RESTAURACIÓN. Material Teórico

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Historia de España 2º Bach

Curso 2022-2023

BLOQUE 7.1: LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA: IMPLANTACIÓN Y AFIANZAMIENTO


DE UN NUEVO SISTEMA POLÍTICO (1874-1902)
1. CONCEPTO Y CRONOLOGÍA DE LA RESTAURACIÓN

Se conoce como “Restauración” al periodo histórico que abarca desde la proclamación de


Alfonso XII como rey en 1874, hasta la proclamación de la Segunda República el 14 de abril de
1931. El origen del término Restauración se encuentra en el retorno de la dinastía de los
Borbones. Pero hay que tener en cuenta que no sólo se restaura la dinastía, sino también el
dominio social, político e ideológico de la oligarquía que había perdido el control del poder con la
revolución de 1868.

Supuso la vuelta del liberalismo conservador y del sistema oligárquico. El nuevo sistema fue muy
sólido y se caracterizó por su estabilidad, hasta que en los últimos años del siglo XIX y principios
del siglo XX entró en crisis debido al surgimiento de nuevas fuerzas sociales y políticas
(movimiento obrero y nacionalismo) y a la Crisis del 98, determinada por una grave situación
socio-económica y por la pérdida de las últimas colonias americanas.

Este periodo se divide en tres etapas:


• 1874 (Pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto) - 1885 (muerte de Alfonso XII):
Etapa de la consolidación del sistema.
• 1885 - 1902: Regencia de María Cristina de Habsburgo.
• 1902 - 1931: Reinado de Alfonso XIII. (Esto es el contenido del bloque 9)

2. EL SISTEMA POLÍTICO DE LA RESTAURACIÓN

El verdadero artífice del sistema político de la Restauración fue Cánovas del Castillo, que
consiguió establecer en España una monarquía liberal parlamentaria (no democrática), que haría
posible la gobernabilidad del Estado durante casi cuarenta años.

El proyecto político de Cánovas se gestó durante el Sexenio, cuando Cánovas al frente del Partido
Alfonsino, consiguió que la reina en el exilio abdicara a favor de su hijo. Alfonso se educó en la
academia de Sandhurst; y desde allí, tras el golpe del general Pavía (enero 1874), hizo publicar el
Manifiesto de Sandhurst (redactado por Cánovas), presentando la restauración de la monarquía
constitucional como la única solución a los problemas de España.

En diciembre de 1874, el general Martínez Campos protagonizó el pronunciamiento militar en


Sagunto, restableciendo la monarquía. Serrano dimitió, Cánovas inició un gabinete-regencia, y en
enero Alfonso XII lo confirmó en el Gobierno.

El sistema político de la Restauración supuso la vuelta del modelo monárquico con la dinastía
de los borbones. Pero este sistema supuso además:

• El regreso del liberalismo conservador doctrinario. Un liberalismo que potenciaba los


poderes del rey frente a las Cortes y que tenía un escaso carácter democrático.
• La vuelta al poder de una oligarquía compuesta por los grupos terratenientes y la alta
burguesía financiera que había controlado el poder durante el reinado de Isabel II.
Durante el reinado de Alfonso XII (1875-1885) y la regencia de su viuda María Cristina de
Habsburgo (1885-1902), este sistema de la Restauración funcionó bien, consiguiendo una gran
estabilidad, desconocida hasta entonces en la España del siglo XIX: por un lado se consiguió
acabar con las guerras civiles y se derrotó definitivamente a los carlistas; por otro lado se puso fin
a la intervención continua del ejército en la política, y no volvieron a producirse pronunciamientos
militares de relevancia, tan abundantes en épocas anteriores. Por último, la nueva Constitución
(1876) logró un largo periodo de vigencia en contraste con los continuos cambios constitucionales
del siglo XIX español.

3. LAS BASES DEL SISTEMA CANOVISTA

Este sistema político se basó en la Constitución de 1876 y en un modelo político fundamentado


en el Bipartidismo o Turnismo.

