Silencio Administrativo Contratación Estatal PDF
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Asesor Metodológico:
MISAEL TIRADO ACERO
Sociólogo Jurídico
Asesor Temático:
JOSE IGNACIO GONZÁLEZ
Abogado, Magister en Derecho Público
Señores
Bogotá D.C.
Respetados señores
Por medio de la presente nos permitimos ceder los derechos patrimoniales de autor, para
consulta total o parcial de la Monografía de grado, la consulta o reproducción parcial o
total o de la publicación electrónica del texto completo del trabajo, así como del registro en
el catálogo OLIB de la Biblioteca de la Universidad La Gran Colombia.
Atentamente,
INTRODUCCIÓN
CONCLUSIONES………………………………………………………………………..58
BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………………….64
SILENCIO ADMINISTRATIVO POSITIVO EN LA CONTRATACIÓN ESTATAL
INTRODUCCIÓN
Es por esta razón que se hace necesario conocer los derechos que se tiene como
individuos y la forma como exigirlos, buscando optimizar la aplicación y efectividad
de estos, permitiendo plantear el tema de investigación que se desarrolla a
continuación.
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Una vez se desarrollen los conceptos, se observará su relación frente a los
contratos estatales y la forma como se despliega la normatividad para lograr su
cumplimiento, en materia de la contratación estatal.
Así las cosas, es oportuno manifestar que el silencio administrativo nace tras una
línea del tiempo, regido por el artículo 7 de la Ley 58 de 28 de diciembre de 1982,
que confirió facultades extraordinarias a la comisión asesora que se creó por el
artículo 12 de la misma ley, comisión que dio origen al Decreto 1 de 1984 (Código
Contencioso Administrativo), siendo derogado por el artículo 309 de la Ley 1437
de 2011, que contempla el silencio administrativo en los artículos 83 y siguientes.
“Se hace una definición de los proyectos que han rastreado las transformaciones
materiales, impactos y vacios producto del sistema político colombiano. Analiza la
transformación de los desarrollos jurídicos y políticos, teniendo en cuenta los
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efectos de la globalización del derecho por vía del bloque de constitucionalidad y
los espacios del conflicto y de vació jurídico que se producen en Colombia.”
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el caso de determinar cuáles son los efectos jurídicos de la vulneración del
derecho cuando existe silencio administrativo positivo frente a la existencia de una
relación de carácter contractual con el Estado.
Por otro lado se busca describir qué es y cómo opera el silencio administrativo en
Colombia, observar cómo se encuentra hoy reglamentado el silencio
administrativo en la Ley 1437 de 2011 en concordancia con la Ley 80 de 1993,
modificada por la Ley 1150 del año 2007, se busca analizar los mecanismos de
acceso a la justicia, vigentes en la normatividad colombiana, cuando se presenta
el silencio administrativo positivo, respecto de una relación de carácter contractual
con el Estado.
Logrando así, hacer una presentación respecto del silencio administrativo positivo
frente a la contratación estatal, para ser presentada ante un auditorio quienes
podrán conocer opinar frente al tema, igualmente ser publicado ante una revista
especializada en el área jurídica.
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CAPÍTULO I. EL SILENCIO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA.
Se hace una observación, a los diferentes estudios que se han realizado respecto
de su evolución jurídica, jurisprudencial y doctrinaria resaltando la importancia del
efecto de este silencio, tal y como se contiene en un Estado Social de derecho, en
donde prevalece la pronta respuesta a peticiones de conformidad a la
Constitución Política de Colombia de 1991, en sus artículo 23, el debido proceso
artículo 29; destaca principios de prontitud, eficacia, moralidad artículo 209 y el
principio de la buena fe artículo 83.
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motivo por el cual se configura el silencio administrativo con categoría de negativo,
y con esto lo que se pretende es la defensa del administrado por la no respuesta,
habilitando así para el acto administrativo la impugnación.
En concordancia con la Ley 1437 de 2011, se entiende que la regla general es con
tendencia al silencio administrativo negativo, teniendo en cuenta que transcurridos
3 meses contados a partir de la presentación de una petición, independiente del
tipo de solicitud, sin que se reciba notificación que la resuelva, se configuraría el
silencio negativo.
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Mal podría decirse que se produce un acto administrativo con el silencio, cuando
se evidencia que no hay manifestación de la voluntad del Estado. Debe entonces
entenderse como una presunción legal, una ficción legal, de donde podría inferirse
que al callar algo dice bastante.
Por otra parte se debe tener en cuenta el derecho de petición; cuando se solicita
petición alguna lo que se busca con este derecho fundamental es una respuesta
oportuna dentro del término establecido, al no tenerse se puede hacer efectiva
mediante acción de tutela porque lo que se vulnera es el derecho fundamental
consagrado en el artículo 23 de la Constitución Política, pero en cambio lo que es
concerniente a la jurisdicción administrativa es el acto expreso o presunto, es
decir, va a el tema de fondo de lo pedido de forma independiente del derecho
como lo es el derecho de petición.
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1.2. Desarrollo del Silencio Administrativo en Colombia.
