Bolilla I Noguera
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Bolilla I Noguera
FACULTAD DE DERECHO
DERECHOS HUMANOS
(2017)
1
(*) Procurador y Abogado (UCSF - 2007) egresado Summa Culmen Gaudem; Notario (UCSF – 2015);
Contador Público (UNaM - 1995); Especialista en Tributación (UNaM - 2012) y Especialista en
Sindicatura Concursal (UNaM - 2011). Doctorando de la Facultad de Derecho de la UBA. Es Profesor
de cursos de grado en la Universidad Gastón Dachary (UGD – Facultad de Ciencias Económicas y
Empresariales y Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas). Ha dictado cursos de posgrado en el
Colegio de Abogados de la provincia de Misiones. Autor de artículos de su especialidad en varias
publicaciones.
?
Por “dignidad” entendemos que es aquella capacidad de cada individuo para desarrollar su propio bien
de vida en forma autónoma, pero sin excluir a otros.
2
FERREYRA, Raúl Gustavo: Fundamentos Constitucionales, 2ª ed., Buenos Aires, Ediar, 2015, p. 231.
3
Ibíd., pp. 332.
1
Para la cátedra, los derechos humanos en sentido jurídico, son “derechos”
porque son conferidos a los hombres por normas4, resultando indistinta su designación
como derechos humanos o derechos fundamentales.
Los derechos humanos son el resultado de acciones humanas guiadas o no
guiadas. Dichas acciones procuran la construcción de un estado de cosas nuevo, que
conserva, mejora o desarrolla las condiciones políticas de la existencia humana. Los
derechos humanos constituyen un puente entre los sujetos y un estado de cosas.
Los derechos fundamentales cumplen la función de vincular un espacio decisión
(la política en su estado más puro y rudimentario) con otro espacio de facto (la concreta
producción de efectos deseados sobre determinados estados de cosas o bienes que se
desea proteger y/o promover)5.
Los derechos fundamentales constituyen puentes que se dirigen a un conjunto de
bienes, pero que tienen como punto de partida, una decisión de poder político:
Antonio Enrique Pérez Luño6 define los Derechos Humanos como “un conjunto
de facultades e instituciones que, en cada momento histórico, concretan exigencias de
la dignidad, la libertad y la igualdad humanas, las cuales deben ser reconocidas
positivamente por los ordenamientos jurídicos a nivel nacional e internacional”. Vale
decir, que los DDHH son aquellos derechos esenciales, iguales e inalienables de la
persona humana, positivamente vigentes y efectivamente gozados por todos.
Para Juan C. Wlasic7 los derechos humanos protegen la dignidad de la persona
humana y sus valores derivados de libertad e igualdad, a través de la efectiva y plena
satisfacción de sus necesidades, tanto físicas como psíquicas y morales, que derivan en
características y principios de carácter general y normas jurídicas básicas de protección.
Los derechos fundamentales facultan o producen la expectativa entre el
desarrollo de la decisión política y el concreto goce o disfrute de un bien que
jurídicamente quedará protegido8 o tutelado.
4
El régimen organizado por la CN comprende derechos expresamente enumerados (arts. 14 -derechos
civiles-, 14 bis -derechos sociales-, 16 -igualdad-, 17 -propiedad-, 18 -acceso a la jurisdicción-, 19 -
derechos de libertad-, 20 -derechos de los extranjeros-, 36 -derecho a la juridicidad constitucional-, 37 -
derechos políticos-, 38 -partidos políticos-, 39 -derecho de iniciativa popular-, 40 -consulta popular-, 41
-derecho al ambiente sano- y 42 –derechos de los consumidores y usuarios de bienes y servicios-) y hay
también derechos implícitos que nacen de la soberanía del pueblo y forma republicana de gobierno
según la fórmula del art. 33 de la CN. La reforma constitucional amplio el elenco de los derechos
enumerados en el texto constitucional por vía de la jerarquización del Derecho internacional de los
derechos humanos (art. 75, inc. 22).
5
Ibíd., pp. 362 y ss.
6
Antonio Enrique Pérez Luño (nacido en 1944) es un destacado jurista y filósofo del Derecho español.