• LA CONSTITUCIÓN DE 1876

Cánovas era consciente de la evolución de los tiempos y que los principios básicos del sistema
político debían quedar recogidos en un texto constitucional. A tal fin, creo una Comisión de
Notables, encargada de elaborar el proyecto constitucional. Seguidamente convoca elecciones a
Cortes Constituyentes por sufragio universal. Estas Cortes serán las que aprobaran
la Constitución de 1876.

Sus principales rasgos son los siguientes:

 Establece el principio de soberanía compartida entre el Rey y las Cortes.


 División de poderes matizada o atenuada, ya que el Rey acumulaba enormes poderes.
La figura del monarca se convierte en la principal institución del Estado: tenía el poder
ejecutivo que delegaba en el Presidente del gobierno y sus ministros, a los cuales
nombraba. Además gozaba de amplios poderes legislativos como el derecho a veto y
capacidad de convocatoria y disolución de las Cortes
 Se limitó el poder de las Cortes, que eran bicamerales:
– El Congreso era electivo, pero la Constitución no definía el tipo de sufragio, lo que
permitía que por ley se estableciera en cada momento el que le interesaba al
partido en el poder. A partir de 1890 se instauró el sufragio universal, aunque
matizado por el caciquismo.
– El Senado era elitista y conservador con tres grupos: senadores vitalicios por
derecho propio (magnates de la nobleza, el clero, etc.), senadores vitalicios
nombrados por el rey y senadores elegidos por los mayores contribuyentes y las
Corporaciones.
 Se reconocía el carácter oficial de la religión católica aunque también se reconoce la
libertad de cultos a nivel privado.
 Recogía una amplia declaración de derechos y libertades de la Constitución de 1869,
aunque formulados de forma muy general lo que permitía que el gobierno de turno pudiera
desarrollarlos o limitarlos a través de leyes ordinarias. Esto permitía al gobernante de turno
limitar o anular en la práctica cualquier derecho con una nueva ley, sin necesidad de
modificar la Constitución.
 Esta Constitución estableció el centralismo político-administrativo como fórmula de
organización del Estado, aboliendo los fueros de las provincias vascas por una ley de
1876, que revalidaba la igualdad fiscal y de prestación del servicio militar de todos los
ciudadanos españoles. Establecía, también, la unidad de códigos y la igualdad jurídica de
todos los ciudadanos.
 Otro aspecto de la centralización fue la reorganización de las diputaciones provinciales
y los ayuntamientos. Se restringió la participación ciudadana en las elecciones de los
cargos, dejándolas en manos de los propietarios; se estableció que en las poblaciones de
más de treinta mil habitantes (casi todas las capitales de provincias y algunas otras
ciudades) los alcaldes serían nombrados por el Rey, y que los presupuestos provinciales y
municipales deberían ser aprobados por él.

En conclusión, la Constitución de 1876 es la que más tiempo ha estado en vigor en España.


Recogía elementos de la Constitución democrática de 1869 pero, sobre todo, de la
Constitución moderada de 1845. Era de un texto conservador aunque con algunos detalles de
tolerancia, caracterizado por su flexibilidad, es decir, una formulación muy genérica para que
pudiera ser aceptada por los dos grandes partidos, evitando que cada partido buscara al llegar
al poder derribar el sistema constitucional vigente e instaurar su propia constitución.

