Silencio Administrativo Contratación Estatal PDF

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SILENCIO ADMINISTRATIVO POSITIVO EN LA CONTRATACIÓN ESTATAL

JOHANA CAÑÓN PÁEZ


OSCAR VERA CUBILLOS
WESLLY SAAVEDRA PARRA

PROYECTO DE GRADO MONOGRAFÍA

Asesor Metodológico:
MISAEL TIRADO ACERO
Sociólogo Jurídico

Asesor Temático:
JOSE IGNACIO GONZÁLEZ
Abogado, Magister en Derecho Público

UNIVERSIDAD LA GRAN COLOMBIA


FACULTAD DE POSTGRADOS Y FORMACIÓN CONTINUADA
ESPECIALIZACIÓN EN DERECHO ADMINISTRATIVO
BOGOTÁ – 2014
SILENCIO ADMINISTRATIVO POSITIVO EN LA CONTRATACIÓN ESTATAL

JOHANA CAÑÓN PÁEZ


OSCAR VERA CUBILLOS
WESLLY SAAVEDRA PARRA

PROYECTO DE GRADO MONOGRAFÍA

UNIVERSIDAD LA GRAN COLOMBIA


FACULTAD DE POSTGRADOS Y FORMACIÓN CONTINUADA
ESPECIALIZACIÓN EN DERECHO ADMINISTRATIVO
BOGOTÁ – 2014
Agradecimientos

Agradecemos el apoyo prestado por el cuerpo docente con la coordinación y


dirección de la oficina de proyecto de investigación de la Facultad de Posgrados y
Formación Continuada de la Universidad La Gran Colombia sede ciudad Bogotá,
año 2014.

A nuestro núcleo familiar por el apoyo incondicional a este proyecto.


Dedicatoria

A nuestras familias siendo el motivo de nuestros esfuerzos.


Bogotá D.C.

Señores

UNIVERSIDAD LA GRAN COLOMBIA

Facultad Postgrados y Formación Continuada

Bogotá D.C.

Asunto: Cesión de Derechos.

Respetados señores

Por medio de la presente nos permitimos ceder los derechos patrimoniales de autor, para
consulta total o parcial de la Monografía de grado, la consulta o reproducción parcial o
total o de la publicación electrónica del texto completo del trabajo, así como del registro en
el catálogo OLIB de la Biblioteca de la Universidad La Gran Colombia.

Atentamente,

Martha Johana Cañón Páez Weslly Johan Saavedra Parra

c.c. 1.076.647.671 de Ubaté c.c 1.121.709.879 de Inírida

Oscar Mauricio Vera Cubillos

c.c. 80.151.140 de Bogotá


TABLA DE CONTENIDO

INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO I. SILENCIO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA


1.1 ¿Qué es el silencio administrativo?...............................................................7
1.2 Desarrollo del silencio administrativo en Colombia………………………....10
1.3 El Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso
Administrativo y el Principio de Eficacia……………………………………...14

CAPÍTULO II. EL SILENCIO ADMINISTRATIVO FRENTE AL DERECHO


DE PETICIÓN Y LA ACCIÓN DE TUTELA
2.1 El Silencio Administrativo y el Derecho de Petición…………………………17
2.2 Del Silencio Administrativo Positivo y Negativo…………………….………..22
2.3 El Silencio Administrativo y la Acción de Tutela……………………………..26
2.4 El Silencio Administrativo Positivo en un Estado Social de Derecho……...30
2.5 Requisitos de aplicación del Silencio Administrativo………………………..38

CAPÍTULO III. EL SILENCIO ADMINISTRATIVO EN LA CONTRATACIÓN


ESTATAL
3.1De la Contratación Estatal, generalidades……………………………………44
3.2 El silencio Administrativo Positivo en la Contratación Estatal………….....47
3.3 Medios de acceso a lo contencioso administrativo respecto del silencio
administrativo…………………………………………………………….......…52

CONCLUSIONES………………………………………………………………………..58

BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………………….64
SILENCIO ADMINISTRATIVO POSITIVO EN LA CONTRATACIÓN ESTATAL

INTRODUCCIÓN

Colombia es un Estado Social de derecho, dentro del cual se reconocen los


derechos colectivos e individuales de cada uno de los sujetos que la componen,
garantizando su efectivo cumplimiento, surgiendo una serie de mecanismos que
permiten su reclamación.

Es por esta razón que se hace necesario conocer los derechos que se tiene como
individuos y la forma como exigirlos, buscando optimizar la aplicación y efectividad
de estos, permitiendo plantear el tema de investigación que se desarrolla a
continuación.

Motivo por el cual se plantear la siguiente interrogante, a efectos de desarrollar y


establecer un punto de partida respecto del tema el cual se va a desarrollar,
¿Cuáles son los efectos jurídicos de la vulneración del derecho cuando existe
silencio administrativo positivo en la Contratación Estatal Colombiana?, teniendo
en cuenta que dicha investigación se encuentra inmersa dentro de la siguiente
línea:

“El derecho para la convivencia y la inclusión social”, enfocado a la dinámica que


existe entre la relación del derecho y la sociedad, teniendo en cuenta los
problemas centrales del derecho, partiendo de los principios constitucionales y su
desarrollo en protección de Derechos. Se observa el papel fundamental del
Derecho Público y su relación con la administración de justicia

El Silencio Administrativo, admite observar la necesidad de los sujetos ante un


requerimiento del cual no surge respuesta alguna por parte del Estado, determinar
si existe la forma de reclamar el derecho que se vulnera cuando no hay respuesta,
partiendo de algunos de los conceptos que se han desarrollado en una línea de
tiempo, hasta llegar a la normatividad vigente.

1
Una vez se desarrollen los conceptos, se observará su relación frente a los
contratos estatales y la forma como se despliega la normatividad para lograr su
cumplimiento, en materia de la contratación estatal.

Así las cosas, es oportuno manifestar que el silencio administrativo nace tras una
línea del tiempo, regido por el artículo 7 de la Ley 58 de 28 de diciembre de 1982,
que confirió facultades extraordinarias a la comisión asesora que se creó por el
artículo 12 de la misma ley, comisión que dio origen al Decreto 1 de 1984 (Código
Contencioso Administrativo), siendo derogado por el artículo 309 de la Ley 1437
de 2011, que contempla el silencio administrativo en los artículos 83 y siguientes.

Es por tal motivo que se contempla el silencio administrativo negativo y el positivo


como caso excepcional, en el entendido que el primero nace o se configura ante la
ausencia de respuesta por parte de la administración a una petición presentada
por el administrado, en un término no mayor a los 3 meses después de su
presentación; por otro lado, el silencio positivo a diferencia del primero, se
configura en casos excepcionales contemplados por las diferentes normas o
jurisprudencias, bien es el caso, en materia tributaria, de contratación estatal entre
otros.

Sin embargo, no solo se hace necesaria la observación del silencio administrativo,


bien sea positivo o negativo, toda vez que se buscar una forma de ejemplificar y
desarrollar el tema, motivo por el cual se toma como punto base de explicación el
silencio administrativo en la Contratación Estatal, teniendo en cuenta que este es
un tema que ha evolucionado vertiginosamente a los largo de los años y de la
jurisprudencia, bien es el caso de la Ley 80 de 28 de octubre de 1993,
reglamentada por el Decreto Nacional 734 de 2012, el cual es modificada por la
Ley 1150 de 2007, y reglamentada parcialmente por los Decretos Nacionales 679
de 1994, 626 de 2001, 2170 de 2002, 3629 y 3740 de 2004, 959, 2434 y 4375 de
2006; 2474 de 2008 y 2473 de 2010.

Esta regulación ha llevado a la aparición de una serie de figuras jurídicas cuyo


único objetivo es optimizar, estructurar y sancionar las conductas, actos y
2
obligaciones de quienes se ven sujetos a esta relación contractual, por tal razón
nacen mecanismos de protección a los Derechos ante la acción u omisión del
deber de las partes. Por lo anterior, se busca analizar, estructurar y verificar la
idoneidad del silencio administrativo positivo frente al aparato judicial y la
administración de justicia, haciendo una observación a los recursos para llegar a
su reconocimiento y efectividad de los mismos, teniendo en cuenta los pros y los
contras de este mecanismo de reclamación de un derecho.

En el entendido que la configuración del silencio administrativo positivo genera un


acto presunto, tal y como lo estableció el artículo 60 del Decreto 1 de 1984 el cual
rezaba “…una decisión supuesta por la misma ley y que tiene los efectos de una
declaración adoptada por medio de una conducta positiva, (…) que dispone que
contra los actos administrativos presuntos, es decir, los que se suponen como
realizados con ocasión del silencio administrativo, pueden proponerse los recursos
por la vía gubernativa en cualquier tiempo; con esta hipótesis legal se garantiza el
desarrollo de los derechos constitucionales del debido proceso y petición y no se
produce vulneración alguna a la Carta Política…”, teniendo en cuenta que este
puede conceptualizarse como una decisión supuesta y tiene los efectos de una
declaración como si se tratase de una conducta positiva. Tal y como se puede
apreciar en la Ley 1437 de 2011 artículo 84 que versa “…Los términos para que
se entienda producida la decisión positiva presunta comienzan a contarse a partir
del día en que se presentó la petición o recurso…” que manifiesta que la decisión
presunta se tomará como punto de partida a partir del día en que se presentó la
petición o el recurso.

Es en este orden que el silencio administrativo positivo configura el acto presunto,


puesto que la presunción se configura ante el día en que se presentó la petición o
recurso, esto lleva a que se realice el siguiente enfoque de investigación:

“Se hace una definición de los proyectos que han rastreado las transformaciones
materiales, impactos y vacios producto del sistema político colombiano. Analiza la
transformación de los desarrollos jurídicos y políticos, teniendo en cuenta los

3
efectos de la globalización del derecho por vía del bloque de constitucionalidad y
los espacios del conflicto y de vació jurídico que se producen en Colombia.”

En esa medida, esta investigación se justifica en cuanto a conocer como opera el


silencio administrativo, teniendo en cuenta la importancia de la función
administrativa y la situación particular que se producen en el proceso de
contratación estatal, entre la administración y los administrados ;en este caso el
estado como contratante y el contratista que es un particular; en donde se
encuentran excepciones especiales que deben estar definidas por el órgano
legislador para su reconocimiento ante la administración estatal, esto en norma
escrita.

Se busca conocer de qué manera el Estado hace efectivo principios establecidos y


garantes del debido proceso, y como fundamento los fines del estado, en donde el
bienestar de la comunidad debe prevalecer.

De igual manera, contribuir en solución a conflictos presentados o por presentarse


ante inconvenientes o dificultades entre la Administración Pública contratante o
contratista y el Particular contratista o contratante.

Teniendo en cuenta que la presente investigación en materia de metodología,


puede aportar datos de interés recolectados durante la investigación, por medio de
datos y de material de consulta, así como contribuir al análisis para el campo de
Administración Publica en Colombia. Para tal fin, se puede hará uso del diseño
metodológico, el cual se enmarca en la recopilación de información soportado
dentro de la Doctrina, la Jurisprudencia y la normatividad, que permiten hacer un
análisis de carácter cualitativo, que llevan a formar una serie de conceptos,
atomizados y parcializados como parte fundamental del objeto de estudio, con el
fin de soportar el resultado estable, seguro, confiable y congruentes de la
investigación.

Esto conlleva a plantear una serie de objetivos que se proyectan al desarrollo y


determinación de los diferentes elementos y aspectos de la investigación, bien es

4
el caso de determinar cuáles son los efectos jurídicos de la vulneración del
derecho cuando existe silencio administrativo positivo frente a la existencia de una
relación de carácter contractual con el Estado.

Por otro lado se busca describir qué es y cómo opera el silencio administrativo en
Colombia, observar cómo se encuentra hoy reglamentado el silencio
administrativo en la Ley 1437 de 2011 en concordancia con la Ley 80 de 1993,
modificada por la Ley 1150 del año 2007, se busca analizar los mecanismos de
acceso a la justicia, vigentes en la normatividad colombiana, cuando se presenta
el silencio administrativo positivo, respecto de una relación de carácter contractual
con el Estado.

Logrando así, hacer una presentación respecto del silencio administrativo positivo
frente a la contratación estatal, para ser presentada ante un auditorio quienes
podrán conocer opinar frente al tema, igualmente ser publicado ante una revista
especializada en el área jurídica.

Ahora bien, teniendo en cuenta lo antes mencionado, el Derecho de Petición, nace


al ordenamiento jurídico como un derecho fundamental, contemplado y protegido
por la Constitución Política artículo 23 y la Ley 1437 de 2011 artículo 13 y
siguientes, existiendo diferentes medios para protegerlo y garantizarlo, sin
embargo, respecto una relación de carácter contractual, cuando se presenta el
silencio administrativo positivo y pese a recurrir a los diferentes medios para su
protección, la administración no reconoce el derecho, estando frente a la violación
de un derecho fundamental del contratista, lo cual deja en evidencia la
inefectividad del aparato judicial para garantizar un derecho.

De igual forma, se busca desarrollar la investigación frente al silencio


administrativo partiendo inicialmente de la forma como nace y se desarrolla en
Colombia y en el ordenamiento jurídico, se continuará desarrollando el tema de
investigación frente al derecho de petición en el entendido que este se configura a
partir de este, la acción de tutela como medio de reclamación frente a la
protección de los derechos y su operancia respecto del silencio administrativo, su
5
funcionalidad frente a una Estado Social de Derecho y los requisitos de aplicación
para hacer efectiva una reclamación; finalmente, se busca desarrollar el tema
frente a la contratación estatal a efectos de ejemplificar y observar de una forma
más puntual el tema de investigación, partiendo de los concepto generales con
relación a la contratación, el momento en que se hace efectiva la reclamación y se
hace un estudio de los medios de acceso a la jurisdicción administrativa a fin de
establecer la viabilidad garantista de un derecho.

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CAPÍTULO I. EL SILENCIO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA.

1.1. ¿Qué es el Silencio Administrativo?