Su doctrina es un iusnaturalismo crítico y dinámico. Pérez Luño se decanta por una rehabilitación del
Derecho natural. Su iusnaturalismo se caracteriza por una mediación sustancial: las teorías de la
racionalidad práctica deliberativa de Jürgen Habermas y Karl-Otto Apel, así como la reelaboración ius-
filosófica que, a partir de tales teorías, lleva a cabo Robert Alexy.
7
WLASIC, Juan C. Manual Crítico de Derechos Humanos. 2ª ed., Buenos Aires, La Ley. 2006. p. 30.
8
El bien jurídico representa aquellos intereses de la vida de la comunidad a los que presta protección el
derecho. Es el núcleo material de toda norma de conducta y de todo tipo construido sobre ella.
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c. El iusnaturalismo racionalista. Pertenecen a ésta línea de pensamiento
Grocio -iniciador de la escuela de derecho natural-, Pufendorf 14, Spinosa15, Hobbes16,
13
Locke17, Rousseau18, Wolf19 y Kant20. Esta línea de pensamiento vincula las ideas
iusnaturalistas con las del idealismo racionalista, al ubicar al hombre sólo con sus ideas
(pienso luego existo), concibiendo al derecho subjetivamente. Representa un paso del
derecho natural objetivo a un derecho natural subjetivo, entendido como facultad
inherente al sujeto.
Los derechos humanos son tales, en la medida que puedan ser considerados
racionalmente como derechos subjetivos.
Actualmente esta teoría tiene una fuerte incidencia en el fundamento general de
los derechos humanos.
13
Hugo Grocio (1583-1645) es el gran defensor del Estado absoluto. Inaugura una nueva corriente sobre
el Derecho natural, el iusnaturalismo inmanentista. Para él el hombre es social por naturaleza, por lo
que las normas de convivencia que hay en la sociedad son naturales e inherentes al ser humano, y
constituyen objeto de derecho positivo. Estas normas, por el hecho de ser naturales, ni se pueden
cambiar, ni se pueden discutir. Propone el pasaje de un derecho metafísico, a uno racional en “de iuris
belli ac pacis”.
14
Samuel Freiherr von Pufendorf (1632-1694) explica que la ley natural no se extiende más allá de los
límites de esta vida y que solamente se limita a regular los actos externos. Cuestionó la tesis
hobbesiana, y a diferencia del filósofo inglés, Pufendorf sostiene que el estado de naturaleza, no es un
estado de guerra o conflicto, sino de paz. Pero esta paz es débil e insegura, y si no hay algún factor o
elemento que venga en su ayuda, se puede hacer muy poco para la preservación de la humanidad.
15
Baruch Spinoza (1632-1677). Su pensamiento traslada la visión del mundo de Galileo, que dice que
el mundo está sujeto a unas determinadas leyes, por lo que buscará cuales son las que regulan a la
sociedad. En este punto coincide en parte con Descartes y Hobbes, pero con la singularidad de que
Spinoza además busca las leyes que rigen la moral y la religión. Así Spinoza entra de lleno tanto en la
moral como en la religión, intentando introducir la razón en ambas esferas, para lo que usa un método
racional.
16
Thomas Hobbes (1588- 1679). Su visión del estado de naturaleza, anterior a la organización social, es
de una “guerra de todos contra todos”. La vida en ese estado es solitaria, pobre, brutal y breve. Habla
del derecho de naturaleza, al que se refiere como la libertad de utilizar el poder que cada uno tiene para
garantizar la autoconservación. Cuando una persona se da cuenta de que no puede seguir viviendo en un
estado de guerra civil continua, surge la ley de naturaleza, que limita al hombre a no realizar ningún
acto que atente contra su vida o la de otros. De esto se deriva la segunda ley de naturaleza, en la cual
cada hombre renuncia o transfiere su derecho, mediante un pacto o convenio, a un poder absoluto que
le garantice un estado de paz.
