Realismo Terapéutico

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infoesfera: espacio común donde ocurre el entrecruce entre medios tecnológicos y

agentes perceptivos. la conjunción presente en la infoesfera permite imbricar


experiencias sensibles diversas.

tecnoesfera​: nuevo panorama donde operan a sus anchas las conexiones que
desechan la corporalidad sensible, principalmente porque la subjetividad que se
produce es una interfaz de datos codificados.
En la tecnosfera, el humano se encuentra cognitivamente cableado, viéndose
acotado su entendimiento a intercambios operativos entre un sinnúmero de
dispositivos. la comunicación se establece por un principio de conectividad, basado
en canales de datos a-significantes —escindidos de textualidades narrativas o
discursivas, como bien lo son los algoritmos— que codifican y recodifican la
información sin involucrar los factores implicados en la interpretación orgánica
anteriormente referida. La implementación del modo conectivo que se consolida en
la tecnosfera es un proceso insuperable de otro contiguo: la hiper-abstracción del
capitalismo post-industrial.

proceso de transición​: radica en la corrosión de la infosfera sensible por la


implantación de la tecnosfera global en la modernidad tardía, en la cual se combinan
intensivamente secuencias de datos que provienen de distintas fuentes de
información.

Fenomenología del fin

Prólogo

Este libro está dedicado a la mutación que está experimentando la sensibilidad y la


sensitividad en la actual transición tecnológica.
¿El fin de qué? Nada está llegando a su fin en realidad; más bien se está
disolviendo en el aire y sobreviviendo en una forma diferente, bajo apariencias
mutadas. Este libro trata sobre la interminabilidad, sobre la infinita extinción
asintótica de todo: el proceso de devenir otro. es un libro acerca de la disolución de
la concepción moderna de humanidad, la extinción del hombre o la mujer
humanista. Algo ha cambiado en la manera en la que se sienten y perciben a sí
mismos.
La mutación digital está invirtiendo la manera en la que percibimos nuestro entorno
y también la manera en la que lo proyectamos. No involucra únicamente nuestros
hábitos, sino que afecta, a la vez, nuestra sensibilidad y sensitividad. Hay un cambio
en la percepción erótica, que ha modificado la comunicación entre los cuerpos
sensibles en el contexto de la actual mutación digital. El arte en efecto, puede ser
considerado como una
especie de indicador, de antena para la detección de los cambios que ocurren en la
esfera invisible de la sensibilidad humana.
Lo indefinible, lo que está más allá de la línea de la definición y de la discriminación
clara: esto es lo esencialmente humano del mundo humanista que yo conocía y
habitaba.
La sensibilidad es la facultad que hace posible la interpretación de los signos que no
pueden definirse con precisión en términos verbales. El supuesto fundamental del
libro que estoy introduciendo se refiere a la diferencia infinitesimal e indiscernible
que solo la experticia en la conjunción puede detectar. ¿Están los humanos
perdiendo esta habilidad a medida que su comunicación pasa cada vez menos por
la conjunción de cuerpos y cada vez más por la conexión de máquinas, segmentos,
fragmentos sintácticos y materia semántica?
Mi respuesta tentativa es que sí. Estamos perdiendo la capacidad para detectar lo
indetectable, para leer los signos invisibles y para sentir los signos de sufrimiento o
de placer del otro.
Mi mayor preocupación no concernía a la explotación capitalista de la nueva
tecnología , sino más bien, influenciado por el acercamiento esquizoanalítico de
Félix Guattari, a su dimensión antropológica.
Evidentemente, la tecnología digital, como cualquier otra tecnología, es algo
ambiguo y sus potencialidades pueden ser explotadas en direcciones diferentes o
incluso conflictivas. Sin embargo, mis interrogantes no se referían al uso social de
las potencialidades de la red. Mi pregunta era, más allá de los usos sociales y los
objetivos económicos de la tecnología en sí misma: ¿qué tipo de mutación se
genera a partir de la implementación de la tecnología digital en la vida cotidiana?
Este interrogante se dirigía, esencialmente, a las variaciones que se producen a
nivel de la cognición, la percepción y la sensibilidad por el hecho de habitar en un
entorno digital la mayor parte de nuestras vidas. Comprendí que las respuestas a
muchos de mis interrogantes políticos y culturales se hallaban en este
desplazamiento de la conjunción hacia la conexión.
Me di cuenta de que el actual desmantelamiento de la civilización moderna, la
progresiva impotencia y la propagación de la violencia y la locura del
fundamentalismo y el racismo no pueden comprenderse en su justa medida si no
tenemos en cuenta la mutación antropológica que se ha producido en la sensibilidad
y en la sensitividad y, por lo tanto, en la habilidad de percibir el cuerpo del otro como
una extensión viva de mi propio cuerpo.