Es con la Ley 130 del 13 de diciembre de 1913 que nace en Colombia, “La
Jurisdicción Administrativa o el primer Código Administrativo”, sin embargo no fue
este el primero en contemplar el Silencio Administrativo, toda vez que este se
hace manifiesto, desde uno de sus inicios con la Ley 58 de 28 de diciembre de
1982, la cual contemplaba en el artículo 4 lo siguiente:
Este artículo permite observar una de las primeras manifestaciones del legislador
en el desarrollo del silencio administrativo, en donde no solo manifiesta que las
funciones administrativas deberán desarrollarse dentro de los plazos estimados
para ello, sino que recalca la importancia de ser desarrollada en el plazo estimado
para tal fin, haciendo énfasis que la demora en emitir una respuesta acarrea
sanciones a quienes no cumplan con su deber, situando la responsabilidad del
usuario ante dicha omisión, quien podrá presentar queja ante el superior
facultándolo a imponer sanciones a quienes no cumplan el deber legal de emitir
una respuesta frente a la petición.
Pese a ser una de las primeras manifestaciones, existen otras materias en las que
se puede desarrollar el silencio administrativo, tal es el caso de la Ley 8 del 14 de
diciembre de 1970, por medio de la cual se dictan otras disposiciones en materia
tributaria, en su artículo 9 al definir un término de reclamación y su interpretación
frente al fallo, así:
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que se refiere este artículo se contará a partir de la fecha de presentación de la
respectiva reclamación…”,
Sumado a ello, no solo se hace una referencia a la reclamación, sino se hace una
observación al término de reclamación, de conformidad con la Ley 9 del 15 de
junio de 1983 en el artículo 75, por medio de la cual se expiden normas fiscales
relacionadas con los impuestos de renta complementarios, aduanas, ventas y
timbre nacional, se fijan unas tarifas y se dictan otras disposiciones, la cual reza lo
siguiente: “…La declaración tributaria quedará en firme si dentro de los dos (2)
años siguientes a la presentación de la declaración o a la de la corrección o
modificación previstas en el artículo 71 de esta Ley no se notifica la liquidación de
revisión…”, así la norma complementa argumentando “…Cuando el contribuyente
determine a favor en su declaración tributaria, el término anterior se contará a
partir de la fecha en la cual se formule la solicitud de devolución o de
compensación en debida forma, salvo que se trate de contribuyentes en los que la
retención en la fuente por salarios represente un ochenta por ciento (80%) o más
del total de retenciones practicadas en el respectivo año gravable…” establecía el
término de aplicación incluyendo un eximente al hacer mención del término salvo
frente a los contribuyentes a quienes va dirigidas la presente ley.
En materia tributaria, no es la única que la contempla, toda vez que el Decreto 222
del 2 de febrero de 1983, por medio del cual se expiden normas sobre contratos
de la Nación y sus entidades descentralizadas y se dictan otras disposiciones, en
su artículo 231 parágrafo 1 hace mención a “…El incumplimiento de los términos
señalados en este parágrafo se entenderá como silencio administrativo positivo
respecto de la solicitud, siempre que se compruebe que se habían cumplido todos
los requisitos exigidos en cada una de las etapas del procedimiento…” frente a los
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empréstitos internos de las Entidades descentralizadas, al determinar que el
incumplimiento de los términos deberá ser entendido como silencio administrativo
positivo, sumado a ello hace mención al condicionante de haber cumplido todos
los requisitos exigidos, por lo que se hace una de las primeras observaciones
respecto del silencio administrativo positivo, al opera en casos netamente
específicos y no como una generalidad, tal es el caso del silencio administrativo
positivo.
Sin embargo, durante la transición del Derecho Administrativo, nace dentro del
marco jurídico el Decreto 1 del 2 de enero de 1984, por medio del cual se reforma
el Código Contencioso Administrativo, el cual no solo abarca la jurisdicción
administrativa, sino que de esta se debe hacer observación de dos aspectos, el
primero radica en la regulación que se suscribe frente al Derecho de Petición y
segundo el control que hace el legislador respecto del silencio administrativo, por
lo que en el artículo 40 modificado por la el Decreto 2304 del 7 de octubre de 1989
manifiesta lo siguiente:
En este artículo se observan una serie de aspectos que son necesarios atenuar, el
primero de ellos radica en el término que se le concede a la administración en dar
respuesta, el cual concede un plazo estimatorio para emitir una respuesta o
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referirse al requerimiento de algún modo; lo segundo a observar se encuentra en
la aclaración que hace el legislador al referirse a la pérdida de competencia para
resolver, caso contrario a lo que determina el Decreto 1 de 1984, el cual se refiere
de la siguiente forma frente a este aspecto:
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1.3. El Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso
Administrativo y el Principio de Eficacia.
Por otro lado, la Ley 1437 de 2011, actual Código de Procedimiento Administrativo
y de lo Contencioso Administrativo, lo contempla en su artículo 3 numeral 11 “…En
virtud del principio de eficacia, las autoridades buscarán que los
procedimientos logren su finalidad y, para el efecto, removerán de oficio los
obstáculos puramente formales, evitarán decisiones inhibitorias, dilaciones o
retardos y sanearán, de acuerdo con este Código las irregularidades
procedimentales que se presenten, en procura de la efectividad del derecho
material objeto de la actuación administrativa…”(negrilla fuera de texto), dentro del
cual se pueden observar ciertos aspectos que son oportunos observar.
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El principio de eficacia determina inicialmente, la búsqueda en manos de las
autoridades por garantizar el cumplimiento de sus procedimientos, acentuando la
importancia de lograrlo, de llegar al fin propio del Estado y la administración; otro
aspecto a recalcar, es la manifestación que hace el legislador, al contemplar la
necesidad de hacer a un lado los obstáculos que impiden dar vía a estos
procedimientos, llevando a que se busque evitar cualquier tipo de acto mal
intencionado que impida su cumplimiento, haciendo énfasis en las decisiones
inhibitorias, dilaciones y retardos que impiden el sano cumplimiento de las
funciones del Estado, permitiendo así que dichas decisiones sean saneadas por
parte de la administración, ampliando el término para pronunciarse respecto de los
administrados; para finalmente, hacer manifiesta y obligatoria el efectivo
cumplimiento del derecho objeto del acto administrativo.
