GHAAA-spa-2020-Demanda en Contra de La Coparte
GHAAA-spa-2020-Demanda en Contra de La Coparte
GHAAA-spa-2020-Demanda en Contra de La Coparte
INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………..5
RESUMEN……………………………………………………………………………….6
PALABRAS CLAVES……………………………………………………………….....6
Por medio del presente texto de monografía jurídica se estudia la institución jurídica
de la demanda en contra de la coparte, la cual se positivizó en nuestro ordenamiento
legal con la entrada en vigencia del Código General del Proceso, siendo necesario
examinar los aspectos más relevantes de esta novedosa figura que enriquece el
régimen de las partes y terceros de nuestro estatuto procesal civil. En ese orden,
me he interesado en auscultar sobre el tratamiento procesal de esta figura en
diferentes actuaciones procesales que ocurren en el interior del proceso judicial.
El análisis de esta figura surgió a raíz de lo controversial y poco explorado del tema,
pero si bastante ajetreado en el foro judicial, en razón del dilema jurisprudencial que
se presentaba en la procedencia de la demanda de coparte antes de la expedición
del Código General del Proceso, sentencias contradictorias tanto de una u otra
jurisdicción donde defendían y rechazaban la usanza del instituto en el escenario
de lo procesal. Otra razón más que motivó este trabajo de investigación fue
auscultar acerca de la naturaleza de la demanda de coparte instituida por el
legislador colombiano y la que ha venido regulada desde antes por otros
ordenamientos jurídicos.
El presente trabajo se encuentra estructurado en cuatro partes, en las que pretendo
hacer un análisis general y vigente de lo que es la demanda de coparte, su
naturaleza y generalidades, cómo se encuentra concebida en nuestro orden
jurídico, su aplicación en el proceso civil y una breve presentación de su regulación
en derecho comparado.
En primera medida, se abordará de manera sucinta el origen y generalidades de
este instituto, al igual que expondré los principios procesales en que se fundamenta,
para terminar haciendo alusión a lo sumo a dos modalidades de demanda de
coparte. Seguidamente se abordara la demanda cruzada desde el proceso civil
colombiano, partiendo desde la ley, jurisprudencia y doctrina; análisis que se
realizará tanto antes y después de la vigencia del Código General del Proceso, a
efectos de mostrar una visión ampliada de lo que ha sido esta figura en nuestra
legislación. A continuación, se analizará el impacto, vicisitudes y apuestas prácticas
de la demanda de coparte en distintos escenarios procesales. Para por último
rematar con un poco de derecho comparado sobre esta institución jurídica que
bastante falta le hacía a nuestro ordenamiento judicial.
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RESUMEN
PALABRAS CLAVES
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1. DE LA DEMANDA DE COPARTE EN GENERAL
1.1 ORÍGENES
La demanda de coparte tiene su origen en el derecho anglosajón, es una figura
extraña para el sistema jurídico europeo continental. Sobre el particular señala
López Blanco que “para el año 1989, las legislaciones continentales europeas,
italiana, francesa, española, argentina en su Código de la Capital, uruguaya,
chilena, ecuatoriana no se ha instituido la figura de la demanda de coparte”1.
En ese sentido, las legislaciones que han adoptado su sistema procesal a lo
europeo continental, no han cultivado de manera propia la figura de la coparte,
aquellas que la han instituido, lo han realizado, bajo la figura de la importación del
modelo anglosajón.
En el derecho de los Estados Unidos, la coparte es conocida como Cross Claim,
que viene a ser una especie de demanda cruzada, mediante la cual, según palabras
de Fábrega Ponce, “constituye un mecanismo mediante el cual una de las partes,
normalmente uno de los demandados, en los supuestos de pluralidad de demanda,
puede promover una demanda en contra de su coparte, siempre que ejerza una
pretensión derivada del mismo evento, relación o negocio que es objeto del
proceso”2.
Para efectos meramente enunciativos, sin que esto implique un análisis histórico de
la figura, como antecedente legislativo en el derecho americano, aparece la figura
de la coparte en la reforma que se le hiciere en el año de 1857 al Código del Estado
de Kentucky, que permitía que se introdujera en la contestación de la demanda una
petición cruzada. Así mismo, también la jurisdicción de la equidad establecía la
usanza de tal reclamación, la cual debía ser formulada por una coparte, exigiéndose
para su procedencia que el asunto guarde relación con el pleito originario y que sea
propuesta por un demandado contra otro3.
El fundamento para que en las reglas de procedimiento de los Estados Unidos, se
aceptara la introducción de la Cross Claim en el interior de un proceso civil, obedece
al concepto de los remedios múltiples, cuando los mismos son más de uno y no son
excluyentes. Es así como una sentencia puede resolver un pleito que comprenda
más de una reclamación.
El desarrollo de la figura jurídica de los remedios múltiples encuentra sustento
normativo en la Regla 54 b de Procedimiento Civil de los Estados Unidos y en su
jurisprudencia en la que desde 1942 en el caso Reeves v Beardallt, 316,us 283, el
Tribunal Supremo de ese país4 señaló que existían reclamaciones múltiples cuando
cada una de las alegadas reclamaciones surgía de transacciones que eran
absolutamente distintas y separadas; ulteriormente se conservó la misma posición
jurisprudencial dictándose dos decisiones relevantes en el año de 1956, estas
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fueron Sears Roebuck & Company v. Mackey, 1956,351, us427 y el caso Cold Metal
Process Co. V. United Egineering & Foundry Co, 1956, US 445.
Pero es del caso aclarar que, desde el mismo año de 1937, cuando la Suprema
Corte da la orden que sean adoptadas las reglas de procedimiento civil por los
Tribunales de Distrito, la demanda de coparte encontraba su regulación legal,
cuando textualmente la regla 13G señala que:
Mediante un libelo se puede proponer como demanda contra coparte cualquier
pretensión por una parte en contra de una coparte que se origine de la transacción o
evento que motivó la demanda original o la reconvención o referente a cualquier bien
que motivo la demanda original. Dicha demanda puede incluir una pretensión que la
parte en contra de la cual se ejerce es o pueda ser responsable al codemandante por
todo o parte de la pretensión ejercitada en el proceso en contra del codemandante5.
8
en la pendencia para hacer valer su propio interés aunque pugne con la posición de
su coparte.
En el interior de la parte pasiva de un proceso judicial, pueden existir, por un lado,
intereses comunes que se resumen en salir avante de la pretensión propuesta por
el actor judicial, pero a sí mismo también intereses contradictorios entre esos sujetos
como la exclusión de la pretensión de uno por ser el verdadero destinatario el otro,
inclusive, pedimentos de un sujeto en contra del otro.
Es así como nace la institución jurídica por medio de la cual se puede obtener tutela
judicial efectiva a favor de un demandado y a cargo de otro demandado o de sujetos
que se encuentran en la misma parte, que es lo que se conoce como demanda
contra la coparte, la cual puede ser definida como aquella reclamación que hace
generalmente el demandado contra su coparte, para que en el mismo proceso que
es accionado, se le resuelva una pretensión que guarda conexión con el pleito
principal.
Entre las características más relevantes de esta figura jurídico-procesal, entendida
como la demanda en contra de la coparte en su versión original y no otras
modalidades de la misma figura que desarrollaremos posteriormente, se pueden
señalar las siguientes:
- La demanda contra la coparte puede ser formulada exclusivamente por una
parte, mas no por un tercero. En este caso, el pretendiente en coparte debe de
ser reconocido como parte dentro del proceso judicial, es apenas lógico que se exija
la calidad de parte, que es la que lo habilita para proponer una demanda en contra
de su coparte.
Puede suceder que un tercero sea citado en garantía o por cualquier otra figura al
proceso judicial y a raíz de tal llamamiento adquiera la calidad de parte, razón por
la cual también se encontrara habilitado para interponer demanda de coparte contra
los que ahora se encuentra en igual extremo procesal.
Aquel tercero que no ha sido vinculado a juicio para ser parte y no tiene vocación
de serlo, por ser un sujeto que no está llamado a ser beneficiario o perjudicado con
la pretensión, pero existe un interés procesal, deberá intentar formas de
acumulación procesal si a ello tiene derecho o simplemente fungir como
coadyuvante de alguna de las partes de acuerdo a su interés en la causa.
- Pluralidad de sujetos dentro de una misma parte, sea como demandantes o
demandados. Lo primero que hay que señalar es que debe haber dos o más
sujetos en el interior de una coparte, para que se pueda hablar de varios en una
parte y así se pueda implorar una pretensión en contra del otro que está dentro de
la misma parte. Por lo tanto, si la parte es unitaria sería imposible hablar de
demanda contra la coparte.
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En segundo lugar, debe quedar claro que la demanda en contra de la coparte puede
ser realizada por un demandante inicial contra otro codemandante, lo que es poco
usual pero no prohibido. Siendo lo más común que sea un demandado el que inste
pretensiones en contra de su codemandado. Sobre esto, refiere Guevara8 que el
demandante inicial tiene la posibilidad de presentar una reconvención para solicitar
una pretensión que a su derecho corresponda contra el demandado a fin de que
sea también resuelto por el mismo Tribunal Judicial en el mismo proceso, y una
demanda contra tercero legitimado o contra su coparte.
- Conexión entre la pretensión original y el reclamo en que se funda la
pretensión en contra de la coparte. Se necesita una relación directa entre la
demanda de coparte y la pretensión original, esto puede ocurrir en razón al objeto
que se persigue en uno u otro pleito o por existir relación entre las circunstancias de
hecho que dan origen al proceso principal con los supuestos en que se funda el
ejercicio de la demanda cruzada.
Para ello, se considera importante echar mano de un concepto bastante trabajado
por la doctrina procesal en lo referente a la acumulación de demandas, que es la
conexión, la cual existe en palabras de Enrico Redenti9 cuando “de la decisión de
una causa dependa la suerte y, por tanto, la decisión de las otras, o cuando la
decisión de todas ellas depende de la convicción que haya de formarse el juez
acerca de ciertos hechos o datos de hecho que, por lo menos desde un punto de
vista histórico-empírico, pueden considerarse los mismos”.
Otro trabajo no menos importante que debe ser tenido en cuenta, es la contribución
que sobre este tema hace Leo Rosenberg, quien, si bien expone su criterio cuando
se trata de relación entre la pretensión inicial y la de reconvención, considero que
es perfectamente aplicable a los casos de la pretensión de la coparte con la
pretensión original. A lo cual señala el procesalista alemán, actualizada su posición
para el caso de la coparte10 que la conexión ocurre cuando existe identidad de
objeto entre la pretensión original y la de la coparte y cuando los caracteres que
constituyen la esencia propia de la norma que la fundamenta resultan de las mismas
circunstancias de hecho que sirven de base a la pretensión de la demanda inicial.
En términos más sencillos puede citarse al gran padre del procesalismo italiano,
Chiovenda11, para quien una de las formas de conexión de los pleitos diferente a
que si tienen en común alguno de los elementos de la demanda, bien sea, persona,
objeto o causa petendi. Partiendo de esta premisa de la doctrina, se tiene que en la
demanda contra la coparte guardan relación las personas, habida cuenta que son
integrantes de una misma parte y el asunto que busca discutirse vía introducción de
esa nueva pretensión debe guardar relación fáctica o de objeto con la originaria que
dio génesis a la causa, por lo que aquella pretensión ajena que nada se relacione
con el pleito principal está llamada a ser excluida desde su control de legalidad para
que, si a bien lo tiene el demandado, en demanda de coparte la haga valer en juicio
separado.
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- La demanda cruzada es una forma de acumulación de demanda. Se trata de
una unión de pleitos que da lugar a diferentes demandas que podían tramitarse en
un mismo proceso judicial. Por lo que al proponerse un pleito nuevo pero
relacionado con el original, a través de una demanda de coparte en el trámite de un
proceso que ya está en curso a raíz de la presentación de una demanda, se
configura lo que se conoce como acumulación de demandas, dando lugar a que el
juez de conocimiento también conozca, por ser competente, de la demanda
acumulada, sustancie ambas conjuntamente y dicte una resolución judicial definitiva
con tránsito a cosa juzgada.