El Silencio de la Administración se percibe como un mecanismo de defensa para


el administrado protegiéndolo de la abstención de resolver, motivo por el cual no
se puede considerar como un acto jurídico, teniendo en cuenta que sus orígenes
son del derecho privado y fue traslapado a el derecho público, razón por la cual
hasta el siglo pasado algunos autores consideraron que el silencio administrativo
era un Acto Administrativo.

Se hace una observación, a los diferentes estudios que se han realizado respecto
de su evolución jurídica, jurisprudencial y doctrinaria resaltando la importancia del
efecto de este silencio, tal y como se contiene en un Estado Social de derecho, en
donde prevalece la pronta respuesta a peticiones de conformidad a la
Constitución Política de Colombia de 1991, en sus artículo 23, el debido proceso
artículo 29; destaca principios de prontitud, eficacia, moralidad artículo 209 y el
principio de la buena fe artículo 83.

La doctrina moderna, sin embargo, hace una corrección indicando que no se


produce un acto administrativo pero si considera que el silencio debe producir un
efecto, determinando que materialmente es una inactividad y se le da una
significación que puede ser positiva o negativa y que puede producir efectos de
responsabilidad administrativa contractual o extracontractual.

La expresión de la voluntad de la administración, en algunos eventos o situaciones


no es expresa y por ello debe ser fijada mediante una norma, para lo cual dicha
decisión sea afirmativa o negativa, su posible expresión a la solicitud de ciudadano
alguno y una posible sanción que se plantea a la administración mediante el
ordenamiento jurídico como consecuencia a la mora por dar respuesta a una
solicitud inicial, radicada para hacer uso del derecho de petición; esto conlleva a
una situación en la cual, por medio de la ley, se otorga un valor a esa
desestimación de la administración hacia los intereses de los administrados,

7
motivo por el cual se configura el silencio administrativo con categoría de negativo,
y con esto lo que se pretende es la defensa del administrado por la no respuesta,
habilitando así para el acto administrativo la impugnación.

En concordancia con la Ley 1437 de 2011, se entiende que la regla general es con
tendencia al silencio administrativo negativo, teniendo en cuenta que transcurridos
3 meses contados a partir de la presentación de una petición, independiente del
tipo de solicitud, sin que se reciba notificación que la resuelva, se configuraría el
silencio negativo.

También, se produce en el evento en que se interponen recursos contra los actos


administrativos que así lo permitan, en cual transcurridos dos meses sin recibir
notificación alguna, por cualquiera de los medios que determina la Ley o por el
medio más expedito, sin que la autoridad encargada se pronuncie, así mismo, si
se plantean excepciones en donde el plazo puede verse interrumpido, y en donde
se requiera la práctica de pruebas, el tiempo no debe ser superior a 30 días
hábiles, por otro lado, no se puede dejar de lado la falta disciplinaria en la que se
vería inmerso el funcionario público por su omisión.

No se puede eximir de responsabilidad a una autoridad administrativa por más que


el silencio se configure en grado negativo, pues la autoridad no pierde
competencia para la decisión, a menos que el respectivo administrado haya usado
recursos contra un acto presunto o en el momento que se acude ante la
jurisdicción contenciosa administrativa, se notifique algún acto admisorio de la
demanda, en la actualidad el peticionario cuenta con tres escenarios expresados
en el inciso tercero del artículo 83 del Código de Procedimiento Administrativo y de
lo Contencioso Administrativo. (2011)

En relación a la dinámica de la carga de la prueba en el acto ficto; debe incluir la


demanda la prueba de los recursos interpuestos y de iniciación de la actuación
para poder tener en cuenta la configuración del silencio administrativo negativo
según el tiempo estipulado en la norma.

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Mal podría decirse que se produce un acto administrativo con el silencio, cuando
se evidencia que no hay manifestación de la voluntad del Estado. Debe entonces
entenderse como una presunción legal, una ficción legal, de donde podría inferirse
que al callar algo dice bastante.

La administración tiene el deber de responder y atender las peticiones de los


administrados, siendo fuente y principal protectora del derecho de petición la
Constitución Política de Colombia de 1991, en donde la administración no puede
resolver en cualquier momento, sino dentro de los términos o límites temporales,
así mismo, de conformidad a la leyes establecidas, los plazos son de obligatorio
cumplimiento para ambas partes, de la responsabilidad del funcionario o persona
que debe dar trámite a la solicitud, de quien se reconoce cuenta con cierto grado
de responsabilidad penal al no cumplir con el deber de responder solicitudes,
produciendo interrupción al acceso a la justicia o a la Jurisdicción de lo
Contencioso Administrativo.

Es precisamente lo que se persigue, la protección de derechos de los peticionarios


por la omisión de los encargados, lo que permitió que el silencio administrativo se
configurara en dos clases, positivo y negativo, por lo que ante la abstención de
respuesta se entenderá negada la solicitud del peticionario y el silencio positivo,
opera de forma excepcional porque debe ser taxativa en la ley que lo indique,
entenderíamos que su objetivo es tener en cuenta principios como el de celeridad
y eficiencia.

Por otra parte se debe tener en cuenta el derecho de petición; cuando se solicita
petición alguna lo que se busca con este derecho fundamental es una respuesta
oportuna dentro del término establecido, al no tenerse se puede hacer efectiva
mediante acción de tutela porque lo que se vulnera es el derecho fundamental
consagrado en el artículo 23 de la Constitución Política, pero en cambio lo que es
concerniente a la jurisdicción administrativa es el acto expreso o presunto, es
decir, va a el tema de fondo de lo pedido de forma independiente del derecho
como lo es el derecho de petición.

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1.2. Desarrollo del Silencio Administrativo en Colombia.

Es con la Ley 130 del 13 de diciembre de 1913 que nace en Colombia, “La
Jurisdicción Administrativa o el primer Código Administrativo”, sin embargo no fue
este el primero en contemplar el Silencio Administrativo, toda vez que este se
hace manifiesto, desde uno de sus inicios con la Ley 58 de 28 de diciembre de
1982, la cual contemplaba en el artículo 4 lo siguiente:

“…ARTICULO 4. Las actuaciones administrativas se cumplirán dentro


de los plazos señalados en las normas que las rigen. El retardo
injustificado permitirá al interesado quejarse ante el respectivo
superior y a este imponer sanciones disciplinarias; todo esto sin
perjuicio de la responsabilidad que el funcionario pueda
corresponder…”

Este artículo permite observar una de las primeras manifestaciones del legislador
en el desarrollo del silencio administrativo, en donde no solo manifiesta que las
funciones administrativas deberán desarrollarse dentro de los plazos estimados
para ello, sino que recalca la importancia de ser desarrollada en el plazo estimado
para tal fin, haciendo énfasis que la demora en emitir una respuesta acarrea
sanciones a quienes no cumplan con su deber, situando la responsabilidad del
usuario ante dicha omisión, quien podrá presentar queja ante el superior
facultándolo a imponer sanciones a quienes no cumplan el deber legal de emitir
una respuesta frente a la petición.

Pese a ser una de las primeras manifestaciones, existen otras materias en las que
se puede desarrollar el silencio administrativo, tal es el caso de la Ley 8 del 14 de
diciembre de 1970, por medio de la cual se dictan otras disposiciones en materia
tributaria, en su artículo 9 al definir un término de reclamación y su interpretación
frente al fallo, así:

“…Si al vencerse dicho término la reclamación pendiente no hubiese sido decidida


en forma definitiva, se entenderá fallada a favor del contribuyente. El término a

10
que se refiere este artículo se contará a partir de la fecha de presentación de la
respectiva reclamación…”,

Lo que permite al administrado dar por sentada una respuesta ficta de la


administración, dando como positiva la reclamación al contribuyente siempre y
cuando esta no haya sido decidida de fondo, teniendo como término para este
caso, la fecha de presentación de la respectiva reclamación.

Sumado a ello, no solo se hace una referencia a la reclamación, sino se hace una
observación al término de reclamación, de conformidad con la Ley 9 del 15 de
junio de 1983 en el artículo 75, por medio de la cual se expiden normas fiscales
relacionadas con los impuestos de renta complementarios, aduanas, ventas y
timbre nacional, se fijan unas tarifas y se dictan otras disposiciones, la cual reza lo
siguiente: “…La declaración tributaria quedará en firme si dentro de los dos (2)
años siguientes a la presentación de la declaración o a la de la corrección o
modificación previstas en el artículo 71 de esta Ley no se notifica la liquidación de
revisión…”, así la norma complementa argumentando “…Cuando el contribuyente
determine a favor en su declaración tributaria, el término anterior se contará a
partir de la fecha en la cual se formule la solicitud de devolución o de
compensación en debida forma, salvo que se trate de contribuyentes en los que la
retención en la fuente por salarios represente un ochenta por ciento (80%) o más
del total de retenciones practicadas en el respectivo año gravable…” establecía el
término de aplicación incluyendo un eximente al hacer mención del término salvo
frente a los contribuyentes a quienes va dirigidas la presente ley.

En materia tributaria, no es la única que la contempla, toda vez que el Decreto 222
del 2 de febrero de 1983, por medio del cual se expiden normas sobre contratos
de la Nación y sus entidades descentralizadas y se dictan otras disposiciones, en
su artículo 231 parágrafo 1 hace mención a “…El incumplimiento de los términos
señalados en este parágrafo se entenderá como silencio administrativo positivo
respecto de la solicitud, siempre que se compruebe que se habían cumplido todos
los requisitos exigidos en cada una de las etapas del procedimiento…” frente a los

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empréstitos internos de las Entidades descentralizadas, al determinar que el
incumplimiento de los términos deberá ser entendido como silencio administrativo
positivo, sumado a ello hace mención al condicionante de haber cumplido todos
los requisitos exigidos, por lo que se hace una de las primeras observaciones
respecto del silencio administrativo positivo, al opera en casos netamente
específicos y no como una generalidad, tal es el caso del silencio administrativo
positivo.

Sin embargo, durante la transición del Derecho Administrativo, nace dentro del
marco jurídico el Decreto 1 del 2 de enero de 1984, por medio del cual se reforma
el Código Contencioso Administrativo, el cual no solo abarca la jurisdicción
administrativa, sino que de esta se debe hacer observación de dos aspectos, el
primero radica en la regulación que se suscribe frente al Derecho de Petición y
segundo el control que hace el legislador respecto del silencio administrativo, por
lo que en el artículo 40 modificado por la el Decreto 2304 del 7 de octubre de 1989
manifiesta lo siguiente:

“…Artículo 40. SILENCIO ADMINISTRATIVO. Transcurrido el plazo


de dos (2) meses, contado desde la fecha de presentación de una
petición sin que se haya notificado decisión que la resuelva, se
entenderá que ésta es negativa.

La ocurrencia del silencio administrativo negativo implica pérdida de


la competencia para resolver la petición.

Contra los actos presuntos, provenientes del silencio administrativo,


no procederá ningún recurso por la vía gubernativa.

Pero se deberá investigar la posible falta disciplinaria del


funcionario u órgano que omitió resolver…” (Negrilla fuera de texto)

En este artículo se observan una serie de aspectos que son necesarios atenuar, el
primero de ellos radica en el término que se le concede a la administración en dar
respuesta, el cual concede un plazo estimatorio para emitir una respuesta o
12
referirse al requerimiento de algún modo; lo segundo a observar se encuentra en
la aclaración que hace el legislador al referirse a la pérdida de competencia para
resolver, caso contrario a lo que determina el Decreto 1 de 1984, el cual se refiere
de la siguiente forma frente a este aspecto:

“…La ocurrencia del silencio administrativo negativo no eximirá


de responsabilidad a las autoridades ni las excusará del deber de
decidir sobre la petición inicial, salvo que el interesado haya hecho
uso de los recursos de la vía gubernativa con fundamento en él,
contra el acto presunto…” (Negrilla fuera de texto)

Caso en el cual se es clara la observación, al determinar que no se exime la


responsabilidad de decir sobre caso en concreto, haciendo la salvedad que el uso
de los recursos de la vía gubernativa en contra de dicha petición, son la única
condición que los exime.

Como cuarto aspecto, aparece la observación e investigación que se debe hacer a


la administración, respecto del funcionario o del órgano que debe resolver la
petición, para determinar una posible sanción disciplinaria, que motivan las causas
que impiden su deber de dar trámite a la petición, de conformidad a las normas
contempladas ante la Jurisdicción Disciplinaria.

Si bien es cierto, el Silencio Administrativo ha tenido cierta trascendencia y


evolución a lo largo de la normatividad colombiana, no solo en materia de
contratación como se plantea inicialmente, sino que esta ha sido aplicada a los
diferentes enfoques de la normatividad, tal es el caso de la legislación tributaria, la
contratación estatal, entre otros, lo que nos permite determinar que este es una
tema que pese a no tener un concepto muy amplio, cobra vital importancia en el
ordenamiento jurídico, toda vez que ha logrado mantenerse a lo largo del tiempo,
dando una oportunidad a los administrados frente al reconocimiento de las
solicitudes, teniendo en cuenta que esta pese a su desarrollo mantiene su enfoque
inicial, el cual se fundamenta garantizar el derecho de petición.

13
1.3. El Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso
Administrativo y el Principio de Eficacia.

En cumplimiento del artículo 209 de la Constitución Política, el cual establece:

“…ARTICULO 209. La función administrativa está al servicio de


los intereses generales y se desarrolla con fundamento en los
principios de igualdad, moralidad, eficacia, economía, celeridad,
imparcialidad y publicidad, mediante la descentralización, la
delegación y la desconcentración de funciones. (Negrilla fuera de texto)

Las autoridades administrativas deben coordinar sus


actuaciones para el adecuado cumplimiento de los fines del
Estado. La administración pública, en todos sus órdenes, tendrá un
control interno que se ejercerá en los términos que señale la
ley…”(Negrilla fuera de texto)

Es claro que las funciones que se le atribuyen al funcionario, orientadas por la


Constitución, se desarrollan en torno al servicio del interés general con
fundamento de los principios de la igualdad, moralidad, eficacia, economía,
celeridad, imparcialidad y publicidad, situando su labor al cumplimiento de los fines
del Estado, para lo cual cada Entidad deberá tener un control interno que permita
su correcto y cabal cumplimiento de las funciones que le son encomendadas.