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administrativo se fundamenta inicialmente en el derecho de petición consagrado
por la constitución en su artículo 23 y demás normas concordantes.
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CAPÍTULO II. EL SILENCIO ADMINISTRATIVO FRENTE AL DERECHO
DE PETICIÓN Y LA ACCIÓN DE TUTELA, EN UN ESTADO SOCIAL DE
DERECHO.
texto)
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fondo la pretensión, aunque esta no sea afirmativa, pues no se obliga a la
administración a reconocer un derecho inexistente o lo imposible, teniendo en
cuenta que pese a tratarse de una derecho fundamental, este no puede violar o
dejar las garantías y derechos de los demás, en el entendido que pueda estar
afectando un interés general. Sumado a ello, la Corte ha dicho, que la respuesta
inoportuna es de por si una vulneración a un derecho, la cual podrá ser entendida
como una omisión en pronunciarse por parte de la administración, teniendo en
cuenta que como tal acarrea una sanción disciplinaria:
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si el caso radica en la competencia para conocer de la petición, esta deberá
ser remitida a la autoridad competente en el menor término posible, caso en
el cual deberá informarse al peticionario la fecha en que se remitió, la
autoridad que le compete pronunciarse y el medio por el cual se allegó ante
dicha autoridad.
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2.2 Del Silencio Administrativo Positivo y Negativo.
En los casos en que la ley señale un plazo superior a los tres (3)
meses para resolver la petición sin que esta se hubiere decidido, el
silencio administrativo se producirá al cabo de un (1) mes contado a
partir de la fecha en que debió adoptarse la decisión.
Por lo anterior, se debe tener en cuenta que frente a la figura del silencio
administrativo negativo, la vía gubernativa no se agota de manera inmediata, toda
vez que el peticionario puede elegir entre acudir directamente a la jurisdicción,
teniendo en cuenta que respecto del silencio administrativo negativo, la
administración podrá pronunciarse así se halla vencido el término, o por el
contrario esperar una respuesta por parte de la administración, a fin de determinar
el término de caducidad de la respectiva acción.
Sin embargo, la Ley 1437 de 2011, no solo contempla y determina los casos en
los cuales se configura el silencio administrativo, sino que nos determina el
procedimiento para invocarlo cuando se hace presente, frente a una actuación, de
conformidad con el artículo 85, así:
Así las cosas, es oportuno recalcar que existen dos tipos de silencio
administrativo, bien sea negativo o positivo, donde el primero debe cumplir una
serie de requisitos para que se configuren partiendo del término de la presentación
de la petición ante la administración, el cual se contará una vez se cumplan tres
meses después de la presentación de la solicitud y se configurará a partir del
primer mes en que debía haberse dado trámite de la misma; por el contrario el
silencio positivo se configura únicamente en los casos expresamente
determinados por la ley y se tendrá como término para que se configure en el
primer momento de la presentación de la solicitud, dando cumplimiento a los
aspectos que para cada caso en concreto determine la norma. Sumado a ello, la
norma contempla los requisitos para la reclamación del derecho, en donde una
vez presentada la petición ante la administración, deberá elevarse declaración
juramentada en la que se manifiesta que la administración no ha dado respuesta a
la solicitud, lo cual permite que tome los efectos legales de la decisión.
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“…ARTICULO 86. Toda persona tendrá acción de tutela para
reclamar ante los jueces, en todo momento y lugar, mediante un
procedimiento preferente y sumario, por sí misma o por quien actúe a
su nombre, la protección inmediata de sus derechos constitucionales
fundamentales, cuando quiera que éstos resulten vulnerados o
amenazados por la acción o la omisión de cualquier autoridad pública.
Se debe hacer una observación frente a la acción de tutela, pues como se dijo
anteriormente el derecho de petición es de carácter fundamental, lo que hace
procedente esta acción constitucional, pese a que se configure el silencio
administrativo, toda vez que la tutela opera con la omisión dar respuesta dentro
del término que establece la Ley.
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Motivo por el cual la Corte Constitucional en reiteradas ocasiones ha manifestado
que el silencio administrativo no hace improcedente la acción de tutela para la
protección del derecho de petición, tal y como se observa en la sentencia T-724 de
1998, la cual reza lo siguiente:
“…El silencio administrativo no puede ser entendido como una respuesta que
resuelva ni sustancial ni materialmente la solicitud…”
Al igual que la sentencia T-164 de 1998, del Magistrado Ponente Fabio Morón
Díaz, en la que se hace la siguiente afirmación:
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pedido, pues lo que se entra a discutir es la legalidad de la actuación
administrativa….”
Así las cosas, la acción de tutela sigue siendo el mecanismo idóneo para la
reclamación y garantía de los derechos fundamentales, teniendo en cuenta que
para tal fin no exista otro medio para garantizarlos, por la jurisdicción contenciosa,
que para este caso en concreto presentaría un posible impedimento para acudir
ante los jueces constitucionales, en el entendido que el silencio administrativo
positivo opera en ciertos casos contemplados dentro del lineamiento jurídico, los
cuales deberán ser garantizados de conformidad a lo establecido en la Ley para
tal fin.
