Poder y Ceremonia en Los Califatos Del Occidente Islámico
Poder y Ceremonia en Los Califatos Del Occidente Islámico
Poder y Ceremonia en Los Califatos Del Occidente Islámico
Maribel Fierro**
CCHS-CSIC (Madrid)
RESUMEN
En este artículo se pasa revista a algunos aspectos relativos a las ceremonias de los califatos
del Occidente islámico, tales como la ausencia de corona, los ceremoniales (o falta de ellos)
seguidos en las proclamaciones califales, la práctica de besar la mano, las construcciones, los
regalos y las insignias de poder.
PALABRAS CLAVE: califatos del occidente islámico, ceremonias, corona, proclamaciones califales,
besar la mano, construcciones, regalos, insignias de poder.
ABSTRACT
«Pomps and Ceremonies in the Caliphates of the Islamic West (Tenth to Fifteenth Centu-
ries)». In this article, some aspects regarding the caliphal ceremonies of the Islamic West are
analyzed, such as the absence of crowns, the ceremonial (or lack of it) in the caliphal proc-
lamations, the practice of kissing the hand, the buildings where the ceremonials take place,
Durante la batalla de Simancas del año 327/9391, que acabó en una humi-
llante derrota para el califa cordobés ,Abd al-Rahman III, los cristianos —nos dice
Ibn Hayyan— se apoderaron de sus insignias de poder (al-alat al-sultaniyya), así
como de su ejemplar del Corán, que tardó un tiempo en recuperar2.
No es mucho lo que sabemos de esas insignias omeyas3. De ellas debía de
formar parte la bandera llamada del Águila (,alam al-,uqab), adoptada en una cam-
paña militar anterior (la de Osma) y llamada como una de las banderas del Profeta4.
Tal vez formaba parte del botín de los cristianos —además del real y de las armas—
* Agradezco a los organizadores del XIX Seminario del CEMYR y muy especialmente a
María Arcas Campoy su amable invitación a participar en él. También a Susana Calvo Capilla sus
útiles comentarios.
** Fecha de recepción: 15-06-2009.
1
Se da siempre una doble fecha: la primera corresponde al calendario musulmán, la segun-
da al cristiano.
2
P. CHALMETA, «Simancas y Alhandega», Hispania 36 (1976), pp. 359-444, pp. 369-70
(citando Ibn Hayyan, Muqtabis V).
3
Véase al respecto M. MEOUAK, «Représentations, emblèmes et signes de la souveraineté
olitique des Umayyades d’al-Andalus d’après les textes arabes «, Acta Orientalia 56 (1995), pp. 78-105.
4
IBN HAYYAN, Muqtabis, vol. V, ed. P. CHALMETA, F. CORRIENTE y M. SOBH, Madrid, Insti-
tuto Hispano-Árabe de Cultura-Facultad de Letras, Rabat, 1979; trad. Federico CORRIENTE y María
Jesús VIGUERA, Zaragoza: Anubar / Instituto Hispano-Árabe de Cultura, 1981, pp. 334-250.
5
Tal y como se describe en la contribución de María José Álvarez Faedo en este Seminario.
6
The history of the conquest of Egypt, North Africa and Spain: known as the Futuh Misr of Ibn
Abd al-Hakam, edited from the manuscripts in London, Paris and Leyden by Charles C. Torrey,
New Haven, Yale University Press, 1922, p. 210.
7
IBN HABIB, Kitab al-Ta’rij = La historia, ed. Jorge AGUADÉ, Madrid, CSIC/IHAC, 1991,
pp. 137-8, núm. 396. Véase también al-Imama wa-l-siyasa en IBN AL-QUTIYYA, Historia de la con-
quista de España de Abenalcotía el Cordobés: seguida de fragmentos históricos de Abencotaiba, traduc-
ción de Julián Ribera y Tarragó, Madrid, Tipografía de la «Revista de Archivos», 1926, pp. 122-106.
8
IBN HABIB, Kitab al-Ta’rij, p. 140, núm. 403; véase también sobre esta leyenda J. HERNÁN-
DEZ JUBERÍAS, La península imaginaria: mitos y leyendas sobre al-Andalus, Madrid, CSIC, 1996, pp.
194-208.
9
IBN HABIB, Kitab al-Ta’rij, p. 147, núm. 427.
10
O. GRABAR, «The Umayyad Dome of the Rock in Jerusalem», Ars Orientalis, III (1959),
pp. 33-62; idem, The formation of Islamic art, New Haven/London: Yale University Press, 1973, pp.
92-103; traducción española La formación del arte islámico, Madrid, Cátedra, 1981, segunda edi-
ción, pp. 87-109.
11
Véanse ejemplos en http://users.rcn.com/j-roberts/ars.htm y http://www.islamic-
awareness.org/History/Islam/Coins/dinar3.html. Véase también M. BROOME, A Handbook of Islamic
Coins, Londres, Seaby, 1985, p. 4 y ss; y p. 13. Debo esta información a Salvador Peña.
