PAU.6. Régimen de La Restauración y Sistema Canovista

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Siglo XIX. Bloque III. Construcción y consolidación del Estado liberal.

P.A.U. Nº 6. EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN. CARACTERÍSTICAS Y


FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA CANOVISTA.

ESQUEMA:

1) Introducción.
2) El proceso de proclamación de Alfonso XII.
3) Los principios doctrinales del régimen de la Restauración.
4) La Constitución de 1876.
5) El sistema canovista y su funcionamiento.
5.1. Los partidos políticos.
5.2. La alternancia pacífica de partidos.
5.3. El fenómeno del caciquismo.
6) Intentos de reforma y crisis del sistema canovista.

1) Introducción .-

Tras el convulso período del Sexenio Revolucionario y la efímera Primera


República, la monarquía borbónica fue restaurada en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel
II. Cánovas del Castillo, defensor de restaurar la “monarquía legítima” de los Borbones,
articuló un nuevo sistema político, basado en la Constitución de 1876, que recibe el nombre
de la Restauración, y que habría de durar desde 1874 hasta 1923 en que se implantó la
dictadura del general Primo de Rivera.

En este nuevo sistema político, conservadores y liberales se alternaron en el


poder y durante cierto tiempo controlaron completamente la vida política, aunque al cabo de
los años fueron ganando peso otras fuerzas políticas como los republicanos, socialistas y
anarquistas.

2) El proceso de proclamación de Alfonso XII .-

Cansada la sociedad española de la inestabilidad del Sexenio, fue tomando


cuerpo la idea de restablecer la monarquía borbónica. Así, el 1 de diciembre de 1874, el
príncipe Alfonso de Borbón, hijo de Isabel II, proclamó en el Manifiesto de Sandhurst (Ver
doc. nº 2 del libro de texto, pág. 163) su intención de convertirse en rey de España bajo los
principios constitucionales, liberales y católicos. Mientras, en España, el 29 de diciembre del
mismo año, el general Martinez Campos mediante un golpe de Estado en Sagunto
(Valencia) proclamó al príncipe Alfonso rey de España.

Esta acción militar fue acompañada de otra acción civil, encabezada por
Canovas del Castillo (Ver doc. nº 4 del libro de texto, pág. 164), quien desarrolló una labor
propagandista a favor de la entronización del príncipe Alfonso. Político de amplia formación
intelectual y de ideología liberal-conservadora, Cánovas será el verdadero artífice del nuevo
régimen y para ello encontró el apoyo de la nobleza, del ejército, de los terratenientes, de
las élites económicas y sociales y las clases medias urbanas.

Inicialmente, Cánovas se planteó un doble objetivo:

• Articular un nuevo sistema político estable basado en el bipartidismo del


modelo político inglés y en una nueva Constitución.

• Pacificar el país, afectado por la guerra de Cuba y por la tercera guerra


carlista.
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3) Los principios doctrinales del régimen de la Restauración.-

Para articular el nuevo sistema político, Cánovas del Castillo contó con la
colaboración de Práxedes Mateo Sagasta, que aceptó participar en el nuevo régimen al
frente del Partido Liberal.

Los principios doctrinales que fundamentaron el nuevo sistema fueron los


siguientes:

• La Restauración no era sólo volver a la dinastía borbónica sino que, sobre


todo, suponía superar la inestabilidad política anterior y lograr la pacificación
del país. Para ello, era necesario realizar una síntesis entre el legado de la
Historia, es decir, las tradiciones (la “constitución interna”) y lo nuevo (los
ideales progresistas).

• La “constitución interna” estaba constituida por unos principios políticos


esenciales o “verdades-madre”, como la monarquía borbónica, la libertad, la
propiedad y el gobierno conjunto del rey con las Cortes. Dichos principios
formaban parte del carácter español y no eran discutibles.

• Admitido esto, todo lo demás era secundario, por lo que debía prevalecer el
sentido de la realidad y el carácter pragmático. La política es por tanto el
“arte de lo posible”, es decir, de adaptarse a las circunstancias. Por ello, era
necesario buscar acuerdos a fin de sostener el sistema (“posibilismo
canovista”). Se imponía, pues, un pacto entre las fuerzas políticas para
posibilitar la convivencia bajo una monarquía parlamentaria, pacto que debía
fundamentarse en una Constitución ampliamente consensuada.

• Civilismo frente a militarismo: el poder civil es superior al militar, dado que


su legitimidad descansa en la voluntad nacional que se manifiesta a través del
voto. La Restauración tendrá así un claro carácter civil, alejando de la vida
política al estamento militar y dando mayor protagonismo a las Cortes y a los
partidos políticos dinásticos.

