estigma que evidencia
la obsolescencia de una persona. Kiyosaki y Lechter dice que, “en el mundo

34
Gardner, profesor investigador de la Universidad de Harvard, propuso la teoría de las
inteligencias múltiples, en la que considera le existencia de, por lo menos, ocho tipos de
inteligencia. (GARDNER, Howard. Estructuras de la mente. La teoría de las inteligencias
múltiples. México: Fondo de Cultura Económica. 1987.) Y Goleman, también profesor de la
Universidad de Harvard, introdujo la noción de la inteligencia emocional para referirse a la
capacidad de reconocer los propios sentimientos y los ajenos, de motivarse y de manejar
bien las emociones, en uno mismo y en las relaciones que se establecen. (GOLEMAN,
Daniel. Inteligencia emocional. Madrid: Kairós. 1997.)
35
MiCHAELS, Ed, HANDFIELD – JONES, Helen, y AXELROD, Beth. La Guerra por el
talento. Bogotá: Grupo Editorial Norma. 2003.

27
de hoy, mientras más edad se tenga, más obsoleta es considerada una
persona debido a los avances tecnológicos”.36
Asimismo, en relación con los logros personales, la edad empieza a verse
como un indicador del éxito social y económico de una persona. Ya Ribeyro,
en uno de sus cuentos, fijaba una edad en la que la juventud limeña debía
haber alcanzado el éxito: los 25 años; mientras que Kiyosaki y Lechter, en lo
que llaman el juego del dinero, identifican los 35 años como el límite del
primer cuarto del juego. Es decir, como se dijo, cada vez más, se identifica la
edad de un individuo como un indicador del éxito que debería haber
alcanzado en la sociedad. Téngase en cuenta que la sociedad está
representada por los ámbitos donde el individuo desarrolla sus actividades,
incluyéndose las esferas educativas formales y no formales.
Sin embargo, conviene tener en cuenta un detalle que puede significar
una diferencia entre las apreciaciones de los autores citados. La expectativa
de vida del poblador norteamericano se sitúa en los 77 años, mientras que la
del poblador peruano en los 69. De aquí que, considerando el supuesto que
subyace a las declaraciones de estos autores, en el sentido que, aunque no
se mencione específicamente, cada sociedad establece una edad en la que
el individuo debe haber alcanzado el éxito en las actividades que realiza,
cabe suponer que la edad del peruano para ese efecto, por razones de
expectativa de vida, debe ser menor que la del norteamericano. Es decir, el
poblador norteamericano tendría un margen mayor para alcanzar el éxito,
debido a que su expectativa de vida es más alta.
En consecuencia, en el ámbito específicamente académico universitario,
la línea de argumentación expuesta deriva en los siguientes planteamientos
hipotéticos: Primero, cuando la edad del estudiante corresponde a una etapa
donde las ventanas de las oportunidades, estipuladas por Howard, no se han
cerrado, es mayor la probabilidad de que su rendimiento académico sea más
alto que la de compañeros maduros. Segundo, cuando la edad del
estudiante supera los 22 ó 23 años, es decir la edad que oficialmente
corresponde al término de una carrera profesional, debido al incremento de
la responsabilidad personal que supone el acceso al mundo adulto, el
estudiante puede obtener un mayor rendimiento en comparación con
compañeros menos responsables. Sin embargo, esto debe tomarse más
como excepción que como regla.

36
KIYOSAKI, Robert T. y LECHTER, Sharon L. El juego del dinero. México: Santillana
Ediciones Generales. 2005. pág. 330

28
3.1.2. Procedencia.
Como sostiene Arellano, a partir de los años 70 la migración interna ha
cambiado completamente el panorama social de las ciudades, razón por la
cual “el concepto de ingreso e incluso de zona de residencia se quedan
cortos para comprender mejor” las diferencias entre ambos grupos,
pudientes y no pudientes, y habría que considerar además el criterio de
procedencia (limeño de tradición o migrante serrano, costeño, etc.)37, que
podrían tener importancia en las elecciones que hace una persona, en tanto
la carrera elegida puede significar el rompimiento de una situación en la que
se ocupa los estratos inferiores en una estructura de dominación, el paso de
una condición social a otra, y un movimiento vertical ascendente en la escala
de poder en la sociedad.
En ese sentido, quizá más que el lugar de nacimiento, la procedencia es
otra de las variables demográficas que empiezan a adquirir un verdadero
matiz social, especialmente en sociedades, como la peruana, en las que se
hacen distingos bastante claros y evidentes respecto a la región, ciudad o
población donde habita la persona. Si bien, como sostiene Carrillo, “la
diferencia no puede suponer jerarquía, sino que debe implicar una forma de
organización social que tiene en cuenta la complementariedad de biografías
diversas que aportan miradas plurales que enriquecen la convivencia y la
vida”, lo cierto es que en el Perú todavía las diferencias de procedencia, las
diferencias étnicas, e incluso las de color de la piel, suponen una
jerarquización social no evidente y que, incluso se pretende negar, en el
discurso oficial.
Sin embargo, los esfuerzos del Estado por poner en marcha una
educación bilingüe intercultural38, dan testimonio de que era necesario
erradicar esa suerte de racismo implícito que venía generando
sostenidamente diferencias de tipo social manifiestas en diferentes
instituciones de la sociedad peruana. Esta ley propicia una sociedad
democrática, participativa, en la que se alienta la interculturalidad, se
promueve desempeños productivos e innovadores y se tiene en cuenta las
necesidades y potencialidades locales, regionales, nacionales y globales.39
De todos modos, el hecho de que la legislación vigente ya haya colocado
en agenda el tema, no significa que se haya producido la transformación de
la sociedad peruana. Por el contrario, en tanto las actitudes son aspectos de
la personalidad que se caracterizan por su relativa permanencia en el
37
ARELLANO. Op.cit. Pág.36
38
NUEVA LEY GENERAL DE EDUCACIÓN. DL Nº 28044.
39
Ídem

29
tiempo, cabe esperar que el proceso de aceptación de la interculturalidad y,
por ende, de las diferencias de procedencia, como hechos más bien
alentadores del reconocimiento de la riqueza cultural de los pueblos, y no
como estigmas que condicionan una ciudadanía de segunda clase, como
sostiene Silesio López40, signifiquen todavía un largo periodo de aceptación.
Esta realidad configura escenarios bastante definidos respecto a la
manera como la procedencia puede afectar el aspecto educativo en sus
diferentes variables, como el rendimiento académico del estudiante, el nivel
de logro de aprendizajes, su participación en clase, etc.
En primer lugar, se verifica un escenario cosmopolita, citadino, pletórico
de estímulos culturales, académicos e incluso sociales propios de las
ciudades grandes del mundo. Este escenario es el que corresponde a la
capital del país, una ciudad donde se han establecido indiscutiblemente las
mejores y más importantes instituciones educativas del país, en todos los
niveles, desde la educación inicial hasta la educación superior. Este hecho
se ha corroborado con fuerza cuando, en el nivel de la educación superior
universitaria, algunas de las instituciones educativas empezaron a alcanzar
lo que se conoce como acreditación universitaria, constituyendo en su
reunión consorcios educativos de primer nivel académico. La relación que
encontró Quevedo entre el rendimiento en el colegio de procedencia y el
rendimiento en la universidad41, no hace sino confirmar el hecho de que la
procedencia del estudiante puede significar diferencias importantes en su
rendimiento académico durante los años universitarios.
Frente a este escenario, aparece otro identificado como provinciano y
caracterizado como atrasado y limitado, que corresponde a las ciudades del
interior del país. En este escenario, las oportunidades de aprendizaje y los
logros académicos, si bien importantes desde el punto de vista de las
comunidades en las que se generan, son vistas como logros limitados desde
la perspectiva capitalina. Y las razones son evidentes, por lo menos, en el
nivel de la educación superior: frente a una ciudad capital, que cuenta con
los recursos para importar no sólo el conocimiento, sino a profesionales y
académicos del primer mundo, en diferentes áreas del conocimiento, las
ciudades de provincias deben conformarse con profesionales, académicos o
artistas procedentes de la capital del país no siempre los mejores o de

40
Cit. en SÁCHEZ MORENO Izaguirre, Guillermo; RODRÍGUEZ Cuba, Javier; y Oficina del
Bachillerato del Ministerio de Educación. El Bachillerato Peruano (1997 – 2001). Lima:
Ministerio de Educación. 2001. pág. 14
41
QUEVEDO Aldecoa, Enrique. Colegio – Universidad: Rasgos de Continuidad y
Rendimiento Académico. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú. 1993.

30
otras ciudades latinoamericanas, en el mejor de los casos, o con sus mismos
elementos, en el peor, reforzando un sentimiento muchas veces chauvinista
que sólo evita un mayor esfuerzo por abrirse al mundo cultural de fuera. Con
ello, al amparo de un mal llamado sentimiento regionalista, se niegan la
oportunidad del intercambio de experiencias, de conocimiento, de
información y de aprendizaje que ocurre cuando se convocan certámenes
con una pluralidad de participantes.
De aquí que se pueda sostener que, en la medida que un estudiante
proceda de la capital o, en su defecto, de las ciudades más grandes del país,
el acceso a la información con que ha contado durante sus años previos a
los estudios universitarios, lo coloca en una situación más favorable en lo
que respecta al aprendizaje. La capacidad de establecer relaciones
cognoscitivas más significativas para su formación académica y profesional
es mayor. En consecuencia, es esperable un mejor desempeño y resultados
mas altos en la universidad. En contraste, las limitaciones propias de una
ciudad de provincias o poblaciones del interior, colocan al estudiante que
procede de ellas en una situación desventajosa en relación con el
aprendizaje, lo que se traduciría en términos de rendimiento académico.

3.1.3. Zona de residencia.


Con el advenimiento de la era industrial, que trajo consigo modificaciones
radicales en el tipo de ocupación de las personas, así como en sus valores y
prioridades; y que produjo migraciones sucesivas del campo a la ciudad en
busca de mejores condiciones de vida y, sobre todo, de oportunidades
laborales cada vez más acordes con las nuevas necesidades de los
tiempos42, fueron apareciendo áreas habitadas que excedían los límites
tradicionales y los intereses de los antiguos burgos. Este hecho se ha
verificado en la casi totalidad de países del mundo, con mayor razón en
aquellos donde el desarrollo se ha identificado, en primer lugar, con un
proceso creciente de industrialización del país, y en segundo lugar, con el
acceso de un mayor grupo de población a un modo de vida consumista,
generalmente en el marco de una economía de mercado.43
Las ciudades que se han formado y crecido bajo ese signo, han
concentrado paulatinamente no sólo las mayores y mejores oportunidades
laborales, sino también los servicios que responden más favorablemente a
sus necesidades de crecimiento. Cabe señalar que, si bien por una
42
SAMUELSON y NORDHAUS. Op.cit.
43
ORTIZ DE ZEVALLOS, Felipe. La Era Global: Economía, Empresa y Estado, en ORTIZ
DE ZEVALLOS, Felipe; WEBB, Richard; COSERIU, Eugenio (et al.). El Perú en los albores
del siglo XXI; vol2. Lima: Fondo Editorial del Congreso. 1998.

31
necesidad de comodidad de vida, de ordenamiento interno y de posibilidad
material para costearse diferentes beneficios, las ciudades han contado
progresivamente con los servicios de agua entubada, desagüe y electricidad,
también es cierto que, en su interior, se generaron otros servicios que
apuntalaban los fines sociales de desarrollo y reproducción social. Servicios
como la educación y salud públicas, los servicios financieros y de
información (telegrafía, telefonía y, hoy, el internet) e instituciones como la
escuela, la banca y la seguridad social, se han desarrollado hasta sus
dimensiones actuales principalmente en las ciudades y por la necesidad de
responder a su crecimiento. Y son precisamente estos servicios, añadidos a
la promesa de un futuro mejor planteado por las recompensas de los centros
fabriles44, los que motivan las continuas migraciones que se han verificado a
lo largo del siglo XX, con mayor énfasis, después de los años 50.
Pero el crecimiento y desarrollo de las ciudades ha significado la aparición
de un problema subsecuente: el surgimiento de los cinturones de pobreza en
los alrededores de las ciudades. Estos cinturones fueron conocidos en el
Perú como barriadas, hasta hace algunos años, y hoy como asentamientos
humanos; como favelas, en Brasil; y con otras denominaciones en México,
Colombia, Chile y Argentina.
Estos cinturones de pobreza están conformados por migrantes que, en
busca de mejores condiciones de vida, en busca de oportunidades laborales,
procuran hacerse de un espacio que les permita vivir en las cercanías de las
ciudades, desde donde pueden acceder a los centros laborales y constituir
mano de obra disponible. Como cita De Soto, allí desarrollan sus vidas y
empiezan a concretar sus expectativas, en medio de privaciones que las
zonas de la ciudad, más antiguas y pudientes, no padecen.45
Con el paso del tiempo, y con el deseo de acceder a mayores
oportunidades de vida, las organizaciones de base que se forman, gestionan
la provisión de diferentes servicios con que cuenta las zonas urbanizadas de
la ciudad. Sin embargo, éste es un proceso que dura varios años y que, a
pesar de los intentos por reducir las brechas sociales respecto de quienes
habitan las zonas céntricas de las ciudades, no puede soslayar las
diferencias que se presentan en la calidad de los servicios a los que acceden
(salud, educación e información).