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Frente a la tutela, es claro que para acudir a ella, tal y como se dijo anteriormente,
se deberá tener en cuenta la solicitud sobre la cual recae y el derecho a reclamar,
pues su función es la protección de los derechos fundamentales, en el entendido
que el derecho de petición permite que se configure el silencio administrativo,
siempre que para tal fin no exista otro medio para garantizarlo, sin embargo, el
silencio administrativo contempla una serie de requisitos de aplicación restrictivos
frente a la acción de tutela, lo que impide el reconocimiento del derecho por este
medio constitucional.
Teniendo en cuenta, que al expresar “no es nada en sí”, se hace alusión al acto
ficto o presunto que de esta se desprende, teniendo en cuenta que el silencio
administrativo no configura un acto administrativo, sino la presunción de éste.
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fundamentales como de intereses colectivos y este es punto tan relevante que por
esto se realiza la actual modificación al Código Contencioso Administrativo, en la
comisión de reforma sobre los efectos del silencio administrativo, se propusieron
tres (3) tesis; la primera en donde se indicaba que debía quedar como estaba
regulado en el Código de 1984; que se debía establecer como regla general el
silencio positivo, de manera que la falta de decisión se tomara como una
resolución favorable al particular, y por último, que se debía estructurar una
pérdida de competencia para que el juez decidiera el fondo del asunto; finalmente
lo que se resolvió fue mantener la regulación del estatuto anterior.
Sin embargo, el profesor Agustín Gordillo (1999) afirmó que “…El silencio, pues,
no es nada en sí; materialmente es inactividad, vacío en el obrar; pero esta
ausencia es coloreada por el ordenamiento, dándole una significación
determinada…” (p. 96), determinando que el silencio es fundamentalmente la
inactividad de la administración, por lo que continúa afirmando “…Esa significación
puede ser positiva o negativa. Esto supondría que si el ordenamiento no colorea el
silencio de algún significado, es un mero hecho administrativo no productor de
efectos jurídicos directos…” (p. 5)
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Por otro lado se hace necesario recalcar la importancia del Derecho de Petición
respecto del silencio administrativo, pues como se dijo anteriormente, este se
configura partiendo de la petición que hace el administrado, teniendo en cuenta
que este queda amparado por la Ley 1437 de 2011, artículo 13 y siguientes, la
cual sanciona la abstención u omisión de la administración por responder.
Cabe anotar que la violación de los términos para atender produce también otros
efectos, como por ejemplo que el funcionario obligado a dar respuesta deberá
disciplinariamente y patrimonialmente responder por el incumplimiento de sus
funciones, al igual que la administración también será responsable; se debe
aclarar que hay dos situaciones a entender, una la que se presenta cuando se
radican peticiones y la otra cuando se radican frente a los recursos, ambas
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situaciones establecidas en artículos por separado en la norma; la regla general
consiste en que se entiende que la Administración niega las peticiones que le
fueron solicitadas después de tres meses de la presentación, siempre que no se
haya notificado el acto administrativo que las resuelva, es decir si se expidió el
acto pero no se notifico se produce el silencio, pero en esta parte se produce
también algo que se debe tener presente y es que existen términos de interrupción
establecidos, se indica también la obligación de dar respuesta a pesar del
vencimiento del plazo, pero agrega dos excepciones y son puntualmente cuando
se pierde competencia porque se interpone recurso con el acto ficto, por lo cual la
autoridad competente debe resolverlos y decidirlos y la segunda cuando se haya
incoado demanda contra el acto y se notifique a la administración.
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configuración técnica, su ámbito de aplicación y su régimen jurídico
también son distintos. En su versión positiva o estimatoria el silencio
de la administración no tiene nada que ver con la finalidad de facilitar
las exigencias procesales que derivan de la configuración
impugnatoria del recurso contencioso administrativo. Es simplemente
una técnica material de intervención policial o de tutela, que viene a
hacer más suave la exigencia de obtener para una determinada
actividad una autorización o aprobación administrativa. En rigor, el
silencio positivo sustituye esta técnica de la autorización o aprobación
por la de un veto susceptible de ejercitarse durante un plazo limitado,
pasado el cual lo pedido por el requirente se entiende otorgado.” (pp.
556, 557)
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siendo así que pueden contarse unos 15 casos previstos en leyes de diversa
naturaleza….” (p. 84), se puede decir que de alguna forma el autor tiene cierto
grado certeza, pues si bien es cierto, el silencio administrativo positivo requiere de
los aspectos antes mencionados para que se configure, los cuales se contemplan
por la ley quedando a disposición de los administrados.
Cabe señalar lo indicado por el tratadista Gil Botero: “La estabilidad del acto ficto
fruto del silencio positivo se vio además reforzada por el nuevo Código por cuanto,
a diferencia del antiguo, que permitía la revocatoria directa de los actos fruto de
silencio positivo por cualquiera de las causales de revocatoria (art. 69 y 73 Dto.
01/84; C.E., sec. I, sent. 21/11/03, exp. 7575A; sec. III, sent. 12/05/10, exp.
37446), la nueva redacción de la figura consagra la intangibilidad de los actos
individuales, independientemente de su carácter expreso o ficto, de tal suerte que
la administración no podrá revocarlos directamente y tendrá que demandarlos ante
la Jurisdicción Contencioso Administrativa (art. 97)…”.