I. Introducción: concatenación, conjunción y conexión

Un rizoma no empieza ni acaba, siempre está en el medio,


entre las cosas, inter-ser, intermezzo. El árbol es filiación,
pero el rizoma tiene como tejido la conjunción y... y...
En esta conjunción hay fuerza suficiente para sacudir
y desenraizar el verbo ser.
[... Y para] instaurar una lógica de la Y [AND],
derribar la ontología, destruir el fundamento,
anular el fin y comienzo.
Gilles Deleuze y Félix Guattari, Mil mesetas.
Capitalismo y esquizofrenia

LA METÁFORA DEL RIZOMA

En un rizoma no hay principio ni fin, según Deleuze y Guattari, quienes propusieron


que vemos la realidad como un rizoma infinito, es decir, como una concatenación
abierta de conjunciones: y ... y ... y …
Esta es la razón por la que escribo esta fenomenología del fin . Pero no hay fin. La
fenomenología es una tarea infinita, por lo que la fenomenología del fin debe ser,
asimismo, una tarea interminable.
El rizoma es, simultáneamente, el anuncio de una transformación de la realidad y la
premisa para una nueva metodología del pensamiento. Es tanto una descripción de
la caótica desterritorialización que tuvo lugar tras el racionalismo moderno, como
una metodología para la descripción crítica del capitalismo desterritorializado. Este
texto predijo la disolución del orden político heredado de la Modernidad y la
desaparición de los fundamentos racionales en la filosofía occidental. Al mismo
tiempo, abrió la vía para una nueva metodología, que, en lugar de la oposición
dialéctica, adoptó lo que yo denomino concatenación como modelo que permite
conceptualizar los procesos culturales y las transformaciones sociales.
La metáfora rizomática puede ser vista como una manera de cartografiar el proceso
de globalización neoliberal y la precarización laboral que este implica. Pero ella se
refiere, también, a lo interminable de la tarea filosófica. Cartografiar el territorio de la
mutación y forjar las herramientas conceptuales que permitan orientarnos en este
territorio desterritorializado en constante cambio: tales son las tareas del filósofo en
nuestros tiempos.

FENOMENOLOGÍA DIACRÓNICA Y SINCRÓNICA

La fenomenología de la sensibilidad en nuestro presente histórico de mutación


tecnocultural está configurada por una metodología rizomática. Considero que la
transición en curso de la infoesfera alfabética hacia la infoesfera digital refleja un
desplazamiento del modelo cognitivo de concatenación conjuntiva hacia un modelo
de concatenación conectiva. Este libro trata sobre los efectos que produce este
desplazamiento en el ámbito de la sensibilidad estética y de la sensitividad1
emocional.

1
sensitivity tiene una connotación táctil, tangible, y, precisamente, este es un matiz que resultará de
gran importancia en la obra desarrollada por el autor.
La mutación a la que me estoy refiriendo es diacrónica. Se presenta como una
transición que se extiende a lo largo de varias generaciones humanas y que
transforma, en ese período de tiempo, los patrones cognitivos, los comportamientos
sociales y las expectativas psicológicas. Sin em​bargo, este cambio tiene lugar,
asimismo, en un contexto sincrónico. Investigar ese contexto me permitirá describir
la composición, los conflictos y la coevolución de los diferentes regímenes
psicoculturales que se acercan unos a otros, colisionan y se entrelazan en el
proceso de globalización.
El primer eje, temporal y diacrónico, de la fenomenología de la sensibilidad que
estoy introduciendo se refiere al paso del orden mecánico al digital, y a los efectos
psicológicos de dicha transición. El segundo eje, espacial y sincrónico, se refiere a
la coevolución de diferentes regímenes culturales de subjetivación en un mundo
globalizado.