• BIPARTIDISMO O TURNISMO

El nuevo sistema político de la Restauración pretendió imitar el modelo inglés, ejemplo de


Monarquía parlamentaria con estabilidad política que no había conocido revoluciones o
pronunciamientos. Se estructuraba igualmente en partir de dos partidos y dos cámaras, aunque
desvirtuado el sistema en el caso de España por el excesivo poder de la Corona y el escaso
carácter democrático. El nuevo sistema se basaba en tres principios:

El sistema se basa en la existencia de dos grandes partidos (partidos oficiales), el Conservador


y el Liberal. No había grandes diferencias ideológicas entre ellos y los dos defendían el liberalismo
conservador de la Restauración. Los dos eran minoritarios y burgueses (se identificaban con los
intereses de la oligarquía), sin base social amplia, convertidos en partidos de una élite adinerada:

 Partido Conservador: liderado por Cánovas del Castillo, recogió la herencia del Partido
Moderado y era más conservador y católico. Mostraba una mayor tendencia hacia el
autoritarismo y representaba a la nobleza, los terratenientes y la alta burguesía industrial y
financiera.
 Partido Liberal: liderado por Sagasta, recogió la herencia del Partido Progresista, siendo
más tolerante (abierto y democrático) hacia la oposición política. Representaba los
intereses de la clase media y la pequeña burguesía financiera e industrial

Estos dos partidos debían ser los únicos capacitados para ejercer el gobierno, pues son los únicos
que aceptan la dinastía y la Monarquía. Por eso fueron conocidos como partidos dinásticos. Los
partidos que no aceptaban la dinastía (partido carlista) o la Monarquía (republicanos) quedarían
excluidos del juego político.

Al estar garantizada la alternancia en el poder de los dos grandes partidos ninguno de ellos se
sentiría inclinado a recurrir al pronunciamiento o a las revueltas populares para derribar el
gobierno. Se conseguiría así la tan ansiada estabilidad política.

El turno de partidos no era libre, se producía de acuerdo con el Rey y los líderes de los grandes
partidos. Aunque la alternancia en el poder comenzó en el año 1851, esta se institucionalizó a
partir del Pacto del Pardo en 1885, firmado por Cánovas y Sagasta, tras el fallecimiento de
Alfonso XII.

4. LA PRÁCTICA DEL SISTEMA

Con estas bases se configura un sistema liberal cuyo funcionamiento teórico es el siguiente:

El presidente del gobierno debía contar con la doble confianza del rey y las Cortes. Por lo tanto,
cada cinco años, el rey disolvía las Cortes y convocaba elecciones. En función de los resultados
electorales, el partido que obtuviera la mayoría estaría en condiciones de formar gobierno, y
recibiría ese encargo del rey.

Pero, en la práctica, el sistema funcionaba de otra manera. El control del voto se realizó hasta
1890 gracias al sufragio censitario, que dejaba a los sectores más humildes fuera del juego
electoral. Después de 1890 se impuso el sufragio universal, pero manipulado y deformado.
La alternancia de los dos partidos dinásticos estaba pactada y decidida de antemano, en lo que se
conoció como el turnismo. Tras haber controlado el gobierno, el partido de turno aceptaba pasar
a la oposición y ceder el poder al otro partido.

Por lo tanto, lo que determinaba los cambios de gobierno no eran los resultados electorales. Una
vez acordado el cambio de gobierno, el rey convocaba las elecciones. Éstas, convenientemente
manipuladas mediante el entramado del caciquismo, aseguraban una victoria electoral al partido
al que tocaba gobernar.

La manipulación electoral aseguraba que el gobierno estuviera en manos de los dos partidos
dinásticos, que aseguraban los intereses de la oligarquía. Los demás partidos podían
presentarse a las elecciones pero, ante el muro del caciquismo, era imposible que pudieran
obtener una representación suficiente como para poner en peligro el sistema y la hegemonía de la
oligarquía.

El entramado caciquil se convirtió, por tanto, en la base del sistema.

En Madrid, el ministro de la Gobernación era el encargado de organizar las elecciones y


procedía a realizar el encasillado. Se denominaba así a la selección de los candidatos que
debían ser elegidos en cada circunscripción electoral.