En este orden de ideas se puede observar una serie de aspectos que es oportuno
recalcar, como primer aspecto, el origen del silencio administrativo radica en la
necesidad de resolver las peticiones, partiendo del derecho fundamental de
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petición, en el cual toda petición deberá ser resuelta dentro del término que la ley
determine; como segundo aspecto, que el silencio nace de la teoría del acto
administrativo pero no puede constituirse como un acto procesal, puesto que no es
un requisito que permita acudir a la jurisdicción de lo contencioso; como tercer
aspecto, se resalta la labor de los funcionarios en cumplimiento al mandato
constitucional, la cual se orienta al servicio del Estado y de la comunidad, motivo
por el cual no debe existir ninguna interferencia para lograr tal cometido; como
cuarto aspecto, se recalca la importancia de la prevalencia y protección del
derecho fundamental de petición, en el entendido que en un Estado Social de
Derecho la administración no puede violar la ley impunemente; finalmente, se
hace una breve descripción de los efectos de la protocolización de los requisitos
de reclamación, los cuales serán tratados de una forma explícita a continuación.
Por lo que para tal fin se deberá, inicialmente proceder a realizar una solicitud
formal, a fin de que la administración se pronuncie al respecto, para la cual deberá
cumplir unos requisitos mínimos, de conformidad a la Ley 1437 de 2011, artículo
16 que versa sobre lo siguiente:
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2. Los nombres y apellidos completos del solicitante y de su
representante y o apoderado, si es el caso, con indicación de su
documento de identidad y de la dirección donde recibirá
correspondencia. El peticionario podrá agregar el número de fax o la
dirección electrónica. Si el peticionario es una persona privada que
deba estar inscrita en el registro mercantil, estará obligada a indicar
su dirección electrónica.
3. El objeto de la petición.
Es necesario tener en claro el contenido mínimo que debe tener una solicitud,
puesto que en ocasiones podrán presentarse situaciones en las que la entidad
administrativa no pueda remitir la respuesta dentro de los términos que establece
la Ley, si dentro de la solicitud no figura a quien y/o en donde deberá darse la
respuesta, lo que ocasiona que el término de respuesta se vuelva más
dispendioso, ocasionando una obstrucción a los medíos de respuesta.
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No obstante, tal y como lo establece este artículo parágrafo, la administración está
en la obligación de examinar integralmente el documento, por lo que en ningún
caso podrá estimar incompleto el documento, pues en este caso podrá
pronunciarse en este sentido y establecer que para dar una respuesta de fondo es
necesario que se establezca con claridad lo solicitado o en su defecto remitir el
derecho de petición a la autoridad competente, para que sea esta quien se
pronuncie al respecto, para lo cual deberá de informar al peticionario de dicho
traslado.
Es por tal razón que la norma advierte, que una vez se cumplan las condiciones
previstas en cada caso en particular en que ocurra el silencio administrativo
positivo, el peticionario obtiene un derecho, teniendo en cuenta lo contemplado en
el inciso segundo de la misma, que manifiesta la decisión empezará a contarse a
partir del momento en el que se presentó la petición o el recurso.
Atendiendo lo antes mencionado, sin omitir aspecto alguno, toma vital importancia
recalca que todo acto podrá ser revocado siempre y cuando el peticionario así lo
manifieste, de conformidad al artículo 97 de la Ley 1437 de 2011, el cual
manifiesta lo siguiente:
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situación jurídica de carácter particular y concreto o reconocido un
derecho de igual categoría, no podrá ser revocado sin el
consentimiento previo, expreso y escrito del respectivo titular.
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CAPÍTULO III. EL SILENCIO ADMINISTRATIVO EN LA CONTRATACIÓN
ESTATAL.
“…Artículo 32. De los Contratos Estatales. Son contratos estatales todos los
actos jurídicos generadores de obligaciones que celebren las entidades a
que se refiere el presente estatuto, previstos en el derecho privado o en
disposiciones especiales, o derivados del ejercicio de la autonomía de la voluntad,
así como los que, a título enunciativo, se definen a continuación…”
Por lo anterior, se observa dentro de su definición, que todo contrato genera una
serie de obligaciones para las partes las cuales deberán estar contenidas dentro
del mismo, las cuales acarrean una serie de sanciones, multas y demás tipos de
consecuencias ante cualquier incumplimiento, el cual puede versar sobre
diferentes aspectos, bien sean de carácter precontractual, contractual o post
contractual, llevando la misma definición a recalcar la importancia de la
administración por dar respuesta a las peticiones que de estas se deriven de la
manera más eficiente posible.
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En el entendido que estas deberán realizarse en los diferentes contratos que se
contemplan, en materia de contratación estatal, tal y como se observan en el
artículo antes mencionado, dentro de los cuales se encuentran:
Estos son algunos de los contratos que establece la Ley, dentro del ordenamiento
jurídico y de conformidad a la Ley 80 de 1993, sin embargo, frente a la
contratación estatal se debe tener en cuenta no solo los tipos de contratos, sino la
modalidad de contratación que se estructura de conformidad con la Ley 1150 de
16 de julio de 2007, artículo 2, dentro del cual podemos establecer las diferentes
modalidades de contratación, entre otros:
4. Contratación directa…”
Por otro lado, no es suficiente conocer algunos de los contratos que se aplican en
materia estatal, pues sumado a ellos es necesario diferenciar las etapas en las
que se desarrolla la contratación de conformidad a la Ley 80 de 1993 y la Ley
1150 de 2007 y el Decreto 1510 de 2013, por lo que inicialmente se hará mención
a la etapa pre-contractual la cual tiene como función primordial la planeación y el
estudio previo a fin de determinar las necesidades de la administración, la cual
debe cumplir una serie de requisitos y aspectos legales, a fin de justificar las
mencionadas necesidades dentro del marco legal; como segunda etapa aparece
la contractual, en la cual se materializa y configura el contrato a suscribir con la
entidad, por lo que es pertinente indicar que la legalización del contrato está sujeta
al compromiso presupuestal, así las cosas en esta etapa es cuando se realiza la
ejecución y supervisión del contrato hasta que se suscriba el acta finalización y
liquidación del contrato; finalmente, se observa la etapa post-contractual, la cual
contiene todos aquellos efectos o consecuencias que se pueden presentar una
vez se liquide el contrato.