44
Téngase en cuenta que fue Henry Ford, quien dio un impulso inusitado a las migraciones
internas en los Estados Unidos cuando, por necesidad de expandir la empresa que había
creado, procedió a la contratación de mano de obra ofreciendo sueldos que duplicaban el
promedio de la época. (STONER, J.A.F., FREEMAN, R.E. y GILBERT, D.R. (1996).
Administración. México: Prentice Hall Hispanoamericana.)
45
DE SOTO, Hernando. El otro sendero. Lima: Instituto Libertad y Democracia. 1986.

32
Se identifican, así, tres escenarios cuyas características pueden hacerlos
marcadamente diferentes: una zona urbana o citadina, ligada principalmente
a las actividades de comercio, información y salud; una zona periférica o
marginal, cuya población está ligada a operaciones fabriles o de
subsistencia; y, en el caso de ciudades con tradición agrícola, una zona
rural, ligada específicamente al agro.
Respecto a las zonas urbanas, su cercanía a los medios de comunicación
de masas, así como el hecho de contar con la infraestructura adecuada para
brindar servicios educativos, financieros e informativos, y el hecho de contar
con los mejores puestos de trabajo, convierten el servicio educativo en el
más eficiente. Esto, porque los agentes involucrados en el proceso, tanto
alumnos como docentes, en la medida que tienen mayor posibilidad de
acceder a la más reciente información, alcanzan un mayor grado de
capacitación y actualización. Asimismo, las instituciones educativas se
encuentran mejor implementadas, lo que permite desarrollar un servicio más
eficiente y con mejores perspectivas de logro de aprendizajes.
Por otro lado, en la periferia de la ciudad se configura un escenario
marginal, donde la expectativa de oportunidades laborales choca contra la
realidad de que las empresas, la industria sólo puede captar un número
limitado de trabajadores, mientras el resto de migrantes de primera o
segunda generación debe dedicarse a otras actividades de supervivencia, no
ajenas al delito. Las preocupaciones son más inmediatistas que de futuro.
Se centran en el interés por contar con servicios básicos, más que por una
educación que convierta en mano de obra o profesionales calificados los
talentos de su población. Es más, las preocupaciones por problemas de
adaptación de sus juventudes se traducen en una lucha cada vez más difícil
por erradicar el consumo de drogas, de alcohol y la violencia.
De aquí que quien haya crecido o viva en estas zonas, haya adquirido
actitudes y valores que pueden contraponerse a los valores socialmente
establecidos. Es decir, es más probable que los intentos de adaptarse más
eficazmente a los cánones de grupo, de las relaciones interpares 46, como
cita Tapia, se traduzcan en un menor tiempo dedicado a actividades
académicas y culturales. En consecuencia, es esperable que el rendimiento
de quien reside en estas zonas sea menor que el de aquellas personas que
radican en zonas urbanas.
Finalmente, se configura un espacio rural, que se ubica espacialmente,
por lo general, no en las afueras inmediatas de las ciudades, sino en zonas

46
TAPIA. 1993. Op.cit.

33
que tradicionalmente se han dedicado al agro. En el Perú, son las zonas que
menor acceso a servicios básicos cuentan; son también las zonas menos
favorecidas por la presencia de los servicios que una economía de mercado
trae consigo (banca, comercio, información). Asimismo, se han visto
continuamente limitadas en lo que respecta a educación. En casos
extremos, es la escuela unidocente la que presta el servicio; en otros casos,
es sabido que no son siempre los mejores docentes los que obtienen plaza
laboral en estos espacios, sino, por el contrario, aquellos que no han podido
encontrar oportunidad en el circuito laboral educativo de las zonas urbanas.
En consecuencia, constituye la zona habitada donde mayor número de
iletrados existe. Arellano señala que en los Estados Unidos, por lo menos,
un 30% de población, especialmente de las zonas rurales, son analfabetos
funcionales, es decir, pueden reconocer los textos, pero no los entienden; en
Latinoamérica las cifras al respecto son bastante aproximadas.47
Por otra parte, los desplazamientos son relativamente prolongados en
comparación con otras zonas, por las distancias que se debe recorrer o por
la limitación en los servicios de transporte. Y las preocupaciones son
también inmediatistas, en la medida que se observa el deterioro del agro, y
el paso de una agricultura con excedencia a una agricultura de supervivencia
cada día menos rentable48, pero que ocupa, como siempre, mucho tiempo a
quienes todavía dependen económicamente de ella.
De aquí que se pueda suponer que el menor tiempo utilizado por un
habitante de las zonas rurales en estudios o acontecimientos informativos o
culturales, así como las limitaciones físicas de acceso a los mismos, se
traduce en un menor nivel de logro de aprendizajes y, en consecuencia, en
menores rendimientos durante los estudios universitarios.

3.1.4. Estado civil.


Si bien el estado civil sigue analizándose desde una perspectiva
demográfica, hay elementos culturales y valorativos conexos que le
imprimen un cariz más social, e incluso socioeconómico. Primero, la
tendencia actual entre la juventud es demorar el matrimonio, por lo general,
en el caso de los varones, hasta por encima de los 30 años, y en el caso de
las mujeres, hasta el periodo de los 25 a 30 años. De modo tal que los
matrimonios a temprana edad, además del riesgo implícito de disolución que
entrañan, por las dificultades para sobrellevar las tensiones de una forma de

47
ARELLANO, Rolando. Marketing. Enfoque América Latina. México: Mc Graw – Hill /
Interamericana Editores. 2003. pág. 101.
48
SAMUELSON y NORDHAUS. Op.cit.

34
vida que para un adolescente resultan novedosas y, a veces, exasperantes,
son vistos en ciertos medios como costumbres cada vez más reducidas a
estratos socioeconómicos bajos o a gente con un nivel cultural o educativo
bajo. La explicación radica en el hecho de que cada día más los jóvenes son
conscientes de las expectativas que tienen del futuro y del hecho de que su
proyecto de vida no debiera ser interrumpido por situaciones que pudieran
derivar en una urgencia de responder a presiones y necesidades inmediatas,
como trabajo, embarazo, crianza de un niño, etc.
En segundo lugar, son más los jóvenes que consideran que deben tener
experiencias diferentes de la vida, antes de consolidar un paso que puede
reducir literalmente su libertad de acción y, por ende, su oportunidad de
acceder a estudios superiores. Es más, autores como Sánchez, consideran
que el estado civil es determinante como causal de la deserción estudiantil
en el ámbito universitario peruano49. Razón por la cual, en el medio
estudiantil de nivel medio (secundaria) y en los primeros años de los
estudios superiores, si bien existe el deseo de llegar a constituir una familia,
y este móvil obra como un poderoso aliciente en la determinación de los
jóvenes para seguir estudios superiores, se antepone la intención de
desarrollar una carrera profesional, antes que la consolidación de un
matrimonio.
Andrade y Tovar sostienen que hay dos opciones en el corto plazo para
los jóvenes. “Una enorme mayoría de chicos y chicas opta por el estudio
como actividad exclusiva, sin diferencias significativas por sexo o edad”, y en
ese sentido, “los estudios post – secundarios son una apuesta tanto para los
chicos como para las chicas”.50
Por otro lado, “estudiar y trabajar es la segunda opción para los
adolescentes y jóvenes [...].” en este caso, sostienen estas autoras, “se trata
de estudiantes que quieren ‹‹solventar sus gastos›› y valerse por sí
mismos/as, es decir, se trata de ganar un nivel de autonomía económica a la
par que avanzan en el logro de sus metas de superación personal.”51
Es decir, en esas motivaciones, hay presente en los jóvenes un fuerte
deseo de alcanzar la realización personal. Siguiendo a Andrade y Tovar, “la
realización personal es entendida entre las egresadas [de colegio] como

49
SÁNCHEZ Bustamante, Juan Javier. Deserción: causas académicas, socioeconómicas y
culturales. Escuela de ingeniería mecánica UNT. Tesis para optar el grado de maestro en
Tecnología Educativa. Universidad Nacional de Trujillo, Trujillo, Perú. 1998.
50
ANDRADE, Patricia y TOVAR, Teresa. La voz de la juventud en las políticas educativas.
Agenda Educativa, N°8, Segunda Época, Octubre 1998. pág. 3 – 34
51
Ídem

35
éxito: ‹‹ser lo mejor››, y en los y las escolares como ‹‹avance›› en logros y
reconocimiento.52 Sin embargo, algunas veces, “proyectada al largo plazo, la
realización personal se vincula a sentimientos idealistas. [...]”. De esa
manera, como sostienen estas autoras, “cuando se expresa, la realización
personal aparece como la búsqueda de un lugar en el país o en el mundo,
‹‹ser algo en la vida››, es decir evitar el fracaso, lo que en el caso de una
chica aparece asociado al matrimonio.53
De aquí que, aun cuando desde el punto de vista demográfico interese
distinguir diferencias sutiles en el estado civil de una persona, en el caso de
los estudiantes de los niveles secundaria y superior, se configuran apenas
dos estados, dos condiciones civiles que parecen detentar diferencias reales
en sus implicaciones en sus aspiraciones, proyecto de vida y estudios. Una
primera condición de soltería sin hijos, en la que el estudiante no asume
mayores responsabilidades que sus estudios. En este caso, el estudiante no
debe sostener una familia, no está involucrado en la crianza de hijos, no
debe cumplir con fórmulas sociales (bautizos, asistencia a ceremonias
cúlticas, reuniones sociales, reuniones de padres de familia, etc.) que son
parte de la vida en familia, en la comunidad, dependiendo de la confesión de
fe, del grado de participación social, etc., las que podrían interrumpir su
dedicación a sus estudios.
Y frente a ese estado, una segunda condición: la del estudiante que
sostiene vida marital, ya sea como casado o conviviente, con alguna medida
de responsabilidad frente a su relación conyugal o de pareja. En este caso,
el estudiante, además de los estudios que pretende seguir, y cuya
responsabilidad demanda tiempo, dedicación y esfuerzo muchas veces no
disponible, debe dedicar no sólo tiempo y atención, además de recursos
económicos, a la familia que ha formado.
Siguiendo esta argumentación, puede plantearse que, en la medida que
un estudiante es soltero y no tiene ningún tipo de responsabilidades
familiares, cabe esperar que, por el mayor tiempo dedicado a los estudios,
alcance mayores niveles de logro en el aprendizaje. Si bien es cierto que, en
algunos casos, el grado de responsabilidad personal del estudiante soltero
muchas veces es bastante bajo, y por lo tanto, se podría verificar un menor
rendimiento que el correspondiente a estudiantes mayores o comprometidos
conyugalmente, lo cierto es que, en un ámbito amplio de análisis, a nivel de
tendencias, cabe esperar un mayor rendimiento académico por parte del

52
Ídem
53
Ídem

36
estudiante soltero frente al casado, precisamente porque hay una mayor
posibilidad de dedicar más tiempo a los estudios.
Es decir, aunque pareciera que muchos estudiantes jóvenes no asumen
un mayor compromiso con el estudio, y por lo tanto, obtienen rendimientos
mediocres o bajos, en contraste con estudiantes mayores, que toman con
mayor responsabilidad sus estudios, en realidad, es esperable que esta
situación ocurra en un grupo no significativo del conjunto, y no en la gran
mayoría. Por el contrario, las mayores presiones económicas, las
responsabilidades sociales, las obligaciones familiares que necesariamente
debe tomar en cuenta un estudiante casado y con mayor razón, uno con
hijos , recortan el tiempo que dedica a los estudios y apartan su mente de
los temas y contenidos que se desarrollan en la carrera profesional.
3.2. FACTOR SOCIAL

3.2.1. Nivel de instrucción de los padres.


Si bien, en la actualidad, algunos analistas opinan que el matrimonio y la
familia tradicional constituyen instituciones sociales venidas a menos, y por
lo tanto cabe esperar que el rol ejemplar de los padres empiece a ser
desvalorizado progresivamente por los hijos, lo cierto es que diferentes
estudios destacan la importancia de que los padres acompañen no sólo el
proceso de desarrollo personal de sus hijos, sino también su desempeño en
el ámbito escolar.
En este sentido autores como Rodríguez, sostienen que el padre, y sobre
todo, su presencia e imagen en el hogar, representan un rol protector, de
modo tal que los hijos pueden esperar la solución de problemas inmediatos
con la intervención del padre.54 Por supuesto, en las familias con desajustes
emocionales, o en aquellas familias desintegradas, donde el padre no se
encuentra, esta rol protector es menor o no se da. Por otro lado, desde los
primeros años de la infancia, e incluso hasta los primeros años de juventud,
el padre es visto también como modelo a imitar, especialmente en lo que se
refiere a los logros alcanzados. Si el padre ha alcanzado logros significativos
a lo largo de su vida y, sin embargo, ha conseguido mantener un nivel
importante de presencia y participación en el hogar, la posibilidad de que sus
hijos sigan su ejemplo o bien sus consejos es mayor que en el caso donde
los desajustes familiares restan importancia al papel del padre. Por otra
parte, autores como Campos, consideran que el apoyo que el padre brinda