12
Ajbar maymu,a (Colección de tradiciones). Crónica anónima del XI, ed. y trad. E. LAFUENTE
ALCÁNTARA, Madrid, 1867, pp. 20-32; M. FIERRO, La heterodoxia en al-Andalus durante el periodo
omeya, Madrid, Instituto Hispano-Árabe de Cultura, 1987, pp. 17-8.
pompas y ceremonias en el ámbito del poder político y religioso se pueden contar con
los dedos de una mano y consisten sobre todo en artículos de revista17. Este panorama
está cambiando en los últimos años, tal y como muestran dos monografías. La prime-
ra, publicada en 1994, es el estudio de Paula Sanders sobre el ceremonial fatimí, de
13
M.J. KISTER, «‘Do not assimilate yourselves...’: La tashabbahu», with an Appendix,
Jerusalem Studies in Arabic and Islam 12 (1989), pp. 321-71. En al-Andalus esta preocupación se
trasluce claramente en la obra de IBN WADDAH (m. 287/900), Kitab al-bida, (Tratado contra las inno-
vaciones), ed. y trad. M. FIERRO, Madrid, CSIC, 1988.
14
El estudio más reciente sobre la forma de vestirse los árabes pre-islámicos es el de P.
CRONE, «’Barefoot and naked’: what did the Bedouin of the Arab conquests look like?», Muqarnas
25 (2008), pp. 1-10.
15
W. BJÖRKMAN, «tulband», Encyclopaedia of Islam, second edition.
16
W. BJÖRKMAN, «tadj», Encyclopaedia of Islam, second edition.
17
Además de los dedicados al Occidente islámico citados a lo largo de este trabajo, los
estudios clásicos son los de Oleg Grabar, «Notes sur les cérémonies umayyades», en M. ROSEN-
AYALON (ed.), Studies in memory of Gaston Wiet, Jerusalén, 1977, pp. 51-60; D. SOURDEL, «Questions
de cérémoniale abbaside», Revue d’Études Islamiques (1960), pp. 121-48; M. CANARD, «Le cérémonial
fatimite et le cérémonial byzantin: essai de comparaison,» Byzantion 21 (1951), pp. 355-420 [reed.
en Byzance et les musulmans de Proche Orient (London, Variorum Reprints, 1973)].
2. LOS CALIFATOS
DEL OCCIDENTE ISLÁMICO
18
P. SANDERS, Ritual, Politics and the City in Fatimid Cairo, Albany, State University of New
York Press, 1994.
19
J. DAKHLIA, Le divan des rois. Le politique et le religieux dans l’islam, Paris, Aubier, 1998.
20
Disponemos de dos excelentes estudios llevados a cabo por H. HALM, The Empire of the
Mahdi: The Rise of the Fatimids, trad. M. BONNER, Leiden, Brill, 1996 y Die Kalifen von Kairo: die
Fatimiden in Ägypten 973-1074, Munich, Beck, 2003.
21
G. MARTINEZ-GROS, L’idéologie omeyyade. La construction de la légitimité du Califat de Cordoue
(Xe-XIe siècles), Madrid, Casa de Velázquez, 1992; J. SAFRAN, The Second Umayyad Caliphate. The
articulation of caliphal legitimacy in al-Andalus, Cambridge, Mass. / London, Harvard University Press,
2000; M. FIERRO, «La política religiosa de ,Abd al-Rahman III», Al-Qantara XXV (2004), pp. 119-156.
22
El estudio más reciente es el de M.D. ROSADO LLAMAS, La dinastía hammudí y el califato
en el siglo XI, Málaga, Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga, 2008. Véase también S. PEÑA
y M. VEGA, «The Qur,anic symbol of fish on Hammudid coins: al-Khadir and the holy geography of
the Straits of Gibraltar», Al-Andalus Magreb 13 (2006), pp. 269-84.
23
Ambrosio H. MIRANDA, Historia política del imperio almohade, 2 vols., Tetuán, 1956-7;
reed., con estudio preliminar de E. MOLINA LÓPEZ y V. OLTRA, 2 vols., Granada, Universidad de
Granada, 2000; M. FIERRO, «Las genealogías de ,Abd al-Mu,min, primer califa almohade», Al-Qantara
XXIV (2003), pp. 77-108.
24
El estudio que sigue siendo indispensable es el de R. BRUNSCHVIG, La Berbérie orientale
sous les Hafsides, des origines à la fin du XVe siècle, 2 vols., París, Maisonneuve, 1940-1947.
3. CEREMONIAS
DE ACCESO AL PODER29
Los primeros que le juraron fueron sus tíos paternos ... los cuales vinieron a verle
con mantos y túnicas exteriores blancas, en señal de luto. Siguieron a éstos los
hermanos de su abuelo ... de los cuales fue Ahmad el que tomó la palabra y el que,
después de jurarlo, lo alabó diciendo: «¡Por Dios! Sabedor de lo que hacía te esco-
gió Dios para gobernarnos a todos, altos y bajos. Yo esperaba esto del favor que
25
HILAL B. AL-MUHASSIN B. IBRAH I M AL-SABI, Rusum dar al-khilafah (The rules and regulations
of the Abbasid court), trad. E. A. SALEM, Beirut: American University of Beirut, 1977; la edición árabe
es de M. ,AWWAD, Bagdad, 1964.
26
Sobre el cual versa la contribución de Panayotis Yannopulos en este Seminario.