El modo conjuntivo de interacción social que había prevalecido desde la revolución


neolítica ha sido rápidamente reemplazado por un modo de interacción conectivo.
Este último comenzó a imponerse cuando las interfaces automáticas de las
máquinas de información invadieron e inervaron la esfera lingüística.
Intentaré describir el paso de la era del capitalismo industrial a la era del
semiocapitalismo, desde el punto de vista del giro de la conjunción a la conexión, en
cuanto modelo dominante de interacción social.
Mi mayor interés estará puesto en la sensibilidad. Al investigar su dimensión estética
y emocional me propongo, en estas páginas, dibujar un mapa fenomenológico de la
mutación global. No obstante, debo agregar que esta investigación no tiene ninguna
pretensión de exhaustividad, pues "la fenomenología es una tarea infinita".

SENSIBILIDAD Y CREACIÓN

La emoción es una concatenación de cosas, eventos y percepción es inconexas.


Podríamos preguntarnos cómo es posible la concatenación entre cosas que no
tienen conexión.
Una concatenación conjuntiva no implica un diseño original que deba ser
restaurado. La conjunción es un acto creativo; ella crea un número infinito de
constelaciones que no siguen las líneas de un orden preconcebido ni se hallan
integradas en ningún programa. Al comienzo del acto conjuntivo, no es necesario
cumplir con un diseño ni tampoco hay un modelo en el origen del proceso por el cual
emerge una forma. La belleza no se corresponde con una armonía escondida que
forma parte del espíritu universal o de la mente divina. No existe un código que haya
que cumplir. Por el contrario, la concatenación conjuntiva es una fuente de
singularidad: se trata de un evento, no de una estructura; y es irrepetible porque
aparece en un punto único en la red espacio-tiempo.
“Cuanto más profundicemos en la naturaleza del tiempo; más comprenderemos que
duración significa invención, creación de formas, elaboración continua de lo
absolutamente nuevo”, señala Bergson. Según él, percibimos la duración como “una
corriente que no sabríamos remontar”. Y, en esta corriente, nuevas configuraciones
del ser emergen de la nada a cada instante.
La sensibilidad es la facultad que hace posible encontrar nuevas vías que aún no
existen o conexiones entre cosas que no poseen ninguna implicación lógica. La
sensibilidad es la creación de conjunciones guiada por los sentidos y la habilidad
para percibir el significado de las formas una vez que estas emergen del caos. Esto
no sucede por la vía del reconocimiento, como si tales formas fuesen compatibles
con otras que previamente hayamos visto. Esto sucede porque percibimos su
correspondencia estética, su concordancia y conformidad con las expectativas del
organismo consciente, sensitivo y sensible.
Las expectativas son cruciales en el acto estético de la conjunción, así como en la
percepción y la proyección de formas. Dichas expectativas se forman en lo que yo
llamo las geoculturas ancladas en el flujo del tiempo, esto es, el ámbito de la cultura
que posee una historia temporal y una ubicación geográfica determinadas. Sin
embargo, no existe una lógica implícita que una un signo con otro y su composición
no aspira a lograr un isomorfismo con el mundo. La parte no se completa a través
de la conjunción con otra parte, ni tampoco crean una totalidad las partes puestas
unas junto a las otras.
El único criterio de verdad es el placer de la conjunción. La conjunción es el placer
de volverse otro y la aventura del conocimiento nace de ese placer.
Gregory Bateson propone que la piel es la línea de conjunción y la interfaz sensible
por excelencia. Las formas son evocadas y conjuradas dentro de la esfera estética.
¿Pero qué significa estética? Con esta palabra, Bateson se refiere a todo aquello
que pertenece al ámbito de la sensibilidad. Pero la sensibilidad no es el espacio
donde queda registrada la conjunción, sino más bien la fábrica que produce
conjunciones. Estas no se dan afuera, en alguna parte del mundo, sino en la mente
sensible.
Para Bateson, la cuestión de la verdad debe pasar del ámbito de la metafísica y la
historia al ámbito de la biología y la sensibilidad. La mente es capaz de pensar la
vida porque pertenece a un mundo vivo. Es una cuestión de coextensión y no de
representación. No hay correspondencia, ajuste o realización entre mente y mundo.
Solo existen conjunciones.
La realidad puede ser descrita como el punto de conjunción de innumerables
proyecciones psicocognitivas. Si la mente puede procesar el mundo como una serie
infinita de realidades en coevolución que actúan unas sobre otras es porque la
mente está en el mundo. Y el lenguaje es el ámbito donde el hombre produce el ser.
Es la conjunción de fragmentos artificiales (signos) que produce un todo coherente y
con sentido. Pero el significado no se da en una naturaleza preexistente o en una
realidad que existe en sí misma, de manera independiente; el significado solamente
se da en la concatenación de las mentes.