4) La Constitución de 1876.-

El 15 de enero de 1875, Alfonso XII hizo su entrada triunfal de Madrid, ganándose pronto
una amplia simpatía. El nuevo gobierno, presidido por Cánovas, convocó elecciones a
Cortes constituyentes mediante sufragio universal masculino y una comisión preparó el
proyecto de Constitución, que finalmente fue promulgada el 30 de junio de 1876 (Ver doc.
nº 6 del libro de texto, pág. 165). Sus características principales son las siguientes:

1ª.- Constaba de trece Títulos en los que desarrollaba 89 artículos. Se trata de una
Constitución muy moderada y flexible, próxima a la de 1845 elaborada por los
moderados, aunque recogiendo algunos principios progresistas de la de 1869.

2ª.- Era un reflejo del liberalismo doctrinario o moderado, se basaba en los valores de
la monarquía, la religión y la propiedad, y establecía lo siguiente:

• La monarquía constitucional, basada en el principio de soberanía compartida


entre el Rey y las Cortes, que por tanto comparten la facultad legislativa. La
Corona posee un carácter moderador y amplios poderes (veto, nombramiento del
presidente de gobierno, convocatoria y disolución de las Cortes...). Proclama,
además a la figura del Rey como sagrada e inviolable.
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• Los Gobiernos eran responsables de sus actuaciones ante las Cortes.

• Cortes bicamerales: formadas por el Senado (constituido por senadores natos


de derecho propio, senadores elegidos por el Rey, y elegidos por las
Corporaciones del Estado y mayores contribuyentes), y por el Congreso de los
Diputados (electivo cada cinco años).

• No definía el tipo de sufragio, pero la ley de 1878 estableció el voto censitario, y


solo en 1890, con Sagasta en el gobierno, se establecerá el sufragio universal
masculino.

• Confesionalidad católica del Estado, aunque se permitían otros cultos en


privado.

• Declaración de derechos similar a la de 1869 (seguridad personal, inviolabilidad


del domicilio, libertad de expresión y reunión, etc….), aunque sujetos a regulación
del gobierno

3ª.- La Constitución de 1876 ha sido la de mayor duración de la historia de España


pues estuvo en vigor desde 1876 hasta 1931 (con excepción de la suspensión en 1923
por la dictadura de Primo de Rivera). Permitió una estabilidad de la vida política antes
desconocida, si bien se fue produciendo un desfase entre la constitución formal y la
realidad social de una España mayoritariamente campesina y analfabeta, lo que dará
lugar a un funcionamiento anómalo del sistema y al progresivo desprestigio del régimen a
partir de 1898.

5) El sistema canovista y su funcionamiento .-

5.1. Los partidos políticos.-

Cánovas admiraba el sistema parlamentario inglés y concibió el régimen de la


Restauración basado en dos partidos políticos que aceptaran la legalidad constitucional y la
monarquía: el Liberal Conservador liderado por el propio Cánovas, apoyado en las clases
superiores, y el Liberal Fusionista dirigido por Sagasta, sostenido por la burguesía industrial
y las clases medias urbanas. Ambas formaciones fueron partidos de cuadros, de notables,
que practicaron el bipartidismo, es decir, la alternancia periódica en el gobierno. (Ver doc.
nº 8 del libro de texto, pág. 167).

De este modo en la Restauración el poder quedó en manos de las élites


políticas, sociales y económicas, imposibilitando prácticamente la participación en los
asuntos públicos al resto de la ciudadanía. Y ello fue posible por la debilidad de las fuerzas
de la oposición, que situadas a la izquierda y derecha de los dos partidos dinásticos
carecieron de capacidad de gobierno:

• En la derecha se situaban los carlistas o tradicionalistas, seguidores del


pretendiente Carlos VII, y los integristas de Cándido de Nocedal, también en la órbita
del carlismo y del conservadurismo.
• En la izquierda se encontraban los republicanos, muy divididos tras el fracaso de la
Primera República (posibilistas de Castelar, centralistas de Salmerón, federalistas de
Pi y Margall…).
• Aún más a la izquierda se situaba el movimiento obrero, muy perseguido, que
actuará a través del anarquismo y el socialismo. Los ideales socialistas, difundidos en
España por Paul Lafargue, darán origen a la formación del PSOE (1879), que no
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logrará su primer diputado hasta 1910. Respecto al anarquismo, fue predicado en


España por el italiano Fanelli, y tras la represión contra la A.I.T. se orientó en gran
medida hacia la lucha revolucionaria.
• Fuerzas emergentes fueron los nacionalismos catalán y vasco, que estaban en
proceso de formación. El nacionalismo catalán, impulsado por dirigentes como
Valentín Almirall, realizó su primera formulación política en las Bases de Manresa
(1892) y será canalizado desde 1901 por la Lliga Regionalista. Por su parte, el
nacionalismo vasco será impulsado por Sabino Arana con la formación del Partido
Nacionalista Vasco (1895).