Cabe aclarar que se está en presencia de una forma de acumulación simple, la que
al decir de Leal Morales12 es aquella que consiste en el sometimiento a la decisión
jurisdiccional de varias acciones que deben ser solucionadas todas como si se
hubieran planteado separadamente. Esto en razón a que estamos hablando de la
demanda en contra de la coparte original anglosajona y no aquellas modalidades
derivadas que han sido implantadas por otras legislaciones.
Para que haya lugar a este tipo de acumulación de demandas se requiere que
existan múltiples remedios que no se excluyan entre sí, que guarden relación entre
ellos y se puedan tramitar en un mismo proceso judicial.
- En la misma sentencia donde se resuelve la pretensión principal se debe
resolver la petición cruzada. Como consecuencia de la acumulación de ambas
demandas, la originaria y la de la coparte, estas deben de ser resueltas en una
misma sentencia judicial, por cuanto se tratan de derechos pretendidos que
posiblemente han tenido resistencia y se requiere de un pronunciamiento judicial
que le dé solución al fondo del asunto.
El hecho de que se resuelvan en una misma decisión judicial no significa que
tendrán igual resolución o que opere una forma de litisconsorcio necesario, cada
reclamo se resolverá de manera concreta con la debida valoración probatoria, por
lo que pueden existir decisiones disimiles. En la demanda a coparte originaria no
hay contingencia entre una u otra relación, lo que podría ocurrir para el caso
colombiano en la que siguiéndonos de lo señalado en la sentencia del Tribunal de
Puerto Rico García Larrinua v. Lichtig, 198613, “se trata de una reclamación que
podría ser contingente, pues depende de que el demandante original pruebe sus
alegaciones contra el demandado y demandante contra coparte, para que entonces
el demandado de coparte responda”.
- La demanda contra la coparte puede ser presentada dentro del traslado de
la demanda en caso del demandado o antes de la programación de la primera
audiencia para el caso del demandante. Lo más usual es que la demanda contra
la coparte sea usada entre demandados, por lo que la oportunidad procesal para su
presentación es dentro del término del traslado de la demanda. No pocas veces en
la práctica ocurre que uno de los demandados es notificado primero del auto
admisorio de la demanda, el cual le empieza a correr los términos del traslado de la
11
demanda antes que los restantes demandados. Este sujeto deberá analizar si debe
o no presentar demandas cruzadas en contra de uno o varios demandados, porque
al fenecer el tiempo no contará con otra oportunidad. Situación distinta ocurre con
el demandado aun no notificado, quien, de acuerdo a la respuesta del otro
demandado ya notificado, podrá juzgar si es necesario o no irse en demanda
cruzada contra su coparte. No obstante todo lo anterior, varias legislaciones como
la de Estados Unidos y Puerto Rico, permiten la presentación del reclamo en un
tiempo posterior, siempre que medie permiso del Tribunal.
En lo que respecta a los casos que se pueden presentar demanda entre
demandantes, se considera que el demandante tendrá hasta la programación de
fecha de audiencia para impetrar libelo en contra del otro demandante. La razón de
ello estriba en que ha debido pasar la contestación de la demanda para determinar
si puede existir algún derecho que reclamarle al otro en razón de lo alegado en la
respuesta de demanda, porque cuando actuaron desde la demanda inicial no existía
pleito entre ellos. Un ejemplo de esta situación puede ocurrir cuando a raíz de una
excepción de mérito en contra de un solo acreedor solidario puede dar al traste la
pretensión, el otro acreedor demandante estaría habilitado para demandar a su
coparte para no verse damnificado por la sentencia que seguramente denegara las
pretensiones.
Pertinente resulta puntualizar que, si la demanda de reconvención da lugar a que
los demandantes iniciales, ahora demandados en reconvención, se presenten entre
si demandas de coparte, se debe entender que se trata de una demanda cruzada
entre demandados, no se trata de petición de coparte entre demandantes, por
cuanto los hechos que estarían dando lugar al ejercicio del libelo cruzado surgen de
los supuestos de la reconvención. Un ejemplo de ello sería el caso de los frutos
civiles pedidos vía reconvención a través demanda reivindicatoria en contra de los
poseedores demandantes iniciales. Uno de ellos podría demandar en coparte al
otro, por su condición de demandados, para que este último sea el obligado al pago
de los frutos por ser quien se benefició de los mismos.
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Para el procesalista argentino Alvarado Velloso14, la regla mas no principio de
economía procesal, busca darle solución al antiguo problema del alargamiento del
trámite, la supresión de tareas inútiles y en definitiva la reducción de todo esfuerzo
que no guarde adecuada correlación con la necesidad que pretenda satisfacerse.
Es tanta la importancia del principio de economía procesal en la estructura del
proceso judicial que juristas como Couture15, señalan las aplicaciones de este
principio en el desarrollo procesal, las cuales se traducen en la simplificación de las
formas de debate, limitación de las pruebas onerosas, reducción de los recursos,
economía pecuniaria y tribunales especiales para conflicto de escasos montos pero
de considerable repercusión social.
En representación del procesalismo italiano, es pertinente citar a Podetti16 quien nos
propone el principio de economía como economía de gastos y economía de
esfuerzos, refiriendo esta última a la supresión de tramites superfluos, aminorando
el trabajo de jueces y auxiliares y simplificando cada proceso en particular.
Llegando a un punto de unión entre lo que es la demanda de coparte y el principio
de economía procesal, se tiene que en la primera se le rinde tributo a tal principio
de procedimiento habida cuenta que en teoría debieron adelantarse dos procesos
judiciales, pero por existir conexión entre los pleitos, similitud entre las partes y muy
seguramente ambas causas se servirán de un grueso de pruebas común, se permite
que se consiga un resultado con una menor actividad procesal que no viene a ser
otro cosa que la supresión de todo un proceso.
De acuerdo a este principio de economía procesal aplicado en la demanda contra
la coparte se evitan la duplicidad de prueba, es decir, que el órgano de prueba deba
comparecer en dos ocasiones a dos causas distintas, que las partes no sientan
desgatados sus recursos en el doble pago a profesionales del derecho para la
representación en dos procesos judiciales y que la labor de la justicia no se vea
puesta en marcha en dos pendencias, las cuales conllevarían a un gasto
innecesario del recurso humano de la administración de la justicia, cuando
claramente todo puede ventilarse en un proceso judicial. Resumiendo como bien lo
anotaba Devis Echandia17 con la economía procesal tenemos menor trabajo y
justicia más barata y rápida.
Como remate se puede aseverar que la demanda de coparte es el reflejo de la
consigna de la economía procesal ya que se utiliza el proceso instado, para debatir
en él otras pretensiones que introduce comúnmente el demandado, y que se
dilucidan en el proceso, conjuntamente, con las del demandante.
1.3.2 Principio de Celeridad procesal
El tema de la celeridad de los procesos judiciales no es exclusivo del resorte de lo
procesal, sino del mismo derecho en cuanto a tal y a lo que debe entenderse por
justicia, dado que si el proceso no es célere la misma sociedad sufre por el evidente
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incumplimiento del derecho y la sensación de injusticia que se prolonga en el tiempo
hasta que llegue la esperada resolución judicial que resuelva, la cual podría darse
en tiempos ya no necesarios, puesto que por su tardanza el asociado hizo uso de
mano propia, mal arreglo del pleito o renunció a lo que pretendía.
Con total acierto justifica Luhmann18 la necesidad de la rapidez de los procesos
judiciales, diciendo esto porque la vida humana es breve y los conflictos sociales
deben ser solucionados lo más temprano posible para que el derecho cumpla su
función de estabilizador de expectativas individuales y colectivas.
Para otros es tan importante la celeridad de la actuación judicial que lo asemeja a
lo que es la misma justicia. Séneca19 por su parte señala que justicia tardía no es
justicia, al paso que Gelsi Bidart20, entre sus enseñanzas, nos legó que justicia lenta
es injusticia grave. Es por toda esta importancia que se le otorga a la celeridad
procesal que tanto las constituciones modernas como las convenciones
internacionales de protección de derechos humanos lo han vitalizado procurando
un mayor cumplimiento del mismo y confiándole al legislador la posibilidad de
imposición de sanciones por la inobservancia de la razonable duración de los
procesos.
En lo que respecta a lo estrictamente procesal, el maestro Devis Echandia 21 nos
dice que “la celeridad es economía procesal. Tal vez aquella sea corolario de esta,
o ambas una misma cuestión. Sin embargo, pensamos que el principio
constitucional es la primera y no la segunda, porque es la celeridad la que reconoce
explícitamente la norma principal”.
Podría algún demandante alegar que con la demanda de coparte no se cumple con
la celeridad procesal, dado que en ese proceso principal donde se discute su
pretensión originaria, se permiten unas actividades procesales adicionales que no
son de su incumbencia, debido a que serán los integrantes de ese extremo procesal,
quienes por otras vías procesales deben solucionar sus diferencias y que la
realización de nuevos traslados, práctica pruebas pedidas en razón a la pretensión
de la coparte, entre otros actos, tornan el proceso más demorado.
No es aceptable la hipotética posición sentada en párrafo anterior, en razón a que
si bien en el ejemplo se habla de demandante, la demanda de coparte esta instituida
tanto por vía activa como pasiva, por lo que no se trata de una carga injustificada
para uno solo de los extremos del litigio, por lo que existiendo igualdad de trato hacia
las partes se encuentra fundamentada la razón de soportar ese trámite adicional.
Por cuanto igual carga también tiene el demandado cuando la demanda de coparte
se hace entre demandantes.
Otro razón de peso es que en la hipótesis planteada la celeridad procesal no ha
desaparecido, en verdad este principio se está aplicando, todo un proceso judicial
que generalmente debía iniciarse ulteriormente a la decisión del primer proceso, se
está adelantando de manera rápida por medio de una acumulación de demanda en
14
una pendencia que ya se viene adelantado, razón por la que el interés de la parte
no ejercitante del reclamo de coparte debe ceder, en cuanto a la realización de
trámites adicionales, por el derecho del extremo contrario que hace uso de la
demanda cruzada a obtener una tutela judicial pronta y cumplida. Aunado a lo
anterior, el supuesto demandante no se ve del todo perjudicado, pues puede valerse
de pruebas que surjan del reclamo cruzado y que beneficien su postura procesal.
1.3.3 Principio de eficacia procesal
Dos son las cualidades que dice Carnelutti22, que debe tener el proceso, estas son
justicia y certeza, porque si el derecho no es cierto, los interesados no saben, y si
no es justo, no sienten lo que es necesario para obedecer. Para poder conseguir
este efecto del proceso que nos propone el maestro italiano debemos hacer uso del
principio de eficacia procesal.
Para ello, la demanda de coparte como forma de acumulación de la demanda
permite que el proceso cumpla sus derroteros para lo cual se ha instituido y se
conciba como una herramienta eficaz para la consecución de la justicia y la paz
social. Esto es así, en consideración a que, por medio de la demanda cruzada, el
juez que conoce de ambos pleitos, tanto del original como del cruzado, adquiere un
mayor conocimiento de los hechos de manera integral y completa, escucha a todos
los intervinientes del conflicto y cuenta con una mayor robustez probatoria, todo lo
cual permite que la decisión judicial adoptada este mas acercada a la verdad y
resuelva de manera eficaz los pleitos existente entre los involucrados, garantizando
de tal manera la paz social, pues con la ausencia de esta figura, el fallo del caso
original seguramente sería el foco de futuras controversias.
Las palabras de Redenti23 sobre eficacia procesal y acumulación de procesos son
aplicables a la coparte, toda vez que se justifica que tenga razón de ser la reunión
en un proceso único, puesto que puede y debe conducir a decisiones coherentes,
armónicas y coordinadas, que en el fondo lo que persiguen es encauzar dentro de
lo posible las causas hacia soluciones armónicas y justas.
Que exista una única sentencia que se encargue de resolver la demanda original y
la propuesta por la coparte, permite que exista seguridad jurídica, eficacia del
proceso y que la decisión judicial se torne de mayor justeza.
15
la demanda originaria para que puedan ser ventiladas en una misma causa, de ahí
las generalidades y características de esta figura en párrafos anteriores.