54
RODRÍGUEZ A., Walabonso. Teoría de la educación. Lima: Escuela Nueva.1997. pág.
97.

37
al hijo durante los estudios que desarrolla, constituyen una fuente importante
de motivación y de aliento para alcanzar mayores logros en el aprendizaje. 55
En ese sentido, cabe destacar que el nivel de instrucción del padre es
visto como una suerte de frontera a superar por el estudiante, una meta que
no sólo debe ser alcanzada, sino también rebasada. De esa manera, el
ejemplo prodigado por el padre empieza a cobrar forma concreta en las
actividades de los hijos, hasta que se cristaliza en una carrera profesional o
en una actividad laboral, relacionada directamente o no con la que
desempeñó el padre.
Por otro lado, el nivel de instrucción del padre es visto como un indicador
del éxito alcanzado por éste o, en su defecto, del fracaso académico del
padre. La interrupción voluntaria de los estudios del padre se interpreta por
el hijo como una falta de voluntad y de constancia para arribar a proyectos
personales más amplios y duraderos. Y los motivos perfectamente
racionales con que el padre intenta a veces justificar el abandono de los
estudios, como las condiciones económicas insuficientes, la falta de
estímulos adecuados, o la falta de un entorno favorable al estudio, no
alcanzan a explicar en el hijo el hecho de que una persona se rinda y no
continúe adelante en un propósito que ha sido definido con claridad. En
realidad, estos motivos son vistos por los hijos que estudian como pretextos
para justificar la falta de determinación de una persona.56
En el mismo sentido se observa el nivel educativo alcanzado por la
madre, como una señal del éxito familiar. Téngase en cuenta que por lo
menos tres de cada cuatro personas analfabetas en el Perú son mujeres, y
que sólo el 33% de peruanos, entre hombres y mujeres, alcanza el nivel
secundario, mientras sólo un 8% alcanzó el nivel de estudios superiores. 57
En consecuencia, el mismo hecho de participar en ambientes académicos
universitarios o de educación superior o ambientes laborales calificados es
visto como un símbolo del éxito de la mujer. Esto, en razón de que el acceso
de la mujer, de la madre de familia, a círculos más prestigiosos o más
calificados desde el punto de vista académico – laboral, significan de modo
implícito una apertura de las estructuras familiares, en la que el acceso de la

55
CAMPOS Lizarzaburu, William. Entornos Sociales de Aprendizaje y Actitud Científica de
los estudiantes de la Universidad “José C. Mariátegui” de Moquegua – 2003. Tesis para
optar el gado de magíster en Docencia Universitaria. Universidad Privada de Tacna, Tacna,
Perú. 2005.
56
DYER, Wayne W. Tus zonas erróneas. Barcelona: Ediciones Grijalbo. 1982.
57
GOLDENBERG, Sonia. Visiones de futuro: Los nuevos peruanos, en BRYCE,
HERNÁNDEZ, INFANTE, OHARA, POLIA Y OTROS. El Perú en los albores del siglo XXI –
5. LIMA: Fondo Editorial del Congreso. 2001. pág. 117

38
mujer al mercado laboral es menos limitado y en la que hay una menor
exigencia o dependencia de ésta respecto a las actividades del hogar.
Cabe agregar que el nivel educativo alcanzado por los padres determina
también una serie de condiciones sociales que enriquecen la experiencia de
aprendizaje social, académico y cultural de una persona. Así mientras más
alto es el nivel educativo alcanzado por los padres, mayores son las
posibilidades de acceder a entornos sociales más favorables. Estos entornos
significan el acceso a mayores oportunidades de aprendizaje tanto
cognoscitivo como de habilidades sociales, las que según Goleman, pueden
tener un efecto importantísimo en el éxito futuro del estudiante, más que el
puro desempeño académico. Claro que un análisis menos superficial del
proceso enseñanza – aprendizaje revelará que en el aspecto académico
intervienen elementos emotivos y actitudinales que, durante el proceso de
evaluación, inclinan la calificación a favor del estudiante que consigue
sostener una relación cordial, amistosa y de intercambio con los docentes,
antes que a favor de aquellos estudiantes de inteligencia brillante, pero con
limitaciones en su trato con el entorno.
Por otro lado, el prestigio que alcanza una familia donde los padres han
obtenido una educación más calificada, es un móvil para que el estudiante
sienta la presión del entorno sobre él, de modo que procure satisfacer más
adecuadamente los estándares académicos de la institución educativa
donde estudia.
Asimismo, un nivel educativo más alto de los padres determina el acceso
por parte de los hijos a círculos sociales más amplios y más actualizados,
que en el caso de padres con limitaciones educativas.
La investigación en el ámbito internacional corrobora estas líneas. Santín,
en España, en un estudio cuyo objetivo fue mostrar cómo, en el proceso de
producción educativa, determinadas características familiares, en particular
el nivel de estudios de los padres del alumno, predeterminan, en alguna
medida, el resultado académico de los alumnos desde las etapas más
tempranas de la enseñanza, condicionando así, la probabilidad de fracaso
escolar, el acceso a los niveles superiores de enseñanza y, en última
instancia, las rentas futuras58, descubrió que a los 13 y 14 años es
estadísticamente significativa al 99% la influencia del nivel de estudios tanto
del padre como de la madre a la hora de explicar las diferencias observadas

58
SANTÍN Gonzáles, Daniel. Influencia de los factores socioeconómicos en el Rendimiento
Escolar internacional: hacia la igualdad de oportunidades educativas. 2004. Consultado en
04,26,2006 en http://www.ucm.es/BUCM/cee/doc/01-01/0101.PDF.

39
en el rendimiento en matemáticas y ciencias.59 Por otro lado, cita los
resultados de recientes estudios desarrollados por el Instituto Nacional de
Calidad y Evaluación (INCE), también en España, que ha llevado a cabo una
evaluación en el último curso de primaria, 11 y 12 años, para una muestra de
10.995 alumnos de todo el estado español, donde los resultados obtenidos
corroboran, de nuevo, la relación entre nivel educativo de los padres y
rendimiento escolar. Asimismo, el nivel cultural de la familia resultó ser
estadísticamente significativo a la hora de explicar las diferencias en
rendimiento en las pruebas de lengua castellana y literatura, matemáticas,
conocimiento del medio y lengua inglesa.”60
Por otro lado, Arcia, Porta y Laguna, en un estudio realizado en Managua,
corroboraron la gran importancia que tiene la educación de los padres,
especialmente la madre, en el rendimiento escolar. Estos autores
encontraron que “las externalidades positivas de la educación superior”
tenían incidencia “al evidenciar el puntaje mayor que consistentemente
obtuvieron los estudiantes con madre educada”. Inversamente, “la falta de
educación materna sugiere una profundización de la brecha educativa entre
aquellos cuyos padres logran estudiar nivel superior y los que no”.61
A partir de la evidencia empírica, se puede señalar que el resultado más
significativo es que, en el conjunto de países evaluados, el nivel de estudios
de los padres condiciona los resultados en la escuela de sus hijos.62
Se concluye por tanto que existirá o no igualdad de oportunidades
educativas dependiendo de si la sociedad considera o no legítimas estas
diferencias. Si se valora que estas diferencias no son legítimas, se puede
decir que actualmente la educación no universitaria no se ofrece en igualdad
de oportunidades, pues aquellos alumnos con desventajas socioeconómicas
de partida obtendrán, con una alta probabilidad, peores resultados
académicos, con la consiguiente repercusión en aumento del fracaso escolar
y menor acceso a los niveles de estudio universitarios e ingresos salariales
futuros.

59
Ídem
60
Ídem
61
ARCIA, Gustavo; PORTA, Emilio; y LAGUNA, José Ramón. Análisis de los Factores
Asociados con el Rendimiento Académico en 3º y 6º Grados de Primaria. Estudio financiado
por Programa de Promoción para la Reforma Educativa en América Latina (PREAL); Fondo
de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF); CARE Internacional en Nicaragua;
Ministerio de Educación, Cultura y Deportes. Managua. 2004. pág. 24
62
SANTÍN. op.cit.

40
3.2.2. Condición laboral de los padres.
La condición laboral se entiende como el hecho de contar o no con un
trabajo de características laborales definidas: estabilidad legal, estabilidad de
hecho o temporal, inestabilidad o desempleo. Con la modificación de la
concepción laboral en la sociedad peruana, de acuerdo con las tendencias
del libre mercado que operan en el mundo, la condición laboral, antes un
hecho definido y dado por seguro, se convirtió en la expresión de una clara
situación personal y de la familia en la sociedad. Mientras que en algunos
ámbitos, la estabilidad se interpreta como una situación privilegiada, en la
medida que permite el acceso inmediato o mediato a una serie de beneficios
económicos, en otros se empieza a ver como una condición social
generalmente improductiva y que genera un gasto al Estado.
Así, en la coyuntura económica que vive el país, el término
“desempleado” empieza a perder el valor crítico que entraña respecto a la
intervención del Estado como generador de empleo, y adquiere
connotaciones negativas para la persona, fundamentalmente, en el caso del
varón. Connotaciones que se entienden, en su modo menos condenatorio,
como incapacidad laboral, mental e incluso de desadaptación social; y en su
modo más crítico, como desvergüenza. Sin embargo, en la mayoría de
casos, el desempleo, para quien lo padece, se experimenta como una
situación que genera una fuerte frustración personal, pues se tiene que
anteponer la satisfacción de las necesidades primarias (alimentación,
vivienda) personales y familiares, antes que necesidades más elevadas. Las
satisfacciones personales, las necesidades de autorrespeto, al decir de
Maslow, y de realización personal, deben ser postergadas, muchas veces
indefinidamente, produciendo una situación de estrés para el individuo.
Por el contrario, contar con un empleo se entiende como la posibilidad de
responder satisfactoriamente a las necesidades familiares más inmediatas
(alimentación, vivienda, vestido); permite contar con capacidad de respuesta
ante eventualidades que pueden afectar a la familia. Asimismo, permite la
ampliación de las perspectivas de sus miembros, proyectándose hacia el
futuro, en la medida que posibilita la definición de proyectos de familia que
requieren una intervención económica sostenida o un desembolso
importante financiable sólo mediante operaciones crediticias. El hecho de
contar con un empleo se ve también como la posibilidad de satisfacer
necesidades de esparcimiento, recuperación y descanso, así como de
regularidad en las actividades desarrolladas.
Sin embargo, esta situación no se reduce al ámbito exclusivo del varón.
Las necesidades crecientes que se observan en las familias, añadidas a la

41
disminución progresiva del salario real a lo largo de los años, a la pérdida
paulatina de algunos beneficios sociales para el trabajador y al
entendimiento que el trabajo puede representar un medio de realización
personal para la mujer, han terminado por dar forma a una situación en la
que el papel económico de la mujer en la familia es mucho mayor que hace
unas décadas. Según Arellano, “en los países noroccidentales, la mujer ha
aumentado últimamente su importancia como fuente de generación de
ingresos para la familia”.63 Esto hace que el trabajo ocupe buena parte de su
tiempo y que, en consecuencia, muchas decisiones de consumo sean
trasladadas al varón. En Latinoamérica, la mujer de las clases medias
también está tomando mayores funciones fuera del hogar; sin embargo, su
participación alcanza los niveles que se dan en los países noroccidentales. 64
En lo que respecta a las clases más desfavorecidas, es poco lo que se sabe
respecto a su participación en la economía del hogar. Si bien, como sostiene
Arellano, una rápida observación demostraría que la mujer en estas clases
es muy activa, aunque su participación económica no ha sido contabilizada
oficialmente65. Se entiende que, generalmente, está dispuesta a desarrollar
alguna actividad que contribuya a paliar algunas de las necesidades del
hogar, aunque, por regla general, esta intención todavía se ve frenada o
disminuida por la presión tanto del esposo como del entorno para que no
trabaje, en la medida que la condición de mujer de su casa se entiende
como condición de clase favorecida en el medio; es decir, como que, en la
familia, no hay necesidad de que la esposa también trabaje.
De aquí que se configuren tres situaciones laborales claramente
definidas, tanto en el caso del varón como de la mujer, que tienen diferente
incidencia en las aspiraciones, proyecciones y respuestas de los individuos y
de los hijos ante las circunstancias, entre ellas, los estudios y su desempeño
en los mismos.
En primer lugar, la estabilidad laboral de los padres, aun cuando el nivel
de ingreso no sea alto, permite a la familia efectuar elecciones y tomar
decisiones basadas en proyecciones de largo plazo. Estas contribuyen a
generar una sensación de bienestar y de seguridad emocional entre los
miembros de la familia, lo que se traduce en la posibilidad de que el hijo
dedique un tiempo más saludable a los estudios, libre de las tensiones que
acompañan las dificultades y carencias económicas, y en consecuencia
obtenga mejores resultados.

63
ARELLANO. 2003. Op.cit. pág. 44
64
Ídem
65
Ídem

42
Asimismo, la posibilidad de elección de una carrera profesional dentro de
los intereses del estudiante es mayor entre los estudiantes que proceden de
familias que gozan de estabilidad laboral, que entre quienes no la tienen. En
esa medida, el interés del estudiante sería un elemento reforzador en su
desempeño académico, lo que se traduciría en niveles de logro más altos y
mayores rendimientos.
En tercer lugar, la estabilidad laboral permite a los padres asumir, dentro
de sus posibilidades, las responsabilidades monetarias que implica seguir
una carrera profesional, lo que garantizaría la continuidad de los estudios por
parte del hijo y una mayor dedicación a los mismos. Y en ese sentido,
permitiría a los padres desalentar en sus hijos algún intento de interrupción
basado en preocupaciones de orden económico, que se traducirían en
desempeños más pobres y deficientes.
Por otro lado, la estabilidad laboral permite a los padres asumir con
facilidad actividades de esparcimiento y recreación, que, en el corto plazo,
se traducen en una mayor capacidad de atención y memorización por parte
del estudiante, lo que favorece su aprendizaje y su nivel de logro académico.
Asimismo, gozar de estabilidad laboral permite contar con la seguridad
suficiente como para atender las necesidades alimentarias y de salud de la
familia, contribuyendo de esa manera a incrementar sus niveles nutricionales
y la capacidad mental y física necesarias para desarrollar adecuadamente
los estudios superiores.