A continuación, el ministro daba las instrucciones pertinentes a los gobernadores civiles de cada
provincia que, a su vez, se ponían en contacto con los caciques, último eslabón de la cadena y
base del sistema. El cacique es aquella personalidad, como el terrateniente, que por su riqueza y
poder económico ejerce una notable influencia sobre amplias capas de la población y puede influir
en su voluntad, especialmente en las áreas rurales. Esta influencia se utilizaba para manipular las
elecciones. Los métodos podían ser varios:

- Chantaje sobre la población, a la que se prometían ciertos beneficios (carreteras, estación


de ferrocarril, etc.) a cambio del voto por el candidato adecuado.
- Extorsión directa sobre la población a la que se exigía el voto a cambio de determinados
favores (conseguir un empleo, una recomendación, contratación de los jornaleros del
término municipal, etc.).
- Inflado del censo electoral con la inclusión en el mismo de los difuntos (los llamados
lázaros).
- El simple pucherazo o cambio de urnas una vez terminada la jornada electoral, cuyo
recuento se hacía a puerta cerrada y custodiado por la Guardia Civil.
- La compra del voto mediante el reparto de puros o vasos de vino.
- La amenaza o la violencia sobre grupos dispuestos a no secundar las indicaciones del
cacique (actuaciones del llamado partido de la porra).

Todas estas prácticas fraudulentas se apoyaban en la abstención de una buena parte de la


población, cuya apatía electoral se explica tanto por no sentirse representada como por el
desencanto de las fuerzas de la oposición en participar en el proceso electoral. Por lo tanto, la
sustitución del inicial sufragio censitario, establecido por el Partido Conservador en 1878, por el
sufragio universal masculino, reimplantado por el Partido Liberal en 1890, apenas tuvo ningún tipo
de consecuencias. En general, la participación electoral no superó el 20% en casi todo el
período de la Restauración.

La capacidad de manipulación y fraude era mucho menor en las ciudades que en el medio rural,
donde las viejas formas de dominación señorial todavía pervivían, aunque modificadas, en los
nuevos mecanismos de control de los terratenientes sobre los campesinos.
5. ASPECTOS BÁSICOS DE LA RESTAURACIÓN HASTA 1902

 PACIFICACIÓN DEL PAÍS

En 1876 se logró definitivamente la pacificación del país cuando se sofocaron los últimos focos
de resistencia carlista en el País Vasco. A partir de ahora, el carlismo perderá buena parte de
su fuerza y se dividirá en dos grupos: por un lado, los más integristas y radicales, conocidos como
neocatólicos y seguidores de Cándido Nocedal; por otro, los partidarios de integrarse en el
sistema de la Restauración y conocidos como tradicionalistas.

Mientras, se lograba sofocar momentáneamente el levantamiento cubano contra la metrópoli


(Paz de Zanjón en 1878), otorgando a la isla algunos derechos políticos (Cuba tendría diputados
en las Cortes españolas) y una amnistía (liberación de independentistas presos).

 POLÍTICA CENTRALISTA

Siguiendo la tradición del liberalismo español del siglo XIX, el régimen de la Restauración impuso
una política centralista, que acabó con cualquier posibilidad de autonomía para las regiones. Se
fortaleció el poder del gobierno central y se realizó una labor de uniformización jurídica y
administrativa: supresión de los fueros vascos (1876) y esfuerzo en la codificación de las leyes
(Código de Comercio, Código Penal y Civil).

 CRECIMIENTO Y EXPANSIÓN ECONÓMICA

Se produjo ahora un proceso de crecimiento y expansión económica que fue acompañada de una
industrialización del país. Sin embargo, esta industrialización fue tardía, débil y especialmente
concentrada geográficamente: las áreas industriales fueron Madrid, Cataluña (textil), Asturias y
País Vasco (minería e industria siderometalúrgica). El resto del país permaneció al margen del
proceso, como “desierto industrial” en el que pervivió una economía básicamente agraria y
artesanal. Esto ha llevado a los historiadores a hablar del “fracaso de la revolución industrial
en España”, que se debería a dos razones:

⁃ La ausencia de una masa de población importante con capacidad de compra (mercado


muy pobre).
⁃ Falta de una red moderna de comunicaciones (mercado desarticulado).