No obstante, la anterior, la Cross Claim americana, ha tenido, en cierta manera,
buena salida en legislaciones extranjeras, tanto es así que en varias de las
legislaciones centroamericanas la han adoptado sin ningún reparo, en especial la
puertorriqueña que ha hecho buena cosecha sobre esta institución jurídica con una
rica jurisprudencia sobre la materia. Pero también ha sido adoptada en sistemas
procesales distintos a los del civil law, para lo cual se le han realizado ciertos matices
en cuanto a su regulación y naturaleza.
En España se ha hablado con críticas a favor y en contra de la doctrina
especializada en la materia, sobre la demanda de reconvención entre demandados
e incluso se habla de una especie de reconvención triangular en la que un
codemandado puede ser accionado por su coparte, siempre y cuando también sea
enjuiciado el actor judicial inicial. Toda esta discusión jurisprudencial y doctrinaria
se ha suscitado a raíz de la interpretación de lo preceptuado en el artículo 407 de la
LEC española, tema que aún no es pacífico y que no será objeto de estas líneas de
trabajo.
Por su parte en Uruguay se ha establecido la citación de la coparte, la cual
encuentra su fundamento en la jurisprudencia, toda vez que el Código General del
Proceso Uruguayo regula en una norma es la citación de garantía de que trata el
artículo 51 del Código General del Proceso de Uruguay, con unas características
también especiales que invitan a un estudio pormenorizado en otro trabajo.
En lo que corresponde al Estado colombiano, instituye la demanda de coparte, con
ciertas reservas, dado que la limita a una especie o modalidad de llamamiento en
garantía a una misma parte, encontrándose su desarrollo legal, un poco parecido al
caso uruguayo, en la norma que hace referencia al llamamiento en garantía,
autorizando su existencia de manera implícita conforme al artículo 66 del Código
general del Proceso Colombiano (C.G.P en adelante).
20
procesal civil, a lo cual la Corte no quiso hacer un análisis de fondo, tomando una
postura más que todo conservadora y dejándole la facultad de la adopción de esa
institución jurídica al legislador procesal, como en efecto lo hizo para el año 2012.
A mi juicio, la posición de la Corte consistente en que el llamamiento en garantía
estaba diseñado a favor del demandante carece de sentido, por cuanto esa
destinación que según la Corte hace la norma, no excluye que también sea usado
como herramienta de protección de los derechos de uno de los demandados. En
términos lógicos se quiere decir que al ampliar la citación de la garantía a la coparte
y no solo mantenerlo al tercero por ser un doble beneficio del demandante, en nada
perjudica los intereses de este último, la adopción de la coparte no irrumpe perjuicio
al derecho del demandante, pudiendo coexistir ambas en tiempo y espacio
procesalmente hablando. Aunado a lo anterior, se permitiría un cabal desarrollo de
la tutela judicial efectiva, que por mandato constitucional debe ser pronta y cumplida.
Tampoco comparto la postura de la Corte cuando refiere que la ausencia de la
demanda de coparte no impide el acceso efectivo a la justicia. Rechazo
tajantemente esta aseveración como quiera que naturalmente habrá acceso a la
justicia por cuanto ese demandado podrá acudir ante la jurisdicción para convocar
al otrora demandado en aquella causa a un nuevo proceso judicial. Pero nos surge
el interrogante sobre si, en verdad, es esto efectivo, cuando de habérsele permitido
al anterior juez conocer de la causa cruzada en el anterior proceso, las herramientas
cognitivas para tomar una decisión hubiesen sido mayores que las que estarán en
el nuevo juicio, existe mayor probabilidad de umbral de certeza sobre los hechos a
juzgar en el proceso en el que se acumuló la demanda de coparte que en el
posterior, el justiciable demandado no se ve condenado y luego buscar paternidad
de esa condena sino que en una misma sentencia más cerca de la justicia y de la
verdad, se le impone responsabilidades pero también se decide acerca de las que
tenga su coparte para con él.
2.2.2 En la jurisdicción ordinaria
En vigencia del C.P.C, la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia,
autorizaba la demanda de coparte bajo la modalidad de llamamiento en garantía, la
cual tuvo su desarrollo entre otras sentencias, en la dictada el día 6 de mayo de
2016, radicado No 2014-00032-1, siendo ponente el magistrado Tolosa Villabona,
en la que precisó:
[…] El llamamiento en garantía puede surgir, según el artículo 57 del Código de
Procedimiento Civil, en el evento de que “[q]quien tenga derecho legal o contractual de
exigir a un tercero la indemnización del perjuicio que llegare a sufrir, o el reembolso
total o parcial del pago que tuviere que hacer como resultado de la sentencia, [pidiendo]
la citación de aquél, para que en el mismo proceso se resuelva sobre tal relación (…)”.
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como llamado en garantía estará encaminado a delimitar las obligaciones que surgen
en virtud de la relación legal o contractual (…)”34.
Muy a pesar que la sentencia arriba citada desconoce la literalidad de las normas
aplicables en ese caso del C.P.C, su interpretación acerca del llamamiento en
garantía permite el desarrollo de principios medulares del proceso civil y expone,
sin ambages, la ausencia de perjuicio de la aplicación de la figura, dado que se
tratan de dos relaciones jurídicas diferentes, las cuales pueden ser perfectamente
reunidas en una misma causa.
En otras sentencias, la Honorable Corte Suprema de Justica se ha referido
sucintamente a la demanda de coparte, sin hacer mayor elucubración sobre la
misma, fue así como en sentencia del 20 de septiembre de 2018 35, dentro del
radicado 2018-02638, la Sala de Casación Civil de esa Corporación se refirió acerca
del libelo de coparte como un llamamiento en garantía y por existir acuerdo entre
demandante en coparte y demandado, no se pronunció con respecto al mismo por
la evidente sustracción de materia. De igual manera, en el radicado 2000-00556, la
Sala de Casación Civil36 en su decisión de fecha 27 de abril de 2018, reconoció que
con el advenimiento del C.G.P se instituyó la posibilidad de que un demandado
llame en garantía a otro demandado, figura denominada demanda de coparte.
Al desatar una causa en la que el demandado pedía el llamamiento en garantía de
su coparte, el Tribunal Superior del Distrito Judicial, Sala Unitaria Civil-Familia en el
radicado 2015-00262-0137, el día 9 de marzo de 2018, dictó auto interlocutorio, en
el que después de haber citado un aparte de la sentencia de la Corte Suprema de
Justicia del 6 de mayo de 2016 y de la decisión de tutela de esa misma corporación
del 8 de marzo de 2017, concluyó que al aplicar el llamamiento en garantía a la
coparte, no se desconocen normas de orden público, sino que más bien se cumple
con el objeto de los procedimientos que es la efectividad de los derechos
sustanciales, en aplicación de principios como el de celeridad , eficiencia y
conexidad. Otro argumento de su decisión fue que la sentencia C-667 de 2009 no
resolvió de fondo lo tocante a la aplicación de la coparte en nuestro ordenamiento
jurídico, por lo que el órgano de jurisdicción queda con posibilidad de interpretación.
En lo tocante a la especialidad laboral que hace parte de la jurisdicción ordinaria, la
Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia38, en sentencia de tutela
No 47618 del 18 de julio de 2017, se pronunció con respecto a un caso sobre un
llamamiento en garantía a un codemandado. Aconteció que los jueces de instancia
denegaron un llamamiento en garantía a una coparte, fundamentándose el de
primer grado en que no era procedente por así disponerlo los artículos 54 a 57 del
C.P.C. y el de segundo grado por no tener apelación la providencia opugnada. Al
resolver el amparo tutelar encontró el órgano de cierre en lo laboral que la norma
que regía el caso era el artículo 66 del C.G.P que contempla la figura expresamente
y no las disposiciones derogadas del C.P.C, pero si hubiesen sido estas últimas las
llamadas a regular el caso, también hallaba procedencia el llamamiento instando en
23
virtud de la aplicación de la tesis de la Sala de Casación Civil del año 2016 expuesta
anteriormente.
Es conveniente analizar un auto del 24 de septiembre del año 2010 proferido por la
Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Pereira 39, dentro del
radicado 2009-00434-01, en esta decisión se estudiaba si Coomeva podía llamar
en garantía a la otra demandada la médica Alba Cobo, para lo cual, luego de citarse
a sí mismo el Tribunal y hacer una cita textual considerable del tratadista López
Blanco, resuelve confirmar la decisión del a-quo que aceptaba el llamamiento en
garantía. Como fundamento sostuvo que se trataban de dos relaciones jurídicas
materiales, una es la de responsabilidad extracontractual producto de la prestación
del servicio de salud y otra es la de carácter contractual que surge entre los
demandados, por lo que el juez podía resolver tanto la del objeto principal del litigio
como la del nexo contractual acumulado por la citación de garantía. También señaló
que, de no aceptarse el llamamiento, el juez no podía resolver sobre la situación
sustancial entre los accionados, en caso de que se dictase una sentencia
condenatoria en el litigio principal.
2.2.3 Jurisdicción contenciosa administrativa
Los órganos de la jurisdicción contenciosa administrativa no han tenido una postura
uniforme a lo que se refiere el llamamiento en garantía a la coparte, siempre han
reinado los criterios jurisprudenciales disímiles, incluso después de haberse
instituido legalmente la figura por el C.G.P. Por un lado, se encuentran un buen
número de sentencias que rechazan la aplicación de la demanda de coparte en esta
jurisdicción mientras que por otro lado se hayan providencias judiciales que abogan
por su aplicación. En virtud de ello, solamente enunciaré algunas de las
resoluciones judiciales más destacables en derredor a la procedencia de esta figura
y su inaplicación, sin que ello signifique un estado del arte o estudio profundo de
carácter jurisprudencial sobre la institución en estudio en el interior de la jurisdicción
contenciosa administrativa.
La primera de las decisiones de la que se tiene noticia en la jurisdicción de lo
contencioso administrativo que aborda el tema de la demanda de coparte, fue la
dictada el día 16 de febrero de 1996 por la Sección Tercera de la Sala de lo
Contencioso Administrativo, siendo ponente Juan de Dios Montes Hernández40, en
la que se hace una descripción interesante de la demanda de coparte y en la que
se explica que dentro de las opciones que puede ejercitar el demandado dentro del
término de fijación en lista no está la de presentar demanda de coparte. Luego
entonces, por tratarse de una figura inexistente en nuestro derecho no había lugar
a darle tramite al llamamiento que se le hizo a un mismo demandado.
Nótese que, en esta resolución judicial, en la que era aplicable para la época el
Código Contencioso Administrativo, no se hace mayor énfasis en la aplicación de
principios para permitir la procedencia de la figura, sino que solamente se analiza
24
de acuerdo a la normatividad procesal y al no encontrarse ninguna norma que lo
autorice, se tiene por inexistente en nuestro ordenamiento jurídico.
La misma Sección Tercera de esa corporación, con ponencia de Alier Hernández
Henríquez, en el año 200341, mediante auto de fecha 17 de julio dentro del
expediente No 22786, no le vio inconveniente en aceptar el llamamiento en garantía
entre demandados, fue así como en la parte que nos interesa de la providencia
preciso que “aun siendo ambos demandados, si existiera prueba de un derecho -
legal o contractual- del Banco de la República a exigirle al Popular el reembolso del
monto al que resultare condenado, nada obstaría para que el primero llamara en
garantía al segundo, con el fin de que el juez decidiera, en la misma sentencia, esa
otra relación sustancial entre llamado y llamante, diferente e independiente de la
que habría entre cada uno de ellos -en su calidad de demandados-"
Dicha posición fue mantenida pasado dos años, esa misma Sección bajo el
expediente No 2344242, profirió auto del 10 de febrero de 2005 en el que señalaba
que no existe ningún impedimento para que una demanda tenga la condición
simultanea de demandada y de llamada en garantía, sustentado en que ello era
admisible porque se trataba de diversas fuentes y por lo tanto tenían diferentes
enfoques de juzgamiento. Tanto en este caso como en el anterior se observa que
la sección se aparta del concepto de demanda de coparte, para evitar de tal manera
entrar en la discusión de si existe o no la institución en nuestro ordenamiento
jurídico, por lo que permite que el demandado sea llamado en garantía apelando a
la diversidad de fuentes, pero en nada se refiere a que la citación de garantía solo
puede hacerse a un tercero y no a una misma parte.