27
MEOUAK, «Représentations, emblèmes et signes de la souveraineté politique des Umayyades
d’al-Andalus», p. 79.
28
M. BARCELÓ, «El califa patente: el ceremonial omeya de Córdoba o la escenificación del
poder», Estructuras y formas del poder en la historia, Salamanca, 1991, pp. 51-71; reed. en El salón de
,Abd al-Rahman III, Córdoba, 1995, pp. 155-175 y en El sol que salió por Occidente. Estudios sobre el
estado omeya en al-Andalus, Universidad de Jaén, 1997, pp. 137-162. Una traducción inglesa fue
publicada en M. MARÍN (ed.), The Formation of al-Andalus. Part 1: History and Society, Ashgate,
Variorum, 1998, pp. 425-56.
29
Adopto las categorías de ceremonias mencionadas por José Manuel Nieto Soria en su
contribución en este Seminario, si bien sólo prestaré atención a algunas de ellas.
30
La tribu del Profeta Muhammad y también de los omeyas. Era por ser contríbulos del
Profeta que los omeyas podían reclamar parentesco con él, parentesco que no alcanzaba, sin embar-
go, el grado de cercanía del que podían vanagloriarse los fatimíes, descendientes directos del Profeta
a través de su hija Fátima y de su primo ,Ali. La cuestión genealógica será uno de los ámbitos de
enfrentamiento entre omeyas y fatimíes.
31
Es decir, los clientes omeyas quienes constituían el principal grupo de apoyo de la dinas-
tía: D. OLIVER, «Sobre el significado de mawlà dentro de la historia de al-Andalus», Al-Qantara XXII,
2001, pp. 321-344.
32
El zalmedina de Córdoba cumplía funciones parecidas a las del prefecto de la ciudad
bizantino. El sahib al-surta al-,ulya era el prefecto de la policía superior y el sahib ahkam al-suq era
el encargado de la vigilancia en el zoco o zabazqoue.
33
Es decir, a los gobernadores de las provincias o coras.
34
El chambelán.
35
Personas de confianza.
36
Gobernadores militares.
,Ali b. Hammud fue proclamado califa en la Bab al-Sudda del Alcázar de Córdoba el
lunes a 7 días del final de muharram del año 407/2 de julio de 1016, al día siguiente
de llegar para vengar a Hisam al-Mu,ayyad y nadie faltó a su proclamación. Según
su categoría, las gentes se fueron acercando hacia él y, según su rango, le iban
presentando sus respetos, ofreciéndole discursos redactados a las mil maravillas.
,Ali tomó ese día como laqab [apodo] sultánico el nombre de al-Nasir li-din Allah,
un laqab que ya habían llevado Abu Ahmad ibn al-Mutawakkil el ,abbasí, en Orien-
te, y ,Abd al-Rahman b. Muhammad, aquí40.
37
Crónica Anónima de al-Nasir, ed. y trad. E. LÉVI-PROVENÇAL y E. GARCÍA GÓMEZ, Ma-
drid-Granada, 1950, pp. 91-5. He adaptado la transliteración del árabe a la seguida en este artículo.
38
M. FIERRO, «Sobre la adopción del título califal por ,Abd al-Rahman III», Sharq al-Andalus
VI (1989), pp. 33-42.
39
Crónica anónima, p. 153. La cuestión de las fórmulas utilizadas en la redacción de docu-
mentos es analizada en la contribución de Pilar Díez de Revenga Torres en este Seminario.
40
La traducción está tomada de R. LLAMAS, La dinastía hammudí y el califato en el siglo XI, p.
246 (la cita de Ibn Hayyan procede de la Dajira de Ibn Bassam). Lo que aparece entre corchetes es mío.
41
Veremos en el apartado 7 infra cómo Almanzor fue desplazando del gobierno y del poder
al califa omeya Hisam II, política ésta que llevó a su extremo su hijo ,Abd al-Rahman Sanchuelo con
nefastas consecuencias, pues el camino por él emprendido condujo a la abolición del califato omeya
de Córdoba.
42
Se trata del pasadizo cubierto que unía el alcázar cordobés con el recinto reservado al
emir o califa en la mezquita.
43
La traducción está tomada de R. LLAMAS, La dinastía hammudí y el califato en el siglo XI, p.
242 (la cita de Ibn Hayyan procede de la Dajira de Ibn Bassam); un episodio parecido en p. 245. Lo
que aparece entre corchetes es mío.
acordaron deponer a Hisam y pregonaron la completa abolición (ibtal) del califato ...
Expulsaron a los omeyas y a los restantes descendientes de al-Nasir. Así Córdoba
volvió a la administración de los visires y se abandonó la invocación en nombre de
alguien ... Los visires y la gente (al-nas) pasaron la noche en la Mezquita deliberando
para terminar con el asunto de Hisam. Acordaron apresurarse a expulsarle a la forta-
leza (sajra) de Mahmud b. al-Saraf y asegurar su salvación. A eso se limitaron, sin
recoger su firma para la deposición, ni testificar su incapacidad para gobernar como
califa ni la abolición de los lazos de fidelidad que le unían a él, según se acostumbra-
ba. Dios hizo que se olvidaran de eso, bien por descuido, bien por olvido...45.