5.2. La alternancia pacífica de partidos.-

Para gobernar en el sistema canovista se necesitaba contar con una doble


confianza de la Corona y de la mayoría del Congreso que, al menos teóricamente, era
proporcionada por el voto. Sin embargo, en realidad, la dinámica de la alternancia de los
partidos funcionó “de arriba abajo”: los partidos conservador y liberal, por el desgaste de
gobierno o el mutuo acuerdo, se cedían el poder, con lo que el partido encargado de formar
nuevo gobierno convocaba elecciones que siempre ganaba. Los medios para ello consistían,
de acuerdo con los gobernadores civiles y caciques locales, en el “encasillado” (decidir los
diputados que serían elegidos en cada circunscripción electoral) o incluso en el “pucherazo”
(alteración del resultado de las votaciones), que daban origen a un fraude electoral.

Desde 1876 a 1881, Cánovas del Castillo presidió los sucesivos gobiernos de la
monarquía, y a partir de esta última fecha hasta 1897 se mantuvo de manera ininterrumpida
el sistema de la alternancia pacífica de los dos partidos preponderantes. Bajo los gobiernos
de Cánovas se consiguió finalizar la tercera guerra carlista, obligando al pretendiente
Carlos VII a huir a Francia (1876) y se finalizó también la guerra de Cuba mediante el
Convenio de Zanjón (1878).

En 1885 falleció inesperadamente Alfonso XII, pero por el Pacto de El Pardo


liberales y conservadores se comprometieron a mantener el turno de ambos partidos en el
gobierno (turnismo) y apoyar a la regente María Cristina durante la minoría de edad de
Alfonso XIII.

En el periodo 1885-1890, los liberales de Sagasta impulsaron una importante


obra legislativa y reformadora con diversas medidas para modernizar el Estado: la Ley de
Asociaciones, que favoreció la actividad sindical, la abolición de la esclavitud, un nuevo
Código Civil, ampliación de la libertad de prensa, establecimiento sufragio universal
masculino...

5.3. El fenómeno del caciquismo.-

Generalmente se entiende por caciquismo la práctica política adulterada por los grupos
oligárquicos y personalidades locales en beneficio de intereses partidistas o particulares.
La oligarquía, formada por dirigentes políticos de los dos partidos dinásticos, en estrecha
unión con la burguesía adinerada y los terratenientes, controló así los procesos electorales,
provocando un desfase entre la “España oficial” de los partidos y las Cortes, y la “España
real” de la calle. Este hecho fue algo característico del sistema de canovista, y aunque fue
denunciado por intelectuales y regeneracionistas como Joaquín Costa, tanto Canovas como
Sagasta lo permitieron para mantener la estabilidad política y evitar la difusión de ideas
contrarias a la Restauración.

El caciquismo se dio en toda España, pero especialmente en las áreas rurales y en


Andalucía. Ejemplo de esta práctica fue Romero Robledo, ministro de Gobernación con
Cánovas, que manipuló los procesos electorales de acuerdo con los caciques territoriales
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(Ver doc. nº 9 del libro de texto, pág. 168). Se trataba, en definitiva, del control de los
resultados electorales por parte de personas influyentes (caciques) a cambio de favores, ya
fuesen individuales, para un partido, municipio, provincia o comarca. Prácticas como las
comentadas anteriormente del “encasillado” y el “pucherazo”, dieron lugar a una farsa
electoral y a un sistema de poder que propiciaba la arbitrariedad, el nepotismo y la
corrupción, que acabó afectando a todos los ámbitos de la sociedad española.

6) Intentos de reforma y crisis del sistema canovista.-

Pese a ser el más estable en la historia del liberalismo español, el sistema canovista fue
incapaz de democratizarse y de dar respuesta a una serie de problemas que se habían
ido gestando y que afloraron de forma evidente a raíz del Desastre de 1898. Entre dichos
problemas destacan los siguientes:

• El surgimiento de los nacionalismos en Cataluña y el País Vasco


principalmente, que reclamaban un trato especial, y que para el gobierno central eran
intentos separatistas.

• El desarrollo de un movimiento obrero radical y politizado, que se enfrentó a


un régimen burgués que prestaba escasa atención a sus reivindicaciones y a sus
deficientes condiciones laborales. Especial significación tuvo el movimiento anarquista,
que frecuentemente recurrió a los atentados, como los sufridos por los presidentes de
gobierno Cánovas, Canalejas y Eduardo Dato.