Así las cosas, se observa que en Colombia una de las materias que tiene mayor
desarrollo y trascendencia es la contratación, motivo por el cual existen diferentes
tipos de contratos en la normatividad y dentro de su estructura y marco legal se
diferencian tres grandes divisiones, a efectos de suscribir y legalizar el contrato,
las cuales le permiten a la administración cumplir a feliz término las necesidades
objeto de la contratación, en el entendido que para ello se deben seguir los
lineamentos que para tal fin se establecen, las cuales deberán ser justificadas
para evitar posibles errores y responsabilidades contractuales.
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3.2 El silencio Administrativo Positivo en la Contratación Estatal.
“…Artículo 1º.- Del objeto. La presente Ley tiene por objeto disponer las reglas y
principios que rigen los contratos de las entidades estatales…”
Partiendo que la mencionada Ley tiene como función principal otorgar los
parámetros pertinentes para la estructuración de la contratación a la luz del
ordenamiento jurídico, lo que hace necesario el estudio de la misma a fin de
establecer en que aspectos normativos hace presencia el silencio administrativo
en la contratación.
Así mismo, continuando con el estudio de esta misma ley, se contempla el silencio
administrativo positivo, en el artículo 25 numeral 16, que lo regula así:
En esta sentencia se puede observar los cuatro aspectos necesarios para que
exista el silencio administrativo, los cuales de conformidad al Consejo de Estado
se fundamentan inicialmente en la presentación de la petición, versando sobre la
participación del contratista frente a la presentación de esta, teniendo en cuenta
que deberá ser el contratista y solamente el contratista quien haga manifiesta la
petición. Como segundo aspecto hace referencia a los aspectos sobre los cuales
recae la petición, recalcando que deberá versar sobre los aspectos propios de la
ejecución del contrato; igualmente se hace mención al periodo dentro del cual se
podrá acudir a la administración para hacer cualquier tipo de reclamación, en el
entendido que es durante el periodo de ejecución en el cual se acudirá en
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protección del derecho de petición; y finalmente, se hace mención que la
respuesta que deberá emitir la administración no será mayor a los 3 meses
siguiente de la presentación.
Por otro lado, el silencio positivo ha tenido un tratamiento restrictivo por parte de la
jurisprudencia, en materia contractual, en el entendido que la Ley 80 de 1993
consagró un silencio positivo de 3 meses, con relación a las solicitudes que se
presenten en el curso de la ejecución del contrato (art. 25, núm. 16). En este
sentido el Consejo de Estado ha establecido una serie de requisitos para admitirlo:
(1) Las solicitudes deben formularse durante la fase de ejecución del contrato,
como lo indica el texto, lo que no comprende cualquier solicitud relacionada con un
contrato, como las posteriores al vencimiento de su ejecución (C.E, sec. III, sent.
13/12/01, exp. 19818).
Pero además, éstas deben ser elevadas por el contratista y no por otra persona o
entidad ajena al contrato, como serían los usuarios de un servicio. Esta restricción
puede obedecer al efecto relativo del contrato, que hace difícil concebir sus
modificaciones por personas ajenas al mismo, así mismo el Consejo de Estado
expone el fundamento de su razonamiento frente al efecto relativo del contrato,
“…el carácter relativo del contrato, fruto de un acuerdo de voluntades, también
puede estar al origen de restricciones más significativas…” el silencio no puede
usarse para entender resueltas o definidas etapas contractuales que tienen
procedimiento especial.
Del mismo modo, no puede substituir actos definitivos como la liquidación del
contrato, tal y como lo manifiesta el Doctor Enrique Gil Botero, Ex Presidente del
Consejo de Estado, en la publicación del Seminario Internacional de Presentación
del Nuevo Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso
Administrativo, (C.E., sec. III, sent. 07/03/02, exp. 20823), así:
Teniendo en cuenta que con la suscripción del contrato, una vez se lleva a cabo el
compromiso presupuestal, se entiende ésta relación como ley para las partes,
para lo cual el pago de la obligación está sujeto a las condiciones del mismo, por
lo que ningún acto administrativo que se derive del silencio administrativo podrá
considerarse como un título valor, toda vez que este reconoce un derecho
preexistente con la suscripción del contrato y no una obligación monetaria, que
para el caso en particular deberá emitirse un mandamiento de pago por parte de la
Entidad.
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reclamación deberá estar sujeto a las condiciones y parámetros que la ley
disponga, motivo por el cual deberá de cumplir por lo menos los cuatro aspectos
antes mencionados; la solicitud que permita se configure el silencio administrativo,
deberá presentarse únicamente dentro del término de ejecución del contrato para
que tenga la validez descrita por la norma; las pretensiones que recaen ante la
administración no podrán estar sujetas a términos monetarios, teniendo en cuenta
que estas deberán recaer sobre los derechos adquiridos a través del contrato.