MARIBEL FIERRO 136
4. BESAR LA MANO46
Una versión del relato sobre el asesinato del hijo de Musà b. Nusayr, en vez
de hablar de coronas, afirma que su esposa le insistió para que sus súbditos se
prosternasen ante él. ,Abd al-Aziz b. Musà habría hecho entonces construir una
pequeña puerta que daba entrada a la sala en que tenían lugar las audiencias, para
que de esa manera su esposa creyese que sus súbditos le rendían pleitesía. Esta
decisión no fue aceptada por los comandantes militares, quienes tomaron la deci-
sión de darle muerte47.
44
La traducción está tomada de R. LLAMAS, La dinastía hammudí y el califato en el siglo XI,
pp. 262-3 (la cita de Ibn Hayyan procede de la Dajira de Ibn Bassam).
45
La traducción está tomada de R. LLAMAS, La dinastía hammudí y el califato en el siglo XI,
pp. 268-9. La cuestión de la abolición del califato ha sido analizada por D. WASSERSTEIN, The caliphate
in the West. An Islamic Political Institution in the Iberian Peninsula, Oxford, Clarendon Press, 1993;
cf. mi reseña «On political legitimacy in al-Andalus. A review article [WASSERSTEIN, D., The caliphate
in the West y SCALES, P., The fall of the caliphate of Córdoba]», Der Islam 73 (1996), pp. 138-150.
46
Preparo un estudio más extenso sobre esta práctica.
47
FIERRO, Heterodoxia, p. 17, nota 2, citando Ibn ,Idari e Ibn al-Atir.
5. LA DISPOSICIÓN CEREMONIAL
EN TORNO AL CALIFA
48
JUAN, abad de San Arnulfo, Vida de San Juan de Gortz: La Embajada del Emperador de
Alemania Otón 1 al califa de Córdoba Abderrahmán III, trad. A. PAZ y MELÍA, Boletín de la Academia de
Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes X, num. 33 (1931), 123-150 (255-282: tiene doble paginación),
p. 147.
49
L. BARIANI, Almanzor, San Sebastián, Nerea, 2002, pp. 122 y 157.
50
IBN ,ABD RABBIHI, The unique necklace, vol. II, trad. Issa J. Boullata, revisión por T.
DEYOUNG, Reading, Garnet Publishing, 2009, pp. 4-5, donde también se menciona también la
postura contraria (y minoritaria), es decir, la de quienes se oponían a la práctica de besar la mano al
gobernante.
51
BRUNSCHVIG, La Berbérie orientale, II, 39 y I, 211-2, 259.
52
J.F.P. HOPKINS, «The Almohade hierarchy», Bulletin of the School of Oriental and African
Studies 16 (1954), pp. 91-112, reproducido en idem, Medieval Muslim government in Barbary until
the sixth century of the hijra, Londres, 1958.
6. SALONES LABRADOS
A MARAVILLA
MARIBEL FIERRO 138
Los califas se preocuparon todos ellos por construir palacios fastuosos con
salones de recepción hechos para despertar el asombro y la admiración de los que
eran allí admitidos, pero también de quienes oían hablar de ellos. Hay una famosa
descripción de lo que algunos autores identifican como uno de los salones de Madinat
al-Zahra’ que nos ilustra —ante todo— sobre la forma de representar lo que debía
ser el entorno físico en el cual debían tener lugar las ceremonias palaciegas:
En el alcázar construyó [‘Abd al-Rahman III] un salón llamado Maylis al-jilafa cu-
yos muros y techo eran de oro y mármol muy grueso, de color purísimo y de
distintos tipos. En el centro de este prodigioso salón estaba la perla que le había
regalado León, rey de Constantinopla, y sus tejas eran de oro y plata. En medio del
salón había un gran estanque lleno de mercurio y a cada uno de los lados de la
estancia se abrían ocho puertas con arcos de marfil y ébano guarnecidos de oro y
diversas piedras preciosas que se apoyaban en columnas de mármol de colores y
cristal puro. El sol, al atravesar esas puertas, bañaba con sus rayos el techo y las
53
BARCELÓ, «El califa patente: el ceremonial omeya de Córdoba o la escenificación del
poder», artículo citado en la nota 28.
Los elementos presentes en este relato se pueden interpretar como una for-
ma de calcar aspectos centrales de la descripción del Paraíso, tal y como he expuesto
en otro lugar55. Lo mismo se puede decir del relato de la embajada cristiana a Madinat
al-Zahra’ recogido por el místico Muhyi l-din Ibn ‘Arabi, en el que se narra lo si-
guiente:
7. OCULTACIÓN Y SEPARACIÓN
54
Dikr bilad al-Andalus, ed. y trad. L. MOLINA, 2 vols., Madrid, 1983, texto árabe 164,
trad. 174. Sobre la simbología paradisiaca en esta y otras descripciones, véase M.J. RUBIERA, La
arquitectura en la literatura árabe: datos para una estética del placer, Madrid, Editora Nacional, 1981.
55
M. FIERRO, «Madinat al-zahra’, el Paraíso y los fatimíes», Al-Qantara XXV (2004), pp.
299-327.
56
F. DE LA GRANJA, «A propósito de una embajada cristiana en la corte de ‘Abd al-Rahman
III», Al-Andalus XXXIX (1974), pp. 391-406, p. 393.