Por otro lado, la Ley 1437 de 2011, actual Código de Procedimiento Administrativo
y de lo Contencioso Administrativo, lo contempla en su artículo 3 numeral 11 “…En
virtud del principio de eficacia, las autoridades buscarán que los
procedimientos logren su finalidad y, para el efecto, removerán de oficio los
obstáculos puramente formales, evitarán decisiones inhibitorias, dilaciones o
retardos y sanearán, de acuerdo con este Código las irregularidades
procedimentales que se presenten, en procura de la efectividad del derecho
material objeto de la actuación administrativa…”(negrilla fuera de texto), dentro del
cual se pueden observar ciertos aspectos que son oportunos observar.

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El principio de eficacia determina inicialmente, la búsqueda en manos de las
autoridades por garantizar el cumplimiento de sus procedimientos, acentuando la
importancia de lograrlo, de llegar al fin propio del Estado y la administración; otro
aspecto a recalcar, es la manifestación que hace el legislador, al contemplar la
necesidad de hacer a un lado los obstáculos que impiden dar vía a estos
procedimientos, llevando a que se busque evitar cualquier tipo de acto mal
intencionado que impida su cumplimiento, haciendo énfasis en las decisiones
inhibitorias, dilaciones y retardos que impiden el sano cumplimiento de las
funciones del Estado, permitiendo así que dichas decisiones sean saneadas por
parte de la administración, ampliando el término para pronunciarse respecto de los
administrados; para finalmente, hacer manifiesta y obligatoria el efectivo
cumplimiento del derecho objeto del acto administrativo.

Ahora bien, respecto del funcionario el artículo 123 inciso 2 de la Constitución


contempla, “...Los servidores públicos están al servicio del Estado y de la
comunidad; ejercerán sus funciones en la forma prevista por la Constitución, la
ley y el reglamento…” (Negrilla fuera de texto), dejando en claro que la labor de los
funcionarios y servidores públicos está orientada al servicio del Estado y de la
comunidad, quienes por mandato constitucional se encuentran obligados a acatar
las funciones que le son asignadas, motivo por el cual no debe existir ningún tipo
de interferencia frente a su efectivo cumplimiento.

Sin embargo, es a través de este mandato Constitucional que se configura el


silencio administrativo, pues si bien es cierto la administración debe ceñirse a las
obligaciones que se le atribuyen, siendo una de estas, el pronunciarse frente a
cualquier tipo de solicitud, motivo por el cual alguno autores se han pronunciado al
respecto, por lo que en palabras de Gustavo Penagos (2013), se define como:
“…la falta de respuesta a una petición del administrado; puede tener lugar porque
no responda, guarde silencio, responda extemporáneamente o no se notifique la
decisión, situaciones que son arbitrarias por cuanto toda persona tiene derecho a
obtener respuesta oportuna…” (p. 5), esta definición deja en claro que el silencio

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administrativo se fundamenta inicialmente en el derecho de petición consagrado
por la constitución en su artículo 23 y demás normas concordantes.

Así mismo, se reafirma el condicionante, que para la existencia del silencio


administrativo, la administración debe incurrir en una serie de faltas, bien sea no
responder a la petición, guarde silencio de alguna forma frente a la solicitud sin
que se justifique el mismo, responda fuera del término establecido para tal fin o
que no se dé a conocer bajo ningún medio la decisión de la administración, para lo
cual se entenderá que no hubo respuesta alguna.

Con base en ello y recalcando lo antes mencionado, es con el derecho de petición


que nace a la luz del ordenamiento jurídico el silencio administrativo negativo y
positivo, teniendo en claro que sin la manifestación del administrado de acudir a la
administración haciendo uso del derecho de petición no habría lugar a que este se
presentara, teniendo en cuenta que la manifestación en sí misma no es la causa,
si no que nace ante la ausencia de una respuesta, bien sea por acción o por
omisión, fuera del término estimado para tal fin o por que no se emite una
respuesta de fondo por parte de la administración.

16
CAPÍTULO II. EL SILENCIO ADMINISTRATIVO FRENTE AL DERECHO
DE PETICIÓN Y LA ACCIÓN DE TUTELA, EN UN ESTADO SOCIAL DE
DERECHO.

2.1 El Silencio Administrativo y el Derecho de Petición.

Se hace necesario recalcar la importancia del Derecho de Petición respecto del


silencio administrativo, pues como se dijo anteriormente, este se configura
partiendo de la solicitud que hace el administrado, fundamentado inicialmente en
el derecho de petición consagrado por la constitución en su artículo 23 y demás
normas concordantes, el cual manifiesta:

“…ARTICULO 23. Toda persona tiene derecho a presentar peticiones


respetuosas a las autoridades por motivos de interés general o
particular y a obtener pronta resolución. El legislador podrá
reglamentar su ejercicio ante organizaciones privadas para garantizar los
derechos fundamentales...” (Negrilla fuera de texto)

Por lo que se hace la observación que el derecho de petición es de carácter


fundamental, ante el ordenamiento jurídico, donde su vulneración atentaría no solo
contra el ordenamiento nacional y la Constitución, sino que se deben tener en
cuenta los diferentes tratados internacionales que protegen los derechos
fundamentales. Motivo por el cual el legislador busca reglar los diferentes
aspectos que de este se contemplan, teniendo en cuenta que se encuentra
amparado por la Ley 1437 de 2011, artículo 13 y siguientes, la cual sanciona la
abstención u omisión de la administración por responder, así:

“…Artículo 13. Objeto y modalidades del derecho de petición ante


autoridades. Toda persona tiene derecho de presentar peticiones
respetuosas a las autoridades, en los términos señalados en este
Código, por motivos de interés general o particular, y a obtener
pronta resolución.
17
Toda actuación que inicie cualquier persona ante las autoridades
implica el ejercicio del derecho de petición consagrado en el
artículo 23 de la Constitución Política, sin que sea necesario
invocarlo. Mediante él, entre otras actuaciones, se podrá solicitar el
reconocimiento de un derecho o que se resuelva una situación
jurídica, que se le preste un servicio, pedir información, consultar,
examinar y requerir copias de documentos, formular consultas,
quejas, denuncias y reclamos e interponer recursos.

El ejercicio del derecho de petición es gratuito y puede realizarse sin


necesidad de representación a través de abogado…”

Si bien es cierto, el Derecho de Petición está consagrado por la Constitución, se


deben observar dos aspectos de vital importancia contemplados por la Ley 1437
de 2011; como primer aspecto, se reitera el derecho de toda persona a presentar
petición a las autoridades, haciendo aclaración que toda solicitud que se presente
ante la administración será entendida como una petición formal sin que sea
necesario invocarlo, y segundo, se hace un parámetro, o en otros términos, se
plantea la diferencia entre el interés general del particular, en el entendido que el
primero recae sobre todos y cada uno de los directamente afectados, mientras el
segundo, afecta a una persona en particular en su derecho individual, sin dejar de
lado, que uno u otro deberán tener una pronta respuesta.

Sin embargo, lo antes manifestado, no obliga a la administración a dar una


respuesta favorable a la pretensión del administrado, la cual puede ir en contra de
lo solicitado por el peticionario, por lo que la administración se encuentra obligada
a motivar la respuesta, argumentando la razón por la cual no accede a la solicitud,
así mismo, se entiende que dicha petición deberá ser resuelta en el término
establecido por la Ley, situación que ha sido estudiada por la Corte Constitucional,
en la Sentencia T 242 del 23 de junio de 1993, manifestó lo siguiente:

“…El derecho de petición, reconocido a toda persona como un


instrumento idóneo para acudir ante la autoridad en la certeza de
18
obtener pronta resolución sobre solicitudes respetuosas
formuladas en interés general o particular, es garantía de clara estirpe
democrática que permite al pueblo, como titular de la soberanía, tener
acceso directo a quienes administran los asuntos públicos. A éstos
corresponde, por mandato perentorio de la Carta, el deber
correlativo de considerar las peticiones y de resolverlas oportuna
y claramente…” (Negrilla fuera de texto)

La Corte reitera el mandato constitucional, al catalogarlo como el medio idóneo


para acudir ante la autoridad, dejando en claro la certeza de obtener pronta
resolución sobre la solicitud, recalcando la importancia del deber de considerar las
peticiones y de resolverlas oportuna y claramente, independiente de la dirección a
la que sea dirigida dicha respuesta, bien sea concediendo o no lo solicitado,
siempre y cuando sea resuelta de fondo, en concordancia con la sentencia antes
citada:

“…El derecho de petición no implica una prerrogativa en cuya


virtud la administración se vea precisada a definir
favorablemente las pretensiones del solicitante, razón por la cual
no se debe entender conculcado este derecho cuando la
autoridad responde oportunamente al peticionario, aunque la
respuesta sea negativa. La resolución, producida y comunicada
dentro de los términos que la ley señala, representa la satisfacción del
derecho de petición, de tal manera que si la autoridad ha dejado
transcurrir los términos contemplados en la ley sin dar respuesta al
peticionario, es forzoso concluir que vulneró el derecho pues la
respuesta tardía, al igual que la falta de respuesta, quebranta, en
perjuicio del administrado, el mandato constitucional…” (Negrilla fuera de

texto)

Ahora bien, el derecho de petición no implica conceder una respuesta positiva a lo


solicitado, sino permite a la administración emitir una respuesta que resuelva de

19
fondo la pretensión, aunque esta no sea afirmativa, pues no se obliga a la
administración a reconocer un derecho inexistente o lo imposible, teniendo en
cuenta que pese a tratarse de una derecho fundamental, este no puede violar o
dejar las garantías y derechos de los demás, en el entendido que pueda estar
afectando un interés general. Sumado a ello, la Corte ha dicho, que la respuesta
inoportuna es de por si una vulneración a un derecho, la cual podrá ser entendida
como una omisión en pronunciarse por parte de la administración, teniendo en
cuenta que como tal acarrea una sanción disciplinaria:

“…la omisión en que incurre la autoridad al no responder las


peticiones con la necesaria prontitud es de por sí una violación del
derecho y acarrea la consiguiente responsabilidad disciplinaria.
Aunque ello genera, por otra parte, la ocurrencia del fenómeno
jurídico del silencio administrativo -que se concreta en un acto
ficto o presunto demandable ante la jurisdicción- no por eso
queda relevada la administración del deber que se le impone de
resolver la solicitud, pues sería inaudito que precisamente la
comprobación de su negligencia le sirviera de pretexto para continuar
violando el derecho…”

Por lo anterior, se debe asumir que el Derecho de Petición es de carácter


constitucional, inherente a todos y cada uno de los ciudadanos, el cual debe
ser preservado y protegido por parte de la administración, motivo por el cual
no se debe presentar ningún tipo de vulneración al respecto, lo que
ocasionaría una violación a los mandatos constitucionales, por lo que la
omisión de respuesta por parte de las Entidades del Estado también podría
configurar el silencio administrativo.

Ahora bien, el derecho de petición no obliga a la administración a dar una


respuesta favorable al peticionario o a pronunciarse frente a solicitudes que
se desbordan de su capacidad o sus facultades, caso en el cual deberá
pronunciarse en este sentido, argumentado el moción de la respuesta, pero

20
si el caso radica en la competencia para conocer de la petición, esta deberá
ser remitida a la autoridad competente en el menor término posible, caso en
el cual deberá informarse al peticionario la fecha en que se remitió, la
autoridad que le compete pronunciarse y el medio por el cual se allegó ante
dicha autoridad.

Recopilando lo antes mencionado, es preciso hacer las siguientes


consideraciones: prevalece la importancia del derecho de petición, tomando
como punto de partida que se trata de un derecho fundamental protegido por
la Constitución Política en el artículo 23; así mismo, se resalta la primacía
del derecho de petición frente al silencio administrativo, teniendo en cuenta
que es a partir de la petición que nace al ordenamiento jurídico, configurado
ante la ausencia de respuesta por parte de la administración; por otro lado,
se observa que el derecho de petición permite a la administración
pronunciarse en diferentes sentidos, partiendo que ésta se encuentra en la
obligación de pronunciarse: la primera, radica en conceder la solicitud al
peticionario, en el sentido que este la plantea; la segunda, en que la
administración no se obliga a pronunciarse ante peticiones que desbordan la
capacidad de la Entidad, bien sea por que no da lugar a la reclamación o
petición o porque se trata de un caso imposible; y la tercera, en que la
Entidad ante la cual se hace la petición no es competente para conocer, por
lo que deberá remitirla en el menor tiempo posible ante la autoridad
competente, quien a su vez deberá de informar al administrado que la
petición fue remitida por competencia, indicando la autoridad que entra a
conocer de la solicitud, la fecha en que se remitió y el medio por el cual se
allegó ante la autoridad competente.

21
2.2 Del Silencio Administrativo Positivo y Negativo.

Se debe tener presente que en la expedición del Código de Procedimiento


Administrativo y de lo Contencioso Administrativo, Ley 1437 de 2011 tiene como
fin hacer un control del SILENCIO ADMINISTRATIVO, tal y como se observa en el
capítulo VII en sus artículos 83, 84, 85 y 86, de la siguiente forma:

“…Artículo 83 .SILENCIO NEGATIVO. Transcurridos tres (3) meses


contados a partir de la presentación de una petición sin que se haya
notificado decisión que la resuelva, se entenderá que esta es
negativa.

En los casos en que la ley señale un plazo superior a los tres (3)
meses para resolver la petición sin que esta se hubiere decidido, el
silencio administrativo se producirá al cabo de un (1) mes contado a
partir de la fecha en que debió adoptarse la decisión.