Lo que parecía ser una tendencia ya con dos decisiones a favor, en verdad no fue
así, la Sección Tercera del máximo tribunal de lo contencioso administrativo, en
pronunciamiento judicial de fecha 13 de marzo de 2006, siendo ponente Ramiro
Saavedra Becerra43, rechaza la procedencia de la demanda de coparte
fundamentándose en que el vinculado debe ser un tercero y no una parte, por lo
tanto, puede que la demanda de coparte tenga afinidad con el llamamiento en
garantía, pero mientras que en el primero se habla de una parte en el segundo se
hace referencia a un tercero que queda vinculado mediante la sentencia, por lo
tanto, son disímiles tales figuras. Adicional a ello, argumenta también que, conforme
al precedente del año 1996, la figura es ajena a nuestro sistema procesal, pero
refuerza su tesis aduciendo que las normas que regulan los intervinientes
procesales son de orden público y es al legislador a quien le corresponde la
institucionalización de los diversos medios de participación en el proceso, sin que
se pueda utilizar una figura de intervención de terceros para eventos diferentes.
En el año 2007, con ponencia de Mauricio Fajardo Gómez, la Sección Tercera ya
tantas veces citada, en sentencia del 24 de enero de 2007, expediente 3101544, con
posición mayoritaria, pero sin unanimidad al respecto, acepta la procedencia del
llamamiento en garantía a un demandado basándose en los pronunciamientos del
año 2003 y 2005 citados en párrafos anteriores.
25
El consejero de estado Enrique Gil botero en un par de providencias del año 2012,
decisiones del 2 de febrero y 7 de junio, expedientes N° 41432 y 45243
respectivamente45, reafirma la posibilidad de aplicar el llamamiento en garantía
dado que se trata de relaciones procesales diferentes y autónomas, para lo cual
señala que desde la posición de demandado lo que se discute es la existencia de
una responsabilidad, mientras que el núcleo problemático del llamamiento en
garantía se centra en determinar las obligaciones contractuales que surgen entre
llamante y llamado.
Por su parte, la Sección Cuarta de la Sala de lo Contencioso Administrativo del
Consejo de Estado, con ponencia del consejero Jorge Ramírez Gómez, mediante
providencia del 23 de marzo de 2017 (22862)46, estableció que si bien las sentencias
proferidas dentro de los expedientes 22786 y 23442, las cuales vienen arriba
citadas, dieron lugar a la admisión del llamamiento en garantía entre demandados,
no a una demanda de coparte que era lo que verdaderamente correspondía. Añade
que de no ser así se podrían llamar a juicio de manera mutua e indefinida los
demandados. De manera muy resumida ese fue el fundamento de la decisión, sin
que se hiciera un análisis más profundo del porqué ese precedente no era aplicable,
como tampoco se hizo un estudio detallado del porque no se le podía dar cabida al
recurso bajo la figura del llamamiento en garantía entre demandados.
Al desatar la Subsección A de la Sección Tercera del órgano de cierre de lo
contencioso administrativo un recurso de apelación en contra del auto que negaba
un llamamiento en garantía por cuanto la entidad llamada ya obraba en el proceso
como demandada, estableció mediante sentencia del 5 de abril de 2017, expediente
No 56142, que:
De lo visto en procedencia se observa que el llamamiento en garantía regulado por la
ley 1437 de 2011, únicamente acepta dicha figura frente a terceros, haciendo
referencia quienes no son parte del proceso, sin embargo, tampoco prohíbe de manera
expresa que se pueda vincular a uno de los extremos pasivos como codemandados.
Así las cosas, se tiene que, en los aspectos no regulados por la mencionada ley, ella
misma en los artículos 227 y 306 hace una remisión expresa a la codificación procesal,
por consiguiente, se encuentra que el C.G.P hace las veces de instrumento de
unificación e integración normativa que permite llenar los vacíos que se presentan en
otros códigos, como lo pueden ser el administrativo y el contencioso administrativo…47
26
Mediante auto del 20 de septiembre de 2017, radicado No 2014-00128-00, la
Sección Tercera del Consejo de Estado, con ponencia de Danilo Rojas
Betancourt48, refiriéndose a la procedencia del llamamiento en garantía entre
demandados puntualizó que “la posibilidad de quien ha sido demandado en un litigio
sea llamado en garantía por otra también accionada, debe desprender
necesariamente de fuentes diferentes a las que los relacionan respecto a un mismo
daño u objeto en litigio. Así, no puede ser vinculado como tercero, una de las partes
a quien se le imputa en conjunto o en parte, un perjuicio en el marco de un proceso
de reparación directa que le fue endilgado también a quien eleva dicha solicitud”.
Esa misma sección y ese mismo ponente, siguiendo como precedente el proveído
que antecede, a través de auto del 13 de diciembre de 2017 dictado dentro del
expediente No 5978349, sostuvo que el llamamiento en garantía a la coparte es
procedente siempre que se trate de fuentes diferentes, por lo que al ser la fuente la
solidaridad huelga la improcedencia, debido a que “la utilización del llamamiento en
virtud de la eventual solidaridad de dos demandadas por un mismo daño, resultaría
redundante. No solo porque ambas, al ya estar vinculadas al proceso para el estudio
de sus respectivas responsabilidades, no tendrían por qué ser nuevamente traídas
a la Litis para responder también por el caso de la eventual condena de su coparte,
pues el operador jurídico determinara el grado o alcance de cada una en el
mismo escenario procesal ya habiendo sido accionadas; sino también porque
si la solidaridad fuere la fuente del llamamiento, ambas partes podrían llamarse en
garantía de forma recíproca, por lo que dicha institución se tornaría inocua.”
La posición jurisprudencial arriba sentada, se vuelve reiterativa por esa misma
sección, cuando el mismo ponente la vuelve a desarrollarla al decidir mediante auto
del 4 de abril de 2018 un caso similar en el expediente 59301.
Sobre este tópico, es pertinente señalar que si bien la sentencia no profundiza
acerca de la parte procedimental referente a que el llamado tenga que ser una parte
o un tercero, si desarrolla con buen detalle lo que concierne a las fuentes que dan
lugar al llamado al pleito principal y a la relación de garantía, quedando claro que
deben ser fuentes diferentes y esto es así, porque a diferencia del proceso civil, la
resolución que resuelve una causa indemnizatoria propuesta en usanza del medio
de control de reparación directa, establece en su misma parte resolutiva los
porcentajes de responsabilidad de cada uno de los sujetos que intervinieron en la
producción del hecho dañoso (Art. 140 C.P.A.C.A.), por lo que como bien lo dice la
providencia, resulta más que redundante y superfluo, que el juez entre a resolver
supuestas relaciones de garantías que quedan más que resueltas cuando se
pronuncia sobre la controversia principal, por lo tanto, esos llamamientos recíprocos
entre demandados que se podrían dar con ocasión a la solidaridad, no encuentran
ningún asidero jurídico en tratándose de lo contencioso administrativo.
La Sección Cuarta de la Sala de lo Contencioso Administrativo 50, en su función de
juez constitucional, resolvió mediante fallo del 1 marzo de 2018, acción de tutela
promovida por el municipio de Medellín dentro del radicado 2017-02680-00. Al
27
abordar el caso planteado, se preguntaba la sección si era posible tener la doble
condición de demandado y llamado en un mismo proceso judicial. Para resolver tal
interrogante, encontró oportuno analizar lo que significa el concepto de parte y
tercero en vista que el artículo 225 de C.P.A.C.A, ciertamente se refiere a que el
llamamiento en garantía procede frente a terceros. Para ello, echando mando de
doctrina nacional autorizada encuentra que para el caso de marras:
Las autoridades judiciales acusadas entendieron el término de tercero consagrado en
el artículo 225 del CPACA, en el sentido formal o procesal, al indicar que tiene esa
calidad el que no hace parte por activa ni por pasiva del Litis. Sin embargo, Es
necesario analizar la noción de tercero desde una óptica materia o sustancial, que para
estos asuntos resulta ser más garantista, y acorde con los principios de economía
procesal, una interpretación desde este sentido permite que una persona que es parte
procesal sea llamada en garantía, y que de esta manera en un solo litigio se resuelva
la relación jurídica.
28
2.2.4 Justicia arbitral
Sin querer entrar en la discusión que se ha suscitado acerca del llamamiento en
garantía en la justicia arbitral, con respecto a que si el llamado se debe adherir o no
al pacto (tema ya resuelto en sentencia C-170 2014, Corte Constitucional), entre
otras cuestiones interesantes a que se ha referido la doctrina arbitral. Es del caso
en este breve espacio simplemente destacar algunas decisiones, tanto sentencias
como laudos arbitrales, en las que se ha analizado la institución de la demanda de
coparte, siendo una modalidad del llamamiento en garantía, desde la óptica de la
justicia arbitral. No sobra señalar que, por tratarse de una forma de citación de
garantía, le es aplicable a la demanda cruzada el artículo 37 del Estatuto del
Arbitraje, por lo que considero que la regulación y avances doctrinarios que se
hagan sobre la figura del llamamiento en garantía en el proceso arbitral, le son
indiscutiblemente aplicables a la demanda de coparte.
Aunque la demanda de coparte es una variante del llamamiento en garantía, habrá
casos en que el llamado en garantía a un codemandado no obedece a la garantía
de la obligación a que se refiere el pacto arbitral. Como es el caso de demandados
solidarios en los que no existe ninguna garantía entre ellos, diferente a la obligación
solidaria que han tomado. En este evento, considero que por tratarse de una forma
de acumulación de demanda y que ambos sujetos que componen el extremo pasivo
habían aceptado los efectos del pacto, pero de ellos para con el convocante, se
debe entender que los efectos del pacto arbitral se extienden a la relación jurídica
entre demandados, razón por la que en ese mismo trámite arbitral se surtirá la causa
cruzada y en cuanto a gastos y honorarios que demanda la justicia arbitral debemos
aplicar las mismas reglas para las partes demandante y demandado originario.
Pero también puede ocurrir, que hayan sido solo los demandados quienes hayan
pactado arbitramento sobre las obligaciones que surjan entre ellos como
consecuencia de la relación jurídica entre demandante y demandados, sin que
exista ningún pacto arbitral sobre el ligamen principal. Así las cosas, se presentan
a continuación dos providencias judiciales que se han pronunciado sobre este tipo
de casos.
En sentencia del 13 de marzo de 2006, expediente No 28298, la Sección Tercera
de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado con ponencia de
Ramiro Saavedra Becerra52, al resolver la apelación de un auto, dispuso que cuando
existe una clausula compromisoria entre llamante y llamado, de conformidad al
contrato de garantía suscrito entre ellos, tal relación jurídica de garantía no puede
ventilarse ante la jurisdicción contenciosa, dado a que es de conocimiento de la
justicia arbitral, pues será esta ultima la que se encargue de determinar los alcances
del vínculo contractual y definir las obligaciones a cargo de las partes de ese
negocio jurídico. Es del caso señalar que ese criterio judicial que es anterior a la Ley
de Arbitraje del año 2012 debe de ser aplicado, porque prima la habilitación
voluntaria de quienes firmaron ese negocio jurídico.
29
Visto el anterior caso desde la posición de los codemandados, es razonable pensar
que en el evento que tales integrantes del extremo pasivo suscriban un pacto arbitral
que cobijen las discrepancias que surjan entre ellos, con ocasión a la relación
jurídica que van a tener o tuvieron con quien sería el demandante, tendríamos que
la causa principal es de conocimiento del juez natural al paso que lo que hubiese
podido ser una eventual demanda de coparte, es de conocimiento de la justicia
arbitral, queda sustraído ese caso de la jurisdicción común, siendo improcedente
cualquier tipo de acumulación de demanda dado que los pleitos deben ser
conocidos por jueces diferentes, a menos que las partes consientan en renunciar a
los efectos de la cláusula arbitral.
Otra experiencia del foro judicial en casos de llamamiento en garantía entre
demandados que habían signado pacto arbitral, fue de conocimiento del Tribunal
Superior de Distrito Judicial de Pereira, siendo ponente el magistrado Jaime Saraza
naranjo, quien mediante proveído de fecha 7 de mayo de 2017 dentro del radicado
2018-00299-0153, refirió que “se puede concluir entonces que entre llamante y
llamado existe una convención de por medio, en la que se involucró un pacto
arbitral, que sustrae de la jurisdicción ordinaria toda polémica que entre ellos pueda
surgir por causa del cumplimiento del contrato, además ese acuerdo fue alegado
por el llamado en garantía, con lo que salta a la vista que no renuncio a sus efectos”.