3.2.3. Ocupación de los padres.


En las sociedades noroccidentales, hay una relación casi implícita entre el
tipo de ocupación y el prestigio social de la misma; asimismo, se verifica una
relación bastante considerable en el prestigio de la profesión u ocupación y
los ingresos66. En consecuencia, un ingeniero químico ocupa las más altas
esferas profesionales y de ingreso incluso por encima de un médico
especialista en el medio laboral profesional en los Estados Unidos,
mientras que las ocupaciones manuales ocupan los últimos lugares en la
escala de prestigio social67.
Sin embargo, en Latinoamérica, y sobre todo, en una coyuntura de
estabilidad macroeconómica, pero de paulatina pauperización de la familia,
como la que atraviesa el Perú, la relación tipo de ocupación y prestigio social
de la misma, y ocupación e ingresos, parece no ser tan estrecha. En los

66
ROBBINS. Op.cit.
67
Ídem

43
estratos medios, conformado principalmente por profesionales, tanto el
padre como la madre se ven en la necesidad de contribuir al ingreso familiar.
Esta necesidad forma a un escenario social donde, si bien el nivel de
instrucción de los padres con mayor énfasis el del padre es visto como
expresión de su éxito en el ámbito académico y en la esfera profesional, lo
cierto es que en la esfera social el éxito y el prestigio se ven más en función
de lo que la persona es capaz de hacer y de alcanzar con el nivel educativo
logrado y las habilidades adquiridas68. En ese sentido, la ocupación de los
padres como criterio de segmentación social, y como forma de concebir la
familia en el ámbito cotidiano, ha adquirido inusitada relevancia.
Se vislumbran varias razones que explican esta importancia reciente de la
ocupación. Primero, siguiendo el razonamiento de Robbins, hay carreras que
se han consolidado como de alto prestigio social. En Latinoamérica las
carreras que ocupan las más altas posiciones son Medicina, Derecho o
Administración en el nivel de postgrado. De aquí que quienes trabajan en
esas disciplinas son también quienes mayor posibilidad de éxito social
pueden alcanzar. Las ingenierías, a pesar de las posibilidades económicas
que permiten a quienes las siguen, ocupan un lugar menos prestigioso. Las
carreras de ciencias puras o humanidades no detentan ni por asomo la
relevancia social que tienen en los países desarrollados, en la medida que
quienes las siguen deben desempeñarse como docentes de educación
superior, en el mejor de los casos, o acceder a la carrera magisterial, en el
peor; en consecuencia, son vistos socialmente como profesores. La carrera
profesional más desprestigiada a lo largo de los últimos años, y por varias
razones, que van desde las remuneraciones a las que se puede acceder,
hasta el nivel de preparación que ostentan quienes la siguen, es Educación.
Por lo tanto, en el ámbito profesional universitario, que se identifica
mayormente con los estratos medios, la carrera seguida en conjunción con
el trabajo que desempeña (la ocupación) la persona y la institución donde
labora, constituyen un factor que expresa el éxito relativo alcanzado por la
misma.
En los estratos bajos, la ocupación también es un claro indicador del éxito
social y económico alcanzado por la persona. El comercio ambulatorio de
golosinas ocupa quizá el último lugar entre las actividades independientes,
entre quienes se reconocen como dueños de algún tipo de negocio, mientras
las empleadas del hogar y el personal de servicio de limpieza ocupan la
última posición entre los trabajadores dependientes.

68
KIYOSAKI, Robert T. y LECHTER, Sharon L. Niño rico, niño listo: cómo dar a sus hijos
una educación financiera sólida. Buenos Aires: Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara. 2004.

44
En contraste, en los estratos altos, la ocupación está relacionada con
funciones gerenciales, con asesorías legales y financieras y con funciones
de alto nivel en el sector público.
En ese sentido, el tipo de ocupación de los padres puede jugar un rol
importante en la manera como el estudiante enfoca y sigue una carrera
profesional. Si bien es cierto, que la elección de carera obedece a
motivaciones más personales y de algún modo a las presiones familiares
que se ejercen sobre el individuo, también se puede esperar que las
actividades del padre, la madre o el círculo cercano a estos, constituyan un
ejemplo a seguir por el individuo. Si el padre ha alcanzado un éxito relativo
en su carrera profesional, cabe esperar que el desafío implícito propuesto
por este logro al estudiante, constituya un motivo suficiente para impulsarlo a
obtener mayores niveles de logro. Así, la cercanía del estudiante hacia las
actividades laborales desarrolladas por los padres le permite conocer tanto
las características de determinada ocupación, como las fortalezas sociales
que le atañen, entre las que se pueden señalar su prestigio, sus
posibilidades en el mercado laboral, la imagen que se le asocia socialmente,
las posibilidades económicas que reviste, además de las posibilidades de
realización personal que entraña.
De lo expuesto, se deriva que la ocupación, que es producto de una
formación profesional, puede tener dos efectos importantes en la vida de un
individuo: por un lado, puede modificar su círculo social, ampliándolo, al
conocer mucha más gente que se desempeña en la misma área específica u
otras; identificándolo, al entrar en contacto con gente que comparte sus
mismos valores, principios, aspiraciones, en el nivel que ocupa en la
estructura organizacional; o rechazándolo, si considera que no satisface sus
aspiraciones ni responde a los valores que ha podido adquirir durante la
formación profesional. Pero, por otro lado, puede significar un factor de
movilidad social vertical, en el sentido de que un salario creciente, o la
participación en el accionariado de una organización, o una actividad
empresarial cada vez más sólida, le permite dejar atrás el estrato
socioeconómico del cual procede, en contraste con quienes terminan
perdiendo las condiciones que los ubican en determinado estrato, razón por
la cual las siguientes generaciones se ubican en los estratos bajos.
Cabe señalar que, atendiendo a las características señaladas en cuanto a
ocupaciones, prestigio social, posibilidades laborales del padre, de la madre,
posibilidades económicas, etc., se puede asumir que mientras mayor es el
prestigio social de una ocupación, mayores son las oportunidades laborales,

45
de aprendizaje, de información, académicas, de intercambio, etc., a las que
puede acceder tanto el individuo como su familia.
De aquí que se configure un escenario donde, a las ocupaciones más
prestigiosas socialmente, acompañen un sinnúmero de bondades y
oportunidades que van desde lo laboral hasta lo académico. La oportunidad
de acceder a información de calidad, la posibilidad de intercambio de
opiniones con mayor conocimiento de causa, la posibilidad de entender
mejor los procesos sociales, sus actores y relaciones internas, determinan
una mayor oportunidad de aprendizaje. Esto hace posible que un estudiante
universitario se encuentre en mejores condiciones para responder a los
desafíos de la actividad estudiantil. En consecuencia, cabe esperar que su
rendimiento académico sea mayor que el de similares cuyos padres cuentan
con ocupaciones de menos importancia social.
3.3. FACTOR ECONÓMICO

3.3.1. Dependencia económica


La dependencia económica se entiende como el hecho de no procurarse
los medios de subsistencia y de satisfacción de las propias necesidades y
aspiraciones por medio de actividades productivas que el mismo individuo
realiza. En consecuencia, para satisfacer sus demandas alimentarias, de
vivienda, de vestido, educativas u otras, debe recurrir a otra persona. Es
decir, los ingresos que percibe otra persona son destinados, en parte, a
cubrir las necesidades del individuo. Por lo general, en el caso de un
estudiante o de un menor de edad, quienes asumen el rol de proveer los
medios para la satisfacción de sus necesidades, son los padres, y en
algunos casos, cuando éstos no están, otros miembros de la familia.
Sin embargo, conviene tomar esta afirmación con algún cuidado. La
cultura, la idiosincrasia que caracteriza hasta cierto punto a una nación,
constriñen las libertades individuales y llegan a configurar los patrones
actitudinales y conductuales que identifican a su gente. Tanto adultos como
jóvenes y adolescentes se ven impregnados por ese espíritu que identifica a
su pueblo, y actúan en función de ese patrón.
Por otra parte, prácticamente en todas las sociedades occidentales,
algunos patrones son relativamente constantes, como el hecho de adquirir
mayor capacidad efectiva para tomar decisiones. Clifford dice que “(...) en la

46
época moderna, el adolescente afronta diversas decisiones”69, pero, sobre
todo, “debe decidir qué tipo de persona desea ser”.
Según Erikson (1968), “esta búsqueda de identidad es la tarea
fundamental de la adolescencia. [...] la familia ya no puede supervisar todos
los aspectos de la vida del adolescente, y la generalidad de los jóvenes
están ansiosos de empezar a tomar decisiones por su cuenta respecto a la
ropa, los amigos y la escuela.”70 Esta búsqueda abarca todos los espacios
en los que se desenvuelve el adolescente y se traduce en un sentido de
independencia. Clifford dice al respecto:
‹‹En teoría, esta nueva independencia [la de los adolescentes] de la
familia es motivada y excelente. En la práctica, puede ocasionar estrés,
sobre todo en el caso de los adolescentes que afrontan muchos conflictos
entre su elección [...] y la decisión de sus padres [...]. Algunas veces el
conflicto se centra en los propios deseos del joven [...] cuando tales
conflictos son generalizados y graves, la persona se sentirá impulsada hacia
muchas direcciones simultáneamente y será incapaz de tomar una decisión
sobre su futuro. A este problema lo conoce el vulgo con el nombre de “crisis
de identidad”.››71
Sin embargo, aun cuando este rasgo común es evidente en la mayoría de
adolescentes del mundo occidental, el hecho es que algunos patrones
conductuales y valorativos difieren según la sociedad de la que se trate. Y
uno de los patrones en los que mayor diferencia existe entre los países
desarrollados y los que se encuentran en vías de desarrollo, como ya lo
identificó Weber, es la actitud del adolescente hacia el trabajo y la
independencia económica, lo que genera una ética particular del trabajo, o
importancia que se le concede al trabajo como elemento básico,
fundamental del ejercicio de la independencia que pretende el individuo.
Esta actitud es lo que él identificó como el espíritu del capitalismo. Mientras
que en los países noroccidentales, no se puede concebir el ejercicio de una
auténtica independencia personal, sin independencia económica, en
América Latina, el ejercicio de la independencia personal no necesariamente
se sustenta en la independencia económica; en consecuencia, para el joven
latinoamericano el trabajo no tiene el valor económico ni la relevancia social
que sí la tiene para el noroccidental.
Es decir, mientras que en los países noroccidentales, el individuo tiende a
buscar una mayor independencia económica desde su adolescencia,
69
CLIFFORD. Op.cit. pág. 358
70
Ídem
71
Ídem

47
buscando trabajo o realizando alguna actividad que le procure un ingreso
adicional a su estipendio mensual proporcionado por sus padres, en América
Latina parece existir una negativa, tanto por parte de los padres como de los
parientes, a fomentar en el hijo el deseo de trabajar y de procurarse por sí
mismo algunas de las cosas que pueden servir para su satisfacción
personal. El argumento que comúnmente se esgrime, en especial en los
estratos de clase media, es que el muchacho no necesita nada y, por lo
tanto, debe dedicarse enteramente a estudiar.
En el caso de quienes tienen las necesidades básicas cubiertas, lo que
ocurre en los estratos medios y altos, el estudiante cuenta con un mayor
tiempo para dedicarlo a actividades académicas de interés propio;
actividades que identifica con su vocación. Sin embargo, despierta dudas
sobre el compromiso asumido con los estudios. Se ha encontrado que, en
estos casos, existe una relación entre la edad y el compromiso asumido con
los estudios, y por lo tanto con los logros en el aprendizaje.72 Es decir, se
verifica una diferencia entre los logros de estudiantes con 17 ó 18 años,
frente a estudiantes que cuentan con más de 25 años, de modo tal que se
puede concluir que, entre los estudiantes dependientes, y dentro de un
rango de los 17 a 26 ó 27 años, la edad representa un elemento a favor de
los mayores, en la medida que su compromiso respecto a los estudios es
más fuerte. Pero, como se advierte, esta relación empieza a declinar hacia
los 30 años, puesto que la necesidad social de contar con una ocupación es
mayor, convirtiendo, en consecuencia, la situación en una condición de
independencia, lo que deriva, muchas veces, en retiro voluntario del
estudiante73.
Además de la actitud hacia el trabajo, en los estratos bajos, la situación es
diferente. El mismo estudiante reconoce la necesidad de costearse la
alimentación, vivienda y estudios, si es que no participa en los ingresos
familiares, con lo cual su aporte se diluye entre todos los miembros de la
familia. En este caso, la obligatoriedad del trabajo y lo mismo podría
decirse para quien es independiente, sin considerar el estrato
socioeconómico al cual pertenece divide su tiempo entre actividades de
orden económico, que le procuran la satisfacción de sus necesidades
básicas, y otras actividades, como recreación, académicas, etc. En
consecuencia, en la medida que debe dividir su tiempo entre dos actividades
cuyo tenor es bastante diferente, es menor el tiempo dedicado a los estudios
72
LIZARZABURU de Campos, Lidia. Análisis del número de estudiantes de la Universidad
Privada San Pedro retirados por tercera matrícula, semestre 88-1-Niv. 93. Universidad
Privada San Pedro, Chimbote, Perú. 1993.
73
Ídem

48
y, probablemente, poca la transferencia de habilidades del ámbito laboral al
ámbito académico.
De aquí que se configuren dos escenarios con características distintivas:
un primer escenario, donde los estudiantes son dependientes, con
necesidades básicas cubiertas, lo cual les permite contar con mayor tiempo
de dedicación al estudio con mayores oportunidades de interrelación con
otros estudiantes en las mismas condiciones, lo que se traduce en niveles de
logro más altos y, en consecuencia, rendimientos más altos. Y un segundo
escenario, donde los estudiantes son independientes económicamente, y
deben costearse la satisfacción de sus propias necesidades, lo que los
obliga a dividir su tiempo entre actividades económicas y actividades
estudiantiles. El menor tiempo dedicado a los estudios se traduce en
menores niveles de logro y, en consecuencia, menores rendimientos.

