Resumen Durkheim
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EDUCACION Y SOCIOLOGIA
EMILE DURKHEIM
Resumen Si empieza uno por preguntarse cul debe ser la educacin ideal, haciendo caso omiso a toda condicin de tiempo y lugar, es que, implcitamente, se admite que un sistema educacional no tiene nada de real por s mismo. Se supone que los hombres de cada poca lo organizan con pleno conocimiento de causa para alcanzar un fin determinado; que si dicha organizacin no es la misma por doquier, es porque se han equivocado sobre la naturaleza, bien sea de la meta por alcanzar, bien sea acerca de los medios que permiten alcanzarla. Haciendo abstraccin de todo lo que ha sido lo que nos interesa ahora es preguntarnos lo que debe ser. Resulta balad el creer que podemos educar a nuestros hijos como lo desearamos. Existen unas costumbres a las que nos vemos obligados a someternos. Por lo tanto, existe en cada momento del tiempo un tipo de r egulador educacional del que no podemos apartarnos sin topar con fuertes resistencias que contienen las veleidades de disidencias. Cuando se estudia histricamente la manera en que se han formado y desarrollado los sistemas educativos, se percata uno que dependen estrechamente de la religin, de la organizacin poltica, del nivel de desarrollo de las ciencias, del estado de la industria, etctera. La funcin educativa tiene por objeto el de educar a los nios . Pero, esto es plantear el problema en trminos a penas diferentes; no es resolverlo. Se tendra que decir en qu consiste dicha educacin, hacia que tiende, a que exigencias humanas responde. Sin embargo, no se puede dar respuesta a esas preguntas masque empezando por observar en que ha consistido, a que exigencias ha respondido en el pasado. La observacin histrica se nos antoja como imprescindible.
Accin que los adultos ejercen sobre los ms jvenes. Segn Kant, <<el fin de la educacin es el de desarrollar todas las facultades humanas. Llevar hasta el punto ms alto que pueda ser alcanzado todas las fuerzas que anidamos en nuestro interior, realizarlas lo mas completamente posible, pero sin que lleguen a daarse e ntre s, no es este acaso un ideal por encima del cual no puede existir ningn otro?>> No estamos todos hechos para reflexionar: son necesarios hombres de sensacin y de accin. Inversamente tambin es necesario que los haya cuyo labor sea la de pensar.
La accin, por su parte, al igual que el pensamiento, es susceptible de adoptar un sinfn de formas diferentes y particulares. Aun menos satisfactoria es la definicin utilitaria de James Mill, segn la cual la educacin tendra por objeto <<hacer del indi viduo un instrumento de dicha para s mismo y para sus semejantes>>. El standard of life, el patrn de vida, como dicen los ingleses, el mnimo por debajo del cual no nos parece permisible situarnos, varia de forma infinita segn las condiciones de vida, los mbitos sociales y los tiempos. La educacin ha variado muchsimo a travs de los tiempos y segn los pases. En las ciudades griegas y latinas, la educacin enseaba al individuo a subordinarse ciegamente a la colectividad, a convertirse en esclavo de la sociedad. Hoy en da, se esfuerza en hacer del individuo una personalidad autnoma. En el Medioevo, la educacin era ante todo cristiana; en el transcurso del Renacimiento adopta un carcter ms laico y ms literario; hoy en da la ciencia tiene tendencia a ocupar en la educacin el puesto que el arte tena antao.