La ocurrencia del silencio administrativo negativo no eximirá de


responsabilidad a las autoridades. Tampoco las excusará del deber
de decidir sobre la petición inicial, salvo que el interesado haya hecho
uso de los recursos contra el acto presunto, o que habiendo acudido
ante la Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo se haya
notificado auto admisorio de la demanda…”

El silencio administrativo negativo, para que se configure ante el ordenamiento


jurídico deberá cumplir una serie de requisitos, el primero de ellos radica en pasar
más de tres meses sin que la administración se haya pronunciado frente a la
solicitud del administrado, situación que no es eximente de la responsabilidad de
responder o pronunciarse al respecto, tal y como lo manifiesta la Corte
Constitucional en la Sentencia C-875 de 2011, del Doctor Juan Carlos Henao
Pérez:

“…cuando el administrado se encuentra frente a la figura del silencio


administrativo negativo, la vía gubernativa no se agota de manera
22
automática, y puede elegir entre dos opciones: (i) acudir a la
jurisdicción directamente o, (ii) esperar una respuesta efectiva de la
Administración, sin que esta última opción le genere consecuencias
adversas, como contabilizar el término de caducidad de la respectiva
acción contenciosa a partir del momento previsto para la operancia
del silencio administrativo…”

Por lo anterior, se debe tener en cuenta que frente a la figura del silencio
administrativo negativo, la vía gubernativa no se agota de manera inmediata, toda
vez que el peticionario puede elegir entre acudir directamente a la jurisdicción,
teniendo en cuenta que respecto del silencio administrativo negativo, la
administración podrá pronunciarse así se halla vencido el término, o por el
contrario esperar una respuesta por parte de la administración, a fin de determinar
el término de caducidad de la respectiva acción.

Ahora bien, Ley 1437 de 2011, en su artículo 84 contempla el silencio


administrativo positivo, toda vez que la omisión de la administración por responder
acarrea por si una violación del derecho, tal y como se observa a continuación:

“…Artículo 84. SILENCIO POSITIVO. Solamente en los casos


expresamente previstos en disposiciones legales especiales, el
silencio de la administración equivale a decisión positiva.

Los términos para que se entienda producida la decisión positiva


presunta comienzan a contarse a partir del día en que se presentó la
petición o recurso.

El acto positivo presunto podrá ser objeto de revocación directa en los


términos de este Código…”

A diferencia del silencio administrativo negativo, el silencio positivo se


contempla en los casos específicos determinados por las diferentes normas,
que como aspecto general empezarán a contarse a partir del día en que se
presentó la correspondiente solicitud por parte del peticionario, tal y como lo
23
observa la Corte Constitucional en Sentencia C-875 de 2011, de la siguiente
forma:

“…Excepcionalmente, el legislador puede determinar que la


ausencia de respuesta se entienda resuelta a favor de quien la
presentó, figura que se conoce con el nombre de silencio
administrativo positivo. En este evento, la omisión de respuesta
genera a favor del interesado su resolución en forma afirmativa, la que
se debe protocolizar en la forma en que lo determina el artículo 42 del
Código Contencioso Administrativo, actualmente vigente, para hacer
válida su pretensión…” (Negrilla fuera de texto).

Posición de la Corte que reitera lo antes mencionado, al recalcar que el legislador


puede determinar la ausencia de una respuesta por parte de la administración,
sea resuelta en favor de quien presentó la solicitud, lo que lleva a que esta deba
ser protocolizado de conformidad a los establecido en el artículo 42 del Decreto 1
de 1981, derogado por la Ley 1437 de 2011 artículo 85, a efectos que sea
reconocido y se obligue a la administración a conceder la petición.

En este sentido, la Corte reitera la intención del legislador frente al silencio


administrativo, tras hacer la observación de la importancia y función de este, es
por esto que en la sentencia antes mencionada aduce lo siguiente:

“…En términos constitucionales se puede definir la figura del silencio


administrativo como una herramienta que el legislador ha dispuesto
para que el ciudadano pueda: i) hacer valer sus derechos ante la
administración de justicia, en el caso del silencio administrativo
negativo, por cuanto no puede quedar indefinidamente a la
espera de una respuesta por parte del ente estatal encargado de
resolverla, hecho que hace necesario crear un mecanismo para que
pueda acudir ante la misma administración recurriendo el acto ficto o
ante la jurisdicción o, ii) ver satisfechos sus derechos ante la
omisión de la administración, en el caso del silencio
24
administrativo positivo, en la medida en que el mutismo de
aquella concreta en su cabeza un derecho…”

Se hace la observación de dos aspectos que son de vital importancia, el primero


hace alusión a la importancia de hacer valer los derechos de los peticionarios ante
la administración, por cuanto no puede quedar indefinidamente a la espera de una
respuesta por parte de la Entidad del Estado encargada de dar una respuesta; y
por la otra, satisfacer los derechos de los administrados ante la omisión en
pronunciarse, teniendo en cuenta que sobre esta se concreta un derecho de
manera inmediata, cuando se trata del silencio administrativo positivo.

Sin embargo, la Ley 1437 de 2011, no solo contempla y determina los casos en
los cuales se configura el silencio administrativo, sino que nos determina el
procedimiento para invocarlo cuando se hace presente, frente a una actuación, de
conformidad con el artículo 85, así:

“…Artículo 85. PROCEDIMIENTO PARA INVOCAR EL SILENCIO


ADMINISTRATIVO POSITIVO. La persona que se hallare en las
condiciones previstas en las disposiciones legales que establecen el
beneficio del silencio administrativo positivo, protocolizará la
constancia o copia de que trata el artículo 15, junto con una
declaración jurada de no haberle sido notificada la decisión dentro del
término previsto.

La escritura y sus copias auténticas producirán todos los efectos


legales de la decisión favorable que se pidió, y es deber de todas las
personas y autoridades reconocerla así.

Para efectos de la protocolización de los documentos de que trata


este artículo se entenderá que ellos carecen de valor económico…”

En este caso, la norma es taxativa al determinar el procedimiento por medio del


cual se puede legitimar el silencio positivo, teniendo en claro los parámetros que
trata el artículo 15 “Presentación y Radicación de Peticiones” de la misma norma,
25
así mismo, determina que deberá elevarse declaración juramentada que
especifique que la petición nunca fue notificada por parte de la administración
dentro de los términos previstos en la misma norma. Una vez se realice dicho
trámite la escritura como las copias auténticas permitirá que se produzcan los
efectos legales a fin de configurar la decisión favorable al administrado, estando
sujeta a que se deba reconocer de esa forma.

Así las cosas, es oportuno recalcar que existen dos tipos de silencio
administrativo, bien sea negativo o positivo, donde el primero debe cumplir una
serie de requisitos para que se configuren partiendo del término de la presentación
de la petición ante la administración, el cual se contará una vez se cumplan tres
meses después de la presentación de la solicitud y se configurará a partir del
primer mes en que debía haberse dado trámite de la misma; por el contrario el
silencio positivo se configura únicamente en los casos expresamente
determinados por la ley y se tendrá como término para que se configure en el
primer momento de la presentación de la solicitud, dando cumplimiento a los
aspectos que para cada caso en concreto determine la norma. Sumado a ello, la
norma contempla los requisitos para la reclamación del derecho, en donde una
vez presentada la petición ante la administración, deberá elevarse declaración
juramentada en la que se manifiesta que la administración no ha dado respuesta a
la solicitud, lo cual permite que tome los efectos legales de la decisión.

2.3 El Silencio Administrativo y la Acción de Tutela.

Si bien es cierto, tal y como se dijo anteriormente, el silencio administrativo,


independiente que se trate del positivo o el negativo tiene su origen a partir del
Derecho de Petición, que por mandato constitucional se trata de un derecho
fundamental el cual tiene como mecanismo de protección dentro del ordenamiento
jurídico la Acción de Tutela, de conformidad al artículo 86 de la Constitución
Política de Colombia, la cual reza lo siguiente:

26
“…ARTICULO 86. Toda persona tendrá acción de tutela para
reclamar ante los jueces, en todo momento y lugar, mediante un
procedimiento preferente y sumario, por sí misma o por quien actúe a
su nombre, la protección inmediata de sus derechos constitucionales
fundamentales, cuando quiera que éstos resulten vulnerados o
amenazados por la acción o la omisión de cualquier autoridad pública.

La protección consistirá en una orden para que aquel respecto de


quien se solicita la tutela, actúe o se abstenga de hacerlo. El fallo, que
será de inmediato cumplimiento, podrá impugnarse ante el juez
competente y, en todo caso, éste lo remitirá a la Corte Constitucional
para su eventual revisión.

Esta acción solo procederá cuando el afectado no disponga de otro


medio de defensa judicial, salvo que aquella se utilice como
mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable.

En ningún caso podrán transcurrir más de diez días entre la solicitud


de tutela y su resolución.

La ley establecerá los casos en los que la acción de tutela procede


contra particulares encargados de la prestación de un servicio público
o cuya conducta afecte grave y directamente el interés colectivo, o
respecto de quienes el solicitante se halle en estado de subordinación
o indefensión…”

Se debe hacer una observación frente a la acción de tutela, pues como se dijo
anteriormente el derecho de petición es de carácter fundamental, lo que hace
procedente esta acción constitucional, pese a que se configure el silencio
administrativo, toda vez que la tutela opera con la omisión dar respuesta dentro
del término que establece la Ley.

27
Motivo por el cual la Corte Constitucional en reiteradas ocasiones ha manifestado
que el silencio administrativo no hace improcedente la acción de tutela para la
protección del derecho de petición, tal y como se observa en la sentencia T-724 de
1998, la cual reza lo siguiente:

“…El silencio administrativo no puede ser entendido como una respuesta que
resuelva ni sustancial ni materialmente la solicitud…”

En concordancia con la sentencia T-301 de 1998, del Magistrado Ponente


Alejandro Martínez Caballero, que afirma lo siguiente:

“…Por esta razón, el silencio administrativo no puede ser entendido


como resolución o pronunciamiento de la administración, ya que éste
no define ni material ni sustancialmente la solicitud de quien propone
la petición, circunstancia que hace evidente que dentro del núcleo
del derecho de petición se concrete la materialización de una
obligación de hacer por parte de la administración, - la de contestar y
comunicar-, que ha sido reconocida claramente por la doctrina
constitucional…”

Al igual que la sentencia T-164 de 1998, del Magistrado Ponente Fabio Morón
Díaz, en la que se hace la siguiente afirmación:

“…Como lo ha expresado la Corte Constitucional en diferentes


oportunidades, cuando el juez de tutela deniega la protección
solicitada, aduciendo que la falta de respuesta configura un silencio
administrativo negativo, abriéndose así la vía contenciosa
administrativa, contraviene la reiterada jurisprudencia de esta
Corporación en el sentido de que el derecho de petición es de
contenido formal, pues predica la pronta resolución de una solicitud,
mientras que cuando se abre la vía jurisdiccional como consecuencia
de la figura del silencio negativo, se hace referencia al fondo de lo

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pedido, pues lo que se entra a discutir es la legalidad de la actuación
administrativa….”

Así las cosas, la acción de tutela sigue siendo el mecanismo idóneo para la
reclamación y garantía de los derechos fundamentales, teniendo en cuenta que
para tal fin no exista otro medio para garantizarlos, por la jurisdicción contenciosa,
que para este caso en concreto presentaría un posible impedimento para acudir
ante los jueces constitucionales, en el entendido que el silencio administrativo
positivo opera en ciertos casos contemplados dentro del lineamiento jurídico, los
cuales deberán ser garantizados de conformidad a lo establecido en la Ley para
tal fin.

Pues si bien es cierto, la acción de tutela procede ante el silencio administrativo


positivo, también lo es el hecho que su aplicación se refleja frente a ciertos casos
específicos, como lo es la solicitud para acceder a los documentos públicos,
reglamentada por la Ley 57 de 1985 de conformidad a la sentencia T-473 de 1992,
ponencia del Dr. Ciro Angarita Barón, quien expone lo siguiente:

“…La Ley 57 de 1985 regula publicidad de los actos y documentos


oficiales, pero no define documento público. Sin embargo, una
interpretación sistemática de la misma ley permite concluir que, para
ella, documento público es todo documentos que repose en las
oficinas públicas, entendiendo por éstas las que expresamente están
enumeradas en su propio texto…”

Tal y como lo menciona Gustavo Penagos (2013), “…la conducta de la entidad


pública, a su vez, encaja dentro de los preceptuado en el artículo 25 de la Ley 57
de 1985, que subrogó el artículo 22 del C. P. A. C. A.. En dicho artículo establece
que, si pasados 10 días de la petición de documentos no se ha dado respuesta al
peticionario, se entenderá, para todos los efectos legales, que la respectiva
solicitud ha sido aceptada. El correspondiente documento será entregado dentro
de los tres días inmediatamente siguientes…” (p. 202)

29
Frente a la tutela, es claro que para acudir a ella, tal y como se dijo anteriormente,
se deberá tener en cuenta la solicitud sobre la cual recae y el derecho a reclamar,
pues su función es la protección de los derechos fundamentales, en el entendido
que el derecho de petición permite que se configure el silencio administrativo,
siempre que para tal fin no exista otro medio para garantizarlo, sin embargo, el
silencio administrativo contempla una serie de requisitos de aplicación restrictivos
frente a la acción de tutela, lo que impide el reconocimiento del derecho por este
medio constitucional.

2.4 El Silencio Administrativo en un Estado Social de Derecho.

En su origen se determinó que el silencio administrativo, debía resolver las


peticiones y no quedar sin respuesta, tal y como lo manifiesta Gustavo Penagos
(2013), quien afirma que “…En un Estado de Derecho, debe entenderse que las
peticiones de los administrados, se deban resolver y no quedar en silencio
negligente de la administración…” (p.510), en el entendido que Colombia se
reconoce como un Estado Social de Derecho y como tal debe velar por la
protección y garantía de los derechos de los administrados.

Sumado a ello, oportuno hacer mención a lo observado por el profesor Vicent


Aguado I Cudola (2001), quien manifiesta: “…el silencio administrativo nace
estrechamente a la teoría del acto administrativo, al constituirse este último como
un presupuesto procesal para que pueda conocer la jurisdicción administrativo.
Con ello se quería evitar que la administración eludiera el control jurisdiccional a
través del mero expediente de no dictar el acto que resultaba contrario a los
intereses que defendía. Por este motivo, es entendió que transcurrido un plazo el
particular podía entender desestimada su solicitud y acudir a la jurisdicción como
si existiera un acto administrativo” (p. 54). Significativamente y a los ojos del
legislador, se buscaba evitar que la administración evadiera de algún modo sus
obligaciones y con esto el control jurisdiccional, al no dictar el acto que podía
resultar contrario a los intereses que debe defender como administración, lo que
30
origina que se tome como desestimada la solicitud y permite acudir a la
jurisdicción, por medio de una acto, como si existiera un acto presunto.