Por otra parte, la justicia arbitral se ha pronunciado sin inconveniente alguno con
respecto a la demanda de coparte, fue así como en proceso arbitral promovido por
Best Luck S.A. y otro contra Alianza Fiduciaria, Fedco e inversiones Eliat y otros54,
se le dieron los respectivos tramites a un buen número de demandas que bajo la
figura de la demanda de reconvención y coparte, fueron sustanciadas en la misma
causa arbitral. Es así como en el caso bajo análisis, Fedco e Inversiones Eliat,
codemandados, propusieron demanda de reconvención en contra de Best Luck
S.A., pero dentro de ese mismo trámite que dio lugar la reconvención, el Tribunal
vinculo como litisconsorte por pasiva a Alianza Fiduciaria, quien era en principio otro
demandado. a raíz de ello Alianza propone reconvención contra Fedco y compañía
y también propone demanda de coparte en contra de quien fuera la demandante
inicial, Best Luck, a lo cual esta última propone demanda de reconvención como
consecuencia de la demanda de coparte interpuesta. Sin lugar a dudas se advierte
que en este trámite arbitral, todo aquel sujeto vinculado que tenía pretensiones
sobre el objeto del litigio, le fueron resueltas en esta misma causa, esto se debe
primordialmente a dos razones: en primer lugar, se trataba de un proceso de
incumplimiento contractual de fiducia mercantil, lo cual como bien sostiene el
Tribunal, existen controversias internas entre quienes celebraron el contrato de
fiducia. Y en segundo lugar porque en la justicia arbitral se procura la efectividad del
derecho sustancial, no incurriendo en disquisiones procesales que se escapan de
lo sustancial, por ello no existieron en ese laudo arbitral impedimentos procesales
que obstaculizaran una resolución de fondo de los diferentes reclamos de los
participantes de la fiducia mercantil, por el contrario, en una buena providencia a mi
30
juicio, se resolvieron todas las controversias planteadas en derredor a ese ligamen
contractual.
Con respecto a la decisión del laudo adiado 15 de febrero de 2018 dictando en ese
asunto, en lo que concierne a la demanda de coparte, la decisión fue despachada
negativamente por sustracción de materia como quiera que no existió condena en
contra del llamante. En líneas posteriores se analizarán situaciones procesales
planteadas en la decisión, en donde se evidencia que un demandado puede hacer
parte del trámite reconvencional como sujeto pasivo también, cuando se advierta la
existencia de un litisconsorcio con el demandado en reconvención.
32
Por fuera del análisis anterior y volviendo a la demanda de coparte, considero que
no siempre está envuelta en polémica la posibilidad de que se le dé tramite a un
llamamiento en garantía de un codemandado. En el caso de que productor y
distribuidor estén demandados, aquel puede proponer demanda de coparte en
contra de este a efectos de que sea condenado en la misma actuación al pago del
reembolso, con ocasión a que, supónganse que, quien tuvo mayor responsabilidad
en la violación del derecho del consumidor fue el distribuidor, razón por la cual la
Superintendencia podría pronunciarse en derredor a esa relación. Es competente
en virtud a que lo que está haciendo es determinar los grados de responsabilidades
de uno y otro enjuiciado, sin que desborde su competencia analizando un contrato
o la misma ley desde otra perspectiva, puesto que tanto en el pleito principal como
el accesorio se examina la misma solidaridad y sus alcances entre uno y otro
demandado en la causa accesoria. En este tipo de situaciones, por mantener la
competencia en la misma materia y por aplicación del principio de economía
procesal y eficacia de la justicia, resulta procedente el análisis del llamado al
codemandado.
Uno de los demandados tendrá doble calidad de tal; demandado por la primera
demanda y demandado por la demanda de coparte, en tanto que quien formula esa
demanda de coparte viene a ser demandado respecto de la primera demanda y
demandante en relación con la segunda, la de coparte, y sin que, vale la pena también
mencionarlo, pueda hablarse de la existencia de una demanda de reconvención porque
ésta se encamina es contra el inicial demandado no contra otro de los demandados58.
Otro punto que es conveniente también advertir es que se trató de un solo golpe
introducir la demanda de coparte por vía del llamamiento en garantía, cuando en
verdad eso no cumplía con los rasgos específicos de una demanda de coparte, sino
que era una extensión del llamamiento en garantía de un tercero a la misma parte.
Si la situación se hubiera sorteado de esa manera, es decir, como llamamiento a la
misma parte, no como una figura nueva en el ordenamiento jurídico, seguro la
aceptación hubiese sido mayor, teniendo entonces mayor calado en el escenario
procesal. Me parece que fue el rótulo de demanda de coparte, lo que llamó a la
resistencia de parte de la judicatura y doctrina, más cuando por mucho que se le
denominara demanda de coparte, bajo el contexto procesal del llamamiento en
garantía, nunca podría ser una verdadera demanda de coparte sino una
prolongación de la citación de garantía. Se puede ver entonces los estragos que
hace la filosofía del lenguaje en el mundo del derecho procesal.
Si por economía procesal se permite formular una demanda accesoria contra un sujeto,
que no está en el proceso, para que sea resuelta en la misma sentencia en que lo es
la demanda principal, no obstante, la demora que generalmente implica la citación del
denunciado o llamado, con mayor razón se debe dar curso.
Entrando en vigencia el artículo 64 y parágrafo del artículo 66 del C.G.P, que autorizan
el llamamiento en garantía a la misma parte, la doctrina, con la institución jurídica ya
positivizada, se ha pronunciado con beneplácito por la existencia de esta nueva
modalidad de llamamiento en garantía, a la que no dudaron en llamarla demanda de
coparte.
Es así como aquellos doctrinantes que insistían antes de norma expresa por la
aplicación de la demanda en contra de la coparte, han señalado con buen tino el acierto
del legislador procesal del año 2012. Miguel Rojas60 ha dicho “que a partir de los
preceptos enunciados luce imperioso concluir que ahora la demanda de coparte goza
de asidero en el régimen procesal, aunque no con esa denominación sino con la de
llamamiento en garantía” 61.
A su turno, López Blanco62 ha manifestado con ocasión a las normas en cita del
C.G.P que “se consagra normativamente la demanda a la coparte como figura
procesal propia de la intervención de otras partes y como una modalidad de
llamamiento en garantía cuya expresa tipificación se justifica no porque sea
novedosa figura, sino debido a la evidente utilidad de ella”.
Por otra parte, el profesor Pietro Ballen63 haciendo referencia a la introducción de la
demanda de coparte que hace el C.G.P, señala que se permite “que en un mismo
litigio uno de los integrantes de un extremo procesal eleve pretensiones contra otro
sujeto de la misma parte, es decir, que en un mismo proceso se estudie y se
resuelva el debate que pudieran tener entre si los demandados, dándole aplicación
al principio de economía procesal y celeridad”.
Para Canosa Suarez64 el C.G.P permite que un demandado pueda presentar
demanda en contra de otro, para que en ese mismo proceso se le resuelva sobre
tal relación, ya sea por el derecho que tiene para exigirle a su coparte, la
indemnización que llegare a sufrir o el reembolso de lo pagado según la sentencia.
Castañeda Flórez65, rescata que una de las modificaciones del C.G.P más
importantes es que luego de su entrada en vigencia, un demandado podrá llamar
en garantía a otro sujeto, que, como él, se encuentra en el mismo plano procesal,
el pasivo, respecto del demandante inicial. Posibilitando lo anterior a que en un
36
mismo trámite se resuelven conflictos surgidos entre integrantes de una misma
parte.
Refiriéndose sobre la demanda de coparte en una conferencia sobre llamamiento
en garantía, el procesalista Henry Sanabria66, echando mano de un ejemplo,
explicaba que cuando una EPS demandada, llama en garantía a la médica también
demandada para que le reembolse lo que eventualmente tuviere que pagar la EPS
por el yerro médico que cometió, se está haciendo uso de la figura de la demanda
de coparte, la cual es permitida gracias al parágrafo del artículo 66 del C.G.P., que
le puso fin a la discusión sobre su procedencia.
37
exótico buscar el desarrollo de la demanda de coparte al amparo de los artículos 54
a 57 del C.P.C., mientras se logra una específica regulación sobre la materia,
que sería lo ideal, muy similar a la del llamamiento en garantía…” (Negrillas fuera
del texto).
En ese orden de ideas, la regulación específica sobre la demanda de coparte nunca
llegó, sino que simplemente se adecuó el criterio doctrinario al llamamiento en
garantía, siendo esa la razón del porqué la demanda a la coparte legislada en
Colombia, tiene ciertas diferencias a la originaria de corte anglosajón. La verdad sea
dicha, el legislar no es fácil, más cuando existen tantos intereses creados al
momento de la expedición de una norma, que de pronto aquellos que abogaban
por la introducción de la demanda a la coparte, se sintieron bien servidos logrando
positivizar lo que habían venido defendiendo desde hace lustros por la vía de la
doctrina, que tomar el riesgo de abogar por una figura en verdad novedosa, que
presentaba rasgos distintivos al llamamiento en garantía y que no tuviera tal acogida
que llevara a un retroceso de lo ya avanzado.
No creo que la regulación de la demanda de coparte como llamamiento en garantía,
se deba a una creencia injustificada de que se trataban de figuras similares, por
cuanto el mismo origen e historia de la Cross Claim demostraría lo contrario, incluso,
el mismo artículo panameño de Fábrega Ponce, ya citado aquí por el mismo López
Blanco, lleva al traste cualquier elucubración argumentativa diferente.
Sin importar ya los motivos, lo cierto, es que nuestra legislación concibe una forma
más de llamamiento en garantía, a la cual debemos aplicar en su integridad, las
reglas procesales, jurisprudencia, naturaleza jurídica y demás fundamentos que
sirvan como faro interpretativo de la citación de garantía a una coparte, figura que
es llamada por la ley como llamamiento en garantía a la coparte pero jurisprudencial
y doctrinalmente como demanda de coparte.
38
Si lo que se quiere aplicar es la figura del llamamiento en garantía a la misma parte,
se tiene que Bernarda puede pedir la citación de su coparte, en este caso
Carmenza, para que le rembolse el pago que eventualmente le tuviera que hacer a
Ana o la indemnización del perjuicio que llegare a sufrir a causa de la sentencia a
favor de Ana. Nótese que se trata de una pretensión de garantía, en la que Bernarda
no está aspirando a nada diferente que, a resultar ilesa, patrimonialmente hablando,
en la causa declarativa en que fue citada. Por lo tanto, ella, se defiende de la
demanda en su contra impetrada, pero a la vez busca refugio en su coparte, en caso
de existir condena, para hacer valer en ese mismo proceso su derecho contractual
o legal.
En el caso bajo estudio, no se advierte esa oportunidad, por la sencilla razón de que
se está hablando de demanda en contra de la coparte, que consiste en el derecho
que le asiste a Bernarda de instar en el mismo proceso que funge como demandada,
pretensiones autónomas en contra de su codemandada, Carmenza, la cual deben
de guardar relación o conexidad con la causa principal. Así las cosas, Bernarda
hace uso de su derecho de acción en contra de Carmenza, para que se le resuelva
de fondo la relación jurídica de derecho sustancial que existe entre las mismas.
Mírese que Bernarda, por un lado, se defiende de la pretensión en su contra,
alegando ausencia de responsabilidad, mientras que, por el otro, enarbola una
nueva pretensión a su favor.