NEURONAS ESPEJO, LENGUAJE Y ABSTRACCIÓN CONECTIVA

Con la palabra conexión me refiero a una implicación lógica y necesaria o a la


interfuncionalidad entre segmentos. La conexión no pertenece al reino de la
naturaleza, sino que es un producto de la mente lógica y de la tecnología lógica de
la mente.
En su libro Ensayo sobre la negación, Paolo Virno afirma que el lenguaje, en lugar
de facilitar el contacto humano, es, en realidad, la fuente básica del conflicto, los
malentendidos y la violencia. Solo el lenguaje establece la posibilidad de negar lo
que nuestros sentidos están experimentando. La negación es como un cambio que
rompe el vínculo natural entre nuestra experiencia sensorial y su elaboración
consciente. En este sentido, podemos decir que la negación es el principio de toda
mediación.
En las primeras páginas de su libro, Virno hace referencia a la investigación del
biólogo Vittorio Gállese sobre las neuronas espejo. De acuerdo con Gállese, las
neuronas espejo son las que les permiten a los seres humanos comprenderse unos
a otros. Estas establecen una red de conexiones inter-individuales que
desencadenan el proceso de comprensión mucho antes de que el individuo sea
consciente. Y esto implica, en efecto, que la comprensión, antes de ser un acto
intelectual, es un fenómeno físico y afectivo. Según Gállese, comprendemos las
emociones y acciones de otra persona porque, al mirarla, activamos las mismas
neuronas que se activarían en nosotros si estuviésemos sintiendo esas mismas
emociones o realizando esas mismas acciones. A este tipo de entendimiento
especular lo podemos llamar empatía.
El desarrollo de las competencias lingüísticas puede ser visto como el comienzo de
un proceso de mediación que la erosiona gradualmente, transformando la
comprensión en un acto de adaptación sintáctica puramente intelectual, más que en
un proceso de osmosis semántico-pragmática.
Según Virno, el lenguaje crea la posibilidad antinatural de reducir el brillo de la
evidencia inmediata que rodea a la experiencia perceptual. El orden del lenguaje es
sintáctico: leyes convencionales abren y cierran el acceso a la significación. En el
transcurso de la evolución humana, el orden sintáctico del lenguaje ha invadido y
transformado la inmediatez de la empatía y ha pervertido o destruido, en gran
medida, su mera posibilidad.
Por su parte, en La revolución electrónica, William Burroughs concibe el lenguaje
como un virus que se expande creando una mutación en el entorno humano. Virno
añade que el contenido de este virus es la negación, una laceración en el lienzo de
las percepciones y proyecciones compartidas al que llamamos "realidad".
La empatía es fuente de conjunción. A lo largo de la historia de la civilización y de la
tecnoevolución parece que la sintactización del mundo, es decir, la reducción del
mundo común a la sintaxis del intercambio lingüístico, ha erosionado lentamente las
huellas de entendimiento empático y, en su lugar, ha fortalecido el espacio de
convenciones sintácticas. A su vez, la mediación lingüística ha desarrollado
tecnologías que moldean el Umwelt2, el ambiente que nos rodea. Desde esta
perspectiva, con lo digital se ha llegado a un punto decisivo en este proceso de
creciente abstracción y a la cima en el aumento de la disociación entre empatia y
comprensión.
En su libro Empatía Cero: nueva teoría de la crueldad, Simon Baron-Cohen señala
que la empatía consiste en dos pasos que se relacionan causalmente: el primero es
la interpretación de los signos que proceden de un otro y, por ende, la extrapolación
de sus sentimientos, deseos y emociones; el segundo es la habilidad para
responder en consecuencia.
A esta forma de comprensión empática, la llamo conjunción. Por otro lado, llamo
conexión al tipo de entendimiento que no está basado en una interpretación
empática del sentido de los signos e intenciones que vienen de otro, sino, más bien,
en la conformidad y adaptación a una estructura sintáctica.
La oposición entre conjunción y conexión no es, sin embargo, una oposición
dialéctica. El cuerpo y la mente no son reductibles de manera opuesta ni a la
conjunción ni a la conexión. Siempre hay una sensibilidad conectiva en un cuerpo
conjuntivo, así como siempre existe una sensibilidad conjuntiva en un cuerpo
humano formateado en condiciones conectivas. Es una cuestión de gradientes,
matices y trasfondos, no de oposición antitética entre polos.