17
John Locke (1632-1704) es considerado el padre del liberalismo moderno. Propone que la soberanía
emana del pueblo; que la propiedad, la vida, la libertad y el derecho a la felicidad son derechos
naturales de los hombres, anteriores a la constitución de la sociedad. El Estado tiene como misión
principal proteger esos derechos, así como las libertades individuales de los ciudadanos. También
sostiene que el gobierno debe estar constituido por un rey y un parlamento. El parlamento es donde se
expresa la soberanía popular y donde se hacen las leyes que deben cumplir tanto el rey como el pueblo.
Anticipándose a Montesquieu, a quien Locke influyó, describe la separación del poder legislativo y el
ejecutivo. La autoridad del Estado se sostiene en los principios de soberanía popular y legalidad. El
poder no es absoluto sino que ha de respetar los derechos humanos.
18
Jean-Jacques Rousseau (1712-1778). Parte de la idea de que el Estado de Naturaleza era de bondad e
igualdad entre los hombres, pero la vida en sociedad concluyo con ese Estado de felicidad al seguir a la
propiedad privada un Estado de injusticia y de desigualdad. El contrato consisten en que cada persona
pone su poder en un todo indivisible que domina la voluntad general.
19
Christian Von Wolff (1679,1754). Para Wolff, todo lo real es racional, y todo lo racional es real; con
ello abría paso al idealismo y al monismo consiguiente; y así, autores posteriores, inspirados en la línea
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Justifica el reconocimiento de los derechos humanos mediante la reformulación
de las siguientes nociones:
i. El juicio de valor: como fenómeno emotivo – volitivo que está más o menos
internalizado en la conciencia (que vincula el proceso de internalización de los derechos
humanos) y como fenómenos cognitivo, que permite discernir lo verdadero de lo falso
(que se inscribe en el proceso de debate racional de los derechos humanos”;
ii. La justicia: la define apelando al concepto de “necesidad”, entendida como
necesidades básicas biopsíquicas (alimento, sueño, seguridad, respuesta efectiva
positiva a los demás) y necesidades específicamente humanas (la relación interpersonal,
la creatividad, de identidad, de tendencia a la objetividad, etc.), relacionándose con los
derechos humanos ideados como instrumentos para la satisfacción de tales necesidades.
iii. La verdad: Recurre al concepto de verdad intersubjetiva, al vincularla con las
teorías de la argumentación y de la discusión.
b. Fundamento vinculado con los valores de la persona protegidos por los ddhh.
Esta línea de fundamentación hace hincapié en los valores fundamentales de la persona
humana que son protegidos por los derechos humanos, con especial referencia al valor
dignidad humana, del cual se derivan los valores de libertad (fundante de los derechos
civiles y políticos) y de igualdad (fundante de los derechos económicos, sociales y
culturales).
Aquí aparece reconocida la dignidad humana23 como valor en sí mismo,
disociado de su relación del concepto de naturaleza humana (iusnaturalismo ontológico)
y como límite que debemos entender por derechos morales (fundamentación ética).
La realidad previa de la que parte el derecho en materia de derechos humanos es
la persona humana, su dignidad, el valor que tiene todo hombre por el solo hecho de
serlo.
En sentido objetivo, es el respeto que se le debe a la persona en razón de su ser,
de su obrar. En su aspecto subjetivo es la cualidad que se predica absolutamente de
todos los hombres y de cada uno en particular.
23
El concepto de dignidad humana es entendido como valor de toda persona, constituyendo un puente
de plata entre los derechos civiles y políticos, con relación a los derechos económicos, sociales y
culturales, dando pie a las características de universalidad, indivisibilidad, integralidad e
interdependencia de los derechos humanos, compatibles con la unidad que representa la persona
humana y su dignidad. Para la cátedra, la “dignidad” se traduce en la capacidad de cada individuo de
desarrollar su propio bien de vida (v.g. proyecto de vida o realización personal) en forma autónoma,
pero sin excluir a otros.
7
Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos
humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la
humanidad, y que se ha proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el
advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la
miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias;
Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un
régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de
la rebelión contra la tiranía y la opresión…”.
“…que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en
los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana
y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y se han declarado resueltos a
promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más
amplio de la libertad…”.
El sistema internacional de protección de derechos humanos, ha procurado
zanjar las discusiones relativas a su fundamentación, incorporando una diversidad de
criterios que procuran rescatar los aspectos más positivos de cada uno de los utilizados.