• El desarrollo entre las masas obreras y la burguesía de izquierdas de un


creciente anticlericalismo, al percibir que la Iglesia se alineaba con los ricos.

• El problema militar, resultado de la escasa preparación e ineficacia del ejército,


su excesivo número de jefes y oficiales, el descontento de los militares por los escasos
ascensos y bajos sueldos, su antipatía hacia el movimiento obrero, etc… lo que va
convertir al ejército en un poderoso grupo de presión.

• La guerra de Marruecos, cuyo elevado coste en vidas y dinero la hizo muy


impopular. Los fracasos del Barranco del Lobo (1909) y Annual (1921) no hicieron más
que acentuar la hostilidad hacia esta guerra, en la que participaban principalmente las
clases bajas.

• A todo ello se añadió la crisis de liderazgo y la división interna que fueron


sufriendo los dos partidos dinásticos (conservadores y liberales). Tras el asesinato
de Cánovas (1897) y la muerte de Sagasta (1903), resultó difícil a estos partidos hallar
un jefe capaz de aglutinar las distintas tendencias: el liderazgo del Partido
Conservador se lo disputaron Silvela y Romero Robledo, aunque acabó imponiéndose
Maura, mientras que la jefatura del Partido Liberal pasó por varias manos (Montero
Ríos, Moret) hasta llegar a Canalejas.

A pesar de todo ello, en los primeros años del siglo XX se dieron algunos
intentos de regenerar el régimen desde dentro del mismo: el de Maura, por los
conservadores, y el de Canalejas, por los liberales.

• El “gobierno largo” de Maura (1907-09) supuso diversas reformas como la


concesión de mayor autonomía a ayuntamientos y diputaciones provinciales, la
reforma de la ley electoral para combatir el caciquismo, o la creación del
Instituto Nacional de Previsión. Pero los proyectos de Maura se vinieron abajo
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como consecuencia de la Semana Trágica de Barcelona (1909), protesta


popular duramente reprimida por el ejército que provocó la dimisión de Maura.

• El intento reformista más destacado de los liberales fue llevado a cabo por el
gobierno de Canalejas (1910-12), que limitó el establecimiento de nuevas
órdenes religiosas en España (la denominada “ley del candado”), impulsó un
mayor intervencionismo del Estado en materia social reglamentando la jornada
laboral y el trabajo de mujeres y niños, y estableció el servicio militar
obligatorio. Sin embargo, estas reformas quedaron frustradas con el asesinato
de Canalejas.

Con el fin de los proyectos de Maura y Canalejas, el régimen canovista vio


acelerarse su descomposición. Ahora, los intentos de cambio vendrían de fuera del
sistema, proceso que se manifestó en la Crisis de 1917 en la que sucesivamente
parte del Ejército, parte de los parlamentarios y la clase obrera amenazaron con
derribar el sistema de la Restauración a través de una triple crisis.

a) La crisis militar: el descontento entre los oficiales por los bajos salarios y por un
sistema de ascensos basado en méritos de guerra que beneficiaba a los militares
“africanistas” desembocó en la formación de las Juntas de Defensa, especie de
sindicatos militares que culpaban al gobierno de los males del país.

b) La crisis política: los partidos políticos marginados del régimen (republicanos,


nacionalistas y socialistas) convocaron en Barcelona una Asamblea de
Parlamentarios, que exigió la formación de un gobierno provisional y la reforma de la
Constitución en sentido descentralizador y eliminar el caciquismo.

c) La crisis social: el descontento laboral por los bajos salarios fue canalizado por los
sindicatos CNT (anarquista) y UGT (socialista), que convocaron una huelga general
que provocó violentos incidentes y numerosos detenidos.

Pese a su resonancia, el movimiento de 1917 no logró sus objetivos porque los


tres sectores implicados (militares, políticos reformistas y obreros) no tenían un
programa común y la actuación revolucionaria de las organizaciones obreras
atemorizó a los sectores más moderados.

No obstante, la desintegración del régimen se vio acelerada y el sistema ideado


por Cánovas, cada vez más inestable y con gobiernos efímeros, desembocó
finalmente en un régimen autoritario al implantarse la dictadura de Primo de Rivera
(1923-30), que suspendió la Constitución de 1876 y los partidos políticos y disolvió las
Cortes. El posterior intento de volver al régimen parlamentario fracasará en 1931,
provocando la caída de la monarquía de Alfonso XIII y la proclamación de la Segunda
República.

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