3.3.2. Extensión de dependencia económica familiar y parental


En América Latina, el promedio de hijos se ubica entre los tres y cuatro
niños por familia, en conjunto, aunque con diferencias internas dependiendo
de las regiones y de los estratos socioeconómicos. En contraste, los países
noroccidentales cuentan con dos o a lo sumo tres hijos, arrojando un
promedio de 2,3 ó 2,4 hijos por familia. Por ello, como sostiene Arellano,
para diferenciar América Latina de los países desarrollados, conviene tener
en cuenta un aspecto importante respecto a la familia, además del papel
económico de la mujer: las diferencias en la estructura familiar. Ésta deriva
del ciclo de vida de la familia. Sin embargo, según Arellano, “el ciclo de vida
tradicional familiar (...) pierde sentido en América Latina”.74 Como sostiene
este autor, el ciclo de vida de los países desarrollados, determinado por
Wells y Gubar desde 1966, presenta a un grupo familiar que empieza con la
pareja joven sin hijos, pasa por una etapa de pareja con hijos pequeños, a la
que se le identifica como el “nido lleno”; continúa otra etapa con hijos
adolescentes, prosigue con una etapa “de pareja sola con hijos que ya se
fueron del hogar”, a la que se le identifica como nido vacío, y “termina con
los viudos solitarios, que disponen de una pensión de jubilación para atender
a sus necesidades”.75
En contraste con esa realidad, la estructura familiar evoluciona de otra
manera en América Latina. Como explica Arellano, sobre todo en las clases
menos favorecidas, no existe una etapa de “nido vacío”. El “nido está
siempre lleno, “tanto cuando hay hijos pequeños, como cuando los hijos se

74
ARELLANO. 2003. pág. 42
75
Op.cit. pág. 43

49
casan y, al menos, uno de ellos, se queda en el hogar paternal con su pareja
y sus hijos”76. En estos casos, la dependencia económica generalmente se
extiende a todos los hijos que todavía permanecen en el hogar paterno,
creando con ello una situación más difícil de afrontar para la pareja o el
miembro de la familia que es el principal responsable de generar los
ingresos familiares. Evidentemente, los recursos asignados a la satisfacción
de las necesidades de la familia deben ser repartidos entre todos los
miembros, generándose una situación en la que cada uno puede terminar
recibiendo apenas lo suficiente para sobrevivir o incluso menos.
Por otro lado, como explica Arellano, en América Latina, “difícilmente una
persona de edad vive en forma independiente”, ya sea porque “las
pensiones de jubilación en general son insuficientes, como porque los
aspectos culturales de nuestros países no aceptan este tipo de
situaciones”77. Esta realidad genera algunas disfunciones en el seno de la
familia. Como explican Kiyosaki y Lechter, el adulto mayor puede creer que
sus gastos después del retiro serán menores que durante su vida laboral,
pero lo que parecen olvidar es que sus gastos médicos y el tratamiento que
deben recibir crecen de manera alarmante78, hasta el punto de verificarse
una relación directa entre la edad y los gastos médicos. En consecuencia, el
hecho de sostener a una persona mayor en el hogar, puede representar una
carga bastante onerosa para el hijo o hija que asume esa responsabilidad.
Demás está decir que, en un acto de caridad implícita en la forma de pensar
de las familias latinoamericanas, las familias tienden a reducir los gastos en
diferentes rubros, salud, alimentación, estudios y recreación de los más
jóvenes, con tal de contar durante más tiempo con la presencia física del
adulto mayor que ha vivido con la familia.
Finalmente, existe en América Latina otra situación que la diferencia de
los países desarrollados, y que imprime características peculiares a la
familia. Cada día más familias albergan a uno o más parientes cercanos, con
el fin de ayudarles a abrirse un espacio en la sociedad. Generalmente, esa
ayuda, además de la vivienda, toma la forma de alimentación e incluso pago
de pensiones o materiales de instrucción, cuando el pariente tiene el deseo y
voluntad de estudiar. En consecuencia, la presión sobre la economía familiar
es mayor, y el gasto discrecional tiende a disminuir.

76
Ídem
77
Ídem
78
KIYOSAKI, Robert T. y LECHTER, Sharon L. Retírate joven y rico. Buenos Aires: Aguilar,
Altea, Taurus, Alfaguara. 2005. pág. 23

50
Esta realidad, tan característica de América Latina, configura dos
posibilidades generales de estructura familiar: una familia, cuyos miembros
dependientes se reducen únicamente a los integrantes de la familia nuclear;
una familia extendida, entre cuyos miembros se identifican abuelos, tíos u
otros parientes que también son sostenidos económicamente por los
principales aportantes de la familia.
Estas posibilidades se trasladan al ámbito educativo y dan forma a dos
tipos de situaciones que, parecen predeterminar dos tipos de tendencias y
resultados. En primer lugar, las familias que cuentan con mayor número de
personas dependientes, en la medida que su nivel de gasto discrecional se
reduce, tienden a efectuar menores aportes a la educación de sus
miembros, por lo cual el estudiante puede descuidar sus estudios para tratar
de responder maduramente a sus propias necesidades. En consecuencia, la
alta responsabilidad personal puede derivar en una menor dedicación a los
estudios, con lo cual el rendimiento del estudiante puede verse perjudicado.
En segundo lugar, las familias que se reducen a la familia nuclear o aquellas
en las que los hijos empiezan a marcharse del hogar paterno, tienen
oportunidad de efectuar un mayor gasto discrecional, con lo cual, si ese
gasto se destina a educación, los aprendizajes del estudiante pueden verse
favorecidos.

3.3.3. Extensión familiar económicamente activa.


Como sostienen Kiyosaki y Lechter, en la Era Agraria, se consideraba una
importante inversión contar con una familia numerosa. Téngase en cuenta
que el sostenimiento de la familia dependía de la tierra como factor de
producción79. Para ello, las familias debían contar con varios miembros que
contribuyeran a la producción de la tierra mediante las tareas agrícolas.
Desde esa perspectiva, podía asumirse, entonces, que un mayor número de
integrantes de la familia permitía una mayor posibilidad de trabajar
productivamente la tierra y, en consecuencia, de obtener mejores
rendimientos de ésta.
En la actualidad, ese argumento es discutible, especialmente, en algunos
estratos socioeconómicos. A pesar de la modificación paulatina de los
paradigmas económicos, productivos y laborales, se verifica todavía una
relación entre un mayor número de miembros familiares y una mayor
posibilidad de mejorar las condiciones de vida. Esta relación se observa
tanto en los medios rurales latinoamericanos, donde las familias tienen como

79
KIYOSAKI y LECHTER. El juego del dinero. pág. 57

51
actividad económica principal la pequeña agricultura, como en los estratos
socioeconómicos menos favorecidos, en las ciudades.
En el campo, el pequeño agricultor, de pensamiento tradicional, hasta
cierto punto ignorante acerca de los modelos de gestión que dan vuelta al
mundo, prefiere incrementar el número de integrantes de la familia. El fin que
se persigue es contar con un mayor número de brazos que hagan posible
contribuir al mejoramiento de la producción y a un incremento de la
productividad de la tierra.
Por otro lado, en las ciudades, entre las familias menos pudientes de las
zonas urbano – marginales, parece que los padres actúan según el principio
de que mientras más miembros existan en una familia, mayores serán las
oportunidades de acceder al mercado laboral. En consecuencia, la
esperanza se remite al hecho de generar una mayor posibilidad de alcanzar
un nivel de ingresos satisfactorio.
De lo expuesto se verifica, entonces, que, entre los estratos más
empobrecidos, el número de miembros de la familia que efectúan aportes
económicos a la misma sigue constituyendo un aspecto importante para
incrementar la capacidad adquisitiva de la familia y, en consecuencia, su
capacidad de gasto discrecional. El mayor número de miembros de la familia
que proveen dinero a la familia, significan no solo un mayor ingreso, sino
también un mayor número de oportunidades de aprendizaje. Así, las
posibilidades familiares para responder satisfactoriamente a diferentes
responsabilidades y compromisos económicos, motivacionales y relacionales
vinculados directa o indirectamente con las expectativas estudiantiles y
profesionales de los hijos, se incrementan. Con ello, se incrementa también
la posibilidad del estudiante de responder adecuadamente ante los desafíos
implícitos en todo proceso de enseñanza – aprendizaje.
En síntesis se puede argumentar que el número de miembros cuyos
ingresos conforman los ingresos familiares, se relaciona inversamente con la
capacidad de asumir gastos en diferentes aspectos educativos y, en ese
sentido, con la posibilidad de obtener mejor rendimiento. Es decir, mientras
más extensa es la familia de la cual procede el estudiante, cabe esperar un
menor rendimiento, en contraste con el rendimiento obtenido por estudiantes
cuyas familias están integradas por pocos miembros. Por el contrario, en las
familias con reducido número de integrantes, cabe esperar un rendimiento
más alto, en la medida que el gasto discrecional es mayor y se puede derivar
hacia los estudios del hijo.

52
3.3.4. Ingresos familiares.
Los ingresos familiares están constituidos por la sumatoria total de las
remuneraciones que perciben por su ejercicio laboral los principales
miembros de la familia que generan ingresos. Son el resultado directo de las
remuneraciones percibidas. Y tradicionalmente, como refieren Stoner et al.,
la remuneración “ha estado ligada a un trabajo particular o a la descripción
de un puesto”80; es decir, a ocupaciones determinadas y al nivel de
calificación ocupacional de los miembros de la familia que han alcanzado
una ubicación en el mercado laboral. La idea general es que cuanta más
responsabilidad tiene una persona en su ocupación, tanto mayor es la
remuneración que debe percibir.81 En consecuencia, dependerá mucho del
tipo de ocupación que desempeñan los miembros de la familia que
desempeñan actividades laborales la generación de un monto que permita
su distribución en el hogar de acuerdo a las necesidades de cada uno de los
miembros de la familia.
Asimismo, tradicionalmente los trabajos son calificados mediante un
sistema de evaluación del trabajo que mide variables como la cantidad de
subalternos, el nivel de la jerarquía de la organización y la complejidad e
importancia de la función laboral.82 Mediante este enfoque tradicional o
burocrático, los ejecutivos de mandos superiores de una organización suelen
ser muy bien remunerados; los empleados de niveles más bajos quizá estén
bien remunerados, como en los Estados Unidos y Canadá, o por lo menos,
pueden contar con una remuneración que permita sostener un modo de vida
de relativa calidad, con algunos beneficios, como en Latinoamérica; pero los
niveles más bajos de la escala corporativa, integrada por obreros,
trabajadores manuales o empleados de servicios conexos pero no
esenciales (vigilancia, limpieza) son quienes perciben las remuneraciones
más bajas.
Sin embargo, como sostienen Stoner et al., hoy, muchas organizaciones
han adoptado otro enfoque ante la remuneración, que evita la vinculación, en
ocasiones burocrática y jerárquica, con las descripciones de los trabajos y
los espacios de control. Este enfoque de la nueva retribución se basa en las
respuestas ante el mundo del compromiso dinámico que enfrentan las
organizaciones.83 De este modo, las remuneraciones dependen menos del

80
STONER, FREEMAN Y GILBERT. Op.cit. pág. 435
81
Idem
82
Idem
83
Idem

53
puesto, y más de los resultados que el trabajador puede generar para la
organización.
Como sostienen Michaels, Handfield – Jones y Axelrod, “hace una
generación, una carrera era el medio para alcanzar un fin: pan y techo para
la familia”.84 En ese contexto, después de ingresar a trabajar en alguna
empresa y hacer el trabajo que se le asignaba, el individuo ascendía poco a
poco por la escalera corporativa. De modo que “la carrera y la remuneración
no llegaban a su auge sino hasta que uno frisaba ya en los 50 o los 60
años”.85
En la actualidad las cosas han cambiado, en algunos espacios, o
empiezan a cambiar, en otros. Una carrera se ha convertido en otra cosa.
Michaels, Handfield – Jones y Axelrod sositienen: “Las personas talentosas
quieren mucho dinero y todas las prerrogativas. (...) quieren que el trabajo
sea apasionante y que la función los entusiasme; quieren sentirse
enriquecidos por las oportunidades de carrera e inspirados por los líderes de
la empresa, la profundidad de su gerencia y su sentido de misión.”86
Esta nueva situación configura un espacio organizacional donde el precio
del talento sigue subiendo y las diferencias no sólo ocupacionales, sino
sobre todo de resultados para la organización, se traducen en diferencias
bastante considerables en los ingresos que percibe una persona y, en
consecuencia, su familia.87
Las consecuencias en los diferentes aspectos de la vida cotidiana son
evidentes, pues los ingresos están relacionados directamente con mejores
condiciones de vida, en la medida que, mientras más altos son, permiten
acceder a mayores comodidades, tanto en lo que respecta a ambientes de
vivienda, recreación, como en lo que concierne a servicios básicos.
Asimismo, se relacionan con el acceso a la información de los miembros de

84
MICHAELS, HANDFIELD – JONES y AXELROD. Op.cit. pág. 45
85
Idem
86
Ídem
87
La compensación inicial para estudiantes de postgrado de administración de empresas de
las 25 principales facultades de los Estados Unidos aumentó en 36% de 1997 a 2001, hasta
llegar a los 127 mil dólares anuales, en contraste con un trabajador de los niveles más bajos
de una organización, cuya compensación inicial apenas alcanza los 10 mil a 15 mil dólares.
(MICHAELS, HANDFIELD – JONES y AXELROD. Op.cit. pág. 58.) En el Perú sucede algo
parecido, salvando las distancias salariales entre uno y otro nivel: un egresado de ESAN
percibe como compensación inicial entre 3500 y 7000 soles, es decir, de 1000 a 2000
dólares mensuales, lo que totaliza una compensación de 12 mil a 32 mil dólares anuales,
considerando de 12 a 16 sueldos al año. En contraste, un obrero fabril o un trabajador de la
construcción, con contrato formal y con beneficios, en los niveles más bajos, con un salario
de apenas S/. 700 a S/. 800, alcanza una compensación anual máxima de 12 mil soles, es
decir, de poco más de 3300 dólares.