Sin embargo, no es un acto administrativo como lo indica el profesor Vicenc


Aguado (1999), tesis que se muestra en esta investigación mirando la evolución
jurídica como lo señala el profesor Agustín Gordillo (1998):

“El silencio, pues no es nada en si, materialmente es inactividad, vacio en el obrar,


pero esta ausencia es coloreada por el ordenamiento, dándole una significación
determinada. Esta significación puede ser positiva o negativa” (p.41)

Teniendo en cuenta, que al expresar “no es nada en sí”, se hace alusión al acto
ficto o presunto que de esta se desprende, teniendo en cuenta que el silencio
administrativo no configura un acto administrativo, sino la presunción de éste.

De igual manera, Agustín Gordillo ostenta lo siguiente: “…El ordenamiento no


colorea el silencio de algún significado, es un mero hecho administrativo no
productor de efectos jurídicos directos, sin perjuicio de autorizar el amparo por
mora de la administración para obligarla a dar un pronunciamiento expreso, y de
que pueda dar lugar a responsabilidad administrativa, contractual o
extracontractual” (p. 330). El Silencio Administrativo, fue definido inicialmente
como un acto el cual se originó en el derecho privado y se trasladó al derecho
público, sin embargo esta afirmación fue quedando de lado, dejando las puertas
abiertas a la manifestación de la administración, entendiéndose que esta no puede
actuar de manera arbitraria; uno de los temas más debatidos en el derecho
administrativo, es el de los efectos de la inactividad de la administración, pese a lo
cual es posible tener los derechos de las personas afectadas y si debe el ser el
juez administrativo quien remplaza a la Administración y adopte decisiones que la
misma retarda o calla.

Es importante tener presente que la Constitución Política de Colombia de 1991


produce un cambio fundamental en las competencias judiciales, esta ordena al
juez tener en cuenta la prevención en la actuación para la protección de derechos

31
fundamentales como de intereses colectivos y este es punto tan relevante que por
esto se realiza la actual modificación al Código Contencioso Administrativo, en la
comisión de reforma sobre los efectos del silencio administrativo, se propusieron
tres (3) tesis; la primera en donde se indicaba que debía quedar como estaba
regulado en el Código de 1984; que se debía establecer como regla general el
silencio positivo, de manera que la falta de decisión se tomara como una
resolución favorable al particular, y por último, que se debía estructurar una
pérdida de competencia para que el juez decidiera el fondo del asunto; finalmente
lo que se resolvió fue mantener la regulación del estatuto anterior.

Respecto del funcionario el artículo 123 inciso 2 de la Constitución contempla, que


la labor de los funcionarios está orientada al servicio del Estado y de la
comunidad, motivo por el cual no debe existir ningún tipo de interferencia frente a
su efectivo cumplimiento.

Es a través de este mandato Constitucional es que se configura el silencio


administrativo, por lo que en palabras de Gustavo Penagos (2001), se define
como: “…la falta de respuesta a una petición del administrado; puede tener lugar
porque no responda, guarde silencio, responda extemporáneamente o no se
notifique la decisión, situaciones que son arbitrarias por cuanto toda persona tiene
derecho a obtener respuesta oportuna…” (p. 63), esta definición deja en claro que
el silencio administrativo se fundamenta inicialmente en el derecho de petición
consagrado por la constitución en su artículo 23 y demás normas concordantes.

Sin embargo, el profesor Agustín Gordillo (1999) afirmó que “…El silencio, pues,
no es nada en sí; materialmente es inactividad, vacío en el obrar; pero esta
ausencia es coloreada por el ordenamiento, dándole una significación
determinada…” (p. 96), determinando que el silencio es fundamentalmente la
inactividad de la administración, por lo que continúa afirmando “…Esa significación
puede ser positiva o negativa. Esto supondría que si el ordenamiento no colorea el
silencio de algún significado, es un mero hecho administrativo no productor de
efectos jurídicos directos…” (p. 5)

32
Por otro lado se hace necesario recalcar la importancia del Derecho de Petición
respecto del silencio administrativo, pues como se dijo anteriormente, este se
configura partiendo de la petición que hace el administrado, teniendo en cuenta
que este queda amparado por la Ley 1437 de 2011, artículo 13 y siguientes, la
cual sanciona la abstención u omisión de la administración por responder.

Es por esto que de conformidad a la Constitución y según afirma Gustavo


Penagos (2013), “...Se observa que no tiene justificación jurídica, ni es suficiente
la sanción que la ley establece al darle determinados efectos, equivalentes a una
decisión, cuando la administración guarda silencio ante una petición...” (p.111),
recalcando la falta de alcance de la ley frente a la reclamación y protección de un
derecho.

Ahora bien, Colombia es un Estado Social de Derecho, motivo por el cual la


administración no puede incurrir en la vulneración de la ley libremente, tal y como
lo determina Gustavo Penagos (2001), “…la administración no puede violar la ley
impunemente en perjuicio de los administrados, principio consagrado en nuestro
sistema constitucional colombiano…” (p.520), donde no solo manifiesta el
impedimento por la violación de la ley, sino que lo recalca como un principio de
carácter constitucional, igualmente afirma que “…la administración debe responder
por su tardanza, por los perjuicios ocasionados al administrado (…) el
incumplimiento de la obligación legal de resolver constituye un supuesto típico de
funcionamiento anormal del servicio…” (p. 520), no solo se refiere a la omisión o
tardanza de la administración en omitir una respuesta, sino que se reconoce la
presencia de perjuicios ante dicha anomalía administrativa.

Cabe anotar que la violación de los términos para atender produce también otros
efectos, como por ejemplo que el funcionario obligado a dar respuesta deberá
disciplinariamente y patrimonialmente responder por el incumplimiento de sus
funciones, al igual que la administración también será responsable; se debe
aclarar que hay dos situaciones a entender, una la que se presenta cuando se
radican peticiones y la otra cuando se radican frente a los recursos, ambas

33
situaciones establecidas en artículos por separado en la norma; la regla general
consiste en que se entiende que la Administración niega las peticiones que le
fueron solicitadas después de tres meses de la presentación, siempre que no se
haya notificado el acto administrativo que las resuelva, es decir si se expidió el
acto pero no se notifico se produce el silencio, pero en esta parte se produce
también algo que se debe tener presente y es que existen términos de interrupción
establecidos, se indica también la obligación de dar respuesta a pesar del
vencimiento del plazo, pero agrega dos excepciones y son puntualmente cuando
se pierde competencia porque se interpone recurso con el acto ficto, por lo cual la
autoridad competente debe resolverlos y decidirlos y la segunda cuando se haya
incoado demanda contra el acto y se notifique a la administración.

Frente al silencio positivo, como se ha venido mencionando, este se produce por


los casos expresamente previstos en las disposiciones legales especiales y se
infiere que la solicitud es positiva, es decir a favor del peticionario de manera
restrictiva, pues lo aclara al indicar que son excepcionales por ley especial y el
termino será el que esta indique; sin embargo, si no se ha enunciado un término
se entenderá que este consta de 3 meses, teniendo claro que la forma en que se
invoca este tipo de silencio, es mediante la protocolización de la copia del
documento con el que se realizó la petición y declaración jurada de no haber
recibido notificación al respecto, teniendo en cuenta que esta no tendrá ningún
costo ante notaría.

La administración en un Estado de Social de Derecho no puede violar la ley


impunemente, desconociendo principios del sistema Constitucional Colombiano, el
incumplimiento de una obligación legal como lo es el resolver, muestra un
supuesto de funcionamiento anormal en el servicio tal y como lo enseña el
profesor Miguel González, explicando por el profesor Eduardo García de Rentería
(1983), quien señala:

“El silencio positivo de la administración tiene un sentido y una


funcionalidad radicalmente diferentes. De acuerdo con ello, su

34
configuración técnica, su ámbito de aplicación y su régimen jurídico
también son distintos. En su versión positiva o estimatoria el silencio
de la administración no tiene nada que ver con la finalidad de facilitar
las exigencias procesales que derivan de la configuración
impugnatoria del recurso contencioso administrativo. Es simplemente
una técnica material de intervención policial o de tutela, que viene a
hacer más suave la exigencia de obtener para una determinada
actividad una autorización o aprobación administrativa. En rigor, el
silencio positivo sustituye esta técnica de la autorización o aprobación
por la de un veto susceptible de ejercitarse durante un plazo limitado,
pasado el cual lo pedido por el requirente se entiende otorgado.” (pp.
556, 557)

El silencio excluye toda declaración de voluntad, solamente podría presumirse la


existencia de una voluntad, pero esta presunción, por si sola resulta insuficiente en
la producción de efectos jurídicos, por lo cual, únicamente la ley especial puede
otorgarle eficacia.

Con base en lo anterior, es necesario hacer una observación al acto administrativo


frente al silencio, esto en razón a que se ha manifestado que se trata de un acto
ficto, motivo por el cual algunos doctrinantes han manifestado: “…El silencio
administrativo debe entenderse como una presunción legal, una ficción que la ley
establece merced a la cual se habla callando, porque sin haber dicho nada se
está, sin embargo, diciendo bastante…” (p. 57)

Resaltamos el procedimiento indicado por el Doctor Gregorio Rodríguez Vásquez


en lo que hacía referencia al Decreto 01 de 1984 así: “No es mi propósito agotar el
tema del Silencio Administrativo Positivo en un artículo que debe ser breve. Si
algún aporte hago, es presentar una compilación de las disposiciones legales
dispersas que contemplan el fenómeno, que no he visto en ninguno de los
procesalistas consultados. Algunos, al ocuparse del asunto, dan a entender que el
Silencio Administrativo Positivo es el previsto en leyes tributarias, y nada más,

35
siendo así que pueden contarse unos 15 casos previstos en leyes de diversa
naturaleza….” (p. 84), se puede decir que de alguna forma el autor tiene cierto
grado certeza, pues si bien es cierto, el silencio administrativo positivo requiere de
los aspectos antes mencionados para que se configure, los cuales se contemplan
por la ley quedando a disposición de los administrados.

El Silencio Administrativo Positivo se encuentra contemplado en el Código


Contencioso Administrativo Decreto 01 de 1984, Derogado por la Ley 1437 de
2011 Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo,
así: "…Artículo 41. Silencio Positivo. Solamente en los casos expresamente
previstos en disposiciones especiales, el silencio de la administración equivale a
decisión positiva…”, en atención a este, se ratifica lo que se ha venido
mencionando, en donde se establece que el silencio administrativo opera en los
casos que determina la ley, en concordancia con lo manifestado por el Doctor
Gregorio Rodríguez, al manifestar que son 15 los casos en los que se puede
observar.

Igualmente y de conformidad con el Decreto 1 de 1984, se entiende que los


términos para decidir comienzan a contarse a partir del día en que se inició la
actuación. El acto positivo presunto podrá ser objeto de revocatoria directa en las
condiciones que señalan los artículos 71, 73 y 74, contemplando así el
procedimiento para invocar el silencio administrativo positivo, el cual versa de la
siguiente forma:

“…Artículo 42. Procedimiento para invocar el Silencio Administrativo Positivo. La


persona que se hallare en las condiciones previstas en las disposiciones legales
que establecen el beneficio del Silencio Administrativo Positivo, protocolizará la
constancia o copia de que trata el artículo 5, junto con su declaración jurada de no
haberle sido notificada una decisión dentro del término previsto…”

La escritura y sus copias producirá todos los efectos legales de la decisión


favorable que se pidió, y es deber de todas las personas y autoridades
reconocerla así.
36
Para efectos de la protocolización de los documentos de que trata
este artículo se entenderá que ellos carecen de valor económico. Del
contenido de las disposiciones anteriores, destacamos:

a). El Silencio Administrativo Positivo no opera sino en casos expresa


y taxativamente fijados en leyes.

b). Es posible que la Administración revoque directamente el acto


positivo presunto, lo cual complica tremendamente la situación jurídica
del beneficiado y de ocasión para que la administración deba
responder de posibles perjuicios ocasionados por la revocación,
institución que ha sido justamente criticada.

c). No se justifica que se exija una escritura pública para concretar el


derecho que surge del Silencio Positivo, pues implica un gasto para el
beneficiado que puede no compensarse siquiera con el valor
económico perseguido, así se diga que la protocolización “carece de
valor económico” y que ello implique que el Notario sólo puede cobrar
el mínimo por la escritura.” (pp. 83, 84).

Cabe señalar lo indicado por el tratadista Gil Botero: “La estabilidad del acto ficto
fruto del silencio positivo se vio además reforzada por el nuevo Código por cuanto,
a diferencia del antiguo, que permitía la revocatoria directa de los actos fruto de
silencio positivo por cualquiera de las causales de revocatoria (art. 69 y 73 Dto.
01/84; C.E., sec. I, sent. 21/11/03, exp. 7575A; sec. III, sent. 12/05/10, exp.
37446), la nueva redacción de la figura consagra la intangibilidad de los actos
individuales, independientemente de su carácter expreso o ficto, de tal suerte que
la administración no podrá revocarlos directamente y tendrá que demandarlos ante
la Jurisdicción Contencioso Administrativa (art. 97)…”.

En este orden de ideas se puede observar una serie de aspectos que es oportuno
recalcar, como primer aspecto, el origen del silencio administrativo radica en la
necesidad de resolver las peticiones, partiendo del derecho fundamental de

37
petición, en el cual toda petición deberá ser resuelta dentro del término que la ley
determine; como segundo aspecto, que el silencio nace de la teoría del acto
administrativo pero no puede constituirse como un acto procesal, puesto que no es
un requisito que permita acudir a la jurisdicción de lo contencioso; como tercer
aspecto, se resalta la labor de los funcionarios en cumplimiento al mandato
constitucional, la cual se orienta al servicio del Estado y de la comunidad, motivo
por el cual no debe existir ninguna interferencia para lograr tal cometido; como
cuarto aspecto, se recalca la importancia de la prevalencia y protección del
derecho fundamental de petición, en el entendido que en un Estado Social de
Derecho la administración no puede violar la ley impunemente; finalmente, se
hace una breve descripción de los efectos de la protocolización de los requisitos
de reclamación, los cuales serán tratados de una forma explícita a continuación.