RECOMPOSICIÓN Y RECOMBINACIÓN A-SIGNIFICANTE

En medio de todos los infinitos eventos caóticos que ocurren aleatoriamente en el


universo, la única cosa sorprendente e inesperada es nuestra inagotable búsqueda
de sentido, armonía y orden.
La filosofía metafísica y dialéctica se centró en la idea de totalidad, un concepto que
estuvo basado en el supuesto de un orden, ya sea preexistente, ya sea final, que se
restauraría o nacería. Cada fragmento encontraría su lugar preestablecido y todas
tas partes se combinarían en una totalidad original o final, en un código o en un
destino.
El enfoque fenomenológico deja atrás el supuesto de que el conocimiento conduce
a una perfecta totalidad y abandona el proyecto de identificación totalitaria entre
pensamiento y mundo. Así, abre la vía a diferentes construcciones teóricas basadas
en distintas Erlebnisses3 o formas de vida. La metodología rizomática es solo una
entre la multiplicidad de posibles aproximaciones fenomenológicas.

2
Umwelt significa el entorno tal como lo puede percibir sensorialmente un organismo.
3
Experiencia en cuanto "vivencia inmediata”.
Según la metodología rizomática, el significado surge de una vibración que es
singular en su genealogía y que puede proliferar y ser compartida. Por lo tanto, el
significado es un evento y no una necesidad, un evento que podemos compartir con
otras singularidades que entren en una sintonía o simpatía vibratoria con nuestras
intenciones significativas. Una metodología rizomática tampoco presupone ni implica
ninguna totalidad que deba ser establecida o restaurada; esta se basa, en cambio,
en el principio de las conjunciones no-necesarias y, hablando en términos
científicos, en la continuidad molecular de recomposición celular, cuya destinación
no se halla implícita en su programa o código genético.
La recomposición es un proceso de subjetivación incierto y autónomo, donde los
flujos de enunciación se entrecruzan y crean un espacio común de subjetividad.
Esta subjetividad colectiva puede ser el resultado de una forma de pertenencia
imaginada, como una tribu, una nación o una creencia. En este tipo de existencia
colectiva, una enunciación que pretende instaurar una verdad y su divergencia
pueden ser vistas como una traición.
Pero la subjetividad colectiva también puede consistir en la expresión de una
atracción: por ejemplo, el deseo como la particular creación del otro en cuanto
singularidad. En este caso, podemos hablar de singularidad colectiva como la
experiencia viva de un camino que va de ninguna parte hacia ninguna parte. Y el
deseo como atracción hacia la singularidad genera, pues, el camino y la razón de la
existencia colectiva.
Más allá de la patria, la familia o el dogma ideológico, la subjetividad que estoy
tratando de rastrear no está basada en la pertenencia o en un código, sino en el
deseo nómade.
Reformulando, utilizo el término recomposición para describir el proceso de
conjunción social, es decir, la apertura y conjuntura de individuos en una
singularidad colectiva, a través de la cual expresan una solidaridad afectiva y
política que no reposa, no obstante, en una identificación, en códigos
convencionales o en marcas de pertenencia.
La recomposición es el encuentro, el punto de convergencia y la unión de cuerpos
singulares en un camino que comparten provisoriamente durante un período de
tiempo. Ese camino en común no se halla inscripto en un código genético, en una
pertenencia cultural; es, mejor dicho, el descubrimiento de una posibilidad
compartida como punto de encuentro en la deriva singular del deseo. La comunidad
que resulta de este proceso de recomposición es una comunidad de deseo, y no de
necesidad. Esto es muy diferente del proceso de recombinación donde los
segmentos a-significantes se conectan de acuerdo con reglas de generación
codificadas.