 DESARROLLO DEL MOVIMIENTO OBRERO

Ligado al proceso de industrialización se desarrolló en España el movimiento obrero. Las nuevas


ideas de la Primera Internacional Obrera habían penetrado en el país durante el Sexenio
Democrático: en 1868 Fanelli, enviado por el dirigente anarquista Bakunin, había llegado a
España para crear los primeros núcleos anarquistas; poco después llegaron también las ideas
marxistas de la mano de Paul Lafargue, yerno de Marx.

De esta manera, al comenzar la Restauración las ideas del movimiento obrero ya eran conocidas
en España, aunque será a partir de ahora cuando se extiendan y crezcan formándose las
primeras organizaciones. A ello ayudó la llegada por primera vez del Partido Liberal al poder
(1881), que permitió una mejora y ampliación de derechos y libertades y culminó en la
promulgación de la Ley de Asociaciones de 1887, que permitió la legalización de partidos y
sindicatos obreros.

Dentro del movimiento obrero coexistían dos ideologías, el anarquismo y el marxismo


(socialismo científico). Las dos defendían los intereses de la clase trabajadora (obreros
industriales y jornaleros agrícolas). Ambos denunciaban un mundo dominado por la lucha de
clases, entre la clase propietaria (burguesía) que acaparaba la riqueza y la propiedad, y la clase
no propietaria (el proletariado) que no tenía ni propiedades ni riqueza y trabajaba para la
burguesía, que la explotaba. Ambos defendían una sociedad sin clases, igualitaria y sin
propiedad privada; pero entre ellos existían destacadas diferencias:

- Anarquismo: Rechazaban el Estado y el poder y por eso no participaban en política y en


las elecciones. Optaron sólo por la organización de sindicatos y en 1881 fundaron en
España la Federación de Trabajadores de la Región Española, que en 1910 fue
sustituida por la Confederación Nacional del Trabajo (C.N.T.). Su implantación fue
especialmente fuerte en Cataluña y Andalucía. Parte de los anarquistas se radicalizó y
pasó de la lucha sindical (huelgas y manifestaciones) a la acción directa y violenta.
Frente a la represión del Estado, respondieron con un “terrorismo” que se cebará con los
pilares del sistema: el Estado (atentados contra personajes políticos como Martínez
Campos, Cánovas o Alfonso XII), la burguesía (bomba en el Liceo de Barcelona) y la
Iglesia (atentados contra la procesión del Corpus). En el campo andaluz empezó su
actividad violenta el grupo anarquista “Mano Negra”. Esta situación provocó una fortísima
represión por parte del Estado.
- Socialismo marxista: no rechazaban el poder y el Estado, sino que creían que ambos
debían estar en manos del pueblo y la clase trabajadora, por lo que participaban en política
y en las elecciones. En consecuencia, aparte de sindicatos, fundaron también partidos
políticos. En 1879 Pablo Iglesias creó en Madrid la “Agrupación Socialista Madrileña” que
luego se convirtió en el Partido Socialista Obrero Español (P.S.O.E.). En 1886 se fundó
el primer periódico marxista, “El Socialista”, y dos años después surgió el sindicato Unión
General de Trabajadores (U.G.T.). El socialismo español caló sobre todo en Euskadi,
Asturias y Madrid y se mostró siempre más moderado que los anarquistas. Rechazaba el
terrorismo y participaba en las elecciones, aunque el sistema caciquil impidió su entrada en
el congreso hasta que en 1910 Pablo Iglesias consiguió el acta de diputado.

Como respuesta a la presión creciente del movimiento obrero, el Estado comenzó en esta
época a desarrollar las primeras legislaciones de protección social, que resultaron
insuficientes. Aun así, el gobierno creó la “Comisión de Reformas Sociales”, que sirvió
para promulgar las primeras leyes que regularon el trabajo de los niños, la creación de
asilos para los inválidos por el trabajo o las condiciones de los barrios obreros.