2. DEFINICION DE LA EDUCACION
Para que haya educacin, es necesaria la presencia de una generacin de adultos y una generacin de jvenes, as como de una accin ejercida por los primeros sobre los segundos. No existe, por as decirlo, sociedad alguna en la que el sistema educacional no presente un doble aspecto: es, a la vez, nico y mltiple. Es mltiple porque hay tantos tipos diferentes de educacin como capas sociales diferentes hay en dicha sociedad. La que se imparte en la ciudad no es la misma que la que recibe la gente del campo, la del burgus no es igual a la del obrero. Dado que el nio debe est ar preparado con vistas a la funcin que est llamado a desempear el da de maana, la educacin, a partir de una cierta edad, no puede ser la misma para todos los sujetos a los que se aplica. Este es el motivo por el cual vemos que en todos los pases civilizados, la educacin tiende a diversificarse cada vez ms y a especializarse; y esta especializacin empieza cada da ms pronto. No existe pueblo alguno donde no haya un cierto nmero de ideas, de sentimientos y de prcticas que la educacin deba inculcar indistintamente a todos los nios, independientemente de la categora social a la que pertenezcan estos. Incluso, ah donde la sociedad est fragmentada en castas cerradas las unas a las otras, siempre existe una religin comn para todos y, consecuentemente, los principios de la cultura religiosa, que se torna entonces fundamental, son los mismos en los diversos estamentos de la poblacin. En el transcurso de nuestra historia, se ha ido constituyendo todo un conjunto de ideas sobre la naturaleza humana, sobre la importancia respectiva de nuestras diversas facultades, sobre el derecho y sobre el deber, sobre la sociedad, sobre el individuo, sobre
el progreso, sobre la ciencia, cobre el arte, etc., que constituyen la base misma de nuestro espritu nacional; toda educacin, tanto la del rico como la del pobre, tanto la que lleva a las carreras liberales como la que prepara a cargos industriales, tiene por objeto el de grabarlas en la conciencia. Cada sociedad se labra un cierto ideal de hombre. Que ese i deal es, en cierta medida, el mismo para todos los ciudadanos de un pas; que a partir de un determinado punto, se diferencia segn los mbitos particulares que toda sociedad alberga en su seno. Es ese ideal, a la vez nico y diverso, el que representa el polo de la educacin. Esta tiene, por tanto, por misin la de suscitar en el nio: 1) Un cierto numero de estado fsicos y mentales que la sociedad a la que pertenece considera como debiendo florecer en cada uno de sus miembros. 2) Ciertos estados fsicos y mentales que el grupo social especifico (casta, clase, familia, profesin) considera asimismo como debiendo existir en todos aquellos que lo constituyen. Por consiguiente, es la sociedad, en su conjunto, y cada mbito social especifico, los que determina n ese ideal que la educacin realiza. Sin una cierta diversidad toda cooperacin resultara imposible. La educacin no es, pues, para ella ms que el medio a travs del cual prepara en el espritu de los nios las condiciones esenciales de su propia existe ncia. Llegamos, por lo tanto, a la formula siguiente: La educacin es la accin ejercida por las generaciones adultas sobre aquellas que no han alcanzado todava el grado de madurez necesario para la vida social. Tiene por objeto el suscitar y desarrollar en el nio un cierto nmero de estados fsicos, intele ctuales y morales que se exigen de l tanto la sociedad poltica es su conjunto como el medio ambiente especifico al que esta especialmente destinado.
De la definicin anterior res ulta que la educacin consiste en una socializacin metdica de la joven generacin. Se puede decir que en cada uno de nosotros existen dos seres que, aun cuando inseparables a no ser por abstraccin, no dejan de ser distintos. El uno, esta constituido por todos los estados mentales que no se refieren ms que a nosotros mismos y a los acontecimientos de nuestra vida privada: es lo que se podra muy bien denominar el ser individual. El otro, es un sistema de ideas, de sentimientos y de costumbres que expresan en nosotros, nuestra personalidad, sino el grupo o los grupos diferentes en los que estamos integrados; tales son las creencias religiosas, las opiniones y las practicas morales, las tradiciones nacionales o profesionales, las opiniones colectivas de todo tipo. Su conjunto constituye el ser social. El formar ese ser en cada uno de nosotros, tal es el fin de la educacin. No haba nada de nuestra naturaleza congnita que nos predispusiese obligatoriamente a convertirnos en servidores de divinidades, emblem as simblicos de la
sociedad, a rendirles culto, a conocer vicisitudes en honor a ellas. Es la sociedad en s que, a medida que se ha ido formando y consolidando, ha extrado de su propio ser esas ingentes fuerzas morales ante las cuales el hombre ha experimentado su inferioridad. Por consiguiente, a cada generacin, la sociedad se encuentra en presencia de un terreno casi virgen sobre el que se ve obligado a edificar partiend o de la nada. La educacin crea en el hombre un ser nuevo. En el hombre las aptitudes de todo tipo que supone la vida social son demasiado complejas para poder encarnarse, por as decirlo, en nuestros tejidos y materializarse bajo forma de predisposicin orgnica. De ah se pretende que esas aptitudes no pueden transmitirse de una generacin a otra por va genticas. Es a travs de la educacin como se lleva a cabo la transmisin. La educacin responde ante todo a necesidades sociales, es que hay sociedades en las que esas cualidades no han sido cultivadas en absoluto, y que, en cualquier caso, han sido consideradas muy diferentemente segn las sociedades. La ciencia, el espritu crtico, que hoy situamos en un pedestal, han sido durante mucho tiempo puestos en tela de juicio. En su origen, cuando la organizacin social era muy simple, muy poco variada, siempre igual a s misma, la tradicin ciega bastaba, de igual forma que el instinto le basta al animal. Incluso las cualidades que parecen, a primera vista, tan espontneamente deseables, el individuo no las busca ms que cuando la sociedad le incita a ello, y las busca en la forma en que esta se las prescribe. El hombre no es hombre ms que porque vive en sociedad. Hoy en da la moral est estrechamente vinculada a la naturaleza de las sociedades, dado que, la moral vara cuando las sociedades varan. Esto significa, por tanto, que es consecuencia de la vida en comn. Es la ciencia la que elabora las nociones cardinales que dominan nuestro pensamiento: nocione s de causa, de leyes, de espacio, de nmero, nociones de los cuerpos, de la vida, de la conciencia, de la sociedad, etc. No nos representamos al hombre, la naturaleza, las causas, el mismo espacio, tal como se los representaban en la Edad Media; esto es debido a que nuestros conocimientos y nuestros mtodos cientficos ya no son los mismos. Aprendemos todo un sistema de ideas, bien diferenciadas y clasificadas, y heredamos todo el trabajo que ha permitido establecer dichas clasificaciones y que viene a resumir siglos de experiencia. En vez de disiparse a cada vez que una generacin desaparece y queda sustituida por otra, la sapiencia humana se va acumulando sin cesar, y es esa acumulacin indefinida la que eleva al hombre por encima de las bestias y por enci ma de s mismo. Para que el legado de cada generacin pueda ser conservado y sumado a los otros, es menester que exista una personalidad moral que perdure e travs de las generaciones que se suceden, que las una las unas a las otras: y esta personalidad m oral es la sociedad.