CONJUNCIÓN VERSUS CONEXIÓN: LA MUTACIÓN EN CURSO


Llamo conjunción también a la concatenación de cuerpos y máquinas que pueden
generar significado sin seguir un diseño preestablecido y sin obedecer a ninguna ley
o finalidad interna. La conexión, por su lado, es una concatenación de cuerpos y
máquinas que solo puede generar significado obedeciendo a un diseño intrínseco
generado por el hombre, y respetando reglas precisas de cotríportámiento y
funcionamiento. La conexión no es singular, intencional o vibracional. Es,
específicamente, una concatenación operativa entre agentes de significado (cuerpos
o máquinas) previamente formateados de acuerdo con un código. La conexión
genera mensajes que solo pueden ser descifrados por un agente que comparta el
mismo código sintáctico en que se generó el mensaje,
En la esfera de la conjunción, el agente de significado es un organismo vibrante.
Vibración se refiere aquí a una oscilación incierta e irresuelta alrededor de un punto
asintótico de isomorfismo. La producción de significado es el efecto de
singularización de una serie de signos (huellas, memorias, imágenes o palabras...).
La conjunción es la sintonía provisoria y precaria de organismos vibratorios que
intercambian significado. El intercambio de significado está basado en la simpatía,
en un pathos compartido.
La conjunción, por lo tanto, puede ser vista como una manera de volverse otro.
Guando las singularidades se conjugan, cambian, se transforman en algo diferente
de lo que eran anteriormente. De la misma manera en que el amor transforma al
amante, la composición conjuntiva de signos a-significantes da lugar a la
emergencia de un significado previamente inexistente. Por el contrario, en el modo
conectivo de concatenación cada elemento permanece diferenciado e interactúa
únicamente de manera funcional. Más que una fusión de segmentos, la conexión
supone un simple efecto de funcionalidad maquinal. Para que la conexión sea
posible, los segmentos deben ser lingüísticamente compatibles. Por lo tanto,
presupone un proceso por el cual los elementos que necesitan conectarse se
vuelven compatibles.
Considero que una mutación antropológica está sucediendo en nuestro tiempo y se
trata, esencialmente, de una transición de la predominancia de un modo conjuntivo
a la de un modo conectivo en la esfera de la comunicación humana. Desde un punto
de vista antropológico, este cambio tecnocultural está centrado en el
desplazamiento de la conjunción hacia la conexión en los paradigmas de
intercambio de los organismos conscientes; un cambio cuyo factor predominante es
la inserción de segmentos electrónicos en el continuum orgánico, la proliferación de
dispositivos digitales en el universo orgánico de la comunicación y en el cuerpo
mismo. Esto conlleva una transformación en la relación entre la conciencia y la
sensibilidad y a un creciente intercambio desensibilizado de signos.
Mientras que la conjunción es el encuentro y la fusión de cuerpos esféricos o
irregulares que están continuamente serpenteando su camino sin precisión,
repetición o perfección, la conexión es la interacción puntual y repetitiva de
funciones algorítmicas, de líneas y puntos que se superponen perfectamente según
modos discretos de interacción que vuelven las diferentes partes compatibles a un
estándar preestablecido. En este panorama, el pasaje de la conjunción a la
conexión como modo predominante de interacción consciente entre los organismos
es una consecuencia de la digitalización de los signos y de la creciente
mediatización de las relaciones: esta digitalización de los procesos comunicativos
induce a una desensibilización de la curva y del proceso continuo del lento devenir,
junto a una simultánea sensibilización al código o a los cambios repentinos de
estado.
La conjunción requiere un criterio semántico de interpretación. Para que dos
organismos entren en conjunción, el primero le envía signos al otro, cuyo significado
solo puede ser interpretado rastreando, dentro del contexto pragmático de su
interacción, una intención, una sombra de lo no dicho, de las implicaciones
conscientes e inconscientes, etc. La conexión, por el contrario, requiere únicamente
un criterio sintáctico de interpretación. El intérprete debe reconocer una secuencia y
ser capaz de llevar adelante una operación que está prevista por la sintaxis general
(o sistema operativo); en este intercambio de mensajes no hay margen para la
ambigüedad ni tampoco es posible manifestar una intencionalidad por medio de
matices.