57
IBN HABIB, Kitab wasf al-firdaws, Beirut, 1407/1987, trad. y estudio por J.P. MONFERRER
SALA, Granada, 1997, núms. 129, 245.
Fue en esta época que hizo levantar el muro que lo circundaba [el palacio del
califa], que hizo cavar el foso que lo rodeaba por ambos lados y que abrió [en el
muro] puertas aseguradas con guardias y con porteros de noche, a los que situó en
todos los accesos de entrada y salida. Privó al califa de toda aparición pública y
colocó en los lugares donde se accedía al califa a quien impedía que le llegara
noticia alguna o cualquier asunto sin la autorización de Ibn Abi ,Amir. Si se ponía
la mano sobre alguna persona en el acto de superar esta barrera disponía rápida-
mente de ella y le aplicaba un castigo ejemplar. Sus noticias sobre este proceder son
muy amplias, sólo a manera de resumen señalar que Ibn Abi ,Amir llegó a un límite
que nunca alcanzó nadie de los que llegó a dominar a un califa, porque él se apo-
deró del gobierno de forma total y mantuvo al califa en su puño, y se llegó a que el
califa no llevara a cabo ningún asunto por sí mismo ni en su palacio ni con las
mujeres que dependían de él ... si no era con el consentimiento y conocimiento de
Ibn Abi ,Amir, que situó a un hombre de su confianza como encargado del palacio
del califa. De este hombre hizo un espía de quien era el origen de todo el poder y
no le escondía nada de sus movimientos y de sus palabras59.
La progresiva separación de los emires omeyas del resto de las elites árabes
se refleja en la introducción de un recinto especial reservado al gobernante, la maqsura,
en la mezquita. Fue en época del emir Muhammad I (r. 238/852-273/886) cuando
se nos dice que se cerró en la mezquita de Córdoba un lugar reservado al emir. Su
hijo y sucesor al-Mundir (r. 273/886-275/888) enlazó el alcázar con la mezquita
mediante ese pasadizo cubierto, llamado sabat, que permitía al emir entrar de for-
ma directa y privada al templo, otro indicio de que el emir intentaba evitar en la
medida de lo posible su exposición más allá de su entorno inmediato. Ya en época
califal, al-Hakam II (r. 961-76) ordenó que se construyese un nuevo recinto para el
califa (maqsura), erigiendo en su entrada una pantalla de llamativos arcos polibulados
58
S. GUTHRIE, Arab social life in the Middle Ages: an illustrated study, Londres: Saqi books,
1995, p. 58.
59
X. BALLESTÍN, Al-Mansur y la dawla ,amiriya: una dinámica de poder y legitimidad en el
occidente musulmán medieval, Barcelona, Universitat, 2004, pp. 198-9.
60
Sobre el uso de esas cortinas en al-Andalus, véase Susana Calvo Capilla, «Los símbolos de
la autoridad emiral (138/756-300/912): Las mezquitas aljamas como instrumento de islamización y
espacio de representación», Actas de la XVI Edición del Aula Hernán Ruiz, editadas por Alfonso Jiménez,
núm. 9. Sevilla, 2009, en prensa (nota 84).
61
GUTHRIE, Arab social life, p. 59, citando la obra sobre ceremonias cortesanas de los abbasíes.
8. CEREMONIAS DE VICTORIA:
EL PODER EN MOVIMIENTO
62
AL-JUSANI, Ajbar al-fuqaha, wa-l-muhadditin, ed. L. AVILA y L. MOLINA, Madrid, 1992,
núm. 65 e idem, Qudat Qurtuba, ed. y trad. J. RIBERA, Madrid, 1914, pp. 180/222-3; ,IYAD, Tartib
al-madarik li-ma,rifat a,lam madhab Malik, varios editores, 8 vols., Rabat, ...-1983, IV, p. 452.
63
HUICI, Historia política, I, p. 333.
64
HUICI, Historia política, I, p. 347.
65
E. GARCÍA GÓMEZ, «Armas, banderas, tiendas de campaña, monturas y correos en los
Anales Palatinos de al-Hakam II por Isa al-Razi», Al-Andalus 32 (1967), pp.163-79.
66
HUICI, Historia política, I, p. 349.
de manera que cuando del quinto califa almohade al-Mustansir (m. 620/1224) se
diga que su reinado señaló «el final de la grandeza de la dinastía almohade», ello será
así porque el califa no había manifestado su presencia fuera de los estrechos límites
de su capital68.
El ceremonial que marca las llegadas y despedidas de los califas y el clamor
popular que las acompaña son minuciosamente descritos por los cronistas, descrip-
ciones en las que se deja constancia de los distintos grupos presentes en las ceremo-
nias, así como de la distribución de bienes y donativos. El cronista oficial almohade
Ibn Sahib al-salat es quien mejor describe —tal y como nos dice Marín— la interac-
67
Todo esto está tomado de J. DAKHLIA, «Dans la mouvance du prince: la symbolique du
pouvoir itinérant au Maghreb», Annales ESC 3 (1988), pp. 735-760.