De lo visto se pueden desprender, a lo mínimo, cinco grandes diferencias entre una
y otra figura. En primer lugar, la pretensión de la demanda de coparte es autónoma
e independiente no está supeditada a ningún derecho legal o contractual como
ocurre en el llamamiento en garantía. En segundo lugar, el proferimiento de
sentencia que resuelva la demanda de coparte, siempre debe darse de fondo,
reconociendo o negando el reclamo cruzado, no está supeditado a ninguna
contingencia, mientras que, en el llamamiento en garantía, es imperativo y necesario
que exista una sentencia de condena al llamante para que el juez pueda entrar a
resolver el llamamiento, esto por tratarse de una relación de garantía. En tercer
lugar, en la demanda de coparte puede el codemandado lograr que con el éxito de
las pretensiones a su favor aumente su patrimonio o el reconocimiento de un
derecho a su favor mientras que en el llamamiento en garantía lo mejor que le puede
suceder al llamante demandado es no ver mermado su patrimonio. En cuarto lugar,
en la demanda de coparte no es necesario determinar si se trata de una misma o
de distinta fuente para que proceda el libelo cruzado, lo único que se requiere es
conexidad o derivación de la causa principal mientras que en el llamamiento en
garantía se discute sobre la fuente que da lugar al llamado para auscultar sobre su
procedencia. En quinto lugar, las formas anormales de terminación de la demanda
principal no dan lugar al finiquito de la demanda cruzada al paso que en el
llamamiento en garantía es incuestionable su cesación con la culminación del litigio
principal. Por todo lo anterior, el llamamiento en garantía a la misma parte es como
una forma limitada de demanda de coparte, existiendo como una relación de género
y especie entre esta y aquella, respectivamente.
39
3.3 DEMANDA DE COPARTE COMO UNA FORMA DE ACUMULACIÓN DE
DEMANDA
Lo primero que hay que tener en cuenta, es que tanto el llamamiento en garantía a
un tercero como el llamamiento en garantía a la misma parte son formas de
acumulación de demanda, pero no de las generales de que trata el artículo 148 del
C.G.P, sino por autorización legal expresa en la norma que regula el llamamiento
en garantía, por lo que esa modalidad de demanda acumulada se adecua a los
cánones legales especiales consagrados para tal fin. Se trata naturalmente de una
demanda diferente, por cuanto ostenta una situación fáctica y jurídica que da lugar
a una pretensión, que es la denominada por la jurisprudencia como pretensión
revérsica o de regreso.
Como apoyo jurisprudencial de lo señalado en las líneas que anteceden, es
pertinente traer a colación la sentencia del 15 de diciembre de 2006, expediente N°
2000-00276-01, proferida por la Honorable Sala de Casación Civil de la Corte
Suprema de Justicia, en la que sobre el particular preciso que:
Con el llamamiento en garantía, tiene dicho la Corte, se suscita un ‘evento de
acoplamiento o reunión de una causa litigiosa principal con otra de garantía que le es
colateral, dando lugar a una modalidad acumulativa cuyos alcances precisa el art. 57
del C. de P.C.’ (…), que conjuga dos relaciones materiales distintas. Por un lado, la
que une al demandante con el demandado, y por el otro, la que liga al demandado con
el llamado: ‘la del demandante contra el demandado, en procura de que este sea
condenado de acuerdo con las pretensiones de la demanda contra él dirigida; y la del
demandado contra el llamado en garantía a fin de que éste lo indemnice o le reembolse
el monto de la condena que sufriere’ (…)71.
45
3.8 COPARTE EN EL PROCESO EJECUTIVO
En vigencia del C.P.C, la postura jurisprudencial impuesta por vía de tutela era que
el llamamiento en garantía era improcedente en los procesos de ejecución. Como
sustento expuso la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia,
mediante sentencia 2 de septiembre de 2013, dentro del expediente 2013-00260-
0175 que el juez de la ejecución no está llamado a resolver relación sustancial entre
llamante y llamado, dado que el proceder del juez en el trámite de ejecución, está
supeditado a la proposición o no de excepciones de mérito y que habiéndose
propuestos, el juez debe resolver sobre esos medios defensa ordenando o no seguir
adelante la ejecución, por lo que no se encuentra regulada la resolución de ninguna
otra controversia.
Cuando la comisión redactora del C.G.P discutió sobre la procedencia de la
demanda de coparte, en la misma intervención del profesor Marco Antonio Álvarez,
se aclaró que en el proceso ejecutivo no es posible aplicar la demanda de coparte.
A contrario del precedente de la corporación judicial con la normatividad anterior y
lo ya expuesto por la misma Comisión Redactora del código, el profesor López
Blanco (2016) plantea lo contrario, sosteniendo que:
Debido a que como se dijo el llamamiento en garantía es propio de todos los procesos,
no tan solo de declarativos, donde mayor utilidad puede prestar es en los ejecutivos
donde se ventilara en trámite adicional pero autónomo lo atinente a la solución de las
pretensiones de la coparte. Piénsese en el evento de la demanda ejecutiva en contra
de los deudores solidarios Jorge y Diego, donde se puede permitir que, en una
tramitación adicional dentro del mismo proceso, pero autónoma de la ejecución
propiamente dicha, pueda el juez que conoce de éste declarar lo pertinente acerca de
las relaciones entre las coparte y se contribuye a descongestionar la administración de
justicia76.
Disiento de la posición del honorable procesalista, en ningún lado del código se dice
que el llamamiento en garantía procede en todos los procesos judiciales. Inclusive
al hablar de indemnizaciones, reembolsos y saneamiento por evicción se inclina a
referirse a procesos declarativos. En segundo lugar, que lo que piensa el profesor
sea útil, es indiscutible y también quisiera que se aplicara en los ejecutivos, eso
significa materialización de la justicia y economía procesal, pero desgraciadamente
el legislador no lo previo de esa manera. En tercer lugar, deben seguirse las normas
especiales del proceso de ejecución, que bajo ninguna posibilidad permiten ese tipo
de tercerías, las cuales pueden ser las estatuidas en el artículo 463y 464 del C.G.P.
En cuarto lugar, la propuesta del doctrinante crea procedimientos que no están en
la ley, lo cual esta proscrito debido a la misma naturaleza de las normas procesales
que son de orden público (art 13 inc. 1 ibídem), no se trata de un vacío sino de una
regulación expresa y especial que no hay lugar a llenarla.
46
3.9 LLAMAMIENTO EN GARANTÍA EN CONTRA DEL CODEMANDANTE
Es factible que se puede hacer llamamiento en garantía entre demandantes, cuando
el artículo 64 del C.G.P77, refiere al “…pago que tuviere que hacer como resultado
de la sentencia, que se dicte en el proceso, que promueva o se le promueva,..” abre
la posibilidad para que el demandante que tenga una relación de garantía con un
tercero o su misma coparte pueda hacer uso de este llamamiento para que se
resuelva en ese mismo proceso la relación sustancial.
Por su lado, la doctrina con López Blanco78 dice que “es más, si bien varios ejemplos
anteriores se han basado en la hipótesis de que la demanda de coparte sea tan solo
la posición de los demandados, nada impide que pueda permitirse en la de
demandante por operar aquí las mismas razones que justifican el llamamiento en
garantía en dicha calidad”.
Con respecto al llamamiento en garantía por activa a un tercero que aún no es parte
en el proceso, no se subraya inconveniente alguno en términos prácticos. Pero
cuando se trata de llamamiento entre demandantes, surge un problema, que es que
el llamamiento debe de hacerse en la demanda, lo cual hace bastante difícil su
procedencia, en razón a que se debería presentar la demanda por varios
demandantes contra un demandado y a su vez uno de los demandantes, en esa
misma demanda, eleva pretensión contra su coparte. Por regla general, las
demandas en que se acumulan pretensiones de carácter subjetivas, son instadas
de común acuerdo entre los sujetos activos y por un representante judicial común,
por lo que mal haría este último en favorecer los intereses de un demandante por
encima del de otro de igual categoría, cuando ha recibido poder de ambos. Es por
ello que la figura carece de relieve y de poca usanza, al punto de ser olvidada por
la misma jurisprudencia y la doctrina que comúnmente generalizan con el
llamamiento por pasiva, aun cuando la ley la contempla.
Para que se pueda hablar de demanda de coparte contra un demandante, se
requiere que ambos estén ocupando el extremo activo del litigio principal, no que a
raíz del llamamiento, el vinculado venga a hacerse parte en el proceso, toda vez
que esa posibilidad ya era existente bajo la regulación legal del llamamiento en
garantía realizado por el demandante a un tercero. Un ejemplo ilustra la situación,
el demandante acreedor solidario que ha demandado solamente, pide en su
demanda, el llamamiento a otro acreedor solidario que podía ser demandante, pero
que aún no lo era, sino un tercero, por cuanto no había tomado su lugar como
demandante. Otro ejemplo, puede ser que en un caso de responsabilidad de A
contra B, A pide llamar en garantía a la aseguradora, esta como tal es un tercero
que viene por la relación de garantía y no era una parte propiamente como tal.
Tanto en uno como en el otro caso expuesto, el llamamiento se le hace es a un
sujeto ajeno al proceso, muy a pesar que podía ser parte demandante en cuanto tal
o para el caso de la aseguradora el calificativo de otras partes como lo adopta el
código. Por ende, no es de recibo aseverar que es una demanda de coparte.
47
Ahora bien, surge una pregunta, que sucede con el demandante A que inició su
demanda con el también demandante B, pero luego de la respuesta de la demanda,
encuentra que actos realizados por B perjudican sus intereses, por tratarse de una
obligación solidaria. Como no existe demanda de coparte autónoma e
independiente ni oportunidad legal que la regule sino que se debe siempre remitirse
a las normas del llamamiento en garantía, se puede advertir que para ese momento
procesal es improcedente el llamamiento al demandante por haber operado la
preclusividad del acto procesal. Era una buena oportunidad, para que, empleados
los principios de economía procesal y eficacia, se zanjara el conflicto interno entre
A y B que derivaba de la relación sustancial principal. Pero al ser estéril el
llamamiento a la coparte en este caso, el juez fallara en contra de A y B, por cuanto
el deudor C pagó la obligación a B, por lo que le tocaría al pobre A dar inicio a un
nuevo proceso para obtener la parte de la obligación que se ha vuelto divisible y
que por derecho le corresponde.
Si al demandado, cuando está en relación solidaria con otros que tienen la misma
calidad de extremo pasivo, se les permite que en uso de la figura del llamamiento
en garantía al mismo demandado, se les resuelva esa relación que tiene con su
codemandado, porque no permitir que en esa misma causa se le puede resolver
igual situación, pero en extremo diferente a uno de los acreedores demandantes.
Nuestro código no contempla una figura expresa, tan solo el llamamiento en
garantía, pero era inutilizable por cuanto para la época de la presentación de la
demanda, el demandante perjudicado puede que no tenga conocimiento de lo que
le hace su coparte.
Considero que se debe utilizar el mismo llamamiento en garantía a la coparte pero
por vía de la reforma de la demanda, la cual se puede hacer hasta antes del
enteramiento del auto que programa audiencia inicial, ese acreedor insatisfecho de
su homólogo, puede ejercer pretensión en contra del mismo, inclusive, no solo de
garantía sino propia como si fuera una autónoma e independiente demanda,
siempre y cuando cumpla con los requisitos de acumulación, por lo tanto el
demandante solidario queda en la doble condición de demandante de la causa
inicial y como demandado por vía de reforma.
Un segundo ejemplo para mayor claridad, consiste en que A y B, son dueños de
una letra perdida y demanda a su deudor C, para que reponga el título valor, al ver
que C informa en su defensa de que la letra no se extravió sino que B la rompió
delante de varias personas porque estaba condonando la deuda, creo que A, puede
llamar en garantía a su coparte por medio de reforma de la demanda, acumular una
nueva demanda donde aparece ahora como demandado quien fuera su coparte. Lo
cual es perfectamente admisible.
Es conveniente precisar que esta forma de llamamiento en garantía al demandante
solo es aplicable para juicios declarativos, no es procedente para procesos de
ejecución por lo ya arriba señalado.
48
3.10 RECONVENCIÓN EN CONTRA DE LA DEMANDA DE COPARTE
Todos los demandados en un pleito gozan de las mismas facultades jurídicas para
hacerle frente a una pretensión introducida en una demanda. Los integrantes del
extremo pasivo se pueden hacer llamamientos en garantía recíprocos, solo es
necesario que lo hagan conforme a los requisito de ley y dentro del término del
traslado de la demanda. Pero puede suceder que solo una de los demandados elevó
demanda de coparte contra el otro demandado, el cual es tomado por sorpresa y no
hizo uso de su derecho de llamamiento en el momento de ley. Esto puede ocurrir,
no es extraño que un demandado piense que su coparte va hacerle frente común al
libelo del demandante, en vez de denunciar pleitos internos de la misma parte.