Esta estrategia de ser aceptada, permite aproximar una conceptualización de los
derechos humanos como los derechos esenciales, iguales e inalienables de la persona
humana, positivamente vigentes y efectivamente gozados por todos.
Universalidad.
Significa que los derechos humanos son comunes a todas las personas
(amparadas en su dignidad) y que significan lo mismo para todos (con el objeto de
fortalecer el sistema internacional de protección).
Este principio se enfrena con la diversidad normativa nacional, que constituye la
principal razón de las reservas, entendidas como limitaciones de responsabilidad
autorizadas por el sistema jurídico internacional, que permite a cada Estado formular
reservas al momento de ratificar un tratado de DDHH, lo que conduce a la
fragmentación de la unidad conceptual del tratado y sus respectivos niveles de
exigibilidad.
Indivisibilidad.
Significa que cada persona es titular de los derechos humanos con carácter
pleno, es decir, como una totalidad única que no es posible fragmentar.
Se traduce en una íntima relación entre la indivisibilidad de la persona -como
titular del derecho- y la indivisibilidad del derecho del cual la persona es titular. Es la
titularidad plena de un derecho plenamente considerado.
La indivisibilidad no admite características diferenciales entre los derechos
civiles y políticos, con relación a los derechos económicos, sociales y culturales24.
Integralidad.
Se vincula con el contenido de los DDHH. La diversidad de derechos que
componen lo que denominamos derechos humanos, se encuentran integrados en una
totalidad única y homogénea, sin distinciones de jerarquía ni de valor, teniendo como
referente común la dignidad de la persona humana y sus valores derivados de libertad e
igualdad.
Interdependencia.
Esta característica hace referencia a la relación entre derechos, en la medida en
que la existencia material de uno, depende de la existencia material de otro u otros,
dentro del campo común de los derechos humanos.
Rechaza la consideración aislada de cada uno de los derechos humanos, es
especial en su faz pragmática, como derechos efectivos.
Ello permite afirmar que la relación entre el derecho a la vida asegure la
subsistencia y desarrollo (definición de la convención internacional de los derechos del
niño) y el derecho a una alimentación básica, saludable y equilibrada (pacto
internacional de derechos económicos, sociales y culturales) es interdependiente, en el
24
En sentido formal, la doctrina otorga la máxima operatividad a los Derechos civiles y políticos,
relegando su programación a los Derechos económicos, sociales y culturales, a través de una
interpretación paradójica del principio de progresividad.
9
sentido que, si no hay vida, no hay derecho a la alimentación, si no hay derecho a la
alimentación no hay derecho a la vida.
Hay también derechos implícitos que nacen de la soberanía del pueblo y forma
republicana de gobierno según la fórmula del art. 33 de la CN.
11
Derechos humanos de tercera generación. Se integra con los derechos de
incidencia colectiva, como la protección del medio ambiente sano. Surgen por la
preocupación internacional frente a las alteraciones del medio ambiente. Son derechos
de carácter colectivo. No son responsabilidad exclusiva del Estado, sino de la
comunidad de Estados.
Clasificación:
1. Derechos civiles y políticos. Resultan comprensivos de:
i. Derechos personalísimos:
- derecho a la dignidad,
- derecho a la vida,
- derecho a la intimidad,
- derecho a la libertad de conciencia y religión,
- derecho a la identidad,
- derecho al nombre, etc.
ii. Derechos personales:
- derecho a la información,
- derecho de asociación,
- derecho de petición,
- derecho de locomoción, etc.
iii. Derechos patrimoniales:
- derecho de propiedad,
- derecho a ejercer toda industria lícita, etc.
iv. Derechos políticos:
De las personas:
- derecho al sufragio,
- derecho a asociarse a un partido político,
- derecho a ser candidato, etc.
De los partidos políticos:
- derecho de acceso a la información pública,
- derecho a divulgar sus ideas, etc.
Principio de efectividad.
Establece que los derechos humanos explícita o implícitamente reconocidos
deben ser materialmente gozados a través de su pleno acceso y ejercicio por toda
persona humana.