LÓGICA CONECTIVA

Cuando intercambiamos mensajes en la esfera conjuntiva, estamos intentando


descubrir qué es lo relevante para aquellos que están participando en la
comunicación. No sabemos cuál es nuestro objeto común de interés y atención: la
comunicación consiste en arrojar luz sobre ese punto. En la esfera conectiva, por el
contrario, partimos de un punto en común de conocimiento convencional, traducido
a estándares tecnológicos y a formatos que hacen posible la conexión.
La condición lógica y tecnológica de nuestra actual mutación antropológica es la
máquina digital y universal. La conjunción es la apertura de los cuerpos a la
comprensión de los signos y los eventos, y su habilidad para formar rizomas
orgánicos, es decir, concatenaciones concretas y carnales de pulsaciones
vibratorias de fragmentos corporales con otras pulsaciones vibratorias de
fragmentos corporales. Por el contrario, en el entorno digital solo se puede conectar
lo que cumpla con el estándar de compatibilidad, lo cual implica que ciertos
elementos no podrán conectarse con otros. Para lograr que dos agentes
comunicativos distantes se conecten, debemos proveerlos de herramientas que les
permitan acceder al flujo de información digital.
Cuando la conexión reemplaza a la conjunción en el proceso de comunicación entre
organismos vivos y conscientes, se produce una mutación en el campo de la
sensibilidad, de la emoción y de lo afectivo. Como ya he mencionado, esta mutación
ocurre en el tiempo, en la dimensión diacrónica de transición del entorno mecánico
propio de la realidad industrial4 al entorno posmoderno de la semioeconomía. Pero
no es homogénea, ya que depende de las características particulares del contexto
cultural, geocultural y sincrónico, donde tiene lugar.

EVOLUCIÓN Y SENSIBILIDAD

Existe una expresión que se refiere a la captación y al sometimiento de la vida y la


actividad mental a la esfera del cálculo: cableado cognitivo. Esta captación ocurre
en dos niveles diferentes: uno epistémico, que implica un formateo de la actividad
mental,y otro biológico, que implica una transformación técnica del proceso por el
cual se genera la vida.
En la Edad Moderna, la modelización del cuerpo era esencialmente macrosocial y
anatómica. La sujeción del cuerpo social a la disciplina industrial estaba vinculada a
la acción macrosocial que las máquinas represivas ejercían en el cuerpo individual.
Hoy en día, la tecnología digital se basa en la inserción de memes neurolingüísticos
y dispositivos automáticos en la esfera de la cognición, en la psique social y en las
formas de vida. Tanto metafórica como literalmente, podemos decir que el cerebro
social está sufriendo un proceso de cableado, mediado por protocolos lingüísticos
inmateriales y dispositivos electrónicos. En la medida en que los algoritmos se
vuelven cruciales en la formación del cuerpo social, la construcción del poder social
se desplaza del nivel político de la conciencia y la voluntad, al nivel técnico de los
automatismos localizados en el proceso de generación de intercambio lingüístico y
en la formación psíquica y orgánica de los cuerpos.
Mi atención se centrará entonces en la modelización biosocial de la sensibilidad, es
decir, en la inserción de automatismos cognitivos en los profundos niveles de la
percepción, la imaginación y el deseo. Esto implica que ya no se puede comprender
el devenir social desde un marco histórico, sino que debe comprenderse desde un
marco evolutivo.
Ambos conceptos se pueden distinguir y oponer desde el punto de vista de la
intencionalidad, y en esto quiero hacer hincapié: la historia es la esfera conceptual
donde actores conscientes y voluntarios transforman las condiciones y las
estructuras sociales que los rodean; en la esfera de la evolución, en cambio, los
seres humanos no pueden ser considerados actores porque la evolución misma se
refiere al devenir natural de los organismos en su interacción con el entorno.
La acción histórica sucede cuando la intencionalidad política resulta efectiva en la
modelización del entorno. La evolución, por el contrario, ocurre cuando el
intercambio entre los humanos y la naturaleza y su recíproca transformación no
puede ser controlada por una acción política intencional.