68
M. MARÍN, «El califa almohade, una presencia activa y benéfica», P. CRESSIER, M. FIERRO
y L. MOLINA (eds.), Los almohades: problemas y perspectivas, Madrid: CSIC/Casa de Velázquez, 2005,
pp. 451-76. Un reciente estudio relacionado es el de M. GHROUIRGATE, «Quelques remarques sur le
cérémonial califal almohade», P. SÉNAC (ed.), Le Maghreb, al-Andalus et la Méditerranée occidentale
(VIIIe-XIIIe siècles), CNRS-Université de Toulouse-Le Mirail, 2007, pp. 285-307.
Ese día, el Califa al-Mustansir bi-llah, para recibir las felicitaciones según la cos-
tumbre, se sentó en el trono, en el Salón oriental que da sobre los jardines, encima
de la Azotea alargada de arriba, y se celebró la más solemne, pomposa y mejor
ordenada de las recepciones, ya que tenía lugar después de la general alegría por la
victoria contra Hasan ibn Guennun al-Hasani70, por la presencia de éste en Córdoba
para proclamar su obediencia y porque con todo ello se extendía la soberanía del
Califa en tierras de Berbería ... Durante ella se levantaron los oradores y los poetas,
para improvisar y recitar abundante, larga y acertadamente. Entre lo mejor que
recitaron aquel día los poetas figura lo que dijo el más calificado de entre ellos,
Tahir ibn Muhammad al-Bagdadi, conocido por al-Muhannad, en una larga poesía a
la que pertenecen estos versos:
69
La función política de la poesía es analizada por Vicenç Beltrán Pepio en su contribución
a este Seminario.
70
Miembro de los príncipes norteafricanos idrisíes, de los que formaban parte también los
hammudíes. Aliado durante un tiempo a los fatimíes, acabó por pasarse a los omeyas, si bien poste-
riormente será exiliado fuera de al-Andalus.
71
IBN HAYYAN, Anales palatinos del califa de Córdoba al-Hakam II, por ‘Isa ibn Ahmad al-
Razi, traducción de un ms. árabe de la Real Academia de la Historia por E. GARCÍA GÓMEZ, Madrid,
Sociedad de Estudios y Publicaciones, 1967, pp. 197-8.
72
S.P. STETKEVYCH, The poetics of Islamic legitimacy: myth, gender, and ceremony in the classical
Arabic ode, Bloomington, Indiana University Press, 2002, pp. 241-282.
73
T. GARULO, «La poesía de al-Andalus en época almohade», Música y poesía. El Legado
andalusí, Barcelona, 1995, pp. 149-160.
74
M. FIERRO, «The movable minbar in Cordoba: how the Umayyads of al-Andalus claimed
the inheritance of the Prophet», Jerusalem Studies in Arabic and Islam, 33 (2007), pp. 149-168.
75
STETKEVYCH, The poetics of Islamic legitimacy, p. 273.
Los califas no eran generosos tan sólo con los poetas que los ensalzaban. Lo
eran —sobre todo— con sus servidores para recompensar sus servicios y con sus
aliados para asegurarse su fidelidad. De esta última dinámica tenemos numerosos
testimonios —estudiados por Xavier Ballestín— en relación con la política norte-
africana en época omeya y sobre todo bajo Almanzor. Almanzor, en efecto, se esfor-
zó —mediante una política bien medida de hospitalidad y dones— en que los
beréberes que viajaban a Córdoba estuviesen de acuerdo en ser integrados en la
administración omeya (diwan). Esa integración era ventajosa para todos y se forma-
lizaba mediante la investidura de autoridad (jil,a), haciendo uso de una de las pre-
rrogativas del califa, la delegación de su autoridad en sus gobernadores, funciona-
rios y ministros. La investidura y el cargo que iba asociado a ella se materializaba en
la entrega de ricas vestiduras de seda y brocado bordadas en la fábrica real (tiraz)76.
En este contexto, el recibir como obsequio una túnica de seda azul con bordados de
oro en las mangas, o recibirla con bordados en mangas, cuello y bordes iba mucho
más allá de una cuestión estética, sino que obedecía a que cada vestido correspon-
día a una dignidad dentro de la jerarquía de autoridad del estado. Durante la gue-
rra contra ese príncipe idrisí, cuya derrota fue objeto de la celebración en la Fiesta
de la Ruptura del Ayuno anteriormente mencionada, se hizo un considerable es-
fuerzo para apartar de él a los jefes de las tribus beréberes y ganarlos para los omeyas,
integrándolos en la jerarquía de autoridad del sultán de Córdoba. Para los jefes eso
significaba que su autoridad como responsables de sus grupos tribales se veía re-
frendada por el propio califa, para el califa implicaba que estos jefes se convertían
en agentes de su autoridad en el Magreb. A lo largo de este proceso, los envíos de
MARIBEL FIERRO 146
regalos que se distribuían como jil,a en el Magreb fueron constantes. Entre estos
obsequios había no sólo los tejidos y vestimentas bordados, sino también turbantes,
joyas, espadas, monturas y piezas de monedas. Como dice Ballestín, su «distribu-
ción exigía un perfecto conocimiento de la situación, poder y jerarquía de cada uno
de los jefes tribales en el Magreb, tanto en el ámbito de las distintas confederacio-
nes tribales como en el de la propia tribu de que formaba parte el jefe investido con
objetos de jil,a. Si la persona a quien se encargó de supervisar esta labor fue Almanzor,
la conclusión que se sigue de ello es que debía tener una percepción muy acentuada
y completa de la autoridad, dignidad, rango y poder de todos y cada uno de los
jefes beréberes con los cuales tuvo que tratar. Si esta percepción no hubiera existido
en la persona de Almanzor, éste no habría podido distribuir objetos de jil,a entre
los jefes beréberes sin ofenderlos ni suscitar cuestiones de protocolo y jerarquía de
autoridad77.