2.5 Requisitos de aplicación del Silencio Administrativo.

El silencio administrativo positivo, tal y como se ha mencionado anteriormente, se


aplica en los casos que indica la Ley, de conformidad a los artículos 84 y 85 de la
Ley 1437 de 2011, sin embargo, para que se produzcan efectos a favor del
peticionario, que este caso se reconoce como el administrado, recalcando así las
consecuencias oponibles y obligantes de la administración, dicha petición se
entenderá favorable para aquel que la ha solicitado.

Por lo que para tal fin se deberá, inicialmente proceder a realizar una solicitud
formal, a fin de que la administración se pronuncie al respecto, para la cual deberá
cumplir unos requisitos mínimos, de conformidad a la Ley 1437 de 2011, artículo
16 que versa sobre lo siguiente:

“…Artículo 16. Contenido de las peticiones. Toda petición deberá


contener, por lo menos:

1. La designación de la autoridad a la que se dirige.

38
2. Los nombres y apellidos completos del solicitante y de su
representante y o apoderado, si es el caso, con indicación de su
documento de identidad y de la dirección donde recibirá
correspondencia. El peticionario podrá agregar el número de fax o la
dirección electrónica. Si el peticionario es una persona privada que
deba estar inscrita en el registro mercantil, estará obligada a indicar
su dirección electrónica.

3. El objeto de la petición.

4. Las razones en las que fundamenta su petición.

5. La relación de los requisitos exigidos por la ley y de los documentos


que desee presentar para iniciar el trámite.

6. La firma del peticionario cuando fuere el caso.

Parágrafo. La autoridad tiene la obligación de examinar integralmente


la petición, y en ningún caso la estimará incompleta por falta de
requisitos o documentos que no se encuentren dentro del marco
jurídico vigente y que no sean necesarios para resolverla....”

Es necesario tener en claro el contenido mínimo que debe tener una solicitud,
puesto que en ocasiones podrán presentarse situaciones en las que la entidad
administrativa no pueda remitir la respuesta dentro de los términos que establece
la Ley, si dentro de la solicitud no figura a quien y/o en donde deberá darse la
respuesta, lo que ocasiona que el término de respuesta se vuelva más
dispendioso, ocasionando una obstrucción a los medíos de respuesta.

Así mismo, es igualmente importante establecer con claridad y precisión la


solicitud que se va a presentar ante la administración, con el ánimo de que esta
proceda con eficacia a dar el trámite correspondiente, puesto que podrá darse el
caso en el que no se logré establecer el objeto de la solicitud y no emitir una
respuesta oportuna.

39
No obstante, tal y como lo establece este artículo parágrafo, la administración está
en la obligación de examinar integralmente el documento, por lo que en ningún
caso podrá estimar incompleto el documento, pues en este caso podrá
pronunciarse en este sentido y establecer que para dar una respuesta de fondo es
necesario que se establezca con claridad lo solicitado o en su defecto remitir el
derecho de petición a la autoridad competente, para que sea esta quien se
pronuncie al respecto, para lo cual deberá de informar al peticionario de dicho
traslado.

Es oportuno recalcar que el silencio administrativo positivo hace a un lado toda


declaración de voluntad, que en este caso deberá entenderse como una
presunción de la voluntad, siendo esta insuficiente para ocasionar algún efecto
jurídico, por lo que solo la Ley podrá otorgarle eficacia. Motivo por el cual el
artículo 84 de la Ley 1437 de 2011 se convierte en el argumento más sólido al
expresar lo siguiente:

“…Solamente en los casos expresamente previstos en disposiciones legales


especiales, el silencio de la administración equivale a decisión positiva…”

Es por tal razón que la norma advierte, que una vez se cumplan las condiciones
previstas en cada caso en particular en que ocurra el silencio administrativo
positivo, el peticionario obtiene un derecho, teniendo en cuenta lo contemplado en
el inciso segundo de la misma, que manifiesta la decisión empezará a contarse a
partir del momento en el que se presentó la petición o el recurso.

Atendiendo lo antes mencionado, sin omitir aspecto alguno, toma vital importancia
recalca que todo acto podrá ser revocado siempre y cuando el peticionario así lo
manifieste, de conformidad al artículo 97 de la Ley 1437 de 2011, el cual
manifiesta lo siguiente:

“…Artículo 97. Revocación de actos de carácter particular y concreto.


Salvo las excepciones establecidas en la ley, cuando un acto
administrativo, bien sea expreso o ficto, haya creado o modificado una

40
situación jurídica de carácter particular y concreto o reconocido un
derecho de igual categoría, no podrá ser revocado sin el
consentimiento previo, expreso y escrito del respectivo titular.

Si el titular niega su consentimiento y la autoridad considera que el


acto es contrario a la Constitución o a la ley, deberá demandarlo ante
la Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo.

Si la Administración considera que el acto ocurrió por medios


ilegales o fraudulentos lo demandará sin acudir al procedimiento
previo de conciliación y solicitará al juez su suspensión
provisional.

Parágrafo. En el trámite de la revocación directa se garantizarán los


derechos de audiencia y defensa…”

Si bien es cierto, el silencio administrativo se configura a partir del momento en


que se presenta la petición, sin embargo, la ley no puede permitir sea amparada
una petición a un particular cuando los hechos que la originan no dan lugar al
silencio administrativo y más aún cuando los mismo ocurrieron a través de actos
ilegales o fraudulentos, tal y como se observa en la norma. En el entendido en el
que nadie está obligado a reconocer un derecho y menos a manifestar la legalidad
de un acto inexistente, o que en su defecto esté viciado de ilegalidad o atente
contra la Constitución, en concordancia con el artículo 4, el cual manifiesta que
“…La Constitución es norma de normas, teniendo prevalencia sobre toda ley o
norma jurídica…”.

En este orden de ideas, no se podría hablar del silencio administrativo positivo,


cuando no exista norma que así lo disponga dentro de ciertos parámetros o
cuando este sea producto de un acto viciado o antijurídico.

Sin embargo, la Corte Constitucional mediante Sentencia T 841 de 2009, de la


Magistrada María Victoria Calle Correa, ha manifestado lo siguiente, respecto de
la revocación de los actos en materia de contratación estatal:
41
“…se considera que contra un acto de revocatoria de adjudicación
no procede acción alguna por el simple hecho de que en él,
expresamente, la misma autoridad que lo expida considere que
es un acto de mera ejecución, se debilitan de un modo notable
las garantías del debido proceso administrativo. En efecto, el
artículo 29 de la Constitución contempla el derecho de todas las
personas “a la defensa”, garantía que hace parte del debido proceso
cuya observancia se impone “en toda clase de actuaciones judiciales
y administrativas”. Este derecho implica para la administración el
deber de evitar la indefensión de los administrados, y se materializa,
por ejemplo, en la necesidad jurídica de motivar los actos de manera
que no se resten injustificadamente, las posibilidades legítimas que
tiene, el administrado, de cuestionarlos en los términos de la ley…”

Si bien es cierto, se puede acudir a la revocación de los actos de carácter


particular y concreto, sin embargo, frente a la aplicación de este no se puede violar
las garantías al debido proceso administrativo, puesto que estaría en contra del
mandato Constitucional del debido proceso, evitando así la indefensión de los
administrados, razón por la cual deberá motivarse el acto por medio del cual se
revoca el acto administrativo, previa autorización y/o consentimiento escrito del
peticionario o recurrente según sea el caso.

En este orden de ideas, se deberá tener en cuenta una serie de aspectos al


momento de contemplar los requisitos de aplicación del silencio administrativo,
inicialmente se deberá hacer la presentación formal de derecho de petición o el
recurso por medio del cual se acude a la administración, de conformidad a lo
establecido por la Ley 1437 de 2011, el cual llevará un mínimo de requisitos tales
como la designación de la autoridad a quien se dirige, el nombre del peticionario,
objeto de la petición, dirección de notificación entre otros; se recalca la importancia
de los requisitos para que se configure el silencio positivo, toda vez que deberá
tenerse en cuenta que la existe de este depende de la norma que así lo
contemple; finalmente, se hace una observación a la revocación de los actos de
42
carácter particular y concreto, teniendo en cuenta lo contemplado en la norma, en
el entendido que la administración no está obligada a reconocer un derecho y
manifestar la legalidad del acto si no hay lugar para ello, así como la revocación
de un acto no puede vulnerar el derecho constitucional al debido proceso, previa
autorización y/o consentimiento escrito del administrado.

43
CAPÍTULO III. EL SILENCIO ADMINISTRATIVO EN LA CONTRATACIÓN
ESTATAL.

3.1 De la Contratación Estatal, generalidades.

Si bien es cierto, se ha definido en reiteradas ocasiones que todo contrato es la


manifestación de la voluntad de las partes para contratar, bien sea para prestar un
servicio, compra o vender determinado objeto, realizar algún servicio o demás que
surjan en razón del objeto del mismo, sin embargo, la Ley 80 de 1993, en el
artículo 32, estable lo siguiente:

“…Artículo 32. De los Contratos Estatales. Son contratos estatales todos los
actos jurídicos generadores de obligaciones que celebren las entidades a
que se refiere el presente estatuto, previstos en el derecho privado o en
disposiciones especiales, o derivados del ejercicio de la autonomía de la voluntad,
así como los que, a título enunciativo, se definen a continuación…”

Es la Ley 80 de 1993, actual Estatuto General de Contratación de la


Administración Pública, quien no otorga un concepto de contrato, respecto del
derecho público más acertado y próximo al área que se desarrolla, pues si bien es
cierto, no se puede dejar de lado que en Colombia un gran número de definiciones
que se han desarrollado y evolucionado a lo largo de la historia.

Por lo anterior, se observa dentro de su definición, que todo contrato genera una
serie de obligaciones para las partes las cuales deberán estar contenidas dentro
del mismo, las cuales acarrean una serie de sanciones, multas y demás tipos de
consecuencias ante cualquier incumplimiento, el cual puede versar sobre
diferentes aspectos, bien sean de carácter precontractual, contractual o post
contractual, llevando la misma definición a recalcar la importancia de la
administración por dar respuesta a las peticiones que de estas se deriven de la
manera más eficiente posible.

44
En el entendido que estas deberán realizarse en los diferentes contratos que se
contemplan, en materia de contratación estatal, tal y como se observan en el
artículo antes mencionado, dentro de los cuales se encuentran:

“…1. Contrato de Obra. (…)

2. Contrato de consultoría Reglamentado por el Decreto Nacional 2326 de 1995.


(…)

3. Contrato de prestación de servicios. (…)

4. Contrato de concesión. (…)

5. Encargos fiduciarios y fiducia pública…”

Estos son algunos de los contratos que establece la Ley, dentro del ordenamiento
jurídico y de conformidad a la Ley 80 de 1993, sin embargo, frente a la
contratación estatal se debe tener en cuenta no solo los tipos de contratos, sino la
modalidad de contratación que se estructura de conformidad con la Ley 1150 de
16 de julio de 2007, artículo 2, dentro del cual podemos establecer las diferentes
modalidades de contratación, entre otros:

“…Artículo 2°. De las modalidades de selección. La escogencia del


contratista se efectuará con arreglo a las modalidades de selección de
licitación pública, selección abreviada, concurso de méritos y
contratación directa, con base en las siguientes reglas:

1. Licitación pública. (…)

2. Selección abreviada. (…)

3. Concurso de méritos. (…)

4. Contratación directa…”

Si bien es cierto, la contratación en Colombia es uno de los temas más extensos


que pueden existir en materia de procedimiento y aplicación, sin embargo es
oportuno resaltar y hacer mención a los diferentes procesos que se desarrollan
45
dentro de nuestro ordenamiento jurídico en materia estatal, toda vez que el
silencio administrativo se puede configurar en cualquiera de los contratos antes
mencionados.

Por otro lado, no es suficiente conocer algunos de los contratos que se aplican en
materia estatal, pues sumado a ellos es necesario diferenciar las etapas en las
que se desarrolla la contratación de conformidad a la Ley 80 de 1993 y la Ley
1150 de 2007 y el Decreto 1510 de 2013, por lo que inicialmente se hará mención
a la etapa pre-contractual la cual tiene como función primordial la planeación y el
estudio previo a fin de determinar las necesidades de la administración, la cual
debe cumplir una serie de requisitos y aspectos legales, a fin de justificar las
mencionadas necesidades dentro del marco legal; como segunda etapa aparece
la contractual, en la cual se materializa y configura el contrato a suscribir con la
entidad, por lo que es pertinente indicar que la legalización del contrato está sujeta
al compromiso presupuestal, así las cosas en esta etapa es cuando se realiza la
ejecución y supervisión del contrato hasta que se suscriba el acta finalización y
liquidación del contrato; finalmente, se observa la etapa post-contractual, la cual
contiene todos aquellos efectos o consecuencias que se pueden presentar una
vez se liquide el contrato.

Así las cosas, se observa que en Colombia una de las materias que tiene mayor
desarrollo y trascendencia es la contratación, motivo por el cual existen diferentes
tipos de contratos en la normatividad y dentro de su estructura y marco legal se
diferencian tres grandes divisiones, a efectos de suscribir y legalizar el contrato,
las cuales le permiten a la administración cumplir a feliz término las necesidades
objeto de la contratación, en el entendido que para ello se deben seguir los
lineamentos que para tal fin se establecen, las cuales deberán ser justificadas
para evitar posibles errores y responsabilidades contractuales.

46
3.2 El silencio Administrativo Positivo en la Contratación Estatal.

El silencio administrativo positivo, en materia de contratación estatal, se configura


de conformidad a la Ley 80 de 1993 por medio de la cual “se expide el Estatuto
General de Contratación de la Administración Pública”, cuyo objeto y de
conformidad al artículo 1 de esta misma ley establece lo siguiente:

“…Artículo 1º.- Del objeto. La presente Ley tiene por objeto disponer las reglas y
principios que rigen los contratos de las entidades estatales…”

Partiendo que la mencionada Ley tiene como función principal otorgar los
parámetros pertinentes para la estructuración de la contratación a la luz del
ordenamiento jurídico, lo que hace necesario el estudio de la misma a fin de
establecer en que aspectos normativos hace presencia el silencio administrativo
en la contratación.