54
la familia, en especial de quienes trabajan activamente y los hijos; la
posibilidad de acceder a bibliotecas e, incluso, de conformarlas en casa, es
mayor que en el caso de las familias de menores ingresos; la posibilidad de
contar con internet en casa, con suscripciones de periódicos o revistas
culturales y especializadas, televisión por cable, etc., también son mayores.
En este sentido, entre los estratos que mayores ingresos perciben, la
televisión abierta no es tan recurrida como medio de información, como en
los estratos de menores ingresos, sino la televisión por cable y los periódicos
considerados más serios.88 Como señala Arellano, por lo menos, más del
80% de los afortunados, estilo de vida que identifica con los sectores de
mayores ingresos, cuenta con televisión por cable y hasta 98% leen
periódicos, en especial El Comercio.
Por otro lado, el acceso a mejores niveles de tratamiento de la salud es
otro aspecto en el que se verifican diferencias sustanciales. Mientras que en
los estratos de menores ingresos, el trabajo formal se ve asistido por el
servicio de salud que presta la seguridad social, mediante Essalud, en los
estratos de mayores ingresos, la atención en salud se realiza por medio de
aseguradoras privadas, que alcanzan estándares internacionales en
diagnóstico, tratamiento y hospitalización.89
Por otro lado, también se verifica otra diferencia: mientras en los estratos
de menores ingresos se identifica una cultura orientada hacia el tratamiento
de la enfermedad por medios tradicionales o populares, que no siempre
llegan a responder satisfactoriamente, en los estratos de mayores ingresos
se verifica una cultura orientada a la prevención, razón por la cual el
consumo de vitaminas, antioxidantes, energéticos, no sólo es mucho más
alto, sino más difundido, con lo que, en el mediano y largo plazo puede
significar un menor tiempo y gasto de atención médica. Menor tiempo y
gasto que pueden orientarse a proyectos personales o familiares mucho más
satisfactorios y productivos desde el punto de vista de las aspiraciones del
individuo o de las relaciones entre los miembros de la familia.
Asimismo, los ingresos están relacionados con el acceso a los servicios
educativos y la calidad de los mismos. En los estratos de mayores ingresos,
se cuenta con la posibilidad y la intención de acceder a una educación
privada, ante la crisis manifiesta del sistema de educación estatal. De los
poco menos de 1 900 000 estudiantes matriculados en el nivel secundario

88
ARELLANO. 2000. Op.cit. En el Perú, los periódicos considerados más serios, en el
sentido de responsabilidad en la información, son El Comercio y La República, aparte otros
periódicos especializados, como Gestión.
89
Op.cit. pág. 152 – 161.

55
para el año 2002, casi un 17% asistía a colegios privados, concentrados
totalmente en las zonas urbanas. Asimismo, de los casi 100 000 docentes
que conducían el proceso de aprendizaje, poco más de 20% laboraba en
colegios de gestión privada.90 Estos datos muestran un déficit, que tiende a
crecer, entre la proporción de estudiantes que son atendidos por la
educación de gestión estatal y la proporción de docentes que deben cubrir el
servicio. En consecuencia, son quienes cuentan con mayores ingresos los
que acceden al sistema escolar desde una posición que les ofrece ventajas
incluso desde la atención del servicio, en contraste con quienes, por no
poder acceder a la educación privada, deben conformarse con una menor
cobertura relativa por parte de los docentes.
Por otra parte, los ingresos se relacionan directamente con la cantidad de
materiales educativos y juegos didácticos que una familia puede adquirir
para beneficio intelectual y formativo de sus hijos. Díaz y Martins enfatizan el
rol multisensorial que juegan los materiales de enseñanza, lo que estimula el
logro de aprendizajes más profundos91 en la medida que se estimulan mayor
cantidad de sentidos. Esta posición se relaciona con los supuestos de
Gardner, en el sentido que las diferentes inteligencias que coexisten en la
persona deben ser estimuladas de acuerdo con las características que las
definen y no desde una perspectiva sesgada y limitante, como la que se ha
venido dando en la educación estatal, que sólo privilegia las inteligencias
lógico – matemática y lingüístico – verbal. En consecuencia, los materiales
didácticos facilitan el aprendizaje y consiguen una mayor profundidad en el
conocimiento adquirido. Y ya Decroly, desde hace más de 50 años,
destacaba el rol que desempeñan los juegos didácticos para motivar al niño
y generar aprendizajes significativos y duraderos.92 Los juegos didácticos no
sólo motivan al aprendiz, sino que facilitan enormemente el aprendizaje al
crear un entorno favorable y por su mayor capacidad para conseguir la
transferencia de habilidades y competencias a áreas distintas del saber.
De aquí que se pueda distinguir dos escenarios marcadamente diferentes:
En primer lugar, un escenario en el cual los ingresos familiares son altos,
pues proceden de ocupaciones profesionales calificadas o de negocios
crecientes. Esta situación permite, primero, el acceso a servicios educativos

90
MINISTERIO DE EDUCACION DEL PERÚ. Diseño Curricular Básico de Educación
Secundaria. Documento de trabajo. Lima, Dirección Nacional de Educación Secundaria y
Superior Tecnológica. Unidad de Desarrollo Curricular y Recursos Educativos de Educación
Secundaria. s/f. pág. 8
91
DÍAZ y MARTINS. Op.cit.
92
DECROLY, O. y MONCHAMP, E. El juego educativo: Iniciación a la actividad intelectual y
motriz. Lima: Orbis Ventures S.A.C. 2005.

56
privados, en donde se verifica un mayor nivel académico conjunto debido a
la mayor exigencia que recae sobre los estudiantes; segundo, permite la
adquisición de materiales educativos que facilitan el aprendizaje y motivan al
estudiante a desarrollar mayores actividades de aprendizaje.; y tercero,
permite un mayor acceso a la información más reciente y menos deformada,
lo que facilita en el estudiante arribar a respuestas más precisas. En
consecuencia, el estudiante que procede de familias que cuentan con
ingresos más altos, se encuentra en ventaja en relación a sus compañeros
cuyas familias cuentan con menores ingresos.
En segundo lugar, se verifica un escenario en el cual los bajos ingresos
de la familia obligan a contar con servicios educativos de gestión estatal,
hecho que determina un menor nivel de preparación en el estudiante,
respecto a sus similares de instituciones educativas privadas; una realidad
en la que casi no se pueden adquirir materiales educativos de calidad, que
cumplan con las funciones de motivar y facilitar el aprendizaje; una realidad
en la que el acceso a la información es limitado, por falta de un presupuesto
que permita la adquisición de medios informativos. Esta realidad da forma a
una situación donde el estudiante se encuentra en desventaja frente a sus
compañeros de mayores recursos, por lo cual es de esperar que su
rendimiento sea menor.

4. REFLEXIONES FINALES
En torno a la amplitud del marco teórico propuesto
Después del análisis teórico efectuado, que abre amplias posibilidades
para la propuesta de hipótesis de trabajo en torno a la posible relación entre
los factores mencionados y el aprendizaje o el rendimiento académico de los
estudiantes universitarios, es claro que sólo el estudio de estas posibles
relaciones en progresivas investigaciones de campo podrá dar cuenta de la
validez de las mismas. Los estudios deben recorrer escenarios diversos del
país, en el caso del Perú, de modo que se puedan identificar situaciones
particulares en función de las regiones políticas, al mismo tiempo que
permiten establecer contrastes en varios sentidos: entre la capital del país
respecto de los otros departamentos; entre las capitales de departamento
respecto de sus provincias; entre las universidades del norte del país
respecto de las del sur o del centro o del oriente; entre las universidades
privadas y las estatales; entre las universidades de reciente creación y las
más antiguas; etc. Este esfuerzo permitiría ampliar el conocimiento adquirido
y teorizado respecto de la formación universitaria en uno de sus aspectos

57
más reconocidos: el rendimiento académico, como expresión del logro de
aprendizajes en este nivel de educación.
En torno a la aplicación del marco teórico desarrollado
En el contexto inmediato, en una universidad del sur del Perú, se
realizaron dos y hasta tres estudios que fundamentan sus hipótesis en el
marco teórico que aquí se desarrolla, si bien uno de ellos evidencia menos
deuda con los supuestos planteados. El primero es un estudio que relaciona
un factor de índole psicológica, que su autor identifica como tipo de carácter,
con el rendimiento académico.93 El tipo de carácter se concibe como el
conjunto de elementos caracterológicos, de origen no somático y
relativamente estables, que resulta de la experiencia adquirida por el
individuo en el proceso de interacción con su medio físico y social; y sus
elementos constitutivos se identifican con algunos aspectos específicos de
los atributos de personalidad y de otras variables de índole motivacional.
Un segundo estudio relacionó los factores socioeconómicos familiares,
entendidos como un conjunto de aspectos sociodemográficos, sociales y
económicos que caracterizan la familia del estudiante, con el rendimiento
académico, también en un contexto universitario94 En este caso, el factor
socioeconómico familiar fue definido en función de tres dimensiones: factor
sociodemográfico, factor social y factor económico; y 14 variables: grupo
etario, zona de residencia, estado civil, dependencia económica, miembros
de la familia económicamente dependientes, otros parientes que dependen
económicamente, miembros de la familia económicamente activos, ingresos
familiares, nivel de instrucción del padre, nivel de instrucción de la madre,
condición laboral del padre, condición laboral de la madre, ocupación del
padre y ocupación de la madre. Se encontró que el rendimiento académico
depende de la zona de residencia, del ingreso familiar, del nivel de
instrucción del padre y de la ocupación de la madre.
En un tercer estudio, que se realizó entre estudiantes de educación
superior de la ciudad de Ilo, también en el sur del Perú, se examinó la
relación entre el factor económico familiar y la elección de carrera

93
PAREDES Vargas, Oscar. Influencia que ejerce el tipo de carácter en el rendimiento
académico de los estudiantes de la facultad de ingeniería de la Universidad José C.
Mariátegui, de Moquegua. Tesis para optar el grado de magíster en Docencia Universitaria y
Gestión Educativa. Universidad Privada de Tacna, Tacna, Perú. 2005.
94
MANCHEGO Cama, Genaro. Factores socioeconómicos y rendimiento académico del
estudiante de primer semestre de Ciencias de la Salud de la Universidad “José Carlos
Mariátegui”, Moquegua – 2005. Tesis para optar el grado de magister en Docencia
Universitaria y Gestión Educativa. Universidad Privada de Tacna, Tacna, Perú. 2006.