76
Una visión de conjunto sobre esta práctica en S. GORDON (ed.), Robes and honor. The
Medieval world of investiture, New York: Palgrave, 2001, con capítulos dedicados a los abbasíes y a los
fatimíes.
77
BALLESTÍN, Al-Mansur y la dawla amiriyya, pp. 58-9, 137-8, 151-2.
Este mismo Ziri b. ,Atiyya hizo llegar ricos presentes a Almanzor en el año
384/994:
El regalo llegó a presencia de Ibn Abi ,Amir de forma sucesiva y escalonada, en una
disposición y orden perfectos. Lo que más llamó la atención [de los que pudieron
contemplarlo] fue lo siguiente: doscientos caballos de las más pura raza y sangre de
la caballería, entre los que destacaban veinte ejemplares de caballerías con estribos,
que descendían directamente de animales de belleza y formas inigualables, cin-
cuenta cargas de equipo militar digno de aquellos que ejercen la autoridad, que
entre escudos de la piel del antílope lamt y lanzas de acero de la India había un
número enorme. Había otras cosas entre estos obsequios, que iban rodeados de
especies de animales de constitución inusual, que la gente jamás había visto, entre
ellos había un pájaro que hablaba con elocuencia, de voz maravillosa y de aspecto
y constitución extraordinarios, un toro almizclero y un tigre de maravillosa consti-
tución y enorme de cuerpo. Con todo esto había una jirafa, que Ziri deseaba
ardientemente que llegara viva. La recibieron de él y se hicieron cargo de que
78
BALLESTÍN, Al-Mansur y la dawla amiriyya, p. 168, citando Mafajir al-barbar.
79
BALLESTÍN, Al-Mansur y la dawla amiriyya, p. 185, citando los Mafajir al-barbar.
80
BALLESTÍN, Al-Mansur y la dawla amiriyya, p. 186.
Por lo que respecta al trono, los términos árabes para trono son ,ars y kursi.
Este último es un término coránico que hace referencia al trono de Dios que engloba
tanto el cielo como la tierra, así como al trono de Salomón. Cuando se utiliza en
relación con gobernantes se entiende como una pieza de mobiliario que concede
una especial majestad a quien en él se sienta, si bien su forma no es la misma que
81
M. FIERRO, «Violencia, política y religión en al-Andalus durante el s. IV/X: el reinado de
,Abd al-Rahman III», Estudios onomástico-biográficos de al-Andalus. XIV. De muerte violenta. Política,
religión y violencia en al-Andalus, ed. M. FIERRO, Madrid, CSIC, 2004, pp. 37-102, p. 75 (citando
Muqtabis V, 24-5/41-2).
82
IBN ,ABD RABBIHI, The unique necklace, vol. II, p. 61.
83
T.T. ALLSEN, The royal hunt in Eurasian history, Philadelphia: University of Pennsylvania
Press, 2006, p. 120.
84
ROSADO LLAMAS, La dinastía hammudí y el califato en el siglo XI, p. 293.
85
ALLSEN, The royal hunt in Eurasian history, p. 122.
86
F. VIRÉ, Le tracté de l’art de volerie (Kitab al-bayzara), Leiden, Brill, 1967.
87
Otro atributo regio era el pabellón o tienda militar, sobre el cual puede verse Susana
Calvo Capilla, «La ampliación califal de la mezquita de Córdoba: mensajes, formas y funciones»,
Goya, Revista de Arte, 323, 2008, p. 94.
para que la gente lo viera y así [el califa] hizo aquel famoso paseo a caballo, en el
cual salió [para verle] una multitud inmensa, que no la podía contar sino aquel que
cuenta la duración de la vida que hay en las generaciones de la humanidad. Hisam
iba gozoso y con espléndidas vestiduras, el turbante anudado en torno al bonete
(qalansuwa) y el penacho colgando, en su mano llevaba el cetro, adorno y distin-
ción exclusiva del califa. A su lado cabalgaba al-Mansur [Almanzor] y ante él y a pie
88
Cl. HUART y J. SADAN, «kursi», Encyclopaedia of Islam, segunda edición.
89
Numerosos ejemplos en E. MESA, El lenguaje de la indumentaria. Tejidos y vestiduras en el
Kitab al-agani de Abu l-Faray al-Isfahani, Madrid, CSIC, 2008.
90
BALLESTÍN, Al-Mansur y la dawla amiriyya, pp. 122-3.
91
Crónica Anónima, p. 91.