Así mismo, continuando con el estudio de esta misma ley, se contempla el silencio
administrativo positivo, en el artículo 25 numeral 16, que lo regula así:

“…Artículo 25º.- Del Principio de Economía. En virtud de este


principio: (…)

16. En las solicitudes que se presenten en el curso de la ejecución del


contrato, si la entidad estatal no se pronuncia dentro del término
de tres (3) meses siguientes, se entenderá que la decisión es
favorable a las pretensiones del solicitante en virtud del silencio
administrativo positivo. Pero el funcionario o funcionarios
competentes para dar respuesta serán responsables en los términos
de esta Ley…”

En donde se puede observar lo taxativo de la norma, al hacer mención en el


término de caducidad para resolver por parte de la administración, término que no
podrá ser mayor a los tres meses siguientes a la presentación de la petición, lo
cual permite al administrado tomar como favorables las pretensiones, en virtud del
silencio administrativo positivo.
47
Ahora bien, el Decreto 679 de 1994, por el cual “se reglamenta parcialmente la
Ley 80 de 1993”, no desestima el silencio administrativo positivo, la cual lo
contempla y regula de la siguiente forma:

“…Artículo 15°.- Del silencio administrativo positivo. De


conformidad con el artículo 25, numeral 16, de la Ley 80 de 1993, las
solicitudes que presente el Contratista en relación, con aspectos
derivados de la ejecución del contrato y durante el periodo de la
misma, se entenderán resueltas favorablemente a las
pretensiones del contratista si la entidad estatal contratante no
se pronuncia dentro de los tres (3) meses a la fecha de
presentación de la respectiva solicitud…”

Al igual que la Ley 80 de 1993, el Decreto 679 de 1994, contempla un término de


tres meses contados a partir de la presentación de la solicitud para que la
administración se pronuncie, bien sea en forma positiva o negativa, sin embargo,
si la administración no se emita una respuesta al respecto, se entenderá resuelta
favorablemente a las pretensiones del contratista, lo cual no contradice en ninguna
sentido el Estatuto de Contratación.

Del mismo modo, la Ley 80 de 1993, el Estatuto General de Contratación, ha


sufrido una serie de modificaciones de carácter normativo, sin embargo, se
contempla el silencio administrativo positivo de conformidad con el artículo 25
numeral 16, derogado por el artículo 163 del Decreto 1510 de 2013 que reza de la
siguiente forma:

“…16. En las solicitudes que se presenten en el curso de la ejecución


del contrato, si la entidad estatal no se pronuncia dentro del
término de tres (3) meses siguientes, se entenderá que la
decisión es favorable a las pretensiones del solicitante en virtud
del silencio administrativo positivo. Pero el funcionario o
funcionarios competentes para dar respuesta serán responsables en
los términos de esta Ley…”
48
En esta se detalla claramente, que la norma es taxativa al manifestar que si la
entidad no se pronuncia dentro del término de tres meses siguientes, se tomará
que la decisión es favorable para el peticionario, declarando que de esta forma se
configura el silencio administrativo positivo, dando también un factor de
responsabilidad a los funcionarios que intervienen en el trámite para dar
respuesta a la solicitud.

Así las cosas, el Consejo de Estado mediante sentencia No. 05001-23-24-


000-1996-00568-01(21867), con ponencia del Doctor Danilo Rojas
Betancourth, la cual versa lo siguiente:

“…Son, pues, cuatro los presupuestos para que se estructure el


silencio administrativo positivo en materia de contratación estatal,
esto es, para que la petición se entienda resuelta favorablemente al
contratista: (i) la solicitud debe presentarla el contratista
(presupuesto subjetivo), (ii) versar sobre aspectos que se
presenten en el curso de la ejecución del contrato (presupuesto
material), (iii) aducirse durante el período de ejecución del contrato
(presupuesto temporal) y (iv) el no pronunciamiento de la entidad
dentro de los tres (3) meses siguientes a la presentación de la
solicitud (presupuesto de omisión)…”

En esta sentencia se puede observar los cuatro aspectos necesarios para que
exista el silencio administrativo, los cuales de conformidad al Consejo de Estado
se fundamentan inicialmente en la presentación de la petición, versando sobre la
participación del contratista frente a la presentación de esta, teniendo en cuenta
que deberá ser el contratista y solamente el contratista quien haga manifiesta la
petición. Como segundo aspecto hace referencia a los aspectos sobre los cuales
recae la petición, recalcando que deberá versar sobre los aspectos propios de la
ejecución del contrato; igualmente se hace mención al periodo dentro del cual se
podrá acudir a la administración para hacer cualquier tipo de reclamación, en el
entendido que es durante el periodo de ejecución en el cual se acudirá en

49
protección del derecho de petición; y finalmente, se hace mención que la
respuesta que deberá emitir la administración no será mayor a los 3 meses
siguiente de la presentación.

Por otro lado, el silencio positivo ha tenido un tratamiento restrictivo por parte de la
jurisprudencia, en materia contractual, en el entendido que la Ley 80 de 1993
consagró un silencio positivo de 3 meses, con relación a las solicitudes que se
presenten en el curso de la ejecución del contrato (art. 25, núm. 16). En este
sentido el Consejo de Estado ha establecido una serie de requisitos para admitirlo:
(1) Las solicitudes deben formularse durante la fase de ejecución del contrato,
como lo indica el texto, lo que no comprende cualquier solicitud relacionada con un
contrato, como las posteriores al vencimiento de su ejecución (C.E, sec. III, sent.
13/12/01, exp. 19818).

Pero además, éstas deben ser elevadas por el contratista y no por otra persona o
entidad ajena al contrato, como serían los usuarios de un servicio. Esta restricción
puede obedecer al efecto relativo del contrato, que hace difícil concebir sus
modificaciones por personas ajenas al mismo, así mismo el Consejo de Estado
expone el fundamento de su razonamiento frente al efecto relativo del contrato,
“…el carácter relativo del contrato, fruto de un acuerdo de voluntades, también
puede estar al origen de restricciones más significativas…” el silencio no puede
usarse para entender resueltas o definidas etapas contractuales que tienen
procedimiento especial.

Además, la petición debe referirse a un derecho prexistente del contratista, que


requiera tan solo la formalidad o declaración del contratante público, tal y como lo
plantea el Consejo de Estado:

“…El silencio se refiere a situaciones por definir, en relación con la


actividad contractual del contratista, y no de la contratante y,
naturalmente, exige pruebas de la obligación reclamada (C.E., sec. III,
sent. 12/05/10, exp. 37446). En estas condiciones, el silencio positivo
no procede ante solicitud de desequilibrio contractual o para el pago
50
de sumas que el contratista cree la administración le debe (C.E., sec.
III, sent. 07/10/99, exp. 16165).

Con base en lo anterior, se reconoce que el silencio administrativo positivo


resuelve favorablemente las pretensiones al peticionario, sin embargo, estas
peticiones no pueden acaecer un desequilibrio contractual bajo ningún aspecto,
bien sea frente al pago de sumas del contratista o derecho que afecten las
obligaciones de la Entidad.

Del mismo modo, no puede substituir actos definitivos como la liquidación del
contrato, tal y como lo manifiesta el Doctor Enrique Gil Botero, Ex Presidente del
Consejo de Estado, en la publicación del Seminario Internacional de Presentación
del Nuevo Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso
Administrativo, (C.E., sec. III, sent. 07/03/02, exp. 20823), así:

“…En términos generales, el silencio no configura un título ejecutivo


sino un reconocimiento de derechos prexistentes del contratista. La
fuente de la obligación está en esos derechos y no en la omisión de
responder (C.E., sec. III, sent. 13/12/01, exp. 20822; sent. 12/12/01,
exp. 17938; sent. 04/10/01, exp. 20283)…”

Teniendo en cuenta que con la suscripción del contrato, una vez se lleva a cabo el
compromiso presupuestal, se entiende ésta relación como ley para las partes,
para lo cual el pago de la obligación está sujeto a las condiciones del mismo, por
lo que ningún acto administrativo que se derive del silencio administrativo podrá
considerarse como un título valor, toda vez que este reconoce un derecho
preexistente con la suscripción del contrato y no una obligación monetaria, que
para el caso en particular deberá emitirse un mandamiento de pago por parte de la
Entidad.

Por lo anterior, se puede concluir lo siguiente: el silencio administrativo positivo en


general debe cumplir una serie de aspectos específicos, tal y como lo manifiesta
la Ley según el caso en particular, por lo que su configuración y posterior

51
reclamación deberá estar sujeto a las condiciones y parámetros que la ley
disponga, motivo por el cual deberá de cumplir por lo menos los cuatro aspectos
antes mencionados; la solicitud que permita se configure el silencio administrativo,
deberá presentarse únicamente dentro del término de ejecución del contrato para
que tenga la validez descrita por la norma; las pretensiones que recaen ante la
administración no podrán estar sujetas a términos monetarios, teniendo en cuenta
que estas deberán recaer sobre los derechos adquiridos a través del contrato.

3.3 Medios de acceso a lo contencioso administrativo respecto del


silencio administrativo positivo.

Tal y como se mencionó anteriormente, el silencio administrativo positivo deberá


ser invocado de conformidad con el artículo 85 de la Ley 1437 de 2011, la cual
contempla los siguientes aspectos:

“…1. Protocolizar la constancia o copia de que trata el artículo 15 de esta Ley.

2. Declaración juramentada de no haber sido notificado por ningún medio.

3. La escritura y las copias producirá todos los efectos legales…”

Si bien es cierto, es un método determinado por la misma norma para la


reclamación del derecho, sin embargo dicho medio no siempre es lo
suficientemente riguroso para que obligue al contratante a asumir las
consecuencias de no dar trámite a una solicitud y permitir se configure el silencio
administrativo positivo, razón por la cual la norma contempla los diferentes tipos
de acciones contenciosas administrativas como medios de reclamación de un
derecho, en el entendido que tal y como lo afirma la Ley 80 de 1993, derogada por
el Decreto 1510 de 2013, las solicitudes deberán presentarse en el curso de
ejecución del contrato y no después de este.

Por otro lado el Consejo de Estado en sentencia del 12 de mayo de 2012, con
ponencia del Doctor Mauricio Fajardo Gómez, se ha pronunciado respecto del
silencio administrativo positivo en materia de contratación estatal, de la siguiente

52
forma, haciendo alusión a los requisitos que lo configuran más allá del trascurso
del tiempo:

“…Tratándose del silencio administrativo positivo en la contratación estatal,


para su configuración, además del mero transcurso del tiempo sin que
la Administración se pronuncie, se requiere de los siguientes
presupuestos: i) La solicitud debe presentarse durante la ejecución del
contrato; ii) El peticionario, con su solicitud, debe aportar las pruebas
necesarias que permitan deducir la obligación que se está reclamando; iii)
No puede utilizarse esta figura para entender resueltas o definidas etapas
contractuales que tienen un procedimiento especial en el estatuto
contractual; iv) La petición debe referirse a un derecho constitutivo del
contratista, preexistente a la solicitud y que requiera sólo la formalidad o
declaración del contratante público. Lo anterior, toda vez que el silencio
positivo no se puede construir sobre situaciones y relaciones jurídicas
inexistentes; v) Lo pedido debe referirse a asuntos que requieran definirse
en relación con la actividad contractual del contratista y no del
contratante…”

Tal y como se venido enunciando, el peticionario deberá presentar la solicitud


únicamente durante el tiempo de ejecución del contrato, quien igualmente deberá
aportar las pruebas necesarias a demostrar la obligación que se está reclamando,
sumado a ello, es sumamente importante resaltar lo manifestado por la Corte, en
el entendido que esta figura no podrá utilizarse para resolver o dar por terminado
las etapas contractuales, las cuales tienen un procedimiento especial para tal fin;
la mencionada petición deberá fundarse en un derecho constitutivo únicamente del
contratista, el cual deberá preexistir a la solicitud y requerir la formalidad o
declaración del contratante; finalmente, la solicitud deberá fundarse
exclusivamente a los asuntos que requieran definirse en relación con la actividad
del contratista.

53
Si se hace necesario hacer la observación a las diferentes acciones contenciosas,
empezando por la acción de nulidad, la cual de conformidad a la ley 1437 de 2011,
artículo 137 el cual manifiesta lo siguiente:

“…Artículo 137. Nulidad. Toda persona podrá solicitar por sí, o por
medio de representante, que se declare la nulidad de los actos
administrativos de carácter general.
Procederá cuando hayan sido expedidos con infracción de las normas
en que deberían fundarse, o sin competencia, o en forma irregular, o
con desconocimiento del derecho de audiencia y defensa, o mediante
falsa motivación, o con desviación de las atribuciones propias de
quien los profirió.
También puede pedirse que se declare la nulidad de las circulares de
servicio y de los actos de certificación y registro.
Excepcionalmente podrá pedirse la nulidad de actos administrativos
de contenido particular en los siguientes casos:
1. Cuando con la demanda no se persiga o de la sentencia de nulidad
que se produjere no se genere el restablecimiento automático de un
derecho subjetivo a favor del demandante o de un tercero.
2. Cuando se trate de recuperar bienes de uso público.
3. Cuando los efectos nocivos del acto administrativo afecten en
materia grave el orden público, político, económico, social o ecológico.
4. Cuando la ley lo consagre expresamente.
Parágrafo. Si de la demanda se desprendiere que se persigue el
restablecimiento automático de un derecho, se tramitará conforme a
las reglas del artículo siguiente…”

Tal y como lo manifiesta la norma, la acción de simple nulidad no permite ser


usada como un medio directo para la reclamación del silencio administrativo
positivo, toda vez que este no se trata de una acto administrativo como tal que
permita atacar el contenido del mismo, si no que por el contrario tal y como se dijo
54
anteriormente, se trata de un acto ficto el cual no produce efectos a las partes
negando una posible reclamación; ahora bien, si se hace referencia al parágrafo
del que trata este artículo, se podrá hacer observación a la acción de nulidad y
restablecimiento, de conformidad con el artículo 138 de la misma norma, así:

“…Artículo 138. Nulidad y restablecimiento del derecho. Toda persona


que se crea lesionada en un derecho subjetivo amparado en una
norma jurídica, podrá pedir que se declare la nulidad del acto
administrativo particular, expreso o presunto, y se le restablezca
el derecho; también podrá solicitar que se le repare el daño. La
nulidad procederá por las mismas causales establecidas en el inciso
segundo del artículo anterior.