El individuo, al optar por la sociedad, opta a la vez por s mismo. La accin que ejerce sobre l, especialmente a travs de la educacin, no tiene en absoluto por objeto y por efecto el constreirlo, disminuirlo y desnaturalizarlo, si no, muy al contrario, el de ensalzarlo y de convertirlo en un ser verdaderamente humano.
La educacin tiene, ante todo, una funcin colectiva, si tiene por meta la de adaptar al nio al mbito social en la cual est destinado a vivir, es imposible que la sociedad se desinterese de semejante coyuntura . De no estar la sociedad siempre presente y ojo avizor para obligar la accin pedaggica a desarrollarse en un sentido social, esta se pondra necesariamente al servicio de creencias particulares y, la gran alma de la patria se dividira y se reducira a una multitud incoherente de pequeas almas fragmentarias en conflicto las unas con las otras. Es indispensable que la educacin asegure entre los ciudadanos una sufic iente comunidad de ideas y de sentimientos, sino la cual no quede a merced de la arbitrariedad de los particulares. Todo cuanto es educacin debe quedar, en cierta medida, supeditado a su influencia. Lo que no viene a decir por ello que el Estado deba nece sariamente monopolizar la enseanza. Ahora bien, el hecho de que el Estado deba, en pro del inters pblico, permitir que abran sus puertas otras escuelas que aquellas cuya responsabilidad asume ms directamente, no significa que deba por ello desentenders e de lo que sucede en estas. Muy al contrario, la educacin que en ellas se imparte debe seguir sometida a su control. No es siquiera admisible que la funcin de educador pueda ser desempeada por alguien que no ofrezca las garantas especiales de las que el Estado puede ser nico juez. El papel del Estado es el de evidenciar esos principios esenciales, el de hacerlos ensear en sus escuelas, el de estar al tanto de que en lugar alguno los nios lo ignoren, el de que en todas partes se hable de ellos con el respeto que le es debido. La escuela no puede ser instrumento de un partido, y el maestro falta a todos sus deberes cuando usa de la autoridad que le es otorgada para arrastrar a sus alumnos a comulgar con sus prejuicios personales, por muy justificados q ue le puedan parecer estos. La accin por ejercer ser tanto ms prudente que resultara menos agresiva y menos violenta y que sabr mantenerse mejor dentro de los lmites prudenciales.