Por otro lado el Consejo de Estado en sentencia del 12 de mayo de 2012, con
ponencia del Doctor Mauricio Fajardo Gómez, se ha pronunciado respecto del
silencio administrativo positivo en materia de contratación estatal, de la siguiente
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forma, haciendo alusión a los requisitos que lo configuran más allá del trascurso
del tiempo:
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Si se hace necesario hacer la observación a las diferentes acciones contenciosas,
empezando por la acción de nulidad, la cual de conformidad a la ley 1437 de 2011,
artículo 137 el cual manifiesta lo siguiente:
“…Artículo 137. Nulidad. Toda persona podrá solicitar por sí, o por
medio de representante, que se declare la nulidad de los actos
administrativos de carácter general.
Procederá cuando hayan sido expedidos con infracción de las normas
en que deberían fundarse, o sin competencia, o en forma irregular, o
con desconocimiento del derecho de audiencia y defensa, o mediante
falsa motivación, o con desviación de las atribuciones propias de
quien los profirió.
También puede pedirse que se declare la nulidad de las circulares de
servicio y de los actos de certificación y registro.
Excepcionalmente podrá pedirse la nulidad de actos administrativos
de contenido particular en los siguientes casos:
1. Cuando con la demanda no se persiga o de la sentencia de nulidad
que se produjere no se genere el restablecimiento automático de un
derecho subjetivo a favor del demandante o de un tercero.
2. Cuando se trate de recuperar bienes de uso público.
3. Cuando los efectos nocivos del acto administrativo afecten en
materia grave el orden público, político, económico, social o ecológico.
4. Cuando la ley lo consagre expresamente.
Parágrafo. Si de la demanda se desprendiere que se persigue el
restablecimiento automático de un derecho, se tramitará conforme a
las reglas del artículo siguiente…”
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Por otro lado y frente a este análisis, es oportuno resaltar una consecuencia que
puede generar la nulidad de un acto, estando orientada al hecho de que tal y como
se dijo anteriormente, puede operar la revocatoria de los actos administrativos,
pese a ello puede existir la posibilidad que al revocar un acto que se cree esté
vulnerando un derecho, configurarse estando en presencia del silencio
administrativo positivo resaltando la omisión de la administración por responder, lo
que podría ocasionar la ilegalidad o ilegitimidad del acto.
“…Artículo 87. Toda persona podrá acudir ante la autoridad judicial para
hacer efectivo el cumplimiento de una ley o un acto administrativo. En caso
de prosperar la acción, la sentencia ordenará a la autoridad renuente el
cumplimiento del deber omitido…”
Si bien es cierto por mandato constitucional, se obliga a las partes de toda relación
con el Estado a dar el efectivo cumplimiento de la Ley y todo acto administrativo
que se expida, para interés particular o general, sin embargo, para que su puede
hacer reclamación del silencio por esta vía se hace necesario que exista un acto
que se pueda atacar, situación que se desborda de la función del silencio
administrativo, toda vez que este se trata de un acto presunto o ficto y no da lugar
a la reclamación por esta acción.
De igual forma, teniendo en cuenta que las mencionadas acciones no dan lugar a
la reclamación del derecho frente del silencio administrativo positivo, es oportuno
mencionar que estas acciones pueden operar cuando la administración como
consecuencia del silencio administrativo positivo vulnera de manera directa o
indirecta los derechos del contratista, o si los actos que se generen atentan contra
la Constitución y la Ley.
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serie de condiciones y parámetros para su configuración, las cuales le permiten
por medio del acto ficto acudir a un procedimiento preestablecido para la
reclamación del derecho, el cual se entiende configurado y formalizado de
conformidad con el artículo 25 numeral 16 de la Ley 80 de 1993 y el artículo 85 de
la Ley 1437 de 2011, donde el mencionado procedimiento una vez se cumple a
cabalidad, da por reconocido el silencio administrativo positivo desde el primer
momento en que se configuró, obligando a la administración a reconocer el
derecho.
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CONCLUSIONES.
Es por esto, que los recursos contra los Actos Presuntos pueden presentarse en
cualquier momento, salvo cuando se acuda a la Jurisdicción Administrativa, razón
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por la cual en la Acción de Tutela cesan sus efectos cuando se da la respuesta a
la petición.
Por otro lado, se debe hacer mención a la importancia que recae sobre el
Derecho de Petición, en el entendido que se trata de un derecho de carácter
constitucional, inherente a todos y cada uno de los ciudadanos, el cual debe ser
preservado y protegido por parte de la administración, motivo por el cual no se
debe presentar ningún tipo de vulneración al respecto, lo que ocasionaría una
violación a los mandatos constitucionales, por lo que la omisión de respuesta por
parte de las Entidades del Estado configura el silencio administrativo. Ahora bien,
el derecho de petición no obliga a la administración a dar una respuesta favorable
al peticionario o a pronunciarse frente a solicitudes que se desbordan de su
capacidad o sus facultades, caso en el cual deberá pronunciarse en este sentido.
Es por tal razón que se hace mención a la importancia del derecho de petición,
teniendo en cuenta que es a partir de la petición que nace al ordenamiento
jurídico el silencio administrativo, configurado ante la ausencia de respuesta por
parte de la administración.