Este principio se encuentra consagrado normativamente a través del art. 28 de la
de la Declaración Universal de Derechos Humanos que afirma “Toda persona tiene
derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y
libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos”.
Clásicamente en el derecho constitucional se ha distinguido entre cláusulas
constitucionalmente operativas y cláusulas constitucionalmente programáticas. Es
indudable que la operatividad de una norma condiciona su efectividad. Y cuando
afirmamos la operatividad de un derecho estamos defendiendo y reafirmando su
efectividad.
En la doctrina constitucional se sostiene que las cláusulas constitucionales son
operativas cuando están dirigidas a una situación en la cual puedan operar
inmediatamente. Generalmente se las identifica con las normas que generan
prestaciones de no hacer. En cambio las normas programáticas, son aquellas que no
habilitan la protección jurisdiccional al beneficiario y que necesariamente requieren de
una norma inferior para obtener operatividad derivada. Se las identifica con normas que
ordenan dar o hacer.
Se señala en general a los derechos consagrados en los artículos 14 y 18 de la
CN como de carácter operativo y los incluidos en el art. 14 bis (no en totalidad) y 118
(juicio por jurados) del mismo cuerpo legal, como de carácter programático.
13
Para la cátedra, los derechos humanos entendidos en forma integral (arts. 14, 14
bis, 15, 17, 18, 19, 20, 32, 33 y 75, inc. 22 de la CN) son operativos porque así lo
disponen reglas y principios que tienen tal carácter, pudiendo clasificarse en normas de
operatividad propia (Self Ejecuting) o de operatividad impropia o derivada (requieren
de una ley que los pongan en operatividad).
Este nivel de razonamiento coloca a los derechos humanos como un conjunto de
previsiones constitucionales mínimas de protección, en la categoría de cláusulas de
cumplimiento obligatorio, que en consecuencia habilitan su exigibilidad jurisdiccional
directa (operatividad propia) a través de una demanda y del control de
constitucionalidad, o su exigibilidad indirecta (operatividad derivada) a través de la
inconstitucionalidad por omisión (Sagüés, Bidart Campos) entendida como la
sustitución jurisdiccional de la morosidad legislativa, a través de la integración
normativa con la resolución del caso concreto.
La regla general reconoce la operatividad de los derechos reconocidos y que, la
adecuación legislativa interna del Estado parte es una obligación a cargo del mismo,
cuyo incumplimiento le genera responsabilidad. El dictado de normas jurídicas de
adecuación también es una obligación y no una mera facultad del Estado parte.
Sostiene la Corte Interamericana de Derechos Humanos que “Según el derecho
internacional, las obligaciones que este impone deben ser cumplidas de buena fe y no
puede invocarse para su incumplimiento el derecho interno. Estas reglas pueden ser
consideradas como principios generales del derecho y han sido aplicadas aun
tratándose de disposiciones de carácter constitucional, por la Corte Permanente de
Justicia Internacional y la Corte Internacional de Justicia… Asimismo, estas reglas han
sido codificadas en los artículos 26 y 27 de la Convención de Viena sobre Derecho de
los Tratados de 1969” (Opinión consultiva N° 14 del 09/12/1994. Responsabilidad
internacional por expedición o aplicación de leyes violatorias de la Convención –arts. 1
y2- párr. 35).
El principio de efectividad de los derechos humanos es de carácter general y se
aplica como principio a todos ellos, ya sea que estén reconocidos convencional o
constitucionalmente.
Conforme a la jurisprudencia de la CSJN, la frase “en las condiciones de su
vigencia” contenida en el art. 75, inc. 22 de la CN, significa que los tratados
jerarquizados deben ser interpretados y aplicados en los términos en que los hacen los
órganos internacionales de aplicación (“Giroldi” – LL- 1995 – D – 461; “Bramajo” –
Suplemento de jurisprudencia penal – L – del 29/11/1996, pág. 41/45).
Principio de progresividad.
Este principio determina que los derechos humanos, tanto en su reconocimiento
como en su efectividad y protección deben avanzar en un sentido creciente hacia su
plena realización.
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adquirió valor normativo parcial y a partir de 1967 pleno valor normativo, reafirmado
por la Convención Americana de 1969.