Ante lo anterior, sostengo que el demandado no llamante, que ahora es enjuiciado
por su coparte, puede dentro del término del traslado de la demanda de coparte
presentar demanda de reconvención en contra de su coparte demandante, para que
se resuelva igual relación de garantía entre ellos. Siendo aplicable para este evento
lo dispuesto en el artículo 371 del C.G.P.
Es oportuno aclarar que la demanda de reconvención solo puede hacerse en contra
del demandante llamante, no es permitido instar pretensiones por vía de la
contrademanda a el mismo demandante principal, o a otros demandados que no
hayan hecho uso de la demanda de coparte, ni muchos menos en contra de un
tercero que no haga parte de ninguna de las contiendas procesales. Así también se
debe dar claridad en que no es que se esté permitiendo dos momentos procesales
para un mismo acto, lo que sucede es que en principio el demandado no llamante
no pudo haber tenido interés en elevar demanda cruzada en contra de su coparte,
pero ante la actuación procesal de su codemandado, surge el interés de ello, propio
del derecho de acción y de defensa, por lo tanto se le posibilita al hacer uso de la
demanda de coparte por vía de reconvención. Por último cabe añadir, que en caso
de usarse esta figura jurídica, no habrá lugar a variación por la cuantía o el factor
territorial, como ya quedó explicitado en líneas anteriores cuando me referí a
variación de la competencia por la demanda de coparte.
49
cumplir el requisito dentro del término para contestar la demanda tal como lo prevé
el art. 54 del C. de P.C”.
Aunque un demandado presente demanda a la coparte, pueda que los efectos del
libelo conlleven a que otros demandados, el mismo demandante inicial o incluso
terceros, sean vinculados a la causa que da origen a la demanda cruzada a efectos
de integrar el litisconsorcio necesario de que trata el artículo 61 del C.G.P, por lo
que el mismo juez o la misma parte, puede proceder a su vinculación. Surgiendo de
tal manera la posibilidad de que un demandante inicial termine siendo ligado como
demandado en la pretensión en contra de la coparte por pasiva. Esta situación
obedece a que entre demandado llamado y demandante inicial existe una relación
jurídica que da lugar a un litisconsorcio necesario, tal como ocurrió en el laudo
arbitral proferido en la causa de Best Luck contra Alianza Fiduciaria 80, que viene
citado en el título de justicia arbitral.
La norma que autoriza el llamamiento a la coparte no ha sido pretermitida, sino que
por aplicación de la norma del litisconsorte necesario se adiciona este nuevo
invitado al conflicto interno entre demandados, que coincidentemente es el
pretendiente principal.
Ahora, también puede suceder que la reconvención que hace uno de los
demandados en contra del demandante, se extienda a un demandando no
reconviniente, por existir entre el actor demandado y este último un litisconsorcio
necesario, pero en este caso surge la limitante de que en la reconvención no se
puede demandar a sujeto diferente que el demandante inicial, pero que sucede
cuando es obligatoria la comparecencia de tales sujetos, por esto último se inclinó
el laudo arbitral proferido en la causa de Best Luck contra Alianza Fiduciaria, que
viene citado en el título de justicia arbitral.
50
siguiente. Ante la mora, José, presenta monitorio en contra de ambos, Pedro niega
la relación crediticia y Juan justifica no deberlo porque fue Pedro quien dijo que
cualquiera pagaba, fue quien se lo llevo y lo consumió. Además a ello, interpone
demanda de coparte en contra de Pedro. A mi juicio, el juez debe darle traslado al
demandante para que pida pruebas adicionales por cinco días y también dar
traslado de la demanda cruzada, para luego citar a audiencia del proceso verbal
sumario. Nótese que es en ese acto anterior donde debe formularse la demanda de
copare, dado que después no habrá oportunidad como quiera que el proceso muta
en ejecución o en declarativo bajo la cuerda del verbal sumario. Por lo tanto, muy a
pesar de la especialidad de este tipo de procedimientos, no aparece enunciado legal
alguno que la proscriba, por lo que al permitirla, se enaltece el principio de economía
procesal y eficacia jurídica.
51
4. DERECHO COMPARADO
4.1. ESTADOS UNIDOS
Como se advirtió desde el inicio del presente trabajo monográfico, la Cross Claim
desde hace más de medio siglo aparece regulada en las reglas federales de
procedimiento civil de los Estados Unidos (regla 13G). Contando con un grueso
trabajo de un sólido precedente jurisprudencial sobre la materia. Esta institución
jurídica, no es solo de derecho federal, pues se puede citar a varios Estados que se
han encargado de regularla en sus diferentes reglas procesales estaduales.
Las reglas de procedimiento civil del Estado de Nueva York81, en su artículo sexto
que se refiere acumulación, fusión y separación de demandas, en la sección 601,
refiriéndose a acumulación de demandas, que tanto demandante como demandado
pueden interponer reconvención o demanda cruzada, pudiéndose presentar las
demandas que puedan tener contra una parte adversa, todo esto en razón a que al
existir múltiples partes pueden haber remedios múltiples.
El Estado de Kentucky82, al regular las partes en el capítulo cuarto en las reglas de
procedimiento civil, desarrolla en la sección de acumulación de demandas la
institución de la Cross Claim, cuando señala que una parte que presenta un reclamo
de reconvención, cruzado o a un tercero, se puede unir al reclamo original, bien sea
de manera independiente o alternativa y como reclamo legal o equitativo.
Por último, las reglas procesales de Nuevo México en norma un poco similar a la
del Estado anterior, también contemplan el instituto de la Cross Claim, en la regla
1-018 sobre acumulación de demandas y remedios, que a su vez hace parte del
artículo 483, dispone de manera textual en su versión español que “el demandante
en su queja o en una respuesta que establezca una reconvención y el demandado
en una respuesta que establezca una reconvención y el demandado en una
respuesta que establezca una reconvención puede unirse, ya sea como
independiente o como alternativa, a tantas reclamaciones legales o equitativas o
ambas como pueda tener contra una parte contraria”.
Queda más que claro que en el proceso civil puertorriqueño la demanda en contra
de la coparte es una institución jurídico procesal distinta al llamamiento en garantía,
que si bien comparten similitudes encuentran regulación legal diferente, no siendo
la primera una modalidad de la segunda, como sí ocurre en el proceso civil
colombiano.
Guevara (2016)86, justifica la existencia de estos institutos jurídicos en razón al
acceso a la justicia puertorriqueña bajo canales de rapidez, economía y eficacia,
permitiéndose de tal manera que el mismo Tribunal en un mismo proceso pueda
resolver de demandas reconvencionales, en contra de coparte y promovidas por
terceros legitimados.
Comentado la regla procesal puertorriqueña de la demanda de coparte, señala el
procesalista Hernández Colon, sobre el contenido del libelo, que podrá contener
cualquier alegación que surja de cualquier transacción o evento que motive la
demanda original o una reconvención en el pleito, o guarde relación con una
propiedad que constituya objeto del proceso judicial.
En la práctica judicial puertorriqueña, la demanda en contra de la coparte es muy
usual, lo cual ha permitido que demandas que debían ser tramitadas en otras
pendencias, puedan ser resueltas en un mismo proceso judicial.
Entre las sentencias objeto de análisis sobre esta materia, sobresale la dictada por
el Tribunal de Apelaciones de Puerto Rico 87, radicado N° KLCE20190148,
53
promovido por Osbardo Lorenzo contra Centro Médico del Turabo, en la que al
resolver sobre un cerciorati, se pronuncia acerca de una moción sobre autorización
de demanda de coparte, la cual se solicita ocho años después de haberse radicado
la demanda originaria, fundado en que el trabajo del perito de la demandante en
coparte le evidenciaba que la institución codemandada había incurrido en un grado
de negligencia tal, que el demandante en coparte se podía liberar. Es conveniente
aclarar, que de acuerdo a la legislación puertorriqueña, la demanda de coparte se
puede presentar con o sin permiso del tribunal, lo primero ocurre cuando se ha
dejado pasar los treinta días siguientes a la contestación de la demanda y existe
una justa causa, al paso que lo segundo es cuando se hace en el referido intervalo
de tiempo. Para el caso que nos ocupa, la demandada en coparte se opuso a dicho
requerimiento, alegando que el demandado ahora en ejercicio de la demanda de
coparte, también era médico y tenía el expediente, por lo que se encontraba en
igualdad de condiciones que el perito para anunciar desde antes tal situación. El
Tribunal de Apelaciones, niega la moción, pero luego por vía de reconsideración
procede a revocar la negación y ordena aceptar la presentación de la demanda,
pero todo esto con fundamento en lo que tiene que ver con la prescripción de la
acción por un alegado daño cognitivo, pero en nada se refiere a la justeza de la
causa para la interposición fuera del término legal.
Otra providencia judicial que muestra las diferencias entre el sistema procesal tico
y el colombiano, es una decisión del 27 de abril de 201788, adoptada en un proceso
de cobro de dinero, ejecución de prenda y ejecución de hipoteca por la vía ordinaria,
siendo de conocimiento del Tribunal de Apelaciones de la Región Judicial de
Aibonito, en la que FirstBank solicita judicialmente el pago de un préstamo a favor
de Borinquen Guest, señora De La Cruz y señora De Jesús. En este caso, se puede
evidenciar que en este ordenamiento jurídico, es admisible la demanda de coparte
en los procesos de cobro de dinero o como más ampliamente lo conocemos
nosotros como de ejecución, la cual fue presentada por la deudora De La Cruz,
quien alega que suscribió los contratos objeto de controversia cuando estuvo como
presidenta de Borinquen, que fue solo por dos meses y lo hizo por orden de Cubano,
él era quien tenía el control total de la empresa y fue quien incumplió los acuerdos,
razón por lo que también le hizo un llamamiento a tercero. La señora De Jesús, se
defiende de la demanda en su contra, aduciendo que existía un acuerdo interno
entre los codemandados y que existían unos pagos al ejecutante por una cesión de
rentas. Tales demandas de coparte y llamamiento a tercero fueron tramitadas pero
en la sentencia se ordenó el pago a cargo de las deudoras y en sede de apelación
dispuso el ad-quem que se habían pasado por alto los pagos de la cesión de rentas,
por lo que procedió a la revocatoria de la decisión del foro primario. Nótese cómo
en este caso, la legislación puertorriqueña distingue y permite hacer demanda de
coparte y llamamientos a terceros dentro de un proceso de naturaleza ejecutiva.
54
4.3 URUGUAY
En el Código General del Proceso del Uruguay no se encuentra una norma legal
expresa que regule la citación a la coparte, pero esta ha sido admitida
jurisprudencialmente, como explicaremos más adelante. Situación distinta ha
pasado con lo que en nuestra legislación patria se conoce como llamamiento en
garantía y que ellos llaman intervención necesaria por citación, que aparece
desarrollada normativamente en el artículo 51 del C.G.P89 y que a la letra reza “el
demandado en el plazo para contestar y sin perjuicio de hacerlo, podrá solicitar el
emplazamiento de un tercero en garantía o de aquel al cual considera que la
controversia o a quien la sentencia pueda afectar. El emplazado no podrá objetar la
procedencia de su emplazamiento y deberá comparecer, tendrá los mismos
derechos, deberes y cargas del demandado”.
A su turno, la jurisprudencia uruguaya se ha encargado de definir lo que es la
citación de garantía, para lo cual ha señalado que es:
...el instrumento procesal que facilita económicamente, ventilar en un mismo proceso,
la pretensión originaria que lo motiva (la propuesta por el actor frente al demandado) y
otra que se le sobrecarga, planteada entre el demandado y un tercero (el citado en
garantía) cuya causa radica en la promoción de la primera y que se funda en la
existencia de una relación sustantiva entre dicho demandado y el citado en garantía,
conforme a la cual este último estaría obligado a garantir al primero por las
consecuencias perjudiciales que eventualmente le sobrevengan en razón del litigio
inicial90.
4.4 PANAMÁ
Diferente a la legislación uruguaya, Panamá regula expresamente en el artículo
1260 del Código Judicial la institución de la demanda contra la coparte, cuando
textualmente señala que:
Si hubiere varios demandados, y alguno de ellos deseare ejercer una pretensión en
contra de otro o de otro de los demandados que se origine de la misma relación jurídica
o de los mismos hechos que son objeto del proceso, el demandado reclamante podrá
hacer valer sus derechos mediante presentación del respectivo libelo. El derecho que
se confiere en el inciso anterior deberá ejercitarse presentando el correspondiente
libelo antes de la apertura del negocio a pruebas. Presentado oportunamente el escrito
de la nueva demanda, se dará traslado al demandado por el término de cinco días, y
a partir de este momento todos los trámites serán comunes.