92
J. ALLAN, «khatam», Encyclopaedia of Islam, second edition.
... al-Mu,ayyad [el califa] salió a caballo el viernes con al-Mansur [Almanzor] detrás
suyo y al-Muzaffar [el hijo de Almanzor] delante, a pie. Se había enrollado un
turbante blanco con los penachos colgando y en la mano llevaba el cetro de los
califas. Rezó en la mezquita de la congregación de Córdoba... Cuando acabó la
plegaria regresó a caballo a az-Zahira con su madre Subh y en Córdoba no se pre-
senció nunca un día tan esplendoroso. Después de que se instaló allí se le volvió a
prestar la aclamación como Emir de los Creyentes con la condición de que se le
eximiera de la responsabilidad de gobernar en favor de la estirpe de Ibn Abi ,Amir
y de que fueran ellos los que mantuvieran la autoridad allá donde había de go-
bernar94.
un águila (se dice que era musawwara97). Las banderas son fundamentales a la hora
de que se pueda visualizar el poder: como dijo Norbert Elias, la gente no suele creer
en un poder, aunque sea real, a no ser que se manifieste en la apariencia exterior del
monarca. Para creer, debe ver98. El famoso pendón almohade de las Navas de Tolosa
es un buen ejemplo de cómo se visualiza el poder, ya que en él queda recogida la
iconografía específica de los almohades, es decir, círculos y cuadrados que se inscri-
ben unos en otros, tal y como aparecen también en las monedas y en las encuader-
93
BALLESTÍN, Al-Mansur y la dawla amiriyya, p. 198. Las palabras entre corchetes son adi-
ciones mías.
94
BALLESTÍN, Al-Mansur y la dawla amiriyya, p. 201. Las palabras entre corchetes son adi-
ciones mías.
95
MEOUAK, «Représentations, emblèmes et signes de la souveraineté politique des Umayyades
d’al-Andalus», p. 97.
96
IBN HAYYAN, Muqtabis V, 334/250.
97
MEOUAK, «Représentations, emblèmes et signes de la souveraineté politique des Umayyades
d’al-Andalus», p. 96.
98
Cita tomada de MEOUAK, «Représentations, emblèmes et signes de la souveraineté politique
des Umayyades d’al-Andalus», p. 97.
A partir del año 1132, el rey Roger II de Sicilia estableció una oficina real
(diwan) para la administración de su reino gracias a los consejos de Jorge de Antioquía
(m. 546/1151-2), personaje que había servido a los emires ziríes de Túnez y que
conocía el ceremonial fatimí. Una fuente árabe nos dice que este Jorge de Antioquía
ocultó a Roger II de sus súbditos e hizo que se vistiera con vestimentas como las de
los musulmanes, impidiendo que cabalgase y se mostrase en público excepto du-
rante las fiestas, momentos en que salía en procesión, precedido de caballos adorna-
dos con sillas de montar de oro y plata y con coberturas incrustadas de piedras
preciosas, con literas abovedadas y banderas, con el parasol (al-mizalla) sobre él y la
corona sobre su cabeza. Los miembros de su administración manifestaban pública-
mente la magnificencia de su reinado a través de sus vestimentas suntuosas y sus
excelentes caballos101. Todo esto recuerda al ceremonial de los fatimíes, también
procesional y urbano, así como al de los bizantinos.
Si la compleja interrelación cultural, religiosa y política que se advierte en
las pompas y ceremonias de la Sicilia normanda ha sido objeto de varios estudios,
no se puede decir lo mismo del caso de la Península Ibérica, a pesar de que algunas
interferencias han sido apuntadas, como es el caso del besamanos tan difundido en
99
Véanse las contribuciones de M. BARRUCAND, S. FONTENLA, S. PEÑA y M. VEGA en P.
CRESSIER, M. FIERRO y L. MOLINA (eds.), Los almohades: problemas y perspectivas, Madrid, CSIC/Casa
de Velázquez, 2005.
100
La música cortesana se basaba en otros instrumentos, como el famoso laúd innovado
por Ziryab en época de ,Abd al-Rahman II. Ese tipo de música en cortes cristianas es analizado por
Maricarmen Gómez Muntané en este Seminario.
101
J. JOHNS, Arabic administration in Norman Sicily. The Royal Diwan, Cambridge,
Cambridge University Press, 2002, pp. 82 y 285-7. Véase también J. RAHEL OESTERLE, Kalifat und
Königtum. Herrschaftsrepräsentation der Fatimiden, Ottonen und frühen Salier an religiösen Hochfesten,
Darmstadt, 2009.
102
Llamó la atención sobre este punto José Manuel Nieto Soria durante el Seminario.
103
Los cavalets son mencionados en la contribución de Francesc Massip Bonet en este
Seminario. Véase también del mismo autor La monarquía en escena, Madrid, Consejería de las Artes,
2003, pp. 108-119, y «Formas teatrales del Al-Andalus: restos del memoricidio», Revista de Lenguas
y Literaturas Catalana, Gallega y Vasca, VIII (2002), pp. 219-29.
104
M. FIERRO, «Las huellas del Islam a debate», en F. ROLDÁN y M.M. DELGADO (eds.), Las
huellas del Islam, Huelva, Publicaciones de la Universidad de Huelva, 2008, pp. 73-96, p. 85.
105
Como en el caso de la contribución de Francesc Massip Bonet en este Seminario.
106
R.W. BULLIET, The camel and the wheel, Cambridge, Mass., Harvard University Press,
1977.