58
profesional95. En este estudio, la muestra estuvo conformada por estudiantes
universitarios y estudiantes de institutos superiores. La elección de carrera
profesional fue definida en función de dos dimensiones: actitud hacia la
carrera profesional elegida y preferencia inducida en la carrera; y el factor
económico familiar fue definido en función de dos dimensiones: la extensión
de la familia y los ingresos familiares, en la que se consideran los miembros
familiares económicamente activos y los ingresos familiares como sumatoria
total de ingresos; y una dimensión laboral – ocupacional, en la que se
incluyen la condición laboral del padre, la condición laboral de la madre, la
ocupación del padre y la ocupación de la madre. En este caso, se encontró
que la actitud hacia la carrera profesional depende de los ingresos familiares
y la condición laboral del padre; y que la preferencia inducida en la elección
de carrera depende de la ocupación de la madre.
Si bien estos dos estudios muestran que algunas de las variables
analizadas teóricamente no encuentran evidencia empírica que apoye el
supuesto de que se relacionan con hechos ligados al aprendizaje y al
rendimiento académico en los grupos humanos estudiados, cabe destacar
que los resultados aún son incipientes para aceptar o rechazar las hipótesis
que se derivan del análisis efectuado.
En torno a la capacidad heurística del marco teórico desarrollado
El análisis realizado deriva en hallazgos que contribuyen a enfatizar líneas
de investigación ya abordados en diferentes medios no sólo del país, sino de
Latinoamérica. Así, como se había supuesto, algunos indicadores
socioeconómicos familiares, que desde cierta perspectiva pueden
considerarse tradicionales en la identificación de factores que se relacionan
con el rendimiento académico del estudiante, corroboran empíricamente su
posición teórica. Esto significa que, en la medida que las familias adoptan
una línea de acción si se trata de variables en las que se puede ejercer
algún tipo de decisión o son susceptibles de identificarse con alguna
categoría o clase de las variables consideradas si se trata de variables no
decisionales , existe la probabilidad no despreciable de que el rendimiento
académico del estudiante siga en consecuencia determinada orientación:
positiva o negativa.
En ese sentido, a modo de ejemplo, cabe señalar que, aunque el criterio
de la zona de residencia ha sido utilizado comúnmente como indicador
95
COAGUILA Mita, Eloy. Incidencia del factor económico familiar en la elección de carrera
profesional del estudiante de nivel superior de la ciudad de Ilo – 2005. Tesis para optar el
grado de magister en Docencia Universitaria y Gestión Educativa. Universidad Privada de
Tacna, Tacna, Perú. 2006.

59
demográfico, el uso social que paulatinamente se le ha venido asignando en
los estudios sociales en el Perú, debido a una rápida identificación con
estratos sociales que tradicionalmente habitaban determinados barrios en
las grandes ciudades, obliga a un uso desde una perspectiva de
interpretación más social, antes que sólo demográfica. Las características de
algunas ciudades del país, cuya zona urbana tradicional está habitada por
personas que tradicionalmente estaban ligadas al ámbito rural, exigen que
se rectifique su pertinencia como indicador socioeconómico y su
reinterpretación como indicador social.
Con estas consideraciones en cuenta, es necesario señalar que la
relevancia estadística de este indicador está de acuerdo con la línea de
argumentación seguida anteriormente, línea que también corroboran los
hallazgos de Arcia, Porta y Laguna, en Nicaragua, quienes encontraron que
la equidad territorial significaba una diferencia significativa en el rendimiento
de estudiantes de primaria96; es decir, quienes habitaban en zonas urbanas
obtuvieron mejores calificaciones respecto a sus homólogos de zonas
rurales. Esto significa que hay mayor probabilidad de que los estudiantes
que habitan en zonas urbanas obtengan un mejor rendimiento que quienes
habitan en zonas rurales. Cabe suponer que el grado de acceso a la
información que se verifica en uno u otro medio puede constituir suficiente
elemento de explicación a la diferencia, pero no debe desestimarse la
importancia de las expectativas futuras que imprime cada medio en el
estudiante. Como sostienen estos autores, el entorno económico y social de
la familia el grupo humano que rodea a la familia , inciden en el
aprendizaje del individuo.97
De acuerdo con ese razonamiento, cabe suponer que en las zonas
rurales, el mismo hecho de ser parte de un medio ligado a la agricultura, una
actividad que, como señalan Samuelson y Nordhaus, tiende a la disminución
de la renta para el agricultor al mismo tiempo que incrementa su
productividad98; y en ese sentido, un medio que progresivamente asiste a su
pauperización y abandono; constituye un freno suficientemente poderoso
para expectativas más optimistas por parte del estudiante.
Asimismo, los resultados aquí encontrados están de acuerdo con los
supuestos de Fuentes, quien señala que los estudiantes que habitan en
zonas marginales o urbano marginales, en los que muchos de los servicios
básicos aun no se proveen completamente, obtenían menor rendimiento que

96
ARCIA, PORTA y LAGUNA. 2004. Op.cit.
97
Ídem
98
SAMUELSON y NORDHAUS. Op.cit.

60
los estudiantes de zonas urbanas.99 Esto significa, como se sostuvo, que es
más probable que los estudiantes que habitan en zonas urbanas obtengan
rendimiento académico más alto, en contraste con quienes habitan en zonas
urbano marginales.
Como sostiene Tapia, cabe suponer que uno de los elementos asociados
o que identifica plenamente la zona de residencia en las ciudades, esté
constituida por las relaciones interpares100 y por el tipo de búsquedas o
expectativas que éstas tienen. Es decir, el estudiante, en la ciudad o en
zonas aledañas a ellas, como las identificadas aquí como zonas marginales
y urbano marginales, estaría sometido constantemente a la poderosa
influencia del círculo social (amigos, conocidos, enamorada, etc.) que lo
rodea. Influencia que se puede manifestar en forma de modelos
conductuales, actitudes de grupo, valores asumidos, etc. en otras palabras,
las mejores expectativas de la juventud en estos barrios podría ser móvil de
la relativización progresiva de los estudios, por lo cual se tiende a descuidar
los estudios.
En lo que respecta al nivel de instrucción de los padres, en especial del
padre, existe ya una creciente literatura que lo ubica como un factor
relacionado con el rendimiento académico. En el ámbito internacional, Edel
encontró que el nivel de instrucción de los padres se asocia al rendimiento
académico del estudiante, lo que supone una diferencia significativa entre
estudiantes de nivel superior con padres con alto nivel de escolaridad, frente
a estudiantes cuyos padres no habían superado niveles de escolaridad
determinados como el equivalente a primaria o secundaria101. También
destaca que, aunque en el nivel de educación media la diferencia entre
ambos grupos era más pronunciadas, en los estudios superiores la brecha
entre ambos grupos disminuía, aunque las diferencias continuaban siendo
significativas.
En el mismo sentido, en el ámbito nacional Sánchez encontró que el bajo
rendimiento académico y, sobre todo, la deserción del estudiante, depende,
entre otros factores, del nivel de escolaridad del padre, más no de la madre.
La explicación que subyace a su hallazgo es que los logros académicos del
padre son asumidos por el estudiante universitario como un desafío que

99
FUENTES Bagaría, Carlos. El desarrollo de habilidades sociales como auxiliar del éxito
académico. 2004. Consultado en marzo, 26, 2006 en
http://www.puntoedu.edu.ar/comunidades/ hu/pedagogia/info/bagaria.pdf.
100
TAPIA. Op.cit.
101
EDEL Navarro, Rubén. Factores asociados al Rendimiento Académico. Revista
Iberoamericana de Educación. Consultado en marzo, 20, 2006 en www.ucm.es/BUCM/cee/
doc/01-01/0101.PDF

61
debe ser superado, como una frontera entre lo alcanzado en lo que se
considera incluso a la familia, y no solo al progenitor específico y las
102
posibilidades que se le abren en el futuro. En ese sentido, Sánchez
descarta la explicación más simple de que el estudiante toma al padre como
un modelo a imitar, de modo que mientras más altos son los logros
académicos del padre, mejor es el desempeño del estudiante; y sugiere la
idea de una responsabilidad muchas veces, no reconocida
conscientemente por el individuo del estudiante hacia la sociedad que
verifica y evalúa su desempeño; en este caso, representada por la
universidad.
Sin embargo, también en el ámbito nacional, autores como Vásquez,
encontraron que el rendimiento académico y la deserción depende de otras
variables socioeconómicas personales y familiares, como la presencia de
hijos y el número de hermanos que estudian, pero no encontraron relación
significativa con el grado de escolaridad de los padres.103 Cabe señalar que
esta autora no efectuó un análisis por separado del nivel de instrucción
referido al padre y a la madre.
En lo que respecta a los ingresos familiares, los resultados encontrados
corroboran una línea de interpretación con vasta tradición en el quehacer
científico: que, cuando los ingresos familiares son más altos el rendimiento
académico del estudiante tiende a ser más alto. En el ámbito internacional,
Edel encontró claras diferencias en cuanto al rendimiento académico de
estudiantes universitarios cuyos padres señalaban también diferencias
importantes en su ingreso mensual.104 Las razones que explican este
argumento van desde las materiales hasta las psicológicas. Entre las
primeras, este autor considera la posibilidad de acceder a mayores niveles
de información específica sobre contenidos y materias por medio de la
adquisición de material bibliográfico y recursos didácticos; pero, sobre todo,
considera la posibilidad mayor de acceder a información calificada, ya sea
porque durante los estudios secundarios recibió educación privada, que
tienen una mayor dedicación al estudiante que lo que puede brindar la
escuela.
Entre las razones psicológicas que sugiere este autor se tienen la
autoestima y autoconfianza que genera el hecho de reconocer que los
102
SÁNCHEZ. Op.cit.
103
VASQUEZ Castillo, Hilda. Algunos factores biológicos, socioeconómicos y culturales
influyentes en la deserción de los estudiantes de la Escuela de Enfermería, UNT. Tesis para
optar el grado de Maestro en Docencia Superior. Universidad Nacional de Trujillo, Trujillo,
Perú. 1997.
104
EDEL. Op.cit.

62
mayores ingresos de los padres garantizan la suficiente solvencia como para
no experimentar frustraciones en la adquisición de materiales, asistencia a
eventos académicos y culturales, compartir experiencias juveniles, etc.
De igual manera, también en el ámbito nacional, Villanueva encontró que
existía correlación positiva moderada entre los ingresos familiares y el
rendimiento académico del estudiante.105 En ese sentido, se verificó la
hipótesis de trabajo que sostenía que a mayores ingresos de los padres,
mayor era el rendimiento del estudiante en la universidad. Sin embargo,
cabe tener en cuenta lo hallado por Vásquez, en el sentido que esta relación
se cumple siempre y cuando el estudiante considere que la carrera elegida
se encuentra dentro de lo que podría definirse cómo su propia área
vocacional. Es decir, cuando la carrera elegida no es del agrado del
estudiante, o cundo éste no reconoce que su vocación se identifique en su
carrera, la relación deja de cumplirse, aunque, a grandes rasgos, y en el
análisis de las tendencias, sea verificada.
Por otro lado, cabe señalar que la relación entre los ingresos y el
rendimiento académico no obedecería a una correlación positiva lineal,
donde los ingresos crecen indefinidamente, y el rendimiento académico del
estudiante también lo hacen. Esta relación parece cierta en determinados
espacios socioculturales, donde los ingresos juegan un rol decisivo, como en
el caso de los medios profesionales con altos ingresos. En ese sentido, no
habría diferencia entre el rendimiento académico de estudiantes cuyos
padres obtienen altos ingresos por ejercicio profesional y el rendimiento
académico de estudiantes cuyos padres obtienen ingresos muchos más
altos pero por actividades empresariales. Es decir, de acuerdo con este
razonamiento, los ingresos familiares juegan un rol importante en el
rendimiento académico del estudiante, pero sólo hasta el punto en el cual no
suponen diferencia entre los grupos con altos ingresos y los grupos con
ingresos muy altos. Es más, siguiendo una línea de interpretación que
empieza a tomar fuerza, podría sugerirse que son los estudiantes de las
clases media y media alta, es decir, estudiantes cuyos padres ostentan
ingresos suficientes y relativamente altos, quienes alcanzan mayores
rendimientos, antes que los estudiantes con mayor poder adquisitivo.
Si bien en la argumentación teórica se ha sostenido que la ocupación de
los padres se relaciona con el rendimiento académico, no deja de sorprender

105
VILLANUEVA Tarazona, Eva. Relación entre algunos factores psicosociales y el
rendimiento académico de los estudiantes de la Facultad de Ciencias Biológicas de la
universidad Nacional de Trujillo. Tesis para optar el grado de Maestro en Tecnología
Educativa. Universidad Nacional de Trujillo, Trujillo, Perú. 1997. pág.31

63
que en los estudios citados se verificara esta relación para el caso de la
madre, mas no así para el padre. Cabe señalar que las líneas de
investigación que han llegado a resultados similares en este sentido no son
abundantes. Es más, en el país, al parecer, se ha dejado de lado esta
variable en torno a la madre y se ha privilegiado el análisis desde el punto de
vista de la ocupación o tipo de ocupación del padre. Por ello, evidencia
empírica en favor de esta relación no se ha encontrado, como sí se dio en
los estudios citados.
Considerando que el factor ocupación del padre que en otros estudios
adquiere marcada relevancia no resultó significativo para el rendimiento
académico, lo cual resta fuerza empírica al factor ocupación de los padres,
en general, conviene examinar las razones subyacentes a la variable
ocupación de la madre con algún cuidado. En otras palabras, ¿qué explica
que la ocupación de la madre se relacione significativamente con el
rendimiento académico? Quizá la razón más plausible se remita a la primera
hipótesis sostenida en nuestra argumentación teórica: que cuando la
ocupación de la madre se identifica con actividades profesionales, la
posibilidad del estudiante de acceder a entornos sociales calificados es
mayor; en consecuencia, adquiere una mayor responsabilidad en relación a
su medio social, que se puede identificar con la intención de guardar una
positiva imagen ante la sociedad, y que se traduce en un mayor esfuerzo
desarrollado en los ámbitos académicos que conduce a mayores logros
académicos.
Finalmente, en el caso de estudios realizados en otros países de la
región, sobre todo en aquellos cuya idiosincrasia y experiencia de desarrollo
o, para ser más precisos, de subdesarrollo son hasta cierto punto lo
suficientemente próximos a la realidad peruana, como ocurre con varios de
los países latinoamericanos, operaría la misma lógica en el planteamiento de
hipótesis e identificación de variables e indicadores, lo que sustentaría la
pertinencia de adscribirse al marco teórico desarrollado aquí.
En torno a la emergencia de la noción de factor sociocultural
Por otro lado, a la luz de los resultados referidos aquí, se destaca la
importancia que adquieren las variables socioeconómicas que caracterizan a
la familia, en lo que concierne a determinantes del aprendizaje y rendimiento
académico universitario, superando de ese modo la estrechez de una
perspectiva limitada a los ingresos económicos de la familia. En ese sentido,
tanto el enfoque seguido para analizar teóricamente la posible influencia de
los factores socioeconómicos, como la evidencia empírica que existe al