4
La expresión en el texto original en inglés no es industrial reality sino "indust-reality". Es un término
que se refiere al entrelazamiento de la matriz tecnológica y psicológica de la sociedad industrial. En
adelante, cada vez que aparezca “realidad industrial” será traducción de "indust-reality".
En las actuales condiciones de hipercomplejidad y de aceleración tecnológica, la
esfera social ya no puede entenderse adecuadamente en términos de
intencionalidad y de transformación política. Esta se explica mejor en términos
evolutivos, particularmente de evolución neurológica. En efecto, la evolución del
cerebro que resulta de la acción del entorno en la cognición y la sociedad y la
adaptación subjetiva de la mente humana son hoy en día los principales factores de
transformación social y difícilmente pueden ser sometidos a la voluntad política.
Como he señalado, en el contexto de la historia la acción política era dirigida por la
voluntad, el entendimiento racional y la predicción, mientras que, en el contexto de
la evolución, se entiende que el organismo entra en sintonía con su medio ambiente,
y es la sensibilidad la facultad que hace posible esa sintonización. Por consiguiente,
la relevancia o efectividad de la acción humana ya no sucede en el nivel del
conocimiento racional, de la decisión política y la voluntad, sino en el nivel de la
intuición, la imaginación y la sensibilidad. Claramente, la esfera conceptual y
práctica de la política moderna ha perdido terreno.
En la era que comenzó con Maquiavelo y terminó con Lenin, la voluntad política (el
príncipe, el Estado, la patria) era capaz de reinar en la infinita variación caótica de
eventos y proyectos, y de someter los intereses y pasiones individuales a los
objetivos comunes de orden social, crecimiento económico y progreso civil. Ahora,
las transformaciones técnicas que hemos presenciado en las últimas décadas del
siglo xx y la infinita proliferación de fuentes y flujos de información desatada por la
aceleración de la tecnología de redes han hecho imposible la elaboración
consciente de la información por parte de la mente individual y la coordinación
consciente de agentes individuales intencionales. Como resultado, la falta de
efectividad en la acción política se debe esencialmente a un cambio en la
temporalidad: en las condiciones de aceleración y complejización de la infoesfera, la
razón y la voluntad (esas características cruciales de la acción política) ya no
pueden procesar ni decidir en el tiempo.
Es insoslayable que las condiciones técnicas han alterado radicalmente las
condiciones de la actividad mental y las formas de interacción entre la esfera
individual y la colectiva. En la era de la acción voluntaria a la que se llamó
Modernidad, estas dos esferas podían distinguirse, vincularse externamente e
interactuar sobre la base de una intencionalidad efectiva. Pero, hoy en día, se ha
borrado la distinción entre lo individual y lo colectivo. Las masas y las multitudes se
hallan envueltas en cadenas de comportamiento automático, impulsadas por
dispositivos tecnolingüísticos. La automatización del comportamiento individual ha
sido penetrada y concatenada íntegramente por interfaces tecnolingüísticas, que
han dado lugar a un efecto enjambre. Si el humano es el animal que moldea el
entorno y este, a su vez, moldea su propio cerebro, el efecto enjambre es entonces
el resultado de la transformación humana de su entorno tecnológico, que conduce
finalmente a la subyugación del comportamiento mental.

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