Cmo y en qu medida la educacin puede ser eficaz? En la medida en que dichas tendencias tienen un objeto definido, en que predisponen el espritu y el carcter a adoptar
modos de actuar y de pensar estrechamente determinado, todo el futuro del individuo se halla fijado por adel antado, y limitado campo de accin le queda a la educacin. Pero las predisposiciones innatas son en el muy generales y muy vagas. El nio heredaba a veces una tendencia muy acentuada hacia un acto determinado como, por ejemplo, el suicidio, el robo, el crimen, el fraude, etc. Pero lo que si se hereda es un cierto desequilibrio mental que torna al individuo ms refractario a una conducta ordenada y disciplinada. Lo que el nio recibe de sus padres son aptitudes muy generales: una determinada fuerza de atencin, cierta dosis de perseverancia, un juicio sano, imaginacin, etc. Es considerable el margen entre las cualidades naturales y la forma especifica que deben adoptar para ser utilizadas en la vida. Para dar una idea de lo que constituye la accin educacional y mostrar su fuerza, un psiclogo contemporneo, Guyau, la ha comparado con la sugestin hipntica, y no va desencaminado en su comparacin. Supone dos condiciones: 1) el sujeto hipnotizado se caracteriza por su pasividad excepcional, la mente queda prcticamente en blanco, la voluntad esta como paralizada. Por consiguiente, la idea surgida, al no tener que enfrentarse con ninguna idea opuesta, puede instalarse con un mnimo de resistencia. 2) sin embargo como el vacio no es nunca total, es menester, adems, que la idea se beneficie a travs de la sugestin propiamente dicha de una fuerza de accin especial. Para ello, hace falta que se le hable con tono de mando, con autoridad. Cuanto ms en contraposicin con el temperamento natural del hipnotizado est la sugestin, tanto ms imperativo deber ser el tono utilizado. Y estas condiciones se reflejan en las relaciones que sostiene el educador con el educando sometido a su accin. 1) El nio se halla naturalmente en un estado de pasividad. Su conciencia no encierra todava ms que un reducido nmero de representaciones capaces de luchar contra las que le son sugeridas; su voluntad es aun rudimentaria y, por tanto, resulta fcilmente sugestionable. Por esa misma razn, es muy accesible a la influencia del ejemplo, muy propenso a la imitacin. 2) el ascendiente que el maestro tiene naturalmente sobre su alumno, debido a la superioridad de su experiencia y se su saber, prestara naturalmente a su accin la fuerza eficiente que le es necesaria. Muy lejos de sentirnos desalentados ante nuestra impotencia, tenemos ms bien motivos para sentirnos asustados ante la amplitud de nuestro poder. Si tanto los educadores como los padres estuviesen impuestos, de manera mas constante, de que todo lo que sucede ante el nio deja en el alguna huella, que tanto su manera de ser como su carcter dependen de esos millares de pequeas acciones imperceptibles que se desarrollan a cada momento y a las cuales no prestan atencin debido ju stamente a su aparente insignificancia, con cunto ms esmero hablaran y actuaran! La educacin no puede alcanzar altas metas cuando es impartida de forma desordenada, brusca e intermitente. En cambio, cuando la educacin se ejerce pacientemente y de forma continuada, cuando no busca xitos inmediatos y espectaculares, sin dejarse desviar pro incidentes exteriores y las circunstancias
adventicias, dispone de todos los medios necesarios para dejar profundas huellas en las almas. Debe de ser ente de autoridad. Tiene como objeto el superponer, al ser individual y asocial que somos al nacer, un ser totalmente nuevo, convirtindose el da de maana en hombre. Para aprenderle a constreir su egosmo natural, a subordinarse a fines ms elevados, a someter sus deseos al dominio de su voluntad, a circunscribirlos dentro de los limites lcitos, es menester que el nio ejerza sobre di mismo una fuerte contencin. Ahora bien, no nos constreimos, no nos dominamos ms que en aras de una u otra de las dos razones siguientes: bien sea por obligacin de orden fsico, bien sea por obligacin de orden moral. Para el nio no est en estrecho contacto con las duras realidades de la vida que hacen que dicha actitud sea imprescindible. Hace falta que ya est formado para cuando tenga que enfrentarse en serio con ella. El nio no puede conocer el deber ms que a travs de sus maestros o de sus padres; no puede saber en qu consiste ms que segn la manera en que se la revelan, por lo que dicen y por su forma de actuar. Lo que equivale a decir que la autoridad moral es la cualidad principal del educador porque es a travs de la autoridad que simboliza que el deber es el deber. El educador debe demostrar que tiene carcter, pues la autoridad implica confianza y el nio no otorgara su confianza a alguien que se mostrase dubitativo, que tergiversase o se volviese atrs en sus decisiones. Lo que importa es que esa autoridad de la que se debe dar prueba patente, el educador la sienta realmente en su fuero interno. No desde el exterior sino de s mismo, de un ntimo convencimiento. Ha ce creer en su labor y en lo trascendental de su cometido. El tambin, es el rgano de una insigne persona moral que le es superior: la sociedad. El es el intrprete de las grandes ideas morales de su poca y de su pas. La libertad es fruto de la autoridad bien entendida, ser libre no consiste en hacer todo lo que uno se le antoja; ser libre es ser dueo de s mismo, es saber actuar razonablemente y cumplir con su deber. Y es, precisamente, a dotar al nio de ese dominio sobre s mismo que la autoridad del educador debe tender. La autoridad del maestro es tan solo una faceta de la autoridad del deber y de la razn. Por consiguiente, el nio debe estar ejercitado a reconocerla en la palabra del educador y someterse a su ascendiente: con esa condicin sabr, ms tarde, volver a hallarla en su conciencia y a remitirse a ella.