Igualmente podrá pretenderse la nulidad del acto administrativo


general y pedirse el restablecimiento del derecho directamente violado
por este al particular demandante o la reparación del daño causado a
dicho particular por el mismo, siempre y cuando la demanda se
presente en tiempo, esto es, dentro de los cuatro (4) meses siguientes
a su publicación. Si existe un acto intermedio, de ejecución o
cumplimiento del acto general, el término anterior se contará a partir
de la notificación de aquel…”

Sin embargo, frente a la acción de nulidad y restablecimiento se hace observación


a una diferencia en comparación con la simple nulidad, esto referente a que la
simple nulidad permite atacar los actos de carácter general, mientras la nulidad y
restablecimiento nos permite atacar el acto particular, expreso o presunto, pese a
ello y a manifestar que se puede presentar frente a un acto presunto, no da lugar a
la reclamación del silencio administrativo por medió de esta acción, pues si bien es
cierto no se configura ningún acto administrativo y no tendría lugar a la
reclamación.

55
Por otro lado y frente a este análisis, es oportuno resaltar una consecuencia que
puede generar la nulidad de un acto, estando orientada al hecho de que tal y como
se dijo anteriormente, puede operar la revocatoria de los actos administrativos,
pese a ello puede existir la posibilidad que al revocar un acto que se cree esté
vulnerando un derecho, configurarse estando en presencia del silencio
administrativo positivo resaltando la omisión de la administración por responder, lo
que podría ocasionar la ilegalidad o ilegitimidad del acto.

Ahora bien, lo que respecta a la acción de cumplimiento la Constitución Política de


Colombia en el artículo 87 contempla:

“…Artículo 87. Toda persona podrá acudir ante la autoridad judicial para
hacer efectivo el cumplimiento de una ley o un acto administrativo. En caso
de prosperar la acción, la sentencia ordenará a la autoridad renuente el
cumplimiento del deber omitido…”

Si bien es cierto por mandato constitucional, se obliga a las partes de toda relación
con el Estado a dar el efectivo cumplimiento de la Ley y todo acto administrativo
que se expida, para interés particular o general, sin embargo, para que su puede
hacer reclamación del silencio por esta vía se hace necesario que exista un acto
que se pueda atacar, situación que se desborda de la función del silencio
administrativo, toda vez que este se trata de un acto presunto o ficto y no da lugar
a la reclamación por esta acción.

De igual forma, teniendo en cuenta que las mencionadas acciones no dan lugar a
la reclamación del derecho frente del silencio administrativo positivo, es oportuno
mencionar que estas acciones pueden operar cuando la administración como
consecuencia del silencio administrativo positivo vulnera de manera directa o
indirecta los derechos del contratista, o si los actos que se generen atentan contra
la Constitución y la Ley.

Finalmente, se puede concluir que el silencio administrativo positivo frente a la


contratación Estatal en concordancia con la Ley 1437 de 2011, establece una

56
serie de condiciones y parámetros para su configuración, las cuales le permiten
por medio del acto ficto acudir a un procedimiento preestablecido para la
reclamación del derecho, el cual se entiende configurado y formalizado de
conformidad con el artículo 25 numeral 16 de la Ley 80 de 1993 y el artículo 85 de
la Ley 1437 de 2011, donde el mencionado procedimiento una vez se cumple a
cabalidad, da por reconocido el silencio administrativo positivo desde el primer
momento en que se configuró, obligando a la administración a reconocer el
derecho.

57
CONCLUSIONES.

El estudiar la figura del silencio administrativo es un aporte en el cual se evidencia


el control jurisdiccional y prevalencia de principios para el desarrollo de un buen
servicio tratándose de la administración y para ello se trae el respectivo concepto:

Se llama silencio administrativo a la abstención de la administración para


pronunciarse de las peticiones elevadas por los administrados, es una ficción legal
de acto administrativo contra el cual se pueden interponer los recursos
administrativos y judiciales, se da en dos formas: el silencio negativo el cual
consiste en trascurridos tres (3) meses contados a partir de la presentación de la
petición y en donde no se haya notificado decisión que la resuelva, se entenderá
que es negativa, y si existe en los casos que la ley señale u tiempo superior a 3
meses el silencio se dará un (1) mes después y el silencio positivo el cual se da
solamente en los casos que la ley especial lo indique y se da a partir del día en
que se radicó la solicitud, para este tipo de silencio existe una forma de hacerlo
efectivo y es a través de protocolización ante notaria el documento que constate la
solicitud hecha y declaración jurada , esto no tendrá ningún costo en la notaria que
se realice el procedimiento.

Igualmente, es oportuno hacer mención a que el silencio administrativo puede ser


procesal o sustancial, en el entendido que el primer caso recae sobre los
Recursos y en el segundo caso sobre el Derecho de Petición, teniendo en cuenta
que este último se encuentra protegido por la Acción de Tutela, contenida en el
artículo 86 de la Constitución Política de Colombia, motivo por el cual el Silencio
Administrativo no es mecanismo de defensa judicial, por lo que sigue la obligación
de dar respuesta por parte de la administración.

Es por esto, que los recursos contra los Actos Presuntos pueden presentarse en
cualquier momento, salvo cuando se acuda a la Jurisdicción Administrativa, razón

58
por la cual en la Acción de Tutela cesan sus efectos cuando se da la respuesta a
la petición.

Motivo por el cual, frente al silencio administrativo opera el principio de


automatismo, puesto que la administración queda vedada de dictar un acto
administrativo contrario al que se produjo con el silencio administrativo.

Por otro lado, se debe hacer mención a la importancia que recae sobre el
Derecho de Petición, en el entendido que se trata de un derecho de carácter
constitucional, inherente a todos y cada uno de los ciudadanos, el cual debe ser
preservado y protegido por parte de la administración, motivo por el cual no se
debe presentar ningún tipo de vulneración al respecto, lo que ocasionaría una
violación a los mandatos constitucionales, por lo que la omisión de respuesta por
parte de las Entidades del Estado configura el silencio administrativo. Ahora bien,
el derecho de petición no obliga a la administración a dar una respuesta favorable
al peticionario o a pronunciarse frente a solicitudes que se desbordan de su
capacidad o sus facultades, caso en el cual deberá pronunciarse en este sentido.

Es por tal razón que se hace mención a la importancia del derecho de petición,
teniendo en cuenta que es a partir de la petición que nace al ordenamiento
jurídico el silencio administrativo, configurado ante la ausencia de respuesta por
parte de la administración.

Si después de presentar la petición a la administración, esta no se pronuncia al


respecto es cuando se configura el silencio administrativo, lo que hace oportuno
recalcar que existen dos tipos de silencio administrativo, bien sea negativo o
positivo, donde el primero debe cumplir una serie de requisitos para que se
configuren partiendo del término de la presentación de la petición ante la
administración, el cual se contará una vez se cumplan tres meses después de la
presentación de la solicitud y se configurará a partir del primer mes en que debía
haberse dado trámite de la misma; por el contrario el silencio positivo se configura
únicamente en los casos expresamente determinados por la ley y se tendrá como
término para que se configure en el primer momento de la presentación de la
59
solicitud, dando cumplimiento a los aspectos que para cada caso en concreto
determine la norma.

Por otro lado, el silencio administrativo, independiente que se trate del positivo o el
negativo tiene su origen a partir del Derecho de Petición, que por mandato
constitucional se trata de un derecho fundamental el cual tiene como mecanismo
de protección dentro del ordenamiento jurídico la Acción de Tutela, de
conformidad al artículo 86 de la Constitución Política de Colombia. Así las cosas,
la acción de tutela sigue siendo el mecanismo idóneo para la reclamación y
garantía de los derechos fundamentales, teniendo en cuenta que para tal fin no
exista otro medio para garantizarlos, por la jurisdicción contenciosa, que para este
caso en concreto presentaría un posible impedimento para acudir ante los jueces
constitucionales, en el entendido que el silencio administrativo positivo opera en
ciertos casos contemplados dentro del lineamiento jurídico, los cuales deberán ser
garantizados de conformidad a lo establecido en la Ley para tal fin.

Es por lo anterior que frente a la tutela, se debe tener en cuenta que para acudir a
ella, tal y como se dijo anteriormente, se deberá tener en cuenta la solicitud sobre
la cual recae y el derecho a reclamar, pues su función es la protección de los
derechos fundamentales, siempre que para tal fin no exista otro medio para
garantizarlo.

En este orden de ideas se puede observar una serie de aspectos que es oportuno
recalcar, como primer aspecto, el origen del silencio administrativo radica en la
necesidad de resolver las peticiones, partiendo del derecho fundamental de
petición, en el cual toda petición deberá ser resuelta dentro del término que la ley
determine; como segundo aspecto, que el silencio nace de la teoría del acto
administrativo pero no puede constituirse como un acto procesal, puesto que no es
un requisito que permita acudir a la jurisdicción de lo contencioso; como tercer
aspecto, se resalta la labor de los funcionarios en cumplimiento al mandato
constitucional, la cual se orienta al servicio del Estado y de la comunidad, motivo
por el cual no debe existir ninguna interferencia para lograr tal cometido; como

60
cuarto aspecto, se recalca la importancia de la prevalencia y protección del
derecho fundamental de petición, en el entendido que en un Estado Social de
Derecho la administración no puede violar la ley impunemente; finalmente, se
hace una breve descripción de los efectos de la protocolización de los requisitos
de reclamación, los cuales serán tratados de una forma explícita a continuación.

Así mismo y con el ánimo de dar continuidad a la investigación del silencio


administrativo, se procedió a realizar la observación de este partiendo del caso
que contempla la contratación estatal, por lo que no es suficiente conocer algunos
de los contratos que se aplican en materia estatal, pues sumado a ellos es
necesario diferenciar las etapas en las que se desarrolla la contratación de
conformidad a la Ley 80 de 1993 y la Ley 1150 de 2007 y el Decreto 1510 de
2013, por lo que inicialmente se hará mención a la etapa pre-contractual la cual
tiene como función primordial la planeación y el estudio previo a fin de determinar
las necesidades de la administración, la cual debe cumplir una serie de requisitos
y aspectos legales, a fin de justificar las mencionadas necesidades dentro del
marco legal; como segunda etapa aparece la contractual, en la cual se materializa
y configura el contrato a suscribir con la entidad, por lo que es pertinente indicar
que la legalización del contrato está sujeta al compromiso presupuestal, así las
cosas en esta etapa es cuando se realiza la ejecución y supervisión del contrato
hasta que se suscriba el acta finalización y liquidación del contrato; finalmente, se
observa la etapa post-contractual, la cual contiene todos aquellos efectos o
consecuencias que se pueden presentar una vez se liquide el contrato.

Así las cosas, se observa que en Colombia una de las materias que tiene mayor
desarrollo y trascendencia es la contratación, motivo por el cual existen diferentes
tipos de contratos en la normatividad y dentro de su estructura y marco legal se
diferencian tres grandes divisiones, a efectos de suscribir y legalizar el contrato,
las cuales le permiten a la administración cumplir a feliz término las necesidades
objeto de la contratación, en el entendido que para ello se deben seguir los
lineamentos que para tal fin se establecen, las cuales deberán ser justificadas
para evitar posibles errores y responsabilidades contractuales.
61
Ahora bien, en materia de contratación estatal, tal y como se menciona
anteriormente, la Ley 80 de 1993, el Estatuto General de Contratación, se
entiende como el “a, b, c” de la contratación a aplicar, en el entendido que este ha
sufrido una serie de modificaciones de carácter normativo, sin embargo, se
contempla el silencio administrativo positivo partiendo de esta, tal y como se
observa en el artículo 25 numeral 16, derogado por el artículo 163 del Decreto
1510 de 2013, en el cual se observa lo taxativa de la norma al manifestar que si la
entidad no se pronuncia dentro del término de tres meses siguientes, se tomará
que la decisión es favorable para el peticionario, declarando que de esta forma se
configura el silencio administrativo positivo, dando también un factor de
responsabilidad a los funcionarios que intervienen en el trámite para dar respuesta
a la solicitud.

Es por esta razón y teniendo en cuenta lo antes mencionado, que el silencio


administrativo positivo en general debe cumplir una serie de aspectos específicos,
tal y como lo manifiesta la Ley según el caso en particular, por lo que su
configuración y posterior reclamación deberá estar sujeto a las condiciones y
parámetros que la ley disponga, motivo por el cual deberá de cumplir por lo menos
los cuatro aspectos que menciona la ley.

Por otro lado y teniendo en cuenta los diferentes medios de reclamación de los
derechos, se debe tener en cuenta las diferentes acciones contenciosas o
constitucionales, bien es el caso de la acción de simple nulidad, nulidad y
restablecimiento, acción de cumplimiento, en el entendido que las mencionadas
acciones no dan lugar a la reclamación del derecho frente del silencio
administrativo positivo. Igualmente, es oportuno mencionar que estas acciones
pueden operar cuando la administración como consecuencia del silencio
administrativo positivo vulnera de manera directa o indirecta los derechos del
contratista, o si los actos que se generen atentan contra la Constitución y la Ley.

Así las cosas, el silencio administrativo positivo frente a la contratación Estatal en


concordancia con la Ley 1437 de 2011, establece una serie de condiciones y

62
parámetros para su configuración, las cuales le permiten por medio del acto ficto
acudir a un procedimiento preestablecido para la reclamación del derecho, el cual
se entiende configurado y formalizado de conformidad con el artículo 25 numeral
16 de la Ley 80 de 1993 y el artículo 85 de la Ley 1437 de 2011, donde el
mencionado procedimiento una vez se cumple a cabalidad, da por reconocido el
silencio administrativo positivo desde el primer momento en que se configuró,
obligando a la administración a reconocer el derecho.

63
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