 SURGIMIENTO DE LOS MOVIMIENTOS NACIONALISTAS

Como reacción a la política centralista y uniformizadora de la Restauración aparecieron en


este período movimientos nacionalistas en Cataluña, País Vasco y Galicia. En los tres casos, a
mediados del siglo XIX se produjeron movimientos de recuperación de la cultura y la lengua
respectiva (nacionalismo cultural), que después desembocaron a fines del siglo en movimientos
de carácter político (nacionalismo político) que exigían una amplia autonomía, la federación o,
incluso, la independencia.

- Nacionalismo catalán. La primera conciencia nacionalista surgió a partir de un


movimiento intelectual de recuperación de la lengua, la cultura y la historia catalana
conocido como Renaixença. El catalanismo político surgió después, en el Sexenio, a partir
de la experiencia de los republicanos federalistas.

Durante la Restauración, con el apoyo amplios sectores de la burguesía catalana, nació el


Centre Catalá de Valentín Almirall, que reivindicaba una mayor autonomía. Almirall
redactó el manifiesto conocido como Memorial de Greuges (agravios), en el que en 1885
pedía al rey la concesión de cierto nivel de autogobierno a Cataluña y reivindicaba la
lengua catalana.

Posteriormente el Centre Catalá se fracturó entre un sector republicano y federalista,


representado por Almirall, y otro burgués, autonomista y conservador, conformado entorno
al diario La Renaixença.
En 1891, el nacionalismo catalán unió sus fuerzas en Unió Catalanista. Su ideario,
burgués y autonomista, se plasmó en las Bases de Manresa (1892), documento en el que
se planteaba una solución federal de autogobierno para Cataluña: sin propugnar la
separación del Estado Español, se defendía una administración y un derecho civil propio y
en uso del catalán como lengua oficial, dejando para el gobierno central sólo las cuestiones
básicas (moneda, ejército, relaciones internacionales). El catalanismo como opción política
alcanzaría su mayor desarrollo después de 1898, con la fundación en 1901 de la Lliga
Regionalista (1901) de Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó.

- Nacionalismo vasco. Partió del desarrollo previo de un movimiento de recuperación de la


cultura vasca (se estudia el folklore, las tradiciones, la lengua, las leyendas) desde
mediados del siglo XIX. Posteriormente surgió el nacionalismo político como reacción a la
frustración que provocó la abolición de los fueros vascos por parte del gobierno de la
Restauración, así como la preocupación por la llegada masiva de trabajadores inmigrantes
procedentes del resto de España que empezaron a llegar para trabajar en la industria
naciente. Como reacción a esta situación, Sabino Arana fundó en 1895 el Partido
Nacionalista Vasco (P.N.V.) que tendrá un carácter inicialmente separatista y racista:
defensa de la superioridad de la raza vasca, recuperación de los fueros, rechazo del
obrerismo y el liberalismo, antiespañolismo y separatismo, defensa de la minoritaria lengua
vasca y de las tradiciones que se conservaban en el mundo rural, y defensa de un
catolicismo integrista. Posteriormente evolucionó hacia posturas más moderadas y
autonomistas y consiguió atraer a sectores de la burguesía vasca.

- Nacionalismo gallego. Nació también de un movimiento cultural de recuperación de la


lengua y la cultura gallega conocido como “O Rexurdimiento”, en el que destacó la figura
de Rosalía de Castro. Fue siempre mucho más débil que otros nacionalismos y también
más tardío. Los primeros galleguistas reaccionaron contra el atraso y marginación del
territorio con respecto a otras regiones. Hasta el siglo XX no alcanzó relevancia el
nacionalismo gallego. De todos modos, el galleguismo fue más moderado y reivindicó tan
sólo una autonomía.

- Igualmente, hubo focos regionalistas en Aragón, Valencia, Asturias y Andalucía.

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