En la sentencia, cuando fuere pertinente, el juez se pronunciará sobre las pretensiones
aducidas con base en el derecho de demandar a la coparte, consagrado en este
artículo95.
56
Conforme a este precepto legal va al caso comentar que la demanda contra la
coparte en suelo panameño está regulada solamente por vía pasiva, de su mismo
texto legal se desprende que solo puede ejercitarla un demandado contra otro que
tenga esa misma calidad, quedando por fuera de regulación el ejercicio de la
demanda entre demandantes. Por otro lado, se advierte que la oportunidad para su
impetración es mucho más amplia que en nuestra legislación por cuanto se puede
hacer antes del decreto de pruebas, lo cual permite un mayor desarrollo de la figura
y que una de las demandadas no sea sorprendida por su coparte, alegando está a
última hora en el traslado hipótesis fácticas en contra de aquella, como bien puede
ocurrir en nuestra ley nacional.
La norma procesal civil panameña, según el artículo 1002 ibídem, contempla que el
proveído que dispone el traslado de la demanda de coparte, debe ser notificado
personalmente al demandado por su coparte, muy a pesar de que ya se encuentra
en el proceso la ley ordena que su notificación sea personal, lo cual puede traer un
poco de dilación en el proceso, por cuanto si ya el sujeto vino a autos para que
nuevo trámite notificatorio de carácter personal. El legislador panameño quiso ser
más garantista y si se observa bajo el entendido de que el término del traslado son
solo cinco días parece más razonable esa forma de notificación.
Con respecto al advenimiento a la Constitución Política de Panamá de la norma
legal (1260 inc. 1 parte final ibídem) que señala que el término del traslado de cinco
días con que cuenta el demandado por vía cruzada para contestar la demanda que
le hace su coparte, el Pleno de la sala 3 de lo Contencioso Administrativo y Laboral
de la Corte Suprema de Justicia, en sentencia del 3 de mayo de 199696, quien luego
de analizar la norma legal con el articulo 32 superior que desarrolla la garantía del
debido proceso, considera que no existe inconstitucionalidad de la norma en razón
a que quien se demanda ya es parte en el proceso, por lo que ya tiene conocimiento
del caso y ya se ha establecido una relación procesal, de manera que se encuentra
justificada la reducción del término del traslado. Por lo tanto, aduce el Tribunal, que
no se ha coartado a ninguna de las partes las posibilidades de pronunciarse con
respecto a la nueva pretensión, quedando indemne la bilateralidad y el
contradictorio.
Por último, se debe destacar la labor de la doctrina procesal panameña en el
desarrollo de la demanda de coparte, en especial los trabajos realizados por el
jurista Fábrega Ponce97, los cuales han permitido un canal entre esta figura
originaria del common law y países del civil law que han procedido a su
implementación. Entre los aportes de este autor a su coparte nacional, señaló que
a raíz del tratado Torrijos-Carter de 1982, el cual le otorgó jurisdicción a Panamá en
causas marítimas entre naves que cruzaban el canal, se expidió la Ley 8 de 1982,
que se encargó de regular un procedimiento marítimo en el que se permitía la
demanda en contra de la coparte.
Por otro lado, para el procesalista panameño la naturaleza del instituto se trata de
una acumulación de pretensiones, posible solo en los procesos ordinarios, en donde
57
un segundo proceso se injerta en el primero, que se tramita simultáneamente y se
decide en una misma sentencia, produciéndose de tal manera una mutación
procesal, mediante la cual el objeto del proceso se ensancha con una nueva
pretensión que da lugar a que se amplíe el tema de decisión.
58
5. CONCLUSIONES
Quedando expuesto en este trabajo monográfico los aspectos más relevantes de la
demanda en contra de la coparte introducida a nuestro ordenamiento jurídico por
medio de la ley 1564 del año 2012, no queda más que presentar los resultados o
aportes que brotan del presente texto.
Por medio de la demanda de coparte, demanda cruzada o Cross Claim se permite
que una misma parte ejerza una pretensión en contra de su coparte dentro de un
mismo proceso, en razón a que existe una conexidad o relación con el objeto de la
demanda original, para lo cual ambas causas se resolverán dentro de una misma
sentencia. Dentro de las principales características de la demanda cruzada se
encuentra que es una forma de acumulación de demanda, existencia a lo menos en
un extremo procesal con pluralidad de sujetos, que el libelo puede ser formulado
por una parte mas no por un tercero, que debe existir una conexión entre el litigio
original y el reclamo en que se funda la pretensión de la coparte y que la misma se
resuelve en la sentencia.
El instituto procesal de la demanda contra la coparte encuentra un fuerte asidero
principialístico en los mandatos orientadores de la economía procesal, celeridad y
eficacia procesal, todos los cuales permiten de manera armónica que el proceso
judicial sea utilizado de manera útil y eficaz, permitiendo que se acumulen causas
que dan lugar a demandas en su interior, para conseguir de tal manera una rápida
administración de justicia, con menos recursos y obteniendo un mayor resultado de
justicia, como quiera que al permitir la acumulación de disputas, el juez obtiene
mayor conocimiento en la causa, lo cual permite un mayor grado de acertabilidad
en la decisión judicial.
Antes del año 2012, nuestra normatividad nacional no tenía instituida la demanda
de coparte, razón por la cual su aplicación era ambigua, podía ocurrir de acuerdo a
la postura judicial del dispensador de justicia, razón por la que existieron fallos
contradictorios en cuanto a la procedencia de la figura. Donde mayor auge tuvo ese
escollo fue en la jurisdicción de lo contencioso administrativo, en la que incluso en
una misma sección se podían ver decisiones antagónicas sobre este mismo asunto,
todo lo cual contribuye a una forma de violación del principio de seguridad jurídica,
el administrado quedaba a la suerte y a la voluntad del operador jurídico. Por su
parte, un sector de la doctrina de la época se esforzaba en abrir paso a la demanda
de coparte, con éxito en ocasiones en el foro judicial, donde se transcribían sus
apreciaciones sobre el particular. Pero con la entrada en vigencia del Código
General del Proceso se regula expresamente la demanda de coparte, por lo que en
lo que respecta al proceso civil, su aplicación es incuestionable. Mayoritariamente
también en los ramos del derecho laboral y contencioso administrativo, con uno que
otro tropiezo jurisprudencial que refiere que la norma procesal civil no le es aplicable
a su jurisdicción.
59
La adaptación de la demanda en contra de la coparte instituida en la legislación
colombiana, no es propiamente un instituto procesal autónoma e independiente
como lo es la Cross claim o demanda cruzada de corte anglosajón, sino que se trata
de una forma o modalidad de llamamiento en garantía, siendo más bien un
llamamiento en garantía a la misma parte, para lo cual comparte la regulación
jurídica de esta forma de intervención original de un tercero, haciéndola de tal
manera diferente a la original demanda de coparte. En ese orden de ideas, lo que
se convirtió en norma legal fue la postura doctrinaria expuesta por el profesor López
Blanco, cuando la figura era ajena a nuestro ordenamiento jurídico y no contaba con
ningún aval normativo.
Entre las principales diferencias que se pueden advertir entre la Cross claim
anglosajona y replicada por varios países, entre ellos puerto rico y el llamamiento
en garantía a la misma parte regulado por nuestro Código General del Proceso se
tiene que la pretensión de la demanda de coparte es autónoma e independiente no
está supeditada a ningún derecho legal o contractual como ocurre en el llamamiento
en garantía. En segundo lugar, el proferimiento de sentencia que resuelva la
demanda de coparte, siempre debe de darse de fondo, no está supeditado a
ninguna contingencia, mientras que, en el llamamiento en garantía, es imperativo y
necesario que exista una sentencia de condena al llamante para que el juez pueda
entrar a resolver el llamamiento, esto por tratarse de una relación de garantía. Una
tercera diferencia es que en la demanda de coparte puede el codemandado lograr
que con el éxito de las pretensiones a su favor aumente su patrimonio o el
reconocimiento de un derecho a su favor mientras que en el llamamiento en garantía
lo mejor que le puede suceder al llamante demandado es no ver mermado su
patrimonio. Una diferencia más es que en la demanda de coparte no es necesario
determinar si se trata de una misma o de distinta fuente para que proceda el libelo
cruzado, lo único que se requiere es conexidad o derivación de la causa principal
mientras que en el llamamiento en garantía se discute sobre la fuente que da lugar
al llamado para auscultar sobre su procedencia. Por último, las formas anormales
de terminación de la demanda principal no dan lugar al finiquito de la demanda
cruzada al paso que en el llamamiento en garantía es incuestionable su cesación
con la culminación del litigio principal. Por todo lo anterior, el llamamiento en
garantía a la misma parte es como una forma limitada de demanda de coparte,
existiendo como una relación de género y especie entre esta y aquella,
respectivamente
La procedencia de la demanda a la coparte como una forma de acumulación de
demanda es procedente y se trata de una forma de acumulación subjetiva de
pretensiones en la cual hay pluralidad de demandantes y demandados, sin que nada
impida de acuerdo a la ley, que uno de esos sujetos pueda ser demandante y
demandado dentro del mismo proceso, por fungir en una demanda como extremo
pasivo al paso que en la acumulada hace las veces de actor, lo que se requiere es
que se cumpla con alguno de los supuestos contemplados en la ley. Igual puede
presentarse la demanda a la coparte como una forma de acumulación de proceso,
60
bastante complicado, pero podría ocurrir en la tercera hipótesis legal de que habla
el artículo 148 del Código General del Proceso, siempre y cuando en el primer
proceso existan excepciones de mérito, que el llamado sea demandado en ambos
procesos y ambos procesos guarden conexidad.
Surgen también otra cuestiones procesales ligadas a la demanda de coparte, a lo
cual señale soluciones provisionales, entre ellas se destaca que, la ausencia de
regulación legal que descarta la posibilidad del ejercicio del reclamo cruzado en el
proceso de ejecución, muy a pesar de su enorme utilidad. La posibilidad de la
demanda entre demandantes en virtud a que así como el llamamiento en garantía
procede entre la parte pasiva, por aquel regularse por las normas de esta institución
es perfectamente aplicable. El demandado como coparte que no demando en
coparte puedo hacerlo dentro del término del traslado de la demanda de coparte, a
través de una demanda de reconvención en contra de su coparte.
En el derecho comparado, Estados Unidos en sus reglas federales de procedimiento
civil contempla la figura de la Cross Claim, la cual no es absolutamente diferente en
su naturaleza y regulación a la citación de un tercero y consulta más bien el espíritu
de la teoría de los remedios múltiples. Siguiendo esa línea, la legislación
puertorriqueña reguló en su norma procesal adjetiva la demanda contra la coparte,
la cual es de bastante usanza y aplicación ordinaria en los tribunales ticos. En estas
dos legislaciones se permite la presentación de la demanda de coparte con o sin
permiso del tribunal, lo cual garantiza plazos más amplios para su presentación y
un llamado o tendencia a la multiplicidad de remedios en un mismo expediente.
Panamá de donde fue la conoció Colombia, la regula con amplitud hasta la orden
de pruebas y con un reducido plazo de traslado de cinco días al demandado por su
coparte. A su turno, Uruguay con similitudes con Colombia en la figura, ha hecho
más carrera, teniendo el instituto procesal decantado jurisprudencialmente. Para
finalizar basta señalar que en Código Modelo Iberoamérica no aparece, pero si halla
cita en las normas del proceso civil Transnacional confeccionado por Hazard,
Taruffo y otros.
Como conclusión final me permito señalar que nuestra legislación avanza por la
búsqueda de instrumentos procesales que permitan una mayor justicia, donde en
un proceso, el dispensador de justicia, resuelva mas conflictos y nos acerque más
a la anhelada paz social que debe de reinar en todos los países. No se debe mirar
a la adopción de la demanda de coparte como una limitación o un retraso por no
gozar de las características de la Cross Claim anglosajona, sino como una evolución
de nuestro sistema procesal en el que nos apoyamos de figuras importadas para el
logro de la justicia.
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