64
respecto, sugieren la necesidad de efectuar una revisión de la delimitación
de su dominio teórico y un replanteamiento de la configuración de las
variables que los integran en tanto constructos.
A la luz de lo explicado en el apartado anterior, se verifica un
desplazamiento del dominio teórico de los factores concebidos desde una
perspectiva socioeconómica, en la que se hace distingo de los factores
económico y social, hacia un terreno teórico en el cual el componente social
experimenta una transformación cualitativa de los valores que subyacen a la
definición y configuración de sus subcomponentes, y adoptan un matiz de
índole cultural, y se convierte en un engranaje que articula en un todo único
el componente económico y el componente social e, incuso, el componente
sociodemográfico. Se verifica así un proceso de modificación y renovación
de la configuración teórica del factor a partir de sus componentes renovados
y, por lo tanto, re-significados, que inevitablemente vira hacia un terreno que
bien puede calificarse dentro de una esfera más bien cultural.
En consecuencia, se hablaría de un factor sociocultural entendido como
un colectivo de variables que tienen una matriz social, pero cuyos impactos
se identifican en aspectos que, a la luz de ese proceso de renovación,
adquieren connotación cultural. Entre los primeros, se incluirían los factores
sociodemográficos, en su renovada interpretación, y las tradicionales
variables socioeconómicas, como el ingreso familiar y la condición laboral de
los padres. Además, más allá del ingreso familiar, se tiene que considerar
aspectos que definen el gasto discrecional de la familia, entre las que se
incluirían la dependencia económica de los miembros de la familia y el gasto
efectuado en educación, salud y recreación, que estrechan su aproximación
con aspectos que identifican intereses y aspiraciones de los miembros de
una familia y, en ese sentido, con un plano de identificación cultural.
Entre los segundos, se incluiría el nivel de instrucción, pero interpretados
a la luz de los años de estudios formales seguidos, así como por el tipo de
estudios superiores que se alcanza. Se incluiría también la formación
continua o educación continuada, que ya destacaba Delors en su informe a
la UNESCO, y que invita a pensar en una suerte de necesidad o aspiración
personal de seguir estudiando o capacitándose en diferentes áreas o
disciplinas del conocimiento, ya sea con el mero propósito de mejorar
competencias laborales o cognoscitivas afines al área de desempeño
laboral, o con la intención casi exigida de mantenerse actualizado y con la
capacidad individual suficiente como para pretender alcanzar una
comprensión cada vez más precisa y cabal del mundo y de los cambios que
se suceden en el. Se incluirían, asimismo, la posibilidad de acceso a la

65
información, la capacidad para usar herramientas tecnológicas y lenguajes
propios de esas herramientas, además de las características familiares que
tradicionalmente ya se tenían en cuenta, edificadas sobre una matriz
existencial y axiológica de grupo, como la confesión religiosa, o de
procedencia, como las tradiciones de origen, además de otras cuya
definición e identificación de hecho escapan a este análisis.

66
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ALVES de Mattos, Luis. Compendio de Didáctica General. Buenos Aires: Kapelusz. 1963.
ANDRADE, Patricia y TOVAR, Teresa. La voz de la juventud en las políticas educativas.
Agenda Educativa, N°8, Segunda Época, Octubre 1998. pág. 3 – 34
ARCIA, Gustavo; PORTA, Emilio; y LAGUNA, José Ramón. Análisis de los Factores
Asociados con el Rendimiento Académico en 3º y 6º Grados de Primaria. Estudio
financiado por Programa de Promoción para la Reforma Educativa en América Latina
(PREAL); Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF); CARE
Internacional en Nicaragua; Ministerio de Educación, Cultura y Deportes. Managua.
2004.
ARELLANO, Rolando. Los Estilos de Vida en el Perú. Lima: Consumidores y Mercados.
2000.
ARELLANO, Rolando. Marketing. Enfoque América Latina. México: Mc Graw – Hill /
Interamericana Editores. 2003.
ÁVALOS Aurora, Edilberto. Correlación entre la motivación de logro y rendimiento
académico de los alumnos de quinto grado de Educación Secundaria del C.E. Fe y
Alegría Nº14 de Chimbote. Tesis para optar el Grado de Maestro en Psicología
Educativa. Universidad Nacional de Trujillo, Trujillo, Perú. 1995.
CAMPOS Lizarzaburu, William. Entornos Sociales de Aprendizaje y Actitud Científica de los
estudiantes de la Universidad “José C. Mariátegui” de Moquegua – 2003. Tesis para
optar el gado de magíster en Docencia Universitaria. Universidad Privada de Tacna,
Tacna, Perú. 2005.
CARRERO, S. El constructivismo y el aprendizaje significativo. 1999.
CLIFFORD, Margaret. Enciclopedia práctica de la Pedagogía. Barcelona: Océano. 1987.
COAGUILA Mita, Eloy. Incidencia del factor económico familiar en la elección de carrera
profesional del estudiante de nivel superior de la ciudad de Ilo – 2005. Tesis para
optar el grado de magister en Docencia Universitaria y Gestión Educativa.
Universidad Privada de Tacna, Tacna, Perú. 2006.
COSI, Arturo. Proceso Enseñanza – Aprendizaje y Técnicas e Instrumentos de Evaluación
en las asignaturas de especialidad de Ingeniería Mecánica, de la Universidad “José
Carlos Mariátegui”, de Moquegua, 2004. (Tesis para optar el grado de magíster.)
Universidad Privada de Tacna, Tacna, Perú. 2005.
DE SOTO, Hernando. El otro sendero. Lima: Instituto Libertad y Democracia. 1986.
DECROLY, O. y MONCHAMP, E. El juego educativo: Iniciación a la actividad intelectual y
motriz. Lima: Orbis Ventures S.A.C. 2005.
DÍAZ B., Juan y MARTINS P., Adair. Orientaciones didácticas para la docencia universitaria.
San José: Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura. 1982.
DINESST. Sistema de Evaluación de Educación Secundaria. Marco general. Ministerio de
Educación.
DYER, Wayne W. Tus zonas erróneas. Barcelona: Ediciones Grijalbo. 1982.
EDEL Navarro, Rubén. Factores asociados al Rendimiento Académico. Revista
Iberoamericana de Educación. Consultado en marzo, 20, 2006 en
www.ucm.es/BUCM/cee/ doc/01-01/0101.PDF

67
FUENTES Bagaría, Carlos4). El desarrollo de habilidades sociales como auxiliar del éxito
académico. 2004. Consultado en marzo, 26, 2006 en
http://www.puntoedu.edu.ar/comunidades/ hu/pedagogia/info/bagaria.pdf.
GARCÍA Zapatero, Giannina. Ansiedad debilitadora y rendimiento escolar. Psicología, Año
1, Vol. I. PUCP, 1983. pág. 61 – 65
GARDNER, Howard. Estructuras de la mente. La teoría de las inteligencias múltiples.
México: Fondo de Cultura Económica. 1987.
GIL Malca, Guillermo. Tecnología de la enseñanza – aprendizaje. Trujillo: INDDEP. 1990.
GOLDENBERG, Sonia. Visiones de futuro: Los nuevos peruanos, en BRYCE,
HERNÁNDEZ, INFANTE, OHARA, POLIA Y OTROS. El Perú en los albores del siglo
XXI – 5. LIMA: Fondo Editorial del Congreso. 2001.
GOLEMAN, Daniel. Inteligencia emocional. Madrid: Kairós. 1997.
HOWARD C., Warren. Diccionario de Psicología. México, Fondo de Cultura Económica,
1991.
KIYOSAKI, Robert T. y LECHTER, Sharon L. El juego del dinero. México: Santillana
Ediciones Generales. 2005.
KIYOSAKI, Robert T. y LECHTER, Sharon L. Niño rico, niño listo: cómo dar a sus hijos una
educación financiera sólida. Buenos Aires: Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara. 2004.
KIYOSAKI, Robert T. y LECHTER, Sharon L. Retírate joven y rico. Buenos Aires: Aguilar,
Altea, Taurus, Alfaguara, 2005.
LIZARZABURU de Campos, Lidia. Análisis del número de estudiantes de la Universidad
Privada San Pedro retirados por tercera matrícula, semestre 88-1-Niv. 93.
Universidad Privada San Pedro, Chimbote, Perú. 1993.
MANCHEGO Ccama, Genaro. Factores socioeconómicos y rendimiento académico del
estudiante de primer semestre de Ciencias de la Salud de la Universidad “José Carlos
Mariátegui”, Moquegua – 2005. Tesis para optar el grado de magister en Docencia
Universitaria y Gestión Educativa. Universidad Privada de Tacna, Tacna, Perú. 2006.
MiCHAELS, Ed, HANDFIELD – JONES, Helen, y AXELROD, Beth. La Guerra por el talento.
Bogotá: Grupo Editorial Norma. 2003.
MINISTERIO DE EDUCACION DEL PERÚ. Diseño Curricular Básico de Educación
Secundaria. Documento de trabajo. Lima, Dirección Nacional de Educación
Secundaria y Superior Tecnológica. Unidad de Desarrollo Curricular y Recursos
Educativos de Educación Secundaria. s/f.
NUEVA LEY GENERAL DE EDUCACIÓN. DL Nº 28044.
ORTIZ DE ZEVALLOS, Felipe. La Era Global: Economía, Empresa y Estado, en ORTIZ DE
ZEVALLOS, Felipe; WEBB, Richard; COSERIU, Eugenio (et al.). El Perú en los
albores del siglo XXI; vol2. Lima: Fondo Editorial del Congreso. 1998.
PAREDES Vargas, Oscar. Influencia que ejerce el tipo de carácter en el rendimiento
académico de los estudiantes de la facultad de ingeniería de la Universidad José C.
Mariátegui, de Moquegua. Tesis para optar el grado de magíster en Docencia
Universitaria y Gestión Educativa. Universidad Privada de Tacna, Tacna, Perú. 2005.
PLANCAD – 2000. Evaluación del aprendizaje. Ministerio de Educación (DIRELL).
Universidad Nacional de Trujillo. 2000.
Praxis, abril 97, N° 6. Universidad Católica de Santa María, Arequipa.
QUEVEDO Aldecoa, Enrique. Colegio – Universidad: Rasgos de Continuidad y Rendimiento
Académico. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú. 1993.

68
ROBBINS, Stephen P. Comportamiento Organizacional. México: Prentice Hall. 1999.
RODRÍGUEZ A., Walabonso. Teoría de la educación. Lima: Escuela Nueva.1997.
SÁCHEZ MORENO Izaguirre, Guillermo; RODRÍGUEZ Cuba, Javier; y Oficina del
Bachillerato del Ministerio de Educación. El Bachillerato Peruano (1997 – 2001). Lima:
Ministerio de Educación. 2001.
SAMUELSON, Paul A. y NORDHAUS, William D. Economía. Madrid: McGraw Hill/
Interamericana de España. 2002.
SÁNCHEZ Bustamante, Juan Javier. Deserción: causas académicas, socioeconómicas y
culturales. Escuela de ingeniería mecánica UNT. Tesis para optar el grado de
maestro en Tecnología Educativa. Universidad Nacional de Trujillo, Trujillo, Perú.
1998.
SANTÍN Gonzáles, Daniel. Influencia de los factores socioeconómicos en el Rendimiento
Escolar internacional: hacia la igualdad de oportunidades educativas. 2004.
Consultado en 04,26,2006 en http://www.ucm.es/BUCM/cee/doc/01-01/0101.PDF.
STONER, J.A.F., FREEMAN, R.E. y GILBERT, D.R. (1996). Administración. México:
Prentice Hall Hispanoamericana.
TAPIA, Isaac. Evaluación Educativa. Arequipa: Ediciones ITARE. 1993.
TAPIA, Isaac. Evaluación según el Nuevo Enfoque Educativo. Arequipa: ITARE. 2001.
UNESCO. Documento de políticas para la Educación Superior. 1994.
VASQUEZ Castillo, Hilda. Algunos factores biológicos, socioeconómicos y culturales
influyentes en la deserción de los estudiantes de la Escuela de Enfermería, UNT.
Tesis para optar el grado de Maestro en Docencia Superior. Universidad Nacional de
Trujillo, Trujillo, Perú. 1997.
VILLANUEVA Tarazona, Eva. Relación entre algunos factores psicosociales y el
rendimiento académico de los estudiantes de la Facultad de Ciencias Biológicas de la
universidad Nacional de Trujillo. Tesis para optar el grado de Maestro en Tecnología
Educativa. Universidad Nacional de Trujillo, Trujillo, Perú. 1997.

69

View publication stats

También podría gustarte