Por otro lado, el silencio administrativo, independiente que se trate del positivo o el
negativo tiene su origen a partir del Derecho de Petición, que por mandato
constitucional se trata de un derecho fundamental el cual tiene como mecanismo
de protección dentro del ordenamiento jurídico la Acción de Tutela, de
conformidad al artículo 86 de la Constitución Política de Colombia. Así las cosas,
la acción de tutela sigue siendo el mecanismo idóneo para la reclamación y
garantía de los derechos fundamentales, teniendo en cuenta que para tal fin no
exista otro medio para garantizarlos, por la jurisdicción contenciosa, que para este
caso en concreto presentaría un posible impedimento para acudir ante los jueces
constitucionales, en el entendido que el silencio administrativo positivo opera en
ciertos casos contemplados dentro del lineamiento jurídico, los cuales deberán ser
garantizados de conformidad a lo establecido en la Ley para tal fin.
Es por lo anterior que frente a la tutela, se debe tener en cuenta que para acudir a
ella, tal y como se dijo anteriormente, se deberá tener en cuenta la solicitud sobre
la cual recae y el derecho a reclamar, pues su función es la protección de los
derechos fundamentales, siempre que para tal fin no exista otro medio para
garantizarlo.
En este orden de ideas se puede observar una serie de aspectos que es oportuno
recalcar, como primer aspecto, el origen del silencio administrativo radica en la
necesidad de resolver las peticiones, partiendo del derecho fundamental de
petición, en el cual toda petición deberá ser resuelta dentro del término que la ley
determine; como segundo aspecto, que el silencio nace de la teoría del acto
administrativo pero no puede constituirse como un acto procesal, puesto que no es
un requisito que permita acudir a la jurisdicción de lo contencioso; como tercer
aspecto, se resalta la labor de los funcionarios en cumplimiento al mandato
constitucional, la cual se orienta al servicio del Estado y de la comunidad, motivo
por el cual no debe existir ninguna interferencia para lograr tal cometido; como
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cuarto aspecto, se recalca la importancia de la prevalencia y protección del
derecho fundamental de petición, en el entendido que en un Estado Social de
Derecho la administración no puede violar la ley impunemente; finalmente, se
hace una breve descripción de los efectos de la protocolización de los requisitos
de reclamación, los cuales serán tratados de una forma explícita a continuación.
Así las cosas, se observa que en Colombia una de las materias que tiene mayor
desarrollo y trascendencia es la contratación, motivo por el cual existen diferentes
tipos de contratos en la normatividad y dentro de su estructura y marco legal se
diferencian tres grandes divisiones, a efectos de suscribir y legalizar el contrato,
las cuales le permiten a la administración cumplir a feliz término las necesidades
objeto de la contratación, en el entendido que para ello se deben seguir los
lineamentos que para tal fin se establecen, las cuales deberán ser justificadas
para evitar posibles errores y responsabilidades contractuales.
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Ahora bien, en materia de contratación estatal, tal y como se menciona
anteriormente, la Ley 80 de 1993, el Estatuto General de Contratación, se
entiende como el “a, b, c” de la contratación a aplicar, en el entendido que este ha
sufrido una serie de modificaciones de carácter normativo, sin embargo, se
contempla el silencio administrativo positivo partiendo de esta, tal y como se
observa en el artículo 25 numeral 16, derogado por el artículo 163 del Decreto
1510 de 2013, en el cual se observa lo taxativa de la norma al manifestar que si la
entidad no se pronuncia dentro del término de tres meses siguientes, se tomará
que la decisión es favorable para el peticionario, declarando que de esta forma se
configura el silencio administrativo positivo, dando también un factor de
responsabilidad a los funcionarios que intervienen en el trámite para dar respuesta
a la solicitud.
Por otro lado y teniendo en cuenta los diferentes medios de reclamación de los
derechos, se debe tener en cuenta las diferentes acciones contenciosas o
constitucionales, bien es el caso de la acción de simple nulidad, nulidad y
restablecimiento, acción de cumplimiento, en el entendido que las mencionadas
acciones no dan lugar a la reclamación del derecho frente del silencio
administrativo positivo. Igualmente, es oportuno mencionar que estas acciones
pueden operar cuando la administración como consecuencia del silencio
administrativo positivo vulnera de manera directa o indirecta los derechos del
contratista, o si los actos que se generen atentan contra la Constitución y la Ley.
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parámetros para su configuración, las cuales le permiten por medio del acto ficto
acudir a un procedimiento preestablecido para la reclamación del derecho, el cual
se entiende configurado y formalizado de conformidad con el artículo 25 numeral
16 de la Ley 80 de 1993 y el artículo 85 de la Ley 1437 de 2011, donde el
mencionado procedimiento una vez se cumple a cabalidad, da por reconocido el
silencio administrativo positivo desde el primer momento en que se configuró,
obligando a la administración a reconocer el derecho.
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BIBLIOGRAFÍA
http://consejodeestado.gov.co/seminario/DOCUMENTOS/1913.%20LEY%2
0130%20DE%201913.pdf
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- ENRIQUE GIL BOTERO,2012, Bogotá, Colombia. Ex Presidente del
Consejo de Estado. Miembro de la Comisión de Reforma, “Recursos,
Silencio Administrativo y Revocatoria Directa”, Publicación del Seminario
Internacional de Presentación del Nuevo Código del Procedimiento
Administrativo de lo Contencioso Administrativo, Ley 1437 de 2012.
Publicación realizada con apoyo de la Contraloría General de la República y
la Auditoria General de la República.
- http://www.icdp.co/revista/articulos/4/SILENCIO%20ADMINISTRATIVO%20
POSITIVO-%20GREGORIO%20RODRIGUEZ%20VASQUEZ.pdf.
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